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Emilio Mitre.
En el S.III se provocan la mayor parte de las crisis políticas, crisis sociales, económicas
y espirituales, constituyendo así a la quiebra del Gran Imperio Romano.
Para comenzar, Emilio Mitre, hace unas observaciones de cómo era la sociedad
medieval en la caída del Imperio: Ruralización profunda, quiebra de la unidad política
en amplias parcelas del mediterráneo, decadencia del latín literario, Papel de la Iglesia
como heredera cultural e incluso política del imperio. La península Ibérica, no estuvo al
margen de este conjunto de transformaciones.
S.III y IV:
En estos siglos se provocaron anarquías militares que sacudió al Imperio a lo largo del
S.III, además trajo dos consecuencias: la inestabilidad del principio de sucesión a la más
alta magistratura y la indefensión de las fronteras.
La política de defensa de las fronteras mantenida en las dos primeras centurias de la Era
Cristiana, quebró desde el momento que los distintos generales del imperio, empezaron
a luchar por el poder de la capital.
Los pueblos barbaros tendrían, así, el camino libre para realizar profundas incursiones
en el interior del territorio imperial. GODOS EN EL DANUBIO Y FRANCOS EN EL
OCCIDENTE fueron los principales protagonistas.
El imperio resistió a duras penas la ruda prueba del S.III. Desde finales de la centuria y
a lo largo del IV, la labor de una serie de emperadores supuso un serio intento de
enderezamiento, las figuras de DIOLCLECIANO, CONSTANTINO, JULIANO o
TEODOSIO son algunos de los emperadores a destacar.
Actuaron, con algunas medidas de tipo fiscal, monetario, intentos de sujeción del
trabajador a su oficio, defensa eficaz de las fronteras, solución del problema religioso
del Imperio y reorganización administrativa.
Hispania a lo largo de estos años fue una diócesis de la prefectura de las Galias, dividida
en varias provincias: Bética, Cartaginense, Lusitania, Galecia, Tarraconense y
Tingitana.
El triunfo del cristianismo dio, en teoría, una mayor cohesión espiritual a la población,
pervivieron amplios resabios de paganismo que el concilio de Iliberis (314). También
las corrientes heréticas minaron la solidez de la ortodoxia. En el caso español fue, en
particular la herejía de Prisciliano, síntesis de rigorismo y gnosticismo, de origen
galaico, que pervivió en amplias zonas de la Península después de la ejecución del
fundador en el 385.
Desde el 507 se puede decir que el elemento godo hace de la Península su definitivo
lugar de asentamiento.
Los acuerdos suscritos con las autoridades romanas por pueblos germánicos,
autorizaban a estos a tomar una parte de tierras de aquellos propietarios que les hubieran
dado alojamiento. Ahora bien, ¿afectó el reparto solo a los latifundios o también alcanzó
a la pequeña propiedad? Algunos autores, hablan que a los provinciales romanos les
correspondería una tercera parte de las tierras, mientras que a los recién llegados se
apropiarían de las otras dos.
Ramón de Abadal, en el libro de Emilio Mitre, cuando se refiere a las relaciones entre
godos e hispano romanos, que coexistieron 3 estructuras de gobierno:
Además su influencia será mayor cuando se produzca la conversión del elemento godo
al catolicismo.
En teoría, dirá Mitri, que hasta finales del S.VI se mantuvo el principio de separación
radical entre las dos comunidades étnicas, ello se debió tanto a los preceptos legales
romanos como a los germánicos. Debido por ejemplo a que estaban prohibidos
matrimonios mixtos, aunque eso fue quebrantado, en consecuencia Leovigildo terminó
por derogarlas. La conversión de los godos al catolicismo en los años siguientes obró
poderosamente en la integración de ambas comunidades.
La existencia de una pequeña propiedad derivó de los repartos de tierras entre romanos
y godos.
Los mecanismos tributarios siguieron siendo los del Bajo Imperio, aunque degradados,
impuestos directos, recaían sobre la población hispano goda, y algunos sobre aduanas y
transito.
Industria:
El tráfico comercial interior, se hacía en las calzadas romanas o en los grandes ríos, en
la península, era muy reducido.
Las áreas con las que la España visigoda mantiene su comercio eran: Italia, África del
Norte, -Cartago- Oriente, La Galia franca, y en menor grado las Islas Británicas.
La base del sistema fue el “Tremis”, equivalente a la tercera parte del sueldo de oro,
la moneda bizantina, en los primeros años de la monarquía hispano bizantina, se hacia la
acuñación con la efigie del emperador, a finales del S.VI, Leovigildo rompió con esta
tradición y procedió a poner su nombre en las monedas. Junto a las monedas de oro
siguieron circulando numerosas de plata de origen romano, las “Siliquae”
Con el tiempo, la formación de estas clientelas seria nefasta para la consolidación del
Estado visigodo:
Bajo Sisebuto 612 se promulgaron severas medidas para separar a judíos y católicos y
para que aquellos no pudieran acceder a los cargos públicos. Por último en el XVII
Concilio de Toledo 694 el rey Egica acusa a los judíos de conspirar contra la seguridad
del Estado y dispone la confiscación de sus bienes y su reducción a la servidumbre,
algunos años más tarde, el elemento hebreo tendría que encontrarse entre los
colaboradores de los invasores musulmanes.
El S.VII peninsular, puede ser considerado como la era ISIDORINA, los centros
culturales experimentan un desplazamiento hacia el interior del país, la superación de
algunas viejas dificultades como las tensiones religiosas, contribuyó a favorecer un
cierto renacimiento cultural. Obispo de Sevilla desde el 599 y consejero de Sisebuto, el
más culto de los reyes godos. Desde el 621, Isidoro dejará, al morir a los 80 años, una
obra poco original, pero la más brillante del momento.
Tolosa fue la primera capital del Estado visigodo en occidente, desde allí, los reyes
visigodos, llevaron a cabo: la expulsión de los vándalos de la península,
arrinconamiento de los suevos en su extremo noroccidental, colaboración con las
autoridades romanas en la detención del peligro huno…
Los suevos: las noticias relativas a ellos, dirá Mitre, que son escasas, algunos
reyes fueron importantes, llegaron a extender sus operaciones militares hasta la
cartaginense, aunque fueron derrotados por los visigodos en el 456. El Estado
Suevo finalizó en el 583, debido a que Leovigildo, lo redujo a la categoría de
provincia del Estado godo.
Los Francos, Beneficiarios de la desaparición de reino de Tolosa, llevarían en
ocasiones a cabo, incursiones a este lado del Pirineo.
Los Bizantinos, asentados en la Península en el 554, retendrán posiciones entre
la desembocadura del Júcar y la del Guadalquivir, la expulsión definitiva, no se
producirá hasta el año 621.
Los vascones fueron intentos de entrar en el territorio por parte de los visigodos
y romanos, pero no lo consiguieron.
Por otra parte, la influencia de la iglesia, a partir del III Concilio de Toledo, será
decisiva en la configuración de la teoría política visigoda, San Isidoro, será uno de sus
más acabados valedores. Sobre la base de que todo gobernante tiene su poder de Dios,
el obispo de Sevilla, reconoce que incluso los malos gobernantes han de ser obedecidos
puesto que cuando los reyes son buenos, es don de Dios; cuando son malos, la culpa es
del pueblo. Según, Job “Dios hace que reine el hipócrita a causa de los pecados del
pueblo” Ahora bien, continua Mitre, San Isidoro, establece la necesaria diferenciación
entre el rey y el tirano. Cuando un Monarca obra inadecuadamente, pierde su condición
de rey. Es el conocido proverbio “Rex eris, si recte facis, si non facis non eris”.
La iglesia se reserva de esta forma, una especie de rectoría moral sobre el Estado, en los
concilios se establecían la unión de ambos, que aunque como hemos dicho, no era con
base legal, hacían una serie de fijación de normas para la elección de monarcas, los
anatemas contra los usurpadores, la protección moral de la realeza.