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LA PERSONA DE JESUCRISTO

¿Qué se sabe sobre Jesús de Nazaret?


Puede decirse que Jesús de Nazaret o también llamado como Cristo, Jesucristo o
simplemente Jesús, es mayormente conocido por ser una de las figuras más
influyentes de la cultura occidental, incluso en el Islam, donde se le conoce como
Isa, es considerado uno de los profetas más importantes que ha existido. Además
es la figura central del Cristianismo. En su mayoría las denominaciones Cristianas
Hablan de que Jesús es el hijo de Dios y, por ende, la encarnación de Dios mismo.
Su importancia se apoya en la creencia de que con su muerte y posterior
resurrección, liberó a la humanidad. Por otro lado el Judaísmo no acepta su
divinidad, ya que no va acorde o es incompatible con su concepción de Dios.
Se tiene un criterio establecido por la Iglesia y por la Biblia de quien fue Jesús, su
vida, sus enseñanzas, su paso por la tierra; pero hay quienes dudan y deforman la
verdadera imagen de Jesús ante la humanidad. Se han realizado estudios
científicos en donde se estudian posibilidades que para la iglesia católica no
coinciden con la verdadera imagen que se tiene de Jesús, no obstante estos
estudios hacen que la imagen y creencia sobre Jesús se deforme y se creen
ciertas dudas sobre su vida y muerte.
Según Albert Nolan, a Jesús no se le puede identificar plenamente con ese gran
fenómeno religioso del mundo occidental que llamamos cristianismo. Jesús fue
mucho más que el fundador de una de las mayores religiones del mundo. Está por
encima del cristianismo, en su condición de juez de todo lo que el cristianismo ha
hecho en su nombre. Y no puede el cristianismo arrogarse su posesión exclusiva.
Porque Jesús pertenece a toda la humanidad. Pero para saber en verdad quien
fue Jesús, hay que decir que Jesús vivió en una época en la que parecía que el
mundo estaba a punto de llegar a su fin. A pesar de las diferencias de opinión
acerca del cómo, el porqué y el cuándo, eran muchísimos los judíos de aquella
época que estaban convencidos de que el mundo estaba al borde de una
catástrofe apocalíptica. Y, fue en vistas a esa catástrofe y en función de la forma
que él tenía de entenderla, como Jesús se manifestó en su misión.
La historia de Jesús realmente es increíble. Pero para algunos, ésta parece ser
demasiado increíble para ser una historia verdadera. Ellos piensan que Jesús
quizás haya sido una importante figura religiosa, o hasta un gran maestro moral,
pero que no puede haber sido Dios. Esta posición quizás sea válida. Pero como lo
explico el profesor C.S.Lewis de la universidad de Oxford, durante su vida en su
libro, “Mere Christianity”, “Un hombre que haya sido sólo un ser humano pero que
diga las cosas que Jesús dijo no puede ser un gran maestro moral; sería o un
lunático – de la misma forma como un hombre que se dice ser un huevo escalfado
– o sino sería el mismo diablo del infierno. Tendría que tomar su decisión. O fue
este hombre, y sigue siéndolo, el Hijo de Dios, o es un loco o algo peor.” Lewis
continuó diciendo, “Usted le puede callar por ser un loco, le puede escupir y le
puede matar por ser un demonio; o puede arrodillarse ante sus pies y llamarle
Señor y Dios. Pero por favor, no usemos vana palabrería acerca de Su persona
como el gran maestro humano. No ha dejado libre albedrío, es decir: nos ha
dejado la opción abierta de aceptarle o rechazarle”.
Como conclusión a esta parte se puede decir que desde la aparición del hombre
en la tierra por su propia naturaleza racional siempre se ha cuestionado sobre la
persona de Jesús de Nazaret el hijo de Dios, cada uno de nosotros tenemos
distintos puntos de vista acerca de él, para los incrédulos era tan solo un profeta
de aquellos tiempos, pero para la mayoría de creyentes Jesús es el hijo de Dios
que vino a la tierra a salvarnos, él sufrió muchas veces fue rechazado,
incomprendido y odiado pero nada de esto lo detuvo para realizar su misión en
estas tierras. Piso nuestras tierras de manera humilde y sencilla, se consideraba
un siervo más que tan solo quería guiarnos hacia el camino del bien, mostrarnos
sus enseñanzas para que obremos de manera positiva en este mundo. Debemos
tener en cuenta que el experimento en carne propia lo que era un ser humano, a
través de él nuestro padre Dios se reconcilio con nosotros los pecadores, nos
abrió las puertas del cielo y envió a su Espíritu para que nos guie, oriente y cuide
de todos los peligros que nos asechan en este mundo. La vida divina de Jesús de
Nazaret está llena de hermosas cualidades y virtudes, que muchos de nosotros
deseamos tener.
¿Cómo Describen a Jesús?
Según el Evangelio de San Mateo, nos señala una breve descripción sobre cómo
era Jesús, se describe aquí como un hombre que se desplaza, que llega hasta la
gente y se deja abordar por todo el mundo, un hombre que habla y que predica, un
hombre que manda, que amenaza, reprende, un hombre que se emociona, que
admira, se indigna, un hombre que llama, interroga y envía. En resumen, un
hombre de la palabra, un ser sensible y que se impone por su personalidad, un
hombre público que no teme a la muchedumbre. Todo lo contrario de un eremita,
de un tímido o de un soñador.
¿Cómo era el entorno en el que vivió Jesús?
En los Evangelios, se desprende que Jesús vivía en un mundo muy religioso. Dios
y el diablo eran vecinos, lo natural se bañaba en lo sobrenatural, pero esta
distinción incluso llega hasta nosotros. Para los contemporáneos de Jesús, las
fronteras eran porosas, todo era signo del más allá, del más allá del cielo o del
más allá del infierno. También se capta un segundo aspecto del entorno de Jesús:
un mundo muy moralista, con una moral legalista puritana. La vida del hombre
queda inserta en un abanico de leyes y esto para su bien. Hay que estar
encorsetado para comportarse bien, es necesario un buen sistema de señalización
para no perderse. El hombre debe progresar, debe caminar hacia su perfección.
Por ultimo un tercer aspecto de su entorno sería: la efervescencia política. El
pueblo judío no es más que un pobre peón en el inmenso tablero del imperio
romano. Pueblo ridiculizado por otra parte y seriamente agitado. La desproporción
entre la realidad romana y la utopía judía es pasmosa. El imperio romano está en
la cumbre de su poder, no cuenta más que con su fuerza, su poder de
organización y su inteligencia.
En contraste de esto, una lectura atenta de los Evangelios muestra que Jesús
tomó sus distancias frente a estos tres aspectos. Y lo que es más sorprendente
todavía en la personalidad de Jesús es verle al mismo tiempo perfectamente
enraizado en ese mundo judío y perfectamente libre frente a esta religión, a esta
moral y a esta política.
Jesús da testimonio de que los poderes infernales no deben impedir que el
hombre viva. El mal que paraliza al hombre le hace mudo y frenético. Jesús le
rechaza o le impone su ley.
Se enfrenta también Jesús de rechazo con el gusto por lo sobrenatural, esta
invasión de lo divino en el espíritu de sus contemporáneos. Para decirlo con
mucha precisión, no se satisficiera con su ansia de milagros y esa reserva le
costará su popularidad. Ante la plebe que reclama un mago, Jesús quiere ser el
hombre de las manos desnudas. Es la fe sola la que cuenta; la confianza infantil
en Dios y el gusto por lo sobrenatural, el fervor religioso deben estar sometidos a
la fe.
Jesús afirma su libertad frente a la aspiración política, y de modo particular frente
a la impaciencia política. De la misma manera que Jesús no desprecia nunca ni la
religión ni la moral, tampoco desprecia la acción política. Niega que la política sea
un absoluto. Ha de estar al servicio de una esperanza más profunda: la liberación
de todo el hombre y de todos los hombres.
Uno se queda asombrado ante la actualidad de la acción histórica de Jesús. Fue
el gran contestatario tanto de la religión y de la política como de la moral.
Respetaba profundamente estos tres registros fundamentales de la actividad
humana pero se negaba a admitir que la religión, la moral y la política fueran
absolutos. La religión debe estar dirigida hacia la fe, la moral hacia el amor y la
política hacia la esperanza. Los únicos absolutos dignos del hombre son la fe, la
esperanza y el amor.
Por otro lado, se puede imaginar la reacción interior de Jesús a partir de algunos
índices ofrecidos por los Evangelios. Cuando Jesús supo claramente que la
muerte le esperaba seguramente en Jerusalén, su fe y su esperanza quedaron
intangibles. Había siempre creído y dicho que Dios iba a venir a cambiarlo todo, y
ello en la misma línea de la predicación de los antiguos profetas. Estaba
íntimamente persuadido de que toda la acción de Dios en favor de la Humanidad
culminaba en la acción con El. Todas las promesas de Dios a los hombres
estaban en sus manos en El, en Jesús. Se sabía más que un profeta, Él era el
Hijo, el que había de infundir al mundo toda la fuerza del amor de Dios. En el
sentido fuerte de la palabra, era el plenipotenciario de Dios. Dios le había confiado
todo en sus manos. Lo que El hiciera, sería decisivo para el futuro de la
Humanidad. Por este motivo había obrado, hablado, exhortado, caminado,
sudado, llorado, gritado. Se había entregado totalmente a su tarea y había
fracasado lamentablemente.
Él debía hacerlo todo y no tenía que hacer otra cosa más que responder a un
interrogatorio de la policía, someterse a una comedia de juicio y dejarse ejecutar.
Exteriormente, no tenía nada más que hacer. Todos los que leen atentamente la
Pasión notan el silencio desconcertante de Jesús. El, que hablaba como nadie, se
calla. Ya no habla a los hombres porque toda su energía se va a concentrar en un
diálogo interior dramático con Dios. Jesús tenía una plena conciencia de ser el
Mesías, que todo el proyecto de Dios reposaba enteramente sobre El. Tenía,
pues, plena conciencia de estar aparte de todo el resto de la Humanidad, pero
enteramente responsable de toda la Humanidad. Tenía la experiencia única de
una intimidad única entre Dios y El. Nada detenía el Amor que pasaba del Padre a
Él y de El al Padre. Pero Jesús-hombre quedaba en la condición humana, no se
despegaba de la condición humana, que no es nunca claridad pura sino
presentimiento, esperanza y progreso.
Jesús y su vida pública.
Se habla de que Jesús durante su vida fue acompañado por muchos seguidores,
Jesús recorrió las regiones de Galilea y Judea predicando el evangelio y
realizando numerosos milagros. El orden de los hechos y dichos de Jesús varía
según los diferentes relatos evangélicos. Tampoco se indica cuánto tiempo duró la
vida pública de Jesús, aunque el Evangelio de Juan menciona que Jesús celebró
la fiesta anual de la Pascua judía en Jerusalén en tres ocasiones. Los sinópticos
mencionan solo la fiesta de Pascua en la que Jesús fue crucificado. La mayoría de
los hechos de la vida pública de Jesús narrados en los evangelios tienen como
escenario la zona septentrional de Galilea, en las cercanías del mar de Tiberíades,
o lago de Genesaret, especialmente la ciudad de Cafarnaúm, pero también otras,
como Corozaín o Betsaida. También visitó, en el sur de la región, localidades
como Caná o Naín, y la aldea en la que se había criado, Nazaret, donde fue
recibido con hostilidad por sus antiguos convecinos. Su predicación se extendió
también a Judea (según el Evangelio de Juan, visitó Jerusalén en tres ocasiones
desde el comienzo de su vida pública), y estuvo en Jericó y Betania (donde
resucitó a Lázaro).
Se dice que Jesús escogió a sus principales seguidores (llamados en los
evangelios Apóstoles), en número de doce, de entre el pueblo de Galilea. En los
sinópticos se menciona la lista siguiente: Simón, llamado Pedro y su hermano
Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y
Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Zelote y Judas
Iscariote, el que posteriormente traicionaría a Jesús (Mt 10,2-4; Mc 3,16-19; Lc 6,
13-16). Algunos de ellos eran pescadores, como las dos parejas de hermanos
formadas respectivamente por Pedro y Andrés, y Juan y Santiago. Mateo se
identifica generalmente con Leví el de Alfeo, un publicano de quien en los tres
sinópticos se relata brevemente cómo fue llamado por Jesús (Mt 9,9; Mc 2,14; Lc
5,27-28). Lo que acarreó a Jesús numerosos reproches de los fariseos. El
Evangelio de Juan solo menciona los nombres de nueve de los apóstoles, aunque
en varios pasajes hace referencia a que eran doce.
Jesús Mantuvo controversias con miembros de algunas de las más importantes
sectas religiosas del judaísmo, y muy especialmente con los fariseos, a quienes
acusó de hipocresía y de no cuidar lo más importante de la Torá: la justicia, la
compasión y la lealtad (Mt 12, 38-40; Lc 20, 45-47).
La originalidad de su mensaje radicaba en la insistencia en el amor al enemigo (Mt
5,38-48;Lc 6, 27-36) así como en su relación estrechísima con Dios a quien
llamaba en arameo con la expresión familiar Abba (Padre) que ni Marcos (Mc
14,36) ni Pablo (Rm 8, 15; Gal 4, 6) traducen. Se trata de un Dios cercano que
busca a los marginados, a los oprimidos (Lc 4, 18) y a los pecadores (Lc 15) para
ofrecerles su misericordia. La oración del Padre nuestro (Mt 6,9-13: Lc 11,1-4),
que recomendó utilizar a sus seguidores, es clara expresión de esta relación de
cercanía con Dios antes mencionada.
Jesús y su mensaje.
Tal como lo presentan los Evangelios, el mensaje consistía básicamente en
proclamar a todas las personas la Buena Noticia de la llegada del Reino de Dios,
lo que significaba que Jesús venía a instaurar y promover un nuevo modelo de
sociedad en el mundo, en que la actitud básica consistiría en amar a Dios y al
prójimo. Aceptar, como estilo de vida, unos valores vividos y anunciados por él
mismo. Jesús empezó a construir el Reino de Dios con sus obras y palabras. Sus
enseñanzas incluían los siguientes conceptos: La existencia de un dios único,
omnipresente y omnipotente, La recompensa de la vida eterna y el castigo del
infierno a través del Juicio Final, La fe, la pureza, amor al prójimo y la caridad eran
el camino hacia la salvación, La independencia de la posición social y la fortuna
para lograr la salvación, La negación de la vanidad, la venganza, el egoísmo y la
hipocresía.
Las principales acciones de Jesús consistían en sanar a personas enfermas,
liberar del mal a las personas que lo padecían, "obraba milagros". También
destaca su actitud hacia los pobres, hacia la gente sencilla y los marginados.
CONCLUSIONES
Históricamente es cierto que Jesús de Nazaret es un hombre totalmente aparte.
No es un aerolito ni mucho menos. Es judío ciento por ciento, hasta el punto de
que no atraviesa las fronteras de su país ni siquiera lo más mínimo. No se
encuentra cómodo más que en su casa. Pero sobre este fondo de cultura judía
que lo penetra hasta la medula, destaca con toda precisión y fascina por su
originalidad. Desconocemos muchos detalles y aspectos de la vida de Jesús.
Ignoramos numerosos datos de su historia. Pero conocemos perfectamente sus
actitudes vitales y su verdadera pretensión. Su actitud vital fue vivir y desvivirse
por el Reino, es decir, por Dios y por los hombres a la vez. Por eso, Jesús se
fundamenta en Ser y existir para los otros.
El conocimiento de Jesucristo nace y crece, sobre todo, mediante el encuentro con
su Palabra en la escucha y lectura del Evangelio, la participación en la vida, sobre
todo en la Eucaristía, el trato en la oración personal y comunitaria, y el servicio y
preocupación por los pobres y necesitados. Este conocimiento lleva al amor a su
Persona y a practicar el mandamiento del amor al prójimo, que él nos dio como
distintivo y que es el comienzo de toda imitación de su vida.
El conocimiento y las experiencias espirituales no deben y no tienen por qué
desaparecer de la mente del hombre moderno, pues los testimonios de los
profetas antiguos y modernos se han registrado para el beneficio del hombre, y los
creyentes de la actualidad testifican de esas verdades. El hombre moderno debe
reemplazar la incertidumbre y la duda con un deseo de saber más acerca de
Jesús.
La cristología, ayer y hoy, intenta responder a la pregunta de quién es Jesús.
Preguntarle a otro ser humano ¿quién eres? Es preguntar por un misterio. Las
personas no se pueden definir y encuadrar dentro de ninguna situación o
conceptos. Hacerle esta misma pregunta a Jesucristo ¿quién eres tú, Jesucristo,
para nosotros hoy? Significa confrontar nuestra existencia con la suya y sentir el
desafío de su persona, de su mensaje y la significación que se deduce de su
comportamiento. Sentirse interpelado por Jesucristo hoy es ponerse en el camino
de la fe, que comprende quién es Jesús, no tanto dándole títulos nuevos y
nombres diferentes, cuanto intentando vivir como él vivió: salir de sí mismo, para
encontrar y ponerse a disposición de los demás, especialmente de los más
necesitados. Es decir, ir al encuentro del otro y no en uno mismo, sino fuera de sí,
en el otro y en Dios. En ultimas la propuesta de Jesús es ir en contravía a una
sociedad que se ha fincado el lucro, la ambición, el tener, el poder, la suplantación
de la dignidad humana, por parafraseando a San Irineo la mayor gloria de Dios es
que el hombre viva dignamente.
FUENTES BIBLIOGRAFICAS:
Cfr. Nolan, Albert ¿QUIEN ES ESTE HOMBRE?” Jesús antes del cristianismo 3.a
EDICIÓN, EDITORIAL SAL TERRAE Guevara, 20 — SANTANDER 1981. Pág.
13.
Artículos: "Jesús", "Hijo del Hombre", "Hijo de Dios", "Hombre".
Jacques GUILLET, Jésus devant sa vie et sa morí, Aubier, París, 1971.
Xavier LÉON-DUFOUR, Les Evangiles et l'histoire de Jésus, Le Seuil, Paris, 1963.
Edición castellana: Estela. Barcelona, 1968.
https://dailyverses.net/es/jesus
http://roble.pntic.mec.es/jfeg0041/todo_reliduques/jesus/activi_jesus/test_jc/jesus1
.pdf
Jesús: fuentes históricas clásicas: fuentes históricas clásicas sobre Jesús
.Recuperado el 18 de noviembre del 2013 de:
http://www.eltesoroescondido.es/Estudios/Jesus/Quien_es_Jesus/1_El_Jesus_hist
orico_fuentes_
RATZINGER, Joseph-Benedicto XVI. Jesús de Nazaret. Madrid: Capítulo 4: Las
bienaventuranzas - Capítulo 5: La oración del Señor. Esfera de los Libros, 2007. p.
97-129. 161-205.

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