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INTRODUCCION éDonde esta la promesa? A su manera, cada articulo en este niimero trata de este interrogante. POR ROY ADAMS AS NOTICIA nientes de Inglaterra eran espantosas. El médico briténico subur- bano Harold Shipman an médico tan solicito que a S prove- Repugnante. Sin embargo, tales incidentes se mezclan invisible mente dentro del tapete de feal- dad que cubre las iltimas déca- das del siglo pasado. Sélo Dios sabe el cuadro completo de menudo se detenfa en casa de sus horror y salvajismo. Yo me ani- pacientes entre sus citas”- habfa maria a proponer que si toda la sido expuesto como “el asesino en sangre inocente derramada en ‘masa mas prolifico en la historia britanica”. En un periodo de 24 afios probablemente habfa matado 236 de sus pacientes”.' Apenas siete dias después hubo otra grotes Jos tiltimos 50 afios corriese junta, inundarfa un continente del tamafto de Europa hasta la altura de las rodillas Puede que yo no cite a menu- ca revelacién: ésta proveniente de do estas “seftales” de la venida los Estados Unidos, de una pacifi- ca comunidad ganadera en Montana: Nathaniel Bar-Jonah, de 43 aftos de edad, “un cocinero de comidas sencillas, obeso y barbado, de Jestis, pero me dan raz6n para anhelarla ain més. ;Qué mundo tan horrible! eCuanto tiempo falta? con un registro de 25 afios como Concluira la pesadilla alguna abusador de menores fue condena- vez? {Caeré alguna ver la corti- do... por secuestrat a un nif cuyo na? {Nos aferramos en vano a la cuerpo, segtin los fiscales, fue cor- tado en pedazos, cocinado con viandlas y en salsa de espagueti y ‘esperanza? Recuerdo el primer sabado de 2000, el sabado siguiente al gran susto de Y2K (cl problema del cambio de fecha de las computadoras). Mientras conversaba con dos de servido a los amigos y vecinos des prevenidos del hombre”. Horrible. De mal gusto. mis colegas luego de terminado el ciulto, la realidad del aio 2000 comenz6 a dejarse sentir. Y en vista de tan histérica fecha, una pregunta surgi por sf misma: ;Cémo habla- mos ahora de la segunda venida? Para un pueblo que hemos estado anunciando un advenimiento inmi- nente desde mediados del siglo XIX, el afio 2000 representé un pasaje psicolégico de importancia. Emocionalmente, era como si hubieran pasado de la noche a la mafiana dos siglos. Y aunque fue solo por un instante, Hegaron a la mente las palabras del filésofo exis- tencialista Jean-Paul Sartre“ ‘miramos hacia atrés miles de aftos en el pasado -dijo en algin lugar, 6 atishamos milenios hacia el futu- 1, la vida es toda igual”. Nada ha cambiado, y nada cambiaré. A la idea de una segunda venida, Sartre habria respondido: “Tonterfas. Basura. Fantasfa profética” {Ast que cémo hablaremos ahora del advenimiento? (Ser una vana ‘esperanza? Yo comparti aquella con- versacién en el templo con mis ccolegas de la Review durante nuestra sesiGn de planificacién el pasado mes de septiembre y el nimero que tiene en sus manos es el resultado. No usaremos fabulas ‘Somos una generacién impaciente. {Queremos que todo se haga ahora mismo! No hace mucho, muchos de nosotros habrfamos tenido que cruzar a pie la ciudad para entregar un mensaje importante. Hoy las compaitas telef- ricas pueden mercadear sus servicios de discado rapido a millones de noso- tos que ni siquiera tenemos el tiempo (en realidad la paciencia) para marcar dies niimeros. Hasta la computadora es demasiado lenta para nosotros. Por eso encuentro instructivo que pongamos las cosas en su perspectiva. He aqui un ejemplo solamente: Dios le prometié Canaén a Abrahin y sus des- cendientes, pero ellos tuvieron que esperar 430 aftos para obtenerla. Para los norteamericanos seria como recibir tuna promesa importante en ocasién del nacimiento de la nacién en 1776, yssaber hoy (2001) que todavia faltan Hoy las compafifas telefénicas pueden mercadear sus servi- cios de discado rapi- do a millones de nosotros que ni siquiera tenemos el tiempo (en realidad la paciencia) para marcar diez ntimeros. Hasta la computado- ra es demasiado lenta para nosotros. 205 afios para su cumplimiento. (Doquiera viva usted, substituya sus propias fechas histéticas.) Es evidente que el programa de Dios no coincide con el nuestro. Pero su promesa a Abrahén no falld. Ni tampoco fallara su promesa del advenimiento, Pero se trata de un asunto muy delicado, y la ansiedad nuestra no lo hard apurarse. Lo que resulta importante para noso- tros es confiar. Al acercarse al fin de su vida, el apéstol Pedro tenfa un sentido de las preguntas perturbadoras que surgirian, tanto en el futuro inmediato como en el distante, Experimentaba la apren- sién de audiencias griegas sofisticadas que se preguntaban si el relato cristia~ no de la cruz y la segunda venida no habfa sido tejido del mismo pafio que las fantdsticas leyendas de dioses y dio- sas que habitaban las alturas cubiertas de niebla del monte Olimpo. Pero él no se torné a la ciencia o la filosofia para defender su posicién. Mis bien su mente se torné a la cima 4 REVISTA ADVENTISTA © ENERO-FEBRERO + 2002 de una montafia en Judea donde, con Santiago y Juan, habfa tenido el privilegio de ser testigo de una de las teofanias mas gloriosas jamas vista por ojos mortales: la transfigu- racién del Hijo de Dios. Pedro recordé cémo su intento por colocar a Jestis en el mismo nivel que s visitantes celestiales (de origen humano) fue interrumpido por una atronadora vor del cielo que lo dejé atolondrado: “Este es mi Hijo —le dlijo-,a él escuchad” (Mat. 1 El recuerdo del tremendo encuentro ¢lavé una impresién indeleble profundo en la mente del intrépido apdstol. Y fue la arrollado- ra factualidad de aquel evento que evoes la afirmacién inequivoca: “Porque no os hemos dado a cono- cer el poder y la venida de nuestro Sefior Jesucristo siguiendo fabulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos st ajestad” (2 Pedro 1:16). Hemos visto en efecto un ensayo formal de aquella estupenda ocasién. Mas alla de eso, “tenemos una palabra profé- tica mis permanente” (vers. 19) Pedto se deleitaria en encontrar que la esperanza de la segunda veni- da todavia brilla poderosamente en el pecho de los eristianos de hoy. Yo creo que 61 quedarfa encantado al leer los articulos presentados en este ntimero, Nuestro pueblo contintia confiando, Guste de los célidos testimonios que comienzan en la pagina 32. El mensaje «5 tan emocionante hoy como siempre. Y tan necesario, Sin la segunda veni- da, la existencia humana es en diltimos términos una obscenidad eésmica Nuestro objetivo para este ntimero especial era que fuese positivo, sin un rasgo de trivialidad o sentimentalismo. Desedbamos que destilara inspiracisn, confianza y esperanza. Hganos saber siast fue, TTR Rad enero, 2001 ‘Mark Mathews y William Claiborne en ef Washngion Pose, T2de enero, 2001 ‘en el Washington Pos, 6 de Roy Adams es editor asocia- do de la Adventist Review.

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