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1:3-5
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Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y
Dios de toda consolación,
para que también nosotros podamos consolar a los que están sufriendo, por medio de
la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.
Si alguien puede entender el dolor, es alguien que ha bebido de esa copa. Si alguien
puede ser empático con la perdida de un ser querido es alguien que ha pasado por
ese dolor.
Podemos hablar del dolor y el sufrimiento desde el discurso, pero diferente es
ponerse al lado del que sufre y decirle “te entiendo” la aflicción produce
perseverancia, carácter y esperanza.
Dios dota de la capacidad y la tarea de consolar a otros que padecen tribulación.
Reflexión: hoy ustedes como familia están siendo consolados por medio de la
compañía de los hermanos, están siendo consolados y confortados con las palabras
de aliento, creo que en este tiempo Dios ha estado con ustedes, pueden decir “Dios
esta a nuestro lado” pero ahora el propósito después de esto es que ustedes también
puedan consolar a otros y le puedan decir “Dios me consoló en un momento difícil”
“El Señor estuvo con nuestra familia”
El aposto Pablo dirá:
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Porque así como abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así también por el
mismo Cristo abunda nuestra consolación.
¿cuáles son las aflicciones que Pablo había sufrido por causa de Cristo? Él mismo lo
relata en esta carta 11: 23-29. Pero así como abundaron los sufrimientos de la
misma manera abundó la consolación.
Al partir hoy desde este lugar Dios irá a su lado, eso significa consolar, estar al lado
de…si sus aflicciones las considera grande, grande también será la consolación.
Hoy como iglesia les decimos “Dios con ustedes y que abunden las consolaciones
de Cristo en ustedes” Amen