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producir, por si mismas, un cambio en el punto de encaje, y que si yo alcanzaba un

total silencio sería testigo


de escenas relacionadas con las vidas de las personas que trabajaron en esas
esculturas.
Comenzó luego el recorrido más extraño que jamás haya yo presenciado en museo
alguno. Don Juan dio una
vuelta al salón, describiendo impresionantes detalles de cada una de las esculturas.
Según él, cada una de
ellas era un archivo que los brujos antiguos habían dejado; un archivo, que él, como
brujo, me estaba leyendo
como si me leyera un libro.
-Cada una de estas figuras está diseñada para provocar un cambio en el punto de
encaje -prosiguió-. Fija tu
mirada en cualquiera de ellas, silencia tu mente, y descubre si puede hacer que tu
punto de encaje cambie de
posición.
-¿Cómo puedo saber si cambió?
-Si cambia, vas a ver y sentir cosas que están más allá de tu alcance normal.
Miré fijamente las esculturas y ciertamente vi y oí cosas que jamás podré explicar. Yo
ya había examinado
muchísimas veces todas esas piezas, desde la perspectiva de la antropología, siempre
teniendo en mente las
descripciones de sus funciones que los eruditos en ese campo habían propuesto;
descripciones basadas en la
mentalidad del hombre moderno. Por primera vez, me parecieron idioteces totalmente
arbitrarias. Lo que don
Juan me dijo sobre esas piezas, y lo que yo mismo vi y escuché al mirarlas fijamente,
era lo más lejano a lo
que siempre había yo oído o leído sobre ellas.
Mi desasosiego fue tan grande que me sentí obligado a pedirle a don Juan que me
disculpara por ser tan
sugestionable. No se rió, ni me hizo bromas. Me explicó pacientemente que los brujos
eran capaces de dejar,
en las diferentes posiciones del punto de encaje, archivos muy precisos de sus
descubrimientos. Argüía que si
se trata de llegar a la esencia de un relato escrito, tenemos que entrar en un estado de
participación indirecta a
través de la imaginación para poder ahondarnos en la página escrita, en la experiencia
misma. Sin embargo,
en el mundo de los brujos, puesto que no hay páginas escritas, los archivos completos
existen en la posición
del punto de encaje, archivos que pueden ser revividos en lugar de leídos.
Para ilustrar su punto, don Juan habló sobre las enseñanzas de los brujos diseñadas
para la segunda
atención. Dijo que se dan cuando el punto de encaje del aprendiz está en un lugar
diferente al habitual. De esta
forma, la posición del punto de encaje se convierte en el archivo de la lección. Para
poder revisar la lección, el
aprendiz tiene que regresar su punto de encaje a la posición donde estaba cuando se
le dio la lección. Don
Juan concluyó sus observaciones reiterando que regresar el punto de encaje a todas las
posiciones que ocupó
cuando las lecciones fueron impartidas era un logro de grandiosa magnitud.
Pasó casi un año sin que don Juan me preguntara nada acerca de la tercera tarea de
ensueño.
Repentinamente un día me pidió que le describiera todos los detalles de mi práctica.
Lo primero que le mencioné fue una desconcertante repetición. Por meses, había
tenido ensueños en los que
me encontraba mirándome dormido en mi cama. Lo extraño era la regularidad de esos
ensueños; ocurrían
cada cuatro días, con la precisión de un cronómetro. Durante los otros tres días, mis
ensueños eran lo que
siempre habían sido: examinaba todos los objetos de mis ensueños; cambiaba de
ensueños, y, ocasionalmente, poseído por una curiosidad suicida, seguía a los
exploradores al mundo de los seres inorgánicos,
aunque me sentía extremadamente culpable haciéndolo. Se me hacia como tener una
adicción secreta a las
drogas. La realidad de ese mundo era algo irresistible para mi.
Secretamente me sentía de alguna manera exonerado de responsabilidad total, ya que
el mismo don Juan
me había sugerido que le preguntara al emisario de ensueño qué hacer para liberar al
explorador azul atrapado
entre nosotros. Él quiso decir que le hiciera la pregunta al emisario durante mi práctica
diaria, pero yo quise
interpretar su sugerencia como si, implicara el tener que hacerla cuando me
encontrara en su mundo. Lo que
realmente quería preguntar al emisario era que si de verdad los seres inorgánicos me
habían tendido una
trampa. El emisario no sólo me dijo que todo lo que don Juan me había dicho era cierto,
sino que también me
dio instrucciones sobre lo que Carol Tiggs y yo tendríamos que hacer para liberar al
explorador.
-La regularidad de tus ensueños es algo que me esperaba -don Juan remarcó después
de escucharme.
-¿Por qué esperaba usted algo así, don Juan?
-Por tu relación con los seres inorgánicos.
-Eso se acabó y está olvidado, don Juan -mentí, esperando que no insistiera en el tema.
-Dices eso solamente para contentarme, ¿no es así? No necesitas hacerlo. Sé muy bien
lo que haces.
Créeme, una vez que empiezas a jugar con los seres inorgánicos, estás enganchado
Siempre te perseguirán.
O lo que es peor aún, siempre los perseguirás.
Me miró fijamente, y mi culpabilidad fue tan obvia que lo hizo reír.
-La única explicación de tal regularidad, es que los seres inorgánicos están tratando de
complacerte otra vez
-don Juan dijo en tono serio.
Me apresuré a cambiar de tema y le dije que otro detalle de mis prácticas de ensueño
que valía la pena
mencionar era la reacción que tenía al verme a mí mismo, acostado y profundamente
dormido. Verme así era
siempre sorprendente; y yo, o me quedaba pegado en el mismo sitio hasta que el
ensueño cambiaba, o me
asustaba tan profundamente que me despertaba gritando a todo pulmón. Había
llegado hasta el extremo de
tener miedo a dormir en los días marcados para tener ese ensueño.
-Todavía no estás listo para una verdadera fusión entre tu realidad de ensueño y tu
realidad cotidiana
-concluyó-. Tienes que seguir recapitulando tu vida. -Pero ya hice la recapitulación con
toda la potencia posible -protesté-. He recapitulado por años. No existe
nada más que pueda recordar sobre mi vida.
-Debe haber mucho más -dijo obstinadamente-. De otra manera, no te despertarías
gritando.
No me gustó la idea de recapitular otra vez. Creía haberlo hecho tan bien que no
necesitaba tocar ese tema
nunca más.
-La recapitulación de nuestras vidas no se acaba nunca, no importa qué tan bien la
hagamos -dijo don Juan-.
La razón por la que la gente común y corriente carece de control y dirección en sus
sueños, es porque nunca
han recapitulado, y sus vidas están llenas hasta el tope de emociones densas y
pesadas, de memorias,
esperanzas, miedos.
"Por otro lado, gracias a su recapitulación, los brujos están relativamente libres de
pesadas ataduras
emocionales. Y si algo los detiene, como te ha detenido a ti, en este momento, se
supone que todavía hay algo
en ellos no totalmente claro.
-Recapitular es demasiado intrincado, don Juan. Quizá haya otra cosa que pueda hacer
en su lugar.
-No, no hay nada más. Recapitular y ensoñar van de la mano.
"A medida que nos deshacemos de la pesadez de nuestras vidas, nos volvemos más y
más vaporosos.
Don Juan me había dado instrucciones sumamente detalladas y explícitas acerca de la
recapitulación.
Consistía en revivir la totalidad de nuestras experiencias en la vida, haciendo un
recuento minucioso de todo
detalle posible. Él consideraba la recapitulación como el factor esencial para la
redefinición y la redistribución
de la energía necesaria para ensoñar.
-La recapitulación libera energía aprisionada dentro de nosotros, y no es posible
ensoñar sin esa energía -fue
su afirmación.
Muchos años antes, don Juan me ayudó a recopilar una lista de todas las personas que
yo había conocido en
mi vida, empezando por el presente. Ordenó mi lista de una forma coherente,
dividiéndola en áreas de
actividad, como lugares donde trabajé, sitios donde viví, escuelas a las que asistí.
Luego me guió,
ordenadamente y sin ninguna desviación, a revivir cada una de mis interacciones con
las personas de mi lista,
desde la primera hasta la última.
Explicó que la recapitulación comienza cuando la mente arregla todo lo pertinente a lo
que se está
recapitulando. Arreglar quiere decir reconstruir el acontecimiento, pieza por pieza,
empezando por los detalles
físicos del medio ambiente, pasando luego a la persona con quien se compartió lo
ocurrido y, después, a uno
mismo; al examen de todo lo que uno sintió.
Don Juan me enseñó a acompañar la recapitulación con una respiración natural y
rítmica. Me guió a exhalar
prolongadamente, al mover la cabeza de manera lenta de derecha a izquierda; y a
inhalar profundamente, al
volver a mover la cabeza de izquierda a derecha. Él llamaba a esto "airear lo ocurrido".
La mente examina el
acontecimiento de principio a fin, mientras que el cuerpo continúa aireando todo
aquello en lo que la mente se
enfoca.
Don Juan dijo que los brujos de la antigüedad, inventores de la recapitulación,
consideraban la respiración
como un vehículo mágico; la exhalación para expulsar la energía ajena que se quedó
en uno durante el
acontecimiento que se está recapitulando, y la inhalación, para traer de regreso la
energía que uno dejó en
dicho acontecimiento.
Debido a mi entrenamiento académico, consideré la recapitulación como un proceso de
analizar la vida de
uno. Pero don Juan insistió en que era un asunto mucho más complejo que un
psicoanálisis intelectual. Postuló
que la recapitulación era una táctica de brujos para inducir un diminuto pero
consistente desplazamiento del
punto de encaje. Dijo que bajo el impacto de revisar las acciones y sentimientos
pasados, el punto de encaje se
mueve entre su sitio presente y el sitio que ocupaba cuando el evento recapitulado
tuvo lugar.
Don Juan aseveró que la base fundamental de la recapitulación es la convicción que
tienen los brujos de que
existe en el universo una inconcebible fuerza disolvente, la cual da vida a los
organismos prestándoles
conciencia. Esa misma fuerza también hace que mueran, para poder disolverlos y
extraerles la conciencia que
les prestó, la cual ha sido acrecentada a través de las experiencias de la vida. Don Juan
explicó que teniendo
en cuenta que esta fuerza anda detrás de tales experiencias, algo de suprema
importancia es que se le pueda
satisfacer con un facsímil de ellas: la recapitulación. Al obtener lo que busca, la fuerza
disolvente deja a los
brujos libres para que expandan su capacidad de percibir y alcancen con ella los
confines del espacio y del
tiempo.
Al comenzar nuevamente a recapitular, me llevé una gran sorpresa cuando comprobé
que mis prácticas de
ensueño quedaron automáticamente suspendidas en el momento mismo en que
empecé mi recapitulación. Le
pregunté a don Juan sobre esto.
-Ensoñar requiere de toda la energía disponible -contestó-. Si existe una gran
preocupación en nuestras
vidas, no hay posibilidad de que ensoñemos.
-Pero, he estado profundamente preocupado antes -dije-, y mis prácticas nunca fueron
interrumpidas.
-Debe ser que cada vez que creías estar preocupado, estabas sólo maniáticamente
alterado -dijo riéndose-.
Para los brujos, preocuparse significa que todas sus fuentes de energía están
funcionando. Esta es la primera
vez que empleas la totalidad de tus fuentes energéticas. En lo otro, aun en tu
recapitulación, has estado
siempre muy lejos de estar absorto.
Don Juan me dio un nuevo modelo de recapitulación. Lo llamó "recapitulación
rompecabezas". Consistía en
tomar diferentes eventos de mi vida, sin un orden aparente.

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