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¿Llama o brasa?
Reforma
Sergio Aguayo Quezada
29 de diciembre de 2010

La hipótesis de trabajo es una explicación provisional utilizada cuando se carece


de información suficiente. Con ese recurso metodológico sostengo que el
secuestro de Diego Fernández de Cevallos fue realizado por un grupo armado.

La primera evidencia la proporciona el afectado, quien con el tono beatífico que


ahora emplea declaró haber sido "capturado por un grupo amplio", que el
acontecimiento tuvo "una connotación política supuestamente por cuestiones
ideológicas" y que "mis plagiarios [me ven como un] enemigo de sus causas". El
tono es mucho más agresivo.

El comunicado de los secuestradores, de 13 cuartillas a renglón seguido juega


con la dicotomía de "Ellos" y "Nosotros" (en mayúscula en el original) que se
teje con las 27 menciones a la "violencia" (el lector interesado podrá revisar la
versión íntegra en www.sergioaguayo.org).

"Ellos" son quienes detentan el poder y ejercen la violencia de una manera


integral, omnipresente, opresiva: la "cultural", la "directa", la "del hambre, del
desempleo, de la migración, de la delincuencia infantil y juvenil, de la trata de
blancas". Es la violencia "estructural" de la minoría que saquea al país y explota
a 90 por ciento de la población.

Los autores de la violencia son identificados con nombre y apellido. Carlos


Salinas de Gortari es el responsable número uno y su "principal cómplice" es
Diego Fernández de Cevallos: un "operador de la oligarquía neoliberal y de la
ultraderecha fundamentalista, un traficante de influencias, un mercenario de los
juzgados, un legislador a sueldo, un rentista de la crisis y un defensor de los
grandes capos de la droga".

Frente a "Ellos" están "Nosotros" que serían todos los pobres, las víctimas y los
oprimidos. "Nosotros" recuperan la tesis de la guerra justa: "la violencia es
constructiva cuando es rebeldía frente [a] quienes nos someten a la miseria",
"reapropiarse del uso constructivo de la violencia es legítimo" y es legal cambiar
la forma de gobierno porque así lo dice el artículo 39 constitucional.

La violencia de este grupo tiene un propósito mayor: organizarse en una "sola


voluntad política nacional, en una colosal fuerza social organizada" para
construir "otro México". Con ese fin convocan a "las organizaciones obreras,
campesinas, ecologistas, de colonos, de víctimas de la delincuencia y crímenes
del ejército y policías".
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Con esta lógica el secuestro de Diego Fernández fue "un acto de desagravio";
"Tomarlo prisionero, exhibirlo y obligarlo a devolver una milésima de lo robado
constituyó además un golpe político a la plutocracia y a sus instituciones; una
demostración de la voluntad de lucha y de la capacidad operativa de los
descalzonados, como él nos denomina; una demostración de que nadie, por
poderoso que sea, puede ser intocable; una demostración de que con unidad de
acción se puede doblegar la voluntad del enemigo y combatir la impunidad".

¿Es gente seria o vulgares delincuentes? Habría motivos para dudar de su


seriedad. Autonombrarse "Red por la transformación global" suena a utopía poco
seria, y su programa de acción es tan pobre como su categorización de las
relaciones internacionales. En abono de su autenticidad estarían las similitudes
del escrito con proclamas de grupos guerrilleros de los años sesenta, setenta y
noventa. Los interesados pueden ver una amplia colección de textos insurgentes
en La transición en México. Una historia documental, 1910-2010 (México,
Fondo de Cultura Económica / El Colegio de México, 2010 -la obra es de mi
autoría).

El documento de los secuestradores fue elaborado por alguien con estudios


universitarios y con conocimientos de clásicos del marxismo y la sociología
(entre ellos Max Weber). Cuesta trabajo darle una filiación precisa porque brinca
de expresiones "sesentayocheras" a palabras del movimiento "lopezobradorista"
y a devaneos estilísticos propios del subcomandante Marcos. Es gente empapada
de los códigos culturales de quienes postulan desde hace décadas la lucha
armada.

En los próximos meses sabremos si son auténticos o es un grupo de hábiles


simuladores. Por lo pronto ya demostraron tener una capacidad notable para dar
golpes quirúrgicos y se hicieron de 30 millones de dólares que les permitirían
hacer nuevos operativos. Se entiende que las autoridades quieran ahuyentar la
hipótesis de un nuevo foco de tensión pero es poco serio que el presidente Felipe
Calderón los exorcice con palabras vaciadas de contenido. Es frívolo acusarlos
de "rolleros", hipócritas y "criminales" sin dar sustento fáctico.

No comparto la opción armada y el secuestro de Diego tal vez no sea el aviso de


que la pradera está en llamas, pero confirma que en el país hay brasas de
inconformidad. Ante la escasa información a nuestra disposición lo más
responsable es recurrir a una hipótesis de trabajo y sostener que el secuestro de
Diego fue hecho por un grupo armado.

Colaboró en la recopilación de información Rodrigo Peña González.

www.sergioaguayo.org

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