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Paulo Ravecca
Universidad de la República – Universidad de York
Diego Sempol
Universidad de la República
1. Introducción
La mezcla estaba aún fresca, pese a que faltaban escasos minutos para que se iniciara la
ceremonia de inauguración. Bajo un sol abrasador, el pequeño monolito triangular de color
rosado y gris, con la leyenda «Honrar la diversidad es honrar la vida», fue inaugurado
oficialmente el miércoles 2 de febrero de 2005 ante numerosos medios de prensa y un escaso
grupo de asistentes. Entre ellos estaban el entonces intendente de Montevideo, Mariano
Arana, la senadora Margarita Percovich, las diputadas Daisy Tourné y Lilián Kechichián, el
futuro intendente Ricardo Ehrlich, el edil Gabriel Weiss, y representantes de las principales
organizaciones uruguayas LGTBQ (lesbianas, gays, personas trans, bisexuales y queers) de ese
momento.
Mariano Arana celebró la inauguración señalando:
«[…] [la] ciudad es una forma de convivencia y por lo tanto su esencia está en la
transformación y no en la arqueología. La discriminación afecta a toda forma de
convivencia basada en la democracia»787.
Una vez concluido el acto oficial, Arana aclaró ante las preguntas de los periodistas que estaba
dispuesto a promover medidas «lo más amplias posibles» a favor de las parejas homosexuales,
no descartándose incluso la posibilidad de avanzar a nivel legislativo durante el próximo
gobierno del Frente Amplio en lo relacionado con las uniones civiles entre parejas del mismo
sexo. De este modo, la autoridad pública colocaba el significado de la memoria materializada
en el monolito en el presente y el futuro nacional.
787
La República, Montevideo, 3 de febrero de 2005, p. 35.
[385]
LA MEMORIA HISTÓRICA Y SUS CONFIGURACIONES TEMÁTICAS
El Intendente concluyó:
«Hay que estar abierto a todas las posibilidades, a los avances de la sociedad, hacia
formas de convivencia amplias, y evitar la discriminación que sigue operando hoy,
porque es claro que esta no ha cesado».
Cuando cayó la noche, ya sin cámaras ni periodistas, más de un centenar de personas se
congregaron en el mismo espacio a festejar la inauguración. En el evento participaron
Eduardo Galeano, Daniel Viglietti y Arlet Fernández, y hubo un pequeño espectáculo
organizado por la bailarina y coreógrafa Ximena Castillo. El clima festivo terminó invadiendo
a los presentes, cuajando en una suerte de baile espontáneo al aire libre.
La nueva plaza de la Diversidad Sexual, ubicada en el pasaje Policía Vieja casi peatonal
Sarandí, sacudió así la tradicional siesta veraniega montevideana y creó una marca territorial
que buscaba rendir homenaje a los miles de homosexuales que murieron en los campos de
exterminio nazis.
¿Cuáles son los significados profundos de este monolito? ¿Cuál fue el proceso social por el
cual este espacio urbano se transformó en una marca territorial de la memoria? ¿Y qué tipo de
marca es esta, qué clase de espacio? ¿Qué nos dice este monolito? ¿Cuáles son las
organizaciones LGTBQ que aparecen impulsando este proyecto y por qué lo llevan adelante?
¿Por qué se eligió ese lugar y qué implicaciones tiene tal elección? ¿Qué sentidos del pasado y
del presente estaban operando en esta humilde ceremonia? ¿Qué significación y usos tiene
este espacio cinco años más tarde?
En este artículo intentaremos responder a estas preguntas, así como interrogar cómo la
creación de este espacio público se inserta y dialoga, no sin conflictos, con la imagen
normativa que los uruguayos poseen de sí mismos, basada en un nosotros inclusivo y
tolerante.
[386]
UNA APROXIMACIÓN INTERDISCIPLINARIA
homosexualidad no era un delito en Uruguay, y que esta no era comprobable por «pruebas forenses»
[FUNDACIÓN ESCORPIO DEL URUGUAY, volante, 1985].
789
Diego SEMPOL. «De Líber Arce a liberarse. El movimiento estudiantil uruguayo y las conmemoraciones del 14
de agosto (1968-2001)» en Elizabeth JELIN y Diego SEMPOL [comps.]. El pasado en el futuro: los movimientos
juveniles. Buenos Aires, Madrid: Siglo XXI, 2006; «Homosexualidad y cárceles políticas uruguayas. La
homofobia como política de resistencia» en Revista Latinoamericana Sexualidad, Salud y Sociedad, n° 4, 2010,
pp.53-79. [En línea]. Disponible en Internet en http://www.sexualidadsaludysociedad.org.
790
El primer grupo de mujeres lesbianas (Las Mismas) se creó en 1991; pero tanto este como el siguiente (Mujer y
Mujer, 1996) se disolvieron rápidamente, cuando se intentó consolidar un perfil activista. Esta tendencia
también se detectó dentro de Homosexuales Unidos con la aparición del grupo Lesvenus, conformado por
lesbianas que buscaban introducir esta temática dentro del movimiento LGTBQ. El proceso se consolidó con la
creación de la Asociación de Lesbianas Uruguayas. También a principios de los años noventa surgen las
primeras organizaciones trans. En octubre de 1990 se creó la Mesa Coordinadora de Travestis, que en marzo
de 1994 se vuelve la Asociación de Travestis del Uruguay.
791
Hermanas de la Perpetua Indulgencia, La Brújula Queer, Amnistía Internacional Uruguay/Grupo GLTB,
Biblioteca y Banco de Datos GLTTB, Centro de Investigación y Estudios Interdisciplinarios en Sexualidad del
Uruguay, Hombres que tienen Sexo con Hombres, Voces del Arcoíris y Asociación de Lesbianas Uruguayas.
[387]
LA MEMORIA HISTÓRICA Y SUS CONFIGURACIONES TEMÁTICAS
Se produjeron así, a fines de los noventa, los primeros acercamientos con legisladores de todos
los partidos, a efectos de lograr una ley que condenara la discriminación por motivos de
orientación sexual y un proyecto que garantizara los derechos de las parejas homoparentales.
Este esfuerzo finalmente se plasmó, el 9 de julio de 2003, en la modificación del artículo 149
bis del Código Penal, con el establecimiento de penas de hasta dos años de penitenciaría por
el delito de «incitación al odio» configurado, entre otras razones, por discriminación a causa
de identidad de género y orientación sexual.
Un año más tarde, el 18 de agosto de 2004, con el apoyo de todos los partidos políticos, el
Parlamento aprobó la ley no 17.817 (ley de lucha contra el racismo, la xenofobia y la
discriminación) que crea una Comisión Honoraria contra el racismo, la xenofobia y toda otra
forma de discriminación, constituida a principios de 2007 y cuyo cometido es recibir
denuncias de discriminación, evacuar dudas, promover políticas públicas en esta área, asesorar
al sistema judicial y desarrollar actividades educativas y de difusión.
Estos avances legislativos tienen como fondo dos episodios importantes. Por un lado, la Iglesia
Católica, que históricamente ha sostenido una actitud de condena hacia la comunidad LGTBQ,
protagonizó en 2003 un hecho que despertó la desaprobación de todo el sistema político y de
varias asociaciones científicas y profesionales. El arzobispo de Montevideo, monseñor Nicolás
Cotugno, declaró públicamente que la homosexualidad era una «enfermedad contagiosa» y
«aberrante», y que los gays debían ser «aislados» del resto de la sociedad792. Hasta el día de
hoy es posible ver en las marchas de la diversidad algunos manifestantes con carteles que
incluyen la foto de Cotugno junto a una esvástica, en clara alusión a las posibles similitudes
que había entre su propuesta de aislamiento social y la Solución Final del nazismo.
Por otro lado, el entonces director técnico de la Selección Uruguaya de Fútbol, Jorge Fossati,
en declaraciones de prensa precisó en 2004:
«[…] un jugador homosexual no debe estar en un plantel profesional. Existen
determinadas normas que deben ser resguardadas. […] Para mí un jugador gay sería un
transgresor entre hombres. Tiene costumbres muy diferentes a los veinticinco
restantes»793.
Estas declaraciones generaron el repudio de las organizaciones LGTBQ locales y una acción
legal de oficio por parte de la fiscal Olga Carvallo, lo que llevó a Fossati finalmente a
retractarse públicamente de sus dichos794.
792
Brecha, Montevideo, 22 de agosto de 2003, p. 14.
793
El País, Montevideo, 14 de setiembre de 2004, p. 16.
794
La República, Montevideo, 18 de setiembre de 2004, p. 25.
[388]
UNA APROXIMACIÓN INTERDISCIPLINARIA
Las marcas territoriales y los lugares públicos son un punto de entrada posible para estudiar
los sentidos sobre el pasado que una sociedad está procesando en un momento dado795. Así, la
marcación pública, la territorialización y espacialización de la memoria son componentes
importantes en los procesos de identificación y visibilización de trayectorias y características,
así como una oportunidad para analizar los proyectos políticos y la forma en que estos se
engarzan con las tradiciones históricas e intentan redefinir un horizonte de futuro796.
El Espacio de la Diversidad Sexual puede considerarse como la primera conquista de las
organizaciones LGTBQ uruguayas de un espacio público permanente en la ciudad de
Montevideo797, así como un nuevo intento de instalar en la agenda política los problemas
asociados a la discriminación por identidad de género y orientación sexual. El monolito es un
espacio público legitimado por el poder político, lo cual tiene implicaciones de importancia. El
poder institucional, al legitimar la memoria histórica específica de las víctimas LGTBQ del
Holocausto, también actualiza el reclamo en defensa de la diversidad, produciendo un gesto
simbólico tendiente a «ciudadanizar» a las personas LGTBQ y a integrarlas al espacio de los
sujetos «deseables» para la nación798. Desde un nuevo punto de vista, «Uruguay» una vez más
condena los abusos de los derechos humanos y extiende esa marca propia de «sociedad
civilizada y tolerante» hacia renovados horizontes. Sin embargo, y como argumentamos más
adelante, esta integración del otro implica también su subordinación. Pero exploremos
primero la crónica de esta marca histórica.
El proyecto surgió en octubre de 2004 y fue llevado adelante por varios grupos de activistas
LGTBQ: Centro de Investigación y Estudios Interdisciplinarios en Sexualidad del Uruguay
(CIEI), Asociación de Lesbianas Uruguayas (ALU), Hermanas de la Perpetua Indulgencia (HPI),
Biblioteca GLTTB, Grupo Diversidad, Encuentro Ecuménico para la Liberación de las Minorías
Sexuales (EELMS) y Grupo LGTTB de Amnistía Internacional. Desde el principio se mantiene
795
John R. GILLIS [ed.]. Commemorations. The Politics of National Identity. New Jersey: Princeton University
Press, 1994.
796
Paul RICOEUR. La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido. Madrid: Universidad Autónoma de Madrid,
1999.
797
Si bien desde 1992 las organizaciones LGTBQ uruguayas realizan anualmente marchas con pancartas, música y
diferentes consignas por la principal avenida de la ciudad, estos usos del espacio público son limitados y
acotados en el tiempo y no dejan señales materiales de su existencia una vez concluidos.
798
Paulo RAVECCA. «"Progressive" Government and the lgtbq Agenda: On the [Recent] Queering of Uruguay and
its Limits» en CERLAC, Working Paper Series, julio de 2010. [En línea]. Disponible en Internet en
http://www.yorku.ca/cerlac/Ravecca.pdf.
[389]
LA MEMORIA HISTÓRICA Y SUS CONFIGURACIONES TEMÁTICAS
un fuerte diálogo con el afuera. Las organizaciones LGTBQ uruguayas desde fines de los
ochenta participan e interactúan tanto formal como informalmente, en redes
transnacionales799, en las que intercambian estrategias y experiencias en la lucha contra la
discriminación. Este proyecto no era la excepción, ya que se miraba muy de cerca experiencias
similares que habían concluido con la creación de memoriales en Ámsterdam y San Francisco
en homenaje a las víctimas gays y lesbianas del Holocausto800. El objetivo era colocar en el
centro de la trama urbana local, en un espacio transitado y habitado cotidianamente, un
monolito en homenaje a los homosexuales y lesbianas asesinados en los campos de exterminio
nazis y una placa conmemorativa que dieran visibilidad a la diversidad sexual y sus
reivindicaciones.
El reverendo Fernando Frontán, activista gay, recuerda así el proceso que llevó a elaborar el
proyecto:
«La idea surge de Gastón: “Tenemos que tener un espacio público”. Él tira la idea sobre
la mesa y la agarramos el Grupo Diversidad y el Encuentro Ecuménico, empezamos a
madurarla y se elabora un proyecto que presentamos a la Junta. […] Vamos con esa
799
Diego SEMPOL. «Un cuarto de siglo de activismo LGTB. Apuntes para una historia de los movimientos de la
diversidad sexual uruguayos» en Ponencias y conclusiones del Primer Congreso Internacional de la Red de
Investigadores LGBT del Mercosur. Buenos Aires: Red de Investigadores LGBT, 2009.
800
Se miraba estas dos experiencias en particular, no porque fueran las primeras, sino porque en ambos casos la
municipalidad construyó espacios públicos [plazas] conmemorativos. Pero en realidad existen en el mundo una
gran cantidad de memoriales destinados a las víctimas homosexuales del nazismo. En 1984 se inauguró la
primera placa en Mauthausen con forma de triángulo, y en 1985 otras dos en Dachau y Neuengamme. En
1987 se inauguró un memorial en la ciudad de Ámsterdam que combina tres triángulos en su estructura y en
1989 se inauguró una placa conmemorativa en Berlín. En 1990 se creó un espacio público en la ciudad de
Bolonia y en 1993 se inauguró una escultura metálica en La Haya. Un año más tarde, Frankfurt tenía su
propio monumento; en 1995, Colonia; en 1999, Alaska. La ciudad de San Francisco también creó ese año un
parque memorial en homenaje a las víctimas gays y lésbicas del nazismo, que cuenta con cinco pilones de
granito con forma triangular. En 2000 Roma inauguró su monumento cerca del metro Piramide; en 2001 lo
hizo Sidney (Australia); en 2005, Trieste (Italia) y Laxton (Gran Bretaña); en 2008 —luego de fuertes
discusiones sobre si el monumento a las víctimas del Holocausto debería estar integrado o segregado según los
distintos grupos— la ciudad de Berlín inauguró un monumento que incluye la proyección de un video en el
que se besan una pareja de hombres y otra de mujeres (rotan cada dos años). La idea de unificar a todas las
víctimas en un espacio único, sin que se pierda a su vez la especificidad, primó en el United States Holocaust
Memorial Museum, que cuenta con una gran cantidad de testimonios de sobrevivientes homosexuales de los
campos, así como fotografías y películas de la época. En Uruguay, el Memorial del Holocausto del Pueblo
Judío se habilitó en 1994, y recién once años más tarde se inauguró el monolito que rinde homenaje a las
víctimas homosexuales del Holocausto nazi.
[390]
UNA APROXIMACIÓN INTERDISCIPLINARIA
idea de crear un espacio para la diversidad; nuestra inspiración eran las plazas de
Holanda y de San Francisco. Montevideo tiene que ser una capital como esas»801.
Este diálogo con el afuera se articuló, como siempre sucede, con varios procesos locales,
algunos propios de la sociabilidad homosexual montevideana, así como otros ligados a
recientes expresiones homofóbicas contra algunos activistas LGTBQ. Precisamente, el monolito
constituye un vehículo de memoria, una marca territorial que no es otra cosa que un soporte
que permite el trabajo subjetivo de la acción colectiva, política y simbólica en una coyuntura
dada. La memoria histórica se ve, nuevamente, movilizada por las preguntas y las ansiedades
del presente. Según palabras de Frontán:
«En ese momento, cada vez que nos juntábamos los gays en espacios públicos estaba
presente la canción Honrar la vida de Eladia Blázquez, que tiene una versión local muy
buena de Arlet Fernández, una cantante popular muy famosa. Arlet ya había
participado cantando este tema en la Semana del Orgullo que hicimos en el
Parlamento, el año que se aprobó la modificación al artículo 149 del Código Penal, en
donde se entregó premios a Margarita Percovich y a Pablo Abdala. Los premios eran
precisamente un triángulo invertido. La canción estaba ahí, en la vuelta, y fue muy
emocionante escucharla sonar a cappella en el Parlamento. “Honrar la diversidad es
honrar la vida. Montevideo, por el respeto a todo género…” articuló Diana Mines, y de
ahí salió la frase del monolito. El proyecto además tenía un plus, que se incluyó en la
fundamentación, que tenía que ver con lo que habían significado los campos de
concentración nazis. En el 2003 estaba muy en boga el reflote de una célula nazi aquí,
en el sur de Brasil y en Chile. De hecho, acá habíamos tenido amenazas de muerte
tanto Diana como yo. Yo estuve con protección de Amnistía Internacional varios años.
[…] La idea era crear un espacio y hacer un homenaje a los muertos en los campos de
concentración, para confirmar además que en Montevideo nunca suceda lo que sucedió
allí»802.
Esta dimensión transnacional debe ser entendida como fruto de un proceso complejo de
identificación de actores locales con fenómenos lejanos temporal y geográficamente, pero
también como parte de una estrategia política de reivindicación. En este caso, las amenazas
sufridas por ambos activistas por grupos neonazis locales posibilitaban la reactualización e
identificación con el sufrimiento de las víctimas LGTBQ del Holocausto. También hay una
apuesta por el reforzamiento discursivo de las narrativas en torno a la convivencia pacífica y
ejemplar de los grupos inmigrados a Uruguay, tal como veremos más adelante.
801
Entrevista a Fernando Frontán, 28 de noviembre de 2009.
802
Ibídem.
[391]
LA MEMORIA HISTÓRICA Y SUS CONFIGURACIONES TEMÁTICAS
El proyecto y su plasmación final son un claro ejemplo de una marca establecida en un lugar
específico cuyo sentido busca transportarse a otros espacios y tiempos. Como señalan Jelin y
Langland803, las marcas territoriales son, por su propia naturaleza, locales y localizadas, pero
sin embargo sus sentidos adquieren distintas escalas y alcances.
En este caso, los sentidos alcanzaban una dimensión transnacional y buscaban insertarse en la
lucha que lleva adelante la International Lesbian and Gay Association (ILGA) ante la ONU por
el reconocimiento de la existencia del «genocidio homosexual» durante la Segunda Guerra
Mundial. Si bien la ILGA prefiere hablar de genocidio y no de holocausto, Frontán en
reiteradas oportunidades realiza este desplazamiento, pese a que conoce los debates
terminológicos y conceptuales existentes. Por ejemplo, en un artículo publicado en un
matutino local señalaba:
«Sesenta años en los que se ha pretendido evitar, esconder, ignorar y negar al
Holocausto homosexual de la Segunda Guerra Mundial, en el que fueron perseguidos,
apresados, brutalmente tratados y sometidos a experimentos científicos y luego
exterminados más de cincuenta mil personas a causa de su identidad sexual, cincuenta
mil desparecidos entre los que se cuentan lesbianas, travestis, gays y mujeres
trabajadoras del sexo. Cincuenta mil vidas que reclaman desde la oscuridad de la
historia ser reivindicadas por el mundo democrático y libre en el que pretendemos vivir
[…]. El holocausto nos recuerda un Nunca Más por el que debemos seguir
luchando»804.
Además de utilizar el término holocausto, que conlleva una especial gravedad política, dado el
carácter de tropos universal que ha adquirido en el mundo contemporáneo el Holocausto
judío o Shoá805, Frontán realiza otro significativo desplazamiento de sentido: habla de
«desaparecidos» y de «nunca más», resignificando los episodios de la Segunda Guerra
Mundial en el presente posdictatorial uruguayo y estableciendo una similitud entre las
reivindicaciones de las organizaciones de derechos humanos locales y la propuesta de las
organizaciones LGTBQ.
La lectura del pasado tensionaba así las fronteras, tanto geográficas como espaciales, apelando
a la identidad de género y orientación sexual para construir un nosotros más amplio: adentro,
afuera, hoy, ayer y mañana son rearticulados en esta narrativa histórico-política que expande
803
Elizabeth JELIN y Victoria LANGLAND [eds.] Monumentos, memoriales y marcas territoriales. Madrid/Buenos
Aires: Siglo XXI, 2003.
804
El País, Montevideo, 3 de julio de 2005, p. 17.
805
Andreas HUYSSEN. «En busca del tiempo perdido» en Puentes, año 1, n° 2, diciembre de 2000.
[392]
UNA APROXIMACIÓN INTERDISCIPLINARIA
ese nosotros. Algo similar estaba presente en el discurso de Eduardo Galeano, quien durante
la fiesta de inauguración de la noche señaló:
«Yo quería nada más que abrir la noche celebrando la memoria de los innumerables
mártires que cayeron, mujeres y hombres, quemadas, aporreadas, mutilados,
condenados al suplicio por el delito de ser como eran, y para saludar emocionado el
sacrificio de los incontables militantes, mujeres y hombres, que han tenido y tienen el
coraje de decir públicamente: “¡Sí!, ¡somos diferentes!, ¿y qué?”. El “genocidio gay” se
vuelve en estas palabras un tropo más vasto y abierto, capaz de incluir a todos los
“diferentes” de la historia».
Esta estrategia discursiva de los militantes LGTBQ buscaba también superar la falta de conexión
inmediata entre los promotores del monolito y el hecho que se quiere memorializar. Los
procesos de construcción social de lugares de memoria necesitan, como señala Jelin806,
«emprendedores de la memoria», sujetos activos en un escenario político del presente que
ligan en su accionar el pasado y el futuro. La creación del monolito de la plaza de la
Diversidad Sexual es un caso en donde los emprendedores de la memoria no fueron
protagonistas de los hechos que se intentan rememorar, y la legitimidad de la palabra está
muchas veces estrictamente vinculada a la condición de testigo o víctima directa. En ese
sentido, esta resignificación del «genocidio gay» es hecha desde un presente que es también
considerado amenazante y cargado de desafíos para la consolidación de una democracia que
efectivamente incluya a todos sus ciudadanos. El citado artículo de Frontán acusa a los
«fundamentalismos» que buscan instalar el «pensamiento único», el modelo de familia
tradicional en forma excluyente, así como vulnerar los principios de la libertad, la equidad y la
laicidad. El texto claramente alude a la Iglesia Católica y en particular a las declaraciones de
Cotugno realizadas en 2003, pero también a los escasos avances legislativos logrados hasta el
momento:
«Nuestro país no está ajeno a estos desafíos y si bien hemos tenido muchas apuestas del
sistema político a favor de la diversidad, en el equiparamiento de los derechos
igualitarios, nos falta despertar esa conciencia en las estructuras del sistema educativo,
la salud pública, la legislación en temas de derecho de familia, paternidad y maternidad,
identidad trans […]»807.
El énfasis en este aspecto también puede ser interpretado como un factor decisivo para lograr
la aprobación del proyecto en forma unánime en la Junta Departamental de Montevideo, pues
806
Elizabeth JELIN [ed.] Los trabajos de la memoria. Madrid/Buenos Aires: Siglo XXI, 2002, p. 11.
807
Ibídem.
[393]
LA MEMORIA HISTÓRICA Y SUS CONFIGURACIONES TEMÁTICAS
808
Tzvetan TODOROV. Les abus de la mémoire. París: Arléa, 1998, p. 30; Elizabeth JELIN, Los trabajos de la
memoria, op. cit., p. 59.
809
Entrevista a Fernando Frontán, 28 de noviembre de 2009.
810
La República, Montevideo, 3 de febrero de 2005, p. 35.
[394]
UNA APROXIMACIÓN INTERDISCIPLINARIA
811
Paulo RAVECCA. «Progressive» Government and the lgtbq Agenda: On the (Recent) Queering of Uruguay and
its Limits, op. cit.
812
Entrevista a Fernando Frontán, 28 de noviembre de 2009.
813
Romero J. RODRÍGUEZ: Racismo y derechos humanos en Uruguay. Montevideo: Ed. Étnicas [Organización
Mundo Afro], 2003, p. 21.
[395]
LA MEMORIA HISTÓRICA Y SUS CONFIGURACIONES TEMÁTICAS
¿Cómo representar lo que ya no está o lo que está tan naturalizado que no se ve? ¿Cómo
plasmar el horror de un campo de exterminio o la discriminación cotidiana? ¿Cuáles son las
implicaciones de los criterios estéticos elegidos? Siguiendo la argumentación de Jelin y
Langland817, existen alternativas bien diferentes: puede optarse por una estética realista o
descriptiva, o por estrategias ambiguas y abstractas de representación. Las autoras aclaran que
el debate estético es parte constitutiva de los proyectos de marcas, monumentos y memoriales,
por lo que suelen estar marcados por luchas y disputas entre expertos (curadores, artistas,
814
Germán RAMA. La democracia en el Uruguay: una perspectiva de interpretación. Montevideo: Arca, 1989.
815
Entrevista a Fernando Frontán, 28 de noviembre de 2009. Sin embargo, el intento de acoplamiento de las
minorías sexuales al «relato integracionista uruguayo», la constitución de un «homonacionalismo a la
uruguaya» [para tomar la expresión de Jasbir Puar], conlleva el riesgo de la invisibilización de las relaciones de
poder [Jasbir K. PUAR. Terrorist Assemblages. Homonationalism in queer times. Estados Unidos: Duke
University Press, 2007]. Así, desde otra lógica podría decirse lo siguiente: en lugar de colocar a la población
LGTBQ como un integrante más de ese crisol, quizá sea hora de impugnar el crisol en sí, ese espacio imaginario
en el que todos eran graciosamente integrados. Volveremos a este punto más adelante.
816
El País, Montevideo, 17 de diciembre de 2004, p. 4.
817
Elizabeth JELIN y Victoria LANGLAND [eds.], op. cit.
[396]
UNA APROXIMACIÓN INTERDISCIPLINARIA
[397]
LA MEMORIA HISTÓRICA Y SUS CONFIGURACIONES TEMÁTICAS
usual que se busque establecer algún tipo de conexión entre los lugares memorializados y el
acontecimiento al que se hace referencia. En el caso que nos ocupa, esto no parece haber
sucedido. En un principio, las organizaciones LGTBQ pensaron que la placa y el monolito
estuvieran ubicados en el pasaje de los Derechos Humanos de la plaza Cagancha, un lugar
que tiene significación para las organizaciones, ya que fue allí donde se realizó en 1992 el
primer acto público del orgullo gay en Uruguay. Pero dicho espacio ya había sido utilizado
para abordar el tema de los derechos humanos en general. Por ello, cuando los grupos
activistas presentaron oficialmente el informe en la Junta, solicitaron la concesión del pasaje
Policía Vieja. Según Weiss: «Era un espacio libre y sin nombre. Por eso el lugar propuesto fue
aceptado de inmediato»820.
Según Frontán, el espacio físico surge:
«[…] como un accidente. ¿Dónde la metemos? Ya teníamos la plaza aprobada, pero
¿dónde va a ser? […] Salimos a buscar. Ahí Weiss nos avisa que existía un espacio en
Policía Vieja. Fue toda una discusión: ¿cómo en una calle llamada así: Policía Vieja?
[…] Era un lugar clave: había un espacio privado que podía pedirse si se lograba
comprometer en el proyecto a los dueños del estacionamiento821. Fuimos todos a verlo
y nos encantó. Decidimos presentar el recurso, lo presentamos a la Junta y se
aprobó»822.
Pero, ¿cuáles eran las expectativas acerca de la participación social en ese espacio público? Se
consideraba que el monolito estaba cargado de valores que ubicaban a Montevideo como un
ejemplo de «amplitud»823, lo que permitiría convertir la plaza, como señaló Weiss, en «un
lugar de culto, un ámbito para el recogimiento y la aceptación de la diversidad»824. El punto
seleccionado parece responder a esta motivación, ya que está relativamente aislado y habilita
un espacio de intimidad al estar rodeado por paredes altas sin ventanas. Pero fue esta
característica, precisamente, la que más críticas despertó dentro de la comunidad homosexual.
En un foro virtual, por ejemplo, un participante señalaba:
«Algunas personas han celebrado este acontecimiento como un paso hacia el
reconocimiento. Sin embargo, a pesar de que el monumento aludido se encuentra en
una zona muy concurrida, forma parte de un pequeño espacio público caracterizado
por su escasa circulación de gente. En este sentido es difícil aceptar que se trata de una
820
El País, Montevideo, 4 de diciembre de 2004, p. 2.
821
La Intendencia Municipal de Montevideo finalmente firmó un convenio con la empresa Mabinal S. R. L., que
permitió garantizar el uso del espacio con este propósito.
822
Entrevista a Fernando Frontán, 28 de noviembre de 2009.
823
El País, Montevideo, 17 de diciembre de 2004, p. 4.
824
El País, Montevideo, 4 de diciembre de 2004, p. 2.
[398]
UNA APROXIMACIÓN INTERDISCIPLINARIA
La aprobación del proyecto del Espacio de la Diversidad Sexual cosechó el apoyo unánime de
todos los miembros de la Junta Departamental. Todos los partidos políticos aprobaron el
pliego. Una unanimidad de este tipo reclama ser explicada, sobre todo si se toman en cuenta
las discrepancias que despertaban estos temas a mediados de los años noventa en el sistema
político. Frontán, por ejemplo, recuerda un episodio muy significativo que tuvo lugar en 1997,
en la propia Junta Departamental:
«La primera semana del orgullo fue en 1997, uno de los debates sobre discriminación se
hizo en la Junta Departamental porque Margarita [Percovich] en aquel momento era
presidenta de la Comisión de Género, y el presidente de la Junta era Zabalza. Margarita
había organizado la jornada en la Junta, pero no pudo estar en la mesa porque estaba
frenando a los ediles blancos y colorados que estaban a los gritos en el ascensor: nos
querían echar a las patadas, y Margarita frenándolos en el ascensor frente a la sala. Se
sentían los gritos adentro de la sala»826.
La misma unanimidad despertaron los proyectos de ley que introdujeron modificaciones al
Código Penal, así como la aprobación de la ley no 17.817. Una posible hipótesis es que el
embate conservador (Cotugno y sus declaraciones en particular) no solo no logró hacer mella
en la clase política, sino que, por el contrario, reforzó en ella cierto sentido común liberal,
para el cual este tipo de proyectos y conmemoraciones son totalmente viables. Es muy difícil
desde una matriz liberal y republicana resistirse a leyes contra la discriminación y a la creación
de espacios públicos que denuncien los horrores de la intolerancia y el autoritarismo.
825
Uruguay. Indymedia. [En línea]. Disponible en Internet en http://uruguay.indymedia.org/news/2005/02/31895.php.
826
Entrevista a Fernando Frontán, 28 de noviembre de 2009.
[399]
LA MEMORIA HISTÓRICA Y SUS CONFIGURACIONES TEMÁTICAS
Además, estas medidas —de bajo costo político en tanto no generan nuevos derechos—
alimentaban el mito de la «excepcionalidad uruguaya»827 y reflotaban la vieja tradición
batllista de progresismo en las leyes y la agenda social828, que se volvieron tan distintivas del
país en el contexto latinoamericano y autorreferenciales de nuestro imaginario colectivo. La
aprobación de la plaza era un signo de modernidad y de que Uruguay «acompaña los
tiempos». De este modo, la sexualidad aparece como otro terreno colonizado por el relato
nacional. Uruguay aparece así como «civilizado» porque ciudadaniza incluso a la población
LGTBQ, ahora capitalizada por el discurso nacionalista.
Uruguay, desde la remota periferia, acompaña un tanto irreflexivamente el relato de la
supremacía del mundo occidental y cristiano (aunque secularizado) y de la modernidad y
posmodernidad europeas. El otro no nombrado (entre otras cosas, por lo lejos que estamos de
los debates y de la realidad de la multiculturalidad) es el atraso de las sociedades «no
modernas» (África, Asia e incluso algunos países de América Latina)829.
Durante la sesión en la que se aprobó el proyecto en cuestión, la palabra fue monopolizada
por los ediles del Frente Amplio. Weiss en su alusión refleja claramente esta idea de
excepcionalidad y de progresismo:
«Estamos a punto de aprobar una resolución cargada de trascendencia y de valores que
ubica a la ciudad de Montevideo en un plano —si se me permite la imagen— de
827
Gerardo CAETANO. «El Centenario y el nacimiento de una sociedad hiperintegrada» en MUSEO MUNICIPAL DE
BELLAS ARTES JUAN MANUEL BLANES. Los veinte: el proyecto uruguayo. Montevideo: Museo Municipal de
Bellas Artes Juan Manuel Blanes, 1999, pp. 59-66.
828
Un ejemplo de esto es el siguiente fragmento del discurso que el escritor Eduardo Galeano realizó el día de la
inauguración del monumento: «Yo creo que estos son pasos todavía chiquitos, pero importantes en dirección a
la recuperación de la memoria nacional. Este país, que supo estar a la vanguardia de todos hace un siglo y que
después se fue volviendo, lentamente, cada vez más pacato, cada vez más conservador, cada vez más resistente
al cambio, ahora empieza a abrir un horizonte nuevo a partir de esas lindas jornadas de afirmación de la
conciencia popular de cambio […]. Son, pues, pasos hacia la recuperación de la memoria de la audacia perdida,
cuando este país era capaz de hacer cosas que los demás no tenían el coraje ni siquiera de imaginar. Hemos
retrocedido mucho. Yo diría que hemos retrocedido casi con entusiasmo, sobre todo a lo largo de estas últimas
décadas, y me parece importante reafirmar que esta noche estamos celebrando el reencuentro con la mejor
memoria de este país, que es una memoria de la valentía, que es una memoria de la audacia, que es una
memoria ejercida contra el miedo».
829
Las causas profundas del debate que en muchas latitudes despierta la noción de la excepcionalidad occidental
radican precisamente en el hecho de que esa excepcionalidad construye al otro-cultural como inferior y
atrasado. Este relato, además, tiene sus propios «holocaustos».
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que parece colonizar todo el espectro de la diversidad sexual: lo «gay urbano de clase media
letrada» es más cómodamente integrable por el Uruguay liberal y secular que se quiere
excepcional.
Pero, en definitiva: ¿generó este monolito un nuevo consenso a partir del que se siguió
avanzando, o fue el límite del consenso para el sistema político uruguayo? Los debates
posteriores relacionados a la unión concubinaria, el reconocimiento de los derechos de niños y
niñas de parejas homoparentales y la ley de cambio de sexo registral marcaron claramente que
el asunto era muy diferente cuando la transformación legislativa implicaba el reconocimiento
de una nueva generación de derechos (derecho a la identidad) o de nuevas formas de
organización familiar. La virulenta campaña en contra de estos proyectos llevada adelante por
el Partido Nacional, el Partido Independiente y parte del Partido Colorado —proyectos que
finalmente serían aprobados en el Parlamento solo con los votos del Frente Amplio—
representan una clara prueba de ello. Síntoma además de un sistema político en
desplazamiento en el que el enorme crecimiento del Frente Amplio se debe a la
reactualización del legado batllista, lo que lo torna el partido que más se acoplaría hoy a la
cultura política y a la sensibilidad uruguayas.
La fragilidad del consenso en cuestión ya se enunciaba implícitamente en el hecho de que solo
asistieron a la ceremonia oficial de inauguración los representantes del Frente Amplio, aun
cuando había contado con el apoyo unánime de todos los partidos políticos en la Junta
Departamental.
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ampliamente desacreditados en Estados Unidos por la nula calidad académica de sus trabajos.
Irureta señalaba que «muchos de los organizadores del Partido Nacionalsocialista eran
homosexuales» (el propio Hitler, pero también Heinrich Himmler y Reinhard Heydrich), y
que los gays tuvieron un «papel predominante en las atrocidades del régimen nazi». La carta
establecía de forma imprecisa pero discursivamente efectiva una suerte de conexión causal:
buena parte de las atrocidades del nazismo se explican por la condición «sádico homosexual y
pederasta» de sus principales cuadros.
Esta versión «histórica» estaba muy cerca del negacionismo del Holocausto judío que algunos
autores difunden en Europa y otras latitudes, en tanto reproducía por un lado el mecanismo
de volver victimario a las víctimas, y por otro silenciar (o negar) la existencia del exterminio
de miles de hombres y mujeres homosexuales durante el nazismo. Por último, derivaba de la
orientación sexual comportamientos morales y patologías psiquiátricas como si existiera una
correspondencia mecánica entre estos aspectos.
Desde hace décadas los monumentos vienen siendo duramente interpelados y este problema
se ha incrementado a partir del auge memorialista contemporáneo842. En Alemania, durante el
llamado a concurso en 1995 para la construcción del Memorial en homenaje a los judíos
asesinados en Europa cobró mucha visibilidad el artista Horst Hoheisel, que integra un grupo
conocido como antimonumentalista843.
Hoheisel consideraba que la mejor forma de rendir homenaje a la tragedia del Holocausto era
promover una «eterna irresolución de su representación», ya que un monumento concluido
puede librar a la memoria de su trabajo activo y permanente844. Como advierte Pierre Nora845,
cuanto menos se experimenta la memoria en la subjetividad de los individuos más se
manifiesta a través de artefactos y signos exteriores. Desde esta mirada, el monumento, pese a
que genera la ilusión de preservación de la memoria, en realidad contribuye al olvido,
promoviendo un desplazamiento de la participación subjetiva a las formas materiales que
tienden a un vacío de significado. Este debate plantea así un problema central: el peligro de la
842
Andreas HUYSSEN, op. cit.
843
James YOUNG. «Cuando las piedras hablan» en Puentes, año 1, n° 1, agosto de 2000.
844
Dominick LA CAPRA. Writing History, Writing Trauma. Baltimore: The Johns Hopkins University Press, 2001,
p. 144.
845
Pierre NORA [dir.]. Les lieux de mémoire. París: Gallimard, 1984-1992, 7 vols.
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849
Ernesto LACLAU y Chantal MOUFFE. Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la
democracia. Argentina: Fondo de Cultura Económica, 2004.
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