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BIBLIOTECA DLL PENSAMIENTO SOCIALISTA

Tòmo 1/
Libro primero
El preteso
de producción
del capital

siglo
¡ v m lu tn t)
(ilium's
V,
biblioteca
del
pensamiento socialista
SERIE
LOS CLÁSICOS
KARL EL CAPITAL
MARX CRÍTICA
DE LA ECONOMÍA
POLITICA
libro el proceso
primero de producción
de capital
I

edición a cargo
de
pedro scaron
traducción,
advertencia y notas
de
pedro scaron

m
siglo
veintiuno
editores
ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR
s ig lo xxi e d ito re s, s.a. de c.v.
C ER R O DEL AGUA 248, RO M ERO DE T ER R ER O S , 04310, MÉXICO, D. F,

siglo xxi editores, s.a.


T U C U M Á N 1621, 7» N, C 1 0 5 0 A A G , B U E N O S A IR E S , A R G E N T IN A

siglo xxi de españa editores, s.a.


MENÉNDEZ PIDAL 3 BIS, 28036, MADRID, ESPAÑA

Aunque ha transcurrido ya casi un siglo desde su


m uerte y más de cien años desde la prim era edición del
tomo i de E l capital, no se ha publicado todavía, ni en los
países de habla española ni en otros, una edición critica
de la obra cimera de Karl Marx.
No es éste el lugar para exponer los motivos de ese
hecho. Trataremos, simplemente, de definir qué enten­
demos por edición crítica de E l capital.
Es sabido que del tomo i de El capital se publicaron
en vida de Marx no una sino dos, y en cierto sentido tres,
versiones distintas, que pese a su identidad conceptual
básica presentan entre sí diferencias en muchos casos
im portantísim as:
a) La versión original alemana, publicada en 1867.
prim era edición en español, 1975
b) La segunda edición alemana, que aparece en fas­
vigesioctava reim presión, 2008
cículos de junio de 1872 a mayo de 1873 y en volumen
© siglo xxi editores, s.a. de c.v. a mediados de ese último año.1 Marx no sólo efectúa una
isbn 978-968-23-0084-4(obra com pleta) larga serie de enmiendas y modificaciones menores, sino
isbn 978-968-23-0209-1 (volum en 1) que incorpora numerosos agregados, suprime no pocos
pasajes de la versión original y reelabora totalmente partes
título original: das capital kritik der politischen Ökonomie de la misma. Para poder formarse una idea de hasta qué
punto M arx reconstruyó, por ejemplo, el fundamentalísimo
derechos reservados conform e a la ley capítulo i de la obra, el lector deberá com parar no sólo
im preso y hecho en m éxico el texto del mismo en ambas ediciones (en la nuestra,

im preso en publim ex, s.a. 1 C ierto s indicios nos hacen suponer que existen algunas va­
calz. san lorenzo 279-32 rian tes de escasa e n tid a d e n tre e l texto de los fascículos y el de la
col. estrella iztapalapa edición en volum en, c o n jetu ra que p o r el m o m en to no podem os
noviem bre de 2008 c o n firm a r ni d e sc artar.

Vil
pp. 43-102 del presente volumen y apéndice al final del
volumen 3 del tomo i), sino también el texto de la última ediciones (ver aquí, pp. 23, 27, 3 3 ), el albacea político
versión del capítulo con el de “La forma de valor”, que y literario de M arx intródujo en el texto no pocas varian­
tes. Se basó para ello, fundamentalmente, en un ejemplar
figuraba como apéndice de la edición alemana de 1867
y que también hemos incorporado a nuestra edición: junto de la segunda edición alemana y otro de la versión francesa
a párrafos y hasta páginas intactos, hay fragmentos que en los que M arx había indicado qué pasajes de ésta debían
desaparecen, otros que se transforman totalmente, textos incorporarse a aquélla, y en sustitución de cuáles.2 Engels
que se fusionan, extensos agregados, frases que son des­ incorporó a la obra, fuera de eso, cierto número de comen­
prendidas de sus emplazamientos originales e insertadas tarios y aclaraciones suyos, no siempre distinguidos por
las iniciales D. H. (der //erausgeber, el editor). Las edi­
en otros. El tomo i de El capital comienza a convertirse en
algo así como un enorme palimpsesto en el que capas ciones cuidadas por Engels no deben tomarse por el texto
de redacción generalmente (no siempre) más ricas recu­ definitivo de El capital (no hay tal texto definitivo) sino
como un valioso y autorizado esfuerzo por establecer el
bren buena parte de la redacción originaria.
cuerpo de lo que podría haber sido una nueva edición del
c) La versión francesa, publicada en entregas de agosto primer tomo preparada por Marx. Nada más que podría,
de 1872 a noviembre de 1875. En parte se trata nada más porque cuesta concebir que Marx — de no haber frustrado
que de una traducción (y en muchos lugares de una muy la muerte esa posibilidad— no hubiera incorporado a esa
pobre traducción, desparejamente revisada por M arx) de nueva versión, además de los agregados recogidos de la
la segunda edición alemana. Pero también cabe conside­ edición francesa, un sinnúmero de nuevas variantes.3
rarla — para bien y para mal— como una nueva versión,
la tercera, del tomo i de El capital. Para mal porque Marx,
2 K a rl K autsky, que con su ltó el e jem plar de la segunda edición
que solía estimar a los franceses como revolucionarios a le m an a an o ta d o p o r M a rx y u tilizado p o r E ngels, sostiene en el
prácticos pero no como teóricos, simplificó — por momen­ p rólogo a su “edición p o p u la r” del to m o i (publicada en 1914) que
tos adocenó— muchos de los pasajes más complejos y E ngels “n o tom ó en c onsideración todas las a n o tacio n es m an u scritas
profundos del original. Si se hubiera limitado a esa tarea de M a rx ”. (K arl K autsky, “V o rw o rt z u r V olksausgabe von 1914”,
en K . M arx , W erke, Sch riften , B riefe, ed. por H an s-Jo ach im L ieber,
vulgarizadora y a corregir los errores más notorios de la S tu ttg a rt, t. ív, 1962, p. 951.) P e ro K autsky no sólo las “to m ó en
traducción francesa, ésta, como decía Marx de la obra con sid eració n ” sino q u e in tro d u jo p o r su cuenta en el texto alem án
de Comte en uno de los pasajes suprimidos de la primera m uchas de las sim plificaciones de la versión francesa, rebajando
aquél al nivel de ésta.
edición alemana, no habría tenido más que una importancia
puramente local (menor, por ejemplo, que la de la traduc­ 3 D e las d ificultades que se le p resen ta ro n a E ngels e n su tra ­
b ajo d a n fe unas pocas fallas de e n sam b lam ien to , en general m eno­
ción rusa de Danielson, que M arx consideraba excelente). res, que se ad v ierten e n la c u a rta edición. H ay alguna frasecíta
Pero el autor compensó en cierta medida esas simplifica­ repetida (no lo e stab a ni e n la segunda edición a lem an a, de donde
ciones al injertar en el tronco endeble del texto francés la to m ó M arx in sertán d o la en un extenso agregado a la versión
francesa, ni en ésta, donde sólo aparece d en tro de ese agregado);
una serie de agregados, en su mayor parte muy valiosos,
una inserción q u e al no e fec tu a rse en el lu g ar ad ec u ad o vuelve
y efectuar en algunos pasajes una reelaboración que re­ confusas las alusiones de la frase siguiente; u n a referen cia desorien-
cuerda, aunque no iguala, la realizada con motivo de la ta d o ra al “ texto del c ap ítu lo ” e n un pasaje concebido com o nota
segunda edición alemana. p e ro que, precisam ente, q uedó in co rp o ra d o al texto; u n caso en
q u e se corrige u n pasaje del texto — co n fo rm e a la fe de e rra ta s
Luego de la muerte de Marx, Engels publica otras tres de la segunda edición— p ero no la n o ta c orrespondiente, con lo
ediciones del tomo i de El capital: la tercera alemana cual aq u él y ésta e n tra n en c ontradicción, etc. (C fr. la segunda
(1 8 8 3 ); la inglesa (1 8 8 7 ), que es una simple traducción edición ale m an a de 1873, pp. 651, 743, 812, 7 3 7 /8 3 0 , la versión
francesa, ed. de G a rn ie r-F la m m a rio n p ro lo g ad a p o r A lthusser,
pero presenta, en cuanto a las citas, una novedad sustancial P arís, 1969, pp. 453, 527, 680, y M arx-E ngels, W erke, Berlín,
de la que nos ocuparemos más adelante, y la cuarta ale­ D ietz V erlag, t. xx m , 1962, pp. 654-655, 741, 699, 732. V éanse
m ana (1 8 9 0 ). Como lo explica en los prólogos a esas tam bién, p a ra dos de esos desajustes, nuestras notas 254 y 263, al
final del volum en 3 del tom o 1.)

VIII
IX
¿Cuál es el objetivo de esta breve recapitulación? Re­ difundida en Alemania y, salvo en Francia, internacional­
cordar el hecho obvió, pero frecuentemente olvidado, sim­ mente— sólo tendrá acceso pleno a uno y parcial a otro.-1
ple, pero fecundo, de que no existe una versión del primer Una edición crítica del tomo i tendría necesariamente
tomo de El capital, sino varias. El tomo i de El capital no que incluir (además de los borradores éditos e inéditos
es ni su primera edición, ni su segunda edición, ni la versión correspondientes al m ism o) todas las versiones del libro
francesa (nos referimos a sus variantes no simplificadoras, publicadas por Marx. Podría reproducirlas sucesivamente,
naturalmente, pues lo demás interesa poco), ni las edi­ con el registro más completo posible de sus coincidencias
ciones cuidadas por Engels, sino todas esas ediciones en y diferencias. O, más sencillamente, tomar como base la
conjunto, y fundamentalmente las publicadas en vida de segunda edición alemana y registrar en notas y apéndices:
M arx.4 Optar por una es sacrificar las otras (en la medida
en que no coinciden cpn la elegida). Descartar cualquiera a) las diferencias entre la primera edición y la se­
de ellas es desechar una etapa en la evolución dialéctica gunda;
de El capital — que no brotó de la cabeza de Marx tan b ) los agregados y variantes de la versión francesa, con
cabalmente formado como Atenea de la de Zeus— y indicación precisa de cuáles eran los que M arx se proponía
renunciar al conocimiento de textos y variantes de enorme incluir en una nueva edición alemana;
valor. Cuando Marx, por ejemplo, escribe en 1877 una c) las enmiendas y comentarios introducidos por En-
réplica al populista ruso Mijailovski acerca de El capital, gels en las ediciones a su cargo;
se refiere sucesivamente a tres pasajes concretos de la d) el texto original de todas las citas efectuadas por
obra: el primero sólo figura en la edición príncipe, el se­ Marx.6
gundo está tomado de la edición alemana de 1873 y el
L a presente edición no aspira a tanto. Pretende ser,
tercero es una variante de la versión francesa, variante que
sencillamente, una primera aproximación a una edición
Engels recogió sólo parcialmente en la cuarta edición. De
crítica de El capital en castellano. En nuestro trabajo nos
esos tres pasajes un lector de esta última edición — la más
hemos ajustado a los criterios siguientes:
4 La identificación e n tre el to m o i de E l capital y su c u arta
e dición ale m an a h a p e n e tra d o tan to en la conciencia general que 1) El texto básico — pero no el único, como se verá—
incluso algunos especialistas, aunque saben p e rfectam en te que hubo es el de la última edición alemana publicada en vida de
ediciones a nteriores, tienden continuam ente, p o r así decirlo, a olvi­ Marx, la segunda. Nuestra fuente ha sido la edición en
darse de que las m ism as existieron. Sólo así se explica, p o r ejem plo, volumen de 1873 (fechada como de 1872), Karl Marx,
que e n su interesante edición de Œ uvres de M arx, M axim ilien
R ubel, p a ra c o m p a ra r la versión fran cesa con el “texte orig in al”
o “ texte a lle m a n d ” utilice la edición D ietz de 1947, q u e se basa 5 “B rief an die R ed ak tio n der O tetschestw ennyfe Sapiski”,
en la cuarta edición alem ana. E ste desacierto inicial lleva a R ubel en M arx-E ngels, W erke, t. xix, 1962, pp. 107-108.
a suponer que toda frase o p á rra fo que figure en la versión francesa 6 L os institutos de m arxism o-leninism o de la U R S S y la R D A
p ero no en la c u a rta edición ale m an a h a sido “agregado” (“a jo u té” ) han an u n ciad o recien tem en te que p re p ara n u n a edición realm ente
p or M a rx a aquélla, c u an d o e n realidad ta n to puede tra ta rse de com pleta (la p rim e ra) de las o b ra s de M a rx y E ngels, d e n tro de la
pasajes efectivam ente a ñ ad id o s p o r M arx a dicha versión com o de cual se inclu iría u n a edición c rítica (tam bién la p rim e ra) de E l capi­
tex to s de la prim era edición alem ana que sobrevivieron en la fra n ­ tal. L am en ta b le m en te, este im p o rtan te pro y ecto e d ito rial sería de
cesa pero no en las ediciones germ ánicas posteriores a la prim era m uy len ta realización. E n 1946, en u n a n o ta prelim in ar a su versión
(es el caso de las frases a que erró n e a m e n te alude R ubel en sus de E l capital, W enceslao R oces se re fe ría con entusiasm o a la gran
n o tas 565/1, 572/1 5 7 2 /2 ) o de textos que fig u rab a n e n la segunda edición científica que p re p a ra b a el In stitu to M arx-E ngels-L enin, de
edición ale m an a y fu ero n elim inados p o r E ngels a p a rtir de la M oscú, “en la que se re g istra rán todas las v ariantes de las distintas
terc e ra edición (com o sucede con la nota c o m e n tad a p o r R ubel en ediciones originales de la o b ra y los trab ajo s y m ateriales p re p a ra ­
1342/1). L o m ás c urioso del caso es que o casionalm ente R ubel torios, m uchos de ellos a ú n inéditos, que le sirvieron de base” .
c o n su lta la edición de 1867, de la que h a resca tad o un p a r de D esde q u e R oces escribió esas esperanzadas líneas h a n tran scu rrid o
pasajes m uy interesantes. C u a n d o no están viciadas por la circuns­ veintiocho años, algunos m ás de los que necesitó M a rx p a ra concebir
tan c ia a p u n ta d a m ás a rrib a , sus co m paraciones de textos suelen y re d ac ta r, en su to ta lid a d , dichos m ateriales p re p a ra to rio s y edi­
ser ilustrativas. ciones originales.

X XI
Das Kapital - K ritik der politischen Ökonomie, 2$ ed. mos de un ejemplar de la versión de 1867, no hemos
corregida, Hamburgo, Verlag von Otto Meissner, 1872.7 podido zanjar adecuadamente la cuestión.
2) De la primera edición hemos conservado (ver el 3) Registramos en subnotas (separadas del texto y de
apéndice al final del volumen 3 del tomo i) la versión ori­ las notas de M arx por una raya a todo el ancho de la pá­
ginal del capítulo i (fuente: Karl M arx, “ 1. Die W are”, gina) todas las variantes introducidas por Engels en la
en Marx-Engels, Studienausgabe - Politische Ökonomie, tercera y cuarta ediciones alemanas, y que en su mayor
ed. por Iring Fetscher, Francfort del Meno, t. n, 1966, parte consisten en la inserción de pasajes tom ados de la
pp. 216-246) y el apéndice titulado “Die Wertform” versión francesa.8 Cuando la traducción alemana de Engels
(fuente: Karl M arx-Friedrich Engels, Kleine ökonomische coincide exactamente con el original francés de esos frag­
Schriften, Berlin, Dietz Verlag, 1955, pp. 262-288). Tras mentos, nuestra traslación de los mismos se basa en el
algunas vacilaciones mantuvimos también los subrayados original; si la versión alemana difiere ligeramente del origi­
de la primera edición, suprimidos en las siguientes por un nal nos ajustamos a aquélla y no a éste (es posible que en
simple problema de costos de imprenta. Son de suma efica­ tales casos Engels haya seguido instrucciones manuscritas
cia didáctica, contribuyen a una comprensión más cabal de M arx). Los agregados de Engels que éste marcó con
del texto. Pero presentan también, cuando como en nuestro corchetes en las ediciones a su cargo figuran aquí entre
caso se los traslada a ediciones posteriores a la primera, llaves { }, precedidos por las iniciales F. E. Los ubicamos
ciertos inconvenientes. Los agregados a la segunda edición no en lás subnotas sino directamente en el texto o notas
y siguientes carecen por lo general de subrayados, con lo de M arx, ya que el lector puede identificarlos fácilmente
cual puede suscitarse en el lector la falsa impresión de como interpolaciones de Engels. Para el texto de la cuarta
que en esos textos nuevos M arx no encontraba nada que edición alemana utilizamos, entre otras reimpresiones, el
destacar. Y como la redacción de los textos de la primera tomo xxm de las M arx-Engels Werke, Berlín, Dietz Verlag,
edición conservados en las siguientes suele presentar modi­ 1962, que corrige algunos pequeños errores no enmen­
ficaciones, no en todos los casos se puede determinar con dados por Engels ni por editores posteriores;9 para las
exactitud qué expresiones o frases deben ponerse de relieve modificaciones introducidas en la tercera y cuarta ediciones
y cuáles no. Como fuente para los subrayados de la primera nos apoyamos en nuestro cotejo personal y (sobre todo
edición hemos recurrido a Karl Marx, Das Kapital, Berlín, en lo que tiene que ver con la tercera edición) en Karl
Dietz Verlag, 1959. Al comparar los subrayados del capí­ Marx, Das Kapital, Francfort del Meno-Berlín, Verlag Ull-
tulo i de la edición Dietz con los que figuran en los pasajes stein, 1969. E sta última edición nos ha resultado útil,
idénticos y similares de “L a mercancía” y “La forma pues como la nuestra se basa en la segunda edición ale­
de valor” (los textos de la primera edición recogidos aquí m ana y registra en subnotas las variantes de las ediciones
en el apéndice mencionado) advertimos ciertas diferencias alemanas cuidadas por Engels. Presenta muchas fallas, no
que parecen deberse, en su mayor parte, a omisiones de obstante, lo que obliga a utilizarla con sumo cuidado.10
aquella edición. Como, desafortunadamente, no dispone­
8 N o h em o s c reíd o n ecesario consignar algunos cam bios esti­
7 L os libros tienen su histo ria. E l e jem plar que u tilizam os p e rte ­ lísticos insignificantes, m u ch as veces im posibles d e re fle ja r fielm ente
neció a u n a institución a la que cupo un p ap el im p o rta n te en la en la trad u c ció n a n u e stro idiom a, tan d iferen te del alem án.
difusión de las ideas socialistas en la A rg en tin a, el club “ V o rw ärts” , 9 E n general hem os seguido a esta edición — sin re g istra r en
fu n d a d o a fines del siglo p asa d o p o r em igrantes alem anes. Según cad a caso los cam b io s respectivos en las sub n o tas— en to d o lo
u n a trad ició n o ra l q u e recogim os de un ex in tegrante de la asocia­ q u e tiene que ver con las referen cias bibliográficas, ya que en la
ción, Ju a n B. Ju sto re cu rrió tam bién a un ejem plar perteneciente segunda edición n o p o cas de éstas son inexactas o incom pletas.
al “V o rw ärts” (en su caso de la c u a rta edición alem ana) p a ra re a li­ 10 E n ciertos casos los editores n o indican q u e d eterm inados
z a r su trad u c ció n del to m o i de E l capital. L a valiosísim a biblioteca p á rra fo s o frases de la segunda edición d esaparecen en las siguien­
del club, que d u ra n te c ie rto tiem po c o rrió e l riesgo de perderse, tes (pp. 519-520, 557-558, 569); señ alan en n o ta s que ta l o cual
lam e n ta b le m en te n o es h o y de fácil acceso p a ra los investigadores texto de la te rc e ra y c u a rta ediciones sigue a c ie rto pasaje de la
rio p laten ses (fue d o n a d a a la F u n d ació n E b ert, con sede en Bonn). segunda c u an d o en re alid a d lo su stitu ye (pp. 517, 572-573, 652,

XII XIII
4 ) Para no recargar excesivamente de notas el tomo i, en la edición de Kautsky. N o traducir esos textos habría
y teniendo en cuenta que ésta no es todavía la edición vedado o dificultado el acceso a los mismos por parte de
crítica a la que aspiramos, sólo por excepción recogimos muchos lectores; mantenerlos en sus idiomas de origen den­
variantes de la traducción francesa no incorporadas por tro de las notas de Marx y traducirlos en subnotas habría
Engels a la tercera y cuarta ediciones alemanas. Nuestra aumentado en exceso la complejidad de nuestra presentación
fuente en este caso fue una reimpresión m oderna de la del libro (ya peligrosamente parecida, por momentos, a la
traducción de Roy: Karl Marx, L e capital, lib. i (con de M odelo para armar). En todos estos casos optamos,
prólogo de Louis A lthusser), París, Garnier-Flamma- naturalmente, por la traducción directa (del inglés, fran­
rion, 1969. Consultamos también Karl Marx, Le capital, cés, italiano, etc.) en vez de retraducir de las versiones
en Œuvres de Karl M arx - Économie, t. i (con notas de alemanas que aparecen en las ediciones modernas.
Maximilien R ubel), París, Éd. Gallimard, 1963. Pese a las b) Pero la solución no tiene por qué ser la misma
virtudes, en muchos aspectos, de su aparato crítico, la cuando se trata de citas incluidas en el texto: la mayor
edición de Rubel no puede utilizarse como fuente única parte de éstas no figuran en inglés, francés, etc., en las
para com parar la vieja versión de Roy con el texto de las ediciones cuidadas por Marx, sino que fueron vertidas por
ediciones alemanas, ya que el editor — como lo indica en el autor al alemán. Cuando verificamos que la traducción
un nota— enmendó muchísimos errores del traductor sin efectuada por M arx coincide exactamente con el texto
dejar constancia en todos los casos de esas alteraciones. original, nuestra traducción se basa en éste, no en aquélla.
5) Un difícil problema que se plantea en toda trasla­ Si no coincide (en ocasiones M arx parafraseaba, en vez
ción de El capital es el de las citas, que cuantitativamente de citar), nuestra traslación se basa en la de Marx, no
constituyen una parte considerable del original. Es nece­ en el texto original.11 Nos hemos limitado a registrar en las
sario distinguir dos casos muy diferentes: notas del editor (al final del volumen 3 del tomo i) parte
a) En las ediciones alemanas del tomo i preparadas por de las variantes detectadas (fundamentalmente cuando las
Marx o Engels, la mayor parte de las citas que figuran en mismas aparecen en citas de libros) y a señalar con puntos
las notas al pie de página aparecen en el idioma original suspensivos entre corchetes (. . .] los cortes dentro de citas
de la obra extractada por Marx, sin traducción alemana cuando los mismos no fueron indicados por Marx (los
alguna; en las ediciones alemanas posteriores a la muerte indicados por éste aparecen como puntos suspensivos sin
de Engels, a partir por lo menos de la “Volksausgabe” de corchetes). Por último, cuando Marx traduce una cita y la
Kautsky (1 9 1 4 ), casi todas esas transcripciones se tradu­ mantiene además en el idioma original, hacemos otro tanto.
jeron al alemán, suprimiéndose los textos en inglés, francés, Dejamos en el idioma de origen expresiones y citas lite­
etcétera. (E n Werke se aplica un criterio intermedio: los rarias breves que M arx no traduce; en estos casos agre­
textos originales de esas citas se incluyen en un apéndice.) gamos a continuación, entre corchetes, la traslación caste­
Mutatis mutandis, seguimos en este punto la norma aplicada llana de las mismas.
Para la confrontación de citas con sus originales nos
hemos valido, principal pero no exclusivamente, de una
660-661, 685); n o re g istra n en algunas páginas v arian tes term in o ­
lógicas e x actam en te iguales a las que sí consignan en o tro s lugares 11 H a y casos e n q u e los c o m e n tario s de M a rx a u n a cita e stán
(pp. 560, 576, 579, 712, etc.); dejan d e a n o ta r o tra s v arian tes de ligados, e n m ay o r o m en o r m edida, a las v arian tes introducidas
c ie rta im p o rta n cia (pp. 119, 139, 580, 581, 603, 620, 652, 661, en la m ism a; re sta u ra r la segunda obligaría a m o d ificar, e incluso
692-693, 705, 707, etc.); hay sitios d o n d e a ju sta n el texto de la a suprim ir, en ciertas ocasiones, los prim eros. E s lo q u e E ngels
segunda edición al de la c u a rta sin in d icarlo , com o d eb erían , en hizo, en algún lugar, c u an d o revisó el texto de la versión inglesa
las subnotas (pp. 502, 539, 597, 601, 602, 670, etc.); re gistran com o (en este caso e ra im p erativ a la re stau ra ció n d el tex to o rig in al de to ­
d e la 3 ? y 4? ediciones v arian tes que ya fig u rab a n en el apéndice d a s las citas, a b u n d an tísim as, to m a d a s d e o b ra s e in fo rm es ingleses)
d e la 2? edición (pp. 112, 607). C on to d o , a u n q u e parcialm en te y lo que hizo e l p ro p io M a rx , en el caso de una cita d e M ili, con
fallid o , la edición U llstein constituye u n p rim e r in te n to de ap ro x i­ m otiv o de la segunda edición ru sa del tom o i. N o so tro s, p o r su­
m ación a u n a edición crítica de E l capital. puesto, n o podíam os p e rm itirn o s lib ertad alguna c o n e l texto.

XIV XV
buena reedición m oderna de la versión inglesa del tomo i Hemos tenido una preocupación especial por verter de
de El capital: Karl Marx, Capital - A Critical Analysis of manera correcta y uniforme los términos técnicos. Procu­
Capitalist Production, t. i, Moscú, Foreign Languages Pub- ramos atenernos, en lo posible, a la recomendación de
lishing House, 1954. Con motivo de la primera publicación Engels: un término técnico debe traducirse siempre por
de la misma, Eleanor Marx verificó las numerosísimas una y la misma expresión en el otro idioma.1* (E n la
transcripciones de libros e informes oficiales ingleses que traducción de estos términos técnicos contamos con la im­
figuran en la obra y restauró el texto original de los mis­ portante colaboración de Miguel Murmis, defensor tenaz
mos; algunas de las citas que ella no pudo verificar lo han — a veces demasiado inflexible, a nuestro juicio— de la
sido por los editores de Moscú. Advertimos al lector, con norm a enunciada por Engels. Murmis leyó las primeras
todo, que fundarse en esta edición presenta algún riesgo: 300 páginas de la traducción y contribuyó a establecer el
en un par de casos comprobamos que la disimilitud entre vocabulario empleado en la misma.) L a redundancia, sin
el texto de una cita hecha por M arx en las ediciones embargo, es mucho más tolerable en alemán que en espa­
alemanas y su presentación en la versión inglesa n o se ñol, y de ahí que en ocasiones optemos, a título de ejemplo,
debía a error de Marx, sino a descuidos — explicables en por “jornada de trabajo” en vez de la mucho más frecuente
una tarea tan dificultosa— de su hija Eleanor o de los “jornada laboral”, X 9ue empleemos “de dinero” como
editores soviéticos.12 sinónimo de “dinerario”, o “mercantil” en vez de “de mer­
6) En cuanto a la traducción en sí misma, hemos pro­ cancía”, etc. Asimismo, para evitar las frecuentes anfibo­
curado ceñirnos al texto original con la mayor fidelidad logías a que da lugar el uso reiterado de la preposición de,
posible, aun al precio, aquí y allá, de sacrificios estilísticos. hay casos, por ejemplo, en que en lugar de la “forma de
Probablemente Engels no estuviera en lo cierto cuando manifestación” ( “Erscheinungsform” ) de una cosa habla­
afirmaba que su gran amigo era “el escritor alemán más mos de la “forma en que se manifiéste” esa cosa, etcétera.
difícil de verter a otro idioma” ,13 pero no cabe duda de El propio Marx, por lo demás, ‘Sabía bien que “no
que es un autor de ardua, laboriosa traducción, tanto por hay ciencia en que sea totalmente evitable” el uso, por
la versatilidad de la forma (M arx utilizaba con soltura el cierto inconveniente, “de los mismos termini technici en
lenguaje literario y aplicaba con rigor la terminología de sentidos diferentes” . Puede ocurrir, también, que en una
muchas ciencias, pero no le hacía ascos al habla cotidiana, página de E l capital se emplee determinada palabra como
salpicada de sabrosos modismos populares) como por la expresión técnica y poco más allá en una acepción común
densidad excepcional del contenido. y hasta coloquial: “einzeln”, por ejemplo, se utiliza en
ocasiones en un sentido rigurosamente filosófico de “sin­
12 E n la p. 46, n. 1, de la edición q u e m anejam os, los editores
su prim ieron las co m illas a u n a cita breve de A dam Sm ith (que gular” (como distinto de lo “particular” y lo “general” ),
precede a o tra m u ch o m ás extensa) seguram ente p o r suponer que no mientras que en otras equivale simplemente a “individual”,
e ra textual; lo es, sin em b arg o , sólo q u e en W ealth o f N a tio n s “suelto”, “separado” .16 Y aunque no son frecuentes, hay
ap arece después, n o antes, del pasaje de Sm ith que M arx e x tra cta casos en que Marx — que no vivía, por cierto, en un mundo
a c ontinuación. E n la p. 422, n. 143, de la segunda edición a le ­
m an a fig u ra u n a cita de O w en qué com ienza con estas palabras: de marxistas— se deja llevar por lo que Engels llamaba
“Since th e general in tro d u c tio n o f expensive m ac h in ery ”, etc.; si el “lenguaje económico corriente” (véase, aquí, p. 211 y
se la c o n fro n ta con la m ism a tran scrip ció n en C apital, p. 403, n. 1, nota 28 b is); llega incluso alguna vez a utilizar un término
se observa que en ésta fa lta la p a la b ra “expensive” . P e ro a juzgar
p o r u n a edición m o d ern a de las O bservations on the E ffe c ts o f
the M a n u fa ctu rin g S y stem , de O w en, la p a la b ra no fue interp o lad a 14 Ib íd em .
p o r M arx, sino indeb id am en te om itida p o r los editores de la versión 16 C o m p árese con la dificu ltad q u e en L a ideología alem ana
inglesa. H ay, a la inversa, p o r lo m enos c u a tro casos e n q u e no p re sen ta la trad u c c ió n de la “A u fh eb u n g d e r A rb e it” (literalm ente
se corrigen descuidos d e M arx en la tran scrip ció n de citas (pp. 406, “a bolición del tra b a jo ”): según se e ntienda la p a la b ra “A u fh eb u n g ”
545, 569, 588). e n su sentido v ulgar o e n su acepción técnica heg u elian a (elim ina­
13 F . E ngels, “W ie m an M a rx n ich t übersetzen solí” , e n M arx- ción y conservación, su p resió n que a l m ism o tiem p o m antiene) el
E ngels, W erke, t. xx i, 1962, p. 230. térm in o tiene significados diferentes.

XVI XVH
tan justa y duramente censurado por su amigo (en el pró­ sino un valor, y no sólo valor, sino además plusvalor”
logo a la tercera edición alemana) como “Arbeitgeber” (subrayados de M arx); el valor, escribe en otro lugar, “se
(literalmente “dador de trabajo” ) en el sentido de “pa­ distingue como valor originario de sí mismo como plus­
trón” .16 E n todos estos casos, naturalmente, el traductor va/or” ; el plusva/or es el valor del plusproducto; “el carác­
debe resistir la tentación de querer ser más marxista ter de un valor en cuanto plusva/or muestra cómo llegó a
que Marx. las manos de su propietario, pero no modifica en nada
L a terminología m arxiana ya ha tomado carta de ciu­ la naturaleza del valor o del dinero” (subrayados nues­
dadanía en español y no hemos creído necesario ni opor­ tros — P .S .).18 Si en estas frases sustituimos plusvalor
tuno introducir innovaciones radicales. Tuvimos en cuenta, por “supervalía” o “plusvalía”, habremos velado ligera­
no obstante, otra recomendación de Engels en su crítica mente el pensamiento que en M arx era diáfano.
a un intento fallido de traducir El capital al inglés: “ expre­ De m anera análoga hemos mantenido en castellano la
siones alemanas de nueva acuñación exigen expresiones importante relación entre fremd y Entfremdung (ajeno y
inglesas de nueva acuñación”.17 Mantuvimos, así, algunos enajenación), que queda innecesariamente oscurecida cuan­
términos ya empleados en nuestra traducción de los Grund­ do se traduce esta última palabra alemana por “ alienación” .
risse de Marx: vertemos Mehrarbeit por plustrabajo (en la Oscurecimiento inevitable en francés (d ’autrui-aliénation)
versión de Justo “sobre trabajo”, en la de Pedroso “ sobre- y otras lenguas románicas que, a diferencia del español,
trabajo”, en la de Roces “trabajo excedente” ) y M ehrpro­ no conservaron ningún adjetivo derivado del latín alienus
dukt por plusproducto (en Justo “producto neto”, en Pe­ (ajeno) y sólo han podido construir, sobre la base de
droso “sobreproducto” y “producto líquido”, en Roces alienare, alienatio, términos cultos y opacos del tipo de
“producto excedente” ). Y si en los Grundrisse tradujimos “alienar”, “ alienación” (compáreselos con sus equivalentes
los sinónimos alemanes Mehrwert y Surpluswert por plus­ castellanos trasparentes “enajenar” y “enajenación” ).
valía y plusvalor, respectivamente, aquí vertemos siempre No hemos creído conveniente, en cambio, mantener la
Mehrwert (que de aquellos dos es el único que aparece) traducción literal y única de M om ent empleada en la ver­
por plusvalor (en Justo “supervalía”, en Pedroso y Roces sión castellana de los Grundrisse ( “momento” ). Por un
“plusvalía” ). De esta manera quedan morfológicamente lado, “momento” es sumamente anfibológico (más aun que
ligadas categorías que lo están en alemán, pero no en las en alemán, donde este M om ent es neutro y el M oment
traducciones castellanas anteriores de El capital: por un temporal es m asculino); por otro, es evidente que en dis­
lado ¿»/«¿trabajo, ¿»/«¿producto, ¿»/«¿valor (Mehrarbeit,
tintos pasajes de El capital M arx usa ese término como
M ehrprodukt, M ehrw ert); por otro lado valor y plusva/or
sinónimo absoluto, según los casos, de Stufe (etapa, esta­
Términos como “supervalía” y “plusvalía” velan un tamo dio, fase), Phase (fase), Element (elem ento), etcétera.16
la relación entre el Wert (que en español no se llama
“valía” sino valor) y ese incremento o “excedente por 7) Hemos agregado, al final del presente tomo, más
encima del valor originario” (subrayado nuestro — P. S.) de trescientas notas de diversa índole: explicativas de tér­
al que M arx denomina Mehr wert (plusva/or). El capita­ minos desusados o de acontecimientos talvez poco cono­
lista, dice Marx, no sólo quiere producir “un valor de uso, cidos u olvidados por muchos lectores, bibliográficas

18 M arx-E ngels, W erke, t. xx m , pp. 165, 201, 169, 607, 605.


16 M arx-E ngels, W e rke , t. x x m , p. 486. E n E l capital, aunque
19 Ib id em , pp. 26, 52 y 526. E n la trad u c ció n inglesa del
espaciad am en te, aparecen expresiones sim ilares y análogas: en el to m o i, concien zu d am en te rev isad a p o r E ngels, M o m e n t y su p lu ral
caso de los p atro n es, W e rk geben (dar trab ajo ), A rb e it ausgeben se trad u c en p o r elem ent(s) (pp. 48, 743), phase(s) (105, 138, 364),
(dar, distribuir o re p a rtir trabajo), beschäftigen (ocupar, d a r o c u p a ­ apparition (129), factor(s) (178, 559), step (485), fo rc es (503) y,
ción); en el caso de los o b rero s, A rb e it suchen (buscar trabajo). last b u t n o t least, m o m en to (751, dos casos). N o aducim os el caso
(Ib id e m , pp. 303, 491, 486, 735.) “T am b ién a veces cabecea, soño­
de la trad u c ció n fran c e sa p o rq u e en ella es n o rm al que de un
liento, el buen H o m e ro .” m ism o térm in o técn ico a le m án se p ro p o rcio n e n v a ria s — cuan d o
17 “W ie m an M a rx . . . ”, p. 230. no variadísim as— trad u ccio n es diferentes.

XVIII XIX
(indicación de fuentes, variantes de citas), etc. Las llama­ L a versión que efectuó Manuel Pedroso (M adrid, Agui-
das correspondientes a estas notas se distinguen de las de lar, 1931) de los tres tomos de El capital sigue en el tiempo
M arx por estar entre corchetes o paréntesis cuadrados. a la de Justo. Aunque no la hemos leído en su totalidad,
nuestra impresión preliminar es que ha sido injustamente
El bosquejo de cómo hemos intentado aproximarnos a olvidada: parece ser algo inferior a la de su predecesor,
una edición crítica de El capital debe completarse con la pero no a la que examinaremos a continuación.
crítica de las ediciones castellanas anteriores.
L a traslación hecha por Wenceslao Roces del primer
Las primeras tentativas de verter al español el tomo i
tomo del libro de M arx (M adrid, Cénit, 1935) es, con
de El capital tienen lugar en el penúltimo decenio del siglo
mucho, la más difundida: a partir de 1946 y ya en com­
pasado. A principios de aquella década, el abogado Correa
pañía de los tomos ii y ni, ha sido profusamente reeditada
y Zafrilla publica por entregas en La Vanguardia, de M a­
y reimpresa por Fondo de Cultura Económica. Para más
drid, una traducción del texto francés de Roy. En 1886
de una generación de estudiosos latinoamericanos y espa­
Antonio Atienza vierte al castellano la síntesis de ese texto
ñoles es El capital. El éxito de esta versión se basa, si no
hecha por Gabriel Deville. Se trata, como se ve, de retra­
estamos equivocados, en el elegante, cálido estilo español
ducciones: ni Correa y Zafrilla ni Atienza tienen en cuenta
las ediciones alemanas de la obra. Circunstancia plena­ de Roces, quien en no pocos lugares redacta con tanta
mente explicable en la época por el exiguo intercambio frescura e inspiración como si él fuera autor, no traductor
cultural entre Alemania y España y la consiguiente escasez de la obra. Desgraciadamente, una enorme cantidad de
erratas y de errores de interpretación lisos y llanos — mu­
de traductores españoles que dominaran la lengua de Marx
(y que estuvieran, además, familiarizados con su concep­ chos más de los tolerables en la traslación de una obra
ción del m undo). Compárese esa relativa incomunicación tan compleja y extensa— hace que convenga utilizar esta
cultural con la que existe actualmente, por ejemplo, entre versión con precauciones extremas, en cotejo frecuente con
China o la India y el mundo de habla española (conocemos otras traducciones del libro.20
las obras de escritores de esos países en retraducciones del Precisamente la gran difusión del trabajo de Roces
inglés). Felizmente ni la versión de 1881 fue revisada por vuelve aconsejable que se lo examine con cierto deteni­
M arx ni la de 1886 por Engels, pues en caso contrario es miento. M uchas de las erratas a que aludíamos pueden ser
muy probable que estuviéramos tan condenados a alguna salvadas, quizás, por el lector atento: destapasen por desta­
de ellas como los lectores franceses parecen estarlo a la casen, prestación por producción, sustancia por subsisten­
de Roy. cia, propiedad por propietario, trabajadores por trabajos,
En 1898 se publica la primera traducción directa y productos por productores, rasar por abaratar, telares por
completa del tomo i de El capital al español. La versión tejares, respirar por espirar, abstenerse por abstraer, no­
de Juan B. Justo no se destaca talvez por las excelencias minal por normal, gratitud por gratuidad, gastándose por
del estilo, pero sí por su fidelidad al original (no invalidada gestándose, observación por absorción, flota por fluye, Ir­
por ocasionales desfallecimientos), por la solidez, por la landa por Escocia, etc., etc. (pp. 35, 183, 247, 268, 272,
seguridad con que el traductor, hombre de cultura nada 289 y 494, 302, 403, 446, 458, 506, 520, 533, 544, 621
superficial, enfrenta problemas para cuya solución los cono­ y passim ). Pero en muchos otros casos serán contados los
cimientos idiomáticos son imprescindibles pero no sufi­
cientes. En algunos rubros Justo pagó tributo a su condi­ 20 P a ra su análisis nos rem itim o s a q u í a la q u in ta reim presión
ción de pionero (sus traducciones de muchos términos de su segunda (en re a lid a d terc era ) edición: C a rlo s M a rx , E l capital,
técnicos de Marx, por ejemplo, han caído en total desuso), M éxico, F o n d o de C u ltu ra E conóm ica, 1972. R oces se fu n d a en
un a reim p resió n de la c u a rta edición a le m a n a de la o b ra ; es
pero precisamente el mérito prinpipal del traductor argen­ in ex acta su a firm ac ió n de qu e, en los casos de v arian tes en tre la
tino estriba en haber desbrozado el camino que otros tran­ segunda y la c u a rta ediciones alem an as, “el c riterio d el editor,
sitarían después con mayor facilidad. no tra tá n d o se de n o to ria s e rra ta s o de p a la b ra s saltadas, h a sido
el de d a r p referen cia al texto prim itiv o ” .
XX
XXI
lectores que logren salir airosos, como en las no infre­ sola página, la 44 de la edición que examinamos, aparezcan
cuentes conversiones de una negación en afirmación por entre otros estos errores e imprecisiones:21
haber desaparecido el adverbio “no” (pp. 102, 187, 306, D ie tz 85: I n d e n a lt- O sea: En los m odos de F C 44: E n los sistem as
asiatisch en , a n tik e n , usw . p ro d u cció n paleo asiàtico , d e p ro d u cció n d e la A n ­
316, 466, etc.) o en los frecuentísimos errores de fechas P ro d u k tionsw eisen. an tig u o , etc. tig u a A sia y d e o tro s
(1870 por 1770, 1870 por 1735, 1876 por 1836, 1880 p aíses d e la A n tig ü e d ad
por comienzos del decenio de 1780: todos estos deslices D ietz 8 5 : U n re ife des in ­ O sea: in m ad u rez del F C 4 4: c a rá c te r r u d i­
d iv id u ellen M en sch en h o m b re in d iv id u al m e n ta rio d e ) h o m b r e
figuran en sólo siete páginas — 300-306— de la edición ideal
que com entamos). Sin duda, buena parte de estos yerros D ie tz 8 5 : a u f u n ­ O sea: en relaciones d i­ F C 4 4 : en u n rég im en
no se deben al traductor sino a una corrección poco esme­ m itte lb a re n H e rrs c h a fts ­ rectas d e d o m in ació n y d ire c to d e s eñ o río y es­
und K n e c h ts c h a fts v e r­ serv id u m b re clav itu d
rada, pero no es éste el caso, seguramente, de los nume­ h ältn issen
rosos desaciertos de interpretación que oscurecen de m a­ D ietz 8 5: D iese w irk li­ O sea: E sta in h ib ició n F C 4 4: E sta tim id ez rea)
nera directa el significado de textos de M arx o de los che B efa n g en h eit [lim itació n , restricció n ]
real
autores por él citados.
D ietz 85: des p rak tisch en O sea: d e la v id a p r á c ­ F C 4 4: d e la v id a d ia ria ,
Talvez importe poco a la mayor parte de los estudiosos W erkeltagslebens tica, co tid ian a lab o rio sa y activ a
(no siempre comparten éstos la pasión del economista F C 44: C u án in su ficien te
D ietz 8 5: D as U n z u lä n g ­ O sea: L as insuficiencias
M arx por la literatura, esa otra manera de aproximarse liche in R icard o s A naly­ en el análisis q u e [. . .] es el análisis q u e tra z a
se [ . . .1 —u n d es ist die e fe c tú a R ic a rd o —y el R ic a rd o [. . .1 — y el su ­
a la realidad y de comprenderla) que algunos personajes beste suyo es el m e jo r— yo es el m enos m alo—
de Shakespeare sean difícilmente reconocibles en la ver­
sión de Roces ( mistress Quickly se presenta, en la p. 14, Pero veamos unos pocos de los errores que, lamenta­
bajo el espeso velo germánico de “Wittib Hurtig”, Hotspur blemente, pululan por todo el libro:
deja su lugar en la p. 72 a un impreciso “amigo de empinar
D ietz 68: B ailey [. . .] O sea: B ailey [. . .1 se F C 29: Bailey [. . .1 cree
el codo” ) o que más de una cita del Fausto se desdibuje w ä h n t [. . .] v e rn ic h te t im ag in a h a b e r d estru id o h a b e r d escu b ierto
por entero (“como si encerrase un alma en su cuerpo” , zu h a b e n

p. 146, en vez de “cual si tuviera dentro del cuerpo el D ietz 74: U m d en rela­ O sea: P a ra expresar el F C 34: P a ra expresar el
valor relativo d el eq u i­
tiv e n W e r t d es allgem ei­ valor relativo d el e q u i­
am or” ). Tampoco afecta lo esencial del texto que la pala­ n en Ä q u iva le n ts au szu ­ va len te general, hem os va len te general, n o te n e ­
drücken, m ü s s e n w ir d e in v e rtir, an tes bien, m os m á s rem ed io q u e
bra “Nagel” (“clavo” ) se vierta regularmente por “aguja” v ie lm e h r d ie F o rm I I I la fo rm a I I I . volver los ojos a la fo r­
(pp. 315, 389, 411, 459, etc.) o “Tapete” ( “papel pin­ u m k e h re n . m a III.

tado” o “de empapelar” ) por “alfom bra” (pp. 191, 192, D ietz 9 1: Sie [die W a­ O sea: P o r eso tien en to ­ F C 49: H e a q u í p o r q u é
ren ] m üssen also allseitig das* [las m ercan cías] q u e unos y o tro s [¿los posee­
236, 363-365, 398, 413, 458, etc.), ni que “Pottasche” die H ä n d e w e c h s e ln . ca m b iar d e d u e ñ o . P ero d o res d e m e rcan cías?)
(“potasa” ) se traduzca por “ceniza” (p. 127) o “Schiffs- A b er d ie se r H ä n d e w e c h ­ este cam bio d e d u eñ o tie n e n q u e d arse cons­
sel b i l d e t i h r e n A us­ co n stitu y e su in te rc a m ­ ta n te m e n te la m a n o . Es­
bauer” ( “constructores de barcos” ) por “constructores t a u s c h , u n d i h r A us­ bio, y su in tercam b io las te a p re tó n d e m anos
tausch b e z i e h t s ie a ls re lacio n a re c íp ro c a m e n te fo rm a el cam bio, el cual
de bobinas” (p. 569), etc. Pero las cosas comienzan a ser W e rte au fe in a n d e r u n d com o valores y las re a li­ v ersa sobre valores q u e
za en cu a n to tales. se c ru za n y se realizan
graves cuando el sustantivo “Zunahme” ( “aumento” ) se re a lis ie rt sie als W e rte.
com o tales valores.
traduce por sus antónimos “disminución” (p. 595) y “des­ F C 62: to d as las huellas
D ietz 106: je d e S p u r des O sea: to d a h u ella d e la
censo” (pp. 523, 533, 534), o “nimmt [ . . .] ab” ( “dis­ W ertv erh ältn isses re la c ió n de v alo r d el co n cep to d e v alo r
minuya” ) por “aumente” (p. 544) y “abgenommen”
(“disminuido” ) por “aument[ad]o” (p. 584). O cuando 21 E n el siguiente cotejo, F C significa la ed. cit. de la versión
de ocho veces que aparece la misma expresión “Geldwert” de Roces; D ietz equivale a la reim p resió n del tex to original e m ­
( “valor del dinero” ) en un solo párrafo del original ale­ plea d o p o r aquél: K a rl M a rx , D as K apital - K ritik der politischen
mán, se la vierte cuatro veces por “valor del dinero” y otras Ö ko n o m ie, B erlin, D ietz V erlag, 1959. L as traslacio n es que dam os
a q u í del tex to a le m án n o siem pre se ajustan, en cuanto al tenor
cuatro por “valor del oro” (p. 60). Si es comprensible que literal, a las que de los m ism os pasajes fig u ran en el cu erp o de
en la traslación de un libro tan denso como el de M arx n u e stra versión, ya q u e nos interesa que el lecto r p u e d a c o m p a rar
se deslicen algunos desaciertos, parece excesivo que en una contenidos, n o sim ples form as.

XXIII
XXII
D ietz 125: ze rsp litterte, O sea: m etam orfosis p a r ­ FC 79: m etam orfosis p a r ­ D ietz 279: Z u fu h r d e r O sea: su m in istro de n i­ F C 210: en v ío a las
gleichzeitige u n d rä u m ­ ciales, frag m en tarias, si­ ciales d esp erd ig ad as, sin A rm en - u n d W aisen k in ­ ños p o b res y h u érfan o s w orkhouses de los h u é r­
lich n eb e n ein an d e r fal­ m u ltán e as y esp acialm en ­ co nexión alg u n a en el d e r au s d e n W orkhouses d e los w orkhouses fanos e h ijos de pobres
lende (. . .1 T e i l m e t a ­ te y u x tap u estas tiem p o ni en el espacio D ietz 283: D ie O rd o n ­ O sea: L as ord en an zas F C 213: Estas o rd e n a n ­
m o rphosen n an zen w u rd e n erlassen se p ro m u lg a ro n d e 1836 zas fu ero n d ecretad as en
D ietz 130: D etails wie O sea: d etalles com o el F C 83: d etalles com o la 1836 bis 1858. a 1858. 1836, d eb ien d o re g ir h as­
S chlagschatz m o n e d aje ac u ñ ació n d e m o n ed a ta 1858.
D ietz 301: In d em G e ­ O sea: E n el có digo q u e F C 228: E n el C ó d ig o
D ietz 130-131: D er W eg O sea: P ero el cam in o F C 83: P ero el cam in o s e t z b u c h , das d e r E in ­ la in flu en cia de los escla­ q ue im p o n ía al te rrito rio
aus d e r M ü n ze ist ab e r q ue sale de la casa d e del oro p a ra d e ja r de flu s s d e r S k lav en h alter vistas im p u so al te r r i­ d e N u ev o M éxico la in ­
la m o n e d a es ser. m o n e d a es [. . .1 d e m T e rrito riu m to rio d e N uevo M éxico flu e n cia d e los esclavistas
von N e w - M e x ic o a u f­
D ietz 146: B oisguillebert, O sea.: B oisguillebert, el F C 97: B oisguillebert, h e rrs c h te
M arsch all V au b an , usw. m ariscal V a u b a n , etc. M a r s c h a ll V a u b a n y
o tro s au to res. D ietz 301: Shylocksche O sea: ley shylockiana F C 228: shylockiana ley
G esetz d e r 10 T a fe ln de las D iez T ab las d e las X I I T ab las
D ietz 149: im W e s te n O sea: al oeste de las F C 99: en las m o n tañ as D ietz 303: S y s te m d er O sea: sistem a d e vigi­ F C 230: sistem a de fa­
d e r am erik an isch en F e l­ M o n ta ñ a s R ocosas [, en del oeste d e A m érica O b e ra u fsic h t la n cia [o supervisión] b ric ació n
sengebirge N o rteam éric a,]
D i e t z 3 1 0 : Z w ölf M ä d ­ O sea: D o ce m u ch ach as F C 236: D oce m u c h a ­
D ietz 159: D ie Bew egung O sea: E l m o vim iento F C 108: E l m o vim iento ch en b ü g eln u n d legen p la n c h a n y p lieg an en chas p la n ch an d o - y p le ­
des K a p i t a l s ist d a h e r d el ca p ital es, por ta n to , del ca p ital es, p o r ta n to , a u f in einem k l e in e n u n c u a rtito d e a p ro x i­ g an d o en u n cu a rtu ch o
masslos. c a re n te de m ed id a. incesan te. Z im m e r von u n g e fä h r 10 m a d a m e n te 10 pies p o r d e unos 10 pies c u a d ra ­
Fuss im Q u a d r a t 10 pies [o en u n c u a r­ dos 22
D ietz 162: D e r W e r t O sea: El v alor se v u el­ F C 110: El v alor se co n ­ tito cu a d ra d o d e ap ro x i­
w ird also prozessierender ve, p o r ta n to , valor en v ie rte, p o r ta n to , en va­ m a d a m e n te 10 pies de
W e r t, p r o z e s s ie r e n d e s proceso, din ero en p ro ­ lo r progresivo, en dinero la d o l
G eld u n d als solches K a ­ ceso y, en cu a n to tal, progresivo, o lo q u e es
p ita l. capital. lo m ism o, en capital. 22 E ste e rro r tiene u n pasado, y h a sta m ás de u n a docena de
pasados, com o la rival d e lady W in d erm ere. G e n era c io n e s de
D ietz 171: W u ch erka p i­ O sea: capital usurario F C 118: capital a interés
tal lectores de E l capital se h a n visto obligadas a cree r que 12 m u ­
ch ach as (adem ás de u n a estufa) p odían caber y h a sta tra b a ja r en un
D ietz 175: K usas Um­ O sea: la rev o lu ció n d e F C 122: el d e stro n a m ie n ­
w älzung C u za to d e K usa “c u a rtu c h o ” de 10 pies c u ad ra d o s, o sea de algo m e n o s de un m etro
F C 123: Las categ o rías
cuadrado, o q u e de 14 a 20 niños (véase p. 390 e n Roces) podían
D ietz 177: A uch d ie öko­ O sea: T a m b ié n las c a te ­
nom ischen K a t e g o r i e n g o rías económ icas [. . .] eco n ó m icas [. . .] d ejan c om prim irse de alguna m a n e ra en o tro “c u a rtu c h o que acaso no
. .1 tra g e n ih re ge­ llevan la señal de la ta m b ié n su h u ella h is­ tiene m ás que 12 pies c u a d ra d o s” (1 2 pies c u ad ra d o s = 1,11 m 2)
sch ic h tlich e S pur. h isto ria. tó ric a . o que u n ser h u m an o p o d ría sobrevivir e n ce rrad o u n a noche (véase
D ietz 201: s e in e n D ie­ O sea: a sus servidores F C 144: a su S eñ o r p. 585) en el e q u iv alen te de “ u n a caja de 4 pies c ú b ico s” (0,11 m '1;
n e rn se debió d e cir e n un cubo de 4 pies de arista). E stos tres erro re s
D i e t z 2 0 7 : U m d ie s e O sea: P a ra lleg ar a esos F C 148: P a ra su straerse se re p iten e n m u ch as trad u c cio n e s de E l capital, por ejem plo en
4 2 /3 M illio n en h e ra u s­ 4 2 /3 m illones a estos 4 2 /7 m illones
la versión de R oy p ro lo g ad a p o r A lthusser (ed. cit., pp. 625, 336,
zubekom m en
505), e n la a n o ta d a p o r R ubel (ed. cit., i, pp. 830, 1312, 1379-1380),
D ietz 236, 411, 535, 536: O sea: p lu stra b ajo [o, F C 173, 321, 426, 428:
según la t e r m i n o l o g í a p lu sv alía e n la ita lia n a de D elio C a n tim o ri (11 capitale, R o m a, E d ito ri Riu-
M e h ra rb e it
e m p le a d a p o r R o c e s, niti, 1970, i, 1, p. 323; i, 2, p. 178; i, 3, p. 144), e n la de P edroso
“ tra b a jo ex ced en te” ! (ed. cit., pp. 215, 345, 512), e n la retra d u cc ió n de F lo re a l M azía
D ietz 239: D a d e r A r­ O sea: C o m o la jo rn a d a F C 177: C o m o la jo r ­ (B uenos A ires, C a rta g o , 1973, pp. 297, 447, 662). L a única excep­
b eitstag = a b + b c la b o ral es = a b + b c, n a d a de tra b a jo es = a b ción p a rcial que conocem os e s la versión de Ju sto , quien se e q u i­
o d e r a c ist o sea a c a b
- { - b e , o s e a ------ voca en dos casos (pp. 224, 539) p ero acierta e n u n o (p. 360): “una
b c p eq u eñ a pieza, q u izá no m a y o r de 12 pies e n c u a d ro ” (¡y no de
D ietz 261: das B äckerge­ O sea: la in d u stria p a n a ­ F C 195: la in d u stria p a ­ 12 pies cuadrados!). C o m o e s n a tu ra l, e n cam bio, esta fam ilia de
w e r b e [ist] s te t s m it d e ra está siem p re con­ n a d e ra tien e siem p re e x ­ e rro re s no aparece e n la versión inglesa de E l capital, por la sim ple
K a n d id a te n ü b erfü llt gestionada d e asp iran tes ceso de d e m a n d a d e
brazos
razó n de que a q u í se re p ro d u c e el texto original de los inform es
o ficiales británicos e x tra c ta d o s y trad u cid o s por M a rx . E n descargo
D ietz 265: So ist endlich O sea: Así estalló, p o r F C 199: A sí fue com o
fin, la b u rb u ja d e la esta lló , p o r fin, la b o m ­
de tan to s trad u c to re s de E l capital señalem os que estos yerros
d ie S c h a u m b la s e d e r
T o ry sy m p a th ie fü r den s im p a tía to ry p o r el asa­ b a d e ja b ó n d e la sim ­ ap are cie ro n tam bién e n . . . ediciones a lem an as de la o b ra (por lo
s tä d ti s c h e n — b eileib e la ria d o urbano, je n m o ­ p a tía to ry p o r el p ro le ­ m en o s h a sta la segunda, ed. cit., pp. 301, 490, 720); en descargo
n i c h t den lä n d lich e n — do alguno p o r el ru ra l , ta ria d o del cam po — no
claro e s tá ! p o r el de la ciu d ad , de M a rx , digam os q u e es m u ch o m ás fácil c o n fu n d ir e n tre sí las
L o h n a rb e ite r geplatzt.
¡ D ios nos li b r e !— expresiones inglesas “fe et sq u a re “ y “square fe e t” que las alem anas
O sea: Es la a g ric u ltu ra F C 209: L a a g ric u ltu ra “F u ss im Q u a d ra t” y “Q u a d ra tfu ss” , y que en la fe de e rra ta s de
D i e t z 2 7 8 ; E s is t d ie
A g rik u ltu r W estindiens de las In d ias O c c id e n ­ de la In d ia o ccidental la segunda edición e l propio M a rx corrigió p o r lo m enos dos de
tales esos e rro re s (los d e las pp. 301 y 720).

XXIV XXV
D ietz 324: K o h len w as­ O sea: h id ro c arb u ro s F C 247: com binaciones D ietz 696: D ie H ä lfte O sea: L a m itad de los F C 560: E n la costa, la
sersto ffv erb in d u n g e n d e carb o n o d e r A rb e ite r im S tran d o b rero s del S tra n d [. . .] m ita d d e los o b r e r o s
[. . .] D ieser S tra n d Este S tra n d [u n conoci­ [. . .] E sta costa
D ie tz 347: neben O sea: ad em ás de las F C 267 : co n la falta de d o b a rrio de Londres]
s c h le c h te n A ussenstän- cu e n tas incobrables m e rcad o
den D ietz 562: U n te rd e s v er­ O sea: E n tr e ta n to , se F C 562: E n tre ta n to , se
lu m p en u n d v erk ran k en d e g ra d a b a n y e n ferm a­ llen ab an de m iseria y e n ­
D ietz 378: d e r fu n k tio ­ O sea: el cu erp o a c tu a n ­ F C 293: la in d iv id u ali­ sie m it M a n n u n d M aus b an u n o tras o tro ferm ed ad es, ju n to s h o m ­
n ie re n d e A rb eitsk ö rp er te del tra b a jo d a d física d el ob rero bres y rato n es [se trad u ce
lite ra lm e n te el m odism o
D ietz 387: S ie [die M a ­ O sea: [L a m a n u fa c tu ­ F C 300: Su o b ra d e a r­ alem án ]
n u fa k tu r} g ip fe lte als ra! descollaba, com o o b ra tificio eco n ó m ica [la de
ökonom isches K u n stw erk d e artificio eco n ó m ica, la m a n u factu ra ] se vio D ietz 727: G ale e re n strä f­ O sea: co n d en ad o a tr a ­ F C 585: forzado d e ga­
a u f d e r b re ite n G ru n d la ­ so b re la am p lia base del c o ro n ad a p o r la v asta ling bajos forzados leras
g e des städ tisch en H a n d ­ artesan ad o u rb an o y d e la re d del artesan ad o u r ­
w erks u n d d e r län d lic h in d u s tria d o m éstica ru ra l. b an o y de la in d u stria D ietz 731: E benso h ie r O sea: T a m b ié n a q u í la F C 589: T a m b ié n aq u í
h äu slich en In d u strie . d o m éstica ru ra l. v e r s c h l e c h te r te W o h n - existen cia d e los “ su p er­ e m p e o ra n las condiciones
lich k eits- u n d s o n s t ig e n u m e ra rio s” se d eb e al d e v iv ien d a y las dem ás
D ietz 392: L u ft m a c h t O se a : El a ire hace sier­ F C 305: El aire hace V e rh ä ltn is s e an der e m p e o r a m i e n t o q u e se condiciones d e v id a, p o r
eigen vo d u eñ o Q u elle d e r “ Ü b e rz ä h li­ verifica en las condicio­ cu lp a d e los “ brazos so­
gen” . nes h ab itacio n ale s y en b ra n te s ” .
D ietz 394: des S chw ung­ O sea: d el v o la n te [o F C 307: d el g rad o de las d em ás condiciones.
rads ru e d a m otriz] im p u lsió n [el tra d u c to r
lee S chw u n g -g rad en vez D i e t z 7 6 0 : e i n e m b e­ O sea: a u n ju rista fa­ F C 614: u n ju rista fa ­
d e S chw ung-rad] rü h m te n J u ris te n je n e r m oso d e la ép o ca, el m oso d e la época, S er­
Z e it, S e rg e a n t Snigge sergeant [m ejo r serjea n t] g e a n t Snigge
D ie tz 4 4 2 : W enn N ot O sea: E n casos de em e r­ F C 348: C u a n d o existe Snigge
am M a n n ist gencia p en u ria de h o m b res [v er­
sió n lite ra l d el m odism o D ietz 771: B au ern leg en O sea: expu lsió n de los F C 623: asen tam ien to s
ale m á n , m u y d e s a fo rtu ­ cam pesinos de cam pesinos
n a d a a q u í p o rq u e M arx
an aliza u n caso d e ‘‘ex­ D ietz 789: S ie e r o b e r t O sea: C o n q u ista p o r F C 637: Sólo ella co n ­
ceso55 de h o m b res y p e ­ d a h e r a u c h erst d em in ­ p rim e ra vez p a ra el ca­ q u ista, p o r ta n to , el ca­
n u ria d e “ tra b a jo ” ! d u strie lle n K a p ita l den p ita l in d u stria l, p u es, to ­ p ita l in d u stria] q u e n e­
g a n zen in n ern M a r k t. do el m ercado in tern o . cesita el m ercado in te ­
D ietz 460: w o d u rch ih re O sea: con lo cu al su F C 363: h ac ien d o que rior ín teg ro .
A nzahl d a s B e d ü r f n i s n ú m e ro [el de los o b re ­ a u m e n te con ello la d e­
n ac h A rbeit ü bersteigt ros adultos] re su lta ex ce­ m a n d a de tra b a jo D ietz 789: [siel frag en , O sea: p re g u n ta n a los F C 637: p re g u n ta n a los
sivo con resp ecto a la w ie G o tt d en K a in nach aristó c ra ta s r u r a l e s i n ­ aristó c ra ta s ru rales in ­
n ecesid ad de tra b a jo seinem B ru d e r A bel, so gleses, com o D ios a C aín gleses, com o C a ín a Dios
d en englischen G ru n d ­ p o r su h e rm a n o Abel [sic] p o r su h e rm an o
a risto k ra te n Abel
[Aunque hasta aquí hemos incluido apenas un error de D ietz 796: D ie Ü b e rb e ­ O sea: L a so b recarg a de F C 643: El en c areci­
steu e ru n g im puestos m ie n to excesivo de los
cada cuarenta o cincuenta registrados — muchos son los artícu lo s
llamados y pocos los escogidos— este cotejo ocupa ya O sea: C o m o la m arin a F C 644: Las fábricas
D ietz 797: W ie die kö­
demasiado espacio. Veamos un puñado de ejemplos del nig lich e F lo tte , re k ru tie ­ real, las fáb ricas reclu ­ re c lu ta n su p erso n al, co­
re n sich d ie F a b r i k e n ta n su p erso n al p o r m e­ m o la M a rin a re a l, p o r
resto del tom o i:] v e rm itte ls t d er Presse. d io de la leva. m ed io de la p ren sa. 23

D ietz 511: S ubsum tion D ietz 798: L a n c a s h ir e O sea: e s p e c i a lm e n te F C 644: L an cash ire so­
O sea: su b su n ció n [su­ F C 406: ab so rció n del
des P ro d u zen ten n a m e n tlic h , bis zu je n e r L a n c a s h i r e —h a s ta esa b re to d o , que h asta e n ­
b o rd in a ció n ] del p ro d u c ­ p ro d u cto
tor Z e i t v erg leich u n g sw eis época relativ am en te poco tonces h a b ía sido u n a
d ü n n b ev ö lk ert u n d u n ­ p o b l a d o e im p ro d u c ti­ ciu d ad [sicl relativ am en ­
fru c h tb a r vo— te p o co p o b la d a e im ­
D ietz 529: D e r “ n eue O sea: E] “ n u ev o em ­ F C 406: E l “ nuevo rey
ju ristisch e R a tte n k ö n ig ” b ro llo [o in trín g u lis] ju ­ d e las ra ta s ju ríd ic a s ” p ro d u ctiv a
r íd ic o ” [tra d u c c ió n lite ra l del
m odism o alem án ]
23 L a curiosa idea de q u e la R o y a l N a v y re clu ta b a sus m a ri­
D ie tz 6 0 9 : T e il des O sea: p a r te d el plus- F C 489: p a rte d el tr a ­ neros “por m edio de la p re n sa ” y no a p alo s (véase, en un buen
M e h rp ro d u k ts p ro d u cto [o del “ p ro d u c ­ b a jo ex ced en te
to e x c ed en te” ] d icc io n ario inglés, los artícu lo s press, press-gang, press-m oney, etc.)
es p a trim o n io de las trad u ccio n es españolas de E l capital. V éase,
D ie tz 648: G elüste n ach O sea: veleidades d e u n F C 520: a p e tito s d e p e r­ a d em ás de Roces, Ju sto , p. 594, P edroso, p. 562. T am b ién la
m e n s c h l i c h e r F o r te n t­ m ay o r p ro g reso h u m a n o tu rb a c ió n h u m a n a
w icklung ed. cit. de C artag o , p. 737, a u n q u e en la versión d e R oy que
le sirve de original (p. 562 en la ed. p ro lo g ad a p o r A lthusser)
D ie tz 649: H u m e au f sei­ O sea: H u m e se e n tr e ­ F C 522: en su lecho de la p a la b ra presse ap are zc a su b ray ad a, p recisam ente p a ra h a ce r ver
n e m S te rb e b e tt sich m it te n ía en su lech o de m u e rte , H u m e se d iv e r­
L u k ia n u n d W hist a m ü ­ m u e rte con L u cian o y el tía leyendo a L u c ian o y al lec to r que n o se la usa en su sentido m ás h a b itu a l, sino en el
sierte w h ist a W h ist de leva {presse des m atelots, p o r ejem plo).

XXV I XXVII
D ietz 804: D er F o rt- O sea: E l p ro g reso d e la FC 649: Los progresos mente en un caso y de m anera semivergonzante en el otro,
sc h ritt d e r I n d u s trie in d u s tria l . . s u stitu - de la in d u s tria l . . .],
[. . .] setzt an d ie S tel- ye, con la u n ificació n re- h ac en q u e el aislam iento ambas versiones — la publicada por ED A F (M adrid, 1967)
le d e r Isolierung d er A r- v o lu cio n aria d e los ob re- de los o b rero s p o r la y la de Floreal Mazía para la Editorial Cartago (1 9 7 3 )—
b eiter d u rc h d ie K o n - ros p o r la asociación, su co n c u rre n cia su stitu y a su
k u rren z ih re revolutio- a i s l a m i e n t o p ro v o cad o u n ió n rev o lu cio n aria p o r se basan en el texto francés de dicho tomo. Nada habría
n a re V erein ig u n g d u rc h p o r la co m p eten c ia. la asociación,
d ie A ssoziation. que objetar, naturalmente, a una traducción castellana del
texto de Roy si la misma apareciera en el marco de una
La desprolijidad que empaña los aciertos de Roces
edición crítica de todas las versiones del primer tomo.
— y conviene subrayar que pese a todo esos aciertos exis­
Pero cuesta entender las razones científicas que puedan
ten, y que no son pocos— se manifiesta también en las
llevar a desechar las versiones alemanas del tomo i, total­
demasiado frecuentes omisiones de palabras, grupos de
mente escritas por M arx, en beneficio de una traslación
palabras, frases y, ocasionalmente, párrafos. Para no exten­
que en el mejor de los casos habría sido totalmente revisada
dernos sobre omisiones menores, digamos que en la p. 152
por M arx y que, salvo agregados incorporables (y en gran
falta un párrafo que en Dietz, p. 210, ocupa 13 líneas,
y que en la p. 468 se han omitido dos frases y además parte incorporados por Engels) al cuerpo de la segunda
una extensa nota (18 líneas en Dietz, p. 584). Estas ausen­ edición alemana, es notoriamente inferior a ésta.
cias se compensan, por así decirlo, con la inserción de La reiteración de estas retraducciones — ¡como si no
pequeños comentarios o explicaciones interpolados por hubiera una enorme masa de textos de M arx y Engels
el traductor en el texto de Marx. Talvez se pueda disculpar escritos originalmente en idiomas más accesibles que el
que en la p. 18 la palabrita alemana “so” (“así”, “de esta alemán y a la espera de su primera traslación al caste­
suerte” ) se transforme en “Es lo mismo que acontece en llano!— hace necesario un análisis más profundo de la
otro orden de relaciones, donde”, etc., pero parece total­ versión francesa en que se basan. En la defensa de ésta
mente inadmisible, para citar un par de casos entre mu­ se hace hincapié, a falta de argumentos más sólidos, en
chos, que en la p. 426 se limite una tesis de M arx con la que Marx, tal como lo declaró en distintas oportunidades,
acotación: “Dentro del capitalismo”, o que en la p. 533 la habría revisado totalmente. Riazánov aconsejó cierta vez
el traductor explique, sustituyendo al autor: “Pero este que sometiéramos “a examen crítico las palabras de En­
crecimiento no es constante, sino relativo”, etcétera. gels, como las de cualquier historiador” . También las de
Todo lo que antecede confirma, creemos, nuestra afir­ Marx. Y el examen crítico muestra que es muy dudoso
mación inicial: la versión de Roces, pese a sus méritos que esa revisión (el propio Marx, en su epílogo a L e capi­
(sobre todo estilísticos, pero muchas veces también inter­ tal, destaca la despareja prolijidad de la misma) haya
pretativos), debe utilizarse con precaución. Ello no signi­ sido total: en la traducción de Roy existen errores — más
fica desconocer el valioso aporte de Roces a la difusión adelante veremos algunos— que no podían escapar a la
del pensamiento de M arx y, muy especialmente, el que haya atención del autor si éste hubiese leído los pasajes corres­
sabido demostrar que la exposición de los temas económicos pondientes.
e históricos más complejos no está necesariamente ligada a Mucho más importante que determinar el carácter total
la chatura e insipidez del estilo, tan frecuente en otras o parcial de la revisión efectuada por M arx, sin embargo,
versiones de los clásicos. es establecer cuál fue la naturaleza de la misma. Sin duda,
gran parte de su labor (un “trabajo del demonio”, le es­
Las dos últimas versiones castellanas del tomo i de cribiría a Sorge el 21 de junio de 1 8 7 2 )25 consistió en
El capital constituyen una clara involución.24 Vergonzante- expurgar parte de los errores de Roy, quien recibido al prin­
cipio con los brazos abiertos como excélente traductor de
24 N o nos re fe rim o s aquí a la e fec tu a d a p o r un equipo de tra ­ Feuerbach, pronto motivó la acerba decepción de M arx y
du cto res anónim os supervisados p o r R aúl S c iarre tta (Buenos A ires,
E diciones C o rreg id o r, 1973), ya q u e d e la m ism a h asta a h o ra sólo q u e se reco m ien d a “d e ja r delib erad am en te de lado, e n una prim era
se h a p u b licad o un volum en q u e co m prende los capítulos I-IV , lec tu ra ” , los capítulos i-m . H em o s seguido el consejo.
p recedidos de una introducción teórica de L ouis A lthusser en la 25 M arx-E ngels, W erke, t. x x x m , p. 477.

XXVIII XXIX
sus allegados.26 Pero Marx, como ya indicamos esquemá­ Revisión simplificadora de Marx y fallas del traductor
ticamente, no se redujo a enmendarle las planas a Roy: se conjugan, pues, para convertir buena parte del texio
francés en una vulgarización, y por momentos en una
1) Por un lado, incorporó a la versión de Roy no
vulgarización defectuosa, de la obra original. Se desdibuja
pocos textos nuevos, algunos de ellos extraordinariamente
y confunde la terminología, en general tan precisa, de las
importantes. Cuando Marx, en el epílogo a la edición fran­
versiones alemanas.30 Un “sich verwertender W ert” (24
cesa, escribe que ésta “posee un valor científico indepen­
204, W 228, “valor que se valoriza a sí mismo” ) se trans­
diente del original” y que por ello “deben consultarla in­
forma en “une valeur qui fait des petits” (T FA 165, C ar­
cluso los lectores familiarizados con la lengua alemana”,
tago 217 “un valor que engendra hijos” ); la “Verwertung
se refiere precisamente a esos agregados.27
des W erts” (24 614, W 618, “valorización del valor” ) se
2) Por otro lado, el objetivo de la revisión, como lo reduce a la “ accumulation” en TFA 428 (Cartago 565
dice expresa y reiteradamente Marx, fue “aclarar la cosa “acumulación” ); “verwertet” (24 638, W 642, “valoriza” )
a los franceses” (carta a Sorge del 23 de abril de 1872), se traduce por “fait fructifier” (T FA 675, Cartago 588
“acomodar al gusto del público francés” determinados pa­ “hace fructificar” ) y la “Selbstverwertung des Kapitals”
sajes (carta a Danielson del 28 de mayo de 1872),28 volver (24 379, W 386, “ autovalorización del capital” ) se meta-
la redacción “más accesible al lector [francés]” (epílogo morfosea en el “rendement du capital” (T FA 268, Cartago
a Le capital). A los errores de Roy no corregidos se sumó, 357 “rendimiento del capital” ). Uno esperaría que si Marx
así, la simplificación practicada por el propio Marx para antepone a esta última expresión, en otro pasaje del ori­
que su obra, lo esencial de su obra, resultara accesible ginal alemán, el adjetivo “beständig” (“beständige Selbst­
a ese público francés “tan impaciente por llegar a las verwertung des Kapitals”, 24 632, W 6 3 4 ), Roy debería
conclusiones” que podía desalentarse al ver que el camino limitarse a añadir a su traducción anterior del término el
era más arduo de lo que había imaginado.29 epíteto francés “constant”, pero no es así: nos habla ahora,
inspiradamente, del “miracle, toujours renaissant, de ses
20 “L a trad u cció n [francesa] de la p rim e ra p a rte del lib ro ” , le
vertus prolifiques” (T FA 438, Cartago 581 “el milagro,
escribe la hija m ay o r de M arx, Jenny, el 3 de m ay o de 1872 a
K ugelm ann, “n o es tan buena com o p o r la fa m a del trad u c to r, siempre renaciente, de sus virtudes prolíficas” ). “Ver­
el señor R oy [ .. .], teníam os toda la razón de e sp e ra r.” “E l trab ajo wertung” (“valorización” ) admite variadas equivalencias
que m e ocasio n a revisar la traducción m ism a [de Roy] es increíble” , (no siempre demasiado equivalentes) en la versión de Roy,
co m unica M a rx a D anielson el 18 de e n ero de 1872. “P ro b a b le ­ pero es frecuente que su presencia resulte tan enojosa que
m ente m e h a b ría d a d o m enos tra b a jo si desde un prim er m om ento
h u b ie ra hecho yo m ism o la cosa. Y encim a, el resu ltad o de tales se suprima la palabra o, incluso, la frase entera en que se
e m plastos y rem iendos [Z urechtflicken] es siem pre un fran g o llo .” halla inserta: la “ augenblickliches Verwertungsbedürfnis
C onceptos sim ilares expresa en cartas a Sorge (21 de diciem bre des Kapitals” (24 267, W 284, “momentánea necesidad de
de 1872) y a B olte (12 de fe b re ro de 1873). (Ib íd e m , pp. 700, 560,
552, 564.)
valorización del capital” ) se transforma en simple “besoin
27 A la d u rísim a crítica de E ngels c o n tra la versión francesa momentané du capital” (T F A 203, Cartago 269 “necesi­
(“fu e rz a y savia y vida se han ido al d iab lo ” , se h a adq u irid o dades momentáneas del capital” ), lo que modifica, empo­
“ c ie rta elegancia” al p recio de la “castración del lenguaje”) todo breciéndolo drásticamente, el sentido de toda la importante
lo que contesta M arx es: “C re o que e n c o n tra rá s cosas sueltas
[algunas cosas, detalles: E inzelnes] que están m ejor que en a le m án ” .
frase en que está incluida esa expresión; de manera aná­
(Ib íd e m , pp. 94 y 96.) loga, en las primeras líneas del capítulo vil (ix en la versión
28 Ib íd em , pp. 469, 477. francesa) se tacha la frase “o en otras palabras, la valori-
29 P ró lo g o a la edición fran c e sa (c arta de M arx a L a C h a tre ;
véase, aquí, p. 21). (L a edición de C a rta g o sigue con tan ta fidelidad
a su sim ilar francesa que re p ro d u c e esa c a rta en facsím il de p u ñ o 30 E n el cotejo siguiente, “2^” significa segunda edición ale­
y le tra de M arx, en francés, sin trad u c irla al castellano. R equisito m an a , ed. cit.; “ W ”, M arx-E ngels, W erke, t. x x m ; “T F A ” , tra d u c ­
este que p a rec ería tan im prescindible — o quizás tan prescindible— ción fran c e sa p ro lo g ad a por A lthusser, ed. cit.; “C a rta g o ” , la
com o tra d u c ir al español el cu erp o de la versión francesa.) versión de El capital p u b lic a d a últim am en te p o r d ich a editorial.

XXX XXXI
zación del valor del capital adelantado C” (subrayados torm ento del trabajo no se agota en el hecho de ser “for­
de Marx; cfr. 2? 201, W 226 y TFA 163, Cartago 2 1 5 ).31 zado” y no todo “sufrimiento” es una “Arbeitsqual”, ni
Estas vacilaciones y empobrecimientos se extienden mucho menos. Ni siquiera las categorías fundamentales del
prácticamente a toda la terminología científica de E l capi­ pensamiento económico marxiano se salvan de esta confu­
tal. La “Vergegenstándlichung der Arbeit” (2? 152, W sión generalizada: “M ehrarbeit” (“plustrabajo” ) suele
181, “objetivación del trabajo” ) cede la plaza a “réaliser traducirse por “surtravail” (en Cartago “sobretrabajo” ),
du travail” (T F A 130, Cartago 174 “realizar trabajo” ). pero no faltan los casos en que se sustituye ese término
“Fronarbeit” (2? 228, W 250, “prestación personal servil” por una expresión tan ambigua como “travail extra”, que
o “corvea” ) se traduce en el mismo párrafo de la versión el lector tenderá a asociar, como es obvio, al trabajo efec­
francesa una vez por “servage” y otra, con mayor impre­ tuado fuera de la jornada laboral “normal” (T FA 199,
cisión aun, por “serf” (T FA 181, Cartago 236-237 “servi­ 230, Cartago 263 y 309 “trabajo extraordinario” ). Otro
dumbre” y “siervo” ). El “potenzierte Arbeit” ( “trabajo tanto ocurre con “Surplusarbeitszeit” ( “tiempo de plustra­
potenciado” o “trabajo elevado a una potencia” ) a veces bajo” ), expresión de la cual sin el menor esfuerzo hemos
es “travail puissancié” , pero otras “travail complexe” encontrado en Roy tres traducciones distintas (tan sin es­
(cfr. 2? 325 y W 337 con T F A 237, Cartago 318 “tra­ fuerzo que dos de ellas figuran en el mismo párrafo):
bajo complejo” ). Una “immanenter Widerspruch” (2? 426- “temps extra” (? ), “ temps de travail extra” (?) y “temps
427, W 429-430, “contradicción inmanente” ) bien puede de surtravail” (cfr. 2? 207 y 241, W 231 y 262 con TFA
convertirse en una “contradiction intime” (T FA 294, 167 y 615; en Cartago 219 y 248 una pequeña omisión
Cartago 391 “contradicción íntima” ). L a “Arbeitsqual” complica algo más la cosa: “tiempo de trabajo excedente”,
o “Qual der Arbeit” (2® 670, 671, W 673, “tortura del “tiempo de trabajo” y “tiempo de sobretrabajo” ).
trabajo”, cfr. también W 674) se trasm uta en a) “travail Al uso de una terminología caótica y muchas veces
forcé”, b ) “souffrance” (T FA 472, Cartago 619 y 620 inapropiada se suman las frecuentes supresiones de frases
“trabajo forzado” y “sufrimiento” ), manera de traducir y párrafos (más raramente, de páginas). Dichas supre­
que dilapida la riqueza conceptual del original, porque el siones obedecen a motivos variados. La molesta polisemia
de la palabra francesa “argent” ( “plata” o “dinero”, según
los casos) parece haber sido la causa de un par de cortes
31 L as dificultades en la trasla ció n fran c e sa de los derivados
de W ert (valor) g u a rd an e strec h a re la ció n con la resistencia e n c a r­
en TFA 99 (Cartago 126, cfr. 2? 97 y W 1 3 1 ).32 A la
n izad a q u e se opo n ía en F ra n c ia a la intro d u cció n de neologism os, intención de poner el texto al nivel filosófico del lector
incluso a los de irreprochable, ra íz latin a y p e rfe c ta form ació n , francés — nivel que M arx no suponía particularmente
co m o es el caso de “v a lo risa tio n ” y “v a lo rise r” (eran los tie m ­ alto— se debe, sin duda alguna, la poda de muchos de
p os, a p ro x im ad am en te, en q u e B alzac im p u g n ab a un v e rb o hoy tan
usual co m o “in d iv id u aliser” o V ictor H u g o c en su rab a, co m o de
los pasajes en que es más patente la influencia de Hegel
“m au v ais style” , el térm in o “individualité” , tal co m o dos siglos antes sobre el autor de El capital. Para no hablar de numerosas
V augelas h a b ía a n ate m a tiz a d o una p a la b ra tan n o rm al, p o r así de­ supresiones menores, digamos que una página y media de­
cirlo, co m o “exactitude” , a la q u e tac h ó de “ m o n stre ” ). E l a u to ri­ saparece, por ejemplo, en TFA 366 (Cartago 488, cfr. 2^
z ad o D ictionnaire é ty m o lo g iq u e de la langue française de Bloch-
W a rtb u rg (4 3 ed. rev. y a u m ., P aris, 1964, p. 662) fecha en 1907 la 532-533 ó W 533-534) y que otra página aun más hegue-
p rim e ra ap arició n co n o cid a del térm in o valorisation. P e ro M arx lianizante es suprimida en TFA 422 (Cartago 558, cfr. 2?
no sólo fu e un in n o v ad o r en econom ía p o lítica, sino tam b ién , al 607-608, W 609-610). El deseo de no herir el orgullo
parecer, un c rea d o r d e . . . neologism os franceses. H a rto , evidente­ nacional del lector francés es, muy probablemente, lo
m en te, d e las veleidades de R oy con la trad u c ció n de “V e rw e rtu n g ” ,
en el cap ítu lo xxiv (publicado en 1874 ó 1875) de la versión
fran c e sa ya h a b ía tra d u c id o “V erw ertu n g sm ittel” p o r “ m oyens [. . .] 32 V éase la n o ta (T F A 587-588, om itida en C a rta g o 84) donde
d e valorisation” (su b ra y ad o p o r M arx), ag reg a n d o al pie de página M a rx explica lo co n fu sas q u e re su lta ría n en fran c é s expresiones
esta com edida n o ta filológica: “N o s p a rec e q u e la p a la b ra valori­ com o “fo rm e a rg en t d e l’a rg e n t” (¿form a d in e ra d a de la plata,
sation ex p resaría con la m ayor exactitud el m ovim iento que hace fo rm a a rg én tea d e l dinero?) o “l’o r devient a rg en t” (que po d ría
de un valor el m edio de su p ropia m u ltip licació n ” (T F A 425 y 670). in te rp reta rse , equiv o cad am en te, com o la p esadilla de u n alquim ista).

XXXII XXXIII
2* 71-72, W 107-108: E l c o m p o rta ­ [P asaje su p rim id o en T F A 82, C a r­
que indujo a M arx a reducir a una frase la lapidaria nota m ie n to p u ra m e n te ato m ístico de los tago 105.]
dedicada a Comte en la primera edición.33 Consciente de h o m b res en su p ro ceso social de

f
»reducción, y p o r co n sig u ien te ia
la popularidad de Proudhon entre los obreros franceses, el ig u ra d e cosa q u e rev isten sus p r o ­
p ias relacio n es de p ro d u c c ió n — fig u ­
autor eliminó, atenuó o despersonalizó muchas de las crí­ r a q u e n o d ep e n d e de su co n tro l, de
ticas más mordaces contra aquél.34 sus acciones in d iv id u ales co n scien ­
tes— se m a n ifie sta a n te to d o e n q ue
los p ro d u cto s d e su tra b a jo a d o p ta n
Un cotejo pormenorizado entre las ediciones alemanas e n g en e ra l la fo rm a d e m erca n cía s.
y la francesa ocuparía .demasiado espacio. Bastará una El e n ig m a q u e en c ie rra el fe tic h e
del d in e ro n o es m á s, p u es, q u e el
docena de ejemplos, creemos, para que el lector advierta en ig m a , a h o ra visible y d e slu m b ran ­
te , q u e en c ie rra el fetich e de la
por sí mismo algunas de las carencias y simplificaciones m erca n cía .
de la versión francesa. Para no complicar esta confron­ 2* 133, W 165: E l v alo r ad e la n ta d o T F A 118, C a rta g o 159: E n conse­
o rig in a ria m e n te n o sólo, p u es, se cuen cia, el v alo r an ticip ad o n o sólo
tación no la hacemos entre el original alemán, la traduc­ co n serv a en la circ u la c ió n , sino q ue se conserva en la circu lac ió n , sino
ción de Roy y sus respectivas traslaciones castellanas, sino e n ella m o d ifica su m a g n itu d de q u e ad e m ás m o d ifica en ella su m ag ­
valor, ad icio n a u n plusvalor o se n itu d , le ag reg a alg o , se valoriza.
simplemente entre estas dos últimas: valoriza.

2* 49, W 86: L o m isterioso de la T F A 69, C a rta g o 87: H e a h í p o r q u é


éstos [los p ro d u cto s d el tra b ajo ] se
[El plusvalor del texto original se convierte en simple
fo rm a m e rc a n til consiste sen cilla­
m e n te , p u es, en que la m ism a re- co n v ierten en m e rcan cías, es d ec ir, “plus” (excedente) en la versión francesa y en “algo”
tle ja a n te los h o m b re s el c a rá c te r en cosas q u e se p ercib en y n o se
social de su p ro p io tra b a jo com o p e rcib en , o cosas sociales.
en la de Cartago.]
c a ra cte res objetivos in h e re n te s a los
p ro d u cto s d el tra b a jo , com o p r o ­
p ie d ad es sociales n a tu ra le s d e d i­ 2* 134, W 166: Si se tr a ta , p o r co n ­ T F A 119, C a rta g o 159: E n cu a n to
chas cosas, y p o r en d e , en q u e ta m ­ sig u ie n te, d e valorizar el valor, existe el au m en to d el v alo r es el o b jetiv o
bién refleja la re la c ió n social q u e la m ism a n ecesid ad de v alo rizar las fin al d el m o v im ie n to , 110 esterlinas
m e d ia e n tre los p ro d u c to re s y el tr a ­ £ 110 q u e [as £ 100, ya q ue e x p e rim en tan la m ism a n ecesid ad de
b a jo global, com o u n a relació n social am bas sum as son expresiones lim i­ crecer q u e 100.
e n tre los ob jeto s, existente al m a rg en tad as d el v alo r d e cam b io , y p o r
de los p ro d u c to re s. Es p o r m e d io d e ta n to u n a y o tr a tien en la m ism a
este qu id pro quo com o los p ro d u c ­ v o cació n de ap ro x im arse, m e d ian te
tos d el tra b a jo se c o n v ierten en m e r­ u n in c re m e n to c u a n tita tiv o , a la
ca n cías, en cosas sen so rialm en te su ­ riq u e z a ab so lu ta.
prasensibles o sociales. 2* 150, W 180: E l ca p ital, p o r en d e , [P asaje su p rim id o en T F A 128, C a r­
n o p u ed e su rg ir de la circ u la c ió n , y tag o 173.]
es ig u a lm e n te im posible q u e n o su rja
de la circ u la c ió n . T ien e q u e b ro ta r
33 E sta nota tam b ién aparece abreviada en la segunda edición al m ism o tiem p o en ella y n o en
ella.
ale m a n a (2? 342), que se p u b licó poco a n te s de la versión francesa
y, en g e n era l, le sirvió de base. P e ro com o lo d e m u e stran n um erosas 2* 163, W 192: E l tra b a jo es, en T F A 139, C a rta g o 187: E l tra b a jo
p r im e r lu g a r, u n pro ceso e n tre el es, a n te to d o , u n a c to q u e se d esa­
c a rta s de M a rx y E ngels (ver por ejem plo W e rk e , t. x x x m , pp. 432, h o m b re y la n a tu ra le z a , u n proceso rro lla e n tre el h o m b re y la n a tu ­
453, 457, 465, 469, 495, etc.), M a rx tra b a jó a la vez en la p re p a ­ e n q u e el h o m b re m e d ia, reg u la y raleza.
co n tro la su m etab o lism o con la n a ­
ración de las dos ediciones (corregía p ru e b a s de la alem an a y tu ra leza .
orig in ales de la fran cesa) o, m ás ex ac ta m en te, de la p rim e ra p a rte
2* 593, W 596: E l o b re ro m ism o, T F A 413, C a rta g o 547: L a co n ti­
de a m b as ediciones. N o p odía q u e d ar e n la versión alem an a u n a p o r co n sig u ien te, p ro d u c e co n sta n ­ n u id a d o re p e tic ió n p e rió d ic a del
nota suprim ida e n la fran c e sa p o r esos m otivos. A razones sim ilares te m e n te la riq u eza o b je tiv a com o p roceso d e rep ro d u c c ió n c a p italista
capital, com o p o d e r q u e le es ajen o , rep ro d u c e y p e rp e tú a , p o r lo ta n to ,
se debió, m uy v erosím ilm ente, e l que se elim in a ra de la segunda q u e lo d o m in a y lo ex p lo ta, y el la b ase: el tra b a ja d o r en su calid ad
e dición alem an a u n a referencia polém ica sobre “el sem irruso y cap italista, asim ism o, c o n sta n tem en te de asalariad o .
m oscovita p e rfe c to H e rz e n ” , ya suprim ida en la versión ru sa de p ro d u c e la fu e rza de trabajo com o
fu e n te su b jetiva y ab stra c ta de ri­
El capital (m arzo de 1872). queza, se p a ra d a de sus p ro p io s m e­
d ies de o b je tiv a ció n y efectiv izació n ,
34 N o deja de ser c u rioso que los e d ito res de la versión f ra n ­ ex isteh te en la m e ra c o rp o re id a d del
o b re ro ; e n u n a p a la b ra , p ro d u ce al
cesa u tilizada p o r C a rta g o se m anifiesten m uy p reo cu p ad o s p o r tr a b a ja d o r com o a s a la r ia d o . E sta
re sta u ra r e n n o tas el an tip ru d o n ism o de M arx , p e ro no su anti- co n sta n te rep ro d u cció n o p erp etu a ­
ción del obrero es la [co n d itio ] sine
com tism o. qua non d e la p ro d u cció n c a p italista.

X XX IV xxxv
2* 612, W 617: En el c a p ítu lo a n te ­ T F A 427-428, C a rta g o 565: H a s ta
rio r consideram os el plusvalo r, o en aq u í hem os en c a ra d o la plu sv alía,
su caso el p lu sp ro d u cto , sólo com o o ra com o fo n d o d e con su m o , o ra versiones alemanas y que en ciertos casos aislados las su­
fo n d o in d iv id u al de consum o del com o fo n d o d e ac u m u lac ió n del ca­ pera.36 Veamos un par de ejemplos:
capitalista', en este ca p ítu lo , h asta p italista. Es u n a y o tra cosa a la vez.
a q u í, ú n ic a m e n te com o fo n d o de
acu m u la ció n . P ero no es n i u n a 2* 386, W 393: Es, en re a lid a d , m u ­ T F A 637-638, C a rta g o 362: [. . .1
cosa n i la o tra , sino am bas a la vez. cho m ás fácil h a lla r p o r el análisis Es m ucho m ás fácil e n c o n tra r p o r
el n ú cleo te rre n a l d e las brum osas análisis el co n ten id o , el nú cleo te­
ap a rien cias d e la relig ió n q u e , a la rre n a l d e las nebulosas concepciones
2* 614, W 618: í. . .1 con diciones T F A 428, C a rta g o 565: í . . co n d i­ in v ersa, p a rtie n d o d e las condiciones d e la relig ió n , q u e h ac er v er, p o r
m ateriales de p ro d u cció n q u e son las ciones m ateriales q u e son las únicas reales d e v id a im p eran tes en cad a u n cam in o inverso, cóm o las co n d i­
únicas capaces de co n stitu ir la base capaces de fo rm a r la base d e u n a ép o ca, desarrollar las fo rm as d iv in i­ ciones reales de la v ida se revisten
real de u n a fo rm a ció n social su p e­ sociedad n u ev a y su p erio r. zadas co rresp o n d ie n tes a esas co n d i­ p oco a po co d e u n a fo rm a e térea.
rio r cuyo p rin c ip io fu n d a m e n ta l sea ciones. E ste ú ltim o es el ú n ic o m é­ Ése [en fran cés “ c ’est la ” : “ éste ” ,
el d esarro llo pleno y lib re de cada tod o m a terialista , y p o r co n sig u ien te “ este ú ltim o ” ! es el ú n ic o m éto d o
individuo. cien tífico . m a terialista y p o r lo ta n to cien tífico .

2* 619, W 623: E n la m ism a m e d id a [P asaje su p rim id o en T F A 672.]35


en q u e le es a je n a la “ c o n tra d ic c ió n ” [En la versión alemana M arx parecería proponernos una
h eg u e lian a , fu en te de to d a d ia léc­ misión más bien irrealizable: hallar o desarrollar, por
tica, M ili se sien te com o u n p ez en
el agua en m e d io de las c o n tra d ic ­ ejemplo, las para nosotros desconocidas concepciones reli­
ciones m ás vulgares.
giosas de los hombres del paleolítico a partir de sus condi­
[P asaje s u p rim id o en T F A 438, C a r ­
ciones reales de vida, que sí conocemos con cierta aproxi­
2* 632, W 634: T odas las poten cias
del tra b a jo se p royectan com o p o ­ tago 583.1 mación; en la versión francesa el autor propone una tarea
tencias del ca p ital, así com o todas
las form as d e v alo r de la m e rc a n c ía
difícil, pero claramente factible.]
lo hac en com o form as d el d in e ro .
2* 515, W 512: El d esarro llo de las T F A 351, C a rta g o 466: P ero el ú n ico
2* 646, W 649: N o p u ed e n o c u rrir T F A 448, C a rta g o 595: ¿Y cóm o co n trad icc io n es d e u n a fo rm a h is tó ­ cam ino real p o r el cual u n m odo de
las cosas de o tra m a n e ra en u n m odo p o d ría ser d e o tro m odo, cu an d o ric a d e p ro d u c c ió n , n o o b s ta n te , es p ro d u cció n y la o rg an izació n social
de p ro d u cció n d o n d e el tra b a ja d o r el tra b a ja d o r sólo existe p a ra au m en ­ el ú n ic o cam in o h istó rico q u e lleva q u e le co rresp o n d e m a rch an a su
existe p a ra las necesidades de valo­ ta r la. riq u eza aje n a , c re a d a p o r él? a la diso lu ció n y tra n sfo rm a c ió n de d isolución y su m etam orfosis es el
rización d e valores ya existentes, en la m ism a. d esarro llo h istó rico de sus an ta g o ­
vez d e ex istir la riq u e za o b jetiv a nism os in m a n e n te s. Éste es el secreto
p ara las necesidades d e d esarro llo del d el m o v im ien to h istó rico q u e los
tra b a ja d o r. d o ctrin ario s, o p tim ista s o socialistas,
no q u ie re n c o m p re n d e r. [E sta ú ltim a
frase, q u e fa lta en C a rta g o , la to m a ­
2» 671 (en W 674, ligeras d ife re n ­ T F A 471, C a rta g o 619: [la con d ició n mos d e la v ersió n francesa.]
cias d e r e d a c c ió n ): [la co n d ició n de de existen cia d el asalariad o esl la
existencia del asalariad o es la] venta v en ta de su fu erza.
de su fu e rza de trabajo p a ra au m e n ­ A hora bien, si se exceptúa la existencia de algunas
ta r la riq u eza a je n a o p a ra la au-
to v alo rizació n d el capital. variantes que, como las que hemos señalado, deberían ser
cuidadosamente relevadas y luego incorporadas en notas
No creemos que sea necesario prolongar esta confron­ a una edición crítica de E l capital, no quedan más razones
tación abrumadora. La lealtad con nosotros mismos y con legítimas que las afectivas para explicar el hecho de que
el lector nos obliga, en cambio, a señalar que ett no pocos en Francia se siga editando, en vez de una traducción cien­
pasajes el texto francés resiste bien la comparación con las tífica del libro, la defectuosa versión de Roy. H asta inves­
tigadores como Althusser — cuyas tesis antiheguelianas se
15 En C a rta g o 571 este pasaje aparece d irectam en te incorpo­ benefician directamente, por así decirlo, de la desheguelia-
ra d o al cuerpo de la nota, sin indicación de que se lo ha tom ado nización del texto francés— recomiendan “a quienes pue­
de las ediciones alem anas. E n supresiones de este tipo se basa dan hacerlo” la lectura del “texto alemán”, “porque Marx,
Louis A lthusser, sin d uda, para sostener, por interpósita persona,
que “ la dialéctica de M a rx no tiene nada que ver con la de H egel"
(ver Louis A lthusser, “ R udim ents de bibliographie c ritiq u e ”, en K. 36 N o nos re fe rim o s aquí, obv iam en te, a los agregados de
M arx, Le capital, ed. cit., p. 29); M arx, en cam bio, creía que la M a rx in co rp o rad o s p o r E ngels a la terc era y c u arta ediciones
“c o n tra d ic c ió n ” hegueliana era la fuente de toda dialéctica. alem an as, sino p re cisa m e n te a las v arian tes que E ngels, p o r las
razones que fu e ra , n o tu v o en cuenta.
XXXVI
XXXVII
que dudaba de la capacidad teórica de los lectores fran­ compendio perfecto de inexactitudes: sostiene que un
ceses, en ocasiones atenuó peligrosamente la nitidez de extenso pasaje (m al delimitado, además) “figuraba en nota
las expresiones conceptuales originales” .37 ¿Por qué, enton­ en las dos primeras ediciones alemanas” y que “Engels
ces, no verter el texto alemán al francés, para que quienes se inspiró en la edición de Roy para integrarlo al texto
hoy no pueden hacerlo tengan acceso, por fin, a las expre­ de la 34 y 44 ediciones alemanas”. Sin ser escépticos por
siones conceptuales originales en toda su nitidez?™ naturaleza, nos parece más bien difícil que en las ediciones
Pero si los franceses pueden sentirse ligados a la ver­ alemanas de 1867 y 1872-1873 pudiera figurar un frag­
sión de Roy por razones afectivas ( “le cœur a ses raisons mento en el que se transcribe extensamente un artículo
que la raison ne connaît point” ), éstas, suponemos, no inglés de 7574; en cuanto a Engels, éste no parece haberse
han de ser las de más peso cuando se trata de los editores inspirado demasiado en la “edición de Roy”, al menos en
de Roy en español. Es justo reconocer que en el caso de ese punto, ya que no integró el pasaje aludido ni al texto
la edición de Cartago — ya estemos ante notas originales ni a las notas de ninguna de las ediciones cuidadas por él.
o tomadas de Éditions Sociales— se hace un módico (Se trata, en realidad, de un agregado hecho por Marx a la
esfuerzo por corregir algún error de la versión francesa versión francesa y no recogido en las ediciones alemanas
(p. 113, n. 16) o rescatar alguna variante breve o notas posteriores.) Tampoco “figuraba en nota en la 14 y 24 edi­
de las ediciones alemanas (por ejemplo en pp. 103, 111, ciones alemanas” el pasaje al que se refiere el editor en
122, 149, 506 y o tras). Pero esas notas del editor suelen Cartago, p. 600; es, realmente, otro agregado a la versión
ser confusas y muchas veces parcial o totalmente erróneas. francesa, agregado que Engels (en contra de lo que se dice
Se atribuyen a la “ 14 ed. alemana de El capital” pasajes en la nota del editor) no “reintegró” sino incorporó al texto
que figuran en todas las ediciones alemanas de la obra de la tercera y cuarta ediciones alemanas. Nadie está
(pp. 103, 111, 500, etc.). Involuntariamente, no cabe duda, exento de cometer errores, naturalmente, pero cuesta en­
el editor se anexa en la p. 38, n. 1, una nota que en reali­ tender la utilidad de un aparato crítico que en vez de
dad es de Engels y en la p. 116, n. 19, un comentario cuya aportar información correcta al lector no especializado
paternidad suele atribuirse a M arx.39 En la p. 470 se deli­ suele desorientarlo.
mita mal (quedan tres, prácticamente cuatro párrafos fue­ Señalemos, por último, que la afirmación del traduc­
ra ) un largo pasaje añadido por M arx a la traducción to r40 de que “todos los textos utilizados por Marx [ . ..]
francesa e incorporado por Engels a la cuarta (no a la han sido traducidos de sus respectivos idiomas”, de que
tercera) edición alemana. Una nota de la p. 596 es un “no hay textos retraducidos” (subrayados de M azía) es
en prim er término curiosa, porque no parece muy lógico
preocuparse tanto por traducir directamente a los aútores
37 “A v e rtis se m e n t. . en ed. cit., p. 19.
38 R atifica la su p e rio rid a d del “texto a le m án ” so b re la vieja citados por Marx cuando se retraduce a M arx mismo, y en
v e rsió n - fran cesa el hecho de q u e es p e rfe c ta m en te posible in co r­ segundo lugar inexacta. Dicha afirmación parece fundarse
p o ra r a aq u él los agreg ad o s y v arian tes valiosos de ésta — y las en una lectura apresurada del prólogo de Éditions Sociales,
ediciones ale m an a s c u id a d as por E ngels son un prim er e im p o rta n te donde de ningún modo se dice, por ejemplo, que los edi­
paso en esa dirección— , pero p rácticam en te im posible efectu ar
la tare a inversa. E llo “ h a b ría q u e b ra n ta d o la a rm o n ía d e l tex to ” , tores franceses hayan seguido “todas las correcciones de
reconocen los m ism os p ro lo g u ista s de É ditions Sociales que, aso m ­ citas hechas por Eleanor M arx”, etc., sino tan sólo que las
b ro sa m en te, n o ven “m otivos p a ra p re fe rir [a la de Roy] u n a tuvieron “muy en cuenta” ; corrigieron las versiones fran­
trad u c ció n fran c e sa h ech a de las ediciones a le m a n a s m ás recientes” . cesas de esos textos (ingleses) cuando tales versiones “dife­
(C a rta g o , p. 16.)
39 E n com pensación, seguram ente, se m an tien e con to d a fide­ rían en forma palpable” de la traducción alemana de los
lid a d u n a vieja e rra ta de la trad u cció n fran c e sa (se om iten las mismos en la cuarta edición, cuidada por Engels, y, en
com illas de u n a cita y la frase d onde se explica la a u to ría de la
m ism a), con lo cu al cinco líneas de G u sta v von G ü lich son
a trib u id as a M a rx (cfr. T F A 559 y C a rta g o 734 con 24 785 y 40 “C ó m o se trad u jo la genial o b ra d e M a rx , explicado p o r
W 781-782). F lo re al M azía” , e n N u estra Palabra, B uenos A ires, o ctu b re de 1973.

X XX IX
XXXVIII
algunos otros casos, cuando a juicio de ellos en la tras­ comentamos hay o no, además del de Marx, “ textos retra­
lación francesa de esos textos “se presentaban contrasen­ ducidos” : 41
tidos manifiestos”, etc. Una rápida compulsa entre una
O rig in a l inglés (c ita de T F A 173: “ u n v ingt-
veintena de las citas que aparecen en la edición de Cartago S en io r) seg ú n T I 225: troisièm e ou cinq m ille
C a rta g o 226: “ 1/23 c
5.000 d e las 15.000 es
y sus originales (tal como figuran, para el caso de los ‘ o n e tw e n ty -th ird
£ 5.000 o u t o f th e
(o r li v r e s s t e r l i n g s u r les te rlin a s d e g an a n cia bru
qu in ze m ille de p ro fit ta ( ! ) , cu b ren el des
textos de ese origen idiomàtico, en la versión inglesa del £ 115.000) m akes u p b r u t ( !) co u v ren t l’usu ­ gaste d e la fáb rica y la
fo r th e d e te rio ra tio n of re d e la fab riq u e et des m á q u in a s ” .
tomo i), arrojó el siguiente resultado: th e m ill an d m a c h in ­ m a ch in es” .
e ry ” .

1 ) Hay algunas citas (por ejemplo las que aparecen O rig in a l inglés (c ita de T F A 564: “ île co m m er­ C a rta g o 739: “ íe l co­
A ik in ) seg ú n T I 759: ce d ’esclaves] d éveloppe m ercio de esclavos] d e ­
o algunas de las que aparecen en las pp. 354, 359-360, “ [th e slave tra d e l has l’esp rit d ’en tre p rise ju s­ sarro lla el e s p íritu de
co in cid ed w ith th a t s p irit q u ’à la passion, form e
473-479, 550-551 de Cartago) que en todo o en parte of bold a d v e n tu re w hich des m a rin s sans pareils
em p resa h asta la p asió n ,
fo rm a m a rin o s sin p a ­
pueden haber sido traducidas directamente del inglés (o h a s c h a r a c t e r i s e d th e e t r a p p o rte én o rm ém en t ra n g ó n y d a enorm es su­
trad e, o f L iv erp o o l and d ’a rg e n t” . m as de d in e ro ” .
basarse en una traducción francesa moderna, distinta de rap id ly c a rrie d it to its
p re s e n t sta te of p ro s p e r­
la de R oy); ity ; h as o ccasioned vast
e m p lo y m e n t fo r sh ip p in g
2 ) hay muchas citas (por ejemplo las que figuran o a n d sailors, an d g reatly
a u g m e n te d th e d em an d
algunas de las que figuran en las pp. 226, 231, 241, 242, fo r th e m a n u fa c tu re s of
th e c o u n try ” .
260, 273, 276, 316, 385, 386, 396, 428, 470, 585, 590,
591, 739) que sin duda alguna fueron traducidas por Marx
del inglés al alemán, por Roy del alemán al francés y
por Mazía del francés al español;
Nuestra revisión crítica, mucho más extensa de lo que
3) hay por lo menos un caso híbrido, válganos la ex­ hubiéramos deseado, toca a su fin. Es posible que el lector,
presión: en la p. 494 se procuró establecer, parecería, una a través de ella, haya adquirido una idea más clara no sólo
especie de compromiso entre el original inglés de un texto sobre cómo se debe editar El capital, sino también acerca
de Mili y su vieja retraducción francesa (basada en la tras­ de las dificultades ingentes que supone esa tarea. Nuestra
lación alemana hecha por M arx), con el resultado más versión de la obra sólo pretende ser un paso adelante en
bien desalentador de que ni se mantiene la versión dada la superación de esos obstáculos y, al mismo tiempo, una
por Marx ni se restauran correctamente las palabras del prim era aproximación a lo que debe ser una edición crítica,
economista inglés; en castellano, del libro más importante de nuestra época.
4 ) la única cita cuya retraducción no parece admisible
en una versión castellana de El capital, porque es la única
que Marx, en todo el tomo i, recoge directa o indirecta­
mente de un escrito español (la “Carta de Jamaica”, de
Cristóbal C olón), ha sido vertida de nuestro idioma al
alemán, del alemán al francés y de esta lengua ha vuelto
a la nuestra (Cartago, p. 138); entre el original colombino
y el producto final subsiste todavía, con todo, cierto
parecido más o menos difuso.

Un par de confrontaciones permitirá que el lector veri­


fique, sin nuestra intermediación, si en la edición que 41 E n el cotejo siguiente, T I significa ed. cit. de la traducción
inglesa del p rim e r to m o .

XL
Das Kapital.
Kritik der politischen Oekonomie.

Von

Jv a r 1 M a r x.

E rs te r B and.

B u ch I t D er P r o d u k tio n sp r o c e ss des K a p ita ls.

Zw eite verbesserte Auflage.

D as R ec h t d er U eb ersetzu n g w ird Vorbehalten-

Hamburg
Verlag von Otto Meissner.
1872.
A mi inolvidable amigo,
el intrépido, fiel, noble paladín del proletariado,
W IL H E L M W OLFF

Nació en Tarnau, el 21 de junio de 1809.


Murió en Manchester, en el exilio,
el 9 de mayo de 186Jj.
PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN1

La obra cuyo primer tomo entrego al público es la


continuación de mi trabajo Contribución a la crítica de
la economía política, publicado en 1859. L a prolongada
pausa entre comienzo y continuación se debió a una enfer­
medad que me ha aquejado durante años e interrumpido
una y otra vez mj labor.
En el primer capítulo del presente tomo se resume el
contenido de ese escrito anterior. !1i Y ello, no sólo para
ofrecer una presentación continua y completa. Se ha me­
jorado la exposición. En la medida en que las circunstan­
cias lo permitieron, ampliamos el desarrollo de muchos
puntos que antes sólo se bosquejaban, mientras que, a la
inversa, aquí meramente se alude a aspectos desarrollados
allí con detenimiento. Se suprimen ahora por entero, natu­
ralmente, las secciones sobre la historia de la teoría del
valor y del dinero. Con todo, el lector del escrito preceden­
te encontrará, en las notas del capítulo primero, nuevas
fuentes para la historia de dicha teoría.
Los comienzos son siempre difíciles, y esto rige para
todas las ciencias. L a comprensión del primer capítulo, y
en especial de la parte dedicada al análisis de la mercan­
cía, presentará por tanto la dificultad mayor. He dado el
carácter más popular posible a lo que se refiere más con­
cretamente al análisis de la sustancia y magnitud del valor*

1 Se e n c o n tra rá , m ás ad elan te, u n epílogo a la segunda edición.“


2b E sto p a rec ió ta n to m ás necesario, p o r c u a n to la o b ra de
F erd in an d L asalle c o n tra S chulze-D elitzsch, h asta e n la pa rte en que

" N o ta suprim ida e n la 3? y 4? ediciones.


h N o ta 1 en la 3? y 4? ediciones.

5
La forma de valor, cuya figura acabada es la forma de
píos. Pero si el lector alemán se encogiera farisaicamente
dinero, es sumamente simple y desprovista de contenido.
de hombros ante la situación de los trabajadores industria­
No obstante, hace más de dos mil años que la inteligencia
les o agrícolas ingleses, o si se consolara con la idea opti­
humana procura en vano desentrañar su secreto, mientras
mista de que en Alemania las cosas distan aún de haberse
que ha logrado hacerlo, cuando menos aproximadamente, en
deteriorado tanto, me vería obligado a advertirle: De te
el caso de formas mucho más complejas y llenas de conte­
fabula narratur! [¡A ti se refiere la historia!][2*
nido. ¿Por qué? Porque es más fácil estudiar el organismo
En sí, y para sí, no se trata aquí del mayor o menor
desarrollado que las células que lo componen. Cuando ana­
grado alcanzado, en su desarrollo, por los antagonismos
lizamos las formas económicas, por otra parte, no podemos
sociales que resultan de las leyes naturales de la producción
servirnos del microscopio ni de reactivos químicos. La fa­
capitalista. Se trata de estas leyes mismas, de esas tenden­
cultad de abstraer debe hacer las veces del uno y los otros.
cias que operan y se imponen con férrea necesidad. El país
Para la sociedad burguesa la forma de mercancía,
industrialmente más desarrollado no hace sino mostrar al
adoptada por el producto del trabajo, o la form a de valor
menos desarrollado la imagen de su propio futuro.
de la mercancía, es la forma celular económica. Al profano
Pero dejemos esto a un lado. Donde la producción
le parece que analizarla no es más que perderse en meras
capitalista se ha aclimatado plenamente entre nosotros,
minucias y sutilezas. Se trata, en efecto, de minucias y
por ejemplo en las fábricas propiamente dichas, las condi­
sutilezas, pero de la misma manera que es a ellas a que
ciones son mucho peores que en Inglaterra, pues falta el
se consagra la anatomía micrológica.
contrapeso de las leyes fabriles. En todas las demás esfe­
Exceptuando el apartado referente a la forma de valor,
ras nos atormenta, al igual que en los restantes países occi­
a esta obra no se la podrá acusar de ser difícilmente com­
dentales del continente europeo, no sólo el desarrollo de
prensible. Confío, naturalmente, en que sus lectores serán
la producción capitalista, sino la falta de ese desarrollo.
personas deseosas de aprender algo nuevo y, por tanto,
Además de las miserias modernas, nos agobia toda una
también de pensar por su propia cuenta.
serie de miserias heredadas, resultantes de que siguen vege­
El físico observa los procesos naturales allí donde se
tando modos de producción vetustos, meras supervivencias,
presentan en la form a más nítida y menos oscurecidos por con su cohorte de relaciones sociales y políticas anacróni­
influjos perturbadores, o bien, cuando es posible, efectúa cas. No sólo padecemos a causa de los vivos, sino también
experimentos en condiciones que aseguren el transcurso de los muertos. Le mort saisit le vif! [¡El muerto atrapa
incontaminado del proceso. Lo que he de investigar en al vivo!] i2bisi
esta obra es el modo de producción capitalista y las rela­ Com parada con la inglesa, la estadística social de Ale­
ciones de producción e intercambio a él correspondientes. mania y de los demás países occidentales del continente
La sede clásica de ese modo de producción es, hasta hoy, europeo es paupérrima. Aun así, descorre el velo lo sufi­
Inglaterra. Es éste el motivo por el cual, al desarrollar mi ciente para que podamos vislumbrar detrás del mismo una
teoría, me sirvo de ese país como principal fuente de ejem- cabeza de Medusa. Nuestras propias condiciones nos llena­
rían de horror si nuestros gobiernos y parlamentos, como
su a u to r pro clam a b rin d a r “la quintaesencia in telectu al” de m is en Inglaterra, designaran periódicamente comisiones inves­
concepciones sobre esos tem as, contiene e rro re s de im p o rtan cia. En tigadoras de la situación económica; si a esas comisiones
passant [incidentalm ente]. E l que L asalle h ay a to m a d o casi tex tu a l­
m ente de m is escritos, y por c ie rto sin consignar las fuentes, todas se les confirieran los mismos plenos poderes de que gozan
las tesis teóricas generales de sus trab a jo s económ icos — por ejem ­ en Inglaterra para investigar la verdad; si a tales efectos
p lo las relativas al c ará cte r histó rico d el capital, a la c onexión entre se pudiera encontrar hombres tan competentes, imparciales
las relaciones de pro d u cció n y el m o d o de pro d u cció n , etc., etc., e inflexibles como los inspectores fabriles ingleses, como
valiéndose incluso de la term inología cread a p o r m í— , h a d e deb er­
se seguram ente a razones de o rd e n propagandístico. N o m e refiero, sus autores de informes médicos acerca de la “Public
n a tu ra lm e n te , a sus explicaciones de d etalle y aplicaciones p rá c ­ H ealth” (salud pública), sus funcionarios encargados de
ticas, con las cuales n a d a tengo que ver. investigar la explotación de las mujeres y los niños y las

6 7
condiciones de vivienda y de alimentación, etc. Perseo se mano: las furias del interés privado. La Alta Iglesia de
cubría con un yelmo de niebla para perseguir a los mons­ Inglaterra,1,1 por ejemplo, antes perdonará el ataque a trein­
truos. [3] Nosotros nos encasquetamos el yelmo de niebla, ta y ocho de sus treinta y nueve artículos de fe que a un
cubriéndonos ojos y oídos para poder negar la existencia treintainueveavo de sus ingresos. Hoy en día el propio
de los monstruos. ateísmo es culpa levis [pecado venial] si se lo compara
No debemos engañarnos. Así como la guerra norte­ con la crítica a las relaciones de propiedad tradicionales.
americana por la independencia, en el siglo x v i i i , tocó a No se puede desconocer, con todo, que en este aspecto
rebato para la clase media europea, la guerra civil nor­ ha habido cierto progreso. Me remito, por ejemplo, al libro
teamericana del siglo xix hizo otro tanto con la clase obre­ a z u l|5] publicado hace pocas semanas: Correspondence
ra europea. En Inglaterra el proceso de trastocamiento es with Her M ajesty’s Missions Abroad, Regarding Industrial
tangible. Al alcanzar cierto nivel, habrá de repercutir en Questions and Trade Unions. Los representantes de la
el continente. Revestirá allí formas más brutales o más corona inglesa en el extranjero manifiestan aquí, sin cir­
humanas, conforme al grado de desarrollo alcanzado por cunloquios, que en Alemania, Francia, en una palabra,
la clase obrera misma. Prescindiendo de motivos más en todos los estados civilizados del continente europeo,
elevados, pues, su propio y particularísimo interés exige la transformación de las relaciones existentes entre el
de las clases hoy dominantes la remoción de todos los capital y el trabajo es tan perceptible e inevitable como
obstáculos legalmente fiscalizables que traban el desarrollo en Inglaterra. Al mismo tiempo, allende el Océano Atlán­
de la clase obrera. Es por eso que en este tomo he asignado tico, el señor Wade, vicepresidente de los Estados Unidos
un lugar tan relevante, entre otras cosas, a la historia, el de Norteamérica, declaraba en mítines públicos: tras la
contenido y los resultados de la legislación fabril inglesa. abolición de la esclavitud, pasa al orden del día la trans­
Una nación debe y puede aprender de las otras. Aunque formación de las relaciones del capital y las de la propiedad
una sociedad haya descubierto la ley natural que preside de la tierra. Son signos de la época, que no se dejan
su propio movim iento — y el objetivo último de esta obra encubrir ni por mantos de púrpura ni con negras sotanas.
es, en definitiva, sacar a la luz la ley económica que rige el No anuncian que ya m añana vayan a ocurrir milagros.
movimiento de la sociedad moderna— , no puede saltearse Revelan cómo hasta en las clases dominantes apunta el
fases naturales de desarrollo ni abolirías por decreto. Pero presentimiento de que la sociedad actual no es un inalte­
puede abreviar y mitigar los dolores del parto. rable cristal, sino un organismo sujeto a cambios y cons­
Dos palabras para evitar posibles equívocos. No pinto tantemente en proceso de transformación.
de color de rosa, por cierto, las figuras del capitalista y el El segundo tomo de esta obra versará en torno al
terrateniente. Pero aquí sólo se trata de personas en la proceso de circulación del capital (libro segundo) y a las
medida en que son la personificación de categorías econó­ configuraciones del proceso en su conjunto (libro ter­
micas, portadores de determinadas relaciones e intereses cero); el tercero y final (libro cuarto), a la historia de
de clase. Mi punto de vista, con arreglo al cual concibo la teoría. f6)
como proceso de historia natural el desarrollo de la forma­ Bienvenidos todos los juicios fundados en una crítica
ción económico-social, menos que ningún otro podría res­ científica. E n cuanto a los prejuicios de la llamada opinión
ponsabilizar al individuo por relaciones de las cuales él pública, a la que nunca he hecho concesiones, será mi
sigue siendo socialmente una creatura por más que subje­ divisa, como siempre, la del gran florentino:
tivamente pueda elevarse sobre las mismas. Seguí il tuo corso, e lascia dir le gentil
En el dominio de la economía política, la investigación
científica libre no solamente enfrenta al mismo enemigo [¡Sigue tu camino y deja que la gente hable!] [‘1
que en todos los demás campos. La naturaleza peculiar
Ka r l M arx
de su objeto convoca a la lid contra ella a las más vio­
lentas, mezquinas y aborrecibles pasiones del corazón hu­ L ondres, 25 de julio de 1867.

9
8
EPILOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

Debo, para empezar, informar a los lectores de la


primera edición sobre las modificaciones introducidas en
la segunda. Salta a la vista la mejor subdivisión de la
obra. En todos los casos, las notas suplementarias están
indicadas como notas de la segunda edición. En lo refe­
rente al texto mismo, lo más importante es lo siguiente:
Capítulo i, 1: hemos efectuado con mayor rigor cien­
tífico la derivación del valor mediante el análisis de las
ecuaciones en las que se expresa todo valor de cambio;
del mismo modo, se ha destacado de manera expresa el
nexo, en la primera edición apenas indicado, entre la
sustancia del valor y la determinación de la magnitud
de éste por el tiempo de trabajo socialmente necesario. Se
ha reelaborado íntegramente el capítulo i, 3 (L a forma
de valor), tal como ya lo exigía la exposición doble de
la primera edición. Dejo constancia, de paso, que esa expo­
sición doble me la había sugerido en Hanóver mi amigo
el doctor Ludwig Kugelmann. Me encontraba de visita
en su casa, en la primavera de 1867, cuando llegaron de
Hamburgo las primeras galeras, y fue él quien me per­
suadió de que hacía falta, para la mayor parte de los lecto­
res, una exposición suplementaria y más didáctica de la
forma de valor. Se ha modificado en gran parte el último
apartado del capítulo i, “El carácter fetichista de la
mercancía, etc.” Hemos revisado cuidadosamente el capí­
tulo m, 1 (L a medida de los valores), puesto que en la
primera edición, en la que nos remitíamos al estudio que
del punto habíamos efectuado en la Contribución a la crí-

11
rodeaba, y en consecuencia mal interpretados. Se procu­
tica de la economía política, Berlín, 1859, tratamos con raba ocultar el sentimiento de impotencia científica —no
negligencia ese apartado. Reelaboramos considerablemente totalmente reprimible— , la conciencia poco tranquilizadora
el capítulo vil, y en especial el apartado 2. de tener que oficiar de dómines en un territorio que en
No sería provechoso referirse en detalle a las modifi­ realidad les era extraño, bajo el relumbrón de la sapiencia
caciones incidentales, a menudo puramente estilísticas, histórico-literaria o mediante la mezcla de ingredientes
efectuadas en el texto. Están dispersas por todo el libro. extraños, tomados en préstamo de las llamadas ciencias
No obstante, al revisar la traducción francesa que se está de cám ara,191 un revoltijo de conocimientos a cuyo purga­
publicando en París, he llegado a la conclusión de que torio debe someterse el esperanzado ®candidato a la buro­
más de una parte del original alemán habría requerido cracia alemana.
una reelaboración radical aquí, allí una mayor corrección A partir de 1848 la producción capitalista se desa­
de estilo, o también una supresión más cuidadosa de oca­ rrolló rápidamente en Alemania, y hoy en día ha llegado
sionales inexactitudes. Faltó el tiempo para ello, pues la ya a su habitual floración de fraudes y estafas. Pero la
noticia de que se había agotado el libro y debía comen­ suerte sigue siendo esquiva a nuestros especialistas. M ien­
zarse a imprimir la segunda edición ya en enero de 1872, tras pudieron cultivar desprejuiciadamente la economía
no la recibí hasta el otoño de 1871, en momentos en que política, faltaban en la realidad alemana las modernas
me hallaba, además, ocupado en otros trabajos urgentes. relaciones económicas. Y no bien surgieron dichas rela­
La rápida comprensión con que amplios círculos de ciones, ello ocurrió en circunstancias que ya no permitían
la clase obrera alemana recibieron E l capital es la mejor su estudio sin prejuicios dentro de los confines del hori­
recompensa por mi trabajo. Un hombre que en lo econó­ zonte intelectual burgués. En la medida en que es bur­
mico representa el punto de vista burgués, el fabricante guesa, esto es, en la medida en que se considera el orden
vienés señor Mayer, expuso certeramente en un folleto181 capitalista no como fase de desarrollo históricamente tran­
publicado durante la guerra franco-prusiana que la gran ca­ sitoria, sino, a la inversa, como figura absoluta y definitiva
pacidad teórica que pasa por ser el patrimonio alemán, ha de la producción social, la economía política sólo puede
abandonado totalmente a las clases presuntamente cultas seguir siendo una ciencia mientras la lucha de clases se
de Alemania y renace, por el contrario, en su clase obrera.® mantenga latente o se manifieste tan sólo episódicamente.
La economía política ha seguido siendo en Alema­ Veamos el caso de Inglaterra. Su economía política
nia, hasta la hora actual, una ciencia extranjera. En su clásica coincide con el período en que la lucha de clases
Geschichtliche Darstellung des Handels, der Gewerbe no se había desarrollado. Su último gran representante,
usw., y particularmente en los dos primeros tomos de la Ricardo, convierte por fin, conscientemente, la antítesis
obra, publicados en 1830, Gustav von Gülich examinó ya entre los intereses de clase, entre el salario y la ganancia,
las circunstancias históricas que obstruyeron, entre noso­ entre la ganancia y la renta de la tierra, en punto de partida
tros, el desarrollo del modo de producción capitalista, y por de sus investigaciones, concibiendo ingenuamente esa antí­
tanto también el que se constituyera la sociedad burguesa tesis como ley natural de la sociedad. Pero con ello la
moderna. Faltaba, pues, el suelo nutricio de la economía ciencia burguesa de la economía había alcanzado sus pro­
política. Se la importó, en calidad de mercancía ya termi­ pios e infranqueables límites. La crítica, en la persona de
nada, de Inglaterra y Francia; los profesores alemanes Sismondi, se enfrentó a aquélla ya en vida de Ricardo, y
de esa ciencia siguieron siendo discípulos. En sus ma­ en oposición a él.1
nos, la expresión teórica de una realidad extranjera se L a época subsiguiente, 1820-1830, se distingue en
transformó en colección de dogmas, interpretados por ellos Inglaterra por la vitalidad científica que se manifiesta en
conforme al espíritu del mundo pequeñoburgués que los
1 V éase m i o b ra C ontribución a la crítica . . . , p-. 39.
* E n la 4® edición no se incluyeron los c u a tro p rim eros p á rra fo s
" 3 ? y 4 ? ediciones: “desesp eran zad o ” .
de este epílogo.
13
12
el dominio de la economía política. Fue el período tanto y Bright, sembró a todos los vientos, presentaban aunque
de la vulgarización y difusión de la teoría ricardiana como no un interés científico cuando menos un interés histórico
de su lucha con la vieja escuela. Se celebraron brillantes por su polémica contra la aristocracia terrateniente. Pero
torneos. Las contribuciones efectuadas entonces son poco la legislación librecambista, de sir Robert Peel en adelante,
conocidas en el continente europeo, ya que en gran parte arrancó este último aguijón a la economía vulgar.
la polémica está diseminada en artículos de revistas, escri­ La revolución continental de 1848-1849a repercutió
tos ocasionales y folletos. El carácter desprejuiciado de también en Inglaterra. Quienes aspiraban aún a tener cierta
esta polémica — aunque la teoría ricardiana sirve excep­ relevancia científica y se resistían a ser simples sofistas y
cionalmente, también, como arma de ataque contra la sicofantes de las clases dominantes, procuraron compa­
economía burguesa— se explica por las circunstancias de ginar la economía política del capital con las reivindica­
la época. Por una parte, la gran industria salía apenas ciones del proletariado, a las que ya no era posible seguir
de su infancia, como lo demuestra el mero hecho de que desconociendo. De ahí ese insípido sincretismo cuyo repre­
el ciclo periódico de su vida moderna no es inaugurado sentante más destacado es John Stuart Mili. Trátase de
sino por la crisis de 1825. Por otra parte, la lucha de una declaración de bancarrota por parte de la economía
clases entre el capital y el trabajo quedaba relegada a un “burguesa”, 1111 tal como lo ha esclarecido magistralmente
segundo plano: políticamente por la contienda que oponía el gran sabio y crítico ruso Nikolái Chernishevski en su
el bando formado por los gobiernos y los señores feudales obra Lincamientos de la economía política, según Mili.
congregados en la Santa Alianza, a las masas populares, En Alemania, pues, el modo de producción capita­
acaudilladas por la burguesía; económicamente, por la lista alcanzó su madurez después que su carácter antagó­
querella entre el capital industrial y la propiedad aristo­ nico se hubiera revelado tumultuosamente en Francia e
crática de la tierra, pendencia que en Francia se ocultaba Inglaterra a través de luchas históricas, y cuando el
tras el antagonismo entre la propiedad parcelaria y la gran proletariado alemán tenía ya una conciencia teórica de
propiedad rural, y que en Inglaterra irrumpió abiertamente clase mucho más arraigada que la burguesía del país. Por
con las leyes cerealeras. La literatura económica inglesa lo tanto, apenas pareció que aquí llegaría a ser posible
correspondiente a esa época recuerda, el período de efer­ una ciencia burguesa de la economía política, la misma
vescencia polémica que sobrevino en Francia tras la muerte se había vuelto, una vez más, imposible.
del doctor Quesnay, pero sólo de la manera en que el En estas circunstancias, sus portavoces se escindie­
veranillo de San M artín recuerda la primavera. Con el ron en dos bandos. Unos — gente sagaz, ávida de lucro,
año 1830 se inicia la crisis definitiva, concluyente. práctica— se congregaron bajo la bandera de Bastiat, el
La burguesía, en Francia e Inglaterra, había conquis­ representante más pedestre y por lo tanto más cabal
tado el poder político. Desde ese momento la lucha de de la apologética economía vulgar; los otros, orgullosos de
clases, tanto en lo práctico como en lo teórico, revistió la dignidad profesoral de su ciencia, siguieron a John Stuart
formas cada vez más acentuadas y amenazadoras. Las Mili en el intento de conciliar lo inconciliable. Tal como
campanas tocaron a muerto por la economía burguesa en la época clásica de la economía burguesa, al producirse
científica. Ya no se trataba de si este o aquel teorema era la decadencia de ésta los alemanes siguieron siendo meros
verdadero, sino de si al capital le resultaba útil o perjudi­ aprendices, reiteradores e imitadores, vendedores am bu­
cial, cómodo o incómodo, de si contravenía o no las lantes y al porm enor de los mayoristas extranjeros.
ordenanzas policiales. Los espadachines a sueldo sustitu­ El peculiar desarrollo histórico de la sociedad alemana,
yeron a la investigación desinteresada, y la mala conciencia pues, cerraba las puertas del país a todo desarrollo original
y las ruines intenciones de la apologética ocuparon el sitial de la economía “burguesa”, 1111 pero no a su crítica. E n la
de la investigación científica sin prejuicios. De todos medida en que tal crítica representa, en general, a una
modos, hasta los machacones opúsculos que la Anti-Corn-
Law League,1101 encabezada por los fabricantes Cobden “ E n la 3? y 4? ediciones: “ 1848” ,

14 15
clase, no puede representar sino a la clase cuya misión
El método aplicado en El capital ha sido poco com­
histórica consiste en trastocar el modo de producción capi­
prendido, como lo demuestran ya las apreciaciones, contra­
talista y finalmente abolir las clases: el proletariado.
dictorias entre sí, acerca del mismo.
En un principio, los portavoces cultos e ignaros de la Así, la R evue Positiviste [13> de París me echa en cara,
burguesía alemana procuraron aniquilar El capital por por una parte, que enfoque metafísicamente la economía,
medio del silencio, tal como habían logrado hacer con mis y por la otra — ¡adivínese!— que me limite estrictamente
obras anteriores. Cuando esa táctica ya no se ajustó a las al análisis crítico de lo real, en vez de formular recetas
demandas de la época, se pusieron a redactar, con el tic cocina (¿comtistas?) para el bodegón del porvenir. En
pretexto de criticar mi libro, instrucciones “para tranqui­ cuanto a la inculpación de metafísica, observa el profesor
lizar la conciencia burguesa”, pero encontraron en la prensa Sieber: “En lo que respecta a la teoría propiamente dicha,
obrera — véanse por ejemplo los artículos de Joseph el método de Marx es el método deductivo de toda la
Dietzgen en el Volksstaat I12l— paladines superiores, a los escuela inglesa, cuyos defectos y ventajas son comunes
que aun hoy deben la respuesta.2 a los mejores economistas teóricos” . 1141 El señor Maurice
En la primavera de 1872 apareció en San Petersburgo Block — “Les théoriciens du socialisme en Allemagne” .
una excelente traducción rusa de El capital. La edición, de Hxtrait du Journal des Economistes, juillet et août 1872—
3.000 ejemplares, ya está prácticamente agotada. En 1871 descubre que mi método es analítico y dice, entre otras
el señor Nikolái Sieber, profesor de economía política en cosas: “Con esta obra, el señor Marx se coloca al nivel de
la Universidad de Kíev, había presentado ya, en su obra las mentes analíticas más eminentes” . Los críticos literarios
Teoríia tsénnosti i kapitala D. Ricardo (La teoría de David alemanes alborotan, naturalmente, acusándome de sofis­
Ricardo sobre el valor y el capital), mi teoría del valor, del tería hegueliana. La revista de San Petersburgo Viéstñik
dinero y del capital, en sus lineamientos fundamentales, levropi (E l Mensajero de Europa), en un artículo dedicado
como desenvolvimiento necesario de la doctrina de Smith- exclusivamente al método de El capital (núm ero de mayo
Ricardo. En la lectura de esta meritoria obra, lo que de 1872, pp. 427-436), encuentra que mi método de
sorprende al europeo occidental es que el autor mantenga investigación es estrictamente realista, pero el de exposi­
consecuentemente un punto de vista teórico puro. ción, por desgracia, dialéctico-alemán. Dice así: “A pri­
mera vista, y si juzgamos por la forma externa de la
exposición, M arx es el más idealista de los filósofos, y
2 L os ta rtajo so s p a rlan ch in es de la eco n o m ía v ulgar ale m an a
re p ru e b a n el estilo de m i o b ra y m i sistem a expositivo. N ad ie puede precisamente en el sentido alemán, esto es, en el mal
ju zg ar m ás severam ente que yo las deficiencias lite rarias de El sentido de la palabra. Pero en rigor es infinitamente más
capital. N o o b sta n te , p a ra provecho y gozo de estos señores y de realista que todos sus predecesores en el campo de la
su público, q u iero tra e r aquí a co lación un juicio inglés y otro crítica económica . . . En modo alguno se lo puede llamar
ruso. L a Saturday R ev ie w , hostil p o r e n te ro a m is opiniones, dijo
al in fo rm a r sobre la p rim e ra edición alem an a: el sistem a expositivo idealista” . No puedo dar más cumplida respuesta al autor
“confiere un e n ca n to (charm ) peculiar a u n a los m ás áridos de ese artículo1151 que transcribir algunos extractos de su
p ro b lem as e co n ó m ico s”. E l S. P. V ié d o m o sti (un d iario de San propia crítica, que tal vez interesen, además, a no pocos
P etersb u rg o ) o b serv a e n el n ú m ero del 20 de a b ril de 1872: “L a de los lectores para los cuales es inaccesible el original ruso.
exposición, salvo unas pocas partes, excesivam ente especializadas,
se distingue por ser accesible a todas las inteligencias, p o r la Luego de citar un pasaje de mi Prólogo a la Crítica de
c la rid a d y, pese a la elevación científica d el tem a, p o r su e x tra o r­ la economía política (Berlín, 1859, pp. IV -V II), en el que
d in a ria vivacidad. E n este aspecto el a u to r . . . ni de lejos se parece discuto la base materialista de mi método, prosigue el autor:
a la m ay o r p a rte de los sabios alem anes, que . . . re d ac ta n sus
lib ro s en u n lenguaje ta n ininteligible y á rid o com o p a ra rom p er
“Para Marx, sólo una cosa es importante: encontrar
la cab eza al m o rta l co m ú n y c o rrie n te ” . L o que se les rom pe la ley de los fenómenos en cuya investigación se ocupa. Y
a los lectores de la lite ra tu ra que hoy e n día p ro d u c en los p ro fe ­ no sólo le resulta importante la ley que los rige cuando
sores nacio n al-lib erales de A lem ania es, em p ero , algo m u y distinto lian adquirido una forma acabada y se hallan en la interre-
de la cabeza. lación que se observa en un período determinado. Para él
16 17
es importante, además, y sobre todo, la ley que gobierna vida económica nos ofrece un fenómeno análogo al que
su transformación, su desarrollo, vale decir, la transición la historia de la evolución nos brinda en otros dominios
de una a otra forma, de un orden de interrelación a otro. de la b io lo g ía. . . Al equipararlas a las de la física y
No bien ha descubierto esa ley, investiga circunstanciada­ las de la química, los antiguos economistas desconocían
mente los efectos a través de los cuales se manifiesta en la naturaleza de las leyes económicas . . . Un análisis más
la vida so cial. . . Conforme a ello, M arx sólo se empeña profundo de los fenómenos demuestra que los organismos
en una cosa: en demostrar, mediante una rigurosa inves­ sociales se diferencian entre sí tan radicalmente como los
tigación científica, la necesidad de determinados órdenes organismos vegetales de los animales . . . Es más: exacta­
de las relaciones sociales y, en la medida de lo posible, mente el mismo fenómeno está sometido a leyes por entero
comprobar de manera inobjetable los hechos que le sirven diferentes debido a la distinta estructura general de aque­
de puntos de partida y de apoyo. A tal efecto, basta plena­ llos organismos, a la diferenciación de sus diversos órga­
mente que demuestre, al tiempo que la necesidad del orden nos, a la diversidad de las condiciones en que funcionan,
actual, la necesidad de otro orden en que aquél tiene que etcétera. Marx niega, a modo de ejemplo, que la ley de la
transformarse inevitablemente, siendo por entero indife­ población sea la misma en todas las épocas y todos los
rente que los hombres lo crean o no, que sean o no cons­ lugares. Asegura, por el contrario, que cada etapa de
cientes de ello. Marx concibe el movimiento social como desarrollo tiene su propia ley de la población . . . Con el
un proceso de historia natural, regido por leyes que no diferente desarrollo de la fuerza productiva se modifican
sólo son independientes de la voluntad, la conciencia y las relaciones y las leyes que las rigen. Al fijarse como
la intención de los hombres, sino que, por el contrario, objetivo el de investigar y dilucidar, desde este punto de
determinan su querer, conciencia e intenciones . . . Si el vista, el orden económico capitalista, no hace sino formu­
elemento consciente desempeña en la historia de la civili­ lar con rigor científico la meta que debe proponerse toda
zación un papel tan subalterno, ni qué decir tiene que la investigación exacta de la vida económ ica. . . El valor
crítica cuyo objeto es la civilización misma, menos que científico de tal investigación radica en la elucidación de
ninguna otra puede tener como base una forma o un resul­ las leyes particulares que rigen el surgimiento, existencia,
tado cualquiera de la conciencia. O sea, no es la idea, sino desarrollo y muerte de un organismo social determinado y
únicamente el fenómeno externo lo que puede servirle de su remplazo por otro, superior al primero. Y es éste el
punto de partida. La crítica habrá de reducirse a cotejar valor que, de hecho, tiene la obra de M arx.”
o confrontar un hecho no con la idea sino con otro hecho. Al caracterizar lo que él llama mi verdadero método
Lo importante para ella, sencillamente, es que se investi­ de una manera tan certera, y tan benévola en lo que atañe
guen ambos hechos con la mayor precisión posible y que a mi empleo personal del mismo, ¿qué hace el articulista
éstos constituyan en realidad, el uno con respecto al otro, sino describir el método dialéctico?
diversas fases de desarrollo; le importa, ante todo, que no Ciertamente, el modo de exposición debe distinguirse,
se escudriñe con menor exactitud la serie de los órdenes, en lo formal, del modo de investigación. La investigación
la sucesión y concatenación en que se presentan las etapas debe apropiarse pormenorizadamente de su objeto, ana­
de desarrollo. Pero, se dirá, las leyes generales de la vida lizar sus distintas formas de desarrollo y rastrear su nexo
económica son unas, siempre las mismas, siendo de todo interno. Tan sólo después de consumada esa labor, puede
punto indiferente que se las aplique al pasado o al presen­ exponerse adecuadamente el movimiento real. Si esto se
te. Es esto, precisamente, lo que niega Marx. Según él no logra y se llega a reflejar idealmente la vida de ese objeto,
existen tales leyes abstractas. . . En su opinión, por el es posible que al observador le parezca estar ante una
contrario, cada período histórico tiene sus propias leyes . .. construcción apriorística.
Una vez que la vida ha hecho que caduque determinado Mi método dialéctico no sólo difiere del de Hegel,
período de desarrollo, pasando de un estadio a otro, co­ en cuanto a sus fundamentos, sino que es su antítesis direc­
mienza a ser regida por otras leyes. En una palabra, la ta. Para Hegel el proceso del pensar, al que convierte

18 19
incluso, bajo el nombre de idea, en un sujeto autónomo,
es el demiurgo de lo real; lo real no es más que su mani­
festación externa. Para mí, a la inversa, lo ideal no es sino
lo material traspuesto y traducido en la mente humana.
Hace casi treinta años sometí a crítica el aspecto
PRÓLOGO Y EPILOGO
mistificador de la dialéctica hegueliana, en tiempos en que A LA EDICIÓN FRANCESAa
todavía estaba de moda. Pero precisamente cuando traba­
jaba en la preparación del primer tomo de El capital, los
irascibles, presuntuosos y mediocres epígonos que llevan
hoy la voz cantante en la Alemania culta,1101 dieron en
tratar a Hegel como el bueno de Moses Mendelssohn
trataba a Spinoza en tiempos de Lessing: como a un
“perro muerto” . Me declaré abiertamente, pues, discípulo
de aquel gran pensador, y llegué incluso a coquetear aquí
y allá, en el capítulo acerca de la teoría del valor, con Londres, 18 de marzo de 1872.
el modo de expresión que le es peculiar. La mistificación
que sufre la dialéctica en manos de Hegel, en modo alguno Al ciudadano Maurice La Chatre.
obsta para que haya sido él quien, por vez primera, expuso Estimado ciudadano:
de manera amplia y consciente las formas generales del
movimiento de aquélla. En él la dialéctica está puesta
Aplaudo su idea de publicar por entregas periódicas la
al revés. Es necesario darla vuelta, para descubrir así el
traducción de Das Kapital. En esta forma la obra será más
núcleo racional que se oculta bajo la envoltura mística.
accesible a la clase obrera, consideración que para mí
En su forma mistificada, la dialéctica estuvo en boga
prevalece sobre cualquier otra.
en Alemania, porque parecía glorificar lo existente. En
Es ése el lado bueno de la medalla, pero veamos el
su figura racional, es escándalo y abominación para la
reverso: el método de análisis empleado por mí, y que
burguesía y sus portavoces doctrinarios, porque en la inte­
hasta el presente no había sido aplicado a las cuestiones
lección positiva de lo existente incluye también, al propio
económicas, hace que la lectura de los primeros capítulos
tiempo, la inteligencia de su negación, de su necesaria
resulte no poco ardua, y es de temer que el público fran­
ruina; porque concibe toda forma desarrollada en el fluir
cés, siempre impaciente por llegar a las conclusiones, ávido
de su movimiento, y por tanto sin perder de vista su lado
de conocer la relación entre los principios generales y los
perecedero; porque nada la hace retroceder y es, por esen­
problemas inmediatos que lo apasionan, se desaliente al
cia, crítica y revolucionaria.
ver que no puede pasar adelante de buenas a primeras.
El movimiento contradictorio de la sociedad capita­
Nada puedo contra ese inconveniente, sin embargo,
lista se le revela al burgués práctico, de la manera más
contundente, durante las vicisitudes del ciclo periódico que salvo advertir y prevenir acerca de él a los lectores que
buscan la verdad. En la ciencia no hay caminos reales, y
recorre la industria moderna y en su punto culminante: la
crisis general. Esta crisis nuevamente se aproxima, aunque sólo tendrán esperanzas de acceder a sus cumbres lumino­
aún se halle en sus prolegómenos, y por la universalidad sas aquellos que no teman fatigarse al escalar por senderos
de su escenario y la intensidad de sus efectos, atiborrará escarpados.
de dialéctica hasta a los afortunados advenedizos del nuevo Reciba usted, estimado ciudadano, las seguridades de
Sacro Imperio prusiano-germánico. mi devoto aprecio.
K arl M arx
K arl M arx
L ondres, 24 de en ero de 1873.
T rad u c id o s d e l o rig in al francés.
20
21
A L LEC TO R PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN
[ALEMANA]
El señor Joseph Roy se había comprometido a efec­
tuar una traducción lo más exacta, e incluso lo más literal
que fuera posible; ha cumplido escrupulosamente su tarea.
Pero esa misma escrupulosidad me ha obligado a alterar
la redacción, a fin de volverla más accesible al lector.
Estos retoques, introducidos en el correr de los días porque
el libro se publicó por entregas, se efectuaron con despa­
reja atención y, seguramente, fueron causa de discordan­
cias estilísticas.
Habiendo emprendido ese trabajo de revisión, terminé No le fue posible a Marx dejar lista para la imprenta
por extenderlo también al cuerpo del texto original (la esta tercera edición. El formidable pensador ante cuya
segunda edición alem ana), simplificando algunos análisis, grandeza se inclinan hoy hasta sus propios adversarios,
completando otros, incluyendo materiales históricos o esta­ murió el 14 de marzo de 1883.
dísticos suplementarios, agregando apreciaciones críticas, Sobre mí, que he perdido con él al amigo de cuatro
etcétera. Sean cuales fueren las imperfecciones literarias de decenios, al amigo mejor y más constante y a quien debo
la presente edición francesa, la misma posee un valor cien­ más de lo que pueda expresarse con palabras, recae ahora
tífico independiente del original y deben consultarla incluso el deber de preparar tanto esta tercera edición como la
los lectores familiarizados con la lengua alemana. del tomo segundo, cuyo manuscrito dejó al morir. De cómo
Reproduzco a continuación aquellos pasajes del epílo­ he cumplido con la parte primera de ese deber, he de
go a la segunda edición alemana dedicados al desarrollo rendir cuenta al lector en este lugar.
de la economía política en Alemania y al método em­ Marx, en un principio, proyectaba reelaborar en gran
pleado en esta obra.a parte el texto del primer tomo, elucidar con más rigor
K arl M arx
diversos puntos teóricos, añadir otros nuevos, completar el
material histórico y estadístico con datos recientes y ac­
L ondres, 28 d e a b ril de 1875.
tuales. Su precario estado de salud y la necesidad impe­
riosa de emprender la redacción definitiva del segundo
tomo, lo indujeron a renunciar a aquel propósito. Sólo
había que modificar lo estrictamente necesario, y no in­
corporar más que las adiciones contenidas ya en la edi­
ción francesa (Karl Marx, Le capital, París, Lachátre,
1 8 7 3 ),[1T! publicada en el ínterin.
Entre los papeles dejados por Marx se encontró luego
un ejemplar de la edición alemana, corregido en algunas
partes por el autor y provisto de referencias a la edición
francesa; asimismo, un ejemplar de ésta en el que había
señalado con precisión los pasajes que se debía utilizar.
" V e r las pp. 12-15, 16-20 de la presen te edición. Estas modificaciones y agregados se limitan, con escasas

22 23
excepciones, a la última parte del libro, a la sección inti­ Alemania había tantos tipos de pesos y medidas como
tulada “El proceso de acumulación del capital” . En este días en el año, y por añadidura dos clases de marcos (el
caso el texto publicado se ajustaba, más que en otros, al Reichsm ark sólo circulaba por entonces en la cabeza de
proyecto original, mientras que las secciones precedentes Soetbeer, quien lo había inventado a fines del decenio de
habían sido objeto de una reelaboración más sustancial. 1830), otras dos de florines y como mínimo tres clases
El estilo era, por tal motivo, más vigoroso y homogéneo, de táleros, entre ellos uno cuya unidad era el “nuevo dos
pero también menos esmerado; el texto estaba salpicado tercios” . 1181 En las ciencias naturales prevalecía el sistema
de anglicismos y en ciertos pasajes era oscuro; en el curso métrico decimal; en el m ercado mundial, los pesos y medi­
de la exposición aparecían, aquí y allá, ciertas lagunas, das ingleses. E n tales circunstancias, estas últimas unidades
puesto que determinados puntos importantes estaban ape­ de medida eran de rigor en una obra que se veía obligada
nas bosquejados. a tom ar sus datos fácticos, casi exclusivamente, de las
condiciones imperantes en la industria inglesa. Y esta
E n lo que toca al estilo, el propio M arx había revisado razón sigue siendo aun hoy la de más peso, y tanto más
a fondo varios capítulos, dándome con ello, así como en por cuanto, prácticamente, las condiciones referidas no
frecuentes indicaciones verbales, la pauta de hasta dónde han variado en el mercado mundial; precisamente en las
debía proceder yo en la supresión de términos técnicos industrias decisivas — las del hierro y el algodón— impe­
ingleses y demás anglicismos. Sin duda, M arx habría reela- ran aun hoy de manera casi exclusiva los pesos y medidas
borado más los agregados y complementos y sustituido el ingleses.1191
pulido francés por su conciso alemán; tuve que conten­ U na última palabra, para concluir, en torno al modo,
tarme con traducirlos ajustándome lo más posible al texto poco comprendido, en que M arx hacía sus citas. T ratán­
original. dose de datos y descripciones fácticos, las citas, por ejem­
En esta tercera edición, por ende, no se ha modificado plo las tomadas de los libros azules ingleses, desempeñan
una sola palabra de la que yo no sepa con certeza que el obviamente la función de simples referencias testimoniales.
propio autor la habría cambiado. No podía ocurrírseme No ocurre lo mismo cuando se transcriben opiniones teó­
siquiera introducir en E l capital la difundida jerga en que ricas de otros economistas. Aquí la sola finalidad de la
suelen expresarse los economistas alemanes, ese galima­ cita es dejar constancia de dónde, cuándo y por quién fue
tías según el cual, por ejemplo, la persona que, contra enunciado claramente, por vez primera, un pensamiento
pago en dinero, hace que otro le dé trabajo, se denomina económico surgido en el curso del desarrollo histórico. Lo
Arbeitgeber [dador de trabajo]a, y Arbeitnehmer [toma­ único que importa en estos casos es que la idea económica
dor de trabajo]b aquel cuyo trabajo se recibe a cambio de de que se trata tenga relevancia para la historia de la
un salario. También en francés se usa la palabra “travail”, ciencia, que sea la expresión teórica más o menos ade­
en la vida corriente, en el sentido de “ocupación”. Pero cuada de la situación económica de su época. Pero que
los franceses tildarían de loco, y con razón, al economista se lo cite no significa en modo alguno que ese pensamien­
que quisiera llamar al capitalista “donneur de travail” to, desde el punto de vista del autor, tenga vigencia abso­
[dador de trabajo] y al obrero “receveur de travail” [recep­ luta o relativa, o que su interés sea ya puramente histórico.
tor de trabajo]. Estas citas, pues, constituyen simplemente un comentario
Tampoco me tomé la libertad de reducir a sus equiva­ vivo del texto tomado de la historia de la ciencia econó­
lentes alemanes modernos las unidades inglesas de moneda, mica, y dejan establecido, por fecha y autor, los progresos
peso y medida. Cuando salió a luz la primera edición, en más importantes de la teoría económica. E ra esto muy
necesario en una ciencia cuyos historiadores, hasta el
" “ P a tró n ” ; literalm en te, “dador de tra b a jo ” .
presente, sólo han descollado por su ignorancia tendencio­
“ O b re ro ” , “e m p le a d o ” ; literalm ente, “to m a d o r de tra b a jo ”. sa, propia casi de advenedizos. Se comprenderá ahora,

24 25
asimismo, por qué Marx, en consonancia con el epílogo
a la segunda edición, sólo muy excepcionalmente se vio
en el caso de citar a economistas alemanes.
E l segundo tomo, espero, podrá aparecer en el curso
del año 1884. PRÓLOGO A LA EDICIÓN INGLESA3
F r ie d r ic h E ngels

L ondres, 7 de no v iem b re de 1883.

El hecho de que se publique una versión inglesa de


Das Kapital no requiere justificación alguna. Por el con­
trario, bien podría esperarse que explicáramos por qué
esta edición inglesa se ha retrasado tanto, si se observa
que desde hace algunos años las teorías sostenidas en este
libro son incesantemente citadas, combatidas y defendidas,
explicadas y tergiversadas en la prensa y en la literatura
de actualidad, tanto en Inglaterra como en los Estados
Unidos.
Poco después de la muerte del autor, acaecida en
1883, se hizo evidente que una edición inglesa de la obra
se había vuelto realmente imprescindible. Fue entonces
cuando el señor Samuel Moore, durante muchos años
amigo de M arx y del autor de estas líneas y persona que
conocía a fondo el libro — tal vez más que ninguna otra— ,
aceptó efectuar la traducción que a los albaceas literarios
de M arx urgía poner en manos del público. Se convino que
yo habría de compulsar el manuscrito con el original y
sugerir las modificaciones que entendiera aconsejables.
Cuando advertimos, poco a poco, que las ocupaciones
profesionales del señor M oore le impedían concluir la
traducción con la prontitud que todos deseábamos, acep­
tamos de buena gana el ofrecimiento formulado por el
doctor Aveling, dispuesto a ejecutar una parte del trabajo;
al mismo tiempo la señora Aveling, hija menor de Marx,
se ofreció para verificar las citas y restaurar el texto ori-

" T rad u c id o del o rig in a l inglés.

26 27
ginal de los muchos pasajes tomados por M arx de autores
lo que el propio autor estaba dispuesto a sacrificar, allí
y libros azules ingleses, y traducidos por él al alemán.
donde era inevitable dejar fuera de la traducción algo
Esta tarea se llevó a cabo con todo éxito, salvo contadas del cabal sentido del original.
e inevitables excepciones.
Subsiste, empero, una dificultad que no pudimos aho­
El doctor Aveling tradujo las siguientes partes de la
rrarle al lector: el empleo de ciertos términos en un sen­
obra: 1) los capítulos x (“La jornada laboral” ) y xi
tido que no sólo difiere del que se les da en la vida
( “Tasa y masa del plusvalor” ); 2) la sección sexta ( “El
corriente, sino también en la economía política al uso. Pero
salario”, que abarca los capítulos xix a x x n ); 3) desde el
esto era inevitable. Toda nueva concepción de una ciencia
capítulo xxiv, apartado 4 (“Circunstancias que”, etc.),
hasta el final del libro, inclusive la última parte del capí­ lleva en sí una revolución en los términos técnicos de
tulo xxiv, el capítulo xxv y toda la sección octava (ca­ aquélla. Esto nos lo demuestra inmejorablemente la quí­
pítulos xxvi a x x x i i i ) ; 4) los dos prólogos del autor. [20> mica, cuya terminología íntegra se modifica radicalmente
El señor Moore vertió el resto de la obra. Si bien, pues, cada veinte años, poco más o menos, y en la que apenas
cada uno de los traductores sólo es responsable de su aporte puede citarse una sola combinación orgánica que no haya
personal al trabajo, yo asumo una responsabilidad global recibido sucesivamente toda una serie de nombres diferen­
por el conjunto de la obra. tes. La economía política, en general, se ha dado por
satisfecha con adueñarse — sin modificarlos— de los tér­
L a tercera edición alemana, que hemos tomado en minos usuales en la vida comercial e industrial y operar
todo como base de nuestro trabajo, fue preparada por con ellos, pasando de tal modo totalmente por alto que
mí, en 1883, con el auxilio de los apuntes dejados por el
se enclaustraba así en el estrecho ámbito de las ideas
autor, en los cuales se indicaban los pasajes de la segunda
expresadas por esas palabras. De esta suerte, incluso la
edición que debían sustituirse por determinados fragmen­
economía política clásica, aunque perfectamente consciente
tos del texto francés publicado en 1873A Las modificacio­
de que tanto la ganancia como la renta sólo son subdivi­
nes así efectuadas con respecto al texto de la segunda
siones, fragmentos de esa parte impaga del producto que
edición, coinciden en general con las enmiendas incluidas
el obrero ha de proporcionar a su patrón (al primer
por M arx en una serie de instrucciones manuscritas para
apropiador de esa parte no retribuida, aunque no a su
una versión inglesa que, hace diez años, se proyectaba en
Estados Unidos, pero que se dejó a un lado principal­ poseedor último y exclusivo), nunca fue más allá de las
mente por falta de traductor idóneo y apropiado. Puso el ideas usuales acerca de la ganancia y la renta, nunca exa­
manuscrito a nuestra disposición nuestro viejo amigo el minó en su conjunto, como un todo, esa parte impaga del
señor Friedrich Adolf Sorge, que reside en Hoboken, producto (llam ada plusproducto por M arx), y de ahí que
Nueva Jersey. Se especificaban allí otras inserciones que jamás pudiera comprender claramente el origen y natura­
debían realizarse tomando como base la edición francesa; leza de tal plusproducto ni tampoco las leyes que regulan
pero como dicho manuscrito es anterior en muchos años la posterior distribución de su valor. De manera similar,
a las instrucciones finales para la tercera edición, sólo me engloba indiscriminadamente bajo el término de manufac­
juzgué facultado para hacer uso de él en raras ocasiones, tura a toda industria — que no sea agraria o artesanal— ,
especialmente cuando nos ayudaba a superar dificultades. con lo cual se borra la distinción entre dos grandes períodos,
De igual modo, en la mayor parte de los pasajes difíciles esencialmente diferentes, de la historia económica: el
hemos recurrido al texto francés como indicio respecto a período de la manufactura propiamente dicha, fundada en
la división del trabajo manual, y el período de la industria
1 K a rt M arx, L e capital, tra d . del señor Jo sep h R oy, e n te ra ­
moderna, que se basa en la maquinaria. Pero se cae de su
m ente rev isad a p o r el a u to r, P arís, L ac h atre . B sta versión, sobre peso que una teoría según la cual la m oderna producción
to d o e n su pa rte final, p re sen ta considerables m odificaciones y capitalista es una mera fase transitoria en la historia
adiciones con resp ecto al texto de la segunda e dición alem ana.
económica de la humanidad, habrá de emplear términos
28 29
diferentes de los habituales en escritores que consideran Pero esto no es todo. Rápidamente se aproxima el instante
imperecedera y definitiva esa forma de producción. en que se impondrá, como necesidad nacional inevitable,
Tal vez no esté de más decir dos palabras acerca del la de investigar a fondo la situación económica de Inglate­
método aplicado por el autor en las citas. En la mayor rra. La marcha del sistema industrial de Inglaterra, impo­
parte de los casos, aquéllas sirven, según se acostumbra, sible sin una expansión constante y rápida de la producción
como prueba documental de las tesis expuestas en el texto. y por ende de los mercados, tiende a paralizarse. El
Pero en muchas ocasiones se transcriben pasajes de diver­ librecambio ha agotado ya sus arbitrios; hasta Manchester
sos economistas para indicar cuándo, dónde y por quién pone en duda a ese su añejo evangelio económico.2 La
fue enunciada claramente, la primera vez, determinada industria extranjera, en rápido desarrollo, por todas partes
proposición. Ocurre ello en los casos en que la tesis citada mira con gesto de desafío a la producción inglesa, y no
tiene relevancia por expresar, más o menos adecuada­ sólo en las zonas protegidas por aranceles aduaneros, sino
mente, las condiciones de producción e intercambio socia­ también en los mercados neutrales y hasta de este lado del
les que p re d o m in a b an en determinada época, y esto Canal. M ientras que la fuerza productiva crece en progre­
completamente al margen de que M arx admita esa tesis sión geométrica, la expansión de los mercados avanza, en
o bien la considere de validez general. Estas citas, por el mejor de los casos, conforme a una progresión aritmé­
consiguiente, proveen al texto de un comentario vivo toma­ tica. Es verdad que el ciclo decenal de estancamiento,
do de la historia de la ciencia. prosperidad, sobreproducción y crisis que se repitió cons­
tantemente de 1825 a 1867 parece haber concluido, pero
Nuestra traducción comprende tan sólo el primer tomo sólo para sumirnos en la cenagosa desesperanza de una
de la obra. Pero este primer tomo constituye, en consi­ depresión permanente, crónica. El anhelado período de
derable medida, un todo en sí mismo y se lo ha considera­ prosperidad no termina de llegar; cada vez que nos parece
do durante veinte años como obra autónoma. El segundo vislumbrar sus signos precursores, éstos se desvanecen en
tomo, editado por mí en alemán, en 1885, es decidida­ el aire. Entretanto, cada nuevo invierno replantea la gran
mente incompleto sin el tercero, que no podrá publicarse cuestión: “¿Qué hacer con los desocupados?” ; pero mien­
antes de fines de 1887. Cuando vea la luz la edición tras que el número de éstos va en aumento de año en
original del tercer tomo en alemán, habrá tiempo de año, no hay nadie que responda a la pregunta, y casi es
pensar en preparar una versión inglesa de ambos vo­ posible calcular el momento en que los desocupados, per­
lúmenes. diendo la paciencia, tom arán su destino en sus propias
Suele llamarse a Das Kapital, en el continente, “la manos. En tales momentos tendrá que escucharse, sin
Biblia de la clase obrera” . Nadie que conozca bien el gran duda, la voz de un hombre cuya teoría íntegra es el resul­
movimiento de la clase obrera negará que las conclusio­ tado del estudio, efectuado durante toda una vida, de la
nes a que llega esa obra se convierten, de día en día y cada historia y situación económicas de Inglaterra, y al que
vez más, en los principios fundamentales de ese movi­ ese estudio lo indujo a la conclusión de que, cuando menos
miento, no sólo en Alemania y Suiza, sino también en en Europa, Inglaterra es el único país en el que la inevi-
Francia, en Holanda y Bélgica, en Estados Unidos e inclu­
so en Italia y España, ni que en todas partes la clase 2 E n la asam blea trim e stral que la C á m a ra de C om ercio de
obrera reconoce más y más en dichas conclusiones la M anchester celebró e sta ta rd e , se suscitó u n a ca lo ra d o d ebate
expresión más adecuada de su situación y sus aspiraciones. sobre el p roblem a del librecam bio. Se p resentó u n a m oción según
la cual, com o “se ha e sperado en vano, d u ra n te c u are n ta años,
Y también en Inglaterra, en este momento preciso, las que o tra s naciones sigan el ejem p lo lib recam b ista d a d o por In g la­
teorías de M arx ejercen un influjo poderoso sobre el mo­ te rra , esta c ám ara entiende que h a llegado la h o ra de reconsiderar
vimiento socialista, el cual no se propaga menos entre las esa posición” . P o r sólo un v oto de diferen cia se re ch a zó la p ro ­
puesta; la votación fue de 2 1 a fav o r y 2 2 e n c o n tra (E vening
filas de la gente “culta” que en las de la clase obrera.
Standard, 1° de noviem bre de 1886).

30 31
table revolución social podrá llevarse a cabo enteramente
por medios pacíficos y legales. No se olvidaba de añadir,
ciertamente, que consideraba muy improbable que las cla­
ses dominantes inglesas se sometieran, sin una “rebelión a PRÓLOGO A LA CUARTA EDICIÓN
favor de la esclavitud”, |21] a esa revolución pacífica y legal.
[ALEMANA]
F r ie d r ic h E ngels

5 de noviem bre de 1886.

La cuarta edición me ha obligado a fijar definitiva­


mente, en lo posible, tanto la forma del texto como la
de las notas. Daré breve cuenta, a continuación, de cómo
he respondido a esa exigencia.
Tras una nueva compulsa de la edición francesa y de
las anotaciones manuscritas de Marx, he insertado en el
texto alemán algunas nuevas adiciones tomadas de aqué­
lla. Se encuentran en la p. 80 (3? ed., p. 8 8 ), pp. 458-460
(3? ed., pp. 509-510), pp. 547-551 (3? ed., p. 600),
pp. 591-593 (3^ ed., p. 644) y en la nota 79 de la p. 596
(3^ ed., p. 64 8 ) .a De igual manera, y ajustándome al pre­
cedente de las ediciones francesa e inglesa, incorporé al
texto la extensa nota acerca de los mineros (3^ ed., pági­
nas 509-515; 4? ed., pp. 461-467 b). Las demás modifi­
caciones, de escasa importancia, son de índole puramente
técnica.
Introduje, además, algunas notas explicativas, princi­
palmente cuando el cambio de las circunstancias históricas
así parecía aconsejarlo. En su totalidad, esas notas adicio­
nales van entre corchetes y acompañadas de mis iniciales
o de la referencia “N. del ed.” c
La edición inglesa, aparecida en el ínterin, hizo nece­
saria una revisión completa de las numerosas citas. La hija

‘ L a n u m era ció n de las páginas corresp o n d ien tes en esta


edición se rá indicada en el volum en 3.
b V éase n o ta a.
‘ En esta edición, en vez de “N . del ed.”, estos pasajes se
distinguen siem pre con las iniciales “F. E ." y van en tre llaves { }.

32 33
menor de Marx, Eleanor, se tomó el trabajo de cotejar discurso con que Gladstone presentó el presupuesto el
con los originales todos los pasajes citados, de suerte que 16 de abril de 1863 (la cual figura en la alocución inau­
en las citas de fuente inglesa, que son con mucho las que gural de la Asociación Internacional de Trabajadores y se
predominan, no se brinda allí una retraducción del ale­ reitera en El capital, t. i, p. 617 en la 4? ed., pp. 670-671
mán, sino el propio texto original inglés. Me correspondió, en la 3? ed.a) había sido falsificada. De la frase: “Ese
pues, consultar ese texto al preparar la cuarta edición, y embriagador aumento de riqueza y poder . . . se restringe
encontré no pocas inexactitudes de menor cuantía. Refe­ enteramente a las clases poseedoras”, no aparecerían ni
rencias a páginas mal indicadas, en parte por errores rastros en las actas taquigráficas reproducidas por el (ofi­
cometidos al copiar de los cuadernos y en parte por la cioso) Hansard. “Dicha frase no se encuentra, empero,
acumulación de erratas a lo largo de tres ediciones. Comi­ en ninguna parte del discurso de Gladstone. En el mismo
llas traspuestas y cortes mal indicados, cosa inevitable al se afirma precisamente lo contrario.” (Y en negrita:)
tomar de cuadernos de apuntes infinidad de citas. Aquí y “¡Marx ha fraguado e interpolado la frase, formal y
allá, en la traducción, algún término no muy felizmente materialmente!”
escogido. Pasajes citados de los viejos cuadernos que Marx Marx, a quien se le envió en el mes de mayo ese nú­
había utilizado en París en 1843-1845, cuando aún no en­ mero de la Concordia, respondió en el Volksstaat del 1° de
tendía inglés y leía a los economistas ingleses en ver­ junio al anónimo objetor. Como ya no recordaba de qué
siones francesas, motivando pues la doble traducción una reseña periodística había tomado la cita, se limitó primero
ligera mudanza de los matices; ocurría esto, por ejemplo, a reproducirla conforme a la redacción idéntica brindada
en los casos de Steuart y Ure, entre otros, mientras que en dos textos ingleses, citando luego la reseña del Times,
ahora hubo que emplear el texto inglés. Y una serie de según el cual Gladstone había dicho: “T hat is the state
inexactitudes y negligencias por el estilo, de poca impor­ of the case as regards the wealth of this country. I must
tancia. Pero quien confronte la cuarta edición con las say for one, I should look almost with apprehension and
precedentes se convencerá de que todo ese laborioso with pain upon this intoxicating augmentation of wealth
proceso de corrección no ha modificado en el libro absolu­ and power, if it were my belief that it was confined to
tamente nada que valga la pena referir. Hay una sola cita classes who are in easy circumstances. This takes no cogni­
que no ha sido dable ubicar, la de Richard Jones (4? ed., zance at all of the condition of the labouring population.
p. 563, nota 47) a >221; es probable que Marx se equivocara The augmentation I have described and which is founded,
al consignar el título del libro. Todas las demás, en la I think, upon accurate returns, is an augmentation entirely
forma exacta actual, conservan o robustecen su valor confined to classes of property”. [Tal es el estado de cosas
demostrativo. en lo tocante a la riqueza de este país. Debo decir, por mi
Pero aquí me veo obligado a volver sobre una vieja parte, que contemplaría casi con aprensión y pena ese
historia. embriagador aumento de riqueza y poder si creyera que
Sólo ha llegado a mi conocimiento un caso en que se se restringe a las clases acomodadas. Esto en absoluto tiene
pusiera en duda la fidelidad de una cita hecha por Marx. en cuenta la situación de la población trabajadora. El
Como este caso siguió ventilándose incluso después de la aumento que he descrito — fundándome, creo, en informes
muerte de Marx, no cabría que aquí lo pasara por alto .1211 fidedignos— es un aumento que se restringe enteramente
En la Concordia berlinesa, órgano de la Liga Alemana a las clases poseedoras.]
de Fabricantes, apareció el 7 de marzo de 1872 un Gladstone, pues, dice aquí que lamentaría que eso
artículo anónimo: “Cómo cita Karl M arx” . Se aseveraba fuese así, pero que es así. Ese embriagador aumento de
allí, con exuberante despliegue de indignación moral y de poder y riqueza se restringe enteramente a las clases posee­
expresiones poco académicas, que la cita tomada del doras. Y en lo tocante al oficioso Hansard, añade Marx:

" V éase la n o ta 47 de la sección séptim a. * O sea, en el p u n to 5, a), del cap ítu lo xxm .

34 35
“En su versión mañosamente aderezada a posteriori, el classes possessed of property). De modo que también estas
señor Gladstone se las ingenió para escamotear un pasaje reseñas incluyen, de m anera textual, la frase presuntamente
harto comprometedor en labios de un ministro inglés del “fraguada e interpolada” . M arx volvió a demostrar, compa­
tesoro. Se trata, por lo demás, de una costumbre parla­ rando los textos del Times y de Hansard, que la frase
mentaria tradicional en Inglaterra, y en modo alguno de — corroborada como auténtica por tres reseñas periodís­
un invento de Lasker, el pequeño, contra Bebel” . [24] ticas independientes entre sí, textualmente coincidentes y
El anónimo impugnador se encoleriza cada vez más. aparecidas a la m añana siguiente— faltaba en la reseña
En su réplica — Concordia del 4 de julio— , poniendo a un de Hansard corregida según la conocida “usanza”, o sea
lado las fuentes de segunda mano, da a entender de manera que Gladstone, para decirlo con palabras de Marx, “la
vergonzante que es “usanza” citar los discursos parlamen­ había escamoteado a posteriori”. Finalmente, aclaró que
tarios conforme a la versión taquigráfica; pero también que no disponía de tiempo para seguir debatiendo con su anó­
la reseña del Times (en la que figura la frase “fraguada nimo antagonista. Éste, al parecer, también se dio por
e interpolada” ) y la de Hansard (en la que no figura) satisfecho, o por lo menos nadie envió a M arx nuevos
“concuerdan materialmente en todo”, y asimismo que la números de la Concordia.
reseña del Times incluye “todo lo contrario de lo que dice Con ello, el asunto parecía estar muerto y enterrado.
aquel famoso pasaje de la alocución inaugural”, ¡a cuyos Ahora bien, desde aquel entonces personas que tenían
efectos el buen hombre encubre con esmero que al lado relación con la Universidad de Cambridge nos comuni­
de ese presunto “lo contrario”, consta precisamente, de caron, una o dos veces, misteriosos rumores sobre una
manera expresa, “ aquel famoso pasaje” ! Pese a todo, el indescriptible fechoría literaria que Marx habría cometido
anónimo crítico echa de ver que se ha metido en un atolla­ en El capital; pero a despecho de todas las pesquisas, fue
dero y que sólo puede salvarlo un nuevo subterfugio. Al absolutamente imposible averiguar algo más concreto. En
paso, pues, que mecha en su artículo, henchido de “desfa­ eso estábamos cuando el 29 de noviembre de 1883, ocho
chatada mendacidad”, como acabamos de demostrar, toda meses después de la muerte de Marx, apareció en el Times
clase de edificantes dicterios — “mala fides” [mala fe], una carta fechada en el Trinity. College de Cambridge y
“fullerías”, “ m ención fa la z ” , “aquella cita embustera” , suscrita p or un tal Sedley Taylor, en la cual, aprovechando
“desfachatada m endacidad”, “una cita falsificada de arriba una oportunidad traída de los pelos, ese hombrecito que
abajo”, “esta patraña”, “sencillamente infame” , etc.— , cree cultiva el cooperativismo más apacible[2r,] nos ilustró por fin
necesario llevar la polémica a otro terreno, y por eso pro­ no sólo con respecto a las hablillas de Cambridge, sino
mete “analizar en un segundo artículo el significado que también sobre el anónimo articulista de la Concordia.
nosotros” (el anónimo no “embustero” ) “atribuimos a las “Lo que resulta extrañísimo”, dice el hombrecito del
palabras de Gladstone”. ¡Como si esa opinión suya, que Trinity College, “es que estuviera reservado al Professor
a nadie le va ni le viene, tuviese algo que ver con el asunto! Brentano (en ese entonces en la Universidad de Breslau,
Ese segundo artículo se publicó en la Concordia del 11 ahora en la de Estrasburgo) . . . revelar la mala fe que,
de julio. evidentemente, dictó la cita del discurso de Gladstone
M arx replicó una vez más en el Volksstaat, el 7 de hecha en la alocución” (inaugural). “El señor Karl Marx,
agosto, reproduciendo también las reseñas que del consa­ que . . . intentó defender la cita, tuvo la temeridad, en los
bido pasaje habían publicado el Morning Star y el Morning espasmos agónicos (deadly shifts) a que lo dejaron rapi-
Adveríiser del 17 de abril de 1863. Según ambas dice dísimamente reducido los magistralmente llevados ataques
Gladstone que contemplaría con aprensión, etc., ese em­ de Brentano, de afirmar que el señor Gladstone antes de
briagador aumento de riqueza y poder si creyera que se que apareciera en Hansard había aderezado astutamente
restringe a las clases realmente acomodadas (classes in la reseña de su discurso publicada por el Times el 17 de
easy circumstances). Pero que ese aumento se restringe abril de 1863, a fin de escamotear un pasaje harto com­
a las clases poseedoras de propiedad (entirely confined to prometedor para un ministro inglés del tesoro. Cuando

36 37
Brentano, mediante una pormenorizada compulsa de textos,
A Eleanor M arx, en el mismo número de To-day, poco
demostró que las reseñas del Times y de Hansard coinci­
le costó pulverizar esa argumentación. O bien el señor
dían en cuanto a excluir de m anera absoluta el sentido
Taylor había leído la controversia de 1872, en cuyo caso
que la cita, mañosamente desgajada del contexto, había
se dedicaba ahora a “fraguar”, no sólo “interpolando”,
colgado a las palabras de Gladstone, ¡Marx se batió en
sino también “suprimiendo” . O no la había leído, y en­
retirada, pretextando carencias de tiempo!”
tonces estaba obligado a callarse la boca. De todos mo­
¡Conque era ésa la madre del borrego! ¡Y qué gloriosa­
dos, quedaba claro que no se atrevió a sostener ni por un
mente se refleja, en la fantasía cooperativista-productiva
momento la acusación de su amigo Brentano, según el cual
de Cambridge, la campaña anónima del señor Brentano
Marx había “fraguado e interpolado” una frase. Por el
en la Concordia! ¡Así se erguía, y así blandía su acero,1261
contrario, ahora M arx no habría fraguado e interpo­
en “magistralmente llevados ataques”, este San Jorge de
lado nada, sino suprimido una frase importante. Pero
la Liga Alemana de Fabricantes, mientras el infernal dra­
sucede que esta misma frase aparece citada en la página 5
gón Marx, a sus pies, reducido “rapidísimamente a espas­
de la alocución inaugural, pocas líneas más arriba de la
mos agónicos”, lanza los últimos estertores!
presuntamente “fraguada e interpolada” . Y en lo tocante
Pero toda esta narración épica, propia de un Ariosto,
a la “contradicción” en el discurso de Gladstone, ¡acaso
sólo sirve para disimular los subterfugios de nuestro San
no es precisamente M arx quien en E l capital, p. 618
Jorge. Aquí ya no se habla de “fraguar e interpolar”, de
(39 ed., p. 6 7 2 ), nota 105,a se refiere a las “continuas
“falsificación”, sino de “cita mañosamente desgajada del
y clamorosas contradicciones en los discursos con que
contexto” (craftily isolated quotation). La polémica en­
Gladstone presentara los presupuestos de 1863 y 1864” !
tera cambiaba de terreno, y San Jorge y su escudero de
Sólo que Marx no incurre en la audacia de disolver esas
Cambridge conocían con toda exactitud el porqué.
contradicciones, a lo Sedley Taylor, en una atmósfera de
Como el Times rehusara acoger su réplica, Eleanor
complacencia liberal. L a recapitulación final, en la réplica
M arx la publicó en la revista mensual To-day, en febrero
de Eleanor Marx, está concebida en estos términos: “Por
de 1884, volviendo a llevar el debate al único punto que
el contrario, M arx no ha suprimido nada digno de mención
lo había motivado: ¿Marx había, o no, “fraguado e inter­
polado” aquella frase? A ello respondió el señor Sedley ni fraguado o interpolado lo más mínimo. Rescata del
olvido y restaura, sí, el texto primitivo de cierta frase de
Taylor: “La cuestión de si cierta frase figura o no en el
discurso del señor Gladstone” sería, en su opinión, “de un discurso gladstoniano, la cual indudablemente fue pro­
importancia muy secundaria” en la controversia entre Marx nunciada, pero, de una m anera u otra . . . se escabulló de
la versión de Hansard”.
y Brentano, “comparada con la cuestión de si la consabida
cita se efectuó con el propósito de comunicar o tergiversar Con esto, también el señor Sedley Taylor consideró
el sentido de las palabras de Gladstone”. Admite luego que había recibido lo suyo, y el resultado de toda esta
que la reseña del Times “contiene en realidad una contra­ trenza profesoral, urdida a lo largo de dos decenios y en
dicción verbal”, pero . . . pero, que el resto del texto, inter­ dos grandes naciones, fue el de que nadie osara ya poner
pretado correctamente — es decir, en un sentido gladsto- en duda la escrupulosidad literaria de M arx, y que desde
niano-liberal— , denota lo que el señor Gladstone había ese entonces el señor Sedley Taylor tuviera que otorgar
querido decir {To-day, marzo de 1884). L o más cómico tan poca confianza a los partes de batalla literarios del
del caso es que nuestro hombrecito de Cambridge se obs­ señor Brentano, como el señor Brentano a la infalibilidad
tina en no basarse para sus citas en Hansard, aunque según papal de Hansard.
el anónimo Brentano tal es la “usanza”, sino en la reseña F. E n g e ls
del Times, que el susodicho Brentano había calificado de
“inevitablemente defectuosa”. ¡Por supuesto, ya que en L ondres, 25 de ju n io de 1890.
Hansard falta la frase fatídica!
" N o ta 105 de la sección séptim a.
38
39
Libro primero

EL PROCESO DE PRODUCCIÓN
DEL CAPITAL
S E C C IÓ N P R IM E R A

MERCANCIA Y DINERO

C A P ÍT U L O I

L A M ERCA NCIA

1. Los dos factores de la mercancía: valor de uso


y valor (sustancia del valor, magnitud del valor)

La riqueza de las sociedades en las que domina el modo


de producción capitalista se presenta como un “enorme
cúmulo de mercancías”,1 y la mercancía individual como
la forma elemental de esa riqueza. Nuestra investigación,
por consiguiente, se inicia con el análisis de la mercancía.
La mercancía es, en primer lugar, un objeto exterior,
una cosa que merced a sus propiedades satisface necesi­
dades humanas del tipo que fueran. La naturaleza de esas
necesidades, el que se originen, por ejemplo, en el estó­
mago o en la fantasía, en nada modifica el problema.2
Tampoco se trata aquí de cómo esa cosa satisface la
necesidad humana: de si lo hace directamente, como
medio de subsistencia, es decir, como objeto de disfrute,
o a través de un rodeo, como medio de producción.
Toda cosa útil, como el hierro, el papel, etc., ha de
considerarse desde un punto de vista doble: según su

1 K a rl M arx, Z u r K ritik der politischen O ko n o m ie, B erlín,


1859, p. 3.
2 “ E l deseo im plica necesidad; es el a p etito del espíritu, y ta n
n a tu ra l com o e l h a m b re al cu erp o . . . L a m ay o r p a rte (de las cosas)
d e riv a n su v alo r del hech o d e satisfacer las necesidades d e l espí-
ritu .” (N icholas B arbón, A D iscourse on C oining the N e w M o n e y
L ig h ter. In A n sw e r to M r. L o c k e ’s C onsiderations . . . , L ondres,
1696, pp. 2, 3.)

43
que hemos de examinar, son a la vez los portadores
i-™ 1 ^ COD ,arre^ ° 3 su cantidad. C ada una de esas
„ ,a s es UI} J-^Junto de muchas propiedades y puede, por materiales del valor d e cambio.
E n prim er lugar, el valor de cam bio se presenta como
e ’ .s er en diversos aspectos. E l descubrimiento de relación cuantitativa, proporción en que se intercam bian
lvf rsos asPectos y, en consecuencia, de los múltiples valores de uso de una clase por valores de uso de otra
Driii-05 f US3r ^as cosas’ constituye un hecho histórico.'1 clase,6 una relación que se modifica constantem ente según
• .. re P ro tanto con el hallazgo de medidas sociales para el tiempo y el lugar. E l valor de cambio, pues, parece ser
•, ,'Par a cantidad de las cosas útiles. E n parte, la diver- algo contingente y puram ente relativo, y un valor de cambio
en as medidas de las mercancías se debe a la dife- inmanente, intrínseco a la m ercancía ( valeur intrinsèque) , 7
e na ura e2a de los objetos que hay que medir, y en pues, sería una contradictio in adiecto [contradicción entre
parte a la convención. un término y su atributo]. Examinemos ¡a cosa más de
p utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso.4 cerca.
ro esa utilidad no flota por los aires. E stá condicionada Una mercancía individual, por ejem plo un quarter3 de
Üvict as ( propiedades del cuerpo de la m ercancía, y no trigo, se intercambia por otros artículos en las proporcio­
e margen de ellas. El cuerpo m ism o d e la mer- nes m ás diversas. N o obstante su valor de cam bio se m an­
Cla¡ , c°m o el hierro, trigo, diam ante, etc., es pues tiene inalterado, ya sea que se exprese en x betún, y seda,
Hp n° ° \ US° ° PP bien- Este carácter suyo no depende z oro, etc. Debe, por tanto, poseer un contenido diferen-
, Ve apropiación de sus propiedades útiles cueste al ciable de estos diversos m odos de expresión.b
m re m ucho o poco trabajo. Al considerar los valores Tomemos otras dos mercancías, por ejemplo el trigo
•se PresuPone siempre su carácter determ inado y el hierro. Sea cual fuere su relación de cambio, ésta se
cu n i ativo, tal como docena de relojes, vara de lienzo, podrá representar siempre por una ecuación en la que
o n e a a de hierro, etc. Los valores de uso de las mer- determinada cantidad de trigo se equipara a una cantidad
c ncias proporcionan la m ateria para una disciplina espe­ cualquiera de hierro, por ejemplo: 1 quarter de trigo = a
cial, la merceología/1 El valor de uso se efectiviza única-
men e en el uso o en el consumo. Los valores de uso 6 “E l v a lo r consiste e n la relació n d e in te rc a m b io q u e m ed ia
e n tre ta l cosa y cu al o tra , e n tre tal m e d id a d e u n p ro d u c to y cu al
coas i uyen el contenido material de la riqueza, sea cual m ed id a d e o tr o .” (Le T ro sn e , D e l’in té rê t social, e n P hysiocrates,
uere a forma social de ésta. E n la form a de sociedad ed. p o r D a ire, P a rís, 1846, p . 889.)
7 “N in g u n a cosa p u e d e te n e r u n v a lo r in trín se c o ” (N. B arbon,
cosas tienen u n a v irtu d in trín se c a ” (es éste [vertue], e n o p . cit., p . ó), o , c o m o dice B utler:
. ’ e term in o específico p a ra d e sig n ar el v a lo r de uso); “ en “E l v a lo r d e u n a cosa,
es ex ac ta m en te ta n to c o m o lo q u e h a b r á de re n d ir.” f27]
i m á n A Í ,eS í,e" e,n ia m ism a virtud, tal co m o la d e la p ied ra
a tra e r „ 1 a, ra e r h*erro.” (Jb íd em , p . 6.) L a p ro p ie d a d del im á n de
rie « riik r" 1 fr<í .° se volvió útil cu an d o , p o r m ed io d e e lla , se ‘ M e d id a de c ap a cid a d e quivalente a 2 9 0 ,7 9 litros.
d escu b rió la p o larid ad m agnética. 11 E l texto d e este p á rra fo es c o m o sigue e n la 3? y 4? edicio­
[valor] n a tu ra l de cu alq u ier cosa consiste e n su nes: “D e te rm in a d a m erc an c ía, p o r eje m p lo un q u a rte r de trig o , se
1 . . ” e satisfacer las necesidades o de servir a la com o d id ad de c am b ia p o r x b e tú n o p o r y seda o p o r z o ro , e tc ., e n sum a, p o r
a u m an a. (Jo h n L o ck e, S o m e C onsiderations o n th e Con- o tra s m ercancías, e n las p ro p o rcio n es m á s diversas. E l trigo, pues,
¡jjj e¡ e L o w e rin g o f Interesl, 1691, e n W o rk s, L o n d res, tiene m últiples valo res d e cam b io , e n vez de u n o solo. P e ro c o m o x
?' i ° s escritores ingleses d el siglo x v n suele betún, y del m ism o m o d o y se d a o z o ro , e tc ., e s e l v a lo r d e cam ­
arse a u n la p a la b ra “ w orlh" p o r v a lo r d e uso y “valué” bio d e u n quarter d e trigo, fo rzo sam e n te x b etú n , y seda, z oro ,
nn» cam b io , lo cu al se ajusta, e n un to d o , a l genio de e tc é te ra , tie n e n q u e ser valores d e c am b io su stitu ib le s e n tre sí o de
/- p e a ” gU,a qUe * m c' in a a e x p resa r e n vocablos germ ánicos la igual m agnitud. D e d o n d e se d e sp ren d e , p rim e ro , q u e los valores
c o sa directa, y e n latin o s la refleja. de cam bio vigentes de la m ism a m e rc a n c ía e x p resa n u n algo q u e
S0c‘ep a d b urguesa prevalece la fic tio iuris [ficción ju- es igual. P ero, segundo, q u e el v a lo r d e c am b io únicam ente puede
se r e l m o d o d e expresión, o « fo rm a de m an ifestarse » , de un con­
■ .q a e } ° ? ° c o m p ra d o r de m ercancías tien e un co n o ci­
m iento enciclopédico a c e rca de las m ism as. ten id o diferen ciab le d e é l”.
45
44
quintales de hierro. ¿Qué denota esta ecuación? Que existe bién el producto del trabajo se nos ha transformado entre
algo común, de la misma magnitud, en dos cosas distintas, las manos. Si hacemos abstracción de su valor de uso, abs­
tanto en 1 quarter de trigo como en a quintales de hierro. traemos también los componentes y formas corpóreas que
Ambas, por consiguiente, son iguales a una tercera, que hacen de él un valor de uso. Ese producto ya no es una
en sí y para sí no es ni la una ni la otra. Cada una de ellas, mesa o casa o hilo o cualquier otra cosa útil. Todas sus
pues, en tanto es valor de cambio, tiene que ser reducible propiedades sensibles se han esfumado. Ya tampoco es
a esa tercera. producto del trabajo del ebanista o del albañil o del hilan­
Un sencillo ejemplo geométrico nos ilustrará el punto. dero o de cualquier otro trabajo productivo determinado.
Para determinar y com parar la superficie de todos los Con el carácter útil de los productos del trabajo se desva­
polígonos se los descompone en triángulos. Se reduce el nece el carácter útil de los trabajos representados en ellos
triángulo, a su vez, a una expresión totalmente distinta y, por ende, se desvanecen también las diversas formas
de su figura visible: el semiproducto de la base por la concretas de esos trabajos; éstos dejan de distinguirse,
altura. De igual suerte, es preciso reducir los valores de reduciéndose en su totalidad a trabajo hum ano indiferen-
cambio de las mercancías a algo que les sea común, con ciado, a trabajo abstractamente humano.
respecto a lo cual representen un más o un menos. Examinemos ahora el residuo de los productos del
Ese algo común no puede ser una propiedad natural trabajo. Nada ha quedado de ellos salvo una misma objeti­
— geométrica, física, química o de otra índole— de las vidad espectral, una mera gelatina de trabajo humano
mercancías. Sus propiedades corpóreas entran en consi­ indiferenciado, esto es, _de gasto de fuerza de trabajo
deración, única y exclusivamente, en la medida en que ellas
humana sin consideración a la forma en que se gastó la
hacen útiles a las mercancías, en que las hacen ser, pues,
misma. Esas cosas tan sólo nos hacen presente que en su
valores de uso. Pero, por otra parte, salta a la vista que
producción se empleó fuerza humana de trabajo, se acu­
es precisamente la abstracción de sus valores de uso lo
muló trabajo humano. En cuanto cristalizaciones de esa
que caracteriza la relación de intercambio entre las mer­
cancías. Dentro de tal relación, un valor de uso vale exacta­ sustancia social común a ellas, son valores.3
mente lo mismo que cualquier otro, siempre que esté En la relación misma de intercambio entre las mercan­
presente en la proporción que corresponda. O, como dice cías, su valor de cambio se nos puso de manifiesto como
el viejo Barbón: “Una clase de mercancías es tan buena algo por entero independiente de sus valores de uso. Si
como otra, si su valor de cambio es igual. No existe dife­ luego se hace efectivamente abstracción del valor de uso que
rencia o distinción entre cosas de igual valor de cambio” .8 tienen los productos del trabajo, se obtiene su valor, tal
En cuanto valores de uso, las mercancías son, ante todo, como acaba de determinarse. Ese algo común que se mani­
diferentes en cuanto a la cualidad; como valores de cambio fiesta en la relación de intercambio o en el valor de cambio
sólo pueden diferir por su cantidad, y no contienen, por de las mercancías es, pues, su valor. El desenvolvimiento
consiguiente, ni un solo átomo de valor de uso. de la investigación volverá a conducirnos al valor de
Ahora bien, si ponemos a un lado el valor de uso del cambio como modo de expresión o forma de manifes­
cuerpo de las mercancías, únicamente les restará una pro­ tación necesaria del valor,b al que por de pronto, sin
piedad: la de ser productos del trabajo. No obstante, tam ­ embargo, se ha de considerar independientemente de
esa forma.
8 “O ne sort o f w ares a re as good as a n o th e r, if the valué be Un valor de uso o un bien, por ende, sólo tiene valor
eq u al. T h ere is n o d ifference o r distinction in things o f eq u al
valué . . . O ne h u n d re d pou n d s w o rth of lead o r iron, is o f as great
porque en él está objetivado o materializado trabajo abs­
a valué as one h u n d re d pounds w orth o f silver and gold. [Cien tractamente humano. ¿Cómo medir, entonces, la magnitud
lib ras esterlin as de cu ero o de h ierro tienen un valor de cam bio
e x actam en te igual al de cien lib ra s esterlin as de p lata y o ro .l (N. " E n la 3? y 4? ediciones se agrega: “valores m ercan tiles” .
B arbón, op. cit., pp. 53 y 7.) 1 3- y 4 a ediciones: “ valor m erc an til”.

46 47
de su valor? Por la cantidad de “ sustancia generadora de en general, como ejemplar medio de su clase.10 Por tanto,
valor” — por la cantidad de trabajo— contenida en ese las mercancías que contienen cantidades iguales de trabajo,
valor de uso. L a cantidad de trabajo misma se mide por o que se pueden producir en el mismo tiempo de trabajo,
su duración, y el tiempo de trabajo, a su vez, reconoce tienen la misma magnitud de valor. El valor de una mer­
su patrón de medida en determinadas fracciones tempo­ cancía es al valor de cualquier otra, como el tiempo de
rales, tales como hora, día, etcétera. trabajo necesario para la producción de la una es al tiempo
Podría parecer que si el valor de una mercancía se de trabajo necesario para la producción de la otra. “En
determina por la cantidad de trabajo gastada en su pro­ cuanto valores, todas las mercancías son, únicamente, deter­
ducción, cuanto más perezoso o torpe fuera un hombre minada medida de tiempo de trabajo solidificado.” 11
tanto más valiosa sería su mercancía, porque aquél necesi­ La magnitud de valor de una mercancía se mantendría
taría tanto más tiempo para fabricarla. Sin embargo, el constante, por consiguiente, si también fuera constante el
trabajo qiie genera la sustancia de los valores es trabajo tiempo de trabajo requerido para su producción. Pero éste
humano indiferenciado, gasto de la misma fuerza humana varía con todo cambio en la fuerza productiva del trabajo.
de trabajo. El conjunto de la fuerza de trabajo de la La fuerza productiva del trabajo está determinada por
sociedad, representado en los valores del mundo de las múltiples circunstancias, entre otras por el nivel medio de
mercancías, hace las veces aquí de una y la misma fuerza destreza del obrero, el estadio de desarrollo en que se
humana de trabajo, por más que se componga de innume­ hallan la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas, la coordi­
rables fuerzas de trabajo individuales. Cada una de esas nación social del proceso de producción, la escala y la
fuerzas de trabajo individuales es la misma fuerza de tra­ eficacia de los medios de producción, las condiciones natu­
bajo hum ana que las demás, en cuanto posee el carácter rales. L a misma cantidad de trabajo, por ejemplo, produce
de fuerza de trabajo social media y opera como tal fuerza 8 bushelsa de trigo en un buen año, 4 en un mal año. La
de trabajo social media, es decir, en cuanto, en la produc­ misma calidad de trabajo produce más metal en las minas
ción de una mercancía, sólo utiliza el tiempo de trabajo ricas que en las pobres, etc. Los diamantes rara vez afloran
promedialmente necesario, o tiempo de trabajo socialmente en la corteza terrestre, y de ahí que el hallarlos insuma,
necesario. El tiempo de trabajo socialmente necesario es término medio, mucho tiempo de trabajo. Por consiguiente,
el requerido para producir un valor de uso cualquiera, en en poco volumen representan mucho trabajo. Jacob pone
las condiciones normales de producción vigentes en una en duda que el oro haya saldado nunca su valor íntegro.1281
sociedad y con el grado social medio de destreza e inten­ Aun más cierto es esto en el caso de los diamantes. Según
sidad de trabajo. Tras la adopción en Inglaterra del telar de Eschw ege,1291 el total de lo extraído durante ochenta años
vapor, por ejemplo, bastó más o menos la mitad de trabajo
que antes para convertir en tela determinada cantidad de by the q u a n tity o f lab o u r necessarily required, and com m only
tak en in pro d u cin g th em .” “ E l valor de los objetos p a ra el uso,
hilo. Para efectuar esa conversión, el tejedor manual inglés cuan d o se los in tercam b ia, se regula p o r la can tid ad de trab ajo
necesitaba emplear ahora exactamente el mismo tiempo re q u erid a de m a n e ra n ecesaria y e m p le ad a p o r lo com ún p a ra
de trabajo que antes, pero el producto de su hora indivi­ p ro d u c irlo s.” (Som e T h o u g h ts on the Interest o f M o n e y in G e n e ­
dual de trabajo representaba únicamente media hora de ral, a n d P articularly in the P ublic F u n d s . . . , L ondres, pp. 36, 37.)
E ste n o tab le escrito a n ó n im o d el p asa d o siglo carece de fecha. D e
trabajo social, y su valor disminuyó, por consiguiente, a la su co ntenido se infiere, sin em b arg o , q u e se p u b licó en el reinado
mitad del que antes tenía. de Jorge II, h a cia 1739 ó 1740.
Es sólo la cantidad de trabajo socialmente necesario, 10 “T o d o s los p ro d u c to s de un m ism o género n o fo rm an , en
pues, o el tiempo de trabajo socialmente necesario para realid ad , m ás q u e u n a m asa, cuyo p recio se d e te rm in a de m an e ra
g eneral y hacien d o caso om iso de las circunstancias p a rtic u la re s.”
la producción de un valor de uso, lo que determina su (Le T ro sn e, op. cit., p. 893.)
magnitud de valor." Cada mercancía es considerada aquí, 11 K . M arx, Z a r K ritik . . . , p. 6 .

9 N o ta a la 2? edición. — “T h e valué o f them (the necessaries


o f life) w hen they are exchanged the one fo r an o th e r, is regulated " 291 litros, a p ro x im ad am en te.

48 49
de los yacimientos diamantíferos brasileños todavía no puede ser valor si no es un objeto para el uso. Si es inútil,
había alcanzado, en 1823, a igualar el precio del producto también será inútil el trabajo contenido en ella; no se con­
medio obtenido durante 18 meses en las plantaciones bra­ tará como trabajo y no constituirá valor alguno.
sileñas de caña o de café, aun cuando representaba mucho
más trabajo y por consiguiente más valor. Disponiendo
de minas más productivas, la misma cantidad de trabajo
se representaría en más diamantes, y el valor de los mis­
2 . Dualidad del trabajo representado en las mercancías
mos disminuiría. Y si con poco trabajo se lograra trans­
formar carbón en diamantes, éstos podrían llegar a valer
menos que ladrillos. En términos generales: cuanto mayor
sea la fuerza productiva del trabajo, tanto menor será el En un comienzo, la mercancía se nos puso de mani­
tiempo de trabajo requerido para la producción de un fiesto como algo bifacético, como valor de uso y valor de
artículo, tanto menor la masa de trabajo cristalizada en él, cambio. Vimos a continuación que el trabajo, al estar expre­
tanto menor su valor. A la inversa, cuanto menor sea la sado en el valor, no poseía ya los mismos rasgos caracte­
fuerza productiva del trabajo, tanto mayor será el tiempo rísticos que lo distinguían como generador de valores de
de trabajo necesario para la producción de un artículo, uso. He sido el prim ero en exponer críticamente esa natu­
tanto mayor su valor. Por ende, la magnitud de valor de raleza bifacética del trabajo contenido en la mercancía.12
una mercancía varía en razón directa a la cantidad de Como este punto es el eje en torno al cual gira la com­
trabajo efectivizado en ella e inversa a la fuerza productiva prensión de la economía política, hemos de dilucidarlo
de ese trabajo. aquí con más detenimiento.
Una cosa puede ser valor de uso y no ser valor. Es Tomemos dos mercancías, por ejemplo una chaqueta
éste el caso cuando su utilidad para el hombre no ha sido y 10 varas de lienzo. La primera vale el doble que la
mediada por el trabajo. Ocurre ello con el aire, la tierra segunda, de m odo que si 10 varas de lienzo = V, la cha­
virgen, las praderas y bosques naturales, etc. Una cosa queta = 2 V.
puede ser útil, y además producto del trabajo humano, y La chaqueta es un valor de uso que satisface una
no ser mercancía. Quien, con su producto, satisface su necesidad específica. Para producirla, se requiere deter­
propia necesidad, indudablemente crea un valor de uso, minado tipo de actividad productiva. Ésta se halla deter­
pero no una mercancía. Para producir una mercancía, no minada por su finalidad, modo de operar, objeto, medio y
sólo debe producir valor de uso, sino valores de uso para resultado. Llamamos, sucintamente, trabajo útil al trabajo
otros, valores de uso sociales. {F. E. — Y no sólo, en cuya utilidad se representa así en el valor de uso de su
rigor, para otros. El campesino medieval producía para producto, o en que su producto sea un valor de uso. Desde
el señor feudal el trigo del tributo, y para el cura el del este punto de vista, el trabajo siempre se considera con
diezmo. Pero ni el trigo del tributo ni el del diezmo se relación a su efecto útil.
convertían en mercancías por el hecho de ser producidos Así como la chaqueta y el lienzo son valores de uso
para otros. Para transformarse en mercancía, el producto cualitativamente diferentes, son cualitativamente diferentes
ha de transferirse a través del intercambio a quien se sirve los trabajos por medio de los cuales llegan a existir: el del
de él como valor de uso.} " bis Por último, ninguna cosa sastre y el del tejedor. Si aquellas cosas no fueran valores
de uso cualitativamente diferentes, y por tanto productos
u b is {f . E . — N o ta a la 4? edición. — H e in sertad o el texto de trabajos útiles cualitativamente diferentes, en modo al­
en tre p a ré n te s is " po rq u e su om isión m otiva el frecuentísim o e rro r
guno podrían contraponerse como mercancías. N o se cam­
de creer que, p a ra M arx, es m ercancía todo pro d u cto consum ido
por quien n o sea su p ro d u c to r.) bia una chaqueta por una chaqueta, un valor de uso por
el mismo valor de uso.
“ E n tre llaves en la presente edición. 12 K . M arx , op. cit., pp. 12, 13 y ss.

50 51
A través del cúmulo de los diversos valores de uso o riales naturales particulares. Como creador de valores de
cuerpos de las mercancías se pone de manifiesto un con­ uso, como trabajo útil, pues, el trabajo es, independien­
junto de trabajos útiles igualmente disímiles, diferenciados temente de todas las formaciones sociales, condición de la
por su tipo, género, familia, especie, variedad: una divi­ existencia humana, necesidad natural y eterna de mediar
sión social del trabajo. Ésta constituye una condición para el metabolismo que se da entre el hombre y la naturaleza,
la existencia misma de la producción de mercancías, si y, por consiguiente, de mediar la vida humana.
bien la producción de mercancías no es, a la inversa, Los valores de uso — chaqueta, lienzo, etc., en suma,
condición para la existencia misma de la división social los cuerpos de las mercancías— son combinaciones de dos
del trabajo. En la comunidad paleoíndica el trabajo está elem entos: material natural y trabajo. Si se hace abstrac­
dividido socialmente, sin que por ello sus productos se ción, en su totalidad, de los diversos trabajos útiles incor­
transformen en mercancías. O bien, para poner un ejemplo porados a la chaqueta, al lienzo, etc., quedará siempre un
más cercano: en todas las fábricas el trabajo está dividido sustrato material, cuya existencia se debe a la naturaleza
sistemáticamente, pero esa división no se halla mediada y no al concurso humano. E n su producción, el hombre
por el hecho de que los obreros intercambien sus productos sólo puede proceder como la naturaleza misma, vale decir,
individuales. Sólo los productos de trabajos privados autó­ cambiando, simplemente, la forma de los materiales.13 Y
nomos, recíprocamente independientes, se enfrentan entre es más: incluso en ese trabajo de transformación se ve
sí como mercancías. constantemente apoyado por fuerzas naturales. El trabajo,
Se ha visto, pues, que el valor de uso de toda mercancía por tanto, no es la fuente única de los valores de uso que
encierra determinada actividad productiva — o trabajo produce, de la riqueza material. El trabajo es el padre
útil— orientada a un fin. Los valores de uso no pueden de ésta, como dice William Petty, y la tierra, su m ad re.1301
enfrentarse como mercancías si no encierran en sí trabajos De la mercancía en cuanto objeto para el uso pasemos
útiles cualitativamente diferentes. En una sociedad cuyos ahora al valor de la mercancía.
productos adoptan en general la forma de mercancía, esto Supusimos que la chaqueta valía el doble que el lienzo.
es, en una sociedad de productores de mercancías, esa Pero ésta no es más que una diferencia cuantitativa, y
diferencia cualitativa entre los trabajos útiles — los cuales por el momento no nos interesa. Recordemos, pues, que
se ejercen independientemente unos de otros, como ocupa­ si una chaqueta vale el doble que 10 varas de lienzo, la
ciones privadas de productores autónomos— se desenvuel­ magnitud de valor de 20 varas de lienzo será igual a la de
ve hasta constituir un sistema multimembre, una división una chaqueta. En su calidad de valores, la chaqueta y el
social del trabajo. lienzo son cosas de igual sustancia, expresiones objetivas
A la chaqueta, por lo demás, tanto le da que quien del mismo tipo de trabajo. Pero el trabajo del sastre y el
la vista sea el sastre o su cliente. En ambos casos oficia de
13 “T o d o s los fen ó m en o s d el universo, los h a y a p ro d u cid o la
valor de uso. La relación entre la chaqueta y el trabajo m ano del h o m b re o las leyes u niversales de la física, n o d a n idea
que la produce tam poco se modifica, en sí y para sí, por de u n a creación real, sino ú n icam en te de u n a m odifica ció n de la
el hecho de que la ocupación sastreril se vuelva profesión m ateria. Juntar y separar son los únicos elem en to s que e n cu e n tra el
especial, miembro autónomo de la división social del ingenio h u m a n o c u an d o an aliza la idea d e la re p ro d u cció n , y
lan to estam os an te u n a re p ro d u c c ió n de v a lo r” (valor de uso,
trabajo. El hombre hizo su vestimenta durante milenios, aunque a q u í el pro p io V e rri, e n su polém ica c o n tra los fisiócratas,
allí donde lo forzaba a ello la necesidad de vestirse, antes no sepa a ciencia c ie rta de q u é valor e stá h a b la n d o ) “y de riqueza
de que nadie llegara a convertirse en sastre. Pero la si la tie rra , el aire y el agua de los cam pos se tra n sfo rm a n en
existencia de la chaqueta, del lienzo, de todo elemento de cereales, com o si, m ed ian te la m a n o del h o m b re, la pegajosa secre­
ción de un insecto se tra n s m u ta en terciopelo o bien algunos
riqueza material que no sea producto espontáneo de la Irocitos de m etal se org an izan p a ra fo rm a r u n reloj de repetición.”
naturaleza, necesariamente estará m ediada siempre por (P ietro V e rri, M e d ita zio n i sulla econom ía política — la edición p rín ­
una actividad productiva especial, orientada a un fin, la cipe es de 1771— , col. “S c ritto ri classici italiani di econom ía poli-
cual asimila a necesidades particulares del hombre mate­ lica", d ir por C ustodi, p a rte m o d ern a , t. xv, pp. 21, 22.)

52 53
del tejedor difieren cualitativamente. Existen condiciones de suerte que una pequeña cantidad de trabajo complejo
sociales, no obstante, en que el m ismo hombre trabaja equivale a una cantidad mayor de trabajo simple. L a expe­
alternativamente de sastre y de tejedor: en ellas estos dos riencia muestra que constantemente se opera esa reducción.
modos diferentes de trabajo, pues, no son más que modi­ Por más que una mercancía sea el producto del trabajo más
ficaciones del trabajo que efectúa el m ismo individuo', no complejo su valor la equipara al producto del trabajo sim­
han llegado a ser funciones especiales, fijas, de individuos ple y, por consiguiente, no representa más que determinada
diferentes, del mismo modo, exactamente, que la chaqueta cantidad de trabajo simple.15 Las diversas proporciones en
que nuestro sastre confecciona hoy y los pantalones que que los distintos tipos de trabajo son reducidos al trabajo
hará m añana sólo suponen variedades del mismo trabajo simple como a su unidad de medida, se establecen a través
individual. Una simple mirada nos revela, además, que en de un proceso social que se desenvuelve a espaldas de los
nuestra sociedad capitalista, y con arreglo a la orientación productores, y que por eso a éstos les parece resultado de
variable que muestra la demanda de trabajo, una porción la tradición. Para simplificar, en lo sucesivo considerare­
dada de trabajo humano se ofrece alternativamente en mos directamente toda clase de fuerza de trabajo como
forma de trabajo de sastrería o como trabajo textil. Este fuerza de trabajo simple, no ahorrándonos con ello más
cambio de forma del trabajo posiblemente no se efectúe que la molestia de la reducción.
sin que se produzcan fricciones, pero se opera necesaria­ Por consiguiente, así como en los valores chaqueta y
mente. Si se prescinde del carácter determinado de la activi­ lienzo se hace abstracción de la diferencia entre sus valores
dad productiva y por tanto del carácter útil del trabajo, lo de uso, otro tanto ocurre, en el caso de los trabajos que
que subsiste de éste es el ser un gasto de fuerza de tra­ están representados en esos valores, con la diferencia entre
bajo humana. Aunque actividades productivas cualitativa­ las formas útiles de esos trabajos: el del sastre y el del
mente diferentes, el trabajo del sastre y el del tejedor son tejedor. Así como los valores de uso chaqueta y lienzo son
ambos gasto productivo del cerebro, músculo, nervio, combinaciones de actividades productivas orientadas a un
mano, etc., humanos, y en este sentido uno y otro son tra­ fin que se efectúan con paño e hilado, y en cambio los va­
bajo humano. Son nada más que dos formas distintas de lores chaqueta y lienzo sólo son mera gelatina homogénea
gastar la fuerza hum ana de trabajo. Es preciso, por cierto, de trabajo, también los trabajos contenidos en dichos valo­
que la fuerza de trabajo humana, para que se la gaste res no tienen validez por su relación productiva con el
de esta o aquella forma, haya alcanzado un mayor o me­ paño y el hilado sino sólo como gastos de fuerza humana de
nor desarrollo. Pero el valor de la mercancía representa trabajo. El trabajo sastreril y el textil son elementos cons­
trabajo humano puro y simple, gasto de trabajo humano titutivos de los valores de uso chaqueta y lienzo merced
en general. Así como en la sociedad burguesa un general precisamente a sus cualidades diferentes', son sustancia del
o un banquero desempeñan un papel preeminente, y el valor chaqueta y del valor lienzo sólo en tanto se hace
hombre sin más ni más un papel muy deslucido,14 otro abstracción de su cualidad específica, en tanto ambos
tanto ocurre aquí con el trabajo humano. Éste es gasto de poseen la misma cualidad, la de trabajo humano.
la fuerza de trabajo simple que, término medio, todo
hombre común, sin necesidad de un desarrollo especial, La chaqueta y el lienzo, empero, no son sólo valores
posee en su organismo corporal. El carácter del trabajo en general, sino valores de una magnitud determinada, y
medio simple varía, por cierto, según los diversos países y con arreglo a nuestra hipótesis la chaqueta valía el doble
épocas culturales, pero está dado para una sociedad deter­ que 10 varas de lienzo. ¿A qué se debe tal disparidad
minada. Se considera que el trabajo más complejo es igual
sólo a trabajo simple potenciado o más bien multiplicado, lr' H a de a d v ertir el lector que aquí no se tra ta del salario o
valor que percibe e l o b rero p o r una jo rn ad a lab o ral, sino del
valor de la m ercancía en que su jo rn a d a lab o ra l se objetiva. E n
14 C fr. H egel, P hilosophie des R ec h ts, B erlín, 1840, § 190, la p resente fase de nu e stra exposición, la categoría del salario aún
pág in a 250. no existe, en m odo alguno.

54 55
entre sus magnitudes de valor? Al hecho de que el lienzo exigua. Por el contrario, en sí y para sí, un cambio en la
sólo contiene la mitad de trabajo que la chaqueta, de tal fuerza productiva del trabajo en nada afecta el trabajo
m anera que para la producción de la última será nece­ representado en el valor. Como la fuerza productiva del
sario gastar fuerza de trabajo durante el doble de tiempo trabajo es algo que corresponde a la forma útil adoptada
que para la producción del primero. concretamente por el trabajo, es natural que, no bien hace­
Por ello, si en lo que se refiere al valor de uso el mos abstracción de dicha forma útil concreta, aquélla ya
trabajo contenido en la mercancía sólo cuenta cualitativa­ no pueda ejercer influjo alguno sobre el trabajo. El mismo
mente, en lo que tiene que ver con la magnitud de valor, trabajo, pues, por más que cambie la fuerza productiva,
cuenta sólo cuantitativamente, una vez que ese trabajo se rinde siempre la misma magnitud de valor en los mismos
halla reducido a la condición de trabajo humano sin más espacios de tiempo. Pero en el mismo espacio de tiempo
cualidad que ésa. Allí, se trataba del cómo y del qué del suministra valores de uso en diferentes cantidades: más,
trabajo; aquí del cuánto, de su duración. Como la magni­ cuando aumenta la fuerza productiva, y menos cuando
tud de valor de una mercancía sólo representa la cantidad disminuye. Es así como el mismo cambio que tiene lugar
del trabajo en ella contenida, las mercancías, en cierta en la fuerza productiva y por obra del cual el trabajo se
proporción, serán siempre, necesariamente, valores iguales. vuelve más fecundo, haciendo que aumente, por ende, la
Si se mantiene inalterada la fuerza productiva de todos m asa de los valores de uso proporcionados por éste, reduce
los trabajos útiles requeridos para la producción, digamos, la magnitud de valor de esa masa total acrecentada, siempre
de una chaqueta, la magnitud de valor de las chaquetas que abrevie la suma del tiempo de trabajo necesario para
aumentará en razón de su cantidad. Si una chaqueta repre­ la producción de dicha masa. Y viceversa.
senta x días de trabajo, 2 chaquetas representarán 2 x, etc. Todo trabajo es, por un lado, gasto de fuerza humana
Pero supongamos que el trabajo necesario para la produc­ de trabajo en un sentido fisiológico, y es en esta condi­
ción de una chaqueta se duplica, o bien que disminuye a ción de trabajo hum ano igual, o de trabajo abstractamente
la mitad. En el primero de los casos una chaqueta valdrá humano, como constituye el valor de la mercancía. Todo
tanto como antes dos; en el segundo, dos de esas prendas trabajo, por otra parte, es gasto de fuerza humana de tra­
sólo valdrán lo que antes una, por más que en ambos casos bajo en una forma particular y orientada a un fin, y en esta
la chaqueta preste los mismos servicios que antes y el condición de trabajo útil concreto produce valores de uso.18
trabajo útil contenido en ella sea también ejecutado como
siempre. Pero se ha alterado la cantidad de trabajo em­ "* N o ta a la 2^ edición. — P a ra d e m o stra r “q u e sólo el tra b a ­
pleada para producirlo. jo [ .. .] es la m edida definitiva y real con arreg lo a la cu al en
todos los tiem pos puede estim arse y co m p a rarse el v a lo r de todas
En sí y para sí, una cantidad mayor de valor de uso las m ercan cías” , dice A dam Sm ith: “C a n tid a d es iguales de trab a jo
constituirá una riqueza material mayor; dos chaquetas, en todo tiem p o y lu g ar h a n de ten er el m ism o v alo r p a ra el tra b a ­
más riqueza que una. Con dos chaquetas puede vestirse jad o r. E n su e stad o n o rm al de salud, fu erza y dinam ism o, y con
a dos hombres, mientras que con una sólo a uno, etc. No el grado m edio de d estreza que posea, el tra b a ja d o r debe siem pre
re n u n c ia r a la m ism a p o rc ió n de su descanso, lib e rtad y felicidad” .
obstante, a la masa creciente de la riqueza material puede (W ealth o f N atio n s, lib. i, cap. v [ed. p o r E. G . W ak efield , L ondres,
corresponder una reducción simultánea de su magnitud 1836, vol. i, pp. 104-105].) D e u n a p a rte , A dam Sm ith confunde
de valor. Este movimiento antitético deriva del carácter a q u í (no en todos los casos) la determ in ació n del v alo r p o r la
bifacético del trabajo. L a fuerza productiva, naturalmente, cantidad de trabajo gastada en la p roducción de la m ercancía, con
la d eterm in ació n de los valores m ercantiles p o r el valor del trabajo,
es siempre fuerza productiva de trabajo útil, concre­
y por eso p ro c u ra d e m o stra r que c an tid ad es iguales de trab a jo
to, y de hecho sólo determina, en un espacio dado de tienen siem pre el m ism o valor. D e o tra p arte, en tre v é que el tra ­
tiempo, el grado de eficacia de una actividad productiva bajo, en la m edida en que se re p resen ta en el v alo r de las m e r­
orientada a un fin. Por consiguiente, es en razón directa cancías, sólo cuenta com o gasto de fu erza de trabajo, p ero sólo
al aumento o reducción de su fuerza productiva que el concibe ese gasto co m o sacrificio del descanso, la lib e rtad y la
felicidad, no com o actividad n o rm al de la vida. Sin duda, tiene
trabajo útil deviene fuente productiva más abundante o e n vista aquí al a sa la ria d o m oderno. M ucho m ás certero es el

56 57
3. La forma de valor o el valor de cambio menester, ahora, que volvamos a esa forma en que se
manifiesta el valor.
Las mercancías vienen al mundo revistiendo la forma No hay quien no sepa, aunque su conocimiento se
de valores de uso o cuerpos de mercancías: hierro, lienzo, reduzca a eso, que las mercancías poseen una forma común
trigo, etc. Es ésta su prosaica forma natural. Sin embargo, de valor que contrasta, de manera superlativa, con las
sólo son mercancías debido a su dualidad, a que son obje­ abigarradas formas naturales propias de sus valores de uso:
tos de uso y, simultáneamente, portadoras de valor. Sólo la forma de dinero. De lo que aquí se trata, sin embargo,
se presentan como mercancías, por ende, o sólo poseen la es de llevar a cabo una tarea que la economía burguesa
forma de mercancías, en la medida en que tienen una for­ ni siquiera intentó, a saber, la de dilucidar la génesis de esa
ma doble: la forma natural y la forma de valor. forma dineraria, siguiendo, para ello, el desarrollo de la
La objetividad de las mercancías en cuanto valores expresión del valor contenida en la relación de valor exis­
se diferencia de mistress Quickly en que no se sabe por tente entre las mercancías: desde su forma más simple y
dónde agarrarla.[31] En contradicción directa con la obje­ opaca hasta la deslumbrante forma de dinero. Con lo cual,
tividad sensorialmente grosera del cuerpo de las mercan­ al mismo tiempo, el enigma del dinero se desvanece.
cías, ni un solo átomo de sustancia natural forma parte La más simple relación de valor es, obviamente, la que
de su objetividad en cuanto valores. De ahí que por más existe entre una mercancía y otra mercancía determinada
que se dé vuelta y se manipule una mercancía cualquiera, de especie diferente, sea cual fuere. La relación de valor
resultará inasequible en cuanto cosa que es valor. Si recor­ entre dos mercancías, pues, proporciona la expresión más
damos, empero, que las mercancías sólo poseen objetivi­ simple del valor de una mercancía.
dad como valores en la medida en que son expresiones
de la misma unidad social, del trabajo humano; que su
objetividad en cuanto valores, por tanto, es de naturaleza
puramente social, se comprenderá de suyo, asimismo, que A. F O R M A S IM P L E O SIN G U LA R DE V A L O R 3
dicha objetividad como valores sólo puede ponerse de m a­
nifiesto en la relación social entre diversas mercancías.
Habíamos partido, en realidad, del valor de cambio o de x mercancía A = y mercancía B, o bien:
la relación de intercambio entre las mercancías, para des­ x mercancía A vale y mercancía B
cubrir el valor de las mismas, oculto en esa relación. Es (2 0 v a ras de lienzo = 1 ch aq u eta, o bien:
2 0 v aras de lienzo valen I ch aqueta)

a n ó n im o p re cu rso r de A d a m Sm ith citado en la n o ta 9, cuando


dice: “ U n h o m b re se h a o cu p ad o d u ra n te u n a sem ana en pro d u cir
este a rtíc u lo n e c e s a rio . . . y quien le d é a cam bio de él algún 1. LOS DOS PO LOS DE LA E X P R E S IO N DEL VALOR:
otro objeto, n o p o d rá e fec tu a r m ejor evaluación de lo que es su F O R M A R E L A T IV A D E V A L O R Y F O R M A D E E Q U IV A L E N T E
e q u ivalente adecuado, que calcu lan d o que le cuesta a el e x ac ta ­
m ente el m ism o labour [trabajo] y tiem po; lo cual, en realidad, El secreto de toda forma de valor yace oculto bajo
no es sino el cam bio e n tre el labour que u n h o m b re em pleó e n una esta forma simple de valor. Es su análisis, pues, el que
cosa d u ra n te d e term in ad o tiem po, y el tra b a jo gastado en o tra cosa, presenta la verdadera dificultad.
por o tro ho m b re, d u ra n te el m ism o tie m p o ” . (So m e T h o u g h ts . . . ,
página 39.) .
Las dos mercancías heterogéneas A y B, en nuestro
{ F . E . — A gregado a la 4? edición. — L a lengua inglesa tiene ejemplo el lienzo y la chaqueta, desempeñan aquí, obvia­
la ventaja de poseer dos p a la b ras d istintas p a ra esos dos diferentes mente, dos papeles diferentes. El lienzo expresa su valor
aspectos del trab a jo . E l tra b a jo que crea valores de uso y que está en la chaqueta; la chaqueta hace las veces de material para
d e te rm in a d o cualitativ am en te se den o m in a w ork, por oposición a
lab o u r; el que crea valor, y al que sólo se m ide cuantitativ am en te,
es labour, por oposición a w ork. V éase n o ta a la trad u cció n inglesa, “ E n la 3 3 y 4 11 ediciones: “F o rm a sim ple, singular o contin­
p ágina 14.} gente de v a lo r”.

58 59
dicha expresión del valor. A la primera mercancía le co­ 2. LA FO RM A R E L A T IV A D E V A LO R

rresponde un papel activo; a la segunda, uno pasivo. El


valor de la primera mercancía queda representado como
a) Contenido de la forma relativa de valor
valor relativo, o sea, reviste una forma relativa de valor.
La segunda mercancía funciona como equivalente, esto es,
Para averiguar de qué manera la expresión simple del
adopta una forma de equivalente.
valor de una m ercancía'se encierra en la relación de valor
L a forma relativa de valor y la forma de equivalente
son aspectos interconectados e inseparables, que se condi­ entre dos mercancías, es necesario, en un principio, consi­
derar esa relación con total prescindencia de su aspecto
cionan de manera recíproca, pero constituyen a la vez
cuantitativo. Por regla general se procede precisamente a
extremos excluyentes o contrapuestos, esto es, polos de la
misma expresión de valor', se reparten siempre entre las la inversa, viéndose en la relación de valor tan sólo la
proporción en que se equiparan determinadas cantidades
distintas mercancías que la expresión del valor pone en in-
de dos clases distintas de mercancías. Se pasa por alto, de
terrelación. No me es posible, por ejemplo, expresar en
esta suerte, que las magnitudes de cosas diferentes no
lienzo el valor del lienzo. 20 varas de lienzo = 20 varas
llegan a ser comparables cuantitativamente sino después de
de lienzo no constituye expresión alguna de valor. La igual­
su reducción a la misma unidad. Sólo en cuanto expresio­
dad, por el contrario, dice más bien: 20 varas de lienzo no
nes de la misma unidad son magnitudes de la misma deno­
son otra cosa que 20 varas de lienzo, que una cantidad
minación, y por tanto conmensurables.17
determinada de ese objeto para el uso que es el lienzo. El
Ya sea que 20 varas de lienzo = 1 chaqueta, ó = 20
valor del lienzo, como vemos, sólo se puede expresar
ó = x chaquetas, es decir, ya sea que una cantidad deter­
relativamente, es decir, en otra mercancía. L a forma rela­
minada de lienzo valga muchas o pocas chaquetas, en
tiva de valor del lienzo supone, pues, que otra mercancía
todas esas proporciones siempre está implícito que el lienzo
cualquiera se le contraponga bajo la forma de equivalente.
y las chaquetas, en cuanto magnitudes de valor son expre­
Por lo demás, esa otra mercancía que hace las veces de
siones de la misma unidad, cosas de igual naturaleza.
equivalente, no puede revestir al mismo tiempo la forma
Lienzo = chaqueta es el fundamento de la ecuación.
relativa de valor. Ella no expresa su propio valor. Se
reduce a proporcionar el material para la expresión del Pero las dos mercancías cualitativamente equiparadas
no desempeñan el mismo papel. Sólo se expresa el valor
valor de otra mercancía.
del lienzo. ¿Y cómo? Relacionándolo con la chaqueta en
Sin duda, la expresión 20 varas de lienzo = 1 chaque­
calidad de “equivalente” suyo u objeto “intercambiable”
ta, o 20 varas de lienzo valen 1 chaqueta, implica la
por ella. En esta relación, la chaqueta cuenta como forma
relación inversa: 1 chaqueta = 2 0 varas de lienzo, o
de existencia del valor, como cosa que es valor, pues sólo
1 chaqueta vale 20 varas de lienzo. Pero lo cierto es que
en cuanto tal es ella lo mismo que el lienzo. Por otra
para expresar en términos relativos el valor de la chaqueta
debo invertir la ecuación, y al hacerlo es el lienzo, en vez parte, sale a luz o adquiere una expresión autónoma el
propio carácter de ser valor del lienzo, ya que sólo en
de la chaqueta, el que pasa a ser el equivalente. Por tanto,
la misma mercancía no puede, en la misma expresión del cuanto valor se puede relacionar con la chaqueta como
valor, presentarse simultáneamente bajo ambas formas.
17 L os ra ro s econom istas que, co m o Sam uel B ailey, se dedica­
Éstas, por el contrario, se excluyen entre sí de manera polar.
ro n al análisis de la fo rm a de valor, n o p odían a lc an z a r resultado
El que una mercancía adopte la forma relativa de a lguno, p rim eram en te porque co n fu n d en la fo rm a de valor y el
valor o la forma contrapuesta, la de equivalente, depende valor m ism o, y en segundo térm in o p orque, som etidos al tosco
de manera exclusiva de la posición que en ese momento influjo del burgués práctico, desde un prim er m o m en to tenían
presente exclusivam ente la determ in ació n c u an tita tiv a . “La posibi­
ocupe en la expresión del valor, esto es, de que sea la mer­ lidad de disponer de la c a n tid a d . . . es lo que constituye el valor."
cancía cuyo valor se expresa o bien, en cambio, la (M oney a n d its V icissitudes, L ondres, 1837, p. 11. E l a u to r es
mercancía en la que se expresa el valor. Sam uel B ailey.)

60 61
equivalente o intercambiable por ella. El ácido butírico, Sin embargo, no basta con enunciar el carácter especí­
por ejemplo, es un cuerpo diferente del formiato de pro­ fico del trabajo del cual se compone el valor del lienzo.
pilo. Ambos, sin embargo, se componen de las mismas sus­ La fuerza de trabajo humana en estado líquido, o el trabajo
tancias químicas: carbono (C ), hidrógeno (H ) y oxígeno humano, crea valor, pero no es valor. Se convierte en
(O ), y justamente en proporciones iguales, a saber: valor al solidificarse, al pasar a la forma objetiva. Para
C4H 80 2. Ahora bien, si se igualara el ácido butírico al expresar el valor de la tela como una gelatina de trabajo
formiato de propilo, tendríamos lo siguiente: primero, que humano, es menester expresarlo en cuanto “objetividad”
en esa igualdad el formiato de propilo sólo contaría como que, como cosa, sea distinta del lienzo mismo, y a la vez
forma de existencia de C 4H 80 2, y en segundo lugar, con la común a él y a otra mercancía. El problema ya está
igualdad diríamos que el ácido butírico se compone de resuelto.
C4H 80 2. Al igualar el formiato de propilo con el ácido Si en la relación de valor del lienzo se considera la
butírico, pues, se expresaría la sustancia química de ambos chaqueta como algo que es cualitativamente igual a él,
por contraposición a su forma corpórea. como cosa de la misma naturaleza, ello se debe a que ésta
Si decimos que las mercancías, en cuanto valores, no es un valor. Se la considera aquí, por tanto, como cosa
son más que mera gelatina de trabajo humano, nuestro en la que se manifiesta el valor, o que en su forma natural
análisis las reduce a la abstracción del valor, pero no les y tangible representa al valor. Ahora bien: la chaqueta, el
confiere forma alguna de valor que difiera de sus formas cuerpo de la mercancía chaqueta, es un simple valor de
naturales. Otra cosa ocurre en la relación de valor entre uso. Una chaqueta expresa tan inadecuadamente el valor
una mercancía y otra. Lo que pone de relieve su carácter como cualquier pieza de lienzo. Esto demuestra, simple­
de valor es su propia relación con la otra mercancía. mente, que la chaqueta, puesta en el marco de la relación de
Por ejemplo: al igualar la chaqueta, en cuanto cosa valor con el lienzo, importa más que fuera de tal relación,
que es valor, al lienzo se equipara el trabajo que se encierra así como no pocos hombres importan más si están embu­
en la primera al trabajo encerrado en el segundo. Ahora tidos en una chaqueta con galones que fuera de la misma.
bien: el trabajo que confecciona la chaqueta, el del sastre, En la producción de la chaqueta se ha empleado, de
es un trabajo concreto que difiere por su especie del tra­ m anera efectiva, fuerza de trabajo hum ana bajo la forma
bajo que produce el lienzo, o sea, de tejer. Pero la equipa­ de trabajo sastreril. Se ha acumulado en ella, pues, trabajo
ración con éste reduce el trabajo del sastre, en realidad, humano. Desde este punto de vista, la chaqueta es “porta­
a lo que en ambos trabajos es efectivamente igual, a su dora de valor”, aunque esa propiedad suya no se trasluzca
carácter común de trabajo humano. Dando este rodeo, ni siquiera cuando de puro gastada se vuelve transparente.
pues, .lo que decimos es que tampoco el trabajo del tejedor, Y en la relación de valor del lienzo, la chaqueta sólo
en la medida en que teje valor, posee rasgo distintivo cuenta en ese aspecto, esto es, como valor corporificado,
alguno con respecto al trabajo del sastre; es, por ende, como cuerpo que es valor. Su apariencia abotonada no es
trabajo abstractamente humano. Sólo la expresión de equi­ obstáculo para que el lienzo reconozca en ella un alma
valencia de mercancías heterogéneas saca a luz el carácter gemela, afín: el alma del valor. Frente al lienzo, sin em-
específico del trabajo en cuanto formador de valor, redu­
ciendo de hecho a lo que les es común, a trabajo humano
jo, l32! de la m an e ra en que se m ed irá m ejor el v alor de todas
en general, los trabajos heterogéneos que se encierran en las cosas . . . es en tra b a jo ” . (T h e W o rk s o f B . F ranklin . . . , ed. por
las mercancías heterogéneas.17b,s Sparks, B oston, 1836, vol. ii, p. 267.) F ra n k lin n o es consciente de
que al e stim ar “en tra b a jo ” el valor de todas las cosas, hace abs­
17 bis N o ta a la 2? edición. — U n o de los p rim eros econom is­ trac ció n de la diferen cia e n tre los trab ajo s intercam b iad o s, re d u ­
tas que, después de W illiam Petty, som etió a e xam en la n a tu ra le z a ciéndolos así a tra b a jo h u m an o igual. N o lo sabe, pero lo dice.
del v alor, el célebre F ra n k lin , dice: “C o m o el com ercio, en general, Se re fie re p rim e ro a “u n tra b a jo ”, luego al “o tro tra b a jo ” y por
no es o tra cosa que el in tercam b io de un trab a jo por o tro traba- ú ltim o al “ tra b a jo ”, sin m ás especificación, com o sustancia del
v alor de todas las cosas.

62
63
bargo, la chaqueta no puede representar el valor sin es la propia expresión del valor de A. París vaut bien une
que el valor, simultáneamente, adopte para él la forma messe! [¡París bien vale una m isa!][331
de chaqueta. Del mismo modo que el individuo A no Por intermedio de la relación de valor, pues, la forma
puede conducirse ante el individuo B como ante el titular natural de la mercancía B deviene la forma de valor de la
de la majestad sin que para A, al mismo tiempo, la mercancía A, o el cuerpo de la mercancía B se convierte,
majestad adopte la figura corporal de B y, por consi­ para la mercancía A, en espejo de su valor.18 Al referirse
guiente, cambie de fisonomía, color del cabello y muchos a la mercancía B como cuerpo del valor, como concreción
otros rasgos más cada vez que accede al trono un nuevo material del trabajo humano, la mercancía A transforma al
padre de la patria. valor de uso B en el material de su propia expresión de va­
En la relación de valor, pues, en que la chaqueta lor. El valor de la mercancía A, expresado así en el valor de
constituye el equivalente del lienzo, la forma de chaqueta uso de la mercancía B, adopta la forma del valor relativo.
hace las veces de forma del valor. Por tanto, el valor
de la mercancía lienzo queda expresado en el cuerpo de
la mercancía chaqueta, el valor de una mercancía en el
b) Carácter determinado cuantitativo
valor de uso de la otra. En cuanto valor de uso el lienzo es
una cosa sensorialmente distinta de la chaqueta; en cuanto de la form a relativa de valor
valor es igual a la chaqueta, y, en consecuencia, tiene
el mismo aspecto que ésta. Adopta así una forma de valor, Toda mercancía cuyo valor debamos expresar es un
diferente de su forma natural. En su igualdad con la objeto para el uso que se presenta en una cantidad deter­
chaqueta se manifiesta su carácter de ser valor, tal como m inada: 15 fanegas de trigo, 100 libras de café, etc. Esta
el carácter ovejuno del cristiano se revela en su igualdad cantidad dada de una mercancía contiene determinada can­
con el cordero de Dios. tidad de trabajo humano. La forma de valor, pues, no
Como vemos, todo lo que antes nos había dicho el sólo tiene que expresar valor en general, sino valor, o
análisis del valor mercantil nos lo dice ahora el propio magnitud de valor, cuantitativamente determinado. Por
lienzo, no bien entabla relación con otra mercancía, la consiguiente, en la relación de valor de la mercancía A
chaqueta. Sólo que el lienzo revela sus pensamientos en el con la mercancía B, del lienzo con la chaqueta, no sólo se
único idioma que domina, el lenguaje de las mercancías. equipara cualitativamente la clase de mercancía chaqueta,
Para decir que su propio valor lo crea el trabajo, el trabajo como corporización del valor en general, con el lienzo,
en su condición abstracta de trabajo humano, dice que la sino que a una cantidad determinada de lienzo, por ejem­
chaqueta, en la medida en que vale lo mismo que él y, plo a 20 varas de lienzo, se le iguala una cantidad determi­
por tanto, en cuanto es valor, está constituida por el nada del cuerpo que es valor o del equivalente, por ejemplo
mismo trabajo que el lienzo. Para decir que su sublime 1 chaqueta.
objetividad del valor difiere de su tieso cuerpo de lienzo, La igualdad: “20 varas de lienzo = 1 chaqueta”, o
dice que el valor posee el aspecto de una chaqueta y que “20 varas de lienzo valen 1 chaqueta”, presupone que en
por tanto él mismo, en cuanto cosa que es valor, se
parece a la chaqueta como una gota de agua a otra. Obsér­ 18 E n cierto m odo, con el hom bre sucede lo m ism o que con
vese, incidentalmente, que el lenguaje de las mercancías, la m ercancía. C o m o no viene al m undo con un espejo e n la m ano,
aparte del hebreo, dispone de otros muchos dialectos más ni tam p o c o a firm an d o , com o el filósofo fich tian o , “yo soy y o ”, el
hom bre se ve reflejad o p rim e ro sólo en o tro hom bre. T a n sólo a
o menos precisos. La palabra alemana “Wertsein”, a trav é s de la re la ció n con el hom bre P ablo com o igual suyo, el
modo de ejemplo, expresa con menos vigor que el verbo h o m b re P e d ro se re la cio n a consigo m ism o com o hom bre. P ero con
románico “valere”, “valer”, “valoir” , la circunstancia de ello tam b ién el hom bre P ab lo , de pies a cabeza, e n su corp o reid ad
que la igualación de la mercancía B con la mercancía A pau lin a, c u e n ta p a ra P e d ro com o la fo rm a en que se m anifiesta
el gen u s [género] hom bre.

64 65
1 chaqueta se encierra exactamente tanta sustancia de
Si comparamos los diversos casos comprendidos en
valor como en 20 varas de lienzo; por ende, que ambas I y II, tendremos que el mismo cambio de magnitud expe­
cantidades de mercancías insumen el mismo trabajo o un rimentado por el valor relativo puede obedecer a causas
tiempo de trabajo igual. El tiempo de trabajo necesario absolutamente contrapuestas. Así, de que 20 varas de lien­
p ara la producción de 20 varas de lienzo o de una cha­ zo = 1 chaqueta, se pasa a: 1) la ecuación 20 varas de
queta, empero, varía cada vez que varía la fuerza produc­ lienzo = 2 chaquetas, o porque aumentó al doble el valor
tiva en el trabajo textil o en el de los sastres. Hemos del lienzo o porque el de la chaqueta se redujo a la mitad,
de investigar con más detenimiento, ahora, el influjo que y 2) a la ecuación 20 varas de lienzo = ¥2 chaqueta, sea
ese cambio ejerce sobre la expresión relativa de la magni­ porque el valor del lienzo disminuyó a la mitad, sea porque
tud del valor. se duplicó el de la chaqueta.
I. El valor del lienzo varía,19 manteniéndose constante III. Las cantidades de trabajo necesarias para producir
el valor de la chaqueta. Si se duplicara el tiempo de trabajo el lienzo y la chaqueta pueden variar al propio tiempo,
necesario para la producción del lienzo, debido, por ejem­ en el mismo sentido y en idéntica proporción. En tal caso
plo, a un progresivo agotamiento de los suelos destinados 20 varas de lienzo seguirán siendo = 1 chaqueta, por mu­
a cultivar el lino, se duplicaría su valor. En lugar de 20 cho que varíen sus valores. Se descubre el cambio de sus
varas de lienzo = 1 chaqueta, tendríamos 20 varas de valores al compararlas con una tercera mercancía cuyo
lienzo = 2 chaquetas, ya que ahora 1 chaqueta sólo con­ valor se haya m antenido constante. Si los valores de todas
tiene la mitad de tiempo de trabajo que 20 varas de lienzo. las mercancías aumentaran o disminuyeran simultánea­
Si, por el contrario, decreciera a la mitad el tiempo de mente y en la misma proporción, sus valores relativos se
trabajo necesario para la producción del lienzo, digamos m antendrían inalterados. El cambio efectivo de sus valores
que a causa de haberse perfeccionado los telares, el valor lo advertiríamos por el hecho generalizado de que en el
del lienzo se reduciría a la mitad. En consecuencia, ahora, mismo tiempo de trabajo se suministraría ahora una canti­
20 varas de lienzo = ¥2 chaqueta. Si se mantiene invaria­ dad mayor o menor de mercancías que antes.
ble el valor de la mercancía B, pues, el valor relativo de la IV. Los tiempos de trabajo necesarios para la produc­
mercancía A, es decir, su valor expresado en la mercancía ción del lienzo y la chaqueta, respectivamente, y por ende
B, aum enta y disminuye en razón directa al valor de la sus valores, podrían variar en el mismo sentido, pero en
mercancía A. grado desigual, o en sentido opuesto, etc. L a influencia
II. El valor del lienzo permanece constante, pero que ejercen todas las combinaciones posibles de este tipo
varía el de la chaqueta. En estas circunstancias, si el tiem­ sobre el valor relativo de una mercancía se desprende,
po de trabajo necesario para la producción de la chaqueta sencillamente, de la aplicación de los casos I, II y III.
se duplica, por ejemplo debido a una m ala zafra lanera, Los cambios efectivos en las magnitudes de valor, pues,
en vez de 20 varas de lienzo = 1 chaqueta, tendremos: 20 no se reflejan de un modo inequívoco ni exhaustivo en su
varas de lienzo = ¥2 chaqueta. Si en cambio el valor de expresión relativa o en la magnitud del valor relativo. El
la chaqueta baja a la mitad, entonces 20 varas de lienzo — valor relativo de una mercancía puede variar aunque su va­
= 2 chaquetas. Por consiguiente, manteniéndose inaltera­ lor se m antenga constante. Su valor relativo puede m an­
do el valor de la mercancía A, su valor relativo, expresado tenerse constante, aunque su valor varíe, y, por último, en
en la m ercancía B, aumenta o disminuye en razón inversa m odo alguno es inevitable que coincidan en volumen las
al cambio de valor de B. variaciones que se operan, simultáneamente, en las mag­
nitudes del valor de las mercancías y en la expresión rela­
ln El térm in o “v a lo r” se em p lea a q u í — com o, dicho sea de tiva de esas magnitudes del valor.20
paso, ya lo hem os hech o antes en algunos p asajes— p a ra designar
20 N o ta a la 2? edición. — C o n su trad icio n a l perspicacia, la
el v a lo r c u an tita tiv a m e n te determ in ad o , y por ta n to la m agnitud
econom ía v ulgar h a sacado p a rtid o de esa incongruencia entre
del valor.
la m agnitud del valor y su expresión relativa. A m odo de ejem -

66 67
3. LA FO RM A DE E Q U IV A L E N T E
dependerá de la magnitud del valor de la chaqueta. Ya
sea que la chaqueta se exprese como equivalente y el lienzo
Como hemos visto, cuando la mercancía A (el lienzo) como valor relativo o, a la inversa, el lienzo como equiva­
expresa su valor en el valor de uso de la mercancía hete­ lente y la chaqueta como valor relativo, la magnitud del
rogénea B (la chaqueta), imprime a esta última una forma valor de la chaqueta quedará determinada, como siempre,
peculiar de valor, la del equivalente. L a mercancía lienzo por el tiempo de trabajo necesario para su producción,
pone a la luz su propio carácter de ser valor por el hecho independientemente, pues, de la forma de valor que re­
de que la chaqueta, sin adoptar una forma de valor distin­ vista. Pero no bien la clase de mercancías chaqueta ocu­
ta de su forma corpórea, le sea equivalente. El lienzo, pa, en la expresión del valor, el puesto de equivalente, su
pues, expresa efectivamente su propio carácter de ser magnitud de valor en modo alguno se expresa en cuanto
valor en el hecho de que la chaqueta sea intercambiable tal. En la ecuación de valor dicha magnitud sólo figura,
directamente por él. L a forma de equivalente que adopta por el contrario, como determinada cantidad de una cosa.
una mercancía, pues, es la forma en que es directamente Por ejemplo: 40 varas de lienzo “valen” . . . ¿qué?
intercambiable por otra mercancía. 2 chaquetas. Como la clase de mercancías chaqueta desem­
El hecho de que una clase de mercancías, como las peña aquí el papel de equivalente; como el valor de uso
chaquetas, sirva de equivalente a otra clase de mercancías, chaqueta frente al lienzo hace las veces de cuerpo del
por ejemplo el lienzo — con lo cual las chaquetas adquie­ valor, basta con determ inada cantidad de chaquetas para
ren la propiedad característica de encontrarse bajo la expresar una cantidad determinada de lienzo. Dos chaque­
forma de intercambiabilidad directa con el lienzo— , en tas, por ende, pueden expresar la magnitud de valor de
modo alguno significa que esté dada la proporción según 40 varas de lienzo, pero nunca podrán expresar su propia
la cual se pueden intercambiar chaquetas y lienzos. Como magnitud de valor, la magnitud del valor de las chaquetas.
está dada la magnitud del valor del lienzo, esa proporción La concepción superficial de este hecho, o sea que en la
ecuación de valor el equivalente revista siempre, única­
pío: “U n a vez que se reconoce que A b aja p o rq u e B, con la cual mente, la forma de una cantidad simple de una cosa, de
se cam bia, a u m en ta, a unque e n e l ínterin n o se h a y a em pleado un valor de uso, ha inducido a Bailey, así como a muchos
m enos tra b a jo en A , e l prin cip io general del valor, p ro p u esto de sus precursores y continuadores, a ver en la expresión
por ustedes, se desm o ro n a . . . Si él [R icardo] reconoce que cuando del valor una relación puramente cuantitativa. La forma
a u m e n ta el v a lo r de A con respecto a B, m engua el v alo r de B
en relació n con A , queda m inado el fu n d a m e n to sobre e l que de equivalente de una mercancía, por el contrario, no
ase n tó su g ra n tesis, a saber, que e l valor de una m ercancía e stá contiene ninguna determinación cuantitativa del valor.
d e te rm in a d o siem pre p o r e l trab a jo in co rp o ra d o a ella; en efecto, L a primera peculiaridad que salta a la vista cuando
si un cam bio en el costo de A no sólo a ltera su p ropio valor
con resp ecto a B, a la m ercancía p o r la cual se cam bia, sino ta m ­
se analiza la forma de equivalente es que el valor de uso
bién el valor de B en relación con A , aun c u an d o no h a y a ocu rrid o se convierte en la forma en que se manifiesta su contrario,
cam bio alguno e n la can tid ad de trab a jo re q u erid a p a ra pro d u cir el valor.
a B, en tal caso n o só lo se viene al suelo la do ctrin a según la La forma natural de la mercancía se convierte en forma
cual la c an tid ad de trab a jo em pleada en un artícu lo regula el valor
del m ism o, sino tam bién la que sostiene que es el costo de p ro d u c ­
de valor. Pero obsérvese que ese quid pro quo [tomar una
ción de u n artícu lo lo que re g u la su v alo r” . (J. B roadhurst, P olitical cosa por otra] sólo ocurre, con respecto a una mercancía
E co n o m y, L ondres, 1842, pp. 11, 14.) B (chaqueta o trigo o hierro, etc.), en el marco de la rela­
C o n el m ism o derecho, el señor B ro ad h u rst p odría decir: E x a­ ción de valor que la enfrenta con otra mercancía A cual­
m inem os las fraccio n es 10/20, 10/50, 10/100, etc. E l guarism o 10
perm anece inalterado, y sin e m bargo su m ag n itu d proporcional,
quiera (lienzo, etc.); únicamente dentro de los límites de
su m ag n itu d con resp ecto a los d e n o m in ad o res 20, 50, 100, decrece esa relación. Como ninguna mercancía puede referirse a sí
de m an e ra constante. Se desm orona, por consiguiente, la gran tesis misma como equivalente, y por tanto tampoco puede con­
según la cual la m agnitud de un n ú m ero en tero , com o por ejem plo vertir a su propia corteza natural en expresión de su propio
el 1 0 , se “ regula” por el n ú m ero de las unidades que contiene.
valor, tiene que referirse a otra mercancía como equiva­
68 69
lente, o sea, hacer de la corteza natural de otra mercancía igual a una chaqueta, esta expresión denota, por sí misma,
su propia forma de valor. que en ella se oculta una relación social. Ocurre a la in­
El ejemplo de una medida que se aplica a los cuerpos versa con la forma de equivalente. Consiste ésta, precisa­
de las mercancías en cuanto tales cuerpos de mercancías, mente, en que el cuerpo de una m ercancía como la cha­
esto es, en cuanto valores de uso, nos dará una idea clara queta, tal cual es, exprese valor y posea entonces por
sobre el particular. Por ser un cuerpo, un pan de azúcar naturaleza forma de valor. Esto, sin duda, sólo tiene vigen­
gravita y por tanto tiene determinado peso, pero no es cia dentro de la relación de valor en la cual la mercancía
posible ver o tocar el peso de ningún pan de azúcar. lienzo se refiere a la mercancía chaqueta como equiva­
Tomemos diversos trozos de hierro cuyo peso haya sido lente.21 Pero como las propiedades de una cosa no surgen
previamente determinado. La forma corpórea del hierro, de su relación con otras cosas sino que, antes bien, simple­
considerada en sí, de ningún modo es forma de manifesta­ mente se activan en esa relación, la chaqueta parece poseer
ción de la pesantez, como tampoco lo es la forma del pan también por naturaleza su forma de equivalente, su calidad
de azúcar. No obstante, para expresar el pan de azúcar en de ser directamente intercambiable, así como posee su
cuanto peso, lo insertamos en una relación ponderal con el propiedad de tener peso o de retener el calor. De ahí lo
hierro. En esta relación el hierro cuenta como cuerpo que enigmático de la forma de equivalente, que sólo hiere la
no representa nada más que peso. Las cantidades de hierro, vista burguesamente obtusa del economista cuando lo en­
por consiguiente, sirven como medida ponderal del azúcar frenta, ya consumada, en el dinero. Procura él, entonces,
y, en su contraposición con el cuerpo azúcar, repre­ encontrar la explicación que desvanezca el carácter místico
sentan una mera figura de la pesantez, una forma de mani­ del oro y la plata, para lo cual los sustituye por mercan­
festación de la pesantez■ El hierro desempeña ese papel cías no tan deslumbrantes y recita, con regocijo siempre
tan sólo dentro de esa relación en la cual se le enfrenta renovado, el catálogo de todo el populacho de mercancías
el azúcar, o cualquier otro cuerpo cuyo peso se trate de que otrora desempeñaron el papel de equivalente m ercan­
hallar. Si esas dos cosas no tuvieran peso, no podrían til. No vislumbra siquiera que la más simple expresión del
entrar en dicha relación y una de ellas, por ende, no estaría valor, como 20 varas de lienzo = 1 chaqueta, ya nos
en condiciones de servir como expresión ponderal de la plantea, para que le demos solución, el enigma de la
otra. Si las echamos en la balanza, veremos que efectiva­ form a de equivalente.
mente ambas en cuanto pesos son lo mismo, y por tanto
que, en determinadas proporciones, son también equipon­ E l cuerpo de la mercancía que presta servicios de
equivalente, cuenta siempre como encarnación de trabajo
derantes. Así como el cuerpo férreo, al estar opuesto en
abstractamente humano y en todos los casos es el produc­
cuanto medida ponderal al pan de azúcar, sólo representa
to de un trabajo determinado útil, concreto. Este trabajo
pesantez, en nuestra expresión de valor el cuerpo de la
concreto, pues, se convierte en expresión de trabajo abs­
chaqueta no representa frente al lienzo más que valor.
tractam ente humano. Si a la chaqueta, por ejemplo, se la
No obstante, la analogía se interrumpe aquí. En la ex­
considera como simple efectivización, al trabajo de sastre­
presión ponderal del pan de azúcar, el hierro asume la
ría que de hecho se efectiviza en él se lo tiene por mera
representación de una propiedad natural común a ambos
forma de efectivización de trabajo abstractamente humano.
cuerpos: su pesantez, mientras que la chaqueta, en la
expresión del valor del lienzo, simboliza una propiedad Dentro de la expresión del valor del lienzo, la utilidad del
trabajo sastreril no consiste en que produzca ropa, y por
supranatural de ambas cosas: su valor, algo que es pura­
tanto también seres humanos, sino en que confeccione un
mente social.
Cuando la forma relativa del valor de una mercancía,
por ejemplo el lienzo, expresa su carácter de ser valor 21 C o n estas d e term in acio n es reflejas oc u rre algo peculiar. E ste
como algo absolutamente distinto de su cuerpo y de las h o m b re, p o r ejem plo, es rey p o rq u e los o tro s h o m b res se co m p o rtan
a n te é l c o m o súbditos; éstos c reen , a l revés, que son súbditos p o rq u e
propiedades de éste, por ejemplo como su carácter de ser él es rey.

70 71
cuerpo que se advierte que es valor, y por consiguiente ulteriormente desarrollada de. la forma simple del valor,
una gelatina de trabajo humano, absolutamente indistin­ esto es, de la expresión que adopta el valor de una mer­
guible del trabajo objetivado en el valor del lienzo. Para cancía en otra mercancía cualquiera. Dice, en efecto:
crear tal espejo del valor, el propio trabajo de los sastres
“5 lechos = una casa”
no debe reflejar nada más que su propiedad abstracta de
(“KXívai jtévTE chal olxíag”)
ser trabajo humano.
Tanto bajo la forma del trabajo sastreril Como bajo “ no difiere” de
la del trabajo textil, se gasta fuerza de trabajo humana. “5 lechos = tanto o cuanto dinero”
Uno y otro trabajo, pues, poseen la propiedad general de (“KXívai jtéviE á v ri. . . oaou ai j i e v t e xXívai”).
ser trabajo humano y por consiguiente, en casos determi­
nados como por ejemplo el de la producción de valores, Aristóteles advierte además que la relación de valor
sólo entran en consideración desde ese punto de vista. en la que se encierra esta expresión de valor, implica a
N ada de esto es misterioso. Pero en la expresión de va­ su vez el hecho de que la casa se equipare cualitativa­
lor de la mercancía, la cosa se invierte. Por ejemplo, para mente al lecho, y que sin tal igualdad de esencias no se
expresar que no es en su forma concreta como tejer que podría establecer una relación recíproca, como magnitudes
el tejer produce el valor del lienzo, sino en su condición conmensurables, entre esas cosas que para nuestros sen­
general de trabajo humano, se le contrapone el trabajo tidos son diferentes. “El intercambio”, dice, “no podría
sastreril, el trabajo concreto que produce el equivalente darse sin la igualdad, la igualdad, a su vez, sin la con­
del lienzo, como la forma de efectivización tangible del mensurabilidad” ( “ o u t ’ ia()TT|5 (ir) ovar); auppEtoíac").
trabajo abstractamente humano. Pero aquí se detiene perplejo, y desiste de seguir analizan­
Es, pues, una segunda peculiaridad de la forma de do la forma del valor. “En verdad es imposible” (“rf) uév
equivalente, el hecho de que el trabajo concreto se con­ oüu aXqOeía á h ú v a to v ” ) “que cosas tan heterogéneas
vierta en la forma en que se manifiesta su contrario, el sean conmensurables”, esto es, cualitativamente iguales.
trabajo abstractamente humano. E sta igualación no puede ser sino algo extraño a la verda­
Pero en tanto ese trabajo concreto, el de los sastres, dera naturaleza de las cosas, y por consiguiente un mero
oficia de simple expresión de trabajo humano indiferen- “arbitrio para satisfacer la necesidad práctica” .!341
ciado, posee la forma de la igualdad con respecto a otro El propio Aristóteles nos dice, pues, por falta de qué
trabajo, al que se encierra en el lienzo, y es por tanto, se m alogra su análisis ulterior: por carecer del concepto
aunque trabajo privado — como todos aquellos que pro­ de valor. ¿Qué es lo igual, es decir, cuál es la sustancia
ducen mercancías— , trabajo en forma directamente social. común que la casa representa para el lecho, en la expresión
Precisamente por eso se representa en un producto directa­ del valor de éste? Algo así “en verdad no puede existir”,
mente intercambiable por otra mercancía. Por ende, una afirma Aristóteles. ¿Por qué? Contrapuesta al lecho, la
tercera peculiaridad de la forma de equivalente es que el casa representa un algo igual, en la medida en que esto
trabajo privado adopta la forma de su contrario, del trabajo representa en ambos — casa y lecho— algo que es efectiva­
bajo la forma directamente social. mente igual. Y eso es el trabajo humano.
Las dos peculiaridades de la forma de equivalente Pero que bajo la forma de los valores mercantiles todos
analizadas en último lugar se vuelven aun más inteligibles los trabajos se expresan como trabajo humano igual, y por
si nos remitimos al gran investigador que analizó por vez tanto como equivalentes, era un resultado que no podía
primera la forma de valor, como tantas otras formas del alcanzar Aristóteles partiendo de la forma misma del valor,
pensar, de la sociedad y de la naturaleza. Nos referimos porque la sociedad griega se fundaba en el trabajo esclavo
a Aristóteles. y por consiguiente su base natural era la desigualdad de
Por de pronto, Aristóteles enuncia con claridad que la los hombres y de sus fuerzas de trabajo. El secreto de. la
forma dineraria de la mercancía no es más que la figura expresión de valor, la igualdad y la validez igual de todos

72 73
los trabajos por ser trabajo humano en general, y en la sión en cuanto valor de cambio. Es ésta, sin embargo, la
medida en que lo son, sólo podía ser descifrado cuando ilusión no sólo de los mercantilistas y de quienes en nues­
el concepto de la igualdad humana poseyera ya la firmeza tros días quieren revivirlos, como Ferrier, Ganilh, etc.,22
de un prejuicio popular. Mas esto sólo es posible en una so­ sino también de sus antípodas, los modernos commis-voya-
ciedad donde la forma de mercancía es la forma general geurs [agentes viajeros] librecambistas del tipo de Bastiat
que adopta el producto del trabajo, y donde, por consi­ y consortes. Los mercantilistas otorgan el papel decisivo
guiente, la relación entre unos y otros hombres como po­ al aspecto cualitativo de la expresión del valor, y por ende
seedores de mercancías se ha convertido, asimismo, en la a la forma de equivalente adoptada por la mercancía, forma
relación social dominante. El genio de Aristóteles brilla que alcanza en el dinero su figura consumada; los modernos
precisamente por descubrir en la expresión del valor de las buhoneros del librecambio, obligados a desembarazarse
mercancías una relación de igualdad. Sólo la limitación de su mercancía al precio que fuere, subrayan por el con­
histórica de la sociedad en que vivía le impidió averiguar trario el aspecto cuantitativo de la forma relativa del valor.
en qué consistía, “en verdad”, esa relación de igualdad. P ara ellos, por consiguiente, no existe el valor ni la mag­
nitud del valor de la mercancía si no es en la expresión
que adopta en la relación de intercambio, o sea: solamente
4. LA FO RM A S IM P L E DE VALOR, EN SU C O N JU N T O en el boletín diario de la lista de precios. El escocés Mac-
leod, quien ha asumido el papel de engalanar con la mayor
La forma simple de valor de una mercancía está con­ erudición posible las caóticas ideas de Lom bard Street, [36¡
tenida en su relación de valor con otra mercancía de dife­ constituye la lograda síntesis entre los supersticiosos mer­
rente clase o en la relación de intercambio con la misma. cantilistas y los ilustrados m rcachifles del librecambio.
El valor de la mercancía A se expresa cualitativamente Al examinar más en detalle la expresión de valor de la
en que la mercancía B es directamente intercambiable por mercancía A, expresión contenida en su relación de valor
la mercancía A. Cuantitativamente, se expresa en el hecho con la mercancía B, vimos que dentro de la misma la forma
de que una determinada cantidad de la mercancía B es natural de la mercancía A sólo cuenta como figura del
intercambiable por la cantidad dada de la mercancía A. valor de uso, y la forma natural de la mercancía B sólo
En otras palabras: el valor de una mercancía se expresa de como forma o figura del valor. L a antítesis interna entre
manera autónoma mediante su presentación como “valor valor de uso y valor, oculta en la mercancía, se manifiesta
de cambio” . Si bien al comienzo de este capítulo dijimos, pues a través de una antítesis externa, es decir a través
recurriendo a la terminología en boga, que la mercancía de la relación entre dos mercancías, en la cuál una de
es valor de uso y valor de cambio, esto, hablando con éstas, aquella cuyo valor ha de ser expresado, cuenta úni­
precisión, era falso. La mercancía es valor de uso u objeto ca y directamente como valor de uso, mientras que la otra
para el uso y “valor” . Se presenta como ese ente dual que mercancía, aquella en la que se expresa valor., cuenta única
es cuando su valor posee una forma de manifestación y directamente como valor de cambio. L a forma simple
propia — la del valor de cambio— , distinta de su forma de valor de una mercancía es, pues, la form a simple en que
natural, pero considerada aisladamente nunca posee aque­ se manifiesta la antítesis, contenida en ella, entre el valor
lla forma: únicamente lo hace en la relación de valor o de de uso y el valor.
intercambio con una segunda mercancía, de diferente clase. Bajo todas las condiciones sociales el producto del
Si se tiene esto en cuenta, ese modo de expresión no hace trabajo es objeto para el uso, pero sólo una época de desa­
daño y sirve para abreviar. rrollo históricamente determinada — aquella que presenta
Nuestro análisis ha demostrado que la forma de valor
22 N o ta a la 2* edición. — F . L. A . F e rrie r (sous-inspecteur
o la expresión del valor de la mercancía surge de la natu­ des d o u a n es [subinspector de a duanas]), D u gouvernem ent considéré
raleza del valor mercantil, y que, por el contrario, el valor dans ses rapports avec le com m erce, P aris, 1805, y C h a rle s G a n ilh ,
y la magnitud del valor no derivan de su forma de expre­ D es systèm es d économ ie politique, 2? é d ., P aris, 1821.

74 75
el trabajo gastado en la producción de un objeto útil como B. FORM A TOTAL O DESPLEGADA DE VALOR
atributo “objetivo” de este último, o sea como su valor—
transform a el producto del trabajo en mercancía. Se des­
prende de esto que la forma simple de valor de la mercancía z mercancía A — u mercancía B, o = v mercancía C.
es a la vez la forma mercantil simple adoptada por el pro­ o = vv mercancía D, o = x mercancía E, o = etcétera
ducto del trabajo, y que, por tanto, el desarrollo de la
forma de mercancía coincide también con el desarrollo de (2 0 varas de lienzo = I c h aq u e ta , o = 10 libras de té.
o = 40 lib ras de café, o = I quarter de trigo, o —
la forma de valor. = 2 o n z as de o ro , o = Vz tonelada de hierro,
Se advierte a primera vista la insuficiencia de la forma o = etcétera)
simple de valor, de esa forma embrionaria que tiene que
padecer una serie de metamorfosis antes de llegar a su
madurez en la forma de precio.
I. LA FORMA RELATIVA 1)E VALOR DESPLEGADA
La expresión del valor de la mercancía A en una
mercancía cualquiera B no hace más que distinguir el
valor de esa mercancía A de su propio valor de uso y, El valor de una mercancía, por ejemplo el lienzo, queda
por consiguiente, sólo la incluye en una relación de inter­ expresado ahora en otros innumerables elementos del
cambio con alguna clase singular de mercancías diferentes mundo de las mercancías. Todo cuerpo de una mercancía
de ella misma, en vez de presentar su igualdad cualitativa se convierte en espejo del valor del lienzo.22 Por primera
y su proporcionalidad cuantitativa con todas las demás vez este mismo valor se manifiesta auténticamente como
mercancías. A la forma relativa simple de valor adoptada una gelatina de trabajo humano indiferenciado. El trabajo
por una mercancía, corresponde la forma singular de que lo constituye, en efecto, se ve presentado ahora expre­
equivalente de otra mercancía. La chaqueta, por ejemplo, samente como trabajo equivalente a cualquier otro trabajo
en la expresión relativa del valor del lienzo, sólo posee humano, sea cual fuere la forma natural que éste posea,
forma de equivalente o forma de intercambiabilidad directa ya se objetive en chaqueta o trigo o hierro u oro, etc.
con respecto a esa clase singular de mercancía, el lienzo.
La forma singular de valor, no obstante, pasa por sí D e ahí que c u an d o el valor del lienzo se representa en
sola a una forma más plena. Es cierto que por intermedio c h aq u etas, se hable de su valor en chaquetas; de su valor en trigo,
de ésta, el valor de una mercancía A sólo puede ser expre­ c u an d o se lo representa en trigo, etc. C ad a u n a de esas expresiones
sado en una mercancía de otra clase. Sin embargo, para indica q u e su valor es el que se pone de m anifiesto en los valores
de uso c h aq u e ta , trigo, etc. “C o m o el valor de toda m ercancía
nada importa la clase a que pertenezca esa segunda mer­
d e n o ta su relació n en el intercam bio, podem os h ab lar de él co­
cancía: chaqueta, hierro, trigo, etc. Por tanto, según aquella m o . . . valor en trigo, valor en paño, según la m ercancía con que
mercancía entre en una relación de valor con esta o aquella se lo com pare, y de a h í que existan m il distintos tipos de valor
clase de mercancías, surgirán diversas expresiones simples tan to s tipos de valor co m o m ercancías hay en existencia, y lodos
del valor de una y la misma mercancía.22bis El número de son igualm ente reales e igualm ente nom inales." (A CriticaI ü isser-
tation on the N alttre, M easure, a n d C auses o f V alué; C h iefly in
sus posibles expresiones de valor no queda limitado más R eferen c e to the W ritings o f M r. R icardo a n d liis F ollow ers. By
que por el número de clases de mercancías que difieren the A u lh o r o f E ssays on the F o r m a l i o n ... o f O pinions, L ondres.
de ella. Su expresión singular aislada del valor se trans­ 1825, p. 39.) Sam uel Baíley, a u to r de esta o b ra an ó n im a, que en
forma, por consiguiente, en la serie, siempre prolongable, su época provocó g ran revuelo en In g laterra , se im agina haber-
de sus diversas expresiones simples de valor. destru id o , m ediante esa referen cia a las m últiples y diversas e xpre­
siones relativas del valor de una m ism a m ercancía, toda d efini­
ción del valor. Q ue Bailey, por lo dem ás, y pese a su estrechez,
22 bis N o ta a la 2? edición. — A m odo de ejem plo: en H o m e ro a ce rtó a e n co n trar diversos puntos débiles de la teoría de R icardo,
el v alor de u n a cosa se ve expresado en u n a serie de objetos lo d em u estra el encono con que la escuela ricard ian a lo hizo
diferentes. objeto de sus ataques, por ejem plo en la W estm inster R eview ,

76 77
Mediante su forma del valor, ahora el lienzo ya no se ecuación de valor se eslabona con la siguiente, puede pro­
halla únicamente en relación social con una clase singular longarse indefinidamente mediante la inserción de cualquier
de mercancías, sino con el mundo de las mercancías. £n nuevo tipo de mercancías que proporcione la m ateria para
cuanto mercancía, el lienzo es ciudadano de ese mundo. una nueva expresión de valor. En segundo lugar, constituye
Al propio tiempo, en la serie infinita de sus expresiones un mosaico abigarrado de expresiones de valor divergentes
está implícito que el valor de las mercancías sea indiferente y heterogéneas. Y a la postre, si el valor relativo de
con respecto a la forma particular del valor de uso en que toda mercancía se debe expresar en esa forma desplegada
se manifiesta. — como efectivamente tiene que ocurrir— , tenemos que la
En la primera forma, 20 varas de lienzo — i chaqueta, forma relativa de valor de toda mercancía será una serie
puede ser un hecho fortuito el que esas dos mercancías infinita de expresiones de valor, diferente de la forma
sean intercambiables en determinada proporción cuanti­ relativa de valor que adopta cualquier otra mercancía. Las
tativa. En la segunda forma, por el contrario, salta ense­ deficiencias de la forma relativa desplegada de valor se
guida a la vista un trasfondo esencialmente diferente de reflejan en la forma de equivalente que a ella corresponde.
la manifestación fortuita, a la que determina. El valor del Como la forma natural de cada clase singular de mercan­
lienzo se mantiene invariable, ya se exprese en chaqueta cías es aquí una forma particular de equivalente al lado
o café o hierro, etc., en innumerables y distintas mercan­ de otras innumerables formas particulares de equivalente,
cías, pertenecientes a los poseedores más diversos. Caduca únicamente existen formas restringidas de equivalente, cada
la relación fortuita entre dos poseedores individuales de una de las cuales excluye a las otras. De igual manera, el
mercancías. Se vuelve obvio que no es el intercambio el tipo de trabajo útil, concreto, determinado, contenido en
que regula la magnitud de valor de la mercancía, sino a la cada equivalente particular de mercancías, no es más que
inversa la magnitud de valor de la mercancía la que rige una forma particular, y por tanto no exhaustiva, de mani­
sus relaciones de intercambio. festación del trabajo humano. Éste posee su forma plena
o total de manifestación, es cierto, en el conjunto global
de esas formas particulares de manifestarse. Pero carece,
2. LA KORMA PARTICULAR DE EQUIVALENTE así, de una forma unitaria de manifestación.
La forma relativa desplegada del valor sólo se compone,
En la expresión de valor del lienzo, toda mercancía sin embargo, de una suma de expresiones de valor relativas
— chaqueta, té, trigo, hierro, etc.— oficia de equivalente simples o ecuaciones de la primera forma, como:
y, por lo tanto, de cuerpo de valor. La forma natural deter­
minada de cada una de esas mercancías es ahora una 20 varas de lienzo = 1 chaqueta
forma particular de equivalente, junto a otras muchas. De 20 varas de lienzo = 10 libras de té, etcétera.
igual modo, las múltiples clases de trabajos útiles, concre­
Pero cada una de esas igualdades también implica,
tos, determinados, contenidos en los diversos cuerpos de
recíprocamente, la ecuación idéntica:
las mercancías, hacen ahora las veces de otras tantas formas
particulares de efectivización o de manifestación de trabajo 1 chaqueta = 20 varas de lienzo
humano puro y simple. 10 libras de té = 20 varas de lienzo, etcétera.

Efectivamente, cuando un hombre cambia su lienzo


3. DEFICIENCIAS DE LA FORMA TOTAL O DESPLEGADA DE VALOR por otras muchas mercancías, y por ende expresa el valor
de aquél en una serie de otras mercancías, necesariamente
En primer lugar, la expresión relativa del valor de la los otros muchos poseedores de mercancías también inter­
mercancía es incompleta, porque la serie en que se repre­ cambian éstas por lienzo y, con ello, expresan los valores
senta no reconoce término. El encadenamiento en que una de sus diversas mercancías en la misma tercera mercancía.

78 19
en lienzo. Si invertimos, pues, la serie: 20 varas de lien­ posibles: como igual al lienzo, al hierro, al té, etc.; como
zo = 1 chaqueta, o 10 libras de té, o = etc., es decir, si igual a todas las otras, pero nunca la chaqueta misma.
expresamos la relación inversa, que conforme a la natu­ Por otra parte, queda aquí directamente excluida toda
raleza de la cosa ya estaba contenida en la serie, tendremos: expresión de valor común a las mercancías, puesto que
en la expresión del valor de cada mercancía todas las de­
más sólo aparecen bajo la forma de equivalentes. La forma
C. FORM A G EN ER A L DE VALOR desplegada de valor ocurre de m anera efectiva, por pri­
mera vez, cuando un producto del trabajo, por ejemplo
1 chaqueta ~ las reses, ya no se intercambia excepcionalmente, sino de
lü libras de té ~ modo habitual, por otras mercancías diversas.
40 libras de café = La última forma que se ha agregado expresa los valores
1 quarterdc trigo = V 2Q varas dg 1¡enzo del mundo mercantil en una y la misma especie de m er­
2 onzas de oro = cancías, separada de las demás, por ejemplo en el lienzo,
Vi tonelada de hierro = y representa así los valores de todas las mercancías por
x mercancía A — medio de su igualdad con aquél. En cuanto igual al lienzo,
etc. mercancía = el valor de cada mercancía no sólo difiere ahora de su
propio valor de uso, sino de todo valor de uso, y precisa­
mente por ello se lo expresa como lo que es común a ella
1. CARÁCTER MODIFICADO DE LA FORMA DE VALOR
y a todas las demás mercancías. Tan sólo esta forma, pues,
Las mercancías representan ahora su valor 1) de ma­ relaciona efectivamente las mercancías entre sí en cuanto
nera simple, porque lo representan en una sola mercancía, valores, o hace que aparezcan recíprocamente como valores
y 2 ) de manera unitaria, porque lo representan en la misma de cambio.
mercancía. Su forma de valor es simple y común a todas Las dos formas precedentes expresan el valor de cada
y, por consiguiente, general. mercancía, ora en una sola mercancía de diferente clase
Las formas 1 y 11 únicamente lograban expresar el con respecto a aquélla, ora en una serie de muchas mer­
valor de una mercancía como un algo diferente de su cancías que difieren de la primera. E n ambos casos es, por
propio valor de uso o de su cuerpo. así decirlo, un asunto privado de cada mercancía singular
La primera forma sólo daba lugar a ecuaciones de va­ la tarea de darse una forma de valor, y cumple ese come­
lor como, por ejemplo: 1 chaqueta = 20 varas de lienzo, tido sin contar con el concurso de las demás mercancías.
10 libras de té = Vi tonelada de hierro, etc. El valor de la Éstas desempeñan, con respecto a ella, el papel meramente
chaqueta se expresa como algo igual al lienzo; el valor pasivo de equivalentes. La forma general del valor, por el
del té como algo igual al hierro, etc., pero lo que es igual al contrario, surge tan sólo como obra común del mundo
lienzo y lo igual al hierro — esas expresiones del valor de de las mercancías. Una mercancía sólo alcanza la expresión
la chaqueta y del té— difieren tanto entre sí como el lienzo general de valor porque, simultáneamente, todas las demás
y el hierro. Es obvio que esta forma, en la práctica, sólo mercancías expresan su valor en el mismo equivalente,
se da en los más tempranos comienzos, cuando los pro­ y cada nueva clase de mercancías que aparece en escena
ductos del trabajo se convierten en mercancías a través de debe hacer otro tanto. Se vuelve así visible que la objeti­
un intercambio fortuito y ocasional. vidad del valor de las mercancías, por ser la mera “exis­
La segunda forma distingue más cabalmente que la tencia social” de tales cosas, únicamente puede quedar
primera entre el valor de una mercancía y su propio valor expresada por la relación social omnilateral entre las mis­
de uso, ya que el valor de la chaqueta, por ejemplo, se mas; la forma de valor de las mercancías, por consiguiente,
contrapone aquí a su forma natural en todas las formas tiene que ser una forma socialmente vigente.

80 81
Bajo la forma de lo igual al lienzo, todas las mercancías 2. R E L A C IÓ N D E D E S A R R O L L O E N T R E LA F O R M A R E L A T IV A
se manifiestan ahora no sólo como cualitativamente igua­ DE V A LO R Y LA F O R M A D E E Q U IV A L E N T E

les, como valores en general, sino, a la vez, como magni­


tudes de valor comparables cuantitativamente. Como aqué­ Al grado de desarrollo de la forma relativa del valor
llas ven reflejadas sus magnitudes de valor en un único corresponde el grado de desarrollo de la forma de equiva­
material, en lienzo, dichas magnitudes de valor se reflejan lente. Pero conviene tener en cuenta que el desarrollo de la
recíprocamente, unas a otras. A modo de ejemplo: 10 li­ segunda no es más que expresión y resultado del desarrollo
bras de té = 20 varas de lienzo, y 40 libras de café = 20 alcanzado por la primera.
varas de lienzo. Por tanto, 10 libras de té = 40 libras de La forma relativa simple, o aislada, del valor de una
café. O sea: en 1 libra de café sólo está encerrado Vá m ercancía convierte a otra mercancía en un equivalente
de la sustancia de valor, del trabajo, que en 1 libra de té. singular. L a forma desplegada del valor relativo, esa
expresión del valor de una mercancía en todas las demás
L a forma de valor relativa general vigente en el mundo mercancías, imprime a éstas la forma de equivalentes
de las mercancías confiere a la mercancía equivalente se­ particulares de diferentes clases. Finalmente, una clase
gregada por él, al lienzo, el carácter de equivalente general. particular de mercancías adopta la forma de equivalente
Su propia forma natural es la figura de valor común a ese general, porque todas las demás mercancías la convierten
mundo, o sea, el lienzo, intercambiable directamente por en el m aterial de su forma de valor general y unitaria.
todas las demás mercancías. Su form a corpórea cuenta Pero en el mismo grado en que se desarrolla la forma
como encarnación visible, como crisálida social general de valor en general, se desarrolla también la antítesis entre
de todo trabajo humano. Tejer, el trabajo particular que sus dos polos: la forma relativa de valor y la forma de
produce la tela, reviste a la vez una forma social general, equivalente.
la de la igualdad con todos los demás trabajos. Las ecua­ Y a la prim era forma — 20 varas de lienzo = 1 cha­
ciones innumerables de las que se compone la forma queta— contiene esa antítesis, pero no la establece como
general de valor, igualan sucesivamente el trabajo efecti- algo fijo. Según se lea esa ecuación de adelante hacia atrás
vizado en el lienzo al trabajo contenido en otra mercancía, o de atrás hacia adelante, cada una de las mercancías que
convirtiendo así el tejer en forma general de manifestación ofician de términos, el lienzo y la chaqueta, se encuentra
del trabajo humano, sea cual fuere. De esta suerte, el igualmente ora en la forma relativa de valor, ora en la
trabajo objetivado en el valor de las mercancías no sólo forma de equivalente. Aquí todavía cuesta trabajo fijar la
se representa negativamente, como trabajo en el que se antítesis polar.
hace abstracción de todas las formas concretas y propie­ En la forma II, sólo una clase de mercancía puede
dades útiles de los trabajos reales: su propia naturaleza desplegar plenamente su valor relativo, o, en otras palabras,
positiva se pone expresamente de relieve. Él es la reducción sólo ella misma posee una forma relativa de valor desple­
de todos los trabajos reales al carácter, que les es común, gada, porque, y en cuanto, todas las demás mercancías
de trabajo hum ano; al de gasto de fuerza humana de se le contraponen bajo la forma de equivalente. Ya no es
trabajo. factible aquí invertir los términos de la ecuación de valor
— como 20 varas de lienzo = 1 chaqueta, o = 10 libras
L a forma general de valor, la cual presenta a los
de té, o = l quarter de trigo, etc.— sin modificar su
productos del trabajo como simple gelatina de trabajo
carácter de conjunto, convirtiéndola de forma total del
hum ano indiferenciado, deja ver en su propia estructura valor en forma general del mismo.
que es la expresión social del mundo de las mercancías.
La última forma, la III, ofrece finalmente al mundo
Hace visible, de este modo, que dentro de ese mundo
de las mercancías la forma relativa social-general de va­
el carácter humano general del trabajo constituye su carác­ lor porque, y en cuanto, todas las mercancías pertene­
ter específicamente social. cientes a ese mundo, con una sola excepción, se ven ex­

82 83
cluidas de la forma general de equivalente. U na mercancía, 3. T R A N S IC IÓ N D E LA F O R M A G E N E R A L D E V A LO R
el lienzo, reviste pues la forma de intercambiabilidad di­ A LA F O R M A D E D IN E R O

recta por todas las demás mercancías, o la forma directa­


mente social, porque, y en cuanto, todas las demás no L a forma de equivalente general es una forma de valor
revisten dicha form a.24 en general. Puede adoptarla, por consiguiente, cualquier
A la inversa, la mercancía que figura como equivalente mercancía. Por otra parte, una mercancía sólo se encuentra
general queda excluida de la forma de valor relativa uni­ en la forma de equivalente general (forma III) porque
taria, y por tanto general, propia del m undo de las mer­ todas las demás mercancías la han separado de sí mismas,
cancías. Si el lienzo, esto es, cualquier m ercancía que se en calidad de equivalente, y en la medida en que ello haya
encuentre en la forma general de equivalente, hubiera ocurrido. Y tan sólo a partir del instante en que esa separa­
de participar a la vez en la forma relativa general de ción se circunscribe definitivamente a una clase específica
valor, tendría que servir ella misma de equivalente. Ten­ de mercancías, la forma relativa unitaria de valor propia
dríamos entonces que 20 varas de lienzo = 20 varas de del mundo de las mercancías adquiere consistencia obje­
lienzo, una tautología que no expresa valor ni magnitud tiva y vigencia social general.
de valor. P ara expresar el valor relativo del equivalente La clase específica de mercancías con cuya forma
general, antes bien, hemos de invertir la forma III. Dicho natural se fusiona socialmente la forma de equivalente,
equivalente general no comparte con las demás mercancías deviene mercancía dineraria o funciona como dinero. Llega
la form a relativa de valor, sino que su valor se expresa a ser su función social específica, y por lo tanto su mono­
relativamente en la serie infinita de todos los demás cuerpos polio social, desempeñar dentro del mundo de las mercan­
de mercancías. De este modo, la forma relativa desplegada cías el papel de equivalente general. Históricamente, ese
de valor, o forma II, se presenta ahora como la forma sitial privilegiado lo conquistó una mercancía determinada,
relativa y específica de valor que es propia de la mercancía una de las que en la forma II figuran como equivalente
equivalente. particular del lienzo y en la forma III expresan conjunta­
mente su valor relativo en el lienzo: el oro. Por consi­
24 E n re alid a d , la fo rm a de intercam b iab ilid ad d irecta general guiente, si en la forma III remplazamos la mercancía
de nin g ú n m o d o revela a sim ple vista que se tra te de u n a fo rm a lienzo por la mercancía oro, tendremos lo siguiente:
m ercan til a n titética, ta n inseparable de la fo rm a de in te rca m b ia ­
bilidad n o d ire c ta co m o el c a rá c te r positivo d e u n p o lo m agnético
lo es del c a rá c te r negativo del o tro polo. C a b ría im aginarse, por
consiguiente, q u e se p o d ría g ra b a r en to d as las m ercan cías, a la D. FO R M A D E D IN E R O
vez, la im p ro n ta de ser directam en te intercam biables, tal com o
c ab ría c o n je tu ra r que es posible co n v ertir a to d o católico en el
papa. P a ra el p equeño b u rgués, que ve e n la p ro d u cció n de m e r­ 20 varas de lienzo = \
cancías el nec plus ultra [extrem o insuperable] l36l de la lib ertad
h u m an a y de la independencia individual, sería m u y apetecible,
1 chaqueta = I
n a tu ra lm e n te , que se su b san a ran los a busos ligados a esa fo rm a, y 10 libras de té = (
e n tre ellos tam b ién el hecho de que las m ercan cías no sean direc­ 40 libras de café = ^ 2 onzas de oro
ta m en te intercam biables. L a lu cu b ració n de esta u to p ía de filisteos 1 quarter de trigo = í
constituye el socialism o de P ro u d h o n , a quien, com o he dem os­
tra d o en o tra p arte, t37l ni siquiera cabe el m érito d e la originalidad,
Vi tonelada de hierro = \
ya que dicho socialism o fu e d esarro llad o m u ch o antes que él, y x mercancía A = J
h a rto m ejo r, p o r G ra y , B ray y o tro s. L o cu al n o im pide q u e esa
sab id u ría, bajo el no m b re de “ scienc.e” [ciencia], h aga estragos en
c ierto s círculos. N in g u n a escuela h a hecho m ás ala rd es con la E n el tránsito de la forma I a la II, de la forma II a la
p a la b ra “science” que la p ru d o n ian a , pues III tienen lugar variaciones esenciales. La forma IV, por
“c u an d o fa lta n las ideas, el contrario, no se distingue en nada de la III, si no es en
acude justo a tiem po una p a la b ra ” . l38l que ahora, en vez del lienzo, es el oro el que reviste la

84 85
forma de equivalente general. En la forma IV el oro es 4. El carácter fetichista de la mercancía y su secreto
lo que en la III era el lienzo: equivalente general. El pro­
greso consiste tan sólo en que ahora la forma de inter- A primera vista, una mercancía parece ser una cosa
cambiabilidad general directa, o la forma de equivalente trivial, de comprensión inmediata. Su análisis demuestra
general, se ha soldado de m odo definitivo, por la costumbre que es un objeto endemoniado, rico en sutilezas metafísi­
social, con la específica forma natural de la mercancía oro. cas y reticencias teológicas. En cuanto valor de uso, nada
Si el oro se enfrenta a las otras mercancías sólo como de misterioso se oculta en ella, ya la consideremos desde el
dinero, ello se debe a que anteriormente se contraponía a punto de vista de que merced a sus propiedades satisface
ellas com o mercancía. Al igual que todas las demás mer­ necesidades humanas, o de que no adquiere esas propiedades
cancías, el oro funcionó también com o equivalente, sea sino en cuanto producto del trabajo humano. Es de claridad
como equivalente singular en actos de intercambio aisla­ meridiana que el hombre, mediante su actividad, altera las
dos, sea como equivalente particular junto a otras mercan­ formas de las materias naturales de manera que le sean
cías que también desempeñaban ese papel. Poco a poco, útiles. Se modifica la forma de la madera, por ejemplo,
en ámbitos más restringidos o más amplios, comenzó a cuando con ella se hace una mesa. No obstante, la mesa
funcionar como equivalente general. No bien conquista el sigue siendo madera, una cosa ordinaria, sensible. Pero
monopolio de este sitial en la expresión del valor corres­ no bien entra en escena como mercancía, se trasm uta en
pondiente al m undo de las mercancías, se transforma en cosa sensorialmente suprasensible. No sólo se mantiene
mercancía dinerada, y sólo a partir del momento en que tiesa apoyando sus patas en el suelo, sino que se pone de
ya se ha convertido en tal mercancía dinerada, la forma cabeza frente a todas las demás mercancías y de su testa
IV se distingue de la III, o bien la forma general de valor de palo brotan quimeras mucho más caprichosas que si,
llega a convertirse en la forma de dinero. por libre determinación, se lanzara a bailar.25
El carácter místico de la mercancía no deriva, por
La expresión relativa simple del valor de una mercan­
tanto, de su valor de uso. Tampoco proviene del conte­
cía, por ejemplo del lienzo, en la mercancía que ya funcio­
nido de las determinaciones de valor. En primer término,
na como mercancía dinerada, por ejemplo en el oro, es la
porque por diferentes que sean los trabajos útiles o acti­
forma de precio. La “forma de precio” , en el caso del
vidades productivas, constituye una verdad, desde el punto
lienzo será, por consiguiente:
de vista fisiológico, que se trata de funciones del organismo
20 varas de lienzo = 2 onzas de oro humano, y que todas esas funciones, sean cuales fueren
su contenido y su forma, son en esencia gasto de cerebro,
o bien, si la denominación monetaria de dos onzas de oro nervio, músculo, órgano sensorio, etc., humanos. En se­
es dos libras esterlinas, gundo lugar, y en lo tocante a lo que sirve de fundamento
para determinar las magnitudes de valor, esto es, a la
20 varas de lienzo = 2 libras esterlinas. duración de aquel gasto o a la cantidad del trabajo, es
posible distinguir hasta sensorialmente la cantidad del
La dificultad que presenta el concepto de la forma de trabajo de su calidad. En todos los tipos de sociedad nece­
dinero se reduce a comprender la forma de equivalente sariamente hubo de interesar al hombre el tiempo de traba­
general, o sea la forma general de valor, la forma III. Ésta jo que insume la producción de los medios de subsistencia,
se resuelve a su vez en la II, la forma desplegada del valor, aunque ese interés no fuera uniforme en los diversos esta-
y su elemento constitutivo es la forma I: 20 varas de lien­
zo = 1 chaqueta, o x mercancía A — y mercancía B. La
25 R ecuérdese que C h in a y las m esas co m en zaro n a d a n z a r
forma simple de la mercancía es, por consiguiente, el ger­ c u an d o to d o e l re sto d e l m u n d o p a rec ía e sta r sum ido en el re p o ­
men de la forma de dinero. s o . . . p o u r e n co u ra g er les a u tre s [p ara a le n tar a los de m á s ] .! 391

86 87
se representa, no tienen absolutamente nada que ver con
dios del desarrollo.26 Finalmente, tan pronto como los la naturaleza física de los mismos ni con las relaciones,
hombres trabajan unos para otros, su trabajo adquiere
propias de cosas, que se derivan de tal naturaleza. Lo que
también una forma social. aquí adopta, para los hombres, la forma fantasmagórica
¿De dónde brota, entonces, el carácter enigmático que
de una relación entre cosas, es sólo la relación social
distingue al producto del trabajo no bien asume la forma
determinada existente entre aquéllos. De ahí que para
de mercancía? Obviamente, de esa forma misma. La igual­
hallar una analogía pertinente debamos buscar amparo en
dad de los trabajos humanos adopta la forma material de
las neblinosas comarcas del mundo religioso. En éste los
la igual objetividad de valor de los productos del trabajo;
productos de la mente hum ana parecen figuras autónomas,
la medida del gasto de fuerza de trabajo hum ano por su
dotadas de vida propia, en relación unas con otras y con
duración, cobra la form a de la magnitud del valor que
los hombres. O tro tanto ocurre en el m undo de las mer­
alcanzan los productos del trabajo; por último, las relacio­
cancías con los productos de la mano humana. A esto
nes entre los productores, en las cuales se hacen efectivas
llamo el fetichismo que se adhiere a los productos del tra­
las determinaciones sociales de sus trabajos, revisten la for­
bajo no bien se los produce como mercancías, y que es
m a de una relación social entre los productos del trabajo.
inseparable de la producción mercantil.
L o misterioso de la form a mercantil consiste sencilla­
Ese carácter fetichista del mundo de las mercancías
mente, pues, en que la misma refleja ante los hombres el
se origina, como el análisis precedente lo ha dem ostra­
carácter social de su propio trabajo como caracteres obje­
do, en la peculiar índole social del trabajo que produce
tivos inherentes a los productos del trabajo, como propie­
mercancías.
dades sociales naturales de dichas cosas, y, por ende, en
Si los objetos para el uso se convierten en mercancías,
que también refleja la relación social que media entre los
ello se debe únicamente a que son productos de trabajos
productores y el trabajo global, como una relación social
privados ejercidos independientemente los unos de los
entre los objetos, existente al margen de los productores.
otros. E l complejo de estos trabajos privados es lo que
Es por medio de este quid pro quo [tomar una cosa por
constituye el trabajo social global. Como los productores
otra] como los productos del trabajo se convierten en
no entran en contacto social hasta que intercambian los
mercancías, en cosas sensorialmente suprasensibles o so­
productos de su trabajo, los atributos específicamente so­
ciales. De modo análogo, la impresión luminosa de una
ciales de esos trabajos privados no se manifiestan sino en
cosa sobre el nervio óptico no se presenta como excitación
el marco de dicho intercambio. O en otras palabras: de
subjetiva de ese nervio, sino como form a objetiva de una
hecho, los trabajos privados no alcanzan realidad como
cosa situada fuera del ojo. Pero en el acto de ver se pro­
partes del trabajo social en su conjunto, sino por medio
yecta efectivamente luz desde una cosa, el objeto exterior,
de las relaciones que el intercambio establece entre los pro­
en otra, el ojo. Es una relación física entre cosas físicas.
ductos del trabajo y, a través de los mismos, entre los
Por el contrario, la forma de mercancía y la relación de
productores. A éstos, por ende, las relaciones sociales entre
valor entre los productos del trabajo en que dicha forma
sus trabajos privados se les ponen de manifiesto como lo
26 N o ta a la 2“ edición. — E n tre ios an tig u o s g erm an o s la que son, vale decir, no como relaciones directamente socia­
extensión de un M orgen ” de tie rra se c alcu la b a p o r el tra b a jo de les trabadas entre las personas mismas, en sus trabajos, sino
u n a jo rn ad a , y por eso al M orgen se lo d e n o m in a b a T agw erk [tra­ por el contrario como relaciones propias de cosas entre las
bajo de un día] (tam bién T agw anne [av en tar u n día]) (jurnale o
jurnalis, térra jurnalis, jornalis o diurnalis), M a n n w e rk [trabajo de personas y relaciones sociales entre las cosas.
un h om bre], M a n n sk ra ft [fuerza de u n ho m b re], M a n n sm a a d [siega Es sólo en su intercambio donde los productos del
de u n h om bre], M a n n sh a u e t [ta la de un h o m b re], etc. V éase G eorg trabajo adquieren una objetividad de valor, socialmente
Ludw ig von M a u rer, E in leitu n g zu r G eschichte der M ark-, H o f-, uniforme, separada de su objetividad de uso, sensorial­
usw. V erfassung, M unich, 1854, p. 129 y s.
mente diversa. T al escisión del producto laboral en cosa
útil y cosa de valor sólo se efectiviza, en la práctica, cuando
" De 25 a 30 áreas.
89
88
el intercambio ya ha alcanzado la extensión y relevancia en la frente lo que es. Por el contrario, transforma a todo
suficientes como para que se produzcan cosas útiles desti­ producto del trabajo en un jeroglífico social. M ás adelante
nadas al intercambio, con lo cual, pues, ya en su pro­ los hombres procuran descifrar el sentido del jeroglífico,
ducción misma se tiene en cuenta el carácter de valor de desentrañar el misterio de su propio producto social, ya
las cosas. A partir de ese momento los trabajos privados que la determinación de los objetos para el uso como
de los productores adoptan de manera efectiva un doble valores es producto social suyo a igual título que el lenguaje.
carácter social. Por una parte, en cuanto trabajos útiles El descubrimiento científico ulterior de que los productos
determinados, tienen que satisfacer una necesidad social del trabajo, en la medida en que son valores, constitu­
determinada y con ello probar su eficacia como partes del yen meras expresiones, con el carácter de cosas, del tra­
trabajo global, del sistema natural caracterizado por la bajo hum ano empleado en su producción, inaugura una
división social del trabajo. De otra parte, sólo satisfacen época en la historia de la evolución humana, pero en modo
las variadas necesidades de sus propios productores, en la alguno desvanece la apariencia de objetividad que envuel­
medida en que todo trabajo privado particular, dotado de ve a los atributos sociales del trabajo. Un hecho que sólo
utilidad, es pasible de intercambio por otra clase de trabajo tiene vigencia para esa forma particular de producción,
privado útil, y por tanto le es equivalente. L a igualdad de para la producción de mercancías — a saber, que el carác­
trabajos toto ccelo [totalmente] diversos sólo puede con­ ter específicamente social de los trabajos privados in­
sistir en una abstracción de su desigualdad real, en la re­ dependientes consiste en su igualdad en cuanto trabajo
ducción al carácter común que poseen en cuanto gasto de humano y asume la forma del carácter de valor de los
fuerza humana de trabajo, trabajo abstractamente humano. productos del trabajo— , tanto antes como después de
El cerebro de los productores privados refleja ese doble aquel descubrimiento se presenta como igualmente defini­
carácter social de sus trabajos privados solamente en las tivo ante quienes están inmersos en las relaciones de la
formas que se manifiestan en el movimiento práctico, en producción de mercancías, así como la descomposición del
el intercambio de productos: el carácter socialmente útil aire en sus elementos, por parte de la ciencia, deja incam-
de sus trabajos privados, pues, sólo lo refleja bajo la forma biada la forma del aire en cuanto forma de un cuerpo
de que el producto del trabajo tiene que ser útil, y precisa­ físico.
mente serlo para otros; el carácter social de la igualdad Lo que interesa ante todo, en la práctica, a quienes
entre los diversos trabajos, sólo bajo la forma del carácter intercambian mercancías es saber cuánto producto ajeno
de valor que es común a esas cosas materialmente diferen­ obtendrán por el producto propio; en qué proporciones,
tes, los productos del trabajo. pues, se intercambiarán los productos. No bien esas pro­
Por consiguiente, el que los hombres relacionen entre porciones, al m adurar, llegan a adquirir cierta fijeza consa­
sí como valores los productos de su trabajo no se debe grada por el uso, parecen deber su origen a la naturaleza
al hecho de que tales cosas cuenten para ellos como meras de los productos del trabajo, de m anera que por ejemplo
envolturas materiales de trabajo homogéneamente humano. una tonelada de hierro y dos onzas de oro valen lo mismo,
A la inversa. Al equiparar entre sí en el cambio como va­ tal como una libra de oro y una libra de hierro pesan
lores sus productos heterogéneos, equiparan recíprocamen­ igual por más que difieran sus propiedades físicas y quí­
te sus diversos trabajos como trabajo humano. No lo saben, micas. E n realidad, el carácter de valor que presentan los
pero lo hacen.21 El valor, en consecuencia, no lleva escrito productos del trabajo, no se consolida sino por hacerse
efectivos en la práctica como magnitudes de valor. Estas
magnitudes cambian de manera constante, independiente­
27 N o ta a la 2? edición. — P o r eso, c u an d o G a lia n i dice: el
mente de la voluntad, las previsiones o los actos de los
v alo r es u n a re la ció n e n tre p e rso n as — “la rich ezza é u n a ragione
tra d u e p erso n e”— h a b ría d ebido agregar: u n a re la ció n o c u lta bajo sujetos del intercambio. Su propio movimiento social posee
un a e n v o ltu ra de cosa. (G alian i, D ella m o n eta , col. C ustodi cit., para ellos la form a de un movimiento de cosas bajo cuyo
M ilán, 1803, p a rte m o d ern a, t m , p. 221.) control se encuentran, en lugar de controlarlas. Se requiere

90 91
una producción de mercancías desarrollada de manera — la forma de dinero—- la que vela de hecho, en vez de
plena antes que brote, a partir de la experiencia misma, revelar, el carácter social de los trabajos privados, y por
la comprensión científica de que los trabajos privados tanto las relaciones sociales entre los trabajadores indivi­
— ejercidos independientemente los unos de los otros pero duales. Si digo que la chaqueta, los botines, etc., se vincu­
sujetos a una interdependencia multilateral en cuanto ra­ lan con el lienzo como con la encarnación general de
mas de la división social del trabajo que se originan natu­ trabajo humano abstracto, salta a la vista la insensatez
ralmente— son reducidos en todo momento a su medida de tal modo de expresarse. Pero cuando los productores de
de proporción social porque en las relaciones.de intercam­ chaquetas, botines, etc., refieren esas mercancías al lienzo
bio entre sus productos, fortuitas y siempre fluctuantes, el — o al oro y la plata, lo que en nada modifica la cosa—
tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción como equivalente general, la relación entre sus trabajos
de los mismos se impone de modo irresistible como ley privados y el trabajo social en su conjunto se les presenta
natural reguladora, tal como por ejemplo se impone la ley exactamente bajo esa forma insensata.
de la gravedad cuando a uno se le cae la casa encima.28 Formas semejantes constituyen precisamente las cate­
La determinación de las magnitudes de valor por el gorías de la economía burguesa. Se trata de formas del
tiempo de trabajo, pues, es un misterio oculto bajo los pensar socialmente válidas, y por tanto objetivas, para las
movimientos manifiestos que afectan a los valores relativos relaciones de producción que caracterizan ese modo de
de las mercancías. Su desciframiento borra la apariencia producción social históricamente determinado: la produc­
de que la determinación de las magnitudes de valor alcan­ ción de mercancías. Todo el misticismo del mundo de las
zadas por los productos del trabajo es meramente fortuita, mercancías, toda la magia y la fantasmagoría que nimban
pero en modo alguno elimina su forma de cosa. los productos del trabajo fundados en la producción de
La reflexión en torno a las formas de la vida humana, y mercancías, se esfuma de inmediato cuando emprendemos
por consiguiente el análisis científico de las mismas, toma camino hacia otras formas de producción.
un camino opuesto al seguido por el desarrollo real. Como la economía política es afecta a las robinsona-
Comienza post festum [después de los acontecimientos] y, das,29 hagamos primeramente que Robinsón comparezca
por ende, disponiendo ya de los resultados últimos del en su isla. Frugal, como lo es ya de condición, tiene sin
proceso de desarrollo. Las formas que ponen la impronta embargo que satisfacer diversas necesidades y, por tanto,
de mercancías a los productos del trabajo y por tanto están ejecutar trabajos útiles de variada índole: fabricar herra­
presupuestas a la circulación de mercancías, poseen ya la mientas, hacer muebles, domesticar llamas, pescar, cazar,
fijeza propia de formas naturales de la vida social, antes etcétera. De rezos y otras cosas por el estilo no hablemos
de que los hombres procuren dilucidar no el carácter his­ aquí, porque a nuestro Robinsón esas actividades le causan
tórico de esas formas — que, más bien, ya cuentan para placer y las incluye en sus esparcimientos. Pese a la diversi­
ellos como algo inmutable— sino su contenido. De esta dad de sus funciones productivas sabe que no son más que
suerte, fue sólo el análisis de los precios de las mercancías distintas formas de actuación del mismo Robinsón, es
lo que llevó a la determinación de las magnitudes del valor;
sólo la expresión colectiva de las mercancías en dinero, 29 N o ta a la 29 edición. — T am p o co R icardo e stá exento de
lo que indujo a fijar su carácter de valor. Pero es precisa­ rob in so n ad as. “H ace que de inm ediato el pescador y el cazador
prim itivos cam bien la pesca y la caza com o si fu eran poseedores
mente esa forma acabada del mundo de las mercancías de m ercancías, en p roporción al tiem po de tra b a jo objetivado en
esos valores de cam bio. En esta ocasión in cu rre en el anacronism o
28 “¿Q ué p en sar de u n a ley que sólo puede im ponerse a de que el pescador y el c az ad o r prim itivos, p a ra calcu lar la inci­
trav és de revoluciones periódicas? N o es sino una ley natural, dencia de sus instrum entos de trab a jo , echen m ano a las tablas de
fu n d a d a en la inconciencia de quienes están sujetos a ella.” (F ried­ a n u alid ad e s que solían usarse en la Bolsa de L o n d res en 1817. Al
rich E ngels, U m risse zu einer K ritik der N a tio n a lö k o n o m ie, en parecer, la única fo rm a de sociedad que fu e ra de la burguesa
D eutsch-F ranzösische Jahrbücher, ed. por A rn o ld Ruge y K arl conoce R icardo son los « p aralelogram os del señor O w en».” l40l
M a rx , P aris, 1844.) (K. M arx. Z u r K ritik . . . . pp. 38. 39.)

92 93
decir, nada más que diferentes modos del trabajo humano. desempeñar sus respectivos papeles, el caso es que las
La necesidad misma lo fuerza a distribuir concienzuda­ relaciones sociales existentes entre las personas en sus tra­
mente su tiempo entre sus diversas funciones. Que una ecupe bajos se ponen de manifiesto como sus propias relaciones
más espacio de su actividad global y la otra menos, depen­ personales y no aparecen disfrazadas de relaciones sociales
de de la mayor o menor dificultad que haya que superar entre las cosas, entre los productos del trabajo.
para obtener el efecto útil propuesto. La éxperiencia se Para investigar el trabajo colectivo, vale decir, direc­
lo inculca, y nuestro Robinsón, que del naufragio ha sal­ tamente socializado, no es necesario que nos remontemos
vado el reloj, libro mayor, tinta y pluma, se pone, como a esa forma natural y originaria del mismo que se encuen­
buen inglés, a llevar la contabilidad de sí mismo. Su inven­ tra en los umbrales históricos de todos los pueblos civi­
tario incluye una nómina de los objetos útiles que él lizados.40 Un ejemplo más accesible nos lo ofrece la
posee, de las diversas operaciones requeridas para su pro­ industria patriarcal, rural, de una familia campesina que
ducción y por último del tiempo de trabajo que, término para su propia subsistencia produce cereales, ganado, hilo,
medio, le insume elaborar determinadas cantidades de esos lienzo, prendas de vestir, etc. Estas cosas diversas se hacen
diversos productos. Todas las relaciones entre Robinsón y presentes enfrentándose a la familia en cuanto productos
las cosas que configuran su riqueza, creada por él, son tan varios de su trabajo familiar, pero no enfrentándose recí­
sencillas y transparentes que hasta el mismo señor Max procamente como mercancías. Los diversos trabajos en
W irth,1411 sin esforzar mucho el magín, podría comprender­ que son generados esos productos — cultivar la tierra, criar
las. Y, sin embargo, quedan contenidas en ellas todas las ganado, hilar, tejer, confeccionar prendas— en su forma
determinaciones esenciales del valor. natural son funciones sociales, ya que son funciones de la
Trasladémonos ahora de la radiante ínsula de Robin­ familia y ésta practica su propia división natural del tra­
són a la tenebrosa Edad Media europea. En lugar del bajo, al igual que se hace en la producción de mercancías.
hombre independiente nos encontramos con que aquí todos Las diferencias de sexo y edad, así como las condiciones
están ligados por lazos de dependencia: siervos de la gleba naturales del trabajo, cambiante con la sucesión de las
y terratenientes, vasallos y grandes señores, seglares y estaciones, regulan la distribución de éste dentro de la fa­
clérigos. La dependencia personal caracteriza tanto las milia y el tiempo de trabajo de los diversos miembros
relaciones sociales en que tiene lugar la producción mate­ de la misma. Pero aquí el gasto de fuerzas individuales de
rial como las otras esferas de la vida estructuradas sobre trabajo, medido por la duración, se pone de manifiesto
dicha producción. Pero precisamente porque las relaciones desde un primer momento como determinación social de
personales de dependencia constituyen la base social dada, los trabajos mismos, puesto que las fuerzas individuales
los trabajos y productos no tienen por qué asumir una de trabajo sólo actúan, desde su origen, como órganos de
forma fantástica diferente de su realidad. Ingresan al me­ la fuerza de trabajo colectiva de la familia.
canismo social en calidad de servicios directos y presta­
ciones en especie. La forma natural del trabajo, su parti­ :,° N o ta a la 2? edición. — "E s un p reconcepto ridículo, de
cularidad, y no, como sobre la base de la producción de m uy reciente difusión, el de que la fo rm a de la p ro p ied ad com ún
n a tu ra lm e n te originada sea específicam ente eslava, y h a sta rusa en
mercancías, su generalidad, es lo que aquí constituye la e xclusividad. Es la fo rm a prim itiva cuya existencia podem os veri­
forma directamente social de aquél. La prestación perso­ fica r e n tre los ro m an o s, g erm anos, celtas, y de la cual e n co n tra ­
nal servil se mide por el tiempo, tal cual se hace con el m os aun hoy, e n tre los indios, un m uestrario com pleto con los
trabajo que produce mercancías, pero ningún siervo ignora especím enes m ás variados, a u n q u e p arte de ellos en ruinas. Un
estu d io m ás concienzudo de las fo rm a s de prop ied ad com ún asiá­
que se trata de determinada cantidad de su fuerza de ticas, y especialm ente de las índicas, d em o stra ría cóm o de las form as
trabajo personal, gastada por él al servicio de su señor. diversas de la p ro p ied a d com ún n a tu ra l resultan d iferen tes form as
El diezmo que le entrega al cura es más diáfano que la de disolución de ésta. Así, por ejem plo, los diversos tipos o rig in a ­
bendición del clérigo. Sea cual fuere el juicio que nos rios de la pro p ied ad priv ad a ro m a n a y g erm ánica pueden ser d e d u ­
cidos de las diversas fo rm a s de la p ropiedad com ún en la India."
merezcan las máscaras que aquí se ponen los hombres al (Ib íd e m , p. 10 .)

94 95
Imaginémonos finalmente, para variar, una asociación mercancías, desempeña un papel subordinado, que empero
de hombres libres que trabajen con medios de producción se vuelve tanto más relevante cuanto más entran las enti­
colectivos y empleen, conscientemente, sus muchas. fuerzas dades comunitarias en la fase de su decadencia. Verdade­
de trabajo individuales como una fuerza de trabajo social. ros pueblos mercantiles sólo existían en los intermundos
Todas las determinaciones del trabajo de Robinsón se rei­ del orbe antiguo, cual los dioses de E picuro,1421 o como
teran aquí, sólo que de manera social, en vez de individual. los judíos en los poros de la sociedad polaca. Esos anti­
Todos los productos de Robinsón constituían su producto guos organismos sociales de producción son muchísimo más
exclusivamente personal y, por tanto, directamente objetos sencillos y trasparentes que los burgueses, pero o se fun­
de uso para sí mismo. El producto todo de la asociación es dan en la inmadurez del hombre individual, aún no liberado
un producto social. Una parte de éste presta servicios de del cordón umbilical de su conexión natural con otros inte­
nuevo como medios de producción. No deja de ser social. grantes del género, o en relaciones directas de dominación
Pero los miembros de la asociación consumen otra parte y servidumbre. Están condicionados por un bajo nivel de
en calidad de medios de subsistencia. Es necesario, pues, desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo y por las
distribuirla entre los mismos. El tipo de esa distribución relaciones correspondientemente restringidas de los hom­
variará con el tipo particular del propio organismo social bres dentro del proceso material de producción de su vida,
de producción y según el correspondiente nivel histórico y por tanto entre sí y con la naturaleza. Esta restricción
de desarrollo de los productores. A los meros efectos de real se refleja de un modo ideal en el culto a la naturaleza
mantener el paralelo con la producción de mercancías, y en las religiones populares de la Antigüedad. El reflejo
supongamos que la participación de cada productor en religioso del mundo real únicamente podrá desvanecerse
los medios de subsistencia esté determinada por su tiempo cuando las circunstancias de la vida práctica, cotidiana,
de trabajo. Por consiguiente, el tiempo de trabajo desem­ representen para los hombres, día a día, relacipnes diáfa­
peñaría un papel doble. Su distribución, socialmente plani­ namente racionales, entre ellos y con la naturaleza. La
ficada, regulará la proporción adecuada entre las varias figura del proceso social de vida, esto es, del proceso mate­
funciones laborales y las diversas necesidades. Por otra rial de producción, sólo perderá su místico velo neblinoso
parte, el tiempo de trabajo servirá a la vez como medida cuando, como producto de hombres libremente asociados,
de la participación individual del productor en el tra­ éstos la hayan sometido a su control planificado y cons­
bajo común, y también, por ende, de la parte individual­ ciente. Para ello, sin embargo, se requiere una base mate­
mente consumible del producto común. Las relaciones rial de la sociedad o una serie de condiciones materiales
sociales de los hombres con sus trabajos y con los pro­ de existencia, que son a su vez, ellas mismas, el producto
ductos de éstos, siguen siendo aquí diáfanamente sencillas, natural de una prolongada y penosa historia evolutiva.
tanto en lo que respecta a la producción como en lo que Ahora bien, es indudable que la economía política ha
atañe a la distribución. analizado, aunque de manera incompleta,31 el valor y
P ara una sociedad de productores de mercancías, cuya
relación social general de producción consiste en compor­
31 L as insuficiencias en el análisis que de la m a g n itu d del valor
tarse frente a sus productos como ante mercancías, o sea e fec tú a R ica rd o — y el suyo es el m ejor— las hem os d e ver en
valores, y en relacionar entre sí sus trabajos privados, bajo los libros terc ero y c u a rto de e sta o b ra. E n lo q u e se refiere al va­
esta forma de cosas, como trabajo humano indiferenciado, lor en general, la e co n o m ía p o lítica clásica e n ningún lu g ar distingue
la forma de religión más adecuada es el cristianismo, con e x p líc itam e n te y con c la ra conciencia e n tre el trab a jo , ta l com o se
re p re se n ta e n el valor, y ese m ism o trab a jo , tal co m o se representa
su culto del hombre abstracto, y sobre todo en su desen­ en el valor de uso de su p ro d u c to . E n realid ad , u tiliza esa dis­
volvimiento burgués, en el protestantismo, deísmo, etc. En tinción de m an e ra n a tu ra l, ya q u e en un m o m en to d ad o considera
los modos de producción p aleo a siátic o , antiguo, etc., el tra b a jo desde el p u n to de vista cuantitativo, en o tro cu alita tiv a ­
la transformación de los productos en mercancía y por m ente. P e ro no tiene idea de q u e la sim ple diferencia cuantitativa
tanto la existencia de los hombres como productores de de los trab a jo s p resupone su unid a d o igualdad cualitativa, y p o r
ta n to su red u cció n a trabajo abstractam ente h u m a n o . R icardo, p o r

96 97
la magnitud de valor y descubierto el contenido oculto en frente su pertenencia a una formación social donde el pro­
esas formas. Sólo que nunca llegó siquiera a plantear ceso de producción domina al hombre, en vez de domi­
la pregunta de por qué ese contenido adopta dicha forma; nar el hombre a ese proceso, la conciencia burguesa de esa
de por qué, pues, el trabajo se representa en el valor, de a economía las tiene por una necesidad natural tan manifies­
qué se debe que la medida del trabajo conforme a su dura­ tam ente evidente como el trabajo productivo mismo. De
ción se represente en la magnitud del valor alcanzada por ahí que, poco más o menos, trate a las formas preburgue-
el producto del trabajo.32 A formas que llevan escrita en la sas del organismo social de producción como los Padres
de la Iglesia a las religiones precristianas.33
ejem plo, se d e clara de a c u e rd o con D e stu tt d e T ra c y c u a n d o éste
a firm a: “P u esto que es innegable que n u e stras ú nicas riquezas
orig in arias son n u estras fa cu lta d e s físicas y m orales, que el em pleo esto, a la vez, c o m o alg o h istó ric o . Si n o s c o n fu n d im o s y la to m a ­
d e dichas facultades, e l tra b a jo d e alg u n a índole, es n u e stro tesoro m os p o r la fo rm a n a tu ra l e te rn a de la pro d u cció n social, p a sa re ­
prim igenio, y que es siem pre a p a rtir de su em pleo co m o se crean m os tam b ién p o r alto, n ecesariam en te, lo que h a y de específico
to d as esas cosas que d en o m in am o s riquezas [ . . . ] . E s indudable, en la fo rm a de v a lo r, y p o r ta n to e n la fo rm a de la m ercancía,
asim ism o, q u e to d as esas cosas só lo representan el trabajo q u e las d e sa rro lla d a luego en la fo rm a de dinero, la de c ap ital, etc. P o r
ha creado, y si tienen un valor, y hasta dos valores d iferentes, sólo eso, en e co n o m istas que coinciden p o r e n te ro en c u a n to a m edir
p ued en deberlos al del" (al v a lo r del) “ trabajo del que e m a n a n ” . la m ag n itu d del v a lo r p o r e l tie m p o de tra b a jo , se e n c u e n tra n las
(R icardo, O n the P rincipies o f P olitical E c o n o m y , 3? ed., L ondres, ideas m á s a b ig a rra d a s y c o n tra d ic to ria s a ce rca del dinero, e sto
1821, p. 334.) L im itém on os a o b serv ar que R icard o atribuye e rró ­ es, de la fig u ra c o n su m a d a que reviste e l equivalente general. E sto
neam en te a D e stu tt su pro p ia concepción, m ás p ro fu n d a. Sin duda, p o r ejem p lo se pone de relieve, de m a n e ra co n tu n d e n te, en los
D e stu tt dice p o r u n a p a rte , e n efecto, que to d as las cosas que análisis sobre la b an ca, d o n d e y a n o se puede salir del p a so con
fo rm a n la riq u eza “representan el trabajo que las h a crea d o ” , pero definiciones del d in ero c o m p u estas de lugares com unes. A ello se
p o r o tra p a rte asegura q u e h a n o b ten id o del “ valor d el trabajo" debe que, com o antítesis, su rg iera un m ercan tilism o re sta u ra d o
sus “dos valores diferen tes" (valor de uso y v a lo r de cam bio). In c u ­ (G anilh, etc.) que no ve en el v a lo r m ás que la fo rm a social o,
rre de este m o d o en la su p erficialidad de la eco n o m ía vulgar, que m ás bien, su m e ra ap arien cia, h u e r a de sustancia.
presupone el v a lo r de u n a m ercan cía (en este caso del trabajo), P a ra d e ja rlo e n c la ro de u n a vez p o r todas, d igam os que
p a ra d e te rm in a r p o r m edio de él, posteriorm ente, el v a lo r de las e n tien d o p o r eco n o m ía p o lítica c lásica to d a la e co n o m ía que, desde
dem ás. R ica rd o lo lee co m o si h u b iera dich o que el trabajo (no W illiam P e tty , h a in vestigado la co n ex ió n in te rn a de las relaciones
el valor del trab ajo ) e stá rep re se n tad o ta n to en el v alo r de uso de p ro d u c ció n burguesas, p o r oposición a la e co n o m ía vulgar, que
co m o e n e l d e cam b io . P e ro él m ism o distingue ta n p o brem ente n o hace m ás que d e am b u lar estérilm en te en to rn o de la conexión
e l c a rá c te r bifa cético d el trabajo, re p re se n ta d o d e m an e ra dual, a p are n te , preo cu p án d o se sólo de o frecer u n a ex p licación obvia
que e n todo el c ap ítu lo “V alué a n d Riches, T h eir D istinctive Pro- de lo s fe n ó m e n o s q u e p o d ría m o s lla m a r m á s b a sto s y ru m ia n d o
p erties” [V alor y riq u eza, sus p ropiedades distintivas] se ve reduci­ un a y o tra vez, p a ra el uso dom éstico de la burguesía, el m ate ria l
d o a d a r vu eltas fa tig o sa m en te en to rn o a la s triv ia lid ad e s de un su m in istrad o hace y a tie m p o p o r la e co n o m ía científica. P ero, por
lean -B ap tiste Say. D e a h í que al final se m uestre to ta lm e n te p e r­ lo dem ás, e n esa ta re a la e co n o m ía v u lg ar se lim ita a sistem atizar
plejo ante la coincidencia de D estu tt, por u n lado, con la propia de m a n e ra p e d an te las ideas m ás triviales y fa tu a s que se fo rm an
concepción ric a rd iá n a a cerca del trabajo c o m o fu e n te del valor, y, los m iem b ro s de la bu rg u esía a c e rca de su p ro p io m undo, el m ejor
por el o tro , c o n Say respecto a l con cep to de valor. de los posibles, y a p ro c la m a rla s com o v erdades eternas.
32 U n a de las fallas fu n d a m e n ta les de la econom ía política
33 “L o s econom istas tie n e n u n a singular m a n e ra de proceder.
clásica es que n u n c a lo g ró desen trañ ar, p a rtien d o del análisis de N o h a y p a r a ellos m ás q u e dos tipos de instituciones: las a rtifi­
la m ercan cía y m ás específicam ente del v alo r de la m ism a, la ciales y las natu rales. L as instituciones del feu d alism o son institu­
fo rm a del valo r, la fo rm a m ism a que hace de él u n v alo r de cam ­ ciones artificiales; las de la burguesía, n a tu ra le s. Se p a re c e n e n e sto
bio. P recisam en te e n el caso de sus m ejores expositores, com o
a los teólogos, que distinguen tam b ién e n tre dos clases de religio­
A d a m S m ith y R icard o , tra ta la fo rm a del v alo r com o cosa com ­
nes. T o d a religión q u e no sea la suya es invención de los h o m ­
pleta m e n te indiferente, o incluso exterior a la n a tu ra le z a de la
bres, m ie n tras que la suya p ro p ia es, e n cam bio, e m a n ac ió n de
m ercancía. E llo n o sólo se debe a que el análisis c en trad o e n la
D io s . . . H e n o s aqui, entonces, c o n q u e h u b o h isto ria , p e ro a h o ra
m ag n itu d d el v a lo r a b so rb a p o r e n tero su aten ció n . O bedece a u n a
y a n o la h a y .” (K arl M a rx , M isère de la philosophie. R ép o n se à la
ra zó n m ás p ro fu n d a. L a fo rm a de v alo r asum ida p o r el p ro d u cto
P hilosophie de la m isère de M .- P ro u d h o n , 1847, p. 113.) R ealm en ­
del tra b a jo es la fo rm a m ás a b strac ta , p e ro tam b ién la m ás
te cóm ico e s el señor B astíat, qu ien se im agina q u e los griegos y
general, del m odo de p ro d u cció n burgués, q u e d e ta l m a n e ra queda
ro m an o s antig u o s no vivían m ás que d el robo. P e ro si d u ran te
c ara cte riz ad o co m o tip o p a rtic u la r de pro d u cció n social y con
m uchos siglos sólo se vive del ro b o , es necesario q u e constante-

98 99
H asta qué punto una parte de los economistas se deja Como la forma de mercancía es la más general y la
encandilar por el fetichismo adherido al m undo de las menos evolucionada de la producción burguesa — a lo cual
mercancías, o por la apariencia objetiva de las determina­ se debe que aparezca tempranamente, aun cuando no de
ciones sociales del trabajo, nos lo muestra, entre otras la misma manera dominante y por tanto característica que
cosas, la tediosa e insulsa controversia en torno al papel adopta en nuestros días— todavía parece relativamente
que desempeñaría la naturaleza en la formación del valor fácil penetrarla revelando su carácter de fetiche. Pero en
de cambio. Como el valor de cambio es determinada mane­ las formas más concretas se desvanece hasta esa apariencia
ra social de expresar el trabajo empleado en una cosa, no de sencillez. ¿De dónde proceden, entonces, las ilusiones
puede contener más m ateria natural que, por ejemplo, el del sistema monetarista? 1431 Éste no veía al oro y la plata,
curso cambiarlo. en cuanto dinero, como representantes de una relación
social de producción, sino bajo la forma de objetos natu­
rales adornados de insólitos atributos sociales. Y cuando
m ente ex ista algo que ro b á r, o que el objeto d e l ro b o se re p ro d u z ­
c a de m a n e ra co n tin u a. P arece, p o r consiguiente, q u e tam bién los trata del capital, ¿no se vuelve palpable el fetichismo de la
griegos y ro m a n o s ten d rían u n p roceso de p ro d u c ció n , y p o r tan to economía moderna, de esa misma economía que, dándose
u n a e co n o m ía que c o n stitu iría la base m ate ria l de su m undo, importancia, mira con engreimiento y desdén al m ercanti­
ex actam en te de la m ism a m a n e ra en que la e co n o m ía b urguesa lismo? ¿Hace acaso m ucho tiempo que se disipó la ilusión
es el fu n d a m e n to del m u n d o actu al. ¿O acaso B astiat q u iere decir
q u e u n m o d o de p ro d u cció n fu n d a d o en el trabajo esclavo consti­ fisiocrática de que la renta del suelo surgía de la tierra, no
tuye u n sistem a basado en el r o b o t E n tal caso, p isa terre n o p e ­ de la sociedad?
ligroso. Si un gigante del p e n sam ien to co m o A ristó teles se equi­
vo cab a en su ap reciació n d e l trabajo esclavo, ¿ por q u é h a b ía de
Sin embargo, para no anticiparnos, baste aquí con un
a c e rta r un eco n o m ista pigm eo com o B astiat al ju zg ar el trabajo ejemplo referente a la propia forma de mercancía. Si las
asalariadot mercancías pudieran hablar, lo harían de esta manera:
A p ro v e ch o la o p o rtu n id a d p a ra re sp o n d er brev em en te a u n a Puede ser que a los hombres les interese nuestro valor de
objeción que, a l a p are ce r m i o b ra Z u r K ritik der politischen Ö ko ­
n o m ie (1859), m e fo rm u ló u n periódico g erm an o -n o rteam erican o .
uso. No nos incumbe en cuanto cosas. L o que nos con­
M i e n fo q u e — sostuvo éste— según el c u al e l m o d o de p ro d u c ­ cierne en cuanto cosas es nuestro valor. Nuestro propio
ción d a d o y las relacio n es de p ro d u cció n c o rresp o n d ien tes al m ism o, movimiento como cosas mercantiles lo demuestra. Única­
en sum a, “la e stru c tu ra e co n ó m ica de la sociedad es la base real mente nos vinculamos entre nosotras en cuanto valores de
sobre la que se alza u n a su p e restru c tu ra ju ríd ica y p o lítica, y a la
que co rresp o n d en d e te rm in a d as fo rm a s sociales de conciencia” , cambio. Oigamos ahora cómo el economista habla desde el
ese e n fo q u e p a ra el c u al “e l m odo d e p ro d u cció n de la vida alma de la mercancía: “E l valor” (valor de cambio) “es
m a te ria l con d icio n a en g e n era l e l proceso de la vida social, política un atributo de las cosas; las riquezas” (valor de uso), “ un
y e sp iritu a l” , sería in d u d ab le m e n te v erd ad ero p a ra el m u n d o actual, atributo del hombre. El valor, en este sentido, implica
e n el que im peran los intereses m ateriales, p e ro n o p a ra la E d ad
M edia, en la que p re v alec ía el catolicism o, n i p a ra A te n a s y R om a, necesariamente el intercambio; la riqueza no”.34 “L a ri­
donde e ra la política la que dom inaba. E n prim er térm in o , es queza” (valor de uso) “es un atributo del hombre, el valor
sorp ren d en te que h a y a quien guste suponer que a lg u n a p erso n a un atributo de las mercancías. Un hombre o una comuni­
ig n o ra esos a rchiconocidos lu g ares com unes sobre la E d a d M edia
y el m u n d o antiguo. L o indiscutible e s que ni la E d a d M ed ía pudo
dad son ricos-, una perla o un diamante son valiosos . . .
vivir de cato licism o ni el m u n d o a ntiguo d e política. Es, a la Una perla o un diamante son valiosos en cuanto tales perla
inversa, el m odo y m a n e ra e n que la p rim e ra y el segundo se o diamante”.35 Hasta el presente, todavía no hay químico
g a n a b a n la vida, lo q u e explica p o r q u é en u n caso la p o lítica y
en o tro el catolicism o d esem p eñ aro n el pap el p ro tag ó n ico . P o r lo
d em ás, b a sta con co n o cer som eram ente la h isto ria d e la rep ú b lica 34 "V a lu é is a pro p e rty o f things, riches o f m an. V alué in this
ro m a n a , p o r ejem plo, p a ra saber q u e la h isto ria d e la p ro p ied ad sense, necessarily im plies exchanges, riches d o n o t.” (O bservations
de la tie rra constituye su h isto ria secreta. Y a D o n Q uijote, por on S o m e V erbal D isp u tes on P olitical E co n o m y, P articularly R elat-
o tra p a rte , h u b o de e x p ia r el e rro r de im aginar que la cab allería ing to V alué, and to S u p p ly and D e m a n d , L ondres, 1821, p. 16.)
an d an te e ra igualm ente c o m p atib le con todas las fo rm a s econó­ 35 “ R iches a re th e a ttrib u te o f m an, valué is the a ttrib u te o f
m icas de la sociedad. com m odities. A m an o r a c o m m u n ity is rich, a p e a rl o r a d iam o n d

100 101
que haya descubierto en la perla o el diamante el valor de
cambio. Los descubridores económicos de esa sustancia
química, alardeando ante todo de su profundidad crítica,
llegan a la conclusión de que el valor de uso de las cosas
no depende de sus propiedades como cosas, mientras que
por el contrario su valor les es inherente en cuanto cosas.
L o que los reafirma en esta concepción es la curiosa cir­
cunstancia de que el valor de uso de las cosas se realiza
para el hombre sin intercambio, o sea en la relación di­
recta entre la cosa y el hombre, mientras que su valor,
por el contrario, sólo en el intercambio, o sea en el proceso CAPÍTULO n
social. Como para no acordarse aquí del buen Dogberry,
cuando ilustra al sereno Seacoal: “Ser hombre bien pareci­ E L PROCESO D E L INTERCAM BIO
do es un don de las circunstancias, pero saber leer y escri­
bir lo es de la naturaleza,” .361441
Las mercancías no pueden ir por sí solas al mercado
ni intercambiarse ellas mismas. Tenemos, pues, que volver
la mirada hacia sus custodios, los poseedores de mercan­
cías. Las mercancías son cosas y, por tanto, no oponen
resistencia al hombre. Si ellas se niegan a que las tome,
éste puede recurrir a la violencia o, en otras palabras,
apoderarse de ellas.37 Para vincular esas cosas entre sí
como mercancías, los custodios de las mismas deben rela­
cionarse mutuamente como personas cuya voluntad reside
en dichos objetos, de tal suerte que el uno, sólo con acuer­
do de la voluntad del otro, o sea mediante un acto volun-
rio común a ambos, va a apropiarse de la mercancía ajena
al enajenar la propia. Los dos, por consiguiente, deben
reconocerse uno al otro como propietarios privados. Esta
relación jurídica, cuya forma es el contrato — legalmente
formulado o no— , es una relación entre voluntades en la
que se refleja la relación económica. El contenido de tal
is v a lu a b le . . . A p e arl o r a d iam o n d is valuable as a pearl or relación jurídica o entre voluntades queda dado por la re­
d ia m o n d .” (S. Bailey, A C ritical D issertation . . . , p. 165 y s.)
36 E l a u to r de la s O bservations y S am uel B ailey incu lp an a
lación económica misma.38 Aquí, las personas sólo existen
R ica rd o el h a b er hech o del v alor de cam bio, q u e es algo m e ra ­
m e n te relativo, algo absoluto. P o r e l c o n tra rio , R icard o h a re d u ­ 37 E n e l siglo x i i , tan re n o m b ra d o p o r su religiosidad, suelen
cido la relatividad aparente que esas cosas — por ejem p lo , el d ia­ a p are ce r e n tre e sas m ercan cías objetos de sum a exquisitez. U n
m an te , las perlas, etc.— poseen e n cu an to valores de cam bio, a p o eta fran c é s de aquellos tiem pos incluye así, en tre las m ercancías
la v e rd ad e ra relación o c u lta tra s la apariencia, a su re la tiv id ad expuestas e n el m ercad o de L an d it, ju n to a telas, cuero, aperos
co m o m era s expresiones de tra b a jo h u m an o . Si las réplicas de de la b ra n z a , pieles, etc., tam b ién a las “fe m m e s fo lie s d e leur
los ric a rd ia n o s a B ailey son groseras p e ro no convincentes, e llo corps” [m ujeres de fogosos cuerpos].
se debe sólo a que e l pro p io R ica rd o n o les b rin d a explicación 38 P ro u d h o n com ienza p o r e x tra e r su ideal d e justicia, la “jus-
alg u n a a cerca de la conexión in te rn a e n tre el valor y la fo rm a del tice éternelle” [justicia e te rn a ], de las relaciones jurídicas co rre s­
valor o valor de cam bio. pondientes a la pro d u cció n de m ercancías, con lo cual, digám oslo
in ciden talm ente, a p o rta la c o n so lad o ra p ru e b a p a ra to d o burgués

102
103
unas para otras como representantes de la mercancía, y ca n d a cuyo valor de uso lo satisfaga. Todas las mercancías
por ende como poseedores de mercancías. En el curso ulte­ son no-valores-de-uso para sus poseedores, valores de uso
rior de nuestro análisis veremos que las máscaras, que en para sus no-poseedores. Por eso tienen todas que cambiar
lo económico asumen las personas, no son más que perso­ de dueño. Pero este cambio de dueños constituye su inter­
nificaciones de las relaciones económicas como portadoras cambio, y su intercambio las relaciona recíprocamente
de las cuales dichas personas se enfrentan mutuamente. como valores y las realiza en cuanto tales. Las mercancías,
Lo que precisamente distingue de la mercancía a su pues, tienen prim ero que realizarse como valores antes que
poseedor es la circunstancia de que todo otro cuerpo puedan realizarse como valores de uso.
de mercancía sólo cuenta para aquélla como forma de Por otra parte, tienen que acreditarse como valores de
manifestación de su propio valor. Niveladora [4S| y cínica uso antes de poder realizarse como valores. Y a que el
desde la cuna, está siempre pronta para intercambiar no trabajo humano empleado en ellas sólo cuenta si se lo em­
sólo el alma sino también el cuerpo por cualquier otra plea en una forma útil para otros. Pero que sea útil para
mercancía, aunque ésta sea más repulsiva que Maritornes. otros, que su producto satisfaga necesidades ajenas, es algo
Esta falta de sensibilidad, en la mercancía, por lo concreto que sólo su intercambio puede demostrar.
que hay en el cuerpo de sus congéneres, lo suple su Todo poseedor de mercancías sólo quiere intercambiar
poseedor con sus cinco y más sentidos. Su propia mercan­ la suya por otra cuyo valor de uso satisfaga su propia
cía no tiene para él ningún valor de uso directo: caso necesidad. En esta medida, el intercambio no es para él
contrario no la llevaría al mercado. Posee valor de uso para más que un proceso individual. Por otra parte, quiere rea­
otros. P ara él, sólo tiene directamente el valor de uso lizar su mercancía como valor, y por ende convertirla en
de ser portadora de valor de cambio y, de tal modo, medio cualquier otra mercancía que sea de su agrado y valga lo
de cambio.™ D e ahí que quiera enajenarla por una mer- mismo, siendo indiferente que su propia mercancía tenga
p ara el poseedor de la otra valor de uso o carezca de éste.
En esa medida el intercambio es para él un proceso social
filisteo de q u e la fo rm a d e la pro d u cció n de m ercancías es tan general. Pero el mismo proceso no puede ser a un mismo
e te rn a co m o la justicia. L uego vira en re d o n d o y p re te n d e m ode­ tiempo, para todos los poseedores de mercancías, exclusi­
la r, con arreg lo a ese ideal, la pro d u cció n re a l de m ercan cías y
el d e rec h o re a l c o rresp o n d ien te a ésta. ¿Q ué o p in aríam o s d e un
vamente individual y a la vez exclusivamente social general.
quím ico que, e n vez de investigar las leyes que efectivam ente Si examinamos el punto más de cerca, veremos que a
rigen la asociación y diso ciación de la m ateria, y e n lugar de todo poseedor de mercancías toda mercancía ajena se le
resolver sobre la base de las m ism as d e te rm in a d o s problem as, presenta como equivalente particular de la suya, y ésta
e x p lic ara esa com posición y descom posición p o r la s “ideas ete rn as”
de la “ n a tu ra lité ” [n atu ralid ad ] y la “affin ité ” [afinidad]? C u an d o
como equivalente general de todas las demás. Pero como
se sostiene que la “u su ra ” co n trad ice la “justice étern elle” [justicia esto se aplica igualmente a todos los poseedores de mer­
ete rn a ] y la “ équité éte rn elle ” [equidad e te rn a] y la “m u tu a lité éter­ cancías, ninguna de ellas es equivalente general y, en con­
n elle” [reciprocidad e te rn a ] y d em ás “verités éte rn elles” [verdades secuencia, las mercancías no poseen una forma de valor
eternas], ¿sabem os algo m ás ace rca d e ella que lo que sabían los
P a d re s de la Iglesia cuan d o a seg u rab an que c o n trad ecía la “ gráce
relativa general en la que puedan equipararse los valores,
éte rn elle ” [gracia e tern a], la “foi éternelle” [fe eterna], la “volonté compararse en cuanto magnitudes de valor. Las mercan­
éte rn elle d e D ie u ” [voluntad e te rn a de D ios]? cías, pues, en absoluto se enfrentan entre sí como mer­
39 “ P uesto q u e de dos m odos es el uso de to d o s los bienes. cancías, sino solamente como productos o valores de uso.
U n o d e ellos es inherente a la cosa en c u an to tal, el o tro no,
com o en el caso d e u n a sandalia, q u e sirve p a ra calzarse y p a ra E n su perplejidad, nuestros poseedores de mercancías
in te rca m b ia rla. E stos dos son valores de uso de la sandalia, ya piensan como Fausto. E n el principio era la acción.1471 De
q u e tam b ién el q u e cam bia la san d alia p o r algo q u e le fa lta, a ahí que hayan actuado antes de haber pensado. Las leyes
m odo de ejem plo p o r alim entos, utiliza la sandalia e n cuanto san­ de la naturaleza inherente a las mercancías se confirman
dalia. P e ro no es su m o d o n a tu ra l de uso. P o rq u e la san d alia no
existe p a r a q u e se la in te rca m b ie .” (A ristóteles, D e R epública, lib. i, en el instinto natural de sus poseedores. Sólo pueden re­
cap ítu lo 9.) I46l lacionar entre sí sus mercancías en cuanto valores, y por

104 105
tanto sólo en cuanto mercancías, al relacionarlas antitéti­ Él intercambio directo de productos reviste por una
camente con otra mercancía cualquiera que haga las veces parte la forma de la expresión simple del valor, pero por
de equivalente general. Éste es el resultado que se. alcanzó otra parte no llega aún a revestirla. Dicha forma era:
en el análisis de la mercancía. Pero sólo un acto social x mercancía A = y m ercancía B. L a form a del intercam­
puede convertir a una mercancía determinada en equiva­ bio directo de productos es: x objeto para el uso A = y
lente general. Por eso la acción social de todas las demás objeto para el uso B.41 Aquí, las cosas A y B no son mer­
mercancías aparta de las mismas una mercancía determi­ cancías con anterioridad al intercambio, sino que sólo se
nada, en las cuales todas ellas representan -sus valores. transforman en tales gracias precisamente al mismo. El
L a forma natural de esa mercancía se transform a por tanto primer modo en que un objeto para el uso, potencial­
en forma de equivalente socialmente vigente. Su carácter de mente, llega a ser valor de cambio es su existencia como
ser equivalente general se convierte, a través del proceso no-valor-de-uso, como cantidad de valor de uso que rebasa
social, en función específicamente social de la mercancía las necesidades inmediatas de su poseedor. Las cosas, en
apartada. Es de este modo como se convierte en dinero. sí y para sí, son ajenas al hombre y por ende enajenables.
“lili unum consilium habent et virtutem et potestatem suam Para que esta enajenación sea recíproca, los hombres no
bestiae tradunt. [ .. .] Et ne quis possit emere aut vendere, necesitan más que enfrentarse implícitamente como pro­
nisi qui habet characterem aut nomen bestiae, aut numerum pietarios privados de esas cosas enajenables, enfrentándo­
nominis eius.” (Apocalipsis.) 1481 [Éstos tienen un mismo se, precisamente por eso, como personas independientes
propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bes­ entre sí. Tal relación de ajenidad recíproca, sin embargo,
tia. [. . .] Y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el no existe para los miembros de una entidad comunitaria
que tuviese la marca o el nom bre de la bestia, o el número de origen natural, ya tenga la forma de una familia patriar­
de su nombre.] cal, de una comunidad índica antigua, de un estado inca,
etcétera. El intercambio de mercancías comienza donde ter­
Esa cristalización que es el dinero constituye un pro­
minan las entidades comunitarias, en sus puntos de contacto
ducto necesario del proceso de intercambio, en el cual se
con otras entidades comunitarias o con miembros de éstas.
equiparan de manera efectiva y recíproca los diversos pro­
Pero no bien las cosas devienen mercancías en la vida
ductos del trabajo y por consiguiente se transforman real­
exterior, también se vuelven tales, por reacción, en la vi­
mente en mercancías. La expansión y profundización
da interna de la comunidad. La proporción cuantitativa de
históricas del intercambio desarrollan la antítesis, latente
su intercambio es, en un principio, completamente fortuita.
en la naturaleza de la mercancía, entre valor de uso y
Si las cosas son intercambiables, ello se debe al acto de
valor. La necesidad de dar una expresión exterior a esa
voluntad por el que sus poseedores resuelven enajenarlas
antítesis, con vistas al intercambio, contribuye a que se
recíprocamente. Aun así se consolida, de manera paulatina,
establezca una forma autónoma del valor mercantil, y no
la necesidad de objetos para el uso ajenos. La repetición
reposa ni ceja hasta que se alcanza definitivamente la mis­
constante del intercambio hace de él un proceso social
ma mediante el desdoblamiento de la mercancía en mer­
regular. Con el paso del tiempo es forzoso que se produz­
cancía y dinero. Por consiguiente, en la misma medida en
ca por lo menos una parte de los productos del trabajo
que se consuma la transformación de los productos del
trabajo en mercancías, se lleva a cabo la transformación
de la mercancía en dinero.40 e l catolicism o. V éase m á s sobre este p u n to e n m i o b ra Z u r K ri-
tik . . . , p . 61 y ss.
40 Júzguese, según esto, c u á n sagaz es e l socialism o pequeño- 41 M ie n tra s a ú n no se in te rca m b ia n dos d ife re n tes objetos
b urgués, q u e e te rn iz a la p ro d u cció n de m ercan cías y al m ism o p a ra el uso, sino que, com o suele o c u rrir en tre los salvajes, se
tiem p o pre te n d e ab o lir la “a ntítesis en tre el d in ero y la m erc an ­ o frece u n a m asa c aó tica de cosas co m o eq u iv a len te p o r una
c ía ”, y p o r tan to el d in ero m ism o, y a que éste sólo existe e n esa terc era , e l in tercam b io directo de p ro d u c to s está ap en a s e n su
antítesis. Sería com o q u e rer abolir el p a p ad o y m a n te n e r e n pie fase e m b rio n a ria .

106 107
con la intención de volcarlos en el intercambio. A partir primeros en desarrollar la form a de dinero, porque todas
de ese momento se reafirma, por una parte, la escisión sus pertenencias son móviles y revisten por tanto la forma
entre la utilidad de las cosas para las necesidades inme­ de directamente enajenables, y porque su m odo de vida
diatas y su utilidad con vistas al intercambio. Su valor de los pone de continuo en contacto con entidades comunita­
uso se desliga de su valor de cambio. De otra parte, la rias distintas de la suya, incitándolos en consecuencia al
proporción cuantitativa según la cual se intercambian, pasa intercambio de productos. A menudo los hombres han
a depender de su producción misma. L a costumbre las convertido al hombre mismo, bajo la form a de esclavo,
fija como magnitudes de valor. en material dinerario original, pero nunca a la tierra.
E n el intercambio directo de productos toda mercancía Esta idea sólo podía aflorar en la sociedad burguesa ya
es directamente medio de cambio para su poseedor, y desarrollada. D ata del último tercio del siglo x v i i , y has­
equivalente para su no-poseedor, pero sólo en la medida ta un siglo más tarde, durante la revolución burguesa de
en que tenga valor de uso para él. Por tanto, el artículo los franceses, no se intentó llevarla a la práctica a nivel
que se cambia aún no ha adquirido una forma de valor nacional.
independiente de su propio valor de uso o de la necesidad E n la misma medida en que el intercambio de mer­
individual que experimentan los sujetos del intercambio. cancías hace saltar sus trabas meramente locales y que el
La necesidad de esta forma se desenvuelve a la par del valor de las mercancías, por ende, se expande hasta con­
núm ero y variedad crecientes de las mercancías que entran vertirse en concreción material del trabajo humano en
al proceso de intercambio. El problema surge simultánea­ general, la forma de dinero recae en mercancías adecuadas
mente con los medios que permiten resolverlo. Nunca se por su naturaleza para desempeñar la función social de
efectúa un tráfico en el que los poseedores de mercancías equivalente general: los metales preciosos.
intercambien sus artículos por otros, y los comparen con Y bien, la proposición según la cual “aunque el oro y
éstos, sin que las diversas mercancías de los diversos posee­ la plata no son dinero por naturaleza, el dinero es por
dores de éstas, se intercambien dentro de ese tráfico con naturaleza oro y plata”,42 muestra la congruencia entre sus
una tercera mercancía, siempre la misma, y se comparen propiedades naturales y sus funciones.43 H asta aquí, sin
con ella en cuanto valores. Dicha tercera mercancía, en embargo, sólo conocemos una de las funciones del dinero,
la medida en que se convierte en equivalente de otras la de servir de forma de manifestación al valor de las mer­
mercancías diversas, adopta directamente la form a de equi­ cancías o como material en el cual se expresan socialmente
valente general o social, aunque dentro de límites estre­ las magnitudes del valor de las mercancías. Form a adecua­
chos. Esta forma de equivalente general brota y se da de manifestación del valor, o concreción material del
desvanece con el contacto social m omentáneo que le dio trabajo hum ano abstracto y, por consiguiente, igual, sólo
vida. Alternativa y fugazmente recae en esta mercancía puede serlo una m ateria cuyas porciones posean todas la
o en la de más allá. Pero con el desarrollo del intercambio misma calidad uniforme. Por lo demás, siendo puramente
mercantil, se adhiere de manera firme y exclusiva a clases cuantitativa la diferencia que existe entre las magnitudes
particulares de mercancías, o sea cristaliza en la forma de del valor, la mercancía dineraria ha de poder reflejar dife­
dinero. A qué clase de mercancías queda fijada es, en un rencias puramente cuantitativas, y por tanto ser divisible
comienzo, un hecho fortuito. Dos circunstancias, sin em­ a voluntad y en partes susceptibles de volver a integrarse.
bargo, son en general las determinantes. La forma de dine­ El oro y la plata poseen por naturaleza esas propiedades.
ro se adhiere o a los artículos de cambio más importantes El valor de uso de la mercancía dineraria se desdobla.
provenientes del exterior, que de hecho son las formas Al lado de su valor de uso particular en cuanto mercan-
naturales en que se manifiesta el valor de cambio de los
42 K. M arx, op. cit., p. 135. “Los m etales [ s o n ]. . . por n atu­
productos locales, o al objeto para el uso que constituye raleza d in ero .” (G aliani, D ella m oneta, p. 137.)
el elemento principal de la propiedad local enajenable, 43 P o r m ás detalles sobre este p u n to , véase m i o b ra citada
como por ejemplo el ganado. Los pueblos nómades son los arrib a , sección “L os m etales preciosos” .

108 109
cía — el oro, por ejemplo, sirve para obturar cavidades nes se puede remplazar el oro por simples signos, surgió
dentarias, como m ateria prim a de artículos suntuarios, el otro error, el de que el oro mismo sería un simple signo.
etcétera— , adquiere un valor de uso formal que deriva de No obstante, en esta concepción está implícita la vislumbre
sus funciones sociales específicas. de que la forma del dinero es exterior a la cosa misma, y
Puesto que todas las demás mercancías son tan sólo por tanto mera forma de manifestación de relaciones hu­
equivalentes particulares del dinero, y éste él equivalente manas ocultas detrás de ella. En este sentido toda mercan­
general de las mismas, aquéllas se comportan como mer­ cía sería un signo, porque en cuanto valor es sólo envoltura
cancías particulares ante el dinero como la mercancía objetiva del trabajo hum ano empleado en ella.47 Pero
general.*4 cuando se sostiene que las características sociales que
Hemos visto que la forma de dinero no es más que el adoptan las cosas, o las características de cosas que asu­
reflejo, adherido a una mercancía, de las relaciones entre men las determinaciones sociales del trabajo sobre la base
todas las demás mercancías. Que el dinero es m ercancía40 de determ inado m odo de producción, son meros signos, se
pues, sólo es un descubrimiento para quien parte de su afirma a la vez que son producto arbitrario de la reflexión
figura consumada con el objeto de analizarla posterior­
mente. El proceso de intercambio confiere a la mercancía
m ediante su ad o p ció n co m o d in ero h a a d q u irid o u n v a lo r adi­
que él transforma en dinero, no el valor, sino la forma cional (une v a le u r additio n n elle)” . (Jean L aw , C onsidérations sur le
específica de valor que la caracteriza. L a confusión entre num éraire et le co m m erce, e n la ed. de D a ire de los É co n o m istes
ambas determinaciones indujo a que se considerara imagi­ fin a n c iers du X V I I I siècle, pp. 469, 470.)
nario el valor del oro y la plata.46 Como en ciertas funcio- 47 “E l d in ero es su signo” (el de las m ercancías). (V. de F o r-
bonnais, É lé m e n ts du c o m m e rc e, n u ev a éd., L eiden 1766, t. ii,
p. 143.) “C om o signo, es a tra íd o p o r las m erc an c ías.” (Ib id e m ,
44 “E l d inero es la m ercancía universal.” (V erri, M e d ita zio n i p. 155.) “E l d in ero es signo de u n a cosa y la re p re se n ta.” (M ontes­
sulla . . . , p. 16.) q uieu, E sp rit des lois, e n Œ uvres, L ondres, 1767, t. i i , p. 3.) “E l di­
45 “E l o ro y la p la ta m ism os (a lo s que p o d em o s d a r el n o m ­ n e ro n o es u n sim ple signo, y a que él m ism o es riq u eza; n o repre­
bre general de m etales preciosos) s o n . . . m ercancías . . . cuyo senta los valores, equivale a ello s.” (Le T rosne, D e l’intérêt social,
v a lo r a u m e n ta y dism inuye . . . A los m etales preciosos se les puede p. 910.) “Si se co n sid era e l con cep to del valor, llegarem os a la
re co n o c er u n v a lo r m ás a lto c u an d o con u n peso m ás pequeño conclusión de que la cosa m ism a sólo es considerada c o m o un
de los m ism os se puede a d q u irir u n a m a y o r c an tid ad del p ro d u c to signo y n o cu en ta c o m o ella m ism a , sino com o lo que v ale.” (Hegel,
o las m an u fa c tu ra s del país” , etc. ([S. C lem ent,] A D iscourse o f P hilosophie des R ec h ts, p. 100.) M u c h o antes que los econom istas,
the G eneral N o tio n s o f M o n e y, Trade, a n d E xch a n g e, as T hey S ta n d los juristas h a b ia n p u esto en boga la idea de que el d inero e ra
in R ela tio n s to E ach O ther. B y a M erchant, L ondres, 1695, p. 7.) m e ro signo, y e l v alo r de los m etales preciosos alg o p u ram en te
“E l o ro y la plata, a m o n e d ad o s o no, a u n q u e se los use com o im ag inario. P re sta b a n así u n servicio p ro p io d e sicofantes al p o d e r
m ed id a de to d as las dem ás cosas, son ta n m ercancías com o el vino, re al, c u y o d erech o a fa lsifica r la m o n ed a fu n d a m e n ta ro n , a lo larg o
aceite, tab a co , p a ñ o o géneros.” ([J. C hild,] A D iscourse C oncern- de to d a la E d ad M edia, e n las trad icio n es del Im p erio R o m an o y
ing Trade, a n d T h a t in Particular o f the E ast - In d ies . . . , L ondres, en las nociones sobre el d in ero expuestas e n las P andectas. I49)
1689, p. 2.) “E l cap ital y la riq u eza del reino, en rigor, n o “N a d ie puede ni debe d u d a r”, dice e n un d e cre to de 1346 su
pued en consistir sólo e n din ero , ni h a y que ex clu ir a l o ro y la a v en taja d o discípulo, F elip e de V alois, “que sólo a N o s y a N u e s­
p la ta de la cond ició n de m ercancías." ([Th. P apillon,] T he E ast tra M a jesta d R e al in c u m b e . . . e l m inisterio, h e ch u ra , condición,
India Trade a M o st P rofitable Trade, L ondres, 1677, p. 4.) su m in istro y reg lam en tació n de las m onedas; el fija r tal o cual
46 “E l o ro y la p la ta tien en v alo r com o m etales, antes de ser curso y al precio que n o s plazca y nos parezca bu en o .” E ra dogm a
d in ero .” (G aliani, op. cit.[, p. 72.]) D ice L ocke: “E l consenso uni­ del d e rec h o ro m a n o que qu ien decretab a el valor del d inero e ra
versal d e la h u m an id a d h a a trib u id o a la p la ta , ten ie n d o e n cuenta el e m p e rad o r. Se h a b ía p ro h ib id o , expresam ente, tra ta r el d inero
la s cualidades que la hacen ad ec u ad a p a ra ser dinero, u n valor c o m o m ercancía. “A n ad ie le e stá p e rm itid o c o m p ra r dinero, pues
im aginario”. [J. L ocke, S o m e C onsiderations . . . , p. 15.] E n cam ­ h ab ie n d o sido c rea d o p a ra el uso general, n o es lícito que sea
bio, L aw : “ ¿C óm o diversas naciones p o d rían c o n ferir u n valor m erc an c ía.” U n a buena exposición en to rn o a este p u n to se
im ag in ario a u n a cosa c u a lq u ie r a . . . o có m o h a b ría podido m an ­ e n cu e n tra en G . F . P agnini, Saggio sopra il g iusto pregio delle cose,
tenerse ese v alo r im aginario?” P ero lo poco que co m p re n d ía del 1751, col. C ustodi cit., p a rte m o d ern a , t. 11. P rin c ip a lm e n te en la
a su n to lo m u estra n estas palabras: “L a p la ta se h a cam biado segunda p a rte de la o b ra , P ag n in i polem iza c o n tra los señores
c o n fo rm e a l valor de uso que poseía, es decir según su valor real; juristas.

110 111
humana. E ra éste el m odo favorito a que se recurría en el Veíamos que ya en la más simple expresión del valor
siglo x v i i i para explicar aquellas formas enigmáticas de las — x mercancía A = y mercancía B— la cosa en la cual
relaciones humanas cuya génesis aún no se podía descifrar, se representa la magnitud del valor de otra cosa parece
despojándolas, por lo menos transitoriamente, de la apa­ poseer su forma de equivalente independientemente de esta
riencia de ajenidad. relación, como propiedad natural de carácter social. Hemos
Observamos más arriba que la forma de equivalente analizado la consolidación de esa falsa apariencia. La mis­
adoptada por una m ercancía no implica que su magnitud ma llega a su plenitud cuando la forma de equivalente
de valor esté cuantitativamente determinada. El hecho de general se identifica con la forma natural de una clase
que sepamos que el oro es dinero, y por tanto directa­ particular de mercancías, cristalizándose así en la forma
mente intercambiable por cualquier otra mercancía, no dineraria. Una mercancía no parece transformarse en dine­
significa que sepamos, por ejemplo, cuánto valen 10 libras ro porque todas las demás mercancías representen en ella
de oro. Al igual que todas las mercancías, el dinero sólo sus valores, sino que, a la inversa, éstas parecen represen­
puede expresar su propia magnitud de valor relativamente, tar en ella sus valores porque ella es dinero. El movi­
en otras mercancías. Su propio valor lo determina el tiem­ miento mediador se desvanece en su propio resultado, no
po de trabajo requerido para su producción y se expresa dejando tras sí huella alguna. Las mercancías, sin que in­
en la cantidad de toda otra mercancía en la que se haya tervengan en el proceso, encuentran ya pronta su propia
solidificado el mismo tiempo de trabajo.48 Esta fijación de figura de valor como cuerpo de una mercancía existente
su magnitud relativa de valor se verifica en su fuente de al margen de ellas y a su lado. Estas cosas, el oro y la
producción, por medio del trueque directo. N o bien entra plata, tal como surgen de las entrañas de la tierra, son al
en la circulación como dinero, su valor ya está dado. Y si propio tiempo la encarnación directa de todo trabajo hu­
bien ya en los últimos decenios del siglo xvn, superada mano. De ahí la magia del dinero. El comportamiento
ampliamente la fase inicial en el análisis del dinero, se sabía puramente atomístico de los hombres en su proceso social
que este último es mercancía, no se habían dado más que de producción, y por consiguiente la figura de cosa que
los primeros pasos. La dificultad no estriba en comprender revisten sus propias relaciones de producción — figura
que el dinero es mercancía, sino en cómo, por qué, por que no depende de su control, de sus acciones individuales
intermedio de qué una mercancía es dinero.49 conscientes— , se manifiesta ante todo en que los productos
de su trabajo adoptan en general la forma de mercancías.
El enigma que encierra el fetiche del dinero no es más,
48 “Si un h o m b re puede tra e r a L o n d res u n a o n z a d e plata,
e x tra íd a de las p ro fu n d id ad e s de la tie rra en el P erú , en el m ism o pues, que el enigma, ahora visible y deslumbrante, que
tiem p o e n que puede p ro d u c ir un bushel d e trigo, u n a cosa será encierra el fetiche de la mercancía.
en to n ces el precio n a tu ra l de la o tra ; pues bien, si a causa del
lab o re o de m in as nuevas y m ás pro d u ctiv as un h o m b re puede o b ­
tener dos onzas d e p lata con la m ism a facilidad con q u e antes obte­
nía una, el trigo será tan b a ra to a h o ra a diez chelines el bushel
com o lo e ra an te s a cinco chelines, ceeteris paribus [si las res­
tantes condiciones no varían ].” (W illiam Petty, A Treatise o f la x e s que distinguen al dinero de las o tra s m ercancías” (¿es, pues, m ás o
a n d C ontrib u tio n s, L ondres, 1667, p. 31.) m enos que u n a m ercancía?) . . . “E n esa m edida, la reacción semi-
49 E l señor p ro feso r R oscher, después de ilu stra rn o s explicán­ m erc an tilista de G a n ilh , etc., no es to ta lm en te in fu n d ad a .” (W ilhelm
donos que “las falsas d efin icio n es d el d in ero se pu ed en d ividir en Roscher, D ie G rundlagen der N a tio n a lö k o n o m ie, 3? ed., 1858,
dos grupos principales: las que lo consideran m á s y las que lo c o n ­ pp. 207-210.) ¡ M á s . . . m e n o s . . . no la d e b i d a . . . en esa m ed i­
sideran m e n o s que una m ercancía”, nos ofrece u n a b ig a rrad o c a tá ­ d a . . . no to talm ente! ¡Q ué de te rm in a cio n e s conceptuales! ¡Y es a
logo de o b ra s sobre la n a tu ra le z a d el d inero, con lo cual no esos eclécticos devaneos p ro feso rale s a los que el señor R oscher,
m anifiesta ni siquiera la m ás m ínim a co m prensión resp ecto a la m o d estam en te, b a u tiz a con el n o m b re de “m étodo a natom ofisio-
histo ria re a l de la teo ría, y p o r últim o u n a m o raleja: “ P o r lo lógico” de la econom ía política! D ebe acred itarse en su h ab er, sin
dem ás, es innegable que la m ay o r p a rte de los econom istas m ás em b arg o , un d escubrim iento: el de que el d in ero es “una m ercan­
recientes no h a n p re stad o la debida atención a las peculiaridades cía agradable”.

112 113
CAPÍTU LO III

EL D IN ERO , O LA CIRCU LACIÓN DE M ERCANCÍAS

1. Medida de los valores

Con el objeto de simplificar, en esta obra parto siempre


del supuesto de que el oro es la mercancía dineraria.
La prim era función del oro consiste en proporcionar
al mundo de las mercancías el material para la expresión
de su valor, o bien en representar los valores mercantiles
como magnitudes de igual denominación, cualitativamente
iguales y cuantitativamente comparables. Funciona así co­
mo medida general de los valores, y sólo en virtud de esta
función el oro, la mercancía equivalente específica, deviene
en prim er lugar dinero.
Las mercancías no se vuelven conmensurables por obra
del dinero. A la inversa. Por ser todas las mercancías, en
cuanto valores, trabajo humano objetivado, y por tanto
conmensurables en sí y para sí, pueden medir colectiva­
mente sus valores en la misma mercancía específica y ésta
convertirse en su medida colectiva de valor, esto es, en
dinero. En cuanto medida de valor, el dinero es la forma
de manifestación necesaria de la medida del valor inma­
nente a las mercancías: el tiempo de trabajo.50

50 P re g u n tarse p o r q u é el d in ero n o re p re se n ta de m anera


directa el tie m p o m ism o de trabajo — de suerte, p o r ejem plo, que
un billete rep re se n te x h o ra s de tra b a jo — , viene a ser lo m ism o,
sim plem ente, que p re g u n ta rse p o r qu é, sobre la base de la p ro d u c ­
ción m ercan til, los p ro d u c to s del tra b a jo tienen que representarse
com o m ercancías, ya que la re p re se n tac ió n de la m erc an c ía lleva

115
La expresión del valor de una mercancía en oro una relación con el oro, la cual, por así decirlo, es sólo
— x mercancía A = y mercancía dineraria— constituye su como un duende que anduviera en sus cabezas. De ahí
forma de dinero o su precio. Una ecuación aislada, como que el custodio de las mercancías tenga que prestarles su
1 tonelada de hierro = 2 onzas de oro, basta ahora para propia lengua, o bien colgarles un rótulo, para comunicar
representar el valor del hierro de una m anera dotada de sus precios al mundo exterior.51 Como la expresión de los
vigencia social. Esta igualdad no necesita ya marchar en valores mercantiles en oro es ideal, el oro que se emplea
formación con las ecuaciones de valor de las demás mer­ en esta operación es también puramente figurado o ideal.
cancías, puesto que la mercancía equivalente, el oro, ahora Todo guardián de mercancías sabe que cuando confiere
posee el carácter de dinero. Por ende, la forma relativa a éstas la forma del precio, o forma áurea figurada, está
general del valor de las mercancías vuelve aquí a revestir lejos de haberlas bañado en oro, y que para tasar en oro
la figura de su originaria forma relativa simple o singular millones de valores mercantiles no necesita una sola pizca
de valor. Por otra parte, la expresión relativa desplegada de ese metal. En su función de medida de valor, por consi­
del valor, o la serie infinita de expresiones relativas del guiente, el dinero sirve como dinero puramente figurado
valor, se torna en la forma específicamente relativa de o ideal. Esta circunstancia ha dado pie a las teorías más
valor de la mercancía dineraria. Esa serie, empero, ya está desatinadas.52 Aunque para la función de medir el valor
dada socialmente en los precios de las mercancías. Léanse sólo se utiliza dinero figurado, el precio depende estricta­
al revés las cotizaciones de una lista de precios y se encon­ mente del material dinerario real. E l valor, es decir, la
trará la magnitud de valor del dinero representada en todas cantidad de trabajo humano que contiene, por ejemplo,
las mercancías posibles. El dinero, en cambio, no tiene una tonelada de hierro, se expresa en una cantidad figurada
precio alguno. Para participar en esa forma relativa uni­ de la mercancía dineraria que contiene la misma cantidad
taria del valor de las demás mercancías, tendría que refe­ de trabajo. Según sea el oro, la plata o el cobre el que
rirse a sí mismo como a su propio equivalente. preste servicios como medida del valor, el valor de la
El precio o la forma dineraria del valor característica tonelada de hierro tendrá expresiones de precio totalmente
de las mercancías es, al igual que su forma de valor en diferentes, o se representará en cantidades de oro o plata
general, una forma ideal o figurada, diferente de su forma o cobre por entero distintas.
corpórea real y palpable. El valor del hierro, del lienzo,
del trigo, etc., aunque invisible, existe en esas cosas mismas; 51 El salvaje o sem isalvaje utiliza la lengua de o tro m odo. El
se lo representa mediante su igualdad con el oro, mediante c ap itán P a rry , p o r ejem plo, observa con respecto a los h a b itan tes
de la costa occidental de la b a h ía de B affin: “E n este caso” (en
el in te rca m b io de p roductos) . . le pasan la lengua” (al objeto
im plícito su desdo b lam ien to e n m ercancía y m ercan cía dineraria. que se les ofrece) “dos veces, con lo cu al parecen c o n sid era r que
O p o r q u é n o se puede tra ta r al tra b a jo p riv ad o co m o si fuera el negocio h a sido c o n ce rta d o sa tisfac to ria m e n te ”. t50l D el m ism o
trab a jo directam en te social, c o m o a su c o n tra rio . E n o tro lado (Zur m odo, e n tre los esquim ales orientales, el ad q u iren te lam e cada
K ritiic . . . , p. 61 y ss.) he e xam inado p o rm en o riza d a m e n te el artícu lo c u an d o lo recibe. Si la lengua hace así las veces, en el
u topism o insulso que pre te n d e crea r un “d in ero la b o ra l” sobre norte, de órg an o de la a p ro p iació n , n ad a de e x trañ o tiene que en
el fu n d a m e n to de la p ro d u cció n de m ercancías. A n o te m o s aquí que el su r el vientre pase p o r ser el órg an o de la pro p ied ad acum ulada
el “d in ero la b o ra l” de O w en, p o r ejem plo, d ista ta n to de ser dinero y que el c a fre estim e la riq u eza de un ho m b re p o r su b arriga.
com o, digam os, una co n tra se ñ a de tea tro . O w en p resu p o n e el tra­ Los cafres son gente a stu ta , si la hay, pues m ie n tras que el in fo rm e
bajo directa m en te socializado, una fo rm a de p ro d u cció n c o n tra ­ sanitario oficial b ritán ico de 1864 d e p lo rab a la c are n cia que de
puesta d iam e tra lm e n te a la de pro d u cció n de m ercancías. El sustancias lipógenas ex p erim en ta u n a gran p a rte de la clase o brera,
certificad o de tra b a jo no hace m ás que verificar la particip ació n cierto d o c to r H arvey, y no p recisam ente el descu b rid o r de la c ir­
individual del p ro d u c to r en el trabajo co m ú n y su derecho indivi­ culación sanguínea, en el m ism o año re dondeó una fo rtu n a m e­
dual sobre la p a rte del p ro d u cto co m ú n destinada al consum o. P ero d ian te recetas m ac arró n ic as con las que p ro m etía d e se m b a raz ar a
a O w en no se le pasa p o r las m ientes p re su p o n er la producción la b urguesía y aristo c rac ia de su exceso de grasa.
52 V éase K . M arx, op. cit., “T eo rías acerca de la unidad de
de m erc an c ías y, sin em b arg o , q u erer e ludir sus condiciones nece­
sarias p o r m edio de artilugios dinerarios. m edida del d in ero ” , p. 53 y ss.

116 117
Por tanto, si dos mercancías distintas — por ejemplo Las mercancías con precios determinados se repre­
el oro y la plata— sirven simultáneamente como medida sentan todas en la fórmula siguiente: a mercancía A = x
del valor, todas las mercancías tendrán dos expresiones oro; b mercancía B = z oro; c mercancía C = y oro, etc.,
de precio diferentes, precios en oro y precios en pl^ta, que donde a, b, c representan determinadas cantidades de las
coexistirán sin sobresaltos mientras la relación que existe clases de mercancías A, B, C; x, z, y, determinadas canti­
entre el oro y la plata se mantenga inalterada, por ejem­ dades de oro. Los valores de las mercancías, pues, se
plo 1:15. Pero todo cambio en esa relación de valor per­ transforman en cantidades de oro figurado y de diferente
turbará la proporción entre los precios áureos y los precios magnitud, y por ende, pese al enmarañado abigarramiento
argénteos de las mercancías y dem ostrará así, de manera de los cuerpos de las mercancías, en magnitudes de igual
efectiva, que la duplicación de la medida del valor contra­ denominación, en magnitudes de oro. En cuanto tales, esas
dice la función de la misma.53 cantidades disímiles de oro se comparan y miden entre sí,
desarrollándose de este modo la necesidad, desde el punto
53 N o ta a la 2? edición. — “A llí donde el o ro y la p lata co­ de vista técnico, de vincularlas todas a una cantidad fija
existen legalm ente co m o d in ero , esto es, com o m ed id a del valor, de oro que oficie de unidad de medida. Esta unidad de
siem pre se h a in te n tad o , a u n q u e en vano, co n sid era rlo s com o si medida misma continúa desarrollándose, gracias a su divi­
fu e ra n un único m aterial. Si se supone que el m ism o tiem p o de sión ulterior en partes alícuotas, hasta llegar a ser un patrón
tra b a jo h a de objetivarse in v ariablem ente en la m ism a pro p o rció n
de p la ta y oro , en realid ad lo que se supone es que la p la ta y el
de medida. Con anterioridad a su transformación en dinero,
o ro son el m ism o m ate ria l, y que d e te rm in a d a m asa del m etal el oro, la plata, el cobre poseen ya tales patrones en sus
m enos valioso, la p lata , constituye u n a frac c ió n invariab le de pesos metálicos; de modo, por ejemplo, que una libra sirve
d e te rm in a d a m asa de oro . D esde el rein ad o de E d u a rd o I I I hasta como unidad de medida, y mientras que por una parte
la época de lo rg e II, la h isto ria del sistem a d in era rio inglés tra n s­
c u rre e n m edio de u n a c o n tin u a serie de p e rtu rb a cio n e s p rovo­
se la subdivide en onzas, etc., por la otra se suman libras
cadas p o r la colisión de las n o rm as legales que establecían hasta formar un quintal, etc.54 En toda circulación metálica,
la relació n de v alor del o ro y la p la ta , con la s oscilaciones reales por consiguiente, las denominaciones del patrón de peso,
de su v alor. U n a s veces se v a lu a b a dem asiado el oro ; o tras, la preexistentes, son también los nombres originarios del
p lata . A l m etal tasad o p o r d ebajo de su v a lo r se lo re tira b a de
la c irculación, lo re fu n d ía n y e x p o rta b an . L a ley re aju stab a e n to n ­
patrón dinerario o patrón de los precios.
ces la relació n de v a lo r en tre am bos m etales, p ero p ro n to el nuevo En cuanto medida de los valores y como patrón de los
v alor n o m in a l e n tra b a en conflicto con la p ro p o rció n efectiva de precios, el dinero desempeña dos funciones completamente
valor, tal com o h a b ía o c u rrid o con el v alor n o m in a l antiguo. diferentes. M edida de los valores es el dinero en cuanto
E n n u e stra p ro p ia época, la baja m uy d ébil y tra n sito ria que
ex p erim e n tó el v a lo r del o ro con respecto a la p la ta — e n virtud
encarnación social del trabajo humano; patrón de los pre­
de la d e m a n d a de este ú ltim o m etal en la In d ia y C h in a — generó cios, como peso metálico fijo. En cuanto medida del valor,
en F ra n c ia el m ism o fen ó m en o , en la m ayor escala: expo rtació n el dinero sirve para transformar en precios, en cantidades
de la p lata y su desp lazam ien to de la circ u la c ió n por el oro.
D u ra n te los años 1855, 1856 y 1857 el excedente de la im p o rta ­ donde, co n fo rm e a la ley, dos m ercancías desem peñan la función
ción de o ro sobre la ex p o rtació n del m ism o m eta l alcanzó en de m ed ir el v alor, en los h ech o s es siem pre u n a sola la que se
F ra n c ia a 41.580.000 lib ras esterlinas, m ie n tras que el excedente im pone com o tal.” (Ibídem , pp. 52, 53.)
de ex p o rta ció n de p la ta sobre la respectiva im p o rta ció n ascendió 54 N o ta a la 2? edición. — L a e x tra ñ a circ u n stan c ia de que
a 34.704.000 “ lib ras esterlin as. D e hecho, en los países [ .. .] donde en In g la te rra la o n z a de oro , unidad del p a tró n din erario , n o esté
am bos m etales son m edida legal d el valor y, por consiguiente, dividida en p a rte s alícuotas, h a sido explicada de la siguiente m a ­
debe aceptárselos e n los pagos p e ro c u alq u iera puede pag ar a n e ra: “E n sus com ienzos, n u e stro sistem a m o n eta rio se a d ap tab a
v o lu n tad en o ro o en plata, el m etal cuyo valor a u m e n ta lleva ú n icam ente al uso de la plata, y a ello se d ebe que u n a o nza de
un recarg o y su p recio se m ide, com o el de cu alq u ier o tra m e r­ este m eta l p u e d a dividirse siem pre en c ie rta can tid ad a decuada
cancía, e n el m etal sob rev alu ad o , m ie n tras que este ú ltim o pasa de piezas m o n etarias; p ero co m o la intro d u cció n del o ro en un
a ser el único que sirve co m o m edida del valo r. T o d a la experien­ sistem a m o n eta rio a d a p ta d o exclusivam ente a la p la ta o c u rrió en
cia histó ric a en este terre n o se reduce, sim plem ente, a que allí un p erío d o posterio r, n o se puede acu ñ ar u n a o n z a de o ro en una
c an tid ad p ro p o rcio n al de piezas” . (M aclaren, H isto ry o f the Cttr-
rency, L ondres, 1858, p. 16.)
" 2?, 3? y 4? ediciones: “ 14.704.000” .

118 119
figuradas de oro, los valores de las variadísimas mercan- i Al igual que cuando se representa el valor de una
cías; en cuanto medida de los precios, mide precisamente mercancía en el valor de uso de otra cualquiera, al evaluar
esas cantidades de oro. Con la medida de los valores se las mercancías en oro se parte sólo del supuesto de que
miden las mercancías en cuanto valores; el patrón de pre­ la producción de una cantidad determinada de oro, en un
cios, en cambio, mide con arreglo a una cantidad de oro tiempo dado, insume una cantidad dada de trabajo. En
las cantidades de dicho metal y no el valor de una cantidad lo que respecta al movimiento de los precios mercantiles
de oro conforme al peso de la otra. Para el patrón de en general, rigen las leyes de la expresión relativa simple
precios es necesario fijar determinado peso en oro como del valor, analizadas más arriba.
unidad de medida. Aquí, al igual que en todas las demás Los precios de las mercancías sólo pueden aumentar
determinaciones de medida de magnitudes de igual deno­ de m anera generalizada si se mantiene constante el valor
minación, lo decisivo es la fijeza que alcancen las relaciones del dinero y aumentan los valores de las mercancías o si,
de medida. El patrón de los precios, por ende, desempe­ permaneciendo éstos inalterados, el valor del dinero baja.
ñará tanto mejor su función cuanto más invariablemente Y a la inversa. Los precios de las mercancías sólo pueden
una y la misma cantidad de oro oficie como unidad de bajar de manera generalizada si no varía el valor del dinero
medida. Si el oro puede servir como medida de los valores, y descienden los valores mercantiles, o si éstos se man­
ello se debe únicamente a que él mismo es producto del tienen constantes y aumenta el valor del dinero. En modo
trabajo, y por tanto, potencialmente, un valor variable.” alguno se sigue de esto que un mayor valor del dinero traiga
Resulta claro, por de pronto, que un cambio en el valor
consigo una baja proporcional en el precio de las mercan­
del oro en modo alguno afecta su función en cuanto patrón
cías, y un valor menor del dinero un alza proporcional
de precios. Por más que varíe el valor del oro, cantidades
en el precio de las mismas. Esto sólo rige para mercancías
diversas del metal se mantienen siempre en la misma
de valor inalterado. Las mercancías, por ejemplo, cuyo
relación recíproca de valor. Aunque el valor del oro
valor asciende en la misma medida y al mismo tiempo
bajara en un 1000 % , 12 onzas de oro valdrían, como
siempre, 12 veces más que una onza de esa sustancia,[5,) que el valor del dinero, conservan incambiados sus precios.
y en los precios lo único que interesa es la proporción Si su valor aumenta más lenta o más rápidamente que el
recíproca entre distintas cantidades de oro. Por otra parte, del dinero, la baja o el alza de sus precios estará determi­
así como el peso de una onza de oro en modo alguno varía nada por la diferencia entre el movimiento de su valor
con la baja o el alza de su valor, tampoco se modifica el y el del dinero, etcétera.
de sus partes alícuotas, y de esta manera el oro, en cuanto Pero pasemos ahora al examen de la forma de precio.
patrón fijo de los precios, presta siempre el mismo servicio Las denominaciones dinerarias de los pesos metálicos
por más que cambie su valor. se separan gradualmente de sus primitivas denominaciones
El cambio en el valor del oro tampoco obsta a su ponderales. Obedece ello a diversas razones, de las cuales
función como medida del valor. Dicha variación afecta las siguientes son las históricamente decisivas: 1) Intro­
simultáneamente a todas las mercancías, dejando por tanto ducción de dinero extranjero en los pueblos menos desa­
inalterados, cazteris paribus [si las restantes condiciones no rrollados; en la antigua Roma, por ejemplo, las monedas
varían], sus valores relativos recíprocos, aun cuando todos de plata y oro circularon primero como mercancías forá­
se expresen ahora en precios áureos superiores o inferiores neas. Las denominaciones de este dinera'extranjero difie­
a los de antes.
ren de las denominaciones locales de los pesos. 2) A
05 N o ta a la 2? edición. — E n las o b ras de a u to re s ingleses, medida que se desarrolla la riqueza, el metal menos pre­
es indecible la confusión que re in a e n tre m ed id a de los valores cioso se ve desplazado por el más precioso de la función
(m easure o f valué) y p a tró n de los precios (standard o f valué). de medir el valor. Al cobre lo desaloja la plata, a la plata
C o n sta n te m en te se co n fu n d en las funciones, y p o r tan to los el oro, por mucho que esta secuencia entre en contradicción
nom bres.

120 121
con toda cronología poética.56 1521 Libra, por ejemplo, era ahora en las denominaciones dinerarias o en las denomi­
el nombre dinerario de una libra efectiva de plata. No bien naciones de cuenta, legalmente vigentes, del patrón áureo.
el oro desplazó a la plata como medida del valor, el mismo En vez de decir, por consiguiente, que un quarter de trigo
nombre quedó adherido a más o menos 1/1 5 , etc., de equivale a una onza de oro, en Inglaterra se dirá que es
libra de oro, con arreglo a la relación de valor entre este igual a 3 libras esterlinas, 17 chelines y 10 Vi peniques.
metal y la plata. Quedan separadas ahora libra como nom­ Unas a otras, las mercancías se dicen así lo que valen, en
bre dinerario y como denominación ponderal corriente del sus nombres dinerarios, y el dinero sirve como dinero de
oro.5T 3) La falsificación de dinero por parte de los prín­ cuenta toda vez que corresponde fijar una cosa como
cipes, practicada secularmente, que del peso originario de valor, y por tanto fijarla bajo una forma dineraria.60
las piezas monetarias no dejó en pie, de hecho, más que El nombre de una cosa es por entero exterior a la
el nombre.58 naturaleza de la misma. Nada sé de una persona de la que
Estos procesos históricos transforman en costumbre sé que se llama Jacobus.1551 De igual suerte, en las denomi­
popular el divorcio entre el nombre dinerario de los pesos naciones dinerarias libra, tálero, franco, ducado, etc., se
metálicos y su denominación ponderal corriente. Como desvanece toda huella de la relación de valor. L a confusión
el patrón dinerario por una parte es puramente conven­ en torno al sentido secreto de estos signos cabalísticos se
cional y por la otra requiere vigencia general, a la postre vuelve tanto mayor por cuanto las denominaciones dine­
se lo regula por la vía legal. Oficialmente se divide una rarias expresan el valor de las mercancías y, al propio
porción ponderal del metal precioso, por ejemplo una onza tiempo, partes alícuotas de un peso metálico, del patrón
de oro, en partes alícuotas que reciben nombres de dinerario.61 Por otra parte el valor, a diferencia de los
pila legales, como por ejemplo libra, tálero, etc. Dicha abigarrados cuerpos que pueblan el mundo de las mercan­
parte alícuota, que luego oficia de unidad efectiva de cías, tiene que desarrollarse hasta asumir esa forma que
medida dineraria, es subdividida en otras partes alícuotas es propia de una cosa y ajena al concepto, pero, también,
bautizadas también con nombres legales, como chelín, simplemente social.62
penique, etc.59 Determinados pesos metálicos, como siem­
pre, siguen siendo el patrón del dinero metálico. Lo que 00 N o ta a la 2? edición. — “C u a n d o se p reg u n tó a A nacarsis
para qué necesitaban el d inero los helenos, respondió: p a ra hacer
se ha modificado es la subdivisión y la nomenclatura. c u en tas.” (Athenaeus, D eipnosophistarum , ed. por Schw eigháuser,
Los precios, o las cantidades de oro en que idealmente 1802, lib. iv, 49, vol. 2[, p. 120].
se transforman los valores de las mercancías, se expresan 61 N o ta a la 2? edición. — “C om o el o r o 3 e n cu an to p a tró n
de los precios a p arece bajo las m ism as denom inaciones de cuenta
que los precios de las m ercan cías — u n a o nza de oro , p o r ejem plo,
r,li T am p o co es, por lo dem ás, de validez histó rica general. se expresa, al igual que el valor de u n a tonelada de hierro, e n 3
r,T N o ta a la 23 edición. — Así, p o r ejem plo, la libra inglesa libras esterlin as, 17 chelines, 10 Vi peniques— , a esta den o m in a­
d e n o ta m enos de u n terc io de su peso original; la lib ra escocesa, ción de c u en ta suya se la ha d e n o m in ad o el precio de la m oneda.
a n tes de la U n ió n , I53! ap en as 1/36; la lib ra fran c e sa 1/74, el De allí surgió la noción fan tástica de que se co tizab a el o ro (o
m ara v ed í español m enos de 1 /1.000 y el re a l p o rtu g u és!54! una bien la plata) e n su pro p io m aterial, y que a d iferencia de todas las
p ro p o rció n m ucho m en o r aun. dem ás m ercancías ese m etal recibía un precio fijo por o b ra del
58 N o ta a la 2“ edición. — “ L as m onedas que hoy son ideales estado. Se con fu n d ía la fijación de denom inaciones de cu en ta a
son en to d as las nacio n es las m ás antiguas, y to d as fu ero n e n un d eterm in ad o s pesos de oro, con la fijación del v alor de dichos
tiem p o reales, y p o r ser reales e ra con ellas que se c alcu la b a.” pesos.” (K. M arx, op. cit., p. 52.)
(G aliani, D ella m oneta, p. 153.)!54bisl 32 C fr. ibídem , “T eo rías acerca de la unidad de m edida del
53 N o ta a la 2? edición. — El señor D avid U rq u h a rt, en sus d in ero ” , p. 53 y ss. L as fan tasías sobre el alza o la baja del
F am iliar W ords, llam a la aten ció n sobre lo m o n stru o so (!) de que "precio de la m o n e d a ” — que consisten en tran sferir, por decisión
hoy día la libra (esterlina, £ ) , u nidad del p a tró n d in era rio inglés, del estad o , a fracciones ponderales m ás grandes o m ás pequeñas
e q uivalga a p ro x im ad a m en te a Va de onza de oro; “E sto es falsi­ de o ro y p lata las denom inaciones p onderales legales que hoy se
fica r u n a m edida, no estab lecer un p a tró n ”, [p. 105]. U rq u h a rt ve
en e sta “denom inación a d u lte ra d a ” del peso del o ro , com o por
do q u ier, la c o rru p to ra m an o de la civilización. "G o ld "; 23, 3? y 4? ediciones; “G e ld ” [“d in e ro ”].

122 123
El precio es la denominación dineraria del trabajo obje­ el trigo ni de los demás poseedores de mercancías. La
tivado en la mercancía. La equivalencia entre la mercancía magnitud del valor de la mercancía expresa, pues, una
y la cantidad de dinero cuyo nombre es el precio de aquélla, relación necesaria e inmanente al proceso de formación
es, por consiguiente, una tautología ,63 ya que la expresión de la mercancía con el tiempo necesario de trabajo. Al
relativa del valor de una mercancía es siempre y en general transformarse en precio la magnitud del valor, esta relación
expresión de la equivalencia entre dos mercancías. Pero necesaria se pone de manifiesto como relación de inter­
si el precio, en cuanto exponente de la magnitud de valor cambio de una mercancía con la mercancía dineraria, exis­
tente al margen de ella. Pero en esta relación tanto puede
de la mercancía, es exponente de la relación de intercambio
que media entre ella y el dinero, de esto no se desprende, expresarse la magnitud del valor de la mercancía, como
el más o el menos por el que en determinadas circuns­
a la inversa, que el exponente de su relación de intercambio
tancias puede enajenarse. Por tanto, en la forma misma
con el dinero sea necesariamente exponente de su magnitud
del precio está implícita la posibilidad de una incongruencia
de valor. Supongamos que en 1 quarter de trigo y en 2 li­
cuantitativa, de una divergencia, entre el precio y la mag­
bras esterlinas (aproximadam ente V2 onza de oro) se
nitud del valor. No se trata, en m odo alguno, de un defecto
representa una magnitud igual de trabajo socialmente nece­
de esa forma, sino que al contrario es eso lo que la adecúa
sario. Las £ 2 son expresión dineraria de la magnitud de
a un modo de producción en el cual la norm a sólo puede
valor que presenta el quarter de trigo, o sea su precio.
imponerse como ley promedial que, en medio de la caren­
Ahora bien, si las circunstancias permiten cotizarlo a £ 3
cia de normas, actúa ciegamente.
u obligan a tasarlo a £ 1, tendremos que £ 1 y £ 3 se­
La forma del precio, sin embargo, no sólo admite la
rán expresiones demasiado pequeñas o demasiado grandes
de la magnitud de valor alcanzada por el trigo, pero no posibilidad de una incongruencia cuantitativa entre mag­
nitud del valor y precio, o sea entre la magnitud del valor
por ello dejarán de ser precios del mismo, ya que en primer
térm ino son sus formas de valor, dinero, y en segundo y su propia expresión dineraria, sino que además puede
albergar una contradicción cualitativa, de tal m odo que,
lugar exponentes de su relación de intercambio con el
aunque el dinero sólo sea la forma de valor que revisten
dinero. Caso de mantenerse inalteradas las condiciones
las mercancías, el precio deje de ser en general la expresión
de producción, o la fuerza productiva del trabajo, para la
del valor. Cosas que en sí y para sí no son mercancías,
reproducción del quarter de trigo será necesario ahora
como por ejemplo la conciencia, el honor, etc., pueden
emplear tanto tiempo de trabajo social como antes. Esta
ser puestas en venta por sus poseedores, adoptando así,
circunstancia no depende de la voluntad de quien produce
merced a su precio, la forma mercantil. Es posible, pues,
que una cosa tenga formalmente precio sin tener valor. La
aplican a fraccio n es legalm ente establecidas de esos m etales, y en expresión en dinero deviene aquí imaginaria, como en
consecuencia a c u ñ a r por ejem plo Va de o n z a de o ro en 40 chelines
en vez de 20— , esas fa n ta sías, en cu an to no a p u n ta b an a la re ali­
ciertas magnitudes matemáticas. Por otra parte, la forma
zación de vidriosas o p e rac io n e s fin an cieras c o n tra los acreedores imaginaria del precio — como por ejemplo el precio de la
públicos y privados, sino que se p ro p o n ían e fe c tu a r “c u ras m ila­ tierra no cultivada, que no tiene valor alguno porque en
g ro sa s” económ icas, las ha tra ta d o P etty de m an e ra ta n exhaustiva ella no se ha objetivado ningún trabajo humano— puede
en Q u a n tu lu m c u n q u e C oncerning M o n ey. T o the L o rd M arquis
o f H a lifa x , 1682, que ya a sus co n tin u a d o re s inm ediatos, sir D ud-
contener una efectiva relación de valor o una relación
ley N o rth y Jo h n L ocke, p a ra no decir n a d a de quienes vinieron derivada de ésta.
después, sólo les q uedó triv ia liza rlo . “Si p u d iera d ecuplicarse por Al igual que la forma relativa de valor en general, el
d e cre to la riq u ez a de u n a n a c ió n ”, dice P etty entre o tra s cosas, precio expresa el valor de una mercancía, digamos el de
“ re su lta ría inexplicable que nu estro s gobiernos no hubiesen d icta­
d o hace tiem po decretos de esa n a tu ra le z a.” (Ib id e m , p. 36.)
una tonelada de hierro, estableciendo que determinada
63 “O bien será necesario a d m itir que u n m illón de dinero vale cantidad de equivalente, por ejemplo una onza de oro, es
m ás que u n valor igual e n m erc an c ías” (Le T ro sn e, D e l’intérêt so­ directamente intercambiable por el hierro, pero en modo
cial, p. 919), y por tan to que “ un valor vale m ás que un valor alguno que, a la inversa, el hierro sea a su vez directamente
igual” .
125
124
intercambiable por el oro. En consecuencia para que una 2. Medio de circulación
mercancía pueda operar de manera efectiva como valor de
cambio, ha de desprenderse de su corporeidad natural,
transformarse de oro puramente figurado en oro real, aun a) La metam orfosis de las mercancías
cuando esta transustanciación le resulte más “ amarga” que
al “concepto” hegueliano el tránsito de la necesidad a la Vimos ya que el proceso en que se intercambian las
libertad o a una langosta romper su viejo caparazón, o a mercancías implica relaciones contradictorias, recíproca­
Jerónimo, Padre de la Iglesia, desembarazarse del viejo mente excluyentes. El desarrollo de la mercancía no su­
Adán.64 [56] Junto a su figura real, por ejemplo la de hierro, prime esas contradicciones, mas engendra la forma en que
la mercancía puede poseer en el precio una figura ideal pueden moverse. Es éste, en general, el m étodo por el cual
de valor o una de oro figurado, mas no puede ser a la vez se resuelven las contradicciones reales. Constituye una
hierro real y oro también real. Para fijar su precio, basta contradicción, por ejemplo, que un cuerpo caiga constante­
con equipararla a oro figurado. Pero es necesario rempla­ mente sobre otro y que con igual constancia se distancie
zaría por este metal para que preste a su poseedor el ser­ del mismo. L a elipsis es una de las formas de movimiento
vicio de equivalente general. Si el poseedor del hierro se en que esta contradicción se realiza y al mismo tiempo
enfrentase, por ejemplo, al de una mercancía de esas que se resuelve.
se consumen en el gran mundo y le señalara que el precio En la medida en que el proceso de intercambio trans­
del hierro es la forma de dinero, nuestro hombre de mundo fiere mercancías de manos en las cuales son no-valores de
le respondería como San Pedro a Dante en el Paraíso, una uso, a manos en las que son valores de uso, estamos ante
vez que éste le recitara la fórmula de los artículos de fe: un metabolismo social. El producto de una modalidad útil
de trabajo remplaza al de otra. Tan pronto como llega al
“Assai bene è trascorsa lugar en que sirve como valor de uso, pasa de la esfera
D ’esta moneta già la lega e’ 1 peso, del intercambio mercantil a la del consumo. Aquí, es la
M a dimmi se tu l’hai nella tua borsa.” primera la única que nos interesa. Por consiguiente, hemos
de examinar el proceso total desde el punto de vista de la
l“La ley y el peso de esta moneda están muy bien exami­ forma, y por tanto sólo el cambio de forma o la metamor­
fosis de las mercancías a través del cual es mediado el
nadas, pero dime, ¿la tienes en tu bolso?”] 1581
metabolismo social.
La forma del precio lleva implícita la enajenabilidad L a concepción absolutamente defectuosa de este cam­
de las mercancías por dinero y la necesidad de esa enaje­ bio formal obedece, dejando a un lado la poca claridad
nación. Por otra parte, el oro sólo desempeña la función acerca del concepto mismo del valor, al hecho de que
de medida ideal del valor, puesto que en el proceso de todo cambio formal de una mercancía se opera en el inter­
intercambio discurre ya como mercancía dineraria. Oculto cambio entre dos mercancías, una de las cuales es corriente
en la medida ideal de los valores, acecha pues el dinero y la otra dineraria. Si nos atenemos tan sólo a ese aspecto
contante y sonante. material, al intercambio de mercancía por oro, perderemos
de vista precisamente lo que debiéramos observar, esto es,
lo que acontece con la forma. Pasaremos por alto que el
64 Si en sus m ocedades Je ró n im o tuvo que lid iar du ram en te
con la carn e m aterial, com o lo ilustra su co m b ate del desierto con oro, en cuanto simple mercancía, no es dinero, y que las
herm o sas 'im ágenes fem eninas, en la senectud su a n tag o n ista fue demás mercancías, en sus precios, se remiten al oro como
la c arn e espiritual. “M e im aginaba co m pareciendo en e sp íritu ” , a su propia figura dineraria.
dice p o r ejem plo, “ante el S uprem o Ju ez.” “ ¿Q uién e res? ”, pregun­ En un comienzo las mercancías entran en el proceso
tó una voz. “U n cristian o .” “ ¡M ientes!” , clam ó con voz de trueno
de intercambio sin un baño de oro, ni de azúcar, tal como
el S uprem o Juez. “¡N o eres m á s que un ciceroniano!" Ir7l
fueron creadas.
126 127
Dicho proceso suscita un desdoblamiento de la mer­ cías son, a la vez, transacciones del poseedor de éstas:
cancía en mercancía y dinero, una antítesis externa en la venta, o intercambio de la mercancía por dinero; compra,
que aquélla representa su antítesis inmanente de valor de intercambio de dinero por mercancía, y unidad de ambos
uso y valor. En esa antítesis las mercancías se contraponen actos; vender para comprar.
como valores de uso al dinero como valor de cambio. Por Ahora bien, si el tejedor sopesa el resultado final de
otra parte, ambos términos de la antítesis son mercancías, la transacción, verá que tiene en sus manos, en vez de
y por tanto unidades de valor de uso y valor. Pero esa lienzo, una biblia: en lugar de su mercancía originaria, otra
unidad de elementos diferentes se representa inversamente del mismo valor, pero de diversa utilidad. Es de esa misma
en cada uno de los dos polos y refleja a la vez, por ende, la manera como él se apropia de sus demás medios de vida
relación recíproca que media entre ambos. La mercancía y de producción. Desde su punto de vista, todo el proceso
es realmente valor de uso; su carácter de ser valor se pone no hace sino mediar el intercambio entre el producto de
de manifiesto sólo de manera ideal en el precio, que la su trabajo y el producto del trabajo ajeno, el intercambio
refiere al término opuesto, al oro, como a su figura real de productos.
de valor. El material áureo, a la inversa, sólo cuenta como El proceso de intercambio se lleva a cabo, pues, a
concreción material del valor, como dinero. De ahí que través del siguiente cambio de forma;
realmente sea valor de cambio. Su valor de uso se pone
de manifiesto únicamente de manera ideal en la serie de mercancía - dinero - mercancía
las expresiones relativas de valor, en la cual se refiere a las M-D-M
mercancías que se le contraponen, como al ámbito de sus
figuras de uso reales. Estas formas antitéticas de las mer­ En lo que concierne a su contenido material, el movi­
cancías son las formas efectivas en que se mueve el proceso miento M - M es un intercambio de mercancía por m er­
de su intercambio. cancía, metabolismo del trabajo social, en cuyo resultado
Acompañemos ahora a cualquier propietario de mer­ se extingue el proceso mismo.
cancías, por ejemplo a nuestro viejo conocido, el tejedor M - D. Primera metamorfosis de la mercancía, o
de lienzo, al escenario en que tiene lugar el proceso de venta. Como lo he indicado en otro lu g ar,[601 el salto que
intercambio, al mercado. Su mercancía, 20 varas de lienzo, el valor mercantil da desde el cuerpo de la mercancía al
tiene un precio determinado: 2 libras esterlinas. Inter­ del oro, es el salto moríale de la mercancía. Si fracasa,
cambia la tela por £ 2 y, hombre chapado a la antigua, la que se verá chasqueada no será precisamente la mer­
cambia éstas a su vez por una biblia en folio, de igual cancía sino su poseedor. L a división social del trabajo
precio. Enajena el lienzo — que para él no es más que hace que el trabajo de tal poseedor sea tan unilateral
mercancía, portadora del valor— por oro, la figura de como multilaterales son sus necesidades. Es por eso que
valor de aquélla, y vuelve a enajenar esa figura por otra su producto no le sirve más que como valor de cambio.
mercancía, la biblia, que como objeto para el uso irá Pero ocurre que sólo como dinero puede adoptar la forma
a parar a la casa del tejedor y satisfará allí devotas necesi­ de equivalente general socialmente vigente, y el dinero se
dades. El proceso de intercambio de la mercancía, pues, encuentra en el bolsillo ajeno. Para extraerlo de allí, es
se lleva a cabo a través de dos metamorfosis contrapuestas necesario que la mercancía sea ante todo valor de uso
que a la vez se complementan entre sí: transformación de para el poseedor de dinero, y por tanto que el trabajo
la mercancía en dinero y su reconversión de dinero en gastado en ella lo haya sido en forma socialmente útil, o
mercancía ,65 Las fases en la metamorfosis de las mercan­ sea acreditándose como eslabón de la división social del

65 “T o d as las cosas se c am b ian e n fuego y el fuego en todas D u n keln , Berlín, 1858, t. i, p. 222.) E n la n o ta co rre sp o n d ie n te a
las cosas, dijo H eráclito, así c o m o las m ercan cías p o r o ro y el oro este pasaje, p. 224, n. 3, L assalle concibe e rró n e a m e n te al oro
por m ercan cías.” 1591 (F. L assalle, D ie P hilosophie H e ra k leito s des co m o m ero signo del valor.

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trabajo. La división del trabajo, empero, es un organismo
ver los precios fijados por diversos competidores de nuestro
natural de producción, cuyos hilos se han urdido y siguen
amigo. Para infortunio de éste, existen muchos tejedores
urdiéndose a espaldas de los productores de mercancías.
en el mundo. Supongamos, por último, que cada pieza de
La mercancía es, quizás, el producto de una nueva moda­
lienzo disponible en el mercado sólo contiene tiempo de
lidad de trabajo, la cual pretende satisfacer una necesidad
trabajo socialmente necesario. Puede ocurrir, sin embargo,
recién surgida o crear, por propia iniciativa, una nueva.
que la suma total de esas piezas contenga tiempo de tra­
Bien puede suceder que una actividad laboral particular,
que ayer sólo era una función entre las muchas ejercidas bajo gastado de manera superflua. Si el estómago del
por un mismo productor de mercancías, se desprenda de mercado no puede absorber la cantidad total de lienzo al
esa interconexión, se independice y, por eso mismo, envíe precio normal de 2 chelines por vara, ello demuestra que
independientemente su producto parcial, en calidad de se consumió, bajo la forma de la fabricación de lienzo,
mercancía autónoma, al mercado. Las circunstancias bien una parte excesivamente grande del tiempo de trabajo
pueden estar maduras, o no, para ese proceso de escisión. social en su conjunto. El resultado es el mismo que si cada
Hoy el producto satisface una necesidad social. Talvez uno de los tejedores hubiera empleado en su producto
mañana lo desplace, total o parcialmente, un tipo similar individual más tiempo de trabajo que el socialmente nece­
de producto. Aunque el trabajo es también, como el de sario. Aquí se aplica lo de que pagan justos por pecadores.
nuestro tejedor, eslabón patentado de la división social Todo el lienzo puesto en el mercado cuenta como un
del trabajo, ello en modo alguno basta todavía para garan­ artículo único; cada pieza, sólo como una parte alícuota.
tizar el valor de uso precisamente de sus 20 varas de lienzo. Y, en realidad, el valor de cada vara individual de lienzo
Si los tejedores que compiten con él ya han saturado no es más que la concreción material de la misma cantidad,
la necesidad social de lienzo — que, como todo lo demás, socialmente determinada, de trabajo humano homogéneo.3
tiene su medida— , el producto de nuestro amigo se volverá Como se ve, la mercancía ama al dinero, pero “the
excesivo, superfluo y por tanto inútil. A caballo regalado course of true love never does run smooth” [nunca es manso
no se le miran los dientes, pero él no concurre al mercado y sereno el curso del verdadero am or].1611 La estructuración
para hacer obsequios. Supongamos, sin embargo, que el cuantitativa del organismo social de producción — que
valor de uso de su producto satisface las exigencias y que, presenta sus membra disiecta [miembros dispersos]1621 en
por consiguiente, la mercancía atrae dinero. Pero, nos el sistema de la división del trabajo— es tan naturalmente
preguntamos ahora, ¿cuánto dinero? La respuesta está ya fortuita como la cualitativa. Nuestros poseedores de mer­
anticipada en el precio de la mercancía, en el exponente cancías descubren, pues, que la misma división del trabajo
de su magnitud de valor. Dejamos a un lado cualesquiera que los convierte en productores privados independientes,
errores de cálculo puramente subjetivos que haya cometido hace que el proceso de producción y las relaciones suyas
el poseedor de mercancías, los cuales se corrigen de inme­ dentro de ese proceso sean independientes de ellos mismos,
diato, objetivamente, en el mercado. El poseedor tiene que y que la independencia recíproca entre las personas se
haber empleado en su producto nada más que el tiempo complemente con un sistema de dependencia multilateral
medio de trabajo socialmente necesario. El precio de la y propio de cosas.
mercancía, pues, es sólo la denominación dineraria de
la cantidad de trabajo social objetivada en ella. Pero sin la " En u n a c arta del 28 de noviem bre de 1878 a N ik o lái F rá n -
autorización de nuestro tejedor y a sus espaldas, las condi­ zevich D anielson, el tra d u c to r ruso de E l capital, M a rx m odificó
ciones de producción tradicionales de la actividad textil de esta suerte la ú ltim a frase: “Y , en rigor, el valor de cada vara
entran en efervescencia. Lo que ayer era, sin duda alguna, individual no es m ás q u e la concreción m aterial de u n a parte de
el tiempo de trabajo socialmente necesario para la produc­ la can tid ad de trab a jo social gastado en la can tid ad to ta l de v a ­
ra s” . A u n q u e no de puño y le tra del a utor, la m ism a enm ienda
ción de una vara de lienzo, deja hoy de serlo, como lo se e n c u e n tra en u n e jem p lar de E l capital (segunda edición ale m a ­
comprueba con toda diligencia el poseedor del dinero al na, p rim er tom o) perteneciente a M arx. [N ota to m ad a de W erke.\

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L a división del trabajo convierte en mercancía el poseedores de mercancías, una relación en la que éstos
producto del trabajo, y con ello torna en necesaria la sólo pueden apropiarse del producto del trabajo ajeno al
transformación del mismo en dinero. A la vez, hace que sea enajenar los del suyo propio. Por ende, si un poseedor
fortuito el que se logre o no esa transustanciación. Aquí, de mercancías puede contraponerse a otro exclusivamente
no obstante, hemos de analizar el fenómeno en estado en cuanto poseedor de dinero, ello se debe, una de dos:
puro, presuponiendo por ende su transcurso normal. Por a que el producto de su trabajo posee por naturaleza la
lo demás, si dicho fenómeno tiene lugar, pura y simple­ forma dineraria, siendo por tanto material dinerario, oro,
mente, si la mercancía no es invendible, pues, se opera etcétera, o a que su propia mercancía ya ha mudado de piel,
siempre el cambio de forma de la misma, por más que, desembarazándose de su originaria forma de uso. Para
apartándose de la norma, en ese cambio formal pueda que el oro funcione en cuanto dinero, tiene que ingresar,
haberse perdido o agregado sustancia, esto es, magnitud naturalmente, por algún punto cualquiera en el mercado.
de valor. Ese punto está en su fuente de producción, donde, como
A un poseedor de mercancías, el oro le remplaza su producto directo del trabajo, se intercambia por otro pro­
mercancía y al otro la mercancía le remplaza su oro. El ducto laboral de valor idéntico. Pero a partir de ese mo­
fenómeno sensible es el cambio de manos, o de ubicación, mento representa ya, y siempre, precios mercantiles reali­
de la mercancía y el oro, de 20 varas de lienzo y 2 libras zados.617 Dejando a un lado el intercambio por mercancía
esterlinas, esto es, su intercambio. ¿Pero por qué cosa se en la fuente de producción del oro, es éste, en manos de
cambia la mercancía? Se intercambia por su propia figura todo poseedor de mercancías, la figura enajenada de su
general de valor. ¿Y por qué cosa se cambia el oro? Por mercancía vendida, producto de la venta o de la primera
una figura particular de su valor de uso. ¿Por qué el oro metamorfosis mercantil: M - D.68 Si el oro se transformó
se enfrenta como dinero al lienzo? Porque el precio o en dinero ideal o medida del valor, ello obedeció a que
denominación dineraria del lienzo, £ 2, ya lo refiere al todas las mercancías midieron en oro sus valores, convir­
oro en cuanto dinero. La enajenación de la forma mer­ tiéndolo así en contraparte figurada de la figura de uso
cantil originaria se cumple mediante la venta de la mercan­ de ellas, en la figura que reviste el valor de las mismas.
cía, es decir, en el momento en que su valor de uso El oro deviene dinero real porque las mercancías, a través
atrae realmente al oro, que en su precio sólo tenía una de su enajenación generalizada, lo convierten en la figura
existencia figurada. Por tanto, la realización del precio, o de uso efectivamente enajenada o transformada de ellas
de la forma de valor sólo ideal de la mercancía, es a la vez, mismas, y por tanto en su figura efectiva de valor. En su
y a la inversa, realización del valor de uso sólo ideal del figura de valor, la mercancía hace desaparecer todas las
dinero; la transformación de la mercancía en dinero es, a la huellas de su valor de uso natural y del trabajo útil particu­
vez, la transformación simultánea del dinero en mercancía. lar al que debe su origen, para devenir esa crisálida que
Este proceso único es un proceso que tiene dos aspectos: es sólo concreción material social uniforme de trabajo
desde el polo del poseedor de mercancía, venta; desde el humano indiferenciado. El aspecto exterior del dinero,
polo opuesto, ocupado por el poseedor de dinero, compra. pues, no da margen para descubrir de qué tipo era la
O en otras palabras, la venta es compra; M - D es a la mercancía convertida en él. En su forma dineraria, la una
vez D - M .66 tiene exactamente la misma apariencia que la otra. Por
consiguiente, bien puede ser que el dinero sea una basura
H asta aquí no conocemos ninguna relación económica
entre los hombres a excepción de la que existe entre los
07 "E l precio de u n a m ercan cía no puede pagarse sí no es con
el precio de o tra m erc an c ía." (M ercíer de la R ivíére, L ’ordre natu-
66 “T o d a v en ta es c o m p ra ” (D r. Q uesnay, D ialogues sur le rel el essentiel des sociétés politiques, e n P hysiocrates, ed. cit.,
c o m m e rc e el les travaux des artisans, en P hysiocrates, ed. por D ai- p a rte II, p, 554.)
re, P arís, 1846, p a rte I, p. 170), o bien, co m o a firm a Q uesnay en 68 “P a ra tener ese dinero, es necesario haber vendido." (Ihídem ,
sus M á x im es générales: “V ender es c o m p ra r” . I63l página 543.)

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pero la basura no es dinero. Queremos suponer que las dos la vez la primera metamorfosis de otra mercancía. Para
piezas de oro por las que nuestro tejedor enajenó su mer­ nuestro tejedor la carrera vital de su mercancía concluye
cancía, sean la figura transm utada de un quarter de trigo. con la biblia en la que ha reconvertido sus £ 2. Pero el
La venta del lienzo, M - D, es al propio tiempo su compra, vendedor de biblias permuta por aguardiente las <£ 2 obte­
D - M. Pero en cuanto venta del lienzo, este proceso inicia nidas del tejedor. D - M , la fase final de M - D - M (lien­
un movimiento que desemboca en su contrario, en la z o -d in e ro -b ib lia ) es al mismo tiempo M - D, la primera
compra de la biblia', en cuanto compra del lienzo, da fin a fase de M - D - M (biblia - dinero - aguardiente). Como
un movimiento que comenzó con su contrario, con la el productor de mercancías suministra tan sólo un producto
venta del trigo. M - D (lienzo - dinero), esa primera fase unilateral, suele venderlo en grandes cantidades, mientras
de M - D - M (lienzo - dinero - biblia), es a la vez D -M que sus necesidades multilaterales lo fuerzan a repartir
(dinero - lienzo), la última fase de otro movimiento M - continuamente el precio realizado, o la suma de dinero
D - M (trigo - dinero - lienzo). La primera metamorfosis obtenida, en numerosas compras. Como vemos, una
de una mercancía, su transformación en dinero a partir venta, desemboca en muchas compras de diferentes mer­
de la forma mercantil, es siempre, a la vez, una segunda cancías. La metamorfosis final de una mercancía consti­
metamorfosis, contrapuesta, de otra mercancía, su trans­ tuye, pues, una suma de primeras metamorfosis de otras
formación inversa en mercancía a partir de la forma mercancías.
dineraria.69 Ahora bien, si examinamos la metamorfosis global de
D - M . Metamorfosis segunda, o final, de la mercan­ una mercancía, por ejemplo del lienzo, comprobaremos
cía: compra. Por ser la figura enajenada de todas las demás ante todo que se compone de dos movimientos contra­
mercancías o el producto de su enajenación general, el puestos y que se complementan recíprocamente, M - D y
dinero es la mercancía absolutamente enajenable. Lee al D - M . Estas dos mutaciones contrapuestas de la mercan­
revés todos los precios y de ese modo se refleja en todos cía se llevan a cabo en dos procesos sociales antitéticos a
los cuerpos de las mercancías, que son así el material que cargo del poseedor de mercancías, y se reflejan en dos
se sacrifica para que el dinero llegue a ser mercancía. Al papeles económicos asumidos por el mismo, también con­
propio tiempo, los precios, los ojos con los que las mer­ trapuestos. En euanto sujeto activo de la venta se convierte
cancías le lanzan tiernas miradas de amor, le indican al en vendedor; en cuanto agente de la compra, en compra­
dinero los límites de su capacidad de transformación, o dor. Pero así como en toda mutación de la mercancía
sea su propia cantidad. Como la mercancía desaparece al coexisten sus dos formas — la de mercancía y la de di­
llegar a ser dinero, es imposible distinguir en éste la ma­ nero— , sólo que en polos opuestos, el mismo poseedor de
nera en que ha llegado a manos de su poseedor, o qué mercancías se enfrenta como vendedor a otro comprador
mercancía se ha transformado en él. N on olet [no tiene y como comprador a otro vendedor. Así como la misma
olor], i64i sea cual fuere su origen. Si por una parte repre­ mercancía discurre sucesivamente por las dos mutaciones
senta una mercancía vendida, por la otra mercancías inversas — de mercancía a dinero y de dinero a mercan­
adquiribles.70 cía— , el mismo poseedor de mercancías desempeña alter­
D - M , la compra es, a la vez, venta, M - D ; la me­ nativamente los papeles de vendedor y comprador. No se
tamorfosis final de una mercancía, por consiguiente, es a trata pues de papeles fijos, sino que, en el marco de la
circulación de mercancías, los mismos constantemente
cambian de personas.
<i!) La excepción, com o ya hab íam o s observado, la constituye
el p ro d u c to r de oro , o el de plata, que in tercam b ia su p ro d u cto
La metamorfosis total de una mercancía lleva implí­
sin h a b erlo vendido previam ente. citos, en su forma más simple, cuatro extremos y tres per­
70 "Si el d inero re p re se n ta en n u estras m an o s las cosas que sones dramatis [personas actuantes]. En primer lugar, la
talvez deseam os com prar, rep re se n ta asim ism o las cosas que h e ­ mercancía se enfrenta al dinero como a su figura de valor,
m os v endido a cam bio de [. . .] ese d inero.” (M ercier de la R ivière,
figura que de la parte de más allá, en el bolsillo ajeno, es
op. cit., p. 586.)

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una cosa dotada de una contundente realidad. Al poseedor calor que al frío, no pensó en que trocaba su biblia por
de mercancías, pues, se le enfrenta un poseedor de dinero. lienzo, tal como el tejedor nada sospecha de que trocó
No bien la mercancía se transforma en dinero, éste pasa su lienzo por trigo. L a mercancía de B sustituye a la mer­
a su forma transitoria de equivalente, cuyo valor de uso o cancía de A, pero A y B no intercambian recíprocamente
contenido existe de la parte de acá, en otros cuerpos de sus mercancías. Puede ocurrir, en realidad, que A compre
mercancías. Como término de la primera transformación mercancías a B y B a A, pero esa relación especial en
de la mercancía, el dinero es a la vez punto de partida de modo alguno está condicionada por las relaciones gene­
la segunda. De esta suerte, el vendedor del primer acto rales de la circulación mercantil. Por un lado se advierte
deviene comprador en el segundo, enfrentándosele aquí aquí cómo el intercambio de mercancías arrasa las ba­
un tercer poseedor de mercancías en cuanto vendedor.11 rreras individuales y locales del intercambio directo de
Las dos fases de movimiento inversas de la meta­ productos y hace que se desarrolle el metabolismo del tra­
morfosis mercantil constituyen un ciclo: forma de mer­ bajo humano. Por otra parte, se desenvuelve toda una
cancía, despojamiento de la forma mercantil, retorno a la serie de vinculaciones sociales de índole natural, no su­
misma. Sin duda, la mercancía misma está aquí antitética­ jetas al control de las personas actuantes. El tejedor puede
mente determinada. En el punto de partida es no-valor de vender lienzo sólo porque el agricultor ha vendido trigo;
uso para su poseedor; en el de llegada, valor de uso para si Hotspur i061 puede vender biblias es porque el tejedor
aquél. De m anera análoga, el dinero se presenta primero vendió el lienzo; el destilador puede vender aguardiente,
como cristalización inalterable del valor, en la que se con­ porque el otro ya ha vendido el agua de la vida eterna,
vierte la mercancía, para disolverse luego como mera forma etcétera.
de equivalente de la misma. De ahí que el proceso de circulación no se agote, como
Las dos metamorfosis que configuran el ciclo de una ocurría con el intercambio directo de productos, en el
mercancía constituyen a la vez las metamorfosis parciales cambio de ubicación, o de manos, a que están sujetos los
e inversas de otras dos mercancías. L a misma mercancía valores de uso. El dinero no desaparece, por más que
(lienzo) inaugura la serie de sus propias metamorfosis y finalmente quede marginado de la serie de metamorfosis
clausura la metamorfosis total de otra m ercancía (del experimentada por una mercancía. Invariablemente se de­
trigo). Durante su primera transmutación, o sea la venta, posita en los puntos de la circulación que las mercancías
desempeña esos dos papeles en persona. Por el contrario, dejan libres. Tomemos como ejemplo la metamorfosis
en cuanto crisálida de oro, es decir, en el estado en que global del lienzo ( lienzo - dinero - biblia): primero sale de
ella misma sigue el camino de toda carn e,1651 pone término la circulación el lienzo, lo sustituye el dinero; luego sale
a la vez a la primera metamorfosis de una tercera mercan­ la biblia, la sustituye el dinero. El remplazo de una mer­
cía. El ciclo que describe la serie de metamorfosis expe­ cancía por otra deja siempre la mercancía dineraria en
rimentadas por toda mercancía, pues, se enreda de manera manos de un tercero.72 La circulación constantemente
inextricable con los ciclos de otras mercancías. El proceso exuda dinero.
en su conjunto se presenta como circulación mercantil. N ada puede ser más desatinado que el dogma según
La circulación mercantil difiere no sólo formal, sino el cual la circulación de mercancías implica un equilibrio
esencialmente, del intercambio directo de productos. Eche­ necesario entre las compras y las ventas, puesto que toda
mos una simple mirada retrospectiva sobre lo ocurrido. El venta es una compra, y viceversa. Si con esto se quiere
tejedor, no cabe duda, h a cambiado el lienzo por la biblia, decir que el número de las ventas efectivamente llevadas
la mercancía propia por la ajena. Pero este fenómeno sólo a término es igual al de las compras, estamos ante una tri-
es real para él. El difusor de biblias, más aficionado al
72 N o ta a la 2? edición. — P o r evidente que sea este fe n ó m e ­
71 “H ay, pues [. ..] c u a tro térm in o s y tres c o n tra ta n tes, uno n o, los econom istas, y en especial el lib recam bista viilgaris, las m ás
de los cuales interviene dos veces.” (Le T rosne, op. cit.. p. 909.) de las veces lo pasan p o r alto.

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vial tautología. Pero lo que se pretende demostrar es que el fosis mercantil. Estas formas entrañan la posibilidad, pero
vendedor lleva al m ercado a su propio comprador. La únicamente la posibilidad, de las crisis. Para que dicha
venta y la compra son un acto idéntico en cuanto relación posibilidad se desarrolle, convirtiéndose en realidad, se
recíproca entre dos personas polarmente contrapuestas: el requiere todo un conjunto de condiciones que aún no
poseedor de mercancías y el de dinero. Configuran dos existen, en modo alguno, en el plano de la circulación
actos contrapuestos de manera polar, en cuanto acciones simple de mercancías.73
de la misma persona. La identidad de venta y compra lleva Como mediador en la circulación mercantil, el dinero
implícito, por consiguiente, que la mercancía devenga in­ asume la función de medio de circulación.
servible cuando, arrojada en la retorta alquímica de la
circulación, no surge de la misma convertida en dinero,
no la vende el poseedor de mercancías, y por ende no la b) E l cu rso del dinero
compra el poseedor de dinero. Esa identidad implica, por
lo demás, que si el proceso culmina debidamente, cons­ El cambio de forma en el que se opera el intercambio
tituya un punto de reposo, un período en la vida de la de sustancias entre los productos del trabajo, M - D - M,
mercancía, período que puede prolongarse más tiempo o determina que un mismo valor configure en cuanto mer­
menos. Como la primera metamorfosis de la mercancía es cancía el punto de partida del proceso, y retorne como
a la vez venta y compra, este proceso parcial es al mismo mercancía al mismo punto. Por ende, este movimiento de
tiempo un proceso autónomo. El comprador tiene la mer­ las mercancías es un ciclo. Por otra parte, esa misma forma
cancía, el vendedor el dinero, esto es, una mercancía que excluye el ciclo del dinero. Su resultado es el constante
conserva una forma adecuada para la circulación, ya se alejamiento del dinero con respecto a su punto de partida,
presente temprano o tarde en el mercado. Nadie puede no su retorno al mismo. M ientras el vendedor retiene la
vender sin que otro compre. Pero nadie necesita comprar figura transm utada de su mercancía, o sea el dinero, la
inmediatamente por el solo hecho de haber vendido. La mercancía se encuentra en la fase de su primera meta­
circulación derriba las barreras temporales, locales e indi­ morfosis, o sólo ha dejado a sus espaldas la primera mitad
viduales opuestas al intercambio de productos, y lo hace de su circulación. Cuando se completa el proceso de ven­
precisamente porque escinde, en la antítesis de venta y der para comprar, el dinero de nuevo se ha escapado de
compra, la identidad directa existente aquí entre enajenar
el producto del trabajo propio y adquirir el producto del 7i C fr. m is o bservaciones en to rn o a Jam es M ili, en Z u r K ri-
trabajo ajeno. El hecho de que los procesos que se con­ t i k . . . , pp. 74-76. D os p u n to s cara cte riz an , en este aspecto, el
traponen autónomamente configuren una unidad interna, m étodo de la apolo g ética económ ica. E n p rim er térm ino, identifi­
c ar la circ u la c ió n de m erc an c ías con el in tercam b io d irecto de p ro ­
significa asimismo que su unidad interna se mueve en me­ ductos, m ediante el sim ple recurso de h acer abstracción de sus
dio de antítesis externas. Si la autonomización externa de diferencias. E n segundo lugar, el inten to de negar, de d esechar las
aspectos que en lo interno no son autónomos, y no lo son co n trad iccio n es del proceso capitalista de p roducción, p a ra lo cual
porque se complementan uno a otro, se prolonga hasta las relaciones que m edian e n tre sus agentes de pro d u cció n son
red u cid as a los sim ples vínculos que surgen de la c irculación de
cierto punto, la unidad interna se abre paso violentamente, m ercancías. P e ro la p ro d u cció n de m ercancías y la circulación
se impone por medio de una crisis. La antítesis inmanente de las m ism as son fenóm enos inh eren tes a los m odos de producción
a la mercancía — valor de uso y valor, trabajo privado m ás diversos, a unque en d iferen te volum en y con desigual alcance.
que a la vez tiene que presentarse como trabajo directa­ N a d a sabem os, pues, a c e rca de la d ifferen tia specifica en tre esos
m odos de p roducción, ni pod em o s p o r consiguiente enjuiciarlos, si
mente social, trabajo específico y concreto que al mismo n u estro co nocim iento se red u ce a las categorías a b stractas, com u­
tiem po cuenta únicamente como general y abstracto, per­ nes a to d o s ellos, de la c irculación de m ercancías. E n ninguna
sonificación de la cosa y cosificación de las personas— , ciencia, fu e ra de la e co n o m ía política, prevalece ta n d e sorbitada
esa contradicción inmanente, adopta sus formas más evo­ p e tu la n cia en el m anejo de los lugares com unes m ás elem entales.
Say, p o r ejem plo, fun d án d o se e n q u e sabe que la m ercancía es
lucionadas de movimiento en las antítesis de la metamor­ prod u cto , se a rro g a el d e rec h o de d icta m in ar so b re las crisis.

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las manos de su poseedor originario. Seguramente, si des­ sino en la del oro. Con ello, la continuidad del movimien­
pués de comprar la biblia el tejedor vende lienzo una vez to recae enteramente en el dinero, y ei mismo movimiento
más, el dinero volverá a sus manos. Pero no retorna a que supone dos procesos contrapuestos para la mercancía,
trayés de la circulación de las primeras 20 varas de lienzo, implica siempre, como movimiento propio del dinero, el
que, antes bien, lo hicieron paiar de manos del tejedor a mismo proceso, esto es, su cambio de lugar -con otra mer­
las del vendedor de biblias. Si regresa es a causa única­ cancía siempre cambiante. El resultado de la circulación
mente de que el mismo proceso de circulación se renueva de mercancías — la sustitución de una mercancía por otra—
o reitera para cada nueva mercancía, y finaliza en este se presenta mediado, pues, no por el propio cambio de
caso, como en los anteriores, con el mismo resultado. La forma experimentado por aquéllas, sino por la función del
forma impartida directamente al dinero por la circulación dinero como medio de circulación', éste hace circular las
mercantil, pues, consiste en su constante alejamiento mercancías, en sí y para sí carentes de movimiento, trans­
del punto de partida, su pasaje de manos de un poseedor de firiéndolas, siempre en sentido contrario al de su propio
mercancías a las de otro, o su curso (currency, cours de la curso, de manos de aquel para quien son no-valores de
m onnaie). uso, a manos de quien las considera valores de uso. Cons­
tantemente aleja del ámbito de la circulación las mer­
El curso del dinero muestra una repetición constante cancías, al ocupar una y otra vez los lugares que éstas
y monótona del mismo proceso. La mercancía siempre dejan libre en aquélla, con lo cual él mismo se aleja de su
está al lado del vendedor, el dinero siempre al lado del punto de partida. Por consiguiente, aunque el movimiento
adquirente, como medio de compra. Oficia de medio de del dinero no sea más que una expresión de la circulación
compra al realizar el precio de la mercancía. Y al reali­ de mercancías, ésta se presenta, a la inversa, como mero
zarlo, transfiere la mercancía de manos del vendedor a las resultado del movimiento dinerario.Tr>
del comprador, mientras él mismo se aleja, a la vez, de Por otra parte, si al dinero le cabe la función de medio
las manos del comprador y pasá a las del vendedor, para de circulación, ello se debe únicamente a que es el valor,
repetir luego el mismo proceso con otra mercancía. El vuelto autónomo, de las mercancías. Por tanto, su movi­
hecho de que esta forma unilateral de movimiento del di­ miento en cuanto medio de circulación no es, en realidad,
nero nazca del movimiento formal bifacético de la mer­ más que el movimiento formal de aquéllas. De ahí que
cancía, queda encubierto. La naturaleza misma de la este último movimiento tenga que reflejarse, incluso de
circulación mercantil ocasiona la apariencia contraria. La manera sensible, en el curso del dinero. El doble cambio
primera metamorfosis de la mercancía no sólo es visible de forma de la mercancía se refleja en el cambio de ubi­
en cuanto movimiento del dinero, sino como movimiento cación, también doble, de la misma pieza dineraria, siem­
de la mercancía misma: por el contrario, su segunda meta­ pre que consideremos la metamorfosis global de una
morfosis solamente es visible como movimiento del dinero. mercancía en la reiterada repetición de su cambio de lugar;
En la primera mitad de su circulación, la mercancía cam- siempre que consideremos en su interconexión el entrela­
biahfi de lugares con el dinero. De este modo, y a la vez, su zamiento de las innumerables metamorfosis. Las mismas
figurá de uso quedaba marginada de la circulación, pasa­ piezas dinerarias llegan como figura enajenada de la mer­
ba al ámbito del consumo.14 La sustituía su figura de cancía a manos del vendedor y las abandonan como figura
valor, o larva del dinero. La segunda mitad de la circula­ absolutamente enajenable de la misma. Ambas veces el
ción ya no la recorre envuelta en su piel propia y natural, dinero opera de la misma manera, como medio de compra
primero de una, luego de la otra mercancía. Pero para la
74 Incluso cu an d o se vende una y o tra vez la m ism a m er­ misma mercancía, la conexión interna de ambos procesos
cancía — fen ó m en o que por el m om ento no existe p a ra no so tro s— ,
la ven ta últim a y definitiva la hace pasar de la esfera de la cir­ Tr' “N o tien e” (el din ero ) “o tro m ovim iento que el que le im ­
culación a la del consum o, p a ra servir e n ésta com o m edio de
prim en los pro d u cto s.” (Le T rosne, op. cit., p. 885.)
subsistencia o de producción.

140 141
se pone de manifiesto en el movimiento doble y antitético entonces el interrogante de cuánto dinero absorbe cons­
impreso a las mismas piezas dinerarias. Las mismas £. 2 tantemente dicha esfera.
que en la compra del lienzo pasaban del bolsillo del cul­ En un país se efectúan todos los días, simultánea­
tivador de trigo al del tejedor de lienzo, emigran de este mente y por tanto yuxtapuestas en el espacio, numerosas
último bolsillo cuando se efectúa la compra de la biblia. metamorfosis unilaterales de mercancías, o en otras pala­
Se trata de un cambio doble de ubicación y, si considera­ bras, meras ventas por una parte, y por otra simples
mos el lienzo o sus representantes como el centro, de un compras. En sus precios, las mercancías ya están equipa­
cambio en sentido contrario: positivo en el caso del ingreso radas a determinadas cantidades figuradas de dinero.
de dinero, negativo en el de su egreso.3 Cuando, por el Ahora bien, como la forma de circulación directa, aquí
contrario, sólo se operan metamorfosis unilaterales de mer­ considerada, hace que siempre se enfrenten entre sí y de
cancías — meras ventas o simples compras, como se quie­ manera tangible la mercancía y el dinero — la una en el
ra— , el mismo dinero cambia únicamente una vez de lugar. polo de la venta, el otro en el polo opuesto, el de la com­
Su segundo cambio de ubicación expresa siempre la pra— , la masa de medios de circulación requerida para el
segunda metamorfosis de la mercancía, la reconversión de proceso de circulación del mundo mercantil está ya deter­
ésta en dinero.b minada por la suma de los precios a que se intercambian
Por lo demás, se comprende de suyo que todo esto las mercancías. En rigor, el dinero no hace más que re­
presentar de un modo real la suma de oro ya expresada
sólo se aplica a la forma que consideramos, la de la cir­
culación mercantil simple. idealmente en la suma de los precios alcanzados por
aquéllas. De ahí que demos por sobrentendida la igual­
Al dar su primer paso en la circulación, al cambiar dad de esas sumas. Sabemos, no obstante, que a valores
por primera vez de forma, toda mercancía queda margi­ constantes de las mercancías, sus precios varían junta­
nada de aquélla, en la cual entran constantemente nuevas mente con el valor del oro (del material d inerario):
mercancías. En cuanto medio de circulación, por el con­ suben proporcionalmente a la baja de este último, y bajan
trario, el dinero está instalado permanentemente en la es­ cuando el mismo sube. Si la suma de los precios al­
fera de la circulación y trajina en ella sin pausa. Se plantea canzados por las mercancías aumenta o disminuye, la
masa del dinero circulante habrá de acrecentarse o redu­
" En la 4? edición, el pasaje que va desde “ El doble cam ­ cirse en igual proporción. Es verdad que la variación que
bio de fo rm a " h asta “el de su egreso”, dice así: “ Así, p o r ejem ­ se opera en la masa de los medios de circulación reconoce
plo, el lienzo tra n sfo rm a prim ero su fo rm a m erc an til en su
fo rm a d in era ria . El térm in o final de su p rim e ra m etam orfosis,
su origen en el dinero mismo, pero no en su papel de
M -D , la fo rm a d in era ria , se vuelve luego el p rim e r térm in o de medio de circulación, sino en su función de medir el valor.
su ú ltim a m etam orfosis D -M , de su reconversión en la biblia. Primero, el precio de las mercancías varía en razón inversa
P ero cada uno de esos dos cam bios de fo rm a se o pera a través al valor del dinero, y luego la masa de medios de circu­
de un in tercam b io entre m ercan cía y dinero, que cam bian recí­
p rocam ente de ubicación. L as m ism as piezas d in era ria s llegan
lación se modifica en proporción directa al precio de las
com o figura enajenada de la m ercancía a m anos del vendedor, mercancías. Un fenómeno idéntico se produciría si, por
y las a b an d o n a n com o figura abso lu ta m en te enajenable de la m is­ ejemplo, en vez de disminuir el precio del oro, la plata lo
m a. C am bian dos veces de ubicación. La p rim e ra m etam orfosis del sustituyera como medida del valor, o si en lugar de au­
lienzo pone esas piezas en el bolsillo del tejedor; la segunda las mentar el valor de la plata, el oro la desplazara de la
extrae de allí. Los dos cam bios form ales opuestos de la m ism a
m ercancía, pues, se reflejan en el doble cam bio de lugar, en sen­ función de medir el valor. En el primer caso tendría que
tido c o n tra rio , del d in ero ” . circular más plata que antes oro; en el segundo, menos
h En la 4a edición se agregó esta o ración: “ En el frecuente oro que antes plata. En ambos casos se habría modificado
cam bio de ubicación de las m ism as piezas d in era ria s se refleja no el valor del material dinerario, esto es, de la mercancía que
sólo la serie de m etam orfosis de una m ercancía única, sino tam ­ funciona como medida de los valores, y por tanto la ex­
bién el e n tre la z am ien to de las innum erables m etam orfosis que se
op eran en el m undo de las m ercancías en general". presión correspondiente a los precios de los valores mer­

142 143
cantiles, y por ende la m asa del dinero circulante que sirve obvio que la s u m a de los p r e c io s alcanzados por las mer­
para la realización de esos precios. Vimos que la esfera cancías dependerá de la m a s a d e éstas que se encuentre
de la circulación mercantil presenta un orificio por el cual en la circulación. N o es necesario devanarse los sesos
penetra el oro (o la plata, en una palabra, el material del para comprender que si 1 q u a rte r de trigo cuesta 41 2,
dinero) como mercancía de un valor dado. Dicho valor HH) q u a r t e r s costarán £ 200, 2 0 0 q u a rte rs £ 4 00, etc.,
está presupuesto en la función que el dinero desempeña V que, por tanto, a la par de la masa de trigo tendrá que
como medida de valor, y por ende en la fijación de precios. aumentar la masa de dinero que, en la venta, cambia de
Ahora bien, si baja el valor de la medida de los valores, lugar con el cereal.
esto se m anifestará ante todo en que variarán los precios Si suponemos que la m a s a de las m e r c a n c ía s esta dada,
de las mercancías que se intercambian directamente por la del d in e r o circulante crecerá o d e c r e c e r á c o n arreglo a
los metales preciosos en cuanto mercancías, en los lugares las o sc ila c io n e s q u e e x p e r i m e n t e n los p r e c io s de las mer­
de producción de los mismos. Particularmente en los es­ cancías. Aum enta o disminuye porque la s u m a d e los p r e ­
tadios menos desarrollados de la sociedad burguesa, du­ cio s de las mercancías sube o baja a consecuencia de los
rante mucho tiempo una gran parte de las demás cambios que se operan en sus precios. Para que ello ocurra
mercancías seguirá tasándose conforme al valor anticuado, en m odo alguno hace falta que simultáneamente se incre­
ahora ilusorio, de la medida del valor. No obstante, a menten o reduzcan los precios de todas las mercancías. El
través de la relación de valor que media entre ambas, una alza en los precios de cierto número de artículos decisivos
mercancía contamina a la otra, los precios áureos o ar­ es suficiente en un caso, o la baja de sus precios en el
génteos de las mercancías se nivelan paulatinamente con otro, para que aumente o disminuya la su m a de los precios
arreglo a las proporciones determinadas por sus propios -q u e hay que realizar— de todas las mercancías en cir­
valores, hasta que, en conclusión, se estiman todos los culación, y por tanto para lanzar más o menos dinero a
valores mercantiles conforme al nuevo valor del metal la circulación. Sea que el cambio en los precios de las
dinerario. Este proceso de nivelación se ve acompañado mercancías refleje un cambio real de su valor o simples
por el incremento incesante de los metales preciosos, que oscilaciones de los precios en el mercado, el efecto sobre
afluyen en remplazo de las mercancías intercambiadas di­ la masa de los medios de circulación será el mismo.
rectamente por ellos. En la misma medida, pues, en que Supongamos ahora cierto numero de ventas o meta­
se generaliza el reajuste de precios de las mercancías, o que morfosis parciales carentes de relación entre sí, simultáneas
se estiman sus valores de acuerdo con el valor nuevo del y por tanto yuxtapuestas en el espacio, por ejemplo la de
metal — más bajo y hasta cierto punto aun en disminu­ I q u a r te r de trigo, 2 0 varas de lienzo, I biblia, 4 galones
ción— , ya se dispone también de la masa metálica adi­ de aguardiente. Si el precio de cada artículo fuera tic 42 2,
cional que se requiere para realizar dichos valores. El y por tanto la suma de los precios a realizar igual a £ 8,
análisis unilateral de los hechos que siguieron al descubri­ tendría que entrar a la circulación una masa dineraria de
miento de los nuevos yacimientos auríferos y argentíferos, £ 8. Por el contrario, si las mismas mercancías fueran esla­
indujo en el siglo xvn, y sobre todo en el xvm , a la con­ bones de la serie de metamorfosis que ya conocem os: 1
clusión errónea de que los precios habían aumentado q u a r te r de trigo - £ 2 - 2.0 varas de lienzo - £ 2 - 1 biblia -
porque era mayor la cantidad de oro y plata que funcio­ £ 2 - 4 galones de a g u a r d ie n t e - £ 2, tenemos que £ 2
naba como medio de circulación. En lo sucesivo se parte hacen circular por turno las mercancías, realizando suce­
del supuesto de que el valor del oro está dado, como de sivamente sus precios y por tanto también la suma de
hecho lo está en el momento de establecerse los precios. éstos ( £ 8 ) , para reposar por último en el bolsillo del
Bajo este supuesto, pues, la masa de los medios de destilador. Las £ 2, pues, realizan cu a tr o re c o r rid o s . Este-
circulación queda determinada por la suma de los precios reiterado cambio de ubicación por parte de las mismas
a realizar de las mercancías. Si suponemos, además, que piezas dinerarias representa el doble cambio formal de la
el precio de cada clase de mercancía ya está dado, es mercancía, su movimiento a través de las dos fases con ­

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trapuestas de la circulación y el entrelazamiento de las
metamorfosis experimentadas por diversas mercancías.70 lanza al comienzo del proceso diario de circulación, está
naturalmente determinada por la suma de los precios de
Las fases antitéticas, complementarias entre sí, a través de
las mercancías que circulan al mismo tiempo y yuxtapues­
las cuales discurre ese proceso, no pueden estar espacial­
tas en el espacio. Pero dentro del proceso, por así decirlo,
mente yuxtapuestas, sino sucederse unas a otras en el
a una pieza dineraria se la hace responsable de la otra. Si
tiempo. Las fracciones de tiempo constituyen la medida
una acelera la velocidad de su curso, se aminora la de la
que se aplica a la duración del proceso, o, en otras pala­
otra, o incluso ésta se aparta por completo de la esfera de
bras, el número de los recorridos de las mismas piezas
la circulación, ya que dicha esfera sólo puede absorber
dinerarias en un tiempo dado mide la velocidad del curso
una masa de oro que, multiplicada por el número medio
dinerario. Digamos que el proceso de circulación de aque­
de recorridos efectuados por su elemento individual, equi­
llas cuatro mercancías dura, por ejemplo, un día. Ten­
valga a la suma de precios que ha de ser realizada. Por
dremos entonces que la suma de precios que hay que
consiguiente, si aumenta el número de sus recorridos, de­
realizar será de £ 8; la cantidad de recorridos de las mis­
crecerá su masa circulante. Si disminuye el número de los
mas piezas dinerarias a lo largo del día, 4, y la masa de
mismos, aumentará su masa. Como, dada una velocidad
dinero circulante, £ 2, o sea que para una fracción de­
media, está dada la masa del dinero que puede funcionar
term inada del tiempo que dura el proceso de circulación,
como medio de circulación, basta con lanzar a la circula­
la relación será la siguiente:
ción, por ejemplo, una cantidad determinada de billetes de
Sum a de los precios de las m ercancías , , una libra para retirar de aquélla otros tantos soberanos, un
= masa del dinero que juego de manos que todos los bancos conocen a la
N ú m ero de recorridos de las piezas
din erarias de la m ism a denom inación perfección.
Así como en el curso del dinero, en general, única­
funciona como medio de circulación. La vigencia de esta
mente se manifiesta el proceso de circulación de las mer­
ley es general. Sin duda, el proceso de circulación de un
cancías — vale decir, el ciclo de éstas a través de meta­
país, en un período dado, abarca por una parte numerosas
morfosis contrapuestas— , en la velocidad del curso del
ventas (com pras) o metamorfosis parciales, dispersas, si­
dinero se manifiesta la velocidad de su cambio de forma,
multáneas y espacialmente yuxtapuestas, en las que las
la concatenación incesante de las series metamórficas, la
mismas piezas dinerarias sólo cambian una vez de ubica­
premura del metabolismo, la velocidad con que las mercan­
ción y no efectúan más que un recorrido, y por otra parte
cías desaparecen de la esfera circulatoria y su sustitución,
muchas series de metamorfosis con una cantidad mayor o
igualmente rápida, por otras mercancías. En la velocidad
menor de eslabones, de las que algunas se desenvuelven
del curso dinerario, pues, se manifiesta la unidad fluida
paralelamente y otras se entrelazan con las vecinas, y en
de las fases contrapuestas y complementarias: transfor­
las cuales las mismas piezas dinerarias ejecutan recorridos
mación de la figura de uso en figura de valor y reconversión
más o menos numerosos. No obstante, el número total de
de ésta en aquélla, o unidad de los dos procesos de la
los recorridos efectuados por todas las piezas dinerarias
compra y la venta. A la inversa, en la reducción de la velo­
que se encuentran circulando y tienen la misma denomina­
cidad del curso dinerario se pone de manifiesto el hecho
ción, permite obtener el número medio de los recorridos
de que esos procesos se disocian, se vuelven autóno­
que efectúa cada pieza dineraria, o la velocidad media del
mos y antagónicos, el hecho del estancamiento del cam­
curso del dinero. La masa dineraria que, por ejemplo, se
bio de formas, y, por consiguiente, del metabolismo. La
T,i "Son los pro d u cto s los que lo ponen e n m o v im ien to ” (al
circulación misma, desde luego, no nos explica cuáles
dinero) "y lo hacen c ircu lar . . . L a celeridad de su m ovim iento” son las causas que motivan ese estancamiento. Se limita
(es.o es, del dinero) “suple a su c an tid ad . C u a n d o hay necesidad a mostrarnos el fenómeno. El público en general, al ver
de e 'lo , se desliza de m an o e n m a n o sin d eten erse u n in stan te .” (Le que cuando aminora la velocidad del curso del dinero éste
T ro si e, op. eit., pp. 915. 916.)
aparece y desaparece con menos frecuencia en todos los
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147
puntos periféricos de la circulación, tiende a explicar ese precios de las mercancías depende tanto de la masa como
fenómeno por la cantidad insuficiente de medios de de los precios de cada clase de mercancías. No obstante,
circulación.” los tres factores — el movim iento de los precios, la masa
Por consiguiente, la cantidad total del dinero que en de mercancías circulantes y por último la velocidad del
cada espacio de tiempo actúa como medio de circulación, curso del dinero— pueden variar en sentido diferente y
queda determinada, de una parte, por la suma de los precios en distintas proporciones, y de ahí que la suma de los
del conjunto de las mercancías circulantes; de otra parte, precios a realizar, y por ende la masa de medios de circu­
por la fluencia más lenta o más rápida de sus procesos lación, que depende de esa suma, puedan pasar por nume­
antitéticos de circulación, de lo cual depende la parte rosísimas combinaciones. Sólo nos referiremos aquí a las
proporcional de esa suma de precios que puede ser reali­ que han sido las más importantes en la historia de los
zada por las mismas piezas dinerarias. Pero la suma de los precios mercantiles.
Manteniéndose constantes los precios de las mercan­
” “C o m o el d in ero . . . es la m edida com ún de la c o m p ra y la
cías, la masa de los medios de circulación puede incre­
venta, todo el que tiene algo p a ra vender y n o puede conseguir mentarse: ya porque aumente la masa de las mercancías
c o m p ra d o res p a ra sus artículos, tiende enseguida a p en sar que la circulantes, ya porque se reduzca la velocidad del curso
causa de que aquéllos n o tengan salida es la escasez de dinero del dinero, o bien por el concurso de ambas causas. La
en el reino, o en el país-, y así, el cla m o r general es q u e escasea
el din ero ; lo cual e s un g ran e rro r . . . ¿Q ué p re te n d en los que c la ­
masa de los medios de circulación, a la inversa, puede
m an q u e h a y a m ás d in ero ? . . . E l a g ric u lto r se qu eja . . . Piensa decrecer si disminuye la masa de las mercancías o aumenta
que si h u b ie ra m ás d in ero e n el país, p o d ría o b ten er u n buen la velocidad de la circulación.
precio p o r sus p ro d u c to s . . . P arece entonces que lo que necesita Si se da un alza general en los precios de las mercan­
no es dinero, sino un precio p a ra sus gran o s y su ganado, a los que
d e se aría vender, p e ro no puede . . . ¿P or q u é n o puede obten er
cías, la masa de los medios de circulación puede mante­
un b u e n precio? . . . 1) o p o rq u e h a y m u ch o s g ran o s y ganado en nerse constante siempre que la masa de las mercancías
el país, con lo cual la m ay o r p a rte de los que acuden al m ercado circulantes decrezca en la misma proporción en que
tienen necesidad de vender, com o él, y pocos la de co m p ra r, o 2) aumenta su precio, o si la velocidad del curso del dinero
p o rq u e se reduce la salida usual, m ediante la e x p o rtació n , h acia
el e x tra n je ro . . . O bien, 3) el consum o decae, com o p o r ejem plo
— manteniéndose constante la masa de mercancías circu­
o c u rre c u a n d o la gente, debido a su p obreza, n o g asta ta n to com o lantes—- aumenta tan rápidamente como el aumento de
antes en m a n te n e r sus hogares; de donde se desprende que de n in ­ precios. La masa de los medios de circulación puede de­
gún m o d o sería el in crem en to del dinero, específicam ente, lo que crecer, siempre que la masa de las mercancías decrezca
h a ría q u e a u m e n tara n de p recio los artícu lo s del ag ricu lto r, sino la con mayor rapidez que los precios, o que la velocidad
rem oción de u n a de esas tres causas, que son las que re alm en te
deprim en el m erc ad o . . . D e la m ism a m a n e ra , al m erc ad e r y al del curso se incremente más rápidamente que éstos.
ten d ero les hace fa lta el dinero, esto es; com o el m erc ad o decae, Si se opera una baja general en los precios de las
necesitan que los bienes con los q u e tra fic a n e n cu e n tre n salida . . . mercancías, la masa de los medios de circulación puede
N u n c a una n ación p ro sp e ra m ejor que c u an d o las riquezas pasan mantenerse constante si la masa de las mercancías se acre­
rá p id a m e n te de unas m an o s a o tra s.” (Sir D u d ley N o rth , D iscour-
ses upon T rade, L ondres, 1691, pp. 11-15 y p á ssim .) T o d as las cienta en la misma proporción en que se reduce su precio,
falacias de H e rren sch w an d desem bocan e n que es posible superar o si la velocidad del curso del dinero decrece en la misma
g racias al in crem en to de los m edios de circu lació n , las c o n tra d ic ­ proporción en que disminuyen los precios. Puede aumentar,
ciones que e m a n an de la n a tu ra le z a de la m erc an c ía y que, por si la masa de las mercancías se acrecienta más rápidamente,
consiguiente, se m an ifiesta n en la circu lació n m erc an til. P or lo
d em ás, de q u e sea u n a ilusión p o p u lar a trib u ir a u n a escasez de o si la velocidad de la circulación se reduce con mayor
m edios de c irculación los estan cam ien to s q u e e x p erim e n tan los rapidez que la disminución de precios de las mercancías.
procesos de p ro d u cció n y circulación, e n m o d o alguno se sigue, Las variaciones de los diversos factores pueden com­
a la inversa, que u n a escasez real de m edios de circu lació n — por pensarse recíprocamente, de tal suerte que, pese a la perma­
ejem plo a co nsecuencia de las chapucerías oficiales con la “regula-
tion o f c u rre n c y ” [regulación del c irculante]— no pueda p roducir
nente inestabilidad de aquéllos, se mantenga constante la
paralizacio n es, p o r su p a rte . suma total de los precios mercantiles que hay que realizar,

148 149
y asimismo, por tanto, la masa dinerada circulante. Por
eso, y principalmente cuando se examinan períodos algo dada la suma de valor de las mercancías y dada la velo­
más prolongados, se descubre que el nivel medio de la cidad media de sus metamorfosis, la cantidad de dinero
masa dineraria circulante en cada país es mucho más en curso o de material dinerario depende de su propio
constante y que — si se exceptúan las intensas perturba­ valor. Que, a la inversa, los precios de las mercancías están
ciones periódicamente derivadas de las crisis en la pro­ determinados por la masa de los medios de circulación, y
ducción y el comercio, y más raramente de un cambio en a su vez dicha masa por la del material dinerario disponible
el valor mismo del dinero— las desviaciones con respecto en un país,79 es una ilusión que deriva, en sus expositores
a ese nivel medio son mucho más exiguas de lo que a originarios, de la hipótesis disparatada según la cual al
primera vista pudiera suponerse. proceso de circulación entran mercancías sin precio y di­
nero sin valor, intercambiándose allí una parte alícuota del
La ley según la cual la cantidad de los medios de conglomerado mercantil por una parte alícuota del amon­
circulación está determinada por la suma de los precios tonamiento metálico.80
de las mercancías circulantes y por la velocidad media del
curso dinerario,78 también puede formularse diciendo que,
m an era sim ilar, A dam Sm ith da com ienzo a su o b ra , ex officio.
con una apoteosis de la división del trabajo. M á s adelante, en el
18 "H ay cierta m edida y pro p o rcio n es de dinero, necesarias ú ltim o libro, el d e d icad o a las fuentes de los ingresos fiscales,
p ara m an te n er en m ovim iento el com ercio de una nación; éste rep ro d u ce o casionalm ente opiniones de A dam F erguson, su m ae s­
se vería p erju d icad o si se agrega o q u ita a aquéllas. Es lo m ism o tro , hostiles a la división del trab ajo .
que o cu rre en el com ercio al por m enor, en el que se necesita 70 “ Los precios de las cosas a u m e n ta rá n , sin du d a, en todo pais
c ie rta pro p o rció n de fa rth in g s [cuartos de peniques] para cam b iar d onde la gente disponga de m ás oro y plata; y, por ende, c u a n ­
las m onedas de p lata y efec tu a r los ajustes que ni siquiera pueden d o la c an tid ad de o ro y p lata dism inuye en cu alq u ier pais, los
realizarse con la m enor de éstas . . . A h o ra bien; así com o la c an ti­ precios de todas las cosas h a b rá n de reducirse prop o rcio n alm en te
dad p ro p o rcio n a l de farth in g s requeridos en el com ercio al m e ­ a esa dism inución del d in e ro .” (Jacob V anderlint, M o n e y A n sw ers
n udeo g u a rd a relación con el n úm ero de gente, la frecuencia de A ll Things, L ondres, 1734, p. 5.) T ra s un cotejo m ás detenido
sus in tercam b io s y tam b ién , y prin cip alm en te, con el valor de las en tre el tra b a jo de V a n d erlin t y los E ssays de H u m e, no m e queda
piezas de p lata m ás pequeñas, la proporción de d in ero (m onedas la m en o r duda de que este ú ltim o conocía y utilizó aquella obra
de o ro y plata) re q u erid a p a ra nuestro co m ercio h a b rá que d eri­ qu e p o r lo d em ás tiene su im p o rta n cia. Puede e ncontrarse en
v arla, an álo g am en te, de la frecuencia de las transacciones y el B arbón, y aun en escritores m u ch o m ás antiguos, el pun to de vista
vo lu m en de los pagos." (W . P etty, A T r e a t i s e . . . , p. 17.) La co n fo rm e al cual la m asa de m edios de c irculación determ in a los
teo ría de H um e la d efendió A rth u r Y oung, c o n tra Jam es S teu art y precios. “U n co m ercio sin trabas no puede ser el origen de incon­
o tros, en su P olitical A rith m e tic . . . , L ondres, 1774, obra en la que veniente alguno, sino de g randísim as ventajas” , escribe V anderlint,
se d edica al tem a un cap ítu lo especial: “ P rices depend on q uantity "y a que si a causa de él dism inuye la c an tid ad del n u m era rio , que
es lo que se tra ta de im pedir con las prohibiciones, las naciones
of m o n ey ” [Los precios dependen de la c a n tid a d de dinero), p. 122
y ss. En Z u r K ritik . . . , p. 149, a n o to a este respecto; “ Al co n ce­ que hay an obten id o ese n u m era rio e n c o n tra rá n , con seguridad,
q u e to d as las cosas a u m e n tan de p recio en la m edida en que
bir el din ero , de. m an e ra to ta lm e n te e quivocada, com o sim ple m e r­
c ancía, [A dam Sm ith] soslaya, im plícitam ente, la cuestión tocante a u m e n ta en esos países la c an tid ad de n u m era rio . Y . . . nues­
tras m a n u fa c tu ra s y to d o o tro tip o de a rtícu lo p ro n to se a b a ra ta rá n
a la cantid a d de m oneda en circulación". E sto sólo se aplica en la
tan to que se in clin ará a n u e stro fav o r la b a la n za de com ercio, con
m edida en que Sm ith considera el d inero ex of f i ci o [expresam ente].
lo cual el d inero re flu irá h acia nosotros." (Ib íd e m , pp. 43, 44.)
O casionalm ente, sin em bargo, p o r ejem plo en la crítica de los
so Q Ue cad a clase singular de m ercancías constituye, debido a
an te rio re s sistem as de econom ía política, expone la tesis correcta:
su precio, un elem en to en la sum a de los precios de todas las
"L o que en todos los países regula la can tid ad de m oneda es el
m ercancías en circulación, se co m prende de suyo. P ero lo que es
valor de las m ercan cías que deben c irc u la r por interm edio de
co m p letam en te incom prensible es cóm o valores de uso inconm en­
a q u élla . . . El v alor de los artículos c o m p ra d o s y vendidos cada
surables entre sí h ab rían de in tercam b iarse en m asse por la m asa
añ o en un país requiere la circulación de cierta can tid ad de dinero,
de o ro o de p lata existente en u n país. Si se re d u je ra el m u n d o de
a fin de que aquéllos circulen y se distrib u y an en tre sus verdade-
las m ercan cías a una única m ercancía global, de la cual cada m er­
deros consum idores, y no puede d a r em pleo a una cantidad m ayor.
c ancía no sería m ás que una p arte alícuota, o b ten d ríam o s el
El can al de la c irculación a tra e, necesariam ente, una sum a sufi­
h e rm o so ejem plo m ate m á tic o siguiente: m ercancía global = x
ciente p a ra lle n a r su cauce, y nunca adm ite m ás de esa sum a".
q u in tales de oro . M ercancía A = p arte alícu o ta de la m ercancía
( W eatth o f N atio n s, [vol. in.l lib. tv, cap. i[. pp. 87. 89).) De
to ta l = la m ism a p arte alícuota de x quin tales de oro . M ontes-

150
151
c) La m oneda. El signo de valor La moneda de oro y el oro en lingotes, pues, sólo se
distinguen, en esencia, por el grabado, y el oro puede pasar
De la función del dinero como medio de circulación en cualquier momento de una forma a la otra.81 Pero el
surge su figura monetaria. La fracción ponderal de oro camino que sale de la casa de la moneda es, al mismo
figurada en el precio o nombre dinerario de las mercancías, liempo, el derrotero que conduce al crisol. Sucede que en
debe enfrentarse a éstas, en la circulación, como pieza su curso se desgastan las monedas de oro, unas más, otras
áurea o moneda de igual denominación. Al igual que fijar menos. El título del oro y la sustancia del mismo, el conte­
el patrón de los precios, acuñar es asunto que concierne nido nominal y el real, inician su proceso de disociación.
al estado. En los diversos uniformes nacionales que el oro Monedas homónimas de oro llegan a tener valor desigual,
y la plata revisten en calidad de monedas, pero de los porque desigual es su peso. El oro en cuanto medio de
que se despojan cuando entran al mercado mundial, se circulación diverge del oro en cuanto patrón de los precios,
pone de manifiesto la escisión entre las esferas internas y con ello cesa de ser el equivalente verdadero de las
o nacionales de la circulación mercantil y su esfera univer­ mercancías cuyos precios realiza. La historia de estas
sal, la del mercado mundial. complicaciones forma la historia monetaria de la Edad
Media y de la Época M oderna hasta entrado el siglo xvin.
La tendencia espontánea del proceso circulatorio a con­
quieu lo expone c an d o ro sam en te: “Si se c o m p a ra la m asa de oro vertir el ser áureo de la moneda en apariencia áurea, o a
y p la ta que h a y e n el m u n d o c o n la m asa de m ercan cías existentes la moneda en un símbolo de su contenido metálico oficial,
en él, es indudable que se p o d rá c o m p a ra r cad a a rtícu lo o m er­ es reconocida incluso por las leyes más modernas relativas
cancía, en p a rticu la r, con c ie rta p o rción [. . .] de la o tra . S u p o n ­ al grado de pérdida metálica que incapacita a una moneda
gam os q u e en el m u n d o só lo exista una m ercancía, o q u e sólo
h a y a u n a que se com pre, y que la m ism a sea tan divisible c o m o el para la circulación o la desmonetiza.
dinero: tal pa rte de esa m ercancía co rre sp o n d e rá a cu al p a rte de la El hecho de que el propio curso del dinero disocie del
m asa d e l d in ero ; la m itad <jlel to ta l d e la u n a a la m itad d e l total contenido real de la moneda su contenido nominal, de su
de la o tra , etc. . . . L a fijación del precio de las cosas depende siem ­
pre, en lo fu n d a m e n ta l, de la pro p o rció n que existe entre el existencia metálica su existencia funcional, implica la posi­
to ta l de las cosas y el to ta l de los signos” . (M ontesquieu, E sprit bilidad latente de sustituir el dinero metálico, en su función
des lois, t. ni, pp. 12, 13.) A cerca del desarro llo u lte rio r de monetaria, por tarjas de otro material,, o símbolos. Los
esta teo ría por R icardo, sus discípulos Jam es M ili, lord O ver-
stone y o tro s, véase Z u r K ritik . . . , pp. 140-146, y p. 150 y ss.
El señor Jo h n S tu a rt M ili, con la lógica ecléctica que le es usual, 81 Q ueda co m pletam ente fu e ra de m i objetivo, natu ralm en te,
se las ingenia p a ra d efend er la tesis de su p ad re, Ja m es M ili, y al el e n tra r en detalles com o el m onedaje y o tro s por el estilo. N o
m ism o tiem p o la c o n tra ria . C u a n d o se c o n fro n ta el tex to de su obstante, opongam os al sicofante rom án tico A dam M üller, que
com pendio, P rincipies o f P olitical E c o n o m y, con el p rólogo (prim e­ se hace lenguas de “la grandiosa liberalidad'' con q u e el “gobierno
ra edición), en el cual se a n u n cia a sí m ism o com o el A d a m Sm ith inglés acuña gratu ita m en te la m o n e d a " ,l68l el siguiente juicio de sir
de la época actual, n o se sabe qué a d m irar m ás, si la ingenuidad D udley N o rtii: “ La p lata y el oro , al igual que o tra s m ercancías,
de ese hom bre o la de su público, que con to d a b u e n a fe lo tom a tienen sus alzas y bajas. C u a n d o llegan rem esas de E spaña . . . se
p o r un A dam Sm ith, con el cual g uarda, a p ro x im ad a m en te , la las lleva a la T o rre y con ellas se a cu ñ a m oneda. N o pasa m ucho
m ism a relació n q u e el g en eral W illiam s K a rs o f K a rs con el tiem po sin que surja u n a d e m a n d a de m etal en lingotes, p a ra
duque de W ellington. I67l L as investigaciones originales — ni am plias la exportación. Si no se dispone del m ism o, ya que todo el m etal
ni sustanciosas— e m p ren d id as p o r el señor Jo h n S tu art M ili en los e stá am o n e d ad o , ¿qué oc u rre entonces? Se funden las m onedas;
dom inios de la e co n o m ía política, m a rc h a b a n ya to d as en fo rm a ­ no hay pérd id a en ello, pues la acuñación no le cuesta n a d a al
ción en su o b rita de 1844, S o m e V n se ttled Q uestions o f Political prop ietario . Se h a perju d icad o a la nación, haciéndole pagar para
E c o n o m y. L ocke e n u n cia categóricam ente la relación entre la ca­ tren z ar la paja que al final se com e el b u rro . Si el m e rc ad e r” (el
rencia de valor del o ro y la p lata y la determ inación de su valor propio N o rth e ra uno de los com erciantes m ás a ca u d ala d o s de la
por la cantidad. “ H ab ien d o llegado la hum an id ad al acuerdo de época de C arlo s II) “ tu v iera que pagar el precio de la acuñación,
co n ferir un valor im aginario al o ro y la p lata . . . el valor intrínse­ reflex io n aría antes de enviar la plata a la T o rre, y el dinero acu­
co q u e se atribuye a esos m etales no es m ás que su cantidad.” ñ ad o ten d ría siem pre un v alor superior al de la p lata sin am o n e­
(Som e C o n s id é r a tio n s .... p. 15.) d a r” . (N o rth , op. cit., p. 18.)

152 153
minos relativos, carecen de valor, billetes de papel, quedan
impedimentos técnicos que presenta la acuñación de frac­
ciones ponderales pequeñísimas del oro o de la plata, y la pues en condiciones de funcionar sustituyendo al oro, en
circunstancia de que originariamente se emplearan como calidad de moneda. En las tarjas dinerarias metálicas el
medida del valor y por tanto circularan como dinero m eta­ carácter puramente simbólico se halla aún, en cierta me­
les más viles en vez de los más preciosos — la plata en dida, encubierto. En el papel moneda hace su aparición
lugar del oro, el cobre en vez de la plata— hasta el mo­ sin tapujos. Como se ve, ce n’est que le premier pas qui
mento en que el m etal más precioso los destronó, todos coûte [sólo el primer paso es el que cuesta].1691
esos hechos explican históricamente el papel de las tarjas Sólo consideramos aquí el papel moneda estatal de
de plata y cobre como sustitutos de las monedas de oro. curso forzoso. El mismo surge directamente de la circu­
Dichas tarjas remplazan el oro en los puntos de la circu­ lación metálica. El dinero crediticio, por el contrario,
lación mercantil donde la moneda circula más rápidamente supone condiciones que, desde el punto de vista de la circu­
y por ende se desgasta con mayor rapidez, esto es, donde lación mercantil simple, aún nos son completamente desco­
las compras y ventas se reiteran sin cesar y en la escala nocidas. Observemos de pasada, empero, que así como
más reducida. Para impedir que esos satélites desplacen al el papel moneda propiamente dicho deriva de la función
oro de su sitial, se determinan por ley las reducidísimas asumida por el dinero como medio de circulación, el dinero
proporciones en que es obligatorio aceptarlos como pago crediticio tiene su raíz natural en la función del dinero en
en vez del oro. Por supuesto, las trayectorias que siguen las cuanto medio de pago.Sí
diversas clases de moneda se entrecruzan. La moneda frac­ El estado lanza al proceso de circulación, desde afuera,
cionaria comparece junto al oro para pagar fracciones de billetes de papel que llevan impresas sus denominaciones
la moneda de oro más pequeña; el oro penetra constante­ dinerarias, como por ejemplo 1 libra esterlina, 5 libras
mente en la circulación al por menor, pero, a su vez, cons­ esterlinas, etc. En la medida en que esos billetes circulan
tantemente se lo expulsa de ella mediante su cambio por efectivamente en lugar de cantidades de oro homónimas,
monedas fraccionarias.82
se limitan a reflejar en su movimiento las leyes del curso
La ley determina arbitrariamente el contenido metálico
de las tarjas de plata o cobre. En su curso, las m ism as’
83 E l m an d a rín de las finanzas, W an M ao-in, se atrevió a
se desgastan aun más rápidamente que las monedas de som eter al H ijo del C ielo u n p ro y e cto cuyo objetivo en cu b ierto era
oro. Por consiguiente, en la práctica su función monetaria tra n s fo rm a r los asignados im periales chinos en billetes conver­
se vuelve enteramente independiente de su peso, esto es, tibles. E n el inform e de la C om isión de A signados fech ad o en
de todo valor. La existencia monetaria del oro se escinde ab ril de 1854, se le pasa la d ebida reprim enda. N a d a se nos dice
de si, p o r a ñ ad id u ra, le p ro p in aro n la ¡nfaltable tan d a de azotes
totalmente de su sustancia de valor. Objetos que, en tér­ de b am bú. “L a com isión” , observa al final del inform e, "ha sope­
sado cuidadosam ente su p ro y ecto y llegado a la conclusión de
que en él todo favorece a los com erciantes, y n ada a la c o ro n a.”
82 “Si la p lata no excede nunca de la sum a req u erid a p a ra (A rb e iten der K aiserlich R ussischen G esandschajt zu P eking iiber
los pagos m enores, no se la p o d rá re u n ir en cantidades suficientes C hina, trad. del ruso del d o cto r K . A bel y F. A. M ecklenburg,
p a ra los de m ay o r volum en . . . El uso del o ro e n los pagos p rin ci­ Berlín, 1858, t. i, p. 54.) A cerca de la continua desm etalización de
p ales im plica tam bién, necesariam en te, su uso en el com ercio al las m o n ed as de o ro , a causa d e su curso, dice un “go v ern o r” [ge­
p o r m enor: quienes disponen de m onedas de o ro las utilizan en rente] del B anco de In g la te rra , deponiendo com o testigo ante la
las co m p ras p eq u eñ as y, a d em ás de la m ercancía, reciben un vuelto “ H ouse of L o rd s’ C o m m itte e ” [C om isión de la C á m a ra de los
en p la ta ; de esta m an e ra es rem ovido el excedente de p la ta , que L ores] (de “ banlc a c ts” [leyes bancarias]): “T o d o s los años una
en caso c o n tra rio e sto rb aría al com erciante m in o rista, y se dispersa nueva p a rtid a de so b eran o s” (no en un sentido político, aclarem os:
en la circulación general. P e ro si hay tan ta p lata que los pagos so b eran o es el nom bre de la libra esterlina) "se vuelve dem asiado
m en o res pueden ajustarse sin necesidad del oro , el com erciante al liviana. La p a rtid a que d u ra n te un a ñ o pasa p o r tener su peso
p o r m en o r ten d rá entonces que recibir p lata p a ra los pagos peque­ com pleto, pierde por desgaste lo suficiente p a ra que al año siguien­
ños y ese m etal, necesariam ente, se acu m u lará en sus m an o s.” te la b a lan za se p ro n u n c ie en contra de e lla ” . (H ouse o f L o rd s’
(D avid B uchanan, In q u iry in to the T axation a n d C om m ercia i Poli- C om m ittee, 1848, n. 429.)
cy o f G reat B ritain, E d im burgo, 1844, pp. 248, 249.)

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itinerario. Una ley específica de la circulación de billetes demás cantidades de mercancías, son también cantidades
no puede surgir sino de la proporción en que éstos repre­ de valor.84
sentan el oro. Y esa ley es, simplemente, la de que la Se plantea la pregunta, finalmente, de a qué se debe
emisión del papel moneda ha de limitarse a la cantidad que se pueda sustituir el oro por simples signos de sí mis­
en que tendría que circular el oro (o la plata) representado mo, desprovistos de valor. Pero, como hemos visto, el oro
simbólicamente por dicho papel. Cierto es que la cantidad sólo es sustituible en la medida en que se aísla o se vuelve
de oro que la esfera de la circulación puede absorber fluc­ autónomo en su función de moneda o medio de circulación.
túa constantemente por encima o por debajo de cierto nivel Ahora bien, esa función no se autonomiza en el caso de
medio. Con todo, la masa del medio circulante no puede cada una de las monedas de oro, por más que la autonomi-
estar nunca, en un país determinado, por debajo de cierto zación se manifieste en el hecho de que sigan circulando
mínimo fijado por la experiencia. El hecho de que esa piezas de oro desgastadas. Las piezas de oro son meras
masa mínima cambie continuamente de elementos, esto es, monedas, o medios de circulación, sólo mientras se encuen­
tran efectivamente en el curso. Pero lo que no rige para
se componga de otras piezas de oro, en nada modifica su
cada una de las monedas de oro, rige para la masa mínima
volumen ni su constante ajetreo en la esfera de la circula­
de oro sustituible por papel moneda. Ésta reside constante­
ción, naturalmente. De ahí que se la pueda remplazar por
mente en la esfera de la circulación, funciona sin cesar
símbolos de papel. Si, en cambio, hoy se llenan con papel como medio de circulación y, por lo tanto, existe de modo
moneda todos los canales de la circulación, hasta el último exclusivo como portador de esa función. Su movimiento,
grado de su capacidad de absorción dineraria, puede ocu­ pues, representa únicamente la alternación continua de los
rrir que mañana se desborden a causa de las oscilaciones procesos contrapuestos de la metamorfosis mercantil M -
en la circulación mercantil. Se pierde toda medida. Pero D - M, en la cual la figura de valor de la mercancía sólo
si el papel excede de su medida, esto es, supera la cantidad se enfrenta a ésta para desaparecer enseguida nuevamente.
de monedas áureas de igual denominación que podrían La presentación autónoma del valor de cambio de la mer­
circular, a pesar de todo habrá de representar dentro del cancía no es, aquí, más que una aparición fugitiva. De
mundo de las mercancías — dejando a un lado el riesgo de inmediato, otra mercancía sustituye a la primera. De ahí
descrédito general— sólo la cantidad de oro determinada que en un proceso que constantemente lo hace cambiar
por las leyes inmanentes de ese mundo, y por tanto la única de unas manos a otras, baste con la existencia meramente
que puede ser representada. Por ejemplo, si la masa de simbólica del dinero. Su existencia funcional, por así de­
billetes representara dos onzas de oro por cada onza, lo cirlo, absorbe su existencia material. Reflejo evanescente-
que ocurriría de hecho es que 1 libra esterlina se conver­
tiría en el nombre dinerario de Va de onza, digamos, en 84 N o ta a la 2? edición. — El siguiente pasaje de F u llarto n
m u estra la n u la c la rid a d con que, incluso los m ejores escritores
vez del de Va de onza. El resultado sería el mismo que si sobre tem as d inerarios, conciben las diversas funciones del dinero:
el oro hubiera sufrido modificaciones en su función de “Q ue en lo concerniente a nuestros intercam bios_ internos, todas
medida de los precios. Los mismos valores, pues, que antes las fu n cio n es m o n eta ria s que u sualm ente desem peñan las m onedas
de o ro y p la ta p o d rían ser realizad as con la m ism a eficacia p o r
se representaban en el precio de 1 libra esterlina se expre­ u n a circulación de b illetes inconvertibles, sin m ás valor que el
san ahora en el precio de 2 esterlinas. valor ficticio y convencional [. . .1 que les atrib u y e la ley, es un
hecho que, a m i juicio, no ad m ite negativa a lguna. Puede hacerse
El papel moneda es signo áureo o signo dinerario. Su que un v alor de este tipo se ajuste a to d o s los usos del valor
relación con los valores mercantiles se reduce a que éstos intrínseco e incluso que h aga innecesaria la ex istencia de un p atrón
se hallan expresados de manera ideal en las mismas canti­ de valor, siem pre que la can tid ad [ .. .] e m itid a se m an ten g a d entro
de los lím ites debidos” . (F u llarto n , R eg u la ro n o f C urrencies, 2? ed.,
dades de oro que el papel representa simbólica y sensorial­ L ondres, 1845, p. 21.) ¡A sí que com o la m ercancía d in era ria es
mente. El papel moneda es signo del valor sólo en cuanto sustituible en la circulación p o r sim ples signos de valor, es super-
representa cantidades de oro, las cuales, como todas las flu a com o m edida de los valores y p atrón de los precios!

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mente objetivado de los precios mercantiles, el dinero sólo a) A tesoram iento
funciona como signo de sí mismo y, por lo tanto, también
puede ser sustituido por signos.85 El signo del dinero no El ciclo continuo de las dos metamorfosis mercantiles
requiere más que su propia vigencia socialmente objetiva, contrapuestas, o la fluida rotación de compra y venta, se
y el papel moneda obtiene esa vigencia mediante el curso manifiesta en el curso incesante del dinero o én su función
forzoso. Este curso forzoso estatal sólo rige dentro de la de perpetuurn mobile de la circulación. No bien la serie
esfera de circulación interna, o sea de la circunscrita por de metamorfosis se interrumpe, no bien la venta no se com­
las fronteras de una comunidad, pero es sólo en esa esfera, plementa con la compra subsiguiente, el dinero se inmovi­
también, donde el dinero ejerce de manera plena su función liza o, como dice Boisguillebert, se transforma de meuble
como medio de circulación o moneda, y por tanto donde en immeuble [de mueble en inmueble], l'wbis| de moneda en
puede alcanzar, en el papel moneda, un modo de existencia dinero.
puramente funcional y exteriormente desligado de su Ya con el desarrollo inicial de la circulación mercantil
sustancia metálica. se desarrolla también la necesidad y el deseo apasionado
de poner a buen recaudo el producto de la primera meta­
morfosis, la figura transmutada de la mercancía o su crisá­
3. El dinero lida áurea.85 No se venden mercancías para adquirir
mercancías, sino para sustituir la forma mercantil por la
dineraria. De simple fase intermediadora del intercambio
La mercancía que funciona como medida del valor, y de sustancias, ese cambio formal se convierte en fin en
por consiguiente, sea en persona o por medio de un repre­ sí mismo. La figura enajenada de la mercancía se ve impe­
sentante, también como medio de circulación, es el dinero. dida de funcionar como su figura absolutamente enajena­
El oro (o bien la plata) es, por ende, dinero. Funciona ble, o como su forma dineraria meramente evanescente. El
como dinero, por una parte, allí donde tiene que presen­ dinero se petrifica en tesoro, y el vendedor de mercancías
tarse en su corporeidad áurea (o argéntea) y por tanto se convierte en atesorador.
como mercancía dineraria', o sea ni de modo puramente En los inicios de la circulación mercantil, precisamente,
ideal, como en la medida de valor, ni siendo pasible de sólo se convierte en dinero el excedente de valores de uso.
representación, como en el medio de circulación. Por otra De esta suerte, el oro y la plata se transforman de suyo
parte, funciona también como dinero allí donde su función, en expresiones sociales de lo superfluo o de la riqueza.
la desempeñe en persona o a través de un representante, lo Esta forma ingenua del atesoramiento se perpetúa en pue­
fija como figura única del valor o única existencia adecuada blos en los cuales a un modo de producción tradicional
del valor de cambio, frente a todas las demás mercancías y orientado a la propia subsistencia, corresponde un con­
en cuanto simples valores de uso. junto de necesidades firmemente delimitado. Tal es el
caso de los asiáticos, y particularmente en la India. Van-
85 Del hech o de que el oro y la p lata , en c u an to m oneda o derlint, quien se figura que los precios mercantiles están
en la función exclusiva de m edios de circulación, se conviertan determinados por la masa de oro y plata existente en un
en signos de sí m ism os, deduce N icholas B arbón el derecho de los
gobiernos “ to raise m oney" [a a u m e n tar el (valor del) dinero], país dado, se pregunta por qué las mercancías indias son
esto es, a c onferir a una cantidad de plata, den o m in ad a "gro- tan baratas. Respuesta: porque los indios entierran el
schen". por ejem plo, el nom bre de una can tid ad de plata m ayor, dinero. De 1602 a ¡734, observa Vanderlint, enterraron
com o tálero , devolviendo así a los acreedores “ groschen" en vez
de táleros. ''E l d in ero se desgasta y aligera por los frecuentes
pagos . . . Lo que la gente tiene e n cuenta en las transacciones es 8« “ U na riqueza en d inero no es m ás que . . . riqueza en p ro ­
la deno m in a ció n y el curso del dinero, no la can tid ad de plata . . . ductos. con vertid o s en dinero." (M ercier de la Rivière, L 'ordre intui­
Es la a u to rid ad pública sobre el m etal lo que convierte a éste en rei . . . . p. 573.) "U n valor en productos no ha hecho m ás que
d in e r o ." (N. B arbón. A D iscourse on . . . , pp. 29. 30, 25.) cam biar de fo rm a ." (Ibidem , p. 486.)

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150 millones de libras esterlinas en plata, que originaria­ Como el dinero no deja traslucir qué es lo que se ha
mente habían pasado de América a Europa.87 En 1856- convertido en él, todo, mercancía o no mercancía, se
1866, o sea en 10 años, Inglaterra exportó a India y China convierte en dinero. Todo se vuelve venal y adquirible. La
(gran parte del metal expedido a este último país se abre circulación se transforma en la gran retorta social a la que
camino hasta la India) £ 120 millones en plata, obtenidas todo se arroja para que salga de allí convertido en cristal
previamente a cambio de oro australiano. de dinero. No resisten a esta alquimia ni siquiera los huesos
Con el desarrollo ulterior de la producción mercantil, de los santos y res sacrosanctce, extra commercium homi-
todo productor de mercancías debe asegurarse el nervus re- num [cosas sacrosantas, excluidas del comercio humano],
rum [nervio de las cosas],[701 tener en su mano la “prenda mucho menos toscas.90 Así como en el dinero se ha extin­
social”.88 Sus necesidades se amplían sin cesar y demandan guido toda diferencia cualitativa de las mercancías, él a su
imperiosamente una compra continua de mercancías ex­ vez, en su condición de nivelador radical,1451 extingue todas
tranjeras, mientras que la producción y venta de su propia las diferencias.91 Pero el dinero mismo es mercancía, una
mercancía insumen tiempo y están sujetas a contingencias. cosa exterior, pasible de convertirse en propiedad privada
Para comprar sin vender, nuestro productor tiene que ha­ de cualquiera. El poder social se convierte así en poder
ber vendido antes sin comprar. Esta operación, practicada privado, perteneciente a un particular. De ahí que la socie­
a escala general, parece ser contradictoria consigo misma. dad antigua lo denuncie como la moneda fraccionaria de
En sus fuentes de producción, sin embargo, los metales su orden económico y moral.92 La sociedad moderna, que
preciosos se intercambian directamente por otras mercan­ ya en los años de su infancia saca por los pelos a Plutón
cías. Se opera aquí una venta (por parte del poseedor de
mercancías) sin compra (desde el punto de vista del pro­
E n riq u e III, rey cristianísim o de F ra n c ia , a rre b a tó sus
pietario de oro y p la ta ).89 Y ventas ulteriores, sin compras reliquias a los conventos, etc., para co nvertirlas en d inero cons­
subsiguientes, se reducen a servir de medio para la distri­ tan te y sonante. E s conocido e l papel que, en la historia griega,
bución posterior de los metales preciosos entre todos los desem p eñ ó el saqueo de los tesoros del tem plo d èlfico p o r los
poseedores de mercancías. Surgen de esta manera, en todos focenses. C o m o es sabido, en la A ntig ü ed ad los tem plos servían de
m o rad a al dios de las m ercancías. E ran “bancos sag rad o s” . E ntre
los puntos del tráfico, tesoros de oro y plata diversos en los fenicios, pueblo co m ercial par excelience, se ten ía al d inero
volumen. Con la posibilidad de retener la mercancía como por fig u ra e n ajen a d a de todas las cosas. E ra perfectam en te n o r­
valor de cambio o el valor de cambio como mercancía, se m al, pues, que las doncellas q u e se e n tre g ab a n a los fo rastero s en
despierta la avidez de oro. A medida que se expande la las festividades de la diosa del am or, o fren d a ra n a ésta la m oneda
circulación mercantil se acrecienta el poder del dinero, recibida com o paga.
la forma siempre pronta, absolutamente social de la “¿O ro?, ¿o ro cobrizo, b rilla n te , p r e c io s o ? .. . En profusión,
h a b rá de to rn a r blan co al negro, herm oso al feo; lo falso, v erda­
riqueza. “El oro es excelentísimo: [. . .] quien lo tiene dero ; noble a l ruin; m o zo al viejo, y a l c o b ard e, valeroso. ¡Oh,
hace cuanto quiere en el mundo, y llega a que echa las dioses! ¿P or qué, qué es esto? P o rq u e él a p a rta rá de vuestro
ánimas al paraíso.” (Colón, en carta desde Jamaica, 1503.) lado sa cerd o tes y servidores; re tira rá la a lm o h a d a de d e b ajo de
la cabeza de los h o m b res m ás robustos; este a m a rillo esclavo va
a unir religiones y escindirlas, e n altec er a los m alditos, h a ce r que
87 “Es gracias a esta p rá ctic a com o m an tien en a precios tan se ad o re a la lepra blanq u ecin a, sen tar a los lad ro n es en los escaños
bajos todos sus artícu lo s y m an u fa ctu ra s.” (V anderlint, op. cit., del senado y oto rg arles títulos, genuflexiones y beneplácitos; él es
pp. 9 5 , 9 6 . ) el que p ro cu ra nuevas nupcias a la viuda achacosa . . . V am os, tú,
88 “ El d inero es una p re n d a.” (John Bellers, E ssays A b o u t the cieno m aldito, puta com ún del género h u m an o .” (Shakespeare,
Poor, M anufactures, Trade. P lantations, a n d Im m o ra lity , L ondres, T im ó n de ,4 tenas.)I70bis]
¡6 9 9 , p. ¡ 3 .)
82 “ N o ha habido entre los hom bres invención m ás funesta
8-' La c om pra, en el sentido categórico del térm ino, supone q u e la del din ero : ella devasta las ciudades, ella saca a los h o m ­
ya, en realidad, al o ro y la p lata co m o figura tran sm u ta d a de la bres de su casa, ella los industria y pervierte sus buenos sentim ien­
m ercancía, o com o p ro d u c to de la venta. tos, disponiéndolos para todo hech o p unible; ella enseñó a los

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de las entrañas de la tierra,93 saluda en el áureo Santo
Grial la rutilante encarnación de su propio principio vital. o que, como medio de compra, se disuelva en medios de
En cuanto valor de uso, la mercancía satisface una disfrute. De ahí que el atesorador sacrifique al fetiche del
necesidad particular y constituye un elemento particular oro sus apetitos carnales. Aplica con toda seriedad el evan­
de la riqueza material. Pero el valor de la mercancía mide gelio de la abstinencia. Por otra parte, sólo puede retirar
el grado de su fuerza de atracción sobre todos los elementos de la circulación, bajo la forma de dinero, lo que le entrega
de la riqueza material, y por tanto la riqueza social de su a ella bajo la forma de mercancía. Cuanto más produce,
poseedor. A juicio del poseedor de mercancías bárbara­ lanto más puede vender. Laboriosidad, ahorro y avaricia
mente simple, e incluso de un campesino de Europa Occi­ son por consiguiente sus virtudes cardinales; vender mucho,
dental, el valor es inseparable de la forma de valor, y por comprar poco, la suma de su economía política.’"
tanto el acrecentamiento del caudal de oro y plata equivale
Junto a la forma directa del tesoro, discurre su forma
a un acrecentamiento del valor. Sin duda, el valor del
estética, la posesión de mercancías de oro y plata, que cre­
dinero varía, sea a consecuencia de su propio cambio de
ce a la par de la riqueza de la sociedad burguesa. “So-
valor, sea porque se altera el valor de las mercancías. Pero
ello no impide, por una parte, que eomo siempre 200 onzas yons riches ou paraissons riches” [seamos ricos o pa­
de oro contengan más valor que 100, 300 más que 200, rezcamos ricos] (D id e ro t).1711 Se forma de esta suerte, por
etcétera, ni que por otra parte la forma metálica natural de una parte, un mercado — en constante expansión— para el
esa cosa siga siendo la forma que es el equivalente general oro y la plata, independientemente de sus funciones dine­
de todas las mercancías, la encarnación directamente social radas, y por la otra parte una fuente latente de oferta de
de todo trabajo humano. El afán de atesoramiento es ilimi­ dinero, que fluye ante todo en períodos de convulsiones
tado por naturaleza. Cualitativamente, o por su forma, el sociales.
dinero carece de límites, vale decir, es el representante El atesoramiento desempeña diversas funciones en la
general de la riqueza social porque se lo puede convertir economía de la circulación metálica. La función siguiente
de manera directa en cualquier mercancía. Pero, a la vez, dimana de las condiciones en que deben recorrer su curso
toda suma real de dinero está limitada cuantitativamente, las monedas de oro o plata. Como habíamos visto, las cons­
y por consiguiente no es más que un medio de compra de tantes oscilaciones de la circulación mercantil en lo que
eficacia limitada. Esta contradicción entre los límites cuan­
se refiere a volumen, precios y velocidad, determinan que
titativos y la condición cualitativamente ilimitada del di­
la masa del dinero en curso refluya y afluya incesante­
nero, incita una y otra vez al atesorador a reemprender
mente. Esa masa, por consiguiente, debe estar en condi­
ese trabajo de Sísifo que es la acumulación. Le ocurre como
al conquistador del mundo, que con cada nuevo país no ciones de contraerse y expandirse. Ora es necesario atraer
hace más que conquistar una nueva frontera. dinero bajo la forma de moneda, ora repeler moneda bajo
Para conservar el oro como dinero y por ende como la forma de dinero. Para que la masa de dinero realmente
elemento de la tesaurización, debe impedírsele que circule en curso corresponda siempre al grado de saturación que
caracteriza a la esfera de la circulación, la cantidad de-
oro o plata disponible en un país ha de ser mayor que
h o m b res a valerse de to d o s los m edios y a ingeniarse p a ra c o m e ter la empeñada en la función monetaria. Mediante la forma
toda clase de im p ied ad .” " tesáurica del dinero se satisface esta condición. Los depó-
93 ‘‘El a v aro c o n fía en a rra n c a r al pro p io P lu tó n de las e n tra ­
ñas de la tie rra .” (A then[seusl, D eipnoslophistarum . . . ) . )
1,1 “ A crecen tar lo m ás posible el n úm ero de los vendedores
de toda m ercancía, dism inuir lo m ás posible el n ú m ero de sus com ­
“ V ersión castellan a según Tragedias de Sófocles, trad. de José
p rad o res; he aquí los fu n d a m e n to s sobre los que se m ueven todas
A lem any B olufer, en E squilo y Sófocles. O bras com pletas. Buenos
A ires, 1957. p. 632. las operacio n es de la e co n o m ía p olítica.” (V erri, M e d ita zio n i sul­
la . . . , pp. 52, 53.)
162
163
sitos que guardan los tesoros sirven a la vez como desagua­ transacciones entre las mismas personas, las condiciones de
deros y acequias del dinero circulante que de este modo venta de las mercancías pasan a regirse por sus condiciones
nunca inunda los canales por los que discurre.9"’ de producción. Por otra parte, se vende también el uso
de ciertos tipos de mercancías, por ejemplo de una casa,
b) M edio de pago (luíante un lapso determinado. Sólo una vez que haya
iranscurrido el plazo convenido, el comprador habrá obte­
En la forma directa de la circulación mercantil, con­ nido efectivamente el valor de uso de la mercancía. Com­
siderada hasta aquí, la misma magnitud de valor se pre­ pra, pues, antes de pagar. Un poseedor de mercancías
senta siempre de manera doble: como mercancía en un vende una mercancía ya existente; el otro compra como
polo, como dinero en el polo opuesto. Por tanto, los posee­ mero representante del dinero, o como representante de un
dores de mercancías sólo entran en contacto como repre­ dinero futuro. El vendedor deviene acreedor; el compra­
sentantes de equivalentes recíprocamente disponibles. Al dor, deudor. Como aquí se modifica la metamorfosis de
desarrollarse la circulación de mercancías, empero, se des­ la mercancía o el desarrollo de su forma de valor, el
envuelven circunstancias que determinan una separación dinero asume también otra función. Se convierte en medio
cronológica entre la venta de la mercancía y la realización de pago."'
de su precio. Basta indicar aquí las más simples de esas cir­ El carácter de acreedor o deudor surge aquí de la
cunstancias. Un tipo de mercancías requiere más tiempo circulación mercantil simple. La modificación en la forma
para su producción, otro tipo menos. La producción de de ésta deja esa nueva impronta en el vendedor y el com­
algunas mercancías está ligada a las diversas estaciones prador. En un primer momento, pues, se trata de papeles
del año. Una mercancía es producida en el emplazamiento lan evanescentes y recíprocamente cambiantes como los
mismo de su mercado, otra tiene que realizar un largo viaje de vendedor y comprador, y a cargo de los mismos agen­
hasta dar con el suyo. De ahí que un poseedor de mer­ tes de la circulación. No obstante, la antítesis presenta
cancías pueda asumir el papel de vendedor antes que otro ahora, de suyo, un aspecto mucho menos placentero y es
el de comprador. Al repetirse constantemente las mismas susceptible de una mayor cristalización.97 Pero los mismos
caracteres pueden aparecer al margen de la circulación
95 “ P a ra que sea posible p racticar el com ercio de la nación, mercantil. La lucha de clases en el mundo antiguo, por
se requiere u n a sum a d e te rm in a d a de d in ero m etálico, la cual
varía, y en o c a s io n e s e s m á s , y e n o c a s io n e s m e n o s , según ejemplo, se desenvuelve principalmente bajo la forma de
lo req u ie ran las circu n stan cias en las que nos e n c o n tra m o s . . . una lucha entre acreedores y deudores, y termina en Roma
Estos flujos y reflujos del d in ero se efectúan y regulan sin inter­ con la decadencia del deudor plebeyo, al que sustituyen
vención alg u n a de los p olíticos . . . Los baldes fun cio n an a lte rn a ­
tivam ente: c u an d o el d in ero escasea, se acu ñ a m etal precioso;
los esclavos.
c u an d o escasea el m etal, se funden las m o n ed a s.” (Sir D . N o rth , En la Edad Media la lucha finaliza con la decadencia
op. cit.[, P ostcript], p. 3.) Jo h n S tuart M ili, d u ra n te largos años del deudor feudal, que con su base económica pierde
fu n c io n a rio de la C om pañía de las Indias O rientales, t72l confirm a
que en la In d ia los o rn a m e n to s de p lata siguen desem peñando
d irec ta m en te las funciones de tesoro. “C u a n d o rige una tasa alta 9li L u tero distingue e n tre el d inero com o m edio de com pra y
del interés, se sacan a luz los o rn am en to s de p lata y se los; am o ­ com o m edio de pago. “ M achest m ir einen Zw illing aus dem Schade-
neda; el p roceso inverso o c u rre c u an d o baja la tasa del interés.” w acht, das ich hie nicht bezalen und d o rt n icht k au ffen kann."
(T estim onio de J. St. M ili, en R e p o n on B a n k A cts, 1857, n. 2084, |C on este señor D on Seguro I” bisl m e haces un gem elo, que aquí
2101.) Según un do cu m en to p a rla m e n tario de 1864 en to rn o a la no puedo pagar y allá no puedo co m prar.] (M artin L u th e r, A n die
im portación y ex p o rta ció n de o ro y p lata e n la In d ia, I73! en 1863 l ’farrherrn, wider den W ncher zn predigen, W ittenberg, 1540.)
la im portación de esos m etales superó a la ex p o rtació n en 91 A cerca de la situación de los deudores y los acreedores
19.367.764 libras esterlinas. E n los 8 años in m ed iatam en te a n te rio ­ entre los m ercaderes ingleses a principios del siglo xvui, véase lo
res de 1864 el exceso de la im portación sobre la e x portación de siguiente: “ Reina en tre los com erciantes tal espíritu de crueldad,
los m etales preciosos ascendió a 109.652.917 esterlinas. D u ra n te el ¡iquí en In g laterra , que n o sería posible e n c o n tra rlo en ninguna
presente siglo se acu ñ aro n en la In d ia m u ch o m ás de 200.000.000 o tra sociedad h u m an a, ni en ningún o tro reino del m u n d o ”. (A n
de esterlinas. l-issay on C redil and ihe B a n kru p t A ct, L ondres. 1707, p. 2.)

164 165
también su poder político. Aun así, la forma dineraria — y en dinero. Su primera metamorfosis sólo se lleva a cabo
la relación entre el acreedor y el deudor reviste la forma posteriormente.!,s
de una relación dineraria— en estos casos no hace más En todo lapso determinado del proceso de circulación,
que reflejar el antagonismo entre condiciones económicas las obligaciones vencidas representan la suma de los pre­
de vida ubicadas en estratos más profundos. cios de las mercancías cuya venta las hizo surgir. La masa
Retornemos a la esfera de la circulación mercantil. de dinero necesaria para la realización de esa suma de
Ya no se produce la aparición simultánea de los equiva­ precios depende, en primer término, de la velocidad con
lentes, mercancía y dinero, en los dos polos del proceso que recorren su curso los medios de pago. Ésta depende
de la venta. Ahora, el dinero funciona primero como m e­ de dos circunstancias: la concatenación de las relaciones
dida del valor, al determinar el precio de la mercancía entre acreedores y deudores, de tal modo que A, que
vendida. Ese precio, fijado contractualmente, mide la obli­ recibe dinero de su deudor B, se lo paga a su acreedor C,
gación del comprador, esto es, la suma de dinero que el etcétera, y el lapso que media entre los diversos plazos de
mismo debe pagar en el plazo estipulado. Funciona, en pago. La cadena consecutiva de pagos, o de primeras meta­
segundo lugar, como medio ideal de compra. Aunque sólo morfosis efectuadas a posteriori, se distingue esencialmente
existe en la promesa dineraria del comprador, hace que del entrelazamiento, antes considerado, de las series de
la mercancía cambie de manos. Sólo al vencer el plazo metamorfosis. La conexión entre vendedores y compra­
convenido, el medio de pago entra efectivamente en la dores no sólo se expresa en el curso del medio de circula­
circulación, es decir, pasa de las manos del comprador a ción: la conexión misma surge en el curso del dinero y
las del vendedor. El medio de circulación se transformó con él. En cambio, el movimiento del medio de pago
en tesoro porque el proceso de circulación se interrumpió expresa una conexión social preexistente.
en la primera fase, o, dicho de otra manera, porque se La simultaneidad y yuxtaposición de las ventas limitan
sustrajo a la circulación la figura transm utada de la mer­ el remplazo de la masa de moneda resultante de la veloci­
cancía. Si bien el medio de pago ingresa a la circulación, dad de su curso. Constituyen, por el contrario, una nueva
ello ocurre después que la mercancía se ha retirado de la palanca en la economía de los medios de pago. Con la
misma. El dinero ya no es el mediador del proceso. Le concentración de los pagos en el mismo lugar se desa­
pone punto final, de manera autónoma, como existencia rrollan, de manera espontánea, institutos y métodos para
absoluta del valor de cambio o mercancía general. El compensarlos. Es el caso de los virements, por ejemplo,
vendedor convierte la mercancía en dinero, para satisfacer en el Lyon medieval. Basta confrontar los créditos de A
con éste una necesidad; el atesorador, para conservar la contra B, de B contra C, de C contra A, etc., para cance­
mercancía bajo forma dineraria; el comprador endeudado, larlos, hasta cierto importe, como magnitudes positivas y
para poder pagar. Si no lo hace, se efectúa la venta judi­
cial de sus bienes. La figura de valor característica de la m N o ta a la 2“ edición. — Del siguiente pasaje, tom ad o de
mercancía, el dinero, se convierte ahora, obedeciendo a la o b ra que publiqué en 1859, se desprende el m otivo de que en el
texto haga caso o m iso de una form a co n trap u esta: "P o r el con­
una necesidad social derivada de las circunstancias del pro­ trario , en el proceso D - M puede enajenarse el dinero com o
ceso mismo de circulación, en fin último de la venta. m edio de c o m p ra efectivo, realizándose así el precio de la m er­
El comprador, antes de haber transformado la mer­ cancía antes de que se realice el valor de uso del dinero o se
enajene la m ercancía. Sucede esto a diario, por ejem plo, en la
cancía en dinero, vuelve a convertir el dinero en mercancía, form a del pago por ad elan ta d o . O en la fo rm a en que el gobierno
o sea, lleva a cabo la segunda metamorfosis mercantil inglés com pra el opio a los raiates . . . en la India. 1741 De este
antes que la primera. Pero la mercancía del vendedor cir­ m odo, sin em b arg o , el dinero no hace m ás que o p e ra r en la form a
cula, realiza su precio, sólo bajo la forma de un título ya conocida de m edio de c o m p ra . . . T am bién se ad elan ta capital,
n a tu ra lm e n te , bajo la fo rm a de dinero . . . P ero este punto de vista
jurídico privado que lo habilita para reclamar el dinero. no está co m p ren d id o e n los lím ites de la circu lació n sim ple".
Se transforma en valor de uso antes de haberse convertido C/.nr K rilik . . . , pp. 119. 120.)

166 167
ucee ante su propia forma de valor. Hacía apenas un
negativas. Sólo resta para liquidar, así, un último saldo. instante que el burgués, ebrio de prosperidad, había pro­
Cuanto mayor sea el volumen alcanzado por la concentra­ clamado con sabihonda jactancia que el dinero era una ilu­
ción de los pagos, tanto menor será, relativamente, el saldo sión huera. Sólo la mercancía es dinero. ¡Sólo el dinero es
final, y por tanto la masa de los medios de pago circulantes. mercancía!, es el clamor que ahora resuena en el mercado
La función del dinero como medio de pago trae con­ mundial. Como el ciervo brama por agua cla ra ,174bisl el
sigo una contradicción no mediada. En la medida en que alma del burgués bram a por dinero, la única riqueza.100
se compensan los pagos, el dinero funciona sólo idealmen­ En la crisis, la antítesis entre la mercancía y su figura de
te como dinero de cuenta o medida de los valores. En la valor, o sea el dinero, se exacerba convirtiéndose en con-
medida en que los pagos se efectúan realmente, el dinero Iradicción absoluta. La forma en que se manifieste el dine­
ya no entra en escena como medio de circulación, como ro también es aquí, por lo tanto, indiferente. La hambruna
forma puramente evanescente y mediadora del metabolismo, de dinero se conserva incambiada, ya se deba pagar en
sino como la encarnación individual del trabajo social, oro o en dinero de crédito, como los billetes de banco.""
como la existencia autónoma del valor de cambio, como Si consideramos ahora la suma total de dinero en curso
mercancía absoluta. Dicha contradicción estalla en esa fase en un lapso determinado, tenemos que, estando dada
de las crisis de producción y comerciales que se denomina una velocidad para el curso de los medios de circulación
crisis d i n e r a r i a La misma sólo se produce allí donde la y de pago, dicha suma será igual a la suma de los precios
cadena consecutiva de los pagos y un sistema artificial de mercantiles que hay que realizar más la suma de los pagos
compensación han alcanzado su pleno desarrollo. Al sus­ vencidos, menos los pagos que se compensan entre sí, me­
nos, por último, el núm ero de recorridos en los cuales la
citarse perturbaciones más generales de ese mecanismo,
misma pieza dineraria funciona alternativamente, ora como
procedan de donde procedan, el dinero pasa, de manera
medio de circulación, ora como medio de pago. El campe-
súbita y no mediada, de la figura puramente ideal del
dinero de cuenta a la del dinero contante y sonante. Las 100 “ E sta tran sm u ta ció n re p en tin a del sistem a crediticio en
mercancías profanas ya no pueden sustituirlo. El valor sistem a d in era rio a ñ ad e el te rro r teórico al p ánico práctico, y los
de uso de la mercancía pierde su valor y su valor se desva- agentes de la circulación se a te rran an te el m isterio insondable de
sus p ro p ias relaciones.” (K. M arx , op. cit., p. 126.) "L o s pobres
e stán p a rad o s po rq u e los ricos no tienen d in ero p a ra d a rle s o c u ­
89" L a crisis d in era ria ta l cual se define en el texto, com o pación, a u n q u e tienen la m ism a tie rra y los m ism os brazos que
fase de toda crisis, debe distinguirse bien de la clase particular a n tes para sum in istrarles víveres y ro p a; lo cual es la v erdadera
de crisis a la que tam b ién se lla m a crisis d in era ria , p ero que puede riqueza de una nación, y no el d in ero ." (John Bellers, P roposals
co n stitu ir un fen ó m en o e n te ram e n te a u tó n o m o y que p o r tan to sólo fo r R aising a C olledge o f In d u stry, L ondres, 1696, pp. 3, 4.)
por reacción ejerce un in flu jo sobre la in d u stria y el com ercio. 101 V éase cóm o apro v ech an esas circunstancias los “am is du
T rá ta se de crisis cuyo m ovim iento se centra en el capital d in erario co m m e rc e ” [am igos del com ercio): “E n cierta o casión" (1839), “ un
y cuya esfera directa es por tan to la esfera de las acciones d ra m á ­ viejo b a n q u e ro a v a rie n to ” (de la C ity) “levantó la tap a del escrito­
ticas del cap ital din erario : la banca, la bolsa, las finanzas. rio ante el que se sentaba, en su despacho p rivado, y le m ostró
a un am igo fajos de billetes de banco, diciéndole con p ro fu n d o
gozo que allí h ab ía 600.000 libras esterlinas a las q u e se había
“ E n la 3? y 4? ediciones esta n o ta se presen tó así, según a p u n ­ reten id o para q u e e l d in ero escaseara, y que se p o n d ría n to d as en
tes m arginales de M arx en su ejem plar p ersonal de la 2? edición: c irculación después de las tres de la tarde de ese m ism o d ía” . ([H.
“ La crisis d in e ra ria tal cu al se la define en el texto, com o fase Roy) T h e T heory o f the E xchanges. T he B ank C harter A c t o f ¡8 4 4 ,
p a rtic u la r de toda crisis general de la pro d u cció n y el c o m er­ L ondres, 1864, p. 81.) T he O bserver, órg an o oficioso, ad vierte el
cio., d ebe distinguirse bien del tipo especial de crisis a la que ta m ­ 24 de abril de 1864: “C ircu lan ru m o res m uy e x tra ñ o s a ce rca de los
bién se llam a crisis d in era ria , pero que puede h acer su aparición m edios a los q u e se ha re c u rrid o p a ra crear una escasez de bille­
de m a n e ra a u tó n o m a y que por ta n to sólo por reacción ejerce un tes d e b anco . . . L a suposición de que se h a y a efectu ad o alguna
influjo sobre la industria y el com ercio. T rá ta se de crisis cuyo m aniobra de esa índole p o d rá p arecer discutible, pero las in fo rm a­
m ovim iento se c e n tra e n el c ap ital d in era rio , reduciéndose por ciones sobre el pun to se han d ifundido tan to que realm ente son
tan to su esfera directa de acción a la banca, la bolsa, las finanzas.
dignas de m ención".
(N o ta de M arx a la 3? edición.)”
169
168
sino, por ejemplo, vende su trigo por £ 2, que sirven por plata quedan relegadas principalmente al ámbito del co­
tanto como medio de circulación. E n la fecha de venci­ mercio en pequeña escala.103
miento, paga con ellas el lienzo que le ha suministrado el Cuando la producción mercantil ha alcanzado cierto
tejedor. Las mismas £ 2 funcionan actualmente como nivel y volumen, la función del dinero como medio de
medio de pago. El tejedor compra ahora una biblia;a fun­ pago rebasa la esfera de la circulación mercantil. El dinero
cionan de nuevo como medios de circulación, etc. Por se convierte en la mercancía general de los contratos.101
consiguiente, aunque estén dados tanto los precios como Las rentas, los impuestos, etc., dejan de ser contribuciones
la velocidad del curso dinerario y la economía de los pagos, en especie para convertirse en pagos dinerarios. H asta qué
ya no coinciden la masa de dinero en curso y la masa punto esta transformación está condicionada por la confi­
de mercancías que circula durante cierto período, por guración global del proceso productivo, lo demuestra, por
ejemplo un día. Está en curso dinero que representa mer­ ejemplo, el que por dos veces fracasara el intento del
cancías sustraídas desde hace tiempo a la circulación. Cir­ Imperio Rom ano de recaudar todos los impuestos en dine­
culan mercancías cuyo equivalente en dinero no aparecerá ro. L a terrible miseria del campesinado francés durante el
sino en el futuro. Por otra parte, las deudas contraídas cada reinado de Luis XIV, tan elocuentemente denunciada por
día y las que vencen ese mismo día, constituyen magnitudes Boisguillebert, el mariscal Vauban, etc., no se debía sola-
totalmente inconmensurables.102
El dinero crediticio surge directamente de la función 103 C o m o ejem plo de cu án poco d in ero real particip a en las
del dinero como medio de pago, ya que los propios certifi­ o peracio n es com erciales v erdaderas, o frecem os a contin u ació n el
cados de deudas correspondientes a las mercancías vendidas b alance de u n a de las m ayores casas com erciales inglesas" sobre
circulan a fin de transferir a otros esos créditos. Por otra sus ingresos y egresos an u ales e n dinero. R educim os aquí a la
escala d e un m illón de lib ras esterlinas sus transacciones com ercia­
parte, al expandirse el sistema crediticio se extiende tam ­ les del a ñ o 1856, que c om prenden e n realidad m uchos m illones
bién la función del dinero como medio de pago. E n cuanto de libras.
tal, el dinero asume formas propias de existencia; revis­
tiéndolas, se establece en la esfera de las grandes transac­ Ingresos L ibras Egresos L ibras
esterlinas esterlinas
ciones comerciales, mientras que las monedas de oro y
Letras de banqueros y L etras pagaderas en
com erciantes, paga­ fecha fija 302.674
deras en fecha fija 553.596
102 “El m onto de las v e n ta s 11 o c o n trato s c elebrados en el curso Cheques sobre ban­
C heques de banqueros,
de cu alq u ier día d e te rm in a d o , no a fe c ta rá la c an tid ad de d in ero etcétera, pagaderos a queros de L ondres 663.672
en curso ese m ism o día, sino que, en la gran m ay o ría de los la vista 357.715
casos, aquéllos se resolverán e n m últiples letras de cam bio sobre Billetes de bancos de
provincias 9.627
la can tid ad de d inero que esté e n curso en fechas siguientes, m ás Billetes del B anco de Billetes del B anco de
o m enos d is ta n te s . . . L as letras lib rad as o los créditos conce­ Inglaterra 68.554 Inglaterra 22.743
O ro 28.089 O ro 9.427
didos hoy n o tienen por qué tener sem ejanza alguna, ni en su P lata y cobre 1.486 Plata y cobre 1.484
can tid ad , ni en su m o n to o en su duración, con las letras lib ra d as Post O ffice O rders
o los créditos o to rg ad o s p a ra m añ a n a o p asa d o m añ an a: n o sólo [giros postales] 933
eso, sino que m uchas de las letras y créditos de hoy coincidirán
T otal 1.0 0 0 .0 0 0 T otal 1.0 0 0 .0 0 0
a su v encim iento con una m asa de obligaciones cuyos orígenes
se re m o n tan a u n a serie de fechas an te rio re s ab so lu tam en te inde­ ( R e p o rt ¡rom th e Select C o m m itte e on th e B ank A c ts , J u ly , 1858, p . L X X I . )
finidas: a m en u d o se sum an letras a 12, 6 , 3 m eses o 1 m es, en g lo ­
bándose con las obligaciones com unes que vencen el m ism o d ía . . .” 104 “ D e este m odo, el cu rso del com ercio se h a tran sfo rm ad o :
(The C urrency T h eo ry R eview ed ; a L e tte r to the Scotch P eople. en lu g ar de in tercam b iar a rtículos p o r artículos, o de e n tre g ar y
B y a B a n ker in E ngland, E d im burgo, 1845, pp. 29, 30 y pássim .) recibir, ah o ra se vende y se paga', todas las transacciones . . . se
establecen a h o ra sobre la base de un precio en d in ero .” ([D . De-
foe,] A n E ssay apon P ublick C redit, 3? ed., L ondres, 1710, p. 8 .)
11 E n la 3? y 4? ediciones, en vez de “ biblia” : “biblia, en
efectiv o ” .
b “ Sales” ; e n el o riginal: “p u rch ases” [“c o m p ra s”]. " En la 4? edición se agregó aquí: “(M orrison, D illon & C o.)”.

170 171
la velocidad del curso de los medios de pago se desprende
mente al monto de los impuestos, sino también a que las
que para todos los pagos periódicos, sea cual fuere su fuen­
contribuciones en especie se habían convertido en impues­
tos en dinero.105 Por otra parte, si en Asia la renta de te, la masa necesaria de medios de pago estará en razón
directa a a la duración de los plazos de pago.in~
la tierra pagada en especie, que es al mismo tiempo el
El desarrollo del dinero como medio de pago requiere
elemento fundamental de los impuestos gubernamentales,
la acumulación de dinero para los vencimientos de las
se funda en condiciones de producción que se reproducen
sumas adeudadas. Mientras que el atesoramiento como for­
con la inalterabilidad de las condiciones naturales, esa for­
ma autónoma para enriquecerse desaparece con el avance
ma de pago ejerce a su vez un influjo conservador sobre
de la sociedad burguesa, crece con ésta, a la inversa, bajo la
la vieja forma de producción. Constituye uno de los secre­
forma de fondo de reserva constituido por medios de pago.
tos que explican la conservación del Imperio Otomano. Si
el comercio exterior, impuesto por Europa, hace que en el
Japón las rentas en especie dejen su lugar a las rentas en
dinero,3 ello significará el fin de la ejemplar agricultura de c) D inero mundial
ese país. Las estrechas condiciones económicas de existen­
cia que la hacían posible se habrían disuelto. Cuando sale de la esfera de la circulación interna, el
En todos los países se fijan determinadas fechas de oro se despoja de las formas locales surgidas en esa órbita
— patrón de precios, moneda, moneda fraccionaria y signo
pago, de validez general. Esas fechas obedecen en parte,
de valor— y recae en la forma originaria de los metales
dejando a un lado otros movimientos circulares de la repro­
ducción, a condiciones naturales de la producción ligadas
al cambio de las estaciones. Regulan asimismo los pagos que m anos a o tras." A unque la c irculación efectiva m edia de billetes
de b an co no a lcan za en E scocia a los 3 m illones de lib ras esterlinas,
no derivan directamente de la circulación mercantil, como sin em bargo, en d eterm in ad as fechas de pago anuales, es puesto
los impuestos, las rentas, etc. La masa de dinero requerida en m ovim iento todo billete en poder de los ban q u ero s, en total
en ciertos días del año para atender esos pagos, dispersos 7 m illones de esterlinas. E n estas ocasiones los billetes deben
por toda la superficie de la sociedad, suscita perturbacio­ cu m p lir u n a fu nción única y específica, y, n o bien la han d esem ­
p eñado, refluyen a los bancos respectivos de los que salieron. (John
nes periódicas, aunque completamente superficiales, en la F u lla rto n , R egulation o f C urrencies, 2? ed., L ondres, 1845, p. 8 6 ,
economía de los medios de pago.106 De la ley relativa a nota.) P a ra c o m p re n d er ¡o precedente, agreguem os que en E scocia,
por la fech a en que se pub licó la o b ra de F u lla rto n , se em itían
billetes, y no cheques, p o r los depósitos.
lor> “E l d in ero [. ..] se h a c o nvertido e n el verdugo de to d as 10T A la p re g u n ta de “si, en caso de hab er n ecesidad de reunir
las cosas.” E l a rte de las fin an zas es el “a lam b iq u e que h a hecho 40 m illones p o r año, b a staría con los m ism os 6 m illones” (en oro)
e v a p o ra r u n a c a n tid a d a te rra d o ra de a rtícu lo s y m ercancías p a ra “p a ra las revoluciones y circulaciones de rigor req u erid as por el
c o n feccio n ar ese fa ta l e x tra c to ” . “E l d in ero [. . .] d e clara la co m e rcio ” , P etty co n testa con su hab itu al m aestría: “ R espondo
g u e rra [. . .] a todo el género h u m an o .” (B oisguillebert, D issertation que sí: p a ra u n a sum a de 40 m illones, si las revoluciones tuviesen
sur la nature des richesses, d e t’argent e t des tribuís, ed. p o r D aire, órbitas cortas, sem anales, por ejem plo, co m o o curre e n tre los
É co n o m istes financiers, P arís, 1843, t. i, pp. 413, 419, 417[, 418].) a rte sa n o s y o b re ro s pobres, que co b ran y pagan todos los sábados,
i °6 “ Ei lunes de P entecostés de 1824” , n a rra el señor C raig 4 0 /5 2 de 1 m illón satisfarían esas exigencias; p ero si esas re v o lu ­
an te la com isión investigadora p a rla m e n ta ria de 1826, “ h u b o en ciones fu e ra n trim estrales, co n fo rm e a nu e stra costum bre en el
E d im b u rg o u n a d e m a n d a tan inm ensa de billetes en los bancos pago de re n ta s y la recau d ació n de im puestos, entonces se re q u e ­
que a las once n o les q u e d ab a un solo billete. Los ban q u ero s rirían 10 m illones. P o r consiguiente, si suponem os que los pagos
p ro c u ra ro n conseguirlos prestados en todos los dem ás bancos, p ero en general describen u n a ó rb ita interm edia, e n tre 1 sem ana y 13,
n o p u dieron ob ten erlo s, y m uchas tran saccio n es se co n ce rta ro n en agreg arem o s 10 m illones a los 4 0 /5 2 , la m itad de lo cual será
sim ples slips o f paper [tiras de papel]; sin e m b a rg o , ¡a eso de las 5 Vi; de m odo que si disponem os de 5 Vi m illones, ten d rem o s lo
tres de la tard e todos los billetes e stab an de vuelta en los bancos su ficien te”. (W illiam Petty, P olitical A n a to m y o f Ireland, 1672,
de d o n d e salieron! Sim plem ente se los h a b ía tran sferid o de un as L ondres, 1691, pp. 13, 14.1751)

“ “G e ld ren te ” ; en 3? y 4? ediciones; “G o ld re n te ” [“renta " 1 ? a 4? ediciones: “inversa” en vez de “d ire c ta ” .


e n o ro ”].
173
172
preciosos, la forma de lingotes. En el comercio mundial El dinero mundial funciona como m edio general de
las mercancías despliegan su valor de modo universal. De IHigo, medio general de compra y concreción material, ab­
ahí que su figura autónom a de valor se les contraponga, solutamente social, de la riqueza en general ( universal
en este terreno, como dinero mundial. Sólo en el mercado wealth). Prepondera la función de medio de pago, para la
mundial el dinero funciona de m anera plena como la compensación de balances internacionales. De ahí la con­
mercancía cuya forma natural es, a la vez, forma de efec- signa del mercantilismo: ¡Balanza com ercial!'0" El oro y
tivización directamente social del trabajo humano in abs­
tracto. Su modo de existencia se adecúa a su concepto.
I y 3 g ram o s de oro, m uy ra ra m en te de 30 a 60. L a plata, si bien
En la esfera de la circulación interna sólo una mer­ ra ra s veces se p re sen ta en estado pu ro , a p arece en cam bio en
cancía puede servir como medida del valor, y por tanto m inerales com pactos, re la tiv a m e n te fáciles de se p a ra r d e la ganga,
como dinero. En el mercado mundial se aplica una medida y que contienen por lo general en tre un 40 y un 90 % de m etal
doble del valor: el oro y la plata.108 precioso; o bien a p are ce en can tid ad e s m enores, p e ro contenida
en m inerales de cobre, plom o, etc., de explotación rem unerativa
ile p o r sí. Y a de esto se desprende que m ien tras que el trab a jo
108 De ahí el ab su rd o de esa legislación que prescribe a los necesario p a ra la pro d u cció n del o ro m ás bien au m e n ta, el que
b an co s nacionales a te so ra r ú n icam en te el m etal precioso que en exige la pro d u cció n de p lata se h a reducido d ecididam ente, lo cual
el in te rio r del p aís fu n cio n a com o dinero. Son conocidos, p o r explica d e m an e ra to ta lm e n te n a tu ra l la reducción o p e rad a en el
ejem plo, los “ benignos o bstáculos ’ q u e se in terp o n e a sí m ism o valor del ú ltim o m etal. Si no se re cu rriera , aun a h o ra , a m edidas
el B anco de In g la te rra . En to rn o a las g randes épocas históricas a rtificiale s p a ra m an te n er elevado el precio de la p la ta , esa baja
del c am b io relativo de valor e n tre el o ro y la p la ta , véase K. M arx, de v alor se trad u c iría en una b aja de precio to d av ía m ayor. Sólo
Z u r K ritik . . . , p. 136 'y ss. — A gregado de la 2 9 edición: Sir se h a iniciado, sin e m b a rg o , la ex plotación de u n a p e q u eñ a pa rte
R obert Peel p ro c u ró re m e d ia r el inconveniente p o r m edio de una de los veneros de p lata am ericanos, por lo cual todo indica que el
ley baticaria de 1844, la cual a u to riz a b a al B anco de In g la te rra valor de este m etal seguirá en b aja d u ran te m ucho tiem po. Agré-
a e m itir b illetes sobre la p la ta en lingotes, siem pre que las reservas guese a esto la reducción relativ a que ha ex p erim e n tad o la dem anda
de este m etal, sin em b arg o , no ex ced ieran en un c u a rto de las de de p lata p a ra artícu lo s útiles y suntuarios, su sustitución por m er­
o ro. P a ra ello, se e stim a e l v alo r de la p lata según la cotización c ancías e n ch a p ad a s, alum inio, e tc . T o d o esto p e rm ite c a lib ra r el
(en oro) que alcance en el m erc ad o de L ondres. { F .E . — A gregado utopism o de la idea b im etalista según la cu al un curso forzoso
a la 4? edición. — N o s e n co n tram o s de nuevo en u n a época en q u e in te rn ac io n al h a b ría de e le v a r nuevam ente la p la ta a la vieja
el v alor relativo del o ro y la p lata h a cam b iad o considerablem ente. relación de valor de 1 : 15 V i. M ás bien, lo p ro b a b le es que tam bién
H ace unos 25 años la relación de valor e n tre uno y o tro m etal en el m erc ad o intern acio n al vaya p e rd ie n d o cada vez m ás su calidad
e ra = 15 Vi : 1; la a c tu a l es a p ro x im ad a m en te = 22 : 1, y él v a lo r de din ero .)
de la p lata sigue d eclinando, de m an e ra con stan te, con respecto al 109 Los im p u g n ad o res del m ercantilism o — p a ra el cual el
del oro . E llo se debe, e n lo esencial, a una revolución o p e rad a en ajuste, e fec tu a d o con o ro y p la ta , de una b a la n za com ercial fa v o ­
el m o d o de pro d u cció n de am bos m etales. A n tes se o b ten ía el oro, ra b le e ra el o b jetivo del co m ercio m undial— desconocían a b so lu ta ­
casi exclusivam ente, p o r el lav ad o de capas aluviales auríferas, m ente, p o r su p a rte , la función del d in ero m u n d ial. E n el caso de
p ro d u c to s de la erosión su frid a por ro cas que co n ten ían el m etal. R icardo, he d em o strad o deten id am en te (Z u r K ritik . . . , p. 150
H oy en d ía ese p ro c ed im ie n to ya no es suficiente. L o h a relegado y ss.) c ó m o la falsa concepción ace rca de las leyes q u e rigen la
a segundo p la n o un m étodo q u e antes se aplicab a secu n d ariam en te, m asa de los m edios de circulación se refleja en la concepción,
a u n q u e e ra bien conocido p o r los antiguos (D iodoro, III, 12-14): ig ualm ente falsa, sobre el m ovim iento intern acio n al de los m etales
el lab o re o directo de los filones de cu arzo a u rífe ro . P or o tra p a rte , preciosos. El falso dogm a ricard ian o : “ U n a b alan za com ercial
n o sólo a c a b a n de descu b rirse al oeste de la s M o n ta ñ as R ocosas d esfav o rab le n u n c a surge por o tra causa que p o r un exceso de
enorm es y acim ientos de p la ta , sino que éstos y las m inas arg en tí­ circu lan te . . . La expo rtació n de m oneda obedece a su b a ra tu ra ,
fe ra s m exicanas han sido a b ierto s al tráfico m edíante vías fé rre a s y no es el efecto, sino la causa de una balanza co m ercial d esfavo­
lo cual hace posible la intro d u cció n de m a q u in a ria m o d ern a y de ra b le ”, I78) se e n c u e n tra ya en B arbón: “ La balanza c om ercia/, si
com bustibles y, con ello, la extracción del m etal en gran escala es que existe, n o es la causa de que se envíe al exterior el dinero
y a m en o re s costos. P e ro existe u n a g ran d ifere n cia en el m odo d e una nación; ese fe n ó m e n o obedece a las diferencias de
en q u e uno y o tro m etal aparecen en los filones. El o ro por lo valor de los lingotes de m etales preciosos en los diversos
general se e n cu e n tra en e sta d o p u ro , pero, en cam bio, está d esp er­ países". (N . B arbón, A D iscourse on . . . , p. 59.) E n T h e Literature
d igado en el cu arzo en porciones ínfim as; es necesario, por ende, o f P olitical E conorny: a C lassified C atalogue, L ondres, 1845,
tritu ra r to d a la m ena y e x tra e r el o ro m ediante lav ad o o am algam a. M acC ulloch elogia a B arbón por esa anticipación, p e ro se cuida
D e 1.000.000 de g ra m o s de cu arz o suele obtenerse, apenas, e n tre d iscretam en te hasta de m en c io n ar las fo rm as ingenuas que todavía

174 175
la plata sirven como medio internacional de compra, en lo riza de manera expresa al oro y la plata, a diferencia de
fundamental, no bien se perturba repentinamente el equi­ sus representantes puramente locales, como money of the
librio tradicional del intercambio entre distintas naciones. world [dinero mundial].
Finalmente, funcionan como concreción material, absoluta­ El movimiento de la corriente de oro y plata es doble.
mente social, de la riqueza, cuando no se trata de compras Por una parte, esa corriente se vierte, a partir de sus
ni de pagos, sino de transferencias de riqueza de un país a fuentes, por todo el mercado mundial, donde la absorben
otro, y allí donde esa transferencia no puede efectuarse en distinta medida las diversas esferas nacionales de circu­
bajo la forma de mercancías, ya sea porque lo impide lación, ingresando así a los canales internos por los que
la coyuntura del mercado o el propio objetivo que se discurre, sustituyendo las monedas de oro y plata desgas-
persigue."0 ladas, proporcionando el material de los objetos suntuarios
Al igual que para la circulación interna, todos los países y petrificándose bajo la forma de tesoros."1 Ese primer
necesitan disponer de un fondo de reserva para la circu­ movimiento se media a través del intercambio directo entre
lación en el mercado mundial. Las funciones de los ateso­ los trabajos nacionales realizados en las mercancías y el
ramientos, pues, derivan en parte de la función del dinero trabajo de los países productores de oro y plata, realizado
como medio interno de circulación y de pago, en parte en los metales preciosos. Por otra parte, el oro y la plata
de su función como dinero mundial.110bis En este último fluyen y refluyen constantemente entre las diversas esferas
papel siempre se requiere la mercancía dineraria real, oro nacionales de circulación, un movimiento que obedece a
y plata corpóreos, y es por eso que James Steuart caracte- las incesantes oscilaciones de la cotización cambiaría.11-
Los países de producción burguesa desarrollada redu­
revisten en B arbón los a b surdos supuestos del “currency p rin cip ie”
cen los tesoros concentrados masivamente en las reservas
[principio del circulante]. I77l La falta de espíritu crítico y hasta bancarias, al mínimo que requieren sus funciones especí­
de h onestidad de ese catálogo llega a su apogeo en las sesiones ficas.111 Con alguna excepción, una repleción extraordina­
dedicadas a h isto ria r la teoría del dinero, pues es allí donde ria de esas reservas por encima de su nivel medio, es índice
M acC u llo ch m en ea a d u la d o ra m e n te el ra b o c o m o b u en sicofante
de lord O verstone (el ex -b an k er [ex ban q u ero ] L oyd), al que llam a
de estancamiento de la circulación mercantil o de que se
“facile princeps a rg e n ta rio ru m ” [el prim ero, sin discusión, entre los ha interrumpido la fluencia de las metamorfosis experi­
ba nqueros], mentadas por las m ercancías."4
n o p o r ejem plo, en el caso de subsidios, em préstitos de guerra
o para la reanudación de los pagos al contado p o r p a rte de bancos, 111 “ El d inero se distribuye entre las naciones según la nece­
e tc éte ra, puede req u erirse que el valor esté disponible precisam ente sidad q u e del m ism o tienen . . . ya que siem pre lo a tra e n los p ro ­
bajo la fo rm a d e dinero. ductos.” (Le T rosne, D e l’intérét social, p. 916.) “L as m inas, que
110bis N o ta a la 2° edición. — ‘‘N o podría, p o r cierto, desear co n tin u a m e n te su m inistran oro y plata, p roducen lo suficiente para
una prueba m ás convincente de la eficacia con qu e, en los países p ro p o rcio n a r a toda nación ese equilibrio necesario.” (V anderlint,
que pagan en m etálico, el m ecanism o de las reservas desem peña M o n ey A n sw e rs . . . , p. 40.)
todas las funciones de ajuste intern acio n al sin ninguna ayuda 1,2 “ L as cotizaciones del cam bio ascienden y declinan todas
significativa de la circulación general, que la facilidad con que las sem anas, y en ciertas épocas del a ñ o se elevan en c ontra de
F ra n c ia , precisam ente m ien tras com enzaba a re co b ra rse de los una nación, y e n o tras épocas ascienden en igual m edida a favor
trasto rn o s pro d u cid o s p o r una d estructiva invasión ex tra n je ra , suyo.” (N . B arbón, op. cit., p. 39.)
com pletó en el lapso de 2 7 m eses el pago a las potencias aliadas " :i C ab e la posibilidad de que en tre esas funciones, no bien
de una con trib u ció n fo rzad a de casi 2 0 m illones — y una consi­ se a ñ ad e a ellas la de fo ndo de conversión para b illetes de banco,
derable p roporción de esa sum a era en m etálico— , sin restricción surja un peligroso conflicto.
ni desorden perceptibles de su curso d in era rio in tern o y sin que se 111 “El d inero que excede de lo estrictam ente necesario para
p ro d u jera siquiera u n a flu ctu ació n a la rm a n te en su cotizació n c am ­ el com ercio interior, es capital m u erto , y no rinde ningún beneficio
b ia ría ." (J. F u llarto n , op. c it., p. 141.) {F . E . — A gregado a la 4? al país q u e lo posee, salvo que se lo exporte m ediante el com ercio,
edición. — U n ejem plo a u n m ás c o n tu n d e n te lo tenem os e n la o bien se lo im p o rte." (J. Bellers, E ssays A b o u t . . . , p. 13.) “¿Q ué
facilidad con que la m ism a F ran cia pudo pag ar en 3 0 m eses o cu rre si tenem os d em asiada m oneda? P odem os fu n d ir la de m ayor
( 1 8 7 1 - 1 8 7 3 ) una indem nización de guerra m ás de diez veces m ayor, peso y con v ertirla en espléndida vajilla, vasos o utensilios de oro
que tam bién en g ran p arte se a b o n ó en m etálico.} y plata, o en v iarla com o m ercancía adonde se la necesite o desee;

176 177
S E C C IÓ N S E G U N D A

LA TRANSFORMACIÓN
DE DINERO EN CAPITAL

C A P ÍT U L O IV

TRANSFORMACIÓN D E D IN ERO EN C A PITAL

1. La fórmula general del capital

La circulación de mercancías es el punto de partida del


capital. L a producción de mercancías, la circulación mer­
cantil3 y una circulación mercantil desarrollada, el comer­
cio, constituyen los supuestos históricos bajo los cuales sur­
ge aquél. De la creación del comercio mundial y el mercado
mundial modernos data la biografía m oderna del capital.13
Si hacemos caso omiso del contenido material de la
circulación mercantil, si prescindimos del intercambio de
los diversos valores de uso, limitándonos a examinar las
formas económicas que ese proceso genera, encontrare­
mos que su producto último es el dinero. Ese producto
último de la circulación de mercancías es la primera forma
de manifestación del capital.
Históricamente, el capital, en su enfrentamiento con la
o c o lo c arla a in te rés a llí d o n d e éste sea e lev ad o ." (W . P etty , propiedad de la tierra, se presenta en un comienzo y en
Q u a n tu lu m c u n q u e C oncerning . . . , p. 39.) “E l dinero n o es sino todas partes bajo la form a de dinero, como patrimonio
la grasa d el cu erp o p o lítico; cuan d o a b u n d a, co m o suele o c u rrir,
se re d u ce la ag ilid ad d e ese cuerpo, y c u a n d o hay d em asiad o
dinerario, capital comercial y capital usurario.1 Sin embar­
p o c o , aquél se e n ferm a . . . A sí co m o la g rasa lu b ric a el m ovim iento go, no hace falta echar una ojeada retrospectiva a la proto-
de lo s m úsculos, los n u tre cuan d o fa lta n los víveres, llena las
cavidades irreg u lares y em bellece e l c u erp o , e l d in ero aviva los 1 L a antítesis entre el p o d e r de la p ro p ied a d de la tie rra, fu n ­
m ovim ientos del estad o , lo n u tre desde el e x tra n je ro en tiem pos d a d o e n relaciones de servidum bre y d o m in ació n personales, y el
e n q u e p re d o m in a la escasez d e n tro d el p a í s . . . y em bellece el
" En la 3 3 y 4 3 ediciones se suprim e “la c irculación m erc an til” .
conjunto, a u n q u e ”, concluye con ironía, “m ás especialm ente a los
particulares q u e lo poseen en ab u n d an c ia .” (W. Petty, ” E n la 3? y 4 3 ediciones esta frase dice así: “ El com ercio
A n a t o m y . . . , pp. 14, 15.) y el m erc ad o m undiales in au g u ra n en el siglo xvi la biografía
m o d ern a del c ap ita l” .
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179
historia del capital para reconocer en el dinero su primera rodeo se quisiera cambiar un valor dinerario cualquiera
forma de manifestación. Esa misma historia se despliega por el mismo valor dinerario, o sea, por ejemplo, £ 100
diariamente ante nuestros ojos. Todo nuevo capital entra por las mismas £ 100. Incomparablemente más simple y
por primera vez en escena —-o sea en el mercado: mercado seguro sería el procedimiento del atesorador que retiene
de mercancías, de trabajo o de dinero— siempre como sus £ 100 en vez de exponerlas a los riesgos de la circu­
dinero, dinero que a través de determinados procesos habrá lación. Por otra parte, ya sea que el comerciante venda
de convertirse en capital. a £ 110 el algodón com prado con £ 100 o que tenga
El dinero en cuanto dinero y el dinero en cuanto capital que deshacerse de él por £ 100 e incluso por £ 50, en
sólo se distinguen, en un principio, por su distinta forma todos los casos su dinero habrá descrito un movimiento
de circulación. peculiar y original, de tipo completamente distinto del que
L a forma directa de la circulación mercantil es M - D - describe en la circulación mercantil simple, por ejemplo en
M, conversión de mercancía en dinero y reconversión de manos del campesino que vende trigo y que con el dinero
éste en aquélla, vender para comprar. Paralelamente a así obtenido adquiere prendas de vestir. Corresponde, por
esta forma nos encontramos, empero, con una segunda, tanto, caracterizar en primer lugar las diferencias de forma
específicamente distinta de ella: la forma D - M - D , con­ entre los ciclos D - M - D y M - D - M . Con lo cual, al
versión de dinero en mercancía y reconversión de mer­ mismo tiempo, saldrá a luz la diferencia de contenido que
cancía en dinero, comprar para vender. El dinero que se oculta tras dichas diferencias formales.
en su movimiento se ajusta a ese último tipo de circula­ Veamos, por de pronto, lo que hay de común entre
ción, se transform a en capital, deviene capital y es ya, ambas formas.
conforme a su determinación, capital. Ambos ciclos se descomponen en las mismas dos fases
Examinemos más detenidamente la circulación D - M - contrapuestas, M - D, venta, y D - M, compra. En cada
D. Recorre la misma, al igual que la circulación mercan­ una de las dos fases se contraponen los dos mismos ele­
til simple, dos fases contrapuestas. En la primera de éstas, mentos del mundo de las cosas, mercancía y dinero, y dos
D - M, compra, el dinero se transform a en mercancía. En personas que ostentan las mismas máscaras económicas, un
la segunda fase, M - D, venta, la mercancía se reconvierte comprador y un vendedor. Cada uno de los dos ciclos
en dinero. Pero la unidad de ambas fases configura el constituye la unidad de las mismas fases contrapuestas, y
movimiento global que cambia dinero por mercancía y la en ambos casos la unidad es mediada por la entrada en
misma mercancía nuevamente por dinero; compra mercan­ escena de tres partes contratantes, de las cuales una se
cía para venderla, o, si se dejan a un lado las diferencias limita a vender, la otra a comprar, pero la tercera alter­
formales entre la compra y la venta, com pra mercancía nativamente compra y vende.
con el dinero y dinero con la mercancía.2 El resultado en Lo que distingue de antemano, no obstante, a los dos
el que se consuma todo ese proceso es el intercambio de ciclos M - D - M y D - M - D , es la secuencia inversa de
dinero por dinero, D - D. Si con 100 libras esterlinas ad­ las mismas fases contrapuestas de la circulación. La circu­
quiero 2.000 libras de algodón, y vendo éstas por £ 110, lación mercantil simple comienza con la venta y termina
en resumidas cuentas habré intercambiado £ 100 por en la compra; la circulación del dinero como capital prin­
£ 1 1 0 , dinero por dinero. cipia en la compra y finaliza en la venta. Allí es la mercan­
Ahora bien, salta a la vista que el proceso de circula­ cía la que constituye tanto el punto de partida como el
ción D - M - D sería absurdo y fútil si por medio de ese término del movimiento; aquí, el dinero. En la primera
forma es el dinero el que media el proceso global, en la
poder im personal del dinero, se resum e c la ram e n te en dos pro v er­ inversa, la mercancía.
bios franceses: “N u lle terre sans seigneur” , y “ l’argent n ’a pas de En la circulación M - D - M el dinero se transforma final­
m a ître ” [“nin g u n a tie rra sin señ o r” ; “el d inero no tiene a m o ” ]. mente en mercancía que presta servicios como valor de uso.
2 “C on d in ero se c o m p ran m ercancías, y con m ercancías,
d in e ro .” (M ercier de la Rivière, L ’ordre n a tu reI . . . . p. 543.) Se ha gastado definitivamente, pues, el dinero. En la forma

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inversa, D - M - D, por el contrario, el comprador da dinero tengo que ver con ellas. Son del tendero. Ahora bien, si
con la mira de percibirlo en su calidad de vendedor. Al com­ vendo un segundo quarter de trigo, vuelve a fluir dinero a
prar la mercancía lanza dinero a la circulación para retirar­ mis manos, pero no a causa de la transacción primera, sino
lo de ella mediante la venta de la misma mercancía. Se des­ tan sólo de su repetición. El dinero se aleja nuevamente de
prende del dinero, pero con la astuta intención de echarle mí tan pronto como celebro la segunda transacción y
mano nuevamente. Se limita, pues, a adelantarlo.3 compro de nuevo. E n la circulación M - D - M, pues, el
En la forma M - D - M la misma pieza de dinero cam­ gasto del dinero no guarda relación alguna con su reflujo.
bia dos veces de lugar. El vendedor la recibe de manos del En D - M - D, por el contrario, el reflujo del dinero está
comprador y se separa de ella al pagar a otro vendedor. condicionado por la índole misma de su gasto. Sin este
El proceso global, que se inicia con la percepción de dinero reflujo la operación se malogra o el proceso se interrumpe
a cambio de mercancía, se clausura con la entrega de dine­ y queda trunco, ya que falta su segunda fase, la venta que
ro a cambio de mercancía. A la inversa en la forma complementa y finiquita la compra.
D - M - D. N o es la misma pieza de dinero la que aquí El ciclo M - D - M parte de un extremo constituido
cambia por dos veces de lugar, sino la misma mercancía. por una mercancía y concluye en el extremo configurado
El comprador la obtiene de manos del vendedor y se des­ por otra, la cual egresa de la circulación y cae en la órbita
prende de ella, cediéndola a otro comprador. Así como en del consumo. Por ende, el consumo, la satisfacción de
la circulación mercantil simple el doble cambio de lugar de necesidades o, en una palabra, el valor de uso, es su obje­
la misma pieza de dinero ocasionaba su transferencia defi­ tivo final. El ciclo D - M - D, en cambio, parte del extremo
nitiva de unas manos a otras, en este caso el doble cambio constituido por el dinero y retorna finalmente a ese mismo
de lugar de la misma mercancía implica el reflujo del extremo. Su motivo impulsor y su objetivo determinante
dinero a su punto de partida inicial. es, por tanto, el valor de cambio mismo.
El reflujo del dinero a su punto de partida no depende En la circulación mercantil simple ambos extremos
de que se venda la mercancía más cara de lo que se la poseen la misma forma económica. Ambos son mercancías.
compró. Esta circunstancia sólo ejerce su influjo sobre la Y, además, mercancías cuya magnitud de valor es igual.
magnitud de la suma de dinero que refluye. El fenómeno Pero son valores de uso cualitativamente diferentes, por
del reflujo se opera no bien se revende la mercancía com­ ejemplo trigo y prendas de vestir. El intercambio de pro­
prada, con lo cual se describe íntegramente el ciclo ductos, el cambio de los diversos materiales en los que
D - M - D. Es ésta, pues, una diferencia sensorialmente se representa el trabajo social, configura aquí el contenido
perceptible entre la circulación del dinero como capital y del movimiento. No ocurre lo mismo en la circulación
su circulación como simple dinero. D - M - D. A primera vista, por ser tautológica, parece
Se describe íntegramente el ciclo M - D - M tan pronto carecer de contenido. Ambos extremos tienen la misma
como la venta de una mercancía produce dinero que la forma económica. Ambos son dinero, no siendo por tanto
compra de otra mercancía sustrae, a su vez. No obstante, valores de uso cualitativamente distintos, ya que el dinero
si refluye dinero al punto de arranque, ello obedece única­ es precisamente la figura transmutada de las mercancías,
mente a la renovación o reiteración de toda la trayectoria. en la cual se han extinguido sus valores de uso particulares.
Si vendo un quarter de trigo por £ 3 y con las mismas Cambiar primero £ 100 por algodón y luego, a su vez, el
£ 3 compro prendas de vestir, en lo que a mí respecta mismo algodón por £ 100, o sea, dando un rodeo, dinero
esas £ 3 se habrán gastado definitivamente. Ya nada por dinero, lo mismo por lo mismo, parece ser una opera­
ción tan carente de objetivos como absurda.4 Una suma
“C u a n d o se c o m p ra una cosa p a ra venderla nuevam ente,
a la sum a utilizada se la den o m in a d inero ad elan ta d o ; cuan d o se la 4 "N o se in tercam b ia d inero por dinero", les g rita M ercier de
c o m p ra p e ro n o para venderla, cabe d e n o m in a rla d inero g a stad o .” la R ivière a los m ercan tilistas (op. cit., p. 486). E n u n a o bra
(Jam es S teuart, W o rk s . . . , ed. por el general sil Ja m es S teuart, co n sa g ra d a ex professo [expresam ente! al “co m ercio ” y a la "especu­
su hijo, I,ondres. 1805. vol. i, p. 274.) lación”, se lee lo siguiente: “T o d o com ercio consiste en el inter-

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de dinero únicamente puede distinguirse de otra por su Pero tal diferencia de valor, en el caso de esta forma de
magnitud. Por consiguiente, el proceso D - M - D no debe circulación, sigue siendo puramente aleatoria. Ésta no
su contenido a ninguna diferencia cualitativa entre sus pierde su sentido y su razón de ser, como en el caso del
extremos, pues uno y otro son dinero, sino solamente a su proceso D - M - D, si los dos extremos, por ejemplo trigo
diferencia cuantitativa. A la postre, se sustrae a la circu­ y prendas de vestir, son equivalentes. Su equivalencia es
lación más dinero del que en un principio se arrojó a ella. aquí, más bien, condición del decurso normal.
El algodón adquirido a £ -1 0 0 , por ejemplo, se revende La reiteración o renovación del acto de vender para
a £ 1 0 0 - ) - 1 0 , o sea £ 110. La forma plena de este comprar encuentra su medida y su meta, como ese proceso
proceso es, por ende, D - M - D ', donde D ' = D + AD, mismo, en un objetivo final ubicado fuera de éste: el con­
esto es, igual a la suma de dinero adelantada inicialmente sumo, la satisfacción de determinadas necesidades. Por el
más un incremento. A dicho incremento, o al excedente contrario, en la compra para la venta, el principio y el fin
por encima del valor origínanoslo denomino yo plusvalor son la misma cosa, dinero, valor de cambio, y ya por eso
(surplus valué). El valor adelantado originariamente no mismo el proceso resulta carente de término. Es verdad
sólo, pues, se conserva en la circulación, sino que en ella que D se ha transformado en D -j- AD, £ 100 en
modifica su magnitud de valor, adiciona un plusvalor o se £ 100 -|- 10. Pero desde un punto de vista puramente
valoriza. Y este movimiento lo transforma en capital. cualitativo, £ 110 son lo mismo que £ 100, o sea dinero.
Es también posible, por cierto, que en M - D - M los Y consideradas cuantitativamente, £ 110 son una suma
dos extremos, M, M, por ejemplo trigo y prendas de vestir, limitada de valor, como £ 100. Si se gastaran las £ 110
sean magnitudes de valor cuantitativamente diferentes. como dinero, dejarían de desempeñar su papel. Cesarían
Cabe la posibilidad de que el campesino venda su trigo de ser capital. Sustraídas a la circulación, se petrificarían
por encima de su valor o compre la ropa por debajo del bajo la forma de tesoro y no rendirían ni un solo centavo
valor de la misma. Puede ocurrir que el tendero lo estafe. por más que estuviesen guardadas hasta el día del Juicio
Final. Si se trata, por consiguiente, de valorizar el valor,
existe la misma necesidad de valorizar las £ 110 que las
c am b io de cosas de d ifere n te tipo, y la v en taja" (¿para el £ 100, ya que ambas sumas son expresiones limitadas del
co m erciante?) “surge p recisam ente de esa diferencia. In tercam b iar valor de cambio, y por tanto una y otra tienen la misma
una lib ra de p a n p o r una lib ra de p a n [. . .] no supondría ninguna
v e n ta ja . . . D e ahí q u e se c o m p a re ven tajo sam en te e l c om ercio con
vocación de aproximarse, mediante un incremento cuanti­
si juego, que consiste en un m ero intercam bio de dinero por tativo, a la riqueza absoluta. Ciertamente, el valor de
dinero” (Th. C orbet, A n Inquiry In to the C auses and M o d e s o f £ 100, adelantado originariamente, se distingue por un
the W ealth o f Individuáis; or the P rincipies o f Trade a n d Specula- momento del plusvalor de £ 10 que le ha surgido en la
tion E xplained, L ondres, 1841, p. 5.) A u n q u e C o rb et no llega
a ad v ertir que D - D , el in tercam b io de d in ero por din ero , es la
circulación, pero esa diferencia se desvanece de inmediato.
fo rm a característica de circulación no sólo del capital com ercial Al término del proceso no surge de un lado el valor
sino de todo capital, concede, p o r lo m enos, que esa fo rm a propia original de £ 100 y del otro lado el plusvalor de £ 10.
de un tipo de com ercio, de la especulación, es com ún a ella y al Lo que surge del proceso es un valor de £ 110 que se
juego, pero entonces aparece M acC ulloch y d escubre que com prar
encuentra en la misma forma adecuada para iniciar el pro­
para vender es especular, con lo cual se esfum a la d iferencia entre
la especulación y el com ercio. "T oda transacción en la cual un ceso de valorización, que las £ 100 originales. Al finalizar
individuo com pra un p ro d u cto para revender, es, de hecho, una el movimiento, el dinero surge como su propio comienzo.'■
especulación." (M acC ulloch, A D ictionary Practica! . . . o f C om -
m erce, L ondres, 1847, p. 1009.) In su p erab lem en te m ás ingenuo es
■’ “ Ei capital se divide . . . en el capital o rig in ario y la ganancia,
Pinto, el P ín d aro de la B olsa de A m sterdam : "E l c om ercio es un
el increm ento del capital . . . a unque en la p rá ctic a m ism a esa
juego" (frase to m a d a e n p ré stam o a L ocke) “y n o es ju g an d o con
ganancia se c onvierta de inm ediato, a su vez, en cap ital y se ponga
m endigos com o se puede g an ar. Si d u ra n te m u ch o tiem po se les
en m ovim iento con éste.” (F. E ngels, "U m risse zu einer K ritik der
ga n ara a todos en todo, h a b ría que devolverles am istosam ente la
N a tio n a lö k o n o m ie ” , en D eutsch-F ranzösische Jahrbücher ed. por
m ay o r p a rte de las ganancias, p a ra re a n u d a r el juego” . (Pinto,
A rn o ld Ruge y K arl M arx, Paris, 1844, p. 99.)
Traite de la circnlation et d a crédit, A m sterdam , 1771, p. 231.)

184 185
El término de cada ciclo singular en el que se efectúa la mo capital personificado, dotado de conciencia y voluntad.
compra para la venta, configura de suyo, por consiguiente, Nunca, pues, debe considerarse el valor de uso como fin
el comienzo de un nuevo ciclo. La circulación mercantil directo del capitalista.7 Tampoco la ganancia aislada, sino
simple — vender para comprar— sirve, en calidad de el movimiento infatigable de la obtención de ganancias.8
medio, a un fin último ubicado al margen de la circulación: Este afán absoluto de enriquecimiento, esta apasionada ca­
la apropiación de valores de uso, la satisfacción de necesi­ cería en pos del valor de cambio,9" es común a capitalista
dades. La circulación del dinero como capital es, por el y atesorador, pero mientras el atesorador no es más que el
contrario, un fin en sí, pues la valorización del valor existe capitalista insensato, el capitalista es el atesorador racio­
únicamente en el marco de este movimiento renovado sin nal. La incesante ampliación del valor, a la que el atesora­
cesar. El movimiento del capital, por ende, es carente de dor persigue cuando procura salvar de la circulación al
medida.6 dinero,10 la alcanza el capitalista, más sagaz, lanzándolo
En su condición de vehículo consciente de ese movi­ a la circulación una y otra vez.10bis
miento, el poseedor de dinero se transforma en capitalista.
Su persona, o, más precisamente, su bolsillo, es el punto
de partida y de retorno del dinero. El contenido objetivo sino co m o fin ú ltim o — pues siem pre p ro c u ra apro x im arse m ás
de esa circulación — la valorización del valor— es su fin a ella, m ie n tras que las a rte s que sólo persiguen m edios p a ra un
fin no carecen de lím ites, p o rq u e su propio fin se los tra z a — ,
subjetivo, y sólo en la medida en que la creciente apropia­ tam p o c o existe p a ra dicha crem atística nin g u n a tra b a que se o p o n ­
ción de la riqueza abstracta es el único motivo impulsor ga a su objetivo, pues su objetivo es el e n riquecim iento absoluto.
de sus operaciones, funciona él como capitalista, o sea co- L a econom ía es la que tiene u n lím ite, no la crem atística . . . La
p rim e ra tiene p o r objeto algo que difiere del d inero m ism o, la o tra
persigue el a u m en to de éste . . . La confusión entre am bas form as,
6 A ristóteles co n tra p o n e la econom ía a la crem atística. Su p u n ­ que se so b rep o n en re cíp ro ca m en te, induce a algunos a considerar
to de p a rtid a lo constituye la p rim e ra, en la m edida en que el arte que el objetivo últim o de la econom ía es la co nservación y au m en ­
de a d q u irir se circunscribe a la obtención de los bienes necesarios to del d in ero h a sta el in fin ito ” . (A ristóteles, D e R epública, ed. por
p a ra la vida o útiles p a ra la fam ilia o el estado. “La verdadera B ekker, lib. i, caps. 8 y 9 y p á ssim .)
riq u ez a (o óUr] 0 iv ó g jik o ñ x o ? ) se com pone de tales valores de 7 “ L as m erc an c ías” (el térm in o se usa aquí en el sentido de
uso, ya que no es ilim itada la m edida de este tipo de propiedad valores de uso) “no son el objeto ú ltim o del c ap italista m ercan til . . .
suficiente p a ra u n a vida buena. Existe, e m p e ro \ otro tipo de arte El d in ero es su objeto ú ltim o .” (Th. C halm ers, On P olitical E cono-
de a d q u irir, al que p referentem ente y con razó n se denom ina cre­ m y . . . , 2? ed., G lasgow , 1832, pp. 165, 166.)
m atística, a causa del cual la riqueza y la propiedad n o pare­ 8 “ P a ra el m erc ad e r casi n o c u en ta el lucro e fectuado, sino
cen reconocer lím ites. E l com ercio de m ercancías” (“ f| x a.x T)?. i - que m ira siem pre el lucro fu tu ro .” (A. G enovesi, L e zio n i di econo­
x t |” significa literalm ente com ercio al m enudeo, y A ristóteles m ía civile (1765), col. C ustodi cit-, pa rte m o d ern a , t. vm , p. 139.)
adopta esta fó rm u la po rq u e en ella pred o m in a el v alor de uso) 9 “ L a pasión inextinguible p o r la g anancia, la auri sacra fa m e s
“no es privativo, de por sí, de la crem atística, pues aquí el inter­ [m ald ita h am b re de o ro ],í78l será siem pre lo que guíe a los cap i­
cam bio sólo concierne a lo necesario para ellos m ism os” (el talistas.” (M acC ulloch, T h e P rincipies o f P olitical E c o n o m y, L o n ­
c o m p ra d o r y el vendedor). P o r eso, expone m ás adelante, la fo rm a dres, 1830, p. 179.) N a tu ra lm e n te , el co m p ren d er esto no im pide
o rig in a ria del com ercio e ra el trueque, p e ro con su expansión su r­ que el m ism o M acC ulloch y consortes, sum idos en perplejidades
gió n e ce sa ria m en te el dinero. A l inventarse el dinero, el tru eq u e teó ricas, por ejem plo cuan d o an alizan la sobreproducción, tra n s­
h u b o de d e sa rro llarse n e cesariam en te h a sta llegar a ser xoutT|kixf|, m u ten al m ism o c ap italista en un buen ciu d a d an o al que sólo le
com ercio de m ercancías, y éste, en contradicción con su tenden­ in teresa el valor de uso y que incluso exhibe un h a m b re de lobo
cia o rig in a ria, se co n v irtió en crem atística, en el arte de hacer p o r b o tas, som breros, huevos, telas estam padas y o tras clases
dinero. La crem atística sólo se distingue de la econom ía en que fam iliarísim as de valores de uso.
“p a ra ella la circulación es la fuente de la riqueza (jioiT]xixri 10 “ 2 w £ e iv ” [salvar] es u n o de los térm in o s característicos
X gT ]n áx (o v . •. 8 iá X g r in á x w v 8 iaf3 o k f¡s). Y parece girar en to r­ de los griegos p a ra la acción de a teso rar. T am b ién “to save” signi­
no del dinero, po rq u e el dinero es el principio y el fin de este fica a la vez salv ar y a h o rra r.
tipo de intercam bio (xo y á g v ó n i a p a a x o iX e to v x a l jié g a g io bis “E sa in fin itu d de que las cosas carecen en su progreso, lo
xfjg á ?. ?. a y fj c; eaxív). D e ahí que tam bién la riqueza que la cre­ tien en en su g iro .” (G alianif, D ella m oneta, p. 156].)
m atístic a tra ta de alc an z a r sea ilim itada. A sí com o es ilim itado, en
su a fán , to d o arte cuyo objetivo n o es co n sid erad o com o m edio * E n la 3? y 4? ediciones, “v a lo r” en vez de “ valor de c am b io ” .

186 187
como ocurre en el atesoramiento. El capitalista sabe que
Las formas autónomas, las formas dinerarias que adop­
todas las mercancías, por zaparrastrosas que parezcan o
ta el valor de las mercancías en la circulación simple, se
mal que huelan, en la fe y la verdad son dinero, judíos inte­
reducen a mediar el intercambio mercantil y desaparecen
riormente circuncidados, y por añadidura medios prodigio­
en el resultado final del movimiento. En cambio, en la cir­
sos para hacer del dinero más dinero.
culación D - M - D funcionan ambos, la mercancía y el
dinero, sólo como diferentes modos de existencia del valor Si en la circulación simple el valor de las mercancías,
mismo: el dinero como su modo general de existencia, la frente a su valor de uso, adopta a lo sumo la forma autó­
mercancía como su modo de existencia particular o, por noma del dinero, aquí se presenta súbitamente como una
así decirlo, sólo disfrazado.11 El valor pasa constantemente sustancia en proceso, dotada de movimiento propio, para
de una forma a la otra, sin perderse en ese movimiento, la cual la m ercancía y el dinero no son más que meras
convirtiéndose así en un sujeto automático. Si fijamos las formas. Pero más aun. En vez de representar relaciones
formas particulares de manifestación adoptadas alternati­ mercantiles, aparece ahora, si puede dec!rse, en una rela­
vamente en su ciclo vital por el valor que se valoriza lle­ ción privada consigo mismo. Como valor originario se dis­
garemos a las siguientes afirmaciones: el capital es dinero, tingue de sí mismo como plusvalor — tal como Dios Padre
el capital es mercancía.12 Pero, en realidad, el valor se se distingue de sí mismo en cuanto Dios Hijo, aunque
convierte aquí en el sujeto de un proceso en el cual, cam­ ambos son de una misma edad y en realidad constituyen
biando continuamente las formas de diñen) y mercancía, una sola persona— , puesto que sólo en virtud del plusvalor
modifica su propia magnitud, en cuanto'plusvalor se des­ de £ 10, las £ 100 adelantadas se transm utan en capital,
prende de sí mismo como valor originario, se autovaloriza. y así que esto se efectúa, así que el Hijo es engendrado y
El movimiento en el que agrega plusvalor es, en efecto, su a través de él el Padre, se desvanece de nuevo su diferen­
propio movimiento, y su valorización, por tanto, autova- cia y ambos son Uno, £ 110.
lorización. H a obtenido la cualidad oculta de agregar valor El valor, pues, se vuelve valor en proceso, dinero en
porque es valor. Pare crías vivientes, o, cuando menos, proceso, y en ese carácter, capital. Proviene de la circula­
pone huevos de oro. ción, retorna a ella, se conserva y multiplica en ella, regresa
Como sujeto dominante de tal proceso, en el cual de ella acrecentado y reanuda una y otra vez, siempre, el
ora adopta la forma dinerada o la forma mercantil, ora mismo ciclo.13 D - D ', dinero que incuba dinero — money
se despoja de ellas pero conservándose y extendiéndose en which begets money— , reza la definición del capital en
esos cambios, el valor necesita ante todo una forma autó­ boca de sus primeros intérpretes, los mercantilistas.
noma, en la cual se compruebe su identidad consigo mismo. Comprar para vender o, dicho con más exactitud, com­
Y esa forma sólo la posee en el dinero. Es por eso que éste prar para vender más caro, D - M - D', parecería, cierta­
constituye el punto de partida y el punto final de todo mente, no ser más que una clase de capital, una forma
proceso de valorización. Era £ 100, y ahora es £ 110, peculiar, el capital comercial. Pero también el capital in­
etcétera. Pero el dinero mismo sólo cuenta aquí como una dustrial es dinero que se convierte en mercancía y por
forma del valor, ya que éste tiene dos formas. Sin asumir la la venta de la mercancía se reconvierte en más dinero.
forma mercantil, el dinero no deviene capital. El dinero, Actos que, por ejemplo, se operan entre la compra y la
pues, no se presenta aquí en polémica contra la mercancía, venta, al margen de la esfera de la circulación, en nada
modifican esa forma del movimiento. Por último, en el
11 “N o es la m a te ria lo que fo rm a el c ap ital, sino el valor de caso del capital que rinde interés, la circulación D - M - D'
esas m a te ria s.” (J. B. Say, T ra ité d ’econom le politique, 3? ed., París,
1817, t. ii, p. 429.)
se presenta abreviada, con su resultado pero sin mediación,
12 “E l c ircu lan te (!) e m p le ad o con p ro p ó sito s p ro ductivos . . .
es c a p ita l.” (M acleod, T h e T h e o ry and Practice o f B anking, L o n ­ 13 “C a p ita l . . . valor p e rm a n en te que se m ultip lica.” (Sism ondi.
dres, 1855, vol. i, cap. i, p. 55.) “E l capital es m erc an c ías.” (Jam es N o u v e a u x principes d ’éco n o m ie politique, t. i, p. 89.)
M ili, E le m e n ts o f P olitical E c o n o m y , L ondres, 1821, p. 74.)
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en estilo lapidario, digámoslo así, como D - D', dinero que lo deja indiferente la que efectúo con aquél. Y si quisiera,
es igual a más dinero, valor que es mayor que sí mismo. por ejemplo, hacerles ver el mérito que he contraído al
invertir la secuencia, me demostrarían que me equivoco
En realidad, pues, D - M - D ' , tal como se presenta
en cuanto a esa secuencia misma y que la transacción global
directamente en la esfera de la circulación, es la fórmula
general del capital. no comenzaba con una compra y se cerraba con una venta,
sino a la inversa: se iniciaba con una venta y concluía
con una compra. Mi primer acto, la compra, desde el
punto de vista de A era una venta, en efecto, y mi segundo
acto, la venta, era desde el punto de vista de B una com­
2. Contradicciones de la fórmula general pra. No contentos con ello, A y B explicarían que toda
la secuencia era superflua, mero arte de birlibirloque. En
lo sucesivo, A vendería directamente a B y éste le compra­
L a forma que adopta la circulación cuando el dinero ría directamente a aquél. Con lo cual toda la transacción
sale del capullo, convertido en capital, contradice todas se reduciría a un acto unilateral de la circulación mercantil
las leyes analizadas anteriormente sobre la naturaleza de común y corriente: desde el punto de vista de A, mera
la mercancía, del valor, del dinero y de la circulación mis­ venta, y desde el de B, m era compra. La inversión de la
ma. Lo que distingue esa forma de la que reviste la circu­ secuencia, pues, no nos hace salir de la esfera de la circu­
lación simple de mercancías, es la secuencia inversa de los lación mercantil simple, y hemos de observar, más bien,
dos mismos procesos contrapuestos, la venta y la compra. si por su naturaleza ésta permite la valorización de los
¿Cómo, empero, esta diferencia puramente formal habría valores que ingresan a ella y, por consiguiente, la forma­
de transformar como por arte de magia la naturaleza de ción de plusvalor.
estos procesos?
Examinemos el proceso de circulación en una forma
Pero eso no es todo. Esta inversión sólo existe para uno bajo la cual se manifiesta como mero intercambio de mer­
de los tres amigos del comercio que trafican entre sí. En cancías. Tal es siempre el caso cuando los dos poseedores
cuanto capitalista compro una mercancía a A y se la reven­ de mercancías se compran éstas uno al otro y el día de
do a B, mientras que en mi calidad de simple poseedor de pago compensan los saldos de sus recíprocas obligaciones
mercancías, le vendo una mercancía a B y luego le compro dinerarias. El dinero presta aquí servicios de dinero de
otra a A. Para los amigos del comercio A y B esa diferencia cuenta: expresa en sus precios los valores de las mercan­
no existe. Sólo entran en escena como vendedor o compra­ cías, pero no se contrapone físicamente a las mismas. En
dor a de mercancías. Yo mismo me enfrento a ellos, en cada la medida en que se trata del valor de uso, es obvio que los
caso, como simple poseedor de dinero o poseedor de mer­ dos sujetos del intercambio pueden resultar gananciosos.
cancías, comprador o vendedor, y precisamente en ambas Ambos se desprenden de mercancías que en cuanto valores
secuencias me enfrento sólo como comprador a una perso­ de uso les son inútiles, y adquieren otras de cuyo uso
na y sólo como vendedor a la otra, sólo como dinero a necesitan. Y esta utilidad bien puede no ser la única. A,
uno, al otro sólo como mercancía, y a ninguno de los dos que vende vino y compra trigo, produce quizás más vino
en cuanto capital o capitalista o representante de algo que que el que podría producir el cerealero B en el mismo tiem­
sea más que dinero o mercancía, o que surta otro efec­ po de trabajo, y éste más cereal que el que podría producir
to salvo el del dinero o el de la mercancía. Para mí, A, como viticultor, en igual tiempo de trabajo. De modo
comprar a A y vender a B forman parte de una secuencia. que A, por el mismo valor de cambio obtiene más cereal y
Pero la conexión entre esos dos actos sólo existe para mí. B más vino que si cada uno de los dos, sin intercambio,
No le va ni le viene a A mi transacción con B, y a éste
tuviera que producir vino y trigo para sí mismo. Respecto
al valor de uso, entonces, puede decirse que “el intercam-
" E n el original, “ c o m p ra d o r o ven d ed o r” .

190 191
bio es una transacción en la cual ganan ambas partes” .11 expresada en el precio— , y finalmente como el precio de
No ocurre lo mismo con el valor de cambio. “Un hombre una mercancía equivalente. Tal cambio formal no implica,
que posee mucho vino y poco trigo comercia con otro en sí y para sí, una modificación de la magnitud del valor,
hombre que dispone de mucho trigo y poco vino: entre del mismo modo que no se da esa modificación si cambio
ambos se efectúa un intercambio de un valor de cincuenta un billete de cinco libras por soberanos, medios soberanos
en trigo por cincuenta en vino. Este intercambio no signi­ y chelines. Por tanto, en la medida en que la circulación
fica acrecentamiento del valor de cambio ni para el prime­ de la mercancía no trae consigo más que un cambio formal
ro ni para el segundo, pues cada uno de los dos poseía, de su valor, trae consigo, siempre y cuando el fenómeno se
antes del intercambio, un valor igual al que se ha procurado opere sin interferencias, un intercambio de equivalentes.
por ese medio.” 15 No se modifica este resultado por el La propia economía vulgar, por poco que vislumbre qué
hecho de que el dinero, en cuanto medio de circulación, es el valor, no bien quiere considerar, a su manera, el
se interponga entre las mercancías, disociándose así de fenómeno en su pureza, supone que la oferta y la deman­
m anera tangible los actos de la compra y de la venta.1“ El da coinciden, esto es, que su efecto es nulo. Por tanto, si
valor de las mercancías está representado en sus precios en lo tocante al valor de uso ambos sujetos del intercambio
antes de que entren a la circulación; es, por ende, supuesto podían resultar gananciosos, ello no puede ocurrir cuando
y no resultado de los mismos.17 se trata del valor de cambio. Aquí rige, por el contrario, lo
Considerándola en abstracto, esto es, prescindiendo de de que “ donde hay igualdad no hay ganancia” .18 Cierta­
las circunstancias que no dimanan de las leyes inherentes mente, las mercancías pueden venderse a precios que di­
a la circulación mercantil simple, en ésta no ocurre, fuera fieran de sus valores, pero esa divergencia se revela como
del remplazo de un valor de uso por otro, nada más que infracción de la ley que rige el intercambio de mercan­
una metamorfosis, mero cambio formal de la mercancía. cías.19 En su figura pura se trata de un intercambio de
,a
El mismo valor de cambio o Sea la.m ism a cantidad equivalentes, y por tanto no de un medio para enriquecerse
de trabajo social objetivado, se mantiene en manos del obteniendo más valor.20
mismo poseedor de mercancías, primero bajo la figura de Tras los intentos de presentar la circulación mercantil
su mercancía, luego bajo la del dinero en que ésta se trans­ como fuente del plusvalor, se esconde pues, las más de las
forma, y por último de la mercancía en la que ese dinero veces, un quidproquo, una confusión entre valor de uso y
se reconvierte. Este cambio de forma no entraña modifica­ valor de cambio. Así, por ejemplo, en Condillac: “No es
ción alguna en la magnitud del valor. El cambio que expe­ verdad que en los intercambios se dé un valor igual por otro
rimenta en este proceso el valor de la mercancía se limita, valor igual. Por el contrario, cada uno de los contratantes
pues, a un cambio de su forma dineraria. Ésta existe pri­ da siempre un valor menor por uno ma y o r . . . En efecto, si
mero como precio de la mercancía ofrecida en venta, luego siempre se intercambiara un valor igual por otro valor
como suma de dinero — la cual, sin embargo, ya estaba igual, ninguno de los contratantes obtendría ganancia algu­
na. A hora bien, los dos la obtienen, o deberían obtenerla.
14 “L ’échange est une tran sac tio n ad m irab le d a n s laquelle les
¿Por qué? El valor de las cosas consiste, meramente, en
d eux c o n tra cta n ts g agnent — to u jo u rs” (!). (D estutt de T racy,
T raité de la v o lo n té et de ses effe ts, Paris, 1826, p. 6 8 .) El m ism o
libro h a sido e d ita d o bajo el título de T raité d ’économ ie politique. 18 “ D ove è eg u alità n o n è lu cro .” (G aliani, D ella m oneta, p à ­
15 M ercier de la R ivière, L ’ordre naturel . . . , p. 544. gina 244.)
16 “Q ue u n o de esos dos valores sea d in ero o q u e los dos sean 19 “ E1 in tercam b io se vuelve desfavorable p a ra u n a de las
m ercancías usuales, es u n hecho to talm en te in d iferen te.” (Ib id e m , pa rte s c u an d o u n fa c to r e x trañ o dism inuye o a u m e n ta el precio;
pág in a 543.) e n ese caso se vulnera la igualdad, p ero tal m enoscabo obedece
17 “N o son los c o n tra ta n te s los que resuelven sobre el valor; a esa cau sa y no al in te rca m b io .” (Le T rosne, op. cit., p. 904.)
éste es p re v io a la tran sac ció n .” (Le T r 0 sne[, D e l’in térêt social], 20 “E l in tercam b io es, p o r na tu ra le z a, u n c o n tra to de igualdad
p ág in a 906.) q u e se efectúa e n tre u n valor y u n valor igual. N o es, por tanto, un
m ed io de enriquecim iento, ya que se d a tan to com o se recibe.
" E n la 3? y 4? ediciones, “ v alo r” en vez de “ valor de c am b io ” . (Ib id e m , pp. 903, 904.)

192 193
su relación con nuestras necesidades,1791 lo que es más es más útil para el comprador que para el vendedor, su
para uno es menos para el otro, y a la inversa . . . No son forma dinerada es de mayor utilidad para el vendedor que
las cosas necesarias para nuestro consumo las que se consi­ para el comprador. En caso contrario, ¿la vendería, acaso?
dera que tratamos de poner en venta . . . Nos queremos Y de esta manera podría decirse también que el com pra­
desembarazar de una cosa que nos es inútil para procu­ dor, literalmente (strictly), ejecuta un “ acto productivo”,
rarnos otra que necesitamos . . . Es natural que se haya puesto que convierte en dinero, por ejemplo, las medias
entendido que en los intercambios se daba un valor igual que vende el comerciante.
a cambio de otro igual, ya que las cosas que se intercam­ Si se intercambian mercancías, o mercancías y dinero,
biaban eran consideradas iguales en valor con respecto a de valor de cambio igual, y por tanto equivalentes, es obvio
una misma cantidad de dinero. Pero hay una considera­ que nadie saca más valor de la circulación que el que arrojó
ción que debe tenerse en cuenta, y es la de saber si los en ella. No tiene lugar, pues, ninguna formación de plusva­
dos intercambiamos algo superjluo por un objeto ne­ lor. Ahora bien, en su forma pura el proceso de circulación
cesario”.21 Como vemos, Condillac no sólo hace un revol­ de las mercancías implica intercambio de equivalentes. En
tijo con el valor de uso y el valor de cambio, sino que, de la realidad, sin embargo, las cosas no ocurren de mane­
manera realmente pueril, atribuye a una sociedad con una ra pura. Supongamos, por consiguiente, un intercambio de
producción mercantil desarrollada una situación en la que no equivalentes.
el productor produce directamente sus medios de subsis­
tencia y sólo lanza a la circulación lo que excede de sus Sea como fuere, en el mercado únicamente se enfrenta
necesidades personales, lo superfluo.22 No obstante, el ar­ el poseedor de mercancías al poseedor de mercancías, y el
gumento de Condillac suele reaparecer en los economistas poder que ejercen estas personas, una sobre la otra, no es
modernos, particularmente cuando se procura presentar la más que el poder de sus mercancías. La diversidad material
figura desarrollada del intercambio mercantil, el comercio, de las mismas constituye el motivo material del intercambio
como productivo de plusvalor. “El comercio”, se dice, por y hace que los poseedores de mercancías dependan recí­
ejemplo, “agrega valor a los productos, ya que los mismos procamente el uno del otro, ya que ninguno de ellos tiene
productos valen más en las manos de los consumidores que en sus manos el objeto de su propia necesidad, y cada
en las de los productores, y se lo puede considerar, literal­ uno de ellos el objeto de la necesidad ajena. Si dejamos a
mente (strictly), un acto productivo.” 22 Pero no se paga un lado esa diversidad material de sus valores de uso, úni­
dos veces por las mercancías, una vez por su valor de uso camente existe una diferencia entre las mercancías, la que
y la otra por su valor. Y si el valor de uso de la mercancía media entre su forma natural y su forma transmutada,
entre la mercancía y el dinero. De esta suerte, los posee­
21 C ondillac, Le co m m e rc e et le g o u vern em e n t (1776), ed. p o r
dores de mercancías sólo se distinguen en cuanto vendedo­
D a ire y M olinari, en M élanges d'économ ie politiqite, P arís, 1847, res, poseedores de mercancías, y compradores, poseedores
pp. 267, 291. de dinero.
22 Le T ro sn e responde con todo acierto, p o r eso, a su am igo A hora bien, supongamos que por un privilegio miste­
C ondillac: “ En la sociedad fo rm a d a no hay excedente de ningún
género". Al p ropio tiem po, se bu rla de él diciendo que “ si los dos rioso, al vei dedor se le concede el derecho de vender su
sujetos del in tercam bio reciben igualm ente m ás p o r igualm ente mercancía per encima de su valor, a 110 si éste es de 100, o
m enos, los dos reciben lo m ism o, tan to el uno com o el o tro ” . C om o sea con un recargo nominal del 10 % . El vendedor, pues,
C on d illac n o tiene n inguna noción acerca de la n atu raleza del
valor de c a m b io , es el fiad o r adecuado que elige el señor profesor
obtiene un plusvalor del 10 % . Pero después de ser ven­
W ilh elm R oscher p a ra ap o y ar en él sus p ropios conceptos infantiles. dedor, deviene comprador. Un tercer poseedor de mercan­
V éase, de este últim o, D ie G rundlagen der N a tio n a lö ko n o m ie, cías se le enfrenta ahora como vendedor, y disfruta, por
y-> ed., 1858.
su parte, del privilegio de vender las mercancías 10 % más
22 S. P. N ew m an, E le m e n ts o f Political E c o n o m y , A ndover y caras. Nuestro hombre ha ganado 10 como vendedor, para
N ueva Y ork. 1835, p. 175.

194 195
perder 10 como com prador.24 En su conjunto el asunto las mismas” .27 En la circulación los productores y consu­
termina, de hecho, en que todos los poseedores de mer­ midores sólo se enfrentan en cuanto vendedores y compra­
cancías se venden unos a otros sus mercancías a 10 % por dores. Si afirmamos que para los productores el plusvalor
encima del valor, lo que es exactamente lo mismo que si surge de que los consumidores pagan la mercancía por
las vendieran a sus valores. Tal recargo general y nominal encima del valor, ello equivale a enmascarar la simple tesis
en los precios de las mercancías produce el mismo efecto de que el poseedor de mercancías posee, en cuanto vende­
que si se estimaran por ejemplo en plata, en vez de en oro, dor, el privilegio de vender demasiado caro. El vendedor
los valores mercantiles. Aumentarían las denominaciones ha producido él mismo la mercancía o representa a sus
dinerarias, esto es, los precios de las mercancías, pero sus productores, pero el comprador, a igual título, ha produci­
relaciones de valor se mantendrían incambiadas. do la mercancía simbolizada en su dinero o representa a
Supongamos, a la inversa, que fuera un privilegio del sus productores. El productor, pues, se enfrenta al produc­
comprador el adquirir mercancías por debajo de su valor. tor. Lo que los distingue es que uno compra y el otro
Aquí ni siquiera es necesario recordar que el comprador, vende. No nos hace avanzar un solo paso el decir que el
a su debido momento, se convierte en vendedor. Era poseedor de mercancías, bajo el nombre de productor, ven­
vendedor antes de devenir comprador. Ya ha perdido de por encima de su valor la mercancía y, bajo el nombre
10 % como vendedor antes de ganar 10 % como compra­ de consumidor, la paga demasiado cara.28
dor.23 Todo queda igual que antes. Los representantes consecuentes de la ilusión según la
La formación de plusvalor y, por consiguiente, la cual el plusvalor deriva de un recargo nominal de precios,
transformación del dinero en capital, no pueden explicarse o del privilegio que tendría el vendedor de vender demasia­
ni porque los vendedores enajenen las mercancías por enci­ do cara la mercancía, suponen por consiguiente la existen­
ma de su valor, ni porque los compradores las adquieran cia de una clase que sólo compra, sin vender, y por tanto
por debajo de su valor.2“ sólo consume, sin producir. Desde el punto de vista que
El problema no se simplifica, en modo alguno, intro­ hemos alcanzado hasta ahora en nuestro análisis, es decir,
duciendo subrepticiamente relaciones extrañas, como hace desde el de la circulación simple, la existencia de tal clase
por ejemplo el coronel Torrens: “La demanda efectiva con­ es todavía inexplicable. Pero adelantémonos. El dinero con
siste en la capacidad e inclinación (!), por parte de los que tal clase compra constantemente debe afluir constan­
consumidores, sea en el intercambio directo o en el mediato, temente a la misma — procedente de los poseedores de
a dar por las mercancías una porción mayor de todos los mercancías— , sin intercambio, gratis, en virtud de tales o
ingredientes del capital que la gastada en la producción de cuales títulos jurídicos o basados en el poder. Vender a esa
clase por encima de su valor sólo significa recuperar en
24 “ Los vendedores no se e nriquecen . . . p o r el a u m e n to en parte, mediante trapisondas, el dinero del que antes ella
el valor n om inal del p ro d u c to . . . ya que lo que ganan com o se había apoderado sin dar nada a cambio.2” Así, por ejem-
vendedores lo pierden e x actam en te en su calidad de co m p ra d o res.”
([J. G ray,] T he E ssential P rincipies o f the W ealth o f N a tio n s . . . ,
L ondres, 1797, p. 6 6 .) 27 R. T o rren s, A n Essav on the P rodnction o f W ealth, L on­
25 “Si se está obligado a d a r p o r 18 libras u n a c an tid ad de dres, 1821, p. 349.
p roductos que valía 24, c u an d o se utilice ese m ism o d inero p a ra 28 “ La ¡dea de que las ganancias las pagan los consum idores
c o m p ra r, se o b ten d rá igualm ente p o r 18 libras lo que se pag ab a es, no cabe duda, su m am ente ab su rd a. ¿Q uiénes son los consu­
a 24.” (Le T rosne, op. cit., p. 897.) m idores?" (G . R am say, A n Essay on the D istrihntion o f W ealth,
2,i “N ingún vendedor puede e n ca rec er re g u la rm e n te sus m e r­ E d im b u rg o , 1836, p. 183.)
cancías si n o se sujeta tam bién a p a g ar re g u la rm e n te m ás caras 29 “Si a alguien le hace fa lta una m ayor d em an d a, ¿le reco­
las m ercancías de los dem ás vendedores; y p o r la m ism a razón, m en d ará el señor M althus que le pague a alguna o tra persona
ningún consum idor puede [. . .] pagar h ab itu a lm en te m enos caro lo para que ésta se lleve sus m ercancías?", le pregunta un ricard ian o
que com pra, salvo que se sujete tam bién a una dism inución sim ilar indignado a M althus, quien, al igual que su discípulo, el cura
en los precios de las cosas que vende.” (M ercier de la Rivière, C halm ers, glorifica en lo económ ico a la clase de los m eros
op. cit., p. 555.) c o m p rad o res o consum idores. V éase A n tnq a iry into T hose Princi-

196 197
pío, las ciudades de Asia Menor pagaban anualmente un Ana. L a clase capitalista de un país no puede lucrar colec­
tributo en dinero a la antigua Roma. Con ese dinero Roma
tivamente a costa de sí misma.30
les com praba mercancías, y las compraba a precios excesi­ Por vueltas y revueltas que le demos, el resultado es
vamente elevados. Los naturales de Asia M enor estafaban el mismo. Si se intercambian equivalentes, no se origina
a los romanos, ya que les sonsacaban a los conquistadores, plusvalor alguno, y si se intercambian no equivalentes,
por medio del comercio, una parte del tributo. Pero, con tampoco surge ningún plusvalor.31 La circulación o el inter­
todo, seguían siendo ellos los estafados. Se les pagaba cambio de mercancías no crea ningún valor.32
por sus mercancías, como siempre, con su propio dinero. Se comprende, pues, el motivo de que al analizar la
No es éste ningún método de enriquecimiento o de forma­ forma básica del capital, la forma en que éste determina la
ción del plusvalor. organización económica de la sociedad moderna, dejemos
Mantengámonos dentro de los límites del intercambio totalmente a un lado, por el momento, sus expresiones
mercantil, donde los vendedores son compradores y los más a populares y, por decirlo así, antediluvianas: el capi­
compradores vendedores. Nuestra perplejidad proviene, tal tal comercial y el capital usurario.
vez, de que sólo hemos concebido las personas en cuanto En el capital comercial propiamente dicho, la forma
categorías personificadas, no individualmente. D - M - D', comprar para vender más caro, se presenta en
El poseedor de mercancías A puede ser tan astuto su máxima pureza. Por lo demás, todo su movimiento
que embauque a sus colegas B o C e impida que éstos, transcurre dentro de la esfera de la circulación. Pero como
pese a toda su buena voluntad, se tomen el debido des­ no es posible explicar la transformación del dinero en capi­
quite. Vende A vino por el valor de £ 40 a B y adquiere tal, la formación del plusvalor, a partir de la circulación
en el intercambio, trigo por valor de £ 50. Convirtió sus misma, el capital comercial aparece como imposible en
£ 40 en £ 50, ha obtenido más dinero a partir de menos la medida en que se intercambien equivalentes ,33 y por
dinero y transformado su mercancía en capital. Veamos
el caso más detenidamente. Con anterioridad al intercam­ 30 A p esar de ser m e m b re de V I n s t i t u t o — o talvez por
serlo— , D e stu tt de T ra c y e ra de la opinión c o n tra ria . Los c ap ita ­
bio teníamos £ 40 de vino en las manos de A y trigo por listas industriales, a firm a, obtien en sus ganancias “ al vender todo
£ 50 en las de B, o sea un valor global de £ 90. lo q u e p ro d u cen m ás c a ro de lo que les h a c o stad o p ro d u c irlo ” .
Una vez efectuado el intercambio, tenemos el mismo valor ¿Y a quiénes se lo v enden? “E n prim er lugar, a ellos m ism o s."
global de £ 90. El valor circulante no se ha acrecentado (Traite de . . . , p. 239.)
31 “E l in te rca m b io d e dos valores iguales n o a u m e n ta ni dism i­
en un solo átomo; se ha modificado, sí, su distribución nuye la m asa de valores existentes en la sociedad. El in tercam bio
entre A y B. Aparece en una parte como plusvalor lo que de dos valores desiguales . . . tam p o c o cam bia n a d a en la sum a
en la otra es minusvalor, en una parte como un más de los valores sociales, a u n q u e a ñ a d a a la fo rtu n a de uno lo que
lo que en la otra es un menos. Se habría operado el mismo q u ita de la fo rtu n a de o tro .” (J. B. Say, Traite d ’économ ie . . . ,
t. n, pp. 443, 444.) In d ifere n te , p o r supuesto, a las consecuencias
cambio si A, en lugar de recurrir a la forma encubierta del de e sta tesis, Say la to m a p re stad a , casi literalm en te, de los fisió­
intercambio, hubiese robado directamente a B £ 10. No cratas. El siguiente ejem plo m u estra de q u é m o d o ha explotado
puede acrecentarse la suma de los valores circulantes, Say, p a ra a u m e n ta r su pro p io “v a lo r”, las o b ra s de esos autores,
evidentemente, por medio de un cambio en su distribución, p o r ese entonces olvidadas. L a “celeb é rrim a ” tesis de m onsieur
Say: “N o se com pran prod u cto s sino con productos" (ib íd e m ,
del mismo modo que un judío no aumenta la masa de p. 438), reza en el orig in al fisiocrático: “L o s p ro d u c to s no se pagan
metales preciosos en un país por el hecho de vender en sino c o n p r o d u c t o s (L e T ro sn e, o p. cit., p.- 899.)
una guinea un farthing acuñado en la época de la reina 32 “ El in te rca m b io no confiere valor alg u n o a los pro d u cto s.”
(F. W ay lan d , The E le m e n ts o f P olítical E c o n o m y, B oston, 1843,
p ágina 168.)
33 “B ajo el im perio de equivalentes invariables, sería im posible
pies, R especting the N a tu re o f D e m a n d and the N ecessity o f el co m ercio .” (G . O pdyke, A Treatise on P o lítica/ E c o n o m y , N u ev a
C o n su m p tio n , L a te ly A d v o c a te d bv M r. M a l th a s . . . . L ondres,
1821, p. 55.
“ E n la 3? y 4? ediciones se suprim e “ m ás”

198 199
tanto sólo se la podría deducir de la doble defraudación a E n el curso de nuestra investigación nos encontraremos
que serían sometidos los productores de mercancías, los con que tanto el capital comercial como el capital que rinde
que las compran y los que las venden, por parte del interés son formas derivadas, y a la vez veremos cuáles
comerciante que parasitariam ente se interpone entre ellos. son las razones de que, históricamente, aparezcan con ante­
En este sentido dice Franklin: “La guerra es robo; el co­ rioridad a la moderna forma básica del capital.
mercio, [ . . .] fraude”.34 >811 Si la valorización del capital Hemos visto que el plusvalor no puede surgir de la
comercial no se explica por el mero fraude cometido con­ circulación, que, por tanto, al formarse tiene que ocurrir
tra los productores de mercancías, se requeriría una larga algo a espaldas de la circulación, algo que no es visible
serie de eslabones intermedios que aquí faltan aún por en ella misma.36 ¿Pero el plusvalor puede surgir, acaso,
entero, ya que la circulación de mercancías y sus fases de otro lado que no sea la circulación? La circulación es el
simples constituyen nuestro único supuesto. compendio de todas las relaciones recíprocasa que se
Lo que hemos dicho con respecto al capital comercial establecen entre los poseedores de mercancías. Fuera de
es más válido, aun, en lo que tiene que ver con el capital ella el poseedor de mercancías está en relación únicamente
usurario. En el capital comercial los extremos son el dinero con su propia mercancía. En lo que respecta al valor de la
lanzado al mercado y el dinero acrecentado, al que se misma, la relación se reduce a que la mercancía contiene
retira del mercado, mediado cuando menos por la compra una cantidad de trabajo de aquél, medida conforme a de­
y la venta, por el movim iento de la circulación. E n el caso terminadas leyes sociales. Esa cantidad de trabajo se
del capital usurario la fórmula D - M - D ' se abrevia, redu­ expresa en la magnitud del valor de su mercancía, y, como
ciéndose a dos extremos carentes de término medio, D - D', la magnitud del valor se representa en dinero de cuenta,
dinero que se intercambia por más dinero, una forma que aquélla se expresará en un precio de, por ejemplo, £ .1 0 .
contradice la naturaleza del dinero y por lo tanto resulta Pero su trabajo no se representa en el valor de la mercan­
inexplicable desde el punto de vista del intercambio de cía y además en un excedente sobre su propio valor; no
mercancías. Por eso dice Aristóteles: “Como la crematís­ en un precio de 10 que a la vez es un precio de 11; no en
tica es de dos clases, una correspondiente al comercio y la un valor que es mayor que sí mismo. El poseedor de
otra a la economía, la última necesaria y plausible, la mercancías puede crear valores por medio de su trabajo,
primera fundada en la circulación y justamente denostada pero no valores que se autovaloricen. Puede aumentar el
(pues no se funda en la naturaleza, sino en el engaño recí­ valor de una mercancía al agregar al valor existente nuevo
proco), tenemos que con todo derecho se odia la usura, valor por medio de un trabajo nuevo, por ejemplo haciendo
porque el dinero mismo es aquí la fuente de la adquisición botines con el cuero. El mismo material tiene ahora más
y no se lo usa para lo que se lo inventó. Surgió, en efecto, valor, porque contiene una cantidad mayor de trabajo. El
para el intercambio de mercancías, pero el interés hace del botín, pues, tiene más valor que el cuero, pero el valor
dinero más dinero. De ahí, asimismo, su nom bre” (tóxo<; del cuero se ha mantenido igual que antes. No se ha valo­
significa interés y lo nacido). “Porque los nacidos son si­ rizado, durante la fabricación de los botines no se ha ane­
milares a los progenitores. Pero el interés es dinero de xado un plusvalor. Es imposible, por tanto, que fuera de
dinero, y, por tanto, de todas las formas de adquisición, la esfera de la circulación, el productor de mercancías, sin
la más contraria a la naturaleza.” 35 [82’ entrar en contacto con otros poseedores de mercancías,
Y o rk , 1851, pp. 66-69.) “L a d ifere n cia e n tre el v a lo r real y el valor
de cam bio se fu n d a en un hecho, a saber, que el v alo r de una :li: "L a ganancia, en las condiciones h abituales del m ercado, no
cosa es d ifere n te d el p re su n to e quivalente d a d o por ella en el se o btiene por m edio del intercam bio. Si no h u b iera existido
com ercio, es decir, que ese eq uivalente n o es un eq u iv alen te.” previam ente, tam poco p odría existir después de e fec tu a d a esa
(F. E ngels, “ U m risse zu . . .” , pp. 95, 96.) tran sac ció n ." (R am say, op. cit., p. 184.)
34 B enjam in F ra n k lin , W orks, ed. por Sparks, vol. n, en Posi­
tions to be E x a m in e d C o ncerning N a tio n a l W ealth[, p. 376).
■ En la 3? y 4 ? ediciones, "m ercan tiles" en vez de “ recíprocas” .
35 A ristóteles, D e R ep ú b lica , cap. 10[, p. 17],

200 201
3. Compra y venta de la fuerza de trabajo
valorice el valor y por consiguiente transforme el dinero o
la mercancía en capital.
El capital, por ende, no puede surgir de la circulación, y El cambio en el valor del dinero que se ha de transfor­
es igualmente imposible que no surja de la circulación. Tie­ mar en capital, no puede operarse en ese dinero mismo,
ne que brotar al mismo tiempo en ella y no en ella. pues como medio de compra y en cuanto medio de pago
Se ha obtenido, pues, un doble resultado. sólo realiza el precio de la mercancía que compra o paga,
L a transformación del dinero en capital ha de desa­ mientras que, si se mantiene en su propia forma, se petri­
rrollarse sobre la base de las leyes inmanentes al intercam­ fica como magnitud invariable de valor.38 La modificación
bio de mercancías, de tal modo que el intercambio de tampoco puede resultar del segundo acto de la circulación,
equivalentes sirva como punto de partida.37 Nuestro posee­ de la reventa de la mercancía, ya que ese acto se limita a
dor de dinero, que existe tan sólo como oruga de capitalista, reconvertir la mercancía de la forma natural en la de
tiene que comprar las mercancías a su valor, venderlas a su dinero. El cambio, pues, debe operarse con la mercancía
valor y, sin embargo, obtener al término del proceso más que se compra en el primer acto, D - M, pero no con su
valor que el que arrojó en el mismo. Su metamorfosis en valor, puesto que se intercambian equivalentes, la mercan­
mariposa debe efectuarse en la esfera de la circulación y cía se paga a su valor. Por ende, la modificación sólo puede
no debe efectuarse en ella. Tales son las condiciones del surgir de su valor de uso en cuanto tal, esto es, de su
problema. Hic Rhodus, hic salta! [¡Ésta es Rodas, salta consumo. Y para extraer valor del consumo de una mer­
aquí!] t831 cancía, nuestro poseedor de dinero tendría que ser tan
afortunado como para descubrir dentro de la esfera de la
circulación, en el mercado, una mercancía cuyo valor de
uso poseyera la peculiar propiedad de ser fuente de valor-,
37 L uego de la exposición precedente, el lector c o m p ren d erá cuyo consumo efectivo mismo, pues, fuera objetivación de
que esto significa, tan sólo, que la fo rm ac ió n del c ap ital tiene que trabajo, y por tanto creación de valor. Y el poseedor de
ser posible a u nque el p recio de la m ercancía sea igual al valor
de la m ism a. N o se puede ex p licar esa fo rm ac ió n a p a rtir de la
dinero encuentra en el mercado esa mercancía especifica:
divergencia e n tre los precios de las m ercancías y sus valores. Si los la capacidad de trabajo o fuerza de trabajo.
precios divergen efectivam ente de los valores, es necesario re d u ­ Por fuerza de trabajo o capacidad de trabajo entende­
cirlos p rim e ro a estos últim os, esto es, p rescindir de esa circuns­ mos el conjunto de las facultades físicas y mentales que
tancia c o m o de algo a le ato rio , p a ra e n fo ca r en su pureza el
fe n ó m e n o de la fo rm ac ió n del capital sobre la base del in tercam b io
existen en la corporeidad, en la personalidad viva de un
m ercan til y n o ex trav iarse, en su observación, p o r circunstancias ser humano y que él pone en movimiento cuando produce
secundarias p e rtu rb a d o ra s y ajenas al p roceso real. Sabem os, por valores de uso de cualquier índole.
lo dem ás, que esta reducción e n m o d o alg u n o es un m ero p ro ced i­ No obstante, para que el poseedor de dinero encuentre
m iento científico. L as constan tes oscilaciones de los precios en el
m ercado, su alza y su b aja, se com pensan, se a n u la n recíprocam ente
la fuerza de trabajo en el mercado, como mercancía, deben
y se reducen a su precio m e d io com o a su n o rm a intrínseca. E sta cumplirse diversas condiciones. El intercambio de mer­
n o rm a es la estrella p o lar del com erciante o del industrial, por cancías, en sí y para sí, no implica más relaciones de depen­
ejem plo, en toda em p resa q u e ab arq u e un p erío d o prolongado. dencia que las que surgen de su propia naturaleza. Bajo
Sabe, p o r tan to , que to m a n d o en su c o n ju n to un lap so considerable, este supuesto, la fuerza de trabajo, como mercancía, sólo
las m ercancías n o se v enderán en la re alid a d ni por debajo ni
por encim a de su p recio m edio, sino a éste. D e ahí que si le puede aparecér en el mercado en la medida y por el hecho
in te resara el p e n sam ien to desinteresado, ten d ría que p lan te ar el de que su propio poseedor — la persona á quien pertenece
p ro b le m a en los siguientes térm inos: ¿C óm o puede surgir e l capital esa fuerza de trabajo— la ofrezca y venda como mercan-
hallándose regulados los precios p o r el precio m edio, esto es, en
ú ltim a instancia, p o r el valor de la m ercancía? D igo “e n últim a
in stan cia” , porque los precios m edios no coinciden d irectam ente :iK “ Bajo la fo rm a de dinero . . . el capital n o p roduce ganancia
con las m agnitudes de v alo r de las m ercancías, a u n q u e así lo crean a lg u n a .” (R icardo, O n the P r i n c i p i e s .. .. p. 267.)
A d am Sm ith, R icardo, etcétera.

202 203
cía. Para que su poseedor la venda como mercancía es L a segunda condición esencial para que el poseedor
necesario que pueda disponer de la misma, y por tanto de dinero encuentre en el mercado la fuerza de trabajo co­
que sea propietario libre de su capacidad de trabajo, de su m o mercancía, es que el poseedor de ésta, en vez de poder
persona.39 Él y el poseedor de dinero se encuentran en el vender mercancías en las que se haya objetivado su traba­
mercado y traban relaciones mutuas en calidad de posee­ jo, deba, por el contrario, ofrecer como mercancía su fuerza
dores de mercancías dotados de los mismos derechos, y de trabajo misma, la que sólo existe en la corporeidad viva
que sólo se distinguen por ser el uno vendedor y el otro que le es inherente.
com prador;3 ambos, pues, son personas jurídicamente igua­ Para que alguien pueda vender mercancías diferentes
les. Para que perdure esta relación es necesario que el de su fuerza de trabajo, ese alguien tendrá que poseer,
poseedor de la fuerza de trabajo la venda siempre por un naturalmente, medios de producción, por ejemplo materias
tiempo determinado, y nada más, ya que si la vende toda primas, instrumentos de trabajo, etc. No se puede hacer
junta, de una vez para siempre, se vende a sí mismo, se botines sin cuero. Necesita, además, medios de subsisten­
transforma de hombre libre en esclavo, de poseedor de cia. Nadie p u ed e3 vivir de los productos del porvenir, y
mercancía en simple mercancía. Como persona tiene que por ende tampoco de valores de uso cuya producción aún
comportarse constantemente con respecto a su fuerza de no ha finalizado, y al igual que en el primer día de su apa­
trabajo como con respecto a su propiedad, y por tanto a su rición sobre el escenario terrestre, el hombre cada día tiene
propia mercancía, y únicamente está en condiciones de ha­ que consumir antes de producir y mientras produce. Si los
cer eso en la medida en que la pone a disposición del productos se fabrican en calidad de mercancías, es necesa­
com prador — se la cede para el consumo— sólo transito­ rio venderlos después de producirlos, y las necesidades del
riamente, por un lapso determinado, no renunciando, por productor sólo podrán ser satisfechas después de la venta.
tanto, con su enajenación a su propiedad sobre ella.40 A l tiempo de producción se añade el necesario para la
venta.
Para la transformación del dinero en capital el posee­
39 E n enciclopedias generales sobre la A n tig ü ed a d clásica
puede leerse el d isp a rate de que e n el m u n d o a ntiguo el capital dor de dinero, pues, tiene que encontrar en el mercado de
h a b ía alc an z a d o su d e sa rro llo pleno, “con la salvedad de que no mercancías al obrero libre; libre en el doble sentido de que
existían el tra b a ja d o r libre y el sistem a cred iticio ” . T am b ién el por una parte dispone, en cuanto hombre libre, de su fuerza
señor M om m sen, en su R ö m isc h e G esch ich te, in cu rre en u n quid- de trabajo en cuanto mercancía suya, y de que, por otra
pro q u o tras o tro .
parte, carece de otras mercancías para vender, está exento
40 P o r eso diversas legislaciones fijan un plazo m áx im o p a ra
los c o n tra to s lab o rales. E n las naciones d onde el tra b a jo es libre y desprovisto, desembarazado de todas las cosas necesarias
todos los códigos re g la m e n tan las condiciones de rescisión del con­ para la puesta en actividad de su fuerza de trabajo.
trato . E n diversos países, sobre todo en M é xico (antes de la G u e rra Al poseedor de dinero, que ya encuentra el mercado de
de Secesión n o rtea m e rica n a tam b ién en los territo rio s a n ex ad o s a trabajo como sección especial del mercado de mercancías,
M éxico, y, de hecho, e n las p rovincias del D a n u b io h a sta la re v o lu ­
ción de C u z a),I84l la esclavitud está e n cu b ierta bajo la fo rm a de no le interesa preguntar por qué ese obrero libre se le en­
peonaje. M ed ian te anticipos rem bolsables con trab a jo y que se frenta en la esfera de la circulación. Y, por el momento,
a rra s tra n d e g eneración en generación, n o sólo el tra b a ja d o r in d i­ esa pregunta tampoco nos interesa a nosotros. Teórica-
vidual sino tam bién su fa m ilia se convierten de h ech o e n p ro p ied a d
de o tra s personas y de sus fam ilias. Ju árez h a b ía abo lid o el p e o n a ­
v a n u n a relación e x te rn a con m i totalidad y universalidad. M ed ian ­
je. E l lla m ad o e m p e ra d o r M axim iliano lo re im p lan tó m ed ian te un
te la en ajen ació n de todo m i tiem p o con creto por el trabajo y de
d e cre to al que se d enunció con acierto, en la C á m a ra de R e p re ­
la to ta lid a d de m i pro d u cció n , yo con v ertiría en la propiedad de
sentantes de W ash in g to n , co m o una disposición que restauraba la
otro lo sustancial de los m ism os, m i actividad y realid ad univer­
esclavitud en M éxico . “D e m is p a rticu la res a p titu d es y posibilidades
sales, m i personalidad.” (H egel, P hilosophie des R echts, Berlín,
físicas y esp iritu a le s de actividad p uedo . . . enajenar a o tro un uso
1840, S 67, p. 104.)
(im itado en el tiem po, p o rq u e, conform e a esa lim itación, conser-
" E n la 3? y 4? ediciones la frase com ienza así: “N adie, ni
siq u iera un m úsico del po rv en ir, I85l p u e d e ” . . .
11 E n el original: “el u n o c o m p ra d o r y el o tro v en d ed o r” .

204 205
mente nos atenemos al hecho, tal como lo hace, en la función, a estadios muy diversos del proceso social de
práctica, el poseedor de dinero. Una cosa, sin embargo, es producción. No obstante, sabemos por experiencia que una
evidente. La naturaleza no produce por una parte posee­ circulación mercantil de desarrollo relativamente endeble
dores de dinero o de mercancías y por otra personas que basta para que surjan todas esas formas. No ocurre lo
simplemente poseen sus propias fuerzas de trabajo. Esta mismo con el capital. Sus condiciones históricas de exis­
relación en modo alguno pertenece al ámbito de la historia tencia no están dadas, en absoluto, con la circulación
natural, ni tampoco es una relación social común a todos mercantil y la dineraria. Surge tan sólo cuando el poseedor
los períodos históricos. Es en sí misma, ostensiblemente, de medios de producción y medios de subsistencia encuen­
el resultado de un desarrollo histórico precedente, el pro­ tra en el mercado al trabajador libre como vendedor de su
ducto de numerosos trastocamientos económicos, de la fuerza de trabajo, y esta condición histórica entraña una
decadencia experimentada por toda una serie de formacio­ historia universal. El capital, por consiguiente, anuncia
nes más antiguas de la producción social. desde el primer momento una nueva época en el proceso
También las categorías económicas antes consideradas de la producción social.41
llevan la señal de la historia. En la existencia del producto Hemos de analizar ahora con más detenimiento esa
como mercancía están embozadas determinadas condicio­ mercancía peculiar, la fuerza de trabajo. Al igual que todas
nes históricas. Para convertirse en mercancía, el producto las demás mercancías, posee un valor.42 ¿Cómo se de­
no ha de ser producido como medio directo de subsisten­ termina?
cia para el productor mismo. Si hubiéramos proseguido El valor de la fuerza de trabajo, al igual que el de toda
nuestra investigación y averiguado bajo qué circunstancias otra mercancía, se determina por el tiempo de trabajo
todos los productos o la mayor parte de ellos adoptan la necesario para la producción, y por tanto también para la
forma de la mercancía, habríamos encontrado que ello no reproducción, de ese artículo específico. En la medida en
ocurre sino sobre la base de un modo de producción abso­ que es valor, la fuerza de trabajo misma representa única­
lutamente específico, el modo de producción capitalista. mente una cantidad determinada de trabajo medio social
Esa investigación, empero, es extraña al análisis de la objetivada en ella. La fuerza de trabajo sólo existe como
mercancía. Pueden existir producción y circulación m er­ facultad del individuo vivo. Su producción, pues, presupo­
cantiles aunque la parte abrumadoramente mayor de los ne la existencia de éste. Una vez dada dicha existencia,
productos se destine directamente al consumo de los pro­ la producción de la fuerza de trabajo consiste en su propia
ductores mismos, no se transforme en mercancía', aunque, reproducción o conservación. Para su conservación el indi­
pues, el proceso social de producción no esté regido viduo vivo requiere cierta cantidad de medios de subsis­
todavía, en toda su extensión y profundidad, por el valor tencia. Por tanto, el tiempo de trabajo necesario para la
de cambio. La presentación del producto como mercancía producción de la fuerza de trabajo se resuelve en el tiempo
implica una división del trabajo tan desarrollada dentro de de trabajo necesario para la producción de dichos medios
la sociedad, como para que se consume la escisión entre de subsistencia, o, dicho de otra manera, el valor de la
valor de uso y valor de cambio, iniciada apenas en el fuerza de trabajo es el valor de los medios de subsistencia
comercio directo de trueque. Esa etapa de desarrollo, sin necesarios para la conservación del poseedor de aquélla.
embargo, es común a las formaciones económico-sociales
históricamente más diversas. 41 Lo que c aracteriza, pues, a la época capitalista, es q u e la
fu erza de tra b a jo reviste p a ra el o b re ro m ism o la fo rm a de una
O, si consideramos el dinero, vemos que éste presu­ m ercancía que le pertenece, y su tra b a jo la fo rm a de trab a jo asa­
pone que el intercambio de mercancías haya alcanzado lariad o . P or o tro lado, a p a rtir de ese m om ento se generaliza por
cierto nivel. Las formas dinerarias particulares — mero p rim e ra vez la fo rm a m ercantil de los p roductos del trab ajo .
equivalente de las mercancías, medio de circulación, medio *- "E l valor de un h o m b re es, com o el de todas las dem ás
cosas, su precio; es decir, ta n to com o se p aga por el uso de su
de pago, tesoro y dinero mundial— apuntan, según su tu e r za .” (Th. H obbes, Leviathan, en W orks, ed. por M olesw orth,
diversa entidad y la preponderancia relativa de una u otra L ondres, 1839-1844, vol. m , p. 76.)

206 207
La fuerza de trabajo, sin embargo, sólo se efectiviza por sario reponer constantemente con un número por lo menos
medio de su exteriorización: se manifiesta tan sólo en el igual de nuevas fuerzas de trabajo, las que se retiran del
trabajo. Pero en virtud de su puesta en actividad, que es mercado por desgaste y muerte. La suma de los medios
el trabajo, se gasta una cantidad determinada de músculo, de subsistencia necesarios para la producción de la fuerza
nervio, cerebro, etc., humanos, que es necesario reponer. de trabajo, pues, incluye los medios de subsistencia de los
Este gasto acrecentado trae consigo un ingreso también sustitutos, esto es, de los hijos de los obreros, de tal modo
acrecentado.43 Si el propietario de la fuerza de trabajo ha que pueda perpetuarse en el mercado esa raza de peculiares
trabajado en el día de hoy, es necesario que mañana poseedores de mercancías.46
pueda repetir el mismo proceso bajo condiciones iguales Para modificar la naturaleza humana general de mane­
de vigor y salud. La suma de los medios de subsistencia, ra que adquiera habilidad y destreza en un ramo laboral
pues, tiene que alcanzar para mantener al individuo labo­ determinado, que se convierta en una fuerza de trabajo
rioso en cuanto tal, en su condición normal de vida. Las desarrollada y específica, se requiere determinada forma­
necesidades naturales mismas — como alimentación, vesti­ ción o educación, la que a su vez insume una suma mayor
do, calefacción, vivienda, etc.— difieren según las peculia­ o menor de equivalentes de mercancías. Según que el
ridades climáticas y las demás condiciones naturales de carácter de la fuerza de trabajo sea más o menos mediato,
un país. Por lo demás, hasta el volumen de las llamadas serán mayores o menores los costos de su formación. Esos
necesidades imprescindibles, así como la índole de su costos de aprendizaje, extremadamente bajos en el caso
satisfacción, es un producto histórico y depende por tanto de la fuerza de trabajo corriente, entran pues en el monto
en gran parte del nivel cultural de un país, y esencialmente, de los valores gastados para la producción de ésta.
entre otras cosas, también de las condiciones bajo las El valor de la fuerza de trabajo se resuelve en el valor
cuales se ha formado la clase de los trabajadores libres, y de determinada suma de medios de subsistencia. También
por tanto de sus hábitos y aspiraciones vitales.44 Por oposi­ varía, por consiguiente, con el valor de los medios de sub­
ción a las demás mercancías, pues, la determinación del sistencia, esto es, con la magnitud del tiempo de trabajo
valor de la fuerza laboral encierra un elemento histórico y requerido para su producción.
moral. Aun así, en un país determinado y en un período Diariamente se consume una parte de los medios de
determinado, está dado el monto medio de los medios de subsistencia — por ejemplo alimentos, combustibles, etc.— ,
subsistencia necesarios. y es necesario renovarlos diariamente. Otros medios de
El propietario de la fuerza de trabajo es mortal. Por subsistencia, como la vestimenta, el mobiliario, etc., se
tanto, debiendo ser continua su presencia en el mercado consumen en lapsos más prolongados, por lo cual hay que
— tal como lo presupone la continua transformación de reponerlos en espacios de tiempo más largos. Las mercan­
dinero en capital— , el vendedor de la fuerza de trabajo cías de un tipo deben comprarse o pagarse diariamente,
habrá de perpetuarse, “del modo en que se perpetúa todo otras semanalmente, o cada trimestre, etc. Pero sea cual
individuo vivo, por medio de la procreación" .45 Será nece- fuere el modo en que la suma de estos gastos se distribuya,
por ejemplo, a lo largo de un año, es necesario cubrirla
4:1 De ahí que el villicus de la a ntigua R om a, com o adm inis­ día a día con el ingreso medio. Si la masa de las mercan­
tra d o r al frente de los esclavos agrícolas, recib iera “u n a ración
m en o r que los siervos, porque su trab ajo e ra m ás liviano que el cías necesarias diariamente para la producción de la fuerza
de éstos” . (Th. M om m sen, R ö m isc h e G eschichte, 1856, p. 810.) de trabajo fuera = A, la requerida semanalmente = B, la
44 En su o b ra O ver-P opulation a n d its R e m e d y , L ondres, 1846,
40 “Su precio n a tu ra l” (el del trabajo) . . . "se com pone de la
W illiam T h o m a s T h o rn to n a p o rta interesante inform ación sobre
el particular." can tid ad de m edios de subsistencia y c om odidades necesarios,
45 Petty. según la n a tu ra le z a del clim a y los hábitos del país, que m antenga
al tra b a ja d o r y le perm ita c ria r una fam ilia que asegure en el m er­
cado tina oferta de trabajo no dism inuida." (R. T o rren s. A n Essay
" E n la 3? y 4? ediciones la nota dice así: “C fr. W. T h. on the E stern a l C orn Trade, L ondres, 1815, p. 62.) La palabra
T h o rn to n . O ver-P opulation and its R e m e d y , L ondres, 1846” . tra b a jo se em plea e rró n e a m e n te aquí por fuerza de trabajo.

208 209
precisada trimestralmente = C, etc., tendríamos que la
media diaria de esas mercancías sería igual a subsistencia, trabajador y salario” .47 Quien dice capacidad
de trabajo no dice trabajo, del mismo modo que quien
365 A + 52 B + 4 C + etc. dice capacidad de digerir no dice digestión. Para este
último proceso se requiere, como es sabido, algo más que
365 un buen estómago. Quien dice capacidad de trabajo no
se abstrae de los medios necesarios para la subsistencia de
Si suponemos que en esta masa de mercancías necesaria la misma. El valor de éstos se expresa, antes bien, en el
para un día medio se encierran 6 horas de trabajo social, valor de aquélla. Si la misma no se vende, no le aprovecha
tendremos que en la fuerza de trabajo se objetiva diaria­ para nada al obrero, que siente, por el contrario, como
mente medio día de trabajo medio social, o que se requiere una cruel necesidad natural el que su capacidad de trabajo
media jornada laboral para la producción diaria de la haya requerido determinada cantidad de medios de subsis­
fuerza de trabajo. Esta cantidad de trabajo requerida tencia para su producción y que los requiera siempre de
para su producción cotidiana constituye el valor diario de nuevo para su reproducción. Descubre entonces, con Sis-
la fuerza de trabajo o el valor de la fuerza de trabajo repro­ mondi, que “la capacidad de trabajo . . . no es nada si no
ducida diariamente. Si medio día de trabajo medio social se la vende” .48
se presenta en una masa de oro de 3 chelines o de 1 tálero, La naturaleza peculiar de esta mercancía específica,
tendremos que 1 tálero será el precio correspondiente al de la fuerza de trabajo, trae aparejado el que al cerrarse
valor diario de la fuerza de trabajo. Si el poseedor de la el contrato entre el com prador y el vendedor su valor de
fuerza de trabajo la pone en venta diariamente por un uso todavía no pase efectivamente a manos del adquirente.
tálero, su precio de venta es igual a su valor y, según nues­ Su valor, al igual que el de cualquier otra mercancía,
tro supuesto, el poseedor de dinero, codicioso de convertir estaba determinado antes que entrara en la circulación,
su tálero en capital, paga ese valor. puesto que para la producción de la fuerza de trabajo se
El límite último o límite mínimo del valor de la fuerza había gastado determinada cantidad de trabajo social, pero
laboral lo constituye el valor de la masa de mercancías sin su valor de uso reside en la exteriorización posterior de
cuyo aprovisionamiento diario el portador de la fuerza de esa fuerza. La enajenación de la fuerza y su efectiva exte­
trabajo, el hombre, no puede renovar su proceso vital; riorización, es decir, su existencia en cuanto valor de uso,
esto es, el valor de los medios de subsistencia físicamente no coinciden en el tiempo. En el caso de las mercancías 4"
indispensables. Si el precio de la fuerza de trabajo cae en que la enajenación formal del valor de uso por la venta
con respecto a ese mínimo, cae por debajo de su valor, y su entrega efectiva al comprador divergen temporal­
pues en tal caso sólo puede mantenerse y desarrollarse bajo mente, el dinero del com prador desempeña por lo general
una forma atrofiada. Pero el valor de toda mercancía está la función de medio de pago. En todos los países de modo
determinado por el tiempo de trabajo necesario para sumi­ de producción capitalista la fuerza de trabajo sólo se paga
nistrarla en su estado normal de calidad. después que ha funcionado durante el plazo establecido en
Es de un sentimentalismo extraordinariamente adoce­ el contrato de compra, por ejemplo al término de cada
nado tildar de tosca esa determinación del valor de la
47 Rossi, C ours d ’éco n o m ie politique, B ruselas, 1843, pági­
fuerza de trabajo, determinación que fluye de la naturaleza nas 370, 371.
misma de la cosa, y plañir como Rossi: “Concebir la 48 Sism ondi, N o u v e a u x p r i n c i p e s . . . , t. i, p. 113.
capacidad de trabajo (puissance de travail) prescindiendo 40 “E l trab a jo siem pre se paga una vez term in ad o .” (A n Inqui-
de los medios de subsistencia de los trabajadores durante ry in to T hose P rincipies . . . , p. 104.) “E l crédito co m ercial hubo de
co m en zar e n el m o m en to en que el obrero, e l prim er artesano
el proceso de producción, es concebir una quimera (un etre de la p ro d u c ció n , pudo — m ediante sus econom ías— e sp e ra r el
de raison). Quien dice trabajo, quien dice capacidad de salario de su trab a jo h asta el térm in o de la sem ana, de la quincena,
trabajo, dice al mismo tiempo trabajador y medio de del m es, del trim estre, e tc .” (Ch. G an ilh , D es s y s tè m e s . . . . t. n,
p ágina 150.)
210
211
semana. En todas partes, pues, el obrero adelanta al capi­ mercantil. El precio de la fuerza de trabajo se halla esti­
talista el valor de uso de la fuerza de trabajo; aquél le pulado contractualmente, por más que, al igual que el
permite al comprador que la consuma antes de haber alquiler de una casa, se lo realice con posterioridad. La
recibido el pago del precio correspondiente. En todas par­ fuerza de trabajo está vendida aunque sólo más tarde se
tes es el obrero el que abre crédito al capitalista. Que este pague por ella. Para concebir la relación en,su pureza, sin
crédito no es imaginario lo revela no sólo la pérdida oca­ embargo, es útil suponer por el momento que el poseedor
sional del salario acreditado cuando el capitalista se declara de la fuerza de trabajo percibe de inmediato cada vez, al
en quiebra,50 sino también una serie de efectos de carácter venderla, el precio estipulado contractualmente.
más duradero.51 Con todo, que el dinero funcione como Conocemos ahora el modo en que se determina el valor
medio de compra o como medio de pago es una circuns­ que el poseedor de dinero le paga a quien posee esa mer­
tancia que en nada afecta la naturaleza del intercambio cancía peculiar, la fuerza de trabajo. El valor de uso que,
por su parte, obtiene el primero en el intercambio, no se
revelará sino en el consumo efectivo, en el proceso de con­
r,° “El o b re ro presta su in d u strio sid ad ”, pero, añade a stu ta ­
m ente S torch, “no corre riesgo alguno”, salvo el "de perder su sumo de la fuerza de trabajo. El poseedor de dinero com­
salario . . . E l o b re ro no tran sm ite nada m aterial.” (Storch, C ours pra en el mercado todas las cosas necesarias para ese
d'eco n o m ie p o litique, P etersburgo, 1815, t. n, pp. 36 y 37.) proceso, como materia prima, etc., y las paga a su precio
01 U n ejem plo. E n L ondres existen dos clases de pan ad ero s, cabal. El proceso de consumo de la fuerza de trabajo es al
los “fu ll priced”, que venden el pan a su v alor com pleto, y los
‘ undersellers", que lo venden por debajo de su valor. E sta últim a mismo tiempo el proceso de producción de la mercancía y
clase constituye m ás de los 3á del to ta l de los p a n ad e ro s (p. X X X II del plusvalor. El consumo de la fuerza de trabajo, al igual
en el R ep o rt del com isionado gub ern am en tal H u g h S eym our T re- que el de cualquier otra mercancía, se efectúa fuera del
m enheere sobre las G rievances C o m p la in ed o j by the J ourneym en mercado o de la esfera de la circulación. Abandonamos,
B akers . . . , L ondres, 1862). Esos undersellers, casi sin excepción,
venden pan a d u lte ra d o por la m ezcla de a lu m b re, jabón, potasa
por tanto, esa ruidosa esfera instalada en la superficie y
p urificada, cal, p ied ra m o lid a de D erbyshire y dem ás agradables, accesible a todos los ojos, para dirigirnos, junto al posee-
nutritiv o s y saludables ingredientes. (V er el libro azul c ita d o m ás
arrib a , así com o el inform e de la “C om m ittee o f 1855 on the A dul-
tera tio n of B read” y D r. H assall, A d u lte ra tio n s D etected, 2? ed., H orningsham in W ilts, donde el pago es m ensual, le cuesta 2 ch e ­
L ondres, 1861. Sir John G o rd o n explicó an te la com isión de 1855 lines 4 peniques por stone" la m ism a h a rin a que en cu alq u ier otro
que “a consecuencia de estas falsificaciones, el pobre que vive de lado c o m p ra ría a 1 chelín 10 peniques.” (Sixtli R ep o rt sobre P ublic
dos libras diarias de pan, a h o ra no obtiene realm en te ni la c u arta H ealth by The M edical O ffic e r o f the P rivy C ouncil . . . , 1864,
pa rte de las sustancias n utritivas, para no h a b la r de los efectos p. 264.) “ Los estam padores m anuales de tela, en Paisley y K ilm ar-
deletéreos sobre su salu d ” . T rem enheere consigna (op. cit., pági­ nock" (E scocia occidental) “ im pusieron, m ediante u n a strike
na X L V III), com o la ra z ó n de que “una p a rte m uy grande de la [huelga], q u e el pago de salarios fu era quincenal en vez de m en ­
clase tra b a ja d o ra ”, a unque esté perfectam ente al ta n to de las a d u lte ­ sual.” (R eports o f the Inspectors o f F a eto n es fo r 3lst O ct. 1853,
raciones, siga co m p ra n d o a lu m b re, piedra en polvo, etc., que para p. 34.) U n a gentil am pliación adicional del créd ito que el o b re ro
esa gente es “ a bsolutam ente inevitable a c e p ta r del p an ad e ro o en concede al cap italista la vem os en el m étodo de m uchos p ro p ieta ­
el alm acén (chandler's shop) c ualquier tipo de pan que se le o frez ­ rios ingleses de m inas, según el cual al o b rero sólo se le paga a
ca". C o m o no co b ran h a sta finalizada su sem ana de trab ajo , ta m ­ fin de mes, y en el ínterin recibe adelantos del c ap italista a m enudo
poco pueden “p ag ar antes del fin de sem an a el pan consum ido en m ercancías que se ve obligado a pagar por encim a del precio
por su fam ilia d u ra n te la sem an a”, y, añ ad e T rem en h e e re fu n d á n ­ de m ercad o (truck-system ). “ Es u n a práctica com ún entre los
dose en las declaraciones testim oniales, "es n o to rio que el pan p atrones de las m inas de carb ó n pagar una vez por m es y conceder
e la b o rad o con esas m ezclas se prepara expresam ente para ese tipo a sus o b rero s, al térm in o de cad a sem ana, un a d elan to . E ste ade­
de clientes" (“ it is no to riu s th a t bread com posed of those m ixtures, lanto se les da en la tie n d a ” (esto es, el to m m y -sh o p o cantina
is m ade expressly for sale in this m an n e r” ). “E n m uchos distritos perteneciente al p a tró n m ism o). “ Los m ineros sacan por un lado y
agrícolas ingleses" (pero to d av ía m ás en E scocia) “el salario se lo vuelven a poner por el o tro ." (C hildren’s E m p lo y m e n t C o m m is-
paga q u incenal y aun m ensualm ente. E stos largos plazos de pago sion, III R eport, L ondres, 1864, p. 38, n. 192.)
obligan al tra b a ja d o r agrícola a co m o ra r sus m ercancías a crédi­
to . . . Se ve obligado a pagar precios m ás elevados y queda, de
hecho, ligado al a lm acen ero que le fía. Así, por ejem plo en 7,356 quilogram os.

212 213
dor de dinero y al poseedor de fuerza de trabajo, siguién­
doles los pasos, hacia la oculta sede de la producción,
en cuyo dintel se lee: N o admittance except on business
[Prohibida la entrada salvo por negocios]. Veremos aquí
no sólo cómo el capital produce, sino también como se pro­ S E C C IÓ N T E R C E R A
duce el capital. Se hará luz, finalmente, sobre el misterio
que envuelve la producción del plusvalor. PRODUCCIÓN DEL
La esfera de la circulación o del intercambio de mer­
PLUSVALOR ABSOLUTO
cancías, dentro de cuyos límites se efectúa la compra y la
venta de la fuerza de trabajo, era, en realidad, un verda­
dero Edén de los derechos humanos innatos. Lo que allí
imperaba era la libertad, la igualdad, la propiedad y Bent-
CAPÍTULO V
ham. ¡Libertad!, porque el comprador y el vendedor de
una mercancía, por ejemplo de la fuerza de trabajo, sólo PROCESO DE TRABAJO
están determinados por su libre voluntad. Celebran su Y PROCESO DE VALORIZACIÓN a
contrato como personas libres, jurídicamente iguales. El
contrato es el resultado final en el que sus voluntades con­
fluyen en una expresión jurídica común. ¡Igualdad!, por­
que sólo se relacionan entre sí en cuanto poseedores de El uso de la fuerza de trabajo es el trabajo mismo. El
mercancías, e intercambian equivalente por equivalente. com prador de la fuerza de trabajo la consume haciendo
¡Propiedad!, porque cada uno dispone sólo de lo suyo. trabajar a su vendedor. Con ello este último llega a ser
¡Bentham!, porque cada uno de los dos se ocupa sólo de actu [efectivamente] lo que antes era sólo potentia [poten­
sí mismo. El único poder que los reúne y los pone en rela­ cialmente]: fuerza de trabajo que se pone en movimiento
ción es el de su egoísmo, el de su ventaja personal, el de a sí misma, obrero. Para representar su trabajo en mercan­
sus intereses privados. Y precisamente porque cada uno cías, debe ante todo representarlo en valores de uso, en co­
sólo se procupa por sí mismo y ninguno por el otro, ejecu­ sas que sirvan para la satisfacción de las necesidades de
tan todos, en virtud de una armonía preestablecida de las cualquier índole. El capitalista, pues, hace que el obrero
cosas o bajo los auspicios de una providencia omniastuta, produzca un valor de uso especial, un artículo determinado.
solamente la obra de su provecho recíproco, de su altruis­ La producción de valores de uso, o bienes, no modifica su
mo, de su interés colectivo. naturaleza general por el hecho de efectuarse para el capi­
talista y bajo su fiscalización. De ahí que en un comienzo
Al dejar atrás esa esfera de la circulación simple o del debamos investigar el proceso de trabajo prescindiendo dé­
intercambio de mercancías, en la cual el librecambista vul­ la forma social determinada que asuma.
garis abreva las ideas, los conceptos y la medida con que El trabajo es, en primer lugar, un proceso entre el
juzga la sociedad del capital y del trabajo asalariado, se hombre y la naturaleza, un proceso en que el hombre me­
transforma en cierta medida, según parece, la fisonomía dia, regula y controla su metabolismo con la naturaleza.
de nuestras dramatis persona [personajes]. El otrora po­ El hombre se enfrenta a la materia natural misma como
seedor de dinero abre la marcha como capitalista', el un poder natural. Pone en movimiento las fuerzas natu­
poseedor de fuerza de trabajo lo sigue como su obrero; rales que pertenecen a su corporeidad, brazos y piernas,
el uno, significativamente, sonríe con ínfulas y avanza impe­ cabeza y manos, a fin de apoderarse de los materiales
tuoso; el otro lo hace con recelo, reluctante, como el que de la naturaleza bajo una forma útil para su propia vida.
ha llevado al mercado su propio pellejo y no puede esperar Al operar por medio de ese movimiento sobre la naturaleza
sino una cosa: que se lo curtan.
En la 4 a edición sigue aquí el subtítulo: I. P roceso de trabajo.

214 215
exterior a él y transformarla, transforma a la vez su propia to general del trabajo humano. Todas las cosas que el
naturaleza. Desarrolla las potencias que dormitaban en ella trabajo se limita a desligar de su conexión directa con la
y sujeta a su señorío el juego de fuerzas de la misma. No tierra son objetos de trabajo preexistentes en la naturaleza.
hemos de referirnos aquí a las primeras formas instintivas, Así, por ejemplo, el pez al que se captura separándolo de
de índole animal, que reviste el trabajo. La situación en su elemento vital, del agua; la madera derribada en la selva
que el obrero se presenta en el mercado, como vendedor virgen; el mineral arrancado del filón. En cambio, si el
de su propia fuerza de trabajo, ha dejado atrás, en el tras- objeto de trabajo, por así decirlo, ya ha pasado por el filtro
fondo lejano de los tiempos primitivos, la situación en que de un trabajo anterior, lo denominamos materia prima. Poi
el trabajo humano no se había despojado aún de su pri­ ejemplo, el mineral ya desprendido de la veta, y al que
mera forma instintiva. Concebimos el trabajo bajo una se somete a un lavado. Toda m ateria prima es objeto de
forma en la cual pertenece exclusivamente al hombre. Una trabajo, pero no todo objeto de trabajo es materia prima.
araña ejecuta operaciones que recuerdan las del tejedor, y El objeto de trabajo sólo es materia prima cuando ya ha
una abeja avergonzaría, por la construcción de las celdillas experimentado una modificación mediada por el trabajo.
de su panal, a más de un maestro albañil. Pero lo que dis­ El medio de trabajo es una cosa o conjunto de cosas
tingue ventajosamente al peor maestro albañil de la mejor que el trabajador interpone entre él y el objeto de trabajo
abeja es que el prim ero ha modelado la celdilla en su y que le sirve como vehículo de su acción sobre dicho ob­
cabeza antes de construirla en la cera. Al consumarse el jeto. El trabajador se vale de las propiedades mecánicas,
proceso de trabajo surge un resultado que antes del co­ físicas y químicas de las cosas para hacerlas operar,
mienzo de aquél ya existía en la imaginación del obrero, o conforme al objetivo que se ha fijado, como medios de
sea idealmente. El obrero no sólo efectúa un cambio de acción sobre otras cosas.2 El objeto del cual el trabaja­
forma de lo natural; en lo natural, al mismo tiempo, efecti- dor se apodera directamente — prescindiendo de la apre­
viza su propio objetivo, objetivo que él sabe que determina, hensión de medios de subsistencia prontos ya para el
como una ley, el modo y manera de su accionar y al consumo, como por ejemplo frutas, caso en que sirven como
que tiene que subordinar su voluntad. Y esta subordinación medios de trabajo los propios órganos corporales de aquél—
no es un acto aislado. Además de esforzar los órganos que no es objeto de trabajo, sino medio de trabajo. De esta
trabajan, se requiere del obrero, durante todo el transcurso suerte lo natural mismo se convierte en órgano de su acti­
del trabajo, la voluntad orientada a un fin, la cual se mani­ vidad, en órgano que el obrero añade a sus propios órganos
fiesta como atención. Y tanto más se requiere esa atención corporales, prolongando así, a despecho de la Biblia, su
cuanto menos atrayente sea para el obrero dicho trabajo, por estatura natural. La tierra es, a la par que su despensa
su propio contenido y la forma y manera de su ejecución; originaria, su primer arsenal de medios de trabajo. Le
cuanto menos, pues, disfrute el obrero de dicho trabajo co­ proporciona, por ejemplo, la piedra que arroja, con la que
mo de un juego de sus propias fuerzas físicas y espirituales. frota, golpea, corta, etc. La tierra misma es un medio de
Los elementos simples del proceso laboral son la acti­ trabajo, aunque para servir como tal en la agricultura pre­
vidad orientada a un fin — o sea el trabajo mismo— , su suponga a su vez toda una serie de otros medios de trabajo
objeto y sus medios.
La tierra (la cual, económicamente hablando, incluye u n a peq u eñ a sum a, con la m ira de e n ca m in a rlo h acia la lab o rio si­
también el agua), en el estado originario en que proporcio­ d a d y p a ra que forje su fo rtu n a .” (Jam es S teu art, P rincipies o f
na al hombre víveres, medios de subsistencia ya listos para P olitical E c o n o m y, D ublin, 1770, vol. i, p. 116.)
el consumo,1 existe sin intervención de aquél como el obje­ 2 “ L a razó n es tan astuta com o poderosa. L a astucia consiste,
en general, en la actividad m ed ia d o ra que, al hacer que los objetos
actú en u nos sobre o tro s y se desgasten recíp ro cam en te con arreglo
1 “ En escasa c an tid ad y com pletam ente independientes del a su p ro p ia n a tu ra le z a, sin injerirse de m an e ra d irecta en ese
h o m b re, los p ro d u c to s esp o n tán eo s de la tie rra parece que los c o n ­ proceso, se lim ita a alcanzar, no obstante, su propio fin ." (Hege!,
cediera la n a tu ra le z a del m ism o m odo que a un joven se le e ntrega E n zy klo p ä d ie, p rim era parte. D ie Logik, Berlín, 1840, p. 382.)

216 217
y un desarrollo relativamente alto de la fuerza laboral.3 E n un sentido amplio, el proceso laboral cuenta entre
Apenas el proceso laboral se ha desarrollado hasta cierto sus medios —-además de las cosas que median la acción
punto, requiere ya medios de trabajo productos del trabajo del trabajo sobre su objeto, y que sirven por ende de una
mismo. En las más antiguas cavernas habitadas por el hom­ u otra manera como vehículos de la actividad— con las
bre encontramos instrumentos y armas líticos. Junto a las condiciones objetivas requeridas en general para que el
piedras, maderas, huesos y conchas labrados, desempeña proceso acontezca. No se incorporan directamente al pro­
el papel principal como medio de trabajo el animal domes­ ceso, pero sin ellas éste no puede efectuarse o sólo puede
ticado, criado a tal efecto, y por tanto ya modificado el realizarse de manera imperfecta. El medio de trabajo
mismo por el trabajo.4 El uso y la creación de medios de general de esta categoría es, una vez más, la tierra misma,
trabajo, aunque en germen se presenten en ciertas especies pues brinda al trabajador el locus standi [lugar donde
animales, caracterizan el proceso específicamente humano estar] y a su proceso el campo de acción (field oj employ-
de trabajo, y de ahí que Franklin defina al hombre como m en t). Medios de trabajo de este tipo, ya mediados por
“a toolmaking animal", un animal que fabrica herramien­ el trabajo, son por ejemplo los locales en que se labora,
tas. La misma importancia que posee la estructura de los los canales, caminos, etcétera.
huesos fósiles para conocer la organización de especies En el proceso laboral, pues, la actividad del hombre, a
animales extinguidas, la tienen los vestigios de medios de través del medio de trabajo, efectúa una modificación del
trabajo para formarse un juicio acerca de formaciones eco­ objeto de trabajo procurada de antemano. El proceso se
nómico-sociales perimidas. Lo que diferencia unas épocas extingue en el producto. Su producto es un valor de uso,
de otras no es lo que se hace, sino cómo, con qué medios un material de la naturaleza adaptado a las necesidades
de trabajo se hace.5 Los medios de trabajo no sólo son humanas mediante un cambio de forma. El trabajo se ha
escalas graduadas que señalan el desarrollo alcanzado por amalgamado a su objeto. Se ha objetivado, y el objeto
la fuerza de trabajo humana, sino también indicadores ha sido elaborado. Lo que en el trabajador aparecía ba­
de las relaciones sociales bajo las cuales se efectúa ese jo la forma de movimiento, aparece ahora en el producto
trabajo. Entre los medios de trabajo mismos, aquellos cuya como atributo en reposo, bajo la forma del ser. El obrero
índole es mecánica, y a cuyo conjunto se le puede denomi­ hiló, y su producto es un hilado.
nar el sistema óseo y muscular de la producción, revelan Si se considera el proceso global desde el punto de
características mucho más definitorias de una época de vista de su resultado, del producto, tanto el medio de tra­
producción social que los medios de trabajo que sólo sirven bajo como el objeto de trabajo se pondrán de manifiesto
como medios de producción,6 y el trabajo mismo como
como recipientes del objeto de trabajo — por ejemplo, tu­
bos, toneles, cestos, jarras, etc.— y a los que podríamos trabajo productivoó
llamar, en su conjunto y de manera harto genérica, sistema
vascular de la producción. Tan sólo en la industria química la h isto rio g rafía, h asta el presente, del de sa rro llo de la producción
desempeñan estos últimos un papel de gran importancia.5bis m aterial, o sea, de la base de toda vida social y por ta n to de
toda historia real, por lo m enos se han dividido los tiem pos
prehistóricos en E dad de P ie d ra, E d ad del B ronce y E d ad del
:i En su o b ra , p o r lo dem ás lam en tab le, T héorie de I’économ ie
H ierro, co n fo rm e al m aterial de las h e rra m ie n tas y arm as y fu n ­
p olitique, P arís, 1815, G a n ilh en u m era ace rta d a m e n te , polem izando
dándose en investigaciones científico-naturales, n o en investigacio­
con los fisiócratas, la larg a serie de procesos de tra b a jo que cons­
nes presu n tam en te históricas.
tituye el supuesto de la agricultura p ro p iam en te dicha. 11 P arece p aradojal d e n o m in a r m edio de producción p a ra la
4 En las R é fte x io n s sur la fo rm a tio n et la distribution des
pesca, por ejem plo, al pez que aún n o ha sido pescado. P e ro hasta
richesses (1766), T u rg o t expone co n venientem ente la im portancia el presente no se h a inventado el arte de c a p tu ra r peces en aguas
del an im al d om esticado p a ra los inicios de la c u ltu ra.
donde no se e n co n trara n previam ente.
r> D e todas las m ercancías, los artículos suntuarios p ro p iam en ­ 7 E sta definición de trabajo p roductivo, tal com o se desprende
te dichos son los m ás irrelevantes p a ra c o m p a ra r en el dom inio del pun to de vista del proceso lab o ral sim ple, de ningún m odo es
tecnológico las diversas ép o cas de la producción. suficiente en el caso del proceso capitalista de producción.
r'bis N o ta a la 2? edición. — P or poco que se haya ocu p ad o

218 219
Como todas las cosas tienen propiedades múltiples y
Cuando un valor de uso egresa, en cuanto producto,
del proceso de trabajo, otros valores de uso, productos de son, por tanto, susceptibles de diversas aplicaciones útiles,
procesos laborales anteriores, ingresan en él en cuanto el mismo producto puede servir como materia prima de
medios de producción. El mismo valor de uso que es el muy diferentes procesos de trabajo. Los cereales, ponga­
producto de este trabajo, constituye el medio de producción mos por caso, son materia prima para el molinero, el
de aquel otro. Los productos, por consiguiente, no sólo son fabricante de almidón, el destilador, el ganadero, etc. Como
resultado, sino a la vez condición del proceso de trabajo. simiente se convierten en materia prima de su propia pro­
Si se exceptúa la industria extractiva, que ya encuentra ducción. De modo análogo, el carbón egresa de la industria
en la naturaleza su objeto de trabajo — como la minería, minera como producto e ingresa como medio de producción
caza, pesca, etc. (y la agricultura sólo cuando se limita a en la misma.
El mismo producto puede servir de medio de trabajo
roturar tierras vírgenes)— , todos los ramos de la industria
y materia prima en un mismo proceso de producción. En
operan con un objeto que es materia prima, esto es, con
el engorde de ganado, por ejemplo, donde el animal, la
un objeto de trabajo ya filtrado por la actividad laboral,
materia prima elaborada, es al propio tiempo un medio
producto él mismo del trabajo. Así ocurre, por ejemplo,
para la preparación de abono.
con la simiente en la agricultura. Animales y plantas que
Un producto que existe en una forma ya pronta para
se suele considerar como productos naturales, no sólo
el consumo puede reconvertirse en materia prima de otro
son productos, digamos, del trabajo efectuado durante el
producto, como ocurre con la uva, materia prima del vino.
año anterior, sino, en sus formas actuales, productos de un
O bien el trabajo puede suministrar su producto bajo una
proceso de transformación proseguido durante muchas ge­
forma en la cual sólo es utilizablc nuevamente como mate­
neraciones, sujeto al control humano y mediado por el
ria prima. Bajo ese estado, la materia prima se denomina
trabajo del hombre. En lo que respecta, sin embargo, a los
producto setnielaborado — sería mejor llamarla producto
medios de trabajo, la parte abrumadoramente mayor de los
intermedio— , como es el caso del algodón, la hebra, el
mismos muestra, aun a la mirada más superficial, la huella
hilo, etc. Aunque en sí misma ya es producto, es posible
de un trabajo pretérito.
que la materia prima originaria se vea obligada a recorrer
La materia prima puede constituir la sustancia pri­
toda una gradación de diversos procesos en los cuales, bajo
mordial de un producto o entrar tan sólo como material
una figura constantemente modificada, funciona siempre
auxiliar en su composición. El material auxiliar es consu­
como materia prima, hasta el último proceso laboral que
mido por el medio de trabajo, como el carbón en el caso
la expele como medio de subsistencia terminado o como
de la máquina de vapor, el aceite por la rueda, el heno
medio de trabajo pronto para su uso.
por el caballo de tiro, o se incorpora a la materia prima
Como vemos, el hecho de que un valor de uso aparezca
para provocar una transformación material, como el cloro
como materia prima, medio de trabajo o producto, depen­
a la tela cruda, el carbón al hierro, la tintura a la lana,
de por entero de su función determinada en el proceso la­
o coadyuva a la ejecución misma de la actividad laboral,
boral, del lugar que ocupe en el mismo', con el cambio de
como por ejemplo las sustancias empleadas para iluminar
ese lugar cambian aquellas determinaciones.
y caldear el local de trabajo. La diferencia entre material
En virtud de su ingreso como medios de producción
primordial y material auxiliar se desvanece en la industria
en nuevos procesos de trabajo, los productos pierden el
química propiamente dicha, puesto que ninguna de las ma­
carácter de tales. Funcionan tan sólo como factores objeti­
terias primas empleadas reaparece como sustancia del
vos del trabajo vivo. El hilandero opera con el huso sólo
producto.8
como instrumento por cuyo medio hila, y con el lino sólo
8 S torch diferencia la m ateria prim a p ro p iam en te dicha com o como el objeto con el cual realiza esa acción. No se puede
“ m atière ” , de los m ateriales auxiliares o " m a té ria u x ” ; l86l C herbu- hilar sin el material correspondiente y sin un huso. Por
liez d enom ina "m atières in stru m en tales” a los m ateriales auxi­ consiguiente, al iniciarse el acto de hilar está presupuesta la
liares. rsn
221
220
existencia de esos productos.3 Pero en ese proceso mismo productos en cuanto medios de subsistencia del individuo
es tan indiferente que el lino y el huso sean productos de vivo, y el primero en cuanto medios de subsistencia del
un trabajo pretérito, como en el acto de la alimentación es trabajo, de la fuerza de trabajo de ese individuo puesta en
indiferente que el pan sea el producto del trabajo pretérito acción. El producto del consumo individual es, por tanto,
del campesino, el molinero, el panadero, etc. A la inver­ el consumidor mismo', el resultado del consumo productivo
sa. Si en el proceso laboral los medios de producción ponen es un producto que se distingue del consumidor.
en evidencia su condición de productos de un trabajo pre­ En la medida en que sus medios y su objeto mismos
cedente, esto ocurre debido a sus defectos. Un cuchillo son ya productos, el trabajo consume productos para crear
que no corta, un hilo que a cada momento se rompe, hacen productos, o usa unos productos en cuanto medios de
que se recuerde enérgicamente al cuchillero A y al hilan­ producción de otros. Pero así como el proceso de trabajo,
dero E. En el producto bien logrado se ha desvanecido en un origen, transcurría únicamente entre el hombre y la
la mediación de sus propiedades de uso por parte del tra­ tierra, la cual existía al margen de la intervención de aquél,
bajo pretérito. en la actualidad siguen prestando servicios en ese proceso
Una máquina que no presta servicios en el proceso medios de producción brindados enteramente por la natu­
de trabajo es inútil. Cae, además, bajo la fuerza destruc­ raleza y que no representan ninguna combinación de mate­
tiva del metabolismo natural. El hierro se oxida, la madera riales de la naturaleza y trabajo humano.
se pudre. El hilo que no se teje o no se devana, es algodón El proceso de trabajo, tal como lo hemos presentado
echado a perder. Corresponde al trabajo vivo apoderarse en sus elementos simples y abstractos, es una actividad
de esas cosas, despertarlas del mundo de los muertos, trans­ orientada a un fin, el de la producción de valores de uso,
formarlas de valores de uso potenciales en valores de uso apropiación de lo natural para las necesidades humanas,
efectivos y operantes. Lamidas por el fuego del trabajo, condición general del metabolismo entre el hombre y la
incorporadas a éste, animadas para que desempeñen en el naturaleza, eterna condición natural de la vida humana y
proceso las funciones acordes con su concepto y su destino, por tanto independiente de toda forma de esa vida, y co­
esas cosas son consumidas, sin duda, pero con un objetivo, mún, por el contrario, a todas sus formas de sociedad. No
como elementos en la formación de nuevos valores de entendimos necesario, por ello, presentar al trabajador en
uso, de nuevos productos que, en cuanto medios de sub­ la relación con los demás trabajadores. Bastaba con expo­
sistencia, son susceptibles de ingresar al consumo indivi­ ner al hombre y su trabajo de una parte; a la naturaleza y
dual o, en calidad de medios de producción, a un nuevo sus materiales, de la otra. Del mismo modo que por el
proceso de trabajo. sabor del trigo no sabemos quién lo ha cultivado, ese
proceso no nos revela bajo qué condiciones transcurre, si
Por tanto, si bien los productos existentes no son sólo bajo el látigo brutal del capataz de esclavos o bajo la
resultado, sino también condiciones de existencia para el m irada ansiosa del capitalista, si lo ha ejecutado Cincinato
proceso de trabajo, por otra parte el que se los arroje en cultivando su par de iugera [yugadas] o el salvaje que
ese proceso, y por ende su contacto con el trabajo vivo, voltea una bestia de una pedrada.9
es el único medio para conservar y realizar como valores
de uso dichos productos del trabajo pretérito. 9 N o cabe d u d a de que es p o r esta razón, de lógica irresistible,
El trabajo consume sus elementos materiales, su objeto que el c oronel T o rre n s descubre en la piedra del salvaje . . . el
origen d e l capital. “ E n la p rim e ra piedra que [el salvaje] a rro ja al
y sus medios, los devora, y es también, por consiguiente, an im a l que persigue, en el prim er palo que e m p u ñ a p a ra vo ltear la
proceso de consumo. Ese consumo productivo se distingue, fru ta q u e está fu e ra de su alcance, vem os la apro p iació n de un
pues, del consumo individual en que el último consume los a rtíc u lo con la m ira d e co ad y u v a r en la ap ro p iació n de o tro , descu­
briéndose a s í . . . el origen d el capital." (R. T o rren s, A n E ssay ■■■ ■
pp. 70, 71.) C on to d a p ro b a b ilid ad , aq u el prim er palo [S /o c í] expli­
* E n la 4? edición, “ese p ro d u c to ” en vez de “esos p ro d u c to s” , ca por q u é en inglés sto ck es sinónim o de capital.

222 223
Pero volvamos a nuestro capitalista in spe [aspirante día. Al com prador de la mercancía le pertenece el uso de
a capitalista]. Habíamos perdido sus pasos después que él la misma, y, de hecho, el poseedor de la fuerza de trabajo
adquiriera en el mercado todos los factores necesarios para sólo al entregar su trabajo entrega el valor de uso vendido
efectuar un proceso laboral: los factores objetivos, o me­ por él. Desde el momento en que el obrero pisa el taller
dios de producción, y el factor subjetivo a o fuerza de tra­ del capitalista, el valor de uso de su fuerza de trabajo, y
bajo. Con su penetrante ojo de experto, ha escogido los por tanto su uso, el trabajo, pertenece al capitalista. Me­
medios de producción y fuerzas de trabajo adecuados para diante la compra de la fuerza de trabajo, el capitalista ha
su ram o particular: hilandería, fabricación de calzado, incorporado la actividad laboral misma, como fermento
etcétera. Nuestro capitalista procede entonces a consumir la vivo, a los elementos muertos que componen el producto, y
mercancía por él adquirida, la fuerza de trabajo, esto es, que también le pertenecen. Desde su punto de vista el
hace que el portador de la misma, el obrero, consuma a proceso laboral no es más que el consumo de la mercancía
través de su trabajo los medios de producción. La natura­ fuerza de trabajo, comprada por él, y a la que sin embargo
leza general del proceso laboral no se modifica, natural­ sólo puede consumir si le adiciona medios de producción.
mente, por el hecho de que el obrero lo ejecute para el El proceso de trabajo es un proceso entre cosas que el
capitalista, en vez de hacerlo para sí. Pero en un principio capitalista ha comprado, entre cosas que le pertenecen.
tampoco se modifica, por el mero hecho de que se inter­ De ahí que también le pertenezca el producto de ese pro­
ponga el capitalista, la manera determinada en que se hacen ceso, al igual que el producto del proceso de fermentación
botas o se hila. En un comienzo el capitalista tiene que efectuado en su bodega.10 a
tom ar la fuerza de trabajo como la encuentra, preexistente, El producto — propiedad del capitalista— es un valor de
en el mercado, y por tanto también su trabajo tal como se uso, hilado, botines, etc. Pero aunque los botines, por ejem­
efectuaba en un período en el que aún no había capitalis­ plo, en cierto sentido constituyen la base del progreso social
tas. L a transformación del modo de producción mismo por y nuestro capitalista sea un progresista a carta cabal, no
medio de la subordinación del trabajo al capital, sólo
puede acontecer más tarde y es por ello que no habremos 10 “L os p ro d u c to s son objeto de ap ro p ia ció n an te s de tra n s­
de analizarla sino más adelante. fo rm arse e n c a p ita l; su tran sfo rm a c ió n n o los sustrae a esa a p ro p ia ­
El proceso de trabajo, en cuanto proceso en que el c ió n .” (C herbuliez, R ichesse o u pauvreté, P arís, 1841, p. 54.) “Al
ven d er su tra b a jo p o r u n a c an tid ad d e te rm in a d a de m edios de
capitalista consume la fuerza de trabajo, muestra dos fenó­ subsistencia (approvisionnem ent), el p ro letario re n u n cia p o r e n tero
menos peculiares. a to d a p a rticip a ció n en el p ro d u c to . L a ap ro p ia ció n de los p ro d u c ­
El obrero trabaja bajo el control del capitalista, a quien tos se m an tien e al igual q u e antes; la m encionada convención no
pertenece el trabajo de aquél. El capitalista vela por que el la h a m o d ificad o en m odo a lguno. E l p ro d u c to perten ece exclusi­
vam ente al c ap italista q u e h a p ro p o rcio n a d o las m a te ria s p rim as
trabajo se efectúe de la debida manera y los medios de y los m edios de subsistencia. Es ésa u n a consecuencia rig u ro sa de
producción se empleen con arreglo al fin asignado, por la ley de la apro p iació n , cuyo principio fu n d a m e n ta l e ra , por el
tanto pafa que no se desperdicie materia prima y se econo­ contrario, el d e rec h o de p ro p ied ad exclusiva q u e cad a trab a ja d o r
tiene con respecto a su p ro d u c to .” (lb íd e m , p. 58.) V éase J. M ili,
mice el instrumento de trabajo, o sea que sólo se desgaste
E le m e n ts o f . . . , pp. 70, 71: “C u a n d o los trab a ja d o re s reciben sala­
en la medida en que lo requiera su uso en el trabajo. rio p o r su trab a jo [ .. .] el cap italista es entonces el propietario no
Pero, en segundo lugar, el producto es propiedad del sólo d el capital” (M ili se refiere a q u í a los m edios de producción)
capitalista, no del productor directo, del obrero. El capita­ “ sino tam b ién d el trab a jo (of the lab o u r also). Si lo q u e se p aga
e n calidad de salarios está incluido, com o suele o c u rrir, e n el c o n ­
lista paga, por ejemplo, el valor diario de la fuerza de tra­ cepto de capital, es absurdo hablar separadam ente del trabajo c o m o
bajo. Por consiguiente le pertenece su uso durante un día, de algo separado de aquél. A sí em pleada, la p a la b ra capital incluye
como le pertenecería el de cualquier otra mercancía — por tan to el tra b a jo com o el c ap ital” .
ejemplo un caballo— que alquilara por el término de un
u E n la 4a edición fig u ra en tre estos dos p á rra fo s el subtítulo:
11 3 ? y 4 ? ediciones: “p e rso n a l” en vez de “subjetivo” . 2. P roceso de valorización.

224 225
fabrica los botines por sí mismos. En la producción de
o de dos jornadas laborales es una masa de oro de 12
mercancías, el valor de uso no es, en general, la cosa qu’on
chelines, tenemos, en principio, que en el hilado se han
aime pour elle-même [que se ama por sí misma]. Si aquí se
objetivado dos jornadas de trabajo.
producen valores de uso es únicamente porque son sustrato
La circunstancia de que el algodón haya cambiado de
material, portadores del valor de cambio, y en la medida
forma y de que la masa de husos consumida.desapareciera
en que lo son. Y para nuestro capitalista se trata de dos
por entero, no debe inducirnos en error. Conforme a la
cosas diferentes. En primer lugar, el capitalista quiere pro­
ley general del valor, 10 libras de hilado son por ejemplo
ducir un valor de uso que tenga valor de cambio, un
un equivalente de 10 libras de algodón y !4 de huso, siem­
artículo destinado a la venta, una mercancía. Y en segundo
pre que el valor de 40 libras de hilado sea = al valor de
lugar quiere producir una mercancía cuyo valor sea mayor
40 libras de algodón -j- el valor de un huso íntegro, es
que la suma de los valores de las mercancías requeridos
decir, siempre que se requiera el mismo tiempo de trabajo
para su producción, de los medios de producción y de la
para producir los dos términos de esa ecuación. En tal
fuerza de trabajo por los cuales él adelantó su dinero con­
caso, el mismo tiempo de trabajo se representa una vez
tante y sonante en el mercado. No sólo quiere producir
en el valor de uso hilado, la otra vez en los valores de
un valor de uso, sino una mercancía', no sólo un valor de
uso algodón y huso. Al valor le es indiferente, en cambio,
uso, sino un valor, y no sólo valor, sino además plusvalor.
el manifestarse bajo la forma de hilado, huso o algodón.
En realidad, como se trata aquí de la producción de
El hecho de que el huso y el algodón, en vez de reposar
mercancías, es obvio que nos hemos limitado a tratar sólo
ociosos uno al lado del otro, entren en el proceso de hilar
un aspecto del proceso. Así como la mercancía misma es
en una combinación que modifica sus formas de uso, que
una unidad de valor de uso y valor, es necesario que su
los convierte en hilado, afecta tan poco su valor como
proceso de producción sea una unidad de proceso laboral
si a través del intercambio simple, se los hubiera negociado
y proceso de formación de valor.
por su equivalente en hilado.
Consideremos ahora, asimismo, el proceso de produc­
El tiempo de trabajo requerido para la producción del
ción como proceso de formación de valor.
algodón es una parte del tiempo de trabajo necesario para
Sabemos que el valor de toda mercancía está determi­
la producción del hilado al que dicho algodón sirve de
nado por la cantidad de trabajo materializada en su valor
materia prima, y por eso está contenido en el hilado. Lo
de uso, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para
mismo ocurre con el tiempo de trabajo que se requiere
su producción. Esto rige también para el producto que
para la producción de la masa de husos sin cuyo desgaste
nuestro capitalista obtenía como resultado del proceso
o consumo no se podría hilar el algodón."
laboral. Corresponde calcular, pues, en primer lugar, cuán­
Por tanto, en la medida en que entra en el análisis el
to trabajo se ha objetivado en ese producto.
valor del hilado, o sea el tiempo de trabajo requerido para
Digamos que se trata, por ejemplo, de hilado.
su producción, es posible considerar como diversas fases
Para la producción del hilado se requería, prim era­
sucesivas del mismo proceso laboral a los diversos procesos
mente, su materia prima, digamos 10 libras de algodón.
de trabajo particulares, separados en el tiempo y el espa­
No es necesario investigar primero el valor del algodón,
cio, que hubo que recorrer primero para producir el algo­
ya que el capitalista lo ha comprado por su valor en el
dón mismo y la masa de husos desgastada, y finalmente
mercado, por ejemplo a 10 chelines. En el precio del algo­
el hilado a partir del algodón y los husos. Todo el trabajo
dón ya está representado, como trabajo social general, el contenido en el hilado es trabajo pretérito. Es una circuns-
trabajo requerido para su producción. Hemos de suponer,
además, que la masa de husos consumida en la elaboración
del algodón, instrumentos que representan para nosotros 11 “N o sólo afecta al valor de las m ercancías el trab a jo apli­
todos los demás medios de trabajo empleados, posee un cado d irec ta m en te a las m ism as, sino tam bién el em p lead o en los
im plem entos, h e rra m ie n ta s y edificios que coadyuvan a ese tra b a jo .”
valor de 2 chelines. Si el producto de 24 horas de trabajo (R icard o , On the P rincipies . . . , p. 16.)

226 227
tancia por entero indiferente la de que el tiempo de tra­ jornadas de trabajo. Se trata ahora de considerar la parte
bajo requerido para la producción de sus elementos del valor que el obrero textil agrega, con su trabajo, al
constitutivos haya transcurrido anteriormente, esté en el algodón.
pluscuamperfecto, mientras que por el contrario el trabajo Para examinar este trabajo, hemos de ubicarnos ahora
empleado directamente en el proceso final, en el hilar, en un punto de vista totalmente distinto del que ocupá­
se halle más cerca del presente, en el pretérito perfecto. bamos al analizar el proceso de trabajo. Se trataba allí de
Si para la construcción de una casa se requiere determinada una actividad orientada a un fin, el de transformar el
masa de trabajo, digamos 30 jornadas laborales, nada algodón en hilado. Cuanto más adecuado a ese fin fuera
cambia en cuanto a la cantidad global del tiempo de traba­ el trabajo, tanto mejor el hilado, siempre que presupu­
jo incorporado a la casa, el hecho de que la trigésima jor­ siéramos constantes todas las demás circunstancias. El tra­
nada ingrese a la producción 29 días después que la prime­ bajo del hilandero era específicamente distinto de otros
ra. Y del mismo modo, es perfectamente posible considerar trabajos productivos, y la diferencia se hacía visible subje­
el tiempo de trabajo incorporado al material y al medio tiva y objetivamente, en el fin particular de la actividad
de trabajo como si sólo se lo hubiera gastado en un estadio de hilar, en su modo específico de operar, en la naturaleza
precedente del proceso de hilar, con anterioridad al tra­ especial de sus medios de producción y el valor de uso
también especial de su producto. El algodón y el huso son
bajo que se agrega en último término bajo la forma de
medios de subsistencia del trabajo de hilar, aunque con
trabajo de hilar.
ellos no se pueda fundir cañones rayados. Pero, en cambio,
Por consiguiente, los valores de los medios de produc­ en la medida en que el trabajo del hilandero forma valor,
ción, el algodón y el huso, expresados en el precio de 12 no se distingue en absoluto del trabajo del perforador de
chelines, son partes constitutivas del valor del hilado o cañones o, lo que nos concierne más de cerca, de los traba­
valor del producto. jos efectuados en los medios de producción del hilado:
Sólo que es necesario llenar dos condiciones. En primer el trabajo del cultivador de algodón y el de quien fabrica
lugar, el algodón y el huso tienen que haber servido para husos. A esta identidad, sólo a ella, se debe que el cultivar
la producción de un valor de uso. En nuestro caso, es me­ algodón, hacer husos e hilar constituyan partes del mismo
nester que de ellos haya surgido hilado. Al valor le es valor global, del valor del hilado, las cuales únicamente
indiferente que su portador sea uno u otro valor de uso, difieren entre sí en lo cuantitativo. Ya no se trata, aquí, de
pero es imprescindible que su portador sea un valor de uso. la cualidad, la naturaleza y el contenido del trabajo, sino
En segundo lugar, rige el supuesto de que se haya empleado tan sólo de su cantidad. A ésta, sencillamente, hay que
el tiempo de trabajo necesario bajo las condiciones sociales contarla. Partimos de la base de que el trabajo de hilar es
un trabajo simple, trabajo social medio. Se verá más ade­
de producción dadas. Por lo tanto, si para hilar 1 libra de
lante que la suposición opuesta no altera en nada la natu­
hilado fuera necesaria 1 libra de algodón, se requiere que
raleza del problema.
en la formación de 1 libra de hilado sólo se haya consu­
Durante el proceso laboral el trabajo pasa constante­
mido 1 libra de algodón. Otro tanto ocurre con el huso.
mente de la forma de la agitada actividad a la del ser,
Si al capitalista se le antojara emplear husos de oro en
de la forma de movimiento a la de objetividad. Al término
vez de husos de hierro, en el valor del hilado sólo se ten­ de una hora, el movimiento del hilandero queda repre­
dría en cuenta, sin embargo, el trabajo socialmente nece­ sentado en cierta cantidad de hilado, y por tanto en el
sario, esto es, el tiempo de trabajo necesario para la algodón está objetivada cierta cantidad de trabajo, una
producción de husos de hierro. hora de trabajo. Decimos hora de trabajo,3 puesto que aquí
Sabemos ahora qué parte del valor del hilado está cons­
tituida por los medios de producción, el algodón y el huso. " Sigue aquí en la 3? y 4? ediciones: “esto es, gasto de la
Equivale a 12 chelines, o sea la concreción material de dos fu e rz a vital del h ilan d ero d u ra n te una h o ra ” .

228 229
carbón extraída del yacimiento, por ejemplo un quintal,
el trabajo de hilar sólo cuenta en cuanto gasto de fuerza
representaría determinada cantidad de trabajo absorbido.
laboral, no en cuanto la actividad específica de hilar.
Cuando analizábamos la venta de la fuerza de trabajo
Ahora bien, es de decisiva importancia que durante el suponíamos que su valor diario era = 3 chelines y que en
transcurso del proceso, o sea de la transformación del éstos se hallaban incorporadas 6 horas de trabajo, siendo
algodón en hilado, sólo se consuma el tiempo de trabajo necesaria por tanto esa cantidad de trabajo para producir
socialmente necesario. Si bajo condiciones de producción la suma media de artículos de subsistencia requeridos dia­
normales, esto es, bajo condiciones de producción sociales riamente por el obrero. Si nuestro hilandero convierte, en
medias, es necesario convertir a libras de algodón en b una hora de trabajo, 1 % libras de algodón en 1 % libras
libras de hilado durante una hora de trabajo, sólo se consi­ de hilado,12 en 6 horas convertirá 10 libras de algodón en
derará como jornada laboral de 12 horas aquella durante 10 libras de hilado. Durante el transcurso del proceso de
la cual 12 X a libras de algodón se transformen en 12 X b hilar el algodón, pues, absorbe 6 horas de trabajo. El
libras de hilado. Sólo el tiempo de trabajo socialmente mismo tiempo de trabajo se representa en una cantidad
necesario, en efecto, cuenta como formador de valor. de oro de 3 chelines. Por consiguiente, se agrega al algo­
L a m ateria p rim aa y el producto se manifiestan aquí dón, por medio del trabajo de hilar, un valor de 3 chelines.
bajo una luz totalmente distinta de aquella bajo la cual los Examinemos ahora el valor global del producto, de las
analizábamos en el proceso laboral propiamente dicho. La 10 libras de hilado. En ellas están objetivados 2 V2 días de
m ateria prima sólo cuenta aquí en cuanto elemento que trabajo: 2 días contenidos en el algodón y en la masa
absorbe determinada cantidad de trabajo. Mediante esa de husos, V2 jornada laboral absorbida durante el proceso
absorción se transforma de hecho en hilado, porque se le de hilar. Ese tiempo de trabajo se representa en una
agregó trabajo de hilar.b Pero ahora el producto, el hilado, masa de oro de 15 chelines. Por ende, el precio adecuado
es únicamente la escala graduada que indica cuánto trabajo al valor de las 10 libras de hilo asciende a 15 chelines;
absorbió el algodón. Si en una hora se hilan 1 % libras el precio de una libra de hilado a 1 chelín 6 peniques.
de algodón, o bien si éstas se transforman en 1 % libras de Nuestro capitalista se queda perplejo. El valor del
hilado, 10 libras de hilado supondrán 6 horas de trabajo producto es igual al valor del capital adelantado. El valor
absorbidas. Determinadas cantidades de producto, fijadas adelantado no se ha valorizado, no ha generado plusvalor
por la experiencia, no representan ahora más que determi­ alguno; el dinero, por tanto, no se ha convertido en capital.
nadas cantidades de trabajo, determinada masa de tiempo El precio de las 10 libras de hilado es de 15 chelines, y
de trabajo solidificado. Son, únicamente, la concreción 15 chelines se gastaron en el mercado por los elementos
material de una hora, de dos horas, de un día de trabajo constitutivos del producto o, lo que es lo mismo, por los
social. factores del proceso laboral: 10 chelines por algodón, 2
El hecho de que el trabajo sea precisamente trabajo chelines por la masa de husos consumida y 3 chelines por
de hilar, que su material sea algodón y su producto hilado, fuerza de trabajo. El que se haya acrecentado el valor del
es aquí tan indiferente como que el objeto de la actividad hilo nada resuelve, puesto que su valor no es más que la
laboral sea a su vez producto, y por tanto materia prima. suma de los valores distribuidos antes entre el algodón, el
Si el obrero en vez de hilar trabajara en una mina de huso y la fuerza de trabajo, y de esa mera adición de valo­
carbón, la naturaleza proporcionaría el objeto de trabajo, res preexistentes jamás puede surgir un plusvalor.'3 Todos
la hulla. Ello no obstante, una cantidad determinada de
12 E stos n ú m ero s son co m p letam en te a rb itrario s.
" E n la 3? y 4? ediciones esta frase com ienza así: “A l igual 12 Es ésta la tesis fu n d a m e n ta l sobre la que se fu n d a la d o c tri­
que el tra b a jo m ism o, tam b ién la m ate ria p rim a se m an ifiesta“ . . . na fisiocrática acerca de la im productividad de todo trab a jo no
agrícola, tesis irrefu tab le para los econom istas . . . profesionales.
b E n la 3a y 4? ediciones dice así esta frase secundaria: “po rq u e
“E sta m a n e ra de im p u tar a u n a sola cosa el v alor de m uchas o tra s ”
la fu erza de tra b a jo se gastó bajo la fo rm a de actividad de hilar
(por ejem plo al lino el consum o del tejedor), “de aplicar, por asi
y b a jo esa form a se agregó a ella ” .
231
230
esos valores están ahora concentrados en una cosa, pero no supera la suma de los valores mercantiles lanzados al
también lo estaban en la suma de dinero de 15 chelines, mismo. Debería conformarse, pues, con que la virtud
antes de que ésta se repartiera en 3 compras de mercancías. encuentra en sí misma su recompensa. Pero no, se pone
En sí y para sí, este resultado no es extraño. El valor más acucioso. El hilado no le presta utilidad alguna. Lo
de una libra de hilado es de 1 chelín y 6 peniques, y por ha producido para la venta. De modo que lo vende o, más
tanto nuestro capitalista tendría que pagar en el mercado, sencillamente, en lo sucesivo se limita a producir cosas
por 10 libras de hilo, 15 chelines. Tanto da que compre ya para su propio uso, una receta que ya le ha extendido
lista su residencia privada en el mercado o que la haga su médico de cabecera MacCulloch como remedio infalible
construir él mismo; ninguna de esas operaciones hará que contra la epidemia de la sobreproducción. Ceñudo, el capi­
aumente el dinero invertido en la adquisición de la casa. talista se mantiene en sus trece. ¿Acaso el obrero habría
El capitalista, que en materia de economía vulgar pisa de crear en el aire, con sus propios brazos y piernas, pro­
terreno firme, talvez diga que él ha adelantado su dinero ductos del trabajo, producir mercancías? ¿No fue el capi­
con la intención de hacer de éste más dinero. El camino talista quien le dio el material sólo con el cual y en el cual
del infierno está empedrado de buenas intenciones, y con el el obrero puede corporizar su trabajo? Y como la mayor
mismo fundamento podría abrigar la intención de hacer parte de la sociedad se compone de esos pobres diablos,
¿no le ha prestado a la misma un inmenso servicio, con
dinero sin producir.14 El capitalista amenaza. No volverán
a engañarlo. En lo sucesivo comprará la mercancía ya ter­ sus medios de producción, su algodón y su huso, e incluso
minada en el mercado, en lugar de fabricarla él mismo. al propio obrero, a quien por añadidura provee de medios
¿Pero si todos sus cofrades capitalistas hicieran otro tanto, de subsistencia? ¿Y no habría de cargar en la cuenta dicho
cómo habría de encontrar mercancías en el mercado? Y servicio? Pero el obrero, ¿no le ha devuelto el servicio al
transformar el algodón y el huso en hilado? Por lo demás,
no se puede comer dinero. El capitalista se dedica enton­
no se trata aquí de servicios.'’' Un servicio no es otra cosa
ces a la catequesis. Se debería tomar en consideración su
que el efecto útil de un valor de uso, ya sea mercancía, ya
abstinencia. Podría haber despilfarrado sus 15 chelines.
trabajo.'6 Pero lo que cuenta aquí es el valor de cambio.
En vez de ello, los ha consumido productivamente, convir­
El capitalista le pagó al obrero el valor de 3 chelines. El
tiéndolos en hilado. Pero la verdad es que a cambio de
obrero le devolvió un equivalente exacto, bajo la forma del
esto está en posesión de hilado, y no de remordimientos.
Se guardará de recaer en el papel del atesorador, que ya
nos mostró adonde conducía el ascetismo. Por lo demás, lr' "D eja q u e te ensalcen, ad o rn en y blanqueen . . . P ero quien
al que no tiene, el rey le hace libre. i88J Sea cual fuere tom a m ás o m ejo r" (de lo que dio) "com ete usura, y esto no se
llam a servicio, sino d añ o inferido a su prójim o, com o cuando
el mérito de su renunciamiento, nada hay para pagárselo eso o cu rre con h u rto y robo. N o todo lo que llam an servir y ayudar
aparte, pues el valor del producto que resulta del proceso al prójim o es servirlo y a y u d arlo . Pues una ad ú lte ra y un ad ú ltero
se hacen uno al o tro gran servicio y placer. U n reitre le presta un
g ran servicio de reitre a un incendiario asesino cuan d o lo ayuda
a ro b a r p o r los cam inos y a d estru ir vidas y haciendas. Los papistas
decirlo, capa sobre capa, diversos valores sobre uno solo, hace les hacen a los nuestros el gran servicio de no ahogarlos, quem arlos
que éste crezca en la m ism a proporción . . . E l térm ino adición o asesinarlos a todos, o hacer que todos se p u d ra n en la prisión,
describe m uy bien la m an e ra en que se fo rm a el precio de las cosas sino que dejan a algunos con vida y los d estierran o les confiscan
producidas por la m an o de o b ra ; ese precio no es sino un total sus bienes. El d iab lo m ism o presta a sus servidores un grande, un
c o n stitu id o p o r diversos valores consum idos y sum ados; a hora e norm e servicio . . . E n sum a, el m u n d o está c o lm a d o de g ra n ­
bien, sum ar no es m u ltip lic ar." (M ercier de la Rivière, L ’ordre des, excelsos, d iarios servicios y beneficios." (M artin L u th e r. A n die
naturel . . . . p. 599.)
Pfarrherrn . . . , W itenberg, 1540.)
14 Así, por ejem plo, en 1844-1847 re tiró de la actividad p ro ­
M¡ Al respecto he observado en Zar. K ritik . . . . p. 14, entre
ductiva una p arte de su capital a fin de especular en acciones
o tra s cosas: "Se co m prende q u é g ran «servicio» h a b rá de prestar la
ferro v iarias. Así. d u ra n te la g u e rra civil n o rtea m e rica n a c erró la
c ateg o ría «servicio» (service) a c ie rto género de econom istas, com o
fábrica y ech ó a la calle a los o b re ro s para jugar en la bolsa
Jean-B aptiste Say y F rédéric B astiat” .
algodonera de l.iverpool.

232 233
vaior de 3 chelines añadido al algodón. Valor por valor. conservar el uno sin ceder el otro. El valor de uso de la
N uestro amigo, pese a su altanero espíritu de capitalista, fuerza de trabajo, el trabajo mismo, le pertenece tan poco
adopta súbitamente la actitud modesta de su propio obrero. a su vendedor como al comerciante en aceites el valor de
¿Acaso no ha trabajado él mismo?, ¿no ha efectuado el uso del aceite vendido. El poseedor de dinero ha pagado
trabajo de vigilar, de dirigir al hilandero? ¿Este trabajo el valor de una jornada de fuerza de trabajo; le pertenece,
suyo no forma valor? Su propio overlooker [capataz] y su por consiguiente, su uso durante la jornada, el trabajo de
manager [gerente] se encogen de hombros. Pero entre­ una ¡ornada. La circunstancia de que el mantenimiento
tanto el capitalista, con sonrisa jovial, ha vuelto a adop­ diario de la fuerza de trabajo sólo cueste media jornada
tar su vieja fisonomía. Con toda esa letanía no ha hecho laboral, pese a que la fuerza de trabajo pueda operar o
más que tomarnos el pelo. Todo el asunto le importa un trabajar durante un día entero, y el hecho, por ende, de
comino. Deja esos subterfugios enclenques y vacías patra­ que el valor creado por el uso de aquélla durante un día
ñas, y otras creaciones por el estilo, a cargo de los profe­ sea dos veces mayor que el valor diario de la misma, cons­
sores de economía política, a los que él mismo paga por tituye t na suerte extraordinaria para el comprador, pero
ello. Él es un hombre práctico, que si bien fuera del nego­ en absoluto una injusticia en perjuicio del vendedor.
cio no siempre considera a fondo lo que dice, sabe siempre Nuestro capitalista había previsto este caso, que lo
lo que hace dentro de él. hace re ír.[8S| Por eso el obrero encuentra en el taller no
Veamos el caso más de cerca. El valor diario de la sólo los medios de producción necesarios para un proceso
fuerza de trabajo ascendía a 3 chelines porque en ella mis­ laboral de seis horas, sino para uno de doce. Si 10 libras
ma se había objetivado media jornada laboral, esto es, de algodón absorbían 6 horas de trabajo y se convertían
porque los medios de subsistencia necesarios diariamente en 10 libras de hilado, 20 libras de algodón absorberán 12
para la producción de la fuerza de trabajo cuestan media horas de trabajo y se convertirán en 20 libras de hilado.
jornada laboral. Pero el trabajo pretérito, encerrado en Examinemos ahora el producto del proceso laboral prolon­
la fuerza de trabajo, y el trabajo vivo que ésta puede eje­ gado. En las 20 libras de hilado se han objetivado ahora
cutar, sus costos diarios de mantenimiento y su rendimien­ 5 jornadas de trabajo: 4 en la masa de algodón y husos
to diario, son dos magnitudes completamente diferentes. consumida, 1 absorbida por el algodón durante el proceso
La prim era determina su valor de cambio, la otra confor­ de hilar. Pero la expresión en oro de 5 jornadas de trabajo
ma su valor de uso. El hecho de que sea necesaria media es de 30 chelines, o sea £ 1 y 10 chelines. Es éste, por
jornada laboral para mantenerlo vivo durante 24 horas, tanto, el precio de las 20 libras de hilado. La libra de
en modo alguno impide al obrero trabajar durante una jor­ hilado cuesta, como siempre, 1 chelín y 6 peniques. Pero
nada completa. El valor de la fuerza de trabajo y su la suma de valor de las mercancías lanzadas al proceso
valorización en el proceso laboral son, pues, dos magnitudes ascendía a 27 chelines. El valor del hilado se eleva a 30
diferentes. El capitalista tenía muy presente esa diferencia chelines. El valor del producto se ha acrecentado en un 1/ 9
de valor cuando adquirió la fuerza de trabajo. Su propiedad por encima del valor adelantado para su producción. De
útil, la de hacer hilado o botines, era sólo una conditio sine esta suerte, 27 chelines se han convertido en 30. Se ha
qua non, porque para formar valor es necesario gastar añadido un plusvalor de 3 chelines. El artilugio, finalmente,
trabajo de manera útil. Pero lo decisivo fue el valor de uso ha dado resultado. El dinero se ha transformado en capital.
específico de esa mercancía, el de ser fuente de valor, y de Se han contemplado todas las condiciones del proble­
más valor del que ella misma tiene. Es éste el servicio ma y en modo alguno han sido infringidas las leyes del
específico que el capitalista esperaba de ella. Y procede, intercambio de mercancías. Se ha intercambiado un equiva­
al hacerlo, conforme a las leyes eternas del intercambio lente por otro. El capitalista, en cuanto comprador, pagó
mercantil. En rigor, el vendedor de la fuerza de trabajo, al todas las mercancías a su valor: el algodón, la masa de
igual que el vendedor de cualquier otra mercancía, realiza husos, la fuerza de trabajo. Hizo, entonces, lo que hacen
su valor de cambio y enajena su valor de uso. No puede todos los demás compradores de mercancías. Consumió el

234 235
valor de uso de las mismas. El proceso por el cual se consu­ cualitativo, en su modo y manera particular, según su
objetivo y contenido. En el proceso de formación del valor,
mió la fuerza de trabajo y que es a la vez proceso de pro­
ducción de la mercancía, dio como resultado un producto el mismo proceso laboral se presenta sólo en su aspecto
de 20 libras de hilado con un valor de 30 chelines. El capi­ cuantitativo. Se trata aquí, únicamente, del tiempo que el
trabajo requiere para su ejecución, o del tiempo durante el
talista retorna ahora al mercado y vende mercancía, luego
cual se g astaa la fuerza de trabajo. Aquí, asimismo, las
de haber comprado mercancía. Vende la libra de hilado a
mercancías que ingresan al proceso de trabajo ya no cuen­
1 chelín y 6 peniques, ni un ápice por encima o por debajo
tan como factores materiales, funcionalmenfe determina­
de su valor. Y sin embargo, extrae de la circulación 3 che­
dos, de una fuerza de trabajo que opera con arreglo al
lines más de los que en un principio arrojó a ella. Toda
fin asignado. Cuentan únicamente como cantidades deter­
esta transición, la transformación de su dinero en capital, minadas de trabajo objetivado. Ya esté contenido en los
ocurre en la esfera de la circulación y no ocurre en ella. medios de producción o lo haya añadido la fuerza de tra­
Se opera por intermedio de la circulación, porque se halla bajo, el trabajo cuenta únicamente por su medida tempo­
condicionada por la compra de la fuerza de trabajo en el ral. Asciende a tantas horas, días, etcétera.
mercado. Y no ocurre en la circulación, porque ésta se
limita a iniciar el proceso de valorización, el cual tiene Pero cuenta únicamente en la medida en que el tiempo
lugar en la esfera de la producción. Y de esta manera gastado para la producción del valor de uso sea socialmen­
“tout [est] pour le mieux dans le meilleur des mondes te necesario. Esto implica diversos aspectos. La fuerza de
possibles” [todo va de la mejor manera en el mejor de los trabajo ha de operar bajo condiciones normales. Si la
mundos posibles],1901 máquina de hilar es el medio de trabajo socialmente domi­
nante en la hilandería, al obrero no se le debe poner en
Al transform ar el dinero en mercancías que sirven como las manos una rueca. No ha de recibir, en vez de algodón
materias formadoras de un nuevo producto o como factores de calidad normal, pacotilla que se rompa a cada instante.
del proceso laboral, al incorporar fuerza viva de trabajo a En uno y otro caso emplearía más tiempo de trabajo que
la objetividad m uerta de los mismos, el capitalista trans­ el socialmente necesario para la producción de una libra
forma valor, trabajo pretérito, objetivado, muerto, en de hilado, pero ese tiempo superfluo no generaría valor o
capital, en valor que se valoriza a sí mismo, en un monstruo dinero. El carácter normal de los factores objetivos del
animado que comienza a “trabajar” cual si tuviera dentro trabajo, sin embargo, no depende del obrero, sino del
del cuerpo el am o r.[91' capitalista. Otra condición es el carácter normal de la fuer­
Si comparamos, ahora, el proceso de formación de valor za misma de trabajo. Ésta ha de poseer el nivel medio de
y el proceso de valorización, veremos que este último no capacidad, destreza y prontitud prevaleciente en el ramo
es otra cosa que el prim ero prolongado más allá de cierto en que se la emplea. Pero en el mercado laboral nuestro
punto. Si el proceso de formación del valor alcanza única­ capitalista compró fuerza de trabajo de calidad normal.
mente al punto en que con un nuevo equivalente se rem­ Dicha fuerza habrá de emplearse en el nivel medio acos­
plaza el valor de la fuerza de trabajo pagado por el capital, tumbrado de esfuerzo, con el grado de intensidad social­
estaremos ante un proceso simple de formación del valor. mente usual. El capitalista vela escrupulosamente por ello,
Si ese proceso se prolonga más allá de ese punto, se con­ así como por que no se desperdicie tiempo alguno sin
vierte en proceso de valorización. trabajar. Ha comprado la fuerza de trabajo por determi­
nado lapso. Insiste en tener lo suyo: no quiere que se lo
Si parangonamos, además, el proceso en que se forma robe. Por último — y para ello este señor tiene su propio
valor y el proceso de trabajo, veremos que este último code pénal— , no debe ocurrir ningún consumo inadecuado
consiste en el trabajo efectivoa que produce valores de
de materia prima y medios de trabajo, porque el material
uso. Se analiza aquí el movimiento desde el punto de vista
“ En la 3? y 4? ediciones se agrega: "de m anera ú til” .
" En la 3? y 4? ediciones, “ útil” en vez de “ efectivo”.

236 237
o los medios de trabajo desperdiciados representan cantida­ valor, se presenta ahora como diferenciación entre los
des de trabajo objetivado gastadas de m anera superflua, y diversos aspectos del proceso de producción.
que por consiguiente no cuentan ni entran en el producto Como unidad del proceso laboral y del proceso de
de la formación de valor.17 formación de valor, el proceso de producción es proceso
Vemos que la diferencia, a la que llegábamos en el de producción de mercancías; en cuanto unidad del proceso
análisis de la mercancía, entre el trabajo en cuanto creador laboral y del proceso de valorización, es proceso de pro­
de valor de uso y el m ismo trabajo en cuanto creador de ducción capitalista, form a capitalista de la producción de
mercancías.
Se indicó más arriba que para el proceso de valorización
17 Es ésta u n a de las circu n stan cias que e n ca rec en la p ro d u c ­ es por entero indiferente que el trabajo apropiado por el
ció n fu n d a d a en la esclavitud. A l tra b a ja d o r se lo distingue aquí,
según la c erte ra expresión de los antiguos, sólo com o in stru m e n tu m
capitalista sea trabajo social medio, simple o trabajo com­
vocale [instrum ento h a b la n te] del anim al com o in stru m e n tu m se- plejo, trabajo de un peso específico superior. El trabajo al
m ivo ca le [instrum ento sem im udo] y de la h e rra m ie n ta in an im ad a que se considera calificado, más complejo con respecto
co m o in stru m e n tu m m u tu m [in stru m en to m u d o ].í92l P e ro él m ism o al trabajo social medio, es la exteriorización de una fuerza
h a c e sentir al an im al y la h e rra m ie n ta que no e s su igual, sino de trabajo en la que entran costos de formación más altos,
h o m b re. A d q u iere el sentim iento d e la p ro p ia dignidad, de la
difere n cia q u e lo se p a ra de ellos, m a ltra tá n d o lo s y destrozándolos cuya producción insume más tiempo de trabajo y que tiene
con am o reA 831 E n este m odo de pro d u cció n , p o r ta n to , rige com o por tanto un valor más elevado que el de la fuerza de tra­
prin cip io económ ico el de e m p le a r ú n ica m en te los in strum entos bajo simple. Siendo mayor el valor de esta fuerza, la misma
de tra b a jo m ás toscos y pesados, q u e p re cisa m e n te p o r su tosca habrá de manifestarse en un trabajo también superior y
ru sticid a d son los m ás difíciles de e stro p ear. H a sta el estallido
de la g u e rra civil, p o r eso, e ra posible h a lla r e n los estad o s escla­
objetivarse, durante los mismos lapsos, en valores propor­
vistas rib ere ñ o s del golfo de M éxico a ra d o s sim ilares a los de cionalmente mayores. Sea cual fuere, empero, la diferencia
la a n tig u a C h in a, q u e h o z a b a n e n el suelo co m o los cerdos o los de grado que exista entre el trabajo de hilar y el de orfebre­
topos, p e ro no lo h e n d ía n ni d a b an vuelta. C fr. J. E. C airn es, T he ría, la porción de trabajo por la cual el orfebre se limita a
Sla ve P ow er, L ondres, 1862, p. 46 y ss. E n su S e a b o rd Slave States
[pp. 46, 471 n a rra O lm sted, e n tre o tra s cosas: “M e h a n m o strad o
remplazar el valor de su propia fuerza de trabajo, no se
h e rra m ie n tas, aquí, con las cuales e n tre no so tro s nin g u n a p erso n a distingue cualitativamente, en m odo alguno, de la porción
e n sus cabales p e rm itiría que se a b ru m a ra a u n tra b a ja d o r p o r el adicional de trabajo por la cual crea plusvalor. Como siem­
q u e e stu v ie ra p a g an d o salario; el excesivo peso y tosq u ed ad de pre, si el plusvalor surge es únicamente en virtud de un
las m ism as, a m i juicio, h a ce n que el trab a jo sea cu an d o m enos
excedente cuantitativo de trabajo, en virtud de haberse
diez p o r ciento m ay o r que con las usadas h a b itu a lm en te entre
n osotros. Y se m e a seg u ra qu e, de la m a n e ra negligente y torpe prolongado la duración del mismo proceso laboral', en un
con q u e necesariam en te las u sa n los esclavos, no p o d ría sum inis­ caso, proceso de producción de hilado; en el otro, proceso
trárseles con bu en o s re su lta d o s económ icos nin g u n a h e rra m ie n ta de producción de joyas.18
m ás liviana o m enos tosca, y q u e h e rra m ie n tas com o las que con­
fiam o s re g u la rm e n te a n u e stro s trab a ja d o re s, o b ten ien d o con ello
beneficios, no d u ra ría n u n d ía e n u n trig al de V irginia, pese a ser 18 L a d ifere n cia en tre tra b a jo calificado y tra b a jo sim ple,
suelos m ás livianos y m en o s pedregosos q u e los nuestros. A sí “ skilled” y “ unskilled la b o u r”, se fu n d a en parte e n m era s ilusiones,
tam b ién , c u an d o p re g u n to p o r q u é las m u ías sustituyen de m an e ra o p o r lo m enos e n diferen cias q u e h a ce y a m u ch o tiem po han
casi universal a los cab allo s en los trab ajo s agrícolas, la ra zó n d e ja d o de ser reales y que p e rd u ra n ta n sólo e n el m u n d o de las
p rim e ra y m an ifiesta m e n te la m ás concluyente q u e se a d u cía e ra convenciones inveteradas; e n p a rte en la situación de desvalim iento
que los caballos no p o d ía n so p o rta r el tra ta m ie n to que siem pre les e n q u e se h a lla n ciertas capas de la clase o b re ra , situación que
d a n los negros; e n sus m an o s, q u e d an p ro n to despeados o tullidos, les im pide, m ás que a otras, a rra n c a r a sus p a tro n e s el valor de
m ie n tras q u e las m u ías so p o rta n los apaleos o la fa lta de u n pienso su fu erza de trabajo. C ircu n sta n cia s fo rtu ita s d esem p eñ an e n ello
o dos, de c u an d o en cu an d o , sin q u e e llo las afecte físicam ente o un pap el ta n considerable, que los m ism os tipos de tra b a jo c am ­
se re sfríe n o en ferm en p o rq u e se las a b an d o n e o h a g a tra b a ja r b ia n de lu g ar. P o r ejem plo, allí d o n d e las reservas físicas de la
e n exceso. P e ro no necesito ir m ás a llá de la v e n ta n a del c u arto clase o b re ra e stán d eb ilitad as y rela tiv a m e n te ag o tad as, com o e n
e n que escrib o p a ra o b serv ar, casi e n cu alq u ier m o m en to , q u e al to d o s los países de p ro d u c ció n c ap italista d esa rro llad a , e n general
g a n ad o se le d a u n tra ta m ie n to q u e e n e l N o rte a seg u raría el des­ los trab a jo s b ru tales, que re q u ie ren g ra n fu e rz a m u scu lar, sobre­
p ido inm ed iato del a rrie ro p o r p a rte del g ra n je ro ” . p u ja n a trab a jo s m u ch o m ás finos, que descienden a la categ o ría de

238 239
Por lo demás, en todo proceso de formación de valor
siempre es necesario reducir el trabajo calificado a trabajo
social medio, por ejemplo 1 día de trabajo calificado a x
día de trabajo simple.10 Si suponemos, por consiguiente,
que el obrero empleado por el capital ejecuta un trabajo
social medio simple, nos ahorramos una operación super-
flua y simplificamos el análisis.

C A P ÍT U L O VI

C A PIT A L CONSTANTE Y CA PITA L VARIA BLE

Los diversos factores del proceso laboral inciden de


trab a jo sim ple; p o r ejem plo, en In g la te rra el trab a jo de u n bricklayer manera desigual en la formación del valor del producto.
(albañil) p a sa a o c u p a r u n nivel m uy su p erio r a l de u n tejedor de
El obrero incorpora al objeto de trabajo un nuevo
dam ascos. P o r la o tra p a rte , figura com o tra b a jo “ sim ple” el que
efec tú a u n fu stia n cu tte r (tu n d id o r de pana), a u n q u e se tra ta de valor mediante la adición de una cantidad determinada
u n a activ id ad q u e exige m u ch o esfuerzo c o rp o ra l y es p o r a ñ ad i­ de trabajo, sin que interesen aquí el contenido concreto,
d u ra a lta m e n te in salu b re. P o r lo dem ás, n o sería co rre c to suponer el objetivo y la naturaleza técnica de su trabajo. Por otra
que el lla m ad o “skilled la b o u r” constituya u n a p a rte c u an tita tiv a ­ parte, los valores de los medios de producción consumidos
m ente considerable d el tra b a jo nacional. L aing calcula que en
In g la te rra (y G ales) la subsistencia* de m ás de 11 m illones depende los reencontramos como partes constitutivas del valor del
del tra b a jo sim ple. U n a vez deducidos, de los 18 m illones de p erso ­ producto', por ejemplo, los valores del algodón y el huso
nas q u e cu an d o se pub licó su o b ra co m p o n ían la población, 1 en el valor del hilado. El valor del medio de producción,
m illón de a ristó c rata s y 1.500.000 de indigentes, vagabundos, d e ­ pues, se conserva por su transferencia al producto. Dicha
lincuentes, p ro stitu tas, etc., re stan 4.000.000" in te g ran te s de la clase
m edia, e n tre ellos pequeños rentistas, em pleados, escritores, a rtis­
transferencia ocurre durante la transformación del medio
tas, m aestros, etc. P a ra llegar a esos 4 b m illones, incluye e n la de producción en producto, al efectuarse el proceso laboral.
p a rte activa de la clase m ed ia, ad em ás de los b a n q u ero s, etc., ¡a Es mediada por el trabajo. ¿Pero de qué manera?
todos los “obreros fa b riles” m ejor pagos! N i siquiera los bricklayers
q u e d an fu e ra de los “ trab a ja d o re s elevados a alg u n a p o ten c ia ” . El obrero no trabaja dos veces durante el mismo lapso,
O btiene así los m encio n ad o s 11 m illones. (S. L aing, N a tio n a l D is­ una vez para incorporar valor al algodón mediante su
tress . . . , L o n d res, 1844[, pp. 49-52, y passim ].) “L a g ra n clase que trabajo, y la otra para conservar el valor previo del algo­
n o tiene n a d a q u e d a r a cam bio de los alim entos, salvo trab ajo dón, o, lo que es lo mismo, para transferir al producto, al
o rd in ario , constituye la g ra n m asa del p u e b lo .” (la m e s M ili, en el
a rtíc u lo “C o lo n y ”, S u p p le m e n t to the Encyclopcedia B ritanni-
hilado, el valor del algodón que elabora y el del huso con
ca, 1831.) el que trabaja. Simplemente, agregando el valor nuevo con­
19 “C u a n d o nos re fe rim o s al trab a jo com o m edida de valor, serva el viejo. Pero como la adición de valor nuevo al
q u e d a im plícito, n ecesariam en te, que se tra ta de tra b a jo de u n tipo objeto de trabajo y la conservación de los valores ante­
d e te rm in a d o . . . siendo fácil de av erig u ar la p ro p o rció n q u e otros
tipos de tra b a jo g u a rd a n c o n a q u él.” ([I. C azenove,] O utlines o f
riores en el producto son dos resultados totalmente dis­
P olitical E c o n o m y , L ondres, 1832, pp. 22, 23.) tintos, que el obrero produce al mismo tiempo aunque sólo
trabaje una vez en el mismo lapso, es obvio que esa duali­
" E n la 4? edición: “4.650.000” . dad del resultado sólo puede explicarse por la dualidad
'' E n la 4? edición: “4 36”. de su trabajo mismo. Es necesario que en el mismo ins­

240 241
tante y en una condición cree valor mientras en otra con­ ¡ornada laboral. Lo añade, pues, por su trabajo, no en
dición conserva o transfiere valor. cuanto trabajo de hilar o trabajo de ebanista, sino
¿Cómo agrega el obrero tiempo de trabajo, y por ende en cuanto trabajo social abstracto, en general, y no agrega
valor? Lo hace siempre y únicamente bajo la forma de determinada magnitud de valor porque su trabajo posea
su peculiar modalidad laboral productiva. El hilandero sólo un contenido útil particular, sino porque dura un lapso de­
agrega tiempo de trabajo al hilar, el tejedor al tejer, el terminado. Por ende, en su condición general, abstracta,
herrero al forjar. Pero por medio de la forma, orientada como gasto de fuerza de trabajo humana, el trabajo del
a un fin, en que esos obreros incorporan trabajo en general hilandero agrega nuevo valor a los valores del algodón y
y por tanto valor nuevo, por medio del hilar, el tejer, el el huso, y en su condición útil, particular, concreta, en
forjar, es como los medios de producción, el algodón y el cuanto proceso de hilar, transfiere al producto el valor de
huso, el hilado y el telar, el hierro y el yunque, se con­ esos medios de producción y conserva de ese modo su
vierten en elementos constitutivos de un producto, de un valor en el producto. De ahí la dualidad de su resultado
nuevo valor de uso.20 Caduca la vieja forma de su valor en el m ismo instante.
de uso, pero sólo para adherirse a una nueva forma de
Por medio de la mera adición cuantitativa de trabajo
valor de uso. Sin embargo, cuando analizábamos el proceso
se añade nuevo valor; mediante la cualidad del trabajo
de formación del valor, llegamos al resultado de que en
agregado se conservan en el producto los viejos valores
la medida en que con arreglo a un fin se consume un valor
de los medios de producción. Este efecto dual del mismo
de uso, para la producción de un nuevo valor de uso, el trabajo, consecuencia de su carácter dual, se revela tangi­
tiempo de trabajo necesario para la elaboración del valor
blemente en diversos fenómenos.
de uso consumido constituye una parte del tiempo nece­
sario para la producción del nuevo valor de uso, o sea, es Supongamos que un invento cualquiera pone al hilan­
tiempo de trabajo que se transfiere del medio de pro­ dero en condiciones de hilar tanto algodón en 6 horas como
ducción consumido al nuevo producto. El obrero, pues, antes en 36. Como actividad productiva útil, orientada a
conserva los valores de los medios de producción consu­ un fin, su trabajo ha sextuplicado su fuerza. Su producto
midos o, como partes constitutivas de valor, los transfiere es ahora el séxtuplo, 36 libras de hilado en vez de 6. Pero
al producto, no por la adición de trabajo en general, sino las 36 libras de algodón sólo absorben ahora tanto tiempo
por el carácter útil particular, por la forma productiva de trabajo como antes 6 libras. Se adiciona [a cada libra]
específica de ese trabajo adicional. En cuanto actividad seis veces menos trabajo nuevo que con el método viejo,
productiva orientada a un fin — en cuanto hilar, tejer, y por tanto únicamente un sexto del valor anterior. Por
forjar— , el trabajo, por mero contacto, hace que los medios otra parte, existe ahora en el producto, en las 36 libras
de producción resuciten de entre los muertos, les infunde de hilado, un valor seis veces mayor en algodón. En las
vida como factores del proceso laboral y se combina con 6 horas de hilado se conserva y se transfiere al producto
ellos para formar los productos. un valor seis veces mayor en materia prima, aunque a
Si su trabajo productivo específico no fuera el de [cada libra de] la misma materia prima se le agrega un
hilar, el obrero no transform aría el algodón en hilado y, valor nuevo seis veces menor. Esto revela cómo la condi­
por consiguiente, tampoco transferiría al hilado los valores ción por la cual el trabajo conserva valores durante el mismo
del algodón y el huso. En cambio, si el mismo obrero proceso indivisible, difiere esencialmente de la condición
cambia de oficio y se convierte en ebanista, agregará por la cual crea valor. Cuanto más tiempo de trabajo
valor a su material, como siempre, por medio de una necesario se incorpore a la misma cantidad de algodón
durante la operación de hilar, tanto mayor será el valor
nuevo que se agregue al algodón, pero cuantas más libras
2° “ El trab a jo p ro d u c e u n a creación nueva a cam bio de o tra
de algodón se hilen en el mismo tiempo de trabajo, tanto
que se ex tin g u e.” (A n E ssay on the P olíticaI E co n o m y o f N ations,
L ondres, 1821, p. 13.) mayor será el valor viejo que se conserve en el producto.

242 243
Supongamos, a la inversa, que la productividad del de dos horas, por mucho que varíe dicho valor. Si además
trabajo de hilar se mantiene inalterada, y que el hilandero la productividad de su propio trabajo varía — aumenta
necesita como siempre la misma cantidad de tiempo para o disminuye— , en una hora de trabajo podrá hilar más
convertir en hilado una libra de algodón. Pero varía el o menos algodón que antes y, correlativamente, conservar
valor de cambio del algodón mismo: el precio de una en el producto de una hora de trabajo más o menos valor
libra de algodón se sextuplica o se reduce a la sexta parte. del algodón. Con todo, en dos horas de trabajo conservará
En ambos casos el hilandero sigue agregando a la misma el doble de valor que en una hora de trabajo.
cantidad de algodón el mismo tiempo de trabajo, por ende El valor, prescindiendo de su representación mera­
el mismo valor, y en ambos casos produce en el mismo mente simbólica en el signo de valor, sólo existe en un
tiempo la misma cantidad de hilado. N o obstante, el valor valor de uso, en una cosa. (El hombre mismo, considerado
que transfiere del algodón al producto, al hilado, en un en cuanto simple existencia de fuerza de trabajo, es un
caso será seis veces mayor, en el otro seis veces m en o r3 objeto natural, una cosa, aunque una cosa viva, autocons-
que anteriormente. Otro tanto ocurre cuando los medios ciente, y el trabajo mismo es una exteriorización a modo
de trabajo se encarecen o abaratan, pero prestando siempre de cosa de esa fuerza.) Si se pierde, pues, el valor de uso,
el mismo servicio en el proceso de trabajo. se pierde también el valor. Los medios de producción no
Si las condiciones técnicas del proceso de hilar se pierden con su valor de uso, a la vez, su valor, porque
mantienen inalteradas y, asimismo, no ocurre cambio al­ en virtud del proceso laboral en realidad sólo pierden la
guno de valor en sus medios de producción, el hilandero, figura originaria de su valor de uso para adquirir en el
como siempre, empleará en los mismos tiempos de trabajo producto la figura de otro valor de uso. Pero así como
las mismas cantidades de materia prima y de maquinaria, para el valor es im portante el existir en algún valor de
de valores que se han m antenido iguales. El valor que uso, le es indiferente que sea este o aquel valor de uso,
conserva él en el producto estará entonces en relación di­ como lo demuestra la metamorfosis de las mercancías. De
recta con el valor nuevo que añade. En dos semanas, agre­ ello se desprende que en el proceso de trabajo sólo se
ga dos veces más trabajo que en una semana, por tanto dos transfiere valor del medio de producción al producto en
veces más valor, y a la vez consume dos veces más material la medida en que el medio de producción pierda también,
cuyo valor es el doble, desgastando dos veces más maqui­ junto a su valor de uso autónomo, su valor de cambio.
naria de dos veces más valor; por consiguiente, en el Sólo le cede al producto el valor de uso que pierde en
producto de dos semanas conserva el doble de valor que cuanto medio de producción. Los factores objetivos del
en el producto de una semana. Bajo condiciones de pro­ proceso laboral, empero, en este aspecto se comportan de
ducción constantes, dadas, el obrero conserva tanto más diferentes maneras.
valor cuanto más valor adiciona, pero no conserva más El carbón con que se calienta la máquina se disipa sin
valor porque añada más valor, sino porque lo agrega bajo dejar huellas, y lo mismo el aceite con que se lubrican los
condiciones que se mantienen iguales y son independientes ejes, etc. Las tinturas y otros materiales auxiliares desapa­
de su propio trabajo. recen, pero se manifiestan en las cualidades del producto.
Por cierto, puede decirse en un sentido relativo que el La materia prima constituye la sustancia del producto, pero
obrero siempre conserva valores viejos en la misma pro­ su forma ha cambiado. La m ateria prima y los materiales
porción en que añade valor nuevo. Ya suba el valor del auxiliares, pues, pierden la figura autónoma bajo la que
algodón de 1 chelín a 2 chelines, o baje a 6 peniques, el ingresaron, como valores de usú, en el proceso de trabajo.
obrero siempre conservará en el producto de una hora Otra cosa ocurre con los medios de trabajo propiamente
la mitad de valor del algodón que conserva en el producto dichos. Un instrumento, una máquina, el edificio de una
fábrica, un recipiente, etc., sólo prestan servicios en el
" E n el o riginal: “en un caso será seis veces m enor, en el o tro proceso laboral mientras conservan su figura originaria
seis veces m a y o r”. V éase seis líneas m ás a rrib a . y pueden mañana ingresar en éste bajo la misma forma

244 245
que ayer. Tanto en vida, durante el proceso de trabajo, raleza, sin intervención humana, como la tierra, el viento,
como después de muertos, mantienen su figura autónoma el agua, el hierro en el yacimiento, la m adera de la selva
con respecto al producto. Los cadáveres de las máquinas, virgen, etcétera.
herramientas, locales de trabajo, etc., siguen existiendo Nos sale al encuentro, aquí, otro fenómeno interesante.
siempre separados de los productos que ayudaron a crear. Digamos que una m áquina valga, por ejemplo, £ 1.000
A hora bien, si consideramos el período completo durante y que se desgaste totalmente en 1.000 días. E n tal caso,
el cual uno de tales medios de trabajo presta servicio, desde 1 /1 0 0 0 de su valor pasará cada día de la máquina a su
el día de su entrada en el taller hasta el de su arrum ba­ producto diario. Al mismo tiempo, aunque siempre con
miento en el depósito de chatarra, vemos que durante ese energía vital decreciente, la m áquina toda seguirá operando
período su valor de uso ha sido consumido íntegramente en el proceso laboral. Se pone de manifiesto, entonces, que
por el trabajo y que, por consiguiente, su valor de cambio un factor del proceso laboral, un medio de producción, se
se ha transferido por entero al producto. Si una máquina incorpora totalmente al proceso laboral, pero sólo en parte
de hilar, por ejemplo, ha tenido una vida útil de 10 años, al proceso de valorización. L a diferencia entre proceso de
su valor total habrá pasado al producto decenal durante trabajo y proceso de valorización se refleja aquí en sus
el proceso laboral decenal. El lapso de vida de un medio factores objetivos, puesto que el mismo medio de produc­
de trabajo, pues, comprende una cantidad mayor o menor ción participa en el mismo proceso de producción íntegra­
de procesos laborales con él efectuados, que se reiteran mente como elemento del proceso laboral y sólo lo hace
una y otra vez. Y con el medio de trabajo ocurre como fraccionadamente com o elemento de la formación de
con el hombre. T odo hombre muere cada día 24 horas valor.21
más. Pero el aspecto de un hombre no nos indica con
21 N o consideram os a q u í las reparaciones d e los m edios de
precisión cuántos días ha muerto ya. Esto, sin embargo,
tra b a jo , m áquinas, edificaciones, etc. U n a m áq u in a en rep ara cio ­
no impide a las compañías de seguros de vida extraer nes no fun cio n a com o m edio de trabajo, sino co m o material de
conclusiones muy certeras, y sobre todo muy lucrativas, trabajo. N o se la b o ra con e lla sin o en e lla m ism a p a ra reco m p o ­
acerca de la vida media de los seres humanos. Lo mismo n e r su v a lo r de uso. P a ra n u e stro fin, siem pre deb en concebirse tales
trab a jo s de rep aració n co m o incluidos en la la b o r q u e se requiere
acontece con los medios de trabajo. L a experiencia indica p a ra la p roducción del m edio de trab ajo . E n el texto nos referim os
cuánto tiempo dura promedialmente un medio de trabajo, a l deterioro que ningún m édico puede c u ra r y que p a u la tin a m e n te
por ejemplo una máquina de determinado tipo. Suponga­ suscita la m uerte, a “ese tip o de desgaste que es im posible re p a ra r
mos que su valor de uso en el proceso laboral dure sólo de tiem po e n tiem po y que, p o r ejem plo, red u ce fin alm en te un
cu chillo a ta l e stad o q u e el c u ch ille ro dice q u e y a n o vale la p e n a
6 días. Cada jornada de trabajo, pues, perderá, término
ponerle hoja nueva” . H em os visto en el texto que u n a m áquina,
medio, Vfe de su valor de uso y cederá Ve de su valor al por ejem plo, p a rticip a íntegramente en to d o p roceso aislado de tra ­
producto diario. Es de este modo como se calcula el des­ bajo, p e ro sólo fra c c io n a d am e n te en el p ro c eso simultáneo de la
gaste de todos los medios de trabajo, por ejemplo su valorización. C o n fo rm e a ello corresponde ju zg ar la siguiente
confusión conceptual: “ E l señor R icard o se refiere a u n a p a rte
pérdida diaria de valor de uso, y la correspondiente cesión del tra b a jo efectu ad o p o r el m ecánico que p ro d u c e m áquinas de
diaria de valor al producto. h a ce r m edias” com o si, p o r ejem plo, esa p a rte e stu v iera contenida
Se evidencia así, de m anera contundente, que u n medio e n el v a lo r de u n p a r de m edias. “Sin embargo el trabajo global
de producción nunca transfiere al producto más valor que q u e p ro d u jo cad a p a r de m edias . . . incluye el trabajo global del
constructor de máquinas, n o u n a p a rte , puesto q u e una m áq u in a
el que pierde en el proceso de trabajo por desgaste de hace m uchos pares, y n o p o d ría hacerse ninguno de esos p ares si
su propio valor de uso. Si no tuviera ningún valor que fa lta ra u n a p arte c u alq u iera de la m áq u in a .” ( Observations on Cer-
perder, esto es, si él mismo no fuera producto de trabajo tain Verbal D isp u tes. . . , p. 54.) E l a u to r, u n “w iseacre” [sabelo­
humano, no transferiría valor alguno al producto. Serviría todo] d escom unalm ente p a g ad o de sí- m ism o, con su confusión
y p o r ta n to con su polém ica só lo tiene razó n en la m edida en que
como creador de valor de uso, pero no como productor ni R icard o ni ningún o tro econom ista, a n te rio r o p o ste rio r a él, h a n
de valor de cambio. Es éste, por consiguiente, el caso de distinguido con exactitud los dos aspectos del trabajo, ni p o r ende
todos los medios de producción preexistentes en la natu­ a n aliza d o tam p o co sus diversos papeles e n la fo rm ac ió n del valor.

246 247
Por otra parte, un medio de producción puede ingresar cuanto cosa con propiedades útiles, y, por consiguiente, no
íntegramente en el proceso de valorización y hacerlo sólo transferiría al producto valor alguno si él mismo hubiera
fraccionadamente en el proceso de trabajo. Supongamos carecido de valor antes de ingresar al proceso.22
que al hilar el algodón, de cada 115 libras se pierdan En tanto el trabajo productivo transforma los medios
diariamente 15, que no forman hilado sino tan sólo devil’s de producción en elementos constitutivos de un nuevo pro­
dust [polvillo del algodón]. No obstante, si esos desperdicios ducto, con el valor de ellos se opera una transmigración
de 15 % í93b,s) son normales, inseparables de la elaboración de las almas. Dicho valor pasa del cuerpo consumido al
media del algodón, el valor de las 15 libras de algodón, por cuerpo recién formado. Pero esta metemsicosis acontece,
más que no sean un elemento del hilado, entra en el valor como quien dice, a espaldas del trabajo efectivo. El obrero
del hilado a igual título que el valor de las 100 libras que no puede añadir trabajo nuevo, y por tanto crear valor
constituyen la sustancia de ese producto. Para producir nuevo, sin conservar valores antiguos, pues siempre se ve
100 libras de hilado, es necesario que el valor de uso de precisado a añadir el trabajo bajo determinada forma útil,
las 15 libras de algodón se haga polvo. L a pérdida de ese y no puede agregarlo bajo una forma útil sin convertir
algodón se cuenta, pues, entre las condiciones de produc­ productos en medios de producción de un nuevo producto,
ción del hilado. Precisamente por eso se transfiere su valor y por tanto sin transferir a éste el valor de aquéllos. Es,
al hilo. Esto reza para todos los excrementos del proceso pues, un don natural de la fuerza de trabajo que se pone
laboral, por lo menos en la medida en que esos excrementos a sí misma en movimiento, del trabajo vivo, el conservar
no pasan a constituir nuevos medios de producción y por
ende nuevos valores de uso autónomos. Así, por ejemplo, -- Se desprende de ello el ab su rd o en que incurre el insulso
en las grandes fábricas de maquinaria de M anchester se Jean-B aptiste Say, al tra ta r de d eriv ar el plusvalor (interés, g an an ­
cia, renta) de los "services pro d u ctifs" [servicios productivos] que,
ven montañas de chatarra a las que máquinas ciclópeas m ediante sus valores de uso, prestan en el proceso lab o ra l los
reducen a una especie de viruta y grandes carros llevan m edios de producción, la tierra, los instrum entos, el cuero, etc. El
por la noche desde la fábrica a la fundición, de donde señor W ilhelm R oscher, que ra ra vez deja escapar la o p o rtu n id a d
retornan al día siguiente convertidas en hierro en lingotes. de reg istrar por e scrito ingeniosas agudezas apologéticas, exclam a:
“C on m u ch a razón observa Jean-B aptiste Say, Traite, t. i, cap. iv:
Los medios de producción sólo transfieren valor a la el valor pro d u cid o por un m o lin o de aceite, una vez deducidos
figura nueva del producto en la medida en que, durante todos los gastos, es una cosa nueva, esencialm ente diferente del
el proceso laboral, pierden valor bajo la figura de sus anti­ trabajo por e l cual h a sido cread o e l m olino m ism o” . (D ie G rund-
lagen . . . , p. 82, nota.) / C on m ucha razón! E l “aceite" producido
guos valores de uso. El máximo de pérdida de valor que por el m olino aceitero es algo m uy diferente del trabajo que costó
pueden experimentar en el proceso de trabajo está limi­ co n stru ir el m olino. Y por valor entiende el señor R oscher cosas
tado, como es obvio, por la magnitud de valor originaria, tales com o el “aceite”, ya que el "aceite" tiene valor. Y aunque
por la magnitud del valor con que entran en el proceso “en la n a tu ra le z a ” se e n cu e n tra aceite m ineral, en térm in o s re la ­
tivos éste no es “ m ucho", circunstancia que es seguram ente la que
de trabajo, o sea por el tiempo de trabajo requerido para lo induce a o tra de sus observaciones: "C asi nunca pro d u ce” (¡la
su propia producción. Por ende, los medios de producción n atu raleza!) "valores de cam bio". [Ib íd e m , p. 79.] A la n aturaleza
nunca pueden añadir al producto más valor que el que de R oscher le pasa con el valor de cam bio lo que a la incauta
poseen independientemente del proceso laboral al que sir­ d oncella que h ab ía tenido un niño, sí, "¡p e ro tan pequeñito!” El
m ism o sabio (“savant sérieux”) [serio sabio] advierte adem ás, res­
ven. Por útil que sea un material de trabajo, una máquina, pecto al punto m encionado: “La escuela de R icardo suele tam bién
un medio de producción, si costó £ 150, digamos 500 subsum ir el capital en el concepto de trab ajo , en c alid ad de « trab a­
jornadas de trabajo, nunca añadirá más de £ 150 al jo a h o rra d o » . E sto es inhábil (!), porque (!), eso es (!), el poseedor
producto total a cuya formación coadyuva. Su valor no de c ap ital (!), con todo (!), hizo m ás (!) que el m ero (?!) engendra­
m ie n to (?) y (??) conservación del m ism o (¿del m ism o qué?): pre­
está determinado por el proceso laboral al que ingresa cisam ente (?!?) abstenerse del propio disfrute, por lo cual él, por
como medio de producción, sino por el proceso laboral ejem pló (!!!), reclam a intereses". (Ib íd e m l, p. 82].) ¡C uán “hábil"
del cual surge como producto. En el proceso de trabajo es este “m é to d o anato m o fisio ló g ico " de la econom ía política que, eso
ese medio de producción sirve sólo como valor de uso, en es, con todo, p recisam ente, deriva el “valor" del m ero "reclam ar“'.

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valor al añadir valor, un don natural que nada le cuesta duce. L o que sí se produce es el nuevo valor de uso, en
al obrero pero le rinde mucho al capitalista: la conservación el que reaparece el viejo valor de cambio.25
del valor preexistente del capital.22bi% Mientras los negocios O tra cosa ocurre con el factor subjetivo del proceso
van viento en popa, el capitalista está demasiado enfrascado laboral, la fuerza de trabajo que se pone a sí misma en
en hacer dinero como para reparar en ese obsequio que acción. M ientras el trabajo, en virtud de su forma orien­
le brinda el trabajo. Las interrupciones violentas del pro­ tada a un fin, transfiere al producto el valor de los medios
ceso laboral, las crisis, lo vuelven dolorosamente consciente de producción y lo conserva, cada fase de su movimiento
del fenómeno.23 genera valor adicional, valor nuevo. Supongamos que el
Lo que se consume en los medios de producción es, en proceso de producción se interrumpe en el punto en que
general, su valor de uso, y es por medio de ese consumo el obrero produce un equivalente por el valor de su propia
como el trabajo crea productos. Su valor, en realidad, no fuerza de trabajo, cuando, por ejemplo, gracias a un tra­
se consume,24 y por tanto tampoco se lo puede reproducir. bajo de seis horas ha agregado un valor de 3 chelines. Este
Se lo conserva, pero no porque se lo someta a una opera­ valor constituye el excedente del valor del producto por
ción en el proceso de trabajo, sino porque el valor de uso encima de sus partes componentes que son debidas a
en el que existe originariamente desaparece, sin duda, pero los medios de producción. Es el único valor original que
convirtiéndose en otro valor de uso. El valor de los medios surge dentro de ese proceso, la única parte del valor del
de producción, por consiguiente, reaparece en el valor del producto que ha sido producida por el proceso mismo. Sin
producto, mas, hablando con propiedad, no se lo repro- duda, ese valor sólo remplaza el dinero adelantado por el
capitalista al comprar la fuerza de trabajo, y gastado en
22 bis “D e todos los m edios que em plea el ag ricu lto r, el trabajo
medios de subsistencia por el obrero mismo. Con relación
del h o m b re . . . es aq u el en e l q u e m ás debe a poyarse p a ra la
reposición de su capital. Los o tro s dos . . . las existencias d e ani­ a los 3 chelines gastados, el nuevo valor de 3 chelines
m ales de lab o r y los . . . carro s, arad ó s, a zad as y palas, etc., no aparece únicamente como reproducción. Pero se lo ha
cu en tan ab so lu tam en te p a ra n a d a sin cierta c an tid ad del p rim e ro .” reproducido efectivamente, no sólo, como ocurría con el
(E d m u n d B urke, T h o u g h ts a n d D etails on Scarcity, O riginally Pre-
sen ted to the R t. H o n . W . P itt in the M o n th o f N o v e m b e r 1795,
valor de los medios de producción, en apariencia. La susti-
L ondres, 1800, p. 10.)
23 E n el T im e s d el 26 de noviem bre de 1862 un fabricante,
25 E n un co m pendio n o rtea m e rica n o , que talvez h a y a llegado
cuya h ila n d e ría o c u p a 800 o b re ro s y tiene un consum o sem anal
a veinte ediciones, se lee lo siguiente: “N o im p o rta bajo q u é fo rm a
m edio de 150 balas de a lgodón de la In d ia o a p ro x im ad a m en te
reap arece el c ap ita l” . D espués de una verbosa e n u m e rac ió n de
130 ba la s de algodón n o rtea m e rica n o , p lañ e an te el púb lico con
todos los ingredientes que pu ed en p a rticip a r en la pro d u cció n y
m otivo de los costos que le insum e an u alm en te la paralización de
cuyo v alor reap arece en el p ro d u c to , concluye: “Se h a n m odificado,
su fá b ric a. Los evalúa en £ 6.000. E n tre ellos hay n o pocos ru b ro s
asim ism o, los diversos tipos de alim entos, vestim enta y a brigo
que n o nos c onciernen aquí, com o alquiler, im puestos, p rim as de
necesarios p a ra la ex istencia y com odidad del ser h u m an o . D e
seguros, salarios a o b re ro s c o n tra ta d o s p o r año, gerente, tenedor
ta n to en ta n to se los consum e, y su valor reaparece en ese nuevo
de libros, ingeniero, etc. P e ro luego calcu la £ 150 de carbón,
vigor in fu n d id o al cu erp o y la m ente del hom bre, fo rm án d o se así
p a ra c ald ea r la fá b ric a de c u an d o en c u an d o y p o n e r o casio n al­
nuevo c ap ital que se em p le ará una vez m ás e n el p roceso de la
m ente en m ovim iento la m áq u in a de vapor, adem ás de salarios
p ro d u cció n ” . (F. W ayland, T h e E l e m e n t s . . . , pp. 31, 32.) P a ra
p a ra los o b re ro s q u e con su tra b a jo eventual m antienen en buenas
no h a b la r de to d as las dem ás rarezas, digam os que n o es, por ejem ­
condiciones la m aq u in a ria . F in a lm e n te , £ 1.200 p o r el d eterio ro
plo, el precio del pan lo que reap arece en el vigor ren o v ad o , sino
de la m aq u in a ria , ya que “ las condiciones atm o sfé ric a s y el p rin ci­
sus sustancias h em atopoyéticas. P o r el con trario , lo que reaparece
pio n a tu ra l de la decadencia n o suspenden sus efectos p o r el hecho
com o valor de ese vigor no son los m edios de subsistencia, sino el
de q u e la m áq u in a de vap o r cese de fu n c io n a r” . H ace constar
valor de éstos. A unque sólo cuesten la m itad, los m ism os m edios
expresam ente que esa sum a de £ 1 .2 0 0 h a sido fija d a en u n nivel
de subsistencia p ro d u c irá n la m ism a can tid ad de m úsculos, huesos,
tan m odesto p o rq u e la m aq u in a ria se e n cu e n tra ya m uy desgastada.
etcétera, en sum a, el m ism o vigor, p e ro no vigor del m ism o valor.
24 “C o n su m o pro d u ctivo . . . donde el c onsum o de una m e r­
E sa m u tació n de “ v a lo r” en “vigor” y toda esa fa risaica am bigüedad
cancía fo rm a parte del proceso de producción . . . E n tales casos
e n cu b re n el intento, por cierto fallido, de ex traer de la m era rea­
no tiene lu g ar un c o n su m o de valor." (S. P. N ew m an , E le m e n ts
parición de los valores a d elan ta d o s un plusvalor.
o f . . . , p. 296.)
251
250
de producción y fuerza de trabajo, se diferencian desde el
tución de un valor por otro es mediada aquí por una nueva
creación de valor. punto de vista del proceso de valorización como capital
constante y capital variable.
Y a sabemos, sin embargo, que el proceso laboral pro­
E l concepto de capital constante en m odo alguno ex­
sigue más allá del punto en que se ha reproducido y agre­
cluye la posibilidad de una revolución en el valor de sus
gado al objeto de trabajo un simple equivalente por el valor
elementos constitutivos. Supongamos que la libra de algo­
de la fuerza de trabajo. En vez de 6 horas, que bastarían
dón cuesta hoy 6 peniques y aumenta mañana, a con­
a tales efectos, el proceso dura, por ejemplo, 12 horas.
secuencia de una m ala zafra algodonera, a 1 chelín. El
Mediante la puesta en acción de la fuerza de trabajo, pues,
algodón viejo, que sigue elaborándose, se ha comprado al
no sólo se reproduce su propio valor sino un valor exce­
precio de 6 peniques, pero añade ahora al producto una
dente. Este plusvalor constituye el excedente del valor del
parte de valor de un chelín. Y el que ya estaba hilado,
producto por encima del valor de los factores que se han
y que quizás ya circulaba como hilado en el mercado, adi­
consumido al generar dicho producto, esto es, los medios
ciona igualmente al producto el doble de su valor originario.
de producción y la fuerza de trabajo.
Se comprueba, empero, que estos cambios de valor son
Al exponer los diversos papeles desempeñados por los
independientes de la valorización del algodón en el proceso
distintos factores del proceso laboral que forman el valor
mismo de hilar. Si el viejo algodón ni siquiera hubiera
del producto, de hecho hemos caracterizado las funciones
entrado en el proceso laboral, se lo podría revender ahora
que corresponden a las diversas partes componentes del
a 1 chelín, en lugar de a 6 peniques. Y hasta más: cuanto
capital en el propio proceso de valorización de este último.
menos proceso de trabajo hubiera recorrido, tanto más
El excedente del valor total del producto sobre la suma
seguro sería el resultado. De ahí que sea una ley de la
del valor de sus elementos constitutivos, es el excedente
especulación, cuando el valor experimenta esas revolucio­
del capital valorizado por encima del valor que tenía el
nes, la de operar con la m ateria prim a en su forma menos
capital adelantado en un principio. Los medios de produc­
elaborada, y por consiguiente mejor con el hilo que con
ción, por una parte, la fuerza de trabajo, por la otra, no
la tela, y mejor con el algodón mismo que con el hilado.
son más que diversas formas de existencia adoptadas por
El cambio de valor se origina aquí en el proceso que pro­
el valor originario del capital al despojarse de su forma
duce el algodón, no en el proceso en que éste funciona
dineraria y transformarse en los factores del proceso
como medio de producción y por tanto como capital
laboral.
constante. El valor de una mercancía, en efecto, se deter­
L a parte del capital, pues, que se transform a en medios
mina por la cantidad de trabajo contenida en ella, pero esa
de producción, esto es, en m ateria prima, materiales auxi­ cantidad misma está determinada socialmente. Si el tiempo
liares y medios de trabajo, no modifica su magnitud de
de trabajo socialmente requerido para su producción se ha
valor en el proceso de producción. Por eso la denomino modificado — la misma cantidad de algodón, por ejemplo,
parte constante del capital o, con más concisión, capital en caso de malas cosechas representa una cantidad mayor
constante.
de trabajo que cuando aquéllas son buenas— se opera
Por el contrario, la parte del capital convertida en un efecto retroactivo sobre la vieja mercancía, que cuenta
fuerza de trabajo cambia su valor en el proceso de produc­ siempre tan sólo como un ejemplar individual de su gé­
ción. Reproduce su propio equivalente y un excedente por nero 26 y cuyo valor en todos los casos se mide por el
encima del mismo, el plusvalor, que a su vez puede variar, trabajo socialmente necesario, esto es, por el trabajo nece­
ser mayor o menor. Esta parte del capital se convierte sario bajo las condiciones sociales actuales.
continuamente de magnitud constante en variable. Por eso
la denomino parte variable del capital, o, con más breve­ 26 “T o d o s los p ro d u c to s de u n m ism o género no fo rm an , en
dad, capital variable. Los mismos componentes del capital pro p ied ad , sino u n a m asa cuyo precio se de te rm in a en general e
que desde el punto de vista del proceso laboral se distin­ in d ependientem ente de las circunstancias p a rticu la res.” (Le T rosne,
D e l’in térêt social, p. 893.)
guían como factores objetivos y subjetivos, como medios
252 253
Al igual que el valor de la materia prima, puede variar
el de los medios de trabajo que prestan servicios en el
proceso de producción, el de la maquinaria, etc., y por
tanto también la parte de valor que transfieren al producto.
Por ejemplo, si a consecuencia de un nuevo invento se
reproduce con menor gasto de trabajo maquinaria del
mismo tipo, la vieja m aquinaria se desvaloriza en mayor
o menor grado y, por tanto, también transferirá al producto
proporcionalmente menos valor. Pero también en este caso
el cambio del valor surge al margen del proceso de pro­
ducción en el que la máquina funciona como medio de C A P ÍT U L O VII
producción. En este proceso la máquina nunca transfiere LA TASA DE PLUSVALOR
más valor que el que posee independientemente de aquél.
Y así como un cambio en el valor de los medios de
producción — aunque pueda retroactuar luego de la en­
trada de éstos en el proceso— no modifica el carácter de 1. El grado de explotación de la fuerza de trabajo
capital constante de los mismos, tampoco un cambio en la
proporción entre el capital constante y el variable afecta
su diferencia funcional. Las condiciones técnicas del pro­ El plusvalor generado en el proceso de producción por
ceso laboral, por ejemplo, pueden transformarse a tal punto C, el capital adelantado, o en otras palabras, la valorización
que donde antes 10 obreros con 10 herramientas de escaso del valor del capital adelantado C, se presenta en un primer
valor elaboraban una masa relativamente pequeña de mate­ momento como excedente del valor del producto sobre la
ria prima, ahora 1 obrero con una máquina costosa elabore suma de valor de sus elementos productivos.
una masa cien veces mayor. En este caso habría aumentado El capital C se subdivide en dos partes: una suma de
considerablemente el capital constante, esto es, la masa dinero, c, que se invierte en medios de producción, y otra
de valor de los medios de producción empleados, y habría suma de dinero, v, que se gasta en fuerza de trabajo; c
disminuido en sumo grado la parte variable del capital, es representa la parte de valor transformada en capital cons­
decir, la adelantada en fuerza de trabajo. Pero este cambio, tante, v la convertida en capital variable. En un principio,
sin embargo, no modifica más que la proporción cuantita­ pues, C = c + v; por ejemplo, el capital adelantado,
tiva entre el capital constante y el variable, o la proporción c v
en que el capital global se descompone en sus elementos
constitutivos constantes y variables, no afectando, en cam­ £ 500 = £ 410 + £ ^ 9 a
bio, la diferencia que existe entre capital constante y Al término del proceso de producción surge una mercancía
variable. cuyo valor es
= c + V + p,
donde p es el plusvalor; por ejemplo
c ^ ---- - v p
£ 410”+ £ '9 0 + £ ' m
El capital originario C se ha transformado en C '; ha pasado
de £ 500 a £ 590. La diferencia entre ambos es = p, un
plusvalor de £ 90. Como el valor de los elementos de la

254 255
producción es igual al valor del capital adelantado, es en vez en el proceso, difiere, pues, de ese valor del producto
realidad una tautología decir que el excedente del valor conservado en el proceso; no es, por ende, como parecería
del producto sobre el valor de sus elementos productivos a prim era vista,
es igual a la valorización del capital adelantado o igual al
plusvalor producido.
Esta tautología exige, con todo, mayores precisiones.
Lo que se compara con el valor del producto es el valor
de los elementos productivos consumidos en la formación
de aquél. Ahora bien, como hemos visto, la parte del £ 410 + £ 90 + £ 90, sino v + p
capital constante empleado compuesta por los medios de o sea
trabajo sólo transfiere una parte de su valor al producto,
mientras otra parte subsiste bajo su vieja forma de exis­
tencia. Como la última no desempeña papel alguno en la
£1)0 + £ ' 90;
formación del valor, se ha de hacer aquí abstracción de no £ 580 sino £ 180. Si c, el capital constante, fuera = 0,
ella. Si la introdujéramos en el cálculo nada variaría con en otras palabras, si existieran ramos industriales en los
ello. Supongamos que c = £ .4 1 0 , se compone de mate­ que el capitalista no se viera obligado a utilizar medios
ria prim a por £ 312 y materiales auxiliares por £ 44, y de producción producidos — ni m ateria prima ni m ateria­
que en el proceso se desgasta m aquinaria por £ 54, ascen­ les auxiliares ni instrumentos de trabajo— sino única­
diendo el valor de la m aquinaria empleada realmente a mente materias que le brindara la naturaleza y fuerza
£ 1.054. Sólo calculamos, como adelanto para la creación de trabajo, no sería necesario transferir al producto nin­
del valor del producto, £ 54, o sea el valor que la ma­ guna parte constante de valor. Dejaría de existir ese
quinaria pierde en virtud de su función y que por consi­ elemento del valor del producto, en nuestro ejemplo £ 410,
guiente se transfiere al valor del producto. Si en el cálculo pero el producto de valor de £ 180, que contiene £ 90 de
incluyéramos las £ 1.000 que siguen existiendo bajo su plusvalor, sería exactamente de la misma magnitud que
vieja forma de máquina de vapor, etc., tendríamos que si c representara la máxima suma de valor. Tendríamos que
hacerlas figurar en ambas columnas, en la del valor ade­
lantado y en la del valor del producto,26bis y obtendríamos C = 0 T V = v,
así, respectivamente, £ 1.500 y £ 1.590. La diferencia, y C ', el capital valorizado, sería = v -|- p\ C ' — C, como
o plusvalor, sería como siempre de £ 90. A menos que siempre, = p. A la inversa, si p = 0, o en otras palabras,
del contexto se infiera lo contrario, pues, por capital cons­ si la fuerza de trabajo cuyo valor se adelanta en el capital
tante adelantado para la producción de valor entendemos variable sólo hubiera producido un equivalente, tendríamos
siempre el valor de los medios de producción consumidos que C = c + v, y
en la producción, y sólo ese valor.
Esto supuesto, volvamos a la fórmula C = c + v, que C ' (el valor del producto) = c + v + 0;
se convierte en C ' — c v -f- p y precisamente por ello por consiguiente, C = C'. El capital adelantado no se
transforma a C en C'. Sabemos que el valor del capital habría valorizado.
constante no hace más que reaparecer en el producto. El Ya sabemos, en realidad, que el plusvalor es una sim­
producto de valor generado efectivamente y por primera ple consecuencia del cambio de valor que se efectúa con v,
la parte del capital convertida en fuerza de trabajo, y por
26 bis “Si el v a lo r del capital fijo em p lead o lo com putam os tanto que v + p = v + Av (v más el incremento de v).
com o p a rte de los a d elan to s, deberem os c o m p u ta r el v alo r re m a ­ Pero el cambio efectivo de valor y la proporción en que
n en te d e ese capital, al térm in o del año, com o p a rte de las utili­
d a d es a n u ales.” (M althus, P rincipies o f P olitical E c o n o m y, 2? ed.,
ese valor varía, se oscurecen por el hecho de que a conse­
L o n d res, 1836, p. 269.) cuencia del crecimiento de su parte constitutiva variable,

256 257
también se acrecienta el capital global adelantado. E ra de esto es, igualar a 0 el valor del capital que se limita a
500 y pasa a ser de 590. El análisis puro del proceso exige, reaparecer en el valor del producto.
por tanto, prescindir totalmente de aquella parte del valor Es verdad que no sólo tiene su gran importancia eco­
del producto en la que sólo reaparece el valor constante nómica la proporción entre el plusvalor y la parte del
del capital; por ende, considerar que el capital constante capital de la cual aquél surge directamente, y cuyo cambio
c es = 0 , aplicando así una ley matemática que rige de valor representa, sino también su proporción con el
cuando operamos con magnitudes variables y constantes capital global adelantado. En el libro tercero examinamos
y cuando las magnitudes constantes sólo están relacionadas circunstanciadamente esta proporción. Para valorizar una
con las variables por medio de adiciones o sustracciones. parte del capital mediante su conversión en fuerza de tra­
Otra dificultad deriva de la forma originaria que reviste bajo, es necesario que otra parte del capital se transforme
el capital variable. Así, en el ejemplo precedente, C ' es = en medios de producción. Para que funcione el capital
= <£ 410 de capital constante 4- £ 90 de capital variable+ variable, es menester que se adelante capital constante en
+ £ 90 de plusvalor. Pero <£ 90 constituyen una magni­ determinadas proporciones, conforme al carácter técnico
tud dada, y por ende constante, por lo cual no parece determ inado del proceso laboral. La circunstancia, sin em­
congruente el operar con ellas como una magnitud varia- bargo, de que para efectuar un proceso químico se requie­
v ran retortas y otros recipientes, no obsta para que en el
análisis hagamos abstracción de las retortas. En la medida
ble. Sin embargo, <£ 90 ó <£90 de capital variable son
en que se analizan en sí — esto es, en forma pura— la
aquí en rigor, sólo un símbolo del proceso que recorre ese
creación del valor y la variación experimentada por el mis­
valor. La parte del capital adelantada en la adquisición de
mo, los medios de producción — esas formas materiales
fuerza laboral es una cantidad determinada de trabajo
del capital constante— se reducen a proporcionar la mate­
objetivado, y por consiguiente una magnitud constante de
ria a la que debe fijarse la fuerza líquida creadora de valor.
valor, al igual que el valor de la fuerza de trabajo adqui­
Por tanto, la naturaleza de esa materia es indiferente: tan­
rida. Pero en el proceso de producción mismo hace su to da que sea algodón o hierro. También es indiferente
aparición, en lugar de las £ 90 adelantadas, la fuerza de el valor de dicha materia. Debe existir en una masa sufi­
trabajo que se pone en movimiento a sí misma; en vez de ciente como para poder absorber la cantidad de trabajo
trabajo muerto, trabajo vivo; en lugar de una magnitud que habrá de gastarse en el proceso de producción. Una
estática, una fluente, o bien una magnitud variable donde vez dada esa masa, por más que su valor aumente o dismi­
había una constante. El resultado es la reproducción de v nuya o aquélla carezca de todo valor, como en el caso
más el incremento de v. Desde el punto de vista de la de la tierra y el mar, esas circunstancias no habrán de
producción capitalista, todo ese tránsito es el automovi- afectar el proceso de creación y variación del valor.Zí
miento del valor, constante en un principio, que ha sido Por de pronto, pues, el capital constante lo igualamos
convertido en fuerza de trabajo. A él se le acreditan el a cero. El capital adelantado, en consecuencia, de c 4 v
proceso y su resultado. Por tanto, si la fórmula de £ 90
de capital variable o valor que se valoriza a sí mismo se reduce a v, y el valor del producto, de c + v -)- p al
aparece como contradictoria, no hace más que expresar producto de valor v 4- P- Si suponemos que el producto
una contradicción inmanente a la producción capitalista. de valor es = £ 180, en las que se representa el trabajo
A primera vista, resulta sorprendente que equiparemos fluente a lo largo de todo el proceso de producción, para
con 0 el capital constante. Sin embargo, esto ocurre conti­
nuamente en la vida diaria. Si alguien, por ejemplo, quiere 27 N o ta a la 2? edición. — N i qué decir tiene, con Lucrecio,
calcular las ganancias de Inglaterra en la industria algodo­ que "nil posee creari de n ih ilo " J <>4i N a d a puede crearse de la nada.
"C reació n de v alo r” significa conversión de fuerza de trab a jo en
nera, lo primero que hace es descontar el precio pagado a trab ajo . Por su p a rte , la fuerza de trab a jo es, ante todo, m ateria
los Estados Unidos, la India, Egipto, etc., por el algodón; n a tu ra l tran sfo rm a d a en o rganism o hum ano.

258 259
obtener el plusvalor = £ 90 tendremos que descontar el el valor de esa fuerza, ya pagado por el capitalista,28bis y
valor del capital variable, = £ 90. El guarismo £ 9 0 = p como, por ende, con el valor recién creado no hace más
expresa aquí la magnitud absoluta del plusvalor producido. que sustituir el valor del capital variable adelantado, esta
Pero su magnitud proporcional, y por tanto la proporción producción de valor se presenta como mera reproducción.
en que el capital variable se ha valorizado, evidentemente Es por eso que a la parte de la jornada laboral en la que se
está determinada por la proporción entre el plusvalor y el efectúa esa reproducción la denomino tiempo de trabajo
p necesario, y al trabajo gastado durante la misma, trabajo
capital variable, expresándose e n . En el ejemplo que necesario ,29 Necesario para el trabajador, porque es inde­
v pendiente de la forma social de su trabajo. Necesario para
figura más arriba, pues, en 9 0 /9 0 = 100 % . Denomino a el capital y su mundo, porque éstos se basan en la existen­
esta valorización proporcional del capital variable, o a la cia permanente del obrero.
magnitud proporcional del plusvalor, tasa de plusvalor.28 El segundo período del proceso laboral, que el obrero
Como hemos visto, durante una parte del proceso labo­ proyecta más allá de los límites del trabajo necesario,
ral el obrero se limita a producir el valor de su fuerza de no cabe duda de que le cuesta trabajo, gasto de fuerza
trabajo, esto es, el valor de sus medios necesarios de sub­ laboral, pero no genera ningún valor para él. Genera plus-
sistencia. Como actúa en un régimen que se funda en la valor, que le sonríe al capitalista con todo el encanto cauti­
división social del trabajo, no produce directamente sus me­ vante de algo creado de la nada. Llamo a esta parte de
dios de subsistencia, sino que, bajo la forma de una mercan­ la jornada laboral tiempo de plustrabajo, y al trabajo
cía particular, del hilado, por ejemplo, produce un valor gastado en él, plustrabajo (surplus labour). Así como para
igual al valor de sus medios de subsistencia, o al dinero con comprender el valor en general lo decisivo es concebirlo
que los compra. L a parte de jornada laboral utilizada por como mero coágulo de tiempo de trabajo, como nada más
él a tal efecto será mayor o menor según el valor medio de que trabajo objetivado, para comprender el plusvalor es
los artículos necesarios para su subsistencia diaria, y por necesario concebirlo como mero coágulo de tiempo de
ende según el tiempo de trabajo diario requerido, término plustrabajo, como nada más que plustrabajo objetivado.
medio, para su producción. Si el valor de sus medios de sub­ Es sólo la forma en que se expolia ese plustrabajo al pro­
sistencia diarios representa, promedialmente, 6 horas de ductor directo, al trabajador, lo que distingue las formacio­
trabajo objetivadas, el obrero tendrá que trabajar, término nes económico-sociales, por ejemplo la sociedad esclavista
medio, 6 horas para producirlo. Si en vez de trabajar para de la que se funda en el trabajo asalariado.30
el capitalista lo hiciera para sí mismo, por su cuenta, y
si las demás circunstancias fueran iguales, el obrero ten­ 28 bis { F .E . — N o ta a la 3? edición. — E l a u to r echa m an o aquí
del lenguaje económ ico c o rrie n te . C om o se re co rd a rá, e n la página
dría que trabajar promedialmente, como siempre, la misma 137 a se d em ostró que e n realid ad no es el c ap italista qu ien “a d e­
parte alícuota de la jornada para producir el valor de su la n ta ” al o b re ro , sino el o b re ro al capitalista.}
fuerza de trabajo, adquiriendo así los medios de subsis­ 29 H a sta aquí, en esta o b ra em pleam os el térm in o “ tiem p o de
tencia necesarios para su propia conservación o reproduc­ trabajo necesario” e n el sentido de tiem po de trab a jo que es social­
m ente necesario p a ra la p ro d u cció n de u n a m ercancía en general.
ción continua. Pero como en la parte de la jornada laboral D e a h o ra en ad elante lo ap licam os tam b ién en el sentido de tiem po
en la que produce el valor diario de la fuerza de trabajo, de tra b a jo necesario p a ra la p ro d u cció n de esa m ercancía específica
digamos 3 chelines, se limita a producir un equivalente por que es la fu erza de trabajo. E l uso de los m ism os term in i technici
en sentidos diferentes es inconveniente, p e ro no hay ciencia en
que sea totalm ente evitable. C om párese, por eiem plo, el nivel supe­
28 D e l m ism o m odo que los ingleses usan los térm in o s “ rate rior de la m ate m á tic a con el elem ental.
o f p ro fits” [tasa de ganancia], “rate o f in te rest” [tasa de interés]. 10 C o n u n a genialidad q u e re cu e rd a a la de G ottsched, l9r>l el
Se verá en el libro terc ero que la tasa de ganancia es fácil de señor W ilhelm T u d d id e s R oscher I95 bis] descubre que a u n q u e hoy
co m p ren d er u n a vez que se conocen las leyes del plusvalor. Si se día la fo rm ació n de plusvalor o plusproducto, y la consiguiente acu-
sigue el cam ino inverso, no se co m p re n d erá ni l’un, n i Vautre [ni lo
uno ni lo otro]. “ V éanse, en la p resente edición, pp. 211-213.

260 261
Como el valor del capital variable es = valor de la Carey y otros armonistas. Pero en realidad la tasa de plus-
fuerza de trabajo adquirida con él, y como el valor de esa P P P
valor no es = -------- o ,sino = -- ; por tanto
fuerza de trabajo determ ina la parte necesaria de la jorna­ C c+ v v
da laboral, pero a su vez el plusvalor queda determinado 90 90
por la parte excedentaria de la jornada labora], tenemos n o ---------- , s in o = 100 % , más del quíntuplo del
que el plusvalor es al capital variable como el plustrabajo 500 90
al trabajo necesario, o que la tasa de plusvalor grado aparente de explotación. Aunque en el caso dado
p plustrabajo no conocemos la magnitud absoluta de la jornada laboral
ni el período del proceso de trabajo (día, semana, etc.),
v trabajo necesario ni tampoco el número de obreros que ponen en movimiento
Ambas proporciones expresan bajo formas diferentes la simultáneamente el capital variable de £ 90, la tasa de
misma relación, una vez bajo la forma de trabajo objeti­ p
vado, la otra bajo la de trabajo líquido. plu sv alo r nos muestra con exactitud, por su conver-
v
La tasa de plusvalor, por consiguiente, es la expresión
exacta del grado de explotación de la fuerza de trabajo por tibilidad en
plustrabajo
el capital, o del obrero por el capitalista.30bis
Suponíamos en nuestro ejemplo que el valor del pro- trabajo necesario
c vp la proporción recíproca entre las dos partes componentes
de la jornada laboral. Es de 1 0 0 % . He aquí, por tanto,
ducto era = £ 4 1 0 + £ 90 + £ 90, y el capital ade­ que el obrero trabaja la mitad del día para sí mismo y la
lantado = 500. Como el plusvalor = 90 y el capital otra mitad para el capitalista.
adelantado = 500, quien se atuviera al procedimiento habi­ El método para calcular la tasa de plusvalor es, en
tual de cálculo llegaría al resultado de que la tasa de plus- síntesis, el siguiente: tomamos el valor global del producto
valor (a la que se confunde con la tasa de ganancia) = y equiparamos a 0 el valor constante del capital que no
= 18 % , porcentaje tan módico que conmovería al señor hace más que reaparecer en aquél. La suma restante de
valor es el único producto de valor generado efectivamente
anulación, se deben al “espíritu de ahorro" del c ap italista — el que en el proceso de formación de la mercancía. Si el plusvalor
com o recom pensa, “p o r ejem plo, re clam a in tereses”— , en cam bio
“en los estadios c u ltu rale s m ás bajos . . . los m ás fu e rte s obligan a está dado, lo restamos de ese producto de valor y encontra­
ahorrar a los m ás d ébiles” . (O p . cit., pp. 82, 78.) ¿A a h o rra r q u é? mos así el capital variable. A la inversa si está dado el
¿ T ra b a jo ? ¿O p ro d u cto s excedentarios in ex isten tes? A dem ás de su último y buscamos el plusvalor. Si ambos son conocidos,
ignorancia efectiva, es su h o rro r apologético p o r el análisis c o n ­ queda únicamente por efectuar la operación final, calcular
cienzudo del valor y el plusvalor, así co m o el tem o r de llegar
talvez a u n re su lta d o em b arazo so y c o n tra rio a las o rd e n an z as P
la relación entre el plusvalor y el capital variable, ------- .
policiacas, lo que induce a u n R oscher y consortes a tra n sm u ta r en v
causas de su rgim iento del p lusvalor los arg u m en to s, m ás o m enos
convincentes, que esgrim e el cap italista p a ra ju stifica r su apro­ Por sencillo que sea el método, parece conveniente
piación. ejercitar al lector, mediante algunos ejemplos, en este modo
3o bis N o ta a la 2^ edición. — A unque expresión e x ac ta del de ver, poco usual para él, y en los principios en que
grado de explo tació n al que e stá sujeta la fu e rz a de trab a jo , la tasa
de p lu sv a lo r no expresa la m ag n itu d ab so lu ta de la explotación. se funda.
Por ejem plo, si el tra b a jo necesario es = 5 h o ras y el p lu strab a jo Veamos primero el ejemplo de una hilandería con
= 5 horas, el grad o de ex plotación será = 1 0 0 % . La m agnitud 10.000 husos mecánicos que produce hilado número 32
de la ex plotación se m ide a q u í por 5 horas. E n cam bio, si el trab a jo de algodón norteamericano, a razón de 1 libra semanal
necesario es = 6 h o ras y el p lu strab ajo = 6 h o ra s, el grado de de hilado por huso. El desperdicio es de 6 % . Por tanto
ex plotación seguirá siendo de 100 % , m ie n tras que la m agnitud de
la explo tació n a u m e n ta rá en 20 % , de 5 h o ra s a 6. 10.600 libras de algodón se convierten cada semana en

262 263
10.000 libras de hilado y 600 de desperdicio.[9e| En abril El plusvalor, siempre en el supuesto de que el precio
de 1871 ese algodón cuesta 7 3á peniques la libra, o sea del producto es = su valor, se distribuye aquí entre los
unas £ 342 por las 10.600 libras. Los 10.000 husos, inclu­ distintos rubros ganancia, interés, diezmos, etc. Estas par­
sive la maquinaria prehiladora y la máquina de vapor, tidas nos son indiferentes. Las sumamos y obtenemos un
cuestan £ 1 por huso, por tanto £ 10.000. Su desgaste plusvalor de £ 3 y 11 chelines. Reducimos a 0 las £ 3
asciende a 10 % = £ 1.000, o sea £ 20 semanales. El y 19 chelines de simiente y abono, por representar el
alquiler del edificio de la fábrica es de £ 300, o £ 6 capital constante. Resta el capital variable adelantado de
semanales. El carbón (4 libras por hora y caballo de fuer­ £ 3 y 10 chelines, en cuyo lugar se ha producido un valor
za, para 100 caballos de fuerza — según contador— y 60 nuevo de £ 3 y 10 chelines -f £ 3 y 11 chelines. Por
horas semanales, incluso calefacción del local), 11 tonela­ consiguiente,
das por semana; a 8 chelines 6 peniques la tonelada, cuesta
alrededor de £ 4 Vi \ gas, £ 1 semanal; aceite, £ 4 Vi por p £ 3 y 11 chelines
semana; en consecuencia, todos los materiales auxiliares v £ 3 y 10 chelines
insumen £ 10 semanales. La parte constante de valor,
pues, £ 378 por semana. El salario asciende a £ 52 se­ más del 100 % . El obrero emplea más de la mitad de su
manales. El precio del hilado es de 12 X A peniques por li­ jornada laboral para la producción de un plusvalor que
bra: 10.000 libras = £ 510; el plusvalor, por ende, 510 — diversas personas distribuyen entre sí con distintos pre­
— 430 = £ 80. La parte constante del valor, o £ 378, la textos. 31bis
fijamos en 0, ya que no interviene en la formación semanal
del valor. El producto semanal de valor es entonces de
v p
2. Representación del valor del producto en partes
£ 132 = £ 52 -f- 80. La tasa de plusvalor es, pues, = proporcionales del producto mismo
= 80 /5 2 = 153 11/13 % . Siendo de 10 horas la jornada
laboral media, llegamos al siguiente resultado: trabajo
necesario = 3 3 1 /3 3 horas y plustrabajo = 6 2 /3 3 horas.3' Retornemos al ejemplo que nos mostraba cómo el capi­
Suponiendo un precio del trigo de 80 chelines por talista convierte su dinero en capital. El trabajo necesario
quarter y un rendimiento medio de 22 bushels por acre de su hilandero asciende a 6 horas y el plustrabajo del
— con lo cual el acre rinde £ 11— , Jacob registra para mismo a otras 6, con lo cual el grado de explotación de la
1815 el siguiente cálculo que, aunque muy defectuoso por fuerza de trabajo es de 100 % .
haber sido compensados diversos rubros, es suficiente para El producto de la jornada laboral de 12 horas es 20
nuestro objetivo: t971 libras de hilado con un valor de 30 chelines. No menos de
V i o del valor de ese hilado (24 chelines) lo forma el valor
P roducción de valor por acre
de los medios de producción consumidos (20 libras de
S im iente (trigo) £ 1 9 chel. D iezm os, tasas,
A bono £ 2 10 chel. im puestos £ 1 1 chel.
S alario £ 3 10 chel. R enta £ 1 8 chel. e rro re s de h e c h o . U n faB ricante dé! M anchester me, ha proporcio- .
G a n an c ia del n ad o los datos, ab so lu tam en te -sxactos, que fig p ran en, el texto.
a rre n d a ta rio C ab e o b serv ar que a n tes en In g la te rra se calcu lab a la fu erza Sn
e intereses £ 1 2 chel. c ab allo s por el d iám etro del cilindro, m ien tras que a h o ra la fuerza
efectiva se m ide por lo que m a rc a el co n ta d o r.
T o ta l £ 7 9 chel. T o ta l £ 3 11 chel. 31 bis L os cálculos del texto sólo valen a m odo de ilustración.
Se supone, en efecto , que los precios = los valores. En el libro
terc ero verem os que e sa equip aració n no se aplica tan sencilla­
31 N o ta a la 2? edición. — El ejem plo de u n a h ila n d e ría , para
m ente ni siquiera en el caso de los precios m edios.
e l a ñ o 1860, que dim os en la p rim e ra edición c o n te n ía algunos

264 265
algodón o 20 chelines, husos, etc., por 4 chelines), valor bajo de hilar a igual título que las partes restantes del
que no hace más que reaparecer: son el capital constante. producto, en esta interconexión no contienen ningún tra­
Los 2/ i o restantes son el valor nuevo de 6 chelines, surgido bajo de hilar, ningún trabajo absorbido durante el proceso
durante el proceso de hilar, y de los cuales la mitad rem­ de hilado. Es como si se hubieran transformado en hilado
plaza el valor diario adelantado en concepto de fuerza de sin necesidad de que alguien los hilase y como si su figura
trabajo, o sea es el capital variable, y la otra mitad cons­ de hilado no fuera más que simulación y fraude. En rea­
tituye un plusvalor de 3 chelines. Como vemos, el valor lidad, cuando el capitalista los vende por 24 chelines y con
global de las 20 libras de hilo se compone de esta manera: esta suma vuelve a comprar sus medios de producción,
queda a la vista que las 16 libras de hilado no son más
c. v p que algodón, huso, carbón, etc., disfrazados.
Valor del hilo, 30 chelines = 24 chel. + 3'chel. + 3^Tel. A la inversa, los 2/io restantes del producto, o sea 4
libras de hilado, ahora representan exclusivamente el valor
Como este valor global se representa en el producto nuevo de 6 chelines, producido en el proceso de hilar
global de 20 libras de hilo, es necesario que los diversos que duró 12 horas. A esa parte del producto se la ha
elementos de valor sean representables en partes propor­ despojado ya de todo el valor de las materias primas y
cionales del producto. medios de trabajo consumidos que se encerraba en ella,
Si en 20 libras de hilado existe un valor de hilo de 30 valor que queda incorporado a las primeras 16 libras de
chelines, tenemos que 8/ i 0 de ese valor, o su parte constante hilado. El trabajo de hilar corporizado en las 20 libras
de 24 chelines, existirán en 16 libras de hilado. 13 V3 de hilo se concentra en 2/ 10 del producto. Es como si el
libras de esa cantidad representarán el valor de la materia hilandero hubiera hecho 4 libras de hilado con aire, o con
prima, el algodón hilado, o 20 chelines, y 2 % libras el algodón y con husos que por existir naturalmente, sin el
valor de los materiales auxiliares y medios de trabajo, concurso del trabajo humano, no añadirían al producto
husos, etc., consumidos, o 4 chelines. valor alguno.
Por tanto, 13 V3 libras de hilado representan todo el De las 4 libras de hilado en las que existe el producto
algodón hilado en el producto total de 20 libras de hilado, de valor íntegro del proceso diario de hilar, una mitad
la m ateria prim a del producto total, pero nada más que representa tan sólo el valor que sustituye la fuerza de traba­
eso. En ellas sólo se encierran, ciertamente, 13 ¥3 libras jo consumida, y por tanto el capital variable de 3 chelines,
de algodón al valor de 13 Vs chelines, pero su valor adi­ y las otras 2 libras de hilado no representan más que el
cional de 6 % chelines constituye un equivalente por el plusvalor de 3 chelines.
algodón hilado en las otras 6 % libras de hilado. Es como Como las 12 horas de trabajo del hilandero se objetivan
si a estas últimas se les hubiera arrancado el algodón y todo en 6 chelines, en hilado cuyo valor es de 30 chelines se
el del producto global quedara apelotonado en las 13 Vs habrán objetivado 60 horas de trabajo. Existen en 20
libras de hilado. Éstas ahora no contienen, en cambio, un libras de hilado, de las cuales 8/io ó 16 libras constituyen
solo átomo del valor de los materiales auxiliares y medios la concreción material de 48 horas de labor transcurridas
de trabajo ni del nuevo valor creado en el proceso de hilar. con anterioridad al proceso del hilado, o sea corresponden
Del mismo modo, otras 2 % libras de hilado, en las al trabajo objetivado en los medios de producción del
cuales se encierra el resto del capital constante ( = 4 hilado, y V i o ó 4 libras son por el contrario la concre­
chelines), no contienen más que el valor de los materiales ción material de las 12 horas gastadas en el proceso mismo
auxiliares y medios de trabajo consumidos en el producto de hilar.
total de 20 libras de hilado. Vimos antes que el valor del hilado era igual a la suma
Ocho décimos del producto, o 16 libras de hilado, del valor nuevo generado en su producción más los valores
aunque desde el punto de vista físico, considerados como ya preexistentes en sus medios de producción. Ahora se
valor de uso, como hilado, constituyan el resultado del tra­ ha puesto de manifiesto cómo es posible representar los
266 267
elementos de valor del producto, funcional o conceptual­ esas partes se suceden una a otra— . Pero la fórmula tam ­
mente diferentes, en partes proporcionales del producto bién puede verse acompañada de ideas de naturaleza muy
mismo. bárbara, particularmente en cabezas que están tan interesa­
Esta descomposición del producto — del resultado das prácticam ente en el proceso de valorización, como teó­
arrojado por el proceso de producción— en una cantidad ricamente en tergiversarlo. Así, alguien puede figurarse que
de producto que sólo representa el trabajo contenido en los nuestro hilandero, por ejemplo, en las primeras 8 horas
medios de producción, o parte constante del capital, en de su jornada laboral produce o sustituye el valor del
otra cantidad que equivale al trabajo necesario añadido algodón, en la hora y 36 minutos siguientes el valor de
en el transcurso del proceso de producción, o parte variable los medios de trabajo consumidos, en la hora y 12 minutos
del capital, y en una cantidad, por último, que representa sucesivos el valor del salario, y que sólo dedica al fabri­
cante, a la producción de plusvalor, la celebérrima ííúltima
únicamente el plustrabajo agregado en el mismo proceso,
o plusvalor, es algo tan sencillo como importante, y así hora”. Al hilandero se le impondría la carga de realizar
lo pondrá de manifiesto su aplicación ulterior a intrincados un doble milagro: producir algodón, huso, máquina de
problemas, aún no resueltos. vapor, carbón, aceite, etc., en el mismo instante en que
hila con todos ellos, y convertir una jornada laboral de
Momentos atrás considerábamos el producto global
determinado grado de intensidad en cinco jornadas de igual
como resultado final de la jornada de trabajo de doce
índole. E n nuestro caso, efectivamente, la producción
horas. Pero podemos, asimismo, acompañarlo a lo largo
de la m ateria prima y de los medios de trabajo requiere
del proceso de su surgimiento y, sin embargo, seguir repre­
24/,; = 4 jornadas laborales de 12 horas, y su transforma­
sentando los productos parciales como partes del producto
ción en hilado otra jornada laboral de igual duración. La
funcionalmente diferentes.
rapacidad cree en tales milagros y nunca faltan los sico­
El hilandero produce 20 libras de hilado en 12 horas, fantes doctrinarios que los demuestren, como lo atestigua
por consiguiente 1 % en una hora y 13 Vó en 8 horas, lo un caso que ha alcanzado celebridad histórica.
que es, pues, un producto parcial del valor global del algo­
dón hilado durante la jornada laboral completa. De igual
modo, el producto parcial de la hora y 36 minutos subsi­
guientes es = 2 2A libras de hilado, y representa por tanto
3. La “última hora” de Senior
el valor de los medios de producción a consumidos durante
las 12 horas de trabajo. De la misma m anera, en la hora y
12 minutos sucesivos el hilandero produce 2 libras de hila­
Una apacible m añana del año 1836, Nassau William
do = 3 chelines, un valor en productos igual a todo el
Sénior, famoso por su sapiencia económica y su pulcro esti­
producto de valor que aquél crea en 6 horas de trabajo
lo, y en cierto sentido el C lau ren 197blsI entre los economistas
necesario. Finalmente, en los últimos 6/ s de hora produce
ingleses, fue convocado de Oxford a M anchester para apren­
2 libras de hilado, cuyo valor iguala al plusvalor producido
der allí economía política en vez de enseñarla desde su cáte­
por su plustrabajo de media jornada. Este tipo de cálculo le
dra oxoniense. Los fabricantes lo escogieron como adalid
sirve para su uso casero al fabricante inglés, quien dirá, por
para luchar contra la recién promulgada Factory A ct [ley
ejemplo, que las primeras 8 horas o % de la jornada labo­ fabril]1981 y la agitación, aun más ambiciosa, por las diez
ral han cubierto el costo de su algodón. Como vemos, la
horas. Con su habitual perspicacia práctica, habían adver­
fórmula es correcta, y en realidad es sólo la prim era fórmu­ tido que el señor profesor “wanted a good deal of finish-
la, trasladada del espacio — en el cual se hallan yuxtapues­ ing” [requería una buena mano de pulimento]. De ahí
tas las partes del producto terminado— al tiempo — donde que lo hicieran venir a Manchester. El señor profesor, por
su parte, engalanó estilísticamente la lección que le habían
" E n la 3^ y 4? ediciones, “m edios de tra b a jo ” en vez de impartido los fabricantes manchesterianos, y el resultado
“ m edios de p ro d u c ció n ” .

268 269
fue su folleto Letters on the Factory A ct, as It A ffects the ¡Y a esto llama “análisis” el señor profesor! Si dio
Cotton Manufacture, Londres, 1837. Aquí podemos en­ crédito a la lamentación patronal de que los obreros des­
contrar, entre otros, los siguientes y edificantes pasajes: perdiciaban el mejor lapso de la jornada en la producción
y por tanto en la reproducción o sustitución del valor de
“Bajo la ley actual, ninguna fábrica en la que estén edificios, máquinas, algodón, carbón, etc., todo análisis
ocupados menores de 18 a ñ o s . . . puede trabajar más de era superfluo. Debió haber respondido, simplemente: Seño­
11 ¥2 horas diarias, esto es, 12 horas en los primeros 5 res: si hacéis que vuestros obreros trabajen 10 horas en
días y 9 el sábado. Ahora bien, el análisis (!) siguiente vez de 11 V i, siempre que las demás circunstancias no
mostrará que en una fábrica sometida a este régimen toda varíen, el consumo diario de algodón, m aquinaria, etc.,
la ganancia neta se obtiene de la última hora. Supongamos decrecerá en 1 Vi hora. Ganaréis tanto como lo que per­
que un fabricante invierte £ 100.000: £ 80.000 en su fá­ déis. En lo sucesivo vuestros obreros desperdiciarán 1 Vz
brica y maquinaria y £ 20.000 en materia prima y salario. hora menos para la reproducción o remplazo del valor
El producto anual de esa fábrica, suponiendo que el capital del capital adelantado. Y si en vez de confiar en las pala­
rote una vez por año y que la ganancia bruta sea de 1 5 % , bras de los patrones consideraba necesario, en su calidad
será entonces mercancías por valor de £ . 1 1 5 . 0 0 0 . . . de experto, el efectuar un análisis, lo primero que debió
De esas £ 115.000, cada una de las 23 medias horas de hacer — tratándose de un problema que gira exclusivamen­
trabajo produce por día 5 /1 1 5 , o sea 1/23. De esos 23/23 te en torno a la proporción entre la ganancia neta y la
(que forman el total de las £ 115.000) (constituting the extensión de la jornada laboral— es rogar a los señores
whole £ 115.000), 20 /2 3 , es decir £ 100.000 de las fabricantes que no hicieran un revoltijo con la maquinaria
£ 115.000, simplemente remplazan el capital; 1/23 o y edificios fabriles, materia prima y trabajo, sino que
£ 5.000 de las £ 15.000 de ganancia bruta (!) suple el tuviesen la amabilidad de poner por un lado el capital
deterioro de la fábrica y la m aquinaria.|99] Los restantes constante contenido en los edificios, maquinaria, materia
2/23, esto es, las últimas 2 [. . .] medias horas de cada prima, etc., y en el otro el capital adelantado en salario. Si
jornada, producen la ganancia neta de 10 % . Si, por tanto
(manteniéndose iguales los precios), la fábrica pudiera
mantenerse en funcionamiento durante 13 horas en vez de ex asp erad o s fa b ric an te s, sino tam b ién c o n tra los m inistros, p a ra
los q u e e ra en o rm e m e n te m ás im p o rta n te c o n tar los “votos" de
durante 11 Vz, con una adición de aproximadamente los p a tro n e s en la C á m a ra de los C o m u n es que las horas d e trabajo
£ 2.600 al capital circulante, la ganancia neta se dupli­ de la “m a n o de o b ra ” en la fáb rica.
caría holgadamente. Por otra parte, si las horas de trabajo A gregado a la n o ta 32. — L a exposición d e Sénior es confusa,
se redujeran en una hora por día [. . .] se destruiría la incluso si prescindim os de la falsed a d de su contenido. Lo que
ganancia neta', si se redujeran en una hora y media, tam­ re alm e n te quiso decir es esto: el fa b ric an te ocupa d iariam e n te a
los o b re ro s d u ra n te 11 Vz ó 2 3 /2 horas. A l igual que cada jo rn ad a
bién se destruiría la ganancia bruta.” 32 lab o ral, el año de tra b a jo se com pone de 11 Vi ó 2 3 /2 h o ras
(m ultiplicadas p o r la c an tid ad de jo rn ad a s tra b a ja d a s en el año).
32 Sénior, op. cit., pp. 12, 13. N o pasam os a an alizar rarezas
E sto supuesto, las 2 3 /2 h o ras laborales generan u n p ro d u c to an u al
que n o tienen q u e ver con n u e stro objetivo, c o m o por ejem plo la de £ 115.000; Vz h o ra de tra b a jo pro d u ce 1/23 x £ 115.000;
afirm ac ió n de q u e los fa b ric an te s calcu lan d e n tro de su ganancia, 2 0 /2 h o ra s de trab a jo p ro d u c en 2 0/23 x £ 115.000 = £ 100.000,
b ru ta o n e ta , sucia o p u ra , la sustitución de la m aq u in a ría , etc., esto es, no hacen m ás q u e suplir e l capital ad elan ta d o . R estan 3 /2
desgastada; por tan to de u n a parle integrante del capital. N i la h o ra s de trab ajo , q u e p ro d u c en 3 /2 3 X £ 115.000 = £ 15.000, es­
ex ac titu d o fa lsed a d de los guarism os dados. Q ue dichos guarism os to es, la g a n an cia b ru ta. D e estas 3 /2 h o ras de tra b a jo Vz h o ra de
no v alen m ás q u e el p re su n to “análisis” lo h a d em o stra d o L eo n ard tra b a jo pro d u ce 1/23 X £ 115.000 = £ 5.000, es decir, produce
H o rn e r en A L e tte r to M r. S énior . . . , L ondres, 1837. H o rn e r, uno só lo el eq u iv a len te p o r el desgaste d e la fá b ric a y de la m aquinaria.
de los F actory In q u iry C om tnissioners [investigadores fabriles] de L as ú ltim as dos m edias h o ra s de trab ajo , o sea, la ú ltim a h o ra de
1833 e inspector de fá b ric as — en realid ad censor de fábricas— trab a jo , p ro d u c en 2 /2 3 X £ 115.000 = £ 10.000, esto es, la ga­
h a sta 1859, h a conquistado m éritos im perecederos an te la clase n a n cia n e ta . E n el tex to , Sénior tran sfo rm a los últim o s 2 /23 del
ob re ra inglesa. L u ch ó d u ra n te toda su vida no sólo c o n tra los p ro d u c to e n pa rte s de la jo rn a d a lab o ra l m ism a.

270 271
entonces se llegaba al resultado, según los cálculos de los Pero seguís un camino totalmente errado si suponéis que
fabricantes, de que el obrero reproducía o remplazaba en el obrero pierde un solo átomo de tiempo de su jornada
2 /2 horas de trabajo, o sea 1 hora, el salario, el analista laboral en la reproducción o la “reposición” de los valores
debería continuar del siguiente modo: del algodón, la maquinaria, etc. Gracias a que su trabajo
Conforme a vuestros datos, el obrero produce en la convierte en hilado el algodón y los husos, gracias a que el
penúltima hora su salario y en la última vuestro plusvalor obrero hila, el valor de algodón y husos pasa por sí mismo
0 la ganancia neta. Como él produce en espacios de tiempo al hilado. Esto se debe a la cualidad de su trabajo, no a su
iguales valores iguales, el producto de la penúltima hora cantidad. No cabe duda de que en 1 hora transferirá al
equivale al de la última. Sólo produce valor, además, en hilado más valor del algodón que en Vi hora, pero sólo
la medida en que gasta trabajo, y la cantidad de su trabajo porque en 1 hora hila más algodón que en Vi. Compren­
se mide por su tiempo de trabajo. Éste, según vuestros deréis, pues, que vuestra afirmación de que en la penúlti­
datos, asciende a 11 Vi horas diarias. Una parte de esas ma hora el obrero produce el valor de su salario y en la
11 Vi horas las consume el obrero en la producción o última la ganancia neta, no significa otra cosa sino que en
reposición de su salario; la otra para producir vuestra el producto en hilado de dos horas de su jornada laboral
ganancia neta. No hace ninguna otra cosa durante la jorna­ — y tanto da que estén al principio o al final de la misma—
da laboral. Pero como, dando por buenos los datos, su se han corporizado 11 Vi horas de trabajo, precisamente
salario y el plusvalor suministrado por él son valores igua­ tantas horas como las que componen toda su jornada labo­
les, es evidente que produce su salario en 5 3A horas y ral. Y la afirmación de que en las primeras 5 3A horas
vuestra ganancia neta en otras 5 3A horas. Además, produce su salario y en las últimas 5 3A vuestra ganancia
como el valor del producto de hilado correspondiente a neta, no significa, a su vez, sino que le pagáis las primeras
2 horas iguala a la suma del valor de su salario más 5 3A horas, quedando impagas las últimas 5 3A horas.
vuestra ganancia bruta, ese valor de hilado ha de Digo pago del trabajo, y no de la fuerza de trabajo, para
medirse por 11 Vi horas de trabajo, el producto de la hablar en vuestro slang [jerga]. Si ahora comparáis, seño­
penúltima hora por 5 3A horas y el de la última por igual res, la proporción entre el tiempo de trabajo que pagáis y
cantidad de horas. Llegamos ahora a un punto no poco el que no pagáis, encontraréis que es de media jornada y
escabroso. ¡Conque, atención! La penúltima hora de tra­ media jornada, o sea de 1 0 0 % , un bonito porcentaje,
bajo es una hora de trabajo común y corriente, como la desde luego. No cabe la más mínima duda de que si os
primera. Ni plus, ni moins [Nada más y nada menos]. ingeniáis para que vuestra “m ano de obra” trabaje 13
¿Cómo, entonces, el hilandero puede producir en 1 hora horas en lugar de 11 Vi y, lo que para vosotros sería
de trabajo un valor, en hilado, que representa 5 3A horas totalmente lógico, consideráis la 1 Vi adicional como
de trabajo? En realidad, no lleva a cabo un milagro de tal plustrabajo puro, el último aumentará de 5 3A horas
naturaleza. Lo que produce en valor de uso durante 1 hora a 7 Va , y por consiguiente la tasa de plusvalor de 100 % a
de trabajo es determinada cantidad de hilado. El valor de 126 2 /2 3 % . En cambio, seríais unos optimistas incurables
dicho hilado se mide por 5 3á horas de trabajo, de las si supusierais que por la adición de 1 Vi hora esa tasa
cuales 4 3A se hallaban, sin su intervención, incorporadas pasaría de 100 a 200 % e incluso más, esto es, que “se
a los medios de producción consumidos en el lapso de duplicaría holgadamente”. Por otra parte — el corazón
1 hora — algodón, maquinaria, etc.— , y 4/ 4 ó 1 hora es lo humano tiene sus enigmas, sobre todo cuando el hombre lo
que él mismo ha agregado. Por consiguiente, como su lleva en el bolso— seríais unos desatinados pesimistas si
salario se produce en 5 3A horas y el producto, en hilado, temierais que al reducirse la jornada laboral de 11 Vi a
de 1 hora de trabajo de hilar contiene asimismo 5 3A horas, 10 Vi horas se perdería toda vuestra ganancia neta. Ni por
en modo alguno es por arte de encantamiento que el pro­ asomo. Si presuponemos que todas las demás circunstan­
ducto de valor de sus 5 3A horas de trabajo de hilar sea cias se mantienen invariadas, el plustrabajo disminuirá de
igual al valor que alcanza el producto de 1 hora de hilar. 5 3A horas a 4 3A horas, lo que implica siempre una nada

272 273
despreciable tasa de plusvalor, a saber, 82 14 /2 3 % . Pero Cuando suene realmente vuestra “última horita”, pen­
la fatal “última hora”, acerca de la cual habéis tabulado sad en el profesor de Oxford. Y ahora, señores, ojalá
más que los quiliastas11001 en tom o al fin del mundo, es tenga el agrado de alternar con vosotros en un mundo
“all bosh" [pura palabrería]. Su pérdida no os costará la mejor. Addio! . . ,33 El 15 de abril de 1848, polemizando
'‘ganancia neta”, ni su “pureza de alma” a los niños de contra la ley de las diez horas, James Wilson, uno de los
uno y otro sexo a los que utilizáis.32bis principales mandarines económicos, hizo resonar nueva­
mente la clarinada de la “última hora”, descubierta por
32 bis Si S énior h a d e m o stra d o que la ganancia neta de los Sénior en 1836.
fa b ric an te s, la ex istencia de la industria alg o d o n e ra inglesa y la
p re p o n d era n cia de In g la te rra e n el m ercad o m u n d ia l dependen "de
la últim a hora de trabajo", a su vez el d o c to r A n d rew U re l101l ha que se p ro c la m ó p ú b licam en te, d el m odo m ás serio y b a jo los a u s­
podido co m p ro b ar, p o r a ñ ad id u ra , que los n iñ o s y m uchachos picios de u n a em inente a u to rid a d , que to d a la ganancia neta del
ob re ro s m enores de 18 añ o s a los que n o se retiene en la a tm ó sfera fa b ric an te de riv a b a del tra b a jo «de la últim a h o ra » y que, p o r ende,
m o ralm en te tibia y p u ra de la fá b ric a, a rro já n d o lo s “ una h o ra ” la red u cció n de la jo rn a d a la b o ra l en u n a h o ra a n iq u ilaría su
an tes al d e sa m o ra d o y frív o lo m u n d o ex terio r, caen en las garras g anancia n e ta ; esa p a rte del p úblico, decim os, d ifícilm ente dé cré­
del ocio y la deprav ació n , con grave riesgo p a ra la salvación de dito a sus pro p io s ojos c u an d o e n cu e n tre ah o ra que el descubri­
sus alm as. D esde 1848, en sus R ep o rts sem estrales, los inspectores m ien to prim itiv o de las virtudes de «la ú ltim a h ora» se ha
fa b riles no se han can sad o de p o n e r en rid ícu lo a los p a tro n e s en p e rfeccio n ad o tan to desde ento n ces q u e n o sólo a b a rc a la ganancia,
lo q u e resp ecta a "la ú ltim a h ora” u "hora fa ta l". A sí, p o r ejem plo, sino tam b ién la m oral; de ta l m o d o que si se lim ita a 10 h o ras
el señor H ow ell dice en su in fo rm e fa b ril del 31 de m ay o de 1855: co m p letas la d u ra ció n del tra b a jo de los n iñ o s se e sfu m a rá la m oral
“ Si este ingenioso c álcu lo ” (H ow ell cita a S énior) “fu e ra correcto, infantil ju n to con la ganancia neta de sus p a tro n e s, ya que am bas
to d as las fá b ric as alg o d o n eras del R eino U n id o e sta ría n trab a ja n d o dependen de esa h o ra ú ltim a y f a ta l”. (R e p o r ts . . . 3 1 st O ct. ¡848,
a p é rd id a desde 1850” . (R ep o rts o f the ln sp e cto rs o f the F actories p. 101.) E ste m ism o in fo rm e fa b ril aduce p ru e b as, m ás abajo, de
fo r the H a lf Y e a r E n d in g 3 0th A p ril 1855, pp. 19, 20.) E n 1848, la m o ral y virtu d de esos señores fa b ric an te s, de las fullerías, a rti­
c u an d o se som etió a l p a rla m e n to la ley de las d iez h o ra s, los fa b ri­ m añas, señuelos, am enazas, engañifas, etc., a que ech a ro n m ano
cantes oblig aro n a a lgunos tra b a ja d o re s re g u la res de la s hilanderías p a ra que unos pocos tra b a ja d o re s to ta lm e n te d e sa m p a rad o s firm a ­
ru ra le s de lin o disem inadas p o r los c ondados de D o rse t y S om erset ran peticiones de e sa c alañ a y e n g a ñ a r al p a rla m e n to h aciéndolas
a que firm a ra n una c o n tra p etició n , en la que e n tre o tras cosas se pasar luego p o r solicitudes de to d a una ra m a industrial, de c o n ­
lee lo siguiente: “V uestros p eticionarios, e n su co ndición de padres, dados enteros.
en tien d en que una h o ra ad ic io n al d e holganza te n d e rá m ás a p e r­
v ertir a los niñ o s q u e a o tra cosa, pues la o ciosidad es la m ad re U n Índice que c a ra cte riz a n o tab le m e n te el e stad o a ctu al de la
de to d o vicio” . Sobre el p a rtic u la r observa el in fo rm e fa b ril del lla m ad a “ciencia” eco n ó m ica es q u e ni e l p ro p io S énior — quien
31 de octu b re de 1848: “L a a tm ó sfe ra de las h ila n d e ría s de lino, m ás a d elan te, d igám oslo en su h o n o r, a bogó re su eltam e n te por la
en las cuales tra b a ja n los hijos de estos virtuosos y tie rn o s padres, legislación fa b ril— ni sus im p u g n ad o res iniciales y po sterio res
supieron explicar las falsas conclusiones del “descu b rim ien to origi­
e stá ta n c arg ad a con el polvillo y la fib ra de la m ate ria p rim a,
que es d esagradabilísim o p e rm a n ec e r aun 10 m in u to s en los re cin ­ n a l” . Se rem itiero n a la e x p erien cia real. E l w hy [el p o rq u é] y el
tos d o n d e se hila; es im posible hacerlo, e n efecto , sin exp erim en tar w herefo re [m otivo] q u e d a ro n e n el m isterio.
la m ás penosa sensación, ya q u e ojos, oídos, n a riz y boca se tupen 33 C o n todo, el señor p ro fe so r e x tra jo n o p o co p ro v ech o de
in m e d iatam e n te con la p o lv are d a del lino, a la q u e n o es posible su gira m an c h este rian a . E n las L e tte rs on the F actory A c t . . . ,
eludir. E l tra b a jo m ism o, e n virtud de la rap id ez feb ril de la ¡toda la ganancia neta, la "ganancia”, el “ interés" y h asta “som e-
m aq u in a ria , re q u ie re u n desgaste incesante de d estreza y m ovi­ thing m o re ” [algo m ás], d e p en d e n de una hora de trabajo im paga
m iento, bajo el c o n tro l de u n a atención in fatigable, y p arece algo del obrerol U n a ñ o antes, e n su o b ra O utlines o f P olitical E cono-
excesivo p e rm itir a estos p a d re s q u e tilden de «holgazanes» a sus m y , re d a c ta d a p a ra edificació n y deleite de los estu d ian tes oxo-
p ropios hijos, los cuales, una vez deducido el tie m p o que em plean nienses y de los filisteos cultivados, hab ía “d esc u b ie rto ”, en
p olém ica con la d eterm in ació n ric a rd ia n a del valor p o r el tiem po
en las com idas, pasan e n cad en ad o s d u ra n te 10 h o ra s en teras a
de tra b a jo , q u e del trabajo del capitalista d im a n a b a la ganancia, y
tal ocu p ació n , y en la a tm ó sfe ra descrita . . . E sto s niños trab a ja n
de su ascetism o, de su “abstinencia”, el interés. L a m onserga era
m ás h o ras que los m ozos d e lab ra n za e n las a ld e as vecinas . . .
añeja, p ero nueva la p a la b ra “abstinencia”. El señor R oscher la
Es preciso estig m atizar com o la m ás p u ra c ant [gazm oñería] y la germ anizó a tin a d am en te p o r “ £> ¡/haltung” . M en o s versados en
h ipocresía m ás d esvergonzada, to d a esa c h á c h a ra in h u m a n a e n latín , sus c o m p a trio tas, los W irt, Schulze y otros M ichel, la “ con-
to rn o a «la ociosidad y el vicio» . . . E sa p a rte del público que, v e n tu a liz aro n ” p o r “E n tsa g u n g ” [renunciam iento].
hace unos doce años, q u ed ó im presionada p o r la seguridad con

274 275
4. El plusproducto

Denominamos plusproducto (surplus produce, produit


net [producto neto]) la parte del producto ( 1 /1 0 a de 20
libras de hilo, o sea 2 libras de hilo, en el ejemplo que fi­
gura en 2 b), que representa el plusvalor. Así como la tasa
de plusvalor no se determina por su relación con la suma
global del capital, sino con su parte variable, la magnitud
del plusproducto no se establece por su relación con el
resto del producto total, sino con la parte del producto en CAPÍTULO V lll
la que se representa el trabajo necesario. Y del mismo LA JO RNAD A LABORAL
modo que la producción de plusvalor es el objetivo funda­
mental de la producción capitalista, no es la magnitud
absoluta del producto, sino la magnitud relativa del plus-
productó lo que mide el grado alcanzado por la riq u eza/1 1. Los límites de la jornada laboral
La suma del trabajo necesario y del plustrabajo, de los
lapsos en que el obrero produce el valor sustitutivo de su
fuerza de trabajo y el plusvalor, respectivamente, constituye Partíamos del supuesto de que la fuerza de trabajo se
la magnitud absoluta de su tiempo de trabajo: la jornada compra y se vende a su valor. Tal valor, como el de cual­
laboral (working day). quier otra mercancía, se determina por el tiempo de traba­
jo necesario para su producción. Por consiguiente, si la
34 “ P a ra un individuo c o n un capital de £ 20.000, cuyas producción de los medios de subsistencia que cada día
ga n an c ia s fu e ra n de £ 2 .0 0 0 anuales, c arecería de to d a im p o rta n ­ consume el obrero, término medio, requiere 6 horas, éste
cia q u e su c ap ital e m p le a ra 1 0 0 ó 1 .0 0 0 hom bres, que la m ercancía habrá de trabajar 6 horas por día, de promedio, para pro­
p ro d u c id a se vendiera a £ 1 0 .0 0 0 ó £ 2 0 .0 0 0 , siem pre y c u a n ­ ducir diariamente su fuerza de trabajo o reproducir el valor
do, indefectiblem ente, su g a n an cia n o b a ja ra de £ 2.000. ¿N o es
sim ilar el verdadero interés de la nación? Siem pre que su ingreso
obtenido mediante la venta de la misma. La parte necesaria
real neto, su re n ta y gan an cias sean los m ism os, carece de toda de su jornada laboral asciende entonces a 6 horas, y por
im p o rtan cia q u e la n ació n se c o m ponga de 10 ó de 12 m illones de ende, permaneciendo incambiadas las demás circunstancias,
h a b ita n te s.” (R icardo, On the P rincipies ■ . . , p. 416.) A rth u r Y oung, es una magnitud dada. Pero con esto no está todavía dada
el fa n átic o del p lu sp ro d u c to — p o r lo de m á s un e sc rito r c h a rla ta ­
nesco, fa n ta sio so y acrítico, cuya fa m a está e n p ro p o rció n inversa
la extensión de la jornada laboral misma.
a su m érito— , sostuvo m u ch o antes que R icard o : “ E n u n reino Supongamos que la línea a_______rb representa la du­
m o d ern o , ¿de q u é serviría u n a provincia e n te ra cuyo suelo se ración o extensión del tiempo de trabajo necesario, diga­
c u ltiv ara a la u sanza de los antiguos ro m an o s, p o r pequeños c am ­ mos 6 horas. Según se prolongue el trabajo más allá de a b
pesinos independientes, a unque se lo cultivase m uy bien? ¿C on qué
fin alid ad , si se exceptúa la de p ro d u c ir h o m b res (the m ere purpose
en 1, 3 ó 6 horas, obtendremos las tres líneas siguientes,
o f breed in g m en), lo que en sí y p a ra sí no constituye finalidad
alguna (is a m ost useless pu rp o se)?” I102l (A rth u r Y oung, P olitical
Jornada laboral I Jornada laboral 11
A rith m e tic . . . , L ondres, 1774, p. 47.) a_______ 6_c a b c
A g re g ad o a la n o ta 34. — Es curiosa “la fuerte inclinación
[ .. .] a p re se n ta r la riq u ez a n e ta c o m o benéfica p a ra la clase tra ­ Jornada laboral III
b a ja d o ra . . . a unque es e vidente que no lo es po rq u e sea n e ta ” .
(T h. H opkins, On R e n t o f L a n d . . . , L ondres, 1828, p. 126.)
a_______ b_______ c,
que representan tres jornadas laborales diferentes, de 7, 9
“ E n la 2a edición, p o r e rro r: “ 2 /1 0 ” .
y 12 horas. La línea de prolongación b c representa la
11 E n la 2 a edición: “ 3".

276 277
extensión del plustrabajo. Como la jornada laboral es
gable más allá de determinada linde. Ese límite máximo
= ab b c, o sea a c, varía con la magnitud variable b c.
está determinado de dos maneras. De una parte, por la
Como a b está dada, siempre es posible medir la proporción
barrera física de la fuerza de trabajo. Durante el día natu­
entre b c y a b. En la jornada laboral I equivale a Vfe, en
ral de 24 horas un hombre sólo puede gastar una cantidad
la jornada laboral II a 3/e y en la jom ada laboral III
determinada de fuerza vital. Así, de manera análoga, un
a 6/„ de a b. Además, como la proporción
caballo sólo puede trabajar, promedialmente, 8 horas
tiempo de plustrabajo diarias. Durante una parte del día la fuerza debe reposar,
dormir, mientras que durante otra parte del día el hombre
tiempo de trabajo necesario tiene que satisfacer otras necesidades físicas, alimentarse,
determina la tasa del plusvalor, dicha tasa se halla dada asearse, vestirse, etc. Aparte ese límite puramente físico,
por aquella relación. En las tres distintas jornadas labo­ la prolongación de la jornada laboral tropieza con barreras
morales. El hombre necesita tiempo para la satisfacción
rales asciende, respectivamente, a 1 6 % , 50 y 1 0 0 % . La
de necesidades espirituales y sociales, cuya amplitud y
tasa del plusvalor, en cambio, por sí sola no nos da la
número dependen del nivel alcanzado en general por la ci­
magnitud de la jornada laboral. Si fuera, por ejemplo,
igual a 100 % , la jornada laboral podría ser de 8, 10, 12 vilización. La variación de la jornada laboral oscila pues
dentro de límites físicos y sociales. Unos y otros son, sin
horas, etc. Indicaría que las dos partes constitutivas de la
embargo, de naturaleza muy elástica y permiten la libertad
jornada laboral, el trabajo necesario y el plustrabajo, son
de movimientos. Encontramos, así, jornadas laborales de
equivalentes, pero no nos revelaría la magnitud de cada
8, 10, 12, 14, 16, 18 horas, o sea de las extensiones más
una de esas partes.
disímiles.
La jornada laboral no es, por tanto, una magnitud E l capitalista ha comprado la fuerza de trabajo por
constante sino variable. Una de sus partes, ciertamente, su valor diario. Le pertenece el valor de uso de la misma
se halla determinada por el tiempo de trabajo requerido durante una jornada laboral. H a obtenido el derecho, pues,
para la reproducción constante del obrero mismo, pero su de hacer que el obrero trabaje para él durante un día.
magnitud global varía con la extensión o duración del ¿Pero qué es una jornada laboral? 36 En todo caso, menos
plustrabajo. Por consiguiente, la jornada laboral es deter- de un día natural de vida. ¿Y cuánto menos? El capitalista
minable, pero en sí y para sí indeterminada.35 tiene su opinión sobre esa ultima T h u le,i1041 el límite nece­
Ahora bien, aunque la jornada laboral no sea una sario de la jornada laboral. Como capitalista, no es más que
magnitud constante sino fluente, sólo puede variar, por capital personificado. Su alma es el alma del capital. Pero
otra parte, dentro de ciertos límites. Su límite mínimo es el capital tiene un solo impulso vital, el impulso de valori­
indeterminable, sin embargo. Es cierto que si fijamos la zarse, de crear plusvalor, de absorber, con su parte cons­
línea de prolongación b e , o plustrabajo, en 0, obten­ tante, los medios de producción, la mayor masa posible
dremos un límite mínimo, esto es, la parte de la jornada de plustrabajo.37 El capital es trabajo muerto que sólo se
que el obrero tiene necesariamente que trabajar para la
subsistencia de sí mismo. Pero sobre la base del modo 36 E ste in te rro g an te es in fin itam en te m ás im p o rta n te que la
de producción capitalista el trabajo necesario no puede célebre p re g u n ta de sir R o b e rt P eel a la C á m a ra de C om ercio de
ser sino una parte de la jornada laboral del obrero, y ésta B irm ingham : “W h a t is a p o u n d ?" X'¿Qué es una libra?”], cuestión
que sólo p u d o p lan te arse p o rq u e Peel e stab a ta n a o scu ras acerca
nunca puede reducirse a ese mínimo. L a jornada laboral, de la n a tu ra le z a d e l d inero com o los “little shilling m en ” [p artid a­
por el contrario, posee un límite máximo. No es prolon­ rios d e los chelines pequeños] 11031 de B irm ingham .
37 “E s tarea del capitalista o b ten er del capital desem bolsado la
m a y o r su m a posible d e trabajo” (“d ’o b ten ir du capital dépensé la
35 “U n a jo rn a d a lab o ra l es im precisa, puede ser larg a o c o rta .”
plu s fo rte so m m e de travaíl possible”). J.-G . C ourcelle-Seneuil.
(A n E ssay on Trade a n d C o m m erce, C ontaining O bservations oti T raite théorique et pratique des entreprises industrielles. 2? ed..
T axation . . . , L ondres, 1770, p. 73.)
P arís, 1857, p. 62.)

278 279
acción, sólo la cantidad de aquélla que sea compatible
reanima, a la manera de un vampiro, al chupar trabajo
con su duración normal y su desarrollo saludable. Mediante
vivo, y que vive tanto más cuanto más trabajo vivo chupa.
la prolongación desmesurada de la jornada laboral, en un
El tiempo durante el cual trabaja el obrero es el tiempo
día puedes movilizar una cantidad de mi fuerza de trabajo
durante el cual el capitalista consume la fuerza de traba­
mayor de la que yo puedo reponer en tres días. Lo que
jo que ha adquirido.38 Si el obrero consume para sí mismo
ganas así en trabajo, lo pierdo yo en sustancia laboral. La
el tiempo a su disposición, roba al capitalista.39
utilización de mi fuerza de trabajo y la expoliación de la
El capitalista, pues, se remite a la ley del intercambio misma son cosas muy diferentes. Si el período medio que
mercantil. Al igual que cualquier otro comprador, procura puede vivir un obrero medio trabajando racionalmente
extraer la mayor utilidad posible del valor de uso que asciende a 30 años, el valor de mi fuerza de trabajo, que
tiene su mercancía. Pero súbitamente se alza la voz del
obrero, que en el estrépito y agitación del proceso de pro­ me pagas cada día, es d e --------------------- ó 1/10.950 de su
ducción había enmudecido: 365 X 30
valor total. Pero si lo consumes en 10 años, me pagas
La mercancía que te he vendido se distingue del po­
diariamente 1/10.950 de su valor total en vez de 1/3.650,
pulacho de las demás mercancías en que su uso genera
y por tanto sólo Vs de su valor cotidiano, y diariamente
valor, y valor mayor del que ella misma cuesta. Por eso
me robas, por consiguiente, 2/s del valor de mi mercancía.
la compraste. Lo que desde tu punto de vista aparece
Me pagas la fuerza de trabajo de un día, pero consumes
como valorización de capital, es desde el mío gasto exce-
la de tres. Esto contraviene nuestro acuerdo y la ley del
dentario de fuerza de trabajo. En la plaza del mercado, tú
intercambio mercantil. Exijo, pues, una jornada laboral
y yo sólo reconocemos una ley, la del intercambio de
de duración normal, y la exijo sin apelar a tu corazón, ya
mercancías. Y el consumo de la mercancía no pertenece
que en asuntos de dinero la benevolencia está totalmente
al vendedor que la enajena, sino al comprador que la
de más. Bien puedes ser un ciudadano modelo, miembro
adquiere. Te pertenece, por tanto, el uso de mi fuerza
talvez de la Sociedad Protectora de los Animales y por
de trabajo diaria. Pero por intermedio de su precio diario de
añadidura vivir en olor de santidad, pero a la cosa que
venta yo debo reproducirla diariamente y, por tanto,
ante mí representas no le late un corazón en el pecho. Lo
poder venderla de nuevo. Dejando a un lado el desgaste que parece palpitar en ella no es más que los latidos de
natural por la edad, etc., mañana he de estar en condi­ mi propio corazón. Exijo la jornada normal de trabajo
ciones de trabajar con el mismo estado normal de vigor, porque exijo el valor de mi mercancía, como cualquier
salud y lozanía que hoy. Constantemente me predicas el
otro vendedor.40
evangelio del “ahorro” y la “abstinencia” . ¡De acuerdo! Dejando a un lado límites sumamente elásticos, como
Quiero economizar la fuerza de trabajo, a la manera de vemos, de la naturaleza del intercambio mercantil no se
un administrador racional y ahorrativo de mi único patri­ desprende límite alguno de la jornada laboral, y por tanto
monio, y abstenerme de todo derroche insensato de la límite alguno del plustrabajo. El capitalista, cuando procura
misma. Día a_ día quiero realizar, poner en movimiento, en prolongar lo más posible la jornada laboral y convertir, si
puede, una jornada laboral en dos, reafirma su derecho
38 “ U n a h o ra de trab a jo p e rd id a cad a día infiere un d a ñ o in­
m enso a un e stad o co m e rcia l.” “E xiste un co n su m o m uy grande de
40 D u ra n te la gran strike [huelga] que los builders [albañiles]
artículos de lujo e n tre los trab a ja d o re s pobres de este reino, p a rti­
de L o n d res e fe c tu a ro n e n 1860-1861 p o r la reducción de la jo rn ad a
cu larm en te e n tre e l p o p u lach o m an u fa ctu re ro , en lo cual consum en
lab o ra l a 9 horas, su com isión publicó un m anifiesto que coincide
tam bién su tiem po, el m á s n e fa sto de los c o n su m o s.” (A n E ssay on
Trade and C o m m erce . . . , pp. 47 y 153.) en g ran p a rte con el alegato de n uestro o b re ro . El docum ento
alude, no sin ironía, a que el “building m aster" [constructor] m ás
39 “Si el jo rn alero libre se tom a un m o m e n to de descanso, la ávido de ganancias — un tal sir M . P eto— vivía en “olo r de sa n ­
e co n o m ía só rd id a que lo a tisb a con inquietud preten d e que aquél tid a d ” . (Este m ism o P eto tuvo, después de 1867. un fin a l o . . .
la ro b a .” (N . L inguet, T héorie des lo ix c iv ile s .. . , L ondres, 1767. ¡S tro u sb erg !)!104 bisl
t. n, p. 466.)

280 281
tada de plustrabajo. De ahí que en la Antigüedad el exceso
en cuanto comprador. Por otra parte, la naturaleza espe­ de trabajo se presentara bajo una forma horrible allí donde
cífica de la mercancía vendida trae aparejado un limite se trataba de obtener el valor de cambio en su figura dine­
al consumo que de la misma hace el comprador, y el rada autónoma, en la producción de oro y plata. La forma
obrero reafirma su derecho como vendedor cuando procura oficial del exceso de trabajo es aquí el trabajar forzada­
reducir la jornada laboral a determinada magnitud normal. mente hasta la muerte. Basta con leer a Diodoro Sículo.41
Tiene lugar aquí, pues, una antinomia', derecho contra de­ En el m undo antiguo, sin embargo, ésas son excepciones.
recho, signados ambos de manera uniforme por la ley del Pero no bien los pueblos cuya producción aún se mueve
intercambio mercantil. Entre derechos iguales decide la bajo las formas inferiores del trabajo esclavo y de la pres­
fuerza. Y de esta suerte, en la historia de la producción tación personal servil son arrastrados a un mercado mun­
capitalista la reglamentación de la jornada laboral se pre­ dial en el que impera el m odo de producción capitalista
senta como lucha en torno a los límites de dicha jornada, y donde la venta de los productos en el extranjero se
una lucha entre el capitalista colectivo, esto es, la clase de convierte en el interés prevaleciente, sobre los horrores
los capitalistas, y el obrero colectivo, o sea la clase obrera. bárbaros de la esclavitud, de la servidumbre de la gleba,
etcétera, se injerta el horror civilizado del exceso de trabajo.
De ahí que el trabajo de los negros en los estados meridio­
nales de la Unión norteamericana mantuviera un carácter
2. La hambruna de plustrabajo. Fabricante y boyardo moderadamente patriarcal mientras la producción se orien­
taba, en lo fundamental, a la satisfacción de las necesidades
inmediatas. Pero en la medida en que la exportación algo­
El capital no ha inventado el plustrabajo. Dondequiera donera se transformó en interés vital de esos estados, el
que una parte de la sociedad ejerce el monopolio de los trabajo excesivo del negro — a veces el consumo de su vida
medios de producción, el trabajador, libre o no, se ve en siete años de trabajo— se convirtió en factor de un
obligado a añadir al tiempo de trabajo necesario para sistema calculado y calculador. Ya no se trataba de arran­
su propia subsistencia tiempo de trabajo excedentario y
carle cierta masa de productos útiles. De lo que se trataba
producir así los medios de subsistencia para el propietario ahora era de la producción del plusvalor mismo. Otro
de los medios de producción,41 ya sea ese propietario un tanto sucedió con la prestación personal servil, por ejemplo,
x a l o g xayaOóg [aristócrata] ateniense, el teócrata etrus-
en los principados danubianos.
co, un civis romanus [ciudadano romano], el barón nor­
mando, el esclavista norteamericano, el boyardo valaco, el La comparación entre la hambruna de plustrabajo en
terrateniente moderno o el capitalista.42 Es evidente, con los principados danubianos y la misma hambre canina
todo, que cuando en una formación económico-social no en las fábricas inglesas ofrece un interés particular, pues
prepondera el valor de cambio sino el valor de uso del bajo la prestación personal servil el plustrabajo posee una
producto, el plustrabajo está limitado por un círculo de forma autónoma, sensorialmente perceptible.
necesidades más estrecho o más amplio, pero no surge Supongamos que la jornada laboral incluya 6 horas
del carácter mismo de la producción una necesidad ilimi­ de trabajo necesario y 6 horas de plustrabajo. EÍ trabajador

41 “L os que t r a b a ja n . . . e n realid ad a lim en tan tan to a los 43 " N o se puede c o n te m p la r a esos infelices” (en las m in a s de
pensionistas [ . . . ] , llam ados ricos, c o m o a sí m ism o s." (E dm und o ro entre E gipto, E tio p ía y A rab ia), “que ni siq u iera pueden asear
Burke, T h o u g h ts a n d D e ta ils on Scarcity, L ondres, 1800, p. 2.) sus c uerpos o c u b rir su desnudez, sin dolerse de su trágico destino.
42 C on to d o can d o r o b serv a N ie b u h r, e n su R ö m isch e G e­ Pues allí no tiene c ab id a n in g u n a indulgencia ni m ira m ie n to por
schichte: “N o es posible desconocer que o b ra s co m o las etruscas, los en ferm o s, los enclenques, los ancianos, por la endeblez fem enil.
que a u n en ruinas d e sp iertan el asom bro, presu p o n en en estados O bligados a golpes, todos deben c o n tin u a r tra b a ja n d o h asta q u e la
pequeños (!) señores y siervos". M ucho m ás p ro fu n d am en te dijo m u erte pone térm in o a sus to rm en to s y su m iseria.” (D iodor von
Sism ondi que los “encajes de B ruselas" presu p o n ían patrones y Sicilien, H istorische B ih lio th ek. lib. 3, cap. 13f. p. 2601.)
asalariad o s.
283
282
tecía en las provincias rumanas. Su modo de producción
libre, pues, entrega semanalmente al capitalista 6 X 6, o originario se fundaba en la propiedad comunal, pero no
sea 36 horas de plustrabajo. Es lo mismo que si trabajara en la propiedad comunal bajo su forma eslava, ni tampoco
3 días por semana para sí y 3 días por semana, gratis, en la índica. Los miembros de la comunidad cultivaban de
para el capitalista. Pero esto no salta a la vísta. El plus- manera independiente, como propiedad privada libre, una
trabajo y el trabajo necesario se confunden en un todo. parte de los predios; la otra parte, el ager publicas [tierra
De ahí que también se pueda expresar la misma relación colectiva], la trabajaban en común. Los productos de este
diciendo, por ejemplo, que en cada minuto el obrero tra­ trabajo comunal servían en parte como fondo de reserva
baja 30 segundos para sí y 30 segundos para el capitalista. para los casos de malas cosechas y otras contingencias,
N o ocurre lo mismo con la prestación personal servil. El en parte como erario público para cubrir los costos de
trabajo necesario, pongamos por caso el que ejecuta la guerra, de la religión y otros gastos comunales. Con el
el campesino valaco para su propia subsistencia, está sepa­ andar del tiempo, dignatarios militares y eclesiásticos usur­
rado espacialmente de su plustrabajo para el boyardo. paron, junto a la propiedad común, las prestaciones desti­
Realiza el primero en su propia parcela, el segundo en la nadas a la misma. El trabajo de los campesinos libres en
hacienda del señor. Las dos partes del tiempo de trabajo su tierra comunal se convirtió en prestación personal ser­
coexisten, por tanto, de manera independiente. Bajo la vil para los ladrones de la tierra colectiva. Con ello,
forma de la prestación personal servil el plustrabajo está simultáneamente, se desenvolvieron relaciones de servi­
disociado netamente del trabajo necesario. Esta forma dumbre, aunque sólo de hecho, no de derecho, hasta que
diferente de manifestación, como es obvio, no altera la Rusia, liberadora del mundo, con el pretexto de abolir la
relación cuantitativa entre el plustrabajo y el trabajo nece­ servidumbre la elevó a la categoría de ley. Fueron los
sario. Tres días semanales de plustrabajo siguen siendo boyardos, naturalmente, quienes dictaron el código de la
tres días de trabajo que no genera equivalente alguno prestación personal proclamado en 1831 por el general
para el trabajador, ya sea que ese trabajo se denomine ruso Kiseliov. Rusia conquistó así, de un solo golpe, a los
servil o asalariado. Pero en el capitalista, la hambruna magnates de los principados danubianos y los aplausos
de plustrabajo se manifiesta en el afán de prolongar de los cretinos liberales de toda Europa.
desmesuradamente la jornada laboral; en el boyardo, con
más sencillez, en la caza directa de días de prestación Según él “Règlement organique” 11051 — que así se
personal.44 llama ese código de la prestación personal— , todo campe­
La prestación personal estaba ligada, en los principados sino valaco debe al terrateniente, amén de una serie de
danubianos, a las rentas en especie y demás anexos de la contribuciones en especie, debidamente especificadas, lo
servidumbre de la gleba, pero constituía el tributo funda­ siguiente: 1) doce días de trabajo, en general; 2) un día
mental rendido a la clase dominante. Donde era éste el de trabajo en el campo, y 3) un día para recoger leña.
caso, raram ente la prestación personal surgía de la servi­ Summa summarum [en total], 14 días por año. P era con
dumbre de la gleba; mucho más frecuentemente, por el una profunda comprensión de la economía política, no
contrario, la última derivaba de la prim era.44bis Así acon­ se toma la jornada laboral en su sentido corriente, sino

44 L o q u e sigue se refiere a la situación de las provincias


ru m a n a s con anterioridad a la revolución 1841 o p e rad a luego de la bres. L a victoria de los nobles en la G u e rra C am p esin a puso tér­
g u e rra de C rim ea. m in o a esa situación. N o sólo los cam pesinos del sur de A lem ania
44 bis {F. E . — N o ta a la 3? edición. — E sto se aplica tam bién se c onvirtieron n uevam ente en siervos de la gleba. Y a desde m e­
a A lem ania, y en especial a la p a rte de P rusia q u e q u ed a al este diados del siglo xvi los cam pesinos libres prusian o -o rien tales, los
del E lba. E n el siglo x v el cam pesino alem án, en casi to d as partes, bran deburgueses, p o m eran io s y silesios, y p ro n to tam bién los de
a u n q u e sujeto a d eterm in ad as prestaciones e n especie y laborales, Schlesw ig-H olstein, fu e ro n deg rad ad o s a la condición servil.
e ra en lo dem ás un h o m b re libre, p o r lo m enos de hecho. A (M a u rer, F ro n h o fe, t. iv; M eitzen, D e r B oden des preussischen
los colonos alem anes en B randeburgo, P o m e ran ia, Silesia y P rusia S ta a ts; H anssen, L eibeig en sch a ft in S chlesw ig-H olstein .)}
O riental se los reconocía incluso jurídicam ente co m o hom bres li-
285
284
la jornada laboral necesaria para la elaboración de un boyardo en el frenesí de la victoria, “equivalen a 365 días
producto diario medio, el cual es fijado de manera tan por año!” 45
mañosa que ni un cíclope podría ejecutarlo en 24 horas. Si el “Règlement organique” de los principados danu­
De ahí que, en las descarnadas palabras de una ironía bianos es una expresión positiva de la ham bruna de plus-
auténticamente rusa, el “Règlement” mismo declare que trabajo, legalizada por cada uno de sus artículos, las
por 12 jornadas laborales ha de entenderse el producto Factory Acts [leyes fabriles] inglesas son expresiones nega­
correspondiente a un trabajo manual de 36 días; por una tivas de esa misma hambruna. Dichas leyes refrenan el
jornada laboral en el campo, tres jornadas, y por un día acuciante deseo que el capital experimenta de desangrar
de recolección de leña, también el triple. Total: 42 días sin tasa ni medida la fuerza de trabajo, y lo hacen mediante
de prestación personal. Pero hay que agregar la llamada la limitación coactiva de la jornada laboral por parte del
jobagie, prestaciones de servicios debidas al terrateniente estado, y precisamente por parte de un estado al que
para satisfacer necesidades extraordinarias de la produc­ dominan el capitalista y el terrateniente. Prescindiendo de
ción. Con arreglo a la magnitud de su población, cada un movimiento obrero que día a día se vuelve más amena­
aldea debe proporcionar anualmente un contingente deter­ zante y poderoso, la limitación de la jornada laboral fue dic­
minado para la jobagie. Se estima que esta prestación tada por la misma necesidad que obliga a arrojar guano en
adicional asciende, para cada campesino valaco, a 14 días. los campos ingleses. La misma rapacidad ciega que en un
De modo que la prestación personal preceptuada alcanza caso agota la tierra, en el otro había hecho presa en las raí­
a 56 jornadas laborales por año. Pero en Valaquia el año ces de la fuerza vital de la nación. Las epidemias periódicas
agrícola, debido a lo desfavorable del clima, no comprende fueron aquí tan elocuentes como lo es en Alemania y F ran­
más que 210 días, de los cuales hay que descontar 40 cia la estatura decreciente de los soldados.46
domingos y feriados y, término medio, 30 días por mal
tiempo; en total 70 días. Quedan 140 jornadas de trabajo.
4!i O tro s detalles p u e d en verse en É. R egnault, H isto ire politique
La proporción entre la prestación personal y el trabajo et sociale des principautés danubiennes, P aris, 1855[, p. 304 y ss.].
. 56 46 “E n general, y d e n tro de ciertos lím ites, el re b asa r las
necesario, — , o sea 66 % % , expresa una tasa mucho me- m edidas m edias de su especie testim o n ia en fav o r del de sa rro llo de
84 los seres orgánicos. En el caso del ho m b re, su ta lla dism inuye
ñor del plus valor que la que regula la labor del trabajador c u a n d o su d e sa rro llo se ve p erju d ica d o a causa de condiciones
agrícola o fabril inglés. Sin embargo, ésa no es más que físicas o sociales. E n to d o s los países e u ro p eo s en los que rige
el re clu ta m ie n to oblig ato rio , desde la in tro d u cció n del m ism o
la prestación personal legalmente preceptuada. Inspirado h a d ism inuido la ta lla m edia d e los a d u lto s y, en térm in o s gene­
por un espíritu aun más “liberal” que el de la legislación rales, su a p titu d p a ra el servicio. A ntes de la re v olución (1789), el
fabril inglesa, el “Règlement organique” ha sabido otorgar m ín im o “ p a ra los soldados de in fan tería e ra e n F ra n c ia de 165
cen tím etro s; e n 1818 (ley del 10 de m arzo), 157, y co n fo rm e a la
facilidades para su propia transgresión. Luego de haber ley del 21 de m arz o de 1832, 156 centím etros; en F ra n c ia , térm in o
convertido 12 jornadas en 54, el trabajo a realizar en cada m edio, se exim e d el servicio a m ás de la m ita d de los reclutas
jornada se define, una vez más, de tal suerte que necesa­ p o r insuficiencia de ta lla y defectos físicos. E n 1780, la ta lla m ilitar
riamente recae una sobrecarga en los días siguientes. En e ra en Sajonia de 178 c en tím etro s; a h o ra es 155. E n P ru sia es de
157. Según d ato s p u b lic a d o s en e l B ayrische Z e itu n g d el 9 de m ayo
una jornada, por ejemplo, debe escardarse cierta extensión de 1862 p o r el d o c to r M eyer, el re su lta d o m edio de 9 añ o s es
de terreno, para lo cual, principalmente en los maizales, se q u e e n P ru sia de 1.000 re c lu ta s 716 son ineptos p a ra el servicio
requiere el doble de tiempo. Puede interpretarse de tal m ilitar: 317 p o r insuficiencia de ta lla y 399 p o r defectos físicos . . .
E n 1858 B erlín n o p u d o in te g rar su contingente de reclu tas su­
m anera, en determinados trabajos agrícolas, la tarea diaria p lentes, p u e s fa lta b a n 156 h o m b res.” (J. v. L iebig, D ie C hem ie
fijada por la ley, que el día comienza en el mes de mayo in ihrer A n w e n d u n g a u f A g rik u ltu r u n d P hysiologie, l 6 ed., 1862,
y termina en el de octubre. Las disposiciones son aun más t. i, pp. 117, 118.)
duras en el caso de Moldavia. “ ¡Los doce días de presta­
ción personal del «Règlement organique»”, exclamó un " 2? y 3? ediciones; “m áx im o ” en vez de “m ín im o ” .

286 287
La Factory A c t de 1850, actualmente en vigor,3 per­ (a veces más, a veces menos) después de las 6 de la
mite 10 horas para la jornada semanal media, a saber: (arde. De la media hora permitida nominalmente para
12 horas en los primeros 5 días de la semana, de 6 de la el desayuno retacea 5 minutos al principio y otros tantos
m añana a 6 de la tarde, de las que se descuentan por ley al final, y 10 minutos al principio y otros 10 al final de la
Vi hora para el desayuno y una hora para el almuerzo, hora otorgada nominalmente para el almuerzo. Los sába­
quedando entonces 10 Vi para el trabajo, y 8 horas los dos hace trabajar un cuarto de hora (a veces más, a veces
sábados, de 6 de la m añana a 2 de la tarde, descontándose menos) después de las 2 de la tarde. Con lo cual su
en este caso Vi hora para el desayuno. Quedan 60 horas ganancia es la siguiente:
de trabajo, 10 Vi en los primeros 5 días de la semana,
7 Vi en el último día.47 Se designan funcionarios especiales A ntes de las 6 de la m añ a n a 15 m inutos
encargados de velar por el cumplimiento de la ley y subor­ D espués d e las 6 de la tard e 15 Total en
E n el desayuno 10 5 días:
dinados directamente al Ministerio del Interior, los inspec­ En el alm uerzo 20 300 m inutos
tores fabriles, cuyos informes se publican semestralmente 60 m inutos
por orden del parlamento. Suministran, pues, una infor­
mación estadística, oficial y continua, acerca de la ham­ L os sábados, antes de las 6 de la
G anancia
bruna de plustrabajo que experimentan los capitalistas. m añana 15 m inutos
total por
Escuchemos un instante a los inspectores fabriles.48 E n el desayuno 10
sem ana:
D espués de las 2 de la tard e 15
“El fabricante tramposo hace que el trabajo comience 340 m inutos
[40 m inutos]
un cuarto de hora (a veces más, a veces menos) antes
de las 6 de la mañana, y lo finaliza un cuarto de hora
“O sea 5 horas y 40 minutos por semana, que multi­
plicados por las 50 semanas de trabajo en el año (descon­
47 E n el curso de este cap ítu lo figura la h isto ria de la ley fabril
de 1850. tando dos semanas por feriados e interrupciones ocasio­
48 Sólo o c asio n a lm e n te m e refiero al p e río d o q u e va desde el nales) equivalen a 27 jornadas de trabajo." 49
com ienzo de la g ra n in d u stria inglesa h asta 1845, y en lo que “Cinco minutos diarios de trabajo adicional [. . .] equi­
c o n ciern e a este p u n to rem ito al lector a D ie Lage der arbeitenden
K lasse in E ngland, de F rie d ric h E ngels, L eipzig, 1845. Los F actory valen en el año a dos días y medio de producción.” 00
R ep o rls, los R ep o rts on M in es, etc. aparecidos desde 1845, p onen de “Una hora adicional por día, ganada a fuerza de echar
m an ifiesto cu án p ro fu n d a m e n te apreh en d ió E ngels el espíritu del mano aquí a un pedacito de tiempo, allá a otro, convierte
m o d o de p ro d u c ció n c a p italista , y la c o m p aració n m ás superficial en 13 los 12 meses del año.” 51
de su o b ra con los inform es oficiales de la C h ild re n ’s E m ploym ent
C om m ission, pu b licad o s 20 años m ás tard e (1863-1867), m uestra Las crisis — durante las cuales la producción se inte­
lo a d m irab le m e n te que p in tó la situación e n sus detalles. E stos rrumpe y sólo se trabaja a “tiempo reducido”, esto es,
últim os inform es, en p a rtic u la r, versan sobre ra m o s industriales
en los q u e h a sta 1862 no se h a b ía in troducido la legislación fabril,
algunos días por semana— en nada alteran, naturalmente,
y e n p a rte ello n o ha o c u rrid o aún. A quí, pues, la situación descrita el afán de prolongar la jornada laboral. Cuanto menos
p o r E ngels no h a ex p erim e n tad o cam bios m ás o m enos grandes, negocios se hagan, tanto mayor habrá de ser la ganancia
im puestos desde afu era . T o m o m is ejem plos, e n lo principal, del sobre los negocios realizados. Cuanto menos tiempo se
p e río d o lib recam b ista posterior a 1848, de esa ép o ca parad isíaca pueda trabajar, tanto más tiempo de plustrabajo habrá
de la cual los b u h o n ero s del librecam bism o, ta n locuaces com o
cien tíficam en te nulos, fa u c h e re a n ll05bisí tan ta s m ara v illas a los que trabajar. Así, por ejemplo, los inspectores fabriles
alem anes. P o r lo dem ás, si Inglaterra o c u p a aquí el prim er plano,
ello se debe únicam ente a q u e re p resen ta de m a n e ra clásica el
m o d o de p ro d u c ció n c ap italista y posee, ella sola, info rm ació n 49 “Suggestions . . . by M r. L. H o rn e r, In sp ecto r o f F acto ries",
e stad ística oficial y c o n tin u a acerca de los objetos e n discusión. e n F actories R egulation A c t. O rdered by the H ouse o f C o m m o n s
to be P rin ted 9th A u g u st, 1859, pp. 4, 5.
r>0 R e p o r t s . . . O ctober 1856, p. 35.
" E n la 3? y 4?- ediciones se agrega: “(1867)” . 51 R e p o r ts . . . 30th A p ril 1858. p. 9.

288 289
informan con respecto al período de la crisis de 1857
a 1858: “A muchos fabricantes les parece que la ganancia
“Parecerá contradictorio que se den casos de trabajo extra que se puede obtener prolongando ilegalmente el
excesivo en tiempos en que los negocios andan mal, pero tiempo de trabajo representa una tentación demasiado
precisamente esa mala situación es la que incita a hombres fuerte como para poder resistirla; especulan con la posi­
inescrupulosos a transgredir la ley, pues con ello obtienen bilidad de que no se los sorprenda y calculan que aun en
ganancias extraordinarias . . .” “En los mismos momentos”, caso de ser descubiertos, la insignificancia de las multas
dice Leonard Horner, “en que 122 fábricas de mi distrito y de las costas les asegura siempre un saldo a su favor.” 36
han sido abandonadas por completo y 143 están paradas “En los casos en que el tiempo adicional se gana por una
y todas las demás trabajan a tiempo reducido, continúa multiplicación de hurtos menores (a multiplication of small
trabajándose por encima del tiempo que fija la ley.” 32 “A thefts) en el curso del día, los inspectores tropiezan con
pesar de que en la mayor parte de las fábricas”, dice el dificultades casi insuperables para obtener las pruebas
señor Howell, “a causa de la mala situación de los negocios correspondientes.” 57 Estos “hurtos menores” del capital,
sólo se trabaja la mitad del tiempo, sigo recibiendo la que retacean el tiempo destinado a la alimentación y el
cantidad habitual de quejas acerca de que a los obreros descanso del obrero, también son denominados por los
se les escamotea (snatched) diariamente media hora o inspectores fabriles “petty pilferings of minutes”, mezqui­
tres cuartos de hora retaceándoles el tiempo que la ley nas raterías de minutos,38 “snatching a few minutes”, esca­
establece para la alimentación y el reposo.” 53 moteo de minutos,39 o, como los denominan técnicamente
El mismo fenómeno se repitió, a menor escala, durante los obreros, “nibbling and cribbling at meal times” [“pico­
la terrible crisis algodonera de 1861 a 1865.34 tear y birlar a la hora de las comidas”].60
“Cuando sorprendemos a los obreros trabajando du­
rante las horas de comida o en otros momentos prohibidos
bril. Se acu sab a a varios de estos señores de h a b er hech o tra b a ja r
por la ley, se aduce a veces que aquéllos se resisten firme­ a cinco m uchachos, cuya ed ad o scilaba e n tre los 12 y los 15 años,
mente a abandonar la fábrica y que hay que recurrir a la desde las 6 de la m a ñ a n a del viernes hasta las 4 de la tarde del
coacción para que interrum pan su trabajo” (limpieza de sáb ad o siguiente, sin p e rm itirles m ás descanso que p a ra las com idas
las máquinas, etc.), “en particular los sábados de tarde. y u n a hora de sueño a m edianoche. ¡Y esos m u ch ach o s tenían
q u e e je cu ta r el incesante trab a jo de 30 h o ra s m etidos e n la
Pero si la mano de obra permanece en la fábrica luego “ shoddy-hole” [cueva de la lana], co m e se lla m a al in fiern o donde
de la detención de las máquinas, ello ocurre únicamente se d e sg a rra n los retazo s de lan a y en el cual u n m a r aéreo de
porque no se les concedió un plazo para ejecutar esas polvo, pelusas, etc., obliga a los o b re ro s adultos m ism os a u sar
tareas entre las 6 de la m añana y las 6 de la tarde, en las co n tin u a m e n te tap ab o cas p a ra p ro teg erse los pulm ones! E n lugar
de ju ra r — po rq u e en su calidad de cuáqueros e ra n p erso n as tan
horas de trabajo establecidas legalmente.” 33 e scru p u lo sam en te religiosas que n o podían p re sta r juram ento— ,
los señores acusados d iero n seguridades de que, en su g ran m iseri­
32 Ib íd em , p. 10.
cordia, les h abían perm itido a los pobres niños que d u rm ie ran
d u ra n te c u a tro h o ras, ¡pero que los m uy testarudos de los m u ch a­
53 Ib íd em , p. 25.
chos se n egaron ro tu n d am en te a ir a la cam a! L os señores cuá­
54 R e p o r ts . . . 30th A p ril 1861. V éase apéndice n ° 2; R e-
q u ero s fu e ro n cond en ad o s a p a g ar u n a m ulta de £ 20. D ryden
p o r t s . . . 31 st O ctober 1862, pp. 7, 52, 53. L as transgresiones vol­
p resintió a esos cuáqueros:
vieron a m en u d e ar e n el ú ltim o sem estre de 1863. C fr. R ep o rts . . .
3 Is t O ctober 1863, p. 7. “ U n z o rro henchido de fingida santidad,
53 R e p o r t s . . . fo r the H a lf Y ear E n d in g 3 Is t O ctober 1860,
que m en tía com o el diablo p ero se e sp a n ta b a an te un ju ram en to ,
p. 23. El siguiente y c urioso caso m uestra con q u é fanatism o, q u e m ira b a com o la C u aresm a, píam en te, de reojo,
según el testim onio de los fa b ric an te s an te la justicia, los ob rero s y no osab a p ecar sin antes rezar sus o racio n es.” I10'1]
de sus establecim ientos se resisten a toda in te rru p ció n del trabajo: 3B R e p o r t s . . . 3 Is t O ctober 1856, p. 34.
e n los p rim ero s días de junio de 1836 los m agistrados de D ew sbury 57 Ib íd em , p. 35.
(Y orkshire) recib iero n den u n cias de que los p ro p ietario s de ocho 38 Ibídem , p . 48.
g randes fábricas, e n las cercanías de Batley. violaban la ley fa- 7,9 Ib íd em , p. 48.
80 Ib íd em , p. 48.

290
291
En este ambiente, como vemos, no constituye misterio del trabajo aun hoy carece de trabas o carecía de ellas
alguno la formación del plusvalor por el plustrabajo. hasta ayer.
“Si usted — me confió un fabricante muy respetable— “En su calidad de presidente de un mitin realizado en
me permite hacer trabajar tan sólo 10 minutos de sobre- la alcaldía de Nottingham el 14 de enero de 1860, el señor
tiempo por día, me pone en el bolsillo £, 1.000 anuales.” 81 Broughton, county magistrate [juez de condado], declaró
“Los átomos de tiempo son los elementos de la ganancia." 82 que en la parte de la población urbana ocupada en la
En este aspecto nada es más característico que la deno­ fabricación de encajes imperaba un grado de privación y
minación de “full times” ,a que se da a los obreros que sufrimiento desconocido en el resto [. ..] del mundo civi­
trabajan todo el tiempo, y la de “half times”,b aplicada a lizado . . . A las 2, a las 3, a las 4 de la m añana se arranca
los niños menores de 13 años, que legalmente sólo pueden de las sucias camas a niños de 9 a 10 años y se los obliga
trabajar 6 horas.81 El obrero, aquí, no es nada más que a trabajar por su mera subsistencia hasta las 10, las 11 o
tiempo de trabajo personificado. Todas las diferencias indi­ las 12 de la noche, mientras sus miembros se consumen,
viduales se disuelven en las de “tiempos completos” y su complexión se encanija, se les embotan los rasgos facia­
“medios tiempos”. les y su condición humana se hunde por completo en un
torpor pétreo, extremadamente horrible de contemplar
[ . .. ] . No nos sorprende que el señor Mallett o cualquier
3. Ramos industriales ingleses otro fabricante se presente y proteste contra toda discu­
sin limitaciones legales a la explotación sión . . . El sistema, tal como lo describe el reverendo M on­
tagu Valpy, es un sistema de esclavitud no mitigada: social,
física, moral y espiritualmente . . . ¿Qué se podrá pensar de
Hasta aquí hemos considerado el afán de prolongar la una ciudad que realiza una asamblea pública para solicitar
jornada laboral, la voracidad canibalesca de plustrabajo, que el período de trabajo para los hombres se reduzca a
en un dominio en que exacciones monstruosas — no sobre­ 18 horas diarias? . . . Peroramos contra los plantadores vir-
pujadas, como dice un economista burgués británico, por ginianos y carolinos. ¿Pero su mercado de negros, con
las crueldades de los españoles contra los indios america­ todos los horrores del látigo y el tráfico de carne humana,
nos— 64 han sujetado por fin el capital a la cadena de la es más detestable que este lento sacrificio de seres huma­
reglamentación legal. Volvamos ahora la mirada a algu­ nos, efectuado para que se fabriquen encajes y cuellos en
nos ramos de la producción en los cuales la explotación beneficio del capitalista?” 65
La alfarería (pottery) de Staffordshire ha sido objeto,
81 Ib'idem , p. 48. durante los últimos 22 años, de tres investigaciones parla­
82 “ M om ents a re the elem ents o f p ro fit.” ( R e p o r ts . . . 30th
A p ril 1860, p. 56.)
mentarias. Se consignan los resultados en el informe pre­
83 L a expresión h a a d q u irid o derecho de c iu d ad an ía, tan to sentado en 1841 por el señor Scriven a los “Children’s
en la fá b ric a com o en los inform es fabriles. Employment Commissioners”, en el informe de 1860 del
64 “L a codicia de los fa b rican tes, cuyas atro c id a d e s en la p ro se­ doctor Greenhow, publicado por orden del funcionario mé­
cución de las g anancias d ifícilm ente h a y an sido su p erad as p o r las
dico del Privy C ouncil[1071 (Public Health, 3erd Report, I,
que p e rp e tra ro n los españoles, en la b ú sq u ed a de o ro , d u ran te la
co n q u ista de A m é ric a.” (John W ade, H isto ry o f the M id d le and 102-113), y por último en el informe de 1863 del señor
W orkin g Classes, 3? ed., L ondres, 1835, p. 114.) L a p a rte teórica Longe que figura en el First Report of the Children’s E m ­
de este libro, u n a especie de bosquejo de la eco n o m ía política, ployment Commission del 13 de junio de 1863. Basta para
contiene algún m aterial original p a ra su época, p o r ejem plo en mi objeto tomar, de los informes de 1860 y 1863, algunas
to rn o a las crisis com erciales. La p arte histó rica se ve afectada
por plagios desvergonzados del libro de sir F . M . E dén, T h e State declaraciones testimoniales de los mismos niños explotados.
o f the P oor . . . , L o n d res, 1797. La situación de los menores permite deducir cuál es la
" A sí en el original (el térm in o n o rm al es “fu ll-tim ers”).
11 Así en el original (el térm in o no rm al es “half-tim ers”). 83 D aily Telegraph, L ondres, 17 de enero de 1860.

292 293
mismo sostiene otro facultativo, el señor McBean: “ Desde
de los adultos, ante todo la de las muchachas y mujeres,
que comenzó a practicar entre los alfareros, hace 25 años,
y ello precisamente en un ramo industrial a cuyo lado el
ha observado una degeneración notable, que se manifiesta
hilado del algodón y actividades semejantes resultan ser
especialmente en la disminución de estatura y peso” . Estas
ocupaciones agradabilísimas y salubres.66
declaraciones las hemos tomado del informe elevado en
William Wood, de nueve años, “tenía 7 años y 10 1860 por el doctor Greenhow.68
meses cuando empezó a trabajar” . El niño, desde un prin­ Extractamos lo siguiente del informe presentado por los
cipio, “ran moulds” (llevaba al secadero la pieza ya mol­ comisionados de 1863: el doctor Arledge, médico jefe del
deada, para después traer de vuelta el molde vacío). hospital de North Staffordshire, depone: “Como clase, los
Todos los días de la semana entra a las 6 de la mañana alfareros, tanto hombres como mujeres, representan una
y termina de trabajar a las 9 de la noche, aproximada­ población degenerada, física y moralmente. La regla es
mente. “Trabajo todos los días de la semana hasta las 9 que sean de escasa estatura, de mala complexión y que
de la noche. Así lo hice, por ejemplo, durante las últimas tengan mal formado el tórax; envejecen prematuramente
siete u ocho semanas.” ¡Quince horas de trabajo, pues, y su vida es corta; son flemáticos y anémicos y revelan la
para un niño de siete años! J. Murray, un chico de doce debilidad de su constitución a través de obstinados ataques
años, declara: “I run moulds and turn jigger” (hago de dispepsia y desórdenes hepáticos y renales, así como
girar la rueda). “Entro a las 6 de la mañana. A veces de reumatismo. Pero de todas las enfermedades son más
a las 4. Anoche trabajé toda la noche, hasta las 8 de propensos a las del pecho: neumonía, tisis, bronquitis y
esta mañana. Desde antenoche no me meto en la cama. asma. Una forma de esta última enfermedad es peculiar
Hubo otros ocho o nueve muchachos que trabajaron toda de ellos, y se la conoce por asma del alfarero o tisis del
la noche. Todos, menos uno, volvieron esta mañana. Me alfarero. L a escrofulosis, que ataca las glándulas o los
pagan por semana 3 chelines y 6 peniques” (1 tálero y 5 huesos u otras partes del organismo, es una enfermedad
groschen). “N o me pagan más cuando me quedo toda la que afecta a dos tercios o más de los alfareros. [. . .] Si la
noche trabajando. E n la última semana trabajé dos noches degenerescencia (degenerescence) de la población de este
enteras.” Fernyhough, un chico de diez años: “No siempre distrito no es mayor de lo que es, ello se debe al recluta­
tengo una hora entera para el almuerzo; muchas veces sólo miento constante de los distritos rurales vecinos y a los
me dan media hora, todos los jueves, los viernes y los casamientos con personas de razas más sanas” . El señor
sábados” .67 Charles Parsons, hasta hace poco house surgeon [médico
El doctor Greenhow declara que la duración de la interno] del mismo hospital, escribe en una carta al comi­
vida en los distritos alfareros de Stoke-upon-Trent y Wol- sionado Longe, entre otras cosas: “Sólo puedo hablar
stanton es extraordinariamente corta. Aunque en el distrito basándome en mis observaciones personales, y no en datos
de Stoke sólo está empleado en la industria alfarera el estadísticos, pero no vacilo en asegurar que mi indignación
36,6 % de la población masculina mayor de 20 años y en se ha despertado, una y otra vez, a la vista de pobres
el de Wolstanton sólo el 30,4 % , en el primer distrito criaturas cuya salud ha sido sacrificada para satisfacer la
recaen en alfareros más de la mitad de los casos fatales avaricia de sus padres o patrones” . Enumera las causas a
provocados entre hombres de aquella categoría por las en­ que obedecen las enfermedades de los alfareros y culmina
fermedades pulmonares, y alrededor de % en el segundo la enumeración con “long hours” ( “largas horas de traba­
de esos distritos. El doctor Boothroyd, médico práctico en jo” ). El informe de los comisionados manifiesta la espe­
Hanley, expresa: “Cada nueva generación de alfareros es ranza de que “una manufactura que ha conquistado un
más pequeña y menos robusta que la precedente” . Lo lugar tan prominente en el mundo entero, no quede sujeta
durante mucho tiempo al estigma de que su gran éxito va
06 C fr. E ngels, D ie Lage . . . , pp. 249-251.
67 C hildren’s E m p lo y m e n t C o m m ission. First R ep o rt . . . 1863, os P ublic H ealth. 3rd R e p o r t . . . , pp. 103. 105.
apéndice, pp. 16, 19, 18.
295
294
acompañado de la decadencia física, la difusión del sufri­ cerlo” . J. Lightbourne: “Tengo 13 a ñ o s ... El último
miento corporal y la muerte prematura de la población invierno trabajamos hasta las 9” (de la noche) “y el ante­
trabajadora [. . .], gracias a cuyo trabajo y destreza se han rior hasta las 10. El último invierno las llagas en los pies
alcanzado tan buenos resultados” .6® Lo que vale para las casi todas las noches me hacían gritar” . G. Apsden: “ A
alfarerías inglesas, se aplica también a las de Escocia.70 este chico mío [ ...] cuando tenía 7 años acostumbraba lle­
La manufactura de fósforos data de 1833, cuando se varlo a la espalda, por la nieve, ida y vuelta, ¡y casi siempre
inventó la aplicación de fósforo al palillo mismo. A partir él trabajaba 16 horas por d ía !. . . No pocas veces me arrodi­
de 1845 esta industria se desarrolló rápidamente en Ingla­ llé para darle de comer, mientras él estaba ante la máquina,
terra, y desde los sectores densamente poblados de Londres pues no podía abandonarla ni detenerla”. Smith, gerente y
se ha expandido principalmente hacia Manchester, Birming- socio de una fábrica de Manchester: “Nosotros” (se refie­
ham, Liverpool, Bristol, Norwich, Newcastle, Glasgow, y re a su “mano de obra”, a la que trabaja para “nosotros” )
con ella el trismo, afección que un médico vienés descubrió “trabajamos sin interrupción para las comidas, de modo
ya en 1845 como enfermedad específica de los trabajado­ que la jornada laboral de 10 (¿t horas finaliza a las 4 V2
res fosforeros. La mitad de los obreros son niños que no de la tarde, y todo lo que viene después es sobretiempo”
han llegado a los 13 años y menores de 18. Esta manu­ (Nos preguntamos si realmente este señor Smith no hace
factura, por su insalubridad y repugnancia, está tan des­ alguna pausa para comer algo durante 10 V2 horas.) “Nos­
acreditada que sólo la parte más desmoralizada de la clase otros” (el mismo señor Smith) “ rara vez abandonamos el
obrera, las viudas medio muertas de hambre, etc., le sumi­ trabajo antes de la 6 de la tarde” (se refiere al consumo
nistran niños, “niños zaparrastrosos, famélicos, completa­ de “nuestras” máquinas de fuerza de trabajo), “con lo cual
mente desamparados e incultos” .71 De los testigos a los que realmente trabajamos” (iterum C rispinus)11081 “sobretiem­
el comisionado White (1863) recibió declaración, 270 po durante todo el año . . . Para todos éstos, niños y adul­
eran menores de 18 años, 40 no tenían 10 años, 10 sólo 8, tos por igual” (152 niños y muchachos menores de 18 años
y 5 nada más que 6 años. La jornada laboral varía: 12, y 140 adultos), “el trabajo medio durante los últimos 18
14 y 15 horas; trabajo nocturno; comidas irregulares, por lo meses ha sido por los menos de 7 jornadas y 5 horas por
general efectuadas en los mismos lugares de trabajo, conta­ semana, o 78 V2 horas semanales. Durante las seis sema­
minadas por el fósforo. En esta manufactura, Dante encon­ nas que terminaron el 2 de mayo de este año” (1863).
traría sobrepujadas sus más crueles fantasías infernales. “el término medio fue más elevado: ¡8 jornadas, o sea 84
En las fábricas de papel de empapelar las clases más horas por semana/” No obstante, el mismo señor Smith.
ordinarias se estampan a máquina, las más finas á mano tan afecto al pluralis maiestatis [plural mayestático], agre­
(block printing). Los meses de actividad más intensa van ga con sonrisa satisfecha: “El trabajo a máquina es liviano” .
de principios de octubre a fines de abril. A lo largo de Y otro tanto dicen los que utilizan el block printing: “ El
ese período el trabajo suele durar, casi sin interrupción, trabajo manual es más salubre que el trabajo a máquina"'.
de 6 de la mañana a 10 de la noche y hasta más tarde. En su conjunto, los señores fabricantes se pronuncian con
J. Leach declara: “El invierno pasado” (1862), “de
19 muchachas 6 dejaron de venir por su mala salud, 72 N o debe e ntenderse esto en el sentido que dam os nosotros
derivada del trabajo excesivo. Para mantenerlas despiertas al tie m p o de plustrabajo. E stos señores consideran que el trab a jo
de 10 V2 horas es la ¡ornada laboral norm al, que incluye tam bién,
tenía que gritarles”. W. Duffy: “A menudo los niños no por lo tan to , el p lu strab a jo n o rm al. L uego com ienza "el sobre-
podían mantener abiertos los ojos, de cansancio; en reali­ tie m p o ”, algo m ejor re m u n e rad o . En o tra o p o rtu n id ad , m ás ade­
dad, frecuentemente nosotros mismos casi no podíamos ha- lante, se verá que el em pleo de la fuerza de tra b a jo d u ran te la
llam ad a jornada norm al se p aga por debajo de su valor, de m anera
que el “ sobretiem po" es una sim ple a rtim añ a de los capitalistas
G!) C h ildren's . . . , 1863, pp. 24, 22 y X I. p a ra estru jar m ás “p lu strab a jo ”, lo cual, por lo dem ás, sigue siendo
70 Ib íd em , p. X L V II. lo m ism o cuan d o la fu erza de trab a jo em pleada d u ran te la
71 Ib íd em , p. L IV . “jo rn a d a n o rm al” se re m u n e ra realm ente en su totalidad.

296 297
indignación contra la propuesta de “detener las máquinas “for preventing the adulteration of articles of food and
por lo menos durante ¡a hora de las comidas” . “Una ley”, drink” [“para impedir la adulteración de comestibles y
dice el señor Otley, gerente de una fábrica de papel de bebidas”], una ley inefectiva ya que daba muestras de la
empapelar en el Borough (en Londres), “que permitiera máxima delicadeza para con el freetrader [librecambista]
trabajar, digamos, entre las 6 de la m añana y las 9 de la que se propone “to turn an honest penny” [obtener un hon­
noche [. . .] nos (!) vendría muy bien, pero el horario de rado penique] mediante la compra y venta de mercancías
la Factory Act de 6 de la mañana a 6 de la tarde no adulteradas.75 La propia comisión, más o menos candoro­
nos (!) conviene . . . Durante el almuerzo” (¡qué magnani­ samente, formuló su convicción de que el comercio libre
midad!) “nuestra máquina se detiene. La detención no pro­ significaba comercio con sustancias adulteradas o, como
voca ninguna pérdida de papel y color digna de mención. las denominan ingeniosamente los ingleses, “sustancias
Pero”, agrega comprensivamente, “puedo entender que a sofisticadas” . Esta clase de “sofística”, no cabe duda, sabe
nadie le guste la pérdida consiguiente.” El informe de la mejor que Protágoras convertir lo negro en blanco y lo
comisión entiende, candorosamente, que el temor de algu­ blanco en negro, y mejor que los eleáticos11091 demostrar
nas “firmas importantes” a perder tiempo, esto es, tiempo ad oculos [a ojos vistas] la mera apariencia de todo lo real.70
de apropiación de trabajo ajeno, y por tanto a “perder De todos modos, la comisión atrajo la mirada del
beneficios”, no es “razón suficiente” para “hacer perder” público sobre su “pan de cada día”, y con ello sobre la
su almuerzo durante 12 ó 16 horas a niños menores de 13 panificación. Al mismo tiempo, en mítines públicos y
años y muchachos con menos de 18, ni para proporcio­ peticiones resonó el clamor de los oficiales panaderos lon­
nárselo del mismo modo que a la máquina de vapor se le dinenses contra el exceso de trabajo, etc. Ese clamor se
suministra carbón y agua, a la lana jabón, a la rueda aceite, volvió tan apremiante que se designó comisionado investi­
etcétera, durante el proceso de producción mismo, como si gador real al señor Hugh Seymour Tremenheere, miembro,
fuera un mero material auxiliar del medio de trabajo.73 asimismo, de la varias veces citada comisión de 1863. Su
Ningún ramo industrial en Inglaterra (dejamos a un informe,77 acompañado de declaraciones testimoniales, no
lado la fabricación mecánica de pan, que apenas ahora
se .está abriendo camino) ha conservado hasta el presente 7!i E l hollín, co m o es sabido, es una fo rm a m uy activa del
un modo de producción tan arcaico y podríamos decir tan c arb o n o y constituye u n a b o n o que desh o llin ad o res capitalistas
precristiano — juzgúese, si no, por lo que nos dicen los venden a los ag ricu lto res ingleses. A h o ra bien, e n 1862 e l “jury-
m a n ” [m iem bro de u n ju rad o ] b ritá n ico h u b o de decidir en un
poetas del imperio romano— como el de la panificación. p roceso si el hollín al que se añad ía, sin co nocim iento del com ­
Pero al capital, como hemos anotado con anterioridad, en p ra d o r, un 90 % d e polvo y aren a e ra h ollín “v e rd ad e ro ” en el
un primer momento le es indiferente el carácter técnico sentido "c o m e rc ia l” u hollín “ a d u lte ra d o ” e n el sentido “legal” .
del proceso laboral de que se apodera. Lo toma, en un Los “ am m is du c o m m erce” fa llaro n que se tra ta b a de hollín
co m ercial “v e rd ad e ro ” y re ch a za ro n la d em an d a del ag ricultor
primer momento, tal como lo encuentra. q u e rella n te, quien p o r a ñ a d id u ra tuvo que p a g a r las costas.
La inverosímil adulteración del pan, particularmente 76 E n u n a m em oria sobre las “ so phistications” de las m erc an ­
en Londres, fue puesta al descubierto por primera vez por cías, el q uím ico fran cés C h e v alier consigna, p a ra m uchos de los
m ás de 600 artícu lo s a los que pasa revista, 10, 20 ó 30 m étodos
la Comisión “sobre la Adulteración de Alim entos”, desig­ diversos de a d u lteració n . A c o ta que no conoce todos los m étodos
nada por la Cám ara de los Comunes, y por la obra del ni m enciona todos los que conoce. R egistra 6 falsificaciones del
doctor Hassall Adulterations Detected.74 El resultado de a zú car, 9 del aceite de oliva, 10 de la m anteca, 12 de la sal, 19 de
estos descubrimientos fue la ley del 6 de agosto de 1860 la leche, 20 del pan , 23 del aguardiente, 24 de la harin a, 28 del
ch ocolate, 30 del vino, 32 del café, etc. N i siquiera el buen D ios
logra elu d ir ese destino. V éase R ouard de C a rd , D e la falsification
7:1 C h ild ren ’s . . . , 1863, pp. 123, 124, 125, 140 y L X IV . des substances sacram entelles, P arís, 1856.
74 El a lu m b re, p u lv erizad o finam ente o m ezclado con sal, es 77 R eport ■■. R elaling to the G rievances C o m p la in ed o f by the
u n a rtícu lo n o rm al e n el co m ercio; se lo conoce p o r el nom bre, Jo u rn e ym e n B akers . . . , L ondres, 1862, y Seco n d R eport . . . ,
m uy sugerente, de “ b a k e r’s stu ff” {m aterial de pan ad ero !. L ondres, 1863.

298 299
parte de los oficiales siguen ocupados en la panadería hasta
conmovió el corazón sino el estómago del público. El
mucho más tarde.” 78 “Durante la [.. .] temporada londi­
inglés, versado en las Sagradas Escrituras, sabía bien que
nense, por lo general los oficiales de las panaderías del
el hombre al que la predestinación no ha elegido para capi­
West End que venden el pan a precio «completo» comien­
talista, terrateniente o beneficiario de una sinecura está
zan a trabajar a las 11 de la noche y están ocupados en la
obligado a ganarse el pan con el sudor de su frente, pero
fabricación del pan, salvo una o dos interrupciones, a me­
no sabía que con su pan tenía que comer diariamente
nudo brevísimas, hasta las 8 de la mañana siguiente. Luego
cierta cantidad de sudor humano mezclado con secreciones
se los utiliza hasta las 4, las 5, las 6 e incluso las 7 de la
forunculosas, telarañas, cucarachas muertas y levadura ale­
tarde para el reparto de pan o, a veces, para la elaboración
mana podrida, para no hablar del alumbre, la arenisca y
de galleta en la panadería. Después de haber terminado
otros ingredientes minerales igualmente apetitosos. Sin mi­
la faena, pueden dedicar 6 horas al sueño, y a menudo
ramiento alguno por Su Santidad el “Freetrade” , se sujetó
sólo 5 y 4 horas. Los viernes el trabajo comienza más
la panificación, hasta entonces “libre” , a la vigilancia de
temprano, digamos a las 10 horas, y dura sin interrupción,
inspectores del estado (hacia el final del período de sesio­
en la preparación o la entrega del pan, hasta las 8 de la
nes de 1863), y por la misma ley se prohibió que ios
noche del sábado, pero más a menudo hasta las 4 ó 5 de
oficiales panaderos menores de 18 años trabajaran entre
la mañana del domingo. También en las panaderías de pri­
las 9 de la noche y las 5 de la mañana. En lo atinente al
mera categoría, que venden el pan a «precio completo»,
trabajo excesivo en este ram o industrial de tan patriarcales
el domingo hay que realizar de 4 a 5 horas de trabajo
y gratas reminiscencias, esa última cláusula tiene la elo­
preparatorio para la jornada siguiente. . . Los oficiales
cuencia de varios volúmenes.
panaderos de los «underselling masterst," (que venden el
“El trabajo de un oficial panadero comienza, por regla pan por debajo de su precio com pleto), “y éstos compren­
general, alrededor de las 11 de la noche. A esa hora prepa­ den, como ya hemos dicho, más de % de los panaderos
ra la masa, proceso muy fatigoso que insume de media hora londinenses, tienen horarios de trabajo aun más prolonga­
a tres cuartos de hora, según el volumen de la masa y su
dos, pero su labor está casi enteramente confinada a la
finura. El oficial se acuesta entonces sobre la tabla de ama­ panadería, ya que sus patrones, si se exceptúa el suministro
sar, que a la vez sirve como tapa de la artesa en la que en pequeños almacenes, sólo venden en su propio negocio.
se prepara la masa, y duerme un par de horas con una Cerca del fin de semana . . . es decir el jueves, el trabajo
bolsa de harina por almohada y otra sobre el cuerpo. Luego comienza aquí a las 10 de la noche y prosigue, con sólo
comienza un trabajo rápido e ininterrumpido de 4 a horas: alguna breve interrupción, hasta muy entrada la noche del
amasar, pesar la masa, moldearla, ponerla al horno, sacar­ domingo.” 70
la del horno, etc. La tem peratura de una panadería oscila
entre 75 y 90 grados,b y en las panaderías pequeñas es Incluso la mentalidad burguesa comprende lo que ocu­
más bien más elevada que menos. Cuando ha finalizado el rre con los “underselling masters” : “El trabajo impago de
trabajo de hacer el pan, los bollos, etc., comienza el del los oficiales (the unpaid labour of the men) configura la
reparto, y una parte considerable de los jornaleros, luego base de su competencia” .80 Y el “full priced baker” [“pana­
de efectuar el duro trabajo nocturno que hemos descrito, dero que vende al precio completo”] denuncia a sus “under­
durante el día distribuyen el pan de puerta en puerta en selling” competidores, ante la comisión investigadora, como
canastos o empujando un carrito, y a veces, en los inter­ ladrones de trabajo ajeno y adulteradores. “Si existen es
valos, trabajan también en la panadería. Según la estación sólo porque, primero, defraudan al público y, segundo,.
del año y la importancia del negocio [. . .], el trabajo ter­
mina entre la 1 y las 6 de la tarde, mientras que una
78 Ib id em , F irst R e p o r t . . . , pp. V I-V II.
79 Ib id em , p. L X X I.
* E n la 4? edición: “ 5” . 80 G e o rg e Read, The H istory o f B aking, L ondres, 1848, p. 16.
G ra d o s F a h re n h e it; e n tre 24° y 32° C.

300 301
obtienen 18 horas de trabajo de sus hombres y les pagan sufrimientos de los jornaleros superan toda medida, el
el salario de 12 horas.” 81 movimiento fue derrotado por la oposición de los patrones
La adulteración dfel pan y la formación de una catego­ panaderos, y en particular de los molineros. El ejemplo
ría de panaderos que venden el pan por debajo de su precio de Limerick motivó un retroceso en Ennis y Tipperary.
completo, son fenómenos que se desarrollaron en Inglaterra En Cork, donde la indignación pública se manifestó de la
desde comienzos del siglo xvm , cuando decayó el carácter m anera más viva, los patrones, recurriendo a su facultad de
corporativo de la industria y entró en escena el capitalista poner en la calle a los oficiales, derrotaron al movimiento.
— por detrás del maestro panadero nominal— bajo la En Dublín, los patrones panaderos presentaron la más deci­
figura del molinero o del fabricante de harina.82 Con ello dida oposición al movimiento y por medio de la persecución
quedaban echadas las bases para la producción capitalista, a los oficiales que promovían la agitación, lograron que los
para la prolongación desmesurada de la jornada laboral y demás se sometieran al trabajo nocturno y al domini­
el trabajo nocturno, aunque este último no arraigara firme­ cal [. . .].” 84 Una comisión de ese gobierno inglés que en
mente en Londres hasta 1824.83 Irlanda está armado hasta los dientes, reconviene plañidera­
Se comprenderá, por lo precedente, que el informe de mente a los implacables maestros panaderos de Dublín, Li­
la comisión incluya a los oficiales panaderos entre esos merick, Cork, etc.: “L a comisión entiende que el horario de
obreros de vida corta que, después de tener la suerte de trabajo está limitado por leyes naturales, a las que no puede
escapar a las afecciones que de manera regular diezman a violarse impunemente. La actitud de los patrones panaderos,
los niños de todos los sectores de la clase obrera, difícil­ al hacer que sus obreros, por temor de perder el empleo,
mente alcanzan los 42 años de edad. No obstante, la indus­ violen sus convicciones religiosas [. . .], desobedezcan las
tria panadera está siempre congestionada de aspirantes. Las leyes del país y desaíren a la opinión pública” (todo esto
fuentes de suministro de estas “fuerzas de trabajo” , en se refiere al trabajo dom inical), “suscita la discordia entre
el caso de Londres, son Escocia, los distritos agrícolas del los obreros y sus patrones [. . .] y da un ejemplo peligroso
occidente de Inglaterra y . . . Alemania. para la religión, la moral y el orden so cial. . . L a comisión
En 1858-1860 los oficiales, panaderos organizaron en entiende que prolongar la jornada laboral a más de 12
Irlanda, a sus expensas, grandes mítines de agitación contra horas constituye una usurpación de la vida doméstica y
el trabajo nocturno y dominical. El público, por ejemplo privada del obrero y provoca efectos morales desastrosos,
en el mitin efectuado en Dublín en mayo de 1860, tomó entremetiéndose en la intimidad hogareña de cada hombre
partido por ellos con la típica fogosidad irlandesa. Este y exonerándolo de sus deberes familiares como hijo, her­
movimiento, con todo éxito, impuso el trabajo exclusiva­ mano, marido, padre. Ese trabajo de más de 12 horas
mente diurno en Wexford, Kilkenny, Clonmel, Waterford, tiende a minar la salud del obrero y provoca así una vejez
etcétera. “En Limerick, donde se ha comprobado que los y muerte prematuras, para gran infortunio de las familias
de los trabajadores, a las que de este modo se priva" (are
deprived) “del cuidado y el apoyo del jefe de familia
81 R e p o rt (F ir s t). . . E vid en ce. D e cla rac ió n del “full priced
b a k e r” C heesm an, p. 108. cuando más los requieren” .85
82 G . R ead, op. cit. A fines del siglo x v i i y principios del Nos hallábamos, hace pocos momentos, en Irlanda. Del
x vm , a ú n se d e n u n ciab a oficialm ente com o “public nuisances” otro lado del Canal, en Escocia, el trabajador agrícola, el
[estorbos públicos] a los fa cto rs (agentes) que se in filtrab a n en hombre del arado, denuncia su horario laboral de 13 a 14
todas las industrias posibles. A sí, p o r ejem plo, el G ra n d Jury, 11091
en la reu n ió n trim e stral de los jueces de paz del con d ad o de
horas, efectuado bajo el clima más inclemente, con 4 horas
Som erset, elevó u n a “p re sen tm en t” (“d en u n cia”) a la C á m a ra de de trabajo suplementario los domingos (¡en este país de
los C o m u n es en la que, entre o tra s cosas, se dice “que esos agentes
d e Blackw ell H a ll son un e sto rb o y p erjuicio p úblico p a ra la in­
d u stria p a ñ e ra y de b ie ra rep rim írselo s com o a un e sto rb o ” . (The 84 R ep o rt o f C o m m itte e on the B aking Trade in Jreland
C ase o f O ur E nglish W o o l . . . , L ondres, 1685, pp. 6, 7.) fo r 1861.
83 F irst R e p o r t. . . , p. V III. 85 Ib íd em .

302 303
res m agnates capitalistas del ferrocarril fueran un poco
celosos guardadores del descanso dom inical!),86 al tiem po más dispendiosos en la com pra de la cantidad necesaria de
que ante un Grand Ju ry de Londres comparecen tres obre­ “fuerzas de trabajo” y m ás “abstinentes" , “abnegados” o
ros ferrocarrileros: un guarda, un maquinista y un guarda­ “frugales” en la explotación de la fuerza de trabajo pagada.87
barreras. U n terrible accidente ferroviario ha enviado al otro Del abigarrado tropel fo rm ado p o r obreros de todas
m undo a cientos de pasajeros. La negligencia de los ferro­ las profesiones, edades y sexos q u e se agolpan ante nos­
viarios es Ia causa del siniestro. Unánimemente declaran otros más acuciosamente que ante Odiseo las almas de los
an te el jurado que hace 10 6 12 años su horario de trabajo victim ados,|110i y cuyo aspecto, sin necesidad de que lleven
era sólo de 8 horas. D urante los últimos 5 6 6 años el mismo bajo el brazo los libros azules, nos revela a primera vista
se ha elevado a 14, 18 y 20 horas, y cuando se produce un el exceso de trabajo, escogemos a u n dos figuras, cuyo sor­
aflujo particularm ente intenso de turistas, como en las épo­ prendente contraste dem uestra que p ara el capital todos los
cas de excursiones, d u ra a m enudo ininterrum pidam ente de hombres son i guales: una m odista y un herrero de grueso.
4 0 a 50 horas. Ellos eran seres humanos, no cíclopes. E n un En las últimas sem anas de junio de 1863 todos los
m om ento dado su fuerza de trabajo flaqueaba. El entum e­ diarios de Londres publicaron una noticia con el título
cim iento se apoderaba de sus miembros. El cerebro dejaba “sensational” : “Death From Sim ple Overwork” (muerte
de pensar y los ojos de ver. El altam ente “respectable por simple exceso de trab ajo ). Se trataba de la muerte de
British Jurym an” [“respetable jurado británico”] les res­ la modista M ary Anne Walkley, d e 20 años, empleada en
pondió con un veredicto que los enviaba al tribunal bajo un taller de modas proveedor de la corte, respetabilísimo,
la acusación de “m anslaughter” (hom icidio), y un indul­ explotado por una dam a con el dulce nombre de Elisa. Se
gente anexo exteriorizaba el piadoso deseo de que los seño- descubría nuevamente la vieja historia, tantas veces conta­
d a : 88 estas muchachas trabajaban, término medio, 16 V2
86 A s a m b le a p ú b lic a d e los trab a ja d o re s a g ríco las e n L assw ade,
c e rc a de G lasgow ," el 5 de e n e ro d e 1866. (V éase W o r k m a n ’s
87 R e y n o ld ’s [N e w s]p a p e r, [21 d e ] e n e ro de 1866. S em ana
A dvocate, 13 de e n e ro d e 1866.) L a form ació n , a p a rtir de fines
de 1865, d e un^ tr a d e s u n io n e n tre los tra b a ja d o re s a g ríc o la s, p ri­ tra s se m a n a este h e b d o m a d a rio pu b lica, b a jo “sen satio n al headings”
m e ro en E sc o cia, c o n stitu y e u n a co n tecim ien to h istó ric o . E n uno (“títu lo s sensacionales”] co m o “F e a rfu l a n d fa ta l a ccid en ts” [“A cci­
de los m ás o p rim id o s d istrito s a grícolas de In g la te rra , e n B ucking­ d entes pavorosos y fa ta le s” ], “A p p a lin g trag ed ies” [“E spantosas
trag e d ia s” ], etc., una lista c o m p le ta d e nuevas c a tástro fe s fe rro ­
h a m sh ire , lo s a sa la ria d o s e fe c tu a ro n e n m arz o de 1867 u n a g ra n
h u e lg a p a ra q u e les a u m e n ta ra n el salario se m an a l de 9-10 c h elin es viarias. A l respecto co n testa un o b re ro de la línea N o rth S tafford:
a 12. — C o m o vem os p o r e sta n o ta ,1’ q u e fig u ra e n e l ap én d ice de " T o d o e l m undo conoce c u áles son la s consecuencias que pueden
so b rev en ir si la aten ció n del m a q u in ista y el fo g o n e ro de una
la p rim e ra ed ició n , y p o r la n o ta 86, p. 2 4 7 ,c a la q u e c o m p le ­
lo co m o to ra decae un instante. ¿ C ó m o p o d ría o c u rrir o tra cosa
m en ta," el m o v im ien to d e l p ro le ta ria d o a g ra rio inglés, q u e h a b ía
c u a n d o se p ro lo n g a d e sm e su ra d a m e n te el trab a jo , c o n el tiem po
q u e d a d o to ta lm e n te q u e b ra d o después de la rep resió n de sus vio­
m ás desapacible, sin pausas ni rep o so ? El siguiente es un ejem plo
len ta s m an ifestac io n e s p o ste rio re s a 1830, y esp ecialm en te desde
q u e o c u rre m uy a m en u d o : e l lunes p a sa d o u n fo g o n e ro com enzó
la a p lic ac ió n d e la n u e v a ley de pobres, se re a n u d a e n el decenio
su jo rn a d a m uy tem p ran o , de m a ñ a n a . L a term in ó luego de 14 h o ­
de 1860 y ad q u ie re, fin alm en te, c aracterísticas m em o rab le s e n 1872.
ra s y 50 m inutos. A n tes d e q u e tu v ie ra tiem po de to m a r el té, lo
T ra ta re m o s n u e v am en te el p u n to e n el to m o n , d o n d e n o s o c u p a ­
lla m a ro n de nuevo al tra b a jo . [• ■•] T u v o , pues, que b re g ar ininte­
re m o s a sim ism o de los lib ro s azules p ublicados desde 1867 y d e d i­
rru m p id a m e n te d u ra n te 29 h o ra s y 15 m inutos. E l resto de su
cad o s a la situ ac ió n del tra b a ja d o r ag ríco la inglés." sem an a d e tra b a jo fue c o m o sigue: m iércoles, 15 h o ra s; jueves,
15 h o ra s 35 m inutos; viernes, 14 ló h o ra s; sáb ad o , 14 h o ras
“ E n la versión inglesa dice, con m ás p recisión: “ c erc a de 10 m inutos; to ta l de la se m an a , 88 h o ra s 30 m in u to s. Y a h o ra,
señor, im agínese su so rp resa c u an d o le p a g a ro n 6 d ías de trab ajo .
E d im b u rg o ” . El h o m b re era nuevo y [. . .] p re g u n tó q u é se e n te n d ía p o r jo rn a d a
" M a rx se refiere (este a gregado fig u ra en el apéndice de la
2? edición) a la fra s e p reced en te. lab o ral. R espuesta: 13 h o ra s, o sea 78 h o ra s p o r sem ana. [ . . . ]
• E l a u to r se re fie re a las tres p rim eras frases de esta n o ta 86. P re g u n tó qué p asa b a con el pago por las 10 h o ra s 30 m inutos de
" E n la 3? y 4? ediciones e sta frase co m ien za así: “C om o m ás. T ra s m ucho discutir recib ió u n a com p en sació n de 10 peni­
vem os p o r lo p re ce d en te . . . q u e s” (m enos de 10 silbergroschen). (Ib íd e m , 4 de fe b re ro de 1866.)
- En la 3? y 4? ed icio n es to d a e sta p a rte de la n o ta (desde 88 C fr. F . E ngels, D ie Lage . . . , PP- 253, 254.
‘T A m i x
vem os” ) se p re se n ta co m o “A g reg ad o a (a 3? e d ic ió n ” .
305
304
horas, pero durante la tem porada a menudo tenían que mcjorés talleres de modas de Londres. Mary Anne Walkley
hacer 30 horas ininterrumpidas, movilizándose su “fuerza cayó enferma el viernes y murió el domingo, sin concluir,
de trabajo” desfalleciente con el aporte ocasional de je­ para asombro de la señora Elisa, el último aderezo. El
rez, oporto o café. Y la temporada, precisamente, estaba en médico, señor Keys, tardíamente llamado al lecho de ago­
su apogeo. Había que terminar en un abrir y cerrar de nía, testimonió escuetamente ante la “coroner’s jury" [co­
ojos, por arte de encantamiento, los espléndidos vestidos misión forense]: “M ary Anne Walkley murió a causa de
que ostentarían las nobles ladies en el baile en homenaje largas horas de trabajo en un taller donde la gente está
de la recién im portada princesa de Gales. M ary Annc hacinada y en un dormitorio pequeñísimo y mal ventilado”.
Walkley había trabajado 26 V i horas sin interrupción, junto A fin de darle al facultativo una lección de buenos moda­
a otras 60 muchachas, de a 30 en una pieza que apenas les, la “coroner’s jury” dictaminó, por el contrario: “La
contendría Vs de las necesarias pulgadas cúbicas de aire; fallecida murió de apoplejía, pero hay motivos para temer
de noche, dormían de a dos por cama en uno de los cuchi­ que su muerte haya sido acelerada por el trabajo excesivo
triles sofocantes donde se había improvisado, con diversos en un taller demasiado lleno” . “Nuestros esclavos blancos",
tabiques de tablas, un dormitorio.89 Y éste era uno de los exclamó el Morning Star, el órgano de los librecambistas
Cobden y Bright, “nuestros esclavos blancos, arrojados a
89 El d o c to r L etheby, m éd ic o de a p elac ió n del B oard o f H e alth la tumba a fuerza de trabajo, [. . .] languidecen y mueren
[M inisterio de S alud P ública], d e claró entonces: " P a ra un adu lto , en silencio.” 90
el m ín im o de aire que te n d ría que hab er e n un d o rm ito rio es de
300 pies cúbicos," y e n u n c u a rto de e sta r de 500 b” . E l d octor “ Trabajar hasta la muerte es la orden del día, no sólo
R ich ard so n , m édico jefe e n u n o de los hosp itales londinenses, en los talleres de las modistas, sino en otros mil lugares,
d eclaró: “ L as c o stu rera s de to d o tipo, e n tre ellas las so m b rereras,
m o d istas y c o stu rera s o rd in arias, padecen de tres m ales: trab a jo
en todo sitio donde el negocio marche . . . Tomemos como
excesivo, fa lta de aire y c o m id a deficien te o digestión d e fi­ ejemplo al herrero de grueso. Si hemos de prestar crédito
ciente. [ .. .] E n lo esencial, este tip o de tra b a jo [. . .] se a d ap ta a los poetas, no hay hombre más vigoroso, más alegre
in fin itam en te m ejor a las m ujeres que a los hom bres. P e ro la
d esgracia de la industria, especiahnente en la m etró p o li, es que
e stá m o n o p o liz ad a p o r u nos 26 cap italistas que, a p rovechándose 90 M o rn in g Star, 23 de ju n io de 1863. El T im e s aprovechó el
de las ventajas que deriv an del capital (th at spring fro m capital), a co n tecim ien to p a ra d efen d er a los esclavistas n o rtea m e rica n o s
a rra n c a n e co n o m ía del tra b a jo ” (forcé eco n o m y out of lab o u r: c o n tra B right, etc. “ M uchísim os de n o so tro s” , sostuvo, “piensan
q u iere d ecir que e co n o m iza n desem bolsos d e rro c h a n d o fu erza de que m ie n tras hag am o s tra b a ja r a n u estras jóvenes h asta la m uerte,
trab a jo ). “ Su p o d e r se hace sentir e n to d o el dom in io de e sta clase va liéndonos del azote del h a m b re en vez del chasq u id o del látigo
de tra b a ja d o ra s. Si u n a m o d ista consigue u n a re d u cid a clientela, [. . .], d ifícilm ente ten g am o s el d erech o de excitar las pasiones,
la c o m p eten cia la obliga, p a ra c o n serv arla, a m ata rse en su casa al ro jo vivo, c o n tra fam ilias que h a n n acido esclavistas y que por
tra b a ja n d o , y n e cesariam en te tiene que infligir el m ism o tra b a jo lo m enos alim en tan bien a sus esclavos y los hacen tra b a ja r con
excesivo a sus a y u d an tas. Si frac a sa o n o puede establecerse por m o d era ció n .” (T im es, 2 de julio de 1863.) D el m ism o m odo el
su cuen ta, h a b rá de dirigirse a un e stab lec im ie n to en el que no Standard, ó rg a n o tory, serm o n eó al rev eren d o N e w m an H all:
tra b a ja rá m enos, p e ro te n d rá segura la p a g a. E n esa colocación “ E xcom ulga a los esclavistas, p e ro reza ju n to a esos h onrados
se vuelve u n a verdadera esclava, llevada aquí y a llá por el oleaje sujetos que [ . . . ] hacen tra b a ja r 16 h o ra s diarias, p o r un salario
de la sociedad; o ra en su casa, p a sa n d o ham bre o poco m enos de p e rro s, a los co n d u cto res y g u a rd as de los óm nibus de L ondres” .
e n u n c u artu c h o ; o ra n u ev am en te o cu p ad a 15, 16 y h a sta 18 de Por ú ltim o h a b ló el o rá cu lo , e l señor T h o m a s C arly le, de quien
las 24 h o ra s del d ía e n u n a a tm ó sfe ra difícilm ente to lerab le, y con ya en 1850 hice im prim ir: “E l genio se h a ido al diablo; ha
p e rm a n ec id o el c u lto ” .In i l E n u n a breve p a ráb o la reduce el único
u n a com ida que, a u n si es buena, no puede digerirse por fa lta
a co n tecim ien to grandioso de la histo ria c o n te m p o rá n e a, la guerra
de aire p u ro . L a tisis, que es sim plem ente u n a e n ferm ed a d cau sad a
civil n o rte a m e ric a n a , a q u e P e d ro del N o rte quiere destrozar
p o r el aire viciado, se n u tre d e estas víctim as.” D r. R ichardson,
v io le n tam en te el c rán e o a P ablo del S ur po rq u e P edro del N o rte
“W o rk a n d O v erw o rk ”, e n Social Science R eview , 18 de julio
“alq u ila ” a sus tra b a ja d o re s "por día”, y P ab lo del Sur lo hace
de 1863.
"de por vid a ”. (M a cm illa rís M agazine. “Ilias A m e ric an a in n uce”.
C u a d e rn o de agosto de 1863.) A sí reventó, por fin, la b u rb u ja de
“ 8,5 m s, a p ro x im ad a m en te . la sim patía tory p o r el a sa la ria d o urbano, ¡en m odo alguno por
'' 14,2 m 3, a p ro x im ad a m en te . el rural, c la ro está! El m eollo se denom ina: / esclavitud!

306 307
que el herrero. Se levanta temprano y saca chispas al sol; paliativo, mitiga apenas la sed vampiresca de sangre viva
come y bebe y duerme como nadie. Si trabaja con mode­ de trabajo. Apropiarse de trabajo durante todas las 24
ración, en efecto, ocupa una de las mejores posiciones horas del día es, por Consiguiente, la tendencia inmanente
humanas, físicamente hablando. Pero nosotros lo seguimos de la producción capitalista. Pero como es físicamente
en la ciudad y vemos el peso del trabajo que recae en este imposible explotar las mismas fuerzas de trabajo día y
hombre fuerte, y qué posición ocupa en la tasa de morta­ noche, continuamente, se requiere, para superar ese obs­
lidad de este país. En M arylebone (uno de los mayores táculo físico, alternar las fuerzas de trabajo consumidas
barrios de Londres) los herreros mueren a razón de 31 durante el día y durante la noche. Esta alternancia admite
por mil, anualmente, o sea 11 por encima de la mortalidad diversos métodos: puede ser organizada, por ejemplo, de
media de los varones adultos en Inglaterra. La ocupación,, manera que una parte del personal obrero efectúe trabajo
un arte casi instintivo de la humanidad, inobjetable como diurno una semana, trabajo nocturno durante la otra. Es
ramo de la industria humana, es convertida por el simple sabido que este sistema de relevos, esta economía de alter­
exceso de trabajo en aniquiladora del hombre. Éste puede nación, predominó en el período juvenil y pletòrico de la
asestar tantos martillazos diarios, caminar tantos pasos, industria algodonera inglesa, etc., y que actualmente flo­
respirar tantas veces, producir tanto trabajo y vivir término rece en las hilanderías de algodón de M oscú.3 Como sis­
medio 50 años, pongamos por caso. Se lo obliga a dar tema, este proceso de producción de 24 horas existe aun
tantos golpes más, a dar tantos pasos más, a respirar actualmente en muchos ramos industriales británicos hasta
tantas veces más durante el día y, sumando todo esto, a hoy “libres”, entre otros en los altos hornos, forjas, talleres
incrementar su gasto vital en una cuarta parte. Hace el de laminación y otras manufacturas de metales en Ingla­
intento, y el resultado es que, produciendo durante un terra, Gales y Escocia. El proceso de trabajo comprende
período limitado una cuarta parte más de trabajo, muere aquí, además de las 24 horas de los 6 días laborales, la
a los 37 años de edad en vez de a los 50.” 91 mayor parte de las 24 horas del domingo. El personal obre­
ro se compone de hombres y mujeres, de adultos y me­
nores de uno u otro sexo. La edad de los niños y jóvenes
recorre todos los estadios intermedios que van de los 8
(en algunos casos de los 6 ) a los 18 años.92 En algunos
4. Trabajo diurno y nocturno. El sistema de relevos ramos, muchachas y mujeres trabajan también de noche,
junto al personal masculino.93

El capital constante, los medios de producción, si se los


92 C hildren’s . . . T h ird R e p o rt, L ondres, 1864, pp. IV , V, VI.
considera desde el punto de vista del proceso de valori­
93 “T a n to en S taffo rd sh ire com o en G ales del Sur las m u ch a­
zación, sólo existen para absorber trabajo, y con cada gota chas y m ujeres tra b a ja n e n las m inas de carb ó n y en los vaciaderos
de trabajo una cantidad proporcional de plustrabajo. En de coque, no sólo de d ía sino tam bién de noche. A m enudo se ha
la medida en que no lo hacen, su mera existencia consti­ c itad o e sta p ráctica en inform es presentados al p a rla m e n to , indi­
tuye una pérdida negativa para el capitalista, pues durante cándose que la m ism a tra e consigo m ales considerables y m ani­
fiestos. E stas m ujeres, q u e trab a ja n ju n to a los h o m b res y apenas
el tiempo que permanecen inactivos representan un ade­ se distinguen de ellos p o r su vestim enta, tiznadas y m ugrientas,
lanto inútil de capital, y esta pérdida se vuelve positiva se hallan expuestas al d e te rio ro de su carácter, resu ltan te de esa
no bien la interrupción hace necesarios gastos adicionales pérdida de resp eto de sí m ism as que es la consecuencia casi obligada
para que se pueda reanudar el trabajo. La prolongación de su ocupación n a d a fe m e n in a .” (Ib id e m , 194, p. X X V I. Véase
C hildren’s . . . F ourth R ep o rt, 1865, 61, p. X III.) O tro tan to ocurre
de la jornada laboral más allá de los límites del día natu­ en las fáb ricas de vidrio.
ral, hasta abarcar horas de la noche, sólo actúa como
" En la 3? y 4? ediciones, “ de la región de M oscú” en vez de
91 D r. R ichardson, op. c/f.[, p. 476 y s.]. "de M o scú ” .

308 309
Prescindiendo de los efectos nocivos que en general “La práctica de hacer trabajar a los muchachos día
ocasiona el trabajo nocturno,94 la duración ininterrumpida y noche, alternadamente, tanto cuando las cosas se desen­
del proceso de producción a lo largo de 24 horas brinda vuelven de manera normal como cuando hay obligaciones
la oportunidad, entusiastamente bienvenida, de traspasar perentorias [...], lleva a una inicua prolongación de la
los límites de la jornada nominal de trabajo. Por ejemplo, jornada laboral. Esta prolongación en muchos casos no
en los ramos industriales recién citados, que exigen un sólo es cruel sino realmente increíble. Como no puede
tremendo esfuerzo, la jornada laboral oficial asciende para dejar de ocurrir, por una u otra causa falta de tanto en
todos los obreros a 12 horas, diurnas o nocturnas. Pero tanto uno de los muchachos de relevo. Cuando esto sucede,
el exceso de trabajo más allá de ese límite es en muchos uno o más de los muchachos presentes, que ya han termi­
casos, para decirlo con palabras del informe oficial inglés, nado su jornada, tienen que suplir al ausente. Este sistema
“verdaderamente pavoroso” (“truly fearful” ).9"’ “Es impo­ es de conocimiento tan general que [ ...] habiéndole pre­
sible que una mente hum ana”, continúa el informe, “con­ guntado al gerente de un taller de laminación cómo se
ciba el volumen de trabajo que según las declaraciones cubría el lugar de los muchachos del relevo cuando falta­
testimoniales efectúan muchachos de 9 a 12 años [...], sin ban, me respondió; Sé bien que usted lo sabe tan bien
llegar inevitablemente a la conclusión de que no debe como yo, y no tuvo ningún inconveniente en admitir el
permitirse más ese abuso de poder en que incurren padres hecho.” 97
y p a t r o n e s 96 “E n un taller de laminación donde la jornada nominal
94 “P arece n a tu ra l”, o b serv a un fa b ric an te de acero que re ­
duraba 11 Vi horas para el obrero individual,3 un muchacho
c u rre al trab a jo n o c tu rn o de los niños, “que los m u ch ach o s que trabajaba 4 noches todas las semanas, por lo menos hasta
trab a ja n p o r la noche no p u e d an d o rm ir de día ni e n c o n tra r ningún las 8 Vi de la noche del día siguiente. . . y esto durante
reposo p ro p iam en te dicho, y que en vez de eso e l día siguiente 6 meses.” “Otro, a la edad de 9 años, a veces trabajaba
anden vagab u n d ean d o sin c esar.” {Ibídem , 63, p. X III.) U n m édico
indica lo siguiente, e n tre o tra s cosas, con respecto a la im portancia
tres turnos consecutivos de 12 horas, y a los 10 años de
de la lu z solar p a ra la conservación y d esarro llo del cuerpo: “La edad dos días y dos noches seguidos.” “Un tercero, ahora
luz o pera directam en te, asim ism o, sobre los tejidos del cuerpo, de diez años, [. . .] trabajaba tres días desde las 6 de la
dá ndoles d u reza y elasticid ad . Los m úsculos de anim ales a los mañana hasta las 12 de la noche, y hasta las 9 de la noche
que se priva de la c an tid a d debida de luz, se a b la n d a n y pierden
su e lasticid ad ; la deficiencia de estím ulo hace que la facu ltad n e r­
los demás días.” “Un cuarto, ahora de 13 años [. ..|,
viosa p ierd a su tono y se a tro fie la e la b o rac ió n de todo lo que trabajaba de 6 de la tarde hasta las 12 del mediodía
debiera crecer . . . E n el caso de los niños, la exposición constante siguiente, y a veces hacía tres turnos seguidos, por ejemplo
a la plen itu d de la luz d iu rn a y d u ra n te p a rte del d ía a los rayos desde el lunes de mañana hasta el martes de noche.” “ Un
directos del sol, es esencialísim a p a ra la salud. La luz coadyuva quinto, ahora de 12 años, trabajó en una fundición de
a la e la b o rac ió n de sangre sana y plástica y endurece las fibras
ya fo rm ad a s. A c tú a tam bién com o estím u lo sobre los órganos hierro de Stavely desde las 6 de la mañana hasta las 12
de la vista y m otiva así una actividad m ay o r de las diversas de la noche durante una quincena, pero ahora está incapa­
funciones c ere b rales”. El d o c to r W . S trange, m édico-jefe del citado para seguirlo haciendo.” George Allinsworth, de
“G e n era l H o sp ita l” de W orcester, y de cuya o b ra La salud nueve años: “Vine aquí el viernes pasado [...]. El día
'1864) hem os to m a d o el pasaje p re c e d e n te ,ln z l le escribe a uno
de los investigadores, el señ o r W hite: “E stan d o en L ancashire, siguiente tuvimos que empezar a las 3 de la mañana, así
he tenido hace un tiem po la opo rtu n id ad de o b se rv ar los efectos que pasé toda la noche aquí. Vivo a 5 m illas" de aquí.
del trab a jo n o c tu rn o sobre los niños y no vacilo en a firm ar, contra­ Dormí en el suelo [...], sobre un mandil, y me tapé con
riam ente a lo que g u sta n decir algunos patrones, que a c o rto plazo
se resentía la salud de los niños que lo p ra ctic a b an ". (Ib íd e m , 284,
p. 55.) Q ue estos tem as p u e d an ser, en general, objeto de c o n tro ­ 97 Ib íd em , p. X II.
versias serias, dem uestra insuperablem ente h a sta q u é p u n to la
p ro d u cció n cap italista afecta las "fu n cio n es cerebrales” de los
cap italistas y sus retainers [paniaguados], " E n la 33 y 4? ediciones, en vez de las p a la b ras precedentes,
95 Ib íd em , 57, p. X II.
“d u ra b a de 6 de la m añ an a a 5.30 de la tard e".
96 Ib íd em , p. X II. 6 8 km.

310 31 1
una chaquetita. Los otros dos días estuve aquí a las 6 de Pero oigamos, ahora, cómo concibe el capital mismo
la mañana. ¡Claro que sí, es un lugar caluroso éste! Antes esc sistema de 24 horas. Naturalmente, el capital tiende
de venir aquí trabajé también un año entero en un alto un manto de silencio sobre los excesos del sistema, sobre
horno. Era una fábrica muy grande, en el campo. También su abuso en la “cruel e increíble” prolongación de la jor­
empezaba el sábado a las 3 de la mañana, pero estaba muy nada laboral. Sólo habla del sistema en su forma "normal”.
cerca de casa y podía dormir en casa. Otros días empezaba Los señores Naylor y Vickers, fabricantes de acero,
a las 6 de la m añana y terminaba a las 6 ó 7 de la emplean de 600 a 700 personas, de las cuales sólo el 10 %
tarde” , etcétera.98 son menores de 18 años; de estos muchachos, solamente
20, a su vez, integran el personal nocturno. Naylor y
98 Ib íd em , p. X III. El nivel c u ltu ra l de estas “fu e rz a s de tr a ­ Vickers se expresan de la siguiente m anera; “ Los mucha­
b a jo ” no podía ser o tro que el que revelan los diálogos siguientes chos no sufren en absoluto por el calor. La temperatura
con el com isionado. Je re m ia h H aynes, de 12 años: “C u a tro por
es probablemente de 86° a 90° a . . . En las forjas y los
c u atro son ocho, p e ro c u a tro c u atro s (4 fours) son 16 . . . U n rey
es ese que tiene todo el d in ero y el oro. (A king is him th a t has talleres de laminación la mano de obra trabaja por turnos
all the m oney and gold.) T en em o s un rey, y dicen que él es una día y noche, pero en todas las demás partes de la fábrica
rein a; la lla m an princesa A lejandra. D icen que se casó con el rige el trabajo diurno, de 6 de la mañana a 6 de la tarde.
hijo de la reina. [. . .] U n a p rincesa es un h o m b re ” . W illiam T u rn e r, En la forja se trabaja de 12 a 12. Algunos obreros traba­
de 12 años: “ N o vivo en In g la te rra . Pienso que es un país, pero
nunca supe antes de é l”. Jo h n M orris, de 14: “ O í decir que D ios jan siempre de noche, sin ninguna alternación de trabajo
hizo el m u n d o y que ahogó a toda la gente, m enos a uno; oí decir diurno y nocturno. . . Hemos llegado a la conclusión de
que ese que quedó e ra un p a ja rito ” . W illiam S m ith, de 15 años: que el trabajo diurno o el nocturno no producen ninguna
“D ios hizo al ho m b re, el h o m b re hizo a la m ujer” . E d w a rd T ay lo r, diferencia en la salud” (¿de los señores Naylor y Vickers?),
de 15: “N o sé q u é es L o n d res” . H enry M a tth e w m an , de 17: “A
veces voy a la iglesia . . . U n nom bre del que p redican es un tal “y probablemente la gente puede dormir mejor si tiene
Jesucristo, p e ro no p u e d o d ecir ningún o tro no m b re, y tam poco siempre el mismo período de descanso que si éste cam­
p u e d o d ecir n a d a de él. N o lo asesinaron, sino que m u rió com o bia . . . Aproximadamente 20 menores de 18 años trabajan
o tra gente. E n cierto sentido no e ra igual a la o tra gente, po rq u e en el equipo de la noche . . . No podríamos arreglarnos
en c ie rto sentido era religioso, y o tro s no lo es.“ (H e w as not the
sam e as o th er people in som e w ays, because he w as religious in
som e ways, a n d o th ers isn’t.)” (Ibídem , 74, p. X V .) “ El diablo es
un a b u e n a perso n a. N o sé dónde vive [ . . . ] . C risto e ra un tipo cual todos los que tienen que ver con la m aq u in a ria de fabricar
p erv erso .” (“T h e devil is a good person. I d o n ’t know w here he papel trab a ja n de 15 a 16 h o ra s todos los días de la sem ana. Este
lives. C hrist w as a w icked m an.”) “E sta m u ch ach a (10 años) sistem a, dice el com isio n ad o L o rd , parece co m b in ar todos los m ales
deletrea G o d [Dios] = D og [perro] y n o conoce el n o m b re de la inherentes a los relevos de 12 y de 24 horas. Bajo este sistem a
re in a .” (C hildren’s . . . F ifth R ep o rt, 1866, p, 55, n? 278.) E l m ism o de trab a jo n o c tu rn o lab o ran niños de m enos de 13 años, m uchachos
sistem a de las m an u fa c tu ra s de m etal citadas prevalece en las m enores de 18 y m ujeres. A veces, en el sistem a de 12 horas,
fábricas de vidrio y de papel. En las fá b ric as de papel donde éste tienen que tra b a ja r un tu rn o doble de 24 p o r no presentación
se confecciona con m áq u in a , el trabajo n o cturno es la n o rm a en del relevo. L as d eclaraciones de testigos d em u estran que m u y a
todos los procesos, salvo e n la clasificación de trap o s. En algunos m e n u d o m uchachos y chicas se ven obligados a tra b a ja r sobre-
casos e l tra b a jo n o c tu rn o , p o r m edio de relevos, prosigue incesante­ tiem po, que n o ra ra s veces co m p ren d e 24 y h asta 36 h o ra s de
m ente d u ra n te toda la sem ana; lo usual es que dure desde la noche trab a jo in in te rru m p id o . E n el proceso “c o n tin u o e in v ariab le ” de
del dom ingo hasta las 12 h o ra s del sábado siguiente. E l equipo los talleres de vid riad o es posible e n c o n tra r m u ch a ch a s de 12 años
al que le c orresponde el tu rn o del día tra b a ja 5 jo rn ad a s de que d u ra n te to d o el m es trab a ja n 14 h o ras d iarias “sin ningún
12 h o ra s y una de 18, y el de la noche 5 noches de 12 h o ras descanso reg u lar o in terru p ció n , salvo dos o a lo m ás tres pausas
y u n a de 6, to d as las sem anas. E n o tro s casos cada tu rn o trab a ja de m edia h o ra p a ra las co m id as”. En algunas fáb ricas en las que
se ha a b an d o n a d o p o r e n te ro el trab ajo n o c tu rn o regular, se
24 h o ras, e l uno después del otro, en días altern ad o s. U n turno
tra b a ja 6 h o ra s el lunes y, p a ra c o m p le ta r las 24, 18 el sábado. tra b a ja una c an tid ad terrib lem en te grande de sobretiem po, y “eso
o c u rre a m en u d o en los procesos m ás sucios, c alu ro so s y m o n ó ­
E n o tro s casos se introduce un sistem a interm edio, con a rre g lo al
to n o s”. (C hildren’s . . . F ourth R eport, pp. X X X V III y X X X IX .)

" En nuestra trad u cció n m antenem os la falta de concordancia


G ra d o s F a h re n h e it; 28° a 30° C.
del original.

312 313
bien (not well do) sin el trabajo nocturno de menores de rían en el incremento de los gastos, pero ésta es la única
18 años. La objeción sería el incremento en el costo de razón.” (¡Qué cínica ingenuidad!) “Creemos que el aumen­
producción [. . .]. Es difícil conseguir obreros expertos y to sería mayor de lo que el negocio (the trade), con la
capataces, pero muchachos conseguimos la cantidad que debida consideración a su exitosa ejecución, podría sopor­
queram os. . . Naturalmente, si tenemos en cuenta la pe­ tar equitativamente. (/4s the trade with díte regará to etc.
queña proporción de jóvenes a los que damos empleo, las eould fairly b ea r!)” (¡Qué pastosa fraseología!) “El tra­
restricciones del trabajo nocturno son de poca importancia bajo escasea aquí, y podría volverse insuficiente si se
o interés para nosotros”.99 adoptara esa regulación” (esto es, Ellis, Brown et Co. po­
El señor J. Ellis, de la firma de los señores John Brown drían verse en el amargo trance de tener que pagar en su
et Co., fábricas de hierro y acero que emplean 3.000 hom­ totalidad el valor de la juerza de trabajo).'09
bres y muchachos y que para una parte del trabajo side­ Los “Talleres Cyclops de Hierro y Acero”, de los
rúrgico más pesado aplican precisamente el sistema de señores Cammell et Co., operan también en gran escala, al
“día y noche, con relevos”, declara que en la dura labor igual que los de la firma mencionada John Brown et Co.
de las acerías hay uno o dos muchachos por cada dos El director gerente entregó su declaración testimonial,
hombres. Su firma emplea 500 menores de 18 años, de por escrito, al comisionado gubernamental White, pero
los cuales aproximadamente la tercera parte, o sea 170, más tarde consideró oportuno eliminar el manuscrito, que
no tiene 13 años. Con respecto a la proyectada modifi­ le había sido devuelto para su revisión. Sin embargo, el
cación de la ley, opina el señor Ellis: “No creo que fuera señor White tiene buena memoria. Recuerda con toda
muy objetable (very objectionable) establecer que ninguna precisión que para estos señores Cíclopes la prohibición
persona de menos de 18 años trabaje más de 12 de las del trabajo nocturno de niños y jóvenes “sería imposible,
24 horas. Pero entiendo que no se puede trazar línea al­ equivaldría a paralizar sus talleres”, ¡y sin embargo su
guna, por encima de la edad de 12 años, conforme a la empresa cuenta con poco más del 6 % de jóvenes menores
cual se pueda dispensar del trabajo nocturno a los mucha­ de 18 años y con sólo 1 % de menores de 13 años! 101
chos. Hasta aceptaríamos mejor una ley que prohibiese Sobre el mismo tema declara el señor E. F. Sanderson,
absolutamente dar empleo a muchachos de menos de 13, de la firma Sanderson, Bros, et Co. — acerías, talleres de
o incluso de menos de 15 años, que una prohibición de laminación y forja— , en Attercliffe: “Grandes dificultades
utilizar durante la noche a los muchachos que ya tenemos. suscitaría la prohibición de que los menores de 18 años
Los muchachos que trabajan en el turno del día tienen trabajaran de noche. La principal sería el aumento de los
que trabajar también, alternativamente, en el de la noche, costos, aumento que la sustitución del trabajo de los jóve­
porque los hombres no pueden efectuar solamente trabajo nes por el de los adultos traería aparejado necesariamente.
nocturno; eso arruinaría su salud [...]. Pensamos, sin em­ No puedo decir exactamente a cuánto ascendería, pero es
bargo, que el trabajo nocturno, en semanas alternadas, no probable que no fuera tan grandecomo para que los fabri­
es nocivo”. (Los señores Naylor y Vickers creían por el cantes pudieran aumentar el precio del acero, y enconse­
contrario, en conformidad con el interés de su negocio, cuencia la pérdida recaería sobre ellos, ya que por supuesto
que era precisamente el trabajo nocturno alternado de los hombres” (¡qué gente tan testaruda!) “se negarían
manera periódica, y no el de carácter permanente, el que a hacerse cargo de ella” . El señor Sanderson no sabe
probablemente era perjudicial para su salud.) “A nuestro cuánto paga a los niños, pero “quizás [ ...] ascienda a
juicio la gente que efectúa alternativamente trabajo noc­ 4 ó 5 chelines semanales por cabeza. . . El trabajo de los
turno es tan sana, ni más ni menos, como la que sólo muchachos es de un tipo para el cual la fuerza de éstos
trabaja de día . . . Nuestras objeciones contra la prohibición es en general” ( “generally”, pero naturalmente no siempre,
del trabajo nocturno a los menores de 18 años se funda­
100 Ib íd e m , 80, pp. XV I, X V II.
99 I b í d e m , 79, p. XVI. ,ül Ibídem , 82, p. X V II.

314 315
no “en particular” ) “enteramente suficiente, y en conse­ existen es para absorber plustrabajo, y no cabe duda de
cuencia no derivaría de la mayor fuerza de los hombres que absorben más en 24 horas que en 12. Confieren a los
ninguna ganancia que compensara la pérdida, o ello ocu­ Sandersons, de hecho y de derecho, un cheque por el
rriría sólo en los pocos casos en que el metal es muy tiempo de trabajo de cierta cantidad de brazos durante
pesado. A los hombres, asimismo, les gustaría menos no las 24 horas del día, y pierden su carácter,de capital, con­
tener muchachos entre ellos, porque los hombres son me­ virtiéndose para los Sandersons en una pérdida neta, por
nos obedientes. Además, los muchachos tienen que empe­ ende, no bien se interrumpe su función de absorber tra­
zar a trabajar jóvenes, para aprender el oficio. Si sólo se bajo. ..] Pero entonces existiría la pérdida ocasionada
les permitiera trabajar de día, no se alcanzaría ese obje­ por el hecho de que una maquinaria tan costosa estuviera
tivo” . ¿Y por qué no? ¿Por qué los jóvenes no pueden inactiva la mitad del tiempo, y para efectuar el volumen
aprender de día el oficio? ¿Cuáles son tus razones? “Como de trabajo que hoy nosotros podemos llevar a cabo con el
los hombres trabajan de noche y de día en semanas alter­ sistema actual, tendríamos que tener el doble de edificios
nadas, quedarían separados de sus muchachos la mitad del y maquinaria, lo cual duplicaría la inversión.” ¿Pero por
tiempo y perderían la mitad del beneficio que obtienen qué justamente estos Sandersons pretenden un privilegio
de ellos. El adiestramiento que dan a un aprendiz se que no debieran tener los demás capitalistas, que sólo
calcula como parte del salario que los muchachos ganan habrían de trabajar de día y cuyos edificios, maquinaria
con su trabajo y permite a los hombres, por lo tanto, con­ y materia prima, por consiguiente, permanecerían “inac­
seguir más barato ese trabajo. Cada hombre perdería la tivos” durante la noche? “Es cierto”, responde E. F. San­
mitad de su ganancia.” En otras palabras, los señores derson en nombre de todos los Sandersons, “que esa pér­
Sandersons tendrían que pagar de su propio bolsillo una dida, ocasionada por la inactividad de la maquinaria, se
parte del salario de los obreros adultos, en vez de pagarla da en todas las manufacturas que sólo trabajan durante
con el trabajo nocturno de los jóvenes. En este caso ia el día. Pero el uso de los hornos implicaría, en nuestro
ganancia de los señores Sandersons disminuiría en alguna caso, una pérdida adicional. Si se los m antuviera encen­
medida, y ésa es la buena razón sandersoniana de por qué didos se desperdiciaría combustible” (en vez de que se
los jóvenes no pueden aprender su oficio en horas del desperdicie la sustancia vital de los obreros), “y si se los
d ía .102 Esto echaría además, sobre las espaldas de los hom­ apagara, encenderlos de nuevo y alcanzar la temperatura
bres que ahora son relevados por los jóvenes, el trabajo adecuada generana una pérdida de tiempo” (mientras que
nocturno regular, y aquéllos no lo podrían resistir. En la pérdida del tiempo destinado al sueño, incluso al sueño
pocas palabras, las dificultades serían tan grandes que de niños de ocho años, significa una ganancia de tiempo
probablemente dieran por resultado la supresión total del de trabajo para el clan de los Sandersons) “y los hornos
trabajo nocturno. “En lo que se refiere a la producción mismos se resentirían por los cambios de tem peratura”
misma de acero” , dice E. F. Sanderson, “no existiría la (mientras que esos mismos hornos no se resienten por la
menor diferencia, pero . . . ” Pero los señores Sandersons tie­ alternancia diurna y nocturna del trabajo).10*
nen algo más que hacer, además de acero. La producción
de acero es sólo un pretexto para la producción de plus- 103 C hildren’s F ourth R ep o rt, 85, p. X V II. R espondiendo a los
delicados y análogos re p aro s de los señores fa bricantes de vidrio,
valor. Los hornos de fundición, talleres de laminado, etc., según los cuales son im posibles las “com idas regulares” de los niños
los edificios, la maquinaria, el hierro, el carbón, etc., tie­ porque a causa de ellas d e term in ad a cantidad de calor irrad iad a
nen algo más que hacer, aparte convertirse en acero. Si por los h o rn o s se c o n v ertiría en “pérdida neta ” o se “desperdicia­
ría”, dice el com isionado W hite, nada conm ovido — a diferencia de
U re, S enior, etc., y de sus m ezquinos im itadores alem anes com o
102 “En nuestra época, tan reflexiva y ra z o n a d o ra , no h a b rá
R oscher, etc.— por la “a b stin en cia”, el “ re n u n ciam ien to ” y “ espí­
de a d e la n ta r m u ch o en su c a rre ra quien no sepa a d u cir una buena
ritu de a h o rro ” de los cap italistas en el gasto de su dinero y por
razón p a ra todo, incluso p a ra lo peor y m ás a b surdo. T o d o lo que
su “d e rro c h e ” tim u r-tam erlá n ic o de vidas hum anas: “ Si se a seg u ra­
en el m u n d o está torcido, e stá torcido por buenas razo n es.” (H egel.
ra la realización de co m id a s regulares, es probable que se desper-
E n zy klo p ä d ie, l 3 p arte, D ie L o g ik, p. 249.)

316 317
5. La lucha por la jornada normal de trabajo. el capital: la jornada laboral comprende diariamente 24
Leyes coercitivas para la prolongación de la jornada horas completas, deduciendo las pocas horas de descanso
laboral, de mediados del siglo XIV a fines del XVII sin las cuales la fuerza de trabajo rehúsa absolutamente
la prestación de nuevos servicios. Ni qué decir tiene, por
de pronto, que el obrero a lo largo de su vida no es otra
“¿Qué es una jornada laboral?” ¿Durante qué espacio cosa que fuerza de trabajo, y que en consecuencia todo
de tiempo el capital tiene derecho a consumir la fuerza de su tiempo disponible es, según la naturaleza y el derecho,
trabajo cuyo valor diario ha pagado? ¿Hasta qué punto tiempo de trabajo, perteneciente por tanto a la autovalori-
se puede prolongar la jornada laboral más allá del tiempo z.ación del capital. Tiempo para la educación humana, para
de trabajo necesario para reproducir la fuerza de trabajo el desenvolvimiento intelectual, para el desempeño de fun­
misma? A estas preguntas, como hemos visto, responde ciones sociales, para el trato social, para el libre juego
de las fuerzas vitales físicas y espirituales, e incluso para
diciase cierta c a ntidad de calor por encim a de la m edida actual, santificar el domingo — y esto en el país de los celosos
p e ro incluso en valor dinerario eso n o significa n a d a si se lo com ­ guardadores del descanso dominical— ,104 ¡puras pamplinas!
p a ra con el desperdicio de fu e rza vital (the Waste of anim al pow er) Pero en su desmesurado y ciego impulso, en su hambruna
que se p ro d u c e a ctu alm en te, e n las fáb ricas de vidrio de todo el
reino, en virtud de que niños que e stán d e sa rro llán d o se no dispo­ canina de plustrabajo, el capital no sólo transgrede los lími­
nen del tiem po necesario p a ra efectu ar tran q u ilam en te sus com idas tes morales, sino también las barreras máximas puramente
y po d er d ig erirlas” . (lb íd e m , p. X LV .) ¡Y e sto en el “ a ñ o del p ro ­ físicas de la jornada laboral. Usurpa el tiempo necesario
greso" 1865! D ejan d o a un lad o el gasto de e n erg ía que exige el para el crecimiento, el desarrollo y el mantenimiento de la
lev a n tar y tra n s p o rta r objetos, e n las fáb ricas de botellas y de
cristal uno de esos niños tiene que re co rre r, d u ra n te la ejecución
salud corporal. Roba el tiempo que se requiere para el
co n tin u a de su trab a jo , ¡de 15 a 20 m illas (in g lesas)“ e n 6 horas! ¡Y consumo de aire fresco y luz del sol. Escamotea tiempo
el tra b a jo d u ra a m enudo 14 y h a sta 15 horas! E n m uchas de de las comidas y, cuando puede, las incorpora al proceso de
esas fá b ric as de vidrio rige, com o en las h ila n d e ría s de M oscú, el producción mismo, de tal manera que al obrero se le echa
sistem a de relevos cada seis horas'. “D u ra n te el p erío d o lab o rab le
de la sem ana, 6 h o ra s son el p erío d o in in te rru m p id o m ás larg o de
comida como si él fuera un medio de producción más, como
descanso, y de esto hay que deducir el tiem po p a ra ir a la fábrica a la caldera carbón y a la m aquinaria grasa o aceite. Redu­
y volver de ella, lavarse, vestirse, com er, to d o lo cual insum e ce el sueño saludable — necesario para concentrar, renovar
tiem po. Q ueda así, en v erdad, u n tiem po brevísim o p a ra el descan­
so, y n a d a p a ra jugar y to m a r aire fresco, salvo que sea a exp en ­ 104 E n In g la te rra , p o r ejem plo, aun hoy, de cuando en cuando
sas del sueño, tan indispensable para niños q u e eje cu ta n un tra b a jo se con d en a a pena de prisión a un o b re ro , en el cam po, por p ro fa ­
ta n fatigoso y en una a tm ó sfe ra tan cald ead a . . . H a sta ese breve nar el dom ingo al tra b a ja r e n la huertecita de su casa. Al m ism o
sueño se ve in te rru m p id o , pues se tra ta de un n iño que de noche o b re ro se lo castiga por ru p tu ra de c o n tra to si el dom ingo, aunque
tiene que d e sp e rta rse solo, o de día se desvela p o r el ruido e x te ­ sea debido a sus c h iflad u ra s religiosas, fa lta a la fá b ric a de m etal,
rio r” . El señor W hite m enciona casos com o el de un m uchacho de papel o de vidrio. El o rto d o x o p a rla m e n to hace oídos sordos a
que tra b a jó 36 h o ra s consecutivas; en otro, chicos de 12 a ños b re ­ la p ro fan a c ió n del dom ingo cuando se com ete en el “proceso de
g aron h a sta las 2 de la m adrugada y luego d u rm ie ro n e n la fáb rica v a lo riza c ió n ” del capital. E n un m em orial (agosto de 1863) e n que
h a sta las 5 de la m añana (¡3 horas!), ¡re a n u d a n d o entonces el los jornaleros londinenses de las pescaderías y e xp e n d io s de aves
tra b a jo diario! “ El volum en de tra b a jo ” , dicen los red acto res reclam an la supresión del trabajo dom inica!, se indica que d u ran te
del in fo rm e general, T rem en h e e re y T ufnell, "e fec tu ad o p o r m u ­ los p rim ero s seis días de la sem ana se ven obligados a tra b a ja r un
chachos, chicas y m u jeres e n el c u rso de su tu rn o de trab a jo pro m ed io de 15 h o ras diarias, y de 8 a 10 h o ras el dom ingo. De
(spell o f lahour), es re alm en te e x tra o rd in a rio ” . (lb íd e m , pp. X L III este m em orial se desprende, a la vez, que dicho “tra b a jo do m in i­
y X L IV .) M ie n tra s esto o c u rre , el capital vidriero, “ pleno de re­ c a l” alien ta precisam ente e l delicado sibaritism o de los aristocrá­
n u n c ia m ie n to ” , vuelve quizás del club a su casa, tard e en la noche ticos hipócritas de E x eter H a l l . I " 4! E stos “ santos” , tan celosos "in
y a m o d o rra d o por el o p o rto y c a n tu rre a n d o m aquinal y e stú p id a ­ cute c u ra n d a ” [en darse buena vida], d a n m uestras de su cristianis­
m ente; “ B ritons never, never shall be slaves!" |¡L o s britanos m o e n la resignación con que so p o rta n el tra b a jo excesivo, las
nunca jam ás serán esclavos!]!1'-'*! p rivaciones y el h a m b re de terceros. O bsequium ventris istis (para
ios obreros) perniciosius est [la glo to n ería es su m am en te perniciosa
“ De 24 a 32 km. para ellos (p a ra los obreros)!.

318 319
y reanimar la energía vital— a las horas de sopor que sean El esclavista compra trabajadores como compra caba­
indispensables para revivir un organismo absolutamente llos. Con la pérdida del esclavo pierde un capital que debe
agotado. En vez de que la conservación normal de la fuerza remplazar mediante un nuevo desembolso en el mercado
de trabajo constituya el límite de la jornada laboral, es, a la tic esclavos. Pero “los arrozales de Georgia y los pantanos
inversa, el mayor gasto diario posible de la fuerza de traba­ del Mississippi pueden ser faltamente nocivos para la cons­
jo, por morbosamente violento y penoso que sea ese gasto, titución humana; el derroche de vidas humanas que requie­
lo que determina los límites del tiempo que para su descanso re el cultivo de esos distritos, sin embargo, no es tan grande
resta al obrero. El capital no pregunta por la duración de como para que no lo puedan reparar los desbordantes cria­
la vida de la fuerza de trabajo. Lo que le interesa es única­ deros de Virginia y Kentucky. Las consideraciones econó­
mente qué máximo de fuerza de trabajo se puede movilizar micas, que [ ...] brindan cierta seguridad de tratamiento
en una jornada laboral. Alcanza este objetivo reduciendo la humano si identifican el interés del amo con la conserva­
duración de la fuerza de trabajo, así como un agricultor ción del esclavo, una vez que se practica la trata se con­
codicioso obtiene del suelo un rendimiento acrecentado vierten en motivos para explotar al máximo la faena del
aniquilando su fertilidad. esclavo, ya que cuando puede llenarse inmediatamente su
La producción capitalista, que en esencia es producción lugar gracias al aporte de criaderos extranjeros de negros,
de plusvalor, absorción de plustrabajo, produce por tanto, la duración de su vida, mientras sobreviva, se vuelve asunto
con la prolongación de la jornada laboral, no sólo la atrofia de menor importancia que su productividad. Por eso, en las
de la fuerza de trabajo humana, a la que despoja — en lo regiones importadoras de esclavos una máxima en el mane­
moral y en lo físico— de sus condiciones normales de jo de los mismos es que el sistema económico más eficaz
desarrollo y actividad. Produce el agotamiento y muerte es aquel que en el menor espacio de tiempo extrae del
prematuros de la fuerza de trabajo misma .,05 Prolonga, ganado humano (hum an chattel) el mayor volumen de
durante un lapso dado, el tiempo de producción del obrero, rendimiento posible. Precisamente en los cultivos tropica­
reduciéndole la duración de su vida. les, en que las ganancias a menudo igualan cada año al
Pero el valor de la fuerza de trabajo incluye el valor de capital total de las plantaciones, es donde más inescrupulo­
las mercancías necesarias para la reproducción del obrero o samente se sacrifica la vida del negro. Es la agricultura de
para la perpetuación de la clase obrera. Por tanto, si esta las Indias Occidentales, fuente durante siglos de riquezas
prolongación antinatural de la jornada laboral por la que fabulosas, la que ha sumido en el abismo a millones de
pugna necesariamente el capital, en su desmesurado im­ hombres de la raza africana. Es hoy día en Cuba, cuyos
pulso de autovalorización, acorta la vida de los obreros réditos suman millones y cuyos plantadores son potenta­
individuales y con ello la duración de su fuerza de trabajo, dos, donde encontramos en la clase servil, además de la
será necesario un remplazo más rápido de las fuerzas alimentación más basta y el trabajo más agotador e ince­
desgastadas, y por ende será mayor la suma exigida para sante, la destrucción directa, todos los años, de una gran
cubrir los costos de desgaste en la reproducción de la fuerza parte de sus miembros por la tortura lenta del trabajo ex­
de trabajo, del mismo modo que es tanto mayor la parte cesivo y la carencia de sueño y de reposo".'0”
a reproducir del valor de una máquina cuanto más rápida­ M utato nomine de te fabula narratur! [¡bajo otro nom­
mente ésta se desgaste. Parece, por consiguiente, que el bre, a ti se refiere la historia!].1"1 ¡Léase, en vez de trata
propio interés del capital apuntara en la dirección de una de esclavos, mercado de trabajo; en lugar de Kentucky
jornada laboral normal. y Virginia, Irlanda y los distritos agrícolas ingleses, esco­
ceses y galeses; en vez de África, Alemania! Nos ente­
"E n nuestros inform es an teriores citam os las d e claracio ­ ramos de cómo el trabajo excesivo diezmaba a los pana­
nes de diversos fab rican tes experim entados, según los cuales las deros de Londres, y sin embargo el mercado londinense de
h o ra s excesivas de trab a jo . . . tienden sin duda a agotar p re m a tu ­
ram ente la fu erza d e trabajo de los h om bres." (C h ild r e n 's. . .
F ourth R eport. 64. p. X III.) 1,1,1 O airnes, The Slave Power, pp. 110, 111.

320 321
trabajo está siempre colmado de alemanes y hombres de laridad que los negros por los plantadores algodoneros de
otras nacionalidades candidatos a morir en una panadería. los estados del S u r. . . En 1860, la industria algodonera
La alfarería, como vimos, es uno de los ramos industriales alcanzó su cé n it. . . De nuevo faltaban brazos. Los fabri­
cuyos obreros mueren más prematuramente. ¿Pero escasean cantes se dirigieron una vez más a los agentes de carne
por ello los alfareros? Josiah Wedgwood, el inventor de la hum an a. . . y éstos rastrillaron las dunas de Dorset, las
alfarería moderna, y en sus orígenes obrero común él mis­ colinas de Devon y las llanuras de Wilts, pero la sobrepo-
mo, declaró en 1785 ante la Cámara de los Comunes que blación ya había sido devorada.” El Bury Guardian se la­
toda la manufactura ocupaba entre 15.000 y 20.000 perso­ mentó de que luego de la firma del tratado comercial
nas.107 En 1861, la población dedicada a esa industria, sólo anglo-francés se podría absorber 10.000 brazos adicionales
en los centros urbanos de Gran Bretaña, ascendía a y que pronto se necesitarían 30.000 ó 40.000 más. Después
101.302. “La industria algodonera existe desde hace no­ que los agentes y subagentes del tráfico de carne humana,
venta a ñ o s. . . Durante tres generaciones de la raza inglesa en 1860, barrieran casi infructuosamente los distritos agrí­
[. . .] ha destruido nueve generaciones de obreros algodone­ colas, “ una delegación de fabricantes se dirigió al señor
ros.” ,0R Cierto que en algunas épocas de auge febril, el Villiers, presidente de la Poor Law Board [Junta de la Ley
mercado de trabajo mostró significativas lagunas. Así, por de Pobres), solicitándole que volviese a autorizar el sumi­
ejemplo, en 1834. Pero los señores fabricantes propusieron nistro de niños pobres y huérfanos de los workhouses
a los Poor Law Commissioners [comisionados de la ley de | asilos)” .'"'
pobres] que se enviara al norte la “sobrepoblación” de
los distritos agrícolas; explicaron que “ los fabricantes la 11" Ibídem . Pese a su inm ejorable buena voluntad, Villiers es­
absorberían y consumirían’'.""’ Fueron éstas sus propias taba "legalm ente" obligado a denegar la petición de los fabricantes.
Kstos caballeros, no obstante, alcan zaro n sus objetivos gracias a la
palabras. “Se designaron agentes, en Manchester, con el condescendencia de las au to rid ad e s locales de asilos. El señor Alex-
consentimiento de los Poor Law Commissioners [. . .]. Se an d er Redgrave, inspector fa b ril, asegura que esta vez el sistem a
confeccionaron listas de obreros agrícolas, que fueron remi­ por el cual los h uérfanos e hijos de indigentes eran considerados
tidas a esos agentes. Los fabricantes concurrieron a las ofi­ "leg alm en te" com o apprentices [aprendices], "n o se veía aco m p a­
ñado por los viejos abusos" (acerca de estos "abusos" cfr. Engel.
cinas y [ ...] luego de que eligieran lo que les convenía, Die Lage . . .), aunque es verdad que en un caso hubo "abuso del
les enviaron las familias desde el sur de Inglaterra. Se sistem a con respecto a m uchachas y m ujeres jóvenes, traíd as de
despachó a estos paquetes humanos — rotulados como los distrito s agrícolas escoceses a L ancashire y C heshire". C o n fo r­
otros tantos fardos de mercancías— por canales y en carre­ me a este "sistem a" el fab rican te suscribe un c o n tra to , válido
d u ran te cierto período, con las a u to rid ad es de los asilos. El prim ero
tones; otros los seguían a pie y muchos vagabundeaban, alim enta, viste y aloja a los niños y les da una pequeña retribución
perdidos y medio muertos de hambre, en torno de los dis­ en dinero. Suena un poco ex tra ñ a la siguiente observación del señor
tritos industriales. El sistema se desarrolló hasta convertirse R edgrave, especialm ente si se tiene en cuenta que, aun entre los
en un verdadero ramo comercial. La Cámara de los Comu­ años m ás prósperos de la industria algodonera inglesa, 1860 ocupa
una posición única, y que adem ás los salarios eran elevados, porque
nes apenas lo creerá [...]. Este comercio regular, este la e x tra o rd in a ria dem anda de trab ajo chocaba con la despoblación
tráfico de carne humana se prolongó, y esa gente era de Irlan d a, con una em igración excepcional de h abitantes de los
comprada y vendida por los agentes de Manchester a los distrito s agrícolas ingleses y escoceses hacia A u stralia y A m érica y
fabricantes de Manchester con exactamente la misma regu- con una dism inución positiva de la población en algunos distritos
ru rales ingleses, causada en p arte por el q u e b ran tam ien to — logra­
do con todo éxito— de la vitalidad de los cam pesinos, y en parte
11,7 John W ard, H is to r y o f tlie B o r o ttg h o f S t o k e - u p o n - por el previo ago tam ien to de la población disponible debido a los
í r e n l . . . , L ondres, 1843, p. 42. m ercaderes de carne hum ana. Y a despecho de todo esto, afirm a
II,K D iscurso de F e rra n d en la H ouse o f C o m m o n s, 27 de abril el señor Redgrave: "Sólo se busca este tipo de trab a jo " (el de los
de 1863. niños de los asilos) "c u an d o no se puede en co n trar ningún otro, ya
I0H “T h a t the m an u fa ctu re rs w ould absorb it and use it up. que se trata de trabajo caro (high-priced labour). El salario c o rrie n ­
T hose were the very w ords used by the cotton m an u fa ctu re rs." te de un m uchacho de 13 años es de unos 4 chelines sem anales,
(Ib íd e m .) pero alojar, vestir, alim en tar y sum inistrar asistencia m édica y una

322 323
Lo que la experiencia muestra en general al capitalista omnipotente y que sólo deja medrar a los individuos
es una sobrepoblación constante, esto es, sobrepoblación más vigorosos, comienzan ya a languidecer.11- En su movi­
con respecto a la momentánea necesidad de valorización miento práctico, el capital, que tiene tan “buenas razones”
del capital, aunque dicha sobrepoblación forme su corren- para negar los sufrimientos de la legión de obreros que
tada con generaciones humanas atrofiadas, de corta vida, lo rodea, se deja influir tan poco o tanto por la perspectiva
que se desplazan rápidamente unas a otras y a las que, por de una futura degradación de la humanidad — y en último
así decirlo, se arranca antes que maduren.111 Es cierto que término por una despoblación incontenible— , como por
la experiencia, por otra parte, muestra al observador inte­ la posible caída de la Tierra sobre el Sol. No hay quien
ligente con qué rapidez y profundidad la producción capi­ no sepa, en toda especulación con acciones, que algún día
talista — que, históricamente hablando, data casi de ayer— habrá de desencadenarse la tormenta, pero cada uno espera
ha atacado las raíces vitales de las energías populares; que se descargará sobre la cabeza del prójimo, después que
cómo la degeneración de la población industrial sólo se él mismo haya recogido y puesto a buen recaudo la lluvia de
aminora gracias a la constante absorción de elementos oro. Après moi le déluge! [¡Después de mí el diluvio!],1111,1
vitales de la campaña, producidos espontáneamente, y cómo es la divisa de todo capitalista y de toda nación de capita­
incluso los trabajadores rurales, pese al aire puro y al listas. El capital, por consiguiente, no tiene en cuenta la
principie of natural selection, que entre ellos rige de modo salud y la duración de la vida del obrero, salvo cuando la
sociedad lo obliga a tomarlas en consideración. Al recla­
mo contra la atrofia física y espiritual, contra la muerte
vigilancia ad ec u ad a a 50 ó 100 de estos m u ch a ch o s y por a ñ ad i­ prematura y el tormento del trabajo excesivo, responde el
d u ra d arles u n a p eq u eñ a re trib u ció n en dinero, es cosa que no capital: ¿Habría de atormentarnos ese tormento, cuando
puede hacerse con 4 chelines sem anales p o r c ab eza” . (R eports . . . acrecienta nuestro placer (la g an an cia)?11,01 Pero en líneas
30th A p ril 1860, p. 27.) E l señor R edgrave se olvida de decirnos
cóm o e l o b re ro m ism o puede p ro p o rcio n a r todo eso a sus m u c h a ­
chos con los 4 chelines que gan an de salario, si no puede hacerlo 1,2 V éase P ublic H e a lth . S ixth R ep o rt o f the M edical O fficer
el fa b ric an te en e l caso de 50 ó 100 de esos jóvenes a los que se o f the P rivy C ouncil. 1863. P ub licad o en L ondres e n 1864. Este
aloja, a lim en ta y vigila juntos. P a ra evitar que del texto se e x tra i­ inform e versa prin cip alm en te sobre los trab a ja d o re s agrícolas. “Se
gan conclusiones e rró n e a s, m e veo obligado a in d icar aquí que a la h a p re sen ta d o a S u th e rla n d [. . .] com o u n con d ad o m uy m ejorado.
industria algodonera inglesa, después de su supeditación a la Fac- [ .. .] p ero [. . .] u n a investigación reciente h a d escubierto que aquí,
tory A c t de 1850 con su regulación del tiem po de trab ajo , etc., se en distritos o tro ra fam osos p o r sus hom bres bien p roporcionados
la d e b e considerar com o la industria m odelo de In g la te rra . El o b re ­ y sus valientes soldados, los h a b itan tes han deg en erad o e n una
ro inglés del a lgodón e stá m uy p o r encim a, en todos los aspectos, raza m ag ra y raq u ítica. E n los lugares m ás salubres, en las pen­
de su co m p añ ero c o n tin en tal de info rtu n io . “ El o b re ro fab ril p ru ­ dientes de las colinas fro n te ra s al m ar, las c aras de los niños son
siano tra b a ja p o r lo m enos 10 h o ras m ás p o r sem ana que su tan delgadas y p álidas com o sólo p odría h ab erlas e n la atm ó sfera
com p etid o r inglés, y si se o c u p a e n su casa m ism a con su propio fé tid a de un callejón lond in en se.” (T hornton, O ver-P opulation and
telar, su lab o r no se restringe siquiera a esas horas de m ás.” its R e m e d y , pp. 74, 75.) Sem ejan, en realid ad , a los 30.000 “gallan t
( R e p o r t s .. . 3 I s t O ctober 1855, p. 103.) E l inspector fa b ril Red- H ig h lan d e rs” [bizarros m ontañeses] que G lasgow hacina, en sus
grave, a rrib a citado, luego de la exposición industrial de 1851 w ynds y closes [callejones y pasadizos!, ju n to a prostitutas y
viajó p o r el continente, y sobre todo por F ra n c ia y P rusia, para ladrones.
investigar la situación de las fáb ricas locales. D el o b re ro fabril 113 “A u n q u e la salud de la población es u n elem ento tan im ­
p ru sia n o dice estas p a la b ras: “ R ecibe u n a rem u n e rac ió n que le p o rtan te del capital nacional, lam en tam o s tener que decir que los
basta p a ra p ro c u ra rse la m era pitanza y las pocas com odidades a c ap italistas en abso lu to se hallan dispuestos a co n serv ar y justi­
las q u e está a c o stu m b rad o y con las que se c o n te n ta . . . Vive peor preciar ese tesoro . . . L a consideración por la salud de los obreros
y tra b a ja m ás d u ra m e n te que su rival inglés". ( R e p o r ts . . . 31st les fue im puesta a los fa b ric an te s.” (T im es, 5 de noviem bre de
O ctober 1853, p. 85.) 1861.) “Los hom bres del W est R iding se c onvirtieron en los p añ e­
ros de la h u m an id a d . . . Se sacrificó la salud de la población o b re ­
111 “L os a b ru m a d o s p o r el trab a jo m u eren con e x tra ñ a ra p i­
ra, y e n un par de generaciones la raza h a b ría degenerado, pero
dez, p ero los lugares de los que perecen son cub ierto s al instante,
tuvo lu g ar u n a reacción. Se lim ita ro n las h o ras del trab a jo in fa n ­
y un cam bio frecu en te de los personajes no suscita alteració n a l­
til”, etc. (T w en tv-seco n d A n n u a l R ep o rt o f the R egistrar-G ene­
guna en el e sc en a rio .” E n g la n d and A m erica, L ondres. 1833. vol. i.
ral, 1861.)
p. 55. (A utor: E. G . W akefield.)

324 325
generales esto tampoco depende de la buena o mala volun­ compara con las concesiones que, refunfuñando y con re­
tad del capitalista individual. La libre competencia impone luctancia, se ve obligado a hacer en su edad adulta. Fueron
las leyes inmanentes de la producción capitalista, frente al necesarios siglos hasta que el trabajador “libre”, por obra
capitalista individual, como ley exterior coercitiva. ' 11 del modo de producción capitalista desarrollado, se prestara
La fijación de una jornada laboral normal es el resul­ voluntariamente, es decir, se viera socialmente obligado, a
tado de una lucha multisecular entre el capitalista y el vender todo el tiempo de su vida activa, su capacidad mis­
obrero. La historia de esta lucha, empero, muestra dos ma de trabajo, por el precio de sus medios de subsistencia
tendencias contrapuestas. Compárese, por ejemplo, la le­ habituales; su derecho de primogenitura por un plato de
gislación fabril inglesa de nuestros, días con las leyes labo­ lentejas. Es natural, por tanto, que la prolongación de la
rales inglesas promulgadas desde el siglo xiv hasta más jornada laboral que el capital, desde mediados del siglo
allá de mediados del siglo x v in ." 5 Mientras que la moderna xiv hasta fines del x v i i , procura imponer por medio del
legislación fabril abrevia coactivamente la jornada laboral, poder estatal a los obreros adultos, coincida aproximada­
aquellas leyes procuraban prolongarla coactivamente. Cier­ mente con el límite del tiempo de trabajo que en algunos
to es que las pretensiones del capital en su estado embrio­ lugares traza el estado en la segunda mitad del siglo xix a
nario — cuando apenas está llegando a ser, cuando, por la transformación de sangre infantil en capital. Lo que hoy
ende, su derecho a absorber determinada cantidad de plus- día — por ejemplo en el estado de Massachusetts, hasta
trabajo no se afianza sólo mediante la fuerza de las con­ hace muy poco el estado más libre de la república nortea­
diciones económicas, sino también por medio de la mericana— se proclama como límite legal al trabajo de los
colaboración del estado— parecen modestísimas si se las niños menores de 12 años, era en Inglaterra, aún a media­
dos del siglo X V 11, la jornada laboral normal de vigorosos
111 N o s en co n tram o s así, p o r ejem plo, con que a principios artesanos, robustos mozos de labranza y ciclópeos he­
de 1863, veintiséis e m p resas p ro p ietarias de g randes a lfa re ría s en rreros.""
S taffordshire, en tre ellas tam b ién la de J. W edgw ood & Sons, soli­
citan e n un m em o rial "la intervención coactiva del estado”. La La primera “Statute of Labourers” [ley de trabajado­
"com petencia con otros c ap italista s” no les perm ite una lim itación res] (23 Eduardo III, 1349) a encontró su pretexto inme-
' ' voluntaria" del tiem po de trab a jo de los niños, etc. “ P o r m ucho
que deplorem os los m ales m encionados m ás a rrib a , ningún tipo 11,1 “N o se em p le ará a ningún niño m en o r de i 2 años, en
de acuerdo entre los fa bricantes podría im pedirlos . . . T o m a n d o en ningún eslablecim iento fa b ril, m á s de 10 horas por día." (G eneral
consideración todos esos puntos, hem os llegado a la convicción de Sta tn tes o f M assachusetts, cap. 60, § 3. L as ord en an zas se p ro m u l­
que se requiere una ley coactiva.” (C hildren’s . . . F irst R e p o n , garon de 1836 a 1858.) "Se c onsiderará jo rn ad a lab o ral legal el
página 322.) trab a jo e fec tu a d o d u ran te un lapso de 10 h o ras diarias en toda
A gregado a la nota 114. — U n ejem plo m u ch o m ás llam ativo fábrica de la industria del algodón, de la lana, la seda, el papel,
nos lo b rinda el pasado m ás reciente. El elevado precio del el vidrio y el lino, o en em presas siderúrgicas y o tras em presas
algodón, e n una época de febril auge del negocio, indujo a los m etalúrgicas. Se establece ad em ás legalm ente que en lo fu tu ro a
p ro p ietario s de h ila n d e ría s alg o d o n eras en B lackburn, de com ún ningún m enor e m p le ad o en una fábrica se lo re te n d rá o se le exi­
a cu erd o , a reducir el tiem p o de trab a jo en sus fá b ric as d u ran te un girá que trab a je m ás de 10 h o ras diarias o 60 horas sem anales, y
plazo determ in ad o que ex p irab a, a p ro x im ad a m en te , a fines de que de aquí en ad elante no se ad m itirá com o o b re ro a ningún
noviem bre (1871). E n tre ta n to los fa b ric an te s m ás ricos, que co m ­ m enor de 10 años en ninguna fá b ric a d e n tro de los lím ites de
binan la hilan d ería con la tejeduría, a p ro v e c h a ro n la m erm a en este e sta d o .” (State o f N e w s Jersey. Á n A c t lo L im it the H ours of
la producción, ocasio n ad a por ese a cuerdo, p a ra ex ten d er sus Labour . . . , 1 y 2. Ley del 18 de m arzo de 1851.) "N ingún
negocios y obten er así g randes beneficios a exp en sas de los p e q u e ­ m enor que haya cum plido 12 años y tenga m enos de 15 será em ­
ños patrones. V iéndose en dificultades, ¡estos últim os se dirigieron p leado en cualquier establecim iento fabril m ás de I I horas diarias.
a los o b re ro s de las fábricas, los e x h o rta ro n a e m prender una ni antes de las 5 de la m añana o después de las 7 y 30 de la tarde."
agitación seria en pro de la jo rn ad a de nueve h o ra s y les p ro m e ­ (R evised S ta tn tes o f the State o f R hode Islanil . . . . cap. 139. <S23,
tiero n c o la b o ra r eco n ó m icam en te p a ra tal fin! I” de julio de 1857.)
Ilr’ E stas leyes obreras, que tam bién se p ro m u lg a n c o n tem p o ­
ráneam ente e n F ra n c ia , los Países Bajos, etc., no fu e ro n d erogadas
fo rm alm en te en In g laterra h asta 1813, c u an d o ya hacía m ucho a Ley dictada en el vigesim otercer año del reinado de E duardo
que las relaciones de p roducción las h a b ía n vuelto obsole'tas. /II, en 1349.

326 327
diato (no su causa, porque la legislación de este tipo duró en el invierno. El almuerzo sólo debía durar una hora y
siglos aunque ya había desaparecido el pretexto) en la "la siesta de V2 hora” únicamente se permitía de mediados
Peste Negra, i117] que diezmó la población a tal punto que, de mayo a mediados de agosto. Por cada hora de ausencia
como afirma un escritor tory, “la dificultad de encontrar había que descontar 1 penique (unos 10 pfennige) del
obreros que trabajasen a precios razonables” (esto es, a salario. En la práctica, sin embargo, la condición obrera
precios que dejaran a sus empleadores una razonable can­ era mucho más favorable que en los códigos legales. El
tidad de plustrabajo), “creció a tal punto que se volvió padre de la economía política, y en cierta medida el inven­
completamente intolerable”.117 De ahí que se fijaran por tor de la estadística, William Petty, sostiene en un escrito
ley, coactivamente, salarios razonables y también los lími­ que publicó en el último tercio del siglo xvn: “Los traba­
tes de la jornada laboral. Este último punto, que aquí es el jadores” (labouring men, que eran entonces, en rigor, los
único que nos interesa, se repite en la ley de 1496 (bajo trabajadores agrícolas) “trabajan 10 horas por día y efec­
Enrique V II).a De marzo a setiembre la jornada laboral de túan 20 comidas semanales, a saber, tres comidas diarias
todos los artesanos (artificers) y mozos de labranza debía los días de trabajo y 2 los domingos; de donde se deduce
durar, aunque esto nunca llegó a aplicarse, desde las 5 de claramente que si ellos quisieran ayunar los viernes de
la m añana hasta las 7 u 8 de la noche, pero las horas noche y almorzar en una hora y media, mientras que ahora
fijadas para las comidas eran: 1 para el desayuno, 1 Vi lo hacen en dos, de las 11 a la 1, por tanto si trabajaran
para el almuerzo y V2 para la merienda, o sea justamente 1/20 más y gastaran 1 /2 0 menos, se podría recaudar la
el doble de lo que establece la ley fabril hoy vigente.118 décima parte del impuesto arriba mencionado” . ' 1011181 ¿No
En el invierno se debía trabajar desde las 5 de la mañana estaba en lo cierto el doctor Andrew Ure cuando censuraba
hasta el oscurecer, con las mismas interrupciones. Una ley la ley de doce horas, promulgada en 1833, calificándola
de Isabel, promulgada en 1562, válida para todos los tra­ de retroceso a la Edad Oscura? Es cierto que las disposi­
bajadores “alquilados por día o por semana” , no modifica ciones incluidas en aquellas ordenanzas y citadas por Petty
en nada la duración de la jornada laboral, pero procura rigen también para los “apprentices”. Pero la siguiente
limitar los intervalos a 2 V2 horas en el verano y 2 horas queja nos ilustra acerca de cuál era la situación, aun a fines
del siglo X V II, en lo referente al trabajo infantil: “Aquí
117 [J. B. Byles,] So p h ism s o f Free Trade, 7? ed., L ondres, 1850, en Inglaterra nuestros jóvenes no hacen absolutamente nada
p. 205. E ste m ism o tory adm ite, p o r lo dem ás: “L as leyes p a rla ­ hasta el momento en que entran de aprendices, y entonces,
m en ta ria s que reg u lan los salarios, contra el tra b a ja d o r y a fa vo r como es lógico, necesitan mucho tiempo — siete años—
del p a tró n , d u ra ro n a lo larg o del extenso p erío d o de 464 años.
L a població n creció. E stas leyes [. ..] se volvieron innecesarias y para transformarse en artesanos cabales” . Se elogia en cam­
o n e ro sas”. ( / b íd em , p. 206.) bio a Alemania porque allí, desde la cuna, “se educa” a
118 John W ade, con razó n , observa a p ro p ó sito de aquella los niños “dándoles un poquito de ocupación”, por lo
ord en an za: “ D e la ley de 1496 se desprende que la alim entación menos.120
se co n sid erab a eq uivalente a Vs del ingreso de un artesan o y Vi *’
del ingreso de un tra b a ja d o r agrícola, lo cual es índice de un m ayor
g ra d o de independencia e n tre los trab a ja d o re s que el que p reva­ 119 W . P etty, P olitical A natorny . . . , p. 10.
lece actu alm en te ; ya que la alim en tació n d e los tra b a ja d o re s e n la 120 A D iscourse on the N ecessity o f E ncouraging M echanick
ag ric u ltu ra y en la industria representa ahora u n a p roporción In d u stry , L ondres, 1690, p. 13. M acaulay, que h a falsificado a
m ucho m ayor de sus salario s” . (J. W ade, H isto ry o f . . . , pp. 24, fo ndo la historia inglesa en interés de los w higs y de los burgueses,
25 y 577.) L a id ea de q u e e sta d iferencia se d eb ería a la d iferencia declam a a este respecto: “L a práctica de h acer tra b a ja r p re m a tu ­
que existe, en la relación de precios, en tre los alim entos y la ram en te a los niños [ . . .] p red o m in ab a en el siglo x v i i en un grado
vestim enta, entonces y a h o ra, es re fu ta d a p o r la o jead a m ás super­ que, si se tiene en cuenta la situación de la ind u stria de esa época,
ficial al C hronicon Preciosura . . . , del obispo F leetw ood, 1? ed., resulta casi increíble. E n N orw ich, sede principal de la industria
L ondres, 1707, 2a ed., L ondres, 1745. p a ñ era , se declaró ap to p a ra el trab a jo a un peq u eñ o de 6 años.
D iversos escritores de la época, y en tre ellos a lgunos a los que
se consideraba com o e x tra o rd in a riam en te benevolentes, m encionan
" E n la 2? edición, p o r e rro r: “E n riq u e V IH ".
con e ru lta tio n (em beleso) el hecho de que en esa sola ciudad, m u-
h 1? y 2? ediciones: 3?; “ 2/ s”; 4?: “ V i” . E n W ade: “ V i’’.

328 329
Aun durante la mayor parte del siglo X V III, hasta la Postlethwayt entre otras cosas: “No podemos poner térmi­
época de la gran industria, el capital no había logrado no a estas pocas observaciones, sin tom ar nota del lugar
todavía — mediante el pago del valor semanal de la fuerza común, repetido por tantos, según el cual si el trabajador
de trabajo— apoderarse en Inglaterra de la semana íntegra (¡ndustrious poor) puede obtener en cinco días lo suficien­
del obrero, constituyendo sin embargo una excepción los te para vivir, no trabajará los 6 días en su totalidad. De
trabajadores agrícolas. La circunstancia de que podían vivir ahí infieren la necesidad de encarecer, mediante impuestos
una semana entera con el salario de 4 días no les parecía o de cualquier otra manera, aun los medios de subsistencia
a los obreros motivo suficiente para trabajar también los imprescindibles, para obligar al artesano y al obrero ma­
otros 2 días en beneficio del capitalista. Una parte de los nufacturero a trabajar de corrido los seis días de la semana.
economistas ingleses, al servicio del capital, denunciaba de Permítaseme disentir de esos grandes políticos, que rompen
la manera más furibunda esa testarudez, mientras que otro lanzas por la esclavitud perpetua de la población obrera
bando defendía a los obreros. Escuchemos, por ejemplo, la (the perpetual slavery of the working people) de este rei­
polémica entre Postlethwayt, cuyo diccionario de comercio no; olv'dan el adagio popular de all work and no play (sólo
gozaba entonces de la misma reputación que hoy tienen trabajar y nunca jugar estupidiza). ¿No se jactan los ingle­
las obras similares de M acCulloch y MacGregor, y el ya ses del ingenio y la destreza de sus artesanos y obreros
citado autor del Essay on Trade and Commerce.12' Dice manufactureros, que hasta ahora han dado renombre y
crédito universales a las mercancías británicas? ¿A qué
ch ac h o s y m u ch ach as [. . .] c rea b an una riq u ez a q u e e x ced ía de lo obedece esto? No a otra cosa, probablemente, que a la
necesario p a ra su p ro p ia subsistencia e n doce m il esterlin as a n u a ­ diversión y solaz que nuestra población trabajadora sabe
les. C u a n to m ás e scru p u lo sam en te exam in am o s la h isto ria del p a ­
darse a su manera. Si estuvieran obligados a afanarse todo
sado, e n co n tram o s tan to s m ás m otivos p a ra disen tir con quienes
im aginan que n u e stra ép o ca h a sido fru c tífe ra en nuevos m ales el año los seis días íntegros de la semana, en repetición
sociales. [ .. .] L o que es nuevo es la inteligencia que descubre los constante del mismo trabajo, ¿eso no embotaría su ingenio,
m ales y el esp íritu h u m a n ita rio que los re m e d ia ” . (H istory o f convirtiéndolos en estúpidos y lerdos en vez de listos e
E ngland, vol. j, p. 417.) M a c au lay p o d ría h a b er in fo rm a d o , adem ás,
industriosos, y a consecuencia de esa esclavitud perpetua
que a m is du com m erce “e x tra o rd in a ria m e n te benevolentes” n a rra n
e n el siglo x v n con “e x u lta tio n ” cóm o en un asilo de H o la n d a se no perderían nuestros trabajadores su reputación, en vez
hacía tra b a ja r a un n iño de 4. años, y que este ejem plo de “ vertu de m antenerla?. . . ¿Y qué tipo de destreza y maestría
m ise e n p ra tiq u e ” [virtud aplicada] fig u ra e n to d o s ios escritos de los podríamos esperar de esos animales maltratados (hard
h u m a n ita rio s a lo M a c au lay h a sta los tiem pos de A d a m Sm ith. Es driven anim als)? . . . Muchos de ellos efectúan tanto trabajo
verd ad que con el su rgim iento de la m anufactura, p o r oposición al
artesanado, a p arecen ra stro s de explo tació n in fan til; h a sta cierto en 4 días como un francés en 5 ó 6. Pero si los ingleses
p u n to é sta ex istía desd e a n tig u o e n tre los cam pesinos y ta n to m ás han de ejecutar trabajos forzados a perpetuidad, es de temer
se d e sa rro lla b a c u an to m ás pesado fu e ra el yugo que so p o rta b a el que degeneren (degenerate) incluso por debajo de los
la b ra d o r. L a tendencia del capital e s inequívoca, p e ro los hechos franceses. Cuando se celebra a nuestro pueblo por su bra-
e ra n to d av ía ta n in frecu en tes com o el n acim iento de niños con dos
cabezas. D e ahí que los clarividentes “a m is du c o m m erce" los
re g istra ra n con “e x u lta tio n ”, com o p a rticu la rm e n te n otables y dig­
nos de ad m iració n , d e stacán d o lo s an te los co n te m p o rá n e o s y lá d efensores de los o b re ro s fig u ran , sobre todo: Ja c o b V a n d erlin t en
p o ste rid a d y reco m en d a n d o que se los im itara. El m ism o sico fan ­ M o n e y A n sw e rs A ll Things, L ondres, 1734, el re v ere n d o N a th an iel
te y d e clam a d o r escocés M a c au lay dice: “Sólo oím os h a b la r de F o rste r, D . D.," e n A n In q u iry In to the C auses o f the P resent
retro ceso y no vem os m ás q u e pro g reso ” . ¡Q ué ojos, y especial­ [High] P rice o f P rovisions, L ondres, 1767; el d o c to r Price y ta m ­
m ente q u é oídos! bién, sobre todo, P o stleth w ay t, tan to en un sup lem en to a su U ni­
121 E n tre los acu sad o res de los o b re ro s el m ás iracu n d o es el versal D dctionary o f T rade a n d C o m m erce com o en G reat-B ritain’s
a n ó n im o a u to r, m encionado e n el texto, de A n E ssay on Trade and C o m m ercia l Ínterest E xp la in ed and Im p ro ve d , 2? ed., L ondres,
C o m m erce: C o ntaining O bservations on T axation . . . , L ondres, 1759. L os hechos m ism os a p arecen verificados e n o tro s m uchos
1770. Y a antes hab ía tra ta d o el p u n to e n su o b ra C onsideration e sc rito res c o n tem p o rán eo s, e n tre ellos Josiah T u ck er.
o n Taxes, L ondres, 1765. T am b ién P olonio A rth u r Y oung, el
inefable c h a rla tá n estadístico, siguió la m ism a línea. E n tre los “ D ivin ita tis D o c to r: d o cto r en teología.

330 33!
vura en la guerra, ¿no decimos que esa gallardía se debe can en las manufacturas y parecen ser un pueblo muy feliz.
por una parte al buen rosbif y pudding inglés que alberga Los franceses también, cuando no interfieren los muchos
su estómago, y por otra a su espíritu innato de libertad? días de fiesta124. . . Pero nuestro populacho se ha metido
¿Y por qué el ingenio, energía y destreza superiores de en la cabeza la idea fija de que como ingleses gozan del
nuestros artesanos y obreros manufactureros no se deberían derecho innato de ser más libres e independientes que” (la
a esa libertad con que se entretienen a su manera? ¡Con­ población obrera) “en cualquier otro país de Europa. Ahora
fío en que nunca perderán esos privilegios y esa buena bien, esta idea, en la medida en que pueda influir en la
vida, de la cual brotan tanto su industriosidad como su valentía de nuestras tropas, puede ser de alguna utilidad;
bravura!” 122 pero cuanto menos la compartan los obreros manufactu­
A esto responde el autor del Essay on Trade and Com- reros, tanto mejor será para ellos mismos y el estado. Los
merce\ “Si se considera que festejar el séptimo día de la obreros nunca deben considerarse independientes de sus su­
semana es una institución divina, de ello se desprende que periores (independent of their superiors) . . . Es peligrosísi­
los otros seis días de la semana pertenecen al trabajo” mo incitar a las mobs [a la chusma] en un estado comercial
(quiere decir al capital, como enseguida verem os), “y no como el nuestro, en que talvez siete octavos de la pobla­
se puede tachar de cruel la imposición de ese mandamiento ción total sean gente con poca o ninguna propiedad 125 . . .
divino. . . Que la humanidad en general se inclina natural­ La cura no será completa hasta que nuestros pobres,
mente a la gandulería y la indolencia, es algo que expe­ ocupados en las manufacturas, se contenten con trabajar
rimentamos fatalmente cuando observamos la conducta de 6 días por la misma suma que ganan ahora en 4 " .12,1 A
nuestro populacho manufacturero, que no trabaja, término estos efectos, y para “extirpar la holgazanería, la deprava­
medio, más de 4 días por semana, salvo cuando se encare­ ción y las ensoñaciones románticas sobre la libertad”, 1111,1
cen los medios de subsistencia. . . Supongamos que un así como “para reducir los impuestos de beneficencia, fo­
bushel de trigo represente todos los medios de subsistencia mentar la industriosidad y abatir el precio del trabajo en
del obrero [ . . . ] , que cueste 5 chelines y que el obrero gane las manufacturas’M,20i nuestro fiel E c k a rt11211 del capital
diariamente un chelín por su trabajo; se verá obligado, en­ propone un remedio probado: a aquellos trabajadores que
tonces, a trabajar sólo 5 días por semana; apenas 4 si el caigan en las manos de la beneficencia pública, en una
bushel costara 4 chelines. . . Pero como en este reino los palabra, a los paupers [indigentes], se los encerrará en un
salarios están mucho más altos, en proporción, que los “hospicio ideal" (an ideal workhouse). “Debe convertirse
precios de los medios de subsistencia [...], un obrero ma­ ese hospicio en una casa del terror (House of Terror)." 127
nufacturero que trabaje 4 días dispone de un excedente de En dicha “casa del' terror”, en ese “workhouse ideal”, se
dinero con el cual vive ocioso el resto de la sem an a. . . A debe trabajar “ 14 horas por día y se permitirá el tiempo
mi parecer, he dicho lo suficiente para dejar en claro que
un trabajo moderado de 6 días por semana no es esclavitud. 124 El pro testan tism o , sim plem ente con su conversión de casi
Nuestros trabajadores agrícolas lo practican y, a juzgar por todas las festividades trad icio n ales en días laborales, desem peña un
todas las apariencias, son los más felices de nuestros traba­ im p o rtan te papel en la génesis del capital.
jadores (labouring p o o r),1211 pero los holandeses lo practi­ 125 A n Essay . . . , pp. 41, 15, 96, 97, 55, 56, 57.
,2,; Ibídem , p. 69. Jacob V anderlint explicó, ya en 1734, que
la clave de la a lh a ra c a de los capitalistas c o n tra la holg azan ería de
122 P ostlethw ayt, op. cit., F irst P relim inary D iscourse, p. 14. la población o b re ra consistía, sim plem ente, en que por el m ism o
,2;! A n Essay . . . Él m ism o nos re la ta , en la p. 96, en qué salario aspiraban a 6 días de trab ajo e n vez de 4.
consistía la “fe licid a d ” de los trabajadores agrícolas, ya en 1770. 127 Ibídem , pp. 242, 243: “Such ideal w orkhouse inust be
“ Sus fuerzas de trab a jo (their w orking pow ers) son exigidas siem ­ m ade a «H onse o f Terrori> y no en un asilo p a ra pobres donde
pre al m áxim o (on the stretch); [. ..] no pueden vivir peor de lo éstos com an e n a bundancia, se abriguen y vistan decentem ente y
que viven (they c an n o t live cheaper th an they do), ni trab ajar sólo trabajen poco".
m ás d u ram en te (ñor w ork h ard er)."

332 333
adecuado para las comidas, de modo que resten 12 horas La “casa del terror” para los pobres, con la que el
completas de trabajo”.12S alma del capital aún soñaba en 1770, se erigió pocos años
\Doce horas diarias de trabajo en la “ideal workhouse’’, después como gigantesca “casa de trabajo”a para el obrero
en la casa del terror de 1770! Sesenta y tres años más tarde, fabril mismo. Se llamó fábrica. Y esta vez lo ideal resultó
en 1833, cuando el parlamento inglés redujo a 12 horas pálido comparado con lo real.
íntegras de trabajo la jornada laboral para los muchachos
de 13 a 18 años, ¡pareció que había sonado el Día del Jui­
cio Final para la industria inglesa! En 1852, cuando Luis
Bonaparte procuró congraciarse con la burguesía zama­ 6. La lucha por la jornada laboral normal.
rreando la jornada laboral legal, el pueblo o b re ro a francés Limitación legal coercitiva del tiempo de trabajo.
gritó como un solo hombre: “ ¡La ley que reduce a 12 horas Legislación fabril inglesa de 1833-1864
la jornada laboral es el único bien que nos quedaba de la
legislación de la república!” 129 En Zurich se limitó a 12 ho­ Después que el capital se tomara siglos para extender
ras el trabajo de los niños mayores de 10 años; en Argovia la jornada laboral hasta sus límites normales máximos y
el trabajo de los niños de 13 a 16 años se redujo en 1862 luego más allá de éstos, hasta los límites del día natural
de 12 Vi a 12 horas', en Austria, en 1860, se estableció la de 12 horas,"' tuvo lugar, a partir del nacimiento de la
misma restricción a 12 horas para los chicos entre 14 y gran industria en el último tercio del siglo xvm , una arre­
16 años.130 ¡Qué “progreso desde 1770’’, exclamaría Ma- metida violenta y desmesurada, como la de un alud. Todas
caulay “con exultación” ! las barreras erigidas por las costumbres y la naturaleza,
por la edad y el sexo, por el día y la noche, saltaron en
128 “ In this ideal w orkhouse the p o o r shall w ork 14 ho u rs in pedazos. Hasta los conceptos de día y noche, de rústica
a day, allow ing p ro p e r tim e fo r m eáis, in such m an n er th a t there sencillez en las viejas ordenanzas, se desdibujaron a tal
shall rem ain 12 h o u rs o t neat labour." (Ibídem [, p. 260].) “Los fra n ­ punto que un juez inglés, todavía en 1860, tuvo que hacer
ceses” , dice, “se ríen de n u estras entusiastas ideas sobre la lib e rta d .”
(Ib id e m , p. 78.)
120 “ Se resistían a tra b a ja r m ás de 12 h o ra s diarias, especial­ siem pre e n co n tró un ob stácu lo insuperable en la celosa repugnancia
m ente porque la ley que fija b a esa can tid ad de h o ra s e ra el único por to d a ley que contradijera el principio de una perfecta libertad
bien que les q u ed ab a de la legislación de la re p ú b lica .” (R eports . . . del trabajo" (!).
3 l s t O ctober 1855, p. 80.) L a ley fran cesa del 5 de setiem bre de 121 “ Es m uy lam en tab le, ciertam ente, que u n a clase de perso­
1850 sobre las 12 horas, u n a versión ab u rg u esad a del decreto del nas tenga que m atarse tra b a ja n d o 12 h o ras diarias, lo que, si se
gobierno provisional (7 de m arzo de 1848), se ap licaba a todos sum a el tiem po de las com idas y el que lleva ir y venir al trab ajo ,
los talleres sin distinción. C on a n te rio rid a d a esa ley, la jo rn ad a asciende en realidad a 14 de las 24 h o ras del día . . . D ejando a
lab o ra l en F ra n c ia no e stab a lim itada. D u ra b a, en las fábricas, 14, un lad o el p ro b lem a de la salud, nadie v acilará en reconocer,
15 y m ás horas. V éase B lanqui, Des classes ouvrières en France, supongo, que desde un p u n to de vista m o ral u n a absorción tan
pen d a n t l’année 1848. A l señor B lanqui, el econom ista, no el revo­ co m p leta del tiem po de las clases trab a ja d o ra s, sin interrupción,
lucionario, el gobierno le hab ía confiado la realización de una desde la tem p ran a ed ad de 13 años y en los ram o s «libres» de la
encuesta sobre la condición obrera. ind u stria desde u n a edad m ucho m ás tem p ran a , es ex tre m a d a ­
1 ¡° Bélgica, tam bién en lo tocante a la regulación de la jo rn a ­ m ente perjudicial y constituye un terrible m al . . . E n interés de la
da lab o ral, se acred ita co m o el estado burgués m odelo. L o rd H o ­ m oral pública, p a ra que se form e una población c ap acitad a y p a ra
w ard de W alden, p lenipotenciario inglés en B ruselas, in fo rm a al p ro p o rcio n a r a la gran m asa del p ueblo un razonable disfrute de
F oreign O ffice en nota fech ad a el 12 de m ay o de 1862: “E l señor la vida, debe insistirse en que en todos los ram o s de la industria
R ogier, el m inistro, m e explicó que ni u n a ley general ni ningunas se debe reservar una p a rte de toda jo rn ad a lab o ral con fines
regulaciones locales lim itan el tra b a jo in fantil; que el gobierno, de descanso y esp arcim ien to .” (L eonard H o rn e r, e n R e p o r ts . . .
d u ra n te los últim os tres años, tuvo en cada p e ríodo de sesiones la 3 ¡s t D ecem ber 1841.)
idea de pro p o n er a las cám ara s una ley sobre el punto, p e ro que M arx traduce aquí literalm ente (“A rb e itsh au s”) la pa la b ra
inglesa “w orkhouse" (asilo, hospicio). V éase, en el cap. XX111.
" En la 3a y 4 a ediciones se suprim e “o b re ro ” . la nota 108.

334 335
gala de una sagacidad verdaderamente talmúdica para previstos” .3 La sexta sección de la ley establece “que en el
explicar “con conocimiento de causa” qué era el día y qué curso de todos los días se deberá conceder no menos de
la noche.1*2 El capital celebraba sus orgías. I Vi hora para las comidas a todas esas personas cuyo
No bien la clase obrera, aturdida por el estruendo de liempo de trabajo ha sido restringido” . Se prohibía em­
la producción, recobró el conocimiento, comenzó su resis­ plear a niños menores de 9 años, con una excepción que
tencia, y en primer lugar en el país natal de la gran indus­ mencionaremos más adelante, y se limitaba a 8 horas el
tria, en Inglaterra. Sin embargo, las concesiones por ellos Irabajo de los niños de 9 a 13 años. El trabajo nocturno
arrancadas durante tres decenios fueron puramente nomi­ —es decir, conforme a esta ley, el trabajo entre las 8 Vi
nales. De 1802 a I 833 el parlamento promulgó cinco leyes de la noche y las 5 Vi de la mañana— se prohibía para
laborales, pero fue tan astuto que no votó un solo penique (odas las personas de 9 a 18 años.
para su aplicación coercitiva, para el personal funcionarial Los legisladores estaban tan lejos de querer atentar
necesario, etc.1** Quedaron en letra muerta. “El hecho es contra la libertad del capital de absorber fuerza de trabajo
que antes de la ley de 1833 se agobiaba de trabajo (were adulta o, como ellos la llamaban, contra “la libertad de
worked) a niños y jóvenes durante toda la noche, durante trabajo’’, que urdieron un sistema especial para evitar esa
todo el día o durante ambos, ad libitum [a voluntad].” 1:11 horripilante consecuencia de la ley fabril.
La ¡ornada laboral normal data tan sólo, en la industria “El gran mal del sistema fabril, tal como se lo practica
moderna, de la ley fabril de 1833, vigente para las fábricas al presente” , se dice en el primer informe del consejo
que elaboran algodón, lana, lino y seda. ¡Nada caracteriza central de la comisión, del 25 de junio de 1833, “consiste
mejor el espíritu del capital que la historia de la legislación en que genera la necesidad de prolongar el trabajo de los
fabril inglesa entre 1833 y 1864! niños hasta la extensión máxima de la jornada laboral de
La ley de 1833 declara que “/a ¡ornada laboral ordinaria los adultos. E l único remedio para este mal — salvo la
deberá comenzar a las 5 Vi de la mañana y finalizar a las restricción del trabajo de los adultos, lo cual originaría
9 de la noche, y que dentro de estos límites — un período un mal mayor que el que se procura subsanar— es a nues­
de 15 horas— será legal emplear jóvenes (esto es, perso­ tro parecer el plan de hacer trabajar a dos turnos de niños.”
nas entre 13 y 18 años) a cualquier hora del día, siempre Bajo el nombre de sistema de relevos ( “system of relays” ;
y cuando el mismo joven no trabaje más de 12 horas a lo relays significa en inglés, como en francés, el cambio de
largo del día, con excepción de ciertos casos especialmente los caballos de posta en las diversas paradas) se llevó
a la práctica ese “plan” , de tal modo, por ejemplo, que se
enganchaba un grupo de niños de 9 a 13 años entre las
1:12 Véase Ju d g em en t o f M r. ]. / / . O tw ay, B elfast. H ilary
Sessions, C o u n ty A n tr im 1860. 6 de la mañana y la 1 Vi de la tarde, y otro de 1 Vi de
Es m uy c a ra cte rístico del régim en de L uis Felipe, del la tarde hasta las 8 V i , etcétera.
roí bourgeois [rey burgués], que n u n c a llegara a aplicarse la única P ara recompensar a los señores fabricantes por haber
ley fa b ril p ro m u lg a d a d u ra n te su reinado, el 22 de m arzo de desconocido, de la manera más insolente, todas las leyes
1841. Y esta ley sólo se refiere al trabajo in fantil. E stablece 8 horas
p a ra los niños en tre 8 y 12 años, 12 horas para los m uchachos entre
sobre trabajo infantil promulgadas en los 22 años ante­
12 y 16, y las excepciones son m uchas: hasta se perm ite el trab ajo riores, también ahora se les doró la píldora. ¡El parla­
n o c tu rn o de los chicos de 8 años. La supervisión e im posición de mento resolvió que después del 1? de marzo de 1834
la ley, en un país donde no hay rató n que no e sté sujeto a la ningún niño menor de 11 años, después del 19 de marzo de
adm inistración policiaca, q u e d ab a n libradas a la buena v o luntad
1835 ningún menor de 12 y después del 19 de marzo
de los “am is du c o m m erce” . Sólo desde 1853, y en un único
d e p artam e n to , el d ép a rtem en t du N ord, existe un inspector g u b e r­ de 1836 ningún menor de 13 años podía trabajar en una
n a m e n tal rem u n erad o . N o m enos c aracterístico del d e sa rro llo de la fábrica más de 8 horas! Este “liberalismo” tan deferente
sociedad fran cesa en general es que, hasta la revolución de 1848, con el capital era tanto más digno de reconocimiento por
¡la ley de L uis Felipe se irg u iera solitaria en esa fá b ric a fran c e sa
de leyes que todo lo envuelve y e n m a rañ a !
1:11 R e p o r ts . . . 30tli A p ril 1860, p. 50. " Este pasaje no figura e n tre com illas en la 4? edición.

336 337
cuanto el doctor Farre, sir A. Carlisle, sir B. Brodie, sir de quejas sobre la imposibilidad de aplicarla. Como la ley
C. Bell, Mr. Guthrie, etc., en suma, los más distinguidos de 1833, en efecto, dejaba al arbitrio de los señores capita­
physicians y surgeons [médicos y cirujanos] de Londres, listas, dentro del período de 15 horas que va de las 5 V2
habían advertido en sus declaraciones testimoniales ante de la m añana a las 8 V2 de la noche, el hacer que toda
la Cámara de los Comunes que periculum in mora [¡hay “persona joven” y todo “niño” comenzara, interrumpiera
peligro en la dem ora!].11221 El doctor Farre se expresó toda­ o finalizara su trabajo de 8 ó 12 horas, respectivamente,
vía con mayor rudeza: “La legislación es necesaria para en el momento que a sus patrones se les antojara, y dejaba
la evitación de la muerte en todas las formas en que se la asimismo en sus manos el fijar a distintas personas distintas
pueda infligir prematuramente, y sin duda éste” (el método horas para las comidas, pronto esos caballeros descubrieron
fabril) “ha de ser considerado como uno de los más crueles un nuevo ‘‘sistema de relevos”, con arreglo al cual no se
modos de infligirla”.135 ¡El mismo parlamento “reform a­ cambiaban los caballos del trabajo en paradas determi­
do” 11241 que en su delicadeza exquisita para con los seño­ nadas, sino que se los volvía a enganchar, una y otra vez,
res fabricantes recluyó durante años aun a niños menores en paradas cambiantes. No nos detenemos más ante la
de 13 años en el infierno de un trabajo fabril de 72 horas belleza de este sistema, pues en otro lugar habremos de
semanales, prohibió de antemano a los plantadores, en la ocuparnos nuevamente de él. Pero a primera vista se apre­
L ey de Emancipación — la cual también otorgaba la liber­ cia claramente que derogó por entero la ley fabril, no
tad con cuentagotas— , que hicieran trabajar a ningún sólo en su espíritu sino también en su letra. Con esta
esclavo negro más de 45 horas por semanal complicada contabilidad para cada niño y cada joven indi­
Pero el capital, en modo alguno aplacado, inició enton­ viduales, ¿cómo podían los inspectores de fábrica imponer
ces una ruidosa agitación, que duró varios años. La misma que se respetara el horario de trabajo determinado por la
se centraba, principalmente, en la edad de las categorías ley y se concedieran las horas legales de comidas? En gran
que, bajo el nombre de niños, veían limitado a 8 horas parte de las fábricas pronto volvieron a florecer, impunes,
su trabajo y quedaban sujetas a cierta enseñanza obliga­ los viejos y brutales abusos. En una entrevista con el mi­
toria. Según la antropología capitalista, la edad infantil nistro del interior (1 8 4 4 ), los inspectores fabriles demos­
terminaba a los 10 años o, cuando más, a los 11. Cuanto traron que bajo el nuevo sistema de relevos tramado por
más se aproximaba la fecha de aplicación plena de la ley los fabricantes, todo control era imposible.136 Pero en el
fabril, el año fatídico de 1836, tanto más se enfurecía la ínterin, las circunstancias se habían modificado en grado
chusma de los fabricantes. Consiguieron, en efecto, inti­ sumo. Los trabajadores fabriles, particularmente desde 1838,
midar tanto al gobierno que en 1835 éste propuso rebajar habían hecho de la ley de diez horas su consigna eco­
el término de la edad infantil de 13 a 12 años. Crecía, nómica, así como de la Charter [C arta]1'271 su consigna
amenazadora, entretanto la pressure from without [presión política. Incluso una parte de los fabricantes, que había
desde afuera],11251 A la Cámara de los Comunes le flaqueó organizado sus empresas fabriles conforme a la ley de
el valor. Rehusó arrojar bajo las ruedas del Zhaganat11261 1833, abrumaba al parlam ento con memoriales referentes
capitalista, durante más de 8 horas diarias, a chicos de a la “competencia” desleal de sus “falsos hermanos”, a los
13 años, y la ley de 1833 entró plenamente en vigor. Se que una mayor insolencia o circunstancias locales más
mantuvo inalterada hasta junio de 1844. favorables permitían violar la ley. Además, por mucho
Durante el decenio en que primero de modo parcial, y que el fabricante individual quisiera dar rienda suelta a su
luego cabalmente, esa ley reguló el trabajo en las fábricas, vieja rapacidad, los portavoces y dirigentes políticos de la
los informes oficiales de los inspectores fabriles rebosaban clase de los fabricantes ordenaron que se adoptara una
actitud modificada y un nuevo lenguaje ante los obreros.
115 "L egislation is equally necessary fo r the p revention of ¡Habían inaugurado la campaña por la abolición de las
d e ath , in any fo rm in w hich it can be p re m a tu re ly inflicted, and
certainly this m ust be view ed as a m o st cruel m ode o f inflict-
1!H R ep o rts . . . 3 l s t O ctober ¡849, p. 6
ing it.” l ' 2:!l

338 339
leyes cerealeras y, para vencer, necesitaban del apoyo más cercana, por el cual deberá regularse la campana de
obrero! De ahí que les prometieran no sólo que la hogaza In fábrica. El fabricante está obligado a colocar en la
de pan sería dos veces m ayor,11281 sino también la apro­ lubrica un cartel, impreso en caracteres grandes, donde
bación de la ley de diez horas bajo el reino milenario del consten el comienzo, el término y las pausas de la jornada
freetrade [librecambio].187 Tanto menos podían oponerse, laboral. A los niños que empiecen a trabajar antes de las
pues, a una medida .que no hacía más que convertir en 12 de! día, no deberá empleárselos nuevamente después
realidad la ley de 1833. Amenazados en su interés más de la 1 de la tarde. El turno de la tarde, por tanto, tendrá
sacrosanto, la renta de la tierra, los tories tronaron con que componerse de otros niños que 110 sean los del turno
filantrópica indignación contra las “infames prácticas” 188 ile la mañana. A todos los trabajadores protegidos habrá,
de sus adversarios. de concedérseles en los mismos momentos del día la 1 V2
Así llegó a aprobarse la ley fabril complementaria de hora para las comidas; una hora, por lo menos, antes de
7 de junio de 1844. La misma entró en vigor el 10 de las 3 de la tarde. No se hará trabajar a niños o personas
setiembre del mismo año. Disponía la creación de una jóvenes más de 5 horas, antes de la 1 de la tarde, sin otor­
nueva categoría de obreros protegidos, a saber, las mujeres garles, cuando menos, una pausa de V2 hora para comer.
de más de 18 años. Se las equiparó en todos los aspectos Los niños, personas jóvenes o mujeres no podrán perma­
a los jóvenes, reduciéndose su tiempo de trabajo a 12 ho­ necer, durante cualquiera de las comidas, dentro de una
ras, prohibiéndoseles el trabajo nocturno, etc. Por primera
dependencia de la fábrica en la que se efectúe cualquier
vez la legislación se veía obligada, pues, a controlar directa
proceso de trabajo, etcétera.” a
y oficialmente también el trabajo de adultos. Irónicamente
se observa en el informe fabril de 1844-1845: “No ha Hemos visto cómo estas minuciosas disposiciones, que
llegado a mi conocimiento un solo caso en que mujeres regulan a campanadas, con una uniformidad tan militar,
adultas hayan protestado por esta interferencia en sus dere­ los períodos, límites y pausas del trabajo, en modo alguno
chos ’V 8“ Se redujo a 6 V2 horas diarias, y en ciertas condi­ eran los productos de lucubraciones parlamentarias. Se
ciones a 7, el trabajo de los niños menores de 13 años.140 desarrollaron paulatinamente, como leyes naturales del
P ara eliminar los abusos del falso “sistema de relevos”, modo de producción moderno, a partir de las condiciones
la ley adoptó, entre otras, las siguientes e importantes dadas. Su formulación, reconocimiento oficial y proclama­
disposiciones particulares: “La jornada laboral de los niños ción estatal fueron el resultado de una prolongada lucha
y personas jóvenes se contará a partir del momento en que de clases. Una de sus consecuencias más inmediatas fue
cualquier niño o persona joven empiece a trabajar en la que la práctica sometiese a las mismas limitaciones la
fábrica por la mañana”. De modo, por ejemplo, que si A jornada laboral de los obreros varones adultos en las fá­
empieza el trabajo a las 8 de la m añana y B a las 10, bricas, puesto que en la mayor parte de los procesos de
la jornada de trabajo de B finalizará, sin embargo, a la producción era indispensable la cooperación de los niños,
misma hora que la de A. “El comienzo de la jornada laboral jóvenes y mujeres. En líneas generales, por consiguiente,
se habrá de fijar según la hora indicada por un reloj pú­ durante el período de 1844-1847 la jornada laboral de
blico, a modo de ejemplo el reloj de la estación ferroviaria 12 horas se aplicó de m anera general y uniforme en todos
los ramos industriales sujetos a la legislación fabril.
1:17 R e p o r t s .. . 31sl O ctober 1848, p. 98. Los fabricantes, sin embargo, no permitieron ese “pro­
1,8 P o r lo dem ás, L eo n ard H o rn e r em plea o ficialm ente la
expresión “nefarions practices". (R eports . . . 31 sí O ctober 1859, greso” sin un “ retroceso” compensatorio. A instancias su­
página 7.) yas, la Cám ara de los Comunes redujo de 9 a 8 años la
i.-« R e p o r t s .. . 30th S ep te m b e r 1844, p. 15. edad mínima de los niños a los que se podía explotar,
140 La ley p erm ite h a ce r trab a ja r 10 h o ra s a los niños siem pre
que no lo hag an en días seguidos, sino sólo en días a lte rn a d o s. Esta
cláusula, en líneas generales, ha qu ed ad o sin efecto. " Este pasaje no figura en tre co m illa d o en la 4? edición.

340 341
asegurando así ese "suministro adicional de niños de fá­ Los señores fabricantes, mediante una reducción general
brica’’ que se debía al capital de hecho y de derech o ."1 de salarios del 10 % , procuraron reforzar el efecto natural
Los años 1846-1847 hacen época en la historia econó­ de estas circunstancias. Ocurría esto, por así decirlo, al
mica de Inglaterra. ¡Derogación de las leyes cerealeras, celebrarse el acto inaugural de la nueva era librecambista.
supresión de las tasas que gravaban la importación del algo­ Luego siguió una nueva rebaja del 8 V5 % cuando se redujo
dón y de otras materias primas, el librecambio proclamado la jornada laboral a 11 horas, y del doble cuando se la
estrella polar de la legislación! En pocas palabras: se ini­ estableció definitivamente en 10 horas. Allí donde las
ciaba el reino milenario. Por otra parte, en los mismos circunstancias de alguna manera lo permitían, pues, tuvo
años el movimiento cartista y la agitación por las diez lugar una rebaja salarial de por lo menos el 25 Bajo
horas llegaron a su apogeo, y encontraron aliados en los condiciones tan favorablemente preparadas, comenzó en­
lories, sedientos de venganza. Pese a la resistencia fanática
tonces la agitación entre los obreros para que se derogara
de las perjuras huestes librecambistas, encabezadas por
la ley de 1847. No se escatimó ningún medio: el engaño,
Bright y Cobden, el parlamento aprobó la ley de diez horas,
la seducción y la amenaza, pero todo en vano. Respecto
objeto de tan larga lucha.
a la media docena de peticiones en las que los obreros
La nueva ley fabril del 8 de junio de 1847 establecía
que el 7? de julio de ese año se operaría una reducción se vieron obligados a quejarse de “ la opresión con que los
previa de la jornada laboral de las "personas jóvenes” agobiaba la ley”, los mismos peticionantes explicaron, en
(de 13 a 18 años) y de todas las obreras a 11 horas, y el interrogatorios verbales, que les habían arrancado las fir­
1° de mayo de 1848 la reducción definitiva a 10 horas. mas bajo presión. “Se sentían oprimidos, pero no precisa­
E n lo demás, la ley era sólo una adición y enmienda a mente por la ley fabril.” 144 Pero si los fabricantes no
las de 1833 y 1844. lograron que los obreros dijeran lo que ellos querían, tanto
El capital emprendió una campaña preliminar para más ruidosamente se pusieron a vociferar, en la prensa
impedir la aplicación plena de la ley el 1? de mayo de y el parlamento, en nombre de los trabajadores. Denun­
1848. Y a los obreros, presuntamente aleccionados por la ciaron a los inspectores de fábricas como a una variedad
experiencia, se les reservaba el papel de ayudar a destruir de los comisarios de la C onvención,1' 291 que en aras de sus
su propia obra. Se había elegido hábilmente el momento. quimeras de mejoramiento universal sacrificaban despia­
“Debe recordarse que a consecuencia de la terrible crisis dadamente a los infelices obreros. También esta maniobra
de 1846-1847 eran grandes los sufrimientos de los obreros se fue a pique. El inspector fabril Leonard Horner interrogó
fabriles, ya que muchas fábricas sólo trabajaban a tiempo personalmente, o por medio de sus subinspectores, a nume­
reducido y otras estaban completamente paralizadas. De rosos testigos en las fábricas de Lancashire. Aproximada­
ahí que un número considerable de los obreros se encon­ mente el 70 % de los obreros encuestados se pronunció
traran en una situación estrechísima y muchos [ ...] se por las 10 horas, un porcentaje mucho menor por las 11
hallaran endeudados. Se pudo suponer entonces, con bas­
tante seguridad, que [ ...] preferirían trabajar la jornada
143 “ M e enco n tré con que a hom bres que h ab ían g a n ad o 10
más prolongada, con vistas a cubrir las pérdidas anteriores, chelines sem anales se les hab ía descontado 1 chelín con m otivo
talvez pagar las deudas o recuperar los muebles en la casa de la reb aja salarial general del 10 % y 1 chelín 6 peniques m ás 1. . .1
de empeños, o sustituir los trastos vendidos u obtener nue­ p o r la re d u cc ió n de la jo rn a d a , en to ta l 2 chelines 6 peniques, y a
vas prendas de vestir para sí mismos y sus familias.” p e sa r de todo esto la m ay o r p arte de ellos m a n te n ía con firm eza
su a poyo a la ley de diez h o ra s.” (Ibídem .)
141 “C om o u n a reducción en sus horas de trab a jo ha ría que 444 “C u a n d o firm é la petición, dije al m ism o tiem po que
se e m p le ara un n ú m ero m a y o r” (de niños), “se pensó que el su m i­ e stab a hacien d o algo m alo. — ¿ P o r qué la firm ó , entonces? — P o r­
nistro adicional de niños de 8 a 9 años de edad cu b riría la d e m a n ­ que si m e neg ab a m e h a b ría n puesto en la calle.— |. . .j El peti­
da a cre c e n ta d a .” (R eports . . . 30th S ep te m b e r 1844, p. 13.) cio n an te se sentía «oprim ido», en efecto, pero no precisam ente
142 R e p o r t s .. . 3 I s t O ctoher 1848. p. 16. p o r la ley fa b ril.” (Ibídem . p. 102.)

342 343
rebelión abierta no sólo contra la ley de diez horas, sino
y una minoría totalmente insignificante prefirió las viejas
12 horas.14* contra toda la legislación que, a partir de 1833, había
procurado poner freno en alguna medida a la “libre” ab­
Otra “ amigable” m aniobra consistía en hacer trabajar
a los obreros varones adultos de 12 a 15 horas y luego sorción de fuerza de trabajo. Fue una proslavery rebellion
presentar este hecho como la mejor manifestación de lo | rebelión a favor de la esclavitud]1211 en miniatura, llevada
a cabo durante dos años con una cínica carencia de escrú­
que deseaban de corazón los proletarios. Pero el implacable
inspector fabril Leonard Horner de nuevo estaba donde pulos, con una energía terrorista, tanto más baratas por
debía. L a mayor parte de los que hacían horas extras cuanto el capitalista sublevado no arriesgaba más que la
declararon que “preferirían, con mucho, trabajar 10 horas piel de sus obreros.
por un salario menor, pero que no se los dejaba escoger; Para comprender lo que exponemos a continuación, es
que como muchos de ellos estaban desocupados, como preciso recordar que las tres leyes fabriles de 1833, 1844
muchos hilanderos se veían obligados a trabajar como y 1847 seguían todas en vigencia, en la medida en que
simples piecers [obreros a destajo], si se negaban a efectuar una de ellas no modificaba a las precedentes; que ninguna
la jornada más prolongada otros ocuparían inmediatamente de ellas limitaba la jornada de los obreros varones mayores
su lugar, de manera que para ellos la opción era: o tra­ de 18 años, y que desde 1833 el período de 15 horas entre
bajar el horario más extenso o quedar en la calle”. 14" las 5 XA de la m añana y las 8 Vi de la noche fue el “día”
La campaña preliminar del capital había fracasado, y legal dentro del cual, bajo las condiciones estipuladas,
el 7? de mayo de 1848 la ley de las 10 horas entró en había de ejecutarse el trabajo de 12 horas primero, y
vigor. En el ínterin, sin embargo, el descalabro del partido luego de 10 horas, de jóvenes y mujeres.
cartista — con sus dirigentes en la cárcel y su organización Los fabricantes comenzaron por despedir aquí y allá
hecha añicos— había minado la confianza de la clase obrera una parte, y en muchos casos la mitad de los jóvenes y
inglesa en sus propias fuerzas. Poco después la insurrec­ obreras empleados por ellos, y para sustituirlos reimplan-
ción parisiense de junio y su sangrienta represión unieron, taron en el caso de los obreros varones adultos el trabajo
tanto en la Europa continental como en Inglaterra, a todas nocturno, que casi había desaparecido. ¡La ley de las diez
las fracciones de las clases dominantes — terratenientes y horas, exclamaban, no les dejaba otra alternativa!147
capitalistas, lobos de la especulación bursátil y tenderos, El paso siguiente tuvo que ver con las pausas legales
proteccionistas y librecambistas, gobierno y oposición, cu­ para las comidas. Oigamos a los inspectores de fábricas.
ras y librepensadores, jóvenes prostitutas y viejas mon­ “ Desde la restricción de las horas de trabajo a 10, los
jas— bajo el grito común de ¡salvar la propiedad, la reli­ fabricantes sostienen, aunque en la práctica no hayan apli­
gión, la familia, la sociedad! En todos lados se proscribió a cado esta idea hasta sus últimas consecuencias, que en el
la clase obrera, se la anatematizó, se la puso bajo la “loi des supuesto de que la jornada laboral sea de 9 de la m añana
suspects" [ley de sospechosos].11301 Los señores fabricantes, a 7 de la tarde, cumplen con los preceptos legales si
pues, ya no tenían que sentirse molestos. Se alzaron en conceden para la comida 1 hora antes de las 9 de la
m añana y X A hora después de las 7 de la tarde, o sea
14r‘ Ib íd em , p. 17. A sí, e n e l d istrito del señ o r H o rn e r se
interrogó a 10.270 o b re ro s varones adultos, en 181 fábricas. Sus
1 >/2 hora para comer. En algunos casos permiten media
deposiciones fig u ran en el apéndice del inform e fa b ril c o rre sp o n ­ hora a para el almuerzo, pero insisten al mismo tiempo en
diente al sem estre que finaliza en octubre de 1848. E stas d e clara ­ que de ningún modo están obligados a incluir ninguna parte
ciones testim oniales p ro p o rcio n an , tam b ién en o tro s aspectos, un de la 1 lA hora en el curso de la jornada laboral de 10
valioso m aterial.
14li V éanse las declaraciones recogidas por el propio L eonard
H o rn e r, n ú m ero s 69, 70, 71, 72, 92, 93 y las re u n id a s p o r e l subins­ 1,7 Ibídem , pp. 133, 134.
pector A., n ú m ero s 51, 52, 58, 59, 62, 70, del apéndice. U n
fab rican te, incluso, cu en ta la verdad sin tapujos. V éase la n 9 14 " En la 4? edición se agrega: "o una h o ra e n te ra ” .
después de la 265, ibídem .

344 345
horas.” 148 Los señores fabricantes sostienen, pues, que las De hecho, según datos estadísticos presentados a la
disposiciones escrupulosamente precisas de la ley de 1844 Cám ara de los Comunes el 26 de julio de 1850, y a pesar
acerca de las comidas, ¡sólo otorgarían a los obreros el per­ de todas las protestas, el 15 de ese mismo mes 3.742 niños
miso de comer y beber antes de entrar y después de salir de estaban sometidos en 257 fábricas a esa “práctica” .151
la fábrica, o sea en sus casas! ¿Y por qué los obreros no Todavía no bastaba con eso. El ojo de lince del capital
habrían de almorzar antes de las 9 de la mañana? Los descubrió que la ley de 1844 prohibía que durante el
juristas de la corona, no obstante, fallaron que los tiempos trabajo de 5 horas de la mañana no se efectuara por lo
fijados para las comidas “debían concederse en pausas menos una pausa de 30 minutos, para reposar, pero que
durante la jornada laboral efectiva, y que era ilegal hacer no preceptuaba nada de esto para el trabajo de la tarde.
trabajar continuamente durante 10 horas, de las 9 de la Exigió y obtuvo, pues, el disfrute no sólo de que niños
m añana a las 7 de la noche, sin intervalo alguno” .149 obreros de 8 años se m ataran trabajando desde las 2 de
Luego de estas amistosas demostraciones de sus propó­ la tarde hasta las 8.30 de la noche, sino también el de
sitos, el capital preludió su revuelta dando un paso que se tenerlos hambrientos.
ajustaba a la letra de la ley de 1844, y por tanto era legal. “Sí, de su corazón,
Esta ley prohibía, sin duda, hacer trabajar después que así reza en el pagaré.” 15211311
de la 1 de la tarde, nuevamente, a niños de 8 a 13 años Ese aferrarse, propio de Shylock, a la letra de la ley
que hubiesen sido empleados antes de las 12 del día. ¡Pero de 1844 en la parte que regulaba el trabajo infantil, no
en modo alguno regulaba el trabajo de 6 lA horas de los hacía más que prologar la rebelión abierta contra la misma
chicos cuyo tiempo de trabajo comenzaba a las 12 del día ley en la medida en que regulaba el trabajo de “las perso­
o más tarde! Por eso a niños de 8 años, si comenzaban nas jóvenes y mujeres”. Se recordará que la abolición del
su labor a las 12, se los podía hacer trabajar de 12 a 1, o “falso sistema de relevos” constituía el objetivo y conte­
sea 1 hora; de 2 a 4 de la tarde, 2 horas, y de 5 a 8.30 nido fundamentales de esa ley. Los fabricantes iniciaron
de la noche, 3 lA horas; ¡en total, las 6 Vi que fijaba la su revuelta declarando, simplemente, que las secciones de
ley! O todavía mejor. ¡Para adaptar el trabajo de aquéllos la ley de 1844 que prohibían utilizar a voluntad jóve­
al de los obreros varones adultos hasta las 8 V2 de la noche, nes y mujeres en lapsos breves, arbitrariamente elegidos,
los fabricantes no tenían por qué darles ocupación antes de la jornada fabril de 15 horas, habían sido “relativa­
de las 2 de la tarde, con lo cual podían retenerlos ininte­ mente inocuas (comparatively harmless) mientras el tiempo
rrumpidamente en la fábrica hasta las 8.30! “Y se admite de trabajo estuvo limitado a 12 horas. Bajo la ley de diez
ahora de manera expresa que recientemente, a causa del
deseo de los fabricantes de hacer trabajar su maquinaria 151 R ep o rts . . . 31 st O ctober 1850, pp. 5, 6.
más de 10 horas, se ha introducido en Inglaterra la prác­ 152 La n a tu ra le z a del capital es la m ism a tan to e n sus fo rm as
n o d e sa rro llad a s com o en las d esarro llad as. E n el código que la
tica de hacer trabajar a niños de 8 a 13 años, de uno u
in fluencia de los esclavistas im puso al te rrito rio de N uevo M éxico,
otra sexo — una vez que se han retirado de la fábrica todas p oco a n tes de q u e e sta lla ra la gu e rra civil n o rtea m e rica n a, se dice:
las personas jóvenes y las mujeres— , a solas con los varo­ el o b re ro , en tan to el c ap italista h a com prado su fu e rz a de trabajo,
nes adultos hasta las 8.30 de la noche.” 150 Obreros e “es su dinero” (su del capitalista). (“T h e la b o u re r is his (the capi­
ta lista ) OT<?«ey.”) I132) L a m ism a concepción e ra c o rrie n te e n tre los
inspectores fabriles protestaban, fundándose en razones p atricio s rom anos. E l d inero p re stad o por ellos al deudor plebeyo
higiénicas y morales. Pero el capital replicaba: se h a b ía convertido, a través de los m edios de subsistencia de
“ ¡De mis actos respondo yo! Reclamo mi derecho, éste, e n carne y sangre del d eudor. E sta “ carn e y san g re” eran,
pues, “ su d in ero ” . D e ahí la ley shylockiana de las D iez T ablas. l13:íl
la multa y la prenda de mi pagaré.” 1,311 Q uede sin decidir la hipótesis de L inguet, según la cual los acree­
dores p atricios org an izab an de cuan d o e n cuando, del o tro lado
148 R ep o rts . . . 3 0th A p ril 1848, p. 47. del T íber, festines con la carn e convenientem ente a d erezad a de
148 R e p o r t s . . . 31st O ctober 1848, p. 130. sus deudores, t1341 así co m o la hipótesis de D a u m e r e n to rn o a la
ir,n Ib íd em , p. 142. e u ca ristía cristiana. I1''51

346 347
nales se sentaban los señores fabricantes y se juzgaban a sí
horas constituían una injusticia (hardship) insoportable”.153 mismos. Un ejemplo. Un hilandero de algodón, un tal
Comunicaron con la mayor frescura a los inspectores, por Eskrigge, de la firma Kershaw, Leese & Co., había presen­
consiguiente, que harían caso omiso de la letra de la ley tado al inspector fabril de su distrito el proyecto de un
y reim plantarían por su cuenta el viejo sistema.1'4 Lo harían sistema de relevos para su fábrica. La respuesta fue nega­
en interés de los propios obreros, mal aconsejados, “para
tiva, y el fabricante adoptó en un primer momento una
poder pagarles salarios más altos” . “Era éste el único plan actitud pasiva. Pocos meses después, acusado de aplicar
posible para mantener, bajo la ley de diez horas, la supre­ un plan de relevos idéntico al urdido por Eskrigge, compa­
m acía industrial de Gran Bretaña.” 155 “Quizás sea un poco recía ante los Borough justices (jueces de paz urbanos) de
difícil detectar irregularidades bajo el sistema de relevos, Stockport, un individuo apellidado Robinson, que si no el
¿pero qué importa eso? (what of that?) ¿Hemos de consi­ Viernes i130bisi era en todo caso pariente de Eskrigge. De los
derar como asunto secundario el gran interés fabril de este 4 jueces que integraban el tribunal, 3 eran propietarios
país, con vistas a ahorrar algunas molestias menores (some de hilanderías de algodón, y a su cabeza se hallaba el
little trouble) a los inspectores y subinspectores fabri­ mismo e infaltable Eskrigge. Éste absolvió a Robinson
les?” 1r,B Todí > estas paparruchas, como es natural, no y declaró que lo justo para Robinson era legal para Es­
sirvieron nada. Los inspectores fabriles procedieron krigge. Apoyándose en su propio fallo, de fuerza legal,
judicialmente contra los infractores. Pronto, sin embargo, introdujo de inmediato el sistema en su propia fábrica.'™
cayó tal nube de peticiones de los fabricantes sobre el Ciertamente, la composición misma de estos tribunales
ministro del interior, sir George Grey, que éste, en una constituía una transgresión abierta de la ley.159 “Esta clase
circular de 5 de agosto de 1848, recomendó a los inspec­ de farsas judiciales”, exclama el inspector Howell, “requie­
tores que “en general no procedieran contra quienes trans­ re urgente remedio . . . O se modifica la ley adaptándola
gredían la letra de la ley, siempre que no se abusara noto­ a estas decisiones, o se hace que la administre un tribunal
riamente del sistema de relevos para hacer trabajar a menos falible, cuyos fallos se ajusten a la le y . . . en todos
personas jóvenes y mujeres más de 10 horas” . Fundándose los casos de esta índole. ¡Cómo deseamos que haya jueces
en esto, el inspector fabril James Stuart autorizó para toda retribuidos!” 160
Escocia, durante el período de quince horas de la jornada Los juristas de la corona declararon que la interpre­
fabril, el llamado sistema de relevos, que pronto floreció tación que de la ley de 1848 hacían los fabricantes era
allí como en los viejos tiempos. Los inspectores fabriles absurda, pero los salvadores de la sociedad se mantuvieron
ingleses, por el contrario, declararon que el ministro carecía en sus trece. “Luego que yo intentara” , informa Leonard
de poderes dictatoriales para dejar en suspenso las leyes, Horner, “hacer cumplir la ley por medio de 10 acusaciones
y continuaron procediendo judicialmente contra los pro- en 7 circunscripciones judiciales diferentes, y sólo en un
slavery rebeldes. caso fuera apoyado por los m agistrados. . . consideré que
¿Para qué servían, sin embargo, todos esos emplaza­ era inútil seguir procediendo judicialmente contra las trans­
mientos ante los tribunales, cuando éstos, los county magis-
trates ,157 dictaban sentencias absolutorias? En esos tribu­ c ondados. C onstitu y en , en rigor, los tribunales p a trim oniales de las
clases do m in a n tes.
158 R e p o r t s . . . 30th A p ril 1849, pp. 21, 22. C fr. ejem plos
153 R ep o rts . . . 31st O ctober 1848, p. 133. análogos, ibídem , pp. 4, 5.
154 A sí, e n tre otro s, el filá n tro p o A sh w o rth , en una carta, 159 P o r 1 y 2 G u ille rm o IV , cap. 24, secc. 10, co n o cid as com o
cu aq u erescam en te rep u g n an te, d irig id a a L eo n a rd H o rn er. {R e­ Sir J o h n H o b h o u se ’s F actory A c t [ley fa b ril de sir Jo h n H obhouse],
ports . . . A p ril 1849, p. 4.] se p ro h íb e que cu alq u ier p ro p ietario de una hila n d e ría o tejeduría
155 R e p o r t s . . . 3 1 st O ctober 1848, p. 138. de algodón, o p ad re, hijo o h e rm a n o de u n o d e esos propietarios,
,r>6 lb íd e m , p. 140. desem peñe las fu n cio n es de juez de paz en causas que se refieran
157 E stos co u n ty m agistrales, los “g reat u n p a id ” [grandes im ­ a la F actory A c t.
pagos] com o los d e n o m in a W illiam C obbett, son u n a especie de 160 lb íd e m .
jueces de paz h o n o rario s, designados e n tre los notab les de los
349
348
gresiones de la ley. La parte de ésta redactada para esta­ componentes, a su vez, cambiaban constantemente. Du­
blecer la uniformidad en las horas de tra b a jo . . . ya no rante el período de 15 horas de la jornada fabril, el capital
existe en Lancashire. Tampoco dispongo, ni disponen mis atraía al obrero ya por 30 minutos, ya por una hora, y de
subinspectores, de medio alguno para asegurarnos de que nuevo lo rechazaba, para atraerlo nuevamente a la fábrica
en las fábricas donde impera el llamado sistema de relevos, y repelerlo de ésta una vez más, acosándolo aquí y allá
no haya personas jóvenes y mujeres ocupadas durante más en jirones dispersos de tiempo, sin perder nunca el dominio
de 10 h o r a s ... A fines de abril de 1849 ya funcionaban
sobre él mientras no quedaran completas las 10 horas de
con ese método, en mi distrito, 118 fábricas, y su número
trabajo. Como en el escenario, las mismas personas tenían
se acrecienta con rapidez. En general, trabajan actualmente
que aparecer alternativamente en las diversas escenas de
13 Vi horas, de las 6 de la mañana a las 7.30 de la noche;
los distintos actos. Pero así como un actor está pendien­
en algunos casos 15 horas, de las 5.30 de la m añana hasta
te de la escena durante todo el transcurso del drama,
las 8.30 de la noche.” 161 Ya en diciembre de 1848 Leonard
los obreros dependían de la fábrica durante 15 horas, sin
H orner tenía una lista de 65 fabricantes y 29 capataces
contar el tiempo para ir a ella y volver de la misma. Las
de fábrica que declaraban, unánimemente, que bajo este
horas de descanso se convertían así en horas de ocio for­
sistema de relevos no había ningún sistema de vigilancia
que pudiera impedir una gran difusión del exceso de tra­ zoso, que empujaban al obrero joven a la taberna y a la
bajo.162 Ora los mismos niños y muchachos eran trasladados obrera joven al prostíbulo. A cada nueva ocurrencia de
(shifted) del taller de hilado al de tejido, etc.; ora se los las que urdía día tras día el capitalista para mantener en
llevaba, durante las 15 horas, de una fábrica a otra.163 funcionamiento su maquinaria 12 ó 15 horas, sin aumentar
¿Cómo controlar un sistema “que abusa de la palabra el personal obrero, el trabajador tenía que deglutir su
relevo para entreverar la mano de obra como si fueran comida ya en este residuo de tiempo, ya en aquél. En la
naipes, en una variedad infinita, y desplazar a lo largo del época de la agitación por las 10 horas, los capitalistas
día las horas de trabajo y de reposo de los diversos indivi­ clamaban que la canalla obrera elevaba sus peticiones con
duos, de tal suerte que nunca el mismo lote completo de la esperanza de conseguir el salario de 12 horas por el
obreros trabajan juntos en el mismo lugar y al mismo trabajo de 10. Ahora habían dado vuelta la medalla. ¡Paga­
tiempo”? 164 ban un salario de diez horas, pero disponían de las fuerzas
Pero prescindiendo por entero del exceso real de tra­ de trabajo durante 12 y 15 h o ras!165 ¡Ésta era la madre del
bajo, ese llamado sistema de relevos era un aborto de la borrego, ésta era la versión, al cuidado de los fabricantes,
fantasía capitalista, no superado nunca por Fourier en sus de la ley de 10 horas! Eran éstos los mismos librecambistas
bosquejos humorísticos de las “courtes séances” [sesiones llenos de unción, desbordantes de amor al prójimo, que
breves];[13S1 sólo que la atracción del trabajo se había a lo largo de 10 años enteros, durante la agitación contra
transformado en la atracción del capital. Obsérvense, por las leyes cerealeras, les habían demostrado a los obreros,
ejemplo, esos esquemas patronales que la prensa seria calculando hasta los chelines y peniques, que con la libre
elogiaba como ejemplo de “lo que puede lograr un grado importación de trigo y con los recursos de la industria
razonable de cuidado y de m étodo” ( “what a reasonable inglesa 10 horas de trabajo bastarían ampliamente para
degree of care and m ethod can accomplish” ). Se distribuía enriquecer a los capitalistas.166
a veces el personal obrero en 12 a 14 a categorías, cuyos
161 R ep o rís . . . 3 0th A p ril 1849, p. 5. i«5 V éanse R e p o r t s . . . 3 0 th A p r il 1849, p. 6, y la am plia
162 R e p o r ts . . . 3 Is t O ctober 1849, p. 6. ex p licación del “ shifting system ” p o r los inspectores fa b riles H ow ell
163 R ep o rts . . . 3 0 th A p ril 1849, p. 21. y S aunders en R e p o r t . . . 3 I s t O ctober 1848. V éase la petición que
164 R ep o rts . . . 3Ist O ctober 1848, p. 95. el clero de A sh to n y alre d ed o re s elevó a la re in a , e n la prim av era
de 1849, c o n tra el “ shift system ” .
166 C fr., p o r ejem p lo , T h e F actory Q uestion and the Ten H ours
" 4? edición: “ 15” , B ill, de R. H . G reg , [L ondres,] 1837.

350 351
Finalmente, la revuelta del capital, que ya duraba dos los 5 primeros días de la semana, y se la redujo los sábados
años, fue coronada por el fallo de uno de los cuatro tri­ a 7 Vi horas. El trabajo debe efectuarse en el período
bunales superiores de Inglaterra, la Court of Exchequer, la que va de las 6 de la mañana a las 6 de la tarde,169 con
cual, en un caso elevado ante ella dictaminó el 8 de febre­ intervalos de 1 Vi hora para las comidas; dichas pausas
ro de 1850 que indudablemente los fabricantes actuaban deben concederse simultáneamente y con arreglo a las dis­
contra el sentido de la ley de 1844, pero que la propia posiciones de 1844, etc. Con esto se suprimía de una vez
ley contenía ciertas cláusulas que la volvían absurda. “Con para siempre el sistema de relevos.170 En lo atinente al
esta decisión, la ley de las diez horas quedaba derogada.” 107 trabajo infantil, se mantenía en vigor la ley de 1844.
Un sinfín de fabricantes, que hasta entonces se habían abs­ Una categoría de fabricantes se reservó esta vez, como
tenido de aplicar a los jóvenes y mujeres el sistema de antaño, ciertos privilegios señoriales sobre los niños prole­
relevos, lo adoptaron ahora resueltamente.168 tarios. Se trataba de los fabricantes de seda. En 1833 bra­
Pero esta victoria aparentemente definiva del capital maron amenazadoramente que “si se les arrebataba la li­
provocó de inmediato una reacción. Los obreros, hasta bertad de hacer trabajar a niños de cualquier edad durante
entonces, habían ofrecido una resistencia pasiva, aunque 10 horas diarias, sus fábricas quedarían paralizadas” (“ij
irreductible y renovada día a día. Ahora protestaban en the liberty oj working children of any age for 10 hours a
mítines abiertamente amenazantes, en Lancashire y York- day was taken away, it would stop their works” ). Les re­
shire. ¡La presunta ley de diez horas,, pues, sería sim­ sultaría imposible comprar una cantidad suficiente de niños
plemente una patraña, un fraude parlamentario, y nunca mayores de 13 años. Arrancaron el privilegio anhelado.
habría existido! Los inspectores fabriles advirtieron urgen­ Una investigación posterior comprobó que el pretexto era
temente al gobierno que el antagonismo de clases había un solemne em buste,171 lo que no les impidió, durante un
alcanzado una tensión increíble. Incluso una parte de los decenio, hilar seda durante 10 horas diarias con la sangre
fabricantes m urmuraba: “Debido a los fallos contradictorios de niños pequeños a quienes había que encaramar a sillas
de los magistrados, impera una situación totalmente anor­ para la ejecución de su trabajo.172 La ley de 1844, cierta­
mal y anárquica. Uña ley rige en Yorkshire y otra en mente, les “arrebataba” la “libertad” de hacer trabajar más
Lancashire; una ley en una parroquia de Lancashire y de 6 Vi horas a niños menores de 11 años, pero les asegu­
otra en las inmediaciones de la misma. El fabricante de las raba en cambio el privilegio de utilizar durante 10 horas
grandes ciudades puede burlar la ley, el de los distritos rura­ diarias niños de 11 a 13 años, y derogaba la obligatoriedad
les talvez no encuentre el personal necesario para el sistema de la enseñanza escolar, vigente para otros niños obreros.
de relevos y menos aun para desplazar los obreros de una Era éste el pretexto: “La delicadeza de la tela requiere una
fábrica a otra”, etc. Y la explotación igual de la fuerza de sensibilidad en el tacto que sólo se puede adquirir si se
trabajo es el primero de los derechos humanos del capital. entra a la fábrica a edad tem prana”. 17:1 Sesacrificaba a
En estas circunstancias se llegó a un compromiso en­
tre fabricantes y obreros, consagrado parlamentariamente
lfi!* E n invierno ese período puede a b arc ar de las 7de la
en la nueva ley fabril, complementaria, del 5 de agosto de m añ a n a a las 7 de la tarde.
1850. Tratándose de “personas jóvenes y mujeres”, se 170 “ L a presente ley" (de 1850) “fue un c o m prom iso, por el
aumentó la jornada laboral de 10 horas a 10 Vi horas en cual los ob rero s ren u n ciab an a los beneficios de la ley de diez horas
a cam bio de la ventaja de que el trabajo com enzara y term inara
de m anera un ifo rm e en el caso de aquellos cuyo tra b a jo era objeto
167 F rie d ric h E ngels, “D ie englische Z eh n stu n d en b ill” (en la de lim itación.” (R eports . . . 30tli A p ril 1852, p. 14.)
N e u e R heinische Z eitung. P olitisch-Ö konom ische R ev u e , editada 171 R e p o r t s . . . 30th S ep tem b er 1844, p. 13.
por m í. C u a d ern o de abril de 1850, p. 13). El m ism o trib u n al 172 Ibídem .
"su p erio r" de justicia descubrió tam bién, d u ra n te la g u erra civil 17i “T h e delicate texture of the fabric in w hich they were
n o rtea m e rica n a, una am b ig ü ed ad verbal que c onvertía la ley contra em ployed requiring a ¡ightness o f touch, o nly to be acquired by
el e q u ip a m ie n to de naves p iratas exactam ente en su con trario . th eir e arly intro d u ctio n to these fa eto n es." R e p o r ts .. . 31st Octo-
lliS R e p o r t s .. . 3 0th A p ril 1850. ber 1846, p. 20.

352 353
los niños por sus delicados dedos, exactamente como al semestralmente reiteradas, este abuso se sigue cometiendo
ganado en el sur de Rusia por el cuero y el sebo. En 1850, en el momento actual.17“
finalmente, el privilegio concedido en 1844 se limitó a las La ley de 1850 sólo en el caso de “personas jóvenes y
secciones de torcido y devanado de seda, aunque aquí, para mujeres” convirtió el período en 15 horas que va de las
indemnizar al capital despojado de su “libertad”, se aumen­ 5.30 de la mañana a las 8.30 de la noche, en período de
tara de 10 a 10 V2 horas el tiempo de trabajo de los niños 12 horas entre las 6 de la mañana y las 6 de la tarde.
de 11 a 13 años. Pretexto: “En las fábricas de seda el No lo hizo, por tanto, en el caso de los niños, que siguieron
trabajo era más liviano que en las demás fábricas y en siendo utilizables V2 hora antes del comienzo y 2 V2 horas
modo alguno tan perjudicial para la salud” .174 La investi­ después del término de ese período, si bien la duración
gación médica oficial demostró más adelante, por el contra­ total de su trabajo no debía exceder de 6 V2 horas. Du­
rio, que “la tasa media de mortalidad es elevadisima en los rante la discusión de la ley, los inspectores fabriles pre­
distritos sederos, y entre la parte femenina de la población sentaron al parlamento una estadística sobre los infames
más alta incluso que en los distritos algodoneros de Lan- abusos relacionados con esa anomalía. En vano, sin em­
cashire” . 17f' Pese a las protestas de los inspectores fabriles, bargo. En el fondo, acechaba la intención de volver a ele­
var a 15 horas, en los años de prosperidad, la jornada
174 R e p o r ts . . . 31st O ctober 1861, p. 26. laboral de los obreros adultos, utilizando a tal fin a los
175 Ib íd em , p. 27. En general, la p oblación o b re ra sujeta a la
niños. La experiencia de los 3 años siguientes mostró que
ley fab ril ha m ejo rad o m u ch o en lo físico. T o d o s los testim onios esa intentona habría de fracasar gracias a la resistencia
m édicos coinciden al respecto, y m is p ro p ias o bservaciones p erso ­ de los obreros varones adultos.177 Por ello, la ley de
nales, efec tu a d a s en distin to s períodos, m e h a n p e rsu ad id o de ello. 1850 se complementó finalmente en 1853 con la prohi­
N o obstante, y si p rescindim os de la altísim a tasa de m o rta lid a d
de los niños d u ra n te sus p rim ero s años, los inform es oficiales del
bición de “emplear niños por la mañana antes y por
d o c to r G re en h o w re v elan las desfavorables condiciones de salu­ la noche después de las personas jóvenes y mujeres” .
b ridad en los d istrito s fab riles, c o m p a rad o s con “ distritos agrícolas A partir de entonces, con pocas excepciones, la ley fabril
de sa lubridad n o rm a l”. R eproducim os, a m o d o de ejem plo, el de 1850 reguló la jornada laboral de todos los obreros
siguiente c u a d ro to m a d o de su infórm e de 1861:
en los ramos industriales sometidos a ella.178 Desde la

l7,i E s conocida la ren u en cia con que los “ lib recam b istas” in­
a 0 a gleses ren u n ciaro n a los aran celes que protegían la m an u factu ra
bre del

■'s „ 3 ^ . sedera. E n lu g ar de la protección c o n tra la im p o rtació n francesa,


e i s 5 “ r! e g § » se valen a h o ra de la fa lta de protección a los niños de las fáb ricas
^*• 3.2 2 aS.SL’X
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r- s « -o. ví -c i?:1« S c Q £ S G 177 R e p o r t s . . . 30th A p ril 1853, p. 30.
178 D u ra n te 1859 y 1860, añ o s en que la in d u stria algodonera
inglesa a lc an z a su apogeo, algunos fa b rican tes, m ediante el se­
14,9 598 W igan 644 18,0 Algodón ñuelo de salarios m ás elevados por las horas ex tras, p ro c u ra ro n
42,6 708 Blackburn 734 34,9 ídem que los hilanderos varones adultos, etc., se p ro n u n c ia ran por la
37,3 547 Halifax 564 20,4 Estam bre p rolongación de la jo rn a d a lab o ral. Los hand-m ule spinners y self-
41,9 611 B radford 603 30,0 ídem actor m inders [tejedores m an u ales y op erad o res de las h iladoras
31,0 691 M acclesfield 804 26,0 Seda a u to m áticas] pusieron fin al ex p erim en to con un m em orial dirigido
14,9 588 Leek 705 17.2 , ídem a sus p atro n es, en el cual en tre o tra s cosas decían: "H a b la n d o con
36.6 721 Stoke-upon- fra n q u e z a , nuestras vidas son p a ra nosotros una carga, y m ientras
T rent 665 19,3 Loza estem os e n ca d en a d o s a la fá b ric a casi dos d ías” (2 0 horas) “m ás
30,4 726 W olstanton 727 13.9 ídem p o r sem ana que los dem ás o b re ro s [. ..], nos sentirem os com o
O cho distri­ ilotas en este p aís y nos re p ro c h a rem o s a nosotros m ism os el p e r­
tos agrícolas p e tu a r un sistem a física y m o ralm en te nocivo para nosotros y
305 salubres 340
nuestros descendientes . . . La p resente, por tan to , es p a ra com uni­
carles m uy respetuosam ente que a partir del p rim ero de año no

354 355
promulgación de la primera ley fabril había transcurrido da era una nueva conquista característica de su “ciencia” .182
medio siglo.179 Es fácil de comprender que, una vez que los magnates
Con la “Printworks A c t” (ley sobre los talleres de es­ fabriles debieron aceptar lo inevitable y conciliarse con
tampado de telas) de 1845, la legislación se extendió por ello, la capacidad de resistencia del capital se debilitó gra­
primera vez más allá de su esfera originaria. ¡Cada línea de dualmente, mientras que la acometividad de la clase obrera
la ley denota el desagrado con que el capital toleró esta se acrecentó con el número de sus aliados en las capas so­
nueva “extravagancia” ! Se limita a 16 horas, entre las 6 ciales no interesadas directamente en el problema. De ahí el
de la m añana y las 10 de la noche, sin ninguna pausa legal progreso, relativamente rápido, que tuvo lugar desde 1860.
para las comidas, la jornada laboral de los niños de 8 a Las tintorerías y talleres de blanqueo181 quedaron so­
13 años y de las mujeres. La ley permite que se haga
metidos en 1860 a la ley fabril de 1850; las fábricas de
trabajar discrecionalmente, día y noche, a los obreros varo­
puntillas y las de medias en 1861. A resultas del primer
nes mayores de 13 años.180 Se trata de un aborto parla­
informe de la “Comisión acerca del trabajo infantil"
m entario.181 (1 8 6 3 ), cupo el mismo destino a la manufactura de todos
El principio había triunfado, no obstante, con su victo­
los artículos de cerámica (no sólo las alfarerías), fósfo­
ria en los grandes ramos industriales que eran la r natura ros, pistones de cápsulas, cartuchos, papel de empapelar,
más genuina del modo de producción moderno. Su m ara­ al tundido de pana (fustian cutting), y muchos procesos
villoso desarrollo de 1853-1860, efectuado a la par del comprendidos bajo el término de “finishing” (último apres-
renacimiento físico y moral de los obreros fabriles, saltaba
a la vista del más miope. Los mismos fabricantes a los que
medio siglo de guerra civil, paso a paso, había arrancado i 8s p or ejem plo, e n tre otros, el señor W illiam N ew m arch,
c o la b o rad o r y ed ito r de la H islo ry o f Prices, de T ooke. ¿Es un
las limitaciones y normas legales de la jornada laboral, progreso c ientífico hacer tem erosas concesiones a la opinión
señalaban ufanos el contraste con los dominios en que la pública?
explotación era aún “libre”.182 Los fariseos de la “econo­ 181 L a ley de talleres de b lanqueo y tin to re ría s, p rom ulgada
mía política” proclamaban ahora que el reconocimiento de en 1860, d eterm in ó que la jo rn a d a lab o ral se re d u je ra el IV de
la necesidad de una jornada laboral legalmente reglamenta- agosto de 1861 a 12 horas, pro v iso riam en te, y el IV de agosto de
1862 d efinitivam ente a 10 h o ras, esto es, 10 Vi los días de sem ana
y 1 Vi los sábados. A h o ra bien, cuan d o sobrevino el m al a ñ o de
1862, se rep itió la vieja farsa. Los señores fab rican tes solicitaron
trab a ja re m o s ni un m in u to m ás de 60 h o ra s p o r sem ana, de 6 de al p a rla m e n to que to le ra ra por un solo a ñ o m ás la jo rn ad a de
la m a ñ a n a a 6 d e la tard e , descontando las p au sas legales de 1 Vi 12 h o ras p a ra las personas jóvenes y m u je re s . . . “E n la situación
h o ra s” . (R eports . . . 30th A p ril 1860, p. 30.) actu al de la in d u stria ” (era en la época de escasez de algodón)
179 C o n respecto a los m edios que la red acció n de esta ley “con stitu iría un g ran beneficio para los trab a ja d o re s que se les
ofrece p a ra su transgresión, véase el inform e p a rla m e n ta rio F ae­ p e rm itie ra tra b a ja r 12 h o ras diarias y gan ar ta n to salario com o
to n e s R egnlation A c ts (9 de agosto de 1859) y en el m ism o la p ro ­ sea posible . . . E n la c ám ara baja ya se h ab ía presen tad o una ley
p uesta de L eo n ard H o rn e r Suggestions fo r A m e n d in g the F actory a estos efectos. L a m ism a fue re ch a za d a gracias, principalm ente,
A c ts lo enable the ¡nspectors to P revent 1Ilegal W orking, N o w a la agitación de los o b rero s en las blanquerías de E sco cia.” (R e­
B ecom e V ery P revalent. p orts . . . 31st O ctober 1862, pp. 14, 15.) D e rro ta d o de este m odo
leo “ D u ran te el ú ltim o sem estre” (1857) “e n m i d istrito en p o r los propios obreros en cuyo nom bre presum ía h a b la r, el capital
realidad se h a ex te n u ad o de trab a jo a niños de 8 y m ás años, de 6 d e sc u b rió a h o ra, con la ayuda de los anteojos de ciertos juristas,
de la m añ a n a a 9 de la noche." (R eports . . . 31st O ctober 1857, que la ley de 1860, re d ac ta d a al igual que todas las disposiciones
página 39.) p a rla m e n tarias de "pro tecció n del tra b a jo ” en cláusulas retorcidas
IKI “Se adm ite que la ley sobre talleres de e stam p ad o de telas y anfibológicas, b rin d ab a un pretex to p a ra excluir de sus alcances
es un fracaso, ta n to en lo que respecta a sus m edidas educacionales a los "c ale n d ere rs” [aprensadores] y “finishers" [aprestadores]. C o ­
com o en lo relativo a las de protección." (R ep o rts . . . 31st O ctober m o siem pre vasalla fiel del capital, la ju d icatu ra inglesa sancionó
1862, p. 52.) la leguleyería m ediante la corte de “C o m m o n P leas" [tribunal de
182 Así, p o r ejem plo, E dm und P o tter en c a rta al T im e s del lo civil], "H a suscitado g ran d escontento entre los obreros [. . .] y
24 de m arzo de 1863. El T im e s le reco rd ó la re v u elta de los fa b ri­ es m uy d e plorable que, so p retex to de una definición verbal d efec­
cantes contra la ley de diez horas. tuosa. se fru stre la c lara intención del legislador." (Ib íd e m , p. 18.)

356 357
to). En 1863 quedaron sometidas a leyes especiales las tiazun con arrebatar la “libertad” a todos los ramos
“blanquerías al aire libre” 185 y la panificación; la primera industriales ingleses importantes, con excepción de la agri­
prohíbe, entre otras cosas, el trabajo nocturno de niños, cultura, las minas y los transportes.185bis
personas jóvenes y mujeres (de 8 de la noche a 6 de la
m añana), y la segunda ley veda la utilización de aprendices
panaderos menores de 18 años entre las 9 de la noche y las 7. La lucha por la jornada normal de trabajo.
5 de la mañana. Más adelante volveremos sobre las pro­ Repercusión de la legislación fabril inglesa en otros países
puestas posteriores de la comisión citada, las cuales ame-
El lector recordará que la producción de plusvalor o
188 L os p ro p ietario s de “b lan q u erías al aire lib re ” se h ab ían la extracción de plustrabajo constituye el contenido y obje­
sustraído a la ley de 1860 sobre “talleres d e b la n q u e o ” g racias a la
falsedad de que no e m p le ab a n m ujeres d u ra n te la noche. Los
tivo específicos de la producción capitalista, abstrayendo
inspectores fabriles p u sie ro n la m en tira al descubierto, y al m ism o por entero cualquier transformación, resultante de la su­
tiem p o las peticiones o b re ra s p riv aro n al p a rla m e n to de las b u có ­ bordinación del trabajo al capital, que se opere en el modo
licas ideas q u e h a b ía p ro fe sa d o con resp ecto a las “b lan q u erías al de producción mismo. Recordará que desde el punto de
aire lib re ” . E n estas aéreas blan q u erías se em p le an c á m a ra s de se­
vista desarrollado hasta aquí, sólo el trabajador indepen­
c a d o a una te m p e ra tu ra oscilante e n tre los 90° y 100° F a h re n h e it"
e n las que trab a ja n p rin cip alm en te m uchachas. “C o o lin g ” (refrig era­ diente, y por tanto legalmente calificado para actuar
ción) es el térm in o técnico que designa las salidas ocasionales al por sí mismo, celebra como vendedor de mercancías un
aire libre, fu e ra del secador. “Q uince m u ch ach as en los secadores. contrato con el capitalista. Por ende, si en nuestro bos­
U n a tem p e ra tu ra de 80° a 9 0 ° h p a ra el lienzo, de 100°° y m ás quejo histórico les corresponden papeles protagónicos
p a ra las b atistas. D oce m u ch ach as p lan c h an y pliegan (las batistas,
e tc éte ra) en un c u a rtito de a p ro x im ad a m en te 1 0 p ie s '1 p o r 1 0 pies, en por un lado a la industria moderna, por el otro al trabajo
c uyo c en tro hay u n a estufa co m pletam ente c erra d a. Las m uchachas de personas física y jurídicamente menores de edad, la
están de p ie a lre d ed o r de la estufa, que irra d ia un calor terrible y primera sólo cuenta para nosotros como esfera especial, y
seca ráp id am en te las b atistas p a ra las p lan c h ad o ra s. El h o ra rio el otro sólo como ejemplo particularmente contundente
de trab a jo de esta m a n o de o b ra es ilim itado. C u a n d o e stán
a ta rea d a s, trab a ja n h asta las 9 y las 12 de la noche d u ra n te m u ­ del succionamiento de trabajo. No obstante, sin anticipar
chos días seguidos.” (tb íd e m , p. 56.) U n m édico declara: “N o se la exposición posterior, de ía mera interconexión de los
conceden h o ra s especiales p a ra re frescarse, p e ro si la tem p e ra tu ra hechos históricos se desprende lo que sigue:
se vuelve excesivam ente in soportable o las m an o s de las o b re ra s Primero: El ansia del capital por una prolongación
se im pregnan de tran sp iració n , se les p erm ite salir u nos pocos
m inutos . . . M i ex periencia [ .. .] en el tra ta m ie n to de las e n fe r­
desmesurada y despiadada de la jornada laboral se sacia
m edades que a fec ta n a estas ob re ra s m e obliga a m an ifestar que
su estado de salud es m u y inferior al de las hilanderas de algodón ”
(¡y el capital, en sus peticiones al p a rla m e n to , las h a b ía p in ta d o riam ente a los joviales p ro p ietario s de “blan q u erías al aire lib re ” :
con los p inceles de R ubens, com o si v endieran salud!). “L as e n fe r­ “L a ley no sólo fa lla al no o to rg ar a los o b rero s la protección
m edades m ás o bservables entre ellas son la tisis, b ronquitis, afec­ que p arece conceder . . . E stá fo rm u la d a de tal m an e ra que sólo
ciones uterin as, h isteria en sus fo rm as m ás atroces y reum atism o. b rin d a protección cuan d o se sorprende a niños y m ujeres tra b a ­
C re o que todas éstas derivan, d irecta o ind irectam en te, del aire jan d o después de las 8 de la noche, e incluso e n to n c es el m étodo
re ca le n tad o de los lugares de trab a jo y de la care n cia de suficiente de p ru e b a prescrito es tan co m plicado que difícilm ente puede
castigarse la in frac ció n ” . (tb íd e m , p. 52.) “ [. ..] E n cu an to ley
ro p a de abrigo que, d u ra n te los m eses de invierno, p ro teja de la
con objetivos h u m an itario s y educacionales, h a frac a sa d o por e n te ­
a tm ó sfe ra fría y h ú m ed a a las o b re ra s c u an d o reg resan a sus
ro; difícilm ente pueda llam arse h u m an itario perm itir, o lo que
casas.” [tbídem , pp. 56, 57.) Los inspectores fa b riles observ an lo
tanto da, com peler a m ujeres y niños a tra b a ja r diariam en te 14
siguiente con respecto a la ley de 1863, a rra n c a d a com plem enta-
y quizás aun m ás horas, con o sin tiem po p a ra las com idas, según
venga bien, sin lím ite alguno relativ o a la ed ad , sin diferenciación
de sexos y sin m ira m ie n to s p o r los hábitos sociales de las fam ilias
“ E n tre 32,1° y 37,7° C.
de la c o m a rca en la que e stán situadas las b lan q u e ría s.” [Re-
" D e 26,7° a 32,1° C.
p o r t s . . . 30th A p ril 1863, p. 40.)
" 37,7° C. iar.bis N o ta a la 2^ edición. — D esde 1866, fech a e n que escri­
'• A p ro x im ad am en te 3 m etros.
bí lo que figura en el texto, se h a op erad o nuevam ente una reacción.

358 359
Segundo: La historia de la regulación de la jornada la­
ante todo en las industrias primeramente revolucionadas por boral en algunos ramos de la producción, y en otros la lucha
el agua, el vapor y la maquinaria, en esas primeras crea­ que aún dura en pro de esa reglamentación, demuestran de
ciones del modo de producción moderno, en las hilanderías manera tangible que el trabajador aislado, el trabajador
y tejedurías de algodón, lana, lino, seda. El modo de pro­ como vendedor “libre” de su fuerza de trabajo, sucumbe
ducción material transmutado y las relaciones sociales de necesariamente y sin posibilidad de resistencia una vez que
los productores, modificadas correlativamente,18(5 generan la producción capitalista ha alcanzado cierto grado de
primero las extralimitaciones más desmesuradas y provocan madurez. La fijación de una jornada laboral normal es,
luego, como antítesis, el control social que reduce, regula y por consiguiente, el producto de una guerra civil prolonga­
uniforma legalmente la jornada laboral con sus intervalos. da y más o menos encubierta entre la clase capitalista y
El control aludido aparece, pues, durante la primera mitad la clase obrera. Así como la lucha se entabla primero en
del siglo xix, tan sólo bajo la modalidad de leyes de excep­ el ámbito de la industria moderna, se desenvuelve por vez
ción.™' No bien hubo conquistado el territorio primitivo primera en el suelo patrio de esta última: Inglaterra.1''0
del nuevo modo de producción, se encontró con que en el Los obreros fabriles ingleses no sólo fueron los adalides
ínterin no sólo otros muchos ramos de la producción habían de la moderna clase trabajadora inglesa, sino de la clase
ingresado al régimen fabril propiamente dicho, sino que obrera moderna en general, así como sus teóricos fueron
manufacturas con un modo de explotación más o menos los primeros en arrojar el guante a la teoría del capital.191
anticuado, como las alfarerías, cristalerías, etc., artesanías De ahí que el filósofo fabril Ure denuncie, como mácula
arcaicas como la panificación y, finalmente, incluso el indeleble de la clase obrera inglesa, el que la misma haya
disperso trabajo llamado domiciliario como la fabricación
de clavos, etc.,188 habían caído en poder de la explotación um Bélgica, el paraíso del liberalism o co n tin e n ta l, no revela
capitalista, ni más ni menos que la fábrica. La legislación, h u ella alguna de ese m ovim iento. Incluso en sus m inas de carbón
v de m etales son consum idos o b re ro s de uno u o tro sexo y de
por consiguiente, se vio obligada a despojarse paulatina­ cu alq u ier edad, con ab so lu ta “ lib e rtad ” en todo lo que respecta a
mente de su carácter excepcional o, allí donde como en duración y períodos deI trabajo. P or cada 1.000 personas ocupadas
Inglaterra procede conforme a la casuística romana, tuvo en las m inas hay 733 hom bres, 8 8 m ujeres, 135 m uchachos y 44
que declarar discrecionalmente que toda casa en la que m u ch ach as m enores de 16 años; en los altos hornos, etc., por
cada 1.000 hay 6 6 8 hom bres, 149 m ujeres, 98 m uchachos y 85
se trabajaba era una fábrica (factory).189 m u ch ach as m enores de 16 a ñ o s.“ A gréguese a esto un salario infe­
rior pago por una enorm e explotación de fu e rz a s de trab ajo
m ad u ras e inm aduras, un p rom edio diario de 2 chelines 8 peniques
1811 “ La conducta de cada una d e esas clases" (capitalistas y
para los hom bres, 1 chelín 8 peniques p a ra las m ujeres, I chelín
obreros) “e ra el re su lta d o de la situación respectiva en que se
2 Vi peniques para los m uchachos. P ero a cam bio de ello, en 1863
h a lla b an co lo cad as." (R ep o rts . . . 3 Is t O ctober 1848, p. 113.)
Bélgica casi ha d u p licad o en volum en y valor, con respecto a 1850,
187 “ L as ocupaciones sujetas a restricción e stab a n v inculadas a
su e x p o rta ció n de c arb ó n , hierro, etcétera.
la m a n u fa c tu ra de p ro d u c to s textiles con la ayuda del v apor o de la 191 C u a n d o R o b ert O w en, poco después del prim er decenio de
fu erza hid ráu lica. P ara que una actividad laboral q uedase suje­ este siglo, no sólo expuso en teo ría la necesidad de restringir la
ta a las inspecciones fa b riles tenía q u e satisfacer dos condicio­ jo rn a d a lab o ra l sino que im plantó realm en te la jo rn ad a de 10
nes, a saber: el em pleo de fu erza de vap o r o hidráu lica y la e la b o ­ h o ras en su fá b ric a de N ew -L anark, se ridiculizó esa m edida
ració n de c iertas fib ras especificadas." (R e p o r ts . . . 3 l s t O ctober tac h án d o la de utopía com unista, exactam ente lo m ism o que a su
1864, p . 8 . )
“co m binación de tra b a jo p roductivo y e'ducación in fan til” y ex ac­
188 En to rn o a la situación de esas llam ad as industrias d o m i­ tam en te lo m ism o q u e a las em presas c o o p erativ as de obreros,
ciliarias, véase el riq u ísim o m aterial que contienen los últim os fu n d a d as p o r él. Hoy en d ía la p rim era utopía es una ley fabril,
inform es de la C hild ren 's E m p lo y m e n t C om m ission. la segunda figura com o frase oficial en todas las “F a c to ry A cts ’ y
189 “L as leyes del últim o período de sesiones” (1864) “a b arc an la terc era sirve incluso co m o c o b ertu ra de m aquinaciones reac­
una serie de actividades en las que im peran hábitos m uy diferentes, cionarias.
y el uso de fuerza m ecánica p a ra m ovilizar la m aq u in aria ya no
es, com o antes, u n o de los elem entos necesarios p a ra que una
industria, a los efectos de la ley, constituya una «fábrica»." (R e ­ “ D a to s c orregidos según la 4? edición.
p o rts . . . 3 l s t O ctober 1864. p. 8 .)
361
360
inscrito “la esclavitud de las leyes fabriles” en las banderas ñores y mujeres, y que sólo en los últimos tiempos ha sido
que levanta contra el capital, mientras que éste lucha reivindicado como derecho general.199
virilmente por “(a plena libertad de trabajo” .192 En los Estados Unidos de Norteamérica todo movi­
Francia renguea lentamente a la zaga de Inglaterra. miento obrero independiente estuvo sumido en la parálisis
Fue necesaria la Revolución de Febrero para que naciera mientras la esclavitud desfiguró una parte de la república.
la ley de doce horas,193 mucho más defectuosa que su origi­ F.l trabajo cuya piel es blanca no puede emanciparse allí
nal inglés. Pese a ello, el método revolucionario francés donde se estigmatiza el trabajo de piel negra. Pero de la
hace valer sus peculiares ventajas. De un golpe dicta el muerte de la esclavitud surgió de inmediato una vida nueva,
mismo límite de la /ornada laboral a todos los talleres y remozada. El primer fruto de la guerra civil fue la agitación
fábricas, sin distinción, mientras que la legislación inglesa por las ocho horas, que calzándose las botas de siete leguas
cede con renuencia a la presión de las circunstancias, ora de la locomotora avanzó a zancadas desde el Océano
en este punto, ora en el otro y se presta a que se genere Atlántico hasta el Pacífico, desde Nueva Inglaterra hasta
toda clase de nuevos embrollos jurídicos.194 Por otra parte, California. El Congreso General del Trabajo, reunido en
la ley francesa proclama como principio lo que en Inglate­ Baltimo e (16 de agosto de 1 8 6 6 )11,71 declara: “La primera
rra únicamente se conquista en nombre de los niños, me- y gran necesidad del presente, para librar de la esclavitud
capitalista al trabajo de esta tierra, es la promulgación de
una ley con arreglo a la cual las ocho horas sean la jornada
192 U re (trad u cció n francesa), P hilosophie des m anufactures,
París, 1836, t. n, pp. 39, 40, 67, 77, etcétera. laboral normal en todos los estados de la Unión norteame­
193 E n el co m p te rendu [inform e] del C ongreso In tern a cio n a l
ricana. Estamos decididos a emplear todas nuestras fuerzas
de E stadística re u n id o e n P arís en 1855, se dice e n tre o tra s cosas: hasta alcanzar este glorioso resultado” .190 Simultáneamente
"L a ley fran cesa que reduce a 12 horas la d uración del trab a jo (principios de setiembre de 1866), el Congreso Obrero
d iàrio en fá b ric a s y talleres, no c ircunscribe este tra b a jo dentro Internacional de Ginebra adoptó la siguiente resolución,
de horas fija s" (períodos), “ puesto que sólo p a ra el trab a jo in fan ­
til se p re ce p tú a e l p e río d o e n tre las 5 de la m añ a n a y las 9 de a propuesta del Consejo General de Londres: “Declaramos
la noche. De ahí que una p a rte de los fa b ric an te s se aproveche que la restricción de la jornada laboral es una condición
del d e rec h o q u e ese om in o so silencio les concede, y salvo q u izás los previa, sin la cual han de fracasar todos los demás esfuerzos
dom ingos haga tra b a ja r a sus o b re ro s sin interrupción, día tras por la em ancipación. . . Proponemos 8 horas de trabajo
d ía. U tilizan p a ra ello dos tu rn o s d iferentes de obreros, de los
cuales ninguno pasa en el taller m ás de 12 h o ras, p ero la actividad como límite legal de la jornada laboral”, 11381
del e stab lecim ien to d u ra día y noche. L a ley h a q u e d ad o satisfe­
cha, ¿pero tam bién la h u m a n id a d ? ” A dem ás de “la influencia 193 D e esta suerte, fin alm en te, los inspectores fab riles se aven­
p e rniciosa del tra b a jo n o c tu rn o sobre el organism o h u m a n o ” , se tu ran a decir: "E stas objeciones” (del capital c o n tra la restricción
pone tam bién de relieve “el influjo funesto de la asociación noc­ legal del tiem p o de tra b a jo ) “ deben ceder an te el g ra n principio de
tu rn a en tre a m b o s sexos en los m ism os talleres m alam ente ilu­ los derechos del tra b a jo . . . Llega un m om ento en que cesa el
m in a d o s” . derecho del p a tró n sobre el tra b a jo de su ob rero , y en que éste,
a u n q u e todavía no esté exhausto, puede disponer de su tiem po".
101 “ Por ejem plo, en m i distrito, en los m ism os edificios
fabriles, un m ism o fa b ric an te es b lan q u e ad o r y tin to re ro bajo la [ R e p o r ts . . . 3 l s t O ctober 1862, p. 54.)
hkí "N osotros, los o b re ro s de D u n k irk , d e claram o s que la d u ­
«Ley de b lan q u erías y tin to rerías» , e stam p ad o r bajo la «Print
ración del tiem po de trab a jo requerida bajo el actu al sistem a es
W orks A ct» y finisher bajo la «Ley F a b ril» . . .” (R eport of
d em asiado grande y, que lejos de d e ja r al o b re ro tiem po p a ra el
M r. R edgrave" ¡n R e p o r ts . . . 3 l s t O ctober 1861, p. 20.) T ra s e n u ­
reposo y la educación, lo sum e en una condición de servidum bre
m era r las diversas disposiciones de estas leyes [y p o n e r de relieve] que es poco m ejor q u e la escla vitu d (a co n d itio n o f servitude but
la com plicación resultante, dice el señor R e d g rav e :“ “Se verá lo difí­ little better th an slavery). P o r eso decim os que 8 horas son sufi­
cil q u e tiene que ser g a ra n tiz a r el cum plim iento de esas 3 re so lu ­
cientes p a ra una jo rn a d a lab o ral y que tienen q u e ser legalm ente
ciones del p a rla m e n to cuando el fa b ric an te opta p o r tran sg red ir la reconocidas com o suficientes; [. ..] lla m ar en nu estra ayuda a la
ley". [Ibidem , p. 21.] P ero lo q u e se g aran tiza con esto a los señores prensa, esa poderosa p a la n ca . . . y co n sid erar a to d o s los que re h ú ­
a bogados es . . . procesos.
sen esa ayuda com o enem igos de la refo rm a del trab ajo y de los
d erech o s o b re ro s." (R esoluciones de los o b re ro s en D unkirk, estado
" En la 4? edición, “ B aker” en vez de “R edgrave” . de N ueva Y ork, 1866.)

362 363
lugar del pomposo catálogo de los “derechos humanos
El movimiento obrero, crecido instintivamente en las inalienables” hace ahora su aparición la modesta Magna
dos orillas del Océano Atlántico a partir de las condiciones Charta11401 de una jornada laboral restringida por la ley,
de producción mismas, corroboraba de este modo la sen­ una carta magna que “pone en claro finalmente cuándo
tencia del inspector fabril inglés Robert John Saunders: termina el tiempo que el obrero vende, y cuándo comienza
“Nunca podrán darse nuevos pasos hacia una reforma de el tiempo que le pertenece a sí mism o''.21" ‘Quantum muta-
la sociedad, a menos que se limiten las horas de trabajo tus ab illo! [¡Qué gran transform ación!]11411
y se imponga el respeto estricto al límite preceptuado” .1117
Es preciso reconocer que nuestro obrero sale del pro­
ceso de producción distinto de como entró. En el mercado
se enfrentaba a otros poseedores de mercancías como po­
seedor de la mercancía “fuerza de trabajo” : poseedor de
mercancías contra poseedor de mercancías. El contrato por
el cual vendía al capitalista su fuerza de trabajo demos­
traba, negro sobre blanco, por así decirlo, que había
dispuesto libremente de su persona. Cerrado el trato se
descubre que el obrero no es “ningún agente libre” , y que
el tiempo de que disponía libremente para vender su fuerza
de trabajo es el tiempo por el cual está obligado a vender­
l a ; 198 que en realidad su vampiro no se desprende de él
“mientras quede por explotar un músculo, un tendón, una
gota de sangre” . '99 Para “ protegerse” contra la serpien­
te de sus tormentos, i" 9' los obreros tienen que confe­
derar sus cabezas e imponer como clase una ley estatal, una
barrera social infranqueable que les impida a ellos mismos
venderse junto a su descendencia, por medio de un contrato
libre con el capital, para la muerte y la esclavitud.200 En en m ovim iento m ás allá de un período determ in ad o sin perjudicar
en su salu d y su m o ral a los o b re ro s que em p lea, tos cuales no
están en situación d e protegerse a sí m ism o s.” (lb íd e m , p. 8 .)
197 R ep o rts . . . 31st O ctober 1848, p. 112. 201 “U n a ven taja a u n m ay o r es la distinción, que p o r fin se ha
198 “ E stos pro ced im ien to s” (las m an io b ras del capital, por vuelto clara, entre el tiem po que pertenece al propio obrero y el
ejem plo en 1848-1850), “h a n a p o rtad o ad em ás la prueba incontro­ que es de su patrón. El o b re ro a hora sabe cuándo term ina el tiem ­
vertible de lo fa la z que es la afirm ación, tan ta s veces fo rm u la d a, p o que vende, y cuándo com ienza el suyo propio, y al ten e r un
según la cual los ob rero s n o necesitan protección, sino que debe co nocim iento p revio y seguro d e esta circunstancia, está e n con­
considerárselos com o personas actuantes que disponen librem ente diciones de disp o n er p o r a nticipado de sus propios m inutos p a ra sus
de la única propiedad que poseen: el trabajo de sus m anos y el p ro p io s fines.” (lb íd e m , p. 52.) “ Al convertirlos en dueños de su
sudor de su fren te .” (R ep o rts . . . 30th A p ril 1850, p. 45.) “E l traba­ p ropio tiem p o ” , (las leyes fabriles) “ les han infu n d id o una energía
jo libre, si así puede llam árselo, incluso en un país libre requiere m oral que los está o rien tan d o h acia una posible to m a del p oder
p a ra su protección el fu erte brazo de la ley.” (R e p o r ts . . . 31st O c­ p olítico .” (lb íd e m , p. 47.) C o n con ten id a iro n ía y giros m u y cir­
tober 1864, p. 34.) “P erm itir, o lo que tanto da, com peler . . . a cunspectos, los inspectores fab riles insinúan que la actu al leyy de
tra b a ja r d iariam en te 14 h o ra s, con o sin tiem po p a ra las com idas”, diez h o ras tam bién ha liberado a los capitalistas, hasta cierto
etcétera. (R e p o r ts . . . 30th A p ril 1863, p. 40.) punto, d e su b ru ta lid a d n a tu ra l en cu an to m era en carn ació n del
capital y les h a concedido tiem po p a ra “cultiv arse" ellos m ism os.
199 F . E ngels, “ D ie englische . . .", p. 5.
A n te rio rm en te , "el em p re sa rio no tenía tiem po p a ra n ada q u e no
-°° L a ley de diez horas, en los ram o s in dustriales p o r ella fuese e l dinero; el o b re ro p a ra nada que no fu e ra el trabajo".
protegidos, “ha salvado a los o b re ro s de una degeneración total y
(lb íd e m , p. 48.)
protegido su salud física". (R eports . . . 31st O ctober 1859, p. 47.)
“ El c ap ital" (en las fábricas) “nunca puede m an te n er la m aq u in aria 365

364
CAPÍTULO IX

TASA Y MASA DEL PLUSVALOR

Como hasta aquí, suponemos en este capítulo que el


valor de la fuerza de trabajo, o sea de la parte de la jornada
laboral necesaria para la reproducción o conservación de
la fuerza de trabajo, es una magnitud dada, constante.
Una vez presupuesto esto, con la tasa del plusvalor
queda dada a la vez la masa del plusvalor que el obrero
individual suministra al capitalista en determinado período.
Si, a modo de ejemplo, el trabajo necesario asciende diaria­
mente a 6 horas, expresadas en una cantidad de oro equi­
valente a 3 chelines = 1 tálero, tendremos que el tálero
es el valor diario de una fuerza de trabajo, o el valor del
capital adelantado en la compra de una fuerza de trabajo.
Si, además, la tasa del plusvalor es de 100 % , este capital
variable de 1 tálero producirá una masa de plusvalor de
1 tálero, o bien el obrero producirá diariamente una masa
de plustrabajo de 6 horas.
El capital variable, empero, es la expresión dineraria
correspondiente al valor total de todas las fuerzas de traba­
jo que el capitalista emplea simultáneamente en un proceso
de producción determinado. Si el valor diario de una fuerza
de trabajo es de 1 tálero, será necesario adelantar un
capital de 100 táleros para explotar diariamente 100 fuer­
zas de trabajo, y de n táleros para explotar n fuerzas de
trabajo. El valor del capital variable adelantado será igual,
pues, al valor medio de una fuerza de trabajo, multiplicado
por el número de las fuerzas de trabajo empleadas. Por
consiguiente, si el valor de la fuerza de trabajo está dado,
el monto de valor o la magnitud del capital variable cam-

367
biará con la masa de las fuerzas de trabajo apropiadas o
con el número de los obreros utilizados simultáneamente.3 plotación, y n al número de los obreros utilizados, tendre­
Del mismo modo, si un capital variable de 1 tálero, mos entonces:
el valor diario de una fuerza de trabajo, produce un plus-
valor diario de 1 tálero, un capital variable de 100 táleros v
producirá un plusvalor diario de 100, y uno de n táleros
tf
un plusvalor diario de 1 tálero X n - La masa del plusvalor fX X«
producido es, por tanto, igual al plusvalor que suministra t
la jornada labora) de) obrero individua), multiplicada por Suponemos siempre no sólo que el valor de una fuerza
el número de obreros utilizados. Pero, además, como la de trabajo media es constante, sino también que los obreros
masa de plusvalor producido por el obrero individual utilizados por un capitalista se reducen a obreros medios.
— estando dado el valor de la fuerza de trabajo— , se Hay casos excepcionales, en que el plusvalor producido
determina por la tasa del plusvalor, tendremos entonces: b no aumenta proporcionalmente al número de los trabaja­
la masa del plusvalor producido es igual a la magnitud del dores explotados, pero siendo así tampoco se mantiene
capital variable adelantado multiplicada por la tasa ¿leí constante el valor de la fuerza de trabajo.
plusvalor, o bien se determina por la razón compuesta entre En la producción de determinada masa de plusvalor,
el número de las fuerzas de trabajo explotadas por el mis­ pues, puede compensarse el decrecimiento de un factor
mo capitalista y el grado de explotación de cada fuerzxi por el acrecentamiento de otro. Si mengua el capital varia­
individual de trabajo.c ble y simultáneamente aumenta la tasa de) plusvalor en
Por tanto, si denominamos P a la masa del plusvalor; la misma proporción, la masa del plusvalor producido
p al plusvalor diariamente proporcionado, término medio, se m antendrá inalterada. Si, en los supuestos anteriores, el
por el obrero individual; v al capital variable adelantado capitalista debe adelantar 100 táleros para explotar diaria­
por día para comprar cada fuerza detrabajo; V a la suma mente 100 obreros y la tasa del plusvalor asciende a 50 % ,
total del capital variable; / al valor de una fuerza de trabajo este capital variable de 100 arrojará un plusvalor de 50 a,
t' / plustrabajo \ o sea de 100 X 3 horas de trabajo. Si se duplica la tasa
m edia; ( _____________ | a su grado de ex- del plusvalor, o se prolonga no de 6 a 9 sino de 6 a 12
t \ trabajo necesario / horas la jornada labora), un capital variable reducido a la
mitad, esto es, de 50 táleros, generará de la misma manera
' En la 4? edición, el p á rra fo quedó re d ac ta d o de la siguiente un plusvalor de 50 táleros o de 50 X 6 horas de tra­
m an era: “ El capital variable, em pero, es la expresión d in eraria bajo. La reducción del capital variable, en consecuencia,
corresp o n d ien te al valor total de todas las fu erzas de trab a jo que
el c ap italista em plea sim u ltán eam en te. Su valor será igual, pues,
se puede compensar por el aumento proporcional en el
al valor m edio de una fuerza de tra b a jo , m ultiplicado por el grado de explotación a que está sometida la fuerza de tra­
n ú m ero de fuerzas de tra b a jo em pleadas. P or consiguiente, si el bajo, o, en otras palabras, la reducción en el número de
valor de la fu erza de tra b a jo está dado, la m ag n itu d del capital obreros ocupados es compensable por la prolongación pro­
variable e sta rá e n razón d irec ta de la can tid ad de o b re ro s utiliza­
dos sim u ltán eam en te. Si el v alor diario de una fu erza de trab ajo
porcional de la jornada laboral. Dentro de ciertos límites,
es = 1 tálero , será necesario adelantar u n capital de 1 0 0 táleros como vemos, el aflujo de trabajo explotable por el capital
p ara e x p lo ta r d iariam en te 1 0 0 fuerzas de trab a jo ; de n táleros para es independiente del aflujo de obreros.2"2 A la inversa, la
e x p lo ta r n fuerzas de tra b a jo " .
11 3 ? edición; “ten d re m o s entonces esta ley” : 4 1: edición: "te n ­ Esta ley elem ental parece serles desconocida a los cab a ­
d rem o s entonces esta p rim e ra ley”. lleros de la econom ía vulgar, A rquím edes al revés que creen haber
‘ En la versión fran cesa la segunda pa rte de esta frase dice en co n trad o , en la d e te rm in a ció n de los precios del trab a jo en el
así: “o bien es igual al valor de una fuerza de trab a jo , m ultiplicado m ercad o por la o fe rta y la d em an d a, la p a la n ca no p a ra m over
por el grad o de su exp lo tació n , m ultiplicado por el n úm ero de de sus quicios al m undo, sino p a ra m an ten erlo en reposo.
fu erzas e m p lead as co n ju n ta m e n te ” .
3a y 4? ediciones: “50 tá le ro s” .
368
369
disminución en la tasa del plusvalor deja inalterada la masa dencia, la de producir la mayor masa posible de plusvalor.
del plusvalor producido, siempre que aumente proporcio­ Y a la inversa. Si aum enta la masa de las fuerzas de traba­
nalmente la magnitud del capital variable o el número de jo empleadas, o la magnitud del capital variable, pero no
los obreros utilizados. proporcionalmente a la disminución en la tasa del plusva­
No obstante, la subrogación del número de obreros o lor, mengua la masa del plusvalor producido.
de la magnitud de capital variable por tasa acrecentada Del hecho de que la masa de la mercancía producida
del plusvalor o prolongación de la jornada laboral, presen­ se determine por los dos factores, tasa del plusvalor y
ta límites infranqueables. Sea cual fuere el valor de la magnitud del capital variable adelantado, resulta una ter­
fuerza de trabajo, ascienda a 2 ó a 10 horas el tiempo de cera ley. Una vez dados la tasa del plusvalor o grado de
trabajo necesario para la conservación del obrero, el valor explotación de la fuerza de trabajo y el valor de la fuerza
total que un obrero puede producir día tras día será siem­ de trabajo o magnitud del tiempo de trabajo necesario, se
pre menor que el valor en el que se objetivan 24 horas de desprende de suyo que cuanto mayor sea el capital variable
trabajo, menor que 12 chelines o 4 táleros si ésta es la tanto mayor será la masa del valor y el plusvalor produ­
expresión dineraria de 24 horas de trabajo objetivadas. cidos. Si está dado el límite de la jornada laboral, y asimis­
Conforme a nuestro supuesto anterior, según el cual se mo el límite de su parte necesaria, la masa de valor y
requieren 6 horas de trabajo por día para reproducir la plusvalor que produzca un capitalista individual dependerá
fuerza de trabajo misma o remplazar el valor del capital exclusivamente, como es obvio, de la masa de trabajo que
adelantado para comprarla, un capital variable de 500 ponga en movimiento. Pero ésta, en los supuestos dados,
táleros que emplee 500 obreros a una tasa de plusvalor de dependerá de la masa de fuerza de trabajo o del número
1 0 0 % , o en jornadas laborales de 12 horas, producirá de obreros que aquél explote, y este número estará deter­
diariamente un plusvalor de 500 táleros, o de 6 X 500 minado a su vez por la magnitud del capital variable que
horas de trabajo. Un capital de 100 táleros que emplee haya adelantado. Dados la tasa del plusvalor y el valor de
diariamente 100 obreros a una tasa de plusvalor de 200 % , la fuerza de trabajo, las masas del plusvalor producido es­
o con jornadas laborales de 18 horas, sólo producirá una tarán en relación directa a las magnitudes del capital varia­
masa de plusvalor de 200 táleros, o sea de 12 X 100 horas ble adelantado. Ahora bien, se sabe que el capitalista
de trabajo. Y su producto total de valor, equivalente al divide su capital en dos partes. Una la invierte en medios
capital variable adelantado más el plusvalor, no podrá de producción. Es ésta la parte constante de su capital. La
alcanzar nunca, un día con otro, la suma de 400 táleros, o otra la invierte en fuerza de trabajo viva. Esta parte cons­
de 24 X 100 horas de trabajo. El límite absoluto de la tituye su capital variable. En los diversos ramos de la
jornada laboral media, que por naturaleza será siempre de industria, aunque se basen en el mismo modo de produc­
menos de 24 horas, constituye una barrera absoluta para ción, se encuentran diferentes distribuciones del capital en
compensar el capital variablea aumentando la tasa del partes constante y variable. Dentro del mismo ramo de la
plusvalor, o el número de obreros explotados b aumentando producción varía esa proporción a la par de la base técnica
el grado de explotación de la fuerza de trabajo. Esta tangi­ y de la combinación social del proceso productivo. Pero
ble leyc es importante para explicarse muchos fenómenos cualquiera que sea la proporción en que un capital dado
derivados de la tendencia, que más adelante analizaremos, se descomponga en partes constante y variable — ya sea
del capital a reducir siempre lo más posible el número de la última a la primera como 1 : 2 ; 1 : 10 ó 1 : x— , la ley
obreros por él utilizados — o sea su parte variable invertida recién enunciada no se ve afectada por ello, pues conforme
en fuerza de trabajo— en contradicción con su otra ten- al análisis anterior el valor del capital constante reaparece
por cierto en el valor del producto, pero no en el nuevo
" 4? edición: "la reducción del capital variable". producto de valor creado. Para utilizar a 1.000 hilanderos
'' 4* edición: "la restricción del n úm ero de o b re ro s explotados". se requieren, por supuesto, más materias primas, husos,
' 4? edición: “ segunda ley” . etcétera, que para emplear a 100. Pero suba, baje, se man­

370 371
tenga inalterado, sea grande o pequeño el valor de estos
obrero asciende a 10 horas, la jornada laboral de la socie­
medios de producción adicionales, dicho valor no ejercerá
dad ascenderá a 10 millones de horas. Dada cierta duración
influjo alguno en el proceso de valorización de las fuerzas de
de esta jornada laboral, y es lo mismo que se hayan traza­
trabajo que los ponen en movimiento. La ley enunciada más
do sus límites por motivos de orden físico o de orden
arriba adopta pues la siguiente forma: estando dado el
social, sólo se puede aum entar la masa del plusvalor si se
valor de la fuerza de trabajo y siendo igualmente grande
acrecienta el número de los obreros, esto es, la población
el grado de explotación de la misma, las masas de valor y
obrera. El crecimiento de la población configura aquí el
plusvalor producidas por diversos capitales estarán en ra­
límite matemático para la producción de plusvalor por el ca­
zón directa a las magnitudes de las partes variables de esos
pital total social. Y a la inversa. Estando dada la magni­
capitales, esto es. a sus partes invertidas en fuerza de
tud de la población, ese límite lo conforma la prolonga­
trabajo viva.
ción posible de la jornada laboral.204 Se verá en el próximo
Esta ley contradice abiertamente toda la experiencia capítulo que esa ley sólo rige para la forma del plusvalor
fundada en las apariencias. Todo el mundo sabe que el analizada hasta aquí.
dueño de una hilandería de algodón que, si nos atenemos Del examen que hasta aquí hemos hecho en torno a
a los porcentajes del capital total empleado, utiliza propor­ la producción del plusvalor se infiere que no todas las
cionalmente mucho capital constante y poco capital varia­ sumas de dinero o de valor son convertibles en capital;
ble, no por ello obtiene una ganancia o plusvalor menor para esta conversión está presupuesto, antes bien, que un
que un panadero, quien comparativamente pone en movi­ mínimo de dinero o de valor de cambio se encuentre en
miento mucho capital variable y poco capital constante. las manos del poseedor individual de dinero o de mercan­
Para resolver esta contradicción aparente se requieren aún cías. El mínimo de capital variable es el precio de costo
muchos eslabones intermedios, tal como en el plano del de una sola fuerza de trabajo, que a lo largo de todo el año,
álgebra elemental se necesitan muchos términos medios día tras día, se utilizara para la obtención de plusvalor.
0 Si este obrero poseyera sus propios medios de producción
para comprender q u e puede representar una magnitud y se contentara con vivir como obrero, le bastaría el tiempo
0
necesario para la reproducción de sus medios de subsisten­
rea!. Aunque nunca la haya formulado, la economía clásica
cia, digamos 8 horas diarias. Únicamente necesitaría, pues,
se aferra instintivamente a esa ley, pues se trata de una
medios de producción para 8 horas de trabajo. El capita­
consecuencia necesaria de la léy del valor en general.
lista, en cambio, que además de esas 8 horas le hace
Procura salvarla abstrayéndose violentamente de las con­
ejecutar, digamos, 4 horas de plustrabajo, necesita una
tradicciones del fenómeno. Más adelante -0:i veremos cómo
suma adicional de dinero para adquirir los medios de
la escuela ricardiana ha tropezado en esa piedra del escán­
producción adicionales. Conforme a nuestro supuesto, sin
d alo .1,4,1 La economía vulgar, que “realmente tampoco
embargo, tendría ya que utilizar dos obreros para poder
ha aprendido nada’’, 1,441 aquí como en todas partes se
vivir, con el plusvalor diario del que se apropia, al mismo
atiene a la apariencia, alzándose contra la ley que rige al
nivel de un obrero, esto es, para satisfacer sus necesidades
fenómeno. Cree, por oposición a Spinoza, que “la igno­
mínimas. En tal caso el objetivo de su producción sería
rancia es razón suficiente” . |,4S'
la subsistencia lisa y llana, no el acrecentamiento de la
El trabajo que el capital total de una sociedad pone
en movimiento día por día, puede considerarse como una
2°4 “e i tra b a jo de una sociedad, esto es, su tiem p o económ ico.
jornada laboral única. Si, por ejemplo, el número de los re p resen ta una p o rción d a d a , digam os 10 h o ra s d iarias de un m illón
obreros es de un millón y la jornada laboral media de un de personas, o diez m illones de h o ra s . . . E l cap ital tiene u n lím ite
o p u e sto a su crecim ien to . Este lím ite puede alcanzarse, en cualquier
período dad o , d e n tro de la extensión actu al del tiem po económ ico
211:1 M ás detalles sobre el particular en el libro cu arto . I'-12! que se em p lea.” (A n E ssay on the P nlitical E co n o m y o f N atinas.
L ondres. 1821. pp. 47. 49.)
372 373
riqueza; ahora bien, esto último está implícito en la pro­ La suma mínima de valor de la que debe disponer el
ducción capitalista. Para vivir apenas el doble de bien que poseedor individual de dinero o de mercancías para meta-
un obrero común y reconvertir en capital la mitad del plus- morfosearse en capitalista, varía con las diversas etapas
valor producido, el capitalista tendría que multiplicar por de desarrollo de la producción capitalista y, en una etapa de
ocho el número de obreros y el mínimo del capital adelan­ desarrollo dada, difiere entre las diversas esferas de pro­
tado. Es cierto que él mismo puede, al igual que su obrero, ducción, según sus condiciones técnicas específicas. Ciertas
participar directamente en el proceso de producción, pero esferas de la producción requieren ya en los comienzos de
en ese caso sólo será un híbrido de capitalista y obrero, la producción capitalista un mínimo de capital que aún no
un “pequeño patrón”. Cierto nivel de la producción capita­ se encuentra en manos de un solo individuo. Esto ocasiona,
lista hace necesario que el capitalista pueda dedicar todo en parte, que se concedan subsidios estatales a dichos
el tiempo en que funciona como tal, es decir, como capital particulares, como en Francia en tiempos de Colbert y
personificado, a la apropiación y por tanto al control del como en más de un estado alemán hasta nuestros días, y
trabajo ajeno y a la venta de los productos de este trabajo.200 en parte la formación de sociedades que gozan del mono­
Para impedir coactivamente la transformación del maestro polio legal para la explotación de ciertos ramos industriales
artesano en el capitalista, el régimen gremial de la Edad y comerciales,206 precursoras de las modernas sociedades
Media restringió a un máximo muy exiguo el número de por acciones.
trabajadores a los que podía emplear un solo maestro.
El poseedor de dinero o de mercancías no se transforma
realmente en capitalista sino allí donde la suma mínima No hemos de detenernos a considerar en detalle los
adelantada para la producción excede con amplitud del cambios que experimenta, en el curso de] proceso de pro­
máximo medieval. Se confirma aquí, como en las ciencias ducción, la relación entre el capitalista y el asalariado, ni
naturales, la exactitud de la ley descubierta por Hegel en su tampoco las determinaciones ulteriores del capital. Ponga­
Lógica, según la cual cambios meramente cuantitativos al mos aquí de relieve, simplemente, algunos puntos funda­
llegar a cierto punto se truecan en diferencias cualita­ mentales.
tivas,2056ÍS{Hff] Dentro del proceso de producción, el capital se con­
vierte en mando sobre el trabajo, esto es, sobre la fuerza
200 •*£] a g ric u lto r no debe basarse en su p ropio trab a jo , y si
de trabajo que se pone en movimiento a sí misma, o el
lo hace, sostengo que p e rd e rá con ello. D ebe o cu p arse en la a te n ­
ción general del conjunto; tiene que vigilar a su trillad o r, o p ro n to obrero mismo. El capital personificado, el capitalista, cuida
p e rd erá los salarios p ag ad o s por trigo no trillad o ; ha de observar
a sus segadores, cosechadores, etc.; con stan tem en te tiene que
inspeccionar sus cercos; debe ver que no h a y a negligencia, lo que — P a ra e x p lic ar este aserto, q u e re su lta rá b a stan te oscuro a los no
o c u rriría si estuviera con fin ad o e n un p u n to .” ([John A rb u th n o t,] quím icos, hacem os n o ta r que el a u to r se refiere aquí a las “ series
A n E n q u iry itito the C onnection betw een the Price o f P rovisions. ho m o lo g as” d e h id ro ca rb u ro s, a las que C h a rle s G e rh a rd t designó
and the Size o f F arm s . . . By a F a rm er, L ondres, 1773, p. 12.) así p o r p rim e ra vez, en 1843, y cada u n a d e las cuales tiene su
E sta o b ra es m uy in teresante. P uede estu d iarse e n ella la génesis p ro p ia fó rm u la algebraica. A sí, p o r ejem plo, la serie de las p ara-
del "capitalist fa rm e r" [agricultor capitalista] o “m erch a n t fa rm er" finas: C n H 2n + 2; la de los alcoholes norm ales: C n H 2n + 2 Ó; la
[agricultor com ercial], com o expresam ente se lo denom ina, y p re s­ de los ácidos grasos n orm ales, C n H 2n O , y m uchos otros. E n los
ta r oídos a su a u to g lo rific ac ió n fren te al “sm all fa rm e r” [pequeño ejem plos precedentes, m ediante la adición p u ra m e n te cu antitativa
a g ricu lto r], que e sencialm ente debe tra b a ja r p a ra su subsistencia. de C H , a la fó rm u la m o lecu lar se crea cada vez un cuerpo cuali­
"L a clase d e los capitalistas queda lib erad a, prim ero p arcial y por tativ am en te diferente. C o n respecto a la p articip ació n de L au ren t
últim o to ta lm e n te, de la necesidad del tra b a jo m an u a l.” {T extbook y G e rh a rd t en la co m p ro b ació n de este im p o rta n te hech o (p artici­
o f L e c tu res on the P olitical E co n o m y o f N a tio n s, por el reverendo pació n sobrestim ada p o r M arx), cfr. K opp, E n tw ic k lu n g der Che-
R ich ard Jones, H e rtfo rd , 1852, lección ni, p. 39.) m íe, M unich, 1873, pp. 709 y 716, y S chorlem m er, P ise and
2or,bis L a teoría m olecular ap licada e n la q u ím ica m oderna, Progress o f Organic C h e m istry , L ondres, 1879, p. 54.}
que L au re n t y G e rh a rd t d e sa rro llaro n científicam ente p o r vez pri­ 2n« “ L a sociedad m o n o p o lia” llam a M a rtín L u tero a sem ejantes
m era, no se fu n d a en o tra ley. Í F . E . — A gregado a la 3? edición. instituciones.

374 375
de que el obrero ejecute su trabajo como es debido y con del proceso de producción, en medios de producción, con­
el grado de intensidad adecuado. vierte a estos últimos en títulos jurídicos y en títulos com­
pulsivos al trabajo ajeno y al plustrabajo. Un ejemplo nos
El capital se convierte, asimismo, en una relación
mostrará, finalmente, cómo se refleja en la conciencia de
coactiva que impone a la clase obrera la ejecución de más
las cabezas capitalistas esta conversión, es más, este trastro­
trabajo del que prescribe el estrecho ámbito de sus propias
camiento — peculiar y característico de la producción capi­
necesidades vitales. Y en cuanto productor de laboriosidad
ajena, en cuanto succionador de plustrabajo y explotador talista— de la relación que media entre el trabajo muerto
de fuerza de trabajo, el capital excede en energía, desen­ y el vivo, entre el valor y la fuerza creadora de valor.
Durante la revuelta de los fabricantes ingleses en 1848-
freno y eficacia a todos los sistemas de producción prece­
dentes basados en el trabajo directamente compulsivo. 1850, “el principal de la hilandería de lino y algodón
en Paisley, una de las firmas más antiguas y respetables
El capital comienza por subordinar al trabajo bajo las del oeste de Escocia, Carlile, Son & Co., que existe desde
condiciones técnicas en que, históricamente, lo encuentra. 1752 y ha sido dirigida de generación en generación por
No cambia inmediatamente, pues, el modo de producción. la misma familia”, este inteligentísimo caballero, pues,
La producción de plusvalor en la forma considerada hasta escribió en el Glasgow Daily Mail del 25 de abril de 1849
aquí, mediante la simple prolongación de la jornada labo­ una carta titulada “E l sistema de relevos” ,207 en la cual se
ral, se presenta por ende como independiente de todo desliza entre otras cosas el siguiente pasaje, grotescamente
cambio en el modo de producción mismo. No era menos ingenuo: “Permítasenos ahora [ ...] examinar los males
efectiva en la arcaica industria panadera que en la hilan­ que derivan de reducir de 12 a 10 horas el tiempo de tra­
dería moderna de algodón. bajo . . . Los mismos «ascienden» al perjuicio más grave
Si enfocamos el proceso de producción desde el punto inferido a las perspectivas y la propiedad del fabricante.
de vista del proceso laboral, el obrero no se com porta con Si antes él” (es decir su “mano de obra” ) “ trabajaba 12
los medios de producción como capital, sino como simple horas y ahora queda limitado a 10, entonces cada 12 má­
medio y material de su actividad productiva orientada a quinas o husos de su establecimiento se verán reducidos a
un fin. En una curtiembre, pongamos por caso, trata a los 10 (then every 12 machines or spindles in his establish-
cueros como a su mero objeto de trabajo. No es al capita­ ment, shrink to 10), y si quisiera vender su fábrica, se las
lista a quien le curte el cuero. O tra cosa ocurre cuando evaluaría solamente como 10, de tal modo que en todo el
consideramos el proceso de producción desde el punto de país habría que deducir una sexta parte del valor de cada
vista correspondiente al proceso de valorización. Los fábrica” .208
medios de producción se transforman de inmediato en me­ P ara este ancestral cerebro capitalista del oeste de
dios para la absorción de trabajo ajeno. Ya no es el obrero Escocia, el valor de los medios de producción, husos, etc.,
quien emplea los medios de producción, sino los medias se confunde a tal punto con su atributo, propio del capital,
de producción los que emplean al obrero. En lugar de ser de valorizarse a sí mismos o de deglutir diaria y gratuita­
consumidos por él como elementos materiales de su activi­ mente una cantidad determinada de trabajo ajeno, que el
dad productiva, aquéllos lo consumen a él como fermento
de su propio proceso vital, y el proceso vital del capital
consiste únicamente en su movimiento como valor que se 207 R eports . . . 3 0th A p r il 1849, p. 59.
208 Ib íd em , p. 60. E l in sp ecto r fa b ril S tu a rt, escocés él ta m ­
valoriza a sí mismo. Hornos de fundición y edificios fabri­ bién y, a diferen cia de los inspectores fa b riles ingleses, to ta l­
les que quedan inactivos por la noche y no absorben trabajo m ente im buido, en el m odo de p en sar cap italista, indica expre­
vivo son “pura pérdida” ( “mere loss” ) para el capitalista. sam en te q u e esta c a rta , q u e in co rp o ra a su inform e, “es la m ás
Por eso, hornos de fundición y edificios fabriles constituyen útil de todas las com unicaciones hechas por c u alq u iera de los
fa b ric an te s que em p lean el sistem a de relevos, y concebida
un “título al trabajo nocturno” de las fuerzas de trabajo. de m o d o especialísim o p a ra d isip ar los prejuicios y escrúpulos
La simple transformación del dinero en factores objetivos relativos a ese sistem a” .

376 377
jefe de la casa Carlile & Co. de hecho se figura que en caso
de vender su fábrica no sólo se le pagará el valor de los
husos, sino por añadidura su valorización; no sólo el traba­
jo que se encierra en ellos y que es necesario para la pro­ INDICE
ducción de husos del mismo tipo, sino también el plus-
trabajo que le ayudan a succionar diariamente de los
valerosos escoceses occidentales de Paisley, ¡y precisamente
oor eso, opina, con la reducción de la jornada laboral en
dos horas el precio de venta de 12 máquinas de hilar se
reducirá al de 10 máquinas!

A d v e rten c ia d el tra d u c to r V II
P rólogo a la p rim e ra edición 5
E pílogo a la segunda edición 11
P ró lo g o y epílogo a la edición fran c e sa 21
P rólogo a la terc era edición [alem ana] 23
P ró lo g o a la edición inglesa 27
P rólogo a la c u a rta edición [alem ana] 33

Libro primero
EL PROCESO DE PRODUCCIÓN DEL CAPITAL

Sección p rim e ra
M E R C A N C IA Y D IN E R O

C a p ítu lo i. L a m e r c a n c í a 43
1. L os dos fa cto res de la m ercan cía: valor de uso y valor
(sustancia del valor, m ag n itu d d el valor) 43
2. D u a lid a d del tra b a jo rep re se n tad o en las m ercancías 51
3. L a fo rm a de v alo r o el v alor de cam bio 58
A . F o rm a sim ple o singular de v alor 59
1. L os dos polos d e la expresión del valor: fo rm a
re la tiv a de v a lo r y fo rm a de e quivalente 59
2. L a fo rm a re la tiv a de v a lo r 61
a) C o n ten id o de la fo rm a relativ a de v alor 61
b) C a rá c te r d e te rm in a d o cu an tita tiv o de la fo r­
m a re la tiv a de valor 65
3. L a fo rm a de e quivalente 68
4. L a fo rm a sim ple de valor, en su c o n ju n to 74

379
378
B. F o rm a to ta l o desplegada de v alor 77 i '» p itillo vi. C a pita l c o n sta n te y c a p it a l v a r ia b l e 241
1. L a fo rm a re la tiv a de v alo r desplegada 77
2. L a fo rm a p a rtic u la r de e quivalente 78
3. D eficiencias de la fo rm a to ta l o desplegada de ( '»pitillo v i l L a t a s a d e p l u s v a l o r 255
v a lo r 78 I . El grad o de e x p lo tació n de la fu erza de tra b a jo 255
C. F o rm a g en eral de v a lo r 80 R epresentación del v a lo r del p ro d u cto en p a rte s p ro ­
1. C a rá c te r m o d ificad o de la fo rm a de v a lo r 80 porcionales del p ro d u c to m ism o 265
2. R elación de desarro llo e n tre la fo rm a relativa 3. La “ú ltim a h o ra ” de S énior 269
de v alo r y la fo rm a de e quivalente 83 4. El plusp ro d u cto 276
3. T ran sic ió n de la fo rm a general de v a lo r a
la fo rm a de d in ero 85
C a p ítu lo v i i i . L a j o r n a d a l a b o r a l 277
D . F o rm a de d in ero 85
4. E l c ará cte r fetich ista de la m ercan cía y su secreto 87 1. Los lím ites de la jo rn a d a lab o ra l 277
2. La h a m b ru n a de plustrabajo. F a b rica n te y boyardo 282
3. R am os in dustriales ingleses sin lim itaciones legales a
C a p ítu lo ii. El proceso del in t er c a m b io 103 la explotación 292
4. T ra b a jo d iu rn o y noctu rn o . El sistem a de relevos 308
5. L a lucha por la jo rn a d a n o rm al de trab ajo . LeyeS
C a p ítu lo i i i . E l d i n e r o , o l a c i r c u l a c i ó n d e m e r c a n c ía s 115 coercitivas p a ra la p ro lo n g ació n de la jo rn a d a lab o ral.
1. M edida de los valores 115 de m ediados del siglo xiv a fines del x v i i 318
2. M edio de circu lació n 127 6 . L a lucha por la jo rn a d a lab o ra l n o rm al. L im itación
a) L a m etam o rfo sis de las m ercan cías 127 legal co ercitiva del tiem po de trab ajo . L egislación
b) E l curso del d in ero 139 fa b ril inglesa de 1833-1864 335
c) L a m oneda. E l signo de v a lo r 152 7. L a lu ch a p o r la jo rn a d a n o rm al de trab a jo . R epercu­
3. E l d in ero 158 sión de la legislación fa b ril inglesa e n o tro s países 359
a) A te so ram ien to 159
b) M ed io de p ag o 164 C a p ítu lo ix. T asa y m asa del plusv alo r 367
c) D in e ro m u n d ia l 173

Sección segunda
L A T R A N S F O R M A C IÓ N D E D IN E R O EN C A P IT A L

C ap ítu lo i v . T r a n s f o r m a c i ó n d e d i n e r o e n ca p i t a l 179
1. L a fó rm u la general del c ap ital 179
2. C o n trad ic cio n es de la fó rm u la general 190
3. C o m p ra y venta de la fu e rz a de tra b a jo 203

Sección tercera
P R O D U C C IÓ N D E L P L U S V A L O R A B S O L U T O

C a p ítu lo v. Proceso de tr a b a jo y proceso de v a l o r i­


z a c ió n 215
[1. P roceso de tra b a jo , 215; 2. P ro ceso de valorización,
225. (S ubtítulos de la 4? edición.)]

380 381
La edición Siglo XXI de El capital está compuesta de ocho volúmenes
divididos de la siguiente manera:

Tomo I (libro prim ero): El proceso de producción del capital


Vol. 1: Sección primera, Mercancía y dinero; sección segunda, l a
trasformación de dinero en capital; sección tercera, l a producción
del plusvalor absoluto.
Vol. 2: Sección cuarta, La producción del plusvalor relativo, sección
quinta, La producción del plusvalor absoluto y relativo sección sexta,
El salario.
Vol. 3: Sección séptima. El proceso de acumulación ./<•/ capital
Este volumen contiene además un apéndice con la redacción del
capítulo I ( “La m ercancía") tal como figuró en la primer» edición y
con el trabajo “ La forma de valor", redactado por Mai i pura dicha
edición e incorporado al final del libro como texto complemi ntano
y aclaratorio del análisis de la mercancía y el dincm Se .igicgan
asimismo más de trescientas notas del editor (rcfcm u i.n bibliográ
ficas, texto original de citas, breves explicaciones, en..), mduv analí­
tico, de nombres y de obras citadas.

Tom o II (libro segundo): El proceso de anid a ció n <1,1 mpitpl.


Vol. 4: Sección primera, Las metamorfosis del capital ' ■i >lelo di-
las mismas-, sección segunda, La rotación del capital
Vol. 5: Sección tercera, La reproducción y circulación del <apila!
social global. Se agregan en este volumen notas del editoi índice
analítico, de nombres y de obras citadas.

Tom o 111 (libro tercero): El proceso global de la producción


capitalista.
Vol. 6: Sección primera. La trasformación del plusvalor en ganancia
y de la tasa de plusvalor en tasa de ganancia-, sección segunda I a
trasformación de la ganancia en ganancia media-, sección toicrra.
Ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia; sección cuarta,
Trasformación de capital mercantil y capital dinerario en capital
dedicado al tráfico de mercancías y capital dedicado al tráfico de
dinero (capital comercial).

ISBN 968 23 0209 9


9789682302091

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