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Pérdida de bosques en los últimos 30 años ha bajado, pero aún es alarmante

Medio Ambiente

8 May 2020 - 8:47 PM

Verónica Téllez Oliveros*

De acuerdo con los datos mundiales analizados en la reciente Evaluación Global de


Recursos Forestales, realizada por la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura, desde 1990 se han perdido 178 millones de hectáreas de
estos hábitats.

¿Deforestación y riesgo de nuevas enfermedades?

La discusión sobre la relación entre deterioro ambiental y transmisión de enfermedades


de animales a humanos (zoonóticas) ha estado vigente desde la propagación del Covid-
19. Varios científicos han recordado la necesidad de repensar nuestras formas de
relacionarnos con la naturaleza a propósito de la coyuntura, como lo hizo Luis Germán
Naranjo, biólogo experto en ecología animal y director de Conservación y gobernanza de
WWF-Colombia, en Pandemias, síntomas de un planeta enfermo.

Respecto a los bosques, recientemente El Espectador publicó un artículo (léalo aquí)


sobre un estudio que analizó los problemas y actividades asociados a la deforestación en
la Amazonia brasileña y que generan la aparición y resurgimiento de enfermedades
infecciosas. El biólogo del Instituto Nacional de Investigación del Amazonas (Inpa), Philip
Fearnside, expuso a SciDev.Net que el "control" que desempeñan los ecosistemas
amazónicos contra las zoonosis se rompe por la deforestación. Ésta da lugar a un mayor
contacto entre la población humana y animales silvestres que albergan patógenos
desconocidos con el potencial de infectarnos.

El estudio se refiere a Brasil, pero sus resultados dan luces al resto de países amazónicos,
pues analiza problemáticas asociadas a la deforestación, como cambios en el uso de la
tierra, intensificación agrícola, contaminación del agua, construcción de hidroeléctricas y
carreteras, además de problemas sociales como prostitución, hacinamiento y migración.

Ecosistemas de agua dulce emiten grandes cantidades de CO2 a la atmósfera al secarse

Medio Ambiente

7 May 2020 - 7:13 AM

- Agencia Sinc

Tras estudiar el cauce seco del río Fluviá, unos científicos se dieron cuenta de que
liberaba grandes cantidades de CO2. Para confirmar si este fenómeno se producía en
ecosistemas como embalses o lagos al secarse, nació un proyecto con 24 equipos del
mundo. Según los investigadores, estas emisiones supondrían un aumento de las
estimaciones globales actuales.

Hace décadas que la ciencia empezó a entender el papel capital de los ecosistemas en la
regulación de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Las piezas de este
gran rompecabezas todavía no encajan del todo y, de vez en cuando, se encuentran
nuevas piezas para encajar. (Lea: ¿Cómo detener la pérdida de biodiversidad de agua
dulce?)

Un proyecto internacional liderado por científicos del Instituto Catalán de Investigación


del Agua (ICRA), la Universidad de Barcelona (UB), y el Centro Helmholtz de Investigación
Ambiental en Alemania (UFZ) acaba de anunciar un hallazgo sorprendente: los ríos, lagos
y embalses emiten grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera cuando se
secan. Los resultados se han publicado en la revista Nature Communications.

“Todo comenzó en 2012, durante una campaña de medidas en el río Fluviá”, afirma Biel
Obrador, del departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la
UB. Junto con Rafa Marcé (ICRA) y Daniel von Schiller (UB), estudiaban la liberación de
gases de efecto invernadero en pequeñas represas de este río.

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