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Atilio Borón y su análisis de la izquierda Latinoamericana

De la Fase de Repliegue a la Reconstrucción del Estado

Por: Francisco Herreros (EL SIGLO)

• Fortalezas y debilidades de los gobiernos de izquierda en América latina

• “Hay muchas batallas que se pueden ganar, y se están ganado”.

• “Reconstrucción del Estado quiere decir dotarlo de autonomía y capacidad de


gestión para enfrentar a las clases dominantes.

El 2 de febrero de 1999 es un hito clave en la historiografía latinoamericana, y


también mundial, porque ese día asumió la Presidencia de Venezuela el ex
teniente coronel Hugo Chávez Frías, hecho que rompió con la secuencia de
derrotas de la izquierda que se venía sucediendo sin pausas desde el mismo
11 de septiembre de 1973, con el derrocamiento militar de Allende.

Fue, por consiguiente, algo así como el principio del fin del fin de la historia,
entendida como aquel proceso que va desde el absolutismo y la oligarquía, a la
democratización de las sociedades y el socialismo.

En menos de una década, se instalan, por la vía democrática e institucional,


otros gobiernos de izquierda en Latinoamérica, que empiezan a prefigurar el
embrión de un nuevo bloque de poder, y por tanto a cambiar el balance del
poder mundial y a redefinir la propia historia. ¿Cuáles son las perspectivas de
esos gobiernos?, ¿cuáles son sus fortalezas y debilidades?, ¿de qué manera
influyen en el cuadro latinoamericano y mundial?

Son interrogantes que El Siglo tuvo el privilegio de analizar, en el contexto del


balance internacional del año 2007, con el sociólogo argentino Atilio Borón,
Profesor de Teoría Política y Social, de la Universidad de Buenos Aires,
investigador principal del CONICET, ex Secretario Ejecutivo del Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales, autor de innumerables libros, y tal vez el
intelectual marxista vivo más importante de América latina.

Partidos y movimientos

Hace unos años, usted planteaba que los movimientos sociales en América
Latina eran capaces de derribar gobiernos, pero no instalarlos. Las cosas han
cambiado con tal velocidad, que hoy el desafío de esos movimientos populares
parece consistir en defender aquellos gobiernos que han instalado mediante el
voto…

“Sí, eso fue hace unos tres o cuatro años. Lo que yo veía era la dificultad de los
movimientos sociales para poder darse una expresión orgánica que les
permitiera acceder al poder y gobernar. Esto era así porque los movimientos se
debatían entre avanzar por una vía que podemos llamar no electoral, incluso
insurreccional en algunos casos, que tenía límites que no podían franquear, y

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por tanto se encontraban con un callejón electoral para el cual no estaban
preparados, o como en el caso de Ecuador, donde los movimientos triunfan,
deponen un presidente tras otro, pero los que vienen continúan con las
políticas de sus predecesores. Finalmente, se produce el quiebre de este
círculo vicioso con el triunfo de Rafael Correa, que se da al margen de los
movimientos. Contando con su apoyo, pero que no es un producto de los
movimientos, cosa que sí pasó en Bolivia. El caso de Bolivia es muy
interesante porque allí los movimientos convergen en el MAS, que se
transforma en el partido político de los movimientos, lo que es necesario,
porque si tienes una estrategia insurreccional, puedes prescindir del camino
institucional, pero estos movimientos no la tienen. Tienen una estrategia de
protesta, de confrontación, de resistencia, pero no se plantean la toma del
poder por una vía extra constitucional. Habría que discutir si hoy en América
latina están dadas las condiciones para ello. Yo creo que no, en general,
prácticamente en ningún país. Pero de todas maneras, esa discusión no se da,
y estos movimientos se encuentran con que tienen que enfrentarse con la
competencia electoral, donde son otros los recursos y los mecanismos. Ahora,
el panorama ha cambiado, y creo que la experiencia más importante en ese
sentido es la de Bolivia, pero que no está exenta de dificultades. Los
movimientos no tienen una visión de conjunto, sino que son reactivos; salen a
defenderse de las agresiones a las que los somete el capitalismo en su
dinámica predadora. Cuando llegan al gobierno, les cuesta conformar un
equipo. Eso se ha visto en el primer tramo de la gestión de Evo Morales, donde
hubo mucha circulación de cargos ministeriales, porque venía gente muy
representativa de los movimientos, pero no lograba tener un proyecto para
Bolivia como nación. Creo que la gran función del partido, ese intelectual
orgánico del que hablaba Gramsci, es precisamente elaborar un proyecto para
la nación, para el conjunto de las clases y las capas subalternas. Entonces, los
movimientos se tropiezan con esas limitaciones, lo cual no quiere decir que los
partidos estén exentos de ellas. Los partidos también tienen dificultades,
algunas muy serias, a la hora de gobernar. Con todo, creo que hoy el
panorama presenta un aspecto más alentador, pero igual hay que andar con
mucho cuidado”.

Fortalezas y debilidades

'¿Qué nivel de consolidación y qué nivel de vulnerabilidad percibe al conjunto


de gobiernos de izquierda en América latina, categoría entre los que incluyo a
Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua?

“Claro, esos son los gobiernos de izquierda. Los otros son gobiernos de otro
tipo. Podemos discutir cómo los llamamos, pero no son realmente gobiernos de
izquierda. Ni los gobiernos de Bachelet, Lula, Kirchner, Alan García y Tabaré
Vásquez son de izquierda. Son de centro, y en algunos casos tienen en el
pasado una trayectoria de izquierda, pero nada más. Usted me pregunta por
fortalezas y debilidades de los gobiernos de izquierda. En general, diría que
son gobiernos que tienen una fortaleza relativa. En el caso de Venezuela, se
suponía que Chávez tenía mayor fortaleza que la que mostró en el referendo.
Lo que pasa es que el peso de la derecha es enorme. He dicho en varias
ocasiones, y los hechos parecen demostrarlo, que no es cierto que Chávez

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haya conquistado el poder en Venezuela. Chávez tiene una parte del gobierno
y nada más que eso, pero la estructura del poder en Venezuela sigue teniendo
algunos baluartes que están absolutamente más allá de lo que hace el
gobierno. Difícilmente el gobierno podrá quebrarle la mano a esos factores de
poder tan importantes como los que hay en Venezuela. Una prueba de ello es
que Chávez quería que Telesur saliera por aire, y eso le llevó casi cinco años
de negociaciones, porque no controla todo el aparato del Estado. No controla el
sistema judicial, no controla la mayor parte de los medios de comunicación, hay
muchas cosas que no controla. Estar en el Palacio de Miraflores le da una
perspectiva muy importante para gobernar, y le ofrece posibilidades que no hay
en ningún otro lugar, pero eso no significa que la cuestión del poder esté
resuelta a favor del campo popular. El único país donde la cuestión del poder
ha sido resuelta a favor del campo popular de manera perdurable, ha sido
Cuba. En todos los demás casos tenemos gobiernos que están sometidos a
enormes presiones de parte de una oposición combinada en todos los casos
con las fuerzas más agresivas del imperialismo, que intentan desbancarlos. El
caso de Venezuela es muy interesante porque probablemente nos vamos a
encontrar con una ofensiva muy fuerte de la derecha en los próximos meses,
procurando acortar el mandato de Chávez por la vía del referendo revocatorio.
El problema de Chávez es que no tiene una organización o instrumento
político. No tiene ni partido ni movimiento. Ese es un grave problema. Chávez
tiene un enorme liderazgo carismático que suple esa deficiencia, pero la suple
hasta cierto punto. Evo Morales, por contraste, tiene movimientos muy sólidos
en su favor, pero al mismo tiempo, una situación mucho más frágil y precaria,
donde el riesgo de una secesión, de una partición, de una separación de
algunas provincias del cuerpo central, se autonomizan y declaran su
independencia, es muy elevado, además porque es una medida calculada por
los estrategas norteamericanos, que creen que para Bolivia, la solución pasa
por el desmembramiento territorial. O sea, dejar aislado en el altiplano a Evo
Morales y recomponer la medialuna con una federación de provincias
separadas de Bolivia, que son las provincias que tienen el patrimonio y las
riquezas que le interesan a Estados Unidos, entre ellas, las reservas de
hidrocarburos, sobre todo gas, y biodiversidad. El altiplano no tiene nada que
les interese. Entonces, pretenden dejarlo a Evo Morales en el altiplano, y hacer
posible que estas provincias se autonomicen. Evo tiene un movimiento muy
fuerte, pero es un movimiento que está en el occidente de Bolivia y no en el
oriente, que es la zona peligrosa. Evo tiene el instrumento, pero el instrumento
no tiene cobertura nacional. Y Chávez no tiene instrumento. La creación del
PSU ha sido artificial, hasta ahora. El partido de la revolución bolivariana no
surge como producto del impulso desde abajo, sino que es una decisión
tomada desde arriba. Que había que tomarla y está muy bien que Chávez la
haya tomado, pero hasta que eso se logre materializar, tomar cuerpo y hacerse
carne en la conciencia de la gente, va a pasar mucho tiempo. La prueba es que
no hubo quién movilizara la gente en vísperas de una elección crucial, como el
referendo constitucional del 2 de diciembre. Ahí veo una situación muy
complicada. La otra es la de Rafael Correa, que todavía es un poco prematura
para el análisis. Correa tiene mucha fuerza. Ha demostrado una gran
capacidad de maniobra, pero tampoco tiene un aparato político. Habrá que ver
de qué manera resiste. Por ahora, tiene una comunicación muy fluida con su
base, con su pueblo. Es una persona muy admirada, respetada y querida, pero

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habrá que ver, cuando las cosas se pongan malas, si tiene fuerza para
resistirlas”.

Crisis de la izquierda

' Hace un tiempo atrás se hablaba de las tres crisis de la izquierda. Crisis de
liderazgo, crisis de propuesta y crisis orgánica. Sin embargo, al poco andar,
esa discusión se desvaneció y ahora más bien el debate apunta a cómo
preservar los avances de aquellos gobiernos de izquierda que llegaron al poder
por la vía electoral. Es complejo el tema de la izquierda ¿no cree?”.

“Es muy complejo. En eso de los liderazgos, puedo decir que estos urgen y no
se encargan a la medida. Son productos históricos, de una sociedad
determinada. Aparece un líder que encarna las aspiraciones populares y eso
liquida gran parte del problema. O a veces no aparece, y eso es un problema
serio. Ahora, las propuestas contra el neoliberalismo son claves. Cuando uno
piensa cómo salir de este marasmo neoliberal, una de las condiciones es, en
estos países, reconstruir los estados. Los estados han sido duramente
castigados por las políticas neoliberales. En algunos países se ha llegado a un
proceso de destrucción estatal impresionante, como en Argentina. En Chile ha
sido menor, pero igual el impacto se ha sentido muy fuerte. La destrucción de
aparato estatal ha sido realmente impresionante. Entonces, primer elemento
fundamental, se requiere la reconstrucción del Estado; además, por que si no la
hay, tampoco hay vida democrática. No existe una democracia que funcione de
la mano de un Estado en descomposición.

Si el Estado no tiene un funcionamiento eficaz, adecuado, no tiene ninguna


condición para ser el sostén de un proyecto democrático. Reconstrucción del
Estado no quiere decir solamente poner más dinero en el Estado, sino dotarlo
de autonomía y capacidad de gestión para enfrentar a las clases dominantes,
que es lo que no vemos en América latina. En general, lo que hacen los
estados latinoamericanos es representar esos intereses, y nada más,
excluyendo los intereses no sólo de las clases y capas subalternas, sino
también los intereses nacionales en su conjunto. Son estados que funcionan
para facilitar los negocios privados de un sector social muy limitado. Entonces,
si usted no reconstruye eso, aquí no hay ninguna salida; ni neoliberal ni no
neoliberal. Esto es decisivo, pero evidentemente supone un cambio en la
orientación de los gobiernos, y que suban gobiernos con una orientación
genuinamente de izquierda, que sean capaces de acometer esa tarea. La
segunda tarea es el combate a la pobreza. En América latina crece cada vez
más la proporción de pobres, porque el fracaso de las políticas neoliberales es
sin atenuantes. Ahí hay un segundo punto muy importante en la agenda:
incorporar grandes sectores de las sociedades latinoamericanas, que están
totalmente destruidos. Tercer elemento, la reforma tributaria. Todos los países
latinoamericanos tienen una regresividad tributaria fenomenal. Los casos que
están mejor, básicamente han logrado capturar a la clase media, pero las
transnacionales y los grandes intereses económicos tienen mecanismos
perfectamente legales de elusión de sus responsabilidades tributarias, y los
gobiernos no hacen absolutamente nada para acabar con eso. En el caso de
Chile y Argentina, el acuerdo minero es un verdadero escándalo. Ambos

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gobiernos consintieron en la creación, en toda la zona de la cordillera, de
verdaderos estados independientes, autónomos, dentro de nuestros dos
países. Eso lo hicieron gobiernos supuestamente progresistas, en el caso de
Chile, y un gobierno ultraconservador, como el de Menem. Hay que acabar con
esa situación, entre otras cosas, porque dentro de esos enclaves autónomos
hay regimenes de exención impositiva absolutamente insultantes, sobre todo si
consideramos el esfuerzo que tiene que hacer el ciudadano común para pagar
sus impuestos.

Otro tema es el agro y la reforma agraria. La reforma agraria tiene hoy tanta
actualidad como en los años 60 y 70, sólo que ahora el problema es diferente.
El problema del agro ahora es la penetración del llamado agronegocio, y lo que
esto significa desde el punto de vista de la superexplotación de la población del
campo y de la depredación ecológica brutal a que está siendo sometida
América Latina, que entre otras cosas, está acabando con el agua. Algunos
países ya están con una crisis de agua muy, pero muy seria. Algunas zonas en
el altiplano, parte de Perú y otras regiones. Y los gobiernos el tema del agro ni
lo plantean. Todo lo contrario, abren la puerta a la penetración del gran capital
en el agro. O sea, hay una agenda muy importante, sobretodo, la modificación
del patrón del desarrollo. Acabar con esa idea, muy arraigada en Chile, de que
el motor primario de la expansión económica son los negocios de la
exportación. Ningún país en la historia económica mundial se desarrolló
consolidando sus mercados externos. Los países que se desarrollaron, lo
hicieron siempre acompasando una expansión del comercio internacional con
el fortalecimiento del mercado interno. Lo que estamos haciendo en América
Latina es deprimir el mercado y el consumo interno, para tener saldos
exportables. Esa es una bomba de tiempo que puede estallar en cuatro, cinco o
más años, pero que va a estallar. Entonces, no es cierto que la izquierda no
tiene propuesta. Lo que no hay es un plan, una receta única, como había en los
años 60 y 70, que teníamos el modelo soviético como modelo alternativo. Hay
que decirlo sin vergüenza, porque ese modelo resultó ser extraordinariamente
exitoso hasta la década de los 60. Lo demuestran los mejores historiadores
económicos, como Angus Madison y otros grandes especialistas. Ellos señalan
que el modelo soviético es uno de los grandes casos de expansión económica
en la primera mitad del siglo XX. Lo que pasó es Unión Soviética no pudo
absorber la tercera revolución científico técnica de los años 60, con los
semiconductores, los microprocesadores y la informática, unido a la rigidez del
sistema político y social, y al enorme gasto militar que se vio obligada a hacer
para defenderse de la agresión norteamericana. Pero en ese momento
teníamos una alternativa, que era la planificación centralizada, que durante
cincuenta años funcionó muy bien. No hay que olvidar que Rusia era el país
más atrasado de Europa, y al final de los 50 estaba a la cabeza de la
exploración del espacio. Eso no lo hace una economía subdesarrollada. Lo que
pasó es que fue una economía que tuvo que deformarse para dar respuesta a
la situación de guerra permanente a la que la sometía Estados Unidos.
Pensemos si no lo que pasaría con Cuba si no tuviera que destinar casi la
mitad de su gasto público a la defensa. Si no tuviera un bloqueo brutal desde
hace casi 50 años, Cuba sería, sino un país desarrollado como los europeos,
pero de lejos muchísimo más desarrollado que la gran mayoría de los países
del tercer mundo, y desde luego que el resto de América latina. Pero tiene que

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incurrir en déficit e ineficiencia sistémica, producto de la carrera armamentista a
la que se ve obligada. No por vocación de los cubanos, sino porque no tienen
más remedio. Los soviéticos tuvieron que hacer lo mismo. Bueno, pero esto
viene del hecho de que en los años 60 teníamos un modelo alternativo y hoy no
lo tenemos, lo que no quiere decir que no tengamos alternativa. Hay muchas.
Por ejemplo, dentro del mismo mundo desarrollado, y yo quisiera agarrar a
algunos ideólogos acá en Chile para que me digan por qué en un país como
Singapur, que no es comunista ni socialista, la peor palabra que se puede decir
es jubilación privada, porque el sistema de jubilación que ellos tienen es el
sistema de reparto. En Singapur la mitad de las casas son construidas por el
Estado y rentadas a precios subsidiados a la población, cosa que sería una
maravilla en Chile o Argentina. O que me expliquen por qué Corea, de un éxito
sensacional en materia económica, es un país que le ha dado la espalda a
todas las recetas neoliberales. Los norteamericanos trataron de provocar la
gran crisis asiática de fines del siglo XX justamente para intentar meter una
cuña en el sistema bancario coreano. Que expliquen por qué Corea es el
mayor productor mundial de buques tanques de gran escala, cuando todos los
informes del Banco Mundial decían que Corea no podía dedicarse a la industria
pesada. En lugar de lo que hicimos nosotros, los coreanos eligieron un camino
propio y tiraron esos informes a la basura. Corea es el único país 'el único' que
en el siglo XX pasa del subdesarrollo al desarrollo, y es el único que no aplicó
ninguna de las recetas del consenso de Washington. Entonces, hay
alternativas. Claro, no son alternativas que construyen el socialismo, pero ahí
tenemos que tener en cuenta que en la fase defensiva en que nos
encontramos, la construcción del socialismo comienza por recortar el
despotismo del capital y sus prerrogativas. No estamos en una fase ofensiva,
hemos encajado una enorme derrota histórica, como el colapso de la Unión
Soviética, y estamos en una fase de recomposición. Es absurdo pretender salir
con todo para el frente en un momento como este, donde lo importante es
consolidar nuestras bases políticas, las bases partidarias, el movimiento
sindical, los movimientos sociales, los movimientos de mujeres, de los jóvenes;
rearmar ese entramado que tenían las fuerzas de izquierda hace treinta o
cuarenta años. No olvidemos que vino un baño de sangre en nuestros países, y
vino el exilio, la decepción, y vino el cansancio y el cambio de posición de
algunos de los referentes de la izquierda, que se pasaron a las filas del
neoliberalismo. O sea, en este momento no hay que pensar que la alternativa
es comenzar ya la construcción del socialismo. Hay países más avanzados.
Venezuela ha dado una serie de pasos muy importantes. Ahora han sufrido un
traspié, pero de todas maneras han tenido un avance muy significativo en
muchas áreas y están en condiciones de avanzar un poco más, pero aún así la
idea de redactar una Constitución inspirada en el socialismo generó el rechazo
de la mitad de la población. O sea, el famoso factor subjetivo de Lenin no
estaba presente en las condiciones actuales, en Venezuela. Por una razón muy
simple. El Che lo decía en El Socialismo y el Hombre en Cuba: el capitalismo
viene educando a la población hace 500 años. Es ingenuo que pretendamos
con una campaña de un año o dos, deshacer lo que tiene medio milenio de
historia. Entonces, creo importante ganar pequeñas batallas, muy concretas,
pero en la medida en que se van ganando, se va cambiando el ritmo de
opinión. Hay muchas batallas que se pueden ganar, y se están ganando. El
hecho es que hoy tenemos a Cuba, que ha sobrevivido; a Venezuela, con

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problemas, pero está ahí; a Bolivia, también con problemas, a Ecuador, a
Nicaragua recuperada, que hay otros países donde, para que no haya una
expresión claramente progresista y de izquierda, hubo que hacer un fraude
escandaloso, como en México. En Colombia gana Uribe, pero con una tasa de
abstención del 60% de la población. Hace quince años, cuando la guerrilla trató
de organizarse como una fuerza política y armó la Unión Patriótica, le
asesinaron a cinco mil cuadros en menos de un año. En esas condiciones, es
muy difícil que vuelvan a surgir alternativas con el nivel de fuerza y coherencia
que tenían en el pasado. Tenemos que tener consciencia de dónde estamos
saliendo. Pero creo que estamos saliendo bien. Tenemos otros gobiernos,
como los de Lula, Kirchner y ahora su mujer, y Tabaré Vásquez, que si bien no
tienen un proyecto de izquierda, por lo menos tienen que pagar un tributo
retórico a la izquierda, lo cual ya es algo muy importante, porque deja
sembrada en la población la idea que algo anda mal con el neoliberalismo. Si
bien estos gobiernos frustraron las expectativas populares, en el caso de
Kirchner, dejó la idea de que el gran capital es usurero, predatorio y una
especie de vampiro que le succiona los mejores recursos al país, porque de
alguna manera lo sintieron en los discursos presidenciales, y eso va creando
una conciencia alternativa. En Chile eso todavía no se logra. Chile es el país
donde se ha construido más a fondo el proyecto neoliberal. Incluso algunos
sociólogos hablan de Chile no ya como una economía neoliberal, sino como
una sociedad neoliberal, lo cual habla de la penetración profunda, porque Chile
fue castigado muy duramente. Chile quiso probar, con gran audacia, en los
años 70, que se podía hacer una transición al socialismo en democracia, y eso
el imperio no lo puede permitir, jamás. Puede permitir que haya un golpe militar
que avance al socialismo, pero no que se haga en democracia, porque
entonces queda completamente desbaratada su concepción del mundo y su
proyecto. Entonces, el castigo sobre Chile fue tremendo, y ellos venían
estudiando el fenómeno este, desde mucho tiempo atrás. Si usted analiza los
ministros de hacienda o economía que tuvo Chile, fueron todos formados por
los norteamericanos en un proyecto que arranca ya en los años 50. Ellos tenían
claro que Chile era uno de los eslabones más débiles de la cadena imperialista
latinoamericana, y desde ahí empezaron. Tuvieron gran sagacidad y por eso
hay que ser muy estudiosos del pensamiento político de la derecha. A veces
veo con gran desánimo que muchos compañeros están más interesados en
polemizar dentro de la izquierda que en estudiar seriamente los proyectos de la
derecha. Si hubiéramos estudiado seriamente el proyecto de la derecha, nos
habríamos dado cuenta de que había un plan que se estaba armando muy
cuidadosamente para hacer que en un momento determinado, cuando las
condiciones estuvieran maduras, hubiera en Chile toda una camada de
economistas dispuestos a trabajar a favor de los intereses imperiales y en
contra de los intereses de Chile, lo cual no quiere decir que en Chile no hubiera
habido un cambio económico, o un crecimiento de la economía. La economía
chilena creció, pero el país no se desarrolló. Y eso no lo digo yo, sino Osvaldo
Sunkel, un representante del pensamiento de la CEPAL, en una nota muy
reciente, planteando que Chile no se ha desarrollado. Es más, Chile está más
vulnerable ahora que lo que estaba en el pasado. Es un país que tiene una
dependencia externa fenomenal”.

Declinación imperial

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'¿Qué piensa de la paradoja de que el imperialismo, ahora en que el mundo es
unipolar, es más débil de lo que era en la década de los 50 y de los 70, cuando
ponía o sacaba gobiernos latinoamericanos a voluntad, por no mencionar su
crisis económica, su crisis social y sus limitaciones en el terreno militar?

“Claro, es más débil; no hay duda. Es un caso muy interesante. Tengo unos
gráficos, unos pictogramas, donde se ve la proyección de la economía mundial
para el 2015. Se aprecia como Estados Unidos se encoge, se encoge Europa y
crece como un gigante China. Es impresionante de ver, porque uno cuando lo
dice, no se forma la idea. Pero cuando lo ve como un gráfico, se muestra
claramente un imperialismo cada vez más debilitado, con su moneda cada vez
más debilitada, con una capacidad militar de destrucción, pero no de
construcción. Como dice Noam Chomsky, las tropas de Hitler, brutales como
eran –no tan brutales como las nuestras, dice Chomsky' por lo menos llegaban
a un lugar, hacían sus actos de brutalidad y ponían en funcionamiento el país
ocupado. Estos no. Llevan cuatro años ocupando Irak y no lo pueden poner en
marcha, lo cual revela que desde el aire usted puede destruir un país entero,
pero después no lo puede poner a funcionar. La guerra no se gana cuando uno
destruye al enemigo, sino cuando lo pone a funcionar para provecho propio.
Tampoco pueden resolver el tema de Afganistán, uno de los países más
pobres y atrasados del planeta. De todas maneras, han logrado penetrar muy
profundamente en las clases dominantes locales. Tienen sus personeros que
de alguna manera se las arreglan para mantener el sistema, a pesar de todo
este escenario convulsionado con que se enfrenta el imperio. Un imperio muy
debilitado, pero que ha delegado gran parte de la mantención de sus
privilegios, que antes hacía con los militares, en las clases políticas locales, en
los intelectuales y en los medios de comunicación de masas. El otro elemento
importante que opera en todo esto, es que Estados Unidos, desde el punto de
vista geopolítico, la última región del planeta que va a desatender, es América
latina, porque a pesar de lo que se dice, esta es la región más importante del
mundo para ellos. Cuando ellos negocian con nuestros gobiernos, en su gran
mayoría muy serviles, nos dicen que somos irrelevantes. Y luego los
periodistas, sociólogos y politólogos repiten esa tontería. Cómo va a ser
irrelevante un continente que tiene las mayores reservas de petróleo del
mundo, además a corta distancia de las fronteras norteamericanas; que tiene
más de la mitad del agua dulce del planeta; que tiene la mayor parte de la
reserva en materia de biodiversidad. Este es de lejos el continente más
importante. Por eso ellos pueden permitir algunos experimentos en Africa o en
Asia, pero en América latina son sumamente rigurosos. Un gobierno como el
de Evo Morales en el Africa subsahariana, no provocaría la menor
preocupación de Estados Unidos, pero en América latina es un escándalo. Esto
no es nuevo. En los años 50, Estados Unidos hacía la reforma agraria en
Corea y organizaba el golpe de Estado contra Arbenz, que estaba haciendo la
reforma agraria en Guatemala. Para el imperio, somos absolutamente decisivos
porque somos el cinturón exterior que protege su integridad territorial,
económica, política y militar. Encuentran estos políticos venales y genuflexos,
en estos intelectuales colonizados de América latina, un eco favorable cuando
dicen, bueno, nosotros no somos relevantes y tenemos que aceptar lo que nos
den. Como el obrero sin conciencia que acepta la paga que le da el patrón
porque el patrón es el dueño de la verdad. Así actúan nuestros políticos.

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Chávez se planta frente a eso, Fidel lo hizo mucho antes. Evo también y ahora
lo está haciendo Rafael Correa, un hombre muy valiente, claro y conciente; lo
está empezando a hacer Daniel Ortega y hay otros gobiernos que van a seguir
el ejemplo. Entonces tienen que robar elecciones, como hicieron en Costa
Rica, un verdadero escándalo, con dos ex presidentes presos o procesados. Lo
hicieron ganar a oscar Arias, cuando no había ganado. Eso los costarricenses
lo tienen probado hasta el cansancio. Robaron el TLC también. Tienen que
acudir a esta clase de expedientes que hacen que sea cada vez más costoso
mantener la obediencia dentro del sistema regional”.

Toma de conciencia

'Bueno sin ir más lejos, el año 2006 las transnacionales sacaron, por concepto
de utilidades, 25 mil millones de Chile. ¿Ese dato es conocido afuera?

“Sí, claro. Se llevaron en un año mucho más que el flujo de inversiones


extranjeras desde 1990. Ese es creo, un estudio de Caputo y Galarce”.

'Lo notable es que nadie responde. Por más que se intenta poner el tema, las
mineras, el gobierno, la elite política y los medios de comunicación guardan
silencio…

“Pero hay que insistir e insistir. Por más que parezca que eso no tiene efecto, a
la larga lo tiene, y mucho. Hay que volver a insistir, y decir, señores, esto es
una farsa. No es cierto lo que no están diciendo. Al cabo de un tiempo la
verdad va a salir a resplandecer. Ese dato es escandaloso, lo mismo que otros
datos que hay en otros países de América latina. Sí, son inversiones
extranjeras en tal y tal nivel, pero ¿y las remesas? ¿y lo que está perdiendo
Argentina por las remesas de las grandes empresas privatizadas, que se vieron
favorecidas con una apreciación del peso que les permitió sacar remesas
fabulosas sin ninguna clase de control estatal?. Entonces, creo que ese punto
es muy importante de marcar, y la gente en algún momento empezará a tomar
nota. También hay que tener en cuenta que este proceso de toma de
conciencia ocurre a veces muy súbitamente, y hay que estar preparados para
eso”.

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