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crítica de la economía
Carlos Prieto. Dpto. Sociología 1, Facultad CC. Políticas y Sociología. Universidad Complutense de Madrid
Política y Sociedad. 21(1996), Madrid (pp. 23-34)
24 Carlos Prieto
vídades que estructuran la sociedad con un sig- algunos de los rasgos originales de un comercio
níficado propio y regulada por instituciones y de mercado en el momento de su primera apa-
leyes especificas. rición en la historia de la civilización» (Polanyi,
No quiere decir que no exista actividad eco- 1975: 95), y en la cual se inspira. Una lectura
nómica. Toda sociedad requiere de la produc- detenida del capitulo que el filósofo griego con-
Karl Polanyi: crítica del mercado, crítica de la economía 27
sagra a las diversas formas de «adquisición de tica y la adquisición comercial, pero las carac-
bienes» en su Política nos permite construir un terísticas que atribuye a la primera de ellas van
esquema que ilustra el planteamiento polanyia- más allá del ámbito puramente doméstico ya
no (cuadro 2). Aristóteles ~610 distingue entre que entre sus agentes incluye tanto al jefe de
dos «modos de adquirir», la adquisición dqmés- familia como al Estado.
Cuadro 2
«Modos de adquirir», según Aristóteles
económica 1991193
.. - -...
Dirncnsirmc?i Adqu~si~ihl dr~lrlivirir:;r .~tlr~~rkkj~ii~ e~mwiol
El hecho de que la economía de mercado cons- del mercado. En lugar de que la economía se vea
tituya una institución social separada del resto de marcada por las relaciones sociales, son las rela-
la sociedad y especializada en la producción y ciones sociales las que se ven encastilladas en el
distribución de bienes no quiere decir, sin embar- interior del sistema económico» (GT: 104-105).
go, que la sociedad tenga una existencia autóno- Stanfield (1986: 110-111) expresa la misma idea
ma e independiente cuya estructuración y diná- del siguiente modo: «La economía desincrustada
mica se produzcan al margen del mercado. (de mercado) no significa que la economía sea de
Política y sociedad se hallan institucionalmente hecho autónoma ya que (...) la sociedad, la cultu-
separadas del mercado, pero su configuración y ra y la política tiene que apoyar el comporta-
su dinámica se encuentran determinadas por él: miento económico de múltiples maneras (...). El
«Una economía de mercado únicamente puede fun- mito del mercado y la glorificación del beneficio
cionar en una sociedad de mercado» (GT: 105, cur- produce una tendencia perversa de dominación
siva por nosotros). En una economía de mercado de la vida social, cultural y política por razones
«la sociedad es gestionada en tanto que auxiliar económicas».
28 Carlos Prieto
Sería prolijo reproducir los múltiples argu- Una economía de mercado autorregulada, al
mentos que Polanyi desarrolla para apoyar esta requerir que todos los bienes Funcionen en tanto
tesis que constituye uno de los pilares de su pen- que mercancías y que todos los ingresos proce-
samiento. Nos limitaremos a hacer referencia a dan de relaciones mercantiles, exige que tam-
aquellos que nos parecen centrales. bién el trabajo y la tierra sean movilizados co-
El primer argumento, aunque genérico, es el mo una mercancía más. Tanto el uno como la
más obvio. Si toda sociedad necesita organizar otra podrán comprarse y venderse libremente
de alguna manera la producción y distribución en mercado y habrán de tener un precio. Es
de medios materiales para su subsistencia y la más, sólo cuando el trabajo 13 y la tierra son
forma de hacerlo en la sociedad moderna es a convertidos en mercancías somctidas a la ley de
través de una economía de mercado, esa socie- oferta-demanda-precio particular y general po-
dad deberá configurarse política y socialmente drá hablarse en todo rigor de economía de mer-
de modo y manera que sea posible aquélla, es cado 14 Pero si el trabajo y la tierra constituyen
decir, en tanto que sociedad para el mercado, en la esencia de la sociedad, mercantilizarlos es
tanto que sociedad de mercado (07’: 105). De mercantilizar la sociedad entera. «Incluir a la
otro modo no podría disponer de los medios tierra y al trabajo entre los mecanismos de mer-
necesarios para su subsistencia. La configura- cado supone subordinar a las leyes del mercado
ción de la sociedad habrá de hacer posible así la sustancia misma de la sociedad» (GT: 126).
el cumplimiento de las «leyes económicas» (SU: El problema de la mercantilización del traba-
81) y someterse a ellas sean cuales sean sus con- jo y de la tierra es que se trata en su caso de
secuencias sociales y políticas o, al menos, sí- un a mercanúlización por así decirlo forzada.
tuando a éstas en un segundo plano frente a «Las mercancías son G•~) objetos producidos pa-
aquéllas 2~ ra la venta en el mercado» (07’: 127); sin embar-
El segundo se refiere al ámbito de la cultura. go, la tierra y cl trabajo ni son producidos para
La economía de mercado determina la cultura la venta ni pueden serlo. «El trabajo no es más
de toda la sociedad y de sus miembros no sólo que la actividad económica que acompaña a la
porque en la organización de la producción y propia vida —la cual, por su parte, no ha sido
distribución de bienes «el móvil de la ganancia producida en función de la venta, sino por ra-
deba sustituir al de la subsistencia» (07’: 81) sino zones totalmente distintas—, y esta actividad
porque eleva dicho móvil «al rango de justifica- tampoco puede ser desgajada del resto de la vi-
ción de la acción y del comportamiento en la da, ni puede ser almacenada ni puesta en circu-
vida cotidiana» (07’: 66). lación. La tierra por su parte es, bajo otra de-
El tercero y más importante tiene que ver con nominación, la misma naturaleza, que no es
el papel que una economía de mercado impone al producida por el hombre» (07’: 128 it) Al no ser
trabajo y a la tierra, realidades que, para Pola- producidas para la venta, ni el uno ni la otra
nyi constituyen «la esencia misma de toda so- son mercancías en sentido estricto. Y, sin cm-
ciedad» (SH: 81). La relevancia que concede a bargo, ninguna economía de mercado funciona
estas dos realidades es tal que el criterio defini- sin su mercantilización. La combinación de es-
tivo a partir del cual, según Polanyi, se distin- tas dos características lleva a Polanyi a definir-
guen y diferencian unas formas de integración las como mercancías ficticias (07’: 128). Y «la
de la economía de otras es el de la posición que ficción en virtud de la cual esto tenía que ser así
en cada una de ellas ocupan ambas. «La socie- se (convierte) (...) en el principio organizador de
dad llamada salvaje se caracteriza por la inte- la sociedad» (07’: 132).
gración de la tierra y de la mano de obra en la La economía de mercado no es así sólo eco-
economía a través de los lazos de parentesco. nomía sino también, indisolublemente, una eco-
En la sociedad feudal, los lazos de fidelidad con- no>nía política de mercado. Sus electos societales
dicionan la suerte de la tierra y de la mano de van aún más allá de lo dicho hasta aquí.
obra que la acompaña. En los Imperios que se La conversión en mercancías de dos realida-
apoyaban en el uso de las crecidas en la agricul- des sociales que no lo son en sí mismas y que,
tura, la tierra era generalmente distribuida y a además, constituyen la esencia de toda sociedad,
veces redistribuida por el templo o el palacio y lleva directamente y por su propia lógica, a sal-
lo mismo sucedía con la mano de obra (1975: yo de la intervención de otras fuerzas, a la des-
249). trucción de la sociedad y de la naturaleza. Mere—
Karl Polanyi: crítica del mercado, crítica de la economía 29
ce la pena citar un largo párrafo de Polanyi al cepción a esta regla: el de las sociedades moder-
respecto: «Permitir que el mecanismo del mer- nas de economía capitalista de mercado; c) aun
cado dirija por su cuenta y decida la suerte de así el proyecto de una sociedad plena de merca-
los seres humanos y de su medio natural, e in- do es utópico, al menos a largo plazo, dado que
cluso que de hecho decida acerca del nivel y de la implantación de una economía de mercado
la utilización del poder adquisitivo, conduce ne- origina automáticamente un movimiento socie-
cesariamente a la destrucción de la sociedad. Y tal de autodefensa, liderado por la clase obrera
esto es así porque la pretendida mercancía de- (ver, en particular, 07’: caps. 13 y 18) que termi-
nominada «fuerza de trabajo» no puede ser za- na por introducir elementos de «desmercantili-
randeada utilizada sin ton ni son, o incluso ser zación» en la movilización de las dos mer-
inutilizada, sin que se vean inevitablemente candas ficticias IX y d) la construcción de una
afectados los individuos humanos portadores de economía y una sociedad tan poco natural co-
esta mercancía peculiar. Al disponer de la fuerza mo una economía y una sociedad de mercado y
de trabajo de un hombre, el sistema pretende su reproducción sólo es posible a través de un
disponer de la entidad física, psicológica y mo- inmenso esfuerzo político mantenido de legiti-
ral «humana» que está ligada a esta fuerza. (...) mación: ese ha sido y es el papel y el sentido de
La naturaleza se vería reducida a sus elementos, la economía política clásica y neoclásica y del
el entorno natural y los paisajes serían saquea- pensamiento liberal.
dos, los ríos polucionados, (...) el poder de pro- Cada uno de estos puntos merecerían una
ducir alimentos y materias primas destruido 6» atención particular. Aquí nos limitaremos a tra-
(07’: 128-129; ver también 07’: 26). tar, brevemente, el último de ellos.
Según puede verse, la destrucción de la socie-
dad producida por la economía de mercado en
la que piensa Polanyi no consiste, como podría
pensarse en una lectura precipitada de sus 2. Crítica de la economía
obras, en un proceso de empobrecimiento ma- política
terial de la clase trabajadora, aunque este pro-
ceso se haya dado defacto en el siglo xtx inglés. u
La destrucción consiste en una desestructura- a crítica que hace Polanyi a la eco-
ción social general que afecta de un modo par- nomía política se centra en dos mo-
ticular a ésta. En una economía de mercado, «a mentos distintos: el primero es el del
pesar de la explotación, el obrero puede, desde nacimiento histórico de la economía política
un punto de vista financiero, encontrarse mejor clásica; el segundo tiene por objeto la refunda-
que lo que tenía con anterioridad, lo que no es ción marginalista de la ciencia económica. La
óbice para que un mecanismo (el mercado), ab- crítica de la economía política clásica se encuen-
solutamente desfavorable al individuo y al bie- tra en La gran transformación. La de la neoclá-
nestar general, cause estragos en su entorno, sica se halla dispersa en muchos de sus escritos.
arrase su prestigio en la comunidad, su oficio y
destruya, en una palabra, sus relaciones con la * La crítica polanyiana a la economía política
naturaleza y con los hombres, en las cuales es- clásica es más una crítica sociológica que teóri-
taba hasta entonces enraizada su existencia eco- ca. Va dirigida sobre todo a mostrar el papel
nómica» (07’: 213). ideológico-político que históricamente cumplió.
Definitivamente para Polanyi el mercado es La economía política nace a caballo entre los
la «fábrica del diablo» (07’: 69). No sólo confi- siglos XVIII y xix ingleses de la pluma de pen-
gura un tipo de sociedad a su medida sino que, sadores bien conocidos como Malthus, Ricardo
además, su lógica y dinámica naturales llevan y Bentham y de otros que lo son tanto como
directamente a la destrucción de ésta. Townsend y Burke 19
No es de extrañar que, en este contexto teó- El siglo xviii inglés es testigo de un fenómeno
rico, Polanyi se esfuerce por mostrar cómo des- hasta ese momento desconocido en la historia:
de el punto de vista de la historia comparada de el de una revolución industrial que a la vez que
las sociedades: a) todas éstas hayan establecido incrementa la riqueza de la nación multiplica el
mecanismos de control y defensa frente a cual- número de pobres e indigentes hasta unas cifras
quier mercantilización 17; b) sólo haya una ex- difícilmente soportables tanto en términos mo-
30 Carlos Pr¡eto
rales como políticos para las clases dominantes, aceptable servicio, el hambre no es sólo un me-
Y si el problema era tanto moral como político dio de presión pacifico e incesante, sino también
se requería una respuesta que abordara a un el móvil más natural para la asiduidad y el tra-
mismo tiempo los dos planos. bajo; el hambre hace posibles los más poderosos
Esa respuesta vino de la mano de un tipo de esFuerzos, y cuando se sacia, gracias a la libera-
reflexión que terminará siendo una nueva cien- lidad de alguien, consigue fundamentar de mo-
cia: la economía política, do durable y seguro la buena voluntad y grati-
El punto de partida no era sólo la existencia tud» (Townsend, citado en 07’. 190-191).
de una pobreza masiva, sino también el de su Ese es el orden social natural y, como todo
carácter persistente: «decenio tras decenio el ni- orden natural, no sólo irreformable sino tam-
vel de vida de los pobres trabajadores no mejo- bién bien ordenado. En consecuencia, el único
raba en absoluto, cuando no empeoraba» (07’. papel que le queda al orden humano de la
204). Ahora bien, si este fenómeno era persisten- política es el de permitir y facilitar su funciona-
te a pesar del incremento de la riqueza y del miento 20 «Nada de salarios fijos, ni socorros
«sistema de socorros» establecido por la Ley de para los parados útiles, pero tampoco salarios
Speenhamland de 1975, es que tenía unas causas mínimos ni nada que garantizase el «derecho a
ineludibles humanamente. Las causas sólo vivir». Hay que tratar el trabajo como lo que es,
podían ser de orden natural; la sociedad tenía una mercancía que debe recibir su precio del
que formar parte de la naturaleza. Y si la natu- mercado. Las leyes del comercio son las leyes de
raleza física se hallaba regulada por leyes inque- la naturaleza y, por consiguiente, las leyes de
brantables por el hombre, lo mismo habría de Dios» (07’: 195; la cursiva es nuestra).
suceder en la sociedad. Sólo quedaba una cues- El que posteriormente se probara que muchas
tión: descubrir esas leyes al igual que Newton de las leyes formuladas por estos primeros
había descubierto las de la naturaleza física. Ese científicos de lo social fueran erróneas carecía
fue el objetivo del esfuerzo pensador del mo- de importancia. Lo importante es que se había
mento. creído descubrir un nuevo orden natural y una
Las premisas naturalizadoras de lo social die- nueva ciencia que lo investiga y lo imponía co-
ron su fruto. Su muestra más evidente Fueron la mo norma, por más que supusiese la aceptación
ley de la población de Malthus y la ley de los de la presencia masiva de la pobreza. «El des-
rendimientos decrecientes de Ricardo, que «ha- cubrimiento de la economía fue una revelación
cen de la fecundidad humana y de la fertilidad revolucionaria que aceleró la transformación de
del suelo los elementos constitutivos del nuevo la sociedad y el establecimiento de un sistema
territorio cuya existencia ha sido descubierta» de mercado (07’: 199) 21
(07’: 193). Sólo son la punta del iceberg de ese Así el descubrimiento y desarrollo de la eco-
«nuevo territorio» de la naturaleza, pero el te- nomia política fue el instrumento ideológico im-
rritorio quedaba ya descubierto. De su explora- prescindible para la superación del orden social
ción se encargará una nueva ciencia, tan nueva anterior y la implantación del nuevo orden de
como aquél: la economía política. Así, si había una sociedad de mercado (Prieto, 1993). Pero si
pobres y su situación no mejoraba, nadie tenía su sentido histórico es ese, es evidente que su sig-
la culpa y la política nada podía hacer; su exis- nificado real se sitúa mucho más en el terreno de
tencia formaba parte de la naturaleza social or- lo político que en el de lo estrictamente cient(fico.
denada.
El desarrollo de la economía política mostra- * La crítica polanyiana a la economía neoclá-
rá el sentido de la pobreza en ese orden: «Uni- sica se mueve en una dirección diferente, aunque
camente el hambre puede espolear y aguijonear su conclusión final no se aleje tanto de la ante-
(a los pobres) para obligarlos a trabajar; y pese rior.
a ello nuestras leyes han decretado que nunca La economía neoclásica se construye como
deben pasar hambre. Las leyes, hay que recono- ciencia a partir del significado de término «eco-
cerIo, han dispuesto también que hay que obli- nomizar» en tanto que «ahorrar» (511: 91). Es
garlos a trabajar. Pero la fuerza de la ley en- un significado que expresa la relación medios-
cuentra numerosos obstáculos, violencia y albo- fines y hace referencia al hecho de la escasez.
roto; mientras que la fuerza de la ley engendra Tiene un contenido formal y es conceptualizado
mala voluntad y no inspira nunca un buen y como acción racional.
Karl Polanyi: crítica del mercado, crítica de la economía 31
~P6I5ifi&t4
Karl Polanyi: crítica del mercado, crítica de la economía 33
minar con ese monopolio y reformular la inelu- El texto hace referencia a los origenes de la economía
dible responsabilidad del Estado en responder de mercado en el siglo xix. Para tiempos más modernos
al modo como se plantea la «cuestión social» en podría
sidad>~. sustituirse
No por eso el laconcepto de «hambre,>
argumentación poralterada.
se vería eí de «nece-
este fin de siglo (Castel, 1995). Ese quiere ser el ‘ Véase a este respecto la Primera Parte de la obra de
ocupó de su redacción a lo largo de los años 50. No llegó, prioridad política dada en la Unión Europea a la «conver-
sin embargo, a concluirla y fue uno de sus discípulos. Harry gencia nominal» sobre la «convergencia real» entre los
W. Pearson, quien se encargó de ordenar todos los materia- paises miembros es una clara manifestación en el presente
les y editaría en 1977. La edición castellana es reciente, 1994, de esta idea polanyiana.
y contiene una introducción de Paz MORENO FELIÚ que 13 En la idea de que la clave de una economía capitalista
concluye con el índice m~s completo de los trabajos publi- de mercado se halla en la mercantilización del trabajo (o de
cados de Polanyi. El sustento del hombre y La gran trausfor- la fuerza de trabajo) coincide en sus delineamientos genera-
mación, su obra fundamental, publicada originalmente en les con la de Marx y Weber.
1944, serán las obras de PoLANVI que citaremos más fre- 14 El capítuto 7 que, desde un punto de vista histórico,
cuentemente. Las citaremos por su versión casteltana y por dedica Pot.ANYi a la Ley de Speenhamland de t975 en In-
sus siglas: 5H en el caso de la primera y OT en el de la glaterra en La gran transjórmación es bien ilustrativo a este
segunda. respecto.
Inglaterra es para Polanyi et país moderno por excelen- ‘~ En este párrafo en el que Polanyi habla de las mer-
cia. El país pionero y paradigmático en el esfuerzo por cons- cancias ficticias incluye entre ellas, además de las indicadas,
truir una economía y una sociedad de mercado, el dinero.
6Para poder valorar en su justo término el análisis tan
ofreceEl los
Oiccionari<> de significados
siguientes Economía dedel
TAMAMES, por ejemplo,
término «mercado»: ‘ que hace Polanyi acerca de la reiacíón entre mercado
actual
«Contratación pública en paraje destinado a tal efecto y en y naturaleza es conveniente recordar que estas páginas están
días señalados (...).// Sitio público destinado permanente- escritas en la primera mitad de los años 40.
mente o en días señalados para vender, comprar o permutar ~ Fenómeno que ha dado lugar a la existencia de merca-
géneros.// Plaza o país de especial importancia o significa- do no autorregulados sino regulados desde lo social y lo
ción en un orden comercial cualquiera.// En teoría econó- político.
mica, según, el número de ofertantes, el mercado puede ser “ Para Polanyi la «gran transformación’> no es la crea-
de competencia perfecta (muchos), de duopolio (dos), oligopo- ción eneí siglo xix de una economía y sociedad de mercado,
lío (pocos) o monopolio (uno solo). Según el tipo de bienes o sino su superación atcanzada en los años 30 («años 30 re-
servicios de que se trate, cabe hablar de diferentes clases de volucionarios») de este siglo. El mismo arranque de La gran
mercados: de materias primas, de metales~..». Eso es todo. transformación. publicado en 1944, es significativo a este res-
Decimos cuatro porque son las que distingue en La gran pecto: «La civilización del siglo xix (siglo de la economía y
transformación. En otros escritos, como en El sustento del de la sociedad de mercado) ha terminado» (GT: 25).
hombre, los reduce a tres; en estos casos prescinde de la < La lista está sacada del capítulo 10 de La gran rrans-
«hacienda» o «administración doméstica». El concepto po- formación. Se observará que en ella no se incluye a A. Smith.
lanyiano de «forma de integración» de la actividad econó- Para Polanyi, en Smith «la esfera económica (...) no está
míca y las distintas formas de integración que considera sometida todavía a leyes autónomas que nos proporcionen
Polanyi hacen pensar en los «modos de producción» mar- un criterio del bien y del mal» (GT: 188).
xíanos. 2< En coherencia con ello para Bentham, según Polanyi,
En este sentido su crítica a la idea de A. Smith acerca «ta tarea del gobierno es acrecentar la necesidad para hacer
de la propensión natural, y por lo tanto universal, del hom- eficaz la sanción del hambre» (61=196).
bre al intercambio mercantil es radical: «Ninguna interpre- 21 La relevancia y el prestigio sociales de esta nueva cien-
tación errónea del pasado, dirá él, se reveló nunca como una cia fue en este momento histórico, contra lo que suele pen-
mejor profecía del futuro» (67: 84). El comportamiento sarse, muy superior a la de las ciencias de la naturaleza:
mercantil sólo puede existir en la estructura institucional del «Los triunfos de la ciencia de la naturaleza habían sido teó-
mercado, ricos en el sentido estricto del término y no podía compa-
Una buena presentación es la que hace PEARSON en su rarse, por su impotancia práctica a los de las ciencias socia-
Introducción a El sustento del hombre, pero no deja de ser les de la época. Y la ciencia debía a los resultados de estas
una interpretación entre otras. últimas eí prestigio de que gozaba en relación a la rutina y
34 Carlos Prieto
a la tradición y, cosa increfble para nosotros, la ciencia de la CASTEL, Robert (¡995): &s métamorphoses de la questión so-
naturaleza adquiría entonces una enorme consideración a cia/e. Une chronique du sa/ariaí, París, Fayard.
través de sus relaciones con las ciencias humanas» (67. 199). DRUCKER, Peter F. (1992): Mi vida y mi obra, Madrid, Cien-
22 A este propósito tíene un interés panicular el capítulo cias de la Dirección.
titulado «La tríada cataláctica: comercio, dinero y mercado» FERRARESE, Maria Rosaria (1992): ~<immaginidel mercato»,
de la obra El sustento del hombre, en la que Pou&NYí intenía en Stato e Mercato, núm. 35, agosto, págs. 292-323.
mostrar cómo, frente a las ideas comunes al respecto, la pre- GODELIER, Maurice (1976): Antropología y economía, Barce-
senda de estas instituciones no ha supuesto necesariamente lona, Anagrama.
en la historia la existencia de una economía de mercado. MisEs vo~ Luowío (sin fecha): Omnipotencia gubernamen-
23 Polanyi se confesó socialista alo largo de toda su vida. tal. México, Hermes, 13 ed. en original en 1944.
Todavía un año antes de morir, en 1963, se dirige a los OIT (1995): El empleo en el mundo, 1995. Ginebra, OIT.
jóvenes escritores húngaros en los siguientes términos: «En POLANYI, Karl (1947): «Our obsolete market mentality», en
estos anos de crisis, que están poniendo en peligro a todo el Comentary, 3, págs. 109-li?.
género humano, me he volcado completamente en el socia- — (1975): Les systémes économiques dans Ihistorice e! dans
lismo, que ya no es solamente la causa de la clase trabaja- léconomie, Arensberg, Conrad, y Pearson, Harry (eds4.
dora, sino una cuestión de vida o muerte para toda la hu- Paris, Librairie Larousse, It cd. en 1957 con el título
manidad» (citado por 1. Ducz¡NsKÁ POLANYi, en uno de los Trade and Markeí in ihe Lar/y E~npires.
Prólogos que preceden El sustento del hombre, págs. 34-35). — (1989): La gran transformaci4n, Madrid, Ediciones La Pi-
24 Véase a este respecto el reciente informe de la OIT queta.
titulado El empleo en el mundo, 1995. — (1994): El sustento del hombre, Pearson, Harry (cd.), Bar-
celona, Mondadori.
POLANYI-LEV!TT, K., y MENOELL, M. (1987).« Karl Polanyi:
Telos. A Quaterly of Critical
BIBILIOGRAFIA a Biographical Sketchs>, en
Thought, núm. 73, págs. 121-130.
ARISTóTELES (1985): La Política, Madrid, Espasa-Calpe. PRIETO, Carlos (1993): ,<Lfmites a la racionalidad económi-
ATTALI, Jacques (1981): Les trois mondes, Pour une théorie de co-mercantil cn la relación salarial», en Revista Española
l’aprts-crise, Paris, Fayard. de Investigaciones Sociológicas, núm. 63, julio-septiembre,
BIENEFELO, Manfred (1991): «Karl Polanyi and The Con- págs. 53-70,
tradictions of the 1980s», en Mendelí, M., y Salée, D. STANFIELD, J. R. (1986): The Economic Thought of Karl Fo-
(eds.): TIte Legacy of Karl Po/anyi, Londres, MacMillan. lanyi. Londres, MacMillan.