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Manuela Henao Mesa, CC.

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Facultad de comunicaciones, Universidad de Antioquia. 2020

La autenticidad del arte

“Imitar equivale a moverse y fatigarse en el wagón de un ferrocarril: nos imaginamos


realizar mucho y no hacemos más que seguir el impulso del motor” -Manuel González Prada

Año tras año nos encontramos con un montón de libros, películas y canciones, vemos como
muchas de estas creaciones parecen copias baratas de otras anteriores, llegamos a pensar que
todo ya está escrito, que no hay nada nuevo. Hasta que llega algo que nos estalla la cabeza,
porque, aunque no sea una idea completamente original (nada lo es, ni lo ha sido, ni lo será),
la forma en la que nos presentan esta creación es algo completamente asombroso y no nos
sorprendemos cuando vemos el revuelo que causa en el público y la cantidad de personas que
se sienten identificados con esta creación. El problema llega cuando otra persona, con el afán
de conseguir el mismo impacto de la obra anterior, imita la forma de esta sin entender cómo
funciona el proceso creativo.
El arte no debe ser impulsado por sentimientos de codicia y mucho menos se debe crear con
la intención de obtener reconocimiento. El arte no tiene una funcionalidad aparente, sirve
para todo y para nada a la vez, no debemos esperar nada de eso que estamos creando, porque
si este texto nace es porque debe ser extirpado del ser. Si existe una forma de sacar los
demonios del alma es a través del arte.
El arte no tiene la necesidad de sobrecargarse de adornos, como si de un árbol de navidad
se tratara. El arte es bello en sí mismo por eso no hay que inventase metáforas complejas, ni
adornar con palabras rimbombantes que poco aportan, si un texto suena hermoso, no es
porque adornaron una idea simple convirtiéndola en una obra de arte, sino porque la idea al
ser expresada correctamente ya se convierte en arte.
Hay que entender de una vez por todas que ideas simples y las historias bobas o poco
importantes no existen. El mundo está tan necesitado de historias fuertes y complejas sobre el
conflicto armado que se vive diariamente en el país como también de historias sencillas y
sensibles sobre niños que toman decisiones y se cansan de las reglas que los adultos les
imponen diariamente. Todas las ideas son válidas, lo que las hace buenas o no es la forma en
la que se desarrollan y el interés genuino sobre esa idea que se trabaja, pero todas las
expresiones artísticas son necesarias para la sociedad y todas tienen el mismo derecho de ser
expresadas.
Por todo esto se dice que en el arte no cabe la imitación. El contenido de una obra se crea
desde la intención genuina, una idea no se crea porque alguien simplemente se la inventó,
sino porque esa idea tenía la necesidad se ser creada. Es absurdo decir <<si tan solo yo me
hubiera inventado “Cien años de soledad” …>> porque no es solo una idea, es todo el
desarrollo que hay detrás lo que la transforma en un clásico. La forma en la que se escribe
algo está mediado por la observación y por la experimentación y por eso de una idea pueden
nacer muchas obras diferentes. No entender el arte y dedicarse a replicar éxitos, sin siquiera
sentir profundamente eso que se escribe, puede que traiga mucho dinero consigo, pero lo que
se estará creando son un montón de cascaras vacías.
El que no lo vive no lo mueve, porque en la vida nos mueve lo que nos duele, esa es la
razón por la cual en el arte no cabe la imitación. Hay que vivir algo para entenderlo
realmente, no puedes escribir sobre Colombia si no has visitado siquiera este pantanal, si no
conoces a un solo colombiano y la única referencia que tienes es Pablo Escobar.
Mínimamente, para escribir sobre algo, tienes que sentir una fuerte pasión por el objeto y
después tienes que zambullirte en él, para intentar abarcarlo en totalidad. El interés genuino
sobre algo es lo que mueve a las personas a crear obras maravillosas. Primero hay que hacer
una observación detallada al objeto y luego experimentar con él, ver cómo se comporta en
diferentes situaciones, por eso hay que conocer muy bien a eso de lo que se habla, no hablar
por hablar, por crear y mucho menos por vender.
Hay que despreciar a esos autores que siempre están buscando el tema del momento para
sacar un libro o una película nueva, eso no solo le quita todo el valor artístico que puede tener
una obra, sino que también es una falta de respeto ya que muchas veces los autores se están
aprovechando de un grupo vulnerable para ganar dinero. Cabe mencionar que en muchos de
estos casos el autor lo hace terriblemente mal ya que al crear una obra desde una posición
privilegiada y, lo que es aún peor, desde la ignorancia solo logra ofender y desinformar a las
personas y, por supuesto, vender un montón.
En el caso anterior también cabe mencionar que el público carga gran parte de la culpa al
carecer completamente de un ojo crítico y dejarse conmover fácilmente. Las creaciones que
nacen desde la imitación lo único que logran es enriquecer a unos pocos y una de sus
características es que se van con la misma fuerza que llegan, ya que mientras más vacía sea
una obra, más fácil será de olvidar.
Nosotros como espectadores tenemos la obligación y la responsabilidad sobre eso que
hacemos viral. Nos quejamos todo el tiempo de las personas que son famosas a causa de un
trabajo malo, ridículo y que en la mayoría de los casos no es original, puesto que el creador
solo adapta a su contenido una fórmula que sabe que funciona. Nos encanta despotricar en las
redes sociales sobre esos “artistas” que viven del escándalo y de la estupidez, sin pararnos a
pensar que son esos comentarios los que le generan más ganancias a ese creador mediocre.
La obra de arte, una vez creada, deja de pertenecerle a su autor, no es simple
entretenimiento tiene una importante connotación social y es eso lo que nos reflejará como
generación en unos años. Somos lo que creamos, los artistas le regalan una parte de su ser al
mundo, un sentimiento, una etapa, el arte evoluciona porque el ser humano crece y
experimenta con diferentes objetos, situaciones y sentimientos a lo largo de su vida. Imitar
equivale a apropiarse sin ningún derecho de las vivencias y dolores de otra persona, ni
siquiera es una especie de apropiación cultural, y hacerlo puede demostrar una falta de
autoestima, ya que el que piensa que lo suyo no vale nada se va a buscar algo de valor al lado.

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