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ANALISIS ETICA Y MORAL

La tercera parte del Discurso del método contiene las denominadas máximas


de la moral provisional. Ello no contradice para Descartes la regla de la duda
metódica; ocurre simplemente que, mientras no se alcance la verdad, es
necesario establecer normas provisionales para dirigir nuestros actos. Estas
normas incluyen obedecer siempre las leyes y costumbres del país;
permanecer fiel a las opiniones aceptadas como verdaderas, mientras no se
demuestren como falsas, evitando así las incertidumbres en la investigación;
aceptar las verdades halladas y los hechos inevitables, adaptándose a ellos en
lugar de pretender que se adapten a nosotros; y, por fin, aplicar nuestras vidas
al cultivo de nuestra razón y adelantar todo lo posible en el conocimiento de la
verdad según el método expuesto anteriormente.

LA MORAL PROVISIONAL    

Descartes adopta una moral provisional mientras se encuentra sumida en la


duda metódica y que consiste en 3 reglas básicas de conducta:

1. Obedecer a las leyes y costumbres del propio país, considerando la


religión tradicional y siguiendo las opiniones más moderadas.
Por lo que era la primera era obedecer a las leyes y costumbres de
mi país, manteniendo constantemente la religión en la que Dios me
ha concedido la gracia de ser educado desde mi infancia, y
gobernándome en todo lo demás según las opiniones más
moderadas y más alejadas del exceso que fuesen comúnmente
recibidas en la práctica por los más sensatos entre aquellos con
quienes tendría que vivir. Pues, comenzando desde entonces a no
contar para nada con las mías propias, que quería someter a
examen, estaba seguro de no poder hacer otra cosa mejor que
seguir las opiniones de los más sensatos. Y aunque acaso hay
gentes tan sensatas entre los persas o los chinos como entre
nosotros, me parecía que lo más útil era regularme según aquellos
con los que tendría que vivir; y que para saber cuáles eran
verdaderamente sus opiniones, debía atender más bien a lo que
practicaban que a lo que decían, no solamente porque a causa de la
corrupción de nuestras costumbres hay pocas gentes que se atrevan
a decir todo lo que creen, sino también a causa de que muchos lo
ignoran ellos mismos; pues siendo

1. Cf. Marion, Jean Luc. Sur la Théologie Blanche de Descartes, Paris, Presses Universitaires de
France, 2009 y del mismo autor Sur L’Ontologie Grise de Descartes. Paris, Librairie
Philosophique J. Vrin, 1981; Sur le Prisme Métaphysique de Descartes. Paris, Presses
Universitaires de France, 1986.
2. Gilson, Étienne. La liberté chez Descartes et la Théologie, Paris, Librairie philosophique J.
Vrin, 1982, p. 271
la acción del pensamiento por la que se cree una cosa distinta de
aquella por la cual uno conoce que la cree, se presentan
frecuentemente la una sin la otra.

Y entre varias opiniones igualmente recibidas, no escogía sino las


más moderadas, tanto a causa de que son siempre las más
cómodas de practicar, y verosímilmente (o probablemente) las
mejores, siendo todo exceso habitualmente malo, como también a
fin de desviarme menos del verdadero camino, si me equivocaba,
que si, habiendo escogido una de las extremas, fuese la otra la que
hubiera sido preciso seguir. Y particularmente ponía entre los
excesos todas las promesas por las cuales se cercena algo de la
propia libertad; no porque yo desaprobase las leyes que para
remediar la inconstancia de los espíritus débiles permiten, cuando se
tiene algún buen propósito, o incluso para la seguridad del comercio,
si el propósito no es más que indiferente, que se hagan votos o
contratos que obliguen a perseverar en ellos; pero como yo no veía
en el mundo nada que siempre permaneciera en el mismo estado y,
por lo que a mí respecta, me comprometí a perfeccionar cada vez
más mis juicios y nunca a empeorarlos, hubiese pensado que
cometía una gran falta contra el buen sentido si, por aprobar
entonces alguna cosa, me considerara obligado a mantenerla como
buena mucho después, cuando acaso hubiera cesado de serlo o
cuando yo hubiese cesado de estimarla como tal.

2. Consciente en ser la más firme y resuelta  en el obrar y seguir con


constancia y satisfacción la opción que se haya elegido.
Por lo tanto que era de ser lo más firme y resuelto en mis acciones
que pudiera, y no seguir menos constantemente las opiniones más
dudosas, una vez que me hubiera determinado a ello, que si
hubiesen sido muy seguras; imitando en esto a los viajeros que,
encontrándose extraviados en un bosque, no deben errar girando de
un lado a otro, ni menos pararse en un sitio, sino marchar siempre lo
más rectamente que puedan en una misma dirección y no cambiarla
por débiles razones, aunque sólo el azar acaso les haya
determinado a escogerla en un principio, pues por este medio, si no
llegan justamente a donde desean, al final llegarán, al menos, a
alguna parte, en donde verosímilmente estarán mejor que en medio
de un bosque.

3. “Además de que las tres máximas precedentes no estaban fundadas más que sobre el deseo que yo
tenía de continuar instruyéndome: pues habiéndonos dado Dios a cada uno una luz para discernir lo
verdadero de lo falso, habría faltado a mi deber contentándome un solo momento con las opiniones de
los otros si no me hubiera propuesto emplear mi propio juicio para examinarlas en el tiempo oportuno”
4. Descartes. Discours de la Méthode. Texte et commentaire par Étienne Gilson, Paris, Librairie
Philosophique J. Vrin, 1947, p. 27. 19 La nueva filosofía, que se forma a raíz del Renacimiento con
independencia de la Escolástica y en oposición a ella.
Y así, no sufriendo las acciones de la vida frecuentemente dilación
alguna, es una verdad muy cierta que cuando no está en nuestra
mano discernir las opiniones más verdaderas, debemos seguir las
más probables; y aun en el caso en que no advirtamos un mayor
margen de probabilidad en las unas que en las otras, debemos sin
embargo determinarnos en favor de algunas y considerarlas nunca
más como dudosas por lo que se refiere a la práctica, sino como
muy verdaderas y ciertas, porque la razón que nos ha determinado a
ello es cierta. Y esto fue capaz, desde ese momento, de librarme de
todos los arrepentimientos y remordimientos que agitan
comúnmente la conciencia de esos espíritus débiles y vacilantes que
se dejan arrastrar inconstantemente a practicar como buenas cosas
que después juzgan malas.

3. Tratar de superarse a si mismo más que a la fortuna y esforzarse


por cambiar los propios pensamientos y no tanto por intentar
cambiar el orden del mundo.
Por lo tanto que era la de intentar siempre vencerme a mí más bien
que a la fortuna y cambiar antes mis deseos que el orden del mundo,
y generalmente, acostumbrarme a creer que no tenemos
enteramente nada en nuestro poder excepto nuestros propios
pensamientos, de modo que cuando hemos hecho todo lo que
podemos respecto a las cosas exteriores, todo lo que falle para tener
éxito es, respecto de nosotros, absolutamente imposible. Y esto sólo
me parecía suficiente para impedirme desear nada en el porvenir
que no consiguiese, y así, para tenerme contento; pues nuestra
voluntad, no inclinándose naturalmente a desear sino aquellas cosas
que nuestro entendimiento le representa como posibles de alguna
manera, ciertamente, si consideramos todos los bienes que están
fuera de nosotros como igualmente alejados de nuestro poder, no
tendremos nunca el pesar de carecer de aquellos que nos parecen
ser debidos a nuestro nacimiento, y haciendo, como se dice, de la
necesidad virtud, no desearemos más estar sanos estando enfermos
o estar libres estando en prisión, que ahora deseamos tener cuerpos
de una materia tan poco corruptible como los diamantes o alas para
volar como los pájaros. Pero confieso que se necesita un largo
ejercicio y una meditación frecuentemente reiterada para
acostumbrarse a mirar todas las cosas desde este ángulo; y creo
que es principalmente en esto en lo que consistía el secreto de
aquellos filósofos.

5.“La dialectique du fini et de l’infini dans la philosophie de Descartes”. En: Revue de métaphysique et
de morale, 1969(74), p. 22. Adrien Baillet. La Vie de Monsieur Descartes, Paris, Daniel Horthemels,
1691, p. 24.
6.Descartes. , Alianza Editorial, 1996, p. 61. 9 Hamelin, Octave. El Sistema de Descartes, Buenos Aires,
Losada, 1949, p. 384

Pues, ocupándose sin cesar en considerar los límites que les


estaban prescritos por la naturaleza, quedaban tan perfectamente
persuadidos de que nada estaba en su poder más que sus
pensamientos que esto sólo bastaba para impedirles la afección por
otras cosas, y disponían de ellos tan absolutamente que tenían
cierta razón al estimarse más ricos, más poderosos, más libres y
más dichosos que los demás hombres que, no teniendo esta
filosofía, por favorecidos que estén por la naturaleza y la fortuna,
nunca disponen así de todo lo que quieren.

En el libro se ve reflejada gran religiosidad y comportamiento ético y


moral frente a la realidad, independientemente del tiempo, es mejor
fijarse en la realidad vivida ya que los sueños son espejismos y no se
logran pero el presente es lo que vivimos y en lo que podemos
construir nuestro futuro.

Descartes el primer pensador moderno a opinión a su moral


provisional decide dedicar toda su vida a cultivar la razón y a
avanzar en el conocimiento mediante el uso de su método.

Para ponerlo en práctica, Descartes decide ponerse a viajar y


conversar con los hombres. Durante nueve años se encarga de esa
tarea.

Sin embargo, durante este tiempo aunque avanza mucho en el


conocimiento de la verdad no consigue encontrar los fundamentos
de una filosofía, mas cierta que la vulgar. Para realizar esta nueva
filosofía se dirige hacia Holanda huyendo de la Guerra de los Treinta
Años que le ofrece el marco ideal para dedicarse a esta tarea.

Descartes publica su método no para que se enseñe sino para que


se conozca y crear un ejemplo acerca del buen caminar al lado de la
sociedad en general. Con este discurso inaugura la actitud
filosófica que en su raíz recibe el nombre de idealismo, desde
entonces el idealismo domina sobre todo el pensamiento moderno.

Seleccionó todas las máximas verdaderas y las ideas también


verdaderas y decidió volver a viajar para establecer contacto con las
gentes cultas durante nueve años analizando todo lo que llegaba a
ver, sentir... así avanzaba en su proyecto más que si se hubiera
quedado leyendo libros. Sin embargo, no tomaba partido de las
dificultades que se discuten entre los doctos y sin haber buscado
una filosofía menos vulgar, haciéndole imaginar muchas dificultades
para la culminación de sus pensamientos.

CONCLUSION
Nosotros llegamos en conclusión que el ser humano no puede vivir sin la
ética ni la moral a causa de que la ética y la moral es algo primordial que
necesita el ser humano para vivir en paz y armonía en el universo.

BILIOGRAFIA
http://www.scielo.org.co/pdf/ef/n55/0121-3628-ef-55-00011.pdf

https://www.academia.edu/14884565/Definiciones_de_%C3%A9tica_y_moral_con_autor

http://www.miguelcarbonell.com/artman/uploads/1/Etica_y_Derecho.pdf

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