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Desarrollo de habilidades para la resolución de

conflictos.

El conflicto forma parte de las relaciones entre las personas, debido a las diferencias de
opiniones, expectativas, creencias, valores o deseos que a menudo existen. Por este motivo,
aprender cómo afrontar los conflictos es muy importante para poder mantener relaciones
sanas con los demás.

¿Cómo surge un conflicto?

El conflicto surge cuando las necesidades de una persona no se están satisfaciendo debido a
que otra persona lo impide, generalmente porque sus necesidades están en contradicción
con las del otro. Por ejemplo, si un compañero de trabajo no está haciendo su parte, de
manera que te está sobrecargando a ti, no se está satisfaciendo tu necesidad de ser tratado
justamente. Por otra parte, tu compañero puede pensar que no se está satisfaciendo su
necesidad de descansar y de hacer el trabajo a su propio ritmo. Para que el conflicto se
solucione es importante conocer cuáles son las necesidades de cada uno y tenerlas en
consideración.

Según el tipo de necesidades que estén implicadas, los conflictos se vivirán con emociones
más o menos intensas. Por ejemplo, el conflicto suele ser mayor y suele dar lugar a
emociones negativas más intensas cuando una persona cree que no se están satisfaciendo
necesidades que considera importantes.

Cuando el conflicto empeora

A veces los conflictos se encarnizan y se vuelven más y más intensos debido a que no se
maneja adecuadamente la situación y eso da lugar a más problemas. Por ejemplo, si crees
que siempre te toca a ti ir a recoger a los niños del colegio, en vez de hacerlo tu pareja de
vez en cuando, puede que no se esté satisfaciendo tu necesidad de descansar. Pero si
discutes con tu pareja por este motivo y ella o él te insinúa que no quieres a tus hijos lo
suficiente, entonces se añade una necesidad más no satisfecha: la de ser valorado como
padre o madre. Esto hace que te enfades aún más y el conflicto se acentúe. Así, hemos
pasado de una necesidad menor (la de descansar de vez en cuando) a otras más importantes,
como el hecho de que se reconozca tu necesidad de descansar como una necesidad legítima
y la necesidad de ser valorado como persona.

Si percibes el conflicto como una humillación o has tenido experiencias en las que el
conflicto ha llevado a menudo a insultos, violencia o maltrato, puedes percibirlo como algo
traumático y reaccionar con gran ansiedad o una ira defensiva.
La visión más realista del conflicto es aquella que lo percibe como dos personas que tienen
necesidades opuestas que chocan entre sí y que necesitan hablar, conocer sus necesidades y
llegar a un acuerdo que tenga en cuenta las necesidades de ambos. Es decir, el conflicto es
visto como un problema para el que hay que encontrar una solución cooperando con la otra
persona.

Estancamiento del conflicto

Cuando una persona tiene miedo al conflicto, tiende a evitarlo, pero eso no hace que
desaparezca, sino que permanece ahí, sumergido, dañando la relación. En una pareja, por
ejemplo, puede suceder que uno de los dos (o ambos) critique al otro por cosas que
realmente no tienen importancia, como su modo de poner la mesa. Lo que sucede en este
caso es que el verdadero conflicto, es decir, lo que realmente te está haciendo sentir mal
permanece oculto, sin hablarse, bien porque le tienes miedo al conflicto o bien porque cada
vez que lo intentas tu pareja lo evita, o bien porque intentar hablarlo solo trae discusiones
que no van a ninguna parte.

Es decir, hay un estancamiento del conflicto, que permanece sin solución. En estos casos, lo
mejor es que ambos habléis con una tercera persona que tome parte en la resolución del
problema y os ayude, ya sea un amigo o familiar, o bien un psicólogo. En algunos casos
puede solo basta una única sesión con un psicólogo para resolver un problema que, de
seguir sin afrontarse, podría hacer peligrar el futuro de la relación. Una tercera persona
puede ayudar a poner las cartas sobre la mesa sin que se descontrole la situación y llegar a
la raíz del verdadero problema.

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