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Percepción y Atención
Universidad del Norte Programa de Psicología I Semestre 2013
Fabiola Mesa de Danies
http://www.mailxmail.com/curso-desarrollo-
cognitivo-nino/desarrollo-percepcion-visual-1-2
Desarrollo Perceptual
http://www.pilarjerico.com/tag/precipicio-visual

La mayoría de los psicólogos consideraban que los bebés experimentan un mundo perceptual totalmente
confuso, en el que no pueden percibir nada o la estimulación a la que están expuestos tiene poco sentido
para ellos (Goldstein, 2011). Hoy en día se sabe que ellos si nacen con unas capacidades perceptuales,
limitadas en principio, pero gracias a los métodos que se han empleado para evaluar estas capacidades
comprendemos. En este apartado los expertos tratan de explicar las capacidades perceptuales de los
recién nacidos y niños muy pequeños.
Medir las capacidades perceptuales de los pequeños entraña algunas dificultades, algunas de estas dificultades que
presenta la evaluación del desarrollo perceptual en neonatos e infantes, de acuerdo a declaración de un científico
reconocido que estudia el desarrollo perceptual en niños (Cohen 1991 en Goldstein, 2005) son:
- Convencer a los directivos de los hospitales y personal de sala cuan de que la investigación vale la pena.
- Instalar aparatosos equipos en cubículos atestados y muchas veces incómodos.
- Conseguir el permiso de las madres, quienes dicho sea de paso, se están recuperando de su parto.
- Esperar a que el niño que se vaya a evaluar se encuentre en un estado de alerta tranquila.
- Enfrentar los inevitables cambios de estado del bebé una vez comenzada la prueba.
- Interpretar respuestas que una vez parecieran reducirse a una mirada perdida y en otro pareciera revelar una
participación activa ante el estímulo.
Adicionalmente,
- Los neonatos lloran, duermen y no prestan atención durante las pruebas, además no entienden las instrucciones
verbales.

La clave para medir la percepción en bebés está en plantear la pregunta correcta acorde a las capacidades de los
pequeños y no partir de los métodos o preguntas para evaluar las capacidades de adultos, es decir, plantearnos una
pregunta que permita observar su respuesta (si, no, calidad, tiempo, habituación, frecuencia, movimiento), por
ejemplo, la vista preferencial.

La forma como los niños contemplan los estímulos en el ambiente no permite determinar si distinguen entre dos
estímulo. Con la técnica de la vista preferencial (VP), en la que se le presentan dos estímulos (un estímulo enrejado
y un campo gris de la misma intensidad promedio), el experimentador mira sus ojos para ver hacia dónde ve. Si
observa un estímulo más que otro se concluye que el niño es capaz de distinguir la diferencia entre ambos.

Para medir la agudeza visual se puede aprovechar el hecho de que los pequeños escogen ver objetos con
contornos en lugar de los que son homogéneos (Fantz, Ordy y Udelf, 1962).
La técnica de la vista preferencial para medir la agudeza visual se basa en la preferencia espontánea (PE) de los
niños por los contornos, pero para medir otras capacidades perceptuales, muchas veces se quiere saber si el niño
percibe la diferencia entre dos estímulos que normalmente mira por igual. Cuando se le muestra un estímulo
conocido y uno novedoso, es más probable que el niño tienda a escoger el último (Fagan, 1976; Slater, Morison y
Rose, 1984).
Si se le familiariza con un estímulo en particular, se puede medir su preferencia, a partir de la técnica de
habituación (H), en el que un estímulo se presenta una y otra vez y se mide el tiempo que en niño lo ve en cada
presentación. Conforme se habitúa a él y lo mira menos en cada ensayo. Cuando se habitúa al estímulo lo
reemplazan por uno nuevo y se determina si puede o no distinguirlo. Si el niño distingue entre el estímulo de
habituación y el nuevo presenta una deshabituación, es decir, un aumento en el tiempo de observación cuando el
estímulo es modificado.

Capacidades perceptuales infantiles: visión


Hasta ahora se han descubierto las capacidades perceptuales en los niños con los anteriores métodos (VP, PE, H).
Agudeza y contraste
En cuanto a la Percepción de detalles, se ha establecido que la agudeza visual, en neonatos es escasa
(aproximadamente de 20/400 a 20/600 al mes de edad), pero aumenta rápidamente en el primer semestre a poco
menos que el nivel de adulto 20/20 (Banks y Salapatek, 1978; Dobson y Teller, 1978; Harris, Atkinson y Braddick,
1976; Salapatek, Bechtold y Bushnell, 1976). La agudeza visual se mide por medio de la técnica de vista preferencial
y la medición de una respuesta eléctrica llamada potencial visual evocado (PVE), la cual es registrada por
electrodos de disco que se colocan en la nuca del niño, sobre la corteza visual. El PVE es la respuesta conjunta de
miles de neuronas que se encuentran cerca de los electrodos. La agudeza visual adulta se alcanza hasta poco
después del primer año.

La agudeza visual es una de las pocas capacidades perceptuales con las que se puede demostrar paralelismo entre
la medición psicofísica del desarrollo y el desarrollo fisiológico. Una de las razones de que el niño presente poca
agudeza visual es que su corteza visual no está desarrollada por completo. La corteza visual está parcialmente
desarrollada al nacer, y el desarrollo es mayor a los 3 y 6 meses, momento cuando importantes progresos en la
agudeza visual sobrevienen. La retina periférica dominada por bastones es como la del adulto, pero los conos de la
fóvea están muy espaciados y poco desarrollados (Abramov, et al ., 1982). Los conos de los recién nacidos tienen
segmentos internos grandes y segmentos externos muy pequeños, mientras que los de los adultos son más grandes
y tienen casi el mismo diámetros (Bankds y Bennet, 1988; Yuodelis y Hendrickson, 1986). Así, esto explica la
diferencia en la percepción. El tamaño externo de los conos significa que los conos del RN contienen menos
pigmentos visuales y por ello no absorben la luz de manera eficaz como los del adulto. Por otro lado, el segmento
interno grande crea el entramado de receptores secundarios, dejando espacios, en contraste con los del adulto,
con mínimos espacios que al agruparse juntos y estrechamente forman un entramado adecuado para detectar
detalles finos. Martin Banks y Patrick Bennet (1988), calcularon que los segmentos externos de los receptores del
cono cubren eficazmente el 68% de ka fóvea de los adultos, mientras que en los RN sólo el 2%, lo que significa
que en los RN la luz que ingresa se pierde la mayor parte en los espacios entre los conos y por lo tanto no es útil
para la visión.

Con relación a la capacidad de los bebés para percibir el contraste, se mide al determinar la menor diferencia entre
las barras oscuras y las claras de una rejilla en la que un observador puede detectar las barras. Los investigadores
pueden evaluar esta capacidad a través de la exposición de ellos a barras de distintos tamaños y medirla a través de
la medida frecuencia espacial. La FE es el número de ciclos de la rejilla (en la que un ciclola los contrastes ha valido
d en niños muestran que las funciones de sensibilidad al contraste en niños de 1, 2 y 3 meses, así como en adultos,
indican que 1) la capacidad infantil para percibir un contraste está restringida a las frecuencias bajas; 2) en estas
frecuencias, la sensibilidad al contraste del niño es menor que la del adulto por un factor de 20 a 100, y 3) el niño
ve poco o nada en frecuencias superiores a 2 o 3 ciclos por grado, que son frecuencias a las que el adulto es más
sensible (Banks, 1982; Banks y Salapetek, 1978; 1981; Salapetek y Banks, 1978).

Al mes de edad el contraste es muy poco por lo que resultad difícil reconocer las expresiones faciales, pero es
posible ver zonas muy contrastadas, como el contorno entre la línea del pelo y la frente de la mujer. A los 3 meses,
la percepción infantil del contraste ha mejorado tanto que distinguen las expresiones faciales. Las pruebas
conductuales muestran que de los 3 a 4 meses, los pequeños distinguen un rostro feliz de otros que muestran
sorpresas, enojo o que son neutros (LaBarbera et al., 1976; Young-Browne, Rosefield y Horowitz, 1977).

En cuanto a la percepción de objetos, la capacidad de los neonatos se ha podido medir a través de las técnicas
anteriormente mencionadas, por ejemplo, se ha podido establecer que los neonatos de dos días de nacidos pueden
reconocer el rostro de la madre, pues descubrieron que ellos miraban al rostro de la madre en un 63% del tiempo,
en contraste con un rostro de una desconocida.

Por otro lado, la investigación ha demostrado que la percepción de colores aparece pronto y que ya en los
primeros meses se encuentra de forma apreciable, a pesar que los conos son inmaduros al nacer, y sabiendo que la
percepción del color es posible por la acción de 3 clases de conos receptores, lo que podría llevar a conjeturar que
los neonatos no tienen una buena visión cromática. Sin embargo, los investigadores han demostrado que la visión
de color se desarrolla precozmente y que está presente en las primeras 3 o 4 meses de vida y que son capaces de a
esta edad son capaces de clasificar los colores de la misma manera que los adultos tricrómatas (Bornstein y
col.,1976).
Al nacer, los niños tiene una agudeza visual escasa y poca o ninguna percepción de la profundidad, ya que cada
clase de información comienza a operar en distinto tiempos; por ejemplo la clave de la disparidad binocular
empieza a funcionar primero y más tarde las claves pictóricas de profundidad.

El requisito para el funcionamiento de la disparidad binocular es la fijación binocular y esta es rudimentaria e


imprecisa en el neonato, en especial con los objetos cuya profundidad cambia (Slater y Findlay, 1975). Aunque la
fijación se establece a los 3 meses, eso no quiere decir que los niños puedan usar la información de la disparidad
para percibir la profundidad. Se demostró a través de estereogramas, que los niños pueden seguirlos de los 3 ½ a
los 6 meses de edad (Fox y col, 1980). Filmaron el movimiento de ojos de bebés y observaron aunque existe cierta
divergencia (girar los ojos hacia el exterior cuando el objeto se alejaba) y convergencia (girar los ojos hacia adentro
cuando el objeto se acercaba), estos movimientos oculares no dirigen ambos ojos de manera fiable hacia el objeto,
hasta los 3 meses (Richard Aslin, 1977).

La capacidad para emplear las claves pictóricas para la percepción de profundidad se desarrolla después de la
disparidad binocular, debido a que depende tanto de la experiencia con el medio ambiente y el desarrollo de las
capacidades cognitivas (ejemplo de estos es al momento del gateo, cálculo para el desplazamiento y esquivar
obstáculos, calcular distancias. Ellos empiezan a usar claves pictóricas como la oclusión, el tamaño familiar, tamaño
relativo, sombras, perspectiva lineal y gradiente de textura en algún momento, entre los 5 y 7 meses de edad
(Granrud, Haake y Yonas, 1985, y otros, 1986, 1982).

Los niños vienen adaptados especialmente para percibir el movimiento, y esta capacidad se hace evidente poco
después del nacimiento (Nelson y Horowitz, 1987). Una de las formas de llamar la atención de un niño pequeño es
mover un objeto a través de su campo visual. Los neonatos dirigen sus ojos a los estímulos móviles y lo siguen con
la combinación de movimientos oculares y de cabeza (Haith, 1983; Kremenitzer, et al.,1979). Si se le presentan dos
estímulos, uno en movimiento y otro con forma tridimensional y complicada, prefieren el primero, por lo general
preferirán atender o seguir el objeto en movimiento.

Una característica del movimiento es que genera una organización perceptual. Dos objetos que se mueven en la
misma dirección y con la misma velocidad parecen estar juntos. Al mostrarle a niños de 4 meses un video de unas
luces colocadas en una persona que corría y otro de luces que se movían al azar, demostró que los niños de dos
meses no mostraron preferencia al ver los dos videos, mientras que los de 4 y 6 meses miraban la película del
movimiento biológico 70% del tiempo, lo que hace suponer que los niños de 4 meses distinguen entre las dos
formas de movimiento y prefieren el biológico, lo que revela que los niños son capaces de imponer una
organización perceptual a los estímulos visuales aproximadamente a los 4 meses.

El desarrollo de la capacidad para percibir rostros es la forma de demostrar como progresa la capacidad perceptiva
en los bebés. Primero se demuestra la capacidad para percibir un estímulo en particular. Se ha demostrado que el
bebé reconoce el rostro de la madre desde los dos días de nacido, a través de la vista preferencial, en estudio
realizado por Ian Bushnell y col (1989), mostrando que los bebés miraban el rostro de la madre casi un 63% del
tiempo. Se quiso confirmar que esta preferencia no estuviese influida o por el olor o porque la madre hiciera algún
sonido, para lo cual presentaron en una videocinta (Gail Walton y col., 1992), mostraron que los bebés todavía
seguían respondiendo a la madre. Oliver y Pascali (1995) aportaron a esta capacidad perceptiva en reconocer el
rostro de la madre mediante un estímulo referencial, demostraron que cuando la madre y el extraño llevaron un
pañuelo de color rosa que cubrían su cabello, la preferencia de la madre desapareció. Lo que demostró que el
borde de alto contraste entre el nacimiento del cabello oscuro de la madre y la frente, en apariencia
proporcionaba información importante sobre las características físicas de la madre que el niño utilizaba para
reconocerla. Otra información que favorece el reconocimiento der rostro de la madre es la tendencia a focalizar en
la parte superior del rostro (hay más elementos), adquieren más experiencia al mirar las caras, lo que pudiera
ayudar a crear un área, como el área fusiforme del rostro (AFR) que se especializa en los rostros. También el
movimiento de los ojos de la madre (contraste entre blanco y negro) invita a focalizar la atención en estos
estímulos y mantener la fijación.

Capacidades perceptuales infantiles: audición y sentidos químicos


Antiguamente se consideraba que los neonatos eran funcionalmente sordos, pero las investigaciones recientes han
demostrado que poseen algunas capacidades auditivas que mejoran paulatinamente (Werner y Bargones, 1992).
Estudios han demostrado la capacidad perceptiva de atender a un sonido, Darwin Muir y Jeffry Field, 1979)
presentaron a los recién nacidos un sonido de traqueteo (80 dB) a 20 cms de cada oído y observaron que por lo
general ellos vuelven hacia el sonido. Lo que confirma que los recién nacidos pueden oír y por lo tanto son
capaces, al menos, de localizar el sonido.

Una forma de comprobar la capacidad auditiva de los neonatos (Anthony De Casper y William FIFER, 1980)
observaron la regulación del ritmo de succión al escuchar el sonido de la voz de la madre; desde los 2 días de
nacido. Ellos descubrieron que los neonatos regulaban las pausas entre succiones para escuchar más la voz de su
madre. Una posible razón es que la escuchaban mientras crecían en el vientre materno. Esto fue comprobado
cuando se le pidió a madres gestante que le leyeran un cuento del doctor Seuss “The Cat in the Hat” y a otro grupo
que leyera el mismo cuento pero que cambiaran la palabra cat por dog y hat por fog, al nacer los bebés regulaban
el ritmo de succión para escuchar la versión del cuento que la madre había leído durante el embarazo. Esto
también se comprobó a través de repertorios en su lengua nativa en vez de escucharlo en lengua extranjera (Moon
et al., 1993).

La percepción de tonos individuales y la capacidad para reconocer los sonidos familiares son habilidades básicas
importantes que los niños poseen desde temprana edad, a medida que crecen, otra habilidad se vuelve
importante, la capacidad para discernir el significado a través de palabras y enunciados. Esto, a su vez, depende de
su capacidad para reconocer y categorizar fonemas. A esto se une la experiencia en el habla es decir, ya están
familiarizados con su lengua nativa, su capacidad para distinguir entre los fonemas se ha “sintonizado” con los del
idioma que ha escuchado. Así la percepción del habla está presente a una edad muy temprana, sin embargo, la
experiencia de los niños con el lenguaje influye en su capacidad precoz de percibir el habla.

La combinación entre audición y visión son ejemplos de percepción intermodal, es decir, la coordinación de la
información de los diferentes sentidos en una totalidad perceptual

Discriminación de olores
Investigaciones realizadas con neonatos demuestran que ellos reaccionan a los estímulos odoríficos, esto a través
de respuestas como movimientos corporales y expresiones faciales (Kroner, 1881; Peterson y Rainer, 1991). Sin
embargo, algunos de los estímulos más por la irritación de la membrana de los pequeños, más que al olor como tal.
Para esto, estudios modernos demuestran que con estímulos no irritantes han demostrado que los niños huelen y
distinguen entre estímulos olfativos (Syeiner, 1974, 1979). Estudios recientes demuestran que ellos pueden
discriminar cualidades sutiles, discriminar entre el pecho de la madre y de otra mujer que también amamanta, esto
lo comprobó Macfarlane, 1975; colocando almohadillas a lado y lado del bebé y observó que pasaban más tiempo
girando la cabeza hacia las almohadillas de la madre que hacia la otra.

Probablemente esa preferencia es aprendida, asociándose al vínculo mientras es amamantado, en contraste con el
alimentado con biberón que no preferían el olor de la madre (almohadillas con olor de las axilas). También niños
que fueron expuestos por 48 horas a olores como el jengibre o cereza, con posterioridad tendían a voltear al olor
que más habían sido expuestos, confirmando así la influencia del aprendizaje (Balogh y Portener, 1986).

Discriminación de sabores
Estudios realizados sobre las reacciones de los niños al gusto muestran que ellos distinguen los estímulos dulces,
agrios y amargos (Beauchamp, et al., 1991). Por ejemplo, los recién nacidos reaccionan con distintas expresiones
faciales a los estímulos dulces, agrios y amargos, pero responden poco o nada a los salados (Ganchrow, 1995;
Ganchrow, Steiner y Daher, 1983; Rosenstein y Oster, 1988).

Las respuestas del gusto y el olfato sufren varios cambios a medida que el recién nacido llega a la niñez (por
ejemplo, al principio son indiferentes a lo salado, pero luego cuando crecen empiezan a responden al a estímulos
salados; (Beauchamp et al., 1986). Sin embargo, cabe decir que el gusto y el olfato son los sentidos más
desarrollados al momento del nacimiento.

A manera de conclusión es importante anotar que los bebés al nacer son capaces, no sólo de percibir, sino que
además aprenden rápidamente a medida que experimentan el entorno.

Goldstein, Bruce (2011). Sensación y Percepción. México: Cengage Learning editores, S.A.

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