EL ARTE EN LAS PSICOSIS

Lic. Luciano Lucagnoli 1

Que el arte produce ciertos efectos en el campo de las psicosis parece hoy irrefutable; de
hecho, las instituciones dedicadas a su tratamiento –hospitales, clínicas, hospitales de día-
cuentan casi indefectiblemente con actividades y talleres que hacen a la práctica de
determinada disciplina artística (alfarería, música, teatro, literatura, pintura…).
Sin embargo, con poco se cuenta a la hora de precisar con rigor de qué se tratan estos
efectos, si pueden denominarse terapéuticos, cuál es la dinámica de su producción… Casi
no existe bibliografía seria sobre esta cuestión: “el arte en las psicosis”, es decir, qué
función puede cumplir la práctica artística en la estructura psicótica.
Arriesgaré muy brevemente algunas ideas, en función de mi práctica clínica.
En principio, conviene intentar definir qué se entiende por “psicosis”, por lo menos desde
donde me sitúo para pensar estas cuestiones, que es desde el psicoanálisis. Desde allí, no
articulo los conceptos de “normalidad” ni de “psicopatología”, sino que pienso, tal como lo
plantea S. Freud, en la existencia de tres grandes estructuras clínicas (neurosis, psicosis y
perversión), que son tres modos radicalmente diferentes de situarse ante el mundo del
lenguaje y la palabra, y que se constituyen en las particulares relaciones que se
establecen entre un sujeto y sus otros edípicos, la madre y el padre (o quienes cumplan
esas funciones).
El psicótico es aquel que ha quedado inserto en el mundo del lenguaje, en tanto habla,
pero exiliado del orden de la palabra, en tanto ese hablar se estructura de manera a-
metafórica. J. Lacan, psicoanalista francés, sostenía que para diagnosticar una psicosis
había que encontrar “trastornos en el lenguaje” (neologismos, metonimia, predominio de la
literalidad, ausencia del orden metafórico…).
La psicosis es la “estructura de personalidad” no que presenta un corte con la realidad
como suele sostenerse, sino más bien que construye una realidad otra, que no contempla
ni sostiene el lazo social, en tanto éste, así como la realidad en sí misma, son producto de
un orden discursivo más o menos consensuado.
En cuanto al concepto de arte, podría citar algunas reflexiones que pueden ayudar a
entender qué de su práctica puede ser “beneficioso” para un sujeto psicótico. Dice León
Tolstoi, sobre qué es el arte: “Toda obra de arte pone en relación al sujeto a quien se dirige
con el que la produjo y con todos los sujetos que simultánea, anterior o posteriormente
reciben la impresión de ella. La palabra que transmite los pensamientos de los hombres es
un lazo entre ellos. Lo mismo ocurre con el arte. Lo que lo distingue de la palabra es que el
arte sirve al hombre para transmitir sus sentimientos y emociones.” Nietzsche dice: ”Aquí,
en este supremo peligro de la voluntad se aproxima, como un mago que cura y salva, el
Arte. Sólo él puede torcer y transformar esa repugnancia por lo horrible o lo absurdo de la
existencia en representaciones con las que es posible vivir. Estas son lo sublime, como la
dominación artística sobre lo horrible y lo cómico”; “Única posibilidad de la vida en el arte;
de lo contrario, alejamiento de la vida. La aniquilación de la ilusión es el instinto de las
ciencias. Se seguiría el quietismo si no hubiera arte.”
Parece ser que el arte (y sólo si se mantiene su estatuto artístico y no se lo intenta
transformar en una práctica terapéutica que termina resultando ni lo uno ni lo otro) pone a
un sujeto en relación con su deseo, con una producción que porta su marca y con los
otros, en tanto esta producción está destinada a circular por el ámbito de lo social.
Particularmente interesante resulta esto entonces para un sujeto psicótico, quien
justamente por estructura, ha quedado obturado su deseo, abolido del lazo social y
entorpecida su producción subjetiva. Si el sujeto psicótico puede enlazar y sostener sus
“ganas” en relación a una práctica artística, la apuesta es a que ésta sirva como un
espacio de subjetivización.

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Licenciado en Psicología
lucianolucagnoli@hotmail.com