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Py oynoseetat ipa Faery Dos siglos de politica social en el Rio de la Plata: un panorama de su construcci6n José Luis Moreno En los Gltimos treinta afios en la Argentina hemos asistido a la tlestruccién del Estado de Bienestar. Estado de Bienestar imperfecto, {al vez, no cristalizado como tal, sobre todo si quisiéramos vernos Jeflejados en el espejo de los paises europeos, en particular en algu- ios de ellos, como los escandinavos 0 atin Holanda, Bélgica y Francia. Sin embargo, los argentinos, por ejemplo, sabiamos que frente a cual- quier emergencia de salud, 0 cualquier accidente, el hospital publico constituia una institucion seria y eficiente por la calidad de sus médi- cos o enfermeras; 0 que la escuela publica, primaria 0 secundaria, como Asi la universidad, eran un referente seguro para cualquier familia sin fortuna preocupada por la educaci6n de sus hijos. O que cualquier tra- bajador que hubiese aportado al sistema de retiro jubilatorio tendria una vejez cubierta por una renta o pension hasta su muerte, y la cober- {ura de salud y medicamentos. Los mismos gremios 0 sindicatos ofre- cieron durante muchos afios servicios de salud, de recreacién y educa- cion a sus afiliados, a menudo con el concurso del Estado. Estas no son sino algunas de las dimensiones mas significativas de lo que ha sido el Estado de Bienestar en nuestro pais. Ello fue el resultado de un largo proceso histérico de construccién de la politica social, y que ha tenido una llamativa continuidad desde la epoca del [luminismo borb6nico hasta el primer gobierno peronista, A esa politica contribuyeron, sin duda, las ideas sociales que’se inserta- ron tempranamente en el tejido politico e intelectual de la sociedad. Desde Rivadavia, Sarmiento y Mitre, pasando por los higienistas de fi- nes del siglo XIX y comienzos del XX, y la prédica y la accién de los 69 José Luss Monexo socialistas, anarquistas, sindicalistas, el catolicismo obrero, algunas érdenes religiosas, las sociedades étnicas de socorro mutuo, los pri- meros gobiernos radicales, hasta llegar al mismo Per6n y la ampliacion del asistencialismo estatal. De un modo u otro, es necesario contabi- lizar aportes tanto desde las ideas y proyectos politicos forjados por figuras imbuidas del liberalismo y del positivismo del Siglo XIX, atin con sus imprecisiones y excesos (como el racismo, tan en boga enton- ces), como de movimientos politicos opuestos. Y también de figuras individuales como de grupos 0 fracciones politicas. Ese proceso histérico ha constituido una sintesis de tensiones y conflictos entre la sociedad y el Estado por responder a las necesidades basicas de los individuos, en particular de los mas pobres, asumiendo aquél una creciente intervencién en desmedro de Ja sociedad civil. Las luchas sociales y la “cuestién obrera” gestaron ideas y acciones que en ciertos momentos hist6ricos algunas se transformaron en hechos con- cretos, como por ejemplo, cuando en la década del 20, durante los gobiernos radicales, empezaron 4 cristalizar las primeras leyes recono- ciendo los derechos al retiro por vejez, una reivindicacién que partio del sindicalismo de aquellos tiempos. ‘Asi como la accion y la politica social constituyen un producto his- torico del Estado y la sociedad hacia la pobreza y la marginalidad, la contrafigura ha sido el disciplinamiento social y la sujecion de la mano de obra para su reproduccién: Sus medios de control son el derecho, la policia, el castigo, y Ja internacién en las “instituciones totales” (asi- los, orfanatos, hospitales, “hogares”, caceles, etc.) En la actualidad hemos regresado casi a los comienzos mismos, 0 casi diriamos a la prehistoria de la politica social, cuando eran la socie- dad civil y la Iglesia, a través de las cofradias, las que asistian a los enfermos o se preocupaban por las epidemias. Hoy las asociaciones No gubernamentales estn ocupando el espacio vacio del Estado. En otras palabras, el perfodo actual se caracteriza por dos cuestiones estrecha- mente vinculadas, aunque no guarden en todos los casos relaciones de causalidad. Por un lado, la desaparicion de esa construccién histérica que ha sido el Estado de bienestar como el hecho contundente y, si se quiere, brutal. Por el otro, la irrupcidn asociativa que. si bien tiene una fuerte vinculacion con el hecho anterior, no siempre ha constituido una respuesta a la ausencia del Estado. Si bien es cierto que la politica neoliberal aniquilé el Estado de Bienestar, no es menos cierto que aparece como paraddjico el hecho de que tanto la dictadura de 1976 70 Dos siglos de politica social en el Rio de la Plata 9 el primer gobierno democratico de Alfonsin hayan contribuido a esaparicion del Estado de Bienestar. El gobierno de Alfonsin se itrd con situaciones estructurales -como el pago de los intere- la deuda externa generada por el gobierno militar— que no pudo 30 supo resolver, y que generé la debacle del sistema financiero al. El déficit de las cuentas oficiales y la inflacién e hiper inflacién ‘uente oficiaron, atin cuando el gobierno no lo haya querido, de igo del mismo Estado, cancelando muchas obligaciones adquiri- y retrocediendo en la participacién de las mismas. Ese anciamiento del Estado habria de dejar amplias franjas sociales trabajo y sin su techo protector: la salud, la educacion, la seguridad |. Aello habria que agregar también la crisis de las obras sociales, propio achicamiento debido a la reduccién de la mano de obra iada a consecuencia del proceso de desindustrializacién suftido el pais. neoliberalismo, impuesto en el escenario econémico mundial, itré en esa impotencia por resolver los problemas creados por 's politicas aplicadas inicialmente por Martinez de Hoz, y com- tadas por el gobierno de Carlos Menem, el mejor hueco por donde er la idea del mercado como la solucidn de todos los problemas, ecretar el fin del Estado de Bienestar, constituido en una verdadera ora, en una suerte de paquidermo viejo € impotente para enfrentar ievos desafios econémicos y tecnolégicos. Se volvié asf a la idea de la dictadura militar de “achicar el Estado para agrandar el pais”, 5 con nuevos impulsos privatizadores no sélo de las empresas estata- sino de actividades muy caras a la existencia misma del Estado. En los tiempos que corren, la sociedad enfrentada a sf misma ha do entonces a sus propias fuerzas, como cuando, por ejemplo, las sadias, en los comienzos del Siglo XVIII y subsiguientemente, como la Hermandad de la Santa Caridad, la mas importante en el perfodo onial, daba respuestas frente a la mortalidad por las epidemias, aten- }2 los enfermos, los huérfanos y enterraba a los muertos, hoy dia ontré en el asociacionismo algunos mecanismos -en algunos casos #y eficientes como en la atencion de los enfermos de SIDA, los co- ores barriales y escolares, S6lo para dar ejemplos sencillos— que y resuelven problemas demandados por la poblacién y que no a a resolver el Estado. En esta muy breve sintesis hemos reconocido dos actores principa- en la construccién de la politica social, el Estado y la sociedad civil. 71 ost Luss Moreno Dos actores més conforman el cuadro completo: la Iglesia Catélica y los pobres. Si imaginéramos a esos actores en un escenario que cam- bia como si fuera una obra teatral con diversos actos, 0 sea la interrelacién de todos ellos en accion, tendriamos un quinto elemento dado por el momento histérico. Y ello tiene connotaciones especifi- cas: no son los mismos pobres los de la sociedad durante la Colonia que los de la sociedad capitalista agropampeana, o del perfodo de sus- titucién de importaciones, ni es lo mismo el Estado o la sociedad civil Posterior a la organizacién nacional. Ni es tampoco la misma Iglesia que contribuyera a la consolidacién del imperio espafiol a la del Siglo XIX 0 la que se desarrolla en el Siglo XX y la que hoy contribuye sin desmayo a canalizar la ayuda para mitigar el hambre de tantos cientos de miles de personas. El escenario esté dado Por el proceso econdmico mismo y por la insercidn de las distintas capas sociales en él, y por la capacidad de la economia de absorber la mayor cantidad de mano de obra posible, lo mismo que sus condiciones de trabajo y la retribucin del mismo. Si nos remontaramos por ejemplo al periodo tardocolonial, domi- nado por la crisis del espacio potosino en el Siglo XVIII, fue casi con- temporénea a la puesta en valor del espacio pampeano, y la inexisten- cia de un mercado laboral impuso condiciones desfavorables a las ma- sas de campesinos con o sin tierras, y a las poblaciones indigenas o mestizas del Interior que comenzaron tempranamente a emigrar, La denominada plebe urbana de Buenos Aires se nutrié largamente de migrantes venidos de otras latitudes del virreinato. El trabajo temporario, las tareas estacionales, 0 la ocupacion de tierras de fron- tera, fueron alternativas para los migrantes pobres. Vagos y malentretenidos recorrian los itinerarios de la frontera cuatreriando y matando réses ajenas para poder comer, y eran perseguidos por las autoridades, un hecho repetida en el periodo colonial y poscolonial, En la ciudad, pobres y mendigos solian ser destinatarios de algunds mendrugos de pan afuera de las iglesias. Los Pobres vergonzantes “go- zaban de un mayor.status”, es decir, Pertenecian a la denominada “gen- te decente” y las organizaciones asistenciales o la Iglesia misma se ocupaban de sus graves carencias. i Debemos recordar que ett Occidente la pobreza fue y es asunto de la Iglesia y del Estado. En el mundo cristiano la caridad es una de las virtudes teologales. Constituye una accion opuesta al egoismo, a la en- vidia y a la animadversi6n. La caridad se ejerce, segtin esta concepcidn, a través de la limosna. Sélo la limosna sirve para mitigar el hambre de 72 Dos siglos de politica social en el Rio de la Plata pobres. Se presta ayuda a los necesitados, lo que constituye una itud solidaria con el sufrimiento ajeno. Se lleva a cabo por amor a s. La Iglesia era la destinataria principal de la limosna, y ella podia istribuir una parte entre los pobres. La limosna construye un puente itre los ricos y los pobres y ejerce una vigilancia sobre unos y otros; TO NO deja que esos pobres excedan los limites de lo aceptable desde punto de vista social, religioso y politico: se trata de no subvertir el len establecido por Dios, en el que la pobreza no deja de constituir la especie de “estado de gracia”. Algunas coftadias, organizaciones civiles de fuerte inspiracién reli- fiosa y asociadas a la Iglesia y las ordenes religiosas, tenfan un caracter -asistencial. Ayudaban a los enfermos, a los huérfanos —que en esa épo- ‘€a eran numerosos debido a la alta mortalidad general-, a los nifios abandonados, alos viejos. El Estado espaiiol habia sido, hasta el adveni- miento de los Borbones, un actor ausente que se transformé cuando las ideas del Iluminismo cambiaron los parametros politicos de la corona. La revalorizacion del crecimiento poblacional como un elemento positi- yo en el nuevo encuadre politico institucional crearia la llave de la pri- mera intervencién del Estado en la cuesti6n social: las casas de res- guardo para los nifios abandonados. Un elemento comiin a los domi- nios americanos y al propio territorio peninsular destinado a evitar la mortalidad y aumentar asi la poblacion y la mano de obra. La Casa de Nifos Expdsitos de Buenos Aires, creada en 1779, fue la primer experiencia, fruto de la nueva ofensiva politica de la Corona, quien delegé en la mas renombrada de las cofradias, la ya mencionada Hermandad de la Santa Caridad, la administracién y organizacion de la misma. La iniciativa tuvo, sin embargo, muchos altibajos en sus prime- Tos afios de vida, debido a dos cuestiones principales. La primera es que el dinero destinado no era suficiente y, la segunda, los gastos aumentaban constantemente debido a un ntimero creciente de nifios abandonados en el “torno”. Los primeros gobiernos patrios alejaron a la Hermandad de la administracion, hasta que Rivadavia, en 1823 secularizé completamente la administracién de los servicios sociales, al crear la Sociedad de Beneficencia, un organismo laico atin cuando la religion estuviera presente en algunas de sus manifestaciones. Una me- dida que se encuadraba en la separacién del Estado de la Iglesia, institu- cién que entonces habia caido en una fuerte desorganizaci6n interior. La beneficencia era hija de la filantropia del Siglo XVIII, la que a su vez era un producto del laicismo revolucionario burgués. Emparentada 7B Jost Lurs Moreno con la caridad cristiana, la beneficencia se ejerce no por amor a Dios sino al préjimo. Hacer el bien es el apotegma que preside todo acto benéfico y filantrépico. La beneficencia fue una manera de secularizar la asistencia social a través de la incorporaci6n de las elites y de la nueva riqueza de la burguesia en las organizaciones creadas 2 esos efectos. La institucién benefactora por excelencia, en el Rio dela Plata, fue la Sociedad de Beneficencia que, atin con los altibajos econdmicos y politi- cos que suftiera durante el gobierno de Rosas, centralizaba la administra- cién de las instituciones preexistentes como el Colegio de Nifias Huérfa- nas, el Hospital de Mujeres y la Casa de Nifios Expésitos, otrora regenteadas por la Hermandad de la Santa Caridad. Rivadavia, como un hecho revolu- cionario, incorporaba a las actividades de la Sociedad de Beneficencia la educacién de las nifias, a las que daria un impulso importante. El mecanismo adoptado, sin embargo, no implicaba para la Socie- dad de Beneficencia una total sujeccién a la politica social del Estado, toda vez que las damas, pertenecientes a la elite revolucionaria, si bien contaban con el presupuesto asignado por la administracién estatal, gozaban de bastante autonomia para administrarlo. Esta alternativa, vista desde el hoy, parece inteligente toda vez que la organizacion del Estado emergia como una divisoria de aguas entre distintas fracciones enfrentadas durante casi todo el Siglo XIX. La Sociedad de Beneficencia resumia de ese modo un plano de cola- boraci6n entre la sociedad emergente del proceso revolucionario, re- presentada por las damas de la elite, y un incipiente Estado cuyas di- mensiones y competencias municipales, provinciales y nacionales, no estaban claramente definidas y delimitadas. El gobierno de Rosas tuvo muchos conflictos con las damas de la Sociedad de Beneficencia y una firerte reduccién de sus gastos, y su caida habria de provocar dos cuestiones importantes. Una, la re funda- ci6n de la Sociedad de Beneficencia en un plano destacado e impulsado vigorosamente por las nuevas autoridades bonaerenses. Y la otra, no menos importante, la creacién del Municipio de Buenos Aires, con una competencia claramente definida en el Ambito juridico. Con el tiempo, habria de quedar claro que la Sociedad de Beneficencia ostentaria su competencia en el ambito de la “Capital Federal”, aunque innumerables establecimientos incorporados en distintos momentos histéricos, se ubicarfan en la provincia de Buenos Aires 0 Cordoba, y habria de abrir “sucursales” en algunas provincias como en Salta y Tucumén. En todo el Interior, desde Cordoba hasta Jujuy, la asistencia a los pobres y 14 Dos siglos de politica social en el Rio de la Plata menesterosos habria quedado en manos de las elites asociadas a la Iglesia Catélica. Y éste no deja de ser un hecho notable toda vez que la Sociedad de Beneficencia disponia de un presupuesto otorgado por el Estado nacional. Si el Ambito municipal de la Capital Federal fue propicio para todo tipo de iniciativas en diversos planos del asistencialismo —por ejemplo, ja creacion de un hogar para mendigos y vagabundos, en ja década de 1860, y ya en los comienzos del Siglo XX la Asistencia Publica, sdlo para dar dos ejemplos importantes-, la Sociedad continué desarrollan- dose e incorporando distintos tipos de establecimientos asistenciales o educativos. En algunos casos, legados y donativos estuvieron atados a la creacién de nuevos centros, los que ostentaron durante mucho tiempo el nombre de sus benefactores. Hospitales como el Rivadavia fue construido con los criterios més modernos a comienzos del Siglo XX y su sala materno infantil fire un modelo a la que todas las madres aspiraban a tener sus hijos ahi. Las rafces que eché la Sociedad en la etapa refundacional fueron decisivas. Lo moderno, representado por transformaciones importan- tes en la administracidn, a las que se incorporaron fuertes condimentos de profesionalidad y profesionalismo en el reclutamiento de médicos, enfermeras y otras profesiones, se combiné con lo tradicional, repre- sentado en este caso por el ingreso de algunas Ordenes religiosas dedi- cadas al cuidado de los enfermos y desvalidos. De este modo, la Iglesia, que durante muchos ajios habia perdido el vigor que otrora la habia caracterizado, comenzaba lentamente a recuperar terreno en el Ambito de lo que habia sido una competencia casi exclusivamente suya: la pro- teccion y tutela de los desamparados. Y ello gracias al espacio que la Sociedad de Beneficencia le otorgé. De este modo se habria fusionado lo filantrépico con la caridad cristiana, en la mejor de las tradiciones del catolicismo dominante. A su vez la administracién de la Sociedad de Beneficencia fue controlada por las seforas de la mas rancia alcurnia, a partir del periodo de la expansién agroganadera y del ingreso de cien- tos de miles de inmigrantes extranjeros. La cantidad y calidad de los servicios que la Sociedad de Beneficen- cia controlaba al llegar al centenario de su creaci6n, le otorgaba un peso decisivo en la politica asistencial,! en particular en lo referente a ' Eran dependientes de la Sociedad de Eeneficencia los siguientes establecimientos de menores: Casa de Niflos Expdsitos, Asilo de Nifios Mercedes Lasalla y Riglos, Casa de 75 ‘ost Luts Monewo los menores en todas sus etapas de crecimiento, al cuidado materno infantil, ala vejez y a ciertas enfermedades, como la tuberculosis. Como puede observarse en el listado en la nata al pie, administraban estable- cimientos hospitalarios, hospitales neuropsiquiatricos, diversos tipos de asilos, institutos geridtricos de mujeres, etc. También un “fondo para pobres”, creado en la etapa refundacional, lo que les permitia otorgar pequefos subsidios con una amplia discrecionalidad. Varios estableci- mientos, entre ellos las colonias agricolas, estaban ubicadas en zonas muy ricas de la provincia de Buenos Aires, con dimensiones apropiadas’ para la produccion. La mayoria de ellos habjan sido el producto de lega- dos “atados”, segiin los propios testamentos, a los fines establecidos en ellos. Ese perfodo de crecimiento institucional guarda estrecha relacién conel desarrollo capitalista de la agricultura y la incorporacién de mano de obra proveniente de los pafses europeos, un hecho que creé en la sociedad argentina un hito entre el antes y el después. Con el creci- miento demografico, en particular en toda la regién del litoral y la colo- nizacion de territorios en el nordeste y en el sur del pais, lo mismo que la fuerte urbanizacion del eje fluvial desde Santa Fe a La Plata, los pro- blemas sociales aumentaron en forma vertiginosa, y con ellos las nece- sidades asistenciales, lo mismo que los peligros inherentes generados Huérfanas Crescencia Boado de Garrigés, Asilo y Colonia Saturnino Unzué, Asilo Estela Otamendi, Instituto José Maria Pizarro y Monje, Casa San Sebastian, Asilo de Huérfanos, Asilo General Martin Rodriguez, Colonia Agricola Oscar y Angélica Ferrari, Internado Ramayén Lopez Valdivieso (para débiles mentales), Asilo Romén Rosell, Asilo Manuel Rocca, Asilo Franciso Villanueva y Leonor Guerrico de Villanueva, Instituto Angel T. de Alvear, Asilo Eduardo Pereda y Elena Oliver de Pereda, Hospital de Nifos, Solarium Mar del Plata, Sanatorio Maritimo; los establecimientos para adultos eran: Hospital de Llanuera Vicente Lépez y Planes, Instituto de Odontologia, Matemidad Ramon Sarda, Hospital Rivadavia e Instituto de Matenidad del mismo Hospital, Hospital Oftalmoldgico, Dispen- sario Central de Higiene Social y Asistencia de la Tuberculosis Maria Ferrer, Hospital Nacional de Alienadas, Casa de Huérfanas Asilo Isabel Balestra de Espindola y Pabellén Lea Meller Vack, Asilo Casimira Lépez, Asilo Obligado, Hogar Juana Sartiegui de Isthilart, Hogar de Ex Alumnos. También dependia de la Sociedad el Costurero Central, una suerte de fabrica textil donde se confeccionaba la ropa para todos los internados de las diversas instituciones, el taller Julia Saenz Rozas de Roseti, en el que se fabricabano se reparaban distintos elementos utilizados en los establecimientos y la Escuela de Enfermeras. Tam- bien distintas colonias de niftos débiles como la Colonia Elosisa Ponce de Leén, la Colonia Santa Marfa, Colonia San Francisco, Colonia Centenario, Colonia Ququén y Colonia Case- ros. Y otras escuela 0 patronatos como el Pensionado Martin Tornquist, la Escuela N°1 de Lantis, la Escuela N° 2 de Caseros y la Escuela Normal de Maestras y Profesoras. 76 Dos siglos de politica sacial en el Rio de la Plata por los nuevos actores sociales: los inmigrantes extranjeros, imbuidos no sdlo de culturas diferentes, sino también de ideologias juzgadas como perniciosas para la “nacionalidad”. La escuela, el servicio militar, el control de los grupos mas discolos, el “higienismo social”, fueron instrumentos de integracién pero también de disciplinamiento. Cuan- do ellos fallaron se apelé a la represion y a la ley de Residencia, Ademds de la Sociedad de Beneficencia fueron creadas otras asocia- ciones filantropicas como la de San Vicente de Paul, y algunas organiza- ciones asistenciales de las elites provinciales desde Cordoba hasta Jujuy, asociadas, en general, a la Iglesia. Y algunas 6rdenes religiosas que, como la de los Salesianos, diseminadas a lo largo ya lo ancho del pais, con sus escuelas y escuelas de “Artes y Oficios”, contribuyeron a la for- maci6n de los nifios y adolescentes de los estratos sociales mas pobres en algunos oficios manuales y desarroliaron también otras actividades asistenciales. EI Estado asistencial aparecié en las provincias mucho mas tarde que en Buenos Aires; fue un producto del Siglo XX, y mds de los media- dos que de los comienzos del mismo. Imperaron alli fuertes desigualda- des sociales y sobre todo juridicas. En Salta, por ejemplo, el control policial sobre la mano de obra era casi total hasta cerca de fines del Siglo XIX. Los trabajadores sdlo podian trasladarse con papeletas, es decir autorizaciones, sin las cuales eran pasibles de aplicarseles la ley de vagos, extremadamente severa. Recién hacia comienzos del Siglo XX se insinud la formacién de un mercado laboral y la movilidadl aument6. En Cérdoba una cantidad importante de congregaciones teligiosas asociadas a grupos laicos, como las Damas de la Providencia, Asocia- cién de la Inmaculada Concepcion, la Corte de las Mercedes y las Con- ferencias de San Vicente de Paul, més una delegacién de la Sociedad de Beneficencia, administraba asilos, hospitales, colegios, repartia limos- has y ropa. La Liga Argentina de Damas Cat6licas organizaba ollas popu- lares en algunos barrios pobres de la ciudad. Todas ellas combinaban las tareas asistenciales con la instruccién popular con un criterio tradi- cional: se especializaron en la atencién de los pobres alejados del pro- ceso productivo (nifios abandonados, ancianos, madres solteras, en- fermos y desvalidos). El Estado provincial recién comenzo a hacerse presente después del Centenario, sobre todo con algunos subsidios a los establecimientos preexistentes, mostrando con ello que la elite politica no queria extender las obligaciones directas del Estado al cam- po del asistencialismo social. 7 Jost Luis Moreio Una mirada mas atenta a la accion de las entidades benéficas ayuda a entender mejor esta compleja relacién entre la caridad 0 filantropia y el disciplinamiento social. Los sujetos principales de la accidn son los nifios y las madres. El discurso positivista sobre los nifios nos muestra que a través de la educacién-internaci6n se pretendia preservar la salud del cuerpo social ante el avance de la delincuencia, las enfermedades sociales como la sffilis, o la inoculacién de ideas disolventes de la nacionalidad como las del anarquismo. El nifio se habia convertido asi , hacia comienzos del Siglo XX, en el blanco preferido del anélisis cientifico de la época. La educacion ade- cuada se transuntarfa en la formacién de obreros sanos, lo cual permiti- ria proyectar al pais hacia un futuro de grandeza. Seguin esos criterios, los nifios en Ia calle constitufan un verdadero peligro para la sociedad, ya que alli se alimentaban sus vicios, la no contracci6n al estudio y ala escuela, y los acercaba peligrosamente a la vida delictiva. La mayoria de esos nifios, hijos de obreras y empleadas domésticas, se constitufan asi en actores principales de sus prevenciones porque eran percibidos muy vulnerables al mundo de la marginalidad. La mujer-madre fue otro de los centros de los discursos preferidos de los higienistas, pero también dela Iglesia y de las instituciones bené- ficas lideradas por damas de la elite. La mujer trabajadora, segiin esta visién, comportaba un verdadero peligro en funcién de la “degenera- cién de la raza” e impulsaba el desorden social porque se alejaba del “orden natural”, constituido por la familia. De este modo el cuerpo de la mujer fue objeto de un pasaje de lo privado a lo ptiblico, en tanto una legislacién creciente fue capturandolo en funcién de la natalidad y del “alumbramiento de un nifio sano”. El “hogar” era el lugar “propio” y “adecuado” para la mujer, pretendiendo limitar el derecho de la mujer al trabajo. No es casual, entonces, la cantidad de establecimientos dise- fiados para la atencion de los nifios y las mujeres. Si bien el Estado Nacional fue disefiando un sistema asistencial, edu- cativo y sanitario nacional, no fue hasta el gobierno de Perén que se desarrollé y se hizo mas extensivo a lugares recénditos del pais. Una red de hospitales, hogares para mujeres y nifios, escuelas piiblicas, pri- marias, secundarias, normales, centros de salud primarios, unido a la extensi6n del sistema de retiro ala vejez, completé los mecanismos de redistribucion del ingreso que operaron a través del proceso de susti- tucién de importaciones y de la extensidn del gremialismo confedera- do. Mas alla de cualquier consideracion y juicio sobre el cardcter estra- 18 Dos siglos de politica social en el Rio de la Plata tégico de las medidas econdmicas, sociales Y politicas del peronismo Fespecto del desarrollo posterior del pais, ese hecho es irrefutable. No s6lo habia trabajo sino también redes de seguridad relativamente efi- cientes para los sectores mas vulnerables, El edificio del Estado de Bien- estar, imperfecto e incompleto como lo fue, con Perén se terminaba de construir y completar, y extendia su manto protector sobre los pobres ynecesitados. Cuando se intervino la Sociedad de Beneficencia en 1946 yse disol- vid dos aiios més tarde, muchos de sus establecimientos fueron a de- pender de las diversas secretarias y ministerios del poder ejecutivo, una Nueva institucion comenzé sus actividades: la Fundacién Eva Per6n. Es notable cémo la Fundacién adopt6 el mismo criterio de su antecesora, la Sociedad de Beneficencia: utilizaba los fondos del Estado y de los particulares, a veces constrefiidos a hacerlo, pero manejaba con discrecionalidad la ayuda segiin su vision de la politica general del go- bierno peronista. En el disefio institucional no se habia innovado. En suma, en esta mirada panorémica que hemos propuesto, se han identificado los actores principales de la politica social, tanto aquellos que contribuyeron a edificarla, como a los sujetos principales a quienes estaba dirigida. Hoy el edificio se derrumbo y un ntimero impensable, en otros tiempos, de pobres, indigentes, enfermos y desvalidos deambula sin pan, sin trabajo y lo peor, sin esperanza, hecho jamés acaecido en el territorio del pais, ni atin durante el perfodo colonial. Es que ese edifi- cio, atin sencillo y defectuoso, cumpli6 su misién, Ahora, nuevamente la sociedad y la Iglesia vuelven como antafio, a improvisar respuestas para satisfacer las necesidades basicas de los més necesitados, pero lo que no pueden hacer es reemplazar al Estado. 79 Jost Luis Moreno Bibliografia Alvarez, Sonia, “Lo social asistencial en Salta. 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