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EDITORIAL NORTHWESTERN

Milwaukee, Wisconsin, EE.UU.

Ilustraciones internas por Glenn Myers.

La cubierta y las ilustraciones interiores, fueron realizadas originalmente por James Tissot
(1836–1902).

Primera impresión en español, 1997


Segunda impresión en español, 2010
Derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación: puede ser reproducida, ni almacenada
en ningún sistema de manipulación mecánica de textos, tampoco puede ser transmitida en
cualquier forma o medio ya sea: electrónico, mecánico, fotocopia, grabación, ni ningún otro,
excepto para citas breves con fines de estudio o revisión, sin previa autorización de la compañía
publicadora

Con excepción de citas breves (indicadas en el manuscrito), el texto bíblico usado es el de la


BIBLIA REINA-VALERA REVISIÓN 1995.

Se han usado citas esporádicas de los Salmos, tomadas del Nuevo Testamento, Nueva Versión
Internacional. © 1995 por la Sociedad Bíblica Internacional.

Tarjeta de la Biblioteca del Congreso 97-68019

Northwestern Publishing House


Publicado en 1997

ISBN 0-8100-0761-4

CONTENIDO

Prefacio del Editor


Prefacio del Autor

1
Prefacio de la edición en español
Introducción
Libro I: Salmos 1–41
Libro II: Salmos 42–72

ILUSTRACIONES
Los instrumentos musicales de los Salmos
La muerte de Absalón
Salomón dedica el templo en Jerusalén
Dios está cerca del afligido
Como el ciervo en las corrientes de agua
Natán reprende a David
Orando en el templo

MAPA
Israel y las naciones vecinas

PREFACIO DEL EDITOR

La Biblia Popular es precisamente lo que su nombre implica: una Biblia para el pueblo.
Incluye el texto completo de las Sagradas Escrituras que se encuentran en la versión
Reina Valera 1977. Los comentarios que siguen a las secciones de las Escrituras
contienen: aplicaciones personales, antecedentes históricos, y explicaciones del texto.
Los autores de La Biblia Popular, son eruditos con buen discernimiento intelectual y que
saben aplicarlo, por sus años de experiencia en los ministerios de la enseñanza y la
predicación. Han tratado de evitar el lenguaje técnico, que caracteriza a muchas series
de comentarios y que dificulta su lectura para todos aquellos que no sean eruditos en el
estudio de la Biblia.
La característica más importante de estos libros es que están centrados en Cristo.
Hablando de las Escrituras del Antiguo Testamento, Jesús declaró: “Ellas son las que dan
testimonio de mí” (Juan 5:39). Cada volumen de La Biblia Popular dirige nuestra
atención a Jesucristo; él es el centro de toda la Biblia, él es nuestro único Salvador.
Los comentarios vienen acompañados de: mapas, ilustraciones, e información
2
arqueológica, cuando se considera conveniente. En la parte superior de cada página
aparece un encabezamiento que remite al lector al pasaje específico que desee
encontrar.
Esta serie de comentarios fue iniciada por la Comisión de Literatura Cristiana, del
Sínodo Evangélico Luterano de Wisconsin.
Oramos para que esta labor pueda continuar como empezó. Dedicamos estos
volúmenes a la gloria de Dios y al bien de su pueblo.
Roland Cap Ehlke

PREFACIO DEL AUTOR

El estudio del libro de los Salmos es complicado, por el carácter poético especial del
libro y por su extensión. La finalidad de estos comentarios es ayudarle al lector a
superar estos dos obstáculos, estableciendo dos metas para nuestro estudio de los
Salmos:
Primero, se espera que la introducción, que es más extensa y detallada que las
introducciones de los otros libros de la Biblia Popular, le presente al lector las
características y los problemas especiales de la poesía hebrea. Esta introducción es
común a los dos volúmenes de este comentario de los Salmos.
La segunda meta de este comentario es ayudarle al estudiante de la Biblia a leer el libro
de los Salmos como una colección de himnos bien organizada, que guardan íntima
relación entre ellos. Aunque profundizaremos un poco más en algunos de los salmos
más importantes, en general nos tendremos que limitar a presentar un panorama
general del libro en su totalidad. Aún así, por la extensión de los Salmos, ha sido
necesario dividir este comentario en dos volúmenes. El volumen 1 contiene la
introducción y los Salmos 1–72; el volumen 2 contiene los Salmos 73–150.

PREFACIO A LA EDICIÓN EN ESPAÑOL

Debido a que aun no ha sido publicado el Antiguo Testamento de la Nueva Versión


Internacional, que es la versión de la Biblia que correspondería a la New International

3
Version que se usa en el libro original de este comentario sobre los Salmos, nuestra
edición usa la versión Reina-Valera, Revisión de 1995.
Los comentarios de esta edición en español han sido convenientemente adaptados a la
versión Reina-Valera 1995. En algunos lugares en los que la versión implica un cambio
importante en el significado, se cita otra versión o proponemos nuestra propia
traducción.
Los comentarios de esta edición en español han sido ligeramente modificados del
original, para su mejor adaptación a la versión Reina-Valera, revisión de 1995.
Cuando el comentario originalmente referido al texto de la New International Version,
no concuerde plenamente con el de la versión Reina-Valera, Revisión de 1995, se cita la
Nueva Versión Internacional (en español) o alguna otra versión española de la Biblia. En
caso de que algún fragmento del texto bíblico de la versión inglesa no aparezca en
ninguna de las versiones antes mencionadas, damos nuestra propia traducción del
mismo, haciendo la correspondiente aclaración.
El primer volumen del comentario al libro de los Salmos fue traducido por el Rev.
Otoniel Rodríguez S., misionero del Sínodo Evangélico Luterano. El pastor Rodríguez,
médico egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, se graduó del
Seminario Luterano Confesional y actualmente es pastor de la iglesia Cristiana de la
Reforma Luterana en Chile. La Sra. Ma. Cristina Zimdars, esposa de un misionero que
trabaja en Pomona California, y la Sra. Albina Teigen, natural de Lima Perú y esposa de
un pastor en Belview Minnesota, colaboraron en la revisión de este libro. Agradecemos
la valiosa labor de estos siervos de Dios.
La publicación de este libro ha sido posible gracias a una subvención de Lutheran
Brotherhood. Agradecemos su valiosa contribución.
Epifanía de 1997
Paul Hartman, director
Comunicación en Masa para Latinoamérica (WELS)
El Paso, TX

INTRODUCCIÓN

¡Cantad a Dios, cantad!


¡Cantad a nuestro Rey, cantad!,
Porque Dios es el Rey de toda la tierra;
¡Cantad con inteligencia! (Salmo 47:6–7).
4
Dios nos invita a alabarlo, su bondad nos motiva a alabarlo. Por estas razones el
pueblo de Dios se deleita en exaltarlo con cánticos. Desde el principio de la creación, los
ángeles de Dios han cantado sus alabanzas en el cielo (Job 38:7); a través de la historia,
su pueblo ha cantado sus alabanzas en la tierra.
Moisés y todo el pueblo de Israel, entonaron un canto de victoria a orillas del Mar
Rojo, después de que el Señor los liberó del ejército del faraón (Éxodo 15). Débora y
Barac entonaron un canto de victoria después de que Dios entregó a los cananitas en
sus manos (Jueces 5). Ana celebró el regalo de un hijo con un canto (1 Samuel 2). David
escribió cantos para cada ocasión de su vida, cantos alegres para celebrar las
bendiciones que Dios le dio (Salmo 18,) y cantos tristes para lamentar sus pecados
(Salmo 38). Jesús y sus discípulos, cantaron himnos durante las últimas horas que
pasaron juntos antes de la muerte de él (Mateo 26:30). Pablo y Silas, cantaron himnos a
Dios en la cárcel de Filipos (Hechos 16:25). Por toda la eternidad, el pueblo de Dios
cantará: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y
verdaderos son tus caminos” (Apocalipsis 15:3).
La música es un precioso regalo de Dios para su pueblo, Lutero dijo: “La música es
un talento y regalo de Dios; aleja al diablo y alegra a la gente. Yo pongo la música
enseguida de la teología y le doy la mayor alabanza”. En parte porque Lutero amaba la
música, los luteranos han hecho de esta una parte muy importante de su adoración. La
iglesia luterana se ha hecho conocer como “la iglesia que canta”.
Los cristianos se unen con frecuencia para cantar himnos que expresan su amor al
Salvador. Los himnos son la jubilosa respuesta a la invitación que nos hace el Señor a
cantar sus alabanzas. Muchos de nosotros conservamos un himnario que recibimos el
día de la confirmación y lo apreciamos como uno de los libros más importantes que
poseemos. Como el amor de Cristo gobierna nuestro corazón, siempre queremos poner
en práctica esta exhortación bíblica: “La palabra de Cristo habite en abundancia en
vosotros. Enseñaos y exhortaos unos a otros en toda sabiduría. Cantad con gracia en
vuestros corazones al Señor, con salmos, himnos y cánticos espirituales” (Colosenses
3:16).
El amor por la música cristiana, que se expresa en los párrafos anteriores, es una de
las razones por las que el estudio del libro de los Salmos es tan importante para
nosotros. El libro de los Salmos es el himnario de la Biblia, dado por inspiración de Dios.
El libro de los Salmos, más que cualquier otro libro, nos enseña a cantarle a Dios con
gratitud en el corazón. Lutero dijo: “Todo cristiano debe conocer los Salmos como
conoce los dedos de su mano”.
En el libro de los Salmos, el Espíritu Santo nos enseña palabras y pensamientos para
las oraciones. En los Salmos encontramos muchos pasajes que podemos usar, sin
cambios, como oraciones propias. Los Salmos también nos dan bellos modelos para
imitar en nuestras propias oraciones. El libro de los Salmos expresa toda la gama de
emociones que el pueblo de Dios experimenta en esta vida; en ninguna otra parte se
encontrarán palabras que expresen mayor gozo que en los salmos de alabanza y
gratitud; en ninguna otra parte se encontrarán palabras que expresen más profundo

5
pesar que en los salmos de arrepentimiento; en ninguna otra parte se encontrarán
expresiones más fervientes tanto de los pesares como de los goces, que nos da la vida.
El libro de los Salmos es un libro para todas las ocasiones y para todas las etapas de la
vida.
El libro de los Salmos, que tiene muchos más capítulos que cualquier otro libro de la
Biblia, es una rica fuente de doctrina bíblica; nos ofrece enseñanzas sobre una gran
variedad de temas como: el pecado, el arrepentimiento y el perdón (Salmo 51), los
atributos de Dios (Salmo 139), y la obra de Dios en la creación y en la providencia
(Salmo 104). El tema más importante de los Salmos es el retrato que presenta de Cristo,
nuestro Salvador, en muchas de las profecías mesiánicas que se encuentran en este
libro, el cual influyó más que ningún otro en el Nuevo Testamento, que lo cita
aproximadamente 80 veces. Casi 120 de los 150 Salmos se reflejan de alguna manera en
el Nuevo Testamento. Es obvio que el estudio de los Salmos nos ayudará a comprender
mejor el Nuevo Testamento.
Muchos de nuestros himnos y gran parte de nuestra liturgia se basan en los Salmos.
Por ejemplo, el ofertorio, “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio”, que cantamos cada
domingo, está tomado del Salmo 51. Muchas otras respuestas de nuestra liturgia
vienen del los Salmos y serán tratadas en los lugares apropiados del comentario. El
tradicional himno de Año Nuevo: “Dios hasta aquí me acompañó”, y muchos otros
himnos familiares son simplemente versiones rimadas de los salmos. Un beneficio
adicional del estudio de los Salmos es que nos da una compresión más plena de nuestra
manera de adorar.
Todo cristiano que medite en las palabras y en las enseñanzas de los Salmos, será
bendecido con crecimiento espiritual. Como toda la Escritura, los Salmos han sido
escritos para nuestro aprendizaje; son útiles para: enseñar, reprender, corregir, e
instruir en justicia (2 Timoteo 3:16). Oremos para que el Señor bendiga el estudio de
este libro, con abundantes bendiciones.

EL LIBRO DE LOS SALMOS


El libro de los Salmos es una colección de 150 himnos. En hebreo, el título del libro
no es Salmos sino “Cantos de Alabanza” (tehillim en hebreo). Aunque el Salmo 145 es el
único que lleva el título de canto de alabanza, “Cantos de Alabanza” es un título muy
apropiado para todo el libro. El libro está lleno de alabanza y gratitud; los últimos cinco
salmos, que enfatizan el tema de todo el libro, comienzan y terminan con la
exclamación “Alabad a Jehová” (halleluyah en hebreo).
El título en español “Salmos” fue adoptado del título que se le dio en la traducción
al griego del Antiguo Testamento, conocida como la Septuaginta, y que llegó a ser la
Biblia común de la iglesia cristiana primitiva. La palabra griega psalmos significa “música
de instrumento de cuerda” o “canción que se acompaña con un instrumento de
cuerda”. Se usó la palabra Psalmos para traducir al griego la palabra hebrea mizmor,
vocablo que también significa “canción” o “canción acompañada por un instrumento de
cuerda”. La palabra hebrea mizmor aparece en el título de 57 de los himnos del libro de
6
los Salmos. Son ejemplos los salmos: 3 a 6, y 82 a 85. La palabra mizmor se traduce
como “salmo” en la Biblia Reina-Valera 1995. Algunos comentaristas sugieren que la
palabra mizmor se deriva de una palabra hebrea que significa “ajustar” y que un mizmor
o “salmo” es un canto con versos cuidadosamente “ajustados” o medidos. Sin embargo,
es muy probable que la palabra signifique simplemente “canción acompañada de
instrumento de cuerda”.
Como el título “salmo” se le asigna a muchos de los himnos coleccionados en este
libro, Salmos es ciertamente un título apropiado para todo el libro, aunque no sea su
título hebreo original. En este comentario seguiremos la costumbre tradicional de
llamar “salmos” a todos los himnos del libro de los Salmos, aunque estrictamente
hablando, casi las dos terceras partes de ellos son un tipo diferente de canto.

TIPOS DE SALMOS
Se ha observado que sólo 57 de los 150 himnos del libro de los Salmos se clasifican
específicamente como salmos en el sentido técnico; algunos de los himnos del libro de
los Salmos se asignan a otra categoría musical. Casi 30 de estos himnos son
denominados cánticos (en hebreo shir; vea como ejemplos los salmos 18 y 96). El
significado técnico exacto de este título es incierto; el título “cántico” aparece algunas
veces junto con el título “salmo” (vea como ejemplos los salmos 65–68).
Algunos de los himnos son llamados oraciones (Salmos: 17, 86, 90, 102, 142); una
plegaria a Dios para que proteja la vida del escritor es un elemento sobresaliente en la
mayoría de los salmos que tienen este título. El título “oraciones” que lleva el Salmo
72:20, también se le asigna a la colección más extensa de himnos que conforman la
Parte 2 de los Salmos.
El significado de varios de los títulos de los himnos que integran el libro de los
Salmos, es tan incierto que se dejan sin traducir en la Reina-Valera 1995. Varios de los
Salmos son llamados miktam (Salmos 16, 56–60). Algunos comentaristas, incluyendo a
Lutero, han sugerido que miktam significa “obra escogida”, “gema”, o “joya”. Otras
sugerencias son que el título miktam se refiere a un canto inscrito en una tabla, o a un
poema de pensamientos memorables.
A trece salmos se les llama maskil (por ejemplo, los salmos 42–45). Generalmente se
entiende que este título se refiere a un salmo destinado a la enseñanza o la meditación.
Otra sugerencia es que maskil significa “salmo hábil”.
Algunos títulos adicionales, que se aplican sólo a un salmo o a un grupo pequeño de
salmos, serán comentados en el momento oportuno. En general, se puede decir que no
sabemos cuáles son las diferencias exactas entre las diversas clases de himnos, debido,
en gran parte, a que ya no sabemos qué clase de música los acompañaba.
Además de estas clasificaciones, que se basan en el título original de los salmos, los
comentaristas antiguos y contemporáneos, han sugerido varias categorías adicionales,
basados en su propio análisis del estilo y del tema de los salmos. El ejemplo más
antiguo de esa clasificación es el de los siete Salmos Penitenciales, que han sido
tratados como un solo grupo desde el año 250 (Salmos: 2, 32, 38, 51, 102, 130, 143).
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Lutero sugirió que los salmos se podían dividir en cinco tipos principales: (1) Salmos
mesiánicos, que hablan de Cristo (Salmos 2, 22, 110); (2) Salmos de enseñanza, que
enfatizan la doctrina (Salmos 1, 139); (3) Salmos de consuelo (Salmos 4, 37, 91); (4)
Salmos de oración y petición (Salmos 3, 137, 143); y (5) Salmos de acción de gracias
(Salmos 103, 104, 136).
Las cinco categorías de Lutero, son útiles para analizar el punto principal de cada
Salmo, pero muchos de estos encajan en más de una categoría. Como resultado, la
clasificación específica de muchos de los Salmos es discutible, y algunas de las
clasificaciones de salmos específicos que se usan en este comentario, son diferentes de
las de Lutero. No obstante, es útil la idea de clasificarlos. De hecho, hay dos
clasificaciones que merecen especial discusión; son los Salmos Mesiánicos y los Salmos
Imprecatorios.

Salmos mesiánicos
Los Salmos Mesiánicos predicen detalles importantes de: la persona, la obra, y el
reino de Cristo. El Antiguo Testamento contiene tres tipos de profecías concernientes a
la venida de Cristo.
Las profecías directas son aquellas en las que el profeta escribe sólo acerca de
Cristo. Un ejemplo de profecía directa es Isaías 7:14: “La virgen concebirá, y dará a luz
un hijo”. Este es un acontecimiento único que encuentra cumplimiento solamente en la
vida de Cristo. Un ejemplo de profecía directa en los salmos es el Salmo 16:10: “Porque
no dejarás mi alma en el seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción”; aquí David no
habla de él mismo, ya que él: murió, fue sepultado, y permanece en la tumba hasta hoy.
El salmista predecía la resurrección de Cristo.
Un segundo tipo de profecía mesiánica es la profecía típica. En este caso, un tipo es:
una persona, una cosa, o un evento del Antiguo Testamento, que señala un futuro
evento o persona similar en el Nuevo Testamento. En una profecía típica, el profeta
escribe sobre algo de su propia vida que señala de antemano un acontecimiento similar
en la vida de Cristo. En ocasiones un profeta puede utilizar un tipo que no sea parte de
su propia experiencia, como hizo Oseas cuando utilizó el éxodo de Egipto para
prefigurar la salida de Cristo de Egipto (Oseas 11:1). Sin embargo, en los Salmos las
figuras usualmente provienen de la vida del salmista.
David fue un tipo del Mesías; inclusive en una profecía del Antiguo Testamento el
Mesías es llamado David (Ezequiel 34:23–24). Por lo tanto, hay muchos
acontecimientos de la vida de David que señalan eventos similares en la vida de Cristo.
Por ejemplo, David fue traicionado por un amigo llamado Ahitofel, que posteriormente
se suicidó. Cuando David escribió acerca de este acontecimiento en el Salmo 41:9,
escribió tanto de sí mismo como de la traición similar que sufrió Cristo (Juan 13:18).
El tercer tipo de profecía mesiánica es la profecía con cumplimiento intermedio. En
ese tipo de profecías, el profeta escribe de por lo menos dos eventos futuros: un
cumplimiento parcial, incompleto de la profecía, y un cumplimiento completo logrado
por Cristo. Por ejemplo, en 2 Samuel 7:1–15, Dios le dice a David: que tendrá un hijo
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que reinará después de él y que edificará la casa de Dios. Esto se cumplió de manera
parcial e intermedia en Salomón, que edificó el templo de Jerusalén. Sin embargo, la
profecía tiene su cumplimiento completo sólo en Cristo, quien edifica la casa de Dios, la
iglesia, y reina por siempre.
Es importante enfatizar que los tres tipos de profecías mesiánicas, son predicciones
verdaderas dadas por Dios. En las profecías típicas, los profetas no estaban
simplemente escribiendo sobre eventos o personas del Antiguo Testamento que
después tomaron prestados los escritores del Nuevo Testamento para aplicarlos a
Cristo. Dios guió tanto la vida como las palabras de los profetas, de manera que ciertos
acontecimientos del Antiguo Testamento, y las palabras que estos voceros escribieron
acerca de dichos eventos, sirvieran como verdaderas profecías de Cristo.
Al identificar las profecías mesiánicas en los Salmos, debemos distinguir entre dos
grupos de esas profecías; un grupo consiste en las profecías mesiánicas que se pueden
identificar con certeza, porque el Nuevo Testamento las cita como tales. Como el
Espíritu Santo es la fuente de toda la Escritura, todos estos pasajes se deben reconocer
como profecías mesiánicas aún cuando la interpretación mesiánica no nos resulte obvia
en una lectura superficial del Antiguo Testamento. El segundo grupo consiste en las
profecías mesiánicas que no son identificadas como tales en el Nuevo Testamento. No
obstante, los comentaristas han catalogado estos pasajes así porque observaron una
relación entre los eventos que se describen en pasajes específicos del Antiguo
Testamento y los acontecimientos de la vida de Cristo.
¿Cómo podemos reconocer las profecías mesiánicas que no se identifican como
tales por la Escritura? Si un salmo habla de una persona cuyas características y obras
están más allá del poder humano, eso indica que se trata de una profecía mesiánica.
Por ejemplo, las proezas del rey en el Salmo 72, son demasiado grandes para que las
pueda realizar un rey humano de Israel. Otro indicio de un posible salmo mesiánico es
la aparición de un título del Mesías, como “el Ungido”. Sin embargo, algunos de estos
títulos no se limitan solamente a Cristo, así que estos apelativos no señalan por ellos
mismos la presencia segura de un salmo mesiánico.
La clasificación, de las profecías mesiánicas que los comentaristas identifican por sus
propias deducciones, es menos segura que las que identifica el Nuevo Testamento. En
esos casos no podemos permitir algunas diferencias de interpretación. A veces puede
haber también diferencia de opinión acerca de si una profecía dada es directa o típica.
Pero debemos tener precaución con la tendencia que existe aún entre algunos de los
comentaristas luteranos conservadores recientes, a darle demasiada importancia a la
profecía típica, hasta llegar casi a eliminar la profecía directa.
En esta introducción, se le da importancia a la realidad de la profecía mesiánica
porque muchos comentaristas contemporáneos niegan la existencia de la profecía
mesiánica en el Antiguo Testamento. Como muchos de esos críticos niegan la
posibilidad de la profecía, interpretan las profecías mesiánicas como descripciones
exageradas de los reyes de Israel que más tarde le aplicaron al esperado Mesías, tanto
los judíos como los cristianos. Cuando esos críticos tratan los salmos mesiánicos como
“salmos reales”, es decir que se refieren sólo a los reyes de Israel, contradicen
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directamente el testimonio de Cristo, quien dijo: “Era necesario que se cumpliera todo
lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos” (Lucas
24:44). Refiriéndose al Antiguo Testamento, Jesús dijo: “Ellas [las Escrituras] son las que
dan testimonio de mí” (Juan 5:39).
Los salmos mesiánicos tienen gran valor como testimonio de Cristo. Sólo los cuatro
evangelios y quizás Isaías, sobrepasan a los salmos como fuente de información acerca
de: los sentimientos, las palabras, y las obras de Cristo, mientras estuvo en la tierra
consumando su obra como nuestro Salvador. Los salmos mesiánicos fueron una fuente
de fortaleza y aliento para los creyentes del Antiguo Testamento, y lo siguen siendo
para nosotros hoy en día. Al tratar individualmente los salmos mesiánicos,
estudiaremos lo que dicen acerca de Cristo, pero por la importancia especial de este
tema, ofrecemos aquí un resumen de los hechos más importantes.

Cristo en los Salmos


Antes de que se escribieran los Salmos, a los creyentes del Antiguo Testamento
aparentemente se les habían dado pocos detalles de la obra del venidero Salvador.
Adán y Eva, sabían que iba a venir un descendiente de la mujer para aplastar la cabeza
de Satanás (Génesis 3:15). Las profecías posteriores fueron reduciendo la línea del
Salvador a los descendientes de: Sem, Abraham, y Judá (Génesis 9:26, 12:3, 49:8–10).
Moisés profetizó que Dios iba a levantar para Israel un profeta especial como él
(Deuteronomio 18:15). Balaam habló del gobernador que se iba a levantar como una
estrella de Jacob, para derrotar a los enemigos de Israel (Números 24:17). Los creyentes
sabían del Mesías y creían en él antes que fueran escritos los Salmos, pero conocían
pocos detalles de él.
La escritura de los Salmos fue un gran avance en el desarrollo de la profecía
mesiánica. El profeta Natán le reveló a David que el rey mesiánico iba a ser
descendiente suyo (2 Samuel 7). En los Salmos, David tuvo el privilegio de revelar
muchas cosas acerca de su gran descendiente. El Mesías, aunque descendía de David
también iba a ser verdadero Dios (Salmos 2:7; 45:6; 110:1); su gobierno sería eterno e
incluiría al mundo entero (Salmos: 72, 2, 89). Como verdadero hombre, iba a tener el
dominio completo sobre la tierra que Adán perdió por el pecado (Salmo 8)
Sin embargo, el Mesías también venía a sufrir por el pecado; los salmos 22 y 69,
describen con más detalle ese sufrimiento. Iba a ser rechazado por los líderes de Israel
(Salmo 118:22), iba a sufrir burlas durante su aflicción (Salmo 22:8), un amigo lo iba a
traicionar (Salmo 41:9), sus manos y pies iban a ser traspasados durante su sufrimiento
(Salmo 22:16), le iban a dar vinagre para beber (Salmo 69:21), iban a echar suertes
sobre su ropa (Salmo 22:18). Aunque padeció la angustia de ser abandonado por Dios,
también iba a ser exaltado (Salmo 22), resucitaría (Salmo 16:10), y reinaría por siempre
como sacerdote y rey (Salmo 110).
Este resumen de las enseñanzas que se nos dan acerca de Cristo en los Salmos,
demuestra la importancia del libro en el desarrollo de la profecía mesiánica. El
desarrollo completo de esta importante enseñanza será una de las principales metas de
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nuestro estudio de los Salmos.

Los Salmos Imprecatorios


Usamos la expresión salmos imprecatorios, para definir los salmos que contienen
maldiciones u oraciones pidiendo el castigo para los enemigos del salmista.
Estudiaremos cada una de esas maldiciones cuando aparezcan en los Salmos, pero
conviene resumir aquí algunos de los principios generales que se les aplican a todos
ellos.
Con frecuencia las personas se impresionan con algunas de las oraciones de los
salmos. Una de las más ásperas es la oración contra los babilonios en el Salmo 137:
“Hija de Babilonia, la desolada, bienaventurado el que te dé el pago de lo que tú nos
hiciste. ¡Dichoso el que tome tus niños y los estrelle contra la peña!” Encontramos
oraciones similares en los salmos: 55, 56, 58, 69, 109, y otros.
Muchos comentaristas desestiman estas oraciones porque las consideran como
vestigios de una etapa menos desarrollada de la religión, que ya hemos sobrepasado.
Afirman que las oraciones de ese tipo dejaron de ser válidas en la época del Nuevo
Testamento, porque ahora se nos ha dicho que amemos a los enemigos y que no
tomemos venganza (Mateo 5:38–44). Sin embargo, esas afirmaciones no se
fundamentan en un estudio cuidadoso de estos salmos ni del resto de las Escrituras.
Esas oraciones, que suenan tan crueles, fueron apropiadas cuando se pronunciaron por
primera vez, y lo siguen siendo hoy.
Esas maldiciones son parte de la Palabra inspirada de Dios. Es cierto que las
Escrituras a veces registran expresiones impropias que hicieron algunos creyentes en
momentos de aflicción; por ejemplo, no todo lo que dijeron Job y sus amigos fue
apropiado, pero las maldiciones que aparecen en los Salmos no caen en esta categoría
porque la Escritura misma muestra que fueron oraciones apropiadas. Algunas de esas
maldiciones aparecen en los Salmos mesiánicos como palabras de Cristo. Por ejemplo,
una de las maldiciones más ásperas está registrada en el Salmo 69, un salmo mesiánico
que se cita en el Nuevo Testamento: “Sean borrados del libro de los vivientes, y no sean
inscritos con los justos” (Salmo 69:28). Pedro cita en Hechos 1:20, las maldiciones que
se encuentran en los Salmos 69 y 109, y dice que tienen su cumplimiento en el juicio de
Dios sobre Judas.
Esas maldiciones difícilmente se pueden justificar diciendo que se deben a un
espíritu sediento de sangre y vengativo en David; al contrario, David fue ejemplo de
paciencia; en más de una ocasión se negó a vengarse de Saúl, su perseguidor (1 Samuel
24 y 26). Si David tuvo alguna debilidad, fue la de ser demasiado indulgente con
ofensores: como Simeí, que lo maldijo (2 Samuel 16), y con su hijo Absalón, que se
rebeló contra él (2 Samuel 18, 19). David se negó a buscar venganza personal de sus
enemigos, pero difícilmente podría orar para que Saúl ganara o para que la promesa
que le hizo Dios a David, que incluía la promesa del Salvador, fuera desecha por Saúl o
por Absalón. David se opuso apropiadamente con oración a las intrigas de ellos.
Lutero comentó una vez, que no podemos orar el Padrenuestro sin maldecir; cada
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vez que oramos “Santificado sea tu nombre, venga a nos tu reino, hágase tu voluntad”,
estamos orando para que los planes de Satanás y de todos los que le sirven fracasen y
reciban el juicio que merecen. Ciertamente deberíamos orar para que Dios lleve a
nuestros enemigos al arrepentimiento y al perdón, como hicieron Cristo y Esteban, pero
también deberíamos orar para que todos los que siguen desafiando la voluntad de Dios
reciban la justicia que merecen.
Dios es Dios de absoluta santidad; eso está en armonía con su carácter y con sus
atributos, que se revelan en la Escritura cuando el salmista ora: “¡Harás morir al
impío!... ¿No odio, Jehová, a los que te aborrecen, y no me enardezco contra tus
enemigos?” (Salmo 139:19–21). Cuando el salmista pronunció esas oraciones, su interés
estaba en la gloria de Dios y en el éxito de los planes del Señor.
El salmista (o en algunos casos el Mesías, que hablaba por medio de él) era
perseguido sin causa, porque los ataques que le hacían, no eran por algo que hubiera
hecho, sino por causa de su papel en los planes de Dios (Salmos 69:4, 7, 9; 35:19;
109:3). Aún en el momento en que el salmista pronunciaba esas oraciones tenía la
esperanza de que los juicios de Dios pudieran servir de advertencia para llevar al menos
a algunos de los impíos al arrepentimiento. “Llena sus rostros de vergüenza, y que
busquen tu nombre, Jehová” (Salmo 83:16).
También en el Nuevo Testamento se encuentran oraciones similares que piden que
Dios muestre su justicia. Pablo oró por el juicio de Dios contra los que se oponían a su
predicación del evangelio (Gálatas 1:8, 2 Timoteo 4:14). Hasta los santos en el cielo
oran: “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, vas a tardar en juzgar y vengar nuestra
sangre de los que habitan sobre la tierra?” (Apocalipsis 6:10).
La Escritura hace fuertes advertencias contra el hecho de tomar venganza personal
sobre los enemigos, pero también nos promete que el justo Dios le pagará al malvado:
“No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios;
porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19).
Castigar al impío con fuerza es deber de Dios y del gobierno como siervo de Dios, por
eso debemos oponernos a los enemigos de Dios con la oración.

LOS TÍTULOS DE LOS SALMOS


Hay 116 salmos que tienen títulos o inscripciones. Entre los tipos de información
que dan esos títulos están: el nombre del autor, las circunstancias históricas que lo
llevaron a inscribirlo, la intención litúrgica del salmo, y las indicaciones musicales para
su uso. No hay ningún formato fijo para los títulos, algunos dan un tipo de información
sobre el salmo, otros dan un tipo diferente de información.
En otras secciones de esta introducción y del comentario, se discutirá el contenido
de los títulos de salmos específicos. Nuestro único propósito aquí es discutir su
autenticidad; muchos comentaristas afirman que los títulos son adiciones tardías al
texto de los salmos y que la información que contienen no es confiable. Algunos
traductores los omiten arbitrariamente, otros los relegan a notas de pie de página; no
hay evidencia que justifique la omisión o el rechazo de los títulos. Por el contrario, hay
12
varias indicaciones de su antigüedad y de su confiabilidad.
No es nada extraño encontrar ese tipo de anotaciones adosadas a himnos antiguos;
anotaciones similares se encuentran en antiguos himnos sumerios y egipcios, y en
composiciones poéticas contenidas en otros libros de la Biblia. Son ejemplos de esos
títulos en otros libros de la Biblia: el canto de Débora (Jueces 5:1), la oración de
Habacuc (Habacuc 3:1), y un salmo de David que aparece tanto en 2 Samuel 22 como en
el libro de los Salmos, el Salmo 18.
Esos títulos no tienen las características que esperaríamos encontrar en creaciones
posteriores artificiales. No todos los salmos tienen título, no tienen patrón ni formato
establecidos. En algunos casos el marco histórico que el título le atribuye al salmo no se
puede deducir inmediatamente de su contenido. Algunos títulos se refieren a eventos
de la vida de David que no aparecen en los libros históricos. Por ejemplo, el título del
Salmo 7 se refiere a “Cus, hijo de Benjamín”, un nombre que no aparece en la narración
bíblica de la vida de David. No es probable que un editor posterior de títulos hubiera
redactado esos títulos sin tener una base en el texto del salmo o en los libros históricos.
Tanto, el texto hebreo corriente de los Salmos, como los manuscritos del Mar
Muerto y la traducción que hace la Septuaginta de los Salmos al griego, incluyen los
títulos. (La Septuaginta y los manuscritos del Mar Muerto tienen también algunos
títulos adicionales). La incapacidad de los traductores de la Septuaginta para entender
algunos de los términos de los títulos sugiere que esos vocablos ya eran antiguos
cuando se tradujo la Septuaginta, hacia el año 200 a.C.
Una evidencia importante de la antigüedad de los títulos de los salmos, es la
ortografía del nombre de David en esas inscripciones. En el texto hebreo el nombre
David se escribe consistentemente con la ortografía breve que aparece regularmente
en los libros más antiguos del Antiguo Testamento antes del exilio, como: Samuel, y
Reyes, y el texto mismo de los Salmos (dvd). Los títulos no usan la ortografía larga del
nombre de David, que es la norma en los libros posteriores al exilio, como: Crónicas,
Esdras, y Nehemías (dvyd).
Concluimos que en la mayoría de los casos el título le fue agregado al salmo por los
autores o por la persona a quien el autor le entregó el salmo. Es posible que algunos de
los títulos fueran agregados por la persona que coleccionó los salmos en un libro, pero
en cualquier caso creemos que dan información confiable sobre el origen y el propósito
del salmo y que son parte de la Palabra inspirada de Dios.
Muchos de los 34 salmos sin título, los “salmos huérfanos”, están agrupados en las
últimas dos secciones del libro de los Salmos.

LOS AUTORES DE LOS SALMOS


Los títulos mencionan a los autores de 100 de los 150 salmos; 73 salmos se le
atribuyen a David. Los salmos davídicos están dispersos en todo el salterio, pero son
especialmente prominentes en las dos primeras secciones del libro; es muy probable
que algunos de los salmos anónimos también hubieran sido escritos por David. El libro
de Crónicas le atribuye por lo menos porciones de los Salmos: 96, 105, y 106, aunque
13
son anónimos en el libro de los Salmos. Los Salmos 2 y 95, que no se le atribuyen a
David en el Antiguo Testamento, sí se le atribuyen en el Nuevo Testamento (Hechos
4:25–26; Hebreos 4:7). La atribución de la mayoría de los salmos a David encaja
perfectamente con su reputación como el “Cantor de Israel” (2 Samuel 23:1).
Hay 24 o 25 salmos atribuidos a los levitas, a quienes David les asignó la
responsabilidad de la música en el templo. Los compositores de esos salmos son: Asaf,
Heman el Ezraita, Etan el Ezraita, y un grupo llamado los hijos de Coré. Como esos
salmos están agrupados en dos colecciones, salmos 42 a 50 y 73 a 89 (el Salmo 86 se le
atribuye a David), los autores y las fechas se discutirán más ampliamente en las
respectivas secciones del comentario. Lo más probable es que la mayoría de estos
salmos sean contemporáneos con los de David.
A Salomón, el hijo de David, se le atribuyen dos salmos (Salmos 72 y 127). Algunos
comentaristas han sugerido que los títulos de estos salmos se deben traducir “para
Salomón” en cambio de “de Salomón” (así lo traduce Reina-Valera), nosotros
mantendremos la interpretación tradicional de la autoría de Salomón. En vista de que 1
Reyes 4:32 le atribuye a Salomón la escritura de 1,005 cantos, es muy notable que sólo
dos de ellos sean cantos sagrados inspirados que se incluyeron en el libro de los Salmos.
El Salmo 90 se le atribuye a Moisés y constituye así el salmo más antiguo de la
colección. Los poemas de Moisés que se registran en Éxodo 15 y Deuteronomio 32 y 33,
dan evidencia adicional de su obra como poeta.

FECHA DE LOS SALMOS


Los títulos bíblicos le atribuyen la mayoría de los Salmos a David y sus
contemporáneos, que vivieron alrededor del año 1,000 a.C. Uno solo de los salmos se le
atribuye a Moisés, que vivió 400 años antes de David. Algunos de los salmos de Asaf
como: 74, 79, 83, y algunos de los salmos anónimos como 126 y 137, pudieron ser
escritos en la época de la destrucción del templo y de la cautividad en Babilonia en el
año 586 a.C. Vamos a discutir la fecha de estos salmos y de algunos de los salmos de los
hijos de Coré, que pueden ser posteriores a David, en el momento oportuno del
comentario.
Quienes toman en serio la autoridad de las Escrituras, encontrarán en el Antiguo
Testamento pruebas claras de que la mayoría de los salmos pertenecen a la época de
David. El Nuevo Testamento confirma también la paternidad literaria davídica de ciertos
salmos. Resulta claro, que para rechazar la autoría de David habría que contradecir lo
que se manifiesta claramente en las Escrituras, que señalan a David como su autor.
A pesar de eso, muchos críticos del Antiguo Testamento rechazan la autoría davídica
de la mayoría de los Salmos. No hace mucho tiempo estaba de moda fechar los escritos
de la mayoría de los salmos después del tiempo en que Israel regresó de la cautividad
en Babilonia, en el año 530 a.C. Hoy en día la mayoría de los críticos reconoce que
muchos de los salmos fueron escritos antes del exilio a Babilonia, pero todavía ponen
en tela de juicio, o niegan por completo, la autoría davídica.
Para las personas que aceptan la infalibilidad de las Escrituras, el testimonio del
14
Nuevo Testamento en sí es suficiente para refutar las negaciones de la autoría davídica.
La mejor respuesta a los que impugnan la autoría de David es el testimonio de
numerosos pasajes del Nuevo Testamento que la afirman (Mateo 22:43, Lucas 20:42,
Hechos 1:16; 2:25; 4:25; 13:36). En Mateo 24:41–46, la afirmación que hace Jesús de
David es el autor del Salmo 110, no es un comentario incidental sino una observación
esencial al razonamiento que hace el Salvador. Sin embargo, como conviene que los
que tienen en alta estima las Escrituras estén capacitados para combatir los ataques y
las críticas, vamos a enumerar brevemente las objeciones más comunes a la autoría
davídica y las respuestas correspondientes.

Objeciones a la autoría davídica


OBJECIÓN 1: La expresión “de David” en el título de los salmos no denota autoría,
informa que el salmo fue “dedicado a la memoria de David”, o que “pertenece al
himnario de David”, o que fue escrito “al estilo de David”.
RESPUESTA: Gramaticalmente es posible que la expresión “de David” signifique algo
distinto de autoría, pero el contexto no permite aquí esa interpretación.
Frecuentemente los títulos dan información sobre la situación que había en la vida de
David y que lo movió a escribir cierto salmo. En 2 Samuel 22, se cita el Salmo 18 como
salmo de David. La interpretación del Salmo 110, en Mateo 22:43 también deja en claro
que la expresión “de David” en el título del Salmo 110, se debe interpretar como una
referencia a su autoría. Todas las evidencias indican que la frase “de David” tiene el
propósito de afirmar la autoría.
Además, es difícil imaginar por qué los escritores posteriores tendrían tantos deseos
de atribuirle o dedicarle sus salmos a David, a menos que él fuera realmente el escritor
de muchos salmos, como declaran las Escrituras.
OBJECIÓN 2: David no puede ser el autor, porque algunos de los salmos que se le
atribuyen se refieren a él en tercera persona como “David”, en vez de en primera
persona “yo” o “mí”
RESPUESTA: Son muy contados los casos en los que la tercera persona hace
referencia a David. David se refiere a él mismo en primera persona en la gran mayoría
de los salmos que se le atribuyen. Excepciones como el 18:50, “Y [Jehová] hace
misericordia a su ungido, a David y a su descendencia para siempre”, son solemnes
reafirmaciones de la promesa que Dios le hizo a David en 2 Samuel 7. Además, aún si
allí hubiera más que sólo unas cuantas referencias en tercera persona, éstas no serían
un argumento en contra de la autoría de David, ya que no es raro que en escritos
formales un autor se refiera a él mismo en tercera persona. Son ejemplos bíblicos
Mateo 9:9, donde Mateo se refiere a él mismo en tercera persona, y en las frecuentes
referencias que hace Jesús de él mismo llamándose el Hijo del Hombre, en solemnes
proclamaciones, como en Mateo 16:27.
OBJECIÓN 3: Algunos salmos que se le atribuyen a David, como el Salmo 20:9, oran

15
por el rey en tercera persona y, por lo tanto, no podrían ser oraciones de David.
RESPUESTA: Esos ruegos fueron hechos para la adoración pública, y estas
referencias son tan comunes como la súplica que hoy en día hace un pastor que ora
“por esta iglesia y su pastor” en una oración pública.
OBJECIÓN 4: Algunos de los salmos que se le atribuyen a David, que se refieren “al
templo”, “el santuario”, “la casa de Dios”, etc., deben haber sido escritos después de la
construcción del templo. No pudieron haber sido escritos por David, ya que esa
construcción tuvo lugar después de su muerte.
RESPUESTA: Todos estos términos se pueden referir al tabernáculo, el santuario
temporal en el que se encontraba el arca del pacto. Esto se ve claramente en el Salmo
27, donde “casa de Jehová”, “templo”, y “tabernáculo”, se usan como sinónimos.
Algunos de los salmos de David también pudieron haber sido escritos con la expectativa
de la construcción del templo.
OBJECIÓN 5: El idioma de los salmos incluye palabras y expresiones del hebreo
tardío y no del que se usaba en la época de David.
RESPUESTA: Descubrimientos recientes de antiguas inscripciones en hebreo y otros
dialectos relacionados con él, han demostrado que muchas de las palabras que los
críticos alguna vez consideraron como influencias tardías del arameo postexílico
estaban en uso en los dialectos de Siria y Palestina, mucho antes de que se hiciera
dominante la influencia del arameo. En realidad, el argumento lingüístico es igualmente
fuerte para los primeros autores. Realmente el argumento lingüístico es muy fuerte
para la autoría original, porque los Salmos contienen muchos usos gramaticales y
lingüísticos que estaban pasados de moda durante la época del postexilio, en la que
muchos críticos ubican a los Salmos. Antes hicimos referencia a la ortografía antigua del
nombre de David como ejemplo de esos usos.
No hay ninguna razón sólida para abandonar la creencia tradicional de que David
fue el autor de la mayoría de los salmos; por el contrario, hay muy buenas razones para
continuar afirmándola.

RECOLECCIÓN DE LOS SALMOS


Aunque la mayoría de los salmos fueron escritos mientras David vivía, la recolección
final y el orden en el que se dispusieron en el libro de los Salmos se hizo aparentemente
mucho más tarde. La presencia de unos pocos salmos del exilio o posteriores al exilio en
el libro de los Salmos, sugiere que la recolección final se hizo después del regreso de
Babilonia, quizás por Esdras hacia el año 440 a.C. Eso no nos debería sorprender porque
se cree que Esdras fue quien reunió en una colección los libros del Antiguo Testamento.
Por lo que parece, Esdras o quienquiera que haya recopilado el libro de los Salmos,
usó colecciones primitivas de salmos como base para organizar el libro en su forma
actual. Nuestro libro de los Salmos parece ser “una colección de colecciones”,
preparada la primera de ellas probablemente por David o sus músicos. El título “Al

16
músico principal”, que aparece frecuentemente en las primeras partes del libro de los
Salmos, parece que se refiere a ciertos salmos que fueron designados para ser incluidos
en esas colecciones.
En 2 Crónicas 29:30, leemos que los Salmos de David y de Asaf, se usaban en la
oración pública en la época de Ezequías (hacia el 700 a.C.). Según Proverbios 25:1, los
eruditos bíblicos de la época de Ezequías desempeñaron un papel en la recolección de
los proverbios de Salomón. Tal vez también tuvieron algo que ver en la reunión de
algunos salmos individuales en una colección. Se pueden haber hecho trabajos
adicionales de recolección y publicación de salmos hacia el año 620 a.C., durante las
reformas religiosas del rey Josías.
Se debe insistir en que la colección de los salmos de David en himnarios que
pudieron haber sido reunidos trescientos o cuatrocientos años después de su muerte,
no niegan que David haya sido el autor, como tampoco la recopilación de los himnos de
Lutero en himnarios modernos es un factor para afirmar que él no los haya escrito. La
única diferencia es que Esdras, que probablemente fue el último recolector de los
salmos de David, fue un escritor inspirado de la Escritura, pero los editores de los
himnarios modernos no lo son. En principio, no hay diferencia entre la colección de
salmos individuales inspirados en el libro que llamamos Salmos y la colección de libros
individuales inspirados en el libro que llamamos Biblia.

ORDEN DE LOS SALMOS


El libro bíblico de los Salmos está dividido en cinco partes que tradicionalmente se
denominan “libros”. La división en cinco partes quizás imite la quíntuple división de los
escritos de Moisés. Las cinco divisiones del libro de los Salmos son: Libro 1 (Salmos
1–41), Libro 2 (Salmos 42–72), Libro 3 (Salmos 73–89), Libro 4 (Salmos 90–106) y Libro 5
(Salmos 107–150). Una doxología señala el final de cada libro. Dentro de los cinco
“libros”, los grupos de salmos están organizados sobre la base de criterios como: el
autor, el tipo de salmo, y el tema. Vamos a considerar los detalles de esta organización
cuando sea conveniente en los comentarios. Ahora resaltaremos sólo algunos de los
principios básicos de la distribución.
LIBRO 1: El criterio básico para incluir un salmo en este libro es la autoría davídica.
Como muchos de estos salmos le fueron presentados al músico principal, parece que el
libro se originó como una colección de salmos de David destinados para el uso en el
tabernáculo y en el templo.
Una característica sobresaliente de este libro es la fuerte preferencia por el uso del
nombre divino “Jehová” en lugar del nombre “Dios”.
LIBRO 2: El libro 2 termina con estas palabras: “Aquí terminan las oraciones de
David, hijo de Isaí”. Además de los salmos escritos por David, este libro incluye salmos
escritos: por los hijos de Coré, uno escrito por Asaf, y un salmo de clausura de Salomón.
Tal vez este libro haya sido una colección de los salmos de David y sus músicos,

17
motivados por la construcción del templo de Salomón. Parece que los libros 1 y 2,
constituyeron el núcleo básico a partir del cual se desarrolló el libro de los Salmos.
No hay ningún principio que gobierne la disposición del libro 2. Este libro contiene
varios grupos de salmos dispuestos sobre la base de los tipos de salmos: por ejemplo,
un grupo de maskil (Salmos 52–55), un grupo de miktam (Salmos 56–60), y un grupo de
cantos (Salmos 66–68). Un ejemplo de disposición por tema es el énfasis, en los Salmos
52–59, sobre los acontecimientos que ocurrieron cuando David huyó de Saúl.
Una peculiar e inexplicable característica del Libro 2 es la fuerte preferencia por el
nombre “Dios” en lugar del nombre “Jehová”.
LIBRO 3: El criterio principal del Libro 3 es la autoría de Asaf o de los hijos de Coré.
Aparece sólo un salmo de David (Salmo 86). En este libro el nombre “Dios” predomina
en el grupo de Asaf (Salmos 73–83), pero el nombre “Jehová” predomina en el grupo de
los hijos de Coré (Salmos 84–89). Esta colección de salmos muestra un especial interés
por el bienestar de: Israel, Jerusalén, y el templo.
LIBRO 4: Sólo dos salmos de este libro se le atribuyen directamente a David (Salmos
101, 103), pero es probable que también otros sean de él. Este grupo de salmos usa
exclusivamente el nombre divino de “Jehová”. El principio central de la distribución de
los últimos dos libros del salterio parece ser la agrupación alrededor de los temas de
alabanza y acción de gracias. Grupos notables en el Libro 4 son los Salmos 94–100, que
enfatizan el gobierno del Señor, y los Salmos 103–106, que enfatizan su obra como
Creador y Preservador.
LIBRO 5: El libro 5 incluye dos secciones de salmos de David y unos cuantos más del
mismo autor esparcidos aquí y allá, pero los principios básicos de la distribución
parecen ser grupos de salmos dispuestos alrededor de los temas de la gratitud y la
alabanza, antes que de la autoría. De nuevo notamos aquí una marcada preferencia por
el nombre “Jehová”. Grupos notables son los “Salmos de alabanza” (Salmos 111–118 y
145–150) y los “Cánticos graduales” (Salmos 120–134).
Un interesante aspecto que tiende a apoyar el origen independiente de los cinco
libros del salterio es la presencia de algunas “coplas”, es decir, salmos o porciones de
salmos que aparecen en más de un libro. El Salmo 53 tiene su paralelo en el Salmo 14;
el Salmo 70, en el Salmo 40:13–17; el Salmo 108:1–5, en el Salmo 57:7–11; el Salmo
108:6–13, en el Salmo 60:5–12. La explicación de estas repeticiones no está clara, pero
se discutirán algunas razones posibles en el comentario de los salmos respectivos.
Aunque hay un patrón claro de organización en el libro de los Salmos, no es posible
explicar la posición de cada salmo en el Salterio. Sin embargo, el comentario sugerirá
una razón para la posición de cada uno dentro de la estructura del libro, siempre que
sea posible.

LA POESÍA DE LOS SALMOS


Paralelismo
18
Mientras que las características distintivas de la mayoría de las poesías en español
son la rima y el ritmo, la poesía hebrea es bastante diferente; su característica más
importante es el paralelismo. En vez de que las palabras rimen al final de versos
sucesivos, el paralelismo armoniza pensamientos correspondientes en versos sucesivos.
La poesía que utiliza el paralelismo como técnica principal, es por lo tanto,
principalmente una poesía de pensamientos, en vez de ser una poesía de sonidos.
La poesía hebrea utiliza tres clases principales de paralelismo.
En el paralelismo sinónimo el segundo segmento repite el pensamiento del primero
en palabras casi idénticas. El primer versículo del Salmo 19 es un ejemplo excelente de
paralelismo sinónimo equilibrado.
Los cielos cuentan la gloria de Dios,
Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
En el Salmo 2 ocurren muchos ejemplos de paralelismo sinónimo
¿Por qué se amotinan las gentes /
Y los pueblos piensan cosas vanas?
Se levantarán los reyes de la tierra, /
Y príncipes conspiran… diciendo…
Rompamos sus ligaduras, /
Y echemos de nosotros sus cuerdas.
Aunque el paralelismo es sinónimo, la segunda frase no es una mera repetición. La
repetición intensifica la emoción y enfoca la atención del lector en los pensamientos y
sentimientos que se expresan.
Ocurre en algunas ocasiones que el paralelismo resulta incompleto; es decir, no
encuentra cada una de las partes del primer segmento su complemento en el segundo.
Un ejemplo es el Salmo 24:1:
De Jehová es la tierra y cuanto hay en ella.
El mundo, y los que en él habitan
En el paralelismo antitético el segundo segmento es lo opuesto del primero. Este
tipo de paralelismo es especialmente común en Proverbios. Encontramos un ejemplo
en el Salmo 1:6:
Porque Jehová conoce el camino de los justos;
Mas la senda de los malos conduce a perdición.
Nótese que en este ejemplo el párrafo correspondiente no está en el mismo orden
en los dos segmentos. “El camino de los justos” está al final del primer segmento, pero
su frase correspondiente “la senda de los malos” está al principio del segundo
segmento. Este orden invertido es una característica del estilo deliberado conocido
como quiasmo.

19
En el paralelismo sintético la segunda porción adelanta el pensamiento de la
primera. Considere estos ejemplos del Salmo 1:
Bienaventurado el varón
que no anduvo en el consejo de malos,
ni estuvo en camino de pecadores,
ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
Sino que en la ley de Jehová está su delicia.
Y en su ley medita día y noche.
Estos ejemplos son básicamente sinónimos, pero en ambos casos las palabras
destacadas muestran como cada nuevo segmento va intensificando el pensamiento. Sin
embargo, en muchos ejemplos de paralelismo sintético hay mucho menos paralelismo
entre los dos segmentos del versículo que en los ejemplos anteriores.
El Salmo 4:6–8, ilustra algunos de los muchos tipos posibles de paralelismo
sintético.
El paralelismo puede plantear una pregunta y su respuesta:
Muchos son los que dicen: ¿Quién nos mostrará
el bien?
Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro.
(Salmo 4:6)
Puede que el segundo componente añada simplemente una ilustración o una
comparación.
Tú diste alegría a mi corazón
Mayor que la de ellos cuando abundan su grano y su mosto (Salmo 4:7).
El segundo componente puede dar una razón para la primera afirmación:
En paz me acostaré, y asimismo dormiré;
Porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado.
(Salmo 4:8).
Algunas veces el segundo componente da sólo una descripción más amplia del
primero:
Bendito sea Jehová,
que no nos dio por presa a los dientes de ellos.
(Salmo 124:6)
Hay algunos versículos que no se pueden dividir fácilmente en dos segmentos:
Esforzaos todos vosotros los que esperáis
en Jehová,
20
Y tome aliento vuestro corazón (Salmo 31:24).
Con frecuencia el uso del paralelismo es irregular. Algunas veces hay versos que no
tienen paralelo. Frecuentemente el paralelismo no sigue un patrón determinado dentro
de un poema dado. Aún así, el paralelismo es la característica poética principal de todo
poema hebreo. Se dará alguna guía para seguir la estructura poética de los salmos por
la forma en que están impresos en el texto de este comentario. Todas las afirmaciones
principales del paralelismo de un salmo van alineadas con un margen izquierdo, tal
como aparece en los ejemplos antes citados. Usted debería ser capaz de armonizar cada
verso con su verso correspondiente con base en el significado. Con mucha frecuencia
los versículos numerados de la Biblia en español también indican qué versos van juntos.
En este comentario, los versos que tienen sangría tipográfica son pensamientos
subordinados que explican los versos precedentes. Algunas veces la sangría indica que
el verso en cuestión no es el comienzo de un nuevo pensamiento paralelo, sino
solamente la continuación del verso precedente, que tuvo que ser dividido para poder
encajar en el ancho de la página.
Desde luego, el paralelismo de pensamiento se puede traducir a otros idiomas con
mucha más facilidad que la rima y el ritmo. Es interesante constatar que la poesía
inspirada de las Escrituras está escrita utilizando la técnica poética que resulta más fácil
de traducir a otros idiomas.
Cuando usted lea los Salmos, recuerde que observar el paralelismo es con
frecuencia una ayuda para entender el significado de un poema. Vuelva a los Salmos 1 y
2, y vea si puede encontrar los paralelismos.

Otros rasgos poéticos


Aunque la poesía hebrea no tiene rima ni ritmo, como tiene gran parte de la poesía
en español, algunos eruditos han intentado encontrar algún patrón rítmico o métrico en
la poesía hebrea. Hay gran controversia respecto de este tema; no parece posible
descubrir ningún sistema métrico en la poesía hebrea. Como este asunto sólo se puede
discutir con base en el texto hebreo, no profundizaremos más en este tema.
Usualmente la poesía hebrea no tiene estrofas ni versos regulares, como los tienen
nuestros himnos en español. Algunas veces es posible dividir los salmos en estrofas,
pero raramente son regulares. Ocasionalmente, los poemas hebreos están divididos en
secciones por un refrán (Salmos 42, 43, 108), pero sucede muy pocas veces.
A cierto tipo de disposición sistemática de la poesía hebrea se le llama acróstico. En
esta forma, cada verso del poema comienza con la letra siguiente del alfabeto hebreo.
Esto podría hacerse en español comenzando el primer verso de un poema con la letra
A, la segunda con B, la tercera con C, y así sucesivamente hasta completar el alfabeto.
En un acróstico extendido, cada verso de la estrofa 1 puede comenzar con A, cada verso
de la estrofa 2 con B, y así sucesivamente. Este es el patrón del Salmo 119, que es el
acróstico más elaborado y el Salmo más estructurado del libro de los Salmos. Cada
estrofa del Salmo 119 tiene ocho versos, cada uno de los cuales comienza con la misma

21
letra del alfabeto.
Otros salmos acrósticos son: 9, 10, 25, 34, 37, 111, 112, y 145. En el libro de
Lamentaciones también hay poemas acrósticos. En algunos casos el estilo acróstico
puede haber tenido el propósito de ayudar a la memorización, pero es mucho más
probable que haya tenido el propósito de comunicar la idea de totalidad (“de la A a la
Z”). Los acrósticos ocasionalmente omiten o redistribuyen las letras del alfabeto; pero,
cuando ocurre, hay razones estilísticas que explican esas irregularidades. Las
traducciones al español de estos poemas no son acrósticas.
Como la mayor parte de la poesía, la poesía hebrea usa palabras y expresiones
anticuadas con más frecuencia que la prosa. Esta norma es similar al uso continuo de
palabras arcaicas como “vos” o “vosotros”, en himnos y oraciones, formas que ya se
han dejado de usar en el habla cotidiana de Latinoamérica. Como el empleo de lenguaje
anticuado en el hebreo no es claro en la traducción Reina-Valera, no lo discutiremos
más.
La poesía hebrea a veces produce efectos especiales: al poner juntas palabras que
comienzan con el mismo sonido (aliteración), o por el uso de retruécanos y juegos de
palabras. Estas características usualmente se pierden en la traducción, pero serán
destacadas en los comentarios, si son significativas.
Como la mayor parte de la poesía, la poesía hebrea hace uso extenso de los tropos.
Entre estas figuras, las que se encuentran con más frecuencia son:
Símil: compara expresamente una cosa con otra. Muchas veces la comparación se
indica con “como” o “cual”
[El justo] será como árbol
plantado junto a corrientes de aguas…
No así los malos, que son como el tamo que
arrebata el viento (Salmo 1:2–4)
Metáfora: Traslada el sentido recto de las voces a otro figurado, en virtud de una
comparación tácita. La comparación no comienza con “como” o palabras parecidas.
Me han rodeado muchos toros
Porque perros me han rodeado (Salmo 22:12, 16)
(“Toros” y “perros”, se refieren a hombres malvados).
Sinécdoque: designa el todo con el nombre de una de sus partes.
Infunde gozo en estos huesos que has quebrantado.
[Significa “infunde gozo en mí”] (Salmo 51:8)
Personificación: atribuye a las cosas inanimadas o abstractas, acciones y cualidades
propias de seres animados.
La misericordia y la verdad se encontraron;
La justicia y la paz se besaron (Salmo 85:10).

22
Leemos los Salmos no solamente para gozar de buena literatura, sino para ser
edificados por la Palabra de Dios. El aspecto más importante de los Salmos es su
significado, no su belleza poética. Sin embargo, cuando los lea, busque las
características literarias y poéticas, porque estas le permitirán gozar más de su lectura.

LA MÚSICA DE LOS SALMOS


Las exhortaciones a cantarle a Jehová que hay en los Salmos, la presencia de
términos musicales en sus encabezamientos, la descripción de su uso litúrgico
registrado en los libros históricos, y el uso tradicional de los mismos en las sinagogas y
en la iglesia, demuestran claramente que los Salmos son himnos que fueron escritos
para ser cantados con el acompañamiento de instrumentos musicales.
Desafortunadamente no tenemos forma de saber cómo se oía la música original de
los Salmos. Muchos eruditos creen que el estilo de canto que se usa en las sinagogas
judías o en los cantos gregorianos que se usan con los Salmos en la iglesia cristiana, han
conservado algo del estilo de su música original. Otros creen que la música original de
los Salmos era más parecida a la música folclórica de hoy en día en el Medio oriente. No
hay forma de saberlo con certeza.
En la presentación de los salmos en el templo, la música vocal se consideraba más
importante que el acompañamiento instrumental, porque el mensaje que se llevaba en
las palabras era lo más importante. David nombró a varias familias levitas para la obra
musical en el tabernáculo, cuando llevaron por primera vez el arca del pacto a Jerusalén
(1 Crónicas 15:15–22). Un levita llamado Quenanías fue el primer líder de la música
vocal en el servicio del templo (1 Crónicas 15:22). De acuerdo con la tradición rabínica,
el coro mínimo del templo consistía de doce hombres adultos de la tribu de Leví.
Algunos comentaristas sugieren que los hijos jóvenes de los sacerdotes cantaban las
voces más agudas, pero no se ha encontrado en las Escrituras nada que apoye esta
idea.
También, según la tradición rabínica, el canto en el templo era antifonal o en
responsorios. Había tres formas principales de canto antifonal: (1) El primer coro
cantaba un verso del salmo y el segundo coro respondía con un refrán que se repetía a
lo largo del salmo. El Salmo 136 es un ejemplo de esta forma; (2) el primer coro cantaba
un verso, y el segundo coro lo repetía; (3) los dos coros cantaban alternamente los
versos del salmo, esta es la forma en que actualmente hacemos las lecturas antifonales
de los salmos. Los dos coros que Nehemías designó para la dedicación de los muros de
Jerusalén pudieron haber sido dispuestos para el canto antifonal cuando se reunieron
en el templo después de la procesión alrededor de los muros (Nehemías 12:31).
Recientes hallazgos arqueológicos han mostrado que el arte de la música, estaba
altamente desarrollado desde una época muy anterior a la que se suponía. El reciente
desciframiento de tablas cuneiformes de la ciudad de Ugarit en Siria, ha revelado que
las notas musicales y el uso de la armonía en los cantos ya se conocía 400 años antes de
la época de David. La canción de Ugarit, que aparentemente es un himno a la diosa de

23
la luna, fue escrita en una escala similar a nuestra escala mayor; si el desciframiento es
correcto, parece que la gente del antiguo Medio oriente usaba una escala de siete
notas, muy parecida a la escala de do-re-mi, que nos enseñaron de niños.
Las siete escalas que se usaban en la afinación de antiguos instrumentos de cuerda
eran similares a las siete escalas que se podrían tocar en un piano sin las teclas negras.
Cada escala comenzaría con una de las siete notas (do, re, mi, fa, sol, la, si). Cada escala
sería diferente, porque sin las notas negras, los medios tonos estarían en lugares
diferentes en cada escala. No sabemos cuántos de los principios básicos de la teoría
musical los hayan comprendido David y sus músicos, pero eran conocidos en su tiempo.
Es interesante observar que el himno de Ugarit, que se discutió en el párrafo
anterior, tenía una notación que mencionaba: al compositor, al copista, y la escala que
se debía usar. Esto es paralelo al tipo de información que se aparece en el
encabezamiento de los salmos.

Instrucciones musicales en los Salmos


Cincuenta y cinco salmos llevan el título “Al músico principal”, lo que parece indicar
salmos que se entregaban al jefe del tabernáculo o a los músicos del templo, para que
los usaran en el culto de adoración pública. Un ejemplo de esa costumbre aparece en 1
Crónicas 16:7: “Aquel día David, por primera vez, puso a Asaf y sus hermanos a cargo de
la alabanza a Jehová”. Este título es más frecuente en los primeros tres libros de los
Salmos.
Los títulos de algunos de los Salmos, parecen que designan el tono que se debía
usar, de la misma manera como aparece esta información en nuestros himnarios. “No
Destruyas” (Salmos 57–59, 75). “La paloma silenciosa en paraje muy distante” (Salmo
56), “Lirios” (Salmos 45 y 69), “El lirio del pacto” (Salmos 60 y 80 NVI), “La muerte del
hijo” (Salmo 9, NVI), y “La cierva de la aurora” (Salmo 22, NVI), parecen ser nombres de
melodías. Como ninguno de esos títulos es claramente sagrado, se ha sugerido que
algunas melodías folclóricas se adoptaron a veces como melodías de himnos, como
ocurrió en la época de la Reforma.
En la Nueva Versión Internacional, se traduce una porción de los Salmos 9 y 22,
como títulos de melodías. Es probable que esta interpretación sea cierta, pero existe
alguna duda al respecto. Algunos comentaristas han ofrecido otras interpretaciones
para algunas de estas frases.
Hay algunos títulos adicionales que tal vez sean melodías, pero muy probablemente
son instrucciones musicales de alguna otra clase. Las palabras “sobre mahalath” (Salmo
53) y “sobre mahalath leannoth” (Salmo 88, LBLA), se refieren a la enfermedad o al
sufrimiento. Quizás esto sea una referencia al tipo de melodía luctuosa que se utiliza en
estos salmos, pero hay que reconocer que la frase es oscura.
“Sobre gittih Gitit (Salmos: 8, 81, y 84) es otra frase difícil; se puede referir a un
instrumento a una melodía traída de la ciudad filistea de Gat o de la ciudad levítica de
Gat Rimón, o a una melodía asociada con la cosecha de la uva (gat significa “lagar”).
Sobre alamot (Salmo 46) parece que se deriva de la palabra para virgen; por esta
24
razón frecuentemente se entiende como referida a una voz o instrumento agudo,
quizás algún tipo de flauta doble. Se puede referir al tenor o al falsete en el canto. En 1
Crónicas 15:20, este término se refiere a la forma de tocar o de afinar un instrumento
de cuerda parecido al arpa, llamado nebel. El significado de alamot sigue siendo oscuro.
“Sobre seminit” (Salmos 6 y 12) parece que se deriva de la palabra hebrea para
ocho. Esto parece referirse a un instrumento de ocho cuerdas, o quizás a la octava más
baja o a la voz de bajo. En 1 Crónicas 15:21, este término se refiere a la manera de tocar
o de afinar un instrumento de cuerda llamado kinor. Nuevamente, el significado sigue
siendo oscuro.
Jedutún fue uno de los músicos de David (1 Crónicas 16:41), y puede haber sido el
mismo Etán. “A Jedutún” (Salmo 39) parece que se refiere a una canción que le fue
entregada a él para su ejecución. “Para Jedutún” (Salmos 62 y 77 NVI), o mejor “según
Jedutún”, aparentemente para ser interpretada según la melodía o al estilo de Jedutún.
Selah aparece 71 veces en 39 salmos diferentes, principalmente en los tres primeros
libros. Aparece en los Salmos como indicación de algún tipo de interludio. Algunas veces
aparece donde hay una interrupción súbita del pensamiento, pero otras veces aparece
en medio de un pensamiento. En raros casos aparece al final de un salmo.
Aparentemente, es una notación musical pero su significado sigue siendo oscuro. Se
creía que se derivaba de una palabra hebrea que significa “elevarse” o de una palabra
que significa “estar en reposo”. Las interpretaciones sugeridas incluyen: (1) interludio
instrumental entre las secciones vocales del salmo, (2) pausa, (3) aumento en la
intensidad de la música, (4) señal para dividir el himno en secciones, (5) interjección
enfática como “amén”, (6) símbolo de repetición como da capo. La primera sugerencia
parece ser la más probable.

Los instrumentos musicales de los salmos


En el culto de adoración pública en el templo, el canto de los salmos era
acompañado por lo que podríamos llamar una orquesta completa. Cuando llevaron el
arca a Jerusalén, la orquesta de David incluía: 3 músicos que tocaban el címbalo, y 14
que tocaban instrumentos de cuerda (1 Crónicas 15:19–21). El número total de músicos
en el templo de David era de cuatro mil (1 Crónicas 23:5). En la época del Nuevo
Testamento la orquesta mínima tenía 12 instrumentos. Esta regla se basa
aparentemente en la asignación que hizo David de 24 grupos de doce músicos cada
uno, en 1 Crónicas 25.
En la dedicación del templo de Salomón se usaron 120 trompetas (2 Crónicas 5:12),
así que esperaríamos un número proporcional de otros instrumentos. Desde luego, esta
fue una ocasión muy especial para la cual se usó un número especialmente grande de
músicos.
La composición exacta de la orquesta pudo variar dependiendo de la ocasión y del
periodo de la historia, pero parece que: las liras, las arpas, y los címbalos, eran los
instrumentos principales de la orquesta del templo; las trompetas se usaban
principalmente para tocar fanfarrias entre los cantos (1 Crónicas 15:16), 2 Crónicas
25
5:12, 13). La orquesta corriente consistía probablemente de 12 a 36 instrumentos.
Parece que se usaban otros tipos de instrumentos, principalmente fuera de la
adoración en el templo, en especial para las procesiones festivas.
Tenemos conocimiento limitado de los instrumentos que se usaban para acompañar
los Salmos. Han sobrevivido muy pocos ejemplos de instrumentos, pero nos han llegado
algunas láminas y descripciones antiguas. Con frecuencia encontramos descripciones
contradictorias de los diversos instrumentos, probablemente porque los instrumentos
cambiaron a través del tiempo. En la mayoría de los casos, esos instrumentos no
corresponden exactamente a ningún instrumento moderno; por esa razón, cualquier
traducción al español es de alguna manera engañosa. Una dificultad adicional es que
Reina-Valera 1995, no es consistente traduciendo el nombre hebreo de un instrumento
siempre con el mismo nombre en español. Por esto, en nuestra descripción de cada
instrumento usaremos el nombre hebreo junto con la traducción adoptada por la
RV-95.
Liras

Lira de Madánah que era la hija Músico israelita tocando la lira Músico cananeo tocando la lira
del rey Jerusalén en el siglo III Laquis 700 a.C. Meguido 1200 a.C.

Trompetas

Trompeta de metal Cureno de carnero

Instrumentos de percusión

Sonajas Címbalos Tof

Los instrumentos musicales de los Salmos


Los instrumentos más importantes eran los de cuerda. Los títulos de algunos Salmos
contienen las instrucciones “sobre” o “en Neginot” (“con instrumentos de cuerda”, en

26
la Nueva Versión Internacional, Salmos: 4, 6, 54, 55, 61, 67, 76). El instrumento de
cuerda que tocaba David era el kinor, que se ha traducido tradicionalmente como
“arpa”, pero la traducción “lira” que ha adoptado la NVI en el Salmo 150:3 es más
precisa. El kinor o lira, era más pequeño que nuestra arpa moderna, aunque similar en
algunos aspectos y, como nuestra arpa, era de forma angular y tenía una caja de
resonancia en la parte inferior. El número de cuerdas en la lira variaba de 3 a 22, pero
los números más comunes eran 7 y 12.
El kinor se podía tocar con los dedos o con un plectro o púa, 1 Samuel 19:9 dice que
David tocaba la lira con “la mano” (esta expresión se encuentra en el hebreo, pero no
en la traducción de la RV-95). La traducción griega de kinor es kitara, de la cual se deriva
la palabra guitarra. Aunque la guitarra ha sufrido grandes cambios desde el kinor, entre
los instrumentos de uso común en la actualidad, la guitarra es la que más se asemeja al
kinor de David, tanto en la forma como en la función.
Afortunadamente contamos con una serie de láminas de liras israelitas. La lira que
se representa en la figura 1 perteneció a Madánah, hija de uno de los reyes de Judá. El
que toca la lira en la figura 2 es un músico israelita capturado por el rey asirio
Senaquerib; ambas figuras datan de unos 300 años después de la época de David.
El nebel probablemente era una versión más grande del kinor. La NVI traduce
acertadamente nebel como “arpa” en el Salmo 150:3 y en algunos otros pasajes. Se
menciona un nebel de 10 cuerdas en los salmos: 32:2, 92:3, 144:9.
(Desafortunadamente ni la RV-95 ni la NVI han conservado perfectamente la distinción
entre el nebel y el kinor, porque la RV-95 traduce nebel como “Salterio” en los Salmos
33:2 y 92:3, y la NVI lo traduce como “decacordio”; y la confusión crece cuando las dos
traducciones dan “arpa” para kinor en muchos textos. De esta manera, las dos versiones
fallan por no diferenciar entre estos dos instrumentos de manera consistente).
El sofar algunas veces se traduce como “bocina” en la RV-95 (Salmo 150:3), pero en
otras ocasiones se traduce mejor como “sonido de cuerno”, como traduce la Biblia de
las Américas en el Salmo 98:6, y mejor aún como “cuerno de carnero” en el texto inglés
de la Nueva Versión Internacional (1 Crónicas 15:28, Salmo 98:6). El sofar parece que se
usó sólo para indicar “trompetazos”, porque con él no se podía tocar melodías.
La hatsotsera era una trompeta de metal, probablemente estridente. En el Salmo
98:6, la Reina-Valera traduce hatsotsera como “trompeta”. El uso de la trompeta para
anunciar festividades especiales ya había sido ordenado por Dios en Números 10:9.
El halil era una flauta o tubo de alguna clase. Para el uso sagrado era más frecuente
utilizar la flauta de madera que la de metal. Parece que se pensaba que era un
instrumento más secular, y por lo tanto no tenía un papel prominente en la adoración
en el templo. Sin embargo, se podía usar en festividades sagradas (Isaías 30:29).
El ugav es un misterio. Las sugerencias abarcan un rango que va, desde una especie
de flauta o tubo de alguna clase, hasta un instrumento similar a una gaita. La RV-95
tiene “flauta” en el Salmo 150:4. Algunas versiones más antiguas traducen ugav como
“órgano”. Aparentemente este instrumento no tenía un papel importante en la
adoración en el templo.
El tof era un tambor de parche, similar a la pandereta, pero sin los platillos de metal
27
que la rodean. Aparentemente lo usaban en las procesiones y en las danzas festivas
fuera del templo (1 Crónicas 13:8), más que para la música coral en el templo. El tof se
menciona tres veces en los Salmos (Salmos 81:2, 149:3, 150:4). Aparentemente se
usaban otros tipos de resonantes o sonajas junto con la pandereta. En 2 Samuel 6:5, el
término sistro (Reina-Valera actualizada y la NVI) se refiere a esos instrumentos
resonantes o ruidosos.
Parte importante de la orquesta del templo eran los diversos tipos de címbalos. En
efecto, los tres más famosos músicos levitas: Asaf, Heman, y Etán, tocaban el címbalo (1
Crónicas 15:19). Quizás los címbalos tenían la función de marcar el ritmo o el compás,
muy a la manera de los tambores en las bandas modernas.
La danza se menciona dos veces, como una forma de alabanza (Salmos 149:3,
150:4). David danzó delante del arca del Señor cuando la llevaron a Jerusalén (2 Samuel
6:14–16). Sin embargo, no tenemos ninguna evidencia de que se usara la danza en el
servicio del templo; se pudo haber usado principalmente en procesiones festivas hacia
el templo.
Para el pueblo de Israel, los salmos eran uno de los aspectos más importantes en la
vida de adoración. Para aquellos que no eran sacerdotes y que, por lo tanto, no podían
entrar al santuario del templo, la música de las festividades debe haber sido la parte
más emocionante de su adoración. La música enriquecía la apreciación del mensaje,
pero el mensaje seguía siendo el aspecto más importante de los salmos. En los salmos
tenemos los dos mensajes de Dios, de pecado y perdón, y la respuesta humana a ese
mensaje. Ahora que pasamos al estudio de los Salmos, tomemos de corazón ese
mensaje y hagamos nuestra la respuesta de los salmistas.

LIBRO I
SALMOS 1–41

Este primer “libro”, o subdivisión del libro de los Salmos, es una colección de salmos
de David, que escribió con el fin de que se usaran en los servicios del templo. Esta
colección bien pudo haber sido reunida mientras David vivía. Todos los salmos de este
libro, excepto los Salmos: 1, 2, 10, y 33, se le atribuyen a David en los títulos; aún los
cuatro para los que no se da el autor, pueden ser de David. Casi la mitad de los salmos
de este libro están dirigidos al músico principal, lo que indica claramente que se
entregaron para ser usados en la adoración en el templo. Una notable pero inexplicable
característica de este libro es la preferencia por el nombre divino “Jehová”, en vez del
nombre “Dios”.
Los Salmos 1 y 2, constituyen la introducción a todo el libro de los Salmos. Ambos

28
tratan los dos temas más importantes de los Salmos: la actitud del creyente hacia la
palabra de Dios y la actitud del creyente hacia el Mesías de Dios. El Salmo 1 comienza
con una bendición para la persona que obedece la Palabra de Dios; el Salmo 2 termina
con una bendición para la persona que confía en el Mesías de Dios. Estas dos
bendiciones ensamblan hermosamente estos dos salmos en una unidad introductoria a
todo el libro.
No tenemos ninguna información sobre el autor estos dos salmos; el Salmo 1 bien
puede ser un salmo de David que posteriormente se seleccionó para servir de
introducción al libro de los Salmos, o pudo haber sido escrito especialmente con este
propósito por alguna otra persona. Sin embargo, como Hechos 4:25 le atribuye el Salmo
2 a David, es muy probable que el Salmo 1, que está emparejado con el 2, sea también
de David.

SALMO 1

Dos actitudes ante la palabra de Dios


Salmo 1:1–3
Estos versículos destacan tres características de los justos: resisten al pecado, aman
la Palabra de Dios, y producen los frutos de la fe.
Como los justos son guiados por la Palabra de Dios, su vida no está gobernada por
los falsos valores del mundo incrédulo. En Romanos 12:2 Pablo nos amonesta diciendo:
“No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta”; el Salmo 1 supone la misma advertencia. Los cristianos no deben
extraer sus valores y metas de las normas pecaminosas del mundo. Aquello que le dé
forma a nuestra manera de pensar muy pronto también les dará forma a nuestras
acciones.
Los tres verbos: “andar”, “estar”, y “sentarse”, son una advertencia para los
cristianos contra el hecho de permitir que las influencias impías penetren gradualmente
en su vida. No andes de acuerdo al consejo de los impíos, es decir, no comiences a
aceptar sus valores. No estés en el camino de los pecadores, es decir, no andes con ellos
y no te unas a sus acciones pecaminosas. No te sientes con los escarnecedores, es decir,
no hagas causa común con ellos. No te unas a ellos en su estilo de vida impenitente ni
en su atrevido desafío a Dios. No te conviertas en uno de ellos.
Cuando vemos que las actitudes impías prevalecen en el mundo que nos rodea: la
avaricia y el materialismo, la inmoralidad sexual y la falta de respeto por la familia, la
violencia y la guerra, comprendemos que debemos resistir estas influencias antes de
que ganen terreno en nuestra vida. Si les permitimos entrar en nuestra vida, muy
pronto echarán raíces en ella y quedarán firmemente plantadas allí. El siguiente paso

29
será que pronto nos sentiremos cómodos con ideas y acciones que en otra ocasión nos
hubieran horrorizado. Cuando esto ocurra, no seremos diferentes del resto del mundo.
Los cristianos no pueden esperar que sean capaces de resistir los valores del mundo
incrédulo si le dedican una hora de la semana a la meditación de la Palabra de Dios y las
otras 167 horas a proveer para las necesidades de su cuerpo y a gozar las distracciones
del mundo. Si deseamos que nuestra vida sea formada por la Palabra de Dios,
necesitamos más que la hora dominical de adoración; necesitamos estudios bíblicos
regulares con compañeros cristianos; necesitamos reconocer la importancia de las
devociones familiares regulares y del estudio bíblico personal; necesitamos cultivar el
hábito de recordar y aplicar las verdades de la Palabra de Dios cuando nos enfrentemos
con las tentaciones o cuando tengamos que asumir las decisiones de la vida diaria. Los
hijos de Dios encontrarán gran gozo y satisfacción al estudiar su Palabra y al meditar en
ella día y noche.
Con frecuencia usamos la palabra “ley” para referirnos a los mandamientos de Dios,
en los que él nos dice lo que debemos hacer. Pero en este Salmo y en muchos otros
pasajes de la Biblia la “ley de Jehová”, se refiere a toda la Palabra, tanto a la ley como al
evangelio. “Ley” aquí, es la traducción de la palabra hebrea que significa “enseñanza” o
“instrucción”. Los cristianos hallan su mayor gozo en el evangelio, que les habla del
perdón divino de sus pecados; pero cuando son motivados por el nuevo espíritu de la fe
que el Espíritu Santo ha creado en ellos, también se deleitan en la ley de Dios como está
resumida en los Diez Mandamientos y en otros pasajes de las Escrituras. Los cristianos
quieren obedecer los mandamientos y hacer las cosas que le agradan a Jesús, porque
aman a su Salvador; se deleitan en toda la Palabra de Dios desde el comienzo hasta el
fin
Cuando los creyentes son motivados por el evangelio y son guiados por la ley de
Dios, producen los frutos de la fe, es decir, obras agradables a Dios. Las buenas obras
que producen los cristianos en su vida, con frecuencia se llaman frutos, por las
similitudes entre un cristiano y una rama de un árbol frutal. La rama de un árbol puede
producir frutos sólo si permanece unida al tronco del árbol. El cristiano puede producir
buenas obras sólo si permanece unido a Cristo por medio de la fe viva. Un árbol sólo
puede producir frutos si está bien regado; el cristiano puede producir buenas obras sólo
si su fe está bien “regada” con la Palabra de Dios. Un árbol es un organismo vivo que
produce frutos según la naturaleza que Dios le dio. La naturaleza de un manzano
saludable es producir manzanas, la naturaleza de la vid es producir uvas; la nueva
naturaleza de un creyente en Cristo es producir obras como las de Cristo.
Aunque el versículo uno contiene una advertencia implícita contra los valores
impíos, estrictamente hablando, este versículo es una promesa, no una advertencia. Los
que guían su vida por la Palabra de Dios, de modo que eviten el camino del impío y
produzcan frutos de fe, serán realmente bienaventurados. Ser bienaventurado significa
gozar la vida feliz y gratificante que sólo viene de Dios. La verdadera felicidad es la paz
que viene mediante el perdón de los pecados; la verdadera felicidad es recibir la
libertad de vivir según la Palabra de Dios; la verdadera felicidad es gozar la gloria de
vivir con Dios por toda la eternidad. Esta es la bienaventuranza que les espera a todos
30
los que se deleitan en la Palabra de Dios.
Salmo 1:4–6
Esta sección es más breve que la descripción del justo, porque no se puede decir
nada positivo de la forma de vida de los impíos; ellos: no le prestan atención a la
Palabra de Dios, no producen frutos, no recibirán bendición. Para Dios, sus logros son
tan despreciables como el tamo que el viento se lleva fácilmente cuando el granjero
trilla el grano.
El Día del Juicio, Dios reunirá a todos los creyentes en el hogar celestial, como el
granjero junta el buen grano en su granero, pero los impíos serán apartados de la
presencia de Dios, como el tamo que arrebata el viento. Los impíos no pasarán el juicio
de Dios, no se unirán a la asamblea de sus santos en el cielo. El Día del Juicio, el Señor
anunciará que aprueba el camino de todos los que son sus hijos por la fe en Cristo, pero
la rebelión de los impíos contra Dios llegará a su fin, y serán apartados de su presencia
para siempre.
Existen sólo dos caminos por los que la gente puede ir: el camino de la obediencia a
Dios, que lleva a la vida, y el camino de la rebelión, que conduce al infierno, no hay otra
alternativa. Nada en la vida es más importante que estar seguro de que uno está
viajando por el camino correcto.

SALMO 2

Las naciones conspiran, pero el Rey de Dios gobierna seguro


El Salmo 2 es uno de los salmos mesiánicos más importantes. En este salmo David
describe la inútil resistencia de los gobiernos de este mundo al reino del Mesías.
Salmo 2:1–6
El salmista está asombrado de que los gobernantes del mundo se atrevan a
conspirar contra el Rey ungido de Dios. ¿Qué podría ser más necio que eso? ¿Qué
podría ser más desesperanzador? Sin embargo, los gobernantes de este mundo
malvado, que no están de acuerdo en muchas cosas, se unen en un punto: en su
oposición al gobierno de Dios. Hechos 4:27 dice que la conspiración contra Jesús, que lo
condujo a la muerte, fue el ejemplo principal del complot contra el Rey de Dios. Pilato y
Herodes, se odiaban, pero se unieron para juzgar a Jesús; los fariseos y los saduceos,
eran enemigos acérrimos, pero estuvieron de acuerdo en una cosa: Jesús tenía que
morir.
Los inútiles esfuerzos por derribar el verdadero reino de Dios han continuado a lo
largo de la historia. El imperio romano trató de aplastar al cristianismo, el papado
suprimió la verdad en la iglesia, los gobiernos comunistas trabajan para destruir la
iglesia en sus países. Todos esos esfuerzos han fracasado; pese a ellos, el evangelio
31
sigue adelante, reuniendo a los elegidos de Dios de cada nación.
Algunas veces la rebelión contra el rey de Dios es menos violenta que las
sangrientas persecuciones que hemos mencionado. Hoy las gentes tratan de “romper
las cadenas de Dios”, cuando desprecian los principios morales de las leyes de Dios y
adoptan estilos de vida que desafían su voluntad. Los líderes de la iglesia “rompen las
ligaduras de Dios”, cuando se niegan a permitir que la palabra de Dios gobierne sus
enseñanzas. Los moralistas de la justicia propia que imaginan que pueden satisfacer a
Dios con su propio esfuerzo, rechazan así el gobierno del Rey-Mesías, el único Salvador
quien los puede llevar a la vida eterna.
La gran tragedia de todos los esfuerzos que se hacen para escapar del gobierno de
Dios, es que la obediencia a su palabra, que estas personas consideran como una
esclavitud, es realmente la libertad más grande. Algo aun más trágico para esos
rebeldes es la certeza de que todas las rebeliones están condenadas al fracaso. Los que
se resisten a ser gobernados por la gracia de Dios serán gobernados por su ira cuando él
venga el Día del Juicio.
La palabra Ungido, la palabra hebrea Mesías, y la palabra griega Cristo, significan lo
mismo; todas se refieren a la unción con aceite por la que se instalaba en su oficio un
sacerdote israelita o un rey designado por Dios. El título “el Ungido” se le podría aplicar
a cualquiera de los sumos sacerdotes o de los reyes del Antiguo Testamento. Sin
embargo, en este salmo el Ungido del Señor es Jesucristo, el Hijo de Dios. Eso queda
claro en la siguiente sección del salmo; en esos versículos el Mesías mismo proclama el
decreto que Dios el Padre le dio.
Salmo 2:7–9
En 2 Samuel 7, el Señor le prometió a David: que tendría un hijo que gobernaría
después de él e iba a construir la casa de Dios; le prometió que él mismo iba a ser el
padre de ese rey. El sucesor de David, Salomón, cumplió parcialmente esa profecía; Dios
fue su padre espiritual; Salomón gobernó sobre el trono de David y construyó el templo
como casa de Dios. Pero: Salomón murió, su reino fue dividido, y el templo que
construyó fue destruido.
En ningún rey terrenal se podría cumplir esta profecía; esa promesa fue totalmente
cumplida solamente por Cristo. Él está construyendo la casa de Dios, la iglesia,
mediante la predicación del evangelio por todo el mundo. Sólo Cristo, el Hijo de David,
ha establecido un reino que durará para siempre.
Como otros creyentes, Salomón fue hijo de Dios, sólo por adopción en la familia de
Dios mediante la fe. Cristo es Hijo de Dios por su naturaleza misma; es Dios, igual al
Padre en todo aspecto. En el Credo Niceno confesamos que Jesús es el unigénito de
Dios. Engendrar y engendrado son simplemente antiguos términos que significan “ser
padre de alguien” y “ser engendrado por alguien”.
Pero cuando usamos el término engendrado para describir la relación que existe
entre Dios el Padre y Dios el Hijo, queremos decir algo completamente diferente a la
relación que existe entre un padre humano y su hijo. Cristo es la segunda persona

32
eterna de la Trinidad; por eso, el “engendramiento por el Padre” no es un
acontecimiento que haya tenido lugar en un momento determinado, como ocurrió con
nuestra concepción y nacimiento. Dios el Padre no llegó a ser el padre de Cristo por
medio de ningún acto de generación o concepción que haya tenido lugar en cierto
momento. El hecho de que Cristo sea “engendrado del Padre” se refiere a la relación
eterna e inmutable, que existe entre la primera y la segunda persona de la Trinidad.
El eterno Hijo de Dios entró al mundo y asumió la naturaleza humana, cuando Jesús
fue concebido por la Virgen María y nació en Belén. Pero Cristo no llegó a ser el Hijo de
Dios cuando nació en Belén ni en ningún otro tiempo; él siempre fue el Hijo de Dios, y
siempre lo será.
Nunca hubiéramos sabido que este hombre, Jesús de Nazaret, es realmente el
eterno Hijo de Dios, si Dios mismo no nos lo hubiera revelado. Jesús es el Hijo de Dios
desde la eternidad, y esto nos es revelado solamente por el testimonio que Dios el
Padre le dio al ministerio que Jesús realizó por nosotros en esta tierra. Gabriel le
anunció esta verdad a María antes de que Jesús naciera (Lucas 1:35). Dios el Padre
anunció esta verdad con la voz que vino del cielo: en el bautismo de Jesús (Lucas 3:22),
en su transfiguración (Lucas 9:35), y también durante la Semana Santa (Juan 12:28).
Pero el testimonio más grande de que Jesús es el Hijo de Dios fue su resurrección. Jesús
“fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su
resurrección de entre los muertos” (Romanos 1:4).
Tres pasajes del Nuevo Testamento citan el Salmo 2:7 como una profecía mesiánica
que establece que Jesús es el Hijo de Dios. En Hechos 13:33 esta declaración de filiación
está estrechamente asociada con la resurrección de Jesús. En Hebreos 1:5 se cita este
versículo para demostrar la superioridad de Jesús sobre los ángeles, que son “hijos de
Dios” sólo por creación, no por igualdad eterna. En Hebreos 5:5, se cita este Salmo para
demostrar que Jesús no usurpa la posición de Sumo Sacerdote y Salvador para
nosotros, sino que este oficio le fue asignado por el Padre.
Ahora Jesús está estableciendo su gobierno de gracia en el mundo mediante la
predicación del evangelio. En este reino de su gracia, los individuos llegamos a ser hijos
y herederos de Dios mediante la fe en Cristo y mediante el perdón de los pecados que
él ha ganado. Sin embargo, los que desprecian esta gracia serán gobernados por el
poder de Cristo cuando él regrese el Día del Juicio. Apocalipsis 2:27, 12:5 y 19:15, citan
el Salmo 2:9, como una profecía de la autoridad de Cristo para juzgar el mundo; él
compartirá esa autoridad con su pueblo cuando venga. Es evidente la lección que
debemos aprender sobre el poder de Cristo como rey, y por eso el salmista lo señala
muy claramente para que ningún lector pueda pasarla por alto.
Salmo 2:10–12
Si Cristo va a regresar para juzgar al mundo con omnipotente poder, si toda rodilla
se va a doblar delante de él, la lección para los enemigos de su reino es obvia: inclínese
ante él en adoración, o tendrá que inclinarse delante de él en temor. Arrepiéntase y sea
reconciliado con él.

33
La expresión “Honrad al Hijo”, del versículo 12, le ha causado gran dificultad a los
traductores, porque la palabra que se traduce como Hijo no es la palabra hebrea usual
para hijo. Por esta razón varias traducciones interpretan este versículo de manera muy
diferente a la NVI (en inglés dice “besad al Hijo”la NVI traduce “bésenle los pies”) pero
independientemente de qué traducción se acepte, el sentido básico del versículo es el
mismo: Sométase al gobierno de Cristo mientras haya tiempo. Sólo los que confían en
él serán bendecidos en el tiempo y en la eternidad.

SALMO 3

Los Salmos 3 al 6, están unidos por varias características comunes: todos ellos son
oraciones matutinas o vespertinas, todos llevan el título de “salmo”, todos se refieren a
la aflicción o al sufrimiento en manos de enemigos. Tal vez David escribió estos cuatro
salmos durante la rebelión de Absalón, que se menciona en el título del Salmo 3. Los
eventos que ocurrieron en este período de la vida de David se describen en 2 Samuel
15–17. El siguiente comentario se limitará a las características distintivas de cada salmo.

Muchos son mis enemigos, pero tú eres mi escudo


Salmo 3:1–8

La muerte de Absalón
En este salmo, David contrasta la arrogante y excesiva confianza de sus enemigos
con la serenidad que él tiene porque confía en Jehová. Cuando Absalón se rebeló, los
amigos de David, como Ahitofel, lo abandonaron pensando que Absalón iba a tomar el
trono del rey. Los enemigos de David, como Simei, demostraron abiertamente el odio
que antes habían mantenido en secreto, y lo golpearon mientras estaba caído. Pero
David pudo descansar y dormir en paz, a pesar de los enemigos que estaban apostados
contra él, porque Dios era su escudo. David acudió a Dios en busca de ayuda, y presentó
su caso ante Jehová; con esa confianza pudo dormir en paz a pesar de los peligros que
lo rodeaban.
Cuando estés abrumado con los problemas, recurre a este salmo, para que
recuerdes la seguridad que tienes en el Señor. Echa toda vuestra ansiedad sobre él,
trata de hacerla a un lado de modo que puedas dormir en paz, despertar renovado y
confiando en su ayuda en los problemas que te esperan.

SALMO 4

34
Dios de mi justicia, libérame
Salmo 4:1–8
La situación que se describe en este salmo es muy similar a la del Salmo 3. Compare
el Salmo 3:1–2 con el Salmo 4:2–3. En ambos casos los enemigos se mofan de David
porque están seguros de que no va a recibir ayuda de Dios. Las mofas de los enemigos
de David nos recuerdan las mofas de los enemigos de Jesús cuando estaba en la cruz.
En este breve salmo, David les dice palabras apropiadas sobre su situación: a Dios, a
sus enemigos, y a sus amigos. Primero, David acude a Dios en busca de alivio para su
aflicción; después les advierte a sus enemigos contra la necedad de oponerse a los
planes de Dios y de atacar al Rey ungido por Dios. Les advierte que la victoria del pueblo
de Dios es una victoria segura; por lo tanto deben cambiar de actitud antes de que sea
demasiado tarde. Luego, David exhorta a sus leales seguidores para que no se
amarguen ni se resientan contra sus enemigos ni contra Dios, por las aflicciones que
padecen. Si son pacientes y confían en Jehová, él los liberará a su debido tiempo.
Finalmente, David alienta a los temerosos que hay entre sus seguidores. La
desesperada pregunta: “¿Quién nos mostrará el bien?”, sugiere que incluso muchos de
sus amigos se estaban desanimando y estaban llegando a la conclusión de que su causa
estaba perdida. Pero David dice: “¡No te des por vencido!, ¡No te desesperes!, Tu
pregunta tiene respuesta. ‘¿Quién nos mostrará el bien?’ Jehová nos mostrará el bien,
él dejará que la luz de su rostro brille sobre nosotros, él nos ayudará”. David concluye
con una sencilla oración que expresa su confianza en Jehová y en la tranquilidad de
espíritu que fluye de ella.
Si alguna vez te has sentido desesperado por tu situación, si te has preguntado “¿De
qué sirve ser cristiano?”, si has mirado el mundo que te rodea y preguntas: “¿Quién
puede mostrarme el bien?”, recuerda esta bella oración de David. Aun en las tinieblas
de la noche del sufrimiento, la luz del rostro de Dios brillará sobre nosotros, nos
mostrará la bondad de su misericordia, y nos librará a su debido tiempo.

SALMO 5

El impío no puede morar contigo


Este salmo también puede ser de la época de la rebelión de Absalón, cuando los
enemigos de David difundieron mentiras perversas para desacreditarlo. La primera
mitad del salmo afirma que el justo tiene acceso a Dios mediante la oración, pero el
impío está excluido de su presencia.
Salmo 5:1–8

35
David aprovecha el privilegio que le ha sido dado al creyente de presentarse ante el
Señor en oración. Nos podemos presentar delante de Dios en oración con toda libertad
y confianza, como hijos amados ante su amoroso padre, porque somos hijos de Dios
mediante la fe en Cristo Jesús. Pero los incrédulos y los pecadores impenitentes, no
tienen acceso a Dios. Dios: es santo, odia el pecado, no tolera ningún pecado en su
presencia. Pero Dios no sólo odia el pecado, el salmista dice: “Aborreces a todos los que
hacen iniquidad”. Dios odia a los pecadores y no los puede tolerar en su presencia; eso
es lo que nos dice la ley de Dios.
Pero el evangelio de Dios nos dice que él ama a los pecadores. ¿No están esas
afirmaciones en absoluta contradicción? Así parecería. La ley de Dios y el evangelio de
Dios, su santidad y su amor, el odio de Dios por los pecadores y su amor por ellos, se
pueden reconciliar sólo mediante la cruz del Calvario. En el Calvario vemos hasta donde
se extiende el odio de Dios por el pecado y por los pecadores. Allí Jesús soportó el odio
de Dios contra el pecado y contra los pecadores. Allí Jesús hizo el pago completo del
castigo, que satisfizo las exigencias de la santa ley de Dios. Ni un solo pecado se dejó
pasar por alto, todos los pecados fueron pagados.
En la cruz del Calvario vemos también la plenitud del amor de Dios por los
pecadores. Tanto amó Dios a los pecadores que entregó a su único Hijo a la muerte por
todos ellos. Tú y yo podemos comparecer ante Dios con confianza, porque Cristo ha
pagado cada uno de nuestros pecados. Si no fuera por la muerte de Jesús, se nos
aplicaría este veredicto de la ley: “el impío no puede morar con Dios”. Estaríamos
excluidos de su presencia para siempre. ¡Pero gracias sean dadas a Dios! Nosotros, que
antes éramos sus enemigos, hemos llegado a ser sus amados hijos mediante Cristo.
Estamos bajo esta afirmación del evangelio: “Todos somos hijos de Dios mediante la fe
en Jesucristo”.
La segunda mitad del Salmo 5 hace un contraste entre la boca mentirosa del impío y
la boca de alabanza del pueblo de Dios.
Salmo 5:9–12
Los impíos usan la lengua para destruir al prójimo, pero al final se destruyen a sí
mismos. Dios no dejará sus pecados sin castigo, si no se arrepienten. El justo usa la boca
para cantar alabanzas al Señor con gozo. Aunque los justos son maldecidos por los
impíos, éstos serán bendecidos por Dios.

SALMO 6

No me reprendas en tu ira
La palabra Seminit está relacionada con la palabra hebrea que significa ocho. Se
puede referir a un instrumento de ocho cuerdas o a algún método para afinar un

36
instrumento de cuerda. Quizás se refiera al contrabajo. El significado es incierto.
Este salmo es el primero de los siete tradicionales salmos penitenciales. Los otros
son los Salmos: 32, 38, 51, 102, 130, y 143.
Así como los Salmos 4 y 5, este salmo puede ser de la época de la rebelión de
Absalón. Si no, puede ser de la época de la conspiración de Adonías que se narra en 1
Reyes 1. Durante el tiempo de la débil vejez de David, su hijo Adonías y algunos de los
seguidores más leales de David conspiraron para impedir los planes que tenía el rey de
pasarle el trono a Salomón, el sucesor escogido por Dios. La rivalidad que surgió en la
familia de David fue el resultado de la destrucción de la familia de Urías que causó
David con su adulterio y asesinato. Aunque no estamos seguros del tiempo en que se
escribió el Salmo 6, su triple tema: la debilidad personal, la conciencia del pecado, y la
oposición de los enemigos, parece que se ajustan mejor a las circunstancias que
rodearon el complot de Adonías.
Salmo 6:1–10
David ruega fervientemente que el Señor lo libre de la angustia del cuerpo y del
alma y de los reproches de sus enemigos. Su carga es especialmente pesada porque
siente que está siendo disciplinado por sus pecados. Aunque David merece el juicio, le
pide a Dios que mitigue su disciplina por su misericordia. La necesidad más urgente de
David es estar en paz con Dios.
Aún en su angustia más profunda, David basa su plegaria en la que pide: perdón,
curación, y liberación, en el infalible amor de Dios. Todas estas bendiciones le fueron
concedidas en el tiempo del complot de Adonías; David fue perdonado, el complot fue
frustrado, y David vivió hasta que el trono pasó a Salomón.
Sin importar cuándo se dijo por primera vez el Salmo 6, el fracaso del complot de
Adonías es un ejemplo de cómo fue respondida esa oración en la vida de David.
La afirmación que hace en el versículo 5: “en la muerte no hay memoria de ti”, les
ha causado problemas a algunos intérpretes. Algunos comentaristas críticos que
impugnan la veracidad de la Biblia han sostenido que los israelitas antiguos en esa
época todavía no habían desarrollado la noción de que los creyentes entran a la
presencia de Dios en los cielos cuando mueren. Sin embargo, hay numerosas
afirmaciones en los salmos, como en los Salmos: 16:11; 17:15; y 73:23–26, que reflejan
la confiada esperanza en la vida eterna que tenían los creyentes del Antiguo
Testamento. El Salmo 6:5, no es una negación de la vida eterna, es simplemente una
plegaria que pide una vida más larga para que David pueda terminar el trabajo de
pasarle el trono a Salomón y de preparar la construcción del templo.

SALMO 7

La difamación del Santo

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Los Salmos 7–14 forman un grupo íntimamente relacionado. En general tienen el
mismo tema que los Salmos 3–6, las aflicciones de David a manos de sus enemigos.

Plegaria pidiendo vindicación


Sigaión es un término casi desconocido, que aparece solamente en este versículo y
en Habacuc 3:1, en forma diferente. Su significado es incierto, pero es posible que se
refiera a un cántico triste y emocional, que se canta con profundo sentimiento.
Aunque el Salmo 7, no es una oración matutina ni vespertina, como los salmos que
lo preceden, es muy similar a ellos en el tema. Como los salmos anteriores, este es una
plegaria por la liberación de las aflicciones que le eran impuestas a David por sus
enemigos.
La referencia a Cus el benjaminita es enigmática, ya que esa persona no se
menciona en los relatos de la vida de David en los libros históricos. Se han sugerido dos
soluciones: Cus pudo ser uno de los calumniadores anónimos que se mencionan en 1
Samuel 24:9. Esos hombres dijeron mentiras sobre David para animar a Saúl en su
intención de matarlo.
2 Samuel 16, da otro posible escenario para el Salmo 7. Durante la rebelión de
Absalón, Simei el benjaminita maldijo a David y lo acusó falsamente de haber destruido
a la familia de Saúl. Cus puede ser otro nombre para Simei, o puede ser un benjaminita
que se puso de acuerdo con Simei, pero que no se menciona en los relatos históricos.
En cualquier caso, el tema básico de este salmo es la indignación de David por los
ataques calumniadores de sus enemigos y es una plegaria que eleva a Dios pidiéndole
justicia.
Salmo 7:1–5
Cuando David pide la ayuda de Dios porque es inocente y justo, no afirma que no
tiene pecado ni que no es culpable ante Dios, sencillamente se defiende de las falsas
acusaciones que le hacen los benjaminitas. David no le había hecho ningún daño a la
familia de Saúl; al contrario, el salmista había dejado pasar más de una oportunidad
para matarlo. Había alabado a los hombres que enterraron a Saúl y a Jonatán. Había
castigado a los asesinos de Isboset, el hijo de Saúl; había hecho amistad con Mefiboset,
que era hijo de Jonatán. David ciertamente no merecía las calumnias que le levantaron
los parientes de Saúl, los benjaminitas. Por lo tanto, apela a la justicia de Dios.
Salmo 7:6–17
David apela a la justa ira de Dios contra el pecado. Ya hablamos de la ira de Dios en
relación con el Salmo 5:5. Bajo el justo gobierno de Dios “el crimen no paga”. El pecado
tiene su paga, pero “la paga del pecado es la muerte” (Romanos 6:23). Parece que el
malvado escapa por un tiempo, pero sus pecados caen sobre él. Sus mentiras y sus
intrigas harán que el tiro le salga por la culata; si no se arrepiente, no escapará a la ira
de Dios. El Día del Juicio, Dios les pagará con la misma moneda a los perseguidores de
38
su pueblo los sufrimientos que hicieron pasar a los creyentes. A los criminales se les
pagará por los sufrimientos que les causaron a sus víctimas. Dios en los cielos escucha el
clamor de los oprimidos; les hará justicia.
Cuando vemos: la persecución, la violencia, y la opresión en el mundo, debemos
orar con David: “Que cese ya la maldad de los inicuos; afianza, en cambio, tú al justo”.

SALMO 8

Cuán majestuoso es tu nombre


Gitit se deriva de la palabra hebrea gat, que significa “lagar”. Gat es también el
nombre de varias ciudades. Como título de un salmo, el término gitit parece referirse a
un estilo musical o a un instrumento musical desarrollado en la ciudad de Gat en
Filistea, o a un tipo de música asociada con la cosecha de la uva.
El Salmo 8 parece estar fuera de lugar en el libro se los Salmos porque es muy
diferente de los salmos que lo preceden y de los que lo siguen. Sin embargo, forma un
conveniente contraste entre ellos. Es un salmo mesiánico que presenta a Cristo como el
segundo Adán, el hombre perfecto, que es exactamente lo opuesto a los gobernantes
calumniadores y malvados de los Salmos: 7, 9, y 10. Este salmo también hace un
contraste entre la sencilla alabanza que Dios recibe de los niños y el arrogante desafío
de los malvados que se describe en los salmos que lo rodean. Cuando comparamos el
Salmo 8 con los que lo rodean, vemos el fuerte contraste que existe entre la gloria para
la cual Dios creó la humanidad y las profundidades a las cuales ha caído la raza humana.
La gloria que la raza humana perdió por la caída en pecado sólo la podemos recuperar
mediante Cristo.
Salmo 8:1–2
El Señor nuestro Dios es alabado por las inmensas galaxias y por los bebés de pecho.
El sol, la luna, y las estrellas, dan testimonio de la majestad, del poder y de la sabiduría
de Dios (Salmo 19:1–5; Romanos 1:19–20). Pero su testimonio es un testimonio sin
palabras, un testimonio sin amor. Más preciosas que las inmensas galaxias son las
sencillas oraciones y los cantos de un niño. Aun los bebés, que no se pueden comunicar
con nosotros, pueden alabar a Dios en formas que no podemos entender.
Jesús amó a los niños y exhortó a que se los llevaran. En Mateo 21:16, Jesús cita
este salmo como testimonio de la fe que los niños pequeños tienen en él. Después de la
entrada de Jesús en Jerusalén el Domingo de Ramos, los niños pequeños continuaron
cantándole hosannas a Jesús en el templo. Los líderes religiosos de Israel se indignaron
y le pidieron a Jesús que los hiciera callar, pero él se negó. Cuando los líderes de Israel,
que debían ser los primeros en darle la bienvenida a Jesús, no quisieron honrarlo, Dios
le dio, por medio de los labios de los pequeños, la gloria que merecía.
Hoy, cuando muchos de los líderes: del gobierno, de la religión, y de la ciencia, se

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niegan a darle gloria a Dios, él sigue recibiendo alabanza de los labios de los niños.
Salmo 8:3–9
Para Dios, la obra de crear las inmensas galaxias fue un trabajo manual muy
detallado, como un fino bordado. Podríamos pensar que la creación de la humanidad
fue una obra más insignificante, ya que toda la raza humana no es más que una mota
microscópica comparada con una sola de las estrellas de Dios. Sin embargo, Dios creó a
Adán y a Eva, para que tuvieran dominio sobre el universo. Creó: el sol, la luna, y las
estrellas, para que les sirvieran. Creó al hombre y a la mujer, a su imagen para que
pudieran ser justos y santos, y vivieran en feliz compañerismo con él. Los cientos de
millones de personas que se amontonan sobre la tierra son sólo una insignificante
mancha en la vasta extensión del universo, y aun así hay más entendimiento y
comprensión de quién es Dios en la mente de un niño que en millones de estrellas.
Pero, por la caída en pecado se rompió el compañerismo de la humanidad con Dios,
y disminuyó su dominio sobre el universo. Aún podemos usar la inteligencia que Dios
nos ha dado, para tener un control y un entendimiento parciales del mundo en que
vivimos, pero los seres humanos ya no tienen el dominio completo sobre la tierra. La
paz que reinaba en el Edén se ha ido.
Ahora: los animales matan seres humanos, los seres humanos matan a los animales,
y los seres humanos se matan unos a otros. Vivimos en un ambiente hostil; a pesar de
los avances de la medicina moderna, el control que tenemos sobre las enfermedades es
imperfecto. Los virus más minúsculos nos pueden matar. El hombre tiene que luchar
contra: la cizaña, las plagas, y las enfermedades; contra inundaciones y sequías para
obtener el alimento que produce la tierra. Nuestras máquinas nos matan, la polución
que producimos nos envenena; miles de personas mueren en terremotos y en otros
desastres naturales. Inevitablemente llegará el día en que cada uno de nosotros deberá
regresar al polvo de la tierra, del que fue creado.
Por el pecado, la humanidad perdió el dominio sobre la tierra que el Señor les había
confiado a sus más elevadas criaturas; pero Dios envió a Cristo como el segundo Adán,
el Hijo del Hombre, con el fin de recuperar el dominio que habíamos perdido, y
restaurarlo para nosotros. El Nuevo Testamento cita dos veces el Salmo 8, como una
profecía mesiánica que se cumplió cuando Cristo vino y recuperó el dominio del mundo
para nosotros. Como verdadero Dios, Cristo ya tenía dominio sobre todo el universo;
pero cuando fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la Virgen María, asumió
naturaleza humana como la nuestra, aunque sin pecado. En esa condición asumió la
obra de recuperar para nosotros el dominio que habíamos perdido.
Durante su estado de humillación, Dios hizo a Jesús “un poco inferior a los ángeles”.
Esta frase también se puede traducir como “lo hiciste un poco inferior a Dios “, o “lo
hiciste carecer de Dios por un tiempo”. Hay una doble dificultad para determinar la
traducción acertada de esta frase: la palabra que la Reina-Valera traduce como
“ángeles” (“seres celestiales” en la NVI) usualmente significa “Dios”, pero de vez en
cuando se refiere a los seres celestiales, los ángeles. La frase “un poco” se puede referir

40
ya sea a un período corto de tiempo o a una pequeña diferencia. La cita del Salmo 8:5
en Hebreos 2:5–9, sigue la traducción de la versión griega del Antiguo Testamento, que
dice: “Le hiciste un poco menor que los ángeles”. Esta interpretación del Nuevo
Testamento apoya la traducción que hace la Reina-Valera como “ángeles” en el Salmo
8:5.
Realmente hay muy poca diferencia de significado entre las diversas traducciones,
porque todas ellas señalan la humilde apariencia de Jesús durante su humillación.
Durante su estadía en la tierra, Jesús no se veía como Dios, ni siquiera se parecía a un
ángel, se veía como un hombre de apariencia común. Lo que dice aquí el Salmo 8, se
cumplió por completo durante el ministerio de Jesús sobre la tierra, cuando asumió la
forma de un humilde siervo. Jesús fue hecho “un poco inferior a los ángeles” cuando los
ángeles lo ayudaron durante la tentación, y en el huerto de Getsemaní (Mateo 4:11,
Lucas 22:43). El Salmo 8 se cumplió cuando los enemigos de Jesús se negaron a
reconocerlo como Dios, y en cambio lo ridiculizaron como a un humilde carpintero, y
cuando se burlaron de él en la cruz. El Salmo 8 se cumplió también en el Calvario
cuando Jesús clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Pero Jesús no continuó en esa humilde condición. Cuando terminó la obra de
vencer: el pecado, la muerte, y al diablo, subió a los cielos y se sentó a la diestra de
Dios. Ahora tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Está coronado con honor y
gloria. En 1 Corintios 15:27, se cita el Salmo 8:6 como una afirmación del gobierno de
Cristo sobre todas las cosas.
Así como Adán trajo la muerte a todos los hombres, Cristo, el segundo Adán, ganó la
vida para todos. Adán perdió el dominio que le había sido confiado, pero Cristo está
gobernando ahora al mundo para el beneficio de sus fieles y compartirá el dominio con
ellos en los nuevos cielos y en la nueva tierra. Allí volverá a existir la paz del Edén. El
pecado hizo que la gloriosa visión de la humanidad que se expresa en el Salmo 8
pareciera falsa, pero Cristo, el Hijo del Hombre, la ha hecho cierta de nuevo. Cuando
entendemos esta verdad, podemos repetir el refrán de este salmo con mayor gratitud:
“¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra!”

SALMO 9

La Septuaginta, la traducción al griego del Antiguo Testamento, toma los Salmos 9 y


10, como un solo Salmo. El Salmo 10 es uno de los dos de la colección de los Salmos 3 a
41, que no tienen título. Eso sugiere que el título del Salmo 9 pudo haber sido puesto
con la intención de que se aplicara también al Salmo 10. El Salmo 10 también está unido
al Salmo 9, por una estructura acróstica. (Vea lo que se dice sobre la estructura
acróstica en el comentario de la introducción, p. 29). Por otra parte, hay un cambio de
pensamiento en el Salmo 10:1, que respalda la distinción de los dos salmos como
composiciones separadas. El Salmo 9 es principalmente de gratitud por el justo juicio de
Dios; el Salmo 10 es una oración contra el gobernante malvado.
41
No sabemos si estos salmos fueron escritos para alguna ocasión especial de la vida
de David, quizás los escribió cerca del fin de su vida en gratitud por sus muchas victorias
sobre las naciones circunvecinas.

Alabanza por juicio justo de Dios


Salmo 9:1–14
David comienza y termina esta sección, con alabanza a Dios, que es el juez justo
quien castiga la maldad. El mensaje de este salmo es similar al que da la conclusión del
canto de Moisés en Deuteronomio 32:39–43. La venganza y el pago por el pecado, no
son malos cuando son impuestos por el Dios justo; por el contrario, son un reflejo de su
santidad que no puede dejar el pecado sin castigo. Aun en el Nuevo Testamento, Dios
está representado como el juez justo que venga a su pueblo (Apocalipsis 19:2). “Mía es
la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19).
En los versículos 3–6, David le da gracias a Dios por haberlo librado de los intentos
de destruir a Israel que han hecho enemigos como: los filisteos, los arameos, y los
amonitas. David también alaba a Dios por su juicio sobre el mundo entero, porque los
juicios temporales tales como las derrotas de los enemigos de Israel, son claras
advertencias y pagos anticipados del gran Día del Juicio Final, (vs. 7–8). En conclusión,
David alaba a Dios por el fiel cuidado que despliega sobre sus hijos (v. 10), y por haberle
dado a su pueblo la libertad de adorarlo (v. 14).
Salmo 9:15–20
La palabra higaión puede indicar una pausa para la reflexión o un interludio musical.
En esta sección, David defiende la imparcialidad del juicio de Dios contra los impíos.
Han traído el castigo sobre ellos mismos por su rebelión contra Dios y por su propia
traición (vs. 15–16).
Los versículos 18 y 20, forman la transición al tema del Salmo 10. A veces parece
que Dios ha olvidado a su pueblo; cuando eso ocurre, los opresores se vuelven
arrogantes. El Salmo 10, es una reprimenda para la arrogancia de los opresores y una
súplica a Dios para que eso llegue a su fin.

SALMO 10

Rompe el brazo del malvado


Salmo 10:1–11
David hace una descripción gráfica del cruel opresor. El opresor: no tiene
misericordia de sus víctimas, es despiadado y sin compasión (vs. 2, 8–10), admira a los
que son egoístas como él (v. 3); desafía a Dios con arrogancia y piensa que puede gozar
42
seguro de las ganancias mal habidas (vs. 4–6, 11). Por lo tanto, David le suplica al Señor
que no deje sin castigo a esos opresores arrogantes y blasfemos.
Salmo 10:12–18
Los opresores tienen los ojos tan fijos en la tierra, en los tesoros y en los poderes
que están acumulando aquí, que no pueden ver el juicio divino que se cierne sobre su
cabeza. David ora para que Dios “rompa el brazo”, esto es, rompa el poder de los
malvados, le ponga fin a su crueldad, y haga que le rindan cuentas por todas sus obras.
Los tiranos, los dictadores, y los constructores de imperios, tendrán que responder
delante Dios por la miseria que esparcieron tanto sobre sus conciudadanos como sobre
las naciones que atacaron. Los criminales no escaparán a la justicia de Dios, aunque
hayan escapado impunes de la justicia terrenal. A los opresores prósperos que explotan
a los trabajadores y pagan salarios por debajo de lo que es legal, Dios les dará todo su
pago. Los perseguidores y los falsos maestros, que oprimen a la iglesia recibirán el
castigo que se les acerca. David le asegura al pueblo de Dios: “El Señor aún está en su
trono. Él mira al débil. Aunque sus juicios justos toman su tiempo para llegar, de seguro
vendrán. Ten paciencia y verás que al final triunfa la justicia”.

SALMO 11

El tema de los Salmos 11–14 es similar al de los Salmos 3 al 7. David le recuerda de


nuevo al Señor la impiedad de sus enemigos y le suplica por liberación. Anima a sus
seguidores como lo hizo en el Salmo 4.

La fe no huye
Salmo 11:1–3
En este salmo, David reprende a los pusilánimes que hay entre sus seguidores, que
le dicen: “Nuestros enemigos son demasiado fuertes. Sería mejor darnos por vencidos y
huir. Huir lejos como un ave y estar seguros”. Este salmo puede ser de la época de la
persecución de Saúl sobre David o del tiempo de la rebelión de Absalón. A los temores
de sus amigos, responde David: “Mi refugio es el Señor. ¿Cómo dicen que nuestros
enemigos son demasiado fuertes y que debemos desistir?” Durante las persecuciones
de Saúl y durante la rebelión de Absalón, David tuvo que huir para salvar su vida y la de
sus amigos, pero no se desesperó ni perdió la confianza en el Señor. A veces, cuando
huía de Saúl, la fe de David flaqueó, como sucedió cuando se alió con los filisteos, pero
siempre recuperó la confianza en el Señor.
Hoy en día mucha gente repite la desesperada pregunta que hicieron los amigos de
David: “¿Si la base de la fe y de la moralidad está siendo destruida, qué puede hacer el
justo?”. Hoy vemos que la iglesia visible está abandonando hasta las doctrinas básicas

43
de la palabra de Dios; vemos que se derrumban las normas de la moral y de la vida
familiar, que forman las bases de cualquier sociedad. Cuando se están destruyendo los
fundamentos, ¿qué puede hacer el justo? David responde en los siguientes versículos
del Salmo.
Salmo 11:4–7
Aunque en ocasiones parece que el impío está prosperando en sus impiedades, Dios
aún gobierna en los cielos, nada escapa a su conocimiento; ve las obras de los
malvados, y los castigará completamente a su debido tiempo. El Señor aborrece el mal y
ama la justicia; cuando venga el Día del Juicio, castigará cada uno de los pecados del
incrédulo. Pero aquellos que han sido justificados mediante Cristo, morarán con Dios en
eterna felicidad.
Aunque se están socavando los fundamentos de la sociedad, la seguridad de Isaías
sigue siendo cierta: “Él es la seguridad de sus días” (Isaías 33:6). Aunque florezcan la
impiedad y la falsedad, el fundamento de Dios está firme, sellada con esta inscripción:
“Conoce el Señor a los que son suyos; y apártese de maldad todo aquel que invoca el
nombre de Cristo” (2 Timoteo 2:19).

SALMO 12

Palabras orgullosas versus palabras puras


Seminit se deriva de la palabra hebrea para “ocho” y se puede referir a un
instrumento de ocho cuerdas o a la escala que se usa para afinar el instrumento;
también se puede referir al contrabajo. El título del Salmo 6 tiene estas mismas
instrucciones.
En los primeros versículos de este salmo, David le suplica al Señor que castigue a los
orgullosos que mienten y que atacan la Palabra de Dios.
Salmo 12:1–4
En la segunda sección de este salmo, el Señor responde la súplica de David
asegurándole que ciertamente se levantará y defenderá a su pueblo que se mantiene
firme en la verdad. La palabra pura de Dios es el antídoto contra las palabras venenosas
de los falsos maestros y de los promotores de la inmoralidad.
Salmo 12:5–6
Finalmente, David expresa la confianza de que el Señor protegerá a su pueblo de las
mentiras de los impíos con las verdades de su palabra, aunque el impío se pavonee y se
jacte de sus mentiras.
Salmo 12:7–8
44
El Salmo 12 quizás fue motivado por las elaboradas mentiras que los seguidores de
Saúl o de Absalón dirigieron contra David. Este salmo fue especialmente significativo
para Lutero en el tiempo de la Reforma, cuando luchaba contra las falsas enseñanzas de
Roma y las calumnias que Roma hacía contra él. Este texto fue la base de un himno de
la Reforma que escribió Lutero: “Oh, Señor, mira desde los cielos”.
Este salmo, que fortaleció a David y a Lutero en sus batallas por la verdad, también
nos da ánimo a nosotros para oponernos: a las falsas enseñanzas, a las falsas filosofías,
y a los falsos valores morales, que prevalecen en el mundo.

SALMO 13

¿Hasta cuándo, Señor?


Salmo 13:1–6
También los santos de Dios se impacientan cuando están bajo el peso de los
sufrimientos; le imploran encarecidamente que los libere. A veces la debilidad
pecaminosa y la insatisfacción son parte de los motivos para esas súplicas, les parece
que Dios se ha olvidado de ellos o que es indiferente a sus sufrimientos.
También David se vio algunas veces tentado por esos sentimientos, pero no dejó
que lo abrumaran. Recordó el pacto de Dios, su solemne promesa de amor infalible y de
salvación; recordó las bondades que Dios le había mostrado en el pasado. Esos
recuerdos renovaron en él la confianza en que las promesas de Dios siempre van a
permanecer firmes. Al final, la justicia va a prevalecer, y todas las cosas obran para bien
de los que aman a Dios.
El clamor de David y el de todos los santos de Dios que pedimos la liberación, está
motivado no sólo por el propio interés, sino también por el amor a la verdad y por el
honor de Dios. Aun los santos en los cielos, que descansan seguros, oran por el triunfo
de la justicia y por la reivindicación del honor de Dios (Apocalipsis 6:10).
Cuando observamos los estragos que ha causado el pecado en todo lo que nos
rodea, debemos orar ardientemente por el regreso de Cristo, para que todo vuelva al
estado que había antes del pecado. Con Juan podemos orar: “Ven, Señor Jesús” (Juan
21:20).

SALMO 14

El necio
La condenación que aquí se hace de la necedad del impío tiene muchos vínculos con

45
los Salmos 10 al 12; como ellos, describe tanto la arrogancia del impío como el triunfo
final de la justicia de Dios.
Salmo 14:1–7
Por naturaleza, todos somos necios, no somos mejores que el necio que describe
este salmo. En Romanos 3:10–12, Pablo usa las palabras de este Salmo como una
acusación contra toda la raza humana pecadora. Estos versículos prueban que nadie
puede llegar a ser justo a los ojos de Dios solamente guardando la ley, porque todos
hemos pecado y hemos sido destituidos de la gloria de Dios. Pero Dios no nos
abandonó en nuestra necedad; por su gracia hemos llegado a la fe en Cristo Jesús, “el
cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1
Corintios 1:30).
Pero muchos todavía rechazan esta sabiduría de Dios en Cristo como necedad, se
mofan de su palabra y viven como si Dios no existiera; viven como si no hubiera ley de
Dios por la cual será juzgada su conducta. Como no reconocen la necesidad del perdón,
también viven como si no existieran las promesas del evangelio. Una vez una civilización
arrogante vivió desafiando a Dios hasta que el diluvio los arrastró. Un pueblo altivo
construyó la Torre de Babel desafiando a Dios hasta que él los dispersó. Una nación
necia despreció la gracia de Dios y se volvió a Baal, hasta que Dios los envió a la
cautividad en Asiria y Babilonia.
Pero los necios nunca aprenden. Hoy la incredulidad de la raza humana continúa su
alocada carrera hacia la destrucción, aferrándose a su necedad y despreciando la
sabiduría del evangelio, que es su única esperanza. Los impíos no han aprendido nada
de las lecciones del pasado, repiten los mismos errores que han llevado a la miseria a la
raza humana durante miles de años, aumentan su culpa no sólo al despreciar la gracia
de Dios, sino también oprimiendo y devorando su pueblo. Odian al pueblo de Dios
porque tiene una sabiduría que les muestra claramente su necedad.
Cuando Cristo regrese y aparezca en medio de sus santos, el impío estará
sobrecogido de terror, pero será demasiado tarde. ¿Qué necedad mayor puede haber
que despreciar la vida eterna que Cristo ha ganado para todos? Rechacemos esas
necedades y aferrémonos a Cristo, que es la sabiduría de Dios. Entonces nos
regocijaremos cuando venga su salvación y el Señor le restaure la heredad a su pueblo.
El Salmo 53, es casi un duplicado del Salmo 14. Hablaremos de la relación que existe
entre éstos dos salmos en el comentario al Salmo 53.

SALMO 15

Los Salmos 15–35, no difieren mucho de los salmos precedentes, que tratan de la
arrogancia del impío y de los sufrimientos de los siervos de Dios, pero hay un énfasis
distinto y notable. La mayoría de los siguientes salmos ponen menos énfasis en las

46
malas obras del impío y dedican su atención primeramente a la seguridad y a las
bendiciones del pueblo de Dios.

¿Quién pudiera morar en tu santuario?


El Salmo 15 contrasta la inocencia del santo que camina con Dios con la conducta
del necio del Salmo 14. Este salmo es una versión más elaborada de Hebreos 12:14:
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. Jesús también
dice: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y
fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 5:20).
Salmo 15:1–5
En este salmo David hace una descripción parcial de la vida de un hijo de Dios. A
diferencia del impío, que oprime a otros para su propia ventaja, los hijos de Dios se
esfuerzan por amar a su prójimo como a ellos mismos; lo hacen: hablando bien de su
prójimo, cumpliendo sus promesas aunque el hacerlo sea para su propio perjuicio;
reprueban la maldad y honran a los que hacen lo bueno, buscan la justicia con
imparcialidad, les prestan dinero a los necesitados. Los hijos de Dios quieren seguir la
guía del Salmo 15 y hacer el bien en toda forma posible. Los que hacen estas cosas no
resbalarán nunca.
El énfasis en las buenas obras no enseña la salvación por obras más de lo que Cristo,
Pablo, o Santiago, la enseñan, cuando destacan la necesidad de las buenas obras en la
vida de los hijos de Dios. En docenas de lugares las Escrituras enfatizan que somos
salvos por gracia mediante la fe y no mediante nuestras propias obras. Este mensaje es
especialmente relevante en las epístolas de Pablo a los Romanos y a los Gálatas. Pero
todos los escritores de la Biblia están de acuerdo en que la fe viva se expresa mediante
buenas obras. Las obras que son motivadas por el amor cristiano demuestran la
realidad de nuestra fe. El Día del Juicio Jesús señalará esas obras de amor como
testimonio de la fe.
Prestar dinero con interés ha sido en ocasiones asunto de controversia entre los
cristianos. Se ha debatido si el versículo 5 de este salmo y versículos similares de las
Escrituras prohíben que se reciban intereses o si solamente prohíben ejercer la usura,
es decir, cobrar intereses excesivos y opresivos. Realmente el hebreo del versículo 5
dice: “No des tu dinero con engaño”; eso sugiere que el pasaje se refiere a los costos de
interés opresivo en los préstamos. Los israelitas no debían recibir pago de ningún
interés de su prójimo pobre abrumado por las necesidades de la vida. La ayuda que se
le pueda dar a un compañero cristiano del pueblo de Dios debe ser un acto de caridad,
no un asunto de negocios. Vea pasajes como Éxodo 22:25–27 y Deuteronomio
23:19–20.
El mismo principio se aplica hoy en día. Cuando la gente ha sufrido severas
dificultades o pérdidas, y no puede proveer: alimento, alojamiento, y cuidados médicos
para la familia, debemos prestar o darles dinero gustosamente sin esperar ninguna

47
ganancia financiera. Jesús dice: “Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir,
¿qué mérito tenéis?, pues también los pecadores prestan a los pecadores para recibir
otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, hace bien, y prestad, no esperando de
ello nada” (Lucas 6:34–35).
La mayoría de los préstamos se hacen hoy en día, no para satisfacer las necesidades
de la vida, sino como capital para obtener alguna ganancia o para elevar el nivel de vida
de uno mismo. La Biblia no se ocupa específicamente de esa clase de préstamos, pero
se mencionan sin desaprobación en una de las parábolas de Jesús (Mateo 25:27).
Aunque tenemos la obligación de ayudar a los necesitados, no tenemos obligación de
dar o prestar el dinero de nuestra familia a personas que lo vayan a utilizar para
obtener beneficios personales. En efecto, las Escrituras advierten contra el prestar
imprudentemente a otros (Proverbios 6:1–5). Con base en esto, es válido reconocer la
diferencia que existe entre una casa de empeño o de préstamos como negocio, y un
préstamo por caridad, cuando tenemos que considerar si es o no es apropiado recibir
intereses.

SALMO 16

No me abandonarás en la tumba
El Salmo 16 desarrolla uno de los pensamientos claves del Salmo 15, a saber, morar
con Dios. Este salmo describe la seguridad y la vida eterna del Santo de Dios. Es un
salmo mesiánico que se refiere en primer lugar a la resurrección de Cristo, por medio de
la cual él venció la muerte por nosotros. Sin embargo, también lo podemos usar como
oración personal, porque Cristo ganó todas las bendiciones de este salmo para
nosotros.
El significado de la palabra miktam es incierto, podría significar “obra escogida” o
“un salmo inscrito”. Los primeros versículos de este salmo son las súplicas que hace el
Mesías pidiendo liberación y expresando su fe y su lealtad a Dios.
Salmo 16:1–4
En estos versículos el Mesías expresa la completa dedicación a la voluntad de su
Padre y su amor por todo el pueblo de Dios. También ora a Dios pidiendo liberación.
Estas actitudes se reflejaron frecuentemente a lo largo del ministerio de Jesús,
especialmente en el huerto de Getsemaní. Aunque oró para ser librado de la muerte,
Cristo voluntariamente puso la obediencia a la voluntad de su Padre y su amor por el
pueblo de Dios, antes que sus propios deseos, y fue voluntariamente a la cruz por
nosotros.
Las frases “que sirven diligentes a otro dios” y “no ofreceré... libaciones de sangre”
se refieren a participar en la adoración de ídolos con la esperanza de recibir sus

48
bendiciones. Cristo rechazó esa idolatría cuando rechazó el ofrecimiento que le hizo
Satanás de un camino fácil a la gloria, si postrado lo adoraba.
En la segunda parte de este salmo Cristo alaba al Padre por librarlo de la muerte y
por llevarlo a la vida eterna.
Salmo 16:5–11
Los versículos 7 al 10, expresan la confianza que sostuvo a Cristo cuando se
aproximaba su muerte y especialmente durante su lucha en la noche del Jueves Santo.
En el momento de la muerte, Jesús encomendó su espíritu en las manos de su Padre. Su
cuerpo descansó seguro en la tumba por tres días, pero Dios no lo abandonó en la
sepultura. Al tercer día Jesús resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, y ahora
gobierna a la diestra de Dios.
Cristo fue exaltado como Salvador y Señor, porque se humilló a sí mismo y bebió la
copa del sufrimiento; ahora bebe la copa del gozo y el placer eternos. La porción y
herencia que Cristo ganó es la vida eterna de gozo a la diestra de Dios en los cielos. Esta
gloria celestial de Jesús está descrita en los versículos: 5, 6, y 11.
Todas las palabras de este salmo se aplican primeramente a Cristo. Hechos 2:25–28
y Hechos 13:35, indican que este salmo no pudo ser solamente una oración de David,
porque David murió y permaneció en la tumba. Este salmo fue cumplido sólo por Cristo,
que no se quedó en la tumba, sino que resucitó y venció la muerte.
Pero como Cristo cumplió las palabras de este salmo, hizo posible que David y
nosotros hagamos de este salmo nuestra propia oración. Todos nos podemos aplicar los
pensamientos de esta oración a nosotros mismos cuando deseamos seguir los pasos de
Cristo. También tenemos una preciosa herencia, porque Cristo se ha ido para preparar
lugar para nosotros. Aunque aún debemos pasar por la muerte física, Cristo conservará
nuestro cuerpo seguro en un lugar de descanso en la tumba hasta que aparezca para
llamarnos a la vida otra vez. Entonces para siempre gozaremos de los placeres eternos a
su lado. Tenemos una herencia segura en un lugar agradable, porque Cristo nos ha
mostrado el camino de la vida.

SALMO 17

Mi súplica justa
Los versículos finales de los Salmos 16 y 17, hablan de la ardiente expectativa que
había en David por tener el gozo eterno en la presencia de Dios. En este salmo David
hace énfasis en que la plegaria en la que pide ayuda, es justa porque está basada en la
fe depositada en la bondad y en la misericordia del Señor. David da tres razones por las
que confía en que el Señor responderá sus oraciones: el amor de Dios, la fidelidad de
David, y la impiedad de sus enemigos.

49
Salmo 17:1–5
En estos versículos David le pide a Dios que examine su plegaria; afirma que es una
plegaria justa porque no ha andado en el camino de los impíos, sino que ha
permanecido fiel a los caminos del Señor. Aunque David es pecador, es un hijo creyente
de Dios; como miembro de la familia de Dios, puede esperar que él lo defienda de la
crueldad del impío. Sin embargo, David no basa su esperanza principalmente en su
propia justicia, sino en el amor y en la fidelidad del Señor.
Salmo 17:6–9
La naturaleza misma de Dios es el fundamento de la confianza de David. El amor de
Dios por sus hijos y su justo celo por su santa ley, lo compelen a venir en ayuda de su
pueblo cuando se ve afligido por sus enemigos. El amor no le permite ser indiferente al
clamor de su pueblo; su justicia no le permite ignorar los crímenes del impío.
“La niña de tus ojos” es la pupila del ojo, que es esencial para la visión y que se debe
proteger cuidadosamente. Dios guarda a su pueblo con el mismo cuidado que una
persona cuida sus ojos, lo protege con el mismo cuidado con que una gallina protege a
sus polluelos.
Salmo 17:10–14a
Como los malvados no tienen misericordia de otros, tampoco ellos recibirán
misericordia de Dios. Persiguen a sus víctimas como animales implacables guiados por
el instinto; no tienen compasión de sus víctimas; por lo tanto, Dios los arrojará al
castigo eterno. El camino de los crueles puede parecer pleno de éxito mientras están
dominando a otros en la tierra; pueden atesorar: bienes, poder, y fama, pero todo les
será quitado. En la eternidad no tendrán nada sino dolor y remordimiento. El destino
final de los hijos de Dios es completamente diferente, serán bendecidos en el tiempo y
en la eternidad.
Salmo 17:14b–15
Dios provee para las necesidades diarias de sus hijos. David habla más
extensamente de la provisión para las necesidades terrenales en el Salmo 37. En el
Sermón del Monte, Cristo nos asegura: “Por tanto os digo: No os angustiéis por vuestra
vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de
vestir;... porque los gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre
celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas. Buscad primeramente el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:25, 32–33).
Pero la bendición más grande que Dios les da a sus hijos es el gozo de pasar la
eternidad morando en su presencia y viéndolo como él es. Aunque los gozos de le
eternidad serán muchos, la sola presencia de Dios será suficiente para satisfacernos por
toda la eternidad. Cuando hayamos sido purificados del pecado, podremos permanecer
en la presencia del Dios santo sin temor. Aunque cada uno de nosotros debe pasar por
50
la muerte, como David tenemos la confianza de que despertaremos en la presencia de
Dios y reinaremos con él por siempre.

SALMO 18

Inagotable bondad para David


Una versión ligeramente diferente de este salmo aparece en 2 Samuel 22, donde se
encuentra inmediatamente antes de las últimas palabras de David. Eso sugiere que
David escribió este salmo cuando se acercaba al final de su vida, como un resumen de
las veces que el Señor lo liberó. En el último versículo, David expresa la confianza de
que las bendiciones de Dios continuarán sobre sus descendientes aun después de su
muerte. Por lo extenso del salmo y por su semejanza con algunos salmos previos, el
comentario del mismo se destinará a bosquejar los pensamientos básicos y a señalar
puntos destacables o difíciles.
Salmo 18:1–3
En esta introducción David declara su amor por el Dios del pacto y alaba al Señor
por la gran liberación que ha recibido. Como habla de la liberación durante la guerra,
David describe al Señor en términos militares.
Salmo 18:4–6
David llama “lazos de la muerte” a los muchos peligros que ha enfrentado (NVI, v.
5). Recordemos con qué frecuencia estuvo cerca de la muerte cuando Saúl lo persiguió;
la rebelión de Absalón por poco le costó la vida; durante los últimos años de su vida,
David tuvo otros roces con la muerte. En 2 Samuel 21:15–17, se relata cómo escapó por
un pelo de morir en la batalla; eso pudo ocurrir poco antes de escribir este salmo.
Salmo 18:7–19
El lenguaje de esta sección nos trae a la mente dos eventos: la maravillosa aparición
de Dios en el monte Sinaí y su regreso el Día del Juicio. Aunque Dios, de vez en cuando,
usó tormentas como instrumento para derrotar a los enemigos de Israel (vea Josué
10:11 y 1 Samuel 7:10), es probable que David esté empleando aquí un lenguaje
figurado para describir la grandeza de las victorias de Dios. Al usar un lenguaje tomado
del día final, David muestra que los juicios presentes de Dios sobre sus enemigos son un
anticipo del gran juicio que viene.
Salmo 18:20–29
Los versículos iniciales de los Salmos 7 y 17, contienen declaraciones de rectitud
semejantes a las que se hacen en los versículos 20 a 24. Ninguno de ellos pretende

51
jactarse con arrogancia de una perfección sin pecado; David sabía de su pecaminosidad
y con frecuencia la confesó. Sin embargo, en todas estas oraciones, el salmista
contrasta su fe y santidad con la desafiante impiedad de los enemigos que tratan de
destruirlo y de obstaculizar los planes de Dios.
Los versículos 25 a 27, establecen la justicia y la imparcialidad de los juicios de Dios
como principio general; la gente cosecha lo que siembra. En el versículo 26 las dos
palabras hebreas que se traducen como “severo” y “” tramposo significan “torcido”,
pero lo “torcido” de Dios es bastante diferente de la perversidad de los impíos. El punto
es que los impíos no pueden ser más listos que Dios, no importa qué tan astutos o
sagaces crean ser.
Los versículos 28 y 29, aplican el principio general de la justicia de Dios al caso
particular de David. Especialmente el versículo 28 es un bello ejemplo del cuidado de
Dios por sus hijos.
Salmo 18:30–36
David afirma que Dios es el único que lo equipó para la guerra. Hoy en día, algunos
cristianos consideran que todas las guerras son diabólicas. La guerra es realmente una
de las mayores maldiciones que ha traído el pecado, pero a veces los creyentes tienen
que librar batallas contra los malvados para evitar que logren cumplir sus planes
perversos. Dios equipó a David para vencer en la guerra a enemigos malvados como
Goliat y Absalón. Las batallas de David contra esos enemigos fueron justas.
Salmo 18:37–45
En estos versículos David describe sus victorias militares en un lenguaje más literal
que el de los versículos 7 a 15.
Salmo 18:46–50
David termina como comenzó, con palabras confiadas de fe. Sin embargo, esta vez
mira hacia el futuro, confía en que Dios les dará la misma victoria a sus sucesores en el
trono. Esa confianza recibió su más grande cumplimiento en el gobierno de Cristo sobre
las naciones. Los últimos versículos de este salmo también podrían ser las palabras del
Salvador exaltado, que gobierna eternamente como hijo de David y Señor de David.

SALMO 19

La gloria de Dios se revela


La mayoría de los salmos que rodean al Salmo 19 son oraciones que piden liberación
o dan gracias por la liberación. El Salmo 19 es un interludio de alabanza que hace que
David deje a un lado momentáneamente su preocupación por los enemigos y dirija

52
nuestra atención a la gloria de Dios. El Señor merece nuestra alabanza, no sólo por
librarnos del enemigo, sino sencillamente por la majestad y la gloria que le pertenecen,
por su misma naturaleza. Esa gloria se revela: en la creación, en la palabra de Dios, y en
su poder en la vida de los creyentes.
Salmo 19:1–6
La belleza, el orden del universo que el Señor creó y aún sostiene, son un silencioso
testimonio del poder y de la sabiduría de su Creador. La majestad y el orden de las
estrellas, son un silencioso reproche a todos los que niegan la gloria de su Creador. Los
paganos que adoran las estrellas en vez de adorar a su Creador, los astrólogos que
buscan sabiduría en las estrellas en vez de buscarla en su Creador, y el evolucionista
ateo que adora el orden del cosmos en vez de adorar al Creador que estableció ese
orden, son condenados todos por el silencioso testimonio del universo; y no tienen
disculpa (Romanos 1:18–24). De noche y de día, de un extremo al otro del mundo, la
majestuosa procesión de los cuerpos celestes declara el poder y la sabiduría de su
Creador. Cualquiera que tenga ojos debe ser capaz de leer este testimonio.
Aunque el testimonio de las estrellas es silencioso, le llega a cada persona. El
versículo tres se puede referir al silencio o a la universalidad de este testimonio. Si
aceptamos la traducción principal de la NVI NIV en inglés (“no existe un lenguaje o
idioma donde no se oye su voz”), el versículo tres declara la universalidad del
testimonio de la creación; y es básicamente sinónimo de la primera parte del versículo
cuatro. Si aceptamos la traducción que aparece en la NVI en español Sin palabras, sin
lenguaje, sin una voz perceptible”, y que es paralela a la Reina-Valera, el versículo tres
da constancia del silencio de este testimonio y forma un fuerte contraste con el
versículo cuatro. Aunque las estrellas no producen ningún sonido audible, su testimonio
se escucha en todo el mundo. Cualquiera de las traducciones es gramaticalmente
posible, y ambas tienen buen sentido en el contexto.
Los versículos cuatro y cinco, fortalecen la afirmación del salmista, destacan los
ejemplos más obvios de los testimonios celestiales. Todos observamos el
resplandeciente y seguro movimiento del sol cada nueva mañana. Al cielo se le llama el
tabernáculo o pabellón del sol, porque lo vemos como una bóveda celeste sobre
nuestra cabeza. El sol se compara con un novio después de su noche de bodas o con un
corredor que cruza la meta, con el fin de enfatizar la felicidad que nos embarga con su
reaparición, que nos da vida.
Aunque el testimonio de la creación es maravilloso, es limitado. La creación puede
revelar a Dios el Creador, pero no puede revelar a Dios el Redentor: “Cosas que ojo no
vio, ni oído oyó, ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado
para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu” (1 Corintios
2:9–10). Para aprender las verdades espirituales que se necesitan para ser restaurados
a una feliz relación con Dios, necesitamos una mejor revelación de la gloria de Dios, que
la que podemos ver con los ojos físicos.
Salmo 19:7–10
53
En una serie de afirmaciones equilibradas, el salmista menciona: seis nombres de la
palabra de Dios, seis atributos de esa palabra, y seis bendiciones que la palabra nos da a
los creyentes. La sección concluye con una serie de comparaciones que ilustran el gran
valor de la palabra de Dios y el gozo que trae.
El Salmo 119 desarrolla mucho más el recurso de utilizar una variedad de nombres
para alabar la grandeza de la Palabra de Dios, y se tratará más detalladamente en el
comentario de ese Salmo. “El temor de Jehová” es un nombre inusual para la Palabra
de Dios, porque es un término que normalmente se refiere a una actitud que la palabra
produce en el creyente. Aparentemente, este nombre es una figura del lenguaje que
utiliza el resultado que produce la Palabra como un nombre para la palabra misma. Los
términos: “ley”, “estatutos”, “preceptos”, “mandamientos”, “temor”, y “ordenanzas”,
nos hacen pensar en la ley de Dios, en la cual él manda lo que debemos hacer o no
hacer. Sin embargo, en los salmos, esos términos se pueden referir a toda la palabra de
Dios, incluso al evangelio que anuncia la salvación.
Los atributos de la Palabra: “perfecta”, “fiel”, “recta”, “pura”, “limpia”, y
“verdadera”, corresponden a los atributos de Dios, porque él es el verdadero autor de
su palabra aunque sea comunicada mediante mensajeros humanos. Esos atributos
describen tanto la ley como el evangelio de Dios, porque toda su palabra es santa y
perfecta.
Las seis bendiciones de la palabra que se mencionan en estos versículos pueden
venir tanto de la ley como del evangelio, en lo que respecta al creyente. La ley y el
evangelio son justos, duran para siempre, aunque en la eternidad ni la ley ni el
evangelio obrarán en la forma en que lo hacen ahora. Ambos dan luz y guía, dan gozo al
creyente, ya que el creyente se deleita en la ley de Dios, en tanto que ha sido renovado
por el Espíritu Santo. Los dos le dan sabiduría al sencillo (es decir, a aquellos que tienen
fe como la de un niño).
Sin embargo, esos términos se aplican primeramente al evangelio, mediante el cual
se le ofrecen y se le dan al creyente el perdón y la vida. Esto es especialmente seguro
respecto a la primera bendición que “revive el alma”. Sólo el evangelio puede hacer que
un alma que está muerta en el pecado vuelva nuevamente a la vida; sólo el evangelio
puede hacer volver hacia Dios un alma que se dirigía al infierno. La ley les puede dar
vida sólo a los que la cumplen perfectamente, puede “hacer que el alma regrese a Dios”
solamente cuando ésta acepta sus reprimendas, que es el primer paso hacia el
arrepentimiento. También hace esto cuando aquellos que ya están realmente
motivados por el evangelio aceptan la corrección. La distinción de la palabra de Dios
como ley y evangelio se tratará más ampliamente en el comentario al Salmo 119.
El versículo final de esta sección ilustra el valor de la Palabra cuando la comparar
con el oro y la miel. El oro puede comprar cosas que sostienen y enriquecen la vida
terrenal; la Palabra de Dios tiene el poder para ofrecer y dar el regalo de la vida eterna.
La dulzura de la miel da placer, como bien sabemos los que tenemos el gusto por las
golosinas; sin embargo, ese placer no es nada comparado con la dulzura del perdón y
de la paz con Dios.

54
Salmo 19:11–14
El versículo 11 es de transición y se podría colocar muy fácilmente en la sección
anterior; vuelve a las bendiciones para el creyente que se describieron en la sección
anterior, pero también señala hacia adelante, al impacto de la Palabra en la vida
espiritual del creyente, hecho que se enfatiza en la sección final de este salmo. Las
palabras de la ley de Dios le advierten al creyente contra el pecado y sus terribles
consecuencias; Cristo ganó la recomsa para todos. Las palabras del evangelio le dan la
recompensa gandada por Cristo, a cada uno de los que creemos en él. La Palabra de
Dios también promete que las obras de los creyentes serán recompensadas, aunque
esas obras no merecen nada.
Entonces, para no perder estas bendiciones, David ora para que el Señor lo proteja
de toda especie de pecados; reconoce que el pecado está tan profundamente arraigado
en su naturaleza que con frecuencia peca sin siquiera notarlo. Le pide a Dios que le
perdone también aquellos pecados que no ha confesado por ignorancia.
Nosotros, por nuestra debilidad, también pecamos con frecuencia, a pesar de saber
lo que hacemos y aunque no queremos hacerlo; también necesitamos el perdón de
estos pecados. Pero David ora especialmente para que Dios lo proteja de cometer
pecados deliberados, maliciosos, que podrían destruir su fe y quitarle el perdón. David
era culpable de esos pecados, porque cometió adulterio con Betsabé y fue responsable
del asesinato de Urías. Aun entonces el Señor, en su gracia, lo llevó al arrepentimiento y
a la fe. Oramos para que el Señor nos proteja de esos pecados y que en su gracia nos
restaure si hemos sido víctimas de ellos.
Haríamos bien al memorizar estas palabras de David y hacer de ellas una oración de
confesión personal cuando luchamos contra el pecado. Para comprender más
profundamente esa lucha, leamos: los Salmos 32 y 51, y la discusión que Pablo hace del
tema en Romanos 7.
David concluye con una oración para que Dios le perdone su pecado y para que cree
en él un corazón limpio, de forma que tanto las palabras que fluyen de su boca como
los pensamientos que permanecen en su corazón sean puros y agradables a Dios. Este
versículo también debe ser nuestra diaria oración.

SALMO 20

Los Salmos 20 y 21, forman un par coordinado, porque son para usar antes y
después de la batalla. Esas oraciones pueden haber sido destinadas especialmente para
que las usara el ejército de Israel, pero también podrían ser apropiadas para toda la
nación. Pudieron haber sido utilizadas en servicios públicos como el que condujo Josafat
antes de la batalla contra Moab y Amón, según se narra en 2 Crónicas 20.

55
Oración por la victoria
Salmo 20:1–5
En estos versículos, el pueblo o los sacerdotes oran para que Dios le conceda la
victoria a su rey cuando éste los dirija en la batalla. En el versículo 3 señalan la piedad y
la fidelidad del rey como base de sus oraciones; prometen que se unirán al rey para
alabar a Dios cuando él regrese victorioso. Estrictamente hablando, estas palabras son
más bien una bendición que una oración, ya que se dirigen al rey más que dirigirse
directamente a Dios. Sin embargo, el espíritu y el propósito son los de la oración, dado
que sólo Dios puede dar las bendiciones que aquí se prometen.
Salmo 20:6
Estas palabras parecen ser la respuesta del rey a las bendiciones del pueblo. Su
confianza es reforzada por el apoyo moral que ellos le dan por medio de sus oraciones.
Salmo 20:7–9
El pueblo o el ejército reafirman su fe en Dios cuando el ejército está a punto de
partir para la batalla. Concluyen la preparación para la batalla con una súplica final por
el regreso seguro y triunfante de su rey.

SALMO 21

Agradecimiento por la victoria


Salmo 21:1–7
El pueblo le da gracias al Señor por las bendiciones que ha derramado sobre su rey.
Note que el versículo 2 del Salmo 21, es como un eco del versículo 4 del Salmo 20. Eso
muestra que Dios les concedió la bendición que el pueblo y el rey habían pedido. Las
ricas bendiciones y la corona de oro que recibe el rey se pueden referir al botín que se
capturó en la batalla. Vea 2 Samuel 12:30, como ejemplo de la corona que David recibió
de un rey conquistado. En el versículo 6, el pueblo proclama que el Señor le dio al rey
más de lo que había pedido; no sólo le ha salvado la vida en la batalla, también le ha
asegurado la vida eterna mediante la fe. En el versículo 7, se menciona la devoción del
rey como la fuente de su confianza, como lo fue en el Salmo 20:3. Esta afirmación de fe
se destaca por su ubicación en el centro del salmo.
Salmo 21:8–13
El pueblo le asegura al rey una serie de futuras victorias para el ungido de Dios.

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Aunque estas palabras se pueden aplicar a las victorias del rey de Judá, son
especialmente apropiadas cuando se aplican a Cristo, el más grande de los hijos de
David. Esas palabras se cumplirán por completo el Día del Juicio, cuando Cristo lleve a
cabo la derrota final de todos los enemigos del pueblo de Dios.
Después de animar al rey, el pueblo se vuelve una vez más al Señor con una palabra
final de alabanza por las victorias que les otorgó.

SALMO 22

¿Por qué me has abandonado?


Este salmo es uno de los más importantes, ningún otro Salo es citado con más
frecuencia en el Nuevo Testamento. Este salmo se eleva por encima de los salmos que
le rodean; describe primeramente los sufrimientos y los triunfos de David, con el fin de
darnos un cuadro gráfico del sufrimiento y el triunfo del Mesías. La primera mitad
describe la humillación y el sufrimiento del Mesías; sólo Isaías 53 se iguala a él como
descripción que se encuentra en el Antiguo Testamento del sufrimiento del Salvador. La
segunda mitad describe la exaltación del Mesías.

PRIMERA PARTE: EL SUFRIMIENTO DEL MESÍAS


Salmo 22:1–2
Jesús usó estas palabras como su propia oración cuando estaba en la cruz (Mateo
27:46). A los escarnecedores que estaban alrededor de la cruz les pareció que el Padre
había abandonado a su Hijo. En Getsemaní, Jesús había orado fervientemente: “Aparta
esta copa de mí”, ahora parecía que su oración no había encontrado respuesta.
Ciertamente Dios tenía el poder para liberar a su propio Hijo, ¿por qué no lo hizo? En
las siguientes secciones de esta oración, el Mesías lucha para responder a esa pregunta.
Salmo 22:3–5
El aparente fracaso de Dios para librar a su Hijo, no podía ser por causa de injusticia
ni de debilidad de parte de Dios. El Señor permanecía en su trono como el Dios santo,
que recibía las alabanzas de Israel. Una y otra vez había librado a su pueblo cuando en
medio del desastre acudía a él. La capacidad de Dios para ayudar está más allá de toda
duda; pero la multitud no podía ver ningún indicio de que Dios iba a librar a Jesús de la
cruz.
Salmo 22:6–8
Dios parece estar ausente. Jesús está escarnecido como un vil gusano que la gente
puede pisotear. En sus burlas, los enemigos de Jesús llegan a una conclusión lógica: “Si

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Dios quisiera rescatarlo ya lo hubiera hecho, pero no lo ha rescatado. Por lo tanto, Dios
no lo quiere.” ¿Podría ser cierto eso?
Salmo 22:9–11
Jesús sabe que las burlas de sus enemigos no pueden ser ciertas. Desde el principio
de su vida, el Padre había declarado su amor por él. Los ángeles les anunciaron a José y
a María, la futura gloria de Jesús desde antes de su nacimiento; el día que nació, los
ángeles anunciaron la paz que él traía. El Padre había declarado su complacencia en él
en su bautismo y en su transfiguración.
En la misma forma, Jesús había demostrado amor y obediencia a su Padre. Ya como
joven de doce años había puesto en primer lugar los negocios de su Padre. Esa lealtad
había continuado a través de toda su vida. Jesús no iba a renunciar ahora.
Note que esta sección alterna entre preguntas angustiosas (vs. 1–2, 6–8) y
expresiones de confianza que responden a las preguntas (vs. 3–5, 9–10). Concluye con
una palabra de fe (v. 11) que pide la libertad que sólo Dios puede dar. Jesús está solo,
abandonado por sus discípulos; sus enemigos son poderosos y malvados. Ahora sólo
Dios puede liberarlo.
Salmo 22:12–18
La crueldad de los enemigos de Jesús se describe gráficamente al compararlos con
animales feroces: toros, leones, y perros. Cuando lo golpean, son como toros que
pisotean a un niño pequeño; cuando despedazan su carne, son como leones
despedazando a su presa; cuando está en la cruz, lo rodean como una manada de
perros que gruñen.
La intensidad del sufrimiento de Jesús se describe en una serie de imágenes
gráficas. Se derrama como el agua, se seca como una vasija rota. Estas y otras
descripciones muestran vívidamente el sufrimiento que lo llevó a gritar: “Tengo sed”. La
afirmación, “contar puedo todos mis huesos”, parece que se refiere a la forma en que
fue despojado de su ropa y levantado sobre la cruz.
En la traducción del versículo 16, “desgarraron mis manos y mis pies”, la NVI sugiere
la corrección de un aparente error de copia en el texto hebreo, que dice: “Como el león
las manos y los pies”. Aunque esas traducciones son muy diferentes en español, las
palabras hebreas correspondientes son muy similares en apariencia. Una serie de
manuscritos griegos y hebreos respaldan la versión adoptada por la NVI que dice: “me
han traspasado las manos y los pies.”
Puede ser uno de los casos muy contados en los que otros manuscritos conservan
una mejor lectura que la del texto común hebreo. Si aceptamos la traducción de la NVI,
el versículo es una impresionante descripción del proceso de la crucifixión.
La profecía de que iban a echar suertes por la ropa de Jesús es una de las profecías
mesiánicas más sorprendentes. Su cumplimiento está registrado en Mateo 27:35 y en
Juan 19:24.
Aunque sus enemigos son fuertes y malvados, Cristo no está abandonado sin ayuda.

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Salmo 22:19–21
Aunque el poder de los enemigos es grande, el poder de Dios es mayor. Esta sección
del salmo concluye con la confiada oración de que el Señor librará a Cristo de los
enemigos.
Note cómo se repiten aquí los nombres de los enemigos, en orden opuesto al orden
en que se presentaron en la sección anterior.

SEGUNDA PARTE: LA GLORIA DEL MESÍAS


Salmo 22:22–25
Finalmente, tenemos la respuesta a la pregunta inicial: “¿Por qué me has
abandonado?” El Padre dejó morir al Hijo por los pecados de su pueblo para poder
darles bendiciones eternas. Cristo sufrió como alguien que fue separado de Dios por la
maldición de nuestros pecados. Fue abandonado por el Padre cuando colgaba
moribundo de la cruz. Sin embargo, como sabemos por el Salmo 16, el Padre no lo
abandonó en la tumba, sino que lo resucitó a la vida y a la gloria. Ahora está sentado a
la diestra del Padre en poder y en majestad.
En los versículos iniciales y finales de esta sección, el Mesías promete compartir las
buenas nuevas de su triunfo con la asamblea de los hijos de Dios. Esa promesa se
cumple cuando Jesús proclama el evangelio en la iglesia. Como verdadero hombre,
Jesús se convirtió en nuestro hermano, y murió por nosotros; mediante el evangelio,
nos reúne como hijos de Dios que compartirán su gloria. Lea Hebreos 2:10–18, como
una explicación más amplia del cumplimiento de esta profecía.
En los versículos que están en la mitad de esta sección, el Mesías invita a los
creyentes a unirse a él en alabanza a Dios, porque la liberación del Mesías es también la
del creyente.
Salmo 22:26–31
El reino de Jesús se esparcirá por toda la tierra y a través de cada generación hasta
el fin de los tiempos. Como él es el Salvador de todas las personas, tanto el rico como el
pobre recibirán las bendiciones de su reino, si se vuelven a él en fe. Todos los que creen
en él serán saciados en la fiesta de la vida eterna. Aunque los enemigos pensaron que
Jesús había sido abandonado por Dios, al final verán la gloria de su reino, pero jamás
entrarán en él.

SALMO 23

El Salmo 23 es la introducción a un grupo de salmos (23–28) que tienen muchos


temas en común; todos tienen que ver de alguna manera con el pastoreo protector de
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Dios a su pueblo.

Mi Pastor
Este, el salmo más familiar y más amado, describe el amoroso cuidado de Dios por
su pueblo en términos tomados del trabajo de un pastor. Esta imagen fue significativa
especialmente para David, por su experiencia como pastor. Muchos otros pasajes del
Antiguo Testamento describen a Dios como el pastor de Israel; dos de los más
importantes son Isaías 40:11 y Ezequiel 34:11–16. El significado de este salmo se
enriquece para los cristianos por las referencias que hace el Nuevo Testamento de
Cristo como el Buen Pastor. Lea Juan 10:1–18 para un desarrollo más completo de este
tema.
Salmo 23:1–3
Como el Buen Pastor, el Señor guía a sus ovejas, las alimenta, y les da descanso. Las
dirige a su palabra, donde encuentran alimento y descanso para el alma. Las guía por
sendas de justicia, sendas que conducen a la vida eterna. Las sendas de justicia del
evangelio no son nuestra propia justicia ni nuestras buenas obras, sino el camino a la
vida eterna que fue abierto por la justicia de Cristo. El buen pastor también nos guía por
sendas de justicia cuando nos da la guía y la fortaleza para llevar la vida cristiana que
sea agradable a él.
El Buen Pastor alimenta y refresca nuestro cuerpo con un alimento completo y con
agua refrescante, pero los verdes pastos y las aguas de reposo que se mencionan en
este pasaje son las verdades del evangelio que dan vida espiritual y paz a nuestra alma.
La comparación de la Palabra de Dios con la comida y la bebida aparece en todas partes
en las Escrituras. Cristo mismo también puede ser llamado comida y bebida porque él
es el contenido del evangelio. Algunos de los ejemplos más importantes de esos pasajes
son: Isaías 55:1–2, Juan 4:14, y Juan 6:32–59.
El Buen Pastor le da descanso a su pueblo cuando lo libera de las cargas del pecado
y de los inútiles esfuerzos por salvarse ellos mismos por sus buenas obras. Él dice:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar “(Mateo
11:28); su palabra les revive el alma dondequiera que la seguridad del perdón lleve paz
y gozo a su corazón.
Salmo 23:4
Un buen pastor hace más que alimentar a las ovejas, también las protege de los
animales salvajes y de los ladrones. El “valle de sombra de muerte” también puede ser
traducido como “el valle tenebroso”; por lo tanto, este versículo se puede referir a
todos los peligros que enfrentan los cristianos, no sólo a la muerte. Se puede referir a
toda clase de protección que Dios nos da, pero sobre todo se refiere a la libertad que
Cristo nos da: de Satanás, del pecado, y de la muerte eterna.
Salmo 23:5–6
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En esta sección, la ilustración que se usa para mostrar el cuidado de Dios por su
pueblo cambia de la imagen más figurativa de un pastor a la imagen más literal de un
rey. Es una transición fácil porque los antiguos reyes del cercano oriente con frecuencia
fueron llamados pastores de su pueblo. El rey invitaba a sus asociados más honorables
a vivir en su palacio; el rey ofrecía espléndidos banquetes para los miembros de su
corte. Sus invitados eran ungidos con aceite como símbolo del honor y del gozo de estar
en la corte real.
Todas estas escenas eran comunes en las cortes reales del antiguo cercano oriente,
pero en este salmo el palacio es el cielo, y la fiesta y la celebración representan los
gozos de la vida eterna. En los cielos festejaremos en eterna seguridad porque
estaremos a salvo de Satanás y de nuestros enemigos. Nadie nos podrá privar del gozo
de la vida eterna, que nunca será interrumpido ni se perderá. Allí moraremos en la
presencia de nuestro Buen Pastor para siempre.

SALMO 24

El Rey de gloria
Como el Salmo 23, éste también describe la gloria del reino del Mesías y las
bendiciones de los que moran allí. Algunos comentaristas sugieren que David escribió
este salmo cuando llevaron el arca del pacto a Jerusalén, pero no hay nada en el relato
de ese evento que relacione este salmo con esa ocasión memorable. Este salmo
seguramente señala un evento mucho más grande que la llegada del arca a Sión y que
se cumplió cuando Cristo vino a gobernar.
Salmo 24:1–2
El mundo entero le pertenece a Jesús, porque él comparte la obra de la creación y la
conservación con el Padre. Cuando este mundo se separó de Dios por el pecado, Jesús
devolvió el rebaño de Dios al redil mediante su obra como Redentor.
Salmo 24:3–6
Las preguntas y las respuestas de los versículos 3 y 4, son similares a las del Salmo
15, que describen a la persona que puede morar en la presencia de Dios. Repase ese
salmo para un estudio más amplio sobre la pureza del pueblo de Dios. Los versículos 5 y
6, describen las bendiciones seguras que tienen aquellos que siguen las sendas de
justicia y moran en la presencia del Señor.
Salmo 24:7–10
Jesús se llama el Rey de la gloria porque él es verdadero Dios y porque ha derrotado
a todos los enemigos del pueblo de Dios. Vino en gloria cuando entró al mundo para
61
morir por nuestros pecados, pero su gloria fue encubierta, excepto para los ojos de la
fe. Muchas de las personas de Israel, no reconocieron la gloria de Cristo cuando vino, y
se negaron a darle la bienvenida. Cuando Jesús entró por las puertas de Jerusalén el
Domingo de Ramos, recibió una bienvenida de rey, pero fue superficial y de breve
duración; aun así no será privado del honor que se le debe.
La repetición, tanto de la invitación para darle la bienvenida al Rey como de la
pregunta y la respuesta que identifican al Rey, enfatizan su gloria y nuestra obligación
de honrarlo. Cuando manda que las puertas de Jerusalén se abran ampliamente, de
manera que el Rey pueda entrar, el salmista realmente invita a todo el pueblo de Dios a
darle la bienvenida con gozo cuando venga. Ahora Jesús viene en gloria por medio del
evangelio, y le damos la bienvenida con gozo cuando recibimos esta palabra en fe. La
gloria de Jesús se verá completamente desplegada cuando venga a juzgar al mundo.
Cuando Jesús regrese, los ángeles reunirán a todos los creyentes para que todos
podamos darle la bienvenida (1 Tesalonicenses 4:14). Cuando Jesús regrese en gloria,
recibirá de su pueblo una bienvenida digna de la realeza, que durará toda la eternidad.
Estos versículos forman la base del conocido himno de Adviento “Alzaos, ¡oh
puertas! y entrará El rey de gloria” (Culto Cristiano, 2). Lea este himno como una
meditación adicional sobre el significado de este salmo.

SALMO 25

Muéstrame tus caminos


Este salmo es un acróstico irregular (un salmo alfabético). Es una excelente oración
diaria. Aunque el contenido de las cuatro estrofas se traslapa, cada estrofa tiene un
énfasis distinto. La primera y la última, que enfocan lo externo, tratan de las aflicciones
del salmista y de sus enemigos. Las estrofas intermedias, que enfocan lo interno, tratan
de los pecados del salmista y de su arrepentimiento.
Salmo 25:1–3
Estos versículos son muy parecidos a las muchas oraciones que piden protección,
típicas de esta sección de los Salmos. El versículo tres contrasta el destino de los
incrédulos y el de los creyentes en términos similares al contraste que hace el Salmo 1.
Salmo 25:4–11
El salmista pasa ahora de la consideración de sus enemigos a la consideración de sus
propios pecados. Hace el contraste entre su pecaminosidad y la bondad de Dios;
expresa el contraste con estas sorprendentes oposiciones: “acuérdate... de tus
misericordias”, y “de los pecados de mi juventud... no te acuerdes”. Él ora por el perdón
y por la renovación de su vida espiritual, y basa su súplica en la gracia y en la
misericordia del Señor.
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Salmo 25:12–14
El salmista ora para que sea guiado en una vida piadosa, que es un tema ya
introducido en la sección anterior. Un cristiano arrepentido de sus pecados tendrá el
deseo de evitarlos y llevar la vida que agrade a Dios. Aquí, el salmista expresa su
confianza en que el Señor lo instruirá para que pueda crecer en la fe y en su dedicación
al Señor.
Salmo 25:15–22
El salmista cierra el círculo del salmo al regresar a su tema inicial. Esta vez agrega
más detalles acerca de su sufrimiento y de la injusticia de sus enemigos. A su plegaria
personal le agrega una oración por todo Israel.

SALMO 26

Reivindícame, oh Jehová
Esta afirmación de inocencia es parecida a la del Salmo 7. Como en ese salmo, David
no se jacta de ser sin pecado, sencillamente declara que no ha hecho nada para
merecer el odio de sus enemigos. Este salmo está vinculado a los Salmos: 23, 24, y 27,
en cuanto a su interés por el lugar donde mora Dios.
Salmo 26:1–12
David le pide a Dios que lo ponga a prueba examinando su corazón. Si es inocente,
espera que Dios lo reivindique defendiéndolo de sus enemigos. Para respaldar su
oración, enumera las pruebas de su inocencia: su fidelidad en la adoración y su
aborrecimiento a los malvados son las dos pruebas principales de su lealtad a Dios.
Como David se ha apartado de los impíos en esta vida (v. 5), tiene la confianza de que
Dios lo apartará de los malvados cuando ellos reciban su juicio en la muerte (vs. 9–10).

SALMO 27

La fortaleza de mi vida
Este salmo continúa con el tema del anterior, que es la protección contra los
enemigos y el morar en la presencia de Dios. Sin embargo, en este salmo el gozo en la
presencia de Dios es más importante que la preocupación por los enemigos.
Una gran parte del paralelismo de este salmo es más compleja que el simple
paralelismo sinónimo o antitético.

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Salmo 27:1–3
David comienza con una afirmación triunfante del poder de Dios en su vida. Dos
grandes bendiciones de la salvación son el gozo y la seguridad. En la Biblia, la luz es con
frecuencia un símbolo de gozo y de felicidad. También en español con frecuencia
hablamos simbólicamente de una “luz”. Aquí al Señor, que es la fuente de nuestro gozo,
se le llama la luz. Se simboliza la seguridad al decir que Dios es una fortaleza bajo cuya
protección el creyente está seguro. Ningún ejército de enemigos es lo suficientemente
fuerte como para privar a David del gozo y de la seguridad que tiene en la presencia del
Señor.
Salmo 27:4–10
Aunque los enemigos de David aún lo acechan escondidos, su gozo en la presencia
del Señor ocupa el primer lugar en esta sección. Su gozo más grande no proviene de sus
riquezas ni de sus honores, sino de la libertad para adorar en el tabernáculo del Señor.
El dolor más grande que padeció David durante su exilio fue verse privado de este
privilegio; su mayor deseo es que el Señor le conserve la libertad de adorarlo. ¿Cree
usted que en los países en los que se goza de tantas bendiciones, muchas personas
mencionen la libertad para adorar como la mayor bendición y como el privilegio más
grande? Con las prioridades que David establece en esta oración, nos enseña a poner
primero las cosas más importantes; que también nuestra oración sea: “Una cosa he
demandado a Jehová, esta buscaré: que esté yo en la casa de Jehová todos los días de
mi vida”.
Aunque David proclama abiertamente su compromiso con el Señor, también
confiesa sus pecados. Suplica que el Señor no lo abandone, aunque merece ese trato
por causa de sus pecados. David enfatiza la grandeza del amor de Dios al declarar que
sobrepasa al amor de los padres por sus hijos. Los padres terrenales a veces abandonan
a sus hijos, pero el Padre celestial nunca podría dejar de cumplir su pacto ni olvidarse
de sus hijos.
Salmo 27:11–14
Los ataques de los enemigos de David lo llevan a hacer dos peticiones. Pide mayor
instrucción de la Palabra de Dios para que estas tribulaciones no hagan vacilar su fe, y
pide que Dios lo proteja de sus enemigos.
David concluye con una expresión de confianza, en la continua protección del Señor
y en la vida eterna. Finalmente, anima a sus compañeros creyentes a que se unan a él
para esperar pacientemente la ayuda del Señor.
El Salmo 27 es una excelente oración en tiempos de adversidad o de enfermedad.
Lea otra vez los versículos: 1, 4, 5, 13, y 14, y téngalos presentes como una breve
oración que pueda usar en tiempos de enfermedad o de peligro.

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SALMO 28

Mi roca
Este salmo está vinculado con el Salmo 27 por las referencias a Dios como roca y
como fortaleza. Se relaciona con el Salmo 26 por el énfasis en la separación del impío y
del juicio que él habrá de experimentar. La referencia a Dios como pastor en el último
versículo relaciona este salmo con el Salmo 23 y distingue a los Salmos 23–28 como una
colección que tiene muchos temas en común.
Salmo 28:1–3
Como en muchos de los salmos de esta sección, David ora de nuevo por ser liberado
de sus enemigos. Denuncia la hipocresía de sus enemigos, que pretenden ser sus
amigos. Eso sugiere la rebelión de Absalón como ocasión para este salmo.
Salmo 28:4–5
David justifica sus oraciones y señala las obras perversas de sus enemigos. Sus
enemigos también son los enemigos de Dios, porque cuando trataban de destruirlo, se
oponían a la voluntad y a las promesas de Dios.
Salmo 28:6–9
Después de orar a Dios por sus propias necesidades y de darle gracias por las
bendiciones recibidas, David no se olvidó de orar también por el resto del pueblo de
Dios. Tampoco nuestras oraciones se deben centrar en nosotros mismos, sino que
deben reflejar nuestro interés por los compañeros cristianos.

SALMO 29

Truena el Dios de gloria


El Salmo 29 es muy diferente de los que lo rodean. En medio de los salmos de
tribulación, este salmo aparece como un interludio de alabanza, como sucede con los
Salmos 8 y 19. Este salmo parece ser la conclusión de la colección formada por los
Salmos 23–28.
Este salmo es una composición bellamente equilibrada, comienza y termina con una
alabanza cuádruple al Señor. El cuerpo principal del salmo es una descripción, en
catorce partes, del poder de Dios como se revela en una tormenta. Esta sección se
refiere siete veces a la voz del Señor. Una línea establece la lección del salmo: “En su

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Templo todo proclama su gloria.”
Salmo 29:1–11
En este salmo se exhorta a los hombres y a los ángeles a adorar al Señor de toda la
creación. Él gobierna el mundo entero: el mar, los bosques, los desiertos, y las
montañas. Gobierna sobre las muchas aguas del mar, porque lo encerró en sus límites
el tercer día de la creación y lo hizo regresar a esos límites después del gran diluvio.
El poder de Dios se despliega en la violenta descarga de una tormenta eléctrica, una
de las más sorprendentes fuerzas de la naturaleza. Era importante para el pueblo de
Israel saber que el Señor controla la lluvia y las tormentas, porque con frecuencia se
sentían tentados a adorar a Baal, que era el falso dios cananeo: de la lluvia, de las
tormentas, y de la fertilidad. El Señor controla las tormentas, no Baal.
Desgraciadamente, Israel tuvo que aprender esta lección de manera difícil cuando se
enfrentaron Elías y los profetas de Baal en el monte Carmelo. Como Israel no había
aprendido la lección de este salmo, el Señor mandó una gran sequía hasta que el
pueblo estuvo dispuesto a reconocer que la lluvia viene del Señor, no de Baal.
El Líbano es la región norte de Israel donde se encuentra el monte Hermón, que es
el monte más alto del área. Líbano y Sirión, son otros nombres para ese monte. El
desierto de Cades es la parte norte del desierto de Sinaí al sur de Israel. Así, el salmo
cubre todo el territorio israelita de un extremo a otro.
“En su templo todo proclama su gloria” es la línea clave del salmo; esa línea lo
vincula con los salmos precedentes que hacen énfasis en la casa de Dios. Estas palabras
deducen la conclusión obvia del poder de Dios que se revela en la tormenta. Todas sus
criaturas deben permanecer ante él en solemne respeto. Pero los creyentes no
necesitamos permanecer ante él aterrorizados, porque el Señor usa su tremendo poder
para bendecir a su pueblo con la paz.

SALMO 30

Los Salmos 30 y 31, se refieren a la liberación de la muerte. Ambos salmos parecen


haber sido escritos durante los últimos años de David, cuando se apresuraba a
trasmitirle el trono a Salomón y a completar los preparativos para la construcción del
templo, antes de su muerte. Puesto que el peligro principal que enfrentó en ese tiempo
fue la conspiración de Adonías, los enemigos a los que se refiere en estos salmos
pueden ser los que conspiraron uniéndose a Adonías.
Según el título, David entregó el Salmo 30 para que fuera usado en la dedicación del
templo. Esto es sorprendente porque el salmo no contiene referencias obvias a la
construcción del templo ni a sus cultos. Parece que David lo escribió para que fuera
usado en la dedicación del templo como oración de gratitud porque su vida fue
prolongada y pudo terminar los preparativos del templo, aunque no vivió lo suficiente

66
para verlo.
Los primeros versículos del Salmo 31, son muy parecidos a los versículos iniciales del
Salmo 71, otra oración escrita para la edad madura. Parece que ambos salmos fueron
resultado de las meditaciones de David sobre la ancianidad y la cercanía de la muerte.
Los Salmos 6 y 18, son otros salmos de este período de la vida de David.

Hiciste subir mi alma del Seol


Salmo 30:1–12

Salomón dedica el templo en Jerusalén


Las circunstancias y los temas principales de este salmo son paralelos a los del
Salmo 6. Note especialmente la similitud que existe entre el Salmo 30:9 y el Salmo 6:5.
Vea el comentario sobre el Salmo 6 para un estudio más amplio de estos temas. La
diferencia principal del Salmo 30 es que éste parece más gozoso. En el Salmo 30, David
llama a otros a que se unan con él en alabanza. Este tono más gozoso sugiere que el
Salmo 30 es una consecuencia del Salmo 6, que fue escrito cuando el gozo de David
había llegado a ser más firme.

SALMO 31

En tus manos encomiendo mi espíritu


Salmo 31:1–8
La mayoría de los puntos de esta introducción son comunes a muchos otros de los
salmos que hemos estudiado: la plegaria por la liberación, la afirmación de confianza, el
rechazo del impío, y la promesa de alabar a Dios. Como el Salmo 30, este salmo es una
plegaria por la liberación, pero el Salmo 30 expresa más esperanza de escapar de la
muerte, y el Salmo 31 expresa más aceptación de la voluntad de Dios a medida que la
muerte se aproxima. La característica principal de este salmo, que lo hace diferente, es
el uso que Jesús le dio a las palabras “en tus manos encomiendo mi espíritu”, como su
propia oración cuando estaba en la cruz (Lucas 23:46).
Salmo 31:9–18
Una vez más, David hace un contraste entre su fe y su sufrimiento inocente con la
hipocresía y la arrogancia de sus enemigos. Las palabras, “en tu mano están mis
tiempos”, son una bella oración para cada cristiano cuando la muerte está cerca, así
como para cada día de nuestra vida.

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Salmo 31:19–24
David basa la esperanza de alivio, de ser liberado del peligro presente, en dos
hechos: la grandeza del amor de Dios y las muchas ocasiones en que Dios lo liberó en el
pasado. La referencia que hace a una ciudad sitiada se puede referir al intento que hizo
Saúl por atraparlo en Keilá (1 Samuel 23:7–8) o al plan que urdió Absalón para sitiarlo
en Mahanaim (2 Samuel 17 y 18). Como es su costumbre, después de expresar su
propia fe, David invita a todos los creyentes a que se unan a él en esa confianza. Que
Dios nos otorgue la fe de orar con confianza similar cuando encaremos la muerte.

SALMO 32

Bienaventurado el hombre cuya transgresión ha sido perdonada


Este es uno de los siete tradicionales salmos penitenciales. Es una de las
afirmaciones más claras de las doctrinas: del arrepentimiento, de la justificación, y del
perdón que se encuentran en el Antiguo Testamento. Está estrechamente relacionado
con el Salmo 51. Parece que este salmo, al igual que el 51, fue escrito para expresar el
arrepentimiento de David después de que el profeta Natán lo confrontó con sus
pecados de adulterio y asesinato (2 Samuel 12).
Por lo visto, el título masquil lo identifica como un salmo para la enseñanza y la
meditación. La meta de este salmo es enseñarles a los lectores la sabiduría del
arrepentimiento sincero.
Salmo 32:1–2
Estos versículos merecen especial atención por la bella proclamación que hacen de
la doctrina del perdón. Pablo cita estos versículos en Romanos 4:6–8, para mostrar así
que la doctrina de la salvación era la misma tanto en el Antiguo Testamento como en el
Nuevo Testamento. Siempre ha existido un solo camino para la salvación, el perdón
mediante la fe en Cristo. David fue perdonado por su fe en Cristo, no por sus propios
esfuerzos para mejorar su vida o para hacer reparación por sus pecados.
La triple afirmación del perdón enfatiza la dicha de la persona a quien se le ha
asegurado el perdón de Dios. La tercera afirmación, “bienaventurado el hombre a quien
Jehová no culpa de iniquidad”, es especialmente importante porque muestra que el
perdón se basa en un veredicto de Dios, no en un acto o en un logro humano. La
justificación o el perdón de los pecados significa que Dios, el Juez Justo, ha declarado
que nuestros pecados son perdonados porque ya Cristo pagó por ellos. El perdón de los
pecados no es algo que logremos haciendo algo, es un veredicto de Dios basado en la
obra de Cristo.
El último de los cuatro miembros del paralelismo muestra la necesidad del
verdadero arrepentimiento. Aunque Cristo ya pagó por los pecados de todo el mundo y
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Dios ha declarado el perdón de los pecados para todos, sólo los que reciben esta
promesa con sincero arrepentimiento y con fe se benefician de ello.
Salmo 32:3–7
En estos versículos David se dirige a Dios; hace el contraste de su propia condición
antes y después de su arrepentimiento. Durante los muchos meses en los que David
trató de ocultarse y de disculpar su pecado, se sintió muy desdichado. Su impenitencia
lo excluyó del perdón, y la culpa fue una carga pesada que lo aplastaba. Cuando confesó
sus pecados y recibió la seguridad del perdón, recibió paz y alivio.
David invita a todos los que lean este salmo a que lo sigan, a que confiesen sus
pecados delante del Señor para que reciban la paz y el consuelo que trae el perdón.
Ninguna carga es más dolorosa que una conciencia culpable y el inminente juicio del
santo Dios. Ninguna dicha es mayor que la confianza del perdón y la paz con Dios.
Cuando pequemos, vayamos sin temor al trono de gracia para poder encontrar perdón
y paz en el tiempo de necesidad.
Salmo 32:8–11
Aunque algunos comentaristas entienden estos versículos como una respuesta de
Dios a David, parece mejor tomarlos como palabras de David para darle ánimo a sus
lectores. David hace otra vez el contraste, entre la desdicha del impenitente, y la paz y
el gozo de los que confían en Dios para el perdón. Nos exhorta a que aprendamos de su
ejemplo; a no ser tan necios como él fue cuando encubrió su pecado y sufrió una
angustia innecesaria; a no ser tercos como la mula que tiene que ser arrastrada por la
fuerza; en vez de eso, a acudir al Señor gustosa y abiertamente en busca del perdón.
Esta es la verdadera sabiduría.

SALMO 33

Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová


El Salmo 32 destaca la liberación del pecado de un individuo; describe la protección
de una nación contra peligros terrenales. En otras palabras, el Salmo 32 se refiere a la
obra de la redención que se describe en el Segundo Artículo del Credo. Su
acompañante, el Salmo 33, se refiere a la obra de la creación y de la preservación que
se describe en el Primer Artículo del Credo.
Este salmo es uno de los únicos cuatro salmos del Libro I de los Salmos que no se le
atribuyen a David. Pudo haber sido escrito para celebrar una ocasión especial en la que
Israel experimentó la liberación de un enemigo o de algún desastre.
Salmo 33:1–5

69
Se invita al pueblo de Dios para que lo alabe por: su fidelidad, su justicia, y su amor.
En las siguientes secciones del salmo se citan expresiones específicas de este amor.
Salmo 33:6–9
Estos versículos reafirman la doctrina de la creación que se enseña en Génesis 1 y 2.
Dios creó el universo de la nada, solamente con el mandato. Dios dijo “sea”, y fue. Puso
el universo y el mundo en orden, y lo mantiene así hasta este día. Juntar “en un cántaro
de agua” (v. 7, NVI) el mar y el ponerlo en “depósitos”, simbolizan el control de Dios.
Por lo tanto, todas las personas de la tierra deben darle el honor que merece como
Creador. Aun así, la gente lo sigue despreciando y hasta negando su obra como
Creador. Las naciones desafían su voluntad, pero su rebelión fracasará.
Salmo 33:10–19
Dios sigue gobernando la historia de modo que todas las cosas resulten para el bien
de su pueblo. En el Antiguo Testamento, Dios protegió a Israel, su pueblo escogido, de
modo que, cuando fueron fieles a él, lograron derrotar a sus enemigos que eran mucho
más poderosos que ellos. Cuando el salmista recordó: la destrucción del ejército del
faraón egipcio en las costas de Mar Rojo, las murallas caídas de lo que había sido la
fortaleza de Jericó, y muchas otras grandes victorias, bien pudo decir: “Bienaventurada
la nación cuyo Dios es Jehová”.
Los vanos planes malvados de las naciones no pudieron destruir a Israel ni impedir
que se cumpliera la promesa divina de enviar al Salvador. La grandeza de los ejércitos
del faraón de Egipto y de Senaquerib de Asiria, el número de sus carros de combate y la
velocidad de sus caballos, no los pudieron salvar cuando desafiaron la voluntad del
Señor para su pueblo escogido. Pese a lo pequeño de su ejército, nadie pudo derrotar a
los israelitas cuando el Señor estuvo a su lado. La misma protección todopoderosa
ampara al pueblo de Dios hoy en día. Aunque la iglesia ha sido perseguida muchas
veces, aún permanece, mucho tiempo después de que yacen en el polvo los tiranos y
los imperios que se le opusieron.
Hoy en día, ninguna nación es pueblo escogido de Dios, en la forma en que lo fue
Israel, el portador de la promesa del Salvador, en el Antiguo Testamento. Sin embargo,
las verdades generales de este salmo se aplican aún hoy en día a las naciones. Ya en
esta vida, las naciones usualmente cosechan lo que siembran, como sucede con las
personas. Las naciones que viven en temerario desafío a las normas morales de Dios,
usualmente experimentan las devastadoras consecuencias de esa desobediencia en el
deterioro de su sociedad. Los imperios que han oprimido al pueblo de Dios han caído a
la hora designada. Por otra parte, los individuos y los pueblos que honran las normas
morales básicas de la ley de Dios y que protegen a la iglesia, tienden a experimentar
bendiciones en esta vida.
Aunque ninguna nación, incluyendo la nuestra, es el pueblo de Dios hoy en día, en
el mismo sentido en que Israel lo fue en el Antiguo Testamento, debemos estar

70
preocupados porque cualquier sociedad que desprecie abiertamente las normas
morales de Dios cosechará, tarde o temprano, los frutos amargos de la semilla que está
sembrando. Ninguna riqueza, ninguna cantidad de armas nucleares, ningún grado de
tecnología avanzada, pueden librar a una nación del juicio de Dios. Los esfuerzos o
logros humanos, son inútiles esperanzas de liberación. La única esperanza para los
pecadores, son el arrepentimiento y la fe obrados por la fe en el Salvador.
Salmo 33:20–22
Aunque las naciones y los ciudadanos de nuestra tierra desprecien la voluntad de
Dios, los hijos de Dios continuamos depositando toda nuestra esperanza en él.

SALMO 34

Bienaventurado el hombre que se refugia en Dios


En 1 Samuel 21:10–15, se describen las circunstancias que ocasionaron la escritura
de este salmo. En un momento de debilidad de la fe, David, el rey elegido del pueblo de
Dios, perdió la confianza en la protección del Señor contra Saúl y huyó para buscar la
ayuda de los enemigos de Israel, los filisteos. Buscó refugio con Aquis, rey de la ciudad
filistea de Gat. En el subtítulo Aquis se llama Abimelec, que puede ser otro nombre o
título suyo. Cuando David se dio cuenta de que se había puesto neciamente en peligro
al ir a buscar la ayuda de los filisteos, fingió locura para escapar de ellos. (Vea la
introducción a este salmo en la NVI: “Fingió estar demente”). Por medio de esta
experiencia, David aprendió la verdad de este salmo: “Dichoso el hombre que confía en
Jehová”, no en sus propias fuerzas. El Salmo 56 es del mismo período de la vida de
David y se debe leer con este salmo.
Este es un salmo acróstico irregular. (Vea la introducción, p. 28).
Salmo 34:1–22
David nos invita aprender de su experiencia, de modo que pongamos siempre la
confianza en el Señor, para que nos libre de la tribulación. También nos exhorta a vivir
día a día de una manera que esté en armonía con nuestra fe (v. 12–13).
Este Salmo contiene una serie de afirmaciones sobre lo seguro del cuidado de Dios,
que usted tal vez querrá memorizar para utilizarlas en los días difíciles. Los versículos 7,
8, y 19, sobresalen entre todos ellos. En el Antiguo Testamento, “el ángel del Señor” (v.
7) algunas veces se refiere a Cristo, el mensajero de Dios, pero aquí parece que se
refiere a los ángeles creados que cuidan al pueblo de Dios. La expresión, “gustad y ved”,
del versículo 8 nos recuerda que la bondad de Dios es algo que se debe experimentar
antes de llegar a apreciarla verdaderamente. El versículo 19, nos recuerda que los
creyentes no están exentos de problemas, pero que Dios los libera de ellos - ya sea:
dándoles alivio, o paciencia para soportarlos, o al llevarlos con él a los cielos.
71
Especialmente en tiempos de adversidad, debemos tomar en serio las palabras de este
salmo.

SALMO 35

El defensor de David
Este salmo se puede considerar como un resumen y repaso de los muchos salmos
en los que David ora pidiendo ayuda contra sus enemigos. Por lo tanto, sirve como
conclusión a los muchos salmos de la colección de los Salmos 15 a 35, que enfatizan
este tema. Como casi todos los temas del Salmo 35 se tratan en los comentarios sobre
otros salmos, los comentarios de este salmo se limitan a unas cuantas notas breves que
indican sus temas principales.
Este salmo comienza con una oración en la que David le pide a Dios que pelee
contra sus enemigos. Vienen después tres peticiones en las que David da razones para
esta oración. Cada petición concluye con un voto en el que David promete que le
servirá al Señor si él responde a la oración de su siervo.
Salmo 35:1–28

Dios está cerca del afligido


El énfasis principal de estas tres peticiones es el mismo, David hace el contraste
entre su amistad por sus enemigos con la vergonzosa traición con que le pagan. Sin
causa alguna fueron sus enemigos, y le devolvieron mal por bien. Esta relación de David
con sus enemigos fue semejante a la de Cristo con los que lo odiaban. El tema del odio
injustificado se trata en muchos otros salmos, notablemente en los Salmos: 38:19, 69:4,
109:3, y en varios versículos del Salmo 119.
En Juan 15:25, Jesús se aplicó el principio de estos salmos a él mismo. Cristo sufrió
verdaderamente un odio inmerecido, ya que no había mostrado otra cosa sino amor
por sus enemigos. Cuando suframos odio inmerecido, sigamos el ejemplo de David y de
Cristo, y confiémosle nuestro caso al Señor.

SALMO 36

Los Salmos 15–35, enfatizaron las bendiciones y las victorias del pueblo de Dios; los
Salmos 36 al 41, que concluyen el Libro I de los Salmos, vuelven al tema ya enfatizado
en los primeros salmos del libro, es decir, la lucha del salmista con sus enemigos y con
la adversidad.

72
Acerca de la pecaminosidad del malvado
David compara la arrogante impiedad del malvado con la misericordiosa bondad de
Dios. Concluye con una oración para que Dios le siga mostrando su amor y para que lo
defienda de los impíos.
Salmo 36:1–4
El texto masorético dice en el primer versículo: “Oráculo del pecado al malvado en
medio de mi corazón” (NVI, nota al pie de la página). David medita en un “oráculo” (una
verdad divinamente revelada) acerca de la malevolencia de la rebelión de los pecadores
contra Dios. Podemos entender la seriedad del pecado sólo cuando lo comparamos con
las normas de la ley de Dios. La ley de Dios expone todos los malos: pensamientos,
palabras, y obras, como una ofensa contra el Dios santo, ofensa que merece que él la
castigue eternamente. No importa lo triviales que nos puedan parecer, todos los
pecados merecen condenación.
El centro del problema es la naturaleza corrupta del pecador. El pecador desafiante
no tiene reverencia por la majestad de Dios, ni temor de su juicio: “Los designios de la
carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la Ley de Dios” (Romanos 8:7).
El pecador se niega a reconocer que su pecado es un error, o ignora descaradamente
las amenazas del juicio de Dios. Del corazón corrupto del pecador fluyen malas palabras
y malas obras. No sólo no hace lo bueno, sino que persiste en la maldad, pese a la clara
advertencia de Dios. Ciega y neciamente continúa en el camino descendente que lo
lleva a la destrucción.
Si no fuera por la gracia de Dios, estos versículos podrían ser una descripción de
todos nosotros. Sólo la gracia y el perdón de Dios, nos han librado de las garras del
pecado. Estos versículos nos recuerdan lo que éramos antes de que Dios nos llamara a
la fe. Describen la fealdad de la naturaleza pecaminosa que aún se esconde dentro de
nosotros, luchando por volver a ganar el poder que ha perdido. Estos versículos son una
llamada al arrepentimiento para cada pecador que continúa viviendo en rebelión contra
Dios. Le hablan fuertemente a la gente de nuestros días que se engaña con la ilusión de
que sus actos pecaminosos realmente no son tan malos y con la vana esperanza de que
escaparán a la vengadora justicia de Dios.
Salmo 36:5–9
Esta bella descripción del amor de Dios contrasta agudamente con la tenebrosa
representación de la pecaminosidad humana que se hizo antes. Tan alto como los
cielos, tan grande como las montañas, tan profundo como el mar - estas comparaciones
sólo dan un indicio de la grandeza del amor de Dios. Este amor provee ricamente para
todas las necesidades físicas y espirituales, de toda la raza humana. Estos versículos
señalan más allá de las bendiciones terrenales, hacia el nuevo cielo y la nueva tierra,
donde el pueblo de Dios: vivirá en la luz divina, beberá de las aguas de vida, y comerá

73
del árbol de la vida. Lea Apocalipsis 22:1–5 y encontrará una bella elaboración de estos
versículos.
Salmo 36:10–12
Después de comparar el amor de Dios con la pecaminosidad humana, David ora
para que Dios continúe mostrándole amor a su pueblo y protegiéndolo contra el impío.
El último versículo le da consuelo al piadoso y es una advertencia final contra el impío.

SALMO 37

Que no te inquiete el hombre malo


Como el Salmo 36, éste es también un estudio de contrastes. A lo largo del salmo se
hace el contraste, entre la caída del impío de la prosperidad al desastre, y la renovación
de fortuna que experimentará el pueblo de Dios. Ahora soportan duras aflicciones, pero
gozarán paz eterna. Este salmo es muy parecido al Salmo 73, que advierte que no nos
debemos sentir frustrados por la prosperidad temporal del malvado, porque su fin será
desastroso. Un rasgo interesante del estilo de este salmo es el formato acróstico
(alfabético), en el que comienza cada versículo doble con una letra sucesiva del alfabeto
hebreo, hasta que el salmista ha pasado por todo el alfabeto. Este formato se indica en
la división de los párrafos del salmo. Este formato acróstico, que requiere que el
salmista pase por todo el alfabeto, produce en un salmo muy exhaustivo en el
tratamiento que le da al tema, el cual se ve desde muchos y diferentes ángulos. Como
este estilo redunda en mucha repetición del mismo tema básico, no comentaremos
cada versículo, sino sólo su mensaje central. Después de la introducción del tema, cada
sección del salmo da una solución al problema de la frustración por la prosperidad del
impío. Las respuestas están resumidas en los títulos de los párrafos.
Salmo 37:1–2
Es posible que los creyentes se sientan frustrados cuando vean que los impíos
prosperan a pesar de sus pecados. ¿Por qué los traficantes de drogas y de pornografía
llegan a ser tan ricos? Si los incrédulos pueden pecar y salirse con la suya, ¿de qué sirve
ser bueno? Esta aparente injusticia puede tentar al creyente a decir: “Yo también
debería actuar como los impíos y conseguir todo lo que pueda”. El salmista advierte
contra esta necedad al recordarnos que la felicidad y la prosperidad de los impíos, son
muy temporales. Aunque se las arreglen para escapar de las consecuencias de sus
pecados en esta vida, la vida más larga es mucho más corta que lo que dura una planta
en el verano, comparada con la eterna angustia que le espera al impío.
Este tema básico se entrelaza a lo largo del salmo, pero el salmista también trae
muchos puntos y argumentos adicionales. Aunque el salmo no tiene un bosquejo
sistemático, sus diferentes secciones destacan varias razones por las cuales el justo no
74
debe inquietarse por el malvado.
Salmo 37:3–7
Antes de que los cristianos intenten darle sentido al caos moral que ven en el
mundo que los rodea, deben recordar su relación básica con Dios. Como él les ha
demostrado su bondad y su amor de tantas maneras, sobre todo al dar a su único Hijo
para ser su Salvador, los cristianos deben confiar en el Señor y deben seguir
obedeciéndolo, aunque tengan problemas para entender las injusticias que ven en el
mundo. Cuando usted afronte problemas y trate de darles un sentido a las aparentes
injusticias del mundo, el primer paso es recordar el indiscutible amor de Dios.
Salmo 37:8–15
A su debido tiempo, Dios castigará al impío. Muchas veces, los planes les resultan a
los malvados al contrario de lo que esperaban. Pero aun si así no fuera, al final Dios los
llevará a juicio. ¿Deberíamos sentirnos descontentos porque Dios, en su amor y en su
misericordia, le está dando al malvado más tiempo para arrepentirse? ¿No deberíamos
más bien alegrarnos por esta demostración de su amor, y estar siempre confiados en
que al final él hará justicia?
Jesús evoca el versículo 11 de este salmo: “los mansos heredarán la tierra”, en su
tercera bienaventuranza (Mateo 5:5).
Salmo 37:16–20
Los piadosos debemos estar contentos con las provisiones diarias que el Señor nos
da. Aunque los piadosos no seamos tan ricos como muchos de los impíos parecen ser,
debemos recordar que nuestro Padre celestial conoce nuestras necesidades y nos da
todo lo que necesitamos. Es mejor gozar las cosas básicas de la vida, que el Señor nos
ha capacitado para ganar honestamente, que vivir una vida de lujo con riquezas
ganadas mediante la deshonestidad. Es mejor estar contento con las buenas cosas que
el Señor nos ha dado, que envidiar las ganancias mal habidas del impío.
Salmo 37:21–31
Los piadosos no sólo aprecian lo que el Señor les ha dado, también comparten
generosamente sus bendiciones con los necesitados. No son como los malvados, que
atesoran egoístamente para ellos mismos; más bien, siguen el ejemplo de su Padre
celestial, que derrama sus bendiciones abundantemente, tanto sobre los buenos como
sobre malos. Aunque la fe del creyente es puesta a prueba, por la maldad que ve en el
mundo, él se aferra a su recta forma de vida, porque su corazón está fortalecido y
animado por la palabra de Dios.
A los creyentes no se nos ha prometido inmunidad absoluta de las penalidades que
se describen en el versículo 25, pero a lo largo de todo este salmo se nos asegura el
continuo cuidado que el Señor tiene de nosotros aun en la adversidad.

75
Salmo 37:32–40
Estos versículos finales hacen el contraste entre el futuro del justo y el del malvado.
Cuando nos angustiemos por la maldad del mundo, debemos recordar que existe un
glorioso futuro para el hombre de paz, pero solamente una eternidad de tormento para
el impío.

SALMO 38

No me reprendas en tu enojo
Este salmo, el tercero de los siete salmos penitenciales, es muy parecido al Salmo 6,
que es el primer salmo penitencial. Compare los primeros versículos de estos dos
salmos. La ocasión de este salmo no se especifica pero, al igual que el Salmo 6, pudo
haber sido escrito durante el complot de Adonías que se relata en 1 Reyes 1. Vea el
comentario sobre el Salmo 6 para mayores detalles sobre este período de la vida de
David.
David le suplica al Señor: que recuerde la promesa de gracia que le hizo, que
perdone sus pecados, y que lo libere de sus enemigos.
Salmo 38:1
Como David está consciente de sus pecados, muy probablemente el adulterio con
Betsabé y el asesinato de Urías, siente que la adversidad que está sufriendo es una
expresión de la ira de Dios. Aunque es verdad que muchas de las aflicciones de David
fueron consecuencia de sus pecados, estas aflicciones no eran un castigo por pecados
no perdonados por Dios, sino la disciplina correctiva del Padre amoroso. Sin embargo,
por la tremenda carga que sentía, agobiado por esas aflicciones, David le pide al Señor
que se las quite para poder recibir una seguridad adicional del amor de Dios.
Salmo 38:2–14
David se siente aplastado por tres cargas. La primera es la debilidad física y el dolor
que le produce la enfermedad. Esto probablemente se refiera a la enfermedad final de
David, cerca del final de su vida, pero también se puede referir a cualquiera otra
ocasión desconocida de su vida.
La segunda carga de David es la angustia espiritual que siente por causa de sus
pecados. Es probable que se refiera al remordimiento que sentía por los pecados de
adulterio y de asesinato que cometió años atrás. La angustia llegó a ser especialmente
intensa cuando sus hijos Absalón y Adonías, conspiraron contra él, porque estaba
consciente de que sus propios pecados habían sido los responsables del caos y de la
infelicidad de su familia.

76
La tercera carga es la traición de sus amigos y parientes, incluida la de sus propios
hijos. Muchas personas en quienes David había confiado, traicionaron la confianza que
había depositado en ellas. Traidoramente, trataron de frustrar su voluntad y la del
Señor, al querer aniquilar su plan de poner a Salomón en el trono. El hecho de que dos
de sus hijos terminaron destruyéndose en su propio complot debió haber agravado
especialmente el dolor de David.
Salmo 38:15–22
Aunque David aún lleva una dura carga, ha llegado a confiar en que el Señor lo
liberará a su debido tiempo. David confiesa que sus pecados lo hacen indigno de ser
librado y que su debilidad lo hace incapaz de salvarse a él mismo. Sin embargo,
permanece confiado en que el Señor lo liberará, porque está siendo injustamente
perseguido sólo por obedecer el mandato que le había dado el Señor, de hacer que
Salomón fuera su sucesor. La súplica final de David expresa tanto, la intensidad de su
dolor, como su continua confianza en la liberación que le traerá Dios su Salvador.
Este salmo nos muestra que también los verdaderos creyentes podemos llegar a
sentirnos aplastados por el dolor físico y por la angustia espiritual en tiempos de
sufrimiento y de prueba. Esa angustia no es necesariamente un signo de incredulidad;
realmente, los que tienen la conciencia muy sensible, como la de David, pueden ser más
susceptibles de caer en reflexiones tan angustiantes. Si usted alguna vez se siente
aplastado con esos dolores en su vida, reconozca esas aflicciones como un poderoso
testimonio de lo terrible que es el pecado. Acepte también esos sufrimientos como una
advertencia que el Señor le da en amor y para su propio bien. Pero, como David,
aférrese a la promesa de Dios y ore fervientemente para que lo libere en el momento y
en la hora que él considere mejor.

SALMO 39

Muéstrame el fin de mis días


Jedutún es el músico del templo a quien David le confió este salmo. Se le menciona
en 1 Crónicas 16:41 y 25:1–3.
Este salmo es un lamento por la muerte y por lo breve de la vida humana; el Salmo
90 es una meditación parecida. Hasta para los cristianos, la muerte es un temido
enemigo que deben superar. Pese a los pensamientos de temor y de angustia de
muerte que le asaltan, David mantiene su fe; ora para que la meditación sobre el fin de
su propia vida le dé una verdadera perspectiva del tiempo y de la eternidad. Tal vez
este salmo fue escrito cerca del fin de la vida de David, en la misma época en que se
escribió el Salmo 38.
Salmo 39:1–3

77
Al pensar en la muerte, David se llenó de angustia y de temor. Tenía dudas de
expresar abiertamente estos pensamientos, por temor a que sus enemigos le pudieran
achacar esos sentimientos como indicio de incredulidad. Pero reprimir la angustia no
fue la solución, porque no le trajo ningún alivio a su tribulación. David resolvió su
conflicto llevando su carga ante el Señor.
Salmo 39:4–11
Como la vida humana es tan breve, debemos poner toda nuestra esperanza sólo en
Dios. David comprendió que él, como todos nosotros, merecía la muerte por sus
pecados. Reconoció la muerte y el temor a la muerte, como juicios de Dios por el
pecado. Por esa razón, David no se volvió contra Dios, sino que aceptó su sufrimiento y
la amenaza de muerte como disciplina divina.
Por lo tanto, al enfrentar las amenazas de la muerte, David pidió tres bendiciones
de Dios. Pidió que sus pecados le fueran perdonados, de forma que la muerte perdiera
su aguijón. Pidió que a sus enemigos, que también eran enemigos de la promesa del
evangelio, no se les permitiera triunfar como resultado de su muerte. Finalmente, pidió
ser liberado de la inminente amenaza de muerte, para terminar su trabajo de
establecer la dinastía de reyes de la que Cristo habría de descender. Entonces estaría
listo para morir en paz.
Salmo 39:12–13
La oración de David también puede ser nuestra oración en momentos en que nos
sintamos oprimidos por el temor a la muerte. Esos temores son naturales incluso para
el cristiano; pero cuando nos golpeen, haremos bien al confiarlos al Señor en oración,
como hizo David; con su ayuda, podemos superarlos. Como David, podemos confesar:
“Mi esperanza eres tú, Señor.”

SALMO 40

Deseo hacer tu voluntad


Este salmo trae más soluciones a los temores a la muerte que se expresan en Salmo
39, pero va más allá de los pensamientos de David al enfrentar la muerte. Los versículos
6 a 8, se citan en el Nuevo Testamento como una expresión de la sumisión voluntaria de
Cristo a la muerte cuando vino a esta tierra para ser nuestro Salvador.
Salmo 40:1–5
En estos versículos, el salmista expresa gratitud por haber sido librado de la muerte.
Estas palabras podrían ser una oración significativa en cualquiera de las muchas crisis en
las que David escapó de la muerte. Podría ser una bella oración para cualquier cristiano
78
que experimente liberación de la muerte después de un accidente o de una
enfermedad grave. Sin embargo, son más significativas como oración del Mesías
después de su resurrección. Cuando Dios el Padre resucitó a Cristo del abismo de la
muerte, Jesús envió el “nuevo canto” del evangelio por todo el mundo, de modo que
muchos puedan poner su confianza en el Señor. De las muchas maravillas que Dios ha
hecho, ninguna es más grande que la maravilla de la salvación lograda mediante la
muerte y resurrección de Jesús.
Salmo 40:6–8
Dios realmente había demandado sacrificios de sangre por el pecado en la ley
ceremonial del Antiguo Testamento, pero nunca pretendió que fueran un substituto
para la obediencia, como Saúl intentó hacerlos (1 Samuel 15). Los sacrificios no se
debían usar como una forma de lograr el favor de Dios, ni para pagar los pecados, como
hizo el pueblo de Israel. Los creyentes del Antiguo Testamento se beneficiaron de los
sacrificios sólo mediante la fe que tenían en el Salvador, a quien señalaban esos
sacrificios. Sólo Cristo, el Cordero de Dios, pudo ofrecer el verdadero pago por el
pecado. Esa era toda la razón que había tras los sacrificios de animales. Lea Hebreos
10:1–10, donde hallará una reafirmación de esta verdad en el Nuevo Testamento.
En Hebreos 10:5–7, se citan los versículos 6–8 del Salmo 40, pero si usted mira esta
cita en Hebreos, verá una significativa diferencia respecto del texto del Antiguo
Testamento; donde el Salmo 40 dice: “has horadado mis orejas”, Hebreos dice: “me
preparaste un cuerpo”. Aunque las dos traducciones se oyen bastante diferentes, el
significado básico es el mismo en ambos casos. Literalmente traducido, el hebreo del
Salmo 40:6 se podría leer “mis orejas has perforado”.
Algunos comentaristas interpretan esto como una referencia a la ceremonia que se
describe en Éxodo 21:6, en la que una persona permitía voluntariamente que se le
perforaran las orejas para servir a su amo para siempre. Sin embargo, es más probable
que estos versículos se refieran a los dos actos creativos de Dios: 1) Cuando crea a un
ser humano con oídos que son capaces de escuchar su palabra, y 2) cuando “abre los
oídos” del creyente para que tenga la voluntad de obedecer la palabra de Dios que oye.
Los dos, o cualquiera de estos actos de Dios, son apropiados en este contexto.
La interpretación “un cuerpo me preparaste”, que Hebreos 10 adoptó de la
traducción griega del Antiguo Testamento, realmente incluye los dos puntos. Las
palabras, “un cuerpo me preparaste”, señalan antes que nada al acto de la encarnación
por la que Jesús recibió una verdadera naturaleza humana, que incluyó un verdadero
cuerpo humano. Cuando se toman estas palabras junto con los siguientes versículos,
también indican el propósito por el que Jesús recibió un cuerpo humano, el obediente
cumplimiento de Jesús, que hizo posible que muriera como nuestro Salvador del
pecado.
Por lo tanto, aunque la traducción griega del Salmo 40:6, no es traducción literal del
texto hebreo, el escritor de Hebreos la retuvo porque les era familiar a sus lectores y
porque reflejaba claramente el punto principal de la profecía: la voluntaria obediencia

79
de Cristo que lo llevó a sacrificar su cuerpo en la cruz como pago por nuestros pecados.
Aunque muchos de los pensamientos de este salmo se podrían acomodar a David,
sólo Cristo recibió un cuerpo para sacrificarlo por el pecado, sólo de Cristo se predijo en
los manuscritos de las Sagradas Escrituras que sería el Salvador que habría de venir;
solo él fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Solo Cristo oró en Getsemaní:
“No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Estas son las bases principales de este versículo,
que sólo Cristo pudo cumplir, por eso clasificamos el Salmo 40 como uno de los salmos
mesiánicos más importantes.
Salmo 40:9–10
Como los versículos iniciales de este salmo, estas palabras son una oración
apropiada para cualquier hijo de Dios. Pero podemos decir estas palabras en oración
solamente porque Cristo, el Salvador resucitado y ascendido, las cumplió cuando envió
el evangelio para ser predicado por todo el mundo, de forma que nosotros también
pudiéramos recibirlo. Ahora les revelamos a otros el amor y la verdad de Dios que él
nos ha revelado.
Salmo 40:11–17
Otra vez, no hay nada en esta porción de la oración que no pueda ser apropiada
para cualquier creyente, pero por el notable carácter mesiánico del salmo, entendemos
estas palabras antes que nada como la oración del Mesías durante su sufrimiento. En
este aspecto son paralelas con el comienzo del Salmo 22. Podría parecer que estas
palabras estén fuera de orden al final de este salmo, porque siguen a la predicación del
evangelio por todo el mundo, que se describe en los versículos 9 y 10. Sin embargo, se
debe notar que, ya antes de su muerte, Jesús había empezado la prédica fiel del
evangelio que se describe en estos versículos. Sólo la difusión universal de este
mensaje, a nosotros y a todo el mundo por medio de los apóstoles, fue posterior a su
muerte y resurrección. Estrictamente hablando, los versículos 9 y 10, probablemente
anticipan la predicación del evangelio a todo el mundo, que ya había comenzado
durante el ministerio del Señor.
Muchos ven las palabras del versículo 12, “me han rodeado mis males” como un
obstáculo insuperable para interpretar este salmo como mesiánico. Pero eso realmente
no es un problema cuando recordamos que las Escrituras describen a Jesús como uno
que fue hecho “pecado por nosotros” (2 Corintios 5:21). Cuando Jesús asumió
voluntariamente la culpa de nuestros pecados, puso sobre él nuestra carga, y cargó con
las consecuencias de nuestros pecados. Fue contado como pecador para que nosotros
pudiéramos ser contados como hijos de Dios.

SALMO 41

80
También mi amigo
Este salmo también contiene una profecía mesiánica. El salmista habla de la traición
de un amigo cercano que compartió su pan; eso se cumplió con Judas cuando traicionó
a Jesús. Esta profecía parece ser típica, más que directa, debido a que las circunstancias
y las afirmaciones del salmo se aplican a la vida de David, y no hay nada en el salmo que
sea únicamente mesiánico.
David sufrió esta clase de traición dos veces en su vida. La primera fue cuando su
consejero Ahitofel lo traicionó y se pasó al lado de Absalón (2 Samuel 16, 17). Como
hizo Judas, Ahitofel se suicidó cuando sus planes se vieron frustrados.
David sufrió una segunda traición cuando su colaborador más cercano, Joab, que
había compartido con él muchas campañas y batallas, lo traicionó al apoyar a Adonías
en contra de Salomón (1 Reyes 1). La mayoría de los comentaristas relacionan este
salmo con Ahitofel, pero la referencia a la enfermedad y a la amistad especial que lo
unía a Joab parece indicar que este salmo pertenece a la época del complot de Adonías,
más que a la de Absalón. El suicidio de Ahitofel lo hace un tipo más apropiado de Judas
que Joab, pero ese punto no se refleja en este salmo. Vea 1 Reyes 1, y los comentarios
sobre los Salmos 6 y 38, para mayor información sobre el complot de Adonías.
Salmo 41:1–4
Por haber confesado sus pecados y haber confiado su vida al Señor, David confía en
que va a ser librado de la muerte y de los conspiradores.
Salmo 41:5–9
La traición de los conspiradores y su oposición a la línea mesiánica de Salomón,
forman una base adicional para la confianza que tiene David en que Dios lo liberará.
Salmo 40:10–12
En estos versículos, David repite su oración y reafirma la confianza en el Señor. Esta
confianza se extiende no sólo a la conservación y a la duración de su vida sobre la tierra,
sino a la presencia eterna con el Señor después de la muerte.
Aparentemente esta doxología se aplica no sólo a este salmo, sino a todo el Libro I
de los Salmos (Salmos 1 al 41); constituye una conclusión apropiada para todo el libro,
cuyo interés es el glorioso futuro del reino davídico, que encuentra su cumplimiento en
Cristo.

81
LIBRO II
SALMOS 42–72

Como el Libro I, esta segunda división del libro de los Salmos está ordenada con
base en la autoría. Aunque el libro concluye con la nota “aquí terminan las oraciones de
David, hijo de Isaí”, esta colección incluye también: ocho salmos de los hijos de Coré,
tres salmos anónimos, un salmo de Asaf, y uno de Salomón. Tal vez este libro se originó
como una colección de salmos de David y de sus músicos, con motivo de la construcción
del templo de Salomón.
El libro también está ordenado parcialmente con base en el tipo y el tema. Los
Salmos 52 al 55 son masquil. Los Salmos 56 al 60 son mictam. Los Salmos 52 al 60
principalmente de la época en que David huía de Saúl.
Una característica peculiar de este libro es la preferencia por el nombre divino
“Dios” más que por el nombre “Jehová” (el nombre del pacto o Yahveh), que se prefiere
en las otras divisiones de los salmos. Algunos comentaristas han sugerido que eso se
debe a la fecha más tardía en que estos salmos fueron reunidos o al hecho de que
fueron reunidos en el Reino del Norte de Israel, pero no hay ninguna prueba clara de
estas afirmaciones.
Otros sugieren que se usa el nombre “Dios”, debido a la renuencia de los judíos a
pronunciar el nombre divino de Yahveh o Jehová. Esto llevó a la costumbre de
pronunciar este nombre como “SEÑOR”. Esta práctica, que siguen varias versiones en
español, se desarrolló totalmente durante el tiempo en que estos salmos fueron
reunidos. Sin embargo, el hecho de que el nombre “SEÑOR” (en mayúsculas o
minúsculas en algunas traducciones españolas y “Jehová” en otras, como la Reina-
Valera) se conserva, aun en un salmo tan tardío como el Salmo 137, despierta serias
dudas sobre la validez de esta explicación. Concluimos que la razón para esta diferencia
del uso del nombre divino permanece incierta.

SALMO 42

Los Salmos 42 a 49, fueron escritos por los hijos de Coré, que eran un grupo de
levitas a quienes David les había encargado la música del templo. Aparentemente, eran
descendientes de Coré, el que lideró la rebelión contra Moisés en Números 16. Como
los hijos de Coré eran un grupo de músicos del templo que sirvieron durante bastante
tiempo, es posible que algunos de sus salmos fueran escritos después de los salmos de
82
David. Cierto número de ellos parecen apropiados a tiempos postreros, pero no existe
nada en estos salmos que indique una fecha posterior. El tema global de estos salmos
es el anhelo de la gloria: de Jerusalén, del templo, y por el Rey davídico.
Trataremos los Salmos 42 y 43 como una unidad, porque están unidos: por un tema
común, un estribillo común y un solo título. No sabemos si fueron escritos al mismo
tiempo y después divididos en dos partes, o si el Salmo 43 fue agregado más tarde, así
como hay ciertos himnos que tienen estrofas añadidas por subsecuentes escritores de
himnos.
Este salmo es el lamento de un levita que está separado de su amado templo de
Jerusalén. Como en este salmo se menciona el monte Hermón, que está al norte de
Transjordania, se ha sugerido que fue escrito por un levita que vivía cerca del monte
Hermón, quizás en la ciudad levita de Golán en Basán, o en la parte alta del valle del
Jordán. También se ha sugerido que este salmo fue escrito durante la monarquía
dividida, cuando esos levitas podrían haber sido separados de Jerusalén, ya sea por la
secesión del Reino del Norte en el reinado de Jeroboam, o por las invasiones
posteriores del territorio de Israel en la Transjordania, por parte de los arameos.
El salmo ciertamente es también apropiado para la época de la vida de David, ya
que pudo haber sido ocasionado por los trastornos que produjo la rebelión de Absalón
o por una de las breves invasiones que hicieron los arameos a la Transjordania, durante
el reinado de David, por ejemplo, en 2 Samuel 10.

Como el siervo en las corrientes de agua


Salmo 42:1–11

SALMO 43

Súplica por vindicación


Salmo 43:1–5
Cada una de las tres secciones del salmo termina con un estribillo que expresa la
consternación del salmista por no haber participado en las festividades del Señor,
celebradas en el templo de Jerusalén. El estribillo también expresa la esperanza de que
pronto se pueda unir nuevamente a esas festividades. Aunque hay pena en cada una de
las tres estrofas, el salmista parece reforzar su esperanza a medida que avanza a través
de las estrofas.
En la primera estrofa predominan el anhelo y la pena. La esperanza está confinada
principalmente al estribillo. Es difícil para nosotros entender el inmenso anhelo que
Israel tenía por el templo de Jerusalén, porque nuestra adoración no está limitada a una
ciudad ni a un edificio. Pero los sacrificios y muchas de las celebraciones religiosas más
83
importantes del Antiguo Testamento, se debían celebrar sólo en el templo. Así que
estar aislado significaba verse privado de participar en algunas de las partes más
significativas e importantes de la adoración. Por esa razón, el creyente que anhelaba a
Dios, tan intensamente como el ciervo sediento anhela el agua, tenía un intenso deseo
de llegar a Jerusalén y a su templo.
La segunda estrofa continúa el lamento por estar separado de Jerusalén y por las
burlas de los enemigos, que se mofan del salmista de Dios. Las olas que ahogan al
salmista pueden ser una referencia a las cataratas y a los rápidos del alto Jordán, pero
aquí son una figura de las penas que lo abruman. Aunque la consternación del salmista
continúa a lo largo de esta estrofa, la pena se quiebra por el interludio de esperanza
que se encuentra en el versículo 3. Es muy probable que estas palabras de fe y
esperanza, hayan sido puestas deliberadamente a la mitad de la estrofa central del
salmo doble.
En la tercera estrofa (es decir, en el Salmo 43), la luz de la esperanza es más
resplandeciente. Las nubes del dolor continúan, porque la liberación divina aún no ha
llegado, pero brilla más claramente la confianza en la luz y en la verdad de Dios, que
conducirán al salmista de regreso al templo. El salmista espera poder expresar pronto
su gozo y su gratitud ante el altar de Dios; pero aun si tardara su regreso al altar de
Dios, su fe y su paz están siendo restauradas.
Cuando nos encontremos abrumados por el dolor, sería útil preguntarnos lo que el
salmista se preguntó: “¿Por qué te abates, oh alma mía?” El hablar y acordarnos de las
promesas de Dios, puede ayudarnos a comprender mejor nuestras penas. Nos debemos
preguntar: “¿Es necesaria esa depresión, si Dios está en control de todas las cosas?
¿Servirá de algo este dolor? ¿Puede acaso mejorar alguna cosa? ¿No es mejor esperar
en Dios y confiar en sus promesas?” Como el salmista, puede ser que tengamos largas
luchas internas y que repitamos las mismas verdades una y otra vez, hasta dominar
nuestras penas o depresiones; pero, como él, debemos luchar y perseverar hasta que la
luz y la verdad de Dios, nos guíen a su presencia.

SALMO 44

Victoria pasada - derrota presente


El Salmo 44 está estrechamente relacionado con el anterior, por cuanto es también
un desconcertante lamento por la derrota y el exilio. En los Salmos 42–43 el tono es
más personal e individual; aquí el lamento es más bien por la nación. El Salmo 44
expresa la perplejidad de los fieles de Israel ante la aplastante derrota después de la
cual los israelitas fueron llevados en cautiverio.
Muchos comentaristas sugieren que una de las derrotas que sufrió Judá durante el
reinado de Josafat o Ezequías fue la ocasión para este salmo, pero se podría referir
fácilmente a la derrota que sufrió Israel durante los primeros años de vida de David,

84
mientras que Saúl aún era rey. El hecho de que los triunfos del reinado de David no se
mencionen entre las gloriosas victorias del pasado, refuerza la impresión de que este
salmo refleja las condiciones que existían en los primeros años de vida de David, pero
este argumento no es concluyente.
Otra posibilidad es que el salmo haya sido escrito durante el tiempo de David, pero
que fue destinado para uso futuro, de la manera como en Deuteronomio Moisés
escribió cantos para que fueran usados algún día en el futuro, después de su muerte.
Salmo 44:1–8
En las primeras dos secciones del salmo, el escritor da dos razones por las que Israel
debe estar confiado en la victoria. Primero, Dios le dio a Israel la victoria en el pasado,
especialmente cuando Josué los guió a la tierra de Canaán. Segundo, el pueblo de Israel
tiene fe en que Dios les dará la victoria en el presente.
Aunque este salmo fue escrito por un levita, las referencias en primera persona
singular a la batalla, indican que probablemente fue escrito para ser usado como
oración del rey. Aparentemente esta segunda sección se basó en pensamientos
semejantes a los que están presentes en muchos de los salmos de David.
Salmo 44:9–22
El salmista se encuentra perplejo por la aplastante derrota sufrida por Israel pese a
las promesas de Dios y a la fe que los israelitas habían depositado en él. No puede
entender por qué las cosas resultaron así. Como la idolatría estuvo presente en casi
cada punto de la historia de Israel, la negación de la idolatría se debe entender como
una afirmación que hicieron los fieles que había en Israel. Son ellos los que no pueden
entender por qué están sufriendo, pese a su fe en las promesas de Dios.
El versículo 22, sugiere la solución del enigma. Para los fieles que había entre el
pueblo de Israel, las derrotas que sufrió la nación no fueron un castigo, como sí lo
fueron para los incrédulos que había en el pueblo. Para los fieles, esas derrotas a manos
de los paganos fueron la persecución que soportaron por causa del Señor. Pablo
refuerza esa interpretación cuando cita este versículo en Romanos 8:36, como una
parte de la discusión de los problemas que el cristiano sufre por causa de su fe.
Salmo 44:23–26
Este salmo concluye con una plegaria para que Dios quiera concederle la victoria a
Israel con el fin de liberarlos de su sufrimiento y de sostener el honor de su nombre. La
infalible gracia y misericordia de Dios, son las bases para esta plegaria. La respuesta a
esta súplica se encuentra en el siguiente salmo.

SALMO 45

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Las bodas del Rey victorioso
El Salmo 45 es una respuesta a la súplica del Salmo 44, porque describe al Rey
Mesiánico que le trae la victoria a su pueblo.
Salmo 45:1
En el versículo inicial, el poeta declara la grandeza de su tema. No está escribiendo
sobre un rey ordinario, ni componiendo la marcha nupcial para una boda real de Israel.
Bajo inspiración, está escribiendo para Cristo, el Rey Mesiánico, y para su boda con su
novia, la iglesia. La cita que se hace de este salmo en Hebreos 1 y muchos de sus
detalles que se van a comentar a continuación, dejan en claro que este salmo no es un
mero “salmo real”, escrito para un rey de Israel, sino un salmo mesiánico que se refiere
a Cristo.
Salmo 45:2
Este versículo fue la inspiración para el conocido himno “Jesús divino”. La belleza de
Jesús no fue el atractivo físico, sino su pureza sin pecado, y las bellas palabras de:
verdad, gracia, y perdón, que habló. Dirigidas a un rey terrenal, estas palabras sonarían
como ociosa adulación; dirigidas a Cristo, expresan verdadera adoración. Romanos 9:5,
que llama a Cristo “Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos”, probablemente
se refiere a este versículo.
Salmo 45:3–5
Aunque Cristo vino una vez a Jerusalén en humildad, cabalgando en un asno,
regresará en majestad para someter a todos los enemigos de su reino. El Día del Juicio
toda rodilla se doblará ante él. Satán y todos sus seguidores, serán confinados en el
infierno. El pueblo del rey vivirá entonces en paz y seguridad eternas a causa de su
gobierno. Lea Apocalipsis 19 para conocer más detalles sobre este tema.
Salmo 45:6–7
Ni al pecado ni a los pecadores, se les permitirá entrar en el reino eterno de Jesús.
Sólo sus amigos, aquellos cuyos pecados han sido cubiertos con las vestiduras de bodas
de la justicia de su Salvador, podrán compartir este gozo eterno.
El versículo 6, es muy importante porque es uno de los más claros testimonios que
hay en el Antiguo Testamento de la divinidad de Cristo. Al Rey Mesiánico se le llama
Dios, y gobierna en reino eterno. Sin embargo, en el versículo 7 también se distingue de
Dios; esa distinción tiene pleno significado sólo a la luz de la doctrina de la Trinidad y de
la encarnación de Cristo. Aunque el Rey Mesiánico es verdadero Dios, también es el Hijo
obediente que vino a ser hombre en obediencia a la voluntad de su Padre. Jesús está
sobre todos los demás seres humanos porque está exaltado en gozo a la diestra de
Dios; es digno de esa posición de exaltación porque como Dios hombre terminó la obra
86
de nuestra salvación.
Muchos comentaristas y muchas traducciones recientes tratan de desconocer el
testimonio que dan estos versículos de la divinidad de Jesús. Dan versiones como “el
Dios eterno te ha puesto en el trono” o “el trono que Dios te ha dado durará para
siempre”. Esas traducciones se basan más en la presunción de que los salmos no
pueden contener verdadera profecía de la deidad de Cristo más que en cualquier otra
prueba del texto. Esas traducciones ignoran el simple sentido del texto hebreo, las
interpretaciones de las traducciones más antiguas, y la cita de estos versículos en
Hebreos 1:8–9, como un testimonio de la divina superioridad de Cristo sobre los
ángeles. La interpretación mesiánica es clara y no debe ser desconocida.
Salmo 45:8–9
Estos versículos toman la imagen de una vida de lujo terrenal para representar la
belleza de la vida en la presencia de Cristo. El Rey se encuentra vestido con hermoso
ropaje, perfumado con las especias más caras, su palacio está decorado con esculturas
de marfil y lleno de música. Su novia está vestida con oro de Ofir, que es un lugar
desconocido localizado en Arabia o África, y desde el cual Salomón obtuvo oro. Las hijas
de los reyes simbolizan la verdad de que todos los miembros de la corte de Cristo son
de la realeza. Estos versículos son una transición a la siguiente sección del salmo, que
describe la hermosura de la novia del Rey, la iglesia de creyentes.
Salmo 45:10–15
En el matrimonio, un hombre y una mujer dejan a sus padres y entran en una unión
del uno con el otro, que tendrá prioridad sobre lo demás. Cuando somos hechos hijos
de Dios mediante la fe en Cristo, formamos una relación que también exige una lealtad
exclusiva, que debe prevalecer sobre todo lo demás. Debemos dejar a todos los otros
dioses, no vamos a amar a nada ni a nadie más de lo que amamos a Dios. En estos
versículos, la dedicación de la novia a su amado representa nuestra dedicación a Dios.
En 2 Corintios 11:2, Pablo les aplica esta imagen a los corintios. Les dice: “Pues os he
desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”.
La novia es la iglesia. Sus damas de compañía, los hombres que buscan sus favores,
y sus niños representarían a creyentes individuales que son traídos a Cristo mediante la
iglesia. Debido a que era una ciudad pagana muy famosa por su prosperidad, Tiro se
menciona como un ejemplo de los que le rinden homenaje a la novia. Las ricas
vestimentas y los tesoros de la novia, representan las riquezas espirituales que la novia
obtiene de Cristo, es decir, el perdón de los pecados y el gozo de la vida eterna.
La descripción de Cristo y su novia se trata más ampliamente en Efesios 5:26–27,
que describe a la iglesia como: radiante, sin defecto, ni arruga, ni cosa semejante, santa,
y pura. La profecía de estos versículos se cumple cuando la gente es llevada a la iglesia
mediante la fe y se cumplirá cuando la iglesia se reúna finalmente en los cielos.
Salmo 45:16–17

87
Las terminaciones gramaticales masculinas de las palabras en hebreo dejan ver
claramente que estos versículos se dirigen al rey, no a la reina. Los hijos del Rey son los
creyentes que se congregan en la iglesia, especialmente aquellos que provienen de
entre los gentiles. El Rey los hace gobernadores con él. Lea en Isaías 60:1–9, otra
descripción poética de los gentiles que se congregan con Cristo. La relación de Cristo y
sus hijos, también se describe en Hebreos 2:10–13, que habla de Jesús como el único
que lleva a muchos hijos a la gloria.
Parece extraño que se refiera a los “padres” del Rey en plural, si el Rey es Cristo,
que sólo tiene un Padre celestial y ningún padre terrenal. Este término probablemente
se refiere a los antepasados del Mesías en la línea davídica y, en un sentido más
general, a Israel en su totalidad. Aunque Cristo fue el sempiterno Padre de Israel,
también fue el hijo que les nació a ellos. En este sentido, el pueblo de Israel fue los
“padres” de Cristo. Esta profecía se cumple cuando los “hijos”, que vienen a Cristo de
entre los gentiles, reemplacen a los “padres” de Israel, que lo rechazaron.
El nombre y el recuerdo de Jesús, serán perpetuados a lo largo de todas las
generaciones por los creyentes que le alaban en la tierra y en el cielo. Este salmo nos
enseña a apreciar la gloria presente que tenemos como miembros de la iglesia de Cristo
y a anticipar el gozo que tendremos cuando nos den la bienvenida en el banquete de la
boda eterna del Cordero.

SALMO 46

El reinado del Rey


Aunque este salmo no hace mención específica del Mesías como una persona
distinta de la Deidad, es una continuación apropiada del Salmo 45, porque agrega una
descripción más amplia del gobierno de Dios sobre el mundo, gobierno que es ejercido
por Cristo. Este salmo fue la base para el famoso himno de Lutero “Castillo fuerte es
nuestro Dios”. Nada en el texto especifica cuándo fue escrito, pero la destrucción del
ejército asirio de Senaquerib (2 Reyes 19:35) fue un dramático ejemplo de la forma en
que este salmo se cumplió en la historia de este mundo.
Este salmo le pudo haber dado consuelo al pueblo de Dios, en muchas de las crisis
que surgieron en la historia de Israel, pero su mira se extiende más allá de cualquier
otro cumplimiento en la historia. La paz establecida por el regreso de Cristo completa el
pleno cumplimiento de este salmo.
Alamot es una instrucción musical que parece referirse a la forma en que se deben
afinar los instrumentos del acompañamiento musical.
Salmo 46:1–3
Los creyentes pueden permanecer tranquilos aun en medio de las calamidades más
88
grandes, porque Dios es su castillo fuerte. Su ayuda siempre está presente hasta el fin
del mundo. Los cataclismos que se describen en estos versículos pueden representar
todas las variadas clases de calamidades que sacuden al mundo; todas ellas son señales
del fin. Sin embargo, estos versículos se verán cumplidos completa y literalmente el
último día, cuando este universo sea destruido por el fuego.
La tierra y sus montañas parecen sólidas e indestructibles, pero éstas también serán
disueltas. Aun entonces, los creyentes estarán seguros en la mano de Dios. Para los
creyentes, la aparición de Cristo será causa de gran gozo, no de temor. Jesús dice:
“Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque
vuestra redención está cerca” (Lucas 21:28).
Salmo 46:4–7
Los cielos y la tierra se pueden sacudir, pero la ciudad de Dios no puede caer. La
ciudad de Dios es la iglesia, especialmente en su estado de paz en los cielos. En
Apocalipsis 21 se describe nuestro hogar eterno como una ciudad bien fortificada,
donde el pueblo de Dios mora en completa seguridad. Las aguas del mar son agitadas y
peligrosas, pero el río de Dios es pacífico y da vida. Este río nos recuerda los ríos del
Edén, que sostenían la vida allí. En este salmo y en Apocalipsis, el río representa el
poder de Dios para dar vida, el poder que nos sustentará por toda la eternidad.
Apocalipsis 22:1–5 describe nuestro hogar eterno como un nuevo Edén, regado por las
aguas del río de la vida, tan claras como el cristal y que fluyen del trono de Dios.
Ya en esta vida comenzamos a experimentar el cumplimiento de estos versículos; el
Señor preserva su ciudad, la iglesia, de la destrucción. Como la palabra de Dios sostiene
nuestra fe, con frecuencia se compara con las aguas de vida. Sin embargo, el
cumplimiento máximo de las promesas de estos versículos llegará sólo en los nuevos
cielos y en la nueva tierra.
Salmo 46:8–11
Podemos señalar muchas ocasiones de la historia en las que el Señor intervino para
proteger a su pueblo de la destrucción. La destrucción del ejército egipcio del faraón en
el Mar Rojo y la del ejército asirio de Senaquerib, cuando estaba sitiando a Jerusalén,
son solamente dos ejemplos. La protección que Dios le da a su iglesia y la paz espiritual
que vienen mediante las conquistas hechas por el evangelio, son otro nivel del
cumplimiento de estas palabras. El cumplimiento total ocurrirá sólo en los nuevos cielos
y en la nueva tierra; allí todas las guerras llegarán a su fin, y la paz espiritual perfecta e
ininterrumpida durará para siempre.
Así como las gentes de Jerusalén pudieron hallar consuelo en el salmo cuando los
rodearon ejércitos enemigos, así como Lutero pudo encontrar consuelo en el salmo
cuando lo amenazaron el Papa y el emperador, también nosotros podemos encontrar
consuelo en este salmo ante todo peligro, siempre hasta el fin del mundo. Las palabras
“estad quietos” son tanto una reprimenda al mundo en rebelión contra Dios como la
seguridad de paz para su pueblo.

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SALMO 47

El imperio del Rey


El Salmo 47 continúa el tema del gobierno mesiánico, que se introdujo en el Salmo
45 y continúa en el Salmo 46. El Salmo 47 enfatiza el gobierno del Rey sobre todos los
pueblos. Las conquistas del evangelio se dispersarán por todo el mundo. El Día del
Juicio, todo el mundo tendrá que someterse al gobierno del Mesías.
Salmo 47:1–9
Aunque este rey es un temible conquistador y juez, el tono predominante de este
salmo es el gozo. Este rey no es un tirano, sino un Salvador misericordioso. La conquista
mediante la que las naciones quedan bajo el gobierno de Israel es la dispersión del
evangelio por todo el mundo. Cuando son conquistados por el evangelio, los paganos
que fueron extraños al reino de Dios, llegan a ser ciudadanos de su Israel espiritual
(Efesios 2:11–20). En las palabras del salmo, “los príncipes de los pueblos se reunieron
como pueblo del Dios de Abraham”.
Israel celebró con gritos de júbilo y con resonar de trompetas en el momento en
que Dios “ascendió” a Jerusalén, cuando David llevó el arca del pacto (2 Samuel 6).
Nosotros debemos celebrar con el mismo gozo la exaltación de Cristo y su venida a
todas las naciones por medio del evangelio. La aplicación principal de este salmo se
indica por la repetición de la exhortación, “cantad”. Nos regocijamos cuando Cristo es
exaltado por medio de la predicación del evangelio en cada nación.

SALMO 48

La Ciudad Santa del Rey


Este salmo continúa el tema de los Salmos 46 y 47. La mayor parte de los
comentarios sobre esos salmos se aplican también a éste. Aquí también el pueblo de
Dios se regocija por el gobierno que Cristo ejerce sobre su ciudad, la iglesia.
Salmo 48:1–14
En la Biblia, la ciudad de Dios es Jerusalén, pero es Jerusalén en tres niveles: la
ciudad terrenal, la iglesia que está en la tierra, y la iglesia que está en los cielos.
No debemos minimizar la importancia de la Jerusalén terrenal; fue el lugar que Dios
escogió para su morada terrenal, el templo. Era el único lugar donde se le podían hacer
sacrificios; fue el lugar donde el Hijo de Dios, el Rey Mesiánico, dio su vida por nosotros.

90
Jerusalén fue la plataforma de lanzamiento desde la que salió el evangelio a todo el
mundo. Aun así, la ciudad misma no era muy grande. El monte Sión, lugar donde fue
construida la iglesia, no era un lugar particularmente alto; muchos de los montes
aledaños eran mucho más altos. El monte Hermón, ubicado en la frontera norte de
Israel, es tres veces más alto.
La importancia de Jerusalén no es su tamaño ni su majestuosidad, sino la majestad
del Rey que dio su vida allí y cuyo reino salió de allí. El imperio de los reyes de Israel
nunca fue grande ni impresionante, comparado con otros imperios mundiales, pero el
reino de Cristo comprende todo el mundo.
La verdadera importancia de la ciudad terrenal de Jerusalén es que es un tipo de la
Jerusalén de arriba, que es la madre de todos nosotros (Gálatas 4:26). Muchas de las
palabras de este salmo corresponden al amor y a la protección que Dios le dio a la
Jerusalén del Antiguo Testamento; pero esta Jerusalén, que es el gozo de toda la tierra,
no es la ciudad terrenal, sino la iglesia que nació en Jerusalén.
En Apocalipsis 20:9, el ataque de los reyes contra la ciudad de Dios representa la
embestida final de los enemigos de la iglesia antes de la venida de Cristo. Ese ataque
fracasará. La “Jerusalén” de Dios existirá para siempre como: el monte Sión, la Jerusalén
celestial, la ciudad del Dios vivo (Hebreos 12:22). Este salmo nos lleva a meditar en el
infalible amor de Dios, que protege su iglesia; aumenta nuestro anhelo por el día en
que entremos por las puertas de la ciudad eterna de nuestro Rey.

SALMO 49

La insensatez de las riquezas


El Salmo 49, que es el último de la colección de salmos de los Hijos de Coré, es
diferente de los salmos que lo preceden. Parece estar más estrechamente relacionado
con los salmos que lo siguen, y que tratan de una manera u otra sobre la debilidad
humana. Este salmo tiene un tema doble, las riquezas y la muerte. Como la muerte es
inevitable, es necio confiar en las riquezas, no puede llevarlas con usted.
Los Salmos: 36, 37, y 39 son similares al Salmo 49. El mensaje de este salmo es muy
parecido al del libro de Eclesiastés.
Salmo 49:1–4
Este es un salmo didáctico dirigido al pueblo, más que un salmo de alabanza dirigido
a Dios. El mensaje del salmista es para todos: tanto ricos como pobres, israelitas y
gentiles. A todos se aplica, porque todos debemos morir. Al rico se le advierte que no
ponga demasiada confianza en sus riquezas; al pobre se le advierte que no envidie al
rico y también que no se desaliente por la prosperidad del impío.
A la enseñanza del salmista se le llama proverbio o enigma, porque trata sobre uno
de los problemas centrales de la vida, que fascina a las personas y sin embargo sigue

91
siendo un misterio para ellas, es decir, el enigma del significado de la vida y la relación
entre la vida y la muerte. El enigma se puede responder con sabiduría y entendimiento
sólo cuando se considera a la luz de las relaciones de la humanidad con Dios y la
eternidad.
Salmo 49:5–14
Los enemigos del salmista son ricos y poderosos. La riqueza es una gran ventaja en
la lucha por los poderes terrenales; los ricos pueden contratar los mejores abogados,
pueden influir en los funcionarios públicos, pueden emplear hombres despiadados para
imponer su voluntad. Pero el poder de las riquezas es limitado; aunque las riquezas
pueden comprar mucha tierra, la única propiedad que el rico puede ocupar
permanentemente es la tumba.
Aunque las riquezas pueden comprar la mejor atención médica, el dinero no puede
comprar un día extra de vida en la tierra. Cuando Dios los llame de este mundo, los
ricos deben ir sin dilación, su riqueza no podrá hacer nada por ellos en la eternidad, no
se la pueden llevar. No pueden comprar con soborno el camino al cielo ni escapar al
infierno pagando por adelantado por sus pecados mientras están en la tierra. No
pueden contratar un abogado que los salve del juicio y los declare inocentes por medio
de un tecnicismo de la ley.
Sólo un hombre pudo pagar el rescate por el pecado, sólo uno pudo redimir la vida,
y el rescate que pagó está más allá de todo precio, es un regalo de Dios, que ha sido
dado gratuitamente a todos los que creen en Jesús, el hombre que Dios envió para
pagar el pecado. Ese rescate fue pagado por ricos y pobres sin distinción alguna.
Cuando el salmista compara la muerte del rico con la de un animal, y cuando habla
de lo permanente de la muerte, no niega la doctrina de la resurrección ni la doctrina del
infierno, destaca la finalidad de la muerte. Aparte de algunas excepciones milagrosas,
como las de Moisés y Elías en la transfiguración de Jesús, nadie puede regresar a la
tierra una vez que Dios lo ha llamado de este mundo. “está establecido para los
hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio “(Hebreos 9:27). Una vez
que una persona se ha ido de este mundo, ninguna cantidad de dinero puede hacerla
regresar. La muerte es final.
Como nadie puede ver ni medir el alma, la muerte de un hombre se parece
exactamente a la muerte de un animal. Los cuerpos de los hombres y de los animales
están hechos de los mismos elementos; los dos envejecen y regresan a la tierra de
donde vinieron. Sin fe, el hombre no es mejor que un animal cuando muere. De hecho,
es mucho peor porque, a diferencia de los animales, se debe enfrentar al juicio y a la
condenación. Ninguna cantidad de riquezas le hará ningún bien.
En el versículo 14 el salmista da una idea de la resurrección de los impíos cuando
afirma que el justo gobernará sobre ellos en la mañana. En el versículo 15 queda clara la
creencia del salmista en la resurrección.
Salmo 49:15

92
Este versículo es uno de los puntos resaltantes del Antiguo Testamento en su clara
confesión de la resurrección y de la vida eterna. Muchos comentaristas modernos, por
su punto de vista evolucionista de la religión, insisten en fechar todas las referencias
que existen sobre la resurrección en una época tardía del período del Antiguo
Testamento. Por esta razón, muchos clasifican este salmo como del post-exilio.
La limitación de las referencias a la resurrección al período tardío del Antiguo
Testamento sólo se puede hacer cambiando arbitrariamente las fechas de los libros del
Antiguo Testamento. Muchas de las referencias más claras que el Antiguo Testamento
hace a la vida después de la muerte son tempranas. Además de las referencias que
encontramos en los salmos de David, como Salmos 16:11 y 17:15, Job 19:26 y
Eclesiastés 12:7, son también referencias tempranas de la vida eterna de los creyentes.
Aunque la doctrina de la resurrección a la vida eterna no se enseña tan
explícitamente en los primeros libros del Antiguo Testamento como en el Nuevo
Testamento, está claramente presente. Jesús lo confirmó en Mateo 22:29–32, donde él
afirma que la resurrección fue enseñada por Moisés en Éxodo 3:6.
Salmo 49:16–20
Esta sección repite y enfatiza verdades que ya habían sido establecidas
anteriormente en este salmo. Aunque con frecuencia las riquezas son una gran ventaja
sobre la tierra, no serán de ninguna ayuda para el incrédulo el Día del Juicio. Aunque los
incrédulos también serán resucitados para ser juzgados, nunca verán la luz de la vida en
los cielos. Por lo tanto, a su existencia eterna en el infierno se le llama muerte eterna,
no vida eterna. Aunque los incrédulos tendrán una existencia consciente por toda la
eternidad, a esa existencia, en la que vivirán separados de la gracia de Dios, es más
apropiado llamarla “muerte” que “vida”.

SALMO 50

La necedad de la adoración protocolaria


En este salmo de Asaf, que era uno de los líderes musicales del templo, se desarrolla
el tema del Salmo 49. Si confiar en las riquezas es algo necio, igualmente necio es
confiar en una vacía religión formalista. En este salmo se juzga a Israel por haber
cambiado la adoración del templo, que debía ser un gozoso culto voluntario al Señor y
que se convirtió en un rito vacío, que se hacía por hábito y para obtener una
recompensa.
Salmo de Asaf
Salmo 50:1–6

93
Estos versículos llaman al pueblo de Israel para que comparezcan delante de Dios
para ser juzgados por su indiferencia espiritual y por su adoración egoísta. Dios condena
la adoración protocolaria, formal, incluyendo toda la adoración de los paganos, porque
hacían esa adoración basados en su propio interés y no en el amor a Dios. Pero la culpa
de Israel era mayor que la de los paganos, porque Israel tenía mayor conocimiento de
Dios, y porque ellos habían hecho un pacto para servir al Señor. La forma en que Dios
llama a Israel es muy efectiva porque en los tres primeros versículos parece como si los
paganos estuvieran siendo llamados al monte Sión para ser juzgados. Los satisfechos de
sí mismos que había en Israel deben haber sonreído al pensarlo.
De pronto, en el versículo 4, se ve claramente que Israel es el blanco principal del
juicio. ¡Qué sacudida debió haber sido este cambio repentino para los que escuchaban!
¡Qué sacudida debe ser esto para nosotros! Debemos reconocer que, como Israel, a
nosotros también se nos ha dado mucho; y de nosotros, también, se esperará mucho:
“Porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le exigirá” (Lucas 12:48).
Se cita a los cielos y la tierra, para que se presenten como testigos en el juicio de
Israel, porque se presentan como los testigos que han observado la adoración
superficial de Israel. Esta descripción se basa en los llamados similares que hizo Moisés
en Deuteronomio 4:26 y 32:1. Isaías 1:2, usa la misma figura de dicción.
Israel está satisfecho y siente que nunca será llamado a rendir cuentas; los israelitas
piensan que cuando Dios venga, será bueno para con ellos y malo para con sus
enemigos paganos. Por esta razón esperan con entusiasmo que llegue el Día del Juicio
del Señor; pero cuando el Señor venga, no será para bendecirlos, sino para juzgarlos. Su
ira está encendida contra ellos por su indiferencia.
Salmo 50:7–20
La acusación que se hace en estos versículos es más bien indirecta; tenemos que
leer entre líneas. Lo inadecuado no era la forma externa de la adoración de Israel; los
israelitas seguían haciendo los sacrificios en el templo, cosa que el Señor les había
mandado mediante Moisés. Por esta razón Dios no critica los sacrificios que estaban
ofreciendo; el problema estaba en la malvada actitud que había en el corazón de los
adoradores.
Dos problemas mayores eran evidentes: el pueblo de Israel había hecho a un lado la
primera tabla de la ley; muchos de ellos pensaban que le hacían un favor a Dios con sus
ofrendas, imaginaban que él tenía necesidad de sus cultos. La conclusión lógica de esos
pensamientos era que, si Dios necesitaba sus ofrendas, debía pagarles algo a cambio de
ellas. El Señor destruye esta clase de pensamiento con dos argumentos: Dios no es
como un ser humano que necesita comida, es autosuficiente.
En segundo lugar, aunque necesitara de ofrendas, no se las hubiera pedido a los
israelitas, ya que todas las cosas en el mundo son suyas. Toda ofrenda que Israel le dio
al Señor ya era de él. La conclusión obvia es que Dios no le debía nada a Israel por sus
ofrendas, de modo que ellos no debían confiar sólo en el hecho de que estaban
cumpliendo con los sacrificios prescritos.
94
La segunda actitud equivocada de parte de muchos adoradores en Israel fue ignorar
la segunda tabla de la ley; eso se expresa en el último párrafo de la acusación. En Israel,
muchos ofrecían sacrificios por sus pecados, aun cuando toda su intención era
continuar cometiéndolos. Estaban ofreciendo sacrificio sin verdadero arrepentimiento.
Querían hacer todos los ritos de la adoración y ser tenidos por religiosos, pero no
querían aceptar en su corazón las amonestaciones y las enseñanzas de la palabra de
Dios, a la que odiaban.
Hablando estrictamente, el párrafo central de la acusación no es una acusación,
porque hace una declaración positiva de las características y de los resultados de la
verdadera adoración. Como tal, esto anticipa la amonestación de la última sección del
salmo. Sin embargo, conviene que esta sección esté en medio de la acusación porque
muestra lo que faltaba en la adoración de muchos de los israelitas.
Sus ofrendas no eran verdaderas ofrendas de gratitud, porque no eran ofrecidas
con corazón agradecido; sus promesas no eran promesas verdaderas, porque no tenían
ninguna intención de corregir su vida pecaminosa. No acudían a Dios con el humilde
reconocimiento de que ellos eran los necesitados; trataban a Dios como si fuera él el
necesitado que estaba en deuda con ellos por los cultos que le rendían. No honraban a
Dios con su adoración, sino que trataban de hacer un trato comercial con él. Esa clase
de adoración merecía el juicio de Dios y con seguridad lo iba a recibir.
Salmo 50:21–22
Como el juicio de Dios no vino inmediatamente, los satisfechos de ellos mismos que
había en Israel pensaban que su trato con Dios era un éxito y que él aprobaba o al
menos toleraba su adoración que era solamente de forma, carente de vida. Imaginaban
que Dios era como ellos; equivocadamente estaban tratando de crear a Dios a su propia
imagen, en vez de amoldarse ellos a la imagen de Dios. Ese error lo han repetido
innumerables veces los creadores de religiones paganas y muchos teólogos modernos.
Israel estaba satisfecho de él mismo, pero ya en el horizonte se vislumbraba el
juicio. Dios les estaba dando tiempo para que se arrepintieran; seguía dándoles
advertencias por medio de sus profetas. Jeremías 7, Miqueas 6:1–8, y Amós 5:18–6:7,
son tres de las muchas amonestaciones que los profetas hicieron en contra de la
adoración que era solamente de forma. Pero cuando Israel dejó de prestarle atención a
esas advertencias, su adoración protocolaria fue aniquilada por las devastadoras
invasiones de asirios y babilonios. Pero, en el momento de escribir este salmo, aún no
era demasiado tarde para escapar.
Salmo 50:23
Los verdaderos sacrificios, ofrecidos con fe y gratitud, complacen y honran a Dios.
Aunque no pueden ganar nada, esos sacrificios darían como resultado las bendiciones
que el Señor le había prometido a su pueblo: el perdón de los pecados, verse libres de
los enemigos, y la preservación del pueblo en la tierra, hasta que vieran la llegada al
mundo del Mesías, que traería la salvación del Señor. Estas bendiciones no serían como

95
recompensas ganadas, sino que eran un regalo del amor de Dios para con su pueblo.
Este salmo tiene muchas aplicaciones obvias para nuestra mayordomía y adoración.
Debemos tener el cuidado de no dar nuestras ofrendas para ciertas necesidades con el
sentimiento de que Dios nos necesita para hacer su trabajo. Dios no necesitaba las
ofrendas de Israel, y obviamente no necesita las nuestras tampoco. Él ya posee el
mundo entero, tiene miles de ángeles que podrían predicar su palabra por él.
Dios nos invita a unirnos en la obra misionera, no porque nos necesite, sino para
darnos el privilegio de trabajar con él. Cuando Israel no llevó el evangelio a las naciones,
la obra de Pablo continuó sin los israelitas. Si desperdiciamos las oportunidades, la obra
avanzará sin nosotros, y sólo nosotros seremos los más pobres por esto. El reino de Dios
opera, y se hará su voluntad, con o sin nosotros.
Debemos estar conscientes de no pensar que Dios nos debe algo por nuestra
adoración. No debemos servirle sólo para obtener algo para nosotros. Hoy, mucha
gente adora a Dios como una forma de obtener prosperidad financiera o tranquilidad
de conciencia. Estamos para servir a Dios porque lo amamos, no porque nos amamos a
nosotros mismos.
Debemos estar alerta para no pensar que el mero hecho de llevar a cabo en forma
correcta nuestra adoración, o de pertenecer a la iglesia correcta, es de algún valor en sí
mismo. Nadie será salvo por el mero hecho de pertenecer a una iglesia ortodoxa, ni por
asistir habitualmente a la iglesia y tomar la Santa Cena, ni por confesar la doctrina pura.
Todas estas cosas son valiosas como confesiones de fe y como oportunidades de que
nuestra fe se nutra con los medios de gracia, pero ninguna de esas cosas son substituto
de la fe. Dios quiere que la adoración sea una expresión de fe y de amor. Sólo esa
adoración es agradable a Dios.

SALMO 51

Límpiame de mi pecado
Este salmo es una transición: entre los Salmos 49–50 y los Salmos 52–60. Igual que
los Salmos 49 y 50, este salmo trata de los verdaderos sacrificios que le agradan a Dios y
del verdadero pago por el pecado. Igual a la mayoría de los salmos que siguen, está
vinculado con un incidente histórico en la vida de David.
El Salmo 51 es el mejor conocido de los salmos penitenciales. Ha tenido una
influencia importante sobre nuestra liturgia.
Las circunstancias históricas que motivaron este salmo están registradas en 2
Samuel 11 y 12, y se pueden repasar ahí. Este salmo expresa el verdadero
arrepentimiento de David después de su pecado. Y aunque fue escrito para una ocasión
específica, expresa verdades generales que son universales y se pueden aplicar en todos
los tiempos.

96
Salmo 51:1–2
David expresa la intensidad de su súplica con muchas repeticiones.
Esta súplica se basa: en la misericordia de Dios, en su infalible amor, y en su gran
compasión, y no en ninguna acción de David. Es por gracia que somos perdonados, no
por las obras ni por los pagos, que hayamos hecho.
El aguijón más profundo del pecado está enfatizado por la repetición de los
términos: transgresiones, iniquidad, y pecado. El pecado es la rebelión contra Dios, es
odio contra Dios, es una violación de su ley, es el fracaso por no haber podido vivir
según las normas que él ha establecido. El pecado es el rechazo perverso de Dios y de
su voluntad. El pecado produce la horrible distorsión de la buena creación de Dios.
Aunque los desastrosos efectos del pecado son enormes, la limpieza de pecado es
total y completa; el pecado ha sido borrado, ha sido lavado. Hemos sido limpiados
completamente de él. “La sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado” (1
Juan 1:7).
Estos versículos constituyen una de las afirmaciones más bellas y más claras de la
doctrina del perdón en el Antiguo Testamento. Hacen un paralelo hermoso y cercano
con las afirmaciones de las epístolas de Pablo, especialmente la Carta a los Romanos, y
muestran que siempre ha habido una sola forma de estar en paz con Dios. Desde Adán
hasta el fin del mundo, el único camino a la salvación ha sido y siempre será mediante
el perdón basado en la gracia de Dios y obtenido mediante la fe.
Salmo 51:3–5
En esta bella confesión, David reconoce primero sus pecados de hecho, que en este
caso eran el adulterio y el asesinato. Reconoce que sus pecados no fueron meramente
contra Betsabé, con quien había cometido adulterio, ni contra Urías, a quien había
asesinado traidoramente, ni contra el pueblo a quien había ofendido y engañado con su
pecado. Su pecado fue sobre todo una ofensa contra el Dios santo. Su pecado fue una
enorme ingratitud por las muchas bendiciones y los muchos privilegios, que Dios le
había concedido. La ofensa de su pecado fue agravada por la hipocresía con la que
había tratado de cubrirlo. Su vergonzoso expediente justificaba plenamente el fuerte
veredicto que Dios le hizo llegar por medio de Natán y los castigos que el Señor le había
impuesto.
En esta confesión David también reconoce el pecado original. De la naturaleza
corrupta fluyen actos corruptos. Como todos nosotros, David fue concebido y nació con
la naturaleza corrupta heredada de Adán. Había nacido como un enemigo de Dios, cuya
voluntad se oponía a la de Dios; había nacido como un pecador condenado, digno de
condenación. Aunque David había sido librado del dominio de su naturaleza
pecaminosa, sin embargo había permitido que volviera a ganar control sobre él, y había
caído en pecado terrible.
Aunque fue un ejemplo extremo, el pecado de David no fue un evento fortuito, ni
un accidente, ni un sorpresa; fue la expresión de la naturaleza corrupta que latía dentro

97
de él, aun cuando estuviera cubierta con un barniz de decencia. David se dio cuenta de
que su necesidad de perdón se extendía más allá del perdón por unos cuantos pecados
vulgares, por horribles que hayan sido. Reconoció la necesidad de la renovación
completa.
Salmo 51:6
David se dio cuenta de que hacerle frente al pecado exige más que corregir nuestros
actos y conducirnos un poco mejor que antes. Dios quiere otra cosa que la mejora de
nuestros actos externos, quiere un cambio interno, del corazón. Pero David jamás
podría producir ese cambio de corazón por él solo. Nosotros tampoco. El cambio y la
renovación internos, de corazón, deben venir de Dios. David pide en oración esa
renovación. Nosotros también debemos pedirla.

Natán reprende a David


Salmo 51:7–12
David ora para ser limpiado de su pecado. La limpieza con hisopo era parte de las
limpiezas que exigía la ley ceremonial del Antiguo Testamento. El hisopo era una planta
que el sacerdote usaba como una especie de esponja o rociador, para aplicarles la
sangre o el agua de limpieza a los adoradores en las ceremonias del Antiguo
Testamento (Números 19:18, Levítico 14:6). La aplicación de sangre con hisopo
simboliza la limpieza que David recibió en realidad por la aplicación de la sangre de
Cristo a él ante el trono de Dios.
El perdón divino de nuestros pecados se describe también: como si Dios ocultara su
rostro del pecado para no verlo nunca más, como si Dios borrara el pecado del registro
de sus libros, y como si Dios nos lavara hasta dejarnos más blancos que la nieve. Esta
última descripción enfatiza especialmente lo completo del perdón. “La sangre de
Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).
Los resultados de ese perdón serán gozo y alegría, en lugar del temor y el dolor, que
produce el pecado no perdonado. Otro resultado será el amor, que produce el anhelo
de servir a Dios en gratitud por el perdón del pecado. David ora pidiendo esa limpieza
de corazón y rectitud de espíritu, que lo harán sentirse deseoso de servir a Dios y de
permanecer fiel a él. Este salmo en sí mismo es la mejor prueba de que su oración
recibió respuesta. Es muy diferente el David que habla en este salmo del hipócrita
intrigante que trama cubrir su pecado y que está descrito en 2 Samuel 11. Este Salmo es
un gran testimonio del poder del Espíritu que obra mediante la palabra.
Los últimos versículos de esta sección son muy familiares, son el Ofertorio que
usamos comúnmente en los cultos del domingo. En esta oración David reconoce su
indignidad y su debilidad; con las palabras, “Crea en mí”, pide en oración un milagro
que solamente Dios puede hacer. Su oración puede ser respondida únicamente
mediante la obra del Espíritu Santo, que es el único que puede obrar en él: el

98
arrepentimiento, la fe, y la buena voluntad de servir. El Espíritu Santo no sólo crea en
nosotros la fe, mediante la cual recibimos el perdón, también crea la buena voluntad
para servir a Dios, de modo que comencemos a guardar su ley. Como la renovación
nunca llega a ser perfecta en esta vida, David ora para que el Espíritu lo mantenga firme
y lo sustente para no caer de nuevo.
En general, la traducción de esta sección en la Reina-Valera es muy parecida a la que
hemos usado en la liturgia por muchos años. La única diferencia significativa es que la
Reina-Valera, igual que la NVI, entiende el versículo 12 como una referencia a la buena
voluntad de espíritu que el Espíritu Santo pone en nosotros, en vez de referirse al
Espíritu Santo en sí, que es el que nos hace estar dispuestos, como lo traduce el Culto
Cristiano en el Ofertorio (traducción que es paralela a la Versión Autorizada). Ambos
pensamientos son correctos, pero con base en el hebreo, la traducción de la Reina-
Valera o de la NVI parece preferible.
Aunque los versículos precedentes han sido traducidos como una oración, varios de
ellos pueden ser traducidos como afirmaciones de lo que Dios hará en el futuro, más
que como deseos o súplicas. En todo caso, debemos ver estos versículos no sólo como
una plegaria, sino también como una expresión de confianza en que Dios responderá a
la oración de David, porque su oración va seguida inmediatamente por una promesa de
lo que él hará cuando reciba la respuesta a su oración.

La promesa del culto renovado


Salmo 51:13–19
El arrepentimiento auténtico produce la intención de evitar el pecado y de servir a
Dios con más fidelidad. David promete que si Dios le da un corazón renovado: lo alabará
con gozo, ofrecerá sacrificios motivados por el verdadero arrepentimiento, y compartirá
la palabra de Dios con otros. La promesa de que su adoración no será mera formalidad
es el nexo principal entre este salmo y el 50. Dios no se complace con sacrificios que se
hacen automáticamente, sino sólo con la adoración que fluye del corazón arrepentido.
Los últimos versículos del salmo lo amplían, pasa de ser una oración personal por
David a una oración que incluye a todo el pueblo de Dios. La oración de David es para
que el Señor bendiga a su pueblo, de manera que todos puedan adorarlo de una forma
que le sea agradable. La prosperidad y la construcción de los muros de Jerusalén por los
que oró, David son más espirituales que físicos.
Este salmo doctrinal es uno de los más ricos e importantes de todos los salmos;
muestra tanto lo profundo del abismo del pecado como la limpieza perfecta del perdón.
Contiene peticiones y pensamientos que desearemos usar con frecuencia, tanto en el
culto de adoración pública como en nuestras meditaciones privadas. Quiera Dios
conceder a cada uno de nosotros un espíritu de arrepentimiento y un corazón
renovado, como el que David manifiesta en este salmo.

99
SALMO 52

Los Salmos 52–60, están unidos por títulos que los asocian a eventos históricos
sucedidos en la vida de David. Todos ellos tienen que ver con el trato de David con sus
enemigos. Muchos de ellos son de la época en que David huía de Saúl.

Tu lengua es una navaja


Las circunstancias que hay tras este salmo, están descritas en 1 Samuel 21:1–10 y
22:6–23. Cuando David estaba huyendo de Saúl, fue ante el sacerdote Ahimelec y éste
le dio alimento y la espada de Goliat. Ahimelec no sabía que David estaba huyendo de
Saúl, porque David le ocultó ese hecho. Con el fin de obtener una recompensa, Doeg le
dijo a Saúl que los sacerdotes habían ayudado a David, pero no le dijo que lo habían
hecho sin saberlo. Doeg luego masacró a los sacerdotes cuando ninguno de los otros
hombres de Saúl estuvo dispuesto a cometer esa atrocidad.
Salmo 52:1–4
La lengua de Doeg era tan mortal como su espada, porque fue la información
deshonesta que le dio a Saúl lo que condujo a la muerte de los sacerdotes. Tanto su
informe engañoso como la msacre despiadada de los sacerdotes, fueron motivados por
el ambicioso deseo de enriquecerse. Doeg estaba orgulloso de su intriga engañosa,
pensaba que era un hombre poderoso ante los ojos de Saúl, pero estaba en desgracia
ante los ojos de Dios.
Salmo 52:5–7
David tenía la confianza de que Dios iba a castigar a Doeg a su debido tiempo, y que
lo iba a despojar de su ganancia deshonesta. Entonces el juicio en su contra sería una
advertencia a los creyentes para que no siguieran los pasos traicioneros de Doeg. Los
libros de Samuel no informan el desenlace final del trato que Dios le dio pero, como
David, confiamos en que recibió su juicio a su debido tiempo.
Salmo 52:8–9
David confiaba que el Señor continuaría protegiéndolo durante su huida de Saúl,
para poder vivir para alabarlo entre su pueblo, tanto en el tiempo como en la eternidad.
Este salmo es una oración contra los que traidoramente violan el Octavo
Mandamiento con el fin de progresar a expensas de otros. Los que denuncian a los
cristianos ante gobiernos opresivos, los que esparcen falsos rumores acerca de sus
rivales en los negocios, y los que mezclan a su prójimo en maledicencia, son algunos de
los muchos ejemplos de los que “usan su lengua como una navaja” hoy en día.

100
SALMO 53

El necio
Este salmo es casi un duplicado del Salmo 14. Vea el comentario sobre este salmo
para destacar lo que se aplica a éste. Las diferencias más significativas entre el Salmo 14
y el 53, son el reemplazo del nombre divino de “Jehová” por el nombre “Dios” en el
versículo 2, y una revisión sustancial del versículo 5. Las otras variaciones son cambios
estilísticos menores.
No hay instrucciones para los músicos en el Salmo 14. El término mahalat se refiere
a una melodía triste que se usaba durante la enfermedad o la aflicción.
Salmo 53:1–6
Las preguntas principales que se suscitan son, por qué existen dos versiones de este
salmo y quién hizo los cambios que distinguen una versión de la otra. La aparición de
material casi idéntico en dos salmos diferentes no es exclusiva de los Salmos 14 y 53,
aunque en los otros casos son sólo porciones de un salmo las que se reproducen en
otro lugar. Estas duplicaciones se llaman “dobletes”. Ejemplo de ello son: el Salmo
40:13–17 y el Salmo 70:1–5, el Salmo 57:7–11 y el Salmo 108:1–5, el Salmo 60:5–12 y el
Salmo 108:6–13.
Es posible que un inspirado y tardío autor, haya revisado el material que escribió
originalmente David. El relato que hace Isaías del ataque de Senaquerib a Jerusalén
(Isaías 36) aparece en forma ligeramente diferente en 2 de Reyes 18, que
probablemente fue escrito por Jeremías, y en 2 Crónicas 32, que probablemente fue
escrito por Esdras. Parece que Judas adaptó material de 2 Pedro en su epístola. Sin
embargo, como los Salmos 14 y 53, han sido titulados como salmos de David, es posible
que David sea el autor de ambas versiones.
Aún hoy en día no es extraño que un mismo autor produzca más de una versión de
una misma obra básica. Muchas veces ocurre que un autor revisa algo que ha escrito
para hacerlo más apropiado para una nueva ocasión. Por ejemplo, un pastor que está
usando por segunda vez un sermón de graduación que originalmente escribió para una
graduación universitaria puede revisarlo si quiere usarlo para una graduación escolar.
En cualquier caso, por los dobletes que aparecen en los Salmos, parece que en más de
una ocasión David volvió a revisar y volvió a usar material que originalmente había
compuesto para diferentes ocasiones.
No están claras las circunstancias que motivaron a David a escribir los Salmos 14 y
53. Los cambios en el versículo 5 sugieren que el Salmo 53 fue una revisión del Salmo 14
para celebrar la liberación que vino después de haber sufrido un estado de sitio. La
victoria de David sobre Absalón, cuando cruzó el Jordán para atrapar a David en la

101
ciudad de Mahanaim (2 Samuel 18) pudo haber sido la razón para escribir el Salmo 53.
El tiempo cuando Saúl trató de atrapar a David en Keilá (1 Samuel 23:7), es otra ocasión
posible para escribir uno de estos salmos. Como este salmo no tiene título histórico, las
circunstancias que lo inspiraron permanecen inciertas. La referencia a Sión da a
entender que ambos salmos, en su forma presente, datan del tiempo después de que
David capturó a Jerusalén y después de haber llevado el arca allí.
El Salmo 53, probablemente está colocado entre, el Salmo 52, que se refiere a Doeg,
y el Salmo 54, que se refiere a los zifeos, porque su intención es recordarnos a un necio
llamado Nabal a quien David encontró durante su huida de Saúl. La palabra hebrea para
necio en el Salmo 53 es nabal, la misma palabra que el nombre Nabal. Entre su
problema con Doeg (1 Samuel 22) y su escape de los zifeos (1 Samuel 26), David estuvo
a punto de matar a Nabal por causa del trato despectivo que recibieron sus enviados,
pero no lo hizo por la sabia intervención de Abigail, esposa de Nabal (1 Samuel 25).
Hemos pasado algún tiempo hablando sobre las circunstancias que rodearon la
composición de los Salmos 14 y 53, con el fin de ilustrar la forma en que los escritores
inspirados algunas veces usaron y adaptaron materiales previamente escritos. Las
Escrituras mismas indican la adaptación y el uso de tales materiales por los escritores
inspirados. Esto es algo muy diferente del origen de las teorías de la crítica negativa,
que divorcian los materiales bíblicos de sus propios fondos históricos y de los escritores
inspirados. Es importante distinguir entre estas dos cosas.

SALMO 54

Hombres violentos buscan mi vida


La ocasión de este salmo se registra en 1 Samuel 23:19–29 y 26:1–5. Los zifeos, que
pertenecían, como David, a la tribu de Judá, intentaron traicionarlo dos veces, y parece
que lo hicieron para ganar el favor de Saúl. Este salmo tiene los mismos elementos
básicos que hemos observado en muchos de los salmos anteriores que David escribió
mientras huía de sus enemigos.
Salmo 54:1–7

SALMO 55

Mi amigo me ha traicionado
Aparentemente, este salmo fue escrito durante el tiempo de la rebelión de Absalón,
cuando David fue traicionado por su amigo y consejero Ahitofel. Si así fue, se debe
comparar este salmo con el Salmo 41, que evidentemente trata de las mismas

102
circunstancias. Estos eventos se describen en 2 Samuel 15 a 18.
Salmo 55:1–14
Todo en este salmo encaja con el tiempo de la conspiración de Absalón. Los
versículos 9–11, describen las calumnias e intrigas que rodeaban la vida de Absalón y
sus colaboradores más cercanos. Fue una gran pena cuando David se dio cuenta de que
Ahitofel, su consejero, lo había traicionado y se había pasado al lado de Absalón.
Una triste ironía en la oración de David, es el hecho de que Urías hubiera podido
decir de David muchas de las mismas cosas que David dijo de Ahitofel.
En el versículo 6, David desea huir lejos y escapar de la conspiración. Este
sentimiento contrasta claramente con el Salmo 11, en el cual David rechaza el consejo
de huir. Durante la conspiración de Absalón, David huyó de la ciudad al desierto. La
declaración en 2 Samuel 15:14, deja en claro que la preocupación por evitar un
innecesario derramamiento de sangre en Jerusalén, fue el factor clave que hizo que
David tomara la decisión de abandonar la ciudad. El deseo de huir nos muestra tanto la
desesperación como el dolor por haber sido traicionado por un hijo y un amigo. No fue
tanto el deseo de ocultarse en el desierto, como el deseo de refugiarse en Dios.
La urgencia de huir de los problemas es siempre un peligro para el cristiano. Elías
cedió a esta urgencia (1 Reyes 19). Jeremías luchó contra esto (Jeremías 9:2 y 10:17).
Ceder a ese deseo es con frecuencia un cobarde rechazo a sufrir por causa del
evangelio. Pero en otras ocasiones puede haber razones válidas para huir del peligro.
Necesitamos que Dios nos guíe para reconocer la diferencia.
En diferentes ocasiones de su ministerio, Pablo siguió uno u otro de esos caminos;
hubo ocasiones en las que tuvo que quedarse y hacerle frente a la amenaza; hubo
ocasiones en las que un retiro prudente de su parte fue lo mejor para la joven iglesia
cristiana. Se requiere un juicio sensato para distinguir entre el valor y la necedad, para
saber distinguir entre el interés razonable por los demás y la cobardía egoísta. Oremos
para que Dios nos ayude siempre a reconocer la diferencia.
Salmo 55:15–19
En estos versículos, David ora por la derrota del traidor y de sus aliados. Esta
oración fue respondida cuando Ahitofel se suicidó, después que Absalón rechazó su
consejo. Absalón y muchos de sus aliados conspiradores, también tuvieron su merecido
cuando murieron en la batalla.
Salmo 55:20–21
Esta segunda descripción del traidor enfatiza su sagacidad e hipocresía. En esto,
Ahitofel se parecía a Judas, que hipócritamente ocultó la traición y luego con un beso
amistoso entregó a Jesús. La angustia de David en estas circunstancias nos hace
recordar la angustia de Cristo en circunstancias que fueron aun más dolorosas.
Salmo 55:22–23

103
David repite su confianza en que el Señor lo librará. El versículo 22 es bien conocido
y con frecuencia es memorizado, porque es una afirmación general del cuidado de Dios,
que se puede aplicar casi en cualquier circunstancia. Este salmo, como muchos otros de
los salmos de David, nos enseña a confiar en el Señor en cualquier adversidad y a
permanecer confiados en que Dios juzgará al impío.

SALMO 56

Cuando tengo miedo


Este salmo es el primero de los cinco miktam. Las circunstancias que ocasionaron su
escritura están descritas en 1 Samuel 21:10–15. Durante su huida de Saúl, David se
atemorizó y en su debilidad de fe abandonó Israel, y buscando refugio, se unió al rey
filisteo Aquís de Gat. Cuando los hombres de Aquís apresaron a David, recordando que
había matado a Goliat, David escapó de la muerte fingiendo locura. Este salmo es una
expresión de fe, escrito por David después de este acto de debilidad.
Salmo 56:1–13
En dos estrofas que terminan con un estribillo muy parecido, David hace una doble
descripción de sus enemigos y de su confianza en Dios. Los conspiradores y mentirosos,
que son condenados en este salmo pueden incluir no sólo a los filisteos, sino también a
los conspiradores y engañadores de entre los hombres de Saúl, como Doeg, porque fue
su traición primeramente lo que obligó a David a huir.
La doble expresión de confianza de David, contiene algunas bellas frases que se
aplican casi a cualquier peligro. Las palabras, “En el día en que temo, yo en ti confío”,
son una oración apropiada: en la enfermedad, en las tormentas, en la guerra, en las
persecuciones, y en cualquier otro peligro. Cuando parece que estamos solos con
nuestras penas, es un gran consuelo saber que Dios lleva un registro y que ha contado
cada una de nuestras lágrimas. Si confiamos en el Señor, ¿por qué debemos temer lo
que nos pueda hacer el hombre?
Como es su costumbre, David termina su oración con la promesa de alabar a Dios
por responder a su plegaria.

SALMO 57

Me refugio a la sombra de tus alas


Este salmo fue escrito cuando David se ocultó de Saúl en una cueva. Eso ocurrió por
lo menos dos veces: primero en Adulam, en 1 Samuel 22:1; y más tarde en En-gadi, en 1

104
Samuel 24, cuando David tuvo la oportunidad de matar a Saúl pero no quiso hacerlo. Es
probable que aquí se refiera al segundo de esos dos incidentes.
Este salmo es el primero de tres que se cantan con la misma tonada. Los últimos
versículos de este salmo son casi idénticos a los primeros versículos del Salmo 108.
Hablaremos de este doblete en el comentario sobre ese salmo.
Salmo 57:1–3
Estos versículos son típicos de las plegarias iniciales que caracterizan a muchos de
los salmos de David. El salmista compara el poder protector de Dios con las alas
protectoras de un ave que protege a sus polluelos. La comparación del poder cuidadoso
y protector de las alas de Dios ocurre ya al comienzo del Antiguo Testamento: en Éxodo
19:4 y en Deuteronomio 32:11. Aparece varias veces en los salmos (Salmos 17:8, 36:7,
61:4, 63:7, 91:4) y también la usa Jesús en una de sus referencias a Jerusalén (Mateo
23:37). La figura de las alas da la impresión tanto de un encumbramiento poderoso y
majestuoso, como de un refugio acogedor.
Salmo 57:4–6
A los enemigos de David se les describe como bestias feroces que desgarran a su
presa, y como tramperos que tratan de atrapar a un animal. Estas descripciones
enfatizan tanto la maldad como la astucia de los enemigos de David. La vergüenza de
Saúl, que cayó en su propia trampa, se puede ver reflejada en la ironía de la segunda
mitad del versículo 6.
Un rasgo digno de notarse en esta descripción es la exclamación de alabanza que
separa las dos descripciones del enemigo. Aun en medio de la angustia, David piensa en
la gloria de Dios. Estos pensamientos convierten su angustiado corazón en un corazón
confiado.
Salmo 57:7–11
Como de costumbre, David promete que alabará a Dios después de haber sido
liberado. Está confiado en que aun cuando le ha perdonado la vida a Saúl, Dios lo
conservará seguro hasta que llegue a ser rey. Tiene esa confianza porque Dios, que
siempre es fiel a sus promesas, se lo ha asegurado.
La exclamación final de alabanza es la misma exclamación que está en la mitad del
salmo (v. 5). David reafirma la confianza que ha expresado antes.

SALMO 58

Poderosos, ¿pronunciáis en verdad justicia?


Este salmo no está relacionado con ninguna situación específica de la vida de David,

105
como ocurre con otros salmos de esta sección. Pudiera ser la condena del régimen
corrupto de Saúl, pero es lo suficientemente general para que se pueda aplicar a
cualquier mal gobierno. El Salmo 82 tiene un tema semejante.
Salmo 58:1–5
La palabra que se traduce como “poderosos” con frecuencia significa “dioses” o
“seres celestiales”. Esta palabra enfatiza que inclusive los gobernadores corruptos son
siervos de Dios y son sus representantes en la tierra. Pero ante la instigación de
Satanás, esos gobernadores hacen mal uso del poder que Dios les ha dado. El juicio
contra ellos será especialmente severo porque son siervos de Dios, que tienen la
responsabilidad de castigar el mal y de recompensar el bien (Romanos 13:1–7). Es una
abominación cuando los gobernadores hacen lo opuesto y castigan al inocente y
protegen al impío. Como se les ha dado mucho, su castigo por hacer mal uso de esa
autoridad será igualmente severo. Como las serpientes que no escuchan la música del
encantador, llevan adelante su maldad, sin inmutarse ante fuertes advertencias ni
peticiones amables.
Los crímenes más enormes de la historia de la humanidad han sido cometidos por
los gobiernos. Los gobernantes corruptos son tan comunes en el mundo que esa
corrupción algunas veces hasta llega a parecer normal. En cierto aspecto lo es, porque
esos gobernantes son simplemente los ejemplos prominentes de la raza humana que
desde su nacimiento ha sido corrupta. La maldad que anida en su corazón se expresa
por la violencia de sus manos. Al comparar a los gobernantes corruptos con las
serpientes, David puede estar haciendo una referencia sutil al diablo, el amo de ellos
que les enseñó sus malvados caminos. Aunque muchos dan por sentado que los
gobiernos son corruptos, el Dios que distingue lo correcto de lo erróneo no permitirá
que sus impiedades pasen inadvertidas. Ni tampoco su pueblo.
Salmo 58:6–9
David denuncia a los gobernantes corruptos con duras maldiciones. Vea la
introducción a este volumen respecto a los comentarios de los pasajes imprecatorios en
los salmos. La comparación del versículo 9 enfatiza la rapidez de su destrucción.
Hay porciones de los versículos 7 y 9, que son muy difíciles de traducir, pero
ninguna de las traducciones sugeridas parece ser mejor que la que ofrece la NVI:
7. Que se escurran, como el agua entre los dedos;
que se rompan sus flechas al tensar el arco.
8. Que se disuelvan, como babosa rastrera;
que no vean la luz, cual si fueran abortivos.
9. Que sin darse cuenta, ardan como espinos;
que el viento los arrastre, estén verdes o secos.
Salmo 58:10–11

106
Aunque los cristianos oran por el arrepentimiento de sus enemigos, también es
apropiado que se regocijen cuando el juicio de Dios triunfa y se hace justicia. Compare
este salmo con Apocalipsis 19 para una mayor demostración de esta verdad. La razón
del regocijo de los santos no es la venganza personal, sino el gozo: de que el honor de
Dios se haya mantenido, de que el pecado haya sido frenado, y de que el justo haya
sido recompensado.
Este salmo condena todo gobierno injusto. Es triste decirlo, pero David mismo fue
esa clase de gobernante durante un breve período de su reinado. Otros ejemplos de
gobernantes injustos en las Escrituras son: Acab y Jezabel, que persiguieron a los
profetas y a los del pueblo de Dios, como Nabot; Herodes, que mató a los niños de
Belén; y Pilatos y Caifás, que enviaron a la muerte a Cristo. Ejemplos de nuestros
tiempos incluyen a los perseguidores nazis y a los comunistas, y aun a los gobiernos
democráticos, que permiten la muerte de bebés no nacidos y al mismo tiempo
permiten vivir a los asesinos.

SALMO 59

Ellos acechan
El contexto de este salmo está en 1 Samuel 19. Saúl le había dado a David en
matrimonio a su hija Mical, esperando que ella lo pudiera ayudar contra David. Sin
embargo, Mical amaba a David y se puso de su lado y en contra de su padre. Cuando
Saúl envió hombres a su casa, Mical le ayudó a David a escapar; puso un muñeco en la
cama, simulando que era David y a él lo ayudó a escapar por la ventana.
Este salmo se puede dividir en dos partes, cada una de las cuales termina con un
estribillo casi idéntico. A los enemigos se les describe en términos muy similares en
cada mitad del salmo, pero hay una progresión definida. Las oraciones por la liberación
predominan en la primera mitad, y en la segunda mitad se enfatiza una confiada
descripción de la liberación.
Salmo 59:1–9
En esta primera estrofa, David destaca tres puntos: la maldad, la traición, y la
arrogancia del enemigo; su propia inocencia, que indica que no merece la persecución;
y el poder y el deseo de Dios para juzgar a los enemigos. La dureza de la descripción que
David hace de sus enemigos, comparándolos con una jauría de perros rabiosos, no es
sorprendente porque estos hombres, en su bajeza lo atacaron en su propio hogar, al
resguardo de las sombras de la noche, y todavía esperaban que su propia esposa los
ayudara en la traición.
Salmo 59:10–17

107
El patrón que sigue la segunda estrofa es similar al primero, excepto que David va
progresando a una mayor certeza de victoria. David hace un fuerte llamado para pedir
el castigo del impío; pide que el castigo se haga tanto público como prolongado, de
modo que sirva de lección para otros, tanto en Israel como en todo el mundo. Pide
también que en el castigo de los impíos se incluya la destrucción final. Estas son
palabras duras, pero están de acuerdo con el veredicto que Dios hace contra los
pecadores impenitentes.
El pronunciamiento del Día del Juicio, incluirá tanto la vindicación pública de la
justicia de Dios como el anuncio de la destrucción eterna. La única diferencia que hay,
entre el juicio del último día y lo que David está pidiendo, es que David está hablando
de juicios preliminares que tienen lugar en el tiempo y que aún pueden servir de lección
a otros.
Cada parte de la segunda estrofa muestra progresión en el pensamiento de la
primera estrofa. Los enemigos aún están gruñendo, pero en la segunda estrofa su
arrogancia ha sido sometida. En el estribillo de la primera estrofa David está a la espera
de su Señor. En la segunda estrofa David ya está alabando a su Señor, porque ha sido
librado de gran peligro, en el que su propia casa había sido una trampa de muerte, para
llegar a la seguridad de la fortaleza de Dios.
La referencia que hace David a los “confines de la tierra” extiende la aplicación de
este salmo desde las experiencias de la vida de David, que lo motivaron a escribir el
salmo, a las experiencias de los creyentes de todo el mundo hasta el fin de los tiempos.
Los mismos principios de juicio y justicia que aplicó Dios en su trato con Saúl y sus
compinches, se aplican a los malvados y a los perseguidores de todos los tiempos.

SALMO 60

Tú nos has rechazado


Las circunstancias que hay detrás de este salmo se describen en 2 Samuel 8 y 10. Los
arameos eran los habitantes del país que hoy conocemos como Siria. Aram Naharaim es
la parte noreste del país cercana al río Éufrates. Soba está en la Siria central,
probablemente en el valle de Baca. Saúl y David, dirigieron campañas contra los
arameos y subyugaron la región que debía pagar impuestos.
El tiempo y las circunstancias exactas de las batallas que se mencionan en el título
de este salmo son inciertas, pero se pueden referir a la reaparición de los arameos
contra Israel, tiempo después, durante el reinado de David, cuando trataron de ayudar
a los amonitas en desafío a Israel (2 Samuel 10). La batalla contra los edomitas
probablemente se refiere a un ataque que se hizo contra Israel por medio del Valle de
Arabá, que está al sur del Mar Muerto, en un intento de aprovechar el conflicto que
Israel tenía con los amonitas y arameos al norte y al este.

108
Los últimos versículos de este salmo son casi idénticos a los últimos versículos del
Salmo 108. Hablaremos de este doblete en los comentarios a ese salmo.
Salmo 60:1–5
David habla primero de la situación desesperada en la que se encuentra Israel.
Como lo están atacando simultáneamente varios enemigos, humanamente hablando
parece muy probable que Israel sea derrotado. Las apariencias hacen pensar que el
reino de David será dividido. David y su pueblo están perplejos. ¿Qué ocurrió con la
promesa de victoria que Dios les había hecho? ¿Está siendo rechazado el pueblo de Dios
por los pecados que ha cometido?
David hace a un lado estos temores con una declaración de confianza. La promesa
de Dios es la bandera que los guiará a la victoria. David le pide a Dios que demuestre su
amor hacia ellos, liberándolos
Salmo 60:6–8
Esta seguridad que viene de Dios parece que se basa en la pasada victoria que le dio
a Israel cuando les permitió conquistar la tierra bajo el liderazgo de Josué. Siquem es la
ciudad de Samaria que fue la primera “capital” de Israel después de la conquista. El
Valle de Sucot es el área que está a la orilla del río Jaboc, al este del río Jordán. Galaad
es una región que está al norte de Transjordania, que estuvo ocupada por la tribu de
Manasés. Esos territorios transjordanos habían sido conquistados y divididos entre las
tribus de Israel bajo el liderazgo de Moisés.
Efraín y Judá, fueron las dos tribus más poderosas e influyentes de Israel, que las
dirigieron a la guerra. Unidos, los lugares que se mencionan representan la totalidad de
la tierra de Israel. Moab, Edom, y Filistea, eran los enemigos de Israel en las fronteras:
oriental, sur, y occidental, respectivamente. Se describen en términos que muestran
que habían estado subyugados por Israel.
Algunos comentaristas sugieren que David pudo estar usando aquí citas de un
antiguo salmo de algún libro no canónico, como el “Libro de las batallas de Jehová” que
se menciona en Números 21:14. Si es así, está usando victorias pasadas que les dio el
Señor, como una seguridad de que ahora también él ayudará a su pueblo. En cualquier
caso, la cita con las referencias a los territorios que están a los lados del Jordán, encaja
con la batalla que sostuvieron contra los arameos y los edomitas, en la que estuvo en
juego el control del territorio tribal de Israel que estaba al este del Jordán.
Salmo 60:9–12
A la luz de la proclamación divina de victorias pasadas, David pregunta: “¿Quién nos
dará la victoria ahora? ¿Quién permitirá que conservemos los territorios que están al
este del Jordán?” Para David, la respuesta es obvia: “Aunque Dios ha permitido que
tengamos reveses, él se aplacará y nos dará la victoria”. En la batalla contra los arameos
y los amonitas, Dios les dio la victoria, y el reino de David fue protegido.

109
Israel y las naciones vecinas

SALMO 61

Aunque los Salmos 61–64, no tienen títulos históricos específicos, como los salmos
precedentes, están estrechamente relacionados en cuanto al tema. Estos cuatro salmos
continúan el tema de los Salmos 59 y 60: confiemos en Dios en tiempo de peligro.

La oración del soldado desde todos los confines de la tierra


Salmo 61:1–8
No podemos estar seguros de cuándo fue escrito este salmo, pero parece venir del
tiempo de la rebelión de Absalón, cuando David estaba en el exilio, en “el extremo de la
tierra”, cuando tuvo que huir lejos del templo y parecía que su dinastía estaba en
peligro de caer. O tal vez fue escrito durante otra de las campañas militares de David en
el extranjero.
David está confiado, en que Dios quien ha sido su torre y su refugio en el pasado, lo
librará de nuevo. Renuncia a confiar en su propio poder cuando confiesa que Dios es la
roca que es más alta que él.
Morar en el tabernáculo de Dios para siempre, recibir una herencia de Dios, y morar
en la protección de sus alas, son términos más íntimos que las precedentes figuras de
una torre y una roca. Estos términos señalan más allá de la seguridad terrenal y más allá
del establecimiento de la dinastía de David en Jerusalén, apuntan al eterno reinado del
Mesías. La oración de David por el rey también va más allá de David mismo, más allá de
Salomón y de todos los otros miembros de la dinastía, hasta el Mesías Rey, es decir, a
Cristo y a su reino eterno. David mismo alabará a este rey que será un descendiente
suyo.
Los primeros versículos de este salmo pueden ser una oración apropiada para un
soldado o para cualquiera que se encuentre en peligro lejos de su hogar. Abraham,
Jacob, José, y Daniel, nos vienen a la mente como personas para las cuales esta oración
podría haber sido apropiada. Lejos del hogar, nosotros también confiamos en la roca
que es más alta que nosotros.

SALMO 62

Mi alma descansa sólo en Dios

110
Este salmo es el primero de una serie de siete “salmos” en el sentido estricto del
término. “A Jedutún” puede ser mejor traducido como “según el estilo de Jedutún”, el
músico del templo.
Salmo 62:1–4
La figura de Dios como roca de protección vincula este salmo con el anterior. Como
Dios es la fortaleza de David, es inútil que sus enemigos traten de derrocarlo, aun
cuando esté tan débil como una pared que se tambalea. Los enemigos son unos
bravucones cobardes que atacan abiertamente al débil. Envidian a sus superiores y
ansían atacar a los que se encuentran en posición inferior. Son lo opuesto a los
piadosos, que fortalecen al débil y que se regocijan con los que han sido ricamente
bendecidos. Aunque los enemigos practican la hipocresía, sus artimañas no triunfarán.
Salmo 62:5–12
La segunda mitad del salmo comienza con una expresión de confianza muy similar a
como comenzó. El principal interés de David en esta mitad del salmo es que otros
quieran compartir su confianza en Dios como la única roca de protección. Él es
partidario de esperar a Dios de manera paciente y tranquila. Invita a todas las personas
a que se le unan en esta confianza.
Advierte contra dos fuentes de ayuda que son poco confiables. No confíes en la
gente como tu última fuente de ayuda. Su vida es demasiado corta e inestable para ser
una ayuda confiable. Las riquezas son inconstantes y pasajeras, ya sea que se hayan
ganado por medios honestos o deshonestos.
David concluye con una meditación sobre los dos atributos de Dios que son el
consuelo de los creyentes. Dios es todopoderoso y usa su poder para proteger a su
pueblo, no para aplastarlo. Dios es amoroso y fiel, y tiene el poder para cumplir las
amorosas promesas que le ha hecho a su pueblo. Estas dos características combinadas
le dan al pueblo de Dios consuelo y paz en toda circunstancia. Pueden esperar su juicio
justo con confianza.
Este salmo es una de las oraciones más generales y universales de David. Podemos
aplicar esto fácilmente a nuestra vida como una bella expresión de las verdades que
estudiamos en el Primer Mandamiento y en el Primer Artículo del Credo.

SALMO 63

Mi alma tiene sed de ti


Como el Salmo 61, éste sugiere un tiempo de exilio. En este aspecto también es
semejante a los Salmos 41–43. Tal vez fue escrito como una reflexión sobre la huida de
David por el desierto de Judá, cuando tuvo que escapar de Absalón. La huida para

111
escapar de Saúl pudo ser otra posibilidad, pero entonces las referencias que hace al rey
tendrían que ser referencias hechas en fe, mirando por adelantado al reinado de David.
Salmo 63:1–2
David expresa añoranza por Dios y su templo. Su oración es la de un amigo íntimo
de Dios. Se dirige a su Dios, no a un extraño. Su anhelo es el de un amante, añorando
reunirse con lo único que ama. Tiene deseos de ser sacado del exilio para poder rendir
culto en la presencia de Dios. Promete ardientemente que se va a unir a la adoración
cuando sea restaurado.
Salmo 63:3–8
Alabar a Dios es el sustento diario del salmista. Antes, David estaba sediento; ahora,
está satisfecho. La meditación y la alabanza nutren su vida. La alabanza estará en su
pensamiento y en sus labios de día y de noche. Descansa a la sombra de las alas de
Dios, pero para sus enemigos la situación será completamente diferente.
Salmo 63:9–11
La muerte física y la muerte eterna, es lo que le espera al impío. La horrenda
descripción de los animales que se alimentan de carroña devorando su cuerpo es sólo
una débil predicción de la realidad del infierno. Aquellos que claman en contra de Dios
serán silenciados, pero la boca del pueblo de Dios lo alabará eternamente.

SALMO 64

Guárdame del que conspira


Este salmo, que no tiene ningún antecedente histórico específico, puede ser un
resumen o revisión de los muchos salmos de David que hemos estudiado y son
oraciones contra sus enemigos.
Salmo 64:1–10
Aquí están reunidos todos los elementos ya familiares de las oraciones de David
contra sus enemigos: una súplica inicial; una descripción de la traición, de la maldad, y
de la arrogancia de los enemigos; la inocencia del perseguido; la seguridad de la victoria
de Dios; y el agradecimiento del justo. Este salmo repite la denuncia de lenguas
cortantes que escuchamos en el Salmo 52. Y le da una conclusión apropiada a este
grupo de salmos que hablan de los sufrimientos de David y que comenzaron con el
Salmo 52.
“La mente y el corazón del hombre son un abismo”, una traducción posible del
versículo 6 b, son palabras que describen las inútiles artimañas de Saúl contra David y

112
caracterizan también la traición de Absalón. Igualmente podemos decir que son un
buen resumen de las artimañas de todos los pecadores de todos los tiempos y de todo
lugar. A pesar de esas artimañas, los impíos fracasarán. A pesar de esas intrigas, el recto
de corazón vivirá para alabar al Señor.

SALMO 65

Los Salmos 65–68 están clasificados como “cánticos”. Todos ellos parecen
apropiados para fiestas y procesiones.

Un salmo de gratitud
Tú coronas el año con generosidad
Este salmo convendría especialmente durante las peregrinaciones a Jerusalén para
las fiestas: de la cosecha, de Pentecostés y de los Tabernáculos. Da gracias por las
bendiciones espirituales que Dios le da a su pueblo, por su gobierno de las naciones, y
por la cosecha. Este salmo conviene especialmente para el Día de Acción de Gracias que
también enfatiza los mismos tres temas.
Salmo 65:1–2
La traducción de la primera línea es incierta. La versión Reina-Valera coincide con la
traducción que ofrece la NVI: “Tuya, Dios, es la alabanza en Sión”, pero no con la
traducción de la NVI: “La alabanza te espera, oh Dios”. Cualquiera de los dos
pensamientos se acomoda al contexto. La referencia, a los votos que se hace en esta
sección, y al perdón en la siguiente sección, puede sugerir que este salmo fue
compuesto después de que el salmista fue librado de una sequía o de una hambruna.
Esta oración tiene un tema misionero subyacente. Habla del incremento de la
adoración al Señor según va creciendo el círculo de adoradores, desde los judíos que
venían a las fiestas de Jerusalén hasta el gran número de gentes que vienen a él de
todas las naciones. El salmista prevé el día que le fue prometido a Abraham que las
bendiciones de su simiente serían bendición para todas las familias de la tierra.
Salmo 65:3–4
Estos versículos fueron especialmente apropiados cuando las multitudes de
sacerdotes y de peregrinos se reunían en el templo. Estas palabras también expresan el
gozo que encontramos en las fiestas que celebramos con nuestros compañeros
cristianos en la iglesia. El cumplimiento más rico de estas palabras vendrá cuando todos
estemos reunidos como una sola congregación en la fiesta de la vida eterna. La mención
del perdón es apropiada en una canción festiva, porque sin el perdón no tendríamos
nada que celebrar y no podríamos venir ante la presencia de Dios.
113
Salmo 65:5–8
Dios pone lo ingobernable en su lugar, controla las inquietas olas del mar y la
turbulenta confusión de las naciones. En la creación les puso límite a los mares,
permitió que sus aguas se desbordaran en el diluvio y luego las hizo regresar a su lugar.
Confina a los imperios y a las naciones a los límites que les ha establecido; cuando se
vuelven demasiado orgullosos, quebranta su poder. Así lo demostró una y otra vez
durante la historia de Israel, especialmente durante el Éxodo de Egipto. El salmista
prevé el día en que Dios les mostrará tan sorprendentes obras a todos los pueblos de la
tierra. Ese día llegará, y nos regocijaremos en él. Las sorprendentes obras que Cristo
logró para nuestra salvación están siendo predicadas desde que el sol se levanta hasta
el anochecer.
Nuestro Salvador, que es nuestra roca y fortaleza, gobierna este mundo. Por lo
tanto, no debemos confiar en la fuerza de las montañas como nuestra seguridad.
Tampoco debemos temer las olas embravecidas del mar. Las grandiosas obras de Dios
son nuestra esperanza.
Salmo 65:9–13
Algunas veces, Dios obra mediante milagros espectaculares; con más frecuencia,
obra mediante una suave lluvia. Sin el ciclo de las lluvias que Dios ha ordenado, la vida
ya habría desaparecido de la tierra; cuando Dios las envía hasta el desierto florece. Por
medio de la lluvia, nuestro Padre provee abundantemente nuestro pan de cada día.
Toda la creación se regocija con sus bendiciones. Esta bella descripción, de la lluvia y de
sus bendiciones, nos recuerda alabar la generosidad que Dios nos ha mostrado a todos.

SALMO 66

Qué asombrosas son tus obras


Este salmo desarrolla el tema de la segunda parte del salmo anterior. Se centra en
las sorprendentes obras de Dios por las que liberó a Israel de Egipto. Sin embargo, es un
pensamiento general que se puede aplicar a todas las asombrosas obras que hace Dios
para liberar a su pueblo.
Salmo 66:1–4
Todos los pueblos de la tierra son invitados para que se unan a Israel en alabanza a
Dios, por las grandiosas obras que ha hecho. Los egipcios y todas las naciones
circunvecinas estaban llenos de temor por las obras que el Señor había hecho para
liberar a Israel, pero ahora Dios será el Dios misericordioso de todos los pueblos que
acudan a él.

114
Salmo 66:5–12
Esta sección se basa en que Israel fue liberado de sus sufrimientos en Egipto. Eso
también se puede aplicar a todas las pruebas que le sobrevienen al pueblo de Dios,
porque el Éxodo es un tipo y modelo de todos los actos de liberación de Dios.

Orando en el templo
Realmente, el énfasis mayor de esta sección no está en la liberación final, sino en los
beneficios de las pruebas que Dios permite que la precedan. Dios usa las pruebas para
probar y refinar a su pueblo. No sabemos quién fue el autor, ni la fecha en que fue
escrito este salmo, pero el pensamiento de ser refinado mediante los sufrimientos
podría corresponder a David o a alguien más en un momento posterior de la historia de
Israel. Isaías 43 desarrolla un tema muy parecido.
Salmo 66:13–20
Lo sorprendente de esta sección es el carácter personal e individual de la oración y
de la alabanza, ya que la sección anterior fue nacional o congregacional. Parece que el
salmista estaba aplicando a su experiencia personal la lección que había aprendido de la
liberación de la nación. Al igual que ésta, él había sido perdonado y liberado, a pesar de
sus pecados. Por eso alaba a Dios e invita a otros a que unan a él en la alabanza.
Aunque nosotros dirigimos la atención del pueblo en primer lugar a los grandes
actos de Dios que obtuvieron la salvación para todas las personas, también es
apropiado que demos testimonio del significado que estos actos han tenido en nuestra
vida. Nuestro ejemplo y nuestra experiencia pueden alentar a otros.

SALMO 67

Venga a nosotros tu reino


Este salmo constituye una excelente oración misionera. El salmista ora para que
toda la gente pueda experimentar la misma gracia y bendición que Dios ha puesto
sobre su pueblo Israel, en la bendición que les dio a Moisés y a Aarón. Este salmo ora
por el cumplimiento de la promesa a Abraham. La cosecha que se menciona en este
salmo es primeramente la cosecha de almas por medio del evangelio, en lugar de la
cosecha de granos de los campos. Este salmo conviene especialmente para el
Pentecostés, que comenzó como una fiesta de la cosecha en el Antiguo Testamento
pero que hoy se celebra como el principio de la cosecha que la iglesia reúne mediante la
predicación del evangelio.
Este salmo tiene una forma poética equilibrada. Empieza con una oración de cuatro

115
líneas que pide la bendición de Dios para su pueblo. La oración de en medio, que pide
que toda la gente se una en alabanza a Dios, comienza y termina con las mismas
palabras. El salmo termina con una respuesta de cuatro líneas a la oración.
Salmo 67:1–7
Cuando Dios muestra su gracia y nos bendice, queremos compartir su palabra con
todos. Nuestra alabanza a Dios llevará a otros a alabarlo también. Las bendiciones que
Dios nos da también serán fuente de bendición para los demás. Si alabamos con gozo a
Dios y les hablamos a las naciones de su justicia, la tierra producirá una rica cosecha de
almas para Cristo y para la vida eterna.
Los Salmos 65–67, nos enseñan que la verdad de Dios es nuestra propiedad
personal, pero no de nuestra propiedad privada. Es decir, no perdemos esa verdad por
el hecho de compartirla con los demás; al contrario, somos mayormente enriquecidos
cuando la compartimos. Dios es tan generoso con su gracia como lo es con la cosecha
que da en la naturaleza; él quiere que compartamos su gracia con otros. Que Dios
bendiga nuestro trabajo para que la tierra dé la rica cosecha espiritual.

SALMO 68

La procesión de mi Dios
Como los tres salmos anteriores, el Salmo 68 sirve muy bien para una festividad en
el templo. Describe una procesión de Dios desde el monte Sinaí, donde se construyó el
arca del pacto, hasta el templo del monte Sión en Jerusalén, donde el arca encontró su
morada. Este salmo pudo haber sido escrito para la procesión que se hizo cuando David
llevo el arca del pacto a Jerusalén (2 Samuel 6) o para alguna ocasión en la que el arca
acompañó a Israel en la batalla, como ocurrió en 2 Samuel 11:11. Sin embargo, también
es apropiada para cualquier procesión festiva al templo. En la iglesia cristiana este
salmo con frecuencia se lee en la fiesta de la ascensión de Jesús y en Pentecostés.
Salmo 68:1–2
Si este salmo fue escrito poco tiempo después de que David conquistó Jerusalén, es
natural que David orara para que el Dios de la victoria continuara sometiendo a sus
enemigos, como lo había hecho: durante el éxodo de Egipto, durante la conquista de la
Tierra Prometida, en los días de los jueces, y durante las victorias de David que
culminaron con la conquista de Jerusalén.
Es claro que David está buscando, en el pasado, consuelo para el presente y para el
futuro, ya que los primeros versículos del Salmo 68, son muy semejantes a la oración
que se pronunciaba cuando el pueblo de Israel salía de sus campamentos en el desierto
con el arca de Dios que guiaba el camino (Números 10:35). La diferencia principal es
que en Números 10 las palabras deben ser traducidas como un deseo o una oración. En
116
el Salmo 68, estos versículos pueden ser traducidos acertadamente como una
afirmación de fe: “Dios se levantará, serán esparcidos sus enemigos”.
Con los muchos enemigos que el pueblo de Dios enfrenta hoy en día (el comunismo
ateo, el Islam militante, el humanismo, el materialismo, y los falsos maestros que
existen en la iglesia), con frecuencia parece que la iglesia pelea una batalla que ya está
perdida; pero podemos tener confianza en la victoria final, como la tuvo David. Ante el
Dios Todopoderoso aun los más grandes ejércitos son tan frágiles como el humo que el
viento dispersa, se derriten como la cera ante el calor del enojo de Dios. Como ocurrió
cuando los ejércitos de Egipto flotaron en las playas del Mar Rojo, como pasó cuando el
ejército de Senaquerib fue destruido en sólo una noche, así ocurrirá también con los
enemigos de Dios cuando Cristo regrese.
Salmo 68:3–6
¡Qué contraste tan grande hay entre el desastre que sufrieron los enemigos de Dios
y las bendiciones que disfrutan sus hijos! Aunque es el poderoso Dios, cuyo dominio
sobre la naturaleza está representado por un jinete que cabalga sobre las nubes, al
mismo tiempo es un amoroso padre para sus hijos. Aunque las nubes en el monte Sinaí
y las nubes del Día del Juicio, son señales del terrible juicio de Dios; aunque venga en
juicio, su venida será una bendición para su pueblo.
Dios tiene especial interés: por los que son físicamente débiles, por los oprimidos,
por las viudas, y por los huérfanos. Esos términos no sólo se refieren a circunstancias
terrenales, sino también a la condición espiritual de Israel y de la iglesia en el mundo.
Israel no era fuerte ni numeroso entre las naciones de su tiempo; y así es también hoy,
la verdadera iglesia no es numerosa ni poderosa comparada con sus enemigos del
mundo. El pobre y el solitario, que se describen en este salmo son los mismos que se
describen como: pobres, atribulados, mansos, y hambrientos, en las bienaventuranzas
(Mateo 5).
Algunas veces las prisiones que sufre el pueblo de Dios son literalmente eso,
prisiones como las de los campos de esclavitud de Egipto o como la prisión de Herodes.
Algunas veces son las prisiones del pecado o de la opresión. Dios pone en libertad a su
pueblo de esas prisiones mediante el mensaje del evangelio del perdón de los pecados,
y mediante la liberación de la aflicción física, que logra para su pueblo. Dios reúne a su
pueblo en una sola familia, la iglesia de los creyentes. Ellos tendrán una grata herencia
tanto en este mundo como en la eternidad. Para los enemigos de Dios habrá sólo la
aridez de una tierra calcinada, ahora y en la eternidad.
El principio general del cuidado de Dios que se bosqueja en los versículos
precedentes se aplica a algunas situaciones históricas específicas en los siguientes
versículos.
Salmo 68:7–10
Estos versículos se refieren a las bendiciones que Dios le dio a su pueblo, cuando los
llevó a través del desierto desde el monte Sinaí hasta la Tierra Prometida. El monte

117
Sinaí se cubrió de nubes y relámpagos, y la tierra se estremeció cuando Dios descendió,
pero parece más probable que el estremecimiento de la tierra y las lluvias que se
mencionan en estos versículos sean símbolos del poder protector de Dios y del
“derramamiento de bendiciones” que acompañaron a Israel a través de los años que
pasaron en el desierto y cuando se establecieron en la rica tierra que Dios les dio.
La providencia de Dios cuando guió a su pueblo a través del desierto hasta entrar en
su herencia, es el modelo de cómo Dios provee para su pueblo a través de todos los
tiempos, ya sea proveyendo con milagros espectaculares o con una providencia
tranquila. Como Israel, nosotros también podemos decir: “Por tu bondad, oh Dios, has
provisto para el pobre”.
Salmo 68:11–14
Estos versículos se refieren a las victorias que Dios le dio a Israel sobre sus
enemigos, mediante los jueces; se basan libremente en el canto de Débora después de
la victoria sobre el ejército de Sísara (Jueces 5). En los versículos finales de su canto,
Débora hace un comentario irónico sobre los planes de los enemigos de Israel para
repartirse los despojos que habían esperado obtener de Israel. La ironía tanto en el
canto de Débora como en este salmo, es que a pesar de los traicioneros ataques del
enemigo, es el pueblo de Dios quien reparte los despojos, no sus enemigos.
En el canto de Débora, la madre de Sísara, que lo espera en casa, se sigue diciendo a
ella misma que su hijo ha tardado en regresar porque tuvo que repartir muchos
despojos, pero en ese mismo momento los cadáveres de los soldados de Sísara están
siendo dispersados en el campo de batalla como copos de nieve, y es Israel quien está
recogiendo los despojos de guerra.
David hace eco del canto de Débora porque expresa una verdad que es aplicable a
cada época de la historia del pueblo de Dios. Aunque esta sección se basa en un evento
histórico específico, los principios que expone son eternos y se pueden aplicar a las
victorias de Dios y de su pueblo, desde los días de Débora hasta el Día del Juicio Final.
Como el versículo 13, es difícil de traducir e interpretar, usted puede encontrar
algunas otras traducciones bastantes diferentes a la de la Reina-Valera 95 (que coincide
con la NVI). Sin embargo, limitaremos nuestros comentarios a la traducción de la Reina-
Valera 95, ya que ninguna de las otras traducciones es marcadamente mejor.
La referencia a los que se quedan echados entre los tiestos parece ser un reproche a
los negligentes y débiles en la fe que se quedaron en casa y no participaron en la batalla
contra los enemigos del Señor. Esto se asemeja a la reprimenda a la tribu de Rubén que
se relata en Jueces 5:16.
Se han sugerido muchas interpretaciones diferentes para las bellas alas de la
paloma. Se han entendido como una descripción figurativa de Israel, que está tomando
el sol en prosperidad y está disfrutando de las riquezas de los despojos de la guerra,
una descripción de las mujeres de Israel que se visten con los despojos recién ganados,
la descripción de un trofeo capturado al enemigo, la huida del enemigo, o una
descripción de la gloria de Dios. Una combinación de las dos primeras explicaciones

118
parece lo más probable.
Salmón significa “Monte Negro” y se puede referir a una montaña que está en
medio de Samaria o a una montaña que está en Basán.
Salmo 68:15–18
Los montes de Basán son las altas montañas que están localizadas al noreste del
mar de Galilea, cerca del territorio de Sísara. Aunque esas montañas son mucho más
altas que el monte Sión de Judá, éste las sobrepasa en belleza y gloria, ya que allí se
encuentran el templo y el arca del pacto del verdadero Dios.
Los carros de Dios representan a los ángeles que siempre sirven en su presencia. Lo
acompañaron al monte Sinaí (Deuteronomio 33:2). Había estatuas de querubines
suspendidas sobre el arca del pacto (Éxodo 25:20). Los ángeles acompañarán a Cristo
cuando regrese en gloria (Mateo 25:31).
Dios “subió a lo alto” cuando el arca fue guardada en el templo de Jerusalén. Este
movimiento completó la conquista de la Tierra Prometida, que fue gobernada después
por un rey aprobado de Dios. Dios recibió dones de los hombres, porque su templo
ocupaba ahora el centro de la tierra que Israel había tomado de sus enemigos.
Pero esta “ascensión” a Sión, aunque era muy grande, señalaba una ascensión más
grande. En Efesios 4:7–13, Pablo le aplica estas palabras a la ascensión de Cristo
después de su muerte y resurrección. La ascensión de Cristo marca el cumplimiento de
la conquista de Dios en la tierra. Cristo derrotó y sometió: al pecado, a la muerte, y a
Satanás. Ahora Cristo tiene todo el poder en los cielos y en la tierra. Él es Rey de reyes,
y Señor de señores.
De acuerdo con la traducción al griego del Antiguo Testamento, Pablo modifica en
algo la forma hebrea de la cita; en vez de decir: “Tomaste dones de los hombres”, Pablo
dice: “Dio dones a los hombres”; lo hace para enfatizar la aplicación de este pasaje a
nosotros. Cristo no sólo recibió dones, sino que comparte con nosotros el poder que
recibió. Nos da dones que nos capacitan para trabajar en la obra de traer personas a su
reino, al anunciarles su victoria. Nos da su palabra. Le da a la iglesia: pastores, maestros,
y misioneros.
Con el fiel uso de estos dones, servimos como instrumentos para traer personas al
reino de gracia de Dios, para que él more en el corazón de ellas mediante la fe. Por la
predicación fiel del evangelio, nos preparamos nosotros y preparamos a otros, para el
día en que Cristo vuelva para reclamar el reino que ya es suyo. Entonces nosotros y
todos los que somos suyos ascenderemos a su reino de gloria con él.
Salmo 68:19
Esta bella y breve oración, resume todo lo que Dios hace por nosotros. Nos da el
pan de cada día, perdona diariamente nuestros pecados, cada día nos da tranquilidad
de conciencia mediante su palabra, nos cuida, y protege nuestra vida. Protege a la
iglesia de la destrucción. ¡Alabado sea el Señor, el Dios de nuestra salvación!

119
Salmo 68:20–23
Esta sección incluye las devastadoras derrotas que el Señor les infligió a los
enemigos de su pueblo, tales como la destrucción del ejército de Sísara; pero señala
especialmente el juicio eterno en el infierno. El versículo 23, no es en cuadro bello, pero
tampoco lo es el infierno. Apocalipsis 19:17–18, también describe la condenación en
términos de cuerpos esparcidos en el campo de batalla, donde los buitres se alimentan
de los cadáveres.
Si imaginamos los desastres más horribles que puedan ocurrir en esta tierra,
tendremos sólo un pálido reflejo de lo terrible que es el infierno. Este horrendo cuadro
nos advierte que tengamos cuidado para que no suframos nunca las terribles
consecuencias de la impenitencia y de la incredulidad. Dios quiere que todos los
hombres sean salvos y que lleguen al conocimiento de la verdad, pero los que rechazan
esa invitación y continúan en su pecaminosidad, van a experimentar los horrores del
juicio eterno.
Salmo 68:24–27
Después de las secciones anteriores, que mencionaron la historia de la marcha de
Dios a Sión, esta sección narra la verdadera procesión dentro de Jerusalén. Los cantores
y los músicos, son los sacerdotes que cumplieron esos papeles en la adoración del
templo. Había mujeres que tocaban panderetas y que con frecuencia participaban en
las procesiones victoriosas, como lo hicieron cuando David regresó después de vencer a
Goliat (1 Samuel 18:6). Algunas de las tribus de Israel, que se mencionan como
participantes en la procesión, representan a los laicos de Israel. A Benjamín se le da una
deferencia especial porque la ciudad de Jerusalén estaba localizada en el territorio de la
tribu de Benjamín.
Salmo 68:28
Esta sección regresa al punto de vista histórico de las victorias de Dios. Ora para que
las victorias del pasado continúen en el futuro. La siguiente sección responde a esta
oración con la seguridad de las grandes victorias en el futuro.
Salmo 68:29–34
Esta sección se refiere a la sumisión espiritual de las naciones al evangelio. Este tipo
de lenguaje figurado, en el que se describe el progreso del evangelio en términos de
naciones que van a Jerusalén, es muy común en los profetas, especialmente en Isaías.
La NVI traduce “la reunión de las gentes armadas” como la bestia que está entre los
juncos. La bestia que está entre los juncos es un cocodrilo o un hipopótamo. Si se trata
de una gente armada o una bestia, la figura representa a Egipto, que hasta la época de
David había sido el mayor enemigo de Israel. Los toros y los becerros, son otras
naciones, grandes y pequeñas, enemigas también. Etiopía (Cus) es la región que está al
sur de Egipto.
120
Esas naciones están bajo el gobierno de Israel y llevan regalos al templo de Dios,
cuando las gentes de esas naciones se convierten en ciudadanos del Israel espiritual de
Dios mediante la fe en Cristo. Egipto, que una vez había sido el mayor enemigo de
Israel, llegó a ser uno de los mayores centros del cristianismo durante la historia
temprana de la iglesia. Hemos vivido para ver el día en que esta sección se ha visto
cumplida y se está cumpliendo por medio de la propagación del evangelio por todo el
mundo.
Salmo 68:35
Estas palabras son una conclusión apropiada para el salmo, porque son un buen
resumen de la relación de Dios con su pueblo a través de la historia. Por estas
asombrosas obras nosotros también decimos: ¡Bendito sea Dios!

SALMO 69

La oración del Mesías: Sálvame, oh Dios


El Salmo 69 se iguala solamente al Salmo 22 como descripción gráfica y profética de
los sufrimientos de Cristo. Como el Salmo 22, se cita con frecuencia en el Nuevo
Testamento.
Salmo 69:1–3
En el Antiguo Testamento, las aguas violentas de la inundación y el cieno profundo,
simbolizan con frecuencia problemas demasiado difíciles para que el creyente los pueda
superar por sí mismo. Aquí simbolizan la abrumadora carga de nuestro pecado y los
profundos sufrimientos que Cristo soportó. El versículo 3, refleja la urgencia de la
oración de Cristo en Getsemaní y el grito angustioso en la cruz: “Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?” Estos versículos describen la agitación interna de
Cristo. La siguiente sección dirige nuestra atención a la hostilidad de sus enemigos.
Salmo 69:4
Las palabras, “Me odian sin causa”, aparecen en Juan 15:25, como una descripción
acertada de los enemigos de Jesús. Jesús pasó su vida haciendo el bien: predicando el
evangelio del perdón de pecados, consolando al afligido, sanando al enfermo,
alimentando al hambriento, y hasta resucitando a los muertos. A pesar de todo esto y
precisamente por esto, los líderes de Israel lo odiaban. Cuanto más bien hacía, más
decididos estaban a matarlo. Aunque Pilatos reconoció que no había encontrado falta
alguna en Jesús, cedió a las exigencias de que Cristo fuera crucificado. Cristo fue forzado
a pagar crímenes que no había cometido.
Salmo 69:5
121
Este versículo presenta la mayor dificultad para interpretar este salmo como
mesiánico. ¿Cómo se le puede aplicar este versículo a Cristo, el Hijo de Dios exento de
pecado? Este versículo parecería que le da el más fuerte respaldo a la afirmación de que
el Salmo 69 se debe referir primordialmente a David o a otro ser humano.
No es difícil rebatir este argumento. Cristo, aunque no había cometido ningún
pecado, fue realmente un pecador ante el juicio de Dios. Pablo dice: “Al que no conoció
pecado, por nosotros lo hizo pecado” (Corintios 5:21); también les dice a los gálatas:
“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, haciéndose maldición por nosotros”
(Gálatas 3:13). También el Antiguo Testamento nos dice: “Y Jehová cargó sobre él el
pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6). El Mesías pudo hablar apropiadamente de su
culpa, porque nuestros pecados le fueron transferidos a él.
¿Pero, cómo puede atribuírsele insensatez a Cristo, el infinitamente sabio Hijo de
Dios? “Insensatez” puede ser un sinónimo de pecado en este pasaje. Si es así, la
explicación que se dio antes cubre también esta palabra. Pero, si “insensatez” se debe
entender aquí en el sentido normal de la palabra, entonces se usa en el sentido irónico
en que aparece con tanta frecuencia en 1 Corintios.
El evangelio, por el que Cristo murió para establecerlo, es una necedad para el
mundo incrédulo (1 Corintios 1:21). A los ojos de este mundo, cualquier mensaje que
predique el perdón gratuito de los pecados es una insensatez o una necedad, y
cualquiera que se dé a sí mismo por los otros es un necio. Así, según las normas de
juicio de este mundo, Cristo fue un necio. ¡Qué necio es morir: por el impío, por el
desagradecido, y por el humilde!
Pero lo que el mundo considera necedad, nosotros, por la gracia de Dios, lo
reconocemos como la sabiduría divina. Al que fue considerado como un necio, nosotros
lo reconocemos como el mismo centro de la sabiduría de Dios, es decir, nuestra
justificación, redención, y salvación. Se nos considerará también “necios” por seguir el
ejemplo de Cristo (1 Corintios 3:18, 4:10). Esto lo hacemos gustosos, nos regocijamos
porque el inocente llegó una vez a ser culpable, para que nosotros llegáramos a ser
inocentes en él, y el sabio una vez llegó a ser “necio” para que nosotros llegáramos a
ser sabios en él.
Salmo 69:6
La humilde apariencia de Cristo y su desdichada muerte, desmoralizaron a muchos
en Israel. ¿Cómo podría ser ese hombre tan miserable su Mesías? La humilde vida de
Cristo y la sencillez del mensaje del evangelio, son también una ofensa para muchos hoy
en día. Muchos se avergüenzan del evangelio y se desconciertan por lo que consideran
las afirmaciones imposibles de las Escrituras. Oramos para que nunca nos
avergoncemos de Jesucristo ni de su mensaje, porque solo él puede habilitarnos para
permanecer ante el juicio de Dios sin avergonzarnos.
Salmo 69:7–12

122
Los sufrimientos de Jesús no comenzaron en el jueves y el viernes Santos; él ya
había soportado la burla a lo largo de todo su ministerio. La gente se burló de él cuando
dijo que la hija de Jairo solamente dormía (Mateo 9:24), los orgullosos fariseos se
mofaron despectivamente de Jesús cuando los reprendió por su avaricia (Lucas 16:14);
lo más triste de todo, sus propios hermanos vieron su obra con escepticismo y trataron
de interferir en su ministerio (Juan 7:5, Marcos 3:21).
El Nuevo Testamento cita las dos partes del versículo 9 como profecías de Cristo.
Juan 2:17, vincula el celo de Jesús por la casa de su Padre con la primera limpieza que
hizo en el templo. En las dos ocasiones en que limpió el templo, provocó la hostilidad y
el reproche de los líderes judíos. Romanos 15:3, cita la segunda mitad del versículo
como una afirmación general acerca de la voluntad de Cristo para sufrir, por su leal
obediencia a la voluntad de su Padre.
Durante su sufrimiento, Jesús fue escarnecido: tanto por “la flor y nata” de la
sociedad judía, los líderes religiosos y políticos de su tiempo, como por lo más bajo, la
escoria, los criminales con los que fue crucificado.
Salmo 69:13–18
La descripción del sufrimiento del Mesías es interrumpida por una oración que pide
liberación, que repite y amplía su oración inicial. La oración destaca tres puntos: la
enormidad de su aflicción, el amargo odio de sus enemigos, y la bondad y misericordia
de Dios, que son la base de su oración.
Salmo 69:19–21
Después del interludio de oración, el salmista resume la descripción del escarnio
que sufrió el Mesías por parte de sus enemigos. El cumplimiento de esta profecía es
obvio en el relato que hace el evangelio sobre el sufrimiento de Jesús. Las burlas de los
soldados durante el juicio de Jesús, los comentarios sarcásticos de los enemigos que
estaban reunidos alrededor de la cruz, el abandono en que lo dejaron sus discípulos y la
negación de Pedro; todo eso contribuyó a la soledad y a la angustia de Cristo, durante
su pasión. Las referencias, a la amarga hiel que le dieron por comida, y al vinagre por
bebida, en Mateo 27:34 y 48, muestran claramente que el sufrimiento de Cristo fuel el
cumplimiento de este salmo.
Buscamos en vano el cumplimiento literal de estas palabras en la vida de David.
David fue un tipo de Cristo, pero algunas afirmaciones de los salmos mesiánicos
exceden cualquier experiencia de la vida de David, y los salmos que contienen esas
declaraciones son profecías directas de Cristo.
Salmo 69:22–28
Las palabras de esta oración son terribles; son nada menos que una oración en la
que se pide la condenación eterna de los enemigos de uno. A muchas personas esta
oración les parece incompatible con la oración que Jesús pronunció en la cruz: “Padre,

123
perdónalos”; muchos comentaristas evangélicos se han sentido angustiados por esta
oración y han tratado de separarla de Cristo, clasificándola como una oración del
Antiguo Testamento, que ya es obsoleta en la época del Nuevo Testamento. Sin
embargo, cuando el Nuevo Testamento le aplica estas palabras a Judas en Hechos 1:20,
muestra que esta es la oración del Mesías contra sus enemigos.
La base bíblica de esas oraciones ya ha se comentó en la sección de la introducción
que trata de los salmos imprecatorios. Tal vez ahora usted quiera revisar esa sección.
Dios nos ha revelado su voluntad: “El que crea y sea bautizado, será salvo; pero el
que no crea, será condenado” (Marcos 16:16). Nuestras oraciones deben estar en
armonía con esta voluntad revelada de Dios. La voluntad de Jesús ciertamente estaba
en armonía con la de su Padre, que quiere que todos sean salvos. Jesús oró por el
arrepentimiento de sus enemigos. Jesús le advirtió repetidas veces a Judas y le pidió
que se apartara de su pecado. Pero cuando Judas cerró su corazón al Dios de amor, se
puso bajo la maldición de la ley de Dios. El Dios que no quiere que nadie perezca, es el
mismo Dios que echa al infierno a los que rechazan su voluntad. Esta oración refleja esa
sombría realidad.
En cierto sentido las heridas y el dolor que sufrió Cristo, le fueron impuestas por su
Padre, porque él estaba permitiendo que Cristo sufriera por nuestros pecados. Pero los
enemigos que le estaban infligiendo el sufrimiento a Cristo y que se estaban burlando
de él, no comprendían eso; ellos estaban afligiendo a Cristo por sus propias razones
malévolas. Aun cuando Cristo estaba cargando con los pecados del mundo, se estaban
burlando porque afirmaba que era el Hijo de Dios y lo despreciaban como a un indigno,
auto-nombrado Mesías. Y nada quedó para ellos sino la condenación de Dios, como
está descrita en este salmo, porque blasfemaron y rechazaron el único pago por el
pecado.
Salmo 69:29–36
Este salmo termina como comienza, con una oración por la liberación. Pero los
últimos versículos difieren de la oración inicial en que van más allá de los sufrimientos,
van hasta la liberación y la victoria final. El Mesías promete que alabará a Dios con
corazón agradecido cuando haya sido obtenida la victoria. Esta oración final va más allá
de la soledad del Mesías durante su sufrimiento, va hasta el gozo que comparte con
aquellos que mediante la fe llegan a ser uno con él.
La victoria del Mesías no es para él solo; es para su pueblo, que compartirá el gozo
de su victoria en el Sión eterno. Su victoria es nuestra victoria, porque estamos entre
los pobres espirituales que han visto lo que ha hecho y se regocijan de ello. Nos unimos
a nuestro Salvador victorioso para alabar con agradecimiento el nombre de Dios.

SALMO 70
Apresúrate a salvarme

124
Aunque la NVI llama a este salmo “una petición”, el término que se traduce como
“petición” es literalmente un “salmo para recordar” (que coincide con la traducción de
la Reina-Valera). Eso probablemente significa que el salmo es una petición para que
Dios recuerde la plegaria del salmista y lo libere. Sin embargo, también puede significar
que es una oración que le recuerda al salmista el poder y la bondad de Dios.
Este salmo es casi idéntico a la conclusión del Salmo 40. Substituye el nombre divino
de “Dios” por “Jehová” en algunos lugares, y omite las palabras iniciales, “acude a
librarme”, pero por otra parte reproduce el Salmo 40:13–17 casi exactamente.
Podemos preguntar: “¿Por qué aparecen dos veces los versículos en el salterio?”. No
podemos responder esta pregunta con exactitud, pero parece que los versículos, tal
como aparecen aquí, han sido separados del Salmo 40 para transformarlos en una
oración más generalizada.
Hacemos lo mismo cuando usamos sólo ciertos versículos de un himno largo como
un himno final o como una oración vespertina. En el Salmo 40, estos versículos son la
conclusión de una larga oración que el Mesías hace delante de Dios. Parece significativo
que estos versículos estén después del Salmo 69, que también es un salmo mesiánico y
que tiene varios pensamientos muy similares a porciones del Salmo 40. Estos versículos
se unen muy bien con el Salmo 69, el cual es una súplica por liberación.
Salmo 70:1–5
Esta oración se caracteriza por su urgencia y su sencillez. Comienza y termina con la
petición de una ayuda pronta. Entre tanto, el salmista brevemente pide el juicio en
contra de los enemigos de Dios y la liberación de su pueblo. Basa esta súplica en su
propia necesidad y en el poder de Dios. Y como carece de detalles y de circunstancias
específicas, la oración se aplica a cualquier tiempo de opresión o peligro.

SALMO 71

No me arrojes de tu presencia cuando ya sea anciano


Las palabras del versículo 12, “Acude pronto en mi socorro”, unen a este salmo con
el Salmo 70, pero este salmo es más específico, dado que se aplica especialmente a la
ancianidad. No se nombra el autor, pero se puede colocar aquí, al final de la colección
davídica, justo antes de un salmo de Salomón, porque fue escrito por David en su
ancianidad. Los primeros versículos son muy parecidos al comienzo del Salmo 31, un
salmo de David que trata del fin de la vida.
Salmo 71:1–4
La primera línea de este salmo podría servir como el lema en la vida de David. En su
juventud él había confiado en Dios: cuando luchó contra el oso y el león y cuando se

125
paró solo frente a Goliat. Cuando huía de Saúl y de Absalón, Dios había sido su refugio.
Cuando Dios lo liberó de estos enemigos, David escribió el Salmo 18, que comienza con
pensamientos muy similares, como un salmo de agradecimiento. Ahora, conforme su
vida se acerca a su fin, le pide a Dios que siga siendo su refugio y su fortaleza.
Salmo 71:5–8
Esta sección se mueve con rapidez de un pensamiento al otro. David habla primero
de la ayuda que recibió de Dios en el pasado, ayuda que había comenzado desde antes
de su nacimiento. (A propósito, estos versículos también son un poderoso testimonio
contra los que niegan que los niños y los bebés puedan creer). Dos veces David se
refiere brevemente a su alabanza presente y a su agradecimiento por los cuidados que
Dios le ha brindado en el pasado y en el presente, pero en ninguna de las dos veces
ahonda en el tema.
El único problema de interpretación que se presenta en esta sección es la palabra
“prodigio” del versículo 7. ¿Significa esto que David es un símbolo del cuidado amoroso
de Dios para muchos por las muchas veces que Dios lo ayudó, o es que la traducción
que se da en la NVI, “motivo de asombro”, señala más adelante al juicio derogatorio de
sus enemigos, lo que se describe más detalladamente en la siguiente sección? La
segunda interpretación parece más probable. Aquí, aún en medio de los recuerdos de la
ayuda de Dios en el pasado, David se refiere brevemente a los problemas presentes.
Pero también se refiere brevemente a la solución, confiar en Dios como un refugio.
Ambos temas se van a desarrollar más ampliamente en las siguientes secciones.
Salmo 71:9–13
En esta sección, dos súplicas por liberación intercalan una breve descripción del
problema de David. No sabemos con certeza quiénes son los enemigos a quienes se
refiere, pero Adonías y los que conspiraron con él, en 1 Reyes 1, son los más probables.
En la época en que Adonías conspiró para apoderarse del trono, David se encontraba
muy débil. Los conspiradores tenían toda la razón al pensar que podrían ganar
fácilmente. Pero en cambio David, que había confiado en Dios para obtener la victoria
cuando se encontraba en plena juventud, con mayor razón confiaría ahora que estaba
en la ancianidad.
Salmo 71:14–19
Esta es una bella oración para todo cristiano, pero especialmente para los cristianos
de edad avanzada. Aunque David habla conmovedoramente de su experiencia personal,
la esencia de esta oración no es David, sino Dios. Los actos poderosos y las maravillosas
obras, la justicia y la salvación, que son demasiado grandes para ser medidos, son el
tema de la canción de David. Estos son los temas de su mensaje para todas las
generaciones venideras.
Como David, nosotros también experimentamos el amor de Dios, que es demasiado
grande para medirlo. El amor de Cristo que sobrepasa todo entendimiento - ¿quién
126
puede saber cuán ancho, y cuán largo, cuán profundo y cuán alto es? ¿Quién como
nuestro Dios? ¿Quién más puede salvar? Su justicia - sólo la suya - es el camino de la
salvación. Este amor salvador de Dios es el tema de nuestras canciones y de nuestro
mensaje, para la siguiente generación y para todas las generaciones venideras.
En la actualidad, con frecuencia los últimos años de la vida son difíciles para los
cristianos, así como lo fueron para David. Los dolores y las debilidades de la ancianidad,
muchas veces hacen que los cristianos se sientan ansiosos y hasta impacientes por dejar
esta vida. Pero si Dios permite que nos quedemos aquí sólo para declarar su bondad, la
bondad que hemos experimentado a lo largo de la vida, esta es razón suficiente para
estar aquí. Si nos queda sólo la suficiente energía para declararle el poder de Dios a la
siguiente generación, esta es una razón suficiente para estar contentos hasta que él nos
llame a su lado.
Salmo 71:20–21
Algunos textos hebreos tienen “nos” en versículo 20 en vez del singular “me”. Por lo
tanto, muchos comentaristas ven estos versículos como nada más que una oración por
liberación de crisis personales y nacionales para gozar de una larga vida. Aunque David
ciertamente espera la liberación de sus problemas presentes para poder terminar el
trabajo que Dios le ha encomendado, yo creo que también ve más allá de la liberación
de su difícil situación terrenal hacia la libertad de toda pena y dolor en la eternidad.
Ciertamente el conocimiento de la resurrección que se expresa en estos versículos
no es tan explícito ni tan claro como se expresa en el Nuevo Testamento. Sin embargo,
David expresa un conocimiento y una esperanza de la resurrección, en la conclusión de
los Salmos: 16, 17, y 23. ¿Es acaso inconcebible o aun sorprendente que exprese la
misma esperanza en un salmo que tal vez fue el último que escribió? La liberación de
las crisis específicas en su vida, le hicieron recordar a David la liberación de cada peligro
presente. ¿Qué puede ser más natural que volver sus pensamientos al cielo a medida
que el fin de su vida se aproximaba?
Cuando se acerquen nuestros últimos días, podemos dirigir nuestros pensamientos
al cielo y a la resurrección, como lo hicieron David y Pablo, a medida que su muerte se
acercaba, para que nosotros también podamos estar confiados en la liberación, ya sea
por una larga vida terrenal o mediante la muerte, que nos escolta ante la presencia del
Señor.
Salmo 71:22–24
En estos versículos, el salmista habla como si ahora la crisis fuera una cuestión del
pasado. Puede ser que después que hubo terminado la crisis, David agregó estas
palabras como una posdata a una oración que había comenzado a escribir durante la
crisis. Tal vez todo el salmo fue escrito una vez que la crisis hubo pasado, como una
reflexión sobre todo lo experimentado, así como sobre los sentimientos y las peticiones
de David a través de todo el incidente. De cualquier forma, el salmo termina con una
nota de gozo y paz por la victoria de David y por la derrota de sus enemigos. Esto

127
también conforma una apropiada conclusión a la colección de salmos davídicos, que
están tan interesados en los problemas del salmista.

SALMO 72

Para Salomón
Aunque en la NVI el título de este Salmo es De Salomón, también se puede traducir
como lo hace la Reina-Valera, “para Salomón”. Por esta razón algunos comentaristas lo
consideran como un salmo escrito por David para expresar su esperanza por Salomón.
En 2 Samuel 7, Dios le había prometido a David que le iba a dar un gran hijo, que iba a
construir la casa de Dios. Dios había prometido también que el reino del heredero de
David iba a ser para siempre. Tal vez David había esperado por un tiempo que se
cumpliera esta profecía en Salomón, así como Eva pudo haber esperado que Caín fuera
la simiente prometida. Sin embargo, aunque Salomón construyó la casa de Dios cuando
construyó el templo de Jerusalén, estuvo muy lejos de construir la clase de reino que
Dios le había prometido a David.
Ninguno de los reyes descendientes de David que siguieron a Salomón, se pudo
comparar ni en gloria ni en poder a los reinos de David y de Salomón. Tendría que ser
uno más grande que Salomón quien cumpliera lo predicho en 2 Samuel 7 o este salmo.
David fue grande, pero Cristo fue mucho más grande y él cumple este salmo.
Únicamente su reino establece la justicia perfecta. Solamente su reino dura para
siempre. Solamente su reino es universal.
Por lo tanto, nosotros entendemos este salmo, no como una oración escrita para
Salomón ni acerca de él, sino como una oración escrita por Salomón, que reconoció que
no podía establecer la verdadera gloria del reino davídico, sino que el pueblo de Dios
tendría que esperar por otro rey, el Mesías, para lograrlo.

Una oración por el reino mesiánico


Salmo 72:1–4
La característica sobresaliente del reino mesiánico es la justicia. Su gobierno no está
basado en el poder arbitrario, sino en la justicia auténtica. La justicia del gobierno de
Cristo se refleja de dos maneras: primero está la justicia del evangelio mediante la cual
Cristo trae a su pueblo al perdón y a la vida eterna. Este decreto de perdón es justo,
porque Cristo ha pagado totalmente el precio del pecado.
También está la justicia de la ley, mediante la cual Cristo aplastó a los enemigos de
su pueblo y a todos los que desafían a Dios. Este decreto de condenación también
habrá de ser justo, porque el condenado despreció el perdón de Dios y por sus pecados
mereció la condenación de Dios. En el último día, cuando Cristo invite a los que estén a
su diestra a heredar la vida, y condene a los que están a su izquierda a pasar la
128
eternidad en el infierno con el diablo y sus ángeles, se cumplirá la justicia perfecta.
En este salmo, como en muchos otros pasajes proféticos, las cosas eternas se
describen en términos terrenales. En los escritos proféticos, los montes y los collados,
con frecuencia simbolizan la exaltación o el hecho de ser levantado de la humildad.
Isaías 2:2–3, es un ejemplo de los muchos pasajes que describen el reino mesiánico
como una montaña grandiosa. “Acontecerá que al final de los tiempos será asentado el
monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes; será exaltado sobre los
collados, y correrán a él todas las naciones”.
El cumplimiento de esta profecía comienza cuando los gentiles corren a la iglesia,
pero esta exaltación de los montes del Señor se completará sólo cuando todos sus
santos se reúnan en su Jerusalén celestial (Apocalipsis 21, 22). La paz y la prosperidad,
que se gozan en el reino del Mesías no son meramente prosperidad terrenal, sino la paz
y la prosperidad de la eternidad, que ya empezamos a gozar en esta vida mediante la
fe.
Amós 9:11–15, es otro pasaje que describe el reino del Mesías en términos de
prosperidad terrenal. La cita de Amós 9 en Hechos 15:16–17, muestra que estas
bendiciones no son bendiciones materiales para que sean gozadas en el reino milenario
y terrenal, sino las bendiciones del evangelio que comenzamos a gozar ya en esta vida y
que gozaremos por completo en los nuevos cielos y en la nueva tierra, en la que ha de
morar la justicia.
Isaías 2:1–5, Isaías 11:1–9, e Isaías 60–62, son otras descripciones del reino
mesiánico en términos terrenales.
Salmo 72:5–7
Estas palabras no se le pueden aplicar literalmente a ningún rey de Israel; todos los
reyes de Israel vivieron por pocos años y murieron. Ni siquiera su dinastía permaneció
en el poder. Perdieron el dominio ante reinos extranjeros como: Asiria, Babilonia,
Persia, Grecia, y Roma. Sólo Cristo gobierna hasta el fin de esta era y por toda la
eternidad. Aunque Cristo murió, se levantó de entre los muertos y ahora vive para
siempre. Su iglesia perdurará hasta que él regrese. Entonces su gente vivirá con él para
siempre, aunque ya hayan pasado el cielo y la tierra que conocemos.
Las delicadas lluvias que riegan la tierra son símbolos de las bendiciones espirituales
que refrescan el alma. En Ezequiel 34:26 y su contexto, se puede encontrar otro
ejemplo del uso profético de las lluvias como símbolo de las bendiciones mesiánicas.
Salmo 72:8–11
El reino del Mesías no es solamente más perdurable que la monarquía israelita. Es
también mucho más extendido que el dominio de cualquier rey de Israel. La mayor
extensión que alcanzó el reino de Israel durante los reinados de David y de Salomón,
cubría una parte relativamente pequeña del Medio Oriente - desde la frontera de
Egipto hasta el río Éufrates en Siria. Aun durante los tiempos del Antiguo Testamento
muchos imperios fueron mucho más extensos que Israel en sus mejores tiempos.

129
Sin embargo, el Mesías gobernará el mundo entero. Será Rey de reyes y Señor de
señores; toda rodilla se doblará ante él. Vemos el principio del cumplimiento de esta
profecía conforme la gente de cada nación llega a la fe en Cristo. Veremos el
cumplimiento total en el último día, cuando cada ser viviente reconocerá el liderazgo de
Cristo, ya sea gustosamente en el cielo o de mala gana en el infierno.
El texto describe otra vez las realidades espirituales, en términos que les eran
familiares a los contemporáneos de Salomón. Tarsis era un puerto del Mediterráneo,
ubicado muy al oeste, tal vez en España. Sabá y Seba, fueron lugares localizados al sur
de Arabia y al este de África. Para los israelitas, estos lugares eran los extremos del
mundo en aquel entonces conocido, y por esto representaban al mundo entero. Isaac
Watts captó bien el espíritu de estos versículos en su famoso himno misionero: “Jesús
reina hasta donde quiera que el sol termine su diaria carrera”.
Salmo 72:12–14
Si pensamos en una palabra que describa a Jesús, esa palabra es “Salvador”. Cuando
vino a la tierra, mostró compasión por el pobre y por el necesitado, por el débil y por el
oprimido. Muchas veces los liberó: de la esclavitud, de las enfermedades físicas, y hasta
de la muerte. Pero lo más importante es el hecho de que los liberó a ellos y nos libera a
nosotros también de la esclavitud del pecado y de Satanás. Nos libra de la muerte
espiritual y eterna. Nadie más nos puede ayudar en contra de esos enemigos. Otra vez,
el salmo habla de bendiciones que sólo Cristo puede dar.
Salmo 72:15–17
Esta sección resume bellamente las bendiciones del Mesías y ora para que nosotros
las podamos experimentar. En cualquier parte del mundo, los cristianos le llevan
ofrendas a Cristo como expresión de amor, y lo alaban con cantos. Cada día, las
personas oran fervientemente por su regreso. Por todas partes del mundo cristiano se
experimentan las bendiciones de la fe, que son: el perdón, la paz con Dios, y la
conformidad espiritual. Todo esto continuará hasta que Cristo regrese.
Las palabras: “Benditas serán en él todas las naciones”, enfatizan nuevamente el
carácter mesiánico de este salmo, ya que hacen eco de la promesa mesiánica que Dios
le hizo a Abraham (Génesis 12:3). Que nosotros estemos entre los que son bendecidos
por aquél y a quien llamamos bendito.
Salmo 72:18–19
Esta doxología es una alabanza apropiada al glorioso Rey que se describe en este
salmo, pero también es la doxología que termina el Libro II de los Salmos. Le da el honor
al Señor por todas las magníficas obras y por las maravillosas bendiciones que se
describen a lo largo de todo el libro.
Salmo 72:20
Esta oración concluye el Libro II y tal vez también la colección más grande formada
130
por los Libros I y II de Salmos. Los dos libros contienen muchos salmos de David; los dos
enfatizan el bienestar de la dinastía davídica, que culmina en Jesús el Mesías. Después
del Salmo 1, que sirve de introducción a todo el salterio, el Libro I comienza con el
Salmo 2, uno de los salmos mesiánicos más importantes, que describe la victoria y el
reino del Rey Mesiánico, el Hijo de Dios.
El Libro II termina con el Salmo 72, que describe el glorioso reinado del Rey
Mesiánico como el Hijo de David. Estos dos salmos sirven como paréntesis, agrupan la
colección en estos dos libros y enfatizan su tema más importante, el reino del Mesías.
Con excepción del Salmo 110, los más importantes salmos mesiánicos están contenidos
en los dos primeros libros de los Salmos.
Los primeros dos libros, que forman parte de todo el libro de los Salmos, enseñan
muchas lecciones espirituales importantes. Pero lo más importante es el retrato de
Cristo que hemos encontrado aquí. Lo hemos visto como nuestro Salvador sufriente y
como nuestro glorioso Rey. Hemos aprendido que “son benditos aquellos que
encuentran refugio en él”. Si mediante el estudio de estos salmos el Espíritu Santo nos
ha animado a refugiarnos en nuestro Salvador en toda adversidad, nuestro tiempo ha
sido bien empleado, y las bendiciones de Dios continuarán abundando en nuestra vida.
Los comentarios sobre los Salmos 73–150, que conforman los libros: III, IV, y V, de
los Salmos, se encuentran en el siguiente volumen de esta obra.

La Biblia Popular
ROLAND CAP EHLKE
Editor General

JOHN C. JESKE
Editor del Antiguo Testamento

G. JEROME ALBRECHT
Editor del Manuscrito

131
Salmos
Volumen 2
John F. Brug

EDITORIAL NORTHWESTERN
Milwaukee, Wisconsin, EE.UU.

Ilustraciones internas por Glenn Myers.

Derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede: ser reproducida, ni almacenada
en ningún sistema de manipulación mecánica de textos, tampoco puede ser transmitida en
cualquier forma o medio, ya sea: electrónico, mecánico, fotocopia, grabación, ni ningún otro,
excepto para citas breves con fines de estudio o revisión, sin previa autorización de la compañía
publicadora

Texto bíblico:
Versión Reina-Valera 95 ®
© Sociedades Bíblicas Unidas, 1995.
Usada con permiso. Todos los derechos reservados.

Librería del Congreso Tarjeta 97-68019

Northwestern Publishing House


1250 N. 113th St., P.O. Box 26975,
Milwaukee, WI 53226-0975

© 1989 por Northwestern Publishing House

Publicado en 1989

ISBN 0-8100-0762-2

132
CONTENIDO

Prefacio del Editor


Prefacio de la edición en español
Introducción
Libro III: Salmos 73–89
Libro IV: Salmos 90–106
Libro V: Salmos 107–150

ILUSTRACIONES Y MAPA

La separación de las aguas


Una viuda y sus hijos
Samuel ungiendo a David
Músico del templo
Las plagas
Cristo en su trono de juicio
Peregrino israelita yendo a Jerusalén
Israel y las naciones vecinas
Madre, hijo, y partera israelitas
Israelitas cosechando trigo

PREFACIO DEL EDITOR

La Biblia Popular es precisamente lo que su nombre implica: una Biblia para el pueblo.
Incluye el texto completo de las Sagradas Escrituras que se encuentran en la versión
Reina Valera 1995. Los comentarios que siguen a las secciones de las Escrituras
contienen: aplicaciones personales, antecedentes históricos, y explicaciones del texto.

133
Los autores de La Biblia Popular, son eruditos con buen discernimiento intelectual y que
saben aplicarlo, por sus años de experiencia en los ministerios de la enseñanza y la
predicación. Han tratado de evitar el lenguaje técnico, que caracteriza a otras series de
comentarios, y que dificulta su lectura a todos aquellos que no sean eruditos en el
estudio de la Biblia.
La característica más importante de estos libros, es que están centrados en Cristo.
Hablando de las Escrituras del Antiguo Testamento, Jesús declaró: “Ellas son las que dan
testimonio de mí” (Juan 5:39). Cada volumen de La Biblia Popular dirige nuestra
atención a Jesucristo; él es el centro de toda la Biblia, él es nuestro único Salvador.
Los comentarios vienen acompañados de: mapas, ilustraciones, e información
arqueológica, cuando se considera conveniente. En la parte superior de cada página,
aparece un encabezamiento que remite al lector al pasaje específico que desee
encontrar.
Esta serie de comentarios, fue iniciada por la Comisión de Literatura Cristiana, del
Sínodo Evangélico Luterano de Wisconsin.
Oramos para que esta labor pueda continuar como empezó. Dedicamos estos
volúmenes a la gloria de Dios y al bien de su pueblo.

Roland Cap Ehlke

PREFACIO DEL AUTOR

Debido a que la Nueva Versión Internacional, - que es la versión bíblica que


correspondería a la New International Version que se usa en el libro original de este
comentario sobre los Salmos – todavía no ha sido publicada en español en el Antiguo
Testamento, nuestra edición usa la versión Reina-Valera, Revisión de 1977. Nuestro
agradecimiento a la Editorial Clie por concedernos el permiso.
Los comentarios de esta edición en español han sido ligeramente alterados del libro
original para adaptarlos mejor a la versión Reina-Valera 1995. En algunos lugares en
que el comentario implica un cambio importante en el significado, se cita la traducción
de los Salmos que ha sido publicada recientemente por la Sociedad Bíblica
Internacional, cuando ésta corresponde al texto en inglés. En algunos casos, cuando el
texto comentado en inglés no aparece en la nueva versión española, ofrecemos nuestra
propia traducción del texto inglés de la New International Version y la identificamos

134
entre paréntesis como “NVI, en inglés”.
La publicación de este libro ha sido posible gracias a una subvención de Lutheran
Brotherhood. Agradecemos su valiosa contribución.

Epifanía de 1997
Paul Hartman, director
Comunicación en Masa para Latinoamérica (WELS)
El Paso, Texas, EEUU

INTRODUCCIÓN

Este volumen es la continuación de los comentarios de la Biblia Popular sobre el libro de


los Salmos. Consulte el Volumen 1, para leer la introducción general al libro de los
Salmos y los comentarios sobre los Salmos 1–72.

LIBRO III
SALMOS 73–89

El libro de los Salmos ha sido dividido en cinco subdivisiones llamadas “libros”. El


tercer “libro” de los Salmos comprende los Salmos 73–89, que están agrupados
primeramente con base en el autor. El Libro III se puede dividir en dos grupos
principales. Los Salmos 73–83 se le atribuyen a Asaf, un músico del templo en los
tiempos de David. Estos salmos tratan principalmente de la historia y del bienestar del
monte Sión, la montaña sobre la cual fue construido el templo. Estos salmos usan
preferentemente el nombre divino de “Dios”.
Los Salmos 84–89 les son atribuidos a los hijos de Coré, excepto el Salmo 86, que es
de David. Los Salmos 88 y 89 tienen, cada uno, un segundo encabezamiento que los
atribuye a Hemán ezraíta y Etán ezraíta respectivamente. Hemán y Etán, por lo que
sabemos, eran miembros del grupo de los hijos de Coré. Los hijos de Coré eran un
conjunto de músicos del templo, descendientes de Coré, que encabezó una rebelión
contra Moisés y Aarón durante los años en que Israel anduvo errante por el desierto
Sinaí. Como los salmos de Asaf, esta colección trata del bienestar del pueblo de Israel y
del templo. Estos salmos prefieren el uso del nombre divino “Jehová”.
135
SALMO 73
¿Por qué prosperan los impíos?
El Salmo 73 es una excelente introducción al Libro III de los Salmos, que analiza el
problema de los sufrimientos del pueblo de Dios, Israel, a manos de sus enemigos.
¿Cómo podía ser justo que naciones paganas como Asiria y Babilonia, gozaran de poder
y prosperidad mientras que Israel, el pueblo escogido de Dios, sufría derrota y
cautividad? ¿Cómo era posible que el Dios justo y poderoso permitiera que ocurrieran
esas cosas? Este es el aspecto principal que trata el Libro III de los Salmos.
Aunque el Salmo 73 es una excelente introducción a la consideración del problema
histórico que Israel enfrentó, tiene una aplicación mucho más amplia. Como el salmo
habla en términos muy generales, también se puede aplicar a cada problema que aflige
a los creyentes de cada época y de cada lugar. También hoy los creyentes se sienten
indignados cuando ven la prosperidad que rodea a los traficantes de drogas y de
pornografía; se afligen cuando escuchan que los tiranos y dictadores, atesoran su
fortuna en los bancos suizos. ¿Cómo puede el Dios justo permitir esas injusticias? El
Salmo 73 responde a esta constante pregunta.

Salmo 73:1–3
Asaf sabía y creía, que Dios es bueno para con su pueblo y que castiga al impío. Pero
las observaciones que hace del mundo real parece que contradicen lo que creía.
Cuando miraba a su alrededor, veía a mucha gente piadosa que sufría y veía a muchos
impíos que prosperaban. Tal vez sus propias creencias estaban equivocadas. Asaf
pensó: “Quizás a Dios realmente no le preocupan ni el bien ni el mal; tal vez Dios es
incapaz de destruir la maldad. Tal vez ni siquiera hay Dios”.
La prosperidad de los impíos era tan difícil de entender para Asaf, que estuvo en
peligro de perder su fe. Por lo tanto, decidió pensar más en el problema.

Salmo 73:4–12
Al principio, la meditación no le hizo mucho bien a Asaf, simplemente fortaleció sus
dudas. Los impíos no sólo eran ricos sino poderosos; parecía que la impiedad era la
causa principal de sus riquezas y de su poder. Parece que “el crimen sí paga”. Para
empeorar las cosas, los malvados estaban orgullosos de sus obras; se enorgullecían de
sus pecados, como los pecadores modernos que van y se presentan en programas de
televisión, en los que hablan y muestran sus pecados o que escriben libros para obtener
riquezas provenientes de su maldad. Los malvados de la época de Asaf, como los
burladores modernos hablaban palabras arrogantes contra Dios.
El versículo 10: “Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí, y aguas en abundancia
son extraídas para ellos” es difícil de traducir y de explicar. Parece indicar que algunos

136
débiles de carácter se impresionan tanto con la prosperidad de los impíos que se unen a
ellos para compartir sus ganancias mal habidas; dicen: “Es obvio que Dios no conoce o
no le importan las obras malvadas de los poderosos, así que nosotros bien podemos
seguir su ejemplo. Así seremos ricos y poderosos como ellos”. Esa forma de pensar
resultaba tan verosímil que hasta empezaba a parecerle correcta a Asaf.

Salmo 73:13–17
Asaf estaba al borde de una terrible caída; en su mente parpadeaban estos
pensamientos: “Ciertamente en vano he guardado puro mi corazón; en vano he lavado
mis manos en inocencia”. Parecía que ser creyente era una pérdida de tiempo. Pero ese
mismo pensamiento sacudió a Asaf y lo hizo volver a la realidad. ¿Por qué le estaba
sirviendo a Dios? ¿Era sólo para obtener algo para él mismo o era porque lo amaba?
¿Por qué estaba haciendo el bien; era para ganar algo para él o porque era lo correcto
que se debía hacer? A un paso del desastre, Asaf despertó y comenzó a pensar con
mayor claridad. Se dio cuenta de que tenía que ver más allá de las apariencias
presentes y fijarse en lo máximo, en las realidades eternas.

Salmo 73:18–28
Asaf comprendió que el problema que lo tenía tan perplejo estaba resuelto con dos
hechos inconmovibles.
Uno era la certeza del juicio que vendrá sobre los impíos. Aunque ahora están en
una posición encumbrada, están parados sobre un terreno resbaladizo. Pueden ser
barridos en un momento, y lo serán. Su caída puede ocurrir en esta vida; la fortuna se
puede perder en un día. Muchos líderes respetables caen en la desgracia y en la
desaprobación. Los gánster son “eliminados” y los dictadores son destronados o
asesinados. Sí, los impíos realmente se encuentran en terreno resbaloso e inseguro.
Pero aun cuando se las arreglen para aferrarse a su prosperidad y a su poder hasta
el fin de su vida, no se podrán llevar nada con ellos. Como el rico que ignoró al pobre
Lázaro, se encontrarán en el infierno, donde de nada les servirá su prosperidad y su
poder. Padecerán la muerte eterna, separados de la gracia de Dios y de todas sus
bendiciones. ¿De qué les servirá a esos hombres haber ganado el mundo entero, si han
perdido su alma?
Asaf se preguntó: ¿cómo pudo haber sido tan necio como para haber estado a
punto de caer en el engañoso atractivo de los impíos? A los impíos les serán
arrebatadas las ganancias mal habidas. Él ya tenía algo mucho mejor que las riquezas y
la fama, tenía el favor y la presencia de Dios. Asaf recordó que las riquezas más grandes
de los creyentes no son las bendiciones terrenales por muy maravillosas que sean, sino
las bendiciones eternas que Dios nos da. El tesoro más grande del creyente es Dios
mismo. El creyente tiene la amistad con Dios ahora y por la eternidad; el cristiano
cuenta siempre con esta bendición, aunque la situación en la tierra le pueda parecer
nada prometedora por el momento.
137
Consolado con esa verdad, Asaf encontró fortaleza: para ver más allá de los
problemas del presente, para contemplar el compañerismo que disfruta con Dios ahora,
y a la aún más gloriosa forma que este compañerismo asumirá en la eternidad. Con la fe
renovada, Asaf expresa el deleite que le da su relación con Dios. El salmo termina
triunfalmente con una confesión de fe de Asaf y con la promesa que hace de compartir
con otras personas las buenas nuevas de las grandes obras de Dios.
La historia de la victoria de Asaf sobre la duda es una valiosa lección para nosotros,
porque con frecuencia luchamos con las mismas dudas. Cuando estemos perturbados o
enojados por la aparente prosperidad del impío, podemos hacer lo que hizo Asaf,
podemos mirar más allá de las apariencias temporales, podemos mirar el desenlace
final. Entonces, como él, podremos superar nuestras dudas y esperar pacientemente el
justo juicio de Dios, que castigará toda maldad y recompensará a todos los que han
permanecido fieles a él.

SALMO 74
La destrucción del templo
Este salmo es una apropiada continuación del Salmo 73, ya que está basado en un
ejemplo específico del triunfo del impío, es decir, la destrucción del templo de Jerusalén
que fue llevada a cabo por los babilonios. El Salmo 74 se relaciona estrechamente con
los Salmos 78 y 79, que también hablan de la destrucción de Jerusalén. Otro común
denominador de estos tres salmos y de varios otros salmos de Asaf, es el énfasis que
ponen en Dios como el pastor de Israel.
El título de este salmo dice “Masquil de Asaf”. El significado de masquil es incierto,
pero parece que indica un “salmo experto” o un “salmo instructivo”. El músico Asaf fue
contemporáneo del rey David; la destrucción del templo que se describe en el Salmo 74
ocurrió en el año 586 a.C., cerca de 400 años después de la muerte de Asaf.
Eso ha llevado a algunos comentaristas a sugerir que el salmo 74 no fue escrito por
el Asaf de los días de David, sino por un descendiente suyo, quizás alguien con el mismo
nombre. Según esta teoría, el término “Asaf” se referiría no sólo a un individuo, sino a
una sucesión de músicos procedentes de una sola familia.
Sin embargo, este salmo pudo haber sido escrito por el Asaf de los tiempos de David
bajo inspiración profética, así como Moisés escribió en Deuteronomio 28 acerca de la
caída de Jerusalén, mucho antes que ésta ocurriera.
Asaf pudo haber escrito el Salmo 74 en una época en la que Israel estaba lleno de
entusiasmo por la construcción del templo. Su propósito pudo haber sido el de ver por
adelantado el destino final del templo. Así como la profecía de Moisés sonó como una
solemne advertencia en vísperas de la entrada a la tierra prometida, Asaf pronunció
una advertencia similar en la víspera de la construcción del templo. Su testimonio, al
igual que el de Moisés, iba a servir como una advertencia a lo largo de la historia de
Israel.
Podría también servir como un consuelo en el tiempo en que la profecía se cumplió,

138
ya que la predicción misma acerca de la destrucción era una muestra más de que ni esta
terrible catástrofe estaba fuera de los planes y del control de Dios. Así pues, este salmo
podría servir como una oración en la que se pide auxilio para evitar este desastre.

Salmo 74:1–3
Para los fieles de Israel, la destrucción del templo, que era un símbolo de la
presencia de Dios en medio de ellos, era un indicio de que Dios los había abandonado.
Pero eso resultaba inconsistente con el amor que Dios les había mostrado: cuando los
adoptó como su pueblo escogido, cuando les dio la tierra prometida, y cuando su gloria
apareció en el templo de Salomón. Seguramente ahora no iba a dejar a su pueblo en
esas condiciones.

Salmo 74:4–8
Cuando los babilonios destruyeron la ciudad de Jerusalén y su templo, la
devastación fue completa. Muchos años después, cuando Jeremías regresó para
reconstruir los muros de la ciudad, los montones de escombros eran tan grandes que le
impidieron hacer un reconocimiento de la ciudad.
La referencia del versículo 8 a “todas las moradas de Dios” (que la Nueva Versión
Internacional traduce como: “Quemaron en el país todos tus santuarios”) es
sorprendente ya que sólo había un templo legítimamente reconocido en Israel. Se
puede referir a los lugares de la localidad donde no se hacían sacrificios, tales como las
sinagogas, (La versión Reina-Valera 1995 traduce “moradas de Dios”) pero no hay
evidencias de que existieran sinagogas locales antes del exilio.
Es improbable que Asaf lamentara la destrucción de los “lugares altos” ilegítimos
que estaban dispersos por el país, pero tal vez se estaba refiriendo simplemente a todas
las ciudades de Israel de las que salieron verdaderos creyentes que fueron a Jerusalén.
Tal vez la referencia sea a la destrucción del templo y a la muy temprana destrucción
del tabernáculo en Silo. Aunque separados en el tiempo, estos dos acontecimientos
fueron paralelos en significado e impacto, como lo vamos a ver más tarde en los salmos
de Asaf.
La destrucción de Jerusalén hizo que los babilonios se sintieran orgullosos tanto de
su poderío como de la superioridad de sus dioses. Ese orgullo y la crueldad que lo
acompañó pedían una respuesta de Dios, pero parecía que esa respuesta iba a tardar
en llegar.

Salmo 74:9–11
Después de la destrucción de Jerusalén, parecía que Dios había abandonado al
remanente que quedaba en la tierra; los profetas Ezequiel y Daniel estaban con los
exiliados en Babilonia. Jeremías se había quedado en Judá, pero la mayoría de los
sobrevivientes rechazaron su liderazgo, y lo llevaron por la fuerza a Egipto. En medio de

139
esas circunstancias, que se describen en Jeremías 41–44, la situación parecía
desesperada, pero los pocos fieles que quedaban no perdieron la esperanza.

Salmo 74:12–17
En Israel a algunos tal vez les pareció que Dios no hacía nada porque no podía hacer
nada. Pero esa idea se descartaba por el poder que Dios había demostrado en la
creación del mundo. Aunque estos versículos se refieren primeramente a la creación,
también les recuerdan a los oyentes el éxodo de Egipto. En el lenguaje poético de Israel,
tanto las aguas del mar que Dios “quebró” al tercer día de la creación como la nación de
Egipto, que moraba a lo largo del poderoso río Nilo, fueron algunas veces representadas
como un monstruo marino. Leviatán era un nombre que se le daba a ese monstruo. Al
usar este término, Asaf hace una doble referencia que le recuerda al pueblo, el poder
creador y redentor de Dios. Ese poder era su esperanza.

Salmo 74:18–23
En esta súplica final, Asaf basa su caso en dos fundamentos: el honor de Dios y el
amor de Dios por su pueblo. Ora como lo hacemos nosotros en el Padrenuestro:
“Santificado sea tu nombre”. Ora por la liberación, no sólo para su propio beneficio,
sino también para que el honor de Dios sea defendido. Esto ocurrirá cuando sean
silenciadas las jactancias arrogantes de los babilonios sobre el poder de sus dioses.
Al usar el afectuoso nombre de “tórtola” como el nombre que Dios le da a su amada
novia, Asaf enfatiza la grandeza del amor de Dios por Israel. Apela a las promesas del
pacto que Dios había hecho con Israel como su novia, y le suplica que restaure esa
unión. El Salmo 74 termina con una nota de esperanza, pero la plena respuesta a esta
plegaria se dará en los salmos que siguen.

SALMO 75
El Dios de la historia
El Salmo 75 responde la pregunta que se hace en el Salmo 74: “¿Hasta cuándo, Dios,
nos insultará el angustiador?” Ellos continuarán en su arrogancia sólo hasta que Dios,
que los levantó para que fueran los instrumentos de su juicio contra Israel, traiga el
juicio sobre ellos a su vez.
Vemos cómo se cumplió este salmo en la historia: Dios levantó a Asiria para aplastar
al idólatra Reino del Norte de Israel y para castigar al rebelde Reino de Judá, pero
cuando llegó el tiempo adecuado, Dios permitió que se levantara Babilonia para
destruir tanto a la arrogante Asiria como a la impenitente Judá. Después de que se
cumplieron los setenta años de cautiverio en Babilonia, Dios levantó al rey Ciro de
Persia para que destruyera Babilonia y para que devolviera a su pueblo a su tierra natal.
Dios gobierna las naciones y controla su historia en tal forma que se cumplen sus

140
propósitos de juicio y de bendición. Por esto le agradecemos y lo alabamos.

Salmo 75:1–10
Este salmo es una proclamación del gobierno de Dios sobre la historia. El gobierno
de Dios ha sido un tema para los himnos del pueblo de Dios a lo largo del tiempo y lo
será en la eternidad. Los hijos de Israel cantaron su victoria sobre Egipto a la orilla del
mar Rojo (Éxodo 15). Ana, María, y Zacarías, se regocijaron en el triunfo del Señor sobre
los enemigos de su pueblo (1 Samuel 2; Lucas 1). Los santos y los ángeles del cielo,
harán eco de su canto (Apocalipsis 15 y 19).
Los creyentes reconocen que Dios controla tanto el guión como el horario de la
historia. Con frecuencia su mano es invisible excepto para los ojos de la fe. Sólo vemos a
los actores humanos y sus motivos. En ocasiones parece que la sociedad se está
desmoronando a pedazos y que la civilización se está derrumbando, pero Dios en su
providencia controla los planes y las intenciones de los gobiernos del mundo; cambia el
curso de los acontecimientos para que su pueblo sea preservado y para que sus
promesas se cumplan.
Este salmo usa dos figuras de dicción que son muy comunes en las Escrituras. (La
traducción de la NVI, en inglés, lo deja ver más claro al traducir por “cuernos” lo que la
Reina-Valera traduce como “poderío” y “poder”, v. 10.) Los cuernos son un símbolo de
poder. Los cuernos del impío serán cortados, mientras que los del justo serán exaltados.
Los gobernantes del mundo serán despojados de su poder, pero el pueblo de Dios
ejercerá el poder con él por toda la eternidad. Con frecuencia se utiliza una copa de
vino como símbolo del juicio de Dios, porque la necedad y la confusión de los que se
oponen a Dios, son como la confusión y la necedad de los que se embriagan con vino.
El Salmo 75 comienza y termina con alabanza. Si queremos unirnos a la alabanza,
primero debemos saber de las obras que Dios ha hecho en la historia; cuando las
entendamos, el significado del nombre salvador de Dios estará más cerca y será más
claro para nosotros. Estudiamos las obras de Dios para alentarnos a alabarlo; las
proclamamos para que otros se sientan inclinados a unirse con nosotros en la
adoración.

SALMO 76
El Dios de la victoria
Como el Salmo 75, este salmo responde a la pregunta y a la queja que se expresan
en el Salmo 74. El Salmo 75 establece el principio general de que Dios gobierna sobre
los reyes y los gobernantes del mundo. El Salmo 76 da un paso más allá y da un ejemplo
específico de esa victoria. Aunque no menciona ocasiones específicas, las circunstancias
que se describen en el ejemplo encajan con la situación propia del tiempo de la
destrucción del ejército de Senaquerib, rey asirio, en el año 701 a.C. (Isaías 36 y 37). Si
este salmo fue escrito realmente como respuesta a esta ocasión, surge la misma

141
pregunta que se hizo acerca de la autoría del salmo que se planteó en la introducción al
Salmo 74.

Salmo 76:1–12
Este salmo comienza y termina con una proclamación de la fama que Dios recibe
por su victoria. La proclamación inicial hace énfasis en el reconocimiento que recibe de
su propio pueblo. Judá e Israel son los nombres de los dos reinos en los que se dividió el
pueblo después de la época de Salomón. Salem y Sión son dos nombres que se le dan a
Jerusalén, donde estaba ubicado el templo.
La proclamación final dirige la atención al reconocimiento que Dios recibe de los
que antes se habían rebelado contra él. Los ejemplos que proporciona la historia
pueden incluir a los egipcios que fueron azotados por una serie de plagas y que
tomaron medidas para librarse por ellos mismos, Rahab y los gabaonitas que se unieron
al pueblo de Dios con el fin de escapar a la destrucción que vino sobre el resto de los
cananeos, y el oficial del ejército que le rogó a Elías por su vida después de haber visto
la destrucción de otros dos contingentes del ejército que habían tratado de arrestar al
profeta.
Es claro el sentido general del versículo 10, pero la traducción exacta es difícil.
Literalmente traducido, el hebreo dice: “La ira del hombre - tu alabanza; tu atas el resto
de tu ira”. La NVI ofrece dos traducciones. La interpretación del texto principal (en la
versión inglesa), “Ciertamente tu ira contra los hombres te trae alabanza, y los
sobrevivientes de tu ira están refrenados”, enfatiza los resultados de la ira de Dios
contra los impíos. Los juicios del Señor resultan en agradecimiento de su propio pueblo
por la liberación que le trae. El impío también lo “alabará” - ya sea con la alabanza del
arrepentimiento o con la de la sumisión. Aun el vencido en el infierno, doblará la rodilla
y confesará que Jesús es Señor para la gloria de Dios el Padre (Filipenses 2:10–11). Al
regreso de Cristo aun Caifás y sus amigos habrán de confesar: “Bendito el que viene en
nombre del Señor” (Lucas 13:35).
La lectura alternativa que se da al pie de página en la NVI (en inglés), “Ciertamente
la ira de los hombres te trae alabanza, y con lo que queda de tu ira tú te armas”,
enfatiza el resultado de la ira del hombre contra Dios. Esta traducción se acerca al
sujeto desde una dirección distinta, pero termina en el mismo lugar. La ira de Dios
contra los hombres lleva a la gloria de Dios, y lo mismo sucede con la ira del hombre
contra Dios. Eso ocurre cuando la ira del hombre contra Dios se vuelve contra los
rebeldes, y su derrota produce bendiciones para el pueblo de Dios y honor para él. El
mayor ejemplo de esto ocurrió cuando el odio de Satanás y del mundo en contra de
Cristo los llevó a crucificarlo, pero su muerte produjo la derrota más grande de Satanás
y el triunfo del plan de Dios en cuanto a la salvación del hombre.
Los versículos de la sección central del salmo narran la victoria de Dios sobre sus
enemigos. Los versículos 3–6 parecen ser la descripción de un acontecimiento histórico
que tuvo lugar en la ciudad de Jerusalén, probablemente la destrucción del ejército
asirio llevada a cabo por el ángel de la muerte. Sin embargo, como ocurre con el Salmo
142
46, este salmo parece ir más allá de la historia de la Jerusalén terrenal, a la historia de la
Jerusalén espiritual de Dios, la iglesia. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento, la victoria final del pueblo de Dios contra los ataques de Satanás y del
mundo, se describen como el rescate de Jerusalén de manos de sus enemigos (Ezequiel
38 y 39, Apocalipsis 20). Las grandes victorias de Dios en la historia del Antiguo
Testamento señalan a su victoria final del último día, cuando la queja que se plantea en
el Salmo 74 sea respondida totalmente y se complete la liberación del pueblo de Dios.

SALMO 77
¿Desechará el Señor para siempre?
El Salmo 77 repite el mensaje de los tres salmos precedentes. Revisa tanto la
pregunta como la respuesta que se plantea por el triunfo de los enemigos del pueblo de
Dios.
Jedutún era un músico del templo, contemporáneo de David y de Asaf. Si el título se
traduce como “para Jedutún”, se apoya el argumento de que al menos este salmo de
Asaf fue escrito por el Asaf de los días de David, y no por ningún homónimo tardío o
descendiente. Sin embargo, aquí la expresión hebrea no es la misma que aparece en el
título del Salmo 39, que se debe traducir como “a o para Jedutún”. Este título, como el
título del Salmo 62, se puede traducir “según Jedutún”. Esta traducción sugeriría que el
salmo se debía tocar de acuerdo a la melodía de Jedutún o a su estilo de música. En
este caso, el título sería una evidencia menos decisiva para fechar el salmo en los
tiempos de David.

Salmo 77:1–9
La súplica inicial tiene el mismo tono intenso y personal que tiene el del Salmo 73. El
salmista está profundamente conmovido y sufre gran angustia espiritual por causa de la
catástrofe que les ha sobrevenido a Israel y Judá. Puede entender que Dios castigue y
corrija a su pueblo rebelde, pero este desastre es tan completo y se ve tan ineludible
que parece que el Señor se ha olvidado por completo de su pueblo y que ha
abandonado su pacto con ellos. El salmista se siente angustiado cuando hace el
contraste entre los sufrimientos que padece Israel en el presente y las bendiciones
pasadas, pero es en este mismo recuerdo de la historia pasada que Asaf comienza a
encontrar la solución a su problema.

Salmo 77:10–20
En el Salmo 73, el autor miró al futuro para buscar consuelo; el Salmo 74 y este
miran hacia el pasado. El lenguaje que utiliza para referirse a la victoria sobre el mar es
similar al del Salmo 74, pero en ese salmo el énfasis estaba en el poder creativo de Dios
que gobernaba sobre el mar y sobre la creación. Aquí el énfasis cambia al poder
143
redentor de Dios que controló el mar durante el éxodo de Egipto. “Los años de la
diestra del Altísimo” (v. 10) se refiere a los años en que él usó su poder omnipotente
para liberar a su pueblo de Egipto y llevarlo a su propia tierra.
Los actos poderosos de Dios contra los egipcios fueron santos y justos, porque ellos
habían oprimido a Israel y habían despreciado las advertencias que Dios les hizo por
medio de Moisés. En la misma forma los cananeos trajeron sobre ellos mismos el juicio
por su idolatría inmoral.
El cruce del mar se describe en un lenguaje muy pintoresco. El relato que se hace en
Éxodo 14 menciona el fuerte viento y la nube que aterrorizaron a los egipcios, pero
nada dice acerca de lluvia, ni de truenos y relámpagos, al cruzar el mar Rojo, así que
algunos de los términos que aparecen en este salmo pueden ser figurativos. Sin
embargo, el salmo simplemente puede estar agregando detalles acerca de una
tormenta que no se menciona en el Éxodo.
El salmo termina con una nota de consuelo con el tema del “Buen Pastor”, tema que
es típico de este grupo de salmos. En tiempos de tribulación, los israelitas volvían la
mirada al pasado y recordaban la manera como Dios, su buen pastor, los había sacado
de Egipto. En tiempos de tribulación, nosotros también nos acordamos de que el Buen
Pastor dio su vida por sus ovejas. Si Cristo nos amó y se entregó a él mismo para
redimirnos de nuestros pecados, ninguna amenaza ni ningún desastre nos pueden
separar de su amor. Así como Dios llevó a su rebaño a la tierra prometida por las manos
de Moisés y de Aarón, así ahora él conduce a su rebaño al hogar eterno por la mano de
Cristo el Buen Pastor.

SALMO 78
Se han rebelado muchas veces
Este salmo considera los sufrimientos de Israel desde otro ángulo. Es cierto que sus
enemigos eran gente malvada cuyos triunfos dejaban perplejo al pueblo de Dios, pero
la mayoría de los miembros del pueblo de Israel difícilmente podrían aducir que eran
víctimas inocentes. Habían provocado a Dios y habían acarreado el desastre sobre ellos
mismos por causa de su desobediencia persistente y de su idolatría.

La separación de las aguas.


Por lo visto, el Salmo 78 fue escrito para celebrar el establecimiento de la dinastía
de David en Jerusalén, porque este evento condujo a la construcción el templo. Más
tarde en la historia de Israel el salmo iba a servir un doble propósito. Durante los años
de idolatría y de rebelión en el reino dividido, éste salmo iba a ser una advertencia para
que no se repitiera la necedad que se dio durante los años que pasaron en el desierto y
durante el tiempo de los jueces. Después, durante el cautiverio, le iba a ofrecer un rayo
de esperanza al recordarle a Israel que uno de los momentos más grandes de su pasado
144
había surgido de las profundidades del desastre, y que esta historia se podía repetir.
La estructura poética de este salmo es compleja por las muchas salidas del
paralelismo estricto y por las líneas largas y seguidas. (Se han tenido que dividir algunas
de las líneas siguientes con base en su extensión en el idioma español, más que por el
énfasis hebreo).

Salmo 78:1–8
Esta introducción hace énfasis en la profundidad y la pertinencia permanente, de la
revelación de Dios para el pueblo de Israel. La profundidad de la revelación se destaca
con el uso de las expresiones “proverbios” y “cosas escondidas” (o cosas secretas). A las
enseñanzas de este salmo se les llama cosas escondidas porque sólo se pueden conocer
y entender mediante la revelación del Espíritu Santo. La palabra que se traduce como
“proverbios”, se refiere a cualquier clase de mensaje que requiera cuidadoso estudio y
comparación con la situación propia de los oyentes, antes de que lo puedan entender
apropiadamente y aplicarlo correctamente. Esos mensajes se pueden expresar en
lenguaje figurativo como ocurre con los proverbios de Salomón y con las parábolas de
Jesús, o pueden tomar la forma de un repaso de la historia pasada, como sucede en
este salmo y en el sermón de Esteban que se registra en Hechos 7.
En cualquier caso, los oyentes deben pensar cuidadosamente acerca del significado
del dicho y aplicar la verdad que éste expresa a su propia situación. En Mateo 13:35, se
cita este versículo en conexión con las parábolas de Jesús. Esto es lo apropiado, ya que
todas las enseñanzas de Jesús, ya sean figurativas o literales, tuvieron exactamente el
mismo propósito de este salmo: ser una advertencia para Israel contra la necedad de
repetir los pecados de sus antepasados.
La pertinencia duradera que tiene la palabra de Dios se demuestra en el énfasis que
se hace al pasarla de una generación a otra. El libro de Deuteronomio destacó la
importancia de transmitir a las generaciones venideras la experiencia del éxodo y de la
conquista. Ese mensaje es tan importante en Deuteronomio que las palabras “no lo
olvides” se podrían usar como tema del libro. Este salmo repite el tono de capítulos
tales como Deuteronomio 6.
La importancia práctica de esa enseñanza, se demuestra por la advertencia de que
los hijos pueden escapar al juicio sólo si aprenden de la triste experiencia de sus
antepasados y no repiten su pecado. En 1 Corintios 10, Pablo nos dice que las historias
del éxodo tienen para nosotros el mismo propósito que tuvieron para Israel: “El que
piensa estar firme, mire que no caiga”.

Salmo 78:9–11
Es difícil ver la razón por la que la tribu de Efraín fue la escogida para ser criticada
por su conducta durante el éxodo o la conquista. Los efraimitas no ejercieron ningún
liderazgo en las rebeliones que surgieron durante los años que pasaron en el desierto;
no tenían la reputación de actuar con cobardía durante las batallas. Probablemente
145
fueron escogidos por causa del liderazgo que ejercieron más tarde en la secesión del
reino del norte de Israel, durante el reinado de Jeroboam. Esta referencia
probablemente intenta comparar esa secesión con la rebelión que dirigió Coré durante
los años que pasaron en el desierto, e intenta poner su idolatría en la misma categoría
que la de los años que pasaron en el desierto. La comparación es apropiada porque en
ambos casos vemos el mismo rechazo a los líderes escogidos por Dios y la misma
adoración a los becerros como representación del Señor.
Las siguientes secciones del salmo hacen el contraste entre la repetida rebelión de
Israel y la gracia constante de Dios. A medida que usted vaya leyendo, note el contraste
que se indica por palabras como “pero” y “sin embargo”.

Salmo 78:12–41
El salmo entrelaza dos temas: la bondad de Dios que se manifestó al dirigir a Israel
desde Zoán (el lugar donde moraban en Egipto) hasta Sión (el hogar permanente del
templo) en contraste con la persistente ingratitud de Israel. Hay mucha repetición en
este salmo porque ya desde los años que pasaron en el desierto existía también mucha
repetición de los mismos pecados. Para obtener una ilustración de esto compare:
Éxodo: 15, 16, y 17, con Números: 11, 16, y 20.
Israel olvidó muy pronto el poder que Dios desplegó en Egipto y la promesa que les
hizo de la tierra venidera. Por lo tanto, Dios a su vez envió juicios severos de castigo
durante los años que pasaron en el desierto, pero también le continuó dando el
alimento necesario a ese ingrato pueblo de la misma manera como hoy en día sigue
proveyendo alimento: para el bueno y para el malo, para el agradecido y para el
olvidadizo.
Al maná, que era un don maravilloso, se le podría llamar “pan de los cielos” sólo en
un sentido limitado. El maná aparecía sin ningún esfuerzo ni trabajo humano, y podía
prolongar la vida terrenal, pero nada más. El maná puso a prueba la fe y la confianza de
Israel en Dios, pero una prueba más apremiante estaba por venir. Esa prueba tenía que
ver con el verdadero pan del cielo. Juan 6 nos dice que Jesús alimentó a 5,000 hombres
con unos pocos panes. Los que vieron ese milagro se entusiasmaron por un corto
tiempo con el pan, pero no quisieron tener nada que ver con el verdadero pan de vida.
La reacción que tuvieron ante el regalo de Dios fue como la que tuvieron los miembros
del pueblo de Israel en el desierto.
En el desierto, en algunas ocasiones, los israelitas se mostraron arrepentidos, pero
el arrepentimiento fue generalmente superficial y de poca duración, así como el rocío
que aparecía cada mañana sobre el césped y se desvanecía con el calor del sol. La triste
historia se repitió una y otra vez, durante los años que anduvieron en el desierto. La
incredulidad de ese pueblo fue especialmente sorprendente porque en Egipto Dios les
había probado por completo su poder.

Salmo 78:42–53

146
Salmo 78:54–55
Podríamos pensar que, una vez que Israel se estableció en su propia tierra, la
rebelión de los años que habían pasado en el desierto iba a llegar a su fin. Pero en vez
de darle gracias a Dios por la feracidad de su tierra, los israelitas les agradecieron a los
ídolos del lugar y les sirvieron a ellos en vez de servirle a Dios.

Salmo 78:56–64
Parece que la destrucción del templo de Silo tuvo lugar cuando los filisteos
capturaron el arca del pacto durante los años del ministerio de Elí (1 Samuel 4–6). A
Israel le tomó muchos años llegar a recuperarse de ese desastre; durante la época de
Samuel y de Saúl Israel no tuvo ningún santuario central, aunque había un tabernáculo
en Gabaón. Fue sólo en los días de David que el arca fue llevada a Jerusalén, y que se
hicieron los preparativos para la construcción del templo, que iba a ser el único
santuario central.

Salmo 78:65–72
Dios quebrantó el poder de los filisteos mediante las victorias de David. En David,
Dios le dio al pueblo un fiel pastor como Moisés. Si Israel se pudo levantar de los
oscuros días de Elí para llegar a los brillantes días de David, también podría levantarse
nuevamente del oscuro cautiverio en Babilonia para pasar a la claridad del día en que el
Mesías vendría. El Mesías iba a ser un pastor mucho más grande que Moisés y David.
También en la venida del Mesías, el ciclo triste iba continuar; así como muchos
rechazaron a Moisés y a David, también muchos iban a rechazar al Pastor cuando
viniera. Es muy triste que la historia se repita, pero también es maravilloso ver que a lo
largo de la historia, la gracia de Dios nunca falla.

SALMO 79
Han reducido a escombros a Jerusalén
Este salmo hace eco del Salmo 74. La discusión del antecedente y de la autoría de
ese salmo se aplica también a este salmo.

Salmo 79:1–13
En respuesta a la destrucción del templo y al cruel trato que se le dio al pueblo de
Jerusalén, el salmista hace tres peticiones: que el honor de Dios sea defendido, que su
pueblo sea perdonado, y que sus enemigos sean castigados.
La mención de “las maldades de nuestros antepasados” que hace en el versículo 8
vincula este salmo con el Salmo 78. Los fieles de Israel sabían que los desastres que

147
golpearon a Jerusalén, se debieron a los pecados de Israel, pero los babilonios
pensaban que se debieron a la debilidad del Dios de Israel. Los débiles de fe que había
entre los israelitas pensaron que Dios los había echado de su presencia para siempre
por los pecados que habían cometido. Esas dos interpretaciones falsas se podían
corregir de una sola vez si Dios derribaba a Babilonia y a sus aliados y restauraba a su
pueblo. Por lo tanto, el salmista ora con estas palabras: “Derrama tu ira sobre las
naciones”. Cuando esto se haga: se hará justicia, se demostrará el poder de Dios, y el
amor por su pueblo será reafirmado.
El tema del pastor, que caracteriza a este grupo de salmos, trae a este salmo a su fin
con una nota de paz y consuelo.

SALMO 80
Escucha, oh Pastor de Israel
Este salmo continúa con el tema general de los salmos anteriores, pero parece que
habla de una ocasión diferente. A diferencia de aquellos salmos que señalaron la
destrucción de Jerusalén por los babilonios, éste parece hablar de la destrucción del
reino del norte y de la cercana destrucción de Judá, por los asirios durante el tiempo de
Ezequías al final del siglo octavo a.C.
La mención que hace de Efraín y de Manasés, tribus que estaban asociadas con el
reino del norte, no prueba el punto de vista de algunos comentaristas que sostienen
que éste y otros salmos que mencionan a José fueron escritos en el reino del norte. Los
fieles de Judá siempre estaban preocupados por sus hermanos del norte. Ezequías trató
de hacer volver al pueblo del norte para que rindiera culto en Jerusalén (2 Crónicas
30:10); ya desde el tiempo del exilio, Ezequiel profetizó la reunificación de Israel
(Ezequiel 37). Muchos de los sacerdotes y de los levitas que vivían en Jerusalén, eran
exiliados que habían salido el reino del norte para escapar de la apostasía de Jeroboam,
y naturalmente continuaron interesados en su hogar natal. Por tanto, es muy probable
que Asaf escribiera este salmo para que lo usaran como una oración en la que se pedía
el bienestar del pueblo del norte, especialmente alrededor del tiempo de la destrucción
de Samaria en el año 722 a.C.
Note el estribillo con el que concluyen las secciones mayores del salmo. Es poco
frecuente que esos estribillos ocurran en los salmos.

Salmo 80:1–3
La plegaria inicial relaciona el salmo con las tribus del norte de Judá y pronuncia una
oración en el nombre de ellos. La siguiente sección del salmo describe sus sufrimientos
a manos de los asirios, que los llevaron en cautiverio.

Salmo 80:4–7

148
La parte principal del salmo, que sigue a continuación, consta de tres secciones
principales. La primera describe el crecimiento de Israel bajo reyes como David y
Salomón y los reyes posteriores Uzías y Jeroboam II. Bajo la regencia de estos reyes,
Israel fue un reino próspero y poderoso, que extendía su influencia desde Egipto hasta
el río Éufrates por el norte.
La segunda sección describe la presente desolación del que una vez fuera un reino
poderoso. Es como una viña cuyos muros han sido destrozados y que está expuesta a
que la destruyan los animales salvajes. Después del año 722 a.C. Israel nunca volvió a
existir como un reino independiente, y hasta Judá fue confinado a un área
relativamente pequeña de las colinas de Judea.
En este salmo se describe a Israel como una vid de Dios, plantada en su viña, la
tierra santa. En las Escrituras, la vid puede representar a la nación (Isaías 5; Jeremías
2:21) o al rey de Israel (Ezequiel 17). La tercera sección, que viene enseguida, es una
oración por el rey, que también es representado por una vid.

Salmo 80:8–19
Algunos comentaristas entienden la expresión “tu mano sobre el varón de tu
diestra”, que aparece en la sección precedente, como un nombre figurativo para Israel,
pero parece que es mejor interpretarlo como una referencia a la cabeza que Dios les
dio, el rey. Con mucha frecuencia la historia de Israel mostró que es verdadero el dicho
de que “como iba el rey, así la nación”. En la tercera sección de este salmo el pueblo ora
por la conservación de un rey piadoso que detuviera el desastre que estaba por
ocurrirles. El reino del norte no tuvo esa clase de reyes; todos sus reyes fueron idólatras
o, peor aún, idólatras incompetentes.
El reino del sur, el reino de Judá tuvo dos reyes distinguidos que prolongaron la vida
de la nación: Ezequías y Josías. Ezequías fue rey en la época de la destrucción de Israel y
cerca del tiempo en que Judá escapó de Asiria. Dios le conservó la vida por quince años
más para el bienestar de la nación. Josías fue rey poco antes de la destrucción de
Jerusalén; cuando murió prematuramente en batalla, el destino de Judá quedó
asegurado. La oración de este salmo parece especialmente apropiada para Ezequías.
Sin embargo, ni siquiera los mejores reyes de Judá pudieron deshacer el daño que
causaron los pecados del pueblo; para eso se necesitaba un rey más grande. Ahora,
Cristo, la vid verdadera, ha llegado, y recibimos vida por nuestra unión a él. Por causa
de él podemos orar: “¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos! Haz resplandecer
tu rostro, y seremos salvos”.

SALMO 81
¡Si tan sólo…
Hay un dicho que dice: “De todas las palabras de la lengua y de la pluma, las más

149
tristes son éstas: Pudo haber sido…” Lo más trágico en la triste historia de Israel es que
todo pudo haber sido muy diferente. Todo el sufrimiento que le estaba causando tanta
angustia al salmista fue innecesario. ¡Si tan sólo Israel hubiera obedecido al Señor, qué
diferente hubiera sido su historia! Podrían haber quedado en su propia tierra, llenos de
bendiciones; podrían haber esperado en paz y con gozo la venida del Mesías. Pero,
como se apartaron del Señor, su historia estuvo llena: de guerras, de derramamiento de
sangre, y de desastre. Este salmo contrasta el gozo de una fiesta en la tierra prometida,
que pudo haber sido de permanente posesión para Israel, con la pena que le acaeció
por causa de su desobediencia. El salmo está basado en Deuteronomio 5:29 y 32:29.
Parece que Gitit se refiere a un instrumento musical o a un estilo de música que se
originó en la ciudad de Gat.

Salmo 81:1–7
Israel está invitado para que se una a la adoración en la única fiesta que se
celebraba por la liberación de la esclavitud en Egipto. Este salmo parece más apropiado
para la Fiesta de los Tabernáculos, en la que cada séptimo año se debía leer la Ley. La
nueva luna que marcaba el inicio del séptimo mes se celebraba con el sonido del cuerno
de carnero. La luna llena del decimoquinto día del séptimo mes, marcaba el comienzo
de la Fiesta de los Tabernáculos.
La Tierra Santa le fue dada a Israel, como un lugar en el que podrían adorar
libremente a Dios y gozar de los frutos con los que Dios los había bendecido. Este salmo
repite el tema de Deuteronomio, en el cual se exhorta a los israelitas para que no
olviden las bendiciones que Dios les ha dado, sino que lo honren con gratitud.
La siguiente sección es una advertencia de las consecuencias de rechazar la
invitación a adorarlo. El mismo contraste de adoración y de advertencia ocurre en el
Salmo 95.

Salmo 81:8–10
Al mismo tiempo que se invitaba a Israel para adorar a Dios, también se le advertía
sobre las consecuencias que le traería la desobediencia. Los libros de Deuteronomio y
Levítico, terminan con bendiciones para la obediencia y maldiciones para la
desobediencia.
El principal motivo que podían tener los israelitas para obedecer el mandato que
Dios les dio, de que lo adoraran sólo a él, tenía que ser el amor que ellos le profesaban
por todo lo que él había hecho por ellos. Sin embargo, Dios también los animó con
promesas de bendiciones continuas. Fue muy trágico, que Israel olvidara las
bendiciones que había recibido de Dios en el pasado, y que perdiera las bendiciones
futuras al apartarse de Dios y volverse a los ídolos.

Salmo 81:11–16

150
Fue Israel quien eligió la maldición en vez de la bendición. En vez de la victoria,
recibieron la derrota; en lugar de la abundancia recibieron el hambre; en vez de la vida
recibieron la muerte. Eso ocurrió una y otra vez, a lo largo de su historia, en la medida
en que Dios enviaba diversos opresores contra ellos. Esa trágica situación alcanzó su
punto más bajo durante la cautividad en Babilonia en el año 586 a.C. y nuevamente en
la destrucción del templo a manos de los romanos en el año 70 d.C.
La triste historia de Israel es una advertencia para nosotros. Si Dios envió juicios
terribles contra su pueblo escogido cuando ellos se volvieron infieles, ¿podemos
esperar nosotros mejor trato si seguimos el ejemplo de su ingratitud?

SALMO 82
Ay de los gobernadores corruptos
Aunque el pueblo de Israel, considerado como un todo, no era completamente
inocente, una gran parte de la culpa por el triste resultado de su historia cae sobre sus
gobernadores corruptos. No sólo no ejercieron un buen liderazgo espiritual para con el
pueblo, sino que también lo explotaron y lo oprimieron con el fin de satisfacer su propia
codicia. Los profetas: Oseas, Amós, Isaías, y Miqueas, condenaron enérgicamente esos
pecados de la clase gobernante de Israel. El Salmo 82 exige el juicio sobre los
gobernantes corruptos de Israel y sobre todos los otros gobernantes que abusen de la
confianza que Dios ha depositado en ellos.

Salmo 82:1–8
A los gobernantes se les llama “dioses” porque ellos eran los representantes de
Dios, que habían recibido el poder de él. Jesús se refiere a este salmo en Juan 10:34
cuando discute con los líderes de los judíos porque estaban furiosos de que él se
llamara el Hijo de Dios. El punto de Jesús al citar el Salmo 82 fue este: Si las Escrituras
llaman “dioses” a los representantes terrenales de Dios (y cada palabra de las Escrituras
es inspirada por Dios), ¿por qué están tan enojados los judíos de que el verdadero Hijo
de Dios que vino del cielo, su más grande representante para la raza humana, se
llamara a él mismo “el Hijo de Dios”?
La responsabilidad que Dios les da a los gobernantes, es la de castigar al culpable y
proteger al bueno. Con demasiada frecuencia los gobernantes de Israel estaban
haciendo exactamente lo opuesto. Cuando los gobernantes ignoran hasta el
conocimiento natural de la ley de Dios y guían a su pueblo a la oscuridad moral, están
destruyendo las bases mismas de la sociedad. Los gobernantes que abusan
descaradamente de la confianza que Dios ha depositado en ellos serán juzgados muy
severamente. Como los gobernantes de Israel, los gobernantes de nuestros días que
persiguen al inocente y al mismo tiempo toleran el aborto y la inmoralidad, tendrán que
responderle a Dios por su negligencia.

151
Una viuda y sus hijos.

SALMO 83
Rodeado de enemigos
Este salmo es una conclusión muy apropiada para la colección de Asaf, que trata de
la aflicción de Israel. Aquí vemos a Israel rodeado de enemigos y dependiendo por
completo de Dios para su rescate. Si este salmo fue escrito por el Asaf de los tiempos de
David, como parece ser, entonces es un salmo general que se puede aplicar a cualquier
punto de la historia de Israel. Aquí los primeros enemigos del pueblo de Israel
representan a todos los enemigos del pueblo de Dios. Ocurre lo mismo en el libro de
Apocalipsis, en el que al más grande enemigo del pueblo de Dios durante la época del
Nuevo Testamento se le llama Babilonia, el nombre de su mayor enemigo en los
tiempos del Antiguo Testamento. Una ocasión histórica para la que este salmo es
especialmente apropiado es la invasión de Judá que llevaron a cabo: Moab, Amón, y
Edom, que está registrada en 2 Crónicas 20. La victoria de Israel en esa ocasión fue
predicha por Jahaziel, un descendiente de Asaf (2 Crónicas 20:14).

Salmo 83:1–8
En esta muy breve oración inicial el salmista le pide que Dios venga al rescate de
Israel. Sigue su súplica con toda una lista de los enemigos de Israel y de sus crímenes.
Los edomitas eran descendientes de Esaú, que vivían al sureste del Mar Muerto. Los
ismaelitas, que vivían al sur de Israel, y tal vez también los agarenos, eran
descendientes de Ismael el hijo de Abraham. A los agarenos se les menciona en 1
Crónicas 5, como enemigos de la tribu de Rubén, que vivían al este del Jordán durante
los días de Saúl. Los amalecitas también vivían principalmente al sur de Israel. Los
moabitas y los amonitas, eran descendientes de Lot, y vivían al este del Jordán. Los
filisteos eran los enemigos de Israel al oeste. Los pueblos de Gebal y Tiro eran fenicio-
cananeos, y vivían al norte de Israel. (La nota en la NVI entiende Gebal como la ciudad
fenicia de Biblos, localizada en lo que hoy es el Líbano. Por su posición en el texto, otros
comentaristas creen que esta Gebal es una ciudad más oscura, localizada cerca de
Edom.) Así, Israel estaba completamente rodeado de enemigos.
Si este salmo fue escrito por el Asaf de los tiempos de David, la mención que hace
de Asiria es algo sorprendente, ya que Asiria no fue un factor interviniente sino hasta
después en la historia de Israel, y las naciones que se mencionan como enemigas de
Israel en este salmo generalmente eran enemigas de Asiria, no sus aliadas. Y como
“Asur”, el nombre hebreo de Asiria, es también el nombre de una nación pequeña, que
estaba en las regiones del sur habitadas por los amalecitas y los ismaelitas (Génesis
152
25:3, 18), es posible que los traductores de la Reina-Valera hayan malinterpretado el
texto y debieron haber traducido así el versículo 8: “También Asur se les juntó”. Como
muchas otras de las naciones de esta lista, estos asuritas del sur estaban emparentados
con Israel; eran descendientes de Cetura, la esposa de Abraham. En este contexto
parece más apropiada, una referencia a la cercana Asur del sur, que una referencia a la
distante Asiria del norte. Parece que los traductores de la Reina-Valera cometieron el
mismo error en Números 24:22, 24, ya que los de Quitim que se mencionan en ese
pasaje probablemente son los filisteos y los asuritas, sus vecinos del sur.

Salmo 83:9–18
En esta sección el salmista ora para que Dios derrote a los enemigos de Israel en el
presente y en el futuro, tan decisivamente como había aplastado y esparcido a sus
enemigos en el pasado. Madián y sus gobernantes: Oreb y Zeeb, Zeba y Zalmuna,
fueron derrotados por Gedeón (Jueces 7 y 8). Sísara fue derrotado por Débora (Jueces
4). Estas victorias son ejemplos apropiados de la intervención divina en favor de Israel,
ya que ellos dependían muy claramente de la gracia y del poder de Dios, y no de la
fuerza ni del valor del ejército de Israel. Las comparaciones que hace con: remolinos de
polvo, hojarasca, fuego y tempestad, ponen el énfasis en lo completo de la derrota del
enemigo.
Las metas de la oración del salmista están puestas en los versículos 16 y 18: la gloria
de Dios y el arrepentimiento de sus enemigos son el principal interés del salmista. La
motivación del salmista se destaca también en los versículos 2 a 4. Debe considerar a
esa gente como sus enemigos porque son enemigos del pueblo de Dios; se oponen al
plan de Dios y tratan de robarle a su pueblo la herencia. En cada época, el pueblo de
Dios ha tenido que orar: “Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu
voluntad”. Esta fue la misma oración de Asaf en su día. Y debe ser nuestra oración
también. Hoy, cuando la iglesia está rodeada por tantos enemigos, oramos: “Oh Dios,
no guardes silencio; no te quedes, oh Dios, callado e impasible” (NVI, v 1).

LOS SALMOS DE LOS HIJOS DE CORÉ Salmos 84–89


El resto del Libro III de los Salmos consiste en salmos de los hijos de Coré, excepto el
Salmo 86, que es un salmo de David. Los hijos de Coré eran un grupo de cantores levitas
descendientes del Coré que se había rebelado contra Moisés. Los Salmos 42–49 del
Libro II también son de los hijos de Coré. Ambos grupos de salmos contrastan el gozo
que el salmista encuentra en la casa de Dios en Jerusalén con la pena de estar
separados de él. En el primer grupo de salmos de los hijos de Coré predomina el
nombre de “Dios”, pero en este grupo de salmos predomina el nombre “Jehová”.

SALMO 84
Cuán amables son tus moradas
153
Este salmo, que hace énfasis en el gozo de estar en la casa de Dios, es una
introducción excelente a este grupo de salmos.
Gitit parece que se refiere a un instrumento musical o un estilo de música
desarrollado en la ciudad de Gat.

Salmo 84:1–12
El intenso anhelo por la casa de Dios que se expresa en este salmo es muy parecido
al que se expresa en los Salmos 42 y 43. Parece que la guerra o algunas otras
circunstancias le impidieron al salmista unirse en la peregrinación a Jerusalén con
ocasión de las fiestas religiosas. Hasta los pájaros que hacen su nido en los aleros del
templo tenían acceso a los atrios de la casa de Dios, pero el salmista estaba excluido.
“El valle de lágrimas” tiene en algunas otras traducciones el nombre de “Valle de
Baca” o “Valle de Bálsamo”, pero en realidad no hay ningún lugar geográfico con ese
nombre en ninguna parte de la tierra de Israel. Por lo tanto, el “valle de lágrimas”
puede ser una alusión figurativa a la pena del salmista, ya que en hebreo esto suena
como “el valle de dolor”.
Aunque hay un indicio de dolor, este salmo es predominantemente de gozo. Si el
salmista está separado de la casa de Dios, el gozo que siente al ver la restauración de la
casa de Dios sobrepasa a la angustia de una separación temporal. A lo largo del salmo,
habla del gozo y de la fuerza de quienes adoran en la casa de Dios. Los estanques del
valle de lágrimas son símbolos de las bendiciones espirituales, porque la palabra para
“estanque” en el hebreo suena como la palabra para “bendición”.
La palabra “bienaventurado” o “dichoso”, aparece tres veces en este salmo. Cada
vez hay una expresión más fuerte de paz y de satisfacción. En el versículo tres hay un
nostálgico anhelo de unirse a los peregrinos en Jerusalén. En el versículo dos hay una
determinación para llevar a cabo el viaje. En el versículo doce hay confianza y
satisfacción. Si el Señor no les niega ninguna cosa buena a aquellos que confían en él,
seguramente que no les negará lo mejor de todo: el gozo de adorar en su presencia.
El “escudo” por el que el salmista ora es seguramente el rey del que depende la
seguridad de la nación.
Durante la época del Antiguo Testamento, el gozo completo de adorar a Dios era
posible sólo en una ciudad y en un edificio, ya que los sacrificios se podían ofrecer
solamente en el templo de Jerusalén. El día de hoy nuestra adoración no está limitada a
un solo lugar, estamos en libertad de adorar a Dios en cualquier parte. Sin embargo, las
iglesias ocupan un lugar muy especial en nuestro corazón, allí fuimos bautizados,
confirmados, y casados; allí fuimos testigos de estos acontecimientos en la vida de
nuestros seres queridos. En ellas escuchamos palabras de consuelo cuando murieron
nuestros parientes y amigos. Desde su púlpito hemos escuchado la palabra de Dios
domingo tras domingo. En ese altar recibimos regularmente, el verdadero cuerpo de
Cristo que fue dado y su verdadera sangre que fue derramada para el perdón de

154
nuestros pecados. Nosotros, al igual que el salmista, podemos decir: “Cuán amables son
tus moradas, oh Señor de los ejércitos”. Es verdad que podemos adorar a Dios en
cualquier parte, pero nunca debemos, por nuestra negligencia o nuestra indiferencia,
privarnos a nosotros mismos del gozo de unirnos a nuestros hermanos en Cristo en la
casa de Dios.

SALMO 85
Fuiste propicio a tu tierra
Este salmo tiene la misma combinación de pena y gozo que aparece en el Salmo 84.
El salmista se regocija en la bondad que Dios le había demostrado a su pueblo en el
pasado, pero eso implica que su bondad no se está haciendo sentir por completo en el
presente.
Algunos comentaristas han sugerido que la restauración pasada a la que se refiere
este salmo es el regreso del exilio en Babilonia y que la tribulación presente se refiere a
los problemas que el pueblo de Judá experimentó durante el tiempo de Esdras y
Nehemías. Esta interpretación se basa en parte en el hecho de que la segunda mitad del
versículo uno se puede traducir así: “Tú hiciste regresar a Jacob del cautiverio”. Esta es
la interpretación que sigue la versión Autorizada (y la Reina-Valera).
Según la interpretación de la NVI (en inglés), que dice: “Tú devolviste la fortuna de
Jacob”, este salmo no necesariamente tiene que ser una referencia a los tiempos del
post-exilio, pero se podría referir a casi cualquier tiempo de tribulación durante la
historia de Israel. Parece que lo más probable es que la pasada bondad se refiera a las
muchas veces en que Dios acudió en ayuda de Israel durante los días de los jueces y de
los reyes, y que la tribulación actual se refiera en especial a la cautividad en Babilonia.
Esto, por supuesto, no descarta la autoría profética de mucho antes del tiempo del
exilio.

Salmo 85:1–3
El salmista reconoce que las tribulaciones pasadas de Israel ocurrieron por causa de
su pecado. La restauración, por lo tanto, les dio la seguridad de que sus pecados habían
sido perdonados, tal como la curación que Jesús le concedió al paralítico fue una señal
de que sus pecados le habían sido perdonados.

Salmo 85:4–6
Esta parte del salmo repite el tema del Salmo 74. Igual que ese salmo, parece que
está dirigida a la experiencia más devastadora de Israel, el cautiverio en Babilonia. Y
como Dios no opera por capricho, sino de acuerdo al inmutable principio de gracia que
se expresa en el evangelio, el salmista está confiado en que Israel experimentará otra
vez la misma misericordia que tantas veces experimentaron en el pasado.

155
Salmo 85:7–13
Esta sección del Salmo 85 es digna de resaltar por su lenguaje pintoresco. Las
bendiciones que el Señor da, se describen como personas que se saludan con un beso y
como sembradíos que brotan y florecen. Aunque esta promesa se cumplió en forma
parcial cuando Dios restauró a Israel de su cautividad, esta sección se entiende mejor
como la descripción de las bendiciones de la era mesiánica.
La gloria de Dios moraba en la tierra de Israel cuando Cristo vino y vivió entre los
hombres (Hageo 2:7–9; Juan 1:14). La paz y la justicia de este salmo no son políticas,
son la paz y la justicia que Cristo ganó para nosotros. La cosecha de la tierra no es de
agricultura, es la reunión de la gente en el Israel conformada por todos los que creen.
La armonía que existió entre los cielos y la tierra en la creación, fue restaurada
cuando las barreras del pecado, que nos excluyeron del Paraíso, fueron quitadas por
Cristo. La división entre el cielo y la tierra será completamente quitada cuando Cristo
regrese y vivamos juntos en el nuevo cielo y en la nueva tierra (Apocalipsis 21). La
predicación por todo el mundo de la justicia de Cristo está preparando ahora el camino
para su regreso. Entonces el cumplimiento de este salmo será completo.
Las bendiciones que se enumeran en esta sección son las bendiciones del evangelio,
pero el versículo ocho, cuando dice que sus santos “no vuelvan a la locura”, nos
recuerda que las bendiciones gratuitas del evangelio nunca se deben usar
erróneamente como un pretexto para pecar. Como nos estamos preparando para vivir
en los nuevos cielos y en la nueva tierra, donde mora la justicia perfecta, nos
esforzamos para hacer la voluntad de Dios sobre la tierra, así como se hace en los
cielos. Estamos ansiosos por el advenimiento del día en que vivamos en verdadera
justicia en los cielos.

SALMO 86
Guarda mi vida
Como único salmo de David que hay en el Libro III de los Salmos, éste parece
extrañamente fuera de lugar. Sin embargo, tiene algunas conexiones temáticas con los
salmos que lo rodean. La plegaria que hace por liberación y el énfasis que hace en el
perdón, hacen eco del Salmo 85. La referencia que se hace a la reunión de las naciones
en el versículo nueve señala hacia el Salmo 87.
Las secciones iniciales de este salmo explican la plegaria de David y sus
fundamentos para ella.

Salmo 86:1–10
En la primera sección anterior, la sangría tipográfica indica la alternada plegaria de
David con las declaraciones de sus necesidades y de su fe. Cinco veces acude David al

156
Señor para pedirle ayuda. Cada una de esas cinco plegarias de ayuda va seguida por una
expresión de las necesidades del salmista y de su fidelidad al buscar la ayuda del Señor.
Las características del salmista que deben mover a Dios a escuchar sus oraciones se
enfatizan en esta sección inicial.
En las secciones segunda y tercera, la plegaria de David se mueve a una base más
segura para sus oraciones, es decir, menciona los atributos de Dios que le dan la
confianza para orar. La segunda sección hace énfasis en el amor y la misericordia de
Dios, que lo mueven a perdonar nuestros pecados. La tercera sección proclama el poder
de Dios por el cual controla todas las cosas para el bien de su pueblo. David considera
de antemano el día en que no sólo un remanente de Israel, sino gente de todas las
naciones reconocerá la gracia y el poder de Dios y vendrá a él.
Se puede indicar un énfasis especial en el poder de Dios por el hecho de que en este
salmo el nombre “Señor” corresponde con frecuencia a la palabra hebrea para amo o
dueño (escrito Señor en la Biblia de Reina-Valera) más bien que Yahveh, el nombre del
Dios del pacto (escrito Jehová en la Biblia Reina-Valera).
La expresión “Ninguno hay como tú entre los dioses” no implica la aceptación de
politeísmo, como tampoco lo hace el Primer Mandamiento; simplemente reconoce que
hay muchos “dioses” en el mundo a quienes la gente sirve ciegamente. Sin embargo,
ninguno de ellos es real; son producto de la imaginación humana y de los engaños de
Satanás. Eso se establece claramente en el versículo diez: “Sólo tú eres Dios”.

Salmo 86:11–13
En la porción media de este salmo, David expresa la confianza en que Dios
responderá a sus oraciones. Cuando sea librado de la muerte, alabará y agradecerá con
corazón íntegro. Reconoce que será capaz de cumplir esa promesa sólo si el Señor crea
en él un corazón íntegro, mediante el poder de su palabra.

Salmo 86:14–17
Parece que la crisis todavía no ha pasado, porque David repite la plegaria. Al repetir
su oración, David no está demostrando una fe débil, sino más bien se constituye en un
ejemplo de la persistencia en la oración, que es lo que Jesús pide que practiquen sus
seguidores.
Una señal de que David se contuvo es el hecho de que hasta aquí no menciona los
nombres de sus enemigos en las oraciones. Se centra primero en los atributos de Dios y
en su gloria. Los enemigos de David probablemente eran los ayudantes de Saúl o los
que conspiraron juntamente con Absalón.
La bella descripción que hace del Señor en el versículo quince es una de las
descripciones favoritas para Israel del Dios de gracia. Se origina en la proclamación que
Dios le hizo a Moisés en Éxodo 34:6 y que se repite muchas veces en el Antiguo
Testamento.
Dios tiene sentimientos de compasión para con su pueblo, como los de una madre
157
para con su hijo, pese a sus faltas y debilidades. Tiene generosidad como la de un padre
que gratuitamente les da regalos a sus hijos, sin que ellos los merezcan o los hayan
ganado. Tiene la paciencia del padre que instruye constantemente a sus hijos en el
camino correcto. Dios es fiel a las promesas que hace en el evangelio. Nunca los
abandonará.
David termina con la oración “santificado sea tu nombre”. Cuando David sea
liberado, quedará claro para todos que Dios está gobernando y que su voluntad no
puede ser trastornada. Cuando David sea ayudado y consolado, el plan de los aliados de
Satanás quedará en nada, y Dios será glorificado.

SALMO 87
La ciudad gloriosa
Como los Salmos 47 y 67, este salmo expresa un tema de misiones mundiales.
Declara el mismo amor por la santa ciudad de Dios que declaran los Salmos 48 y 122. El
himno “Glorias mil de ti se cuentan” (Himnario Metodista, 218) está basado en este
salmo. Introduce un brillante rayo de esperanza en esta sección de los salmos al mirar el
glorioso futuro de Jerusalén.

Salmo 87:1–7
Aunque no menciona el templo, este salmo obviamente está basado en el hecho de
que el templo del Señor fue construido sobre el monte Sión en Jerusalén. La presencia
del templo hizo que Jerusalén fuera una ciudad única sobre la tierra. Sin embargo,
como los otros salmos que glorifican a Jerusalén, este salmo mira más allá de la ciudad
terrenal hacia la Jerusalén espiritual, que es la iglesia que está en la tierra, y hacia la
Jerusalén celestial, la iglesia que está en los cielos. Dios ha escogido solamente un
pueblo en el pleno sentido del término, es decir, su Israel espiritual formado por todos
los que creen en el Mesías, sin importar que sean judíos o gentiles de nacimiento.
Los gentiles, que eran enemigos de Dios y de su pueblo, se hacen ciudadanos de
Israel mediante la fe en Cristo. La ciudadanía del verdadero Israel, que heredará las
promesas de Dios, no depende de la raza, sino de un renacimiento espiritual. Esta
verdad se enseña en muchos lugares en el Nuevo Testamento.
Una de las afirmaciones más completas, se encuentra en Efesios 2:1–20, que incluye
estas palabras de Pablo a los efesios: “Por eso, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino
conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo
mismo”. Declaraciones semejantes se encuentran en Romanos 4:16 y 11:13–24 y en
muchos otros pasajes.
Rahab es un nombre para Egipto, y Cus es la región que está al sur de Egipto; junto
con Babilonia, fueron los grandes enemigos de Israel durante el Antiguo Testamento.
Filistea y Tiro eran los enemigos más cercanos. Esta profecía se cumplió literalmente

158
cuando los habitantes de todos esos países llegaron a la fe mediante el ministerio de los
apóstoles después de Pentecostés. Sin embargo, estos nombres representan a todos los
pueblos de todas las naciones que llegaron a la fe en la época del Nuevo Testamento.
Por naturaleza, nosotros también éramos enemigos de Dios y de su pueblo, pero
mediante el bautismo fuimos hechos hijos suyos por la fe en Cristo Jesús. Hemos
llegado a ser hijos de Abraham mediante la fe en su simiente prometida (Gálatas
3:26–29).
La otra traducción que ofrece la NVI (en inglés) en una nota al pie de la página, “Oh
Rahab y Babilonia, Filistea, Tiro y Cus, yo registraré a aquellos que me conocen: ‘Este
nació en Sión’ ”, parece desafiar a los enemigos, hecho que menosprecia el énfasis
misionero de este salmo. No hay nada en el salmo mismo ni en el contexto más amplio
de las Escrituras que nos haga preferir esta otra lectura a la del texto principal de la NVI.
(Parece que la traducción de la Reina-Valera ‘77 corresponde a la que la NVI prefiere.)
El tema de las misiones mundiales aparece con frecuencia en el Antiguo Testamento,
especialmente en Isaías, así que se puede conservar aquí también.
Este es un salmo sobre la gracia de Dios. Por causa de su amor y de su elección, la
ciudad santa llega a ser la especial posesión de Dios. Debido a su proclamación, hasta
sus enemigos son llamados a entrar a esta ciudad santa. Es sólo por su gracia que los
reyes de la tierra puedan entrar a su ciudad y beber de la fuente de vida (Apocalipsis
21:22–22:2).

SALMO 88
Las tinieblas son mis amigas
Este es uno de los salmos más insólitos, tanto por su fondo literario como por su
tema. Es el único salmo que tiene un encabezado doble.
El título “Al Músico principal” se encuentra normalmente al principio del salmo, aquí
parece que es el punto de división entre los dos títulos. El contenido del primero es
idéntico al del Salmo 87. Por esta razón algunos comentaristas sugieren que el primer
encabezado realmente pertenece al final del Salmo 87 y que fue mal puesto cuando se
unió al Salmo 88.
Aun así, el cantante levita Hemán era uno de los hijos de Coré.; también era nieto
del profeta Samuel (1 Crónicas 6:33–37). Por lo tanto, es probable que el primer título
le pertenezca al Salmo 88 y que el segundo título sea una elaboración del primero. Sin
embargo, el problema se complica por el hecho de que existía otro Hemán, que fue
famoso por su sabiduría. Era de la tribu de Judá y de la familia de Zera (1 Reyes 4:31; 1
Crónicas 2:6). Esto le puede dar una posible explicación al término “ezraíta”, pero un
miembro de la tribu de Judá no podía estar entre los músicos del templo. Parece más
probable que el autor de este salmo sea el Hemán levita y que el término “ezraíta” se
refiera a su lugar de residencia.
Otra posibilidad que ha sido propuesta por algunos comentaristas es que los dos

159
Hemán sean en realidad la misma persona, que se ha clasificado como levita por
nacimiento pero con residencia en Judea. Esa es una posibilidad, ya que al padre de
Samuel se le menciona como levita y también como efraimita, con base en su origen y
en su lugar de residencia respectivamente (1 Samuel 1:1, 1 Crónicas 6:34).
Si los dos encabezados le pertenecen a este salmo, entonces el salmo tiene tres
diferentes designaciones: “salmo”, “canción”, y “masquil”. Un masquil es un salmo
didáctico o de destreza. “mahalat leannot” (la segunda palabra no aparece en la versión
Reina-Valera pero en la NVI sí) aparece sólo en este salmo y parece que significa “el
sufrimiento de la aflicción”. Si es así, es muy apropiado para este salmo. Parece que es
el título de la melodía o del estilo de música que le debe acompañar. El título mahalat
aparece en el Salmo 53.
El contenido de este salmo también es poco común en el sentido de que la única
chispa de esperanza se encuentra en el versículo uno, que se refiere al Dios que salva. El
resto del salmo es de monótona oscuridad. Incluso el final del salmo tampoco ofrece
ninguna esperanza para el futuro, sino que termina sombríamente. Esto es aún más
notorio en el hebreo (que en la NVI en inglés), porque en él la última palabra es
“tinieblas”.

Salmo 88:1–18
Un resumen adecuado de este salmo sería “mi alma está saturada de males”. El
peligro de muerte, el estar consciente de la ira de Dios, el no poder ver la causa de su
aflicción, y la pérdida de la familia y de los amigos, están entre los lamentos que
abruman a Hemán.
Hay dos problemas en especial que surgen con el contenido de este salmo. El
primero es la profundidad de la desesperación de Hemán, que puede ser chocante para
muchos lectores que se imaginan que esas palabras sólo pueden provenir de un
incrédulo. Pero los hijos de Dios también se pueden sentir temporalmente abrumados
por la desesperación cuando se ven afligidos por desastres devastadores. Job y
Jeremías, fueron otros dos creyentes que pasaron por las mismas profundidades que
Hemán pasó antes de recobrar su rumbo espiritual. Asaf, el autor del Salmo 73 también
estuvo a punto de caer.
Esa desesperación no es correcta, ni es necesaria, ya que el Dios bueno y poderoso
tiene el control aun cuando la situación parezca tenebrosa. Pero Dios ha permitido que
se inscriban esas horas tenebrosas de sus santos en las páginas de las Escrituras para
nuestro beneficio. Aunque su fe pendía de un hilo, Dios no permitió que el hilo se
rompiera. Dios no romperá la caña lastimada ni apagará el débil pabilo de la fe (Mateo
12:20); sanará la caña partida y avivará la llama moribunda para hacerla nuevamente
flama.
Este salmo ha sido escrito para nuestro beneficio, para que si alguna vez llegamos a
enfrentar tiempos tan oscuros como los de Hemán, reconozcamos que no estamos
solos en la angustia. Como Hemán, nos podemos aferrar a la débil chispa de la fe para
poder continuar orando hasta que otra vez Dios nos haga ver claras las respuestas.
160
Aun puede haber casos para los cuales nunca sabremos el “por qué” o de los que
nunca nos aliviaremos en esta vida. Si es así, debemos soportar hasta que Dios nos
saque de esta vida. Nos negaremos a aceptar la tribulación presente como la última
palabra de Dios para nosotros, y continuaremos orando aún en las tinieblas.
El segundo problema que se presenta en el contenido de este salmo es la aparente
negación de la vida después de la muerte que se podría ver en los versículos diez a
doce. Pensamientos similares aparecen en algunos de los salmos de David, como por
ejemplo en el Salmo 6. Esos salmos están viendo el asunto desde un punto vista
meramente terrenal. Desde esta perspectiva es cierto que nunca pasaremos por ese
camino otra vez. Es verdad que esta vida es nuestra única oportunidad para recibir y
para compartir el evangelio.
Por lo tanto, Hemán está pidiendo alivio de sus aflicciones, ya que tal liberación será
una señal del amor de Dios y demostrará la fidelidad de sus promesas. Ese alivio
también fortalecerá a Hemán y a otros, y le devolverá a Hemán la habilidad para servir a
Dios en esta tierra. Aunque el Salmo 88 termina con una nota discordante, el Salmo 89
señalará a la liberación que Hemán ansía.

SALMO 89
Tú prometiste a David
El Salmo 89 es un acompañante apropiado del Salmo 88. El asunto de la paternidad
literaria que se plantea por el encabezado del Salmo 89 está estrechamente
relacionado con el que se suscita respecto al encabezado del Salmo 88. Hemán el
músico levita tenía un asociado llamado Etán, y Hemán de Judá tenía un hermano
llamado Etán, así que surge aquí también la misma posibilidad doble en lo que se
refiere a la paternidad literaria que se discutió en los comentarios previos del Salmo 88.
Este Etán podría ser el levita, que era músico del templo, o el hombre sabio de Judá; o
los dos pueden ser la misma persona.
Estos dos salmos están también estrechamente relacionados en el tema ya que los
dos tratan de las aflicciones del pueblo de Dios. La mayor diferencia es que el Salmo 89
le da algún alivio a la profunda tristeza del Salmo 88. El Salmo 89 termina con una
pregunta sin respuesta, pero tiene un tono más optimista que el Salmo 88, ya que su
alabanza inicial es más enfática y confiada que la del Salmo 88. El Salmo 89 tiene
también una exposición mucho más detallada de las promesas y del poder de Dios.

Salmo 89:1–2
En la alabanza inicial Etán marca el tono para todo el salmo al declarar firmemente
su confianza en la fidelidad de Dios para con las promesas del pacto que hizo con Israel.
Aunque Etán hace algunas preguntas sobre la forma en que Dios demuestra esa
fidelidad, sin embargo lo hace con la misma disposición que tuvo María para aprender
cuando preguntó: “¿Cómo será esto?” (Lucas 1:34). Pregunta con el mismo anhelo que

161
mostró Juan el Bautista; Juan envió mensajeros para que le preguntaran a Jesús, porque
era difícil para él y para sus discípulos creer que Jesús fuera realmente el Mesías
prometido si lo estaba dejando preso en la cárcel de Herodes (Mateo 11:1–14).
Etán pasa de su declaración inicial de fe al problema específico que le incomoda. En
2 Samuel 7:4–17, Dios le había prometido a David que uno de sus herederos iba a
permanecer en su trono para siempre. ¿Cómo podía concordar esa promesa con la
pérdida parcial del reino de David que sobrevino por la división y el colapso final del
reino del norte de Israel? ¿Cómo se podía reconciliar esa promesa con la completa caída
del gobierno davídico que ocurrió cuando Jerusalén cayó en manos de los babilonios? Si
Joaquín, el heredero del trono de Judá, estaba en el exilio en Babilonia, ¿cómo podía
llegar a ser cierta la promesa de Dios de que uno de sus hijos iba a gobernar para
siempre? (Si este salmo fue escrito por el Etán de los días de David, fue escrito en
anticipación profética del cisma del norte y de la caída de Judá.)
La revisión que hace Etán del pacto con David tiene cinco partes principales que
están indicadas por los párrafos de la siguiente sección.

Salmo 89:3–37
El primer párrafo resume brevemente la promesa: Un descendiente de David
heredará su trono y gobernará para siempre. Los párrafos segundo y tercero,
establecen dos principios generales que refuerzan la fe del salmista en el cumplimiento
de la promesa. Dios ha mostrado su poder para cumplir la promesa al gobernar sobre
toda la creación. Dios gobierna sobre los ángeles que creó, gobierna sobre el mar que el
hombre no puede domar. Rahab es un nombre figurativo para el mar, un monstruo que
solamente Dios puede controlar. Dios gobierna sobre las montañas más altas; Tabor y
Hermón eran dos de las montañas más majestuosas que conocían los israelitas. El
control que ejerce Dios sobre estas tres creaciones suyas - los ángeles, los mares, y las
montañas - representa su poder sobre toda la creación. Y como tiene ese poder,
ciertamente puede cumplir la promesa que le hizo a David.
El segundo párrafo demuestra la capacidad que tiene Dios para cumplir su promesa;
el tercer párrafo muestra el deseo que tiene Dios de cumplir esa promesa. Quiere darle:
gloria, poder, y fuerza, a su pueblo; por lo tanto les dará el rey quien será el escudo
protector contra todos sus enemigos.
El cuarto párrafo nos da una afirmación más detallada de la promesa que le fue
hecha a David. Lo extenso del párrafo probablemente pretende expresar la profundidad
de los sentimientos del salmista acerca del pacto. Este párrafo tiene ciertas similitudes
con el Salmo 72, que celebra el gobierno eterno del heredero de David.
El quinto párrafo, que establece los términos del pacto, da indicios de la respuesta a
la pregunta del salmista. Aunque era incondicional la promesa de que David iba a tener
un heredero que iba a gobernar para siempre, hubo una condición unida al gozo de la
promesa del heredero individual de David. La infidelidad y la desobediencia
descalificaban a un rey del privilegio de gobernar sobre el trono de David. Reyes impíos
como Joaquín, que fue llevado al exilio, o como Sedequías, que murió en la prisión de
162
Babilonia, recibieron el castigo que su apostasía merecía. La destitución de esos reyes
impíos del trono no fue un quebrantamiento de la promesa de Dios, sino el
cumplimiento de una parte de ella.
Pero si esos reyes fueron quitados y la línea de David fue rota, ¿cómo podía Dios
mantener la promesa de que un heredero de David iba a reinar para siempre en su
trono?

Salmo 89:38–51
La pregunta “¿Hasta cuándo, oh Jehová?” no fue respondida durante la vida del
salmista ni durante el tiempo de vida de los exiliados. Los que regresaron del exilio para
reconstruir el templo sólo tuvieron débiles asomos de la respuesta. Incluso Juan el
Bautista vio sólo el principio de la respuesta. Sin embargo, nosotros hemos sido
bendecidos con el privilegio de ver el cumplimiento de la promesa que le fue hecha a
David y que reyes y profetas anhelaron ver.
Hemos visto que el eterno Hijo de Dios vino al mundo como el hijo de David. Como
David, no fue un rey que se escogió a sí mismo ni usurpó el lugar de otro; fue escogido y
ungido por Dios. Pero aun durante los años que estuvo Cristo sobre la tierra, la
humillación y la ruina de los reyes davídicos no había llegado a su fin. El Hijo de David
soportó burlas y aflicciones y también preguntó: “¡Dios mío, Dios mío, por qué me has
abandonado?”
Pero después de sufrir y morir para librar a su pueblo: del pecado, de la muerte, y
del diablo, se levantó de entre los muertos, y fue exaltado para gobernar con poder a la
diestra de Dios. Sólo Cristo, el Hijo de David que fue perfectamente fiel y obediente a la
voluntad de Dios, pudo cumplir esta promesa al gobernar para siempre el reino de
Israel. Él reconstruye el templo de Dios, la iglesia; reúne a gente de todo el mundo en la
Jerusalén celestial de Dios. Cuando regrese a gobernar visiblemente, la pregunta
“¿Hasta cuándo, Señor?” será respondida por cada creyente final y completamente.

Salmo 89:52
Esta doxología final no es solamente la doxología para el Salmo 89 sino para todo el
Libro III. Lleva tanto al salmo como al libro a un final victorioso.

Samuel ungiendo a David

LIBRO IV
163
SALMOS 90–106

Los Libros IV y V de Salmos, son muy parecidos en estilo y en tema. Algunos


comentaristas han sugerido que la división entre ellos es artificial, que intenta recopilar
los salmos en cinco libros con el fin de crear un paralelo con los cinco libros de Moisés.
En estos dos libros de salmos es menos regular el paralelismo poético que en los tres
libros precedentes. El sistema que se usó para disponer los salmos de los libros IV y V,
es muy diferente al del de los tres libros anteriores. La paternidad literaria fue un
elemento importante para la clasificación de los Libros I-III, pero un autor aparece para
sólo 19 de los 61 salmos en los Libros IV y V. La agrupación en salmos de alabanza y de
gratitud, es el recurso principal que se usa para dividir los Libros IV y V en secciones. El
nombre Jehová predomina en ambos libros.
Los Libros I-III ponen el énfasis en los problemas que afrontaron David y su dinastía,
pero los Libros IV-V se centran más en la respuesta que les da Dios a sus problemas.

SALMO 90
Enséñanos a contar nuestros días
El Salmo 90, que es el único salmo de Moisés que se incluye en el salterio, es una
introducción adecuada al Libro IV de Salmos, porque en este libro se menciona muchas
veces a Moisés y las experiencias que tuvo Israel en el desierto. Los Salmos: 95, 99, 103,
105, y 106, se refieren a Moisés o a la experiencia pasada en el desierto. Un salmo de
reflexión sobre la muerte fue tema adecuado para Moisés, porque la muerte como
juicio de Dios fue experimentada de maneras muy dramáticas formas durante los años
que pasaron en el desierto. Cuando terminaron los cuarenta años, Moisés mismo tuvo
que afrontar la muerte fuera de la tierra prometida como consecuencia de haber
desobedecido a Dios. El Salmo 106, que es el salmo con el que concluye el libro, tiene la
misma nota solemne de juicio que se encuentra en el Salmo 90.
El Salmo 90 se centra en la muerte como un juicio por el pecado, pero también
señala al Señor como el único cuyo poder se extiende más allá de la muerte. Por esta
razón el Salmo 90 es uno de los salmos que se oye con más frecuencia en los servicios
de funerales. También se usa con frecuencia en la víspera del Año Nuevo, porque se
regocija en la eternidad de Dios. El bien conocido himno de Isaac Watts, “Dios, nuestro
auxilio en los pasados siglos”, está basado en este salmo.

Salmo 90:1–2
Los versículos iniciales del salmo mencionan brevemente la eternidad de Dios para
compararla con la mortalidad de la humanidad, lo que se enfatizará en la siguiente
sección. El salmista no está interesado en una discusión filosófica sobre la eternidad de
Dios, sino en su aplicación práctica. Moisés comienza y termina el salmo con la
afirmación de que el Señor es nuestro Dios. La eternidad de Dios no se describe
164
simplemente como lo opuesto a nuestra mortalidad; se proclama como la respuesta a
ella. Como Dios es inmortal y eterno, él es la morada para su pueblo en todas las
generaciones.
El versículo cuatro, en la siguiente sección, muestra que la eternidad de Dios no es
sólo tiempo interminable, sino independencia del tiempo. Para Dios un día es como mil
años y mil años son como un día (2 Pedro 3:8). Aunque nosotros cambiamos y
envejecemos con el paso de los años, Dios permanece inalterable. Dios siempre es el
mismo: desde antes de que la tierra fuera creada, mientras dure la tierra, y después
que haya llegado a su fin.
La siguiente sección se interesa no sólo en la mortalidad humana, sino en la razón
de la muerte.

Salmo 90:3–11
La verdadera causa de la muerte no es la debilidad natural, ni la enfermedad, ni la
violencia humana. Todas estas pueden ser causas secundarias, pero la verdadera causa
de la muerte es el juicio de Dios contra el pecado. Dios no creó al hombre para morir,
pero la muerte vino a ser nuestra sentencia. Dios le había advertido a Adán que la
consecuencia de la desobediencia sería la muerte; sin embargo, Adán y Eva
desobedecieron a Dios, y así vino la muerte a ellos y a todos sus descendientes (Génesis
3–5; Romanos 5). “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).
La muerte es la separación del cuerpo y del alma. Dios vuelve el cuerpo al polvo de
donde fue creado, y el alma regresa a Dios que fue quien la hizo (Eclesiastés 12:7).
Por causa del pecado, la duración de la vida de los seres humanos es breve. Setenta
u ochenta años no son un largo tiempo comparado con la eternidad de Dios ni aun
comparado con la historia de la humanidad. Con frecuencia la vida humana es mucho
más breve que setenta años; se puede extinguir en un instante. Comparada con lo que
pudo haber sido si Adán y Eva hubieran obedecido a Dios, la vida del ser humano es tan
frágil y tan breve como la vida de una flor que brota bellamente pero pronto se
marchita.
Por causa del pecado, la vida de los hombres es problemática. Las penas y las
dificultades que el pecado ha introducido en el mundo llenan toda la vida humana
hasta su fin. Para los que tienen sabiduría espiritual, todo lo malo que hay en esta vida
es un recordatorio diario de la seriedad del pecado y lo terrible de la ira de Dios contra
el pecado. Mucha gente trata de suprimir esa sabiduría, pero aun cuando hacen a un
lado la palabra de Dios, el conocimiento natural de Dios y de su ley, hace que broten en
ellos sentimientos de culpa. El resultado es que el temor a la muerte es una cosa
natural en todas las personas. El ineludible sentido de culpa y los persistentes
recordatorios de la ira de Dios, dejan a los pecadores sin ninguna escapatoria.
A mucha gente, la ira de Dios contra el pecado, le parece irrazonable y excesiva.
Pero aún no hemos experimentado la ira de Dios en su totalidad, sólo el infierno la
revelará. La ira de Dios contra el pecado es proporcional a la seriedad del mismo. El
pecado es una ofensa contra el Dios santo e infinito. El pecado por lo tanto merece
165
castigo infinito. Para el pecador culpable no hay escapatoria, excepto la gracia de Dios.

Salmo 90:12–17
La oración final de Moisés, contiene dos elementos principales. El primero es una
plegaria que pide entendimiento y sabiduría. Cada día nos damos cuenta de la muerte
que nos rodea; eso nos advierte que debemos usar de la mejor manera posible este
tiempo de gracia que el Señor nos ha dado, ya que la muerte es inevitable. Se nos
advierte que no seamos como el rico que en su necedad acumuló tesoros en la tierra,
pero se olvidó de las necesidades del alma (Lucas 12:13–21). Y como sólo tenemos una
vida y ésta es breve, debemos usarla para obtener la sabiduría que viene de Dios. Esa
sabiduría es el mensaje del evangelio mediante el cual se nos regala el perdón de los
pecados y la salvación (1 Corintios 1:18–2:14).
La segunda parte de la oración es la plegaria que pide misericordia. No merecemos
que nuestros días se alarguen sobre la tierra, pero oramos para que Dios nos dé el
tiempo y la sabiduría para servirle fielmente en esta tierra. Esa labor trae gozo a todos
los días de nuestra vida, aun para la vida que se encuentra bajo la carga del pecado.
Sólo el trabajo que hacemos por el evangelio puede producir frutos que duren toda la
eternidad. Oramos para que Dios establezca y bendiga nuestros trabajos por el
evangelio para que rindan fruto: para nosotros, para nuestros hijos, y para otros, ahora
y para siempre.

SALMO 91
La sombra de tus alas
Los salmos 90 y 91, se relacionan entre ellos por la referencia que hacen a Dios
como la morada y como el refugio (90:1, 91:9). Sin embargo, el Salmo 91 ofrece un
alivio de la intensidad del Salmo 90. En este salmo los creyentes sienten el ardor de la
ira de Dios; en el Salmo 91 descansan a la sombra de su protección. El uso de los
nombres antiguos de Dios, “el Altísimo” y “el Omnipotente”, también sirve para unir
este salmo con los tiempos y los escritos de Moisés.
Un rasgo destacable de este salmo es el cambio de los pronombres personales
entre: “él”, “yo”, y “tú”. En el uso litúrgico es posible dividir el salmo en un diálogo
entre dos hablantes o entre dos coros, pero como originalmente fue compuesto,
probablemente fue la expresión de un solo individuo, y así lo interpretaremos aquí.
De acuerdo con esta interpretación, primero el salmista establece el principio
general de que todos los que buscamos refugio en el Altísimo encontraremos paz y
seguridad en su protección. En el versículo 2 confiesa su propia fe en este principio.
Después, en la parte principal del salmo, exhorta a cada uno de sus lectores a que
ponga su confianza en la protección de Dios.

Salmo 91:1–13

166
El salmista describe en dos cuadros la seguridad de los creyentes. Representa a los
creyentes como pájaros que escapan de la trampa del cazador y encuentran refugio
bajo las alas de la madre. El cazador y su trampa bien pueden representar a Satanás y
sus intrigas. Los creyentes también son representados como personas atrapadas en una
ciudad sitiada, que sin embargo son librados de las plagas y de los asaltos del enemigo.
Ambos cuadros representan todos los peligros que un creyente enfrenta en esta vida. El
creyente será protegido de esos peligros hasta que sea testigo del juicio de Dios contra
sus enemigos.
En el versículo 9 el salmista pone un toque personal al reafirmar la fe que comparte
con el lector. Una fuente especial de su seguridad es el ministerio de los santos ángeles,
a quienes Dios utiliza para guardar y proteger a su pueblo. Las Escrituras no establecen
que cada creyente tenga un ángel particular que lo cuide, pero la idea de los ángeles de
la guarda que cuidan a los creyentes sí es bíblica. Jesús citó este pasaje durante su
tentación como una declaración de la forma en que Dios nos cuida en el curso normal
de nuestras vidas. Hoy, cuando muchos escépticos ponen en duda la doctrina de los
ángeles, es importante que nos aferremos al consuelo que nos da su presencia invisible.
Los leones y las serpientes venenosas, pueden representar peligros mortales, pero
es destacable que en cualquier otra parte de las Escrituras ambos animales representan
a Satanás. Si el versículo 13 no es una referencia directa a Satanás, al menos es un
recordatorio de la verdad bíblica de que Satanás es el instigador de las amenazas contra
la vida de los creyentes. Pero como Dios ya lo había prometido en el Huerto del Edén,
mediante el poder de Cristo le aplastaremos la cabeza a Satanás.
Los versículos finales del salmo son la promesa de que Dios nos protege. En la
versión inglesa de la NVI las palabras marcadas con medio corchete del versículo 14 no
están en el texto hebreo (tampoco en la versión Reina-Valera), pero los traductores de
la NVI los insertan ahí para indicar el cambio de hablante. Esos cambios de hablante sin
marca alguna son frecuentes en la poesía hebrea. Note la disposición de quiasmo del
versículo 14.

Salmo 91:14–16
Estas palabras prometen el cumplimiento de la petición “líbranos del mal”. Esto se
cumple cuando Dios nos libra de todo mal en cuerpo y alma y nos lleva seguros a su
reino celestial. Aunque finalmente la muerte llegará para todo creyente excepto para
los que aún vivan cuando venga el Día del Juicio, Cristo nos llevará mediante la muerte
a nuestro hogar eterno.

SALMO 92
Es bueno alabar a Dios
Este salmo está vinculado con los dos salmos precedentes por el énfasis que ponen

167
en la seguridad y la prosperidad hasta la senectud. Esta alabanza es apropiada para el
sábado; muestra que ese día en el Antiguo Testamento era una ocasión gozosa de
adoración pública, y no una carga pesada de sobrellevar. La verdadera adoración trae
un incremento de gozo.

Salmo 92:1–5
La sección inicial del salmo expresa el gozo de alabar a Dios en adoración pública. A
través de la historia de la iglesia, la música ha sido una forma de expresar ese gozo. El
salmista también expresa las razones para este gozo: la grandeza de las obras de Dios
en la creación y en la redención, y los maravillosos pensamientos que se revelan en su
palabra.
El triste fin del impío que se niega a reconocer a Dios, forma un contraste con el
gozo de los creyentes.

Salmo 92:6–9
Esta sección repasa un tema que hemos visto frecuentemente en los salmos.
Aunque los impíos puedan gozar de una prosperidad breve, caerán bajo el juicio eterno
de Dios. Este tema se trata detenidamente en el Salmo 73.

Salmo 92:10–15
Los creyentes recibirán fuerzas (“como las del toro salvaje”) y prosperidad (“aceite
fresco”) de Dios. El aceite fresco indica también la preparación para servir a Dios. Los
creyentes habrán de ser como árboles de larga vida porque producirán frutos de
alabanza a Dios tanto en el tiempo presente como en la eternidad. No son árboles
inmaduros y tiernos, sino árboles robustos que no pierden fácilmente su capacidad para
producir fruto, aún en la ancianidad.
El versículo 11 vincula el Salmo 92 con el versículo 8 del Salmo 91. El ser testigos de
la derrota final de los enemigos de Dios les dará a los santos la seguridad final de la
verdad de sus promesas. Cuando los enemigos de Dios sean desarraigados, el pueblo de
Dios será como un árbol firmemente plantado en su presencia. El salmo termina con un
énfasis, no sobre nuestras posesiones, sino sobre el carácter de Dios.

SALMOS 93–100
Este grupo de salmos desarrolla el tema de la alabanza que ya ha comenzado en el
Salmo 92. Estos salmos giran alrededor de dos temas: “El Señor reina” y “Canta al
Señor”.

SALMO 93

168
El Señor gobierna el mundo
Este salmo proclama el inconmovible poder del Señor sobre toda la creación. La
repetición de palabras y frases por todo el salmo aumenta el poder de esta
proclamación.

Salmo 93:1–5
Para los pueblos de la antigüedad, el poder del mar era aterrador. Aun para
nosotros hoy en día pocas cosas son más imponentes que una tormenta en el mar. Por
lo tanto, el poder de Dios sobre éste es un símbolo muy apropiado de su poder sobre
toda la creación. Dios le puso límites al mar durante la creación y también después del
diluvio. Cuando vino en la carne, calmó las tormentas del mar de Galilea. Eso nos
asegura que él gobierna el mundo con una majestad inalterable desde la eternidad y
continuará igual aun cuando este mundo se acabe.
El mundo físico está establecido y es estable, sólo porque el trono de Dios está
establecido en los cielos. Cuando Dios retire su poder sustentador, este mundo se
acabará. Pero aunque los cielos y la tierra pasen, Dios y su palabra no pasarán.

SALMO 94
El Señor gobierna al impío
La invocación de la venganza de Dios, contra sus enemigos y contra los enemigos del
salmista, es frecuente en los salmos, especialmente en los salmos de David, en los dos
primeros libros de Salmos. Por ejemplo, los Salmos: 9, 10, y 13, tienen temas muy
parecidos a los de este Salmo 94. Un comentario general a los “salmos imprecatorios”
se encuentra en la introducción al Volumen I de este comentario.
El salmista comienza por invocar la justicia vengadora de Dios.

Salmo 94:1–3
En Dios la venganza no es mala, ya que no se basa en un capricho ni en un espíritu
vengativo que no perdona. La venganza de Dios es simplemente el castigo justo que
fluye de la santa naturaleza de Dios por el pecado. Dios ha dado el pago de nuestros
pecados, pero los que se burlan de ese pago tendrán que responder por sus propios
pecados en el Día del Juicio. Pagarán el castigo que sus pecados merecen, y ese castigo
es la muerte eterna en el infierno.
La frase “¿Hasta cuándo?” es una oración para que Dios venga en juicio. Tiene el
mismo contenido que tienen las oraciones del Nuevo Testamento “Venga tu reino” y
“así sea, ven, Señor Jesús”. Hasta los santos en los cielos oran por la justicia vengadora
de Dios (Apocalipsis 6:10). La siguiente sección del salmo resume las obras de los impíos
que hacen que su castigo sea muy merecido.

169
Salmo 94:4–8
El juicio de los impíos no se debe simplemente al hecho de que han pecado; todos
hemos pecado muchas veces. El problema es que son indiferentes a su pecado y que
desafían el llamado que les hace Dios al arrepentimiento. Demuestran el odio que le
tienen a Dios al escoger a su pueblo para perseguirlo. Se aprovechan especialmente del
débil y del desamparado; están confiados en que sus pecados pasarán inadvertidos.
Pese a esto, Dios los llama al arrepentimiento, los invita a llegar a la verdadera
sabiduría - la sabiduría del plan de la salvación de Dios mediante Cristo. El arrogante
acusa a Dios de que no le presta atención al pecado, pero las cosas se revierten cuando
Dios advierte: “Más te vale que pongas atención a tus pecados antes de que sea
demasiado tarde”.

Salmo 94:9–23
Cada párrafo de esta sección refleja un diferente aspecto del alivio que Dios le da a
su pueblo.
Los versículos iniciales son una transición de la consideración de las obras del impío
a la de la seguridad del pueblo de Dios. El conocimiento que tiene Dios de cada
pensamiento humano reprocha la falsa seguridad del impío y fortalece la confianza de
su pueblo. Dios sabe del orgullo de los arrogantes. ¡No se saldrán con la suya! Dios sabe
cuáles son las necesidades de su pueblo. ¡No serán olvidadas!
La segunda sección explica tanto ¿por qué se tarda el juicio por un tiempo?, como
¿por qué al fin y al cabo vendrá el juicio? Puede que Dios no rescate a su pueblo
inmediatamente, permitiendo que así puedan ser disciplinados y fortalecidos por la
prueba. En esta forma Dios preparó y fortaleció a David durante los años en los que fue
perseguido por Saúl. Pero Dios traerá alivio a su debido tiempo. Tanto su amor como su
justicia, requieren que él provea auxilio para su pueblo.
La tercera sección expresa la confianza del salmista, tanto en forma de pregunta
como de respuesta. ¿Quién ayuda en tiempo de la aflicción? ¡Quién más sino el Señor!
Ahora el salmista está confiado, pero anteriormente había perdido esa confianza. Como
el autor del Salmo 73, casi había resbalado de la fe, pero el amor y el consuelo de Dios
lo sostuvieron. La reflexión en la misericordia y en bondad de Dios ha anulado sus
ansiosos temores.
El salmista termina con un pronunciamiento final del juicio contra los gobernantes
corruptos y los opresores. Porque les ha sido dada una responsabilidad y la confianza,
los gobernantes serán juzgados con severidad especial cuando abusen de esta
confianza. Dios, el gobernante santo y misericordioso, no puede tolerar un gobierno
que sea cruel y corrupto. Los gobernantes corruptos no podrán hacer un trato con el
juez celestial como lo hacen con frecuencia con los jueces terrenales. Dios hará justicia
con todo gobernante de esta clase. Entonces el Señor será la fortaleza y el refugio para
su pueblo.
170
SALMO 95
Adoración y advertencia
Como los salmos restantes de este grupo, el Salmo 95 es una gozosa llamada a la
adoración. Sin embargo, también la modera con una solemne advertencia contra el
hecho de despreciar la oportunidad de servir a Dios, tal como Israel lo hizo en el
desierto.
Usamos la sección de adoración de este salmo en el oficio de Maitines como el
Venite.

Salmo 95:1–7
En esta sección, cada una de las dos invitaciones que hace a rendirle culto al Señor
van seguidas por una explicación que da una razón para la invitación. La primera razón
que aduce para alabar y agradecerle a Dios es su obra en la creación y la conservación
del mundo. Estos versículos hacen eco del Salmo 93. La segunda razón para alabar a
Dios es su obra de redención y santificación, por la que nos hizo su pueblo. Cantemos
con tozo al Señor, porque él provee para todas nuestras necesidades de cuerpo y alma.
Este salmo nos recuerda que la verdadera adoración se combina con el gozo
(¡Aclamemos! ¡Cantemos! ¡Alabemos!), y con la reverencia (¡Postrémonos!
¡Arrodillémonos!).

Salmo 95:8–11
A Adán y Eva, en el Huerto del Edén Dios les había dado: paz, descanso, y la
oportunidad para servirle, pero perdieron todas esas bendiciones cuando pecaron.
Cuando Dios sacó a Israel de Egipto, les prometió libertad de la esclavitud y también les
ofreció descanso en una buena tierra, donde podían ser libres para servirle. Pero mucha
de la gente perdió esta oportunidad por su desobediencia y por su rebelión en el
desierto.
A dos lugares del desierto se les dio respectivamente el nombre de Meriba (disputa)
y Masah (prueba) porque Israel se opuso dos veces al liderazgo de Dios; y al quejarse
del cuidado que les daba lo provocaron a enojo (Éxodo 17; Números 20). Por causa de
esto y de muchos actos similares de rebelión, Dios juró que aquellos que lo rechazaron
nunca entrarían en la tierra prometida.
Hoy se nos ha prometido un descanso más perfecto y más completo que el
descanso que tuvo Israel en la tierra prometida. Después de que Adán y Eva pecaron,
Dios prometió que enviaría el Salvador para restablecer la amistad con Dios, que se
había roto por el pecado. A lo largo de la época del Antiguo Testamento, el pueblo de
Dios guardó el sábado como día de descanso para recordar el descanso perfecto del
pecado que el Salvador venidero les iba a traer. Ahora nosotros experimentamos parte

171
de ese descanso por medio de la paz con Dios que tenemos gracias al perdón de los
pecados. Entraremos en la plenitud de ese descanso cuando entremos a la tierra
prometida en los cielos.
El “hoy” de este salmo es este mismo minuto. El “tú” que se menciona en este
salmo eres tú. En los capítulos 3 y 4, de la carta a los Hebreos se nos advierte que no
perdamos la oportunidad de descanso, que no hagamos lo que hizo Israel. Ellos
escucharon la predicación de la promesa del descanso que les dio Dios, pero no se
beneficiaron porque no la recibieron con fe. Hoy tenemos la predicación de la promesa
que nos hace Dios del descanso eterno. Hoy, mientras aún hay tiempo; hoy, antes de
que sea demasiado tarde, aferrémonos a esta promesa de Dios. Hagamos del gozo de
este descanso, nuestra meta más alta. Hagamos todo esfuerzo para entrar en él, de
modo que ninguno de nosotros quede atrás por su incredulidad.

SALMOS 96–98
Gozo al mundo

Estos tres salmos están estrechamente relacionados, expresan el gozo que el


gobierno del Señor trae a toda la tierra. Nuestro himno de Navidad, “Al mundo gozo
proclamad”, está basado en el mensaje de estos salmos. Y como su contenido es muy
similar, no se van a repetir los comentarios sobre ciertos puntos del Salmo 96 cuando
esos mismos pensamientos ocurren en los comentarios de los Salmos 97 y 98.

SALMO 96
El Señor reina; cantad al Señor un nuevo canto
Este salmo, junto con porciones de los Salmos 105 y 106, fue recitado cuando David
llevó el arca del pacto a Jerusalén (1 Crónicas 16). Este salmo es un llamado gozoso y
majestuoso a la adoración. A toda la creación, incluyendo la naturaleza inanimada, se le
llama a adorar al Señor.

Salmo 96:1–3
Todos los pueblos de la tierra son llamados a cantarle al Señor, porque ha traído la
salvación al mundo entero. Cristo ganó la paz y el perdón no sólo para Israel, sino para
todos los pueblos. Como Cristo murió por todo el mundo, el pueblo de Dios está
llamado a proclamar el mensaje de salvación a todo el mundo.
La proclamación del mensaje de salvación requiere un nuevo canto porque estamos
anunciando el nuevo pacto de Dios, establecido por la sangre de Cristo, que fue dada y
derramada por nosotros. La forma “antigua” de tratar de obtener la salvación por
medio de las obras se debe hacer a un lado. Los paganos deben dejar sus esfuerzos
inútiles e inventados para encontrar a Dios y deben entonar un nuevo canto al Señor.
Este canto sigue siendo una tonada nueva para nosotros porque la necesidad que
172
tenemos de ella nunca termina, así como nunca nos cansaremos de oírla. No debe
haber nada muerto ni viejo en nuestra adoración.

Salmo 96:4–10
Sólo el Señor merece alabanza. Sólo él es el creador del universo. Sólo él es el
soberano del universo. Sólo él es el Salvador del mundo. Sólo él viene a juzgar al
mundo. Todos los pueblos de la tierra deben hacer a un lado sus ídolos inútiles - ídolos
de madera y piedra, ídolos de oro y plata, ídolos de riqueza y poder, ídolos de sus
propias habilidades y logros. Deben hacerlos a un lado y darle la gloria solamente al
Señor. ¡El Señor reina!, ¡Que todos los pueblos lo alaben!, ¡Que el mundo entero lo
alabe!

Salmo 96:11–13
También el mundo creado alaba al Señor por sus actos de salvación. La naturaleza
no ha pecado, tampoco es capaz de pecar; pero cuando el hombre pecó, todo el mundo
creado quedó bajo la maldición del pecado. Los animales sufren y mueren, las plantas
sufren las plagas y la sequía; la naturaleza es azotada por las tormentas y los
terremotos. El medio ambiente que nos rodea, que fue creado para nuestro beneficio,
con frecuencia se vuelve en contra nosotros.
Pero cuando Cristo, regrese y restaure la paz y la armonía en la creación de Dios, el
mundo natural se verá libre de los efectos del pecado. El mundo natural no necesita
que se le perdonen pecados, pero necesita la redención de los efectos del pecado. En
Romanos 8 Pablo nos dice: “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la
manifestación de los hijos de Dios. La creación fue sujetada a vanidad, no por su propia
voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza. Por tanto, también la creación
misma será libertada de la esclavitud de corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de
Dios” (vs 19–21).
Este mundo no será simplemente destruido; será llevado a la gloriosa libertad de los
hijos de Dios. Cuando Cristo regrese habrá nuevos cielos y nueva tierra, que serán
nuestro hogar eterno (Apocalipsis 21 y 22). Por lo que parece, nuestro hogar eterno
tendrá elementos de la naturaleza, como los que existieron en el primer Edén, pero más
gloriosos. Y como toda la creación será restaurada al inmaculado servicio de Dios y del
hombre, toda la creación se describe como uniéndose a la gozosa canción de los
redimidos.
La repetición y las vivas palabras de este salmo, hacen que brote en nosotros un
sentimiento de gozo y entusiasmo al anticiparnos al retorno de Cristo. Aunque las
Escrituras nos advierten solemnemente que estemos preparados para el último día, el
gozo y el anhelo, y no el temor ni el desgano, deben ser los sentimientos que
predominan en nosotros mientras esperamos ese día. Cuando llegue ese día, debemos
levantar la cabeza con gozo, pues nuestra redención está cerca. Entonces nos uniremos
a toda la creación cantando un nuevo canto al Señor por toda la eternidad.
173
SALMO 97
El Señor reina; echen a un lado sus ídolos
El Salmo 97 desarrolla de una manera más completa un aspecto del Salmo 96, a
saber, la inutilidad de los ídolos. El versículo 7, que está en la mitad del salmo, es la
clave de todo el salmo.

Salmo 97:1
Salmo 97:2–6
Las nubes, las tinieblas, los relámpagos, y el fuego, representan el terrible poder de
Dios que será desplegado en el Día del Juicio. La ira de Dios contra el pecado, que ha
estado parcialmente oculta hasta hoy, se mostrará entonces en toda su plenitud. El
mundo y el universo que lo rodea, serán abrasados con fuego. Cristo aparecerá en las
nubes y brillará de un extremo al otro del cielo. Los incrédulos se ocultarán con terror.
Aun así, para el pueblo de Dios los acontecimientos terribles de ese día serán causa de
gozo.
La rectitud y la justicia, son las bases del juicio de Dios. Vendrá a pagar con
tormento a los atormentadores de su pueblo. Traerá alivio a los que sufren por causa
de su lealtad a él. Traerá la salvación a todos los que confían en el perdón de los
pecados en Cristo.

Salmo 97:7
Y como el juicio de Dios viene con toda certeza, los que adoran a los ídolos se deben
arrepentir antes de que sea demasiado tarde. Si no lo hacen, su confianza se convertirá
en vergüenza. Sus ídolos no los ayudarán cuando venga el juicio de Dios; de hecho, los
ídolos mismos se someterán al juicio de Dios. Los ídolos se revelarán como la nada que
son, y Satanás y sus ángeles, que se ocultan detrás de las máscaras de estos ídolos, se
inclinarán ante Cristo en sumisión (1 Corintios 8:4, 10:20; Filipenses 2:10). Los “dioses”
que se postran ante Cristo en el Día del Juicio pueden incluir tanto a los ángeles buenos
que lo sirven con gozo, como a los ángeles malos que se someten a él de mala gana.

Salmo 97:8–12
El gozo que los santos de Dios encuentran en sus juicios, ya se ha expresado en los
salmos que anteceden a este grupo. La característica especial de esta repetición del
tema se encuentra en el versículo 10: “Los que amáis a Jehová, aborreced el mal”. Los
que aman al Señor deben luchar contra los enemigos de Dios. Esa lucha puede ser
dolorosa y costosa, pero tenemos la seguridad del poder protector de Dios. Los que
aman lo bueno, deben evitar y oponerse a la maldad.
174
Por causa de la “tolerancia” de nuestros tiempos y de los “amplios criterios” que los
caracterizan, es demasiado fácil para los cristianos guardar silencio o aun callarse en
presencia de la maldad. Pero Dios no tolera la maldad y nosotros tampoco debemos
hacerlo. Aunque como pecadores cada momento debemos reconocer humildemente el
pecado que hay en nosotros, eso no nos debe llevar a minimizar el pecado que hay
dentro de nosotros mismos ni el que hay en los demás. La solución al pecado y a la
maldad, no es la tolerancia ni el encubrimiento, sino el perdón de Cristo. Sólo entonces
podemos regocijarnos en su venida.

SALMO 98
El Señor reina; cantad al Señor una canción nueva
El Salmo 98 es una repetición de los Salmos 96 y 93. Muchos de los comentarios que
se hacen en el Salmo 96 también se aplican al Salmo 98.

Salmo 98:1–9
A diferencia de los salmos anteriores, este salmo es casi pura alabanza. Los ídolos y
los enemigos han retrocedido; todo lo que vemos es el trono del Señor. El Señor está
rodeado por un círculo de alabanza cada vez más amplio. Tal como lo había prometido,
el Señor primero le dio a conocer su salvación a Israel. Israel debía decirles a las
naciones que también se podían unir a ellos en los cantos de alabanza. Finalmente,
toda la creación se une al canto. Tomados juntos, los Salmos: 96, 97, y 98, expresan el
deleite y la condenación que traerán el juicio de Dios. Ese tema se desarrolla
extensamente en la segunda mitad del libro de Isaías y en los muchos pasajes del Nuevo
Testamento que tratan del regreso de Cristo.

SALMO 99
Él gobierna en Israel
El Salmo 99 está estrechamente relacionado con los tres salmos que lo preceden.
Aunque también aquí se menciona el juicio de los enemigos de Israel, el énfasis se pone
en el misericordioso trato que Dios le da a su pueblo.

Salmo 99:1–3
La santidad de Dios se menciona tres veces en este salmo. Dios mora en una
majestad inaccesible. La majestad y santidad de Dios aterran a los pecadores. Hasta los
querubines, los ángeles que son sólo servidores que esperan alrededor del trono de
Dios, son tan asombrosos que sacuden de terror al hombre. Sin embargo, este santo
Dios hace posible que los pecadores vuelvan a su presencia. Dios dio una visión
anticipada de lo que será su morada eterna con su pueblo, cuando su gloria apareció en
175
su templo de Jerusalén. Allá los querubines de oro, simbolizaban con sus alas
protectoramente extendidas sobre el arca del pacto, la presencia del Señor. Aunque su
pueblo no lo merecía, Dios estaba presente con su poder salvador.

Salmo 99:4–9
La santidad de Dios es un consuelo para los miembros de su pueblo que se han
arrepentido. En dos ocasiones son invitados a ir y a adorar al santo Dios. Pueden ir
confiados por causa del atributo de justicia que él posee; Dios será fiel y cumplirá la
promesa que hizo de perdón y salvación. Pueden ir con la confianza que les da el
cumplimiento en el pasado; una y otra vez el Señor perdonó los pecados de Israel
cuando regresaban a él en arrepentimiento.
Mediante intercesores como Moisés y Samuel, Israel buscó y encontró el perdón de
Dios. Muchas veces Dios le impuso castigos disciplinarios a su pueblo rebelde, pero
nunca los desechó. Les restauró el gozo de servirle en su santo monte. Este salmo, que
habla con tanta majestad de la excelsa santidad de Dios, termina con una nota de
intimidad: él es santo, pero es nuestro Dios.

Músico del templo.

SALMO 100
Dios gobierna a su pueblo
Esta pequeña joya completa el grupo de salmos que describe el gobierno del Señor.
Contiene dos invitaciones a adorar, cada una de ellas seguida por un razonamiento que
respalda la razón para rendir culto. El gozo tan puro de este salmo lo ha hecho muy
popular en la adoración cristiana.

Salmo 100:1–5
La verdadera adoración se basa en los conocimientos de quién es Dios y de lo que él
ha hecho. Podemos cantar un canto de gozo al Señor porque él nos hizo y nos ha
redimido. Dios hizo a la humanidad para que le sirviera, pero toda la raza humana se
desvió. Sin embargo, Dios envió a Jesús, el Buen Pastor, para que nos llevara de regreso
a él. Jesús nos hizo regresar al rebaño de Dios. Aunque debíamos estar fuera de la
presencia de Dios por causa de nuestros pecados, sin embargo ahora podemos entrar
por las puertas de su santuario.
Tenemos la confianza de que nunca nos excluirá otra vez porque Jesús prometió
que a sus ovejas nadie las arrebatará de su mano. Y como Dios es: bueno, amoroso, y
fiel, sabemos que esta promesa permanecerá firme por siempre. El gozo y el júbilo, el

176
agradecimiento y la alabanza, fluyen naturalmente del corazón y de los labios que
conocen la bondad del Señor. Vengamos a él con cantos de júbilo.

SALMOS 101–110
Los Salmos 101 a 110, no están muy estrechamente relacionados. Este grupo de
salmos comienza y termina con una descripción del rey davídico. En general trata de las
experiencias que comparten el rey y sus súbditos. Sin embargo, son mucho menos
claras las conexiones internas dentro de este grupo que las que las que existen en
conjunto anterior de salmos.

SALMO 101
El buen soberano
En este salmo tenemos un retrato de lo que es el rey ideal: está dedicado a servir a
Dios, lleva a cabo los deberes de un soberano que apoya al bueno y se opone al malo.

Salmo 101:1–2
En esta sección inicial, David declara su disposición a servirle al Señor. Una de las
formas en que le servirá será cantando sus alabanzas. Y lo hizo en especial por medio
de los salmos que escribió. David también le servirá a Dios con una vida piadosa;
reconoce que la piedad personal es algo esencial para los que desean ser líderes
espirituales de otros. David expresa el anhelo por la compañía de Dios cuando dice:
“Cuándo vengas a mí”.
En la segunda sección del salmo, David promete que no tolerará a los malvados en
su reino.

Salmo 101:3–8
Los deberes básicos que Dios les ha dado a los gobernantes son que se opongan a la
maldad y la castiguen, y que protejan y animen la bondad. Los gobernantes que
perdonan o toleran la maldad o que obstruyen la buena conducta son una vergüenza
para la posición que Dios les ha confiado. David se compromete a que su gobierno se
opondrá a la maldad y que no permitirá que ningún impío sirva en su gobierno. Quiere
a hombres piadosos como asociados y súbditos. No promoverá a funcionarios que
sirvan sólo para alimentar su propio orgullo ni a aquellos que suben de puesto por
medio de la calumnia y de la traición a los demás. David hará todo lo que esté a su
alcance para expulsar la maldad de la tierra.
Este es uno de los dos únicos salmos en el Libro IV que le son expresamente
adjudicados a David en el título. Podemos entender este salmo como una expresión de
las intenciones que tenía David como rey. David era un gobernante excepcional, pero

177
sin embargo no alcanzó el ideal que expresa en este salmo.
La piedad comienza en casa. Hay una trágica ironía en el versículo 2, porque fue
precisamente “en su casa” donde comenzaron y continuaron los problemas de David. El
fracaso de David para alcanzar la norma que había establecido en su gobierno se debió
especialmente al adulterio con Betsabé y al asesinato de Urías. Este fracaso en su
propia vida familiar lo incapacitó severamente en los esfuerzos para oponerse a la
impiedad entre sus hijos. Como rey, no fue capaz de controlar la violencia de Joab, el
despiadado comandante en jefe de su ejército. A pesar de sus buenas intenciones,
David no alcanzó a ser el rey ideal que se describe en este salmo.
Aunque este salmo no es citado como mesiánico en el Nuevo Testamento,
reconocemos que Cristo fue el único rey davídico que cumplió a la perfección las
características del rey ideal que se bosqueja en este salmo. Se dedicó por completo a
servirle a su Padre, llevó la vida sin pecado; apoya todo lo que es bueno y se opone a
toda maldad. Cuando regrese como juez, sacará a todo malvado y a todo hipócrita de la
ciudad santa de Dios. Cuando él venga, el pueblo de Dios tendrá al rey justo que tanto
han deseado.

SALMO 102
El soberano afligido
El título de este salmo es insólito, con su descripción general de un autor anónimo.
No hay nada en él que lo relacione con algún evento específico de la vida de David. La
historia bíblica que mejor se acomoda a las circunstancias de este salmo es la
prolongación de la vida de Ezequías por quince años más, después que Dios le había
dicho que su vida estaba a punto de terminar. En Isaías 38 hay un salmo que Ezequías
escribió como respuesta a esta situación. Es muy parecido al Salmo 102.
Aunque este salmo ha sido clasificado tradicionalmente como uno de los salmos
penitenciales, sin embargo este no es su enfoque principal. Contrasta la brevedad de la
vida humana con la eternidad de Dios.

Salmo 102:1–2
En esta breve plegaria inicial el salmista pide la ayuda del Señor en su tribulación. En
la siguiente sección describe más detalladamente la tribulación que lo aflige.

Salmo 102:3–11
La tribulación del salmista se debe a que está consciente del inminente fin de su
vida, por la ira de Dios contra el pecado y por los reproches de sus enemigos. Describe
la brevedad de su propia vida en una serie de imágenes poéticas impresionantes. Su
vida es: como la hierba que se marchita, como el humo que se extingue, como una
sombra de la tarde. Está tan solitario como el búho entre las ruinas o como un pájaro

178
solitario que está sobre el techo. Ha perdido el apetito hasta el grado en que la comida
le sabe a cenizas. Todos estos sentimientos concuerdan muy estrechamente con las
emociones que se expresan en el salmo de Ezequías en Isaías 38.
La brevedad de la vida del salmista contrasta agudamente con el reinado eterno de
Dios

Salmo 102:12–22
Las palabras “más tú, Jehová” son el dramático punto de cambio que va de las
tribulaciones al triunfo. El eterno poder del Señor resolverá el dilema del salmista. El
repentino interés por Sión sugiere que el salmo fue escrito en un tiempo en que
Jerusalén y su pueblo estaban en peligro. Esto también corresponde con el tiempo de
Ezequías cuando la amenaza de captura por los asirios pendía sobre Jerusalén.
En cualquier caso, la oración del salmista no es sólo por él mismo, sino por la ciudad
y por el pueblo de Jerusalén. Confía en que Dios conservará la ciudad para que su
pueblo sea libre para continuar sirviendo al Señor. Si esta oración fue escrita por
Ezequías o por algún otro rey, está pidiendo que le sea permitido vivir para poder dirigir
la batalla por Jerusalén. Sin embargo, tiene la confianza de que Dios estará allí para
otorgarles la victoria sin importar si el rey se marcha o se queda.
El pueblo continuará alabando al Señor en el futuro distante por esta gran victoria.

Salmo 102:23–24
El salmista repite la plegaria en la que le pide al Señor que lo libre de muerte
prematura. La súplica se repite aquí, para mostrar el agudo contraste entre la brevedad
de su vida y la eternidad de Dios, que se describe en los siguientes versículos.
Compare esta plegaria con la que hizo Ezequías en Isaías 38:10: “Dije, ¿A la mitad de
mis días iré a las puertas del seol; privado soy del resto de mis años?”

Salmo 102:25–28
La majestuosa descripción de la eternidad de Dios nos recuerda el Salmo 90. En su
contexto esta sección parece ser el complemento de la plegaria que el rey hace delante
de Dios. Sin embargo, en Hebreos 1:10–12 esas palabras se citan como una descripción
de la eternidad de Cristo.
En la Septuaginta, que es la traducción al griego del Antiguo Testamento, el
versículo 23 se traduce de tal manera que hace que los versículos 25–28 sean palabras
de Dios para el que sufre, en vez de ser palabras que el rey sufriente le dirige a Dios. De
acuerdo con esta interpretación es el rey sufriente quien tendrá años eternos; según
esta idea, el rey es Cristo y todo el salmo es mesiánico. Aun si el sufriente del salmo es
en primer lugar Ezequías o algún otro rey de Israel que fue aniquilado en la mitad de su
vida, el salmista puede aún servir como un tipo de Cristo, que aunque murió en la mitad
de sus días, aun así tuvo años eternos.

179
Pero, si nos quedamos con la interpretación del texto hebreo, que parece ser la
lectura más natural, los versículos 25–28 son palabras que el salmista le dirige a Dios.
Sin embargo, le pueden ser aplicadas a Cristo, ya que él es Dios. Aunque es tentador
seguir la lectura de la Septuaginta, que sugiere que el salmo es directamente mesiánico
o al menos típicamente mesiánico, lo mejor es quedarse con la lectura del hebreo, que
hace de este salmo un salmo mesiánico, al aplicarle al Hijo una declaración que se
refiere al Dios trino. Los versículos 25–27 no se referirían exclusivamente a Cristo, sino
al Dios trino incluyendo al Hijo de Dios. En cualquier caso es la eternidad del Dios trino
lo que da la solución a los sufrimientos del salmista.

SALMO 103
Bendice al Señor; el perdona todos tus pecados
Los Salmos 103 y 104 forman un par. Están unidos por el tema “Bendice, alma mía, a
Jehová”. El Salmo 103 alaba al Señor por su obra de redención. El Salmo 104 lo alaba
por la creación.
El Salmo 103 es uno de los únicos dos salmos del Libro IV que le son atribuidos a
David por su título. El Salmo 103 es uno de los más bellos salmos de consuelo. Es
especialmente apropiado durante la enfermedad o la hospitalización.

Salmo 103:1–5
David le agradece a Dios las bendiciones que ha recibido en su vida. Esas
bendiciones fueron tanto físicas como espirituales. Había sido copiosamente bendecido
con poder y posesiones. Se había “saciado con buenas cosas”. Como un águila se había
elevado a la fama y a la fortuna. Sin embargo, se separó de Dios por sus graves pecados
de adulterio y de asesinato.
No sabemos si el Salmo 103 fue escrito después de estos pecados, pero si así fue,
esta es una continuación de los salmos penitenciales tales como los Salmos 32 y 51. La
unión del pecado y la enfermedad, lo relaciona con salmos penitenciales como el 6 y el
38. En estos salmos la enfermedad que David sufrió le hizo recordar su culpa. No hace
ninguna diferencia que la enfermedad y el pecado que se mencionan en estos salmos
hayan ocurrido después del adulterio y el asesinato cometidos por David, o después de
algún otro pecado notorio en su vida. El principio de asociar el pecado y la enfermedad
sería el mismo en cualquier caso.
En cierto sentido toda enfermedad es un resultado del pecado. Si el pecado no
hubiera entrado en el mundo, tampoco habría entrado la enfermedad. Cada
enfermedad nos recuerda que somos pecadores y que vivimos en el mundo pecador. Es
cierto que ciertas enfermedades específicas son el resultado de pecados específicos. Las
enfermedades transmitidas o causadas por el abuso de las drogas o por la inmoralidad
sexual, son ejemplo de ese tipo de enfermedades.
Dios puede enviar la enfermedad para castigar a los incrédulos, tal como lo hizo

180
cuando envió plagas contra Egipto. La enfermedad también puede ser enviada para
disciplinar o corregir a los creyentes (1 Corintios 11:29–30). Sin embargo, no podemos
llegar a la conclusión de que toda enfermedad es el resultado de un pecado específico.
Dios puede tener algunas otras razones para permitir que la enfermedad entre a
nuestra vida, ya sea para fortalecer nuestra fe o para mostrar su gloria. Ejemplos de
esas enfermedades son las de Job y la del ciego de nacimiento (Juan 9).
Podemos decir con certeza que ninguna enfermedad de un cristiano es un castigo
por el pecado en su sentido estricto. Cristo ya ha sido castigado por nuestros pecados,
de forma que ya no es necesario tener más castigo. Nuestra deuda ha sido pagada y no
tiene por qué ser pagada otra vez. Esta verdad será aclarada en la siguiente parte de
este salmo al pasar David de sus bendiciones personales a las bendiciones de la nación.

Salmo 103:6–10
En muchos aspectos la historia de Israel fue como la historia personal de David.
Como David, Israel había recibido misericordia y perdón inmerecidos. Con mucha
frecuencia se habían descarriado contra Dios en los años que pasaron en el desierto,
pero Dios los perdonaba y mantenía su pacto con ellos. El versículo 8 es una cita de lo
que le dijo Dios a Moisés luego del pecado de idolatría que cometió Israel al adorar al
becerro de oro (Éxodo 34:6). Fiel a su naturaleza y a su promesa, el Señor no trató a
Israel de acuerdo con lo que merecía por sus pecados. Los castigó y los corrigió; quitó a
los incrédulos de la nación, pero no destruyó a las personas ni los desechó. Les perdonó
sus pecados y les restauró el compañerismo con él.
El Señor no nos ha tratado de acuerdo a lo que merecen nuestros pecados. Dios nos
ha perdonado por causa de Cristo. Y como ha dado a su propio Hijo para morir por
nuestras transgresiones, podemos estar absolutamente seguros de su amor. Ni la
enfermedad ni la muerte, nos pueden separar de él. Esta seguridad es el gran consuelo
cuando la enfermedad nos tienta a dudar del amor de Dios. La segunda mitad de
Romanos 8 desarrolla este tema de una manera más completa.

Salmo 103:11–14
La misericordia y el perdón de Dios son inmensos. ¿Quién puede medir la distancia
entre el este y el oeste? ¿Quién puede medir la altura del cielo? El amor de Dios nunca
llegará a su fin. La reserva del perdón de Dios nunca se agotará. Cuando Dios quita el
pecado, lo quita por completo. No es como la gente que “perdona pero no olvida”.
Cuando Dios perdona el pecado, no lo trae a colación nunca más. Es importante
recordar esta verdad cuando nos acosan los pecados del pasado; como Dios los ha
perdonado, se han ido para siempre. Nuestra conciencia ya no nos debe acusar más
porque Dios nos ha declarado perdonados.
Una segunda ilustración, compara la forma en que Dios trata con nosotros con la
forma en que un padre amoroso trata con su hijo. Los buenos padres aman a los hijos y
esperan lo mejor de ellos, pero los padres no esperan ni exigen más de lo que sus hijos
181
son capaces de lograr en una determinada edad y nivel de habilidad. Dios sabe cuáles
son las limitaciones impuestas sobre nosotros por nuestra actual debilidad física y
espiritual. Dios no pide de nosotros más de lo que podemos dar. Lo que somos
incapaces de hacer, Cristo ya lo ha hecho por nosotros.
Podemos aprender algo del carácter de Dios al observar a un buen padre, pero lo
opuesto aun es más cierto. Los padres terrenales no siempre son la mejor
representación de lo que es Dios, pero Dios siempre es un buen modelo de lo que un
buen padre terrenal debe ser. Los padres no pueden encontrar mejor ejemplo para
imitar.

Salmo 103:15–19
El Salmo 103 le da una respuesta al Salmo 90, el salmo de Moisés con el que
comenzó el Libro IV. El Salmo 90 se centra la brevedad de la vida humana como un
juicio de Dios contra el pecado. El Salmo 103 se centra el amor eterno de Dios como el
poder que sobrepasa a la brevedad de la vida humana.
La vida humana es muy efímera. Comparada con la eternidad de Dios o con la edad
de la tierra, la vida humana es tan breve como la vida de una flor. Algunas flores como
la azucena amarilla florecen sólo por un día. Sabemos que una flor se seca muy
rápidamente cuando la cortan o cuando se rompe su tallo; de la misma forma, la vida
humana puede ser cortada en un momento. Pero este hecho no desanima a los hijos de
Dios.
Los hijos de Dios son aquellos que creemos en el evangelio del pacto. Demostramos
que somos hijos de Dios procurando obedecer sus mandamientos. El amor de Dios
permanece para sus hijos de generación en generación; él estará con nosotros aún
después que hayamos muerto, cuando el cuerpo descanse en la tumba y nuestra alma
esté en el cielo. El amor de Dios sostendrá a nuestros hijos y a nuestros nietos, cuando
nosotros ya no estemos en esta tierra para apoyarlos. Esa bendición continuará hasta
que estemos todos reunidos en la eternidad. El reino de Dios está establecido y
nosotros siempre viviremos en él.

Salmo 103:20–22

SALMO 104
Alabad al Señor; él hace maravillas
El Salmo 104 celebra las maravillas de la creación de Dios, especialmente porque
provee hogar para el hombre y para las otras criaturas de Dios. Este salmo está
dispuesto de acuerdo a los días de la creación de Dios en Génesis 1. Sin embargo, dirige
la atención no tanto a la creación como al Creador. Génesis 1 y 2 son el relato de la
creación; el Salmo 104 es una celebración de la sabiduría y del amor del Creador.

182
Salmo 104:1–4
Esta introducción da un resumen de la gloria que se le debe a Dios como al Creador.
La creación misma da testimonio de su gloria (Salmo 19).
En el primer día de la creación, antes de que existiera cualquiera fuente de luz, Dios
la hizo simplemente por su palabra. Dios es la fuente de toda luz. Y como la luz es la
primera creación de Dios e hizo visible el resto de su creación, con frecuencia se usa
como un símbolo de la vida y del gozo que Dios nos da.
Aún el día de hoy los científicos no entienden por completo este elemento tan
básico de la creación de Dios. Echan mano de varias teorías de ondas y partículas para
describir el comportamiento de la luz, pero la luz misma sigue siendo un misterio que
sólo Dios conoce. Explicar tan siquiera el primer paso de la creación de Dios es algo que
escapa por completo a la comprensión del hombre. Cuán apropiado resulta entonces
decir que la luz es la gloriosa vestidura con que se viste Dios.
En el segundo día Dios separó la tierra de su atmósfera y del espacio que la rodea. A
los cielos se les llama el piso de la morada de Dios, ya que Dios mora arriba y más allá
de este universo creado. Como Dios es el dueño de los elementos de todo el universo, y
éstos obedecen su voz, a Dios se le pinta cabalgando sobre las nubes y los vientos.
El versículo cuatro también se podría traducir de esta manera: “A sus mensajeros
hace vientos, y a sus siervos llamas de fuego”. De acuerdo con esta traducción, el
versículo cuatro se referiría a la velocidad y al esplendor de los ángeles. Y como esta
traducción es gramaticalmente posible y ya que es la traducción aceptada en Hebreos
1:7, es preferible a la traducción de la NVI. La traducción de la NVI, que se refiere a los
vientos y a las llamas como los mensajeros de Dios, crea un sinónimo mejor que es
paralelo con el versículo tres, que se refiere a los vientos y a las nubes, pero también
crea una redundancia ya que el texto menciona en dos ocasiones a los vientos. No sería
insólito que el versículo tres mencionara los elementos físicos de los cielos y que el
versículo cuatro hablara de los habitantes espirituales de los cielos, ya que estas dos
fuerzas con frecuencia van una junto a la otra en las Escrituras. Por ejemplo, “las
huestes celestiales” se pueden referir ya sea a las estrellas o a los ángeles.

Salmo 104:5–18
En el tercer día Dios separó las aguas de la tierra seca, y creó las plantas. El salmista
es minucioso al describir este aspecto de la creación porque el control del mar es una
de las manifestaciones más pasmosas del poder de Dios y porque el agua y las plantas
que ella mantiene son dos elementos esenciales para proveer de alimento a los
animales y a los seres humanos. Se habla del agua y de las plantas en relación con el
servicio que brindan para el bienestar de los seres humanos y de los animales.
El vino, el aceite de oliva, y el pan, eran los tres alimentos básicos de los antiguos
israelitas. Incidentalmente, esta referencia muestra que el vino es un regalo de Dios
cuando uno lo usa, pero sin abusar.
183
Salmo 104:19–23
En el cuarto día Dios creó: el sol, la luna, y las estrellas. El relato de Génesis destaca
el papel que desempeñan al marcar los tiempos y las estaciones para la humanidad. El
salmista también observa que estos cuerpos celestes señalan el principio y el fin de
períodos de actividad para los habitantes de la tierra.

Salmo 104:24–30
En los días quinto y sexto Dios creó la vida animada, incluyendo al hombre y la
mujer. Las criaturas vivas se tratan brevemente aquí porque ya se han mencionado en
conexión con el agua y los cuerpos celestes.
Leviatán es el nombre de un gran monstruo marino. Aquí se puede estar refiriendo
a la ballena. Ya sea que leviatán represente aquí a la ballena o a un legendario
monstruo marino, el punto viene a ser el mismo. Para Dios, las criaturas que inspiran
mayor asombro por su tamaño son como pequeños e indefensos cachorritos.
El salmista destaca la forma en la que Dios provee alimento y vida para sus
criaturas. Dios da el alimento como la forma normal de sostener la vida, pero no
debemos olvidar que la vida proviene de él. Fue Dios quien sopló aliento de vida en
Adán, y fue él quien lo devolvió al polvo de donde había venido. Dios da la vida a cada
nueva generación, y él la devuelve al polvo de donde vino. Dios es el dador de la vida, él
es el que la sostiene - esta es la clave del tema del Salmo 104.

Salmo 104:31–35
El salmista termina con una oración en la que pide que Dios continúe sosteniendo
su creación y que la gobierne con justicia. Promete que alabará a Dios por su obra de
creación y conservación. El uso de la memoria y de la mente para reflexionar en la obra
redentora y de creación de Dios, debe sacudir nuestras emociones y nuestra voluntad
para alabar a Dios. La meta de los Salmos 103 y 104 es motivar esa alabanza.

SALMOS 105–106
Estos dos salmos, que concluyen el Libro IV, están estrechamente relacionados
tanto en el tema como en el origen. Los dos son salmos de “repaso histórico” parecidos
a salmos tales como el Salmo 78. También son similares a la oración que se encuentra
en Nehemías 9. Estos dos salmos se complementan uno a otro como una presentación
positiva y negativa de la misma historia. El Salmo 105 enfatiza la fidelidad de Dios a su
pacto; el Salmo 106 se centra en la infidelidad y la desobediencia de Israel, que resultó
en el juicio.
Los dos salmos están relacionados también en su origen. Los primeros quince
versículos del Salmo 105 son los versículos iniciales del salmo de David que se presentó

184
cuando el arca del pacto fue llevada a Jerusalén (1 Crónicas 16). La introducción y la
conclusión al Salmo 106 forman la conclusión del salmo de David para el arca. La
porción media de este salmo aparece en el salterio como el Salmo 96. No sabemos si
David lo compuso haciendo memoria del arca al seleccionar porciones de los Salmos:
96, 105, y 106, que él había compuesto previamente, o si los Salmos 105 y 106, fueron
escritos posteriormente como un comentario más completo sobre los versículos
iniciales del salmo del arca. Esto último parece ser lo más probable.
Muchos comentaristas creen que estos dos salmos fueron escritos como un
comentario sobre el salmo del arca de David, años después de su época, quizás por
Esdras o por alguno de sus contemporáneos, pero no hay nada en los anales de la
historia que vaya más allá del tiempo de David. La referencia a la cautividad en tierras
extranjeras que se hace en el Salmo 106:47 puede concordar con la paternidad literaria
de David por el hecho de que Moisés había profetizado esa cautividad en
Deuteronomio, 400 años antes del tiempo de David. Aunque estos salmos pudieron
haber sido escritos mucho antes del exilio, sin embargo fueron ciertamente un consuelo
especial después del regreso del exilio cuando Israel era un pequeño remanente, que
luchaba por reintegrarse en su tierra.
Y como la mayoría de los versículos de estos salmos son simplemente
reafirmaciones de relatos históricos, no haremos ningún comentario extenso, nos
limitaremos a señalar su ubicación en los libros históricos.

Dios recuerda su pacto


Salmo 105:1–7
La introducción exhorta a Israel a buscar ayuda en el Señor; anima a la fe
recordándole al pueblo las grandes hazañas del Señor en el pasado. “Yo soy Jehová tu
Dios” fueron las palabras de Dios para Israel cuando les dio su Ley en el monte Sinaí. Al
decir que Abraham y Jacob son “escogidos” de Dios con los que él había establecido el
pacto, el salmo señala por adelantado la fidelidad de Dios a su pacto, punto que se
enfatiza en el resto del salmo.
La mayor parte del resto del salmo es una revisión de la fidelidad del Señor hacia su
pacto en el pasado, revisión que ha sido dispuesta en orden histórico.

Salmo 105:8–11
La promesa que Dios les hizo a Abraham, a Isaac, y a Jacob, tenía tres puntos
principales: la simiente prometida, la gran nación, y la tierra de Canaán. En los días de
David y de Esdras la gran nación ya había sido formada, y la simiente prometida todavía
estaba por venir. Como en aquellos tiempos el asunto en juego era la posesión de la
tierra para que la nación pudiera ser preservada y viniese la simiente prometida, la
tierra es naturalmente el punto de énfasis en estos salmos.

185
Salmo 105:12–22
Esta sección describe cómo sostuvo Dios a Israel en la tierra de Canaán. La
referencia que hace el versículo 15 es a Génesis 20:7. Cuando Abraham e Isaac se
metieron en problemas como consecuencia de sus propias mentiras y engaños
(Génesis: 12, 20, 26), Dios los protegió de los reyes de Egipto y de Filistea; protegió a
Jacob de Labán y de Esaú (Génesis 28–32); protegió a Israel cuando los hijos de Jacob
suscitaron la hostilidad de sus vecinos a causa de la matanza de los siquemitas (Génesis
34). Finalmente los salvó del hambre y de ser absorbidos por los cananeos, al enviar a
José a Egipto para que preparara lugar para ellos (Génesis 37).

Salmo 105:23–38
En Egipto, el Señor bendijo doblemente a Israel. Primero cumplió la promesa que les
había hecho de que llegarían a ser una gran nación. Luego los liberó de la tiranía del
faraón al enviar las plagas sobre Egipto (Éxodo 1–13).

Salmo 105:39–41
El salmista resume muy brevemente la protección y provisión que Dios le brindó a
Israel durante los años que pasaron en el desierto. Éxodo 14–17, narra el comienzo de
este cuidado y que continuó a lo largo de los años que pasaron como nómadas en el
desierto, que se narran en los libros de Números y Deuteronomio.

Salmo 105:42–45
El versículo 42 es la clave del salmo. La remembranza que hace Dios de su pacto es
más que traerlo a la memoria, es tomar una acción decisiva para el beneficio de su
pueblo. La fidelidad de Dios no se debió al mérito de Israel, sino a su propia fidelidad a
la promesa que les había hecho a los patriarcas. Dios anunció este hecho cuando envió
a Moisés para que sacara a Israel de Egipto (Éxodo 2:24, 3:6, 4:2–5).
Israel necesitaba que se le recordara esta verdad a lo largo de su historia. También
necesitaban que se les recordara el propósito por el que Dios los había redimido de
Egipto y les había dado libertad en su propia tierra. No los libertó de la esclavitud para
que se entregaran a la idolatría, los liberó para que obedecieran sus leyes y le sirvieran.

Las plagas.
Este salmo es más que historia antigua. Mediante la fe pertenecemos a la familia de
Abraham (Gálatas 3 y 4). Estos capítulos son el comienzo de la historia de la iglesia; los
mismos principios que se establecen en este salmo se aplican a los cristianos de hoy en
186
día. Dios nos ha redimido del pecado y continúa perdonando nuestros pecados, no
porque seamos dignos o merecedores de ese perdón, sino por causa de su fidelidad al
pacto de su evangelio que estableció mediante la muerte y la resurrección de Cristo. El
Señor nos ha perdonado gratuitamente, no para que nos entreguemos al pecado, sino
para que le sirvamos agradecidamente.

SALMO 106
El olvido de Israel

El Salmo 106 cubre el mismo antecedente histórico del Salmo 105, pero mira la otra
cara de la moneda. Israel olvidó muchas veces la bondad de Dios y se rebeló contra sus
mandamientos. Sin embargo, este salmo oscuro no carece por completo de luz; a pesar
del pecado de Israel, la gracia de Dios sobreabundó y permaneció fiel a su pacto.

Salmo 106:1–5
La introducción le pide al pueblo de Dios que sea agradecido por su bondad, no
ingrato como fue Israel. ¿Quién puede proclamar la palabra de Dios de una manera
convincente? Sólo aquellos cuyo agradecimiento es visible en su devoción para
obedecer la palabra de Dios. El testimonio de Israel se vio obstaculizado por su
desobediencia, hecho que se describe en el resto del salmo.
El salmista combina su fe personal con el interés por compartir esa fe en el
compañerismo del pueblo de Dios. La adoración cristiana debe evitar tanto la pérdida
de la participación personal que resulta de ser absorbido por la multitud como la
pérdida del compañerismo con el grupo que se produce cuando el individuo se aísla.
La preocupación por compartir las bendiciones del pueblo de Dios, que se menciona
en los versículo 4 y 5, se expresa frecuentemente en el libro de Nehemías. El énfasis
que hace en los pecados pasados y presentes de la nación, y que se detallan en los
siguientes versículos del salmo, es también el énfasis del libro de Nehemías.

Salmo 106:6–33
Esta sección registra algunas de las muchas rebeliones en el desierto y en Egipto,
pero no las enumera en orden cronológico. Las principales rebeliones que se
mencionan son: la queja en el mar Rojo (Éxodo 14:11), la exigencia de comer carne
(Números 11), la rebelión de: Coré, Datán, y Abiram, contra Moisés (Números 16), el
becerro de oro en el monte Sinaí (Éxodo 32), el negarse a entrar a la tierra prometida
luego que volvieron los espías con su informe (Números 14), la idolatría y la inmoralidad
sexual en Baal-peor (Números 25), y la exigencia de agua en Meriba (Éxodo 17;
Números 20).
Dios dio dos respuestas a la apostasía de Israel. Les envió juicios de castigo, incluso a
Moisés, que no pudo entrar a la tierra prometida porque dudó en la roca de Meriba y

187
usurpó el honor que sólo a Dios le pertenece. Sin embargo, en todos estos juicios la
gracia de Dios prevaleció. Fiel a su promesa, escuchó las oraciones de Moisés en
beneficio del pueblo. Éxodo 32–34 da un ejemplo de primera clase acerca de la
intercesión.
Otro grupo que permaneció fiel al Señor fue el de los levitas, que le pusieron fin a la
idolatría en Sinaí, y Finées, el sumo sacerdote, que detuvo la idolatría en Baal-peor. La
fidelidad de estos hombres fue recompensada con la promesa de que servirían al Señor.
Sin embargo, no fue esta limitada fidelidad humana la que salvó a Israel, sino la
ilimitada gracia de Dios.

Salmo 106:34–46
La historia de la rebelión de Israel continuó en la tierra prometida. No sólo toleraron
a los idólatras cananeos, sino que hasta adoptaron sus formas de vida. Un rasgo terrible
de la adoración cananea era el sacrificio humano, especialmente el sacrificio de los
propios hijos. Israel adoptó esa práctica hasta el grado de que Jefté, uno de los jueces,
por lo visto no pudo ver la maldad de sacrificar su propia hija al Señor (Jueces 11). Esos
sacrificios llegaron a ser comunes también durante la monarquía bajo reyes tan
corruptos como Manasés.
Los ciclos de: idolatría, cautividad, arrepentimiento breve, y liberación, que se
narran en estos versículos del salmo están basados en el principal tema del libro de
Jueces, pero esos ciclos continuaron también durante la monarquía.

Salmo 106:47
Esta oración, que pide la restauración para que la nación pudiera servir al Señor, fue
apropiada: tanto en los días de David, como después en los días oscuros de los jueces y
Saúl, y durante los días de Esdras y Nehemías después del exilio en Babilonia.

Salmo 106:48
Esta doxología concluye tanto el Salmo 106 como el Libro IV de los Salmos. En 1
Crónicas 16:36 la segunda mitad del versículo se presenta como una declaración: “Y dijo
todo el pueblo, Amén, y alabó a Jehová”.
Como el salmo precedente, el Salmo 106 fue escrito no sólo para revisar la historia,
sino para enseñarnos una lección a cada uno de nosotros. El mal ejemplo de Israel y los
tristes resultados que produjo deben ser una fuerte advertencia para que nosotros no
repitamos su conducta. Estemos en guardia, no demos por sentada la gracia de Dios a la
ligera y no derrochemos las bendiciones que su sola gracia nos trae.

188
LIBRO V
SALMOS 107–150

En general, el Libro V continúa con el estilo y el formato del Libro IV. Sin embargo,
en el Libro V es más pronunciado el agrupamiento de salmos por categoría. Ejemplo de
esas agrupaciones son: las colecciones davídicas (108–110, 138–145), las aleluyas de la
Pascua (113–118), los Cánticos Graduales (120–134), y los Salmos de aleluya (146–150).

SALMO 107
Los redimió de la angustia
Aunque el Salmo 107 comienza un nuevo libro, sin embargo continúa con el tema
de los Salmos 105 y 106. Como estos últimos, el Salmo 107 llama a los redimidos a darle
gracias a Dios por la libertad que en su gracia les ha concedido. Sin embargo, el Salmo
107 es muy diferente en estilo. Note, por ejemplo, el estribillo con el que concluye cada
sección.
Otra gran diferencia es que el Salmo 107 es menos histórico que los salmos
precedentes. Puede hacer alusión al exilio y a otros eventos históricos en una forma
indirecta, pero en vez de citar claramente acontecimientos históricos específicos como
ejemplo de liberación, usa cuatro situaciones generales: los años que anduvieron en el
desierto, la liberación de la prisión, el perdón después de la rebelión, y el peligro en el
mar. Tal vez el uso de estas situaciones generales tiene la intención de representar la
cautividad de Israel en Babilonia o los peligros espirituales.

Salmo 107:1–3
Parece que la introducción vincula el salmo con el cautiverio en Babilonia. Le
agradece al Señor por haber vuelto a reunir a su pueblo de entre las naciones, y así
forma una respuesta a la oración del final del Salmo 106, en la que pedía la reunión del
pueblo.

Salmo 107:4–9
La primera crisis es similar a la trashumancia de Israel por el desierto, pero es más
generalizada y universal en su aplicación.
Segunda crisis

189
Salmo 107:10–16
La segunda crisis corresponde en una forma general a las experiencias por las que
pasó Israel en Egipto y en Babilonia, pero nuevamente esto es generalizado.

Salmo 107:17–22
La tercera crisis se puede aplicar a casi cualquier período de la historia de Israel.
Esto ocurrió una y otra vez durante el tiempo de los jueces y de los reyes.

Salmo 107:23–32
La navegación no era algo común entre los israelitas; la historia de Jonás es el único
relato bíblico del Antiguo Testamento que se compara con este salmo. Sin embargo,
Israel estaba fascinado con el mar como la parte más imponente de la creación de Dios.
En una tormenta marítima, los mejores esfuerzos de los antiguos marineros les valían
de poco. Se sentían impotentes a merced del poder de los vientos y de las olas. Por lo
tanto, el control que tiene Dios sobre el mar era considerado como un notable
despliegue de su poder. Los discípulos de Jesús quedaron especialmente impresionados
cuando el Señor calmó la tormenta.

Salmo 107:33–42
Esta sección reitera los principios acerca de las bendiciones y las maldiciones que se
mencionan al final de los libros de Levítico y Deuteronomio: La obediencia a Dios
conduce a una bendición, la desobediencia resulta en una maldición. El territorio que
estaba alrededor de Sodoma y Gomorra es un buen ejemplo de lo que la buena tierra
vino a ser, un páramo, a causa de los pecados de sus habitantes. Esta tierra óptima,
codiciada por Lot, es hoy en día un desierto estéril.
El resto de esta sección corresponde en general a la experiencia de Israel en la tierra
prometida, pero el salmista está más interesado en los principios generales que en
eventos históricos específicos. La maldición que se expresa en esta sección recibió su
primer cumplimiento en la maldición de la tierra en Génesis 3. La bendición recibirá su
completo cumplimiento sólo en la nueva tierra y en los nuevos cielos.

Salmo 107:43
Como los principios en este salmo son generales, su aplicación es universal. Todos
los que anhelen ser sabios deben aplicar los principios de este salmo a su propia vida.
Deben aprender de la advertencia que se extrae de los juicios que vinieron por causa de
la desobediencia; deben ser fortalecidos por el amor de Dios que se despliega en sus
bendiciones sobre los que recuerdan su pacto.

190
La perdición, el hambre, la confusión, y el encarcelamiento, que se describen en
este salmo son todos usados como figuraciones de la condición espiritual natural del
hombre en cualquier parte de las Escrituras. La impotencia de los marineros en un
huracán es también un retrato apropiado de nuestra condición espiritual. Es muy
posible que estas figuraciones pretendan llamar nuestra atención no sólo a los peligros
físicos, sino también a las necesidades espirituales que tenemos. En la misma forma “la
ciudad en donde vivir” dirige nuestra atención, más allá de Jerusalén y otras ciudades
terrenales, a la ciudad celestial que es el hogar de todos nosotros.

SALMOS 108–110
Estos tres salmos forman el primer grupo de los salmos davídicos del Libro V. Si se
excluyen el Salmo 107, que es el salmo de transición al Libro V, y los salmos de Aleluya,
que terminan el Libro V, el Libro V comienza y termina con salmos davídicos.

SALMO 108
Mi corazón está firme
El Salmo 108 es un salmo compuesto, formado al reunir las conclusiones de los
salmos 57 y 60. El Salmo 57 habla acerca de la protección que Dios le dio a David
cuando huía de Saúl. El Salmo 60 le agradece a Dios por la victoria de David sobre los
arameos de Siria. Vaya al Volumen 1 para leer un comentario más amplio sobre esos
salmos.
En la manera como está dispuesto aquí, este salmo: se convierte en una alabanza
por los actos de liberación que Dios había hecho en el pasado, es una oración por la
liberación en el futuro, y una afirmación de confianza en la ayuda de Dios. Este salmo es
más positivo que los salmos de los cuales fue tomado. A diferencia de los otros, hace
menos énfasis en la aflicción, con sólo una insinuación indirecta de la misma en el
versículo 11. Por lo visto, está destinado a ser una oración más general por la salvación,
que los dos salmos de los que se deriva (vea el mapa de la página 232).

Salmo 108:1–13
Como los Salmos 105–107, este salmo ensalza la fidelidad del Señor que le ayuda a
Israel para que retenga la promesa de la tierra prometida pese a los ataques de sus
enemigos y pese a sus propios pecados. Aunque el Señor había disciplinado a Israel por
sus pecados, sin embargo no lo había abandonado. Los había liberado por causa de su
pacto; los había ayudado a conquistar todas las áreas de la tierra que les había
prometido, y los había ayudado a derrotar a los enemigos que los rodeaban. Si esto
había hecho en el pasado, no podía olvidarlos en la aflicción presente. Con él ellos
podían ganar la victoria.

191
SALMO 109
Hombres engañosos han abierto la boca
El Salmo 109 es uno de los salmos que contienen maldiciones para los enemigos del
salmista. Otros Salmos que contienen maldiciones son: 55, 56, 58, y 69. Las maldiciones
que contienen estos salmos con frecuencia le chocan al lector moderno, pero esas
oraciones están de acuerdo con las maldiciones que emite Dios contra el pecado. Dichas
oraciones son pronunciadas por el Mesías en el Salmo 69 y hasta por los santos en el
cielo en Apocalipsis 6:10. Usted puede leer una información más detallada acerca de los
principios generales que rigen la interpretación de los “salmos imprecatorios” en la
introducción a los Salmos que está en el Volumen 1 de este comentario.

Salmo 109:1–5
En la primera sección de este salmo, David ya define su problema. Los hombres que
se suponía que iban a ser sus ayudantes lo habían traicionado y hablan mentiras contra
él. A cambio del bien que David les había hecho, le estaban pagando con el mal. Estas
palabras probablemente se les aplican a Ahitofel y a otros hombres que traicionaron a
David en los tiempos de la rebelión de Absalón. David habla contra esos traidores en los
Salmos 41 y 55. David también fue calumniado durante la época en que huía de Saúl. El
Salmo 7 trata este problema.
David no toma el asunto en sus propias manos ni busca vengarse por él mismo. Su
remedio para la calumnia es dejar las cosas en las manos de Dios. David es un hombre
de oración.

Salmo 109:6–20
La petición que hace David respecto del castigo a su enemigo contiene una serie de
maldiciones crueles: que sus pecados no sean perdonados, que pierda su posición, que
su familia sufra el mismo destino. Aunque suenan muy duras, estas maldiciones están
respaldadas por principios bíblicos. El enemigo no puede conservar su empleo, porque
lo está usando para dañar a otros: orar para que continuara en la misma posición sería
orar para que prosperara la maldad. Los pecados del enemigo no pueden ser
perdonados porque él no se arrepiente de ellos. Le gusta maldecir; se encubre a él
mismo en el engaño como si fuera una vestimenta. Orar para que sus pecados sean
pasados por alto sería lo mismo que orar para que Dios viole su ley. Un cristiano no
puede orar haciendo una petición de este tipo.
Las referencias que hace a la familia del mentiroso son la parte más difícil de la
oración. Es un principio de justicia bíblica que los hijos no deben ser castigados por los
pecados de los padres ni viceversa (Ezequiel 18). También es cierto que “Dios [es]
fuerte, celoso, que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta

192
generación de los que le aborrecen” (Éxodo 20:5). Los que continúan en los caminos del
pecado de sus padres o de sus antepasados compartirán igualmente su condenación.
Las familias con frecuencia: comparten, encubren, y alientan, los pecados
individuales de sus miembros. Eso tal vez fue más obvio en el Cercano Oriente donde
por muchas generaciones las familias vivían y trabajaban juntas. Los habitantes antiguos
y modernos del Cercano Oriente tienen un gran sentimiento de solidaridad por el grupo
y comparten responsabilidades, siendo así mucho menos individualistas que los
modernos habitantes de Occidente. Esto puede explicar en parte la implicación de toda
la familia del enemigo en su pecado. Las familias de Amán (Ester 5:14; 9:13) y Acán
(Josué 7:24) son dos ejemplos bíblicos de esas implicaciones.
Parece que este salmo es una aplicación del principio tomado de los Diez
Mandamientos que se citó antes. No sabemos lo suficiente de las circunstancias como
para agregar algo más.
En el versículo 6 se usa la palabra hebrea para acusador, Satanás. Este y el
“maligno” son dos de los títulos que se le aplican al principal de los ángeles malignos,
así es posible que el versículo 6 se refiera a Satanás como lo sugiere la NVI en la nota al
pie de la página. Si es así, el mentiroso que se opone a David debe ser entregado al
reino del amo de la mentira a quien ha servido.
Los versículos finales dan la justificación para esta oración: que se le haga a él lo
mismo que a él le gustaba hacerles a otros. Eso concuerda tanto con el principio de
justicia del Antiguo Testamento “ojo por ojo” (Éxodo 21:24), como con el principio que
se expresa en las palabras de Jesús “con la misma medida con que medís, os volverán a
medir” (Lucas 6:38).
Esta oración es puesta en la perspectiva correcta cuando Pedro la cita en Hechos
1:20. Pedro dice que el Espíritu Santo habló estas palabras mediante David refiriéndose
a Judas. El amigo que traicionó a David era un tipo de Judas, el que traicionó a Jesús. A
pesar de la amorosa advertencia que le hizo Jesús a Judas para que desistiera de su
propósito, éste persistió, se destruyó a él mismo y fue condenado. La terrible verdad es
que todo el que permanece impenitente será condenado. Las maldiciones de este
salmo, comparadas con la maldición de Dios, no son nada.

Salmo 109:21–29
En esta sección la oración de David toma un giro más positivo. Basa su súplica en: la
bondad, la misericordia, y el amor, de Dios. Su oración es para que el nombre de Dios
sea santificado. Afirma lo desesperado de su situación con una serie de impresionantes
comparaciones poéticas, pero expresa su confianza en la ayuda de Dios.
La afirmación, “maldigan ellos, pero bendice tú”, nos recuerdan: la promesa que le
hizo Dios a Abraham, “Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te maldigan
maldeciré” (Génesis 12:3), y de la forma en que Dios frustró los intentos de Balaam por
maldecir a Israel (Números 23:24). Nadie puede maldecir a los amigos de Dios, nadie
puede bendecir a sus enemigos.

193
Salmo 109:30–31
David termina esta oración con unas breves palabras de alabanza por la justicia de
Dios. La pronuncia en medio del pueblo de Dios. Proclama la preocupación que tiene el
Señor por su pueblo oprimido como un principio general, que es aplicable: a David, a
nosotros, y a todos los creyentes.
Este salmo no escatima nada acerca de la seriedad del pecado. Las terribles
consecuencias del pecado están puestas en términos gráficos. Expresa plenamente la
severidad de la ley de Dios. Nos recuerda a nosotros, y a todos los que lo leen, la
urgencia del arrepentimiento.

SALMO 110
Jehová dijo a mi Señor
El Salmo 110 es uno de los más importantes salmos mesiánicos. Es citado o se hace
alusión a él con mucha frecuencia en el Nuevo Testamento. Consiste de dos oráculos de
Dios el Padre con respecto a su Hijo el Mesías.

Salmo 110:1–3
El versículo uno fue citado por Jesús como una prueba de su deidad (Mateo 22:44).
David, que habla en el versículo uno, dice: “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi
diestra”. Si David, el rey más grande de Israel, dice que el Mesías es Señor, entonces el
Mesías debe ser más que sólo el descendiente de David; debe ser el verdadero Dios
también.
Es digno de notar que todo el punto del argumento de Cristo depende de su
aceptación de la autoridad de David en este salmo, un punto que ha sido negado por
muchos críticos. Pedro da un argumento muy parecido, basado en la autoridad davídica
en su sermón de Pentecostés (Hechos 2:29–35).
En los tiempos bíblicos la diestra era la posición de poder y de autoridad. El término
“a la diestra de Dios” se usa frecuentemente en el Nuevo Testamento para describir la
exaltación de Jesús después de haber sufrido y muerto por nosotros. Desde su
resurrección y ascensión, Jesús ha ejercido todo poder en los cielos y en la tierra. Él
gobierna hoy en día todo el universo para el beneficio de su pueblo.
Usar a los enemigos de uno como estrado de los pies se refiere a la antigua
costumbre en la que el conquistador ponía los pies sobre sus enemigos vencidos como
una muestra de su triunfo. Esa profecía se cumplirá en el Día del Juicio, cuando Cristo
haya completado la conquista de todos nuestros enemigos, incluyendo la muerte, y
cuando Satanás y todos los que se hayan opuesto a Cristo tengan que someterse a su
gobierno. El cumplimiento de este pasaje se describe con más detalle en 1 Corintios
15:20–28.

194
Los versículos 2 y 3, se pueden entender como comentarios que hace David en
respuesta al oráculo de Dios, o como la continuación del oráculo de Dios. La puntuación
que adopta la Reina-Valera sugiere la primera interpretación, pero la segunda parece
preferible. En el estilo bíblico no sería nada insólito que Dios se refiriera a él mismo en
la tercera persona como “Jehová”. El significado es el mismo en cualquier caso.
El versículo 2 describe el gobierno universal de Cristo, que incluye su poderoso
gobierno sobre los enemigos, que se someten a él de mala gana. El versículo 3 describe
su gobierno de gracia sobre los que acuden a él en fe. Estos últimos se unen a él
gustosamente en la batalla contra el maligno. La última parte del versículo tres es difícil
de traducir; puede describir la eterna belleza y majestad del eterno Cristo, que
permanece tan fresco como el rocío de la mañana, o puede describir la frescura de sus
seguidores que reciben su fuerza de él. La primera interpretación parece preferible.

Salmo 110:4–7
La solemnidad y la certeza del segundo oráculo, se enfatizan por el hecho de que es
un juramento. El segundo oráculo del Señor trae una sorprendente pieza de
información, el Mesías, el hijo de David, no sólo será rey, también será sacerdote. Esto
es sorprendente porque en el Antiguo Testamento el reinado y el sacerdocio estaban
estrictamente separados. Los reyes venían de la familia de David, de la tribu de Judá.
Los sacerdotes venían de la familia de Aarón, de la tribu de Leví. La extraordinaria
combinación de los oficios de Cristo indica que no será un sacerdote ordinario, será un
sacerdote del orden de Melquisedec.
Hebreos 4–10 explica con considerable detalle lo que significa el hecho de que
Cristo sea un sacerdote del orden de Melquisedec. Hebreos 7 es el capítulo clave de
esta comparación. Melquisedec es una figura misteriosa que aparece en Génesis 14.
Fue rey de Jerusalén y sacerdote del verdadero Dios; nada sabemos respecto de dónde
vino o quiénes fueron sus padres. Sólo sabemos que fue tanto sacerdote como rey y
que vino para ser sacerdote ungido de Dios. No sabemos de ningún predecesor o
sucesor suyo. Fue único. Por lo tanto sirve como un tipo adecuado de Cristo.
Como Melquisedec, Cristo recibió su sacerdocio por especial ungimiento de Dios; no
venía de la tribu o la familia apropiada de sacerdotes. Como Melquisedec, Cristo fue
especial por sí mismo; Dios tuvo que enviarlo como un sacerdote único al igual que
Melquisedec, porque todos los sacrificios que ofrecieron los sumos sacerdotes del
Antiguo Testamento basados en su valor propio no podían librar a un sólo pecador de
su culpa. Ellos ofrecían el perdón sólo porque apuntaban al sacrificio mayor, el sacrificio
más perfecto y del todo suficiente. Ese sacrificio fue ofrecido por Cristo, el gran Sumo
Sacerdote.
El segundo oráculo también suscita una pregunta de puntuación y división. ¿En qué
punto el tema se vuelve del Padre al Hijo? Parece más probable que esto ocurra en
medio del versículo cinco como lo indica el párrafo anterior. De acuerdo con esta
interpretación, la primera línea del versículo cinco es la continuación del oráculo del
Padre, o la respuesta de David al oráculo del Padre. Lo primero parece ser lo más
195
probable.
De acuerdo con esta última interpretación, el resto del salmo es una descripción del
poder de Cristo para juzgar. Es impresionante ver que después de la presentación del
oficio de Cristo como sacerdote, el salmo cambie rápidamente al poder de él como rey y
juez. Este cuadro, del Cristo que viene como el conquistador, nos recuerda la forma en
que lo describe Apocalipsis 19. Después de aplastar a sus enemigos, hace una pausa
para refrescarse y para gozar de la victoria con sus tropas.
El Salmo 110 es uno de los salmos mesiánicos más significativos porque describe a
Cristo como el Salvador completo que todos necesitamos. Sólo él tuvo el amor y la
humildad para ofrecerse a él mismo como el sacrificio perfecto por el pecado. Él tiene el
poder para derrotar a nuestros enemigos y para gobernar como rey en nuestro
beneficio. Unámonos gustosamente a su ejército y seamos tropas prestas y bien
dispuestas para la batalla contra el pecado y la maldad.

SALMOS 111–112
Estos dos salmos son acrósticos de una sola línea. Cada línea comienza con una letra
sucesiva del alfabeto hebreo. Estos salmos también se complementan el uno al otro en
contenido. El Salmo 111 trata de la obra de Dios y su palabra; es una buena
introducción a todo el grupo de salmos sobre este tema que termina con el Salmo 119.
El Salmo 112 describe al hombre correcto que responde a la obra y a la palabra de Dios.

Cristo en su trono de juicio.

SALMO 111
Las obras y la palabra de Dios
Salmo 111:1–10
El salmo comienza y termina con la alabanza a Dios por sus obras y por su palabra.
La parte principal del salmo se compone de dos secciones, la primera hace énfasis en la
obra de Dios; la segunda enfatiza su palabra. Estos dos temas no se pueden separar con
precisión. Por ejemplo, el pacto de Dios con Israel se menciona en las dos secciones.
Dios hizo una promesa en su pacto, y cumplió esa promesa en la historia de Israel. Lo
que Dios dice en su palabra siempre es puesto en acción. Lo que Dios hace está basado
en lo que ha dicho en su palabra.
La obra de Dios incluye: las obras de la creación, las obras de conservación, y las
obras de redención. Como su Creador, el Señor le provee el alimento a los de su pueblo;
como su redentor los sacó de Egipto y los llevó a la tierra prometida según el pacto que
había hecho con Abraham.
Dios quería que Israel recordara y meditara en esas obras. El libro de Deuteronomio
196
enfatiza el tema, “no te olvides”. Este salmo tiene el mismo propósito. Nosotros
también debemos recordar y meditar en las obras que Dios ha hecho hace por
nosotros. Los tres artículos del Credo Apostólico y las explicaciones que Lutero da de
ellos, tienen como propósito ayudarnos en este mismo asunto. Recordamos y
meditamos en la triple obra de Dios en: la creación, la redención, y la santificación.
¡Alabemos al Señor por sus gloriosas obras!
La palabra de Dios nos dice lo que ha hecho, pero también nos dice cómo debemos
responder a sus obras. Debemos creer sus promesas. Son confiables y todas serán
cumplidas. Debemos esforzarnos por llevar una vida que esté de acuerdo con sus
mandamientos, que nos dicen lo que le agrada a Dios y lo que es mejor para nuestra
vida. El temor al Señor, que es reverencia y respeto, por todo lo que él ha revelado y ha
hecho, es la base de la verdadera sabiduría. Es el sólido fundamento sobre el que una
persona puede basar su forma de vida, lo que la conducirá a bendiciones en el tiempo y
en la eternidad. Esas bendiciones se describen con más detalle en el siguiente salmo.

SALMO 112
El hombre que teme a Jehová
Salmo 112:1–10
Este salmo enumera algunas de las características del hombre recto. Teme a Jehová,
es decir: cree, respeta, y obedece, la palabra de Dios; encuentra placer en obedecer su
palabra. Su justicia se describe en los mismos términos que la del Señor: misericordioso,
compasivo, y siempre tolerante (compare el Salmo 111:3–4 y 112:3–4).
Esta comparación sugiere que su justicia sigue el modelo de la justicia de Dios. El
hombre justo es generoso con sus posesiones y justo en sus tratos. Sus bendiciones
espirituales y materiales se complementan una con la otra, porque sus actitudes
espirituales lo capacitan para usar sabiamente las posesiones materiales, y las
posesiones materiales lo capacitan para practicar las actitudes espirituales.
El salmo también enumera algunas de las bendiciones que la persona recta recibe.
Tiene prosperidad y riquezas. Eso puede incluir abundantes posesiones terrenales y la
actitud correcta para disfrutarlas. Aun si estas se pierden, todavía posee el creyente la
verdadera riqueza de una correcta relación con Dios y la confianza de la salvación
eterna. Eso le permite ser feliz hasta en los días tenebrosos y en los tiempos de
tribulación.
No teme recibir malas noticias y reveses porque confía en que todo terminará bien.
Estará con Dios en gloria y honor cuando la victoria final haya sido ganada y aparezca el
eterno reino de Cristo. También puede ver con confianza su futuro sobre la tierra,
porque sabe que sus hijos tienen un futuro brillante si se aferran a la herencia de la
palabra de Dios que él les deja.
Este salmo es un buen texto para estudiar las actitudes cristianas hacia las
posesiones. Advierte contra las tentaciones que traen las riquezas: egoísmo, temor al

197
futuro, y abuso de poder. Este salmo exhorta al cristiano para que practique la
generosidad y la conformidad. Pablo cita de este salmo en 2 Corintios 9:9, que es parte
de su bien conocido discurso acerca de la mayordomía.
El salmo termina haciendo un breve contraste con el futuro del impío. No importa
que haya disfrutado de prosperidad y poder por un tiempo, al final le espera la aflicción.
Su aflicción más grande será el conocimiento eterno de las bendiciones de las que él
mismo se ha excluido.

SALMOS 113–118
La Pascua Hallel*
Las principales ocasiones que tenía Israel para recordar y meditar en las obras y en
la palabra de Dios eran las tres peregrinaciones festivas, especialmente la Pascua. De
acuerdo con la tradición judía estos cinco salmos llegaron a ser una parte normal de sus
celebraciones de la Pascua. Los Salmos 113 y 114 se usaban antes de la comida, y los
Salmos 116–118 después de ella. Estos salmos con frecuencia son llamados La Pascua
Hallel o el Hallel Egipcio. Hallel significa alabanza.

El poderoso Libertador
Este salmo está relacionado con los Salmos 111 y 112 por la frase preliminar
“Alabad a Jehová” (Aleluya). Es una introducción apropiada a la colección pascual
porque describe el poder de Dios que llevó a cabo la liberación pascual.

Salmo 113:1–9
El Salmo 113 da una descripción general del Señor como el libertador. El Salmo 114
proveerá la aplicación específica a la Pascua y al éxodo.
La primera sección de este salmo invita a todos a alabar al Señor. Él merece ser
alabado en todo tiempo y en todo lugar.
La segunda parte del salmo provee las bases para esta invitación. El Señor debe ser
alabado por ser quien es; Él es el único Dios. Él está tan alto sobre nosotros que tiene
que inclinarse para ver el cielo (Véase la NVI, v. 6.). Él es el gobernador de todas las
naciones y debe ser servido por todas ellas. Él es incomparable y merece alabanza
incomparable.
El Señor debe ser alabado por lo que hace. Él está tanto lejos como cerca de
nosotros. Aunque es grandioso en poder y en majestad, usa su poder para ayudar a su
pueblo. La descripción de la ayuda del Señor para el pobre es una adaptación del canto
de Ana en 1 Samuel 2; los versículos 7 y 8 están estrechamente ligados a 1 Samuel 2:8.
Dios hizo de la estéril Ana una madre feliz que crió hijos. Esa experiencia se refleja en el
versículo 5 del canto de Ana y en el versículo 9 del salmo.
El principio general de que Dios ayuda al humilde entre su pueblo tuvo un

198
destacado cumplimiento cuando el Señor los sacó de la esclavitud en Egipto y los hizo
gobernadores de una buena tierra. Un ejemplo aún más destacado fue cuando el hijo
de Dios nació de una virgen. El canto de María que se encuentra en Lucas 1 repite el
tema del canto de Ana. Dios envió a su Hijo para que nosotros pudiésemos ser
resucitados con él. Nadie es demasiado grande para él; nadie es demasiado humilde
para recibir su ayuda.

SALMO 114
Cuando Israel salió de Egipto
Este salmo le aplica específicamente al éxodo el principio que se expresa en el
Salmo 113. Describe el éxodo y la conquista como un terremoto que manifiesta el
poder del Señor.

Salmo 114:1–8
El propósito del éxodo y de la conquista no fue simplemente fundar otra nación. Fue
para establecer la nación en la que se debía conservar la palabra de Dios y en la que se
iba a construir su templo. Aunque Israel nunca fue una gran nación entre las naciones
en términos terrenales, sin embargo la fundación de Israel fue un acontecimiento
sobrecogedor porque el Salvador, el gobernador del universo, iba a venir de Israel. La
forma en que Dios usó a Israel para traer la salvación al mundo fue un ejemplo de cómo
él usa del humilde para lograr grandes cosas.
El saltar de los montes y la temerosa huida del mar, son formas poéticas de describir
el asombroso poder de Dios que hace temblar a toda la tierra. Los acontecimientos que
sucedieron en Egipto y el cruce del Jordán, llenaron a los cananeos de temor a Israel. La
milagrosa provisión de agua que les dio Dios en el desierto también fue una
demostración de su amor y de su cuidado por su pueblo. Todos esos actos deben mover
a los pueblos a reconocer al Señor como el único Dios y a alabar su nombre.
Algunos comentaristas creen que el saltar de los montes es una descripción del
método por el que Dios abrió una senda a través del Jordán. Josué 3 nos dice que las
aguas del Jordán dejaron de fluir río arriba lejos del punto de cruce de Israel. Eso ha
llevado a algunas personas a sugerir que Dios usó un terremoto para bloquear las aguas
del Jordán hasta que Israel pasara. En algunas ocasiones Dios hace uso de los
fenómenos naturales para obrar milagros, pero como no se dice nada acerca de un
terremoto en Josué 3, es mejor considerar el lenguaje del Salmo 114 como figurativo.
Con una impresionante personificación, este salmo expresa la perplejidad que
experimenta hasta la creación inanimada en la presencia de su Creador. Esto se expresa
en una forma más positiva en los Salmos 96 y 97. El Salmo 46 describe la conmoción,
que habrá en los cielos y en la tierra, en el mar y en la tierra seca, cuando aparezca el
Juez. Si hasta el universo permanece en temor reverente ante su Creador y
Sustentador, con mucha mayor razón el hombre.

199
Como el salmo precedente, el Salmo 114 termina con una nota tranquila que
expresa el amor y el cuidado que Dios tiene por su pueblo.

SALMO 115
No a nosotros
Aunque este salmo no menciona el éxodo, sin embargo es apropiado para usarlo en
la Pascua, por el énfasis que pone en la alabanza colectiva y en el reconocimiento de
que toda la gloria, por el éxodo y la conquista le pertenecen solamente al Señor.

Salmo 115:1
La gran celebración de la Pascua en el bello templo de Jerusalén podía muy
fácilmente tentar a Israel al orgullo. ¡Qué gran nación somos!, ¡Qué maravillosas
victorias hemos ganado!, ¡Qué bello templo hemos construido! El versículo inicial de
este salmo le pone un freno al orgullo. “No a nosotros, Jehová, no a nosotros, sino a tu
nombre da gloria”.
Israel no hizo nada para lograr que el faraón los liberara. Los israelitas no hicieron
nada para ayudar a Moisés a proveerles todo lo necesario durante su peregrinación por
el desierto; habían sido un obstáculo más que una ayuda. Su historia era el relato del
amor y de la fidelidad del Señor. Ellos habían sido infieles, pero Dios había permanecido
fiel al pacto que había hecho con Abraham. Ellos habían sido débiles, pero Dios había
sido poderoso. El Dios único había hecho de ellos lo que eran. Sólo él merecía la
alabanza.
Por razones obvias usamos con frecuencia este versículo en los aniversarios de la
iglesia. Eso nos recuerda que no hemos de gloriarnos en nuestros logros, sino que
debemos darle la gloria al Señor, que nos ha dado todo lo que tenemos. Cuando
contemplamos las comodidades de nuestra iglesia y nuestras obras de fe, también
decimos: “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre sea la gloria”.

Salmo 115:2–8
El pueblo de Dios no siempre vive en medio del triunfo y de la celebración; puede
haber días oscuros de prueba en los que los acontecimientos no parecen justificar su fe.
Fue en uno de esos días cuando el faraón dijo: “¿Quién es Jehová, para que yo oiga su
voz?” Fue en días como éstos cuando el orgulloso rey de Asiria exclamó: “Ningún dios
me ha detenido hasta hoy, y el Señor tampoco”. Fue en días como éste en que el
arrogante Nabucodonosor se llevó cautivo al pueblo de Judá.
Pero los ídolos de Egipto y los magos que les servían a esos falsos dioses, fueron
impotentes para detener las plagas. Los dioses de Asiria no pudieron detener al ángel
de la muerte que marchó en medio del ejército de Senaquerib. Las imágenes que había
en el templo de Babilonia no pudieron impedir la caída de la ciudad, fueron llevadas

200
como botín de guerra cuando la ciudad fue saqueada.
Al final, Israel pudo decir: “Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha
hecho”. Dios envía tiempos de prueba a su pueblo cuando así lo necesitan, pero da
también la liberación a su debido tiempo.
Por otra parte, los ídolos de las naciones son simplemente creaciones inanimadas de
sus adoradores. Esto es cierto ya sea que se trate de: imágenes esculpidas, o ídolos de
filosofías humanas, logros humanos, y bienes terrenales. Ninguno de ellos será capaz de
dar vida a los que los sirven. Sus adoradores llegarán a estar tan muertos como los
dioses a quienes sirven. Pero los que confían en el Señor serán bendecidos.

Salmo 115:9–15
Esta sección es rica en repetición litúrgica. Las palabras que se destacan son “confía”
y “bendito”; eso es apropiado porque entre estos conceptos hay una relación
secuencial como la que hay entre el día que sigue a la noche. Los que confían en el
Señor serán bendecidos.
Los versículos 9–11 llaman a todos los miembros del pueblo de Israel, laicos y
sacerdotes por igual, a que confíen en el Señor. La expresión “los que temen a Jehová”
probablemente se trate de un nombre que incluye a todo el pueblo de Israel. Sin
embargo, en épocas posteriores se convirtió en un término corriente que se aplicaba a
los que no eran israelitas y que habían llegado a la fe en el verdadero Dios, y este puede
ser el significado aquí.
Para todos los que confían en el Señor, él es ayuda y escudo. Los versículos del
medio de esta sección establecen enfáticamente la realidad de las bendiciones del
Señor sobre todos los que confían en él, sean grandes o pequeños.
Los versículos finales son una oración por las bendiciones de Dios sobre todo el
pueblo, en el presente y en el futuro. Estas bendiciones son ciertas porque el Señor es
el hacedor de los cielos y la tierra, y tiene bajo su control todas las cosas.

Salmo 115:16–18
Aunque Dios hizo todas las cosas y nos ha dado todo lo que tenemos, eso no nos
exime de responsabilidad. Estamos para ser fieles mayordomos de la tierra que el Señor
ha confiado a nuestro cuidado, especialmente las porciones específicas de sus bienes
que nos ha dado como individuos. Estamos para hacer pleno uso del tiempo que Dios
nos ha dado en esta tierra, para proclamar la gloria de su nombre antes que la muerte
termine con nuestra oportunidad de hacerlo. Pero aun cuando la muerte termine con
nuestra responsabilidad y con la oportunidad de servirle a Dios en este mundo,
continuaremos alabándolo por siempre. Entonces como ahora alabaremos al Señor por
su amor y fidelidad.

SALMO 116

201
Liberación de la muerte
Este salmo parece estar menos relacionado con el tema de la Pascua que el resto de
estos salmos. Es una expresión gratitud individual por haber sido liberado de la muerte.
Puede estar relacionado con la compasión que Dios tuvo de los primogénitos de los
israelitas en Egipto, o la palabra “muerte” también se puede entender como una
expresión de la condición de esclavitud en Egipto. El salmo no tiene una progresión
distinta de partes, pero va varias veces alrededor del tema.
Aunque en el Nuevo Testamento no se cita este salmo como un salmo mesiánico,
como toda la experiencia de la Pascua señala a la obra de Cristo, es apropiado verlo
como una reflexión de la confianza que tenía Cristo de que iba a ser liberado de la
muerte.

Salmo 116:1–6
Los primeros dos versículos ya cuentan la historia del salmo. El salmista está
dedicado a agradecerle al Señor porque lo ha liberado del peligro. Al recordar el
pasado, el salmista recibe la seguridad para el presente y para el futuro.
Los versículos finales de esta sección abundan en detalles. El salmista estaba en
gran peligro de muerte, le oró al Señor, el Señor lo salvó. Esta, en pocas palabras, es la
historia del salmo. Los siguientes versículos abundan también en detalles de la
liberación del salmista.

Salmo 116:7–11
El salmista repasa brevemente la ayuda que ha recibido del Señor. Fue liberado del
peligro físico de la muerte, pero también fue librado del peligro espiritual de la aflicción
excesiva y de la incertidumbre, cosas que pusieron a prueba su fe. La muerte y la tumba
habían sido como implacables enemigos que lo habían llevado al punto de la
desesperación; se había sentido aplastado por una gran aflicción. Parece que su
tribulación se hizo peor por causa de los falsos acusadores que sugerían que estaba
recibiendo el castigo justo por sus pecados. Se dio cuenta de que no podía contar con la
ayuda de los hombres, así que se volvió solamente al Señor.
En 2 Corintios 4:13, Pablo usa la forma griega del versículo 10, “creí, por lo cual
hablé”, como una declaración de sus motivos para proclamar el evangelio. Algunos han
puesto en tela de juicio lo apropiado de la cita de Pablo, ya que en este salmo las
palabras presentan una queja, no una proclamación del evangelio. Sin embargo, esta es
una de esas citas en las que el Nuevo Testamento toma un pasaje del Antiguo
Testamento con el propósito de referirse no sólo a las palabras citadas sino a todo el
contexto que las rodea.
El punto de Pablo en 2 Corintios 4, es que predica audaz y voluntariamente porque
el Señor lo libró del peligro y de la muerte. Este es exactamente el mismo punto que
hace el salmista en el Salmo 116, así que es muy apropiada la referencia que hace Pablo
202
a este salmo. Tanto Pablo como el salmista fueron sostenidos y motivados por la fe.
Como Pablo, el salmista fue liberado con un sólo propósito: el de poder caminar ante el
Señor en la tierra de los vivientes.

Salmo 116:12–19
Israel fue liberado de las cadenas de la esclavitud de Egipto con un propósito, para
que le pudieran servir al Señor en la tierra que habría de darles. Nosotros hemos sido
liberados de las cadenas de la esclavitud del pecado con un propósito, para que
podamos servir al Señor proclamando su gloria en presencia de otros. Nunca podemos
pagarle a Dios en el sentido de que podamos hacer lo suficiente para compensar
adecuadamente al Señor por lo que ha hecho por nosotros. Pero le podemos “pagar”
en el sentido de que lo honremos con amor y con gratitud, que son una expresión
apropiada de gratitud por lo que ha hecho.
Hacemos esto cuando celebramos gozosamente la salvación que nos ha dado. La
expresión “Levantaré la copa de la salvación” se interpreta con frecuencia como una
referencia a la copa de vino que se usa en la Pascua y en otras comidas festivas. Esta
expresión puede incluir una alusión a esa costumbre, pero es básicamente una
expresión figurada para todo lo que hacemos para celebrar y proclamar nuestro aprecio
por la salvación de Dios. La copa de salvación es el regalo de Dios para nosotros.
Levantar la copa, es nuestra celebración y proclamación del regalo de Dios. La comida
de Pascua era una forma en que Israel recordaba y proclamaba la obra de la salvación
de Dios.
La celebración de la Santa Cena incluye la remembranza y la proclamación de la
obra de Cristo para nuestra salvación. De hecho, toda nuestra adoración pública tiene
ese propósito. Una razón por la que regularmente asistimos a los oficios de adoración
es declararles a otros nuestro aprecio por la salvación. Cada acto de adoración pública
es un sermón visible en el que proclamamos la gratitud por todo lo que Dios ha hecho
por nosotros.
Los antiguos israelitas con frecuencia hacían votos de hacer algo específico como
una forma de agradecimiento si Dios respondía a sus oraciones. Nosotros pocas veces
hacemos esos votos hoy en día, pero en el día de la confirmación, cada uno de nosotros
hizo la promesa de que su vida iba a ser una respuesta apropiada de gratitud por la
salvación que Dios nos ha dado. Prometimos que íbamos a ser fieles en el uso de la
palabra y de los sacramentos. Hicimos el voto de que nos íbamos a esforzar por vivir de
acuerdo con la palabra de Dios. Prometimos que, con la ayuda de Dios, seremos fieles
hasta la muerte. Renovemos nuestra dedicación para cumplir esas promesas en la
presencia del pueblo de Dios. Esa es la ofrenda de gratitud con la que podemos “pagar”
la bondad de Dios para con nosotros.
“Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos”. Dios se preocupa por la
vida y por la muerte de cada pajarillo en su creación; con mayor razón guarda la vida de
sus santos. Él controla la vida de cada uno de nosotros de manera que en todo el
tiempo que dure sirva para su gloria y para nuestro bien. Él estará con nosotros para
203
ayudarnos a cruzar ese límite que aún atemoriza a algunos de nosotros; nuestros días
están en sus manos. Usemos sabiamente el tiempo que Dios nos permita vivir. Estemos
listos para confiarnos en sus manos cuando él nos llame.

SALMO 117
Alabad al Señor
Este es el capítulo más breve de la Biblia. Este corto salmo es el séptimo de la
colección de salmos de alabanza que comenzaron con el Salmo 111. Como tal,
probablemente fue escrito con la intención de servir como doxología y conclusión a
todo el grupo; repasa y resume brevemente el contenido de todos los salmos.

Salmo 117:1–2
Esta pequeña joya atraviesa el espacio y el tiempo. Es para todos los pueblos.
Celebra el amor que es para siempre.
Es notable que un salmo que se usa en la Pascua, la celebración nacional de Israel,
exprese tanto. Le recuerda a Israel que el Señor no es Dios solamente para ellos; él es
Dios, el único Dios para todas las naciones. Todas las naciones deben ir a él. Este salmo
rechaza la idea popular de que las diferentes culturas y razas pueden tener su propia
religión y que no las debemos molestar con la nuestra. Es cierto que hay una diversidad
de culturas y lenguas entre los que sirven al Señor, pero no puede haber diversidad de
dioses. Hay solamente un creador y un Redentor. Todas las naciones son llamadas a
servirle.
Pablo se refiere a este salmo en Romanos 15:7–13, como base para su obra
misionera entre los gentiles. El versículo inicial del salmo está expresado en forma de
mandato, pero en realidad es una invitación a las naciones del mundo. Pero para que
una invitación logre su propósito tiene que ser entregada. ¿Cómo pueden las naciones
alabar al Señor si no han oído acerca de su amor y de su fidelidad? La respuesta es
obvia. Las naciones pueden responder a la invitación del Señor solamente si nosotros,
los que ya la hemos escuchado, la damos a conocer a otros.
Debemos transmitir el mensaje del amor y de la fidelidad de Dios. Ese mensaje es el
pacto del evangelio que Dios les entregó primero a Adán y a Eva, y más tarde a
Abraham. El amor “por nosotros” incluye el amor de Dios por Israel mediante el cual
vino el Salvador, pero en un aspecto más amplio, el “por nosotros” incluye a todos los
que han llegado a ser hijos de Abraham mediante la fe en el Salvador prometido.
El amor y la fidelidad que se revelan en el pacto del evangelio son inmensos. Dios
amó tanto al mundo que dio a su único Hijo. Él pagó por todos nuestros pecados y no
sólo por los nuestros sino por los de todo el mundo. El amor y la fidelidad que han sido
establecidos por el pacto del evangelio son eternos. Nada puede cambiar el plan de
salvación de Dios, nada puede destruirlo. Su plan se mantiene firme; su plan es único,
nadie que crea en el evangelio se perderá. Nadie se podrá salvar de otra manera. En

204
Cristo, Dios ha provisto el camino seguro de la salvación, el único camino de salvación.
Por este gran amor y fidelidad el pueblo reunido de todas las naciones cantará por
siempre: “¡Alabad al Señor!”
Es interesante notar que este pequeño salmo, el más corto de los capítulos de la
Biblia, que está dirigido a todas las naciones del mundo, también es el capítulo
intermedio de la Biblia.

SALMO 118
La piedra que desecharon los edificadores
El Salmo 118 es uno de los principales salmos mesiánicos. Como último salmo
dentro de la colección de los salmos de Pascua, es posible que haya sido el último
himno que cantaron Jesús y los apóstoles en la noche del Jueves Santo. Si es así, fue
muy apropiado, porque contiene muchas referencias a los acontecimientos de la
Semana Santa. Después de la introducción siguen dos partes principales: la expresión
de confianza del Mesías durante su sufrimiento y su gozo cuando Dios lo libera. Las dos
experiencias son compartidas con Cristo por los creyentes que lo precedieron durante
la época del Antiguo Testamento y por aquellos que lo siguieron durante la época del
Nuevo Testamento.
Una característica notable de este salmo es la frecuente repetición poética.

Salmo 118:1–4
Esta llamada al agradecimiento es una invitación general que también aparece en
otros salmos. El versículo uno es el estribillo del Salmo 136 y será tratado con más
detalle allí. Los versículos dos y tres usan la misma división triple que aparece en el
Salmo 115:9–13. Tal como están dispuestos aquí, estos versículos dan una introducción
apropiada a la parte principal del salmo, que habla de las grandes obras que Dios ha
logrado mediante Cristo y para él.

Salmo 118:5–13
Este salmo se cumplió en la pasión de Cristo. La angustia del salmo se expresa en la
oración de Jesús en Getsemaní y en las palabras: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?”. La confianza que se expresa en el salmo brilla a través de estas
palabras: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Cuando los hombres le
fallaron a Jesús, cuando sus discípulos lo abandonaron, cuando los líderes espirituales
de Israel en vez de ser su mayor ayuda fueron en realidad sus mayores enemigos, su
Padre estaba con él. Aunque parecía que sus enemigos habían triunfado, Dios liberó a
Jesús de la muerte mediante su resurrección. En el Día del Juicio él mirará triunfante a
sus enemigos.
Los versículos 10–12, nos recuerdan la saña y la persistencia de los enemigos de

205
Jesús que se describe en el Salmo 22 y en los relatos del evangelio. Los judíos y los
gentiles se unieron para atormentarlo y llevarlo a la muerte. Los pecados de todo el
mundo pesaban sobre él. Aunque parecía que estaba vencido, el Señor lo libró. Nos
unimos a él en la celebración de esa victoria, porque su victoria es nuestra.

Salmo 118:14–29
Este himno de gratitud, alterna entre el gozo del Mesías y el gozo de su pueblo. En
las secciones donde aparece el pronombre personal “yo” es el Mesías quien expresa su
gozo personal; en las secciones donde aparece “nosotros”, los creyentes expresan el
gozo que compartimos con él.
Los versículos 17–21 son en primer lugar palabras del Mesías (aunque nosotros, los
que seguimos sus pasos, las podemos compartir con él). Cristo no permaneció muerto,
se levantó para que se pudieran proclamar la victoria y la salvación a todas las naciones.
Volvió a los cielos, pero continúa proclamando la salvación mediante su pueblo que
permanece en la tierra. La salvación que Cristo experimentó no fue el perdón de
pecados, sino la libertad de la muerte y de la culpa de nuestros pecados.
En los versículos 22–27 son los creyentes los que repiten el gozo del Mesías. A Cristo
se le llama “la piedra que desecharon los edificadores” porque los líderes de Israel lo
rechazaron como el Mesías, aun cuando él era el fundamento sobre el que Dios iba a
construir su iglesia. Ya sea que la “la cabeza del ángulo” se refiera a la piedra central
que sostiene un arco, o a la piedra angular sobre la que se construye un edificio, o una
puerta, el significado es el mismo. La iglesia no se puede construir sobre nada distinto
de la fe en Cristo. Nosotros podemos ser parte del edificio de Dios sólo mediante
nuestra relación con Cristo. Nadie le puede poner ningún otro cimiento a su fe que la
muerte y la resurrección de Cristo proclamada en las Escrituras por los profetas y
apóstoles.
Las Escrituras usan mucho esta figura de Cristo como la piedra sobre la que algunos
tropiezan y la roca que es cimiento seguro para otros. Isaías 28:16 desarrolla más
ampliamente el lado positivo de esta figura del Antiguo Testamento: Cristo es el
fundamento seguro. Isaías 8:14 expresa el lado negativo de esta figura: Cristo es una
roca de tropiezo. En Mateo 21:42, y en los pasajes paralelos de los otros evangelios,
Jesús cita el Salmo 118 para condenar a los líderes que lo rechazan a él. En Hechos 4:11
Pedro aplica el pasaje en la misma manera. En el segundo capítulo de su primera carta,
Pedro reúne las tres referencias del Antiguo Testamento en un tratado extenso de este
tema.
El “Hosanna” que se canta el Domingo de Ramos está basado en los versículos 25 y
26 de este salmo. Este cántico ha venido a ser parte de las tradiciones del culto cristiano
como una sección de “el Sanctus” de la liturgia de la comunión. “Hosanna” es una
forma de la palabra hebrea que se traduce como “sálvanos” en la versión que hace la
Reina-Valera del versículo 25. Esa expresión fue unida a las palabras “Bendito el que
viene en el nombre de Jehová”, para formar el coro del himno del Domingo de Ramos.
Las personas de la época de Jesús deben haber reconocido las implicaciones mesiánicas
206
del Salmo 118 cuando usaron esas palabras para darle a Jesús la bienvenida como el
Mesías.
Y como el pronombre personal “os” de la segunda mitad del versículo 26 es plural,
por lo visto no es una continuación de las bendiciones que las personas le dan a Cristo,
sino una bendición sobre los que se unen a ellos para seguirlo.
Aunque algunas porciones del versículo 27 son difíciles de traducir, el cuadro
general es claro. El acto de la bienvenida que se le dio a Cristo se narra en términos
tomados de la costumbre de llevar ramas en la procesión al templo durante la Fiesta de
los Tabernáculos. Esa costumbre fue cumplida literalmente durante el desfile de
bienvenida que le dieron a Jesús en el Domingo de Ramos. Sus implicaciones más
profundas se cumplen cuando nosotros celebramos gozosamente la obra de Cristo.
También se cumplirá nuevamente cuando le demos la bienvenida a Jesús en su regreso
a la tierra, así como la multitud le dio la bienvenida en aquel Domingo de Ramos.
El versículo 28 parece ser un retorno a las palabras del Mesías. Es apropiado que él,
como el líder del pueblo, lleve esta demostración de alabanza a su conclusión.
El versículo final del salmo es como un paréntesis que encierra el tema tal como
empezó.
Este salmo es un himno glorioso que celebra el triunfo del pueblo de Dios bajo el
liderazgo del rey que Dios les envió. Esto se cumplió como débil presagio cuando David
terminó el largo viaje de Sinaí a Sión para establecer a Jerusalén como la ciudad de Dios.
Su verdadero cumplimiento brota en los cantos espontáneos y entusiastas que se
pronunciaron en el camino a Jerusalén el Domingo de Ramos. El ciclo de alabanza que
comenzó entonces llegará a su clímax cuando nos unamos a la procesión festiva en la
Jerusalén celestial.

SALMO 119
La Ley del Señor
El Salmo 119 es el salmo más largo y también es el capítulo más largo de la Biblia.
Los factores adicionales que hacen que los lectores modernos encuentren que es difícil
apreciar este salmo son su técnica poética y su estilo repetitivo, que resultan extraños
para nuestros gustos. Por esta razón la presentación del Salmo 119 se apartará del
formato normal de este comentario. El salmo será presentado con algunos comentarios
extensos acerca de su estilo y de su mensaje. Esperamos que esto le ayude al lector
para estudiarlo y apreciarlo. Por esas razones, el salmo será presentado con
relativamente pocos comentarios.

Forma poética
El Salmo 119 es un acróstico detallado. El término “acróstico” se refiere a una
técnica literaria en la que el escritor usa la primera letra o la primera palabra de una
serie de unidades poéticas para formar un patrón significativo o para deletrear un

207
mensaje. La unidad que comienza un signo acróstico puede ser una línea, la primera de
un par de líneas o de líneas triples, o hasta la primera línea de una estrofa o párrafo. Los
dos tipos mayores de acrósticos son acrósticos de secuencia, en los que las primeras
letras de las líneas cumplen una secuencia fija tal como el orden del alfabeto, y los
acrósticos de mensaje, en los que las letras del acróstico deletrean un mensaje. No hay
mensajes acrósticos en la Biblia. Todos los acrósticos bíblicos son secuencias alfabéticas.
El Salmo 119 lleva el acróstico alfabético completo hasta su extremo. Cada una de
las 22 letras del alfabeto hebreo está representada por una estrofa de ocho versículos.
Todos los ocho versículos de cada estrofa comienzan con la misma letra. El título de
cada estrofa en el texto de la Reina-Valera es el nombre de la letra hebrea con el que
comienza cada línea de esa estrofa. Por ejemplo, todos los ocho versículos de la primera
estrofa comienzan con la letra alef: todos los ocho versículos de la segunda estrofa con
la letra bet, y así sucesivamente.
Cada versículo está impreso como una línea sencilla en el texto hebreo, pero en la
traducción el tamaño de los versículos requiere que se dividan en dos líneas tal como
aparece en la distribución del texto. Algunas veces la segunda línea de un versículo
forma un paralelismo con la primera línea; en otras ocasiones la segunda línea es
simplemente la continuación o la elaboración del pensamiento de la primera línea. Las
segundas líneas del versículo no comienzan con la letra del acróstico.
El propósito principal de esta técnica poética es expresar lo completo. El salmista
quiere meditar cuidadosamente en cada uno de los aspectos de la palabra de Dios “de
la A a la Z”. Desgraciadamente, esa técnica acróstica, que hace del salmo un poema
bellamente expresivo para los lectores originales que leían el hebreo, se pierde por
completo en nuestras traducciones. Por lo tanto, esta es una razón para que el Salmo
119 sea menos atractivo para nosotros que para los antiguos judíos, ya que hemos
perdido su característica poética más importante.

Contenido
También tenemos dificultad con el contenido del Salmo 119 por causa de la
repetición. El Salmo 119 es una meditación sobre las características y las bendiciones de
la ley de Dios. Hay ocho términos distintos para nombrar la ley de Dios, que aparecen
repetidamente a lo largo del salmo. Esta selección de términos puede explicar la
óctuple repetición de cada letra en el salmo. Sin embargo, aunque cada línea del poema
normalmente incluye uno de esos ocho nombres de la ley, los ocho nombres no
aparecen sistemáticamente en cada una de las ocho líneas de la estrofa. Sólo seis
estrofas incluyen todos los ocho términos. Ninguna estrofa contiene menos de seis de
los términos. De vez en cuando aparecen otros términos para la palabra.
Los ocho términos hebreos y sus equivalentes en español son:

208
Tora (ley) Tora significa instrucción. No se limita a
mandatos, sino que incluye toda la palabra
de Dios, tanto la ley como el evangelio.

Edot (testimonio) Esta palabra enfatiza el carácter testimonial


que tiene la palabra de Dios.

Piqqudim (mandamientos) Esta palabra describe a la palabra de Dios


como la supervisora de nuestra vida.

Huqqim (estatutos) Esta palabra describe la naturaleza


unificadora y la permanencia establecida
de la palabra.

Mitzvot (mandamientos) Enfatiza la autoridad de la palabra.

Mishpatim (juicios, leyes) Las reglas y afirmaciones de la palabra de


Dios tienen un poder sobre nosotros que
nos une.

Davar (palabra) Este es un término general para todo lo


que Dios ha dicho.

Imra (palabra, promesa) Este es un término sinónimo poético de


davar, pero la Reina-Valera traduce
“dichos” y “mandatos” por cuestión de
variedad.

Aunque cada una de estas palabras tiene un énfasis diferente, no se usan


distintamente en el salmo, en general se usan como sinónimos. La razón principal para
usar una u otra es simplemente por variedad.
Si bien el Salmo 119 parece irregular y desordenado para muchos de los lectores
modernos, sin embargo hay una definida progresión de pensamiento. El salmista pasa
209
de un interés por la ley de Dios (estrofas Alef a He) a su propia tribulación (de Vau a
Caf), luego regresa a la ley de Dios (Lámed a Nun), después a la angustia ante la
impiedad de los enemigos de Dios (Sámec a Tsade) y finalmente termina con un voto de
obediencia (Cof a Tau). A pesar de esta progresión limitada en el pensamiento, se debe
admitir que el salmista va libremente en círculo alrededor de una serie de tópicos, más
que seguir un bosquejo como lo hacemos en el estilo moderno occidental.
El salmo no incluye indicaciones distintivas acerca de fechas o de autor. Con
frecuencia ha sido clasificado como un salmo del post-exilio, pero tiene muchas
características comunes con los salmos de los primeros dos libros de Salmos, que son
mayormente de los tiempos de David. Parece ser una elaboración de una porción del
Salmo 19, que fue escrito por David. No hay nada que justifique los argumentos de los
críticos que sostienen que el acróstico es una forma literaria tardía, del post-exilio ya
que el paralelo más cercano a los acrósticos bíblicos se encuentra en los poemas
egipcios de cerca del año 1,200 a.C.

Sugerencias para la lectura


Vivimos en una época que no es muy dada a la meditación. La gente en nuestros
días siempre tiene prisa, y normalmente tiene un lapso de atención muy breve. Quieren
mucha acción en sus entretenimientos, y con frecuencia esperan lo mismo en el culto
religioso. Por lo tanto no es sorprendente que el Salmo 119 no sea muy popular entre
los lectores modernos; el estudio del Salmo 119 requiere paciencia. Para apreciar el
Salmo 119 es necesaria la meditación. Cuando usted lea este salmo recuerde que las
grandes verdades de la palabra de Dios son dignas de decirse más de una vez. Son
dignas de pensarse.
Cuando usted lea el salmo trate de comprender la repetición de estos cinco temas:
1. La palabra de Dios como ley y evangelio
El salmo con frecuencia habla del poder que tiene la palabra para: amonestar, corregir,
y condenar. Esa es la ley. Con frecuencia habla del poder vivificante de la palabra; ese es
el evangelio.
2. Características de la palabra
El salmista hace énfasis en que la palabra es: justa, confiable, firme, y eterna.
3. Actitudes hacia la ley de Dios
El salmista encuentra deleite en la ley. Nosotros obtenemos nuestro gozo
primeramente del evangelio, pero a medida que vamos siendo renovados a la imagen
de Dios por el Espíritu Santo, también amamos los mandamientos de Dios; no son una
carga para nosotros. Amamos la palabra de Dios porque en ella encontramos a nuestro
Salvador. Hoy en día, cuando tanta gente ridiculiza la infalibilidad de la Biblia y nos
acusan de considerarla como “un papa”, hacemos bien en aferrarnos a la misma
devoción a la palabra que expresa el salmista.

210
4. Bendiciones de la palabra de Dios
La palabra de Dios nos da vida por medio del poder perdonador del evangelio. La
palabra nos da libertad. No solamente nos libera del pecado, sino que también nos da el
poder para empezar a servir a Dios, lo cual es la verdadera libertad. La palabra de Dios
nos da luz (la luz representa tanto el gozo como la guía). La palabra de Dios nos da
estabilidad de forma que no seamos llevados como veletas en cualquier dirección por
las presiones de la gente del mundo.
5. Los enemigos de la palabra de Dios
El salmista enfrenta mucha oposición de los enemigos de la palabra. Expresa tanto pena
como indignación ante el desprecio que éstos muestran hacia la palabra. El salmista
está decidido a oponerse a ellos y a aferrarse a la palabra.
A medida que usted lea el salmo, marque los versículos que sean buenas
expresiones de los cinco temas que se han mencionado. Marque otros versículos que lo
impresionen por su significado especial o porque sean de utilidad para varias ocasiones
en la vida. El encabezado que está bajo el título de cada sección tiene el propósito de
llamar su atención a los pasajes que captan el sabor de cada estrofa.
Cuando usted lea el salmo, trate de encontrar: el gozo, el amor, y la devoción, por la
palabra, de Dios al igual que el salmista.

Parte 1
Las estrofas Alef hasta He enfatizan la guía que los creyentes recibimos de la
palabra. Las primeras tres estrofas también sirven como introducción a todo el salmo.

Salmo 119:1–8
La palabra inicial, “Bienaventurados”, une el Salmo 119 con el Salmo 1, que tiene el
mismo tema pero es mucho más limitado en alcance. La devoción completa que la
palabra de Dios merece se expresa en frases tales como “con todo el corazón” y
“guardados tus mandamientos”. En el versículo 7 el salmista confiesa que aunque está
dedicado a la palabra, sin embargo aún tiene mucho que aprender.

Salmo 119:9–16
La palabra de Dios debe ser: leída, estudiada, meditada, y memorizada, para que
esté guardada en nuestro corazón cuando nos sea necesario usarla.

Salmo 119:17–24
Salmo 119:25–32
Guímel y Dálet presentan primero la tensión que el salmista experimenta por la

211
oposición de los enemigos. Varios de los versículos de estas dos estrofas, que culminan
en el versículo 32, establecen una verdad que se repite en todo el salmo: Sólo el Señor
nos puede dar entendimiento de su palabra y la habilidad para creerla y obedecerla.

Salmo 119:33–40
Los versículos 36 y 37 son dignos de destacar como una oración que pide el
otorgamiento de valores y prioridades en la vida que agraden a Dios

Parte 2
Aunque no hay una estricta diferenciación de tema entre las partes del salmo, en las
estrofas Vau hasta Caf hay más énfasis en los sufrimientos del salmista que en las
secciones precedentes.

Salmo 119:41–48
El versículo 46 fue muy significativo para Lutero y para los reformadores cuando
fueron llamados a comparecer ante el emperador y los príncipes. También debe haber
servido de mucho consuelo para los primeros cristianos durante los días de la
persecución.

Salmo 119:49–56
Salmo 119:57–64
El versículo 57 nos recuerda el compromiso que hicimos en nuestra confirmación. El
versículo 63 nos recuerda la importancia de fortalecernos unos a otros mediante la
práctica del compañerismo cristiano.

Salmo 119:65–72
Tet enfatiza el valor disciplinario que los sufrimientos pueden tener para un
cristiano si eso lo lleva a estar más cerca de Dios y de su palabra.

Salmo 119:73–80
Yod enfatiza la solidaridad entre el salmista y todos los demás que temen al Señor.
Espera que su ejemplo los anime y que a su vez ellos lo ayuden y lo apoyen.

Salmo 119:81–88
Esta sección, que se centra en los sufrimientos, concluye con una ferviente plegaria
por la liberación. Un odre ahumado: se arruga, se agrieta, y se inutiliza. Podríamos decir

212
algo como “me siento como si me hubieran exprimido”. Pese a su agotamiento el
salmista se aferra a su confianza en el Señor.

Parte 3
Las estrofas Lámed hasta Nun enfatizan el valor y las prioridades de la palabra.
Contienen algunos de los pasajes más familiares del Salmo 119.

Salmo 119:89–96
La palabra de Dios es ilimitada, es para todos los pueblos de todas las épocas.
Cuando los cielos y la tierra hayan pasado, la palabra de Dios aún permanecerá. Hasta
en la eternidad habremos de vivir en cumplimiento de lo que dice la palabra de Dios. La
palabra de Dios es también ilimitada en su perfección. Todo trabajo puramente humano
está sujeto a error, pero la palabra inspirada está libre de esas limitaciones.

Salmo 119:97–104
Esta es una de las estrofas más notables del salmo. Expresa tanto el amor del
salmista por la palabra como el placer que encuentra en ella (más dulce que la miel). La
persona que sigue las verdades sencillas de la palabra, es más sabia y tiene más
discernimiento intelectual y más entendimiento que los que siguen las teorías más
sofisticadas de los hombres. Una exposición completa de este principio se encuentra en
1 Corintios 1 y 2.
La dedicación a la verdad requiere evadir el mal (v. 101); también requiere
oposición a la maldad (v. 104).

Salmo 119:105–112
El versículo 105 es el versículo más famoso de este extenso salmo. Muchos de
nosotros lo memorizamos en las clases de catecismo como una afirmación del valor que
tiene la palabra de Dios como guía para nuestra vida.

Parte 4
El versículo 110 de la estrofa Nun preparó el camino para que el salmista volviera a
denunciar a sus enemigos. Las estrofas Sámec hasta Tsade expresan su indignación
contra los enemigos de la palabra.

Salmo 119:113–120
Salmo 119:121–128
Salmo 119:129–136
213
Salmo 119:137–144
En estas cuatro estrofas el salmista expresa tanto pena como indignación, por la
negligencia y la burla que mucha gente muestra hacia la palabra. Esa gente no respeta
la autoridad ni el poder del Señor, como lo hace el salmista (v 120). Ora para que Dios
actúe contra los que se burlan de su palabra (v 126) y que lo conserve a él leal a la
palabra (v 133).

Parte 5
Las cuatro estrofas finales del salmo enfatizan el compromiso del salmista a la
obediencia.

Salmo 119:145–152
Salmo 119:153–160
Salmo 119:161–168
Salmo 119:169–176
En las estrofas finales el salmista pone todo el énfasis en su determinación de
permanecer fiel a la palabra de Dios a pesar de la oposición de los enemigos de la
palabra. En la conclusión vuelve a los principios básicos de ley y evangelio. Confiesa su
propio pecado (v 176) pero también su expectativa ardiente de la salvación de Dios.
Aunque él ama y atesora la Palabra, nunca pierde de vista el propósito de esa
Palabra; ella no es un fin en sí misma, como cualquiera otra gran obra literaria, sino que
el propósito de la palabra es ponernos en contacto con el Dios viviente. Nos muestra
que los pecados nos hacen culpables ante Dios y nos muestra que Dios ha quitado la
culpa de nuestros pecados. Eso nos cambia el corazón para que lo amemos y
empecemos a servirle de buena voluntad. Hemos llegado a tener comunión con nuestro
Dios Salvador mediante la palabra.
Mediante la palabra somos preparados y fortalecidos para la vida con él. Por todas
esas razones podemos decir: “Oh, cuánto amo tu palabra. Para mi boca es más dulce
que la miel. Mis labios rebosan de alabanza porque me has enseñado tu palabra”.
Como repaso de los principales pensamientos de este salmo compare algunos de los
pasajes que usted marcó con los temas básicos que se mencionaron en la introducción
al salmo.

SALMOS 120–134
Cánticos graduales
Este grupo de salmos tiene el título de “Cánticos graduales”, literalmente “Cantos

214
de ascensión”. Se ha ofrecido una serie de explicaciones para este título. Una
sugerencia es que estos salmos se cantaban cuando los sacerdotes iban “subiendo” los
escalones del templo para el servicio de adoración. Otra sugerencia es que el título se
refiere al “ascenso” a Jerusalén para las festividades de peregrinación, o la “subida” a
Jerusalén cuando los exiliados regresaron de Babilonia. Hasta el día de hoy el término
hebreo para ir a Jerusalén es “subir”.
Estas explicaciones no tienen que ser mutuamente exclusivas, ya que con frecuencia
existe una diferencia entre la razón original para la composición de un himno y su uso
final. Algunos de estos himnos se originaron como meditaciones personales de David.
Otros muy probablemente se originaron como himnos festivos. La colección, tal como
ahora está en el libro de los Salmos, parece ser un grupo de himnos seleccionados para
ser usados durante las festividades de peregrinación. Algunos de ellos fueron usados en
la adoración en el templo; otros probablemente fueron usados fuera del servicio en el
templo. Los himnos que se refieren al ascenso a Jerusalén, por supuesto, podían ser de
especial significado durante el tiempo del regreso a Jerusalén después de la cautividad
en Babilonia.
En muchos de estos salmos el paralelismo es menos importante de lo que es en
otras secciones de los salmos. Como se mencionó antes, existe un patrón de
pensamiento ascendente en algunos de estos salmos, que en algunas ocasiones se ha
sugerido como el origen del nombre “cánticos graduales”. En este estilo, varios
versículos sucesivos toman y desarrollan una palabra del versículo precedente.
Los cánticos graduales son una colección de canciones cuidadosamente dispuesta.
Parece que hay dos grupos de siete salmos con una distribución de quiasmo, es decir, el
primer salmo hace pareja con el décimo cuarto, el segundo salmo con el décimo
tercero, y así sucesivamente. El décimo quinto salmo sirve entonces como bendición
para todo el grupo. Los agrupamientos son como sigue:
En el Salmo 120 el caminante comienza su viaje rodeado de enemigos en una tierra
distante; en el Salmo 133 completa el viaje en medio de la agradable unidad de los
hermanos.
Los Salmos 121 y 132 hablan de la ayuda del Señor, que establece a su pueblo.
El Salmo 122 habla de la paz de Jerusalén; el Salmo 131 habla del tranquilo reposo
de un niño con su madre.
Los Salmos 123 y 130 hablan de la soledad del peregrino.
Los Salmos 124 y 129 hablan de la ayuda del Señor contra los opresores.
Los Salmos 125 y 128 son salmos de “Paz en Israel”.
Los Salmos 126 y 127 señalan la reconstrucción de la nación después del cautiverio.
Como es tan frecuente en la literatura bíblica, el punto clave de la obra literaria se
encuentra en el medio.
Aunque unos pocos de los agrupamientos, especialmente el segundo y el tercero,
no son tan precisos como los otros, el patrón general parece demasiado notorio para
ser simplemente una coincidencia.

215
SALMO 120
Un hombre de paz

Este salmo es una introducción lógica a los cantos graduales porque describe la
tribulación del salmista cuando se encuentra lejos de Jerusalén, la ciudad de la paz.

Salmo 120:1–7

Peregrino israelita yendo a Jerusalén.


El salmista se vuelve primero al Señor en busca de ayuda contra los labios
mentirosos de sus enemigos. Luego se vuelve a sus enemigos para advertirles del
castigo que les espera si persisten en sus caminos. Dice que está exiliado entre
bárbaros. Y como Mesec está en la moderna Turquía (en el extremo norte) y Cedar está
en Arabia (al sureste), es poco probable que el salmista pudiera estar exiliado en ambos
lugares. Por lo tanto, los términos probablemente son usados como expresiones
figurativas para los enemigos del salmista que viven más cerca a su hogar. Estos
términos representan a todo el mundo de incrédulos que le era hostil a Israel. Así el
salmo es generalizado para que se pueda aplicar más allá de la experiencia personal del
salmista.
Como el salmista, los peregrinos que cantan este salmo, expresan su anhelo porque
persistan la paz y la armonía en los atrios del pueblo de Dios. El pueblo de Dios no
puede tener paz cuando vive entre los enemigos de Dios, porque sus formas de vida son
incompatibles (2 Corintios 6:14–18). Ellos solamente pueden encontrar paz en el
compañerismo con el Señor y con su pueblo.

SALMO 121
Ayuda del Señor
El Salmo 121 es un sucesor natural del Salmo 120. Habla de la ayuda que el
peregrino tiene en toda adversidad. Note el gradual, una estructura escalonada
formada por las palabras “socorro”, “no dormir”, y “guardar”.

Salmo 121:1–8
La línea inicial tiene un elemento de suspenso. Los montes y las montañas son con
frecuencia lugares peligrosos, son morada de animales salvajes y de salteadores. Pero
los montes y las montañas son también un símbolo de fuerza y de seguridad; con
frecuencia hablamos de las montañas como fortalezas. La primera línea es ambigua -

216
¿está el salmista viendo a las montañas como una fuente de peligro o como una fuente
de ayuda? ¿Es su tono temeroso o confiado? Las siguientes líneas resuelven la
ambigüedad. El salmista eleva los ojos a las montañas que rodean a Jerusalén, la ciudad
santa. Sin embargo, su ayuda y su seguridad no vienen de las montañas, sino del Señor
que hizo las montañas y todo lo que existe en el universo.
El resto del salmo es una creciente promesa de ayuda. Cada versículo agrega una
bendición. El Señor guarda al peregrino seguro de todo tipo de peligro en todo tiempo.
El Señor no es un dios que ayuda sólo a determinadas horas; él es el Dios infatigable
que vigila sobre su pueblo en todo tiempo. Dios conservará a los peregrinos seguros
tanto en el viaje de ida a Jerusalén, como en el de regreso. Pero los términos “entrada”
y “salida” abarcan más que un viaje a Jerusalén, incluyen todo el peregrinaje de la vida
desde el principio hasta el fin.
Los cristianos de hoy en día usan estos términos tanto en el sentido estrecho como
en el amplio. En su aplicación más estrecha, este salmo es una oración excelente para
los viajeros; en su aplicación más amplia usamos el versículo 8 en la liturgia tradicional
del bautismo como una expresión del cuidado que el Señor tiene a lo largo de la vida
del niño recién bautizado. El Señor vigilará nuestra entrada y nuestra salida ahora y por
siempre.

SALMO 122
La paz de Jerusalén
Este salmo describe el destino del peregrino que es Jerusalén, la ciudad santa de
Dios. Note el patrón ascendente que forman palabras como “tribus”, “sillas, tronos”, y
“paz”.

Salmo 122:1–9
Este salmo contiene dos elementos principales: gozo por la belleza de Jerusalén y
una oración pidiendo que sea bendecida. La belleza de Jerusalén no se deriva tanto de
su construcción como de los acontecimientos que tuvieron lugar en ella. En esta ciudad
el Señor fue adorado según su voluntad; en esta ciudad los juicios de Dios fueron
recibidos de los gobernantes que él eligió. Por lo tanto, todo el que amaba a Dios y a su
pueblo oraba por esta ciudad y por sus ciudadanos.
Sin embargo, como los otros salmos acerca de Jerusalén, este salmo señala a más
allá de la ciudad terrenal de Israel. Esta ciudad fue gloriosa por las cosas que el Señor
llevó a cabo allí, pero no permaneció como una ciudad de paz, porque rechazó al único
que era su paz (Lucas 19:42). Hoy día lo que predomina en esa ciudad son la rivalidad y
el odio.
Más gloriosa que Jerusalén es la Jerusalén espiritual, la iglesia de todos los que
creen. Cada vez que juntos rendimos culto, nos reunimos en Jerusalén. Esta unión
alcanzará su estado más glorioso en la Nueva Jerusalén que se describe en Apocalipsis

217
21. Allá el pueblo de Dios vivirá en completa seguridad; allá el Hijo más grande de David
los gobernará en justicia para siempre. Esta ciudad es nuestro gozo; por esta ciudad
suben nuestras oraciones. Nuestro viaje es hacia esta ciudad.

SALMO 123
Los ojos de un siervo
En este salmo el salmista eleva sus ojos de Jerusalén hacia el Señor que está en su
trono en los cielos. Note el patrón ascendente en las palabras “ojos” y “misericordia”.

Salmo 123:1–4
Los creyentes del Antiguo Testamento reconocieron que las montañas no eran su
seguridad y que Jerusalén en sí misma no era su mayor gozo. Miraban al Señor como su
fuente de gozo y como su fortaleza. Como los esclavos dependen de sus amos para
todo, así los creyentes dependen del Señor para todo.
Este salmo llama nuestra atención al desprecio que el peregrino recibe de los que lo
rodean. Las prácticas religiosas de los judíos, que los apartaban del mundo de los
gentiles, no les ganaron muchos simpatizantes; por el contrario, los paganos los
ridiculizaban. Hoy en día las cosas no son diferentes para los cristianos que creen en
Dios y en su palabra; recibirán desprecios de todas partes - de los burladores fuera de la
iglesia y de las críticas negativas: dentro de la misma iglesia, de los científicos y de los
amantes de los placeres, así como de los amantes de la sabiduría humana.
En las Escrituras el contraste entre el humilde y el orgulloso es sinónimo del
contraste que existe entre el creyente y el incrédulo. Los humildes ponen a la sabiduría
de Dios por encima de la sabiduría del mundo, ponen el honor de Dios por encima del
propio honor. Lo buscan para vindicación y esperan pacientemente su misericordia,
recordando que Cristo soportó el desprecio del mundo por nosotros, y que es un honor
para nosotros sufrir por su nombre.

SALMO 124
El Señor está de nuestro lado
Como el Salmo 115, este salmo le da toda la gloria a Dios por la seguridad de Israel
en la tierra. En la vida de David los enemigos podían ser los seguidores de Saúl o los
seguidores de Absalón. Sin embargo, como el tono del salmo es más bien nacional que
personal, algunos comentaristas identifican al enemigo como los filisteos, que fueron
una gran amenaza terrenal a principios del reinado de David. Más tarde en la historia de
Israel el salmo pudo haber sido aplicado a las naciones que capturó Israel y a los
samaritanos que se opusieron a Esdras y a Nehemías. Hoy en día podemos aplicar esto
a todos los ataques contra la iglesia y sus miembros.
Note el patrón rápidamente ascendente hasta la cima del peligro y la solución
218
repentina. Note que el versículo 8 hace eco del Salmo 121.

Salmo 124:1–8
La opresión de Israel se compara: con un diluvio, con una trampa, y con el ataque de
un animal salvaje. Todas estas son figuras comunes de los ataques de enemigos crueles
en los salmos. Este salmo es lo suficientemente general como para que se pueda aplicar
casi a cualquier experiencia de opresión por grupos de israelitas o por la nación entera.

SALMO 125
El monte Sión es inconmovible
Una forma en la que Dios le da seguridad a su pueblo es dándoles buenos líderes.

Salmo 125:1–5
La primera sección es una afirmación general de la protección que el Señor le da a
su pueblo. Hace la afirmación ampliando las referencias que se hacen a las montañas en
el Salmo 121. Las montañas contribuyen a la seguridad de Israel, pero es más
importante el poder protector del Señor que rodea a su pueblo donde quiera que se
encuentre.
El resto del salmo habla de los medios que el Señor utiliza para darle seguridad a su
pueblo: les da buenos líderes. Muchas veces un pueblo se levanta o cae al nivel de sus
líderes. Cuando Israel tuvo líderes corruptos, los israelitas se volvieron más corruptos;
cuando ellos tuvieron líderes como: David, Ezequías, Josías, Esdras, y Nehemías, fueron
fortalecidos en su devoción al Señor.
El Señor promete que va a quitar los líderes impíos que desvían a su pueblo. En el
pleno sentido del término, eso se cumplió cuando Cristo vino a tomar posesión del
trono de David y para ser el gran Sumo Sacerdote. Y continúa cumpliéndose de una
manera secundaria cuando Dios provee buenos líderes para la iglesia.
Debemos orar para que el Señor continúe dándonos líderes que sean sólidos tanto
en la doctrina como en su manera de vivir. Tanto la iglesia como la nación, necesitan
líderes que se opongan a la maldad y que apoyen lo que es bueno. Debemos: ayudar,
animar, y defender, a esos líderes. Debemos escoger a esos líderes cuando tengamos
oportunidad de votar por ellos.
Pero la solución final del asunto está en las manos del Señor. Al final él llamará a
cuentas a cada gobernante corrupto que haya abusado de su confianza. Serán echados
fuera del reino de Dios para que su pueblo pueda vivir en paz bajo el Rey que Dios ha
provisto para ellos.

SALMO 126

219
El regreso de los cautivos
Este salmo alcanza la cima de la experiencia del peregrino del Antiguo Testamento:
el regreso de Israel a Jerusalén después de haber estado cautivo entre las naciones.
Note el intrincado paralelismo entrelazado de los dos últimos versículos. Los
paralelos están indicados por la sangría tipográfica.

Salmo 126:1–6
Como se ha traducido en el texto principal de la Reina Valera, el versículo uno
sugiere que este salmo se pudo haber originado como una celebración del regreso de
los cautivos de Babilonia. Pero como lo indica la nota al pie de página en la NVI, el
versículo puede ser traducido como una referencia más general a la restauración que el
Señor hizo de la fortuna de Sión. Cuando una frase similar ocurre en un salmo de David
(Salmo 14:7), la NVI adopta la traducción más general.
Independientemente de si se adopta la traducción más específica, “cautivos”, o la
más general, “fortunas”, en el versículo uno, la aplicación principal del Salmo 126, como
uno de los cánticos graduales, es en ocasión del regreso de Babilonia. Sin embargo, el
salmo es lo suficientemente general para incluir cada liberación que experimenta el
pueblo de Dios, incluyendo la liberación final a la vida eterna.
El salmo consiste de tres partes principales. La primera sección es una explosión
emocional que expresa el intenso entusiasmo y el gozo del pueblo de Dios cuando se le
restauró su fortuna. Hasta los adversarios reconocen la grandeza de las obras del Señor
en beneficio de su pueblo.
La mitad del salmo es una oración para que el Señor continúe restaurando a la
nación. Después del regreso de Babilonia todavía existían luchas y mucho trabajo arduo
para reconstruir: la nación, la ciudad, y el templo.
El cuadro que se usa para ilustrar la repentina restauración de la nación es la venida
de las lluvias de invierno que se precipitan al árido Neguev al sur de Israel. Durante el
tiempo de calor, el verano sin lluvias deja los arroyos vacíos y la tierra se ve desolada.
Las crecientes de los arroyos, cuando vienen las lluvias de invierno, restauran la belleza
de la tierra con las flores de la primavera. El cuadro es el de una restauración repentina,
lograda sin los planes ni la iniciativa del hombre. Judá fue restaurado repentinamente
cuando Dios levantó a Ciro el Persa y lo impulsó a que decretara el regreso del pueblo.
El cuadro es muy diferente en la tercera sección del salmo; aquí el punto de
comparación es el largo y duro trabajo del agricultor entre la siembra y la cosecha.
Antes de que la cosecha sea reunida, antes que la restauración sea completa, hay
mucho trabajo por hacer para los colaboradores del Señor. Deben trabajar en los
campos al calor del día, con el sudor de la frente antes de que se pueda recoger
finalmente la cosecha.
Si le aplicamos estas ilustraciones a la propia experiencia de la restauración que Dios
ha hecho de nuestra fortuna, vemos que ellas describen tanto nuestra repentina

220
liberación del cautiverio sin esfuerzo de nuestra parte, así como también el unirnos a la
cosecha que le sigue. El Señor nos ha liberado del pecado por una restauración que es:
tan repentina, tan sin esfuerzo, y tan apasionante, como el florecimiento del desierto
en la primavera. Nuestro Dios hizo esto cuando nos llevó a la fe en Cristo. Por medio de
Cristo tenemos el perdón completo de los pecados. En este sentido nuestra
restauración es completa.
Pero en otro sentido hay mucho por hacer antes de que nuestra fortuna sea
restaurada. Todavía no somos un producto terminado; continuamos la amarga lucha
contra el pecado, lucha que produce lágrimas y pesar. Trabajamos para liberar a los que
sufren los efectos del pecado; trabajamos plantando y cuidando la semilla de la palabra
para que la cosecha del último día sea abundante. Dios no ha prometido que la obra
será fácil; sufriremos ingratitud y oposición. Pero tenemos la promesa de que, si no nos
fatigamos, experimentaremos la cosecha a su debido tiempo.

SALMO 127
El Señor edifica la casa
El Salmo 127 detalla la relación que existe entre el trabajo humano y la bendición
divina que se presentó en el salmo anterior.

Salmo 127:1–5
“La casa” del versículo uno es un término ambiguo. Es un término muy común para
designar el templo de Jerusalén. Esta pudo haber sido una referencia muy significativa
tanto en los tiempos de Salomón como en tiempos posteriores cuando el templo estaba
siendo reconstruido después del exilio. “Casa” puede ser un término genérico, que se
refiere a cualquier proyecto de construcción o esfuerzo humanos. “Casa” también
significa “familia” en el uso bíblico, y esta connotación de la palabra también se da en la
última parte del salmo.
La obra de vigilar la ciudad fue especialmente importante en la reconstrucción de
los muros de Jerusalén durante el tiempo de Nehemías. Como existía la amenaza de un
ataque por sorpresa de parte de los samaritanos, los constructores tuvieron que
trabajar con herramientas en una mano y armas en la otra. Así los trabajadores y los
vigilantes eran uno solo.
Ambos cuadros detallan la relación mutua que hay entre la bendición divina y el
trabajo humano. Ningún trabajo humano puede prosperar sin la bendición de Dios,
pero en los asuntos terrenales son necesarios los esfuerzos humanos. Los edificadores
están para edificar, los vigilantes para vigilar, los trabajadores para trabajar, los
agricultores para cultivar. Todos están para poner su mejor esfuerzo en lo que hacen.
Pero luego deben descansar, confiar en el Señor, y estar contentos con lo que él les ha
dado. La preocupación y la disconformidad, sólo lograrán disminuir el gozo de las
bendiciones de Dios.

221
El cambio brusco de tema al de los hijos es realmente muy natural ya que el
enfoque de estos salmos es sobre la posesión de la tierra. La promesa de la tierra y la
promesa de la simiente van juntas. No podría haber crecimiento en la nación si no había
hijos que continuaran el trabajo y mantuvieran viva la promesa del Salvador. El énfasis
en una vida familiar estable llegó a ser especialmente importante durante los días de
Esdras y Nehemías cuando muchos, hasta algunos de entre los líderes de Israel,
abandonaron sus matrimonios para volver a casarse con sus vecinos paganos. La
satisfacción personal se había convertido en una meta más importante que criar una
familia piadosa. Nuestra sociedad está repitiendo ese mismo error.
Los hijos son una bendición del Señor. Es necesario proclamar este mensaje con
mucha fuerza en estos días en los que las ambiciones personales y el materialismo
parecen haber cambiado de manera drástica la actitud de las personas hacia los hijos. El
predominio del aborto, el abuso de niños, la negligencia hacia los hijos, y el divorcio,
son una terrible acusación a nuestra sociedad y sus valores. Ante los ojos de Dios la
herencia de la fe es la meta más importante que debe tener cada generación. Es
dudoso que muchos en nuestra sociedad, incluyendo a muchos en la iglesia,
mencionaran la fe como la primera prioridad en su vida.
Muchos de los regalos que Dios nos da son también una responsabilidad. La palabra
de Dios es uno de esos regalos, los hijos son otro. Los hijos son una bendición a la larga;
en este salmo ellos son los que defienden a los padres contra sus enemigos. Pero por
muchos años son, en cierto sentido, una responsabilidad. Antes de que puedan
contribuir, deben recibir. Pero la inversión en los hijos es la mejor inversión en el futuro,
tanto para la iglesia como para la sociedad.
Este salmo, que habla de la satisfacción en el trabajo y en el hogar, se dirige a dos
de las necesidades más urgentes de nuestra sociedad, nos da un mensaje para que lo
apliquemos a nuestra propia vida y para que lo compartamos con la sociedad. Fue
trágico que Salomón no practicara más completamente en su propia vida las verdades
que proclama en este salmo. Como lo señala el libro de Eclesiastés, Salomón tuvo que
aprender de la manera difícil. También será trágico para nuestra sociedad si no
aprendemos las lecciones que se enseñan en este salmo. También nosotros
aprenderemos de la manera difícil.

SALMO 128
Una familia bendecida
Este salmo repite el tema del salmo precedente: una gozosa satisfacción por las
posesiones y porque la familia que el Señor da es la verdadera felicidad. Este salmo es
una promesa de su bendición y es también una oración por la misma.

Salmo 128:1–4

222
Salmo 128:5–6
Este salmo, que es una bendición para la familia, también es una bendición para la
nación, ya que según vaya la familia así irá también la nación. La bendición de una
nación comienza con la bondad en el corazón de los padres. Esos padres temen a Dios y
obedecen sus mandamientos. La fuerza de los padres fluye hacia los hijos mediante la
satisfacción y la paz que la virtud produce en la familia.
La fuerza fluye de las familias sólidas hacia la nación. De las familias sólidas y
piadosas salen: los trabajadores que edifican una nación, los padres que crían buenos
hijos, los hijos que son la esperanza del futuro. Sin esta clase de familias el futuro es
oscuro. En esas familias la nación y la iglesia encontrarán su fuerza.

SALMO 129
Ninguna bendición
Este salmo hace un contraste con el Salmo 128, que habla de las bendiciones del
hombre piadoso. Los impíos que oprimen al hombre piadoso, no experimentarán
ninguna bendición.

Salmo 129:1–8
La descripción que hace de los opresores es suficientemente general como para que
se pueda aplicar a cualquier situación de la historia de Israel. Se les puede aplicar a los
egipcios, que persiguieron a Israel en los primeros días. También se les puede aplicar a
los asirios y a los babilonios, que llevaron cautivos a Israel y a Judá. En el período del
post-exilio los principales opresores de Israel fueron Sanbalat el samaritano y Tobías el
amonita. Una descripción similar de los opresores de Cristo se hace en Isaías 50:6. Arar
es una descripción gráfica de las marcas de los azotes sobre las espaldas de los
perseguidos.
Cualesquiera que sean, en cualquier tiempo de la historia que puedan existir, los
opresores del pueblo de Dios serán extirpados. En el Salmo 128 los justos son
comparados con los árboles fructíferos y con las parras productivas, pero los impíos son
maleza desarraigada, que se marchitan y que no tienen ningún valor.

SALMO 130
Desde lo profundo
Este salmo está clasificado como uno de los siete salmos penitenciales. El salmo
comienza con una confesión personal pero termina con una nota congregacional. Es
especialmente el aspecto congregacional el que lo hace apropiado para las festividades
y para tiempos de arrepentimiento nacional como los que ocurrieron bajo el liderazgo
223
de Esdras.

Salmo 130:1–8
El salmo se divide de manera natural en cuatro partes. En la súplica inicial el
salmista clama por misericordia. Lo “profundo” desde donde él habla puede ser la
profundidad de las tribulaciones y de la adversidad; pero como no se hace ninguna
referencia a enfermedad ni a persecución en el salmo, parece mejor considerar “lo
profundo” como las profundidades del pecado. El salmista se da cuenta de que su
pecado lo ha apartado de Dios; su culpa lo ha hundido en el dolor y en la desesperación.
Él sabe que la autoayuda y los pensamientos positivos no lo podrán sacar de esas
profundidades.
Pero no se queda allí; él sabe que el Señor es el Dios de perdón. Dios tiene el
conocimiento perfecto de nuestros pecados, pero no nos los cobra a nosotros, porque
Cristo pagó por ellos: “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados” (2 Corintios 5:19). Con Cristo nuestro
defensor pasaremos con éxito el juicio de Dios y estaremos seguros en su presencia. La
reverencia (“temor” en la NVI, v. 4) que fluye del perdón no es de pavor y terror, sino
de amor y honor por el Dios que nos ha perdonado.

Israel y las naciones vecinas (Salmo 108)


El salmista espera con ansiedad el día en que experimentará la consumación del
perdón total en la presencia de Dios. Espera el regreso prometido del Señor tan
ardientemente como un vigilante nocturno espera la luz del amanecer, que le dice que
su larga noche de trabajo está próxima a terminar.
En la conclusión el salmista mira más allá de él mismo, mira a todo el pueblo de
Israel; los invita para que se unan a él en la confesión y en la confianza. Ellos pueden
estar seguros de que Dios: les dará el pago completo que Cristo hizo por sus pecados,
los perdonará total y gratuitamente, los liberará de todos los efectos de sus pecados.
Cuando esto se haga, ellos vivirán, no en las profundidades, sino en las alturas de la
gloria con Dios.

SALMO 131
Mi corazón no está envanecido
Esta declaración de humildad es una apropiada continuación de la confesión que
escuchamos en el Salmo 130.

Salmo 131:1–3

224
La humildad que se expresa en el versículo uno, no es una humildad falsa que
rechace el llamado de Dios, como lo hizo Moisés, ni es una falta de confianza que lleve a
la persona a desperdiciar su vida. Tampoco es el descuido de los deberes que Dios nos
ha dado; es más bien reconocer que algunas cosas le incumben más a Dios que a
nosotros. No podemos pagar ni uno solo de nuestros pecados ni acumulando buenas
obras ni castigándonos a nosotros mismos. Estamos en paz, confiados en el perdón que
Dios nos da gratuitamente. No podemos convertir una sola alma presionando o
manipulando; sólo plantamos la semilla y le dejamos el resto al Espíritu Santo. No se
añadirá una sola hora a nuestra vida por preocuparnos. Dejamos nuestra vida en las
manos de Dios.
En vez de inquietarnos y de luchar por cosas que están más allá de nuestra
capacidad para resolverlas y más allá de nuestro control, debemos estar tan confiados
como un niño confía en su madre. Este niño ya no es un bebé, que llora por su leche,
que exige una satisfacción en el momento en que siente hambre. Este es un niño que ya
no necesita el pecho de la madre, es un niño que ha aprendido a confiar en ella para el
sustento, que espera tranquilamente que sus necesidades sean satisfechas. Los hijos de
Dios son todavía como niños que dependen del cuidado y de la provisión de su Padre,
pero no son bebés espirituales que exijan satisfacción según sus horas de comida. Como
hijos respetuosos, esperan confiadamente en el Señor.

SALMO 132
Recuerda a David
El Salmo 132 vincula los cánticos graduales con la promesa mesiánica. Los cánticos
graduales se centran sobre el templo de Jerusalén. David había prometido construir
esta casa para Dios, pero en 2 Samuel 7, Natán el profeta le informó a David que él no
iba a hacer una casa para el Señor, sino que el Señor la construiría para él.
Salomón el hijo de David iba a construir el templo, la casa del Señor; pero por medio
de Jesucristo, un descendiente posterior de David, el Señor construiría una casa de
David más grande, es decir, el reino de Cristo, la iglesia. Las dos principales partes del
salmo se basan en la promesa que David le hace al Señor y la promesa más grande que
el Señor le hace a David.

Salmo 132:1–5
Una prioridad del reinado de David fue la de establecer una morada para el arca del
pacto, que no tenía un hogar apropiado, porque el tabernáculo de Silo había sido
destruido. David pudo hacerse cargo de este proyecto después de pasar muchos años
de desvelos. Esos desvelos, que se mencionan en el versículo uno, pueden incluir no
sólo los sufrimientos de David a manos de Saúl y de otros enemigos, sino también el
contratiempo que sufrió cuando trató de trasladar el arca del pacto a Jerusalén sin

225
seguir los procedimientos apropiados (2 Samuel 6).
Además, después de que David ya: había derrotado a sus enemigos, y había
establecido la paz, y la seguridad en su reino, prometió construir un templo para el
Señor porque no pensaba que era correcto que el arca del Señor permaneciera en una
tienda de campaña mientras que él moraba en un lujoso palacio.
Al principio el profeta Natán lo alentó a hacerlo, pero luego el Señor le reveló que
iba a ser su hijo quien llevaría a cabo el proyecto. Aunque David no lo pudo realizar, sí
hizo los preparativos para el edificio con el apoyo del pueblo de Israel.

Salmo 132:6–10
Estos versículos son el respaldo que le da el pueblo al proyecto de construcción del
templo. El establecimiento del templo en Jerusalén fue un proceso de tres fases: 1.
David llevó el arca del pacto a Jerusalén, 2. David hizo los preparativos para su
construcción, y 3. finalmente Salomón construyó y dedicó el templo. El pueblo de Israel
se unió en todas las tres fases del proyecto.
El pueblo describe la invitación a participar como ir desde Efrata, otro nombre que
se le da a Belén, el pueblo natal de David, y de Jaar (“Campos del Bosque”), otro
nombre que se le da a Quiriat-Jearim, la ciudad donde fue guardada el arca hasta que
David la llevó a Jerusalén. Esa doble invitación destaca el interés personal de David y la
importancia de la presencia del Señor, que es simbolizada por el arca. (Otra posibilidad
es que el nombre regional de Efrata incluya a Quiriat-Jearim así como también a Belén,
y que aquí es sinónimo con Jaar.)
Los versículos 8 y 9, se basan en las líneas que se recitaban siempre que se
trasladaba el arca durante los años que pasaron en el desierto (Números 10:35).
Salomón usó estas palabras y un versículo muy parecido al versículo 10, en el momento
en que fue dedicado el templo. El texto de la NVI (en inglés) separa el versículo 10 de la
declaración del pueblo en los versículos 8 y 9, al marcar estos dos versículos con
comillas, pero en el texto de este comentario la puntuación del versículo 10 sigue la de
la Reina-Valera, de modo que el 10 esté relacionado con los versículos 8 y 9, tal como se
encuentra en 2 Crónicas 6:41–42.

Salmo 132:11–18
En 2 Samuel 7, el Señor le prometió a David que iba a tener un descendiente que
gobernaría para siempre desde su trono. Esa promesa es también el tema de salmos
como el 72 y el 89.
Esa promesa se cumplió en una forma preliminar cuando el Señor conservó la
dinastía de David sobre el trono de Judá, pese a la rebelión que caracterizó al reino del
norte de Israel. Sin embargo, muchos de los reyes de Judá no fueron gobernantes
piadosos. Finalmente, por causa del mal liderazgo, el templo que Salomón había
construido fue destruido y la nación cayó en el cautiverio. El gobierno de la dinastía
davídica sobre la tierra de Israel había llegado a su fin.
226
Sin embargo, la línea real de David se conservó hasta el nacimiento de Jesús como
hijo de María y heredero de José. Jesús fue el Hijo de David que cumplió con la promesa
del reino eterno. Cristo da paz y justicia al pueblo de Israel mediante la fe; él construye
el verdadero Israel de Dios, la iglesia de todos los creyentes. Entrar en su glorioso reino
es la meta de todo peregrino que está sobre esta tierra.

SALMO 133
Agradable unidad
Este salmo completa los cánticos graduales con una celebración de la verdadera
unidad y compañerismo del pueblo de Dios, que se reúne en su presencia.

Salmo 133:1–3
La unidad del pueblo de Dios es una ocasión para el gozo. El ungimiento con aceite
era símbolo de una celebración gozosa y de las ricas bendiciones de Dios. Como el
aceite de la unción, el compañerismo con Dios desciende y se dispersa entre todos los
que lo reciben. La unidad del pueblo de Dios es tan refrescante y tan vigorizante como
el rocío abundante en clima seco. Aunque el monte Sión es mucho más bajo que el
monte Hermón, el Sión es más ricamente bendecido porque es el lugar de la presencia
del Señor.
Esta agradable unidad del pueblo de Dios no es sólo una unidad de organización, no
es una unidad basada en compromisos políticos. Es la unidad que se basa en compartir
la lealtad a Dios y a su palabra. La unidad que agrada a Dios no es meramente trabajar
juntos, es trabajar juntos por la verdad. La verdadera unidad, que será una bendición
para nosotros y para otros, no se basa en la muda aceptación de la falsa enseñanza ni
en una conducta malvada; está basada en un acuerdo sobre la verdad. Ese acuerdo
incluye la amonestación fraternal para los que están en error. Esa unidad es realmente
un gozo y una bendición.

SALMO 134
Las bendiciones del peregrino
El Salmo 134 es una bendición de clausura para los cánticos graduales. Los primeros
dos versículos son claramente la advertencia que les hace el pueblo a los sacerdotes y a
los levitas para que sean fieles en su ministerio. El versículo 3 puede ser la respuesta de
los sacerdotes al pueblo.

Salmo 134:1–2
Salmo 134:3

227
Esta bendición es una apropiada conclusión para esta colección de salmos. Sión, el
lugar de la presencia de Dios, es la fuente de toda bendición. Y como el Señor es el
creador de los cielos y de la tierra, también le puede dar toda bendición a su pueblo.

SALMOS 135–137
Los salmos 135–137 no son cánticos graduales, pero están estrechamente
relacionados con ellos en el tema.

SALMO 135

Israel, alabad al Señor

Se puede decir que el Salmo 135 es un salmo “compuesto” o un salmo “de repaso”,
ya que recoge temas de varios otros salmos. Cada uno de sus versículos tiene un
paralelo en alguna otra parte de las Escrituras. Sus conexiones más fuertes son con los
Salmos 113–118, la Pascua Hallel. El Aleluya (Alabad al Señor) inicial y de clausura lo
relaciona con el Hallel. También repite partes de los Salmos 115 y 118.
El Salmo 135 es también un salmo vinculado con otros. Su línea inicial repite el
Salmo 134, que es la conclusión de los cánticos graduales. El énfasis que hace en la
creación y en el éxodo señala por adelantado al Salmo 136. Por lo visto, fue designado
para ser un salmo litúrgico que abarque los temas claves del culto. Las bendiciones que
el Señor derramó sobre Israel su pueblo escogido son el interés principal de este salmo.

Salmo 135:1–4
La introducción indica que este salmo fue asociado con el servicio de adoración del
templo. Invita a los sacerdotes y a los levitas a alabar a Dios por su bondad para con
Israel. Se regocijan en las bendiciones que ha derramado sobre Israel. Esas bendiciones
se describen en la siguiente sección del salmo.

Salmo 135:5–18
Esta sección acerca de la superioridad del Señor sobre los dioses imaginarios de las
naciones, revisa una porción del Salmo 115. Los ídolos nada son y no les pueden dar
ninguna bendición a quienes los sirven. Por otra parte, el Señor está activo tanto en la
naturaleza como en la historia. Como Creador y Preservador, él gobierna el mundo para
el bien de su pueblo. Asimismo dirige el curso de la historia para el bien de su pueblo.
Esta obra del Señor por su pueblo será descrita más detalladamente en el Salmo 136.

Salmo 135:19–21

228
Esta conclusión vincula al Salmo 135 con la Pascua Hallel así como con los cánticos
graduales. Ambos grupos ponen el énfasis en las bendiciones de la tierra prometida a
Israel. El pueblo y sus líderes encuentran su mayor gozo en la presencia del Señor en su
templo.

SALMO 136
Para siempre es su misericordia
El estribillo que se repite en cada versículo sugiere que este salmo fue designado
para cantos antifonales en el servicio en el templo. Muy probablemente un coro
cantaba el mensaje de la primera línea, y un segundo coro respondía con el refrán. El
estribillo, “Porque para siempre es su misericordia”, expresa el tema del salmo. La
palabra que la NVI traduce como “amor” (que se traduce como “misericordia” en la
Reina-Valera) no es la palabra hebrea general para referirse al amor; es una palabra que
tiene la connotación de un amor y una misericordia inmerecidos, y con frecuencia se
refiere a obras de amor y misericordia que son el cumplimiento de un pacto. El salmo
resume el pacto fiel del Señor con su pueblo y convoca a que lo alaben por sus obras de
misericordia.

Salmo 136:1–3
Esta invitación a la alabanza nos recuerda la superioridad del Señor sobre todos los
dioses imaginarios, como ha sido proclamada en el Salmo 135. Invita a Israel a adorar al
Señor por su inagotable bondad hacia su pueblo. Las dos demostraciones más
importantes de la bondad de Dios son proclamadas en las siguientes dos secciones del
salmo.

Salmo 136:4–9
La historia de la creación es la historia del amor de Dios; él ha hecho todas las cosas
en el universo para el bien de su pueblo. Aunque toda la raza humana se rebeló en
contra de él, el Señor continúa dando el sol y la lluvia, el sustento y la vida, tanto para el
bueno como para el malo. Aunque Dios da el pan diario aun para el desagradecido, su
pueblo reconoce con gratitud que la conservación de la tierra y sus bendiciones son un
continuo despliegue de su amor. Están confiados de que si el Señor está al pendiente de
cada gorrión, con mayor razón le dará siempre lo necesario a su pueblo.

Salmo 136:10–22
El Señor redimió a su pueblo de la esclavitud en Egipto cuando desplegó su poder
en las plagas que envió. Los condujo de manera segura a través del desierto y les dio la
victoria sobre Sehón y Og, reyes del este del Jordán. Y después les dio la victoria sobre
229
los reyes y sobre los pueblos de Canaán, al oeste del Jordán. Cuando el Señor terminó
su obra, Israel estaba seguro en la tierra que le había sido prometida a Abraham.
En los salmos: 78, 105, y 106, se encuentran revisiones parecidas de la historia.

Salmo 136:23–26
La conclusión del salmo reafirma el amor creador y redentor del Señor en términos
generales. El amor redentor del Señor alcanzó su culminación cuando Cristo nos
redimió de nuestros enemigos - del pecado, de la muerte, y de Satanás - y nos aseguró
la herencia eterna. Diaria y abundantemente, él provee lo que necesitamos para el
cuerpo y para la vida. Por todo eso nosotros también debemos cantar: “Alabad a
Jehová, porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia”.

SALMO 137
Junto a los ríos de Babilonia
El Salmo 137 une explícitamente estos tres salmos de transición con los cánticos
graduales de la celebración del regreso de Babilonia. Como el Salmo 120 que comenzó
todo este ciclo, el Salmo 137 mira el lado oscuro de la moneda. Como el Salmo 120, el
137 se refiere a la severidad de la opresión contra Israel. Contrasta la actitud de los
opresores con la actitud de Israel. Responde a la crueldad del enemigo con una de las
maldiciones más duras que hay en los salmos. Antes de leerlo, tal vez usted quiera
revisar los comentarios generales que se hacen sobre los salmos imprecatorios, que se
encuentran en la introducción del Volumen 1.

Salmo 137:1–9
Este salmo es una contraparte triste de los muchos salmos que hablan del gozo que
Israel experimentó durante las fiestas que se celebraban en la casa de Dios en
Jerusalén. Si el ascenso hasta Jerusalén era el pináculo del gozo, nada podía ser peor
que estar apartado del servicio de adoración que tenía lugar en la casa del Señor.
El salmista describe la pena de los exiliados, cuando se sentaban a la orilla de los
ríos y los canales de Babilonia y de los territorios circunvecinos. Cuando los babilonios
les pidieron que cantaran las canciones alegres de Sión, es posible que lo hayan hecho
por ignorancia o en burla sarcástica de la fe de Israel. De cualquier manera, la pena que
Israel sufrió fue muy intensa porque el simple hecho de cantar las canciones de Sión, les
hacía recordar a los exiliados el gozo del que estaban privados por haber sido
arrancados de Jerusalén.
Y como los sacrificios eran la parte principal del culto de adoración en el Antiguo
Testamento y sólo se podían ofrecer en Jerusalén, vemos que la adoración de Israel no
era tan fácil de llevar a cabo como lo es para nosotros. Mientras fueron válidos los
sacrificios del Antiguo Testamento, Israel estaba unido a Jerusalén de una forma mucho

230
más profunda de lo que nosotros podemos estar unidos a cualquier lugar. Sólo en
Jerusalén se podía hacer la adoración completa que había sido prescrita por el Señor;
sólo allí se podían cantar los felices cánticos graduales en todo su significado.
El salmista preferiría quedar lisiado o mudo antes que usar los cantos del Señor para
entretener a los enemigos de Dios. Para él los salmos de Sión no eran sólo una bella
música de entretención, eran canciones sagradas de adoración reservadas para el
Señor.
La profanación que cometió el rey Belsasar cuando hizo mal uso de los vasos
sagrados del templo para emborracharse, durante uno de sus banquetes, es otro
ejemplo de la burla que los babilonios mostraban por el Señor y la adoración a él
(Daniel 5). En ambos casos, algo que era sagrado para el Señor estaba siendo usado
para el entretenimiento de los paganos. Esa burla demostraba que los enemigos de
Israel eran también los enemigos del Señor.
Sin embargo, los lectores modernos se sorprenden por la dureza de la maldición con
la que concluye este salmo. Dos pueblos cayeron bajo esta maldición: los edomitas,
porque por ser descendientes de Esaú, el hermano de Jacob, debían ser los socios más
cercanos de Israel. Israel no había tratado de despojarlos de su tierra durante el tiempo
de la conquista, pero Edom no había permitido el paso seguro de Israel por su tierra. A
lo largo de los años siguieron siendo los acérrimos enemigos de Israel. Cuando Jerusalén
cayó, los edomitas ayudaron a los babilonios y celebraron la caída de Israel, porque esto
les dio una oportunidad para tomar algo de la tierra que el Señor le había prometido a
Israel. En efecto, ellos estaban tratando de anular la promesa que le fue hecha a Jacob.
Los babilonios cayeron bajo la maldición de Dios por: su actitud altanera, su
crueldad, y la burla que hacían del culto de adoración del Señor. Se denuncia su
despiadada arrogancia, y su condenación se predica en muchos de los libros proféticos.
Es importante recordar que las maldiciones que se pronuncian en el Salmo 137 no
son originalmente maldiciones del salmista, son las maldiciones del Señor que el
salmista también hizo suyas. La destrucción de Edom fue el cumplimiento de la
profecía, especialmente de la profecía de Abdías.
En Isaías 13:16, que fue escrito casi 200 años antes de la caída de Babilonia, la
destrucción de Babilonia fue profetizada casi exactamente en los mismos términos que
se usan en el Salmo 137. La matanza de los niños que eran demasiado pequeños para
ser llevados a la esclavitud era una práctica común en las antiguas guerras. Y como esa
crueldad por lo visto fue practicada por los babilonios durante sus campañas de
conquista en contra de Israel, Babilonia iba a recibir, de parte de sus conquistadores
persas y medos, el mismo tratamiento que los babilonios le habían dado a Israel
(Jeremías 50:29, 51:56).
Aunque las prácticas de las antiguas guerras hayan sido tan terribles, los lectores
modernos no deben presumir demasiado despreciándolas como si fueran reliquias de
una época pre-científica o de oscurantismo. Los horrores que producen los hombres
pecadores no son menos terribles en nuestra época, en la que las naciones en conflicto
bombardean las poblaciones de civiles.
La destrucción de Edom y la de Babilonia, fueron ambas un presagio del Día del
231
Juicio. Aunque eso fue horrible, sólo fue un pálido reflejo de los horrores y de la
condenación del último día. El Salmo 137 es la medicina poderosa que nuestra sociedad
actual necesita oír. Hoy la gente ha perdido la preocupación por las horribles
consecuencias de los pecados no perdonados; el escritor del Salmo 137 no lo había
olvidado. No bajó el tono de su estremecedor mensaje con un final feliz. No habrá un
final feliz para los enemigos impenitentes de Dios. Es necesario dejar que el fuerte
mensaje del Salmo 137, tan estremecedor como es, quede como una terrible
advertencia de la severidad del juicio de Dios contra el pecado. Endulzar este mensaje
no es nada bueno para un mundo que se encuentra complacido con el pecado.

SALMOS 138–145
Esta colección suplementaria de salmos de David consiste de seis oraciones
clasificadas en salmos: de alabanza, de introducción, y de conclusión. Es apropiado que
el libro de los Salmos termine con una colección davídica porque los Salmos son
principalmente el libro de David.

SALMO 138
Que los reyes te alaben
Este salmo comienza y termina con el compromiso que hace David de alabar al
Señor por la ayuda y por la protección que ha recibido de él. La sección del medio es la
clave del tema especial del salmo, invoca a todos los reyes de la tierra a que se unan a
David en reconocimiento al Señor.
Como ocurre con frecuencia con el primero de un grupo de salmos, el Salmo 138
forma un puente entre el grupo anterior de salmos y el grupo que le sigue. El versículo
8, “Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre”, mira hacia atrás al Salmo 136 y al
grupo precedente. El versículo 6, “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde”, ve
por adelantado el contenido del Salmo 139.

Salmo 138:1–8
El término “dioses” se puede referir: a los dioses paganos, o más raramente a los
ángeles, o aun a gobernantes terrenales. Y como este salmo es una invitación de David
para que los reyes de la tierra se unan a él para alabar al verdadero Dios, el extraño
significado “reyes de la tierra” es apropiado aquí. El uso de citas marcadas que hace la
NVI (en inglés) respecto a “dioses” parece indicar que los traductores estaban
adoptando esta interpretación del término.
David apoya la invitación con su testimonio con respecto de las bendiciones que el
Señor le ha otorgado. David cataloga brevemente estas bendiciones; el amor y la
fidelidad del Señor se revelan en sus promesas y en sus acciones. Nada sobrepasa la
grandeza que la reputación de Dios ha establecido con su palabra y con sus actos. David

232
experimentó personalmente la bondad del Señor cuando Dios lo rescató de sus
enemigos. El Señor le dio a David la audacia para llevar a cabo la misión que le había
confiado. Una de las formas en que el Señor nos ayuda a superar la adversidad, es
dándonos el ánimo y la determinación que se necesitan para afrontarla.
El versículo 6 es de transición. Sirve, tanto como advertencia a los reyes para que no
se burlen de la invitación que les hace David a alabar al Señor, y como consuelo para
David para que continúe confiando en el Señor. Esta doble aplicación también señala
por adelantado al Salmo 139.
El versículo 8, “Jehová cumplirá su propósito en mí”, es una buena afirmación para
recordar en toda situación. El Señor cumplió su propósito para David, pese a las
intenciones de Saúl y de Absalón, y pese a los pecados del propio David. Todas las
cosas, hasta la adversidad, obraron para el bien de David. En verdad todas las cosas
obran para bien de los que aman a Dios. En cualquier cosa que la vida nos depare, el
Señor cumplirá su propósito para nosotros.

SALMO 139
Los atributos de Dios
El Salmo 139 es una discusión práctica de los atributos de Dios. En la Biblia no hay
discusiones abstractas ni filosóficas sobre la naturaleza de Dios y sus atributos.
Nosotros siempre vemos a Dios en acción, obrando para sostener lo bueno y
oponiéndose al mal. Cada uno de los atributos de Dios sirve como consuelo y como
advertencia. Advertencia para los que desobedecen a Dios y consuelo para los que
creen en él.

Salmo 139:1–6
Dios sabe cada uno de nuestros movimientos y pensamientos. Sabe hasta lo que
diremos y lo que haremos en el futuro. Ese conocimiento es incomprensible para
nosotros porque estamos limitados en tiempo y espacio. Ese conocimiento es una
amenaza para los pecadores; nos sentiríamos realmente incómodos en la presencia de
alguien que supiera bien todos nuestros secretos. ¡Es mucho más incómodo para los
pecadores saber que: todas sus acciones, sus palabras, y sus pensamientos, son del
conocimiento de Dios!
Pero para los que estamos en paz con Dios mediante el perdón de los pecados, el
conocimiento total de Dios nos da consuelo. Dios sabe cuáles son nuestras debilidades,
no para aprovecharse de ellas, sino para ayudarnos a superarlas. Dios sabe de nuestros
problemas, no para explotarlos, sino para ayudarnos con ellos.
Estar cercados por el conocimiento de Dios y tener su mano sobre nosotros, puede
ser un consuelo o una amenaza. Nuestra respuesta depende de una relación crucial:
¿Somos pecadores que tratan de escapar de un juez terrible, o somos hijos amados en
los brazos del Padre amoroso? Es la fe la que nos cambia de pecadores temerosos a

233
hijos confiados.

Salmo 139:7–12
Esta sección comienza con la misma ambigüedad con la que comenzó la primera
sección. Parece que David está tratando de escapar de la presencia de Dios, pero a
medida que el salmo avanza, llega a ser claro que la primera impresión es hipotética y
que realmente se regocija en la presencia de Dios.
La palabra hebrea “Seol” (profundidades) en la que Dios está presente, se puede
referir al infierno, ya que las profundidades se contrastan con el cielo o los cielos.
Aunque las personas que están en el infierno no experimentan la misericordiosa
presencia de Dios, aun aquellos que están en el infierno reconocerán que es el Señor,
no Satanás, quien es el amo del infierno. No hay lugar, por muy alto o muy bajo que
sea, por muy al oriente o muy al poniente que esté, por muy brillante u oscuro que sea,
que esté fuera de la presencia de Dios. Eso es un gran consuelo, en especial para los
que sufrimos. Ningún calabozo es demasiado oscuro para que Dios no vea a su pueblo;
ninguna prisión es tan denigrante como para que Dios no esté con su pueblo. Donde
quiera que estén, Dios estará con ellos.

Salmo 139:13–18
Esta sección medita sobre un aspecto del poder de Dios: su poder de creación.
Aunque Dios no nos crea directamente del polvo de la tierra o de una costilla tal como
lo hizo con Adán y Eva, él es nuestro Creador, tanto como lo fue de ellos. Dios nos trae a
la existencia mediante el proceso natural de la concepción y el nacimiento, y siempre
tiene completo control sobre nuestra creación. Él sostiene el proceso y vigila sobre
nosotros con cuidado personal aun antes de nuestro nacimiento. Nos da forma, tal
como formó a Adán, de modo que se puede decir que hemos sido hechos de las
“profundidades de la tierra”. Como Adán, venimos del polvo y al polvo volveremos.
Aunque estos versículos no tratan directamente con la cuestión del aborto, son
pertinentes. El niño aún no nacido está siendo formado y cuidado por Dios, y Dios ya
tiene destinados los días para él. Así que un ser humano que interfiera y corte la vida
que Dios está desarrollando ciertamente está usurpando un derecho que sólo le
pertenece al Creador. Dios, como el dador de la vida, él es el único quien tiene el
derecho de quitarla.
Los versículos finales de esta sección responden a las primeras tres secciones del
salmo. El conocimiento de Dios, su presencia, y su poder, son causa de gozo para
nosotros. Los atributos de Dios no son cualidades que puedan ser consideradas por
separado; al tratar cada uno de esos atributos, simplemente estamos viendo el mismo
cuidado amoroso que él tiene por nosotros desde un ángulo diferente. Dios usa: su
poder, su presencia, su conocimiento, y todos sus otros atributos, para darnos sus
bendiciones que son incontables. Es muy probable que el versículo 18, “Yo despierto y
aún estoy contigo”, vea más allá de la conservación diaria de la vida, vea la resurrección
234
en la presencia de él.

Salmo 139:19–24
El atributo del amor de Dios no destruye su atributo de santidad. El mismo Dios que
en su amor perdona los pecados, continuará siendo por toda la eternidad el santo
administrador del castigo de los pecados no perdonados. Si amamos la justicia,
entonces odiaremos y nos opondremos a la maldad. Si amamos a Dios, odiaremos y nos
opondremos a sus enemigos. El Salmo 5 proclama claramente el aborrecimiento de Dios
por los pecadores. Este mensaje es una aguda proclamación de la ley de Dios.
Aceptamos como verdadera justicia, aun el juicio más duro de Dios contra el pecado.
Todos sus caminos son rectos.

Madre, hijo, y partera israelitas.


David termina este salmo no con orgullo, sino con humildad. Reconoce que sin el
perdón, también él estaría bajo la ira del Dios santo. David regresa al inicio del salmo y
pide que el Señor use el conocimiento que tiene de él para limpiarlo de todo camino de
perversidad que pudiera apartarlo de Dios. Para los pecadores la única solución para la
santa ira de Dios contra el pecado es su amor. Ese amor lo impulsa a usar su
conocimiento y su poder para salvarnos, en vez de destruirnos. Ese amor abre el camino
de la vida eterna.

SALMO 140
Líbrame del malvado
El Salmo 140 es asimilar a los muchos salmos de los Libros I y II, que tratan de los
ataques traicioneros de los enemigos de David. Como esos salmos, éste también le pide
al Señor que rescate a David y que juzgue a sus enemigos.

Salmo 140:1–13
Aunque la primera sección, es una oración por liberación, su característica principal
es la descripción que hace de las traiciones de los enemigos de David. Hablan palabras
venenosas y traman lo malo contra el inocente. Su maldad demuestra las
profundidades de la depravación humana.
David se dio cuenta de que su única esperanza es el Señor, así que a él se vuelve. La
invocación que hace David pidiendo el juicio sobre sus enemigos es motivada por tres
preocupaciones: que las promesas de Dios se realicen de modo que el honor de Dios
pueda ser restaurado, que David sea protegido, y que los enemigos caigan de su
arrogante orgullo.

235
La forma en que David pide el juicio sobre sus enemigos, se expresa en la misma
forma en que lo hace en los salmos imprecatorios que hemos estudiado antes,
incluyendo los Salmos 137 y 139.
Como usualmente lo hace, David concluye con una expresión de confianza en la
ayuda del Señor. El salmo termina con el regocijo de los rectos ante la presencia de
Dios.

SALMO 141
Guarda mis labios y mi corazón
David ora para que sea protegido de las tentaciones y de los ataques de los impíos.

Salmo 141:1–10
En su plegaria inicial, David compara su oración con incienso y con los sacrificios que
le eran ofrecidos al Señor en el templo. Como esas ofrendas, las oraciones de David
subirían al Señor como una expresión de un corazón devoto. Este versículo ha sido una
parte tradicional de nuestra liturgia para los servicios de vísperas.
David ora para que sea librado de los pecados en: pensamiento, palabra, y obra. Los
pecados de la lengua reciben un énfasis especial en la Biblia porque son muy difíciles de
evitar y porque con mucha frecuencia conducen a otros pecados y a tribulaciones más
grandes. Con frecuencia el pecado hace su primera aparición en las palabras, pero nace
invisible en el corazón y en la mente. David ora, para que él no sea engañado por las
estrategias ni las invitaciones seductoras de los impíos, y para no codiciar los lujos que
ellos obtienen inmoralmente. Si su corazón es protegido, no se les unirá en sus obras
malvadas ni compartirá sus ganancias mal habidas.
Una de las maneras más importantes en que el Señor guarda nuestra vida del
pecado es mediante la amonestación y el estímulo que recibimos de nuestros hermanos
en Cristo. Debemos aceptar con gratitud las amonestaciones bien fundadas, porque
evitan que caigamos en las redes del pecado. Debemos estar también listos para
amonestar a otros con espíritu de amor y humildad, porque haciéndolo así evitaremos
que caigan en el pecado. Hoy cuando la amonestación cristiana es dada renuentemente
y recibida a regañadientes, necesitamos hacer uso fiel de esta importante ayuda para la
vida cristiana.
La relación del versículo 7 con el resto del texto, es difícil de determinar con certeza.
La NVI lo entiende como una descripción del destino de los impíos y le agrega al texto
las palabras “ellos dirán” para aclarar esta interpretación. (Así lo interpreta la versión
Reina-Valera, que traduce “nuestros huesos” en lugar de sus huesos”). De acuerdo con
esta interpretación el versículo se podría unir con los versículos siguientes y entenderse
como una descripción de los sufrimientos del justo a manos de los impíos.
David tiene propósito de practicar y estimular lo que es bueno. Está igualmente
determinado a oponerse a lo malo y a los que practican la maldad. Y como David no

236
pretende comprometerse con el malvado ni con el hipócrita, correctamente espera
sufrir la hostilidad que esa actitud de inconformidad provoca en el mundo. Pero David,
proclama valientemente el juicio de Dios contra los impíos, y ora para que sea
protegido de los malvados planes de los impíos. Su esperanza se mantendrá aferrada al
Señor.

SALMO 142
Cuando mi espíritu desmaya
El Salmo 142 es una oración en la que pide ser librado del impío, que es muy
parecida a muchos de los salmos de los primeros dos libros de Salmos. El título en este
salmo se relaciona con una ocasión en la que David se ocultó de Saúl en una cueva (1
Samuel 22 o 24). El Salmo 57 menciona la misma situación de la vida de David.

Salmo 142:1–7
Aunque este salmo fue escrito con ocasión de una prueba específica en la vida de
David, los términos en que habla son tan generales que podría ser apropiado en casi
cualquier persecución que un cristiano pueda sufrir.
El salmo comienza y termina con una petición de ayuda al Señor y con una
expresión de confianza de que esa ayuda será dada.
El versículo 3 es una bella oración para tiempos de confusión e incertidumbre.
Cuando estamos preocupados y confusos. Dios nos conoce, él entiende nuestros
problemas y sabe qué es lo mejor para nosotros. Este versículo nos recuerda la
descripción, más completa del conocimiento y presencia de Dios, que se encuentra en
el Salmo 139.
David está interesado en dos grupos de personas. Un grupo son sus enemigos, los
aliados de Saúl que estaban decididos a acabar con él. Ve pocas posibilidades de paz y
de reconciliación con ellos. La derrota de los planes que tienen en su contra es la única
solución. El segundo grupo es el de los indiferentes neutrales que se sientan a observar
el conflicto y no se quieren involucrar.
Los actos de Dios en beneficio de David, llevarán a los justos que hay entre los que
permanecen imparciales a reconocer a David como el rey escogido por el Señor.
Entonces apoyarán la subida de David al trono como el cumplimiento de la voluntad de
Dios. Jonatán, el hijo de Saúl, fue un notable ejemplo de los que reconocieron a David
como el rey escogido por Dios, por las bendiciones que Dios le dio. Durante todo el
tiempo que David huyó de Saúl se le unió en el exilio un creciente número de hombres
que lo apoyaban, y que finalmente formaron parte del núcleo de su gobierno. De esa
manera la bondad del Señor no sólo salvó a David de Saúl, sino que también fue el
comienzo de la formación de su fiel grupo de ayudantes.

SALMO 143
237
No entres en juicio con tu siervo
Este es el último de los siete tradicionales salmos penitenciales. Sin embargo, la
porción penitencial del salmo constituye sólo una pequeña porción de la totalidad. La
mayor parte del salmo es una súplica para ser librado de la opresión de los enemigos.
En este aspecto es muy parecido a muchos otros salmos de David.

Salmo 143:1–2
David no basa la oración en su propio valor delante Dios. Aunque, hablando
relativamente, David es la “parte inocente” en el conflicto con Saúl y Absalón, reconoce
que sus propios pecados lo hacen indigno de reclamar cualquier bendición del Señor.
Basa su súplica en la fidelidad del Señor a sus promesas y en la justicia, según las cuales
Dios perdona los pecados de todos los que creen en Cristo. David pide que lo juzguen,
no con base en sus antecedentes, sino con base en su relación con Dios. David puede
pedir la ayuda del Señor porque es un hijo de Dios por medio de la fe.
Después de establecer la relación con Dios como la base de su oración, David le
dedica el resto del salmo a la opresión que está recibiendo por parte de sus enemigos.

Salmo 143:3–12
A lo largo de esta súplica, David menciona repetidamente su relación con Dios como
la base de su oración. También confiesa la debilidad que en ocasiones le sobreviene,
pero supera esa debilidad al pensar en las grandes obras que ha hecho Dios en el
pasado. Los logros pasados de Dios y su infalible amor hacen que David se sienta
confiado en el futuro.
Sin embargo, David quiere algo más que ser librado del peligro; también desea fe y
sabiduría para usar su victoria sabiamente en una forma que le sea agradable a Dios.
Por esa razón pide las divinas instrucción y guía. No sólo se interesa en que el Señor lo
saque de problemas en los tiempos de crisis, sino que tiene sed de una relación con
Dios que regule su vida entera.
Nosotros también debemos cuidarnos de pensar que Dios es como un extintor de
fuego al que se le puede echar mano sólo en caso de emergencia y que entonces se
vuelve a guardar hasta la próxima emergencia. Pedimos la vida y la salud en esta tierra
con una razón: para poder dedicarnos al servicio completo del Señor. Oramos: “Por tu
nombre, oh Señor, protege mi vida” (NVI, en inglés).

SALMO 144
Oración por la nación
Este salmo es una conclusión apropiada a la colección davídica ya que refleja el
período del triunfo de David durante el cual tuvo el control del reino. En este sentido es

238
un paralelo del Salmo 18. Aquí David le agradece al Señor por la victoria y ora pidiendo
más bendiciones sobre la nación.

Salmo 144:1–11
Este salmo tiene un fuerte tono militar que es ofensivo para algunos lectores
modernos pero, aunque la guerra es horrible, existe la guerra justa y necesaria. Dios
mismo es con frecuencia comparado con un soldado, y muchos de los héroes del
Antiguo Testamento fueron militares que pelearon para proteger al bueno del malo.
David reconoce que sus habilidades militares eran un don que Dios le dio para que las
usara para el bien, no para la maldad.
David reconoció además que hasta los líderes mejores y más capaces son de corta y
frágil vida. La fuerza de una nación debe estar en el Señor. David por lo tanto pide que
el Señor descienda como una tormenta sobre los enemigos de su pueblo con el fin de
proteger su libertad para servirlo. Cuando Dios les haya otorgado la victoria y la paz,
David guiará a su pueblo en alabanza al Señor.

Salmo 144:12–15
La paz, la prosperidad, y la fuerza moral, son las bendiciones más grandes que
puede tener una nación. Durante el período de los jueces, Israel raras veces tuvo alguna
de esas tres bendiciones. La carencia de fuerza moral condujo a la ausencia de paz y de
prosperidad. Durante los reinados de David y de Salomón, Israel gozó de una paz y de
una prosperidad que excedió a todo lo que habían experimentado hasta entonces.
Aunque David cayó en pecado, y la tendencia a la idolatría se dejó sentir ya en el
reinado de Salomón, sus tiempos fueron de relativa fuerza moral que contribuyó al
bienestar de la nación.
Uno de los productos más importantes que cualquier sociedad puede dar es una
generación de hijos que no sólo tenga fuerza y salud física, sino tambin fuerza moral y
espiritual. Los hijos que tienen esa fuerza son como plantas bien nutridas y como pilares
firmes, ya que serán un gozo y una bendición para sus padres y para la sociedad en la
que viven. Tenemos razón para temer que nuestra sociedad esté fracasando cada vez
más en dar tal fuerza moral a su generación venidera.
Aunque nuestra nación (Estados Unidos de Norte América) no es el pueblo escogido
de Dios en el sentido en el que Israel lo fue, sin embargo somos una nación ricamente
bendecida con prosperidad material y libertad religiosa. Pero ya en la vida terrenal las
naciones tienden a cosechar lo que han sembrado. Si hacemos más caso a las cosas
materiales y olvidamos la preparación espiritual de la siguiente generación, podemos
esperar que obtengamos una amarga cosecha de seres desobedientes, irrespetuosos, y
egoístas. Si una nación confía en el poder económico y militar para su salvación, nada
entonces la podrá salvar del juicio de Dios. Sólo Dios es la verdadera fuente de
bendición para cualquier nación.

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SALMO 145
El Señor es digno de alabanza
El Salmo 145 es un puente entre la última colección de salmos davídicos y los salmos
de alabanza (de aleluya) con los que concluye el salterio. Como los salmos precedentes,
el Salmo 145 también tiene un título que menciona la paternidad literaria de David.
Como los salmos que le siguen, este es una manifestación gozosa de alabanza al Señor
por su grandeza y su bondad. El salmo alterna secciones de alabanza en las que David
declara su intención de glorificar al Señor y secciones de proclamación en las que
describe la grandeza del Señor.
Este salmo es un acróstico alfabético.

Salmo 145:1–2
Salmo 145:3
Salmo 145:4–7
Salmo 145:8–9
Salmo 145:10–12
Salmo 145:13–20
Salmo 145:21
En las secciones de alabanza, David destaca tanto su devoción personal de alabanza
al Señor como la devoción que el resto del pueblo de Dios comparte con él. Este
compañerismo se extiende a través del espacio y del tiempo. David recibió el mensaje
de sus antepasados, y lo pasará a la siguiente generación. Este equilibrio, entre el
aspecto personal y el aspecto colectivo de la alabanza, se enfatiza en la segunda sección
de alabanza en la que David alterna el pronombre personal “yo” y el congregacional
“ellos”. Un propósito importante de este coro de alabanza es que otros que aún no
conocen al Señor aprendan de su grandeza y compartan la gloria de su reino.
Finalmente, todo el universo es convocado a alabar al Señor.
Las secciones que proclaman la grandeza del Señor son abrumadoramente positivas.
Sólo hay una breve mención del juicio contra sus enemigos. El énfasis está puesto en el
amor del Señor, que lo impulsa a proveer para toda su creación. Los versículos 15 y 16,
son familiares porque se usan ampliamente como la oración para la hora de sentarse a
la mesa y están basados en esta bondad providencial. Un segundo énfasis está en el
cuidado y el amor especiales, que el Señor tiene por su pueblo. Él escucha las oraciones
de su pueblo, y libera de la opresión al humilde; perdona y restaura a su pueblo cuando
ha pecado. El versículo 8 cita a Éxodo 34:6, la proclamación de la gracia que el Señor le

240
dio a Moisés después de la idolatría en el monte Sinaí. Este versículo aparece
frecuentemente en todo el Antiguo Testamento.
Este salmo provee un excelente resumen de conclusión para los Salmos, ya que
enfatiza el amor redentor y providencial del Señor, que es el tema de todo el libro. Nos
conduce a la doxología final con la invitación: “Todos bendigan su santo nombre y para
siempre”.

SALMOS 146–150

La doxología final

Estos cinco salmos constituyen una doxología, no solo para el Libro V, sino para todo
el libro de los Salmos. Cada llamada a la alabanza tiene un énfasis ligeramente
diferente. Tomados en conjunto llaman a toda la creación de Dios a alabarlo por todas
sus obras. Cada uno de estos salmos está clasificado con la expresión hebrea, “Aleluya”,
que la NVI (en inglés) traduce: “Alabad al Señor.”

SALMO 146
Alabadle y pedidle protección
Este salmo es similar al Salmo 145, que también habló de la protección y provisión
del Señor para su pueblo. Hace el contraste entre la ayuda de los gobernantes
terrenales, que tienen una vida corta y que son poco confiables, y la ayuda que brinda
el Señor, que es digno de toda confianza y es eterno.

Salmo 146:1–10
La primera línea es una invitación en plural (¡Aleluya!), dirigida a toda la gente. Las
siguientes tres líneas son la respuesta personal del salmista a esa invitación. Toda su
vida será dedicada a alabar.
Los influyentes y poderosos del mundo, aun el mejor de ellos, no pueden ser
nuestra última fuente de confianza. Como Adán, todos ellos son polvo y regresarán a la
tierra de donde fueron tomados.
El libro de los Salmos comienza con la palabra “bienaventurado”. El versículo 5
comienza la última bendición en este libro de bendiciones. Aunque hay una breve
mención del alimento que el Señor provee para su pueblo, el principal enfoque del
salmo está en el poder protector del Señor, que: levanta al humilde, libera al prisionero,
y le devuelve la vista al ciego.
Pensamos en la forma dramática en que el Señor hizo esto a lo largo del ministerio
de Jesús. Su ministerio nos recuerda que el regalo más grande no es la comida natural,
ni la salud física, ni la libertad política, sino el alimento espiritual que da vida eterna, la
curación que nos libera del pecado y de la muerte, y la libertad que durará por siempre.

241
El Señor le da estas bendiciones a su pueblo por medio del Rey mesiánico que les envió.
Por estas bendiciones alabamos al Señor ahora y por siempre.

SALMO 147
Alabadle por lo que provee
Aunque este salmo contiene varias referencias a la protección que Dios le da a su
pueblo, el énfasis principal es diferente al del Salmo 146. El énfasis ahora descansa en el
poder creador por el cual el Señor sostiene el universo. Este salmo tiene nexos: con los
capítulos finales del libro de Job, con Isaías 40, y con salmos como el 104.
Los versículos: 2 y 3, 12 y 13, pudieron haber sido de significado especial en los
tiempos de Nehemías.

Salmo 147:1–20
La grandeza del poder de Dios se muestra en su conocimiento y control de las
estrellas, pero el poder de Dios que es más útil para nosotros se encuentra más cerca.
Un ejemplo destacado es la manera en que gobierna las aguas de la tierra. Mediante el
ciclo de evaporación y precipitación de aguas, mediante las nubes y la lluvia, la nieve y
el granizo, los ríos y los mares, Dios provee agua para la tierra de modo que todas sus
criaturas puedan recibir alimento.
Si Dios retirara de este proceso su poder sustentador y sus bendiciones, el resultado
sería: la sequía, las pérdidas, el hambre, y finalmente la aniquilación. Cuando se estaba
escribiendo este comentario, algunos países estaban pasando una de las peores sequías
de que se tenga memoria. Esos acontecimientos, siempre que ocurran, deben
recordarnos que no debemos jactarnos de la bondad del Señor ni dar por sentadas sus
bendiciones.
La palabra de Dios con la cual ordena a la naturaleza y su palabra con la que se
comunica con los seres humanos, son puestas una junto a la otra en las últimas
porciones del salmo. Aunque la naturaleza da abundante testimonio de la bondad del
Señor, necesitamos la revelación de su palabra para alcanzar un pleno y claro
entendimiento de la bondad de Dios que nos da todo lo necesario. Necesitamos esa
revelación para tener un claro entendimiento de quién es nuestro Hacedor y Proveedor.
Israel tuvo ese conocimiento, nosotros lo tenemos también.
Ese entendimiento nos capacita a ver con más claridad la mano de Dios en la
naturaleza; ese conocimiento nos debe disponer para recibir las bendiciones de Dios
con gratitud y a usarlas de forma que le agraden. El deleite más grande de Dios en la
creación no es la fuerza ni las maravillosas habilidades con las que él ha dotado a sus
criaturas, sino la fe humilde y el amor confiado que sus criaturas le devuelven. Es
bueno, agradable, y apropiado, alabar a Dios por sus obras maravillosas.

242
Israelitas cosechando trigo.

SALMO 148
Alábelo toda la creación
Toda la creación, visible e invisible, animada e inanimada, es llamada a alabar al
Señor. Este salmo comienza con los ángeles, recorre todo lo creado en el universo, y
termina hablando del pueblo de Dios. Juntos forman un coro inmenso que canta sus
alabanzas.
El salmo tiene una disposición en quiasmo, yendo de lo racional a las criaturas
inanimadas del cielo y luego en sentido contrario de lo inanimado a lo racional sobre la
tierra.

Salmo 148:1–6
Los ángeles y los cuerpos celestes, muchas veces son puestos lado a lado en las
Escrituras, especialmente en el paralelismo poético. La expresión “sus ejércitos” se
puede referir a cualquiera de ellos. Los paganos con frecuencia adoraban a los espíritus
y a los cuerpos celestes. Aunque son las más imponentes y majestuosas de las criaturas
de Dios, sin embargo es a estas creaciones a las que el salmista invita a alabar a su
creador.

Salmo 148:7–14
La alabanza que la naturaleza le rinde al Señor también es prominente en los Salmos
96–98. Vea en los comentarios sobre esos salmos una discusión sobre la forma en que
la creación participa tanto en los efectos de la caída como en la redención. El mundo
creado compartirá la libertad y el gozo de nuestra redención.
Los versículos 13 y 14 son una transición al Salmo 149, que enfatiza la alabanza del
pueblo de Dios. El poderío que Dios ha exaltado para su pueblo es el gobierno que él
mismo les da. En un sentido más estrecho se puede referir a un rey de Israel. En el
sentido amplio se refiere al Rey de reyes, a Jesús el Mesías.
Esta invitación a la alabanza es apropiada, una invitación que se hace a toda la
creación, y debe dirigir nuestra atención al único al que se le ha dado todo el poder en
los cielos y en la tierra. Es apropiado que cuando el libro de los Salmos se acerca a su
fin, nuestra alabanza se dirija al Mesías. Su gobierno ha sido el tema alrededor del cual
gira el libro de Salmos. Cristo es la alabanza del pueblo de Dios.

SALMO 149
Alábenlo todo su pueblo

243
Como el salmo precedente, el Salmo 149 tiene nexos temáticos con los Salmos
96–98, especialmente con el Salmo 98, que habla tanto del gozo que Dios encuentra en
su pueblo como de su venida en el Día del Juicio.

Salmo 149:1–9
La primera sección describe la alabanza exuberante y gozosa, de que hacía gala
Israel durante sus fiestas. No hay indicio de que la danza y las panderetas se usaran en
la adoración del templo, pero eran una parte normal de las procesiones festivas, tales
como aquella en la que David llevó el arca del pacto a Jerusalén. La alabanza que se
describe en el último versículo de esta sección es más personal, ya que tiene lugar en la
privacidad de la habitación de la persona. Ya sea que estén reunidos o solos, el pueblo
de Dios se regocija en el honor de ser miembros de la familia de Dios mediante la obra
salvadora de Cristo.
Después de esta explosión de gozo en la primera parte del salmo, sigue una nota
estremecedora con una solemne advertencia de juicio en la segunda parte del salmo.
Pero debemos recordar que las obras del juicio de Dios no son de ninguna manera
opuestas a la compasión por su pueblo, sino una parte de esa misma compasión. Él
juzga al mundo para beneficio de ellos y para recompensar las maldades que ellos
mismos han sufrido.
Los creyentes se unen a Dios en los actos del Día del Juicio final. La espada de dos
filos con la que se golpea a los enemigos de Dios es la espada de la palabra (Apocalipsis
1:16; 19:15; Hebreos 4:12). La ley de Dios que predicaron condenará al mundo que la
haya ignorado. El evangelio que el mundo rechazó incrementará la culpa del mundo
delante Dios.
La forma específica en que los creyentes obrarán con Cristo en el Día del Juicio no se
detalla claramente en las Escrituras, pero está claramente indicada en pasajes como 1
Corintios 6:2–3, que incluye hasta a los ángeles malvados entre aquellos a quienes
juzgaremos. Tener el glorioso privilegio de unirse a Cristo en la obra del juicio es causa
de alabanza al Señor.

SALMO 150
¡Alabad al Señor!
Este Aleluya final es una conclusión poderosa para esta colección de salmos de
alabanza (de aleluya) y para todo el libro de los Salmos. En pocas palabras en este salmo
se nos dice: dónde debe ser alabado el Señor, por qué debe ser alabado, cómo, y quién
debe alabarlo.

Salmo 150:1–6
Salmo 150:1–6 El Señor debe ser alabado en todas partes. “Su santuario” en
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ocasiones se puede referir a los cielos, pero aquí probablemente se refiere a su templo
en la tierra, de manera que las dos partes de este versículo hacen juego con las dos
partes del Salmo 148: Alábenle en la tierra, alábenle en los cielos.
El Señor debe ser alabado por todas sus obras de la creación y de la redención, que
se han descrito en los salmos precedentes.
El Señor debe ser alabado con gozo. La música de Israel era gozosa y llena de
entusiasmo. Se usaba una amplia variedad de instrumentos musicales, y en las
ocasiones festivas el baile era una parte de la celebración religiosa. En las Escrituras
nada sugiere que la música y la adoración religiosas debían ser sombrías, ni que ciertos
instrumentos fueran en sí mismos impropios para adorar al Señor. Dios debe ser
alabado con gozo con todas las cosas que tenemos.
Todos deben alabar al Señor. Todos están invitados a hacerlo. Por medio de Cristo,
Dios lo ha hecho posible. Los salmos nos dan una amplia razón para hacerlo. Es decir, es
un gozo el poder hacerlo. Alabemos al Señor.
El libro de los Salmos es una Biblia en miniatura, una historia en miniatura de la
historia del pueblo de Dios. Expresa todos los sentimientos y las experiencias que
tuvieron. Es apropiado que este libro termine donde terminará nuestra historia y
nuestra experiencia: en el santuario de nuestro Dios, cantando gozosos aleluyas por
toda la eternidad. Por esta razón con gusto clamamos: “¡Alabad a Dios!”

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