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Reflexiones desde
la universidad

DAS
Reflections from
the University

MAD
Nómadas 35 | octubre de 2011 | universidad central | colombia

fotografía de juan manuel bautista f.

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17/03/2011}
BREVE CARTOGRAFÍA DE TRES
USOS DE LA NOCIÓN DE CULTURA*

aceptado:
04/02/2011 ·
A brief cartography of the
THREE USES OF CULTURE AS A CONCEPT

recibido:
{original
David Fernando García**

A partir de la revisión crítica de diferentes fuentes bibliográficas relevantes en los debates contemporáneos de las
ciencias humanas y sociales, propongo un análisis historiográfico y una cartografía de tres usos históricos de la
noción de cultura. Tras una contextualización general del término, abordaré la relación cultura-civilización, y, a
continuación, problematizaré el uso histórico de la cultura como medio de distinción y como capital; por último,
expondré la configuración de la cultura y de “lo cultural” como un escenario estratégico para la reivindicación
política de derechos.

Palabras clave: cultura, capital cultural, análisis historiográfico, usos históricos.

A partir da revisão crítica da literatura diferentes fontes relevantes para os debates contemporâneos nas ciências
A partir da revisão crítica de diferentes fontes bibliográficas relevantes nos debates contemporâneos das ciências
humanas e sociais, propõe-se uma análise historiográfica e uma cartografia de três usos históricos da noção de
cultura. Após uma contextualização geral do termo, se aborda a relação cultura-civilização e, em seguida, se pro-
blematiza o uso histórico da cultura como meio de distinção e como capital; por último, se apresenta a configuração
da cultura e “do cultural” como um cenário estratégico para a reivindicação política de direitos.

Palavras-chave: cultura, capital cultural, análise historiográfico, usos históricos do conceito de cultura.

From the critical review of relevant literature sources in the contemporary debates in the humanities and social
sciences, I propose a historiographical analysis and mapping of the three historical uses of the notion of culture.
After a contextualization of the term, will address the relationship between culture and civilization and I will
problematize the historical use of culture as a means of distinction and as capital, and finally, I will expose the
nomadas@ucentral.edu.co · Págs. 245~255

configuration of culture and “the cultural” as a strategic staging ground for the political demands of rights.

Key words: culture, cultural capital, historiographical analysis, historical uses.

* El presente artículo recoge algunas de las reflexiones historiográficas y teóricas que he venido adelantando para mi tesis doctoral ti-
tulada “Puestas en escena de la nación: raíces imaginadas y rutas transitadas de la ‘nueva música colombiana’”, desarrollada en el marco
del Doctorado en Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia.
** Sociólogo y Magíster en Estudios Culturales y doctorando en Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia.
Profesor del Departamento de Publicidad de la Universidad Central, Bogotá (Colombia). E-mail: davidfgarcia@gmail.com

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Lejos de constituir un plácido rincón menos por la cosificación de los con- distinción y como capital (como algo
de convivencia armónica, ceptos y más por dar cuenta de los capitalizable en el sentido de Bour-
la cultura puede ser un auténtico procesos que comportan y por los dieu), para ello, será útil el caso que
campo de batalla. usos que se hacen de éstos. muestra Norbert Elias en Los ale-
Edward Said manes (1999), y las intuiciones de
Precisamente, en el debate por la Alessandro Baricco en Los bárbaros.
cultura, “la complejidad no está en Ensayo sobre la mutación (2008).

D
esde mediados del si- la palabra, sino en los problemas que Finalmente, a propósito de los de-
glo XX, fenómenos tales significantemente indican sus varia- bates posmodernos, expondré la
como la crisis del Estado ciones de uso” (Williams, 2003: 92); configuración de la cultura y de “lo
de bienestar, la flexibilización labo- por ello, mi interés en este artículo cultural” como un escenario políti-
ral, el llamado giro cultural, la in- es hacer una cartografía de los usos co estratégico para la reivindicación
formatización de la economía o las y los procesos históricos articulados y el acceso a determinados recursos,
nuevas formas de producción y acu- a la cultura como praxis y como dis- en este punto me referiré a “Dos o
mulación de capital (Yúdice, 2008; curso, aunque ello supone, eventual- tres cosas que sé acerca del concep-
Jameson, 1995), fueron concebidos mente, pasar por una genealogía de to de cultura”, de Marshall Sahlins
—desde el discurso académico y, al- cultura como noción; así, siguiendo (2001), y a El posmodernismo o la
gunas veces, desde el plano políti- la relación entre rooted y routed su- lógica del capitalismo avanzado, de
co— como un síntoma inequívoco gerida por James Clifford (1994), me Frederic Jameson (1995).
de la inminente transición de la mo- propongo analizar la tensión entre
dernidad hacia la posmodernidad. “raíces” y “rutas” de la cultura. No es
Una genealogía de la
Asumidos crítica y acríticamente, los posible, sobra decirlo, hacer un iti-
cultura: de los objetos
debates posmodernistas apuntalaron nerario completo ni reseñar a todos a los procesos
la puesta en cuestión y la revisión de los autores que podrían aportar a la
muchas de las nociones centrales discusión, por ello, los procesos, las En uno de los momentos más ál-
de las ciencias humanas y sociales; coyunturas históricas y los usos de la gidos de la discusión por la noción
así, a juzgar por las expresiones que cultura que serán analizados con al- de cultura, Raymond Williams, co-
entraron en uso, tales como “la cri- gún grado de detenimiento en esta fundador de los estudios culturales
sis de”, “el fin de” o “el quiebre de”, cartografía, se definieron en función ingleses, hizo un breve recuento
una atmósfera de cambio discursivo de algunos de los debates (y los au- de “su intrincado desarrollo histó-
y epistemológico radical pareció ge- tores) más relevantes de las ciencias rico en varios lenguajes europeos”
neralizarse en el campo intelectual. humanas y sociales actualmente. (Wiilians, 2003: 87). Aunque deja
planteados los puntos centrales
Cultura, identidad, territorio, his- Tomando como referencia el tex- por los que debería pasar una ge-
toria, sujeto, amén de modernidad to “Cultura”, de Raymond Williams nealogía del concepto más sesu-
y posmodernidad, fueron algunos (1976), iniciaré con una contex- da y minuciosa, la potencia de su
de los conceptos revisitados y pues- tualización general de este con- propuesta radica en que puso en
tos en crisis, al punto de que hubo cepto; luego abordaré la relación evidencia la necesidad de histo-
quien sugiriera descartarlos definiti- cultura-civilización en el marco de rizar y contextualizar los concep-
vamente. La perspectiva que orien- las relaciones de colonialidad que tos antes de descartarlos a partir
tó (y orienta aún hoy) muchos de se configuran en la modernidad, a de una actitud teoricista, las más
los esfuerzos de reteorización o re- partir de los textos Cultura e impe- de las veces dicotómica y dualis-
conceptualización fue muy moderna rialismo, de Edward Said (1996), y ta, que tiende a fijar y normalizar2.
en el sentido en que, una vez más, “Crítica del mito de la modernidad”, Historizar supone un giro episte-
buscó construir nociones fijas, sus- de Enrique Dussel (1992). Poste- mológico evidente, pues rompe las
tancialistas y plenas de sentido; con riormente, plantearé el uso histó- construcciones monolíticas y rí-
todo, hubo bárbaros1 que apostaron rico de la cultura como medio de gidas de “cultura”, al tiempo que

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permite entrever matices, quie-


bres y disensos, ¡culturas!:

[…] ‘culturas’ en plural: las cultu-


ras específicas y variables de dife-
rentes naciones y periodos, pero
también las culturas específicas
y variables de grupos sociales y
económicos dentro de una nación
(Williams, 1976).

A lo largo de la revisión histórica y


etimológica que hace Williams, apa-
recen algunos de los sentidos y usos
del término cultura que me propon-
go analizar aquí, con todo, cabe se-
ñalar que la transformación de estos
usos no debe ser vista bajo una ló-
gica de evolución sincrónica y orde-
nada, esto es, creer que después de
una cosa, va otra (pretensión muy
moderna), por el contrario, históri-
camente, los sentidos y usos diver-
gentes de la noción cultura siguen
derroteros paralelos que constante-
mente se superponen y se cruzan,
configurando “un complejo juego
ideológico de ajedrez en el cual las
fotografía de juan manuel bautista f.
piezas de cultura, civilización y so-
ciedad han pasado a través de nu- procesual supone, al tiempo, cambio dos principios básicos del capital
merosos intercambios de espacio y renovación constante; por tanto, para Marx), y si se invierte algún tipo
geográfico y semántico” (Sahlins, mientras de un lado se habla de pro- de recurso en la cultura es porque
2001: 292). ceso (llegar a ser), del otro se ensalza “vale la pena”. Justamente, desde
la fijeza y lo estático (lo que fue). esta lógica de que la cultura tiene va-
Ahora bien, considero que algu- lor, y, por tanto, eventualmente pue-
nos de los problemas centrales de La cultura como proceso mira al de ser capitalizable, se planteará más
la noción de cultura radican en las futuro; como conjunto de caracte- adelante el uso de la cultura como
formas discursivas metafóricas, a ve- rísticas más o menos fijo, cosifica- una forma específica de capital: ca-
ces contradictorias, empleadas para do, se ancla al pasado. En el primer pital cultural (Bourdieu, 2000).
describirla y definirla, me refiero caso, a partir de la premisa de que
tanto a la metáfora agrícola del “cul- “cultura en todos sus usos origina- Por su parte, la popularización de
tivar”, como a la metáfora botáni- les fue un sustantivo de proceso: la la metáfora botánica de las raíces
ca de las raíces (“tener raíces”). La tendencia (o crecimiento) de algo para referir la cultura aparece en un
ambivalencia de estos usos discursi- […]” (Williams, 2003: 88 ); se pone momento histórico particular, y va a
vos descansa en que si bien por un en evidencia la estrecha relación en- desempeñar un papel determinante
lado, una de las metáforas connota tre “cultura” y “cultivo” (“cultivar”), en la consolidación de los Estados
tiempo, tradición e historia (“el cul- lo que supone la idea de un proce- nacionales; en este caso, lo que se va-
tivar y echar raíces”)3, su naturaleza so que requiere tiempo y trabajo (los lora es la autenticidad y la tradición

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de “lo que fue”, con miras a la con- en este contexto histórico la idea de descripción de los procesos seculares
figuración de un sentido de nación cultura como “civilización” —sínto- del desarrollo humano” (Williams,
a partir de la glorificación de una ma de progreso, de un estadio su- 2003: 89).
comunidad imaginada con un pa- perior de desarrollo— se usó para
sado compartido (Anderson, 1993). apuntalar, legitimando y justifican- En Cultura e imperialismo, Ed-
El tránsito hacia esta nueva noción do, un sistema de dominación eco- ward Said analiza un escenario es-
se dio a partir de lo que “pasó prin- nómico, político y cultural5; de suyo, tratégico de entrecruzamiento de
cipalmente a comienzos del siglo entonces, los cruces entre cultura e dos formas de cultura (la alta cultura
XIX, bajo la influencia de Herder imperialismo son obligados. Si bien y la civilización), en el marco de la
y muchos otros escritores del mo- la relación casi de identidad entre expansión del sistema de poder colo-
vimiento romántico, en Alemania, “cultura” y “civilización” es de vieja nial: las novelas, expresión por anto-
Inglaterra y Francia, fue una apli- data, es en el marco de la modernidad nomasia de la “cultura superior”, en
cación social e histórica de una idea donde va a desarrollar todo su poten- particular, aquellas en las cuales apa-
alternativa del desarrollo humano: cial como instrumento legitimador rece la figura del viajante-aventurero
alternativa, esto es, a las ideas ahora de un orden colonial e imperialista europeo que “descubre” nuevos te-
centradas en ‘civilización’ y ‘progre- centrado en el mundo occidental eu- rritorios; no es gratuito, por tanto, el
so’” (Williams, 1976). ropeo (Said, 1996). En efecto, según interés permanente en los “grandes
Williams, el principal uso de la pala- textos de la literatura occidental por
bra cultura en alemán “fue como si- lo que se consideraba como mundo
Cultura y civilización nónimo de civilización: primero en el inferior, poblado por gente inferior
/cultura e imperialismo4 sentido abstracto de proceso general de color, retratada siempre en acti-
de volverse ‘civilizado’ o ‘cultivado’; tud receptiva ante la intervención de
El primer proceso y uso de la noción segundo, en el sentido que realmen- muchos Robinsones Crusoes” (Said,
de cultura que me interesa analizar te habían establecido para civiliza- 1996: 18). Desde Defoe hasta Con-
es el que se dio en el marco de las ción los historiadores del iluminismo rad aparece el protagonista blanco,
relaciones coloniales de poder que en la forma popular del siglo XVIII europeo y civilizado, verdaderos re-
se configuraron en la modernidad, de las historias universales, como una presentantes de “la cultura”, cuya

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misión es llevarla e imponerla allí


donde haga falta, esto es, a los pue-
blos despojados o bárbaros, cuya re-
sistencia a la arremetida civilizadora
es interpretada como un signo más
de su “barbarie”. En esta medida,
afirma Said:

[…] erraremos en la comprensión


tanto de la importancia de la cul-
tura como de su resonancia en el
imperio a menos que podamos
comprender de qué modo la gran
novela realista europea cumplió
uno de sus propósitos principa-
les: el casi imperceptible reforza-
miento del consenso de sus socie-
dades en torno a la expansión de
ultramar (Said, 1996: 48).
fotografía de juan manuel bautista f.

Ahora bien, “Conrad parece es-


tar diciendo: nosotros los occidenta- ‘utilidad’, ‘bien’ del bárbaro que se ci- Evidentemente, este planteamien-
les decidiremos quién es un buen o viliza, que se desarrolla o moderniza” to pone en entredicho el sentido
mal nativo, porque los nativos tienen (Dussel, 1992: 100). emancipador de la razón moderna,
existencia únicamente en virtud de cuya naturaleza es dicotómica y ma-
nuestro reconocimiento, los hemos A juzgar por las relaciones de po- niquea (superior/inferior, progreso/
creado, les hemos enseñado a ha- der inscritas en denominaciones tales atraso, magia/ciencia, cuerpo/men-
blar y a pensar y cuando se rebelan, como “la vieja Europa” y “el Nuevo te, razón/sentidos, alma/cuerpo,
lo que hacen es sencillamente con- Mundo”, la idea de la mayoría de modernidad/tradición). Se gestó,
firmar nuestra visión de ellos como edad pregonada por la Ilustración entonces, un tipo de conocimiento
simples niños” (Said, 1996: 25). Para en algún punto se va a trastocar con que buscaba explicar y ordenar el
Said, escritores como Conrad, repre- la presunción de la autoridad que se mundo para controlarlo y dirigirlo,
sentantes de la alta cultura, personas ejerce en función de la adultez. Así, y una de las principales estrategias
ilustradas y “cultivadas” si las había, el principio ilustrado de “la capaci- ontológicas y epistemológicas para
cumplen una doble función, pues al dad y voluntad de pensar por uno producir este nuevo ordenamien-
tiempo que caracterizan al “nosotros” mismo” se transfiguró en la “necesi- to fue la sistemática caracterización
(los europeos civilizados mayores de dad y obligación de pensar al otro”, dicotómica de la realidad, produc-
edad) y a los “otros” (los no euro- y se hizo desde rígidos esquemas de to tanto del maniqueísmo cristiano
peos), justifican el ejercicio de poder pensamiento. Se trata de un géne- como del binarismo cartesiano. El
y la dominación al ensalzar la cultu- ro de totalitarismo epistemológico y cuestionamiento obligado en este
ra propia y presentar a esos “otros” discursivo que justifica llevar la mo- punto es por la utilidad histórica de
como bárbaros ingobernables, o, en dernidad a todas partes, y usar e ins- esta forma de pensamiento que es,
el mejor de los casos, como niños ca- trumentalizar la razón y la cultura en sí mismo, totalitario y excluyen-
rentes de gobierno; lo cierto es que como principios legitimadores de la te: ¿por qué el blanco o el negro y
los (re)presentan y construyen como dominación y la subordinación, esto no una escala de grises?
“sujeto de una culpable inmadurez. es, como fuente de poder y como mo-
De manera que la dominación (gue- nopolio de “la verdad”, que no como A nombre de la modernidad se
rra, violencia) que se ejerce sobre el la capacidad de reconocer al otro su construyeron muchas categorías di-
Otro es, en realidad, emancipación, capacidad de autodefinición. cotómicas para poder entender, y

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en este proceso se echó mano de lo tiempo libre y educación letrada, taba imbuida una predisposición
concreto y objetivo para facilitar las aunque bien pensado, lo inédito no no-política, o tal vez antipolítica,
operaciones de clasificación, iguala- era el tiempo ni la educación, sino sintomática del sentimiento fre-
cuente entre las élites alemanas
ción, comparación, medición y do- la disposición a entender éstos como
de clase media de que la política
minación. En suma, a partir de las recursos capitalizables, y fueron pre- y los asuntos de Estado represen-
argumentaciones de Said y Dus- cisamente capitalizados en función taban el área de su humillación y
sel se deduce que si bien la noción de lo único que les era negado por la falta de libertad, mientras que
de cultura hacia dentro de Europa su época: distinción y prestigio. Así, la cultura representaba la esfe-
se caracterizó por complejas elabo- hacen de la cultura —el “cultivar- ra de su libertad y de su orgullo.
se” y ser “culto”— una virtud, una Durante el siglo XVIII y parte del
raciones discursivas de sujetos ilus-
XIX, la predisposición antipolítica
trados, su uso hacia afuera estuvo empresa aparentemente desintere-
del concepto de cultura alimen-
marcado por el ejercicio explícito, sada (“amor al conocimiento”, “el tada por la clase media se dirigía
poco sutil y desmedido de la violen- arte por el arte”). Bajo la lógica del contra la política de los príncipes
cia, física y simbólica, en nombre de “capital cultural” se crea una nueva autocráticos (Elias, 1999: 122).
la cruzada civilizatoria. ética del trabajo, la del trabajo sobre
uno mismo, el cultivo de la mente, y Muchos de estos grupos de clase
en la medida en que supone esfuer- media optaron, entonces, por “re-
La cultura como capital: zo y dedicación, ennoblece, pues: tirarse al área no-política de la cul-
la virtud (y las ventajas) “Quien se esfuerza por adquirir cul- tura, que les ofrecía oportunidades
de cultivarse compensatorias de creatividad, inte-
tura, trabaja sobre sí mismo, ‘se está
formando’” (Bourdieu, 2000: 139)6. rés y placer, y les permitía mantener
En su texto Los alemanes. Una di- intactas su ‘libertad interior’, la in-
gresión sobre el nacionalismo (1999), De esta manera, la alta cultura “fue tegridad propia y el orgullo” (Elias,
Norbert Elias ilustra el proceso me- gradualmente adoptada por las éli- 1999: 123); así, los esfuerzos por po-
diante el cual la (alta) cultura fue tes de clase media en ascenso del si- nerse “por encima” de la política vía
apropiada y usada de manera estraté- glo XVIII, como una expresión de su cultura y refinamiento, van a ser pro-
gica por las élites ilustradas de clase auto-imagen y de sus ideales” (Elias, porcionales a la distancia social en la
media en la Alemania del siglo XVIII, 1999: 119). A este proceso subyacen que se hallan los puestos de poder.
en el contexto de una sociedad abier- dos dinámicas diferentes. De una En este contexto, el carácter estra-
tamente excluyente y regida por los parte, la cultura aparece por prime- tégico de la alta cultura se hace más
principios cortesanos. Todavía lejos ra vez como un espacio estratégico evidente si se toma en cuenta que
de la meritocracia que sería celebra- de reposicionamiento social y sirve poco a poco se concibió como una
da posteriormente por el capitalismo, para algo concreto: obtener distin- suerte de refugio, otorgándole así
tanto como la iniciativa y el “hacer ción, lo que justifica invertir tiem- un carácter compensatorio e incluso
empresa”, el orden social cortesano po, autodisciplina y sacrificio, en vindicativo, lo que permite entender
se regía por la cuna, la sangre y los suma, “trabajo sobre sí mismo”; y, la índole de los esfuerzos por aislar-
títulos nobiliarios. Salvo contadas ex- por otro lado, ante su exclusión de se y distanciarse cada vez más de una
cepciones, se negaba de tajo la posi- “la política” por las clases altas, estas realidad donde su destino parecía ya
bilidad de que miembros de las clases minorías optan por un proceso de estar escrito.
medias en ascenso ocuparan cargos “elevamiento” y distanciamiento de
importantes que aumentaran el esta- la esfera política, que empieza a ser Apuntalando este hilo discursivo, y
tus y la valía social de sus familias. construida simbólicamente como el haciendo una lectura histórica a con-
plano de lo corrupto, lo fingido y lo trapelo, como sugiriera Benjamin,
Un sector minoritario de esta nue- viciado7. En este sentido: Alessandro Baricco va a demostrar
va clase media adinerada, una inte- que el “alma” y la “espiritualidad”
lligentsia, se vio por primera vez con Se puede decir que en el significa- fueron invenciones de la burguesía
dos recursos hasta ahora inéditos: do del término alemán Kultur es- del siglo XIX; su “nobleza intelec-

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tual, su superioridad espiritual” (Ba- paciencia, aplicación, voluntad” un marcado desdén por el “entrete-
ricco, 2008: 139) fueron sus mejores (Baricco, 2008: 142); además, tenía nimiento” fácil y burdo, y también
argumentos frente a la exclusión y un remanente cristiano que extra- corrupto (Adorno y Horkheimer,
el elitismo propios de las sociedades ñamente no se hacía evidente, y es 2005), diferenciándose de las clases
cortesanas. No hay que olvidar, en- que “sin esfuerzo no hay premio, y populares y del germen de las ma-
tonces, que el “aura” fue una estra- sin profundidad no hay alma” (Ba- sas urbanas industriales. Considero
tegia de legitimación cultural para ricco, 2008: 144). Así, el sentido, el que en este doble proceso de “ele-
permitir el acceso de un grupo al ce- conocimiento y la verdad eran cues- vamiento” puede rastrearse el ima-
rrado juego del poder. tiones de merecimiento y de sacrifi- ginario del “desclasamiento” propio
cio. Con todo, el culto al arte no fue de los intelectuales y los artistas, su
El aura de la obra de arte nació sólo una estrategia de clase, para autoexclusión por el aislamiento en
patentada y era propiedad privada. muchos fue también una apuesta la torre de marfil de la cultura “su-
Por ello, como advierte Baricco, la vital y una forma de sacralidad. perior”; además, vale la pena señalar
labor que por horas llevaban a cabo que ese “elevamiento” se pensó bajo
los burgueses en sus flamantes estu- Hasta aquí he mostrado cómo la otra forma metafórica, en este caso
dios atiborrados de libros, cuadros idea de cultura asumió un sesgo espacial y relacional: “Estar por en-
y todo tipo de manifestaciones del de clase en un momento histórico cima de”, en otras palabras, cultura
arte y el pensamiento, tiene en el específico, y cómo el uso de la alta superior/cultura inferior, arte/entre-
fondo algo de derroche pero, tam- cultura por parte de las élites de la tenimiento. Finalmente, el carácter
bién, más importante aún, una si- clase media alemana apuntaló dife- de la cultura como un espacio de re-
militud inquietante con la labor del rentes “alejamientos”, en un primer tiro y aislamiento sería más o menos
minero: la necesidad de ir al fon- momento frente al mundo corrup- desdibujado con la lógica totalitaria
do del mundo (espiritual). Era un to de la política, desmarcándose así y mercantilista del capitalismo, que
trabajo duro, difícil, no apto para de las clases altas, y, posteriormen- al revitalizar las dinámicas de ascen-
cualquiera, pues “el acceso al sen- te, un alejamiento del mundo or- so social por la vía de los negocios
tido profundo de las cosas presu- dinario y de la vida cotidiana, que y la meritocracia contribuiría a ins-
ponía esfuerzo: tiempo, erudición, más adelante asumiría la forma de trumentalizar abiertamente el capi-

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tal cultural, ya no como un medio actual identidad y eficacia política” Precisamente, en este contexto mu-
de distinción (y un aparente fin en (Sahlins, 2001: 295). chos grupos sociales se volverán au-
sí mismo), sino como la forma para toconscientes de su cultura, además
hacer empresa y posicionarse favo- El ascenso de lo cultural como es- de gestores y promotores de ésta,
rablemente en el sistema productivo trategia política de relativa efectivi- pues “tanto en los recursos cultura-
de la sociedad burguesa. dad debe ser pensado a la luz de los les como en los naturales la gestión
discursos que conciben la posmoder- es cada vez más el nombre del jue-
nidad como la puesta en evidencia de go” (Yúdice, 2008: 14).
La cultura como recurso: la multiplicidad y diversidad históri-
hacia una política y una camente invisibilizada y burdamente “Así, parece que los pueblos —y no
economía de la cultura ocultada por los relatos nacionales. sólo aquellos con poder— desean la
Desde esta perspectiva, posmoder- cultura y a menudo la desean pre-
Una política de la cultura conlleva la nidad es sinónimo de fragmentación, cisamente de la forma delimitada,
culturización de la política. El efecto heterogeneidad, quiebre de las jerar- objetivada, esencializada y eterna,
es una extensión de la cultura en, y quías y las autoridades, descanoniza- que la mayoría de nosotros rechaza-
como acción política.
ción, desmitificación, deconstrucción mos ahora” (Sahlins: 2001: 297). “El
Marshall Sahlins (Harvey, 2004); en suma, debe ser nuevo juego cultural” premia a los
entendida “no como un estilo, sino buenos jugadores, a los más estraté-
El último proceso que quiero re- más bien como una pauta cultural: gicos, y se ha demostrado que una
lievar en esta cartografía, es el uso una concepción que permite la pre- de las mejores cartas en esta con-
estratégico que, contemporánea- sencia y coexistencia de una gama de tienda política es la invocación de “la
mente, muchos grupos sociales están rasgos muy diferentes e incluso su- tradición”, con lo cual la noción de
haciendo de la cultura para acceder bordinados entre sí” (Jameson, 1995: cultura deja de connotar un proce-
a diferentes recursos, con lo cual 16). Dentro de esta “nueva pauta cul- so y tiende hacia la cosificación y la
ésta se torna en un escenario abier- tural”, el lugar central de la cultura lo museificación. Por su parte, con las
tamente político (y económico). El delata el hecho de que muchas ve- nuevas reglas del juego cultural, mu-
contexto histórico en el que se va a ces se piense el posmodernismo so- chos científicos sociales han pasado
gestar un discurso celebratorio de la lamente, o fundamentalmente, como de ser los “descubridores de la cultu-
alteridad y la diferencia cultural es el estética cultural. ra” a los “los árbitros de la tradición y
progresivo vaciamiento de una cul- la autenticidad”, de allí que muchos
tura nacional centrada, compacta y “[…] posmoderno es, a pesar de sostengan que “las llamadas tradicio-
autocontenida, que poco a poco dará todo, el campo de fuerzas en el que nes que los pueblos ostentan no son
paso al reconocimiento y empodera- han de abrirse paso impulsos cultu- más que charlatanería útil. Son ‘tra-
miento relativo de diversas minorías rales de muy diferentes especies (lo diciones inventadas’, fabricadas con
que hacen de la cultura un dispositi- que Raymond Williams ha designa- una mirada política a la situación
vo de agenciamiento, configurándo- do a menudo como formas residua- presente” (Sahlins, 2001: 297).
la, si es preciso, como un conjunto les y emergentes de la producción
de diacríticos sociales, reconocidos cultural)” (Jameson 1995: 20-21). Esta actitud, una suerte de “escep-
y reconocibles, que dialécticamen- Con todos sus matices y claroscuros, ticismo antropológico”, comporta el
te los distinguen, acercándolos mu- el posmodernismo es, al menos des- choque de dos formas diferentes de
tuamente (“nosotros”) y alejándolos de lo discursivo, políticamente co- concebir la cultura. De un lado, se
de los demás (los “otros”). Así: “[…] rrecto en la medida en que pretende sanciona negativamente la condición
la cultura, equiparada con lo tradi- romper con las categorías dicotómi- de cambio, actualización y transmu-
cional, fue cada vez más empleada, cas y las jerarquías, al tiempo que tación propia de las culturas, negán-
en estas circunstancias cambiantes, reivindica el pluralismo y el mul- dole a los sujetos la posibilidad de
como una fuente y como un recur- ticulturalismo, dando lugar a una reinventar sus identidades y sus cul-
so. Esto se entendió como un deter- suerte de “perspectivismo” o, si se turas, algo que de todas formas ter-
minante central y explícito para la quiere, al “relativismo posmoderno”. minan haciendo; además: “El que

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[una tradición] pueda ser reinventa-


da para cada ocasión podría enten-
derse como un signo de vitalidad y no
de decadencia” (Sahlins, 2001: 309).
Por otro lado, hay una evidente pa-
radoja en que la academia condene,
hacia afuera, aquello que premia ha-
cia adentro: la novedad y la renova-
ción. En efecto, bajo la lógica de la
lucha propia del campo académico,
se celebra la aparición de construc-
ciones teóricas y discursivas cada vez
más sofisticadas (y, a veces, franca-
mente esotéricas), para “entender”
y “dar cuenta de” la cultura, sin em-
bargo, se condena a los grupos que se
empoderan de su cultura y por ésta,
poniéndola en escena, y, por qué no,
actuándola8. De esta manera, por
momentos la lectura desde la acade-
mia parece hecha desde una postura
moralista y poco progresista sobre la
cultura y la tradición. Este fenómeno
lleva a Marshall Sahlins a afirmar que

[…] la antropología, siguiendo fotografía de juan manuel bautista f.

un poco los estudios “pos’’, al


sucumbir al “poderío” ha hecho pues nos habla de un proceso his- Si se analiza este fenómeno desde
de la moralidad política tanto el tórico en el que aparecen los dere- una perspectiva no moralista y con-
comienzo como el fin de la sabi- chos políticos, posteriormente los servadora, ¿en verdad sorprende
duría intercultural […]. La nueva derechos sociales y económicos, y, que algunos usen la cultura como el
“crítica cultural” juega a favor o por último, los derechos culturales. medio para mejorar sus condiciones
en contra de las formas culturales
Por supuesto, estos derechos no sólo estructurales y su calidad de vida?,
de las que está hablando, con la
esperanza de tener algún efecto se cruzan y se superponen empírica- ¿o que otros busquen simple y lla-
sobre su existencia. Algo así como mente, sino que en el plano político namente enriquecerse mercantili-
un trabajo misionero (Sahlins, unos se usan (se instrumentalizan) zando su cultura? Lo cierto es que
1991: 303). para la reivindicación de los otros, desde hace tiempo la cultura se con-
sin embargo, lo diciente en este caso virtió en un escenario transaccional y
Finalmente, cabe preguntarse por es cómo los derechos culturales se de intercambio; con la cultura, en la
qué hoy más que nunca parece re- conciben casi como patrimonio ex- cultura y desde la cultura se pueden
dituable la diferencia, o por qué clusivo de determinados grupos so- hacer múltiples transacciones políti-
definirse como un “otro” es tan es- ciales, muchas veces en detrimento cas y económicas, de suyo, “la cul-
tratégico actualmente. Frente a es- del ejercicio de sus otros derechos, tura es políticamente ininteligible
tos cuestionamientos, conviene sobre todo los económicos y socia- a menos de pensarla como inscrip-
referirse al debate sobre los llama- les. Así, suele tratarse de sujetos a ta en (objeto de, atravesada por) un
dos derechos de primera, segunda los que, en la mayoría de contextos, campo de fuerzas en pugna, un cam-
y tercera generación. El orden se- casi que solamente se les reconocen po de poder en el cual lo que se diri-
cuencial es ya bastante elocuente, derechos culturales. me es, en última instancia, el sentido

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Nómadas 35 | octubre de 2011 | universidad central | colombia

de la constitución de las identidades juego en las múltiples discusiones y sentido, como señalé al principio del
colectivas” (Grüner, 2004: 3). debates sobre “cultura” es siempre texto, resulta muy relevante la con-
un problema de valor. Ya sea que se cepción de cultura como proceso que
entienda como proceso o como ob- mira al futuro, pues cuando se elimina
Cultura: usos, jeto cosificado, ya sea como traba- el sentido de proceso y se prioriza el re-
discursos y recursos jo sobre sí mismo o como tradición sultado o el producto, termina por exi-
cosificada y museificada, sello de girse que se encarne (demuestre) una
He analizado tres procesos y tres autenticidad, pureza y valor, toda cultura coherente y ausente de con-
usos históricos divergentes de la noción de cultura hace referencia flictos y contradicciones, con lo cual se
“cultura”: i) la cultura como em- a un conjunto de prácticas, formas está, en nombre de la “conservación”,
presa civilizatoria en el marco de la estético-expresivas o saberes que atacando la cultura como praxis, como
configuración del sistema de domi- desde alguna perspectiva aparecen agencia, como “tradición viva”, que no
nación colonial, ii) la cultura como como “valiosos” para alguien en un como discurso (Bauman, 2002). Hoy,
estrategia de distinción social por momento determinado, de suyo que una de las principales apuestas teóri-
parte de las élites ilustradas y iii) la sea una suerte de imperativo visibi- cas y políticas debe ser reconocer “la
cultura como recurso de reivindica- lizarlos, protegerlos, conservarlos, inventiva de la tradición”, o la tradición
ción política (y económica) para al- promoverlos y capitalizarlos. de la inventiva, y para ello es necesario
gunos grupos sociales minorizados. superar la “noción de culturas rígida-
Con ello, he pretendido demostrar En la medida en que tiene que ver mente delimitadas, separadas, estáti-
que la cultura siempre ha sido fun- con el acceso a diferentes tipos de re- cas, coherentes, uniformes, totalizadas
cional, siempre ha servido para algo cursos (lo que cada grupo pueda juzgar y sistemáticas” (Sahlins, 2001: 300), y
y siempre ha sido usada por alguien, como valioso), está claro que tampo- avanzar hacia nociones elásticas y dúc-
lo que cambia históricamente es el co se puede marcar una ruptura clara tiles que sirvan menos como envase
tipo de recursos que se pueden mo- entre política y cultura, pues eviden- protector y más como una herramien-
vilizar con su reivindicación. Ade- temente la instrumentalidad de la cul- ta para entender para qué nos sirve la
más, he mostrado que lo que está en tura siempre ha sido política. En este cultura hoy.


Notas
1 Uso la expresión bárbaros en un sen- 3 “Cultivar y cultivado pasó a través sus análisis con sus realidades” (Said,
tido cercano al esbozado por Alessan- de la misma extensión metafórica, 1996: 51).
dro Baricco en su sugerente libro Los desde un sentido físico a uno social o 5 “La Modernidad, como mito, justi-
bárbaros. Ensayo sobre la mutación educacional, en el siglo XVII, y fueron
ficará siempre la violencia civilizado-
(2008). palabras especialmente significantes
ra —en el siglo XVI como razón para
2 Norbert Elias también evidencia en el siglo XVIII” (Williams: 1976).
predicar el cristianismo, posterior-
el talante dicotómico y reduccionista 4 “Ni la cultura ni el imperialismo es- mente para propagar la democracia,
que ha enmarcado buena parte de las tán inertes, y así las conexiones entre el mercado libre, etcétera—” (Dussel,
discusiones sobre el lugar de la cultura ellos en tanto que experiencias histó- 1992: 115).
en la vida social y sus tensiones y re- ricas son dinámicas y complejas. Mi
6 “El capital es trabajado acumulado,
laciones con la identidad; así, afirma: principal cometido no es separar sino
“La tendencia creciente a conceptua- vincular, lo cual sobre todo me inte- bien en forma de materia, bien en for-
lizar procesos como si fueran objetos resa por una razón: metodológica y ma interiorizada o incorporada […].
inmutables representa un patrón muy filosóficamente las formas de la cul- La mejor medida para el capital cul-
generalizado de desarrollo conceptual tura son híbridas, mezcladas, impu- tural es indudablemente la duración
que se da en dirección inversa al de la ras, y ha llegado el momento, para el del tiempo dedicado a su obtención.
sociedad” (Elias, 1999: 119). análisis de la cultura, de volver a ligar Es decir, la transformación de capital

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david fernando garcía | breve cartografía de tres usos de la noción de cultura

económico en cultural presupone un satisfactorias de un Estado que les 8 “Traficar con tales distinciones es
gasto de tiempo que resulta posible otorgaba una posición de ciudadanos criticado variadamente como esen-
por la posesión de capital económico” de segunda clase, en comparación cialismo, simplificación, objetivación
(Bourdieu, 2000: 160). con la nobleza privilegiada, y les ne- o rigidez de la cultura. Equivalien-
7 “Para muchos miembros de las gaba el acceso a la mayoría de posi- do a cierta auto parodia, los signos
clases medias alemanas educadas, ciones de liderazgo en el Estado y las de representación también dotan a la
‘cultura’ continuó representando un responsabilidades, el poder y el pres- cultura nativa de eternidad, coheren-
campo de dominio de retiro y de tigio asociados a estas posiciones” cia, unidad y delimitación espurias”
libertad frente a las presiones in- (Elias, 1999: 123). (Sahlins, 1991: 297).


Referencias
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