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lsistemas económicos y ética cristiana

Antes de abordar los problemas concretos le corresponde ala éfica


económica emitir un juicio valorativo sobre el sistema económico en
que aquéllos se en uentran insertos. Este discernimiento global es espe-
cialmente necesalio en el terreno de la economía por la importancia que
desempeña el sistema o la estructura económica en orden a la compren-
sión y valoración de todos y de cada uno de los elementos.
Agrupamos el contenido del capítulo en los ifpartados siguientes:
I. Los sistemas econémicos y la función de la ética.
II. Confrontación "histórica" (y todavía actual) entre el "ca-
pitalismo" y el "colectivismo".
III. Valoración ética del capitalismo hasta Ia "Centesimus an-
nus" (1991).
IV. Postura ética de la "Centesimus annus" ante el capita-
lismo.
V. Hacia una alternativa del orden econémico actual.

Sr
LOS SISTEMAS ECONOMICOS Y LA FUNCION
DE LA ETICA

Uno de los capítulos más importantes, y más complejos, de la ética


económica es el que se refiere a la valoración de los sistemas económi-
cos. Como introducción a esa valoración parece conveniente comenzar
por señalar cuál es la función de la ética en relación
408 MORAL DE ACTITUDES. III MORAL S(N'IAI

1. CRITERIOS ILUMINATIVOS

La función de la ética con relación a los sistemas económicos h:r


de ser fundamentalmente la siguiente: por un lado, hacer un permanento
discernimiento ético de los fundamentos de todo sistema económico; y,
por otro, seguir proponiendo los valores meta-económicos que dan "sen.
tido" y "significación" humana a la actividad económica. Los cristianos
y toda persona de buena voluntad han de influir en la vida económicrr
desde la perspectiva de los fines y de las significaciones globales de lrr
existencia humana al enfrentarse con los sistemas económicos la éticir.
sobre todo si es una ética con referencias religiosas como la cristiana,
ha de tener inicialmente en cuenta las siguientes opciones meto
dológicas:
La ética, y menos la ética cristiana en cuanto "cristiana", no
- propone un sistema económico altemativo a los existentes, yl
que esto cae fuera de su competenciai. Su función es crítico,
prospectiva. Desde el tereno de los "fines" valora los sistemas
existentes y proyecta la imaginación activa y responsable de los
técnicos hacia la configuración real de sistemas más humani
zantes.

La valoración moral de los sistemas económicos ha de hacerso


- teniendo en cuenta que éstos se integran en sistemas u opciones
humanas más amplias. El discernimiento de este trasfondo hu
mano global es el gran cometido de una ética humanista.
La ética no puede "repetir", sin más. valoraciones de otras épo-
- cas sobre los sistemas económicos, ya que éstos adoptan varia-
ciones a veces de gran importancia. La valoración ética, aurlir
cuando tenga en cuenta la tradición moral, ha de formularse
desde y para Ios planteamientos actuales del sistema económico,
con sus "comectivos" y sus variaciones que hacen de él una
"neo-realidad" (neo-capitalismo; neo-colectivismo).

Así entendida, creemos que la reflexión ética puede ofrecer una


notable aportación a la discusión sobre los sistemas económicos. Es
cierto que los sistemas económicos no caerán, como las murallas de
Jericó, por ia fuerza de las trompetas de los moralistas t. Sin embargo,
también es cierto que los sistemas económicos en última instancia se
apoyan en opciones humanas globales, es decir, en creencias éticas.

' Cf. J. L. GurlÉnnez, Sistemas: Conceptos fundamentales en Ia Doctrina Social


de la lglesia (Madrid, 1971) IV. 238-240.
' W. S<rNre,\nr, El burgués (Madri<l, 1972) 366-361 .
,I" I I,MAS ECONOMICOS Y ETICA CRISTIANA 409

'\lrola bien, si la humanidad da un viraje en sus creencias éticas también


l' 111¡¡¡, en el planteamiento del sistema económico.

, RENUNCIA A "TERCERAS VÍAS''

.luan Pablo II afirmó tajantemente en la encíclica "Sollicitudo rei


,,ot'itlis": "La doctrina social de la lglesia no es una 'tercera vía' entre
e I capitalismo liberal y el colectivismo marxista, y ni siquiera una po-
sible alternativa a otras soluciones menos contrapuestas radicalmente"
trr.4l).
Más recientemente, y en relación directa a los sistemas económicos,
lrir vuelto a afirmar que no pertenece ala ética cristiana proponer mo-
rlelos económicos alternativos a los existentes: "La Iglesia no tiene
nrodelos para proponer. Los modelos reales y verdaderamente eficaces
¡rrrcden nacer solamente de las diversas situaciones históricas, gracias al
t'sl'uerzo de todos los responsables que afronten los problemas concretos
t'n todos sus aspectos sociales, económicos, políticos y culturales que se
lclacionan entre sí"3.
A partir de esas afirmaciones es preciso reconocer la incoherencia
tlc algunas propuestas que han aparecido en los tratadistas de la Doctri-
rra social católica.

No es raro encontrar entre los comentaristas de las encíclicas socia-


les la tendencia a esbozar un "orden social cristiano" con las orientacio-
nes del magisterio. Calvez-Perrin, aunque reconocen que la Iglesia no
¡rretende tener ninguna competencia respecto a la veftiente técnica de las
cuestiones económicas, describen el ideal de un "proyecto social" cris-
tiano de signo corporativista y asociacionista basado en los valores de
la comunidad y de la responsabilidada. Esta tendencia, seguida por
bastantes autores, a proponer un ideal de orden económico cristiano
suele dar por resultado la formulación de un sistema híbrido y difícil-
rnente verificable.

Otros autores adoptan una solución todavía más comprometida:


construyen un sistema altemativo a los modelos capitalista y colectivis-
ta. Tal parece ser la postura de Utzs, quien, después de criticar las bases
de las "terceras vías" propuestas por el capitalismo (la economía social

3
Centesimus annus, n. 43.
o
J.-Y. C¡r-vpz-J. Pnnnn, Iglesia y sociedad económica (Bilbao, 1965) 537-574.
A. Utz, Entre neoliberalismo y neomarxismo. Filosofía de una vía media
s
(Barcelona, 1977).
410 MoRAL DE ACTITUDES. rlr MoRAL so(,t^t

de mercado) y por el colectivismo (la economía de mercado planif icl


da), propone como solución una tercera vía basada "en el pensamieltto
social personalista y cuyos principios básicos los constituye el recono
cimiento del imperativo del bien común; de la prioridad del intertis
individual en el orden de la actividad, y de un orden de competencia"".
Es justo reconocer, como lo hace el mismo Utz, que la solución plo
puesta está del lado de "la organización social de la economía de merca
do, pero con premisas filosóficas muy diferentes de las que habi
tualmente utilizan para justificarse la economía de mercado la así
llamada organización social de la economía de mercado"T.
Una tercera tendencia consiste en analizar qué sistemas pueden scr'
asumidos y cuáles deben ser rechazados desde la aceptación explícita dc
los valores cristianos. Este es el planteamiento en que se coloca Woga-
man8. De los cinco sistemas económicos expuestos y constatados en cl
mundo actual, Wogaman rechaza como contrarios a los presupuestos
cristianos los modelos del liberalismo económico y del colectivisnrt¡
marxista. Los tres restantes (economía social de mercado, socialismo
democrático y conservadurismo económico) pueden ser asumidos desdc
la fe cristiana, aunque la inclinación de Wogaman es hacia el socialisnut
democráticoe. Los cristianos pueden apoyar los tres sistemas, aunquc
han de estar atentos a la evolución de los mismos: su mayor o menor
valía será jtzgada por las posibilidades que de hecho tenga cada uncr
para solucionar los problemas humanos de la realidad económica.
Por nuestra parte, seguimos creyendo que no corresponde a la ética
menos a 7a ética cristiana- proponer un modelo económico con-
-y
creto; la competencia de la ética está en el reino de los "fines" y no en
el de Ia instrumentalizacíón técnica de los medios. Por otra parte, no
juzgamos oportuno que la ética se incline positivamente por un sistema
económico determinado, dadas las imperfecciones que actualmente to-
dos poseen; sí puede y debe destacar negativamente aquellos sistemas
económicos que contradicen en sus planteamientos estructurales los
valores humanos: tal es el caso del capitalismo y del colectivismo, según
señalaré más adelante.

6
La exposición de esta "tercera vía" se puede ver en las pp. 137-114,181-186.
1
tbíd., t5-16.
8
J. PH. Wocor,allN, Christians and the Great Economic Debate (Londres, 1977).
e
lbíd.. 158.
SI§TEMAS ECONOMICOS Y ETICA CRISTIANA 411

ORIENTACIONES CONCRETAS

Teniendo en cuenta

No todos los sistemas económicos son igualmente morales o


- inmorales. No podemos dejar de expresar la preferencia por el
sistema de la "tercera vía socialista" antes que por la economía
colectivizada, y por el sistema de una economía social de mer-
cado antes que por el liberalismo económico.
No hay que negar impo4ancia ni dejar de propiciar todos aque-
- llos "correctivos" que-, introducidos en un sistema es-
tructuralmente injusto, ayudan a convertir en más humana la
economía.
Tampoco conviene olvidar que no siempre se puede cambiar de
- una manera fácil la estructura económica; hay que admitir las
reformas a corto y a medio plazo, con tal de que se tenga claro
y operante el principio de transformación estructural cuando una
situación económica es considerada radicalmente injusta.

A la luz de las anotaciones anteriores es como se formula a conti-


nuación la valoración moral de los sistemas económicos.

tr
CONFRONTACION "HISTORICA" (Y TODAVIA ACTUAL)
ENTRE EL "CAPITALISMO'' Y EL "COLECTIVISMO"

I. PLANTEAMIENTO

Para algunos la confrontación entre capitalismo y colectivismo es


una discusión histórica e ideológica;
Histórica, porque después de los acontecimientos de 1989 en los
- países de Europa central (caída del socialismo real) y de 1991 en
la URSS (desaparición de la Unión Soviética y paso a la econo-
mía de mercado en los países que la componían) la discusión
sobre capitalismo y colectivismo carece de actualidad.
Ideológica, ya qve, según esos mismos pensadores, la realidad
- viene denotando desde hace años: 1) que el único modelo eco-
nómico que funciona es el modelo capitalista; 2) que el modelo
412 MoRAL DE ACTITUDES. rrr MoRAL so(.t^t

socialista no es capaz de solucionar los problemas económico!


de las naciones y del mundo en general.

Sin negar validez a esta postura, conviene no obstante señalar talt


bién lo siguiente:
En algunos países del mundo todavía sigue funcionando cl
- modelo colectivista. Por eso mismo, ha de ser tenido en cuenlit
y considerado por el momento.
Pero, sobre todo, la confrontación entre capitalismo y colectivis.
- mo puede seguir teniendo una funcionalidad teórica, en el sen-
tido de buscar y proponer "altemativas" al modelo hegemónico
capitalista. Esta confrontación deja de ser "ideológica" cuanctr
ayuda a comprender mejor la realidad y a proponer solucioncs
más ajustadas al ideal del proyecto humano.

Pensando en esta funcionalidad positiva aportamos a continuación


un conjunto de referencias para comprender mejor el significado de los
sistemas económicos y la debilidad que todos ellos poseen, incluido el
sistema económico capitalista.

2. EL SISTEMA ECONOMICO EN CUANTO "CONSTRUCTO TEORICO"


Y EN CUANTO MODO DE ORGANIZAR LA ECONOMIAlO

Cuando se habla de "sistema económico" se alude a un determinado


tipo de organización de la economía. Esta organización depende del
esquema estructural que sirve de trama para integrar y conformar las
relaciones nacidas de la economía.
Por definición, el sistema económico pertenece a la categoría de
"modelo" o "esquema". Con él se pretende captar la realidad reducién-
dola a sus elementos estructurales o esquemáticos. Ahora bien, la rea-
lidad económica es tan rica y tan compleja que no puede ser aprehen-
dida en los cuadros rígidos de un esquema. Conviene tener en cuenta

'o R. GoNreno, Historia de las doctrinas económicas (Madrid, 1964); G. N.


HALM, Sistemas económicos (Madrid, 1964); E. Hsrr4eNN, Teoría social de los sis-
temas económicos (Madrid, 1968); R. Tamures, Estt-uctura económica internacional
(Madrid, 1970); W. J. B¡nsBn, Historia del pensamiento económico (Madrid, l97l);
M. Mor-rNr, Capitalismo y socialismo (Madrid, 1984); V. Ro»nÍourz C¡seno, Orí-
genes del capitalismo contemporáneo (Madrid, 1981); E. BoNo-J. M. JonoAN, Brevc
nota bibliográfica sobre sistemas económicos: Iglesia Viva, n. I l0-l I 1 (1984) 235-
240: l. M. JonoÁN, Tres grandes doctrinas político-económicas: el liberalismo, lu
socialdemocracia y el socialismo: Iglesia Viva, n. 110-lll (1984) lll-125.
SISTEMAS ECONOMICOS Y ETICA CRISTIANA 4I3

csta anotación para interpretar en su justo valor las afirmaciones éticas


sobre los sistemas económicos. La realidad no es el sistema económico,
aunque éste es un esquema de la realidad y en cuanto asumido por la
menie humana ayuda a comprender la lógica interna de la actividad
cconómica. La valoración moral de los sistemas económicos es una
valoración de la realidad económica, peto en y desde sus elementos
estructurales o esquemáticos.

¿Cómo se describe o se construye un sistema económico? Se ha


hecho doctrina vigente la explicación dada por Sombart; todo sistema
económico se compone de tres elementos:
espíritu: conjunto de motivaciones predominantes en la actividad
- económica;
conjunto de factores socio-jurídicos que encuadran y
- forma:
orientan institucionalmente la actividad económica;
slasfqnsiq: técnica o conjunto de procedimientos mediante los
- cuales se obtienen y se transforman los bienes económicos.

La identificación histórica de los sistemas económicos no es unáni-


me entre los autores, ni siquiera cuando reducen su análisis al horizonte
de la economía occidental. La interpretación marxista, preocupada por
hacer la crítica "científico-revolucionaria" del capitalismo, orienta la
descripción por los sistemas económicos de esclavitud, servidumbre,
etc. La interpretación no-marxista se fija más en las estructuras econó-
micas en cuánto tales y habla de la economía feudal, artesanal, mercan-
tilista, etc.

La identificación de los sistemas actualmente vigentes tampoco es


unánime. Las razones son obvias. En primer lugar, no existe un sistema
económico puro; hay interferencias de unos con otros: elementos de
signo "capitálista" se encuentran en regímenes oficialmente colectivistas
y iactores de "planificación" funcionan dentro de regímenes oficialmen-
ie liberales. Eñ segundo lugar, los sistemas evolucionan aun dentro de
la atenencia a un conjunto de fidelidades básicas; no es lo mismo el
liberalismo económico del siglo XIX que el régimen actual de economía
social de mercado. En tercer lugar, junto a sistemas económicos evolu-
cionados perduran regímenes de carácter arcaico que condicionan la
forma de vida de ciertos grupos humanos.
El economista Samuelson considera que los problemas básicos de la
organización económica se reducen a e§tas preguntas:
¿,Qué bienes se van a producir y en qué cantidad?
-
414 MORAL DE ACTITUDES. III MORAL SO('IAI

¿Cómo se van a producir?


-
¿Para quién se van a producir?lr.
-
Según el modo como se solucionen estas preguntas así nacerá cl
sistema económico correspondiente: sistema económico primitivo, si lls
soluciona la costumbre; socialismo, si las soluciona la autoridad; ca¡ri
talismo, si las soluciona el sistema de precios.
Pigou12 encuentra la diferencia entre capitalismo y socialismo acu
diendo a otro criterio: la separación o no entre la propiedad de los biencs
de producción y los trabajadores que los manejan. El mismo criterio
adopta Tamames, pero constatando el régimen de propiedad privada o
de propiedad socialista en las Constituciones de dos potencias econórni-
cas históricas, Estados Unidos y URSS'3.
Acudiendo a estos o a otros criterios, se puede llegar a la conclusión
de que "lo primero que se advierte al abordar el tema de los sistemas
económicos es la existencia de dos polos dentro de su variedad. Esos
extremos son el capitalismo y el socialismo para los cuales por lo ge-
neral, se toman como ejemplo la economía norteamericana y la econo-
mía soviética, respectivamente" 14.
Por nuestra parte el criterio de distinción lo ponemos en dos pilares
fundamentales: la forma de propiedad de los medios de producción (ca-
pitalista o colectivista) y la forma de planificación de necesidades y de
bienes (mercado o control estatal). Las variantes de estos dos grandes
sistemas han de ser tenidas en cuenta, pero sabiendo que al hablar de
"terceras vías" del neo-liberalismo (neocapitalismo) y del neo-marxismo
(neo-socialismo) "se permanece prisionero del modelo económico y en
rs.
é1 exclusivamente interesado"

Por razones de claridad damos a cada uno de los modelos el término


siguiente capitalismo para el sistema basado en la propiedad privada
"capitalista" de los medios de producción y en la planificación de las
necesidades y de su correspondiente satisfacción económica por el con-
trol del comercio llbre; colectit'ismo (y no socialismo) para el sistema
basado en la propiedad pública "colectivista" de los medios de produc-
ción y en la planificación de las necesidades y de su correspondiente
satisfacción económica por el control del poder estatal.

" P. A. SnuuplsoN, Cr¡lo de economía ntoderno (Madrid, 1970) 15-18


'' A. C. Prccru, Socialism versus Capitalism, reimpr. (Londres, 1960) l.
" R. TevNr¿es, Estructura económico interndcional (Madrid, 19707) 35.
'o lbíd., 32.
't A. Urz, Entre neoliberalismo y neomarxismo (Barcelona, 1917) 12.
.tl!i II1MAS ECONOMICOS Y ETICA CRISTIANA 415

t NOTAS DESCRIPTIVAS DEL CAPITALISMO

llajo la etiqueta de capitalismo se encierran varias formas históricas


t' ttt tuales de organizar la economía. Entre las históricas conviene recor-
rlru cl "liberalismo económico" del siglo XIX con sus variantes locales y
trrrr¡rrrrales. La "economía de mercado" caracteriza a todas las formas
¡rclrr¿rles del capitalismo, aunque las concreciones dan lugar a variantes
rulx)rtantes debido a la mayor o menor insistencia en la planificación o
l¡r lilrcrtad, en los aspectos sociales o en los individuos, etc. Se puede ha-
lrl¡rl de un "neocapitalismo", que conserva rasgos esenciales del capitalis-
rrro lradicional aunque haya introducido variaciones importantes en él 16.

E,l capitalismo, a pesar de sus variantes históricas y actuales tiene


u¡it unidad de identfficación. "El capitalismo es una realidad representa
ura época"". Existe una "revolución capitalista"rs, entendidá como
t lrnbio cualitativo en la manera de vivir y de entender la actividad
cconómica. El significado histórico y humano de esta revolución, por la
r¡rrc todavía muchos países se orientan, se encuentra suficientemente
cstudiado. Su sello occidental, su génesis y desarrollo desde el final de
l¡r Edad Media hasta el momento actual, su correlación con el cristianis-
nro (en sus variantes católica y protestante), su "espíritu" en cuanto
crlnfiguración de un tipo humano especial, sus raíces biológico-cultura-
lcs, sus "milagros" de elevación económica y su "infiemo" de miseria
y cxplotación, sus posibilidades de viabilidad futura: son otros tantos
rspectos en que ha sido analizado el fenómeno económico-social del
(:lrpitalismo.

Los rasgos esenciales de la estructura económica capitalista pueden


scr expresados de varios modos. Aunque la exposición resulte un tanto
r:squemática, exponemos esos rasgos esenciales a través de la estructura

ro
R. ALnsnu-R. Bel»1, La Iglesia en la sociedad neocapitalista: Iglesia Viva,
n. (¡7168 (1977) 8. "81 neocapitalismo ha conservado desde e1 punto de vista econó-
rrrico, los siguientes rasgos heredados del capitalismo tradicional:
l.Apropiación privada mayoritaria de los medios de producción, cualquiera
(lue sea la forma jurídica de que se revista. Pero esta apropiacion es capitalista, es
rlccir, va acompañada de una separación de los trabajadores respecto de aquéllos. De
ella se deriva una tendencia estructural a la explotación y la dominación.
2.Búsqueda prevalente del interés particular sobre el común que se manifiesta
cn [a tendencia a la maximación del beneficio (y su apropiación privada), Ia expan-
sión de la empresa, el prestigio social, etc.
3.Regulación parcial de la economía por el mercado; lucha a través de una
competencia que se desarrolla a nivel distinto y bajo formas diferentes a las del siglo
xIX".
"18 P. Brco, Doctrina Social de la lglesia (Barcelona, 1967) 125.
H. Gorrwrrzux, La revolución capitalista (Salamanca, 1977).
416 MoRAL DE ACTITUDES. III MoRAL so('r^r

que Sombart descubrió en todo sistema económico ("espíritu", "forma".


"sustancia"):
. El espíritu de la actividad económica se encuentra en la obtencir'rrr
del máximo beneficio. A partir de esta orientación básica la mentalitlatl
capitalista posee tres rasgos o notas típicas:
a) Espíritu de lucro; es decir, deseo de obtener ganancias crc
cientes.
b) Espíritu de competencia, exacerbado por un fuerte indivi
dualismo. Esto provoca la rivalidad o lucha entre los individuos
para conseguir las mayores ganancias posibles y hace tendcr
siempre hacia el monopolio, que representa el máximo de liber-
tad propia y el máximo de limitación ajena.
c) Espíritu de racionalización; es decir, apreciar todas las cosas
basándose en cálculos efectuados en tétminos de rendimientos
y costes.

. l-a formn, es decir, la organización social y jurídica, del capi-


talismo se compone de los siguientes elementos:
a) Propiedad privada de los medios de producción.
b) Consideración del trabajo como una mercancía, ofrecida y de-
mandada, cuyo precio es el salario. El trabajador ----en teoría o
en el plano de las libertades formales- dispone libremente de
sus fuerzas y se emplea donde le parece más oportuno, de acuer-
do con su preparación, deseos y remuneración.
c) El papel central del sistema lo desempeña el empresario. A éste
corresponde combinar, a través del mercado, los distintos fac-
tores de la producción. También corresponde al empresario
efectuar la distribución de los resultados de su actividad: salario
al trabajo, intereses al capital, beneficios a él mismo.
d) El papel del Estado, más o menos intervencionista según las
formas de capitalismo, no elimina la libertad de los individuos.

. l-a técnica es muy progresiva, en constante superación. Domina


cada vez más el maquinismo y la industrializacíón.
Elsistema económico capitalista depende de, y al mismo tiempo
tn sistema ideológico correlativo, que puede ser considerado
origina,
como "los fundamentos fitosóficos de la economía de mercado"le. Esta
te
U¡2, o. c., 35-39.
IiI§'IIIMAS ECONOMICOS Y ENCA CRISTIANA 4I7

('osmovisión se compone de los siguientes elementos: prioridad valora-


liva de la libertad individual; consideración de la justicia en clave de
«¡uidad inter-individual (usticia conmutativa); sanción filosófica y ju-
r'Ídica de la propiedad privada; aceptación del mercado como el instru-
nrcnto más apto para lograr el equilibrio económico; utilización de la
cconomía para ejercer el poder (social, político). El sistema económico
cupitalista tiene su correlato en la política y en la cultura capitalistas.

,t. RASGOS DESCRIPTIVOS DEL COLECTIVISMO

Aunque existen formas cplectivistas alejadas de los presupuestos


rrtarxistas, como es el caso de algunas experiencias africanas, y aunque
pcrsisten propuestas de comunismo utópico, sin embargo, la economía
"planificada", en cuanto polo contrapuesto a la economía "libre", tiene
su lugar apropiado en el horizonte señalado por el comunismo marxista.
Iin algunos casos este comunismo marxista esfuvo marcado por el leni-
rtismo, en otros por el maoísmo, y en ofros buscó presentarse con "rostro
humano" (tal es el caso de la economía del checo O. Osik, y la "vía
yugoslava").
Reduciendo a descripción tipológica los rasgos del colectivismo
podemos hacer la siguiente exposición siguiendo el esquema propuesto
por Sombart para describir todo sistema económico ("espíritu", "forma",
"sustancia"):
H. espíritu del colectivismo nace del deseo de contrarrestar y
- remediar las fluctuaciones económicas, peculiares del ca-
pitalismo, así como las diferencias sociales y económicas que
dicho sistema provoca. En consecuencia, el colectivismo preten*
de conseguir un nivel estable de actuación para poder así satis-
facer los deseos de los individuos, sin que las decisiones econó-
micas de producción sean adoptadas por la iniciativa privada que
se mueve siempre por el afán de lucro.
La forma del colectivismo se caracteriza por la propiedad colec-
- tivista de los medios de producción. Respecto a los bienes de
consumo se admite la parcial o total propiedad privada. En este
punto, sin embargo, hay que tener en cuenta que se dan variantes
notables: es distinta la forma del sistema "colectivista centrali-
zado" a través de los "planes económicos" y la forma yugoslava
de autogestión o de "colectivismo descentralizado".
La técnica del colectivismo se encuentra no menos desarrollada
- que en el régimen capitalista.

14. MORAL SOCTAL flt.


4t8 MORAL DE ACTITUDES. III MORAL SOCIAI

El sistema económico colectivista, lo mismo que el capitalismo.


trata de apoyar y de ser apoyado por un sistema ideológico correlati,t¡.
en el que prevalecen los valores de la igualdad, de la totalidad, de la
justicia, etc.'0. Es imposible entender o valorar el colectivismo econó-
mico si no se tiene en cuenta la cosmovisión marxista-comunista en que
se justifica.

5. ¿QUE QUEDA DE LA CONFRONTACION ENTRE CAPITALISMO


Y COLECTIVISMO?,1

Antes de contestar directamente a esta pregunta conviene recordar


algunos datos relacionados con esa confrontación.
En primer lugar, antes de la experiencia iniciada en la URSS en
l9l1 la confrontación quedó prácticamente reducida al terreno teórico.
Como dice Tamames, "esta conf¡ontación es históricamente reciente,
pues, como afirma George Halm, antes de la primera guera mundial, no
hubiera podido escribirse una obra sobre sistemas económicos compa-
rados. Por entonces el único sistema de funcionamiento efectivo era el
capitalismo. Naturalmente, había diferencias en el grado de desarrollo,
y los vestigios de feudalismo en muchos países eran todavía importan-
tes. Pero en una visión mundial, el capitalismo era el sistema absoluta-
mente predominante. No obstante, es preciso señalar que por entonces
ya habían visto la luz trabajos comparativos de capitalismo y socialismo.
Pero las características de este último frente al primero no se habían
podido exponer sino teóricamente, puesto que hasta l9l7 en ningún país
se intentó realmente la construcción del nuevo sistema, de un sistema
socialista. No es extraño, pues, que estos estudios se polarizasen en la

IJrz, o. c., 81-87, 89-123.


'o
J. Pn. Wocevau, Chri.stians and the Great Economic Debate (Londres, 1977);
''
E. MrxeN¡Bz Uneña, .E/ mito del cristianismo socialista (Madrid, 1981); Io" E/
neoclericlismo de izquierdas (Madrid, 1984); R. Alsnn»1, Juicio cristiano sobre el
capitalismo'. La identidad cristiana en el compromiso social (Madrid, 1982) 47'62;
R. Bslne. El fi'aude del cristianismo capitalista: Iglesia Viva, n. 99 (1982) 185-198;
J. l. GoNzÁtuz-Feus, E/ engaño de un capitalismo aceptable (Santande¡, 1983);
VARros, Economías y futuro del hombre: Iglesia Viva, n. 110-111 (1984); N. Merm,
Socialismo y capitalismo en la doctrina socíal de los Papas: Concilium, n. 239
(1991) 201-214; J.-Y. Cer.l'oz, La enseñanza social de la Iglesia (Barcelona, 1991)
c. 15: "Los sistemas económicos"; L. Pentcnr, ¿Exisf.e una alternativa al capita-
lismo?'. Sistema, n. 106 (1992) 61-69; Venros, Kirche und Marktwirtschaf: Die Neue
Ordnung 46 (1992), n. 3; Ventos, Symposium on Markets aruL Equality under Ca-
pitalism and Socialism: Ethics 102 (1992), n. 3; Venros, El neoliberalismo en cues-
rión (Santander,1993); R. RnrcóN, Los sistemas económicos'. A. A. CueonóN, Ma-
nual de Doctrina Social de la Iglesia (Madrid, 1993) 58'1-611.
IiIIi'ITIMAS ECONOMICOS Y ETICA CRISTIANA 4I9

(:rítica del capitalismo, sin entrar apenas en el teffeno de las proposicio-


ncs concretas sobre la construcción del socialismo. Este fue el propio
r'tso del análisis de Marx, que constituye fundamentalmente una teoría
rlcl desarrollo capitalista, donde el capitalismo se condena como sistema
crr favor del socialismo, pero sin dedicar un espacio extenso a vislum-
hrar cómo podría desenvolverse este último"22.
Con la implantación de la economía colecfivizada en la URSS se
pasó de la confrontación teórica a la confrontación real entre capitalis-
rno y colectivismo durante unos setenta años, si bien en algunos países
(pequeños, como Cuba, y grandes, como China) todavía perdura ese
tluelo. Hay que reconocer la victoria del capitalismo sobre el colectivis-
mo en el terreno de la,realidad histórica. El fracaso del "socialismó real"
ha sido evidente; todávía más evidente, al pasarse esos países a la eco-
nomía de mercado.
Durante la etapa de confrontación real entre el capitalismo (de signo
norteamericano) y el colectivismo (de orientación soviética) asistimos a
otro tipo de confrontación: la confrontación teórica. Las discusiones
sobre la mejor funcionalidad económica y humana del capitalismo y del
colectivismo fueron apasionadas y, en ocasiones, implicaron de lleno las
opciones cristianas23. Tanto es así que surgieron:
grupos de cristianos abiertamente confesantes a favor del colec-
- tivismo: "cristianos por el socialismo";
y gfupos de cristianos, aunque no abiertamente sí de hecho,
- justificantes del capitalismo: "cristianos por el capitalismo".

La misma Doctrina social de la Iglesia entró en la confrontación.


Según veremos más adelante, se mostró muy crítica ante el capitalismo
y sus realizaciones. Por lo que respecta al colectivismo, su condena ha
sido clara y tajante: León XIII en la encíclica "Rerum novarum", Pío XI
en la "Quadragesimo anno", Juan XXIII en la "Mater et Magistra",
Pablo Vtr, el Concilio Vaticano II, y Juan Pablo II.
Pablo VI, al hablar de la planificación económica, pide que en la
programación se tengan en cuenta las iniciativas privadas y los cuerpos
intermedios: "evitarán así el riesgo de una colectivización integral o de

22
o. c., 32.
T,lrnmrnms,
23
Recuérdese la confrontación entre E. MsNÉN»nz Unsñe, E/ mito del cristianis-
mo socialista (Madrid, 1981) y El neoclericalismo de izquierdas (Madrid, l98a), y
J. I. GoNzÁrBz F.q.us, E/ engaño de un capitalismo aceptable (Santander, 1983). Ver
las reflexiones más desapasionadas de F. Górr,I¡z Ceru,cuo, Capitalismo versus so-
cialismo. Arultlisis de una controv¿rsi¿: Miscelánea Comillas 44 (1986) 463-483.
420 MoRAL DE ACTTTuDES. rrr MoRAL so(.t^t

una planificación arbitraria que, al negar la libertad, excluiría el ejerci


cio de los derechos fundamentales de la persona humana"2a.
EI Concilio Vaticano II hace veladas alusiones a la economía colec
tivista, en varios pasajes de la constitución pastoral Gaudium et Spes)',
Constata la impregnación de "cierto espíritu economista en casi toda lu
vida personal y social tanto en las naciones de economía colectivizatlu
como en las otras" 26. Al hablar del control del desarrollo económic().
afirma: "No se puede confiar el desarrollo ni al solo proceso casi mo-
cánico de Ia acción económica de los individuos ni a la sola decisión clc
la autoridad pública. Por este motivo hay que calificar de falsas tanto las
doctrinas que se oponen a las reformas indispensables en nombre de una
falsa libertad como las que sacrifican los derechos fundamentales de la
persona y_de los grupos en aras de la organización colectiva de la pro-
ducción" 27.
Juan Pablo II ha hecho una crítica profunda al sistema económico
colectivista en la encíclica "Laborem exercens": "Hay que tener presente
que la simple sustracción de esos medios de producción (el capital) de
las manos de sus propietarios privados, no es suficiente para socializarlos
de modo satisfactorio. Los medios de producción dejan de ser propiedad
de un determinado grupo social, o sea de propietarios privados, para pa-
sar a ser propiedad de la sociedad organizada, quedando sometidos a la
administración y al control directo de otro grupo de personas, es decir, de
aquellas que, aunque no tengan su propiedad por más que ejerzan el po-
der dentro de la sociedad, disponen de ellos a escala de la entera econo-
mía nacional, o bien de la economía local" (n. l4).
Lo llamativo en la Doctrina social de la Iglesia no es la crítica al
capitalismo ni la condena del colectivismo, sino la equiparación de uno
y otro sistema en la crítica y en la condena. Es cierto que esta equipa-
ración no es afirmada tajantemente en todos los documentos. Pero no es
menos cierlo que en un documento de tanta trascendencia como la en-
cíclica "Sollicitudo rei socialis" aparece expresada con claridad. Afirma
Juan Pablo II: "La doctrina social de la Iglesia asume una actitud crítica
tanto ante el capitalismo liberal como ante el colectivismo" (n. 2l). Esta
afirmación se basa, como "en una de las razones" (1o cual supone que
existen otras), en el tipo de relaciones intemacionales que generan ambos
sistemas. Desde esa equiparación en la valoración crítica es fácil enten-
der el que Juan Pablo II haga la siguiente pregunta por igual a los dos

2a
Populorum progressio, n- 33.
2s
Gaudium et Spes, nn. 63, 65, 7l
'u lbíd., 63.
'7 lbíd., 65.
SISTEMAS ECONOMICOS Y ETICA CRISTIANA 42I

sistemas: "¿de qué manera o en qué medida estos dos sistemas son
susceptibles de transformaciones y capaces de ponerse al día, de modo
t¡ue favorezcan o promueven un desarrollo verdadero e integral del
lrombre y de los pueblos en la sociedad actual?" (n. 2l)
Por último, hay que recordar que la confrontación del capitalismo y
del colectivismo ha tenido un planteamiento esperanzador y hasta me-
siánico en bastantes economistas y teólogos del III Mundo. Baste recor-
dar la opción socialista propiciada y-justificada dentro de algunos plan-
tcamientos de la "ética liberación"'o.
Después de haber rememorado algunos aspectos importantes en la
confrontación reciente entre el capitalismo y el colectivismo retomamos
la pregunta: ¿qué queda de esa confrontación después de la caída del
socialismo real en Europa central y oriental? A mi manera de ver, per-
manece lo siguiente:
lA posibilidad teórica de seguir discutiendo sobre las distintas
- opciones a la hora de preferir un sistema económico u otro.
lA aftrmación de los valores que vehiculaba el socialismo real
- y que, por razones que hay que someter a análisis, no fue capaz
de realizar.
La crítica a la inhumanidad del capitalismo (histórico y actual),
- aunque en la confrontación "real" con el colectivismo haya sa-
lido ganador. La victoria no subsana, de por sí, las injusticias.
La presencia operante de la utopía que da cauce expresivo a las
- expectativas mesiánicas de los pobres (en general del III y del
IV Mundo) y que ha de concretarse en mediaciones éticas his-
tóricamente posibles y socialmente funcionales.

A la luz de las consideraciones precedentes es como me propongo


seguir reflexionando sobre la dimensión ética del capitalismo. Lo hago
a continuación en dos apartados divididos por los acontecimientos de
1989 y l99l y por la encíclica "Centesimus annus".

28
Tal ha sido 1a postura adoptada por el economista, filósofo y teólogo F. J.
Hwr¡leuuenr. Recordar, de su abundante producción, las siguientes obras: Las
armas ideológicas de la muerte (San José, 1977); Democracia y Totalitarismo (San
José, 1987); Teología del mercado total (La Paz, 1989). El puesto relevante de
Hinkelammert dentro de los planteamientos de la Teología de la Liberación es
reconocido; cfr. P. RtcHlRo, Literatura teológica de América Latina; Concilium 24
(1988) n. 219, p.281; J. op SeNr.r ANa, Teología latinoamericana: Ibíd., p. 241.
III
VALORACION ETICA DEI, CAPITALISMo
HASTA LA 'CUNI'¡]SIMUS ANNI]S" (T991)

En esle apa( do pretendo recordar la vrk)r¡ciírlélic¡ qr¡e hizo dol


crpilalisoro la docuina social católica h¡sta la cnciclica "Ceolesiour
arnus.'(1991),cuy¿ publicación coincñe con I¿ c^ída dcl "socialisnn)
rc.rl" y la apcÍura de los paises de linofa ccntml y odcntal a la cco-
nomítr dc ¡¡crc¿do. Ln valorrción lue glohalnrente ncgrtiva. PcÍ) denln)
dc cs¡ ¡ploxi¡DrcióLr crílica se deslacnn diversos tipos dc (lisoulso quo
cs ncccs.r() rccogcr dc rodo disliúo. De hí que se scñ!l¡rr a oonlinua-
cnin lres lir.m$ dc v{kn¡rci(h dcl capil lisrno.

v^r,(n¡Acll)N Hts t\r (t)-PRA(iMA lta^


li !uloütci(in hisl(irico-t)mgmlílic¡ co snlcrtr cl clpil¿rlisnio por sus
iiu(()s cn uD delcnnin{do nror)renlo hirór'i¡Jo- Dcsdc csl¿r pcrspcclivA! cl
crLpilAlisnm cs anrbivllcnlo. Nfl(lie plrede negL¡r lrs rporl¿rcioDcs hcchrs
por l ccorxnníI dc signo crpil lislri rqücllos quc quicrun a(lop(¡r un
poslul.l poriliva y husla di.i cntusilsrno unlc cl crpilrrlisnro licncn,noli-
vos cn dondc.iurilicrrLr. ltr)s l(,g(,s cror(t¡rricos h n snk,, cn compr-
rtlci(fi con cl pls rulcriu'os (lc ir hislori¡ hr¡run¡, Iirncrnrcntc Asom-
brosos. Esl(, cs t(,dflví ¡rÍs ciclro si jrnlo con cl cltpilrlisrno cnlm cr1
la ,nisltr val(,r cn,Il ol rv ¡ruc illduslrirl y réooi0o. I'}rblo Vl puso ¿c

'Si cs vs(l lúoquc un cicrr,,.¡Dihli$no hr sdo Lxcrrrrdenn $


ñLrii )iconrs. rlc lo¡rsll(¡s y lurh¡s lixli0l.lxr, .ulos cl..l(N durnn k{trví¡,
sÚíi r¡Lsro quc sú ¡lributcr¿r r l¡ itulNlrirlizx.nfi misnn os mrLor quc son
¡.hi(lr)s rl núl¡sld sisrcmr qu. li
x.otrrpuñ¡. Por cl conlruri(¡, cs.iuslo rcco-
nocü h rDorhcnnr l rmplM¡blc dc Lr orlrn zx(i(nr dcl lrrlrt¡¡) y (lcL Uo-
grtn) in¡trsnirl i Ll obrr (lc d.s rclkr'']'.

Pe,'olunto a las l ces cs necesari(¡ cokurr las sonbr¡s. E¡r co¡oc


erpresión de SorDb rt, iunto ¿ los lnilasros" es ncccs¡r() rccod¡r cl
''nrfienro'del c pitalisno. ¡'ar¿ señ,rlar las somhr.rs dcl sistcnrn capittl-
listr podrÍamos rcudir n datos dc la hisloia humana dcl prolehriado
(sobre todo, en el sislo XIX) y n la orisma sirunción aclu.rl. Prel¡rinDs.
§rn ernbargo, recordar l¿s descripciooes que en dos dctcrminadas clapll"s
dcl capihlismo hicieron los Papas en sus encíclicas socinles.

)! Populor nr ptut!t¿::i|- n. 16
413

1-¡ condena de t¡ón XIII et h Retun no1'atu»1 es breve, pero no-


¡lreme¡le durai "ningum de las de§cripciones ¡echas hasta entonccs
esá conden;ión rle 1l1 inñsliclá capitalista"¡.
',lnrpasa
Convienc volver a leer los números 2 y 31.'No sólo la €onlratación
,l.l l¡.rb¿jo, sino l¡mbién las relacjones conei:iales de toda indole, se
lr¡llnn somelid¡s al poder de unos pocos, hasta el puoto de que un
,,Llnrcro sumamenrc reducido dc opülentos y ¡dinerados ha impoesto
l0co menos que el yugo de Ia esclavilüd a un¿ muchedumbre iniinitá de
r{,1,'r rios 'r. En el numero 3l l:r de'cIrpri,'n:tlude a untr:irurcidn
i.,r(r,rdble en l:, que lo. obrcn* csrhn somclidos a la crucldal Je los
,,,,1,n i,,{o', que husan de la: rer-'r,,.'rn moJcrr(ion. corno \i firerrn
LLA.,\ fdrr su medro pcrsonrl '.
1'cro donde la descripción del c.ipil¡lismo alc nz¡ sus sombras más
(s|csas cs en la encíclici Or«lraseino unnt' dePío xlrr. Refiriéndose
cconomía capitalista hace una ali n ción llamaliva: "hemos €xanti-
rr irr
rr(lo h ccoñomín actual y la heoros encoDlrado Plagada de vicios grn'
vísirrros"''r. Ln descripción de los abusos del caPihlismo revistc una
' c¡za dc .rcusación que no se vuclvc encoDlrar c.t documenbs dcl
rrrgislerio eclesi:isli(o. D¡d.r su impoúncia hi§órictr y par¿digmática
h reproducinros n continuaciúr:
'S¡lln r los (¡Jos dc kü)s, c¡ llimcr lu8r, quc cn nucsrrrlicmpo no sllo
sc ¡cumtrln rn¡¡cixs. sino quc llñbiún sc acumut¡ úi. dc\.r)mun.l v ritlnio¡
r.nrn, iJ (,ú;ñnJ rn nrrn.^ u( .nr\ lr'.1\..tu. .x rtrJr' ¡rr( d( l \ \r.1*
;! s n, \i1., (un. i,,. r r.l,n,,n rr"l .' tl( unJ r{Lk/x .n
"'n,lucñ,,r.
d+,iiro. quc clk'\ mnncjdn t¡ $u lolunrll y óllrn'
I)onrinnl cjc¡.id(' dc ln ñ1 1cr nr¡s lntuic¡ Por ¡qucllos q¡c. lcnicndo
c¡ süs rÉnos cl dnrRr y doñ1i rtrdo Y'lfc ú1, se ¡Pdcran hmbié¡ dc hs
li,r.nzns y scñoruu rcb¿ cl crédin), y Por esl ru/(t¡ ¿dmirin.¡n. düiN., h
."nE^ ,je qú. vi\r i\h 1.. ((un,nrJ ) ri(r'un.n 'u\ nrm s ¡.ii("nh' cl rln'x
J. i¡ msm;.,1. ¡rl m,'.1,, cú. n n' t,rJ,l ru I rr'¡'n,r tr{'rr" nr \'rlunr"J.
Er¡ xcumula.ión dc poder y .lc rccurrx- nora c¿§i cnr¡cleri$tica dc lx
cconomin co¡lcmpor:incx, es.l lrulo nllural dc l¡ ilioit¡d¡ labcnad dc los

'1 R¿ra turu ¡. 2.


"t-
'r "El juicio ñls scvc.o y de n¡yor conlexturr sislcmálic¿ hecho por cl magis_
r.rio eclesiáslico sotrc cl capit lisdo cs cl cxPuesto.on snrgu¡ ener8ia po¡ Pio XI
cn la enciclicu Oú¿¡I¡?8¿sn o da¡¿. Si se conPü¿ crc juicio .on el qüe en dicho
Jñ.nmenb \¿ h.c¿ dcl soci.lisno. no rcr 1¡ i¡lu¡dado afimú (ue el jüicio sobe
.. .¿n mu.ho rr¡ .(\rr^ q'r. é nro.ubÉel .n.ra'.mu
"tr,mo.\ 'tr'of.nri
' I l' G, irrM/. a"r,r ¿.,,, ao n cp'o. I Jr uJ ncnrrlc. cn la Do.rrinr Socrrl J! r
IBIcsia
j' (M¡drid- l97l) I, 177.
Q ¿¿rog.sú o dt 0. n. tzA.
lU
compelidorcs, de l¡ que han sobrcvivido sólo Ios más podc¡oes, lo qúe «nr
fr-üeñcia es tan¡o cono decn los más liolenlos y los más desprovistos dc

Tal ,ctrmula.¡ón de riquez¡s y de poder origina. a sü vcz, kes tipos dc


lucha: se luclú en p.ider lugu por la hegeúonía económic.; se enobt¡
luego el rudo coinb¡le p¿rx rdueña$c dcl Doder público. pam pode¡ ubus .
de sü inf¡ücrcia y auto.idad en los confLiclos eco.ómicc: finannente_ pug-
¡m e¡r¡€ s¡ 16 difercntes Estrdos, y¡ porque las naciones emplca. su luerz
t su polfica pan oromoner cada cuai los j¡lcEses sonómicos dc sus súb-
dilos. ya porquc tratan de dirinir L s coDlr¡vcrsiás lDhicus súrgidas ¿nir. hs
¡rcio¡es, recürictulo ¡ su p!úefo y rccü$os cco¡ómicos.
U¡rim¡s consccu.nci¡s del espnnu nrdlviduálisl¡ eú economia, vencr¡-
üles hetumos y nnudos hi.jos- son esás quc rosorros nisños no sólo estáis
liendo. snro r n¡riún ptrdeciendo: llibrc concüren.i¡ se ha d.slruido si I
mism,: la dict.dur económi.x se h0 xdue¡¡do dcl mcrcn¿o lihei por $h-
si8ulcDlc. .l deseo de lu(ro ha srccdnh h dcseDircnnd¡ rnrbi.niñ de pode-
rnri l¿ cúommi. lod¡ sc ha hccho horrehdr cnlc du,a. c,ul. rtroz, A ero
se ¡nndcn n,s dxño5 gr¡vísiúor quc hr¡ surgido dc l. d.p¡¡tr blc mczclá y
confusnjn cnk las kibu.oncs y c.rg¡s del Esr¡do y I¡s dc l¡ cconomfá,
crrrc l{}s cunlcs duños. uno dc k,s nxis A!a!cs. §c hdta un. r¡. ! .
ídu dct
p¡esligio nc¡ Esrr¿o, qu., librc dc t(¡lo irxu¿s de p!ñcs y ¡tcnlo cxctusiva-
Denre nt hicn conrún y ¡l .¡rsliold, dcbcrir ocuDf cl clcltdo pucsto de
rc0ldr y s¡prc'ho írbit¡o dc hs cos sr sc hrcc. púr c¡ contr rio. csct¡vo,
cnlrcg{do y rcñtlnk, I ln p¡rión y ¡ hs lmhirn,rcs llú¡¡anrs. Por b quo
¡lñc ¡ ¡{s n¡.ioncs cñ sús ¡.hciou nlulurs. dc unn misma tucnt. nrñm
(hs rñs d¡v.uos: por uñ l d(¡, cl n0ci nxlif¡o o lrnrbi¡r) cl .imNri ¡hño
cco (inriro: delo¡¡., cl no ñcros lrnoso y cxccralrtc ülcfl¡.cn»rtismo o
'ir¡tr¡,rl'\m ' n .rrr(i,nr¡l ,lúl ,ri n ,,. t, -x (l (url. ,l, klc rt bn 1. .'.1. lu

Urra valoracir;n hi«órico-plrgmartica del capilalismo se Iimila a hacer


un balance de los logros y dc las deliciercias dc csle sisrema econór¡ico.
Acepla la posibilidad de eliminar los deicctos a base rle corcctivos
permaneciendo inlacla la esrucrur¿r básica del siste,na. En esre sentido,
los defectos del c¡pitalismo serÍ¿n impur bles n imperfeccioncs históri-
c¿s del sisiem¿, pero no al sister¡¡ cn cuanto ral; con la cvolución
histórica del misnm sc csper¿ conseg ir la con.ección humrn¿mcnte

No consi¡icramos este ripo de vaknación como la foma más apra


para abordu óticamente el problcma del capiralisn]o. Aunque es conve-
niente te¡er en cuenta el halance de logros y fracasos del capiralismo en
cuanto rcalidád histórica y aunque aceptamos la necesid¿d d€ seguir
introducierdo corec¡ivos dentro del sisrema capitalistá mienrras exisra,
juzgamos que la valor¿ción ética de 14 economía capn¡lisr¿ ha de hacer-
425

se desde sus significados estructurales. Es ahí donde se ercuentra la


momlidád o inñor¿lidsd del sisreñ¿

2, VAIORACION JURIDICO.FORMAL

La valoración julrdico-formal considera el capitalismo en sus ele-


nlenlos püramenlE form¿les, aunque después h?te de aplicar dicha va-
loración a las situaciones concretas. Es un método de carácter abstracto
y de orientáción jurídica.
La afin¡ación de Plo XI en l¿. et\cfclica Zuafuag?sino dn o, ptÉde
cnlenderse en este sentido:
''León XIII puso todo su émpéño én ¿justd este tipo de economfo a lag
nom¡s délrccto o,den, de lo q!ó se deduce que tál economla no d conde-
oable por Bl mism¿. Y ¡ealñenLe no es lioiosa por naturá1eza, sino que liola
el recto orden sólo cuando el c¡pital ¿busa de los obrerü y de la clase
proleta a con la ii'r¡Lidod y (le tal forma que los negocios e incluso tod¡ la
economlu 3e pljeguon a $u excLrNivo volunlad y p¡ovecho, $in tcDcrc¡ cucnLo
pú úrdu úi l{ dignidad huñuh de los lrdbdd{lores, ni el o¿rdctÚ sociul de
h cconomro, Di 11ú siquieR lA ñismA justicid soci¿l y bien coñr1n"r'.
Prrtiendo de esle iexto del masisterio eclesi¿stico, bast¿ntes mora-
lisr.r" di'rrnrrron y álirmm l¿r bonddd dcl catrr¿lismo en sÍ aunquc somc-
l¡n a crítica sus rcaliz¿ciones concrehs. Tal consideración se füa ante
rodo en Ia licitud del con¡ru¡o d¿ ¡taba.¡a qu.e expres¿ y lormula las
relaciones ent¡e capital y lrabajo.
Es ¿dmitido por todos que hs formas históric¿s del contr¿to de
nrb¿jo hán est¿do y están somelidas a múlliples lactores de injustici.r.
lhmbi& se admile, desde los planteamientos de un¿ ética humanisl¿.
que el lr¿bajo hum¿no no es una mercancía que se pueda veDder o

Por'lo qr¡e respectá ¿ la licitud de la estuctnr¿ del contr¿to de


r¿bajo en cuanto Bl, es una cuestión abierta denxrc de la docl¡ina social
c¡lólica. "Los Papas no se delienen a rcsolvel Ia cueslión de pdncipio
de si la cooperación enllie capilal y u¿bajo realizada ¡¡edi¿nte el coütra-
to de salario es ¿ceptable o debe ser desc¿rlitda por injusta, De hecho
aceptaD. implícitamente por lo menos, Ia posibilid¿d de un sálario justo,
o, lo que es Io mismo, que el contrato de asalariado uo es injusto por

rrJ. M.^ Gúx, rl Ir¿r¿l¿: INsrrruro SodaL hóN XIII, Cutso de Dactina
Soc¡dl Católica (Ma.k1<1, 19611 5Ol.
416

alrecnros que cra valoüciór) uo alc¡u.r la r¿d1i¿¿ del c¡pilalisr¡r0


No sc Lr¿tr.lc cniuiciar trn sisLcma lumrl o un lipo ¡c conLrrto cn sí. sirr,
de hacer un disccrnimicnlo sohrc uDr cstlrctura cconómica. cuyo scnli(lo
sc nrido rx) por la dclinicnt¡ iurí.lica. snrc por 1¡ linrcnm¡li.lxd ¡cal. I'(¡
ohr p{rtc, cstc lifo dc vnlorxci(;r ¿ticr coD.lucc hacir nn lal$ lr/rnn¡
ri!¡r,. aceptan(lo que hs deleclos dcl sistema pueden scr coregi(los frr
la volunhd de hs lrcNonas sin revolucionar süs b¿scs csnuclumles.

i. v^Lol{ActoN ECo\oMI( o usl Rlt( tuft^L

L¡ vrldrcia» econó¡nico err¡clurrl intcnt¡ pcnclrrr cn lr kjgic


inte r¡ del sistenr¡ c¡|]it¡list¡ y, xfiÍ inshl¡d{, nat¡ de vcr si dicfi
lólictr rc¡li7r k)s valorcs b,rsicos dc lo fiumxno. Sin ncgrr v lidcz a lrs
¡os rprl,xinracrnrcs rnlcr'()rcs.iu/8o quc ¿stx rillinr! cs h nlÍs n(lcoüa(ln
f¡r¡ v¡lorrr Élic!nrcnlc sl sircnr.r cnpit¡riirr.
C(,locldo cn eslr I)crsteclivl ccon(irnico cslnrctur{1. cl nrlgisleri(,
(1rl,xiiÍ(i(x' hn (rnrl( ,1,) hnsir¡[:s v(!ts.l lih(r'¡lisnr¡ (rxrní¡id',1.
J.,rhrrr "'lür,i ., rl ll.,rr¡1,' irt'ir.,lrn,!'..,1!,i, rhi.r,ri.'.,r'.rI.:rl
lrln r,rli'rr., rt.{rr ri.1, |n ,rr'tr 'r. ri.rn,', '. ll,,'r( rcJ,r.hr 1., r.,irnrL (, r
'hrr.,,1.
P.,l.l,' Vl Jri lr rrr,li,r P-lrltqn t\\t\tt t'it
''l)(, ¡osgrn(i¡. k)nc csLrr trcv¡s .otr(li(n»rcr ,ir ll r). ú(lx(1, lr si(lo
corsl,u u s rLrnr {tue (nrsnlsr¡ eL rcri (o r, )rfor .s( c rL (10 fr}
(ii
sr.so cco0(nni(o. l¡ (oi(rrrcD(i! co r) l!y iufrcn)r ¡c n u«úohír. ltr
tr(J|ic(l t viLn ¡c l,rr tr( il\ ¡c tJro(lo(ri,t' roo!, u ¡eN(ho nhñr!l(,.
r ínl(s ¡i .bli!¡ri,{os ñi. rl¡s .oú.rlJo¡(licrlcs. lls1. liJ¡rr sn. sio
licr.. qúc (.n¡!c¡ Ld ¡icr.lúr. r\rrnDno lú. ¡c¡u.i¡do por fríL) X¡
.,rno !¡nrrr.l.r¡.1 irntnrilLi$no irf.arxcnnrtrl llcl (lnrr) Nohry¡reor
nixncrx¡. rt)r$rr un Lrl rhrsr !trc ic.orlrn¡o s,)l.nnrtrrnlr u ir !02 mís
(tur x oc,flnir oslri rL s.N c ri (1. ltrtrn¡N ".

Si cslxs conilc¡rs pucilcu irfcrprcl¡$c corno Lcl¡rid¡s r sislc¡nrs


cnpilxlir¡s {¡pct¡dos (litrcr¡lis¡ú ccora,i¡ico (hl siglo XIX), ¡o {sÍ cl
firo ¡Irílisis que hizo P¡blo VI e su (liscurso ln U C.t tl. (Unio¡e
Cririrrr d'ln¡prcrnliro¡ i e Dir igellli) el 8 de iu¡tio dc 196:1. discurso qüe
c¡usó lirc c ir¡rprcs(ilr y quc luc citrdo cD h rrolr 7 dc h (oDsliluciú)
prsl{,rl a;¡tr,¿l¿i,, ./ Ui¿! dcl C(n¡cill) Vrtic¡¡o tl"'.

QttLL¿tú¡t". ¿ ., t1t1 AA, \llt P.trl.tMt ph)::rt!\nr, ¡n la.58i Fr)Xll,


N

¡t¿lir"r\t"1¡r 1nh ..¿\nnt ¿rl V t"it¿tenn, ttu /,/ 6r.,,¿ (l seplicnút l9l-,1)
(-d.ccnnr ¡. c¡cicllcxs t J..unNnos ponlilictus. criic.5'(N{xdr . 1955) loar
'' Pq ldr t ü\t!\\b- t1. 26
rlrTcrlo irxliü) en: AAS j6 (1164) i?.1-579: Lra.lucci¡n espúoh cn: Ec.lesix
2:1(196.1) lrn9lr9l.
121

En este discurso Pablo Vl lanza a los emprcsarios y dirigenles un


b(nnbrrdeo de pleguntas, que constituyen otros tantos "reprochef' a Ia
csr,1'rctuü capitalista:
''¿Qüión se ¿tievela a soste¡er que el iénómeno sociológicó derivado de
1¡ orgoización moderna del taDalo es un tenómeno de pedección, de equi
Librio y trúquilidad? ¿No es ve¡dad prccisdúente lo conlra¡io? ¿No lo prue
ba nuesha tlslon¿ de lorna evidcnte? vosot¡os nismos, ¿¡o exPerinentáis
esl€ extraño result.do e¡ vuesros o$fuerz*? Nós referimos a la rversión que
sufse conlf¿ vosolros, Drccisane e eú aquellos mh¡¡os quienes habéis
^ úaravillGos
oftecido vuer¡¡s ruelas formas de 1r¿bajo. Vuestlas emprcs¿c,
itutos de vuestrcs esfueEos, ¿¡o sóD ¡caso motivo dc dtugusLos y de cho_
ques? Las elEúcturas mecánicas y burócrlticas funcionan perl*tame¡le, |EIo
lrs ostructums húóaúas toddvía ¡o, l¡ enp¡esa, que por exigenci. conslilu_
cioo¿l es u¡r cohbo,lción, un ¡cuerdo, uoá armoní4, ¿no es acso hoy
todaví¿ un¡ fricción de osplitus y de ¡fcrcses? ¿E! que a vece§ no se li
consjderA como argumcntó cDdLrd quicn h hu constiuido. 1¡ diúge v Lr
adDinisrol ¿No rc dico de vósoL.os que sois capiblistas y los rlnico$ o¡lPtr_
blcs? ¿No soh el blanco de lA di¿¡]éclica socirl? H0 de tcnor lgú¡r vicio
fr.lurtrlo. ufu ird(rl in.rri'icnci.. crlc.¡rerr. si a(§oc
üiI¡r.ñr \!me'xnrc\ rcr..ióne\ \ocirlc¡l'

Oespues ae pr"grntas emite Pablo VI un iuicio sevelo sobre el


"rtn, distiDgui, entrc el capitalismo hisiórico y el capi-
capitaliimo, sabiendo
lalhDro actual. Su mirrda está l'iia en el crtpil¿lismo cu ndo dice:
^clral,
"Es vcddd que quicn hoy hablc, como hucqr mudnx, del caPitalkmo
con kN.oi.epl$ quc lt' dorinicún cn el sigb Pas¡do, dd Prucbá de $t
rltusudo cor rchciór a lu rcdiddd de las oosasi Perc es uo heoho que cl
sistemn econóñi.o{ooial. crcrdo por el libeuli$no ñdnchesleri¿¡o v que
tod¡vh perdura e¡ el crjtcrio de l¡ unilalemljdad dc h Posesión de lo§
nr€dios de poducción, de i¿L c.óoonfu eNrminada d on Provecho priludo
r t,crccción, no .rJe h prl. n" rtuc l.t.u'.i.ir. ri coi¡inü..
¿¡,JknJo ¿ .os ho,nL,t" sl rh§5 irF.luc',\leñrnrc encmieb. J cahcl!,i/..
d h sociedad por el úAlestú profundo y lrcehóte que h aLo¡men( npcn s
roi e.Itlo por r lcE..lio..ü J lr úc!1, aomenr¿.re Je ¡ldJno' Jculrdo Ln
l¿ trrch¡ .;¡crárn¿ c.ñnl-(¿ol(, qJc dclc .' lle\.trh r h nl)Frián Je Lñ¡
.lJsc ronua ln ohn ar

El análisis que lrace Pablo Vl del capitalismo es cetero: la es-


tructura económica capilalisla se b¿sa en "la unilateralidad de la pose_
sión de los medios de producción" y en "la economía encaminada a un
provecho pdvado prevalente". Las consecuencias iógicas de tal §istema
económico también son agudamerte señ¿ladas: este tipo de economla
"no trae la paz, no trae la juslicia", "continúa dividiendo a los hombres

irEcclesia 24 (1964) 889.


4 tbíd.. aa9 89t.
428 MOIAL D! ACUTUDES, NI MORAI SOCL{L

en €lases iffeductiblemente enemigal', y origina "una lucha sisremárici


e implacable que lleva a la opresión de una clase corrra la orra". El
juicio éti€o no hace falta explicitarlo: un sistema económico basado en
tales presupuestos y que conduce a tales consecuercias no puede por
menos de ser inmoral en su misma esrr[crua
El magistedo social de Juan Pablo II se sirúa en idénrica postur¡l
cú1ic¡ frelte al capitalismo. Baste rccoldal su exposición cualificad¡ eri
lá encíclica "Laborem exercens": a) nfirmación del principio de la prio-
ridad del "trabajo" ftente al "capital" (Ir. 12)i b) proclamación del cri-
tedo ético de que solamente es justo "aquel sisrema de habajo que en
$u ttlz supera la an¡inomia eníe ttbajo ], c¿p¿al, tralando de esuuc-
tu¡arse según el principio expuesto más aÍiba de la suskmcial y efective
pdoridad del rabaio, de la sübjetivid¿d del traba.io humano y de sü
participación eficiente en todo el proceso de producción, y esto i¡depen-
dientemellle de l¿ naturaleza de lus ptestaciones rcalizad¿Ls por el faba"
.iador" (n. t3); c) condena del capitalismo: "desde esta pespec(iva, sigue
siendo inacepiable la posure del 'rigido' capitalismo, que deflende el
derecho exclusivo s l.¡ propiedrd priv¡da de los medios dc producción,
como un 'dogm¿' inlocable en la vida económica" (n, t4).
Más lecientemenle. el mismo Juan Pablo t[ en la enclo]ica "Sollici-
tudo rei soci¿lis" ha vuelto o repetir la condeDfl del capilalismo en un
p.rs4ie que he tftu'Ncrito más arribar "la doclrina sochl de l¿ Iglesi¿
asume una actitud crítica, t¿lnto ante el capitalismo liberal como ante el
colectivismo m¿rxista" (n, 2l ).

IV
POSTURA ETICA DE LA ECENTESIMUS ANNUS"
ANTE EL CAPITALISMO
Con la püblic{ción de ls encíclim "Ceüiesimus annus" (1991) ha
aflorado en la concienciá oficial católica una variación cualit¿riva en la
postura anle el capitalismo. ¿Qué significa esa variaciór? ¿qué alcance
de luturo liene pfia la conciencia mora.l católicí? Esras son las pre-
guntas a las que intentamos contestar en este apartador l) Anota¡do la§
re¿cciones suscit¿das ante la e¡cíclic¿j 2) ¡nalizando 10 que dice dicha
429

I REACCIONE§ ANTE LA DOCTRINA DE LA ENCICLICA


SOBRE EL CAPITAIISMO

L¿ encíclica "Cenlesimus annul' de Juan Pablo II es un ter.to suma-


rncnte rico en contenido y complejo en su mensaje. Como acaece en
rfros documentos similares de Juan Pablo U. en esta enclclic¿ se enlre-
lnzan múltiples temas formando una sinfonía exuberante y banoca. En
lr unidad de una ercíclisa se pueden descubrir "esbozos" de otras va'
rias. Por otra paúe, la metodologfa ulilizada padece y goza de l¿ mi§m.r
exuberarcia y complejid¿d. Todo ello exige una hermenéuticn tambiéD
compleia a la hora de ser lefda e interprctada.
Esia anotación general sobre la peculiaridad de 1os aextos de Juan
l)rlbloll, y en concreto de La encfclica "Certesimus an¡us", hry que
rcnerla eü cuentn al quere¡ inlerprclar el mensaje del citado documento
sobre el capiialismo. Ese men$aje no se encue¡tra localizndo en Lrn
prsúe concreto, sino que está disperso a lo largo de todo el texto; ello
hitce que el lema se¿ iluminado desde distint¿s perspectiv$ y en diver-
§os contexlos, Si meramenxe se yuxllrponen las ¡lirmaciones da la im-
presión de encontrirse con un cenlón de repeticio0es o, lo que es peor,
con afirmaoiones contradictorias entre sí. No se puede utilizar una he¡-
rncnéutic¿ lioeal p¡lru interpretar un pensímienlo que ha sido concebido
y exprc§¿do en circul¿nidad o en espirrl.
[isl¡ peculi¡ridad de rcdacción de los lextos de.luao Pablo tI odgina
un "dcsconoierto" en l¿s primer¿s reacciones ante ellos: aparecen lec-
lL[{s muy dispares y, a veces, conlrrdiclor'i¿s. Es lo que ha acaecido efl
h i¡rte+Llt¡ción del mensaje de I¿t encíclic¿ "CeDtesimus ¿nnus" sobre
cl capilalismo.
No es nuestro propósitro recensionar todas y cad¿ una de las
de h Éerer r o de la docuina 'obre el
encr(licx en
lpr:lrsmoenpn rculxr . Unr.arne-nre me inrere'¡ presenl.rr una lipo-
logía" de reacciones en relación con el mensaje sobre el capitalh,no en
4)
EñaRt^n, L¿ 'Ceüesinus a ul' dntdLizzdzionerlella'Rakh\naútu 1 1

cililll C¿holica 142 (1991) 1I, 313-315i R. M.^ saNz DE Dt6a, ¿Hdc¡¿ .lókde
Lr
w ce tein ! a ¡ul ?t R^zón y Fe 223 (1991) s19'5901 v^añs, Acerca .le
'cenr¿sinu! arku! (Maú!J,1991)i J. L cÁLLú , ccnl¿ri, $ anh ! ¡uhd en.lclica
paru d Pastacidlh to? \vtforia. 1991)i v\uos. "c¿ntesiñus abbu!: Lrñen 40
(r99r) n.5i F..r. Vr.oR,A, Pisras para mt teduru nilitdnt¿.!e ld Cektesints anws:
vauos, Docrrina Social de la lglesi¿ y lucha por la jusiicia (Madrid. 1991) 195-221;
G CaLz^Nt- L, C¿n¡esi n6 annuí : incoñro tu Ch¡ela, econonia e sacietá ¿iril¿:
Assio¡namenti soci¡ri 43 (1992) 27-41. \ú nás bibtioerafla sobrc la e¡cíclicá
'Centesinus aDDus" eD e] opítulo 5.
" J.-Y. cALw, 'Ccn¡esim$ annus et le libéralis el Erudas 11511991) 625-
632r W. KNe, D¿,¡¡nu ro.¡dl .ató\ha e econonia d¿ ¿¿rc¿d¿: Brol,eri¿ 133
430 MoRAL D¡ ACTITUDES, Itr MoF-AL §ocIAI!

orden a subrayar la complejidad de¡ tema y la existencia de cie{a ¿m.


bigüedad en su formulación.
La tipología de lecturas del mensaje de lá',Cenresimus annut, sobrc
el capitalismo puede ser establecida mediante 1as dos polaridades det
lrpro".y del 'rcontla"-
Según eso, hay qujenes leen un mensaje pro"
capitalista y quienes descubren una odentación anricapilalista. Ademl§
de ese cdte¡io de clarificación exisle otro: inreryrel¡r las afirmacioneB
de Juan Pablo II sobre e1capiralismo como un i erto de coloca¡se por
encima o al maxgen de la rensión del "plo" y det "conFa".
Utitüando el doble criiedo, se puede est¿btecer una ¡ipotogla de
lecturas en tres direcciones:

a) Lecturaanticapitalista
Las reacciones de los medios de comu¡icación social i¡mediáiamen-
re anrec e irlmediaramenre de.pues de la publicacrón de ta encrctrca
tuvieron cJ[a onentdcidn. Por eJemplo. Le Monde rPans, sL,bra)o et
tono a¡ticapitalista de la encíciicaj 10 mismo hizo, en las p meras reac-
ciones, el diario "El Pals" (Madrid).
Esla lectura ha sido utilizada rambién en comenrarios más distancia-
dos en el tiempo y con mayor posibilid¿d de ponderación y mariza-

\1991) 437-446, A. A¡GANDóñA, ¿a ¿.¿,¿,?¡'¿ d¿ nercddo. d t¿ tuz d¿ tu ¿..rinn


so¿ial de ta telesidt sdip¡a'theolosica 23 (1991) 443 468 L. LañNzúL tt cdpi
1ol,, o L alp sea-a da,,'ar,. R'.i.ra dr leoroera Vord " J1, tcc, n o .,ot 2ó6i
'a .,!ia\" a,Ln"i'
]. A. aor1's. ¿¿ .quia,"tt?.a,¿ppr.hn,.ond:dd'a:
ron-dlm.-._rh.¡óól/-q.Fú,q4t il Capitati:aa a"lt .a .i ti a.c?ntpnart
¿rnlr"r La Civiltá Catlolica 142 (1991) fl.4\7 430t E. M¡NÉNDE UGña. ,tR?¡rá
naw/!h" 1 Centesiüus anhus": ¿sólo nos que.ld el capitatisno t¡betut?t tñ8,\,
23(1991)145 155iF- CLoDo\ts, o c¿pndlis oTi r¡an¡¿ MVtAa.te Joao pdala
¡¡: Relista Eclesiástica Bnsileira 51 (1991) 825 846i R. r{." saNz DE DEco. C¿n-
fc¡imus abbus. ünd cttica de ld so.i¿ddd capialista: \Elesi¿ viva. 153-154 (1991)
353-375i R. RNCóN,.¡r,.ia "una ¡o.¡eAa¡i basdda ¿n et lr¿bujo tibrc, en ta ehprc¡d
r en ¡d patticipac¡óh": Sctipra Fulge¡lina 2 (1992) 61-93a C. Casrú^No, ¿, ,,C¿¿-
tesinus annul' e I ecohañia di ner.ata <Bolonia, 1992)i D. SNóN REy, ¿¿ ,,C¿r-
Es¡hus annul a¡¡¿ lrr rlr¡¿,¿r: Bursense 33 (i992) 145-167j A. cannNEo, ¿¿
úlara.ión det capüdlkho en la "Cenresikús añn s : s.npla Theotogicá 24 (1992)
,5o2/1. R. crrr\,.ar.¿dp¡p\d ) 1?t.oroet pt,ap¿ot^n Lo.a1.L a C,a,¿
,.¿,, r',,e\.. \,tedrtrr 60,too2,52-14. F (row HNo,ó.a .Trnc t lt.o
capital¡stu? Percpect as at¡;lógi;ds d "l
partir.]e ld "centesin§;anút :'Ephene-
ndes Mexicúle 11 (1993) 185 210; w. Ero¡NcR, ,a ,(¿pi¡al¡rh8 *itd nicht
heilisBesprochen:'rneobs\e dq cegenwdt 36 (1993) l3 29. Ttrvo pdticulú interés
el Coloquio sobÉ Etica y capitalismo' cetebrado en e1 V¿riceo los dfas 14 v t5
ac cncro oe rqo-: ld. n l¿\ he publi, ¿daq. Aaa, laat- .dpitah'- aal Ltin,
A Co oquium ¡k the vaticanrñ"ioo
1992 (¡Iatjrid, 1992).
431

cióna5. Es necesario rcconocer que. segúIl señalaré más adelante, Ia


cncíclica no se queda corta en críticas a la orga¡ización de la economí¿
(1r el -cápirdlsmo reai de ho). Pero rambien es preciso (on\rarar que
r:'l inrerp;elacron olvida orra. áfirmacrone'. de rono m¿' doL[nn¿]. en
que p¿;ce quedar justificada la estructura económica de mercado.
Se puede sospechar que esta lectura a¡ti-capit¿lista, además de apo-
y¡rse er el texto ¿el docut¡ento, se sirve de ohas claYes de iÍeryrelaciónl
el talante "Fogres¡ta" de Juan Pablo II en maieria social; ese
- pogesismo parcce encajar mejor con posturas crítica§ aúte el
capitnlismo;
la sensibilidad del Papa ante los problemas del tercer mundo, los
- cuales son en gran medida efecto de la estructlüa económica
murdial de signo capitalista;
el "pre-juicio" de que toda encíclica social, soble todo en los
- tiempos actuales, ha de tener una carga pfofética que se mafri
fiesta en la cltica frente al orden económico vigente.

Además de los datos del texto y de las claves de inte¡pretación


anotadas hay que colocar otros factores que ayuda¡ ¿ entender eI porqué
de la lectura anti-capilalista de la enclclica "Centesimus annus". Tales

las primems rcdacciones de la encíclica pudieron tener itn lono


más crítico ¡¡1e eI capitaiistlo, tonalidad qüe quedó rebajada en
Ia redacció¡ final después de Ia intervención de alguos "exper-
ios,':1as noticias "filtradas" iricialmenie perleneceían, según
esta hipótesis, a redacciones primeras de orientación anri-caPila-
lista:
también pudo existir un int€rés por pafe de determinados t€s-
oon\able' de la informa(,ón de querer "cnl.enrar" el Varicano
ion er poa.r noneameric,no. deralle que ademá' ddba J la inlor
mación una relevancia sobreañadida

b) L€cturapro-capitálista

Hubo importantes medios do comunicacióD, como "The Wall Street


Joumal" y "The washingtor Posl", que descubrieron en la encíclicá un

r5
R. Dtv SrAzA¡. C¿,r¿si¿us dnnus. Una ctíticd .1e la so¿i¿dad rdP¡¡dlist!,
Islesa viva. n. 153-154 (1991) 353_375.
4iz
énfasis mayor hacia la orienración pro capiratist¿_ La nisma tecturu ha
hecho olros análjsis más reposados y de más ldgo atc¿nce.
En csta inte¡prctacjfu pto capirslisra se pueden anotar tre§ variAnlcsi
Le(turu "it1¡ercsad(! . E\ la rípica de ¡quellas instancias soci:rlcs
- y económic¿s que buscan respatdo a sus ..intcreses. , los cu¿r¡cs
prosperan dentro de i¡ estrucirra econórnico-social cnpir¿tist .
L?tho-d "¡d?olósira". Coresponde a quicnes vienen haciendo
apologí¿ crisiiana del capitatisnrc. Los neoconseNadorcs norlc-
ame¡ic¡nos. co¡no M. Novak, y on.os cxponentes dc Ia misml
leodcncia en España, hnn crcído rccibir dc parie dcl papa un
gran lpoyo a sus resis det c¿pitatismo cristiaoo .
Ltchoo "¿to o ti.¡la . Es p'opia de atgunos rcóricos de tu
ccononría quc han v;slo ¡¿ de la condición dc
calólico con su pensaDricnro 'Eco¡ciliación
econórnico. 't¿t ha sido ta tectu,n
J. Vclarde, quicn ha üiudado la encíclic¡..Centcsinrus tmnus,,
(únn, la e\pcr¡,1¡ re(on{iiix(idn Jct (Irútr(i\Ilro (ún ct t tlp rti\-
rn',-. \erüu..1 (:rr e (.¡(t¡(x rhk j.r pr(rr, i un L p¡rrtrs¡no

Lt(holt " nktti:¿¿« . lls ¡a quc h¡ce. cntrc otros. ct hor¡bro dc


- ncgocios .1. A. S¡irchcz Asi¡ir al conrcotar l dootrinr de l.r
r(r(li, x n$rc l¡ Lr'tr(\., ". A...pIl'. r,nro ¡rrnft.,tc p.rr¡ijr. unn
Jlr n,,ü¡1,r quL. c\ (únr|rr¡iJx púr los l$ri(r. J( t.r c(,,n,r ri.r
quc h¡cer la leolur prccedenrc: h cncíctica ,.ha rcconciliado
h.,{i, r\rrcrnrs insú.ncch.r(los lr trjesr¡ (,ú tI ll(ununri:t .
l::r ri\ úD lruci,;n \' trüdu(c en h :,(cpt¡cior ) tc!rrirnJ.r.tn dc
l.r <LUruLir rl( nrerürii, Pero rc rrulx dc Un., a(cpl¡Jr,r,
) tl.gr-
limrcióD 'con reseN s". Poreso, conctuye Sftrchcz AsiaÍn, ¿itrl
encíclic¡ ''Do le gxf cl capir¿listrlo, pero to rccpt.r, con t.rt que
en él la libenatl esló crcuadrnd¡ on un sótido contexro.iurídico
que h t"rIr ,,1 r'rv'cro ¡le h lihcn¡Ll hunrxn¡ e¡r,'l I J¡
.uI:¡lír ('I¡ro pJ|rr ul.,r.l'r,|rn\i('n de t., mr,nr¡ ". -
L?tluru "trhico'. Hay teó¡ogos que, después de ün ¡nílisis
- compa¡¿tivo de 1a c¡cíclica "Cc¡tesiorr¡s annus" con orr¡s encí.

r".l VEL^rDr,,,r.//..rn ¡.r ¿./. rt (ún¿Di.¡¡ fltr¿ td Dodrnú


SDút 4. lu
/¡/¿r¡¿: VAR,os, A..rc¡ de ..Ccntcsiúus annüs {M¡drid. l99l) 24t 288
¡t rhi,t )RR
rf.l. A. S¡\.xEz 'Lt1 c,ttt¿sa- ¿n h 'C. ¡¿snn!\ u nus
A, cn d d. -.rnr...r, ^srarN.
1.. | | r.' LvrdrJ. toa¡r 2,r l je.
:t33

clicrs precedenies, llegan a la conclusión de que su mensaje Do


es tan crítico anre el capitalismo y que, más aún, puede comide-
farse pro capitálistarr-

() Lectura desde la "peculiaridad" de Juan P¡blo ll


lIí habido lecturas de la encíclica "Ccnlesi us anDu§" qtre lran
lnrscr¿o l¿ clave de la interpretación de su docúnra sobre cl c¡Pitalismo
L1¡ unr pecutiar concepción de Juan Pablo II ácerca de la historia de la
lslesia y de la sociedad. En eslas iúerpretaciores exisreD orieDl¡ciones

l-a intcrprel¿lción reologica "oficinlisla" coloca cl rensaje dcl


- Papa m¡is all¿i de las lensioncs del "pro-capilalismo" y del "anli-
c¿pittrlisnro . La enseñaDza de h encíclic¡ Pcrlenece al orden
ético'religioso y tiene por objctivo dar oienlaciones de cnr¡cter
(\o nri\mo sc srluir In¡\ ¡lltr d( lx. ul\rúnc'elUrró_
rnornl. Por
rI(.r\. \i bi(n l¡s .mal'7"r d(s¡1. lr óPIic¡.1( l,\ vJl¡1re' .
P.u¡ ¡lgunos intóry.eres h cncíclica "Ce¡lesitnus rnnus" cs liel
- rclleb dcl modclo qne licnc Juan Pablo II dc sociedad ide 1.
Parr cl Papa. scgún es¡os ¡rnalislas, lto hay sociedad iuslr si
pLovicnc dc un.L oonccPción cristinn¡ de Ir per§on¡". lo c 'ro .tl
londrcc a la propuesl¿ .lc un "Estado subr.tntivaDrclllc conl¡-
sionnl (una demooracir do vulores n cidos dc la verdad. ouyo
lundanlento estri en Dios). El liacaso de1 marrisno es irrte¡.Prc-
tado conñ cl liacaso de un intcnlo por conrruir untr sociedd
desdc cl atcísmo. Por eso l¿ sal a que sc proPonc oomo alteL-
nativa ha dc scr una opcntn so(¡lll y econ(i ici lund{da sohre l¡
verdrd (I'u¿rrH: éste cs (l llnm¡do .(rtrlrlrnDo s(fJn w,i
r)lJ ' . InJ opcror que olr¡\ Jcnonrx,an a,\'i,,llt'oclalic:r"'".
G. Gira¡di ha intcrpretado h eDcíclic¡ ''Cenlesimus aDnus" como
un "proyecto dc rcstÁurncitu católica del caPitali§nni'55. FreDte
¿ las primeras rc¿cciones que desl¡caban la carga ¡Dlicnpilalisla
de la encíclica o. rl menos, su condcna siméirica del coleclivis-

rLc^r r FJ\ , ¡ rC.^BArtun.Dtlu"ftr¡hnDnr i ah¡'C(nt¿!¡1 us¿nn i:


Lunren 40 ( l99l ) 329-3,17.
5r
EDToNALE- /l
.a?ikr!¡e o a¿,¡¿ri, rr ¿n,¿J": La Civild
CattoLica 142 (1991) Il, .117-.130. ".ll'.".nl¡.¿
i fl .¿¡rn¿l¡i,,¿ vs¡¿¡ l4'¿l\r¿: EL PAIS (10 VI l99l)
R. NIAT, 16-17
5a
t,t.. ión so.¿/: EL PAIS (4V l99l)E
F.nÍóktat
rr c-GR{RDr, ¿¿ ,n¡nz r¿r:sa¡¡¿ (sml der. l99l) I 19_147.
414

no y del capitalismo, este auror anoia: -se comienza a percibir


una convergencia en I¿ tesis opuesta, a saber: que l¿ encíclictr
reconoce sustancialmente la validez de la economí¿ de mercado,
rechazando. sin embrgo, su absolulizacióñ, part afirmar en su
lugar la ne€esidad de subordinarlo a la realización inlegral del
hombre y, por tanto, a una visión élica y crisliana"56. Apoyán-
dosc en el periodista v¿ticanista G. Zizola adelanta Ia sospechrr
de quc existió un cambio de rumbo en la redacción de l¿ enci
clica. La redacción prime.¿ prcscnlaba una crílica radical lanlo
.Ll colcctivismo como al capitalismo y pedía. apoyándose en la
sensibilidad biblica y en las exhorl¡ciones panjsticas, una trtms-
lormación radicnl (pelsorraly estruc(urnl) del sislema capitáli§14.
Este texto primero, rcdnctado segú¡t cl espíri(u del Consejo Pon-
tificio 'Justicia y Paz" (presidido por el Cardenal Etchcgaray).
lirc transiormrdo. rnediante ln inrervención de "expefoJ'coono-
mistns. cn h redacción aclual cÍ la que:
. se condem sin Qelación al coleclivis¡»o Drarxista, Icvl¡l¿urdo
actr dc sL¡ lincaso.lefinirivo:
. sc crilicrL ¡l c¡ph¿rlisn)o cn sus efcclos rcgativos (trbsolutiza-
ci(h de la libcr¡d ccoñ)miü y del benefictu Privado, idola'
h'ía dcl mercado, gencrrióD conliiru¡ dc mrrginAció¡ econó-
mica y socirtl. cultura ecoro¡nicisl¡ y consu,nista. elc.). pero
no se lo condcna cn su eslructuf¡l
. se ¿cepr¿r, por laolo, la lcg¡imidad eslructurul del capil¡lisn)o
y se cree en su "reforNabilid¡d (doS u liberal-dcDrocLitico);
. se deht.ral aleísmo y al hicisno conrc las caus¡s que dege-
neftn el capilalistr¡o y. Por eso, se ProPone un¡ álte rativ¡r
\úcrxl ) lundarla eo cl cnsliu[isn,o.
'nundi.l
Según Girardi la apucsla de Jünn Pablo ll es a j¡vor de uú caDit¿-
lismo dc rostro humano", pero encüadmdo de,]¡ro dc su proyeclo global
de rest¡uracionis¡no católico. No son los pobrcs como sujeios los que
olrecen la peBpectiva prcvnlente sino es et reslaur¡cionismo eclesiocén-
lrico. Desde esta ú,timr pcrspecriva no se puede h¡cer una crítica r dical
rl c¿Lpilalismot I lo sumo cabc pedirle una reform¡ ¡licn después de
haber csr¿blecklo previ ncntc uná alianza con é1.
El cónjunto de lecturas rc.usionadas ponen de manifiesto dos co-
cl mensaie glotral
sas: primera, l¿ impor.anci¿ dcl lem¿ para inter?retar
de ln encíclica y de todo el magisrerio social de Juan Pablo II; segunda.
.135

la complejidad no rólo de Ia leSirimidad érica del capiralismo en sí


¡rismo sino (ambién de las Iormulaciones dc Ia encíctica ¿l resDe.ro
lhporlan.rr v,ompleJrdxJ :on rtos mvit¿(iones sufrcrenrcr ¡rra ácuair
directamenle al texto y analizar lo que dice- Es lo que se pretende hacer
.r' el .rpuienrc afartado.

2. ¿,QUE DICE L^ ENCICLIC^ -C¡jNTESIMUS ,\NN!IS-?

El mensaie de lti encíclica en relación con el sisrcm¿ económico


.apitalisla pücde §er sinlerizado en las siguieotes rparrados:
Se abandona la üítica riiúh.¡ca rlel colectivismo y del capit¡-
IirDo- No existc conro en el m¡8iste.io eclesiástico prcced¿nlc,
dcsde l,eón XIII ('Rerum novárunl') hasla et mismo Juan pa-
bk, ll ("Laborem exercens y Sollicirudo rei sociatis,). rn
repaÍo de cÍlicas y de condcn¿s a los dos sistcnr¡rs hasra ahom
vigentes y hcgemóDi€os. En l¿ enciclicr "CcntesünL¡s annus,, I.i
v¡lorlción dcl colecl¡visnro y del capitatismo se hace.,por
scp¿u¡do". es dccir. situt¡ndoios I
nivel disrinto y erniticndo
sobre cada uno dc ellos unn v¿lo¡.¡ciór diferenlc.

b) La rcruloú ¿(l .Dl!ú^.i:t¡r, es absoluh y sh ourices ni pati


livos. Htry que anor r quc cl Pnpa no habta dc ..colccrivismo,
sino dc socialisnro y quc se refie.c dircctn¡nentc at sistenr¡r
rerlizado denlro de la lbrnn histórica del "sociatisoro re,lt'de
l¡r URSS y de los paíscs de sú órhi[ Por otra p¿rte! en ta
coodcna del sisretn económico colcctivira inciden t.N flútti-
ples lproximaciones en que el l,npr considcra et signiticado det
hecho hislórico del Eslado nrnrxisra lcninista:
l{ ,ilosofía ¡rarxista, con su comprensión marerialistu de t¿r
fiistoria y con sur ca¡esorías dc "ati€nación". ..lucha de cla
seJ y "dict¡dur¡ dcl prolerari¿do'.
la cosmovisió¡r area de l¿ cxis¡encia persoml y de ta vida
socialjuDro con el derivado polírico ¡anro del rechzo de ta
libertad religiosa como de la persecución de los creyenres.
la configuración dc un Esrado roralitario: viotador perma-
- nenle de los derechor humanos, hostigador de ta yiolencia
inlernacional, represor de los lcgírimos disideDtes, ex,
porrador de sü proyecto ¡nedianre un imperiálismo sin es
crúpulos, nranlcnedor de una esturegia de tenor mediantc
uDa inhumana carera de amamenros. etc.
436

La nrsumenración más dircctame¡rte relacionada con Iá éLi,


ca económic¿ apoya y justifica la condenn del colectivis,no cn
las sigüientes razones:
1) El etordnh-opológi.o. "Haciendo referenci¡ a Io que y
se ha dicho en las encíclic^s Lal,orcn e\et.e \ \ S.lli.it ,
Ja tti sor¡¿tis. hry qu( ¿óaJi, rqui ,lue el e;ror furrl:r-
mental del socialisno es dc carácter antropológico. Eftcli-
vamente, considcrn ¿ todo hombre cofro u¡ sinrplc
elemeflto y una molécul¿ dcl org¡nismo social, de ma¡reÍr
que el bien dcl individüo sc subordi,ra al funcionamienlo
del rnecanismo cconómico soci¿I... El fio,nbre queda redu-
cido .Ní n una scric de relaciones sociales, desapanciendo
cl concepto dc persona coD¡o sujero aulónorno de decisión
¡noral. que cs quicn cditic¿ el orden social, ¡rediante hl
dccisión (n. l.l).
2) L.t ?¡¡td?si! ri.tl(tkt ¿c Lt ht<Lta d? chts(s, cnten¿'ida t¡l
cstrarcgia como "h idca de un confliclo que no eslá limF
l.üo por considcr¡rcioncs dc caricler ético o jurídico. quc
se nicga r rcspelar ta dignidnd de l persona del olro, que
excluye. en dcfinir¡va, un rcüerdo üzon¡blc y persigue Do
y¿r el bien gcncral de h so.icd¡d, siDo nrís l,icn un inlerés
de parte quc srpl¿rnh al hien comú¡r y {spir.r r deslruir lo
que §e le opone" (n. l4).
3) L.t¡tiittk üt tul :tist?t¡tut !@nútie, 'lo cual Do ha de
consñcrarse como un problem{ purarncnlc técnicoi sino
más bicn co'no consecuenci¡ dc la viol¡cióD de los dere-
chos humanos a la inicialiva, r la popie¡l¡¡l y a Ia libcrtad
cn cl scctor de la econonírl (n. 24).
La encíclica "Cenlesin¡us t¡nnr¡s" ccr'lifici l¡ defunción
.lelcolectivismo económico lal coflro ha si¡lo praclicado en
el sistemr del 'socialismo ¡e¡l : el sislenra soci¡listq que
dc hccho cs un capitirlismo de Es¡ado" (n. 35).

() L¿r condena absoluta y el cenific¡do de muerle del sistema


económico colectivista son entendidos por l¿ encíclic¿ e un
.onte.ttu ¿e .otújantaLión (o el ..tpital¡st,¡o- Ahora bie¡, a l¿
luz de ese contex¡o surgen perspertiv¡s lparente¡¡ente conlra-

por una pa(e, se ¿fim¡ una /p,rr¡d. la del socialismo ("de,


- rrota det socialismo"i n. 35, 4). el cual ya no puede ser
"modelo altemativo" Fente ¡¡ capitalismo (n. 35, 2). La
111

atumación del Papa es rotunda y tajante: 'La solución


marxisla ha fracasado (n. 42);
pero, por orr¡t, no se proclamá una li.¡a,i¿, que sería lógi-
canrenle la del capilalismo: "queda mostrado cuán inacepta-
ble es la afimración de que la deffora del socialismo de.je al
ca['irrlr,mu (¡rno úni('o mudrlo de org¿ni/acion ecoridmi-
c¿" (n. 35. 4).

La afirmación de un derrotado {el colectivisno) y la no


proclamación de un vencedor (el capiulismo) se justililan, cD
el discurso de Ia encíclica, por esta doble constatacnín: l) con
1 caídr del socialismo rerl no desnparecen toNáticamerte los
¡r¡lcsi 1á denol¡ del sisrema no es sinónimo de recupemción de
Ir jus{ici¡: "la crisis del rnaüismo no elimina en el nmndo las
siLuncioües de injLrslicir y de oprcsión existenres, de las que se
linrcnl¡b¡ el marxisf]o rnismo, instrr¡mentnliz¿indolas" (n. 26).
2) Al sittcnl¡ ecorómico c¡pilalisr¡ Ie qued¡rn pendienles, y aún
gr v dos por I¡ c¡íd¡ dcl coleclivis'no. todos los problernAs
quc lo scDlaban h¡st{ aho'¡ en el banquillo de los acus¿rdos: cl
dcscDrplco, l¡ rurlgin¡ción c'&icnle, la rclaci(jn Norte-Sur. lir
l¡lla dc calidad hurnana cn l¡ls rel¡cioncs económicN. I¡rborrles
y clllprcsurialcs. h clcgr. nci{í¡ ccológica y nledio unbitnt.rl, lLt
(uhur:r Jcl tit:in (unrp(.lilivu y (onsu¡ islx. er(.
Esla reíl ad históric{ de ¿rro¿? pero no dc ri( ¡¿,1¿l cs Io
que lleva al Papa t¡ la prcllurla fu¡drmental, aunqle fbm l.Ldl
rc{óricamenlc: 'itse puede decir quizí que, después del liAcitñ)
dcl comunisnro. el sistenl.t vencedor sea el capitalismo, y que
hacia él erén dirigidos los est¡ev-os de los países que tratxn ¡lc
rcconsúuir su econoDrín y su sociedad'l (:Es quizí éste el nxxle'
10 que es necesario proponer a los paises del tercer mundo. qne
brscan la vía dcl verdadero proBeso económico y civil?"
42. l).
1¡r.
Como se ve. la preocupac¡ón del Papa estri yolcrda haci.L
.quellos príses quc precisan y solicitan un modelo nuevo:
por h¿ber sufrido cl modclo colec(ivista, como sucede en
los países de Europa centml y del estci
por csl¿r padeciendo las injüsticias derivad¿rs del capit¿lis-
los países del rercer mundo.

A estos dos grupos. y también a cuantos se mueven en In


órbita de la economía del bienestar, el Papa qtriere transmitir un
mensaje cla.ro pero maliz¿do: 1) no hay que esper¿r la solución
del coledivismo (n. 42); 2) ia salida auiéntica está dento de la
opción capitalista. Pero ¿cómo?
Del modo siguiente: no justificando sin más el "capitalismo
rc¿]" existente. sino a partir de la aceptaciíñ de la es¡nctut¡l
económica del capitalisrno lograi 1z tfttnlannació¿ del sistema
capitalista medianre un viraje conducido por Ia ética y concre-
tado en fómulas históricas eficaces.
A continuación recogemos en apatados distintos los ele-
mentos de la propuesta de la encÍclica.

d) La encíclica "Centesimus annul' asume, acepta, justifica y plo-


pone como étjcamente yá1iü la estructura económica funda-
m€r¡al del capitalismo. Este dato es sin duda una de las gra es
innovaciones de la encíclica. Es la primem vez que un docu-
mento de este rango afronta cor ta¡ta claridad las realidades y
categorías del murdo económico capitalista y las justilica desde
la ética cristiana.
Entre las realidades y categoías económicas qre acepta Ia
ercíclica hay que anotar las siguientes:
la propiedad pivada (n. 30);
-
la empresa (n. 32);
e1 mercado (n. 34);
los beneficios y el interés individual (n. 3s).

Peru conviene no olvidar que a la aceptación de estas cate-


gorías económicas el Papa aíade la atie t¡itión ética q\te le
coresponde a cada una de ellas:
. Propiedad p ú¿a- Se afima "la licitud de 1a propiedad
privada, así como los llmites que pesa¡ sohe ellá" (n. 30, 3).
Este derecho, "fundamenlal en toda pel§ona par¿ su autono-
mía y su desarrollo", no es "nn derccho absoluto. ya que er
su naturaleza de derecho humano lleva inscrita la propia li-
mitación" (n. 30, 1). Lá ética de la propiedad pdvada se
realiza media¡le su sübordináción ¿1 criterio del "destino
miversal de los bienes" (n. 30 32).
. gdt¡€ra. Se acepta la legitimidad de su tuncionamiento en
u¡a economía lihe. Dice a este respecto la encíclica: "Ia
ñoden\^ eLonomía de empr¿rd compo¡ta aspeclos posinvos,
439

cuya raíz es la libefad de la persona, que se expresa en el


campo económico y en otos campol' (n. 32). A conrinuación
de esa justilicación se anotan los necesarios corectivos éti-
cos que hay que intloducÍ en el luncionamieúo empres¿rial
(n. 33-3s) ¿ fin de que la empresa consisa su finalidad: ser
"comu¡idad de personas". "En efecto, finalidad de la empre-
sa no es simplemente ia ploducción de beneficios, sino más
bien la existeDcia misma de lz eÍryresa como conunidad de
¡onrles qne. de diversas maneras, buscan la satisfacción de
sus necesidades fundameflales y constituyen un gfupo parti-
culal al servicjo de Ia sociedad enlera" (n. 35).
. Mercado. "Dala impfesión de que. tanto anivel de naciones
como de relaciorcs intemacior,ales, el librc metcado sea el
instrumento más eficaz para colocar los lecurcos y responder
eficazmente a las necesidades" (n. 34). A está afimación,
novedosa dento del magisterio social católico, se añaden los
.or-ecrvo§ perrinenre\ ln. ll ,. Sobre rodo. .e pre\ ieqe , onra
la "idolallía de1mercado"r "Existen necesidades colectivas y
cualitativas que no pueden ser satisfechas mediánle sus me-
canismos (del nercado): hay exigeñias bumanas impo an-
tes que escapan a su lógica; hay bienes que, por $u nalurale-
za, no se pueden ni se deben vender o comprar. CieÍameÍle,
los mecanismos de mercado ofrecen renlajas seguras; ayu-
dan, entle otas cosas. a utilizar mejor los recüsos; favorccen
el intercambio de los productos y, sobre todo, d¡n la primacla
a la voluntad y a las Feferencias de las personas- No obstan-
te, conllevan el riesgo de una idolahía del mercado, que ig-
nora la existencia del bienes que, por sü nalüraleza, no son ni
pueden ser simples mercancíal' (n. 40).
. Beneficios. La afirmación es clara y suena. en la "foma"
aunqüe no en el "contenido", como novedosa: "La Iglesia
reconoce Ia jusra funciór de lor ó¿"¿r.,or como índice de Ia
buena marcha de la empresa. Cua o una empres¿ da bene
ficios significa que 1os factores Foductivos han sido ulitiza-
dos adecuadamente y que las corespondientes rccesjdades
humánas han sido satisfechas debidamente" (n. 35). Pero los
benelicios lienen también su orientación ética: "los benefi
cios Ío son eI único índice de las condiciones de la empresa-
Es posible que los balances económicos sean correctos y que
al mismo tiempo los hombres, que constituyen el patdmo o
más valioso de Ia emplesa, sean humillados y ofendidos en su
dignidad. Además de ser moralrnente inadmisible, esto no
MOR}I- DE ACITUDES. I¡ N'ORAL SOCIAI,

puede menos de tener refleios negativos para el futuro, hasls


para la eficiencia económica de la empresa... l-os beneficios
sor un eleme¡ro regulador de la vida de la empresa, pero no
el únicoi junro con ellos hay que considerar otros lactorcÍ
humanos y mo,ales que, n largo pl¡zo, soD por 10 meno$
igualmente esenciales párá l¡ vida de la empesa" (n. 35).

e) Después del análisis de Ia valoación de Ia estructura económicr


que da apoyo ¿I capnalismo es fácil comprender la toma de
po\rura que la enci.licá ádopta úte el ststcna e, oróni. o , apr
tal¡sra cansiderudo e sí, ino y no eD sus reatizaciones hjs"

Se comierza por afimd que mte uña cuestión tan compleja


- "la respuesta obviamente es complej¿" (n. 42) y. por 10
tanto, h¿ de ser diversificadá de acuerdo con dos posibles
hipótesis en ]a comprensiór del capitalismo.
kimera hipolesis: "Si por 'capiralismo' se entiende un sis-
- tema económico que reconoce el papel fuDdament¿l y posi-
tivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y
de la consiguiente respo¡sabilidad pará con los medios de
producció¡, de la libre crealividad humana eü el sector de
la economía, la respuesi¿ es positiva" (n. 35).
Sesunda hipótesis: "Si por 'capitalismo' se entiende un sis-
tema en el cual la libertad, en el á.nbito económico, Do está
encuadrada en m sólido conrexro juídico que la ponga al
servicio de la libertad humaná integml y la considere como
una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético
y religioso, enaonces la respuesta es absolulamente negati-
vn" (n. 35).
Anotación complementaria: el capitalismo de la pimera hi-
pótesis quizás debiera de dejar-se de tlam¿r "capitalismo":
"quizás sería más apropiado hablar de 'economía de empre
sa', 'economía de mercado' o simplemente de 'economí¿
tibre"' (n. 35).
Está respüesta, a fuer de tan matizada (y quizá tan ambj
$a), da ta impresión de no decir nada nuevo en relación con
10 afimado sobre la ?rr-llc¡lra ¿ca¡¡óm¡¡¿ de que se ha servido
el capitalismo. Más aún, pa¡ece que la intenció¡ det redactor es
dej¿r en el aüe el interrogante de si no habrá que r eparut (y no
sólo distinguir) la 'tstructum económica libre" del "sistema
económico capitalista'. Esta separación viene "insi¡uadá":
44t

por el deseo de no dar el nombre de "capitalismo" a la


primera opción (la vlida):
por la Io.ma de describn h primera opcióÍ (la válida) a
- base de repeti los factores de la estrrc¡ur¿ económicá libre
haciendo así una ".autología".

Si se acepta está lectua, la encíclica "Centesimus armus"


justifica éticáJlrenl€ l¿ esúuctura económica librc pero no jusri-
fica el capitalismo en cuanto sistema concreto de esa estructura
económic¿ libre. De este modo cobra mayo¡ relieve la afirma-
cióñ de que "la derrota del socialismo Ío deja al capitalismo
como único modelo de organización económica" (n. 35). Con-
siguientemente, el capiialismo "no es el único modelo económi
co" en el que se tengan que encama¡ las condiciones de Ia
estructura económico libre.

0 Eslablecida la "ruprura" (metodológica, pero con funcionalidad


real) enhe la esnructum económica libre y el sistema eco¡ómico
capitalistá surge la pregunt^: aexiste v, síste a eco ónico ideal
que gara¡tice, en cuánto tal sistema, las condiciones éticas de la
economla libre?
La rcspuesta a esta pregunta no se encuenta explícitamente
formulada en ]a eÍcíclica- Sin emba.rgo existen elementos, en
algünos casos apárentemente contradictorios, con los que se
püede esbozff úa contestación. He aquí esos elementos:
No.o csponde a la ¿ti.a ni a la lelcsú plopun,t up qo.
d"lo ecotúnico concreto. "La Iglesja no tiene modelo para
prcponer" (n. 43, l). Esta afirmación asume 10 dicho explí-
citamente en la encíclica "Solicitudo rei socialis": "la doc-
trina social de la lglesia no es una'Íercera vía'ente el
capitalismo liberal y el colectivismo marxista y ni siquiera
una posible altemativa a otras soluciones menos contrapues-
tas r¿dicalmente" (n. 4l).
La prcpuesta de modelos econón¡cos es una cuestión técni
- ca. .on¡L¡.iorn¿d sotio-llistóti.¿m.nr? Reñ ieñdó , l,
docirina de la carta apostólica "Ociogesima adveniens" (n.
2-5) sobrc eI pluralismo y el cánácrer sitüácioná] de Ia en-
señanza social católica. la encíclica "Certesimus annus"
anota: "Ios modelos reáles y verdader¿mente eficáces pue
den nacer solamente de lás divers¿s situaciones históricas,
gracias a1 esfuerzo de bdos Ios responsables que afronren
los problemas concreros en todos sus asPectos sociales, eco-
nómicos. políticos y cüllurales que se relacionan entre sí"
(n. 43, l).
La ¿¡i& tie e una fu tión ihlnina.loru | oientadora pa|¿
k! propuesta dc ntodeb: ?.o ómnos. "Para este objetivo
(ahr bür "modelos rcales y eficaces") I¡ Iglesia ofrecc,
.o¡to otitttddtit id.ol ¿ in¿irrynrahlc, la Propia doclrinr
social" (n.43, l).
Los oi?nkkion?! ¿¡icdlt paru ahmbk¡ u¡t w .loc nóni'
- t\, t'úlklo elti|n expuestas a lo largo dc tod¡ la eDcíclic
"Cenlesimus aonus" y. en un sentido amplio, en lodo el
conjunto de la Doctrina social d€ la lglesi.r. Sin embargo. cl
Prp.r p¡recc qucr(r (oncentr¡r esr\ uri(nracioncs en un (un
iunto de exiscncias que expone en el n. 43:
' la ética crisriam "reconoce la posilividad del merc¡do y
de la emp.esa, pero al ¡nivno tiempo indica qüe éstos han
de estar orientados al bien comúD":
. "esta doctrina reconoce también la legitimidad de los es-
fuerzos de los trabajadores por conseguir el pleno rcspeto
de su dignidad y espacios nás amplios de p¡nicipación
en la vida de Ia empresa, de marera que, aun trabajando
jüntmcnte con otros y bajo l¿ direccióD de otros, puedan
consideraren cierto sentidoque tabajao en algo propio al
ejercit¿r su inteligencia y libe¡lad";
. "l¡ empresa no puede considerarse únicamente como un¿
sociedad de capiiales; es, al mismo tienpo, uDa sociedad
dc personas. en Ia quc enlfan a formar párle de manera
divcrsn y con responsabilidndes específicas los que apor-
tan el capilal oecesario para su a€tividad y los que cola-
boran con su lrabajo. Para conseguir eros fines sigue
siendo necesario bdavía un gran movimie¡lo asociativo
de los trtbajadores, cuyo objelivo es Ia liberación y l¿r
promoción il¡legml dc la Pctlsonr";
. "la propiedad de los nrcdios dc prodücción. tarto c¡r el
campo indusrrial como agÍcola, es justa y legíliln¡ cuan_
do s€ emplca para un trabajo úlil; pero re§ulla ilcgítima
cuando no es v¿lorada o sirve p¡r¡ imp€dir el tab{io de
los demás u oblener unas gananci¡is que no son lruto de
la expansión global del trabajo y de la dqueza soci¡1, sino
más bien de s'r comprensión. de la explotación ilícila, de
141

la especulación y de l¿ ruptüra de la solidaridad e¡ el


mundo laboral. Ere ripo de p'opredad no Eene ninguna
justificación y constituye un abuso ánte Dios y los hom-

. "1a obligación de ganar el pan con el sudor de la propia


frente supone, al mismo tiempo, un ¿/¿i.¿.¡lr. Una socie-
dad en la que este derecho se niegue sistemáticamente y
Ias medidas de política econórica no pemitan a los ira-
bajadores alcanzar niveles salisfaclorios de ocupación, no
puede conseguir su legitimación ética ni la.justa paz 50-
cial".

Aunque se ha afirmado que no conesponde a l¿ ética ni a


1a doctnDa social católina proponer un modelo económico
concreto, §in eñb¿rgo I¡ encíclica "C€nresimus ánnü§" ofre
ce una conliquación ztobat del nadelo ¿conómico tátido.
En conexión con las orienlácioÍes dadas a los sindicatos (n.
35. l). la encíciica afirma qüe "se puede hablar justmente
de lucha contra un sislema eco¡ómico, enterdido como
método que asegur¿ el predominio absoluto de1 capit¿I. la
posesión de los medios de pmducción y la tierra, respecto
a la lihe subjetividad del Eabajo del hombre" (n. 35. 2).
Esajusta Iucha conrá el modelo económico injusto (capita
lismo "ri_qido" o "salvaje") ha de tener como objetivo Ia
implantación de otro modelo ahemaiivo justo ¿Cuál? La
encíclica descarta "como modelo altemátivo. el sistema so-
cialista" y coloca el modelo de "u¡a socied¿d basada en el
tmbajo librc, en la empresa y en la paricipación" (n. 35. 2).
Y aíade: "Está sociedad támpoco se opone al mercado. sino
que exige que é§te sea conFolado oportunamente por 1as
fuerzas sociales y por el Estado, de manera qoe se garantice
la satisfacción de las exigencias fundrmentáles de toda la
sociedad" (n. 35, 2),

Teniendo delá¡te las áfirmaciones precedentes sobre el sir


tema económ¡co ideal crermos qüe se pueden hacer dos anota

La plimera arctación se refiere a la afirmación de que a la


éticay a la doctrina social no les conesponde proponer un
modelo económrco. Se trata de úa áfirmacion que es precrso
matizar. No les coÍesponde construir o jüstificar un modelo
econól,¡,ico concrc¡o, ya que en la corcreción enkan en juego
xr Mou soc¡al

facto.es no direct¿mente élico§ y elemento§ autónomos cuya


"confesionalización" católica seía indebid¿. Pero sí les co-
rresponde a la ética y a la do€tn¡a social católica proponer las
1íoeas generales del modelo económico i.1¿¿1. Eso es, por otra
parte, Io que encontmmos de hecho en la encíclica "Centesimus
an¡us", según se acaba de señalár.
La segunda anotación mira a la propuesta que hace el P¿pa
en relación con "el modelo económico ideal"- Los rásgos con
que lo describe se refieren al campo de 1á actividad económica:
trabajo tibrc, eq,cso, partícipación, a los que se añade e1
merca¿.o (aunqüe 'tontrolado opoftunmnente por las fuerzas
soDiales y por el Estado": n. 35,2). Pero da Ia impresión de que
la propuesta no Koge pele.rameote los element05 y ir. care-
gorías de ]a estr¡rctura económica que en la misma encíclica ha
propuesto como los éticarnente válidos. Por otra pafe, en toda
la Fopuesta hay ur "salto" del le¡reno específicamente econó,
mico al crmpo más amplio de la sociedad: el modelo económi
co se coloca en "úa ro.¿¿dad bas¿da en el rabajo libre, en la
empresa y en lá panicipación".

Como se ve. exisren puntos oscuros, lagrnas, y cabos süel-


tos sin atar en el discrüso de la encíclica sobre el sistema eco-
¡ómico ideal. Es un tema ábiefo a la discusión. Hay que seeuir
trábajándo sobrc é1, ya que se tráta de una cuestión imporlante
para la necesaria iluminación ética de la vida económica del
Fesente y del futuro.

E) Del planle¿mienro ¡edri( o e rdeal \obre el s;srem¿ e( onon¡co es


necesario descender á l¿s Ralizaciones púdicas e hís¡óricas.
Para la consideración de la encíclica no existen más que dos
formas concretas de modelo económico: el "sociatismo real" v el

Sobre la valoraeión que hace la encíclica del "socialismo


real" ya hemos h¿blado. Es u¡a condena absolut¿ v sin marices.
Puedé llamar lá ¡rención que la encrcli(¿ no disl'nÉa. urrtrTando
al menos a¡alógicamerte la distinción que utiliza para eI capi-
talismo, entre el "socialismo ¡eal" y los objetivos "ideales" del

En relación con el c¿p,r¿l¡§,¡o ,?dl la encíclica adopta ün¿


postura sumamente cfítica. Pfácticamenre resuenan en ella to-
das las prevenciones que ha expesado arteiormente Juan Pa
blo TI v. en generai, el mágisterio eclesrarrco.
M5

Sin pretender recoger lodas las críticas. es convedente sü


hayar lo siguiente:
Se condena sin paliativos el capifalisno baje. rú como se
d¿ba en la epoca de teon Xlll v rál como I vece5 5e srgue
dando actualmente: 'todavía se dan casos de contatos entle
patronos y obreros en los que se ignora la más elemenral
justicia en mareria de lrabajo de los menores o de las mu
jeres, de horarios de rrabajo, estado higiénico de los locales
y legítima ¡etribución" (n. 8)-
Sin llegff a esa situación "salvaje", exisre n capitalísmo
- ¡ígido que también es condenado por Ia encíclica: "un siste-
na en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está
e¡cuadr¿da en un sólido con¡exlo jurídico qüe la ponga al
seNicio de la libertad huma¡a integrál y la considere como
u¿ paficular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y
religioso" (n. 42), En otro pasaje se describe este capitalismo
rígido del siguiente modo: "ün sistema económico entendido
como método que asegura el predominio ¿bsoluto del capi-
tal. la posesión de los medios de prodücción y la tierra,
Éspecto a la libre subjelividad del trábajo del hombre" (n.
35). Contra este capitalismo la encíclica acepta una "lucha
justa'de los si¡dicatos y de oúas fuerzas sociales (n. 35).
E capi¡alisno nmderado form¿s diversas, según
insista más o menos en las^dopa
implisaciones sociales o en la
libertad e inteés individual. La encíclica ¡o enra en Ia
clasificación y en la valoración de esas diferentes propues
td5 y reaüzaciones. Hacia el conjunto de todas ellas se diIi,
gen las cnlrcas, que no háce t lr¿ rememorar aqu' por \er
suficientemente conocidas. Se puede decir que todo el capí
tulo 4 de la encíclica pued€ ser leído como un juicio crítico
del "capitálismo real"-

A¡te esta valoración de las realizacioÍes históricas v acrua


les del capiralrsmo surgen dos pregunta\ lundamenr;le.: l)
¿existe algin modelo de "capitalismo rc¿I" que ponga en prácti-
ca las condiciones exiSidas por la encíclica p¿ra que pueda
hablarse de ü¡ sisiema económico justo?; 2) ¿puede ser refor-
mado el capitálismo actual de tal manera que ¿lgún día l1egue
a realizar dichas exigencias?
A Ia pimera pregunlá la cortesaación más correcta es la
negativa. Las condiciones élicas exigidas por la encíclica más
446

bien parecen irealizables en el "capitalismo real" de hoyt


arin en sus formas más socializan¡es. Baste aludir a un as-
pecto import¿nte: la organización de la economía intema-

En la economía nacional pueden realizarse las exigenci¡s


que propone Ia encíclica para contmlar el mercado lible me-
dianie la adecuada inrervención de las fueEas sociales v del
L,tado rn. J5. 2: 40)". Pero eslo no es posible ho) por ioy a
escala intemacional. No existen hoy por hoy instancias regula-
doras a escala intemacional para orientár una ecoromía plane-
taria just¿.
Lá pregúnta de si el capitalismo podrá adaptarse de tal
mánela que en eI futuro rcalice las exigencias éticas fomuladas
en Ia encíclica no tiene una contestación fácil. La hipótesis
puede aceptarse como posibilidad, pero en ese caso positivo
seúa muy discutible que el sistema económico qüe lo.haría
posible debiera llamarse capitalismo.

h) La lectura que he hecho de la doct iía de ia encíclica sobrc el


capitalismo pone eÍ evidencia dos cosas:
el rnensaje de la encíclic^ ¡ie¡e in ovacíones en la valora-
- ción de detemi¡adas categoías económicas (mercado. be-
neficio, etc.) que p¿recen estar más cercanas al capitalismo
que al coleciivismo; pero, por otra pafe. sigue anclado en
las reticenciás que la doctrina social católica ba proyectado
sobre el \i.rema economico capjtall\la
con la aponación de lás innovaciones la encíclica "ha des-
- compuesto" Ia pieza doctrinal existeúe sobrc el capitalis-
rno; pero, a mi juicio, no ha loerado 'lecomponer" eI cua-
dro; de ahí las complejidades y hasta las ambigüedades del
me¡saje de la encíclica sobre el capitalismo.

Si esta apreciación es objetiva, nos encontra¡nos úte una


"cuestión abierta". El Papa ha aportado nuevos datos, pero ro

r?
u
Ha, qu¿ tener eú cuenta que el Est¡do tro sobepaE sus líniies y caiga en
eac.so d€ "as¡tencialismo". La ercícüca prcviere contú la buoc.atizació¡" exe-
siva del "Eslado 6iste¡ci¿1": Al in¡edenn di@Hñe e quiid responsabilidad a
,
la sociedad. €l Estado asistenci.l povea la pérdida de ene.gias hmmas e] ,
aumento eraeerado de los apd¡¡6 públi@s, domi¡ados por lógicas buoc.áticas
más que po( la pÉocupa.ión de sfln ¡ ¡os ¡srios, coú enome crecimienro de 1os
441

ha propuesto una "síntesis" completa. Es preciso replanre¿r Ia


cueitión desde las inoov¡ciones históricas y doctrinales det
pre§enle pua nlenlar alumbrar un. nueva sinlesis. Es lo que
nos proponemo. hace¡ en el §rguienle apaf¿do.

v
I{ACIA I]NA ALTERNATIVA DEL ORDEN ECONOMICO
ACTUAL

Como resultado de las reflexiones p¡ecedentes sobre el debate ético


cn lomo al capitalismo y aI colectivismo surge ün¿ conclusión: es ne
ccsario dnigir la mirad¿ y Ia práxi§ moral hacia una altemativa del
orden econémico actual. A continüación proponemos un conjunto de
orientaciones para configura¡ ese fururoj3'

I, IMIUMANIDAD DEL 'CAPTTAIISMO REAL"

A lá luz de los criterios precedentes no se puede dejar de reconocer


los efectos negativos del capitalismo real:
"deshumanizacién" de la economía, orientada no en función de
la persona sino en orden a la productividad sin límites v al
coÍsumismo desenfrenadoi
generación perm¿nente de desigualdades cáda vez más extensas
- t profundas: enife píses (Nofte-Sur), entre sectores de Ia socje
dad, y entre iñdividuos;
olvido ¡te tos pobres como elemento necesmio para el funciona
- miento del sistema.

Estos tes fallos del capitalismo real constituyen la rcgación plác


tica de los tes criterios básicos de la élica económica. De esos tres
5r
Pueden verse añohciones y sug.rcrcias 6: P. B¡N, Cdpi¡al ¡hrnm
ol]d
ñh'n, and th¿ tt^-
Conn ñi:n: ¿
ot ,ontcú lot
'tP
Cathon' So' o11hóuPh'
Monrh 2t (l99oi I /l-178. ,¿2t 2J0 rFsumn e seletcroneq de Teo,otra J0
"ea'
i\e
( r 99 r , So.iate Martun6choi '* as ¡rt d¿r?: stimen der
) 1 I9- 128)r F. J. §úas-
ieit i.rt 0993) t
291 301; P.- BELD^, C¿Piratisno Poslconúnista norul sa.ioeco'
ón¡ca crisria0: l,lesia \i\a, r. 166 (1991) 295-301. ver r¿mbién lar Ac1¿s del
c.lo.Dio celebÉdoln el Vaticúo en enero de 1992 sobÉ -E1ica del ca?italismo":
Alla;199t: caPilatisn ¿,ú Ethic- A Cottoqúin ¡n th. v¿ti¿¿,: Política Exterior
(1992) n,iúero e¡lraordirúio.
4¡18

Dlicleos rcgativos se deriva un4 constctación de injusricias que acrc(tilrlir


la ob]erividad de h calificación: ..i¡humanidad d;r c¿pirallsno rcnt,,.

2. LA ES|I{UC'IURA ECONOMTCA JUS,IT\ HA Dll SER ITORMUL DA


Y RI]AI-IZADA DE FOIIMA D¡ALECTICA

Parece ncce§arin Iadisülción enrrc..er¡rcruri cconó¡nica., y..sisk,


mLr cconómico". La esrructu¡.a se rctier€ a los itclores econónricos rti.
L':r'(. rnrenrr.,,itu( cl ,i,ternh,on{iru)c.., r,,ncrc..,!, de (\\ txü, (\
d(lrln' .le u e.L¡ir.ilr" .ftrnir tI.\titu(i,
'rr,,ri\t,(,., e., y unr
5o((' ru|]drL¡§) dcLrrnrjI.kI\
rc\

l-a élio:r cristi¿n¡ .lr¡slitica:


l¿ ft.ot1¡?¿a¿ pero cn cuan«) de¡ccho rct.cri& at ¿¿\titto cot i
- d€ bs biencs eco¡rírnicos:
el ,kt\\klo lihrc pcrc funcionando denrro de ur1 anto
- .iusro y con ln \ plqú.t ¿(! t:\ta¿o.,
¡ut.kt¡(o

l¡ lil)t! i k_i ¡tu pcrr) cn coniugaciú) con Ir


- t tu i¡n] vn ial
ncccs¿¡ria /r/¿r,/i,

la ¡rrl,/¿.1¿/ c0onúDic¿r pcru cntcndidr conro ¿r)t tti¿u¿ ¿e rut..


-
el b?, t'lic¡o ¡n¿hnhat pct(, on cuanto rc tiza también ct án
- r

Si so lccn csn)s tr{,rues ú¡ric nrcntc cn ta pri¡rcra p rc dc su tbF


rDUltrci(i¡ cnlorccs sc tos onlorrdcr¿i corno cllregorias rrprralnras;
si sc
rr. l.r .,1,, (n ,u .JxuI.h frr(. ,,. ts nr rpiL.n.tcr.i ..,,,,,,,..,,"¡"r,¡,
.¡ ¡a,//,i/./\. \r Lr l(( Ir, (.,r1c(¡r. trr n,,.cr rjrrt,:.ircr
)
no alirDr r l s ú)s pol¡ridrLdes. Uniclr¡nente l¡ conrprcnsión clialécric'a
,\t're.:, lJ c.tlr.'r,1,,,i,,n,{r,i,.r,u{r.,tuc p,r t,, rrnr,, ro tr,,.te.ci
,1.n,'r,.r..,,i ''c,,pir.,lr\t.r_r.iLoI¡,li,rrrp,(o<.,.nr\r,t(r,J.,..,o(irti,tr...

3, TIL CAPI1 AI,ISMO Y EL «)I-ECIIVISMO ¡]N CUAN'rO S]SI


F]MAS
ECONOMÍCOS CQNCRETOS NO Rt.:AI-]ZAN LAS EXIGENC1AS
EI¡(]AS IMPRESCINDIBLES Nt LA I]S I'RUCI I] RA ECONOMI']A IIIST^

¡) Por lo que rcipecr¿ Jt- Jr'. ¡lri./r, p.,rec, no n:rb,. rludb tro)
, sr rn.tú.lrLr:r ¡\rructrrr¡1.
.obrc De-lc LeuI \I c rJ e¡rch Jr(a ..R..rum
novarum" hasra Jtran Pablo II la conde¡¿ del magisrerio eclesiásLico ha
sjdo consLnnte. La cncíclica ..CenLosimus ánnus,,, sesúrn sc ha señal¿¡lo
449

fñ ['iba, proyecta sobre el colectivismo una descalificación absoluta


r r¡il ¡ringuna reticenci¿. Pot ]]lleficaz y poÍ inhuman¿ el colectivismo no
.¡ \islcma económico adecuado para organizar la ecoromía de un país
v ,l( la comunidad inlemacional.
Sin áludir a otras razones, unas pefenocientes a la cosmovisión
Irrxislr y otras a los planleamientos pmgmáticos. existen iales
rnllrrlrvalores en la estructura del colectiYismo que 10 hacer in¿ceptable
lrinlr Ia conciencia cristianá, aunque ésta no ptroda dejar de reconoceL las
nt)(nlaciones leóricas y práclicas de este sistenra económico (una de las
r urlcs es, sin duda, haber presentado un "frenLe altemativo" al capila-
lNrno).
Ilnrrc los contravalores que residen er 1.1 estruclura colectivista
rlcrt¿rcan los siguientesi
l¿r total planificación de las necesidades ecorómicas olende
- l'roüralmente el respelo a la "individualidad" del hombre;
la coleclivización plena de los medios de prcducción elimina
- "imbilos de libertad", necesarios paln la humínizacióÍ de indi-
viduos y de grupos;
h concerrl¿lción económica originn ün Estado "c¡pilaljsla", con
- un poder excesivo en lo económico y en lo social y con una
buLocratización agobiante.

b) En relación con cl ¿álrilrl¡rrÚ persisten las críxicas que el ma-


8is(orio eclesilstico ha proyect¡do sobre éldesde León XIII hash fu¿n
il,lrlo lL Creemos queesa valoracióD crÍtica no h¿r cambi¿do a pa(ir de
hr cocíclica "Centesimus rrnDus". Según la interpretación heoha má$
¡flibq esle docurnentol
acepta, valida y justifi€a la est$ctura económjca que denomina
- "economía librc", "economí¿¡ de mercado", "economía de em_
presa" (n. 52);
pero esta jusXificación no supone la aceptación del sisiema eco-
- nómico capilalista, ya que los láctores económicos asumidos
pueden realizarse de forma jusla. según pide la enclclica y he
señalado más ariba, o pueden adquirir u¡a configuración con-
üeta injusta al no respetar las orientaciones éticas que Ia misma
encíclica postula.

Cresmos que el sistema económico capila.lisla realiza la "economía


librc" (o "economía de merc¿do", o "economla de empresa") sin respe-
tar las orientaciorcs élicas marcad¿s a eso esiructua económic¿: el
450 rn MoR.ú soc¡ L

desrúo ujliversal de lo, bienes. el orden jundrco ju,ro. ta necesario


pianrl.cacrón so.rdi v la correspondienre \uplencia dei E.udo. ja empre-
sa como comunidad de personas, la función social del beneficio indivj-
dual Veámoslo de lorma esquemálica.
EI modelo capitalista funciona mediante un esquema cuyos etemen-
tos básicos son los siguientes:
''Propiedad priva .la de los medios de producción.
M%drismo de ün mercado libre y .ompetilivo.
Búsqueda del beneficio privado,
e¡ di¡e¡o o en valor abstracto, como guía de 1a producció¡,,5!.
Ahora bien la realización concrera det capitalismo contradice de
hecho las orientaciones que, étic¿menre, h¿¡ de tener esos factores:
el destino üiversal de los bienes es negado de hecho por la
- propiedad privada capitalisra;
la función social del desalaollo económico es.anulada por 1a
- inevitable persecución del máximo beneficio en el clave ¿apita-
Iista;
1a humanización del trabajo y la creación de una comunidad de
persona§ en la rarea l¿borrle, incomparible con la esrrurrurr )
el luncion¿mienro de la empre'a capirati,ra;
la igual libefad de todos (i¡dividuos, grupos, países) en un
- mercado libre es imposible denrro del sistema económico capi-
talista en el que son connatumtes las oligarquías (por ejemploa h
Tril¿ter¿l, el crupo de los Siere, erc.),las relaciones de imperia-
lismo económico (relación Nore-Snr). y la generacióD d; des-
igualdades que origina,l la marginación social así como la clea-
ción de "pob¡ezas" cad¿vez más "duplicadoras,' de ta vid¿ sociat.

Sintetizando las clticas pecedentes, nos inclinamos por una vato-


mción esúucturalmente negativa del sistema económico capiialisra por
las tles razones siguientes: a) inhoduce el '.luc¡o,,como el motor d¿ci-
sivo de la ¿ctividad económica, conúari¿ndo asl la risión humana v
crisriana de roda acii\idad como.e^icio peleclvo del hombre; b, t;
propiedad privad¿ cápitalisra de los medios de Foducciór hace del
homb'e un'msnumenlo ) Je su ¡r¡bajo und mercancia , conEariando
de e.re modo la dignidad malienable e rni¡5!rumenrati/abte de ta perso
na; c) la división económica engendra inevirablemente el antagoirismo
y la lucha en Ia sociedad huma¡a, contrariando así uno de los principios

$ E. M. Uroña, ,1 ui¡o
d¿l .,irfi¿¡isuo ro.i¿liri¿ (Ma&i.I. 1981) I t3
451

hlsicos de la comprensión humana y cristiana de lás relaciones entre los

Esta valoración negativa, por referirse aI sistema económico capila-


lista en cuado tal, h¿ de aplicarse a iodas las formas de capitalismo. Si¡
cmbargo, en esas formas hay un más y un menos segfu ¿cepten más o
nrenos los .¿,"/¿.¡iv¿r al "esplritu" y a Ia "foma" capitalistás. En este
scniido, siemFe será meros inaceptable el capilalismo sociáldemocráti_
co (economíá so.¿'¿l de merc¿do) que el capitalismo liberal puro.

.1, DESENMASCARAR Y DESACTIVAR LA IDEOLOGIA


DE LA "TEOLOCIZACION DEL CAPITAIISMO"

Conclusión obvia de Ia Precedente es l¿ de tener que desenmasaca'


ürla ideologización que en á.lgxnos ambjeÍtes católicos se lleva a cabo
cn favor del capitalismo. Eslos "cristiaros por eI capiialismo"l
dento de las coodenadas políiico'religiosas del llama_
se sitúan
- do "neoconservadurismo" @:
desde esas posruras hacen una opción clára por el capitalismo,
- en cuanro rorma social ma. coherenle con la concepcion anro-
pologic¿ .nsdana ) con loc ideales cr¡liano' de sociedad6:
a paúir de esa v¿loracjón es comFensible que 1üten no solo de
- "cristianiza/' o "catolicizar" el cristiarismo sino que hagar üna
6':.
especie de simbiosis entr€ dogmas católicos y dogmas liberales

5. HACIA UN SISTEMA ECONOMICO ALTERNATIVO

A pafir de las conclüsiones anteriores es fácil aceptar la necesidad


de org;nizar una economla distiÍa del sistema económico capitalisla y
dei sistema económico coleclivisia.

'! Vcr el málisis y la c¡íti.a del neoconsefladurismo en: J. M.' MarDoMs,


Cdpi¡alis a ! rclígiók. k rc|i|ión polli.a Nocon¡erwdo,? (Smtander. 1991).
6' Cono Epresentmies náximos, ver a: M. Nov{. El 6Pl¡tu del caPnalilno
d¿-ocl¿¡i., (B¡enos Aires. 1984)i P. Bmcm, ¿a ¡¿v,1,.,¿n ¿apndlista (.Bt.etona.
1989). ED Esp¿ña partici¡an de es1á lendenciai L. BELrr¡N. C^t¡anisúo ! ecanatull
d¿ ,¿,2¿d¿ (Madrid. 1986)i R.'l¿¡.m, El pa¡l¿t creadot del ¡¡er3o (Madrid, 1986)
ver tmbié¡: A, A. csÁUm, Econohll ! é¡icd- Rdíce! .ris¡idnas de la econonfa
d. libla ñercd.lo {Madrid, 1991).
61Ct I. M.' M{DoMs, P¿rlñodernldad neatonerradtri¡u, (Ere[a. ]991)
!
129 149i A. T¡roMassEr. Théolo!¡e ef éconanie: Etude conParée des prakts
d'¿thiq e écokoüittae de M. Novak et F. Hinkclantuat \l\r^d.id. 1990), resina de
licerciatum (U. P. comi]1ar.
452 nr MoRAL sOCl^L

Ese modelo allemativo ha de nacer "de las divenas siluaciones his-


tóricas, gracias al esfuerzo de todos los rcsponsables que afronta[ log
problemas concletos en todos sus aspecros socjales, económicos. políti-
cos y cülturales que se relaciona¡ entre sí"ór. Por otsa paÍ€, la aparición
de ese modelo nuevo únicame¡te será fiuto de un cambio profundo de
las personas y de las estructuras: "el mundo actual es cada vez más cons-
cienre de que la soluciór de los grandes problemas nacionales e interna-
cionales no es sólo cuestión de producciór económica o de organizaci6n
jurídica o social. sino que requiere precisos valores ético-religiosos, asf
como un cambio de mentalidad, de comportamiento y de estructural'«.
La ética cdstiana ofrece las sisuientes orientaciones en oIden alum-
brá.rel modelo económico allemalivo:
En primer lug¿.r, hay que tener en cuenta los 1i¡1lofts éticos qw
- son inierentes a una ecommla humanizada y humánizadora.
Son válidas las opciones que hace la encíclica "Centesimus an-
nus" sobrc dete¡minados factole§ económicos que conforman
úz"econonía |ibrc"-
Hay que terer e
cuenta las experiencias histó cas del capitalís-
mo real. no solo paIa etitar erores sino también para descubrir
soluciores positivas. En este último sentido, los co.,"ecririo,t
introducjdos en el capitalismo para hacello "más humano" y
"más social" indican cami¡os por dondehade oientañe el nuevo
modelo económico, Hast¿ se puede pensar que desde la radica
lización de esos conectivos se consiga dal el "snlto" hacia un
sistema económico estructualmente jusio.
No se puede despreciar tampoco la función ejemplificadora de
- las experiencias de1 socialismo real, tanto en sus aspecios nega
tivos como en su vertiente positiva. Se ha subayado e1 que
parece ser exagerado el olvido de la ercíclica "Centesimus an-
nus" frente a la contibución socialista a la solución del proble-
Ina social6rl
. su Eesencia críticay altemativa al capi¡alismo ha contenido
en parte los "mecanismos perversoy de éste y 10 ha hecho
menos "inhumáno";
. ha ma¡tenido la utopía de la igxaldad, siendo cauce de las
aspiraciones de los más pobres de la tierra;

13
cen¡¿sih s annus. t 41.
6r
Vr¡otua, I ... 207-208 (co¡ bibliografía en notas 28-31).
453

. sus rea.lizacioÍes positivas ban contribuido a la realización


del bienestar económico y de la felicidad histórica de mucha
gente.

No faltan voces de teólogos que siguen proclamando Ia fuerza ejem-


(rlrda ru§ra de la5
fliiit¿do-d po'rü\a del sociali.mo para organr/ar una
,ituacione' i¡numanas oel rercer mundo66. Pren.an nrlL ralmenre en un
socialismo no totalitario y no contra¡ro a los derechos hummos. Para
. gunos economistas la planificación económica puede ser una elapa
inicial co¡rvenienie: "la experiencia señ4.14 que la foma de sali ú país
pobre de su subdesanollo es a base de una plariñcación de su economía,
que a su vez produce un ciefo desa[ollo cullural. La soluciór que se
apunta es la de un sislema económico de plánificación cental demo
crática. par¿ más ¿delante, una vez alcanzado un aceptable nivel huma-
no soci¿l y cultulal-, evolücionar hacia un nuevo §iste-
ma -económico,
económico, o al ac¡ual capi rlismo, sino quizá hacia algún nuevo
sistema ecorómico en llnea con 1o señalado pJJa el 'capit4lismo A' de
laencrclrcd Ce e'imc¿nnu.. ¡n.42).pero in\e.rigadoydesarrollado

Pna llegar al nuevo mode,o e(onomico se prect\a ura nuevo


- sociedad. P^ra qu.e aparczca y funciones üna organización justa
de la "ecoromía libre" es necesario un cambio radical en el
modelo de saciedad:
r auténticamente democrática (CA, n. 46);
. con Ia presencia activa de grupos intermedios ("subjetividad
de la sociedad": CA, n. 13);
. promotora de los derechos humaros (CA, n. 47);
. con mayor "deNidad civil" Gociedad civil: 48, 5; 49);
' con üna cultula de la igualdad. de Ia pa¡ticipación y de ia
solidaridad.

róL.Bon. Ld "¡ñpbsiói" ¡lel socidlhño du¡or¡tdtia y l4 teoloSía d¿ la libe


,2.¡ó,: s¿l Terae 79 (1991) 321-341. ver lú doreiones de hace alsurós .ños de
f. F,LAaÍJA, Teorld! econónicar! rclación ehtrc Ühtidbisno t socialisno: Concl'
lium, n. 125 (1977) 282-290.
'rF. BNcHr, Capüal¡¡-o ) Docttina sac¡al de 14,¡8leri¿: vaNos, DocÍi¡a
social de la Iglesia , lucba pór 1a Juslicia (Madrid, 1991) 106-107.
454

6. TOIIIA DE CONCIENCIA DE LA ..ECONOMI PLANEIARIA"


Y S]]NS]BILIDAD PREFERENCIAL IIACI LOS POBRES

El modelo eco¡ónrico del futuro ha de rcner en cucnta est¿s dos


odenlaciones: la lo¡ra dc conc,encia de la "intemacionalizacióD" de h
economí4" ] la "scnribilid.ld é¡ica prel¿rcncial h¡ciá krs más pobres
(individuos. Brupos, países, mundos).
La opción prel¡reDcial por hs pobrcs es afinnada con nitidcz dcsde
h teología y desde el magislcno cclcsiásr¡co, sobre todo en hs últimas
eocíclicas soci¡les "Solliciludo rei soc¡alis" (n 42) y "Cenrcsimus ,m-
ous" (n. I l). Es dilícil realizar es¡a opción desde el sistcma económico
c¡pil.rlista, sobrc lodo si los "pobres" son p¡iscs y mundos. Fll sistema
ccoDóDrico {hcnativo ha de acepr¡rr como scnsibilidad ética nuclear esa
opción prcfcrcncial haci los pobres.
l,or lo que rcspecl¡ r 1¡ r¡r¡Ddiali).acnínde la economí¡, l¿ (:ocÍclic¿
"Centcsimus annus! hacc uDa constatación imporlnnte: "Hoy sc e$tá
experi¡rcnt ¡rdo y¡ Ir Ila¡nada'econoo¡ín plnnetaria, l¡rómcno que no
h¿ry que desprcciar, porquc pUcdc cr c{r oport unkla(les ext¡¡ordiltarias dc
mryor bicncst r" (n. 58). Es ctt cste ú»bilo pl¡n.¡nrio do l¡ cconolnir
donde el capilrlisnm gcDcra las nüryorcs injüsricias. Si cn la ópocr de
Lcórr Xlll cra elt la c¡rprcsl c¡rpiralisl.l dondc se cncontnrha la "cucslkín
socirl" y el lirllo ético dcl crpitalisoro. cn nues¡ro ticmpo la cucstión
sooi¡1 sc realir ¡ esclla plaDclnri¿ y cs cn csa cscala dondc sc consL¿rLrn
.lc linlnr mÍs dcst cada dcl sirlomn c¿pitalisla.
El nrodclo cconúnico hemativo ha dc tcncr cn cucnta las orientn-
cioncs quc da cl P¡p¿ este,cspecto (CA, n. 58):
crc¡ciót de 'adecuados órganos intcmaciur¿les de control y dc
- guía válidos que orienrcn la cconomí¿ misnu hacia el bien co-
nrún. cos que un Estado solo, aunqüe fuese el Intis poderoso dc
la tieffa, no es capaz dc bgr¿r";
concertación e iBu¡ld¡di "es neces io que aurrcnte I!.oncet1a
- ción entre los grandes países y qu€ en los organismos internacio-
nales cs1ón i8ualmente ¡€presenrados los intcrcses de toda l¡
sran familia humana":
consideración ¡acia los más débilcs: a la hora de valorar las
consecuencias de sus decisiones. tomen siempre en'considcl.a-
ció¡ a los pueblos y p¿íser que rierlen escaso peso en el mcrc¿do
intemacjonal y que, por r)tra pafei cargan con roda una seric de
necesidade' r.alc\ ! dcucranles que requreren un ma)ur ¿po)o
para un adecuado desdrollo".
455

La toma de concienci¿ de la intemacionalización de la econonfa y


h sensibilidad preferenie hacia los pobres no te¡ahán realización inte-
grada y adecuáda si no se coloca como criLerio ético nuclear del nuevo
sistema económico el p/r cipio solid¡lridád, tor tlado por la encíclica
"Sollicitudo rei socialis" (n. 38-49) y reafimado por la encíclica "Cen-
lcsimus a¡nus" (n, 10).
Apoyado sobre esle pdncipio ético e1 nuevo sistema económico irá
soluci;nando lfls iriu{rcias e(rucrurale5 de la econoria inrcrnác¡on¿163,
irn con'rruyendo un or<len mundialjuslo ) hacieldo asl mas y mejor
habitable el planeta xien¿.

.TEXTO

Recogemos lres pasajes de la encíclica "Centesimus annus" (los


lílulos son nuestrotl

I, LIMI'TES DEL MERCADO E INTERVENC]ON DEL ESTADO

40 Es dcbcr dcl Ert¡do prclecr d lu defensr y tutola dc lo$ bienec coleotivos


coño $n el Mbiontc n¿turnl y el Anbicnrc humano. cuy¿ sallusud i no pucdc
esr¡! ascgurada por los siñples mccanismos de ñolt¡do. Así comó e¡ tiempos del
licjo capiLali$mo el Estxdo tenh eldcbcr dc defonder lo§derc.hos fúnd!ñentales
dcl trabaio, ¿sr uhoru «n el nuevo capitalismo ol E$t¿do y lu sooiql d rienon el
jatñt 4c ¿.l!n.lo' lor b¡lke! N¿l¿rf¡f¿r, quc, cnke otr s cosrs, confituyen el único
or¡rco dcntro dcl cuul cs posiblc pü¡ c¡dr u¡o consegui¡ lÉ8flimámcntc sus ünes

Ho ¿hf uú n¡elo lfmilt del mercador existe¡ ncccsid.des colcotilas y cuálitati-


vn! que no pueden ser salislechas ncdiuntc rtB mecáoisnGr huy exiceNis hu-
ñúas impon¿nles q{e qcapun a su ló8icai hay bien$ que, por su ¡aturalez{, no
se pueden ni se deben vender o compht. ciertametrte, los mecanismos de morcádo
orrccen verr¿jas sesura$i arudaD, eúhe oÍás cosas. ¿ utilizar mejol los rc.u'§osi
li,vorcce¡ el iúterc¡mbio de los productos y, sobre todo, dm la ptimacla a la volún-
tad y a laú DrcleEncias de lá pcñona, que. en cl co¡1ralo, se confronta¡ co¡ las de
ot¡as pe¡sons. No ob¡taote, conllerú el rieseo de una "ldo¡afr¡ de] úercdo. que
isnora la crisienci¿ de bieúes que. por su natu¡al€za, no so¡ ni puede¡ ser smples

Ct- L. LEB^r{,z, t s¡icia en uh hrndo ¡hjusto (Barceton^, 1991): L C¡M.Ho,


át

El .opitatkno r td j stu¡a i¡l€rn¿¿i¿¿al: Revisla Fonenro SociáI, n. ?3 (1989)


2l-43.
d']Cf. R. TAMArcs, Uh hten aftlen nmdial \Madnd, 1991).
456

2, ¿QUEDA COMO UNICO "VE!,¡CEDOR'EL CA?ITAIISMO!


42. Vohierdo ¿nom a la pregunla inicial. ¿se puede decú quizá que, despüés
del frácso de1 conunismo. e¡ sirema ven.€dor sa el capn¿!ísno, ! que hací^ él
eslé¡ dirigidos los esflerzos de los países que m¡m de Econsmn su econor'Ia y
su sociedad? ¿Es quizá éste el morlélo q¡e s m@erio proponer ¿ los palses del
rercer nundo, que buscú la vla del verdaddo prcgrñ econóñico y civil?
La respuesl¿ oó,i¿¿¿¡r¿ ¿r ru¿.r?rr'¿. Si por "capnalismo'se entien<le u¡ sis
tem¡ ecónómico que reo¡@e el papel fudamerkl y positivo de la eúpresa- del
mercado. de l¿ propiedad pri!'ar,¡ y de l¡ corsisuiente Ésponsabiiidad para co¡ los
medios de producción, de la libÉ cÉa¡ividad huñ.na en el se«ü de la economla,
La Ésluesta cieiramente ¿r p¿vrn?, aunque quiá srí, mls ap¡opiado habh de
"econonla de empresa"- -'economia de mercado-' o simplemenre de 'economía li-
bre". Pe¡o si por 'c¡pitalismo ' s e¡¡iendc u¡ sis¡ema en ¿l cual Ia liberad. en el
ámbito eco¡ómico. no esia ¿¡.u¡.lEda eo ü. sólido .onr¿xro jü.ídico que la ponsa
al seNicio de la Iibertad hümaa iniegral y la co¡siderc.omo ua paJliculd dineD-
sión de la misna. curo ce¡im es élico y rcligios- e¡ionces Ia respuesta es absoluta-

La solución múisla ha fm(Ñdo, pero pemaecen en el mundo fenómenós de


mdginacióD y explotación. spe.ialmre ¿n ¿l ¡¿rc¿r nutlo. así coño fe¡ómenos
de alienación huúúa, especialñerle er los países nás avdzados: cont¡a tales
fenómenos se .12. co¡ fme¿a la v@ de la lglesia. Ingentes nucheduñbres viven
aún en condiciones de e¡¡ú miseria material y mor¡|. El lreaso del sisrema comu
nisla m tetos patues eliúina .ieñameú¡e un obsláculo a l¡ hoÉ de af¡ontar de
mmer¿ adecuada y realisra eslos poblem4i perc eso ro b6¡a para Ésolverlo§. Es
nás, exhte el ¡iesgo de q& se diñfda un¡ ideologia ¡adic.l de tipo capitalista, que
rechua inclüso el tomúlos en consider&ión, porqüe a p,i¿,i conside.a conderado
al fmcaso todo inrenro de aÍiontarlos y. de foma fideísra, confía su solución aL libre
de!¡rrnll. de lar ñ,er7:r de merc,.lo
Qt¿da nosrulo cu,Al iú.qtdhl. 2s la df d¿ q ¿ l¿ d¿¡otd rlel socia-
n.¡ón
lina dej¿ a¡ capnalnno cono único oryanizaciót etonóní.o. Hay qte
roúper Las barei4 y los moropolios"ndelo.le
que deiar a rartos pueblos al ñareen del
des.rollo, t asegurú a lodos indivirhos y racioneÉ las condiciones básicas que
pemil¿¡ paricipd en dicbo dsarollo. Es¡e obje¡ivo exl@ esfue¡zos prosramados
y responsables po¡ lai¡e de ¡o¡l¡ la coñunidad i.reñ¡cior¡l Es n€cesario que la§
¡eio¡es nás fueñes sepú of@er a 16 m,ás débiles opotunidades de inserción en
1^ r¡.lu ¡nteña¿ional, qa 1a: mís déLiles sepm ¿cept estas oportunidades, hacien
do los esfüezos y los sacrficios neesic pú¿ ello. egurúdo la estt¡bilidad del
,¡dco polílico , económico. Ia ed% de persp€.iivas pü el lútdo, e] desúollo
de las capacidades de los prcpios úabajador$, l¡ fomación de eópreseios elicien
ies y .onscie¡tes de süs responsabilidades-

3, ALTERNATIVA AL MODETO E@NOMICO ACTUAL


43. La lglesia no ti.n. notl¿los paru propo er- l¡s ñodelos reales y verda-
dennente eficáces pueder úcer solamerte de las diversa siüaciones hisróricas,
gncias al esfüerzó de iodos los Esporsab¡er que ahor¡er los lroblem6 conrctos
en lodos sus dpectos sociales, ecorómicos, políricos y cültumles que se rclacionm
dxre sí. Púa este objeú,o Ia lglesia oÍ¡@e, coño orietuatión ideal . indisp¿ sable,
la propia doctrin¿ so.ial. Ia cüal <omo queda dichÉ Econo.e la positividad del
mercado , de la empresA p¿rc ál mismo ¡iempo indic¡ que éstos han de estd
orientados hacia el bien comú¡. Esta d@rri.á Écoroce taúbién I¿ lesninidad de los
c(ue¿os de los trdbajadoB po. cdseeüir ¿l plcno Éspelo de su dieúidad y erpa
cios tuás anpliós de paficipación en la vid, de la emprce, de nane¡a que. aun
trabajúdo juntmente con ot.os y b¡jo h dndción de oms, pueda co¡siderd en
ciefo sentidó que trabaja en aleo prcpio" ¡l ejercitar su inreligedcia I libertad
EL des ollo integaL de la pe6o¡¡ ¡umda en el iiábajo no conÍadice- sino que
l¡eorece úás bie¡ la mayo. p¡oduciiyid¡d y efic¿cia del túbajo oisno, por más que
csro puede debiliar e¡tros de poder ya co¡solidadc lj
cmpesa oo plede consi
derdse ¡lnicmerle cono úa seiedad de c¿pitales ': es, al mismo tiempo- u¡a
'lociedad de personas , en la que €nrm . formd pane d. mane¡a diyesa y con
responsabilidades específicas lG que apor el c¿pital ¡ecGario pá@ su lclividad
y los que .olabo¡m co¡ su t¡abajo. PaÉ con*gun estos fifles sigue siendo necesuio
todavía un sr@ mov,ñien¡o asciarilo de lG trabajadoes, cüyo objet¡o e§ la
liberación y Ia prcmoción in¡egrrl de l¡ per$úa.
A la luz dc l4 dé hoy ha sido consider¿da nuevamente la
talación.h¡-e la prap¡¿dad úditi¿ual o pr^atl¿ J el rtesti¡o kni¿rsal ¿¿ los hi¿ne¡.
El hombre se rcaliza a sí nismo por oedio d¿ su i¡teliseDcia ], su libertad y,
obrddo ¿sí, asume.omo Dbjeto e irslrüoemo las cos del mu¡do, á la vez que se
lpropia de ellas En esie modo de trtuú se encuenrú el iundmento del d€r€chó ¡
la ini.iativa y a la prspiedad üdividuáj. Maiimrc su ¡úbajo el hombÉ se coú
p¡oúele no sólo e¡ faror suyo, sino tmbién ¿,/¿ror d¿ /¿s ¿le6¿! t.on los /¿nns:
cada uno colab¡rá e¡ el irabajo y en el bi6¡ d€ lc orres El hombre lrabaja pea
cubrn las noesi.tades ite su láúilia- de la comuidad de la qüe fo¡ma pa¡tei de ]a
nación yi en dcñniiiv4 de tod. ¡! humar¡d¡d. Col¿bor¿, asinismo. en la activi.lad
de los que úabaju c¡ h misña eñpÉsa e igu¡lme¡re e¡ el r¿bajo de los provee-
dores o e¡ el consumo dc 16 clienrcs- en úra cad6¡ de solidaridad que se exiie.de
progEsivmente. La prapie.lod ¿e los ot¿¿¡os.le pro.tnrción. tanto ot d canpo
ind s¡r¡a¡.a o agrí.ola, ¿s¡tsto ! legít¡úú.ú'ndo se enplea pdtt u tubajo úti|:
?ero telula ile.í¡ina cu¿"¿o no ¿s \ilor¿da o sir\c pa¡d ¡tupedn el ¡abajo de lot
.leñ1$ a obtenet unas Ed»drcids qn. no son fuúo ¿t. t¿ 4pors¡ók clobal del trabajo
! de ld t¡.lueza soL¡al, sino "ús bi¿t ¿. sn tmpr.s¡ó". t!. la erylata.i¿n ilí.itu,.le
la especuldción ! .le la rupntra d¿ ld sol¡darid¿d 2n .l nündo taba¡dl- Es¡e tipo .l¿
t)roPiedad ko t¡ene ninquna jusirt.dciót \ úns|¡titte 4blsa aik Dbs I los

La obligeió¡ dc lotu el pú con el südor de Ia prepia frente süpone. aI misoo


tiempo, un d¿,?.¿¿. Una so.iedad en la q¡e este deÉcho se ¡iegue siremáticamente
I las nedidas de pDlíti.a cco¡ómi@ ro pemile a ¡os trábajadorcs alcezu niveles
satisfáclorios de mupación, Do puede con*guú su leg¡iñación áica ni la justa p-
sñlá]. Así cono la persD¡a sc .e¿l¡z plenm¿nte er la libÉ donación de si misma,
al Éñbién la propiedad se justifie momlmenie cumdo cÉa- en los debidos úodos
y clrcu¡fancia, opórtunidades de tmbajo y crccimiento tumdo púa todos.

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