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Julia Ramos y Katy Torrez son las dos parlamentarias orgánicas con estudios
universitarios de la bancada. Ambas pasaron previamente por un proceso
migratorio campo-ciudad pero, a diferencia de Cristina Rojas, mantuvieron
vínculos orgánicos con los sindicatos agrarios y desarrollaron una trayectoria
orgánica.
“El problema que he podido vivir en carne propia, desde que he salido de
mi comunidad, es que somos doblemente discriminadas si venimos del
campo: por las mismas mujeres que viven en el área urbana, ellas nos
discriminan a nosotros por ser mujeres de campo o de provincia y vemos,
por otro lado, que también los hombres nos discriminan, como mujeres
siempre nos ven”.
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Instituciones para educación de adultos.
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Entrevista 080803 (yendo a su comunidad).
En la Universidad igual trataron de hacerme poner una falda plisadita para
la graduación, decían que era igual que mi pollera, pero yo conozco la
falda y sé la diferencia que tiene con una pollera. Entonces igual no es hice
caso, yo también me daba el gusto de desobedecer. Porque, por ejemplo,
cuando en el hospital teníamos que ponernos el uniforme de enfermera,
igual las que iban con falda tenían que sacarse la falda y ponerse el
uniforme. Era para todos. Entonces yo decía: “bueno como es para todos
ese uniforme, yo voy a aceptar”. Como ellos se sacan su ropa, yo también
me la saco, pero me opongo a sacarme la pollera por cumplir con una
norma que no es de la enfermería. Y, bueno, ahora me doy el gusto de
escucharles por lo menos a esas docentes que me digan “licenciada”, igual
que ellas, pero a mis compañeros no les dejo que me llamen licenciada,
“yo no soy licenciada, soy su compañera”.
“Entonces yo iba sacando mis conclusiones, ¿por qué nos tienen que
discriminar como somos? Si el conocimiento lo llevamos dentro de nuestra
cabeza. La ropa es un complemento”. Y ahí yo ya me he dado de cuenta:
la educación formal ahora es adormecedora. Hace odiar nuestras raíces,
perder nuestra identidad, nuestras costumbres. La educación nos enseña a
odiar lo que somos nosotros mismos, nos enseña a alejarnos de esa
realidad y a ver a nuestra gente, a nuestra madre, nuestra abuela como
sinónimo de atraso, de ignorancia, de pobreza. Entonces dije: “¿por qué
yo tengo que olvidar que he nacido y he crecido en el campo?”3.
Katy Torrez, diputada suplente por La Paz, es una de las parlamentarias más
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Entrevista 080704 (en mi casa).
jóvenes de la bancada. Licenciada en trabajo social, migró a la ciudad de La Paz
desde el altiplano paceño para poder estudiar. Su padre veía en el estudio en la
ciudad una posibilidad de movilidad social y de “desindianización” para sus
hijos. La llegada a la ciudad fue para Katy un momento muy difícil en el que,
como Julia Ramos, sufrió discriminación. Katy, a diferencia de Julia, se despojó de
su traje tradicional. Ello no fue óbice para que desarrollase una conciencia étnica
y una intensa actividad política en los sindicatos agrarios del altiplano aymara y
también en la universidad.
Sí, a mi papá le encantaba, decía: “tienes que luchar contra los k’haras,
porque yo tanto he llorado, y ustedes van a ser profesionales, que no van
a ser como mí, como un pobre campesino y chofer que tanto me han
discriminado, y con lo que soy negro ¡peor!”
Mi papá decía “por lo menos tú ya eres diferente, vos tenés que casarte
con un militar, no vas a estar con un sopla moco de aquí, con un indio
como mí”. Yo le decía “no, papi, no me puedes decir eso, yo tengo que
luchar y voy a ser una buena profesional y servir a mi pueblo. Con
sabiduría voy a hacer callar a la gente, yo igual que ellos voy a leer, voy a
estudiar y donde están ellos yo voy a estar”. Él siempre nos ponía como
ejemplo la escalera, decía que él estaba abajo y que nosotros teníamos
que estar arriba.
Su vida orgánica se vió truncada por la disputa entre Evo Morales – a quien Katy
apoyaba – y Felipe Quispe, que controlaba la organización sindical campesina del
departamento de La Paz y excluyó a Katy. Pese a esta ruptura, se considera aún
orgánica.