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ESTÉTICA

Compilador

HAROLD OSBORNE

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


MÉXICO
Primera edición en inglés, 1972
Primera edición en español, 1976

Traducción do
STKI.I.A MASTRANÍIF.I.O

Título original:
Aesthetics
© 11)72, Oxford University Press, Londres

D. R. © I97(> FONDO ñu CULTURA ECONÓMICA


Av. de la Universidad, 975; México 12, D. F.
Impreso en México
EL OJO Y LA MENTE 99
y atrevido cuya tendencia fundamental es tratar
todo como si fuera un objeto en general, como si
IV. EL OJO Y LA MENTE 1 no significara nada para nosotros y sin embargo
estuviera predestinado para nuestro uso.
M. MERLEAU-PONTY Pero la ciencia clásica se aferraba a cierta sensa-
ción de la opacidad al mundo, y mediante sus cons-
Lo que trato de trasmitir es más misterioso: trucciones esperaba regresar al mundo. Por esta
está entrelazado en las raíces mismas del ser, razón la ciencia clásica se sentía obligada a buscar
en la impalpable fuente de las sensaciones. un fundamento trascendente o trascendental para
sus creaciones. Hoy encontramos -no en la ciencia,
J. GASQUET, Cézanne. pero sí en una filosofía de la ciencia ampliamente
prevaleciente-, un enfoque enteramente nuevo.
Las actividades científicas constructivas se ven y se
1 representan como autónomas, y su pensamiento se
reduce deliberadamente a un conjunto de técnicas
LA CIENCIA manipula cosas y desiste de vivir en de recopilación de datos inventadas por ellas. Pen-
ellas. Hace sus propios modelos limitados de cosas; sar es, pues, probar, operar, transformar a condi-
operando con esas variables e indicadores para ción de que esa actividad sea regulada por el con-
efectuar todas las transformaciones permitidas por trol experimental que sólo admite los fenómenos
definición, sólo en raras ocasiones se enfrenta al más "elaborados", más probablemente producidos
mundo real. La ciencia es y siempre ha sido ese por el aparato que registrados por él. De este es-
modo de pensar admirablemente activo, ingenioso tado de cosas surge toda clase de empresas diva-
1 "L'Oeil et l'esprit" fue el último trabajo publicado en vida
gantes.
de Merleau-Ponty. Apareció en el número inaugural de Art de Hoy más que nunca, la ciencia es sensible a mo-
France, vol. 1, núm. 1 (enero de 1961). Después de su muerte das y entusiasmos intelectuales. Cuando un modelo
fue reimpresa en Les Temps Modernes, junto con siete artículos triunfa en un orden de problemas, lo prueba en
dedicados a él. Ha sido publicado en libro por Gallimard (1964). todos los demás. En la actualidad, por ejemplo,
Tanto el artículo de Art de France como el libro tienen ilustracio-
nes escogidas por Merleau-Ponty. Según el profesor Claude Le- toda nuestra embriología y biología están llenas de
fort, "L'Oeil et l'esprit" es una presentación preliminar de ideas "grados". En qué difieren éstos exactamente de lo
que serían desarrolladas en la segunda parte del libro que que tradicionalmente se llamaba "orden" o "totali-
Merleau-Ponty estaba escribiendo al morir: Le visible et ¡'invisible dad" no está claro. Esta cuestión, sin embargo, no
(parte del cual ha sido publicado postumamente por Gallimard
en febrero de 1964). El traductor desea expresar su profundo se plantea; ni siquiera se permite. Los grados son
reconocimiento a George Downing, que dedicó muchas largas redes que arrojamos al mar, sin saber qué habre-
horas a las revisiones finales de la traducción. También agra- mos de recoger. O más bien, es la delgada rama
dece a Michel Beaujour, Arleen B. Dallery y Robert Reitter por sobre la que habrán de formarse cristalizaciones
sus consejos y aliento. (N. del traductor al inglés.) imprevisibles. Por cierto que esa libertad de opera-
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ción servirá para superar muchos dilemas inútiles, suelo del mundo sensible y abierto tal como es en /
siempre que nos preguntemos de tanto en tanto
por qué el aparato funciona en un lugar y falla en nuestra vida y para nuestro cuerpo, no ese posible
otro. Con toda su fluidez, la ciencia debe, sin em- cuerpo al que podemos legítimamente considerar .
bargo, entenderse a sí misma; debe verse a sí mis- como una máquina de información sino ese cuerpo
ma como una construcción basada sobre un mundo real que llamo mío, este centinela callado y atento a
bruto existente y no reclamar para sus operaciones la orden de mis palabras o de mis actos. Además, es
ciegas ese valor constitutivo que los "conceptos na- preciso presentar cuerpos asociados, junto con mi
turales" podían tener en una filosofía idealista. De- cuerpo, los "otros", no simplemente como mis con-
géneres, como dice el zoólogo, sino los otros que
cir que el mundo es, por definición nominal, el
objeto X de nuestras operaciones, es tratar el cono- me persiguen y a quienes persigo; los "otros" junto
con quienes persigo un Ser único, presente y real'
cimiento del científico como si fuera absoluto,
como si todo lo que es y ha sido sólo hubiera estado como ningún animal persiguió nunca a los seres de
su propia especie, situación o habitat. En esa histo-
destinado a llegar al laboratorio. El pensar en ricidad primordial el pensamiento ágil e improvi-
forma "operativa" ha llegado a ser una especie de
artificialismo absoluto, como el que vemos en la sador de la ciencia aprendería a arraigar en las
propias cosas y en sí mismo, y volvería a ser filo-
ideología de la cibernética, en que se derivan crea-
ciones humanas de un proceso de información na- sofía . . .
Pero el arte, especialmente la pintura, se ali-
tural, concebido a su vez sobre el modelo de las
máquinas humanas^Si este tipo de pensamiento menta de ese tejido de significados brutos que la
extendiera su dominio al hombre y a la historia; si, operatividad preferiría ignorar. El arte y sólo el
fingiendo ignorar lo que sabemos de ellos por arte lo hace con total inocencia. Del escritor y del
nuestras propias situaciones, se pusiera a construir filósofo, en contraste, queremos opiniones y con-
al hombre y a la historia sobre la base de unos sejo. Queremos que tomen posición: no pueden
pocos indicadores abstractos (como lo han hecho eludir la responsabilidad de hombres que hablan.
en los Estados Unidos un psicoanálisis decadente y La música, en el otro extremo, está demasiado más
un culturalismo decadente), entonces, puesto que allá del mundo y de lo designable para pintar otra
el hombre se convierte realmente en el manipulan- cosa que algunos esbozos vagos del Ser: su dismi- j¡
dum que se considera a sí mismo, entramos en un nución y aumento, su crecimiento, sus trastornos,
régimen cultural donde no hay verdad ni falsedad su turbulencia.
con respecto al hombre y a la historia, en un sueño, Sólo el pintor tiene derecho a mirarlo todo sin
en una pesadilla, de la que nojhay despertar. estar obligado a juzgar lo que veS Para el pintor,
podríamos decir, las contraseñas del conocimiento
El pensamiento científico, un pensamiento que y la acción pierden su significado y su fuerzaj)>Los
observa desde arriba, y piensa en el objeto en gene- regímenes políticos que denuncian pintura "dege-
ral, debe volver al "hay" subyacente a él; al sitio, al nerada" rara vez destruyen cuadros: los ocultan, y
se siente ahí un elemento de "nunca se sabe" que
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equivale casi a un reconocimiento. El reproche de No tengo más que ver algo para saber cómo al-
» escapismo rara vez se dirige a un pintor; no esta- canzarlo y manejarlo, aun cuando no sepa cómo
mos resentidos con Cézanne por haber pasado la sucede eso en la maquinaria nerviosa. Mi cuerpo
guerra de 1870 escondido en Estaque. Y recorda- móvil hace una diferencia en el mundo visible,
mos con respeto su C'est effrayant, la vie, aun cuan- siendo parte de él; por eso puedo manejarlo por
do hasta el último de los estudiantes, a partir de entre lo visible. A la inversa, es igualmente cierto ,.
t Nietzsche, rechazaría de plano una filosofía que no que la visión está ligada al movimiento. Sólo vemos
le enseñara a vivir plenamente. Es como si en la lo que miramos. ¿Qué sería la visión sin el movi-
vocación del pintor hubiera una urgencia superior miento del ojo? ¿Y cómo podría reunir las cosas el
a la de cualquier otro reclamo. Ahí está, fuerte o movimiento de los ojos si ese movimiento fuera
débil en la vida, pero soberano indiscutido en su ciego? ¿Si fuera solamente un reflejo? ¿Si no tu-
meditación del mundo, sin más "técnica" que la viera sus antenas, su clarividencia? ¿Si en él no es-
que sus ojos y sus manos se dan a fuerza de ver, a tuviera prefigurada la visión?
fuerza de pintar, encarnizándose por arrancar de En principio todos mis cambios de lugar figuran
ese mundo en que suenan los escándalos y las glo- en un ángulo de mi paisaje; están registradas en el
/_/ rias de la historia telas que no agregarán nada a las mapa de lo visible. Todo lo que veo está en princi-
iras ni a las esperanzas de los hombres, y nadie se pio a mi alcance, por lo menos al alcance de mi
f queja. vista, y está señalado en el mapa del "puedo". Am-
¿Cual es, pues, esa ciencia secreta que posee o bos mapas son completos. El mundo visible y el
que busca? ¿Esa dimensión que le permite a Van -*$> mundo de mis proyectos motores son, ambos, par-
Gogh decir que debe ir "más adelante"? ¿Cuál es tes totales del mismo Ser.
/ ese fundamento de la pintura, y tal vez de toda Esta extraordinaria superposición, en la que
cultura? nunca pensamos lo suficiente, nos impide concebir
la visión como una operación de pensamiento que
I colocaría ante la mente una imagen o una repre- .
sentación del mundo, un mundo de inmanencia y
de idealidad. Inmerso en lo visible por su cuerpo,
El pintor "lleva consigo su cuerpo", dice Valéry. En él mismo visible, el vidente no se apropia lo que ve;
realidad, no podemos imaginarnos una mente pin- simplemente se le acerca mirándolo, se abre él
tando. Es prestando su cuerpo al mundo como el mismo al mundo. Y por su parte, ese mundo del
artista transforma al mundo en pinturas. Para cual es parte no es en sí, o material. Mi movimiento
; comprender esas transubstanciaciones debemos no responde a una decisión tomada por la mente,
volver al cuerpo real funcionante, no al cuerpo un hacer absoluto que decretaría, desde las pro-
como fracción de espacio o conjunto de funciones fundidades de un retiro subjetivo, algún cambio de
lugar ejecutado milagrosamente en un espacio
sino a ese cuerpo que es un entrelazamiento de \n y movimiento.
ampliado. Es la consecuencia natural y la madura-
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cien de mi visión. Digo de algo que es movido; pero Esa interioridad no es más precedente a la dispo-
mi cuerpo se mueve a sí mismo, mi movimiento se sición del cuerpo humano que resultado de ella.
despliega a sí mismo. No se ignora a sí mismo; no ¿Qué pasaría si nuestros ojos estuvieran dispues-
es ciego a sí mismo; irradia de un ser . . . tos de tal modo que nos impidieran ver parte algu-
El enigma es que rni cuerpo al mismo tiempo ve y na de nuestro cuerpo, o si alguna funesta disposi-
es visto. Lo que mira todas las cosas también puede ción de nuestro cuerpo nos permitiera mover las
mirarse a sí mismo y reconocer, en lo que ve, el manos «obre cosas impidiéndonos al mismo tiempo
"otro lado" de su capacidad de mirar. Se ve a sí tocar nuestro propio cuerpo? ¿O si, como algunos
mismo viendo; se toca a sí mismo tocando; es visi- animales, tuviéramos ojos laterales sin fusión de los
ble y sensible para sí mismo. No es un ser por campos visuales? Un cuerpo de ese tipo no se refle-
transparencia, como el pensamiento, que sólo jaría a sí mismo; sería un cuerpo casi diamantino,
piensa su objeto asimilándolo, constituyéndolo, no verdaderamente de carne, no verdaderamente
transformándolo en pensamiento. Es un ser por la humano. No habría humanidad.
confusión, el narcisismo, por inherencia del que ve Pero la humanidad no se produce como efecto
en lo que ve, y por inherencia del que siente en lo de nuestras articulaciones o de la forma como te-
sentido; un ser atrapado en las cosas, que tiene un nemos implantados los ojos (menos aún de la exis-
frente y una espalda, un pasado y un futuro ... tencia de espejos que pueden hacer todo nuestro
Esta paradoja inicial no puede sino producir cuerpo visible para nosotros). Esas contingencias, y
otras. Visible y móvil, mi cuerpo es una cosa entre otras semejantes, sin las cuales la humanidad no
cosas; está preso en el tejido del mundo, y su cohe- existiría, no producen por simple adición la existen-
sión es la de una cosa. Pero debido a que se mueve cia de un solo hombre.
y ve, ve a las cosas en un círculo a su alrededor.2 La animación del cuerpo no es el montaje o yux-
Las cosas son un anexo o prolongación de él taposición de sus partes. Tampoco es cuestión de
mismo; están incrustadas en su carne, son parte de una mente o espíritu que desciende de alguna otra
su definición completa; el mundo está hecho de la parte al interior de un autómata; esto supondría
misma materia que el cuerpo. Esas inversiones, aún que el cuerpo carece de interior y de "ser".
esas antinomias,3 son diferentes modos de decir Tenemos un cuerpo humano cuando entre el tocar
que la visión ocurre entre, o está atrapada en, co- y lo tocado, entre un ojo y el otro, entre una mano
sas, en el lugar donde algo visible emprende la vi- y la otra, se produce algún tipo de fusión, cuando
sión, se vuelve visible para sí mismo a través de la salta la chispa entre el sentir y lo sensible, y en-
visión de cosas; allí donde persiste, como el agua ciende el fuego que no dejará de arder hasta que
madre en cristal, la indivisión del que siente y lo algún accidente del cuerpo deshaga lo que ningún
sentido. accidente hubiera bastado para hacer...
2 Cf. Le visible et ¡'invisible, París, 1964, pp. 273, 308-311. Una vez dado este extraño sistema de intercam-
3 V. Signes, París, 1960, pp. 210, 222-223, especialmente las bios, hallamos ante nosotros todos los problemas
notas, por una aclaración de esta "ciraiiaridad". de la pintura. Estos intercambios ilustran el enigma
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del cuerpo, y ese enigma los justifica. Puesto que realidad no es ninguna de esas cosas, entonces ni el
las cosas y mi cuerpo están hechos de la misma dibujo ni la pintura corresponden al en-sí más que
materia, la visión de alguna manera debe tener lu- la imagen. Son el interior del exterior y el exterior
gar en ellas; su manifiesta visibilidad debe ser repe- del interior, que la duplicidad del sentir hace posi-
tida en el cuerpo por una visibilidad secreta. "La ble y sin lo cual nunca entenderíamosÓa casi pre-
naturaleza está en el interior", dice Cézanne. La sencia e inminente visibilidad que configuran
calidad, la luz, el color, la profundidad, que están todo el problema de lo imaginario: La pintura y la
ahí ante nosotros, sólo están allí porque despiertan mímica del actor no son artificios tomados del
un eco en nuestro cuerpo y porque el cuerpo les da mundo real para significar cosas prosaicas ausen-
la bienvenida. tes. Porque lo imaginario está mucho más cerca, y
Las cosas tienen un equivalente interno en mí: mucho más lejos, de lo real: más cerca porque está
despiertan en mí una fórmula carnal de su presen- en mi cuerpo como diagrama de la vida de lo real,
cia. ¿Por qué no habrían esas correspondencias de con toda su pulpa y su reverso carnal expuestos a la
originar a su vez una forma visible en la que cual- vista por primera vez. En este sentido dice enérgi-
quier otro pueda reconocer los motivos en que se camente Giacometti,4 "Lo que me interesa en toda
basa su propia inspección del mundo? Así, de la pintura es la semejanza; es decir, lo que es seme-
segunda capacidad surge algo "visible", de la pri- janza para mí: algo que me hace descubrir más del
mera una esencia carnal o icono. No es una copia mundo." Y lo imaginario está mucho más lejos de
desvaída, un simulacro de otra cosa. Los animales lo real porque el cuadro es una analogía o seme-
pintados en los murales de Lascaux no están allí del janza sólo según el cuerpo; porque no ofrece a la
mismo modo que las fisuras y formaciones calizas. mente una ocasión de volver a pensar las relaciones
Pero tampoco están en otra parte. Empujadas hacia constitutivas de las cosas; porque más bien ofrece a
adelante aquí, hacia atrás allá, sostenidas por la nuestra mirada, para que ésta pueda unirse a ellos,
masa de la pared que utilizan tan hábilmente, se las huellas de la visión hacia adentro, y porque
despliegan por el muro sin romper nunca sus eva- ofrece a la visión sus tapices interiores, la imaginaria
sivos vínculos con él. Sería muy difícil decir dónde textura de lo real.
está el cuadro que estoy mirando. Porque no lo ¿Diremos, entonces, que miramos hacia afuera
miro como miro una cosa: no lo fijo en su lugar. Mi desde adentro, que hay un tercer ojo que ve los
mirada vaga por él como en los halos del Ser. Sería cuadros y hasta las imágenes mentales, como solía-
más exacto decir que veo según él, o con él, y no mos decir que había un tercer oído que captaba
que lo veo a él. mensajes del exterior a través de los ruidos que
La palabra "imagen" goza de mala reputación ocasionaban dentro de nosotros? Pero, ¿cómo po-
porque hemos creído irreflexivamente que un di- dría esto ayudarnos, cuando el verdadero pro-
bujo era un calco, una copia, una segunda cosa, y blema es comprender cómo sucede que nuestros
que la imagen mental era un dibujo semejante,
parte de nuestra mezcolanza privada. Pero si en 4 G. Charbonnier, Le monologue dupeintre, París, 1959, p. 172.
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origen, la génesis, la metamorfosis del Ser en su Y por tanto no es una pregunta hecha por al-
visión. Es la montaña misma la que desde afuera se guien que sabe a alguien que no sabe, la pregunta
hace visible para el pintor; es a la montaña a la que del maestro de escuela. La pregunta surge de al-
éste interroga con su mirada. guien que no sabe, y se dirige a una visión, una
¿Qué le pide? Que revele los medios, visibles y no vista, que lo sabe todo y que no hacemos nosotros,
otros, por los que se hace una montaña ante sus porque ella misma se hace en nosotros. Max Ernst
ojos. Luz, iluminación, sombras, reflejos, color, to- (junto con los surrealistas) dice justamente: "Así
dos los objetos de su indagación no son del todo como el papel del poeta desde la famosa Lettre du
objetos reales; como los fantasmas, sólo-tienen exis- voyant (de Rimbaud) consiste en escribir bajo los
tencia visual. En realidad sólo existen en el um- dictados de lo que se piensa, de lo que se articula a
bral de la visión profana; no todos los ven. La mi- sí mismo en él, el papel del pintor es captar y pro-
rada del pintor les pregunta qué hacen para oca- yectar lo que es visto en él." 5 El pintor vive fasci-
sionar repentinamente que algo sea y sea esto, qué nado. Las acciones más propias de él -esos gestos,
hacen para componer este talismán mundano y ha- esos caminos que sólo él puede descubrir y que
cernos ver lo visible. serán revelaciones para los demás (porque los de-
Vemos qué la mano que nos apunta en La ronda más no tienen las mismas carencias que él o no las
nocturna está realmente allí sólo cuando vemos que tienen del mismo modo)- para él parecen emanar
su sombra sobre el cuerpo del capitán la presenta de las cosas mismas, como el dibujo de las constela-
simultáneamente de perfil. La espacialidad del ca- ciones.
pitán se halla en el punto de convergencia de dos Inevitablemente se cambian los papeles entre él y
líneas de visión incompatibles y sin embargo reuni- lo visible. Por eso, muchos pintores han dicho que
das. Todo el que tenga ojos habrá contemplado las cosas los miran. Como dice André Marchand,
alguna vez ese juego de sombras, o algo semejante, según Klee: "En un bosque, muchas veces he sen-
y habrá sido llevado por ello a ver un espacio y las tido que no era yo quien miraba al bosque. Algunos
cosas incluidas en él. Pero función^ en nosotros sin días sentía que los árboles me miraban, me habla-
nosotros: se oculta en el hacer visible el objeto. Para ban . . . Yo estaba allí, escuchando . . . Creo que el
ver el objeto, es necesario no ver el juego de luces y pintor debe ser penetrado por el universo y no
sombras alrededor de él. Lo visible en sentido pro- tratar de penetrar en é l . . . Yo espero estar sumer-
fano olvida sus premisas; se basa en una visibilidad gido, enterrado hacia adentro. Tal vez pinto para
total que debe ser recreada y que libera los fan- escapar." 6
tasmas cautivos en ella. Los modernos, como sabe- Hablamos de "inspiración", y deberíamos tomar
mos, han liberado muchos otros; han agregado la palabra literalmente. Hay realmente una inspi-
muchas notas sordas a la gama oficial de nuestros ración y una espiración del Ser, acción y pasión tan
medios de ver. Pero en todo caso la interrogación
de la pintura mira hacia esa secreta y afiebrada 5 Charbonnier, op. cit., p. 34.
génesis de cosas en nuestro cuerpo. 6 Ibid., pp. 143-145.
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escasamente discernibles que se hace imposible dis- serva que, al fumar una pipa ante uri espejo, siento
tinguir entre lo que ve y lo que es visto, lo que pinta la superficie suave y ardiente de !a ¡naciera no sólo
donde tengo los dedos sino también en esos dedos
y loSeque es pintado.
podría decir que un ser humano nace en el fantasmales, esos dedos meramente visibles en el
momento en que algo que sólo era virtualmente espejo. El fantasma del espejo 'está fuera de mi
cuerpo, y por eso mismo la "invisibilidad" de mi
visible, dentro del cuerpo de la madre, se vuelve propio cuerpo puede aplicarse a los demás cuerpos
simultáneamente visible para sí misma y para nos-
otros. La visión del pintor es un continuo naci- que veo.10 Por tanto, mi cuerpo puede asimilar
segmentos derivados del cuerpo de otro, así como
miento.
En los cuadros mismos podríamos buscar una mi sustancia pasa a ellos; el hombre es el espejo del
filosofía figurada 7 de la visión, su iconografía tal hombre. El espejo mismo es el instrumento de una
vez. No es casual, por ejemplo, que con frecuencia magia universal que convierte las cosas en espec-
en las pinturas holandesas -y en muchas otras- un táculo, los espectáculos en cosas, a mí mismo en
, interior vacío esté "digerido" por el "ojo redondo otro y a otro en yo mismo. Los artistas han raedi-
del espejo".8 Ese modo prehumano de ver las cosas lado frecuentemente sobre los espejos porque por
es el modo del pintor. De manera más completa debajo de ese "truco mecánico" reconocían, al igual
que luces, sombras y reflejos, la imagen del espejo que en el caso de los trucos de la perspectiva,11 la
' anticipa, en las cosas, la obra de la visión. Como metamorfosis de. veedor y vista que define a la vez
1 todos los demás objetos técnicos, como signos y he- nuestra carne y la vocación del pintor. Eso explica
1 ' rramientas, el espejo surge sobre el circuito abierto por qué con tanta frecuencia han gustado de retra-
O i entre el cuerpo que ve y el cuerpo visible. Toda I tarse en el acto de pintar (y todavía lo hacen, como
z, técnica es una "técnica corporal". Una técnica es- i lo atestiguan los dibujos de Matisse), agregando a
y boza y amplía la estructura metafísica de nuestra lo que ellos veían entonces, lo que las cosas veían de
ce carne. El espejo aparece porque yo soy vidente-
nc visible, porque hay una reflejabilidad de lo sensi- cuerpo no está confinada en las fronteras del propio cuerpo.
ve ble; el espejo traduce y reproduce esa reflejabili- I lay una imagen del cuerpo fuera de nosotros, y es notable el
soi dad. Mi exterior se completa en y a través de lo (pie los pueblos primitivos incluso atribuyan una existencia sus-
far visible. Todo lo que tengo de más secreto está en tancial a la imagen en el espejo" (p. 278). El estudio anterior y
más breve de Schilder, Das Korperschema, Berlín, 1923, es citado
tot este visage, esta cara, esta entidad plana y cerrada varias veces en La estructura de la conducta y en Fenomenología de
tasi sobre la cual ya me he interrogado con asombro a la percepción. La obra posterior de Schilder tiene especial interés
mo propósito de mi reflejo en el agua. Schilder 9 ob- i «ni referencia a las elaboraciones del propio Merieau-Ponty
mu sobre el significado del cuerpo humano; por esa razón vale la
mee 7 " .. .une philosophie figurée ..." cf. Bergson (Ravaisson),
pena revisarla, así como por la oportunidad que ofrece de dis-
i r r n i r algunas coincidencias fundamentales entre Merleau-
de 1 l'onty y algunos pragmatistas norteamericanos.]
nota
8 P.
1, Claudel,
p. 78. Introduction a la peinture hollandaise, París, 1935.
gént 9 P. Schilder, The Image and Appearance of the Human Body,:
"' Cf. Schilder, Image, pp. 281-282. (N. del t. inglés.)
' Roben Delaunay, Du cubisme a i'art abstrait, París, 1957.
Londres, 1935, Nueva York, 1950, pp. 223-224 f'La imagen de»
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ellos. Es como si afirmaran que hay una visión total ellos ilusiones o percepciones sin objeto, mantener-
o absoluta, fuera de la cual no hay nada y que se los al margen de un mundo sin equívocos!
cierra sobre ellos. ¿Dónde podemos ubicar, en el La Dioptrique de Descartes es precisamente un
reino de la comprensión, esas operaciones ocultas y intento de hacer eso. Es el breviario de un pensa-
las pociones e ídolos que urden? ¿Cómo podemos miento que ya no quiere atenerse a lo visible y por
llamarlas? Consideremos, como lo hace Sartre en lo tanto decide construir lo visible según un mo-
La náusea, la sonrisa de un rey muerto mucho delo de pensamiento. Vale la pena recordar ese
tiempo antes y que continúa produciéndose y re- intento y su fracaso.
produciéndose sobre la superficie de una tela. No Aquí no se trata de limitarse a la visión. El pro-
es suficiente con decir que está allí como una ima- blema es saber "cómo sucede", pero sólo en cuanto
gen o esencia; está ahí como ella misma, como lo es necesario para inventar, cuando surja la necesi-
que siempre ha estado más vivo en ella, aun ahora dad, ciertos "órganos artificiales" 13 que la corri-
cuando contemplo el cuadro. El "instante del gen. Debemos meditar no tanto sobre la luz que
mundo" que quería pintar Cézanne, un instante vemos como sobre la luz que, desde el exterior,
que ha pasado hace mucho, todavía nos acomete entra en nuestros ojos y gobierna nuestra visión. Y
desde sus cuadros. 12 Su Monte Saint-Victor se para eso debemos basarnos en "dos o tres compa-
construye y reconstruye de un extremo a otro raciones que nos ayudan a concebirla" a fin de ex-
del mundo en una forma diferente de, pero no plicar sus propiedades conocidas y deducir otras.14
menos enérgica que, la de la roca sólida situada Así formulada la cuestión, lo mejor es pensar en la
sobre Aix. luz como una acción por contacto, similar a la ac-
La esencia y la existencia, lo imaginario y lo real, ción de las cosas sobre el bastón del ciego. El ciego,
¡o visible y lo invisible: el pintor confunde todas dice Descartes, "ve con las manos".15 El concepto
nuestras categorías al desplegar su universo onírico cartesiano de la visión está modelado sobre el sen-
de esencias carnales, de semejanza efectivas, de sig- tido del tacto.
nificados mudos. De un solo golpe, pues, aleja la acción a cierta
distancia y nos libra de esa ubicuidad que es todo el
problema de la visión (así como su virtud peculiar).
3 , De ahí en adelante, ¿por qué asombrarnos ante re-
flejos y espejos? Esos duplicados irreales son una
¡Qué claro estaría todo en nuestra filosofía si clase de cosas; son efectos reales como el rebote de
pudiéramos exorcizar esos fantasmas, hacer de una pelota. Si el reflejo se parece a la cosa misma,
es porque ese reflejo actúa sobre el ojo como lo
12 "¡Transcurre un instante de la vida del mundo! ¡Pintarlo
en su realidad! Convertirse en ese minuto, ser la placa sensible, 13 Descartes, La Dioptrique, Discours VII (conclusión). Ed.
. . .dar la imagen de lo que vemos, olvidando todo lo que ha Adam et Tannery, VI, p. 165.
aparecido antes de nuestro tiempo . . ." Cézanne, citado en 14 Ibid., Discours I, Adam et Tannery, p. 83.
B. Dorival, Paul Cézanne, París, 1948. (N. del t. al inglés.) 15 Ibid., Adam et Tannery, p. 84.
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haría una cosa. Engaña al ojo al generar una per- palabras "que de ningún modo se parecen a las
cepción que carece cíe objeto, pero que no afecta cosas que significan".17 El grabado nos da indicios
nuestra idea del mundo. En el mundo está la cosa suficientes, medios inequívocos de formarnos una
misma, y fuera de esa cosa misma está esa otra cosa idea de la cosa representada que no provienen de!
que es sólo luz reflejada y que tiene una corres- icono mismo; más bien éste surge en nosotros a
pondencia ordenada con la cosa real; hay, pues, medida que es "ocasionado". La magia de la espe-
dos individuos, vinculados exteriormente por la cie intencional -la antigua idea de semejanza efec-
causalidad. Por lo que se refiere a la cosa y su ima- tiva que sugieren espejos y cuadros- pierde su ar-
gen en el espejo, su semejanza es sólo una denomi- gumento final si toda la potencia de un cuadro es la
nación exterior; la semejanza pertenece al pensa- cíe un texto a leer, un texto totalmente libre de
miento. La "bizca" relación de semejanza es -en las promiscuidad entre el veedor y lo visto. Ya no es
cosas- una clara relación de proyección. necesario entender cómo un cuadro de cosas en el
Un cartesiano no se ve a sí mismo en el espejo: ve cuerpo puede hacerlas sensibles para el alma, tarea
un maniquí, un "exterior", que tiene tocios los mo- imposible, puesto que la propia semejanza entre
tivos para creer que otros ven del mismo modo, ese cuadro y esas cosas debería a su vez ser vista,
pero que, tanto para él como para los demás, no es puesto que "tendríamos que tener en la cabeza
un cuerpo encarnado. Su "imagen" en el espejo es otros ojos con los que percibirla",18 y puesto que el
un efecto de la mecánica de las cosas. Si se reconoce problema de la visión subsiste aun cuando nos ha-
en ella, si piensa que "se parece a él", es su pensa- yamos entregado a esas semejanzas que vagan en-
miento el que teje esa conexión. La imagen del tre nosotros y las cosas reales. Lo que la luz dibuja
espejo no es nada que le corresponda. en nuestro ojos, y por lo tanto en nuestro cerebro,
Los iconos pierden sus poderes.16 Por vivida- no se parece al mundo real más que los grabados.
mente que un grabado "represente" bosque, ciu- Entre las cosas y los ojos, y entre los ojos y la visión,
dades, hombres, batallas, tormentas, no se parece a no sucede más que entre las cosas y las manos del
ellas. No es sino un poco de tinta colocada aquí y ciego, y entre sus manos y su pensamiento.
allá sobre el papel. Una figura achatada sobre una La visión no es la metamorfosis de las cosas en la
superficie plana difícilmente puede retener la visión de ellas; no se trata de que las cosas perte-
forma de las cosas; es una figura deformada que nezcan simultáneamente al inmenso mundo real y
debe ser deformada -el cuadrado se convierte en al pequeño mundo privado. Es un pensamiento
rombo, el círculo en óvalo- para representar el ob- que descifra estrictamente los signos dados en el
jeto. Sólo es una imagen en cuanto no se parece a cuerpo. La semejanza es el resultado de la percep-
su objeto. Pero, ¿cómo opera, entonces, si no por ción, no su origen. Más seguramente aún, la ima-
medio de la semejanza? "Estimula nuestro pensa- gen mental, la clarividencia que hace presente para
miento" a "concebir", como lo hacen los signos y las
17 Ibid., Disconrs IV, Adam et Tannery, pp. 112-114.
16 Este parágrafo continúa la exposición de \aDioptrique. 18 Ibid., p. 130.
118 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 119

nosotros lo ausente, no es nada semejante a una comprendemos su mensaje- se habría encontrado


visión que penetra en el corazón del Ser. Aún es un frente al problema de una universalidad no con-
pensamiento que se basa en indicios corporales, ceptual o de una apertura no conceptual hacia las
esta vez insuficientes, a los que se hace decir más de cosas. Se hubiera visto obligado a descubrir cómo el
lo que significan. No queda nada del mundo oní- vago murmullo de los colores puede presentarnos
rico de la analogía . . . cosas, bosques, tormentas: el mundo, en una pala-
Lo que nos interesa en estos famosos análisis es bra; obligado, quizás, a integrar la perspectiva,
que nos hacen tomar conciencia de que toda teoría como caso particular, en un poder ontológico más
de la pintura es una metafísica. Descartes no habla amplio. Pero para él es evidente que el color es un
mucho de la pintura, y cabría pensar que es injusto ornamento, mero colorido, y que la verdadera
de nuestra parte plantear esta discusión en torno a fuerza de la pintura reside en el dibujo, cuya
unas pocas páginas acerca de los grabados en co- luerza a su vez se basa en la relación ordenada que
bre. Y sin embargo, aun cuando sólo la menciona al existe entre él y el espacio en sí, como lo enseña la
pasar, eso es en sí mismo significativo. El pintar no proyección perspectiva. Se recuerda a Pascal por
es para él una operación central que contribuye a la haber hablado de la frivolidad de cuadros que nos
definición de nuestro acceso al Ser; es un modo o ligan a imágenes cuyos originales no nos conmove-
variedad de pensamiento, pensamiento canónica- rían; ésa es una opinión cartesiana. Para Descartes
mente definido según la posesión y evidencia inte- es incontestablemente evidente que sólo es posible
lectual. Ésta es la opción expresada en lo poco que pintar cosas existentes, que su existencia consiste
efectivamente dice, y un estudio más de cerca de la en tener extensión, y que sólo el dibujo, o el dibujo
pintura llevaría a otra filosofía. También es signifi- lineal, hace posible la pintura al hacer posible la
cativo qué cuando habla de "pinturas" toma como representación de la extensión. Así, la pintura es
caso típico el dibujo lineal. Más adelante veremos solamente un artificio que presenta a nuestros ojos
que toda la pintura está presente en cada uno de una proyección semejante a la que las cosas mismas
sus modos de expresión; un dibujo, aun una sola en la percepción corriente presentarían e inscriben
línea, puede abarcar todo' su inmenso potencial. efectivamente en nuestros ojos. Un cuadro nos
Pero lo que más le gusta a Descartes de los gra- hace ver del mismo modo que vemos efectivamente
bados en cobre es que conservan la forma de los la cosa misma, aun cuando la cosa está ausente.
objetos, o por lo menos nos dan suficientes signos Especialmente nos hace ver un espacio donde no lo
de su forma. Presentan al objeto por su exterior, o hay.19
su envoltura. Si hubiera examinado esa otra aber-
19 El sistema de medios por los que la pintura nos hace ver es
tura más profunda hacia las cosas que nos dan las asunto científico. ¿Por qué, entonces, no producimos metódi-
cualidades secundarias, especialmente el color, en- camente imágenes perfectas del mundo, llegando a un arte uni-
tonces -puesto que no hay ninguna relación orde- versal expurgado del arte personal, tal como el lenguaje univer-
nada o proyectada entre ellas y las verdaderas pro- sal nos liberaría de todas las confusas relaciones que acechan en
piedades de las cosas, y puesto que de todos modos los lenguajes existentes?
120 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 121
El cuadro es un objeto plano que logra' darnos lo que está en todas partes- podría penetrar en su
que veríamos en presencia de ¡as cosas "diversa- escondite y verlas abiertamente desplegadas. O
mente contorneadas", al ofrecernos suficientes bien lo que llamo profundidad no es nada, o bien
signos diacríticos de la dimensión que falta, según es mi participación en un Ser sin restricciones, una
su altura y anchura. 2 " La profundidad es una ter- participación principalmente en el ser del espacio
cera dimensión derivada de las otras dos. más allá de cualquier punto de vista particular. Las
Vale la pena que nos detengamos por un ins- cosas se sobreponen unas a otras porque cada una
tante en esa tercera dimensión. En primer lugar, está fuera de las otras. La prueba de esto es que
hay algo paradójico acerca de ella. Veo objetos que puedo ver profundidad en un cuadro que todos
se ocultan mutuamente y que por consecuencia no estamos de acuerdo en que no tiene ninguna y que
veo; cada uno de ellos está detrás del otro. Veo esa organiza para mí una ilusión de una ilusión . . . Este
tercera dimensión que, sin embargo, no es visible, ser bidimensional (el cuadro), que me hace ver otra
puesto que va hacia esas cosas partiendo de este dimensión, es un ser perforado, como decían los
cuerpo al qne yo mismo estoy sujeto. Pero este mis- renacentistas, una ventana .. .
terio es falso. No veo realmente la tercera dimen- Pero en último análisis la ventana sólo se abre
sión, o si la veo, es sólo otra medida (determinada sobre esas partes extra partes, sobre la altura y la
por Ja altura y la anchura). En la línea que va de anchura vistos simplemente desde otro ángulo, so-
mis ojos al horizonte, el primer plano (vertical) bre la absoluta positividad del Ser.
oculta eternamente a los demás, y si de un lado a Es esta identidad del Ser, o este espacio sin es-
otro me parece ver cosas desplegadas en orden condites que en cada uno de sus puntos es sola-
ante mí, es porque no se ocultan mutuamente por mente lo que es, ni más ni menos, lo que subyace al
completo. Así, veo cada cosa fuera de las demás, de análisis de los grabados en cobre. El espacio es en-
acuerdo con alguna medida tomada de otro sí; o más bien, es lo en-sí por excelencia. Su defini-
modo.21 Siempre estamos de este laclo del espacio o ción es ser en-sí. Cada punto del espacio es y es
totalmente más allá de él. Nunca ocurre que las pensado exactamente donde está; uno aquí, otro
cosas estén realmente una detrás- de la otra. El he- allá; el espacio es la evidencia del "dónde". La
cho de que las cosas se sobrepongan o se oculten no orientación, la polaridad, el envolvimiento son, en
forma parte de su definición, y sólo expresa mi el espacio, fenómenos derivados inextricablemente
incomprensible solidaridad con una de elías: rni ligados a mi presencia. El espacio permanece abso-
cuerpo. Y estos hechos, por positivos que puedan lutamente en sí mismo, en todas partes igual a sí
ser, son sólo pensamientos que formulo y no atri- mismo, homogéneo: sus dimensiones, por ejemplo,
butos de ¡as cosas. Sé que en este mismo momento son intercambiables.
otro hombre, situado en otra parte -o mejor, Dios, Como todas las ontologías clásicas, ésta incor-
2UDioptríque, Discours IV, loe. cil. (V. nota 17.) pora ciertas propiedades cié las cosas en vina estruc-
21E! Discours V de \aDioptrít¡ue, especialmente los diagramas tura del Ser. Invirtiendo la observación de Leibniz,
de Descartes, ayuda mucho a comprender este pasaje. podríamos decir que, al hacer esto, es verdadera y
122 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 123
falsa: verdadera en lo que niega y falsa en lo que férico de los antiguos, su perspectiva angular que
afirma. El espacio de Descartes es verdadero en relaciona el tamaño aparente no con la distancia
relación a un pensamiento demasiado empírico sino con el ángulo desde el cual vemos el objeto.
que no se atreve a construir. Era necesario primero Querían olvidar lo que llamaban despectivamente
idealizar el espacio, concebir ese ser -perfecto en la perspectiva naturalis, o communis, en favor de una
su genus, claro, manejable y homogéneo- sobre el perspectiva artificialis capaz en principio de funda-
que nuestro pensamiento se desliza sin punto de mentar una construcción exacta. Para dar credibi-
apoyo propio: un ser que el pensamiento registra lidad a ese mito llegaron incluso a expurgar a Eu-
enteramente de acuerdo con tres dimensiones rec- clides, omitiendo en sus traducciones ese octavo
tangulares. Hecho esto, finalmente pudimos en- teorema que tanto les estorbaba. Pero los pintores,
contrar los límites de la construcción, entender que por otra parte, sabían por experiencia que ninguna
el espacio no tiene tres dimensiones ni más ni me- técnica de la perspectiva es una solución exacta y
nos, como un animal tiene dos o cuatro pies, y en- que no hay ninguna proyección del mundo exis-
tender que las tres dimensiones se toman por dife- tente que lo respete en todos sus aspectos y me-
rentes sistemas de medida a partir de una dimen- rezca convertirse en la ley fundamental de la pin-
sionalidad única, un Ser polimorfo, que las justifica tura. También sabían que la perspectiva lineal está
a todas sin ser plenamente expresado por ninguna. tan lejos de ser una solución final que, por el con-
Descartes tenía razón al dejar en libertad al espa- trario, abre varios caminos para la pintura. Por
cio. Su error fue erigirlo como un ser positivo, ex- ejemplo, los italianos escogieron el camino de re-
terior a todo punto de vista, más allá de toda laten- presentar el objeto, pero los pintores nórdicos des-
cia y de toda profundidad, carente de verdadero cubrieron y elaboraron la técnica formal del Ho-
espesor. chraum, elNahraum y elSchrágraum. Así, la proyec-
También tenía razón al inspirarse en las técnicas ción plana no siempre conduce a nuestro pensa-
de perspectiva del Renacimiento; éstas alentaban miento a la verdadera forma de las cosas, como
al pintor a producir libremente experiencias de creía Descartes. Más allá de cierto grado de defor-
profundidad y, en general, presentaciones del Ser. mación, nos remite, por el contrario, a nuestro
Esas técnicas sólo falsas en la medida en que pre- propio punto de referencia. Y a los objetos pinta-
tendían poner punto final a la búsqueda y la histo- dos sólo les queda retroceder hacia una lejanía
ria del pintor, encontrar de una vez para siempre fuera del alcance de cualquier pensamiento. Algo
un exacto e infalible arte de la pintura. Como lo ha en el espacio elude nuestros intentos de verlo
demostrado Panofsky acerca de los renacentistas, 22 desde "arriba".
ese entusiasmo no carecía de cierta mala fe. Los La verdad es que ningún medio de expresión,
teóricos trataban de olvidar el campo de visión es- una vez dominado, resuelve los problemas de la
pintura o la transforma en una técnica. Porque
22 E. Panofsky, Die Perspektive ais symbolische Forra, en Vortráge ninguna forma simbólica funciona como estímulo.
der Bibtiotek Warburg, IV (1924-1925). Siempre que ha sido puesta a funcionar y ha
124 EL OJO Y LA MENTE
EL OJO Y LA MENTE 125
obrado, se ha puesto a funcionar, ha sido puesta a
funcionar y ha obrado dentro de todo el contexto del espacio situados en la prolongación de los
de la obra, y nunca por medio de un simulacro. El miembros del cuerpo.24 Pero hasta allí eso es sólo
Stilmoment nunca se libera del Wermoment.23 El len- un "modelo" del acontecimiento. Porque el pro-
guaje de la pintura nunca es "instituido por la na- blema es: ¿cómo conoce el espíritu ese espacio, el
de su propio cuerpo, que extiende hacia las cosas,
turaleza"; debe ser hecho y rehecho una y otra vez. ese primario aquí de donde surgirán todos los allí?
La perspectiva renacentista no es ningún "truco" Ese espacio no es, como ellos, otro modo o especie
infalible. Es sólo un caso particular, una fecha, un de lo extendido; es el lugar del cuerpo que el espí-
momento en una información poética del mundo
que continúa después de él. ritu llama "mío", el lugar que habita el espíritu. El
Sin en'bargo, Descartes no habría sido Descartes cuerpo que anima no es, para él, un objeto entre
si hubiera creído eliminar el enigma de la visión. No otros, y no deriva del cuerpo todo el resto del espa-
hay visión sin pensamiento. Pero no es suficiente con cio como premisa implícita. El espíritu piensa en
pensar para ver. La visión es un pensamiento con- referencia al cuerpo, no en referencia a sí mismo, y
dicionado; surge "como ocasionado" por lo que su- el espacio, o la distancia exterior, también se esti-
cede en el cuerpo; es "incitado" a pensar por el pula dentro del pacto natural que los une. Si por
cuerpo. No elige ser o no ser ni pensar esto o aque- cierto grado de ajuste y convergencia de ios ojos el
llo. Tiene que cargar en su corazón con esa pesa- espíritu registra determinada distancia, el pensa-
dez, esa dependencia que no puede venirle de una miento que deduce la segunda relación de la pri-
instrucción del exterior. Esos acontecimientos cor- mera está como inmemorialmente entrelazado en
porales son "instituidos por la naturaleza" para ha- nuestra maquinaria interior. "Generalmente esto
cernos ver esto o aquello. El pensamiento corres- sucede sin que reflexionemos sobre ello, tal como,
pondiente a la visión funciona según un programa cuando aferramos un cuerpo con la mano, con-
y ley que no se ha dado él mismo. No posee sus formamos la mano a la forma y el tamaño del
propias premisas; no es un pensamiento comple- cuerpo y por lo tanto sentimos el cuerpo sin tener
tamente presente y actual; hay en su centro un necesidad de pensar en esos movimientos de la
mano." 2S Para el espíritu, el cuerpo es a la vez el
misterio de pasividad. espacio natal y la matriz de todo otro espacio exis-
Tal como están las cosas, entonces, todo lo que tente. Así la visión se divide. Tenemos la visión
decimos y pensamos de la visión tiene que hacer de sobre la cual reflexionamos: no puedo concebirla
ella un pensamiento. Por ejemplo, cuando queremos sinoíwwo pensamiento, inspección de la mente, jui-
ver de qué manera están situados los objetos, no cio, lectura de signos. Y luego tenemos la visión
tenemos otro recurso que suponer al espíritu ca- que efectivamente tiene lugar, un pensamiento
paz, sabiendo cuáles son las partes de su cuerpo, de honorario o instituido, y metido en un cuerpo, su
"transferir su atención de allí" a todos los puntos
ibid. 24 Descartes, np. cu., Adam et Tannery, VI, p. 135.
25 Ibid., Adam et Tannery, p. 137.
126 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 127
propio cuerpo, del cual no podemos tener idea Tenemos que llevar a Descartes hasta aquí para
salvo en el ejercicio de él y que introduce, entre el encontrar en él algo semejante a una metafísica de
espacio y el pensamiento, el orden autónomo de la la profundidad. Porque no asistimos al nacimiento
combinación de espíritu y cuerpo. El enigma de de esa verdad: el ser de Dios es un abismo para
la visión no ha sido eliminado; ha sido relegado nosotros. Un estremecimiento rápidamente domi-
del "pensamiento de ver" a la visión en acto. nado; para Descartes es tan vano sondear ese
Sin embargo esta visión de facto y el "hay" que abismo como pensar en el espacio del espíritu y la
contiene no perturban la filosofía de Descartes. profundidad de lo visible. Nuestra propia posición,
Siendo un pensamiento unido a un cuerpo, no diría, nos descalifica para mirar tales cosas. He ahí
puede, por definición, ser verdaderamente pen- el secreto cartesiano del equilibrio: una metafísica
samiento. Es posible practicarlo, ejercerlo, vivirlo, que nos da razones decisivas para no ocuparnos
por así decir; pero no puede extraer de él nada que más de la metafísica, que valida nuestra evidencia a
merezca ser considerado verdadero. Si, como la la vez que la limita, que abre nuestro pensamiento
Reina Isabel,26 queremos a toda costa pensar algo sin dividirlo.
sobre él, todo lo que hacemos es volver a Aristóte- Ese secreto se ha perdido para siempre, al pare-
les y la escolástica, concebir el pensamiento como cer. Si volvemos ha hallar alguna vez un equilibrio
algo corpóreo que no puede ser concebido, pero entre ciencia y filosofía, entre nuestros modelos y
que es el único modo de formular, para nuestra la oscuridad del "hay", deberá ser de un tipo
comprensión, la unión de] cuerpo y el espíritu. La nuevo. Nuestra ciencia ha rechazado tanto las justi-
verdad es que es absurdo someter al puro enten- ficaciones como las limitaciones que Descartes
dimiento la mezcla de entendimiento y cuerpo. Ta- asignó a su dominio. Ya no simula deducir sus mo-
les pretendidos pensamientos son marcas del "uso delos inventados de los atributos de Dios. La pro-
corriente", meras verbalizaciones de esa unión, y fundidad del mundo existente y del Dios incon-
sólo son admisibles si no se consideran pensamien- mensurable ya no predominan sobre las vulgari-
tos. Son indicios de un orden de existencia -del dades del pensamiento "tecnificado". La ciencia
hombre y el mundo como existentes- sobre el cual avanza sin necesidad de la excursión a la metafísica
no tenemos que pensar. Porque ese orden no es que Descartes tuvo que hacer por lo menos una vez
ninguna térra incógnita en nuestro mapa del Ser. en su vida; parte del punto al que él llegó por úl-
No limita el alcance de nuestros pensamientos, timo. El pensamiento operativo reclama para sí, en
porque, igual que ellos, se basa en una verdad que nombre de la psicología, ese terreno de contacto
fundamenta tanto su oscuridad como nuestras con uno mismo y con el mundo que Descartes re-
propias luces.27 servaba para una experiencia ciega, pero irreducti-
ble. Es fundamentalmente hostil a la filosofía como
26 Sir duda Merleau-Ponty se refiere a la Princesa Isabel,
corresponsal de Descartes. Cf. Phénnménologie de la perception, 27 Es decir, la oscuridad del orden "existencia!" es tan necesa-
pp. 230-232, y la carta de Descartes a Isabel del 28 de junio de ria, tan fundada en Dios, como la claridad de los verdaderos
1643. pensamientos ("nos lumiéres").
108 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 109
ojos carnales sean ya mucho más que receptores de la visión misma, porque ver es tener a cierta, distan-
rayos de luz, colores y líneas? Son computadores cia; la pintura extiende esa extraña posesión a to-
f del mundo, que poseen el don de la vista como dos los aspectos del Ser, que deben hacerse visibles
otrora se decía que el hombre inspirado tenía el de alguna manera para ingresar en la obra de arte.
don de lenguas. Por supuesto, ese don se adquiere Cuando el joven Berenson habló, a propósito del
mediante el ejercicio; no es en unos pocos meses, ni arte italiano, de una evocación de valores táctiles,
en la soledad, como un pintor llega al pleno domi- difícilmente podría haber estado más lejos de la
nio de su visión. Pero no es ésa la cuestión: precoz o verdad; la pintura no evoca nada, y menos que
tardía, espontánea o cultivada en museos, en todo nada lo táctil. Lo que hace es muy distinto, casi
' caso su visión sólo aprende viendo y sólo aprende opuesto. Da existencia visible a lo que la visión pro-
/ de sí misma. El ojo ve el mundo, ve los defectos que fana considera invisible; gracias a ella no tenemos
le impiden al mundo ser un cuadro, ve lo que le necesidad de un "sentido muscular" para poseer la
! impide a un cuadro ser él mismo, ve -en la paleta- voluminosidad del mundo. Esta visión voraz, que
los colores que el cuadro espera, y ve, una vez reali- llega más allá de los "datos visuales", se abre sobre
zado, el cuadro que resuelve todos esos defectos tal una textura del Ser de la que los discretos mensajes
como ve los cuadros de otros como otras soluciones sensoriales son sólo puntuaciones y censuras. El ojo
"^' ' a otros defectos. vive en esa textura como un hombre en su casa.
Hacer un inventario limitado de lo visible es tan Quedémonos con lo visible en el sentido estrecho
importante como catalogar los posibles usos de un y prosaico. El pintor, cualquiera que sea, mientras
lenguaje o siquiera su vocabulario y sus recursos. El está pintando practica una teoría mágica de la visión.
ojo es un instrumento que se mueve a sí mismo, un Está obligado a admitir que objetos que se hallan
medio que inventa sus propios fines; es lo que ha ante él pasan adentro de él, o bien que, según el
sido movido por algún efecto del mundo, que él sarcástico dilema de Malebrache, la mente sale por
restaura entonces a lo visible mediante el oficio de los ojos a vagar entre los objetos; porque el pintor
una mano ágil. nunca deja de ajustar su clarividencia a ellos. (El
En cualquier civilización que nazca, de cualquier que no pinte "del natural" no hace ninguna dife-
creencia, motivo o pensamiento, cualesquiera que rencia: pinta, en todos los casos, porque ha visto,
sean las ceremonias que la rodean, de Lascaux a porque el mundo ha iluminado en él por lo menos
nuestros días, pura o impura, figurativa o no, la una vez las cifras de lo visible.) Debe afirmar, como
; pintura no celebra otro enigma que el de la visibi- lo ha dicho un filósofo, que la visión es un espejo o
lidad. concentración del universo o que, en otras pala-
Lo que acabamos de decir es casi una perogru- bras, el idios kosmos se abre, en virtud de la visión,
llada. El mundo del pintor es un mundo visible, sobre un hornos kosmos; en resumen, que la misma
i únicamente visible: un mundo casi demente por- cosa está afuera en el mundo y aquí en el corazón
que es completo cuando aún es sólo parcial. La de la visión; la misma o, si se prefiere, una cosa
pintura provoca y lleva a su auge un delirio que es similar, pero según una similitud oficiosa que es el
128 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 129
pensamiento en contacto, y si el pensamiento ope- de mí como punto cero o grado cero de la espacia-
rativo redescubre el sentido de la filosofía, será lidad. Yo no lo veo según su envoltura exterior;
mediante los excesos de su propia desenvoltura. vivo en él desde el interior; estoy inmerso en él.
Eso sucederá cuando, después de haber introdu-1 Después de todo, el mundo está a mi alrededor, no
cido toda suerte de nociones que para Descartes delante de mí. La luz vuelve a ser vista como acción
serían creaciones de un pensamiento confundido a distancia. Ya no se reduce a la acción de contacto
-calidad, estructuras numéricas, solidaridad de ob- • o, en otras palabras, no se concibe como podrían
servador y observado- comprenda de pronto que \o eshacerlo
posible quienes
hablar no ven en ella. La
sumariamente devisión
todasrecobra
esas su
capacidad fundamental de mostrar algo más que a
entidades como construcciones. Mientras esperamos sí misma. Y como se nos dice que un poco de tinta
ese momento, la filosofía se mantiene en, contra de es suficiente para hacernos ver bosques y tormen-
ese pensamiento, atrincherándose en esa dimen- I tas, la luz debe tener su imaginaire. La trascenden-
sicm de la combinación de cuerpo y espíritu, esa I cia de la luz no se delega a una mente lectora que
dimensión del mundo existente, del Ser abismal, descifra los efectos del objeto-luz sobre el cerebro y
que Descartes abrió y volvió a cerrar tan rápida- que podría igualmente nacerlo si nunca hubiera
mente. Nuestra ciencia y nuestra filosofía son dos vivido en un cuerpo. Tampoco se trata ya de hablar
consecuencias legítimas e ilegítimas del cartesia- de espacio y luz; la cuestión es hacer que el espacio
nismo, dos monstruos nacidos de su desmembra- y la luz, que están allí, nos hablen. Ño hay límite
miento. para esa interrogación, puesto que la visión a la que
A nuestra filosofía no le queda más que lanzarse se dirige es, en sí, un interrogante. Las indagacio-
a la prospección del mundo real. Somos la combina- nes que creíamos cerradas se han reabierto.
ción de cuerpo y espíritu, y por lo tanto debe haber ¿Qué es profundidad, qué es luz, TÍ rb óV? ¿Qué
un pensamiento de ella. A este conocimiento, o po- son, no para la mente que se separa del cuerpo sino
sición, o situación, debe Descartes lo que él mismo para la mente que para Descartes estaba difusa en
dice de esa combinación, o lo que dice a veces de la el cuerpo? ¿Y qué son, finalmente, no para la
presencia del cuerpo "contra el espíritu", o del mente sino para sí mismas, puesto que pasan a tra-
mundo exterior "al extremo" de nuestras manos. vés de nosotros y nos rodean?
Aquí el mundo no es el medio de la visión y el tacto Sin embargo, esta filosofía aún por hacer es la
sino su recipiente. que anima al pintor, no cuando expresa sus opi-
Nuestros órganos ya no son instrumentos; por el niones sobre el mundo sino en el instante en que su
contrario, nuestros instrumentos son órganos se- visión se hace gesto, en que, en las palabras de
parables. El espacio ya no es lo que era en la Diop- Cézanne, "piensa en pintura".28
trique, una red de relaciones entre objetos tal como
los vería un testigo de mi visión o un geómetra que
mirara desde arriba y la reconstruyera desde
afuera. Es, más bien, un espacio concebido a partir B. Dorival. Paul Cñanne, París, 1948, pp. 103 ss.
130 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 131
4 abundancia y el espesor del significado, la textura
• Iuc encerraba la promesa de una larga historia, esa
Toda la historia moderna de la pintura, con sus .Kliva forma de ser, entonces, esa posibilidad que
esfuerzos por separarse del ilusionismo y adquirir lévela en la obra, ese monograma que encuentra
sus propias dimensiones, tiene una significación , i l l i . . . son todos bases para la meditación filosó-
metafísica. Esto es algo que no requiere demostra- I H . I . Pero esa tarea exige una larga familiaridad
ción. No por razones extraídas de los límites de la «ni la historia. Carecemos de todo lo necesario
objetividad en la historia y de la inevitable plurali- I >ara su ejecución, tanto de espacio como de com-
dad de interpretaciones, que impediría la vincu- |>eienda. De todos modos, puesto que la fuerza o la
lación de una filosofía con un acontecimiento; la le< nndidad de la obra de arte excede a toda rela-
metafísica que imaginamos no es un cuerpo de i ion causal o filial positiva, no hay nada de malo en
ideas separadas para las que podrían buscarse jus- permitir que un lego, hablando con base en su re-
tificaciones inductivas en el terreno experimental. i lindo de unos cuantos cuadros y libros, nos diga
Hay, en la carne de la contingencia, una estructura i o n i o entra la pintura en sus reflexiones; cómo
del acontecimiento y una virtud particular del pro- la pintura le inspira un sentimiento de profunda
grama. Éstas no impiden la pluralidad de interpre- diicordancia, un sentimiento de mutación en las
taciones sino que en efecto son las razones más relaciones del hombre y el Ser. Esos sentimientos
profundas de esa pluralidad. Transforman al surgen en él cuando tiene un universo de pensa-
acontecimiento en un tema duradero de vida histó- miento clásico, en bloque, en oposición a las inves-
rica y tienen derecho a una categoría filosófica. En i ilaciones de la pintura moderna. Es ésta una espe-
cierto sentido todo lo que puede haberse dicho y lo dc de historia por contacto, tal vez, que nunca se
que se dirá sobre la Revolución Francesa siempre extiende más allá de los límites de una persona,
ha estado y estará dentro de ella, de esa ola que se debiéndolo todo, sin embargo, a su frecuentación
arqueó a partir de una agitación de hechos discre- de otras .. .
tos, con su espuma de pasado y su cresta de futuro. "Creo que Cézanne buscó la profundidad toda
Y siempre mirando más profundamente el cómo su vida", dice Giacometti.29 Y Robert Delaunay
sucedió damos y seguiremos dando nuevas repre- (lúe: "La profundidad es la nueva inspiración." 30
sentaciones de ella. En cuanto a la historia de obras ' 'uat.ro siglos después de las "soluciones" del Rena-
de arte, si son grandes, el sentido que les damos < nniento y tres siglos después de Descartes, la pro-
después ha surgido de ellas. Es la obra misma la fundidad sigue siendo nueva, e insiste en ser bus-
que ha abierto el campo desde el cual aparece a < ada, no "una vez en la vida" sino durante toda la
una nueva luz. Se modifica a sí misma y se convierte ^ i « l a . No puede tratarse simplemente de un inter-
en lo que viene a continuación; las interminables v a l o sin misterio alguno, visto como desde un
reinterpretaciones a las que es legítimamente suscep-
tible sólo la modifican en sí. Y si el historiador des- *" Charbonnier, op. cit., p. 176.
entierra, por debajo de su contenido manifiesto, la '"' Delaunay, op. cit., p. 109.
132 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 133
avión, entre estos árboles próximos y aquellos otros ¿y qué se deberá pintar, entonces? ¿Cubos, esferas
más lejanos. Tampoco se trata de la manera como y conos? (como él mismo dijo una vez). ¿Puras for-
las cosas se suprimen mutuamente, como lo vemos mas que tengan la solidez de lo que podría ser de-
de forma tan vivida en un dibujo en perspectiva. finido por una ley interna de construcción, formas
Esas dos concepciones son muy explícitas y no pro- que entre todas, como huellas o tajadas del objeto,
vocan ninguna duda. El enigma, sin embargo, re- le permitan aparecer entre ellas como un rostro
side en su vinculación, en lo que sucede entre ellas. entre los juncos? Esto sería poner por un lado la
El enigma consiste en que veo cosas, cada cual en solidez del Ser y por el otro su variedad. Cézanne
su lugar, precisamente debido a que se eclipsan hizo un experimento de este tipo en su periodo
mutuamente, y de que rivalizan ante mi vista pre- medio. Optó por lo sólido, por el espacio, y descu-
cisamente porque cada cual está en su lugar. Su brió que dentro de ese espacio, caja o recipiente
exterioridad se reconoce en su envolvimiento y su demasiado grande para ellas, las cosas empezaban
dependencia mutua en su autonomía. Una vez en- a moverse, color contra color; empezaban a modu-
tendida la profundidad de este modo, ya no po- lar en inestabilidad.31 Por tanto, debemos buscar el
demos calificarla de tercera dimensión. En primer espacio y su contenido como juntos. El problema se
lugar, si fuera una dimensión, sería la primera; sólo ha generalizado; ya no es el de la distancia, el de la
hay formas y planos definidos si se estipula a qué línea, el de la forma; es también, e igualmente, el
distancia de mí están sus distintas partes. Pero una problema del color.
primera dimensión que contiene todas las demás El color es "el lugar donde se encuentran nues-
no es ya una dimensión, por lo menos en el sentido tro cerebro y el universo", dice en ese admirable
habitual de cierta relación según la cual hacemos idioma de artesano del Ser que Klee gustaba de
mediciones. La profundidad así entendida es, más citar.32 Es para beneficio del color por lo que de-
bien, la experiencia de la reversibilidad de las di- bemos romper la forma-espectáculo. Por tanto no
mensiones, de una "situación" global, todo en el se trata de colores "simulacros de los colores natura-
mismo sitio al mismo tiempo, una situación de la les".33 La cuestión es, más bien, la de la dimensión
que se han abstraído la altura, la anchura y la pro- del color, esa dimensión que crea identidades, di-
fundidad; de una voluminosidad que expresamos ferencias, una textura, una materialidad, algo; las
en una palabra cuando decimos que algo está allí. crea de sí misma, para sí misma ...
En busca de la profundidad persigue Cézanne esta Sin embargo (y esto debe ser destacado) no hay
deflagración del Ser, y todo está en los modos del ninguna llave maestra de lo visible, y el color por sí
espacio, tanto en forma como en cualquier otra solo no está más cerca de ser esa llave que el espa-
cosa. Cézanne ya sabía lo que el cubismo repetiría:
31 F. Novotny, Cézanne und das Ende der wissenschaftlichen Pers-
que la forma exterior, la envoltura, es secundaria y
pehtive, Viena, 1938.
derivada, que no es lo que hace que una cosa tome 32 W. Grohmann, Paul Klee, París, 1954, p. 141. (Nueva
forma, que esa concha de espacio debe ser hecha York, 1956).
trizas, ese jarrón de flores debe ser desmenuzado; 33 Delaunay, op. cit., p. 118.
134 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 135

ció. La vuelta al color tiene el mérito de acercarnos de las cosas experimentadas, a menos que sea en
algo más al "corazón de las cosas"; 34 pero ese cora- primer término "autofigurativo".37 Es espectáculo
zón está más allá de la envoltura de color tal como de algo sólo por ser un "espectáculo de nada",38
está más allá de la envoltura de espacio. El Portrait por romper "la piel de las cosas" 3S> para mostrar
de Vallier ubica espacios blancos entre los colores cómo las cosas llegan a ser cosas, cómo el mundo
que asumen la función de dar forma y establecer llega a ser mundo. Apollinaire ha dicho que en un
un ser más general que el ser-amarillo o el ser- poema hay frases que no parecen haber sido crea-
verde o el ser-azul. También en las acuarelas de los das, que parecen haberse formado a sí mismas. Y
últimos años de Cézanne, por ejemplo, el espacio Henry Michaux dice que a veces los colores de Klee
(que había sido considerado como la evidencia parecen haber nacido lentamente sobre la tela, ha-
misma y del cual se había creído que no se podía ber emanado de alguna base primordial, "exhala-
plantear la pregunta de dónde) irradia alrededor de dos en el lugar preciso" 40 como una pátina o un
planos que no pueden ser asignados a ningún lu- hongo. El arte no es construcción, artificio, minu-
gar: "una superposición de superficies transpa- ciosa relación con un espacio y un mundo que exis-
rentes", "un movimiento fluido de unos planos de ten en el exterior. Es realmente el "grito inarticu-
color que se sobreponen, que avanzan y que se re- lado", como dijo Kermes Trismegisto, "que parece
pliegan".35 ser la voz de la luz". Y una vez presente despierta
Evidentemente no se trata de añadir una dimen- fuerzas dormidas en la visión ordinaria, un secre-
sión más a las de la tela plana, de organizar una to prexistente. Cuando vemos a través del espesor
ilusión o una percepción sin objeto cuya perfección del agua el embaldosado del fondo de una piscina,
consista en simular al grado máximo una visión no lo vemos a pesar del agua y la reflexión; lo vemos
empírica. La profundidad pictórica (al igual que la a través de ellas y debido a ellas. Si no hubiera
altura y la anchura pintadas) viene "no se sabe de distorsiones, movimientos de la luz del sol, si fuera
t dónde" a posarse, y arraigar, en la base de susten- sin esta carne como viéramos la geometría de las
tación. La visión del pintor no es una mirada al baldosas, entonces dejaríamos de verla tal como es y
exterior, una relación meramente "óptica-física" 36 donde está; es decir, más allá de cualquier lugar
con el mundo. El mundo ya no se halla frente a él a idéntico y específico. No puedo decir que el agua
través de la representación; más bien es al pintor al misma -el poder ácueo, el dulce y trémulo ele-
que los objetos del mundo dan nacimiento por una mento- esté en el espacio; todo eso tampoco está en
especie de concentración o vuelta en sí de lo visible. ninguna otra parte, pero no está en la piscina. La
Por último, el cuadro no se relaciona con ninguna
37 "El espectáculo es espectáculo de sí mismo antes de ser
34 Klee, Journal. . ., trad. francesa de P. Klossowski, París.
1959. espectáculo de algo exterior a él."
38 C. P. Bru, Esthétique de l'abstraction, París, 1959, pp. 86, 99.
35 George Schmidt, Les aquarelles de Cézanne, p. 21. (The Wa-
39 Henri Michaux, Aventures de Lignes.
tercolors of Cézanne, Nueva York, 1953.)
36 P. Klee, op. cit., 40 Ibid.
136 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 137
habita, se materializa en ella, su esencia viva y ac- toda su extensión . . ." 41 Tanto Ravaisson como
tiva. Esa animación interna, ésa irradicación de lo Bergson intuyeron que había allí algo importante,
visible es lo que el pintor busca con el nombre de sin atreverse sin embargo a descifrar el oráculo
profundidad, espacio, color. hasta el fin. Bergson apenas buscó el "contorno
Cualquiera que reflexione sobre ello encontrará sinuoso" (serpentement) en el exterior de los seres
sorprendente que con frecuencia un buen pintor vivos, y propuso, algo tímidamente, que la línea
también pueda hacer buenos dibujos o buenas es- ondulante "podría no ser una de las líneas de la
culturas. Como ni los medios de expresión ni los figura", de que "no está más aquí que allá", y sin
gestos creadores son comparables, este hecho es embargo "da la clave del conjunto".42 Estaba a un
prueba de que existe un sistema de equivalencias, paso de ese fascinante descubrimiento, ya familiar
un Logos de líneas, de luces, de colores, de relieves, a los pintores, de que no hay líneas visibles en sí
de masas, una presentación aconceptual del Ser mismas, de que ni el contorno de la manzana ni la
universal. El esfuerzo de la pintura moderna se ha frontera del campo y el prado están en este lugar o
dirigido no tanto hacia la elección entre línea y en aquél, de que siempre están más acá o más allá
color, ni siquiera entre la figuración de objetos y la del punto que miramos. Siempre están entre o de-
creación de signos, como hacia la multiplicación de trás de cualquier cosa en que fijemos los ojos; son
los sistemas de equivalencias, hacia la ruptura de su indicadas, implicadas y hasta imperiosamente exi-
adhesión a la envoltura de las cosas. Este esfuerzo gidas por las?cosas, pero ellas mismas no son cosas.
puede obligarnos a crear nuevos materiales o nue- Se supone que circunscriben la manzana o el
vos medios de expresión, pero en ocasiones bien prado, pero la manzana y el prado "se forman a sí
podría realizarse mediante el rexamen y la rein- mismos" a partir de sí mismos, e ingresan en lo
versión de los ya existentes. visible como si vinieran de un mundo prespacial
Ha habido, por ejemplo, una prosaica concep- situado detrás del escenario.
ción de la línea como atributo positivo y propiedad Sin embargo, esta refutación de la línea prosaica
del objeto en sí. Así, es el contorno exterior de la está lejos de eliminar todas las líneas de la pintura,
manzana o la frontera entre el campo arado y la como pudieron creer los impresionistas. Se trata
pradera, considerada como presente en el mundo, simplemente de liberar la línea, de reavivar su
de manera que, guiado por puntos tomados del fuerza constitutiva; y no nos enfrentamos a una
mundo real, el lápiz o el pincel sólo tendría que contradicción cuando la vemos reaparecer en pin-
pasar sobre ellos. Pero esta línea ha sido rechazada tores como Klee o Matisse, que creían en el color
por toda la pintura moderna, y probablemente por más que nadie. Porque en adelante, como dijo
toda la pintura, según hace pensar el comentario Klee, la línea ya no imita lo visible: "Hace visible";
de Leonardo en su Tratado de la pintura: "El secreto
del arte de dibujar es descubrir en cada objeto el
41 Ravaisson, citado por Bergson, "La vie et l'oeuvre de Ra-
modo particular en que cierta línea flexible, que es, vaisson", en La pensée et le mouvant, París, 1934, pp. 264-265.
por así decirlo, su eje generador, se encamina por 42 Bergson, ibid.
138 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 139
es el plan o la génesis de las cosas. Tal vez antes de tanto la definición prosaica (signalement) de la enti-
( Klee nadie había "dejado soñar a una línea".43 El dad y la operación secreta que combina en ella la
comienzo del camino de la línea establece o instala suavidad y la inercia o la fuerza necesarias para
cierto nivel o modo de lo lineal, cierta manera, para constituirla como un desnudo, como un rostro, como
la línea, de ser o de hacerse línea, de "volverse una/Zor.
línea". 44 Relativamente, toda inflexión subsi- Hay un cuadro de Klee de dos hojas de acebo,
guiente tendrá un valor diacrítico, será otro as- hecho de la manera más figurativa. A primera vista
pecto de la relación de la línea consigo misma, con- las hojas son completamente indescifrables, y hasta
formará una aventura, una historia, un significado el fin siguen siendo monstruosas, increíbles, fantás-
de la línea, todo esto según se desvíe más o menos, ticas, a fuerza de ser exactas. Y las mujeres de Matisse
más o menos rápidamente, más o menos sutil- (recordemos el sarcasmo de sus contemporáneos)
mente. Abriéndose camino en el espacio, corroe sin no eran inmediatamente mujeres; llegaban a ser
embargo el espacio y las partes extra partes; desarro- mujeres. Fue Matisse quien nos enseñó a ver sus
lla un modo de extenderse activamente en ese es- contornos no de manera "óptica-física" sino más
pacio que subtiende la espacialidad de una cosa bien como nervaduras, como ejes de un sistema
tanto como la de un hombre o un manzano. Esto es corporal de actividad y pasividad. Figurativa o no,
así simplemente porque, como dijo Klee, para dar la línea ya no es una cosa o una imitación de una
el eje generador de un hombre, el pintor "tendría cosa. Es cierto desequilibrio mantenido dentro de
que dar una red de líneas tan enmarañadas que ya la indiferencia del papel blanco; es cierto proceso
no podría hablarse de representación verdadera- de adentrarse en el en-sí, cierto vacío constitucio-
mente elemental".45 nal, vacío que, como lo demuestran decisivamente
En vista de esta situación quedan dos alter- las estatuas de Moore, sostiene la pretendida posi-
nativas, y no significa mayor diferencia cuál se es- tividad de las cosas. La línea ya no es la aparición
coja. Primero, el pintor puede, como Klee, resolver de una entidad sobre un fondo vacío, como en la
atenerse rigurosamente al principio de la génesis geometría clásica. Es, como en la geometría mo-
de lo visible, el principio de la pintura fundamen- derna, la limitación, separación o modulación de
tal, indirecta o -como solía decir Klee- absoluta, y una espacialidad anterior dada.
luego dejar al título la tarea de designar con su Del mismo modo que ha creado la línea latente,
prosaico nombre la entidad así constituida, para la pintura se ha fabricado un movimiento sin des-
dejar al cuadro libre de funcionar más puramente plazamiento, un movimiento por vibración o radia-
como cuadro. La otra alternativa es escoger con ción. Y le hacía falta, porque, como hemos dicho, la
Matisse (en sus dibujos) poner en una sola línea pintura es un arte del espacio y se produce sobre
una tela u hoja de papel y por lo tanto carece de
43 Michaux, op. cit. ("laissé rever une ligne"). medios para crear objetos que efectivamente se
44 Ibid. ("d'aller ligne"). muevan. Pero la tela inmóvil puede sugerir un
45 Grohmann, op. cit. cambio de lugar del mismo modo que la huella de
140 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 141
una estrella fugaz en mi retina sugiere una transi- partes, como si ese enfrentamiento mutuo de in-
ción, un movimiento no contenido en ella. El cua- compatibles pudiera, y exclusivamente pudiera,
dro ofrecería a mis ojos casi lo mismo que le ofre- hacer surgir la transición y la duración en el bronce
cen los movimientos reales: una serie de atisbos y la tela. Los únicos atisbos instantáneos del movi-
instantáneos apropiadamente entremezclados y, si miento logrados son los que se acercan a esta dis-
se trata de un ser viviente, de actitudes suspendidas posición paradójica, cuando, por ejemplo, un
en forma inestable entre un antes y un después; es hombre andando es captado en el momento en que
decir, la parte de afuera de un cambio de lugar, sus dos pies tocan el suelo; porque entonces tene-
que el espectador leería en las huellas que deja. mos casi la ubicuidad temporal del cuerpo que
Aquí se revela en toda su importancia la conocida hace que el hombre atraviese el espacio. La pintura
observación de Rodin: los atisbos instantáneos, las hace visible el movimiento por su discordancia in-
actitudes inestables, petrifican el movimiento, terna. La posición de cada miembro, precisamente
como se ve en tantas fotografías en que un atleta en en virtud de su incompatibilidad con la de los de-
movimiento está congelado para siempre. Y no más (según la lógica del cuerpo), está diferente-
podríamos descongelarlo multiplicando las visio- mente situada en el tiempo o no está "al mismo
nes. Las fotografías de Marey, los análisis cubistas, tiempo" que las otras; y puesto que todas ellas si-
La Mariée de Duchamp no se mueven; dan una guen visiblemente perteneciendo a la unidad de un
ilusión zenoniana de movimiento. Vemos un cuerpo, es el cuerpo el que llega a atravesar la du-
cuerpo rígido como una pieza de armadura ejecu- ración. Su movimiento es algo premeditado entre
tando sus movimientos; está aquí y luego allá, má- piernas, tronco, brazos y cabeza en algún virtual
gicamente, pero no va de aquí allá. El cine retrata "centro de control", y sólo irrumpe con un subsi-
el movimiento, pero ¿cómo? ¿Es, como tenderíamos guiente cambio de lugar. Cuando se fotografía a
a creer, reproduciendo más estrechamente los un caballo en el instante en que está completa-
cambios de lugar? Podemos suponer que no, mente separado del suelo, con las patas casi dobla-
puesto que la cámara lenta muestra un cuerpo flo- das bajo el cuerpo, un instante, por tanto, en que
tando entre objetos como un alga, pero no mo- debe estar moviéndose, ¿por qué parece que estu-
viéndose él mismo. viera inmóvil saltando? Entonces, ¿por qué los ca-
El movimiento es dado, dice Rodin,46 por una ballos de Géricault galopan realmente sobre la tela,
imagen en que los brazos, las piernas, el tronco y la en una postura imposible para un caballo real al
cabeza están tomados cada uno en un instante dis- galope? Es, simplemente, que los caballos deEpsom
tinto, una imagen que por tanto retrata al cuerpo Derby me hacen ver el agarro de un cuerpo sobre el
en una actitud que nunca en ningún instante tuvo suelo y que, según una lógica del cuerpo y del
realmente y que impone vínculos ficticios entre las mundo que conozco bien, esos "agarros" en el es-
pacio son también modos de asir la duración. Ro-
46 Rodin, L'art, París, 1911. Entrevistas reunidas por Paul din dijo muy sabiamente: "Es el artista quien dice la
Gsel!. verdad, mientra que la fotografía es mendaz; por-
142 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 143
que, en realidad, el tiempo nunca se detiene en sido roto"; 50 proviene del ojo y se dirige al ojo.
seco." 47 La fotografía mantiene abiertos los instan- Debemos entender el ojo como "espejo del alma".
tes que el fluir del tiempo cierra inmediatamente; "El ojo... a través del cual la belleza del universo
destruye el alcanzarse, el superponerse, la "meta- se revela a nuestra contemplación, es de tal exce-
morfosis" del tiempo. Pero eso es lo que la pintura, lencia que quien se resignara a perderlo se privaría
por el contrario, hace visible, porque los caballos del conocimiento de todas las obras de la natura-
tienen en sí ese "salir de aquí, ir hacia allá",48 por- leza, cuya vista hace vivir feliz al alma en la prisión
que tienen una pata en cada instante. La pintura de su cuerpo gracias a los ojos que le muestran la
busca no el exterior del movimiento sino sus cifras infinita variedad de la creación; quien los pierde
secretas, y hay algunas más sutiles que aquellas de abandona a su alma en una prisión oscura donde
las que hablaba Rodin. Toda carne, e incluso la debe desvanecerse toda esperanza de ver una vez
carne del mundo, irradia más allá de sí misma. más el sol, la luz del universo." El ojo cumple la
Pero que se sea o no, según la época y la "escuela" prodigiosa tarea de abrir el espíritu a lo que no es
partidario del movimiento manifiesto o de lo mo- espíritu, el jubiloso mundo de las cosas y su dios, el
numental, el arte de la pintura nunca está comple- sol.
tamente fuera del tiempo, porque siempre está Un cartesiano puede creer que el mundo exis-
dentro de lo carnal. tente no es visible, que la única luz es la de la mente
Ahora quizás podamos tener una mejor idea de y que toda visión tiene lugar en Dios. Un pintor no
lo que significa ese pequeño verbo "ver". La visión puede admitir que nuestra apertura al mundo es
no es cierto modo de pensamiento o presencia para ilusoria o indirecta, que lo que vemos no es el
el ser; es el medio que se me ha dado de estar mundo mismo, o que la mente sólo se relaciona con
ausente de mí mismo, de estar presente en la fisión sus pensamientos o con otra mente. Acepta con to-
del Ser desde adentro, fisión a cuyo término, y no das sus dificultades el mito de las ventanas del
antes, vuelvo a mí mismo. alma: debe ser que lo que no tiene lugar está sujeto
Los pintores siempre lo han sabido. Leonardo 49 a un cuerpo; más aún, que lo que no tiene lugar es
invocaba cierta "ciencia pictórica" que no habla en iniciado por el cuerpo para todos los demás y para
palabras (y menos en números) sino con obras que la naturaleza. Debemos tomar literalmente lo que
existen en lo visible, igual que las cosas naturales y la visión nos enseña: que a través de ella nos pone-
que sin embargo comunican a través de esas cosas mos en contacto con el sol y las estrellas, que de
"a todas las generaciones del universo". Esta cien- pronto estamos en todas partes, y que aun nuestra
cia silenciosa, dice Rilke (a propósito de Rodin), capacidad de imaginarnos en todas partes -"Estoy
lleva a la obra las formas de cosas "cuyo sello no ha en mi cama en San Petersburgo, en París, mis ojos
ven el sol"- o de contemplar a seres vivientes don-
47 Ibid., p. 86
48 Michaux, op. cit. 50 Rilke, Auguste Rodin, trad. francesa de Maurice Betz, París,
49 Citado por Delaunay, op. cit., p. 175. 1928, p. 150.
EL OJO Y LA MENTE 145
144 EL OJO Y LA MENTE
dequiera que estén, debe algo a la visión y utiliza miración diversamente intensa de lo visible, le
medios que le debemos a ella. Sólo la visión nos MI,idirán la parte de lo invisible, secretamente per-
entera de que seres que son diferentes, "exterio- < ibido." 52 Hay algo que alcanza' al ojo de frente,
res", ajenos uno a otro, están sin embargo absolu- l.is propiedades frontales de lo visible; pero tam-
tamente juntos, son "simultaneidad"; esto es un bién hay algo que lo alcanza desde abajo -la pro-
misterio que los psicólogos manipulan como un funda latencia postural en que el cuerpo se alza a
niño manipula explosivos. Robert Delaunay dice ver- y algo que le llega a la visión desde arriba
sucintamente: "La vía del ferrocarril es la imagen como el fenómeno del vuelo, de la natación, del
de la sucesión que más se acerca al paralelo: la movimiento, en lo que participa no ya en la pesa-
paridad de los rieles." Los rieles convergen y no dez de sus orígenes sino en realizaciones libres.53 A
convergen; convergen^ara mantenerse equidistan- (caves de ella, pues, el pintor toca los dos extremos,
l'.n la profundidad inmemorial de lo visible, algo se
1 tes más allá. El mundo está de acuerdo con mi
movió, se encendió y envolvió su cuerpo; todo lo
perspectiva para ser independiente de mí, es para
1 mí para ser sin mí, y ser el mundo. El "quale vi- )ue pinta es una respuesta a esa incitación, y su
r
t; sual" 51 me da, y sólo él, la presencia de lo que no es mano "no es más que el instrumento de una volun-
d yo, de lo que simple y plenamente es. Lo hace por- tad distante". La visión encuentra, como en una
que, al igual que la textura, es la concreción de una encrucijada, todos los aspectos del Ser. "Cierto
le viabilidad universal, de un espacio único que se- luego finge estar vivo; despierta. Abriéndose ca-
ni para y reúne, que sostiene toda cohesión (incluso la mino en la mano como conductor, llega a la base y la
el de pasado y futuro, puesto que esa cohesión no absorbe; entonces una chispa salta y cierra el círculo
ai existiría si no fueran esencialmente propios del |ue debía trazar, volviendo al ojo, y más allá."54
mismo espacio). Todo lo visual, por individual que No hay interrupción en este circuito; es imposi-
dt ble decir dónde termina la naturaleza y dónde em-
an sea, funciona también como dimensión, porque se
da como resultado de una hendedura del Ser. Lo pieza el hombre y la expresión. Es, por lo tanto, el
que significa, en último análisis, que lo propio de lo Ser mudo mismo e! que se adelanta a mostrar su
pa visible es tener un revestimiento de invisibilidad en propio significado. Es por esta razón por la que el
exi sentido estricto, que presenta en forma de cierta dilema entre arte figurativo y no figurativo está
qui ausencia. "En su época, nuestros remotos antípo- mal planteado: es verdadero y no entraña contra-
"a das, los impresionistas, estuvieron absolutamente dicción que ninguna uva ha sido nunca lo que es en
cía en lo cierto al instalarse en los desperdicios y la la pintura más figurativa y que ninguna pintura,
llev maleza de la vida cotidiana. En cuanto a nosotros, por abstracta que sea, puede separarse del Ser, que
nuestro corazón anhela acercarnos más a las pro- 52 Klee, Conférence d'Iéna, 1924, según Grohmann, op. cu.,
47
fundidades . . . Esas rarezas se volverán . . . reali- 1>. 365.
48 dades . .. porque en vez de sostenerse contra la res- 53 Klee, Wege des Naturstudiums, 1923, según G. di San Laz-
49 /.aro, Klee.
54 Klee, citado por Grohman, op. cu., p. 99.
51 Delaunay, op. cu., pp. 110, 115.
146 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 147
aun la uva de Caravaggio es la uva misma.55 Esta este tipo de regresos o a las convergencias más
precedencia de lo que es sobre lo que uno ve y hace inesperadas; algunos fragmentos de Rodin son casi
ver, de lo que uno ve y hace ver sobre lo que es: eso estatuas de Germaine Richier porque ambos eran es-
es la visión misma. Y para dar la fórmula ontoló- cultores; es decir, estaban atrapados en una única,
gica de la pintura casi no necesitamos forzar las idéntica red del Ser. Por la misma razón nada se
palabras del propio pintor, las palabras de Klee, adquiere nunca finalmente ni se posee para siem-
escritas a los treinta y siete años y finalmente gra- pre.
badas en su tumba: "La inmanencia no puede Al "reformular" un problema favorito, aunque
atraparme." 56 sólo sea el problema del terciopelo o la lana, el ver-
dadero pintor altera sin saberlo los datos de todos
los demás problemas. Su búsqueda es total aun
cuando parezca parcial. Precisamente cuando haya
alcanzado la excelencia en algún campo, descubre
Debido a que la profundidad, el color, la línea, el que ha reabierto otro en el que todo lo que ha
movimiento, el contorno, la fisonomía, son todas dicho antes debe ser repetido de distinto modo. El
ramas del Ser y debido a que cada una de ellas resultado es que lo que ha hallado aún no lo tiene.
puede conmover a todas las demás, no hay en la Tiene que buscarlo; el descubrimiento mismo pro-
pintura "problemas" separados, distintos, ni cami- voca ulteriores indagaciones. La idea de una pin-
nos realmente opuestos, ni "soluciones" parciales, tura universal, de una totalización de la pintura,
ni progreso acumulativo, ni opciones irrecupera- de una idea plena y definitivamente realizada, ca-
bles. No hay nada que le impida a urNpintor volver rece de sentido. Para los pintores, el mundo siem-
a uno de los recursos que ha abandonado, hacién- pre estará por pintar, aunque dure millones de
dolo, por supuesto, hablar de otra manera. Los años ... terminará sin haber sido conquistado por
contornos de Rouault no son los de Ingres. La luz la pintura.
es la "vieja sultana", dice Georges Limbour, "cu- Panofsky muestra cómo los "problemas" de la
yos encantos se marchitaron a principios de este si- i pintura que han polarizado su historia se revuelven
glo".57 Rechazada primero por los pintores de la con frecuencia oblicuamente, no en el curso de in-
materia, reaparece finalmente en Dubuffet como dagaciones emprendidas para resolverlos sino, por
cierta textura de la materia. Nunca se es inmune a el contrario, en el momento en que los pintores,
después de llegar a un callejón sin salida, aparen-
58 A. Berne-Joffroy, Le dossier Caravage, París, 1959, y Michel temente olvidan esos problemas y se permiten ser
Butor, "La Corbeille de l'Ambrosienne", en Nouvelle Revue atraídos por otras cosas. Entonces repentinamente,
Frangiise, 1959, pp. 969-989. en forma totalmente inesperada, retoman los viejos
56 Klee, Journal, op. cit. ("Je suis insaisissable dans l'imma-
nence.") problemas y superan el obstáculo. Esta historicidad
57 G. Limbour, Tablean bon levain a vous de cuire la pate: Varí sorda, que avanza en el laberinto por desviaciones,
brut de Jean Dubuffet, París, 1953, pp. 54-55. transgresiones, lentas intrusiones e impulsos súbi-
148 EL OJO Y LA MENTE EL OJO Y LA MENTE 149
tos, no significa que el pintor no sepa lo que quiere. pensar su propia vacuidad. Es el pesar de no ser
Significa que lo que quiere está más allá de los me- lodo, y un pesar bastante sin fundamento. Porque
dios y las finalidades de que disponemos y go- si no podemos establecer una jerarquía de las civili-
bierna desde lejos toda nuestra actividad útil. /aciones ni hablar de progreso -ni en pintura ni en
Estamos tan fascinados por la idea clásica de ninguna otra cosa de importancia- no es porque
adecuación intelectual que el "pensamiento" mudo ríos lo impida algún destino; es, más bien, porque
del pintor a veces nos deja la impresión de un vano la primera pintura en cierto sentido llegó hasta el
remolino de significados, una expresión abortada o límite extremo del futuro. Si ningún cuadro llega a
paralizada. Supongamos, entonces, que se res- ser el cuadro, si ninguna obra está nunca absoluta-
ponda que ningún pensamiento se separa nunca mente completa y acabada, también toda creación
por completo de una base de sustentación; que el modifica, altera, ilumina, ahonda, confirma,
único privilegio del pensamiento hablado es haber exalta, re-crea o crea anticipadamente a todas las
hecho manejable su propia base; que las figuracio- demás. Si las creaciones no son una posesión, no es
nes de la literatura o de la filosofía no están más sólo porque, como todas las cosas, pasan; es tam-
firmemente establecidas que las de la pintura ni bién porque todavía tienen casi toda su vida por
son más susceptibles de ser acumuladas en un te- delante.
soro perdurable; que hasta la ciencia aprende a
reconocer una zona de lo "fundamental", habitada
por seres densos, abiertos, desgarrados, cuyo tra-
tamiento exhaustivo es imposible, como la "infor-
mación estética" de la cibernética o los "grupos de
operaciones matemático-físicos; que, por último,
nunca estamos en posición de apropiarnos de todo
objetivamente ni de pensar en el progreso en sí; y
que toda la historia humana es, en cierto sentido,
estacionaria. ¿Qué, pregunta el entendimiento,
como el Lamiel de Stendhal, es sólo eso?
¿Es éste el punto más alto de la razón, compren-
der que el suelo que tenemos bajo los pies se está
moviendo, llamar pomposamente "interrogación"
a lo que es sólo un estado de estupor persistente,
llamar "investigación" o "indagación" a lo que no es
más que andar en círculos, llamar "Ser" a lo que
nunca es plenamente?
Pero esa decepción surge de la espuria fantasía
que reclama para sí una positividad capaz de com-

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