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Y EL PARADIGMA DE LA SOSTENIBILIDAD.
Grupo EMAT. Facultad de Arquitectura.
Universidad Nacional de Colombia. Sede Medellín. 2001.
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Documento actualizado el 15 de Enero de 2011
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Arq. Jorge Hernán Salazar Trujillo
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Matrícula A0570049534
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Teléfonos. 57-(9)4-511 46 56 / 513 17 48
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Fax. 57-(9)4-5719062. Medellín, COLOMBIA.
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Email. jhsalaza@unal.edu.co
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Prefacio
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Pero no todas las geografías son planas, no siempre todos los caminos son posibles.
De igual forma, frente a ciertos temas no todos los discursos presentan las mejores
alternativas de desarrollo, lo que se hace particularmente notorio cuando se trabaja
con muchas variables e interesa hacer una apropiada ponderación de las mismas.
El abordaje del tema que hoy nos espera es precisamente uno de estos casos en que
surgen inquietudes acerca de la variable que debería ser expuesta primero, del
concepto subordinante que debe ser planteado antes que los otros, de aquellas
salvedades que deberían anteceder al discurso.
De los caminos posibles que ahora vislumbro comenzaré por uno de los posibles
principios, no porque esta forma clásica de empezar por el principio me seduzca
particularmente, sino porque en este caso, justo allí, en el principio, el número de
variables y las interacciones entre ellas fue menor. De esta forma las complejas
relaciones que se tejen hoy entre el habitar y el medio ambiente resultarán más
abordables.
Abordo precisamente así porque son las relaciones no siempre felices entre estas dos
grandes dimensiones las que revientan luego en la más explosiva y compleja
multiplicidad de fenómenos en la contemporaneidad. Por ello podré concluir, al finalizar
el texto, que nuestra gran tarea, nuestro gran reto, es la obtención de mejores formas de
relación entre el medio ambiente y la sociedad humana para la satisfacción de las
necesidades propias del habitar. Pero volvamos al principio.
Gráfico 2: Vivienda en San Juan de Urabá. Antioquia, Colombia. Foto: Jorge Hernán Salazar
Las viviendas tradicionales en las zonas cálidas del país son similares a ejemplos de otras
naciones; sombra, aleros, colores claros y paredes permeables. Materiales y técnica de
ejecución difieren, pues cada cultura halló su propia forma de adaptarse, depurando
tipologías que han sido inventadas muchas veces.
Por estas razones es que se pueden encontrar estrechas relaciones entre las condiciones
climáticas y medio ambientales de un lugar y los desarrollos tecnológicos de las
comunidades que allí habitan; la dieta se conforma con lo que el entorno ofrece, se
edifica con los materiales disponibles en la región, se aprovechan las inundaciones y a
medida en que el desarrollo tecnológico lo permite, se canaliza el agua para regular algo
que de manera natural se presenta no del todo acorde con los intereses humanos.
Presentada así, la historia de la humanidad no sería más que la historia de la tecnología
misma.
Gráfico 4: Gráfico 5:
Playas en la ciudad de Colombo, Refugio Alpino en la localidad de Motjoie, Suiza
Sri Lanka. Fuente: www.corbis.com Fuente: www.corbis.com
Pero no forzaré tanto el simplísimo modelo entre medio ambiente y sociedad humana
que acabo de exponer, me contentaré concluyendo que el desarrollo de mecanismos
adaptativos a una realidad ambiental concreta hacen que toda cultura sea fuertemente
condicionada y modelada por las circunstancias ambientales del lugar donde dicha
cultura se arraigó, desarrolló y habita. Los refugios y las costumbres son los mecanismos
adaptativos que, para las condiciones ambientales en que vive cada cultura, resultaron
eficaces en transformar las condiciones ambientales al rango operativo de nuestros
requerimientos biológicos.
El nomadismo es condición irremediable para todo ser vivo que requiera para su
alimentación una mayor cantidad de energía de la que puede disponer quedándose
estático en el sitio donde se encuentra. No es el caso de los vegetales, por supuesto.
Multitud de animales se desplazan para recolectar los nutrientes que requieren para su
normal desarrollo, pues lo que permite satisfacer sus necesidades energéticas se
encuentra de manera dispersa, más o menos según la riqueza del ecosistema en que
habita. Los fenómenos de desplazamiento y transporte son pues cotidianos para todo
animal heterótrofo, mucho más en la medida en que su fuente alimenticia tenga una
mayor concentración energética, razón por la cual un animal herbívoro suele desplazarse
mucho menos que un carnívoro.
Una sociedad nómada se desplazaba con todos sus integrantes hacia el alimento y
requería para moverse un trozo de planeta lo suficientemente grande como para que la
cantidad de alimento recolectado alcanzara para la satisfacción de sus necesidades. El
tamaño de dicho pedazo, su territorio energético, dependía fundamentalmente de dos
cosas; la riqueza del ecosistema, y el tamaño de la comunidad. Si el tamaño o riqueza
del territorio energético resultaba insuficiente, había sólo dos salidas posibles; o se
reducía el número de miembros de la comunidad o se expandía el territorio.
Cuando esta misma sociedad alcanzó el nivel tecnológico que le permitió no desplazar
todos sus miembros hasta el alimento, comenzó a transportar el alimento hasta el sitio
donde los miembros de la comunidad se hallaban localizados. La noción y tamaño del
territorio para una sociedad nómada y otra sedentaria es teóricamente idéntica, pero
Lo que logra una sociedad sedentaria, desde una óptica energética, es concentrar
alimentos, es decir energía, en trozo muy pequeño de territorio. Para ello se requieren
tecnologías de transporte y conservación, muchos caminos y sobre todo estar en
capacidad de defender sus fronteras y mantener el control sobre el territorio del cual
depende el bienestar de la comunidad. Cualquier agresión sobre el territorio es una
agresión directa al bienestar de una sociedad, sea esta nómada o no.
Tantos años de urbanización facilitaron que muchos ciudadanos olvidaran que los
materiales con que se construyen sus ciudades se obtienen de algún lado o que las
Esta tajante separación entre el campo y la ciudad, entre lo rural y lo urbano, entre el
suministro y el consumo es un tema sobradamente tratado y sobre el cual no ha vuelto a
escribirse, al menos con el mismo enfoque, desde que fue evidente que el bienestar de
las personas que habitan una ciudad depende de la calidad y salud del territorio que la
nutre.
Territorio y Bienestar
La senda que iría a ser recorrida por toda comunidad sedentaria sería luchar para
garantizar la permanencia de su nivel de bienestar y de ser posible, elevarlo. Los
resultados evolucionaron en políticas expansionistas, esclavismo, colonialismo,
imperialismo y concentración de la riqueza, ampliando siempre las redes que
recolectaban todo tipo de productos que necesitaba un pueblo, una ciudad, una nación
entera para satisfacer unos requerimientos que nunca menguaban.
Una vez la humanidad terminó por domesticar prácticamente toda la tierra, la llamada
crisis ambiental hizo evidentes las estrechas ligazones entre campos y ciudades, y las
relaciones de interdependencia que les unen. Se comenzó a entender ambos escenarios
como dos instancias, dos fragmentos de un único aparato productivo de la humanidad;
conjunto de tecnologías que hicieron posible convertir en recurso desde un trozo de
metal hasta un ecosistema entero, encauzando la transformación de estos recursos hacia
el fortalecimiento de la industria del bienestar.
La delimitación de un territorio es
acompañada por la definición del
conjunto de normas de conducta para
aquellos que ingresan. Estas conductas,
las prohibidas, las obligatorias, las
aceptables y su apropiado dominio
permiten que una cultura se reconozca
como tal y se diferencie de sus vecinos.
Se trata del mismo aparato productivo que con un impresionante desarrollo tecnológico
se expandió hasta que hoy prácticamente todo rincón del planeta tiene alguna finalidad
humana, asignando propietario a los territorios energéticos disponibles y ampliando las
fronteras de la ciencia para explorar nuevas fuentes de materia y energía que permitan
aplacar una insaciable necesidad de garantizar el bienestar de un número creciente de
personas.
Resulta ahora sencillo argumentar porqué no se trata de una crisis de lo natural, ni del
medio ambiente, ni siquiera una crisis de la ciudad contemporánea o del sistema
capitalista. Padecemos hoy los impactos ambientales ocasionados por aquellos que
alcanzaron el nivel de bienestar que hoy disfrutamos; estamos viviendo la crisis del
modelo de apropiación de territorios que logró elevarnos del fango y llevarnos hasta las
estrellas.
La cultura del bienestar ha sido el motor del progreso y el desarrollo humanos, pero
paradójicamente esa misma cultura se encuentra hoy en entredicho so pena de continuar
con el deterioro irreversible del planeta y la amenaza directa de nuestra permanencia en
la tierra. La redefinición de los conceptos de progreso, desarrollo y bienestar ocupa hoy
buena parte de los horizontes disciplinares de muchas profesiones, no en términos de
consecución de más bienestar sino en el establecimiento de relaciones sostenibles con
el medio ambiente. En el mediano plazo padeceremos entonces también los difíciles
ajustes culturales necesarios para reestructurar las relaciones entre nuestra sociedad y el
medio ambiente.
Las relaciones comerciales tejieron en los territorios las redes que permitían los ingresos
y egresos de mercaderías, la redistribución de excedentes para afrontar las malas
cosechas y aprovechar las abundancias. Fueron el tipo de relaciones comerciales
propias de sociedades donde las mercancías exóticas tenían valores exorbitantes y el
contacto e intercambio cultural con pueblos o naciones distantes bastante escaso.
Gráfico 11:
Africa, Madagascar y la Península Arábiga
desde el espacio exterior.
Fuente: www.corbis.com
Pero estos mismos territorios terminaron por revelar su desgaste, las contaminaciones y
alteraciones ambientales consecuencia de un excesivo tránsito, de una excesiva
explotación, de muchos malos manejos acumulados en el tiempo, obligaron a entender
que en una economía globalizada el territorio no tiene ya tanto que ver con los límites
políticos de un país y que el territorio de la humanidad es uno solo.
Gráfico 12:
Sabana de Bogotá.
Foto: Jorge Hernán Salazar
Por este motivo los paradigmas de futuro que apuntaban a la consecución de ciudades
sostenibles, aisladas y con su problemática ambiental supuestamente resuelta ha ido
quedando atrás. En su reemplazo encontramos que el paradigma vigente es la
consecución de un hábitat sostenible que sobrepasa los límites urbanos y las fronteras
nacionales.
Gráfico14:
Líricas de una canción de
Cat Stevens, 1970.
Album: Tea for the Tillerman
La idea del planeta como una fuente inagotable de recursos es ya cosa del pasado, hoy
somos conscientes que satisfacer las necesidades de generaciones futuras sólo es
posible si se garantizan los niveles de calidad ambiental apropiados y que la salud
Gráfico 15:
Fuente: www.corbis.com
Figura 16:
Líricas de una canción de
Marillion, 1989.
Album: Seasons End
Pero vale recordar aquí que no basta tener una maravillosa herramienta si no se cuenta
con el equipo humano preparado para utilizarla. Estoy hablando entonces que también
se requiere de una mejor sociedad, que esté preparada para tomar decisiones
ambientalmente comprometidas, incluso a costa de sacrificar los niveles de bienestar de
que dispone. Por esta razón, todo desarrollo tecnológico se acompaña de programas
masivos de educación ambiental, labores de sensibilización y retorno a la comunidad
que resaltan los beneficios que se pueden obtener gracias a la aplicación de prácticas
ambientalmente comprometidas.
Gallo, C. M. Sala, A.M.M. Sayigh. Architecture, Comfort and Energy. Elsevier Science Ltd.
Pergamon Press, Oxford, 1988, 234 p.
Manzini, Ezio. Artefactos, Hacia una nueva ecología del ambiente artificial. Celeste
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Tillman Lyle, John. Regenerative design for sustainable development. John Willey & Sons,
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