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Los trastornos que frecuentemente acompañan al Déficit de Atención son: trastorno


oposicionista desafiante, de aprendizaje, depresivo, de ansiedad, conductual, bipolar, entre
otros.

La evaluación psicológica es importante porque mediante ella se determina la


presencia de uno o más de estos componentes y dependiendo de ello se realiza un adecuado
programa para el niño. Tanto la evaluación psicológica como el programa de tratamiento se
deben dar dentro del aula, en situación de aprendizaje, para que de esta manera se logren ver
las necesidades particulares de cada niño; por ejemplo, determinar qué es lo que el niño no
consigue hacer, cuál es el punto de partida para poder ayudarlo, cuál es el primer paso en la
secuencia de su aprendizaje que lo conduce a la consecución del objetivo. También es
importante considerar el estilo de aprendizaje del niño al momento de decidir qué pasos se
van a seguir para cada objetivo y cuándo se darán. Teniendo todos estos datos se pueden
determinar las estrategias de aprendizaje que se van a emplear. No hay que olvidar el plantear
objetivos operativos de aprendizaje con claridad y de manera explicativa.

Los niños con dificultades de aprendizaje no necesitan solamente de un adulto que


entienda sus palabras cuando intentan explicar algo, requieren de acciones funcionales y
eficientes, situadas en un marco impregnado de compromiso por todas las personas que
intervienen en su vida. Todos, en algún momento de nuestro desarrollo, hemos presentado
dificultades para aprender; sin embargo, la pregunta es ¿en qué grado? Lo aceptable es que se
presente en relación a circunstancias especiales en la vida de la persona, y ante situaciones
muy exigentes. Revisemos ahora lo que propiamente puede llamarse un problema de
aprendizaje.

       

Quienes presentan estos problemas manifiestan un retraso general de todo el proceso


de aprendizaje, observándose lentitud, desinterés, deficiencia en la atención y concentración,
todo lo cual afecta el rendimiento global. Estas características se presentan en niños con un
desarrollo normal y con inmadurez en el área cognitiva o verbal, lo que provocaría cierta
lentitud en el aprendizaje.

Estos alumnos presentan dificultades para seguir el ritmo de aprendizaje común, por
presentar problemas a nivel de memoria, junto con una menor capacidad de atención a
estímulos verbales y de expresión, y dificultades para evocar y recuperar la información
asimilada. Ellos no están en la categoría de retardo mental, ni tampoco presentan un Trastorno
Específico de Aprendizaje (TEA), ni alteraciones en su desarrollo sensorial o afectivo. Se trata
de un grupo constituido por niños con un desarrollo más lento y con un ritmo de aprendizaje
crónicamente más bajo que el del resto de sus compañeros; son niños con dificultad para
finalizar sus tareas, poseen escasa atención, bajo nivel de perseverancia, falta de asertividad
en relación con la autoridad y dificultad para hacerse escuchar. En el ámbito familiar son niños
que presentan dificultades en la realización autónoma de tareas y generalmente la expectativa
de los padres con respecto a ellos es baja.

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En el ámbito de la educación, dado que la dificultad para aprender, o el retraso de


aprendizaje, no es tan severa ni tan específica como para ingresar a un colegio especializado,
se requiere de flexibilidad y adaptabilidad del sistema escolar.

Las escuelas deben adecuar las exigencias programáticas a las capacidades e intereses
de estos niños y también deben tener en cuenta el número de alumnos por curso. Es
importante respetar el ritmo propio de aprendizaje y es necesario realizar una evaluación
previa del nivel cognitivo y verbal, que permita planificar un aprendizaje acorde con el nivel de
desarrollo de cada niño. La mayoría de estos alumnos logra un nivel de aprendizaje adecuado
si recibe una instrucción graduada a partir del nivel de funciones previamente diagnosticadas y
si reciben una ayuda oportuna, a través del desarrollo de estrategias cognitivas.

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El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un síndrome


conductual con bases neurobiológicas y un fuerte componente genético.] Es un trastorno muy
prevalente que, según estimaciones, afecta a entre un 5% y un 10% de la población infanto-
juvenil, siendo unas 3 veces más frecuente en varones. No se han demostrado diferencias
entre diferentes áreas geográficas, grupos culturales o niveles socioeconómicos. Representa
entre el 20% y el 40% de las consultas en los servicios de psiquiatría infanto-juvenil.

Se trata por tanto, de un trastorno neurológico del comportamiento que se caracteriza


por distracción de moderada a severa, períodos de atención breve, inquietud motora,
inestabilidad emocional y conductas impulsivas. Tiene una muy alta respuesta al tratamiento,
aunque se acompaña de altas tasas de asistencia psiquiátrica. Según el Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV): "Habitualmente, los síntomas empeoran en
las situaciones que exigen una atención o un esfuerzo mental sostenidos o que carecen de
atractivo o novedad intrínsecos (p. ej., escuchar al maestro en clase, hacer los deberes,
escuchar o leer textos largos, o trabajar en tareas monótonas o repetitivas)".

Dicha disfunción neurobiológica se observó primero en la edad infantil. Sin embargo,


en la medida en que fue mejor comprendida, se reconoció su carácter crónico, ya que persiste
y se manifiesta más allá de la adolescencia. Los estudios de seguimiento a largo plazo han
demostrado que entre el 60% y el 75% de los niños con TDAH continúa presentando los
síntomas hasta la vida adulta.

Históricamente este trastorno ha recibido distintas caracterizaciones e innumerables


denominaciones, lo que dificulta las consultas de la literatura especializada. Cabe agregar que
el acrónimo inglés ADHD (Attention-Deficit Hyperactivity Disorder) es ampliamente utilizado
para referirse a este síndrome.

Como se ha mencionado antes, el TDAH integra la clasificación del Manual diagnóstico


y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) de la American Psychiatric Association (APA).
Se inscribe en el grupo de los denominados trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la
adolescencia y, en particular, en la clase de trastornos por déficit de atención y
comportamiento perturbador. En virtud de todo lo anterior, el TDAH es una entidad que
remite a un trastorno. En términos generales, y en consistencia con el modelo conceptual del
manual, el término "trastorno" apunta a definir un patrón comportamental de significación
clínica asociado con un malestar, un impedimento o un riesgo significativamente aumentado
de sufrir dolor, discapacidad o pérdida de libertad.

En sentido contrario, se ha observado que uno de los principales obstáculos para la


detección temprana del síndrome se produce en pacientes dotados con una inteligencia
superior a la media, que en virtud de ello logran compensar los síntomas del trastorno,
superando airosos la etapa escolar. Sin embargo, en estos casos el TDAH a menudo se vuelve
apreciable sobre el final de la adolescencia, en la medida en que aumenta la complejidad de
las interacciones con el medio.

Los rasgos principales del TDAH son, por una parte, la dificultad para sostener la
concentración (déficit de atención), sobre todo en circunstancias que ofrecen baja
estimulación y, por otra, la falta de inhibición o control cognitivo sobre los impulsos,
frecuentemente asociadas con inquietud motora (hiperactividad-impulsividad). Estos dos
conjuntos de signos pueden aparecer por separado o combinados.

Aunque el diagnóstico suele afectar a niños, la definición del síndrome no excluye a los
adultos, a los que se les puede detectar igualmente. Según los conceptos actuales, más de un
60 % de los niños afectados, manifestarán el síndrome en su vida adulta. Los síntomas de
hiperactividad se manifiestan menos en adultos, sobre todo si gracias a una buena
socialización han aprendido a desarrollar una conducta normal. La evidencia de que estos
síntomas, en particular, suelen remitir después de la adolescencia, indujo el concepto de que
el TDAH también lo hacía. Sin embargo, el déficit de atención y la impulsividad se presentan en
la edad adulta bajo nuevas formas, sobre todo como un deterioro en las funciones ejecutivas.
Este es un problema tanto o más grave que los síntomas en la infancia, pero más sutil como
criterio diagnóstico. Se entiende también que los que han sido diagnosticados, ya adultos, del
TDAH en adultos, sufrieron del trastorno durante su infancia.

En ese sentido, se reconocen tres subtipos de TDAH:

Con predominio de déficit de atención. (Código CIE-10: F98.8)

Con predominio de conducta impulsiva e hiperactividad. (Código CIE-10: F90.0)

Tipo combinado, donde los dos trastornos anteriores se dan a la vez. (Código CIE-10:
F90.0)
Los criterios normalizados del DSM-IV fijan estándares clínicos para establecer el
diagnóstico del TDAH y de cada subtipo, de acuerdo a la presencia o no de una serie de
síntomas y a su grado de intensidad. El subtipo más común es el que combina los trastornos
de la atención con hiperactividad e impulsividad (60%). Los subtipos puros son menos
frecuentes (déficits atencionales, 30%; hiperactividad e impulsividad, 10%).] Por el momento,
"no hay pruebas de laboratorio que hayan sido establecidas como diagnósticas en la
evaluación clínica del trastorno por déficit de atención con hiperactividad".

Un diagnóstico idóneo supone no sólo presencia de los síntomas, sino además, como
consecuencia de los mismos, una perturbación significativa en áreas importantes para la
persona, como las relaciones familiares, las académicas, las laborales y las recreativas. En la
medida en que el desempeño del individuo en estos ámbitos se ve deteriorado por causa de
este síndrome conductual, la intervención terapéutica puede ser un aporte decisivo para una
mejor calidad de vida.

Los síntomas del TDAH expresan un problema biológico y por lo tanto se abordan más
eficazmente con tratamiento farmacológico, que constituye todavía el pilar más importante de
la terapéutica. Los tratamientos habituales se basan paradójicamente en estimulantes, de los
que muy pronto se observó que modifican positivamente los síntomas. Entre ellos están la
cafeína y la nicotina, con los que a veces se automedican adolescentes y adultos. El primer
informe idóneo avalando el uso de psicoestimulantes, data del año 1937, cuando Charles
Bradley estableció la eficacia y seguridad del sulfato de anfetamina para el tratamiento de
niños hiperactivos.

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Se trata de un trastorno neuroconductual de origen fundamentalmente genético. Se


han demostrado factores de origen hereditario (es decir, heredados, no adquiridos en el curso
de la vida) en un 80% de los casos. Diversos estudios demuestran que hay una transmisión
familiar del trastorno, que no ocurre por medio de relaciones adoptivas.

En contraste, cabe destacar que la contribución estimada de factores no hereditarios a


todos los casos de TDAH es de sólo un 20%.

Los niños con TDAH empiezan a andar precozmente, pero más que andar lo que hacen
es correr "como si tuvieran un motor dentro", refieren algunos padres. En sus inicios escolares
tienen problemas con la lectoescritura y las matemáticas, habilidades que requieren un
esfuerzo de concentración más prolongado.

Para explicar esa minoría de casos se ha propuesto la intervención de causas


multifactoriales, que suponen también factores genéticos aunque en combinación con factores
ambientales. La influencia de causas congénitas que actuarían durante la gestación (es decir,
no hereditarias; con participación de factores genéticos o ambientales en proporciones
variables), tales como la exposición en útero a la nicotina, no se consideran tan importantes
como hace unas décadas.
Se observa incluso en casos que a primera vista se atribuyen a factores ambientales, la
intervención del factor netamente genético ofrece una explicación plausible. En ese sentido, se
ha establecido que los índices de tabaquismo entre mujeres con TDAH son varias veces
mayores que en la población general.

Y en virtud de ello, estas mujeres son también más propensas a fumar durante el
embarazo: como corolario, la presencia del TDAH en el niño por nacer remite nuevamente a
factores genéticos.

Los síntomas del TDAH expresan un problema biológico y por lo tanto se abordan más
eficazmente con tratamiento farmacológico, que constituye todavía el pilar más importante de
la terapéutica. Los tratamientos habituales se basan paradójicamente en estimulantes, de los
que muy pronto se observó que modifican positivamente los síntomas. Entre ellos están la
cafeína y la nicotina, con los que a veces se automedican adolescentes y adultos. El primer
informe idóneo avalando el uso de psicoestimulantes, data del año 1937, cuando Charles
Bradley estableció la eficacia y seguridad del sulfato de anfetamina para el tratamiento de
niños hiperactivos.

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Los estudios de concordancia genética para el diagnóstico en gemelos revelaron tasas


de concordancia de un 25 a 40% para gemelos dicigóticos (DC o "mellizos") y de un 80% para
gemelos monocigóticos (MC o "idénticos").

Los distintos estudios familiares le asignan al TDAH una heredabilidad de casi el 80%;
esto lo ubica aproximadamente, en relación con este aspecto de la carga hereditaria, entre la
esquizofrenia y la estatura.

Se trata de un trastorno de herencia poligénica: de acuerdo con la evidencia, múltiples


genes contribuyen al fenotipo del TDAH. La base de datos del proyecto Mendelian Inheritance
in Man, que cataloga todas las enfermedades de base genética conocidas, relaciona este
trastorno con determinados locus del mapa genético correspondientes a los siguientes genes:

DRD4: en el cromosoma 11p15.5 (gen que codifica el receptor dopaminérgico D4)

DRD5, DRD1B, DRD1L2: en el cromosoma 4p16.1-p15.3 (gen que codifica el receptor


dopaminérgico D5)

SLC6A3, DAT1: en el cromosoma 5p15.3 (gen que codifica la proteína transportadora de


dopamina DAT1)

Se han identificado, asimismo, varios loci asociados con una susceptibilidad para este
trastorno, tales como los bautizados ad hoc:
ADHD1: en el cromosoma 16p13

ADHD2: en el cromosoma 17p11

ADHD3: en el cromosoma 6q12

ADHD4: en el cromosoma 5p13

Así mismo, estudios en farmacogenética han establecido, por ejemplo, una asociación
entre la respuesta al metilfenidato en adultos con TDAH y un polimorfismo en SLC6A3 (DAT1).
Actualmente, la contribución de la genética es objeto de estudio; se apunta al desarrollo de
una prueba genética para el diagnóstico del trastorno.

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Neuroquímica y neuroanatomía: El cerebro de los individuos afectados muestra una


actividad atípica, lo cual se ha demostrado utilizando tomografía PET. Se observa un déficit en
la acción reguladora (inhibitoria) de ciertos neurotransmisores (dopamina y noradrenalina), a
nivel de la corteza prefrontal y estructuras inferiores (cuerpo estriado). El neurotransmisor
serotonina también estaría implicado, sobre todo debido a su rol en el control de los impulsos,
mediado por su acción sobre el eje mesolímbico-cortical.

En adultos con TDAH, se encontró una disminución del 8,1% en el metabolismo


cerebral de la glucosa en relación a los controles, sobre todo a nivel de la corteza prefrontal y
áreas premotoras.

Se han realizado estudios utilizando resonancia magnética funcional durante la


realización de pruebas que requieren un esfuerzo cognitivo para el paciente. Se ha observado
que en los sujetos normales se activa la corteza cingulada-dorsal-anterior, mientras que frente
a la misma exigencia los que tienen TDAH activan zonas secundarias fronto-estriadas.

En cuanto a los hallazgos neuroanatómicos, se han encontrado menor volumen


cerebral en áreas prefrontales y premotoras, así como también en el vermis cerebeloso en
pacientes que tienen TDAH.

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El TDAH no es un trastorno del aprendizaje, aunque en muchos casos curse


simultáneamente con desórdenes de ese tipo. Son en concreto los síntomas atencionales los
que están más relacionados con los trastornos del aprendizaje. Con respecto a los síntomas de
hiperactividad motora, pueden o no estar presentes, pero en caso de estarlo, son fácilmente
detectados por el entorno del niño y favorecen la exploración clínica del problema.
1.- Un bajo rendimiento escolar no es condición necesaria ni suficiente para establecer
el diagnóstico; No obstante, la importancia de estos trastornos radica en que suelen motivar
la consulta y habilitar un diagnóstico temprano en aquellos casos en que se cumplen los
criterios.

2.- Algunas de las actuaciones que se asocian con el TDAH derivan de la inatención,
impulsividad e hiperactividad: no lograr mantener la atención a detalles o cometer errores por
descuido en el trabajo.

3.- Realiza movimientos nerviosos con manos o pies.

4.- Retorcerse en el asiento.

5.- Tener dificultad para mantener la atención en tareas o actividades de diversión.

6.- Levantarse en situaciones en las que se espera que permanezca sentado.

7.- No escuchar cuando le hablan directamente o sentirse intranquilo e inquieto.

8.- no seguir instrucciones y no terminar el trabajo exitosamente.

9.- La dificultad para involucrarse en actividades calmadas en sus ratos de ocio o para
organizar tareas y actividades.

10.- La sensación de estar ͞en marcha͟ o ͞empujado por un motor͟.

11.- El deseo de evitar los trabajos que requieren un esfuerzo mental sostenido.

12.- Hablar excesivamente, perder cosas necesarias para tareas y actividades.

13.- Contestar abruptamente antes de que terminen de preguntarte algo.

14.- Distraerse con facilidad, la impaciencia para esperar su turno, el olvido de sus
deberes diarios o la interrupción en lo que otros están haciendo son rasgos característicos.

Al llegar a la edad adulta, el individuo ha podido acomodar el TDAH a la vida real. Si


bien las características del TDAH han sido plenamente referenciadas respecto a menores de
edad, se suele señalar que no existen estudios suficientes respecto a adultos. No obstante
algunas de estas características en adultos serían:

y? Disminución del rendimiento académico y profesional.


y? Dificultades en el desarrollo social y emocional: Amigos poco estables, relaciones poco
duraderas.

Tampoco hay correlación entre este trastorno y un desarrollo intelectual inferior a la


media. En pruebas psicométricas de cociente intelectual, la particular idiosincrasia del
trastorno perturba los resultados, limitando la capacidad efectiva de medir adecuadamente el
CI del sujeto. Esto es debido a que las pruebas exigen un mantenimiento sostenido de la
atención que en muchos casos no se da en los sujetos con TDAH. La incidencia de estas
conductas sobre las mediciones obtenidas no es necesariamente determinantes, pero
imponen márgenes de error más amplios para esta población. Se ha podido verificar esta
relación, evaluando sucesivamente sujetos con distinta intensidad de tales conductas
perturbadoras, en una primera instancia sin tratamiento farmacológico, y posteriormente, una
vez que éste se ha instituido. Se observó un incremento estadísticamente significativo en los
valores de las pruebas en sujetos cuyos síntomas conductuales se hallaban bajo control
farmacoterapéutico, indicando que se puede atribuir a los mismos la diferencia en el
rendimiento entre las dos instancias.

Aunque los estimulantes son primera línea en la terapéutica de este trastorno, algunos
agentes antidepresivos como la fluoxetina (Prozac), el bupropión (Wellbutrin), la venlafaxina
(Effexor) y la desipramina, han mostrado cierta utilidad, sobre todo cuando el TDAH cursa con
comorbilidades como el trastorno depresivo mayor o trastornos de ansiedad (por ejemplo,
trastorno de ansiedad generalizada).

Están en marcha investigaciones clínicas que buscan ampliar la aplicación de principios activos
adrenérgicos, no estimulantes, tales como la atomoxetina (Strattera, un inhibidor de la
recaptura sináptica de la norepinefrina) o agonistas alfa-adrenérgicos como la clonidina y la
guanfacina. De estos tres, sólo la atomoxetina ha sido aprobada con esta indicación. Lanzada
en el año 2002, la atomoxetina se postula como fármaco de segunda línea, cuando los
estimulantes no son bien tolerados. [3] Su tasa de éxito terapéutico no supera la de los
fármacos tradicionales. [4] Tampoco tendría un perfil más benigno de efectos secundarios. Por
tratarse de una sustancia nueva, se carece de información completa respecto de los efectos
esperables a largo plazo. Recientemente se ha relacionado a la atomoxetina con riesgos
aumentados de toxicidad hepática, aunque la evidencia en este sentido es preliminar. A esto
se sumó, el 28 de septiembre del 2005, una advertencia de la agencia de salud de Canadá,
vinculando el uso de esta droga con posibles fenómenos de despersonalización, auto-agresión
e ideación suicida, entre pacientes adultos y pediátricos. [5]

Tal como ha sucedido con otras psicopatologías cuyo tratamiento es preeminentemente


farmacológico, tanto la entidad diagnóstica de TDAH como la viabilidad del tratamiento
médico, han sido abiertamente rechazados por movimientos partidarios de la denominada
antipsiquiatría.

También está aceptado el tratamiento psicológico de los problemas conductuales asociados.


Este tipo de intervenciones es complementaria al tratamiento farmacológico y normalmente
busca una reducción de las conductas disruptivas del niño en los diferentes ambientes
mediante terapias enmarcadas en corrientes cognitivo-conductuales. Igualmente puede ser
aconsejable una intervención psicopedagógica sobre los problemas de aprendizaje que suelen
aparecer en gran parte de los sujetos con TDAH. Actualmente se están desarrollando terapias
de desarrollo positivo en los niños, que intentan reforzar los aspectos potenciales de los
jóvenes mediante deporte y dinámicas de grupo. Diferentes investigadores han desarrollado
modelos de refuerzo mediante economía de fichas con grupos de niños con TDAH y se ha
establecido que bien conducido da mejores resultados que la terapia individual. De esta forma
se pueden explorar aspectos como la autoestima y las habilidades sociales.

La complementariedad entre terapias cognitivo conductuales y el seguimiento farmacológico,


parecen hoy en día el mejor tratamiento para el TDAH.

[editar] Reacciones

El público general se percató por los medios de comunicación masiva de la controversia


montada en torno al tratamiento del TDAH. En 1969 la Iglesia de la Cienciología fundó su
Comisión de Ciudadanos por los Derechos Humanos (CCHR); inmediatamente inició una
campaña abierta en oposición a la medicación psiquiátrica en general y al Ritalin, en particular.
El descrédito y la censura se cernieron sobre el asunto hasta mediados de los años noventa. La
reivindicación de valores como el derecho a ser diferente de lo "normal" (tanto fuera, por
ejemplo, homosexual o superdotado) en un mundo esclerosado por un culto incondicional al
rendimiento y a la productividad, fue encarnada por los abanderados de la causa, en contraste
con las prácticas presuntamente aberrantes de las compañías farmacéuticas, a las que se
acusó de atentar contra los infantes.

Sin embargo, subyacían en aquel discurso idearios de corrientes como la antipsiquiatría (cabe
aclarar que no es precisamente la pregonada por el pensador Foucault), la secta de la
Cienciología, y también parte del movimiento psicoanalítico.

En particular, la confrontación se limitaba a los siguientes argumentos: 1) deslizar la sospecha


de que el trastorno estaba sobrediagnosticado; 2) que se basaba en observaciones
comportamentales en lugar de pruebas de laboratorio (ante lo cual, un neurólogo, psicólogo o
psiquiatra diría: "La conducta es, per sé, un dato objetivo"); 3) que diagnóstico y tratamiento
podrían utilizarse como herramienta de control en niños intransigentes ante exigencias
disciplinarias (bajo el supuesto de padres/educadores verdugos o indolentes); 4) que las
diferencias neurológicas en pacientes con TDAH podrían no ser patológicas (aun cuando
tengan como correlato conductual disfunciones potencialmente discapacitantes para el
sujeto); 5) que etiquetar al niño como enfermo podría ser contraproducente para su
autoestima y para sus relaciones interpersonales (a lo que cabe aducir que el reconocimiento
del trastorno como algo más allá del alcance del sujeto y acerca de lo cual éste no puede
considerarse responsable éticamente, abre una perspectiva, un panorama objetivo para
enfrentar las dificultades, con prescindencia del peso que cabe a connotaciones tales como:
presunta debilidad moral, culpa o falta de voluntad).

[editar] Interpretaciones psicosociales

En un artículo publicado en el British Journal of Psychiatry, Sami Timimi postuló que el TDAH
puede entenderse como un Constructo Social[6]. Una constructo social es una convención que
se toma por hecho pero que no tiene una base natural. En este caso el construccionista social
sostiene que el TDAH se clasifica como trastorno debido a las convenciones sociales en cuanto
a lo que se considera comportamiento normal y anormal. Es decir, aquellos que están en la
parte alta del espectro de inquietud e inatención son calificados de "problemáticos" y se les da
una etiqueta médica. La base neurobiológica del TDAH no supone un desafío para el
constructivista social, puesto que la diversidad neurológica puede preverse en cualquier
espectro de comportamiento. En cuanto a las desventajas del TDAH, indican que los
comportamientos considerados diferentes de lo normal también pueden ser desfavorables.

   

Michael Phelps: ganador de ocho medallas de oro en los JJ. OO. de Pekin 2008 y que sumó en
ese año 14 medallas de ese metal en su haber. Su madre regenta una escuela en Baltimore
destinada a niños con TDAH.

Fernando Verdasco: tenista español. Se conoció que tiene TDAH en una entrevista. No puede
tomar la medicación que debería dado que el control antidopaje daría positivo.

Se ha afirmado que las siguientes personalidades también padecían TDAH, a pesar de que
nunca les fue diagnosticado:

Thomas Alva Edison: pese a que a sus seis años ya había quemado el granero de su familia y
fue declarado no educable, se convirtió en uno de los más prolíficos inventores.

Leonardo Da Vinci: artista e inventor. Se dijo de él que nunca terminaría nada y,


efectivamente, de las sesenta y siete obras de arte por él realizadas, sólo terminó dieciséis.

Albert Einstein: estudiante desordenado, abstraído pero genial fue el creador de la famosa
teoría de la relatividad que relacionaba el espacio y el tiempo. Era capaz de concentrarse en
una cosa pero no era fácil que posteriormente volviera a la realidad, lo que se conoce como
"sobre enfoque". Estos síntomas se relacionan más con el Trastorno por déficit de atención
con hipoactividad que por hiperactividad, pues los niños hipoactivos tienden a tener el "sobre
enfoque".

Curiosidades
La Sociedad Psicológica Británica ha sugerido que se diagnostique TDAH cuidadosamente, en
particular en los Estados Unidos y Canadá.

Thomas Armstrong ha dicho que la etiqueta de "TDAH" puede erosionar gravemente las
posibilidades de ver lo mejor de cada niño, puesto que la comunidad médica sólo se centra en
los aspectos deficitarios del TDAH. Armstrong promueve la idea de que existen diferentes tipos
de inteligencia; últimamente ha adoptado el término "neurodiversidad"[8].

El psiquiatra Peter Breggin es uno de los críticos principales de la prescripción de estimulantes


como el Ritalin; también fue indagado por el Congreso estadounidense en el marco de una
causa judicial de gran repercusión.

El neurólogo Fred A. Baughman sostiene que se debe diferenciar entre enfermedades "reales"
(epilepsia, tumor cerebral, etc.) y problemas psicológicos o emocionales que no son
enfermedades (esquizofrenia, trastorno bipolar, trastorno depresivo mayor, trastorno
fronterizo o borderline, ataques de pánico, fobias específicas, trastorno por estrés
postraumático, etc.).

La "teoría del granjero y el cazador" ha sido propuesta por el locutor radiofónico Thom
Hartmann, autor de varios éxitos de ventas de divulgación científica sobre este tema, dirigidos
al público no especializado. Sostiene que el TDAH fue originalmente un modelo
comportamental que dotaba al cazador de ventajas comparativas respecto de sus congéneres,
tales como un temperamento incansable, enérgico, explorador, sensorialmente hipervigilante
y rápidamente predispuesto a huir o plantar cara/enfrentarse (fight or flight) frente a eventos
potencialmente peligrosos. Estas características habrían resultado biológicamente valiosas,
antes de que la agricultura modelara hábitos de vida sedentarios entre los humanos. En el
mundo moderno, este tipo de comportamiento se considera inapropiado, principalmente en
centros de estudio, donde se valora la atención y se desaprueban la inquietud y la
impulsividad.

Un estudio publicado en el Proceedings of the National Academy of Science[28] sugiere, en


este sentido, que comportamientos que hoy en día se consideran inadecuados en las escuelas
podrían estar relacionados con conductas que alguna vez ayudaron a los humanos a hacer
frente a su medio ambiente. Una variación del gen DRD4 (alelo 7R), que está fuertemente
asociada con el TDAH y un comportamiento conocido como búsqueda de la novedad, habría
aparecido como una mutación beneficiosa hace entre unos 10.000 y 40.000 años. Dada la alta
prevalencia de esta variación genética, puede suponerse que proporciona ciertas ventajas,
dado que no ha sido eliminada por los procesos evolutivos.

Entre ellas parece unánimemente aceptado que, combinado con un alto cociente intelectual,
el TDAH favorece una alta capacidad creativa y de innovación, estimulando los instintos de
experimentación. Esto explicaría que personas en las que coinciden un alto CI y un TADH
rindan notablemente más que la media y se asocien a ideas y conductas que, por
significativamente distintas y contradictorias, poseen un alto valor de diferenciación y
originalidad. Esto sería aplicable a numerosos personajes de la Historia, considerados "genios",
como los antes citados, que destacaron en diversas áreas simultáneamente.
El llamado "tiempo cognitivo lento" (TCL o, en inglés, SCT, de "sluggish cognitive time") es un
término descriptivo para identificar más fácilmente lo que parece ser un grupo homogéneo
dentro de la clasificación que del TDAH con predominio de falta de atención (TDAH-I o TDAH-
PI) hace el DSM-IV. Es posible que la población con TCL represente el 30-50 por ciento de la
población con TDAH-PI.

En EE UU las escuelas reciben una subvención de 400 dólares por cada caso detectado, se
supone que para compensar los gastos ocasionados por los escolares especialmente
molestos.[29]

Existe una seudociencia que describe niños de estas característica como Niños índigo aunque
nunca han podido demostrar científicamente dichas afirmaciones.

[editar] Precauciones

Evitar el sobrediagnóstico y sobretratamiento del trastorno por déficit de atención con


hiperactividad (TDAH). [30]

[editar] Véase también

Los niños con estas dificultades integran una población abigarrada y heterogénea. Los
síntomas medulares y los problemas relacionados transcurren a lo largo de la vida con gran
variedad expresiva, con múltiples combinaciones y en variados contextos familiares, sociales y
escolares.

¿Qué requisitos de evaluación debe cumplir un niño para ser diagnosticado con certeza
razonable de un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)?

El diagnóstico se centra en el relato de los padres sobre la dificultad del niño para concentrarse
y prestar atención sostenida, impulsividad e hiperactividad inadecuadas para la edad, que
interfieren en su vida afectiva, relaciones y desempeños. La adaptación a cualquier cambio
ambiental les resulta difícil. Además, refieren que al niño le cuesta demasiado acatar reglas,
seguir instrucciones y su conducta es impredecible de un día para el otro, y los ha
sobrepasado.

El déficit de atención existe como entidad clínica tipificada de modo inequívoco a través de
diversas escalas y criterios diagnósticos. Hay que tener cuidado para no simplificar que todo
niño que se mueve corresponde a un TDA, pues el sobre diagnóstico y sobre tratamiento es
casi la norma.

SÍNTOMAS

El TDA es un problema con caracteristicas clínicas variadas que se presentan en diversos


momentos de la niñez y rara vez ocurre por primera ocasión en la adolescencia. Prácticamente
nunca se presenta clínicamente en la edad adulta sin que hayan existido síntomas
previamente. Existe una ligera prevalencia mayor entre los varones, aunque esta selección de
género no es tan marcada como se pensaba anteriormente.

Sus síntomas pueden presentarse de manera simultanea o de forma sucesiva. Su intensidad es


variable y se consideran formas leves, moderadas o severas, aunque existe homogeneidad
entre los síntomas pudiento ser en cada caso un síntoma el prevalente.

2   $   $      

Una incapacidad para concentrarse por periodos suficientes de tiempo. Esto es, una
dificultad para prestar atención, particularmente en materias de poco interes para el sujeto, de
tal manera que pudiera ser que fuera capaz de mantenerse atento en algunas actividades,
pero no en otras. Este síntoma se presenta en todas las actividades cotidianas y todo el
tiempo, pero se vuelve muy significativo en los deberes escolares.

Una inquietud motora exagerada a la que también conocemos como hiperactividad o


hiperquinesia. Básicamente, este síntoma se manifiesta como una gran dificultad en quedarse
quieto, aun cuando no existen movimientos anormales. Cambiar de posición con frecuencia,
mover las extremidades constantemente, caminar, trepar, brincar, tomar objetos, son algunos
de los elementos que se observan regularmente en las personas con TDA. Algunas veces la
inquietud puede observarse durante el sueño pero esto no es caracteristico, pues muchos
niños afectados tiene periodos en donde duermen tranquilamente. En ocasiones esta
presentación clínica se interpreta como un exceso de anergía, sobre todo en los muy
pequeños.

Una incapacidad para controlar las emociones. Esta es una marcada impulsividad en
las respuestas a los estímulos del medio ambiente. Es un síntoma particularmente perturbador
para la vida en sociedad y se manifiesta como una dificultad en esperar su turno, una
respuesta verbal o motora sin que medie un periodo de reflexión, lo que conduce a
interrumpir conversaciones, a contestar de manera exagerada a situaciones aparentemente no
agresivas. Existe igualmente irritabilidad, cambios de humor frecuentes y súbitos y
regularmente lleva a calificar a estos niños como violentos o agresivos. Debe hacerse notar,
que esta dificultad para controlar las emociones no se refiere unicamente a conductas
negativas, sino que igualmente ocurren en la expresión de sentimientos afectivos o amorosos,
comportandose de una manera exagerada en este contexto o bien en lo que pudiera
considerarse inapropiado, puesto que pudiera tener expresiones de afecto inesperadamente
exageradas, aún hacia los extraños.

Sus causas
El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH, o ADHD por su sigla en inglés)
es un trastorno de la conducta que se caracteriza habitualmente por la presencia de tres
síntomas básicos:

ͻ Distractibilidad

ͻ Impulsividad motriz y emocional

ͻ Hiperactividad (hipermotilidad, hiperkinesia).

En un principio este cuadro fue atribuido a diversas causas, como secuelas de daños en el
sistema nervioso central ("daño cerebral mínimo"), alteraciones de las funciones por factores
alimenticios y/o metabólicos (disfunción cerebral), etc. Sin embargo, al observar su
manifestación en familiares de la persona afectada se comenzó a pensar que su etiología debía
tener su origen en un factor genético. Si bien aún se discute sobre su causa (etiología)
primaria, es compartida la teoría de una base genética y un conjunto de factores
desencadenantes.

Las manifestaciones de este trastorno pueden estar asociadas a trastornos del ánimo,
depresión, trastornos de la conducta, del aprendizaje (como dislexias, disgrafías, discalculias) y
del lenguaje, entre otros. Y muchas veces estos mismos trastornos pueden también observarse
en familiares de la persona afectada.

Los primeros datos los proporcionan los familiares y las personas a cargo de la educación del
niño (docentes, psicopedagogos, psicólogos), a través de hechos que observan en forma
cotidiana. Pero el TDAH debe diagnosticarse mediante tests individualizados de capacidad y
desempeño cognitivos y un examen médico-neurológico. Su frecuencia varía en los distintos
grupos étnicos, pudiendo oscilar entre un 5 y un 10% de la población. Si bien incide sobre
ambos sexos, predomina más en varones que en mujeres, sobre todo en sus manifestaciones
de hiperactividad e impulsividad.

El TDAH tiene una base neurobiológica constitucional, que se manifiesta como un desequilibrio
entre neurotransmisores que excitan e inhiben algunas áreas cerebrales. Hay una disminución
de un neurotransmisor, la dopamina; pero el dosaje de esta sustancia en la sangre o la orina
no pueden ser tomados como indicadores válidos para su diagnóstico.

Algunas investigaciones han permitido identificar el tipo de neuroreceptor dopaminérgico


involucrado en este trastorno, asignándosele un rol constitucional hereditario. También un
disbalance entre los sistemas adrenérgicos y noradrenérgicos de los hemisferios cerebrales.
En algunos pacientes adultos que presentan los síntomas de este trastorno y en sus familiares
se ha podido comprobar en recientes investigaciones una disminución de la glucosa en áreas
específicas del cerebro, como la corteza motora prefrontal.

A pesar de todos estos datos sobre la base neurofisiológica del TDAH, los especialistas
coinciden en que no se debe desatender la influencia que ejerce el medio ambiente, sea
familiar, escolar o social, que rodea al niño, y que influirá en los resultados finales de sus logros
o desventajas. Un diagnóstico precoz es importante para implementar una terapéutica
adecuada.

Advertir tempranamente los talentos y desventajas de un niño con TDAH y orientarlo para que
obtenga logros escolares aceptables es primordial para mejorar su autoestima. Esto ayudará
también a establecer relaciones familiares y escolares o sociales más satisfactorias, y alejará
los riesgos que presentan estos niños de experimentar una baja pronunciada de la confianza
en sí mismos e incluso de padecer depresión. Los ayudará también a vencer sus problemas
para entablar relaciones de amistad con sus pares. Por el contrario, la demora en el
diagnóstico aumenta el estrés personal y familiar, aumenta la posibilidad de fracasos. Lo
mismo puede suceder al implementar tratamientos parciales o incompletos.

Para un diagnóstico precoz se deben conocer algunos indicadores que pueden llamar la
atención de padres o maestros:

ͻ Hipermotilidad: se manifiesta como hiperkinesia, inquietud, falta de relajación, lo cual trae


dificultades de adaptación al ambiente. Las madres de algunos de estos niños relatan que
podía notarse que producían muchos movimientos aun en su etapa prenatal. Aunque puede
disminuir con el tiempo, puede manifestarse luego como dificultad para relajarse, caídas
frecuentes, dificultad de coordinación en los movimientos.

ͻ Dificultades alimenticias: desde la lactancia, con dificultad para ͞prenderse͟ al pecho


materno, demostrando insatisfacción, llanto. Luego comiendo fuera de los horarios previstos,
levantándose de la mesa, etc.

ͻ Fácil distracción ante estímulos sin importancia;

ͻ Evitación de tareas que requieran esfuerzo mental sostenido;


ͻ Movimiento constante de manos o pies, o manipulación de objetos;

ͻ Dificultades para esperar turno, aguardar, estar sentado quieto.

Seguimos en el próximo apartado...

Otros indicadores a tener en cuenta son:

ͻ Trastornos del sueño: les cuesta conciliarlo y en algunos casos mantenerlo; muchos se
despiertan muy temprano.

ͻ Irritabilidad: sus indicadores tempranos pueden ser el llanto fácil, el desconsuelo, la


disconformidad.

ͻ Dificultades para jugar: maltrato y hasta ruptura de los juguetes, sensación de aburrimiento
por la cual muchas veces reciben el mote de "niños malos". Desorientan cuando los síntomas
disminuyen frente a un interés personal, como por ejemplo un juego electrónico, la
computadora o el televisor, frente al cual pueden a veces permanecer horas sentados.

ͻ Un efecto paradojal de los fármacos sobre su sistema neurológico: a veces puede observarse
que los tranquilizantes pueden excitarlos y, en cambio, los estimulantes pueden estabilizarlos.

ͻ Mayor frecuencia en accidentes: tanto en el hogar como fuera del mismo; son causa de
morbilidad infantil y adolescente. Puede pasar inadvertido este signo cuando el síndrome no
ha sido diagnosticado correctamente.

ͻ Fracaso en el aprendizaje: por distracciones, olvidos, desorganización en las tareas y en los


hábitos de estudio. Condicionan a una desilusión progresiva, una frustración y pérdida de la
motivación por aprender, a pesar de tener una capacidad intelectual adecuada. Incluso
algunos son niños talentosos y creativos, y un docente que los entienda puede despertar su
verdadera capacidad.
¿Es lo mismo el niño con déficit de atención que el niño con inmadurez neurológica?

El diagnóstico de inmadurez neurológica no existe en ninguna de las clasificaciones aceptadas


internacionalmente. La palabra debe ser desterrada de modo definitivo de las características
atribuibles a estos niños, porque además de incorrecta e inexacta es degradante para ellos.

Cuando algunas funciones no corresponden a la edad cronológica del niño o no se han


desarrollado de modo uniforme ni homogéneo se puede decir que existe una "variación
normal del desarrollo", lo que es equivalente a "disarmonía del desarrollo". Si tienen un curso
estable deben ser diagnosticados como trastorno específico del desarrollo del lenguaje, de las
funciones viso espaciales o de la coordinación de movimientos.

Criterio de diagnóstico:

A) Cumplimiento de cualesquiera de los dos criterios (A 1 o A2):

A1) Falta de atención: al menos 6 de los siguientes síntomas que persistan un mínimo de 6
meses con la cualidad de ser desadaptativos e incompatibles respecto del nivel de desarrollo

a) A menudo fracasa en prestar atención a detalles o demuestra ser poco cuidadoso y errático
en tareas escolares, trabajos u otras actividades

b) Tiene dificultad para concentrarse en tareas o juegos

c) Pareciera no escuchar lo que se le dice

d) Incapaz para seguir instrucciones y fracasa en terminar tareas escolares, quehaceres o


deberes (sin que se deba a conducta oposicionista o falla en entender las indicaciones)

e) Dificultad frecuente para organizar tareas y actividades

f) Evita o rechaza con disgusto las obligaciones (como tareas escolares u hogareñas) que le
demanden esfuerzo mental sostenido

g) Pierde cosas necesarias para sus tareas o actividades (útiles escolares, libros, mochilas,
abrigos, cotonas, juguetes)
h) Se distrae con facilidad ante estímulos extrínsecos

i) Es olvidadizo en el cumplimiento de las actividades cotidianas

A2) Hiperactividad-impulsividad: por lo, menos 6 de los siguientes síntomas que persistan un
mínimo de 6 meses con la cualidad de ser desadaptativos e incompatibles con el nivel de
desarrollo

Hiperactividad

a) Inquietud de manos y pies o se retuerce en la silla

b) Abandona su puesto en clases u otras situaciones en que requiere permanecer sentado

c) Trepa o corretea en exceso de un lado a otro en situaciones inapropiadas (en adolescentes o


adultos puede limitarse a sentimientos subjetivos de impaciencia)

d) Dificultad para jugar o entretenerse en actividades reposadas o en momentos de ocio

Contacto con los profesores y el control de los síntomas:

1) Inquieto, demasiado activo

2) Excitable, impulsivo

3) Molesta a otros niños

4) No termina lo que comienza

5) Se mueve constantemente en la silla

6) Se distrae con facilidad

7) Hay que satisfacerlo de inmediato. No tolera frustración

8) Llora con facilidad


9) Cambia de humor de modo brusco

10) Pataletas, conducta explosiva

Respecto de su aprendizaje (señale Sí o No)

- ¿Su lectura es poco fluida o silabeante?:

- ¿Le cuesta comprender lo que ha leído?:

- ¿Le cuesta escribir al dictado?:

- ¿ Tiene dificultades para copiar a tiempo lo escrito en el pizarrón?: - ¿Comete muchas faltas
de ortografía?:

- ¿Le cuesta demasiado el cálculo matemático?:

Por favor indíquenos: ¿Recibe medicación en la escuela? ¿Ha notado mejoría en su conducta?

Ponga nota de 1 a 7: Conducta͙͙ Rendimiento .......

Ponga nota de 1 a 7: A la relación con profesores͙͙. Compañeros ........

¿Cómo es el curso que adopta el DA?

Se manifiesta a lo largo de toda la niñez y el 40 al 60% continúa con algunos signos en la vida
adulta, cuando se denomina "síndrome residual". Esto es equivalente a decir que el 40 al 60%
de los niños mantiene sus rasgos de temperamento en la adultez o que estructuran su
personalidad con los rasgos insinuados en la infancia.

¿Cuánto de intolerancia familiar; como de falta de competencia, imaginación y creatividad


pedagógica está sufriendo ese niño si es que su conducta es censurada en la casa o fa escuela?
La presencia de TDA se encuentra favorecida por ambientes desorganizados y ausencia de
criterios educativos claros, como también por algunos "estilos familiares" inconsistentes en el
manejo, de límites arbitrarios, incoherentes o castigadores, y colegios con excesivo número de
alumnos o metodología inapropiada (el bilingüismo es un tema que sorprende por su
capacidad para generar problemas en algunos niños).

¿Cómo realizar el diagnóstico diferencial en estos niños?

En el paciente que consulta por dificultades de conducta o rendimiento es necesario


tener presente que puede existir distracción, hiperactividad, impulsividad y fallas en el ritmo
de aprendizaje, no sólo en el TDA sino también:

Como expresión de desarrollo normal (variación normal del desarrollo): niños en etapa
oposicionista (2-4 años, prepúberes, preadolescentes).

Como reacción ante dificultades ambientales (situacional): colegio inadecuado, normas


disciplinarias inapropiadas, dificultades con grupos de pares, conflicto o separación de los
padres, cambios en el entorno.

Derivados de otra patología mental o del desarrollo (trastornos depresivos, ansiosos,


fóbicos; trastornos específicos del aprendizaje, trastorno por oposicionismo desafiante;
trastorno de conducta).

¿Cómo se trata el TDA?

Nos referiremos a las medidas básicas de manejo terapéutico.

Es necesario explicar al niño su problema de concentración o conducta errática de


modo que diluya su sensación de ser tonto, malo o enfermo.

- Aclarar que el fármaco es una especie de vitamina y no calmante.

- Interesarlo en otras áreas que le puedan reportar éxito y valoración, sugerir el desarrollo de
actividad física que "elimine" energías (muchas veces estos niños son apartados por sus
profesores de las actividades deportivas como castigo, con lo cual sólo se consigue
desmotivarlo aún más para el resto de las situaciones académicas).

Es beneficioso apoyarlo en todo lo que sea ocurrencia espontánea o estrategia que él


proponga y que atenúe las dificultades o fracasos (deporte, baile, teatro, música).

¿Es necesario comprometer a los padres?

Siempre es necesario hacer intervenir a los padres explicándoles:

- Que la conducta del niño es involuntaria y que no lo hace por molestar (insistir en lo
parecido que es a lo que alguno de ellos fue en su niñez).

- Que la crítica, ironía o desdén frente a sus conductas no ayudan a que éstas
disminuyan.
- Que el reto o castigo físico sólo empeoran la conducta.

- Que se trata de un niño sano y normal, pero disarmónico.

- Que lo deben estimular y apoyar cuando actúa bien, porque si eso se hace de forma
sistemática y coherente las posibilidades de mejoría son enormes.

- Que no son adecuados los sermones ni promesas de premios, sino que es mejor
esperar que aparezca una conducta deseable para entonces felicitarlo y premiarlo (refuerzo
positivo de lo adecuado). La "presión verbal" constante para corregir su conducta sólo lo pone
más ansioso e irritable (refuerzo positivo de lo inadecuado)

- Que es preferible obviar ("time out") aquella conducta que no sobrepase un límite
soportable pues eso contribuye a atenuarla.

- Que el mejor castigo ante una conducta desadaptativa que no ha respondido al time
out o sobrepasa los límites de la tolerancia es retirar los refuerzos habituales (interacción con
padres o pares, salidas, TV, etc.).

¿Qué se les podría recomendar a los profesores?

Es necesario explicarles que los niños no resisten períodos mayores de 20 minutos de


concentración focalizada, por ello es aceptado que la causa más frecuente de distracción de un
escolar sean la fatiga y al aburrimiento. Una clase larga y monótona contribuye a generarla. Un
estilo pedagógico ameno, que ocupe todos los canales sensoriales del niño y la gratificación
obtenida por el logro generan la motivación escolar.

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Los síntomas de THDA se dividen en falta de atención e hiperactividad e impulsividad.

Algunos niños con THDA tienen principalmente el tipo de trastorno de falta de atención,
algunos el tipo hiperactivo-impulsivo y algunos otros el tipo combinado. Aquellos niños con el
tipo de trastorno de falta de atención son menos perturbadores y es más probable que no se
les diagnostique el THDA.

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1.No logra prestar atención cuidadosa a los detalles o comete errores por descuido en el
trabajo escolar.

2.Tiene dificultad para mantener la atención en tareas o juegos.

3.Parece no escuchar cuando se le habla directamente.

4.No sigue instrucciones y no logra terminar el trabajo escolar, los deberes u obligaciones en el
lugar de trabajo.

5.Tiene dificultad para organizar sus tareas y actividades.


6.Evita o le disgusta comprometerse en tareas que requieran esfuerzo mental continuo (como
las tareas escolares).

7.Con frecuencia pierde juguetes, tareas escolares, lápices, libros o herramientas necesarias
para las tareas o actividades.

8.Se distrae fácilmente.

9.Se muestra a menudo olvidadizo en las actividades diarias

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1.Juega con las manos o los pies o se retuerce en su asiento.

2.Abandona su asiento cuando lo que se espera es que se quede sentado.

3.Corre y trepa excesivamente en situaciones inapropiadas.

4.Tiene dificultad para jugar en forma silenciosa.

5.A menudo habla excesivamente, está "en movimiento" o actúa como si fuera "impulsado por
un motor".

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1.Emite respuestas antes de que termine de escuchar la pregunta.

2.Tiene dificultades para esperar su turno.

3.Se entromete o interrumpe a los demás (irrumpe en conversaciones o juegos)

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Con demasiada frecuencia, los niños difíciles son clasificados incorrectamente como niños que
sufren de trastorno de hiperactividad con déficit de atención y, por otro lado, muchos niños
que verdaderamente sí lo tienen permanecen sin diagnóstico. En cualquiera de los casos, a
menudo se pasan por alto las dificultades relacionadas con el aprendizaje o los problemas de
estado de ánimo. La Academia Estadounidense de Pediatría (American Academy of Pediatrics,
AAP) ha publicado las pautas para dar mayor claridad a este asunto.

El diagnóstico está basado en síntomas muy específicos que deben estar presentes en más de
un escenario:

ͻLos niños deben tener al menos 6 síntomas de atención o 6 síntomas de hiperactividad e


impulsividad, con algunos síntomas presentes antes de la edad de 7 años.
ͻLos síntomas deben estar presentes durante al menos 6 meses, ser observados en dos o más
escenarios y no ser causados por otro problema.

ͻLos síntomas deben ser tan graves que causen dificultades significativas en muchos
escenarios, incluyendo el hogar, la escuela y las relaciones con los compañeros.

En los niños mayores, el THDA está en remisión parcial cuando aún tienen los síntomas, pero
ya no se ajustan a la definición completa del trastorno.

El niño debe someterse a una evaluación por parte del médico si se sospecha THDA y puede
abarcar:

ͻCuestionarios para los padres y profesores (por ejemplo, Connors, Burks)

ͻEvaluación psicológica del niño y de la familia, incluyendo un examen de coeficiente


intelectual examen de coeficiente intelectual y pruebas psicológicas

ͻEvaluación mental, nutricional, física, psicosocial y del desarrollo completas.

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