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Eli Lizorkin-Eyzenberg
Estudios Judíos para Cristianos
Tel Aviv, Israel
El Evangelio Judío de Juan: Descubriendo a Jesús, Rey de Todo Israel
Derechos de autor © 2015 por Eliyahu Lizorkin-Eyzenberg
www.jewishnewtestament.com
Editor General: Lisa Loden, Contenido Editorial y comité de revisión de textos: Dorothy Healy, Ramon
Sanchez, Susan Williams, Kasandra McNeil and Marijke Petri. Consultor arqueológico: Joe Diaz.
Ilustraciones y diseño: Lyda Estrada. Noticias Mi Ciudad (lydaestrada.com) Coordinado por Christy
Petri (Quesada Segura) de Noticias Mi Ciudad (noticiasmiciudad.com) Traducción: Christy Petri
(Quesada Segura) y Lluïsa Ramírez.
La publicación de este libro fue posible en parte gracias a una subvención de la fundación Plataforma
para la Política Cristiana (Plataforma C) - (plataformac.org), así como por la generosidad de otros
setenta donantes individuales sin los cuales la publicación y traducción en varios idiomas de este libro
no sería posible.
Las Escrituras marcadas como "RVR1995" se han tomado de la versión Reina-Valera 1995 Reina-
Valera 95® © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Usado con permiso. Reservados todos los derechos.
Eli Lizorkin-Eyzenberg
El Evangelio Judío de Juan: Descubriendo a Jesús, Rey de Todo Israel
© 2015 Eli Lizorkin-Eyzenberg
I. Prefacio
II. Prólogo
III. Exención de responsabilidades
V. La narrativa de la pasión
VI. La Llamada
VII. Bibliografía y Lecturas Adicionales
Reseñas
“Una disculpa genuina es una que es fiel a los textos y a la historia, parecida
a los discursos de un abogado de la defensa con integridad. Usando lo mejor
de la erudición contemporánea en la historia judaica del siglo I y con una
gran aportación personal, el Dr. Eli Lizorkin-Eyzenberg ha demostrado que el
Evangelio de Juan no es un libro antijudío, sino completamente un libro
judío”.
“El Dr. Lizorkin-Eyzenberg nos ha dado una gran oportunidad y un reto para
entender el Evangelio de Juan en su entorno judío. Se trata de un logro
significativo para hacer accesible, en una forma popular y fácil de leer, cómo
ve Juan a Jesús, el Mesías y Rey de Israel, dentro del judaísmo de su tiempo.
A partir de una cantidad de la beca, el autor ha elaborado un excelente
estudio. El Evangelio Judío de Juan le dará un mayor amor por el Rey de
Israel y su pueblo, y va a transformar su propia comprensión del significado
de este maravilloso Evangelio de hoy”.
"En este libro el Dr. Eli Lizorkin-Eyzenberg presenta una nueva e innovadora
lectura del Evangelio de Juan, basada en la hipótesis de que el libro es un
texto escrito judío/judeo para persuadir a “todo Israel” de unirse bajo un solo
Rey Mesiánico: Jesús. El lector atento, tanto a nivel académico como laico,
que busca una comprensión histórica del Evangelio de Juan, sin tener que
sacrificar su importancia religiosa contemporánea, encontrará este libro
estimulante y le invitará a reflexionar”.
29 Al siguiente
día vio Juan a Jesús
que venía a él, y
dijo: “¡Este es el
Cordero de Dios,
que quita el pecado
del mundo!” 30
Este es de quien yo
dije: ‘Después de
mí viene un hombre
que es antes de mí,
porque era primero
que yo’. 31 Y yo no
lo conocía; pero por esto vine bautizando con agua: para que él
fuera manifestado a Israel”.
Jesús es retratado en el Evangelio de Juan como el Cordero Pascual. Esto
puede recordar a la Biblia Hebrea/Antiguo Testamento (Ex. 12; Nm. 9) que
para que el ángel de la muerte no entrara en las casas de las familias israelitas
creyentes, sus moradores necesitaban poner una señal especial en sus puertas
–la sangre de un cordero. El Evangelio de Juan describe a Jesús como el
definitivo Cordero de Dios, que no solo cubría simbólicamente los pecados
de los hogares israelitas, sino que también quitaba los pecados del mundo
entero (vs. 29).
Un corto viaje por la historia de la Iglesia hará esto más interesante. En
muchos países de mayoría cristiana, la fiesta de la Pascua era llamada por un
nombre distinto: la “Pascua cristiana”. ¿Por qué? Simplemente porque en la
resurrección de Jesucristo, el juicio de Dios pasó sobre la cabeza de los
pecadores, así como pasó sobre la cabeza de los israelitas en su éxodo del
antiguo Egipto. Usted ve, todos los primeros cristianos celebraban un festival
que luego llegó a conocerse como Pascua, sin embargo, había sido llamado
Pascha (Pascua en siríaco/arameo) o Pesach (Pascua en hebreo). Con el
tiempo, líderes cristianos y judíos trabajaron duro para crear una clara
separación entre estas dos comunidades creyentes. Este proceso, a pesar de la
opinión popular, tardó siglos, y no ocurrió de manera concluyente a
principios del siglo II, como se pensaba de manera generalizada (conocido
como “separación de los caminos”). La pregunta para el movimiento
emergente de seguidores de Cristo no israelitas no era si las fiestas bíblicas,
como la Pascua, debían ser observadas, sino más bien cómo y cuándo la
mayoría de ellas debían ser observadas. Algunos cristianos creyeron que
Pascha (la Pascua cristiana) tenía que ser conmemorada en la misma fecha
que la Pascua judía (posición Quartodeciman, que significa "catorce" desde
el 14 de Nissan), que significa la muerte expiatoria de Jesús; mientras que
otros cristianos creyeron que Pascha debía ser celebrada un día distinto que
la Pascua hebrea, conmemorando la resurrección de Cristo en su lugar. El
último punto de vista ganó y la primera idea fue finalmente declarada
profana.
Como leemos en el versículo 33b, el bautismo de Jesús estaba destinado a
identificar y revelar a Cristo a los hijos e hijas de Israel (“Llegué bautizando
con agua, para que Él pudiera ser revelado a Israel”), pero este proceso solo
estaba empezando en lo que leemos en las páginas del Evangelio. Estaban
aquellos que aún debían llegar a Israel – tanto en el Norte como en el Sur
habría un testigo y un testimonio de que Jesús era de hecho su tan esperado
Mesías, Salvador y Rey.
¿Por qué se amotinan las gentes y los pueblos piensan cosas vanas? Se
levantarán los reyes de la tierra, y príncipes conspirarán contra el Señor y
contra su ungido, diciendo: “Rompamos sus ligaduras y echemos de
nosotros sus cuerdas”. El que mora en los cielos se reirá; el Señor se
burlará de ellos. Luego les hablará en su furor, y los turbará con su ira: “Yo
he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte”. Yo publicaré el decreto; el
Señor á me ha dicho: “Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te
daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la
tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como a vasija de alfarero los
desmenuzarás”. Ahora, pues, reyes, sed prudentes; admitid amonestación,
jueces de la tierra. Servid al Señor con temor y alegraos con temblor.
Honrad al Hijo, para que no se enoje y perezcáis en el camino, pues se
inflama de pronto su ira. ¡Bienaventurados todos los que en él confían!
En un sorprendente giro, los indignos pastores de Israel, a los que Jesús
había venido a juzgar, se habían unido a las naciones furiosas contra la
Alianza del Señor de Israel y del Rey escogido por Dios. Son ellas las que
habían levantado sus voces y puños contra el Señor y contra su Ungido,
Jesús. Sin embargo, el decreto real que designa e instala a Jesús como Rey de
Israel ha dejado las cosas claras: deben honrar al hijo real de Dios o fallecer
abandonados a su suerte (Jn. 3:18-21).
Geografía
Las tierras de Samaria se encontraban entre Judea y Galilea, aunque no
exclusivamente. Estaban situadas dentro de las fronteras de la tierra que fue
repartida al azar entre los hijos de José, Efraín y Manasés (hoy la mayor parte
de Samaria y gran parte de Judea constituyen los territorios
disputados/ocupados situados en la Autoridad de Palestina). Teniendo en
cuenta las tensiones judeo-samaritanas, que se asemejan en varios aspectos al
conflicto palestino-israelí, ambos grupos intentaron evitar cruzar por los
territorios de los otros durante los viajes. El camino alrededor de Samaria
para viajar desde Judea a Galilea era dos veces más largo que los tres días del
viaje directo desde Galilea a Jerusalén, puesto que Samaria requería cruzar el
río Jordán dos veces para seguir un camino que discurre al este del río (Vita
269). El camino que cruzaba Samaria era más peligroso porque los ánimos
entre samaritanos y judíos normalmente
estaban muy caldeados (Ant. 20.118;
Guerras 2.232). No se nos explica la razón
por la que Jesús y sus discípulos necesitaron
cruzar Samaria. Juan simplemente dice que
Jesús “tuvo que ir”22, suponiendo que, tanto
para Jesús como para otros judíos, esto era
inusual.
Por supuesto, es posible que Jesús
necesitara llegar a Galilea con relativa
rapidez. Pero el texto no nos da indicaciones
de que tuviera una invitación pendiente a algún acontecimiento en Galilea al
cual pudiera llegar tarde. El texto solo establece que él se fue cuando presagió
que una confrontación inminente con los fariseos sobre su popularidad entre
los israelitas iba a ser inevitable. A esto había que añadirle la opinión de
Jesús de que aún no había llegado el momento de tal confrontación. En la
mente de Jesús, el enfrentamiento con los corredores de bolsa religiosos de
Judea era, en ese momento, prematuro, y mucho más necesario que se
produjera antes de subir a la cruz y beber la copa de la ira del Señor en
representación de su pueblo. Los gobernantes fariseos eran una parte integral
de tal liderazgo religioso.
La manera en
que Jesús veía a
los samaritanos y
su propio
ministerio entre
ellos podría
sorprendernos si
continuamos
revisando la
historia.
El inesperado
viaje de Jesús a
través de territorio hostil y profano tiene un significado más allá de mi
explicación superficial. En un sentido auténticamente real, la
inconmensurabilidad del plan y la misión de Dios, desde el momento que su
Hijo real fue eternamente concebido en Su mente, había de unir toda su
apreciada creación en redentora unidad. Jesús fue enviado a conseguir la paz
entre el hombre y Dios, así como entre el hombre y el hombre. La
consecución de este gran propósito empezó con la misión de unificar a los
samaritanos israelitas con los israelitas de Judea. Los movimientos y
actividades de Jesús fueron todos llevados a cabo de acuerdo con la voluntad
y designio de su Padre. Él solo hizo lo que vio hacer a su Padre (Jn. 5:19).
Siendo este el caso, podemos estar seguros de que, en ese momento, el viaje
de Jesús a través de Samaria fue dirigido por su Padre; como también lo fue
su conversación con la samaritana.
Los samaritanos
Primero, los samaritanos israelitas definían su existencia en términos
israelitas exclusivamente. Los samaritanos se autodenominaban –“los hijos
de Israel” y “los guardianes” (shomrim). Las fuentes judías se refieren a los
samaritanos como “kutim”. El término está probablemente relacionado con la
ubicación en Irak desde la cual los exiliados no israelitas fueron importados
desde Samaria (2 de Reyes 17:24). El nombre “Kutim o Kutites” fue utilizado
en oposición con el término “shomrim” que significa los “guardianes”, el
término que se reservaban para ellos mismos. Los escritos israelitas judíos
enfatizaron la identidad foránea de la religión y la práctica samaritana en
oposición con la verdadera fe de Israel. Los samaritanos israelitas creían que
tal identificación negaba su derecho histórico de pertenecer al pueblo de
Israel. Los samaritanos israelitas constituían el remanente de creyentes de las
tribus del Norte –los guardianes de la antigua fe.
Segundo, los samaritanos israelitas siempre se habían opuesto a la
veneración del Dios de Israel en Jerusalén, creyendo en su lugar que el centro
de veneración de Israel estaba asociado con el Monte Gerizim –la montaña de
la bendición de la alianza de YHWH (Dt. 24:12). Por otro lado, los
judíos/judeos israelitas creían que el Monte Sion en Jerusalén era el epicentro
de la actividad espiritual en Israel. Una de las razones para el rechazo de las
profecías judías escritas por los samaritanos israelitas fue que los profetas
hebreos respaldaban a Jerusalén y a la dinastía de David.
Tercero, los samaritanos tenían un credo cuádruple: a) un Dios: YHWH, b)
un profeta: Moisés, c) un libro: Torá, y d) un lugar: el Monte Gerizim.
Muchos de los judíos israelitas de la época de Jesús coincidían en dos de esos
puntos: “un dios” y “un libro”. No estaban de acuerdo en la identidad del
lugar de veneración ni con otros libros que deberían haber sido aceptados por
el Pueblo de Israel: los Profetas y los Escritos.
Cuarto, los samaritanos creían que los judeos israelitas habían tomado el
camino equivocado en su práctica religiosa de la antigua fe israelita, que
tildaban de sacrílego, igual que hacían los judíos respecto a la expresión de fe
samaritana. La relación entre estos dos grupos antiguos puede ser comparada
con el virulento desacuerdo entre musulmanes chiítas y suníes hoy. Para los
de fuera, ambos grupos son musulmanes, pero no para los chiítas y suníes.
Para ellos, uno es verdadero y el otro es falso; uno es real y el otro un
impostor. El conflicto samaritano-judío fue, en este sentido, muy similar. En
muchos aspectos, este conflicto definió la polémica interna israelita del
primer siglo.
Quinto, como ha sido mencionado antes, los samaritanos no deben ser
confundidos con un grupo sincrético de personas que también vivió en
Samaria (samaritanos gentiles) que fue, muy probablemente, la gente que se
había acercado a los retornados a Jerusalén para ayudarles a construir el
templo de Jerusalén, y fueron rechazados por ellos (Esdras 4:1-2). Debido a
su teología, los israelitas samaritanos, los que quedaban del reino del norte de
Israel, no pudieron financiar la construcción del Templo en Jerusalén. En 2
de Crónicas 30:1-31:6 se nos dice que no toda la gente del reino del norte de
Israel fue exiliado por los asirios. Confirmando la versión samaritana,
muchos de ellos se quedaron para siempre después de la conquista Asiria de
la tierra en el siglo VIII a. C., preservando las antiguas tradiciones israelitas
que se diferenciaban de las últimas innovaciones de la versión judea de la fe
de Israel.
Sexto, los israelitas samaritanos utilizaban lo que hoy se conoce como
“hebreo samaritano” en una escritura que es la descendiente directa del paleo-
hebreo (hebreo antiguo), mientas que los judíos israelitas adoptaron una
nueva forma de letras cuadradas y estilizadas que formaban parte del alfabeto
arameo. Además, en tiempos de Jesús los israelitas samaritanos estaban
fuertemente helenizados en Samaria, propiamente dicha, y en la diáspora. De
la misma manera que los judíos israelitas tenían la Septuaginta, los israelitas
samaritanos tenían su propia traducción de la Torá en griego, llamada
Samaritikon.
Y, por último, los israelitas samaritanos creían que esa versión de la Torá
era la versión original y que la Torá judía era la versión editada, que había
sido cambiada por los judíos babilonios. Contrariamente, los judíos les
acusaban de que la Torá samaritana representaba una versión editada para
reflejar el punto de vista de los samaritanos. Como pueden ver, no se trataba
de una relación fácil.
El encuentro
Al describir el encuentro, Juan realiza varias observaciones interesantes
que tienen implicaciones importantes en nuestra comprensión de los
versículos 5-6. “Fue, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la
heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces
Jesús, cansado del viaje, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta”. Juan
menciona el pueblo samaritano llamado Sicar. No está claro si Sicar era una
aldea cercana a Siquem o si Siquem mismo estaba a la vista. El texto
simplemente señala la localización cerca de la parcela de tierra que Jacob le
dio a su hijo José. Tanto si era o no el mismo sitio, lo que sí es seguro es que
estaban en las inmediaciones, al pie del Monte Gerizim. Mientras que esto es
interesante y muestra que Juan era un lugareño, y conocía la detallada
geografía de la zona, no es menos importante, e incluso más significativo,
que el autor del Evangelio destaque la presencia de un testigo silencioso en
este encuentro: los huesos de José23. Así es como el libro de Josué relata el
acontecimiento:
“Enterraron en Siquem los huesos de José que los hijos de Israel habían
traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró, por cien
monedas, de los hijos de Hamor, padre de Siquem, y que pasó a ser
posesión de los hijos de José” (Josué 24:32).
La razón para esta referencia a José en el versículo 5 solo estará clara
cuando vemos que la samaritana sufre de una manera similar a la de José. Si
esta lectura de la historia es correcta, solo como José soportó sufrimientos
inexplicables para llevar la salvación a Israel, de la misma manera la mujer
samaritana soportó sufrimientos que llevaron a la salvación de los israelitas
samaritanos en ese lugar (4:39-41).
Releyendo la historia
Como se ha sugerido previamente, es
posible que la mujer samaritana no estuviera tratando de evitar a nadie. Pero,
incluso si lo estaba intentando, existen otras explicaciones para su evitación
que no sea el sentimiento de culpabilidad sobre su inmoralidad sexual. Por
ejemplo, como usted sabe muy bien, la gente no quiere ver a nadie cuando
está deprimida. La depresión existía en tiempos de Jesús, igual que está
presente en la vida de la gente de hoy. En lugar de asumir que la mujer
samaritana cambiaba de marido como de guantes, es razonable pensar que era
una mujer que había experimentado la muerte de varios maridos, o que era
una mujer cuyos maridos le habían sido infieles, o incluso una mujer cuyos
maridos se divorciaban de ella por su incapacidad de tener hijos. En la
antigua sociedad israelita, las mujeres no iniciaban divorcios. Cualquiera de
estas sugerencias, y otras, son posibles en este ejemplo.
El libro de Tobías (siglo II a. C.), por ejemplo, habla de una mujer judía
llamada Sara que tuvo siete maridos quienes, con la ayuda de fuerzas
demoníacas, morían todos el día de su boda. Ella fue menospreciada por la
comunidad, considerada como si estuviera maldita y culpable de las muertes
de ellos. Deprimida hasta el punto del suicidio, Sara rezó a Dios para acabar
con su vergüenza, insistiendo en su pureza hasta el final (Tobías 3:7-17). La
gente se portaba de manera injusta con Sara. Sin duda, la posición social de la
mujer samaritana le supuso gran angustia también. Mi propia tía abuela tuvo
cuatro maridos y ella les sobrevivió a todos. Por eso sé que esto ocurre.
Jesús afirma que ella vivía con un hombre que no era su marido. Algunos
asumen que esto significa que la mujer vivía con su novio, pero esto no se
dice. Quizás ella necesitaba ayuda y vivía con un pariente lejano, o en
cualquier otro indeseable arreglo, para poder sobrevivir. Jesús no estaba
clavándola a la cruz de la justicia, sino que en vez de eso está haciéndole
saber que el sabía todo sobre el dolor que estaba soportando. Esto está
ciertamente más en la línea del Jesús que conocemos por otros momentos de
su vida.
Si tengo razón en mi sugerencia de que esta mujer no era una “mujer
pecadora”, entonces quizás podamos conectar su testimonio, increíblemente
exitoso, a la aldea, con la inesperada, pero extremadamente importante,
referencia de Juan a los huesos de José. Vale la pena destacar que, para una
lectura samaritana del Evangelio, la referencia al lugar de los huesos de José
y al pozo de Jacob tendría un importante significado. Cuando entendemos
que la conversación tuvo lugar cerca de los huesos de José, nos recuerda
inmediatamente la historia de José y su sufrimiento prácticamente
inmerecido. Como usted debe recordar, solo parte del sufrimiento de José fue
autoimpuesto. Ya hacia el final, cuando nadie lo vio venir, los sufrimientos
de José se convirtieron en acontecimientos que llevaban, desde el hambre y la
muerte, a la salvación.
Ahora vamos a considerar con mayor detalle la conexión con José. Siquem
era una de las ciudades de refugio donde un hombre que hubiera matado a
alguien de manera fortuita era provisto con un lugar seguro en Israel (Josué.
21:20-21)26. Como habitantes de Siquem, estaban viviendo el resto de sus
vidas a la sombra de la prescripción de la Torá, eran profundamente
conscientes del status inusual de gracia y la función protectora de Dios que
había correspondido a su ciudad especial. Ellos debían proteger a la gente que
era desgraciada, cuyas vidas se veían amenazadas por miembros vengadores
de la familia, pero que no eran en realidad culpables de ningún crimen
intencionado que mereciera un castigo amenazador.
José había nacido en una familia muy especial donde la gracia y la
salvación serían una descripción característica. Jacob, el descendiente de
Abraham e Isaac, tuvo once hijos, cuyas acciones (aparte de Benjamín) en
vez de ayudar a su padre a educar a José, iban desde ataques de celos hasta el
deseo de eliminar para siempre a su consentido pero “especial” hermano.
Pero había más. Fue en Siquem donde Josué reunió a las tribus de Israel,
desafiándolas a abandonar a sus antiguos dioses en favor de YHWH y,
después de hacer una alianza con ellos, él enterró los huesos de Jesús allí. Lo
leemos en Josué 24:1-32:
Reunió Josué a
todas las tribus de Israel en Siquem, y llamó a los ancianos de Israel, a sus
príncipes, sus jueces y sus oficiales. Todos se presentaron delante de
Dios... Si mal os parece servir al Señor, escogeos hoy a quién sirváis; si a
los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro
lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo
y mi casa serviremos al Señor... Entonces Josué hizo un pacto con el
pueblo aquel mismo día, y les dio estatutos y leyes en Siquem. Josué
escribió estas palabras en el libro de la ley de Dios, tomó una gran piedra y
la plantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario del Señor...
Israel sirvió al Señor durante toda la vida de Josué, y durante toda la vida
de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todo lo que el
Señor había hecho por Israel. Enterraron en Siquem los huesos de José que
los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que
Jacob compró, por cien monedas, de los hijos de Hamor, padre de Siquem,
y que pasó a ser posesión de los hijos de José.
Es interesante que el lugar para el encuentro con la mujer samaritana fuera
escogido por el Señor de la providencia de una manera tan bonita: una mujer
alienada emocionalmente, que se sentía en peligro, vivía, irónicamente, en o
cerca de una ciudad de refugio, y está manteniendo una conversación en la
que encuentra la fe y renueva su pacto con el Hijo Real de Dios, Jesús, que ha
venido a reunir a todo Israel con el Dios de la mujer. Ella hace eso en el
mismo lugar donde los antiguos israelitas renovaron su alianza en respuesta a
las palabras de Dios, sellándolo con dos testimonios: 1) la piedra (Josué.
24:26-27) –confesando con sus bocas sus pactos y obligaciones en la fe del
Dios de Israel, y 2) los huesos de José (Josué. 24:31-32) – cuya historia les
guía en sus viajes.
En cierto sentido, la mujer samaritana hace lo mismo que los antiguos
israelitas –confesar su fe en Jesús como el Cristo y la alianza de la salvación
del mundo a sus convecinos–, como leemos en Juan 4:29-39:
5 Había allí
un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6
Cuando Jesús le vio acostado y supo que llevaba ya mucho tiempo
así, le dijo: “¿Quieres ser sanado?” 7 El enfermo le respondió:
“Señor, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el
agua; mientras yo voy, otro desciende antes que yo”. 8 Jesús le
dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. 9 Al instante aquel
hombre fue sanado, y tomó su camilla y anduvo.
Dos tipos de personas fueron vistas frecuentemente en los pórticos del
estanque de Betesda: aquellas que vinieron a probar suerte en su camino de la
búsqueda de la sanación, por así decirlo, hacia otra solución de curación
prometedora, y aquellas que ya habían renunciado a toda esperanza a
cualquier tipo de curación. En respuesta a la pregunta de Jesús acerca de si
quiso del hombre enfermo: “Señor, no tengo quien me meta en el estanque
cuando se agita el agua; mientras yo voy, otro desciende antes que yo” (vers.
7). La agitación de las aguas probablemente estaba sucediendo cuando los
sacerdotes del culto a Asclepio abrieron la conexión de las tuberías entre las
secciones superiores e inferiores del estanque. El agua en el depósito superior
fluiría, entonces, dentro de la sección inferior del estanque.
Como nos dice el Evangelio, el hombre “internado” había estado durante
mucho tiempo en un contexto de profunda religiosidad, aunque en un
ambiente religioso griego. Él era un hombre con una necesidad personal
significativa y estaba sin esperanza. En la mitología griega, Asclepio era
conocido no solo por su curación y sus poderes vivificantes, sino también por
una actitud de benevolencia hacia las personas. Esto le convirtió en una de las
divinidades más populares en el mundo grecorromano. Más adelante en la
historia, en el Templo de Israel, Jesús conocería al hombre que había sanado,
y le advertiría de que no continuara con su vida de pecado. Esto encaja bien
con la idea de que el estanque de Betesda fue un Asclepeion.
Esta es una historia poderosa. La enfermedad –el símbolo del caos
humano– fue llamado al orden por el poder de la palabra de Jesús, de la
misma manera que el caos de la precreación fue una vez llamado al orden de
la creación por el Rey Celestial de Israel. Ahora, el hijo real del Dios de
Israel (Jesús) entró en la morada pagana (Asclepion) y sanó a un hombreo
judeo sin ninguna tipo de fórmula mágica o hechizo. Jesús lo hizo
simplemente diciéndole al hombre que se levantara y anduviera. En otras
palabras, Jesús sanó al hombre de la misma manera en que el Dios de Israel
creó el mundo –simplemente con el poder de su palabra hablada.
A1 19 Respondió entonces Jesús y les dijo: “De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada
por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre. Todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo
igualmente.
B1 20 “porque el Padre ama al Hijo y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores
obras que éstas le mostrará, de modo que vosotros os admiréis. 21 “Como el Padre levanta a los
muertos y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida,
C1 22 “porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, 23 para
que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre,
que lo envió.
D1 24 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al
que me envió tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que ha pasado
de muerte a vida.
D2 25 “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando
los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán.
C2 26 “Como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener
vida en sí mismo; 27 y, además, le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del
hombre.
B2 28 “No os asombréis de esto, porque llegará la hora cuando todos los que están en los
sepulcros oirán su voz; 29 y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida; pero los que
hicieron lo malo, a resurrección de condenación.
A2 30 “No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo, y mi juicio es justo, porque no
busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre, que me envió.
En este punto, el autor nos hace darnos cuenta del centro del quiasmo,
mostrando, de este modo, la importancia que él quería dar a esta unidad
literaria. En este texto, el énfasis podría resumirse de la siguiente manera: la
vida eterna se basa en la respuesta de una de las palabras de Jesús, creyendo
que Él es el Hijo de Dios enviado por el Padre para traer la victoria sobre la
muerte y el pecado (D1 y D2). Vemos esto en los versículos 24-25:
D1 24 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra y cree al que
me envió tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que ha
pasado de muerte a vida.
D2 25 “De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los
muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán.
Al mirar los antecedentes de las declaraciones teológicas del Antiguo
Testamento, claramente presentados y resaltados en Juan 5:19-30, somos
naturalmente atraídos hacia varios pasajes clave de los profetas. Las palabras
proféticas en Daniel 12:2 y su visión temprana en 7:13-14 son evocadas, y
juegan un papel importante en este texto.
Dn. 12: 2 “Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán
despertados: unos para vida eterna, otros para vergüenza y confusión
perpetua”.
5 Cuando alzó Jesús los ojos y vio que había venido a él una
gran multitud, dijo a Felipe: “¿De dónde compraremos pan para
que coman estos?” 6 Pero esto decía para probarlo, porque él
sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le respondió: “Doscientos
denarios de pan no bastarían para que
cada uno de ellos tomara un poco”. 8 Uno de sus discípulos,
Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: 9 “Aquí hay un
muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero
¿qué es esto para tantos?” 10 Entonces Jesús dijo: “Haced
recostar a la gente”. Había mucha hierba en aquel lugar, y se
recostaron como en número de cinco mil hombres. 11 Tomó Jesús
aquellos panes y, después de dar gracias, los repartió entre los
discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; de
igual manera hizo con los pescados, dándoles cuanto querían. 12 Y
cuando se saciaron, dijo a sus discípulos: “Recoged los pedazos
que sobraron, para que no se pierda nada”. 13 Recogieron, pues, y
llenaron doce cestas de pedazos que de los cinco panes de cebada
sobraron a los que habían comido. 14 Entonces aquellos hombres,
al ver la señal que Jesús había hecho, dijeron: “Verdaderamente
este es el Profeta que había de venir al
mundo”.
Juan una vez más está prestando atención a los detalles cuando afirma que
el lugar donde el pueblo estaba reunido tenía mucha hierba. O bien él estaba
destacando la imagen del pastor pastoreando a sus ovejas o, simplemente,
mencionando esto como un detalle sin relación (esto puede entonces apuntar
al hecho de que los recuerdos aún estaban frescos y vivos cuando escribió el
Evangelio).
En el versículo 13 vemos que Jesús proveyó tanto alimento, que las doce
canastas de pan fueron dejadas cuando todo el pueblo había terminado de
comer. El número doce es significativo y no debe ignorarse o considerarse
como coincidencia. Dada la gran importancia del número doce en la historia
israelita –las doce tribus de Israel– el número de canastas es, por lo tanto, un
número simbólico y significativo. El significado de doce, que es considerado
un número perfecto, simboliza también el poder y autoridad de Dios, además
de servir como una fundación gubernamental perfecta. Esto indica que la
provisión de Jesús era suficiente, no solo para los galileos israelitas, además
de aquellos que residían en Judea, sino también para todo Israel: para todas
las doce tribus. Si estoy en lo correcto, en que el Evangelio de Juan considera
a los israelitas samaritanos como uno de los principales grupos étnicos de
Israel, al que iba dirigido el Evangelio, esta referencia a todas las tribus de
Israel, (doce canastas), también sería la más apropiada.
28 Entonces le
preguntaron: "¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?"
Visto desde los lentes del debate católico protestante del S XVI, esto quiere
decir: "¿por cuál de nuestro trabajo podemos ser salvos de la ira de Dios?"
29 Respondió Jesús y les dijo: "Esta es la obra de Dios, que creáis en
aquel que él ha enviado". Una vez más, visto desde los lentes del debate
católico protestante del S XVI, esto quiere decir: "Dios concede a la gente la
capacidad de creer, y de esta manera, justifica al creyente por fe solamente".
Una versión original probable, una vez que quitemos el cristal
interpretativo de la teología reformada, sería:
28 Entonces le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para poner en práctica
las obras de Dios?" Visto desde los lentes de los movimientos judíos del
primer siglo, esto quiere decir: "¿Cómo podemos ser fieles al Dios de Pactos
de Israel?"
29 Respondió Jesús y les dijo: "Esta es la obra de Dios, que creáis en
aquel que él ha enviado". Una vez más, visto desde los lentes del contexto
judío-religioso del primer siglo, esto quiere decir: "Puede ser fiel al Dios de
Pactos de Israel solamente por creer en su representante autorizado (Jesús vs.
los Ioudaioi).
61 Sabiendo
Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo:
"¿Esto os escandaliza? 62 ¿Pues qué, si vierais al Hijo del hombre
subir a donde estaba primero?
A sus discípulos, que entendieron las implicaciones del discurso de Jesús
sobre su cuerpo y sangre, que se dieron cuenta de la dificultad con su
afirmación extremadamente problemática, él les proporcionó una importante
línea de razonamiento. En Juan 6:62, Jesús contrarresta la dificultad con la
siguiente pregunta retórica: “¿Pues qué, si vierais al Hijo del hombre subir a
donde estaba primero?” Su argumento es simple. “Lo que digo de mí mismo
solo tiene sentido si soy el Hijo del Hombre de la visión de Daniel (Dn 7:13-
14). Si creéis en la visión, entonces también debéis creer en lo que estoy
diciendo”.
Los saduceos y los fariseos eran dos grupos de judeos israelitas que con
frecuencia estaban en desacuerdo entre ellos. Los saduceos eran devotos
conservadores que veían a los fariseos como a peligrosos innovadores y
revisionistas, como muchos hacían, incluido Jesús (Mc. 7). Los saduceos y
los fariseos discutían sobre otros temas. Uno de los temas tenía que ver con
una ceremonia del agua que se llevaba a cabo durante la Fiesta de los
Tabernáculos (Sukkot). Los saduceos se oponían a la ceremonia porque no
estaba prescrita en la Torá, mientras que los fariseos la apoyaban. No
sabemos exactamente cómo o dónde era celebrada la ceremonia del agua,
puesto que todas nuestras fuentes sobre esta información llegan a nosotros
desde un período más tardío.
En estas fuentes posteriores se nos dice que los sacerdotes sacaron agua del
Estanque de Siloé. Con el sacerdote de más alto nivel a la cabeza, ellos
portaban un cántaro dorado lleno de agua hasta el templo y entonces iban en
procesión alrededor del altar. Cuando los sacerdotes se acercaban a la valla
del agua, sonaban el shofar (instrumento musical hecho con el cuerno de un
animal puro), seguido del canto de los salmos y las plegarias y el
agradecimiento a Dios por la cosecha. A medida que se desarrollaba la
ceremonia, los fariseos insistían en que debía ponerse un énfasis significativo
en la petición de lluvia. Este simbolismo transmitía el significado del festival
más allá del tradicional énfasis de la experiencia en el desierto (estar
protegido mientras se vivía en moradas temporales (tiendas de campaña). La
cosecha se simbolizaba en los frutos cítricos que se ofrendaban a Dios por los
frutos recogidos recientemente (m. Sd. 5:1). Los saduceos, en general, se
oponían a ese cambio de énfasis en Sukkot de los revisionistas. El conflicto se
incrementó cuando Alejandro Janeo, el sumo sacerdote y rey de los saduceos,
enfurecido por los fariseos, derramó el agua a sus pies en vez de hacer una
ofrenda con ella, y levantó su brazo en solemne afirmación de haber hecho la
petición en nombre de la gente.
Cuando Janeo murió, su mujer, Alejandra Salomé, firmó la paz con los
fariseos a cambio de que ellos le apoyaran para seguir siendo la reina de la
tierra y que su hijo continuara siendo el sumo sacerdote. El triunfo de los
fariseos en ese acontecimiento significaba que, en el tiempo de Jesús, la
ceremonia farisea relacionada con el agua ya estaba firmemente establecida.
39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran
en él, pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no
había sido aún glorificado.
Este versículo, entonces, queda claro. Lo que Jesús dice sobre ríos de agua
viva (de acuerdo con los comentarios retrospectivos y la editorial de Juan)
tuvo que ver con el flujo del Espíritu durante el Festival de Shavuot
(Pentecostés). Siguiendo a Juan, los creyentes no tenían conocimiento de esto
porque los acontecimientos de Pentecostés descritos en Hechos 2 estaban
todavía en el futuro.
40 Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras,
decían: “Verdaderamente este es el Profeta”. 41 Otros decían:
“Este es el Cristo”. Pero algunos decían: “¿De Galilea ha de
venir el Cristo? 42 ¿No dice la Escritura que de la descendencia
de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir
el Cristo?” 43 Hubo entonces división entre la gente a causa de él.
El desafío de Jesús a las autoridades y su increíble declaración fue recibida
bastante bien. Algunos dijeron que quizás él era el profeta que tenía que
anunciar al Mesías; otros decían que él era en verdad el Mesías. Parecía
existir una falta general de conocimientos sobre los orígenes de Jesús, porque
vemos a otras personas que dicen que las declaraciones de Jesús fueron
rechazadas porque él no había nacido en Belén de Judea. Una de las
observaciones interesantes es que el autor de este Evangelio no necesitó
corregir esta confusión, a pesar de que sin duda él, como otros, sabía que
Jesús había nacido en Belén de Judea (Mt. 2:1, 5; Lc. 2:4). Quizás su
posición consistía solo en mostrar que la conversación pública sobre Jesús
había recogido momentos, al margen de cómo la gente acogiera las
declaraciones de Jesús.
12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: "Yo soy la luz del mundo;
el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la
vida". 13 Entonces los fariseos le dijeron: "Tú das testimonio
acerca de ti mismo; tu testimonio no es válido". 14 Respondió
Jesús y les dijo: "Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo,
mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y a dónde
voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy. 15
Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie.
No es la primera vez que el tema de la “luz” aparece en este Evangelio. En
el prólogo leemos que “en él estaba la vida, y la vida era la luz de los
hombres. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la dominaron”
(Jn. 1:4-5). Leemos en Isaías 60: 1-3: “¡Levántate, resplandece, porque ha
llegado tu luz y la gloria del Señor se eleva sobre ti! Porque he aquí que las
tinieblas cubrirán la tierra y la oscuridad las naciones; más sobre ti amanecerá
el Señor y sobre ti será vista su gloria. Andarán las naciones a tu luz y los
reyes al resplandor de tu amanecer”.
Jesús aplica un llamamiento supremo del Israel bíblico para denominarse a
sí mismo “la luz del mundo”. Se hace llamar la Luz del mundo (vers.12). Si
bien esto puede parecernos familiar, debió sonar extraño a los oyentes
originales. Los fariseos, después de rechazar a todos los testigos que
acudieron a ellos para hablar sobre Jesús, lanzaron la falsa acusación de que
Jesús no tenía testigos (vers. 13). Si bien hubo algunos en el Sanedrín que
sentían simpatía por Jesús, la mayoría no la tuvo. Sin embargo, Jesús
respondió que, como cuerpo, no tenían autoridad para juzgarlo porque no
estaban lo suficientemente calificados para hacerlo (versículos 14-15a). Esta
declaración forma parte de una larga lista de declaraciones antisistema de
Jesús en este Evangelio.
41 “Vosotros
hacéis las obras de vuestro padre”. Entonces le dijeron:
“¡Nosotros no hemos nacido de fornicación! ¡Un padre tenemos:
Dios!” 42 Jesús entonces les dijo: “Si vuestro padre fuera Dios,
entonces me amaríais, porque yo de Dios he salido y he venido,
pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. 43 ¿Por qué
no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra”.
Una vez más, es probable que el comentario se refiera a historias que
habían estado circulando sobre Jesús, sobre el hecho de haber nacido de una
unión ilícita49. Los Ioudaioi hacían referencia a esto, porque simplemente no
creían las verdaderas historias de la intervención increíble de Dios en la
historia humana (el nacimiento virginal). Esto fue suficiente para demostrar
que solo creían en las mentiras del diablo, y que la palabra de Jesús no tenía
lugar en sus mentes y corazones. Su lenguaje fuerte y profético estaba más
que justificado.
4 “Me es
necesario hacer las obras del que me envió, mientras dura el día;
la noche viene, cuando nadie puede trabajar. 5 Mientras estoy en
el mundo, luz soy del mundo”.
Parece que la ceguera de nacimiento del hombre simbolizaba la
desesperada y profundamente defectuosa condición de las ovejas lastimadas –
el Pueblo de Israel. Por tanto, darle luz a los ojos del hombre ciego era una
señal profética de darle luz a todo Israel. Tanto la curación como los trabajos
básicamente redentores de Jesús necesitaban ser llevados a cabo rápidamente
para aligerar la carga del pueblo de Dios, que estaba siendo oprimido por
todas partes.
La urgencia de la tarea de Jesús se establece en el contexto inmediato del
mundo antiguo, cuando el trabajo solo podía ser hecho durante el día. Cristo,
anticipando su agonía en la cruz, describe esto como un tiempo de oscuridad.
Marcos 15:33 ya describe futuros eventos de la siguiente manera: “Cuando
vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena”.
Lo que es interesante aquí, y quizás contradictorio para nosotros, es que no se
trata de la muerte de Jesús, sino solo de su sufrimiento en la cruz, que es
descrito en términos de noche y oscuridad.
8 Por eso, los vecinos y los que antes habían visto que era ciego,
decían: "¿No es este el que se sentaba y mendigaba?" 9 Unos
decían: "Él es". Otros: "A él se parece". Él decía: "Yo soy". 10
Entonces le preguntaron: "¿Cómo te fueron abiertos los ojos?" 11
Respondió él y dijo: "Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo,
me untó sobre los ojos y me dijo: ‘Ve al Siloé y lávate’. Fui, pues,
me lavé y recibí la vista". 12 Entonces le dijeron: "¿Dónde está
él?" Él dijo: "No sé". 13 Llevaron ante los fariseos al que había
sido ciego. 14 Y era Shabbat cuando Jesús había hecho el lodo y le
había abierto los ojos. 15 Volvieron, pues, a preguntarle también
los fariseos cómo había recibido la vista. Él les dijo: "Me puso
lodo sobre los ojos, me lavé y veo". 16 Entonces algunos de los
fariseos decían: "Ese hombre no procede de Dios, porque no
guarda el Shabbat". Otros decían: "¿Cómo puede un hombre
pecador hacer estas señales?" Y había división entre ellos.
Los fariseos eran los predilectos de los habitantes de los judíos urbanos. Es
probable que la razón por la que la gente acudía a los fariseos fuera que el
movimiento fariseo era un movimiento religioso fundamental y estaba menos
conectado con el establecimiento del Templo de lo que lo estaban los
saduceos. En tiempos de Jesús, el papel de los sacerdotes, que eran sobre
todo saduceos, estaba siendo tomado por el movimiento farisaico
progresivamente más popular.
A los judíos les gusta estar en desacuerdo entre ellos, y esta vez no fue una
excepción. Algunos de los fariseos creían que la actividad de Jesús con el
lodo suponía romper con el descanso del Shabbat, mientras otros (también
fariseos) no estaban de acuerdo, citando esto como una prueba de la
inocencia de Jesús y del hecho de que Dios le había dotado de habilidades
sobrenaturales, aprobando así su ministerio.
11 Dicho esto,
agregó: “Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo.
12 Dijeron entonces sus discípulos: "Señor, si duerme, sanará”. 13
Jesús decía esto de la muerte de Lázaro, pero ellos pensaron que
hablaba del reposar del sueño. 14 Entonces Jesús les dijo
claramente: “Lázaro ha muerto, 15 y me alegro por vosotros de no
haber estado allí, para que creáis; pero vamos a él”. 16 Dijo
entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: “Vamos
también nosotros, para que muramos con él”.
Primero, Jesús les dice a sus discípulos que Lázaro había caído en coma
(κεκοίμηται), declarando que él pensaba liberarlo de ello. Los discípulos,
conocedores de los peligros que Jesús y ellos mismos iban a afrontar cerca de
Jerusalén, rechazaron ir (vers. 12). Entonces Jesús aclaró que él percibía más
de lo que el mensajero había dicho en el mensaje de María y Marta. Él sabía
que, mientras el mensajero estaba en camino, Lázaro había muerto. La
respuesta de Tomás confirmó el miedo de los discípulos: “vamos también
nosotros, para que muramos con él” (vers. 16).
44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con
vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo:
“Desatadlo y dejadlo ir”.
El autor de
este Evangelio fue un testigo visual, que con frecuencia señala pequeños
detalles. Él menciona algo que no hace otro Evangelio. Lázaro, cuando salió
de la tumba, no estaba cubierto con una pieza de tejido, sino con dos. Su cara
tenía una tela que estaba separada de la del sudario del cuerpo. Hoy, muchas
tumbas judías antiguas han sido descubiertas y esta descripción ha sido
confirmada. En verdad muchos judíos eran enterrados de la manera que Juan
describe con una tela separada para la cara. El autor era una persona de esa
zona. Él era un testigo visual. Nos dijo lo que sabía que era verdad.
14 Halló Jesús un
asnillo y montó sobre él, como está escrito: “15 No temas, hija de
Sión; tu Rey viene, montado sobre un pollino de asna”. 16 Estas
cosas no las entendieron sus discípulos al principio, pero cuando
Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas
estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho.
El Evangelio de Juan pone de manifiesto un interés evidente en dos
profetas concretos de la Biblia Hebrea: Ezequiel y Zacarías. Ezequiel fue
referido para mostrar la conexión entre Jesús y el Templo, que es uno de los
temas principales, si no el principal en este Evangelio. Zacarías también tiene
a la vista un fuerte interés por el templo y esto es referido en este pasaje de
Juan. Citando Zacarías 9:9, Juan muestra que Jesús será recibido por las
multitudes de Jerusalén. Como ciudad, Jerusalén se someterá a él como el rey
conquistador. Era costumbre para los vencedores entrar a las ciudades que
conquistaban a caballo, desfilando con su poder, como un signo de
aceptación. Cuando una ciudad daba la bienvenida al vencedor con los brazos
abiertos, sin utilizar el poder, se esperaba que el vencedor entrara sobre un
burro y no sobre un caballo. Y esto es justo lo que pasó. En el libro del
Apocalipsis, el mundo está siendo juzgado y esta vez Jesucristo llega como el
conquistador a quien el pueblo no se sometió voluntariamente. Él, por lo
tanto, llega simbólicamente sobre un caballo. Leemos en Apocalipsis 19: 11-
16:
“Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco. El que lo montaba
se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran
como llama de fuego, en su cabeza tenía muchas diademas y tenía escrito
un nombre que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa
teñida en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios. Los ejércitos
celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, lo seguían en
caballos blancos. De su boca sale una espada aguda para herir con ella a las
naciones, y él las regirá con vara de hierro. Él pisa el lagar del vino del
furor y de la ira del Dios Todopoderoso. En su vestidura y en su muslo
tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.
Mucho más tarde, un texto judío rabínico registra una tradición rabínica
que luchaba para reconciliar el poder y la débil dicotomía de la futura visita
del Mesías del Señor. Leemos en el Talmud babilónico, Sanedrín 98A:
“… está escrito, y he aquí, uno semejante al hijo del hombre vino con las
nubes del cielo, mientras que (en otro lugar) está escrito, (he aquí, tu rey
viene a ti...) humilde, y cabalgando sobre un asno. Si ellos son meritorios
(él llegará) con las nubes del cielo, si no, humilde y cabalgando sobre un
asno”.
Zacarías tiene otro pasaje muy interesante (Zac.14:1-5) que coloca la
venida del Señor, junto con los Santos, como un símbolo de salvación que
llega a Jerusalén: “Después saldrá el Señor y peleará contra aquellas
naciones, como peleó en el día de la batalla. En aquel día se afirmarán sus
pies sobre el Monte de los Olivos...” Lo que es interesante aquí es que Jesús
había obtenido el burro y estaba a punto de llegar a Jerusalén desde el Monte
de los Olivos. Ahí es exactamente donde estaba localizada Betania (Beit
Aniah). El Monte de los Olivos no era solo el lugar de la entrada triunfal de
Jesús, sino que era también el lugar de su ascensión a uno de los dos tronos
en el cielo (Hechos 1:9-12). Por otra parte, Betania fue el mismo lugar de la
resurrección de Lázaro y, como tal, tendría perfecto sentido que Jesús supiera
dónde estaba el burro (o fue dispuesto de antemano con Lázaro, María y
Marta) y que simplemente lo montara, sin ningún impedimento de sus
propietarios, desde allí hasta Jerusalén.
4
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede
llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco
vosotros, si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid, vosotros los
pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, este lleva mucho
fruto, porque separados de mí nada podéis hacer. 6 El que en mí
no permanece será echado fuera como pámpano, y se secará, y los
recogen, los echan en el fuego y arden. 7 Si permanecéis en mí y
mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis y
os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre: en que llevéis
mucho fruto y seáis, así, mis discípulos.
Jesús se llama a sí mismo la vid verdadera y, como es común en Juan, no
lo cita directamente de las Escrituras hebreas, como hacen los sinópticos. Por
lo general, simplemente alude a estos poderosos textos del Antiguo
Testamento. Es posible (aunque no del todo seguro) que el Jesús de Juan no
solo se refiera a Isaías 5, sino también a Génesis 49:22 donde leemos: “Rama
fructífera es José, rama fructífera junto a una fuente, sus vástagos se
extienden sobre el muro”. Esto, y el resto del pasaje, hablan de las
bendiciones poderosas impuestas a José por su padre Jacob.
Está claro que José es, en muchos sentidos, una clase de Cristo. Vemos
esto en su separación de su padre, su sufrimiento, y su regreso de entre los
muertos (aunque claramente en el caso de José, solo simbólicamente). Usted
puede recordar que Cristo y la mujer samaritana conversaban en Samaria en
el lugar del entierro de los huesos de José. José fue ilustrado en Génesis
49:22 como la vid imparable que superó los obstáculos y está lleno de vida,
que es irreversiblemente bendecida por Dios. Sus ramas incluso pasan por
encima de una pared. Es posible que el Jesús de Juan sea mostrado aquí como
el José definitivo, que es la vid bendita. Esta es la vid a la que todos los
miembros de Israel, especialmente sus líderes, deben estar conectados para
que puedan sobrevivir, ser bendecidos y producir fruto. La conexión que he
llevado a cabo previamente entre Judá traicionando a su hermano José, y
Judas traicionando a Jesús, puede proporcionar un telón de fondo fascinante
para esta sección.
Si este es el caso, entonces mi hipótesis de que (el evangelio de) Juan pudo
haber sido escrito para llegar particularmente a israelitas samaritanos
(aunque, por supuesto, no exclusivamente) con el Evangelio de Cristo, se
fortalece con esta conexión a José. Usted puede recordar que, para los
israelitas samaritanos, José fue una de las grandes figuras de su historia e
identidad. Por lo tanto, esta conexión podría ser lógica, especialmente para
aquellos israelitas que se identificaron con José mucho más de lo que lo
hicieron otros israelitas en este momento (es decir, los judeos).
13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por
sus amigos. 14 Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os
mando. 15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo
que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las
cosas que oí de mi Padre os las he dado a conocer. 16 No me
elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he
puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca;
para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dé. 17
Esto os mando: Que os améis unos a otros.
Durante varios años, los discípulos del Rabí Jesús (como se referían a él)
fueron sus siervos. Esto puede sonar extraño a los oídos modernos, pero en
los tiempos antiguos, especialmente en este contexto judío, si alguien era un
estudiante de un líder religioso, el estudiante también era su siervo. El tiempo
para la partida de Jesús había llegado. Comenzó la preparación final de sus
discípulos para la tarea difícil de ser sus representantes, durante un período
fundacional que resultaría ser muy inestable. Había llegado el momento para
ser incluidos en su consejo, no solo como sus discípulos/estudiantes, sino
también como sus amigos. Él se acercaba a su muerte, y a través de ella
mostraría que ellos debían seguir su ejemplo y comprometerse con lo que un
día se convertiría en uno de los valores judíos básicos: Ahavat Yisrael –El
amor a (al pueblo de) Israel. El amor de unos a otros es, en primer lugar,
descrito contextualmente en términos de amor a todos los israelitas dentro de
Israel, algo que parecía muy difícil, si no imposible de hacer, pero tenía que
empezar con los nuevos líderes de Israel: los doce.
9 “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que
me diste, porque tuyos son, 10 y todo lo mío es tuyo y lo tuyo mío, y
he sido glorificado en ellos. 11 Ya no estoy en el mundo; pero estos
están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has
dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como
nosotros. 12 Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los
guardaba en tu nombre; a los que me diste,
En esta oración en particular, Jesús
declara explícitamente que pide a su Padre solo en nombre de sus seguidores.
Subraya su íntima relación con el Padre diciendo que todos los que son suyos
también son de su Padre, y todos los que son de su Padre, también son suyos
(vers.10). Jesús, anticipando la partida hacia su Padre, había declarado que ya
había dejado el mundo. Esta es una típica declaración de acción realizada por
Jesús. A pesar de que aún no había dejado este mundo (este orden opuesto)
en un sentido físico, en otro sentido ya lo había dejado. La oración de Jesús
se centra en pedirle a su Padre que preserve el trabajo que había hecho
(vers.11). Pero nótese algo más aquí: no es solo que Jesús tenía una misión
del Padre para llevar a cabo, sino que hay también un sentido de pertenencia
que está claramente presente. No es simplemente un siervo que hizo su
trabajo: se trata de alguien que ahora apuesta fuerte por estas personas. Jesús,
por lo tanto, pregunta personalmente al Padre que le encargó hacerlo, que los
mantenga en Su nombre.
22 Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así
como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos y tú en mí, para que sean
perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me
enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has
amado. 24 Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo
esté, también ellos estén conmigo, para que vean la gloria que me
has dado, pues me has amado desde antes de la fundación del
mundo”. 25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he
conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. 26 Les he dado
a conocer tu nombre y lo daré a conocer aún, para que el amor
con que me has amado esté en ellos y yo en ellos”.
Si se sigue la lógica del texto de cerca, no se puede dejar de notar que el
mundo no es más que una fuerza maligna. ¿Una fuerza contraria? Sí.
¿Satánica? No. ¿Por qué? Debido a que era muy importante para Jesús que
este mundo se convenciera de que el Dios de Israel había enviado a Jesús y
que este Dios ama a los discípulos de Jesús tanto como Él ama a Jesús
mismo. Existen dos obstáculos aquí que necesitan ser superados. El mundo
debe primero ver que Jesús viene de Dios, y luego comprender que el amor
de Dios por los seguidores de Jesús es tan fuerte como su amor y su
aprobación por el mismo Jesús. Si el mundo pertenece totalmente a Satanás,
¿por qué Dios y Jesús deberían ni siquiera preocuparse? “¡Salven a los
discípulos y envíen al resto al infierno!” podría haber sido la actitud de Jesús.
Pero su actitud demuestra que tiene un profundo amor y atención permanente
por esta orden hostil (el mundo). Era muy importante para él que esta orden
dejara de oponerse y empezara a ser sumisa.
Una vez más, tanto si los Ioudaioi o el Imperio Romano estaban a la vista,
podemos ver cómo las palabras de Jesús pueden ser significativas en ambas
circunstancias históricas. Jesús y sus discípulos deben ser disculpados ante
los ojos del mundo: un extraño deseo, de hecho, a menos que Dios haya
amado verdaderamente al mundo, como Juan ya había declarado en Juan
3:16: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna”.
Capítulo 18
Detención; Encuentro en la Casa de
Anás; Negación de Pedro; Juicio de
Jesús ante Pilatos
A 1 Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos
al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto en el cual
entró con sus discípulos. 2 Y también Judas, el que lo entregaba,
conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido
allí con sus discípulos.
Cuando pronunciaba estas palabras, los pies de Jesús estaban literalmente
pisando el Monte de los Olivos. El Monte de los Olivos (, הר הזיתיםHar
HaZeitim) es una cresta montañosa, al este de la parte vieja de la ciudad de
Jerusalén y adyacente a esta. Su nombre se debe a los huertos de olivos que
una vez cubrieron sus laderas. La parte del sur del Monte era la necrópolis del
antiguo reino judeo del sur. El Monte de los Olivos es una larga cresta de dos
millas (3.218688 kilómetros), o falda de montaña, con tres cimas. Justo al
este del Monte de los Olivos se encuentra la tierra salvaje que desciende hasta
Jericó y el Valle del Jordán. David ascendió al Monte de los Olivos cuando
huía de su hijo Absalón (2 S. 15:30). Cuando Jesús estaba en Jerusalén, con
frecuencia se quedaba en Betania, un pueblo en la parte este del Monte de los
Olivos, a unas dos millas de camino al sureste de Jerusalén. El camino desde
Jerusalén a Betania llevó a Jesús a través de Getsemaní.
El Jardín de Getsemaní parece ser un lugar donde Jesús y sus discípulos se
reunían con frecuencia sin la amenaza de una detención. Estaba cerca del
arroyo de Cedrón. El Valle de Cedrón estaba situado entre el Monte de los
Olivos y Jerusalén. En Lucas 21:37 leemos, “de día enseñaba en el Templo y
por la noche salía y se quedaba en el monte que se llama de los Olivos”.
Mientras Jesús y sus discípulos temían por sus vidas, el miedo definitivo que
llenaba los corazones de los gobernantes de Jerusalén en ese momento era el
impacto que el propio Jesús tenía en el movimiento que él mismo lideraba. El
movimiento de Jesús incluía a aquellos que le seguían con el máximo
compromiso, así como a aquellos que no lo hacían, pero que encontraban
inspirador su liderazgo. Esto surgió más tarde, cuando Anás mantuvo un
juicio previo contra Jesús en su residencia. La primera cosa que preguntó,
incluso antes de que preguntara por las enseñanzas de Jesús, sería una
pregunta sobre sus discípulos. (Jn. 18:19).
Era probable que Anás y Caifás residían en alas separadas del mismo
complejo sacerdotal. Para el juicio con Pilatos, Jesús fue llevado a los
cuarteles generales del Gobernador (parecido a la Fortaleza Antonia, en la
parte norte del área del Templo). La residencia habitual del Gobernador
romano estaba en Cesárea (Hechos 23:35) lejos de Jerusalén, pero durante las
vacaciones, el momento probable de la insurrección judía, estaba presente
personalmente en Jerusalén, seguro en la Fortaleza Antonia.
Fue solo después de que Pedro le dijera a Juan que el cuerpo de Jesús no
estaba allí, que la tumba estaba vacía, cuando Juan entró. Esta tumba ya no
era un lugar relacionado con la muerte, sino con la vida, y por tanto no podía
convertir a Juan en ceremonialmente impuro.
Y aun siendo
tantos, la red no se rompió. 12 Les dijo Jesús: “Venid, comed”. Y
ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Tú, quién
eres?”, sabiendo que era el Señor. 13 Vino, pues, Jesús, y tomó el
pan y les dio, y asimismo del pescado. 14 Esta era ya la tercera vez
que Jesús se manifestaba a sus discípulos, después de haber
resucitado de entre los muertos.
Lo que se puede suponer con seguridad aquí es que Jesús no tenía
exactamente el mismo aspecto que tenía anteriormente. De hecho, este tipo
de pregunta (¿Quién eres tú?), puede provocar que dudemos de nuestra
suposición de que, físicamente, Jesús podía ser reconocido en absoluto. Esto
puede explicar por qué María pensó que era un jardinero y por qué Jesús tuvo
que mostrarles las heridas de los clavos y la lanza. Uno podría pensar que
solo ver a Jesús con vida de nuevo habría sido suficiente.
La referencia a la tercera aparición después de la resurrección (vers.14) se
establece una vez más en el contexto de una escena de la corte y se presenta
como la tercera y última de una serie de pruebas de que Jesús, de hecho, se
levantó de entre los muertos.
15 Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de
Jonás, ¿me amas más que estos?” Le respondió: “Sí, Señor, tú
sabes que te quiero”. Él le dijo: “Apacienta mis corderos”. 16
Volvió a decirle la segunda vez: “Simón, hijo de Jonás, ¿me
amas?” Pedro le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”.
Le dijo: “Pastorea mis ovejas”. 17 Le dijo la tercera vez: “Simón,
hijo de Jonás, ¿me quieres?” Pedro se entristeció de que le dijera
por tercera vez: “¿Me quieres?”, y le respondió: “Señor, tú lo
sabes todo; tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis
ovejas”.
Contrariamente a la opinión popular de
que dos palabras diferentes para el amor se usan aquí, se ha demostrado de
manera concluyente que las dos palabras se usan indistintamente en todo el
Nuevo Testamento. La pregunta de Jesús sobre "más que estos" se refiere a
las primeras declaraciones de Pedro acerca de su lealtad total a Jesús en
comparación con el fervor de otros discípulos. Después de tres negaciones,
Jesús recibe tres confirmaciones del amor y la voluntad de Pedro de ser un
Buen Pastor. Jesús le confía a Pedro el pastoreo del rebaño de Israel; al igual
que lo hace con los otros discípulos que deja atrás.
25 Hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si
se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían
los libros que se habrían de escribir. Amén.
Este segundo final tiene una similitud intencional con el primer final del
Evangelio donde el discípulo amado declaró: “Hizo además Jesús muchas
otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en
este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el
Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre” (Juan 20:30-
31).
La Llamada
Como seguramente entendió de la lectura de este libro, opino que el
Evangelio de Juan ha sido malinterpretado durante siglos, tanto por teólogos
cristianos como judíos por igual, con consecuencias dolorosamente tangibles.
Además, si hemos de creer y confiar en el Dios de toda la providencia, esto
también, aunque desafortunadamente, se entiende de alguna manera para ser
usado por el gran bien de la humanidad y para el honor de Su nombre. Pero
solo es mi opinión. Es posible que usted se pregunte: “¿Qué consecuencias
dolorosas? ¿Qué es tan importante sobre este Evangelio en particular?
¿Realmente importa si se ha malinterpretado en algunos puntos claves?”
Es mi convicción que la interpretación errónea del Evangelio de Juan, que
finalmente dio como resultado (obviamente con una avalancha de otros
factores importantes) uno de los más horribles males del siglo 20 –el
Holocausto judío europeo–, se podría haber evitado. Voy a exponerlo con
mucha más franqueza. Estoy seguro de que, si el Evangelio de Juan hubiese
sido interpretado en su propio contexto israelita original, y solo entonces
hubiese sido adecuadamente aplicado a los miembros no-israelitas de la
familia de Dios, el intenso antijudaísmo presente en algunos autores paganos
grecorromanos no habría tenido mucha oportunidad de migrar a la Iglesia
cristiana recién organizada. La interpretación errónea del cuarto Evangelio
(junto con una interpretación errónea de Pablo) justificó el antijudaísmo de
muchos padres de la Iglesia, que más tarde se manifestó en denominaciones
cristianas de diversa índole a lo largo de la historia de la Iglesia.
El Evangelio de Juan ha funcionado en muchos sentidos como uno de los
decisivos lentes interpretativos (junto con los escritos paulinos), a través de
los cuales la mayoría de seguidores gentiles (no judíos) de Cristo han visto
todo lo demás en el Nuevo Testamento. Pero, usted puede decir que el
Holocausto judío europeo tuvo lugar muchos años atrás. Ahora pertenece al
pasado y, aunque no debemos olvidar lo que pasó con los judíos (junto con
muchos otros) en territorio cristiano, debemos seguir adelante y no estar
obsesionados con este tema. Estoy de acuerdo con usted. Sin embargo, creo
que el problema esencial en las relaciones judeo-cristianas aún permanece. Si
no se resuelve, es posible que un día, bajo diferentes circunstancias,
reaparezca y cause aún más daño que antes. Esta es una de las razones por las
que creo que este libro merece una amplia audiencia que se enfrente al reto de
reconsiderar interpretaciones teológicas y sus poderosas implicaciones para la
historia y la vida de personas reales, judíos o no.
Una gran reforma basada en una relectura informada del Evangelio de Juan
podría, si es tomada seriamente, convertirse en una reforma generalizada en
el Cuerpo de Cristo, para la gloria definitiva de Cristo. Soy plenamente
consciente de que esta declaración está abierta a un cargo de auto
engrandecimiento (después de todo, ¿quién soy yo para pensar que esto
posiblemente puede comenzar precisamente con este libro?), pero, no
obstante, estoy convencido de que el desafío que presento en este modesto
trabajo es de gran (desproporcionadamente grande) importancia para la
Iglesia cristiana en la medida en que continúa, en todas sus tres ramas
principales (católicos, ortodoxos y protestantes), reconsiderando lo que se
llama ahora, en el mundo después del Holocausto judío, relaciones judeo-
cristianas.
Mi argumento de que el Evangelio de Juan es un documento polémico
intraisraelita que se ocupa muy poco (o nada), en comparación con los otros
tres Evangelios, del Dios de los propósitos de Israel para las naciones del
mundo, no supone que estas naciones no sean importantes, como tampoco
implique algo similar el hecho de que la Torá de Moisés fuese dirigida
inicialmente a las generaciones de israelitas que salían de Egipto y llegaban a
la Tierra Prometida. Creo que saber a quién fue dirigido originalmente el
cuarto Evangelio permitirá a los modernos seguidores de Cristo, judíos o no,
aplicar el verdadero mensaje de este Evangelio a sus respectivas comunidades
de fe, con fidelidad y pasión.
Lejos de insinuar que el Evangelio de Juan no debe ser leído por los
gentiles (no judíos), ya que no se dirige directamente a ellos en su
composición original, hago un llamado a la Iglesia cristiana de hoy, a
reconsiderar este Evangelio judeo. Creo que, inevitablemente, hará un gran
bien para los judíos modernos, cristianos y las comunidades que están entre
ellos. Esta es mi ferviente esperanza y con este fin presento este libro para su
juicio y amable, pero cuidadosa, consideración.
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1
En el momento de finalizar este libro (2015) los intereses políticos de Rusia y Ucrania habían
chocado hasta llegar a la guerra que tuvo lugar en el este de Ucrania.
2
La mayoría de las citas son tomadas de la Versión Reina-Valera 1995 (RVR1995) con algunas
pequeñas modificaciones. Se alienta al lector a compararlas con otras versiones disponibles y fiables de
la Biblia como la Nueva Biblia Estándar Americana (NBEA), entre otras.
3
Memra es un aproximado equivalente arameo de la palabra “Logos” en griego.
4
Consultar también la Mekhilta de Rabbi Ishmael en Shirta 4 & Bahodesh 5 (ed. Lauterbach);
Mekhilta de Rabbi Simeon b. Yohai, Shirta 4. (pág. 81 de la edición de Epstein) Cf. también la
discusión de Justin Martyr’s de un “segundo Dios” (Diálogo 56-60).
5
El lenguaje de luz y oscuridad es particularmente prominente en el manuscrito de la Guerra (1QM;
4Q491-496).
6
Muchos de los nombres, incluyendo el de Juan, vienen del Nuevo Testamento de nuestros
manuscritos del koiné-judeo-griego del Evangelio. Algunas veces los textos se refieren a los nombres
griegos como Timoteo (Timotheus, que significa “honorado por Dios”) o Andrei (Andreas, que
simplemente significa “hombre” u “hombres”). Mientras que otros nombres fueron, de hecho, nombres
hebreos comunes, estos nombres fueron helenizados y latinizados antes de aparecer en nuestras biblias
en inglés. A modo de ejemplo, Mateo (Ματθαῖος) fue Matitiyahu, que en hebreo ( מתתיהוsignifica
“regalo de Dios”) o Bartolomé (Βαρθολομαῖος) que viene del arameo (תולמי- )ברy significa algo como
“un hijo de labrador”. Juan (Ἰωάννης) fue uno de esos nombres helenizados. Sus padres lo llamaron
Yojanán. Yojanán es una combinación de dos palabras en hebreo: “Dios” y “gracia”. Ahora
imaginemos escuchar el Evangelio leído por primera vez. Alguien luchando para leer claramente, lo
suficientemente alto, y con un tono de voz apropiada, llega al versículo que dice: “había un hombre
enviado por Dios, cuyo nombre era Juan”. Ahora, dígame: ¿no lo escucharía diferente si supiera que el
significado hebreo de Yojanán era la “gracia de Dios”?
(*) En todo el libro se utilizará la palabra "judeos" (Judeans, en inglés), que si bien no existe en
español, se utilizará aquí con el significado de "los habitantes de Judea" u "originarios de Judea" (N. de
la T.).
7
Cf. 2 Sm 7:13-14; 4Q174 3:10-13; para otros textos mesiánicos en Qumrán, consulte el florilegio
mesiánico de 4Q175.
8
E.g., Irenaues, Adv. haer. III.11.8. Cf. la Epístola de Diogneto 11: 6 y Teófilo Ad. Autólico 3.12, la
“ley” y el “Evangelio” están en armonía.
9
Los samaritanos, que eran propiamente israelitas, creyeron que Betel, y no el Monte Sion en
Jerusalén, debía ser por siempre la capital espiritual del pueblo de Israel.
10
CATESISMO Menor de Westminster, Q. 26.
11
Cf. Juan 11:28
12
Cf. mBer. 8; mPeah. 6; mShev. 4.
13
“No será quitado el cetro de Judá ni el bastón de mando de entre sus pies, hasta que llegue Siloh; a
él se congregarán los pueblos” (Gen. 49:10).
14
“Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: ‘Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Yo te tomé del
redil, de detrás de las ovejas, para que fueras príncipe de mi pueblo Israel; y he estado contigo
dondequiera que has ido, he exterminado delante de ti a todos tus enemigos, y te he dado nombre
grande, como el nombre de los grandes que hay en la tierra’” (2 Sam. 7:8-9).
15
Gn 28:10-22; Josefo Ant. 1.19.1-3.
16
La moderna Luza fue fundada en 1980, debido a las tensiones provocadas por la primera intifada.
Los residentes de Luza son inmigrantes samaritanos de Naplusa.
17
Cf. Juan 19:42.
18
El autor de los Jubileos es un gran crítico de un calendario lunar. cf. Jub. 6.32-38).
19
Is. 42:6; 49:6; 51:4; 60:3.
20
El texto completo del documento que conocemos como Nuevo Testamento fue escrito por los judíos
(en el sentido antiguo de la palabra) seguidores de Cristo en un lenguaje que puede ser mejor descrito
como “Judeo-Griega Koiné” en lugar de simplemente como Griego Koiné (o vulgar). En primer lugar,
¿qué es el Griego Koiné? El Griego Koiné (diferente del griego clásico) fue la forma multirregional
común del griego escrito y hablado durante la antigüedad griega y romana. En cualquier caso, no creo
que el tipo de griego que se puede observar en el Nuevo Testamento pueda ser mejor descrito SOLO
como Griego Koiné. Existe otro componente de ese griego koiné, y es su significativa conexión judía y
hebrea. Prefiero llamarlo “judeo-griego” (o judeo griego koiné). ¿Qué es judeo-griego? Bien… judeo-
griego, como el conocido judeo-alemán (yiddish), judeo-español (ladino), y los no tan conocidos
lenguajes judeo-farsi, judeo-árabe, judeo-italiano, y judeo-georgiano son simples formas del griego
usadas por los judíos para comunicarse. Este lenguaje retuvo muchas palabras, frases, estructuras
gramaticales y esquemas de pensamiento características del lenguaje hebreo. Entonces, ¿es el judeo-
griego realmente griego? Sí, lo es, pero es el griego que heredó los esquemas de pensamiento y las
expresiones del semítico. De esta manera, se diferencia de los tipos de griego usados por otros grupos
de gente. Por ese motivo no estoy de acuerdo con la idea de que el Nuevo Testamento fuera escrito
primero en hebreo y luego se tradujera al griego. En vez de eso, creo que fue escrito en griego por
personas que pensaban como judíos y, lo que aún es más importante, de manera multilingüe. Ve, las
personas que hablan una variedad de lenguas también suelen pensar en una variedad de lenguas.
Cuando hablan, en cualquier caso, siempre importan a una lengua algo que procede de otra. No es
nunca una cuestión de “si” eso pasa sino de “cuántas veces” pasa.
Debemos recordar que la versión griega de la Biblia Hebrea fue traducida al griego por destacados
estudiosos judíos de la época. La leyenda dice que 70 eruditos llevaron a cabo sus traducciones de
manera individual y que, cuando estuvieron acabadas, todas encajaban a la perfección. Como digo, “es
una leyenda”. El número 70 es simbólico y representa a las 70 naciones del mundo en el anciano
judaísmo. Esta traducción no era solo para los judíos que hablaban griego, sino también para los no
judíos que, de esa manera, también pudieran acceder a la Biblia Hebrea. Puede imaginar cuántas
palabras hebreas, frases y esquemas mentales se pueden encontrar en cada página de la Septuaginta. Por
tanto, además de los autores del Nuevo Testamento que pensaban en judío y en hebreo, también
contamos con la fuente principal de sus citas del Antiguo Testamento procedentes de otro documento
de autoría judía – la Septuaginta. Entonces, ¡¿es tan sorprendente que el Nuevo Testamento esté lleno
de formas hebreas expresadas en griego?!
Como nota al margen, el uso de la Septuaginta por los escritores del Nuevo Testamento en el realidad
una idea muy fascinante. El texto judío de la Biblia Hebrea que se usa en la actualidad es el texto
masorético (abreviado, TM). Cuando los manuscritos del Mar Muerto fueron finalmente examinados
(un tema tratado en mi video sobre los manuscritos del Mar Muerto y el Nuevo Testamento) resultó que
no existía uno, sino tres diferentes familias de tradiciones bíblicas en tiempos de Jesús. Una de ellas
encajaba con el texto masorético, otra encajaba con la Septuaginta, y otra parece tener conexiones con
la Torá samaritana. Entre otras cosas, por supuesto esto demuestra que la Septuaginta citada por el
Nuevo Testamento tiene gran valor, puesto que estaba basada en un texto hebreo que al menos era tan
antiguo como el texto base original del último texto masorético (TM).
21
20 Cf. 2 S. 7:12-14.
22
La expresión “es necesario” (δεῖ) aparece 10x en Juan (3:7, 14, 30; 4:4, 20, 24; 9:4; 10:16; 12:34;
20:9). Cf. el uso de δεῖ en Lucas y Hechos.
23
Josué 24:32; Josefo, Ant. 2.8.2.
24
De ahí la sacudida de la oscuridad cuando Jesús murió (Mt. 27:45; Mc. 15:33; Lc. 23:44).
25
La Mishná también explora el ritual y la identidad étnica de los samaritanos (mDem. 3:4; 5:9; 6:1;
7:4; mShev. 8:10; mTer. 3:9; mSheqal. 1:5; mKetub. 3:1).
26
Las ciudades de refugio: Nm. 35:1-15; Siquem como ciudad de refugio (Jos. 20; 1 Cr. 6:67).
27
Cf. Juan 1:26-33; 2:6-9; 3:5, 23; 4:7-28; 4:46; 5:7; 7:38; 13:5; 19:34.
28
Es fascinante pensar que, quizás, hay también alguna relación con la violación de Dina y la posterior
violencia que siguió como resultado (Gn.34) puesto que estos eventos también están asociados con este
lugar.
29
Monte Sion como epicentro (Sal. 2:6; 9:11, 14; 14:7; 20:2; 48:2; 48:11-12; 50:2; etc.; 1QM 12:13;
19:5).
30
Debemos recordar que Jesús dio instrucciones a sus discípulos para que no abandonaran Jerusalén
después de su resurrección. Les dijo “… pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la
tierra” (Hechos 1:8). Ha sido tradicionalmente asumido que Samaria era simplemente un punto
geográfico a medio camino entre la Judea judía y los confines paganos de la tierra. Como argumentaré
después, este no era ciertamente el caso. Leemos que los apóstoles predicaban el evangelio en las
aldeas de Samaria, poniendo en marcha la directiva de Jesús: “… Ellos, habiendo testificado y hablado
la palabra de Dios, se volvieron a Jerusalén, y en muchas poblaciones de los samaritanos anunciaron el
evangelio” (Hechos 8:25). Se nos dice “los apóstoles en Jerusalén habían oído que Samaria había
aceptado la palabra de Dios”. Es decir, en comparación con muchos otros, las tierras samaritanas eran
muy receptivas al evangelio (Hechos 8:9-14). Los israelitas samaritanos, de manera distinta a hoy,
constituían un considerable número de personas que aseguraban ser un remanente de las tribus del norte
de Israel. Algunos estudios recientes muestran en prestigiosos diarios sobre investigación de ADN, que
existía un vínculo genético entre los samaritanos modernos y los sacerdotes israelitas de la antigüedad
(ver el artículo de Oefner, Peter J. y otros en la lista de sugerencias). Es muy difícil hablar en números
exactos, pero los investigadores que se centran en los estudios sobre samaritanos sugieren que su
población durante el primer siglo era prácticamente igual (o casi igual) al número de israelitas judeos,
tanto en la Tierra como en la diáspora. Los otros Evangelios, especialmente el de Mateo, estaba
demasiado centrado en Judea, e incluso era anti-samaritano, para ser apropiado en su uso entre los
israelitas samaritanos. Leemos en Mateo 10:5-6: “A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones
diciendo: ‘Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las
ovejas perdidas de la casa de Israel’”. Mateo emparejó a los paganos con los samaritanos y enfatizó la
orden (al menos en la etapa del ministerio) de no ir a los pueblos samaritanos. En su gran misión
(Mateo 28:19-20), Mateo mostró de nuevo esta visión observando la orden de Jesús a sus discípulos
israelitas judíos para simplemente hacer discípulos de todas las naciones, sin prestar demasiada
atención a los israelitas samaritanos.
(*) En todo el libro se utiliza "Shabbat" para hacer referencia al día
de reposo judío, el séptimo día de la semana, el sábado. (N. del E.).
31
Aunque λύω ocurre en 7:23 en una forma que indicaría “descanso”, es una traducción aceptable y
apropiada en este contexto.
32
El uso de la palabra “milagros” en el Evangelio de Juan, está ligeramente tergiversada, presentando
constantemente los actos maravillosos de Jesús como “señales” (σημεῖα). Este no es el caso en los
Sinópticos, que hablan de los “milagros” realizados por Jesús u "obras de poder" (δυνάμεις).
33 Cf. Marcos 1:9-11.
34
Am ha’aretz aparece 40 veces en el Mishná, de manera destacada en los tratados Demai, Avot y
Toharot.
35
Cf. La desaparición y reubicación física de Felipe en Hechos 8: 26-40.
36
El reino del norte de Israel incluía algo más que Samaria. Samaria solamente era un territorio de
Efraín y Manasés. Sin embargo, los samaritanos israelitas se han definido a sí mismos como remanente
del norte de Israel y, por lo tanto, pueden haber simbolizado la parte norte de Israel.
37
Voy a argumentar que el punto de Jesús aquí no es diferente a lo que ya leen en la Biblia y deberían
estar familiarizados con un movimiento desde el presente hasta el final. Aquí hay un ejemplo que viene
a la mente, pero hay otros. ¿Se acuerda de la prohibición bíblica contra los juramentos, junto con la
afirmación de que Israel debe jurar solamente por Dios mismo? Leemos en Mateo 5: 34-35: "Pero yo os
digo: No juréis de ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es
el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey". Pero leemos en
Deuteronomio 10:20: "Al Señor tu Dios, temerás, a él solo servirás, a él seguirás y en su nombre
jurarás". En Hebreos 6:13 leemos: "Cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por
otro mayor, juró por sí mismo". No hay disculpa. La razón por la que Jesús prohíbe jurar a sus
seguidores no es porque piensa que jurar es poco ético en todos los casos, sino porque no hay ninguna
razón para jurar sobre las cosas que, en primer lugar, no son importantes, y en segundo lugar, llaman a
las cosas inferiores en calidad de testigos. Si uno debe jurar, uno debe jurar por lo ultimo: por el mismo
Dios de Israel.
38
Cf. Hechos 15: 19-21.
39
Cf. Lv. 3:11; 21:6; Nm. 28:2.
40
Simón el Zelote y varios otros con tendencias similares.
41
Cf. Josefo, Ant. 14.2.1-2; 20.5.3.
42
Cf. Lv. 23:42-43; Neh. 8:14-17.
43
Quizás este sentimiento estaba detrás de la afirmación de Jesús a los fariseos: “Así que, todo lo que
os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; pero no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, pero no
hacen” (Mt. 23:3).
44
Cf. Melquisedec, un tipo de Cristo que tampoco tenía “ni padre ni madre” (Heb. 7:1-4).
45
De acuerdo con el historiador judío Josefo, a quien Roma encargó que escribiera la nueva historia de
los judíos, “Alejandro (un rey de Judea hecho cautivo por Pompeyo en 63 a.C. durante la toma de
Jerusalén por los romanos) dejó dos hijos, Hircano II y Aristóbulo II, pero prometió el reino a
Alejandra… Ella permitió a los fariseos que hicieran lo que quisieran y ordenaba a la multitud que les
obedeciera. Ella también restauró otra vez esas prácticas que los fariseos habían introducido, de
acuerdo con las tradiciones de sus antepasados, y que su suegro, Hircano I, había abolido. Ella tenía el
título de soberana, pero los fariseos tenían el poder” (Antig 13.16.2 408-409).
46
Cf. también la mención de Filón de los judíos alejandrinos que evitaban el Templo de Jerusalén
(Migr. Abr. 89–93).
47
Cf. En la transmisión oral del Evangelio, ver 1 Co. 15: 1-3.
48
Las referencias a “subió a Jerusalén” incluyen 2 S. 19:34; 1 R. 12:28; 2 R. 18:17; 2 Cr. 2:16; Mt.
20:17-18; Mc. 10:32-33; Lc. 18:31; Jn. 5:1 entre muchos otros.
49
Cf. Las tradiciones de Jesús "hijo de Panthera" en (mucho más tarde) el discurso rabínico (tHullin
2:22; Qohelet Rabbah 1:8(3), y Abodá Zará 2:2(7); 2:2(12), yShab. 14:4(8); 14:4(13).
50
Esta declaración (vers. 56) de Jesús también se puede referir de nuevo al carnero atrapado en un
matorral cuando Abraham fue llamado a sacrificar a Isaac. Desde luego, se regocijó entonces. Dios el
Padre muy probablemente le mostró a Abraham en ese momento que su voluntad de poner a su “único”
hijo en el altar, remitía a otro día cuando un gran padre, voluntariamente ofrecería a su único hijo en el
“altar del sacrificio”.
51 El vocablo “asociación” vs. “asamblea” puede ser un poco impreciso debido a la existencia de
“asociaciones” de diversos grupos de interés en el mundo antiguo (ej. Hch.19:24-27). Las reuniones
más numerosas de ciudadanos y de trabajadores del metal en Éfeso se llamaba “ekklesia” (Hch.19:41).
Una palabra mejor para “sinagoga” sería “asamblea” (cf. BDAG, συναγωγή 2).
52
Dios como Pastor es caracterizado y referenciado en Gn. 48:15; 49:24; Sal. 23:1; 80:1; Ez. 34:15.
53
Este es un tema importante en el Diálogo de Justino Mártir con Tifrón, capítulos 56-60.
54
La palabra hebrea para “Dios” y la palabra traducida “dioses” en Sal. 82:6 son la misma – elohim
(,( ֱאלִהיםque también puede referirse a alguien poderoso como los gobernantes o los jueces.
55
Este es un tema importante en Deuteronomio, Cf. Dt. 32:8, donde el Altísimo reparte las naciones de
acuerdo con el número de “divinidades” o “dioses”, y Dt. 32:43, donde los “dioses” eran invocados
para loar al Dios de Israel.
56
Ver también en Juan 13:14.
57 Cf. Josefo Ant. 18.1.5.
58 Pueden visitar la página de Michael Card www.michaelcard.com.
59 Sobre la contaminación del cuerpo, ver también Lv. 22:4; Nm. 5:2; 6:6-11; 9:6-18; Sir. 34:30 así
como la historia del Buen Samaritano (donde el sacerdote rehúsa ayudar al “hombre medio muerto”).
60
Ro. 1:16 (y también a los gentiles en la Nueva Versión Internacional, por ejemplo).
61
Hellenistas en singular o Hellenistoi en plural.
62
Hellen en singular o Hellenistoi en plural.
63
Cf. Mek. de Rabbi Ishmael, Bachodesh 3-4.
64
Las referencias al tabernáculo o al templo como la casa de Dios: 1 Cr. 6:48; 9; 22; 2 Cr. 3:3; 4-5;
Esd.1:4; 2:68; 3:8, Sal. 42:4; 52:8; Jue. 9:1; Mt. 12:4, entre otros.
65
Cf. Juan 6:15.
66
Otros pasajes de Israel-viña son: Jr. 2:21; 5:10; 6:9; 12:10; Os. 10:1; Mt. 21:33-44.
67
Al Rey David también se le dio la misma promesa (Sal. 18:29).
68
Si la misma persona que escribió el Evangelio y las cartas escribió, en efecto, el libro de Apocalipsis
(y soy consciente de importantes diferencias estilísticas de idioma entre ellos y otros temas), el cambio
de significado podría cobrar un sentido perfecto. El libro de Apocalipsis es un documento judío que es
intensamente antiromano. La ambigüedad del significado en Juan y sus cartas va más allá de los
Ioudaioi y del Imperio Romano. Esto llega al mundo/orden general del mal que se opone a Dios en
cualquier lugar y momento. Así que estoy sugiriendo que el cambio en Juan es de lo particular a lo
general.
69
Cf. Mt. 6:10; Didaché 8:2.
70
Véase Johnston, A.E. Was John the Son of Zebedee a Priest? (¿Era Juan, el hijo de Zebedeo, un
sacerdote?) (The Irish Church Quarterly, Vol. 2, No. 8 (Oct., 1909), pp. 292-307) así como Kinzer,
M.S. Temple Christology in the Gospel of John (Cristología del Templo en el Evangelio de Juan).
Disponible en: http://jewishstudies.eteacherbiblical.com/wp-
content/uploads/2013/06/Temple_Christology_in_the_Gospel_of_John.pdf
71
Cf. Juan 11:44 allí Lázaro también tiene una tela separada para su cara.
72
Hay una serie de textos antiguos en los que los ángeles juegan un papel destacado en una visión o
narrativa y en la que rechazan la conducta equivocada del ser humano a la postración. Cf. Ascen. 7.18-
23; 8.1-10, 15; Ap. 19.10; 22.8- 9; Tb. 12.16-22; Ap. Sof. 6.11-15.
73
Bartolomé y Natanael están documentados en la lista de los doce apóstoles, pero nunca juntos. En
Mateo, Marcos y Lucas, Bartolomé es catalogado como uno de los doce, pero Natanael no lo es. Por el
contrario, en Juan, Natanael aparece, pero Bartolomé no. A partir de eso, muchos lógicamente asumen
que Bartolomé y Natanael eran en realidad el mismo hombre, que era conocido por dos nombres, como
Simón Pedro o Saúl Pablo.
74
Richard Bauckham, "Los 153 Peces y la Unidad del Cuarto Evangelio", Neotestamentica 36 (2002):
77-88.