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Es común que la literatura del filósofo sea arriesgada. También es usual que esa
producción sea de digestión pesada. Pues bien, para el caso del señor Ortega y Gasset
solo se cumple la primera parte. “La deshumanización del arte” que nos ocupa es una
verdadera joyita del ensayo patrio. Y más concretamente, brilla con luz propia dentro
de ese abundante vergel donde generación tras generación, literatos, pensadores y
demás intelectuales aportan su granito en y para la teorización del arte.
Pero mas alla de los aciertos de Ortega y Gasset en su acercamiento a lo que el da en
denominar: arte nuevo. Lo mas interesante es el propio vehículo de su pensamiento. Y
es que la prosa del ilustre madrileño es rauda, directa y concienzuda, tocada de la
claridad que pueden aportar aquellos que no solo saben elucubrar, sino también
vender lo que paren.
Por ello la lectura de La deshumanización del arte puede resultar (por supuesto a un
interesado) tremendamente entretenida a la par que reveladora. Particularmente, un
servidor ha desfrutado mas con la obra que nos ocupa, que con buena parte de la
narrativa de bolsillo que he tenido la ocasión de leer en el ultimo año.
Giuseppe Pellizza da Volpedo. El cuarto poder. 1901. Oleo sobre tela, 293x545 cm.
Galleria d'Arte Moderna. Milan. Italia.
“Ante las figuras de cera todos hemos sentido una peculiar desazón. Proviene esta del equivoco
urgente que en ellas habita y nos impide adoptar en su presencia una actitud clara y estable.
Cuando la sentimos como seres vivos nos burlan descubriendo su cadavérico secreto de
muñeco, y si la vemos como ficciones parecen palpitar irritadas. No hay manera de reducirlas a
meros objetos. Al mirarlas, nos azora sospechar que son ellas quienes nos están mirando a
nosotros y concluimos por sentir asco hacia aquella especie de cadáveres alquilados”.
Ron Mueck. Una niña. 2006. Scottish National Gallery of Modern Art, Edinburgo.
Escocia.