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Los teóricos definen a la Ética como una ciencia normativa que estudia la
rectitud de los actos humanos, según los principios últimos y racionales, o sea
que estudia el comportamiento del hombre y como este repercute en la
generación del bienestar o el malestar de sí mismo y de los demás.
Sin embargo, en la película cuando ella comienza a percibir que el hombre con
el que sale su paciente es su hijo, nos enfrentamos a otro tipo de dilema ético:
El bienestar del paciente vrs las necesidades del terapeuta – así como en el
dilema anterior dijimos que el terapeuta debe de velar siempre por el bienestar
del paciente, en este dilema se debe de ser aun más enfático en el hecho de
proteger el bienestar de la persona que acude a consulta. La persona
consultante acude a terapia ya que posee dificultades, deposita su confianza,
su fe y su información personal en el terapeuta, con lo que el terapeuta debe de
responder a su paciente con respeto, lealtad y profesionalismo.
Retomando el tema del bienestar, este debe de ser una condición igual para
ambas partes durante un proceso terapéutico (paciente-terapeuta). Es una
cuestión delicada, ya que no hay que olvidar que el terapeuta también es una
persona y tiene sus deseos y necesidades. Todo sujeto busca el placer, el
placer es poder satisfacer sus necesidades, sin embargo, no todas sus
necesidades deben de ser satisfechas, las que deben de satisfacerse son las
que tienen congruencia con su propio bienestar y el bienestar de los otros.
Si satisface sus necesidades con acciones que están fuera de los margines
permitidos entra en juego la culpa. Toda infracción a la regla va a generar en el
sujeto la culpa de sus actos y el miedo de ser descubierto y castigado por sus
actos. En el terapeuta debe de prevalecer su Ethos profesional por encima de
sus necesidades individuales.
Ante el conflicto que puede producir situaciones como la presente en la
película la sociedad ha impuesto una serie de reglas que facilitan y perpetúan
un orden social y una sana convivencia. Con esto se reduce la posibilidad de
que el sujeto prefiera su bienestar (al menos en consulta), y así éste ser pone
por encima de sí mismo el bienestar de los otros (de su paciente).
Con estos términos delineados debemos entonces analizar que es lo que
realmente esta terapeuta debió de hacer. Esta situación la llevó a su terapia
personal, en donde su terapeuta le dice “si lo dejas en este momento, te
arrepentirás mas adelante…”.
Continuar con el proceso no fue una decisión que tomo pensando en el
bienestar de su paciente, si no pensando en su propio bienestar. No quiso dejar
la terapia por su orgullo personal y profesional.
Quizás lo peor fue que al avanzar la terapia la terapeuta utiliza a su paciente
para controlar la vida de su hija, para indagar que es lo que hace, como lo hace
y que consecuencias tiene. La terapia deja de serlo y se convierte en un simple
noticiero de lo que hace su hijo semana por semana.
Ante un fenómeno como este hay que preguntarse ¿Cuál sería la postura más
ética en una situación así?
Freud quizás nos puede dar una luz en este tema, él expresa: “El sujeto debe
decidirse entre reconocer el peligro real, inclinarse ante él y renunciar a la
satisfacción pulsional o desmentir la realidad objetiva… a fin de preservar en la
satisfacción” (Freud, S, 1985, 275).
Judith Ladanyi en el libro “Inscribir el psicoanálisis” enfatiza que hay que
“reconocer la realidad, si se trata de la realidad del deseo, toma su verdadera
dimensión, como aquello que puede ser o no: tener un destino, un camino
horrible pero seguro o afrontar que no hay otro camino, que se hace camino al
andar, que es incierto y puede no ser tan satisfactorio” (Ladanyi, J, 1992, 56)