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La presencia del color en todos los aspectos de nuestras vidas es sumamente central. Así, el
color tiene importancia en varios sentidos: nos permite expresar estados de ánimo, nos permite
darnos a conocer y señalar nuestra identidad, sirve para distinguir nuestro producto de otro,
sirve para comunicar a través del color de nuestra vestimenta, etc. Debido a la importancia que
hoy en día tiene lo visual para la sociedad occidental, el color tiene una importancia sin duda
magnífica.
Aunque el color es, con el dibujo, la esencia de la pintura (su personal "paleta", junto con su
personal trazo o pincelada, caracterizan a cada pintor), también ha tenido, desde la
Antigüedad, un papel decisivo en escultura (escultura policromada) y arquitectura; algunas
veces combinadas entre sí (relieves concebidos como decoración arquitectónica o partes de un
edificio concebidas como soporte escultórico) y otras por separado.
En la mayor parte de las técnicas de pintura (fresco, acuarela, temple, óleo, pastel, acrílico) el
color se obtiene a través de los pigmentos que se mezclan con un aglutinante para fijarse
al soporte (muro, tabla, pergamino, papel), que puede o no añadir algún componente
cromático, por transparencia o por dejar parte de la superficie sin pintar, o estar previamente
preparado con una imprimación. En otras técnicas (mosaico, collage), así como en escultura y
pintura, tanto puede provenir del color propio de los materiales empleados como de su
modificación (siendo esta intencional o casual). Las cualidades cromáticas de la materia (blanco
del mármol y otras piedras escultóricas y arquitectónicas, "broncíneo" del bronce pulido, verde
oscuro del bronce con pátina, dorado del oro, color de las maderas empleadas para la talla o
como material de construcción) pueden haber sido intencionadamente escogidas por los
artistas o bien ser resultado de la necesidad; también ha ocurrido que la mitificación del arte
del pasado ha ennoblecido de tal modo la percepción actual sobre esas obras que se aprecian
características cromáticas que en la época no tenían (por estar cubiertas de pintura hoy
desaparecida o por haberse modificado de forma que sus creadores podían o no haber
considerado).
Más allá de ello, las especulaciones teórico-técnicas acerca del llamado "color local" (el que
presuntamente tendría un objeto en sí), compatibles con el tradicional uso "realista" del color
en el arte, dieron paso a partir de la segunda mitad del siglo XIX a una comprensión más
ajustada a las nociones científicas que la óptica proporcionaba, lo que estuvo en la base de la
"revolución" impresionista (al tomar conciencia de que los objetos no tienen color en sí, sino
únicamente reflejan, según sus características, la luz que reciben, que a su vez está
determinada por sus distintos posibles orígenes, y de que es el sistema visual del espectador el
que percibe los colores como resultado de la luz que llega a sus ojos).