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Año 3, nro. 4
Febrero 201
2011
ISBN 978-987-1519-15-6
1. Derecho Penal. I. Título
CDD 343.
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BAHIA BLANCA
Revista del Institu to de Estudio s Penales 3
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Mg. José Ignacio Pazos Crocitto
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Abog. Andrés Bouzat (Prof. Adjunto de “Ciencia Política” y “Filosofía del Derecho”, Director Decano
Departamento de Derecho U.N.S.).
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Abog. Alejandro S. Cantaro (Prof. Adjunto de “Derecho Penal I” y “Derecho Penal II” U.N.S., Director de la
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4 Revista del Institu to de Estudio s Penales
Revista del Institu to de Estudio s Penales 5
(2010-2011)
Presentación
Los fallos in extenso, de los que aquí sólo se traen extractos, se hallan en
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En “Derecho Internacional”, sección a cargo de la abog. Elena Baquedano y
coordinada por el abog. Federico Arrúe se seleccionan distintas resoluciones de
organismos internacionales, referentes a temáticas penales o procesal penales,
para posteriormente, de la mano de la Directora seccional (Profesora de la materia
‘Internacional Público’ de la Universidad Nacional del Sur) extraer conclusiones
sobre la materia tratada. En la especie, se analizan diversos fallos de la C.S.J.N.
referentes a los delitos de lesa humanidad con nota de la Directora de la sección.
Esta es la cuarta entrega de la publicación que presentamos, con los mismos
deseos que en la primera, esperamos continuar problematizando y aportando a la
discusión de la teoría del Derecho, el Derecho Penal y el Derecho Procesal Penal,
elementos marginales en la vastísima arena de dichas cuestiones.
El Director
10 Revista del Institu to de Estudio s Penales
Revista del Institu to de Estudio s Penales 11
Índice
PRESENTACIÓN
ACTIVIDADES ACADÉMICAS
2) Roveta, María Carla; Homicidio criminis causae. Marco de análisis: Art. 80.7
comentado en el marco de la obra de Baigún, David y Zaffaroni, Eugenio (Dir.),
Terragni, Marco A. (coordinación); Código Penal y normas complementarias.
Análisis doctrinal y jurisprudencial. Parte Especial, t. 3, 2ª ed., arts. 79 a 96,
Hammurabi, Buenos Aires, 2010; págs. 51 a 57.
DOCTRINA
1) Fernández Quintás, Pablo Alejandro; El derecho al silencio y el derecho a
ser oído. Sus alcances. Tensiones. La paridad de armas, págs. 95 a 111.
3) Ares, José Luis; Juicio Abreviado: lo que hay que saber, págs. 127 a 131.
JURISPRUDENCIA
SECCIÓN I. JURISPRUDENCIA NACIONAL Y PROVINCIAL
95 C.P. reclama ejercer violencia sobre alguien, no matar o lesionar. En el plano subjetivo
requiere una indeterminación de la finalidad. El dolo sólo abarca el ejercicio de violencia. La
figura se estructura sobre la base del desconocimiento acerca de quién causó el resultado.
§3.- Sala III del Tribunal de Casación Penal de la pcia. de Buenos Aires, causa número
11646 (registro de Presidencia Nº 41031) caratulada: “M., E. D. y otro s/ recurso de
casación”, rta. 7 de septiembre de 2010. La figura de homicidio en agresión, se configura
cuando más de dos golpean al que permanece inmóvil. Hay dolo indeterminado en el que se
confunden el designio de ofender y agredir con el de matar. Se ignora la mano que causó la
muerte: el autor es incierto. Si el acometimiento tumultuario es fruto de la exaltación y no de
una convergencia intencional se aplica el art. 95 C.P. y no el 79.
§1.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa
nº 40.784 caratulada “P., A. D. s/Rec. de Casación”; rta. 5 de octubre 2010. No se hizo
lugar al avenimiento del art. 132 del C.P. pues la figura no se halla previsto para ello y no se
acreditó una relación afectiva preexistente entre imputado y víctima.
§1.- Sala VI, Cám. Nac. Crim. y Correc., causa Nro. 39.230, caratulada: “R., M. A.
s/competencia ”, rta. 13 de mayo 2010. Para la aplicación de la agravante del hurto del art.
163.3° del C.P., la llave debe ser usada ilegítimamente, si fue proporcionada por la víctima no
se configura.
§2.- CNCRIM Y CORREC, sala IV, “Ocupantes del inmueble sito en ..., D
s/Competencia”, rta. 13 septiembre 2010. Señal de cable. Conexión clandestina. El mero
corte de cable para realizar dicha conexión no constituye la “fuerza en las cosas” requerida
por el art. 164 del Código Penal. Competencia de la justicia correccional. DISIDENCIA:
configuración del delito de ROBO. Competencia de la justicia criminal. Fuente elDial.com -
AA6385.
§3.- Tribunal Oral en lo Criminal n° 7 de Capital Federal, causa n° 3226/3454,
caratulada: “Lusvy Miguel Zeña Mera por robo con arma de utilería y robo”, rta. 19 de
mayo de 2010. Robo agravado por la utilización de una réplica de arma. Características de la
figura.
§4.- Sala III del Tribunal de Casación pcia. de Buenos Aires, causa número 4.852
(Registro de Presidencia 18.582) caratulada: “O., M. G. s/ recurso de casación” y su
acumulada número 4.853 (Registro de Presidencia 18.583) caratulada: “D., E. I. s/ recurso
de casación”, rta. 13 de julio 2010. Momento consumativo del secuestro extorsivo.
§5.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires, causas
Nº 40.419 y su acumulada Nº 40.206 seguida a C. C. M. y a J. A. V., rta. 16 de septiembre
de 2010. Secuestro extorsivo y exigencia económica.
§6.- Sala Primera del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa
N°15.012, caratulada "CH., G. M. s/ recurso de casación", rta. 21 de septiembre de 2010.
Arma es todo objeto destinado a ofender o defender. Un revólver o una pistola son armas aun
cuando estén descargados.
§7.- Sala Primera del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa
N°15.012, caratulada "CH., G. M. s/ recurso de casación", rta. 21 de septiembre de 2010.
El fundamento de la agravante de la banda es la mayor probabilidad de éxito de los agentes.
Límites con la figura de la asociación ilícita.
§8.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires,
recurso de casación interpuesto en favor de J. A. G. L. en la presente Causa Nº 14.926, rta.
14 de julio 2009. El desapoderamiento sin apoderamiento, no permite dar por acreditado el
robo. El descarte de los elementos por el agente, a través de una acción “no libre” –escenario
restrictivo de la libertad derivado de la presencia policial- no implica disponibilidad.
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§7.- C.S.J.N.; "Halabi, Ernesto c/ P.E.N. - ley 25.873 - dto. 1563/04 s/ amparo ley 16.986",
rta. 24 de febrero 2009. Las comunicaciones a que se refiere la ley 25.873 integran la esfera
de intimidad personal. Recepción del precedente de la C.I.D.H. “Bulacio”: condicionamiento
de la actuación estatal al respeto de los derechos fundamentales. La correspondencia y las
telecomunicaciones son inviolables, sólo un juez de manera fundada en el marco de un
expediente puede determinar su excepción. Requisitos para restringir la inviolabilidad de la
correspondencia. La ley 25.873 es vulnerante del derecho a la intimidad, por cuanto sus
previsiones no distinguen ni precisan de modo suficiente las oportunidades ni las situaciones
en las que operarán las interceptaciones.
§8.- Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 12, causa nro. 7786/08
caratulada 'Paek Un s/ delito de acción pública', rta. 1 de septiembre 2008. El
hacinamiento, las condiciones de higiene y la falta de comodidades; como así la brecha
horaria que debían cumplir, revelan una situación que de ningún modo puede ser considerada
como beneficiosa a la luz de otras condiciones que podían estar padeciendo en su lugar de
origen y que pudieran haberlos conminado a considerar que su situación era ostensiblemente
más provechosa. 'Facilitación de Permanencia ilegal de extranjeros en el país'. Ley de
Migraciones: práctica de emplear a trabajadores migratorios que se hallen en situación
irregular, figura dolosa. Delito de Reducción a la servidumbre -art. 140 del C.P.-: cambiar la
condición de hombre libre por la de siervo, apoderarse de un hombre para reducirlo a la
condición de una cosa, vulneración de las condiciones de dignidad, pretender que las víctimas
prestaban su consentimiento, corresponde señalar que éste no puede existir frente a la
persecución, a la violencia o al fraude; y no puede alegarse la existencia de un consentimiento
válido por parte de quien se encuentra sometido en tanto que la misma disminución volitiva
derivada de su situación psíquica.
§9.- Sala I Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, causa 35.801 –
“B., I. N. s/ sobreseimiento”, rta. 21 de mayo 2009. Vejar implica molestar, perseguir y
maltratar o hacer padecer a una persona. Tratamientos mortificantes. Personal policial que no
actúa acorde a la normativa legal ante la comisión de un delito flagrante: innecesariedad de
increpar y someter a actos vejatorios al aprehendido.
§10.- Sala I de la Cámara Penal, Contravencional y de Faltas de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, Causa Nº 39028-02-CC/08 Incidente de excepción por atipicidad “DIEZ,
María Carolina y CUNDO, Alexis s/inf. art. 149 bis y 183 CP-Apelación”, rta. 4 de
septiembre 2009. No son amenazas las frases dichas irreflexivamente en el calor de un
altercado verbal o en un rapto de ira. Para ser tales precisan tener idoneidad suficiente para
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§7.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires,
recursos de casación interpuestos, por un lado, por la defensa de R. R. C. y L. R. -Causa
Nº 34.602- y, por otro lado, por el MINISTERIO PÚBLICO FISCAL –Causa N° 34.604-,
rta. 19 de marzo 2009. Descarte de que los estupefacientes eran para consumo personal con
motivo de la cantidad de estupefacientes secuestrados en distintos lugares. No aplicación de la
agravante del art. 11.e de la ley 23.737 si la venta de estupefacientes se realizaba en la
intimidad, pese a tener una escuela y un hospital en las cercanías.
§8.- Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal, causa n̊ 10.201 caratulada:
“Navarrete Venegas,Eduardo Arman s/recurso de casación”, rta. 4 de febrero 2009.
Receptación del precedente “Vega Giménez”, la figura residual es la de tenencia simple.
Constitucionalidad de la figura del art. 14.2° de la ley 23.737, la ley no distingue la cantidad
de estupefacientes –figura de peligro abstracto; receptación del precendete “Montalvo”,
peligro para la salud pública-. La cantidad de estupefacientes incide sobre la calificación
seleccionada y la individualización de la pena, pero no en la desincriminación de la acción.
§9.- C.S.J.N. “Colavini”, rta. 28 de marzo 1978. Esfera de acciones que el Derecho deja
libres. Ámbito de libertades (art. 19 C.N.). Constitucionalidad de la figura que pune la tenencia
de estupefacientes para consumo personal: no se trata de una acción privada –una autolesión
in extremis-, sino susceptible de afectar la salud de la comunidad. La represión del tráfico de
estupefacientes importa punir tanto al elaborador como al consumidor. Sin usuarios y
consumidores no existiría producción. Los estupefacientes provocan impulsos antisociales.
§10.- C.S.J.N., “Vega Giménez, Claudio Esteban s/ tenencia simple de estupefacientes -
causa N° 660-, rta. 27 de diciembre 2006. El extremo de que el consumo personal de
estupefacientes deba probarse por la “escasa cantidad y demás circunstancias” no puede
llevar a que en la duda se excluye el tipo del art. 14.2 de la ley 23.737. Intelección favor rei.
Necesidad de analizar los elementos subjetivos del tipo penal.
§11.- Sala I Cámara Criminal y Correccional Federal, causa nro. 41238, caratulada:
“Villalba, Norma s/ inf. Art. 14 ley 23.737”, rta. 7 de febrero 2008. Suministro gratuito (art.
5.e ley 23.737), no importa una disminución de pena de la figura del tráfico, sino una figura
autónoma dirigida al “convite ocasional”. La acción precisa una ultraintención consistente en
que la provisión sea para el consumo personal del receptor.
§12.- C.S.J.N. “Bazterrica Gustavo Mario s/Tenencia de Estupefacientes”, rta. 29 de
agosto 1986. Ámbito de inmunidad de las acciones privadas (art. 19 C.N.). El legislador no
puede abarcar con sus prescripciones las acciones que no ofendan la moral pública. El
problema de la drogadicción: necesidad de políticas públicas enderezadas a brindar seguridad
Revista del Institu to de Estudio s Penales 21
Atipicidad de la figura por falta de lesión, necesidad de reducir la violencia del sistema
punitivo cuando no hay afectación de bienes jurídicos.
§16.- C.S.J.N. “Arriola, Sebastián y otros s/ causa n° 9080”, rta. 25 dee agosto 2009.
Zigzagueante jurisprudencia del superior tribunal argentino en materia de tenencia de
estupefacientes para consumo personal. Necesidad de examinar el tema nuevamente. Fracaso
de la política implementada en “Montalvo”: no se combatió eficazmente la actividad vinculada
al comercio de estupefacientes a través de esta incriminación. Necesidad de relevar la reforma
constitucional de 1994 receptando el andamiaje de tratados de Derechos Humanos: derecho a
la privacidad libre de injerencias arbitrarias. Autonomía personal y dignidad humana. La
revictimización: el adicto como víctima. La peligrosidad como estándar excluido de la
evaluación del accionar delictivo. Imposibilidad de recurrir a la mera invocación de intereses
colectivos para justificar la persecución de acciones sin respetar los principios democráticos.
Principio pro homine como lectura más compatible para consagrar la zona de libertad
individual. Acciones del ámbito de reserva (art. 19 C.N.). La declaración de
inconstitucionalidad de la tenencia de estupefacientes para consumo personal no implica la
legalización de la droga. Directivas para tender compromisos entre las instituciones con el fin
de combatir el narcotráfico. La desincriminación del tenedor de estupefacientes para consumo
sólo se da si no hay riesgos para terceros. Incompatibilidad de la figura del art. 14.2 de la ley
23.737 con el diseño constitucional. Diseño liberal de la constitución argentina.
§17.- Cámara Federal de Apelaciones de General Roca, causa “S., P. M. s/ ley
estupefacientes” Expte. N° P11310, rta. 25 de noviembre 2010. Receptación de los
precedentes “Azari Meza” y “Arriola”. Cultivo de plantas destinadas a producir
estupefacientes para el propio consumo (art.5, anteúltimo párrafo, de la ley 23.737): no es
captada por los precedentes anteriores si el encausado cultivaba en un ámbito familiar que ya
no era esfera personal.
§3.- Sala III del Tribunal de Casación pcia. de Buenos Aires, causa número 4.852
(Registro de Presidencia 18.582) caratulada: “O., M. G. s/ recurso de casación” y su
acumulada número 4.853 (Registro de Presidencia 18.583) caratulada: “D., E. I. s/ recurso
de casación”, rta. 13 de julio 2010. Competencia federal, no procede cuando los hechos
tengan estricta motivación particular.
§4.- Sala VI, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, Causa Nro.
40.376 “N.N. Dam. G., S. D. s/competencia”, rta. 22 de octubre 2010. Es competencia
federal la violación del correo electrónico de cara a su equiparación con la correspondencia
(art. 153 CP) a partir de la reforma de la ley 26.388.
§1.- Sala III, Tribunal de Casación Penal pcia. de Buenos Aires, causa nº 12.029 (Registro
de Presidencia nº 41.855) “G., A. y M., M. Á. s/ Recurso de queja”, rta. 17 de junio 2010.
Garantía de la proscripción de la “doble valoración” y prohibición de non bis in idem.
§2.- Sala III del Tribunal de Casación pcia. de Buenos Aires, causa número 4.852
(Registro de Presidencia 18.582) caratulada: “O., M. G. s/ recurso de casación” y su
acumulada número 4.853 (Registro de Presidencia 18.583) caratulada: “D., E. I. s/ recurso
de casación”, rta. 13 de julio 2010. Principio de congruencia: no se refiere a la calificación,
sino a la correlación de los hechos entre la acusación y la sentencia.
§3.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires, causas
Nº 40.419 y su acumulada Nº 40.206 seguida a C. C. M. y a J. A. V., rta. 16 de septiembre
de 2010. Principio de congruencia: derivación de la garantía de defensa en juicio. Correlación
del hecho imputado en las sucesivas etapas procesales. Art. 374 del C.P.P. Fallo “Fermín
Ramírez c. Guatemala” de la CIDH. Fallo “Sircovich” de la C.S.J.N. El objeto del proceso
debe permanecer incólume pudiendo variar, sin violación al principio acusatorio, en
circunstancias particulares. Provisoriedad del requerimiento fiscal de elevación a juicio.
§4.- Sala III del Tribunal de Casación Penal, causa número 10212 (registro de Presidencia
número 35393) caratulada: “T., R. A.. S., C. A. s/ recurso de casación”, rta. 5 de agosto
2010. Buena Fe Procesal: control de la prueba. El incumplimiento de los requisitos
estrictamente formales no lleva a la decadencia del derecho a valerse de la prueba.
§5.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa
nro. 40.449 “G. M., s/ recurso de casación”, rta. 2 de septiembre 2010. Garantía del juez
natural: constitucionalidad del art. 22 del C.P.P.B.A
§2.- Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, causa "YURGENS, Alfredo
Sebastián p.s.a. robo calificado -Recurso de Casación-" (Expte. "Y", 02/2007), rta. 6 de
octubre 2008. La fundamentación de la sentencia debe respetar el principio de razón
suficiente.
§3.- Sala II de la Cámara Nacional de Casación Penal, causa n/ 8810 caratulada:
"Pereyra, Guillermo Claudio o Pereyra, Claudio Guillermo o Ruiz, José Orlando s/
recurso de casación", rta. 8 de marzo 2010. La prueba de la instrucción tiene valor
indiciario, recepción del precendete “Novoa” (mayoría). Recepción de la regla sentada por la
C.S.J.N. en el precedente “Benítez”, necesidad de respetar el derecho al contralor de la prueba
por el imputado (arts. 8.2.f C.A.D.H. y 14.3.e P.I.D.C.P.), recepción del precedente “Abasto”.
Jurisprudencia del T.E.D.H., exclusión de la prueba no controlable (minoría).
§4.- Sala I del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa N°
38.114, caratulada "M., D. E. s/ recurso de casación", rta. 26 de agosto 2010. La valoración
efectuada sobre la credibilidad de los testigos, no es materia casacional. El recurso de
casación tiene como norte el análisis de la legalidad y logicidad del fallo.
§5.- Sala III del Tribunal de Casación pcia. de Buenos Aires, causa número 4.852
(Registro de Presidencia 18.582) caratulada: “O., M. G. s/ recurso de casación” y su
acumulada número 4.853 (Registro de Presidencia 18.583) caratulada: “D., E. I. s/ recurso
de casación”, rta. 13 de julio 2010. Las circunstancias eximentes han de ser probadas como el
hecho mismo. La carga corresponde al acusado en quien presumiblemente concurren.
§6.- Sala Primera del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa
Nº 24.136, caratulada “A., J. S. s/ Recurso de Casación”, rta. 3 de septiembre de 2009.
Relevancia del precedente “Casal” de la C.S.J.N. La apreciación probatoria debe trascender
lo meramente lógico. Posibilidad de examinar la entidad de los elementos cargosos utilizados
en la articulación de la sentencia.
§7.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa
Nº39.901, caratulada “R., J. A. s/recurso de casación”, rta. 7 de septiembre 2010. La ley no
impone normas generales para valorar la prueba. La inmediación y oralidad confieren al
magistrado libre apreciación para valorar la prueba desde la libre convicción.
§8.- Sala III del Tribunal de Casación Penal de la pcia. de Buenos Aires, causa número
11646 (registro de Presidencia Nº 41031) caratulada: “M., E. D. y otro s/ recurso de
casación”, rta. 7 de septiembre de 2010. La función de la casación no es efectuar una nueva
valoración de la prueba colectada en la audiencia de debate. Corresponde la comprobación de
que la prueba se valoró con observancia de la legalidad y en el juicio oral bajo la vigencia de
26 Revista del Institu to de Estudio s Penales
de octubre de 2009. El procedimiento se centra en el debate plenario: eje central del proceso.
Las fallas de la investigación preparatoria no son gravitantes sino en dicha etapa pues las
afecta el principio de preclusión en un proceso dividido.
SECCIÓN II
JURISPRUDENCIA LOCAL
1) Delitos contra las personas. pág. 253
§1.- Tribunal en lo Criminal nro. 1 del Departamento Judicial Bahía Blanca, Expte. nro.
7605/10 "Gómez, Rocío Elizabeth por abandono de persona calificado en P. Alta", rta. 1
de diciembre 2010.- Requisitos del delito de abandono: necesidad de colocación en
desamparo –sin protección-. Acciones de colocar y abandonar (origen soleriano). Concepto de
peligro como explícito: el “abandono a su suerte”. No necesariedad de que la víctima se halle
en peligro concreto.
§2.- Juzgado de Ejecución del Departamento Judicial Bahía Blanca, Incidente Nro. 9.538,
rto. mayo 2010. El juez de ejecución como órgano receptor del penado en las condiciones en
que lo remite el órgano de conocimiento. Imposibilidad de negar la libertad condicional a un
penado que, aunque reincidente, no fue declarado tal por el órgano de conocimiento (art. 14
C.P.). Inviabilidad de modificar en perjuicio del reo su situación jurídica, posible violación al
derecho de defensa y debido proceso.
§3.- Juzgado de Ejecución del Departamento Judicial Bahía Blanca, Incidente Nro. 9.790,
rto. 7 de abril 2010. Viabilidad de la concesión de salidas transitorias para quien tiene
impuesta la reclusión perpetua accesoria del art. 52 C.P., en tanto ya lleva más de 39 años de
privación de la libertad sin haber gozado nunca de beneficio alguno. Aplicación del régimen de
salidas transitorias de la ley 24.660 en la provincia de Buenos Aires. Vulneración del principio
antropológico constitucional. Rol del Juez de Ejecución, valentía de su accionar frente al
reclamo neopunitivista social.
§4.- Juzgado de Ejecución del Departamento Judicial Bahía Blanca, Incidente Nro.
11.290, rto. 17 de septiembre 2010. Viabilidad de la interposición de habeas corpus colectivo.
Traslado de internos como competencia del Servicio Penitenciario, mas con necesaria
comunicación al juez competente y a la defensa. El Servicio Penitenciario como auxiliador de
la Justicia. Funciones preventivo especial de las penas.
§5.- Juzgado de Ejecución del Departamento Judicial Bahía Blanca, Incidente Nro.
11.245, rta. 7 de octubre 2010.- Recepción del precedente “Dessy” de la C.S.J.N.,
irregularidades administrativas que fluyen del proceder administrativo colisionando con los
derechos y garantías del bloque de constitucionalidad federal. Tardía notificación a la defensa,
y al sólo efecto del anoticiamiento a la defensa de la imposición de una sanción disciplinaria
(imposibilidad de ejercer una defensa técnica efectiva). Mera confección de actas
administrativas que por sí solas no pueden dar cauce a una sanción administrativa: realidad de
mero parte administrativo carente de fundamentación razonada.
§6.- Tribunal en lo Criminal nro. 1 del Departamento Judicial Bahía Blanca, causa
588/09, o.i. 2276, caratulada: “SCHECHTEL Emilio s/ Abuso sexual con acceso carnal
agravado en concurso real con homicidio criminis causa en grado de tentativa. Víctima:
menor. En Coronel Dorrego”, rta. Septiembre 2010. Dosificación de la pena en base a la
extensión del daño causado en la salud psicofísica de la víctima: lesiones psicológicas
gravísimas, quemaduras que la incapacitan de por vida para el trabajo, vulnerabilidad de la
víctima. Lesiones de innecesaria brutalidad. Precedente de igual tenor al juzgado:
demostración del potencial criminógeno.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 33
DERECHO INTERNACIONAL
Crímenes de lesa humanidad, su origen y evolución en el ámbito internacional y
la recepción en los fallos de la CSJN.
Sobre el análisis de los fallos de la C.S.J.N.: “Videla, Jorge Rafael s/ incidente de
excepción de cosa juzgada y falta de jurisdicción”, sentencia del 21 de agosto de
2003; “Priebke, Erich s/ solicitud de extradición –causa nro. 16.063/94”, sentencia
de 2 de noviembre de 1995; “Recurso de hecho deducido por el Estado y el
Gobierno de Chile en la causa Arancibia Clavel, Enrique Lautaro s/ homicidio
calificado y asociación ilítica y otros –causa nro. 259”; “Recurso de hecho
deducido por la defensa de Julio Héctor Simón en la causa Simón, Julio Héctor y
otros s/ privación ilegítima de la libertad, etc. –causa nro. 17.768”, sentencia de
14 de junio 2005; págs. 269 a 284.
34 Revista del Institu to de Estudio s Penales
Revista del Institu to de Estudio s Penales 35
Actividades Académicas
Dir. Guillermo G. Mercuri
Coord. Romina Sette
36 Revista del Institu to de Estudio s Penales
Revista del Institu to de Estudio s Penales 37
I
Las sanciones disciplinarias penitenciarias y su debido control jurisdiccional
Marco de análisis: Legislación, jurisprudencia y doctrina variados.
Ponentes: Claudio A. Brun y Romina Sette.
§1.- Introducción.-
El sujeto que se encuentra privado de su libertad en una unidad dependiente del
Servicio Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires -tanto sea condenado o
procesado-, queda sometido a las reglas de conducta que deben darse a conocer
al momento mismo de su ingreso al establecimiento carcelario.
La violación de las mismas, constituye una infracción disciplinaria a la que,
normalmente, le sigue una sanción. Este conjunto de normas y sanciones forma
el régimen disciplinario, que se integra con el Capítulo III –sección disciplina-
entre los artículos 42 al 61 de la Ley 12.256.
§2.- Concepto.-
La sanción disciplinaria puede ser definida como aquella suspensión o
restricción de los derechos reglamentarios de los internos, dispuesta por el
director de un establecimiento carcelario en virtud de las infracciones en que
éstos incurren como consecuencia del incumplimiento de las normas de conducta
que le han sido impuestas legal y reglamentariamente.
1
Jurisprudencia de los tribunales norteamericanos que hasta el precedente de la CS en el caso Monroe vs. Pape en
1961 propiciaba la tesis de la no interferencia de la administración penitenciaria (hands off).
2
Foucault ( 1989:17).
3
Saleilles, L´indivisualisation de la peine, 1898.
42 Revista del Institu to de Estudio s Penales
4
Bombini, Gabriel, “Balance y Perspectivas de la ejecución de la pena privativa de la libertad en la Pcia. De
Buenos Aires”, Revista “¿Más Derecho?”, Nro. 3, Año III, junio 2003.
5
Salt, (1998:23).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 43
6
Mapelli Cafarena, 1983.
7
Asencio Cantisán, 1989.
8
Calvet Barot, cit.:228.
44 Revista del Institu to de Estudio s Penales
9
Bombini, G. , obra supra citada, pág.333.
10
Malarino, 1997.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 45
11
Bombini, G., obra mencionada supra, pág. 335- Hassemer, 1984.
12
Caso Loayza Tamayo-Perú, sentencia del 17-09-1997.
46 Revista del Institu to de Estudio s Penales
13
Bombini, G., obra cit., pág. 339.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 47
humanos, por lo que no pueden aplicarse sanciones sin respetar las garantías del
debido proceso.
Con respecto a la ausencia de la debida asistencia letrada de los internos, la
Comisión Interamericana ha manifestado que la garantía del derecho de defensa
figura entre los elementos esenciales del debido proceso, incluso en el marco de
un proceso sancionatorio14. Y, específicamente, ha recalcado que ese derecho es
aplicable a todas las etapas del procedimiento, incluso las administrativas15.
§7.- Conclusión
El principio de judicialización de la pena está basado en el reconocimiento de las
personas privadas de su libertad como sujetos de derecho. A raíz de ello, cabe
asegurar la efectiva instrumentación de un régimen progresivo de ejecución de
penas exento de arbitrariedad, y sostener el respeto de las garantías previstas en
los Tratados sobre Derechos Humanos.
En cuanto al control efectivo del régimen progresivo de ejecución de la pena, la
doctrina ha considerado elogiable que nuestro sistema haya tendido a la
humanización de la pena privativa de libertad, favoreciendo la adopción de
medidas más benignas. Sin embargo, y como contrapartida se sostiene que debe
impedirse el uso de tales concesiones como mecanismos de negociación en la
relación entre el interno y la administración.
Marcos Salt vislumbra como la única forma de mitigar tal efecto, que las
decisiones que representen un cambio sustancial en las condiciones de
cumplimiento de la pena, sean dispuestas por un juez en el marco de un proceso
respetuoso de las garantías del debido proceso penal, con amplia desarrollo del
derecho de defensa en juicio por parte del penado.
Asimismo y en relación al aseguramiento de los derechos y garantías previstos en
los Tratados sobre Derechos Humanos, resulta trascendental la judicialización,
14
Informe 49/99, Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso “Riebe Star vs. México”.
15
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso “Reinaldo Figueiredo Planchart vs. Venezuela”.
48 Revista del Institu to de Estudio s Penales
Todos y cada uno de los principios que rigen el procedimiento penal, como
también el procedimiento administrativo, deben operar en la aplicación del
sistema disciplinario penitenciario: los principios derivados del proceso penal, por
constituir su fase ejecutiva; los principios del procedimiento administrativo,
porque se trata del ejercicio de la potestad sancionadora de la Administración en
materia penitenciaria.
Por último, creemos que los órganos jurisdiccionales, deben esforzarse por
vigilar el ejercicio, por parte de la administración, de esta potestad disciplinaria,
pues de lo contrario, lo que originalmente podría concebirse como algo entendible
o racional al carecer de control, correrá el grave riesgo de transformarse en pura
arbitrariedad y, por ende, un impedimento para concretar el fin último de la ley de
ejecución penal de la Provincia de Buenos Aires, esto es, la adecuada inserción
social. En tal sentido es dable destacar la necesidad de la más pronta puesta en
marcha de la Acordada N° 3415 de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia
de Buenos Aires (22/12/2008), de vistas y control carcelario, que implementa
dicho objetivo.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 51
II
Homicidio criminis causae
Marco de análisis: Art. 80.7 comentado en el marco de la obra de Baigún, David
y Zaffaroni, Eugenio (Dir.), Terragni, Marco A. (coordinación); Código Penal y
normas complementarias. Análisis doctrinal y jurisprudencial. Parte Especial, t.
3, 2ª ed., arts. 79 a 96, Hammurabi, Buenos Aires, 2010.
Ponente: María Carla Roveta.
§1.- El art. 80.7 del Código Penal argentino.- El homicidio criminis causae, se
encuentra legislado en el artículo 80 inc 7 del C.Penal.
Art. 80: Se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua, pudiendo aplicarse
lo dispuesto en el artículo 52, al que matare:
Inc 7 Para preparar, facilitar, consumar u ocultar otro delito o para asegurar sus
resultados o procurar la impunidad para sí o para otro o por no haber logrado el
fin propuesto al intentar otro delito.-
Este tipo penal descripto en el art. 80 inc 7 del C.Penal es un tipo ampliado del
latrocinio que era el homicidio cometido con fines de lucro.-
El objetivo del legislador fue agravar la comisión de un homicidio destinado a
servir a la ejecución de otro delito. Aquí el homicidio es un medio, como en el
último supuesto una reacción frente a un objetivo delictivo considerado por el
autor como más relevante que el respeto por la vida del otro. El fundamento de la
norma reside en la protección del valor vida, el bien jurídicamente protegido es la
vida.
El fundamento de la agravante puede verse en que el autor invierte la jerarquía
de los bienes jurídicos, pues antepone la vida de otro como medio y no como fin,
la instrumentación, es lo que justifica el mayor desvalor que se traduce en una
escala penal agravada en relación con el homicidio simple. En definitiva, existe
cierta equivalencia en tratar a otro como medio y tratarlo como objeto.-
52 Revista del Institu to de Estudio s Penales
§2.- Tipo objetivo.- El marco de referencia objetivo de dichos elementos del tipo
subjetivo fue delimitado con dos condiciones: 1) que el homicidio sea para
“preparar, facilitar, consumar u ocultar otro delito o para asegurar sus resultaos o
procurar la impunidad para si o para otro” en este elemento subjetivo se incluyó
una referencia objetiva que es que aquello que pretende “preparar, facilitar,
consumar u ocultar sea un “delito”. Lo único que exige la ley es que se trate de
un verdadero delito, no una infracción o un delito putativo. Esta limitación
significa que el autor, al reconocer que es un delito, 1- en los casos en que comete
el homicidio para preparar, facilitar o consumar el delito, tendrá que ser doloso,
2- mientras que en el caso de asegurar los resultados o procurar la impunidad,
puede tratarse de un delito culposo, respecto del cual tomó conciencia una vez
consumado.
2) la segunda condición es que en el supuesto de homicidio “por no haber
logrado el fin propuesto al intentar otro delito”, se requiere que ese otro delito
haya sido puesto en ejecución, es decir que haya principio de ejecución en la
tentativa; significa que al especial elemento subjetivo de no lograr el fin se le
agrega el elemento objetivo consistente en la tentativa de otro delito, respecto
del cual el fin propuesto se encuentra frustrado.
Estos son elementos objetivos que delimitan al especial elemento subjetivo y que
pertenecen a él estructurándolo y dándole un sentido determinado.
§3.- Tipo subjetivo.- Este tipo requiere dolo, es decir, conocimiento de cada uno
de los elementos del tipo objetivo.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 53
dueño de una agencia de quiniela en Santa Fe, que intentó robar, además de
cometer otros delitos como tentativa de homicidio del cuñado de Isacc Vainman.
El hecho ocurrió el 24 de septiembre de 2005 cuando Martínez, de 19 años, por
segunda vez en una semana, ingresó a la agencia de quiniela de la calle Facundo
Zuviría 5546, en el barrio Los Hornos, y mató a Vainman e hirió a su cuñado,
José Barroso. Martínez confesó el hecho y que una semana antes había intentado
robar el comercio.
Martínez fue condenado a la pena de prisión perpetua (la misma que había pedido
el fiscal) por los delitos de homicidio agravado criminis causae por alevosía,
agravado por el empleo de arma de fuego, tentativa de homicidio criminis causae,
agravado por empleo de arma de fuego y tentativa de robo calificado con arma de
fuego y portación ilegitima de arma de uso civil, todo ello en concurso real.
"Que al momento de resolver definitivamente la situación procesal del indagado
Sebastián Miguel Martínez, los elementos probatorios colectados son suficientes
como para tener por acreditada la violenta muerte de la víctima, Isaac Carlos
Alberto Vainman y las heridas padecidas por José Barroso, en ambos casos por
disparos de arma de fuego, como la autoría de tales hechos por parte del reo",
comenzó diciendo el juez.
La discusión que planteó el magistrado es si el homicidio de Vainman "fue en
ocasión de robo, con lo que su accionar se precipitaría en el tipo del art. 165 del
Código Penal o si fue homicidio criminis causa, precipitándose en el tipo del art.
80 inc. 7 del C. Penal".
En ese marco, el magistrado citó un fallo de la Cámara Penal de Rosario en el
que se manifestó que “debe reiterarse una vez más, que para la tipificación
delictiva contenida en el art. 80 inc. 7° del C. P., no es indispensable un
propósito preordenado de matar, sino que basta con la conexidad ideológica
entre el homicidio y el restante delito, ya que sólo es menester que en el momento
del hecho, el autor tenga conciencia de ejecutarlo con el específico propósito de
obtener la finalidad querida -sea prevista o representada en el momento-, o
Revista del Institu to de Estudio s Penales 55
bastante claro que el autor actúa con esa especie de dolo y a su vez para asegurar
su impunidad.
4) Conclusión preliminar: si entre los riesgos propios de su conducta, por
ejemplo, dirigida a lograr su impunidad se encuentra un riesgo para la vida que
se concreta en el resultado y éste es abarcado por el dolo, cualquiera sea la
especie de dolo que se trate, es suficiente para considerar a esa conducta típica
enmarcada en esta forma agravada de homicidio.
Esto discrepa con la postura mayoritaria: -Creus- el que mata con dolo eventual
queda fuera del art. 80 inc 7 del CPenal.-
Ej caso Tiberrievch, qué pasa con la culpa en el art. 80 inc 7 del código Penal? Si
se varía el ejemplo haciendo que el autor dispare la garrafa de gas viendo a su
víctima muy cerca de la misma. La acción de disparar la garrafa implica un
riesgo prohibido que abarca la muerte. La conducta dolosa de disparar a la
garrafa (daño) es culposa en relación con la vida. La conducta es realizada para
lograr la impunidad, pero la culpa no es suficiente para incluir a ese homicidio
en el ámbito de esta forma agravada. El que ejecuta un homicidio imprudente no
manifiesta un menosprecio por la vida al utilizarlo como medio para lograr su
fin, una cosa es que le sirva el homicidio para lograr su fin y otra es que el
resultado se le aparezca subjetivamente como facilitando la consecución de su
fin. La percepción de la alternativa y preservar en la conducta que puede
consumar una de esas alternativas, la de homicidio, es compatible con la
utilización como medio del otro, no así una ejecución negligente. Por lo tanto el
dolo eventual es compatible con el especial elemento subjetivo que el tipo penal
del art. 80 inc 7 exige.
58 Revista del Institu to de Estudio s Penales
Revista del Institu to de Estudio s Penales 59
III
Límites entre el dolo y la culpa
§1.- La cuestión
Puppe delimita entre: a) riesgos propios de una ejecución dolosa, y b) riesgos
reprobados que sólo pueden ser imputados como realización imprudente.
Rechaza las frases formularias de: “consentimiento de producción del resultado”,
“asunción seria”, etc.
La cuestión se centra en la idea de que: la forma más grave de injusto, el dolo,
presupone un grado más alto de puesta en peligro objetivo que la imprudencia.
El BGH por esta vena al preguntarse por el dolo en el caso concreto, mantiene un
catálogo abierto de indicadores del dolo, en vez de una explicación detallada de
lo que entiende bajo “aprobar el resultado en sentido jurídico”. La consecuencia
es la inseguridad e inconsistencia que domina a la jurisprudencia.
Con razón Hassemer señaló que el giro de la cuestión de la definición del
concepto del dolo, hacia la cuestión del método correcto de la prueba del dolo, no
es apropiado para “dejar atrás la alternativa paralizante entre orientación
cognitiva y volitiva de la doctrina del dolo”. El BGH ha llegado a sostener que es
dogmáticamente indiferente la cuestión de si uno trata las reglas de atribución
como definición de un elemento o como proposición sobre la prueba.
En casos inequívocos, puede no haber diferencia, pero en los límites habrá que
decidir: a) qué criterios son renunciables como parte de un catálogo abierto de
indicios, b) cuáles son irrenunciables como elementos conceptuales o sustituibles
sólo bajo determinadas condiciones.
mismo, sino ya a una parte de la acción específica del tipo. El segundo acto, en
estos delitos, no sólo integra el ilícito de resultado del hecho, sino también el plan
de acción típico del autor.
En el caso de la tendencia interna trascendente se insiste en ver una intención
en el sentido técnico (dolo directo I). Cuando al autor, ni le da pena, ni le cae mal
el resultado, se presume que lo ha deseado como fin colateral. En todo esto debe
quedar claro que, la intención dirigida a un fin, en pos del resultado, no tiene nada
que ver con sentimientos de lo que es penoso o agradable en vista de su
producción. Se suele aplicar a estos supuestos un concepto de intención en sentido
amplio, abarca: a) la intención en el sentido del lenguaje cotidiano, y b) aun el
dolus directus II. No acepta el dolus eventualis lo que se olvida es que como la
conexión entre fin a alcanzar y efecto colateral, no es forzosa, el dolus eventualis
es posible aquí.
voluntad contenidos que no son queridos sin abandonar los puntos teóricos de la
teoría.
Voces como “a sabiendas” o “de mala fe” se utilizan como giros que hacen
referencia a el dolus directus II. En rigor, hacen referencia a hechos que tienen
que existir ya de modo acabado al momento del hecho, no son causados por el
autor (Ejemplo: el autor tiene que saber que le suministra alcohol a un paciente
que está internado en un establecimiento de desintoxicación por disposición
judicial).
El autor tiene que ser consciente de que al objeto de bien jurídico que él debe
proteger, lo amenaza un peligro y de que tiene la posibilidad de conjurar ese
peligro, o de reducirlo considerablemente.
No se precisa que haya desarrollado un plan de salvamento en todas sus
particularidades. El garante, como regla, será consciente tanto del peligro como
también de las posibilidades que en principio tenga de intervenir de modo
salvador.
§18.- Conclusiones
• No existe una definición conceptual de dolo (menos del “eventual”), sólo
existen catálogos abiertos de indicadores.
• No existe claridad ni seguridad jurídicas para los tribunales, y menos para los
justiciables que ingresan en un terreno libre de todo tipo de valoración y
discrecionalidad judicial.
• Algunos conceptos como “asumir aprobando”, “umbral inhibitorio”, et sit
cétera son pasibles de tacha de su pobreza sustancial palmaria.
• El elemento volitivo del dolo no necesita de ninguna comprobación especial,
cuando esto se extiende a través del dolo eventual, uniendo parte por parte en
distintos tramos: dolo directo indirecto eventual.
En tanto que el conocimiento, en el caso del dolus directus II no tiene
importancia ni teórica ni práctica.
La teoría del peligro de dolo exige, en cambio, la aplicación de un método en
general apropiado para producir el resultado. No tiene sentido, por sí misma,
una distinción de intención (dolus directus// dolus eventualis). En los casos en
que la intención tiene importancia práctica es en los elementos del ánimo, no
del dolo.
Las tres formas de dolo no caracterizan un diverso grado de ilícito subjetivo o
de culpabilidad, ni siquiera tiene importancia para la medición de la pena: la
tripartición conceptual del dolo debería ser abandonada.
92 Revista del Institu to de Estudio s Penales
DOCTRINA
Dir. Hugo A. De Rosa
94 Revista del Institu to de Estudio s Penales
Revista del Institu to de Estudio s Penales 95
I
El derecho al silencio y el derecho a ser oído. Sus alcances. Tensiones. La
paridad de armas
Pablo Alejandro Fernández Quintás*
Sumario
§1.- Introducción.-
§2. Caracterización del derecho al silencio. El trilema cruel.-
§3.- El derecho a la privacidad y el derecho al silencio.-
§4. Reformulación del trilema cruel. El imputado y ciertos testigos.-
§5.- El derecho al silencio. La protección contra la coerción estatal.-
§6.- La presunción de inocencia.-
§7.- El derecho al silencio completo. Las inferencias adversas.-
§8.- El derecho a ser oído. La paridad de armas. La declaración del imputado. El papel del abogado
defensor. La operación del sentido común. Tensiones.-
§9.- Consideraciones finales.-
*
Instructor Judicial en el Ministerio Público Dptal. San Martín, pcia de Buenos Aires.
96 Revista del Institu to de Estudio s Penales
16
Redmayne, Mike. “Rethinking the Privilege Against self – incrimination” Oxford Journal of Legal Studies
Advance Acces. Oxford, March 14, 2006
98 Revista del Institu to de Estudio s Penales
18
Ver infra nota 21.
100 Revista del Institu to de Estudio s Penales
19
Menlowe, Michael.“Bentham, self- incrimination and the law of evidence”. Westlaw, Law Quarterly Review,
1988, 104 (april) p. 10
Revista del Institu to de Estudio s Penales 101
Procesal Penal de la Ciudad de Bs As. y 234 y 235 del Cod. Procesal Penal de la
Pcia de Bs. As.), pero parece evidente que el fundamento no es el derecho a la
privacidad, al menos en estos casos, ni con respecto al imputado, ni con respecto a
estos testigos especiales o, testigos que indican una posición relacional en
particular con respecto al inculpado, vg. cónyuge, ascendiente y descendientes,
como núcleo mínimo.
Con respecto a testigos en general, no nos vemos dispuestos a aceptar a que se
amparen en el derecho a la privacidad, negándose a colaborar con el proceso
penal, una actividad encaminada hacia un objetivo, al menos teóricamente
signado por la utilidad común.
20
Op. cit. p. 14
102 Revista del Institu to de Estudio s Penales
21
(1993)16.EHRR 297
22
(1997) 23. EHRR 313
Revista del Institu to de Estudio s Penales 103
23
Ver Saunders vs. United Kingdom, op.cit.
24
(2001) 33. EHRR 12.
25
La ofensa por no cooperar fue aplicada al estar prevista en “Offences Against the State Act 1939, s52”.
104 Revista del Institu to de Estudio s Penales
26
De la ley de Justicia y Orden Público del año 1994 (Criminal Justice and Public Order Act) surge del art. 34
que: en su inciso 1 a) Si en un procedimiento criminal contra una persona, evidencia es aportada de que ese sujeto
imputado de un delito, previo a la imputación, al ser interrogado con la finalidad de averiguarse acerca de quien
pudo haber sido el perpetrador del hecho o acerca de sus circunstancias, no menciona en su momento cualquier
evidencia fáctica relativa a su defensa o; en su inciso 1 b) al ser formalmente imputado no menciona la evidencia
fáctica que lo desincrimine, teniendo en cuenta tanto en 1 a) como en 1 b) que el hecho que no mencionara el
imputado conforme las circunstancias razonablemente se habría esperado que las mencione, se pueden realizar
inferencias adversas relativas al silencio del imputado cuando sean apropiadas.
106 Revista del Institu to de Estudio s Penales
correlato, el obtener una respuesta, y ello implica el ser oído. Más precisamente,
en el marco de un procedimiento criminal, lo podemos encontrar en el derecho al
debido proceso del art. 18, también de nuestro ordenamiento constitucional y, en
el plano internacional lo tenemos previsto en el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, en su art. 14, incisos 1 y 3 acápites d, e y f en particular;
Convención Americana de Derechos Humanos, en su art.8 inciso 1 y 2 acápites a,
d, f, h en particular; Declaración Universal de Derechos Humanos en su art 10;
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, en su arts. 18; 24
y 25; el Convenio Europeo de Derechos Humanos en su art. 6 y el Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional en su art. 67, inciso 1.), párrafo primero en
particular y en la Convención Europea de los Derechos Humanos en su inciso 1)
párrafo primero en particular27. También, por supuesto, se encuentra contemplada
en nuestros códigos adjetivos, incluso tal como indicáramos precedentemente, el
acto conocido como “indagatoria”, de sesgo inquisitivo, con la finalidad de
obtener prueba o la confesión del inculpado, pasara a denominarse: “declaración
del imputado”, reflejando el cambio conceptual al respecto de su finalidad, ahora,
al menos, teóricamente, o, en el plano de las intenciones, como el primer acto
procesal, donde el imputado tiene la oportunidad de ser oído al ofrecer su
descargo y proponer la producción de medidas probatorias tendientes a efectivizar
el mismo, debiendo la instrucción realizarlas por imperativo legal.
Como ya mencionáramos, durante el siglo XIX, el abogado defensor, comenzó a
cobrar mayor relevancia y participación durante el proceso, el derecho a ser oído
del imputado, cada vez más con mayor asiduidad, fue ejercido a través del
defensor técnico: tanto el ofrecimiento de medidas probatorias, como también el
control de los testimonios de cargo y la producción de otras medidas, tales como
estudios periciales, donde el imputado, o bien se encuentra ausente, o cuando su
27
De más está decir que toda esta normativa internacional es aplicable con diferente jerarquía conforme dispone el
art. 75 en su inciso 22 de nuestra Constitución Nacional. Incluso aquellos tratados no signados ni ratificados, que
conforme la jurisprudencia internacional pasaran a ser ius cogens, son aplicables por imperio del art. 27 de nuestra
Constitución y por la Convención de Viena relativa al Derecho de los Tratados del año 1969, sí ratificado por
nuestro estado federal y la Carta de las Naciones Unidas, instrumentos de los cuales se trasunta el principio relativo
al cumplimiento de buena fe de los compromisos internacionales contraídos.
108 Revista del Institu to de Estudio s Penales
28
Menlow, Michael. Op.cit. p. 12.
110 Revista del Institu to de Estudio s Penales
II
El funcionario público frente a la probation
Diego Palombo*
Sumario
§1.- Introducción.-
§2. Cuestiones problemáticas.-
§3.- Concepto.-
§4. Funcionario Público.-
§5.- Posturas.-
§6.- Conclusiones.-
*
Abogado, Especialista en Derecho Penal (Universidad de Lomas de Zamora). Profesor Adjunto de las cátedras de
Derecho Penal I y Derecho Penal II en la Universidad de Lomas de Zamora y de Derecho Penal II en la
Universidad de La Matanza.
114 Revista del Institu to de Estudio s Penales
las que deben ser superadas en procura de una aplicación racional (Fallos
306:940, 312:802), cuidando que la inteligencia que se le signe no pueda llevar a
la pérdida de un derecho (Fallos 310:937; 312:1484). Pero la observancia de estas
reglas generales no agota la tarea de interpretación de las normas penales, puesto
que el principio de legalidad (art. 18 de la Constitución Nacional) exige priorizar
una exégesis restrictiva dentro del límite semántico del texto legal, en
consonancia con el principio político criminal que caracteriza al derecho penal
como ultima ratio del ordenamiento jurídico…cabe concluir que el criterio que
limita el alcance del beneficio previsto en el art. 76 bis a los delitos que tienen
prevista una pena de reclusión o prisión cuyo máximo no supere los tres años se
funda en una exégesis irrazonable de la norma que no armoniza con los principios
enumerados, toda vez que consagra una interpretación extensiva de la punibilidad
que niega un derecho que la propia ley reconoce, otorgando una indebida
preeminencia a sus dos primeros párrafos sobre el cuarto al que deja totalmente
inoperante…”.
Otras cuestiones de menor relevancia pero no menos controvertidas tienen que ver
con la aplicación del instituto a delitos que prevén la pena de inhabilitación; si se
requiere el consentimiento del fiscal para su concesión; la problemática
relacionada con la reparación del daño y tiene estrecha vinculación con el rol de
la víctima en el proceso penal. Sobre esta cuestión, existen varios tópicos, tales
como: a) el monto a resarcir; b) aspectos que incluyen; si solamente se refiere al
monto por el delito, o a eso debe agregarse las costas del proceso, honorarios, etc.;
c) cuando se refiere a la medida de su posibilidad, como se comprueba: No debe
olvidarse tampoco la problemática relacionada con la falta del control de las
reglas de conducta impuestas por el tribunal.
Pero como ya lo mencioné en un principio, trataré específicamente la situación
vinculada al análisis de la suspensión del juicio a prueba que haya sido solicitada
por un funcionario público.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 117
§3.- Concepto. Ante todo, debemos conocer las características de este instituto
que fue introducido por la ley 24.316 sancionada el 4 de mayo de 1994 y
publicada en el Boletín Oficial del 19 del mismo mes y año; el cual otorga la
posibilidad a una persona involucrada como imputada dentro de un proceso
criminal, la paralización del mismo a las resultas del cumplimiento de un número
determinado de reglas de conducta que producen como efecto la deserción de la
realización del juicio y de la eventual condena en caso de corresponder.
De esa forma, se logra un fin preventivo especial buscado por el derecho penal sin
sanción formal, aunque existe el riesgo de retomar su persecución si no obedece
las pautas impuestas por el tribunal que otorgó el beneficio; sin que ello importe
una renuncia al poder punitivo estatal, sino que se deriva a un control
jurisdiccional distinto.
Se ha señalado correctamente que “…no implica una condena en sentido
específico…no es una sentencia, es una medida revocable que abre un status
procesal específico, que suspende el procedimiento sancionatorio común,
otorgando una oportunidad de reforma y al mismo tiempo una posibilidad de
condena en caso de incumplimiento de las condiciones a que la somete el juez…”
(CNCP, Sala II, 24-6-97 “ENCISO, Lorenzo y otro” JA 1999 II, 547).
En esa línea de pensamiento, Julio Maier señala que la aplicación de este criterio
de oportunidad tiene en este contexto dos objetivos principales: la
descriminalización de hechos punibles, en un intento por evitar la aplicación del
poder penal allí donde otras formas de reacción frente al comportamiento
desviado pueden alcanzar mejores resultados, o donde resulte innecesaria su
aplicación; la eficiencia del sistema penal en aquellas áreas o para aquellos hechos
en los que resulta indispensable su actuación como método de control social, en
procura del descongestionamiento de una justicia penal sobresaturada de casos,
que no permite, precisamente, el tratamiento preferencial de aquellos que deben
ser solucionados indiscutiblemente por el sistema, y como intento válido de
revertir la desigualdad que por selección natural provoca la afirmación rígida del
118 Revista del Institu to de Estudio s Penales
§4.- Funcionario público. Ahora bien, tal como lo adelanté, el objetivo de este
trabajo versa sobre la posibilidad de otorgar la probation a quien detenta la
calidad de funcionario público; adelantando que mi criterio es positivo, aunque
con ciertas restricciones que tienen que ver con las particularidades del caso
concreto.
En primer término, es importante definir el término “funcionario público” para el
derecho penal, el cual se encuentra contemplado dentro del artículo 77 del
ordenamiento de fondo.
Con ese objetivo, me remito a lo que explica Edgardo Donna en el artículo de su
autoría “El concepto dogmático de funcionario público en el Código Penal”
(publicado en la Revista de Derecho Penal, 2004-2 Delitos contra la
administración pública II,) quien explicó claramente que “…la calidad de
funcionario público es un elemento normativo del tipo, entendiendo éste como
aquellos elementos que sólo pueden ser representados y concebidos bajo el
presupuesto lógico de una norma”.
Según este autor, no es difícil dar una noción básica de funcionario público,
afirmando que se trata de aquella persona que posee ciertas características: está
adscripta a la administración pública; tiene una relación de profesionalidad, en el
sentido de que cubre un hueco dentro de la administración, esto es, que no
colabora desde afuera; tiene una remuneración por parte de la administración
pública; tiene un régimen jurídico administrativo propio. Tiene como base lo
reglamentado dentro del art. 77 y la Convención Interamericana de la OEA contra
la corrupción del 29 de marzo de 1996.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 119
Siendo ello así, será funcionario público cualquier funcionario o empleado del
estado o de sus entidades, incluidos los que han sido seleccionados, designados o
electos para desempeñar actividades o funciones en nombre del estado o al
servicio del estado, en todos sus niveles jerárquicos. Y para que ellos cometan un
delito, debe violar deberes relativos a su cargo y tiene que tener relación directa
con el bien jurídico afectado, pudiendo lesionarlo, afectarlo o por lo menos
ponerlo en peligro.
Confirmando esa postura, Ramos Mejía afirma que “…el término funcionario
público debe entenderse en el sentido admitido por el Código Penal, coincida o no
con el alcance que pueda tener la expresión en el derecho administrativo (El delito
de concusión, p. 54, Ed. Depalma, Buenos Aires, 1963).
En cambio, Nuñez considera al funcionario público siguiendo los preceptos de
Bielsa y Marienhoff refiriendo que “…en lo que al Derecho Penal atañe, lo que da
la idea de lo que es un funcionario o empleado público es la participación o
ejercicio de funciones públicas. Esta participación existe cuando el estado ha
delegado en la persona, de manera exclusiva o en colaboración con otras, la
facultad de formar o ejecutar la voluntad estatal para realizar un fin público…”
(El significado del concepto de funcionario público en el Código Penal”, en
Jurisprudencia Argentina-Doctrina, 1970, p. 544).
Por su lado, Carlos Creus (ver “Derecho Penal, parte especial” Tomo II, pag. 243,
2º ed. Ed. Buenos Aires, 1983) menciona que “…el objeto de protección es la
regularidad y eficacia de la función pública concebida en su sentido más extenso,
comprensivo de la función pública en su sentido propio, es decir de la que importa
un encargo del estado en la persona del funcionario, por medio del cual aquel
expresa su voluntad frente a/y sobre los administrados, como del servicio público
que se desenvuelve dentro de la administración”.
La Cámara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital
Federal expresó que se reputa funcionario público a la persona que, aunque no
posea dicho status, participe del ejercicio de las funciones públicas, considerando
120 Revista del Institu to de Estudio s Penales
Continúa afirmando el Dr. Esteban Righi que “…del mismo modo en que la no
celebración del debate oral puede resultar útil para la consecución de los fines del
Ministerio Público Fiscal, también puede resultarlo su realización, concretamente
en aquellos supuestos en los cuales únicamente mediante esa forma de resolución
del caso resulte posible cumplir con el fin de promover la actuación de la justicia
en defensa de la legalidad y de los intereses de la sociedad. En esa dirección, no
se puede olvidar que el debate incorpora a la solución del proceso un factor
fundamental que cobra mayor relevancia cuando el hecho en discusión involucra
casos de corrupción y la actuación de funcionarios públicos, como son la
publicidad del contenido, el debate de las circunstancias fácticas y jurídicas
relevantes para el caso y la declaración de responsabilidad del autor, extremos
irrenunciables en este tipo de procesos….”
De esa forma, recomendó a los Sres. Fiscales que se opongan a la procedencia del
beneficio si se dan situaciones en las que se esté ante un delito de corrupción –de
conformidad con lo establecido por los arts. 15 a 26 de la Convención de las
Naciones Unidas contra la Corrupción y arts. VI, VIII, IX y XI de la Convención
Interamericana contra la Corrupción, “…sin que corresponda hacer al respecto
distinciones entre particulares o funcionarios públicos, o que en este último caso
el hecho haya sido cometido en ejercicio o no de la función pública (siempre que
esté vinculado a ella), lo cual decididamente limita la opinión del fiscal
interviniente.
Por ende, si se considera que la postura del representante del Ministerio Público
es vinculante para el tribunal, difícilmente pueda pensarse en la posibilidad de que
se otorgue la suspensión del juicio a prueba a un funcionario o empleado público.
Empero, no debe descartarse la posibilidad de otorgar este beneficio para
determinados casos concretos, aunque sea apartándose del dictamen fiscal.
En ese sentido, podemos resaltar la decisión tomada por la Sala I de la Cámara
Federal porteña al otorgar la probation a un empleado de la Honorable Cámara de
Diputados de la Nación (empleado de Planta-categoría A 07) por haber
122 Revista del Institu to de Estudio s Penales
§6.- Conclusión. De todo lo expuesto, podemos colegir que podrá ser otorgado
este beneficio para los funcionarios públicos que:
a) cometan los delitos comunes, como pueden ser delitos contra la vida (como
lesiones), la propiedad (hurto, robo), entre tantos otros.
b) que hayan cometido algún delito que no tenga vinculación con el ejercicio del
cargo para el cual fue designado.
c) hasta podría serle otorgada en algunos casos relacionados con la corrupción
dentro de la administración pública, siempre y cuando no tengan vinculación con
su función propia, ni haya implicado un abuso de las actividades públicas que le
fueron confiadas, y permanezca indemne la transparencia de la administración
pública, tal como lo señaló la Cámara Federal en el citado caso “DEL VALLE”.
Todos estas exigencias deberán ser analizadas en cada caso concreto. Ello pese a
existir un dictamen fiscal contrario, basándose en la referida resolución de la PGN
Nº 39/09.
En cambio, en muchas ocasiones la opinión pública tiende a criticar en mayor
medida la comisión de un delito en manos de un funcionario público que el
cometido por cualquier ciudadano. Pero esa circunstancia particular de por sí no
puede constituir un impedimento para el ejercicio del principio de oportunidad
contemplado por la norma en análisis, lo que importaría apartarse del texto al
describir el requisito vinculado a que el delito se cometa “en ejercicio de sus
funciones”.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 125
III
Juicio Abreviado: lo que hay que saber
José Luis Ares*
Sumario
§1.- ¿Por qué razón se ha legislado el juicio abreviado?.-
§2. ¿Es inconstitucional este mecanismo?.-
§3.- ¿Qué contestan quienes consideran que el juicio abreviado es conforme a la constitución?.-
§4. ¿En qué consiste el acuerdo?.-
§5. ¿Implica la confesión del imputado?.-
§6. ¿Qué rol desempeña el particular damnificado?.-
§7. ¿El juez o tribunal puede rechazar el acuerdo?.-
§8. ¿Si el acuerdo es admitido, la sentencia siempre será condenatoria?.-
§9. ¿En caso de condenar, el juzgador tiene limitaciones?.-
§10. ¿Por qué los fiscales pactan muchos procesos en juicio abreviado?.-
§11. ¿Por qué los imputados aceptan estos acuerdos?.-
§12. ¿Qué obtiene el Estado con este mecanismo?.-
§13. ¿El juicio abreviado es igual a las negociaciones que realiza el fiscal norteamericano, según vemos en
series de televisión y películas?.-
§14. ¿Se puede interponer recurso respecto al fallo dictado en el marco de un juicio abreviado?.-
§1. ¿Por qué razón se ha legislado el juicio abreviado?. Resulta evidente que
ningún sistema de enjuiciamiento penal puede funcionar aceptablemente si
pretende que todos los casos concluyan en un debate oral y público, salvo que el
Estado esté dispuesto a asignar enormes recursos. Por ese motivo, las
legislaciones procesales implementan mecanismos de simplificación alternativos,
destinando el debate oral para los casos en los que no se llegó a ningún acuerdo o
no se den determinados presupuestos legales. Si bien se trata de herramientas
útiles, deben aplicarse en forma cuidadosa y responsable, evitando una utilización
rutinaria y automática. El juicio abreviado apareció para casos de escasa
complejidad probatoria y delitos menores, aunque luego se fue ampliando su
ámbito de aplicación. Supone la renuncia del imputado a su derecho
constitucional a un juicio oral y público e introduce la autonomía de la voluntad
en el proceso penal, permitiendo una negociación.
Nos referiremos a continuación a su alcance en el marco del código
procesal penal de la provincia de Buenos Aires.
*
Juez en lo Correccional. Profesor Adjunto -por concurso- de Derecho Procesal Penal (UNS). Profesor de
posgrado.
128 Revista del Institu to de Estudio s Penales
§7. ¿El juez o tribunal puede rechazar el acuerdo?. Sí, pero sólo en dos
supuestos muy puntuales: a) si se demuestra que la voluntad del imputado está
viciada, es decir que no decidió en forma libre y voluntaria, para lo cual se debe
entrevistar con el mismo; b) cuando haya una discrepancia insalvable con la
calificación legal contenida en el acuerdo.
Si bien, lógicamente, conforme el control de legalidad que le asiste a los jueces,
se podrá desestimar el acuerdo ante una pena ilegal (no prevista en la ley o debajo
del mínimo) no se podrá rechazar por considerar que la pena pactada es muy baja
para el caso. La decisión desestimatoria del tribunal no se puede recurrir.
§9. ¿En caso de condenar, el juzgador tiene limitaciones? Sí, está limitado por
el contenido del acuerdo, por lo que no puede aplicar una pena mayor a la
pactada, ni una modalidad de cumplimiento más gravosa (por ej. si se acordó pena
de prisión en suspenso no puede aplicar prisión de efectivo cumplimiento).
Tampoco puede imponer reglas de conducta que no hayan sido pactadas por las
partes. Sí podrá aplicar una pena más baja si considera que la acordada es muy
elevada.
§10. ¿Por qué los fiscales pactan muchos procesos en juicio abreviado? En
principio, como se lo indica la ley, deben racionalizar y otorgar eficacia a sus
130 Revista del Institu to de Estudio s Penales
intervenciones. Resolviendo por este mecanismo, les quedará más tiempo para
dedicarse a los casos más graves y complejos que deberán llevar a juicio oral.
A veces les resultará conveniente pactar un juicio abreviado (en que las
probabilidades de condena aumentan) que arriesgarse a discutir todo en un debate
oral, en el que no están seguros de que la víctima y los testigos declararán de
acuerdo a su estrategia acusatoria. A propósito, en el juzgado a cargo de quien
esto escribe, durante el año 2009, las condenas en juicio oral fueron del 61 % de
los fallos dictados, mientras que en juicio abreviado las condenas fueron del 88
%.
§11. ¿Por qué los imputados aceptan estos acuerdos? En ocasiones buscarán
evitar la exposición que supone el juicio oral y público en el que deberán
confrontar con víctimas y testigos (la llamada “pena del banquillo”), y también
buscarán una pena más reducida y en menos tiempo. A veces, si el acusado se
encuentra detenido preventivamente, ese acuerdo podría permitirle recuperar
antes la libertad.
§12. ¿Qué obtiene el Estado con este mecanismo? El Estado concluye un caso
rápidamente y con menor asignación de recursos.
§13. ¿El juicio abreviado es igual a las negociaciones que realiza el fiscal
norteamericano, según vemos en series de televisión y películas? No, nuestro
juicio abreviado es un pariente lejano de las negociaciones del sistema de Estados
Unidos (plea bargaining). En el país del norte el fiscal no está condicionado por
la ley y tiene discrecionalidad absoluta para sellar acuerdos. Puede negociar
libremente la pena, la calificación y la cantidad de hechos a cambio de que el
imputado se declare culpable, y en consecuencia no se realice un juicio ante un
jurado popular.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 131
IV
Bioética en Habermas
Marcelo A. Pella
Sumario
El alcance de los dilemas en los que la bioética está inmersa hoy en día se dan tanto en el ámbito personal e
individual como en el colectivo, es decir, el lo social.
En este trabajo se pretende analizar el informe Belmont en el campo bioético, y cómo se encuentra
enriquecido desde el aporte ético-comunicativo propuesto por Habermas, enfocado desde un contacto
directo con la persona en su caso particular e individual
29
BOLADERAS MARGARITA, Habermas y sus críticos, Ed. Tecnos, Madrid, 1996, Pág. 10.
30
Informe BELMONT, Pág. 3. “La investigación científica ha dado como resultado beneficios substanciales.
También ha planteado desconcertantes problemas éticos. La denuncia de abusos cometidos contra sujetos
humanos en experimentos biomédicos, especialmente durante la segunda guerra mundial, atrajo al interés público
hacia estas cuestiones. Durante los procesos de Nuremberg contra los crímenes de guerra, se esbozó el código de
Nuremberg como un conjunto de criterios para juzgar a médicos y a científicos que llevaron a cabo experimentos
biomédicos en prisioneros en campos de concentración. Este código se convirtió en el prototipo de muchos
códigos posteriores para asegurar que la investigación con sujetos humanos se lleve a cabo de modo ético”.
134 Revista del Institu to de Estudio s Penales
31
Informe BELMONT, pág. 4. “En la mayoría de casos, el término "práctica" se refiere a intervenciones cuyo fin
es acrecentar el bienestar de un paciente individual o de un cliente, y hay motivos razonables para esperar un
éxito. El fin de la práctica médica es ofrecer un diagnóstico, un tratamiento preventivo o una terapia a individuos
concretos. Como contraste, el término "investigación" denota una actividad designada a comprobar una hipótesis,
que permite sacar conclusiones, y como consecuencia contribuya a obtener un conocimiento generalizable
(expresado, por ejemplo, en teorías, principios, y declaraciones de relaciones). La investigación se describe
generalmente en un protocolo formal que presenta un objetivo y un conjunto de procedimientos diseñados para
alcanzar este objetivo”.
32
Informe BELMONT, pág. 5.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 135
33
BOLADERAS MARGARITA, Habermas y sus críticos, Ed. Tecnos, Madrid, 1996, pág. 61.
34
CAMPS, V., Historia de la Ética, Ed Crítica, Barcelona, 1998. pág. 304 - 305.
35
VARELA, M. Los Derechos Humanos en la Bioética. Nacer, Vivir, Enfermar y Morir. Bs. As., Ediciones Ad
Hoc, 1999. pág. 63 – 67.-
136 Revista del Institu to de Estudio s Penales
36
CAMPS, V., GUARIGLIA, O., SALMELÓN, F., Concepciones de la Ética, CORTINA, A., Ética
Comunicativa. Ed. Trotta, Madrid, 1992. pág. 186.-
37
VARELA, M. Los Derechos Humanos en la Bioética. Nacer, Vivir, Enfermar y Morir. Bs. As., Ediciones Ad
Hoc, 1999. pág. 67 – 69.-
38
BOLADERAS MARGARITA, Habermas y sus críticos, Ed. Tecnos, Madrid, 1996, pág. 101.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 137
sociedad: “Al igual que un individuo puede reflexionar sobre sí mismo y sobre su
vida en conjunto para aclararse acerca de qué persona es y quiere ser, así
también los miembros de un colectivo pueden abrirse unos a otros con confianza
en una deliberación pública con el fin de entenderse acerca de su forma de vida
en común y de su (de ellos) identidad.”39
Bibliografía
BOLADERAS MARGARITA, Habermas y sus críticos, Ed. Tecnos,
Madrid, 1996.-
CAMPS, V., GUARIGLIA, O., SALMELÓN, F., Concepciones de la
Ética, CORTINA, A., Ética Comunicativa. Ed. Trotta, Madrid, 1992.-
CAMPS, V. (Ed) Historia de la Ética. Barcelona, Crítica, 1988.-
HABERMAS, J. Espíritu sobre Moralidad y Eticidad. Barcelona, Ed.
Paidós, 2003.-
HABERMAS, J. Ética del Discurso. Barcelona, Ed. Península, 1985.-
MALIANDI, R. Ética: Conceptos y Problemas. Bs. As, Biblos, 2004.-
THE NATIONAL COMISSION FOR THE PROTECTION OF HUMANS
SUBJECTS OF BIOMEDICAL AND BEHAVIORAL RESEARCH.
Informe Belmont. 30 de Septiembre de 1978.-
39
HABERMAS, J. Ética del Discurso. Barcelona, Ed. Península, 1985.
138 Revista del Institu to de Estudio s Penales
V
La justicia y los medios de comunicación: el rol de los medios y la perspectiva
judicial respecto a la inseguridad
José Luis Ares*
Sumario
§1.- Inseguridad.-
§2. La prisión como poción mágica.-
§3.- El rol de los jueces.-
§4. El rol de la defensa.-
§5. A modo de conclusión.-
*
Juez en lo Correccional. Profesor Adjunto -por concurso- de Derecho Procesal Penal (UNS). Profesor de
posgrado.
140 Revista del Institu to de Estudio s Penales
se agregan ahora soluciones más tecnológicas como las cámaras de video o las
medidas de seguridad bancaria luego de un caso reciente que conmocionó a la
opinión pública. Y así ocurre casi siempre, se reacciona torpe y apresuradamente
ante un hecho determinado y no se diseña una política criminal coherente,
sostenida en el tiempo en sus directrices centrales pero que se ajuste conforme el
delito vaya mutando.
Y esas medidas están condenadas al fracaso.Las restricciones de la excarcelación
a través de normas, algunas de las cuales inconstitucionales, se decidió en el 2000
durante la gobernación de Ruckauf, aquel que decía que había que “meterle bala a
los delincuentes” y que llevó a duplicar la cantidad de presos en la provincia.
El aumento de las penas llegó de la mano del falso ingeniero Blumberg en 2004 y
el gobierno de entonces capituló y mandó a sus legisladores a votar
favorablemente unas normas que afectaron la sistemática del Código Penal y
alteraron algunas proporciones de pena y convirtieron al código en uno de los más
duros de Latinoamérica. Siempre en el entendimiento que la prisión, ya sea como
preventiva, medida cautelar que muchas veces funciona indebidamente como
pena anticipada, y como pena constituyen -como afirma Julio Maier al referirse a
la expansión del derecho penal- el “sanalotodo” de los males sociales.
Respecto a los menores se propugna que sean imputables los de 14 y 15 años, lo
cual no traerá ninguna mejora sustancial por varias razones. En primer lugar
porque no resultan significativos los delitos graves cometidos por menores de esa
edad; y porque como menores tienen ciertas salvaguardas de la convención
respectiva, de jerarquía constitucional, respecto a penas y al uso excepcional y
limitado del encarcelamiento preventivo.
Ahora bien, no se puede soslayar que el delito es un buen negocio. Lo es para la
prensa que cuenta con una mercancía barata (la noticia policial-judicial), lo es
para las empresas de seguridad privada y quienes comercializan insumos como
alarmas, seguros, etc.; para quienes manejan los mercados ilegales cuyas
utilidades se ingresan a la economía legal; para los policías corruptos que ofrecen
142 Revista del Institu to de Estudio s Penales
§2. La prisión como poción mágica. Siempre decimos que hay más presos sin
condena que los que debería haber si todos los jueces se tomaran en serio la
constitución, y menos de los que la gente reclama, por aquello que hemos dado en
llamar el “reclamo social de prisión inmediata y generalizada”. Es decir el
reclamo de que todo sujeto vaya preso inmediatamente luego de cometido el
hecho y sin saber todavía si es culpable o inocente, porque ya se lo considera
culpable con la sola denuncia o con la imputación policial o fiscal y entonces para
qué perder tiempo en el juicio previo que exige la constitución como condición
para descubrir la verdad y eventualmente destruir el estado de inocencia.
A pesar de la muletilla de que nadie va preso y de la puerta giratoria, que al
parecer se traba a menudo, existen en la provincia de Buenos Aires 30.000 presos,
de ellos 4.000 alojados en dependencias policiales; una tasa de prisionización que
es la más alta del país. En general, hacinados y en condiciones deplorables (desde
2007 está declarada la emergencia carcelaria), lo cual lejos de generar más
seguridad como ingenuamente se cree, retroalimenta el delito y la violencia.
Según cifras oficiales el 61 % de los privados de libertad no tiene sentencia firme,
en general por las demoras que se producen en las más altas instancias judiciales,
144 Revista del Institu to de Estudio s Penales
§3. El rol de los jueces.- Otra de las muletillas que se escuchan es que “las
garantías procesales son sólo para los delincuentes”. Ello es falso por cuanto
protegen a los procesados que aun no pueden ser considerados delincuentes y les
asiste el sagrado derecho de defensa en juicio, para evitar condenar a un inocente
que siempre es algo más grave que absolver a un culpable.
Esas garantías se fueron construyendo como reacción contra la arbitrariedad del
Estado y el abuso de poder, también para evitar que se “plante” prueba o se
obtenga afectando indebidamente la intimidad y reserva de las personas. Se trata
de establecer mecanismos que actúen como control de calidad de la condena.
Las exclusiones probatorias y las nulidades no son como se dice a menudo meros
tecnicismos o cuestiones formales, son salvaguardas fundadas en la constitución
para que sus postulados sean efectivos y no se convierta en un “juguete vistoso”
como decía Carlos Nino.
Las garantías deben proteger también a las víctimas que han sido rescatadas de su
ostracismo de los viejos sistemas; mucho se ha avanzado y mucho queda por
hacer en este terreno. La víctima tiene derecho a acceder a la justicia, a que se le
suministre información y a que se le brinde un trato digno, evitando la
revictimización; a que su caso sea investigado seriamente, a que se determinen
responsabilidades y al castigo de los culpables. Sin embargo no tiene derecho a la
obtención de un resultado positivo por cuanto en ocasiones una investigación
seria y prolija puede no llegar a buen puerto por distintas razones.
Por lo demás, es curioso observar cómo quienes despotrican contra las garantías,
aunque a veces ni siquiera saben de que se trata, cuando ellos son imputados
146 Revista del Institu to de Estudio s Penales
diga que el problema son los jueces garantistas que liberan a los delincuentes, y
hasta la Presidenta de la Nación en una ocasión afirmó que la policía detiene y
detiene y los jueces liberan y liberan.
Por el contrario, y evitando el discurso políticamente correcto y expresándome
con sinceridad y honestidad y si bien se habla de un sistema penal que se dice está
en crisis desde siempre, creo que los que menos tienen que ver con la cuestión de
la cantidad o calidad de delitos que se cometen son los jueces.
Me explico. La primera barrera de control social es la familia, la escuela, el
barrio, el club, la acción social del Estado. Cuando esas instituciones fallan entra
en acción el sistema penal, que es el último recurso y que actúa cuando el delito
ya se cometió.
Pero antes de que intervenga el Poder Judicial debe hacerlo la policía de
seguridad en tareas de prevención, dependiente del Poder Ejecutivo. Luego,
cuando alguien es condenado y enviado a una cárcel es el Poder Ejecutivo quien
está a cargo de su reforma y al salir debe controlarlo y asistirlo a través del
Patronato de Liberados, por eso si hay reincidencia la responsabilidad es del
poder político no del judicial que se limitó a aplicarle al sujeto una pena por el
ilícito cometido.
Por lo demás, la investigación criminal está a cargo de fiscales y policías y es el
primero el que debe conseguir las pruebas de cargo para que se condene al
imputado.
Los jueces no investigan ni actúan de oficio, ni hacen tareas preventivas. Los
jueces de garantías deben controlar la regularidad y legalidad de la investigación
porque esta es una tarea agresiva que puede afectar derechos constitucionales. La
libertad durante el proceso es un derecho y debe constituir la regla por regir la
presunción de inocencia, salvo que se verifiquen peligros procesales.
Los jueces de juicio condenarán si existe prueba válida suficiente que los
convenza de la culpabilidad del procesado fuera de toda duda razonable y deberán
absolver en caso contrario, más allá de lo que crean en el fuero íntimo de su
Revista del Institu to de Estudio s Penales 149
§5. A modo de conclusión.- Sería todo un detalle que se pudiera comprender que
el delito es un fenómeno social de gran complejidad respecto al cual no existen
soluciones mágicas ni rápidas. Que cuanto menos desigual es una sociedad menos
conflictividad tendrá.
Que se deben instrumentar políticas públicas de acción social para que los jóvenes
tengan futuro y salgan de la marginalidad. En este sentido el criminólogo
canadiense Irvin Waller sostiene que se deben aplicar planes de diez años,
trabajando con las madres de los chicos en riesgo, con las escuelas y con policía
no corrupta que mantenga estrechos vínculos con la comunidad. En Bogotá, en
diez años se logró bajar el delito un 50 %. En nuestro país, en Cipolletti,
asesorados por el nombrado Waller se aplica un plan desde 2007.
152 Revista del Institu to de Estudio s Penales
Ya 500 años antes de Cristo, Pitágoras de Samos decía que si se educa a los niños
no será preciso castigar a los hombres.
Se debe combatir el delito organizado y la complicidad oficial; el endurecimiento
de las penas y la mayor prisionización no dan como resultado menos delitos, sino
más violencia, abusos e injusticias.
Los periodistas no deben asumir el rol de jueces y fiscales y deben capacitarse
para informar correctamente, pidiendo asesoramiento técnico si fuere necesario.
Por su lado, los jueces no pueden ser comunicadores ni formadores de opinión,
aunque deban garantizar la publicidad de los procesos y de sus decisiones para
posibilitar el control popular. Creemos que resulta necesaria la figura del vocero
judicial; y de esta manera que se de una complementación entre prensa y Poder
Judicial para comunicar asuntos de interés público e incluso contribuir de alguna
manera a la educación de la población que debería participar de estas cuestiones a
través del juicio por jurados que por tres veces manda instituir nuestra
constitución histórica.-
Revista del Institu to de Estudio s Penales 153
JURISPRUDENCIA
154 Revista del Institu to de Estudio s Penales
Revista del Institu to de Estudio s Penales 155
SECCIÓN I
JURISPRUDENCIA NACIONAL Y PROVINCIAL
I
Derecho Penal. Parte General
Sumario
§1.- Sala Primera del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa N° 41.174,
caratulada "Z., P. F. s/ Recurso de Queja (art. 433 C.P.P.), rta. 4 de agosto 2010. La sanción aplicable a los
delitos tentados serán en el mínimo (un tercio de la sanción menor amenazada) y en el máximo (la mitad de la
pena mayor).
§2.- Sala I del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa N° 38.114, caratulada
"M., D. E. s/ recurso de casación", rta. 26 de agosto 2010. Constitucionalidad art. 12 C.P., regula
consecuencias civiles con fulcro en la privación de la libertad. Encuentra fundamento en la tutela del sujeto
privado de su libertad.
§3.- Sala III del Tribunal de Casación pcia. de Buenos Aires, causa número 4.852 (Registro de Presidencia
18.582) caratulada: “O., M. G. s/ recurso de casación” y su acumulada número 4.853 (Registro de
Presidencia 18.583) caratulada: “D., E. I. s/ recurso de casación”, rta. 13 de julio 2010. Autor es todo el que
obra en forma mancomunada. Dominio del hecho (dominio colectivo), colaboración alternativa.
§4.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, recursos de casación
interpuestos, por un lado, por la defensa de R. R. C. y L. R. -Causa Nº 34.602- y, por otro lado, por el
MINISTERIO PÚBLICO FISCAL –Causa N° 34.604-, rta. 19 de marzo 2009. El dolo como realidad
psicológica que sólo puede probarse indiciariamente.
§1.- La sanción aplicable a los delitos tentados serán en el mínimo (un tercio de la sanción
menor amenazada) y en el máximo (la mitad de la pena mayor).
“La tesis que sostengo, que en su momento fue consagrada por el plenario “Ach”, dictado el 24/8/69 en causa
61.562 de la Cámara Penal del Departamento Judicial de La Plata –hoy Cámara 3ra. de Apelación y Garantías- (ver
“La Ley” on line, referencia al pronunciamiento de su Sala III del 28/4/1978 en causa “Ramos, José A.”), consiste
en que la sanción aplicable a los delitos tentados se establecerá como mínimo, en el tercio de la sanción menor
amenazada en la escala prevista para el delito de que se trate y como máximo la mitad de la pena mayor
establecida para dicha ilicitud (Cód. Penal, art. 44).” (SALA PRIMERA DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA
PROVINCIA DE BUENOS AIRES, CAUSA N° 41.174, CARATULADA "Z., P. F. S/ RECURSO DE QUEJA (ART. 433 C.P.P.),
RTA. 4 DE AGOSTO 2010).
§2.- Constitucionalidad art. 12 C.P., regula consecuencias civiles con fulcro en la privación
de la libertad. Encuentra fundamento en la tutela del sujeto privado de su libertad.
“Las incapacidades civiles de las que habla el art. 12 del Código Penal son una consecuencia de la condena carente
de carácter punitivo, con connotaciones eminentemente tutelares, que concluyen cuando se reputa cumplida la
condena o, según el caso, el Tribunal optara por aplicarlas por tres años más. El alcance de dicha medida nos
coloca frente a una incapacidad de hecho relativa, por lo cual el penado no pierde su capacidad jurídica, ya que la
misma se refiere a un número restringido de actividades. El penado no puede ejercer la patria potestad, que en su
caso pasará a la madre de los hijos menores (art. 264 2da. parte del Cód. Civil). No obstante, se ha decidido que
puede actuar en juicio de tenencia de hijos, como manifestación de su derecho potencial a la patria potestad, cuyo
ejercicio como refiriera simplemente se encuentra suspendido. Esta suspensión, por otro lado, no lo priva del
derecho de contraer matrimonio sin necesidad de autorización especial alguna, ni a reconocer hijos naturales.
“Asimismo, el condenado queda privado de la administración de los bienes y del derecho de disponer de ellos inter
vivos. Esos actos debe realizarlos, en su nombre, el curador que se le indique. Como se trata de incapacidades
relativas, expresamente enumeradas, no pueden extenderse a otros supuestos no previstos por la ley. Se impone allí
la interpretación restrictiva, avalada también por el argumento a contrario de que el penado sólo está privado de
disponer de sus bienes por actos inter vivos, lo que también lo faculta para testar.
156 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“No obstante el carácter tuitivo y no represivo del instituto, al ser inherente a las penas aplicadas, la relación con
ellas es estrecha, lo que tiene influencia decisiva en cuanto a la duración. Comienzan a regir desde la fecha de la
sentencia firme, y cesan cuando el penado cumple con su condena. Las limitaciones, como ya dijera, sólo se
refieren a los derechos enumerados por la ley, por lo que puede realizar todos los demás actos de la vida civil.
“Entiendo a partir de lo expuesto que debe considerarse a esta previsión como la regulación de algunas de las
consecuencias civiles ocasionadas por el hecho de encontrarse privado de la libertad durante un lapso prolongado
de tiempo, las que encuentran fundamento en la tutela de los derechos del sujeto privado de su libertad, por lo que
no se observa la concreta violación al bloque de constitucionalidad conformado por la Carta Magna y los Tratados
Internacionales sobre Derechos Humanos incorporados por la reforma de 1.994, concretamente los arts. 18 y 75
inc. 22 de la C.N., 10 del P.I.D.C.y P., y 5 ap. 6to. de la C.A.D.H.
(…)
“…la incapacidad prevista por el art. 12 del C.P. sólo implica una incapacidad de hecho relativa, y lejos está de
prever la "muerte civil" alegada por el recurrente, instituto que por lo demás, no fue receptado por el maestro Vélez
Sarsfield al momento de elaborar la legislación civil.” (SALA I DEL TRIBUNAL DE C ASACIÓN PENAL DE LA
PROVINCIA DE BUENOS AIRES, CAUSA N° 38.114, CARATULADA "M., D. E. S/ RECURSO DE CASACIÓN", RTA. 26 DE
AGOSTO 2010).
§3.- Autor es todo el que obra en forma mancomunada. Dominio del hecho (dominio
colectivo), colaboración alternativa.
“Como explica Ricardo C. Núñez (ver “Derecho Penal Argentino”, editorial Bibliográfica Omeba, Buenos Aires,
Tomo II páginas 284 y siguientes) y recepta la Suprema Corte de Justicia de la Provincia (idem ant. Argañarás-
Casas Peralta, Tomo IV, p. 252, número 150) tan autor es el que infiere la lesión como el que lo ayuda con su
acción, dándole oportunidad para que ella produzca su efecto.
“En consecuencia, si todos los que cumpliendo el acuerdo previo, obraron en forma mancomunada, como se
prueba en el caso los convierte en coautoras en los términos del artículo 45 del Código Penal.
“Hay dominio del hecho pues, dentro de su marco y de lo que se da en llamar elemento objetivo de coautoría
(véase Reinhart Maurach “Derecho Penal. Parte General”, actualización de Karl Heinz Gössel y Heinz Zipf,
editorial Astrea, Buenos Aires, 1.995, Tomo II páginas 371 y siguientes), cabe afirmar la participación en tal
dominio colectivo, en casos, como el de autos, de colaboración alternativa, en los que existen diversas
posibilidades fácticas de realización típica, y en que diversos miembros del grupo (dos en el caso) se encuentran
preparados para la ejecución de cada una de tales alternativas de realización.” (SALA III DEL TRIBUNAL DE
CASACIÓN PCIA. DE BUENOS AIRES, CAUSA NÚMERO 4.852 (REGISTRO DE PRESIDENCIA 18.582) CARATULADA: “O.,
M. G. S/ RECURSO DE CASACIÓN” Y SU ACUMULADA NÚMERO 4.853 (REGISTRO DE PRESIDENCIA 18.583)
CARATULADA: “D., E. I. S/ RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 13 DE JULIO 2010).
§4.- El dolo como realidad psicológica que sólo puede probarse indiciariamente.
“…que no estaría acreditado el dolo requerido por la figura en cuestión, puesto que soslaya que al resultar éste de
una realidad psicológica incomprobable (salvo excepcionalmente, como en el caso de una confesión) de manera
directa a través de los sentidos, el dolo debe acreditarse a partir de una serie de datos de naturaleza “indiciaria” que
resultan reveladores del conocimiento y de la voluntad del agente.” (SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN
PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, RECURSOS DE CASACIÓN INTERPUESTOS, POR UN LADO, POR LA
DEFENSA DE R. R. C. Y L. R. -CAUSA Nº 34.602- Y, POR OTRO LADO, POR EL MINISTERIO PÚBLICO FISCAL –
CAUSA N° 34.604-, RTA. 19 DE MARZO 2009).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 157
II
Delitos contra la vida
Sumario
§1.- Sala Primera del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa Nº 24.136,
caratulada “A., J. S. s/ Recurso de Casación”, rta. 3 de septiembre de 2009. En el homicidio en riña se utiliza
una solución similar a la de la responsabilidad colectiva del Derecho Internacional Público. Presupuestos del art.
95 C.P. resulta la muerte de una persona y el acometimiento recíproco y plural; al par que la carencia de certeza
acerca de la autoría del hecho. Precisa un dolo necesario para la riña pero sin intención de un resultado
previamente determinado.
§2.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa Nº 39.901,
caratulada “R., J. A. s/recurso de casación”, rta. 7 de septiembre 2010. El art. 95 C.P. reclama ejercer
violencia sobre alguien, no matar o lesionar. En el plano subjetivo requiere una indeterminación de la finalidad.
El dolo sólo abarca el ejercicio de violencia. La figura se estructura sobre la base del desconocimiento acerca de
quién causó el resultado.
§3.- Sala III del Tribunal de Casación Penal de la pcia. de Buenos Aires, causa número 11646 (registro de
Presidencia Nº 41031) caratulada: “M., E. D. y otro s/ recurso de casación”, rta. 7 de septiembre de 2010. La
figura de homicidio en agresión, se configura cuando más de dos golpean al que permanece inmóvil. Hay dolo
indeterminado en el que se confunden el designio de ofender y agredir con el de matar. Se ignora la mano que
causó la muerte: el autor es incierto. Si el acometimiento tumultuario es fruto de la exaltación y no de una
convergencia intencional se aplica el art. 95 C.P. y no el 79.
"En el homicidio en riña no se trata de punir a quien resulta ajeno al hecho, sino de colocar en pie de igualdad la
situación de personas que en el marco de un proceso confuso realizan actos que exteriorizan el objetivo de atacar y
causar daño a la víctima, utilizando al efecto una solución cercana a la idea de responsabilidad colectiva adoptada
por el Derecho internacional público.
“En los delitos generados por muchedumbres, la tipificación de un hecho como homicidio y lesiones en riña o
agresión es el único medio de que dispone un Derecho penal funcional –es decir distinto del clásico o del
garantista-, para dar a la sociedad un sentimiento de reparación y, a la postre, de protección contra la violencia
desencadenada.
“Resultan presupuestos de aplicación del art. 95 del C.P., la muerte de una persona, el acometimiento plural y
recíproco, la fuerza ejercida en el cuerpo de la víctima y la carencia de certeza acerca de la autoría del hecho.
“El tipo penal de la riña presupone que durante el desarrollo del hecho existió, aunque momentáneamente, apoyo
implícito mutuo y que todos, actuando de consuno aunque sin concierto previo, quisieron infligir daño al
adversario.
“Quien participa en una riña lo hace con el dolo necesario para ello, es decir el propósito de intervenir en el
enfrentamiento o confrontación, aunque sin la intención de causar un resultado previamente determinado.” (SALA
PRIMERA DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE B UENOS A IRES, CAUSA Nº 24.136,
CARATULADA “A., J. S. S/ RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 3 DE SEPTIEMBRE DE 2009).
§2.- El art. 95 C.P. reclama ejercer violencia sobre alguien, no matar o lesionar. En el
plano subjetivo requiere una indeterminación de la finalidad. El dolo sólo abarca el
ejercicio de violencia. La figura se estructura sobre la base del desconocimiento acerca de
quién causó el resultado.
158 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“… (debe) descartar(se) la pretendida aplicación al caso del tipo penal contenido en el artículo 95 del código de
fondo.
“La acción típica correspondiente a esa figura delictiva no es la de matar o causar lesiones, sino la de ejercer
violencia sobre alguien, acción que adquiere relevancia típica en los términos de la norma citada cuando la
violencia ejercida sobre el sujeto pasivo le provoque lesiones o la muerte, sin que se sepa quién ha sido el autor
concreto de ellas. Asimismo, en el plano subjetivo, la figura en cuestión requiere una indeterminación en la
finalidad con que actúan los agentes, cuyo dolo abarca el ejercicio de violencia sobre la víctima, pero sin
proponerse en conjunto como resultado concreto el lesionarlo o matarlo. Por lo tanto, la actividad mancomunada y
con convergencia intencional propia de la coautoría descarta automáticamente la aplicación de la figura en trato
(conf. Sebastián Soler, “Derecho Penal Argentino”, Tomo III, TEA, pp. 151 y ss.; Alfredo Molinario, “Los
delitos”, Tomo I, TEA, pp. 268/269; Carlos Fontán Balestra, “Derecho Penal. Parte Especial”, 13º edición,
Abeledo Perrot, p. 119; Andrés José D’Alessio, “Código Penal Comentado y Anotado”, Parte Especial, La Ley, pp.
68/69).
“De tal modo, la figura legal en trato se estructura sobre la idea básica de que no conste quienes han sido los que
causaron el resultado dañoso, y ello tanto es así que, comprobada la autoría de alguno de los partícipes en la riña,
la figura cede paso a las comunes del homicidio o lesiones (cfr. Carlos Fontán Balestra, “Derecho Penal. Parte
Especial”, 13º edición, Abeledo Perrot, pp. 116 y ss.).” (SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA
PROVINCIA DE B UENOS AIRES, CAUSA Nº 39.901, CARATULADA “R., J. A. S/RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 7 DE
SEPTIEMBRE 2010).
§3.- La figura de homicidio en agresión, se configura cuando más de dos golpean al que
permanece inmóvil. Hay dolo indeterminado en el que se confunden el designio de ofender
y agredir con el de matar. Se ignora la mano que causó la muerte: el autor es incierto. Si
el acometimiento tumultuario es fruto de la exaltación y no de una convergencia
intencional se aplica el art. 95 C.P. y no el 79.
“La figura de homicidio en agresión, se configura cuando más de dos golpean al que permanece inmóvil, sin
resistir, por impasible o débil, con un dolo indeterminado en el que se confunden el designio de ofender y agredir
con el de matar, pero el efecto más sensible del título no pasa por la degradación del dolo, sino por la
incertidumbre existente sobre el autor del homicidio.
“Dicho de otro modo, como se desconoce al autor, resultaría erróneo sostener que a ese desconocido se le degrada
la imputación.
“Cuando el homicidio no puede imputársele a ninguno, el objetivo de la imputación se muda sustancialmente, ya
que a todos los agresores que ejercieran violencia sobre la persona de la víctima, se les endilga la muerte
convirtiendo cada una de las agresiones en delito a raíz del resultado producido.
“En estos casos, se ignora la mano que causó la muerte: el autor es incierto, en uno y otro caso, y cómo la práctica
sintió repugnancia a la Ley 17 que dictara Paulo, seguida en Francia y otros países -cada uno respondía de sus
propios golpes, y si no se lograba descubrir quién fue el homicida, ninguno era responsable de occisión– se
consideró a todos responsables de ese resultado, imponiéndoles una pena benigna (confrontar en detalle Francisco
Carrara “Programa de Derecho Criminal”, editorial Temis, Bogotá, Colombia, 1.957, parágrafos 1.291 al 1.311).
“Cuando en el acometimiento tumultuario de varios contra uno, que según los jueces resulta fruto de la exaltación
y no de una convergencia intencional, se sabe quién o quiénes han sido los autores del homicidio, los supuestos
previstos en el artículo 95 del Código Penal desaparecen y los hechos quedan sometidos cuanto menos, a las reglas
del homicidio previstas en el artículo 79 del Código Penal.
“…”
“No se me escapa el ejemplo de Alimena que cita Soler, a propósito de los que, desde varias ventanas dirigen
proyectiles contra la misma persona y sin que uno sepa de los otros.
“Pero cuando se ponen de acuerdo en semejante accionar, lanzando disparos de armas de fuego, dardos o flechas
envenenados, o no, en dirección a esa parte del ser humano, entre muchos ejemplos más, o directamente
convergen, como es el caso sobre la humanidad de la víctima eligiendo la cabeza como blanco de sus puntapiés, es
evidente el acuerdo previo que desplaza la aplicación de la figura establecida en la sentencia y que debió llevar a
un norte de diversa significación jurídica, aún más gravosa que el sugerido más arriba.” (SALA III DEL TRIBUNAL
Revista del Institu to de Estudio s Penales 159
DE CASACIÓN PENAL DE LA PCIA. DE BUENOS AIRES, CAUSA NÚMERO 11646 (REGISTRO DE PRESIDENCIA Nº 41031)
CARATULADA: “M., E. D. Y OTRO S/ RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 7 DE SEPTIEMBRE DE 2010).
160 Revista del Institu to de Estudio s Penales
III
Delitos culposos
Sumario
§1.- Sala IV, Cám. CCrim. y Corr. de Capital Federal, Causa N° 1269.10.- S., L. A. s/ homicidio culposo, rta.
10 de septiembre 2010. Homicidio culposo por golpe en la cabeza sufrido por la víctima al caerse de la camilla
que transportaba el camillero. El deber objetivo de cuidado abarca todas aquellas reglas de cuidado, regladas o
de común experiencia, que ex ante, aparecen como adecuados para evitar la lesión del bien jurídico. Introducción
por el agente de un riesgo no permitido.
§2.- Sala I, Cám. CCrim. y Corr. de Capital Federal, Causa 44.144 “Aloy, Ramón Leonardo
s/procesamiento”, rta. 14 de septiembre 2010. El tipo culposo requiere la producción del resultado así como su
conexión normativa con la infracción del deber objetivo de cuidado. El tipo culposo del art. 196 C.P. se encuentra
dirigida a sancionar aquellos comportamientos culposos que afecten o puedan afectar la seguridad de las
personas o bienes indeterminados. Está relacionada con el peligro concreto de que se produzca un
descarrilamiento, naufragio, u otro accidente previsto en el capitulo 2° del título 7° del libro 2° del Código Penal.
Alcance de la voz “accidente”.
§3.- Cámara Segunda en lo Criminal de Formosa, expte. Nº 287 Fº 20 año 2009, caratulado: “B G E B s/
homicidio culposo”, rta. 2 de diciembre 2010.- Omisión de las reglas del arte médico como violatorias del deber
de cuidado. Necesidad de adoptar todas las medidas adecuadas para determinar la causa de la presencia del
enfermo. Imposibilidad de aplicar una pena de inhabilitación limitada a una rama de la medicina por inviabilidad
del fraccionamiento de la profesión.
§1.- Homicidio culposo por golpe en la cabeza sufrido por la víctima al caerse de la
camilla que transportaba el camillero. El deber objetivo de cuidado abarca todas aquellas
reglas de cuidado, regladas o de común experiencia, que ex ante, aparecen como
adecuados para evitar la lesión del bien jurídico. Introducción por el agente de un riesgo
no permitido
“… M. I. P. falleció a raíz del golpe que sufrió en la cabeza cuando la camilla en que se la trasladaba y era
descendida de una ambulancia por el imputado, se viró para un costado, cayendo al suelo e impactando la cabeza
de la paciente con el cordón de la vereda, siendo este resultado el que condujo a su deceso por hemorragia
meníngea.
“Así, el Cuerpo Médico Forense explicó que “…la caída le produjo una hemorragia cerebral que ha (sic) pesar del
tratamiento instituido, quirúrgico y clínico le provocó el fallecimiento a la semana del accidente…”.
(…)
“… no parece posible que la paciente haya sido quien provocara el vuelco, toda vez que se encontraba atada a la
camilla con varios cinturones. Por el contrario, consideramos que ha sido la conducta negligente del imputado la
causa directa del accidente toda vez que, como el mismo lo refiriera, no pudo detener la ambulancia en el lugar
previsto al llegar a la clínica de la calle …., por la presencia de automóviles estacionados en el lugar, agregando,
además, que dicha arteria es empedrada.
“En dicho contexto, estimamos que debió haber extremado su precaución al efectuar el descenso de la litera,
máxime por sus características de una calle de empedrado irregular la cual, además, conforme lo relatara el
encartado, presentaba una inclinación. De sus propios dichos surge que tomó la camilla por su extremo trasero, es
decir, a los pies de la paciente. Aun cuando adujo que la pareja de la víctima se colocó en la parte delantera para
ayudarlo, el propio aludido, D. R. V., lo desmintió pues refirió que al bajar de la ambulancia se paró en la vereda
junto a la médica y en ningún momento intervino en la maniobra.
“Es dable inferir entonces que al asir la camilla desde el sector indicado y arrastrarla por una calle empedrada, se
produjo un desequilibrio que provocó su caída junto con la víctima y, en su consecuencia, el golpe de su cabeza
contra el cordón de la acera.
“Tiene dicho el tribunal en análogo caso, que “La norma de cuidado penal persigue evitar la producción de
aquellas lesiones del bien jurídico que, ex ante, el sujeto tenía la posibilidad de prever. Por tanto, en cada caso, el
deber objetivo de cuidado abarcará todas aquellas reglas de cuidado, regladas o de común experiencia, que ex ante,
aparecen como adecuados para evitar la lesión del bien jurídico” (Mirentxu Corcoy Bidasolo, “El delito
Revista del Institu to de Estudio s Penales 161
Imprudente”, ed. B de f, 2005, pág. 93)” (in re, causa N° 28.196, “Paez, Miguel Ángel s/homicidio culposo”, rta.
15/02/2006).
“En el supuesto bajo examen, ante las características irregulares de la arteria -descriptas por el propio imputado-,
sumado a que no había detenido la ambulancia en el lugar específicamente previsto para ello, S. generó un riesgo
no permitido pues no puede admitirse la inestabilidad del elemento como imprevisible, máxime cuando sólo fue
asida por su parte posterior dejando así la anterior sin ningún soporte que pudiera contener cualquier tipo de
oscilación.
“Era de prever, entonces, que una estructura de 1,80 m de largo, apoyada sobre ruedas, sujetada sólo por uno de
sus extremos y sin resguardo en el que soportaba el peso mayor del cuerpo transportado, podía desestabilizarse de
la manera en que ocurriera.
“En tal sentido, un camillero experimentado debió extremar su cuidado para evitar esta previsible caída y de
acuerdo a las constancias de la causa, con la convicción que la instancia requiere, puede afirmarse que no procedió
de tal modo.” (SALA IV, CÁM. CCRIM. Y CORR. DE CAPITAL FEDERAL, CAUSA N° 1269.10.- S., L. A. S/ HOMICIDIO
CULPOSO, RTA. 10 DE SEPTIEMBRE 2010).
§2.- El tipo culposo requiere la producción del resultado así como su conexión normativa
con la infracción del deber objetivo de cuidado. El tipo culposo del art. 196 C.P. se
encuentra dirigida a sancionar aquellos comportamientos culposos que afecten o puedan
afectar la seguridad de las personas o bienes indeterminados. Está relacionada con el
peligro concreto de que se produzca un descarrilamiento, naufragio, u otro accidente
previsto en el capitulo 2° del título 7° del libro 2° del Código Penal. Alcance de la voz
“accidente”.
“… Zaffaroni, Alagia y Slokar, sostienen que: “...El resultado constituye una limitación dentro de la tipicidad
culposa...” “...Desde el punto de vista de la conflictividad social, no pueden equiparse las situaciones de quien
viola el deber de cuidado sin producir ningún resultado y de quien lo hace como producción de múltiples
muertes...” Asimismo, “...Con la afirmación de la causalidad y de la violación del deber de cuidado, no se está aún
en condiciones de afirmar la tipicidad culposa de la acción, porque restaría averiguar si el resultado está
determinado por la violación normativa, o sea, si media una conexión o nexo determinación entre la
antinormatividad y el resultado...” (op. citada, pág. 554/5).
“Entonces, del párrafo anterior podemos apreciar que para completar el aspecto objetivo del tipo culposo se
requiere la producción del resultado así como su conexión normativa con la infracción del deber objetivo de
cuidado.
“Soler entiende respecto de la figura en cuestión: “...que el hecho culposo, para ser punible requiere no ya un daño
cualquiera, sino la efectiva producción de un verdadero accidente con las características de gran magnitud propias
de los estragos...” (Soler, Sebastián, “Derecho Penal Argentino, Parte Especial”, Tomo IV, Editorial, Tea).
“Asimismo, la doctrina agrega que: “...la norma del artículo 196 se encuentra dirigida a sancionar aquellos
comportamientos culposos que afecten o puedan afectar la seguridad de las personas o bienes indeterminados, pero
lo que debe resaltarse es que los escogidos por la prohibición son los que mayor afectación ocasionen o puedan
ocasionar al bien jurídico, tales como los descriptos en los tipos de los artículo 190, párrafo 2° y 191 inciso 2°...”
(Baigún, D. y Zaffaroni, E., “Código Penal y normas complementarias, Análisis doctrinal y jurisprudencia”, Tomo
VIII, Editorial Hammurabi, 2009, pág. 761/2).
“Cabe agregar que, en un caso semejante, la Cámara de Casación Penal dijo que, “...La figura culposa del artículo
196 del Código Penal está relacionada con el peligro concreto de que se produzca un descarrilamiento, naufragio, u
otro accidente previsto en el capitulo 2° del título 7° del libro 2° del Código Penal, el tipo doloso del artículo 194
del Código Penal atañe a una situación de peligro abstracto, de donde se deduce en principio que ambas figuras no
pueden relacionarse. Asimismo, para que se configure el accidente culposo del artículo 196 del Código de fondo,
es menester el acaecimiento de un accidente, de la magnitud necesaria para crear peligro común...” (CNCP, Sala I
“Sak de Bulacio, Juana s/ recurso de casación”, Reg. 1058).
“En el caso citado en el párrafo anterior la Cámara Nacional de Casación Penal, trató la cuestión relativa al alcance
del término accidente, tal como se lo emplea en la figura culposa que nos ocupa. Luego de establecer, mediante
diversas citas doctrinarias, que la expresión alude a un evento con las características de gran magnitud propias de
162 Revista del Institu to de Estudio s Penales
un estrago, se concluyó que “(…) el choque entre el automóvil conducido por la encausada con la formación
ferroviaria, a raíz del cual uno de los vagones sufrió roturas y estuvo demorado, según la sentencia, quince
minutos, resulta atípico pues no se adecua al delito previsto en el artículo 196 del código de fondo (…)”
“En sentido similar se expidió recientemente esta Sala (CN° 43.023 “Romero, Natalia s/ interrupción de las
comunicaciones”, Reg N° 380, Rta 27/4/10) en donde se sostuvo que la conducta que se investigaba era atípica
debido a que el único resultado que había ocasionado era la interrupción de la marcha del tren durante
aproximadamente diez minutos, y que ello no podía considerarse accidente en los términos del artículo 196 del
CP.” (SALA I, CÁM. CCRIM. Y CORR. DE CAPITAL FEDERAL, CAUSA 44.144 “ALOY, RAMÓN LEONARDO
S/PROCESAMIENTO”, RTA. 14 DE SEPTIEMBRE 2010).
§3.- Omisión de las reglas del arte médico como violatorias del deber de cuidado.
Necesidad de adoptar todas las medidas adecuadas para determinar la causa de la
presencia del enfermo. Imposibilidad de aplicar una pena de inhabilitación limitada a una
rama de la medicina por inviabilidad del fraccionamiento de la profesión.
“…la conducta de la Dra. B , de limitarse a interrogar a Mabel O, y palpar la zona del pecho, sin auscultarla, y
interpretar ligeramente el análisis de laboratorio, omitiendo la realización de placas radiográficas y nuevos estudios
que permitieran determinar adecuada y temporariamente el cuadro que presentaba la joven y prescripción de un
equivocado tratamiento, (medicación incorrecta, tratamiento ambulatorio, etc.) que tuvo como consecuencia el
desenlace fatal constituye la mala praxis contemplada en el art. 84 del Código Penal, toda vez que esa conducta
omisiva fue violatoria del deber de cuidado, y ésta “se revela al no adoptar todas las medidas adecuadas a su
alcance para determinar la causa de la presencia del enfermo en demanda de ayuda, intentando frenar el curso
causal no provocado, que se encuentra en vías de evolución, frente a su potencial capacidad de evitación del
resultado o por lo menos, disminución de las posibilidades de que éste se produzca” CNCCorr., Sala VI, 9-5-91
“F., J.F.” c. 21.070 – Voto del Dr. Elbert. Igualmente no existe a su respecto causa alguna de justificación o
atenuación de responsabilidad. A fin de determinar el quantum punitivo debe tenerse a favor de la acusada, su
falta de antecedentes condenatorios; sin embargo justifica elevar la sanción penal, la naturaleza de la acción, y la
extensión del año causado toda vez que se trata de una actividad especial el ejercicio de la medicina, que la joven
contaba con solo 18 años de edad y el dolor que causó tal situación en los familiares de Mabel O , entiendo justa la
imposición de la pena de DOS (2) AÑOS DE PRISION EN SUSPENSO, y estando contenida en la norma la
inhabilitación especial en la profesión, debemos tener también en cuenta que la actividad desarrollada por la
acusada tiene naturaleza alimentaria, por lo que entiendo justo aplicar el monto mínimo, esto es, la
INHABILITACION ESPECIAL POR CINCO (5) AÑOS PARA DESEMPEÑARSE COMO MEDICA, toda vez
que la petición de la Fiscal de Cámara de limitarla a la rama de Medicina generalista, importa fraccionar la
profesión de Médica.” (C ÁMARA SEGUNDA EN LO CRIMINAL DE FORMOSA, EXPTE. Nº 287 Fº 20 AÑO 2009,
CARATULADO: “B G E B S/ HOMICIDIO CULPOSO”, RTA. 2 DE DICIEMBRE 2010).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 163
IV
Delitos contra la Integridad Sexual
Sumario
§1.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa nº 40.784
caratulada “P., A. D. s/Rec. de Casación”; rta. 5 de octubre 2010. No se hizo lugar al avenimiento del art. 132
del C.P. pues la figura no se halla previsto para ello y no se acreditó una relación afectiva preexistente entre
imputado y víctima.
§1.- No se hizo lugar al avenimiento del art. 132 del C.P. pues la figura no se halla previsto
para ello y no se acreditó una relación afectiva preexistente entre imputado y víctima.
“…conforme lo establece taxativamente de la norma del art. 132 del Código Penal, el ámbito de aplicación del
instituto en trato se encuentra restringido a los delitos expresamente enumerados, esto es, al abuso sexual simple,
con acceso carnal y gravemente ultrajante, al estupro y al rapto, quedando excluidas las agravantes previstas por el
cuarto párrafo del art. 119 del Código Penal, como así también los casos de rufianismo, trata de personas,
corrupción, prostitución y aquellos delitos relacionados con la pornografía y las exhibiciones obscenas.
“Entonces, por lo dicho, no puede aplicarse el instituto solicitado al caso de autos ya que el mismo se enmarca
jurídicamente en el supuesto agravado del inciso “d” del art. 119, cuarto párrafo, del Código Penal.
“Por fuera de ello, también es acertada la consideración del “a quo” con sustento en la falta de comprobación de
una relación afectiva preexistente, pues conforme se acreditó, el trato que el acusado mantenía con la damnificada
lejos está de cubrir satisfactoriamente el requisito relativo a la existencia de una relación afectiva preexistente.”
(SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, CAUSA Nº 40.784
CARATULADA “P., A. D. S/REC. DE CASACIÓN”; RTA. 5 DE OCTUBRE 2010).
164 Revista del Institu to de Estudio s Penales
V
Delitos contra la Administración Pública
Sumario
§1.- Cám. Nac. Casación Penal, sala I, causa 10.530, caratulada:"G. d. S., M. M. s/recurso de casación" rta.
4 de febrero 2010. Corresponde hacer lugar al recurso de casación interpuesto por la defensa del condenado -en
el marco del procedimiento de juicio abreviado-, en calidad de autor del delito de contrabando simple agravado
por tratarse de estupefacientes destinados a su comercialización (arts. 863 , 866 segundo párr. y 871 del C.A.) y,
en consecuencia, anular la parte pertinente del dispositivo que ordenó el decomiso de diversas sumas de dinero en
moneda nacional y extranjera, pues de las consideraciones de la sentencia no se deduce con certeza que el dinero
afectado constituya un instrumento del delito en los términos del art. 23 del CPen., no pudiendo en el particular
descartarse la duda en cuanto a que el incuso tuviera capacidad de ahorro para reunir esos montos pues contaba
con trabajo, no tenía familia a cargo y sus gastos eran mínimos; circunstancias éstas a las que debe añadirse el
carácter estático de la tenencia endilgada, en tanto el material prohibido incautado aún no había sido
comercializado, con lo cual no puede reputarse que los valores sean producto del delito.
§2.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires, causas Nº 40.419 y su
acumulada Nº 40.206 seguida a C. C. M. y a J. A. V., rta. 16 de septiembre de 2010. Exacciones ilegales: el
agente realiza la acción abusando del cargo que desempeña. La exigencia tiene como fundamento el carácter de
agente de la Administración Pública del actor.
§3.- Sala III del Tribunal de Casación Penal, causa número 10212 (registro de Presidencia número 35393)
caratulada: “T., R. A.. S., C. A. s/ recurso de casación”, rta. 5 de agosto 2010. Validez de las leyes penales en
blanco. El análisis de la razonabilidad de las potestades reglamentarias del ejecutivo. El art. 189 bis párrafo
cuarto del C.P. en función de la ley 20.429 reglamentada por el Decreto 325/75, no es violatorio del principio de
legalidad del art. 18 de la C.N.
§1.- Corresponde hacer lugar al recurso de casación interpuesto por la defensa del
condenado -en el marco del procedimiento de juicio abreviado-, en calidad de autor del
delito de contrabando simple agravado por tratarse de estupefacientes destinados a su
comercialización (arts. 863 , 866 segundo párr. y 871 del C.A.) y, en consecuencia, anular
la parte pertinente del dispositivo que ordenó el decomiso de diversas sumas de dinero en
moneda nacional y extranjera, pues de las consideraciones de la sentencia no se deduce
con certeza que el dinero afectado constituya un instrumento del delito en los términos del
art. 23 del CPen., no pudiendo en el particular descartarse la duda en cuanto a que el
incuso tuviera capacidad de ahorro para reunir esos montos pues contaba con trabajo, no
tenía familia a cargo y sus gastos eran mínimos; circunstancias éstas a las que debe
añadirse el carácter estático de la tenencia endilgada, en tanto el material prohibido
incautado aún no había sido comercializado, con lo cual no puede reputarse que los
valores sean producto del delito.
“Que la cuestión a resolver en autos es análoga a la decidida por esta Sala en el precedente "Fidler, Raymond
Romanus s/ recurso de casación" (Causa nº 8057, reg. nº 10.330, rta. el 17/4/07). En dicho fallo se dijo que "El
decomiso procede, según el art. 23 del C.P., respecto de "las cosas que han servido para cometer el hecho y [.] las
cosas o ganancias que son su producto o el provecho del delito".que los efectos están compuestos por los diversos
objetos producidos por el delito, [.] los objetos obtenidos, o el dinero producido seguirán siendo el producto del
delito y, por tanto, sus efectos" ("Código Penal y normas complementarias", Dirigido por David Baigún y Eugenio
R. Zaffaroni, Hammurabi, Buenos Aires, 1997, pág. 315). En este sentido, el dinero recibido por la venta de
estupefacientes constituye, sin lugar a dudas, un efecto del hecho ilícito y, como tal, susceptible de ser decomisado
tal como lo dispone el art. 30 in fine de la ley 23.737. Sin embargo, la acreditación de esta procedencia. Es
insoslayable para que su dictado sea legítimo. Ello es asi pues, aun cuando no se trate de una "pena" en los
términos del artículo 5 del código de fondo (aunque algunos autores lo definen como "pena accesoria"), importa un
Revista del Institu to de Estudio s Penales 165
perjuicio efectivo para el autor del hecho; perjuicio que debe asumir en los casos en que, previa condena, se ha
demostrado el origen ilícito de los bienes. Se ha sostenido, en sentido concordante, que "la razón o fundamento del
decomiso se ha encontrado como prevención en relación a posteriores delitos y a lucros indebidos que resulten
para el delincuente a consecuencia precisamente del hecho por el cual se lo condena" (ob. cit. pág.309). La
demostración, pues, de que se trata de un objeto que proviene del delito cometido, debe establecerse de manera
efectiva y según el método de la sana critica, en estricto cumplimiento de las normas sobre fundamentación de las
decisiones judiciales".
“Sobre la base de esas premisas habré, pues, de coincidir con la recurrente en que de las consideraciones expuestas
en la sentencia que se impugna no se deduce la certeza de que la suma de dinero secuestrada y el valor del pasaje
aéreo constituyan un instrumento del delito en los términos del art. 23 del C.P. Maxime si asiste razón a la
defensora acerca de que del informe socioambiental del imputado no se puede descartar la duda en cuanto a que
tuviera capacidad de ahorro para reunir la suma en cuestión ya que contaba con trabajo, no tenia familiares a su
cargo y sus gastos eran mínimos.
“A lo que debe adunarse que lo que se imputó es el hecho desencadenado por el control efectuado en el aeropuerto
de Ezeiza en el que se descubrió la cocaína incautada. Es decir que, al tratarse de una tenencia estática ; que aun no
había sido comercializada, no puede reputase que el dinero fuese producto del delito (confr., en igual sentido, Sala
IV: causa nº 2211, "Jordan, Gustavo Efraín s/rec. De casación" Reg. nº 3384, del 30 de mayo de 2001 y de esta
Sala I, causa nº 11.324, "Pérez San Vicente Ruiz, Luis Daniel s/recurso de casación", reg. Nº 14.961, rta. el
19/11/09).
“A mayor abundamiento, considero de aplicación al caso el lineamiento marcado por la Corte Suprema de Justicia
de la Nación en cuanto a que es el Ministerio Público Fiscal el que debe, al momento de acordar en | los términos
del art.431 bis del C.P.P.N., requerir todas las consecuencias jurídicas concretas que corresponderán al condenado,
pues en caso de no hacerlo, la defensa bien puede ;confiar en que esas consecuencias jurídicas correspondientes no
se producirán (cfr. "Romano, Hugo Enrique s/causa nº 5315", rta. el 28/10/08). En un caso análogo al aqui
planteado se ha afirmado que los obstáculos jurisdiccionales que prevé" el inc. 5º del art. 431 bis operan,
principalmente, como garantía para el imputado evitando que se altere lo acordado en su perjuicio y, en
consecuencia, vea afectada su situación procesal mas allá de lo pactado (cfr. Sala III/ causa nº 10.674, "Giménez
Amaya, Carlos s/recurso de casación", reg. Nº 1308/09, rta. el 22/9/09 -voto de la doctora Ledesma-). (CÁM. NAC.
CASACIÓN PENAL, SALA I, CAUSA 10.530, CARATULADA:"G. D. S., M. M. S/RECURSO DE CASACIÓN" RTA. 4 DE
FEBRERO 2010). Fuente MicroJuris.
§2.- Exacciones ilegales: el agente realiza la acción abusando del cargo que desempeña. La
exigencia tiene como fundamento el carácter de agente de la Administración Pública del
actor.
“En las exacciones ilegales el agente tiene que realizar las acciones abusando del cargo que desempeña y debe
plantear sus exigencias actuando en el carácter que inviste dentro de la Administración Pública, cuando exige
invocando funciones que no le corresponden, comete otro delito –contra la Administración o contra la propiedad-,
pero no exacciones. Es claro el ejemplo que menciona Carlos Creus al explicar el abuso funcional requerido por el
tipo de la figura en cuestión cuando expresa que “el agente de policía que requiere el reloj de la víctima para no
llevarlo detenido en averiguación de antecedentes puede cometer un robo o una extorsión, según los casos, o un
cohecho, si la entrega surgió del dador, más no una exacción” (“Derecho Penal”, parte especial Tomo 2, 7º ed.
Actualizada, Astrea, pág.334).
“… tiene dicho este Tribunal (causa nº 3036 caratulada “Tito, Teodoro s/ rec. De casación” y nº 3051 caratulada
“Iglesias, Graciela Marcelina s/ rec. De casación”, sentencia reg. Bajo nº 352/05) que mientras que en el delito de
extorsión la disposición patrimonial se produce en beneficio del autor o de un tercero, en el delito de exacciones
ilegales lo exigido es para el Estado aunque luego ello pueda convertirse en provecho para el agente o un tercero
(art. 268 del C.P.).” (SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES,
CAUSAS Nº 40.419 Y SU ACUMULADA Nº 40.206 SEGUIDA A C. C. M. Y A J. A. V., RTA. 16 DE SEPTIEMBRE DE 2010).
§3.- Validez de las leyes penales en blanco. El análisis de la razonabilidad de las potestades
reglamentarias del ejecutivo. El art. 189 bis párrafo cuarto del C.P. en función de la ley
20.429 reglamentada por el Decreto 325/75, no es violatorio del principio de legalidad del
art. 18 de la C.N.
166 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“…el actual proceso penal descansa en el principio de la identificación de la acusación penal “por el hecho”,
reservando al órgano judicial la aplicación normativa o “del derecho”, en base a los conocidos principios “da mihi
factum, dabo tibi ius” y “iura novit curia”.
“En este sentido corresponde hacer mención de la sentencia del Tribunal Constitucional Español de 5 de julio de
1.990 cuando expresa que “las existencias expuestas no suponen que sólo resulte constitucionalmente admisible la
redacción descriptiva en la Ley Penal de los supuestos de hecho penalmente ilícitos.
“Por el contrario, es posible la incorporación al tipo de elementos normativos y es conciliable con los postulados
constitucionales la utilización legislativa y aplicación judicial de las llamadas Leyes penales en blanco, esto es, de
normas penales incompletas en las que la conducta o las consecuencias jurídico penales no se encuentre
agotadoramente prevista en ellas, debiéndose acudir para su integración a otra norma distinta.
“Además, y esto es esencial para el caso aquí discutido, que esa ley en blanco ha de tener como requisito el de que,
además de señalar la pena “contenga el núcleo esencial de la prohibición y sea satisfecha la exigencia de certeza,
pues de esa forma resulta salvaguardada la función de garantías del tipo”.
“En ese sentido cabe mencionar que también en los Fallos 218:324; 253:171 y 300:392 la C.S.J.N. ha dicho que no
se infringe la garantía del art. 18 de la C.N., cuando se completa la descripción de la figura punible por vía de
reglamentación, dado que ello en manera alguna supone la atribución de la administración de una facultad
indelegable del Poder Legislativo, que es quien ha establecido las penalidades aplicables. Se trata, en cambio, del
ejercicio legítimo de la potestad reglamentaria.
“Además, ha desarrollado la C.S.J.N. el tema de las leyes penales en blanco y los límites de la reglamentación en
relación con el bien jurídico de las primeras (Fallo “Legumbres S.A. del 19-10-1989 (312:1920) sosteniendo
“...Que esta Corte ha interpretado de manera invariable que el art. 18 de la C.N. exige indisolublemente la doble
precisión por la ley de los hechos punibles y las penas aplicables” (Fallos: 204:359; 237:636; 254:315, 257:89,
301:395, 304:892 y 308:1224).
“Tal requisito constitucional no se satisface con la exigencia de una norma general previa, sino que ésta debe
emanar de quien está investido del Poder Legislativo. Al respecto es de recordar que este Tribunal ha declarado
inadmisible que el poder que tiene la facultad de legislar delegue en el Ejecutivo la facultad de establecer sanciones
penales por vía de reglamentación de leyes dictadas por aquél (Fallos: 136:200), lo que debe distinguirse de los
supuestos en los que las conductas punibles sólo se hallan genéricamente determinadas en la ley y ésta se remite,
para su especificación a otra instancia legislativa o administrativa (conf. Fallos: 237:636), lo que conduce al
tratamiento de la validez de las llamadas leyes penales en blanco.
“En este último aspecto también se ha señalado que no puede juzgarse inválido, en principio, el reconocimiento
legal de atribuciones que queden libradas al arbitrio razonable del órgano ejecutivo, siempre que la política
legislativa haya sido claramente establecida (Fallos: 304:1898 y 307:539 y sus citas).
“Ha sostenido también el Máximo Tribunal de la Nación que existe una delegación indebida cuando una autoridad
investida de un poder determinado hace pasar el ejercicio de ese poder a otra autoridad descargándola sobre ella.
“Así distinguió entre la delegación de poder para hacer la ley y la de conferir cierta autoridad al Poder Ejecutivo o
a un cuerpo administrativo a fin de reglar los pormenores o detalle para su ejecución.
“Cuando el Poder Ejecutivo es llamado a ejercer sus poderes reglamentarios en presencia de una ley que se los
confiere, lo hace no en virtud de una delegación de atribuciones legislativas, sino a título de una facultad propia
consagrada por el art. 99 inc. 2 de la C.N. (C.S.J.N. Fallos, 148:430, 237:636, 304:1898, entre otros).
“Respecto de este criterio, que consideramos de aplicación a las armas de guerra y explosivos, debe analizarse la
mayor o menor extensión con que dichos poderes reglamentarios hayan sido ejercidos, lo cual estará determinado
por el uso que de aquella facultad haya hecho el Poder Legislativo, los límites establecidos por la política
legislativa y las características de la materia que se reglamente.
“Para ello, debe realizarse un estudio de la razonabilidad de la reglamentación tendiente a establecer si ha sido
dictada en el marco de sus facultadas, teniendo en cuenta los peculiares y variados aspectos que presenta la materia
y que impiden al legislador preverlos anticipadamente, cuidando que por esa vía no se pretenda sustituirlo.
“En ese contexto, advierto en compañía de Hortel, que no se ha renunciado a la determinación de la conducta
punible ni de su consecuencia punitiva, establecidas en el art. 189 bis, sino que, simplemente se ha integrado el
precepto con los elementos que resultan propios de una materia complicada, en constante crecimiento, de difícil
previsión, y sumamente específica.
“El examen de razonabilidad es una operación de adecuación de medios a fines. Y si bien nuestra constitución no
menciona expresamente la razonabilidad, y literalmente parece no admitir delegaciones, tampoco las prohíbe
expresamente (Javier Augusto De Luca, “El delito de tenencia ilegal de armas de guerra”, Ed. Ad-hoc S.R.L.).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 167
“Así, la admisión de la ley penal en blanco es de aceptación jurisprudencial casi pacífica, debido a que su éxito
práctico va de la mano con el reconocimiento de que determinados problemas, por su complejidad técnica,
generalmente admiten la detracción de los ámbitos normales en el reparto constitucional de competencias,
confiando a entes administrativos su regulación.
“Todo ello encuentra límite en la exigencia de control judicial sobre las resoluciones administrativas, así como el
control de razonabilidad de las leyes que establecen delegaciones o que detraen temas del ámbito legislativo stricto
sensu.
“Conforme lo dicho puede afirmarse que la reglamentación donde se describen los elementos que quedan
sometidos a la punición no resulta irrazonable, sino por el contrario, adecuada a los fines propuestos por el
legislador que marcó claramente una política legislativa, conmino una pena a determinada acción y sólo delegó al
departamento administrativo aquellas funciones específicas y complejas, de evolución permanente.
“En tal inteligencia, considero que no vulnera el principio de legalidad, ya que este exige la clara y total
descripción de la conducta punible en la ley penal, antes del hecho del proceso.
“El principio “nullum crimen, nulla poena sine lege”, de ningún modo se ve afectado o menoscabado en este caso,
dado que se ve satisfecha la doble precisión por la ley formal en cuanto a las acciones punibles y las penas
aplicables, siendo que el órgano administrativo sólo ha reglamentado “intra legem” circunstancias y condiciones
concretas del supuesto de hecho.
“En concordancia con los antecedentes citados, soy de la opinión que el planteo de inconstitucionalidad debe
rechazarse, toda vez que el art. 189 bis párrafo cuarto del C.P. en función de la ley 20.429 reglamentada por el
Decreto 325/75, no es violatorio del principio de legalidad del art. 18 de la C.N., habida cuenta que la política
legislativa en el tema ha sido clara y concreta en cuanto a que sea la administración la que debe proceder a la
especificación de cuáles son las armas que deben denominarse de guerra y cuya tenencia, por imperativo de ley
formal previa, se encuentra prohibida y reprimida.
“Es precisamente tener armas de guerra, lo que constituye la conducta típica ya descripta en la ley penal, siendo la
característica del arma, sólo un elemento más del hecho.
“Así las cosas, tanto la ley 20.429 de armas y explosivos como su reglamentación -Decreto 395/75- integran la
hermenéutica del art. 189 bis del C.P., puesto que el artículo citado como ley penal en blanco deja librada a la
reglamentación correspondiente precisar las armas que son de guerra (C.S.J.N. “Iturri Daniel F. y otros” Fallos t.
304-I ps. 140/147 –Rev. La Ley t. 1982-D.p. 305).” (SALA III DEL TRIBUNAL DE C ASACIÓN PENAL, CAUSA NÚMERO
10212 (REGISTRO DE PRESIDENCIA NÚMERO 35393) CARATULADA: “T., R. A.. S., C. A. S/ RECURSO DE CASACIÓN”,
RTA. 5 DE AGOSTO 2010).
168 Revista del Institu to de Estudio s Penales
VI
Delitos contra la propiedad
Sumario
§1.- Sala VI, Cám. Nac. Crim. y Correc., causa Nro. 39.230, caratulada: “R., M. A. s/competencia ”, rta. 13
de mayo 2010. Para la aplicación de la agravante del hurto del art. 163.3° del C.P., la llave debe ser usada
ilegítimamente, si fue proporcionada por la víctima no se configura.
§2.- CNCRIM Y CORREC, sala IV, “Ocupantes del inmueble sito en ..., D s/Competencia”, rta. 13
septiembre 2010. Señal de cable. Conexión clandestina. El mero corte de cable para realizar dicha conexión no
constituye la “fuerza en las cosas” requerida por el art. 164 del Código Penal. Competencia de la justicia
correccional. DISIDENCIA: configuración del delito de ROBO. Competencia de la justicia criminal. Fuente
elDial.com - AA6385.
§3.- Tribunal Oral en lo Criminal n° 7 de Capital Federal, causa n° 3226/3454, caratulada: “Lusvy Miguel
Zeña Mera por robo con arma de utilería y robo”, rta. 19 de mayo de 2010. Robo agravado por la utilización
de una réplica de arma. Características de la figura.
§4.- Sala III del Tribunal de Casación pcia. de Buenos Aires, causa número 4.852 (Registro de Presidencia
18.582) caratulada: “O., M. G. s/ recurso de casación” y su acumulada número 4.853 (Registro de
Presidencia 18.583) caratulada: “D., E. I. s/ recurso de casación”, rta. 13 de julio 2010. Momento consumativo
del secuestro extorsivo.
§5.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires, causas Nº 40.419 y su
acumulada Nº 40.206 seguida a C. C. M. y a J. A. V., rta. 16 de septiembre de 2010. Secuestro extorsivo y
exigencia económica.
§6.- Sala Primera del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa N°15.012,
caratulada "CH., G. M. s/ recurso de casación", rta. 21 de septiembre de 2010. Arma es todo objeto destinado
a ofender o defender. Un revólver o una pistola son armas aun cuando estén descargados.
§7.- Sala Primera del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa N°15.012,
caratulada "CH., G. M. s/ recurso de casación", rta. 21 de septiembre de 2010. El fundamento de la agravante
de la banda es la mayor probabilidad de éxito de los agentes. Límites con la figura de la asociación ilícita.
§8.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, recurso de casación
interpuesto en favor de J. A. G. L. en la presente Causa Nº 14.926, rta. 14 de julio 2009. El desapoderamiento
sin apoderamiento, no permite dar por acreditado el robo. El descarte de los elementos por el agente, a través de
una acción “no libre” –escenario restrictivo de la libertad derivado de la presencia policial- no implica
disponibilidad.
§1.- Para la aplicación de la agravante del hurto del art. 163.3° del C.P., la llave debe ser
usada ilegítimamente, si fue proporcionada por la víctima no se configura.
“…no se desprende la comisión de la figura del artículo 163 inciso 3ro. del Código Penal, pues para aplicar esta
agravante es necesario que se utilice la llave verdadera ilegítimamente o sea, contra la voluntad de su dueño, lo
cual está señalado en el tipo objetivo con las exigencias de que ella haya sido sustraída, hallada o retenida. De este
modo, debe ocurrir que el propietario venga a encontrarse privado de su llave sin su voluntad y sin negligencia
alguna de su parte, que implique una falta de custodia de los elementos y un exponerlos voluntariamente a riesgo
(conf. “Los Delitos de Hurto y Robo”, Carlos A. Tozzini, pág. 211, Ed. Lexisnexis - Depalma, 2002).
“El sentido de la calificante obedece a la mayor actividad que debe desplegar el autor para vencer los obstáculos o
defensas que se oponen al apoderamiento, lo que no se verifica en este suceso ya que la llave con la cual la
imputada ingresaba a la vivienda fue dada por el propio damnificado en forma voluntaria y con el fin que
concurriera a visitar a los hijos que tienen en común.” (SALA VI, CÁM. NAC. CRIM. Y CORREC., CAUSA NRO.
39.230, CARATULADA: “R., M. A. S/COMPETENCIA ”, RTA. 13 DE MAYO 2010).
§2.- Señal de cable. Conexión clandestina. El mero corte de cable para realizar dicha
conexión no constituye la “fuerza en las cosas” requerida por el art. 164 del Código Penal.
Competencia de la justicia correccional. DISIDENCIA: configuración del delito de
ROBO. Competencia de la justicia criminal
Revista del Institu to de Estudio s Penales 169
“Mi actual criterio consiste en no diferenciar las maniobras de empalme relativas a un elemento conductor de
energía eléctrica (a las que considero encuadradas dentro del artículo 162, CP), de las que se realizan sobre el que
transporta la señal de televisión por cable, en tanto las mismas no consistan en vencer materialmente la resistencia
al apoderamiento. En el caso bajo análisis, el mero corte del cable para realizar la conexión que se dice clandestina
y así dejar expuestos los hilos metálicos con el objeto de unirlos a un adminículo distribuidor denominado
técnicamente “Splitter”, consiste en utilizar una fuerza mínima y necesaria de la cual no puede prescindir quien
tiene por propósito realizar dicha operación ilícita y por ende no resulta asimilable a la requerida por el artículo
164 del código sustantivo.” (Dr. González, según su voto)
“El corte realizado en un cable para conectar un divisor de red con el fin de apoderarse de la señal de video,
constituye la fuerza requerida por la figura de robo.”(Del voto en disidencia del Dr. Seijas)
“Cuando la fuerza en las cosas es utilizada para superar obstáculos al apoderamiento, sea que hayan sido puestos
preordenadamente para evitar su sustracción, sea que solo sirvan para su sujeción con fines de utilización práctica,
conforme a sus naturalezas, estamos en presencia de uno de los medios comisivos típicos del delito previsto en el
artículo 164 del Código Penal, pues esa fuerza no se ejerce en la cosa, como sería la necesaria para transportar un
objeto pesado, sino en su razón, como es la que se utiliza para romper, sacar de sitio, cavar o de cualquier otro
modo vencer su resistencia” (Tozzini, Carlos A., “Los delitos de hurto y robo”, Ed. Depalma, 2002, pág. 254). Por
ello, voto que deberá continuar interviniendo en los presentes actuados al Juzgado de Instrucción n° 46.” (Del voto
en disidencia del Dr. Seijas)” (CNCRIM Y CORREC, SALA IV, “OCUPANTES DEL INMUEBLE SITO EN ..., D
S/COMPETENCIA”, RTA. 13 SEPTIEMBRE 2010). Fuente elDial.com - AA6385.
§3.- Robo agravado por la utilización de una réplica de arma. Características de la figura.
“…los extremos del tipo objetivo (robo agravado por su comisión con un arma de utilería) se verifican sin
dificultad a poco que se repare en el modo violento de llevar a cabo la sustracción: intimidaron a la víctima
mediante el uso de la réplica de un arma de fuego y de ese modo consiguieron despojarla de sus bienes.
“El uso de ese instrumento agrava la sustracción, pues, además de que el damnificado aseguró haber visto un arma
de fuego, las fotografías y el detalle efectuado por el perito en su informe de fs. 25 no dejan dudas acerca de que la
utilizada en el hecho es, por sus características extrínsecas, igual a un arma de fuego.
“Vale decir, se trata de una réplica cuyo uso es el que castiga el artículo 166, inciso 2°, párrafo tercero del Código
Penal.
“En punto a ello, al votar en la causa causa n° 2175 “Rodríguez Cassoli, Carolina s/ robo agravado…”, entre otras,
sostuve que “dentro del último párrafo del art. 166 del Código Penal quedan abarcadas las armas que se asemejan a
las de verdad, pero que carecen de la capacidad lesiva propia de éstas...`armas de utilería´ son aquéllas que,
extrínsecamente y a los ojos de cualquier persona, parecen reales pese a que no lo son, pero que, justamente,
gracias a esa apariencia de autenticidad no pierden su capacidad coactiva sobre la víctima; esto último, es
precisamente, lo que inspiró la reforma y el consecuente aumento de la escala penal”.” (TRIBUNAL ORAL EN LO
CRIMINAL N° 7 DE C APITAL FEDERAL, CAUSA N° 3226/3454, CARATULADA: “LUSVY MIGUEL ZEÑA MERA POR ROBO
CON ARMA DE UTILERÍA Y ROBO”, RTA. 19 DE MAYO DE 2010).
§6.- Arma es todo objeto destinado a ofender o defender. Un revólver o una pistola son
armas aun cuando estén descargados.
“He sostenido en innumerables precedentes, en que he debido definir el concepto de "arma" que: "...en mi criterio,
arma es todo objeto destinado a ofender o defender y, en ese sentido, un revolver o una pistola son armas aun
cuando no funcionen o estén descargados...." Ver mis votos en causas nº 4847 "Crespo, Gustavo Luis", sentencia
del 07/08/03, registro 585; y nº 1859 "Martínez, Edgardo Gastón", sentencia del 04/09/03, registro 649".
“Asimismo, he afirmado en las causas citadas que:"Por eso, un revolver o una pistola son armas aun cuando no
funcionen o están descargadas" y "resultan siempre aptas para anular cualquier posible reacción defensiva de la
víctima o terceros."
“En virtud de lo dicho, debo rechazar el embate traído, puesto que -como ya dijera- considero que un arma cuya
aptitud para el disparo no haya podido acreditarse resultaba plenamente idónea para configurar el delito previsto en
el art. 166 inc. 2 del C.P., aún antes de la reforma efectuada por ley 25.882.” (DEL VOTO DE LA MINORÍA, SALA
PRIMERA DEL TRIBUNAL DE C ASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS A IRES, CAUSA N°15.012,
CARATULADA "CH., G. M. S/ RECURSO DE CASACIÓN", RTA. 21 DE SEPTIEMBRE DE 2010).
“El especial fundamento de la agravante contenida en el art. 167 inc. 2 del Código Penal, se encuentra en la mayor
probabilidad de éxito de los agentes para superar los obstáculos que se puedan presentar en la consecución de su
objetivo ilícito, el aumento de la audacia de los malhechores, la indefensión en que cae la víctima toda vez que se
atempera la defensa privada, y el temor público que suscita la presencia de una banda cometiendo un robo, a
diferencia del menor potencial delictivo que puede exhibir un delincuente solitario...” (Sala II, sent. del 3/10/06 en
causa 9832, “Salcedo”, mayoría)
(…)
“…habrá `banda´ cuando el robo sea cometido por tres o más personas que de común acuerdo participen en el
delito (tal como lo sostiene C. Fontán Balestra, Trat. de Der. Penal T .V, De. Abeledo Perrot, Bs.As., pg. 563 y
ss.); es decir, es necesario y relevante solamente que la pluralidad de sujetos que la constituya concurra respecto de
ese hecho único y determinado.
“En igual sintonía se ha pronunciado el Supremo Tribunal Provincial al establecer que "El empleo del término
"banda" en la agravante del robo se refiere a su perpetración por una pluralidad de sujetos (que facilita la
comisión de la ilicitud al infundir mayor temor y disminuir la posibilidad de defensa), pero ello no significa
identificar aquel concepto con el de "asociación ilícita" a que se refiere el art. 210 del Cód. Penal desde que si tal
figura supone siempre una "banda" ésta no constituye en todos los casos la "asociación ilícita". Para que se
configure el supuesto del art. 210 del Código Penal es menester que el formar parte de la banda tenga por
finalidad la de cometer delitos (esto es, en forma indeterminada y plural) y ello se reprime "por el solo hecho de
ser miembro de la asociación". En cambio para que la "banda" sea considerada agravante calificativa del robo en
el inciso 2° del art. 167 es necesario solamente que la pluralidad de sujetos que la constituye tenga por fin la de
cometer ese ilícito determinado (art. 167 inc. 2°, C.P.)." (SCBA, P. 66.303, sent. del 18-11-2003, Juez Genoud -
SD-; P. 70.315, sent. del 31-10-2007, Juez Pettigiani -SD-).” (SALA PRIMERA DEL TRIBUNAL DE C ASACIÓN PENAL
DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, CAUSA N°15.012, CARATULADA "CH., G. M. S/ RECURSO DE CASACIÓN", RTA.
21 DE SEPTIEMBRE DE 2010).
“Los hechos… afirmados no pueden conducir a sostener que el robo hubiera sido consumado pues el iter
criminis… da cuenta de que una vez comenzada la ejecución del hecho por parte de su autor, no se lograron
integrar todos los elementos del tipo objetivo, ya que más allá del “desapoderamiento” producido, no se encontró
Revista del Institu to de Estudio s Penales 171
VII
Delitos contra la libertad
Sumario
§1.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires, causas Nº 40.419 y su
acumulada Nº 40.206 seguida a C. C. M. y a J. A. V., rta. 16 de septiembre de 2010. Secuestro coactivo. Se
construye con la privación de la libertad y la específica finalidad coactiva. Delito contra la libertad individual. La
privación de la libertad tiene por ultraintención la obtención de la finalidad.
§2.-Tribunal Oral en lo Criminal n°° 1 de Capital Federal, causa 2801, caratulada: “Cepeda, Angel Daniel
por el delito de vejaciones en concurso ideal con lesiones leves”, rta. 4 de junio 2009.- Constituyen vejaciones
las lesiones propinadas en el ejercicio de la función pública. Vejaciones, características, innecesariedad de que se
le produzcan a una persona privada de su libertad. Las vejaciones son un fin en sí mismas cualquier sea la
finalidad buscada. No existe cumplimiento de un deber si las lesiones han sido la respuesta a un insulto. Como
agravante del ilícito que el mismo acaeciera en el marco de un espectáculo deportivo.
§3.- Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal, causa n°8949 caratulada “Ventura, Luis s/ recurso de
casación”, rta. 7 de noviembre 2008.- Reconocimiento constitucional de la tutela contra injerencias arbitrarias
en el ámbito privado. Intercambio epistolar, extensión a nuevos ámbitos. Recepción del precedente “Ponzetti de
Balbín”. Extensión del concepto de correspondencia al email previo a la reforma de la ley 26.388 no vulneración
del principio de legalidad.
§4.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, recurso de casación
interpuestos en favor de P. O. I. -Causa Nº 12.210- y D. G. B. –Causa N° 12.351-, rta. 16 de septiembre 2008.
La privación de la libertad concurre con el robo si adquirió autonomía.
§5.- Cámara Federal de Apelaciones de La Plata, “E. M., G.. E. M., N. E. y E. M., M.C. s/ Infrac. Ley
26.364", rta. 30 de octubre 2008). Fuente El Dial. Trata de personas. Esclavitud sexual y laboral. Situación de
vulnerabilidad de las víctimas.
§6.- Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, causa "FUNES, Osfaldo Antonio, p.s.a
amenazas calificadas por el uso de arma impropia -Recurso de Casación-" (Expte. "F", 33/07), rta. 12 de
agosto 2009. Caracteres típicos de las amenazas (art. 149 bis C.P.). Necesidad de que halla finalidad de alarmar
o amedrentar a otro, debe ponderarse el contexto situacional en que se profieren que son las que fijan su sentido,
más allá de lo gramatical.
§7.- C.S.J.N.; "Halabi, Ernesto c/ P.E.N. - ley 25.873 - dto. 1563/04 s/ amparo ley 16.986", rta. 24 de febrero
2009. Las comunicaciones a que se refiere la ley 25.873 integran la esfera de intimidad personal. Recepción del
precedente de la C.I.D.H. “Bulacio”: condicionamiento de la actuación estatal al respeto de los derechos
fundamentales. La correspondencia y las telecomunicaciones son inviolables, sólo un juez de manera fundada en
el marco de un expediente puede determinar su excepción. Requisitos para restringir la inviolabilidad de la
correspondencia. La ley 25.873 es vulnerante del derecho a la intimidad, por cuanto sus previsiones no distinguen
ni precisan de modo suficiente las oportunidades ni las situaciones en las que operarán las interceptaciones.
§8.- Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nro. 12, causa nro. 7786/08 caratulada 'Paek
Un s/ delito de acción pública', rta. 1 de septiembre 2008. El hacinamiento, las condiciones de higiene y la falta
de comodidades; como así la brecha horaria que debían cumplir, revelan una situación que de ningún modo
puede ser considerada como beneficiosa a la luz de otras condiciones que podían estar padeciendo en su lugar de
origen y que pudieran haberlos conminado a considerar que su situación era ostensiblemente más provechosa.
'Facilitación de Permanencia ilegal de extranjeros en el país'. Ley de Migraciones: práctica de emplear a
trabajadores migratorios que se hallen en situación irregular, figura dolosa. Delito de Reducción a la
servidumbre -art. 140 del C.P.-: cambiar la condición de hombre libre por la de siervo, apoderarse de un hombre
para reducirlo a la condición de una cosa, vulneración de las condiciones de dignidad, pretender que las víctimas
prestaban su consentimiento, corresponde señalar que éste no puede existir frente a la persecución, a la violencia
o al fraude; y no puede alegarse la existencia de un consentimiento válido por parte de quien se encuentra
sometido en tanto que la misma disminución volitiva derivada de su situación psíquica.
§9.- Sala I Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, causa 35.801 – “B., I. N. s/
sobreseimiento”, rta. 21 de mayo 2009. Vejar implica molestar, perseguir y maltratar o hacer padecer a una
persona. Tratamientos mortificantes. Personal policial que no actúa acorde a la normativa legal ante la comisión
de un delito flagrante: innecesariedad de increpar y someter a actos vejatorios al aprehendido.
§10.- Sala I de la Cámara Penal, Contravencional y de Faltas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
Causa Nº 39028-02-CC/08 Incidente de excepción por atipicidad “DIEZ, María Carolina y CUNDO, Alexis
s/inf. art. 149 bis y 183 CP-Apelación”, rta. 4 de septiembre 2009. No son amenazas las frases dichas
irreflexivamente en el calor de un altercado verbal o en un rapto de ira. Para ser tales precisan tener idoneidad
suficiente para actuar sobre el ánimo y voluntad de la víctima. Necesidad de que el damnificado considere
irrisorias o graciosas las frases para eliminar la tipicidad de las amenazas.
§11.- Sala III del Tribunal de Casación Penal de la pcia. de Buenos Aires, causa Nº 5.926 (Registro de
Presidencia Nº 22.108) caratulada “G., J. F. s/ Recurso de Casación”, rta. 29 de octubre de 2009. Rechazo de
Revista del Institu to de Estudio s Penales 173
la legítima defensa por el personal penitenciario si no hubo agresión actual o inminente por parte de los presos.
No es suficiente para configurar el requisito de la provocación suficiente la broma o cargada. Los apremios
ilegales se cometen con una finalidad, en tanto que las vejaciones se agotan en sí mismas.
§12.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, recurso de casación
interpuesto en favor de J. A. G. L. en la presente Causa Nº 14.926, rta. 14 de julio 2009.- Concurso material
entre la figura de robo y la de privación de la libertad, cuando la segunda importa una decisión posterior del
agente cobrando independencia ambas figuras. Necesidad de probar el estado de gravidez de la mujer víctima
para aplicar la agravante del art. 142 bis, 2° párr.
§13.- Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, causa número 2271 seguida por infracción a los artículos 145
bis pto. 3 y 145 ter pto. 1del Código Penal a Gloria Raquel ORTEGA MORA y Raúl Andrés LOPEZ, rta. 8
de febrero 2010. La trata de personas como hecho complejo, proceso de su realización: características de la
captación, transporte, recepción y acogida. La vulnerabilidad de las víctimas de esta figura. La ultraintención de
la figura. Figura penal que abarca conductas violatorias de los Derechos Humanos y la dignidad de las personas
en cuanto vulneran gravemente el principio de autonomía personal. La necesidad de tutelar a la víctima de estos
delitos.
§14.- Juzgado Federal de Santa Rosa, La Pampa, “ACTUACIONES INSTRUIDAS s/ Inf. Ley 26.364”,
registraba bajo el nº 324/09, rta. 2 de junio 2009. Tráfico de personas: medios. Explotación sexual. Reducción
de las víctimas. Ilusión de la idea de “prostituta feliz”: víctimas vendidas y revendidas como mercaderías.
Irrelevancia de que la situación fuera provocada por el autor o simplemente aprovechada. Realidad compleja.
“La tipicidad del denominado secuestro coactivo se construye sobre dos requisitos, por un lado la restricción de la
libertad ejecutada por sustracción, retención u ocultamiento y por el otro, la específica finalidad coactiva; sólo la
presencia de las dos exigencias típicas habilita la subsunción en el tipo previsto por el art. 142 bis del C.P.
“Es un delito contra la libertad individual en que la finalidad del autor es la coacción y el medio para lograrlo es la
privación de la libertad de la persona (que puede o no ser la misma que se coacciona), es decir, que se protege
además de la libertad física, la libertad de determinación de la persona que debido a su privación de la libertad es
además obligada a hacer, no hacer o tolerar algo en contra de su voluntad.
“Cuando la norma establece que “Se impondrá prisión … al que sustrajere, retuviere u ocultare a una persona con
el fin de obligar a la víctima o a un tercero, a hacer, no hacer, o tolerar algo contra su voluntad”, está exigiendo que
la acción se ejecute con un fin determinado, circunstancia que permite afirmar la existencia del dolo específico que
requiere el tipo penal o “ultraintención”, límite que impone la figura dado por el hecho de que la privación de la
libertad debe ser el medio utilizado por el agente para alcanzar el fin coactivo propuesto.
“La ley prevé entonces tres alternativas: sustraer, retener u ocultar. para definir estas tres acciones encuentro
apropiados los comentarios que al respecto se pueden consultar en el “Código Penal” dirigido por David Baigún y
Eugenio Zaffaroni (realizado por Marcela De Langhe, Claudia E. Velciov y Julio M. Rebequi, Tomo 5, parte
especial, Ed. Hammurabi, págs. 225/226).
“Así, la acción de sustraer la comete quien saca a la persona del lugar en que se encuentra, la aprehende y la
traslada a otro sitio, apartándola de la esfera donde desarrolla su vida en libertad. La retención se configura cuando,
luego de ser sustraída, se hace permanecer a la víctima fuera del ámbito en el que lleva a cabo su vida en libertad
durante un lapso prolongado. Finalmente, ocultar es llevar a cabo cualquier actividad que impida o dificulte la
posibilidad de que la persona sea reintegrada a la esfera de la que ha sido sustraída.
“Más allá de las discusiones existentes acerca de si la hipótesis del art. 142 bis constituye o no una figura
autónoma en relación a las figuras de los arts. 141 y 142 del C.P., entiendo que es importante privilegiar el bien
jurídico contra el cual el agresor dirige su comportamiento disvalioso, ya que si bien por un lado, a partir de ello
surgirán las similitudes con otras conductas ilícitas también dicho análisis permitirá establecer las diferencias a
tener en cuenta a la hora de decidir la calificación del hecho que se está juzgando.
“Lo expuesto implica que la lesión a la libertad debe ser temporal y sustancialmente significativa ya que si bien
ciertos supuestos como el suceso juzgado, representan restricciones, al carecer de trascendencia temporal o
significativa, excluyen el tipo penal del art. 142 bis del C.P.” (SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL
DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, CAUSAS Nº 40.419 Y SU ACUMULADA Nº 40.206 SEGUIDA A C. C. M. Y A J. A.
V., RTA. 16 DE SEPTIEMBRE DE 2010).
174 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“La conducta enrostrada a Cepeda constituye el delito de vejaciones, contemplado en el art. 144 bis inc. 2 del
Código Penal, que concurre idealmente con el delito de lesiones leves (art. 89 del mismo cuerpo legal), toda vez
que el imputado, perteneciente a la Policía Federal Argentina y en cumplimiento de sus funciones, golpeó a la
víctima con su bastón de combate produciéndole lesiones…
“Dicho maltratato constituye una vejación pues, como señala el maestro Nuñez "...Las vejaciones son los
tratamientos mortificantes para la personalidad por indecorosos, agraviantes o humillantes. Pueden traducirse en
actos materiales (por ejemplo, un empellón o sometimientos a quehaceres humillantes o indecoroso), en
exigencias, incluso resistidas, que causan pesadumbre o molestias o en palabras..." ("Derecho Penal Argentino", R.
C. Nuñez, Parte Especial, Editorial Bibliográfica Argentina, año1967, Tomo V, pag 54).
“Gramaticalmente, vejar significa tanto como maltratar, molestar, perseguir a uno, perjudicarlo o hacerle padecer
(según el Diccionario de la Real Academia Española, vigésima primera edición).
“La finalidad de este tipo penal es resguardar las garantías constitucionales que preservan al individuo de cualquier
acto funcional vejatorio compulsivo que no sea estrictamente necesario a los fines de la imposición de la ley
(Nuñez op. cit., pag. 56), lo que conlleva que las vejaciones se sancionan cuando son aplicadas a cualquier persona
y no estrictamente a "presos guardados" a condición de ser impuestas por funcionarios públicos en el desempeño
de un acto de servicio (cfr. "Stachuck Carlos Alberto s/ recurso de casación" del 28 de febrero de 2003, CN°4564
de la Sala I de la Cámara de Casación Penal, causa "Avila, Fernando H." del 10 de abril de 1192, CN°29828 de la
Sala III de esa misma Cámara).
“Como bien señalan Tarrio y Huarte Petite, desde el punto de vista subjetivo "...la vejación constituye un fin en sí
misma, cualquiera sean los motivos determinantes, sentimientos de odio, venganza, placer, sadismo..." ("Torturas ,
Detenciones y Apremios Ilegales", Tarrio/Huarte Petite, Editorial "Lerner Editores Asociados", pag 56).
En suma, cabe imputarle el delito de vejaciones, pues el imputado cumpliendo funciones como Oficial de la Policía
Federal Argentina, asestó un fuerte bastonazo al damnificado provocándole lesiones en la cabeza…, siendo
totalmente infundadas desde el punto de vista funcional y como respuesta a un mero reclamo o insulto,
descartándose por tal motivo que el proceder endilgado se encuentre englobado dentro de una causal de atipicidad
como el ejercicio legítimo de autoridad o cargo (art. 34 inc. 3 del C.P., ver en este sentido "Derecho Penal Parte
General", Eugenio Raúl Zaffaroni, editorial EDIAR, año 2000, pag. 473).
(…)
“…teniendo en cuenta como agravante, las circunstancias que rodearon el injusto penal atribuido, en que el
imputado, quien debió reducir todo tipo de violencia, dado el escenario en que se produjo el suceso, esto es en las
inmediaciones de una cancha de futbol, y que en el lugar había una muchedumbre, en vez de ello con su proceder
pudo provocar una serie de incidentes en cadena poniendo en peligro la integridad física de quienes concurrían al
espectáculo deportivo e incluso de sus propios subordinados y superiores…” (TRIBUNAL ORAL EN LO CRIMINAL N°
1 DE CAPITAL FEDERAL, CAUSA 2801, CARATULADA: “CEPEDA, ANGEL DANIEL POR EL DELITO DE VEJACIONES EN
CONCURSO IDEAL CON LESIONES LEVES”, RTA. 4 DE JUNIO 2009).
“…cabe apuntar que el tipo penal contemplado en el art. 155 del C.P. se vincula a una de las libertades mas caras
al hombre. La de comunicarse en condiciones de libertad. Este marco de libertad, lleva ínsito para el sujeto el
derecho de resguardar de terceros el secreto de lo que comunica.
“Carrara enseñaba que “en la comunicación de pensamiento entre dos seres ligados por mutuo afecto o por mutuo
interés, se exige a menudo, para su libre evolución, la condición del secreto, ya que muchas cosas que se le
comunican al conocido o al amigo no se quiere que sean conocidas por un extraño, aún prescindiendo de cualquier
consideración de interés pecuniario o de honra que pueda estar de por medio, y a veces el cuidado de este secreto
se lleva hasta las más celosas precauciones” (Programa & 1630).
“La protección contra las injerencias arbitrarias o ilegales que afecten la inviolabilidad de ese marco de intimidad
en el que un sujeto puede comunicarse con otro tiene reconocimiento constitucional (arts. 18 y 19 de la C.N.; art.
11.2 de la Convención Americana de Derechos; art. 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; art. 17.
1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos) y es objeto de tutela en el Código Penal (art. 155).
“En estas condiciones el ordenamiento normativo le brinda a la persona una garantía jurídica que le permite
comunicarse con otra por medio de la correspondencia en una posición de libertad.
“Esta libertad requiere como condición de realización, la confianza del emisor de que la intimidad y la privacidad
que involucra en ese particular acto de comunicación no será vulnerada por terceros.
“Bidart Campos trazaba la distinción entre la libertad de intimidad y la privacidad identificando a la primera con
“la esfera personal que está exenta del conocimiento generalizado de terceros” y a la segunda con “la posibilidad
irrestricta de realizar acciones privadas (que no dañan a otros) por más que se cumplan a la vista de los demás y
que sean conocidas por éstos”. Agrega que “se trata siempre de una zona de reserva personal, propia de la
autonomía del ser humano”.
“Como señala el autor la libertad de intimidad que se proyecta sobre la correspondencia epistolar, “con la técnica
moderna...se extiende a otros ámbitos: comunicaciones que por cualquier medio no están destinadas a terceros, sea
por teléfono, por radiotelegrafía, por fax, etc.” (cfr. Bidart Campos Manual de la Constitución Reformada T.1)
“Para Cifuentes privacidad es el “derecho personalísimo que permite sustraer a la persona de la publicidad o de
otras turbaciones de su vida privada, el cual está limitado por las necesidades sociales y los intereses públicos”
(cfr. Cifuentes, Santos, "El derecho a la intimidad", ED, T.57 P. 832).
“En el leading case “Ponzetti de Balbín” el Alto Tribunal sostuvo que “en cuanto al derecho a la privacidad e
intimidad su fundamento constitucional se encuentra en el art. 19 de la Constitución Nacional. En relación directa
con la libertad individual protege jurídicamente un ámbito de autonomía individual constituida por los
sentimientos, hábitos y costumbres, las relaciones familiares, la situación económica, las creencias religiosas; la
salud mental y física y, en suma, las acciones, hechos o datos que, teniendo en cuenta las formas de vida aceptadas
por la comunidad están reservadas al propio individuo y cuyo conocimiento y divulgación por los extraños
significa un peligro real potencial para la intimidad. En rigor, el derecho a la privacidad comprende no sólo a la
esfera doméstica, el círculo familiar de amistad, sino otros aspectos de la personalidad espiritual y física de las
personas tales como la integridad corporal o la imagen y nadie puede inmiscuirse en la vida privada de una persona
ni violar áreas de su actividad no destinadas a ser difundidas, sin su consentimiento o el de sus familiares
autorizados para ella y sólo por ley podrá justificarse la intromisión, siempre que medie un interés superior en
resguardo de la libertad de los otros, la defensa de la sociedad, las buenas costumbres o la persecución del crimen.
9°)Que en el caso de personajes célebres cuya vida tiene carácter público o personajes populares, su actuación
pública o privada puede divulgarse en lo que se relacione con la actividad que les confiere prestigio o notoriedad y
siempre que lo justifique el interés general. Pero ese avance sobre la intimidad no autoriza a dañar la imagen
pública o el honor de estas personas y menos sostener que no tienen un sector o ámbito de vida privada protegida
de toda intromisión (Fallos:306:1892)
“Aún cuando en el presente caso no se encuentran directamente invocados los derechos a la libertad de prensa y de
expresión teniendo en cuenta las particularidades comisivas de los hechos subexámine, resulta oportuno señalar
que el respecto y la tutela jurídica del ámbito de privacidad e intimidad de las personas no conllevan una tensión ni
un desmedro para la libertad de prensa y de expresión.
“Como señala Highton “la libertad de prensa entra frecuentemente en colisión con la privacidad. El derecho a
informar y publicar las ideas constituye un bien de altísimo valor, mas a veces se utilizan el chisme, la habladuría y
los datos de la vida personal ajena en forma descomedida, entrando en detalles amorosos o sexuales, de
convicciones o sentimientos íntimos, de aspectos políticos o religiosos, o relativos a ámbitos familiares recónditos
que exceden de lo razonable” (cfr. Highton Elena I. “Responsabilidad por violación de Secretos” en “La
Responsabilidad -Homenaje al Profesor Doctor Isidoro H. Goldenberg-“ Lexis Nº 1009/005761).
“Que con arreglo a lo expuesto en el punto anterior, el análisis de la cuestión no debe soslayar que ni el
constituyente al proteger la inviolabilidad de la correspondencia ni el legislador al sancionar su publicación
176 Revista del Institu to de Estudio s Penales
indebida han procurado hacer objeto de tutela un formato o morfología particular -vr. fibras vegetales en el caso
del papel o impulsos eléctricos en el caso del correo electrónico- sino el contenido, cualquiera sea aquel, que en
definitiva involucra una libertad fundamental del hombre.
“En el presente caso, la lectura del contenido de lo que M. C. le trasmitió a su hermano J. no dejan dudas acerca
del carácter íntimo, privado y sensible de lo que el querellante estaba comunicando y tal como está demostrado el
accionar de Ventura invadió esa esfera de intimidad celosamente resguardada a través del correo electrónico que se
suponía inviolable.
“Así la conducta del imputado encuadra en el tipo previsto en el artículo 155 del C.P., sin que desde mi personal
punto de vista signifique un menoscabo de la garantía de nullum crimen sine lege praevia como procuraré
demostrar.
“Bacigalupo al referirse al problema generado en redor del principio de legalidad en casos en que los tribunales
consideraron que al carecer del carácter de cosa mueble no podía constituir hurto la sustracción de energía eléctrica
sostiene que “establecer cual es el grado que constituye el límite mínimo de vinculación con el texto de la ley en su
aplicación, es una cuestión valorativa. En principio solo será posible en una consideración de cada caso
individualmente” y añade que se admite como compatible con el principio de legalidad un cierto grado de
generalización del texto legal, sin que sea necesario “para dar cumplimiento a la exigencia de determinación legal
que la ley se mantenga en un casuismo estricto, tornándose la generalización inadmisible cuando no permite al
ciudadano conocer que qué está prohibido y que está permitido (Bacigalupo, Enrique, “Manual de Derecho Penal”
P. 34/35).
“Cabe señalar que los términos “correo electrónico”, “correo”, “e-mail”, “mail”, “correspondencia electrónica”,
constituyen distintas maneras de designar mediante el uso común del lenguaje una forma de correspondencia. En
este sentido, restringir el término correspondencia, al alcance que pretende el recurrente -en soporte papel-,
implicaría una desnaturalización irrazonable tanto del tipo legal, como del axioma no hay delito ni pena sin ley
previa.
“La regla nullum crimen, nulla poena sine praevia lege poenali tiene un sentido político liberal en el ámbito del
derecho penal que es anticiparles a los individuos cuales son las acciones u omisiones susceptibles de una sanción
determinada, lo que conlleva la exigencia de que la ley defina o nombre la acción u omisión punible (Cfr. Núñez,
Ricardo, Tratado de Derecho Penal T. I Pág. 109).
“Sin embargo la garantía no implica “lisa y llanamente, una supervivencia de la corriente prohibitiva de la
interpretación de la ley, sino una limitación del castigo a lo que la ley dispone (cfr. (Núñez, P. 203).
“Esa corriente negadora de la autoridad de los jueces para interpretar las leyes penales, representada entre otros por
Beccaria, ha sido entendida, con perspectiva histórica, sobre todo como una valiosa reacción inicial del
pensamiento penal liberal contra el arbitrio judicial y la analogía vigentes en el siglo XVIII. Es pues, como señala
Soler el intento “de prevenir esos abusos lo que hace afirmar la no interpretabilidad de la ley penal. Pero tal
afirmación políticamente inspirada en propósitos liberales, no parece que pueda sustentarse doctrinariamente, pues
ella importa desconocer la naturaleza de la ley como formulación de una voluntad general y abstracta, que
solamente a través de la inteligencia singular del juez puede llegar a hacerse efectiva. El acto de voluntad del juez
que decide el caso tiene necesariamente que estar precedido de representaciones intelectuales en virtud de las
cuales se determina (cfr. Soler, Sebastián “Derecho Penal Argentino” TI. P. 167/168).
“Es que en tanto la ley procura describir conductas mediante el uso del lenguaje, cabe afirmar siguiendo a Núñez
que “por clara que sea, exige para ser aplicada, la determinación de su sentido. No sólo es interpretación la
determinación dificultosa del sentido de la ley, la que requiere el procedimiento lógico de la reconstrucción de la
ratio legis, sino, también la no dificultosa, la que se logra por el simple procedimiento gramatical” (cfr. Núñez op.
cit pág. 199) y en este sentido postula que la extensión de los términos literales a la razón de la ley, aunque se
realice respecto de los hechos punibles, no vulnera la garantía nullum crimen sine lege, porque su resultado no es
ampliar el contenido legal a supuestos no contemplados por la ley, sino determinar el verdadero contenido de ésta,
de manera que el castigo no se realiza por la analogía del hecho no previsto por la ley con otro previsto por ella
(analogía legal) o en virtud de una fuente general de punibilidad (analogía jurídica), sino por el contenido real de
una disposición legal.” (cfr. Núñez, P. 202).
“Así también Bacigalupo acepta la distinción entre la interpretación analógica de la ley penal de la interpretación
extensiva aceptando esta última entendida como la que importa la aplicación mas amplia de la ley hasta donde lo
permite su sentido literal (cfr, Bacigalupo op. cit pag. 35).
“La regla también es compartida en el campo del derecho tributario expresada bajo el aforismo “nullum tribitum
sine lege” emanado del artículo 17 de la Constitución Nacional. Por ello resulta de aplicación -mutatis mutandi- lo
sostenido por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en cuanto a que “la proscripción de la aplicación analógica
o extensiva de la ley -como ocurre en el campo penal y en el tributario- no excluye la hermenéutica que cumpla el
Revista del Institu to de Estudio s Penales 177
propósito legal, con arreglo a los principios de una razonable y discreta interpretación (Fallos: 254:362; 256:277),
o, dicho en otras palabras, las normas impositivas no deben necesariamente entenderse con el alcance más
restringido que su texto admite, sino en forma tal que el propósito de la ley se cumpla, de acuerdo con los
principios de una razonable y discreta interpretación” (Fallos: 326:2987 considerando 15).
“Aún con anterioridad a la reciente reforma introducida por la ley 26.388 existía consenso en la doctrina en
considerar comprendido al denominado correo electrónico dentro del término correspondencia empleado por el
artículo 155 del C.P.
“En esta dirección Donna sostiene que “la correspondencia puede ser una carta, un pliego o un despacho
telegráfico, telefónico o de otra naturaleza, y tanto puede estar cerrada como abierta” (cfr. Donna, Edgardo Alberto
Derecho Penal Parte Especial Tomo II A p. 362). En el mismo sentido cfr. Núñez T. V. P. 109.
“Creus por su parte entiende “que en la temática referida al secreto de la correspondencia, los avances tecnológicos
de las comunicaciones están imponiendo nuevos sentidos a las acciones típicas que impidan desproteger el secreto
de las llevadas a cabo con los nuevos medios o ante los atentados perpetrados con ellos. Ya no se pueden mantener
invariados los criterios originales que reconocía la doctrina de hace algunas décadas de ’abrir’, ‘apoderarse’,
‘suprimir o desviar’ y ‘publicar’ indebidamente la correspondencia (art. 153 a 155 C.P.). Aunque sería deseable
una reforma ’modernizante’ de los tipos, los actuales pueden comprender las nuevas situaciones sin caer en la
analogía” y agrega que “el e-mail puede ser objeto del delito previsto por el art. 155 CP., debiendo señalarse que la
‘publicación indebida" de correspondencia hoy ya no se limita a la publicación tradicional (escrita o verbal) sino
que se extiende a la liberación del texto al acceso de un número no limitado de personas captable por el mismo
procedimiento técnico de recepción del e-mail”. Para el autor “no parece que estos argumentos puedan tacharse de
‘analogía’ (aunque sí quizás de una interpretación extensiva por imperio histórico, lo que, insisto, no es hacer
‘analogía’). De lo contrario creamos inúltilmente un ‘vacío’ de legalidad que no tiene razón de ser y reduce
exageradamente la protección que en la actualidad proporciona nuestro sistema penal, basándonos en un exagerado
respeto a las ‘formas’ de la ley nacido a impulsos del positivismo jurídico de la primera mitad del siglo.
“Por otra parte la modificación legislativa no implica una presunción iure et de iure de que se estén sancionando
nuevos delitos, especialmente teniendo en cuenta que la 26.388 involucró una reforma amplia al código penal a los
efectos de tratar las distintas situaciones que plantean las denominadas tecnologías de la información y la
comunicación.
“En algunos casos, el legislador al modificar una ley puede haberse propuesto llenar un vacío legal, en otros evitar
equívocos o zanjar discusiones jurisprudenciales y en otros -como en la hipótesis que aquí nos ocupa- en los que el
término correspondencia ya comprendía al tiempo de la sanción de la ley al correo en formato electrónico, cabe
concluir siguiendo la doctrina supra citada que la legislación tuvo un claro sentido modernizante.
“El planteo relativo a que al tiempo de los hechos el contenido de los mensajes carecía de protección legal, no
puede prosperar toda vez que aún cuando hubieran sido recogidos y editados por la revista “Paparazzi”, lo cierto es
que recién estuvo a disposición del público con posterioridad a la emisión del programa en que la correspondencia
fue hecha pública indebidamente por el imputado.
“Cabe añadir que la circunstancia que infiere la esforzada defensa relativa al eventual conocimiento que pudieran
haber tomado algunas personas en el proceso de edición de la mencionada revista no permiten en el caso tener por
acreditada en el caso la realización del verbo empleado por el tipo previsto en el art. 155 del C.P.
“Aún cuando algunas personas puedan haber tomado un conocimiento circunstancial del contenido de la
correspondencia tutelada, lo que el tipo penal en discusión requiere es que el autor se valga de algún medio de los
que habitualmente producen el efecto de hacerlo público (cfr. Fontán Balestra, Carlos “Derecho Penal Parte
Especial” Buenos Aires, 13 ed. P. 381 y Buompadre, Jorge E. “Derecho Penal Parte Especial” T. I, Buenos Aires
2da. ed. P. 622).” (SALA I DE LA CÁMARA NACIONAL DE C ASACIÓN PENAL, CAUSA N°8949 CARATULADA
“VENTURA, LUIS S/ RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 7 DE NOVIEMBRE 2008).
“Si bien se aduce que la permanencia de la víctima a bordo del rodado no excedió el marco de violencia propio del
robo, cabe señalar que de la base fáctica que ha resultado probada y no logró ser conmovida surge que desde el
momento en que los individuos se subieron al vehículo, la víctima permaneció privada de su libertad por un
espacio aproximado de cuarenta minutos. Resulta relevante también que luego de intimidarlo, golpearlo,
provocarle lesiones con “un caño” y desapoderarlo de su reloj, billetera y otros objetos personales, los individuos
continuaron su marcha con la víctima a bordo del rodado, hasta que por un desperfecto mecánico quedaron varados
en un descampado. Luego “emprendieron la huída a pie, ordenándole que los siguiera bajo amenazas de muerte”
y más tarde le ordenaron que corriera.
178 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“De esas circunstancias aparece claro que la privación ilegítima de la libertad cobró autonomía respecto del robo
calificado, pues rebasó los límites propios del desapoderamiento para anular a la víctima, ya que la misma fue
retenida a pesar de que ya se había logrado el despojo que se habían propuesto los agentes. Es más, el marco
recursivo impide precisiones que podrían formularse en relación al modo concursal elegido por el “a quo”.
“Siendo ello así, corresponde rechazar el planteo pues no ha resultado erróneamente aplicado el art. 142 inc. 1ro.
del C.P.” (SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE B UENOS AIRES, RECURSO DE
CASACIÓN INTERPUESTOS EN FAVOR DE P. O. I. -CAUSA Nº 12.210- Y D. G. B. –CAUSA N° 12.351-, RTA. 16 DE
SEPTIEMBRE 2008).
"Es generalmente aceptado que la trata de personas es una forma de esclavitud (sexual laboral) que involucra el
secuestro, el engaño o la violencia. Las víctimas de trata suelen ser reclutadas mediante engaños (tales como falsas
ofertas de trabajo u ofertas engañosas que no aclaran las condiciones en las que se va a realizar el trabajo ofrecido)
y trasladadas hasta el lugar donde serán explotadas. En los lugares de explotación, las víctimas son retenidas por
sus captores mediante amenazas, deudas, mentiras, coacción, violencia, etcétera, y obligadas a prostituirse o
trabajar en condiciones infrahumanas. El Protocolo de las Naciones Unidas para prevenir, reprimir y sancionar la
trata de personas, especialmente mujeres y niños es el instrumento que contiene la definición de trata de personas
acordada internacionalmente. En Argentina, esta definición fue recogida por la ley 26.434, norma que también -
como se dijo- introdujo nuevas figuras en el Código Penal."
"También hay acuerdo que la trata de personas es la tercera actividad lucrativa ilegal en el mundo, luego del tráfico
de armas y de drogas. Y, en términos más acotados, que "Argentina es un país de destino y de tránsito hacia
Europa, en particular con tránsito de muchas mujeres paraguayas"
"Se tiene por cierto que: a) mujeres menores y mayores de edad, de escasos recursos económicos e
indocumentadas recibían ofertas de trabajo en su país -Paraguay- para trasladarse a Argentina; b) ingresaban
ilegítimamente al país; c) eran trasladadas desde la Provincia de Misiones hasta la ciudad ...; d) una vez aquí se les
hacía saber que debían prostituirse; e) vivían en el mismo local en que ejercían su actividad; f) las condiciones de
higiene del lugar eran deplorables; g) recibían alimentación una vez al día; h) no manejaban su propio dinero; i)
eran amenazadas para disuadirlas de abandonar el sitio.
"En este marco el argumento -implícito en la defensa de los imputados- de que las mujeres ejercían por su propia
voluntad la prostitución y que prueba categórica de su libertad para permanecer o abandonar el lugar resultaba del
hecho de que sólo a metros del local dónde vivían estaba la Estación Terminal de Ómnibus..., no tiene
consistencia.
"Indocumentadas, sin dinero, amenazadas y con conocimiento de que al local concurría la policía, toda idea de
libertad para decidir desaparece. La situación de vulnerabilidad a que se refiere la ley encuentra en el caso de autos
un ejemplo paradigmático.
"La ley 26.364 fue publicada en el Boletín Oficial el 30 de abril de 2008. Y la defensa afirma que no se le puede
aplicar de manera retroactiva pues "los hechos investigados son de data anterior a dicha promulgación". Pero el
Código Penal en su actual redacción no sólo persigue a quien capte, transporte o traslade sino también a quien
acoja con fines de explotación. Esta situación se mantuvo hasta el día del allanamiento del local y detención de los
imputados que ocurrió el 14 de junio de 2008. Por tanto, la aplicación de la nueva figura no contraría la
prohibición constitucional de la retroactividad en la materia (art. 18)." (CÁMARA FEDERAL DE APELACIONES DE LA
PLATA, “E. M., G.. E. M., N. E. Y E. M., M.C. S/ INFRAC. LEY 26.364", RTA. 30 DE OCTUBRE 2008). FUENTE EL DIAL
§6.- Caracteres típicos de las amenazas (art. 149 bis C.P.). Necesidad de que halla
finalidad de alarmar o amedrentar a otro, debe ponderarse el contexto situacional en que
se profieren que son las que fijan su sentido, más allá de lo gramatical.
“Esta Sala ha destacado que para que se configure el delito de amenazas (art. 149 bis del C.P.) las expresiones
utilizadas por el agente deben ser idóneas, es decir, deben ser capaces de crear en la víctima un estado de alarma o
temor, quedando fuera de la tipicidad las que no resultan aptas para originar tal estado. Se agregó que a los fines de
determinar cuándo la amenaza es idónea se debía requerir "que el autor las emplee con una finalidad (para alarmar
o amedrentar a una o más personas), lo cual no equivale a obtenerla. Pero desde luego que las amenazas son tales
Revista del Institu to de Estudio s Penales 179
en tanto si se utilizan expresiones verbales ellas tienen que contener objetivamente el anuncio de un mal con
potencialidad para la finalidad lesiva de la libertad individual, de allí que tampoco se puede prescindir del contexto
situacional en que son proferidas o del punto de vista de un ciudadano medio, factores que deben ingresar en la
ponderación de la idoneidad." (TSJ, Sala Penal, "Ramírez", S. n° 92 del 29/8/06, el sobremarcado se efectúa por la
relación existente con la presente). En autos, independientemente de que se encontrarían acreditadas las
expresiones verbales atribuidas al imputado Funes y que habrían tenido como destinatario a su empleador Jorge A.
Sánchez Aranáz (lo anterior se coloca en potencial, atento a las discordancias existentes entre los dichos de la
supuesta víctima y el testigo principal Javier O. Becerra -empleado del anterior, tanto a la fecha del hecho como
del debate-) el Tribunal de mérito no ponderó el contexto situacional en que se habrían proferido tales
manifestaciones y que son las que fijan su sentido, más allá de su sentido gramatical.” (SALA PENAL DEL TRIBUNAL
SUPERIOR DE JUSTICIA DE CÓRDOBA, CAUSA "FUNES, OSFALDO ANTONIO, P.S.A AMENAZAS CALIFICADAS POR EL
USO DE ARMA IMPROPIA -RECURSO DE CASACIÓN-" (EXPTE. "F", 33/07), RTA. 12 DE AGOSTO 2009).
§7.- Las comunicaciones a que se refiere la ley 25.873 integran la esfera de intimidad
personal. Recepción del precedente de la C.I.D.H. “Bulacio”: condicionamiento de la
actuación estatal al respeto de los derechos fundamentales. La correspondencia y las
telecomunicaciones son inviolables, sólo un juez de manera fundada en el marco de un
expediente puede determinar su excepción. Requisitos para restringir la inviolabilidad de
la correspondencia. La ley 25.873 es vulnerante del derecho a la intimidad, por cuanto sus
previsiones no distinguen ni precisan de modo suficiente las oportunidades ni las
situaciones en las que operarán las interceptaciones.
“…resulta oportuno señalar que las comunicaciones a las que se refiere la ley 25.873 y todo lo que los individuos
transmiten por las vías pertinentes integran la esfera de intimidad personal y se encuentran alcanzadas por las
previsiones de los artículos 18 y 19 de la Constitución Nacional. El derecho a la intimidad y la garantía
consecuente contra su lesión actúa contra toda "injerencia" o "intromisión" "arbitraria" o "abusiva" en la "vida
privada" de los afectados (conf. art. 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y art. 11, inc. 2°, de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos -tratados, ambos, con jerarquía constitucional en los términos
del art. 75, inc. 22, de la Constitución Nacional- y art. 1071 bis del Código Civil).
“Que, en sentido coincidente, la Corte Interamericana de Derechos Humanos tiene dicho que el poder del Estado
para garantizar la seguridad y mantener el orden público no es ilimitado, sino que "su actuación está condicionada
por el respeto de los derechos fundamentales de los individuos que se encuentren bajo su jurisdicción y a la
observación de los procedimientos conforme a Derecho (...) con estricta sujeción a los procedimientos
objetivamente definidos en la misma" (Corte Interamericana de Derechos Humanos. Serie C, n° 100, caso "Bulacio
v. Argentina", sentencia del 18 de septiembre de 2003, ptos. 124 y 125; ver Fallos: 330:3801).
“Acerca de estas situaciones este Tribunal ha subrayado que sólo la ley puede justificar la intromisión en la vida
privada de una persona, siempre que medie un interés superior en resguardo de la libertad de los otros, la defensa
de la sociedad, las buenas costumbres o la persecución del crimen (Fallos: 306:1892; 316:703, entre otros). Es en
este marco constitucional que debe comprenderse, en el orden del proceso penal federal, la utilización del registro
de comunicaciones telefónicas a los fines de la investigación penal que requiere ser emitida por un juez competente
mediante auto fundado (confr. art. 236, segunda parte, del Código Procesal Penal de la Nación, según el texto
establecido por la ley 25.760), de manera que el común de los habitantes está sometido a restricciones en esta
esfera semejantes a las que existen respecto a la intervención sobre el contenido de las comunicaciones escritas o
telefónicas. Esta norma concuerda con el artículo 18 de la ley 19.798 que establece que "la correspondencia de
telecomunicaciones es inviolable. Su interceptación sólo procederá a requerimiento de juez competente".
“En idéntico sentido, el Tribunal Constitucional de España, mediante su sentencia del 5 de abril de 1999 (STC
49/1999), con cita del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), ha sostenido que "si el secreto pudiera
alzarse sobre la base de meras hipótesis subjetivas, el derecho al secreto de las comunicaciones (...) quedaría
materialmente vacío de contenido". Así, el TEDH acepta como garantía adecuada frente a los abusos que la
injerencia sólo pueda producirse allí donde "existan datos fácticos o indicios que permitan suponer que alguien
intenta cometer, está cometiendo o ha cometido una infracción grave" (Caso K., núm. 51) o donde existan "buenas
razones" o "fuertes presunciones" de que las infracciones están a punto de cometerse (TEDH S 15 jun. 1992, caso
L, núm. 38).
180 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“Que la libertad, en cada una de sus fases, tiene su historia y su connotación (Fallos: 199:483); de ahí que las
consideraciones en particular sobre el tema en discusión deban mantener un muy especial apego a las
circunstancias del caso. El Tribunal tiene dicho que los motivos que determinan el examen de la correspondencia
en el caso de un delincuente, pueden diferir de los referentes a un quebrado, a un vinculado al comercio, a un
sujeto de obligaciones tributarias, etc.; por ello ha interpretado que el art. 18 de la Constitución no exige que la
respectiva ley reglamentaria deba ser "única y general" (Fallos: 171:348; 318:1894, entre otros).
“Cabe recordar que en el precedente de Fallos: 318: 1894 (en el voto de los jueces Fayt, Petracchi y Boggiano) se
afirmó que, para restringir válidamente la inviolabilidad de la correspondencia, supuesto que cabe evidentemente
extender al presente, se requiere: a) que haya sido dictada una ley que determine los "casos" y los "justificativos"
en que podrá procederse a tomar conocimiento del contenido de dicha correspondencia; b) que la ley esté fundada
en la existencia de un sustancial o importante objetivo del Estado, desvinculado de la supresión de la inviolabilidad
de la correspondencia epistolar y de la libertad de expresión; c) que la aludida restricción resulte un medio
compatible con el fin legítimo propuesto y d) que dicho medio no sea más extenso que lo indispensable para el
aludido logro. A su vez, fines y medios deberán sopesarse con arreglo a la interferencia que pudiesen producir en
otros intereses concurrentes.
“…Tal como ha sido apreciado por los magistrados de los tribunales intervinientes en las instancias anteriores, es
evidente que lo que las normas cuestionadas han establecido no es otra cosa que una restricción que afecta una de
las facetas del ámbito de la autonomía individual que constituye el derecho a la intimidad, por cuanto sus
previsiones no distinguen ni precisan de modo suficiente las oportunidades ni las situaciones en las que operarán
las interceptaciones, toda vez que no especifican el tratamiento del tráfico de información de Internet en cuyo
contexto es indiscutible que los datos de navegación anudan a los contenidos. Se añade, a ello, la circunstancia de
que las normas tampoco prevén un sistema específico para la protección de las comunicaciones en relación con la
acumulación y tratamiento automatizado de los datos personales. En suma, como atinadamente ha sido juzgado en
autos, resulta inadmisible que las restricciones autorizadas por la ley estén desprovistas del imprescindible grado
de determinación que excluya la posibilidad de que su ejecución concreta por agentes de la Administración quede
en manos de la más libre discreción de estos últimos, afirmación que adquiere primordial relevancia si se advierte
que desde 1992 es la Dirección de Observaciones Judiciales de la SIDE, que actúa bajo la órbita del poder político,
la que debe cumplir con los requerimientos que formule el Poder Judicial en orden a la interceptación de
comunicaciones telefónicas u otros medios de transmisión que se efectúen por esos circuitos. Ello es así por
cuanto, en el marco de la transferencia de la prestación del servicio de telecomunicaciones de la ex Empresa
Nacional de Telecomunicaciones a licenciatarias privadas, el decreto 1801/1992 dispuso que la Dirección de
Observaciones Judiciales de aquella empresa estatal pasara a depender de la SIDE, a los fines de cumplir con
dichos requerimientos de los jueces.” (C.S.J.N.; "HALABI, ERNESTO C/ P.E.N. - LEY 25.873 - DTO. 1563/04 S/
AMPARO LEY 16.986", RTA. 24 DE FEBRERO 2009).
“Comenzando la valoración, encuentro por demás acreditada la incompatibilidad existente entre lo que los
trabajadores manifiestan y la realidad que les toca vivir. Con ello de ningún modo se pretende sugerir que los
testigos se pronunciaron falsamente o tuvieron intención de disfrazar una verdad, sino que las expresiones vertidas
por los damnificados deben ser valoradas a la luz de las necesidades que los motivaron a abandonar su país de
origen y tal vez a su familia, con el objetivo de lograr mejores condiciones de vida. Desde su posición -considerada
subjetivamente- es probable que los logros obtenidos gracias a este empleo, les hayan significado cierta
prosperidad que de otro modo no hubieran obtenido, más, esa mejoría no evita la reducción a la servidumbre a la
que eran sometidos ni de ningún modo desplaza el delito del que fueron víctimas.
“En esa dirección entiendo que a los ojos de los trabajadores, todo se desenvolvería en un ámbito óptimo y
saludable, sin que se hubieran cuestionado siquiera el trato que recibían.
“Claro está entonces, que ninguno de los que se encontraban presentes el día del allanamiento, hubieran deseado
perder su trabajo, pues las oportunidades que el mismo les propiciaba eran considerablemente mayores que las que
hubieran alcanzado careciendo de él , lo cual, ante la ausencia de documentación legal, se volvía una posibilidad
fundadamente sólida.
“En virtud de ello y especialmente de las circunstancias que rodeaban a las personas que laboraban en el taller es
que, no obstante lo expuesto por los declarantes, entiendo que los mismos recibían tratos abusivos y violentos,
arriesgándome a señalarlos incluso, como indignos a la condición humana.
“Fiel ejemplo de lo que se sostiene, resulta ser el hecho que la mayoría de los testificantes refirió trabajar en el
taller hasta las 20:00 hs, siendo que el allanamiento dispuesto en Deán Funes 1754 de esta Ciudad, tuvo inicio a las
21 hs, no obstante lo cual, se encontraban todas las personas que trabajaban en el taller.
“Encuentro asimismo revelador el testimonio prestado por Juan Carlos Apala quien en relación al hecho concreto
que nos ocupa afirmó que las horas extras las realizaban sábados e incluso domingos, que ni el dueño ni el
encargado los trataban bien, recibiendo insultos por parte de ambos, a la vez que recordó que generalmente el
encargado se encontraba en estado de ebriedad y les gritaba, expresando por último que en el taller dormían la gran
mayoría de los empleados.
“De idéntica trascendencia encuentro lo señalado por Bernabé Laura Mamani, quien dijo que su horario de trabajo
era de 8 a 20, con tan solo una hora de descanso, señalando que tres veces por semana pernoctaba en el lugar y que
la mayoría de los empleados lo hacían.
“Igual sustento fáctico aporta la declaración de Luis Augusto Paredes Nassi, quien refirió que su horario de trabajo
en el taller era de 8 a 20 hs, expresando haber realizado horas extras los días domingos de 8 a 17 hs. En cuanto al
trato que recibía por parte del dueño y del encargado, recordó que el mismo no era bueno, agregando previo a
finalizar su declaración que cada noche, alrededor de 20 personas pasaban la noche en el lugar.
“Refleja aún más lo hasta aquí sostenido, lo que surge del acta labrada en ocasión del allanamiento, de cuya lectura
se observa que al ingresar al lugar, personal preventor se encontró con '...una gran cantidad de personas de ambos
sexos los cuales estaban amontonados y con las luces apagadas de la habitación...'
(…)
“Así, el hacinamiento, las condiciones de higiene y la falta de comodidades que muestran las fotografías aunadas al
legajo, como así la brecha horaria que debían cumplir - evidenciada en ocasión de efectuarse el registro
domiciliario el cual se realizó a altas horas de la noche, no obstante lo cual los afectados aún se encontraban en el
lugar -, revelan una situación que de ningún modo puede ser considerada como beneficiosa a la luz de otras
condiciones que podían estar padeciendo en su lugar de origen y que pudieran haberlos conminado a considerar
que su situación era ostensiblemente más provechosa, y por ello no entenderse damnificados de ninguna acción
delictiva.
(…)
Análisis de la figura de 'Facilitación de Permanencia ilegal de extranjeros en el país'. Ley de Migraciones
“Encuentro acreditada a esta altura, que la conducta desplegada por Kim y por Chuca Aduviri consistió en emplear
a individuos de nacionalidad extranjera, la mayoría bolivianos, indocumentados en este país en su taller textil,
circunstancia que evidencia la contribución o simplificación efectuada por los imputados en relación a los ilegales
quienes, de no obtener trabajo alguno en la República Argentina se verían obligado a regresar a su país de origen.
“Dicha conducta es la que refiere a la 'facilitación' requerida por el tipo. Asimismo, el delito contra el orden
migratorio en cuestión es doloso, exigiéndose el conocimiento y la voluntad de allanar la residencia ilegítima de
extranjeros en el país, requiriendo como ultra finalidad, la obtención de algún tipo de beneficio.
“En este sentido se expidió el Superior estableciendo que '...la imputación endilgada como una conducta criminal
no difiere en absoluto -desde el punto de vista objetivo- de lo que podría llegar a constituir una infracción de tipo
182 Revista del Institu to de Estudio s Penales
administrativo ante el caso de proporcionar trabajo u ocupación remunerada a extranjeros que residen
irregularmente en el país. Cabe resaltar que este tipo de situaciones quedan bajo la órbita de la Dirección Nacional
de Migraciones, reciben penas de multa y permiten el establecimiento de mecanismos alternativos de sanciones
basadas en la protección del migrante... Por ello, y para que la actividad que aquí es motivo de reproche penal
pueda considerarse constitutiva de la figura prevista por el artículo 117 de la ley 25.871, es necesario comprobar la
única circunstancia adicional que estable esta norma, situada en el plano subjetivo y descripta como la finalidad de
obtener directa o indirectamente un beneficio...' (C.C.C.F.C.F., Sala II, c. 28.083, 'Guaraschi Mamani, Tito y
otros...', 20/11/07).
“Señalado ello, no cabe más que destacar que en el caso de análisis, el provecho estaría dado por el abaratamiento
de costos que le implica a los imputados el poseer empleados no registrados, ya que así evaden el pago de los
aportes relativos a la seguridad social (jubilación, obra social), de los seguros estipulados para dicho rubro de
trabajo, etc., etc., contribuyendo a la residencia ilegal del nombrado en el país.
“Las consideraciones vertidas deben ser entendidas en el marco de lo dispuesto por la Convención Internacional
sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares - aprobada por la
Asamblea General en su resolución n? 45/158, del 18 de diciembre del año 1990- que expresamente repara en '...la
situación de vulnerabilidad en que con frecuencia se encuentran los trabajadores migratorios y sus familiares
debido, entre otras cosas, a su ausencia del Estado de origen y a las dificultades con las que tropiezan en razón de
su presencia en el Estado de empleo'.
“En relación a ello encuentro de interés transcribir algunas de las circunstancias que motivaron a que los Estados
parte de la citada convención decidieran suscribir tal documento. Al respecto, señalaron en el preámbulo que '...los
trabajadores no documentados o que se hallan en situación irregular son empleados frecuentemente en condiciones
de trabajo menos favorables que las de otros trabajadores y que para determinadas empresas ello constituye un
aliciente para buscar ese tipo de mano de obra con el objeto de obtener beneficios de una competencia desleal'.
Expresaron también que '...la práctica de emplear a trabajadores migratorios que se hallen en situación irregular
será desalentada si se reconocen más ampliamente los derechos humanos fundamentales de todos los trabajadores
migratorios y, además, que la concesión de determinados derechos adicionales a los trabajadores migratorios y a
sus familiares que se hallen en situación regular alentará a todos los trabajadores migratorios a respetar y cumplir
las leyes y procedimientos establecidos por los Estados interesados' (C.C.C.F., Sala I, causa n? 40.641, 'Salazar
Nina, Juan C. s/ procesamiento...', reg. 1452 del 30/11/07 y causa n? 40.985, 'Cancari, Nina A. s/ procesamiento...',
reg. 1302 de fecha 01/11/07).
“Así, las consideraciones efectuadas se encuentran presentes en el caso traído a estudio, pues ni el Sr. Kim ni el Sr.
Chuca Aduviri estaban en condiciones de desconocer que gran parte de la mayoría de los trabajadores textiles eran
indocumentados en este país, y en punto al beneficio obtenido, al ser destinatarios directo de dicho provecho
económico, resulta evidente que tenían pleno conocimiento de esas circunstancias y la voluntad direccionada en tal
sentido.
Análisis de la figura del delito de Reducción a la servidumbre -art. 140 del C.P.-
“Conforme lo expusiera el doctrinario Creus, la reducción a servidumbre o condición análoga no es un ataque
contra la libertad personal ambulatorio o de movimientos, por lo cual el tipo puede reconocerse aún en los casos en
que sigue subsistiendo el poder físico del ofendido para trasladares o realizar actividades físicas. El delito es el de
cambiar la condición de hombre libre por la de siervo. (Derecho Penal, Parte Especial, Tomo I, 1999, Astrea pág.
273).
“En símil sentido, ha señalado Sebastián Soler que 'para considerar cometido este delito se hace necesaria no ya
solamente una dominación física sobre el cuerpo del sujeto pasivo, sino un verdadero dominio psíquico, porque es
preciso distinguir esta infracción de las formas corrientes de encarcelamiento o de secuestro...consiste en
apoderarse de un hombre para reducirlo a la condición de una cosa: comprar, vender, cederlo sin consultar para
nada su voluntad, servirse de él sin reconocerle derechos correlativos a sus prestaciones' (Derecho Penal Argentino
, T IV, Tipográfica Editora Argentina, Buenos Aires, 1992, pág. 27).
“Las circunstancias descriptas se encuentran evidenciadas en el caso bajo estudio, no solo a raíz de los testimonios
vertidos por algunos de los empleados quienes, pese a su temor fundado, se atrevieron a narrar las reales
condiciones en que vivían y laboraban, sino también y especialmente, por el testimonio prestado por el testigo cuya
identidad se reserva y por las vistas fotográficas que ilustran de manera irrefutable lo degradante de la situación
que padecían los empleados.
“De hecho y más allá de los matices de cada uno de los testimonios prestados, puede extraerse como denominador
común de todos ellos, las prolongadísimas jornadas laborales, la ausencia de aportes previsionales y de obra social,
los malos tratos declarados por algunos de los testificantes y los insignificantes salarios.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 183
“De tal forma, los aspectos mencionados indican que las víctimas de estas maniobras habrían estado expuestas al
dominio absoluto del dueño del taller, habiéndose visto menoscabadas en su libertad.
“Tales condiciones conformarían un estado de sometimiento y cosificación de las víctimas propio de la situación
de servidumbre que la figura del art. 140 del CP intenta reprimir.
“Por otra parte, encuentro comprobado que los imputados transgredieron el límite máximo de lo que la
comunidad jurídica considera como coacción aceptable. Ello así, pues no resulta procedente el error de
prohibición -indirecto- dado que el orden jurídico tiene normas básicas de defensa de los derechos humanos
elementales que no debe permitir sean violados ni por los ciudadanos de un país ni por extranjeros, quienes
bajo ninguna circunstancia pueden invocar argumentos basados, por ejemplo en sus costumbres .
“Continuando el análisis de la figura descripta, y en relación al sometimiento requerido por el tipo, no cabe más
que tener por evidenciada la vulneración de las condiciones de dignidad con la que han sido tratados los empleados
del taller. En punto a ello, encuentro relevante señalar que la mayoría de las víctimas eran extranjeras en
situaciones migratorias irregulares en el país, situación esta de vulnerabilidad que fue aprovechada por los
indagados para someter a estas personas, pues carecían de opciones dignas de trabajo.
“Cabe traer a colación a esta altura lo expuesto por el testigo de identidad reservada, quien refirió que 'no
podíamos salir para nada...nos decía que como no teníamos documentos nos iban a agarrar y nos iban a meter
presos. Teníamos mucho miedo. No hablábamos por teléfono con nadie y solo nos conocíamos los que estábamos
ahí adentro....'-sic
“En relación a todo lo expuesto, ha sostenido la Excma. Cámara del Fuero '?El individuo está reducido a la
condición de servidumbre cuando ha sido adaptado o sujetado al trabajo u ocupación propios de siervo, estado
que implica su posesión, manejo y utilización incondicional por el autor, de la misma manera como éste usa,
goza y dispone de su propiedad, sin correlativo por ello. No excluye la configuración del delito de reducción
a la servidumbre el hecho de la permisión de salida durante los fines de semana, dado que este delito no consiste
en una privación de la libertad personal, ya que el hombre puede estar privado de ella y no encontrarse, sin
embargo, en condición de servidumbre. El art. 140 del C.P. no resguarda la incolumidad del poder físico de
individuo para trasladarse de un lugar a otro, sino que, dentro del ámbito de la libertad individual, defiende su
derecho a que sus servicios o su persona no sean materialmente sometidos al dominio absoluto de otro?' (ROSA
FERNANDEZ, Vicente, 23/11/05, c. 27.080 CCC Sala I).
“Por último, y en caso de pretender que las víctimas prestaban su consentimiento, corresponde señalar que éste no
puede existir frente a la persecución, a la violencia o al fraude; y no puede alegarse la existencia de un
consentimiento válido por parte de quien se encuentra sometido en tanto que la misma disminución volitiva
derivada de su situación psíquica afecta el consentimiento sin perjuicio de que la tutela legal se concrete aún
prescindiendo de la voluntad del interesado, habida cuenta que al Estado le preocupa que situaciones como las que
aquí se juzgan no se produzcan por ser contrarias a elementales normas de convivencia y de respeto por el ser
humano como persona sujeto de derechos (conf. Fontán Balestra , 'Tratado de Derecho Penal', Buenos Aires, 1992,
T. V, pág. 274).
“Es entonces, que de las pruebas acumuladas al presente, surge que en el taller se encontraban a altas horas de la
noche varias personas mayores de edad, gran cantidad de máquinas de coser, cantidades de telas y prendas en
confección, las que junto a las características del lugar allanado -falta de higiene, instalaciones mínimas, ausencia
de ventilación, etc.-, terminan de configurar el estado compatible con la situación de servidumbre.” (JUZGADO
NACIONAL EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL FEDERAL NRO. 12, CAUSA NRO. 7786/08 CARATULADA 'PAEK UN S/
DELITO DE ACCIÓN PÚBLICA', RTA. 1 DE SEPTIEMBRE 2008).
§9.- Vejar implica molestar, perseguir y maltratar o hacer padecer a una persona.
Tratamientos mortificantes. Personal policial que no actúa acorde a la normativa legal
ante la comisión de un delito flagrante: innecesariedad de increpar y someter a actos
vejatorios al aprehendido.
“…la doctrina señala que vejar significa tanto como molestar, perseguir, maltratar o hacer padecer a una persona.
Las vejaciones pueden consistir en todos los actos humillantes que pueden perjudicar psíquicamente a la
persona…Según Núñez, son los tratamientos mortificantes para la personalidad por indecorosos, agraviantes o
humillantes. Tanto pueden ser actos materiales como empujones…En síntesis, vejar a otra persona significa
maltratar, molestar, perseguir a uno, perjudicarle o hacerle padecer” (Derecho Penal, parte especial, Edgardo A.
Donna, Rubinzal Culzoni, 2001, t. II-A, p. 178/179).
184 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“En el caso de autos, B. increpó al niño tratándolo de “pen… mal educado” (cfr. fs. 226vta.) y “pen… de m…”
(cfr. fs. 173), propinó dos cachetazos al niño S. a la vez que luego intentó tomarlo del cuello, lo que motivó un
forcejeo entre ambos pues éste intentaba hacer cesar el accionar del preventor, a consecuencia de lo cual sufrió las
lesiones constatadas así como dolor en la región lumbar producto de haber sido empujado contra un estante.
“Así, aún de ser cierta su versión en cuanto a la sustracción de la botella que habría observado mientras estaba
detenido a la espera que lo habilite el semáforo, no actuó conforme lo ordena la normativa legal vigente ante la
comisión de un delito “in fraganti”, sino que increpó al niño y lo sometió a esos actos vejatorios, pese a que desde
un primer momento –al decir del damnificado y sus amigos- le pedían que lo dejara pues S. no estaba sustrayendo
objeto alguno, tal como también en ese momento le dijera el comerciante.” (SALA I CÁMARA NACIONAL DE
APELACIONES EN LO CRIMINAL Y C ORRECCIONAL, CAUSA 35.801 – “B., I. N. S/ SOBRESEIMIENTO”, RTA. 21 DE
MAYO 2009).
“…si bien los suscriptos comparten el criterio sostenido por la jurisprudencia y la doctrina respecto del delito de
amenazas que “no es típica la frase dicha irreflexivamente en el calor de un altercado verbal o en un rapto de ira”,
en atención a que aquélla debe ser seria, grave e injusta; en el caso de autos, no coincidimos con la resolución de la
a quo, pues de acuerdo a la descripción del Sr. Fiscal de grado parece configurarse “prima facie” la conducta
reprochada penalmente, considerando –además- que aquella concurrió con otra acción encuadrada en el Código
Penal, como es el delito de daño.
“Asimismo, y como bien sostiene la Magistrada de grado, la ley pena la amenaza en sí misma, prescindiendo de
todo resultado, para lo cual requiere que tengan idoneidad suficiente para actuar sobre el ánimo y voluntad de la
víctima. Al respecto, cabe mencionar que concluir en esta etapa del proceso, que no se afectó el bien jurídico
protegido, como es la libertad, sin siquiera haber escuchado a la víctima, resulta prematuro, pues la audiencia de
excepción prevista en el art. 197 del CPP CABA, por la finalidad que persigue, no permite la valoración de la
prueba propia del debate oral y público.
“Por último, no se advierte que la jurisprudencia sentada en el fallo que cita la Juez de grado, resulte aplicable en el
presente –al menos por el momento-, pues no surge que el damnificado considerara “irrisorias o graciosas” las
presuntas amenazas vertidas por los imputados…” (SALA I DE LA C ÁMARA PENAL, CONTRAVENCIONAL Y DE
FALTAS DE LA CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES, CAUSA Nº 39028-02-CC/08 INCIDENTE DE EXCEPCIÓN POR
ATIPICIDAD “DIEZ, MARÍA CAROLINA Y CUNDO, ALEXIS S/ INF. ART. 149 BIS Y 183 CP-APELACIÓN”, RTA. 4 DE
SEPTIEMBRE 2009).
“…aún cuando se quisiera dar por probado el secuestro de armas caseras en las celdas de los detenidos, lo cierto es
que no se acreditó el uso de las mismas y, en consecuencia, no hubo una agresión actual o inminente según lo
exige el apartado a) del inciso 6 del artículo 34 del Código Penal.
“Y, aunque obra un reconocimiento médico respecto de R. y T., constatándose en el segundo una herida punzante
en dorso del antebrazo izquierdo del acta confeccionada en la comisaría surge que los elementos punzantes fueron
hallados debajo de un colchón (fs. 2 y 13 de la investigación preparatoria número 121.663).
“Por otro lado, mal podría encuadrarse en el apartado “c” del mencionado artículo, la broma, cargada, insulto, y
aún el arrojar lavandina, por parte del detenido hacia el imaginaria, como provocación suficiente.
“De más está enumerar la normativa que corresponde respetar en el trato con los detenidos puesto que el mismo
defensor lo hace en su escrito.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 185
“Por esa razón, tampoco puede considerarse comprendida en el legítimo ejercicio del cargo o autoridad, según lo
normado por el inciso 4 del artículo referido, la irrupción violenta del grupo de policías golpeando a los detenidos.
(…)
“…corresponde corregir la sentencia respecto de la calificación de la conducta reprochada.
“Es que la figura del artículo 144 bis inciso 3° del Código Penal contiene dos clases de conductas: los apremios
ilegales y las vejaciones. Los primeros, se cometen con el fin de la obtención de algo. En cambio, las vejaciones se
agotan en sí mismos, más allá del móvil que los guíe, puesto que sólo intentan humillar o denigrar a quien los
padece.
“En consecuencia, propongo al acuerdo corregir la sentencia determinando que J. F. G. quede condenado por la
aplicación de vejaciones (SALA III DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PCIA. DE BUENOS AIRES, CAUSA Nº
5.926 (REGISTRO DE PRESIDENCIA Nº 22.108) CARATULADA “G., J. F. S/ RECURSO DE C ASACIÓN”, RTA. 29 DE
OCTUBRE DE 2009).
“Si bien en los casos de robos cometidos con violencia sobre las personas podría afirmarse que en cierta medida
comportan una razonable privación de libertad, que es puesta como exigencia de la mecánica del hecho, no puede
desconocerse que existen determinados supuestos en los que se excede la medida, por lo que la privación ilegítima
de la libertad se independiza del robo, lo que entonces justifica un concurso material de delitos.
“En el caso, se tuvo por acreditado que el imputado ingresó a una librería y, mediante intimidación con un arma de
fuego, desapoderó al dueño del local de una suma de dinero, al igual que lo hizo con R. L. Ac. A continuación
“...con el objeto de darse a la fuga, hizo salir del local al nombrado Ac. y lo obligó mediante amenazas a que lo
condujese en el automóvil Renault Kangoo dominio DYA-839, propiedad de este último, por espacio de quince
minutos aproximadamente. Fue así que el malviviente decidió descender del rodado de Ac., llevándose las llaves
del vehículo...”.
“Asimismo, a la hora de calificar el hecho, los jueces no sólo entendieron que se trató de un robo con armas -el
ocurrido en la librería- sino que además consideraron que el mismo debía concursar realmente con el delito de
privación ilegal de la libertad agravada por el empleo de violencia -art. 142 inc. 1ro. del C.P.- pues “...este ilícito es
posterior y perfectamente escindible del robo en la librería, dado que no se presentó como un accionar necesario
para procurar la impunidad, en el sentido que no había peligro o resistencia alguna que conjurar, posterior al
robo. Es decir, esta privación de la libertad respondió a una decisión posterior del agente. Por otra parte, cabe
destacar que la víctima asintió ser retenido y a conducir al acusado en su rodado, ante las amenazas y órdenes de
éste en la convicción de que se encontraba armado...”
“Entonces, a partir de la base fáctica que viene incontrovertida, la coerción soportada por la víctima Ac. excedió
con creces el tiempo necesario para consumar el desapoderamiento. Ello implicó que, en el caso, el delito contra la
libertad haya cobrado independencia frente al robo.
“Adviértase que la víctima del hecho se encontraba en el interior de un comercio cuando fue intimidada con un
arma por el imputado, que la obligó no sólo a salir del local, sino que además la hizo subir a su vehículo por un
tiempo aproximado de quince minutos, sin que hubiera existido resistencia alguna de su parte o de otras personas
que hicieren peligrar la consumación del robo, tras haber perfeccionado los despojos.
“Teniendo en cuenta esos datos fácticos y, en especial, que una vez que el imputado había llevado a Ac. fuera de la
librería ya se encontraba en condiciones de consumar el desapoderamiento y, no obstante ello, decidió hacerlo
subir a su automóvil obligándolo a conducir por alrededor de quince minutos, aparece correcto el encuadre legal
fijado en la sentencia. Sin lugar a dudas, ese modo comisivo excedió lo estrictamente necesario como para poder
consumar el despojo.
(…)
“…la reforma impetrada por la ley 25.742 torna inaplicable la figura calificada del art. 142 bis, segundo párrafo
inciso 1ro. referida al caso en que la víctima resulte ser una mujer, pues conforme la reforma citada ahora se exige
que la víctima sea “una mujer embarazada”. Atento que el estado de gravidez en A. no se encuentra acreditado en
186 Revista del Institu to de Estudio s Penales
el proceso, lo normado por el art. 2 del C.P. torna inaplicable esta particular agravación de la figura contenida en la
norma citada.” (SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES,
RECURSO DE CASACIÓN INTERPUESTO EN FAVOR DE J. A. G. L. EN LA PRESENTE CAUSA Nº 14.926, RTA. 14 DE JULIO
2009).
“Las conductas punibles a los encartados deben ser calificadas como constitutivas de los delitos de Trata de
Personas mayores de dieciocho años de edad, mediando abuso de una situación de vulnerabilidad, agravado por la
cantidad de víctimas, en concurso real con el delito de Trata de personas menores de dieciocho años de edad,
ambos con fines de explotación sexual, conforme los arts. 145 bis pto. 3 y 145 ter del C.P, resultando Gloria
Raquel ORTEGA MORA y Raúl Andrés LOPEZ autores materiales (artículo 45 del C.P.).
“El delito enrostrado constituye un hecho complejo atento que se realiza y perfecciona a lo largo de un proceso en
el que se van sucediendo momentos, y a través de los cuales los tratantes persiguen el objetivo final de trasladar a
la víctima, de un lugar a otro, con fines de explotación, obteniendo con ello un lucro económico:
“1) Captación: Capta el que consigue, el que gana la voluntad, atrapa, recluta, atrae o entusiasma a quien va a ser
víctima del delito. (Hairabedián, Maximiliano,
Tráfico de personas: La trata de personas y los delitos migratorios en el derecho penal argentino e internacional”,
1° Ed. Bs. As, Ad-Hoc, 2009, pg. 22).
Es el primer momento del proceso de la trata de personas. Se realiza en el lugar de origen de la víctima,
identificándola, ofreciéndole la posibilidad de migrar y de conseguir trabajo en otro país, como así también
facilidades económicas y documentales para el traslado e ingreso al país de destino, recurriendo a la persuasión,
engaño, a la amenaza u otras formas de coacción a la víctima o personas con influencia hacia ella.
“Las personas pueden desconocer la verdadera actividad que realizará en el lugar de destino o, como en el caso de
autos, pueden conocerla y estar engañadas en cuanto a las condiciones reales en que deberá realizarla, por ejemplo
el salario que percibirá, los costos de manutención que se descontarán de su salario, los intereses de las deudas
contraídas, la mayor o menor libertad que podrá gozar.
“2) Transporte y/o Traslado: En este momento los tratantes se ocupan de garantizar el desplazamiento de la víctima
desde el lugar de origen al lugar de destino con fines de explotación, facilitando y, en ocasiones, acompaña el
traslado de la víctima o realiza su transporte, en conocimiento de la situación de trata de personas con la que
colabora a cambo de un lucro económico.
“La acción se configura sin que sea necesario que se haya llegado a destino…El traslado tiene que ver con
desarraigar a la persona, separarla de todo lo que es su red de contención social, por precaria que ésta sea. Puede
ser llevada a cabo por el que ejecute el movimiento de la persona o a través de un tercero, bastando que conozca la
finalidad del traslado.” (Hairabedián, Maximiliano, ob. Cit, pg. 23)
“En oportunidad de prestar declaración testimonial en sede judicial, las víctimas sindicaron en forma unánime a
Gloria Raquel ORTEGA MORA como la persona que les ofreció trabajo en nuestro país, confirmándose los viajes
de la encartada a la República del Paraguay a través de la intervención telefónica ordenada sobre la línea instalada
en el domicilio de calle Alvarado Nro. 301 de esta ciudad, y asimismo a través de los informes de movimientos
migratorios, de los cuales surge P. S., C. G., V. R. y M. B. ingresaron a la República Argentina el 2 de junio de
2008, mientras que la última de las nombradas lo hizo el 21 de agosto del mismo año, coincidiendo ambas fechas
con las que Gloria Raquel ORTEGA MORA regresó a nuestro país (ver informes de fs. 59, 66/67, 71, 73, 76,
204/206 y 208/211)
“3) Recepción y Acogida: Acoge quien da hospedaje, aloja, admite en su ámbito, esconde o brinda al damnificado
protección física en contra del descubrimiento de su condición de explotado.
“Durante esta fase las víctimas llegan al lugar de destino, descubriendo muchas de ellas en este momento la
verdadera actividad que deberán realizar, o el engaño en relación a las condiciones reales de trabajo prometido.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 187
“Las víctimas son buscadas por los tratantes o sus enviados en el lugar de desembarco o en algún punto de
referencia proporcionado antes de partir y son llevadas a los lugares donde vivirán o serán explotadas, los que
también suelen ser distantes del punto de llegada inicial.
“Las condiciones de vida de las víctimas de trata en esta fase son diversas, puede pasar privaciones de todo tipo e
incluso maltratos físicos y psicológicos, siendo sometidas a realizar trabajos sexuales, domésticos, etc, requisando
sus documentos o creando una deuda y la consiguiente relación de dependencia, ya que las víctimas nunca podrán
llegar a ganar lo suficiente como para pagar la deuda a los captores. “Ello, aunado a posibles abusos, golpes,
violaciones y amenazas, se convierte en una explotación dolorosa y prolongada.
“En lo relativo a la explotación sexual, la misma puede comprender la promoción, facilitación, desarrollo o la
obtención de lucro económico del comercio sexual en cualquiera de sus formas. La prostitución ajena es la
comercialización de una persona como mercancía sexual a cambio de una remuneración en efectivo o especie, en
beneficio de los tratantes, quienes utilizan tácticas diseñadas para engañar, forzar y ganar la confianza de las
potenciales víctimas y sus familiares.
“Bajo las circunstancias descriptas, consentimiento dado por las víctimas mayores de edad no podrá tenerse en
cuenta, resultando irrelevante cuando se trata de víctimas menores de dieciocho años de edad.
“En relación al aprovechamiento de la situación de vulnerabilidad de las víctimas mayores de edad al que
incurrieron los encartados respecto de las víctimas mayores de edad, conforme a quedado acreditado en autos,
“Vulnerable es aquél que por una adversidad o circunstancia especial se encuentra con menores posibilidades
defensivas que el común de las personas, por lo que se presenta como blanco más fácil para que alguien lo dañe o
lo perjudique.”. Conforme las 100 reglas de Brasilia, adoptadas en la XIV Cumbre Judicial Iberoamericana, a las
que adhirió la CSJN mediante acordada 5 del 24/02/2009), “Se consideran en condición de vulnerabilidad aquellas
personas que, por razón de su edad, género, estado físico o mental, o por circunstancias sociales, económicas,
étnicas y/o culturales, encuentran especiales dificultades para ejercitar con plenitud ante el sistema de justicia los
derechos reconocidos por el ordenamiento jurídico, pudiendo ser la víctima o alguien que tiene poder sobre ella.”
(Hairabedián, Maximiliano, ob. Cit, pg. 36)
“De los relatos efectuados por las víctimas mayores de edad en sede judicial, se desprende que las mismas
compartían una idiosincrasia común: provenientes de familias de escasos recursos, apremiadas por la situación
económica de su país encontraron trabajo como empleadas domésticas, necesitando dinero para sostener a sus
familias, en su mayoría numerosas, con hijos menores de edad para criar, aceptaron venir a ejercer la prostitución
como una opción para obtener dinero y enviarlo a sus familiares.
“Surge en autos que esta situación no era desconocida por los encartados, quienes se aprovecharon de la
vulnerabilidad socioeconómica y familiar de las nombradas con la finalidad de explotarlas mediante el
facilitamiento del ejercicio de la prostitución, actividad que desarrollaban en el domicilio de la calle Alvarado Nro.
301 de esta ciudad. Asimismo, el vínculo LOPEZ y ORTEGA MORA generaban con las nombradas hacia que
éstas estuviesen en deuda con ellos, de una forma u otra siempre debían dinero, ello surge del relato de las propias
víctimas, confirmado por la declaración testimonial prestada a fs. 252/vta por la Lic. María Jazmín STEUER DE
GIUSTI, a la que se hizo referencia en el apartado anterior, en cuanto referenció que las mujeres que estaban allí en
oportunidad de efectivizarse el segundo allanamiento sobre el domicilio investigado, le manifestaron “…la deuda
que mantenían con el Señor LOPEZ aún no la han pagado y una de ellas refiere que su deuda, respecto de los
pasajes, la ha cancelado mediante un giro a Paraguay, no haciendo referencia del destinatario del dinero.”. De esta
manera, en deuda, sin posibilidad de disponer de su dinero y necesitadas de realizar cualquier trabajo para poder
enviarlo a sus familias, ejerciendo una actividad estigmatizante, cualquier idea de libertad se desdibuja.
“Finalmente, resulta factible “que las mujeres que fueron explotadas sexualmente, tras su liberación ejerzan la
prostitución, situación acreditada en autos, atento que es la forma más simple y rápida de conseguir sustento en un
medio extraño, por lo que esta circunstancia no significa necesariamente que haya sido voluntario su sometimiento
anterior.” (Hairabedián, Maximiliano, ob. Cit, pg. 87)
“La figura en análisis exige un elemento subjetivo de intención trascendente –fin de explotación y obtención de un
lucro económico- que surge inequívocamente acreditado si se consideran globalmente los hechos reales y probados
citados en los considerandos precedentes, de los cuales surgen presunciones graves, precisas y concordantes
relacionadas a la voluntad de los encartados.
“Sentado lo expuesto, y atento la modalidad del delito analizado, el cual representa una grave violación a los
Derechos Humanos y la dignidad de las personas en cuanto vulnera gravemente el principio de autonomía
personal, resultando asimismo una actividad criminal altamente lucrativa en la que, frecuentemente, están
involucradas redes organizadas, resulta necesario hacer algunas consideraciones en relación al procedimiento que
necesariamente debe observarse en el marco de la investigación.
188 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“En relación a las víctimas del delito de Trata de Personas, el procedimiento deberá estar dirigido a evitar un daño
mayor. Dados los riesgos extremos asociados con este delito, el estado de fragilidad y vulnerabilidad de sus
víctimas, y la posibilidad de aumentar el trauma, se debe evitar toda acción que pueda producir más daño. Toda
relación con las circunstancias particulares de cada víctima debe ser manejada con estricta confidencialidad, la cual
rige sobre sus datos personales y de sus familiares.
“Los Derechos Humanos de las personas objeto de trata deberán constituir el centro de toda labor para prevenir y
perseguir la trata de personas, y para proteger y brindarles asistencia.
“En este orden de ideas, “es razonable dudar de la renuencia a declarar y las retractaciones, porque pueden deberse
a presiones o temor a los autores, y puede resultar altamente contraproducente presionar a la víctima con la
amenaza de un castigo penal por su negativa a declarar con apego a la verdad, porque además de estar presente la
excusa absolutoria para los delitos que sen consecuencia de la trata, ello generaría en la víctima una desconfianza
en el sistema que debe tender a protegerla en vez de perseguirla.”. (Hairabedián, ob cit pg. 88).
“Conforme lo entendido por Javier De Luva y Julio E. López en su obra “Delitos contra la integridad sexual”,
citada por el Juzgado Federal de Santa Rosa, La Pampa, en fecha 2 de junio de 2009, en el marco del la causa Nro.
324/09, caratulada “Actuaciones instruidas s/ Inf. Ley 26.364”, “Sabido es que en materia de trata para la
prostitución todavía rigen en muchas mentes la ilusoria idea de la prostitución feliz que puede entrar y salir de la
prostitución lucrativa, y se desconoce que se trata de víctimas que son vendidas y revendidas como mercaderías.
De esta forma, aún en la actualidad se sigue gastando energía en la discusión sobre el consentimiento de estas
personas para ser objeto de estas prácticas, lo cual permite ocultar el verdadero problema: que no se trata de un
trabajo pactado en igualdad de condiciones… El supuesto consentimiento se da en una situación global de
explotación humana, en donde quien tiene el poder se vale de las necesidades del que no lo tiene… Por ello el foco
debe ser puesto sobre quien explota situaciones objetivamente comprobadas, sea que las haya generado o que
simplemente se aproveche de ellas.” (ob. Cit. Pág. 346 y 347).
“Este tipo de delitos conforma la nueva criminalidad organizada del siglo XXI, que será tan lesiva socialmente
como los delitos de tráfico de estupefacientes que constituyeron la modalidad habitual de fines del siglo pasado.
“Consecuentemente es dable observar que no se repitan los viejos vicios en la instrucción de estos ilícitos, donde
por problemas y negligencias investigativas se termina puniendo a los autores menos importantes de la cadena de
trata, como es exactamente el caso de autos, donde nos encontramos con un no vidente y con una mujer tratada que
ascendió de categoría y pasó a ser la regente de sus propias compañeras, nuevas víctimas. Por el contrario no se
investigó la financiación que permitió la recepción y el traslado de las víctimas, los envíos a través de Western
Union a Paraguay, quien era la persona que ayudaba al ciego (fs. 459) a mantener las condiciones de las mujeres.
Hay que señalar además que el tema de la captación de las víctimas no ha sido trabajado en la investigación, que la
casa allanada no fue clausurada de inmediato sino recién después del segundo allanamiento y estas irregularidades
deben ser mejoradas en lo sucesivo para que se pueda desmontar realmente toda la cadena que evidentemente
cuenta con complicidades de funcionarios policiales y municipales.” (TRIBUNAL ORAL FEDERAL DE MAR DEL
PLATA, CAUSA NÚMERO 2271 SEGUIDA POR INFRACCIÓN A LOS ARTÍCULOS 145 BIS PTO. 3 Y 145 TER PTO. 1DEL
CÓDIGO PENAL A GLORIA RAQUEL ORTEGA MORA Y RAÚL ANDRÉS LOPEZ, RTA. 8 DE FEBRERO 2010).
§14.- Tráfico de personas: medios. Explotación sexual. Reducción de las víctimas. Ilusión
de la idea de “prostituta feliz”: víctimas vendidas y revendidas como mercaderías.
Irrelevancia de que la situación fuera provocada por el autor o simplemente aprovechada.
Realidad compleja.
“…que “Se ha sostenido que el Título V el Código Penal en el que fueron insertos los arts. 145 bis y 145 ter, los
debates parlamentarios y su inequívoco texto, ponen de manifiesto que para constituir delito las acciones allí
descriptas reclaman en primer lugar, una ofensa al bien jurídico “libertad”. En este cometido, las figuras se ocupan
de las formas más básicas de agresión, lo fáctico y natural que es reconocido por el Derecho todo, un conjunto de
cualidades y situaciones indisolublemente unidas al ser humano, referidas a su autodominio o autodeterminación
(Javier A. De Luca y Julio E. López Casariego (Delitos contra la Integridad Sexual. Ed. Hammurabi, 1ra. Edición,
2009, pág. 344/345).
“Siguen los autores con que “el tráfico se produce por medio de violencia, fraude o el aprovechamiento o la
provocación de situaciones de constreñimiento económico. …. Se sostiene que la explotación sexual, por ejemplo,
es la tercera actividad ilícita más rentable del mundo, detrás del tráfico de drogas y de armas. Se trata de un tráfico
de naturaleza subterránea, imposible de procesar sin cooperación de las víctimas, quienes, sin embargo, no sólo
carecen de incentivos de los gobiernos para hacerlo sino que además, corren riesgo de ser criminalizadas por el
Revista del Institu to de Estudio s Penales 189
ejercicio de la prostitución u otros delitos conexos, ser deportadas o sufrir represalias de parte de los traficantes”
(ob.cit., pág. 345, mi resaltado).
“Sabido es que en materia de trata para la prostitución todavía rige en muchas mentes la ilusoria idea de la
prostituta feliz que pude entrar y salir de la prostitución lucrativa, y se desconoce que se trata de víctimas que son
vendidas y revendidas como mercaderías. De esta forma, aún en la actualidad se sigue gastando energía en la
discusión sobre el consentimiento de estas personas para ser objeto de estas prácticas, lo cual permite ocultar el
verdadero problema: que no se trata de un trabajo pactado en igualdad de condiciones. Es como confundir el
consentimiento en la violación y en la prostitución. En el segundo caso no hay violación porque hay
consentimiento en el trato sexual individual, pero ello no significa que, desde otra mirada, exista un consentimiento
libre en prostituirse. Ocurre lo mismo con trabajos denigrantes, con los matrimonios serviles, etcétera. Es que se
trata de dos consentimientos distintos: uno es el de la disponibilidad de tradicionales bienes jurídicos en igualdad
de partes contratantes; el otro, el que se da entre una situación global de explotación humana, en donde quien tiene
el poder se vale de las necesidades del que no lo tiene (ob. cit., pág. 346, mis resaltados).
“… Por ello el foco debe ser puesto sobre quien explota situaciones objetivamente comprobadas, sea que las haya
generado o que simplemente se aproveche de ellas.
“En general, las víctimas son extranjeras, de países distantes, mantenidas en locales cerrados y aislados, con sus
documentos retenidos, sin ningún tipo de cobertura médica, jurídica o social, que pertenecen a clases sociales más
bajas, sin capacidad económica de sus familias para presionar a las autoridades a que las encuentren y repatrien, y
están constantemente amenazadas y sometidas físicamente por sus captores. En muchas sociedades son las mismas
familias las que venden a sus hijos o que facilitan su explotación sexual por parte de terceros para que se
conviertan en sostén del hogar. ….Los explotadores los mantienen encerrados, deciden por ellos qué tipo de
servicios sexuales deben prestar y el modo de hacerlo, la vestimenta, la alimentación, las horas de trabajo,
tratamientos médicos, abortos, y todo lo concerniente a sus vidas, y descuentan todas estas provisiones de sus
honorarios, con lo cual aumentan sus deudas para con los explotadores….” (ob. cit., pág. 347).” (JUZGADO
FEDERAL DE SANTA R OSA, LA PAMPA, “ACTUACIONES INSTRUIDAS S/ INF. LEY 26.364”, REGISTRABA BAJO EL
Nº 324/09, RTA. 2 DE JUNIO 2009).
190 Revista del Institu to de Estudio s Penales
VIII
Delitos contra la Seguridad Pública
Sumario
§1.- Juzgado Correccional, de Garantías y de Menores Nº 2, Distrito Judicial del Norte – Circunscripción
Tartagal, Expte Nº COR -7915/8, caratulado: “ALVAREZ, SIXTO - ROMANO, MARCOS - GARCIA,
WALTER EMILIO - OROZCO, JORGE RICARDO - QUISPE, VANESA - IRAHIOLA, ERNESTO -
ASENCIO, ADELA SUSANA - ESCALANTE, JUDITH - BENITEZ, RAFAEL - BEISA, MARCOS
FERNANDO - ESCALANTE, ELVA Y VEISAGA, IRMA - ENTORPECIMIENTO DE LOS MEDIOS DE
TRANSPORTES - EMPRESA PANAMERICAN ENERGY - DEN: CASTILLO, RICARDO DANIEL”,
rta. 2 de septiembre de 2010. Violación al art. 194 C.P. Corte de ruta. El derecho a solicitar trabajo ha de ser
pacífico y razonable. La acción de paralizar o retrasar el tráfico, cualquiera sea la magnitud importa un peligro
público.
§1.- Violación al art. 194 C.P. Corte de ruta. El derecho a solicitar trabajo ha de ser
pacífico y razonable. La acción de paralizar o retrasar el tráfico, cualquiera sea la
magnitud importa un peligro público.
“Si bien la Constitución Nacional además de reconocer los derechos que invocan los acusados, que es el solicitar
trabajo, exige que sean pacíficos y razonables, no pueden canalizarse a través de delitos. Y el tipo previsto en el
art. 194 del C.P., por su ubicación en el digesto sustantivo, se incluyen dentro de aquellos que tutelan la seguridad
pública, en concreto el funcionamiento del transporte en general; este tipo de delitos se caracterizan porque
lesionan la seguridad mediante la producción de un peligro.
“Las acciones típicas son la de “impedir”, es decir hacer imposible, “estorbar”, molestar o tomar más incómodo, o
“entorpecer”, hacer más dificultoso el funcionamiento de los transportes o la prestación de los servicios. En
resumen es todo acción que paraliza, desorganiza o retarde el tráfico o la prestación cualquiera que sea el lapso
de su duración. (CNCas.Pen.,sala III, 23-4-2004, “Alaes, Julio Alberto y otros s/Rrecurso de Casación”, c.4859,
reg.199).
“La conducta desplegada por los acusados, conforme a las pruebas introducidas y las declaraciones obtenidas, no
indican como de líderes o cabecillas, concomitantes a la de los autores o ideólogos del corte de camino, motivo por
el cual el encuadre jurídico del papel desempeñado por los acusados mencionados, es en el ámbito de la
participación no necesaria. La Jurisprudencia ha señalado que “En supuestos como el que tipifica el art. 194 del
C.P. en los que habría intervenido un elevado número de personas o manifestantes, el concepto de autoría
adquiere particular significación, haciéndose necesario, sobre todo atendiendo al criterio de personalidad de la
pena, determinar los roles cumplidos en cada caso por cada uno de los sujetos presentes en el lugar,
permitiéndose así diferenciar a los autores de los instigadores o de los meros participes en cualquiera de sus
grados y hasta de los simples espectadores.” C.Nac.Casación Penal, sala 4º 22/06/2000- Gatti, Miguel A. Y otros,
JA 2001- IV-749, LNO nro. 20013407.” (JUZGADO CORRECCIONAL, DE GARANTÍAS Y DE MENORES Nº 2, DISTRITO
JUDICIAL DEL NORTE – CIRCUNSCRIPCIÓN TARTAGAL, EXPTE Nº COR -7915/8, CARATULADO: “ALVAREZ,
SIXTO - ROMANO, MARCOS - GARCIA, WALTER EMILIO - OROZCO, JORGE RICARDO - QUISPE,
VANESA - IRAHIOLA, ERNESTO - ASENCIO, ADELA SUSANA - ESCALANTE, JUDITH - BENITEZ,
RAFAEL - BEISA, MARCOS FERNANDO - ESCALANTE, ELVA Y VEISAGA, IRMA -
ENTORPECIMIENTO DE LOS MEDIOS DE TRANSPORTES - EMPRESA PANAMERICAN ENERGY - DEN:
CASTILLO, RICARDO DANIEL”, RTA. 2 DE SEPTIEMBRE DE 2010).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 191
IX
Estupefacientes
Sumario
§1.- Sala II, Cám. Nac. Crim. y Corr., causa n° 28.950 “K., N. s/excepción de falta de acción”, rta. 15 de julio
2010. Necesidad de atender el contexto en que se produce el consumo de estupefacientes. Amparo constitucional
del art. 19, no cubre al riesgo potencial a la salud pública cuando “atendiendo a cada caso” hay riesgo de
afectación al bien jurídico. Consumo punible si se efectuó en una plaza pública.
§2.- Sala II, Cámara de Apelaciones Criminal y Correccional de Capital Federal, Causa n° 27.654 “Neira
Ramírez Guillermo y otra s /procesamiento”, rta. 1 de abril 2009. Punibilidad del consumo de estupefacientes
por afectación de la seguridad pública (consumo en lugar público).
§3.- Sala III del Tribunal de Casación Penal de la pcia. de Buenos Aires, causa Nº 8.969 (Registro de
Presidencia Nº 31.420) caratulada “C., K. O. s/ Recurso de Casación”, rta. 24 de abril 2009. Para probar la
comercialización de estupefacientes (art. 5 ley 23.737) no hacen falta pluralidad de actos. Un solo acto puede
evidenciarlo.
§4.- Juzgado Federal de 1ª Instancia de Villa María, Córdoba, causa “C, J. A. P.S.A. DE INFRACCION
LEY 23.737 ―VILLA MÁRIA―” (Expte. Nro. 125/2009), rta. 26 de octubre 2009. Inconstitucionalidad de la
tenencia de estupefacientes para consumo personal. Principio de reserva (art. 19 C.N.). Acciones privadas y
acciones realizadas en privado. Rechazo de la tesis del consumidor como sujeto peligroso y agente difusor.
§5.- Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal, causa Nro.8608, caratulada: "CASTILLO, Estela
María s/recurso de casación", rta. 8 de octubre 2008. Participación en comercialización de drogas (indicios a
valorar: cantidad, forma en que fue hallada, simple vista de los elementos).
§6.- Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal, causa nº 12.196, caratulada: “Aranda Argüello,
Ricardo Ernesto s/recurso de casación”, rta. 4 de mayo de 2010. No basta la mera mención del precedente
“Arriola” para hacer operativos sus alcances. Corresponde en cada caso concreto realizar un examen basado en
el art. 19 C.N.
§7.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, recursos de casación
interpuestos, por un lado, por la defensa de R. R. C. y L. R. -Causa Nº 34.602- y, por otro lado, por el
MINISTERIO PÚBLICO FISCAL –Causa N° 34.604-, rta. 19 de marzo 2009. Descarte de que los
estupefacientes eran para consumo personal con motivo de la cantidad de estupefacientes secuestrados en
distintos lugares. No aplicación de la agravante del art. 11.e de la ley 23.737 si la venta de estupefacientes se
realizaba en la intimidad, pese a tener una escuela y un hospital en las cercanías.
§8.- Sala I de la Cámara Nacional de Casación Penal, causa n̊ 10.201 caratulada: “Navarrete
Venegas,Eduardo Arman s/recurso de casación”, rta. 4 de febrero 2009. Receptación del precedente “Vega
Giménez”, la figura residual es la de tenencia simple. Constitucionalidad de la figura del art. 14.2° de la ley
23.737, la ley no distingue la cantidad de estupefacientes –figura de peligro abstracto; receptación del precendete
“Montalvo”, peligro para la salud pública-. La cantidad de estupefacientes incide sobre la calificación
seleccionada y la individualización de la pena, pero no en la desincriminación de la acción.
§9.- C.S.J.N. “Colavini”, rta. 28 de marzo 1978. Esfera de acciones que el Derecho deja libres. Ámbito de
libertades (art. 19 C.N.). Constitucionalidad de la figura que pune la tenencia de estupefacientes para consumo
personal: no se trata de una acción privada –una autolesión in extremis-, sino susceptible de afectar la salud de la
comunidad. La represión del tráfico de estupefacientes importa punir tanto al elaborador como al consumidor. Sin
usuarios y consumidores no existiría producción. Los estupefacientes provocan impulsos antisociales.
§10.- C.S.J.N., “Vega Giménez, Claudio Esteban s/ tenencia simple de estupefacientes -causa N° 660-, rta. 27
de diciembre 2006. El extremo de que el consumo personal de estupefacientes deba probarse por la “escasa
cantidad y demás circunstancias” no puede llevar a que en la duda se excluye el tipo del art. 14.2 de la ley 23.737.
Intelección favor rei. Necesidad de analizar los elementos subjetivos del tipo penal.
§11.- Sala I Cámara Criminal y Correccional Federal, causa nro. 41238, caratulada: “Villalba, Norma s/ inf.
Art. 14 ley 23.737”, rta. 7 de febrero 2008. Suministro gratuito (art. 5.e ley 23.737), no importa una disminución
de pena de la figura del tráfico, sino una figura autónoma dirigida al “convite ocasional”. La acción precisa una
ultraintención consistente en que la provisión sea para el consumo personal del receptor.
§12.- C.S.J.N. “Bazterrica Gustavo Mario s/Tenencia de Estupefacientes”, rta. 29 de agosto 1986. Ámbito de
inmunidad de las acciones privadas (art. 19 C.N.). El legislador no puede abarcar con sus prescripciones las
acciones que no ofendan la moral pública. El problema de la drogadicción: necesidad de políticas públicas
enderezadas a brindar seguridad general. La tenencia de estupefacientes para uso personal no permite presumir
consecuencias negativas para la ética pública en todo supuesto. No está probado que la punición de la tenencia de
estupefacientes para uso personal evite los daños que causa el problema de la drogadicción: mayor viabilidad de
las políticas de desintoxicación. La penalización de este accionar no reditúa ningún beneficio concreto sino
problemáticas punitivas complejas. Inconstitucionalidad de la incriminación de la tenencia de estupefacientes
para consumo personal.
192 Revista del Institu to de Estudio s Penales
§13.- Sala Primera del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa N° 25.218,
caratulada "R., C. M. s/ Recurso de Casación interpuesto por el Fiscal General", rta. 24 de abril 2008.
Acciones privadas de los hombres: imposibilidad del Estado de inmiscuirse en la moral privada (art. 19 C.N.).
Límite de la autonomía individual, libertad del individuo: imposibilidad de criminalizar el daño que alguien se
produzca a sí mismo. La tipificación penal de la tenencia de estupefacientes para consumo personal, al ser una
acción privada en sentido amplio, el Legislador ha transgredido la zona prohibida de libertad. Rechazo de que la
figura del art. 14.2 de la ley 23.737 sea de peligro abstracto. Figura que presupone la peligrosidad del agente (la
peligrosidad como estándar prohibido a partir del precedente “Maldonado”). La penalización del consumidor
suma estigmatización y criminalización al propio problema de drogadicción. Penalización del agente y no del
acto. Riesgo de propagación: necesidad de probar la auténtica causalidad y no una hipótesis teorética.
§14.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa Nº25.707,
caratulada “F., C. O. s/ recurso de casación”, rta. 27 de diciembre 2007. Pluriofensividad de los delitos
previstos por la ley 23.737. Tutela de la salud pública como preponderante. Necesidad de diferenciar entre salud
pública y salud individual. Recepción de los precedentes “Colavini” y “Montalvo”. Acciones privadas, moral
pública, posibilidad de trascendencia a terceros. Constitucionalidad de la punición de la tenencia de
estupefacientes para consumo personal.
§15.- Sala Tercera de la Cámara Nacional de Casación Penal, causa n° 9212 del registro de esta Sala,
caratulada “López Correa, Jorge Andrés s/recurso de casación”, rta. 6 de octubre 2008. Exclusión de los
supuestos previstos por la ley 23.737 para que se les aplique la suspensión de juicio a prueba toda vez que se
prevén regímenes especiales de suspensión del trámite (arts. 18, 17 y 21 de la ley). La tenencia de estupefacientes
para consumo personal es constitucional y se halla expresamente prohibida, su vulneración constitucional debe
considerarse en cada caso. Requisitos para que la sustancia se considere estupefaciente. Atipicidad de la figura
por falta de lesión, necesidad de reducir la violencia del sistema punitivo cuando no hay afectación de bienes
jurídicos.
§16.- C.S.J.N. “Arriola, Sebastián y otros s/ causa n° 9080”, rta. 25 dee agosto 2009. Zigzagueante
jurisprudencia del superior tribunal argentino en materia de tenencia de estupefacientes para consumo personal.
Necesidad de examinar el tema nuevamente. Fracaso de la política implementada en “Montalvo”: no se combatió
eficazmente la actividad vinculada al comercio de estupefacientes a través de esta incriminación. Necesidad de
relevar la reforma constitucional de 1994 receptando el andamiaje de tratados de Derechos Humanos: derecho a
la privacidad libre de injerencias arbitrarias. Autonomía personal y dignidad humana. La revictimización: el
adicto como víctima. La peligrosidad como estándar excluido de la evaluación del accionar delictivo.
Imposibilidad de recurrir a la mera invocación de intereses colectivos para justificar la persecución de acciones
sin respetar los principios democráticos. Principio pro homine como lectura más compatible para consagrar la
zona de libertad individual. Acciones del ámbito de reserva (art. 19 C.N.). La declaración de inconstitucionalidad
de la tenencia de estupefacientes para consumo personal no implica la legalización de la droga. Directivas para
tender compromisos entre las instituciones con el fin de combatir el narcotráfico. La desincriminación del tenedor
de estupefacientes para consumo sólo se da si no hay riesgos para terceros. Incompatibilidad de la figura del art.
14.2 de la ley 23.737 con el diseño constitucional. Diseño liberal de la constitución argentina.
§17.- Cámara Federal de Apelaciones de General Roca, causa “S., P. M. s/ ley estupefacientes” Expte. N°
P11310, rta. 25 de noviembre 2010. Receptación de los precedentes “Azari Meza” y “Arriola”. Cultivo de
plantas destinadas a producir estupefacientes para el propio consumo (art.5, anteúltimo párrafo, de la ley
23.737): no es captada por los precedentes anteriores si el encausado cultivaba en un ámbito familiar que ya no
era esfera personal.
“Tal como afirmáramos en la causa n° 23.552 “Thomas, Santiago s/ sobreseimiento” (reg. n° 25.071 del 9/05/06),
en función de la regla prevista en el art. 19 de la Constitución Nacional, resulta exigible atender al contexto en que
se verificó la tenencia de droga destinada al uso personal, para determinar si la actividad concreta que se analiza
puede reputarse representativa del riesgo para la salud pública que se atribuyó a la conducta descripta en el art. 14,
segundo párrafo, de la ley 23.737.
“Siguiendo esa dirección, sostuvimos que este tipo de hechos no se encontraban amparados por el referido
precepto constitucional, por ejemplo cuando los poseedores de las sustancias son sorprendidos por el personal
preventor consumiendo en espacios públicos (causa n° 23.667 “Nonikov”, reg. n° 25.072 del 9/05/06; causa n°
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24.273 “Militello”, reg. n° 24.891 del 20/10/06; causa n° 24.501 “Albornoz del Azar”, reg. n° 26.075 del 28/11/06;
causa n° 24.790 “Sánchez”, reg. n° 26.593 del 27/03/07; causa n° 26.230 “Murrone”, reg. n° 28.336 del 22/04/08;
causa n° 27.654 “Neira Ramírez”, reg. n° 29.696 del 1/04/09; causa n° 27.434 “Escobar”, reg. n° 29.498 del
19/02/09; entre otras).
“Recientemente, examinando las consideraciones efectuadas por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el
fallo “Arriola, Sebastián y otros s/ causa n° 9.080” (causa A.891 T° XLIV del 25/08/09), entendimos que las
pautas tenidas en cuenta por la jurisprudencia del Alto Tribunal para discernir en cada caso si la actividad puede o
no considerarse resguardada por la esfera de intimidad preservada por nuestra Carta Magna –entre las que se halla
la posible afectación a la salud pública en atención al lugar donde se desarrolla la conducta- han sido las mismas
que las que hemos valorado en los precedentes de esta Sala (ver causa n° 28.125 “Roldán, Jonatan Gastón s/
sobreseimiento”, a cuyos fundamentos corresponde que nos remitamos por razones de brevedad).
“En esa línea… advertimos que la tenencia de estupefacientes para consumo personal que se le imputa a N. K.
configuró una situación representativa de ese riesgo a la salud pública. En efecto, el imputado fue observado por el
personal preventor fumando en una plaza pública una pipa artesanal, elemento que fue incautado junto con un
envoltorio de nylon con una escasa cantidad de marihuana, papel para armado de cigarrillos caseros, un elemento
utilizado para descompactar dicha sustancia y un cigarrillo de armado casero consumido hasta tres cuartas partes
del mismo.” (SALA II, CÁM . NAC. CRIM. Y CORR., CAUSA N° 28.950 “K., N. S/EXCEPCIÓN DE FALTA DE ACCIÓN”,
RTA. 15 DE JULIO 2010).
§3.- Para probar la comercialización de estupefacientes (art. 5 ley 23.737) no hacen falta
pluralidad de actos. Un solo acto puede evidenciarlo.
“… el art. 19 de la C.N. contiene dos principios básicos y sustantivos de la democracia liberal, el de privacidad,
que incluye el derecho a la intimidad y el de legalidad. Ambos contienen la ideología del sistema y destilan los
valores que lo estructuran. El punto focal de la primera parte del mencionado precepto es, en consecuencia, el
principio de autonomía de la persona humana, tomada ésta como centro del sistema político que debe servir al
desarrollo de la libertad y que no debe utilizar a las personas para sus propios objetivos (conf. María Angélica
GELLI, Constitución de la Nación Argentina - comentada y concordada, Ed. La Ley, Bs.As., 2005, 3° edición,
pág. 249/250).
“En el art. 19 de la C.N. existe -y se reconoce protegido- un ámbito cerrado a la intervención o interferencia del
Estado, al que sólo se puede acceder -si lo abre voluntariamente- la persona involucrada.
“La distinción entre acciones privadas y acciones realizadas en privado es vital para proteger conductas humanas
que, aun realizadas en público, no interfieran con los derechos de terceros, ni afectan al orden ni a la moral pública
(conf. María Angélica GELLI, Constitución de la Nación Argentina - comentada y concordada, Ed. La Ley,
Bs.As., 2005, 3° edición, pág. 251).
“Como lo señalara con agudeza Carlos NINO, el art. 19 de la Constitución Nacional resguarda de la interferencia
estatal algo más que la privacidad, entendida ésta como acciones realizadas en privado. La norma, eje central del
principio de libertad jurídica, no impone una moral privada, ni un modelo de vida, ni un ideal de perfección
personal, diseñados por el Estado. Deja ello librado a la moral, a las convicciones, a los principios religiosos de las
personas y de la sociedad civil. Únicamente interviene, impidiendo o imponiendo conductas cuando éstas ofenden
al orden o a la moral pública o perjudican a un tercero o cuando los afectados por las propias conductas aceptan
voluntariamente alguna acción pública o social sobre las consecuencias de aquéllas (autor citado, Fundamentos de
Derecho Constitucional. Análisis filosófico, jurídico y politológico de la práctica constitucional, Ed. Astrea,
Bs.As. 1992, pág. 304 y ss.).
(…)
“ A esta altura, no puede dejar de soslayarse, que mediante la reforma constitucional del año 1994, se han
incorporado diversos tratados internacionales sobre derechos humanos que están equiparados a la Constitución
Nacional (art. 75 inc. 22 de la C.N.) y que ello, evidentemente modificó el panorama constitucional –
fundamentalmente en lo referido a la política criminal del Estado que impide sobrepasar específicos límites en
especial la privacidad y la intimidad de las personas.
“ Así, en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, más precisamente en su art. 11.2; en la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre en su art. 5°; en la Declaración Universal de Derechos
Humanos, art. 12°; y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, art. 17.1, se establece el derecho a
la privacidad que impide que las personas sean objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en sus vidas privadas, es
decir que se realza el principio de “autonomía personal”.
“Asimismo, entiendo que las consideraciones atinentes a que se debe criminalizar al consumidor atento que existe
la posibilidad de que éste se transforme en autor y/o cómplice de otros delitos y en especial a que tendría un grado
de participación criminal en los hechos de comercio de estupefacientes, entran en pugna con las garantías
constitucionales más elementales, dado que se estaría analizando la cuestión desde el punto de vista de la
peligrosidad de las personas y por los hechos o actos cometidos.
“Así, la CIDH ha indicado que: “...la valoración de la peligrosidad del agente implica la apreciación del juzgador
acerca de las probabilidades de que el imputado comenta hechos delictuosos en el futuro, es decir, agrega a al
imputación por los hechos realizados, la previsión de hechos futuros que probablemente ocurrirán... sobra ponderar
las implicancias, que son evidentes, de este retorno al pasado, absolutamente inaceptable desde la perspectiva de
los derechos humanos...” (citado por la CSJN in re ARRIOLA, considerando 20°).
“Por su parte, la CSJN in re GRAMAJO, sostuvo que: “...En un Estado, que se proclama de derecho y tiene como
premisa el principio republicano de gobierno, la Constitución no puede admitir que el propio estado se arrogue la
potestad –sobrehumana de juzgar la existencia misma de la persona, su proyecto de vida y la realización del
mismo, sin que importe a través de qué mecanismo pretenda hacerlo, sea por la vía del reproche de la culpabilidad
o de la neutralización de la peligrosidad, o si se prefiere mediante la pena o a través de una medida de seguridad...”
(Fallos 329:3680).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 195
“El legislador al sancionar la ley 23.737, reemplazó a la 20.771, e intentó dar una respuesta más amplia,
permitiendo al juez penal optar por someter al inculpado a un tratamiento o a aplicarle una pena, pero la
mencionada ley no ha logrado superar el estándar constitucional ni internacional.
“En este sentido la CSJN dio sus razones indicando que no se supera el estándar constitucional por cuanto se sigue
incriminando conductas que quedan reservadas por la protección del artículo 19 de la C.N.; y que en relación al
estándar internacional tampoco se ha superado porque los medios implementados para el tratamiento de los
adictos, han sido insuficientes hasta el día de la fecha (considerando 26 in re ARRIOLA).” (JUZGADO FEDERAL DE
1ª INSTANCIA DE VILLA MARÍA, CÓRDOBA, CAUSA “C, J. A. P.S.A. DE INFRACCION LEY 23.737 ―VILLA
MÁRIA―” (EXPTE. NRO. 125/2009), RTA. 26 DE OCTUBRE 2009).
“A fin de sustentar su decisión, de encuadrar el hecho… en la figura de tenencia de estupefacientes con fines de
comercialización, prevista en el art. 5, inc. “c” de la ley 23.737, los jueces sentenciantes hicieron referencia, a la
significativa cantidad de material estupefaciente secuestrado, su alto grado de pureza (lo que sugirió su
estiramiento y fraccionamiento en dosis compatibles con la finalidad mencionada) y la forma en la que se hallaba
dispuesta al momento del allanamiento (fraccionada en bolsitas y en un trozo compacto), a lo que sumaron la
existencia de una balanza de precisión con vestigios de cocaína (cfr. fs.491 vta.).
“Asimismo, señalaron que los episodios relatados por el personal policial actuante, debidamente asentados en la
causa, observaron a la encausada en comportamientos conciliables con la comercialización, ya que según lo
declarado por el gendarme Sosa, quién aseguró haber visto a Castillo -por lo menos en dos oportunidades- atender
desde las rejas que posee el frente de la vivienda a personas entre las que se realizaba un intercambio y luego se
retiraban rápidamente de la misma; una de esas visualizaciones se habría relacionado con quien fuera inicialmente
investigada, Ana Pérez Lindo (cfr. Partes Informativos fs.13/14, 18, 71/74).
“Asimismo, los magistrados mencionaron la circunstancia de que la encartada vivía en el lugar -donde se incautó
la droga-, y permanecía la mayor parte del tiempo, pues no trabajaba fuera -según sus dichos-, y el modo y forma
en que fue hallado el material prohibido, esto es en sitios de uso común a la familia (patio, cocina, comedor) y
dispuesta de forma tal que podía ser advertida a simple vista (diseminada en bochitas sobre el piso del patio, la
cocina y en un trozo compacto sobre la mesa de este último ambiente), por lo que habría de significarle el
conocimiento de dicha droga.
“Los argumentos expuestos por el tribunal, que fueron reseñados, resultan suficientes para tener por configurado el
elemento subjetivo del tipo penal conforme con el cual fue calificada la conducta reprochada a la imputada.”
(SALA IV DE LA C ÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, CAUSA NRO.8608, CARATULADA: "CASTILLO, ESTELA
MARÍA S/RECURSO DE CASACIÓN", RTA. 8 DE OCTUBRE 2008).
§6.- No basta la mera mención del precedente “Arriola” para hacer operativos sus
alcances. Corresponde en cada caso concreto realizar un examen basado en el art. 19 C.N.
“… el señor magistrado fundó el decisorio con invocación a la doctrina emanada del fallo “Arriola, Sebastián y
otros s/causa nº 9080" de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, ello así en función del “...deber que tienen las
instancias ordinarias de conformar sus decisiones a las sentencias de la Corte dictadas en casos similares... [lo que]
...se sustenta tanto en su carácter de intérprete suprema de la Constitución Nacional y de las leyes dictadas en su
consecuencia, como en razones de celeridad y economía procesal que hacen conveniente evitar todo dispendio de
actividad jurisdiccional...”.
(…)
“… corresponde indicar que si bien ha señalado la Corte Suprema de Justicia de la Nación que el leal acatamiento
de sus fallos resulta indispensable para la tranquilidad pública, la paz social y la estabilidad de las instituciones
(Fallos 326:417), también ha sostenido en reiteradas oportunidades nuestro Alto Tribunal que, con relación a la
fundamentación de las sentencias, cabe anular aquellas que “... se sustentan en afirmaciones dogmáticas y
estereotipadas que no dan respuesta jurídica a la controversia suscitada, lo cual conduce a una restricción sustancial
de la vía utilizada por el apelante, con menoscabo de la garantía del debido proceso consagrada por el art. 18 de la
Constitución Nacional...” (cfr. Fallos: 316:3191; 323:488; 326:4693 y 327:601, entre muchos otros).
196 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“En este sentido, a la luz de la doctrina señalada, entiendo que asiste razón al representante del Ministerio Público
Fiscal en el caso de autos en cuanto a que “...a partir de lo resuelto en 'Arriola', corresponde que en cada caso
concreto ‘se realice un examen basado en el artículo 19 de la Constitución Nacional que determine si la conducta
[...] calificada como tenencia de estupefacientes para consumo personal (artículo 14 segundo párrafo de la Ley
23.737) se halla protegida por dicha cláusula constitucional’ (conforme considerando 10, del voto de la Jueza
Argibay)...”, lo que no logra verificarse de la lectura de los escuetos fundamentos que sustentan el decisorio
atacado.
(…)
“…tal como se advierte de la lectura del pronunciamiento puesto en crisis, el señor magistrado fundó su decisión
en la simple mención de la doctrina emanada del fallo “Arriola” y al deber que tienen las instancias ordinarias de
conformar sus decisiones a las sentencias de la Corte dictadas en casos similares, sin analizar los hechos y demás
circunstancias particulares por las cuales correspondería adoptar tal criterio en el caso sub examine. En otras
palabras, de esa sola referencia no se advierten los motivos por los cuales el a quo consideró que la conducta
reprochada a Aranda Argüello se encontraría amparada por la manda constitucional del art. 19, correspondiendo en
su caso, por aplicación de la jurisprudencia indicada, el sobreseimiento del nombrado.” (SALA I DE LA CÁMARA
NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, CAUSA Nº 12.196, CARATULADA: “ARANDA ARGÜELLO, RICARDO ERNESTO
S/RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 4 DE MAYO DE 2010).
§7.- Descarte de que los estupefacientes eran para consumo personal con motivo de la
cantidad de estupefacientes secuestrados en distintos lugares. No aplicación de la
agravante del art. 11.e de la ley 23.737 si la venta de estupefacientes se realizaba en la
intimidad, pese a tener una escuela y un hospital en las cercanías.
“…se efectuó un peritaje químico de la totalidad de las sustancias encontradas en los tres allanamientos, que
sumadas arrojaron un total de 2440.95 gramos de marihuana (aproximadamente 3859.27 dosis umbrales), y 53.99
gramos de cocaína (equivalente a 308.94 dosis umbrales) todo lo que, valorado en su conjunto, termina de echar
por tierra la tesis de la defensa de que, a todo evento, la droga sería para consumo personal del imputado.
(…)
“…en cuanto a la desaplicada agravante del art. 11 inc. E de la ley 23.737, no aparece arbitraria la decisión tomada
por el a quo.
“En efecto,… los testigos F. y S. declararon que pese a existir un colegio –o escuela de música o conservatorio- a
unos cincuenta metros y el hospital de La Matanza en la vereda de enfrente en diagonal, no apreciaron durante el
tiempo que duró la pesquisa que la actividad ilícita investigada tuviera alguna relación de influencia con las
personas que concurrían a tales sitios.
“Por otro lado, se soslaya también lo declarado por el testigo P., quien relató “que si bien estaba enfrente del
Hospital de La Matanza y un colegio, no observó que nadie de esos lugares ingresara al pasillo investigado”.
“En cuanto a la testigo de identidad reservada, fue contundente al declarar que “no vio que personas o jóvenes que
concurrían al Colegio Técnico de enfrente concurrieran a comprarle droga, como tampoco del hospital, que cerca
del mismo Ramón tenía un puesto de venta de sandías y macetas, pero hace unos dos años que lo habían sacado, y
en la época de los allanamientos ya no lo tenía...”
“A partir de esos testimonios no aparece antojadizo que en la primera cuestión de la sentencia los jueces hayan
rechazado la aplicación de la agravante solicitada por la fiscalía, pues encuentro correcto en ese sentido que si
tuvieron en cuenta que ningún testigo pudo visualizar a gente de dichas instituciones comprando drogas, no basta
con la mera verificación de la cercanía del lugar para tener por constatados los extremos necesarios para la
aplicación de la agravante en cuestión, si resulta que, como este asunto lo muestra, las conductas reprochadas se
desplegaban en espacios que no exorbitaban la relativa intimidad.
“Es que, en este caso, resulta de mucha relevancia también, que la actividad endilgada a los imputados lo fue en el
interior del barrio de emergencia, y no así sobre la vía pública, lo que termina de explicar la solución adoptada por
los jueces.
“Por otra parte, estimo que la reflexión de los magistrados resulta correcta pues el motivo de esa agravante finca
justamente en el peligro y perjuicio que implica para la sociedad la propagación de esta clase de sustancias en las
instituciones en ella previstas. Y desde que no se encontró acreditada la venta a personas provenientes de dichos
lugares, ni que los imputados se encontraran comercializando los estupefacientes en la vereda de las mismas o en
Revista del Institu to de Estudio s Penales 197
su interior, debe entenderse entonces que no lo hacían “en las inmediaciones”, en el sentido típico requerido por la
figura agravada.” (SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES,
RECURSOS DE CASACIÓN INTERPUESTOS, POR UN LADO, POR LA DEFENSA DE R. R. C. Y L. R. -CAUSA Nº 34.602- Y,
POR OTRO LADO, POR EL MINISTERIO PÚBLICO FISCAL –CAUSA N° 34.604-, RTA. 19 DE MARZO 2009).
“A partir del fallo dictado en el caso “Vega Giménez”, el Alto Tribunal ha modificado la interpretación que de los
párrafos del art. 14 de la ley 23.737 se venía manteniendo, considerando que la figura más gravosa para el
imputado no podía ser residual en estos casos, a partir de lo cual, lo que debía probarse inequívocamente es que la
droga hallada no era para consumo personal. En tal sentido, partiendo de la escasa cantidad (0,9 gramos) incautada
en el sub lite, sumada a las circunstancias objetivas y subjetivas en que ésta fue hallada -en el marco de una
investigación por el delito de abuso sexual en el que se dispuso el allanamiento del domicilio del imputado- habrá
de compartirse el cambio de calificación efectuado por el tribunal a quo.
“Sin embargo, esta Sala lleva dicho desde el precedente “Fiscal s/recurso de casación en autos Echaide, Ariel A. y
otro ley 23.737" (causa n̊ 402, reg. n̊ 466, rta. el 8/5/95), en coincidencia con la doctrina sentada por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación al respecto en autos “Montalvo” (Fallos: 313:1333), que “...al tipificar como
delito la tenencia de estupefacientes para uso personal el legislador lo hizo sin distinciones en cuanto a la cantidad,
dado que al tratarse de un delito de peligro abstracto, cualquier actividad relacionada con el consumo de drogas
pone en peligro la moral, salud pública y hasta la misma supervivencia de la Nación...”, criterio éste que deja
definitivamente atrás toda discusión en torno a la legitimidad de la represión de la tenencia de escasas dosis de
estupefacientes -picadura de marihuana- verificadas, en el caso, como de 0.9 gramos respecto de Eduardo Arman
Navarrete Venegas.
“De allí que lleve razón el recurrente toda vez que no resultan novedosos para el precedente de cita los argumentos
del tribunal a quo y la defensa oficial ante esta instancia respecto a la ausencia de lesividad de la conducta
incriminada (cfr. causa n̊ 7081, “Saavedra, Martín Andrés s/recurso de casación”, reg. n̊ 9086, rta. el 26 de junio de
2006, y sus citas, y más recientemente, causa n̊ 9226, “Barraza, Sergio Clemar y otro s/rec. de casación”, reg. n̊
12.711, del 17/10/08).
“Por lo tanto, la cantidad del estupefaciente podrá incidir sobre la calificación seleccionada y la individualización
de la pena, pero en ningún caso -por exigua que sea y mientras exhiba principios activos de una de las sustancias
de la lista oficial- en miras a la desincriminación del encausado (confr. causa n̊ 6710, “Menna, Gastón Adrián
s/recurso de casación”, reg. n̊ 8776, rta. el 4 de mayo de 2006, y sus citas).” (SALA I DE LA CÁMARA NACIONAL DE
CASACIÓN PENAL, CAUSA N̊ 10.201 CARATULADA: “NAVARRETE VENEGAS,EDUARDO ARMAN S/RECURSO DE
CASACIÓN”, RTA. 4 DE FEBRERO 2009).
§9.- Esfera de acciones que el Derecho deja libres. Ámbito de libertades (art. 19 C.N.).
Constitucionalidad de la figura que pune la tenencia de estupefacientes para consumo
personal: no se trata de una acción privada –una autolesión in extremis-, sino susceptible
de afectar la salud de la comunidad. La represión del tráfico de estupefacientes importa
punir tanto al elaborador como al consumidor. Sin usuarios y consumidores no existiría
producción. Los estupefacientes provocan impulsos antisociales.
“En nuestro régimen constitucional resulta admisible afirmar que existen ámbitos de conducta humana que no
pueden ser abrazados por la regulación estatal. Así, V. E. ha declarado, citando palabras del juez estadounidense
Miller, que es necesario reconocer que existen derechos privados en todos los gobiernos libres, fuera del contralor
198 Revista del Institu to de Estudio s Penales
del Estado. Un gobierno que no reconozca tales derechos, que mantenga las vidas, la libertad y la propiedad de los
ciudadanos sujetas en todo tiempo a la absoluta disposición e ilimitada revisión aun de los más democráticos
depositarios del póder, es, al fin y al cabo, nada más que un despotismo (Fallos, t. 150. p. 432). La Constitución
Argentina reconoce al hombre derechos anteriores al Estado, de que éste no puede privarlo (Fallos, t. 179, p. 117 -
Rev. La Ley, t. 8, p. 404-). Se trata, pues, de una esfera intangible del individuo, que le pertenece por su propia
condición de tal y que constituye un atributo inseparable de su personalidad, a la que el Estado se obliga a respetar,
limitando su potestad, y dando así carácter jurídico a esa zona de libertad (conf. Corwin, Edward S. "Libertad y
Gobierno", ps. 30 y 31, Buenos Aires, 1958). Estos principios emergen del art. 19 de la Constitución Nacional, en
cuanto dispone que las acciones privadas de los hombres, que de ningún modo ofendan al orden y a la moral
pública, ni perjudiquen los derechos de un tercero, están solo reservados a Dios y exentas de la autoridad de los
magistrados. Esta es, además, la opinión común de nuestra doctrina constitucional (conf. Estrada, José, M., "Curso
de Derecho Constitucional", t. I, ps. 115 y sigts, Buenos Aires, 1927; Montes de Oca, M. A., "Lecciones de
Derecho Constitucional", t. I, p. 420, Buenos Aires, 1917; González, Joaquín V., "Manual de la Constitución
Argentina", p. 116, Buenos Aires, 1951; González Calderón, Juan A., "Derecho Constitucional argentino", t. I, p.
381, Buenos Aires. 1930; Linares Quintana, S. V., "Tratado de la ciencia del Derecho Constitucional", t. III, ps.
267 y sigts., Buenos Aires, 1956; Bidart Campos, Germán, "Derecho Constitucional", t. II, ps. 134 y sigts., Buenos
Aires, 1966) y así lo ha declarado también V. E. (conf. causa V. 37, L. XVII, sentencia del 5 de octubre de 1976).
De tal precepto constitucional se desprende un primer límite a la potestad estatal de regular la convivencia social.
El derecho solo puede ocuparse de "acciones"; por el contrario, todo cuanto se desarrolle y permanezca en el fuero
interno del individuo sin alcanzar ningún grado de exteriorización, pertenece a su ámbito de intimidad en el que no
puede caber injerencia legislativa alguna (conf. Fallos, t. 171, ps. 114 y 115). A su vez, no todas las acciones
interesan al ordenamiento jurídico. Este, en su tarea de preservar la paz social protegiendo aquello que la
colectividad valore positivamente, solo puede atender a las acciones que perturben, de alguna manera, el bien
común, es decir, las que afectan el orden y a la moralidad pública o perjudiquen los derechos de terceros. Las
acciones que no tienen tal incidencia, en cambio, quedan reservadas al solo juicio de Dios y exentas de la autoridad
de los magistrados…
“Circunscripto de tal manera el punto a dilucidar, adelanto mi opinión en el sentido de que el uso personal de
estupefacientes constituye una acción susceptible de caer bajo la órbita coercitiva del derecho, estando excluida,
por tanto, del ámbito de libertad que señala la norma constitucional a que me vengo refiriendo. V. E. ha declarado
en reiteradas oportunidades que una actividad puede ser prohibida en razón de que afecte la moralidad, la
seguridad o la salubridad públicas (conf. Fallos. t. 157, p. 28; t. 195, p. 108; t. 198, p. 111; t. 199, p. 525; t. 253, p.
133 -Rev. La Ley, t. 30, p. 149; t. 35, p. 886; t. 36, p. 703; t. 108, p. 308-). Habida cuenta del consenso imperante
en la sociedad moderna acerca de los gravísimos efectos, tanto de índole física como psíquica, que acarrea el uso
de estupefacientes, no puede válidamente sostenerse, a mi juicio, que la acción de consumir tales drogas no pueda
ser prohibida en atención a consideraciones fundadas en la necesidad de salvaguardar la salud de la comunidad.
Así lo pienso, ya que actos de esa naturaleza importan, de por sí, el riesgo previsible, especialmente en punto a su
posibilidad de propagación, de secuelas altamente dañosas al bienestar y seguridad general que justifica la
intervención del legislador para conjurar dicho peligro. Por otro lado, la degeneración de los valores espirituales
esenciales a todo ser humano, producidos a raíz del consumo de estupefacientes, hacen que esta acción exceda el
calificativo de un simple vicio individual, pues perturba, en gran medida, la ética colectiva, constituyendo un
ejemplo al que el Estado, sobre quien recae el deber de tutelar la moralidad pública (conf. Fallos, t. 257, p. 275,
consid. 2° -Rev. La Ley, t. 115 p. 437-), no puede prohijar. Las razones expuestas han sido recogidas por V. E. en
el precedente que registra Fallos, t. 292, p. 534. La opinión contraria se apoya en el argumento según el cual la
protección constitucional derivaría en la circunstancia de no ser punible la autolesión, conducta a la que se
equipara el consumo de drogas, para la cual la tenencia de estupefacientes constituiría un acto preparatorio, siendo,
además, una forma velada de castigar el vicio, procedimiento éste contra el que se levanta la autoridad médica
unánime (conf. Soler, Sebastián. "Derecho Penal argentino", t. IV, p. 524, Buenos Aires 1963). No comparto ese
punto de vista. Si bien es cierto que el derecho penal común no reprime la autolesión, no lo es menos que de allí no
puede extraerse la conclusión de que se trata de una acción privada amparada por el art. 19 de la Constitución
Nacional. Máxime, cuando el legislador le asocia pena si compromete un interés jurídico distinto (v. gr. art. 820,
Cód. de Justicia Militar). Asimismo, esa falta de punición genérica no demuestra por sí sola la inadmisibilidad de
que sean reprimidas otras formas particularmente graves de autolesión. Ello éstablecido, tanto el fundamento
concerniente a los actos preparatorios como el del castigo al vicio, carecen de vinculación directa con el punto
constitucional en examen. El primero, en razón de que una vez exteriorizada una conducta, el límite de la materia
de la prohibición puede abarcar, incluso, los actos preparatorios, en función de la entidad del bien jurídico que se
intente proteger, sin que por ello se irrogue agravio constitucional alguno (v. gr. arts. 189 bis. 210 y 299, Cód.
Penal), razonamiento que no se ve alterado por la circunstancia de que la conducta final no resulte incriminada, y sí
lo sea, en cambio, el acto preparatorio. El segundo, porque la afirmación de que se sanciona tan solo al vicio como
tal, conduce a discutir, en caso de ser acertada, la eficacia preventiva de la norma, pero no a sostener que la
conducta viciosa constituye una de las acciones libres del individuo. (Del dictamen del Procurador General)
Revista del Institu to de Estudio s Penales 199
“…convendrá destacar que el fin primordial de la ley recién referida, reprime, por la definición que resulta de su
nombre: "Tráfico de Estupefacientes", ante todo, el suministro en cualquiera de sus formas, de las sustancias que,
más allá de su empleo legítimo por la medicina, pueden transformarse en materia de un comercio favorecedor del
vicio con todas las secuelas ya recordadas.
“Que toda operación comercial, sea ella legítima o ilegítima, supone inevitablemente, la presencia de dos o más
partes contratantes: la o las que proveen el objeto y la o las que lo adquieren. Ello, sin perjuicio, desde luego, de
todas las etapas previas de producción, elaboración, intermediación, etc., que, por cierto, en punto a lo que ahora se
trata, también están conminadas por la ley.
“Que todo el proceso que se acaba de bosquejar sin entrar en mayores detalles, comienza por la producción y se
clausura con la compra y la tenencia por el usuario.
“Que ello nos remite a la siguiente consecuencia de una lógica irrefutable: si no existieran usuarios o
consumidores, no habría interés económico en producir, elaborar y traficar con el producto, porque claro está que
nada de eso se realiza gratuitamente. Lo cual, conduce a que si no hubiera interesados en drogarse, no habría
tráfico ilegítimo de drogas.
“Que quiera significarse con lo anterior que el tenedor de la droga prohibida constituye un elemento indispensable
para el tráfico.
“Que, en tales condiciones, no puede sostenerse con ribetes de razonabilidad que el hecho de tener drogas en su
poder, por los antecedentes y efectos que supone tal conducta, no trasciende de los límites del derecho a la
intimidad, protegida por el mandato constitucional que se proclama aplicable por el apelante. Ni es asimilable
aquella conducta a las hipótesis de tentativa de suicidio o de autolesión que carecen, en principio, de trascendencia
social; siendo de todos modos del caso recordar, como lo hace el procurador general, que esta última, la autolesión,
puede resultar eventualmente reprimida cuando excede los lindes de la individualidad y ataca a otros derechos (art.
820, Cód. de Justicia Militar).
“Que desde distinta perspectiva no deben subestimarse los datos de la común experiencia que ilustran acerca del
influjo que ejerce el consumo de drogas sobra la mentalidad individual que, a menudo, se traduce en impulsos que
determinan la ejecución de acciones antisociales a las que ya se hizo referencia, riesgo este potencial que refuerza
la cohclusión del considerando anterior, en el sentido que es lícita toda actividad estatal enderezada a evitarlo.
(C.S.J.N. “COLAVINI”, RTA. 28 DE MARZO 1978).
“Que el Tribunal estima que la exigencia típica de que la tenencia para uso personal deba surgir "inequívocamente"
de la "escasa cantidad y demás circunstancias", no puede conducir a que si "el sentenciante abrigara dudas respecto
del destino de la droga" quede excluida la aplicación de aquel tipo penal y la imputación termine siendo alcanzada
por la figura de tenencia simple, tal como sostuvo el tribunal apelado.
“Que semejante conclusión supone vaciar de contenido al principio in dubio pro reo en función del cual cabe
dilucidar si, con las pruebas adquiridas en el proceso, puede emitirse un juicio de certeza sobre que la finalidad
invocada de ninguna manera existió. Lo contrario deja un resquicio a la duda, tratándose, cuanto mucho, de una
hipótesis de probabilidad o verosimilitud, grados de conocimiento que no logran destruir el estado de inocencia del
acusado con base en aquél principio (art. 3 del Código Procesal Penal de la Nación).
“Que la valoración de los hechos o circunstancias fácticas alcanzadas por el in dubio pro reo incluye también los
elementos subjetivos del tipo penal, cuya averiguación y reconstrucción resulta imprescindible para aplicar la ley
penal. La falta de certeza sobre estos últimos también debe computarse a favor del imputado.
“De allí que, ante la proposición que afirma que no se pudo acreditar la finalidad de consumo personal, puede
postularse que también es formalmente cierto que no se pudo acreditar que esa finalidad no existiera; y esta
conclusión, favor rei, impide el juicio condenatorio que sólo admite la certeza.
“Que, en tales condiciones, el estado de duda presente en el ánimo del juzgador (tal como admitió el tribunal
Apelado) no pudo nunca razonablemente proyectarse –como hizo. en certeza acerca de que se trató de una tenencia
simple o desprovista de finalidad. Máxime cuando el único elemento de prueba tenido en cuenta para generar el
estado de duda –la indagatoria de Vega Giménez en la instrucción- ya daba cuenta de una finalidad, aunque ajena
200 Revista del Institu to de Estudio s Penales
al consumo, pero finalidad al fin, habiendo optado el representante del Ministerio Público Fiscal por no ahondar la
pesquisa sobre el particular.” (C.S.J.N., “VEGA GIMÉNEZ, CLAUDIO ESTEBAN S/ TENENCIA SIMPLE DE
ESTUPEFACIENTES -CAUSA N° 660-, RTA. 27 DE DICIEMBRE 2006).
§11.- Suministro gratuito (art. 5.e ley 23.737), no importa una disminución de pena de la
figura del tráfico, sino una figura autónoma dirigida al “convite ocasional”. La acción
precisa una ultraintención consistente en que la provisión sea para el consumo personal
del receptor.
“(El accionar del agente) -… haber tenido en su poder cierta cantidad de sustancia estupefaciente cuando intentó
ingresar al centro de detención-, debe ponderarse a la luz de la reforma introducida por la Ley N° 26.052 al artículo
5°, inciso e, de la Ley N° 23.737, que incorpora como último párrafo, “En el caso del inciso e) del presente
artículo, cuando la entrega, suministro o facilitación fuere ocasional y a título gratuito y por su escasa cantidad y
demás circunstancias, surgiere inequívocamente, que es para uso personal de quien lo recepta, la pena será de SEIS
(6) meses a TRES (3) años de prisión...”.
“Conforme se desprende de la lectura de los antecedentes parlamentarios de la Ley N° 26.052, la modificación que
sufriera el mentado artículo, no está orientada a la reducción de pena del suministro a título gratuito que integra la
cadena de tráfico que tradicionalmente pena el inciso e, sino que importa la incorporación de una nueva figura que
esta íntimamente relacionada con el convite ocasional, y que por ello es pasible de una sanción sensiblemente
menor.
“Ahora bien, a los efectos de que una conducta que merezca reproche penal pueda ser subsumida bajo los
parámetros introducidos por la novel normativa que se analiza, debe cumplir con ciertas exigencias. Éstas se
encuentran relacionadas con, además del carácter ocasional y a título gratuito referido anteriormente, la “escasa
cantidad” y con que las “demás circunstancias” demuestren inequívocamente que el material estupefaciente
entregado lo sea para el propio consumo de quien lo recibe.
“A diferencia de la figura genérica, esta entrega exige elementos subjetivos distintos del dolo, conocidos también
como ultraintención: el agente debe obrar motivado en que la provisión sea para el uso personal de quien lo
recepta. Esto justifica el atenuante además de la previsión de que si correspondiere se apliquen los artículos 17, 18
y 21de la ley especial.” (SALA I C ÁMARA CRIMINAL Y CORRECCIONAL FEDERAL, CAUSA NRO. 41238,
CARATULADA: “VILLALBA, NORMA S/ INF. ART. 14 LEY 23.737”, RTA. 7 DE FEBRERO 2008).
§12.- Ámbito de inmunidad de las acciones privadas (art. 19 C.N.). El legislador no puede
abarcar con sus prescripciones las acciones que no ofendan la moral pública. El problema
de la drogadicción: necesidad de políticas públicas enderezadas a brindar seguridad
general. La tenencia de estupefacientes para uso personal no permite presumir
consecuencias negativas para la ética pública en todo supuesto. No está probado que la
punición de la tenencia de estupefacientes para uso personal evite los daños que causa el
problema de la drogadicción: mayor viabilidad de las políticas de desintoxicación. La
penalización de este accionar no reditúa ningún beneficio concreto sino problemáticas
punitivas complejas. Inconstitucionalidad de la incriminación de la tenencia de
estupefacientes para consumo personal.
“…el art. 19 de la Constitución Nacional circunscribe el campo de inmunidad de las acciones privadas,
estableciendo su límite en el orden y la moral pública y en los derechos de terceros. Tales limitaciones
genéricamente definidas en aquella norma, precisadas por obra del legislador. En materia penal, como la que: aquí
se trata, es éste el que crea los instrumentos adecuados para resguardo de los intereses que la sociedad estima
relevantes, mediante el dictado de las disposiciones que acuerdan protección jurídica a determinados bienes.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 201
“… el accionar del legislador en el sentido indicado no puede exceder, pues, el campo de las acciones de los
hombres que ofendan a la moral pública, al que se refieren las normas morales que se dirigen a la protección de
bienes de terceros.
“… este Tribunal ha valorado la magnitud del problema de la drogadicción en Fallos: 300:254, en que destacó la
deletérea influencia de la creciente difusión actual de toxicomanía en el mundo entero. Al subsistir las razones que
informan tal apreciación, es menester realizar un análisis del tema ahora planteado, en términos que incluyan la
consideración de todos los aspectos de tan compleja realidad.
“… también este Tribunal y con ese fundamento, ha considerado lícita toda actividad estatal enderezada a evitar
las consecuencias que para la ética colectiva y el bienestar y la seguridad general pudieran derivar de la tenencia
ilegítima de drogas para uso personal (Fallos: 301:673; 303:1205; 304:1678 y 305:137)
“…sin embargo, en el caso de la tenencia uso personal, no se debe presumir que en todos los casos ella tenga
consecuencias negativas para la ética colectiva. Conviene distinguir aquí la ética privada de las personas, cuya
transgresión está reservada por la Constitución al juicio de Dios, y la ética colectiva en la que aparecen
custodiados bienes o intereses de terceros. Precisamente, a la protección de estos bienes se dirigen el orden y
moral pública, que abarcan las relaciones intersubjetivas, esto es acciones que perjudiquen a un tercero, tal como
expresa el art. 19: de la Constitución Nacional aclarando aquellos conceptos. La referida norma impone, así,
límites ala actividad legislativa consistentes en exigir que no se prohíba una conducta que desarrolle dentro de la
esfera privada entendida ésta no como la de las acciones que se realizan en la intimidad, protegidas por er art. 18,
sino como aquéllas que no ofendan al orden o la moralidad pública, esto es, que no perjudiquen a terceros. Las
conductas del hombre que se dirijan sólo contra sí mismo, quedan fuera dé1; ámbito de las prohibiciones.
“…no está probado aunque sí reiteradamente afirmado, dogmáticamente- que la incriminación de la simple
tenencia evite, consecuencias negativas concretas para el bienestar y 'la seguridad general. La construcción legal
del art. 6° de la ley 20.771, al prever una pena aplicable aun estado de cosas, y al castigar la mera creación de un
riesgo, permite al intérprete hacer alusión simple- mente a perjuicios potenciales y peligros abstractos y no a daños
concretos a terceros ya la comunidad. El hecho de no establecer un nexo razonable entre una conducta y el daño
que causa, implica no distinguir las acciones que ofenden a la moral pública o perjudican a un tercero, de aquéllas
que pertenecen al campo estrictamente individual, haciéndose entonces caso omiso del art. 19 de la Constitución
Nacional que como queda dicho, obliga efectuar tal distinción. Penar la tenencia de drogas para el consumo
personal sobre la sola base de potenciales daños que puedan ocasionarse "de acuerdo a los datos de la común
experiencia" .no se justifica' frente a la norma del art.19, tanto más cuando la ley incrimina actos que presuponen
la tenencia pero que trascienden la esfera de privacidad o como la inducción al consumo, la utilización para
preparar, facilitar, ejecutar u ocultar un delito, la difusión pública del uso, o el uso en lugares expuestos al público
o aun en lugares privados mas con probable trascendencia a terceros.
“…en otro orden de ideas, no se encuentra probado, ni mucho menos, que la prevención penal de la tenencia, y
aun de la adicción, sea un remedio eficiente para el problema que plantean .las drogas. Por el contrario, tal, tesis es
discutida en la actualidad, por quienes sostienen que las causas de la adicción son de origen múltiple y que la sola
forma de atacarla es mediante la corrección de las alteraciones socio económicas dé la sociedad contemporánea.
Quienes se inclinan hacia esta tesis no creen que la incriminación del toxicómano ayude a su tratamiento y, por el
contrario, se inclinan por sistemas que impongan los tratamientos de desintoxicación -como .los que han sido
adoptados por algunos. paises europeos- En tal sentido debe tenerse presente la opinión del Comité de Expertos de
la Organización Mundial de la Salud que en su informe 18 sostuvo que "los datos clínicos no son suficientes para
pro- bar o desaprobar las diversas modalidades de tratamiento obligatorio; lo que sí parece indudable es que pese a
la considerable experiencia adquirida, la detención obligatoria no resulta por sí beneficiosa" .Asimismo, el Grupo
de Estudio de la Organización Mundial de la Salud sobre la Juventud y drogas llegó a la conclusión de que en la
mayor parte de los casos no parece ser indicado el encarcelamiento por la posesión de pequeñas cantidades de
drogas causantes de dependencia, destinadas a uso personal. También el Quinto Congreso de las Naciones Unidas
Sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente consideró que las personas implicadas en delitos leves
requerían medidas de ,tratamiento y no de castigo severo, ya que podrían ser a veces más adecuadas y efectivas
formas no penales de control. Con respecto de los delitos leves, el Congreso estimó que el uso indebido de drogas
forma parte del problema general de la salud pública e hizo hincapié en la adopción de medidas de tratamiento y
reinserción social de .los toxicómanos. Las sanciones penales y la política .penal en modo alguno debiera impedir
la aplicación de tales medidas de tratamiento y reinserción, sino que han de limitarse a garantizar su aplicación
cuando fuera pertinente. Por su parte el Instituto de Investigaciones de las Naciones Unidas para la Defensa
Social, entre las conclusiones de un estudio comparativo de un grupo de sujetos de experimentación y control
realizado en Argentina, Costa Rica, Estados Unidos de América (estado de ,Nueva York), Japón, Jordania, Italia,
Malasia y Singapur, dijo, sobre la correlación entre uso indebido de drogas y criminalidad que los datos parece
sugerir que, cuando la adicción persiste, la mera sanción penal no sólo fracasa en tratar de reducir el
comportamiento delictivo de los sujetos, sino que -por el contrario-- parece iniciarlos o causar su aumento. A la
luz de las opiniones mencionadas, puede decirse que en el caso de los adictos y de los simples tenedores, el
202 Revista del Institu to de Estudio s Penales
encarcelamiento carece de razonabilidad y puede representar para tales sujetos un ulterior estigma que facilita
adherirse a modelos de vida criminal ya la realización de conductas desviadas, en vez de fortalecer la readaptación
a la vida productiva. En dichas condiciones la sanción penal per se es insuficiente cuando no va acompañada de
una terapia seria y medidas de rehabilitación, capaces de modificar en un sentido positivo el .comportamiento de
los individuos.Además, nuestro país se encuentra vinculado por la Convención Unica sobre estupefacientes,.
Adoptada por la Conferencia de las Naciones Unidas reunida el 30 de marzo de 1961 y aprobada por el decreto-
ley 7672/63, art. 7'', cuyo art 38 obliga a las partes contratantes a considerar las medidas que pueden adoptarse
para el tratamiento médico, el cuidado y la rehabilitación de los toxicómanos y -si sus recursos económicos lo
permiten – a establecer servicios adecuados para su tratamiento.
“Por eso es necesario poner a prueba y aplicar otras medidas que sustituyan las sanciones penales y de
encarcelamiento, a fin de introducir un verdadero enfoque terapéutico para corregir el comportamiento desviado
de los sujetos.
“…es necesario, en definitiva, comprender, pese a todos los prejuicios, que se puede atender al drogado, que el
camino de un individuo a la adicción es paulatino, no es abrupto, ni se produce de un día para el otro. El sujeto
puede un dia probar la droga, comenzar luego a consumirla ocasionalmente y finalmente arribar aun estado de
dependencia psíquica -y en algunos casos física- de ella. Frente a estas distintas situaciones o etapas, las diferentes
respuestas que debe proporcionar el Estado tienen una gran influencia- sobre el individuo. Una respuesta de tipo
penal, tendiente a proteger la salud pública .a través de una figura de peligro abstracto, no tendrá siempre un
efecto disuasivo moralizador positivo respecto del consumidor ocasional o aquel que se inicia en la droga, y en
muchos casos, ante su irremediable rotulación como delincuente, el individuo será empujado al accionar delictivo
inducido por la propia ley. Este individuo quedará estigmatizado como delincuente por la misma comunidad que
debe encargarse de proporcionar medios para tratar- a los adictos, tendrá un antecedente penal que lo acompañará
en el futuro y le obstaculizará posibles salidas laborales y la reinserción en la realidad que trataba de evadir. La
función del derecho debe- ría ser controlar o prevenir, sin estigmatizar, y garantizar, o al me- nos no interferir, con
el derecho a ser tratados que tienen los adictos.
“Que, en este marco -médico-psicológico-, adquiere una singular significación la prohibición constitucional de
interferir con- las conductas privadas de los hombres, prohibición que responde a una concepción según la cual el
Estado no debe imponer ideales de vida a los individuos, sino ofrecerles libertad para que ellos los. elijan, y que es
suficiente por sí misma para invalidar el art. 6 de la ley 20.771, cuya inconstitucionalidad se declara, en cuanto
incrimina la simple tenencia de estupefacientes para uso personal.” (C.S.J.N. “BAZTERRICA GUSTAVO MARIO
S/TENENCIA DE ESTUPEFACIENTES”, RTA. 29 DE AGOSTO 1986).
“…cabe subrayar que las acciones que sólo se refieren a la moral o a la integridad corporal individual, así como
aquellas referidas a la personalidad espiritual, sin afectación de bienes jurídicos privados o colectivos, no pueden
ser sancionados penalmente conforme al art. 19 de la Constitución Nacional.
“La norma constitucional (art. 19) es, en este aspecto, un límite extremo e infranqueable a las sanciones penales.
Es más, punir esa clase de acciones está en pugna con los derechos y garantías fundamentales.
“Al Estado le está vedado inmiscuirse en la moral privada de los habitantes de la Nación y, menos aún, imponer
Revista del Institu to de Estudio s Penales 203
pautas morales determinadas que cosifiquen al individuo, como ha sido regla en regímenes políticos de los que
sobran ejemplos: "El Estado totalitario, que radicalmente disiente con nuestro precepto constitucional, es la
organización que somete a todo ser humano al arbitrio del Estado, ya que niega una moral natural reglante de los
actos humanos" (Sampay, Arturo E., “La filosofía jurídica del artículo 19 de la Constitución Nacional”, Bs. As.,
CDCS, 1975, p. 25 y nota 23).
“La libertad de cada persona, con capacidad y voluntad, comprende la de fijar metas, planear objetivos, intentar
satisfacer sus gustos personales y, al fin, ser único juez sobre sus propios asuntos en torno al proyecto de vida que
ha elegido de acuerdo a sus costumbres, sentimientos, hábitos, religión, etc.
“En sentido similar se expidió, sobre el tema, la Corte Suprema de la Nación y, precisamente, sobre el límite de la
autonomía individual y su protección jurídica en el art. 19 de la Constitución (Fallos 306:1892, consid. 8vo.).
“Criminalizar el daño que alguien –eventualmente- se produzca a sí mismo, como en el caso de consumo de
drogas, significa la asunción estatal de un criterio paternalista autoritario que, por regla, resulta ajeno al principio
de autonomía de la persona antes enunciado y nos remite a las peores épocas de nuestra historia reciente.
“Asimismo, la tenencia para consumo personal, es una acción protegida por el derecho a la privacidad que es el
basamento de las libertades civiles. Lejos de ser una conducta prohibida es una conducta que consagra el ejercicio
de la libertad.
“Siguiendo el mismo itinerario argumental cabe destacar que resulta contraria a la norma constitucional, la
punición de una conducta que no acarrea perjuicio concreto a la salud pública o perturba la ética colectiva, ni
puede imputarse al autor.
“Con la tipificación penal de la tenencia de estupefacientes para consumo personal, al ser una acción privada en
sentido amplio, el legislador ha transgredido la zona prohibida de libertad (autonomía ética) y, abiertamente, ha
violado un derecho fundamental expresamente consagrado.
“Como refiere Terragni: “No es sólo el límite de la actividad del Estado y consiguiente reserva del ámbito de
libertad de los ciudadanos lo que está controvertido, sino también la misma naturaleza del Derecho Penal
argentino, cuya base constitucional debe ser respetada. Nuestro ordenamiento es derecho penal de acto. No se
puede castigar una manera de ser, una característica personal, racial, religiosa, ideológica, o la enfermedad, sino
la realización de una acción concreta. Por eso cuando el artículo 18 de la Constitución Nacional, dice que nadie
puede ser condenado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho del proceso, la palabra hecho identifica
una acción humana, que la ley penal se encarga de identificar, dándole perfiles nítidos. Nunca nuestra ley penal
podría castigar al toxicómano, sino que debe limitarse a incriminar acciones del hombre que sean políticamente
dañosas, como enseñaba Carrara”. (Terragni, M.A., “Régimen penal de los estupefacientes”, Ed. Rubinzal-
Calzoni, Santa Fé, Argentina, 1989, pág. 77).
“Tampoco se puede compartir la idea de que el delito previsto en la ley 23.737(art. 14, 2do. párrafo) sea de peligro
abstracto. Este sólo requiere desde el ángulo objetivo ——conforme la opinión que avala su validez—— la
demostración de la relación física entre el autor y la droga y, desde el subjetivo, la voluntad de tenerla a sabiendas
de que trata de un estupefaciente (conf. Dictamen del Procurador General en el caso "Maldonado", de 01/03/1983).
“Ese punto de vista implica declarar punible en abstracto la tenencia para consumo, no ya por el hecho concreto de
que el comportamiento trascienda el ámbito personal, sino por la mera posibilidad de que ello ocurra, toda vez que
existe "la presunción irrefragable de que la tenencia de esas sustancias conlleva peligro a los bienes
tutelados"(conf. Dictamen del Procurador en los casos "Valerio" y "Basterrica").
“Es decir, merece castigo el hecho previsto y penado por la ley 23.737 por simple creación de un riesgo, con lo
cual bastaría para que los jueces lo aplicaran automáticamente, la única mención de los "perjuicios potenciales y
peligros abstractos" sin aludir "a daños concretos a terceros y a la comunidad"(conf. CSJN, Fallos 308:1392,
consid. 9).
“Si ello es así, esta figura penal presupondría la peligrosidad del autor, prescindiendo de un necesario nexo causal
razonable entre la conducta y el daño ocasionado, asentado en una mera presunción.
“Es decir, si fuera suficiente el dato del riesgo o la amenaza virtual, se desnaturalizaría la extensión y alcance de la
garantía constitucional e implicaría dar cabida a una presunción iuris et de iure en el derecho penal, que niega la
carga de la prueba y permite la determinación abierta del tipo penal, y eso allende hacer caso omiso del principio
de nullum poena sine iniuria.
“Ello, además, impide que los jueces puedan determinar los hechos, limitando su función al rol competente pasivo,
al "poder inanimado", como refería Montesquieu.
“En igual sentido, se argumenta que la criminalización es necesaria a modo de prevención general y como forma
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de disuasión, que el consumo fomenta daños a la persona, familiares y sociales, contagios de nuevas enfermedades,
destrucción de valores morales (conf., Diario de Sesiones citado, de 22/02/1989, pp. 7729), que hace peligrar
"hasta la supervivencia de la Nación y de la humanidad toda"(CSJN, "Montalvo"); o bien que el "vicioso suele ser
un medio de difusión del vicio"(Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores de la Nación, de 20/21 de
septiembre de 1989, p. 2359).
“Todos estos argumentos, en su estirpe perfeccionista y autoritaria, chocan con similares obstáculos
constitucionales que ya han sido señalados.
“La ley, de este modo, convierte y estigmatiza al consumidor con la etiqueta de delincuente y lo castiga no
obstante considerarlo víctima de un "vicio" o de "una conducta desviada".
“Para tener por ciertas dichas apreciaciones basta con leer los antecedentes del texto en cuestión: "el consumidor
por su condición de tal ha cruzado la barrera del Código Penal y debe ser tratado, entonces, como un delincuente,
porque es un cómplice por definición del narcotráfico y en cualquier condición en que se produzca la desviación
es sancionable como delito" (Diario de Sesiones de 20/21 de septiembre de 1989 citado, p.360).
“Así se observa que en las conclusiones citadas, subyace un núcleo de ideas que desembocan en prácticas de
prevención de tinte despótico, contrarias a la libertad personal y a la dignidad.
“Al penalizar al simple tenedor para consumo personal, el Estado adiciona a su problema de drogadicción la
criminalización, insertándolo en el sistema penal, creándole un antecedente que muy probablemente lo etiquete y
lo perjudique en su futuro provocando, eventualmente, su estigmatización.
“Adviértase que el art. 19 de la Constitución se completa y forma un bloque con el derecho internacional de los
derechos humanos para interpretar y aplicar la protección de los derechos a la intimidad personal, "privacidad",
libertad de conciencia, y libre desarrollo de la personalidad (véase, por ejemplo, CADH, art. 7.1, 11. incs. 2 y 3 y
29; DUDH, art. 12; DADyDH, art. 5; PIDCyP, art. 17).
“Desde la perspectiva del derecho penal, el reproche que describe la ley 23.737 (art. 14, párrafo 2º) recae sobre la
persona y no sobre el acto, típico proceder del derecho penal de autor y no de acto, como lo propugna nuestra carta
magna.
“Tal sistema, afín a regímenes políticos totalitarios y reprobado en un Estado Constitucional de Derecho, se asienta
en la presunta inferioridad moral, física, psíquica del autor, enfocando la mira hacia el modo de ser de la persona,
su personalidad o sus hábitos de vida.
“Nuestro sistema penal, al adherirse al derecho penal de hecho, es ajeno a esas ideas, atribuye responsabilidad
penal e impone una pena por lo que una persona ha hecho y no por lo que es.
“En igual sentido, la afirmación de que se justifica la penalización de la tenencia para uso personal en la
"posibilidad de propagación" del tráfico de estupefacientes (conf., Dictamen del Procurador General in re
"Colavini"), que origina la "instigación o su convite a quienes no lo son"(CSJN, "Montalvo", consid. 11º) y su
"gravitación en la delincuencia" (CSJN, "Colavini", consid. 5º), tampoco tiene razón de ser.
“Ese es un argumento que sienta su base en la defensa social, en tanto se dirige a la protección de la sociedad en su
conjunto y de terceros que no usan o consumen estupefacientes.
“Sin embargo, para que sea punible el consumo por la propagación u otros efectos, sería necesario comprobar la
causalidad entre la acción y el perjuicio.” (SALA PRIMERA DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA
DE B UENOS AIRES, CAUSA N° 25.218, CARATULADA "R., C. M. S/ RECURSO DE C ASACIÓN INTERPUESTO POR EL
FISCAL GENERAL", RTA. 24 DE ABRIL 2008).
§14.- Pluriofensividad de los delitos previstos por la ley 23.737. Tutela de la salud pública
como preponderante. Necesidad de diferenciar entre salud pública y salud individual.
Recepción de los precedentes “Colavini” y “Montalvo”. Acciones privadas, moral pública,
posibilidad de trascendencia a terceros. Constitucionalidad de la punición de la tenencia
de estupefacientes para consumo personal.
“… soy de la opinión que los delitos relacionados con los estupefacientes afectan no sólo la salud individual de
aquellas personas que se ven comprometidas por su abuso y adicción, sino a sus ámbitos familiares y sociales,
como así también a los propios Estados, tanto en el plano económico como en el institucional; por ello, puede
aseverarse que los delitos previstos en la ley 23.737 son en su conjunto pluriofensivos, en tanto atacan diferentes
Revista del Institu to de Estudio s Penales 205
ámbitos y realidades que son todos y cada uno dignos en sí mismos de protección punitiva (conf. Mahiques, Carlos
Alberto, “Leyes Penales Especiales”, Tomo I, Fabián Di Plácido Editor, pp. 70 y ss).
“A su vez, y sin perjuicio de lo dicho, es innegable que la salud pública se ha alzado como el interés preponderante
a cuya protección tienden las diversas figuras típicas contenidas en el cuerpo legal citado.
“Así ha sido reiteradamente reconocido en la doctrina y la jurisprudencia. Por lo demás, es evidente que el ataque a
la salud pública se verá reflejado, aunque no siempre, en vulneraciones a la salud concreta de aquellos individuos
que hagan uso de las referidas sustancias, lo cual no obsta a la necesidad de diferenciar los conceptos de salud
individual y salud pública, en tanto este último, valga la redundancia, es el objeto preponderante de protección
penal, y enfoca al valor salud desde una perspectiva global que trasciende al individuo en particular. En tal sentido,
en la conformación de los métodos de protección establecidos en el Código Penal, cabe distinguir entre la
protección directa de la salud individual, establecida por intermedio de aquellos tipos penales consagrados en el
Título I del Libro II, correspondiente a los “Delitos contra las Personas”, y la protección encarada desde el prisma
de la colectividad, representada por los tipos penales contenidos en el Capítulo IV del Título VII, titulado “Delitos
contra la Salud Pública”, y que también se ve reflejada en las normas contenidas en la ley de estupefacientes. La
diferencia principal entre ambas radica en el número indeterminado de sujetos a que hace referencia la salud
pública (op. y loc. cit).
“En cuanto al valor salud en sí mismo, la Organización Mundial de la Salud ha postulado considerar como tal el
estado completo de bienestar físico, mental y social del sujeto, conceptuándose como pública en el caso de que
afecte a un número indeterminado de sujetos. Desde esta perspectiva, se busca superar la antigua delimitación de la
salud, entendida como la ausencia de enfermedad, ampliándose su ámbito para abarcar situaciones que, sin
perjuicio de afectar el mentado estado de bienestar del sujeto, no pueden ser atribuibles a una enfermedad
propiamente dicha (op. cit., pp. 72, y sus citas). Ello cobra relevancia cuando se repara en que cualquier sustancia
estupefaciente, aún las de menor potencial lesivo, genera un irregular desarrollo de la persona en relación con el
contexto social en que se desenvuelve, independientemente de los daños psicofísicos que efectivamente sufra con
motivo de su uso, lo que permite proclamar una afectación a la salud en tales casos, aún ante la falta de un estado
de enfermedad propiamente dicho.
“En tales términos, según he sostenido en la obra antes citada, entiendo que la consideración de la salud se verá
ligada a la situación y contexto concreto en el que se desenvuelve el sujeto a quien se le atribuye, de modo tal que
puede reconocerse la falta de salud en personas que sin presentar ninguna anomalía psicológica, de las
características de una enfermedad, sin embargo carecen de bienestar y no se encuentran integradas en la sociedad,
o lo están de un modo deficitario, por encontrarse afectado el desarrollo de sus capacidades. La salud pública no se
refiere entonces a enfermedades que afectan epidémicamente a la población, sino a las alteraciones de las
condiciones de la población vinculadas con el correspondiente estado de bienestar de los individuos que la
componen, tomando en cuenta también aquellas condiciones de carácter social (op. cit., pp. 73, y sus citas).
(…)
“La problemática vinculada con la incriminación de la tenencia de sustancias estupefacientes, cuando ellas se
encuentren destinadas para el propio consumo del sujeto activo, ha sido, como es sobradamente conocido, también
objeto de una amplia y ardua controversia en la jurisprudencia, la cual llegó hasta la máxima instancia judicial del
país, tal como se refleja en los paradigmáticos casos “Colavini” (Fallos 300:254), “Bazterrica” y “Capalbo” (Fallos
308:1392) y “Montalvo” (Fallos 313:1333), siendo la doctrina expuesta en este último, favorable a la
constitucionalidad de la norma en cuestión, la que se encuentra actualmente vigente.
“Buena parte de los fundamentos expuestos por la Corte en el fallo Montalvo han sido citados expresamente en
estos autos tanto por el tribunal a quo como por las propias partes, siendo entonces dable remitirse a ellos, por
razones de brevedad. He de limitarme a reproducir tan sólo algunos de ellos, ya que reflejan en mi consideración la
parte esencial de la doctrina expuesta en tal precedente.
(…)
“…ciertas y determinadas conductas, como es la tenencia de sustancias estupefacientes para el propio consumo,
aunque en el plano estrictamente conceptual u ontológico puedan ser vinculadas con una decisión privada de la
persona, relativa a su ámbito de moral individual, no pueden ser consideradas, en el sentido constitucional, como
una “acción privada” exenta a la potestad de los magistrados, en la medida en que no sean ejercidas en un marco de
estricta intimidad. Ello, como consecuencia de las particulares características del correspondiente bien jurídico
protegido, las cuales ya han sido establecidas en párrafos precedentes.
“Es por ello que mientras responde razonablemente a la consecuente decisión de política criminal, el hecho de
penalizar la tenencia de estupefacientes para el propio consumo, que sea verificada en términos de actualidad, y
establecida bajo ciertas condiciones de mínima publicidad –como es aquella que es constatada en la vía pública-,
pues la misma resulta apta para afectar suficientemente la salud pública, no puede en cambio considerarse acorde
206 Revista del Institu to de Estudio s Penales
con los parámetros de razonabilidad constitucionalmente exigidos la punición de una tenencia pretérita pero no
actual de tales sustancias –bajo la aludida finalidad-, que haya sido ejercida en un ámbito de estricta privacidad.
Como así tampoco podría penarse la tentativa de tenencia de estupefacientes para el propio consumo, más allá de
aceptarse o no su procedencia en el plano estrictamente dogmático.
“Por lo demás, en tanto se vincula estrictamente con dicha cuestión, como asimismo con el sentido y alcance del
principio de reserva contenido en el artículo 19 de nuestra Ley Fundamental, cabe recordar que la Corte Suprema
ha también determinado que cuando la norma de referencia “establece que las acciones privadas de los hombres
están sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados, está claramente delimitando, así sea en
forma negativa, su ámbito específico, en el sentido de que aquéllas son las que “de ningún modo ofendan al orden
y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero”. Acciones privadas son, pues, las que arraigan y permanecen en
la interioridad de la conciencia de las personas y sólo a ellas conciernen, sin concretarse en actos exteriores que
puedan incidir en los derechos de otros o que afecten directamente a la convivencia humana social, al orden y a la
moral pública y a las instituciones básicas en que ellas se asientan y por las cuales, a su vez, son protegidas
aquéllas para la adecuada consecución del bien común temporal, fin último de la ley dada y aplicada por los
hombres en el seno de la comunidad política.”
“Las primeras pertenecen al ámbito de la moral individual y están reservadas sólo al juicio de la propia
conciencia y al de Dios y escapan, por ende, a la regulación de la ley positiva y a la autoridad de los magistrados.
Las segundas, que configuran conductas exteriores con incidencia sobre derechos ajenos y proyección
comunitaria, entran en el campo de las relaciones sociales objetivas que constituye la esfera propia de vigencia de
la justicia y el derecho; estas conductas, por ende, están sometidas a la reglamentación de la ley en orden al bien
común y a la autoridad de los magistrados, encargados de adecuar y aplicar aquélla a los casos particulares.”
“Las primeras conforman el amplio espectro de las acciones humanas “ajurídicas”, esto es, que quedan fuera de
la competencia del ordenamiento jurídico; podrán estimarse buenas o malas moralmente, pero no admiten la
calificación de lícitas o ilícitas según el derecho. Las segundas, caracterizadas supra, constituyen conductas
jurídicas –sean conformes o disconformes a la norma legal- en tanto forman parte del complejo de relaciones
humanas que cae bajo la específica competencia del orden jurídico” (Fallos 296:15, considerando 4º).
“En función de lo expuesto, considero que la aplicación al caso del artículo 14 segundo párrafo de la ley 23.737 no
resulta inconstitucional.” (SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS
AIRES, CAUSA Nº25.707, CARATULADA “F., C. O. S/ RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 27 DE DICIEMBRE 2007).
§15.- Exclusión de los supuestos previstos por la ley 23.737 para que se les aplique la
suspensión de juicio a prueba toda vez que se prevén regímenes especiales de suspensión
del trámite (arts. 18, 17 y 21 de la ley). La tenencia de estupefacientes para consumo
personal es constitucional y se halla expresamente prohibida, su vulneración
constitucional debe considerarse en cada caso. Requisitos para que la sustancia se
considere estupefaciente. Atipicidad de la figura por falta de lesión, necesidad de reducir
la violencia del sistema punitivo cuando no hay afectación de bienes jurídicos.
“…en la causa n° 1510 “Córdoba Grande, Jorge Antonio s/recurso de casación”, Registro n° 198/98, del
15/05/1998, de esta Sala, oportunidad en la cual sostuvimos que “...el artículo 10 de la ley 24.316 -en forma clara,
indudable y taxativa -restringe legalmente la aplicación de este instituto, toda vez que establece que: "Las
disposiciones de la presente ley no alterarán los regímenes especiales dispuestos en las leyes 23.737 y 23.771".-”.
“Expusimos en el citado precedente que “La exclusión que realiza el artículo citado, en especial con relación a los
casos del segundo párrafo del artículo 14 de la ley 23.737, se fundamenta en que esta ley contiene regímenes
especiales de suspensión del trámite del sumario (artículo 18), de suspensión de la aplicación de la pena (artículo
17), y de sustitución de la misma (artículo 21), estrechamente vinculados a las características -en cada uno de los
supuestos que expresamente prevé- de los delitos que acuña.-”.
“Además, expresamos que “El referido artículo 10 de la ley 24.316, debe ser interpretado según expresamente lo
dispone el artículo 4 del Código Penal, el que establece la aplicación de las disposiciones generales de ese código a
todos los delitos previstos por leyes especiales, en cuanto éstas no dispusieran lo contrario. En esa inteligencia, la
aplicación del artículo 76 bis es totalmente incompatible con la llamada "ley de drogas", por varias razones. "Por
un lado, los presupuestos, condiciones y duración de la suspensión del art. 18 de la ley de estupefacientes son
distintos de los de la ley 24.316, y están orientados exclusivamente a la aplicación de una medida de seguridad
Revista del Institu to de Estudio s Penales 207
curativa, o en su caso educativa. Por el otro, para los delitos del art. 14, párrafo 2, está prevista la posibilidad de
declaración de responsabilidad con reserva de pena (arts. 17 y 21), de suerte tal que, si se admitiera primero una
suspensión por vía del art. 76 bis, y después esa suspensión fuese revocada por la comisión de un nuevo delito, la
eventual pena no podría ser dejada en suspenso (art. 76 ter, párrafo quinto). Ahora bien, en el régimen de los arts.
17 y 18 de la ley 23.737, la comisión de un nuevo delito no constituye causal de revocación de la suspensión
anterior del pronunciamiento de la pena..." (conf. Luis M. García "Suspensión del Juicio a Prueba", en Cuadernos
de Doctrina y Jurisprudencia Penal, Ed. Ad Hoc, 1996, pág. 349). La incompatibilidad se presenta tan evidente y
manifiesta, que debe afirmarse con plena certeza que aplicar en el caso el art. 76 bis, comporta alterar el régimen
especial de la ley 23.737.-”.
“Esta línea de pensamiento ha sido adoptada por la mayoría de las Salas de esta Cámara en las causas: n° 7144
“Martínez, José Benito y otros s/recurso de casación”, Registro n° 9475, del 26/09/2006, de la Sala I; n° 1688
“Pardo García, Héctor s/recurso de casación”, Registro n° 2135, del 11/08/1998, y n° 2206 “Lisi, Martín s/recurso
de casación”, Registro n° 2773, del 6/09/1999, de la Sala II; n° 2803 “González Brizuela, Silvana Dalinda
s/recurso de casación”, Registro n° 2/01, del 7/02/2001, de esta Sala -con otra integración-; y voto en minoría del
doctor Gustavo M. Hornos en la causa n° 2606 “Arroyo, Eduardo Oscar s/recurso de casación”, Registro n° 3449,
del 20/06/2001, de la Sala IV; entre otras.
“La interpretación que adoptamos, no sólo se ajusta a la letra expresa de la ley 24.316, sino que además respeta los
fines perseguidos por el referido dispositivo legal; por lo que apreciamos que nos arrogaríamos ilegítimamente
facultades legislativas, si extendiéramos más allá de la norma y de la manifiesta intención del legislador la
aplicabilidad del instituto de la suspensión del juicio a prueba. La improcedencia de ello, deriva asimismo de la
imposibilidad de revisar judicialmente postulados de política criminal propios de otras esferas de los poderes del
Estado; máxime cuando ha sido el propio legislador quien ha merituado y precisado la distinta utilidad de la
prevención penal como remedio para determinada clase de criminalidad con fundamento en criterios de
oportunidad, mérito o conveniencia que escapan a este control jurisdiccional o judicial.”
(…)
“…en relación a la inconstitucionalidad de la tenencia de estupefacientes para consumo personal que
esforzadamente plantea la Defensa Oficial, que: “...la tenencia de estupefacientes es prohibida por la ley y su
constitucionalidad fue ratificada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (confr. CSJN Fallos: 300:254;
301:673; 303:1205; 304:1678; 305:137); sin olvidar que, también, la materia fue motivo de una profusa producción
jurisprudencial y un amplio debate constitucional y doctrinario”.
“Además, es el legislador quien analiza la utilidad de la prevención penal como remedio para determinada clase de
criminalidad en base a criterios de oportunidad, mérito o conveniencia que escapan a la revisión judicial”.
“No desoyendo este mandato legislativo que penaliza la tenencia de droga para consumo personal, la vigente
elaboración jurisprudencial de la Corte encierra el explícito reconocimiento de constitucionalidad de la norma y, no
habiéndose incorporado nuevos argumentos a los ya considerados en tales decisiones, no cabe apartarse de lo
establecido por ellas (ver CSJN M:114, XXIII, "Montalvo, Ernesto Alfredo, p.s.a. inf. Ley 20.771" rta. el 11/12/90;
y Cámara Nacional de Casación Penal, Sala III, causas N°227 “Romero Saucedo, Carlos s/ rec. de casación”, Reg.
N° 27/95 del 3/3/395; N° 281 “Salías, Juan E. s/ rec. de casación”, Reg. N° 30/95 del 15/3/95; y N° 418 “Silvera
Silva, José G. S/ rec. de casación”, Reg. N° 66/95 del 5/5/95)”.
“…las exigencias del art. 77 del CP y del art. 40 de la ley 23.737, dado que las normas de mención requieren para
que se trate de “estupefaciente”, la acreditación de dos extremos, a saber: Que la sustancia se encuentre incluida
dentro de las listas elaboradas por la autoridad competente y que posea aptitud para crear dependencia psíquica o
física en las personas. En autos, la falta de cuantificación de sus componentes psicopactivos, imposibilita acreditar
la capacidad de la misma para producir efectos tóxicos.
“Al respecto, se sostiene que “(l)a concreción del bien jurídico protegido en el concepto jurídico penal de salud
pública torna viable y operativa su función dogmática en tanto impedirá incluir en el tipo, aquellas conductas que
no obstante su adecuación formal en él, no sean creadoras de un riesgo típicamente relevante” (Falcone, Roberto
A. y otro, “Tráfico de estupefacientes y derecho penal”, Ad-Hoc, 2002, pág. 58).
“De este modo, puede afirmarse que la pretensión punitiva contra el nombrado ha fenecido, en atención a que no
existe interés en la persecución penal, toda vez que no se puso en peligro el bien jurídico protegido por la norma -
salud pública- y, en consecuencia, la conducta es atípica. Ello así, puesto que que el principio de lesividad
proscribe el castigo de una conducta que no provoca un resultado o, por lo menos, un riesgo especialmente
previsto. Por tal razón es inadmisible la punición de acciones u omisiones que no tienen ninguna posibilidad de
generar un riesgo, por más que el autor así lo crea (Binder, Alberto, “Introducción al derecho penal”, Ad-Hoc,
2004, págs. 166/167), este criterio es compartido con Ferrajoli cuando señala que “...el principio de lesividad
impone a la ciencia y a la practica judicial precisamente la carga de tal demostración. La lesividad del resultado,
208 Revista del Institu to de Estudio s Penales
cualquiera que sea la concepción que de ella tengamos...” (“Derecho y Razón. Teoría del garantismo penal”,
Trotta, Madrid, 1995, pág. 467).
“Por último, conviene recordar, que “el derecho penal desarrolla como principio fundante aquel que señala que el
uso de la violencia debe ser siempre el último recurso del Estado. Este principio, conocido como ultima ratio, surge
de las características propias del Estado de derecho, que constituye un programa no violento de organización de la
sociedad” (Binder, Alberto, op. cit., pág. 39); toda vez que no es un mero instrumento más de control sino que,
debido a sus consecuencias, resulta problemático para la sociedad y los particulares. Por esta razón, se requieren
garantías jurídicas especiales que determinen que sólo es legítimo utilizar el derecho penal ante infracciones graves
y como recurso extremo (Prittwitz, Cornelius, “El derecho penal alemán: ¿fragmentario? ¿subsidiario? ¿ultima
ratio? Reflexiones sobre la razón y límites de los principios limitadores del derecho penal”, traducción de María
Teresa Castiñeira Palou, en “La insostenible situación del derecho penal”, Editorial Comares, Granada, 2000, págs.
433/434 con cita de Lüderssen).” (SALA TERCERA DE LA CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, CAUSA N° 9212
DEL REGISTRO DE ESTA S ALA, CARATULADA “LÓPEZ CORREA, JORGE A NDRÉS S/ RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 6 DE
OCTUBRE 2008).
“8)…la jurisprudencia de esta Corte en un tema tan trascendente, lejos de ser pacífica, ha sido zigzagueante. Así en
"Colavini" (Fallos: 300:254) se pronunció a favor de la criminalización; en "Bazterrica" y "Capalbo", se apartó de
tal doctrina (Fallos: 308:1392); y en 1990, en "Montalvo" vuelve nuevamente sobre sus pasos a favor de la
criminalización de la tenencia para consumo personal (Fallos: 313:1333), y como lo adelantáramos en las
consideraciones previas, hoy el Tribunal decide volver a "Bazterrica".
“9) Que si bien el debate jurídico sobre la tenencia de estupefacientes para consumo personal, aparece claramente
planteado y resuelto en las posturas antagónicas de "Montalvo" y "Bazterrica", lo cierto es que habida cuenta el
carácter institucional de la Corte Suprema, llevan hoy a dar las razones de este nuevo cambio.
(…)
“14) Que en lo que aquí respecta han pasado diecinueve años de la sanción de la ley 23.737 y dieciocho de la
doctrina "Montalvo" que legitimó su constitucionalidad. Este es un período, que por su extensión, permite
descartar que un replanteo del thema decidendum pueda ser considerado intempestivo.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 209
“Por el contrario, la extensión de ese período ha permitido demostrar que las razones pragmáticas o utilitaristas en
que se sustentaba "Montalvo" han fracasado. En efecto, allí se había sostenido que la incriminación del tenedor de
estupefacientes permitiría combatir más fácilmente a las actividades vinculadas con el comercio de estupefacientes
y arribar a resultados promisorios que no se han cumplido (ver considerando 26 de Fallos: 313:1333), pues tal
actividad criminal lejos de haber disminuido se ha acrecentado notablemente, y ello a costa de una interpretación
restrictiva de los derechos individuales.
“16) Que otra razón no menos importante que justifica un nuevo cambio jurisprudencial en la cuestión aquí traída,
es que el debate jurídico plasmado en "Bazterrica" y "Montalvo", se ha llevado a cabo con anterioridad a la
reforma constitucional de 1994. En efecto, "Bazterrica" es un pronunciamiento del año 1986, y "Montalvo" de
1990.
“Cabe tener presente que una de las pautas básicas sobre la que se construyó todo el andamiaje institucional que
impulsó a la Convención Constituyente de 1994 fue el de incorporar a los tratados internacionales sobre derechos
humanos como un orden equiparado a la Constitución Nacional misma (artículo 75, inc. 22). Así la reforma
constitucional de 1994 reconoció la importancia del sistema internacional de protección de los derechos humanos y
no se atuvo al principio de soberanía ilimitada de las naciones (considerandos 18 y 19 in re "Mazzeo", Fallos:
330:3248).
“Este último acontecimiento histórico ha modificado profundamente el panorama constitucional en muchos
aspectos, entre ellos, los vinculados a la política criminal del Estado, que le impide sobrepasar determinados
límites y además lo obliga a acciones positivas para adecuarse a ese estándar internacional.
(…)
“17) Que así, los tratados internacionales, en sus textos, reconocen varios derechos y garantías previstos en la
Constitución Nacional de 1853, entre ellos —y en lo que aquí interesa— el derecho a la privacidad que impide que
las personas sean objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada (artículo 11.2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos; artículo 5° de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre; artículo 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y artículo 17.1 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos).
“Con relación a tal derecho y su vinculación con el principio de "autonomía personal", a nivel interamericano se ha
señalado que "el desenvolvimiento del ser humano no queda sujeto a las iniciativas y cuidados del poder público.
Bajo una perspectiva general, aquél posee, retiene y desarrolla, en términos más o menos amplios, la capacidad de
conducir su vida, resolver sobre la mejor forma de hacerlo, valerse de medios e instrumentos para este fin,
seleccionados y utilizados con autonomía —que es prenda de madurez y condición de libertad— e incluso resistir
o rechazar en forma legítima la injerencia indebida y las agresiones que se le dirigen. Esto exalta la idea de
autonomía y desecha tentaciones opresoras, que pudieran ocultarse bajo un supuesto afán de beneficiar al sujeto,
establecer su conveniencia y anticipar o iluminar sus decisiones" (CIDH en el caso Ximenes Lopes vs. Brasil, del 4
de julio de 2006, parágrafo 10 del voto del Juez Sergio García Ramírez).
“Estos principios se encuentran en consonancia con lo establecido en "Bazterrica".
“18) Que también el principio de dignidad del hombre, proclamado en el sistema internacional de derechos
humanos (Preámbulo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y de la Convención Americana),
guarda más compatibilidad con la solución postulada en "Bazterrica". En efecto, tal principio de dignidad que
consagra al hombre como un fin en sí mismo, se opone a que sea tratado utilitariamente.
“Parece dudosa la compatibilidad de tal principio con los justificativos de la ley 23.737 y "Montalvo", respecto de
la con veniencia, como técnica de investigación, de incriminar al consumidor para atrapar a los verdaderos
criminales vinculados con el tráfico.
“19) Que el derecho internacional también ha hecho un vehemente reconocimiento de las víctimas y se ha
preocupado en evitar su revictimización, a través del acceso a la justicia (artículo 25 de la Convención Americana).
En consonancia nuestra Corte ha receptado determinados principios tendientes a darle a aquél un mayor
protagonismo en el proceso ("Santillán" Fallos: 321:2021).
“No hay dudas que en muchos casos los consumidores de drogas, en especial cuando se transforman en adictos,
son las víctimas más visibles, junto a sus familias, del flagelo de las bandas criminales del narcotráfico. No parece
irrazonable sostener que una respuesta punitiva del Estado al consumidor se traduzca en una revictimización.
20) Que la jurisprudencia internacional también se ha manifestado en contra del ejercicio del poder punitivo del
Estado en base a la consideración de la mera peligrosidad de las personas. Al respecto se ha señalado que "La
valoración de la peligrosidad del agente implica la apreciación del juzgador acerca de las probabilidades de que el
imputado cometa hechos delictuosos en el futuro, es decir, agrega a la imputación por los hechos realizados, la
previsión de hechos futuros que probablemente ocurrirán...Sobra ponderar las implicaciones, que son evidentes, de
210 Revista del Institu to de Estudio s Penales
este retorno al pasado, absolutamente inaceptable desde la perspectiva de los derechos humanos..."(CIDH, Serie C
Nº 126, caso Fermín Ramírez vs. Guatemala, sentencia del 20 de junio de 2005).
(…)
“21) Que, cabe señalar que la jerarquización de los tratados internacionales ha tenido la virtualidad, en algunos
casos, de ratificar la protección de derechos y garantías ya previstos en nuestra Carta Magna de 1853; en otros, le
ha dado más vigor; y en otros casos realiza nuevas proclamaciones o describe alcances de los mismos con más
detalle y precisión.
Pero, además, dichas convenciones internacionales también aluden a los valores que permiten establecer
limitaciones al ejercicio de esos derechos para preservar otros bienes jurídicos colectivos, tales como "bien
común", "orden público", "utilidad pública", "salubridad pública" e "intereses nacionales" (artículo 22 inc. 3º, del
Pacto de San José de Costa Rica; artículos 12 inc. 3°, 14, 19 inc. 3º b, 21 y 22 inc. 2 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos; artículo 29 inc. 2º de la Declaración Universal de Derechos Humanos).
(…)
“No hay que olvidar que los tratados internacionales sobre derechos humanos establecen una protección mínima
por debajo de la cual se genera responsabilidad internacional, y que nuestra Constitución Nacional, en relación a
los parámetros antes transcriptos, es más amplia (Colautti, Carlos, "Los tratados internacionales y la Constitución
Nacional", Ed. La Ley 1999, Bs. As., pág. 76).
“22) Que sobre la interpretación de tales bienes colectivos la Corte Interamericana ha dado claras pautas
interpretativas, para evitar que la mera invocación de tales intereses colectivos sean utilizados arbitrariamente por
el Estado. Así en su Opinión Consultiva 5/86 señaló que es posible entender el bien común, dentro del contexto de
la Convención, como un concepto referente a las condiciones de la vida social que permiten a los integrantes de la
sociedad alcanzar el mayor grado de desarrollo personal y la mayor vigencia de los valores democráticos. En tal
sentido, puede considerarse como un imperativo del bien común la organización de la vida social en forma que se
fortalezca el funcionamiento de las instituciones democráticas y se preserve y promueva la plena realización de los
derechos de la persona humana. Luego agregó: "No escapa a la Corte, sin embargo, la dificultad de precisar de
modo unívoco los conceptos de 'orden público' y 'bien común', ni que ambos conceptos pueden ser usados tanto
para afirmar los derechos de la persona frente al poder público, como para justificar limitaciones a esos derechos
en nombre de los intereses colectivos. A este respecto debe subrayarse que de ninguna manera podrían invocarse el
'orden público' o el 'bien común' como medios para suprimir un derecho garantizado por la Convención o para
desnaturalizarlo o privarlo de contenido real (ver el art. 29.a) de la Convención). Esos conceptos, en cuanto se
invoquen como fundamento de limitaciones a los derechos humanos, deben ser objeto de una interpretación
estrictamente ceñida a las 'justas exigencias' de 'una sociedad democrática' que tenga en cuenta el equilibrio entre
los distintos intereses en juego y la necesidad de preservar el objeto y fin de la Convención" (parágrafos 66 y 67).
“Es claro que las consideraciones en que se sustenta el precedente "Bazterrica" se ajustan más a esa pauta
interpretativa de la Corte Interamericana, que el precedente "Montalvo", en referencia a los bienes colectivos
invocados.
“23) Que a nivel internacional también se ha consagrado el principio "pro homine". De acuerdo con el artículo 5°
del Pacto Internacional de Derecho Civiles y Políticos y el 29 de la Convención Americana, siempre habrá de
preferirse la interpretación que resulte menos restrictiva de los derechos establecidos en ellos. Así cuando unas
normas ofrezcan mayor protección, estas habrán de primar, de la misma manera que siempre habrá de preferirse en
la interpretación la hermenéutica que resulte menos restrictiva para la aplicación del derecho fundamental
comprometido (CIDH OC 5-85). No hay dudas que tal principio "pro homine" resulta más compatible con la
posición de la Corte en "Bazterrica" que en "Montalvo", pues aquél amplía la zona de libertad individual y este
último opta por una interpretación restrictiva.
(…)
“26) Que si bien el legislador al sancionar la ley 23.737, que reemplazó a la 20.771, intentó dar una respuesta más
amplia, permitiendo al juez penal optar por someter al inculpado a tratamiento o aplicarle una pena, la mencionada
ley no ha logrado superar el estándar constitucional ni internacional. El primero, por cuanto sigue incriminando
conductas que quedan reservadas por la protección del artículo 19 de la Carta Magna; y el segundo, porque los
medios implementados para el tratamiento de los adictos, han sido insuficientes hasta el día de la fecha.
“27) Que la decisión que hoy toma este Tribunal, en modo alguno implica "legalizar la droga". No está demás
aclarar ello expresamente, pues este pronunciamiento, tendrá seguramente repercusión social, por ello debe
informar a través de un lenguaje democrático, que pueda ser entendido por todos los habitantes y en el caso por los
jóvenes, que son en muchos casos protagonistas de los problemas vinculados con las drogas (Ordoñez-Solis David,
"Los Jueces Europeos en una Sociedad Global: Poder, Lenguaje y Argumentación", en European Journal of Legal
Studies, vol. I EJLS, n° 2).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 211
28) Que, frente a la decisión que hoy toma este Tribunal se debe subrayar el compromiso ineludible que deben
asumir todas las instituciones para combatir al narcotráfico. A nivel penal, los compromisos internacionales
obligan a la Argentina a limitar exclusivamente la producción, fabricación, exportación, importación, distribución,
y comercio de los estupefacientes, a fines médicos y científicos. Asimismo a asegurar, en el plano nacional, una
coordinación de la acción preventiva y represiva contra el tráfico ilícito, adoptando las medidas necesarias, para
que el cultivo, la producción, fabricación, extracción, preparación, oferta de venta, distribución, despacho,
expedición de tránsito, transporte, importación y exportación de estupefacientes, sean consideradas como delitos
que se cometen intencionalmente, y que los delitos graves sean castigados en forma adecuada, especialmente con
penas de prisión y otras penas privativas de la libertad (artículo 36 de la Convención).
(…)
“29) Que, sin perjuicio de todas las evaluaciones que debe hacer el Estado para mejorar las técnicas complejas de
investigación para este tipo de delitos, tendientes a desbaratar las bandas criminales narcotraficantes que azotan a
todos los países; respecto de la tenencia para consumo personal, nuestro país, en base a la interpretación que aquí
hace de su derecho constitucional, hace uso de la reserva convencional internacional respecto de tal cuestión,
descartando la criminalización del consumidor. Obviamente que la conducta no punible solo es aquella que se da
en específicas circunstancias que no causan daños a un tercero.
“30) Que en síntesis, después de la reforma constitucional han ingresado principios internacionales, que han
impactado fuertemente en nuestro derecho constitucional. Ello se ha visto reflejado en diversos pronunciamientos
de la Corte —algunos de los cuales hemos citado aquí—, que han generado una constelación o cosmovisión
jurídica en la que el precedente "Bazterrica" encaja cómodamente. Por ello, las razones allí expuestas y los
resultados deletéreos que hasta el día de la fecha demostró la aplicación del artículo 14, segundo párrafo, de la ley
23.737, conducen a este Tribunal a declarar su incompatibilidad con el diseño constitucional, siempre con el
alcance que se le asignara en el mencionado precedente "Bazterrica" —voto del juez Petracchi—.
(…)
“32)… nuestra Constitución Nacional y sumado a ello los tratados y convenciones internacionales sobre derechos
humanos jerarquizados reflejan la orientación liberal garantizadora que debe imperar en un estado de derecho
democrático para resolver los conflictos entre la autoridad y los individuos y respeto de éstos entre sí, y en ese
sentido el estado de derecho debe garantizar y fomentar los derechos de las personas siendo éste su fin esencial.
(C.S.J.N. “ARRIOLA, SEBASTIÁN Y OTROS S/ CAUSA N° 9080”, RTA. 25 DEE AGOSTO 2009).
X
Excepciones
Sumario
§1.- Cám. Nacional Crim. y Correc., "Vila, Daniel y otros s/nulidad", rta. 12 de septiembre 2008. Trámite de
las excepciones por incidente para evitar paralización ddel expediente. Art. 340 C.P.P.N..
§2.- Cámara Nacional de Casación Penal, sala 2ª, “Armando, Ricardo A. s/ recurso de casación”, rta. 30 de
octubre de 2008. Extinción de la acción penal. La prescripción no se interrumpe por el llamado a indagatoria si
no fija fecha.
§3.- Sala III del Tribunal de Casación pcia. de Buenos Aires, causa número 4.852 (Registro de Presidencia
18.582) caratulada: “O., M. G. s/ recurso de casación” y su acumulada número 4.853 (Registro de
Presidencia 18.583) caratulada: “D., E. I. s/ recurso de casación”, rta. 13 de julio 2010. Competencia federal,
no procede cuando los hechos tengan estricta motivación particular.
§4.- Sala VI, Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, Causa Nro. 40.376 “N.N.
Dam. G., S. D. s/competencia”, rta. 22 de octubre 2010. Es competencia federal la violación del correo
electrónico de cara a su equiparación con la correspondencia (art. 153 CP) a partir de la reforma de la ley
26.388.
§1.- Trámite de las excepciones por incidente para evitar paralización ddel expediente.
Art. 340 C.P.P.N.
"El art. 340 del C.P.P.N. es claro en cuanto a que las excepciones previstas en el art. 339 del código de rito se
sustanciarán y resolverán por separado, sin perjuicio de continuarse con la tramitación del expediente.
"Por otra parte, debe tenerse en cuenta que más allá que todavía no se resolvió el incidente de prescripción de los
imputados, lo cierto es que no se adoptó ninguna resolución sobre el fondo, a lo que se le suma que tampoco le
causa un perjuicio a la parte puesto que de hacerse lugar a la excepción promovida, como consecuencia, se dictará
el sobreseimiento de los imputados, quedando sin efectos los actos llevados a cabo.
"Finalmente, no debe perderse de vista que hasta el momento no se pudo adoptar ninguna decisión en dichas
incidencias por la conducta asumida por los propios imputados, por lo que subordinar el avance del proceso a la
voluntad de éstos, llevaría irremediablemente a la prescripción de la acción penal." (CÁM. NACIONAL CRIM. Y
CORREC., "VILA, DANIEL Y OTROS S/NULIDAD", RTA. 12 DE SEPTIEMBRE 2008).
“Sin perjuicio de que no se ha suscitado controversia en torno a la ley aplicada, observo que al momento de los
hechos objeto del presente proceso regía el texto del art. 67, CPen. según ley 23077, cuyo párr. 4º, según ley
13569, disponía que "(l)a prescripción se interrumpe por la comisión de otro delito o por la secuela del juicio". Sin
embargo, al momento de dictarse la resolución que rechazó la prescripción, y del pronunciamiento de la recurrida
queda confirmó, había entrado ya en vigencia el nuevo texto legal introducido por ley 25990, que fue el aplicado al
presente. La sucesión de leyes en el tiempo impone determinar, de manera previa al estudio de la cuestión
debatida, cuál es la ley aplicable a tenor del art. 2, CPen., porque sólo fijado el alcance de las leyes sucesivas
podría decidirse si debe aplicarse la vigente al momento del hecho, o si es más favorable a la situación del
imputado la ley que la sucedió. Y ello es imperioso aun cuando en el caso no se ha suscitado controversia en torno
a la ley aplicada, pues por imperio de su deber de sujeción a la ley, el tribunal debe establecer la recta
interpretación y alcance de cada ley sucesiva con independencia de las alegaciones de las partes, según lo sintetiza
el principio iura curia novit.
“En esa tarea, comienzo por recordar que de acuerdo a la interpretación del alcance del concepto "secuela de
juicio" que expuse por primera vez en esta Cámara en la causa 9166 de esta sala, "Berazategui, José M. y otro s/
recurso de casación" (reg. n. 13.063, resuelta el 12/8/2008) -a cuyas consideraciones remito en razón de brevedad-
el curso de la prescripción admite "una única oportunidad de interrupción ", la que identifiqué con "el momento en
que un órgano del Estado formula oficialmente cargos contra el imputado, notificándolo de los hechos de la
imputación ". E incluso admití que puede haber actos anteriores que tengan igual contenido de información y de
promoción de la persecución contra una persona determinada, como por ejemplo, el acto de la aprehensión misma
con motivo de la imputación, en tanto "como declaración formal del Estado, presenta al imputado por primera vez
Revista del Institu to de Estudio s Penales 213
§3.- Competencia federal, no procede cuando los hechos tengan estricta motivación
particular.
“…la Corte Suprema de Justicia de la Nación establece la jurisdicción provincial cuando del conocimiento
prioritario de los tribunales federales lo actuado revele inequívoca y fehacientemente que los hechos tienen estricta
motivación particular y que, además, no existe posibilidad de que resulte afectada, directa o indirectamente, la
214 Revista del Institu to de Estudio s Penales
seguridad del Estado Nacional o de alguna de sus instituciones (COMPO00247 del 27-XII-90 “Combal, Fernando
Alberto s/ secuestro extorsivo, entre otros).” (SALA III DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PCIA. DE B UENOS AIRES,
CAUSA NÚMERO 4.852 (REGISTRO DE PRESIDENCIA 18.582) CARATULADA: “O., M. G. S/ RECURSO DE CASACIÓN” Y
SU ACUMULADA NÚMERO 4.853 (REGISTRO DE P RESIDENCIA 18.583) CARATULADA: “D., E. I. S/ RECURSO DE
CASACIÓN”, RTA. 13 DE JULIO 2010).
“(la justicia provincial) declinó el conocimiento del sumario a favor del fuero de excepción por entender que la
reforma introducida al art. 153 del Código Penal de la Nación ha equiparado la violación del correo electrónico a la
de correspondencia tradicional, pero no fue aceptada por no advertirse la vulneración de normas federales pues se
trataba de un conflicto entre dos personas físicas.-
“… es la Justicia de excepción quien deberá continuar a cargo de la investigación pues, luego de la reforma
introducida por la Ley 26.388, sancionada con anterioridad al evento estudiado, ninguna duda cabe que
efectivamente ha quedado comprendida esa conducta en la norma citada.” (SALA VI, CÁMARA NACIONAL DE
APELACIONES EN LO CRIMINAL Y CORRECCIONAL, CAUSA NRO. 40.376 “N.N. DAM . G., S. D. S/COMPETENCIA”,
RTA. 22 DE OCTUBRE 2010).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 215
XI
Procesal Penal. Principios
Sumario
§1.- Sala II, Cám. Nac. Crim. y Corr., causa n° 28.950 “K., N. s/excepción de falta de acción”, rta. 15 de julio
2010. Necesidad de atender el contexto en que se produce el consumo de estupefacientes. Amparo constitucional
del art. 19, no cubre al riesgo potencial a la salud pública cuando “atendiendo a cada caso” hay riesgo de
afectación al bien jurídico. Consumo punible si se efectuó en una plaza pública.
§2.- CNCrim. y Correc., sala I, causa “A. G., I. L. M. s/ habeas data”, nro. 38.554, rta. 14 de julio 2010. La
publicación de una sentencia en un sitio de Internet constituye una derivación del principio republicano de
gobierno (art. 1° C.N.). No existe violación a ninguno de los supuestos contemplados por la ley 25.326 de habeas
data.
§1.- La publicación de una sentencia en un sitio de Internet constituye una derivación del
principio republicano de gobierno (art. 1° C.N.). No existe violación a ninguno de los
supuestos contemplados por la ley 25.326 de habeas data.
“…partiendo de la base de que la publicación en un sitio gubernamental de internet de la decisión judicial que nos
ocupa, constituye una derivación del principio republicano de gobierno establecido por el art. 1° de la Constitución
Nacional, es que no advertimos en el caso ninguno de los supuestos contemplados en la ley 25.326 de hábeas data,
para la procedencia de la acción intentada. Ello, ya que como ha sido correctamente sostenido por el a quo, a cuyos
argumentos nos remitimos, los datos cuya publicación ha sido objeto de cuestionamiento no son falsos, inexactos o
desactualizados, ni se vinculan con otra clase de información cuyo registro se encuentre prohibido por la ley (art.
33, inc. “b” del cuerpo legal citado). En particular, y frente a lo que plantea la recurrente, debemos destacar que la
información de que se trata en modo alguno puede ser catalogada de “sensible”, conforme los supuestos que en tal
sentido establece de modo taxativo el art. 2° de la ley. Lo expuesto, nos lleva a concluir que si bien los motivos
dados por el accionante pueden resultar entendibles, lo cierto es que la vía que ha escogido no resulta la idónea
para el fin que persigue, y debe ser ante el órgano que se ha encargado de publicar la resolución judicial donde
debe efectuar su planteo, para que así se decida la procedencia, o no, de su petición.” (CNCRIM. Y CORREC., SALA
I, CAUSA “A. G., I. L. M. S/ HABEAS DATA”, NRO. 38.554, RTA. 14 DE JULIO 2010).
216 Revista del Institu to de Estudio s Penales
XII
Procesal Penal. Potestades policiales
Sumario
§1.- Sala III, Tribunal de Casación Penal pcia. de Buenos Aires, causa nº 12.029 (Registro de Presidencia nº
41.855) “G., A. y M., M. Á. s/ Recurso de queja”, rta. 17 de junio 2010. Validez del cacheo. Causa probable
ante la comprobación de la portación de arma de fuego. Habilitación de requisas posteriores por razones de
urgencia y seguridad.
§2.- Sala III del Tribunal de Casación Penal de la pcia. de Buenos Aires, causa Nº 8.432 (Registro de
Presidencia Nº 26.915) caratulada “R., R. A. s/Recurso de Casación”, rta. 28 de octubre 2008. Interceptación
y requisa por actitud sospechosa (configura atribuciones art. 294 inc. 5 C.P.P.).
§1.- Validez del cacheo. Causa probable ante la comprobación de la portación de arma de
fuego. Habilitación de requisas posteriores por razones de urgencia y seguridad.
“Con respecto al planteo de nulidad articulado por la defensa, mediante el cual postula la invalidación del
procedimiento policial mediante el cual se secuestrara en poder de los imputados sendas arma de guerra y se
procediera a su aprehensión, se adelanta que, en orden a las consideraciones que se sucederán, no habrá de ser
acogido favorablemente.
“Desde una primera aproximación, advierto que la alegada falta de causa probable para la realización de la
mentada diligencia no ha sido tal, ya que luego de un detallado análisis del acta mediante la cual se la
documentara, concluyo que no se verifican lo vicios formales que la parte recurrente denuncia.
“Así, pues, a contrario de lo sostenido por la defensa, durante el debate los funcionarios policiales Walter Enrique
Iñiguez y Daniel Orlando Grillo justificaron acabadamente el motivo que los llevo a interceptar el tránsito de los
imputados al destacar que previo a realizar tal procedimiento, observaron que éstos descendieron presurosamente
de un automotor conducido por un tercero, el cual lejos de seguir su marcha, procedió a abrir el capot del auto y
revisar su motor, lo cual, dado la actitud que aquellos demostraron, permitía razonablemente desechar la
posibilidad de que se dirigieran a su lugar de trabajo o que el rodado que previamente los transportara se tratase de
un remís (ver fs. 201/202 de los ppales.).
“Asimismo, los referidos testigos manifestaron que contribuyó a fortalecer el estado de sospecha razonable que los
motivó a interceptar a los imputados el hecho de que uno de éstos, sindicado durante el debate como “el más
gordito”, hizo caso omiso a la orden impartida a los efectos de que detuviera su marcha y fuera identificado –acto
en particular para el cual la policía se halla plenamente facultada-, acelerándola en vez de disminuirla, a la vez de
oponer resistencia al accionar preventor (ver fs. 201Vta/202Vta del ppal.).
“Por otra parte, cabe destacar que el testigo Iñiguez aseguró que al efectuar el cacheo de rigor sobre el exterior del
cuerpo del que sindicó como el sujeto más delgado (M.), advirtió mediante su sentido del tacto que éste portaba en
su cintura un arma de fuego tipo pistola que a la postre resultó ser una del calibre 11,25 mm, frente a lo cual dicho
imputado le refirió “me agarraste” (ver fs. 201Vta).
“Respecto de esto último, y atendiendo a que el cacheo en sí no significa en modo alguno la requisa del cuerpo en
los términos del artículo 225 del rito, toda vez que el grado de injerencia en la privacidad de la persona en el
primero resulta sensible y ostensiblemente menor que en el segundo supuesto, entiendo que al percatarse el testigo
de que el imputado llevaba un arma de fuego mediante el aludido cacheo, a partir de allí, se halló facultado para
realizar las posteriores requisas por cuestiones no sólo de urgencia y conservación de la prueba, sino también de
seguridad (artículos 225, 226 parte 2ª en función del 294, inciso 5º, parte 1ª, del ritual).
“Luego, si tras interceptar a los imputados ante la concurrencia de circunstancias que permiten fundar
adecuadamente un estado de sospecha razonable, motivado no sólo en la actitud de los imputados previo a que se
les requiriera que detuvieran su marcha y la reticencia por parte de uno de ellos en acatarla y resistirse instantes
luego, a la vez de haberse advertido tras un simple cacheo que el otro portaba un arma de fuego, cabe concluir
que el cuadro a esa altura permitió fundar un estado de causa probable que valida la injerencia estatal materializada
en el registro so riesgo, como se dijo, de pérdida de la fuente de prueba así como también por cuestiones de
urgencia y seguridad.” (SALA III, TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL PCIA. DE B UENOS AIRES, CAUSA Nº 12.029
(REGISTRO DE PRESIDENCIA Nº 41.855) “G., A. Y M., M. Á. S/ RECURSO DE QUEJA”, RTA. 17 DE JUNIO 2010).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 217
§2.- Interceptación y requisa por actitud sospechosa (configura atribuciones art. 294 inc. 5
C.P.P.).
“Si bien en el acta de fs. 1/1vta. del principal no se consignaron las razones por las que R. fue interceptado por
personal policial (fs.2/vta.), las testimoniales de H. L. M. y P. M. dan cuenta de su actitud sospechosa que dio
motivo a su interceptación y la posterior requisa de la bolsa que llevaba.
“El artículo 294 del Código Procesal Penal en su inciso 5 regula la actuación de la policía con motivo de un
operativo público de control motivado en políticas tendientes a la prevención de los delitos. En esos casos puede
proceder a revisar los efectos que las personas lleven en sus ropas o vehículos.
“Esa función específica motivó la actuación que dio lugar a esta causa en la que se secuestró el arma (artículos 201
y 203 “a contrario” del Código Procesal Penal).
“En efecto, la presencia policial en la zona se encuadra en un operativo de control del mencionado en el artículo en
trato. Específicamente se consigna en el acta de fs. 1/vta. que los efectivos policiales se encontraban recorriendo la
zona “... en prevención de delitos y faltas en general ...” (fs. 2).
“Ha dicho la Corte Suprema de Justicia de la Nación el 12 de noviembre de 1998 en el precedente “Fernández
Prieto, Carlos A. y otro” que el accionar policial regular y en ejercicio de sus funciones específicas debe analizarse
a la luz de “las especiales circunstancias en que se desarrolló el acto impugnado” (considerando 15). Y en ese
aspecto, considero que esas circunstancias –que señalé arriba– permiten tener por regular el acto más aún cuando
lo preventores convocaron a un testigo y volcaron todo lo actuado en acta (conf. considerando 16).
“Sumo a ello, y sigo con el criterio de la Corte, “el accionar policial se efectuó dentro del marco de una actuación
prudente y razonable... en el ejercicio de sus funciones específicas, en circunstancias de urgencia” (considerando
17).
“Basta pensar en un imposible trabajo policial si se les impide tomar una mínima e inmediata decisión y se les
impone que, ante cualquier observación, convoquen al fiscal para que indique el procedimiento a seguir.
“En este sentido, los artículos 153 y 154 del rito también los habilita a proceder ante flagrancia con idéntico
fundamento. Por eso se constituye como autoridad de prevención, es decir, antes de que el delito se cometa,
durante su consumación o en el momento inmediatamente posterior. En este sentido el artículo 293 del Código
Procesal Penal es específico. Con esto contesto al recurrente cuando argumenta sobre los distintos artículos del
Código Procesal Penal que no fueron respetados y cuando sostiene que el rechazo de la nulidad equivale a otorgar
a la policía mayores facultades que a los órganos judiciales.
“La prueba se completa con el secuestro de un revólver calibre 38 marca Eibar serie 82689 cargado con
proyectiles, la pericia balística que dictamina que la misma es apta para disparar y funciona en simple y doble
acción y los informes de los Registros Provincial y Nacional de Armas que indican que el arma no se encuentra
registrada y que R. no reviste la calidad de legítimo usuario (fs. 20/vta.).” (SALA III DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN
PENAL DE LA PCIA. DE BUENOS AIRES, CAUSA Nº 8.432 (REGISTRO DE PRESIDENCIA Nº 26.915) CARATULADA “R., R.
A. S/RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 28 DE OCTUBRE 2008).
218 Revista del Institu to de Estudio s Penales
XIII
Procesal Penal. Garantías
Sumario
§1.- Sala III, Tribunal de Casación Penal pcia. de Buenos Aires, causa nº 12.029 (Registro de Presidencia nº
41.855) “G., A. y M., M. Á. s/ Recurso de queja”, rta. 17 de junio 2010. Garantía de la proscripción de la
“doble valoración” y prohibición de non bis in idem.
§2.- Sala III del Tribunal de Casación pcia. de Buenos Aires, causa número 4.852 (Registro de Presidencia
18.582) caratulada: “O., M. G. s/ recurso de casación” y su acumulada número 4.853 (Registro de
Presidencia 18.583) caratulada: “D., E. I. s/ recurso de casación”, rta. 13 de julio 2010. Principio de
congruencia: no se refiere a la calificación, sino a la correlación de los hechos entre la acusación y la sentencia.
§3.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires, causas Nº 40.419 y su
acumulada Nº 40.206 seguida a C. C. M. y a J. A. V., rta. 16 de septiembre de 2010. Principio de congruencia:
derivación de la garantía de defensa en juicio. Correlación del hecho imputado en las sucesivas etapas
procesales. Art. 374 del C.P.P. Fallo “Fermín Ramírez c. Guatemala” de la CIDH. Fallo “Sircovich” de la
C.S.J.N. El objeto del proceso debe permanecer incólume pudiendo variar, sin violación al principio acusatorio,
en circunstancias particulares. Provisoriedad del requerimiento fiscal de elevación a juicio.
§4.- Sala III del Tribunal de Casación Penal, causa número 10212 (registro de Presidencia número 35393)
caratulada: “T., R. A.. S., C. A. s/ recurso de casación”, rta. 5 de agosto 2010. Buena Fe Procesal: control de
la prueba. El incumplimiento de los requisitos estrictamente formales no lleva a la decadencia del derecho a
valerse de la prueba.
§5.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa nro. 40.449 “G.
M., s/ recurso de casación”, rta. 2 de septiembre 2010. Garantía del juez natural: constitucionalidad del art. 22
del C.P.P.B.A.
“…debe ser obliterada la agravante consistente en los antecedentes condenatorios del imputado M. (ver fs. 209
Vta.), no sólo por resultar violatoria del principio de culpabilidad por el hecho, sino también, y por sobre todo,
debido a que dicho extremo se utilizó para fundar su declaración de reincidencia, incurriendo el a quo, de tal
modo, en un supuesto de “doble valoración”, vedado por la garantía fundacional del ne bis in idem.” (SALA III,
TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL PCIA. DE BUENOS AIRES, CAUSA Nº 12.029 (REGISTRO DE PRESIDENCIA Nº 41.855)
“G., A. Y M., M. Á. S/ RECURSO DE QUEJA”, RTA. 17 DE JUNIO 2010).
“(no hay) violación al principio de congruencia, desde que su finalidad es impedir que una persona sea condenada
en base a una construcción fáctica diversa de la que fue objeto de imputación, para asegurar la garantía de defensa,
y evitar que el imputado se lo condene por un hecho que no tuvo en cuenta (cfr. Alfredo Vélez Mariconde
“Derecho Procesal Penal”, editorial Marcos Lerner, Buenos Aires, 1982, Tomo II páginas 236 y siguientes).
“Se respeta la defensa en juicio, cuando media correlación sobre los hechos entre la acusación y la sentencia –
como sucede en el caso-, que agrego sobreabundando no se refiere a la calificación, pues no cabe confundir el
aspecto fáctico con el jurídico, esto es, la situación de hecho que el agente fiscal atribuyó a las acusadas, con la
valoración de derecho sustantivo de esa situación.
“Convengo que el derecho de defensa se concibe con un derecho de rango fundamental, atribuido a las partes de
todo proceso, que consiste básicamente en la necesidad de que éstas puedan ser oídas, en el sentido de que puedan
alegar y probar para conformar la resolución judicial, y de que conozcan y puedan rebatir todos los materiales de
hecho y de derecho que puedan influir en la misma.” (SALA III DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PCIA. DE BUENOS
AIRES, CAUSA NÚMERO 4.852 (REGISTRO DE PRESIDENCIA 18.582) CARATULADA: “O., M. G. S/ RECURSO DE
CASACIÓN” Y SU ACUMULADA NÚMERO 4.853 (REGISTRO DE PRESIDENCIA 18.583) CARATULADA: “D., E. I. S/
RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 13 DE JULIO 2010).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 219
“…el llamado principio de congruencia deriva de la garantía de defensa en juicio establecida en el art. 18 de la
C.N., y exige que medie correlación o identidad entre el hecho imputado en las sucesivas etapas procesales y el
establecido en el veredicto y la sentencia, para así evitar la sorpresa procesal que supondría la alteración de la
plataforma fáctica al momento de sentenciar, y con ello el perjuicio que tal circunstancia supondría para las
posibilidades de defensa (conf. precedente “C. ”, c. 12.413, sent. del 13-XII-2004).
“En ese sentido, el art. 374 del C.P.P. dispone que el tribunal no podrá apartarse del hecho contenido en la
acusación o sus ampliaciones. Corolario de lo expuesto resulta el artículo 375 del Código Procesal Penal, en cuanto
establece que en el tratamiento de la cuestión relativa a la calificación legal, al momento de la sentencia, el tribunal
no puede exceder el hecho materia de acusación ni producir indefensión para el imputado.
“Al respecto, la CIDH se expidió en el fallo “Fermín Ramirez vs. Guatemala” (sentencia del 20/06/05) y entendió
que en el caso el Tribunal había resuelto afectando la congruencia. Así, determinó que la incongruencia se produjo
cuando el Tribunal en la sentencia cambió la calificación jurídica del delito y dio por establecidos hechos y
circunstancias nuevos, que no habían sido considerados en la acusación ni en el auto de apertura a juicio.
“A nivel nacional, respecto a la correlación que debe existir entre la acusación y la sentencia, la CSJN se expidió
en el fallo “Sircovich” (CSJN, S.1798.XXXIX). En oportunidad de resolver el recurso extraordinario interpuesto
por la defensa, la CSJN entendió que la cuestión quedaba circunscripta a responder si se trataba de un mero cambio
de calificación sin incidencia en hechos que permanecieron incólumes o si por el contrario, al exigir cada tipo
penal conductas diversas, al variar la norma se afectó el sustrato fáctico de la imputación.
“La Corte Nacional partió de la base de considerar a la sentencia penal como un silogismo, en el cual la premisa
mayor está dada por la norma, la menor, por el hecho y la conclusión es la decisión del juez. Así, concluyó que “...
puesto que aquí se permutó la premisa mayor de una manera esencial -se tomó en cuenta una situación fáctica
normativa de diferente naturaleza- se operó una modificación del razonamiento silogístico original. En otras
palabras, al variarse una de las proposiciones, ya no es posible mantener la identidad del argumento, y esta
variación, cuando es relevante en los términos fácticos ya explicados, implica una afectación al principio de
congruencia”.
“El fallo “Sircovich” reafirmó el criterio según el cual se debe analizar si todos los elementos por los que se arribó
a la sentencia condenatoria integraron la base fáctica de la acusación con expresa e idéntica asignación de
relevancia jurídica.
“Por otra parte, tiene dicho esta Sala que el objeto del proceso que viene fijado en la requisitoria fiscal, si bien debe
permanecer incólume en lo referido a su esencialidad y al sujeto de la imputación, puede variar en circunstancias
particulares modificadoras de la responsabilidad criminal en los limitados casos previstos por la ley, sin que ello
implique afectación del acusatorio y en tanto se respete la contradicción y el ejercicio de la defensa.
“El proceso es un acontecer dinámico dentro del cual la requisitoria fiscal tiene una provisoriedad derivada de que
el acto subsecuente del debate oral configura el aspecto fundamental del juicio y las pruebas y discusiones que allí
se producen naturalmente pueden modificar la pretensión originaria mientras no se altere la esencialidad del hecho,
ya sea por la reafirmación a través del control de la oralidad de aspectos que venían indicados en la investigación
preliminar o por la aparición de nuevas circunstancias vinculadas al objeto del proceso.” (SALA SEGUNDA DEL
TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, CAUSAS Nº 40.419 Y SU ACUMULADA Nº
40.206 SEGUIDA A C. C. M. Y A J. A. V., RTA. 16 DE SEPTIEMBRE DE 2010).
Existe indefensión constitucionalmente relevante cuando con infracción de una norma procesal, el tribunal impide
el ejercicio del derecho de defensa, privando o limitando, bien su facultad de alegar y justificar sus derechos, bien
220 Revista del Institu to de Estudio s Penales
de replicar a la contraria en el marco del contradictorio, produciendo un efectivo y real menoscabo del derecho de
defensa.
Por tanto, sólo cabe otorgar relevancia constitucional a aquélla que resulta efectiva, de tal forma que no toda
infracción o irregularidad procesal cometida por los órganos judiciales provoca, en todos los casos, la eliminación
o disminución material de los derechos que corresponden a las partes en el proceso.
La proposición de pruebas, que se plantee en forma defectuosa, no tiene que suponer inevitablemente la exclusión
de las declaraciones.
El incumplimiento de los requisitos estrictamente formales, no lleva a la decadencia del derecho a valerse de la
prueba y, en definitiva, del acceso a la jurisdicción en toda su plenitud (artículo 8.1. de la Convención Americana
Sobre Derechos Humanos), salvo que se lo impida una razón fundada en un precepto expreso de una Ley, que a su
vez sea respetuoso con el contenido esencial del derecho fundamental; si bien la interpretación procesal del
correspondiente obstáculo procesal debe guiarse por un criterio "pro actione" que, teniendo siempre presente la
ratio de la norma y un criterio de proporcionalidad entre la entidad del defecto advertido y la sanción derivada del
mismo, no impida la cognición del fondo de un asunto sobre la base de meros formalismos o de entendimientos no
razonables de las normas procesales (SSTC. 120/93, 40/96).
En consecuencia, cabe concluir respecto a la exigencia en el cumplimiento de los requisitos previstos en el art. 363
del Código Procesal Penal que la omisión de alguna de las circunstancias que allí se exigen, en orden a la
proposición de peritos y testigos, no puede acarrear de manera automática la inadmisión de la diligencia, si la parte
que se opone a la misma no argumenta, siquiera, que se le impide controlar la diligencia, o que la misma supone un
fraude procesal o un obstáculo al principio de contradicción e igualdad de partes (STS. 13.12.96), máxime cuando
no se trata de una prueba adicional no conocida o no accesible en la etapa de citación a juicio.
En definitiva como se lee en la STS. De 29.9.98: “al margen de lo que sea buena fe procesal, las pruebas
anunciadas al inicio de las sesiones aún permiten a las demás partes un efectivo uso del derecho y principio de
contradicción, ya que sobre las mismas pueden interrogar a acusados, testigos, peritos etc... e incluso proponer
otras que las desvirtúen”. (SALA III DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL, CAUSA NÚMERO 10212 (REGISTRO DE
PRESIDENCIA NÚMERO 35393) CARATULADA: “T., R. A.. S., C. A. S/ RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 5 DE AGOSTO
2010).
§5.- Garantía del juez natural: constitucionalidad del art. 22 del C.P.P.B.A.
“Debe rechazarse, en primer lugar, el planteo de inconstitucionalidad del artículo 22 del CPP, en su actual
redacción, según la ley 13.943.
“Lo que apunta a impedir la garantía que el recurrente considera vulnerada es la constitución de un tribunal
especial o la manipulación de los tribunales designados por la ley antes del hecho de la causa, con el fin de
asignarle a alguno de ellos el juzgamiento de un caso o de una cantidad específica de casos. Nada de ello sucede
cuando, como en el caso, la reforma no sólo obedece a cuestiones generales de organización judicial, sino que
además subordina la alternativa de una diferente integración del tribunal al consentimiento del imputado (art. 22,
inciso b, CPP).
“Es, por tanto, excesivo sostener que se lesiona el principio de juez natural cuando una ley general relativa a la
organización judicial incorpora una variante a la conformación del tribunal que en modo alguno tiene en miras
manipular la asignación de los casos penales, con mayor razón aún cuando, como en el caso, la parte beneficiaria
de la garantía conserva la posibilidad de mantener la integración originaria.” (SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE
CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, CAUSA NRO. 40.449 “G. M., S/ RECURSO DE CASACIÓN”,
RTA. 2 DE SEPTIEMBRE 2010).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 221
XIV
Procesal Penal. Derecho de Defensa
Sumario
§1.- Sala IV, Cámara Crim. y Correc., causa N° 1518/10 “M., M. H. s/ art. 104 del C.P.P.N.”, rta. 16 de
noviembre 2010. Es deber del juez proveer a la defensa técnica del imputado. El derecho a nombrar defensor de
confianza no se suple sin más por la imposición de un defensor oficial si no fue decidido así por el imputado.
§1.- Es deber del juez proveer a la defensa técnica del imputado. El derecho a nombrar
defensor de confianza no se suple sin más por la imposición de un defensor oficial si no fue
decidido así por el imputado.
“…es deber del juez proveer la defensa técnica del imputado (CS, Fallos 319:1496) y en que la ley privilegia la
proposición del defensor de confianza. Así, la Convención Americana sobre Derechos Humanos otorga a toda
persona acusada de delito el derecho a “defenderse personalmente o ser asistido por un defensor de su elección”
siendo irrenunciable el de “ser asistido por un defensor proporcionado por el estado…si…no se defendiere por sí
mismo ni nombrare defensor dentro del plazo establecido por la ley” (CADH artículo 8°, párrafo 2°, incisos “d” y
“e”. En igual sentido, PIDCyP, art. 14, párrafo 3°, inciso “d”).
“Tal directiva en nuestro Código Procesal Penal de la Nación es receptada con claridad en los artículos 104, 107 y
197. La omisión del tribunal de permitir la designación de una defensa de confianza no queda sin más suplida por
la impuesta al defensor oficial, si así no fue decidido por el imputado ni éste tuvo conocimiento de ello y así lo ha
entendido nuestro más alto tribunal (Fallos, 304:1886)
“Sentado ello, entendemos que la decisión del juez de grado se basa en una inadecuada interpretación de la Ley
24.946, por cuanto su artículo 60 inciso “b” confiere a la defensa oficial la asistencia técnica de los imputados en
las causas penales en los supuestos que se requiera conforme lo previsto por el Código Procesal Penal de la
Nación, es decir, de acuerdo a la normativa ya citada que se compadece con los estándares internacionales.
“En tal contexto, no corresponde aludir a la hipótesis a la que se refiere el inciso “d” del mismo artículo -
vinculada con el deber del defensor público de arbitrar los medios para hallar a los imputados ausentes -por cuanto
no se verifica en autos, ya que ninguna diligencia se efectuó para notificar a M. H. M.” (SALA IV, CÁMARA CRIM.
Y CORREC., CAUSA N° 1518/10 “M., M. H. S/ ART. 104 DEL C.P.P.N.”, RTA. 16 DE NOVIEMBRE 2010).
222 Revista del Institu to de Estudio s Penales
XV
Procesal Penal. Valoración probatoria
Sumario
§1.- Sala III, Tribunal de Casación Penal pcia. de Buenos Aires, causa nº 12.029 (Registro de Presidencia nº
41.855) “G., A. y M., M. Á. s/ Recurso de queja”, rta. 17 de junio 2010. Principio de libertad probatoria. El
fallo ha de ser derivación lógica y razonada del plexo probatorio. Proscripción del vicio de absurdo –alcances-.
§2.- Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, causa "YURGENS, Alfredo Sebastián p.s.a.
robo calificado -Recurso de Casación-" (Expte. "Y", 02/2007), rta. 6 de octubre 2008. La fundamentación de
la sentencia debe respetar el principio de razón suficiente.
§3.- Sala II de la Cámara Nacional de Casación Penal, causa n/ 8810 caratulada: "Pereyra, Guillermo
Claudio o Pereyra, Claudio Guillermo o Ruiz, José Orlando s/ recurso de casación", rta. 8 de marzo 2010.
La prueba de la instrucción tiene valor indiciario, recepción del precendete “Novoa” (mayoría). Recepción de la
regla sentada por la C.S.J.N. en el precedente “Benítez”, necesidad de respetar el derecho al contralor de la
prueba por el imputado (arts. 8.2.f C.A.D.H. y 14.3.e P.I.D.C.P.), recepción del precedente “Abasto”.
Jurisprudencia del T.E.D.H., exclusión de la prueba no controlable (minoría).
§4.- Sala I del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa N° 38.114, caratulada
"M., D. E. s/ recurso de casación", rta. 26 de agosto 2010. La valoración efectuada sobre la credibilidad de los
testigos, no es materia casacional. El recurso de casación tiene como norte el análisis de la legalidad y logicidad
del fallo.
§5.- Sala III del Tribunal de Casación pcia. de Buenos Aires, causa número 4.852 (Registro de Presidencia
18.582) caratulada: “O., M. G. s/ recurso de casación” y su acumulada número 4.853 (Registro de
Presidencia 18.583) caratulada: “D., E. I. s/ recurso de casación”, rta. 13 de julio 2010. Las circunstancias
eximentes han de ser probadas como el hecho mismo. La carga corresponde al acusado en quien presumiblemente
concurren.
§6.- Sala Primera del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa Nº 24.136,
caratulada “A., J. S. s/ Recurso de Casación”, rta. 3 de septiembre de 2009. Relevancia del precedente
“Casal” de la C.S.J.N. La apreciación probatoria debe trascender lo meramente lógico. Posibilidad de examinar
la entidad de los elementos cargosos utilizados en la articulación de la sentencia.
§7.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa Nº39.901,
caratulada “R., J. A. s/recurso de casación”, rta. 7 de septiembre 2010. La ley no impone normas generales
para valorar la prueba. La inmediación y oralidad confieren al magistrado libre apreciación para valorar la
prueba desde la libre convicción.
§8.- Sala III del Tribunal de Casación Penal de la pcia. de Buenos Aires, causa número 11646 (registro de
Presidencia Nº 41031) caratulada: “M., E. D. y otro s/ recurso de casación”, rta. 7 de septiembre de 2010. La
función de la casación no es efectuar una nueva valoración de la prueba colectada en la audiencia de debate.
Corresponde la comprobación de que la prueba se valoró con observancia de la legalidad y en el juicio oral bajo
la vigencia de los principios de inmediación, oralidad, contradicción efectiva y publicidad, y que el razonamiento
de la convicción obedece a criterios lógicos y razonables.
§9.- Sala III del Tribunal de Casación Penal de la pcia. de Buenos Aires, causa nº 12.430 (Registro de
Presidencia nº 42.130) “M., D. o M. T., D. J. s/ Recurso de Casación”, rta. 16 de septiembre de 2010. Pautas
constitucionales y legales de la sentencia definitiva. Necesidad de contar con elementos para efectuar un control
integral y no vulnerar el derecho de defensa.
§10.- Sala III del Tribunal de Casación Penal, causa número 10212 (registro de Presidencia número 35393)
caratulada: “T., R. A.. S., C. A. s/ recurso de casación”, rta. 5 de agosto 2010. Validez de orden de
allanamiento librada con remisión a los motivos fiscales pues se puede hacer el juicio de proporcionalidad.
§11.- Sala III del Tribunal de Casación Penal, causa número 10212 (registro de Presidencia número 35393)
caratulada: “T., R. A.. S., C. A. s/ recurso de casación”, rta. 5 de agosto 2010. Alcance de la revisión
casacional. Mero control del material con que contó el órgano de mérito y el marco de su valoración. Control de
la estructura racional del discurso valorativo. Posibilidad de condena con la declaración de un solo testigo.
§12.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa nº 40.784
caratulada “P., A. D. s/Rec. de Casación”; rta. 5 de octubre 2010. El C.P.P. de la provincia de Buenos Aires no
contiene un sistema de tachas probatorio, los jueces son libres en la valoración y selección de las pruebas.
Obstáculos que impone la inmediación al trámite casacional. Casación sólo puede dirigirse al análisis de la
motivación y no de la percepción de la prueba.
§13.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, recursos de casación
interpuestos, por un lado, por la defensa de R. R. C. y L. R. -Causa Nº 34.602- y, por otro lado, por el
MINISTERIO PÚBLICO FISCAL –Causa N° 34.604-, rta. 19 de marzo 2009. La certeza de los jueces no
debe surgir del testimonio en sí sino de los juzgadores a partir de un análisis global de la prueba.
§14.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa Nº25.707,
caratulada “F., C. O. s/ recurso de casación”, rta. 27 de diciembre 2007. El C.P.P. de la provincia de Buenos
Revista del Institu to de Estudio s Penales 223
Aires no contiene un sistema de tachas probatorio, los jueces son libres en la valoración y selección de las
pruebas. Obstáculos que impone la inmediación al trámite casacional. Casación sólo puede dirigirse al análisis de
la motivación y no de la percepción de la prueba.
§15.- Sala III del Tribunal de Casación Penal de la pcia. de Buenos Aires, causa Nº 5.926 (Registro de
Presidencia Nº 22.108) caratulada “G., J. F. s/ Recurso de Casación”, rta. 29 de octubre de 2009. El
procedimiento se centra en el debate plenario: eje central del proceso. Las fallas de la investigación preparatoria
no son gravitantes sino en dicha etapa pues las afecta el principio de preclusión en un proceso dividido.
§1.- Principio de libertad probatoria. El fallo ha de ser derivación lógica y razonada del
plexo probatorio. Proscripción del vicio de absurdo –alcances-.
“…del principio de libertad probatoria adoptado por el código de forma de esta provincia, en virtud del cual todos
los hechos y circunstancias relacionados con el objeto del proceso pueden ser acreditados por cualquiera de los
medios de prueba previstos en el ritual (art. 209 C.P.P.).
“En esta inteligencia, considero que al momento de dictar la resolución cuestionada, el a quo efectuó una
descripción lógica y racional del plexo probatorio a través del cual tuvo por acreditada tanto la materialidad
infraccionaria como la autoría de los encausado en el injusto endilgado, sin evidenciar aristas de arbitrariedad en el
desarrollo de dicha tarea.
“De otro lado, y frente a la crítica consistente en que el a quo descalificó las versiones de los testigos de descargo
Nieva, Jara y Maruff, huelga mencionar que el vicio de absurdo no se consuma por el hecho de que el tribunal de
grado prefiera o atribuya trascendencia a un medio probatorio respecto de otro, o se incline por la verosimilitud de
alguna prueba en particular en desmedro de otra, sino que se debe evidenciar un error grave, manifiesto y
fundamental que conduzca a conclusiones inconciliables con las constancias objetivas de la causa.” (SALA III,
TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL PCIA. DE BUENOS AIRES, CAUSA Nº 12.029 (REGISTRO DE PRESIDENCIA Nº 41.855)
“G., A. Y M., M. Á. S/ RECURSO DE QUEJA”, RTA. 17 DE JUNIO 2010).
“…la fundamentación de la sentencia debe ser derivada, es decir, respetuosa del principio de razón suficiente. Ello
importa que la prueba en la que se basan las conclusiones a que se arriba en la sentencia, sólo pueda dar
fundamento a esas conclusiones y no a otras; o expresado de otro modo, que aquéllas deriven necesariamente de
los elementos probatorios invocados en su sustento (T.S.J. de Córdoba, Sala Penal, “Acevedo”, S. nº 13,
27/05/1985; “Isoardi”, S. nº 11, 08/05/1996; “Spampinatto”, S. n° 41, 31/05/2000; “Garay”, S. n° 362, 27/12/2007,
entre otras).”. (SALA PENAL DEL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DE C ÓRDOBA, CAUSA "YURGENS, ALFREDO
SEBASTIÁN P.S.A. ROBO CALIFICADO -RECURSO DE CASACIÓN-" (EXPTE. "Y", 02/2007), RTA. 6 DE OCTUBRE 2008).
§3.- La prueba de la instrucción tiene valor indiciario, recepción del precendete “Novoa”
(mayoría). Recepción de la regla sentada por la C.S.J.N. en el precedente “Benítez”,
necesidad de respetar el derecho al contralor de la prueba por el imputado (arts. 8.2.f
C.A.D.H. y 14.3.e P.I.D.C.P.), recepción del precedente “Abasto”. Jurisprudencia del
T.E.D.H., exclusión de la prueba no controlable (minoría).
“Como ya he sostenido en oportunidad de integrar la Sala III de esta Cámara in re "Novoa, Jorge A. y otro s/
recurso de casación", Reg. 430/00, del 10/08/00, aún las declaraciones testimoniales prestadas ante la instrucción,
como las prestadas ante la prevención policial y que ni siquiera fueron ratificadas por la instrucción sumarial,
mantienen un valor indiciario, que unido al restante plexo cargoso, conforma los requisitos lógicos de un juicio de
reproche.” (Del voto del Dr. Mitchell por la mayoría).
Al respecto, no resulta ocioso traer a colación que autorizada doctrina sostiene que "la convicción del tribunal
puede estar fundada en prueba indiciaria, esto es, en virtud de hechos que permiten llegar a una conclusión sobre la
base de circunstancias directamente graves. Una prueba indiciaria, en particular una prueba con medios probatorios
materiales, en ciertas circunstancias puede, incluso, proporcionar una prueba más segura que las declaraciones de
los testigos del hecho" (cfr. Claus Roxin, "Derecho Procesal Penal", pág. 106, cit. en "Tratado de la Prueba en
224 Revista del Institu to de Estudio s Penales
Materia Penal", Eduardo M. Jauchen, Rubinzal Culzoni Editores, año 2002, págs. 583 y ss.). (Del voto del Dr.
Mitchell por la mayoría).
“…el recurrente invoca los arts. 8.2, letra f, de la Convención Americana de Derechos Humanos, en cuanto
comprende entre los derechos de toda persona imputada de un delito el "derecho de la defensa de interrogar a los
testigos presentes en el tribunal y de obtener la comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas que
puedan arrojar luz sobre los hechos"; ha invocado también el art.14.3, letra e, del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, en cuanto reconoce a todo acusado de un delito el derecho "a interrogar o hacer interrogar a los
testigos de cargo y a obtener la comparecencia de los testigos de descargo y que éstos sean interrogados en las
mismas condiciones que los testigos de cargo". Las disposiciones citadas son pertinentes para la solución del caso,
en tanto están comprendidas entre las garantías mínimas del proceso equitativo en cuanto respecta a todo inculpado
o acusado de un delito.” (Del voto del Dr, García por la minoría).
“La Corte Suprema se ha ocupado del alcance de esas disposiciones en el caso de Fallos 329:5556 ("Benítez,
Anibal Leonel"). Allí destacó que no se trata de examinar los esfuerzos infructuosos del Estado para obtener la
comparecencia de la persona citada como testigo, sino del deber que tiene el Estado de dar oportunidad al
imputado o a su defensa de interrogar a los testigos de cargo. Así sostuvo que "[e]l hecho de que el Estado haya
realizado todos los esfuerzos posibles para hallar al testigo y para satisfacer la pretensión de la defensa de
interrogarlo, carece de toda relevancia, pues lo que se encuentra en discusión es otra cosa: si la base probatoria
obtenida sin control de la defensa es legítima como tal" y agregó "[d]e allí que la invocación de la imposibilidad de
hacer comparecer al testigo no baste para subsanar la lesión al debido proceso que significa que, finalmente, la
parte no haya tenido siquiera la posibilidad de controlar dicha prueba", pues "desde este punto de vista, lo decisivo
no es la legitimidad del procedimiento de incorporación por lectura, el cual, bajo ciertas condiciones, bien puede
resultar admisible, sino que lo que se debe garantizar es que al utilizar tales declaraciones como prueba se respete
el derecho de defensa del acusado" (con cita de la sentencia del TEDH, caso "Unterpertinger vs. Austria", serie A,
vol. 110, sentencia del 24 de noviembre de 1986, esp.§ 31). Lo que sostuvo la Corte en aquel caso en que se había
intentado repetidamente y sin éxito determinar el paradero de los testigos, es igualmente aplicable al caso de
fallecimiento de éstos. En efecto, no se trata de examinar la imposibilidad de oír al fallecido en el juicio, sino de
constatar si el imputado o su defensa han tenido en algún momento del procedimiento una oportunidad útil de
interrogarlo o hacerlo interrogar.” (Del voto del Dr, García por la minoría).
“Al respecto es pertinente también recordar lo señalado por la Sala I de esta Cámara en el la sentencia del caso
"Abasto, Héctor Juan" (Causa nº 2073, Reg. nº 2602, rta. 11/2/99). Allí esa Sala había establecido una doctrina
análoga a la que más tarde sentó la Corte Suprema, según la reseña que antecede, y había señalado que no se exige
necesariamente que la oportunidad de interrogar se hiciese efectiva en la audiencia de juicio. A ese respecto había
señalado que la oportunidad de interrogar o hacer interrogar debe hacerse posible "en algún momento", lo que
"remite a las características de la etapa instructoria de los procedimientos -en especial: la discrecionalidad de las
facultades de la investigación, el secreto de sumario, las diligencias cumplidas antes de que el imputado y su
defensa sean instituidos como partes del proceso, etc.- y con ello la necesidad de compensar, en juicio, la
desigualdad inicial" y con cita de la sentencia del mismo TEDH en el caso "Bönisch v. Austria" cuyo criterio
recogió, había sostenido que "[.] aunque no hubiera sido en la etapa de vista de causa, debe haber habido una
posibilidad efectiva y útil de interrogar a los testigos; tal sería, entre nosotros, el derecho de formular preguntas
que el art. 203 del C.P.P.N. concede a los defensores que hubieran sido admitidos en la etapa instructoria, o la
posibilidad -raramente practicada, porque la ley no lo impone (art.202 id.)- de que en ese estadio el imputado o su
defensa hubiesen sido notificados de la audiencia".” (Del voto del Dr, García por la minoría).
“En esa sentencia la Sala I dejó en claro que es una carga del Estado la de dar oportunidad de interrogación, y no la
de la defensa de crear esa oportunidad antes del debate, así dijo que "[.] puede pensarse, claro está, que la defensa
debió haber reclamado en sede instructoria la fijación de una audiencia para preguntar a los testigos mientras,
supuestamente, aún estaban en el país; pero es cierto que establecer esta carga parece contradecir la regla general
de que las pruebas se producen en juicio oral, público y contradictorio". A este respecto señaló que "[e]s el Estado
[.] el que, convocando a la defensa oportunamente, debe aventar el riesgo de la pérdida de elementos de prueba; de
adverso, no es dable exigir pretorianamente a esa parte la carga de efectuar aquella solicitud en la posibilidad, si así
no lo hiciese, de que luego se disponga una no controlada incorporación por lectura. [.] si aquel control ‘útil y
eficaz' no pudo cumplirse porque las declaraciones fueron recibidas en un estadio procesal en que la defensa aún
no existía como parte, si el juzgado previniente no arbitró medio alguno que posibilitara un ulterior interrogatorio
[.] la incorporación por lectura de los dichos incriminatorias conculca los derechos que consagran la Convención
Americana de Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, cuyo rango
constitucional -art. 75, inc. 22 de la Constitución Nacional- implica que su violación sea de aquellas previstas en el
art. 167, inc. 3º, y 168 del C.P.P.N. y que conlleve la descalificación del acto procesal [.]".”(Del voto del Dr,
García por la minoría).
“La doctrina de esa sentencia de esta Cámara es por lo demás, la doctrina en general establecida por el TEDH que
reiteradamente ha sostenido que "[t]oda prueba debe normalmente ser producida en una audiencia pública, en
Revista del Institu to de Estudio s Penales 225
presencia del acusado, y en vistas a la argumentación adversarial" (confr. "Delta vs. Francia", Serie A, vol.191-A,
§ 36; "A.M. v. Italia", Recueil 1999-IX, § 25; "Poitrimol vs. Francia", Serie A, vol. 277-A, § 35), y que "como
regla general, debe darse al acusado oportunidad adecuada e idónea para poner a prueba e interrogar a un testigo de
cargo, sea cuando hace su declaración, o en una etapa posterior" (casos "Van Mechelen vs. Países Bajos", Recueil
1997-III, § 51; y "Lüdi v. Suiza", Serie A, vol. 238, § 49; "A.M. v. Italia", cit., § 25; "Asch vs. Austria", Serie A,
vol. 203, § 27; "Carrozo vs. Italia", decisión sobre admisibilidad, 20/06/2002, § 1; "Delta vs. Francia", cit., § 36;
"Ferantelli de Santangelo vs. Italia", Recueil 1996-III, § 51; "Isgrò vs. Italia", Serie A, vol. 194-A, § 34;
"Kostovski vs. Países Bajos", Serie A, vol. 166, § 41; "Saïdi vs. Francia", Serie A, vol. 261-C, § 43; "S.E. vs.
Italia", decisión sobre admisibilidad, 12/01/1999 , § 1; "S.N. vs. Suecia", cit, § 44; "Verdam vs. Países Bajos",
decisión sobre admisibilidad 31/08/1999, § 2; "Windisch vs. Austria", Serie A, vol. 186, § 26). En otros términos
debe darse oportunidad de interrogar sea durante la investigación o sea más tarde en el juicio (casos
"Unterpertinger c. Austria", Serie A, vol. 110, §§ 31-33; "Saïdi c. Francia", cit., §§43-44).” (Del voto del Dr,
García por la minoría).
La jurisprudencia del TEDH no ha sentado una regla que imponga necesariamente una prohibición de valoración
de las declaraciones testificales respecto de las cuales la defensa no ha tenido una oportunidad útil de
interrogación. Por efecto de la llamada "fórmula de la cuarta instancia" que predica que los órganos de la
Convención Europea no actúan como una nueva instancia de revisión de errores de hecho o de derecho después de
agotadas las instancias provistas por el orden doméstico, el TEDH ha sostenido invariablemente que "la
admisibilidad de la prueba es primariamente una materia regulada por la ley nacional y que como regla general
corresponde a los tribunales nacionales determinar el valor la prueba presentada ante ellos" (confr. p. ej., "Doorson
v.Países Bajos", Recueil 1996-II, § 67; "Van Mechelen y otros vs. Países Bajos", cit., § 50; "A.M. v. Italia", cit., §
24; "Asch vs. Austria", § 26; "Calabro vs. Italia y Alemania", decisión sobre admisibilidad, 21/03/2002, § 1;
"Carrozo vs. Italia", cit., § 1; "Delta vs. Francia", cit., § 35; "Edwards vs. Reino Unido", Serie A, vol. 247-B, § 34;
"Ferrantelli y Santangelo vs. Italia", Recueil 1996-III, § 48; "Isgrò vs. Italia", § 31; "Lüdi vs. Suiza", cit., § 43;
"Pfleger vs. República Checa", decisión sobre admisibilidad, 30/04/2002; "Raniolo vs. Italia", decisión sobre
admisibilidad, 21/03/2002; "S.E. vs. Italia", cit., § 1; "S.N. vs. Suecia", Reports 2002-V, § 44; "Windisch vs.
Austria", cit., § 25). Esa doctrina ha sido puesta en cuestión, sin embargo, en el mismo TEDH, en cuanto se ha
señalado que lo relevante es determinar si se hubiese podido llegar a la convicción sobre la culpabilidad sin el uso
de las declaraciones respecto de las cuales la defensa no había gozado de oportunidad útil de control, y se ha
propuesto no debería haberse admitido la lectura de las declaraciones (confr. votos disidentes de los jueces
Vilhálmsson, Walshm McDonald y Palma en el caso "Artner vs. Austria", Serie A, vol. 242-A, § 2).” (Del voto del
Dr, García por la minoría).
“En el marco de la jurisprudencia de esta Cámara Nacional de Casación Penal, la Sala I ha dejado sin efecto una
sentencia sustentada en las declaraciones de las dos alegadas víctimas, leídas en el juicio, en cuanto eran la "única
prueba dirimente", respecto de la cual la defensa no había tenido oportunidad útil de interrogarlas (confr. causa nº
3898, "Reyna, Jorge F.", rta. 21/03/2002, Reg. Nº 4918.1), mientras que esta Sala II, en su integración anterior, ha
dejado subsistente una sentencia de condena que se apoyaba en pruebas independientes que resultaban suficientes
aun prescindiendo de una declaración incorporada por lectura sin que la defensa hubiese tenido oportunidad de útil
de control (confr. causa nº 1836 "Barrera, A.", rta. 15/12/1998, Reg.Nº 2336.2).” (Del voto del Dr, García por la
minoría).
“En suma, entiendo que si no se ha ofrecido a la defensa una oportunidad útil y efectiva para interrogar o hacer
interrogar a eventuales testigos de cargo que ya no están disponibles para ser interrogados en la audiencia de juicio,
entonces sus declaraciones no controladas por la defensa no pueden ser tomadas como base de la sentencia, lo que
no implica necesariamente que la sentencia que las tenga en cuenta deba ser revocada o anulada. En definitiva se
trata de examinar cuál es el peso relativo que pudieron haber tenido esas declaraciones para la convicción de
condena. Por cierto, si se tratase de un caso análogo al que falló la Corte Suprema in re "Benitez", donde ésta
relevó que "prácticamente toda la prueba de cargo de alguna significación fue incorporada por lectura", la
revocación de la sentencia es imperativa, sin embargo ello no impone una regla general y exige una evaluación
caso por caso. De tal suerte, la incorporación de declaraciones testificales que permite el art. 391, inc. 3, C.P.P.N.
sólo será admisible y la sentencia podrá fundarse en ellas, si en algún momento del procedimiento la defensa del
imputado hubiese gozado de una oportunidad efectiva y útil de interrogar o hacer interrogar a los testigos que
prestaron esas declaraciones (cfr. causa nº 8389 "Amil, Gustavo A. s/recurso de casación", reg. nº 13.275, rta. 2 de
octubre de 2008).” (Del voto del Dr. García por la minoría).
“Tengo dicho que la previa conformidad de las partes para la incorporación por lectura es un supuesto específico
dentro de las excepciones previstas en la norma (así, el inc. 1), por lo que no resulta una condición de procedencia
en el caso del inc. 3 del art. 391 del CPPN.” (Del voto del Dr. Yacobucci por la mayoría).
Sin embargo, es del caso analizar si se ha respetado la adecuada intervención de la defensa en esas instancias en
virtud de otras reglas que disciplinan la cuestión -inc. 3 del art. 167 del CPPN-. En esa línea el propio art. 391 del
CPPN ha regulado el tema y el art. 245 del mismo cuerpo legal no exige como condición de validez, la presencia
226 Revista del Institu to de Estudio s Penales
de las partes en la declaración ante la instrucción.A pesar de ello, el art.200 del CPPN ha dejado a salvo el derecho
de la defensa, en lo que aquí interesa, de asistir a ".las declaraciones de los testigos que por su enfermedad u otro
impedimento sea presumible que no podrán concurrir al debate". Observo en este punto que la asistencia letrada
del procesado no ha tenido oportunidad de realizar ese contralor a pesar de la particular situación del testigo -no
poseer domicilio fijo-.” (Del voto del Dr. Yacobucci por la mayoría).
“En consecuencia, si bien en términos legales la situación analizada esta prevista en el inc.3 del art.391 del CPPN
como postula el a quo, lo cierto es que resulta necesario evaluar si esa incorporación ha lesionado la defensa en
juicio y el debido proceso, en tanto reclaman que el imputado pueda ejercer de manera eficaz su derecho a
presentar e interrogar a los testigos.” (Del voto del Dr. Yacobucci por la mayoría)
“El art. 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, establece el derecho del acusado en plena
igualdad a la garantía de "interrogar o hacer interrogar a los testigos de cargo y a obtener la comparecencia de los
testigos de descargo y que éstos sean interrogados en las mismas condiciones de los testigos de cargo". En sentido
similar, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, establece "el derecho de la defensa de interrogar a los
testigos presentes en el tribunal y de obtener la comparecencia como testigos o peritos, de otras personas que
puedan arrojar luz sobre la cuestión" (art. 8, 2, f).” (Del voto del Dr. Yacobucci por la mayoría)
“La CIDH ha sostenido en el caso "Castillo Petruzzi c. Perú" (sentencia del 30 de mayo de 1999) que es una
prerrogativa del acusado examinar a los testigos a favor y en contra, bajo las mismas condiciones, para poder
ejercer su defensa.” (Del voto del Dr. Yacobucci por la mayoría)
“Al mismo tiempo, el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, a través de la Observación General n/32
de agosto del 2007, ha señalado, interpretando el apartado e) del párrafo 3 del art.14 de Pacto de Derecho Civiles y
Políticos, que ".como aplicación del principio de igualdad de medios, ésta garantía es importante para asegurar una
defensa efectiva por los acusados y sus abogados y, en consecuencia, garantiza a los acusados las mismas
facultades jurídicas para obligar a comparecer e interrogarlos y contrainterrogarlos que las que tiene la acusación.
Sin embargo, no otorga un derecho ilimitado a obtener la comparecencia de cualquier testigo que soliciten los
acusados o sus abogados, sino sólo el derecho a que se admita a testigos pertinentes para la defensa, y a tener la
oportunidad de interrogar a los testigos de cargo e impugnar sus declaraciones en alguna etapa del proceso. Dentro
de estas limitaciones y con sujeción a las limitaciones impuestas al uso de declaraciones, confesiones u otras
pruebas obtenidas en contravención del artículo 7, corresponde en primer lugar a los poderes legislativos
nacionales de los Estados Partes determinar la admisibilidad de las pruebas y la forma en que ha de ser evaluadas
por los tribunales" (OG. Nº 32, párrafo 39).” (Del voto del Dr. Yacobucci por la mayoría)
“Esa forma de admitir y evaluar prueba debe quedar sujeta entonces al respeto por las garantías constitucionales de
la defensa que son en definitiva las que regulan materialmente la operatividad de las normas legales -procesales en
este caso- como la citada por el a quo. La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha recordado (Cfr. B.1147.XL,
"Benitez, Aníbal Leonel s/lesiones graves -causa nº1524-) que es violatoria de esa garantía la utilización de una
"base probatoria" sobre la cual no se ".haya tenido siquiera la posibilidad de controlar dicha prueba". Por eso ha
señalado que ".lo decisivo no es la legitimidad del procedimiento de incorporación por lectura, el cual, bajo ciertas
condiciones, bien puede resultar admisible, sino que lo que se debe garantizar es que al utilizar tales declaraciones
como prueba se respete el derecho de la defensa del acusado", (el resaltado me pertenece) remitiendo en esa
aseveración al caso "Unterpertinger vs.Austria", serie A, nº 110, sentencia del 24 de noviembre de 1986, párr. 31,
del TEDH).” (Del voto del Dr. Yacobucci por la mayoría)
“En esa misma línea estableció, con cita del caso "Säidi--vs. Francia", Serie A, nº 261-C, sentencia del 20 de
septiembre de 1993, párr. 41, del TEDH, que el derecho de examinación exige que el imputado haya tenido "una
oportunidad adecuada y apropiada para desafiar y cuestionar a un testigo o cualquiera que hubiera hecho
declaraciones en su contra".” (Del voto del Dr. Yacobucci por la mayoría)
“Al analizar la situación de la que se agravia el recurrente, advierto que la defensa no ha podido de manera
efectiva, a través de algún medio de confronte, ejercer "su derecho de control sobre la declaración testimonial." en
ninguna de las etapas de este proceso. En consecuencia, no resulta posible para el tribunal de juicio incorporar una
prueba que entra en colisión con las garantías previstas para la defensa, ya que si no va a ser utilizada al momento
de la decisión jurisdiccional resulta impertinente y si, por el contrario lo es, lesionara los derechos arriba apuntados
y la interpretación constitucional que regula la cuestión.” (Del voto del Dr. Yacobucci por la mayoría) (SALA II DE
LA CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, CAUSA N/ 8810 CARATULADA: "PEREYRA, GUILLERMO CLAUDIO O
PEREYRA, CLAUDIO GUILLERMO O RUIZ, JOSÉ ORLANDO S/ RECURSO DE CASACIÓN", RTA. 8 DE MARZO 2010).
“…más allá de la teoría del máximo rendimiento recursivo que cita el recurrente, sentada a partir del fallo "Casal",
la circunstancia de que el Tribunal "a quo" haya asignado valor decisivo a lo declarado por ciertos testigos, no es
materia discutible en esta sede que se ocupa del control de legalidad y logicidad del fallo, dado que esa actividad
judicativa reposa en un conjunto de datos aprensibles a través de los instrumentos críticos del testimonio, es decir
la evaluación de la forma y modo de la exposición, continente del declarante, concordancias y contradicciones con
las demás piezas probatorias, etc., que sólo pueden ser avaluados por quienes perciben "propio sensibus" la prueba
rendida en el debate (cfr. Sala I, causa 3262, "Cepeda", entre otras).” (SALA I DEL TRIBUNAL DE C ASACIÓN PENAL
DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, CAUSA N° 38.114, CARATULADA "M., D. E. S/ RECURSO DE CASACIÓN", RTA.
26 DE AGOSTO 2010).
§5.- Las circunstancias eximentes han de ser probadas como el hecho mismo. La carga
corresponde al acusado en quien presumiblemente concurren.
“…una reiterada doctrina jurisprudencial recogida en innumerables sentencias de nuestros colegas del Tribunal
Supremo Español, entre otras, las SSTS de 30-11-1998 y 30-12-2004 indica que las circunstancias eximentes han
de ser probadas como el hecho mismo y la carga de la prueba, como circunstancias obstaculizadoras de la
pretensión penal acusatoria que son, corresponde al acusado en quien presumiblemente concurren.
“Los déficit probatorios (que no existen) no deben resolverse a favor del reo, sino a favor de la plena
responsabilidad penal (STS 1747/03, 29-12), y aquí no hay lagunas probatorias sino solventes conclusiones
periciales recogidas en la fundamentada decisión del veredicto.” (SALA III DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PCIA. DE
BUENOS AIRES, CAUSA NÚMERO 4.852 (REGISTRO DE PRESIDENCIA 18.582) CARATULADA: “O., M. G. S/ RECURSO
DE CASACIÓN” Y SU ACUMULADA NÚMERO 4.853 (REGISTRO DE P RESIDENCIA 18.583) CARATULADA: “D., E. I. S/
RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 13 DE JULIO 2010).
“…ocurrió en nuestro sistema jurídico un fenómeno de perfusión jurídica de una doctrina, en el caso concreto la
vertida en el precedente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en expediente “Casal”. A partir de allí, todas
las jurisdicciones de casación han ido tomando nota que la apreciación probatoria debe trascender lo meramente
lógico a que se circunscribe el esquema clásico de la casación para adentrarse en los canales que llevan a una
segunda instancia “material”, superando, en cuanto sea posible, el estrecho marco de posibilidades que plantea el
control de un tribunal que no observó la producción de la prueba y que tampoco se halla en condiciones de asistir a
una reproducción de la misma ante sí.
“Producto del mentado impacto han sido pronunciamientos como los que a continuación paso revista y que
expresa:
"La reciente jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia (“in re”: C. 1757. XL. Casal, Matías Eugenio y otro
s/robo simple en grado de tentativa , sent. del 20/9/2005 en causa N° 1681) permite ir, en el marco del sistema de
casación “impura” vigente en el ámbito bonaerense, más allá del examen enderezado a examinar la
razonabilidad del análisis probatorio –o sea referido a la verificación de la existencia de absurdo descalificante
del pronunciamiento-, para abarcar también la metodología utilizada para examinar la prueba, contribuyendo de
esa manera a que el Tribunal regido por la ley 11.982 actúe como una segunda instancia “cuasi-material” (Sala
I, sent. del 9/3/06 en causa 20.700, “Gueker”)."
"En el sistema de doble instancia, se instituye un órgano superior con mayor o menor amplitud de conocimiento,
enderezado a reexaminar la materia que nutrió a la primera y a confirmar, modificar o revocar, con apoyo de ese
reexamen, la sentencia en la que culminó, procurando así, en mayor medida, proteger los derechos humanos del
individuo y, entre ellos, el de no ser condenado si no se establece suficientemente la realización del hecho punible
y la responsabilidad penal del sujeto. Por lo tanto, el recurso ante un juez o Tribunal Superior, debe ser uno que
permita entrar en el fondo de la controversia, examinar los hechos aducidos, las defensas propuestas, las pruebas
recibidas, la valoración de éstas, las normas invocadas y la aplicación de ellas, inclusive en aspectos tales como
la individualización o medida de la pena en consideración de la gravedad del hecho, el bien jurídico afectado, la
culpabilidad del agente y los otros datos que concurren al ejercicio de la individualización (Sala I, sent. del 2/3/06
en causa 3383, “Cuello”)".
228 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“Lo último sentado abre la posibilidad de examinar la entidad de los elementos cargosos utilizados en la
articulación de la sentencia condenatoria y la metodología con que el órgano de grado abordó tal tarea, todo bajo
un mirador crítico, por cierto orientado a satisfacer las exigencias constitucionales enderezadas al control de una
sentencia de grado por un tribunal superior (arts. 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, 14 del
Pacto de Derechos Civiles y Políticos y 75, inc. 22, de la Constitución Nacional).” (SALA PRIMERA DEL TRIBUNAL
DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE B UENOS AIRES, CAUSA Nº 24.136, CARATULADA “A., J. S. S/ RECURSO DE
CASACIÓN”, RTA. 3 DE SEPTIEMBRE DE 2009).
“…es dable recordar que la ley no impone normas generales para comprobar algunos ilícitos, ni fija en abstracto el
valor de cada prueba, dejando al arbitrio del sentenciante en libertad de admitir la que tenga por útil y conducente a
los fines del proceso, asignándole, dentro de los límites fijados por la razonabilidad, el valor que poseen para la
determinación de los hechos.
“Asimismo, que el intercambio fruto de la inmediación y de la oralidad confiere a los magistrados la libertad de
apreciación de la prueba a través de la libre convicción, en mérito a lo visto y lo oído en el debate, permitiéndole
extraer conclusiones acerca de la veracidad y firmeza de quienes declaran en tal oportunidad procesal, radicando
en la arbitrariedad el límite de esta concreta facultad valorativa.
“Es que aún interpretándose al recurso de casación penal con la mayor amplitud que el régimen procesal vigente
permite, esto es, permitiendo la revisión integral de la sentencia recurrida, de ella se encontrará naturalmente
excluida la prueba recibida oralmente y no registrada, dada la imposibilidad fáctica de hacerlo en ese caso, y
especialmente la impresión personal que los testigos pueden causar en el tribunal, en la medida en que la misma
haya sido fundada (cfr. C.S.J.N., C.1757.XL “Casal, Matías Eugenio y otro s/ robo simple en grado de tentativa —
causa N° 1681-”).” (SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE B UENOS AIRES,
CAUSA Nº 39.901, CARATULADA “R., J. A. S/RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 7 DE SEPTIEMBRE 2010).
“La función de esta Sala no consiste en realizar una nueva valoración de las pruebas practicadas en presencia del
tribunal de primera instancia, porque a éste solo corresponde esa función valorativa pero sí debemos (argumento
del artículo 8.2.h. de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos) verificar que, efectivamente, el tribunal
de grado contó con suficiente prueba sobre la comisión de los hechos y la intervención que en el mismo le cupo al
imputado, para dictar su condena, y que esa prueba fue lograda sin quebrantar derechos o garantías fundamentales
y en correctas condiciones de oralidad, publicidad, inmediación y contradicción, además de comprobar que en la
preceptiva motivación del veredicto se expresa el proceso de su raciocinio de manera lógica y convincente (cfr. en
lo pertinente STS. 1125/2001 de 12.7).
“Por otras palabras, corresponde a la Sala comprobar que el tribunal sentenciador ha dispuesto de la precisa
actividad probatoria para la afirmación fáctica contenida en el veredicto, lo que supone constatar que existió
porque se realiza con observancia de la legalidad en su obtención y se practica en el juicio oral bajo la vigencia de
los principios de inmediación, oralidad, contradicción efectiva y publicidad, y que el razonamiento de la
convicción obedece a criterios lógicos y razonables que permitan su consideración de prueba de cargo y abastezcan
la certeza que se dice alcanzada.” (SALA III DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PCIA. DE B UENOS AIRES,
CAUSA NÚMERO 11646 (REGISTRO DE PRESIDENCIA Nº 41031) CARATULADA: “M., E. D. Y OTRO S/ RECURSO DE
CASACIÓN”, RTA. 7 DE SEPTIEMBRE DE 2010).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 229
“Es sabido que una de las principales implicancias de la garantía del debido proceso (art. 18 CN) radica en que
toda declaración de culpabilidad en causa criminal debe estar precedida por lo que se denomina “juicio previo”,
cuya cristalización se produce en la sentencia. Dicho axioma, a su vez, se desprende del principio republicano de
gobierno (art. 1º CN), en virtud del cual todos los actos que los poderes del Estado realicen en el ejercicio de sus
funciones propias deben hallarse necesaria e inexorablemente dotados de racionalidad.
“En esta inteligencia, y en lo que al Poder Judicial interesa, huelga mencionar que toda sentencia criminal debe ser
fundada o motivada como condición de validez. En cierta forma, puede sostenerse que tal exigencia deriva de una
interpretación sistemática y armónica de las garantías mencionadas anteriormente, como de la que instaura la
inviolabilidad de la defensa en juicio (art. 18 CN), siendo su noble teleología la de evitar decisiones arbitrarias, o
bien, sólo fundadas en impresiones o intereses subjetivos, así como también el brindar al justiciable la posibilidad
de cuestionar la sentencia y lograr una revisión acabada e integral de aquello que juzgue agraviante (arts. 33 CN y
8.2.h C.A.D.H.).
“Ya en el orden procesal local, y en alusión a los requisitos esenciales que debe cumplir una sentencia definitiva,
en su párrafo segundo el artículo 371 del Código Procesal Penal (conf. Ley 13.260) recepta los lineamientos y
principios enunciados al rezar que: “La resolución contendrá una exposición clara, lógica y completa de cada uno
de los hechos y circunstancias que se dieren por probados, y de la valoración de los medios de prueba que
fundamentan dichas conclusiones…”.
“Tal manda, en lo que al caso interesa, debe ser ineludiblemente conjugada con la prevista en el artículo 210 del
mismo cuerpo normativo, en cuanto establece que “Para la valoración de la prueba solo se exige la expresión de
la convicción sincera sobre la verdad de los hechos juzgados, con desarrollo escrito de las razones que llevan a
aquella convicción.”.
“Por lo demás, cabe destacar el pensamiento de calificada Doctrina en el sentido de que “se entiende por fundar la
sentencia, o motivarla, como también se enuncia esa exigencia para su validez, no tan solo la expresión de las
premisas del juicio, las circunstancias de hecho verificadas y las reglas jurídicas aplicables… sino, antes bien, la
exposición de las razones de hecho y de Derecho que justifican la decisión. Esto es,… la exteriorización del por
qué de las conclusiones de hecho y Derecho que el tribunal afirma para arribar a la solución del caso: se
reconoce que una sentencia esta fundada, al menos en lo que hace a la reconstrucción histórica de los hechos,
cuando menciona los elementos de prueba a través de los cuales arriba racionalmente a una determinada
conclusión fáctica, esos elementos han sido validamente incorporados al proceso y son aptos para ser valorados
(legitimidad de la valoración), y exterioriza la valoración probatoria, esto es, contiene la explicación del por qué
de la conclusión, siguiendo las leyes del pensamiento humano (principios lógicos de igualdad, contradicción,
tercero excluido y razón suficiente), de la experiencia y de la psicología común.” (Maier, J.B.J., Derecho Procesal
Penal, Tomo I, Fundamentos, Editores del Puerto, 2ª Ed., 1999, p. 482).” (SALA III DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN
PENAL DE LA PCIA. DE BUENOS AIRES, CAUSA Nº 12.430 (REGISTRO DE PRESIDENCIA Nº 42.130) “M., D. O M. T., D.
J. S/ RECURSO DE C ASACIÓN”, RTA. 16 DE SEPTIEMBRE DE 2010).
§10.- Validez de orden de allanamiento librada con remisión a los motivos fiscales pues se
puede hacer el juicio de proporcionalidad.
“Aunque deseable que la resolución judicial contenga en sí misma todos los datos anteriores, es admisible la
fundamentación por remisión, de modo que la resolución judicial puede considerarse suficientemente motivada si,
integrada con la solicitud fiscal, a la que puede remitirse, contiene todos los elementos necesarios para llevar a
cabo el juicio de proporcionalidad; si el conocimiento de la existencia de los delitos proviene de investigaciones
policiales previas, y se detalla en el pedido en qué han consistido las mismas y qué resultados se lograron, por muy
provisionales que puedan ser en ese momento, en el caso, es el propio defensor quien en el particular del recurso
da cuenta del contenido de la investigación policial que asumió el fiscal peticionante y, en definitiva el juez de
garantías al expedir la orden.
“En el pedido se hacen saber hechos muy concretos que llevan a constatar comportamientos callejeros luego del
hecho y el ingreso a domicilios donde moran personas tildadas de robar.
“Tal información es objeto de análisis, por remisión.
“La resolución jurisdiccional que ordenó el cuestionado allanamiento, satisface plenamente el canon de
razonabilidad, que va más allá de la mera sospecha, en relación a la posible existencia en el lugar de cosas o
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instrumentos del delito, inferencias estas que parten, por lo interpolado, de datos objetivos aunque más no sea uno
el testigo que las suministre; y por estos fundamentos el motivo decae (artículos 18 de la Constitución Nacional; 17
de la Constitución de la Provincia; 210, 448, 451, 456 y 459 del Código Procesal Penal).” (SALA III DEL TRIBUNAL
DE CASACIÓN PENAL, CAUSA NÚMERO 10212 (REGISTRO DE P RESIDENCIA NÚMERO 35393) CARATULADA: “T., R. A..
S., C. A. S/ RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 5 DE AGOSTO 2010).
§11.- Alcance de la revisión casacional. Mero control del material con que contó el órgano
de mérito y el marco de su valoración. Control de la estructura racional del discurso
valorativo. Posibilidad de condena con la declaración de un solo testigo.
“La función de esta Sala no consiste en realizar una nueva valoración de las pruebas practicadas en presencia del
tribunal de primera instancia, porque a este solo corresponde esa función valorativa pero sí debemos (argumento
del artículo 8.2.h. de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos) verificar que, efectivamente, el tribunal
de grado contó con suficiente prueba sobre la comisión de los hechos y la intervención que en los mismos le cupo a
uno y otro acusado, para dictar sus condenas, y que esa prueba fue lograda sin quebrantar derechos o garantías
fundamentales y en correctas condiciones de oralidad, publicidad, inmediación y contradicción, además de
comprobar que en la preceptiva motivación del veredicto se expresa el proceso de su raciocinio de manera lógica y
convincente (cfr. en lo pertinente STS. 1125/2001 de 12.7).
“Por otras palabras, corresponde a la Sala comprobar que el tribunal sentenciador ha dispuesto de la precisa
actividad probatoria para la afirmación fáctica contenida en el veredicto, lo que supone constatar que existió
porque se realiza con observancia de la legalidad en su obtención y se practica en el juicio oral bajo la vigencia de
los principios de inmediación, oralidad, contradicción efectiva y publicidad, y que el razonamiento de la
convicción obedece a criterios lógicos y razonables que permitan su consideración de prueba de cargo y abastezcan
la certeza que se dice alcanzada.
“En el control de la estructura racional del discurso valorativo, la fundamentación resiste el agravio introducido.
“El tribunal desarrolla la práctica de la prueba, exponiendo las razones conducentes a los hechos puestos en cabeza
de los imputados.
“Por de pronto, se ha de resaltar que el convencimiento del tribunal de audiencia puede perfectamente lograrse con
la declaración de un solo testigo, aunque se trate de la propia víctima, bien entendido que la declaración de la
misma es prueba directa y ha sido admitida como prueba de cargo tanto por la doctrina del Tribunal Supremo (SS.
706/2000, 313/2002, 339/2007 de 30.4), como del Tribunal Constitucional (SS.201/89, 173/90, 229/91) y la Sala
(son numerosos los precedentes), que es por tanto, prueba lícita y suficiente para enervar la presunción de
inocencia.
“Enmarcada en la prueba testifical, su ponderación corresponde al tribunal de audiencia que con vigencia de los
principios que rigen la realización del juicio y la práctica de la prueba oye lo que los testigos deponen sobre los
hechos percibidos sensorialmente.
“Elemento esencial para esa valoración es la inmediación a través de la cual el Tribunal de instancia forma su
convicción no sólo por lo que el testigo ha dicho, sino también su disposición, las reacciones que sus afirmaciones
provocan en otras personas, la seguridad que transmite, en definitiva, todo lo que rodea una declaración y que la
hace creíble, o no, para formar una convicción judicial (cfr en detalle STS 6131, recurso 10321, sentencia del
15/10/2009. Ponente: Juan Ramón Berdugo Gómez De La Torre).
“Si bien la credibilidad de la víctima que el recurrente cuestiona es un apartado difícil de estimar en Sala, pues no
la presenció, en la función revisora puede y debe considerar su suficiencia demostrativa, así como la racionalidad
de la convicción manifestada en el veredicto.
“Por ello la testifical de la víctima cuando se levanta como prueba de cargo, está sujeta a unos criterios (STS.
15.4.2004), como son los de ausencia de incredibilidad, verosimilitud de la declaración y persistencia en la
incriminación.” (SALA III DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL, CAUSA NÚMERO 10212 (REGISTRO DE PRESIDENCIA
NÚMERO 35393) CARATULADA: “T., R. A.. S., C. A. S/ RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 5 DE AGOSTO 2010).
que impone la inmediación al trámite casacional. Casación sólo puede dirigirse al análisis
de la motivación y no de la percepción de la prueba.
“…no puede desestimarse la credibilidad que el sentenciante apreció en el testimonio de la damnificada, pues tal
consideración olvida no solo que los Magistrados de Juicio son libres en la valoración y selección de las pruebas
que han de fundar su convencimiento, sino que inadvierte también que la legislación procesal vigente no contiene
el antiguo sistema de tachas (arts. 209, 210, 233 y ccdtes. del C.P.P., según ley 11.922 y modificatorias) y que,
entonces, corresponde al tribunal de juicio evaluar la credibilidad y conducencia que pueda asignarse a dicho
testimonio.
“Cabe mencionar aquí que el principio de inmediación entre el Juzgador y la prueba en el debate oral, que cobra
mayor trascendencia en el caso de las declaraciones que se producen en la audiencia, impide en la instancia
casatoria conmover el valor suasorio asignado por el órgano ante quien se produjeron tales deposiciones, más aún
si –como en el caso- se explicitan válidas razones para conferirles entidad probatoria.
“Es del caso señalar que en la convicción judicial sobre los hechos existen dos niveles: uno en que la apreciación
judicial depende sobre todo de la percepción de la prueba (la credibilidad de un testigo, el valor de la opinión de
un perito, etc.), y otro que se constituye por el razonamiento del Sentenciante al efectuar las deducciones que
emergen de las pruebas de cargo. Dentro del primer nivel a su vez pueden diferenciarse dos aspectos: la propia
percepción judicial y la motivación de la interpretación de la percepción.
“El examen casacional recae más que nada sobre el segundo nivel, pues dentro del primero se encuentra limitado a
controlar la motivación de la interpretación de lo percibido con inmediación, como por ejemplo podría ser el
examen de las razones esgrimidas por el Juzgador para aceptar un testimonio como veraz. En cambio, no podría
extenderse al control de aquello que depende de la inmediación, como es la credibilidad que evidenció un testigo al
declarar en la audiencia oral, pues el Tribunal de Casación Penal no ha presenciado la producción de dicha prueba.
(Conf. Jorge Nieva Fenoll, “El Hecho y el Derecho en la Casación Penal”, J.M. Bosch Editor, Barcelona, Año
2000).” (SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE C ASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE B UENOS AIRES, CAUSA Nº
40.784 CARATULADA “P., A. D. S/REC. DE CASACIÓN”; RTA. 5 DE OCTUBRE 2010).
§13.- La certeza de los jueces no debe surgir del testimonio en sí sino de los juzgadores a
partir de un análisis global de la prueba.
“…independientemente de que se encontrara o no acreditado que el testigo pudiera haber declarado conforme una
mera impresión personal, se pierde de vista que la certeza no debe surgir del testimonio de un testigo (sin perjuicio
de la posterior valoración de esa declaración por parte de los magistrados), sino los juzgadores a partir de un
análisis global de todas las pruebas rendidas en el juicio, lo que ha ocurrido en el caso a fin de arribar a las
condenas que ahora se impugnan.” (SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE C ASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE
BUENOS AIRES, RECURSOS DE CASACIÓN INTERPUESTOS, POR UN LADO, POR LA DEFENSA DE R. R. C. Y L. R. -CAUSA
Nº 34.602- Y, POR OTRO LADO, POR EL MINISTERIO PÚBLICO FISCAL –CAUSA N° 34.604-, RTA. 19 DE MARZO
2009).
§14.- Recurso de casación sólo para sentencias definitivas (art. 450 C.P.P.). Excepción a la
regla de taxatividad en los casos de “gravedad institucional”. Regla que remite a la
salvaguarda de la supremacía del orden constitucional.
“…la resolución recurrida no resulta una sentencia definitiva, ni se trata de uno de los supuestos equiparados a ella
en los términos del artículo 450 del Código Procesal Penal.
“Sobre el punto, este Tribunal se pronunció en pleno (c. n° 2.924) en favor del criterio restrictivo acerca de la
interpretación de cuáles son las resoluciones impugnables ante esta sede, como así también por la reafirmación del
principio de taxatividad en la determinación del objeto de los recursos. Dicha postura fue ratificada por el Tribunal
en el pleno dictado en la causa número 5627.
“Sin embargo, la regla de taxatividad enunciada debe ceder ante determinados supuestos que, por su carácter
excepcional, son calificados como de “gravedad institucional”, y que, por esas especiales circunstancias, exigen y
justifican la intervención de este Tribunal en su calidad de órgano jurisdiccional revisor de la legalidad de los actos
judiciales.
232 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“Corresponde reafirmar que el concepto de “gravedad institucional” no ha sido –en la doctrina judicial de la Corte
Suprema de la Nación encerrada en los límites de una definición, ya que por su abstracción, y plasticidad, el
concepto remite a una télesis de salvaguarda de la supremacía del orden constitucional y aseguramiento de la
vigencia de las instituciones fundamentales de la República (cfr. C.S.J.N., "Jorge Antonio, 28-10-1960; "Penjerek,
Norma", en J.A., 1963,VI,249), en los casos en que las “sentencias sean arbitrarias o se aparten notoria y
lesivamente de los principios básicos del proceso criminal” (C.S.J.N.,24 de noviembre de 1988, "Mattei, Ángel",
La Ley, T. 133, P. 144, con cita de Fallos, 110:23; 114:284; 125:268; 127:30; 183:34); en supuestos en que la
solución alcanzada exhiba deficiencias, susceptibles de afectar una “irreprochable administración de justicia”
(Fallos, 257:132); cuando se atienda a la “adecuada preservación de los principios de la Constitución y en
particular del objetivo de afianzar la Justicia” (causa “Todres, Isaac” resuelta el 18/08/71, y causa “Industria
automotriz Santa Fe S.A., resuelta el 18/01/71); en situaciones donde los fundamentos del recurso revisten un
“interés institucional que excede al de los recurrentes” (“Toculescu, Esteban, rta. El 10-11-1964, publ. revista La
Ley, T. 117, pág. 551); o en general, en aquellos casos en los que la habilitación de la instancia extraordinaria
estuvo originada en una cuestión federal (causa “Massera, Emilio E.” resuelta el 12/04/84, “Capussi, Miguel”,
resuelta el 9/10/84).
“Precisamente el último de los supuestos mencionados se corresponde con el caso de autos, como consecuencia de
la índole estrictamente constitucional de la cuestión traída a conocimiento de esta instancia, y su evidente
relevancia institucional. Tal inteligencia, por lo demás, se corresponde con la doctrina desarrollada ‘in extenso’ por
la Corte Suprema en Fallos 308:490, “Strada” y 311:2478 “Di Mascio”; y reiterada en Fallos 312:483 y 1416;
315:761 y 781 y 324:2177, entre otros, al interpretar el alcance de la expresión “superior tribunal”, empleada en el
artículo 14 de la ley 48. Al respecto, vale destacar que en el último de los precedentes referidos la Corte estableció,
entre otras cuestiones que resulten de interés a los efectos de esta decisión, que aunque las provincias son libres
para crear las instancias judiciales que estimen apropiadas, no pueden vedar a ninguna de ellas, y menos aún a las
más altas, la aplicación preferente de la Constitución Nacional.
“Así entonces, existe en la causa una cuestión federal eficaz a los efectos de habilitar su revisión ante esta instancia
casatoria, en este específico supuesto de excepción, en tanto se presenta un cuestionamiento suficiente, con base en
principios y normas constitucionales, de la validez del artículo 14 segundo párrafo de la ley 23.737 -aplicado en
estos autos-, y cuyo rechazo ha determinado en forma directa la prosecución de la causa.” (SALA SEGUNDA DEL
TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, CAUSA Nº25.707, CARATULADA “F., C. O. S/
RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 27 DE DICIEMBRE 2007).
§15.- El procedimiento se centra en el debate plenario: eje central del proceso. Las fallas
de la investigación preparatoria no son gravitantes sino en dicha etapa pues las afecta el
principio de preclusión en un proceso dividido.
“Es constante la doctrina del tribunal respecto a que el procedimiento de la ley 11.922 se centra en el debate
plenario, que se configura en eje central y medular del proceso, sin que incidan en su resultado las supuestas fallas
anteriores de una investigación preparatoria que elabora una de las partes, en la medida en que las diligencias sean
reproducibles y las irreproducibles no afecten la defensa en juicio.
“De tal manera, los defectos no gravitan ni tienen el alcance que adquieren en un proceso dividido en etapas que se
van cerrando al hilo de la preclusión.
“Siendo el debate el punto sobre el cual converge todo el accionar pues lo anterior es meramente preparatorio, cabe
convenir que la validez de los actos no debe verse al tiempo de ser producidos sino al momento de ser introducidos
en el juicio.” (SALA III DEL TRIBUNAL DE C ASACIÓN PENAL DE LA PCIA. DE B UENOS AIRES, CAUSA Nº 5.926
(REGISTRO DE PRESIDENCIA Nº 22.108) CARATULADA “G., J. F. S/ RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 29 DE OCTUBRE DE
2009).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 233
XVI
Procesal Penal. Nulidades
Sumario
§1.- Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, causa "YURGENS, Alfredo Sebastián p.s.a.
robo calificado -Recurso de Casación-" (Expte. "Y", 02/2007), rta. 6 de octubre 2008. La invalidez de las
actas policiales estriba en los vicios formales de su realización y no en las aparentes contradicciones internas.
Dan plena fe de su contenido.
§2.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, recursos de casación
interpuestos, por un lado, por la defensa de R. R. C. y L. R. -Causa Nº 34.602- y, por otro lado, por el
MINISTERIO PÚBLICO FISCAL –Causa N° 34.604-, rta. 19 de marzo 2009. A los fines de alegar una
nulidad, no bastan invocaciones genéricas de posibles garantías constitucionales. Debe explicitarse en lo concreto
el menoscabo.
§1.- La invalidez de las actas policiales estriba en los vicios formales de su realización y no
en las aparentes contradicciones internas. Dan plena fe de su contenido.
“…los artículos 134 y 135 del C.P.P. contienen las condiciones generales de contenido y validez de las actas, y el
artículo 137, por su parte, fulmina con nulidad la carencia de algunos de ellos en particular. Es claro entonces, que
este último texto legal selecciona y así restringe sólo a ciertos requisitos y no a cualquiera de ellos, el efecto
invalidante: “el acta será nula si falta la fecha; la firma del funcionario actuante, la del Secretario o testigo de
actuación, o la información prevista en la última parte del artículo 135”. En consecuencia, únicamente será el
incumplimiento de ellos y no el de algún otro, lo que nulifique el acta defectuosa. Repárese, en este punto, que
tanto en la confección del acta de inspección ocular de fs.10, de las actas de secuestro de fs. 12/14 y de las actas de
aprehensión de fs. 8/9, se observan todos los requisitos establecidos por el art. 137 del C.P.P., bajo pena de
nulidad. b. Ahora bien, atento que el recurrente también hace referencia al contenido falaz de las actas de
aprehensión, inspección ocular y secuestro, si con ello pretendía cuestionar la validez de aquéllas, por tratarse de
instrumentos públicos y para prescindir de su contenido, debió argüirlos de falsos oportunamente, mediante una
acción de falsedad o a través de la impugnación formal dentro del recurso (T.S.J. de Córdoba, Sala Penal,
"Ferreyra", A. n° 2, 17/02/1965; "González", A. n° 110, 22/12/83; "DAngelo" A. n° 30, 13/3/97; "Farias", A. n°
40, 11/3/98; "Nadal" A. n° 142, 21/04/1999; "Iturrez", A. n° 147, 21/04/1999; "Fontana", A. nº 193, 01/06/1999;
"Lescano", A. nº 251, 21/07/1999; "Porta", A. nº 246, 30/06/99; “Caballero”, A. n° 95, 18/4/02, entre otros), lo que
en el caso no fue articulado y por ende obsta a la procedencia formal de su agravio” (SALA PENAL DEL TRIBUNAL
SUPERIOR DE JUSTICIA DE CÓRDOBA, CAUSA "YURGENS, ALFREDO SEBASTIÁN P.S.A. ROBO CALIFICADO -
RECURSO DE CASACIÓN-" (EXPTE. "Y", 02/2007), RTA. 6 DE OCTUBRE 2008).
§2.- A los fines de alegar una nulidad, no bastan invocaciones genéricas de posibles
garantías constitucionales. Debe explicitarse en lo concreto el menoscabo.
“…resulta insuficiente, a los fines nulificantes, la invocación genérica a posibles violaciones de garantías
constitucionales si no se explica circunstanciadamente, en el caso concreto, su menoscabo y si no se logra
evidenciar algún perjuicio efectivo a quien las invoca – art. 203 del C.P.P-.” (SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE
CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, RECURSOS DE CASACIÓN INTERPUESTOS, POR UN LADO, POR
LA DEFENSA DE R. R. C. Y L. R. -CAUSA Nº 34.602- Y, POR OTRO LADO, POR EL MINISTERIO PÚBLICO FISCAL –
CAUSA N° 34.604-, RTA. 19 DE MARZO 2009).
234 Revista del Institu to de Estudio s Penales
XVII
Procesal Penal. Medidas de coerción
Sumario
§1.- Sala Primera, a cargo del cuerpo de Feria, del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos
Aires, causa N°43.499, caratulada: "O., D. E. s/ recurso de casación (art. 417 C.P.P.)", rta. 30 de julio 2010.
La aplicación del art. 371 del C.P.P. no es automática, sino que la privación de la libertad lo será con base en el
aumento cierto de la frustración de los fines del proceso.
§1.- La aplicación del art. 371 del C.P.P. no es automática, sino que la privación de la
libertad lo será con base en el aumento cierto de la frustración de los fines del proceso.
“Si bien el art. 371 del ritual establece la posibilidad de que el Tribunal disponga una medida de coerción, agrave
la aplicada o aumente las condiciones a que se encuentre sometida la libertad del imputado, ello no puede hacerse
automáticamente o por el sólo hecho de haberse dictado sentencia, sino con base en el aumento cierto de
frustración de los fines del proceso (doctrina de la Sala III, sent. del 16/10/07 en causa 29.065 “López Tapia”).
Incluso, una vez satisfecho el derecho constitucional del inculpado a que su decisorio sea revisado por un tribunal
superior, no existe, a mi juicio, inconveniente que se aumente automáticamente el nivel de coerción cuando medie
un pronunciamiento acerca de la responsabilidad del inculpado.
“Empero, en la especie, sólo se cuenta con un decisorio de primer grado y no se ha ameritado que haya variado la
situación de hecho del encartado que diera motivo a la morigeración de la prisión preventiva.
“Así las cosas, es necesario tener presente como doctrina aplicable lo dicho por un alto tribunal federal en causa
"Lococo, Martín s/recurso de casación", Cám. Nac. Cas. Penal, 22/01/2009, en la que, en seguimiento del plenario
“Diaz Bessone”, expresó: “... Toda decisión jurisdiccional tendiente a privar provisionalmente de la libertad al
imputado deberá necesariamente indicar las razones objetivas que permitan sostener que aquél obstruirá los fines
del proceso. De tal suerte, "si los magistrados que entienden en la causa no tienen la posibilidad de demostrar que
existe suficiente evidencia de una eventual intención de fuga u ocultamiento, la prisión preventiva se vuelve
injustificada" (Informe 2/97 de la Comisión IDH, párr. 30)." Sent. del 27/11/2009 en causa 36562 “Lopez
Walter”.” (SALA PRIMERA, A CARGO DEL CUERPO DE FERIA, DEL TRIBUNAL DE C ASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA
DE BUENOS AIRES, CAUSA N°43.499, CARATULADA: "O., D. E. S/ RECURSO DE CASACIÓN (ART. 417 C.P.P.)", RTA.
30 DE JULIO 2010).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 235
XVIII
Procesal Penal. Acción
Sumario
§1.- Sala V, Cám. CCrim. y Corr. de Capital Federal, Causa 35.800 “Margián S.A. y otro s/ estafa” -recurso
de queja-, rta. 10 de noviembre 2008. La figura del gestor debe ser excepcionalmente contemplada en sede penal
para no desvirtuar de modo indirecto la regla inexcusable de representación en este proceso. El no poder ubicar
al procesado no es motivo suficiente.
§2.- Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal, causa Nro. 12.269, caratulada: “ZEOLITTI,
Roberto Carlos y otros s/recurso de casación”, rta. 5 de mayo 2010. Unificación de querellas: validez. El
Partido Comunista tiene legitimación para actuar como querellante en causas de lesa humanidad (art. 82 bis
CPPN) por cuanto en dicho tipo de delitos no sólo se ven lesionados quienes fueran objeto material del delito,
sino también toda la población e incluos la humanidad. También importa una intelección amplia del principio pro
accione. La vulneración pareja al sistema democrático permite la legitimación de quienes tienen intereses
representativos (art. 38 C.N.). Intereses colectivos en juego. No existencia de vulneración al principio de igualdad
de armas.
§3.- C.S.J.N.; "Halabi, Ernesto c/ P.E.N. - ley 25.873 - dto. 1563/04 s/ amparo ley 16.986", rta. 24 de febrero
2009. Delimitación procesal: derechos individuales, de incidencia colectiva con referencia a bienes colectivos y
de incidencia colectiva con referencia a intereses individuales homogéneos. No se admite una acción que persiga
el control de la mera legalidad. Análisis si se trata de una afectación actual o de una amenaza de lesión futura. En
los supuestos de bienes jurídicos individuales, su ejercicio es por su titular. Los bienes divisibles no homogéneos.
Derechos de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos. Inexistencia de ley que
reglamente a estos últimos: obligación de los jueces darle eficacia. Elementos de este tipo de acciones. Class
action.
§1.- La figura del gestor debe ser excepcionalmente contemplada en sede penal para no
desvirtuar de modo indirecto la regla inexcusable de representación en este proceso. El no
poder ubicar al procesado no es motivo suficiente
“La figura del gestor prevista por el artículo 48 del C.P.C.C.N. debe ser admitida excepcionalmente; ello así, para
no desvirtuar de modo indirecto la regla inexcusable de representación en el proceso penal, esto es, el poder
especial.
“Como su carácter excepcional se funda en circunstancias de hecho serias e inesperadas, el apuntado instituto
procesal no puede invocarse cuando las razones que impidan actuar al interesado han sido previsibles, o carentes
de fundamentación, como en el caso de autos, donde quien recurre se limita a sostener “que no ha podido ubicar al
patrocinado a fin de que suscriba la apelación”.
“Tal circunstancia, por sí sola, no permite mantener, en el caso, la figura excepcional, pues tal causal -sin ninguna
explicación que le otorgue sustentociertamente resulta insuficiente para satisfacer los requisitos exigidos por la
norma.
“Y, si bien el patrocinado, al momento de interponer la presente queja, ratificó la gestión dentro del plazo previsto
por el artículo citado, lo cierto es que no intentó siquiera brindar la fundamentación de la que prescindió su letrado
al momento de invocar el instituto aludido.
“Sobre este tema se ha sostenido que: “la urgencia de la actividad no será razón suficiente por sí sola para la
admisión de la gestión. Deberá, además, estar justificada responsablemente, lo que deriva de la exigencia legal de
que el gestor tiene que brindar una explicación seria del por qué de su gestión o, dicho de otro modo, del por qué
tuvo que acudir a su excepcional actividad. La negligencia del representado neutraliza la seriedad de la
explicación y conduce a la ineficiencia de la gestión” (Roberto Raúl Daray y Horacio Romero Villanueva, “El
Gestor Judicial en el proceso”, LL-2005-E, pág. 113).” (SALA V, CÁM. CCRIM. Y CORR. DE CAPITAL FEDERAL,
CAUSA 35.800 “MARGIÁN S.A. Y OTRO S/ ESTAFA” -RECURSO DE QUEJA-, RTA. 10 DE NOVIEMBRE 2008).
sino también toda la población e incluos la humanidad. También importa una intelección
amplia del principio pro accione. La vulneración pareja al sistema democrático permite la
legitimación de quienes tienen intereses representativos (art. 38 C.N.). Intereses colectivos
en juego. No existencia de vulneración al principio de igualdad de armas.
“…se observa que, oportunamente, al verificarse dieciséis (16) querellas institucionales y diecisiete (17) querellas
particulares, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal 5 que entendía en la causa, estimó pertinente unificar su
representación en los términos del art.85 del C.P.P.N., actuando oficiosamente conforme lo autoriza el art. 416 del
código adjetivo ante la ausencia de acuerdo de los acusadores particulares en éste sentido.
“Este proceder, además de encontrarse específicamente regulado por la ley procesal, tuvo por objeto el control de
la litis para asegurar el justo equilibrio que garantiza la igualdad de armas de las partes en el proceso.
“De ahí que no se advierta,… exceso jurisdiccional alguno, toda vez que el tribunal ha procedido correctamente
para lograr una mejor y más pronta administración de justicia, atendiendo a las concretas circunstancias de la
causa, en consonancia con los alcances de la Acordada 42/08 de la C.S.J.N.
“Que en cumplimiento con lo ordenado por esta Sala de Casación, el tribunal a quo resolvió declarar que el Partido
Comunista de la República Argentina, oportunamente apartado de su rol de querellante, carece de legitimación
activa para querellar frente a lo dispuesto en el artículo 82 bis del Código Procesal Penal de la Nación, al no
verificar que el vínculo que ligó la creación de la institución política se ciña al exclusivo y preponderante fin de
promover la vigencia de los derechos humanos, denunciar la presunta comisión de crímenes contra la humanidad,
hasta obtener el reconocimiento judicial para perseguir penalmente como institución a sus presuntos autores,
cómplices o encubridores.
“Que el caso traído a revisión es sustancialmente análogo, mutatis mutandi, al resuelto por esta Sala en el
precedente “Iriart” (Sala IV, causa 9672, reg. 12.525, rta. 30/10/2009), oportunidad en la que al emitir mi voto
sostuve que la propia naturaleza que caracteriza a los hechos que se ventilan en autos principales, calificados como
crímenes de lesa humanidad, no sólo lesionan a quienes han sido objeto material del “ataque generalizado o
sistemático” como integrantes de la población civil por razones de nacionalidad o razones políticas, étnicas,
raciales o religiosas (art. 7.1 del Estatuto de Roma), sino que igualmente afectan a todos los integrantes de la
población y, por ello, sus efectos se extienden sobre toda la humanidad.
“No puede desconocerse que los crímenes de lesa humanidad comportan lesiones a bienes jurídicos individuales
(vida, libertad -física y/o de autodeterminación-, integridad sexual, etc.), pero la forma en la que se lleva a cabo el
“ataque” (generalizado o sistemático) contra una población civil de conformidad con la política de un Estado u
organización (o para promover esa política) es la nota distintiva que lo diferencia de un crimen común.
“Por ende, el punto central que debe observarse a la hora de evaluar la legitimidad de una persona -física o
jurídica- para constituirse como parte querellante en esta clase de procesos penales, no es, simplemente, su
condición de sujeto pasivo de la acción materialmente criminal, pues éstos, exteriorizan y comprueban la
existencia del ataque generalizado o sistemático que requiere la caracterización de los crímenes de lesa humanidad
y llenan de contenido su verdadera trascendencia: lesión a toda la población y a la humanidad en su conjunto.
“Frente a este panorama y los alcances asignados a los crímenes que se ventilan en la presente causa, el partido
político que tratamos se vio, en el contexto histórico jurídico que revela el legajo, palmariamente lesionado como
institución fundamental del sistema democrático, toda vez que su funcionamiento y libre ejercicio de sus
actividades se vieron frustradas a partir de la ruptura del orden democrático que significó el golpe militar del 24 de
marzo de 1976.
“Tampoco puede desconocerse que entre el interés institucional alegado por la representación política (art. 38 de la
C.N.) y los elementos que caracterizan esta clase de delitos, existe un punto en común inescindible: “persecución
de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos” (art. 7.1.h del Estatuto de Roma).
De ahí, frente al reclamo del ejercicio al derecho a una tutela judicial efectiva y al debido proceso (art. 8 y 25 de la
C.A.D.H.) que da basamento al presente remedio procesal, el principio pro actione se presenta como una
herramienta de derecho que armoniza el interés del recurrente para ser oído en el proceso, asignándole al concepto
de “particular ofendido” (art. 82 del C.P.P.N.) un alcance amplio en el sentido más favorable al derecho de acceso
a la jurisdicción, otorgandole al recurrente el reconocimiento y la legitimación que reclama.
“En aquella ocasión, recordé el voto del Dr. Maqueda in re “Urteaga” (Fallos: 321:2767 considerando 9/) al decir
“[q]ue, como principio, corresponde recordar la doctrina de esta Corte según la cual la falta de reglamentación
legislativa no obsta la vigencia de ciertos derechos que, por su índole, pueden ser invocados, ejercidos y
amparados sin el complemento de disposición legislativa alguna (Fallos: 315:1492). Esta conclusión armoniza con
Revista del Institu to de Estudio s Penales 237
la antigua doctrina del Tribunal conforme con la cual ‘las garantías individuales existen y protegen a los individuos
por el sólo hecho de estar consagradas en la Constitución, independientemente de las leyes reglamentarias’
(Fallos: 239:459)”.
“La posición sintetizada precedentemente y las conclusiones que de ella emergen para la solución del conflicto, se
encuentra en armonía con el actual reconocimiento legal que realiza el art. 82 bis del C.P.P.N de “intereses
colectivos” en los delitos calificados como lesa humanidad para legitimar a personas jurídicas para actuar en el
proceso penal en calidad de querellante.
“Por lo demás, no se aprecia que el reconocimiento y participación del Partido Comunista de la República
Argentina actuando como querellante afecte la igualdad y el equilibrio entre las partes como garantía del derecho
de defensa en juicio y debido proceso del imputado (art. 18 de la C.N.), pues frente a la multiplicidad de
querellantes que actúan en este proceso y la decisión del tribunal de juicio de proceder conforme lo establecen los
arts. 85 y 416 del C.P.P.N., unificando a los litisconsortes para asegurar el justo equilibrio que garantiza la
igualdad de armas entre las partes y así evitar la sobrecarga de acusadores contra los imputados.” (SALA IV DE LA
CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL, CAUSA NRO. 12.269, CARATULADA: “ZEOLITTI, R OBERTO CARLOS Y
OTROS S/RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 5 DE MAYO 2010).
“…en materia de legitimación procesal corresponde, como primer paso, delimitar con precisión tres categorías de
derechos: individuales, de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos, y de incidencia colectiva
referentes a intereses individuales homogéneos.
“En todos esos supuestos, la comprobación de la existencia de un "caso" es imprescindible (art. 116 de la Constitu-
ción Nacional; art. 2 de la ley 27; y Fallos: 310: 2342, considerando 7°; 311:2580, considerando 3°; y 326: 3007,
considerandos 7° y 8°, entre muchos otros), ya que no se admite una acción que persiga el control de la mera
legalidad de una disposición. Sin embargo es preciso señalar que el "caso" tiene una configuración típica diferente
en cada uno de ellos, siendo esto esencial para decidir sobre la procedencia formal de pretensiones, como se verá
en los considerandos siguientes. También es relevante determinar si la controversia en cada uno de esos supuestos
se refiere a una afectación actual o se trata de la amenaza de una lesión futura causalmente previsible.
“Que la regla general en materia de legitimación es que los derechos sobre bienes jurídicos individuales son
ejercidos por su titular. Ello no cambia por la circunstancia de que existan numerosas personas involucradas, toda
vez que se trata de obligaciones con pluralidad de sujetos activos o pasivos, o supuestos en los que aparece un
litisconsorcio activo o pasivo derivado de la pluralidad de sujetos acreedores o deudores, o bien una representación
plural. En estos casos, no hay variación en cuanto a la existencia de un derecho subjetivo sobre un bien
individualmente disponible por su titular, quien debe, indispensablemente, probar una lesión a ese derecho para
que se configure una cuestión justiciable.
“A esta categoría de derechos se refiere el primer párrafo del artículo 43 de la Constitución Nacional en que en-
cuentra cabida la tradicional acción de amparo, instituida por vía pretoriana por esta Corte en los conocidos
precedentes "Siri" y "Kot" (Fallos: 239:459 y 241:291, respectivamente) y consagrada más tarde legislativamente.
Esta acción está destinada a obtener la protección de derechos divisibles, no homogéneos y se caracteriza por la
búsqueda de la reparación de un daño esencialmente individual y propio de cada uno de los afectados.
“Que los derechos de incidencia colectiva que tienen por objeto bienes colectivos (art. 43 de la Constitución
Nacional) son ejercidos por el Defensor del Pueblo de la Nación, las asociaciones que concentran el interés
colectivo y el afectado.
“En estos supuestos existen dos elementos de calificación que resultan prevalentes.
238 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“En primer lugar, la petición debe tener por objeto la tutela de un bien colectivo, lo que ocurre cuando éste pertene-
ce a toda la comunidad, siendo indivisible y no admitiendo exclusión alguna. Por esta razón sólo se concede una
legitimación extraordinaria para reforzar su protección, pero en ningún caso existe un derecho de apropiación
individual sobre el bien ya que no se hallan en juego derechos subjetivos. No se trata solamente de la existencia de
pluralidad de sujetos, sino de un bien que, como el ambiente, es de naturaleza colectiva. Es necesario precisar que
estos bienes no tienen por titulares a una pluralidad indeterminada de personas, ya que ello implicaría que si se
determinara el sujeto en el proceso éste sería el titular, lo cual no es admisible. Tampoco hay una comunidad en
sentido técnico, ya que ello importaría la posibilidad de peticionar la extinción del régimen de cotitularidad. Estos
bienes no pertenecen a la esfera individual sino social y no son divisibles en modo alguno.
“En segundo lugar, la pretensión debe ser focalizada en la incidencia colectiva del derecho. Ello es así porque la
lesión a este tipo de bienes puede tener una repercusión sobre el patrimonio individual, como sucede en el caso del
daño ambiental, pero esta última acción corresponde a su titular y resulta concurrente con la primera.
“De tal manera, cuando se ejercita en forma individual una pretensión procesal para la prevención o reparación del
perjuicio causado a un bien colectivo, se obtiene una decisión cuyos efectos repercuten sobre el objeto de la causa
petendi, pero no hay beneficio directo para el individuo que ostenta la legitimación.
“En este tipo de supuestos, la prueba de la causa o controversia se halla relacionada con una lesión a derechos
sobre el bien colectivo y no sobre el patrimonio del peticionante o de quienes éste representa.
“Puede afirmarse, pues, que la tutela de los derechos de incidencia colectiva sobre bienes colectivos corresponde al
Defensor del Pueblo, a las asociaciones y a los afectados, y que ella debe ser diferenciada de la protección de los
bienes individuales, sean patrimoniales o no, para los cuales hay una esfera de disponibilidad en cabeza de su
titular.
“Que la Constitución Nacional admite en el segundo párrafo del art. 43 una tercera categoría conformada por dere-
chos de incidencia colectiva referentes a intereses individuales homogéneos. Tal sería el caso de los derechos
personales o patrimoniales derivados de afectaciones al ambiente y a la competencia, de los derechos de los
usuarios y consumidores como de los derechos de sujetos discriminados.
“En estos casos no hay un bien colectivo, ya que se afectan derechos individuales enteramente divisibles. Sin em-
bargo, hay un hecho, único o continuado, que provoca la lesión a todos ellos y por lo tanto es identificable una
causa fáctica homogénea. Ese dato tiene relevancia jurídica porque en tales casos la demostración de los
presupuestos de la pretensión es común a todos esos intereses, excepto en lo que concierne al daño que
individualmente se sufre. Hay una homogeneidad fáctica y normativa que lleva a considerar razonable la
realización de un solo juicio con efectos expansivos de la cosa juzgada que en él se dicte, salvo en lo que hace a la
prueba del daño.
“Sin embargo, no hay en nuestro derecho una ley que reglamente el ejercicio efectivo de las denominadas acciones
de clase en el ámbito específico que es objeto de esta litis. Este aspecto resulta de gran importancia porque debe
existir una ley que determine cuándo se da una pluralidad relevante de individuos que permita ejercer dichas
acciones, cómo se define la clase homogénea, si la legitimación corresponde exclusivamente a un integrante de la
clase o también a organismos públicos o asociaciones, cómo tramitan estos procesos, cuáles son los efectos
expansivos de la sentencia a dictar y cómo se hacen efectivos.
“Frente a esa falta de regulación (la que, por lo demás, constituye una mora que el legislador debe solucionar
cuanto antes sea posible, para facilitar el acceso a la justicia que la Ley Suprema ha instituido), cabe señalar que la
referida disposición constitucional es claramente operativa y es obligación de los jueces darle eficacia, cuando se
aporta nítida evidencia sobre la afectación de un derecho fundamental y del acceso a la justicia de su titular. Esta
Corte ha dicho que donde hay un derecho hay un remedio legal para hacerlo valer toda vez que sea desconocido;
principio del que ha nacido la acción de amparo, pues las garantías constitucionales existen y protegen a los
individuos por el solo hecho de estar en la Constitución e independientemente de sus leyes reglamentarias, cuyas
limitaciones no pueden constituir obstáculo para la vigencia efectiva de dichas garantías (Fallos: 239:459; 241:291
y 315:1492).
“La eficacia de las garantías sustantivas y procesales debe ser armonizada con el ejercicio individual de los
derechos que la Constitución también protege como derivación de la tutela de la propiedad, del contrato, de la
libertad de comercio, del derecho de trabajar, y la esfera privada, todos derechos de ejercicio privado. Por otro
lado, también debe existir una interpretación armónica con el derecho a la defensa en juicio, de modo de evitar que
alguien sea perjudicado por una sentencia dictada en un proceso en el que no ha participado (doctrina de Fallos:
211:1056 y 215:357).
“En la búsqueda de la efectividad no cabe recurrir a criterios excesivamente indeterminados alejados de la
prudencia que dicho balance exige.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 239
“Que la procedencia de este tipo de acciones requiere la verificación de una causa fáctica común, una pretensión
procesal enfocada en el aspecto colectivo de los efectos de ese hecho y la constatación de que el ejercicio
individual no aparece plenamente justificado. Sin perjuicio de lo cual, también procederá cuando, pese a tratarse de
derechos individuales, exista un fuerte interés estatal en su protección, sea por su trascendencia social o en virtud
de las particulares características de los sectores afectados.
“El primer elemento es la existencia de un hecho único o complejo que causa una lesión a una pluralidad relevante
de derechos individuales.
“El segundo elemento consiste en que la pretensión debe estar concentrada en los efectos comunes y no en lo que
cada individuo puede peticionar, como ocurre en los casos en que hay hechos que dañan a dos o más personas y
que pueden motivar acciones de la primera categoría. De tal manera, la existencia de causa o controversia, en estos
supuestos, no se relaciona con el daño diferenciado que cada sujeto sufra en su esfera, sino con los elementos
homogéneos que tiene esa pluralidad de sujetos al estar afectados por un mismo hecho.
“Como tercer elemento es exigible que el interés individual considerado aisladamente, no justifique la promoción
de una demanda, con lo cual podría verse afectado el acceso a la justicia. Sin perjuicio de ello, como se anticipó, la
acción resultará de todos modos procedente en aquellos supuestos en los que cobran preeminencia otros aspectos
referidos a materias tales como el ambiente, el consumo o la salud o afectan a grupos que tradicionalmente han
sido postergados, o en su caso, débilmente protegidos. En esas circunstancias, la naturaleza de esos derechos
excede el interés de cada parte, y al mismo tiempo, pone en evidencia la presencia de un fuerte interés estatal para
su protección, entendido como el de la sociedad en su conjunto. En tal sentido, los artículos 41, 42 y 43, párrafo se-
gundo, de la Constitución Nacional brindan una pauta en la línea expuesta.
(…)
“…ante la imperiosa necesidad de dar una respuesta jurisdiccional que esté a la altura de la evolución de las
instituciones y a las exigencias actuales de la sociedad, no puede pasar desapercibida a los magistrados la
experiencia recogida en otros sistemas jurídicos. Al respecto, en lo que aquí interesa, resulta ilustrativo traer a
colación que en los Estados Unidos de Norteamérica, a partir de las directivas del Bill of peace del siglo XVII,
mediante la labor jurisprudencial, se ha delineado la institución de las class actions cuya definición conceptual
quedó plasmada en las Federal Rules of Civil Procedure de 1938 y que ha experimentado una evolución posterior
mediante numerosas decisiones judiciales hasta obtener contornos más precisos en las Federal Rules de 1966. La
Regla 23 (Equity Rule 23) de ese ordenamiento determinó que uno o más miembros de una clase puede demandar
o ser demandado como parte en representación de todos cuando: 1) la clase es tan numerosa que la actuación de
todos es impracticable, 2) existen cuestiones de hecho y de derecho comunes a la clase, 3) las demandas o defensas
de las partes representantes son típicas de las demandas o defensas de la clase, y 4) las partes representantes
protegerán los intereses de la clase justa y adecuadamente. El juez debe admitir la pretensión deducida por parte de
un representante de la clase, efectuando un adecuado control de su representatividad y de la existencia de una
comunidad de intereses. La decisión que se adopta tiene efectos erga omnes.
En el contexto de la citada disposición es posible distinguir tres tipos de acciones: la primera diseñada para los
supuestos en que el ejercicio individual de las pretensiones mediante procesos individuales resulte perjudicial para
el enjuiciado o para los miembros del colectivo por crear el riesgo de sentencias contradictorias o disímiles
respecto de los sujetos individuales, que impongan comportamientos incompatibles a la parte opuesta del grupo o
que, en la práctica, sean dispositivas de los intereses de otros miembros no partes, o que sustancialmente
menoscaben o eliminen la posibilidad de proteger sus intereses. El segundo tipo es aquél concerniente a los su-
puestos en que la contraparte del grupo ha evidenciado una conducta positiva u omisiva por motivos vinculados a
aquél, lo que torna apropiado una resolución condenatoria o declarativa que involucre a todo el conjunto. El tipo
restante se presenta cuando el juez otorga primacía a los puntos fácticos o jurídicos comunes a los integrantes del
grupo por sobre cualquier cuestión que afecte sólo a sus miembros individuales, de manera tal que la acción del
colectivo es siempre superior a la acción individual.” (C.S.J.N.; "HALABI, ERNESTO C/ P.E.N. - LEY 25.873 - DTO.
1563/04 S/ AMPARO LEY 16.986", RTA. 24 DE FEBRERO 2009).
240 Revista del Institu to de Estudio s Penales
XIX
Procesal Penal. Recursos
Sumario
§1.- Sala III del Tribunal de Casación Penal de la pcia. de Buenos Aires, causa Nº 8.969 (Registro de
Presidencia Nº 31.420) caratulada “C., K. O. s/ Recurso de Casación”, rta. 24 de abril 2009. Posibilidad de
recurrir la condena recaída en un juicio abreviado pese a haber sido aceptada por aquel al firmar el acuerdo.
§2.- Juzgado Federal de 1ª Instancia de Villa María, Córdoba, causa “C, J. A. P.S.A. DE INFRACCION
LEY 23.737 ―VILLA MÁRIA―” (Expte. Nro. 125/2009), rta. 26 de octubre 2009. Inobligatoriedad de los
fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. El acatamiento de los fallos del superior tribunal es relevante
para la tranquilidad y seguridad pública.
§1.- Posibilidad de recurrir la condena recaída en un juicio abreviado pese a haber sido
aceptada por aquel al firmar el acuerdo.
“En cuanto a la falta de perjuicio que alega el Fiscal Adjunto y que, a su entender, motivaría la inadmisibilidad del
recurso considero que a diferencia de la preceptiva nacional, en cuanto allí se exige al imputado “...conformidad
(...) sobre la existencia del hecho y la participación...” (artículo 431 bis inciso 2 Código Procesal Penal de la
Nación), en el sistema regulado en la Provincia de Buenos Aires el consentimiento del imputado para la
celebración del juicio abreviado, sólo implica que el juicio tenga un procedimiento abreviado respecto del trámite
ordinario o común (juicio oral).
“Además, lo consentido por el acusado es sólo el techo de pena y la calificación legal precariamente fijada en el
requerimiento fiscal, lo que impide al Tribunal elevar la sanción máxima que el imputado consiente sufrir sin la
realización de juicio oral y para el caso de considerárselo culpable; pero en ningún caso admite su culpabilidad. Y
ello es así al punto tal que, para el caso de resultar –por decisión del Tribunal- inadmisible el juicio abreviado, se
debe realizar un juicio oral con todos los requerimientos procesales que el mismo impone.
“Es que, por abreviado, el juicio de los artículos 395 y siguientes del ritual no deja de ser tal, es decir, un juicio con
valoración de la prueba y todas las exigencias de legalidad que le corresponden. De no ser así, si se tomara al juicio
abreviado como una forma de convalidar una responsabilidad penal y consentir la pena, toda actuación
jurisdiccional posterior devendría cuasi-superflua, dado que se limitaría a convalidar lo acordado por las partes,
acercándonos al sistema americano (plea bargain) ajeno a nuestra normativa en la que se impone a la jurisdicción
un análisis de todas las cuestiones pautadas para un sentencia, a punto tal que el tribunal conserva la facultad de
absolver al imputado pese al acuerdo de partes, precisamente porque dicho acuerdo no presupone una admisión de
culpabilidad.
“En virtud de ello, considero que el acuerdo para establecer un tope de pena y una forma determinada de arribar a
la sentencia, en tanto no implica confesión ni asunción de responsabilidad alguna, no puede erigirse como óbice
para intentar, luego la revisión de veredicto condenatorio.
“En este sentido, la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, en la reciente causa P 90.327, “S., A. L”, del
1º de marzo de 2006, explicó que “En este procedimiento especial, los puntos a los que se refiere el acuerdo
conciernen a la calificación y la pena (art. 396 del C.P.P.) y sobre ambos la ley contempla formas de control
jurisdiccional, de modo tal que lo pactado no surte efectos automáticos”. Asimismo, se sostuvo que “Si se parte de
que al pronunciarse el fallo debe respetarse el deber de motivarlo, es razonable exigir que la pena impuesta incluso
la acordada tenga sustento en los arts. 40 y 41 del Código Penal y otras normas relacionadas tales como el 41 bis a
fin de que la legalidad y racionalidad de los fundamentos de la individualización puedan ser examinados por un
tribunal superior, asegurando el derecho a la doble instancia”, añadiéndose que “El hecho de que la sentencia se
dicte en el marco de un juicio abreviado no autoriza a aligerar el recaudo de la debida fundamentación. Las
implicancias de la prescindencia del debate reglado por el procedimiento ordinario demanda mayor severidad en el
control del juzgador a fin de establecer que lo consensuado por las partes se adecua a las evidencias obrantes en la
causa. Estas connotaciones, justamente, aventan la posibilidad de que dicha sentencia constituya en un mero acto
homologatorio de lo convenido por el imputado, su defensa y el representante fiscal”. (SALA III DEL TRIBUNAL DE
CASACIÓN PENAL DE LA PCIA. DE B UENOS AIRES, CAUSA Nº 8.969 (REGISTRO DE PRESIDENCIA Nº 31.420)
CARATULADA “C., K. O. S/ RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 24 DE ABRIL 2009).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 241
“…debe recordarse que la Corte Suprema sólo decide en los procesos concretos que le son sometidos y sus Fallos
no resultan obligatorios para casos análogos.
“No obstante ello, también ha sostenido que los jueces inferiores tienen el deber de conformar sus decisiones a su
doctrina y que carecen de fundamento las sentencias que se apartan de sus precedentes sin aportar nuevos
argumentos que justifiquen modificar la posición sentada en su carácter de intérprete supremo de la Constitución
Nacional y de las leyes dictadas en su consecuencia (Fallos 307:1094, 1779 y causas R.596, XXI del 25/8/88 y
S.476, XXI del 15/8/89)...
“En este sentido, desde antaño se ha advertido que se debe realizar un leal acatamiento a los Fallos de la Corte
dado que ello es indispensable para la tranquilidad pública, la paz social y la estabilidad de las instituciones (Fallos
212:160).
“ También, la propia Corte ha indicado que si bien las sentencias que ese Tribunal dicta sólo deciden los procesos
concretos que le son sometidos y ellas no resultan obligatorias para casos análogos, los jueces inferiores tienen el
deber moral de conformar sus decisiones a esa jurisprudencia salvo que proporcionen nuevos argumentos que
justifiquen modificar la posición allí adoptada (Fallos 318:2060).
“Por otro lado, tampoco debe perderse de vista que ha sido la misma Corte la que inveteradamente ha reiterado que
la declaración de inconstitucionalidad de un precepto de jerarquía legal constituye la más delicada de las funciones
susceptibles de encomendarse a un tribunal de justicia y configura un acto de suma gravedad que debe ser
considerado como ultima ratio del orden jurídico (Fallos 315:923; 316:188 y 321:441, entre otros).” (JUZGADO
FEDERAL DE 1ª INSTANCIA DE VILLA MARÍA, CÓRDOBA, CAUSA “C, J. A. P.S.A. DE INFRACCION LEY 23.737
―VILLA MÁRIA―” (EXPTE. NRO. 125/2009), RTA. 26 DE OCTUBRE 2009).
242 Revista del Institu to de Estudio s Penales
XX
Ejecución y Habeas Corpus
Sumario
§1.- S.C.J.P.B.A., causa 109.111, caratulada: “Defensoría Penal Juvenil N° 16 s/ Hábeas corpus, rta. 2 de
diciembre 2009. Aplicación indebida de reparos formales propios del amparo a cuestiones atingentes al Habeas
corpus. Inhabilitación del test de constitucionalidad establecido.
§2.- C.S.J.N., “Capranzano, Pompeo Pascual s/ acción de hábeas corpus en favor de Romero, Juan Carlos”,
rta. 8 de octubre 1991. Detenido en virtud del edicto de vagancia y mendicidad dictado por el Jefe de Policía de
la ciudad de Buenos Aires: las decisiones administrativas deben tener garantizadas el control judicial suficiente,
necesidad de notificación a letrado patrocinante. No encuadra en el art. 3º, inc. 1º, de la ley 23.098 por mediar
orden escrita de autoridad competente dada la naturaleza contravencional de la infracción el hábeas corpus no es
la vía idónea para plantear la ilegitimidad de las facultades atribuidas a la autoridad policial, pues ello debió
articularse por medio del recurso previsto en los art. 587 y sigts., del Cód. de Proced. en Materia Penal.
§3.- Disidencia de los doctores Fayt, Petracchi y Boggiano, C.S.J.N., causa “De la Torre, Juan C. s/ habeas
Corpus”, rta. 22 de diciembre 1998. Habeas Corpus por declaración ilegal de permanencia en el país y
disposición de expulsión del territorio nacional.
§4.- S.C.J.P.B.A., causa 103.299, caratulada: “Comisión Provincial por la Memoria y Comité contra la
Tortura. Habeas Corpus colectivo”, rta. 23 de julio 2008. Habeas corpus colectivo. Agravamiento de las
condiciones de detención ante sucesivos traslados injustificados de unidades penitenciarias (método coactivo y
violatorio de los derechos del interno a más de atentatorio del principio de progresividad y reinserción social).
Precedente “Verbitsky”.
§5.- Sala III del Tribunal de Casación Penal pcia. de Buenos Aires, causa nº 11.395 (Registro de Presidencia
nº 40.189) “F. B., R. B. s/ Recurso de Casación (art. 417 del C.P.P.)” y su acumulada nº 11.625 (Registro de
Presidencia nº 41.403), caratulada “F. B., R. B. s/ Hábeas Corpus”, rta. 6 de julio 2010. Aplicación de las
Reglas Mínimas para el tratamiento de los reclusos de la O.N.U. Cumplimiento de los propósitos del régimen
penitenciario: posibilidad efectiva de instrucción. Derecho a la educación de los condenados, consecuente
obligación de adoptar las medidas necesarias para mantenerlo o fomentarlo. Imposibilidad de alegar dificultades
de traslado para soslayar dicho derecho.
§6.- Juzgado Correccional, de Garantías y de Menores Nº 2, Distrito Judicial del Norte – Circunscripción
Tartagal, Expte Nº COR -7915/8, caratulado: “ALVAREZ, SIXTO - ROMANO, MARCOS - GARCIA,
WALTER EMILIO - OROZCO, JORGE RICARDO - QUISPE, VANESA - IRAHIOLA, ERNESTO -
ASENCIO, ADELA SUSANA - ESCALANTE, JUDITH - BENITEZ, RAFAEL - BEISA, MARCOS
FERNANDO - ESCALANTE, ELVA Y VEISAGA, IRMA - ENTORPECIMIENTO DE LOS MEDIOS DE
TRANSPORTES - EMPRESA PANAMERICAN ENERGY - DEN: CASTILLO, RICARDO DANIEL”,
rta. 2 de septiembre de 2010. Atenuación por falta de antecedentes penales y dificultad para obtener trabajo.
Regla de conducta para imputado por el art. 194 C.P. de abstenerse de concurrir a manifestaciones ilegales.
§7.- Sala III, Cámara Nacional de Casación Penal, causa n/ 11.416, caratulada “Rodríguez, Marcelo Fabián
s/recurso de casación”, rta. 9 de marzo 2010. Etapa de ejecución, no existe violación al derecho de defensa si no
se le corrió traslado de la vista fiscal pero fue la misma defensa la que requirió el beneficio. Rechazo de salidas
transitorias fundado en que el domicilio en el que residiría es un “contexto geográfico vulnerable”, el escaso
contacto con familiares y el no contar con alternativas laborales concretas. Para gozar de las salidas transitorias
la ley 24.660 exige requisitos temporales- objetivos y subjetivos; prerrogativas del Director del Establecimiento en
torno a la fijación de las normas a observar y nivel de confianza. Imposición de que “todos” los requisitos se
cumplan –Decreto 396/99-. El baremo de la escasa predisposición a someterse a las normas medido a partir de la
vulneración de beneficios previos en otros expedientes (DE LA MAYORÍA). Vulneración del derecho de defensa en
la etapa de ejecución al no dársele intervención al defensor en el momento oportuno (DE LA MINORÍA).
§8.- Tribunal Oral en lo Criminal n° 7 de Capital Federal, causa n° 3226/3454, caratulada: “Lusvy Miguel
Zeña Mera por robo con arma de utilería y robo”, rta. 19 de mayo de 2010. Agravación de la pena por la
pluralidad de intervinientes, la reiteración de hechos contra la propiedad, el valor de los bienes sustraídos, laa
falta de trabajo estable pese a tratarse de un mayor de edad, el haberse visto involucrado en diversos procesos
penales. Atenuación por la admisión de los hechos.
§9.- Sala III del Tribunal de Casación pcia. de Buenos Aires, causa número 4.852 (Registro de Presidencia
18.582) caratulada: “O., M. G. s/ recurso de casación” y su acumulada número 4.853 (Registro de
Presidencia 18.583) caratulada: “D., E. I. s/ recurso de casación”, rta. 13 de julio 2010. Irrelevancia del
tratamiento de las condiciones de agravación o atenuación de los arts. 40 y 41 del C.P. si se impone pena
privativa de libertad perpetua.
§10.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires, causas Nº 40.419 y su
acumulada Nº 40.206 seguida a C. C. M. y a J. A. V., rta. 16 de septiembre de 2010. El perjuicio patrimonial
causado, en tanto extensión del daño, es mensurable a través del art. 41 C.P. No importa el grado de afectación al
bien jurídico para el juicio de tipicidad, su diferente grado repercute en la intensidad de la sanción.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 243
§11.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, causa n° 43.745, rta. 30
de septiembre 2010. Ni el dictamen de peritos ni el informe del servicio penitenciario son vinculantes para la
concesión de la libertad condicional que decide el juez.
§12.- Sala Segunda del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, recurso de casación
interpuestos en favor de P. O. I. -Causa Nº 12.210- y D. G. B. –Causa N° 12.351-, rta. 16 de septiembre 2008.
En el marco del art. 41.2 del C.P., “los motivos que lo llevaron a delinquir”, no alcanza la pobreza si no se
vincula con el hecho. Respecto de las “condiciones personales”, no se trata de condiciones objetivas que
acreditadas, bastan para disminuir la pena, han de correlacionarse con el hecho.
§1.- Aplicación indebida de reparos formales propios del amparo a cuestiones atingentes
al Habeas corpus. Inhabilitación del test de constitucionalidad establecido
“La Alzada ha efectuado una interpretación restrictiva del art. 20 de la Const. Provincial “… a partir de la
realización de una analogía in malam partem pretendiendo limitar la Acción de Habeas Corpus a partir de su cotejo
con la de Amparo…” (fs. 187 vta.). Se pretende que el mentado art. 20 sea interpretado armoniosamente con el art.
11 de la misma Constitución, con el art. 43 de la C.N., de acuerdo al principio pro homine, y al interés superior del
niño (art. 3 ley 26061), en el nuevo marco constitucional de la reforma de 1994 –art. 75 inc. 22-.
“La necesidad de que se garantice un rápido acceso a la justicia y a la tutela de sus derechos, sin plantear
obstáculos procesales, en casos de los intereses individuales homogéneos de los niños representados en la acción.
Su desconocimiento violentaría el art. 43 de la Constitución nacional y la doctrina de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación.” (S.C.J.P.B.A., CAUSA 109.111, CARATULADA: “DEFENSORÍA PENAL JUVENIL N° 16 S/ HÁBEAS
CORPUS, RTA. 2 DE DICIEMBRE 2009).
§2.- Detenido en virtud del edicto de vagancia y mendicidad dictado por el Jefe de Policía
de la ciudad de Buenos Aires: las decisiones administrativas deben tener garantizadas el
control judicial suficiente, necesidad de notificación a letrado patrocinante. No encuadra
en el art. 3º, inc. 1º, de la ley 23.098 por mediar orden escrita de autoridad competente
dada la naturaleza contravencional de la infracción el hábeas corpus no es la vía idónea
para plantear la ilegitimidad de las facultades atribuidas a la autoridad policial, pues ello
debió articularse por medio del recurso previsto en los art. 587 y sigts., del Cód. de
Proced. en Materia Penal
“…teniendo el hábeas corpus por finalidad primordial garantizar la libertad ambulatoria de las personas, el tribunal
de apelación ha de someter a consideración la fuente de la que surge la restricción de aquel derecho.
“Por otra parte, ha sido éste el espíritu y la finalidad con que el legislador proveyó el art. 6º en cuestión. En los
fundamentos de la ley se indica que "cuando un precepto legal autorice a emitir la orden escrita a una autoridad
que según la propia constitución no puede ser competente para ello, la declaración de inconstitucionalidad de la
norma puede ser resuelta por los jueces... de oficio" (cfr. doctor Fernando de la Rúa, Servicio de Información
Parlamentaria núm. 48, p. 810, 7/3/84, la bastardilla me pertenece). Con ello, se atiende a mi entender, a la
legalidad que sustenta la privación de la libertad, considerando la fuente autoritativa y el precepto legal que la
habilita a obrar en consecuencia.
“En tal caso de autos, donde Juan C. Romero fue detenido por la autoridad policial en aplicación del edicto de
vagancia y mendicidad art. 2º inc. a, imponiéndole la sanción de 21 días de arresto no redimibles por multa en
atención a sus antecedentes, el a quo reconoció la "validez de las facultades delegadas al órgano administrativo" en
tanto se garantice el control judicial suficiente.
“Igualmente, entendió que este recaudo resulta satisfecho con el procedimiento recursivo de los art. 587 y sgtes.
del Cód. de Proced. en Materia Penal, todo ello con remisión a doctrina de V. E.
“De esa forma, la resolución no ataca en modo alguno la legalidad de la autoridad que dispone el arresto ni la
orden que la concreta con fundamento en las disposiciones de los edictos policiales.
244 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“A pesar de ello, el a quo ateniéndose al principio… de que las decisiones administrativas sobre la libertad
individual ha de ser eficaz y que no basta las cláusulas formales, ingresa en el análisis del proceso contravencional
y particularmente en lo atinente a los modos de notificación del arresto al contraventor. En virtud de esto último
que declara la inconstitucionalidad del art. 169 del RRPF6, por no asegurar la notificación de la medida a letrado, y
con ese fundamento convalida el hábeas corpus concedido en primera instancia.
“Con ello, a mi entender, el a quo ha desnaturalizado la función institucional de la norma que rige el hábeas
corpus, por cuanto habiendo reconocido la legalidad de los presupuestos de los que dimana el arresto de Romero,
ingresa en un análisis que es propio del juez ordinario, en este caso correccional.
“Dicha circunstancia no se justifica por la omisión de apelar en término del contraventor, pues resulta de las
constancias de autos fs. 17 del expediente contravencional que al momento de presentar el hábeas corpus, su
letrado contaba aún con el recurso de queja ante el tribunal correccional, como medio de acceder a una instancia
jurisdiccional. Justamente, es ante este magistrado donde debió ventilarse la argumentada deficiencia formal de las
que hacen mérito tanto el juez de grado para disponer la nulidad del procedimiento contravencional, como el
tribunal de alzada para declarar la inconstitucionalidad de la norma ya mencionada.
“Tal proceder excede el marco jurisdiccional de carácter excepcional que prevé el art. 3º inc. 1º de la ley 23.098 y,
sobre todo, no condice con la recta aplicación del art. 6º de la misma, en tanto en este caso en concreto la privación
de libertad resulta consecuencia de orden escrita de autoridad competente cuya legalidad no ha sido puesta en
crisis.
“Interpretar la norma en el sentido que lo hace el a quo lleva no solo a desnaturalizar la finalidad históricojurídica
del instituto de hábeas corpus, sino que permite al juez de aplicación suplir al magistrado ordinario en el ámbito
que le es propio.
“Cuando el caso no encuadra en el art. 3º, inc. 1º, de la ley 23.098 por mediar orden escrita de autoridad
competente dada la naturaleza contravencional de la infracción imputada, V. E. tiene dicho que el hábeas corpus no
es la vía idónea para plantear la ilegitimidad de las facultades atribuidas a la autoridad policial, pues ello debió
articularse por medio del recurso previsto en los art. 587 y sigts., del Cód. de Proced. en Materia Penal.
“En igual sentido ha sostenido que si bien del art. 6º de la mencionada ley podría extraerse una aplicación del
objeto del remedio que ella instituye, tal conclusión sólo seria válida en tanto se demostrase correctamente la
ineficacia de aquel recurso, pues de lo contrario se operaría una sustitución del juez natural de la causa y de los
procedimientos establecidos que excedería el ámbito excepcional del amparo (S.673.XX. "Salort, María C.
s/recurso de hábeas corpus en favor de Antúnez García, Ricardo" resuelta el 25/11/86).” (C.S.J.N., “CAPRANZANO,
POMPEO PASCUAL S/ ACCIÓN DE HÁBEAS CORPUS EN FAVOR DE ROMERO, JUAN CARLOS”, RTA. 8 DE OCTUBRE 1991).
“…en principio, corresponde a esta Corte destacar las irregularidades del trámite impreso a la causa. En efecto, la
juez de primera instancia, ante la comprobación de la existencia de una orden de un funcionario administrativo que
autorizaba la detención y expulsión de De la Torre-adoptada en virtud de una norma legal y su reglamentación
cuestionadas como inconstitucionales, y como consecuencia de un expediente en el que no se dio oportunidad de
defensa y se tomaron los dichos del amparado para fundar la resolución en su contra resolvió, no obstante,
desestimar "in limine" la denuncia sin considerar el planteo de inconstitucionalidad, lo cual era necesario para
determinar la legitimidad de la orden y la competencia del órgano. Pero además, y fundamentalmente, el decreto de
fs. 4 correspondía a un verdadero auto de hábeas corpus en los términos del art. 11 de la ley 23.098, de modo que
no podía retrotraer el procedimiento a la situación del art. 10, tanto más cuando, de admitirse la invalidez de las
normas que dieron origen al procedimiento de expulsión, el caso hubiese encuadrado en las previsiones del art. 3°
inc. 1° de la citada ley y, en consecuencia, habría sido inadmisible el rechazo liminar. Este error condujo a truncar
toda la actividad que el legislador ha previsto para resguardar la libertad personal, porque se impidió la audiencia
del art. 14 y la consiguiente posibilidad de esclarecer --con la exactitud que el caso requiere- la situación del
amparado quien, además, se vio privado de la representación que la ley pone en cabeza del defensor oficial (conf.
doctrina de Fallos 307:1039), pues tal carácter no les fue reconocido a los denunciantes.
“Que la cámara de casación validó ese procedimiento allimitarse a declarar la inadmisibilidad del recurso por
razones formales, con lo que excluyó toda posibilidad de tratar los fundamentos de la inconstitucionalidad alegada
desde un principio por los denunciantes. En efecto, lo atinente a la imposibilidad de aquéllos de recurrir en el
hábeas corpus --ya que no eran defensores- no es un argumento idóneo a tales fines, pues este tribunal ha admitido
esa conducta cuando el amparado no ha sido escuchado ni asistido por un defensor oficial o particular (conf. fallo
supra citado) y en cuanto a la subsistencia del gravamen, éste aún persiste en la medida en que la libertad
Revista del Institu to de Estudio s Penales 245
ambulatoria de De la Torre se encuentra severamente restringida por la imposibilidad de volver a ingresar al país y
la amenaza de que si así lo hiciera se le impondrían las sanciones previstas en el art. 26 de la ley 22.439, según
surge del art. 2° de la res. 1187/82.
“Que, en tales condiciones, los defectos apuntados desnaturalizaron en grado tal el procedimiento que han tornado
totalmente inoperante el instituto del hábeas corpus en el caso. Ello es así por que no obstante haberse seguido un
procedimiento distinto al previsto en la ley, empleando una vía extraña al estado de las actuaciones y sin
participación de ninguno de los interesados, se truncó el trámite del amparo, pues al soslayar el tratamiento de la
inconstitucionalidad propuesta con el argumento de la falta del carácter de defensores de los recurrentes, se ha
circunscripto el alcance de la impugnación que sólo pudo intentar el denunciante, porque el amparado no tuvo
oportunidad alguna de intervenir en la causa, sea por sí o por el defensor oficial, como habría ocurrido de haberse
observado el procedimiento aplicable. Cabe señalar, al respecto, que el principio dispositivo que impera en la
materia y el carácter sumarísimo del trámite no pueden emplearse en perjuicio de la garantía de la defensa en juicio
de los interesados (confr. Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores del 7 de marzo de 1984, p. 811) (confr.
fallo citado).
“Que, por último, cabe señalar que la jurisprudencia de esta Corte ha admitido en numerosos casos que la vía del
hábeas corpus es el remedio procesal idóneo para garantizar el control judicial de una expulsión (Fallos 164:344;
204:571; 218:769 --La Ley, 42-784; 61-787--; entre muchos otros) y que si bien el derecho internacional no
establece por cierto la forma que debe revestir el procedimiento ante los tribunales locales, reconoce en general la
vía del hábeas corpus como apta para garantizar toda clase de restricción a la libertad ambulatoria (arts. 7° inc. 6°,
Convención Americana sobre Derechos Humanos; 9° inc. 4°, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos";
8°, Declaración Universal de Derechos Humanos; XVIII y XXV, párr. 3°, Declaración Americana de los Derechos
y Deberes del Hombre; 5°, inc. 4°, Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las
Libertades Fundamentales).
“Que por lo expuesto, este tribunal no puede convalidar el fallo de la instancia anterior en la medida de que la
expulsión de un extranjero sin que se haya garantizado la posibilidad de acceso a un tribunal judicial, podría no
sólo ser contraria al derecho interno sino también al derecho internacional, lo cual no puede ser ignorado por los
tribunales argentinos. Más aún, esta Corte ha reconocido que una expulsión arbitraria puede dar lugar a una
reclamación diplomática (Fallos 164:344, esp. p. 383).” (DISIDENCIA DE LOS DOCTORES FAYT, PETRACCHI Y
BOGGIANO, C.S.J.N., CAUSA “DE LA TORRE, JUAN C. S/ HABEAS CORPUS”, RTA. 22 DE DICIEMBRE 1998).
§4.- Habeas corpus colectivo. Agravamiento de las condiciones de detención ante sucesivos
traslados injustificados de unidades penitenciarias (método coactivo y violatorio de los
derechos del interno a más de atentatorio del principio de progresividad y reinserción
social). Precedente “Verbitsky”.
“Al plantear el habeas corpus colectivo ante la sede casatoria, los presentantes –de conformidad a lo normado por
el art. 43 de la Constitucióna nacional, 20 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires, 405 y conc. Del
Código de Procedimiento Penal- y en el marco del habeas corpus Verbitsky, ponen de manifiesto el agravamiento
en las condiciones de detención de los señores (internos)…, y de todas las personas detenidas actualmente en el
ámbito del servicio Penitenciario Bonaerense que se encuentran al igual que los mencionados, sometidos a
constantes traslados, lo que “…constituye un método de coacción y tortura no solo contra aquellos/as que se
atrevieron a denunciar prácticas delictivas o abusivas por parte del personal penitenciario, sino también contra
todos/as los/las detenidos/as quienes son víctimas de las decisiones arbitrarias y muchas veces incoherentes que
toma el SPB…”, siendo –además que con esas prácticas se “…viola el derecho a la salud, a la educación, al
vínculo familiar, al trabajo (derechos todos reconocidos por las normas constitucionales nacionales e
internacionales) y también atenta contra el principio de progresividad de la pena y la adecuada reinserción
social…”.
“Sostienen los representantes del Comité contra la Tortura –en punto a la competencia- que “…lo que se persigue
con la presentación incoada no es sólo la solución de la situación individual de cada detenido, sino, una respuesta
concreta al conflicto colectivo que compromete al Estado provincial, en virtud de la violación permanente y
sistemática de los estándares jurídicos en materia penitenciaria fijados por la Constitución nacional y diversos
tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional…”. Invocan, en este sentido, la doctrina de la Corte
federal recaída en el precedente “Verbitsky”, puesto que si bien en la presente acción se hace mención a distintos
sujetos en su individualidad, también se contempla la situación de todas las personas actualmente detenidas en el
ámbito penitenciario bonaerense.”
246 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“En ese mismo sentido aducen que la forma de abordar esta problemática que involucra un reclamo
supraindividual (art. 43 C.N.), con la efectividad que proclaman los arts. 15 de la Constitución provincial y 25 del
Pacto de San José de Costa Rica –entre otros muchos preceptos supralegales que citan- es a través del tratamiento
originario del Tribunal de Casación Penal, “ya que es el único tribunal provincial con competencia sobre todo el
territorio” de la Provincia, además, obviamente de esta Suprema Corte.
“…La acción debe prosperar.
“…la decisión del a quo –so pretexto de que su competencia en la materia es revisora y que no se vislumbran
supuestos que excepcionen esa premisa- no ha tenido en consideración la doctrina que la Corte Federal estableciera
al fallar en el precedente “Verbitsky, Horacio s/ hábeas corpus” (sent. Del 3-V-2005).
“Así, frente a una acción de habeas corpus colectivo que reclama una solución aprehensiva del complejo fáctico
referido –sin perjuicio de la respuesta concreta atinente a la problemática de cada uno de los internos
individualizados en el escrito inicial sometidos a los constantes traslados de dependencias carcelarias que también
pretendían su específico abordaje-, el a quo se limitó a desestimar el caso desde la perspectiva del artículo 20 de la
Constitución provincial y las reglamentaciones emergentes de los arts. 405, 417 y concordantes del Código
Procesal Penal, cuando el planteo llevado a su conocimiento teníaa como punto ineludible dde conexión la pauta
específica del art. 43 de la Constitución nacional, sin que su viabilidad le mereciera ninguna reflexión.
“Tampoco explicitó cuál sería el órgano habilitado para tratar y solucionar con igual efectividad, en razón de la
competencia territorial señalada, la pretensión de alcance colectivo que involucra a todos los detenidos de la
Provincia de Buenos Aires, dejando, en consecuencia, a los peticionantes sin ninguna respuesta útil para atender a
la tutela reclamada (cf. Doctr. Ac. 100.188, res. De 13-II-2008).
“De tal modo, el tribunal recurrido prescindió de compatibilizar la hermenéutica de la mentada cláusula de
raigambre federal –art. 43 C.N.; mercera la expresa operatividad reconocida por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación para la articulación del habeas corpus colectivo in re “Verbitsky”- con las reglas de orden local destinadas
a habilitar con el mayor rendimiento y efectividad posible el encauzamiento de ese tipo de reclamos, en pos de
garantizar adecuadamente el acceso a la jurisdicción.” (S.C.J.P.B.A., CAUSA 103.299, CARATULADA: “COMISIÓN
PROVINCIAL POR LA MEMORIA Y COMITÉ CONTRA LA TORTURA. HABEAS CORPUS COLECTIVO”, RTA. 23 DE JULIO
2008).
§5.- Aplicación de las Reglas Mínimas para el tratamiento de los reclusos de la O.N.U.
Cumplimiento de los propósitos del régimen penitenciario: posibilidad efectiva de
instrucción. Derecho a la educación de los condenados, consecuente obligación de adoptar
las medidas necesarias para mantenerlo o fomentarlo. Imposibilidad de alegar
dificultades de traslado para soslayar dicho derecho.
“…estimo oportuno mencionar que el catálogo de “Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos” dictado por
la Organización de las Naciones Unidas destaca que el fin de proteger a la sociedad contra el delito sólo se
alcanzará si el período de encierro de los procesados y condenados es aprovechado para lograr que, una vez
liberados, no solamente quieran respetar la ley y proveer sus necesidades, sino también que sean capaces de
hacerlo (Reglas nº 4 y 58).
“Es por ello que con el fin de lograr tal propósito, los regímenes penitenciarios deben implementar, entre otros,
todos los medios y asistencias educacionales de que puedan disponer, conforme las necesidades individuales de
cada interno, brindándoles la posibilidad efectiva de instruirse, coordinándose dicho derecho con el sistema de
instrucción pública a fin de que al ser puesto en libertad pueda continuar sin dificultad su preparación (Reglas nº
59, 66.1 y 77).
“En lo que respecta al orden local, sabido es que uno de los fines primordiales de la ley de ejecución penal
bonaerense radica en la adecuada inserción social de los procesados y condenados, siendo un medio idóneo para
ello que la asistencia y el tratamiento penitenciario estén dirigidos al fortalecimiento de la dignidad humana y el
estímulo de actitudes solidarias, a partir de la satisfacción de sus necesidades y del desarrollo de sus potenciales
individuales (artículos 4 y 5 de la ley 12.256).
“Asimismo, dicha normativa ordena que la asistencia y tratamiento deberá brindarse en el área de la educación,
entre otras, así como también que los programas mediante los cuales se implementen aquella asistencia y
tratamiento tenderán a preservar o reforzar la continuidad de ciertos vínculos, entre ellos los educacionales, siendo
que con este fin podrá recurrirse a la cooperación de organismos estatales (artículos 7 y 8 de la ley 12.256).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 247
“Por otra parte, huelga mencionar que la referida ley reconoce el derecho a la educación tanto de los procesados
como condenados, colocando en cabeza del Servicio Penitenciario la obligación de adoptar las medidas necesarias
para mantener, fomentar y mejorar la educación de los recursos necesarios para la implementación de los planes de
educación (artículos 9 inciso 6º y 31 de la ley 12.256).
“En esta inteligencia, la norma establece que en el ejercicio de su jurisdicción en materia de ejecución penal, el
juez competente debe garantizar el cumplimiento tanto de las disposiciones constitucionales como de los tratados
internacionales ratificados por la República Argentina y los derechos de quienes se encuentren sometidos al
contralor del Servicio Penitenciario, entre los cuales, en lo que al caso interesa, se encuentra el derecho a la
educación (artículos 14 y 18 de la Constitución Nacional; 1, 26 y 30 de la Convención Interamericana sobre
Derechos Humanos; 6.2 y 13 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 3 de la ley 24.660 y 10 de la
ley 12.256).
(…)
“…el artículo 7 de la ley de 24.660, en la inteligencia de fomentar el interés del interno por el estudio, ordena a la
administración penitenciaria que le brinde la posibilidad de acceder a servicios educativos en los distintos niveles
de dicho sistema, siendo que si el interno no puede seguir los cursos en el medio libre, deben dársele las máximas
facilidades a través de regímenes alternativos, particularmente los sistemas abiertos y a distancia.
“Por su parte, el artículo 87 de la ley 12.256 hace lo propio, aunque impone ciertas limitaciones que pudieran
determinar los recaudos de seguridad y mayor control. Frente a esto último, se impone destacar que lo que impidió
hasta el momento que F. B. asiste de manera regular a sus clases, no se fundó en los citados recaudos, sino, antes
bien, en cuestiones de falta de recursos del servicio penitenciario para el traslado de los reclusos desde la Unidad
Penitenciaria nº 26 de olmos a la sede de la Universidad Nacional de la Plata, impedimento que, según lo
manifestado, no existiría en la Unidad nº 12 de Gorina, la cual contaría con un transporte dispuesto especialmente a
tal efecto (ver fs. 7 y 21).
“Al respecto, conviene reparar en el reciente comunicado emitido por la Relatoría sobre los Derechos de las
Personas Privadas de Libertad de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tras su visita in loco a esta
Provincia de Buenos Aires, mediante el cual dicho organismo expresó que “constató con preocupación la
existencia de una política de traslados de detenidos como forma de control del orden interno de los penales o
sanción disciplinaria, que se aplica de manera sucesiva e indiscriminada por parte de las autoridades del Servicio
Penitenciario…”, lo cual “…les impide (a los internos) acceder a programas de educación y empleo que
favorezcan su proceso de resocialización.” (Comunicado de Prensa nº 64/10 sobre personas privadas de la libertad
en la Provincia de Buenos Aires).” (SALA III DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL PCIA. DE BUENOS AIRES, CAUSA
Nº 11.395 (REGISTRO DE PRESIDENCIA Nº 40.189) “F. B., R. B. S/ RECURSO DE CASACIÓN (ART. 417 DEL C.P.P.)” Y
SU ACUMULADA Nº 11.625 (REGISTRO DE P RESIDENCIA Nº 41.403), CARATULADA “F. B., R. B. S/ HÁBEAS CORPUS”,
RTA. 6 DE JULIO 2010).
§6.- Atenuación por falta de antecedentes penales y dificultad para obtener trabajo. Regla
de conducta para imputado por el art. 194 C.P. de abstenerse de concurrir a
manifestaciones ilegales.
“Que en relación a las pautas de mesuración señaladas por los Art. 40 y 41 del C.P. corresponde mencionar que
los acusados no poseen antecedentes penales, todos tienen hijos menores a cargo, y son personas con dificultad
para insertarse laboralmente, dado a sus escasos estudios.
“En cuanto a las reglas de conducta el art. 27 bis señala que se deberá disponer de las mismas para evitar comisión
de nuevos delitos, y el inc. 2 establece que deben abstenerse de concurrir a determinados lugares, y como en el
caso juzgado (corte del ingreso a una fábrica –art. 194 C.P.) se trata de una modalidad concurrente y generalmente
ilegal en la zona, se les impone la abstención de concurrir a manifestaciones ilegales. Por cuanto uno de los
derechos clásicos implícitos del art. 33 de la C.N. , su ejercicio cuando las reuniones o manifestaciones se realizan
en la vía pública –pacíficas por cierto-, requiere permiso policial, del mismo modo en que si el carácter abierto de
las reuniones de los partidos políticos, ( CSJN, Fallo 196:647). Porque en tal caso el aviso previo policial permite
que se tomen medidas de seguridad adecuadas.” (JUZGADO CORRECCIONAL, DE GARANTÍAS Y DE MENORES Nº 2,
DISTRITO JUDICIAL DEL NORTE – CIRCUNSCRIPCIÓN TARTAGAL, EXPTE Nº COR -7915/8, CARATULADO:
“ALVAREZ, SIXTO - ROMANO, MARCOS - GARCIA, WALTER EMILIO - OROZCO, JORGE RICARDO -
QUISPE, VANESA - IRAHIOLA, ERNESTO - ASENCIO, ADELA SUSANA - ESCALANTE, JUDITH -
BENITEZ, RAFAEL - BEISA, MARCOS FERNANDO - ESCALANTE, ELVA Y VEISAGA, IRMA -
ENTORPECIMIENTO DE LOS MEDIOS DE TRANSPORTES - EMPRESA PANAMERICAN ENERGY - DEN:
CASTILLO, RICARDO DANIEL”, RTA. 2 DE SEPTIEMBRE DE 2010).
248 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“…la solicitud de las salidas transitorias fue requerida por la defensa, y fue en virtud de ello que se corrió vista al
fiscal quien dictaminó de manera favorable, de modo que lo solicitado fue adecuadamente sustanciado, por lo cual,
consecuentemente, no apreciamos en este sentido ninguna irregularidad que autorice a señalar afectación alguna al
derecho de defensa en juicio ni mucho menos una “violación al principio de congruencia” como lo sugiere la
defensa.
“La circunstancia de no haberse opuesto el Sr. Fiscal, no obsta a que el magistrado, en su calidad de tal y en el
ejercicio de la función jurisdiccional que ostenta pueda resolver de manera contraria a lo dictaminado por aquel,
pues no se encuentra vinculado por la opinión favorable o no del representante del Ministerio Público Fiscal.
(…)
“…las expresiones utilizadas por el magistrado para no hacer lugar a la incorporación del interno Marcelo Fabián
Rodríguez al régimen de salidas transitorias cumplen suficientemente (con el requisito de motivación).
“En efecto, en el decisorio recurrido el “a quo” argumentó que más allá de ofrecer como referente a su madre -
Olga Raquel Olivera- y que sin perjuicio de haber mudado su domicilio al de la casa 391, Tira 25, el mismo se
encuentra en el barrio Zabaleta, calificado por la autoridad penitenciaria como “ubicado en un contexto geográfico
vulnerable dentro del ámbito de la ciudad de Buenos Aires”.
“A su vez la Dirección de Asistencia Social del S.P.F., en el marco de la entrevista efectuada en el domicilio de la
referente, concluyó que “Con respecto al perfil de la citada se la observo, preocupada por la salud de su hijo,
quedando secundario su comportamiento delictivo. Pese a la predisposición de la referente de acompañar a su
hijo, se advierte la escasa contención que le podría brindar la misma, teniendo en cuenta los antecedentes penales
del interno; por tal motivo el resto dependerá exclusivamente de él...”.
“Por otra parte, del informe social de fojas 369/370 surge un escaso contacto con sus familiares directos, y respecto
a sus proyectos, que al egreso residirá en el mismo domicilio y que por el momento no tiene alternativas laborales
concretas.
“El Consejo Correccional de la Colonia Penal de Santa Rosa, sin perjuicio de expedirse de manera positiva, recalcó
que “No obstante es de suma importancia que cuente con contención familiar y material, y una mayor reflexión
respecto a su accionar delictivo para lograr la estabilidad necesaria para una reinserción social positiva”.
“En virtud de ello, el a quo resolvió no hacer lugar a la incorporación de Rodríguez al régimen de salidas
transitorias…
(…)
“A lo señalado precedentemente debemos agregar que, sobre el específico tema objeto del recurso de casación en
tratamiento, llevamos dicho in re “Ganem, Hernán s/ rec. de casación” (causa N/ 4888, Reg. N/ 402/04 del
12/08/2004) “...que el artículo 17 de la ley 24.660 indica que para la procedencia de las salidas transitorias es
necesario en primer lugar cumplir con un requisito temporal, objetivo, que consiste en estar comprendido el
condenado en los siguientes tiempos mínimos de ejecución: a) Para los casos de pena temporal sin la accesoria
del artículo 52 del Código Penal, la mitad de la condena; b) cuando la pena es perpetua y no se ha aplicado la
Revista del Institu to de Estudio s Penales 249
accesoria mencionada, quince años; y c) si se ha aplicado la reclusión por tiempo indeterminado, luego de
cumplida la pena, tres años (...) Pero además de ello, la norma mencionada exige ciertos requisitos de carácter
subjetivo, como son el no tener causa abierta donde interese su detención u otra condena pendiente (punto II);
poseer conducta ejemplar o el grado máximo susceptible de ser alcanzado según el tiempo de internación (punto
III); y merecer, del organismo técnicocriminológico y del consejo correccional del establecimiento, concepto
favorable respecto de su evolución y sobre el efecto beneficioso que las salidas o el régimen de semilibertad
puedan tener para el futuro personal, familiar y social del condenado (punto IV)...”
“En idéntico sentido, el artículo 18 de la ley 24.660 indica que el director del establecimiento, por resolución
fundada, propondrá al juez de ejecución o juez competente la concesión de las salidas transitorias o del régimen de
semilibertad, propiciando en forma concreta el lugar o la distancia máxima a que el condenado podrá trasladarse,
las normas que deberá observar -con las restricciones o prohibiciones que se estimen convenientes-, y el nivel de
confianza que se adoptará.
“Asimismo, cabe señalar en coincidencia con el criterio expresado, que el decreto 396/99 -reglamentario de la ley
24.660 (por indicación expresa del artículo 228 de dicha disposición legal)-, establece en su artículo 34 que para
que el interno se encuentre en condiciones legales y reglamentarias de ser incorporado al régimen de salidas
transitorias o al de semilibertad, deberá reunir, previamente, la totalidad de los requisitos que se enumeran: a)
encontrarse en el Período de Prueba; b) haber cumplido el tiempo mínimo de ejecución de la pena según el artículo
17 de la ley 24.660; c) no tener causa abierta donde interese su detención u otra condena pendiente; d) poseer
conducta ejemplar; e) merecer del Servicio Criminológico y del Consejo Correccional del establecimiento
concepto favorable respecto de su evolución y sobre el efecto beneficioso que las salidas transitorias o el régimen
de semilibertad puedan tener para el futuro personal, familiar y social del interno; f) ser propuesto al juez de
Ejecución por el Director del establecimiento mediante resolución fundada, a la que acompañará lo requerido en el
artículo 18, incisos a), b) y c) de la ley 24.660.
“Sin perjuicio de haberse o no cumplido con los requisitos que manda la ley advertimos tal como lo expuso el
magistrado en su resolución que con anterioridad Rodríguez gozó de los siguientes beneficios a saber: 1) libertad
condicional concedida el 12 de febrero de 1999, vulnerada el 25 de mayo de 1999 y revocada por condena de 22 de
diciembre de 1999 (cfr. fs. 116 y ss.); 2) libertad asistida concedida el 9 de enero de 2002, no vulnerada dentro del
vencimiento de la pena, sin perjuicio de lo cual fue detenido el 25 de octubre de 2002 y condenado el 23 de
diciembre de 2003 (cfr. fs. 170 y ss.); 3) libertad asistida concedida el 23 de diciembre de 2003 vulnerada en el
marco de nueva detención (cfr. fs. 222 y ss. y fs. 230). Si bien en tales oportunidades se registró como garante para
los egresos a Olga Raquel Olivera, madre del interno y en este caso, optó por modificar la persona en Cristian
Claudio García, sobrino político, lo cierto es que el domicilio denunciado y ofrecido se encuentra en el mismo
barrio que el brindado en aquellas oportunidades donde fueran revocados los beneficios.
“Todas las particularidades del caso que fueran relevadas, permiten a nuestro entender sustentar la conclusión de
que Rodríguez es una persona con escasa predisposición a respetar o someterse a las normas sociales de
convivencia, extremo que exhibe el riesgo en orden a que -en caso de recuperar su libertad-, tampoco acate las
obligaciones procesales que se derivan de su situación frente a la ley.” (Del voto de la mayoría formado por los
Sres. Jueces Dres. Riggi y Catucci).
“…le asiste razón al impugnante cuando afirma que se violó el derecho de defensa, por cuanto el juez de ejecución
no le dio intervención en el trámite del presente incidente.
“Aquella omisión vulneró el derecho de defensa en juicio consagrado en el artículo 18 de la Constitución Nacional,
pues esa parte no pudo analizar y contradecir el contenido de todos los informes que existían en el legajo de
Rodríguez.
“En este sentido, entiendo que al no intervenir el defensor técnico en el momento oportuno, no se resguardó el
ejercicio efectivo del derecho de defensa durante la etapa de ejecución de la pena, criterio que sostuve al votar en
la causa nro. 5637 “Rodríguez, Jorge Nicolás s/recurso de casación” reg. 431/05, resuelta el 30 de mayo de 2005,
donde expresé que se debe garantizar la posibilidad de proponer prueba y que ésta efectivamente se produzca.”
(Del voto de la minoría formado por la Sra. Juez Ledesma) (SALA III, CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL,
CAUSA N/ 11.416, CARATULADA “RODRÍGUEZ, MARCELO F ABIÁN S/ RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 9 DE MARZO
2010).
“…para graduar la sanción a imponer, además de tener en cuenta las consideraciones efectuadas por el Tribunal
Oral n° 4, valoro, en el caso del hecho n° 1, que Zeña Mera actuó junto a otras dos personas más, generando una
mayor intimidación para la víctima y, paralelamente, una más fácil y segura consumación del hecho.
“Corresponde aclarar que aún cuando por razones de orden interpretativo de la norma, no se aplique la agravante
analizada precedentemente, nada impide tener en consideración, a los efectos de valorar la pena, como una pauta
negativa, la actuación plural a la que hice referencia.
“Tengo en cuenta, además, la reiteración de hechos contra la propiedad –tres en total- el valor de los bienes
sustraídos y que, algunos de ellos, no obstante el grado de consumación alcanzado, fueron recuperados.
“En lo que tiene que ver con su situación personal, tengo en cuenta que pese a tratarse de una persona mayor –tiene
casi treinta años- e instruida, pues posee secundario completo, desde su ingreso al país –hace dos años y medio- no
ha desarrollado un trabajo estable y ya se ha visto involucrado en tres procesos penales; el último de los hechos
que se le reprochan fue cometido luego de transcurridos unos ocho meses después de la condena del Tribunal Oral
n° 4, lo que revela su desapego a las normas.
“En su favor, computo que ha admitido los hechos, lo cual permitió una más rápida y mejor administración de
justicia.” (TRIBUNAL ORAL EN LO CRIMINAL N° 7 DE CAPITAL FEDERAL, CAUSA N° 3226/3454, CARATULADA:
“LUSVY MIGUEL ZEÑA MERA POR ROBO CON ARMA DE UTILERÍA Y ROBO”, RTA. 19 DE MAYO DE 2010).
§9.- Irrelevancia del tratamiento de las condiciones de agravación o atenuación de los arts.
40 y 41 del C.P. si se impone pena privativa de libertad perpetua.
“La imposición de la pena de prisión perpetua torna académicos los agravios contra su determinación, pues los
indicadores de los artículos 40 y 41 del Código Penal se vinculan con las penas divisibles y si en el concurso de
varios hechos independientes alguna de las penas no es divisible, como la prisión perpetua, se aplica esta última,
como en definitiva indica el artículo 56 del mismo Código.” (SALA III DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PCIA. DE
BUENOS AIRES, CAUSA NÚMERO 4.852 (REGISTRO DE PRESIDENCIA 18.582) CARATULADA: “O., M. G. S/ RECURSO
DE CASACIÓN” Y SU ACUMULADA NÚMERO 4.853 (REGISTRO DE P RESIDENCIA 18.583) CARATULADA: “D., E. I. S/
RECURSO DE CASACIÓN”, RTA. 13 DE JULIO 2010).
“El perjuicio patrimonial ocasionado a las víctimas no escapa a las previsiones del art. 41 del C.P., toda vez que,
precisamente, se ha establecido en el inc. 1 del mentado artículo como un parámetro de determinación de la pena la
extensión del daño, otorgándole al Juzgador la facultad de ponderar, para mensurar la pena, el grado de afectación
al bien jurídico protegido por el tipo enrostrado, cuando el mismo tenga la capacidad de ser graduado.
“Cierto es que no importa el grado de afectación a un determinado bien jurídico para el juicio de tipicidad, pero
cuando se trata de un bien, como el de propiedad, cuyo menoscabo puede responder a diferentes grados, el menor
daño producido repercute sobre la intensidad de la sanción…” (SALA SEGUNDA DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN
PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, CAUSAS Nº 40.419 Y SU ACUMULADA Nº 40.206 SEGUIDA A C. C. M. Y A
J. A. V., RTA. 16 DE SEPTIEMBRE DE 2010).
“Parece lógico sostener que si existen muestras de que el condenado no dará cumplimiento a sus obligaciones, ello
podría determinar el rechazo del beneficio de la libertad condicional.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 251
“En este sentido, se podría admitir que la estructura de personalidad del condenado pueda jugar algún papel, en
conjunción con otras circunstancias, al momento de evaluar la procedencia de un beneficio que, para su éxito,
requiere un cierto grado de colaboración de su parte.
“Es seguro, sin embargo, que ni en la antigua redacción del artículo 13 del Código Penal, ni en la actual, luego de
la reforma introducida por la ley 25.892, el dictamen producido por el establecimiento penitenciario o el pronóstico
de peritos acerca de la reinserción social del condenado adquieren carácter vinculante para el órgano jurisdiccional.
“Partiendo, entonces, de la premisa consustancial con la forma republicana de gobierno de que los jueces no deben
asumir de un modo acrítico las conclusiones vertidas por los peritos o por las autoridades administrativas que
fiscalizan la ejecución de la pena, y enfocando, por ende, nuestro análisis en los fundamentos que dan sustento a
los mencionados informes, se advierten en el caso de autos una serie de inconvenientes que impiden convalidar
racionalmente los sucesivos rechazos de la libertad condicional.
“El pronóstico favorable de reinserción social, así como el pronunciamiento judicial que se funde en él, no pueden
consistir en una simple adivinanza o predicción extraída de algún aspecto negativo de la conformación psíquica del
condenado.
“El informe emitido por peritos en el que corresponde efectuar, en alguna medida, una prognosis acerca de cómo el
condenado habrá de comportarse en el futuro, debe ser el resultado de un estudio serio, del que surjan indicadores
concretos que lleven a presumir fundadamente que el interno no cumplirá con sus obligaciones durante ese último
tramo de la ejecución de la pena. Nada de esto se satisface con sólo mencionar, como en el caso de autos, que el
condenado posee “una estructura yoica precaria con indicadores de pasividad, cierta introversión y la presencia
de una autoestima mediana”.
(…)
“…la libertad condicional no es un perdón ni una concesión ofrecida al condenado en recompensa por su progreso
moral.
“La resocialización, reforma o readaptación social, proclamadas como meta de la ejecución de la pena en los
diversos textos de nuestro derecho vigente (arts. 4 y 5, ley 12.256, 1, ley 24.660, 5.6, CADH y 10.3, PIDCP), es un
proceso que debe orientarse a la legalidad y no a la moralidad.
“Esta finalidad no tiene que estar encaminada a que la persona regrese a la sociedad como un ser más elevado
moralmente, sino tan sólo a brindarle las herramientas que le permitan en el futuro adecuar su comportamiento a
ciertas normas que se estiman elementales para la convivencia.
“Desde este punto de vista, la libertad condicional, parte culminante del régimen de progresividad y herramienta
tendiente a socavar los efectos negativos del encierro carcelario, no debe ser entendida como una recompensa para
quienes experimenten en su fuero interno un traspaso de valores, sino como un beneficio al que pueden tener
acceso todos los condenados que no proporcionen motivos para presumir fundadamente que incumplirán sus
obligaciones durante esa etapa de la ejecución de la pena.
“Una ejecución de la pena que aspire a algo más que a ofrecer posibilidades y exija de los internos, para la
obtención de algún avance en el régimen de progresividad, no sólo su colaboración para el cumplimiento de las
reglas impuestas, sino también una muestra de su conversión moral, además de fundarse en una errónea
comprensión acerca de la relación que se debe dar entre individuo y Estado (art. 19, CN), debería para ello partir
de la afirmación, ya desvirtuada por la sociología criminal y la psicología, de que la pena de encierro resocializa,
cuando en realidad lo único que puede entenderse encaminado al logro de ese fin es el trato y las herramientas que
se le brinden al condenado durante su estadía en prisión para que en el futuro pueda desenvolverse dentro de
ciertos parámetros de comportamiento socialmente aceptables.
“En este esquema no importa demasiado cuál sea la perspectiva moral del condenado frente al delito, menos para
desfavorecerlo, sino el análisis de los recursos de los que disponga, tanto internos como externos a él, para poder
afrontar exitosamente las sucesivas etapas previstas para el cumplimiento de la pena.” (SALA SEGUNDA DEL
TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, CAUSA N° 43.745, RTA. 30 DE SEPTIEMBRE
2010).
§12.- En el marco del art. 41.2 del C.P., “los motivos que lo llevaron a delinquir”, no
alcanza la pobreza si no se vincula con el hecho. Respecto de las “condiciones personales”,
no se trata de condiciones objetivas que acreditadas, bastan para disminuir la pena, han
de correlacionarse con el hecho.
252 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“…si bien el art. 41 inc. 2do. del C.P. establece que los jueces deberán tener en cuenta la miseria o la dificultad de
ganarse el sustento, en la norma se lo relaciona directamente con “los motivos que lo llevaron a delinquir”, y en el
caso no viene probado (y ni siquiera alegado), que la pobreza se haya relacionado con la comisión del hecho
juzgado, por lo que no resulta entonces contrario a esa normativa que el a quo no la haya ponderado con efecto
diminuente.
“Es que, tampoco puede reputarse arbitraria la decisión del Tribunal de descartar como circunstancias atenuantes
los alegados problemas familiares y las dificultades económicas si no se ha demostrado que ellos tuvieran
incidencia concreta sobre el ámbito de autodeterminación del imputado a la hora de llevar adelante el injusto en
trato.
“Tanto la situación de miseria como los problemas familiares, que podrían adscribirse, en los términos de la ley, a
las “condiciones personales” del inculpado (Art. 41 inc. 2 del C.P.), no pueden reputarse como situaciones
objetivas que, una vez acreditadas, resulten suficientes por sí mismas para minimizar el reproche penal. Resulta
necesario conectar esas situaciones no sólo con el tipo de delito juzgado, sino además analizar cómo han jugado en
el caso concreto para evidenciar una menor culpabilidad en el autor.
“Por otro lado, ese aspecto del reclamo resulta asimismo insuficiente pues, en lo fundamental, hace pie en reiterar
la explicación respecto de la situación de pobreza del imputado y su grupo familiar, pero no se encarga de
evidenciar en el caso cómo esas circunstancias habrían influido en el hecho concreto y tampoco de rebatir
acabadamente los fundamentos brindados por los jueces para descartarlas, más allá de la genérica afirmación de
que se tratarían de juicios morales impropios en relación a la tarea que deben desarrollar los magistrados, lo que no
resulta una vía idónea para evidenciar las transgresiones a los arts. 40 y 41 del C.P. denunciadas.” (SALA SEGUNDA
DEL TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, RECURSO DE CASACIÓN INTERPUESTOS EN
FAVOR DE P. O. I. -CAUSA Nº 12.210- Y D. G. B. –CAUSA N° 12.351-, RTA. 16 DE SEPTIEMBRE 2008).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 253
SECCIÓN II
JURISPRUDENCIA LOCAL
Coordinadores: abog. Carlos Human y abog. Federico Arrué
I
Delitos contra las personas
Sumario
§1.- Tribunal en lo Criminal nro. 1 del Departamento Judicial Bahía Blanca, Expte. nro. 7605/10 "Gómez,
Rocío Elizabeth por abandono de persona calificado en P. Alta", rta. 1 de diciembre 2010.- Requisitos del
delito de abandono: necesidad de colocación en desamparo –sin protección-. Acciones de colocar y abandonar
(origen soleriano). Concepto de peligro como explícito: el “abandono a su suerte”. No necesariedad de que la
víctima se halle en peligro concreto.
“Que lo que se requiere en el delito imputado resulta poner en peligro a una persona, en éste caso habiéndola
colocado en una situación de desamparo.
“Esta situación de desamparo implica dejar sin protección y sin asistencia necesaria a una persona, por quien se
encuentre en una situación de garante originada por ley (art. 265 y concordantes del C. Civil)
“En relación a la citada figura Marcelo Sancinetti en el análisis del fallo en causa nro. 4888, registro 6270
caratulado "Travi Basualdo, Lorenzo Juan de Dios Pedro", de la Cámara Nacional de Casación Penal, Sala I, del
21/10/03, publicado en "Jurisprudencia de Casación Penal, Análisis de Fallos, tomo 1", Dirección de Patricia
Ziffer, Ed. Hammurabi, Buenos Aires 2009, pág. 247 y siguientes entiende que el art. 106 originario del Código
Penal de 1921 no mencionaba la voz “peligro”por lo que bastaba el abandono, siendo aquel un requisito que
exigía la jurisprudencia y la doctrina.
“La forma actual del art. 106, que precisa del peligro, proviene de la reforma de 1968 que estuvo a cargo de Soler.
Las acciones “colocar” y “abandonar” eran las únicas dos que Soler entendía en que podía realizarse el delito. En
este sentido Sancinetti entiende claramente que dichas acciones -colocar y abandonra- son activas, no omisivas.
“El concepto de peligro, antes de la reforma, se lo consideraba implícito en el tipo penal, que se daba ya por el
hecho de abandonar “a su suerte” (i.e. sin un contrapeso que excluyera la posibilidad de peligro). Este componente,
ahora explícito, indica Sancinetti, está dado ya en cuanto se abandona “a su suerte”, sin que se pueda contar
razonablemente con un mecanismo que neutralice todo riesgo posible.
“De esta forma no se requiere que la víctima se halle en peligro concreto, sino que se satisface con el dejar “a su
suerte”, sin recaudos que neutralicen el riesgo. Dicho más técnicamente, la forma de “poner en peligro, colocando
en desamparo” hacen coextensivo el concepto de peligro con el de desamparo o librar a su suerte. Como
consecuencia basta que que el autor ponga en peligro, en tanto no pueda invocar ninguna neutralización segura del
riesgo.” (del voto en minoría del Dr. De Rosa). (TRIBUNAL EN LO CRIMINAL NRO. 1 DEL DEPARTAMENTO JUDICIAL
BAHÍA BLANCA, EXPTE. NRO. 7605/10 "GÓMEZ, ROCÍO ELIZABETH POR ABANDONO DE PERSONA CALIFICADO EN P.
ALTA", RTA. 1 DE DICIEMBRE 2010).
254 Revista del Institu to de Estudio s Penales
II
Procesal penal: principios
Sumario
§1.- Tribunal en lo Criminal nro. 1 del Departamento Judicial Bahía Blanca, Causa Original nro. 588/09;
Orden Interno nro. 2.276, caratulada:"SCHECHTEL, Emilio por Abuso sexual con acceso carnal agravado
en concurso real con homicidio criminis causa en grado de tentativa. Víctima: menor en Coronel Dorrego",
rta. Septiembre 2010.- Publicidad del debate: la regla de la publicidad en el debate, principio político del
procedimiento, disponibilidad. C.A.D.H., D.U.D.H., P.I.D.C.P., garantía republicana, acuerdo de partes (voto de
la minoría). Argumento de la primera vez que se peticiona la exclusión del público en la historia del organismo en
cuestión, intelección del art. 342 del C.P.P., inexistencia de razones de seguridad o de riesgo de la víctima para
excluir al público de la audiencia oral (voto de la mayoría). Principios del sistema acusatorio, la publicidad como
principio de garantía del proceso, argumentos de autoridad: Ferrajoli, Bentham, et al (voto de la mayoría).
§1.- Publicidad del debate: la regla de la publicidad en el debate, principio político del
procedimiento, disponibilidad. C.A.D.H., D.U.D.H., P.I.D.C.P., garantía republicana,
acuerdo de partes (voto de la minoría). Argumento de la primera vez que se peticiona la
exclusión del público en la historia del organismo en cuestión, intelección del art. 342 del
C.P.P., inexistencia de razones de seguridad o de riesgo de la víctima para excluir al
público de la audiencia oral (voto de la mayoría). Principios del sistema acusatorio, la
publicidad como principio de garantía del proceso, argumentos de autoridad: Ferrajoli,
Bentham, et al (voto de la mayoría).
“Siendo que el art. 342 del rito provincial establece como regla la publicidad del debate, mas destacando la
excepción de dicho principio ante la afectación del derecho a la intimidad de testigos o víctimas. Que el 3° párr.
del artículo de mención señala que la prensa no puede ser excluida de la sala de audiencias salvo en los supuestos
de reseña. Toda vez que la publicidad es un principio político del procedimiento, y por tanto, disponible; por esta
vena se trata de una garantía del imputado (art. 1°, 24, 75.12, 118 y 75.22 C.N. y arts. 10 D.U.D.H., 25 P.I.D.C.P. y
8.5 C.A.D.H.), pero que, como en definitiva, importa una garantía republicana, no existe un derecho a un juicio a
puertas cerradas (i.e. el acusado no puede pretender la exclusión del público para proteger su ámbito privado), sin
embargo, en la especie, la vindicta pública, en el ejercicio de sus funciones de control de legalidad, no se ha
opuesto a la petición (art. 56 del C.P.P.), y asimismo, el art. 14.1 del P.I.D.C.P. prescribe la posibilidad de excluir
al público y a la prensa de la totalidad o parte del juicio por consideraciones de índole moral, o cuando lo exija el
interés de la vida privada de las partes, por todo ello, entiendo que corresponde hacer lugar al pedido de excluir el
ingreso del público y de la prensa a la sala de audiencias para la presencia del debate oral en que habrá de juzgarse
a E. S.” (DEL VOTO EN MINORÍA DEL DR. DE ROSA).
“Que a lo largo de estos doce años de funcionamiento del Tribunal Criminal Oral nro.UNO, nunca antes, se ha
solicitado por parte de la defensa, la exclusión de público y prensa en un debate oral, más aún, los pocos casos de
pedidos de exclusión parcial fueron peticionados por los representantes legales de las víctimas.
“Que en los casos señalados, y para resguardar el ámbito privado de las víctimas, se ha resuelto en los debates, la
exclusión momentánea de público y prensa en la Sala, mientras dure la declaración de las mismas e incluso el
retiro del imputado de la vista del declarante, para evitar una nueva mortificación.
“Cabe acotar que el art.342 del C.P.P., es claro y preciso al respecto, al estipular que: "el debate será oral y
público, bajo sanción de nulidad", pudiendo el Tribunal resolver que total o parcialmente se realice a puertas
cerradas, cuando la publicidad pudiere afectar el normal desarrollo del juicio, afecte la moral, el derecho a la
intimidad de la víctima o testigo, o por razones de seguridad."
“De más esta decir, que a priori, no se presenta ninguna de éstas circunstancias, ya que no existe un solo indicio
que haga presumir, que el debate no pudiera realizarse de forma normal, ni se vea afectado el mismo por razones
de seguridad. Lo único que podría presentarse en la audiencia, sería la salvaguarda de la intimidad de la víctima,
pero ésta situación no podemos inferirla antes del inicio del debate, pues no sabemos si va a comparecer a prestar
declaración y si así lo fuera, se disponen de los elementos alternativos, mencionados supra para resguardarla y
evitar la revictimización.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 255
“Debe mencionarse, que el mismo texto legal, es terminante, cuando regla: "en caso de duda deberá estarse
siempre por la publicidad del debate" (DEL VOTO DEL DR. MONTIRONI POR LA MAYORÍA).
“En el debate oral cobran vida los principios mas relevantes del sistema acusatorio; contradicción, inmediación,
publicidad, identidad física del juzgador, concentración e instancia única; siendo la publicidad la mas directa e
importante expresión del sistema republicano de gobierno (art.1 C.N.); la cual encuentra asimismo apoyatura en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos al expresar que: "el proceso penal debe ser público, salvo en lo
que sea necesario para preservar los intereses de la justicia" (art.8 inc.5to.).
“Eduardo M. JAUCHEN en su obra "El Juicio Oral en el Proceso Penal" claramente sostiene que: "el público tiene
derecho a conocer los motivos de la acusación, a presenciar la producción de las pruebas, las alegaciones de las
partes... lo cual contribuye a controlar la realización de los actos de gobierno, sacando sus conclusiones respecto a
la manera en que las pruebas incorporadas inciden para fundar las razones del convencimiento de los jueces, de
donde se extrae la exigencia de motivar las sentencias a lo que se ha dado en llamar la "sociabilidad del
convencimiento judicial" (obra citada, Rubinzal-Culzoni Editores, págs.34/35).
“De igual manera se expide Carlos M. de ELIA al sostener que: "la publicidad, a su vez, permite que el pueblo
cobre respeto por la ley y por los jueces a quienes ve actuar y juzgar de acuerdo a la prueba rendida en autos y al
debate en el que las partes también hacen públicos sus argumentos" (Cód. Procesal Penal de la Provincia de
Bs.As., pág.371). El autor precitado hace suyas las palabras de SIRACUSANO al manifestar que "la
administración de justicia queda garantida por la publicidad, toda vez que el debate coram populo hace
transparente tanto la imparcialidad como la independencia del juez y elimina el insoportable sentimiento de
desconfianza del proceso escrito." (Siracusano: Manuale, Milano, 1991, vol.II, pág.220).
“Para FERRAJOLI, la publicidad del juicio - el proceso penal a la luz del sol - es el requisito mas elemental y
llamativo del proceso acusatorio. (Derecho y Razón, pág.616).
“Por su parte BENTHAM, quien entendía a la publicidad como una necesaria consecuencia de la forma
republicana de gobierno (art.1 de la C.N.) la caracterizaba como "el alma de la justicia".
“Importa resaltar asimismo que tal como lo advierte Carlos Alberto IRISARRI: "la publicidad también constituye
una garantía para el imputado establecida expresamente en el Pacto de San José de Costa Rica (art.8 inc.5to.), en la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (XXVI), en la Declaración Universal de Derechos
Humanos (arts.10 y 11) y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art.14). Como tal implica para
el imputado un amparo contra la arbitrariedad, la iniquidad y la injusticia" (Cód. Proc. Penal de la Prov. de Bs.As.,
Edit. Astrea, pág.147).
“En igual sentido se ha expresado que: "la publicidad, también resulta una garantía de justicia y libertad, con
respecto al imputado, quien en ella encuentra una tutela contra la calumnia, la ilegalidad y la parcialidad..." (Jorge
Raúl MONTERO "La publicidad y la oralidad de los juicios", pág.376, Doctrina Penal 1990, Edit. Depalma).
“Por otra parte, y más allá de las argumentaciones precedentemente vertidas, no advierto la existencia de ninguna
de las excepciones que plantea nuestro Código de rito -art.342 C.P.P.- para la exclusión del público, ni de la prensa
en el debate oral a realizarse. (DEL VOTO DEL DR. BURGOS POR LA MAYORÍA) (TRIBUNAL EN LO CRIMINAL NRO. 1
DEL DEPARTAMENTO JUDICIAL BAHÍA BLANCA, CAUSA ORIGINAL NRO. 588/09; ORDEN INTERNO NRO. 2.276,
CARATULADA:"SCHECHTEL, EMILIO POR ABUSO SEXUAL CON ACCESO CARNAL AGRAVADO EN CONCURSO REAL CON
HOMICIDIO CRIMINIS CAUSA EN GRADO DE TENTATIVA. VÍCTIMA: MENOR EN CORONEL DORREGO", RTA. SEPTIEMBRE
2010).
256 Revista del Institu to de Estudio s Penales
III
Ejecución
Sumario
§1.- Juzgado de Ejecución del Departamento Judicial Bahía Blanca, Incidente Nro. 10.103, rto. 26 de
febrero 2010. Habeas corpus colectivo. Detención que deviene ilegítima con motivo del agravamiento de las
condiciones de detención. Vulneración del principio de legalidad al imponer restricciones de la libertad no
previstas normativamente. Condiciones de habitabilidad: higiene, agua corriente y esparcimiento. Derecho
genérico a la salud. El Estado, a través de los organismos administrativos respectivos, es el encargado de velar
por la plena satisfacción de las necesidades de racionamiento de la población carcelaria. Relevancia de la
actuación del personal penitenciario como clave de bóveda del cumplimiento de la pena.
§2.- Juzgado de Ejecución del Departamento Judicial Bahía Blanca, Incidente Nro. 9.538, rto. mayo 2010. El
juez de ejecución como órgano receptor del penado en las condiciones en que lo remite el órgano de
conocimiento. Imposibilidad de negar la libertad condicional a un penado que, aunque reincidente, no fue
declarado tal por el órgano de conocimiento (art. 14 C.P.). Inviabilidad de modificar en perjuicio del reo su
situación jurídica, posible violación al derecho de defensa y debido proceso.
§3.- Juzgado de Ejecución del Departamento Judicial Bahía Blanca, Incidente Nro. 9.790, rto. 7 de abril
2010. Viabilidad de la concesión de salidas transitorias para quien tiene impuesta la reclusión perpetua accesoria
del art. 52 C.P., en tanto ya lleva más de 39 años de privación de la libertad sin haber gozado nunca de beneficio
alguno. Aplicación del régimen de salidas transitorias de la ley 24.660 en la provincia de Buenos Aires.
Vulneración del principio antropológico constitucional. Rol del Juez de Ejecución, valentía de su accionar frente
al reclamo neopunitivista social.
§4.- Juzgado de Ejecución del Departamento Judicial Bahía Blanca, Incidente Nro. 11.290, rto. 17 de
septiembre 2010. Viabilidad de la interposición de habeas corpus colectivo. Traslado de internos como
competencia del Servicio Penitenciario, mas con necesaria comunicación al juez competente y a la defensa. El
Servicio Penitenciario como auxiliador de la Justicia. Funciones preventivo especial de las penas.
§5.- Juzgado de Ejecución del Departamento Judicial Bahía Blanca, Incidente Nro. 11.245, rta. 7 de octubre
2010.- Recepción del precedente “Dessy” de la C.S.J.N., irregularidades administrativas que fluyen del proceder
administrativo colisionando con los derechos y garantías del bloque de constitucionalidad federal. Tardía
notificación a la defensa, y al sólo efecto del anoticiamiento a la defensa de la imposición de una sanción
disciplinaria (imposibilidad de ejercer una defensa técnica efectiva). Mera confección de actas administrativas
que por sí solas no pueden dar cauce a una sanción administrativa: realidad de mero parte administrativo carente
de fundamentación razonada.
§6.- Tribunal en lo Criminal nro. 1 del Departamento Judicial Bahía Blanca, causa 588/09, o.i. 2276,
caratulada: “SCHECHTEL Emilio s/ Abuso sexual con acceso carnal agravado en concurso real con
homicidio criminis causa en grado de tentativa. Víctima: menor. En Coronel Dorrego”, rta. Septiembre
2010. Dosificación de la pena en base a la extensión del daño causado en la salud psicofísica de la víctima:
lesiones psicológicas gravísimas, quemaduras que la incapacitan de por vida para el trabajo, vulnerabilidad de la
víctima. Lesiones de innecesaria brutalidad. Precedente de igual tenor al juzgado: demostración del potencial
criminógeno.
§7.- Juzgado de Ejecución del Departamento Judicial Bahía BlancaRegistro Interno 1/2010, rta. 19 de
noviembre 2010. Receptación de los precedentes “Romeo Cacharane” y “Dessy”: principio de legalidad en la
etapa de ejecución, conquista de un sistema de garantías para el interno, control judicial en la etapa ejecutiva,
condiciones dignas personales. El derecho a la educación de los internos: igualdad de trato, finalidad
penitenciaria, derecho previsto en el bloque de tratados de Derechos Humanos receptados por el estado nacional,
derecho integral de la persona, mejora de la calidad del sujeto. El lugar de enseñanza como sector adecuado a la
finalidad que cumple.
§1.- Habeas corpus colectivo. Detención que deviene ilegítima con motivo del
agravamiento de las condiciones de detención. Vulneración del principio de legalidad al
imponer restricciones de la libertad no previstas normativamente. Condiciones de
habitabilidad: higiene, agua corriente y esparcimiento. Derecho genérico a la salud. El
Estado, a través de los organismos administrativos respectivos, es el encargado de velar
por la plena satisfacción de las necesidades de racionamiento de la población carcelaria.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 257
“…el ilegítimo agravamiento en la forma o condiciones de detención hace que cualquier organismo jurisdiccional
resulte competente en atender tales alcances. (Art. 43 in fine de la C.N., art. 20 inc. 1 de la Const. Prov. Buenos
Aires, Arts. 405 y sgtes. CPPBA). Que los alcances dados a esta acción han sido reconocidos por el más alto
tribunal nacional toda vez que dicha acción de hábeas corpus no se acota a la libertad misma sino que privilegia el
amparo de situaciones y restricciones de derechos que en forma colectiva pudieran resultar desprotegidos -in re-
"Verbistky, H. s/hábeas corpus". También esa ha sido la manda de los distintos instrumentos internacionales a los
cuales el Estado Argentino ha adherido y comprometido su vigencia, en cuanto resulta el Estado mismo el
obligado a garantizar el libre y pleno ejercicio de garantías y derechos a toda persona sujeta y bajo su jurisdicción
(Arts. 1, 5 inc. 2° y 6°de la C.A.D.H., Arts. 18 y 25 de la D.A.D.y D.H.).
“Que si bien el cercenamiento de la libertad ambulatoria, en sus respectivos cauces legales y formales, es una
prerrogativa estatal a través de la cual se coarta tal libertad en forma legítima, dicho supuesto debe corresponderse
con la finalidad establecida por el ordenamiento jurídico en su conjunto. Para que la detención legalmente
impuesta no devenga en ilegítima por la forma en que se lleva a cabo, la etapa ejecutoria de la pena debe
transcurrir en concordancia con los postulados normativos de los Derechos Humanos. Así el principio de legalidad
recepcionado en nuestra carta magna y en los tratados internacionales con jerarquía constitucional, resulta
extensivo a la ejecución penal o penitenciaria, lo que significa que toda pena o medida de seguridad debe
ejecutarse en la forma prescripta por la ley, la cual debe ser anterior al hecho que motiva la condena impuesta. Ello
significa que es la ley la que debe regular de antemano las características cualitativas de la pena y de qué manera se
va a desarrollar su ejecución -Art. 18 CN-.
“Que en cuanto a las condiciones de habitabilidad de las personas privadas de libertad como también la influencia
que ellas tienen para el acceso a otros derechos esenciales. Relacionado a ello la Corte Interamericana de Derechos
Humanos ha sostenido en relación con las condiciones en que se cumple el encarcelamiento de una persona que -
en los términos del artículo 5.2 de la Convención, toda persona privada de libertad tiene derecho a vivir en
condiciones de detención compatibles con su dignidad personales y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida
y a la integridad personal (C.I.D.H., Caso "Neira Alegría y otros", sentencia del 19 de enero de 1995, Serie C,
N°20, párrafo 60).- Luego de la inspección judicial realizada en el Pabellón nro. 4 de la Unidad Carcelaria nro. IV
de esta ciudad puede aludirse a los siguientes aspectos: Que las condiciones edilicias actuales no respondan a lo
requerido reglamentariamente.-
“Que respecto a las condiciones de higiene también se han podido constatar a través de la diligencia judicial
efectuada de fs. 15/16, en su insuficiencia, en los distintos sectores: de pasillo central y sector de duchas, como
también, la presencia de cables eléctricos sueltos por el piso y asimismo cables colgando en las celdas del
pabellón, y la presencia de letrinas en mal estado y por lo tanto la emanación de olores nauseabundos.- Tiene dicho
en este sentido el tribunal supremo de la nación que si el Estado no puede garantizar la vida de los internos ni
evitar las irregularidades que surgen de la causa de nada sirven las políticas preventivas del delito ni menos aún las
que persiguen la reinserción social de los detenidos. Es más, indican una degradación funcional de sus
obligaciones primarias que se constituye en el camino más seguro para su desintegración y para la malversación de
los valores institucionales que dan soporte a una sociedad justa. Por otro lado, las carencias presupuestarias,
aunque dignas de tener en cuenta, no pueden justificar transgresiones de este tipo. Privilegiarlas sería tanto como
subvertir el Estado de Derecho y dejar de cumplir los principios de la Constitución y los convenios internacionales
que comprometen a la Nación frente a la comunidad jurídica internacional, receptados en el texto actual de aquella
(art. 5°, inc. 2° de la Convención Americana sobre Derechos Humanos) "Fallo CSJN in re "Badín".
“Con relación al esparcimiento, los accionantes señalan este aspecto como una de las afectaciones en los derechos
de las personas privadas de libertad en el Pabellón nro. 4 de la Unidad Carcelaria Nro. IV de Bahía Blanca. Siendo
esta ratificada solamente por el interno Lisandro Inostroza en la audiencias realizadas en esta sede judicial,
indicando puntualmente que el acceso al patio y tiempo de recreación.- Que en cuanto a las condiciones
habitabilidad y de seguridad, en primer lugar se constata el área de baños en deficientes condiciones de higiene.
Que se pudo constatar que en varios sectores se han practicado conexiones exteriores y precarias: porta lámparas,
televisores, lo que implica un riesgo a las instalaciones -cortocircuito- y/o personas - electrocución-.
“Que respecto a las instalaciones de agua fría, se observó la falta de agua en las canillas ubicadas en sector celdas.
“Que en cuanto a los receptáculos destinados a duchas -cinco- funcionando solamente uno de ellos y faltándole la
flor de ducha correspondiente. Que el control de caudal de agua en el sector de duchas es controlado por el
personal penitenciario desde otra habitación. Se observo en este sector un buen funcionamiento con respecto a la
única ducha en funcionamiento de servicio de agua fría y caliente presentaba buen caudal, para un uso normal. Y,
258 Revista del Institu to de Estudio s Penales
también se observa en este sector los piletones de lavado personal en un grave estado de falta de higiene y además
de faltante de canillas, solamente en funcionamiento una.
“Se observa asimismo que dentro del pabellón debe hacerse hincapié en la reparación de la instalación eléctrica,
reparación de cerramientos y aberturas, acondicionar y reparar la instalación sanitaria, reparar las mamposterías,
revoques, revestimientos y cielorrasos, realizar pintura general, solucionar inconvenientes de desagote cloacales en
todos los sectores.
“Que el circuito eléctrico de dicha instalación debe realizarse con interruptores diferenciales, llaves termo
magnéticas acorde a las áreas a las que sirvan, además deberá contar con la correspondiente puesta a tierra
mediante jabalina; todo ello acorde a la reglamentación respectiva.
“Las condiciones de habitabilidad, y en atención a los defectos indicados, las deficiencias señaladas no se condicen
con lo dispuesto por Naciones Unidas en reglas mínimas para el tratamiento de reclusos "Arts. 9, 10, 20 de las
Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos de la ONU".
“Que en cuanto a la alimentación e higiene personal, los denunciantes hacen alusión puntual en el escrito de hábeas
corpus la provisión de alimentos, toda vez que ella resulta escasa, de mala calidad y sobre todo insuficiente la
provisión de alimentos. Iguales alcances son referidos a la provisión de elementos necesarios para la higiene
individual de las personas privadas de libertad.
“Que en cuanto a la alimentación, el informe remitido alude a que la alimentación de los internos se otorga basada
en menús variados, ricos en proteínas y calorías diagramadas en desayuno, almuerzo, postre -fruta de estación-,
merienda y cena.- Desde aquí ya se observa una disparidad clara entre lo denunciado por lo accionantes y lo
informado por el Sub-Jefe de Vigilancia Alcalde Mayor Juan A. Otermin de fs. 7/8 en alusión a la ingesta de
comidas. Por lo que sería aconsejable que a los habitantes del pabellón nro. 4 que la entrega de los menú y/o la
mercadería para la elaboración de los alimentos, se hiciera mediante remitos firmados por el responsable de cocina
o del sector que las recibiera; como también que al proporcionar a cada interno elementos de higiene personal y/o
limpieza debiera emitirse un comprobante de constancia no sólo para demostrar la entrega sino para también
controlar su uso, con el fin de acreditar el recorrido y aprovisionamiento y que también alude a responsabilidades
de los funcionarios en tal procedimiento "entrega y aprovisionamiento de alimentos y elementos de higiene".
“El derecho genérico a la salud implica en su extensión el derecho a una correcta alimentación como punto de
partida para lograr y mantener un estado de salud psicofísico, el Estado debe procurar el acceso a la alimentación,
y esta responsabilidad estatal se agudiza cuando se trata de una persona privada de la libertad, ya que no puede
procurarse su propio sustento y depende para ello de la atención alimentaria en su lugar de detención -Art. 75 inc.
22 CN; art. 11 del PIDESC; art 20 de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos de la ONU; art. 65
de la ley 24.660; art. 9 inc. 4 de la ley 12.256".
“Es el Estado, a través de los organismos administrativos respectivos, el encargado de velar por la plena
satisfacción de las necesidades de racionamiento de la población carcelaria, de las necesidades de consumo, del
funcionamiento y mantenimiento de la cocina, del controlar la calidad y cantidad de materia prima utilizada, y
demás actividades necesarias para llevar adelante dicha función en forma eficiente y nutritivamente adecuada.
Ninguno de los derechos citados puede considerarse satisfecho si en el lugar de detención no se cumplen esas
condiciones mínimas, de higiene y habitabilidad, toda vez que el principio de humanidad o de humanización de la
pena que aporta la letra de la Constitución es clara y contundente en este aspecto "Art. 18 in fine CN". La persona
privada de libertad, en línea con esa óptica constitucional, no puede cargar sobre sus hombros con los problemas
presupuestarios y operativos del Estado.
“Atento el tratamiento jurisdiccional dado en las presentes actuaciones y el alcance de la acción que motivara las
presentes actuaciones, hace que el mismo se circunscriba a las cuestiones esenciales allí denotadas, de manera de
que la respuesta jurisdiccional misma responda a la inmediación y celeridad que la situación y que los derechos
implicados ameritan -derecho a la alimentación, esparcimiento, alojamiento, entre otros-. Ello sin perjuicio de que
la función jurisdiccional -Arts. 160 y 163 de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires, artículo 3 de la ley
24.660, artículo 3 de la ley 12.256, artículo 25 del Código Procesal Penal de la Provincia- de ejecución penal
mantenga el principio de judicialización de la pena, a nivel departamental, en forma permanente y progresiva; en
especial en la búsqueda de la cristalización de parámetros mínimos e indispensables de protección de derechos
humanos (Fallos CSJN in re "Dessy", "Romero Cacharane" entre otros).- Asimismo no quiero de dejar de resaltar
la función realizada por el personal del servicio penitenciario local. Que de por sí es un ámbito especial, por lo que
para la aplicación de normas que regulan el Sistema Penitenciario y para el cumplimiento de sus objetivos se
requiere contar con personal capacitado para llevarlos adelante. La forma en que el personal penitenciario trata a
los internos es fundamental para el cumplimiento de los derechos humanos.No existiendo una conducta adecuada
de parte del personal fracasarán las demás medidas de reforma. En las Unidades Carcelarias, los dos grupos más
importantes son los reclusos y el personal que trabaja con ellos. La clave para tener una prisión bien administrada,
que aplica normas de decencia y humanidad para todos, es la interrelación entre estas dos partes. Para que los
Revista del Institu to de Estudio s Penales 259
empleados penitenciarios puedan llevar a cabo su trabajo de servicio público de manera profesional, deben ser
cuidadosamente seleccionados y recibir la formación adecuada.
“Que las actitudes del personal del servicio penitenciario son la clave que determina el trato de los internos, los
agentes son un eslabón vital de la cadena de un buen ambiente penitenciario; y esas actitudes se transforman en la
causa por la que un régimen penitenciario puede ser descripto como -positivo o negativo-.
“Por todo manifestado y expuesto precedentemente, y lo normado por los artículos 16, 18, 33, 43, 75 inc. 22 de la
Const. Nac.; artículos 12 inc. 3°, 15, 20 inc. 1, 25, 30, 36 inc. 8, 56, 163, 168, 171 Const. Prov. de Bs. As.,
artículos 3, 25, 105, 405, 415 del C.P.P.B.A; artículos 3, 9, 10, 76 y 153 ley 12.256; artículos 2, 65 y 143 de la ley
24.660; art. 137 de la ley 19587/72, capítulo 12 artículo 76 del decreto reglamentario 351/79; artículos 1, 4, 5
incs.1°, 2° y 6°, 24 de la Convención Americana de Derechos Humanos; artículos 1, 11,18 y 25 de la Declaración
Americana de Derechos y Deberes del Hombre; artículos 2 inc. 1°, 7, 10 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos; artículos 11, 12 del Pacto Internacional de derechos económicos, sociales y culturales; artículos
2 y 16 de la Convención contra la Torutura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes y artículos 9,
10, 12, 13, 20, 21.1, 22, 24, 25 y 26 de las Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos adoptadas por el
primer congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, resoluciones
663C y 2076 del Consejo Económico y Social, y los Principios Básicos para el Tratamiento de los Reclusos
adoptados y proclamados por la Asamblea General en su resolución 45/111 del 14/12/1990” (JUZGADO DE
EJECUCIÓN DEL DEPARTAMENTO JUDICIAL BAHÍA BLANCA, INCIDENTE NRO. 10.103, RTO. 26 DE FEBRERO 2010).
§2.- El juez de ejecución como órgano receptor del penado en las condiciones en que lo
remite el órgano de conocimiento. Imposibilidad de negar la libertad condicional a un
penado que, aunque reincidente, no fue declarado tal por el órgano de conocimiento (art.
14 C.P.). Inviabilidad de modificar en perjuicio del reo su situación jurídica, posible
violación al derecho de defensa y debido proceso.
“Entiendo que la función del juez de ejecución se circunscribe a la de intervenir en la pena dictada por un tribunal
de juicio, el cual a su turno y según lo normado en el art. 41 del código penal, ha debido considerar las
reincidencias en que se hubiese incurrido para determinar la pena lo que obligaría a tratar expresamente en la
sentencia condenatoria la cuestión.
“Las consecuencias específicamente contempladas para la declaración de reincidencia son especialmente graves:
imposibilidad de obtener la libertad condicional (art. 14 CP), imposibilidad de acceder al beneficio de libertad
asistida (art. 54 de la ley 24660 y 104 segundo párrafo de la ley 12256) y la accesoria de reclusión por tiempo
indeterminado para la última condena, en caso de multirreincidencia (art. 52 CP). A partir de la mayor estrictez de
la ejecución de la pena para el reincidente, quien de acuerdo al citado art. 14 no podrá acceder a la libertad
condicional se infiere que se trata de un factor de agravación de la pena.
“Por lo cual si el tribunal en su momento no contó con los elementos necesarios para declarar la reincidencia, no
debe el condenado soportar las consecuencias de dicha omisión. La exigencia de que tal extremo resulte del fallo
condenatorio responde a la necesidad de evitar la vulneración del principio de legalidad al ejecutar una pena cuyos
posibles modos de cumplimiento resultan indeterminados.
“Es un derecho del condenado saber con exactitud cuáles son las maneras posibles de cumplimiento de la pena que
se le impuso, en tanto es un deber de las autoridades de aplicación y control, determinar qué tipo de tratamiento
resulta el más conveniente para el caso.
“Así, estimo que el juez de ejecución llamado a resolver el beneficio de libertad condicional no podría modificar
en perjuicio del reo una situación jurídica ya adquirida por éste, debiendo estarse a lo oportunamente decidido en el
fallo condenatorio firme, toda vez que el avance sobre la situación del imputado incorporando aspectos que
producen respecto del mismo efectos jurídicos gravosos conculca las garantías constitucionales del debido proceso,
del derecho de defensa en juicio y de legalidad (arts. 25 y 29 C. Bs. As., 18 y 19 CN, 8.2 y 9 CADH, 14.3 y 15
PIDCP y 11.1/2 DUDH) En el mismo sentido ha resuelto el Juzgado Nacional de Ejecución Penal nro. 3 "...a los
efectos de asegurar la plena vigencia del principio de defensa en juicio, la reincidencia debe ser expresamente
declarada por el tribunal sentenciante. Basta con señalar que el instituto previsto en el art. 50 del Código Penal
constituye un especial agravamiento de la pena, impidiendo al interno gozar del beneficio de la libertad
condicional, lo que exige su debido tratamiento en el debate oral y su específica notificación junto con la sentencia
condenatoria al imputado, quien obviamente podrá cuestionarlo mediante los recursos que correspondan. (30-11-
260 Revista del Institu to de Estudio s Penales
99, "F.J.M."c. 2662, en igual sentido, entre otros, 11-6-2001, "P.A.", c. 2438; 20-7- 99, "O., A.C", c. 2203; 7-4-00,
"L, C.R." c. 3067.
Por su parte, la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires ha sostenido: "La decisión de la Cámara
de declarar reincidente al procesado "ante la omisión de sentenciante" resulta violatoria de las reglas del debido
proceso y de la defensa en juicio (art. 18 C.N.)en tanto la declaración de reincidencia aparece ex novo en el trámite
del expte. sin que las partes pudieran expedirse a su respecto. De ese modo el pronunciamiento avanzó
ilegítimamente sobre la situación procesal alcanzada por el imputado, incorporando tal declaración que produce en
cuanto al mismo efectos más gravosos con la consecuente conculcación de sus garantías constitucionales" (SCBA
P50642 S30-8-2000 Juez Guione Caratula SC s/ robo calificado) Por todo ello, considero que al evaluar la
procedencia del beneficio conforme lo dispuesto por el art. 14 del CP, el causante no se encuentra incluido en tal
previsión.” (JUZGADO DE EJECUCIÓN DEL DEPARTAMENTO JUDICIAL B AHÍA BLANCA, INCIDENTE NRO. 9.538, RTO.
MAYO 2010).
“En primer lugar, y como cuestión previa, tal como lo refiriera en el incidente nro. 9660, "REY Carlos Alberto
s/salidas transitorias", entre otros, es mi opinión que para el caso del beneficio de que tratan los presentes autos,
resultan aplicables las disposiciones de los arts. 16, 17 y ccds. de la Ley Nacional de Ejecución Penal nro. 24.660.
“Ello por imperio de los preceptos de ley más benigna (art. 2 Código Penal) e igualdad ante la ley (arts. 16
Constitución Nacional y 9 Constitución de la Provincia y Tratados Internacionales con raigambre constitucional).
“Dicho ésto, he de avocarme al análisis del planteo efectuado por el Ministerio Público Fiscal (fs. 27 y vta. del
presente y fs. 64/66 del incidente 9462), en el sentido de que la pena impuesta a González Ayala -reclusión
perpetua con la accesoria del art. 52 del Código de Fondo, a cumplir- "... no tiene una fecha de agotamiento
determinada; hipótesis sí en las cuales proceden los institutos de libertad anticipada previstos en la ley de ejecución
penal bonaerense..." Es decir que, en opinión de la Srta. Agente Fiscal, la inexistencia de una fecha de agotamiento
de la pena, impide acceder al beneficio impetrado, y agrega que la suerte de González Ayala sólo "... depende de
(que cumpla) los requisitos previstos por el artículo 53 del CP..."
“La norma citada por la Vindicta Pública establece que en los casos del art. 52 del Código de Fondo, "...
transcurridos cinco años del cumplimiento de la reclusión accesoria, el tribunal que hubiera dictado la última
condena o impuesto la pena única estará facultado para otorgar la libertad condicional, previo informe de la
autoridad penitenciaria, en las condiciones compromisorias previstas por el artículo 13, y siempre que el
condenado hubiera mantenido buena conducta, demostrando aptitud y hábitos para el trabajo y demás actitudes que
permitan suponer verosímilmente que no constituirá un peligro para la sociedad.
“Trascurridos cinco años de obtenida la libertad condicional, el condenado podrá solicitar su libertad definitiva al
tribunal que la concedió..."
“Sin entrar a analizar la razonabilidad o irrazonabilidad de sanciones como las que cumple actualmente el penado
Juan José González Ayala, cuyo tratamiento, entiendo, no corresponde realizar en el presente incidente, estoy
plenamente convencido de que, en este caso, el requisito temporal que fija el art. 17, inc. I, ap 'a', de la ley 24.660
(mitad de la condena), se ha cumplido con holgura.
“González Ayala es hoy un hombre de 59 años de edad (nació el 25/12/50, según informe de fs. 12), quien fuera
detenido el 11 de agosto de 1975, cuando apenas tenía 24/25 años, y desde entonces ha permanecido en prisión, sin
gozar de ningún beneficio, durante poco menos de 35 años que, por el imperativo de leyes aplicables -23,070,
24.390, etc.-, suman a la fecha la friolera de 39 años, un mes y 27 días.
“En el sitio de internet www.gerontogeriatria.org.ar, en el informe titulado "La Argentina, cerca de ser el país más
'viejo' de América Latina", compilado por el doctor Félix Nallim, el 8 de agosto de 2009, para el XII Congreso
Argentino de Salud, realizado en Ushuaia entre el 10 y 11 de septiembre de 2009, se indica que "la expectativa de
vida al nacer ya alcanza en el país los 73,1 años en promedio (69,7 años para los hombres y 76,8 para las
Revista del Institu to de Estudio s Penales 261
mujeres)..." y que expertos "... prevén que la esperanza de vida trepe hacia 2010 a 73,5 años en hombres y a 79 en
mujeres".
“Este dato, que puede ser anecdótico, evidentemente no lo es para Juan José González Ayala, ya que con los
informes precedentes se puede decir que ha transcurrido en prisiónmás de la mitad de los añosque prevé la
expectativa de vida en la Argentina para un individuo varón al nacer. Y cabe también resaltar que la vida del
causante no ha sido de ninguna manera la de un hombre común, sino que ha pasado encarcelado -con todo lo que
ello significa- casi 35 años efectivos.
“En síntesis, y sin entrar a analizar la razonabilidad o irrazonabilidad de penas como de las que se trata el caso -
que, insisto, podrá ser materia de oportuno tratamiento ante otro planteo-, sostengo que la pauta temporal para
acceder al beneficio impetrado, está plenamente cumplida.
“No obstante lo expresado he de manifestar que de las presentes actuaciones se desprende que Gonzalez Ayala ha
sufrido detención por un lapso superior a los quince años, por lo que va de suyo que se verificó la ocurrencia de la
exigencia temporal contenida en el art. 17, aprartado I, de la ley 24.660, en lo que se refiere a la pena que viene
cumpliendo. Por lo que de la interpretación armónica y razonable de las normas que regulan el instituto entiendo
que el cómputo de los tres años el que hace referencia el inciso "C" debe efectuarse, de manera analógica, a partir
del cumplimiento del plazo de quince años al que alude el inciso anterior. Por lo que el suscripto considera que lo
solicitado se encuentra dentro de las previsiones y espíritu de la Ley 24660, la que procura el mantenimiento y
afianzamiento de los vínculos sociales del interno en pos del objetivo fundamental de su reinserción social. Y debo
añadir que, en mi opinión, también se dan en autos los restantes condiciones objetivas para otorga a Juan José
González Ayala, el beneficio de salidas transitorias en los términos de los arts. 16 y 17 de la normativa ut-supra
mensionada.- Tengo para ello:
“El dictamen del Departamento Técnico Criminológico del SPB, a fs. 19/20, donde se pronuncia por "... la
conveniencia de incluir al interno GONZALEZ AYALA Juan José... en el régimen de Salidas Transitorias..."
Como elementos auspiciosos menciona la adaptación de matices positivos a la normativa imperante en el medio
institucional y la presencia de un grupo familiar de referencia dispuesto a recibirlo.
“Como reservas cita los antecedentes transgresores con que cuenta y que derivaron en su declaración de
reincidencia; el posicionamiento de matices exculpatorios que muestra en relación a su ilícito proceder, y ausencia
de una alternativa laboral concreta.
“En tal sentido, respecto de los antecedentes transgresores que posee el causante, no puedo dejar de referirme
nuevamente a que González Ayala ingresó en prisión a los 24-25 años de edad, cuando ya tenía una condena en su
haber delictivo. A partir de allí han transcurrido -reitero- casi 35 años de cárcel efectiva y es ahora un hombre
adulto de casi 60 años, con los cambios inevitables de personalidad que esto conlleva. Por lo que mal puede tenerse
en cuenta la circunstancia de registrar antecedentes previos a su detención cuando, a la comisión de aquellos
hechos, ¡tenía menos de 24 años!
“Respecto del posicionamiento exculpatorio… González Ayala no negó haber participado de los hechos por los
que fuera condenado, sino que refirió "... haber actuado bajo la influencia de sus grupos de referencia, pares y
amigos..."
“Por último, el SPB, a fs. 20, citó como elemento cautelar la ausencia de una alternativa laboral concreta al
momento actual. Pero al respecto, he de decir que González Ayala postula para salidas transitorias con el objeto de
afianzar sus lazos familiares y/o sociales, luego de un largo encierro, por lo que mal puede exigírsele que cuente
con un ofrecimiento laboral fehaciente.
“Más aún, el Informe Integral glosado a fs. 7/8, termina por sugerir "... se considere la posibilidad de arbitrar los
medios necesarios para afianzamiento de su vínculos familiares a los efectos de atenuar su larga
institucionalización..."
“Ahora bien, como elementos favorables a la petición bajo análisis, corresponde citar el buen comportamiento que
a lo largo de la mayor parte de su encierro ha tenido el causante, tal como lo demuestra el informe de Desempeño
Institucional de fs. 12 y vta., con conducta Ejemplar 10 reiterada, concepto Bueno y habiendo cumplido la última
sanción el 13 de marzo de 1982, ¡hace 28 años!
“La existencia de un grupo receptor que, a la luz de lo informado a fs. 53 y 54, del incidente de libertad
condicional nro. 9472, está dispuesto a contenerlo y brindarle todo su apoyo en el camino hacia una futura
reinserción social. Se trata, además, del mismo núcleo que lo ha acompañado con habitualidad durante buena parte
de su detención.
“En cuanto al informe psicológico de fs. 23/24, entiendo que también contiene elementos favorables: conclusión de
los estudios primarios e inclusión en actividades laborales dentro de la penitenciaría e inexistencia de consumo de
drogas y alcohol en su devenir vital. Respecto de los "... los montantes de impulsividad que habrían irrumpido con
262 Revista del Institu to de Estudio s Penales
antelación..." (fs. 24), citados en dicho estudio, no puedo dejar de advertir -como tampoco debiera hacerlo el
perito- que González Ayala ha transcurrido casi 35 años en la cárcel y, lógico es que, ante la evaluación respecto
de un posible beneficio que, para él, significaría volver a la calle y encontrarse con un mundo absolutamente
diferente de aquel que viera hasta antes del 16 de agosto de 1975, en que fue arrestado (fs. 9 vta.), pueda verse
invadido por la ansiedad y aún por cierta impulsividad.
“Por lo expresado anteriormante entiendo que la finalidad perseguida por la ejecución de la pena privativa de
libertad, es que el condenado adquiera la capacidad de comprender y respetar la ley procurando su adecuada
reinserción social, por lo que atendiendo a los esfuerzos y progresos demostrados por el interno en el último
tiempo, y reconocidos en el informe técnico referido supra, a lo que debe sumarse que el instituto solicitado
promueve la consolidación del condenado con sus lazos familiares y sociales, y preparar su regreso al medio libre
con el fin disminuir los efectos de la prisionización, es por lo que entiendo que se encuentra cumplidos en la
presente incidencia los objetivos del beneficio solicitado.
“Aduno a lo expresado anteriormente que el derecho al contacto familiar se encuentra consagrado
constitucionalmente, y en circunstancias particulares como son, la de estar privado de la libertad, la familia resulta
ser el núcleo fundamental de apoyo par sobrellevar la situación de encierro (arts. 18 y 75 inc. 22 de la CN, art. 17
de C.A.D.H., art. VI de la D.A.D.D.H; puntos 79 y 80 de las Reglas Mínimas para el tratamiento de los reclusos y
art. 158 ley 24.660.
“Asimismo encuentro oportuno manifestar que la función del Juez de Ejecución requiere de una importante dosis
de "valentía", máxime en un país, en el que por diferentes razones, resulta "más fácil perseguir y castigar que
garantizar derechos". Y debemos hacerlo, aunque a veces nuestra sociedad "no entienda" el sentido de nuestras
actividades y fallos.
"A todo evento, comparto la postura sostenida por el ex Magistrado de Vigilancia Penitenciaria español, Racionero
Carmona, cuando hace referencia a las vivencias cotidianas a las que nos enfrentamos los jueces de ejecución penal
al momento de decidir cuestiones de relevancia para el tránsito del penado por su régimen penitenciario, sistema
que se basa justamente en la convicción de que las personas pueden - cambiar- y que los judicantes desempeñan su
función -apostando- sobre conductas futuras y, por tanto, con un margen incierto de probabilidad y careciendo de -
dotes proféticos- que permitan prever, sin margen de error, cualquier contingencia futura (Racionero Carmona,
Francisco, -Derecho Penitenciario y Privación de Libertad-, Dykinson, Madrid, 1999, pp. 89/91). Ello significa que
se debe procurar efectuar una interpretación integral de los elementos de mérito recolectados en consonancia con la
normativa propia de un Estado de Derecho, reforzada por las prescripciones de los Tratados Internacionales de
Derechos Humanos incorporados con la Carta Magna de 1994.
“Más allá de que nuestra tarea jurisdiccional mayormente es valorada de acuerdo a los resultados positivos o
negativos del ejercicio de la libertad de los penados en el usufructo de sus derechos penitenciarios que implican un
retorno anticipado al medio libre, ello no puede representar un obstáculo para el proceso de toma de decisión en las
cuestiones sometidas a análisis, procurando de modo profesional y motivado arribar a una resolución que permita
lograr el -justo equilibrio entre el proporcionar el mayor bien posible al privado de libertad y provocar el menor
riesgo social.” (JUZGADO DE EJECUCIÓN DEL DEPARTAMENTO JUDICIAL BAHÍA BLANCA, INCIDENTE NRO. 9.790,
RTO. 7 DE ABRIL 2010).
“…el ilegítimo agravamiento en la forma o condiciones de detención hace que cualquier organismo jurisdiccional
resulte competente en atender tales alcances. (Art. 43 in fine de la C.N., art. 20 inc. 1 de la Const. Prov. Buenos
Aires, Arts. 405 y sgtes. CPPBA). Que los alcances dados a esta acción han sido reconocidos por el más alto
tribunal nacional toda vez que dicha acción de hábeas corpus no se acota a la libertad misma sino que privilegia el
amparo de situaciones y restricciones de derechos que en forma colectiva pudieran resultar desprotegidos -in re-
"Verbistky, H. s/hábeas corpus". También esa ha sido la manda de los distintos instrumentos internacionales a los
cuales el Estado Argentino ha adherido y comprometido su vigencia, en cuanto resulta el Estado mismo el
obligado a garantizar el libre y pleno ejercicio de garantías y derechos a toda persona sujeta y bajo su jurisdicción
(Arts. 1, 5 inc. 2° y 6°de la C.A.D.H., Arts. 18 y 25 de la D.A.D.y D.H.).
“Y analizando las presentes actuaciones se observa que las autoridades del Servicio Penitenciario, tal como obra a
fs. 34, resolvieron el traslado de Juan Manuel Giles Cerda ó Quinteros, Diego Osvaldo Souto Azacarate, Alejandro
Revista del Institu to de Estudio s Penales 263
Andrés Cabrera Villalonga, Pedro Luis Alvarez Rivas, Pedro Alfredo Acosta Muñoz, Javier Antonio Contreras
Sanhueza, Pedro San Martin Retamal, José Miguel Bustos Carrera, Gerardo David Calfueque Díaz, Hugo Walter
Roldán Lillo, Víctor Walter Zimmerman Fontoa, Fabio Alberto Aveldaño, Esteban E. Sanfereiter Maldonado,
Julio César Ríos Moreno y Cristian Raúl Perrone Castillo con el propósito de crear nuevas plazas disponibles en la
Unidad Penitenciaria Nro. IV local. A tal efecto solicitan la reubicación de los internos prenombrados, en virtud
que los mismos profesan el culto evangélico y son poseedores de conducta y concepto bueno, por lo que sostienen
que son merecedores de una mayor autogestión y por tal motivo el traslado a la Unidad 19 de Saavedra que
contempla la modalidad atenuada de medida de seguridad.
(…)
“Esta magistratura ya se ha expedido respecto de eventuales traslados de penados, expresando puntualmente en
causa nro,. 9657:"Vazquez, Salomon Jesús s/ Legajo de Ejecución Penal" que las reubicaciones de los internos en
otros centros penitenciarios, por lo general tienen como única justificación el acto de la autoridad penitenciaria en
lo referente a la normativa de los arts. 73 y 98 de la ley 12.256 y que en su mayoría generarán un agravamiento en
las condiciones de detención.
“Concerniente a ello el Excmo. Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires ha tenido oportunidad
de precisar la problemática presente cuando sostuvo que: "…si bien es cierto que en principio los traslados y
ubicación de detenidos resultan de competencia del Servicio Penitenciario, sin perjuicio de los controles
jurisdiccionales previstos por la ley; no lo es menos que dicho "control" no pude ser meramente el
"anoticiamiento" del movimiento en cuestión sin una evaluación seria de los fundamentos de la medida, conforme
los parámetros enunciados en el apartado anterior sobre la inexistencia de una actividad discrecional de la
Administración que se ubique en una franja vacua del contralor judicial. A tal fin, los traslados y/o reubicaciones
de personas privadas de su libertad que disponga la autoridad penitenciaria, deberán ser informados con expresión
detallada de sus fundamentos, tanto al o a los magistrados a cuya disposición se encuentre el detenido o
condenado, como a la defensa del mismo, a los efectos de posibilitarle ejercer las acciones que por derecho pudiere
haber lugar; debiendo el "a-quo" librar las notificaciones y comunicaciones de rigor a los respectivos organismos
administrativos y judiciales de su jurisdicción (arts. 18 y 75 inc. 22, Const. Nac.; 8.1 y 25, C.A.D.H.; 15,. Const.
Prov.; 25 esp. inc. 3º, 497 y concs., C.P.P; 8, ley 12.060, 1º, 3, 5 y concs., ley 12.256 y sus modif.)…" (Conf.
TCPBA, Sala III, "Detenidos en la Unidad Penal III de San Nicolás s/Recurso de Casación (Art. 417 C.P.P.)",
sentencia del 12-VI-2007; Voto Dres. Ricardo Borinsky, Víctor H. Violini).
“En tal sentido, y sin perjuicio de la mera interpretación literal, que puede hacerse de la normativa indicada para su
correcta precisión, conviene recordar que la misión del Servicio Penitenciario es la custodia y guarda de los
procesados y la ejecución de las sanciones penales privativas de libertad, como así también su actuación como
auxiliar permanente de la administración de justicia. Que dentro de las funciones específicas de dicha institución
surge clara la de velar por la seguridad y custodia de las personas que se encuentren en establecimientos de su
dependencia, sometidas a proceso o cumpliendo penas privativas de libertad, procurando que el régimen carcelario
contribuya a preservar y/o mejorar sus condiciones morales, educación y salud; posibilitar la readaptación social de
los condenados a penas privativas de libertad.
“Resulta evidente entonces que los traslados de los internos de un establecimiento a otro exige razones que lo
fundamenten –prescriptas legalmente–, que tal circunstancia deba ser comunicada de inmediato al juez de
ejecución o juez competente, todo ello dentro del contexto de funciones y finalidades específicas tanto de la
administración penitenciaria como de la pena misma. Ello viene a dejar por fuera situaciones de traslados o
cambios de alojamiento en base a pareceres, subjetividades o pronósticos no compadecidos legalmente y menos
aun sin motivo alguno.- Que la aceptación de las anteriores hipótesis llevaría a dar dimensión ilegal al quehacer
penitenciario a la vez de negar el alcance mismo del principio de judicialidad de la pena, aquí de fundamental
trascendencia. Ello así en tanto y en cuanto la jurisdicción de ejecución o competente deberá verificar los
fundamentos, dar respuesta y garantizar posibles aristas y consecuencias que tales eventos tienen para los derechos
del condenado, tales como el contacto y vínculo familiar, entre otros.- Y a modo de conclusión entiendo que si
bien los traslados resultan ser atribución del Servicio Penitenciario Bonaerense, conforme art. 73 y 98 de la ley
12.256, los mismos deben llevarse a cabo respetando la dignidad de la persona y sus derechos fundamentales, de
manera de no afectar el contacto familiar y el cumplimiento de la progresividad de la pena a los fines de un
adecuada reinserción social.- Entiendo necesario ratificar la obligación legal de que, previo a efectuarse el traslado
de un detenido, la autoridad penitenciaria deberán cursar las correspondientes notificaciones a los diferentes
organismo jurisdiccional –a cuya disposición se encuentre los causantes– con expresión detallada de los motivos
en que aquella se funde, previa notificación de la defensa de los encausados, como expresión central del principio
del judicialidad de la pena.- Que en esa perspectiva de trabajo, coordinado, interdisciplinario –seguridad y
judicialidad– permitirá además considerar el seguimiento y acompañamiento caso por caso en la individualidad del
condenado y la verificación de excepciones que permitan el alojamiento en lugares alejados del radio de la ciudad
de Bahía Blanca, pero que contribuyan en mayor medida en la evolución que pretenden los fines de la pena en la
situación particular del condenado, y que los mismos deben necesariamente resultar acorde a parámetros
264 Revista del Institu to de Estudio s Penales
constitucionales de la pena –progresividad, contacto familiar, educación, trabajo, etc.– que hacen a la
individualización en el cumplimiento de la condena.” (JUZGADO DE EJECUCIÓN DEL DEPARTAMENTO JUDICIAL
BAHÍA BLANCA, INCIDENTE NRO. 11.290, RTO. 17 DE SEPTIEMBRE 2010).
“Que la Excma.Corte Suprema de Justicia de la Nación, fallos 318:1894, "Dessy, Gustavo G.", resolvió que la
persona detenida es un sujeto de todos los derechos previstos en la Constitución, expresando que "...el ingreso a
una prisión, en tal calidad, no despoja al hombre de la protección de las leyes y en primer lugar de la Constitución
Nacional, que los prisioneros son, no obstante ello, "personas" titulares de todos los derechos constitucionales,
salvo las libertades que hayan sido constitucionalmente restringidas por procedimientos que satisfagan todos los
requerimientos del debido proceso...".Que al disponerse una medida disciplinaria por parte de la autoridad
penitenciaria hacia una persona que se encuentra bajo su custodia y legalmente privada de la libertad, se
encuentran en juego derechos personalísimos del individuo consagrados constitucionalmente, tales como las
garantías del debido proceso, de defensa en juicio y de legalidad ( arts. 25 y 29 Constitución de la Provincia de
Buenos Aires, 18 y 19 de la Constitución Nacional).Que se advierten en autos dos irregularidades que colisionan
con los derechos y garantías que emergen del bloque de constitucionalidad federal en relación al debido proceso,
aún incluso cuando se le asigne al procedimiento de las sanciones disciplinarias un carácter administrativo (arts. 18
de la Const.Nacional, 8.2 de la CADH, 14.3 del PIDCP, 10, 11 y 15 de la Const.Provincial).
“La primera de ellas consistente en una notificación de carácter tardío a la defensa oficial del interno… la misma
se realizó al sólo efecto de anoticiar lo resuelto por la autoridad administrativa, violentándose la oportuna y eficaz
defensa técnica y material, privando al causante de una asistencia letrada previa para su asesoramiento legal. (arts.
18 de la Const.Nacional, 8.2 inc.d y e de la CADH, 14.3 inc.b y d del PIDCP, Principio XXII Res.1/08 de la
CIDH).
“La segunda irregularidad surge del sustento pertinente a la sanción impuesta, basado en el llenado de formularios
pre-impresos como única prueba de cargo que motiva la resolución final adoptada, vulnerándose sin duda alguna
los pilares del debido proceso.
“La sola confección de un acta no resulta suficiente para acreditar la acción disvaliosa, máxime si el hecho
acaeciera en presencia de varios internos los cuales no han declarado en las actuaciones formadas, produciéndose
entonces una grave omisión contradictoria a lo normado en nuestra ley de forma y en consonancia con los
preceptos legales ut supra referenciados (arts. 232 y ccdts. del C.P.P., 12 y 13 de la Res.Nro.781 de la Jefatura del
Servicio Penitenciario).
“En virtud de lo expuesto precedentemente, considero que la resolución adoptada y recurrida representa
únicamente un parte informativo sin que emerja de la misma el desarrollo y valoración de las pruebas que permitan
en forma razonada y debidamente fundada, tener por acreditado o no la inconduta motivo de la sanción ( arts. 1 y
18 de la C.N.,8.2 inc.b y f de la CADH y 14.3 inc.A y 14.5 del PIDCP, 10, 11 y 15 de la Constitución Provincial,
53 de la ley 12.256).
“En tal sentido, resultan claros los perjuicios producidos por las infracciones impuestas de este modo, huérfanas de
la debida y oportuna defensa técnica, o bien de la necesaria fundamentaciòn del resolutorio que las implementa;
imposibilitándose la actuación tanto del interno como de su asistencia técnica letrada, a fin de obtenerse en última
instancia, el correspondiente contralor en orden a la fundamentación y la eventual revisión por un órgano superior
(arts. 18 de la Const.Nacional, 8.2 inc. h de la CADH y 14.5 del PIDCP, 10,11 y 15 de la Const.Provincial).”
(JUZGADO DE EJECUCIÓN DEL DEPARTAMENTO JUDICIAL BAHÍA BLANCA, INCIDENTE NRO. 11.245, RTA. 7 DE
OCTUBRE 2010).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 265
§6.- Dosificación de la pena en base a la extensión del daño causado en la salud psicofísica
de la víctima: lesiones psicológicas gravísimas, quemaduras que la incapacitan de por vida
para el trabajo, vulnerabilidad de la víctima. Lesiones de innecesaria brutalidad.
Precedente de igual tenor al juzgado: demostración del potencial criminógeno.
“Para una adecuada dosificación de la pena entiendo deben computarse como agravantes, en primer término, la
extensión del daño causado en la salud psico-física de la joven víctima.
“A estas alturas debe destacarse, no solo el informe médico…, donde se consigna el carácter de las lesiones
psicológicas producto del stres post-traumático con el que vivirá R., calificadas de gravísimas; sino lo expuesto,
durante la audiencia de debate, por el Dr. Eduardo BRERO, quien hizo hincapié en tal calificación; acotando por
otra parte que en función de las quemaduras sufridas, la menor se encuentra, de por vida, inutilizada para el
trabajo. En este sentido resaltó el mencionado profesional que las lesiones físicas, padecidas por la menor, resultan
de carácter grave, no pudiéndose evaluar si la joven va a poder engendrar o concebir conforme las lesiones
genitales producidas, en tanto que las secuelas psiquicas, reitero, devienen en lesiones gravísimas. Las lesiones
ocasionadas por el fuego en el cuerpo de la menor, probablemente le ocasionen inutilidad permanente para el
trabajo; técnicas de injertos, pueden disminuir dicha inutilidad. Destacando que, desde la comisión de los hechos,
la misma se constituyó en un paciente con riesgo permanente de vida.
“Asimismo valoro la mayor vulnerabilidad de la víctima, quien, al momento del hecho, contaba con diez años de
edad, indicativo del mayor estado de indefensión de la misma. También la entidad de las lesiones, demostrativas de
una innecesaria brutalidad reiterada en los hechos cometidos.
“Resulta asimismo de importancia, dentro de este considerando, valorar la sentencia condenatoria firme, cuya
copia certificada luce agregada a fs.48/60, en la que el encartado fuera condenado a la pena de tres años de prisión
por el delito de abuso sexual agravado en grado de tentativa en los términos del art.119, 3er. pár., en relación al
art.42 del C.P., en fecha 27-03-01, en perjuicio de una menor de once años de edad. Condena ésta demostrativa del
potencial criminógeno del autor que se ve nuevamente abastecida con los hechos en análisis.” (TRIBUNAL EN LO
CRIMINAL NRO. 1 DEL DEPARTAMENTO JUDICIAL BAHÍA BLANCA, CAUSA 588/09, O.I. 2276, CARATULADA:
“SCHECHTEL EMILIO S/ ABUSO SEXUAL CON ACCESO CARNAL AGRAVADO EN CONCURSO REAL CON HOMICIDIO
CRIMINIS CAUSA EN GRADO DE TENTATIVA. VÍCTIMA: MENOR. EN CORONEL DORREGO”, RTA. SEPTIEMBRE 2010).
“…la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en un fallo estelar, estableció que durante la etapa de la Ejecución de
la Pena presiden de modo pleno y permanente las garantías y principios del orden jurídico fundamental con las
restricciones derivadas de la condición de persona privada de la libertad en cumplimiento de una pena de prisión
que caracteriza a su titular. Este sería el Principio de Legalidad, que tanto la doctrina como la legislación doméstica
no dudan en establecer como criterio de rector. Empero, a fin que el fuerte y concentrado poder que goza aún la
Administración no dé por tierra referido principio, junto al mismo se instala de modo necesario el Principio de
Judicialidad para proteger la efectividad inquebrantable de esos derechos y garantías de las personas encerradas.
CSJN, 9-3-2004. "Romero Cacharane Hugo Alberto s/ ejecución penal". R.230. "Para ello el fallo afirma, y ello
reviste un importancia particular, el carácter de sujeto de derecho de la persona privada de la libertad, la vigencia
de las garantías que lo amparan, incluso durante la ejecución, dándole especial relevancia en sus argumentos al
principio de judicialización y el control judicial de la etapa de ejecución. En este sentido, refuerza los principios
que rigen la etapa de ejecución y que revisten especial importancia; éstos son la división de competencia
administrativa y judicial, a favor de esta ultima, y la vigencia del principio de legalidad como limite gubernamental
a la facultad reglamentaria del poder ejecutivo y la obligación de los jueces de velar por el respeto de ése límite"
266 Revista del Institu to de Estudio s Penales
(SERGI, NATALIA. "Comentario al fallo "Romero Cacharane" de la Suprema Corte de Justicia" publicado en
Nueva Doctrina Penal 2004/B. Editores del Puerto, p 587).
“Concibo que de la resolución expresada por el Máximo Tribunal en "Romero Cacharane" se avanza aún más en la
conquista de un sistema de garantías de similar contenido al diseñado legal y constitucionalmente para el proceso
de conocimiento; pues hace fuerte hincapié, especialmente a nivel del caso concreto, en la importancia del
Principio de Judicialidad y del rol activo que consecuentemente debe adoptar el Juez de Ejecución para conseguir
que la pena de prisión que sufre una persona tienda a la inserción social futura del recluso. Y para ello no sólo se
recurrió a un control sobre la actividad del Servicio Penitenciario sino que asimismo se le otorgó al texto legal el
sentido constitucionalmente adecuado para que no sea un estorbo en la consecución de los objetivos sustanciales y
superiores acuñados para la ejecución de la pena.- En lo particular y específicamente en lo referente a las
condiciones de habitabilidad de las personas privadas de libertad como también la influencia que ellas tienen para
el acceso a otros derechos esenciales. Relacionado a ello la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha
sostenido en relación con las condiciones en que se cumple el encarcelamiento de una persona que -en los términos
del artículo 5.2 de la Convención, toda persona privada de libertad tiene derecho a vivir en condiciones de
detención compatibles con su dignidad personales y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida y a la
integridad personal (C.I.D.H., Caso "Neira Alegría y otros", sentencia del 19 de enero de 1995, Serie C, N20,
párrafo 60).- Que las condiciones de funcionamiento e higiene de los baños uts-supra referenciados no se condicen
con lo dispuesto por Naciones Unidas en reglas mínimas para el tratamiento de reclusos "Arts. 9, 10, 20 de las
Reglas Mínimas para el Tratamiento de Reclusos de la ONU"
“Asimismo surge de la inspección realizada que como cuestión central figura el derecho a la educación, a los
efectos que se garantice este derecho esencial a personas prisionisadas y, en ese sentido, no de distinción sino de
igualdad en el acceso a tal derecho (Art. 16 CN, Arts. 4.1, 5.1 y 24 de la CADH, Art. 2.1 del PIDCyP y Arts. I y II
DADDH).
“La detención carcelaria no puede ir contra postulados fundamentales que hacen a la reeducación y reinserción
social del detenido (art. 1 de la normativa nacional de la ley 24.660), que tienen a la educación, el trabajo y los
lazos familiares o quasi-familiares como coadyuvantes dichos objetivos fundamentales, acordes con el art. 18 de la
Constitución Nacional y a los pactos internacionales sobre derechos humanos.
“El derecho a la educación integra también el grupo de los previstos en el Pacto de los Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, asumiendo los Estados, con relación a la comunidad mundial corporizada en las Naciones
Unidas y sus Comités de seguimiento de la materia, obligaciones tales como la de "garantizar" que los derechos
otorgados por el Pacto se ejercerán "sin discriminación" y también a "adoptar medidas" positivas de cumplimiento.
“Que la educación pública en cárceles se entiende como el deber del Estado de respetar, proteger, garantizar,
promover y facilitar el acceso y el disfrute con calidad de la educación básica y media, en función de ser
componentes del derecho a la educación y plasmado en los distintos instrumentos internacionales de DD.HH. y
asimismo manifestado en la ley nacional de Educación 26.206, en su capitulo XII, arts. 55 al 59.
“Esto impulsa que la educación pública en las cárceles deba ser entendida como el ejercicio de un derecho humano
que apunte no al tratamiento penitenciario, sino al derecho integral de la persona, a mejorar su calidad de vida, a
formarse profesionalmente, acceder y disfrutar de la cultura. En resumen, en la posibilidad de realizar trayectorias
educativas que permitan construir un proyecto de vida.
“Que atento todo lo manifestado, los recaudos que se deben apuntar con el resultado de dar cumplimiento efectivo
al estándar constitucional derecho a la educación-, como finalidad de la debida readaptación social, correspondería
que se efectúe en un espacio propicio al efecto, con las características propias de un lugar de enseñanza. Por lo que,
respecto a la infraestructura edilicia en materia educacional el estado provincial debe observar que su diseño,
utilización y mantenimiento sean adecuado a ese fin, y no que el interno que hace uso de este verdadero derecho
constitucional, salga de su habitual pabellón habitacional para ingresar a otro pabellón de las mismas
características, viendose menoscabado de esa forma el verdadero fin del la educación carcelaria.” (JUZGADO DE
EJECUCIÓN DEL DEPARTAMENTO JUDICIAL BAHÍA BLANCAREGISTRO INTERNO 1/2010, RTA. 19 DE NOVIEMBRE
2010).
Revista del Institu to de Estudio s Penales 267
DERECHO INTERNACIONAL
Antes de iniciar este breve recorrido por un tema que ha sido tan importante para
la humanidad, anticipo que el trabajo está compuesto de una introducción en la
que se describe el origen de los delitos de lesa humanidad, luego su codificación
en el Derecho Internacional, como asimismo una breve mención de su tratamiento
en la jurisprudencia en algunas sentencias de nuestra Corte Suprema de Justicia
Nacional. Por último, mi conclusión.-
40
Juez del Cuerpo de Magistrados Suplentes de la pcia. de Buenos Aires, Profesora Adjunta a cargo de la cátedra
de Derecho Internacional Público (U.N.S.).
270 Revista del Institu to de Estudio s Penales
41
.-Ver Estatuto del Tribunal Militar de Nuremberg, en;
http://www.ehu.es/ceinik/tratados/7TRATADOSRELATIVOSACRIMENESDEGUERRA/CG73.pdf
42
.-Luban, David “A theory of crimes against humanity”, 29 “Yale Journal of International Law” (2004), ps
85/167.-
Revista del Institu to de Estudio s Penales 271
Dado que fue en el ámbito del derecho consuetudinario donde los crímenes
contra la Humanidad tuvieron su desarrollo, es recién con el Estatuto de Roma de
1998, donde se logra definir y tipificar a este crimen.
Así, el art. 7 del Estatuto del Tribunal Penal Internacional, en su parte primera
dice “A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por “crimen de lesa
humanidad” cualquiera de los actos siguientes, cuando se cometa como parte de
un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con
conocimiento de dicho ataque:
a) Asesinato;
b) Exterminio;
c) Esclavitud;
d) Deportación o traslado forzoso de población;
e) Encarcelación u otra privación de la libertad física en violación de normas
fundamentales de derecho internacional;
f) Tortura;
g) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado,
esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable;
h) Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en
motivos políticos, raciales, nacionales, etnicos, culturales, religiosos, de
género definido en el párrafo 3, u otros motivos universalmente
reconocidos, como inaceptables con arreglo al derecho internacional, en
conexión con cualquier otro acto mencionado en el presente párrafo o con
cualquier crímen de la competencia de la Corte;
i) Desaparición forzada de personas;
j) El crimen del apartheid;
k) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente
grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la
salud mental o física.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 273
43
.- PRIOTTI, Anahí – “La Corte Penal Internacional” – Ed. UNR – Tomo I, pag. 120.-
Revista del Institu to de Estudio s Penales 275
Por razones de que evaluar lo actuado por la CSJN en todos los fallos reseñados
sería una tarea que excede al presente trabajo, solo me referiré a casos que han
marcado un giro trascendente en el trabajo de la CSJN.-
1.- Así, en el fallo Videla, Jorge Rafael (21/08/2003 - Fallos: 326:2805),
se investigaba la sustracción, retención y ocultación de un menor de diez años, y
en el cual la Defensa del imputado planteó el principio del non bis in idem,
porque su pupilo ya había sido juzgado por el mismo delito, aunque se
investigaban secuestros y sustracción de otros menores. Agregó además, que se
probó el mismo plan sistemático bajo el cual se acusa de actuar su pupilo.- La
Fiscalía sostuvo que nunca antes se había indagado al procesado por estos hechos,
44
.-CSJN - Delitos de Lesa Humanidad – Julio 2009.-
45
.-ver www.csjn.gov.ar
.
276 Revista del Institu to de Estudio s Penales
y que el plan sistemático no tiene nada que ver con el delito en particular, sino es
una forma de probar su medio de comisión.-
La Corte sostuvo que el plan solo prueba la imputación de la conducta prevista en
el tipo penal a título de autor mediato.-
El fallo también alude a que la reforma constitucional de 1994, hace que
Argentina tenga que actuar de acuerdo a la jurisprudencia emanada de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (Caso Barrios Altos), en la que la CIDH
dejó sentado que existen fuertes restricciones a la posibilidad de invocar la
defensa de la cosa juzgada para obstaculizar la persecución penal respecto de
conductas que constituyen graves violaciones a los Derechos Humanos.
Que el Estado argentino puede incurrir en responsabilidad internacional, por
incumplir sus obligaciones internacionales, obligaciones referidas a la
investigación de graves violaciones a los derechos humanos, que son “erga
omnes”, principio reconocido por la CIJ en el caso Barcelona Traction.-
El Ministro Juan Carlos Maqueda, en su voto, sostiene que la Corte debe rechazar
una interpretación extensiva del alcance de la cosa juzgada que impida la
persecución penal y la eventual sanción de los responsables por hechos que
configuran graves violaciones a los derechos humanos, y que afectaría
directamente la garantía de protección efectiva. A su vez, basa la obligación del
Estado argentino en perseguir estos delitos en la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas, la Convención sobre Imprescriptibilidad de
Crímenes de Guerra y de Lesa Humanidad y el Estatuto de Roma que crea la
Corte Penal Internacional (Leyes 24584 y 25390).-
4.-Y para finalizar, he de comentar los aspectos mas destacados del fallo
“Derecho, Rene JESUS (11/07/2007 - Fallos: 330:3074).- Deber de punición y
responsabilidad internacional del Estado.-
Este caso llega a la CSJN porque el 11/8/2004 la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Criminal y Correccional confirmó la decisión de la primera
instancia por la cual se había declarado la prescripción de la acción penal respecto
del imputado Rene Jesus Derecho – quien a la fecha de los hechos revistaba como
agente policial - a quien se le imputaba haber detenido ilegalmente a Juan
Francisco Alves, y haberle aplicado golpes y privación de medicamentos.
280 Revista del Institu to de Estudio s Penales
46
LUBAN, David, obra citada.-
Revista del Institu to de Estudio s Penales 281
configurar ese criterio como un test general bajo la pregunta de si el hecho que se
pretende poner a prueba puede ser considerado el producto de un ejercicio
despótico y depravado del poder gubernamental …” Y remata en el parágrafo 6
“El ataque debe haber sido llevado a cabo de conformidad con la política de un
Estado o de una organización ..”.
Con lo cual, se perfila aquí que la Corte Suprema ha privilegiado en su análisis,
que el crimen contra la humanidad debe ser cometido por agentes estatales o que
actúen bajo la aquiescencia del Estado, por lo tanto, dejando de lado la teoría de
los dos demonios, es decir, que no deja margen para suponer que también puede
acusarse de estos crímenes a las organizaciones o grupos que no pertenezcan al
Estado.
Sobre este punto es que se elevan críticas a esta postura, porque otros autores, y
también otros Estados entienden que pueden ser sujetos activos de este delito
tanto sujetos estatales o una organización, siendo inclusive en nuestro país
germen de mucha discusión porque a través de ello se pretende una simetría en el
tratamiento del tema respecto de quienes han cometido en la década de los setenta
– como parte de organizaciones políticas que nada tenían que ver con el gobierno
– crímenes de lesa humanidad.-
Así, Emilio J. Cardenas 47señala que es paradigmático el caso sometido a juicio y
resuelto por el Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia, sentencia de
fecha 8 de octubre de 2008, por el cual se imputa a Milan Martic 19 crimenes
distintos de violaciones del Derecho Internacional Humanitario, crímenes de
guerra, como asesinato de civiles inocentes, tortura, tratos crueles e inhumanos, la
destrucción y saqueo de propiedades – entre otros, y 10 crimenes de lesa
humanidad, definidos en el art. 5 del Estatuto de dicho Tribunal Ad Hoc, y
tambien un cargo de genocidio que no prosperó.-
Cabe mencionar que Milan Martic si bien se desempeñó como policía, luego
militó en el Partido Democrático Serbio de Croacia, representando los intereses de
47
.-CARDENAS, Emilio J.- “MILAN MARTIC es sentenciado a 35 años de cárcel por sus crímenes de “lesa
humanidad”. ED 223:763.-
282 Revista del Institu to de Estudio s Penales
los croatas de nacionalidad serbia, cuyo objetivo era la unificación territorial para
todos los serbios, siendo esta la intención o propósito criminal bajo la cual
actuaba el nombrado.
El autor sostiene que el Tribunal corroboró la existencia de un elemento material,
esto es, un conjunto de crímenes de derecho común cometidos en el marco de una
ola de violencia grave, y en un ataque generalizado y sistemático contra la
población de Croacia; y un elemento subjetivo, porque Martic sabía y actuaba en
consecuencia, que los crímenes por los que se lo había responsabilizado eran parte
de una campaña o estrategia mas amplia, que se basaba en objetivos políticos, que
él mismo llevaba adelante.
Como síntesis, Emilio J. Cardenas sostiene que este precedente no debe pasar
inadvertido para la CSJN, ya que define al asesinato de civiles inocentes en los
conflictos armados (internos o internacionales) no solo como crimen de guerra
sino como crimen de lesa humanidad.
48
Cita el Dr. Emilio J. Cardenas, en otro artículo de su autoría, que es el propio
Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, quien define cuando estamos
en presencia de “conflicto armado”, y ello se da tanto cuando se recurre a la
fuerza armada entre Estados, como cuando hay “violencia armada” entre distintas
autoridades gubernamentales y “grupos armados organizados”, o cuando esa
violencia armada ocurra entre distintos grupos, dentro de un mismo Estado”.
También lo ha expresado el Tribunal Penal Internacional para Ruanda en el caso
Jean Paul Akayesu, al reconocer que ellos se cometen cuando se produce un
atentado contra cualquier persona de la población civil y que esos atentados están
prohibidos sea en conflictos “internacionales” sea en conflictos “internos”.
CONCLUSION
48
.-CARDENAS, Emilio J. “Conductas que constituyen “crímenes de lesa humanidad”.- ED, 217;646.-
Revista del Institu to de Estudio s Penales 283
CASO
"V IDELA, JORGE RAFAEL S/ INCIDENTE DE EXCEPCIÓN DE COSA JUZGADA Y
FALTA DE JURISDICCIÓN"
10) Que para ello debe tenerse en cuenta que el objeto es idéntico cuando se
refiere al mismo comportamiento, atribuido a la misma persona. (…) Que tal
como señala el a quo, los comportamientos atribuidos en la presente causa al
imputado son los relativos a la apropiación de los menores concretos que
individualiza, comportamientos históricos que tal como indica el propio
recurrente (…) no fueron imputados anteriormente. En efecto, la causa 13/84
versó en cuanto al caso resulta relevante sobre la apropiación de otros menores
allí individualizados (por lo menos esto puede afirmarse respecto de dos de ellos,
en atención a la subsistente falta de determinación de la identidad de las restantes
víctimas de los hechos perseguidos en la presente causa). No se juzgó en ella el
comportamiento genérico del inculpado pues "nunca constituye su vida entera el
objeto procesal...”
12) Que en virtud de lo dicho hasta aquí cabe concluir que el examen que realizó
el a quo se limitó a comprobar
que quien opuso la excepción de cosa juzgada no revistió antes de ahora el
carácter de perseguido por los mismos hechos concretos, es decir, que no existió
eadem re.
13) Que una postura contraria sólo se deriva de confundir dos aspectos claramente
escindibles: el relativo a los hechos subsumibles en el tipo del delito de
sustracción de menores por un lado y, por el otro, el que se refiere a la existencia
de un plan sistemático para la comisión de ese y otros delitos(…) El investigar la
existencia de un plan y de órdenes impartidas en virtud de ese plan era sólo el
medio para determinar si se configuraba el supuesto específico de "autoría
mediata a través de un aparato de poder organizado" (…) Concretamente: el plan
no es la conducta típica, sino que sólo permite la imputación de la conducta
prevista en el tipo penal a título de autor mediato.
15) Que lo señalado hasta aquí en modo alguno contradice lo dicho por esta Corte
en Fallos: 310:2746 acerca de que los ex comandantes fueron absueltos de "todos
los delitos que integraron el objeto del decreto n158/83, acerca de los que no hubo
Revista del Institu to de Estudio s Penales 287
11) Que al contestar los agravios formulados por el señor Procurador General la
defensa sostuvo (…) la insoslayable aplicación del respectivo tratado de
extradición firmado entre los países reclamante y reclamado, que a su juicio es el
aprobado por ley 3035; el total respeto que debía observarse a la prescripción
respecto de los delitos; y la imposibilidad de aplicar al caso normas no vigentes al
momento de los hechos pues ello vulneraría el principio de la ley ex post facto
reconocido por nuestro derecho penal y consagrado constitucionalmente después
de la reforma de 1994 al asignársele jerarquía constitucional al Pacto de Derechos
Civiles y Políticos.
12) Que en primer término corresponde determinar el régimen aplicable al
presente pedido de extradición. Como principio, esta Corte ha sostenido en
diversos pronunciamientos, la mayoría de ellos vinculados con el tratado de
extradición con Italia aprobado por ley 3035, que el convenio que corresponde
aplicar es el vigente al momento de la solicitud de extradición. (…) En lo que aquí
interesa cabe destacar los argumentos vertidos por el señor Procurador General en
el tercero de esos casos, en cuanto sostuvo que la causa debía ser decidida con
arreglo a las estipulaciones del tratado vigente al momento en que se había
presentado la requisitoria sobre la base de que en su artículo 21 se prescribía que
comenzaría a hacerse efectivo desde el día del canje de las ratificaciones,
entendiéndose por ello, que a partir de esa fecha los países contratantes se
obligaban a la recíproca entrega de los delincuentes que se encontrasen en las
condiciones pactadas. Agregó que la disposición del artículo 18 de la Constitución
Nacional, no era óbice para tal interpretación, dado que las convenciones sobre
extradición no constituyen leyes penales, sino meras formas de procedimientos
para la entrega de los procesados o condenados, según la reiterada jurisprudencia
de la Corte (…) En cuanto a la imposibilidad de aplicar retroactivamente el
tratado de 1987 debe tenerse presente que las normas sobre extradición no son
reglamentarias del artículo 18 De la Constitución Nacional sino del artículo 14 de
la Carta Magna, en tanto no es la finalidad de estos procedimientos la
296 Revista del Institu to de Estudio s Penales
35) Que la Asamblea General de las Naciones Unidas mantuvo esta configuración
tanto en su Resolución 3 (I) del 13 de febrero de 1946 al recomendar e instar a los
Estados, miembros o no miembros, a la extradición y castigo de los responsables
de estos crímenes al aprobar por unanimidad la Resolución 95 (I) que confirmó
los principios de derecho internacional reconocidos por el Estatuto del Tribunal
de Nüremberg y sus sentencias (…)
44) Que el hecho de que el legislador nacional no haya implementado "sanciones
penales adecuadas" para este tipo de delitos, no empece a la vigencia de los
restantes compromisos asumidos en el ámbito internacional en materia de
extradición toda vez que este tipo de trámites no tienen por objeto determinar la
culpabilidad o inculpabilidad del individuo requerido sino sólo establecer, como
ya se ha dicho, si su derecho de permanecer en el país debe ceder ante la solicitud
de cooperación internacional formulada.(…)
66) (…) fue aprobada la Convención de Imprescriptibilidad de Crímenes de
Guerra y Lesa Humanidad, por Resolución 2391 XXIII) de la Asamblea General
del 26 de noviembre de 1968, que entró en vigor el 11 de noviembre de 1970.
Esta declaró imprescriptibles, tanto "los crímenes de guerra según la definición
dada en el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nüremberg, del 8 de
agosto de 1945, y confirmada por las resoluciones de la Asamblea General de las
Naciones Unidas 3 (I) del 13 de febrero de 1946 y 95 (I) del 11 de diciembre de
1946, sobre todo las "infracciones graves" enumeradas en los Convenios de
Ginebra del 12 de agosto de 1949 para la protección de víctimas de guerra" como
los crímenes de lesa humanidad entre los que incluyó "el delito de genocidio
definido en la Convención de 1948 para la prevención y la sanción del delito de
genocidio aún si esos actos no constituyen una violación del derecho interno del
país donde fueron cometidos" (artículo 1).
67) Que esta afirmación convencional se basó en una serie de razones que
quedaron plasmadas en su preámbulo(…) Allí se observó que en ninguna de las
declaraciones solemnes, instrumentos o convenciones para el enjuiciamiento y
298 Revista del Institu to de Estudio s Penales
humana, de modo tal que aun en tiempos de guerra en que ciertos derechos sufren
un eclipse parcial o temporario subsiste siempre la conservación, como intangible,
de la protección al bien jurídico vida dentro de un mínimo internacional local o de
un mínimo de orden jurídico interno admitido internacionalmente y que no se
puede desconocer (…)
31) Que tales conductas fueron tradicionalmente incluidas dentro del concepto de
"crímenes de guerra" y abarcan las violaciones a las leyes y usos aplicables para
el trato de prisioneros de guerra y población civil en conflictos armados
internacionales, sin perjuicio de concurrir en algunos casos real o idealmente, con
crímenes contra la humanidad, cuyo presupuesto básico común -aunque no
exclusivo- es que también se dirigen contra la persona o la condición humana y en
donde el individuo como tal no cuenta, contrariamente a lo que sucede en la
legislación de derecho común nacional, sino en la medida en que sea miembro de
una víctima colectiva a la que va dirigida la acción (…)
33) Que en el plano internacional donde no hay estado, ni órganos soberanos
comunes, ni legislación propiamente dicha, y no cabe la división de poderes
estatales inexistentes, la única salvaguarda posible contra los desbordes de los
estados particulares para la protección de bienes esenciales -entre los que
indudablemente se encuentra la vida- se halla, precisamente, en los principios y
usos sancionados por la común conciencia jurídica y que se ha ido desarrollando
progresivamente en la formulación de un derecho internacional general en materia
de sanción de actos atentatorios de intereses internacionalmente protegidos.
35) Que tales particularidades han sido resumidas
del siguiente modo: a) la conducta en cuestión es considerada delictiva por las
legislaciones nacionales; b) por medio de obras doctrinales y a partir de reuniones
internacionales ha surgido la conciencia de la necesidad de su prohibición a nivel
internacional; c) se ha elaborado un proyecto o un tratado, en una primera fase,
únicamente para declarar la conducta como atentatoria o constitutiva de una
violación del Derecho Internacional; d) a ello ha seguido generalmente uno o más
Revista del Institu to de Estudio s Penales 301
86) (…) el verbo "enunciar" contenido en el proyecto original fue sustituido por
"afirmar" a resultas del consenso logrado para consagrar la recepción
convencional de un principio ya existente en el derecho internacional referente a
la imprescriptibilidad tanto de los crímenes de guerra como de los crímenes de
lesa humanidad (…)
83) Que en favor del desarrollo de este principio de derecho internacional como
costumbre debe reconocerse que no existía al momento de la Convención ni existe
en las actuales circunstancias del derecho internacional, un principio general de
derecho de las naciones civilizadas que se oponga a aquél y que pudiera ser
receptado en ese ámbito (…)
85) Que ese proceder fue acompañado por los estados que ratificaron o adhirieron
a la Convención Europea de Imprescriptibilidad de Crímenes contra la
Humanidad y Crímenes de Guerra firmada el 25 de enero de 1974 en el seno del
Consejo de Europa (…)
92) Que, por último, y reiterando expresiones vertidas por el Tribunal al resolver
en el año 1894 el pedido de extradición de Jabez Spencer Balfour cabe recordar
que ninguna ley, ninguna doctrina u opinión autorizada se conoce que incluya
entre los modos de extinguirse la responsabilidad criminal el refugio del culpable
en el territorio extraño; por consiguiente no es posible fundar una negativa de
extradición en derecho alguno de inmunidad del delincuente, derivado del hecho
de su arribo al país.
DISIDENCIA DE LOS SEÑORES MINISTROS DOCTORES DON AUGUSTO
CESAR BELLUSCIO Y DON RICARDO LEVENE (H)
5) Que, conforme al art. 2 de la referida convención, la extradición se admite
exclusivamente por los delitos punibles según las leyes de ambas partes con pena
privativa de la libertad personal cuyo máximo no sea inferior a dos años; y, según
el art. 7, inciso b, la extradición no se concederá "si de acuerdo a la legislación de
la parte requirente o de la parte requerida, la acción penal o la pena se encontrara
prescripta". Es obvio que, por tratarse de homicidios, el primero de esos requisitos
304 Revista del Institu to de Estudio s Penales
Considerando:
1) Que el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N. 6 condenó a Enrique Lautaro
Arancibia Clavel a la pena de reclusión perpetua (…)
3) Que en lo que aquí interesa la sentencia del tribunal oral tuvo por acreditado
que Enrique Lautaro Arancibia Clavel tomó parte a partir de marzo de 1974 y
hasta el 24 de noviembre de 1978 de una asociación ilícita (la Dirección de
Inteligencia Nacional DINA exterior, dependiente del gobierno de facto de Chile),
que contaba con al menos 10 miembros, y cuya actividad consistía en la
persecución de opositores políticos al régimen de Pinochet exiliados en
Argentina.
306 Revista del Institu to de Estudio s Penales
24) Que, en tales condiciones, a pesar de haber transcurrido el plazo previsto por
el art. 62 inc. 2 en función del art. 210 del Código Penal corresponde declarar que
la acción penal no se ha extinguido respecto de Enrique Lautaro Arancibia Clavel,
por cuanto las reglas de prescripción de la acción penal previstas en el
ordenamiento jurídico interno quedan desplazadas por la "Convención sobre la
imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa
humanidad"
VOTO DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON ANTONIO BOGGIANO
8) Que desde los albores de la interpretación de la Carta de las Naciones Unidas
algunos estados sostuvieron que toda la materia de derechos humanos había salido
del ámbito de la jurisdicción interna de los estados. Consideraban que los arts. 1
(3); 55, c y 56 de la Carta imponen obligaciones a los estados miembros. Tal
posición fue confirmada por la Asamblea General en sus resoluciones sobre el
Apartheid en Sudáfrica tras desestimar por abrumadora mayoría la alegación de
aquel país basada en el art.
2 (7) de la Carta. Parece hoy prevalecer la caracterización de la problemática
sobre derechos humanos como asunto de interés para todos los estados y que la
Carta los había previsto como materia de interés internacional.
La República Argentina al conferir jerarquía constitucional a los tratados
internacionales sobre derechos humanos tal como lo hace el art. 75 inc. 22 de la
Constitución Nacional presenta un fenómeno jurídico que puede considerarse
como referencia al derecho internacional de los derechos humanos
10) (…) En rigor, cuando el Congreso confiere jerarquía constitucional al tratado
hace un juicio constituyente por autorización de la Constitución misma según el
cual al elevar al tratado a la misma jerarquía que la Constitución estatuye que éste
no sólo es arreglado a los principios de derecho público de la Constitución sino
que no deroga norma alguna de la Constitución sino que la complementa. Tal
juicio constituyente del Congreso Nacional no puede ser revisado por esta Corte
Revista del Institu to de Estudio s Penales 313
para declarar su invalidez sino sólo para hallar armonía y complemento entre tales
tratados y la Constitución.(…)
13) (…) Si los tratados con jerarquía constitucional tuviesen rango inferior a la
Constitución debería
declararse su inconstitucionalidad en caso de colisión. Pero tal colisión no puede
suscitarse (Fallos: 319:3148). En la Constitución Nacional no hay "normas
constitucionales inconstitucionales" (…)
17) Que para decidir sobre la prescripción invocada corresponde determinar si el
delito que por el que se acusa a Arancibia Clavel encuadra en la
Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad.
Al respecto, el art. I de ésta establece: "Los crímenes siguientes son
imprescriptibles, cualquiera que sea la fecha en que se hayan cometido...b) los
crímenes de lesa humanidad cometidos tanto en tiempo de guerra como en tiempo
de paz, según la definición dada en el Estatuto del Tribunal Militar Internacional
de Nuremberg, de 8 de agosto de 1945, y confirmada por las resoluciones de la
Asamblea General de las Naciones Unidas 3 (I) de 13 de febrero de 1946 y 95 (I)
de 11 de diciembre de 1946, así como la expulsión por ataque armado u
ocupación y los actos inhumanos debido a la política de 'apartheid' y el delito de
genocidio definido en la Convención de 1948 para la prevención y la sanción del
delito de genocidio aun si esos actos no constituyen una violación del derecho
interno del país donde fueron cometidos". De acuerdo con el art. II "si se
cometiere alguno de los crímenes mencionados en el artículo I las disposiciones
de la presente Convención se aplicarán a los representantes de la autoridad del
Estado y a los particulares que participen como autores o cómplices o que inciten
directamente a la perpetración de alguno de esos crímenes, o que conspiren para
cometerlos, cualquiera que sea su grado de desarrollo, así como a los
representantes de la autoridad del Estado que toleren su perpetración".(…)
314 Revista del Institu to de Estudio s Penales
en última instancia, a todas las naciones civilizadas, que por ello están obligadas a
cooperar en la lucha mundial contra el terrorismo (…)
23) Que las situaciones conflictivas actuales presentan agentes que no son estados
sino entes derivados de la disgregación de los estados o vinculados a
reivindicaciones independentistas o conorganizaciones criminales, en especial
grupos terroristas.
La lucha contra el terrorismo ha de librarse también en la política internacional.
Y, en todo caso, el uso de la fuerza contra el terrorismo no puede renunciar a los
principios de un estado de derecho. No sería aceptable la solución de la derrota
del terrorismo con prescindencia de los derechos humanos fundamentales pues la
violación de esos derechos no puede ser justificada con el pretexto inaceptable de
que se trata de cuestiones internas de un Estado.
25) Que de lo precedentemente expuesto se desprende que se halla tipificado
como delito del ius gentium el formar parte de una organización destinada a
cometer delitos de lesa humanidad, entre los que también cabe incluir al
terrorismo. Esta era la finalidad de la actuación de la DINA en el exterior respecto
de los opositores en el exilio al régimen de facto. En efecto, la confabulación lo
era para cometer delitos de lesa humanidad, pues las víctimas de aquéllos
constituían un grupo perfectamente determinado. En otras palabras, la
mencionada asociación integrada por miembros o personas vinculadas a un
organismo oficial extranjero se confabuló para una cierta categoría de delitos y no
otros.(…)
27) Que también quedó probado que el rol de Arancibia Clavel dentro de la
aludida asociación ilícita era relevante en virtud de sus fluidas relaciones con
servicios de inteligencia y fuerzas de seguridad argentinas y agentes secretos
extranjeros, así como por su demostrada capacidad para organizar una elaborada
red de colaboradores locales e informantes a fin de obtener un acabado
conocimiento sobre el quehacer de los exiliados chilenos.(…)
316 Revista del Institu to de Estudio s Penales
de todas las naciones; aspectos todos ellos que esta Corte no puede desconocer en
el actual estado de desarrollo de la comunidad internacional.
27) Que, por consiguiente, la consagración positiva del derecho de gentes en la
Constitución Nacional permite considerar que existía Cal momento en que se
produjeron los hechos investigados en la presente causaC un sistema de
protección de derechos que resultaba obligatorio independientemente del
consentimiento expreso de las naciones que las vincula y que es conocido
actualmente dentro de este proceso evolutivo como ius cogens. Se trata de la más
alta fuente del derecho internacional que se impone a los estados y que prohíbe la
comisión de crímenes contra la humanidad incluso en épocas de guerra. No es
susceptible de ser derogada por tratados en contrario y debe ser aplicada por los
tribunales internos de los países independientemente de su eventual aceptación
expresa.(…)
29) (…) la unánime aceptación del ius cogens es evidenciada en la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre el Derecho de los Tratados, Viena, 26 de marzo al 29
de mayo de 1968 (…)
IV. SOBRE LAS FUENTES DEL DELITO DE LESA HUMANIDAD
34) Que resulta pues necesario determinar cuáles son las fuentes del derecho
internacional para verificar si el delito de asociación ilícita dirigido a la comisión
de crímenes contra la humanidad también tiene las mismas características en
cuanto al deber de punición que corresponde en estos casos respecto de los
acusados y si reviste el carácter de imprescriptible de los delitos a los que se
dirige el objetivo de ese acuerdo entre dos o más personas.
35) Que para el conocimiento de las fuentes de este derecho internacional debe
atenderse fundamentalmente a lo dispuesto por el Estatuto de la Corte
Internacional de Justicia que establece en su art. 38 que "esta Corte, cuya función
es decidir de acuerdo con el derecho internacional aquellas disputas que le sean
sometidas, aplicará:
322 Revista del Institu to de Estudio s Penales
75) Que, por otro lado, el derecho de gentes entendido al que se somete nuestro
país en este tipo de casos quedaría debilitado de admitirse que los delitos de lesa
humanidad pudieran someterse a un régimen similar al que opera en los casos de
crímenes comunes. En realidad, desaparecería toda distinción entre ambos
conceptos el de los delitos de lesa humanidad y el de los delitos excluidos de esta
categoría si se aceptara que la prescripción sería igualmente aplicable para todos
los supuestos.
puede ser aplicada al sub lite retroactivamente o si ello lesiona el principio nullum
crimen sine poena legali (…)
14) Que cabe adelantar que la aplicación al sub examine de la "Convención sobre
la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa
Humanidad" resulta contraria a la proscripción de aplicación retroactiva de la ley
penal, como corolario del principio de legalidad ya formulado.
En efecto, la jurisprudencia de la Corte ha interpretado esta garantía como aquella
que prohíbe la aplicación de disposiciones penales posteriores al hecho que
modifiquen in malam partem cualquier requisito del que dependa la punibilidad
del hecho. (…)
Este es el alcance correcto del principio de legalidad en todos sus aspectos, en
tanto "la sujeción [a la ley] debe garantizar objetividad: el comportamiento
punible y la medida de la pena no deben determinarse bajo la impresión de hechos
ocurridos pero aún por juzgar, ni como medio contra autores ya conocidos, sino
por anticipado y con validez general, precisamente mediante una ley determinada,
sancionada con anterioridad al hecho. El principio abarca a todos los presupuestos
de punibilidad y no está limitado al ámbito de lo imputable (...): especialmente,
también la prescripción ha de estar legalmente determinada y no cabe prorrogarla
retroactivamente, tanto si antes del acto de prórroga ha expirado el plazo como si
no. El aspecto de confianza de carácter psicológico, extravía hasta llevar a la
asunción de que la prescripción no es objeto del principio de legalidad, dado que
aquélla no desempeña en el cálculo del autor papel alguno digno de protección.
Pero no se trata de eso. Más bien lo decisivo es que el Estado, al prorrogar el
plazo de prescripción (...) amplía su competencia para punir, y ello, en la
retroactividad deliberada [gewollte Rückwirkung], también bajo la impresión de
hechos ya sucedidos, pero aún por juzgar (…)
15) Que el art. I, párrafo inicial e inc. b, de la Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa
Humanidad, aprobada por ley 24.584 del 23 de noviembre de 1995 y con
330 Revista del Institu to de Estudio s Penales
transcurso del tiempo resulta del art. 18 de la Constitución Nacional, norma que
no puede ser derogada ni alterada por un tratado.
Desde otro punto de vista, tampoco resulta aceptable que la gravedad o aun el
carácter aberrante de los hechos que se pretende incriminar justifique dejar a un
lado el principio de irretroactividad de la ley penal, preciada conquista de la
civilización jurídica y política que fue ya consagrada e incorporada en reglas
jurídicas de universal aceptación hace más de doscientos años en el art. 8 de la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (…)
Por lo demás, el principio de irretroactividad de la ley penal también se encuentra
reconocido en los instrumentos incorporados por el art. 75, inc. 22, de la
Constitución Nacional. Así, el art. 11, párrafo 2, de la Declaración Universal de
Derechos Humanos aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el
10 de diciembre de 1948, dispone: "Nadie será condenado por actos u omisiones
que en el momento de cometerse no fueron delictivos según el derecho nacional o
internacional. Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable en el
momento de la comisión del delito" (…)
Cabe señalar que el segundo párrafo del art. 15 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos agrega que "nada de lo dispuesto en este artículo se
opondrá al juicio ni a la condena de una persona por actos u omisiones que, en el
momento de cometerse, fueran delictivos según los principios generales del
derecho reconocidos por la comunidad internacional", pero ese párrafo fue objeto
de la reserva dispuesta en el art. 4 de la ley 23.313 que lo aprobó, según la cual
"El Gobierno Argentino manifiesta que la aplicación del apartado segundo del
artículo 15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, deberá estar
sujeta al principio establecido en el artículo 18 de nuestra Constitución Nacional",
de modo que la República no se adhirió incondicionalmente a los principios o
normas del derecho de gentes, entre los cuales podría incluirse la
imprescriptibilidad retroactiva de la acción penal destinada a perseguir los delitos
de lesa humanidad; la adhesión se formuló de manera condicionada, y la
332 Revista del Institu to de Estudio s Penales
10) Que, por otra parte, este Tribunal no podría suplir la falencia mencionada
declarando de oficio la imprescriptibilidad de la acción penal. (…)
12) Que con respecto al principio de imprescriptibilidad en cuanto rotunda
exhortación desde el plano internacional el Estado argentino ha demostrado
encontrarse absolutamente comprometido a partir de la sanción de la ley 24 584
del 29 de noviembre de 1995, por la que aprobó la "Convención sobre la
Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa
Humanidad” (…)
13) Que una cuestión muy distinta es que este aceptado principio deba aplicarse
no ya para el futuro, sino retroactivamente (…)
15) Que, aun cuando pudiera entenderse que es el propio texto de una convención
con jerarquía constitucional el que prevé su aplicación retroactiva Casí lo ha
inferido, en base a los arts. I y IV de la "Convención sobre la Imprescriptibilidad
de los Crímenes de Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad" un amplio
sector doctrinario, aunque no sin detractores, lo cierto es que esa previsión
contraria al art. 18 de la Constitución Nacional, resultaría inaplicable para el
derecho argentino, en virtud de lo dispuesto en el art. 27 de la Ley Fundamental.
En efecto, en el sistema constitucional argentino el art. 27 determina que los
tratados deben ajustarse y guardar conformidad con los principios de derecho
público establecidos en esta Constitución (…)
16) Que a través de esta cláusula, la Constitución Nacional condiciona a "los
tratados sobre aquellas cuestiones que pudieran afectar la soberanía y la
independencia de la Nación y los principios fundamentales de derecho público
sobre los que reposa la organización política de la República. (…)Se trata de una
norma de inestimable valor para la soberanía de un país, en particular, frente al
estado de las relaciones actuales entre los integrantes de la comunidad
internacional. Esta interpretación preserva Cante las marcadas asimetrías
económicas y sociales que pueden presentar los estados signatarios de un mismo
tratado el avance de los más poderosos sobre los asuntos internos de los más
336 Revista del Institu to de Estudio s Penales
operativo que no sólo se refiere al Poder Judicial sino a la salvaguarda del valor
justicia en los conflictos jurídicos concretos que se plantean en el seno de la
comunidad (doctrina Fallos: 302:1284).
18) Que el Preámbulo de la Convención sobre la imprescriptibilidad de los
crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad señala que una de las
razones del establecimiento de la regla de la imprescriptibilidad fue la grave
preocupación en la opinión pública mundial suscitada por la aplicación a los
crímenes de guerra y lesa humanidad de las normas de derecho interno relativas a
la prescripción de los delitos ordinarios, pues impide el enjuiciamiento y castigo
de las personas responsables de esos crímenes. A ello se agrega el texto del art.
IV, de conformidad con el cual "los Estados Parte en la presente Convención se
comprometen a adoptar, con arreglo a sus respectivos procedimientos
constitucionales, las medidas legislativas o de otra índole que fueran necesarias
para que la prescripción de la acción penal o de la pena, establecida por ley o de
otro modo, no se aplique a los crímenes mencionados en los arts. I y II de la
presente Convención y, en caso de que exista, sea abolida". Tales formulaciones,
como puede advertirse, no resultan categóricas con respecto a la retroactividad de
la Convención, razón por la cual deben ser conjugadas con el principio de nulla
poena sine lege consagrado en el art. 18 de la Constitución Nacional. Si esto fuera
así, tal criterio pudo ser declarado por el propio Tratado, cosa que no ocurrió.
19) Que esta Corte, al definir el principio de legalidad, (…) agregó que el
principio de legalidad establecido por el art. 18 de la Constitución Nacional, exige
que la conducta y la sanción se encuentren previstas con anterioridad al hecho por
una ley en sentido estricto, y es competencia exclusiva del Poder Legislativo la
determinación de cuáles son los intereses que deben ser protegidos mediante
amenaza para garantizar una protección suficiente por ser el derecho penal la
última ratio del orden jurídico (Fallos: 314:424).
20) (…) también los plazos de prescripción han de estar legalmente determinados
con carácter previo, y no cabe prorrogarlos retroactivamente, tanto si antes del
346 Revista del Institu to de Estudio s Penales
“RECURSO DE HECHO DEDUCIDO POR LA DEFENSA DE JULIO HÉCTOR SIMÓN EN LA CAUSA SIMÓN,
JULIO HÉCTOR Y OTROS S/ PRIVACIÓN ILEGÍTIMA DE LA LIBERTAD, ETC. CAUSA N° 17.768" RTA.
14 DE JUNIO 2005
Revista del Institu to de Estudio s Penales 349
Considerando:
1) Que estas actuaciones se iniciaron con motivo de la querella formulada por
Buscarita Imperi Roa, quien afirmó que el 28 de noviembre de 1978 las
denominadas "fuerzas conjuntas" secuestraron a su hijo José Liborio Poblete Roa,
a su nuera Gertrudis Marta Hlaczik y a su nieta Claudia Victoria Poblete; y que
distintas denuncias recibidas en la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo
señalaban que el militar retirado Ceferino Landa y su esposa Mercedes Beatriz
Moreira, tenían en su poder a la menor anotada bajo el nombre de Mercedes
Beatriz Landa.
Tras el correspondiente impulso fiscal en torno al hecho denunciado, se llevaron a
cabo diversas medidas de prueba que, en efecto, determinaron que Claudia
Victoria Poblete se encontraba con vida, que se hallaba inscripta con el nombre de
Mercedes Beatriz Landa como hija de Ceferino Landa y de Mercedes Beatriz
Moreira y que este estado se constituyó poco tiempo después de que las fuerzas
armadas la privaran de su libertad cuando contaba con ocho meses de edad.(…)
Entre aquellos que tendrían conocimiento del destino que se le diera a la menor,
se encontrarían (…) Julio Simón quien actuaba bajo el seudónimo de 'Turco
Julián' (…), y en lo concerniente al secuestro de la familia Poblete, los
intervinientes habrían sido (…) Julio Simón"
4) Que tras recibirle declaración indagatoria a Julio Héctor Simón (fs.
1967/1969), se dictó el procesamiento con prisión preventiva del nombrado sobre
la base de las siguientes circunstancias de hecho: "en su calidad de miembro de la
Policía Federal Argentina e integrante de un grupo de tareas que dependía del
Primer Cuerpo de Ejército Argentino y que formaba parte del sistema clandestino
de represión (1976-1983), secuestró, junto a otros funcionarios de las fuerzas de
seguridad fuertemente armados, a José Liborio Poblete (…) secuestró a la esposa
de Poblete, Gertudris Marta Hlaczik (…)Los secuestros de ambas personas se
realizaron con el objeto de conducirlas al centro clandestino de detención
denominado 'Olimpo'(…); con pleno conocimiento de que allí serían sometidos a
350 Revista del Institu to de Estudio s Penales
fundamentación autónoma exigida por el art. 15 de la ley 48; tal decisión dio
lugar a la presente queja.
6) Que, en el recurso extraordinario, el recurrente plantea la nulidad absoluta de
todo lo actuado a raíz de la intervención de Horacio Verbitsky (presidente del
Centro de Estudios Legales y Sociales) como querellante, pues sostiene que la
participación del nombrado en el proceso significó la consagración por vía
judicial de una acción popular no contemplada en la ley procesal ni susceptible de
encontrar amparo en el art. 43 de la Constitución Nacional, que sólo recepta la
protección de los derechos de incidencia colectiva, por lo que en consecuencia, a
su juicio, carecía de legitimación para querellar.
Por otro lado, postula la validez constitucional de la ley 23.521 y solicita que se
aplique el beneficio reconocido en el art. 1°. Afirma, que la constitucionalidad de
las leyes 23.492 y 23.521 no es un tema justiciable, pues al Poder Judicial no le es
dado, en los términos de los arts. 75, incs. 12 y 20 de la Constitución Nacional,
juzgar sobre la oportunidad, mérito o conveniencia de las decisiones adoptadas en
la zona de reserva de los demás poderes del Estado. Que tales leyes de amnistía
por el alto propósito que perseguían de lograr la concordancia social y política, no
son susceptibles de ser declaradas inconstitucionales. También invoca la lesión a
las garantías de la ley penal más benigna, del nullum crimen nulla poena sine
lege, así como de la prohibición de aplicar la ley ex post facto. Sostiene que se
aplicó retroactivamente una norma de naturaleza penal, la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas aprobada por la ley
24.556 y, en cuanto a su jerarquía constitucional, por la ley 24.820 C con la
consecuencia de que elimina los beneficios de la prescripción de la acción y de la
pena. Agrega que no se puede restar significación a la validez inalterable de las
garantías consagradas en el art. 18 de la Constitución Nacional, en aras de los
principios generales reconocidos por la comunidad internacional (art. 4 de la ley
23.313).
352 Revista del Institu to de Estudio s Penales
cancelados, impedidos o dificultados por las leyes 23.492 (de punto final), 23.521
(de obediencia debida) y por el decreto 1002/89, resulta violatorio de los derechos
garantizados por la Convención, y entendió que tales disposiciones son
incompatibles con el art. 18 (Derecho de Justicia) de la Declaración Americana de
los Derechos y Deberes del Hombre y los arts. 1, 8 y 25 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos.
21) Que ya a partir de ese momento había quedado establecido que para la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la circunstancia de que los actos
en cuestión hubieran sido dictados por órganos democráticos fundados en la
urgente necesidad de reconciliación nacional y de la consolidación del régimen
democrático (tal había sido la alegación del gobierno argentino) era prácticamente
irrelevante a los fines de la determinación de la lesión de los derechos a que se
refieren los arts. 8.1 y 25.1 de la CADH.
22) Que, sin embargo, restaba aún por determinar los alcances concretos de la
recomendación de la Comisión en el Informe citado, en particular, con respecto a
cuáles eran las "medidas necesarias para esclarecer los hechos e individualizar a
los responsables de las violaciones de derechos humanos". Ello, por cuanto el
tenor de la recomendación dirigida por la Comisión a la Argentina con relación a
la incompatibilidad de las leyes de punto final y obediencia debida no permitía
inferir, sin más ni más, si era suficiente el mero "esclarecimiento" de los hechos,
en el sentido de los llamados "juicios de la verdad", o si los deberes (y las
facultades) del Estado argentino en esta dirección también suponían privar a las
leyes y el decreto en cuestión de todos sus efectos, ya que tal conclusión
significaba producir una fuerte restricción de la cosa juzgada y del principio de
legalidad, que impide prolongar retroactivamente la prescripción de la acción
penal, ya cumplida en muchos casos.
23) Que tales dudas con respecto al alcance concreto del deber del Estado
argentino con relación a las leyes de punto final y obediencia debida han quedado
esclarecidas a partir de la decisión de la Corte Interamericana en el caso "Barrios
356 Revista del Institu to de Estudio s Penales
28) Que aun antes del tal jurisprudencia internacional, los delitos contra el
derecho de gentes hallábanse fulminados por el derecho internacional
consuetudinario y concurrentemente por el texto de nuestra Constitución
Nacional. La gravedad de tales delitos puede dar fundamento a la jurisdicción
universal, como se desprende del art. 118 de la Constitución Nacional que
contempla los delitos contra el derecho de gentes fuera de los límites de la Nación
y ordena al Congreso determinar por ley especial el lugar en que haya de seguirse
el juicio. Ello da por supuesto que tales delitos pueden ser juzgados en la
República y, cabe entender, también en otros Estados extranjeros.
29) Que según la teoría de la jurisdicción universal, sin necesidad de abrir juicio
aquí sobre las prácticas extranjeras comparadas, tales delitos podrían ser juzgados
aun fuera del país en el que se hubiesen cometido, los delitos contra el derecho
internacional pueden fundar la jurisdicción universal de cualquier Estado según la
costumbre internacional por violar una norma de ius cogens en modo sistemático
lesionado el derecho internacional.
30) Que al respecto cabe señalar que la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos sostuvo que si el Estado en cuestión compromete su responsabilidad
internacional al optar por no administrar justicia ante la aplicación de una ley
como la de amnistía y dejar, en tales condiciones, el crimen en la impunidad,
resulta plenamente aplicable la jurisdicción universal
32) Que ello sentado corresponde adentrarse en el tratamiento de la validez o
invalidez de las leyes 23.492 y 23.521.
33) Que el art. 2° de la ley 23.521 establece que "la presunción establecida en el
artículo anterior no será aplicable respecto de los delitos de violación, sustracción
y ocultación de menores o sustitución de su estado civil y apropiación extorsiva
de inmuebles".
34) Que de aquí se deduce, como consecuencia lógica necesaria e ineluctable, que
esas leyes, obviamente, también excluyen los delitos de lesa humanidad, esto es,
las graves violaciones de derechos humanos que lesionan el derecho internacional
362 Revista del Institu to de Estudio s Penales
internacional consuetudinario ha sido juzgado por esta Corte como integrante del
derecho interno argentino.
42) Que no obsta a las conclusiones precedentes la circunstancia de que la
Convención de la Imprescriptibilidad de Crímenes de Guerra y de los Crímenes
de Lesa Humanidad y la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada
de Personas no estuvieren vigentes al momento de sanción y promulgación de las
leyes de punto final y obediencia debida.
Ello por cuanto, en razón de la calificación provisional de los delitos corresponde
considerar, como se hizo en la citada causa "Arancibia Clavel", voto del juez
Boggiano, que no se presenta en el caso una cuestión de conflicto de leyes en el
tiempo pues el crimen de lesa humanidad lesionó antes y ahora el derecho
internacional, antes el consuetudinario ahora también el convencional, codificador
del consuetudinario.
43) Que el principio de no retroactividad de la ley penal ha sido relativo. Éste rige
cuando la nueva ley es más rigurosa pero no si es más benigna. Así, la
Convención sobre Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad reconoce una conexidad lógica entre
imprescriptibilidad y retroactividad. Ante el conflicto entre el principio de
irretroactividad que favorecía al autor del delito contra el ius gentium y el
principio de retroactividad aparente de los textos convencionales sobre
imprescriptibilidad, debe prevalecer este último, pues es inherente a las normas
imperativas de ius cogens, esto es, normas de justicia tan evidentes que jamás
pudieron oscurecer la conciencia jurídica de la humanidad.
46) Que la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y
de los Crímenes de Lesa Humanidad establece específicamente su aplicación
retroactiva al expresar que tales crímenes "...son imprescriptibles cualquiera sea la
fecha en que se hayan cometido" (art. I).
48) Que, no cabe predicar que el mencionado instrumentointernacional está
subordinado a la Constitución, pues se identifica con ella. El principio de
364 Revista del Institu to de Estudio s Penales
15) Que es en este contexto en el que debe analizarse la decisión política del
Congreso de la Nación plasmada en la ley 25.779 así como los efectos de aquélla.
En consecuencia, cabe en primer término revisar los fundamentos del Poder
Legislativo para declarar "insanablemente nulas" las leyes 23.492 y 23.521. En la
sesión en la que se aprobó la ley, el diputado Urtubey sostuvo que "...Esas dos
leyes, que terminaban estableciendo un disvalor moral y ético, no pueden
sostenerse en el marco de un sistema republicano que dé garantías no sólo a
aquellos que están imputados de delitos y en cuyo beneficio se pretendió extinguir
la acción penal, sino también a cientos, miles y decenas de miles de familiares de
argentinos de bien que quieren que se haga justicia...". (…) En relación con la
existencia o no de facultades del Congreso de la Nación para declarar la nulidad
de las normas indicadas, la diputada Carrió, al referirse al control de
constitucionalidad en el sistema argentino, y sin desconocer la facultad propia del
Poder Judicial en la materia, sostuvo que "...La pregunta que queda pendiente es
si los otros órganos del Estado controlan o no la constitucionalidad de las normas.
Y claro que la controlan... (…) Si la violación de las normas que está analizando
el Congreso, en este caso las leyes de punto final y obediencia debida, se refiere al
artículo 29 de la Constitución Nacional y es el propio artículo 29 el que sanciona
con nulidad absoluta e insanable todos los actos que se opongan, y si además le
agregamos a la violación a dicho artículo otras supuestas con sanción de nulidad
absoluta e insanable, como son los delitos de lesa humanidad o la violación del
derecho de gentes establecido en el artículo 118, la nulidad corresponde...cuando
nosotros...declaramos la nulidad absoluta e insanable lo que hacemos es una
declaración de invalidez por el órgano competente para dictar la norma, lo que es
plenamente factible...” (…) Finalmente, el diputado Díaz Bancalari sostuvo que
"No hay nada ni nadie que impida al Congreso de la Nación revisar sus propios
actos: no hay nada ni nadie que impida a la Cámara de Diputados de la nación
declarar la nulidad de las leyes de punto final y obediencia debida, porque fueron
dictadas en violación a normas de la Constitución Nacional... el tiempo que es el
366 Revista del Institu to de Estudio s Penales
23) Que la ley 23.492, conocida como ley de punto final, introdujo una cláusula
especial de extinción de la acción penal por la presunta participación en cualquier
grado en los delitos previstos en el art. 10 de la ley 23.049. El texto es el
siguiente: art. 1° "Se extinguirá la acción penal respecto de toda persona por su
presunta participación en cualquier grado, en los delitos del art. 10 de la ley
23.049, que no estuviere prófugo, o declarado en rebeldía, o que no haya sido
ordenada su citación a prestar declaración indagatoria, por tribunal competente,
antes de los sesenta días corridos a partir de la fecha de promulgación de la
presente ley". Al poco tiempo, 4 de junio de 1987 fue aprobada, la ley 23.521,
conocida como Ley de Obediencia Debida. El art. 11 establecía que: "Se presume
sin admitir prueba en contrario que quienes a la fecha de comisión del hecho
revistaban como oficiales jefes, oficiales subalternos, suboficiales y personal de
tropa de las Fuerzas Armadas, de seguridad, policiales y penitenciarias, no son
punibles por los delitos a que se refiere el art. 10, punto 1 de la ley 23.049 por
haber obrado en virtud de obediencia debida.
La misma presunción será aplicada a los oficiales superiores que no hubieran
revistado como comandante en jefe, jefe de zona, jefe de subzona o jefe de fuerza
de seguridad, policial o penitenciaria si no se resuelve judicialmente, antes de los
treinta días de promulgación de esta ley, que tuvieron capacidad decisoria o
participaron en la elaboración de las órdenes".
24) (…) La mencionada ley fue impugnada de inconstitucional, ante diferentes
tribunales federales del país, y planteada ante la Corte Suprema de Justicia de la
Nación quien en el año 1987, en la causa "Camps" (Fallos: 310:1162), declaró la
validez constitucional de la ley 23.521, constitucionalidad luego convalidada en
precedentes posteriores, así como la de la ley de punto final.
26) Que el suscripto comparte y hace suyas las enjundiosas consideraciones del
juez Bacqué en la causa "Camps", que lo llevaron a declarar la
inconstitucionalidad de la ley de la obediencia debida, con sustento en que las
presunciones iuris et de iure por ella establecidas implicaron la invasión por parte
368 Revista del Institu to de Estudio s Penales
del Poder Legislativo de funciones propias del Poder Judicial (art. 116 de la
Constitución Nacional). Del mismo modo, en cuanto señaló que el art. 18 al abolir
cualquier clase de tormentos impedía el dictado de tal norma respecto de delitos
graves y aberrantes; y así como que esa ley vulneraba el principio de igualdad
(art. 16 de la Constitución Nacional). En efecto, su sanción implicó dejar sin
protección bienes jurídicos elementales de determinados habitantes, como la vida
y la libertad, a diferencia de los bienes jurídicos del resto de la población,
quedando sin castigo la muerte y otros delitos contra miles de individuos en un
período de tiempo cierto Cdesde 1976 a 1983C construyendo así una especial
categoría de personas que no tenían derecho a la protección del más sagrado de
los bienes como la vida humana.
27) Que, en cuanto a la ley 23.492, conocida como de Punto Final, no hay dudas
que debe ser considerada una ley de amnistía encubierta, no sólo por el fin para
"consolidación de la paz social y reconciliación nacional" invocado por el P.E.N.
para sancionarla, sino por cuanto por otras características la alejan claramente del
instituto de prescripción y la asimilan a una anmistía.
En efecto, la extinción de la acción penal prevista en la ley 23.492 estaba
condicionada a que algo no ocurriera dentro de cierto plazo (el procesamiento en
un caso, la citación a indagatoria en otro), si tal circunstancia ocurría, el hecho
quedaba regido por el mismo sistema normativo que habría tenido si la ley no
hubiera sido sancionada. Pero si se cumplía la condición negativa de no ser
procesado o citado a prestar declaración indagatoria durante el plazo de 60 días, la
acción penal quedaba extinguida. De esta manera la ley quedó limitada para
hechos del pasado no aplicable a casos futuros, lo que la pone dentro del ámbito
de la amnistía.
28) Que, por otra parte, el exiguo plazo de prescripción, más que reflejar la
pérdida del interés social por el paso del tiempo objetivo fundamental de la
prescripción, o la imposibilidad material de colectar pruebas, tendió a impedir la
Revista del Institu to de Estudio s Penales 369
Carta de las Naciones Unidas que en su art. 55, inc. c, dispone que dicha
organización promoverá el respeto universal de los derechos humanos y a las
libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción.
de altos oficiales militares, son contrarios a los requisitos del Pacto, pues niegan a
las víctimas de las violaciones de los derechos humanos durante el período del
gobierno autoritario de un recurso efectivo, en violación de los arts. 2 y 9 del
Pacto.
X. Sobre la Imprescriptibilidad.
91) Que (…) la calificación de delitos de lesa humanidad queda unida, además,
con la imprescriptibilidad de este tipo de crímenes según resulta de la Convención
sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y contra la Humanidad,
adoptada por la Asamblea de las Naciones Unidas, Resolución 2391 (XXIII) del
26 de noviembre de 1968 aprobada por la ley 24.584. Dicha regla también ha
sidomantenida por el art. 29 del Estatuto de la Corte Penal Internacional. Tal
decisión sobre la falta de un derecho a la prescripción se vincula, desde luego, con
la simétrica obligación de los estados nacionales de adoptar las medidas
tendientes a la persecución de este tipo de delitos aberrantes con la consiguiente
obligación de no imponer restricciones, de fundamento legislativo, sobre la
punición de los responsables de tales hechos.
92) Que los principios que, en el ámbito nacional, se utilizan habitualmente para
justificar el instituto de la prescripción no resultan necesariamente aplicables en el
ámbito de este tipo de delitos contra la humanidad porque, precisamente, el
objetivo que se pretende mediante esta calificación es el castigo de los
responsables dónde y cuándo se los encuentre independientemente de las
limitaciones que habitualmente se utilizan para restrigir el poder punitivo de los
Estados. La imprescriptibilidad de estos delitos aberrantes opera, de algún modo,
como una cláusula de seguridad para evitar que todos los restantes mecanismos
adoptados por el derecho internacional y por el derecho nacional se vean burlados
mediante el mero transcurso del tiempo. El castigo de estos delitos requiere, por
consiguiente, de medidas excepcionales tanto para reprimir tal conducta como
para evitar su repetición futura en cualquier ámbito de la comunidad
internacional.
93) Que desde esta perspectiva, las decisiones discrecionales de cualquiera de los
poderes del Estado que diluyan los efectivos remedios de los que deben disponer
los ciudadanos para obtener el castigo de tal tipo de delitos no resultan aceptables.
Revista del Institu to de Estudio s Penales 377
La apelación a la supralegalidad.
25) Que no han faltado en el curso del debate apelaciones abiertas al derecho
natural. Por momentos, en el Congreso de la Nación se renovó el debate entre
iusnaturalistas y positivistas. La invocación de un derecho supralegal para
desconocer límites de legalidad siempre es peligrosa, pues todo depende de quién
establezca lo que es o se pretende natural. Como es sabido, no hay una única
teoría acerca del derecho natural, sino muchas(…) Además, el argumento
jusnaturalista corre el riesgo de enredarse y terminar legitimando lo que la ley
25.779 quiere descalificar de modo tan radical, pues reconocer injustos o ilícitos
supralegales importa admitir también justificaciones supralegales y, con ello,
entrar al debate de la llamada guerra sucia con el autoritarismo de seguridad
nacional, que también era una construcción supralegal, o sea que, aunque nadie lo
haya desarrollado con ese nombre, se sostuvo la existencia de un aberrante
derecho supralegal de seguridad nacional
Del debate parlamentario de dicha norma se advierte que los legisladores han
tenido principalmente en mira subsanar aquella infracción, y cumplir de manera
debida las obligaciones asumidas a través de los tratados internacionales de
derechos humanos, eliminando todo aquello que pudiera constituir un
impedimento normativo para avanzar en la investigación y punición de hechos
como aquellos que son materia de la presente causa, extremo que no había sido
cubierto por la ley 24.952, cuyo art. 2 derogaba esas normas. (…) los hechos
contemplados en las leyes 23.492 y 23.521 eran considerados crímenes contra la
humanidad por el derecho internacional de los derechos humanos vinculante para
la Argentina, con antelación a su comisión, de lo que se deriva como lógica
consecuencia la inexorabilidad de su juzgamiento y su consiguiente
imprescriptibilidad.
De tal modo, en manera alguna puede argumentarse que se trate de una aplicación
retroactiva de la Convención al caso, puesto que la esencia que se recoge en el
instrumento internacional era la regla según la costumbre internacional que se
encontraba vigente desde la década de 1960, a la cual adhería el Estado argentino
criterio que, por otra parte fue sostenido por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos al resolver el caso "Barrios Altos" .
Feuerbach consideraba que la filosofía era fuente del derecho penal y Carrara
derivaba su sistema de la razón. La incorporación de derechos en las
constituciones sirvió para positivizar en el plano nacional estas normas antes
supra legales, pero luego las constituciones fallaron, los estados de derecho
constitucionales se derrumbaron y tampoco tuvieron éxito los intentos
internacionalistas de la Liga de las Naciones. Los totalitarismos de entreguerras
barrieron con todos esos obstáculos y muchos años después, pasada la catástrofe y
superadas etapas de congelamiento posteriores, los derechos humanos se
internacionalizaron y globalizaron. En efecto, a partir de las declaraciones de
derechos realizadas en las revoluciones estadounidense y francesa, y en los dos
siglos posteriores, se producen los dos procesos que Treves llamó de
"positivización" de los derechos y principios contenidos en ellas Cal primero de
ellos y, luego de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, de
"internacionalización" de los mismos derechos positivizados(…) Este último
fenómeno de positivización de los derechos humanos en el derecho internacional,
como reaseguro de sus positivizaciones nacionales, es lo que hizo perder buena
parte del sentido práctico al clásico debate entre positivismo y jusnaturalismo, sin
que, por supuesto, pierda importancia teórica y tampoco cancele sus
consecuencias prácticas, porque nada garantiza que el proceso de positivización
no se revierta en el futuro. Ello es consecuencia del ambiente cultural y político
del cual nacen la Carta de la ONU de 1945, la Declaración Universal de 1948 y
por lo tanto, como afirma Ferrajoli, el anti-fascismo es el rasgo de la democracia
contemporánea nacida de las ruinas de la segunda guerra mundial. Tras
comprobar que las mayorías requieren de límites que están en las propias
constituciones estatales, y que los mismos Estados requieren de límites
supranacionales(…) surge un nuevo enfoque basado en la Democracia
Constitucional.
19) (…) El conflicto entre la justicia y la seguridad jurídica se ha resuelto
otorgando prioridad al derecho positivo, el que tiene primacía aun cuando su
390 Revista del Institu to de Estudio s Penales
necesario establecer con toda precisión que, de acuerdo con nuestra Constitución,
la única vía para privar retroactivamente de efectos a una ley es, de modo
excluyente, la declaración de su inconstitucionalidad en un caso por parte de un
tribunal de justicia.
El segundo argumento es la situación excepcional. La tesis que invoca un estado
de necesidad de los poderes nacionales en el momento de sancionar las leyes que
se quieren anular, aunque pueda ser entendido en la situación dada, no puede ser
admitido como un criterio general válido para justificar la nulidad de las leyes. En
el momento de la sanción de las leyes había una situación delicada invocada por
el legislador, cuya valoración no corresponde a esta Corte Suprema. Pero si se
permitiera que el Congreso estableciera nulidades invocando el estado de
necesidad o la coacción, se introduciría una inseguridad jurídica formidable, ya
que serían numerosas e imprecisas las situaciones en las que se podría invocar
presiones y necesidades, propias de la actividad legisferante. El tercero, es la
aplicación extensiva del art. 29 de la Constitución Nacional. Sin embargo, de la
letra de este artículo surge claramente que esas leyes configuran una hipótesis no
contemplada en su texto. Por ende, no se trataría de una interpretación extensiva
del art. 29, sino de una integración analógica de ese texto, la cual puede ser
violatoria del art. 18 de la misma Constitución y de las disposiciones
concernientes a la legalidad de los tratados internacionales incorporados a la
Constitución. El cuarto, es el derecho natural, el que no es necesario invocar, por
las razones ya apuntadas en considerandos anteriores, ya que el derecho
internacional de los derechos humanos, que forma un plexo único con el derecho
nacional, confirmado por el inc. 22 del art. 75 de la Constitución Nacional, hace
ineficaces las leyes que la ley 25.779 declara nulas. El quinto argumento es la
coherencia del ordenamiento jurídico, lo cual, per se, no habilita tampoco al
Congreso Nacional a anular una ley penal. El legislador puede incurrir en
contradicciones y de hecho lo hace, pero es tarea de los jueces reducir las
contradicciones porque lo que no puede ser contradictorio es la interpretación del
394 Revista del Institu to de Estudio s Penales
derecho, y ésta, como es sabido, incumbe a los jueces. Por ende, si se tratase sólo
de anular una ley en razón de su contradicción con otras leyes, no sería tarea que
incumbiese al Poder Legislativo, sino al Judicial.
29) Que efectuadas las precisiones del considerando anterior, que llevan a
sostener el carácter declarativo de la ley 25.779 y la imposibilidad de concederle
un efecto nulificante, es deber de esta Corte agotar las posibles interpretaciones de
la ley 25.779 antes de concluir en su inconstitucionalidad(…) El Congreso de la
Nación se encontraba ante una norma que integraba el ordenamiento jurídico y
que debía dejar sin efecto para remover los obstáculos que impedían su
aplicación, y concurrió un hecho nuevo. Este hecho posterior es la operatividad
real del principio universal.
Sabido es que comenzaron a promoverse acciones de persecución penal por los
hechos que se investigan en esta causa ante varios tribunales de otros países,
porque en la República existían impedimentos legales que no eran removidos.
(…)Hoy las normas que obligan a la República en función del ejercicio que hizo
de su soberanía, le imponen que ejerza la jurisdicción, claro atributo de la propia
soberanía, so pena de que ésta sea ejercida por cualquier competencia del planeta.
32) Que también cabe rechazar el argumento sobre la imprescriptibilidad, ya que
ésta es una de las características de los delitos de lesa humanidad.
operatividad de las leyes de "obediencia debida" y "punto final". Creo que ambas
oposiciones a la continuación de los procedimientos deben ser rechazadas.
12) El argumento de la defensa puede ser entendido de dos maneras: o bien que la
calificación de los hechos como delitos de lesa humanidad es inadecuada y, por
eso, deben aceptarse las defensas de prescripción y amnistía, o bien que, aún si
fuese procedente dicha calificación, igualmente correspondería hacer lugar a las
defensas de prescripción y amnistía.
13) La primera versión del argumento(…) no puede ser revisada por la Corte
Suprema en esta etapa inicial del proceso, pues el encuadre de los hechos como de
lesa humanidad no ha sido resuelto de manera definitiva sino provisional por la
Cámara de Apelaciones. Por otra parte, no hay manera alguna de investigar
penalmente la posible comisión de delitos de lesa humanidad si, en las
resoluciones judiciales que sirven de base a los procedimientos, no se califican las
conductas imputadas bajo alguna de las formas que estos crímenes pueden asumir.
El acierto de la clasificación de los hechos como crímenes contra la humanidad y,
en su caso, en cuál de sus formas, es un aspecto del caso que ha de sermateria de
decisión en la sentencia definitiva, por lo que invocar ahora la improcedencia de
tal clasificación para impedir la llegada del proceso a juicio monta tanto como
pedir que se resuelva sin juicio aquello que supone su realización. Por tal razón, el
punto será examinado por esta Corte en caso de que le sea planteado, a través del
recurso establecido en el artículo 14 de la ley 48, contra el pronunciamiento final.
14) La segunda versión del argumento supone que la acción penal para perseguir
judicialmente un delito de lesa humanidad, de acuerdo con el derecho
internacional, puede extinguirse por prescripción o amnistía. La respuesta es que
los instrumentos internacionales que establecen esta categoría de delitos, así como
el consiguiente deber para los Estados de individualizar y enjuiciar a los
responsables, no contemplan, y por ende no admiten, que esta obligación cese por
el transcurso del tiempo, amnistías o cualquier otro tipo de medidas que disuelvan
la posibilidad del reproche. Por el contrario, los instrumentos internacionales que
396 Revista del Institu to de Estudio s Penales
ella había sido aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas ya en
1968 como un eslabón más del proceso que se había iniciado con el dictado de la
Carta de Londres en 1946, la que sirvió de base a los juicios de Nüremberg.
"efectos" sobre los que el legislador puede operar. No existe, entonces, otra
posibilidad de privar de eficacia ultraactiva a una norma derogada, que su
declaración judicial de inconstitucionalidad.
13) Que una cuestión diferente, aunque íntimamente relacionada con la anterior,
consiste en determinar si respecto de una norma vigente hipótesis que permitiría
eludir el problema lógico reseñado, puede el Congreso de la Nación declarar su
nulidad, la que debe entenderse como su "derogación retroactiva". Se ha afirmado
en el considerando anterior que una norma derogada puede ser ultraactiva,
corresponde ahora examinar si una norma derogatoria puede ser retroactiva.
15) Que la derogación sólo puede operar para el futuro y no puede afectar o
modificar "situaciones previamente existentes a la entrada en vigor de la norma
derogatoria... por razones de seguridad jurídica...".
16) Que con esta pretendida "derogación retroactiva", el Poder Legislativo se
estaría atribuyendo una potestad que no tiene ningún poder constituido de la
República, en tanto tampoco puede el Poder Judicial anular leyes en un sistema de
control de constitucionalidad difuso; los jueces sólo pueden declarar la
inconstitucionalidad para un caso concreto (así como el órgano creador de normas
no puede anularlas, el que las controla no puede derogarlas). (…) En efecto, la
única vía para privar retroactivamente de efectos a una ley es, de manera
exclusiva, la declaración de su inconstitucionalidad que sólo puede hacerse en un
caso concreto por parte de un tribunal de justicia. El "Poder Judicial es supremo, y
sólo él tiene la facultad de declarar inconstitucional una ley del Congreso, y sólo
en este caso puede pronunciar la nulidad; esto es, cuando la ley es contraria a la
Constitución".
17) Que, por lo demás, la declaración de nulidad constituiría un modo simple de
sustraer al Poder Judicial de un efectivo control, por el que pudiera por ejemplo
arribarse a la determinación de una relación de correspondencia entre la norma y
la Constitución Nacional. De este modo se vulnerarían los derechos de los
400 Revista del Institu to de Estudio s Penales
adopten en tales materias, por lo que no parece fundado que en el caso deba el
Poder Judicial enervar el ejercicio que aquél ha hecho de tan pesado deber”.
30) Que también en cuanto al efecto de las leyes se estableció su validez. Cabe
recordar que fuera del supuesto objetivo del grado militar que excluye juris et de
jure la punición, el hecho seguía siendo punible para los oficiales superiores que
hubieran revistado a la época de los sucesos como comandante en jefe, jefe de
zona, jefe de subzona o jefe de fuerza de seguridad, policial o penitenciaria, o
para aquellos que, aun cuando no desempeñasen tales funciones, hubieran tenido
capacidad decisoria o participación en la elaboración de las órdenes ilícitas.
33) Que no obstante ello, tanto el a quo como el señor Procurador General
consideran que existen nuevos argumentos que conducirían a una revisión de lo
expuesto. Corresponde, entonces examinar si los argumentos invocados teniendo
en cuenta que la declaración de inconstitucionalidad de una norma ha constituido
siempre la última ratio resultan de entidad suficiente como para enervar la línea
jurisprudencial referida. Para ello, es necesario describir con precisión dentro del
cúmulo de argumentos utilizados, cuáles de ellos son los que en definitiva
determinaron un alejamiento tan drástico del precedente con aptitud para conducir
a propiciar una solución contraria.
34) Que para arribar a la declaración de inconstitucionalidad de las normas en
cuestión el a quo debió sortear un primer impedimento: el de la prescripción de la
acción penal. Este orden de razonamiento a su vez implicó asumir tal como lo
señala con claridad el señor Procurador General que las acciones no estaban
cubiertas por las leyes en cuestión, y consecuentemente por sus propias causales
de extinción de la acción penal, cuya verificación también es una cuestión de
orden público.
Para sostener la aplicación del principio de imprescriptibilidad la cámara remitió a
los fundamentos dados en distintos precedentes de la sala, a los que agregó otras
consideraciones. Así sostuvo que los hechos imputados en la causa se
relacionaban directamente con el delito de desaparición forzada de personas, que
404 Revista del Institu to de Estudio s Penales
Nacional es que ningún habitante de la Nación pueda ser penado sin juicio previo
fundado en ley anterior al hecho del proceso.
38) Que, sin embargo, ni aun admitiendo que el delito de desaparición forzada de
personas ya se encontraba previsto en nuestra legislación interna como un caso
específico del género "privación ilegítima de libertad" de los arts. 141 y,
particularmente, 142 y 144 bis del Código Penal, la solución variaría en modo
alguno, pues la aplicación del principio de imprescriptibilidad previsto en la
citada Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, a
hechos anteriores a su entrada en vigor (art. 7°), seguiría resultando contraria a la
proscripción de aplicación retroactiva de la ley penal que establece el principio de
legalidad. Resulta, a su vez, inexplicable que la cámara omita considerar en su
razonamiento que es la propia Convención sobre Desaparición Forzada de
Personas la que establece en su art. 7°, párrafo segundo, que cuando existiera una
norma de carácter fundamental que impidiera la aplicación de lo estipulado en el
párrafo anterior (se refiere a la imprescriptibilidad), el período de prescripción
deberá ser igual al delito más grave en la legislación interna del respectivo Estado
Parte. Y qué es el art. 18 de la Constitución Nacional, sino una norma de carácter
fundamental.
39) Que la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y
de los Crímenes de lesa humanidad tampoco resultaría aplicable, pues si bien fue
adoptada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas el
26 de noviembre de 1968, recién fue aprobada por el Estado argentino mediante la
ley 24.584 (publicada B.O. 29 de noviembre de 1995).
42) Que por ello la aplicación al sub examine de la "Convención sobre
Imprescriptibilidad" también resulta contraria a la proscripción de aplicación
retroactiva de la ley penal, como corolario del principio de legalidad ya
formulado.
En efecto, la jurisprudencia de la Corte ha interpretado esta garantía como aquella
que prohíbe la aplicación de disposiciones penales posteriores al hecho que
406 Revista del Institu to de Estudio s Penales
58) Que, por el contrario, la tesis que aquí se propugna toma como base normativa
al art. 27 de la Constitución Nacional que prohíbe cualquier interpretación que
asigne al art. 27 de la Convención de Viena una extensión que implique hacer
prevalecer al Derecho Internacional sobre el Derecho Interno. En base a la norma
constitucional citada, es al Poder Judicial a quien corresponde, mediante el
control de constitucionalidad, evaluar, en su caso, si un tratado internacional
Ccualquiera sea su categoría guarda "conformidad con los principios de derecho
público establecidos en [la] Constitución".
61) (…) en virtud del orden de prelación ut supra explicitado, de concluirse que la
"Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los
Crímenes de Lesa Humanidad" prevé su utilización retroactiva o bien que el
apartado segundo del art. 15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos permite la aplicación retroactiva de la "Convención Interamericana
contra la Desaparición Forzada de Personas", estos preceptos resultarían
claramente inaplicables. En efecto, el art. 18 de la Constitución Nacional como
norma de jerarquía superior y por lo demás más respetuosa del principio pro
homine impediría que pueda aplicarse retroactivamente una derogación al
régimen de prescripción de la acción penal.
64) Que es el propio tribunal a quo, el que reconoce "el escollo que constituye el
artículo 18 de la Constitución Nacional, en tanto desconoce la validez de la
aplicación de normas ex post facto". Para sortear dicho "escollo" sostiene que esa
regla no puede ser invocada en el ámbito del derecho penal internacional en el que
existiría la posibilidad de aplicación retroactiva, derecho que debe ser
directamente aplicado en virtud de la preeminencia del Derecho de Gentes
establecida en el art. 118 de la Constitución Nacional. Sin embargo los obstáculos
hasta aquí examinados tampoco pueden sortearse tal como pretende la cámara con
la aplicación directa del derecho penal internacional en virtud de una pretendida
preeminencia del Derecho de Gentes que encontraría su fundamento en el art. 118
de la Constitución Nacional, derecho que no necesariamente revelaría idéntica
410 Revista del Institu to de Estudio s Penales
señaló el Comité respecto del caso argentino que "la Convención contra la Tortura
y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes entró en vigor el 26 de
junio de 1987. A este respecto el Comité observa que la Convención tiene efecto
sólo desde esa fecha y no puede ser aplicada retroactivamente. Por consiguiente,
la promulgación de la Ley de 'Punto Final', del 24 de diciembre de 1986, y la
promulgación, el 8 de junio de 1987 de la Ley de 'Obediencia Debida' no podían,
ratione temporis, haber violado una convención que no había entrado todavía en
vigor".
78) Que el razonamiento de la cámara y del señor Procurador General quien lo
expresa con mayor claridad podría sintetizarse de la siguiente manera: las leyes
que sustraen a la víctima de protección judicial son violatorias de la Convención
Americana, de modo tal que las leyes de punto final y obediencia debida son
violatorias de la Convención Americana. Tal conclusión supone partir de una
premisa implícita: que las leyes de punto final y obediencia debida sustraen a la
víctima de protección judicial. Esta visión resulta nuevamente, a criterio de esta
Corte, absolutamente dogmática. Cabe aclarar que en el caso "Barrios Altos" las
normas impugnadas eran las leyes peruanas de autoamnistía 26.479 y 26.492 que
exoneraban de responsabilidad a todos los militares, policías y también civiles que
hubieran sido objeto de denuncias, investigaciones, procedimientos o condenas, o
que estuvieran cumpliendo sentencias en prisión por hechos cometidos entre 1980
y 1995 de violaciones a los derechos humanos. En virtud de esas leyes, las escasas
condenas impuestas a integrantes de las fuerzas de seguridad fueron dejadas sin
efecto inmediatamente, quedando así los hechos impunes. Por ello en "Barrios
Altos" la Corte Interamericana concluyó que las víctimas tenían derecho a obtener
de los órganos competentes del Estado el esclarecimiento de los hechos
violatorios y las responsabilidades correspondientes (párr. 48). Como puede
observarse, existen varias diferencias entre las normas allí cuestionadas y las que
aquí se impugnan, no sólo por su origen, sino también por sus efectos. En el
mismo sentido, cabe destacar que las normas cuestionadas en "Barrios Altos" se
Revista del Institu to de Estudio s Penales 413