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LA AGRICULTURA EN MOLINA DE SEGURA


Tradicionalmente, desde la Edad Media, la fuente
principal de riqueza era la agricultura de secano; si bien a
finales del siglo XVII, después de la tristemente célebre
riada de San Calixto (1651) que arrasó aquellos parajes y
obligó a realizar obras de encauzamiento y control de de
avenidas, el regadío experimentó un gran impulso1. No
obstante, a mediados del siglo XVIII, de las 6.197 fanegas
de tierra cultivada, 5.373 se dedicaban a secano, mientras
que tan sólo 724 fanegas se dedicaban a regadío,
representando este último un 11% del total de las tierras
cultivadas. Dentro de la agricultura de secano, los cereales
son los más importantes, ya que representan el 90,06 por
ciento; dentro de los mismos destaca el trigo, con una
proporción de 61,8 por ciento, la cebada también es
importante, quedando en tercer lugar el panizo.
Por tanto en el siglo XVIII, el sector primario sigue
siendo el predominante en Molina de Segura. La
agricultura es, con mucho la mayor fuente de riqueza, a la
que siguen a larga distancia la ganadería. La tierra es
pues el medio de producción más importante, aún más en
este siglo en que la misma sufre una gran revalorización
por la subida de los precios agrícolas arrastrados por la
demanda surgida debido al aumento de población.
Según fuentes del Catastro de Ensenada, a mediados
del siglo XVIII, la propiedad de la tierra estaba dividida en
tres grupos: grandes, medianos y pequeños propietarios.
El modo de producción básico es el familiar bien sea con
tierras en propiedad o en arrendamiento. El gran
propietario no cultiva directamente la tierra sino que la
arrienda en pequeñas parcelas. El gran número de
jornaleros nos hace pensar que la tierra estaba
concentrada en pocas manos (latifundio), si bien la
1
S. ALONSO NAVARRO: “Pueblos de la Región de Murcia (Molina de Segura), en Historia de la
Región de Murcia, vol. XI, Ed. Mediterráneo, 1989.
propiedad estaba bastante atomizada. Del total de
propietarios la Iglesia poseía el 41%. Aproximadamente,
más de la mitad de las tierras de regadío de Molina estaban
en manos de gente que no pertenecía al pueblo. Debido al
endeudamiento el pequeño propietario, poco a poco va
desapareciendo en beneficio de los grandes propietarios.
En cuanto al sistema de cultivos, al parecer predominaba el
sistema trienal2.
Si tradicionalmente el sector agrícola fue de vital
importancia en la segunda mitad del siglo XX sufre un
cambio verdaderamente revolucionario con el trasvase
Tajo-Segura, al igual que el resto de la comarca. Si durante
los años de la guerra civil y posguerra se produce un fuerte
estancamiento económico, entre 1960 y 1990 tiene lugar
un fuerte crecimiento económico debido al auge de la
agricultura comercializada y al boom conservero. Se
produce una expansión del ciclo hortofrutícola, pasando del
moreral y los cereales a los frutales de hueso y hortalizas
(pimiento y pimentonero). Los cultivos tradicionales se irían
sustituyendo por cultivos de melocotoneros y
albaricoqueros y todo ello estimulado por la industria
conservera.
A finales del siglo XIX, se produce una especialización
hortofrutícola estimulada por la demanda europea que va a
dar lugar a la aparición de un nuevo sector fabril ligado a
este tipo de cultivos: conservas vegetales.
La aparición de la industria agroalimentaria en esta
zona se debe al cambio de la agricultura hacia cultivos
comercializables (olivo, hortalizas y frutales). Sin duda
sería la presencia del albaricoque “búlida”, en su huerta, lo
que provocaría el nacimiento de este tipo de industrias.
Primero, fue con la elaboración del pimentón, y después
con la elaboración de conservas en pequeños talleres
artesanales (como producto estrella la pulpa de albaricoque
y melocotón. Según datos del Archivo Municipal de Molina,
2
J. A. LÓPEZ GARCÍA: La demografía en Molina de Segura durante el siglo XVIII. Molina de Segura,
1982.
entre 1848 y 1900, hay un predominio de la molinería, tanto
de harina como de pimentón, pertenecientes casi siempre a
grandes propietarios como eran los de la familia Zabalburu
y los condes de Heredia-Spinola.
Desde principios del siglo XX hasta el estallido de la
guerra civil entramos en una etapa decisiva para la
economía molinense, en la que se da un fuerte crecimiento
tanto en el número de establecimientos como en el
volumen y producción de las industrias de pimentón y
conserveras. Aparece la primera industria de conservas
vegetales en 1916 de la mano de Maximino Moreno
Hernández. A partir de este momento la industria
conservera va a repercutir en los diferentes sectores de la
economía de la ciudad: En la agricultura se produce una
mayor demanda de sus productos y una revalorización de
las tierras, como la extensión de tierras de regadío sobre el
secano. Además, se produce la creación de industrias
auxiliares y afines tales como la de envases, imprentas,
etiquetado, maquinaria, química, etc. El crecimiento del
sector industrial provoca el crecimiento del sector servicios,
debido a una mayor demanda de los mismos.
Hasta finales de los años 40, la industria conservera
seguía siendo artesanal. El modelo de industria
conservera se sigue desarrollando y dando entrada a
novedades tecnológicas y además genera nuevas
industrias ligadas a ellas. Los años de posguerra
produjeron una regresión a las fábricas de conservas, lo
que favoreció a las antiguas industrias ligadas a la
autosubsistencia (molinerías y almazaras). El sector
conservero volverá a recuperarse a finales de los años
cincuenta. En 1956, existían ya 10 industrias de este tipo,
con una plantilla de unos 4.500 trabajadores de los cuales
el 90% eran mujeres. Tenía un periodo de trabajo fuerte de
40 a 50 días. El rasgo predominante del empleo
conservero era su eventualidad y el carácter femenino del
mismo. Hay un rasgo que es necesario destacar en la
industria conservera molinense y es que está fuertemente
ligada a una estructura familiar.
En esta etapa la pulpa de frutas se estanca y viene a
dar paso a las conservas en almíbar, mermeladas, zumos y
platos precocinados. Se siguen creando otras industrias
afines de metalurgia, cartonaje, maquinaria, artes gráficas,
etc.
En los años sesenta, las bases de la industria
conservera estaban sólidamente sentadas, con una base
económica perfectamente definida. Además se produce un
fuerte crecimiento de la población que pasó de 8.615
habitantes (1900) a 16.308 (1960). Vienen gentes de otras
provincias españolas y de pueblos de la región buscando
empleo y se establecen definitivamente en Molina. Del
mismo modo se produce una fuerte diversificación
industrial. En 1973, tres de las cuatro fábricas mayores de
la Región, que empleaban a más de 1.000 trabajadores
estaban en Molina: La Molinera, Prieto y Gladiador. Los
productos de la conserva eran: Mandarina satsuma, pera,
melocotón, albaricoque, tomate, alcachofa, espárrago,
champiñón, guisante, judía verde, pimento, coliflor,
espinaca, etc.
En los años noventa se produce la mayor crisis del
sector. Estos problemas del sector conservero repercutirán
sobre otros sectores industriales y sobre la agricultura. Sin
embargo Molina sale de esta grave crisis gracias a la
reconversión del sector industrial, la implicación de su
ayuntamiento y al carácter emprendedor de sus ciudadanos

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