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ESPACIO PÚBLICO Y OPINIÓN PÚBLICA EN SANTAFÉ 1794-1830

FABIO ZAMBRANO
Profesor Titular Universidad Nacional

1. LA CIUDAD COMO ESPACIO DE REPRESENTACIÓN POLÍTICA

El carácter de fenómeno complejo que acompaña a la ciudad ha llevado a que cada


disciplina trate de definirla de acuerdo a sus intereses individuales. Así, mientras que
para la economía el fenómeno urbano sólo puede catalogarse como ciudad en el
momento en que sus actividades productivas sean significativamente superiores a aquel
que se genera en su entorno rural, para otras disciplinas un núcleo urbano puede
llamarse ciudad cuando su población sobrepasa a la de su ruralidad. Así mismo, la
arquitectura observa el esplendor urbano y la densidad arquitectónica como condición
para adjudicar este título.
Desde otra orilla, la historia urbana estudia la ciudad bajo parámetros diferentes. En
efecto, son las funciones culturales, sus condiciones jurídicas, así como las formas de
sociabilidad los que determinan la principal función que desempeña un núcleo urbano y
ésta es política, pues el Estado crea la ciudad, y sobre la ciudad el Estado toma lugar.
Vale decir, son sus funciones políticas la que diferencia a una ciudad de aquellas urbes
que no alcancen a esta jerarquía.
Es precisamente debido a esta condición que la ciudad asume el papel de ser un gran
escenario de representación del poder, y es por ello que el espacio urbano se dispuso de
una manera ordenada, especialmente en Hispanoamérica. En efecto, el propósito
fundamental de la selección por parte de España del modelo de damero urbano a
emplear en América fue la representación del orden. Este proyecto quedó consignado
en el empleo de los ángulos rectos, el uso de las aguas canalizadas, la proporción
simétrica de las calles, la centralidad de la Plaza Mayor, y la condición de ésta como
espacio desde donde se genera el núcleo urbano, elementos que permitían crear la idea
del orden geométrico gracias a ese riguroso tablero de ajedrez en que se convierten las
ciudades. Todo ello no tenía otro propósito sino el de representar una idea de orden, así
fuera sólo un sueño de orden geométrico que representaba la capacidad de la autoridad
española de modelar la naturaleza e inscribir en este espacio urbano la jerarquía social,
proyecto político que la metrópoli distante quería imponer en sus posesiones de
Ultramar.
Como resultado de estos propósitos fue que la ciudad se diseñó como un espacio de
representación política, y se decoró como un escenario donde la puesta en escena del
poder político tenía un propósito central. Es por ello que en la legislación urbanística
que la corona española definió para la conquista de tierra firme, se haya puesto un
cuidado especial a la definición de los espacios públicos, pues es allí donde se
realizaban las puestas en escenas de las fiestas, verdaderos discursos de fidelidad al rey.
De esta manera, los distintos espacios públicos, tales como las plazas, las plazoletas, las
calles, los jardines, se constituyeron en lugares fundamentales de la ciudad, al punto tal
que la proximidad a estos determinaba la valorización de las construcciones. Para el
cumplimiento de esta función urbana, la plaza mayor constituía el elemento que
estructuraba el espacio urbano; era el centro geométrico, simbólico y vital de la ciudad.
En América la plaza mayor era sinónimo de municipio. Allí se ubicaba el rollo y la
picota, punto de partida del acto fundacional y materialización de la justicia. Es tal su

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importancia que se constituye en un símbolo de este proceso de urbanización
hispanoamericana, y su uso, cargado de simbología política, define la imagen de la
ciudad y caracteriza la idea primordial de centralidad que desde un primer momento
expresa este urbanismo. Todo lo contrario a lo que sucedía en Europa, donde los
edificios que albergaban el poder civil y eclesiástico se encontraban distribuidos a lo
largo y ancho de la topografía urbana, en América todos ellos se concentraban en la
plaza mayor.
Sin embargo, si aceptamos que la función primordial de la ciudad es la de servir de
espacio de representación del poder, el espacio público deja de ser simplemente el
espacio no construido, aquel que se encuentra libre de edificaciones, para adquirir una
connotación política distinta a su condición de espacio abierto. En efecto, “Público nos
remite siempre a la política: a concepciones de la comunidad como asociación natural o
voluntaria, al gobierno, a la legitimidad de las autoridades. Lejos de ser sólo el
calificativo neutro y cómodo de un “espacio” o de una “esfera” que se opone siempre,
implícita o explícitamente, al campo de lo “privado”, a la esfera de los individuos y de
las familias, de las conciencias y de las propiedades, el público es al mismo tiempo el
sujeto y el objeto de la política: sea la del Antiguo Régimen (el bien común, los cargos
públicos, la “felicidad pública” de los ilustrados) o la revolución (el salut public de los
jacobinos) o del constitucionalismo liberal (los poderes públicos legitimados por la
soberanía)”1
Durante la dominación española, la política es "el gobierno de la república", así como
también es el "buen gobierno de Ciudad, que abraza todos los buenos gobiernos y trata
y ordena las cosas temporales que tocan a la policía, conservación y buen entendimiento
de los hombres"2. Así aparece la ciudad como el espacio "natural" de la política. "La
ciudad propiamente dicha y esas otras comunidades de rango menor que son como su
reflejo: las villas y los pueblos, incluidos los pueblos de los indios. La ciudad es la
comunidad política por antonomasia, la corporación que, por su carácter territorial,
"abraza todos los buenos gobiernos"3, los gobiernos de todos los otros cuerpos que
conformaban a esa sociedad tradicional.
Desde esta óptica, la ciudad aparece como el espacio público por excelencia, en el
sentido en el que el término era utilizado, es decir el lugar donde los vecinos, los
habitantes de un lugar podían discutir los asuntos sobre los cuales debían tomar una
decisión. Al mismo tiempo era el lugar donde se ejercía el gobierno del "público", del
pueblo, a la vez gobernado y origen primero de las autoridades que lo gobiernan. La
ciudad es una pequeña república y por eso en muchos lugares los regidores son
llamados "republicanos".
Todo esto cambia con el nacimiento de la política moderna, la cual comienza aplicarse a
partir de la independencia. Desde entonces, se supone el triunfo o la extensión de
principios como nación, pueblo, soberanía, representación, opinión, que contrastan con
el carácter mucho más concreto de los actores de la política antigua y, con ellas, la
aparición de nuevas prácticas políticas. Todo esto se produce como consecuencia de un
cambio del titular de la soberanía: la nación en vez del rey. Triunfa la noción de una
asociación voluntaria de individuos iguales, y por lo tanto se pone fin a la idea del
carácter natural de la sociedad y se aplica que la nación es una construcción resultado de
la libre voluntad de los individuos: una asociación contractual.
Para aplicar los nuevos principios fue definitivo el desarrollo de una opinión pública, la
1 François-Xavier Guerra y Annick Lemperiere. Introducción. En: François-Xavier Guerra y Annick
Léperiere, et. Al. Los espacios públicos en Iberoamérica. Ambigüedades y problemas. Siglos XVIII-XIX.
México. FCE. 1998, p. 7
2 Ibíd.., p. 112
3 Ibíd..

2
cual se comienza a construir a partir de la conformación de espacios de sociabilidad
política, tales como los clubes, la masonería, las sociedades patrióticas y las tertulias.
Estos lugares de encuentro fueron fundamentales en la construcción de un sistema de
representación, inicialmente simbólica y luego electoral. Este camino que toma la
evolución de la modernidad política subraya la importancia de la ciudad como espacio
de representación del poder, y que gracias a los nuevos códigos que regulan las
relaciones entre sus habitantes, introduce un nuevo significado a lo urbano. Así si bien
las ciudades no cambian en su forma, la cual continúa siendo el damero heredado del
siglo XVI, sí ha cambiado el significado del contenido, puesto que ahora, de la
verticalidad social que se representaba se pasa a la búsqueda de la horizontalidad que el
discurso de la igualdad va a procurar instaurar.
Todo esto sucedía sin modificación alguna en la traza urbana. Las ciudades se
expandían, el centro se tornaba más denso y en los nuevos barrios se reproducía la
cuadrícula. La inauguración del régimen republicano no estuvo acompañada de cambios
sustanciales que implicaran renovaciones urbanísticas. Las crisis económicas, las
guerras y las fragmentaciones impedían introducir nuevas dinámicas. Por ello se afirma
que, con diversas variaciones según los casos, la ciudad colombiana del siglo XIX
conservó su carácter hispánico, gracias a la conservación de numerosos principios del
urbanismo español, en especial la traza, la centralidad, la función de la plaza mayor, las
fiestas, los templos como edificios más importantes.
Sin embargo, a diversos niveles se dejaba sentir la necesidad de la ruptura. Inicialmente
ésta se limitó a los cambios exclusivamente simbólicos. Primero se sembraron los
árboles de la libertad en las plazas centrales, las cuales más tarde fueron transformadas
en parques, el cambio simbólico de mayor trascendencia de la época. La plaza, poco a
poco, perdió así una de sus funciones más importantes, la de dar cabida al mercado
público. Se construyeron entonces edificaciones especiales para albergar el centro de
abasto de las ciudades, que, sin embargo, las gentes continuaron denominando “plaza de
mercado”. Luego se cambiaron los nombres de los espacios públicos, y los nombres de
la patria inundaron la ciudad, puesto que los nombres impuestos por España, o por la
costumbre popular, fueron cambiados por los de los héroes o los lugares de las batallas.
Así el mapa de la ciudad se convirtió en la representación del de la patria. Igualmente,
las fiestas republicanas sustituyeron a las coloniales. De esta manera, la ciudad se
convirtió en el teatro de la “guerra de las imágenes”, cuando se sustituye el sistema de
representación del poder colonial por uno republicano.
Posteriormente en la ciudad se empieza a transformar el uso del espacio urbano. En el
siglo XX se deja notar que ya no es necesario que la centralidad política coincida con la
centralidad habitacional. Durante la colonia, y por extensión en el siglo XIX, los
habitantes de mayor jerarquía social vivían en los alrededores de la plaza mayor. Pero
en el XX, simultáneamente con la formación de barrios populares en la periferia, las
élites adineradas empezaron a abandonar el centro, al tiempo que las nuevas funciones
urbanas y las transformaciones en los modelos de vida introdujeron, a su turno, cambios
notables en los equipamientos urbanos. Con ello la ciudad se vuelve multi céntrica, y
cambia el sentido de la representación del poder, siendo ahora basada en los medios de
comunicación, puesto que, por sus dimensiones, la ciudad se convierte en el centro de la
“comunidad imaginada”, cuya existencia virtual depende de su capacidad de
comunicación.

Es entonces cuando vuelve a surgir una función urbana que en cierta medida se había

3
olvidado. El de la ciudad como espacio educativo. Los procesos de modernización de
las ciudades exigieron la introducción de nuevos saberes, así como un gran esfuerzo
educativo de parte de las élites para que el nuevo ciudadano adquiriera
comportamientos, hábitos y costumbres acordes con las exigencias modernas. Este
proceso de educación masiva fue el mecanismo que permitió que las gentes aprendieran
a habitar la nueva ciudad, con sus espacios, máquinas y aparatos que exigían
comportamientos diferentes a aquellos que se utilizaban en el siglo XIX 4. Cabe destacar
que todo esto sucede sin que la ciudad cambie la razón de ser que aparece en el siglo
XVI: servir de espacio de representación del poder, función urbana que sigue
desempeñando, para lo cual no hubo necesidad de cambiar la forma urbana, pero sí su
significado, pues la cuadrícula ya no representa el orden de una metrópoli distante, sino
que se convierte en uno de los componentes del espacio público, el cual incluye otros
elementos, además de las calles y las plazas.

2. EL APARECIMIENTO DE FORMAS DE SOCIABILIDAD MODERNA.

Paralelamente al surgimiento de todas estas contradicciones en las reglas de juego


político, en la ocupación del espacio y en la conformación de la sociedad neogranadina,
desde 1740 se estaba produciendo también una gran mutación cultural conocida como la
Ilustración. Se trataba de un conjunto de mutaciones múltiples en el campo de las ideas,
del imaginario, de los valores, de los comportamientos5. Con ello se establece un nuevo
centro de referencias con el triunfo del individuo, acompañado de nuevas formas de
sociabilidad. Todas estas mutaciones en los imaginarios y en las formas de sociabilidad,
se dieron de manera general en Europa, y luego en América, con consecuencias
diferentes, según las particularidades de cada país.

"Estas sociabilidades modernas que se caracterizan por la asociación de individuos de


orígenes diversos para discutir en común, presentan rasgos muy distintos de los cuerpos
y de las asociaciones antiguas. En los 'salones', tertulias, academias, logias masónicas,
sociedades económicas, etc. nace la opinión pública moderna, producto de la discusión
y del consenso de sus miembros. Estas sociedades son igualitarias, ya que se establecen
con la finalidad de una simple discusión en la que sólo cuenta la razón. La autoridad
sale en ellas de la voluntad de los asociados, lo que lleva consigo prácticas electorales
de tipo moderno; por todo ello han podido ser calificadas de "democráticas".6

La Nueva Granada comparte con el resto del mundo hispánico la mayoría de los rasgos,
como la de afectar en primera instancia a las élites culturales, y de una manera muy
restringida, y la de la variedad de espacios de sociabilidad que van apareciendo. Igual
que en el resto de colonias, las tertulias fueron la primera forma de sociabilidad
moderna, a donde asistían las élites intelectuales que compartían propósitos similares y
hábitos comunes. La primera en organizarse fue la tertulia que realizaba Antonio Nariño
en su casa. Fundada hacia 1790 con el nombre de EL CIRCULO LITERARIO, y sobre
el origen de este importante centro de difusión de nuevas ideas el mismo Antonio
Nariño nos dice:

4 Carlos Ernesto Noguera, Alejandro Álvarez y Jorge Orlando Castro. La Ciudad como Espacio
Educativo. Bogotá y Medellín en la primera mitad del siglo XX. Bogotá, Arango Editores, 2000.
5 François Xavier Guerra. Modernidad e Independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas.
Madrid, Editorial MAPFRE, 1992, p. 23.
6 Ibíd.

4
"Se me ocurre el pensamiento de establecer en esta ciudad una suscripción de literatos a
ejemplo de las que hay en algunos casinos de Venecia; éstos se reducen a que los
suscriptores se reúnen en una pieza cómoda, y sacados los gastos de luces, etc. lo
restante se emplea en pedir un ejemplar de los mejores diarios, gacetas extranjeras, los
diarios enciclopédicos y demás papeles de esta naturaleza, según la suscripción. A
determinadas horas se juntan, se leen los papeles y se critica y se conversa sobre
aquellos autores: de modo que se puede pasar un par de horas divertidas y con utilidad.
Pueden entrar: don José María Lozano, don José Antonio Ricaurte, don José Luís
Azuola, don Juan Esteban Ricaurte, don Francisco Zea, don Francisco Tovar, don
Joaquín Camacho, el doctor Iriarte, etc."7.

Al parecer, inicialmente Nariño no se propuso organizar un círculo político, sin


embargo hacia ese sentido derivó la tertulia, que cambió de nombre por el de ARCANO
SUBLIME DE LA FILANTROPIA, y recibió la influencia del médico francés Luís
Rieux8, quien lo inicia en la simbología y los principios de la masonería. Para efectos de
las reuniones de la Tertulia, Nariño había organizado en su casa de la Plazuela de San
Francisco una habitación destinada a las reuniones, y que él mismo había bautizado
"Santuario".

Era una Sala rectangular, que en uno de sus extremos tenía escrita la expresión "La
Libertad" y al otro "La Razón". Debajo de la primera había un epígrafe de Rousseau que
decía: "Aquel es verdaderamente libre que no necesita poner los brazos de otro al fin de
los suyos para hacer su voluntad"; bajo la segunda se lee: "Se sigue la razón cuando sin
oír las opiniones de los hombres se escuchan los gritos de la naturaleza". En la parte
superior de "La Libertad" se encontraban los retratos de Sócrates, Rousseau, Plinio y
Buffon. En el otro extremo de la habitación los de Jenofonte, Washington, Solón y
Montesquieu. A un costado la inscripción "Minerva", y en frente "La Philosofia".
Estaba previsto que a éstas las acompañaran los retratos de Tácito, Rainal, Newton,
Platón y Franklin, con el epígrafe "Quitó al cielo el rayo de las manos y el cetro a los
tiranos" y en el otro extremo los retratos de Nariño, junto al cual debería aparecer el
número 33, además de Cicerón, Demóstenes y William Pitt. Todos estos retratos y los
epígrafes debían rodear el gran fresco del centro de la habitación, según el diseño que el
mismo Nariño había hecho y que no alcanzó a terminar en razón de su detención.
Además, en el recinto se incluía un obelisco dedicado a la libertad, diseñado por Nariño,
con la expresión latina "Libertas nulle venditur auro".9
Todo indica que Nariño organizó en 1790 una tertulia que, luego, bajo la influencia de
Rieux derivó hacia un círculo de carácter político, que asumió símbolos de la masonería
y donde se rendía culto a la Ilustración, a los Enciclopedistas y a la revolución
7 Este testimonio le fue hallado a Nariño en su casa cuando se le aprendió en 1794. Citado por José
Manuel Pacheco, Ciencia, Filosofía y Educación en Colombia, Siglo XVIII, Bogotá, ECOE Editores,
1984, p. 149.
8 Louis François de Rieux y Sabaires, médico de nacionalidad francesa, llegó a Cartagena en 1784 y
pasa a Santafé de Bogotá en 1792, donde reside hasta 1793, ejerciendo su profesión. El Oidor Juan
Hernández de Alba, quien manifestaba que "Gracias a Dios, que no sé, ni quiero saber la lengua francesa"
informaba al rey en 1808 de la peligrosidad de Rieux, señalando que "pervirtió por su trato y continua
comunicación a Dn. Antonio Nariño" y agrega que no se le pudo probar sus delitos "porque su astucia,
sagacidad y penetración al caso que hizo exparcir las máximas de libertad, lo hizo con tal osadía que no
fue posible comprobarsele". (Sergio Elías Ortiz, Colección de Documentos para la Historia de Colombia,
Segunda Serie, Bogotá, Editorial Kelly, 1965, p. 81.
9 Esta descripción se encuentra en el proceso seguido a Antonio Nariño con motivo de la traducción y
publicación de los Derechos del Hombre, en septiembre de 1794. Citado por: Eduardo Ruiz, La Librería
de Nariño y Los Derechos del Hombre. Bogotá, Editorial Planeta, 1990, p. 141.

5
norteamericana. Si bien la historiografía hecha por masones insiste en que se trataba de
una logia masónica10, a juzgar por otros estudios no llegó a constituirse como tal, y más
bien se trataba de formas de sociabilidad política que tomaban de la masonería y de la
carbonería los símbolos, fórmulas, grados y hasta juramentos secretos, sin llegar a tener
carta patente que les autorizara a funcionar bajo los auspicios de una logia matriz, como
sucedió con el Arcano Sublime de la Filantropía. 11 De hecho, a Nariño no se lo procesó
por masón, y aunque en la década de 1790 se efectuaron algunos procesos por
masonería en México y se multiplicaron en España, probablemente en la Nueva
Granada no se estaba en capacidad de reconocer la masonería en caso de que la hubiera.
"De ahí que el papel asignado a la Inquisición sea más que el de perseguir masones, el
de investigar qué es la masonería"12.

Fue el gabinete de Nariño, donde se generó la primera forma de sociabilidad política en


la Nueva Granada, siguiendo el camino que en otros lugares presentaba este hecho,
como fue el de tratarse de una forma de sociabilidad de las élites, con un efecto muy
restringido, el cual se limitaba a los asistentes a la tertulia. Esta tertulia derivó a una
"sociedad de pensamiento", donde la élite cultural de Santafé de Bogotá discutía las
noticias internacionales, temas literarios, la Ilustración o científicos. Tuvo la
particularidad de constituirse rápidamente en una verdadera sociedad al adoptar unos
estatutos, contar con miembros definidos, tener reuniones periódicas y poseer una
simbología propia. Además, esta tertulia derivó hacia lo político muy rápidamente y con
ello pasó de ser una actividad de carácter privado a una actividad pública, en especial
cuando Nariño publicó su traducción de los Derechos del Hombre en 1794. Con ello se
inicia la formación de una sensibilidad común, con un mismo aprecio por lo útil, con
una misma creencia en el progreso, con unas mismas lecturas, con unas mismas
prácticas societarias que propagaban por la igualdad de los asociados y el reino de la
opinión13.

Aquí se da inicio a la formación, en el mundo de las élites, a una "clase cultural" que
será la encargada de dirigir la revolución de independencia, y desde donde se construye
y difunde el nuevo imaginario de la modernidad, en un total contraste con la sociedad
de antiguo régimen, como era la Nueva Granada a fines del siglo XVIII. En efecto, en
las reuniones se cultivaba a la par la política y la literatura, y tanto se discutía de la
forma literaria como del fondo político e ideológico de las obras14. Los periódicos y
demás publicaciones que llegaban a manos de Nariño traían las noticias de la
Revolución Francesa con su respectivo imaginario político y un discurso elaborado, que
va a ser el que se impuso a partir de la independencia. Es importante destacar que a este
Círculo pertenecieron varios de los más importantes actores de los acontecimientos
revolucionarios, en especial de la primera etapa de la guerra de independencia, como
fueron, además de Nariño, Francisco Antonio Zea, Joaquín Camacho, José María

10 Américo Carnicelli, La Masonería en la Independencia de América, 2 vols. Bogotá, 1970, s. p. i.


11 José María Ferrer Benimeli. "Bolívar y la Masonería". En: Revista de Indias, Vol. XLIII, julio-
diciembre, 1973, No. 172, p. 640.
12 José María Ferrer benimeli. "La Inquisición frente a masonería e ilustración". En: Inquisición
española y mentalidad inquisitorial. Barcelona, Editorial Ariel, 1984, p. 491, 492.
13 François Xavier Guerra. "Lugares, Formas y Ritmos de la Política Moderna". en: Boletín de la
Academia Nacional de la Historia, Tomo LXXII, No. 285, Caracas, enero-marzo de 1989, p. 15.
14 Recordemos que Nariño poseía en ese entonces la biblioteca privada más importante de la capital.
En el momento del embargo, en 1794, se relacionaron 700 títulos con 1881 volúmenes, libros que su
propietario también vendía en el pequeño mercado santafereño de fines de la colonia, fundando de esta
manera la primera librería pública. (Eduardo Ruiz. La Librería de Nariño. Op. cit. p. 212)

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Lozano, entre otros, conocidos en la historiografía tradicional como los Precursores de
la Independencia.

Contemporánea al círculo organizado por Nariño fue la TERTULIA


EUTROPELICA15, fundada en 1792 por Manuel del Socorro Rodríguez, editor del
periódico Papel Periódico de Santafé de Bogotá. El propósito de esta tertulia era el de
leer las obras literarias presentadas por los miembros de la misma. Sobre la
organización y propósitos nos lo dice el mismo fundador:

"LA TERTULIA EUTROPELICA. Habiéndose formado en cierta casa una junta de


varios sujetos instruidos, de ambos sexos, bajo el amistoso pacto de concurrir todas las
noches a pasar tres horas de honesto entretenimiento, discurriendo sobre todo género de
materias útiles y agradables daremos después una exacta noticia de esta Asamblea de
buen gusto, e igualmente iremos publicando (según la voluntad que hubiere) algunos de
aquellos rasgos prosaicos y poéticos más pronunciados para llenar el fin de cada
número, con el objeto de que siempre terminen con variedad agradable, así como
empezamos a ejecutarlo desde el presente".16

Aunque las intensiones que animaban a sus asociados eran, sin ninguna duda, las
mejores, la tertulia no produjo obras de alguna importancia, ni en el campo de las letras
ni en el de las ideas. Ninguno de sus miembros participó en política, y las obras
literarias carecen de valor. En efecto, ni Manuel del Socorro Rodríguez, el fundador, ni
los asistentes, tales como José María Gruesso, José María Valdés y Francisco Antonio
Rodríguez, tuvieron alguna relevancia en la historia política del país. Sin embargo, hay
que destacar la continuidad y la periodicidad regular con que se reunía esta tertulia, y la
publicación en el Papel Periódico durante varios años de los temas de las reuniones.

Otra tertulia que floreció en la capital a fines del período colonial fue LA TERTULIA
DEL BUEN GUSTO, que fue una sociedad literaria por excelencia, estuvo auspiciada
por una mujer, doña Manuela Santamaría de Manrique, quien amenizaba con agradables
conversaciones y suculentos manjares las reuniones que realizaba en su casa. Esta forma
de sociabilidad no presenta interés especial desde el punto de vista político, y no
pretendió fines diferentes al de ser una tertulia literaria exclusivamente, que con
posterioridad fue de gran importancia en la historia de la literatura colombiana, por ser
la matriz formadora de diversos escritores. En sus periódicas reuniones nocturnas se
llenaba el salón con los mejores literatos de Santafé, en veladas donde se realizaban
ejercicios literarios en que tomaban parte los principales asistentes, o sea doña Manuela,
sus dos hijos Tomasa y José Ángel, Camilo Torres, José Fernández Madrid, José María
Salazar, Frutos Joaquín Gutiérrez, Francisco Antonio Ulloa, José María Gutiérrez y José
Miguel Montalvo. Sin haber sido su objetivo el debatir temas políticos, los miembros de
esta tertulia tuvieron un papel destacado desde el inicio de la independencia, lo cual
confirma el papel de espacio aglutinador de la élite cultural que tenían estos lugares de
sociabilidad.

Además de estas, existió también la SOCIEDAD PATRIOTICA, fundada en Santafé de


Bogotá en 1801 por el director de la Expedición Botánica José Celestino Mutis. La
Sociedad, que según sus estatutos contaba con la protección del Virrey y del Arzobispo,
al parecer no tuvo mayor importancia y fue rápidamente olvidada. En 1809, Caldas
15 También recibió el nombre de Asamblea del Buen Gusto.
16 Papel Periódico de Santafé de Bogotá, Número 84, 21 de septiembre, 1792.

7
mencionaba que la idea se había reducido a un bello pensamiento17.

Todas estas formas de sociabilidad tenían como característica el de girar en torno a un


personaje destacado, quien proveía el lugar de reunión y marcaba con su personalidad al
grupo. Las reuniones se celebraban en casa de alguien lo suficientemente respetable
como para no atraer sospechas. De hecho, los Virreyes ilustrados veían con buenos ojos
tal tipo de actividades, e inclusive las impulsaban, como fue el caso de las Sociedades
Económicas de Amigos del País18.

Si nos aproximamos un poco a los miembros de las tertulias, podemos observar que los
asistentes a la tertulia de Nariño eran preferentemente laicos bogotanos, mientras que
los de la Eutropélica eran religiosos payaneses residentes en la capital. Así, de los ocho
miembros del Círculo de Nariño sólo José Luís de Azuola era religioso. En cambio, de
los cuatro miembros de la Eutropélica, ninguno era de Bogotá y sólo su fundador,
Manuel del Socorro Rodríguez no era religioso.

En el caso de la Tertulia del Buen Gusto, se cuenta con información de once de sus
asistentes, y ninguno de ellos era religioso, así como también es destacable que en su
mayoría provenían de fuera de Bogotá. Todos los dramaturgos conocidos de la época
asistían a esta tertulia, y algunos de sus miembros también lo fueron de la Expedición
Botánica. Un último detalle, común a los tres grupos, es la relación con el periodismo.
Cerca de la mitad de los miembros de las tertulias participaron en los diversos
periódicos publicado con anterioridad a 1810.

Otra característica que presentan es el de la continuidad entre los diversos espacios de


sociabilidad. La tertulia de Nariño existió desde 1790 aproximadamente, hasta su
primera prisión en 1794, razón de la disolución del Círculo. La Tertulia Eutropélica
existió entre 1792 hasta 1796 o 1797, y la del Buen Gusto debió existir desde 1801
hasta 1808. Esto nos muestra la continuidad de las distintas variantes de una misma
forma de sociabilidad moderna que empezaba a aparecer en la Nueva Granada a finales
del período colonial.

3. IMPRENTA, PASQUINES Y “CONSPIRACIÓN”

En 1793 se presentó un acontecimiento que resultó definitivo en la construcción del


espacio público en Santafé. Un capitán de la guardia virreinal le prestó a Antonio
Nariño un ejemplar del libro Historia de la Asamblea Constitucional Francesa, libro que
provenía de la biblioteca del virrey.

En este libro Nariño encontró la Declaración de los Derechos del Hombre, la cual
tradujo, imprimió en secreto en su imprenta y alcanzó a distribuir algunos ejemplares,
en los primeros meses de 1794. Esto sucedió, coincidencia desafortunada para Nariño,
en el momento en que España comenzaba a formar parte de la alianza contra la Francia
17 Gabriel Porras, Historia de la Cultura en el Nuevo Reino de Granada, Sevilla, CSIC, 1952, p. 348.
18 En la Nueva granada se fundaron algunas Sociedades Económicas de Amigos del País. En 1781 se
solicitó en Medellín permiso para fundar una de estas, aunque la que tuvo mayor trascendencia fue la
fundada en Mompox en 1784. En 1790 se fundó una en Santafé de Bogotá,
y desde 1791 Manuel del Socorro Rodríguez propone, a través del Papel Periódico, la fundación de estas
sociedades en cada población.

8
Revolucionaria, y la actitud de los administradores coloniales cambió radicalmente
contra todo aquello que proviniera de los franceses.

Este ambiente internacional enrarecido se transfirió al escenario santafereño, donde el


ambiente de desconfianza entre españoles y criollos empezó a enrarecer el ambiente en
la capital del virreinato. La autoridades españolas comenzaron por extrañar de Santafé a
Honda al médico francés Rieux en febrero de 1794. El 18 y 19 de agosto de ese año
unos jóvenes fijaron pasquines en algunas paredes de la capital, donde se citaban
consignas agitadas por los Comuneros en 1781:

Si no quitan los Estancos,


Si no cesa la opresión,
Se perderá lo robado,
Tendrá fin la usurpación.

Esto coincidió con informes secretos de una supuesta rebelión que los principales de
Santafé iban a emprender contra la corona. Realmente, quien emitió esta alarma, un
funcionario escribiente de las Reales Cajas, conoció de la circulación de un ejemplar de
los Derechos del Hombre que Nariño había repartido, y con ello concluyó que este
documento formaba parte de una amplia conspiración. Así, las pesquisas juntaron
sucesos diferentes y convergieron en Antonio Nariño como cabeza de una sublevación,
que para el virrey “La principal causa de esta intentada sublevación, parece, que era el
odio que tienen los criollos a los Europeos…”. Era evidente que el temor de las
autoridades se enfocaba a las ideas francesas y aun supuesto apoyo de los franceses
revolucionarios a los “conspiradores” capitalinos.

Más allá de la veracidad de las sospechas españolas, lo que estos eventos mostraban es
el surgimiento de una profunda fractura en la confianza entre los funcionarios españoles
y la élite santafereña. Desde 1794, la confianza del gobierno se fijó exclusivamente en
los españoles peninsulares. Así, procedieron a juzgar a Nariño y a los demás asistentes
al Arcano Sublime, como Zea.

Prensa: Papel Periódico de Santafé: 1791-1797. Manuel del Socorro Rodríguez.


Semanario del Nuevo Reino de Granada: 1807-1810. Francisco José de Caldas

4. LA GRAN RUPTURA DE 1811

En abril de 1811 en Santafé se formó el gobierno del nuevo estado de Cundinamarca,


bajo la presidencia de Jorge Tadeo Lozano, quien hace un esfuerzo por reconstituir una
autoridad central y para ello propone una federación integrada por cuatro
departamentos. Esto no va a funcionar y la resistencia de las provincias es mayúscula.
Nace un conflicto entre las provincias y Cundinamarca, que se incrementa día a día, aun
mayor desde que Cundinamarca anuncia su independencia con la carta de 1811. Estas
tensiones agravan la ya deteriorada situación política en Santafé.

Es este ambiente convulsionado el que encuentra Antonio Nariño a su regreso de la


prisión en Cartagena. No demora en abanderar las críticas al gobierno de Lozano, y para
ello emplea un medio moderno como es la prensa. Desde este momento, Nariño
inaugura el uso del periódico para transmitir la opinión pública que en ese momento se
estaba manifestando en la ciudad frente a la organización política de la naciente

9
república.

El domingo 14 de julio de 1811 apareció el primer número de La Bagatela, titulo que


sugiere que el contenido de este periódico no es importante, pero que en el fondo
constituye toda una burla a la situación por la que se pasaba en ese momento. En el
primer artículo: Cartas del filósofo sensible a una Dama su amiga, inicia un ataque
frontal contra Lozano, gobierno al que acusa de no ser nada diferente al del virrey
Amar:

“El desorden en que vivimos ocho o nueve meses, y algunas cosillas de que aun no nos
vemos libres, han hecho pensar a algunos que nuestra transformación fue prematura.”

El segundo número de La Batagela, publicada el domingo 21 de julio, denuncia las


presiones que el gobierno aplica contra este periódico, al imponerle una cuota
obligatoria de ejemplares que debe entregar. La Bagatela rápidamente se constituyó en
el medio de comunicación de una tendencia política encabezada por Nariño, de la que
forman parte José María Carbonell, Pedro Groot y Manuel Pardo, que se oponía a la
organización del estado bajo el sistema federal.

Las ambivalencias del gobierno de Lozano fueron aprovechadas por Nariño, quien
publicó en La Bagatela del 19 de septiembre un artículo bajo el título de Noticias Muy
Gordas, donde denunciaba las amenazas de los realistas desde Cartagena, Cúcuta y
Popayán.

Cabe señalar que el periódico se vendía por las calles y también se fijaba en algunos
muros por donde la gente circulaba, y para superar el alto analfabetismo, había personas
letradas que leían en voz alta, como sucedía en el Altozano de la Catedral. De esta
manera se armaban corrillos de gentes que se acercaban a este sitio central, en le marco
de la Plaza Mayor. Al medio día del 19 de septiembre, de los lectores ocasionales se
pasa a tumulto, quienes se enteran, alarmados de las amenazas que acechan a la capital
y de la inacción del gobierno. Las gentes movilizadas exigieron y consiguieron la
reunión del alto gobierno para que escuchara sus peticiones. Lozano renunció y se
designo a Nariño como presidente del Estado de Cundinamarca. Nariño procedió a
asumir este cargo, exigiendo que se aplicara el artículo 53 de la Constitución, que le
otorgaba el poder dictatorial para asumir la solución de las amenazas por él denunciadas
en La Bagatela.

La Bagatela circuló del 14 de julio de 1811 hasta el 12 de abril de 1812, en total se


publicaron 38 números.

5. LOS ÁRBOLES DE LA LIBERTAD

Cargado de simbolismo, desde 1791 se celebró en Francia la fiesta cívica del Árbol de la
Libertad, y los revolucionarios sembraron árboles en medio de cantos, discursos y arengas
loando la libertad y demás principios revolucionarios; adornado con los símbolos de la
revolución, como el gorro frigio, la bandera tricolor, además de los cantos revolucionarios.
22 años más tarde, el miércoles de ceniza, 3 de marzo de 1813, el cronista Caballero
reseñó que:

“Hoy amaneció clavado un sauce, junto a la pila, con la gorra de la libertad y unos lazos de

10
cintas anchas de arriba abajo”19

Este acto subrepticio fue seguido por uno público. El 29 de abril de 1813 el presidente
Nariño organizó una lucida fiesta cívica con el propósito de sellar la unión de los
ciudadanos santafereños, el apaciguamiento de los partidos, y la armonía entre las
provincias. Para ello, el 24 de ese mes se publicó un bando anunciando este acto cívico:
”Lejos de ser acilo a la iniquidad, y de designar el desenfreno, el libertinaje, y la
corrupción de las costumbres, indicaba la sujeción a la ley, y a las autoridades, constituidas
por el voto libre de los pueblos, exhortando a la paz, a la armonía, a la concordia, y a la
unión, prohibiendo toda especie capaz de trastornar el buen orden, encargando a los
ciudadanos ala concurrencia a un acto tan digno de celebrarse.”20

La fiesta del 29 de abril se convirtió una expresión de fiesta popular, de reafirmación del
pacto social y expresión de opinión pública, como lo reseña el cronista de la independencia
Caballero:

“29, jueves. Hoy se plantó el árbol de la libertad y en esta forma: a las dos de la tarde se
formaron en la Plaza Mayor todas las tropas; a este tiempo cayó un recio páramo, así que
se aplacó, que serían las tres y media, salieron de palacio todos los señores que estaban
prevenidos para el paseo de a caballo. Iban adelante cuatro batidores, seguían los
caballeros, decentemente vestidos y los caballos enjaezados a cual mejor; detrás seguía un
violento con un oficial, un sargento y ocho soldados de artillería, todos a caballo: detrás de
éstos seguían otros cuatro batidores; seguían los dos porteros del cabildo, que llevaban en
medio a don Pedro Maldonado, escribano del cabildo eclesiástico, con un alguacil por
delante; seguía después el cabildo. El señor corregidor presidía este acto con los señores
alcaldes, que lo eran el señor Chacón y el capitán de caballería don Juan Tobar, todos a
caballo; después seguía la caballería. Dieron vuelta por las calles acostumbradas, pues
aunque había de haber sido por toda la ciudad no se hizo, por haberse hecho tarde, pues
para este efecto se mandó que toda ella se compusiese y se blanquease, como efectivo a sí
se verificó, colgando todas las puertas ventanas de toda la ciudad. Después del paseo se
sacó el árbol del cabildo, el que traía sus tarjetas de versos y su gorro colorado. Era un
arrayán de cinco varas de alto, y se plantó en el lugar prevenido. Que era un triángulo de
piedra que se había fabricado para este fin, dos varas arriba de la pila y encima se puso una
media naranja de madera, con cuatro arcos enramados de laurel, con sus tarjetas de versos
alusivos al asunto, y faroles de cristal para las luminarias de noche. Encima pusieron un
farol bastante grande, que por otra parte tenía pintado el árbol, por otra un Jesús, por la otra
una María y por última la espada de la justicia. Consecutivamente se hicieron cuatro salvas
por cuatro pedreros”. 21

Si bien en el protocolo se guarda semejanza con las fiestas coloniales, en los símbolos hay
un cambio total, pues son tomados de la revolución francesa. Además, compiten con un
nuevo hito en la Plaza Mayor, donde solamente estaba el rollo de justicia, símbolo del rey,
y la fuente central.

Pero, ese mismo día, a las cinco de la tarde, se fusiló a un niño esclavo, Tomasito, quien
había acuchillado a su amo, a quien habían inducido a que tan pronto se plantara el árbol
de la libertad en la plaza todos serían libres. De esta manera, se quería acallar “los rumores

19 José María Caballero. Diario. Bogotá, Villegas Editores, Biblioteca de Bogotá, 1988, página 130
20 Gazeta No, 112, página 530
21 Caballero, op. Cit. Página 133

11
que se esparcían ya entre las gentes licenciosas, y principalmente entre los esclavos, de que
el Árbol de la Libertad era un salvoconducto para cometer todo género de excesos, la
necesidad que había de hacer un escarmiento que contuviese los crímenes”.22

El domingo 18 de julio, un “mozo de ruana”, aprovechando la noche, partió el árbol. El


gobierno ofreció una alta recompensa, de doscientos pesos, para que se delatara a la
persona que había cortado el árbol. No es gratuito que ese día se haya aprobado la
independencia absoluta de Cundinamarca.

De nuevo se sembró otro árbol, esta vez un olivo. Se lo guardó con centinelas, pero en un
descuido, de nuevo fue cortado. Para remediar esto, se levantó un triángulo alto de cal y
canto, cercaron con maderas muy fuertes, para proteger el nuevo árbol de la libertad.
Permaneció hasta febrero de 1814, cuando Bolívar y sus tropas entraron a Santafé.

Entonces, se sembró de nuevo un arrayán, que duró hasta unos días antes de la entrada de
Morillo a la capital cuando destrozaron la cerca y arrancaron el arrayán de la libertad.

En fin, se trataba de un ejercicio de construcción de símbolos en el naciente espacio


público capitalino, de resignificación de la Plaza Mayor, como contenedora de los
símbolos reales a un espacio público contenedor de la nueva simbología de la república.
Pero, al mismo tiempo estos cuatro árboles de la libertad, también se convierten en
metáfora de las divergencias políticas acerca de la independencia.

6. LA SOCIABILIDAD MODERNA Y LA EDUCACION POLITICA DE LA


ELITE.

La gran mutación cultural del siglo XIX se inicia con la introducción entre las élites de un
nuevo imaginario social basado en el individuo, considerado como el valor supremo con el
que deben medirse las instituciones y los comportamientos. El triunfo del individuo se
logra con el empleo de formas de sociabilidad modernas, que se caracterizan por la
asociación de individuos de orígenes diversos para discutir ideas en común, y es allí donde
nace la opinión pública moderna, resultado de la discusión y del consenso de sus
miembros. Estas son "igualitarias, ya que se establecen con un fin de simple discusión en
que sólo cuenta la opinión, la autoridad sale en ellas de la voluntad de los asociados, lo que
lleva consigo prácticas electorales de tipo moderno; por todo ello han podido ser
calificadas de "democráticas"."23 Estos espacios eran en un principio formas de
sociabilidad de las élites, con una extensión muy restringida a otros grupos sociales.Al
parecer, la primera forma de sociabilidad política moderna surgida con posterioridad a la
independencia,24 fue la SOCIEDAD PATRIOTICA, fundada en Cartagena el 17 de
septiembre de 1812, con el propósito de que

"...la opinión pública se eleve a aquel grado de vigor que exige la salud pública de la
Patria y los derechos de los Ciudadanos sean tan perfectamente conocidos como requiere
el orden interior. Que la verdadera inteligencia de los principios elementales haga

22 Gazeta No. 112.


23Guerra, François-Xavier." La Revolución Francesa y el Mundo Ibérico". En: Krebs, Ricardo y Gazmuri,
Cristian, ed. La Revolución Francesa en Chile. Santiago, Editorial Universitaria, 1990. Página 338.
24 En relación a los espacios de sociabilidad política que precedieron a la independencia se puede ver el
trabajo Algunas Formas de Sociabilidad en la Nueva Granada. de Fabio Zambrano (inédito).

12
consolidar las bases de la organización social: que la unión, fuerza primera de un Estado,
no vacile por el choque de las pasiones...Una Sociedad de buenos Patriotas que vele sobre
estos objetos, difunda las luces políticas a todas las clases del Estado, excite el furor contra
el enemigo, la tranquilidad y la paz entre los que aman un mismo sistema, será una
institución saludable en la crisis actual de nuestros negocios."25

Los primeros asociados fueron los miembros de la Cámara de la Provincia de Cartagena,


quienes sostenían la Sociedad con pequeños aportes. Esta sociedad desapareció con los
estragos de la guerra de independencia.

Además de esta sociedad precursora26, se contó con la experiencia de varios patriotas,


quienes durante las estadías en Europa pasaron por diversas sociedades, especialmente por
la LOGIA LAUTARO, fundada por Francisco Miranda en Londres a fines del siglo XVIII.
Esta asociación política secreta era muy distinta de la masonería e incluso de la carbonería,
de las que solo había tomado los símbolos, fórmulas, grados, y juramentos secretos,
ideada, dirigida y fundada por Miranda con un claro carácter de sociedad secreta de tipo
político que nada tenía que ver con lo que pretendía la masonería.27 Allí se trabajaba por la
emancipación americana y el establecimiento de un régimen republicano en
Hispanoamérica y por ella pasaron Antonio Nariño, Pedro Fermín de Vargas, Simón
Bolívar, entre otros.28

Al contrario de Miranda que no fue masón, Bolívar si perteneció a una Logia Masónica
durante su estancia en París entre 1804-1805, cuando asistió a la Logia San Alejandro de
Escocia de París, y de ella recibió los grados de aprendiz, compañero y maestro.29 Como
el, son numerosos los masones que participan durante la independencia, unos a favor y
otros en contra de ella, puesto que en uno y otro ejército habían masones. Todo parece
indicar que ser militar primó sobre ser masón. Así, cuando Santander ordenó el
fusilamiento del coronel español Barreiro, este envió a Santander, su hermano masón, "un
diploma e insignias de masón de alto grado, sabiendo que el general Santander era
hermano; pero éste dijo que primero estaba la patria que la masonería".30 Pero, al parecer
se trataba de una masonería militar, al estilo de la bonapartista, muy particular, que se
puede llamar emancipadora y que trabajaba por ella militarmente y no políticamente.

Solamente después de la independencia es que aparece la masonería política. La primera


Logia Masónica fue fundada por el general Francisco de Paula Santander. No se sabe
dónde ni cómo fue iniciado el general Santander; al parecer fue en una logia militar
itinerante, entre 1816 y 1819. Para evitar las resistencias del clero, Santander optó por la
sutileza para fundar la logia. Para ello publicó un anuncio inofensivo en la prensa
capitalina, La Gaceta de Santafé de Bogotá, del 2 de enero de 1820, con el siguiente texto:

25 Hoja Suelta. Cartagena, En La Imprenta del Gobierno, 1812.


26 Al parecer hubo varias Sociedades Patrióticas en diferentes lugares, pero solo se encuentran
referencias indirectas. Es de suponer que fueron utilizadas a manera de sociedades secretas durante la
reconquista española como base de apoyo al movimiento de resistencia.
27 Ferrer Benimeli, José A. "Bolívar y la Masonería" En: Revista de Indias. Vol. XLIII, julio-diciembre,
1973, No.172, página 644.
28 Pacheco Quintero, Jorge. La Masonería en la Emancipación Americana. (Aspecto Colombiano).
Bogotá, Librería Editorial La Gran Colombia, s, f, página18 y ss.
29 Ferrer Benimeli, José A. op, cit, página 650.
30 Ibíd., página 663.

13
"AVISO AL PUBLICO. Una sociedad amante de la ilustración, protegida por el sr.
General Santander, ofrece al público dar lecciones para aprender a traducir y a hablar los
idiomas francés e inglés. El Sor. Francisco Urquinaona y el Teniente Coronel Benjamín
Henríquez, serán los preceptores. Los lunes y jueves de cada semana, de las 6 a las 8 de la
noche, darán lecciones en la casa en que habita el Sr. Lastra. Los que deseen tener
conocimiento en estos idiomas se pondrán de acuerdo con el Sr. José París, Contador
Ordenador del Tribunal Mayor de Cuentas, en inteligencia de que a principios de este mes
se abrirá la sala de lección."31

Esta Logia inició sus labores con el nombre de Libertad de Colombia, y un año después
cambió el nombre por el de Fraternidad Bogotana No. 1.32 A partir de esta Logia se
fundaron otras en la Nueva Granada, a saber: Beneficencia, Fraternidad, y Las Tres
Virtudes Teologales, en Cartagena, La Fraternidad Bogotana y Los Corazones Sensibles
No. 20 en Bogotá, Concordia de Boyacá, en Tunja, Hospitalidad del Magdalena en Honda,
La Mejor Unión en Panamá, además de logias en Zipaquirá, Cúcuta y Guatavita, todas
fundadas entre 1821 y 1828. 33

Estas nuevas formas de sociabilidad política en un principio eran espacios de asistencia


exclusiva de la élite, pero poco a poco se van abriendo a otros grupos sociales y la
expresión Sociedades de Pensamiento se ajusta a la perfección a las logias de esta época.

"Lo más importante es que se constituye así un medio cultural unido por densas redes
de intercambios epistolares y humanos. Se forma entonces una sensibilidad común, con
un mismo aprecio de lo útil, con una misma creencia en el progreso, con unas mismas
lecturas, con unas mismas prácticas societarias que enseñan el libre sufragio, la igualdad
de los asociados y el reino de la opinión".34

Es estos nuevos espacios donde se difundía y se construía el nuevo imaginario de la


modernidad, y el contraste entre este nuevo imaginario y la realidad de la sociedad era total
puesto que solo eran estos espacios los que funcionaban con el nuevo imaginario. De este
contraste, que en el fondo era una oposición de legitimidades, fue donde surgió el
enfrentamiento entre el mundo tradicional y la modernidad. Lo que era "opinión" se
convirtió en la voluntad de la "nación" o del "pueblo", lo cual significaba la introducción
de un nuevo principio de legitimidad y de esta manera, los hombres que habían asimilado
el imaginario, el lenguaje, y las prácticas societarias se convirtieron así en el verdadero
pueblo soberano de la política moderna.35

31 Gazeta de Santafé de Bogotá, No. 23, 2 de enero, 1820, página 4. Curiosamente en 1811 se publicaba
un periódico titulado Aviso Al Público, donde se publicaban artículos advirtiendo sobre la masonería. "Los
Franc-Masones en apariencia son menos crueles que los tiranos; pero son tan feroces como aquellos: y por ser
mas astutos y maliciosos son mas temibles que los primeros. La persona que tuviere la desgracia de contraer
amistad con algún Franc-Mason, dese por perdida". Aviso al Público No. 16, Bogotá, 12 de enero, 1811.
página 4.
32 Carnicelli, Américo. Historia de la Masonería Colombiana. Bogotá, 1975, s. p. i. Tomo I, página 78.
33 Ferrer Benimeli, José A. op. cit. página 682.
34 Guerra, François-Xavier."Lugares, Formas y Ritmos de la Política Moderna". En: Boletín de la
Academia Nacional de la Historia. Caracas, enero-marzo de 1989, Tomo LXXII, No. 285, página 15. Alexis
de Tocqueville, citado por Guerra señalaba:"En el fondo, todos los hombres situados por encima del pueblo
se parecían; tenían los mismos gustos, buscaban los mismos placeres, leían los mismos libros, hablaban el
mismo lenguaje"(L'Ancien Régime et la Révolution).
35 Ibíd., página 16.

14
La difusión de las ideas de la modernidad se vio facilitadas por la pérdida del carácter
secreto y del sigilo de las logias, para convertirse en espacios semi-públicos, que buscaban
apoyo en otras capas sociales a donde pretendían llegar con el nuevo imaginario político.
Esto despertó la más viva reacción de la Iglesia, para quien estas sociedades servían

"...para la introducción de millares de obras impías y escandalosas de que se halla


infesta la ciudad, a pesar del celo del piadoso Gobierno que ha prohibido expresamente la
circulación y lección de todo libro, cuyo contenido sea contrario a la moral del Evangelio y
a los misterios de la religión, es el fuerte de estos insensatos novadores, y el medio de que
se valen para engañar a los incautos, y a propagar sus abominables doctrinas a los
sensibles y a los inocentes."36

Fue el sacerdote Francisco Margallo el que encabezó la cruzada que se desató contra las
logias masónicas. En el folleto titulado "El Gallo de San Pedro" afirmaba que a las logias
se deben "todos los males que padecemos, porque de su seno es que han salido los planes
corruptores de los colegios y de las familias. Hoi se hallan las logias en toda la República, i
ellas continúan trabajando contra el orden natural establecido por el Evangelio." 37 Con
profusión se editan periódicos y hojas sueltas, algunas satirizando los ritos, ceremonias y
símbolos de las Logias, otras divulgando las interdicciones papales y citando los libros
sagrados en aquellos apartes donde se condena la pertenencia a este tipo de sociedades
secretas. La amenaza de excomunión por pertenecer a la masonería es un tema citado en
casi todas las publicaciones.38 La polémica llegó a su máximo punto en 1823, con la
publicación de numerosos impresos y hojas sueltas de diverso tipo que se pusieron en
circulación.39

En el folleto "El Verdadero Censor de Colombia", su autor resume con claridad el sentido
de esta amplia campaña contra los masones: "Si los masones debilitan la fé de Colombia,
Colombia será el teatro de la insubordinación, y asentarán en ella masónicamente la
anarquía moral, que es más peligrosa que la política".40

A su vez los masones tenían sus órganos de difusión a través de los cuales defendían los
principios masónicos. Entre estos se contaba el periódico El Patriota, (Bogotá, 1823), El
Correo de Bogotá, (1823), El Toro de San Marcos (Bogotá, 1826). Además, también
editaron folletos divulgativos para contrarrestar la campaña dirigida por el padre Margallo;
de esta serie forma parte el folleto " Advertencia al Público", donde los masones se
definían a sí mismos como:

"Unos hombres reunidos en sociedades con el objeto de elevar un templo en la virtud y

36 Carta a Teófilo. Bogotá, Imprenta de Nicomedes Lora, 1822.


37 Margallo, Francisco. El Gallo de San Pedro. Bogotá, 1823. s.p.i.
38 Otras publicaciones del padre Margallo son: "El Perro de Santo Domingo", "El Aire Pestilencial", "La
serpiente de Moisés", "El Monstruo Horrendo","La Ballena de Jonás", "El Gato Enmuchilado".
39 Estas fueron: "Tardes Masónicas de la Aldea" (Bogotá, I. de la República, 1823). "Guerras
Fanáticas contra Masones" (Bogotá, I. de Galarza, 1823). "El Amigo (Falso) de la Religión, y Soldado
(Desertor) de Colombia" (Bogotá, I. de Galarza, 1823). "Tapaboca. Al León de Venecia y Masones que
Hablan por su Excomulgada boca.(Bogotá, I. de Galarza, 1823). "El verdadero Defensor de Colombia.
(Bogotá, I. de Galarza,1823). "El Verdadero Preservador de Colombia"(Bogotá, I. de Galarza, 1823). "El
Verdadero Censor de Colombia" (Bogotá, I. de Galarza, 1823). "Vivan Religión, Paz, Patria y Libertad. El
Primer Canto del Gallo al Ver Venir el Runcho o Zorro. (Bogotá, I. de la República, 1823).
40 Azuola y Lozano, José Luís de. El Verdadero Censor de Colombia. Censura No. 9. Bogotá, Imprenta
de Galarza, 1823.

15
de fabricar calabozos para el vicio. Claro es que este templo y estos calabozos no pueden
ser más que unas alegorías que representan la multiplicación de actos virtuosos, y los
esfuerzos continuos que el hombre debe hacer para domar sus inclinaciones viciosas. El
fin principal de esta asociación es el mutuo socorro que deben prestarse unos hermanos a
otros en todos los trances y sucesos desventurados de la vida. Los sitios donde se reúnen
se llaman logias, y durante todo el tiempo que permanecen en ellas, desaparece toda la
distinción mundana. Allí no sirve de nada la elevación de clase, ni los distintivos
heredados o adquiridos, sino el grado en que cada cual se halle entre sus hermanos, o la
dignidad que estos le hayan conferido...Los Francmasones son todos los hombres de
cualquier religión...En una palabra, los francmasones, como tales, son unos perfectos
hombres de bien..."41

Nada más ajustado a la verdad que estas afirmaciones. Sin embargo, en la claridad de la
idea de masonería que se expresa en el testimonio citado, se nota que mucho más que una
sociedad secreta los masones se veían a sí mismos como miembro de una "sociedad de
pensamiento", para utilizar un término de Agustín Cochin 42, con el propósito de
desarrollar un interés abstracto, fundado en una aspiración común en un objetivo no
lucrativo y de ayuda mutua; basado en el principio de la igualdad, para ejercer el
sentimiento de la sociabilidad, esa aptitud del hombre "a frecuentar amablemente a sus
semejantes"43.

Poco importa aquí que la igualdad fuera real o solamente de principio, y que hubiese
contradicción entre los principios y la realidad. De hecho, existía una doble desigualdad,
por un lado masónica, entre iniciados y profanos, y con los civiles introducidos
subrepticiamente en ciertas logias como medio de selección pero también de
discriminación social.44 Lo que verdaderamente importa resaltar con este testimonio es que
se registra el rompimiento con las formas de representación y de sociabilidad de la
sociedad holista de la colonia, donde la vida de la gente se encuadraba en una serie de
solidaridades seculares e inalterables, alrededor de la familia, la parroquia, los gremios, las
cofradías, las castas sociales. Allí las tradiciones, los privilegios, las costumbres, las fiestas
y procesiones, actividades todas ellas comunitarias, que organizaban la vida en un cuadro
local, parroquial, giraban alredor del poder de la Iglesia en el ejercicio del control moral, y
por extensión, del control social. Fueron estos controles los que entró a romper la
masonería, lo cual explica la reacción de la Iglesia en una primera instancia. Esto se debe a
que estas "asambleas libres" estaban introduciendo una nueva concepción del individuo,
que desbordaba la sociabilidad tradicional controlada por la Iglesia. Por ello las
asociaciones voluntarias se constituían en gérmenes de conflicto y de divorcio con las
autoridades tradicionales, entre la recién nacida autoridad civil y la autoridad moral, entre
los cuerpos tradicionales y los ciudadanos.

Estos círculos, de carácter semi-secretos en 1823, se convirtieron en los lugares


privilegiados donde se reunía la élite política, y fueron los núcleos de difusión de una
literatura hasta entonces prohibida. Como estos libros también contribuían a menoscabar el
control de la Iglesia sobre la sociedad, la polémica también se extendió a este tema. Por

41 Advertencia al Público. Examen Crítico de las Causas de la Persecución de los Francmasones. Bogotá,
s.p.i., 1825, página 43.
42 Citado por Ran Halévi. Les Loges Maconniques Dans la France D'Ancien Régime. Aux Origines de
la Sociabilité Démocratique. Prís, Librerie Armand Colin, 1984, página 9.
43 Término empleado por Maurice Agulhon. Citado por Ran Halévi, op. cit. página 11.
44 Ibid, página 10.

16
ello el vicario general de Bogotá se fue en contra de los "libros impíos", organizando una
campaña contra ellos:

"Así es, venerables hermanos, que de poco tiempo a esta parte se introducen y circulan
sin pudor, sin vergüenza, sin temor de Dios, ni del Gobierno y Leyes tan católicas que
nos rigen: se introducen, digo, para vender públicamente multitud de libros llenos de
máximas obscenas, y de doctrinas impías que como un torrente impetuoso
arrastran en pos de sí, un crecido número de jóvenes de ambos sexos, que corren ansiosos
a comprar a cualquier precio esos malditos libros, con el fin (así dicen) de ilustrarse,
y salir de la ignorancia y preocupaciones fanáticas en que los han educado padres y
maestros. Si registramos los gabinetes o estrados de no pocas, que se aprecian de señoritas
ilustradas; en lugar del catecismo de la doctrina cristiana, el Kempis, Año Cristiano u
otros libros de devoción; lo que se halla es el infame y pernicioso libro de la Teología
Portatil, Ovidio de Arte Amandi, el Citador y otros de este calibre. Y si se les reconviene
sobre este desorden, responden con el mayor descaro, que ellas son libres para leer
los libros que quieran, y hacer todo lo que se les antoje."45

La presión logró sus objetivos pues Santander, vicepresidente encargado del poder
ejecutivo, expidió un decreto el 9 de octubre de 1823 con el cual prohibía la circulación y
venta de los libros La Filosofía de Venus, La Teología Portátil, El Sistema de la
Naturaleza, El Origen de los Cultos, El Cristianismo Descubierto y la Historia Crítica de
Jesucristo.46 Sin embargo, cabe anotar que Santander se limitó a incluir en el índice solo a
los libros que la curia consideraba antireligiosos de carácter panfletario, y "los herejes
respetables como Bentham y Voltaire quedaban por fuera de la lista, de modo que la
acción de Santander en este caso podía colocarse al lado de su decisión de velar la
prohibición de los entierros en construcciones eclesiásticas al mismo tiempo que firmaba
otras medidas infinitamente más dañinas para el clero."47

Es probable que esta haya sido la razón de que la resistencia contra la introducción de la
cultura política moderna cambiara de sentido a partir de 1824, cuando se dejó a un lado el
ataque frontal contra la masonería, y se haya continuado la cruzada abriendo fuego contra
Bentham. En la hoja suelta "Contra el Tolerantismo en Materia de Religión" se lo señalaba
como "un primoroso materialista" y su obra se la calificaba de "pésima, anticristiana,
sumamente dañosa"48.

El cambio se debió a varias razones. En primer lugar, la élite partidaria de la modernidad,


agrupada en las logias masónicas, impulsaba amplias campañas de educación laica,
rompiendo con el virtual monopolio que la Iglesia había tenido hasta entonces. De otra
parte, comenzaban a proliferar otros tipos de sociabilidad política, menos secretas, más
públicas, y debido a esta multiplicación de la sociabilidad moderna los frentes se
diversificaron, y por ello se diseminaron los ataques de los resistentes al cambio.

45 Caycedo y Flórez, Fernando. Segunda Carta Pastoral a los Venerables Curas y Demás que
Componen el Ilustre Clero Secular y Regular del Arzobispado de Santafé de Bogotá. Bogotá, Imprenta de
Espinosa, 1823, página 4 y 5.
46 5Bogotá, Imprenta de Espinosa, 1823.
47 Bushnell, David. El Régimen de Santander en la Gran Colombia. Bogotá, Edición de Tercer Mundo y
la Universidad Nacional, 1966, página 274.
48 Bogotá, Imprenta de Espinosa, 1824.
Bogotá, Imprenta de Espinosa, 1824.

17
Por ello se puede afirmar que el protagonismo de primera línea que ejerció la masonería se
puede circunscribir a los años de 1820 a 1823; luego compartió la función de socialización
con otros espacios. A esto se le agregaba el hecho de que la masonería se dividió a medida
que el grado de politización iba en aumento, y con ello perdió protagonismo. Esto se
reflejó en el momento de efectuarse la Convención de Ocaña, el 2 de marzo de 1828,
donde, de la misma manera que durante el movimiento emancipador donde no hubo
unidad masónica, en esta acontecimiento la división fue a muerte. La formación de las
tendencias de bolivarianos y santanderista creó dos bandos irreductibles al interior de la
masonería que permeó la Convención donde se formaron dos corrientes antagónicas.
"Enemigos entre sí los mismos hermanos masones, ya no se daban el saludo con el
fraternal abrazo masónico. Entre los delegados a la convención de Ocaña figuraban los
siguientes masones de las distintas logias de la república de Colombia: Partidarios de
Santander. Coronel José Hilario López, coronel Francisco Montoya, coronel Juan N.
Toscano, presbítero Juan Fernández de Sotomayor y Picón, Vicente Azuero, Francisco
Soto (siguen once convencionistas masones más). Partidarios de Bolívar: José María Del
Castillo y Rada, Joaquín José Gori, Francisco Aranda, Joaquín Mosquera, Pedro Briceño
(siguen once más)."49

La Convención de Ocaña se disolvió ante el retiro de los partidarios de Bolívar, quien el 27


de agosto de 1828 expidió un decreto que abolía la constitución y suprimía la
vicepresidencia, lo cual significaba la destitución de Santander, quien desposeído del
mando se dedicó a estimular la oposición a Bolívar. Los santanderistas habían fundado La
Sociedad Filológica, una sociedad secreta conspirativa anti-bolivariana que utilizaba como
fachada de encubrimiento una tertulia literaria; allí se desarrolló la conspiración contra
Bolívar, a quien intentaron asesinar, fallidamente, el 26 de septiembre de 1828. De los 23
conspiradores, 13 eran masones y en el tribunal de acusaciones actuaron 11 masones.50
Luego, a los 44 días del atentado, Bolívar prohibió las asociaciones y las sociedades
secretas en todo el territorio de la república de Colombia. En efecto, el 8 de noviembre de
1828 se expidió el decreto "Prohibiendo las reuniones i confraternidades Secretas" donde
se determinó:

"Habiendo acreditado la esperiencia en Colombia como en otras naciones, que las


sociedades secretas sirven especialmente para preparar los trastornos políticos,
turbando la tranquilidad pública i el orden establecido: que ocultando ellas todas sus
operaciones con el velo del misterio, hacen presumir que no son buenas, ni útiles a la
sociedad, i por lo mismo exitan sospechas i alarman a todos aquellos que ignoran los
objetos de que se ocupan; oído el dictamen del consejo de ministros. Decreto: Artículo 1o.
Se prohíben en Colombia todas las sociedades, o confraternidades secretas, sea cual fuere
la denominación de cada una. Artículo 2o. Los gobernadores de las Provincias, por sí, i por
medio de los jefes de policía de los cantones, disolverán e impedirán las reuniones de las
sociedades secretas, averiguando cuidadosamente si existen algunas en sus respectivas
provincias" 51.

Estas constantes divisiones de la masonería no hacen sino confirmarnos en nuestra


hipótesis original de la división y fragmentación del poder en la historia de Colombia,
además de ayudar a explicar el hecho de las dificultades para la masonería de constituirse
en un grupo homogéneo con un gran peso partidista y decisorio a nivel del manejo y
49 Ferrer Benimeli, José A. Op. Cit., página 674.
50 Ibíd., páginas 677 y 678.
51 Registro Oficial No. 23. Bogotá, 1828. Página 178.

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dirección del Estado. En lo que respecta a nuestra argumentación central, queremos
destacar que, a pesar de todas estas dificultades, las logias masónicas, durante la primera
época que comprende de 1820 a 1828, cumplieron a cabalidad la función de servir de
"sociedades de pensamiento", y forjaron el prototipo de la sociabilidad moderna en la
Nueva Granada, además de convertirse en las bases de la difusión de la nueva cultura
política moderna. Por ellas pasaron la mayoría de los hombres públicos, ya fueran
santanderistas o bolivarianos, como se empezaban a definir las tendencias políticas; la élite
política y cultural transitaron por estos lugares de aprendizaje y de transmisión ideológica.
Las logias masónicas, entre 1820 y 1829, sirvieron de vehículo para la difusión de una
imagen moderna de lo social, para transmitir los principios de la cultura democrática y
ayudaron a la transformación de un hombre salido de la sociedad tradicional, con sus
valores holistas, en un ciudadano. Esta "revolución de los valores", que fue una verdadera
mutación cultural, se inició en las logias masónicas y luego se trasladó a otros espacios de
sociabilidad política.

6. OTRAS FORMAS DE SOCIABILIDAD MODERNAS.

Las logias tenían varias limitaciones, como eran la persecución religiosa con la amenaza de
excomunión, lo cual alejaba a los "liberales tibios", y el carácter secreto de estas
sociedades, dificultades que limitaban el papel de difusión a una parte muy estrecha de la
élite. Por lo tanto se imponía la necesidad de formación de otros espacios de sociabilidad
moderna, que no fueran de carácter político y cuya admisión fuera más sencilla.

Este fue el caso de EL CAFE DE BOYACA, fundado en noviembre de 1822, con el


propósito de que sirviera de posada, ya que hasta entonces los viajeros no tenían donde
alojarse en Bogotá. Luego cambió de nombre por el de SOCIEDAD PATRIOTICA, y
continuó prestando los servicios de café, fonda y posada, a donde llegaban los extranjeros
a alojarse y donde se realizaban animadas tertulias, de carácter público y abierto 52. Esta
condición es importante ya que esto permitía el contacto entre extranjeros y nacionales con
el consecuente intercambio de ideas, noticias y publicaciones, además del contacto de
personas de diferentes condiciones sociales53.

También se fundaron sociedades literarias, como la "Sociedad Económico-Literaria", en


Popayán, con el propósito de constituir gabinetes públicos de lectura54. En Bogotá se
estableció en 1825 la Sociedad Filantrópica, con el fin de apoyar la educación pública55. En
ese mismo año ya estaba funcionando La Sociedad Bíblica, que contaba con financiación
inglesa para la difusión de la Biblia en español. Esta encontró inicialmente un buen
ambiente para desarrollar sus actividades y a pesar de ser Protestante, encontró apoyo en el
clero56. El Vice-presidente Santander apoyó esta Sociedad y dos de sus ministros formaron
parte de ella. Pero cuando la Sociedad inició en 1827 la distribución gratuita de dos mil
ejemplares de la Biblia en español, la oposición de la Iglesia fue rotunda. De otra parte, en
los salones de la élite también se acostumbraba a realizar tertulias, especialmente con el
patrocinio de los extranjeros residentes en el país. Esto lo reseña así un periódico en 1827:

52 El Correo de la Ciudad de Bogotá, No. 189, 13 de marzo, 1823.


53 Una descripción de esta posada nos la proporciona Carl Gosselman, quien se alija en ella a su paso por
Bogotá. Op. Cit., página 272.
54 El Fósforo, No. 16. Popayán, 15 de mayo, 1823.
55 Reglamento Provisorio de la Sociedad Filantrópica de Bogotá. Bogotá, Impreso por F. M. Stokes,
1825.
56 Bushnell, David. Op. Cit., página 286.

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"SOCIABILIDAD. El 23 del corriente por la noche ha proporcionado en su casa el sr.
Leydersdorf una muy agradable y franca tertulia a todos sus amigos y sus
familias...Los lazos de la sociedad, los de la amistad misma se relajan fácilmente en tanto
que ellos no sean renovados con frecuencia..."57.

En Boyacá se fundaron varias SOCIEDADES PATRIOTICAS, al parecer organizadas por


el jefe político, y en las cuales participaban todos los funcionarios y los profesores de
escuelas y colegios.58

57 El Ciudadano, No. 4. Bogotá, 28 de junio, 1827.


58 El Constitucional de Boyacá, No. 42. Tunja, 5 de mayo, 1826.

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