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Las condiciones históricas norteamericanas para el surgimiento de la Sociología Reflexiva

Contexto epocal, demarcándoselo nuevamente dentro de los ambientes intelectuales que registraran las
condiciones sociales para el surgimiento de la escuela norteamericana de la Sociología Reflexiva.

La Sociología Reflexiva– resultara ser la acabada expresión de todo un clima cultural de cuestionamientos y de la
atmósfera de una época específica de particular radicalismo y/o de lecturas bajo el prisma de una visión original
de un redivivo, fresco y novedoso liberalismo, en el sentido que el medio político y académico norteamericano le
brinda a ambas acepciones. Una época pletórica de nuevas apreciaciones, objeciones, revisiones, censuras,
reprobaciones, otros ángulos y reparos. La corriente crítica de la Sociología resultante colocaría sus observaciones
al tope y promovería como prioridad la elaboración de una nueva agenda profesional al interior de la disciplina.

Al señalarse la idea de clima cultural, se procura expresar que es toda una corriente intelectual en la que, salvo sus
cabezas más visibles – ya mayores y de larga tradición en el pensamiento radical–, se la podría llegar a observar
hasta como de un movimiento de corte generacional. Movimiento que promovía la osada aspiración de realizar
una suerte de punto de inflexión y ruptura respecto de la matriz ideológica dentro de la cual se venía nutriendo
la Sociología académica norteamericana hasta entonces. Así se procuraba recuperar a toda una tradición
progresista de su pasado que había sido mucho más que duramente reprimida.

Con los tiempos sociológicos que se procuran relevar en sus conceptos e ideas, llegaría en su plenitud y 14 bajo sus
propias formas y particularidades a estas tierras la llamada "doctrina de la seguridad nacional", doctrina que, de
manera encubierta, resultara ser un activo instrumento para la persecución y para un definido alineamiento al
interior de las principales instituciones civiles y estatales. Condición que permitiera una plena asunción impositiva
de valores dentro de un bando, "el occidental del mundo libre", en una humanidad dividida a nivel metropolitano
por las disputas –digámosle– “ideológicas ", propias de la "guerra fría".

Se ha hablado de intensidades, contradictoriamente; o, como ya se ha procurado señalar, producto de una realidad


con un más que amplio abanico de opiniones fruto de nuevas y crecientes complejidades sociales y culturales,
también por aquellos años comenzarían a darse los primeros indicios de un cierto nivel de distensión, con algunos
de sus primeros relajamientos observables en propuestas tales como las del primer "fin de las ideologías", del
sociólogo Daniel Bell. Pero, por sobre todas las cosas y como grave factor indicial a nivel simbólico, con el asesinato
del presidente John Fitzgerald Kennedy.

Este contexto epocal resultaba en los hechos ser, como se decía, un punto de inflexión y ruptura respecto de un
conjunto de supuestos plagados de severas rigideces y hasta con persecuciones propias de aquel pasado que
resonara e influyera tan gravemente en la actividad profesional, científica y cultural; aireando, por entonces y con
una novedosa reflexión crítica, alrededor de lo que hoy con seguridad denominaríamos con claridad como sus
fundamentos epistemológicos. Debiendo tales fundamentos epistemológicos ser entendidos como un desenlace
resultado de los profundos cuestionamientos, replanteos y del estudio crítico del tipo de desarrollo, métodos y
elaboraciones producto de un determinado concepto de ciencia –bajo una noción muy extensa o ampliada de la
misma que superara el paradigma de las ciencias fáctico formales como pauta a seguir–, que entrara en abierta
cuestión y abriera la oportunidad para su profunda revisión.

Esa naciente perspectiva crítica, se plasmaría en materia con la creación de una nueva agenda profesional, otras
prioridades, cambios temáticos, metodologías alternativas, renovación de sus supuestos teóricos, diferentes
conceptualizaciones y demás cuestiones que, en definitiva, arribarían a aquello a lo que se podría llegar a
denominar como una nueva nutriente ideológica mucho más abierta para la disciplina como concepción. La
aspiración de una verdadera ruptura epistemológica al interior del paradigma de la profesión y el pensamiento
académico, en el entendimiento de un nuevo contexto diferencial y con una novedosa idea y otro recorte de lo que
se pudiera comprender como cuestión científica.
El concepto de Sociología Reflexiva al interior de “La Crisis de la Sociología Occidental”

Misión a la Sociología Reflexiva la dura tarea de ocuparse de registrar sin miramientos "de (aquello de)
lo que los sociólogos quieren hacer en el mundo y de lo que en realidad hacen". Con fina ironía concibe
como objetivo la difícil empresa de abordar el cometido de "transformar al sociólogo, penetrar
profundamente en su vida y su labor diaria, enriquecerlo con nuevas sensibilidades y elevar su
conciencia a un nuevo nivel histórico”. Sino más bien realizar un aporte crítico que permitiera iniciar el
difícil emprendimiento de reelaborar las prácticas profesionales y la explicitación de todos aquellos
supuestos que le condicionaran.

Esa Sociología Reflexiva estaba siendo concebida y era entendida como una ciencia radical. En el sentido
de que debía ser un aporte que, por una parte, adquiriera una determinada responsabilidad política,
más bien asociada a un perfil de corte social y muy al modelo norteamericano con este tipo de
asunciones. Pero, por otro, que fuera hacia las raíces profundas, no siempre visibles ni a disposición, de
la Sociología, como para dar cuenta del profesional como un 'hombre total, Cosa que debiera implicar
la posibilidad de lograr darse cuenta no solamente del reconocimiento en su sentido más "externo",
de lo qué se tiene que saber y estudiar en tanto objeto de análisis, sino que, mucho más importante,
lograr además un reconocimiento del propio "mundo ajeno" –que no siempre resulta ser algo que se
logra presentar de manera manifiesta– que también integralmente el académico encuentra en su propio
interior; de lo que lleva todo estudioso y científico dentro de sí mismo, y que tanto le cuesta aprehender
e identificar. No sólo el problema del cómo trabajar, sino también el de cómo vivir. En sus palabras:
"Una sociología reflexiva tiene como misión histórica trascender la sociología tal como existe en la
actualidad. Profundizando nuestra comprensión de nuestro propio sí mismo sociológico y de nuestra
posición en el mundo, podemos, creo, contribuir simultáneamente a crear un nuevo tipo de sociólogo,
capaz también de comprender mejor a otros hombres y a su mundo social. Una sociología reflexiva
supone que los sociólogos debemos adquirir por lo menos el hábito inveterado de examinar nuestras
propias creencias como ahora examinamos las de los demás"
Sociología del Conocimiento, siendo ella sustituida, en éstos y otros muchos aspectos, por una
Sociología de la Ciencia y otras producciones que poseen otros recortes y otros objetivos y objetos.

Se valora muy especialmente a la obra de Alvin Gouldner y a su tronchada línea de trabajo. Se aprecia
muy especialmente como él comprendiera a la Sociología Reflexiva: como una sociología radical, en la
idea de que el sociólogo estará incapacitado como para avanzar en su "conocimiento del mundo" si en
él no se produce un salto de magnitud en su conocimiento de sí mismo y de su acabada situación al
interior del medio social; y si no logra establecer que, de tal conocimiento de lo "ajeno y exterior", lo
que debe hacer es su transformación. No solamente respecto de su vínculo con el "mundo externo",
sino también respecto del "mundo ajeno que el sociólogo lleva dentro de sí mismo". De ahí, se insiste,
con lo de su lectura radical, de su concepto de que "las raíces de la Sociología pasan por el sociólogo
como hombre total" "Una sociología reflexiva exige que los sociólogos dejen de actuar como si
pensaran en términos de sujetos y objetos; de sociólogos que estudian y 'legos' que son estudiados,
como dos especies distintas de hombres. Hay sólo una especie humana.. su énfasis en una Sociología
Reflexiva de carácter empírico. Un recorte que tome como objeto esta relación entre la Sociología y los
sociólogos, haciendo eje, por medio de sus investigaciones, en sus "roles ocupacionales, problemas
profesionales, órdenes constituidos, sistemas de poder, subculturas y lugar que ocupan en la totalidad
del mundo social".

Es hasta casi como muy natural que cuestione cualquier asociación posible con el concepto, por
entonces tan dominante, de una Sociología "libre de valores", neutra, avalorativa, objetivista; sino
que, muy por el contrario, su ideario interpele hacia una sujeción y promoción a valores específicos en
tanto sociología moral.
"El objetivo nominal de toda empresa científica es ampliar el conocimiento de alguna parte del
mundo. Pero la dificultad de esta concepción reside en la ambigüedad de su noción fundamental: la de
'conocimiento'. Esta ambigüedad es de larga data, en especial en las ciencias sociales, donde ha sido
particularmente aguda, La ambigüedad será formulada aquí en el sentido de que el conocimiento puede
ser concebido, y lo ha sido, como 'información' o como 'conciencia'. Desde el siglo XIX, cuando fue
establecida una distinción entre las ciencias naturales, por un lado, y las ciencias culturales o
humanas, por el otro, esta ambigüedad implícita en el significado de 'conocimiento' fue trasladada a
las ciencias sociales y ha seguido siendo el centro de algunas de sus controversias fundamentales.
Quienes opinaban que las ciencias sociales eran una ciencia 'natural' como la física o la biología,
adoptaron una concepción esencialmente positivista, afirmando que debían ser elaboradas con los
mismos métodos y objetivos que las ciencias físicas. Concebían el conocimiento principalmente como
'información', como afirmaciones empíricamente confirmadas acerca de la 'realidad', cuyo valor
científico derivaba de sus implicaciones para la teoría racional y cuyo valor social general derivaba de las
tecnologías basadas en ellas. En resumen, la ciencia así concebida tendía a producir información, ya
fuera por su propio valor o para reforzar el dominio sobre el mundo circundante: conocer para
controlar". La extrapolación de estos supuestos de la "importación" de las ciencias físicas a las
humanas trajo consigo no pocas dificultades en la constitución y óptima delimitación de la disciplina
sociológica. Ella partía de un supuesto antropocéntrico a partir de una contradicción entre toda "la
humanidad" que, de conjunto, se debía imponer para doblegar a "la naturaleza", en tanto signo de lo no
humano y salvaje que había que adecentar y someter bajo un determinado patrón y concepto de "lo
civilizatorio". "La naturaleza", así comprendida, no era llegada a entender como un ecosistema en
precario equilibrio en donde el hombre fuera una criatura más, sino que se concebía a lo humano bajo
el postulado de ser él algo superior y ajeno a ella.

El lugar de privilegio que dentro de las mismas Ciencias Sociales poseía la Sociología, como la
disciplina inicial y verdadera primus inter pares, también ella declinaría, dentro de un marco de
tendencias, en tal simplificación y, a poco de andar, fuera entendida como una herramienta más para la
dominación social y se subordinara a una actitud acrítica respecto de los órdenes sociales y políticos
constituidos. Su resultado fue una burda cosificación del hombre. Y, en las palabras de Gouldner, se
comenzaba a explicar el surgimiento de otras lecturas y concepciones de la ciencia, alternativas respecto
de las del empirismo imperial dominante, de la siguiente manera: "Este enfoque de las ciencias sociales
fue promovido por el positivismo francés. En oposición a él –y principalmente auspiciada por los
alemanes y por el movimiento romántico, con su crítica total de la cultura utilitaria– surgió otra
concepción de la ciencia social. Esta concepción exigía un método diferente, por ejemplo Verstehen,
intuición clínica o empatía histórica; intimidad con el objeto estudiado, no antiséptico alejamiento de
él, comunión interior, no manipulación externa. Esta concepción de la ciencia social sostenía que su
meta final no era la 'información' neutral acerca de la realidad social, sino un conocimiento que fuera
importante para los cambiantes intereses, esperanzas y valores de los hombres, y que reforzara su
conciencia del lugar que ocupan en el mundo social, en lugar de facilitar simplemente su control sobre
él". "En esta concepción de la ciencia social, tanto el sujeto indagador como el objeto estudiado son
vistos no sólo como mutuamente interrelacionados sino también como mutuamente constituidos. Se ve
a todo el mundo de los objetos sociales como constituido por los hombres, por los significados
compartidos que los mismos hombres otorgan y confirman, no como sustancias eternamente fijadas y
que existen aparte de ellos. Por consiguiente, el mundo social no puede ser conocido mediante el
simple 'descubrimiento' de algún hecho externo, mediante una contemplación externa, sino también
abriéndose hacia adentro. La conciencia del sí mismo es considerada un camino indispensable para
llegar a la conciencia del mundo social. En efecto, no hay conocimiento de nuestra propia experiencia
y relación con él". "En un conocer interpretado como conciencia, no interesa 'descubrir' la verdad
acerca de un mundo social que se considera externo al que conoce, sino ver la verdad como surgida
del encuentro de este con el mundo y de su intento de ordenar su experiencia en él. Por un lado, el
conocimiento de sí mismo del que conoce –el conocimiento de quién y qué es, y de dónde está– y, por
el otro, de los demás y sus mundos sociales, son dos aspectos de un proceso único. En la medida en
que se ve a la realidad como dependiente en parte del esfuerzo, carácter y posición del que conoce,
también la búsqueda de conocimiento acerca de mundos sociales depende de la autoconciencia del
conocedor. Para conocer a otros no puede limitarse a estudiarlos; también debe oírse y enfrentarse a
sí mismo. El conocer como conciencia requiere, no un simple esfuerzo impersonal de 'ejecutante de
roles' fragmentados sino un esfuerzo personal cumplido por hombres totales concretos. El carácter y
calidad de tal conocimiento es moldeado no sólo por las habilidades técnicas de un hombre, como
tampoco solamente por su inteligencia, sino también por todo lo que él es y quiere, por su coraje no
menos que por su talento, por su pasión no menos que por su objetividad. Depende de todo lo que un
hombre hace y vive. En último análisis, si un hombre quiere modificar sus conocimientos, debe
cambiar su manera de vivir, su praxis en el mundo."

Yendo un poco más allá de la letra, su observación atiende a una lectura crítica en donde relaciona una
visión de corte fenomenológico y existencial con los componentes de la conciencia y del personalismo
que son reintegrados indivisiblemente al continente de lo académico y profesional. De allí su
contraposición dicotómica entre el señalado conocimiento como información respecto del auspiciado
conocimiento como conciencia. . Un conocimiento centrado en su concepto de persona y conciencia.
"La conciencia es un atributo de las personas, aunque esté influida por la ubicación de esas personas
en culturas específicas o en partes de una estructura social". De allí su búsqueda afanada por
privilegiar un cambio de actitud de las personas hacia la información y su cuestionamiento a toda idea
de "neutralidad" en el señalamiento del manejo "favorable u hostil" de la información. Y la de
procurar un aumento de los niveles de conciencia como para asimilar una apertura a las malas
noticias, esto es a la información hostil, señalándola a ella como "una capacidad para superar la
resistencia a su aceptación o uso", vale decir "con la capacidad de conocer y controlar el sí mismo
frente a la amenaza"

Cuando la Sociología Reflexiva observa que "la calidad de la obra de un científico social depende todavía
de su calidad humana", no sólo brinda una apertura de corte cuasi existencialista, muy propio de la
progresista lectura filosófica europea de aquella época, sino que también realiza una revisión del
manejo responsable del compromiso intelectual y moral del científico social. Tanto con su objeto de
estudio, como también con la buena fe de una actitud abierta y responsable frente a su manejo ante un
sistema establecido que genéricamente se expresará "técnicamente" a través de la utilización
abiertamente manipulatoria de la información. Su decidido posicionamiento alrededor del
autoconocimiento en la agenda profesional, procurando brindarle un componente moral y de
conciencia al problema que, como una constante, ha resultado ser reducido de manera facilista a una
mera cuestión de índole personal de "realismo" y de "objetividad" del estudioso frente a la
información hostil. Aquello que la escuela de la Sociología Reflexiva dejará como marca y señal con sus
observaciones impugnadoras que quedarán en el registro de la memoria colectiva como las de su
enfrentamiento con "el sistema", vale decir con el establishment. Lectura que, sujeta a interpretación,
no hace más que expresar literalmente sus niveles de contraposición con la obra consular de "El
sistema social" de una Sociología oficial norteamericana, como la de Talcott Parsons.

De esta manera, retomando el problema epistemológico del conocimiento, la Sociología Reflexiva


refleja sus conceptos en su noción de que: "tanto el sujeto indagado como el objeto estudiado son
vistos no sólo como mutuamente interrelacionados sino también como mutuamente constituidos
“Objetos sociales constituidos por hombres, por significados compartidos que ellos mismos brindan y
reafirman. La vida social, de este modo, no puede llegar a ser "descubierta" a partir de los sellos que
dejan sus impresiones más exteriores o del producto de la "contemplación externa que sólo se logrará
su cabal comprensión a través de lograr adentrarse en una inteligibilidad lógica y pluricausal, resultado
de la posibilidad de integrarse moral e intelectualmente al interior del corazón mismo de esos procesos.
En tal sentido, solamente con el mencionado concepto de autoconciencia del conocedor, el profesional
se puede acercar de una manera cierta y válida a un proceso científico comprometido con el
conocimiento del mundo, que ya no sería otra cosa que el conocimiento de nuestra experiencia propia
y de su relación con él. La idea de un conocimiento concebido como conciencia no pretende ya ser la
de "descubrir la verdad acerca de un mundo social que se considera externo al que conoce, sino ver la
verdad como surgida del encuentro de éste con el mundo y de su intento de ordenar su experiencia en
él". La idea de un proceso único que implica dos instancias: por una parte, "el conocimiento de sí
mismo del que conoce –el conocimiento de quién y qué es, y en dónde está– y, por el otro, de los demás
y sus mundos sociales". De este modo, la realidad social dependerá de la calidad y del tipo de esfuerzo
que se realice por parte del que re-conoce, y que la búsqueda de los mundos sociales deberá estar
inevitable y obligadamente asociada con la problemática de la autoconciencia del conocedor

Es en tal sentido que propone un programa para la Sociología Reflexiva consistente en:
1) Llevar a cabo investigaciones es sólo una condición necesaria, pero no suficiente, para la
maduración de la empresa sociológica. Lo que se necesita es una nueva praxis que transforme a la
persona del sociólogo. 2) El objeto final de una sociología reflexiva es profundizar la propia conciencia
del sociólogo, acerca de quién es y lo que es, en una sociedad específica y en una época dada, y de
cómo su rol social y su praxis personal afectan su obra como sociólogo. 3) La sociología reflexiva
procura profundizar la autoconciencia (propia conciencia) del sociólogo y su capacidad de elaborar
elementos de información válidos y confiables acerca del mundo social de otros. 4) Por lo tanto, no
exige sólo elementos válidos y confiables de información acerca del mundo de la sociología, ni
tampoco únicamente una metodología o un conjunto de habilidades técnicas para obtenerlos.
También exige una persistente adhesión al valor de esa conciencia que se expresa a través de todas
las etapas de trabajo, y habilidades u ordenamientos auxiliares que permitan al sí mismo del
sociólogo abrirse a la información hostil"
Esta nueva base ideológica del fundamento de la Sociología Reflexiva condiciona a que el
conocimiento no deba reducirse al recorte de un objeto de estudio y que no se restrinja al mero
examen del mundo social de los objetos: "el conocer como conciencia requiere, no un simple esfuerzo
impersonal de 'ejecutante de roles' fragmentados sino un esfuerzo personal cumplido por hombres
totales concretos". En tal sentido, las "habilidades técnicas" tanto como la inteligencia, la objetividad y
el talento resultarían ser, en consecuencia, meros requisitos parciales del problema en consideración.
Condiciones necesarias mas nunca suficientes como para la toma del conocimiento como conciencia.
"Depende de todo lo que un hombre hace y vive. En último análisis, si un hombre quiere modificar sus
conocimientos, debe cambiar su manera de vivir, su praxis en el mundo". De allí tal tajante descarte del
conocimiento como información, por su carácter ínsitamente incompleto, impersonal, inespecífico,
mitológico. De su reclamo de un cambio de actitud hacia una orientación activa, comprometida y
creativa de las personas frente a una información que nunca será "neutral". Que esa información
siempre poseerá implicancias, y que ella remite a "propósitos, esperanzas o valores de los hombres" y
que no se la pueda considerar ingenuamente como "en sí misma"… Se recuerda el contexto de
rebeldía y nuevas complejidades que brindaban el marco de aquellos años '60 para las condiciones
sociales de producción de la Sociología Reflexiva como teoría. Era un momento levantisco, cuya
turbulencia y rebeldía significaban una instancia de gran compromiso, de apertura mental, de líneas
creativas y bajo circunstancias en donde las viejas propuestas carecían de consenso e influencia y sí
creciente prestigio toda una serie de movimientos y subculturas propios de una novedosa sociedad de
masas –tan fervorosa como insatisfecha, tan productiva, caótica como heterogénea– que abarcaran
universos tan diversos enlazados a ese juicio que se ha heredado de tal contexto epocal conocido como
lo contracultural.

"Una sociología reflexiva, entonces, no se caracteriza por lo que estudia. No se distingue por las
personas y problemas estudiados, como tampoco por las técnicas e instrumentos empleados para
estudiarlos. Se caracteriza por la relación que establece entre ser un sociólogo y ser una persona,
entre el rol y el hombre que lo desempeña. Una sociología reflexiva encarna una crítica a la
concepción convencional de roles académicamente fragmentados y tiene la visión de una alternativa
para ella. Aspira a transformar la relación del sociólogo con su obra".

"El positivismo convencional parte de la premisa de que el sí mismo es traicionero y de que, mientras
permanezca en contacto con el sistema de información, su efecto principal es darle un sesgo de
parcialidad y deformarlo". De allí su condena a la actitud de "distanciamiento impersonal" con relación a
los objetos estudiados, ya que observa que: "la premisa de que el sí mismo afecta al sistema de
información solamente deformándolo es unilateral: no advierte que el sí mismo puede también originar
una visión válida que enriquezca el estudio y motivaciones que lo dinamicen".

Una vez discriminadas sus observaciones más generales acerca de su cuestionamiento a la institución
Sociología, ubicado su contexto epocal (que verga es esto) como corriente de pensamiento y su
estratégica categorización entre conocimiento como información y conocimiento como conciencia, se
procurará discernir su aporte alrededor de la continuidad más o menos lineal de la mencionada
dicotomización con la distinción por conocimientos, cual es el de la profundización de su crítica al
"supuesto metodológico subyacente (u operativo)" del "dualismo metodológico". Esta observación
crítica se podría resumir con sus más que claros propios términos: "El dualismo metodológico gira
alrededor de las diferencias entre el científico social y aquellos a quienes observa; tiende a ignorar sus
semejanzas dándolas por supuestas o limitándolas a la atención subsidiaria del sociólogo. Requiere la
separación de sujeto y objeto, y contempla su contacto con preocupación y temor. Prescribe al
sociólogo el distanciamiento con respecto al mundo que estudia; lo previene contra los peligros del
'vínculo excesivo'. Contempla su compenetración con los 'sujetos' principalmente desde el punto de
vista de su efecto contaminador sobre el sistema de información". "El dualismo metodológico se basa
en un temor, pero no tanto hacia lo que se estudia como hacia el propio sí mismo del sociólogo. En el
fondo se preocupa por establecer una estrategia destinada a enfrentar la temida vulnerabilidad del sí
mismo del estudios.También trata de aislar al estudioso de los valores e intereses de sus otros roles y
compromisos, en el dudoso supuesto de que éstos nunca pueden servir sino como anteojeras.
Presupone que el sentimiento es el enemigo mortal de la inteligencia y que se puede conocer sin
sentir. El dualismo metodológico se basa, en definitiva, en el tácito supuesto de que el objetivo de la
sociología es el conocimiento concebido como información. De acuerdo con esto, actúa como un
poderoso inhibidor de la conciencia del sociólogo, presuponiendo paradójicamente que éste, en su
carácter de persona, puede ser modificado por todo excepto por la misma labor intelectual que es el
centro de su existencia. "El dualismo metodológico se basa en el mito de que los mundos sociales se
hallan simplemente 'reflejados' en la obra del sociólogo, en lugar de considerarlos conceptualmente
constituidos por sus compromisos cognitivos y todos sus otros intereses. Por lo común, el dualismo
metodológico concibe que su objetivo es el estudio de mundos sociales en su estado 'natural' o no
contaminado. . Entre el sociólogo y las personas que estudia no hay diferencia tan grande como parecen
creer los sociólogos, ni siquiera con respecto al interés intelectual por conocer mundos sociales.
También los que están sometidos al estudio son estudiosos ávidos de las relaciones humanas; también
ellos tienen sus teorías sociales y llevan a cabo sus investigaciones. Convencido de que no debe influir
sobre el grupo que estudia ni modificarlo –excepto en los aspectos limitados que planea durante la
experimentación– el sociólogo quisiera creer también que él es lo que debe ser según la moralidad
metodológica"… Esta idea, de preservar al sociólogo de la "contaminación", parte del implícito de la
posibilidad de existencia de investigaciones "incontaminadas". Esta "fantasía acerca de la invisibilidad
divina del sociólogo y de su poder olímpico" va de traste con el monismo metodológico que auspicia la
Sociología Reflexiva. Observa que siempre existirá la "contaminación" por parte del estudioso "dado
que todas (las investigaciones) se efectúan desde perspectivas limitadas y todas implican relaciones
que pueden influir sobre ambas partes de ellas". Que los sociólogos, en tanto mortales, son
modificados y modifican; que el conocer significa siempre cambiar y que ellos pueden ser "procesos
distinguibles pero no separables", pero, por sobre todo, porque "el objetivo del sociólogo reflexivo no
es eliminar su influencia sobre otros, sino conocerla, lo cual exige que adquiera conciencia de sí
mismo, como conocedor y como agente de cambio" En tal sentido su dura condena a la ya
mencionada noción de "objetividad"( expresar la realidad tal cual es, sin sentimientos, intereses
personales, NADA) que no tiene en cuenta que "(...) el sociólogo no sólo entra en relaciones cargadas de
consecuencias con aquellos a quienes estudia, sino que estas mismas relaciones operan dentro de la
órbita de las relaciones del sociólogo con quienes, directa o indirectamente, financian sus
investigaciones y controlan su vida ocupacional, y los órdenes constituidos dentro de los cuales trabaja.
De hecho, al ignorar estas influencias mayores, el dualismo metodológico se espanta ante un mosquito,
pero se traga un camello. Su pretensión de 'objetividad' es habitualmente presentada de tal manera que
molesta menos a quienes más la transgreden". Entonces, para su línea de trabajo, lejos de ser un
peligro la interacción entre los que estudian y los estudiados, es una condición fundante
para el abordaje comprometido en cualquier tipo de investigación. (Creo habla de la
objetividad)

"La sociología reflexiva, en cambio, reconoce que en todo sistema social existe una inevitable
tendencia a cercenar(reducir) la autonomía del sociólogo, al menos de dos maneras: transformándolo
en un ideólogo del statu quo y un apólogo de su política, o bien en un técnico que actúa
instrumentalmente en pro de sus intereses”: En cualquier sistema social estable, el mecanismo
de control más importante no es el empleo de la fuerza bruta, ni siquiera de otras formas no
violentas de castigo, sino su permanente distribución de recompensas mundanas. Una élite
hegemónica no busca ni utiliza solamente el poder, sino también una autoridad enraizada en la
disposición de los demás a creer en sus buenas intenciones, a cesar sus disputas cuando aquella
anuncia sus decisiones, a aceptar su concepción de la realidad social y a rechazar sus alternativas que
diverjan del statu quo. La estrategia más eficaz con que cuenta cualquier sistema social estable y sus
élites hegemónicas para inducir a esa conformidad es hacerla beneficiosa. Sin embargo, adaptarse a
los principios básicos de la política del orden constituido –es decir, aceptar la imagen de la realidad
social que propicia la élite hegemónica, o al menos una imagen compatible con ella– es nada menos
que traicionar los objetivos fundamentales de cualquier sociología. El precio que se paga es el
embotamiento de la conciencia del sociólogo, la rendición en la lucha por conocer los mundos sociales
existentes y posibles"

"Así, la sociología reflexiva se basa en advertir una paradoja fundamental: la de que aquellos que
suministran los mayores recursos para el desarrollo institucional de la sociología son precisamente
quienes más deforman su búsqueda de conocimiento. Y la sociología reflexiva sabe que esto no es
peculiar de un tipo determinado de sistema social establecido, sino que es común a todos. Todo
sistema social mutila a la misma sociología a que da origen. Si una sociología se atribuye 'objetividad'
sin advertir esta contradicción y sin comprender concretamente el peligro fundamental que sus propias
instituciones y élites hegemónicas representan para aquella, esto es un tácito testimonio de que el
sistema ha logrado imponerle su hegemonía. Pone de manifiesto que no ha conseguido esa misma
objetividad a la que tan orgullosamente jura fidelidad". La sociología reflexiva puede asimilar la
siguiente información hostil: todos los poderes vigentes son enemigos de los ideales supremos de la
sociología. Al mismo tiempo, también reconoce que, muy a menudo, no se trata de peligros externos,
pues producen sus efectos más poderosos cuando están aliados a las inclinaciones e intereses
profesionales de los sociólogos mismos. "Asimismo, en tanto sociología reflexiva se centra en el
problema de la información hostil, tiene una peculiar conciencia de las implicaciones ideológicas y
resonancia política de la labor sociológica. Comprende que en diferentes condiciones una ideología
puede tener efectos diferentes sobre la conciencia; puede ser liberadora o represiva, aumentar o
inhibir la conciencia. Además, los problemas o aspectos específicos del mundo social de los que una
ideología puede hacernos conscientes también cambian con el tiempo. Por consiguiente, una sociología
reflexiva debe tener una sensibilidad histórica que la alerte ante la posibilidad de que las ideologías
de ayer ya no nos iluminen más, sino que nos cieguen. En efecto, dado que una información hostil
implica una relación entre un sistema de información y los fines de los hombres, lo que es hostil
cambiará al modificarse los fines que los hombres persigan y los problemas que deban resolver en
nuevas condiciones".

Alvin Gouldner elabora también una concepción de la Sociología Reflexiva como ética de trabajo: "Como
ética de trabajo, la sociología reflexiva afirma la potencialidad creadora del sabio, que se opone a la
conformidad exigida por las instituciones establecidas, por las organizaciones profesionales, por la
respetabilidad universitaria y por los roles culturalmente rutinizados. Rechaza la tendencia intrínseca
de todo rol profesional a estandarizarse y ser copado por farisaicos autosuficientes. Repudia la
tendencia de los profesionales a elegir lo seguro, con sus recompensas modestas y estables, el riesgo
de la discrepancia. Prefiere a quienes sean capaces de asumir riesgos intelectuales y posean el coraje
necesario para arriesgar su carrera por una idea. En el fondo, a la sociología reflexiva le interesa más
la creatividad de una realización intelectual que su confiabilidad: rechaza la domesticación de la vida
intelectual". "La
sociología reflexiva, como ética de trabajo se pronuncia contra todas las actuaciones pedestres o
mediocres. Detesta la tendencia a transformar toda tarea intelectual en rutina impersonal, tendencia
que, a fin de cuentas, es el centro del profesionalismo rígido y 'sensato'. Exige al pensador, con
insistencia, toda la frescura y seriedad con que sea capaz de reaccionar. La sociología reflexiva sabe lo
poco que cuesta ser un miembro respetado de una profesión establecida; sabe que las pirámides del
respeto suelen estar erigidas sobre una apariencia de sobriedad y conformidad, y no sobre la calidad y
logro intelectuales. Y siempre y en todas partes, previene al estudioso de que existe una diferencia
fundamental entre él y su profesión; que su profesión posee una especie de inmortalidad, pero él no.
Debe decir lo que tiene que decir aquí y ahora, movilizar todos los recursos creativos de que dispone y
utilizarse por entero, corresponda esto o no a los requisitos estandarizados de su rol profesional".

En definitiva, su idea es la de asumir la práctica profesional en el marco de un compromiso intelectual y


moral militante sujeto a explícitos valores de autotransformación. Que los hombres que no logren
superar la fascinación que le provocan las "prescripciones culturales" y que quienes "no prestan oídos
a sus propios impulsos interiores, ignoran sus propias inclinaciones o actitudes y no comprenden que
pueden vivir y contribuir como estudiosos de muchas maneras valiosas, (para ellos) sus vidas
comienzan entonces a ser trágicas". Insta a desechar las "máscaras culturales", a hacer "hincapié en la
diferencia entre ellos (en tantos personas con desempeños profesionales) y sus roles", a "aceptar
como auténticos sus talentos específicos, sus variadas ambiciones y su experiencia del mundo"; así
como "cuando los hombres comunes consiguen esto ya no necesitan cargar inevitablemente con la
sensación de su propio fracaso e insuficiencia"; "cuando los grandes hombres consiguen esto ya no
necesitan proyectar una exagerada imagen de sí mismos como dioses"; "cuando hombres comunes y
grandes consigan esto, unos y otros comprenderán que el valor de su contribución humana basta para
justificar sus vidas". "Los hombres superan la tragedia cuando se utilizan totalmente, cuando utilizan
lo que tienen y lo que son; sean lo que sean y estén, aunque para esto deban ignorar las
prescripciones culturales o conducirse de maneras innovadoras, no definidas por sus roles. !!!!!!!! El
sentido trágico no deriva del sentimiento de que los hombres están siempre por debajo de lo que la
historia y la cultura exigen; deriva, más bien, del sentido de que han sido menos de lo que podían
haber sido, de que se han traicionado innecesariamente a sí mismos, que han renunciado
innecesariamente a realizaciones que no habrían perjudicado a nadie .

La empresa sociológica, como otras empresas, adquiere un sentido trágico cuando los hombres
sospechan que han desperdiciado su vida. Al limitar su labor a los requisitos de un paradigma exigente e
irrealizable, los sociólogos no se aplican totalmente a su obra y, en verdad, al dejarlas inexpresadas
sacrifican ciertas partes de sí mismos, sus impulsos lúdicos, sus presentimientos no verificados, su
imaginación especulativa".

Lo verdaderamente osado es que la Sociología Reflexiva ha tenido la valentía de colocar en cuestión e


ir a fondo respecto de cómo la disciplina sociológica se ha constituido y cómo sus marcas genéticas se
transformaron en huellas indelebles, con presunciones que siempre están asociadas, aún a la distancia,
con el efecto de "cientificidad" que trajera consigo la Sociología durkheimiana y el positivismo
comteano.

Concepto de la "Crisis de la Sociología Occidental", en general, y, en lo que nos atañe, en su elaboración


de una Sociología Reflexiva que permita sistematizar de manera crítica las resultantes de tal
aproximación y de la concepción científica subsecuente. Se posee plena convicción respecto del
inmenso aporte brindado por la Sociología Reflexiva a la cuestión de desarticular el fetichismo del
"dualismo metodológico" y de su valiente denuncia de las restricciones heredadas de la matriz
positivista y del compromiso legitimador de la disciplina con relación al orden social constituido.

VER: contexto epocal y al clima cultural de los 60’.

Sí, se realizaría la observación consecuente con el punto de vista aquí privilegiado por la Sociología
Reflexiva, que le colocaría la severa observación de su vacancia con respecto a que sus egresados
posean la debida y adecuada formación de orden intelectual. Esto es en lo relativo al entendimiento o a
la conformación de universitarios constituidos con un juicio crítico, para las cuales se requiere de una
especial formación en tanto personas que han optado por dedicarse a actividades que requieren un
especial empleo de la inteligencia.

Si se permite, se ha procurado asumir el difícil ideario de esta construcción como pauta de un modelo de
ciencia en donde la Sociología Reflexiva, como concepto, ha jugado un lugar nuclear, básico e
insoslayable. Muchísimo más que una afinidad de naturaleza política, siempre en el contexto de un
pluralismo científico transversal y de una definida asunción de un pasado que, en su proyección, nos
convoca, la Cátedra de Sociología se encuentra mancomunada bajo los supuestos de esta filosofía de
vida que le ha permitido asumir las responsabilidades y la ardua tarea de un tan complejo como disímil
ciclo de iniciación y formación básica al interior de una diversidad de carreras universitarias, no siempre
confluyentes en sus expectativas respecto de la asignatura y a su fundamento científico, en la idea de
procurar transferir los valores básicos de una ética de la profesión y de un concepto crítico reflexivo
alternativo de las Ciencias Sociales.

Valores trascendentes que, como sociólogos reflexivos y como Cátedra, se procuran de manera
coherente auspiciar y mantener. Sobre la base de los supuestos entendidos como más que fértiles de
una Sociología Reflexiva, que para este equipo están presentes en su práctica y procuran permanecer
más que vigentes, esta Cátedra impulsa y entiende que debieran ser ellos los hegemónicos en un ámbito
como el universitario, mucho más si ella es una casa de altos estudios de naturaleza pública, en un
marco de convivencia civilizada y de una moral que auspicie para sus futuros desempeños profesionales
una praxis progresista y democrática de la vida en sociedad.

Notas: ESPERO QUE CUANDO ESTES LEYENDO ESTO HAYAS ENTENDIDO Y TE HAYAN
EXPLICADO ALGO JEJE. DE PASO TIRATE CON TIK TOK CAPAZ PAUL FERREYRA TE AGARRA JEJE.

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