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PREÁMBULO
Heródoto 9.16.5
1
Amor, de dual naturaleza, que posees las llaves de todo, de la bóveda
celeste, de la tierra y de cuanto alberga el mar de estruendosas olas.
Porque tú solo dominas el timón de todo ello.
2
LA ROSA
Para los antiguos, el Amor no guarda relación con las virtudes del alma: entra
por los ojos, de forma instantánea. Es deseo sexual, atracción por un cuerpo bello.
Y dado que la belleza se deteriora con el paso del tiempo, ha de ser un cuerpo
joven. Por eso el Amor es representado como un joven, incluso como un niño. Y
por eso se asocia con las flores, especialmente con la más bella, la rosa, que pronto
se marchita.
3
La belleza, en la medida en que al pasar el tiempo disminuye, en la
misma medida crece en cuanto al deseo. Precisamente por esto la rosa es
la más bella entre las flores: porque su hermosura es tan efímera.
4
LAS ALAS
Quienquiera que fue el primero que pintó como un niño a Amor, ¿no
piensas que poseyó manos admirables? Por primera vez vio él que los
amantes vivían sin sentido y que perecían grandes bienes por leves
cuidados. Le añadió él mismo, no en vano, alas ligeras, e hizo que en el
corazón del hombre revolotease el dios.
Es pérfido aquel amante vulgar que se enamora más del cuerpo, pues
ni siquiera es estable, al no estar enamorado tampoco de una cosa
estable, ya que tan pronto como se marchita la flor del cuerpo del que
está enamorado, “desaparece volando”, tras violar muchas palabras y
promesas.
5
LA FLECHA
La rosa tiene espinas. Amor no tarda en mostrar su otra cara. Mientras con una
mano acaricia al Alma, con la otra extrae de la aljaba una flecha para atormentarla.
Para el hombre moderno, la flecha es una pintoresca reliquia de su pasado, pero
para el antiguo tenía unas connotaciones mucho más ricas. La flecha era una
imagen útil para describir los efectos del enamoramiento, ya que hacía daño a
distancia y a menudo cogía por sorpresa a su víctima. Era, pues, un arma
antiheroica. Pero lo más importante: una herida de flecha era una de las peores
que se podía experimentar, ya que las puntas de flecha estaban diseñadas con
barbas que hacían espantosamente dolorosa su extracción, si no imposible. El
tormento se acrecentaba si la flecha llegaba empapada en veneno.
¿Por qué he pasado toda la noche sin poder dormir? ¿Por qué me
duelen los huesos, cansados de dar vueltas? Creo yo que si algún Amor
me aquejara, me daría cuenta de ello. ¿O es que viene en silencio y astuto
me hiere con artimaña? Así será: se han clavado en mi corazón las
agudas flechas, y el fiero Amor revuelve mi pecho una vez conquistado.
6
Con razón está armada su mano de ganchudas saetas, y cuelga de
sus dos hombros la aljaba cretense, ya que, antes de ver nosotros al
enemigo y protegernos, nos hiere, y nadie sale sano de esa herida.
Ibídem 2.12.17-19
7
LA CONQUISTA
Los antiguos, lejos de ver al Amor como una fuerza sana y constructiva, lo
consideraban un enemigo, una fuerza relacionada con los aspectos más
tenebrosos de la existencia: la tormenta, el mar embravecido, el desasosiego, el
desequilibrio, el engaño, el caos, la destrucción, la tiranía, la guerra. El Amor es
afán de dominio, deseo de poder: por eso se le representa convocando a la guerra,
fabricando armas, transportando símbolos de poder, venciendo, amansando,
domando, cautivando, sometiendo, esclavizando.
Ese dios mancilla a los parientes, separa a los amigos, y a los bien
concordes los convoca a las funestas armas.
8
Es soldado todo amante y Amor tiene su campamento propio.
¿Quién, a no ser un soldado o un amante, es capaz de soportar el frío de
la noche y la nieve mezclada con lluvia copiosa? Uno asedia ciudades
poderosas, otro el umbral de su amiga altanera; uno rompe las puertas de
una ciudad, como el otro las puertas de una casa.
9
De ahora en adelante, libertad de mis padres, adiós. Bien triste es la
esclavitud que se me otorga; estoy sujeto con cadenas y nunca a mí
desdichado sus ataduras afloja Amor.
10
LA LOCURA
Amor, el más hermoso entre los dioses inmortales, que afloja los
miembros y cautiva de todos los dioses y todos los hombres el corazón y
la sensata voluntad en sus pechos.
11
La hermosura engendra soberbia. ¡Desgraciado de mí!, ¿por qué
ella se conoce tan bien? Sin duda, es de la imagen del espejo de donde
saca su altanería.
Gala me dice que no, porque piensa que se relaja el amor si sus
juegos no atormentan.
Por una parte el amor y el odio por otra luchan entre sí y orientan mi
débil corazón en direcciones contrarias. Huyo de tu frivolidad, pero tu
hermosura me reclama cuando huyo; recrimino tu falta de moral, pero
amo tu cuerpo. De manera que no puedo vivir ni sin ti ni contigo.
12
Ovidio, Amores 3.11b.33 ss
Odio y amo. ¿Quizá me preguntes por qué actúo así? No lo sé, pero
siento que es así y sufro.
Catulo, Elegías 85
Yazgo herido desde hace un año y alimento mi enfermedad desde el
momento que me gusta mi propio dolor.
13
EL FUEGO
¿Qué estás haciendo? ¿Adónde te llevas ahora goces que son míos?
14
Las estrellas son testigos y la escarcha matutina de que en mi vida
nada hubo para mí más grato que tú. Ahora también lo serás, aunque
seas mi enemiga.
Pide que la belleza, con que dominas, sea para ti perenne, y que tu
reino permanezca siempre sobre mi cabeza.
¿Qué tienes conmigo, cruel? ¿Es que es tan alto motivo de gloria que
un dios tienda trampas a un hombre?
Tibulo 2.4.5-12
Catulo 76.17 ss
15
Deja de fingir: un dios quema con mayor crueldad a quien ve
postrarse de mala gana.
16
EL REMEDIO
¡Que ese niño no te eche encima sufrimientos como los míos, ni todo
lo que mis lágrimas han conocido!
Catulo 8.9-11
Catulo 76.13-15
17
Si lo coges, tráelo bien atado y no le tengas lástima; si lo ves
llorando, cuida que no te engañe; si se ríe, llévatelo a rastras; si quiere
darte un beso, escapa de él. Su beso es cosa mala, sus labios son veneno.
¡Que la pesada edad te agobie con sus años, que tú has ocultado, ¡Y
que desees arrancar de raíz los blancos cabellos, ay, al gritarte en la cara
el espejo tus arrugas, y te quejes, hecha una vieja, de las mismas cosas
que tú hiciste!
18
LA ETERNIDAD
Pero Amor es invencible: tan pronto como queda liberado, regresa en busca
del alma, le ofrece de nuevo la rosa y, mientras la manda callar, saca de su aljaba la
flecha para hacer eterno su ciclo.
¿Adónde huyes, ay, demente? No hay nadie que haya vencido las
armas del Alado.
Los que reprendéis al Amor ignoráis que queréis apagar el fuego con
aceite.
19
De nuevo Amor, que desata los miembros, me hace estremecerme,
esa pequeña bestia dulce y amarga, contra la que no hay quien se
defienda.
Safo 130LP
¡Tú, que decías que ninguna podía ya hacerte daño, estás cazado, se vino
abajo esa soberbia tuya!
http://enbuscadeeros.blogspot.com/
http://www.youtube.com/watch?v=Oo6t0hvccFs
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