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AUDIENCIA PROVINCIAL

SECCIÓN PRIMERA
ALICANTE
PLZ. DEL AYUNTAMIENTO, nº 4-2ª planta
Tfno: 965.93.59.39-40
Fax: 965.93.59.51

SENTENCIA Nº 39/2011

En la ciudad de Alicante, a Veintiuno de enero de 2011.

EL ILTMO. SR. D. VICENTE MAGRO SERVET, Magistrado de la Sección


Primera de la Audiencia Provincial de ALICANTE, ha visto el presente recurso de
apelación en ambos efectos, interpuesto contra la Sentencia de fecha 1 de
diciembre de 2010 dictada por el JUZGADO DE VIOLENCIA SOBRE LA MUJER
NUMERO 1 DE ELX/ELCHE, ASUNTOS PENALES en el Juicio de Faltas –

I. ANTECEDENTES DE HECHO

Primero.- Son HECHOS PROBADOS de la Sentencia apelada, los del


tenor literal siguiente: En aras a la brevedad se dan por reproducidos los hechos
probados de la Sentencia de instancia.

Segundo.- El FALLO de dicha Sentencia recurrida literalmente dice:"QUE


DEBO CONDENAR Y CONDENO A como autor criminalmente responsable de dos
faltas de vejación injusta de carácter leve por cada una de ellas a la pena de cuatro
días de localización permanente en el domicilio que se determine en ejecución de
sentencia, y así como la prohibición de comunicarse por cualquier medio o
aproximarse a menos de 300 metros de la persona de, al lugar donde ella se
encuentre, trabajo o su domicilio, durante un periodo de seis meses, y al pago de las
costas procésales.

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LA MEDIDA CAUTELAR DE ALEJAMIENTO IMPUESTA POR AUTO, se
prorroga hasta que la presente sentencia sea FIRME.".

Tercero.- Contra dicha Sentencia, en tiempo y forma y por la representación


procesal de

Cuarto.- En la sustanciación de ambas instancias del presente proceso se


han observado todas las prescripciones legales procedentes.

SE ACEPTA el Antecedente de HECHOS PROBADOS de la Sentencia


apelada.

II. FUNDAMENTOS DE DERECHO

Primero.- Declara probado el juez penal que el denunciado profirió insultos y


vejaciones contra su esposa tales como “puta, golfa” en una ocasión y que en otra le
dijo que no le iba a dar un duro, que no le hacía la cena y que se la tenía que hacer
él, con la advertencia de que no le iba a dar dinero por esta circunstancia al entender
que era obligación de ella hacerle la cena y expresar con esta frase que suponía una
especie de castigo o sanción, lo que lleva a la juzgadora a entender en ambos casos
que constituyen sendas faltas de vejación injusta de carácter leve.
Por ello, la juzgadora penal entiende concurrente la existencia de las faltas de
vejaciones por minusvalorar el denunciado a su pareja con expresiones que
claramente denotan una falta de respeto que entra de lleno en el ilícito penal y que
no se quedan en una mera expresión, o que puedan admitirse en el contexto de una
discusión de la pareja, como se sostiene en el recurso, respecto al segundo hecho,
ya que son manifestaciones que no se deben consentir en la sociedad y que
merecen el reproche punitivo.
Además, a la propia juez penal le lleva la convicción que determina la
condena la declaración de la víctima y que el propio acusado manifestó que era
cierto el contenido de las expresiones.
Ahora bien, lo que es objeto de debate e impugnación es la condena por el
segundo hecho, y el recurrente discrepa del contenido de la condena por los hechos

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del 29 de noviembre relativos a la expresión de que “no te voy a dar un duro al no
haberme hecho la cena y tenérmela que hacer yo”. Pero la juez discrepa de que no
deba dársele relevancia penal a esta expresión y en esta alzada también se
entiende que tiene connotaciones que son objeto de sanción penal al no poder
consentirse que el trato o la relación en la pareja suponga que uno de ellos, el que
detenta la posición económica, en este caso concreto el hombre, pueda advertir a la
mujer de que no le va a dar dinero si no le prepara la cena, con un claro objetivo de
humillar y supeditar la actuación de la mujer a la relación de actividades que el
hombre entienda que la mujer debe hacer en su casa cuando esta no trabaja, lo que
en el fondo, la amenaza de negarle la ayuda económica viene a entrañar un ánimo
de humillación al hacerle depender económicamente y expresar claramente que esa
dependencia existe, para que tras hechos claros de insultos declarados probados,
en otro momento le advierta de las consecuencias de lo que él considera un
incumplimiento en el hogar.
Además, entendemos que no se trata de una mera manifestación, sino el
contexto en el que se produce y la extensión del episodio en su totalidad, como
consta en la declaración del plenario por ratificación de las que se efectúan en la
instrucción y en esta se comprueba que la expresión amenazante de que no le va a
dar dinero se produce en un entorno que supone una vejación para la mujer por las
connotaciones que lleva consigo el hecho de expresar el hombre a la mujer la
intención de no darle dinero por el hecho de tener que ponerse la cena y no tenerla
hecha.
No se trata de un reproche penal grave, pero para este tipo de situaciones sí
que el legislador arbitra una calificación de hechos como mera falta del art. 620.2
CP, que es la única que ha quedado en materia de violencia de género. Así, ello
debe suponer, al menos, la sanción leve de la que es objeto de condena, pese a que
la parte recurrente minimalice una expresión proferida que no se queda en el mero
contexto de las palabras, sino que supone una vejación leve y en el fondo una
humillación por el elemento intencional peyorativo que conllevan las palabras
dirigidas a su esposa.
La fiscalía también se adhiere al recurso en este punto y postula que en este
tema se revoque la condena dictada por la juez penal, al entender que las
manifestaciones expuestas no tienen relevancia penal, pero hay que admitir las
acertadas alegaciones de la parte que impugna el recurso, en tanto en cuanto no se

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trata solo de ver y comprobar lo que se dice, sino el contexto en el que se dice y el
efecto que se quiere causar con lo que se dice, que cuando en el ámbito de una
pareja supone una manifestación de que “no te voy a dar un duro porque no me has
hecho la cena y me la he tenido que hacer yo” connota una clara expresión de
humillación en el contexto de una relación de pareja que se enraíza en las
manifestaciones de dominación del hombre sobre la mujer. En estas circunstancias
en aquellos casos de parejas en las que la mujer desarrolla actividades del hogar y
el marido realiza actividad laboral, expresiones como la referida llevan consigo una
carga intencional patente de humillar a la pareja en tanto en cuanto por el mero
hecho de no estar la cena hecha supone en el denunciado, con la expresión
proferida, la manifestación vejatoria de que no le entregará dinero por lo que él
considera un incumplimiento en la pareja, con lo que se rompe la situación de
igualdad que debe existir y que en cualquier caso cualquiera de los miembros de la
pareja puede llevar a cabo actividades en el hogar, sin que por el hecho de que la
mujer no realice una en concreto, el hombre pueda dirigirse a ella con la expresión
“no te voy a dar un duro”.

En estas condiciones, ello lleva consigo, no una expresión de una discusión


en una pareja, sino una humillación extrínseca manifestada por la clara intención de
que de no cumplir la mujer con lo que el hombre considera una obligación de ella, el
mero hecho de tener este los ingresos económicos, puede conllevar tener la
disposición de amenazarle con no darle dinero. Ello integra un claro reproche penal,
por la clara humillación que supone y su tipificación, al menos en la falta de vejación
injusta, que tiene un claro componente psicológico, y esta expresión la tiene, por no
tratarse solo de una expresión, sino de una clara declaración de intenciones, y no
queda solo en el ámbito de una discusión, sino que es reprochable la expresión “no
te voy a dar un duro” y la intención que exponerla lleva consigo, porque supone una
minusvaloración de la mujer por el hecho de ser mujer y por no ser ella la que traiga
sustento económico al hogar, lo que en el fondo integra una clara intención de
dominación ideológica y por ende una humillación integrante del tipo penal por el
que condena la juez.

SEGUNDO.- En estas condiciones, además de las argumentaciones


expuestas, hay que apelar a que el criterio interpretativo del juez, pese a la oposición

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de la fiscalía en la valoración que acabamos de hacer manteniendo el criterio del
juez, debe primar el principio de inmediación. La fiscalía se adhiere al recurso y
entiende que la expresión no lleva consigo un ilícito penal y que se debe exigir algo
más grave, entendiendo que la expresión proferida por el denunciado no integra una
vejación injusta de carácter leve, pero este órgano de apelación, privado de la
inmediación imprescindible para una adecuada apreciación de las pruebas
personales, carece de fundamento válido para apartarse del juicio comparativo de
credibilidad, razonable y razonado, que efectúa la Magistrada a quo sobre un
conjunto de declaraciones que sólo ella, y no el Tribunal, ha podido "ver con sus ojos
y oír con sus oídos", en gráfica expresión de las sentencias del Tribunal Supremo de
30 de enero y 2 de febrero de 1989. A falta de argumentos críticos de suficiente
consistencia suasoria, la valoración fundada en la inmediación ha de prevalecer;
pues sólo la Juez de lo Penal, y no este órgano de apelación, ha dispuesto de una
percepción sensorial, completa y directa, de todos los factores concomitantes que
condicionan la fuerza de convicción de una declaración, incluido el comportamiento
mismo de quien la presta, respecto a su firmeza, titubeos, expresión facial, gestos,
etcétera (por todas, y entre otras muchas, sentencias del Tribunal Supremo de 5 de
junio de 1993 o de 21 de julio y 18 de octubre de 1994). En la misma línea, la
sentencia 1080/2003, de 16 de julio, señala que la inmediación en la percepción de
la actividad probatoria constituye un límite común a todos los órganos de revisión de
la prueba, salvo que se reitere ante ellos la de carácter personal, añadiendo que de
los artículos 741 y 717 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal se desprende una
importante diferenciación en el ámbito de la valoración de la prueba, diferenciando lo
que es percepción sensorial, que sólo puede efectuar el órgano jurisdiccional
presente en el juicio, de lo que es valoración racional, que puede ser realizada tanto
por el órgano enjuiciador como por el de recurso, realizando éste funciones de
control de la racionalidad de la motivación expresada en la sentencia impugnada.
Por los motivos antes expuestos procede desestimar el recurso deducido y la
adhesión al recurso de la fiscalía, admitiendo los motivos de impugnación al recurso
deducido por las argumentaciones expuestas en nuestro considerando primero.

TERCERO.- Se declaran de oficio las costas de esta alzada a tenor del


artículo del Código Penal.

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VISTOS los preceptos legales citados y demás de pertinente y general
aplicación al presente supuesto.

III. PARTE DISPOSITIVA

FALLO: Que desestimando el recurso de … y la adhesión de la fiscalía debo


confirmar la sentencia apelada de fecha 1-12-2010, dictada en el presente Juicio de
Faltas nº 91/2010 por de violencia contra la mujer nº 1 de elche, declarando de
oficio las costas de esta alzada.

Notifíquese esta sentencia conforme a lo establecido en el artículo 248.4 de la


Ley Orgánica del Poder Judicial, haciendo constar que contra la misma no cabe
recurso alguno. Y devuélvanse los autos originales al Juzgado de procedencia,
interesándose acuse de recibo, acompañados de Certificación literal de la presente
resolución a los oportunos efectos de efectividad de lo acordado, uniéndose otra al
Rollo de Apelación.

Así por esta mi sentencia, lo pronuncio, mando y firmo.

PUBLICACIÓN.- Dada, leída y publicada fue la anterior sentencia en el día de su


fecha y en audiencia pública celebrada en la Sección primera de la Audiencia
Provincial de Alicante. Certifico.

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