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El sistema hegemónico actual es individualista en la material y colectivista en lo

inmaterial.

Esto es de fácil identificación:

Son acaparados todos los recursos mediante la legitimidad artificial de la propi


edad privada; por sus propios medios la acumulación sin límites en pocas manos de re
cursos tanto naturales como humanos. Somos alentados a no compartir con nadie, a
vallar y proteger los pedazos de simple tierra, madera o piedras como si se tra
taran de algo sagrado. Mientras peleamos toda la vida por minúsculas parcelas y cu
adrados, otros tienen extensiones que se extienden hasta más allá del horizonte. Y c
asi ninguno de tales dueños vive allí; pero su título es algo divino. Aunque individuo
s, familias, clanes o ciudades enteras trabajen la tierra o excaven las minas, n
o tienen derecho a los frutos de su trabajo; son los desposeídos. Todo lo que hace
n le pertenece a otro, que no interviene en el proceso de transformación ni produc
tivo. Más que eso: Los que no tienen nada y hacen todo dependen de los que lo tien
en todo y no hacen nada, para subsistir, y deben comprar los productos de otros
esclavos asalariados, a precios convenidos por los amos de la propiedad, protegi
dos por la ley.

Ahí es donde llegamos al contraste. A pesar del individualismo de la propiedad, la


cultura es colectiva. Cada forma esta regulada por una costumbre. La manera de
sentarse en la mesa, los temas de los que es apropiado comentar, la forma "corre
cta" de utilizar un cubierto, cuáles ideas son consideradas "normales" y cuáles "ind
eseables". Todos juzgan a todos por reglas lo más cercanas posibles a estar estand
arizadas; tanto es esto así que forman parte de la mente de cada persona. Las apli
can de forma subconsciente y les parecen tan obvias y evidentes como el sentido
del bien y el mal: La manera en la que uno debe vestirse, los gestos al hablar,
lo que esta permitido de decir de otras personas y respecto a su jerarquía, junto
con un interminable etc. El juicio ante lo que desentona es inconsciente, instan
táneo, absoluto. De esta forma cada movimiento de cada persona esta controlado por
un conjunto de reglas; quién no las sigue, recibe su castigo. Quién las cuestiona y
desafía, es reprendido y excluido.

¿No sería acaso mejor una sociedad donde lo material fuera colectivo; y lo inmateria
l, individual?

Una sociedad donde todos pudieran recibir lo que corresponde por el valor de su
trabajo, sin las cadenas y muros estériles de la falsa abundancia y la escasez art
ificial.
Una sociedad donde las personas fueran capaces de desenvolverse, pensar, y expre
sarse de la forma que más quisieran sin dañar al otro; y sin someterse al juicio arr
ogante de una supuesta mayoría silenciosa, moldeada por las fuerzas de obsoletas c
ostumbres; y por la arrogante homogeneinización de pensamiento y formas promovida
desde los medios dominantes y monopólicos de comunicación, en su tendencia concentra
dora de querer estandarizar y regular todo tipo de interacción humana. ¡No más!
"¿Y qué relación encontrás entre una cosa y otra? Es decir, ¿para qué les serviría a los po
dores que lo inmaterial fuera colectivo?"
Su dominancia se basa en la aceptación cuasi-unánime (mayormente implícita) de este or
den material; para eso se requiere una cultura hegemónica muy fuerte y afianzada.
Como el derecho a la propiedad "en ausencia" (es decir, propiedad que no... usan
sino que es usada por otros para el trabajo, pero toda la producción va a los "du
eños") no es algo natural, sino que forma parte de las normas sociales (otras soci
edades históricamente no funcionaron de esta manera).
Esta es solo una de las muchas concepciones que deben tener los habitantes para
aceptar y sostener el orden establecido. Otras son distracciones, como la preocu
pación por la moda, el "qué dirán", la farándula, etc. Aún otras son sueños artificiales re
ficados, como la fama, la fortuna. Otras responden a la fetichización de la mercan
cía, y el consumismo necesario para mantener el dinamismo económico, etc. Además de lo
s pensamientos sobre la política, los juicios de valor respecto a la riqueza perso
nal de las personas, prejuicios colectivos, y demás...
Si lo inmaterial en la forma de pensar de las personas no fuera cuasi-unánime, es
decir, si se desviara de las normas establecidas, el sistema peligraría, porque re
quiere de una forma u otra del consentimiento y cooperación de las partes, incluso
si este consentimiento y cooperación están invisibilizados como implemente la "norm
alidad" o "la única opción". De hecho hay unas siglas que se usan para denominar el
dogma silencioso que se implanta de una forma u otra a través de los medios de com
unicación: TINA (There Is No Alternative). La idea es simple: ya no se dice que el
sistema es bueno, porque eso no se lo cree nadie ya. Lo que se implica de diver
sas maneras es que nada mejor es posible.
PD: Ya que la producción industrial del mercado siempre es masiva, conviene que la
s expectativas y deseos del público de cualquier segmento sean masivas también. Es d
ecir,que todos quieran/busquen aproximadamente lo mismo (con leves diferencias r
especto a su función "productiva"; y luego diferencias de escalafón más bien para deno
tar estatus), así se puede producir y distribuir de un modo eficiente.

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