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UNIVERSIDAD DE LA SERENA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y ECONÓMICAS


ESCUELA DE PERIODISMO
HISTORIA Y GEOGRAFÍA REGIONAL

Ron y chicas. vida y obra de los


piratas en Coquimbo

Profesor: Don Sergio Eugenio Paolini Astorga


Estudiantes:
- Camila Araya
- Andrea Cortés
- Giuseppe Leita
- Macarena Matisen
- Héctor Urra

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Dedicatoria:

Dedicado a nuestro queridísimo profesor


Don Sergio Paolini,
por todo el tiempo invertido en sus alumnos,
con el único fin de entregarnos conocimientos
de calidad, que nos serán útiles para nuestra vida
como periodistas profesionales.

Dedicado también para todas aquellas personas


de buen corazón que nos ayudaron sin interés
alguno en nuestra investigación,
al señor René Retamal de la biblioteca de
La Universidad de La Serena, y a los
Bibliotecarios de La casa de la
Cultura en la ciudad de Coquimbo.

Sin ellos, el desarrollo de este trabajo no


habría podido ser realizado de manera
adecuada y no tendría el mismo peso
en contenido que tiene en la actualidad.

Sus alumnos

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Índice:

1. Introducción……………...………………………………………………. P. 4
2. Definición………………………………………………………………..... P. 5
3. Origen……………………………………………………………………… P. 6
4. La vida de los piratas…………………………………………………… P. 7
4.1. Códigos y hermandades
5. Las autoridades y la piratería………………………………………....P. 11
6. Distinciones entre piratas y corsarios……………………………... P. 12
7. Costas chilenas………………………………………………………… P. 14
7.1. Valparaíso
7.2. Valdivia
7.3. Archipiélago de Juan Fernández
8. Piratas en costas coquimbanas……………………………………… P.16
9. Grandes piratas y corsarios en la región de Coquimbo………… P. 18
9.1. Sir Francis Drake
9.2. El pirata Bartolomé Sharp
9.3. Otros nombres infaltables en la historia de la piratería regional
10. Historias y leyendas de piratas y corsario en Coquimbo………. P. 24
10.1. La hermandad de la bandera negra
10.2. El tesoro del guayacán; 80 zurrones de oro y 90 de plata
10.3. Leyenda: Los tripulantes del Cruz de sangre
11. Conclusión………………………………………………………………. P. 30
12. Anexos…………………………………………………………………… P. 31
13. Referencias……………………………………………………………… P. 34
14. Bibliografía………………………………………………………………. P. 35

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1. Introducción.

Sin lugar a dudas, uno de los temas históricos que más especulaciones ha
traído en Coquimbo, tanto a los civiles como a las autoridades, es lo
respectivo a la piratería. No obstante, es fácil que la línea que separa el
mito de la historia, se vuelva difusa en un ámbito donde a menudo la
leyenda y realidad se mezclan. Uno de los objetivos que fundamentan este
trabajo será delinear a grandes trazos esta separación, para proyectar una
idea, lo más certera posible, de lo que el fenómeno de la piratería significó
en nuestra región.

A través de las páginas de este informe, pretendemos explicar los aspectos


que contextualizaron el auge de los piratas, dar a conocer la naturaleza de
estos hombres de mar, los motivos y características de sus pasos por las
costas de Chile y Coquimbo, del mismo modo, ofrecer los datos más
pintorescos que rodearon a estos singulares personajes, que fueron semilla
para la germinación de las leyendas que llenan de misterio estas costas.

Es menester aclarar que no simplemente fueron piratas los que arribaron a


nuestras costas, sino que también llegaron corsarios, bucaneros y
filibusteros.

Dentro de los personajes que arribaron a la región, encontramos nombres


ilustres, como por ejemplo, Drake y Sharp. También numerosas leyendas,
como la del Tesoro de Guayacán son contadas frecuentemente, y ayudan
en demasía al turismo de la región.

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2. Definición

Antes de poder explicar cómo se desarrolló la piratería en la cuarta región de


Coquimbo, debes saber qué es un pirata y de donde viene.

¿Qué es un pirata?

Por definición un pirata es una persona que ejerce actos delictuales,


tales como robar, secuestrar, matar y violentar a personas y navíos en
alta mar, escapando a las jurisdicciones de cualquier nación, y que se
efectúan para obtener ganancias personales por quienes las ejecutan, ya
sea el capitán o la tripulación de la enbarcación.

Según la Real Academia Española de la Lengua: “Persona que, junto


con otras de igual condición, se dedica al abordaje de barcos en el mar
para robar. Persona cruel y despiadada.”
(http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=pirata)

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3. Origen

¿Dónde y cómo se originaron se originaron?

La piratería data desde el siglo XI siendo desempeñada por los vikingos o


normandos, cuyas guaridas estaban en Berbería. Asolaban las costas de
Europa, a tal punto que fue creada la liga hanseática para defender los
sectores del Mar del Norte y Mar Báltico.
Los vikingos eran más que simples bandidos y ladrones, ya que regían su
comportamiento por serios códigos que ayudaron a mantener una organización
propia e independiente.

Navegando en barcos que hoy no parecerían marineros, puesto que se movían


a remo, lograron llegar a América quinientos años antes de que lo hiciera
Colon. En el año setecientos ochenta y nueve comenzaron las expediciones a
Inglaterra, Irlanda y escocia, los cuales con el paso del tiempo se volvieron
visitas anuales y finalmente acabaron por tomar como residencia en las islas
frente a Gran Bretaña, desde donde el ataque a estos países se facilitaba
mucho más.

Los Normandos (o Vikingos) siguieron atacando las costas del atlántico hasta
mucho después del mil cuatrocientos.

Por otra parte, la piratería sarracena nace del triunfo obtenido por los
españoles en la guerra contra los musulmanes en 1942. Estos musulmanes
desalojados de los terrenos españoles se reubicaron en las costas africanas y
crearon estados independientes dedicándose a asaltar a los barcos que
transitaban por el océano Atlántico y el Mediterráneo, en un principio para
vengarse de España, pero afectando a todas las naciones que utilizaban esa
vía para navegar.

Holanda, Inglaterra y Francia tenían conflictos políticos con España. Esto


ayudo a los sarracenos a tomar venganza contra este país por desalojarlos de
sus tierras. Por una parte, a las otras naciones les convenía aliarse con los
piratas ya que así podían obtener la ventaja económica sobre España, que
caería en déficit producto de los saqueos; y por otro lado, los piratas obtenían
beneficios personales traducido capital en dorado.

¿El Final?

Al pasar los años, con la llegada de las nuevas tecnologías provenientes de la


industrialización como la máquina de vapor en los barcos, y además con el
excesivo aumento en el número de armas utilizadas en las bahías y puertos, la
piratería fue desapareciendo paulatinamente.

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De los últimos piratas que se tuvo noticia extra, fue de los piratas negreros en
mil ochocientos. Luego de la legislación estadounidense que declaraba la
ilegalidad del tráfico de esclavos, esta práctica se hizo muy común en los
piratas negreros, sobrepasando los mil quinientos tráficos en mil ochocientos
cincuenta y nueve. Dicha práctica encontró su fin después del advenimiento de
Lincoln en mil ochocientos sesenta y uno gracias a la guerra civil, erradicando
eficazmente a los contrabandistas de la zona.

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4. La vida de los piratas

Tratar de delinear el modo de vida de los piratas significa adentrarse en el


hondo mundo de los vicios y crímenes que estos hombres de mar cometían a
destajo, tarea en la que, sin embargo, resulta imposible no bordear el ámbito
de la leyenda. Por lo tanto, esforzándose en mantener la objetividad, se
procederá a esbozar una descripción de sus códigos y costumbres.

El eje de la vida de un pirata, era naturalmente, su barco. Hacia principios de


la época dorada de la piratería, se caracterizaban por utilizar los galeones que
robaban en sus enfrentamientos a las armadas españolas, portuguesas o, a
veces, francesas. Estas embarcaciones se movían por acción del viento en sus
velas y sus tamaños fluctuaban entre los 40 y 60 metros de eslora, es decir,
desde proa a popa. Con el tiempo, la prioridad de la rapidez llevó a los piratas a
preferir las corbetas, cuyos tamaños menores y estructuras con un único palo
cumplían de mejor modo las exigencias de velocidad. Ya en el siglo XIX,
ambos tipos de navío fueron reemplazados por los bergantines, característicos
por su estructura compuesta por dos mástiles con velas cuadradas
posicionadas transversalmente respecto al eje proa-popa del barco.

Las embarcaciones piratas solían estar armadas con cañones, cuya función
principal era inmovilizar al enemigo y preparar la cubierta para el abordaje de
los agresores. Estos cañones eran ligeros, en comparación con la artillería de
los puertos y utilizaban municiones de aproximadamente 4,5 Kg. No obstante,
este armamento no era suficiente para la peligrosa vida que debían enfrentar,
por lo que cada pirata también debía ir siempre bien armado. Las armas
personales más usuales en el tiempo de los piratas eran, entre las armas
blancas, los alfanjes (típico sable corto y ancho, de forma curva), hachas y
espadas, y distintos tipos de lanzas como alabardas, espontones y chuzos. En
cuanto a armas de fuego, las más comunes en la época eran las pistolas y
arcabuces, estos últimos reemplazados posteriormente por los mosquetes, su
versión modernizada, de mayor alcance, precisión y liviandad. Este conjunto de
armas, pese a lo poco práctico de las de fuego (eran pesadas, lentas de
recargar y de eficiencia cuestionable), constituían un peligroso equipamiento en
los siglos XVI, XVII y XVIII.

En cuanto a su modo de sociabilizar, los piratas, debido a su vida errante en


el mar, realzaban ante todo los lazos de camaradería que los unían a sus
compañeros, sobre cualquier compromiso que pudiera ligarlos a tierra, salvo el
caso de los corsarios, pues ellos debían lealtad a la Corona Británica. Según
palabras de Manuel Lucena S., refiriéndose a la naturaleza de piratas,
bucaneros y filibusteros:

Eran gentes sin rey procedentes de cualquier nación, no les


amparaba ningún pabellón, ningún gobierno. No eran hugonotes, ni
anglicanos, ni calvinistas, ni católicos, y podían serlo todo sin que nadie

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les dijera nada por ello. Eran malditos rebeldes que vivían en un mundo
bárbaro al margen de la civilización... (www usuario sw_educ s.f.
extraido el 1 de diciembre de 2010 desde
http://www.uc.cl/sw_educ/historia/america/html/3_3_1.html)

Como se ha dado a entender, la crueldad no deja de ser un elemento


recurrente en la historia de los piratas, manifiesta tanto en la devastación que
provocaban en los puertos y embarcaciones mercantes que atacaban, como
entre sus semejantes: la traición entre ellos era duramente castigada. Para
estos “ajusticiamientos” internos aplicaban escarmientos como el Maroon,
consistente en abandonar al prisionero en una isla o islote desierto sólo con
una pistola, para llevarlo a la desesperación y obligarlo a terminar
suicidándose. Otro método muy conocido era atar al inculpado por los pies y
lanzarlo desde la cubierta del barco al mar, alzándolo a continuación para
repetir el mismo procedimiento innumerables veces, hasta que finalmente la
víctima moría. A través del terror que generaban estos modos aseguraban la
cohesión y sumisión de la tripulación.

No obstante, la violencia de sus actos no era el único peligro que los


acechaba en aquel incierto ritmo de vida. Además de todas las lesiones a las
que estaban expuestos, las enfermedades como insolación o el congelamiento
eran frecuentes, así como el escorbuto, cuya causa principal era la ausencia de
frutas y verduras frescas en su dieta, la cual estaba compuesta básicamente
por galletas y carne (seca o fresca, proveniente de los animales de corral que
eventualmente llevaban en el barco).

Asimismo, otros elementos de la vida de los piratas son conocidos


popularmente a través de la literatura y la tradición oral, por ejemplo: Su afición
a los juegos de azar –dados, naipes, etc.-, la amoralidad sexual y pasión por
alcohol –principalmente ron y aguardiente-, entre otras clases de excesos que
los hicieron merecedores del repudio de la Iglesia y la opinión pública.

4.1 Códigos y Hermandades piratas

Es frecuente suponer que la vida de los piratas se basaba simplemente en el


libertinaje extremo, “Sin Dios ni Ley” según versa el dicho. Si bien tal
aseveración está esencialmente acertada, cabe indicar que, dentro de todo,
los unían cofradías que incluías una serie de códigos internos y conductas
convencionales. Estos sistemas de organización corresponden la llamada
Hermandad de la Costa de los filibusteros del Caribe y La Hermandad de la
Bandera Negra, donde se contaban aquéllos que amenazaban los litorales
occidentales del continente americano y cuyo símbolo fue la Jolly Roger la
famosa calavera con los huesos cruzados sobre el fondo negro.

La Hermandad de la Bandera Negra reunía bajo su emblema a todos aquellos


piratas que asolaban las costas del Pacífico y que acudían a El Refugio,
ubicada en lo que actualmente es la Bahía de Guayacán. El Refugio era el
punto clave donde podían recalar tras cada correría para abastecerse y,
además, ocultar sus botines, dando origen a la leyenda que aun hoy pesa

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sobre ese lugar. La regla fundamental de la Hermandad de la Bandera Negra
era siempre llevar a cabo los atracos lejos del lugar donde se emplazaba El
Refugio para no arriesgar la seguridad de sus secretos. La gran importancia de
este punto estratégico se debía a que representaba una base para toda acción
efectuada en el lado occidental del continente americano, demasiado lejos de
sus bases en Europa o el Caribe –Jamaica e Isla Tortuga- como para
arriesgarse en enfrentamientos directos.

Los líderes que regían esta hermandad eran Subatol Deul y Ruhal Dayo,
quienes tenían bajo su cargo a otros capitanes como Yaff de Baniel –
escribiente de la hermandad-, Servatay, Sumastage y Fidel Sida, todos los
cuales debieron llevar a cabo, frente a su bandera, el siguiente juramento:
“Juro por mi patria y por mi santa madre no traicionar esta bandera. Lucharé
hasta morir por defenderla” (Lathcam, 1935, p. 89).

Y mucho fue lo que hicieron para proteger los secretos que los unían. Uno de
los métodos utilizados para cubrir el rastro de sus andanzas fue el sistema de
signos que inventaron y con el cual escribían tanto las claves para hallar sus
tesoros como los relatos de sus experiencias. Este código estaba compuesto
por grafemas pertenecientes a distintos alfabetos, series de jeroglíficos, así
como intrincadas formulaciones para designar las cifras, generalmente
utilizando los símbolos numéricos romanos.

A continuación, un fragmento de la descripción que Latcham hace de un


documento original:

Arriba se ve en un cuadro un diablo alado, en el centro un arcabuz y a


la derecha un dios egipcio con cabeza de ciervo, con dos estrellas
arriba. Esta figura probablemente se relaciona con Madel Saden, quien
era egipcio. Por el lado derecho de la escritura, las figuras, de arriba
hacia abajo, representan: un dragón, una cabeza de animal colocada
sobre una piedra, una serpiente y un cacharro con calaveras y huesos
cruzados-emblema de los piratas- dibujados en el vientre. (…) (Latcham,
1935, p. 94)

Un punto curioso es el hecho de que los documentos pertenecientes a la


Hermandad de la Bandera Negra que se han encontrado escritos con signos
lingüísticos estaban redactados en español, aun cuando la mayoría de los
piratas que integraban la banda eran de origen oriental.

Para conservar estos textos se valían de cueros de nutria (huillín) pintados


con pequeños pinceles, no obstante, actualmente muchos de ellos han sufrido
un destino desconocido y no se ha logrado el desciframiento total del legado
escrito de la Hermandad de la Bandera Negra.

El fin de la poderosa Hermandad de la Bandera Negra acaeció el año 1645,


cuando las autoridades del Chile organizan una gran expedición con la
intención de exterminar a los piratas de la zona y los capitanes Deul y Dayo
deben buscar refugio entre los indígenas para salvar la vida.

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5. Las autoridades y la piratería

Al consolidarse el poderío español en las colonias de América, una de las


primeras medidas de la Corona fue el establecimiento de un monopolio
económico que les permitiera gozar exclusivamente de los beneficios extraídos
en el Nuevo Mundo, prohibiendo enérgicamente cualquier intercambio
comercial de las nuevas colonias con las demás potencias europeas. Tales
actos, sumados a las complicadas relaciones políticas que España sostenía
con sus países vecinos, Francia, Inglaterra y Holanda, llevaron a estas
naciones a hacer todo lo posible por sabotear sistemáticamente la estabilidad
del imperio español. Es en este marco político económico que la piratería en
las costas americanas cobra sentido, pues la motivación de corsarios y piratas
fue tanto atacar sembrar terror en el vasto Imperio español en nombre de sus
reinos, como robar en beneficio propio.

No obstante el interés de las autoridades españolas en repeler la amenaza


pirata, la mayoría de los puertos estaban sin resguardo, es decir, carecían de
fortificaciones y de armamentos para su defensa. Testimonio de esta
vulnerabilidad es el siguiente fragmento de la propuesta del sargento mayor
don Jerónimo Pizarro, datada del mes de febrero de 1681, que evidencia las
carencias de la ciudad:

Seria cosa mui útil para la defensa de esta ciudad que se tratásen de
hacer algunas piezas de artilleria, supuesto haber en el distrito de ella
minas de cobre, i que saca de ordinario, i que a su merced se le ha
ofrecido persona de crédito i de toda confianza de hacer algunos
pedreros, para que lijeramente se puedan gobernar i llevar por
campaña, para resistir a cualquiera enemigo i que su merced, dicho
rejidor, promete que hará hacer a su costa dos piezas.” (Concha, 1871,
p.51).

Por otra parte, un aspecto de la piratería que también es válido mencionar


corresponde al contrabando, puesto que las autoridades españolas catalogaron
con ese sello de ilegalidad a todo barco extranjero que tocara puerto en sus
dominios, cumpliera o no con las características definidas anteriormente.

Respecto a estos intercambios comerciales, es difícil encontrar registros


textuales referentes a ellos debido a su ilegalidad, pero es un hecho la
existencia de un extendido contrabando en nuestras costas, a juzgar por la
oposición de los comerciantes criollos a las medidas de apertura económica
implementadas por la dinastía borbónica en el siglo XVIII que facilitaban el
ingreso de productos peninsulares, ya que el descenso de los precios de estos
perjudicaba el negocio que los locales mantenían a base del ingreso ilícito de
los manufacturados, aprovechando su escasez para controlar los precios.

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6. Distinción entre piratas, corsario, bucanero y
filibustero

Cuando uno habla de piratas hace sinónimos de él al corsario, filibustero y


bucanero, sin embargo, cada uno de ellos tiene orígenes y fines diferentes.

En el primer caso, el del pirata, es aquel marinero que participa de saqueos a


los puertos y ciudades por su propia voluntad, sin recibir orden de una
autoridad superior como podía ser la del monarca. Por lo general, los hombres
que ejercían la piratería, eran todos aquellos marginados por la sociedad,
háblese de pobres, vagabundos, ladrones, desertores, etc. De acuerdo con
Manuel Lucena, el pirata "era el que robaba por cuenta propia en el mar o en
sus zonas ribereñas... es un enemigo del comercio marítimo en general porque
se mueve exclusivamente por su afán de lucro, sin discriminar ningún pabellón
nacional". ( www usuario sw_educ s.f. extraido el 1 de diciembre de 2010
desde http://www.uc.cl/sw_educ/historia/america/html/3_3_1.html)

En cambio, el corsario, era aquel que poseía el permiso para ejercer el corso,
esto consistía en la autorización por parte de un Estado que se encontraba en
guerra, para que un marino particular causara pérdidas en el comercio del país
enemigo. A diferencia de pirata, el corsario estaba sujeto a las normas
establecidas por el monarca, teniendo que respetar a su vez las leyes de
guerra, es por ello que cuando la guerra terminara era la deber del corsario
retirarse definitivamente de las costas del país atacado. Es necesario
mencionar que a pesar de que muchas veces los países establecieran
acuerdos, los corsarios seguían efectuando su quehacer por un buen tiempo.

Por otro lado, tenemos a las bucaneros y filibusteros, propios de América, ellos
aparecieron el 1623 en las riberas de la La Española, ubicada en el Caribe
donde actualmente tienen soberanía República Dominicana y Haiti.

En un principio los bucaneros no se encontraban ligados al mar, sino que a la


caza terrestre de animales. El origen de su nombre se debe a que los animales
cazados eran asados y ahumados. Muchos de estos cazadores se dedicaron a
la piratería.

"Eran gentes sin rey procedentes de cualquier nación, -señala Lucena- no les
amparaba ningún pabellón, ningún gobierno. No eran hugonotes, ni anglicanos,
ni calvinistas, ni católicos, y podían serlo todo sin que nadie les dijera nada por
ello. ( www usuario sw_educ s.f. extraido el 1 de diciembre de 2010 desde
http://www.uc.cl/sw_educ/historia/america/html/3_3_1.html)

Por la otra parte, tenemos a los filibusteros, que son aquellos bucaneros que
desarrollaron esta actividad en el Caribe. Una de las hermandades más

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importantes, fue la de la Cofradía de los Hermanos de la Costa, una
agrupación gremial que garantizaba el ejercicio libre de la piratería en la zona.

Es necesario mencionar que los filibusteros no se sentían parte de ninguna


nación, religión o ideología, sin embargo, muchos países occidentales se
valieron de ellos para llevar a cabo sus fines.
"El filibusterismo fue sagazmente aprovechado por los países de Europa
occidental en su pretensión colonialista. Les brindaron refugio y ayuda a
cambio de la cual se convirtieron en serviles a sus propósitos. Por esto, para
Deschamps, el filibustero es un pirata semidomesticado e igualmente de un
tiempo muy concreto...". ( www usuario sw_educ s.f. extraido el 1 de diciembre
de 2010 desde http://www.uc.cl/sw_educ/historia/america/html/3_3_1.html)

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7. Costas chilenas

La Cuarta Región de Coquimbo, y principalmente los puertos de Coquimbo,


Guayacán y Tongoy se han caracterizado principalmente por la venida de
piratas, corsarios y filibusteros; a lo que le sigue una seguidilla de leyendas de
tesoros enterrados, doblones de oro y cosas por el estilo.

Es menester aclarar que los ya nombrados no simplemente encallaron en


nuestras aguas, sino que también lo hicieron en el archipiélago Juan
Fernández, Magallanes, Valdivia, Chiloé y, obviamente, en Valparaíso.

Como es de suponer, las ciudades puerto, además de ser en tiempos de la


Colonia las favoritas de los filibusteros (Los que ejercían el contrabando),
corsarios (Navegantes ingleses con patente de corso, la cual les permitía
destruir, saquear, incendiar y asesinar en nombre de la Reina de Inglaterra) y
piratas (Algo similar a los corsarios, pero sin patente de corso), eran urbes con
numerosos prostíbulos y tabernas. Por ende, grandes centros de
enfermedades de transmisión sexual, como por ejemplo, sífilis y gonorrea, las
cuales eran letales para la época.

7.1 Valparaíso

Esta ciudad, actual puerto más importante de Chile, fue duramente saqueada
por piratas, ya que en tiempos de la Colonia, era un puerto comercial
considerable. Numerosos piratas, corsarios y filibusteros encallaron en
nuestras tierras, haciendo de las suyas. Notable es el caso del corsario inglés
Francis Drake.

El primer corsario inglés que incursionó por nuestras costas fue


Francis Drake (1541-1596). En 1579 cruzó el Estrecho de Magallanes y,
tras luchar contra el hostil clima de la región, arribó a Isla Mocha donde
se reabasteció para atacar Valparaíso. Saqueó las bodegas del puerto y
se apoderó de un cargamento de oro en polvo destinado a Lima. Intentó
repetir el atraco en La Serena siendo repelido por sus habitantes. Se
desquitó arremetiendo Arica y El Callao (Silva, 1990, p. 46)

Recordemos que cuando el autor menciona a la ciudad de La Serena, hace


referencia al puerto de Coquimbo, ya que es bien sabido que la ciudad antes
mencionada no posee las características necesarias para poder encallar.

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7.2 Valdivia

Este puerto fue uno de los más concurridos por los piratas y corsarios, por ser
un lugar de paso y de aprovisionamiento para los ya mencionados en su viaje
desde el estrecho de Magallanes a Valparaíso y los demás puertos de más al
norte.

La boca del río Valdivia y sus fortificaciones. Los ataques de piratas y


corsarios obligaron a la corona a gastar allí enormes sumas en la
defensa, sin que aquel puesto rindiese algún beneficio económico. Por
el contrario, hubo que mantenerlo artificialmente… (Villalobos, 2003, p.
136)

Es menester recordar que estos tipos de embarcaciones encallaban en los


puertos para abastecerse principalmente de víveres y alcohol, y también para
satisfacer sus necesidades sexuales con las prostitutas del sector, lo que los
convertía en caldos de cultivo andantes de enfermedades de transmisión
sexual.

7.3 Archipiélago Juan Fernández

Este conjunto de islas era una zona estratégica utilizada por los piratas y
corsarios para abastecerse de víveres, en especial de frutas y verduras que
contengan vitamina C, la cual era esencial para evitar una de las más temidas
enfermedades del mar: el escorbuto.

En sus viajes anteriores, Dampier había descubierto un refugio en el


que podían hacer acopio de provisiones sin alertar de su presencia a los
españoles de Chile: la isla desierta de Más a Tierra, en el archipiélago
de Juan Fernández, a 400 millas de la costa. Cuando se avistaron las
irregulares cumbres de Juan Fernández, el 31 de enero, habían
enfermado más de treinta hombres y siete habían muerto. Para su
sorpresa, vieron fuego en la isla, lo que interpretaron que un navío
español estaba de visita en la remota isla. (Woodard, 2008, p. 81)

Recordemos que tanto los piratas, como corsarios y filibusteros, eran hombres
de mar, y por ende, no siempre tenían los más refinados modales ni las más
santas costumbres. Estos tipos cuando pisaban tierra firme, además de
frecuentar los prostíbulos y robar lo que se les antoje, ocasionaban numerosos
desmanes y crímenes de toda índole.

Si bien es cierto, una rama de estos hombres marinos comercializaban con


los chilenos, los filibusteros, éstos también eran perjudiciales, ya que al
efectuar el contrabando, deriva en todas las consecuencias económicas que
éste ilícito trae.

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8. Piratas en costas coquimbanas

La zona de la IV región, en el periodo colonial, fue asolada por piratas y


corsarios. Por lo general, estos venían a saquear y destruir los poblados
aledaños al puerto de Coquimbo, para ellos era muy fácil hacer aguas en las
bahías del litoral, dado que se carecía de defensas. Era bastante común que
los tripulantes de dichas embarcaciones se refugiaran en las bahías, al mismo
tiempo que obtenían lo pertrechos necesarios pare emprender viaje hacia otras
zonas, en especial al Caribe o los reinos más ricos.
Tales eran los estragos que hacían estos hombres, que el cabildo local se vio
obligado muchas veces a recurrir a las autoridades centrales para pedir
implementos y hombres para establecer milicias, y con ello poder abatir al
enemigo.

Muchos son los casos de corsarios y piratas que desembarcaron en nuestra


región. El primero de ellos Sir Francis Drake, marinero particular que ejercía el
corso contra España en el continente americano. Drake llegó a las costas
coquimbanas en 1578 tras haber viajado por más de dieciséis días por el
Estrecho de Magallanes. Se dice que en esa ocasión había capturado un
buque español cargado de oro y piedras preciosas. De allí que se tenga
conocimiento que dicho tesoro fue enterrado en Guayacán (actual Herradura).

Por lo general, los corsarios venían a las costas de peñuelas a fin de


abastecerse de leñas, agua y ganado.

En 1680 llegó a las costas el pirata Bartolomé Sharp, conocido como Charqui
por los vecinos de la cuidad y el puerto. En ese momento la población de la
Serena huyó a la quebrada de Morande. Esto demuestra cuán habitual era la
llegada de piratas, y en particular a Sharp que era temido y repudiado.

En ese momento, José Collard corregidor de la época, decide transar con el


pirata a fin de evitar la destrucción de la ciudad. Para cumplir con el acuerdo,
Sharp pidió la suma de 95.000 petacones, cifra impagable, debido a ello se
decide organizar una milicia, que por lo demás estos estaban mal armados y
carecían del entrenamiento adecuado y disciplina necesaria para enfrentar a un
enemigo de tal envergadura.

Los hombres al mando del capitán Francisco de Aguirre se enfrentaron a


flechazos y unas cuantas descargas de moquetes, la respuesta de Sharp no se
hizo esperar, con descargas de artillería hizo disipar a la milicia, sin embargo,
no todo fue fracaso, ya que se logró una tregua. Esta sirvió para que en la
noche se enviara aun un indio Chango con el fin de colocar explosivos en la
nave pirata, esto obligó a Sharp a dejar el puerto, aunque los daños no fueran
de gran gravedad.

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Otros piratas que desembarcaron en las aguas de la región, fue el filibustero
Eward Davis y su compañero de andanzas Knigh. El primero fue rechazado a
llegar a aguas de la Serena causándole varias bajas y haciendo que se retirara
a Caldera. El segundo, perdió a tres hombres que había mandado a explorar,
los cuales fueron muertos a manos de serenenses.

Otro hecho destacable, fue cuando Drake, después de haber saqueado y


quemado Valparaíso, tomó dirección a las costas de Coquimbo. Ya en
Peñuelas supo de la existencia de la Serena, entonces tomó la decisión de
atacar la ciudad, sin embargo logró ser repelido.

Como antes se había mencionado, el Cabildo para poder proteger los poblados
de los ataques de los buques piratas, organizaba milicias, estas por lo demás
eran bastantes ineficientes ya que carecían de instrucción adecuada y de
recursos necesarios. La mayoría de los miembros eran vecinos de la cuidad y
de las localidades, debido a la ausencia de milicias profesionales se les
obligaba a instruirse los días Domingos, para evitar los incumplimientos se
crearon medidas como multas y cárcel para los remisos.

Las multas eran de cincuenta pesos y ochos reales para los habitantes de la
ciudad y de diez pesos para los infractores rurales.

También los vecinos utilizaron estrategias para poder defenderse de los


ataques. Una de ellas consistía en cavar túneles en el centro de la cuidad, con
ello los locatarios podían resguardarse así mismo junto con sus bienes.

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9. Grandes piratas y corsarios en la región de
Coquimbo.

Durante los siglos XVI y XVII, la bahía de Coquimbo fue testigo de


numerosos atracos tanto de piratas como de corsarios, que trajeron consigo
todo el caos y la destrucción que conllevaba su oficio.

Podríamos en este trabajo mencionar muchos nombres de grandes capitanes


navieros que pisaron nuestras costas, pero para fines más prácticos, nos
centraremos en los dos hombres más recordados por nuestra historia: el
corsario inglés Francis Drake y el famosísimo pirata Bartolomé Sharp.

Pero eso no significa que dejaremos a otros hombres tan importantes como
Thomas Cavendish o Richard Hawkins en el olvido, sino que simplemente
centraremos nuestra atención en Drake y Sharp, y a todos los demás les
haremos mención al final de este capítulo.

9.1 Sir Francis Drake

Como ya hemos establecido claramente la diferenciación entre un pirata y un


corsario, no creemos que se le deba hacer hincapié al asunto, así que
comenzaremos a hablar de lleno acerca de este ilustre personaje.

Francis Drake fue un importante corsario inglés nacido en Tavistock, que


realizó una monumental expedición desde su país natal hacia las costas del
Mar del Sur para combatir contra los intereses económicos del imperio español.

Fue el segundo hombre en dar la vuelta al mundo, por lo que la reina Isabel le
otorgo el título de “Sir”.

Pretendemos en esta sección centrarnos netamente en el gran viaje alrededor


del mundo que Francis Drake realizó, y más que nada en su paso por las
costas chilenas.

9.1.1 Su vida previa a la gran expedición:

Fue el hijo mayor de Mary Nawman y Edmund Drake, quien era un pastor
protestante. Nació en Tavistock en el 1543.

Su primera experiencia marítima la tuvo a los 13 años, cuando fue empleado


en un buque mercantil.

Por mucho tiempo, estuvo muy vinculado a la marina inglesa, hasta que por
fin llegó a convertirse en capitán.

9.1.2 Motivos de su expedición:

18
La expedición de Sir Francis Drake se realizó por una simple y principal razón:
Causar todos los posibles daños y perjuicios al imperio español en expansión.

En ese momento, Inglaterra y España se encontraban en un periodo de


guerra económica indirecta por causa de la amplia y rápida expansión territorial
y comercial del ya mencionado Imperio español.

Debido a que la flota de la armada inglesa no era tan grande como para
enviarlos a combate directo, muchos barcos fueron enviados en diversas
expediciones bajo el título de “corso” entregado por la reina.

Por su parte, Francis buscaba que se le aprobara un proyecto naviero para


dirigir una expedición rumbo al mar del sur con el fin de buscar nuevas rutas de
comercio. Para ello, se dirigió donde la reina Isabel I, la cual le dio la
autorización, pero, con la condición de atacar a cualquier nave española que se
le cruzase, todo esto en completo secreto.

Se dice también que la Reina también ayudó a su financiamiento de forma


secreta, pero la versión oficial afirma que los aportes económicos vinieron de
personajes influyentes del país.

9.1.3 Comienzos del viaje

Ya reunida la tripulación y la flotilla de naves, estaban listos para zarpar. La


flotilla estaba constituida por los siguientes barcos: Pelican, capitaneada por
Francis Drake, Elizabeth, al mando de John Winter, Marigold capitaneada por
John Thomas, Swann comandada por John Cheaster y Christopher,
capitaneada por Thomas Moore.

Salieron de Plymouth el día 13 de diciembre del año 1577, pasaron por África,
Cabo Verde (en donde agregaron un barco más a su flotilla, llamado Mary y
comandado por el portugués Nuño da Silva) y desde allí se dirigieron rumbo al
estrecho de Magallanes, perdiendo en el camino a 3 barcos, quedándose sólo
los más grandes, que eran Pelican, Elizabeth y Mary.

A la entrada del estrecho de Magallanes, Drake cambió el nombre de su barco


a Golden Hind, en honor a la reina Isabel. Cruzar el estrecho le tomó más de
16 días, y al entrar en el pacífico, una tormenta terminó por separar a los
barcos, quedando sólo el Golden Hind.

Drake esperó unos días en la entrada del estrecho, pero al no ver señales de
los otros barcos continuó su viaje hacia el norte.

Se detuvo más o menos en el paralelo 32º, aproximadamente en la bahía de


Los Vilos, en donde los naturales le informaron de la existencia de un próspero
puerto más al sur.

Drake atracó primero en el puerto de Valparaíso, en donde causó grandes


estragos, y luego se dirigió más hacia el norte (sin contar con que la voz de la

19
llegada de “el Draque”, como solían llamarle en Chile, había corrido
rápidamente hacia el norte).

Se detuvo en la zona de Coquimbo, con el fin de abastecerse de agua y


provisiones para continuar su viaje, pero no contaba con que en el sector de
Peñuelas, los esperaba una milicia española. Los hombres enviados a buscar
las provisiones, no pudieron contra los españoles, así que emprendieron la
retirada hacia el barco. Pero, a su vez, “estos hombres no pudieron contar con
la cobertura de los cañones de la Golden Hind y terminaron dándose a la fuga,
para evitar mayores problemas; claro que perdieron a un hombre en la playa, el
marinero RIchar Muney” (M Rodríguez, 2009, p. 46)

Luego de encontrar la bahía de Guayacán, su ahora preciado “Refugio”, en


donde se cree también enterró riquezas, Drake salió de la zona el día 24 de
diciembre, aprovechando la calma del mar y el viento favorable para dirigirse
hacia Arica.

Realmente no fue mucho lo que Francis Drake hizo en la región, además de


encontrar el refugio de Guayacán y ser uno de los primeros corsarios
importantes en pasar por nuestras tierras. A pesar de su calidad de Pirata-
corsario no causó mayores destrozos en las ciudades.

Hay dos teorías con respecto a la salida de Drake de la región: La primera es


que fue expulsado por la milicia española de Villa Nueva de La Serena, lo cual
no es posible, ya que La Serena no tiene lugar en donde se pueda
desembarcar, es más que nada un balneario. La segunda es que vinieron
milicias españolas desde Santiago a la región para intentar ahuyentarlo. Sea
cual sea el motivo, Drake padre no volvió hasta mucho tiempo después.

9.1.4 Término de la expedición y vida posterior:

Drake continuó su viaje hacia el norte y navegó por toda la costa de América
del sur y central. Según el texto de La marina de chile, expedición de Francis
Drake (1880), “arribó la Golden Hind con 58 tripulantes a Plymouth el día veinte
i seis de setiembre de 1580 después de dos años i diez meses. Convirtiéndose
así en el segundo hombre en dar la vuelta al mundo”.

Al llegar a su país natal, fue ovacionado como un gran héroe, por ser el primer
inglés en cruzar el Estrecho de Magallanes y en dar la vuelta al mundo.

Continuó navegando y viajando en muchas expediciones, hasta que


finalmente, luego de una humillante derrota en Panamá a manos de 150
soldados, enfermó de disentería y encontró la muerte el 28 de enero de 1596.

9.2 El pirata Bartolomé Sharp

Sharp fue un pirata venido desde los mares del Caribe que cruzó el canal de
Panamá a pie para poder venir hasta el Océano Pacífico.

20
Más que en su vida, nos centraremos principalmente en su paso por Chile,
que tuvo fuertes consecuencias en el desarrollo regional.

Posteriormente al paso de los corsarios ingleses, llegó el turno de los piratas.


Cuando ya se creía solucionado el tema del vandalismo marino, 20 años antes
del siglo XVIII, él llegó a nuestras costas… “En diciembre de 1680, durante el
gobierno de don Juan Henríquez Garro, llagó el pirata Bartolomé Sharp a
estos mares. ‘Llegó Charqui a Coquimbo’ se suele decir para señalar la
presencia de una persona desagradable” (Peri, 1996, p. 17).

¿Algo desagradable? Vaya que sí, ya que Sharp causó grandes estragos en
toda la ciudad.

A esas alturas del tiempo, los habitantes ya estaban adecuados a las llegadas
de piratas y corsarios, por lo que tenían un ingenioso sistema de vigilancia, el
cual consistía en un vigía ubicado en los cerros más altos observando el mar y
al ver algo sospechoso, se daba aviso hacia los otros cerros con señales de
fogatas. Por lo tanto, cuando Sharp se aproximaba desde el sur, en la ciudad
de La Serena ya estaban advertidos desde mucho antes.

El pirata se dirigía al sector conocido como “El refugio” ya que lo consideraba


un lugar apropiado para resguardar sus naves, pero cometió el error de
navegar muy cerca de las costas, por lo que fue sorprendido y la noticia corrió
rápidamente hacia el norte.

Al llegar el temible pirata a la ciudad, se da cuenta que ésta se encontraba


casi totalmente vacía, ya que las personas ya estaban enteradas de su
aproximación y huyeron rápidamente hacia los cerros.

En primera instancia Sharp muestra clemencia con la Villa de La


Serena al reunirse con el corregidor a quien le plantea las condiciones
que le darían la salvación a la ciudad. Se fija un monto que variaba
entre, nada más ni nada menos que 90 mil castellanos de oro a 100.000
pesos en oro. Esa era el rescate que Sharp esperaba recibir, debido a la
propia propuesta de la autoridad de la villa. (Rodríguez, 2009, p. 54).

Lamentablemente esta cantidad resultaba imposible de reunir en tan poco


tiempo, ya que el plazo estaba fijado para la mañana del día siguiente. Mientras
tanto los horripilantes hombres de Sharp hacían lo que querían con los pocos
habitantes que quedaban en la ciudad, paseándose extremadamente
borrachos por las calles y cantando canciones de mar.

Esa misma noche, un indígena Chango planeaba un atentado incendiario en


contra de los piratas sin que estos se percataran… El Chango se acercó
sigilosamente en su balsa confeccionada con cuero de lobo de mar inflado, y
lanzó material inflamable hacia la zona del timón y les prendió fuego.

Por desgracia, los marineros atendieron rápidamente a la alarma y sofocaron


el fuego. Los marinos en tierra al parecer, se habían enterado de que el
corregidor había hecho la propuesta del rescate sólo con el fin de ganar tiempo

21
para que llegaran refuerzos desde Santiago, y eso, sumado al ver lo que
sucedió en su barco, desencadenó la ira del violento pirata (Rodríguez, 2009.
p. 54).

Sharp y sus horripilantes hombres saquearon e incendiaron prácticamente


toda la ciudad, se llevaron todo lo valioso que encontraron y violaron a cuanta
mujer se les apareció por delante. Ni siquiera las iglesias se salvaron del
ataque: los piratas las quemaron todas exceptuando una, la cual se salvó
porque a los hombres los enterneció la bondad del cura del lugar.

9.3 Otros nombres infaltables en la historia de la piratería regional.

Como dice el popular dicho nacional, hay un chileno metido en todas, y en


este caso no fue la excepción, ya que más de un chileno terminó
convirtiéndose en corsario o embarcándose en un barco pirata, pero en esta
oportunidad nos referiremos a un caso particular.

Éste es el caso de un serenense, nada más y nada menos que Gregorio


Cordovez, quién compró un buque y se hizo a la mar bajo el corso otorgado por
Santiago Bueras. Apresó a varias naves españolas, y probablemente su mayor
logro fue el apresamiento de la “Resolución”, una de las últimas naves de
guerra de la armada española en Chile. (Perí, 1996, p.37).

Además de este memorable corsario chileno, hay muchos otros piratas y


corsarios a nivel mundial que vale la pena mencionar, ya que han marcado una
huella en la historia regional, no con grandes acciones memorables, pero sí con
su aparición en importantes documentos históricos.

A continuación serán presentados en una lista ordenada alfabéticamente.

- Edward Davis: Pirata británico que llegó en 1686 a la zona, pero fue
repelido rápidamente y huyó rumbo a Bahía Inglesa.
- Fidel Sida: No tiene gran relevancia, simplemente es mencionado como
uno de los miembros de la hermandad. Además de eso hay un
documento de un escrito sobre Henry Drake firmado con su nombre.
- Henry Drake: Hijo del corsario Francis Drake, se dedicó al mismo oficio
que su padre, y junto a otros piratas formó la Hermandad de la Bandera
Negra.
- Medel Saden: Corsario egipcio, que robó La Rosa de Francia1 de un
buque portugués, posteriormente a ello fue tomado prisionero y traído a
la costa por el navegante Sumastage.
- Oliverio Van Noort: saqueó puertos chilenos en su camino a Asia.
- Rahual Dayo: Pirata normando, Jefe de la hermandad de la bandera
negra, murió a causa de la traición de un indígena que le clavó una
lanza por la espalda. Su mujer e hijo juraron venganza.
- Ricardo Hawkins: Corsario que llegó a nuestras tierras en 1593.

1
La rosa de Francia era una rosa tomada por sagrada y venerada por muchos piratas, posteriormente a su
robo fue guardada en las cámaras subterráneas en donde está enterrado el tesoro. Véase Latcham, 1935,
p. 90.

22
- Simón y Baltazar de Cordes: No se tiene más información sobre estos
dos.
- Sudel Deul: Pirata hebreo, gran físico y uno de los jefes fundadores de
La hermandad de la Bandera Negra.
- Subatol Deul: Hijo de Sudel Deul.
- Sumastage: Navegante pirata turco (el segundo de su nacionalidad en
entrar a la hermandad), que saqueó y hundió el barco de Medel Saden
para arrebatarle la rosa de Francia y llevarla hasta la bahía de Guayacán
para pertenecer a la hermandad.
- Thomas Cavendrish: Pirata que pasó por las tierras chilenas en el año
1587.
- Yaff de Baniel: Pirata morisco, fue el primer pirata externo a los
fundadores en entrar a la Hermandad de la Bandera Negra, y lo hizo
gracias al gran botín que traía consigo sacado del galeón español Cruz
de Sangre. Se le conocía como el Huracán de los Mares, y se
caracterizaba por su crueldad para con sus víctimas.

Obviamente, estos no fueron los únicos en pisar tierra chilena, pero sí de los
que se tiene más registros, ya que no siempre los hechos ilícitos quedan
grabados en un papel.

23
10. Historias y leyendas de piratas y corsarios en
Coquimbo

Hay una enorme brecha entre la realidad y la ficción, pero en el caso de las
muchas leyendas e historias de piratería ¿Dónde se encuentra esta?

Hay documentación fidedigna que prueba la llegada de los corsarios y de los


piratas a Coquimbo, especialmente a la Bahía de Guayacán. Pero, también hay
leyendas que hablan acerca de tesoros, espíritus y hermandades que
desolaron nuestras tierras, pero queda al juicio del señor lector qué tanto de
esto es realidad o ficción.

10.1 La Hermandad de la Bandera Negra

Cuenta la historia, que al comienzo del siglo XVII los piratas Sudel Deul y
Rudhual Dayo se dirigían desde el norte a la Bahía de Guayacán luego de
hacer de las suyas, ya que el lugar les proporcionaba protección de los vientos
y escondite de los galeones españoles que los perseguían.

Al llegar allá, divisaron un buque que se aproximaba desde el Sur y al instante


izaron la Jolly Roger, que es la bandera característica de la piratería que posee
un fondo negro y un cráneo con dos tibias cruzadas a modo de sable.
Apuntaron a éste barco desconocido con sus cañones, preparándose para la
posible batalla…

El capitán del barco que se aproximaba desde el sur era nada más y nada
menos que Henry Drake, hijo del famoso corsario inglés Francis Drake y él, al
ver aquel buque que se aproximaba hacia ellos con los cañones apuntándoles,
inmediatamente izó la bandera de Inglaterra y junto a ella, la Jolly Roger.

Dayo y Deul, al comprender que el barco que se aproximaba no era un


potencial enemigo, bajaron las armas y se dispusieron al diálogo. Henry Drake
abordó las naves de Deul y Dayo para explicarles quién era y los motivos por
los que se encontraba en la zona.

Revisando mapas y documentos, encontré la ruta de navegación de mi


padre y descubrí la existencia de un refugio a los 30º de latitud. Hice
rumbo a este lugar y aquí estoy reunido con ustedes. De hoy en
adelante, permaneceré hasta que me sorprenda la muerte…- relató a
sus nuevos amigos. (R Latcham, 1935, citado por Peri, 1996, p. 23)

Le dio esta explicación a ambos capitanes, pasándose de un barco a otro.


Una vez en tierra, pudieron conversar cara a cara los tres. Hablaron sobre sus
innumerables aventuras y tras largo rato de conversaciones surgió una gran
idea... crear una sociedad secreta, de todos los piratas que operaban en la

24
zona del pacífico, esta cofradía se basaría en un principio de cooperación
mutua y su base principal de operaciones sería la bahía de Guayacán.

Los principales jefes de esta cofradía fueron Deul y Dayo, siendo Dayo el jefe
mayor, luego le seguía Deul y el joven Drake como jefe en tercer rango.

Pero, para entrar en esta sociedad se debía hacer un juramento, el cual,


según René Perí en su libro “La costa de los piratas” (Cita de Latcham, 1935)
(1996) era: “Juro por mi patria y por mi santa madre no traicionar esta bandera,
lucharé hasta morir defendiéndola”.

La única ley que tenía este grupo era: no cometer sus fechorías en territorios
cercanos a la bahía, o en general a Chile, todo lo que hiciesen debiese ser de
preferencia en las costas de Centroamérica o América del norte.

Con los años, esta hermandad fue creciendo y admitiendo a nuevos miembros
caribeños, hindúes, egipcios, holandeses y de muchas otras nacionalidades.
Entre los más conocidos se encuentran nos piratas Baniel, Servetay, Fidel
Sida, y muchos otros que ya hemos mencionado.

La hermandad prosperó por muchísimos años más, hasta el año 1645, ya que
en ese año los españoles decidieron perseguir y acabar de una vez con los
corsarios y piratas que azotaban las costas chilenas. “Se organizan también
expediciones a Juan Fernández y Guayacán con una gran flota y una
tripulación superior a los 1500 hombres que terminaron por acabar con los
corsarios y piratas refugiaos en Guayacán” (M Rodríguez, 2009, p.50).

Henry Drake murió al hundirse su nave y a pesar de todo esto, cumplió su


juramento de morir en las tierras del refugio de su padre, ya que su buque se
hundió cerca de las costas de Guayacán.

Deul y Dayo encontraron una mina de oro, que era explotada de forma ilícita
por un español. Se deshicieron de él y liberaron a los indígenas que allí
trabajaban. Terminaron por ser ellos mismos los que explotaban la mina y se
casaron con las hijas del cacique del sector.

10.2 El tesoro del Guayacán; 80 zurrones de oro y 90 de plata

Gracias a la formación de la hermandad de la bandera negra, fueron muchos


los piratas que llegaron a la zona buscando refugio, y por ende muchos botines
de saqueos que llegaron con ellos.

Durante el tiempo operativo de la hermandad, se construyeron grandes


galerías subterráneas, en donde los miembros iban guardando sus riquezas
para protegerlas de los demás.

Según uno de los documentos que los describe, disponía de dos


entradas a las que se llegaba por escaleras de piedra con descansos.
Su piso se encontraba a diez metros bajo la superficie del terreno y su

25
techo a siete, tenía 220 varas de largo, 110 de ancho y tres metros de
alto. (R Peri, 1996, p. 24).

El pirata Yaff da Baniel, mejor conocido como “Huracán de los mares”, entró a
la Hermandad de la Bandera Negra gracias a un gran botín que trajo hasta la
bahía.

Este temible hombre capturó un galeón español llamado “Cruz de Sangre”,


robando un cuantioso botín y enterrándolo en el guayacán. Lo curioso de esta
situación, es que no sólo ese tesoro yace enterrado aquí, sino que también la
tripulación del galeón asaltado, que fueron enterrados vivos.

¿Cómo sabemos que es cierto esto? ¿Qué nos asegura que los piratas
enterraban sus tesoros en este lugar? Pues simplemente el hecho de que estos
solían enterrar los mapas y documentos valiosos escritos en pergaminos de
cuero de nutria o metal, en vasijas de greda gruesa rellenas con aceite para
conservarlas de mejor forma durante el pasar de los siglos…

Tres siglos después, aproximadamente en el año 1930, un grupo de curiosos


vieron un barco extranjero que se acercó a la herradura de Coquimbo, pero sin
aproximarse al puerto. Del barco, bajaron varios botes cargados con
implementación y varias personas extranjeras. Los botes remaron hacia la
playa, dejaron a sus pasajeros en tierra y posteriormente volvieron al barco, el
cual levó anclas y se alejó del lugar.

Los visitantes comenzaron de inmediato a instalar una especie de


campamento, y a rastrear el lugar haciendo muchísimos hoyos en la tierra en
distintos puntos.

Los curiosos no pudiéndose aguantar las ganas de saber qué hacían esos
extraños, fueron a ver qué sucedía. Entre los curiosos se encontraba el arriero
Manuel Castro, conocido con el apodo de “Ñu Panul”. Se acercaron hacia ellos,
pero no encontraban a nadie que hablara el idioma español, hasta que
apareció un hombre de nacionalidad española llamado José. Don Manuel
comenzó a interrogarlo, pero sin mucho resultado, ya que sólo conseguía
evasivas cuando tocaba el tema de su visita al país… Pasó un tiempo y Don
Manuel Castro comenzó a ganarse la confianza de los visitantes, ya que era él
el que trabajaba para ellos llevándoles agua y leña, hasta que un día por fin
Don José le contó el motivo de su visita.

“Este objeto era doble: primero, buscar un tesoro que la tradición decía
habían enterrado unos piratas del siglo XVII y luego tratar de descubrir una
mina de oro de extraordinaria riqueza, trabajada por esos mismos piratas” (R
Latcham, 1935, p. 14). Pasaron los días y nada aparecía y al día 24 posterior a
su llegada, el barco que los trajo volvió para llevárselos.

Pero esto, no detuvo al incansable espíritu de Manuel Castro, quien se había


entusiasmado muchísimo con la idea de encontrar un tesoro o una mina de oro,
y a pesar de que sus compañeros extranjeros se habían marchado, él siguió
buscando el tesoro.

26
Buscó por mucho tiempo y lentamente fue agotando todos sus recursos, al
punto de tener que ir hipotecando sus pocas propiedades. Su hermana Rita fue
una fiel compañera en su búsqueda, ayudándole en todo lo que le fuese
posible.

Pasaron los años y nada aparecía, hasta que un día la suerte le sonrió por fin
al señor Castro. Cavando bajo una roca halló una gran olla de greda, y en su
interior se hallaba un bulto de cueros sumergidos en aceite que envolvían una
placa de cobre con extrañas escrituras. Castro, al no ser un hombre letrado no
pudo entender lo que decía la placa, pero pensaba que su hermana Rita si
podría, ya que ella era una mujer que conocía muy bien el arte de la escritura.

Al llevarle la placa a su hermana Rita se sorprendió al ver que ella no podía


leerla, y con desconfianza y de mala gana decidió pedirle ayuda a un amigo. Su
amigo no encontró más solución para poder descifrar lo que decía la placa, que
enviarla a Buenos Aires, Argentina para que fuese analizada y descifrada.

Mientras tanto, Don Castro no perdió el tiempo, y siguió buscando, pero no


encontró otro tesoro además de una virgen de oro puro de 18 kilates, 12
kilogramos de peso y 30 centímetros de altura. Aparte de eso, encontró más
vasijas que contenían pergaminos escritos en cuero, y otros objetos sin mayor
importancia.

Finalmente la respuesta que esperaba por fin llegó, de Buenos Aires,


Argentina enviaron la traducción de la tablilla de cobre escrita en lengua
sefardita que decía: “Aquí hay un tesoro. A la distancia de 90 metro (s). Dejo
esto por haber perdido mi galeón. Hay 80 zurrones llenos de oro y 90 de plata.
Año 1640. Deul” (Latcham, 1935, p. 26).

La alegría invadió de forma inmediata a Castro, ya que esto comprobaba que


la existencia del tesoro no era sólo una leyenda, y de inmediato fue en su
búsqueda partiendo del lugar en donde encontró la tablilla.

Pero la suerte no le volvió a sonreír, ya que no conseguía encontrar nada más


relacionado con el tesoro y los documentos que habían encontrado y habían
sido enviados a Buenos Aires para su traducción no decían nada relacionado
con el tesoro. Los pergaminos hablaban por ejemplo de los nombres de los
piratas, sus buques, las rutas de navegación, etc.

Un día, Manuel Castro decidió emprender también la búsqueda de la mina,


pero sólo consiguió encontrar una escena macabra.

Buscando cerca de la base de la quebrada de Guayacán, divisó un callejón


que estaba oculto tras unos peñascos y al acercarse más, vio que en la pared
del farellón había una cueva descenderte. Entusiasmado con la idea de que allí
podría estar el tesoro fue rápidamente a avisarle a su hermana Rita, y esa
misma noche se dirigieron emocionados a la caverna alumbrados sólo por una
lamparilla. Descendieron por la entrada de la caverna, pero al llegar al final de
ésta, vieron una escena horripilante, 12 esqueletos tendidos en el suelo sin sus

27
cabezas… El temor y la superstición hicieron que huyeran de inmediato de ese
lugar.

No se sabe qué sucedió luego con Manuel Castro, pero si está bien claro, que
gracias a él, muchos otros buscadores de tesoro se dirigieron a la zona para
intentar encontrarlo.

¿Dónde está finalmente el tesoro? Los documentos encontrados hasta el


momento no dicen mucho, salvo vagas referencias como las que aparecen en
el libro de Ricardo Latcham “el tesoro de los piratas de Guayacán (1935), en
donde hay un documento que dice: “En la llanura, una piedra partida
superficialmente, en ella un clavo de cobre, ignorándose su situación. Creo que
esta al S. O., partiendo de las dos piedras de la quebrada” (p. 33).

Posteriormente a Manuel Castro, hubo otro hombre que gastó toda su vida en
encontrar el famoso tesoro, nos referimos a Esteban Grlica, “Podría decirse
que pasó toda su vida buscando el tesoro. En su negocio de la “Aurora azul,
entretenía a sus clientes mostrándoles algunos hallazgos encontrados en su
búsqueda pertinaz; botones, sables antiguos, monedas de oro, trozos de tela.”
(Peri, 1996, p. 36) A pesar de que buscó toda su vida, no encontró nada de
mayor importancia, salvo unas cuantas monedas de oro y otros menesteres de
la época. Actualmente, sus hijos siguen con el legado de su padre, no buscan
el tesoro precisamente, pero sí continúan narrando las historias de piratas y de
su incansable padre, según lo que nos cuenta René Retamal, encargado de la
administración de la biblioteca Irma Salas, de la Universidad de La Serena.

Pero finalmente ¿Qué pasó con el tesoro? ¿En donde se encuentra? ¿Se lo
habrán llevado ya, sin que nadie lo sepa? Estas preguntas no pueden ser
respondidas, ya que no se ha encontrado aún ningún tipo de documentación
que lo acredite.

René Peri (1996) afirma que “Don Ricardo Latchman2, se encontró entre los
más conspicuos buscadores, como así mismo el ingeniero alemán Hans
Meyerhom , de quien jamás se volvió a saber desde que inicio los trabajos en
plena revolución de 1931” (p. 36).
Entre los posibles lugares en los que podría estar el tesoro, se encuentran: La
Pampilla, Punte Pelícanos, la Quebrada de Las Rosas, La Rinconada y el
Panul (P. Álvarez, S. f, p. 271).

10.3 Leyenda: Los tripulantes de la Cruz de Sangre

Alrededor del año 1936, dos amigos de alrededor de 50 años conversaban


sobre diversos temas en la plaza de la ciudad de Coquimbo. Conversaban
animadamente de muchos temas, hasta que de pronto salió a colación el
asunto del ya mencionado Manuel Castro, y comenzaron a discutir si habría o
no un tesoro escondido cerca de la que ellos llamaban “Piedra de vaca” en

2
No debe confundirse a Ricardo Latchman, escritor nacido en la ciudad de La serena con el historiador
inglés Ricardo Latcham, escritor de “El tesoro de los piratas de Guayacán. Latchman, a pesar de que
dedicó gran parte de su tiempo a investigar sobre la documentación del tesoro, no se dedicó a buscarlo.

28
playa blanca. Por tanta vuelta que le dieron al asunto, terminaron
convenciéndose de que cabía la posibilidad de que allí hubiese un tesoro, y de
que la roca de la vaca era una gárgola que le vigilaba y de que la única forma
de encontrarlo era mediante algún método esotérico de rastreo. Los dos
amigos tomaron la decisión de ir en busca del tesoro.

A la mañana siguiente ambos fueron rumbo a la casa de una señora de edad


llamada Tomasita, que tenia fama de bruja y le pidieron su ayuda. La mujer se
entusiasmó y decidió acompañarlos sólo si ellos rezaban la oración que les
había dado y llevaban las hierbas y menjunjes que les había recetado para el
éxito de la operación.

Esa misma noche partieron rumbo a la roca de vaca, la noche estaba muy
oscura y sólo les alumbraba el camino una lámpara de gas. Con dificultad
bajaron por las escarpadas rocas para llegar a playa blanca, y finalmente
divisaron la roca… avanzaron un par de pasos hacia ella y… ¡tres marineros
enanos aparecieron sin ninguna explicación detrás de la roca!, vestían de
forma muy lúgubre, mostraban los dientes y se interponían entre la roca y los
buscadores.
Los tres cazadores de tesoros salieron corriendo cuan rápido les dieron los pies
y juraron nunca más ir en busca de ese tesoro maldito.

Cuentan que hoy los marineros de Cruz de Sangre, celosos custodios


del cuantioso caudal aún se aparecen por las noches y acometen
enfurecidos a quienes conscientes o inconscientemente toman el atajo
de la quebrada (P Álvarez, S.f, p 271).

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11. Conclusión

La piratería, manifiesta en todas sus formas, es decir, a través de corsarios


bucaneros, filibusteros y piratas comunes, ha sido durante siglos inspiración
para la literatura y la leyenda, particularmente en esta región, pero también
tuvo una base histórica determinada por hechos y procesos cuyas
consecuencias afectaron intensamente a estas costas.

En el transcurso de esta investigación nos fue posible conocer estos aspectos y


la vez nos interiorizamos en las historias legadas por la tradición.
Comprendimos la naturaleza de los piratas, sus costumbres marcadas por la
ilegalidad y el libertinaje; su origen, el cual se remonta a muchos años antes de
la edad dorada de los piratas, comprendida entre los siglos XVII y XVII, desde
los tiempo de los normandos; asimismo, las distinciones presentes entre
quienes ejercían la piratería, es decir, los corsarios, que tenían la aprobación
de un gobierno, y los bucaneros y filibusteros, de carácter esencialmente
americano.

Acercando el tema a nuestra historia, nos fue posible conocer los actos que
estos navegantes efectuaron tanto en la zona de Coquimbo como en los otros
puertos del litoral chileno, y sus principales agentes (Sir Francis Drake, Sharpe,
entre otros). Tal es el caso de nuestra región y su puerto mayor, Coquimbo,
donde aún hoy sigue vigente la leyenda del tesoro de Guayacán, el cual
todavía motiva la búsqueda y la fascinación por parte de los visitantes.

En el siglo XVII chile aún era un pueblo muy pobre, sin embargo, la importancia
y envergadura de sus costas permitió que se desarrollara la piratería. Los
puertos del país en su mayoría se encontraban desprovistos de mecanismos
de defensa, no existían recursos suficientes que fueran capaces de defenderlos
eficientemente.

El caso particular al que nos referiremos: el puerto de Coquimbo, que sufrió


reiterados ataques de buques piratas. Es necesario dejar en claro que los
poblados de nuestra región coexistían precariamente, por lo que la mayoría (en
particular los corsarios) utilizaban las bahías para obtener provisiones y
escondite, para luego así emprender viaje a zonas tales como el Istmo de
panamá, el Caribe o el Perú: lugares donde había mayor riqueza.

Sin lugar a dudas los piratas trajeron más perjuicios que bondades a las costas
chilenas y marcaron de forma permanente la historia no solo a nivel local, sino
que a todo el litoral, en los albores nuestra nación.

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12. Anexos

Hemos encontrado pertinente incluir un nuevo apartado, en el cual se


encontrarán los datos inconexos, o ideas a desarrollar que en un momento del
trabajo han quedado en el tintero y no han pasado a la pluma aún. Es por esto,
que este capítulo tratará exclusivamente de complementaciones a la lectura,
datos curiosos y cosas que consideramos oportuno no dejar de lado en la
oscuridad.

1) Sistemas de Medición

Creemos acertado hacer notar que en dichos tiempos, los piratas, corsarios y
filibusteros no utilizaban el metro para medir, ya que utilizaban medidas como
la vara, el palmo o el pie.

1/2 vara = 1 codo


1/4 vara = 1 cuarta o palmo
1/8 vara = 1 octavo o coto

1/3 vara = 1 pie


1/6 vara = 1 sexta, sesma o jeme
1/12 vara = 1 palmo menos 4 dedos
1/24 vara = 1 pulgada
1/36 vara = 1 dedo
(Latcham, 1935)

Considerando esto, podemos también preguntarnos: ¿A cuánto equivale cada


medida? Bueno, don Ricardo Latcham nos pone enseguida una tabla
convirtiendo estas medidas en nuestro sistema métrico:

1 vara castellana = 0.836 metros


1 pie castellano = 0.279 metros
1 pulgada castellana = 0.0,232 metros
1 palmo = 0.209 metros
1 codo = 0.418 metros

1 jeme, sexta o sesma = 0.1,393 metros


1 coto u octavo = 0.1,045 metros
1 dedo = 0.0,174. metros

(Latcham, 1935)

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Al tener en conocimiento este dato, que no es menor, aunque haya sido
colocado como anexo, otorga una correcta orientación a la época y a sus
medidas, las cuales eran totalmente diferentes a las que poseemos
actualmente.

2) La Herradura

Se dice de Dayo y Deul, dos piratas bastante conocidos, que en La Herradura


“se dedicaron a construir subterráneos y laberintos para escabullirse en caso
de ataque, y se cree que hicieron las primeras labores de una mina en el
lugar”. (Rodríguez, 2009)

3) La Jolly Roger

Las banderas piratas fueron de diversas formas, pero la más masificada por
los dibujos animados y las ilustraciones fue la Jolly Roger. En un principio, la
original Jolly Roger, la bandera del cráneo con las dos tibias cruzadas, era roja,
representando la sangre de las víctimas. Su nombre deriva del francés Jolie
Rouge, color sangre. Luego, se fue tergiversando al inglés, lo que dio como
resultado Jolly Roger, y luego ésta se transformó a negra, la cual es la más
conocida. (www. Usuario cs0 (s.f.). Extraído el 1 de diciembre de 2010 desde
http://www.corsarios.net/cs0vidapiratasp.php )

4) Cómo la Papa llegó a Europa

Se dice que Francis Drake fue el primer exportador de papa a Europa de la


historia. En 1580, cuando este corsario retornó al Viejo Continente, más
específicamente al puerto de Plymouth, Inglaterra, le dio unas papas a un
amigo de Irlanda, el cual las plantó para probarlas, ya que éstas eran algo
inédito y no existía en Europa en ese entonces. Al momento de cocinar,
cometió el grave error de hacer un caldo con el fruto y no con el tubérculo, lo
que dio algo incomible de un sabor asqueroso. Debido a su frustración, quemó
sus plantaciones. Luego, un agricultor encontró una papa asada entre cenizas,
la probó, y le encantó. Desde ese momento, cuenta la historia que llegó la papa
a Europa. (Alexandre, M. (s.f.) Las papas de Chiloé, una riqueza sin explorar.
Extraído el día 1 de diciembre de 2010 en
http://www.papasnativasdechiloe.cl/index.php?
option=com_content&view=article&id=71%3Alas-papas-de-chiloe-una-riqueza-
chilena-sin-explorar&catid=1%3Alatest-news&Itemid=1 ).

Con respecto a esta afirmación, se creó una gran polémica, ya que hay otros
documentos que afirman que Deul fue quien llevó la papa tubérculo hasta
Europa.

5) Nubes Magallánicas

Hernando de Magallanes, además de ser un gran navegante y de dar la vuelta


al mundo en su navío, fue alguien muy observador del cielo.

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En su paso por Chile, descubre el Mar que lleva su nombre en el
extremo austral del territorio, otro de sus aportes es el bautizo de ‘Nubes
Magallánicas’ a las galaxias que observó en el lugar, gracias a un eclipse de
luna total. (Rodríguez, 2009)

6) Cicop

No es un error de tipeo, sino que es de esta forma en la que el conocido pirata


Deul hacía referencia a Coquimbo.

Llegó De Baniel en 1603 con su galeón Fantasma de la Noche. Subatol


salió con su buque Costa Negra y trabó combate. De Baniel arrió su bandera y
dijo que quería entrar en la (H)ermandad de la Bandera Negra. Hizo el
juramento de fidelidad. De Baniel tomó un galeón español llamado Cruz de
Sangre y lo trajo a Cicop cargado de oro y plata. Deul. (Deul, s.f., citado por
Latcham, 1935, p.84).

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13. Referencias

RAE: www+ usuario drael (2010) Extraído el día 1 de diciembre de 2010 desde
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=pirata

Historia Americana: www usuario sw_educ s.f. extraido el 1 de diciembre de 2010


desde http://www.uc.cl/sw_educ/historia/america/html/3_3_1.html)

Latcham, R. (1935) El tesoro de los piratas de Guayacán. Coquimbo: Centro Gráfico


Ltda.:
(Latcham, 1935, p. 89).
(Latcham, 1935, p. 94)

Concha, M. (1871) Crónicas de La Serena. La Serena: La Reforma.:


(Concha, 1871, p.51).

Silva, O. (1990) Atlas de Historia de Chile. Santiago: Universitaria

Villalobos, S. (2003) Chile y su historia. Santiago: Universitaria

Woodard, C. (2008) La república de los piratas Harcourt: Crítica

Rodríguez López, M. (2009). Breve historia de Coquimbo. Coquimbo: Imprenta


Imagen.
(Rodríguez, 2009, p. 46)
(Rodríguez, 2009, p. 54).

Perí Fagerstrom, R. (1996.).La costa de los piratas. La Serena: Libros Platero Arte.
(Peri, 1996, p. 17).

Álvarez, P. (1991). Tradiciones y episodios de Coquimbo. La Serena: Angelus.


(Álvarez, P. 1991, p 271).

Testimonio oral de: Retamal, René; administrador de Biblioteca Irma Salas, obtenido
el día 20 de noviembre 2010.

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14. Bibliografía

Álvarez, P. (1991). Tradiciones y episodios de Coquimbo. La Serena: Angelus.

Concha, M. (1871) Crónicas de La Serena. La Serena: La Reforma.

Latcham, R. (1935) El tesoro de los piratas de Guayacán. Coquimbo: Centro Gráfico


Ltda.

Marina de Chile (1880). Anuario hidrográfico de la Marina de Chile. Santiago:


Imprenta Nacional.

Perí Fagerstrom, R. (1996).La costa de los piratas. La Serena: Libros Platero Arte.

Rodríguez López, M. (2009). Breve historia de Coquimbo. Coquimbo: Imprenta


Imagen.

Tabilo Buzeta, E. (S.F). Coquimbo y su historia en sus calles. Coquimbo: S.E.

Villanueva Pizarro, A. (S.F.). Coquimbo. Tradición y leyenda. Coquimbo: S.E.

RAE: www usuario drael (2010) Extraído el día 1 de diciembre de 2010 desde
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=pirata)

Corsarios y Piratas: www usuario var (s.f.) Extraído el día 1 de diciembre de 2010
desde http://mgar.net/var/corso.htm)

História de la Piratería: www usuario biblioteca_virtual (s.f.) Extraído el día 1 de


diciembre de 2010 desde
http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/pirateria/1_2.html

Piratas, Corsarios y Filibusteres, Vida en Alta Mar: www usuario piratas (s.f.) Extraído
el 1 de diciembre de 2010 desde http://www.corsarios.net/piratas/pt0fin-
piratas.php

Historia de America: www usuario sw_educ s.f. Extraído el 1 de diciembre de 2010


desde http://www.uc.cl/sw_educ/historia/america/html/3_3_1.html

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