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El inicio del año 2011 está marcado por diversas revueltas populares en el Magreb africano
que aportan importantes novedades a la geopolítica africana.
En Túnez ha caído el gobierno del dictador Zine el Abidine Ben Alí después de 23 años en
el poder y sigue la inestabilidad en el gobierno interino, en Argelia los barrios populares de
la capital y de las grandes ciudades se vieron sacudidos por las movilizaciones contra los
aumentos de precios de los alimentos protagonizadas por los jóvenes argelinos, que
constituyen el 70% de la población del país.
Pero la situación también impacta en Francia, la ex metrópoli colonial y actual destino de
emigración de los empobrecidos habitantes del Magreb. E impacta en todo el Oriente
Próximo, sobre todo en Arabia Saudita, Jordania, Egipto y Siria. En primer lugar en el país
árabe más importante de Africa, Egipto.
Se trata de países que comparten determinadas características actuales, además de un tronco
histórico común:
1. pasan por situaciones de ajuste económico y prosperidad macro-económica:
privatización, apertura económica, desregulación, crecimiento del PBI.
2. están gobernados por elites corruptas y dictatoriales, con una fuerte represión
política y con regímenes democráticos netamente procedimentales.
3. un gran porcentaje de su población está arrinconada por la pobreza y la represión
4. la juventud es protagonista de las protestas.
5. sus gobiernos son aliados de las ex metrópolis europeas.
6. son revoluciones laicas, no islamistas, con fuerte presencia de sindicatos y partidos
políticos, especialmente de los partidos de izquierda.
7. los medios de comunicación no convencionales (los blogs y las redes sociales)
cumplen un rol de primera magnitud, en lo que podría considerarse la primera
consecuencia política importante del caso Wikileaks.
En Túnez la situación no es diferente al resto de los países del Magreb.
La desocupación alcanzó un porcentaje del 18%, 36% entre los jóvenes, 20% entre
los diplomados y licenciados universitarios.
Un millón de jóvenes tunecinos, sobre una población de 10 millones, emigraron a
Francia, Italia y Alemania.
Las movilizaciones comenzaron el 17 de diciembre de 2010 cuando el vendedor ambulante
y licenciado en informática desocupado Mohamed Bouazizi, de 26 años, se suicidó
prendiéndose fuego, en protesta contra una requisa policial.
El gobierno de Ben Alí y su partido la Reagrupación Constitucional Democrática (RCD)
desató una fuerte represión con decenas de muertos. Acorralado por las manifestaciones y
las protestas, disolvió el gobierno y llamó a elecciones anticipadas, a las que afirmo que no
se presentaría. Esa fue su última jugada presidencial.
Finalmente debió renunciar y fue reemplazado por un gobierno de transición encabezado
por el ex primer ministro Mohamed Ghannouchi, con el cargo de presidente interino.
Buscando normalizar la transición política, el Consejo Constitucional nombró al presidente
del Parlamento, Fouad Mebazaa, como presidente interino del país. Mebazaa nombró a
Mohamed Ghannouchi como primer ministro y le encargó la formación de un nuevo
gobierno. Ghannouchi, quien fuera durante 20 años hombre de confianza de Ben Ali,
convocó a los líderes de los partidos de oposición a integrar el gobierno, pero también
incluyó en el nuevo gabinete a varios ex ministros del régimen derrocado. En una situación
explosiva, apenas 24 horas después de haber asumido, 5 de ellos debieron renunciar por el
rechazo de los manifestantes tunecinos a las figuras políticas del RCD. Es que el 18 de
enero la marea tunecina no había cesado, se estaban realizando marchas contra el nuevo
gobierno interino, reclamando la ruptura con todos los símbolos del anterior gobierno y
exigiendo una respuesta convincente a las aspiraciones populares.
Por su parte el presidente Mebazaa y el primer ministro Ghannouchi se vieron forzados a
renunciar al RCD, partido que a su vez fue expulsado de la Internacional Socialista, de la
cual era miembro a pesar de las críticas. Y la RCD expulsó, tardíamente, a Ben Alí y otros
7 miembros.
Para completar la transición, dentro de 60 días deberán realizarse elecciones para elegir
nuevas y definitivas autoridades, según lo dicta la constitución del país.
Ben Alí, habiendo elegido en primer lugar Francia como destino de exilio, se refugió
finalmente en Arabia Saudita, hacia donde partió el sábado 15 de enero. Aunque el
gobierno de Sarkozy en más de una ocasión ha señalado a Ben Alí como un buen aliado y
lo mismo ha hecho Dominique Strauss-Kahn refiriéndose a su economía, Francia rechazó
darle asilo porque su llegada hubiera provocado una nueva sublevación en los banlieues
parisinos, habitados en su mayoría por emigrados del Magreb, que fuera posesión colonial
francesa.
El proceso tunecino ha impactado fuertemente en el mundo árabe, al tratarse de la primera
revolución popular desde 1979. Hubo movilizaciones populares en El Cairo, frente a la
embajada, y hubo una protesta similar en Hamman, la capital de Jordania, también frente a
la embajada tunecina.
El domingo 23 de enero de 2011 miles de personas rodearon el palacio del primer ministro
interino, Al-Ghannouchi. El palacio del Primer Ministro, situado en la Kasbah, en la parte
antigua de la ciudad, convive con el Ministerio de Finanzas, el Ayuntamiento y el Palacio
de Justicia. Allí van los manifestantes a exigir la renuncia de Ghannouchi y la de todos los
miembros del gabinete que pertenecen al régimen anterior, especialmente los ministros de
Defensa, Interior y Relaciones Exteriores.
La semana anterior ya habían renunciado cinco ministros, con lo cual el país está
gobernado por un gobierno incompleto.
El contingente crecía constantemente, nutrido de miles de manifestantes que se unían a las
manifestaciones en la capital provenientes de las ciudades del interior del país.
La denominada Caravana de la Liberación partió el sábado a la noche de Kasserine y Sidi
Bouzid, la tierra natal de Mohamed Bouazizi, en el centro del país.
Todos ellos fueron convocados por la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT).
Activistas sociales, estudiantes, campesinos, profesionales sin trabajo, policías y bomberos
se unieron a la caravana.
En un intento por volver a la normalidad, el gobierno provisional anunció la reapertura de
colegios y universidades para el lunes 24. Por su lado los maestros de todo el país
anunciaron el inicio de una huelga por tiempo indeterminado. Entre sus demandas también
figura la disolución de la Reagrupación Constitucional Democrática (RCD), el partido del
dictador Ben Alí. El sindicato de maestros exigió “la formación de un gobierno provisional
que aparte de entre sus miembros a los enemigos de nuestro pueblo”.
El poder ejecutivo no lograr hacerse cargo del gobierno, sus decisiones no son acatadas, su
composición es desafiada y su permanencia parece insostenible.
Por su lado la UGTT está impulsando la creación de comités sindicales para elaborar
propuestas en materia de reformas políticas, económicas y sociales. También ha pedido la
proclamación del 14 de enero como día de fiesta nacional.
Sin embargo también ha hecho un llamamiento a los trabajadores “para oponerse a los
intentos de obstaculizar el normal desenvolvimiento de las instituciones y su retorno a la
normalidad”, precisamente lo que están haciendo los desempleados y jóvenes tunecinos con
sus movilizaciones y su exigencia de renuncia del gobierno interino.
El mismo domingo 23 de enero se anunció la creación del Frente 14 de Enero, una
coalición que agrupa a un amplio espectro de fuerzas izquierdistas y nacionalistas hasta
ahora divididas: el Partido Comunista, los Patriotas Democráticos, el Partido del Trabajo
Patriótico y Democrático, nasseristas, baasistas, trotskistas y otros grupos de inspiración
marxista. No se ha incorporado el Congreso de la República, de Moncef Marzouki, que está
negociando una alianza con los islamistas del Nahda, el partido del promocionado Rachid
Gannouchi, vuelto del exilio y sin fuerza en este proceso revolucionario. La fuerza decisiva
sigue siendo la UGTT, que tiene medio millón de afiliados en todo el país. Mientras sus
bases son el componente decisivo de la movilización, su dirección ha sido en parte tolerante
y en parte cómplice del régimen anterior, y formó parte del primer gabinete de Al-
Gannouchi.
El programa del Frente 14 de Enero impulsa el establecimiento de un gobierno provisional
del que solo estaría excluida la antigua RCD y la convocatoria de elecciones para asamblea
constituyente a fin de redactar una nueva constitución. Ese gobierno se mantendría durante
un año. Pero también incluye algunos puntos concernientes a la política social e
internacional: “la construcción de una economía nacional al servicio del pueblo que ponga
los sectores vitales y estratégicos bajo el control del Estado, con la nacionalización de todas
las empresas e instituciones privatizadas y el rechazo de toda naturalización de relaciones
con la entidad sionista, así como el apoyo a todos los movimientos de liberación nacional
del mundo árabe”.
Ya se han formado las llamadas “comisiones populares” o “consejos de defensa de la
revolución” en todo el país. Su misión principal es proteger a los barrios de las milicias del
régimen anterior, pero ante los acontecimientos se están encargando de los servicios
municipales por la incapacidad de la burocracia gubernamental para poner en
funcionamiento el aparato del Estado. Por otro lado también deben solucionar la parálisis
empresaria porque muchos gerentes y directivos de empresas estatales y privadas fueron
expulsados por los trabajadores.
En cuanto a las milicias benalistas, el peligro proviene de la Guardia Presidencial, un
cuerpo muy bien armado y compuesto por una cantidad desconocida de miembros. La
dictadura de Ben Alí mantenía prisioneros políticos en cárceles secretas, la UGTT
desconoce la cantidad de prisioneros políticos en el país. Casi todos ellos son miembros del
Partido Comunista o del partido islamista Nahda, las dos únicas fuerzas realmente
opositoras a Ben Alí. Debe remarcarse que el islamismo del Nahda es moderado, aceptando
la separación de Iglesia y Estado.
Mientras la policía se ha unido a los manifestantes, el Ejército se mantiene expectante y
relativamente independiente, mientras acumula el apoyo de la población, que desconfía de
la policía. Rachide Ammar, el héroe militar que se negó a aceptar las órdenes represivas de
Ben Alí, dio un discurso en la Kasbah el martes 25 convocando a apoyar al gobierno
interino. Las aguas comienzan a separarse, dejando claro que la unidad que implica toda
revolución democrática, cede paso a la división que caracteriza a toda revolución socialista.
Los medios de comunicación que festejaron la caída de Ben Alí, ahora difunden imágenes y
comentarios de la Avenida Bourguiba, donde los turistas y los intelectuales progresistas
festejan la revolución, mientras desconocen y silencian los acontecimientos de la Kasbah,
donde miles de manifestantes exigen la caída del gobierno.
Qué piden los tunecinos en sus consignas: democracia. Lo único que todos quieren
negarles, Estados Unidos, la Unión Europea, Kadafi, los islamistas, Israel y la RCD.