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FOTO IZQUIERDA: En 1937, fortaleciendo el frente único. Eduardo Chibás (de lentes),
representante del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), discute con Enrique de la Osa,
representante del Partido Aprista Cubano, la unificación de ambas organizaciones. El PRC(A)
ganó las elecciones presidenciales en 1944 con Ramón Grau San Martín y en 1948 con Carlos
Prío Socarrás, ambos amigos de Haya de la Torre y solidarios con el aprismo. Chibás y el
sector más radical del PRC(A), incluido De la Osa, formaron el Partido Ortodoxo en 1947, que
tenía entre sus líderes juveniles a Fidel Castro y Abel Santamaría.
FOTO DERECHA: Ron y tabaco en La Habana en 1961. De la Osa (centro), nombrado por Fidel
Castro director de la expropiada revista Bohemia, celebra con el poeta chileno Pablo Neruda
(derecha) y con el poeta cubano Nicolás Guillén, el nombramiento de este último como
presidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. Guillén condujo de
inmediato represalias contra los discrepantes con el comunismo, como el guionista y
novelista Guillermo Cabrera Infante, siguiendo la directiva de Castro: “Dentro de la
Revolución todo; en contra de la Revolución, nada” (Discurso a los intelectuales, 30 de junio
de 1961).
En América Latina este centenario pasó desapercibido, pero en Cuba fue motivo de
importantes homenajes. Lamentablemente, ninguno de los discursos y artículos
cubanos que reseñan su intensa trayectoria como periodista y luchador social,
mencionó que la mayor parte de su vida fue aprista. Este artículo se propone llenar
ese vacío.
1
Por ejemplo, el señor Heriberto Rosabal, hombre fuerte de la agencia cubana
Prensa Latina y del diario Granma, reseña de este modo la época juvenil de De la
Osa el viernes 20 de febrero de este año: “Por su filiación abiertamente
antimachadista, Enrique fue encarcelado en 1927; en 1928 tuvo que exiliarse; dos
años después, regresó clandestino a Cuba para participar en un golpe contra el
tirano; en 1931, de nuevo sufrió prisión, primero en el Castillo del Príncipe y luego
en el tristemente famoso Presidio Modelo de la entonces Isla de Pinos, hoy de la
Juventud. […] Tras la caída de Machado, intensificó sus labores subversivas y
antiimperialistas, y luego de la huelga de marzo de 1935 fue nuevamente
apresado”.
Ver: http://www.cubaperiodistas.cu/noticias/febrero09/20/13.html
Muy bien, pero, ¿qué ideas políticas defendía ese “antimachadista”, es decir, ese
opositor al gobernante Gerardo Machado Morales? ¿Al lado de quiénes “regresó
clandestino para participar en un golpe contra el tirano”? ¿Qué signo político tenían
sus “labores subversivas y antiimperialistas”? ¿Es acaso muy difícil decir la verdad
completa? Recordemos las sabias palabras de nuestro prócer Manuel González
Prada, cuando nos decía que nada era peor que el “pacto infame” de las “verdades
a medias”, del “hablar a media voz”.
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agosto de 1933; Carlos Baliño (1848-1926), veterano líder sindical que tomó las
armas por la independencia de Cuba al lado de José Martí; Eusebio Hernández
(1853-1933) médico y catedrático de ciencias médicas comprometido con la
reforma universitaria y Enrique José Varona (1849-1933), filósofo defensor de la
libertad de pensamiento que colaboró con los estudiantes reformistas y luego con
los primeros grupos apristas cubanos.
Elogiosa bienvenida para Haya de la Torre del diario El Heraldo de La Habana del 1 de
noviembre de 1923. La noticia incluye la invitación del ministro José Vasconcelos para
residir en México.
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La fundación de la Universidad Popular José Martí aparece en la primera plana del diario La
Noche de La Habana del 4 de noviembre de 1923. En el centro de la foto está Haya de la
Torre, con el presidente de la Federación de Estudiantes Cubanos, Julio Antonio Mella, a su
derecha, y el catedrático Eusebio Hernández, a su izquierda.
Imagen de Haya de la Torre en la primera plana del diario La Prensa de La Habana del 4 de
noviembre de 1923. El pie de foto menciona que es “huésped distinguido” de la ciudad.
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Carátula y editorial de la revista Juventud de fines de 1923. Su director, Julio Antonio Mella,
presidente de la Federación de Estudiantes Cubanos, dedicó esa página a un emocionado
elogio de Haya de la Torre. Allí leemos: “Pasó entre nosotros, rápido y luminoso, como un
cóndor de fuego marchando hacia los cielos infinitos. En su breve estancia se nos presentó:
ora como un Mirabeau demoledor con la fuerza de su verbo de las eternas tiranías que el
hombre sostiene sobre su hermano hombre, ora como el Mesías de una Buena Nueva que dice
la palabra mágica de esperanza, ora como el camarada jovial, casi infantil, de alma pura e
ingenua que lo entrega todo en aras de la amistad. […] Cuando se le sentía, más que cuando
se le veía en la tribuna, se tenía la sensación de algo misterioso vagando por el ambiente,
subyugaba y dominaba de tal forma al auditorio, que éste semejaba mansos cachorros de
león cumpliendo las órdenes del domador, hacía reír, llorar, pensar, temer, toda la gama del
sentimiento la recorría con magistral exquisitez. […] Que como él existan muchos más en
todos los países de la América, es el más caro deseo de los libertadores que no han visto
terminada su obra”.
“La revolución es algo grave, bello y puro, y requiere, por lo tanto, mucha
gravedad, mucha belleza y mucha pureza. […] Hay una sabia fábula de los
conejos que huían de los perros, y que en su huída se pusieron a discutir
como si fueran latinoamericanos, tan aficionados a discutir, si los
perseguidores eran galgos o podencos. Así, la energía que hubiera debido
concentrarse en huir, la emplearon los conejos en discutir, llegando a ser
presas de los perros; y jamás pudieron decir, en una vida ultraterrestre, si
eran galgos o podencos sus perseguidores. […] Vuestros enemigos, galgos
o podencos, están unidos. Marchemos al porvenir, sin discutir de antemano
cómo ese porvenir será, si ha de ser un valle o si será una montaña”.
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Víctor Raúl Haya de la Torre: “La moral revolucionaria”. Discurso
pronunciado en el aula magna de la Universidad de La Habana el 5 de
noviembre de 1923. Publicado en la revista Bohemia Azul, director: Félix
Anaya, Año II, Nº 7, 1 de enero de 1924, pp. 24-25.
En todas las conferencias ofrecidas en Cuba, Haya de la Torre dio gran importancia
a la herencia intelectual y moral de Manuel González Prada como patrimonio de la
juventud de América Latina, a la necesidad del frente único de trabajadores
manuales e intelectuales, a la unidad continental contra el imperialismo yanqui y la
necesidad de integridad moral, amor por la ciencia y el estudio y “emoción social”
como atributos indispensables de la nueva generación.
Imagen de los archivos del diario La Noche de La Habana, que fuera publicada en primera
plana con motivo de la inauguración de la Universidad Popular José Martí, ocurrida el 3 de
noviembre de 1923 (la imagen del diario con esta foto ya ha sido mostrada más arriba).
Actualmente es difundida en Internet desde el sitio web de Cubaliteraria dedicado a Julio
Antonio Mella, sin indicar que allí está presente Haya de la Torre, presidiendo la tribuna, al
lado de Mella y del Dr. Eusebio Hernández. En la foto, Haya de la Torre muestra todavía los
estragos físicos de la huelga de hambre que realizara poco antes de su deportación del 9 de
octubre de 1923.
Son hechos fundamentales, como que dos y dos son cuatro, que la fundación de la
Universidad Popular José Martí fue parte de un proceso continental de radicalización
de la juventud en el cual fue muy influyente el ejemplo peruano; y, en segundo
lugar, que eso explica la gran acogida ofrecida por los estudiantes y trabajadores
de Cuba a Haya de la Torre, cuya presencia fue un factor positivo para el
fortalecimiento de la unidad entre estudiantes y trabajadores en ese país.
En esa dirección de internet, los funcionarios oficiales que dirigen lo que se debe
leer y comentar en Cuba, han publicado una detallada cronología de la vida de Julio
Antonio Mella. Acerca de la fundación de la Universidad Popular José Martí, dicha
cronología no menciona el precedente referencial representado por las
Universidades Populares González Prada del Perú y, sobre la presencia en Cuba de
Haya de la Torre, se limita a decir: “Víctor Raúl Haya de la Torre, presidente de los
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estudiantes universitarios en Perú, visita La Habana, por dos semanas, asiste al
acto de fundación”.
Ellos quieren decir que Haya de la Torre estaba, como quien dice, de paso por Cuba
y, por casualidad, estuvo presente en el acto de fundación, seguramente
confundido entre los demás asistentes. Se omite que era un líder estudiantil
exiliado, que era rector de las universidades populares peruanas y que por ambos
motivos fue especialmente invitado por Mella y los estudiantes cubanos a dicha
inauguración; y se omite que fue elegido presidente de honor de la Federación de
Estudiantes, distinción que no se ha dado en la isla, ni antes ni después, a otro líder
estudiantil. La cronología incluye un apartado con imágenes donde es muy fácil
reconocer a Haya de la Torre, pero no hay ninguna información que indique quiénes
están allí.
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las Américas e imponerle normas. En nombre de ese “Destino Manifiesto” los EE UU
anexaron los extensos territorios que hoy forman los estados federales de Texas
(1845), Oregon (1846) y California (1848).
Esta misma “Doctrina Monroe del Destino Manifiesto” implicaba intervenir en ayuda
de cualquier otro país soberano de la región amenazado de ser intervenido por las
potencias coloniales. Bajo esta Doctrina, en 1867 los EE UU apoyaron a los
republicanos mexicanos contra el emperador Maximiliano. Y en 1898, el presidente
McKinley envió tropas a Cuba en apoyo de la guerra de independencia contra
España. Pero esta acción militar estadounidense no se basaba en la generosidad;
tenía como finalidad la propia defensa de ese “destino manifiesto”. Un emperador
francés en México o un virrey español en Cuba eran una amenaza a sus propias
ambiciones de expansión.
Estampa de propaganda gubernamental de 1872 del artista John Gast, que ilustra el “Destino
Manifiesto” de los EE UU: la diosa Libertad, portadora de las leyes, ilumina el camino a los
pioneros que llevan el arado, el ferrocarril y el telégrafo a las tierras salvajes.
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militares anexionistas. La señal de alarma ocurrió en 1902, cuando Francia y
Alemania impusieron un bloqueo marítimo a la endeudada Venezuela. Fue
precisamente el presidente “Teddy” Roosevelt quien medió a favor de Venezuela
con una agresiva flota naval y un esquema de respaldo crediticio. Desde entonces,
extender créditos, asegurar fuentes baratas de materias primas para la industria
norteamericana y controlar el tráfico marítimo en ambos océanos mediante un
canal centroamericano se convirtió en parte de las estrategias del “Destino
Manifiesto”.
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Tomás Estrada Palma (1835-1908), líder del Partido Revolucionario Cubano tras la
muerte de Martí y primer presidente de Cuba (1902-1906). Imagen del arribo de
Estrada Palma (con sombrero de copa) a La Habana para la toma de posesión del
mando presidencial el 20 de mayo de 1902; con este acto nacería la República de
Cuba, pero en condiciones de estricta sujeción a los intereses de los EE UU.
Tales palabras del presidente Roosevelt deben ser consideradas como la partida de
nacimiento del imperialismo de los EE UU. Significaban, por un lado, un esfuerzo
organizado de expansión agresiva de inversiones que desplace a los competidores
europeos y, por otro lado, proteger dichas inversiones auspiciando golpes de Estado
y gobiernos que colaboren con sus intereses, empleando las tropas de marines allí
donde la bandera de las barras y las estrellas no fuera bien recibida. En la prensa
de la época dicha estrategia recibió la denominación de “política del gran garrote”
(‘big stick policy’), frase con la que el propio presidente Roosevelt describía su
política en conversaciones y cartas no oficiales.
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La política del “gran garrote” se mantuvo hasta 1930, cuando el presidente Herbert
Hoover puso en revisión el “Corolario Roosevelt” y, mediante el Memorándum
Clark, anunció una política de mayor neutralidad en la región. Hasta entonces, el
sentimiento imperante en México, el Caribe y América Central, era de gran
agitación popular contra la agresiva presencia militar norteamericana.
Durante las décadas de 1910 y 1920 se temía que el “Corolario Roosevelt” concluya
en nuevas anexiones y contra ello, en ausencia de democracias legítimas, la única
salida era la lucha insurreccional por la plena independencia, la autodeterminación
y la democracia.
Por esta razón los textos de Haya de la Torre eran, en esos años, llamados a la
lucha frontal y sin tregua contra “el enemigo de fuera” (el imperialismo
norteamericano) y “el enemigo de dentro” (la oligarquía colaboracionista). Este es
un elocuente ejemplo:
“Nuestra campaña tiene que ser, pues, contra el enemigo de fuera y contra
el enemigo de dentro. Uno de los más importantes planes del imperialismo
es mantener a nuestra América dividida. América Latina, unida, federada,
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formaría uno de los más poderosos países del mundo, y sería vista como
un peligro para los imperialistas yanquis. Consecuentemente, el plan más
simple de la política yanqui es dividirnos. Los mejores instrumentos para
esta labor son las oligarquías criollas, y la palabra mágica para realizarla
es la palabra ‘patria’. Patria chica y patriotismo chico, en América Latina,
son las Celestinas del imperialismo. […] Patriotismo significa hostilidad al
vecino, odio, xenofobia, nacionalismo provincialista y bastardo. […] ¿Quién
destruyó la confederación centroamericana, ‘independizó’ Panamá de
Colombia y toleró la enmienda Platt en la Constitución de Cuba? ¿Los
pueblos? Naturalmente que no. Las clases dominantes, las oligarquías
políticas. Y lo más grave es que no lo hicieron por error, ni por inocencia, ni
por ignorancia, ¡lo hicieron por paga! […] Nuestras clases dominantes nos
traicionan, nos venden, son nuestros enemigos de dentro. El único camino
de los pueblos latinoamericanos que luchan por su libertad es unirse
contra esas clases, derribarlas del poder, castigar su traición. Esa es la
gran misión de la nueva generación revolucionaria antiimperialista de
América Latina. Acusar y castigar a los mercaderes de la patria chica y
formar la patria grande”.
Víctor Raúl Haya de la Torre: “El pensamiento de la nueva generación
antiimperialista latinoamericana contra el enemigo de fuera y el enemigo
de dentro”. Discurso pronunciado en la Asamblea Antiimperialista Latino-
americana realizada en París el 29 de junio de 1925. Publicado en el libro
de Víctor Raúl Haya de la Torre: Por la emancipación de América Latina. M.
Gleizer editor, Buenos Aires, 1927, pp. 111-114.
Cuba era uno de los países en mayor peligro de concluir como una neocolonia de
los EE UU y donde se cumplía más al pie de la letra esta apreciación de Haya de la
Torre. A su vez, en Guatemala, Nicaragua, Puerto Rico, República Dominicana,
Panamá, etc, cada acción de insurgencia popular era efectivamente castigada con el
“gran garrote” intervencionista. México tampoco estaba ajeno al mismo peligro. La
situación de la región no permitía hacer política “nacional”, de “patria chica”. En
cualquiera de estos países, el reclamo de efectivas libertades democráticas, de una
política económica soberana e inclusive de salarios justos, dependía de una acción
conjunta regional que tenga repercusión continental.
De la Osa, al igual que muchos jóvenes cubanos de esos días, se inició en la política
militante en la Liga Antiimperialista de las Américas (LADLA), organización de
frente único que se fundó en México a fines de 1924, reuniendo a demócratas,
nacionalistas, socialistas y comunistas de varios países de la región. La LADLA se
organizaba en “secciones” nacionales y tenía aspiraciones continentales pero su
alcance efectivo se limitó a México, América Central y el Caribe, especialmente
Cuba.
La Liga Antiimperialista de las Américas duró hasta 1927 y en todos los países
estuvo en constante crisis por las fricciones entre los grupos independientes y los
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grupos comunistas subordinados a los dictados de Moscú. Haya de la Torre
comenta apropiadamente las diversas limitaciones que paralizaban a la LADLA en
su manifiesto “¿Qué es el APRA?” de diciembre de 1926 (luego incluido como
capítulo primero del libro El antiimperialismo y el APRA):
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Uno de los motivos de fricción interna era la presión comunista para dar a la LADLA
un carácter panamericano con sede en Estados Unidos (todavía no existía en ese
país la firme discriminación contra el comunismo de los años 1940 y 1950). El
Partido Comunista Mexicano (muy dependiente del “oro de Moscú” que llegaba a
través del Workers’ Party –Partido Obrero– de los EE UU), causó una conmoción
cuando en su Congreso de 1925 aprobó que la LADLA se “depurase” (se hiciera más
procomunista) y tuviera su dirigencia central no en México sino en Chicago.
Paradójicamente, los comunistas norteamericanos de mayor nivel intelectual que
participaban en la LADLA a través del PCM estuvieron en desacuerdo. Ellos eran
Bertram Wolfe (1896-1877) y Carleton Beals (1893-1979), quienes luego se
hicieron simpatizantes del aprismo después de leer “What is the APRA?” (“¿Qué es
el APRA?”, publicado en inglés en Inglaterra en diciembre de 1926) y tuvieron larga
amistad con Haya de la Torre.
La sección cubana de la LADLA fue el embrión del futuro Partido Aprista Cubano.
Cuando se fundó en 1924 había allí tres claros grupos: los nacionalistas del
Movimiento de Veteranos y Patriotas de Rubén Martínez Villena, los seguidores del
aprismo, a los que se unió Enrique de la Osa, apoyado por los exiliados peruanos, y
finalmente los comunistas de José Miguel Pérez. Mella era el líder público que unía a
estos grupos y les daba capacidad de comunicación con las multitudes.
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Mella es recordado como un hombre muy activo, opuesto a los debates ideológicos
bizantinos y a las discusiones administrativas típicas de los cenáculos comunistas.
Aunque se proclamó marxista-leninista y participó en la fundación del Partido
Comunista Cubano en 1925, nunca fue un dócil seguidor de los dictados de los
comisarios a sueldo de Moscú.
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En todo este trayecto, la jefatura del grupo comunista oficial (que no formaba parte
de la Liga Antiimperialista) desautorizó la actividad de Mella y no le brindó apoyo
alguno, generando una dura condena del pleno de la sección cubana de la LADLA,
incluyendo sus integrantes comunistas. Para todos los integrantes de la LADLA en
Cuba, pedirle a Mella que suspenda la huelga de hambre era pedirle algo indigno;
pero lo era más todavía no solidarizarse con su delicada situación de salud. El
resultado fue la ruptura pública de relaciones entre la sección cubana de la LADLA y
el grupo oficial comunista. De la Osa, secretario de prensa del Comité Pro Libertad
de Mella, mostró su habilidad como periodista difundiendo a todo nivel comunicados
de rechazo a las acusaciones de “traición a la disciplina comunista” esgrimidas
contra Mella por el pequeño cenáculo. La campaña de De la Osa logró valiosos
pronunciamientos sindicales y estudiantiles de respaldo moral a Mella y de repudio
al sectarismo comunista.
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marzo de 1926, pidiendo la expulsión de Mella de las filas comunistas de todos los
países. Debía ser una carta de “circulación restringida”, sin embargo, los
comunistas mexicanos, en forma muy latinoamericana, facilitaron que fuera
publicada y debatida en todos los medios de prensa.
En dicha carta del PC cubano advirtió al PC mexicano que “el señor Mella,
expulsado de este Partido, […] es un perfecto y descarado saboteador de los ideales
comunistas, a quien le tenéis que negar toda relación y mucho menos ofrecerle
tareas como si fuera un comunista acreedor a servir los ideales de los cuales ha
renegado en Cuba vergonzosamente”. Luego añaden: “El señor Mella se viene
dedicando a solicitar de algunos organismos obreros que nada tienen de conciencia
ni de espíritu de clase, ni son capaces de apreciar lo hecho por él, que le remitan
copias de certificados que le acrediten que no es ‘traidor’, […] siendo nuestra
acusación de oportunista y traidor […] cuyas pruebas han de conocer por las cartas
insultantes que nos ha remitido, negando suficiencia y honradez para juzgarlo,
burlándose del Partido. […] Además se dedica a escribir a individuos pretendiendo
crear un núcleo mellista para inclinarlo contra el Partido”.
Esta reveladora carta echa por tierra la leyenda que irradia el actual oficialismo
cubano, intentando mostrar a Mella como un coherente militante comunista, y al
pequeño Partido Comunista cubano fundado entre cuatro paredes en 1925 como la
gran fuerza animadora de la sección cubana de la LADLA. Para colmo, añaden en el
cuadro al joven periodista Enrique de la Osa entre los comunistas. Dicha leyenda no
tiene ningún asidero. Mella fue un líder de masas que sólo recibió obstáculos y
deslealtades de la cúpula comunista; y el pequeño Partido Comunista cubano nunca
jugó ningún rol importante en la LADLA. Es más, ni siquiera estuvo allí. En cambio,
los apristas sí estuvieron. Y De la Osa era uno de ellos.
Otra carta reveladora sobre Mella, el grupo comunista cubano y la sección cubana
de la LADLA, es la respuesta del Secretariado Latinoamericano de la Internacional
Comunista al pedido de “expulsión internacional” ya mencionado. Los jefes
superiores, más astutos y trajinados, se tomaron su tiempo para responder y
finalmente enmendaron la plana a los comunistas cubanos en la “Resolución sobre
Cuba” del 28 de enero de 1927. Allí leemos, en primer término, una confirmación
de la ausencia de la más elemental influencia comunista en las actividades en
defensa de Mella de la sección cubana de la LADLA. Dicen los jefes comunistas: “El
Partido Comunista se reorganizó a sí mismo en la ilegalidad, pero perdió contacto
con las masas. Sólo la Liga Antiimperialista mostró signos de vitalidad al comienzo
del período de represión, cuando tuvo éxito en realizar en torno a uno de sus
líderes, Mella, que se declaró en huelga de hambre en la prisión, un vasto
movimiento de protesta de las masas antiimperialistas”.
Vemos así el enorme peso político que tenía entonces Mella, en forma totalmente
ajena al insignificante Partido Comunista, lleno de prejuicios hacia las clases medias
y los obreros no comunistas. Comprobado esto, la Resolución concluye del siguiente
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modo: “Es absolutamente esencial reestablecer la relación normal entre el Partido
Comunista y la Liga Antiimperialista, y resolver el caso de Mella y sus seguidores,
tomando en consideración los requerimientos de nuestra política general en
América Central en el momento actual. El CC [el Comité Central] permitirá su
readmisión en el Partido bajo la condición de que se someta a la disciplina”. En
otras palabras, Mella quedaba perdonado y el PC cubano tenía que retractarse de
sus insultos y acusaciones.
Esta resolución fue un importante triunfo político para Mella, que tuvo como
consecuencia que él y su leal amigo Leonardo Fernández Sánchez sean, pocos días
después, los únicos cubanos presentes en el Congreso Antiimperialista de Bruselas
realizado los días 10 a 15 de febrero de 1927, donde también estuvo presente Haya
de la Torre. Queda claro que para los comunistas Mella era un individuo distante y
ajeno, pero que los jerarcas internacionales consideraban necesario.
El paso del tiempo y la represión de las dictaduras hicieron que todo este debate
entre los grupos comunistas y Julio Antonio Mella fuera de muy difícil consulta
hasta hace pocos años. Por suerte, después de la caída del régimen comunista
soviético, extensos volúmenes de este tipo de documentación son ahora de libre
acceso, incluso en Internet. Todo lo que acabamos de citar se encuentra en el blog
“Baracutey Cubano” de Pedro Pablo Arencibia Cardoso, donde están además los
links con las fuentes de consulta originales. El acceso es:
http://baracuteycubano.blogspot.com/2007/10/textos-imborrables-el-caso-
mella.html
Entre 1925 y 1926, Mella estaba más cerca del aprismo que del comunismo y lo
prueba esta carta de Haya de la Torre del 7 de abril de 1926, escrita apenas
divulgada en México la noticia de su expulsión. El fundador del aprismo felicita a
Mella por su rebeldía y dignidad frente a los comunistas cubanos y le comenta las
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limitaciones que tiene el PC mexicano por su dependencia hacia el Workers Party de
los EE UU (tema ya comentado más atrás). También es interesante la manera como
Haya de la Torre se refiere a Lenin. En 1917, apenas ocurrida la Revolución Rusa,
Lenin ganó notoriedad mundial como representante de la creatividad política, la
audacia y la heterodoxia. En 1926, el comunismo oficial, bajo Stalin, era todo lo
contrario. Por esta razón, en plena lucha frontal contra el “gran garrote” yanqui,
Haya de la Torre se proclama “leninista” pero no comunista. Leamos:
“Abril 7, 1926
Mi querido Julio Antonio:
Al fin he sabido de ti directamente por la postal que me han enviado. Te
felicito ante todo por tu brava actitud y hasta por la expulsión del Partido
Comunista.
Lo último te habrá hecho comprender lo que yo creo, que esos llamados
Partidos Comunistas de América, que expulsan a hombres como tú, son
partidos ‘con enfermedad de infancia’ que toman el rábano por las hojas y
que serían capaces de expulsar al propio Lenin si resucitara y se inscribiera
en ellos para aplicar las verdaderas tácticas comunistas, el comunismo
estratégico verdadero, que esos compañeros no conocen.
No tengo tiempo para escribirte largo pero debo decirte que, cada vez más
revolucionario y más leninista, desapruebo toda tendencia enferma de
infancia en el movimiento antiimperialista. […] Lo leninista, lo realista, es
no aparecer manejados ni conectados con Moscú ni con el PC yanqui ni con
nada extranjero sino –como en China– dar a nuestro movimiento un
carácter nacional y auténticamente latinoamericano popular.
Bajo las órdenes de Partidos Comunistas como el de Cuba que te expulsó,
nuestro movimiento cargará con los odios de camarilla que esos partidos
enfermos de infancia han deportado dentro y fuera de las clases obreras y
nunca se hará en verdad el Frente Único. […] Hay que renovar. Hay que
mirar el problema realística y revolucionariamente. Para los queridos
camaradas del Workers Party puede ser muy bueno presentarse en Moscú
y decir: ‘He aquí que traemos de los pelos al movimiento antiimperialista
de América Latina’, pero para el movimiento mismo esto es estúpido.
Sigo trabajando en la organización de la A.P.R.A., Alianza Popular
Revolucionaria Americana o Frente Único de Trabajadores Manuales e
Intelectuales. Verdadero partido revolucionario internacional
antiimperialista americano. […] Te recomiendo ser muy amigo de mis
compañeros peruanos, grandes, muy grandes muchachos. Sigue
trabajando y viendo la realidad y ya estaremos todos juntos en la lucha
muy pronto cuando la A.P.R.A. sea un verdadero ejército rojo disciplinado
y actuante pero listo a luchar como los chinos.
Te abraza.
Víctor Raúl Haya de la Torre.
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Rubén Martínez Villena y Enrique de la Osa fueron coautores de un beligerante
Manifiesto de la sección cubana de la LADLA que dio lugar a una orden de detención
de todos sus miembros el 17 de abril de 1926. Se luchaba contra la prolongación
arbitraria del gobierno de Machado y contra la intervención norteamericana en
América Central y el Caribe, que se realizaba desde la base militar de Guantánamo,
en Cuba. Nicaragua estaba bajo ocupación militar yanqui, al igual que Haití y
República Dominicana.
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propaganda y de prensa mientras los demás líderes se hacían cargo de los frentes
sociales.
Carátula del Nº1 de Atuei, La Habana, noviembre de 1927, que muestra un retrato de Sandino
por Zaravia. Al lado vemos una página interior de la revista con un poema de Pita Rodríguez y
una ilustración dedicados al APRA. Atuei fue la primera revista de alta calidad periodística
explícitamente aprista.
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Creció la intriga en el gobierno de Baldwin y el 12 de mayo de 1927 la policía
inglesa intervino las oficinas de ARCO (es decir, la casa ARCO o ‘ARCO’s house),
encontrando largas listas de correspondencia que incluían a individuos
contestatarios de todos los continentes. Había comprobantes de gastos
relacionados con el Congreso Antiimperialista de Bruselas, que habían servido para
alojar o transportar a algunos delegados. En el caso de América Latina, allí estaban
los nombres y direcciones de todos los grupos y subgrupos nacionalistas, apristas y
comunistas, incluyendo los integrantes del Comité “Fuera Manos de Nicaragua”,
recientemente organizado en México por la LADLA, con Mella y el aprista peruano
Esteban Pavletich como principales promotores.
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LADLA. A todos los detenidos de América Latina se les abrió procesos judiciales
acusándolos de ser parte de una “conjura comunista internacional”.
Enrique de la Osa tuvo su gran prueba de fuego en junio de 1927, a raíz del caso
ARCO’s House. Martínez Villena fue capturado y deportado, mientras De la Osa
sufrió una breve detención. Cuando sale en libertad, De la Osa queda al frente de la
sección cubana de la LADLA, que decide constituirse públicamente como sección
cubana del APRA. Al dar este paso, el grupo cubano se distanció ideológicamente de
Julio Antonio Mella, quien entonces, siempre de manera exaltada, había dado un
brusco viraje reconciliatorio con el comunismo. El gran punto de deslinde con Mella
fue el segundo lema del programa máximo aprista: la unión indoamericana, que los
comunistas rechazaban de plano.
Directorio de Atuei del Nº 6, agosto de 1928. Dirigen Enrique De la Hoza y Nicolás Gamolín.
El índice del contenido muestra, entre otros textos, el editorial “Dictador, sí, dictador” de
De la Hoza, que generó su detención y el cierre de la revista; “Carta abierta a Mella” por
Luis Elen, que es un seudónimo de Haya de la Torre; “Canto rebelde a la revolución social y
palabra proletaria” del peruano César Miró, y “El mensaje revolucionario de México” por
Carlos Manuel Cox.
Artículo de Haya de la Torre publicado en el primer número de Atuei, con la carátula
dedicada a César Augusto Sandino.
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Atuei era una forma libre de escribir Hatuey, nombre de un cacique indio cubano
que combatió a los conquistadores españoles. Aparecieron seis números, entre
noviembre de 1927 y agosto de 1928. Atuei tuvo en América Central y el Caribe
una importancia similar a la que tuvo la revista Amauta de José Carlos Mariátegui
en los países andinos. Era de un perfil político más definido que su semejante
peruana, pero reunía igualmente colaboraciones destacadas en campos
intelectuales variados: poesía, filosofía, crítica literaria, estudios socioeconómicos,
etc, bajo la bandera común del antiimperialismo y del gran ideal de la unidad
indoamericana. El aspecto estético de la revista, incluyendo diseño del formato,
carátula e ilustraciones, estuvo a cargo de los notables artistas plásticos Zaravia,
Antonio Gattorno y José F. Botet.
Manifiesto a la Nación del Partido Aprista Cubano de julio de 1934. Lo firma el Comité
Ejecutivo Nacional del Partido. El folleto tiene en la contratapa una lista de publicaciones
apristas. A lo largo del Manifiesto se sustentan el programa máximo aprista, la tesis del
Congreso Económico Nacional y la tesis del antiimperialismo constructivo. El párrafo final del
Manifiesto dice: “Para nosotros, revolución no es cambio de hombres, asalto al presupuesto y
repartición de cargos públicos y prebendas, sino transformación política, económica y social
de un régimen. […] esa es nuestra profesión de fe cuando exclamamos SÓLO El APRISMO
SALVARÁ A CUBA”.
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El valiente editorial contra el presidente Machado “¡Dictador, sí, dictador!” que
presidió el número 6 de Atuei, causó el cierre de la revista y la detención de De la
Osa. Fue deportado en septiembre de 1928, optando por residir en los Estados
Unidos. Allí prosiguió su labor como militante aprista y fundó con Eduardo Chibás,
su colaborador de Atuei, la Unión Cívica de Exiliados Cubanos, cuyo órgano de
expresión se llamó Libertad.
Luego, en 1930, retornó clandestinamente a Cuba y formó parte del primer grupo
de combatientes antiimperialistas que intentó desarrollar una insurrección armada
en la isla. Fue capturado y sufrió prisión entre 1931 y 1933, primero en el Castillo
del Príncipe y luego en el Presidio Modelo de la Isla de Pinos. La amnistía que siguió
a la caída del tirano Machado permitió a Enrique de la Osa recuperar su libertad y
reemprender en agosto de 1933 la tarea que estuvo a punto de realizar en 1928: la
fundación del Partido Aprista Cubano.
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