Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
El empresario más rico de América Latina, con una fortuna estimada en US$
10.800 millones, es un hombre huraño que no usa ni computadora ni
calculadora para contar su fortuna.
Rossana Fuentes
15 de agosto de 2001
Revista Poder
Carlos Slim se queja de que últimamente hay más abogados que ingenieros
trabajando en su empresa. Es el precio que tiene que pagar por su acceso al
litigioso mundo estadounidense de los negocios. No lo disfruta, pero
tampoco lo evade, porque a Slim le gusta pelear hasta el final.
La herencia familiar
Después, hacía las cuentas con su papá, Julián Slim, de las ganancias del
negocio y de lo que se le había entregado en la semana para que invirtiera
o pagara sus pequeños gastos, como el alquiler de las bicicletas en el
Parque México.
Carlos Slim heredó la forma de hacer negocios de su padre. "A los 15 años
ya tenía 44 acciones de Banamex (Banco Nacional de México) y una cartera
total de 5.523 pesos", me dijo en una conversación que tuvimos en 1998.
"No recuerdo en qué año lo conocí pero fue en su casa de bolsa, cuando
alguien le regaló un códice hermoso y Carlos dijo, 'si muy hermoso, pero no
sé que dice'. Yo te lo puedo descifrar, le contesté, y ahí comenzó la
amistad", contó hace algunos años Fernando Benítez, historiador,
periodista, pionero de suplementos culturales y uno de los hombres que
conoció mejor que nadie la cultura indígena mexicana.
A mediados de los años sesenta, Slim tenía levantados los dos pilares sobre
los que construyó su futuro: la Inmobiliaria Carso y la casa de bolsa
Inbursa.
Los comienzos
Este es un principio que aprendió de niño, pues a pesar de que "La Estrella
de Oriente" tenía proveedores internacionales, el negocio se manejaba con
cartas de crédito y no tuvo una cuenta corriente en el extranjero sino hasta
la década de los sesenta.
Slim habla inglés, pero muy pocas veces lo hace en público y sus críticas
respecto a la veneración de algunos tecnócratas mexicanos por los modelos
estadounidenses son públicas: "Ya estamos grandes para andar copiando
modelos", apuntó en relación con el afán de alinear las políticas económicas
mexicanas con las de Estados Unidos.
Ese desafío retórico fue hecho, nada más ni nada menos, por quien es hoy
por hoy el hombre más rico de América Latina. Sus empresas venden en
conjunto 22.100 millones de dólares, con utilidades cercanas a los 1.000
millones de dólares.
La expansión
Entre 1981 y 1986, Slim se lanzó a una febril jornada de adquisiciones y
agregó al portafolio de Carso nueve empresas, entre las cuales se
encontraba Seguros de México, comprada por 55 millones de dólares.
Según sus palabras, la empresa France Cable & Radio es una de las
empresas más destacatadas en comunicaciones en el mundo, y
Southwestern Bell una de las prestadoras de servicio regional más eficiente
de Estados Unidos.
Hacia el futuro
Para él, El Camino que Sigue -título del libro de Bill Gates, su socio en el
portal T1MSN-, es claramente el de la supercarretera de la información. Uno
de los proyectos más importantes de Carso acercará al Laboratorio de
Medios del MIT (Media Lab) con América Latina.
La lista de invitados parecía una guía de los magnates más ricos de Estados
Unidos, y algunos de los participantes de la cumbre empresaria de cuatro
días provenían de lugares tan lejanos como Buenos Aires y Sao Paulo. Entre
los capitanes de la industria que se reunieron en la Ciudad de México en
mayo, se contaban Gustavo Cisneros, de Venezuela, y Julio Mario
Santodomingo, de Colombia. Pero su cortés anfitrión, el magnate mexicano
de las telecomunicaciones Carlos Slim Helu, tenía en mente cuestiones de
mayor gravedad que obtener ganancias.
Este nuevo papel de activista más bien público es poco familiar para este
hombre al que llaman "el Ingeniero". Cuando estaba amasando su fortuna
de $7,400 millones en las décadas de 1980 y 1990, Slim mantuvo un perfil
bajo y cultivó silenciosamente sus contactos dentro del "establishment"
político mexicano. "Slim solía ser muy enigmático y se mostraba poco", dice
un editor de revistas de Ciudad de México. Pero en los últimos meses el
magnate ha mantenido conferencias de prensa y ha pronunciado una serie
de charlas para promover sus planes destinados a revitalizar el centro
histórico de Ciudad de México, donde creció cuando era niño. Convocó a Bill
Clinton como orador clave de una reciente ceremonia de entrega de becas
para estudiantes patrocinada por su fundación Telmex. Puede darse el lujo
de dedicar más tiempo a las candilejas porque sus tres hijos, junto con un
par de yernos, manejan en gran medida su extenso imperio.
Slim se inició en los negocios a los ocho años, cuando su padre, Julián, le
pidió que lo ayudara en la Orient Star, la tienda de la familia así llamada en
honor de sus raíces en Medio Oriente. Después de recibirse de ingeniero
civil en la Universidad Autónoma Nacional de México, heredó importantes
bienes raíces de sus padres e hizo una serie de inversiones audaces a
comienzos de la década de 1980. Slim desafió la opinión convencional
cuando se zambulló en un frenesí de adquisiciones; rápidamente adquirió la
principal compañía tabacalera de México, una fábrica rentable de autopartes
y la popular cadena de restaurantes y negocios de regalos Sanborns.
"Estaban muy baratos", dice simplemente.
Desde hace tiempo, Slim y sus hijos están prestando más atención a las
oportunidades de inversión en Estados Unidos. En los últimos años, la
familia adquirió acciones en Philip Morris (ahora llamada Altria),
OfficeMax y Saks Incorporated. En 1999, Telmex compró una
participación mayoritaria en una firma de comunicaciones inalámbricas
prepagadas de Miami llamada TOPPTelecom (TT) por $57.5 millones.
Al acercarse a sus años dorados, Carlos Slim parece menos obsesionado con
balances y beneficios. La muerte en 1999 de Soumaya Domit, con quien
estuvo casado durante 32 años, lo dejó viudo y Slim reserva las noches del
lunes a una cena familiar con sus seis hijos, sus cónyuges e hijos.
Pero insiste en que siente el mismo llamado de la vocación que inspiró a los
maestros del siglo XIX cuyas obras de arte colecciona tan vívidamente.
"Usted no le pide a un artista que se retire porque ya terminó determinado
número de pinturas", dice "el Ingeniero". "Es su vocación, y para mí
trabajar es no sólo una responsabilidad social y empresaria, sino también
una necesidad emocional."
Pero de vuelta al interés que el empresario despierta entre los medios habría
que recordar a Shakespeare, quien decía que el dinero garantiza amigos y
neutraliza enemigos. Bajo esa premisa para el magnate el dinero ha sido
factotum de poder. El dinero le ha otorgado influencia sobre unos y poder sobre
otros.
Lagunas legales
En México, los empresarios han aprovechado las lagunas legales del sistema
financiero y político para acrecentar sus negocios, Slim no ha sido la
excepción, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari salió de la
opacidad y fue señalado de ser un beneficiario del salinismo. Siempre ha
rechazado su vinculación con los políticos, pero él mismo llegó a reconocer que
aportó recursos para algunas campañas presidenciales. En todo caso, Slim
llegó a congratularse de hacer un empleo eficaz de su poder económico.
Con sus empresas ocupa el primer lugar con mayores ganancias, encabeza la
lista de los principales generadores de empleo (Telmex, Grupo Carso e Inbursa
dan trabajo a más de 200 mil personas) y sus activos junto con los 100
principales empresarios equivalen al 60% del Producto Interno Bruto, además
de controlar él sólo con su grupo empresarial un poco más del 40% del
mercado de valores y de contribuir al fisco con más de 5 mil millones de
dólares al año.
A diferencia de otras publicaciones como Forbes que llamaron a Carlos Slim “El
Conquistador” –es un apodo apropiado, argumentaron los editores de la revista
de los multimillonarios– por su creciente imperio empresarial, Businessweek –la
influyente revista de negocios de Wall Street– hizo un retrato crítico de Slim al
que ubicó dentro de la “plutocracia protegida” por el gobierno del presidente
Carlos Salinas de Gortari a quien señalaron de poner en las manos del
magnate una auténtica “mina de oro” al adjudicarle la propiedad de Teléfonos
de México.
Recompensa
Slim quien sacó provecho al boom del mercado de valores en los ochentas,
gracias a sus habilidades y contactos multiplicó su inconmensurable fortuna en
los noventas. Adquirió la cuarta parte de las acciones de Televisa –la principal
cadena de televisión en español en el mundo– invirtió en empresas de
telecomunicaciones en Sudamérica y en Estados Unidos se hizo de CompUSA
y obtuvo acciones de las empresas Office Max, Circuit City, Borders y
recientemente invirtió 385 millones de dólares en la compra de 1,750 millones
de bonos al 22% de su valor nominal de la telefónica estadounidense
WorldCom consolidando con ello a su poderoso imperio que abarca intereses
en las telecomunicaciones, la industria minera, hulera y el sector financiero.
Varita mágica
Hombre de mente fría y calculadora, sin afanes protagónicos, Slim, entre los
hombres del poder y el dinero ha buscado incesantemente en transfigurarse en
una personalidad carismática. En las últimas dos décadas simplemente se
transformó en un moderno rey Midas gracias a la varita mágica de la
especulación y el olfato para saber a dónde hay dinero.
Asociado con Bill Gates, el hombre más rico del mundo, Slim tiene de su lado
en los negocios a dos de los más reconocidos futurólogos, Alvin Toffler y
Nicholas Negroponte, no en balde Time lo ubicó como uno de los hombres
claves de la globalización.
Como coincidencia afortunada, el mismo día en que Don Carlos Slim hace su
importante declaración, "Excélsior" publica, en su sección financiera, unas
declaraciones del Sr. William McDonough, presidente del Banco de la
Reserva Federal de Nueva York, exponiendo la situación en que quedarían los
países que optaran por la dolarización y la posición de la Reserva Federal.
En pocas palabras, las implicaciones son claras: Dice la Reserva Federal "Si lo
que hagamos lesiona a otro país, es SU problema". Además, dijo que la
dolarización está lejana; "ninguno de los presentes vivirá lo suficiente para
verla", dijo en la reunión en donde hablaba.
Como si el Sr. McDonough hubiera sabido lo que Don Carlos Slim Helú estaba
declarando, ratifica la lógica de su posición. Le da la razón y expresa, desde su
perspectiva, cual sería la consecuencia de la dolarización para efectos de la
soberanía. Se afectaría gravemente.
Esta página electrónica nació por el afán patriótico de encontrar una solución a
un problema que ha estado desgastando a nuestro país hace muchos años,
una moneda que ha ido destruyendo el ahorro y el capital de empresarios y
personas físicas. No nos hemos dedicado a la crítica irracional y destructiva,
hemos planteado una solución concreta: el uso de una moneda de plata sin
valor nominal, sabiendo de antemano que sus benéficos efectos sobre las
tasas de interés, sobre la conservación del ahorro, sobre la minería y el
precio de un recurso natural no renovable y en general sobre el país,
compensarían ampliamente los problemas que pudieran surgir.
Concedemos que todo mundo tiene derecho a expresar sus ideas y manifestar
su voluntad; no podemos coincidir con quienes consideran el patriotismo y la
soberanía "conceptos anticuados", pero, repetimos, tienen el derecho a dar su
opinión. Es válido que renuncien a su nacionalidad y aspiren a integrarse a la
comunidad "Greaser", "Chicana", o como los vayan a llamar sus admirados
vecinos. Pero por favor, "Dollar Boys", háganlo a título personal, no pretendan
incluirnos a todos en su proyecto. Yo intento seguir siendo mexicano, igual que
Don Carlos Slim Helú.
¿De qué te quejas Carlos?, pudo haber sido el reclamo privado, en corto,
del empresario metido a presidente al empresario metido a poderoso,
pero en vez de ello se optó por otro tobogán mediático del que emerge
una visión presidencial sobre el país, su economía a y su política , que
más allá del inmediato bochorno provoca azoro y preocupación. Para el
gobierno, voceado por su jefe, los graves problemas de la economía sólo
tienen sentido a través del estado de resultados de las empresas
ganadoras y si estos son positivos no hay de qué preocuparse. Todo va,
debe ir, viento en popa.
Lo que hay que dejar atrás, propone Slim, es una mitología perniciosa
que ve en el déficit fiscal el Santo Grial de la buena economía. La salud
financiera de una país no puede medirse con cargo a un solo parámetro,
mucho menos si éste es un resultado contable mal concebido como lo es
el célebre déficit público. De lo que se trata, añade, es de revisar nuestra
manera de hacer las cuentas y, sobre todo, de preguntarnos si se puede
juntar para esos efectos lo que es una inversión productiva, necesaria y
lucrativa, como la que debía hacerse en energía y, en particular, en
petróleo y gas, con lo que se llama comúnmente gasto corriente y que
tiene que ver con el mantenimiento cotidiano de las tareas elementales
de las empresas o los gobiernos. Aferrarse al mito del déficit “cero”, sin
revisar esa contabilidad, lleva al sacrificio de las empresas en manos del
Estado y aquí sí a entorpecer hasta lo grotesco las posibilidades de
recuperar el crecimiento y entrar en una fase de desarrollo alto y
sostenido. No se trata de revivir el absurdo debate entre “gastistas” y
“austeros” sino de admitir que el país está al borde de acontecimientos
sociales que podrían llevarlo a cambios políticos indeseables que los
organizadores de la conferencia, con poca imaginación, resumieron bajo
el vocablo del populismo.
Slim añadió que con el populismo podría venir un nuevo autoritarismo y
a ello opuso su insistencia en el crecimiento con base en la inversión
pública y privada, sin renunciar a las ganancias del comercio exterior
pero reconociendo que sin una potente fábrica doméstica de consumo y
producción, no hay mercado mundial que nos ofrezca estabilidad y
progreso económico. Cosas simples de la vida que algunos empresarios
empiezan a reconocer y a tratar de traducir en decisiones públicas que
enderecen la nave. Lástima que el timonel oiga otras voces.