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Hoy en día, nuestra realidad, nos enfrenta a situaciones y conflictos de cualquier tipo, sin
embargo, en cada acto que sucede entre una u otra persona puede haber celebrarse una
acción jurídica, empezando por esto, a continuación, discutiré acerca de la realidad de
las leyes y normas que nos rigen actualmente, la calidad y rigurosidad con la que
han sido elaboradas últimamente para que su aplicación dentro de nuestra sociedad
sea tan provechosa como lo llegó a ser en las civilizaciones pasadas, para las cuales “la
ley” fue su base y estructura y lograron consolidarse por cientos de años, increíblemente
hoy, en pleno siglo XXI las naciones alrededor del mundo aún utilizan los conocimientos
que nos dejaron como legado “en busca” de un mejor convivir.
1. EL PROTAGONISMO DE LA LEY
2. EL ESTADO CONSTITUCIONAL
La ley originalmente era autoridad, sigue siéndolo claro está, sin embargo hoy en día decir
que la ley es la “última palabra” es más bien algo exagerado y puede que para muchos
analíticos del Derecho sea algo ilógico, ¿Por qué? Por el simple hecho de que la
racionalidad y la transparencia ideológica con la que se redactaban las leyes ha ido
desapareciendo con el pasar del tiempo, ha perdido esa prioridad de mandamiento que
todos acataban al pie de la letra sin ninguna objeción, y que esto suceda, o sea que le
hayamos “perdido” respeto a la ley significa que nos estamos equivocando y tales errores
vienen desde las autoridades, aquellos que poseen el poder de crear leyes no están
funcionando de la manera que deberían y el pueblo lo siente ya sea consciente o
inconscientemente.
“La ley es simplemente la voluntad del legislador” cita el texto estudiado, esto no es una
afirmación incorrecta, la ley proviene quien legisla, pero ¿Qué sucede, cuando este
personaje ya no se encuentra totalmente enfocado en cumplir con los ideales que su
profesión le exige? La razón le ha abandonado y sus intereses individuales han tomado
total control de su voluntad, hoy en día creo que uno de los principales problemas que
enfrenta la ley y lo que deriva en su falta de credibilidad es que las personas se han vuelto
corruptas, puede que no sea la principal, sin embargo es la más notoria de las causas,
porque en un mundo en donde las diferencias entre las clases sociales, la desigualdad y
la injusticia le dan vuelcos al mundo del Derecho el legislador lastimosamente se
aprovecha del poder que obtiene para asegurar su propio bienestar sin importar sacrificar
el del pueblo, y entonces caemos en ese círculo vicioso de inconformismo, de reformas,
reformas y reformas, derogaciones y creación de nuevas leyes (unas con falta de sentido
común) que no llevan a buen punto a ninguno de las partes, el gobierno y el pueblo.
1.2 LA LEY EN LA CRISIS DEL ESTADO LEGISLADOR
Como tratamos en la idea sobre la decadencia de la ley, esta se ha visto impregnada por
falta de credibilidad, esta desconfianza es donde el Estado legislador se encuentra
sumergido, pueden haber muchos factores que desencadenan estos hechos, uno de ellos
es que dicho estado, se empieza a ver desplazado por otros modelos de Estado muchos
más “eficaces” como lo son el Estado Administrativo o el Constitucional (este último es el
que se ha impuesto actualmente en nuestra sociedad).
2. EL ESTADO CONSTITUCIONAL
Primero, es relevante recalcar que no todos los sistemas jurídicos que posean una
constitución tienen el derecho a llamarse Estado Constitucional, hay distintos tipos de
Constituciones y depende del cuerpo y estructura de ellas además de su aplicación dentro
del proceso político para poder definir si de hecho hay o no un Estado Constitucional.
La ley ha perdido su total autonomía porque ya no es la fuente principal del Derecho, esta
ha pasado a ser un anexo de la constitución la cual, es la que le da el margen de acción a
la misma ley. Si bien esto puede verse como un enorme desequilibrio legalista, analizado
a fondo, resulta mucho más estable de lo que aparenta, ya que la constitución ha
aparecido para suplir los vacíos jurídicos dejados por la ley, de cierto modo esto significa
que el Juez pasará a tener mayor campo de acción y si no es mayor será mucho más
relevante que el papel que desarrollará el legislador, esto se da como consecuencia de la
irracionalidad en la que se ha visto envuelta muchas veces la ley y el Estado legislativo
como sistema político capaz de controlar y dictar con eficacia las resoluciones a los
problemas que se formen dentro del seno de la comunidad.
Así pues, la constitución, dentro del nuevo Estado (constitucional), surge como la Norma
última, fue armada y construida en pos de un mejor convivir jurídico, si la ley perdió fuerza
a favor de la constitución, no fue por obra y azar del destino, sino era algo que tarde o
temprano el mundo jurídico estaba consciente de que tenía que suceder.
La ley había perdido mucha credibilidad como se menciona anteriormente y esto ya era
irreversible, la omnipotencia de antaño con la que el legislador contaba por la fuerza que
le daba el construir reglas capaces de mantener estable una sociedad se puso en tela de
juicio y esa fue la condena que debió de pagar por la falta de racionalidad a la hora de
crear, modificar y renovar leyes.