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ESCUELA DE PERIODISMO
“PROGRAMAS DIGITALES” Prof.:
Claudio Silva Romero
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extremos, sino entre los mismos. Y fue a partir de las experiencias individuales y grupales, de
los diversos contextos socioculturales y de las diversas perspectivas para comprenderla que la
Sociedad de la Información fue cobrando forma, en tanto noción que subsume una diversidad
de fenómenos e implicaciones, tanto en los ámbitos antes mencionados como en la educación,
el entretenimiento y las diversas posibilidades abiertas por la nueva comunicación, entre otros.
En un segundo momento -que necesariamente se traslapa con el primero, en tanto
construcción de la noción-, la evolución de las comunicaciones producto de la Sociedad de la
Información se caracteriza, en un extremo, por un optimismo casi desbordante. Las
comunicaciones mediadas por la computadora han abierto infinidad de perspectivas a los
usuarios. Los recorridos hipertextuales a través de Internet, aunados a la creciente construcción
de sitios propios con diversas finalidades han propiciado nuevas formas de comunicación y de
interactividad. El empleo de este nuevo medio de comunicación se ha hecho extensivo a buena
parte de variadas actividades cotidianas. El correo electrónico se ha popularizado, lo mismo
que la disponibilidad de un equipo de cómputo, ya sea personal o en cibercafés. Pero en el otro
extremo subsisten no sólo las diferencias marcadas tanto por la brecha digital como por otros
fenómenos, en cuyo origen no sólo está la lucha por el poder, sino contradicciones axiológicas
que confunden las perspectivas. Dificultades para navegar, plagio, virus, hackers y otros
problemas realmente ponen en duda las posibilidades de una comunicación horizontal.
Como puede observarse, hasta aquí el recurso retórico utilizado para describir los dos
momentos por los que atraviesa la Sociedad de la Información ha sido la bipolaridad.
Ciertamente, al menos una parte de las discusiones se ha organizado de la misma forma. Sin
embargo, el riesgo es caer en una percepción equivocada sobre la Sociedad de la Información,
particularmente desde el nuevo panorama de las comunicaciones. No es todo lo homogénea
que hasta aquí se ha planteado. De aquí el tercer momento para su caracterización en tanto
noción.
El tercer momento, que también de manera necesaria se traslapa con el primero y el segundo,
supone abandonar la percepción homogénea y abstracta de la Sociedad de la Información, para
volver la mirada hacia sus habitantes, en tanto público de un nuevo medio de comunicación.
Supone, en consecuencia, retomar la investigación tal como Bell lo había propuesto en su
primera caracterización. Tal como sucedió con los medios tradicionales de comunicación,
pareciera que los usuarios de los nuevos medios los han aceptado sin gestos y, lo más
importante, sin un proceso de adaptación -domesticación, en términos de Roger Silverstone.
Este proceso debiera conducir a la toma de conciencia de que la Sociedad de la Información
está conformada por comunidades de sentido, justamente producto de las comunicaciones
mediadas por computadora. Comunidades de sentido que generan nexos de pertenencia y
cierto tipo de rituales de acercamiento al otro, más allá del puro encuentro virtual y en torno a
los intereses comunes tan diversos como su constitución.
Adicionalmente, tal como Bell visualizó a la Sociedad de la Información no pasaba de ser una
utopía. Como otros pensadores que predijeron un nuevo estado de cosas, el sociólogo
norteamericano no vislumbró la complejidad de lo que estaba prefigurando. El libre acceso a la
información y la comunicación horizontal constituyen tan sólo dos ejemplos para la
constatación de esa utopía que, paradójicamente, ilustran la posibilidad de que las
comunidades de la información constituyan una forma más viable de acercarse a un fenómeno
hasta ahora visto por muchos como si fuese homogéneo. Algo más sencillo que explicar la
heterogeneidad dentro de la uniformidad” (Benassini: 2003).
En nuestros días, el término “Sociedad de la Información” ha perdido su encanto. A ello
contribuyen los decepcionantes resultados que arrojó la primera parte de la Cumbre Mundial de
la Sociedad de la Información, en Ginebra, Suiza, en diciembre de 2003. Las naciones del
mundo desarrollado de ninguna manera parecen dispuestas a contribuir a reducir la brecha
digital. En Japón, por ejemplo, las principales compañías de electrónica avanzada y
telecomunicaciones desprecian el término “Sociedad de la Información”, y en cambio ubican
como escenario deseable el de la “Sociedad de la Ubicuidad”, al cual aspiran acceder en el año
2010.
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En 1964, hace ya poco más de cuarenta años, la editorial McGraw-Hill Book Co., publicó la
primera edición de Understanding Media: The extensions of man (La comprensión de los medios
como extensiones del hombre), tercer libro de Marshall McLuhan. En 1969, Editorial Diana
imprimió la primera edición en castellano, y en 2003 la editorial Ginko Press sacó a la venta la
“versión crítica” del libro más importante de Marshall McLuhan, aunque no precisamente su
best seller, el cual ha sido traducido a 20 idiomas. Herbert Marshall McLuhan nació el 21 de julio
de 1911, en Edmonton, Alberta, Canadá. En la Universidad de Manitota estudió la licenciatura
en Letras y la maestría en Artes. A los 31 años de edad se doctoró en la Universidad de
Cambridge. En su tesis doctoral analizó la obra del dramaturgo inglés Thomas Nashe. McLuhan
se desempeñó como catedrático de las siguientes universidades: University of Wisconsin at
Madison, University of St. Louis, Assumption College, St. Michael’s College, University of Toronto
(Canadá).
La primera edición de La comprensión de los medios como extensiones del hombre, dio amplia
y positiva notoriedad a Marshall McLuhan, particularmente en Estados Unidos y Canadá. En
cambio en América Latina, no pocos académicos e investigadores de las ciencias de la
comunicación menospreciaron las tesis de McLuhan, quien fue considerado pensador
“funcionalista y pragmático”. En México, por ejemplo, uno de los primeros cuestionamientos a
las tesis de McLuhan corrió a cargo de Carlos Monsiváis, quien en Días de Guardar –su primer
libro, cuya primera edición fue publicada en diciembre de 1970-, incluyó el texto “México a
través de McLuhan. Proyecto de guión radiofónico a manera de sketch, homenaje al espíritu
didáctico de la carpa”. Monsiváis inició así el referido texto:
“Marshall McLuhan. Síntesis tan breve como falsa como inevitable como rudimentaria: Marshall
McLuhan, profesor y pensador canadiense. Sus teorías, acerbamente originales,
sospechosamente aplicables a cuanto cabe entre cielo y tierra, se han difundido a través de un
medio para él obsoleto: la imprenta. Sus libros básicos: (The Mechanical Bride, The Gutenberg
Galaxy, Understanding Media, The Médium is the Message, War and Peace in the Global Village,
Verbo Voco Visual Explorations) lo han situado bajo la peligrosa luz cotidiana de los mass
media. Profeta de la era electrónica, se ha visto homologado con Einstein, descendido a
farsante, ascendido a genio, rebajado a simulador”. (Monsiváis. 1988: 364):
En cambio, a contracorriente de las rígidas tendencias que orientaban el estudio y la
investigación de las ciencias de la comunicación en México, en la década de 1970, donde el
radicalismo althusseriano admitía un lugar privilegiado, el destacado publicista Eulalio Ferrer
Rodríguez, y el reconocido investigador de la comunicación organizacional, Carlos Fernández
Collado, advirtieron con singular claridad la importancia que con el paso de los años llegarían a
adquirir las tesis de McLuhan en el desarrollo de las Ciencias de la Comunicación. Mientras no
pocos académicos e investigadores mexicanos descalificaban las tesis de McLuhan por razones
fundamentalmente ideológicas, don Eulalio Ferrer inclusive publicó algunos ensayos de
McLuhan en la indispensable colección Cuadernos de Comunicación.
En América Latina, además de rendir culto a los radicales pronunciamientos de Louis Althusser,
la academia de comunicación concedió una importancia definitivamente desmedida a la
llamada “teoría de las mediaciones”, la cual definitivamente resulta muy limitada para
emprender la investigación de las acciones comunicativas en el imaginario del ciberespacio. En
el imaginario conceptual de las Ciencias de la Comunicación, es indispensable emprender la
construcción de una “teoría de las interfases”, y el punto de partida naturalmente es McLuhan.
El repertorio de temas asociados a Internet, cibercultura, comunicaciones digitales, Sociedad de
la Información en los cuales han incursionado investigadores de la “Media Ecology”, partiendo
de McLuhan, es tan interesante como extenso. Gary Gumpert (Queens College) y Susan
Drucker (Hofstra University) estudian el fenómeno del desplazamiento de energía desde la
locomoción al ciberespacio; John Phelan (Fordham University) ha centrado su atención en las
interfases; James Beniger (University of California at Annenberg) ha emprendido el análisis de la
economía política del ciberespacio; Neil Kleinman (University of Baltimore) se ha dedicado a
estudiar el futuro de los derechos de propiedad intelectual en la Red; Herbert Zettl (San
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Francisco State University), y Jay David Bolter (Georgia Institute of Technology) han centrado su
atención en la realidad virtual; Mark Giese (The Pennsylvania State University at Hazelton) se
ha dedicado a documentar el desarrollo de la Red, desde sus inicios como ARPAnet; Ronald
Jacobson (Fordham University) estudia la reconfiguración del sentido de lo público y el acceso a
la información a través de Internet; Joseph Barret (The Wall Street Journal) aspectos financieros
de la economía digital; Terri Toles Patkin (Eastern Connecticut State University) posibilidades
del ciberespacio como escenario de la ecología de la comunicación educativa; Michael Beaubien
(editor de Enciclopedy of Molecular Biology and Biomedicine) la conformación de etnias y
organización de grupos humanos en la Red; Sue Barnes (Marymount Manhattan College) temas
de ecología y psicología de los cibernautas; Margaret Cassidy (New York University) la
fenomenología de la construcción de las “experiencias” en el ciberespacio; Stuart Moulthrop
(University of Baltimore) la configuración del tiempo en Internet; Stephanie Gibson (University
of Baltimore) las posibilidades pedagógicas del ciberespacio; Paul Lippert (East Stroudsburg
University) la representación cinemática del ciberespacio; Judith Yaross Lee (Ohio University)
semiótica de los lenguajes y códigos de las herramientas de comunicaciones de Internet; Philip
Thompsen (William Jewell College) modelos de influencia social en la Red; Richard Cutler
(Fordham University) tecnologías y desarrollo de relaciones humanas; Mark Lipton (New York
University) cibersexo e identidad; Lance Strate (Fordham University) cibertiempo. Derrick de
Kerchove, director del Programa McLuhan de Cultura y Tecnología, y profesor del Departamento
de Francés de la Universidad de Toronto, Canadá, es autor de por lo menos tres libros
dedicados a emprender el estudio de fenómenos ciberculturales a través de las tesis de
McLuhan.
McLuhan hoy representa una obligada referencia en el estudio de las comunicaciones digitales,
en el desarrollo de la “teoría de las interfases”, en el estudio mismo de Internet –“el medio de
comunicación inteligente”-, y por supuesto, en la perspectiva posible de la llamada “Sociedad
de la Información”. Míticos desarrolladores de la Red y una nueva generación de investigadores
de las comunicaciones digitales hoy reconocen las tesis de McLuhan como obligado referente
teórico-conceptual en su trabajo intelectual. Miembros de las llamadas “comunidades sensibles
de Internet” también reconocen a Marshall McLuhan como uno de los principales visionarios de
la Red, y distinguen a La comprensión de los medios como extensiones del hombre como obra
clásica y de obligado culto. Alan Kay, por ejemplo –cuyo talento resultó definitivo para el
desarrollo de Apple Computers, y que concibió las computadoras laptop y es considerado
supremo arquitecto del lenguaje de programación Smalltalk, desarrollado por miembros del
Grupo de Investigación del Aprendizaje (GIA), en el Centro de Investigación de Xerox, en Palo
Alto, California, a comienzos de 1970-, afirmó que gracias a la influencia de McLuhan, y
particularmente a través de la lectura de La comprensión de los medios como extensiones del
hombre, fue capaz de comprender a las computadoras como medios (Johnson: 50). De acuerdo
con el destacado investigador estadounidense Steven Johnson, en La comprensión de los
medios como extensiones del hombre, es posible ubicar “radicales pronunciamientos” sobre el
advenimiento de la era digital. Por ejemplo, en uno de los primeros párrafos del libro, McLuhan
afirma:
“Después de tres mil años de explosión por medio de técnicas fragmentarias y mecánicas, el
mundo de Occidente entra en implosión. Durante las eras mecánicas prolongamos nuestros
cuerpos en el espacio. Hoy en día, después de más de un siglo de técnica eléctrica, hemos
prolongado nuestro propio sistema nervioso central en un alcance total, aboliendo tanto el
espacio como el tiempo en cuanto se refiere a nuestro planeta. Estamos acercándonos
rápidamente a la fase final de las prolongaciones del hombre, o sea la simulación técnica de la
conciencia cuando el desarrollo creador del conocimiento se extienda colectiva y
conjuntamente al total de la sociedad humana, del mismo modo en que ya hemos ampliado y
prolongado nuestros sentidos y nuestros nervios valiéndonos de los distintos medios”
(McLuhan, 1977:26-27).
Efectivamente es posible entender los medios de comunicación como prolongaciones del
hombre. Las avanzadas tecnologías de información y comunicaciones nos introducen en la
sucesiva conformación de ambientes culturales. Cada nuevo medio de comunicación
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Introducción
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claridad una visión de la SI, sino perspectivas de una idea que se publicita permanentemente
en los medios de comunicación, los gobiernos y en la cotidianidad, pero que en realidad carece
de significado o referente que permita comunicar con claridad lo que se expone cuando
decimos, por ejemplo, políticas para el desarrollo de la Sociedad de la Información, ¿se trata de
dotar computadores a la población?, ¿de desarrollo de contenidos?, ¿de conocer la relación
simbólica de los ciudadanos con la tecnología?, ¿de presentar opciones de uso y apropiación
tecnológica? ¿de educar? ¿de comercialización de productos tecnológicos?, ¿de todo esto
junto?.
En este sentido coincidimos con la conceptualización de Becerra (2003), cuando explica que en
las ciencias sociales no se ha logrado vertebrar una definición homogénea, ya que, por un lado
hay un problema de orden estructural pues el proyecto bautizado como Sociedad de la
Información se halla en una etapa temprana de desarrollo ya que se refiere a procesos sociales,
de tal forma que sería aventurado construir una definición categórica de la puesta en marcha
de lo que vaya materializando esos procesos sociales.
También el término Sociedad de la Información alude a varios significados, por lo que una de
sus características es la ambigüedad, que aparece como problema de aprehensión y
conceptualización, y como herramienta funcional para la difusión y utilización masiva de la
denominación. Esta ambigüedad permite postular múltiples objetivos con un mismo significante
sin que exista una obligación de precisar el significado.
De tal forma que la SI que se apoya en las tecnologías de la info-comunicación, presenta el
siguiente contraste:
Es ambigua en su definición, es huidiza en su conceptualización y alude a una diversidad de
usos, procesos y productos, mientras que por otro lado sus soportes tecnológicos ostentan las
cualidades inversas: eficacia, velocidad, previsibilidad, codificación (que supone la traducción
de todo contenido al código binario 0-1), aislamiento del ruido (en tributo a la cibernética y la
teoría matemática de la información) y control. (Becerra: 2003:30).
Además de las diferentes posturas intelectuales, posiciones teóricas, que surgieron del debate
a partir de los años sesenta, permitieron diferentes nominaciones tales como: sociedad
telemática, sociedad tecnotrónica, sociedad opulenta, sociedad del ocio, sociedad del
conocimiento, sociedad post-industrial, sociedad global y sociedad de la información. Todos
estos nombres se originan en la necesidad de dar explicación a los cambios sociales generados
en las últimas décadas, y la consolidación del modelo económico perseguido basado en la
liberación y privatización.
De tal forma que las relaciones de poder social en la estructura económica es transformada y
con ella el conjunto de relaciones sociales cotidianas. En estos cambios las tecnologías de la
info-comunicación, sobre todo las surgidas a partir de la microinformática y las
telecomunicaciones, desempeñan un rol protagónico en el desarrollo de las fuerzas
productivas.
En este modelo, la información, no está sólo como recurso ideológico manifiesto en el discurso
sobre la presunta diversidad de la oferta de información y entretenimientos y la invocada
democratización del acceso, sino también como un insumo productivo, toda vez que está
contribuyendo a reformar la lógica el procesamiento de la producción y la circulación de bienes
y servicios.
Sin embargo, hay otros autores que tratan de dar un sentido a los cambios sociales
contemporáneos, así el sociólogo Alaine Touraine (2001) ubica dos perspectivas entorno a la
definición de la Sociedad de la Información, en la primera se afirma que la sociedad de la
información se originó como la sociedad industrial, fundada en el empleo masivo de la energía.
En el caso de la Sociedad de la Información las tecnologías de la información son un nuevo tipo
de fuerzas productivas.
En la segunda perspectiva Touraine (2001) establece que el mundo tecnológico en esta
sociedad llega a independizarse de los otros aspectos de la vida social. Es decir que la
tecnologías estaría definidas como un primer mum movens (movimiento silencioso) básico,
principal pero siendo puramente instrumental no determina ni la organización de la sociedad ni
las formas de poder ni las ideologías dominantes.
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La idea que defiende Touraine (2001) o su tesis central es que existe una sociedad no
unificada, en la que las poderosas tecnologías de la información no están determinadas por la
política, la religión o el tipo de propiedad y, en cambio, no crean por sí mismas un tipo de
sociedad, de vida cultural o política. Dice: "debo añadir: si el conjunto social tiene todavía una
unidad, no podemos encontrarla del lado de la tecnología".
Castells (2001b) en su caso, considera que todas las sociedades son, en el fondo, sociedades de
la información. Lo diferente de este período histórico es un nuevo paradigma tecnológico
presagiado por la Revolución de las Tecnologías de la Información -centrada en torno a un
grupo de tecnologías de la información-. Lo nuevo es el procesamiento de la tecnología de la
información y el impacto de esta sobre la generación y aplicación del conocimiento.
Por eso, Castells (2001b) expresa no usar nociones como economía del conocimiento o
sociedad de la información sino el concepto de "informacionalismo: un paradigma tecnológico
basado en el aumento de la capacidad humana para procesar la información entorno a las
revoluciones gemelas de la microelectrónica y la ingeniería genética" (p.125)
Plantea el informacionalismo como paradigma tecnológico que está sustituyendo al
industrialismo como matriz dominante de las sociedades del siglo XXI. Entiende que la
tecnología de la información de esta época tiene una relevancia histórica mayor porque ha
marcado el comienzo de un nuevo paradigma tecnológico sobre la base de tres rasgos
distintivos importantes: su capacidad de procesamiento en auto expansión en cuanto a
volumen, complejidad y velocidad, su capacidad de recombinación y su flexibilidad de
distribución.
Mattelart (2002) emplea el término Sociedad del Conocimiento, de aparición más reciente, a fin
de colmar las carencias y las ambigüedades de la noción de Sociedad de la Información. Sin
embargo, critica el uso de la noción genérica de conocimiento, porque tiene el defecto de
esquivar la cuestión de la pluralidad de los saberes y de sus protagonistas: los saberes
fundamentales o sabios, los saberes aplicados de los expertos y los contraexpertos, los saberes
ordinarios surgidos de las múltiples vivencias de la cotidianidad. Piensa que uno de los aportes
mayores de la ruptura epistemológica que, en los años ochenta, han significado el nuevo
paradigma del retorno al sujeto en las ciencias humanas y sociales es precisamente la
rehabilitación de los saberes procedentes de las experiencias vividas.
De tal forma que Mattelart (2002) ante la noción singular y unívoca de conocimiento, prefiere la
expresión alternativa de Sociedad de los saberes para todos y por todos, para designar el
proyecto de sociedad equitativa, sacando provecho de las nuevas tecnologías de la información
y de la comunicación. Esta denominación tiene el mérito de contrarrestar la tendencia que se
observa en las esferas del poder llamado global, a retomar la difusión vertical del conocimiento
en las estrategias de construcción de los macro-usos de las nuevas tecnologías de la
información y de la comunicación.
Esta última visión de Mattelart (2002) de una sociedad de los saberes, en conjunto con la de
Castells es la visión que queremos esté presente en la idea de desarrollo de los países con
dificultades en el acceso a la tecnología en todos sus ámbitos relacionados bien con la
productividad, la salud o la educación. Debe dársele a la sociedad de la información un
entramado social que soporte y le dé sentido a las herramientas en su contexto, de otra forma
no podrá fortalecerse la idea de la Sociedad de la Información entendida más como sociedad
plural de los saberes en el marco del paradigma infocomunicativo donde se estimule una visión
económica, política y cultural de la creación y participación a partir de los saberes sociales
existentes en la ciudadanía.
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De igual forma las empresas han estrechado relaciones configurando redes de poder a través
de alianzas, fusiones o corporaciones que agrandan sus acciones y diversifican sus productos,
convirtiéndose en grandes multinacionales y transnacionales, algunas con mucho más riquezas
y poder que los Estados mismos.
En el caso de la industria cultural se puede vislumbrar tres niveles que establecen jerarquía
entre: primero las empresas multinacionales de grupos más grandes y poderosos con mercados
globales, segundo los ubicados en las regiones y tercero los que están en los países. Todos los
niveles funcionan de manera conjunta, apoyándose en la apertura de mercados y en la
comercialización de productos de bienes y servicios, muchas de estas aperturas se poyan en la
desregulación de los Gobiernos, ya que domina el mercado. La dinámica de las industrias
culturales en cuanto a su poder y dominio sobre las naciones es un ejemplo de ese Estado red.
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Aquí expondré un ejemplo de trabajo colectivo que ha marcado una concepción de las prácticas
tecnológicas de carácter social. Se trata del proyecto Mística quienes coordinado por la
Fundación Redes y Desarrollo (FUNREDES) han establecido una visión del uso tecnológicos
inspirado en principios de Isticometría, lo cuales establecen que los indicadores para el estudio
del impacto social de las Tecnología deben estar desarrollados dentro de procesos
participativos, así lograr vincular las prioridades de desarrollo establecidas por las comunidades
y elaborar "los indicadores, en concordancia con la relevancia social, de los fenómenos a los
que apuntan, relevancia que no se puede abandonar a las pre -concepciones de las élites o
actores dominantes. En perspectiva, el propósito es que las sociedades, los/las actores/actrices
y especialmente las personas que deben disfrutar sus beneficios, tengan participación en el
proceso de formulación de las políticas públicas" (MISTICA, 2002:4)
Entre los puntos que consideramos necesario resaltar está la visión de la tecnología y las redes
como Internet, como herramienta que no sólo interconecta maquinas, sino que conforma una
gran red humana que establece relaciones de diferente tipos. También que en el caso de
Internet y los recursos tecnológicos para la comunicación no deben considerarse como
herramientas para la realización de nuevas formas de intercambio comercial, como está en su
actual sentido apoyado por el sector privado sino que permite promover la dinámica de
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Conclusiones
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Abril, G (2003) Notas sobre la información como forma cultural. Jornadas teorias da
comunicaçäo, Universidad da Beira Interior. Covilha, Portugal
Becerra, Martín (2003) Sociedad de la Información, proyecto, convergencia y divergencia.
Grupo Editorial Norma. Argentina.
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social. Alianza Editorial, Madrid
Castells, Manuel (2001a). "La Sociedad Red. Un Marco Analítico". En Touraine, Alain; Giddens,
Anthony y Castells, Manuel. Teorías para una nueva sociedad. Cuadernos de la Fundación M.
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Castells, Manuel (2001b). La era de la Información. Vol. 3 Fin de milenio. Alianza Editorial
Declaración de la sociedad civil en la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información.
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Ubicado en: http://www.wisis-cs.org
Elliott, Philip (1987) Los intelectuales, la sociedad de la información y la desaparición de la
esfera pública, en Schlesinger, Philip et al. Los intelectuales en la sociedad de la información.
Barcelona. Anthropos
Ford, Aníbal (2001). La Maraca de la Bestia, identificación, desigualdades e infoentretenimiento
en la sociedad contemporánea. Grupo Editorial Norma. Bogotá
Giddens, Anthony (1997) Consecuencias de la modernidad. Alianza editorial. Madrid.
Miège, B.(1987) The logics at work inthe new cultural industries, en Media, cultura and sociedad
Vol.9, Londres, Sage
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Ubicado en: http:www.funredes.org
Touraine, Alain. (2001) "Ea sociedad desestructurada". En Touraine, Alain; Giddens, Anthony y
Castells, Manuel. Teorías para una nueva sociedad. Cuadernos de la Fundación M. Botin
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