Este documento discute la representación y situación de la mujer africana. En la primera parte, argumenta que la mujer africana a menudo es vista de manera exótica y distorsionada, fuera de su contexto histórico y social. Tradiciones culturales como la poligamia y la circuncisión femenina son juzgadas desde perspectivas occidentales sin considerar sus funciones originales. En la segunda parte, señala que la mujer africana ha enfrentado cambios socioeconómicos rápidos y una discriminación continua. Los proyectos de
Este documento discute la representación y situación de la mujer africana. En la primera parte, argumenta que la mujer africana a menudo es vista de manera exótica y distorsionada, fuera de su contexto histórico y social. Tradiciones culturales como la poligamia y la circuncisión femenina son juzgadas desde perspectivas occidentales sin considerar sus funciones originales. En la segunda parte, señala que la mujer africana ha enfrentado cambios socioeconómicos rápidos y una discriminación continua. Los proyectos de
Este documento discute la representación y situación de la mujer africana. En la primera parte, argumenta que la mujer africana a menudo es vista de manera exótica y distorsionada, fuera de su contexto histórico y social. Tradiciones culturales como la poligamia y la circuncisión femenina son juzgadas desde perspectivas occidentales sin considerar sus funciones originales. En la segunda parte, señala que la mujer africana ha enfrentado cambios socioeconómicos rápidos y una discriminación continua. Los proyectos de
REFERENCIA A LA MUJER AFRICANA Patricia Bifani* Extracto(1) El presente artículo consta de dos partes: una, en la que se intenta ilustrar la visión deformante y parcelada que el mundo en general tiene de la mujer africana y el impacto que este tipo de enfoque tiene en la definición de políticas de desarrollo. La segunda parte proporciona un panorama muy general de la situación actual de desarrollo de la mujer en África, básicamente en relación a aspectos demográficos, de salud, de educación y ocupación, estableciendo algunas comparaciones con el caso Latinoamericano. Introducción Referirse, en pocas palabras, a la mujer africana, parece una empresa difícil. ¿Qué enfatizar? Tal vez la vinculación de la mujer a la presente crisis alimentaria, que, acentuada por la sequía, trae consigo hambre, desnutrición y muerte. O bien centrarse en la larga lucha de la población femenina por adaptarse y sobrevivir en un sistema socioeconómico cambiante, que le plantea cada día nuevas demandas sin darle los medios para hacerles frente. El tema presenta múltiples posibilidades. Sin embargo, hambre y transformaciones socioeconómicas, privatización de la tierra y migración, trabajo asalariado y monetarización de la economía son aspectos de un mismo fenómeno. Es decir, nos encontramos frente a un proceso de cambio global que afecta al sistema de vida africano en su totalidad. En el curso de pocas décadas África sufre transformaciones estructurales profundas, pasando de Ha colonización a la independencia, e insertándose en el sistema mundial como "productor de bienes que no consume y consumidor de bienes que no produce"(2) Este cambio ha golpeado especialmente a la población femenina de África, inmersa en un proceso de cambio más radical y acelerado que el que afecta a sus congéneres del Tercer Mundo. Dentro de dicho proceso, tanto la discriminación contra la mujer como la dependencia respecto a las vicisitudes y directivas del sistema mundial, se ha perpetuado. Concebir a la mujer africana fuera de esta compleja red de interacciones sociales, culturales, económicas y políticas no es sino una ficción, pero una ficción comúnmente aceptada, que desgraciadamente orienta muchos proyectos de desarrollo y define prioridades de acción. La tendencia a ver a la mujer africana más como "mujer" -in abstracto- que como mujer de una región y grupo social específico, no es privativa de quienes se interesan por África. En general la mujer del Tercer Mundo es considerada desde la óptica deformante de la generalización y el paternalismo, con miras a una hermandad de sexos sin fronteras ni ideologías. Es en esta abstracción primera que se manifiesta la mayor discriminación contra la mujer: concebirla fuera de un proceso histórico concreto, que, como en el caso del hombre, conforma un sistema de determinaciones e influencias, de problemas y demandas. Al reducir la complejidad del mundo femenino a unas pocas dimensiones se está distorsionando el papel de la mujer como parte integral e indispensable en el proceso de desarrollo. Así, en vez de una estrategia global que la incorpore a todos los niveles del mismo se tiene una miríada de pequeños proyectos puntuales, no necesariamente vinculados entre sí, que se orientan grupos o personas elegidos al arbitrio y cuyos beneficios, si los hay, no irradian a la comunidad. Al contrario, tiende a acentuar un proceso de estratificación social. Los proyectos de "ayuda" son, por lo general, de índole paliativa y se limitan a satisfacer alguna de las tantas necesidades de la mujer, ya sea facilitando el desempeño de tareas domésticas cotidianas o promoviendo labores artesanales, tales como cestería, costura, tejido, etc. De este modo se reproduce, a pequeña escala, tanto la división sexual del trabajo -al privilegiar las actividades así llamadas "femeninas"- como la división internacional del trabajo, favoreciendo una producción no competitiva en el mercado y que a los más genera pequeños beneficios individuales, pero de ningún modo constituye un paso hacia el desarrollo de la comunidad. Es importante notar que este tipo de medidas no promueve cambios estructurales sino más bien consolida sistemas de suyo ineficientes. De continuarse por esta vía seguirá la mujer del Tercer Mundo tejiendo cestas y fabricando collares en aras del sabor local, mientras la "mujer-hermana" del mundo desarrollado decide la política de nuestros pueblos, tiene acceso a la educación e innovación científico-tecnológica y disfruta de un nivel de vida y bienestar social que es sólo prerrogativa de pequeñas élites del mundo en desarrollo. Primera parte ¿Exotismo o sistemas de vida diferentes? La tendencia a concebir el desarrollo de la mujer y de la sociedad como una sumatoria de pequeños proyectos destinados a aliviar su condición de vida, se agrega una visión de la mujer del Tercer Mundo que comporta una mezcla de curiosidad y otro tanto de conmiseración. Sobre todo la mujer africana es percibida como exótica, objeto pasivo de fuerzas sociales e imperativos masculinos. Dentro de este contexto, manifestaciones culturales tales como prácticas ornamentales o ceremonias rituales son vistas desde una perspectiva folklórica y explotadas hasta la saciedad por el turismo. Otras prácticas, tradicionales, que en una época tuvieron una función económica y social, son enjuiciadas a partir de patrones de comportamiento occidentales. Así por ejemplo, la poligamia, combatida como "pecaminosa" desde los tiempos de los primeros misioneros, correspondió a una estructura social orientada hacia la agricultura de subsistencia e intensiva en el uso de mano de obra femenina(3). La alternativa monogámica implicaba para la mujer insertarse en la familia del esposo bajo la tutela de la suegra. Una investigadora(4), señala que es muy difícil decidir a priori cual de los dos sistemas ofrecía mayor libertad a la joven esposa. El cambio en los sistemas de producción trajo consigo una transformación en las estructuras sociales tradicionales y la poligamia perdió funcionalidad. Mujeres aún afectas a este sistema lo enjuician como fuente de dolor y conflicto, con un sentimiento que no difiere mucho del que acompaña a la práctica occidental del adulterio'. Tradiciones tales como la circuncisión femenina, reconocidas -entre otros por la OMS- como un gravísimo problema médico y psicológico, han visto retardada su interdicción justamente debido a su asociación a patrones culturales que tienden a preservar una identidad social. La circuncisión o mutilación genital, muy expandida en África, (ver mapa), tanto entre la población islámica como no islámica, se remonta a la antigüedad. En la actualidad, diversas instituciones, personal médico y mujeres activistas de la región intentan promover su supresión(6). Sin embargo sus sostenedores ven en ella un ritual básico, asentado en los valores de la comunidad(7). Cabe recordar que la primera oposición a la circuncisión fue la de los colonizadores, quienes la denunciaron como opuesta al cristianismo, enfatizando así su vinculación cultural. Esta denuncia vino conjuntamente con la expropiación de tierras y la destrucción del sistema de vida tradicional y de sus bases de sustentación. La reacción a la penetración extranjera fue la resistencia masiva y la tendencia a revalorizar todo aquello que simbolizara el modo de vida africano. Dentro de este contexto se defendió la circuncisión como un distintivo cultural más. De ahí la importancia de considerar el problema desde sus perspectivas locales para poner en marcha los mecanismos apropiados para su erradicación. Mientras el Occidente denuncia una modalidad de opresión que no le acarrea pérdidas económicas o de otro tipo, vacila y se muestra tibio en denunciar y combatir la práctica del Apartheid en Suráfrica, cuya existencia va contra los derechos y dignidad del género humano. Las feministas del mundo no se han manifestado contra el reciente asesinato de Victoria Mxenge(8), símbolo de la capacidad y espíritu de lucha de la mujer africana y del Tercer Mundo. ¿Cómo explicar este silencio? La victimización sistemática que se hace de la mujer africana puede, quizás, contribuir a crear conciencia sobre ciertos problemas y promover a la búsqueda de soluciones. Pero aún así presenta un aspecto negativo, que es el de promover una imagen parcial de la mujer, olvidando sus características de sujeto activo, creadora incansable de estrategias para la supervivencia del grupo familiar, guerrillera Mau Mau cuando el pueblo Kenyano se alza para luchar por su liberación, "Mama Tau" o "Madre Leona" cuando hace frente a los surafricanos blancos que intentan expropiar sus tierras para iniciar allí explotaciones mineras(9) Contrariamente a la percepción de la mujer como fuerza social, la consolidación de imágenes negativas va construyendo una visión de un mundo ya hecho y casi irreversible, siguiendo las líneas de la profecía que se cumple a sí misma. En este sentido, la victimización refuerza el statu-quo, promoviendo acciones reivindicativas que entorpecen el quehacer dialéctico y creativo requerido para un cambio estructural. Finalmente la prédica de la hermandad femenina pone un acentuado énfasis en el antagonismo entre sexos en lugar de hacerlo en la requerida igualdad. Esta artificialización de alianzas y rechazos, además de ser poco realista y generadora de conflictos, desvía los esfuerzos de acceso equitativo a los recursos y frutos del desarrollo hacia metas menos apremiantes y constructivas. El Tercer Mundo ha sufrido ya la experiencia del "dividir para reinar" y, África en particular, tiene el recuerdo aún fresco de la exacerbación de rivalidades étnicas para facilitar la penetración colonial. Tal como lo expresa el Plan de Lagos para la Descolonización de Africa,"' el mayor potencial de la región radica en sus recursos humanos. Considera, por consiguiente que la movilización y efectiva utilización de su fuerza de trabajo, hombres, mujeres y jóvenes, tanto calificados como no calificados, constituye la base del progreso social y el desarrollo. Es este contingente humano el llamado a generar un proceso de desarrollo sostenido, de acuerdo a sus directivas y valores básicos. Veamos cómo está constituido este contingente femenino en la sociedad africana, dejando en claro que no se trata de un contingente homogéneo sino diferenciado por regiones, clases sociales, culturales y grupos generacionales. Segunda Parte Algunos indicadores sobre la situación de la mujer en África Población La importancia de la mujer dentro del contexto mundial, en tanto mitad del potencial humano existente, es un hecho indiscutible. Es interesante notar que de este potencial, un 73.46% corresponde a la población femenina del Tercer Mundo. África, por su parte, cuenta con el 10.8% de la población femenina mundial y con el 14.7% de la población femenina del Tercer Mundo, mientras que las cifras para América Latina son de 8.1 y 11% respectivamente. La tasa de crecimiento poblacional, es de 3% para África, 2.3% para América Latina y 1.9% para Asia, tenderá a acrecentar la importancia relativa de la mujer africana con respecto a la del Tercer Mundo y más aún en relación al mundo desarrollado, cuyas tasas de crecimiento son de 0.3% para Europa y 0.7% para América del Norte. Mientras que la población femenina de África es básicamente joven, conforme a la pirámide poblacional típica del Tercer Mundo, la del mundo desarrollado tiende a envejecer. El porcentaje de mujeres entre 0 y 14 años, es de un 44% en África y de un 40% en América Latina. En Europa es solo de un 21%. Lo contrario sucede en los tramos altos: un 11% sobrepasa los S0 años en África y un 13% en América Latina. En Europa, en cambio, 31% de la población femenina tiene más de 50 años. Ello significa que en África y América Latina la población joven constituye una carga económica con respecto a la población económicamente activa, creando al mismo tiempo una fuerte presión por educación y empleo. En el mundo desarrollado la carga de la dependencia está representada en mayor medida por personas de edad y esta tendencia seguirá acetuándose en el futuro próximo Es decir, en África, una proporción de la población hoy dependiente se transformará en fuerza de trabajo y, muy probablemente en un potencial dinamizador de la sociedad, lo que es poco probable que suceda con la población del mundo desarrollado, situada en su mayoría en la tercera edad. Otro hecho que cabe considerar es que la independencia de África data de solo unos 20 años. Por consiguiente las nuevas generaciones han nacido en una África libre de los estigmas de la dominación colonial, que "ha dejado indeseables cicatrices en la psicología del pueblo africano y que se ha traducido en una profunda pérdida de la confianza en sí mismo y de la dignidad humana"". Este hecho, unido a la juventud de la población, puede verse como una fuente potencial de creatividad y capacidad de generar estrategias de desarrollo. La mujer africana tiene la tasa de fertilidad más alta del mundo: ó.4, comparada con 4.5 de la mujer latinoamericana. La cifra para el mundo desarrollado es de 2.0. Así, la mujer africana tiene en promedio entre ó y 7 hijos nacidos vivos durante su vida reproductiva, comenzando con una maternidad muy temprana y teniendo hijos hasta entrada la menopausia. Aparte del récord de fertilidad cuenta también con la tasa de mortalidad más alta del mundo y la más baja esperanza de vida al nacer. Se considera que vive 26 años menos que la mujer del mundo desarrollado y 16 menos que la mujer latinoamericana, a pesar que su longevidad ha aumentado considerablemente en los últimos años, pasando de 37.5 años entre 19501955, a 50 a mediados de 1980. La esperanza de vida de la mujer latinoamericana es de 66 años en la misma épocas. Salud Otro aspecto negativo para África es el de la mortalidad infantil. Mientras que en África mueren 151 niños menores de un año de edad de un total de 1000 nacidos vivos y 129/1000 niñas, en el mundo desarrollado estas cifras son de 24/100 y 18/100 respectivamente. Las diferencias son abismales y constituyen un claro indicador de las condiciones de vida infrahumanas de extensos grupos de la población. En el caso de América Latina, la mortalidad infantil es mucho más alta que la del mundo desarrollado, pero la menor del mundo en vías de desarrollo: 90/1000 para los niños y 80/1000 para las niñas'. La salud de las mujeres embarazadas y en período de lactancia en África es un aspecto que merece especial atención. La tasa de mortalidad materna va desde 300 al 500 por 100.000 nacimientos en África Sub-Saheliana. En algunas regiones de Etiopía esta cifra sube hasta 2000/100.000. Esto es entre 30 y 200 veces la tasa de los países industrializados 14. Un alto porcentaje de las mujeres embarazadas sufren de anemia, que causa debilidad y fatiga hecho que no las libera de sus jornadas habituales de trabajo intensivo hasta el momento mismo del parto. Según la OMS 14/* 2/3 de las mujeres embarazadas del Tercer Mundo sufren de anemia nutricional. La proporción de mujeres cuya concentración de hemoglobina se encuentra bajo lo normal es de 4()% para África y 17% para América Latina. El deterioro nutricional de la madre afecta el crecimiento del feto. En África SubSaheliana un 14% de los recién nacidos tiene un peso inferior a lo normal. La cifra para América Latina es de 10%". Educación Con respecto al nivel educacional de la población femenina, es importante señalar que África entró en la vía de la así llamada educación formal solo recientemente y a raíz de la colonización. Antes existían sistemas de educación tradicional cuyos niveles y logros no se encuentran registrados en las estadísticas. La educación formal, impartida inicialmente por los misioneros fue considerada durante largo tiempo como un elemento cultural alienante, destinado a imponer el sistema de vida del hombre blanco. Sólo más tarde! con el cambio en las estructuras sociales tradicionales se reconoció una asociación entre educación y promoción social y se empezó a educar un miembro de la familia, siempre de sexo masculino, para que pudiese favorecer al grupo familiar desde su nuevo status. La niña sólo accedió al sistema educacional cuando la práctica de la escolaridad se generalizo superando barreras culturales y económicas. Ello explica en parte la existencia de un 77% de analfabetismo femenino, contra un 51% de analfabetismo masculino. América Latina en cambio, cuya evolución educacional ha sido históricamente diferente, cuenta con un 17% de analfabetismo femenino y un 13% masculino. Es decir, presenta un nivel educacional más alto y una brecha menor entre sexos(14). El analfabetismo es mayor en la población rural y, especialmente, en la población indígenas. A pesar de su entrada tardía en el sistema educacional formal, el ritmo de expansión del sistema educacional en África en el período 1960-1980 ha sobrepasado al de otras regiones, tendiendo a disminuir las diferencias existentes. El número de estudiantes de sexo femenino está aumentando en todos los niveles educacionales, incluyendo la educación vocacional. Sin embargo la brecha entre estudiantes de ambos sexos se mantiene, acrecentándose a los niveles secundario y postsecundario. En África el ingreso femenino a la educación primaria es de un 60% contra un 68%, masculino. A nivel secundario la proporción es de 11% para las mujeres y 21% para los hombres. En el caso latinoamericano las proporciones son de 86%, y 87% respectivamente a nivel primario y de 46% y 51% a nivel secundario". La deserción escolar femenina en los tramos educacionales superiores es muy alta en África debido al matrimonio temprano, embarazo, necesidad de ayudar o hacerse cargo de las tareas del hogar, desempeño de actividades remuneradas, trabajo agrícola de subsistencia, recolección de agua y leña, cuidado de los hermanos menores, etc. Por lo general el sistema educacional no se adapta ni a las características ni a las necesidades de la región y menos aún a diferencias culturales intrarregionales. En lo que respecta a la mujer se suman a estos inconvenientes la temprana discriminación que se ejerce sobre ella, privándola y restringiéndola sólo a ciertos campos tales como economía doméstica, trabajo social, enfermería, enseñanza, etc. A medida que los medios de subsistencia tradicionales se van haciendo escasos, la necesidad de educar a los niños de ambos sexos se va haciendo más imperiosa(16). Pese a estas tendencias hacia un mayor nivel educacional queda aún un largo camino que recorrer para reducir el analfabetismo femenino, particularmente en las áreas rurales y dar acceso a un mayor número de mujeres a la actividad profesional, educación de adultos y actividades de extensión orientadas hacia los diversos campos del desarrollo. Ocupación Lo más característico de la participación femenina en la fuerza laboral es su importancia en la producción agrícola africana: se calcula que representa entre el 60 y el 80% del trabajo agrícola y un 50% de las actividades agropecuarias, desempeñando un rol importante en el procesamiento y, a menudo en la comercialización agrícola(17). Ello la diferencia de sus congéneres latinoamericanas, concentradas en el sector servicios, en especial el comercio, la administración y los servicios comunales y sociales(18). El trabajo femenino se concentra en el sector más tradicional de la agricultura, la economía de subsistencia, aunque también contribuye a la agricultura de exportación. A pesar de la relevancia de la mujer en la producción alimentaria, su acceso a la innovación tecnológica y a los sistemas de crédito y servicios de extensión agrícola, es prácticamente inexistente. La mayor parte de los recursos productivos son canalizados hacia los productos de exportación, mientras la mujer continúa explotando tierras marginales con herramientas y tecnologías tradicionales, de baja productividad. La producción descansa básicamente en el trabajo humano y varía según las estaciones. Encuestas realizadas en Kenya señalan que la mujer dedica a las tareas agrícolas un promedio de 4.5 horas diarias durante la baja estación y entre ó y 9 horas en las estaciones de punta. Otros estudios realizados en Lesotho, Zambia, Swazilandia y Gambia revelan una jornada de 9 a 10 horas durante el período de mayor actividad. La preparación de alimentos tradicionales que constituyen una parte vital de la dieta cotidiana es laboriosa y requiere mucho tiempo. Así por ejemplo, en algunas regiones el procesamiento de la cassava (tapioca o yucal para la preparación del gar¿ (harina tostada), del kokonte (cassava seca), o del Loo Loo (albóndiga de cassava) precisa de varios días para secar la cassava al sol, rallarla o mantenerla en agua hasta ablandar su fibra, colarla, tostarla, etc. El uso de leña como combustible y la necesidad de acarrear el agua requerida en las distintas etapas, alarga el proceso y exige un mayor trabajo. La participación laboral femenina aumenta debido a la migración masculina, sea para trabajar como asalariado en plantaciones, minas o para sumarse a la legión de quienes buscan trabajo en las áreas urbanas. La OIT estima que en algunos países africanos entre la cuarta y la tercera parte de los hogares rurales tiene una mujer como jefe de familias. En estos casos, aún cuando la mujer tiene la responsabilidad del hogar, muy raramente goza de la propiedad de la tierra, hecho que dificulta su acceso al crédito y los servicios de extensión. La mayor contribución femenina al trabajo agrícola se da en África Sub-Saheliana, particularmente en África Central (92.8% de mujeres en la agricultura), en África del Este (86.4%) y en África del Oeste (63.8%)(20). Contrasta con lo anterior la escasa participación femenina en el sector industrial. Contribuye a ello el hecho que África cuenta con el desarrollo industrial más bajo del mundo. De ahí que la mano de obra masculina compita con la femenina en actividades manufactureras que en otras regiones absorben un gran número de mujeres, tales como la industria textil, alimentación y bebidas, tabaco, cuero, etc. Más importante aún es el patrón de desarrollo industrial adoptado por la región, que siguiendo el modelo de los países desarrollados, es intensivo en el uso de capital disminuyendo así su potencial como fuente de empleo. Es en el sector industrial moderno donde se constatan los mayores desequilibrios entre mano de obra femenina y masculinas por una menor disponibilidad de mano de obra femenina calificada para competir con la masculina. La depresión económica que ha reducido la actividad industrial hace aún más competitivo el mercado de trabajo en dicho sector. Comparativamente, la distribución sectorial de la población femenina económicamente activa es para África de 64% en el sector agrícola, 10% en el industrial, 14% en servicios y 12% en otros sectores mientras que las cifras para América Latina son de 19% en la agricultura, 18% en la industria, 59% en el sector servicios y 4% en otras actividades(19). Cabe asimismo recordar que ambas regiones se caracterizan por una importante migración rural urbana, lo que unido al escaso mercado laboral ha contribuido a crear una vasta legión de mujeres desempleadas y/o subempleadas. En la última década África, ha registrado la tasa de migración rural urbana más alta del mundo siendo la migración masculina mayor que la femenina. Sin embargo esta tendencia se ha ido reduciendo en los últimos años y en algunas ciudades, como Addis Ababa, en términos absolutos, la migración femenina ha sido superior á la masculina. En América Latina, el patrón migratorio ha sido inverso al africano, mostrando una mayor migración femenina(22). En ambos casos, las migrantes se han concentrado en el sector informal, básicamente en los rubros de comercio ambulante y servicio doméstico o una combinación de diversas ocupaciones de las cuales la prostitución, exacerbada por el turismo, es una opción muy frecuente. A modo de Conclusión Esta breve reseña no pretende presentar un panorama completo de la mujer en África y de la inmensa gama de logros, limitaciones y potencialidades que configuran su situación actual. Sólo cabe enfatizar dos o tres aspectos que acercan a la población femenina de África y la de Latinoamérica. En primer lugar, en ambas regiones la mujer ha tenido un rol preponderante en la sociedad, en la generación de medios de subsistencia, aún en las condiciones más adversas, en la preservación del patrimonio cultural, en la participación en movimientos sociales y políticos que han cambiado el curso de la historia. Estas y tantas otras realizaciones se han dado bajo la égida de una discriminación de sexo, de clase y de subordinación dentro del sistema internacional. En todos los casos ha demostrado su capacidad de actuar como agente en el proceso de desarrollo, capacidad que debe hacer se consciente, enfatizarse e implementarse mediante una mayor apertura y acercamiento a los medios, políticas e instrumentos que posibilitan dicho proceso. En segundo término, ambas regiones gozan de un patrimonio cultural híbrido, que enriquece la gama de posibilidades para un estilo de desarrollo propio. Es dentro de este contexto de respeto por los aspectos significativos de las culturas regionales que la imagen y rol de la mujer debe definirse, sin apelar a imágenes y soluciones provenientes de otras sociedades. Finalmente, los resultados de siglos de explotación del Tercer Mundo por los países hoy desarrollados han configurado una situación de verdadera emergencia en cuanto a salud, nutrición, educación, vivienda, etc., se refiere. Esta situación afecta principalmente a la mujer, que es quien, en último término, se responsabiliza del grupo familiar. Es evidente que la magnitud y extensión de los problemas someramente señalados no se soluciona con paliativos ni con "ayuda", sino con un proceso de desarrollo integrado y global, en el que al mismo tiempo se le confiera a la mujer la requerida igualdad y acceso a todas las esferas del desarrollo. En esta lucha por el desarrollo y la igualdad, la mujer ha demostrado históricamente su capacidad e ingenio, que se tornarán más y más importantes para el futuro de la humanidad a medida que la población femenina del Tercer Mundo crece. * Patricia Bifani, Psicóloga y Socióloga chilena, ha enseñado y realizado investigaciones varios años en la Universidad de Chile y Universidad Católica de Chile en las áreas de psicología social y desviación social. A partir de 1974 y hasta 1984 se ha desempeñado como docente en la Universidad de Nairobi, básicamente en Sociología de la literatura africana-latinoamericana y en el campo de Mujer y Desarrollo en África y el Tercer Mundo--, realizando numerosas investigaciones en este tema para la Comisión Económica para África (UNECA), UNICEF. Universidad de Naciones Unidas, UNEP, OIT y ENDA. Actualmente se desempeña como Consultora de Naciones Unidas en el área '"Mujer y Desarrollo" en Ginebra. (1)Del artículo. Chite Sisters Listen''. by Buchi Emecheta. New Internationalist. N'M5(), august, 1 985. Buchi Emecheta, escritora nigeriana, nació en Lagos en 1944. Cursó estudios de sociología en la Universidad de Londres. Sus novelas, "In the Ditch", 1972, "Second Class Citizen", 1975, "The Bride", 1976, "The Slave Girl" y "The loys of Mótherhood", 1979, han tenido un gran impacto, tanto en África como en el mundo de habla inglesa. (2)Adebayo Adebeji. The Evolution of the Monrovia Strategy and The Lagos Plan of Action: Regional Approach to Economic Decolonization. U.N. Addis Abeba, 1983. (3)La dinámica del hogar poligámico tradicional se encuentra muy vividamente descrita en la narrativa africana. Si bien muestra conflictos y rivalidades, señala también solidaridad y ayuda mutua. Ejemplo de esta dinámica, la da, entre muchos otros, Ngugi wa Thiong'o (Kenya), tal como se puede apreciar en el siguiente párrafo, de "Weep not Child". (African Writers Series, Heineman, London 1980): "Ngotho bougth four pounds of meat. But they were bound into two bundies each of two pounds. One bundie was for his first wife, Njeri, and the other for Nyokabi, his second wife. A husband had to be wise in these affairs otherwise a small flaw or apparent bias couid easily generate a civil war in the family" (págs., 10-11). Otro ejemplo lo proporciona el escritor nigeriano. Chinua Achebe en su novela "Things Falis Apart" (African Writers Series. Heineman, London, 1977). "Okonkwo was provoked to justifiable anger by his youngest wife, who went to plait her hair at her friend's house and did not return early enough to cook the afternoon meal... After waiting in vain for the dish he went to her hut to see what she was doing. There was nobody in the hut and the fireplace was cold. '-Where is Ojiugo?" he asked his second wife, who came out of her hut to draw water from a gigantic pot in the shade of a small tree in the middie of the compound. "She has gone to plait her hair". Okonkwo bit his lips as anger welled up withi him. "Where are her children? Did she take them?" he asked with unusual cooiness and restraint. "They are here", answered his first wife, Nwoye's mother. Okonkwo bent down and look into her hut. Ojiugo's children were eating with the children of his first wife. "Did she ask you to feed them before she went?" "Yes", lied Nwoye-s mother, trying to minimise Ojiugo's thoughtiessness". Estos párrafos ilustran asimismo la autoridad patriarcal de jefe de familia y la sumisión de la mujer. Ver, sobre el mismo tema; Sembene Ousmane, (Senegal), "Tribal &ars", ZThe Money Order" y, particularmente "Xala", novela sobre la poligamia y la nueva burguesfa africana. (4) T.S. Scarlett Epstein. A Social Anthropological Approach to Women's Roles and Status in Developing Countries, The Domestic Cycle, en i6Women's Roles and Population Trends in the Third Worid" Ed., R. Anker, M. Buvinic and N. Youssef. Croom Helm Ltd, 1982. (5) Aminata Sow Fall, (Senegal), cuenta, en "La Gr¿ve des Batutu", Les Nouvelles Editions Africaines, Dakar, Abidjan, Lomé, 1979, la rebelión de las nuevas generaciones ante la poligamia y, por el contrario, la presión de la tradicción a aceptarla como irrevocable. El siguiente párrafo ilustra esta pugna generacional: "Le mariage s'est fait. Raabi (la hija mayor del primer matrimonio) a essayé de convaincre sa mere qu'elle ne doit pas acceptar une situation ambigOe, qu'elle a le devoir de ne pas laisser une intruse lui dispenser sa place, et pour cela "il faut prendre tes responsabilités et demander a papa de choisir". Mais la mère de Lolli, (su primera esposa) la vieille Sanou Cissé, célebre pour sa vertu et sa probité, est venu. Elle a fondu en larmes parce que Mour (su yerno) lui a dit que Lolli est allée jusqu'a l'injurer... Si je quittais ce ménage aujourd'hui, père et mere me maudiraient, ainsi que tous les membres de la famille" (expresa Lolli, la primera esposa, a su hija) (págs. 46-47). El dolor y frustación de las afectadas por esta práctica se encuentra magistralmente descrita por Mariama Ba (Senegal) en "So long a Letter", nove,la galardoneada con el premio Noma en 1980. (Heineman. Nairobi, 1981) y por Grace Ogot (Kenya) en "The Other Women" (Transafrica Publishers, N;~irobi, 1976), y "The Island of Tears", (Uzima, Nairobi, 1980). (6) Ver por ejemplo H. Rushwan, C. Slot, A. A. El Dareer y N. Bushra, "Female Circumcision in the Sudan. Prevalence, Complications, Attitudes and Change". Faculty of Medicine University of Khartoum, Sudan, 1983. Special Report: Female Circumcision. People, volume ó, number 1, 1979. WHO/EMRO. Traditional practices affecting the health of women and children. Technical Publication Nt) 2. Alexandria, 1979. UNICEF/FAO, Alasebu Gebre Selassie. Female Circumcision in Ethiopia. Addis Abeba, sept. 1984. Ver asimismo mapa de los lugares donde esta práctica se lleva a cabo. (7) ... "Circumcision was an important ritual to the tribe. It kept people together, bound the tribe. It was at the core of the social structure, and a something that gave meaning to a man's life..." ... 'sWho have ever heard of a girl that was not circumcised? Who wouid ever pay cows and goats for such a girl?...''. Ngugi Wa Thiong'o. The River Between, (Heinemann, Nairobi, 1981). (8) Victoria Mxenge, Sudafricana, ejerció la abogacía en defensa de los presos poéticos, víctimas del Apartheid. Al momento de su alevoso asesinato había asumido la defensa de 22 líderes del Frente Democrático Unido, acusados de traición. Previamente Victoria había ejercido como enfermera, período durante el cual conoció a Griffiths Mxenge, con quien se casó en 1961. Poco tiempo después Griffiths fue sentenciado a 9 años de prisión por apoyar al Congreso Nacional, declarado fuera de la ley. Al terminar su condena Griffiths continuó dedicado a la defensa de los activistas negros y Victoria estudió leyes para unirse a su esposo en dicha actividad. El Sr. Mxenge fue asesinado cuatro años antes que Victoria y su cuerpo mutilado apareció en un estadio. Su lema, "stop Apartheid Killing" es el de todo un pueblo y el de quienes lo apoyan en su lucha. (9) Alex LaGuma. The Time of the Butcherbird. (African Writers Series. Heineman, Nairobi, Lusaka, 1976). (10)ECA. Plan of Action for the Implementation of the Monrovia Strategy, Lagos, Nigeria, 1980. (11)ECA. "La CEA et le Devgeloppement de l'Afrique 1983-2008". Etude Prospective Préliminaire. Addis Abeba, Abril, 1983. (12) World's Women Data Sheet of The Population Reference Bureau Inc. (13)UNICEGF. Within Human Reach. A Future for Africa's Children. New York 1985. (14)OMS. The Prevalence of Nutritional Anaemia in Women in Developing Countries: A Critical Review of Available Information. Reprinted from 'iWorid Health Statistics Quaterly" Nos 2, 1982. (15)Comisión Económica para América Latina y el Caribe. El Decenio de la Mujer en el Escenario Latinoamericano. Realidades y Perspectivas. Santiago de Chile. 1986. (16)La siguiente canción ilustra el cambio de roles que exige la nueva sociedad: "Father, mother, Provide me with pen and slate I want to learn Land is gone Cattie and sheep are not there Not there any more What's left? Learning, learning". From Ngugi Wa Thiong'o, The river Between. Heineman, London, Ibadan, Nairobi, 1965. (17)ENDA. Y. Sokona et K. Traore. Energie et Alimentation: vécues au quotidien par les Femmes. Serie Etudes et Recherches N" 99-85, 1985. (18)E. Date-Bah, Y. Stevens and V. Ventura-Dias. Food Processing and Rural Women: Evidence from Ghana, Kenya and Sierra Leone ILO. First Draft. (19)CIOSL. "1985. Examen de la situación económica mundial-". 4a. Conferencia Mundial de Mujeres de LA CIOSL. 4/W/ConF/4 & 5, Bélgica, 1985. (20) OIT. Women power. Switzerland, August, 1975. (21) OIT. Women at Work. Number 1, 1984. (22) Leon Tabah. Population Growth, en "Population and the Worid Economy in the 21st Century. Ed. Just Faaland. Basil Blackwell - Oxford, 1982.
Choque, María Eugenia (2010) Descolonizando El Género A Través de La Profundización de La Condición de Sullka y Mayt'ata. en Rev. Tinkazos. Pp. 81 97. La Paz PDF