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GUY DEBORD Y LOS SITUACIONISTAS

PETER MARSHALL

(1992). Extraido del libro DEMANDING THE IMPOSSIBLE ("Pidiendo lo imposible: una
historia del anarquismo". Ver referencia al final del artículo)
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El movimiento situacionista se originó en un pequeño grupo de artistas e intelectuales de


vanguardia influidos por Dada, el Surrealismo y el Letrismo. La Internacional Letrista de
postguerra, que buscó fundir poesía y música y transformar el paisaje urbano, era un precursor
directo del grupo que fundó la revista Internationale Situationniste en 1957. Al principio,
estaban principalmente interesados en la "supresión de arte," es decir, como dadaístas y
surrealistas antes que ellos, querían reemplazar la categorización de arte y cultura como
actividades separadas y transformarlos en parte de la vida cotidiana. Como los Letristas,
estaban contra el trabajo y por la diversión completa. Bajo el capitalismo la creatividad de la
mayoría de personas habían llegado a ser desviada y ahogada, y se había dividido la sociedad
en actores y espectadores, productores y consumidores. Por eso los situacionistas querían un
género diferente de revolución: querían que la imaginación, y no un grupo de hombres, cogiera
el poder, y que todos construyesen la poesía y el arte. Ellos gritaron ¡basta! . ¡Al infierno con el
trabajo, a infierno con el aburrimiento! Creemos y construyamos una fiesta eterna.

Al principio, el movimiento estaba formado principalmente por artistas, de quienes Asger Jorn
era el más prominente. Desde 1962 los situacionistas aplicaron progresivamente su crítica no
sólo a la cultura, sino a todos los aspectos de la sociedad capitalista. Guy Debord emergió como
la figura más importante: estaba envuelto en la Internacional Letrista, y había hecho varias
películas, entre ellas "Aullidos en favor de Sade" (1952). Inspirado por el periódico libertario
"Socialisme ou Barbarie", los situacionistas redescubrieron la historia del movimiento
anarquista, particularmente durante los períodos de la I Internacional, y se inspiraron en
España, Kronstadt, y los makhnovistas. Describieron la USSR como una burocracia capitalista,
y defendieron los consejos obreros. Pero no eran completamente anarquistas en su orientación y
retuvieron elementos del marxismo, especialmente a través de la crítica de la alienación de vida
cotidiana de Henri Lefebvre. Creyeron que el movimiento revolucionario en los países de
capitalismo avanzado debe ser llevado por un "proletariado en sentido amplio" que incluiría a la
mayoría de los trabajadores asalariados. Además, aunque dijeron no querer ni discípulos ni
líderes, siguieron siendo un grupo elitista de vanguardia que negoció sus diferencias
expulsando a la minoría disiente. Pensaban que una revolución proletaria mundial causaría el
máximo placer.

Al final de 1967, Guy Debord en "La Sociedad del Espectáculo" y Raoul Vaneigem en "La
Revolución de Vida Cotidiana" presentaron las exposiciones más detalladas de la teoría
situacionista, que tuvo una amplia influencia en Francia durante la rebelión estudiantil de 1968.
Muchas de las consignas más famosas que se garrapatearon en las paredes de Paris fueron
tomadas de sus tesis, como LIBERAD LAS PASIONES, NUNCA TRABAJES, VIDA SIN
TIEMPO MUERTO. Miembros de la Internacional Situacionista (SI) co-operaron con los
enragés en la Universidad de Nanterre en el Comité de las Ocupaciones de la Sorbona, una
asamblea sostenida en sesión permanente. En 17 mayo el Comité le envió el telegrama
siguiente al Partido Comunista del USSR:

SACUDID VUESTROS ZAPATOS BURÓCRATAS STOP EL PODER INTERNACIONAL


DE LOS CONSEJOS OBREROS PRONTO OS ANIQUILARÁ STOP LA HUMANIDAD NO
SERÁ FELIZ HASTA QUE SE CUELGUE AL ÚLTIMO BURÓCRATA CON LOS
INTESTINOS DEL ÚLTIMO CAPITALISTA STOP LARGA VIDA A LA LUCHA DE LOS
MARINEROS DE KRONSTADT Y DE LOS MAKHNOVISTAS CONTRA TROTSKY Y
LENIN STOP LARGA VIDA A LA INSURRECCION CONSEJISTA DE BUDAPEST STOP
ABAJO EL ESTADO STOP

Grupos de enragés de Estrasburgo, Nantes y Boudreaux se inspiraron también por los


situacionistas e intentaron "organizar caos" en los campus. Los pensadores activos sin embargo
nunca sobrepasaron la docena.

En su análisis los situacionistas argumentaban que el capitalismo había cambiado las


relaciones, y que se había reducido la vida a un "espectáculo". El espectáculo es el concepto
clave de su teoría. Ellos simplemente revisaron por muchos caminos la visión marxista de la
alienación, como desarrollaron en sus escrituras tempranas. El obrero es alienado de su
producto y de los compañeros de trabajo y se encuentra viviendo en un mundo ajeno:

"El obrero no se produce a sí mismo; produce un poder independiente. El éxito de esta


producción, su abundancia, retorna al productor como una abundancia de desposesión. El
tiempo y el espacio de su mundo llegan a extraños para él con la acumulación de sus productos
alienados."

La división creciente del trabajo y la especialización han transformado la actividad laboral en


un penoso sinsentido. "Es inútil," observa Vaneigem, "esperar siquiera una parodia de
creatividad de una cinta transportadora." Lo que añadieron a Marx fue el desvelamiento de que
para asegurar el crecimiento económico continuado, el capitalismo había generado "pseudo-
necesidades" para aumentar el consumo. En lugar de decir que la conciencia estaba
determinada en cuanto productora, dijeron que ello ocurría también en cuanto consumidora. La
sociedad capitalista moderna es una sociedad de consumidores, una sociedad de consumo de
mercadurías "espectaculares". Después de haber sido tratado con el mayor desprecio en cuanto
productor, el trabajador es ahora pródigamente solicitado y seducido como consumidor.

Al mismo tiempo, mientras la tecnología moderna ha consumado la alienación natural (la lucha
por la supervivencia contra naturaleza), la alienación social bajo la forma de una jerarquía de
amos y esclavos han continuado. Las personas son tratadas como objetos pasivos, no como
sujetos activos. Después de degradar el ser en el tener, la sociedad del espectáculo ha
transformado el tener en una mera apariencia. El resultado es un contraste espantoso entre
pobreza cultural y riqueza económica, entre lo que es y lo que podría ser. "¿Quién quiere un
mundo en el cual la garantía de que no moriremos de inanición," se pregunta Vaneigem
pregunta, "está vinculada al riesgo de morir de aburrimiento?"

El estilo revolucionario de los situacionistas no era esperar una revolución distante sino
reinventar la vida cotidiana aquí y ahora. Transformar la percepción del mundo y cambiar la
estructura de la sociedad es la misma cosa. Para liberarnos debemos cambiar las relaciones de
poder y transformar la sociedad. Por esta razón trataron de construir situaciones que rompiesen
lo ordinario y normal para empujar a las personas fuera de sus patrones habituales de
pensamiento y acción. En lugar de la vida petrificada, buscaron la deriva (con su flujo de actos
y encuentros) y la detournement (eventos e imágenes a los que se da u nuevo sentido).
Apoyaron el vandalismo, las huelgas salvajes y el sabotaje como forma de destruir el
espectáculo fabricado y la economía de mercado. Tales acciones de negación se consideraban
signos de creatividad. El papel del IS era clarificar a las masas lo que estaban ya haciendo
implícitamente. Por este camino quisieron actuar como catalizadores dentro del proceso
revolucionario. Una vez la revolución estuviese en camino, la IS desaparecería como grupo.

En lugar de la sociedad del espectáculo, los situacionistas le proponían una sociedad comunista
exenta de dinero, producción de mercancías, trabajo asalariado, clases, propiedad privada y
Estado. Las pseudo-necesidades serían reemplazadas por deseos reales, y la economía de
ganancia sería transformada en una economía del placer. La división del trabajo y el
antagonismo entre trabajo y juego se superaría. Sería una sociedad fundada en el amor al libre
juego, caracterizada por la negativa a ser conducidos, hacer sacrificios, y ejecutar roles. Sobre
todo insistieron en que todo individuo debería activa y conscientemente participar en la
reconstrucción de cada momento de su vida. Se llamaron a sí mismos situacionistas
precisamente porque creyeron que todo individuo deben construir las situaciones de sus vidas y
descargar su propio potencial y obtener su propio placer.

En cuanto a la unidad básica de la sociedad futura, recomendaron consejos de obreros o


"asambleas soberanas en las empresas y los barrios." Como con las comunas de los anarco-
comunistas, los consejos practicarían una forma de democracia directa y harían y ejecutarían
todas las decisiones clave que afectan a su vida cotidiana. Los delegados serían asignados y
destituibles. Los consejos se federarían local, nacional e internacionalmente.

En su llamamiento para "una superación concreta del Estado y de todo tipo de colectividad
alienante" y en su visión de la sociedad comunista los situacionistas se acercan mucho a los
anarquistas. No sólo se refirieron a Bakunin por su ataque a las estructuras autoritarias y
burocráticas, sino que Debord argumentó que el "anarquismo había llevado en 1936 [en
España] a una revolución social y a un tosco boceto, el más avanzado que hubo nunca, del
poder proletario." Los situacionistas difieren sin embargo del anarquismo tradicional en su
elitismo como grupo exclusivo y en su atropella preocupación por la coherencia de teoría y
praxis. En su intensa insistencia en el proletariado como la única clase revolucionaria, pasaron
por alto el potencial revolucionario de otro grupos sociales, sobre todo los estudiantes. También
negaron que fueran "espontaneistas" como el Movimiento del 22 de marzo y rechazaron la
"ideología" del anarquismo en la medida en que supuestamente era otra ideología restrictiva
impuesta a los obreros.

A pesar de la agudeza de su crítica del capitalismo moderno, los situacionistas tomaron


erróneamente el boom económico temporal de la postguerra francesa por una tendencia
permanente en las sociedades capitalistas. Su creencia en abundancia económica parece ahora
demasiado optimista; no solo la producción insuficiente, sino también el consumo insuficiente
persiste en sociedades industriales avanzadas. En muchas partes del globo, sobre todo en el
hemisferio sur, la llamada "alienación natural," aparte de la alienación social, tiene todavía que
ser superada. No obstante, a pesar de sus debilidades, los situacionistas han enriquecido
indudablemente la teoría anarquista por su crítica de cultura moderna, su celebración de la
creatividad, y su fuerza en la transformación inmediata de vida cotidiana.

Aunque la IS se disolvió en 1972 después de amargas discusiones sobre las tácticas, sus ideas
han continuado teniendo una amplia influencia en círculos anarquistas y feministas e inspiró,
parece que casi inconscientemente, mucho del estilo y contenidos del punk.

Peter Marshall. Traducción: Luis Navarro. Extraido de DEMANDING THE IMPOSSIBLE,


Una historia del Anarquismo Peter Marshall, 1992 Fontana Press 77-85 Fulham Palace Road
Hammersmith, Londres W6 8JB ISBN 0 00 686245 4

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