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FERNANDO PESSOA

CANCIONERO
[PESSOA, Fernando: Poemas (antología). México: Letras Vivas, 1998]

AUTOPSICOGRAFÍA

El poeta es un fingidor.
Finge tan enteramente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,


En el dolor leído sienten bien,
No los dos que el poeta tuvo,
Pero sólo el que ellos no tienen.

Y así por las vías rueda


Gira, para entretener la razón,
Este tren de cuerda
Que se llama corazón.

1-4-1931
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ALVARO DE CAMPOS Y cuando había gente era igual a la otra.


Salgo de la ventana, me siento en una silla. ¿En qué he de pensar?
TABAQUERÍA
[PESSOA, Fernando: Poemas (antología). México: Letras Vivas, 1998] ¿Qué sé yo de lo que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pero pienso ser tantas cosas!
No soy nada. ¡Y hay tantos que piensan ser la misma cosa que no puede haber tantos!
Nunca seré nada. ¿Genio? En este momento
No puedo querer ser nada. Cien mil cerebros se conciben en sueños genios como yo,
Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo. Y la historia no marcará, ¿quién sabe?, ninguno,
Ni habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras.
Ventanas de mi cuarto, No, no creo en mí.
De mi cuarto de uno de los millones del mundo que nadie sabe cuál es ¡En todos los manicomios hay locos con tantas certezas!
(Y si supieran cuál es, ¿qué sabrían?) Yo, que no tengo ninguna certeza, ¿soy más cierto o menos cierto?
Das al misterio de una calle cruzada constantemente por gente, No, ni en mí…
A una calle inaccesible a todos los pensamientos, ¿En cuántas buhardillas y no-buhardillas del mundo
Real; imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta, No están en esta hora genios-para-sí-mismos soñando?
Con el misterio de las cosas por debajo de las piedras y de los seres, ¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas-
Con la muerte poniendo humedad en las paredes y canas en los hombres. Sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas-,
Con el destino conduciendo la carroza de todo por el camino de nada. Y quién sabe si realizables,
Nunca verán la luz del sol real ni hallarán oídos de gente?
El mundo es para quien nace para conquistarlo
Estoy ahora vencido, como si supiera la verdad.
Y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón.
Estoy ahora lúcido, como si estuviera para morirme,
He soñado más que lo que Napoleón hizo.
Y no tuviera más hermandad con las cosas
He apretado al pecho hipotético más humanidades que Cristo,
Sino una despedida, como si se volviera esta casa y este lado de la calle.
Tengo hechas filosofías en secreto que ningún Kant escribió.
La hilera de vagones de un tren, y una partida pitada
Pero soy, y tal vez seré siempre, el de la buhardilla,
Desde adentro de mi cabeza,
Aunque no viva en ella;
Y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos en la ida.
Seré siempre el que no nació para eso;
Estoy ahora perplejo como quien pensó y halló y olvidó.
Seré siempre sólo el que tenía cualidades;
Estoy ahora dividido entre la lealtad que debo
Seré siempre el que esperó que le abrieran la puerta al pie de una pared sin
A la tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
puerta,
Y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.
Y cantó la canción del Infinito en un gallinero,
Y oyó la voz de Dios en un pozo tapado.
Fallé en todo. ¿Creer en mí? No, ni en nada.
Como no hice ningún propósito, tal vez todo fuera nada. Derramé la naturaleza sobre mi cabeza ardiente
El aprendizaje que me dieron Su sol, su lluvia, el viento que halla el cabello,
Lo tiré por la puerta trasera de mi casa. Y el resto que venga si viniera, o tuviera que venir, o no venga.
Fui hasta el campo con grandes propósitos. Esclavos cardiacos de las estrellas,
Pero allá encontré sólo hierbas y árboles, Conquistamos todo el mundo antes de levantarnos de la cama;
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Pero despertamos y él es opaco, Viví, estudié, amé y hasta creí,


Nos levantamos y él es ajeno, Y hoy no hay mendigo que no envidie sólo por no ser yo.
Salimos de la casa y él es la tierra entera Miro a cada uno los andrajos y las llagas y la mentira,
Más el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido. Y pienso: tal vez nunca viviste, ni estudiaste, ni amaste, ni creíste,
(Porque es posible hacer la realidad de todo eso sin hacer nada de eso);
(Come chocolates, pequeña; Tal vez hayas existido apenas, como una lagartija a quien le cortan la cola
¡Come chocolates! Y sigue siendo cola más allá de la lagartija, agitadamente.
Mira que no hay más metafísica en el mundo sino chocolates.
Mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería. Hice de mí lo que no supe,
¡Come, pequeña sucia, come! Y lo que podía hacer de mí no lo hice,
¡Pudiera comer chocolates con la misma verdad con que comes! El traje que vestí estaba equivocado.
Pero yo pienso, y al jalar del papel de plata, que es de hojas de estaño, Me conocieron luego por quien no era y no lo desmentí y me perdí.
Tiro todo por el suelo, como he tirado la vida.) Cuando quise arrancar la máscara,
Estaba pegada a la cara.
Pero al menos queda de la amargura de lo que nunca seré Cuando la arranqué me vi al espejo,
La caligrafía rápida de estos versos, Ya había envejecido,
Pórtico Partido para lo Imposible. Estaba borracho, ya no sabía vestir el traje que no me había quitado.
Pero al menos consagro en mí mismo un desprecio sin lágrimas, Dejé la máscara y dormí en el vestíbulo
Noble al menos en el gesto largo con que tiro Como un perro tolerado por la gerencia
La ropa sucia que soy, sin rol, para el decurso de las cosas, Por ser inofensivo
Y quedo en casa sin camisa. Y voy a escribir esta historia para probar que soy sublime.

(Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas, Esencia musical de mis versos inútiles,
O Diosa Griega, concebida como estatua que fuera viva, Quién me diera encontrarte como cosa que yo hiciera,
O Patricia Romana, imposiblemente noble y nefasta, Y no quedara siempre enfrente la tabaquería de enfrente,
O Princesa de trovadores, gentilísima y colorida, Pisoteando la conciencia de estar existiendo,
O Marquesa de siglo dieciocho, escotada y lejana, Como un tapete en el que un borracho tropieza
O cocotte célebre del tiempo de nuestros padres, O una alfombra que los gitanos robaron y no valía nada.
O no sé qué moderno- no concibo bien qué-,
Todo eso, sea lo que fuera, que seas, si puede inspirar ¡Qué inspire! Pero el dueño de la tabaquería llegó a la puerta y se quedó allí.
Mi corazón es un balde vacío. Lo miró con la incomodidad de la cabeza mal volteada
Como los que invocan espíritus invocan espíritus me invoco Y con la incomodidad del alma mal entendiendo.
A mí mismo y no encuentro nada. Él morirá y yo moriré.
Llego a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta. Él dejará el letrero, yo dejaré versos.
Veo las tiendas, veo las aceras, veo los carros que pasan, En algún momento morirá el letrero y los versos también,
Veo los entes vivos vestidos que se cruzan, Después morirá la calle donde estuvo el letrero
Veo los perros que también existen, Y la lengua en que fueron escritos los versos.
Y todo esto me pesa como una condena al destierro, Morirá después el planeta girante en que todo esto se dio.
Y todo esto es extranjero como todo.)
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En otros satélites de otros sistemas cualquier cosa como gente


Continuará haciendo cosas como versos y viviendo debajo de cosas como
letreros,
Siempre una cosa enfrente de otra,
Siempre una cosa tan inútil como la otra,
Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
Siempre el misterio del fondo tan cierto como el sueño del misterio de la
superficie,
Siempre esto o siempre otra cosa o ni una cosa ni otra.

Pero un hombre entró en la tabaquería (¿para comprar tabaco?)


Y la realidad plausible cayó de repente encima de mí.
Me incorporo enérgico, convencido, humano,
Y voy a intentar escribir estos versos en que digo lo contrario.

Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos


Y saboreo en el cigarro la liberación de todos los pensamientos.
Sigo el humo como una ruta propia,
Y gozo, en un momento sensitivo y competente,
La liberación de todas las especulaciones
Y la conciencia de que la metafísica es una consecuencia de estar enfadado

Después me echo para atrás en la silla


y continuo fumando.
En cuanto el destino me lo conceda continuaré fumando.

(Si me casara con la hija de mi lavandera


tal vez fuera feliz).
Visto esto, me levanto de la silla. Voy a la ventana.

El hombre salió de la tabaquería (¿metiendo el cambio en el bolsillo del


pantalón?).
Ah, lo conozco; es el Esteves sin metafísica.
(El dueño de la tabaquería llegó a la puerta.)
Como por un instinto divino el Esteves se volteó y me vio.
Me dijo adiós con un gesto, le grité ¡Adiós oh Esteves! y el universo
Se me reconstruyó sin ideal ni esperanza, y el dueño de la tabaquería sonrió.

Lisboa, 15 de enero de 1928


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RICARDO REIS la húmeda tierra impuesta,


cadáveres aplazados que procrean.
ODAS DE PUBLICACIÓN PÓSTUMA (1935-1994) Leyes hechas, estatuas vistas, acabadas odas:
[PESSOA, Fernando: Odas de Ricardo Reis. Valencia: Editorial Pre-Textos, 1998] todo tiene su tumba. Si nosotros, carnes
a que un íntimo sol da sangre, tenemos
72 [195] poniente, ¿por qué no ellas?
Somos cuentos contando cuentos, nada.
Domina o calla. No te pierdas, dando
aquello que no tienes. 90 [215]
¿Qué vale el César que serías? Goza
que te baste lo poco que eres. Unos con los ojos puestos en el pasado,
Mejor te acoge la vil choza dada ven lo que no ven; otros, fijos
que el palacio debido. los mismos ojos en el futuro, ven
lo que no puede verse.
80 [203] ¿Por qué poner tan lejos lo que está cerca:
el día real que vemos? En el mismo trago
¿Para qué complicar inútilmente, en que vivimos, moriremos. Coge
pensando, lo que impensado existe? Nacen el día, porque eres él.
hierbas sin razón dada:
para ellas ojos, no razones, tengamos. 91 [217]
Como a través de un río las contemplemos.
Súbdito inútil de astros dominantes,
81 [203] pasajeros como yo, vivo una vida
que ni quiero ni amo,
Vive sin horas. Cuanto mide daña mía porque soy ella.
y cuanto piensa mide. En el ergástulo de ser quien soy, con todo,
En un fluido incierto, como el río de en mí pensar me libro, mirando en lo alto
cuyas olas son él, los astros que dominan,
que sean así tus días, y si te toca sumiso al verlos bellos.
pasar, como a otros, calla. Vastedad vana que finge de infinito
(¡Como si el infinito se pudiese ver!) —
82 [205] ¿Me recuerda la libertad?
¿Cómo, si ella no la tiene?
Nada queda de nada. Nada somos.
Un poco al sol y al aire demoramos
la irrespirable tiniebla que sopese
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ALBERTO CAEIRO
No tengo ambiciones ni deseos.
EL GURDADOR DE REBAÑOS Ser poeta no es una ambición mía.
[PESSOA, Fernando: Poemas de Alberto Caeiro. Madrid: Visor Libros, 1984] Es mi manera de estar solo.
Y si deseo a veces,
I por imaginar, ser corderito
(o ser todo el rebaño
Yo nunca guardé rebaños, para andar esparcido por toda la ladera
pero es como si los guardara. y ser mucha cosa feliz al mismo tiempo),
Mi alma es como un pastor, es sólo porque siento lo que escribo al ponerse el sol,
conoce el viento y el sol o cuando una nube pasa la mano sobre la luz
y anda en manos de las Estaciones y un silencio corre por toda la hierba.
siguiendo y mirando.
Toda la paz de la Naturaleza a solas Cuando me siento a escribir versos
viene a sentarse a mi lado. o, paseando por los caminos o por los atajos
Pero permanezco triste, como un atardecer escribo versos en un papel que está en mi pensamiento,
para nuestra imaginación, siento un cayado en las manos
cuando refresca en el fondo de la planicie y veo mi silueta
y se siente que la noche ha entrado en la cumbre de un otero
como una mariposa por la ventana. mirando mi rebaño y viendo mis ideas,
o mirando mis ideas y viendo mi rebaño
Pero mi tristeza es sosiego y sonriendo vagamente como quien no comprende lo que se dice
porque es natural y justa y quiere fingir que lo comprende.
y es lo que debe haber en el alma
cuando piensa ya que existe Saludo a cuantos me lean,
y las manos cogen flores sin que se dé por enterada. alzando el ancho sombrero
cuando me ven en mi puerta
Con un ruido de cencerros apenas la diligencia asoma en la cima del otero.
más allá de la curva del camino Les saludo y les deseo sol,
mis pensamientos están contentos. y lluvia, cuando la lluvia es precisa,
Sólo me da pena saber que están contentos y que sus casas tengan
porque, si no lo supiera, al pie de una ventana abierta
en vez de estar contentos y tristes una silla predilecta
estarían alegres y contentos. en que se sienten a leer mis versos.
y al leer mis versos piensen
Pensar incomoda como andar bajo la lluvia que soy cualquier cosa natural:
cuando el viento crece y parece que llueve más.
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por ejemplo, el árbol antiguo V


a la sombra del cual cuando niños
se sentaban de golpe, cansados de jugar, Hay bastante metafísica en no pensar en nada.
y limpiaban el sudor de la frente caliente
con la manga de la bata a rayas. ¿Qué pienso yo del mundo?
¡Yo qué sé lo que pienso del mundo!
II Si enfermase pensaría en ello.

Mi mirar es nítido como un girasol. ¿Qué idea tengo yo de las cosas?


Tengo la costumbre de andar por los caminos ¿Qué opinión tengo sobre las causas y los efectos?
mirando para la derecha y para la izquierda, ¿Qué he meditado sobre Dios y el alma
y de vez en cuando mirando para atrás ... y sobre la creación del Mundo?
No sé. Para mí pensar en eso es cerrar los ojos
Y lo que veo a cada instante y no pensar. Es correr las cortinas
es aquello que nunca había visto de mi ventana (pero no tiene cortinas).
y sé por eso dar con generosidad ...
Sé tener el pasmo esencial ¿El misterio de las cosas? ¡Qué sé yo lo que es misterio!
que tiene un niño si, al nacer, El único misterio es que haya quien piense en el misterio.
notara que nació de veras ... Quien está al sol y cierra los ojos
Me siento nacido a cada instante comienza a no saber lo que es el sol
para la eterna novedad del Mundo ... ya pensar muchas cosas llenas de calor.
Pero abre los ojos y ve el sol
Creo en el mundo como en un malquerer, y ya no puede pensar en nada
porque lo veo. Pero no pienso en él. porque la luz del sol vale más que los pensamientos
porque pensar es no comprender ... de todos los filósofos y de todos los poetas.
El mundo no se hizo para pensar en él La luz del sol no sabe lo que hace
(pensar es estar enfermo de los ojos) y por eso no yerra y es común y buena.
sino para mirar hacia él y estar de acuerdo ...
¿Metafísica? ¿Qué metafísica tienen aquellos árboles?
Yo no tengo filosofía: tengo sentidos ... La de ser verdes y encopetados y tener ramas
Si hablo de la Naturaleza no es porque sepa lo que es y la de dar fruto en su momento, que no nos hace pensar,
sino porque la amo, y la amo por eso, a nosotros, que no sabemos dar por ellos.
porque quien ama nunca sabe lo que ama Pero ¿qué mejor metafísica que la suya,
ni sabe por qué ama, ni lo que es amar ... que es la de no saber para qué viven
Amar es la eterna inocencia, ni saber que no lo saben?
y la única inocencia es no pensar ...
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«Constitución íntima de las cosas» ... Le llamo flores y árboles y montes y sol y luna;
«Sentido íntimo del Universo» ... porque si él se hizo, para que le viera yo,
Todo esto es falso, todo esto no quiere decir nada. sol y luna y flores y árboles y montes,
Es increíble que pueda pensarse en cosas como éstas. si él se me aparece como árboles y montes
Es como pensar en razones y fines y luna y sol y flores,
cuando el comienzo de la mañana está rayando y por es que quiere que le conozca
los lados de los árboles como árboles y montes y flores y luna y sol.
un vago oro brillante va perdiendo la oscuridad.
Y por eso le obedezco
Pensar en el sentido íntimo de las cosas (¿Qué más sé yo de Dios que Dios de sí mismo?),
es añadido, como pensar en la salud le obedezco en vivir, espontáneamente,
o llevar un vaso al agua de las fuentes. como quien abre los ojos y ve,
El único sentido íntimo de las cosas y le llamo luna y sol y flores y árboles y montes
es que no tengan sentido íntimo ninguno. y le amo sin pensar en él
y le pienso viendo y oyendo
No creo en Dios porque nunca lo vi. y ando siempre con él.
Si él quisiera que yo creyera en él
vendría sin duda a hablar conmigo VII
y entraría por mi puerta adentro
diciéndome ¡Aquí estoy! Desde mi aldea veo cuanto de la tierra se puede ver del Universo ...
Por eso mi aldea es tan grande como otra tierra cualquiera,
(Tal vez es esto ridículo a los oídos porque yo soy del tamaño de lo que veo
de quien, por no saber lo que es mirar las cosas, y no del tamaño de mi altura ...
no comprende a quien habla de ellas
con la forma de hablar que el observarlas enseña). En las ciudades la vida es más pequeña
que aquí en mi casa, en la cima de este otero.
Pero si Dios es las flores y los árboles En la ciudad las grandes casas cierran la vista con llave,
y los montes y el sol y la luna, esconden el horizonte, empujan nuestro mirar lejos de todo cielo,
entonces creo en él, nos vuelven pequeños porque nos quitan lo que nuestros ojos
entonces creo en él en todo instante pueden darnos
y mi vida es toda una oración y una misa y nos vuelven pobres porque nuestra única riqueza es ver.
y una comunión con los ojos y por los oídos.
VIII
Pero si Dios es los árboles y las flores
y los montes y la luna y el sol Un mediodía de final de Primavera
¿para qué le llamo Dios? tuve un sueño como una fotografía.
Ví a Jesucristo bajar a la tierra.
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Vino por la falda de un monte fue a la caja de los milagros y robó tres.
vuelto otra vez niño, Con el primero hizo que nadie supiera que había huido.
para correr y revolcarse por la hierba Con el segundo se creó eternamente humano y niño.
y arrancar flores para tirarlas Con el tercero creó un Cristo eternamente en la cruz
y reír de forma que se le oyera a lo lejos. y lo dejó clavado en la cruz que hay en el cielo
y sirve de modelo a las demás.
Había huido del cielo. Después huyó hacia el sol
Era demasiado nuestro como para fingir y bajó por el primer rayo que atrapó.
la segunda persona de la Trinidad. Hoy vive en mi aldea conmigo.
En el cielo era todo falso, todo en desacuerdo Es un niño hermoso de risa y natural.
con flores y árboles y piedras. Se limpia la nariz con el brazo derecho,
En el cielo tenía que estar siempre serio chapotea en los charcos de agua,
y de vez en cuando volverse otra vez hombre coge las flores y le gustan y las olvida.
y subir a la cruz y estar siempre muriendo Tira piedras a los burros,
con una corona rodeada de espinas roba la fruta de los manzanos
y los pies espetados por un clavo con cabeza, y huye, llorando y gritando, de los perros.
y hasta con un trapo alrededor de la cintura Y, porque sabe que les gusta
como los negros en las ilustraciones. y a todos hace gracia,
Ni siquiera le dejaban tener padre y madre corre tras las muchachas
como a los otros niños. que van en cuadrilla por los caminos
Su padre era dos personas: con los cántaros en la cabeza,
un viejo llamado José, que era carpintero y les levanta las faldas.
y que no era su padre;
y el otro padre era una paloma estúpida, A mí me lo enseñó todo.
la única paloma fea del mundo Me enseñó a mirar las cosas.
porque no era del mundo ni era paloma. Me apunta todas las cosas que hay en las flores.
y su madre no había amado antes de tenerlo. Me enseña lo graciosas que son las piedras
cuando la gente las tiene en la mano
No era mujer: era una maleta y las mira despacio.
en la que llegó del cielo.
¡Y querían que él, que nació sólo de madre Me habló muy mal de Dios.
y nunca tuvo padre que amar con respeto, Me dijo que es un viejo estúpido y enfermo
predicase la bondad y la justicia! siempre escupiendo en el suelo
y diciendo indecencias.
Un día en que estaba Dios durmiendo La Virgen María pasa las tardes de la eternidad haciendo calceta
y el Espíritu Santo se entretenía en volar, Y el Espíritu Santo se rasca con el pico
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y se pavonea en las sillas y las ensucia. saltando y cantando y riendo


Todo en el cielo es estúpido como la Iglesia Católica. y gozando nuestro secreto común
Me dice que Dios no advierte nada que es el saber en todas partes
de las cosas que creó que no hay misterio en el mundo
—«Si es que él las creó, de lo que dudo» — y que vale la pena todo.
«Dice, por ejemplo, que los seres cantan su gloria, El Niño Eterno me acompaña siempre.
pero los seres no cantan nada. La dirección de mi mirar es su dedo que señala.
Si cantasen serían cantores. Mi oído, atento alegremente a todos los sonidos,
Los seres existen y nada más, son las cosquillas que él me hace, jugando, en las orejas.
y por eso se llaman seres».
Nos entendemos tan bien el uno con el otro
Y después, cansado de hablar mal de Dios, en toda compañía
el Niño Jesús se duerme en mis brazos que nunca pensamos el uno en el otro,
y lo llevo en el regazo para casa. pero vivimos juntos y dos
con un acuerdo íntimo
--------------------------------------------------------------------------- como la mano derecha y la izquierda.
Al anochecer jugamos a las cinco piedrecitas
Vive conmigo en mi casa en medio del otero. en la escalera de la puerta de casa,
Es el Eterno Niño, el dios que faltaba. graves, como conviene a un dios y a un poeta,
Es lo humano que es natural, y como si cada piedra
es lo divino que sonríe y que juega. fuese todo un universo
y es por lo que sé con toda certeza y fuera un gran peligro para ella
que él es el Niño Jesús verdadero. dejarla caer al suelo.

Y el niño que de tan humano es divino. Después le cuento historias de las cosas sólo de los hombres
Es esta mi cotidiana vida de poeta, y él sonríe, porque todo es increíble.
y es porque él siempre va conmigo por lo que soy poeta siempre Ríe de los sreyes y de los que no son reyes,
y que mi mínimo mirar y le da pena oír hablar de guerras
me llena de sensación, y del comercio y de los navíos
y el más pequeño sonido, sea de lo que fuere, que se hacen humo en el aire de los altos mares.
parece hablar conmigo. Porque él sabe que todo eso falta a aquella verdad
que una flor tiene al florecer
El Niño Nuevo que habita donde vivo y que va con la luz del sol
me da una mano a mí variando los montes y los valles
y la otra a todo cuanto existe y haciendo que duelan los ojos con las paredes encaladas.
y así vamos los tres por el camino que sea,
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Después se duerme y yo le acuesto. IX


Lo llevo en brazos para casa
y le acuesto, desnudándole lentamente Soy un guardador de rebaños.
y como siguiendo un ritual muy limpio El rebaño es mis pensamientos
y totalmente materno hasta que está desnudo. y mis pensamientos son todos sensaciones.
Duerme dentro de mi alma Pienso con los ojos y con los oídos
y a veces despierta de noche y con las manos y los pies
y juega con mis sueños. y con la nariz y la boca.
Tira unos de patas para arriba,
pone unos encima de los otros Pensar una flor es verla y olerla
y bate palmas él solo y comer un fruto es saberle el sentido.
sonriéndole a mi sueño. Por eso cuando en un día de calor
me siento triste de gozarlo tanto
----------------------------------------------------------------------- y me tiendo a lo largo sobre la hierba
y cierro los ojos calientes,
Cuando muera, hijito, siento todo mi cuerpo tumbado en la realidad,
sea yo el niño, el más pequeño. sé la verdad y soy feliz.
Cógeme en tus brazos
y llévame dentro de tu casa. X
Desnuda mi ser cansado y humano
y acuéstame en tu cama. «Hola, guardador de rebaños,
y cuéntame historias, en caso que despierte, ahí a la orilla del camino
para volver a dormirme. ¿qué te dice el viento que pasa?»
y dame tus sueños para jugar
hasta que nazca cualquier día «Que es viento, y que pasa,
que tú sabes cuál es. y que ya pasó antes,
y que pasará después.
------------------------------------------------------------------------- y a ti ¿qué te dice?»

Esta es la historia de mi Niño Jesús. «Mucho más que eso.


¿Por qué razón que se note Me habla de otras muchas cosas.
no ha de ser él más verdadero De memorias y nostalgias
que todo cuanto los filósofos piensan y de cosas que nunca existieron».
y todo cuanto las religiones enseñan?
«Nunca oíste pasar el viento.
El viento sólo habla del viento.
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Lo que le oíste fue mentira, ni las flores sino flores,


y la mentira está en ti». y por eso las llamarnos estrellas y flores.

XIV XXVI

No me importan las rimas. Raras veces A veces, en días de luz perfecta y exacta
hay dos árboles iguales, el uno junto al otro. en que las cosas tienen toda la realidad que pueden tener,
Pienso y escribo como las flores tienen color me pregunto a mí mismo despacio
pero con menos perfección en mi modo de expresarme por qué al menos atribuyo
porque me falta la sencillez divina belleza a cada cosa.
de ser totalmente sólo mi exterior.
¿Acaso una flor tiene belleza?
Miro y me conmuevo, ¿Tiene belleza acaso un fruto?
me conmuevo como el agua corre cuando el suelo está inclinado No: tienen color y forma
y mi poesía es natural como el levantarse el viento. y existencia sólo.
La belleza es el nombre de cualquier cosa que no existe
XXIV que yo doy a las cosas a cambio del agrado que me dan.
No significa nada.
Lo que vemos de las cosas son las cosas. Entonces ¿por qué digo de ellas: son hermosas?
Porque ¿veríamos una cosa si hubiera otra?
Porque ¿es que ver y oír sería engañarnos Sí, incluso a mí, que vivo sólo de vivir,
si ver y oír son ver y oír? invisibles, vienen tener conmigo las mentiras de los hombres
ante las cosas,
Lo esencial es saber ver, ante las cosas que sencillamente existen.
saber ver sin estar pensando, ¡Qué difícil ser uno mismo y no ver sino lo visible!
saber ver cuando se ve,
y ni pensar cuando se ve, XXVII
ni ver cuando se piensa.
Sólo la Naturaleza es divina y el1a no es divina...
Pero eso (¡tristes de nosotros que traemos el alma vestida!),
eso exige un estudio profundo, Si hablo de ella como de un ente
un aprendizaje de desaprender es que para hablar de ella necesito usar el lenguaje de los hombres
y un secuestro en la libertad de aquel convento que da personalidad a las cosas,
del que los poetas dicen que son las estrellas las eternas monjas e impone nombre a las cosas.
y las flores las penitentes convictas de un solo día,
pero donde al fin las estrellas no son sino estrellas Pero las cosas no tienen nombre ni personalidad:
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existen, y el cielo es grande y la tierra ancha


y nuestro corazón del tamaño de un puño cerrado ...

Bendito sea yo por todo lo que no sé.


Gozo de todo eso como quien sabe que existe el sol.

XLIX

Me voy para dentro y cierro la ventana.


Me traen el candelabro y dan las buenas noches.
y mi voz contenta da las buenas noches.
Ojalá mi vida sea siempre esto:
el día lleno de sol, o suave de lluvia,
o tempestuoso como si acabara el Mundo,
la tarde suave y las cuadrillas que pasan
fijas con interés en la ventana,
el último mirar amigo dado al sosiego de los árboles,
y después, cerrada la ventana y el candelabro encendido,
sin leer nada ni pensar en nada, ni dormir,
sentir la vida correr por mí como un río por su lecho,
y allá fuera un gran silencio como un dios que duerme.

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