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CONOCERCE A SI MISMO
ACEPTARSE
COMPRENDERSE
Implica llegar a una integración entre lo que se siente, se piensa y la manera como
se actúa. Comprenderse es saber entenderse, saber administrar las emociones,
saber hasta dónde se puede llegar, que tanto dolor se es capaz de soportar y qué
cantidad de alegría se es capaz de generar. Llegar a comprenderse lleva a la
admiración por uno mismo sin llegar a la egolatría.
AMARSE
El amor por uno mismo debe ser entendido en dos dimensiones: la primera es
corporal y tiene que ver con evitar hacerse daño físico o realizar actos que
generen dolor, los abusos, el exceso y el desorden reflejan la falta de amor propio,
pues son el resultado de la inconsciencia y el descuido. La segunda dimensión es
la espiritual, es la que da el sentido a nuestra existencia. El amor propio es
dignidad, es entender que soy muy valioso como ser humano, es engrandecer la
existencia siendo capaz de ofrecer lo mejor de sí en beneficio de los demás.
Es necesario amarse a uno mismo para poder amar a los demás cumpliendo con el
mandamiento de Jesús “Amar a Dios por encima de todas las cosas y al
prójimo como a uno mismo”. No solo tienes que “soportarte” sino amarte; si no
te amas ¿cómo quieres amar a tu hermano? El Señor te ha pedido que le ames
“como a ti mismo” Amarte es en primer lugar, aceptarte con tus limitaciones,
tus debilidades, tus defectos y virtudes, luego viene creer en ti, es decir, estar
seguro que el Señor te ha dado lo que necesitas para hacer lo que debes hacer
para cumplir tu misión allí donde estás.
CORREGIRSE
Cuando nos aceptamos y nos comprendemos, estamos preparados para reconocer
nuestras debilidades y esforzarnos por superarlas. El hecho de reconocer los
errores e iniciar el proceso de cambio, implica evolución hacia un mejor estado,
lleva a querer ser mejor, a trabajar para lograrlo sin dejar nada a la casualidad, a
asumir un compromiso de cuerpo, alma y corazón, donde se involucren los
sentidos y la razón.
SER PAREJA
CONOCER A LA PAREJA
1+1=2 Muchas parejas modernas son así, cada cual vive su vida, conviven, son 2
seres diferentes, pero no se complementan, cada cual por su lado maneja su
tiempo, su dinero, la educación de los hijos como quiere, no hay COMUNIDAD de
amor, la pareja convive pero van por caminos diferentes, existen espacios muy
grandes y al cabo de los años esas diferencias pueden hacer que termine la
relación.
SER PAREJA
Todos nosotros pudimos haber seguido viviendo solos, pero hemos decidido
conjugar nuestras vidas para convertirlas en un proyecto de dos, en un
compromiso bendecido con el sacramento del matrimonio, cada uno tiene por lo
tanto, una pequeña parte de sí que no le pertenece; esa parte se une con una
pequeña parte del cónyuge, éstas 2 partes se convierten en una realidad común a
la pareja porque la han construido juntos, “Viviendo en pareja somos siempre tres,
tú, yo y la relación que compartimos.
PROYECTO EN COMUN
Si para comprar un apartamento, para hacer una reforma en nuestra casa, para
planear una vacaciones, para decidir sobre un trabajo, dedicamos un tiempo y una
reflexión a pensar como financiaremos cualquiera de esos proyectos, es imposible
que no nos demos cuenta que el proyecto de nuestra vida en pareja merece
también o mucho más, que le dediquemos ese tiempo, ese esfuerzo, esa reflexión,
ese diálogo…
En la sociedad actual es difícil que encontremos un eco que apoye la idea del
proyecto, más bien encontraremos lo contrario; la opinión generalizada de que
construir un proyecto es encerrarnos dentro de reglas y normas, sin embargo un
proyecto no es algo que obedeceremos ciegamente en cualquier circunstancia,
sino una brújula que nos orienta.
Estamos hablando de un proyecto de pareja y eso quiere decir que debe ser de los
dos, no solo decidido por uno, ese que se impone por su carácter fuerte o que
parece que sabe más o simplemente que habla más, sino pensado y decidido por
los dos; así que hay que estar dispuestos a dialogar mucho, a hacerse preguntas, a
discutir, a pensar, a rezar…construir un proyecto es un trabajo para toda la vida.
Aunque de novios hayamos hablado de muchas cosas es muy diferente volverlas a
hablar desde la realidad tantas veces imprevista a la que nos va enfrentando la
vida.
Del mismo modo que cada pareja es todo un universo diferente a las demás,
irrepetible por estar formada en cada caso por un hombre único y una mujer única,
con unas características, costumbres y formación peculiares, el proyecto será
único porque la trayectoria de ese amor ha sido única.
¿Por qué me he casado con ésta persona? En lo que nos ha atraído de la otra
persona existe una contabilidad misteriosa de cualidades y actitudes que van al
encuentro de nuestras necesidades, a pesar de las posibles diferencias, o quizás
gracias a ellas, en todo ello siempre hay nuevos aspectos por descubrir porque el
otro es una persona en evolución constante.
El amor humano no es algo estático que podemos retener de una vez por todas,
sino algo dinámico que se mantiene en equilibrio entre donación y acogida,
necesidad y respuesta, el proyecto que construimos entre los dos en la presencia
de Cristo nos ayuda a reforzar lo positivo de ese equilibrio y a reducir lo negativo,
es un buen apoyo en el camino de la felicidad.