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Fernando Manresa

VIVIR EN EL ESPÍRITU
Pistas para los ocho días de Ejercicios
VIVIR EN EL ESPÍRITU
PISTAS PARA LOS OCHO DÍAS DE EJERCICIOS
Fernando Manresa

Presentación  ...................................... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
Introducción. La entrada en Ejercicios  ............................................. 5
Principio y Fundamento  ......................................................................... 7
Primera Semana  ....................................................................................... 10
Segunda Semana  ................................. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 14
Tercera Semana  ................................ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Cuarta Semana  .................................... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Fernando Manresa (1934-2020). Jesuita. Doctor en teología y profesor durante años
en la Facultat de Teologia de Catalunya. Estuvo muy vinculado a la formación y al
acompañamiento espiritual tanto en Cataluña como en Bolivia, país en el que pasaba
largas temporadas. A pesar de su amplia actividad docente y pastoral, apenas llegó a
publicar, pues acostumbraba a rasgar sus escritos una vez utilizados para sus clases,
ya que consideraba que Dios y la teología eran algo vivo, que no podía quedar atrapa-
do en ningún manual. Dentro de la colección de cuadernos de Cristianisme i Justícia
publicó en 1986 D. Bonhoeffer a los 40 años de su ejecución (Cuadernos nº 14). La
editorial Sal Terrae publicó en 1989 Una larga marcha. Aprendizaje de la vida religiosa
(Colección Servidores y Testigos nº 41). Y finalmente la colección EIDES publicó su
reflexión espiritual La oración. «Con el sentimiento de una presencia» (EIDES nº 18,
1996).

Edita: Cristianisme i Justícia - Roger de Llúria, 13 - 08010 Barcelona


Tel. 93 317 23 38 - E-mail: info@fespinal.com - www.cristianismeijusticia.net
Imprime: Ediciones Rondas S.L. - Depósito Legal: B 18540-2020
ISBN: 978-84-9730-468-9 - ISSN: 2014-654X - ISSN (virtual): 2014-6558
Edición: Santi Torres Rocaginé - Corrección: Cristina Illamola
Maquetación: Pilar Rubio Tugas - Octubre 2020

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PRESENTACIÓN

El texto que tenemos entre las manos es una adaptación del mes de Ejercicios que el
jesuita y teólogo Fernando Manresa propuso de forma personalizada a una religiosa
en Cochabamba (Bolivia), en el año 1997. Hubo quien le solicitó una copia de los pun-
tos que ofrecía y los pasó a máquina de escribir. Así llegaron a Edil Calero, jesuita bo-
liviano, en aquel entonces escolar y actualmente maestro de novicios en Ecuador. A él
agradezco profundamente el hecho de que hayan podido llegar a mis manos. Simple-
mente he adaptado ese inmenso material para que cupiera en el reducido espacio de
este cuaderno, reconvirtiéndolo en un proceso de ocho días de ejercicios, respetando
la integridad del texto original, con algunas correcciones sintácticas. Y todo ello con la
esperanza de que pueda ayudar a ejercitantes y ejercitadores facilitando un encuentro
personal con el Dios “siempre mayor”.
El 6 de abril del 2020 Fernando nos dejó. Tal vez ahora mira este intento con una
tierna sonrisa. En cualquier caso, quiere ser un sincero agradecimiento hacia aquel
que con tanta sabiduría existencial acompañó durante su vida a tantas personas por
las sendas del Espíritu ayudándolas a seguir a Aquel que es camino, verdad y vida
hacia el Dios siempre mayor; un Dios cuya incomprensibilidad se nos ha acercado
para hacer camino juntos en un creciente proceso de comunión.
Los Ejercicios son un camino mistagógico cuyo objetivo es ayudar a vivir de manera
concreta y personal esa comunión en lo real del peregrinaje cotidiano. Por eso, por un
lado, se adaptan a quien los recibe y, por otro, quien los ofrece puede dejar impreso
algo de su sello personal; y ello porqué el Espíritu siempre conduce personalmente.
Quien haya conocido a Fernando, descubrirá fácilmente ese sello personal y encon-
trará también unas pistas que pueden ayudarle a trabajar y trabajarse para así poder
vivir una fe cada vez más gozosamente desnuda, una esperanza tenazmente sosteni-
da y un amor bondadosamente ofrecido.
Acabo citando a Josep Mª Rambla quien, en la preciosa necrológica que escribió con
motivo de la muerte de Fernando, nos recordaba una oración con la que a menudo
concluía sus reflexiones y tareas: «Señor, haz que, en fin, este esfuerzo se pierda
anónimamente –como una gota de agua en el mar– en el tejido de una vida social y
eclesial más verdadera, más justa y más esperanzada».

Carles Marcet, sj.

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INTRODUCCIÓN. LA ENTRADA EN EJERCICIOS

1. Convendría preguntarme al inicio de llamando de distintas formas y en dife-


los Ejercicios «qué busco y qué espe- rentes momentos.
ro» en esta etapa de la vida en la que
me encuentro, después de haber vivido 4. El silencio interior es a la vez con-
todo lo que me ha tocado vivir, con- dición básica para poder escuchar y
tando con lo que he ido aprendiendo, efecto práctico del estar escuchando.
recordando lo que siento que aún he de Cuanto más escucho, menos hablo y,
aprender y teniendo delante la perspec- cuanto menos me disperso, más escu-
tiva de mi decisión de seguir a Jesús. cho. El silencio es denso si está lleno
de esperanza (de escuchar la Voz) y di-
2. Los Ejercicios son un camino y un cha esperanza está hecha de paciencia
método práctico para tomar una de- (capacidad terca de escuchar la Voz).
cisión global en torno a mi vida, en
el sentido que el Espíritu me inspire. 5. Algunas disposiciones pueden ayu-
Dicho método, para que sea eficaz, darte a la hora de hacer Ejercicios:
requiere de mi parte «grande ánimo y
liberalidad» [EE 5]: esto es, disponibi- a) En primer lugar, conviene recordar
lidad personal henchida de esperanza. qué son los Ejercicios para Ignacio:
«Todo modo de preparar y disponer
3. Suponen, por tanto, un período de el ánima para quitar de sí todas las
tiempo en el que me voy ejercitan- afecciones desordenadas y buscar y
do para escuchar, con la convicción hallar la voluntad divina en la dis-
de que el Espíritu está “llamando a la posición de la vida» [EE 1]. Siendo
puerta” para decirme algo. Para eso, así, de lo que se trata es de abrir un
me distancio de lo cotidiano; voy al espacio dentro del corazón para que
desierto para re-conocer esa llamada. en él resuene la Voz y vaya orde-
Este re-conocimiento tiene lugar, du- nándolo y disponiéndolo para que
rante los Ejercicios, en medio de du- esa Voz vaya dando un sentido a tu
das, oscuridades, luces, movimientos, vida, de tal modo que, viviéndola
porque el desierto es lugar de toma de pascualmente, seas bienaventurado.
conciencia de la llamada y de la tenta- b) En segundo lugar, considera que no
ción; es el tiempo privilegiado para es- se trata de pensar, analizar, instruir-
cuchar, obedecer, decidir y agradecer se, etc., sino de rumiar y paladear
aquella Voz que siempre me ha estado lo que da contenido, alma, vigor y
5
calor a tu corazón: «No el mucho • Ex 3,1-6. Moisés. El desierto es el
saber harta y satisface al ánima, lugar de su encuentro con la Voz y el
sino el sentir y gustar de las cosas fuego, el modo que tiene el Señor de
internamente» [EE 2]. hacerse presente: arde y no se con-
c) En tercer lugar, entrar con ánimo. Se sume. Y el encuentro es el origen de
trata de «ser sujeto de un encuentro una vocación; es decir, de una tarea
con el Señor» que ya me ha salido al histórica: «¡Ve y libera!».
encuentro en otros momentos de la • 1S 3,1-19: «Aquí estoy, porque me
vida. Recuérdalos. Recuerda como has llamado... Habla que te estoy
tal encuentro nos sacude, nos cen- escuchando».
tra y nos libera. Es fuente de gozo • Los profetas: Is 6,1-10 («Heme aquí,
y de inusitada esperanza. Genera envíame…») y Jer 20,1-7 («Me has
gratitud en medio de la oscuridad, seducido y me dejé seducir»).
de la impotencia y del esfuerzo, que
siguen poblando la vida que ha ve- 7. Algunos consejos prácticos:
nido después de tal encuentro.
d) En cuarto lugar, entrar con genero- a) Distribuir la jornada de forma
sidad, porque cuando el Señor llama razonable: ratos de oración, de
suscita un compromiso más concreto, descanso, de paseos...
más lúcido, más incondicionado, me- b) Ir buscando el lugar y la forma de
nos preocupado por su éxito o fracaso. orar que «me ayuden más para al-
e) Por último, ayuda entrar en los Ejer- canzar lo que pretendo».
cicios con el deseo de superar deter- c) Hacer cada cosa con todo el cora-
minadas actitudes: la racionalizadora zón (sea lo que sea), como si de ella
(que engaña), la utilitarista (que solo dependiera todo, como si ella fuera
busca satisfacer intereses persona- la última sin preocuparse por la si-
les), la ocultamente escéptica (que guiente.
pretende hacer los Ejercicios sin po- d) Ir tomando pequeñas notas con el
ner en ellos esperanza alguna). Con- fin de poder recordar lo que siento
viene, por tanto, abrirse a actitudes que el Espíritu me va insinuando y
más simples, más transparentes, más con el fin de poder volver a lo sen-
verdaderas evangélicamente. tido ayer o anteayer.
e) Compartir con quien te acompaña
6. Para empezar a rezar esta noche, po- todo aquello que crees que va siendo
dría ayudarte el dejar inundar tu ima- más significativo y elocuente para ti.
ginación interior y exterior poniéndote f) Medir tus fuerzas: ir poco a poco, no
delante un modelo: gastarse ni cansarse ya en los prime-
ros días, puesto que de ti depende úni-
• Lc 1,26-38. María en la anuncia- camente el disponerte a escuchar, y el
ción: reacciona, escucha, pregunta, Espíritu habla como y cuando quie-
se compromete, se abandona con- re. No tensarse, pues, interiormente.
fiadamente al futuro anunciado sin Conforme a ello, parece razonable
saber en qué consistirá, pero ha- que cada día emplees unas cuatro ho-
biendo “escuchado la Voz”. ras para orar, estrictamente hablando.
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PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

Primer momento: Los signos de Disponerse a ello es “re-cor-dar”; es


la acción de Dios en mi vida decir, acercar lo vivido al corazón para
atisbar su «real, aunque oscura, Pre-
1. Una experiencia larga y duradera sencia» en mi historia. De este modo,
es algo más que un pensamiento, un podré poco a poco –desde la intensi-
sentimiento, un deseo o un conjunto dad de su Presencia avivada por el re-
de imágenes. Una experiencia no es cuerdo– ir descubriendo qué me está
algo meramente ¡subjetivo! Mi expe- diciendo ahora.
riencia del Dios que sigue llamándo-
me incluye mi respuesta larga, dura, 3. Un itinerario concreto para la ora-
por más vacilante que haya sido. Una ción. Se trataría de delimitar un tiem-
respuesta concreta a su llamada persis- po de tu historia, suficientemente rico,
tente. Cuando el Señor llama e intento pero no inmenso. En una mirada de
responderle, se pone en juego toda mi conjunto, detectar algunos aconteci-
persona, mi situación, mi historia, mis mientos más sobresalientes. Revivir
proyectos, mis relaciones... Por tanto, estos acontecimientos, recrearlos en tu
mi experiencia vivida de Dios, com- interior, «como si presentes se hallaren
porta que el Señor, llamándome, se me ahora ante ti». Repósate largo rato ante
ha hecho cercano, que ha actuado den- tales recuerdos, no con la intención de
tro de mi historia con los demás y que analizar lo que significaron para ti, sino
ha establecido una relación personal simplemente de «acoger la realidad
conmigo. tal como fue vivida y tal como sigue
ante ti», sin doblegarla, manipularla,
2. Te propongo, pues, orar a partir de ni velarla. Y agradece y disfruta; esto
los acontecimientos vividos, como han es, acoge tu propia historia como don
orado tantos testigos que «guardaban del Señor. ¡Únicamente desde el aco-
todas estas cosas –los acontecimientos gimiento agradecido podemos ofrecer
vividos– en su corazón». Estos acon- lo recibido!
tecimientos son las huellas que deja
el paso del Señor en tu vida. Se trata, 4. Algunos textos de apoyo. Aunque
pues, de encontrar el rastro del Señor lo importante para este ejercicio es “la
en el camino recorrido, sentirle pre- letra impresa” de tu propia vida, para
sente en mi reciente pasado, con el fin reconocer en ella el Espíritu que la ha
de poder abrirme más hacia adelante. inspirado y guiado, tal vez para ponerte
7
en clima de oración, puedan ayudarte dejarme alcanzar por Él, he de mo-
alguno de estos textos: Rom 8,31-39; verme (actividad) hacia donde Él está,
Mt 5,38 y ss.; Ex 3,1-15; 1Jn 4,7-5,4; abriendo más el corazón. Siempre ha
Sl 103,116,118; 1Jn 3,13-1. sido nuestra gran tentación manipular
a Dios; es decir, «hacer que Él venga
5. Con todo ello se trata de ir viendo adonde yo quiero», pero Dios “vinien-
cómo me ha ido conduciendo el Señor do hacia mí” no es la proyección de
a lo largo de mi vida. Dios nos va ense- mis mejores deseos, ideas, intenciones
ñando –como un maestro de escuela– o imágenes. Por eso, para “encontrar”
a reconocer su paso en nuestra vida. realmente –y no idealmente– a Dios
Pasando Él por nuestra vida y apren- “con” nosotros y “para” nosotros es
diendo a reconocer en ella su paso, va preciso un trabajo (actividad) de hon-
sembrando en nosotros como una fun- radez, de mirada misericordiosa y de
damental convicción, sin la que poco a fidelidad a la realidad.
poco ya no podemos vivir. Entonces,
nos vamos persuadiendo de que el Se- 2. Dios nos sale al encuentro como
ñor continúa dirigiendo nuestras vidas “Dios con nosotros”. La realidad tan
enseñándonos a seguirle en circunstan- sencilla de Jesús: Emmanuel, Dios con
cias distintas, pero en el fondo dicién- nosotros, encierra lo fundamental para
donos lo mismo. encontrarnos de hecho con Dios:

6. Si te ayuda, también puedes formu- a) Un Dios es inmanipulable. Escu-


larte algunas de estas preguntas: ¿Qué char su Voz significa dejar que
“re-gusto” produce en mí el recuerdo Dios sea Dios en mi vida: que tenga
avivado de lo vivido?, ¿me aparece al- la iniciativa en ella. Aquella actitud
guna «constante» en medio de la va- por la cual, en la práctica, dejamos
riedad de lo vivido?, ¿siento alguna que Dios sea Dios en nuestra vida
dificultad en recordar lo vivido?, ¿por es la disponibilidad. Y la disponi-
qué la siento?, ¿voy reconociendo que bilidad comporta, en la práctica,
narrando mi vida (mediante el recuer- libertad frente a todo lo que no es
do de ella) va apareciendo poco a poco Él (frente a la imagen social, frente
dentro de mí el sentido que ha tenido; a las relaciones humanas, frente a
es decir, el alma que la ha inspirado? tantas cosas valoradas por los de-
más, etc.).
b) Un Dios que no es solitario. Es
Segundo momento: Afirmar “con nosotros” y se nos revela
con la vida al «Dios para y con siempre como liberador, reconci-
nosotros» liador. Dios no es tan solo “para
mí”, sino “en mí para los otros”. La
1. Experimentar a Dios es una expe- disponibilidad se convierte así en
riencia de “pasividad activa”. Para po- servicialidad. Vivirle más a Él se
der afirmar que «he vivido a Dios en convierte en dejar que crezca en mí
mi historia», he de dejarme alcanzar un creciente grado de solidaridad
por Él (pasividad). Ahora bien, para con los demás.
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3. La búsqueda de la “gloria de Dios damento, sino modelar la propia vida
en mi vida”. La gloria de Dios (nues- conforme a él. Dicho en otras palabras:
tro servicio, reverencia y alabanza) hacernos indiferentes a todo lo que im-
es la que Jesús manifestó llevando a pida vivirla, llevados por la preferencia
cabo la obra que Dios le encargó: dar de querer vivirlo por encima de todo.
la vida y darla en abundancia (Jn 10,10 Se trata de ir descubriendo los obstá-
y Jn  15,14-15). No se puede llevar a culos que nos dificultan o impiden vi-
cabo mejor que dando la vida por sus virla, pero descubrirlos desde aquella
amigos (Jn  15,13). La gloria del Pa- preferencia.
dre que Jesús transmitió a sus ami-
gos es que «sean uno como nosotros» 5. Para rezar pueden ayudarte alguno
(Jn  17,22). Ser, pues, solidarios entre de estos textos: Mt 6; Jn 17; 2Cor 3,7-
nosotros y entregar la vida es la «ple- 18; 10,25-42. A lo mejor, también pue-
nitud de amor y lealtad» (Jn 1,14). Y de ayudarte meditar sobre esta formu-
eso es lo que nosotros, sus seguidores, lación, que no intenta ser otra cosa que
estamos llamados a reflejar y lo que la traducción adaptada de lo que en los
nos va «transformando en su imagen Ejercicios se denomina el «Principio y
con creciente resplandor» (2Cor 3,17- Fundamento»:
18). En definitiva, la gloria de Dios es
la gloria de Jesús crucificado, fuerza de «Soy llamado a ser para los demás
Dios (1Cor 1,25; 2Cor 4,7), porque en lo que el Señor es para ellos: ¡ser-
Él resplandece su personal disponibili- vidor! Este servicio es una ofren-
dad ante el Padre y su total solidaridad da: progresiva desposesión de mí
con las víctimas de la historia. mismo. Respuesta a la llamada del
Señor (servidor) que sigue murien-
4. El termómetro de la verdad de do “sin figura humana” en quienes
nuestra vida en seguimiento de Jesús han sido arrojados al basurero de la
es este: ¡A más disponibilidad, más historia. Ahí es donde puedo descu-
solidaridad y a más solidaridad, más brir –¡si estoy atento!– la auténtica
disponibilidad! Este es el principio y “gloria humillada” del “Servidor”,
fundamento de nuestra vida según el el auténtico sentido y brillo evangé-
Evangelio. Se trata de un movimiento lico de mi vida. Para descubrirla es
progresivo, más que de una ley fija. De preciso dejarme atraer. Para poder
entrada, no solemos reflejar en nuestra “ser atraído”, es preciso “vencerme
vida tal movimiento porque encontra- a mí mismo”, luchar contra mi ins-
mos obstáculos para ello tanto internos tinto de encubrimiento, de seduc-
como externos. Por eso, es convenien- ción, de dominación, que bloquean
te no solo afirmar tal principio y fun- mi libertad».

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PRIMERA SEMANA

Primer momento: Dios me sale ginar, explotar, oprimir, crucificar a


al encuentro como misericordia otros (pecado subjetivo); y a Dios mis-
mo –en Jesús– alcanzado por ese mal
1. Posiblemente habrás podido descu- que ejercemos y más allá de él capaz
brir en estos días que Dios te sale al en- de infinita misericordia (misterio del
cuentro como, cuando, donde Él quie- pecado y del Amor).
re. Vives, por tanto, envuelto por la
iniciativa del amor misericordioso del 3. La trama espesa del mal. El mal ac-
Señor. Tal iniciativa tropieza con este túa en el mundo y en nosotros a través
peso que desvía tu historia. ¡Por eso, de tres “hilos” que van tejiendo –sin
el amor de Dios siempre es liberador, apenas darnos cuenta– el “misterio de
salvador, perdonador, reconciliador de iniquidad” en el que vivimos envuel-
este peso que tantas veces te puede! tos:
No hay auténtica experiencia de Dios
sin experiencia de misericordia. Y a) El mal que ejercemos con conciencia
toda experiencia de misericordia im- y libertad: injusticias, difamación, ol-
plica conciencia del mal y del pecado vido práctico de la oración, irrespon-
(Rm  7,24-25a). Sin esta conciencia, sabilidad, arbitrariedad apostólica, y
banalizamos lo que es la Misericordia. un largo etcétera.
b) Actitudes que, sin ser antievangéli-
2. La conciencia del pecado brota ante cas, no están integradas en la línea
Dios. Cuando nos situamos ante noso- del Evangelio, y nos descontrolan y
tros mismos, o bien nos autojustifica- traicionan: individualismo, miedo,
mos (y, así nos vamos convirtiendo en simplismo, pereza, precipitación,
fariseos), o bien nos culpabilizamos (y medias verdades...
así nos vamos autodestruyendo). Pero c) El conjunto de valoraciones antie-
Dios es mayor y su misericordia nos vangélicas que circulan libremente
libera de estos riesgos. La misericor- por el mundo y por los ambientes
dia de Dios se nos pone de manifiesto donde nos movemos y que no siem-
en Jesús crucificado. Es ante Él donde pre nos influyen de forma cons-
descubrimos el mal que hacemos y que ciente: «El más débil siempre pier-
se encarna en realidades pecaminosas de», «hay que influir», «valorar la
(pecado objetivo); el fondo del cora- eficacia, aunque sea con medios no
zón humano capaz de pisotear, mar- evangélicos», «apreciar las perso-
10
nas por sus cualidades naturales», lo familiar y cotidiano que nos resulta
«espiritualismo», «ser amigos sin ya natural. Se trata de ir aceptando que
decir la verdad», etc. tanto la bondad como la maldad cons-
tituyen la entraña de nuestro ser y com-
4. Ante esto, ¿qué podemos hacer? baten dentro de cada uno de nosotros.
Ante el mal que ejercemos con con-
ciencia, cabe plantarle cara con ge- 2. Esto tan solo se pone de manifiesto
nerosidad. Ante lo otro, cabe aplicar con una relevancia difícilmente irre-
una lucidez desenmascaradora, ya que cognoscible en la muerte de Jesús: ahí
se trata de un inconsciente personal y es donde podemos ver la profundidad
social. Por tanto, no solo generosidad, del mal que nos habita. Ante Él apare-
sino también lucidez. cen unas terribles contradicciones que
están como habitándonos por dentro:
5. Algunas sugerencias para rezar:
• Somos seres de deseo que tende-
• No cansarse de pedir aquello que mos a poseer lo que deseamos y,
ando buscando: conocimiento sen- sin embargo, estamos llamados al
tido de esta realidad del pecado, amor desposeído (gratuidad). Por
vergüenza y confusión, deseo de eso, experimentamos este amor
cambio, aborrecimiento de estos como “muerte”. Por un lado, lo ex-
pecados [cfr. EE 48,55,63,65]. perimentamos como lo más nuestro
• Aplicar a la propia vida la pará- (así lo sentimos cuando lo vivi-
bola del sembrador (Mc  4,1-20) y mos); y, por otro lado, nos senti-
preguntarse con lucidez cuáles son mos radicalmente impotentes para
aquellos «pájaros, zarzas, etc.» que vivir dicho amor con naturalidad y
bloquean la vida de Dios en mí. estabilidad.
• Meditar el salmo 139. Y con él, pe- • Proyectamos, soñamos, hacemos
dir lucidez desenmascaradora. el bien… y, sin embargo, siempre
nos quedamos más acá de lo que
proyectamos, soñamos o hacemos.
Segundo momento: Llamados siempre más allá, sin
Ambigüedades y contradicciones embargo, quedamos siempre más
de nuestra vida acá. Nos comunicamos, pero nun-
ca del todo; decidimos, pero luego
1. El pecado en nosotros suele ser una dudamos; no queremos dominar a
situación o estado, más que actos con- los otros y tantas veces les domi-
cretos. Situación o estado que es vivido namos...
como un poder que nos domina y que • La edad, el pasado, los fracasos,
es el resultado de procesos (esto es, las resistencias que sentimos, las
pequeñas opciones y grandes justifica- rupturas que hemos vivido... Todo
ciones que dan lugar a dichas situacio- esto nos hace claudicar en muchas
nes con el paso del tiempo). Se trata de ocasiones. Y cuando no queremos
percatarse de que, efectivamente, vive claudicar resulta que vamos más
en nosotros un poder imperceptible por allá de nuestras fuerzas.
11
3. Conviene considerar algunas conse- vir y ante la cual nos sentimos impoten-
cuencias que tienen lugar cuando nos tes. Es en Él donde aprendemos a com-
dejamos arrastrar por estas contradic- prender que la última palabra –que no
ciones: procede de nuestra vida, sino del amor
humillado de Jesús– es la esperanza,
• Una progresiva incapacidad para palabra que nos posibilita el aceptarnos
amar en concreto. Y de esta forma como «justos y pecadores» a la vez.
nuestro seguimiento se va vaciando
de su alma que es precisamente el 5. Algunos de estos textos pueden ayu-
«poder de amar en concreto». darte a rezar: Rom 12,1-2 (no acomo-
• Una tendencia a permanecer en es- darse al mundo presente); Rom  7,14-
tos estados que producen «acciones 25 (el bien que quiero hacer y no hago);
sin alma». Y de esta forma vamos 2Cor  12,1-10 (mi gracia te basta);
viviendo de la pura apariencia. Rom  2,18-32 (entregados o dejados a
• Una propensión a mantener una nosotros mismos); Lc 18,9-14 (la poca
mirada triste, cínica, resentida, uni- lucidez de tenerse por justo); Lc  12,
lateral, fanática sobre la realidad. 13-21 (atesorar riquezas para sí).
Y de esta forma también cambia
nuestra mirada hacia nuestros pró-
jimos de quienes acabamos no es- Tercer momento:
perando ya nada. «Recapitulación»
• Un creciente sentimiento de sole-
dad y de insolidaridad: rechazamos A modo de repetición o resumen igna-
la esperanza, nuestra vida se con- ciano [EE 62-64], y sin cansarte de pe-
vierte en algo sombrío e inseguro, dir al Señor que te muestre tu verdad,
sentimos impotencia para relacio- aquella a la que te llama y aquella en la
narnos gratuitamente. Y de esta que estás, valgan las siguientes pistas:
forma ya no comprendemos que el
verdadero sentido de nuestra vida a) Primera pista: ¿Cómo vivo la espe-
son los otros. ranza?: deseos de amar y ser ama-
• Un déficit de perseverancia en el do, deseos de libertad; historia de
seno del respeto a la realidad: aca- mis grandes o pequeñas opciones:
bamos creyendo que no vale la ¿hacia dónde me han ido condu-
pena seguir haciendo lo poco que ciendo?; mis heridas: ¿cómo crezco
podemos hacer. Y de esta forma no en misericordia? Puedes ayudarte
aceptamos que la esperanza es un de Is 54: «Con lealtad eterna te he
camino que incluye idas y venidas. querido...».
b) Segunda pista: Tu experiencia del
4. Es en la figura de Cristo entregado Dios «siempre mayor»: ¿cómo has
por nosotros donde vemos cómo asumir sentido que Él es de otro modo, que
nuestra contradicción. Es en Él donde sus caminos no son tus caminos?
se revela nuestra realidad y nuestra ver- En lo que te ha puesto delante, en la
dad, nuestra contradicción y aquella forma de hacérsete presente y darte
verdad a la que estamos llamados a vi- fuerzas, ¿qué renuncias te ha pedi-
12
do?, ¿qué compañía y presencia te d) Cuarta pista: ¿Cuáles son en verdad
ha brindado? tus absolutos?, ¿cuáles son tus
c) Tercera pista: Tu capacidad de rela- preferencias reales?
tivizar (lo cual no es displicencia). e) Quinta pista: ¿Cuál es tu expe-
¿Cómo has ido creciendo en esto de riencia de ser libre y disponible?,
que con Él el futuro (y el presente) ¿cuándo lo has sentido vivamente y
no te alteran? (Fil 3,4-14). ¿Cómo cómo?, ¿qué dices de «tu Señor»,
sientes eso de que lo más importan- ¿qué dice tu Señor de ti? Puedes
te en tu vida es «Dios y los pobres»? ayudarte del salmo 139.

13
SEGUNDA SEMANA

1. Se trata ahora de seguir aprendiendo discernimiento, que no es otra cosa sino


a «convertirse al modo de Jesús». Por dejarse atraer por el Espíritu de Jesús
eso, la petición de todos los días que (contemplado en la vida de Jesús) e ir
siguen no es otra que «conocimiento poco a poco desbloqueando nuestra li-
interno de Jesucristo para más amar y bertad. A más atracción, más libertad y,
seguirle». La intención es que Él vaya a más libertad, más capacidad de dejarse
creciendo en mí, de modo que yo vaya llevar por aquella atracción. El discer-
disminuyendo en medio de los demás, nimiento llega a su punto de madurez
como «fermento en la masa». cuando el mismo Espíritu de Jesús –que
tanto me atrae– me pone de manifiesto
2. Ir conociendo internamente a Jesús por sí mismo cuál es mi lugar y mi tarea
quiere decir ir interiorizando su Espíritu. en el mundo. Cuando decidir o elegir es
Por eso la contemplación «ante mí» de lo mismo que “ser elegido o decidido”.
la vida de Jesús va produciendo «dentro
de mí» un cambio. Tal cambio encuen- 4. Conforme a lo dicho, conviene mo-
tra resistencias, de ahí que a lo largo de verse en dos niveles diferentes: el del
la semana convenga hacer un doble ejer- conocimiento de Jesús y su Reino (nivel
cicio: por una parte, contemplar la vida cristológico) y el de la determinación de
de Jesús de tal forma que sienta su atrac- mi lugar en el mundo desde el cual vivir
ción; por otra, interiorizar dicha atrac- en el Espíritu de Jesús para los demás
ción de forma que me vaya modelando (nivel histórico). Para ello, conviene
poco a poco, venciendo las resistencias también sostener dos actitudes básicas:
que dicha atracción encuentra en mí. una recepción abierta en las contempla-
ciones de la vida de Jesús y una acogida
3. La contemplación diaria de la vida activa de lo que tales contemplaciones
de Jesús va depositando en el corazón van dejando en el corazón.
la «oscura luz» de que «solo desvivién-
dose se trae la vida». Se trata de una luz
oscura porque dicha luz encuentra en Primer momento: El Reino de Dios
nosotros resistencias, dubitaciones, per-
plejidades, inercias, etc. Es una luz que 1. Convendría en un primer momento
poco a poco lo va revelando y penetran- echar una mirada honesta y sincera a la
do todo. A este proceso de revelación situación en la que se encuentra el Rei-
y penetración se responde mediante el no de Dios allá donde vivo: situación
14
de la Iglesia y de mi congregación, b) Una lectura reposada de Mt 5 donde
retos que me plantean, qué figuras mo- se te invita a superar, con un estilo
délicas encuentro en ella. Echar una de vida inspirado en la oferta de Je-
mirada a la situación del país: qué fuer- sús, lo que a la mayoría de los hom-
zas atenazan al Reino de Dios en él, bres y mujeres les resulta razonable,
cómo se encuentran aquellos a quienes sintiendo que este estilo de vida es
preferentemente va dirigido el anuncio más que razonable; esto es, gratuito,
del Reino de Dios que quiero seguir vivido por pura gracia de Dios.
proclamando para ellos, etc. Todo esto c) Lc 4,16-23, donde se narra plástica-
enmarca históricamente la oferta que mente la oferta de Jesús. ¿Me atrae?
el Señor te hace aquí y hoy en tu vida. d) Hacer propia –si no se siente dema-
siada dificultad para ello– la ora-
2. En este contexto, aparece la oferta de ción que se halla en el n.º 98 de los
Jesús, una oferta aún indefinida, pero Ejercicios. Es una oración que quie-
que me puede pedir lo que ahora ni re expresar el propio ofrecimiento
siquiera sospecho. En cualquier caso, para ser escogido en tal vida.
una llamada a vivir mi vida al modo de
Él como horizonte, con medios pobres
y contando con mi propia ambigüe- Segundo Momento: Encarnación,
dad y debilidad; una oferta que no tie- nacimiento y vida oculta
ne directamente nada que ver con mi
fuerza de voluntad, sino que toda ella 1. Primeros pasos. Entramos en el lar-
descansa en la fuerza de su Espíritu; go y lento proceso de encarnación de la
una oferta que exige tiempo completo Palabra (el Hijo) en y para la vida de
y, por tanto, una respuesta integral. los hombres. La Encarnación en sí no
es un momento, sino todo el proceso de
3. La oferta de Jesús, dirigida perso- la vida de Jesús... ¡hasta su muerte! Por
nalmente a mí, pide de mi parte una tanto, para ti, encarnación es también
reacción: un “ofrecerse” a lo que sea, un largo y lento proceso de ir entregan-
libremente (“decido”), afectivamente do la vida en y para los demás. No es
(“deseo”), efectivamente (“quiero”). un punto para tu vida, sino un horizonte,
Pero tal reacción he de “pedirla”, pues un dinamismo para toda ella. De ahí, la
la oferta me sobrepasa y lo que pido es petición que puede acompañarte en las
“ser colocado” en una vida que respon- contemplaciones es «conocimiento in-
da a tal oferta. terno» de la vida de Aquel que vivió así:
encarnándose en, en medio y para los
4. Para hacer esta contemplación, pue- demás... hasta la muerte. En la medida
den servirte las siguientes ayudas: en la que vas consintiendo a esta forma
de vivir, ¡vas naciendo a La Vida!
a) Imágenes de testigos conocidos
que den a entender con su vida algo 2. Primera parte. Se trataría de ima-
de lo que es la oferta que el Señor ginar cómo el Padre mira a toda «la
me propone. No se trata de compa- redondez de la tierra» (llena de per-
rarse, sino de dejarse atraer. sonas) y cómo mirándola misericor-
15
diosamente («Dios es amor»), se «de- hay que mirar y dejarse mirar para
termina» (decide) la encarnación del sentir con tal intensidad que uno ya
Hijo para salvar al género humano no puede olvidar lo así sentido. Y
[EE 102,106,107]. Deja penetrar en ti por ello lo recuerda con facilidad.
tal mirada, a fin de ir aprendiendo a La contemplación es sensibili-
«mirar al mundo como Dios le mira» y dad viva, intuición provocativa de
«optar como Él opta», de ir aprendien- unión. Por eso, la contemplación
do a amar a las personas como Dios requiere que los sentidos se pongan
las ama y, así, yendo un poco más allá, en juego. De este modo, lo con-
tratar de sentir el latido del corazón de templado va siendo interiorizado
Dios (esto es, la misericordia). Incluso poco a poco en la medida en que
puedes pedir tener los mismos senti- lo sentido se va convirtiendo en
mientos que Cristo Jesús (Fil 2,5-11). lo acogido. La contemplación es
«dejarse habitar por dentro por lo
3. Segunda parte: la Anunciación contemplado». Por todo ello, pues-
(Lc 1,26-38). Puedes ir leyendo repe- to que es lento, hay que repetir las
tidas veces el texto, dejándote afectar contemplaciones, de forma que lo
por una palabra, por una frase. Fíjate esencial, lo que más alimenta, vaya
en que la encarnación de Dios en nues- sedimentándose dentro de uno.
tra historia pide tu anuencia; que los b) Pues bien, intenta acceder de este
otros encuentren al Dios cercano a tra- modo al nacimiento de Jesús. Fíja-
vés de tu vida exige tu consentimiento. te en las condiciones (anonimato,
Fíjate también en cómo Dios escoge marginalidad) que hablan del Mis-
la sencillez, lo femenino. Se va a de- terio del no haber sitio para Dios en
jar labrar por una sencilla mujer. Es el el mundo. Fíjate en que el anuncio
Dios «siempre mayor» que se muestra se hace a los sencillos pastores, no a
encarnándose en la fragilidad. La pre- los poderosos, y que las señales que
sencia encarnada de Dios en la historia se ofrecen son un niño, un pesebre,
siempre tiene algo de paradójico: la unos animales, unos pañales…, que
estéril dará a luz, la que no conoce va- hablan del Misterio de la gloria de
rón tendrá un hijo... Y María responde Dios manifestada en la debilidad, la
ante lo humanamente imposible: «He desnudez y la pobreza.
aquí la esclava del Señor. Hágase en
mí según tu palabra»... Fíjate en que 5. Cuarta parte: la vida oculta de Jesús
todo apunta a unirse al movimiento de
la Misericordia de Dios –que es su en- a) La falta de información que tene-
carnación– para convertirse más y más mos sobre tantos años de la vida de
en cauce de misericordia. Jesús encierra también un miste-
rio: vivir en Dios requiere un duro
4. Tercera parte: contemplación del na- aprendizaje, lento crecer y madu-
cimiento de Jesús (Lc 2) rar, lento desarrollo de «lo nuevo
dentro de uno», aprender a caminar
a) Contemplar es descubrir el misterio al paso de Dios. A lo largo de tan-
que late y se manifiesta. Para ello, tos años, Jesús fue aprendiendo a
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vivir misericordiosamente, a vivir y, así, fue aprendiendo a dar y reci-
de hambre de justicia, a vivir con bir, a enseñar y aprender, a amar y
un corazón limpio, a llorar con los dejarse amar) y de capacidad de en-
que lloran, a fomentar la paz; es cajar los golpes de la vida, sin dar-
decir, aprendió lentamente a vivir les soluciones falsas o precipitadas,
lo que luego propondrá en las bien- sino buscando con terca confianza.
aventuranzas como forma de vida.
b) Puedes adentrarte con la imagina-
ción en los lugares por los que se Tercer momento: Bautismo
movía la gente de su época (campo, y tentaciones de Jesús
taller, vecindario, calles y plazas,
templo y sinagoga), en las activi- 1. El objetivo de esta contemplación
dades y situaciones corrientes (el es la «elección» de Jesús: emprender
trabajo no especializado, las rela- un camino en su vida «en la forma de
ciones humanas, la vida del pueblo, siervo». Pero dicha elección no es otra
las bodas, los entierros, las fiestas, cosa que «acoger hasta el fin» ¡la elec-
los rezos en familia, la participa- ción del Padre sobre Él! ¡Jesús elige lo
ción en la sinagoga), en la relación que el Padre ha elegido para Él!
íntima con el Padre Dios en la sole-
dad, la lectura de las Escrituras, etc. 2. La petición será aquí conocimiento
La familiaridad con todo ello queda interno de Jesucristo para seguirle en
reflejado indirectamente en las pa- su “docilidad” y en la utilización que
rábolas de Jesús: en ellas se refleja hace de las mediaciones históricas con
su forma de comportarse en la vida las que se va encontrando en su vida.
corriente, su forma de sentir y vivir
sensiblemente el dolor y la pobreza 3. En la contemplación del bautismo
de los demás. Así, puedes asomarte (Mt  3,13-17), puedes fijarte en que
al misterio de la humanización de Jesús siente el impulso de ser bautiza-
Jesús a través de la profunda natu- do; es decir, de expresar públicamente
ralidad con que vivió la vida con ¡qué es lo que cree! Dejándose bau-
los demás. ¡Una naturalidad que tizar da a entender la seriedad con la
transparenta el misterio desde el que se toma la vida y su solidaridad
que vivía! con los demás: su solidaridad es lo
c) Jesús fue aprendiendo una forma que da seriedad a su vida. Solamente
de estar en la vida que puede ins- así es cómo se le muestra a Jesús con
pirarte: hecha de receptividad (las especial intensidad la presencia de
cosas que la vida le ofrecía no le Dios: es señalado como el Hijo. Jesús
traían sin cuidado, vivía atento a su tomó conciencia en público de cuál es
entorno, y, así, acogiendo la vida su misión como el enviado del Padre,
tal como viene, ¡nos habló de Dios pero aún no tiene claridad sobre las
como Padre!), de permeabilidad (se concreciones históricas en las que se
dejó impactar, y no solo «guardaba irá realizando su vocación. Tendrá que
las cosas en su corazón» sino que ir discerniendo qué es lo que en con-
también las meditaba en su oración, creto significa ser “el Hijo” en medio
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de los hombres, qué significa trabajar «Dios está conmigo», por temor a
por el Reino para ellos. De entrada, vivir en la insuperable ambigüedad,
Jesús hace suya “la forma de siervo” es un pretender asegurar la misión
para realizar su misión. Así se dispo- sin correr riesgo alguno. Así evita-
ne a «estar con y para los perdidos»: ríamos aquella forma de vivir y ac-
encargándose y cargando con ellos y tuar que es la única capaz de llegar
su suerte. Así vivirá «ante Dios y en a lo más entrañable de los demás,
medio de los hombres». Y así es como a aquellas «fuentes de gratuidad»
es acogido por el Padre. En el fondo, del corazón humano que solamen-
el bautismo es una «anticipación de su te vibran ante el «amor débil y ex-
destino», una «matriz de su estilo» y la puesto». Respuesta: el amor desar-
«fuente de sus preferencias». Pero ello mado es lo único capaz de suscitar
será también el corazón de su tentación el deseo de solidaridad, de verdad,
porque una gran vocación siempre va de paz.
acompañada de una gran tentación. Por c) Tercera tentación: desear y buscar
eso, para ti –como para cualquiera– se- el éxito mediante el uso –disimula-
guir a Jesús es una opción que necesita do– del poder. Dejándose llevar por
ser reafirmada continuamente según él, ya no sería el poder del amor el
van cambiando las circunstancias que nos vincularía con los demás,
ya no nos encargaríamos y carga-
4. En la contemplación de las tentacio- ríamos con los demás de forma
nes (Mt  3,14-4,11), considera que en análoga a como Dios se ha encarna-
el fondo son las mismas que vivimos do y carga con nosotros. Respuesta:
también nosotros; es decir, la posibi- «Anda, ve, vende todo lo que tienes
lidad de dar a la vida un sentido y una y ven y sígueme».
orientación diferentes. Es la tentación
a la que está siempre sometida nues-
tra frágil esperanza, nuestra difícil li- Cuarto momento: ¡Sígueme!
bertad, nuestra conciencia de soledad,
nuestra impotencia envuelta en rutina: 1. Se trataría ahora de considerar cómo
es este Jesús que te llama personalmen-
a) Primera tentación: esperar satisfa- te para ser cauce de la Misericordia de
cer con una intervención de Dios Dios en el mundo, para ir concretando tu
nuestra necesidad y, así, eludir el agradecimiento en un seguimiento servi-
trabajo por los demás. Es una eva- cial. Fíjate en que quien te llama no es un
sión del peso y la consistencia de programa ni un proyecto; es una perso-
las cosas y del ritmo en que estas na, Jesús el Cristo, camino de Dios hacia
se producen. Respuesta: Dios nos ti y de ti hacia Dios. Puedes preguntarte
habla a través de la vida tal como quién es Él para ti, qué significa para ti,
viene, en la identificación con los cuáles son los rasgos que más te seducen
hombres tal como son y viven, car- de Él. Para ello, puede ayudarte la con-
gando y encargándose de ellos. templación de alguna de estas escenas:
b) Segunda tentación: exigir algo Mc 1,16-20; Jn 1,38 y ss.; Lc 5,1-11;
que nos diga con toda claridad que Mc 3,13-19; Mc 8,27-35.
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2. Lo importante sería entrar en una su Espíritu) o fundarse y enraizarse al
contemplación serena de alguna de margen de Él (en otros criterios, fuer-
estas escenas, lo más simplificada zas, poderes o pretensiones). El primer
posible, de manera que vaya calando camino conduce –personal y colectiva-
poco a poco y que uno pueda ir reco- mente– a la vida plena y el segundo,
nociendo el hilo del Espíritu que le va al vacío.
conduciendo.
2. Los dos caminos no son realidades
3. Y, al final, por si ayudan, valgan es- estáticas. Son más bien fuerzas, seduc-
tas consideraciones: ciones o dinamismos que están siem-
pre operantes en nuestra vida. Por eso,
• Jesús te llama para colaborar en su optar por uno de ellos siempre se vive
obra asumiendo el conflicto que ello como una lucha. Es más, si llegara un
comporta, con aquella esperanza momento en que este conflicto fuera
misteriosa que no se agota a pesar ignorado, eso nos estaría indicando
de la falta de evidencias sensibles. que estamos viviendo enmascarados,
• Jesús te llama a ser «cauce de mi- debilitados o sin alma.
sericordia» allá donde hay muerte.
Ello implica un desprendimiento de 3. Así, los dos caminos se van manifes-
aquellas actitudes o situaciones que tando en procesos (sendas) que, según
entorpecen la realización práctica vivamos uno u otro, pueden describir-
de esta llamada. se así:
• Jesús te llama a colaborar «a su
modo»: cercano al pobre, despreo- a) La senda del vacío: busca seguri-
cupado por la propia imagen, sin dad (debido al miedo) y apego a
miedo a la confrontación. lo que me da seguridad (imagen
social, bienes materiales…); busca
falso aprecio como consecuencia
Quinto momento: Seguir a Jesús natural de fundar el valor personal
es una opción continua o el sentido de la vida en la auto-
seguridad (ser tenido en cuenta, ser
1. El Nuevo Testamento y nuestra ex- valorado…) y acaba viviendo su
periencia nos hablan de que, a lo largo autosuficiencia en soledad con una
de la vida, nos encontramos con una creciente separación entre la apa-
disyuntiva que se formula de distintas riencia y la realidad.
maneras: luz-tinieblas, vida-muerte, b) La senda de la plenitud: busca el
roca-arena, mundo-reino, día-noche, desprendimiento, el desapego; esto
arriba-abajo, espíritu-carne, etc. Tam- es, no tener miedo a perder venta-
bién en la tradición cristiana escucha- jas o renunciar a las comodidades,
mos hablar de dos caminos, dos ciu- preferir el anonimato de los últimos
dades, dos reinos, dos banderas, etc. lugares, etc.; busca también el ol-
Podríamos expresar la alternativa de vido de la valoración, el no poner
este otro modo: o fundarse y enraizarse la esperanza en ser bien valorado,
en Dios (en su amor, en su Palabra, en en sentirse imprescindible, en tener
19
que ser consultado, con creciente concentrándose la atención en torno
capacidad para ser sujeto de olvi- a lo que el Espíritu me va diciendo,
dos y descalificaciones; y busca la con el fin de que su voz y su paso de-
humildad; esto es, vivir en verdad y jen dentro de mí una huella o un sello
en libertad la vocación a la que uno que –de forma anticipada– orienten
ha sido llamado. mi vida y movilicen mis energías con-
forme a dicha voz o paso. Frente a tal
4. Los dos caminos van creando dos eventualidad, he de procurar estar aten-
estilos distintos de vida. Mientras que to; es decir, estar concentrado y libre:
la senda del vacío conduce a sofismas, concentrado en torno a Él y libre para
falsas motivaciones, justificaciones, responderle a Él. Me puede servir para
pérdida de la sencillez y, de resultas de ir recreando en mí tal atención –hecha
ello, a la turbación personal de fondo de afectividad y efectividad– sobre la
(miedo, confusión, cansancio crónico “imagen” de estos tres tipos de gentes,
interior…), la senda de la plenitud con- así como no cansarse de pedirle al Se-
duce a una mayor claridad, a la capaci- ñor la mayor disponibilidad posible.
dad de decir la verdad sin herir, a dar
la cara con serenidad, a vivir sin temor 2. Los tres tipos de personas
a perder nada porque no hay nada que
perder, a la capacidad de contagiar y, a) Primer tipo: [EE 153]. Mc 10,17 ss.
de resultas de ello, a una paz, una sere- (el joven rico)
nidad y un gozo interior de fondo.
Ya ve con claridad lo que debe
5. Algunos textos que pueden ayudarte hacer o elegir, pero se defiende di-
a rezar son estos: Lc 1,46-55; Lc 6,20- ciendo «¡Ahora, no!». Cuando el
26; Ef 6,10-17; Sl 26; 1Cor 1,18-25. sentimiento de «ser hecho para la
verdad» vive dentro de uno, le es-
6. Una advertencia final. Es bueno –en timula y apremia; uno no se atreve
el marco de esta doble senda– recordar a negarlo de golpe, pues se senti-
sin torturarse de qué forma he vivido ría mal consigo mismo. Entonces
estos procesos, aunque no haya sido de prefiere anestesiarlo justificándose:
una forma químicamente pura. Y eso, «tengo que hacer esto...», «tengo
no con un prurito de examinar o teori- que elegir esto...», pero «¡ahora
zar, sino desde la lucidez del corazón no!». Después. Y ese después se va
que desea y pide ser recibido en la sen- alargando más y más, de tal forma
da de la plenitud. que uno sigue viviendo en la men-
tira objetiva. Todo sigue igual por
fuera, aunque por dentro no porque
Sexto momento: Tres tipos se ha desaprovechado una oportu-
de personas nidad.

1. Durante estos días de Ejercicios, b) Segundo tipo: [EE 154]. Lc 9,59 ss.
al compás de la contemplación de los (los que querían seguir con condi-
misterios de la vida de Jesús, suele ir ciones)
20
También ve con claridad lo que de- las notas que hayas ido tomando en
bería elegir. Pero «¡así no!». Hay días anteriores, qué es lo que hasta aquí
tal vez otro modo de solucionar su parece que el Espíritu te está diciendo.
situación; hacerlo con radicalidad
no tiene tanta importancia, tal vez
no serviría para nada. Así, todo Séptimo momento:
se le va difuminando en esta per- Recapitulación
manente vacilación e irresolución.
Hecho para la claridad, se queda en 1. Se trata de “repetir”, de distintas
la insinceridad y los disimulos le maneras, los momentos fuertes de esta
enredan más y más. De tal manera segunda semana, con el objetivo y el
que queda, poco a poco, insensibili- deseo de reconocer haber vivido inte-
zado al paso del Espíritu del Señor riormente con intensidad algo seme-
por su vida, separado de los demás jante a lo que recordaba San Juan en
y alejado de aquella autenticidad su evangelio (Jn 1,35-39). Se trata de
que vive de pequeñas opciones que recordar esta semana que... «eran las
van concretando oportunamente la cuatro de la tarde».
opción fundamental... Todo esto va
desapareciendo del horizonte. 2. Las tres maneras de humildad
[EE 164-168]
c) Tercer tipo: [EE 155]. Lc 1,26-38
(María) Son tres caminos hacia el fondo evan-
gélico de la vida. No son tres estados,
Lo que en el fondo le sitúa en la son «tres modos de caminar por el de-
verdad no es tal o cual cosa, sino sierto», son «tres modos de esperar y
vivir abiertamente y sin condicio- resistir» que van variando según nues-
nes ante el Espíritu que le llama y le tra capacidad de amar, según dónde
atrae. Esto es lo que le interesa y no esté nuestro corazón.
otra cosa. Le interesa ese «ahora» y
no el después porque su preferencia a) Primera manera de humildad. Uno
y su urgencia no es otra cosa que responde a la llamada del Señor, pero
la voluntad de Dios que se le mani- responde con esfuerzo. De tal mane-
fiesta «así» y «ahora». ra que subraya más el trabajo y des-
prendimiento personal que le supone
3. Nota final su respuesta que la gracia que tal
llamada representa para él. De este
Es bueno en este momento de los Ejer- modo, sigue a Jesús con disponibili-
cicios detenerse en alguna contempla- dad, pero también algo voluntarísti-
ción anterior en la que hayas sentido camente. Le sigue «dejando la piel en
más vivamente que algo se movía por ello», vacilando de vez en cuando y
dentro; o recordar algún momento de con la nostalgia de lo que ha dejado.
los Ejercicios –aun fuera de la oración– Le sigue o bien siempre matizando,
en el que has sentido el paso del Señor o bien solo intencionalmente, como
de alguna forma; o ir repasando, con partido en dos por dentro. En el fon-
21
do, aunque le sigue, continúa siendo c) Tercera manera de humildad. Uno
el protagonista de su vida: mirándose va descubriendo que todo lo que
a sí mismo, esperando ser bien pon- hace es desproporcionado respec-
derado, satisfecho de los propios lo- to a lo que podría y debería hacer.
gros y triste por los propios fracasos. Y lo que hace no es otra cosa que
En fin: se sitúa frente a Jesús. acoger agradecidamente el don que
b) Segunda manera de humildad. Uno se le ha ofrecido. Así, vive libre-
siente que su disponibilidad para mente. El «siempre algo más» no
seguir a Jesús le complica la vida. es un deseo meramente abstracto,
Acentúa el carácter de sacrificio sino que se concreta en todo aque-
personal que el seguimiento a Jesús llo que uno recibe y que comparte
supone. El seguimiento de Jesús, del todo. Su respuesta aparece ante
sentido y vivido desde este grado uno como una locura desproporcio-
de disponibilidad, es un seguimien- nada y se siente acogiendo el don
to que tiene un carácter más moral de la libertad como el principio que
que auténticamente gratuito y libre. da alegría a su vivir. Así, una nueva
En tal situación, difícilmente pue- sensibilidad, un tierno amor huma-
de afirmar que está gozosamente nizante, va creciendo dentro de uno
centrado con su misión, o que di- mismo.
cho gozo le brota del ejercicio de
su misión humillada. Uno respon- 3. Algunos textos para la oración: Mt 5;
de de puertas hacia fuera, pero esa Mt 6,19-21; Mt 9,10-13; Mt 10,34-42;
respuesta no va creando en uno una Mt 11,16-19; Mt 11,25-30; Lc 9,56;
nueva sensibilidad porque no res- Gal  2,20. Sin olvidar la petición de
ponde desde dentro de uno mismo. aquello que ando buscando: conoci-
En el fondo, todo sigue dependien- miento interno de Jesucristo para po-
do de la propia capacidad. der dejarme llevar más por su llamada.

22
TERCERA SEMANA

1. Se trata en esta tercera semana de –que sigue padeciendo hoy. “Sentir”


Ejercicios de ir aprendiendo concentra- no significa que vibres interiormente.
damente a “con-morir” con Cristo para Probablemente, habrá muchos mo-
poder ir haciéndolo realmente a lo largo mentos en los que no sientas nada,
de la vida. “Con-morir” con Cristo es pero ese “no sentir nada ahora”, es la
la forma más profunda de “con-vivir” anticipación de lo que con frecuencia
evangélicamente entre y para los hom- será el pan de casi cada día en el futuro
bres, día a día. En el fondo, es vivir lo para ti. Sentir que…
que hemos llamado el «tercer grado de
humildad». Así, ir contemplando la pa- • «la divinidad se esconde» [EE 196].
sión y muerte de Jesús –que es lo que va- Es decir, que en tu vida futura lo
mos a hacer– es ir anticipando de alguna más probable es que también sien-
manera el sentido de fondo de tu vida en tas cómo se te esconde la divinidad.
el futuro según el Espíritu, conforme a Ahora es tiempo de acoger cordial-
aquello de que «si creen en el Resucita- mente este destino porque ha sido
do, ¡vivan como el Crucificado!». también el destino de Jesús.
• «Jesús padece esto por nosotros»
2. Entre otras cosas, contemplar la pasión [EE 197]. Es decir, todo lo que así
de Jesús equivale a ir aprendiendo a vivir viviendo hagas, con fidelidad y
en medio de y entre el vacío y la plenitud, libertad, es liberador para los de-
el sentido y la falta de sentido, la luz y más. Así, tu vida no solo pasa a un
la oscuridad, la vocación y la tentación, segundo plano, sino que también
la pobreza y la esperanza. Es decir, una tiene un esencial componente de
situación en la que de vez en cuando ten- «secreto dolor y soledad» que sola-
drás que retomar tu opción fundamental mente tiene una explicación: es un
en tus manos, una y otra vez… ¡hasta el secreto dolor y soledad que brotan
final! Será bueno, por tanto, que, ante el de algo que los sostiene porque «sé
paisaje que se te va descubriendo (la pa- de quién me he fiado».
sión de Jesús), vayas confirmándote a vi-
vir «lo que el Espíritu te haya inspirado», 4. Sería bueno que contemplases la pa-
en medio de..., entre... sión de Jesús no solo como algo que
le sucedió después de lo anterior, sino
3. Convendría también aprender a sen- como el fondo que vivía ya en todo lo
tir que algo le falta a la pasión de Jesús anterior. ¡Jesús vivió con pasión toda
23
su vida! Puesto delante de la pasión de la vida» (Jn  6,35-48). Pues bien, este
Jesús, intenta que ella te evoque la pa- «pan» puede convertirse en alimento
sión de tu vida, en el doble sentido de y sacramento de la vida para ti porque
la palabra: vivir con pasión su segui- en medio de nuestra vida hace visible
miento y, de resultas de ello, vivir la (sacramento) el dominio, la muerte, el
pasión que su seguimiento comporta. sufrimiento, el amor, el temor y el due-
En otras palabras: se trata de aprender lo... Y porque te hace receptivo a ellos
a vivir pascualmente. (te alimenta).

5. Por último, disponte a que tal vez 3. Te hace receptivo:


algunas de las cosas sentidas en estos
días (o en días anteriores a los Ejerci- • Para la muerte: trae la muerte de los
cios) se te pongan en duda; y también a demás a tu vida, la deja entrar en
que se te abran posibilidades que hasta ella, para que tu vida no se convierta
ahora no se te habían ocurrido. en un mero sobrevivir (esto es, vivir
insolidariamente). Te enseña que
lo que te roba la vida es ir alejando
Primer momento: La Eucaristia y de ti la muerte de los demás; es el
Getsemaní miedo a vivir la muerte de los de-
más. Intentamos olvidar, marginar
1. La eucaristía es como la anticipación la muerte de los demás porque la
en forma de sacramento y en forma de tememos. Entonces, las relaciones
estilo de vida de la pasión de Jesús. Es humanas se van apagando o con-
el compendio de la vida de Jesús y la centrando solamente allá donde son
anticipación del final de ella. En cuan- apariencias; así, vamos poco a poco
to a estilo de vida, puede inspirar toda reproduciendo relaciones muertas.
tu vida y todo en tu vida. Una vida que • Para el sufrimiento: una vida que se
se da en un contexto social determina- alimenta de este «pan de vida» da
do, donde abunda el afán de poseer y entrada, dentro de sí, al sufrimien-
dominar, y el sometimiento de todos to y a los que sufren; hace visible
aquellos que no poseen ni dominan; la y sacramental el dolor de los otros
relegación a un segundo plano de to- para que se convierta en tu dolor.
dos aquellos sentimientos que tienen Porque lo que aliena no es el sufri-
valor en privado, pero no socialmente miento de los otros, sino prescindir
(la amabilidad, el agradecimiento, la de él, no dejarlo entrar en tu cora-
simpatía, la ternura, el padecer...), el zón. El «pan de vida» no disimula
reinado del egoísmo en muchas de las los sufrimientos de los demás sino
relaciones humanas que generan vícti- que los “com-padece”. Este pan te
mas de todo tipo, etc. hace visibles los sufrimientos in-
visibles de tus hermanos para que,
2. En tal contexto, la mayor parte de la participando de su sufrimiento, ¡pa-
gente no vive, sino que sobrevive. Y la ses de la muerte a la vida! Te hace
eucaristía nos enseña que vivir es algo capaz de verte a ti mismo con los
más que sobrevivir: «Yo soy el pan de ojos de tantas víctimas.
24
• Para el amor: el pan de la vida te como si no tuviera sentido lo que vivo;
introduce dentro del amor en me- todo da igual, me siento bloqueado, sin
dio de una vida de dominación. Te motivación, sin estímulo, sin capaci-
hace ver que no es lo mismo amar dad ni de decisión ni de acción. Jesús
evangélicamente que amar de for- ora en agonía, cansancio y sequedad,
ma dominante, asistencial o subor- intentando comprender lo que no podía
dinando a los otros. Este pan te va comprender. También yo siento a ve-
enseñando a «partir, compartir y ces a Dios lejano, sin poder explicarle
repartir» una y mil veces en la vida. lo que me pasa, solo frente a la vida
Y ten en cuenta que esta forma de con su peso y su dolor.
amar es muchas veces sentida por
los demás como una cosa extraña. 7. Y al final te quedas sin explicación.
El mal es un enigma, pero puedes vis-
4. Algunos textos que te pueden ayu- lumbrar algún sentido: Jesús tuvo que
dar a rezar son Jn  13; Lc  22,14-27; hacerse semejante a sus hermanos en
1Cor 12,23-34; Jn 6,48-69. todo, para hacerse «cauce de misericor-
dia» (Heb  2,17). Tomando sobre sí el
5. Puedes también acompañar a Jesús dolor, lo purifica, lo humaniza; nos abre
en su oración en el huerto de Getsema- al dolor de los demás; echa una mirada
ní (Mt 26,36-46; Mc 14,26-34; Lc 22, al dolor ajeno, está atento para acompa-
39-46). No se trata de emocionarse ar- ñarlo, porque el dolor es, a fin de cuen-
tificialmente. Más bien se trata de que, tas, el lugar de tu seguimiento.
a la luz del dolor de Jesús, repases tus
pasividades internas y veas cómo pasa
el Señor por ellas. Las pasividades in- Segundo momento: El itinerario
ternas me muestran aquello sobre lo pasional de Jesús
que no tengo control, muestran mi in-
seguridad y manifiestan mi impotencia 1. Ahora te propongo contemplar las
y mi sentimiento de abandono. pasividades externas, simbolizadas en
el itinerario pasional de Jesús. Son las
6. En otras palabras: se trata de acom- pasividades que sufres procedentes de
pañar a Jesús y reflectar. Jesús está los demás. Cuando sientes a los otros
triste; situación en la que a veces me como injustos, abusivos, mal intencio-
encuentro sin causa conocida, sin ga- nados; cuando te sientes manipulado,
nas de nada, sin saber por qué, con un criticado, engañado, frustrado; cuando
peso en el alma, y sin saber adónde voy te sientes conducido por condiciones
ni para qué hago lo que estoy hacien- que, de hecho, te orientan por sendas
do. Jesús tiene miedo ante algo que no queridas ni previstas por ti. Se trata
no ha llegado, pero que está viniendo. de convertir tales condicionamientos
También yo a veces siento miedo ante insuperables en ocasión para «profun-
el futuro, ante la situación global en dizar tu seguimiento de Jesús».
la que me encuentro y tampoco pue-
do controlarla. Jesús siente hastío, sin 2. Las etapas del itinerario pasional de
gusto para vivir; y yo a menudo siento Jesús.
25
a) Primera etapa: El Sanedrín (Jn 18, Quiere divertirse a costa de Jesús.
12-24), el tribunal de la envidia. Es la frivolidad. Cuando la serie-
dad de tu vida está ante tales ojos
Un tribunal que se reúne con prisas te sientes condenado al silencio. No
para pararle los pies a Jesús, para tienes nada qué decir; ¡Jesús calla!
calumniarlo... No le tienen estima. Tu vida dedicada a los demás se
A veces algo semejante te puede tiene como un juego. No interesas a
ocurrir. Somos así; nos rozamos y nadie. No te toman en serio.
al rozarnos nos herimos, desperta-
mos envidia en los demás –aun sin e) Quinta etapa: El pueblo (Jn 19,12-
pretenderlo. 16), el tribunal de la ingratitud

b) Segunda etapa: Los apóstoles (Mc Aquellos que fueron curados por
14,66-72), el tribunal de la soledad Jesús, prefieren a otro. Se olvidan
de ti, ¡y no por culpa suya! La vida
Jesús se queda solo, abandonado es así. Pasamos y ya nadie nos re-
por los suyos. Se le alejan. Pedro cuerda. Nos vamos quedando atrás.
sigue a Jesús, pero desde lejos. Nos dicen amablemente que nos
Ello provoca en Jesús soledad. El apartemos. Hemos dejado la piel
grupo se deshace. Lo reunido se allá donde estábamos y ahora senti-
separa. Lo que estaba lleno se va mos con dolor que no nos han agra-
vaciando. La fidelidad se convierte decido lo que hemos hecho.
en abandono y traición. Algo pare-
cido te ha podido ocurrir en algún 3. Envidia, soledad, egoísmo, frivoli-
momento de tu vida. Poco a poco dad, ingratitud... He ahí el conjunto de
fuiste tomando conciencia de que pasividades externas en medio de las
estabas solo. que vives. Y no está en tu mano con-
trolarlas ni evitarlas. Cuando intentas
c) Tercera etapa: Pilato (Jn 18,28-40), evitarlas, todavía te sientes más sumer-
el tribunal del egoísmo gido en todo ello. ¿Qué hacer?, ¿des-
conocerlo ingenuamente?, ¿luchar a
No es mala persona. Teme. Ante- brazo partido contra ello?, ¿hacerte el
pone sus intereses ante Jesús. Es invulnerable?, ¿responsabilizar indis-
el egoísmo. Tal como alguna vez criminadamente a todos aquellos que
también te ocurre, otros se aprove- producen en ti tales pasividades? Todo
chan de tu trabajo, otros hipotecan ello es tan frecuente que, en caso de
tu misión, otros sacan provecho no saber qué hacer o cómo reaccionar,
para ellos de lo tuyo, otros triunfan pierdes una densa ocasión de aceptarte
a costa tuya... vulnerable y aprender a ser llevado por
la vida tal como Jesús fue llevado por
d) Cuarta etapa: Herodes (Lc  23,8- ella: su fuerza ante tales pasividades se
12), el tribunal de la frivolidad enraizaba en su confianza en el Padre.

26
CUARTA SEMANA

1. El objetivo de esta semana es dispo- vo. Que no te deje en el recuerdo del


nerse a confirmar el sentido que para pasado, sino que te lleve a imaginar
mi vida tiene la Voz que se me ha ido anhelantemente el futuro, a vivir resu-
haciendo cercana, interpelante, efecti- citadamente en medio de los proble-
va. Se trata por tanto de ir hasta el fon- mas. Deja, por tanto, que en las horas
do de aquella Voz. de oración la imaginación –algo ya
más modelada por la figura de Jesús–
2. La Voz habla. Y, al hablar, dice esto: viva de la utopía de lo que te ha sido
«Déjate llevar por la manera de creer, ofrecido.
amar y esperar de Jesús expresada con-
densadamente en esta afirmación: si el 4. No se trata únicamente de una crea-
grano de trigo no cae en tierra y muere, tividad individual, sino también histó-
no produce fruto». Esta lógica –difícil rica, que envuelva a quienes te rodean,
de entender y de vivir– es la traducción a la tarea que te espera, a las circuns-
humana de la lógica de Dios que se nos tancias que te condicionan, etc. El Es-
muestra en la vida de Jesús: sirviendo píritu es la fuente de esta creatividad;
hasta la muerte va revelando quién es es el consolador: fuente de paz, gozo,
Aquel que anima tal forma de vivir: el gratitud, vigor, fortaleza, magnanimi-
Padre. Y viviendo así, en medio de lo dad, etc. Fuente, en una palabra, de
que le tocó vivir, fue poniendo de ma- Libertad.
nifiesto que precisamente ahí en me-
dio vive latentemente el espíritu que
lo renueva todo. Ahora se trataría de Primer momento: «¡Es el Señor!»
contemplar como en ese “ahí en me-
dio” –vivido por ti como Jesús– ha 1. Las narraciones que hablan de las
emergido el Espíritu, de tal mane- apariciones del Señor resucitado a sus
ra que te dispones a seguir viviendo discípulos nos anuncian lo mismo,
desde su fuerza contagiosa para los pero de distintas maneras. Por eso te
demás. ofrezco una matriz que puede serte útil
para ir contemplando lo que anuncian
3. Más en concreto: es cuestión de que tales narraciones.
el recuerdo sentido de la presencia del
Resucitado en medio de la vida de sus 2. Estas serían las pistas que forman
discípulos, entre ellos, te haga creati- eso que he llamado “matriz”:
27
a) Los que se encuentran con el Resu- para vivir en Él y de Él. Si antes la
citado habían andado durante años divinidad se escondía, ahora apare-
detrás de Jesús: cuando Él nos sale ce con su humilde pero penetrante
al encuentro es, pues, necesario ha- discreción.
berle seguido de alguna manera. g) Los que se encuentran con Jesús
b) Los que se encuentran con Él han pierden sus temores, se sienten re-
sufrido una crisis. Tristeza, desen- novados, cambian de vida. Y ese
gaño, soledad, vacío. Esperaban… don se les convierte en tarea. Así,
¡Y nada! Para poder experimentar la la tarea de su vida es invertirla en
aparición del Espíritu de Jesús en tu entregar (tarea) todo lo recibido
vida, has de haber bajado –en algún (aparición). Esto es lo que San Ig-
sentido– hasta la muerte personal. nacio llama «el oficio de consolar»
c) A pesar de dicha crisis, los que se [EE 224].
encontraban con el Señor resucita-
do, conservaban recuerdos inolvi- 3. Algunas consideraciones finales:
dables de su convivencia con Jesús.
Es posible que tú no le sientas con- • Puedes orar recordando algo seme-
tigo y, a pesar de ello, que conser- jante a una aparición (esto es, una
ves una fidelidad de fondo. experiencia de consolación) que ya
d) Los que se encuentran con el Señor hayas vivido. Las apariciones en
resucitado se acercan al lugar de la nuestra vida no suelen ser espec-
muerte de Jesús (al sepulcro, a las taculares, sino discretas. Solemos
llagas…). Desde la muerte de Jesús darnos cuenta de que el Señor ha
es desde donde va amaneciendo la pasado por nuestra vida cuando ya
vida. En la medida en que te vayas ha pasado, porque ha dejado un ras-
acercando al lugar histórico en el tro indeleble en el alma.
que Jesús sigue muriendo hoy, irás • La vida en el Espíritu es algo pa-
teniendo la oportunidad de experi- recido a la cresta de una cordillera
mentar la fuerza del Resucitado. por la que vamos caminando inten-
e) Los que se encuentran con Jesús, tando conservar el equilibrio. Tiene
de entrada no le conocen porque sus puntos álgidos (son las apari-
no tiene el mismo rostro que antes, ciones) y trechos más ordinarios
pero le van reconociendo en sus que transitamos con menor riesgo.
gestos más típicos. Jesús está en los En los momentos álgidos, corre-
demás, pero no de manera eviden- mos el riesgo de ser alzados más
te; hay que haberle conocido antes allá de nuestra estatura pero, lo que
para reconocerle en sus gestos. en ellos hemos vivido es de lo que
f) Los que se encuentran con Jesús, se va alimentando el caminar del
al encontrarle, le descubren de un día a día por trechos más ordina-
modo especial, le descubren des- rios. Lo extraordinario (casi siem-
de dentro y eso les desbloquea, de pre secreto) da fuerzas para vivir lo
manera que la realidad problemáti- ordinario (casi siempre público)
ca en medio de la que convivieron • De este modo, uno va aprendiendo
antes con Él ya no es un obstáculo a vivir como si viera al invisible
28
(momentos álgidos, apariciones) y c) Siempre tendrás que ir aprendiendo
a vivir lo visible habiendo visto –de a configurar más y más tu vida con-
espaldas– al invisible. forme a la de Jesús. He aquí otro
rasgo de lo que es la santidad del
4. En la oración puedes pedir conoci- gozo: vivir tan pequeñamente que
miento interno del Espíritu del Resuci- siempre has de ir aprendiendo.
tado, para recordar sus apariciones en d) La victoria del resucitado sobre la
tu vida y para reconocerlas en adelante muerte significa para ti que vives
cada vez con más profundidad. Un tex- una esperanza que no muere, que
to que puede ayudarte a rezar es Jn 20, vives en una libertad difícil porque
11-18, u otra narración de una apari- se pone a prueba ante toda forma de
ción del Resucitado; aquella que te sea esclavitud propia o ajena, que vives
más familiar. en un sentimiento fundamental que
–estés como estés– supera toda la
tristeza. Esperanza, libertad y con-
Segundo momento: La santidad fianza… He aquí lo que significa la
del gozo santidad del gozo.
e) El gozo es lo que sentimos cuando
1. «Sígueme» es la primera palabra de encontramos la perla preciosa o el
Jesús que escuchaste y «sígueme» es tesoro escondido. Lo que se opone
la última palabra de Jesús que siem- al gozo no es el sufrimiento sino
pre escucharás. ¡Conviene que ahora, la tristeza. Vivir con gozo es vivir
al contemplar los misterios de su vida con la capacidad de agradecer y ce-
resucitada, vuelvas a escucharla! Esa lebrar el ser para otros y estar con
puede ser la petición en la jornada de otros. Esto es lo que quiere decir la
hoy: receptividad para volver a escu- santidad del gozo.
char tal palabra.
3. Vivir así conduce y supone a la vez
2. Algunas pistas que puedes considerar: haberte encontrado con el resucitado
(1Cor 15,28). Dejarse encontrar por Él
a) La acción de Dios dándole la vida en es en el fondo confiar a tumba abierta
plenitud responde a la acción de los en Él. Reconocer al resucitado como
hombres de dar muerte al justo e ino- inmanipulable. Confianza y obediencia
cente. Vida que también se nos ofre- son disposiciones básicas para vivir la
ce a nosotros para colmarnos de su santidad del gozo en el camino. La con-
gozo. Por tanto, la santidad del gozo fianza es aquella actitud que te lleva a
consiste en entregar lo recibido. vivir para los demás como el Resucita-
b) Te ha sido dada la posibilidad de do. Encuentras al Resucitado en tu ca-
vivir tu historia como resucitado mino cuando dejas que sea su Espíritu
con los otros y para los otros; es de- el que inspire tu vida; cuando le respon-
cir, entregándola a fondo perdido, des (lo contemplas) y le correspondes
sin exigir nada como retorno. La (actúas). Todo esto no es programable;
gratitud como alma de tu vida es la es una experiencia de gratuidad, pero
santidad del gozo. puedes siempre disponerte a ella.
29
4. Alguno de estos textos pueden historia de una Fidelidad más fuerte
ayudarte en la oración: Lc 1,46-55; que tu pecado y tu ambigüedad, más
Lc 6,27-35; Rm 15,1-7; 2Cor 4,7-15; fuerte que tu gran o escaso acierto.
Ef 1,15-21; Rm 8; Sl 18; 26; 65; 104. No es fácil vivir reconciliados
con la propia historia. Tendemos a
buscar la reconciliación en estruc-
Tercer momento: «Buscar y hallar turas o en los traumas personales,
a Dios en todas las cosas» y adjudicar a todo ello nuestra falta
de reconciliación. Pero la verda-
1. Concluimos el proceso con un ejer- dera reconciliación que buscamos
cicio de tránsito entre los Ejercicios y pasa por el trabajo, por la comu-
la vida ordinaria. Se trata de ir deli- nidad, por las relaciones, por los
neando una actitud ante la vida y ante testigos de tu vida, etc., porque ni
las cosas en la que sea posible vivir las estructuras ni los traumas nos
con seriedad lo esbozado durante estos reconcilian. Y ello se debe a que no
días. Una actitud que –aun desgastán- cubren todas las dimensiones de lo
dose en lo cotidiano– tenga capacidad humano porque no somos solamen-
para transformarlo y regenerarlo. Una te nuestras circunstancias, sino lo
actitud que tenga la virtud de ir reequi- que hemos hecho de ellas.
librando la distancia que siempre se va b) Considerar cómo Dios habita en la
abriendo en la vida entre las obras y historia, cuanto la vemos y vivimos
los deseos, entre la práctica y las inten- toda ella polarizada por el Reino.
ciones, de forma que, reequilibrando Se trata de despertar en ti una acti-
tal desproporción, tú te vayas reequili- tud vigilante. Dios habita en el po-
brando también y aprendiendo siempre bre como llamado a ti para que deje
algo más a salir de ti mismo. de serlo. Dios habita en el afligido
para que tú seas su consuelo. Dios
2. Este equilibrio está hecho de tres habita en el oprimido que encuen-
elementos: tra libertad a través de ti. Dios ha-
bita, en fin, donde lo humano se es-
a) Una actitud profunda de reconci- ponja: donde nos realizamos como
liación con la propia historia. Se hombres y mujeres. Y Dios hace
trataría de aprender a reconocer los más humanidad allá donde hay más
beneficios recibidos en tu historia, inhumanidad. Dios habita, en una
pero no como privilegios, sino de palabra, en la inesperada llamada,
forma que dicho reconocimiento te en la capacidad de esperar por enci-
induzca a ir más allá de la decep- ma de toda esperanza.
ción acerca de ti mismo, más allá c) Considerar cómo Dios trabaja en
de la cadena de sucesos en la que te el mundo. El trabajo de Dios en
has visto inexplicablemente inmer- el mundo tiene un nombre: Jesús.
so, más allá de la resistencia que las También es admirable el trabajo de
cosas te han ofrecido. Más allá de Dios en sus santos; un trabajo que
todo ello, se te ofrece la posibilidad aparece allá donde podemos en-
de releer tu propia historia como contrar algo de bondad. Todo ello
30
requiere de tu parte la capacidad 118; 138. Por si te ayuda también en
habitual para captar y admirar la este momento de tránsito, puedes pre-
bondad de los demás. Aún mezcla- guntarte serenamente:
da de barro, esta bondad es lo más
humano que encierra la vida. • Si en estos días se ha producido una
cierta renovación del gozo y gusto
3. Se trata de que todos estos elemen- por la vida, o una iluminación glo-
tos te remitieran al Padre de Jesús. Los bal de las cosas, o una simplifica-
ojos de la fe son los que intuyen lo más ción en lo esencial.
profundo de todo ello en lo cotidiano • Si estos días te han ayudado a con-
de la vida. Y lo más profundo de todo firmar algunas decisiones concretas
ello es lo que Jesús llamaba Padre. y a considerar los mecanismos de
apoyo necesarios para que se vayan
4. Algunos textos que pueden ayu- concretando.
dar a rezar: Lc 1,46-55; Lc 6,27-35; • Si percibes, en definitiva, que ha
Rm  5,1-7; 2Cor 4,7-15; Ef 1,15-21; crecido tu capacidad de amar, el
Rm 8; Sl 18; 26; 65; 66; 83; 104; 105; gozo de vivir siguiendo a Jesús.

31
«Ayudar» es el verbo con que Ignacio de Loyola expresó

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modestamente su gran deseo de hacer el bien a los otros.
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de los Ejercicios ignacianos - 86. J. RIBALTA. Cartas para
acompañar - 87. C. MARCET. Ignacio de Loyola acompañado,
acompañante, en compañía - 88. D. MOLLÁ. Del «magis»
personal al «magis» institucional - 89-90. J. M. RAMBLA -
J. M. LOZANO (eds.). Discernimiento comunitario apostólico
- 91. J. M. LOZANO. La plenitud del tiempo - 92. L. ESPINAL.
Oraciones a quemarropa - 93. F. MANRESA. Vivir en el
espíritu

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