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Pongamos las cosas en una perspectiva sobria. El siervo de Abraham fue enviado a
una misión. En esa misión específica tenía autoridad limitada para escoger una
esposa para Isaac. Ahí termino su misión. El siervo no podía, por ejemplo, ponerse
a hacer negocios ni comprar y vender propiedades bajo el amparo de la “autoridad”
o “poder” limitados que Abraham le extendió. Lo mismo es en el caso de los
apóstoles. Jesús les dio autoridad para: “contra los espíritus inmundos, para que
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los echasen fuera, y sanasen toda enfermedad y toda dolencia.” Eso es muy
diferente, por ejemplo, de las palabras de Jesús con respecto a si mismo cuando
dijo: “Toda potestad [exousia ] me es dada en el cielo y en la tierra.”
Estos nuevos apóstoles señalan a la carta de pablo a los Efesios con miras a
apuntalar su doctrina. En Efesios 2:20 Pablo nos dice que „fuimos [aplicándolo a
nosotros hoy] edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas.‟ Pablo
aquí estaba claramente hablando de los apóstoles originales a través de cuales se
fundó la iglesia cristiana y los profetas, son los que precedieron a la iglesia y
hablaron de ella, siendo Juan el último de estos.(Luc. 16:16) De ese fundamento,
sigue diciendo Pablo en la misma oración, Jesús es la piedra angular. Recuerde
que el fundamento o cimiento de un edificio se coloca una sola vez. Por eso Pablo
defendió la doctrina edificada sobre este fundamento genuino al punto de advertir a
la iglesia de los Gálatas (Gal 1: 7,8), que si aun „un ángel del cielo‟ bajaba con un
evangelio que no se conformaba al original, fuese rechazado como maldito
(anatema). ¿Por qué tomó Pablo una posición tan drástica? Porque ya en su propio
día, el fundamento genuino estaba bajo ataque.
¿Quiere decir esto que la labor apostólica como oficio a favor del cuerpo cesó una
vez puesto el fundamento? Más adelante en la misma carta en el capítulo 4, Pablo
nos muestra una lista de dones enviados por Jesús, cabeza de la iglesia, que
comienza, como esperaríamos, en orden más o menos cronológico no
necesariamente en orden de rango:
¿Para qué hizo esto Jesús? ¿Estaba estableciendo una jerarquía corporativa
moderna en la iglesia? El contexto nos demuestra que no. Pablo estaba mostrando
como el „cuerpo de Cristo‟ se conformaba de miembros, al igual que nuestro
cuerpo físico, y que todos los dones eran interdependientes para un bien común. En
los versículos siguientes leemos:
a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación
del cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos en la unidad de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de
la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por
doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para
engañar emplean con astucia las artimañas del error.
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Antes hablando la verdad en amor, crezcamos en todas las cosas, en Aquél que es
la cabeza, en Cristo; de quien todo el cuerpo bien ligado entre sí, y unido por lo
que cada coyuntura suple, conforme a la eficacia y medida de cada miembro, hace
que el cuerpo crezca para la edificación de sí mismo en amor. – Efesios 4: 12-16
Mas quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón; y el varón es la
cabeza de la mujer; y Dios la cabeza de Cristo. – 1Cor. 11:3
Nótese que en la carta a los Efesios, donde se compara la Iglesia a una esposa, no
hay nadie entre Cristo y ella. Ni pablo mismo, como apóstol legítimo se coloco en
esta jerarquía. ¿Por qué no lo hizo cuando sabemos que él y los apóstoles
representaron un asiento real de autoridad en la iglesia mientras estuvieron con
nosotros? Quizás la razón estriba en cómo fueron enseñados. Veamos.
La claridad con la que respondió Jesús debió ser suficiente para estos hombres.
Pero no lo fue. Seguida la conversación y descartando el asunto a nivel individual,
Juan pasó al nivel colectivo y a su vez elitista. Ahora era un asunto de la autoridad
del grupo, de la pequeña corporación que en su mente formaban Jesús y ellos, los
doce. Jesús nuevamente razona con ellos y les muestra el enfoque correcto; el
Reino de Dios no se trata ni del individuo ni del grupo.
Entonces vino a Él la madre de los hijos de Zebedeo [Juan y Santiago] con sus
hijos, adorándole y pidiéndole algo. Y Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo:
Concede que en tu reino se sienten estos mis dos hijos, el uno a tu mano derecha, y
el otro a tu izquierda. Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís:
¿Podéis beber la copa que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con
que yo soy bautizado? Ellos le dijeron: Podemos. Y Él les dijo: A la verdad de mi
copa beberéis, y seréis bautizados con el bautismo que yo soy bautizado, pero el
sentaros a mi mano derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos
para quienes está preparado por mi Padre. Y oyéndolo los diez, se indignaron
contra los dos hermanos. Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los
príncipes de los gentiles se enseñorean sobre ellos, y los que son grandes ejercen
sobre ellos autoridad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quisiere ser
grande entre vosotros, sea vuestro servidor, y el que quisiere ser el primero entre
vosotros, sea vuestro servidor; así como el Hijo del Hombre no vino para ser
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servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. – Mateo
20:20-28
¿Por qué se indignaron los diez? ¿Un acto vacio de hipocresía? ¿No estaban ellos
incluidos entre los que poco antes „discutían por el camino‟? ¿Estaban acaso
celosos porque Juan y Santiago le habían astutamente salido adelante para
apoderarse de una posición de mayor privilegio según su estima? Sea lo que fuere,
nuevamente, con amor y paciencia que supera la de Job, Jesús expande su
enseñanza usando más ejemplos de la vida real para mostrar de forma más gráfica
lo que pudiéramos llamar la pirámide invertida del poder del siervo de Dios.
Anadir a esas palabras sería una redundancia inútil. Títulos, por el mero hecho de
prestigio y autoridad percibida o real deberían estar muy lejos del apóstol del
Señor. La actitud mental de siervo (griego diakonos, de una raíz que significa a
través del polvo) era una de humildad y servidumbre pública. La exaltación y
reconocimiento vendría del Amo, no de los hombres.
Quizás una de las lecciones mas fuertes por parte de Jesús es la que encontramos
en Lucas capitulo 17 donde introduce una ilustración cuya aplicación es ineludible;
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Lo que se enfatiza aquí es la actitud con la cual desempeñamos nuestra labor servil.
Jesús no estaba tratando de humillarlos y herir su autoestima. Jesús podía hablar
así porque puso el ejemplo. En la carta a los Filipenses Pablo escribe;
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús;
el cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación el ser igual a Dios;
sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y hallado en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. – Fil. 2:5-8
En su cruzada por entrenar a estos testarudos apóstoles, hasta la ultima hora les
amo y educó (disciplinó). En la última cena de Jesús con sus apóstoles, podríamos
decir en la ocasión de su graduación, ejecutó el acto más extraordinario que
pudiéramos esperar para ejemplificar una enseñanza;
En la cultura del medio oriente en esos días, el diácono o siervo de casa era
asignado a lavar los pies de los invitados. ¿Cómo podrían olvidar esto los
apóstoles? Podemos decir que Jesús lideró por palabra y por ejemplo. Nada de lo
que enseñó daba pie para que estos hombres se enseñorearan sobre aquellos a
quienes se asignó, el rebaño de Dios.
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Jesús resucitado confrontó a Pedro y por extensión a los otros diez, cuando en la
playa del mar de Galilea le recordó su misión; cuidar de Sus ovejas. Esto se lo dijo
tres veces. Los apóstoles no habrían de olvidar a quien pertenecía el rebaño. (Juan
21:15-17, Juan 10:10-16) Por lo tanto aplicarían las buenas lecciones recibidas en
su entrenamiento apostólico. Pero, ¿fue realmente así? Veamos.
Unos ciento veinte discípulos que incluía los once apóstoles fieles se reunían en un
aposento alto en Jerusalén, probablemente el mismo lugar donde celebraron la
Pascua, orando y esperando la llegada del prometido bautismo del Espíritu Santo.
Pedro tomó la iniciativa en promover el que se completara el número total de 12
apóstoles y después de buscar la dirección divina y echaron suertes sobre dos
varones aptamente calificados para reemplazar al difunto Judas Iscariote. La suerte
vino sobre Matías. Cuando llegó el día de Pentecostés, de súbito se llenó la casa de
un estruendo y lenguas como de fuego se posaron sobre cada uno de ellos (el
prometido „bautismo en fuego‟ del que hablo Juan, el llamado bautista) y hablaron
en lenguajes nuevos - que ellos no habían aprendido - las maravillas de Dios para
beneficio de extranjeros residiendo en Jerusalén durante la fiesta judía. Esta
actividad conformaba el cumplimiento de la promesa de Jesús solo unos días antes;
Y estando reunido con ellos, les mandó que no se fuesen de Jerusalén, sino que
esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan a la
verdad bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo no
muchos días después de estos. Entonces los que se habían reunido le preguntaron,
diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y Él les dijo: No
toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola
potestad; pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo; y me seréis testigos, a la vez, en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y
hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue
alzado; y una nube lo recibió, y lo encubrió de sus ojos. – Hechos 1:4-9
Entonces el apóstol Pedro, quien unos días antes había negado a su amado Jesús y
hasta maldecido diciendo que no le conocía, lleno de Espíritu Santo, pronunció un
discurso tal, que unas tres mil almas vinieron a los pies de Jesús y
Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que eran salvos. –Hechos 2:47b
Así nació la primera iglesia cristiana en Jerusalén. Al principio gozaron del favor
del pueblo pero esto no duro mucho tiempo. Pronto los apóstoles fueron llamados a
cuentas por los líderes religiosos y comenzó una ola intermitente de persecuciones;
los apóstoles sufrieron encarcelamiento y hasta Esteban, varón escogido como uno
de los primeros diáconos, fue apedreado a muerte. Esto desató una reacción en
cadena que causó se dispersaran los cristianos más allá de Jerusalén, salvo los
apóstoles, quienes permanecieron en la ciudad (Hechos 11:19).
Entre tanto, el Señor Jesús tenía planes especiales para el más enconado fariseo
llamado Saulo de Tarso. Este celoso varón se convertiría en el apóstol no. 13. En
camino a Damasco, Siria, Jesús se le apareció y seguida su conversión Saulo se fue
al desierto de Arabia por un periodo de tres años durante los cuales recibió
directamente de Jesús las Buenas Nuevas o Evangelio del Reino. (Hechos 9 y
Gálatas 1) Esto creó problemas de identidad para el emergente „apóstol a las
naciones;‟ Saulo, alias Pablo, como veremos.
Es importante mencionar que Jesús, igual que Dios el Padre, no se rige por
patrones de predictibilidad. Ambos, siendo soberanos alteran el curso de sus
acciones dejándonos atónitos con su forma de hacer las cosas. En este caso le
plació a Jesús reclutar un archienemigo del la iglesia para llevar su mensaje a las
naciones. Un apóstol (embajador) con un testimonio muy peculiar.
La única respuesta es que ellos aprendieron la lección del Maestro. Ellos entendían
que su trabajo era servir a la iglesia. No enseñorearse sobre ella. El respeto y fama
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de haber caminado en intimidad con Jesús lo llevaban con dignidad. No se les fue
„a la cabeza.‟ No sentían celos indebidos que les llevaran a tratar de acaparar para
si la autoridad apostólica y crear un asiento de autoridad sobre la creciente iglesia
con cede en Jerusalén, como afirman algunos.
Cuando Pablo es presentado a los apóstoles (Hechos 9:26, 27, Gálatas 1:18,19)
por primera vez, solo vio a Pedro y a Santiago. De ahí Pablo se fue a Damasco y
luego a Tarso de donde, a invitación de Bernabé, se trasladó a Antioquía, ciudad
donde pasó un año predicando y llego a ser el centro inicial de operaciones de su
ministerio. Entonces el Espíritu Santo, no ningún apóstol o concilio en Jerusalén,
envió a Bernabé y a Pablo en lo que conocemos como su primer viaje misional
(Hechos 13). Los capítulos 1 y 2 de la Carta a los Gálatas son muy reveladores
pues nos muestran como la congregación cristiana era consistentemente dirigida
por el Espíritu Santo. Por supuesto, como era de esperarse los, apóstoles eran
guardianes del evangelio y es por eso que escribían cartas y visitaban las iglesias.
Esta labor apostólica bajo la dirección del cabeza, Jesús, no tenía nada que ver con
crear un imperio religioso como se desarrolló más tarde.
doctrina correcta y que los gentiles no tenían que practicar los ritos de la Ley,
tales como la circuncisión. Lo que salió de Jerusalén fue más una disculpa que
una „encíclica.‟ Es digno de notar que constantemente en el relato los apóstoles no
se segregan de los „ancianos.”– Hechos 15: 19-23, Gal. 2:7-10
Esto muestra que la iglesia estaba dirigida por el Espíritu Santo y no por un núcleo
apostólico cuasi papal, sentando así las bases para algo parecido en nuestro tiempo.
Esto no quiere decir que no sea necesario el liderazgo dentro de la iglesia. De
hecho, es imprescindible. Lo que esto quiere decir es que este liderazgo,
llamémosle apóstoles, ancianos, pastores, etc., deben serlo en función y no título
solamente. Deben serlo en amor y no en arrogancia. El nuevo testamento no nos
deja a ciegas a la hora de determinar quien llena los requisitos para superentender
(episkopos). En 1ra. Timoteo 3 y Tito 1 tenemos bosquejadas las características de
los hombres que pueden gobernar la iglesia. Estos realizan la obra apostólica al
velar por congregaciones, visitarlas, reunirse con los líderes y asegurarse que la
doctrina es sana. Otros tienen el corazón de pastores y aman las ovejas. Aun otros
son profetas y maestros.
Pablo entrenó a Timoteo y a Tito para la labor apostólica. Nótese que Pablo no les
llamo apóstoles, sino que le asignó labor típicamente apostólica tal como nombrar
ancianos y diáconos para que cuidaran del rebaño. Nótese también que ninguna
iglesia del primer siglo era dirigida por un solo hombre. Siempre se hace referencia
a “ancianos.” Esta pluralidad de „dones en forma de hombres‟ es de gran bendición
y protección para el Cuerpo de Cristo como vemos en la historia.
El consejo apostólico de pablo a los ancianos de Éfeso nos ayuda a ver cuál debe
ser la visión y misión de los líderes de la iglesia. Veamos.
Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha
puesto por obispos, para apacentar la iglesia de Dios, la cual Él compró con su
propia sangre. Porque yo sé esto, que después de mi partida entrarán en medio de
vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se
levantarán hombres que hablen cosas perversas, para llevar discípulos tras sí. Por
tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de
amonestar con lágrimas a cada uno. Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios y a
la palabra de su gracia, la cual es poderosa para sobreedificaros, y daros
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Pablo sabía el peligro que enfrentaba la iglesia y eso era motivo de gran
preocupación, pero al mismo tiempo se sentía satisfecho de haberles impartido
„todo el consejo de Dios‟ y de no haber abusado sus derechos de apóstol. Por
experiencia personal le puedo decir que algunos apóstoles nominales levantan
sentimientos en los líderes de „echársele sobre el cuello‟… y no es necesariamente
para besarles.
Por tanto, a los ancianos entre vosotros, exhorto yo, anciano como ellos y testigo
de los padecimientos de Cristo, y también participante de la gloria que ha de ser
revelada: pastoread el rebaño de Dios entre vosotros, velando por él, no por
obligación, sino voluntariamente, como quiere Dios; no por la avaricia del dinero,
sino con sincero deseo; tampoco como teniendo señorío sobre los que os han sido
confiados, sino demostrando ser ejemplos del rebaño. Y cuando aparezca el
Príncipe de los pastores, recibiréis la corona inmarcesible de gloria. Asimismo,
vosotros los más jóvenes, estad sujetos a los mayores; y todos, revestíos de
humildad en vuestro trato mutuo, porque DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS,
PERO DA GRACIA A LOS HUMILDES.
Es Su servicio;
Alfonso Orellana
alforell@gmail.com