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RESIGNIFICACIÓN DE LA MUJER

UNA PROPUESTA DESDE EL HUMANISMO POLÍTICO

Buenas Tardes.

Agradezco a la Universidad Pedagógica Nacional, a los organizadores del evento, y en


especial a Raquel Viviana Silva, por la invitación que me han hecho a participar en este
espacio y compartir con ustedes parte de la investigación que adelanto como miembro
del grupo de investigación LUMEN de la Universidad Sergio Arboleda.

Abordar el tema de la mujer es y será siempre un tema de total actualidad.

El titulo de la presente ponencia es LA RESIGNIFICACION DE LA MUJER, UNA


PROPUESTA DESDE EL HUMANISMO POLITICO.

Hablar de la mujer siendo mujer no es nada fácil. El concepto que de mujer tengo
responde a una larga experiencia, en el encuentro familiar y social que con otras
mujeres he tenido a lo largo de mi vida y que me han ayudado en ese caminar ha
construir, valorar y resignificar el concepto de mujer que soy.

La palabra Re – significar, es una palabra que tiene muchas connotaciones y es


importante tener claro qué significado tiene en el presente documento.

Consultando diferentes diccionarios de habla hispana no fue posible encontrar su


significado, por cuanto me remití a definirla desde la etimología como palabra
compuesta.

De acuerdo al Diccionario de la Lengua Española1, re, es un prefijo que reúne varias


definiciones, y entre todas ellas, he tomado la de intensificación. Con respecto a la
palabra Significar, como una palabra o frase, expresión o signo de una idea o de un
pensamiento.

Es decir, resignificar será entendido como intensificación de la expresión o signo de


una idea o de un pensamiento.

                                                            
1
 REAL ACADEMIA ESPANOLA. Diccionario de la Lengua Española. Vigesima primera Edicion. Tomo II. Espasa.  Madrid 1992.  
Ahora bien, resignificar el concepto de mujer, es partir de su fundamento antropológico,
contemplar las notas que complementan su significado para definir su naturaleza,
misión y finalidad.

En lo que respecta al aporte que el Humanismo Político hace a esa resignificacion tiene
su fundamento en la propuesta filosófico - política ofrecida por el filosofo español
Alejandro Llano Cifuentes2 denominada HUMANISMO CIVICO, investigación que
adelanto actualmente. Este Humanismo Cívico tiene por objetivo dar un sentido nuevo
al concepto de democracia3. El Humanismo Cívico debe a lo humano que lo define
fundamentalmente a que el centro de sus reflexiones lo ocupa la persona a la que
concibe como un ser espiritual, es decir, libre y autoconfigurador nato, tanto de su vida
personal como de la vida social.

Es una propuesta llamada a ser operativa, es decir parte del problema para plantear las
soluciones posibles en cada caso concreto, pero soluciones hacederas y asequibles
por cuanto se apoyan en los pilares que impregnan de realismo esta propuesta.

Este Humanismo Cívico reconoce como una de sus fortalezas teórico-operativas la


activación de la conciencia ciudadana. Considera que el punto de partida primordial
consiste en sacar a ésta del letargo en que la ha sumido el avasallamiento de los tres
ejes del tecnosistema: El Estado, el mercado y los medios de comunicación social mal
concebidos.

Por otra parte, no se limita a dejar sembrada la inquietud y la crítica. El Humanismo


Cívico supone que la clave para devolver a la sociedad su identidad humana se
encuentra en la formación ciudadana. Su fundamento antropológico está enfocado a la
humanización de la política en la formación de seres humanos plenos.

El Humanismo Cívico se centra en evidenciar como el modo tecnocrático de concebir y


de ejercer la política, entendida hoy cómo la mera adaptación pragmática medios/fines,
la ha alejado de toda valoración ética.

Es más, el concepto de la cosa pública ha quedado en manos de unos pocos,


relegando al ciudadano a ejercer una actitud pasiva y de espectador frente a los temas
cruciales de total incumbencia de la sociedad entera.

La situación es la siguiente, la política es hoy: la quiebra entre la ética pública y la ética


privada; la corrupción y la proliferación de leyes injustas. La indiferencia cívica y el
                                                            
2
 Alejandro Llano Cifuentes, filósofo español, catedrático de metafísica y profesor ordinario de la Universidad de 
Navarra.  Presidente del Instituto de Antropología y Ética de dicha Universidad.  El profesor Llano tiene una larga 
experiencia como docente e investigador. Autor de un gran número de libros y artículos y ha dirigido más de 50 
tesis doctorales. 
3
 IRIZAR RODRIGUEZ, Liliana Beatriz. EL HUMANISMO CIVICO. Una invitación a repensar la democracia. Universidad 
Sergio Arboleda. Bogotá D.C., 2007 
individualismo caracterizan a la sociedad de hoy que no hace más que retroalimentar el
proceso de desintegración socio-política.

Ante esta realidad, el Humanismo Cívico propone como meta fundamental en hacer
patente que los protagonistas originarios de la vida política somos los hombres y
mujeres que habitamos el mundo. Seres humanos dotados de inteligencia y libertad;
por consiguiente, aptos para conocer la verdad acerca de las cuestiones públicas y
tomar decisiones oportunas, radicalmente orientadas a la plenitud de todos y cada uno
de los ciudadanos.

En Síntesis, el Humanismo Cívico, es una propuesta desde la filosofía política que


ofrece elementos conceptuales y operativos orientados a conferir un giro humanista a
la actual configuración de la vida social. Parte de eso una premisa fundamental:
afirmar que las personas son los sujetos radicales de la política.

Sostener que el Humanismo Cívico sitúa sus indagaciones y reflexiones en el ámbito


de la filosofía política implica algunas importantes consecuencias: Primero, que su
análisis no es formalmente tecnológico, ni siquiera estrictamente científico, pero
tampoco puramente ético. Pertenece al campo de la filosofía política, esto es, una
disciplina que plantea como cuestiones centrales a la pregunta por la esencia de lo
político y la legitimidad del poder.

Esto equivale a afirmar que, como filosofía práctica, la filosofía política supone un fin o
deber ser de las acciones sociales traducible en términos de justicia y servicio al bien
común. De manera que su análisis de los fenómenos sociales implica juicios de valor.
También debe a su índole práctica a ser una reflexión de carácter operativo. Operar
que apunta a hacerse efectivo dentro de las oportunidades y limites ofrecidos por el
contingente y complejo campo de la actuación política.

Segundo, el Humanismo Cívico no es una propuesta abstracta. Por el contrario,


constituye una propuesta práctica hacedera que cuenta con elementos doctrinales
serios para no reducirse a la pura reflexión teórica.

Sus pilares fundamentales son, entonces:

‐ La promoción del protagonismo de los ciudadanos como agentes responsables


de la configuración política de la sociedad.
‐ La relevancia que conduce a los diferentes tipos de comunidades.
‐ El valor que confiere a la esfera pública como lugar privilegiado para el
despliegue de las libertades sociales.

De lo anterior, es infiere que “la democracia- constituye actualmente el único régimen


político en que es posible llevar a la practica el humanismo cívico”. La democracia
cuando es autentica, es decir - el régimen político de justicia y libertades basado en la
división de poderes, el sufragio universal y los derechos humanos – se asienta
efectivamente sobre un justo orden jurídico, el cual depende, en esencia de su
radicación en la plena verdad sobre el hombre y sus derechos fundamentales, entre los
que destaca la posibilidad de alcanzar una vida buena. Vida lograda impensable fuera
de la comunidad política y sin el pleno despliegue de la libertad social.

Por eso el titulo de esta ponencia es LA MUJER RESIGNIFICADA DESDE EL


HUMANISMO POLITICO. Desarrollo ahora esta propuesta tomando la riqueza del
humanismo y la mujer de hoy y comparto con ustedes algunos apartes de mi
investigación.

Empecemos desde lo fundamental. Varón y mujer comparten pero también se


diferencian. En esencia comparten las mismas notas, “Racionalidad, Eticida, Intimidad,
Dignidad, Sociabilidad, capacidad de abrirse a la trascendencia y ser irrepetible”.

No obstante, la diferencia implica complementariedad, y no hay que ir tan lejos para


comprobarlo, la sola observación de la naturaleza lo confirma: anatómicamente
perfectos y necesarios.

Tomas Melendo Granados, en su artículo Feminizar el mundo: el papel insustituible de


la mujer afirma que: “El varón logra desplegar sus cualidades masculinas gracias a la
mujer, y la mujer, con el amor del varón, desarrolla plenamente su feminidad.”4 Esta
afirmación tiene una importancia fundamental, porque aquí el amor se entiende como
un potencializador del género humano. Es entender el amor en su forma más pura,
aquel amor genuino que está en capacidad de donarse, de salirse de sí para al otro.
Por eso varón y mujer se necesitan, se complementan para poderse desplegar,
potencializar y ser potencializados.

El hombre y la mujer están llamados a su preservación, protección y continuación, es


decir a trabajar en equipo, en unidad aportando desde sus dos visiones y comprensión
de la realidad un camino que los lleve a su plena participación en los espacios que el
mismo hombre ha creado para su realización. Quiero agregar que si la mujer no se
desentiende de esto será la que aporte más de sí misma y se convierta en custodia de
este amor potencializador que conlleva necesariamente a la vida.

Hoy el concepto de mujer es mucho más rico y fructífero por tanto más obligante, es
decir estamos llamadas a ser mujeres verdaderas y autenticas en un mundo cambiante
que exige cada vez más lo mejor de nosotras. Siempre la mujer ha sentido la
necesidad de resignificarse, se resinificó la mujer del pasado para que la mujer de hoy

                                                            
4
 MELENDO GRANADOS, Tomas. Feminizar el mundo: el papel insustituible de la mujer.
 
tenga este lugar preferencial, y esta llamada a resignificarse la mujer de hoy para la
transformación de la mujer del mañana. Es la búsqueda permanente de la mujer por sí
misma, descubrir su esencia, por su papel y misión en el mundo.

La mujer es y será siempre mujer, con todos sus valores, con sus responsabilidades,
con sus sueños, con sus metas.

Bajo ningún aspecto quiero referirme a un proceso de liberación por cuanto considero
que la mujer desde y donde ha estado ha transformado todo a su alrededor, gracias a
su diseño, a su capacidad de análisis y visión del mundo.

La mujer por mucho tiempo fue alejada de la educación pero aun así, se fue haciendo
educadora desde la pedagogía de la vida, en la transmisión del lenguaje, de los
valores, de las ideas, de la cultura. Pero hoy tiene un lugar privilegiado en la sociedad,
que otras han luchado por él, lugar que fue abonado con el esfuerzo y constancia de
muchas de ellas, para que la mujer de hoy se comprenda así misma y pueda continuar
con su capacidad de transformación. Transformación en lo social, en la política, en la
familia. Una trasformación permeada de humanidad. No es posible dar marcha atrás,
hoy más que nunca la mujer tiene una misión importante: ser mujer en plenitud para
fortalecimiento de la sociedad.

Con mucha facilidad la mujer mira el ayer y puede encontrar en él elementos dolorosos
e injustos pero son estos los momentos los que han permitido el desarrollo de la mujer
hoy. La mujer vivía bajo limitantes hoy no comprendidos ni aceptados, pero que desde
ese espacio, desde ese pequeño lugar y rol desarrolló una tarea vital y de magnitudes
enormes que quiero resaltar: Educó, formó, instruyó, construyó y transformó no solo su
ámbito familiar sino social y político, invitando a la mujer de hoy a desempeñar uno de
sus papeles más importantes y trascendentes en la historia. Aportar su conocimiento
de la realidad y visión del mundo para dar respuestas a las necesidades de sentido
imperantes hoy.

La mujer del ayer, la de décadas pasadas tenemos que mirarla con respeto, con
admiración porque gracias a ella podemos hoy valorar lo que ha significado ser mujer y
la responsabilidad que nos corresponde en el enriquecimiento del humanismo que la
sociedad necesita.

La sociedad de hoy reclama a la verdadera mujer, aquella que ama y se siente amada,
insisto que potencializa y es potencializada, la que recibe y da con generosidad a los
suyos y a la sociedad entera, como ciudadana que participa, vota, elige y transforma, y
lo hace desde cualquier dimensión, como madre, como hija, como hermana y como
esposa. Es inminente el papel activo de la mujer en la sociedad porque ella aporta al
equilibrio, a la constancia, a la perdurabilidad y garantiza que las cosas se harán bien.
Es por eso que ser mujer no es fácil, y cuando se es consciente de todo aquello a lo
que está llamada, debe sentirse honrada de tan alta dignidad.

La mujer por naturaleza es educadora, TU eres educadora, vocación que le es innata,


porque ella y sólo ella tiene la capacidad de poner a disposición a los demás toda su
visión de la realidad, su concepción del mundo, cargado de calidez y si es necesario
cargado de ternura para ayudar al otro a descubrir y desplegar todas sus
potencialidades. Cuando se recurre a la mujer inmediatamente todo su ser se torna en
sintonía para dar, recurre a su creatividad para darse a entender, a su perspicacia para
lograr sus objetivos y en momentos de dificultad ejercer su tenacidad para sortear las
vicisitudes.

Si hay alguien con quien se pueda contar, es con la mujer, su incondicionalidad refleja
su fidelidad y compromiso para con el otro, por eso cuando la mujer que se
compromete verdaderamente bajo principios sólidos y validos lo será hasta el final. Por
tal motivo, la primera llamada que hoy hago es a que la mujer tiene que formarse,
porque de ella y en ella depende la suerte y destino de muchos.

Desde los albores de la civilización el ser humano y en este caso la mujer vio en la
naturaleza la fuente más rica de conocimiento y se dio cuenta que cuando seguía sus
principios y leyes avanzaba en su proceso de crecimiento, pero cuando atentaba contra
ella las equivocaciones eran pagadas con justo precio. Esta información de la primera
mujer permanece en nosotras, hace parte de nuestra naturaleza buscar la verdad,
porque el saber verdadero en la mujer se hace manifiesto en su obrar.

Frente a la sociedad, la mujer está llamada a recobrar el verdadero sentido de lo que


significa ser ciudadano. Hoy en día el desencanto político que vive la ciudadanía ha
llevado a que los sujetos deleguen en otros su deberes y derechos sin medir las
consecuencias de una mala elección, y opten por una actitud pasiva y de simple
espectador ante los temas cruciales de la sociedad.

Hoy se vive una indiferencia cívica, es decir, un desinterés en el tema ciudadano y un


individualismo que ha llevado a la sociedad en un proceso de desintegración tanto
social como político. Ante esto, la mujer ha lanzado su voz de protesta ante el letargo
en que se ha sumido la sociedad.

La política es vista hoy como la ruptura entre la persona y la sociedad, es la quiebra


entre la ética pública y la ética privada, reflejada en la corrupción y la proliferación de
leyes injustas. Ante un panorama tan desalentador, es cuando más se hace necesaria
la presencia de la mujer en el escenario político, pero la verdadera mujer que
comprende su responsabilidad al llamado del cambio. La mujer tiene la fuerza de
mover las fibras más sensibles de la sociedad, tiene una capacidad de convocatoria
que permite reunir en torno de ella a la sociedad misma y ser escuchada. A esta fuerza
quiero referirme hoy, hacer un segundo llamado a la participación, a despertar en cada
una de ustedes este potencial trasformador social y político, desde el Humanismo
Cívico. Entendido este como el libre protagonismo cívico en la configuración de la
sociedad a través de proyectos con relevancia pública, no tanto de tipo político o
económico, sino estrictamente “cívicos” o “ciudadanos”, es decir,” orientados a la
creación de sentido y de autorrealización de la propia identidad”. De ahí que el espacio
propio para el desarrollo de la “nueva ciudadanía” sea la cultura, esto es, los ámbitos
prepoliticos y preeconomicos que integran el “mundo de la vida”.

Quiero invitarlas a comprender que lo cívico parte de la persona misma para la


convivencia en sociedad. Que debemos reconocer que somos nosotros los sujetos
radicales de la política. Que éste cambio por retornar al verdadero sentido de lo
ciudadano es posible sólo con el apoyo insustituible del papel transformador de la
mujer como educadora. Comprender que educar en lo cívico es recuperar un espacio
en la sociedad para el cultivo de los hábitos que potencian la capacidad humana de
pensar rectamente, con la verdad de actuar conforme a la razón.

Por último mi llamado Mujer es a que redescubras tu dignidad, tu plenitud, tu capacidad


trasformadora es decir a RESIGNIFICATE !!. y si ya lo has hecho que te impide
transformar el mundo.

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