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Venezuela se encuentra en una espiral inflacionaria que es retroalimentada por instituciones

degradadas y una estructura de incentivos que apunta hacia la búsqueda de rentas en vez de armonizar
con el aumento en la productividad, y por lo tanto, el crecimiento del país. Más aún, en lo referente a la
situación económica de un país, uno que además presenta circunstancias excepcionales y una
institucionalidad merecedora de análisis. A estos aspectos se le sumará un análisis de la función de
Venezuela en el mercado internacional antes y después del «boom» petrolero.

Venezuela era una economía sin grandes exportaciones y relativamente pequeña respecto a las
economías avanzadas del planeta. Si se efectúa un análisis enmarcado en la visión de metrópolis-
satélite, se podrá observar que una economía de ese tipo no tiene gran espacio ni importancia en los
mercados internacionales, sin embargo, todo cambiaría con el llamado «boom petrolero». La economía
venezolana cobró importancia a partir de ese momento, convirtiéndose así en una de las reservas de
petróleo que alimentaban al motor del desarrollo de los países en reconstrucción y restructuración
después de la segunda guerra mundial. El país estaba en una senda de desarrollo milagrosa y los
pronósticos apuntaban a unos niveles de producto muy altos. En la década de los setenta comenzó así el
esquema que, fruto de las tensiones sociales y de las presiones del sector empresarial comenzaría a
alejar de la senda de crecimiento a la economía venezolana.

En esta época, caracterizada por el primer control cambiario, resurgió con fuerza el concepto de «la
siembra del petróleo» para así diversificarse y generar otros tipos de industrias en el país. Los diversos
intentos del gobierno por abrir el comercio venezolano a la competencia regional e internacional, no
fueron bienvenidos por las pocas empresas productoras del país, las cuales estaban acostumbradas a un
trato preferencial de parte del gobierno y a las ventajas a la hora de adquirir divisas. Esta situación de
cambio hacia instituciones políticas rentistas y poblacionales subsidiarias, sumada a la dependencia
petrolera comenzaron a llevar el país por la senda que lo conduciría hasta la situación actual. Cómo es
observable, este proceso no favorece la diversificación de la economía, una diversificación que está
potencialmente en contra de los intereses de los países metrópolis.

Sí en ese momento el proceso falló, en la actualidad los requerimientos para llevarlo a cabo implican
esfuerzo mayor, ya que el país se encuentra en una dependencia total por el petróleo y en un sistema
institucional en deterioro.Lo principal es una reforma de las instituciones y el sistema de incentivos, para
que sean acordes al proyecto de desarrollo planteado, por esto se recomienda una diversificación
gradual, pasando por áreas aledañas a la industria petrolera, como la petroquímica y aprovechando
eventuales ventajas de áreas que pudieran relacionarse con dicha industria, como es el caso de la
metalmecánica. Esta diversificación debe estar acompañada de instituciones sólidas, que brinden un
clima apropiado para el desarrollo de la empresa privada.

Por lo antes citado, se recomienda una reforma de las instituciones para permitir la proliferación y el
fomento de empresas privadas que puedan desarrollarse en las áreas petroquímica y metalúrgica, ya
que Venezuela presenta ventajas en dichas áreas concernientes al petróleo y a los metales. Para la
obtención de esto se recomienda por lo tanto la liberación del tipo de cambio, un cuadro institucional
que desincentive el uso de la renta petrolera para fines políticos y el ajuste gradual de los niveles de
salarios a la productividad del país. En el marco de las relaciones entre el Estado y el sector privado, se
han observado contradicciones y amplios debates en cuanto al cómo deben darse estas interacciones.
Antes de proceder a diferenciar cada una de estas políticas y cómo cada una de ellas supone un
elemento sustancial para una propuesta de desarrollo para Venezuela debemos definir los elementos
más relevantes que se encuentran en estas propuestas de desarrollo. De acuerdo a en la teoría del
crecimiento las variables productividad, acumulación de capital físico y humanos son determinantes del
crecimiento per cápita. La productividad en esta sección representa un elemento focal, se considera,
además, que ésta es una variable determinada endógenamente, por lo que se dedicará esta sección a
proponer políticas que signifiquen en última instancia las bases para el desarrollo a través de aumentos
en la productividad.

Aparte de estos determinantes, describe a la geografía como uno de los factores claves en el desarrollo,
pues de éste dependerá el estado en el que se desenvuelva el capital físico y el capital humano. De la
geografía dependerá la existencia o acceso a recursos naturales, la prevalencia de enfermedades que
limitan el progreso del capital humano y el acceso a enclaves comerciales. Las diferencias que delimitan
la geografía y el acceso a mercados de capital, representan un elemento fundamental a la hora de
formulación de las políticas de cada país. En este orden de ideas, es de vital importancia tener en cuenta
los elementos distintivos de cada economía.

Habiendo expuesto los elementos centrales de esta sección se mencionarán las políticas que recopila,
estas políticas enmarcadas dentro de modelos que han sido aplicados en el transcurrir del siglo pasado
con resultados diversos, pero que pueden servir como sustento para un modelo de desarrollo para
nuestro país. Como lo expone el título de este apartado, el enfoque a seguir será el de una economía
mixta, en este sentido, estará dirigido en sentido contrario al enfoque de los modelos de choque que
suponen la liberalización de los mercados y la construcción de nuevas instituciones desde un punto
originario. Sin duda esto resulta en una dificultad, pues presupone la formulación de políticas adaptadas
a los contextos institucionales preexistentes y a las condiciones particulares de cada nación, en lugar de
la aplicación de una «fórmula mágica» que nos incluya en la senda de crecimiento y desarrollo.

En primer lugar, dentro de este compendio de políticas, se encuentra la sustitución de importaciones


según, «está basada en la idea de que se pueden estimular la inversión interna y la capacidad
tecnológica protegiendo a los productores locales contra las importaciones». Para Venezuela esto
significó la protección del sector privado a través de subsidios y altas barreras a la competencia
internacional. A pesar del éxito que tuvo este modelo en algunos países, en Venezuela no resultó tan
exitoso. Dadas las características institucionales del país, basadas en un sistema en el que el Estado
eclipsaba al sector privado y que a su vez había creado un sistema de incentivos que promovían la
discrecionalidad de la distribución de la renta petrolera. En este sentido, la discrecionalidad del gasto y
la tendencia a ejecutar el gasto de acuerdo a la volatilidad del ingreso petrolero, sirvieron como
impedimento para el éxito de las políticas de substitución de importaciones.

Estas políticas son las llamadas de crecimiento hacia afuera.Lo resaltante de estas políticas es su
carácter integral, pues su influencia no solo abarcaba los sectores industriales, sino que tuvo
implicaciones en otras esferas, como la académica, por ejemplo. Esto supuso mejoras no solo en
términos de capital físico para estos países, sino que también en lo que a capital humano respecta.

De acuerdo a estas reformas no deben darse de forma aislada a la estructura social, económica y política
de un país. De igual forma estas políticas se caracterizan por tener el soporte de tanto el aparato estatal
que guía la reforma gradualmente de manera que el sector privado pueda mejorar sus condiciones. Para
Venezuela las reformas pueden estar enmarcadas en una transición en cuanto a objeto del gasto público
se refiere, pues las instituciones existentes están destinadas a la promoción y ejecución del gasto
orientado al consumo, no contando así con contrapartida alguna que resulte en mejoras productivas, de
esta manera plantear, la dirección del gasto a la inversión en bienes públicos que permitan el
establecimiento de ventajas competitivas es un factor fundamental para la constitución de las
condiciones factoriales a las que se refiere cuya última función es la constitución de encadenamientos
que dinamicen el sistema económico. Es importante considerar que la implementación de las políticas
mencionadas hasta este punto, requiere como condición para el éxito de la capacidad para hacer frente
a los choques macroeconómicos externos y además contar con una base institucional que permita la
evolución de las políticas. Así, toda estrategia para el desarrollo que se pueda proponer en el marco de
la construcción de una economía mixta debe darse dentro de estas bases que serán determinadas
internamente.

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