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estuvieron presente cuando el Señor resucitó a la hija de Jairo (Mr.
5.37), en la transfiguración (Mr. 9.2), y durante el sufrimiento del Señor
en Getsemaní (Mr. 14.33), ocasiones en las que los otros fueron
excluidos. Jacobo y Juan, a quienes Jesús apodó “Boanerges, esto es,
hijos del trueno” (Mr. 3.17), fueron reprendidos por Jesús cuando
sugirieron que podían pedir “fuego del cielo” para destruir una aldea
samaritana que se había rehusado a recibir a Cristo cuando iba a
Jerusalén (Lc. 9.54). También causaron envidia entre los discípulos
cuando solicitaron un lugar de honor en el reino de Cristo; aunque no
se les prometió tal ventaja, se les dijo que compartirían la copa que el
Maestro tenía que beber (Mr. 10.39), profecía que se cumplió cuando
Jacobo fue muerto “a espada” por Herodes Agripa I, ca. 44 d.C. (Hch.
12.2);
III. Hijo de Alfeo y también uno de los doce apóstoles (Mt 10.3; Mc 3.18;
Lc 6.15; Hch 1.13). Aunque Leví es también llamado «hijo de Alfeo», es
probable que su padre sea otro Alfeo y que Leví y Jacobo no fueran
hermanos.
A este Jacobo comúnmente se le identifica como Jacobo «el menor»,
hijo de María (Mc 15.40). Es evidente que lleva el apodo para
distinguirlo (por su estatura o su juventud) de Jacobo el hijo de
Zebedeo;
IV. Padre del apóstol Judas (no el Iscariote), conocido solamente por dicha
circunstancia en los escritos de Lucas (Lc. 6.16; Hch. 1.13; los otros
evangelios tienen Tadeo en lugar de Judas);
V. El hermano de Jesús que, junto con sus hermanos José, Simón, y Judas
(Mt. 13.55), aparentemente no aceptaron la autoridad de Jesús antes de
su resurrección (véase Mr. 3.21 y Jn. 7.5). Después que se le apareció
Jesús resucitado (1 Co. 15.7), se convirtió en dirigente de la iglesia
judeocristiana de Jerusalén (Gá. 1.19; 2.9; Hch. 12.17). Según la
tradición, fue nombrado primer obispo de Jerusalén por el Señor
mismo. Presidió el primer concilio de Jerusalén, que consideró los
términos de admisión de los gentiles en la iglesia, formuló el decreto
que se promulgó a las iglesias de Antioquia, Siria, y Cilicia (Hch.
15.19–23), y permaneció como único jefe de la iglesia de Jerusalén,
tratando de mantener su unidad con Pablo y su misión cuando este
apóstol visitó la ciudad por última vez (Hch. 21.18ss). Pocos años más
tarde Jacobo se convirtió en mártir al ser apedreado a instigación del
sumo sacerdote Anano durante el interregno después de la muerte del
procurador Festo en 61 d.C. La tradición de Hegesipo, en su mayor
parte legendaria, afirma que Jacobo era conocido como, “el Justo” a
causa de su piedad (judía) Eusebio, HE 2.23). Jerónimo registra un
fragmento del apócrifo perdido Evangelio según los hebreos que contiene
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una historia breve y probablemente no histórica de la aparición de Jesús
resucitado a Jacobo.
Sin duda alguna, esta epístola fue escrita desde Jerusalén, la ciudad
donde su autor vivía y predicaba. Como veremos a lo largo de esta serie de
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sermones, Santiago escribió esta epístola para exhortar a sus lectores a que
examinaran su fe para ver si era una fe salvadora genuina.
Algo importante que debo mencionar es: Al tomar este título, Jacobo
se incluía entre los que no eran honorables por lo que eran, sino por aquel a
quien servían, al Dios vivo.
Este debe ser nuestro objetivo, ser siervos, esclavos de Dios y dejar
que su autoridad fluya en nuestra mente, acciones, corazón etc.
Este debe ser el carácter de todo hijo de Dios, ser siervos, estar
dispuestos a someternos amorosamente a los demás. Pablo lo expreso de una
manera maravillosa en Ef. 5:21: sometiéndoos unos a otros en el temor de
Cristo.
No solo las ovejas deben someterse al pastor, sino que el pastor debe
reconocer que no todo lo que él dice esta bien, o que le falta algo a su trabajo.
Un buen siervo reconoce sus errores y trata de enmendarlos, pero sobre todas
las cosas, busca la honra y la gloria del Nombre de Dios.
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II. Observemos ahora el ministerio de Jacobo: A las doce tribus que están en
la dispersión: Saludos.
Aquí Santiago se está dirigiendo a todo los judíos cristianos que vivían fuera
de Jerusalén. Esto lo hace la epístola más judía de todas las epístolas del NT.